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Kruskaya Armijos

CORPUS IURIS CIVILIS


Corpus Iuris Civilis es el Conjunto o reunión de los cuerpos legales publicados por el
emperador Justiniano I, constitutivos del llamado "derecho romano Justiniano". La labor
codificadora de este derecho, inicialmente privada y posteriormente oficial, tiene en el
Corpus Iuris Civilis su más alta expresión y colofón histórico.
Estructura y contenido del Corpus Iuris Civilis del Emperador Justiniano
En la época en que accede al trono Justiniano I, la reforma de las leyes romanas había
llegado a ser una obra indispensable; después de diez siglos, los plebiscitos, los senado-
consultos, los edictos de los magistrados, las obras de los jurisconsultos y las
constituciones imperiales, habían llenado millares de volúmenes donde las reglas de
derecho formaban un verdadero caos. El cuerpo de Derecho Romano de Justiniano se
compuso de cuatro partes: 1. Código o Codex Repetitas Praelectionis 2. Digesto o
Pandectas 3. Instituciones o Instituta 4. Novellas Constitutiones (Novelas)
Al conjunto de estas cuatro partes: Código, Digesto, Instituta y Novelas, se aplicó, a partir
del siglo XII, el nombre de Corpus Iuris Civilis (Cuerpo del Derecho Civil). La forma en
que se desenvolvieron estos trabajos nos ha sido contada casi en su totalidad por el propio
Justiniano en las constituciones que fue promulgando para llevarlas a cabo, a partir del
año siguiente de su ascenso al trono imperial. La primera de esas constituciones (Haec
Quae Necessario) fue promulgada el 13 de febrero del 528 y a través de ella se ordenó la
compilación del Ius y de las Leges.
Para comenzar la tarea se nombró una comisión de diez miembros dirigida por
Triboniano, nacido en Side, Panfilia (Asia), que a la sazón era reconocido por su gran
talento jurídico y su extraordinario saber general. La comisión poseía el encargo de reunir
en una sola obra los Códigos Gregoriano, Hemogeniano y Teodosiano con la edición de
las constituciones posteriores y para ello, debían suprimir las repeticiones, las
contradicciones y las caídas en desuso, cuidando de respetar el orden cronológico.
Los comisionados recibieron la autorización para introducir las modificaciones
necesarias, pues Justiniano aspiraba a obtener una obra práctica capaz de responder a las
solicitudes de la época, y no una obra de carácter doctrinal o histórico. El trabajo que
atendió a las leges fue concluido en catorce meses y publicado el 17 de abril del 529 bajo
e! nombre de Codex Justinianeus, el cual fue considerado como ley general del Imperio
derogándose en consecuencia los tres códigos anteriores y las constituciones dictadas.
Dividida esta primera obra del Corpus en doce libros, recogió las constituciones
Imperiales vigentes depositadas en anteriores compilaciones y dictadas hasta la Haec
Quae Necessario. Después de la compilación de las leyes, Justiniano se ocupó del Ius y
así, en el año 530 por la constitución Deo Autore dirigida a Triboniano encomendó a este
jurisconsulto su compilación, autorizándolo para seleccionar una comisión que estuvo
integrada por dieciséis miembros. Para este trabajo (que no resultó más que el derecho
contenido en las obras Jurídicas del siglo de oro romano), se brindaron instrucciones
concretas de tomar en cuenta las obras de los jurisconsultos que habían disfrutado del Ius
Respondendi, concediendo a todos igual autoridad sin tener que tomar en cuenta el
número de los que habían emitido una determinada opinión. Se pensó, por lo complejo
de la nueva tarea, que los comisionados tardarían no menos de diez años en cumplirla,
pero tal fue el empeño, que al cabo de solo tres, mediante la constitución Tante, de
diciembre del 533, se promulgó el Digesto para regir como ley del Imperio.

A través de dicha constitución Justiniano informó que los encargados de tan amplia labor,
examinaron casi dos mil libros y unos tres millones de líneas, todo lo cual había quedado
reducido a cincuenta libros y ciento cincuenta mil líneas, expresando también la
inexistencia de contradicciones, lo que en realidad no ocurrió.
Digesto o Pandectas
El Digesto o Pandectas constan de cincuenta libros, divididos cada uno en títulos, con
excepción de los libros 30, 31 y 32 relativos a los legados que solo poseen uno. Cada
título tiene un número y una rúbrica con el objetivo de distinguirlos y está formado por
los diferentes fragmentos de los jurisconsultos que se tuvieron en cuenta. Los fragmentos,
que tienen una extensión variable, poseen una Inscripto que en homenaje a la ciencia
jurídica del pasado, indican el nombre del jurisconsulto, el título de la obra y el volumen
o tomo. Además, la totalidad de los cincuenta libros se agrupa en siete partes, de las
cuales, las cinco primeras tienen nombre especial: – Prots (libros del 1 al 4) – Indiciis
(libros del 5 al 11) – De Rebus (libros del 12 al 19) – Umbilicus (libros del 20 al 27) – De
Testamentis (libros del 28 al 36). La sexta parte comprende los libros del 37 al 43 y la
séptima del 44 al 50. La obra posee 432 títulos y 9142 fragmentos de los cuales: – 2464
son de Ulpiano – 2081 son de Paulo – 601 son de Papiniano – 578 son de Pomponio –
535 son de Gayo – 344 son de Modestino – 306 son de Escévola, etc.
A partir del siglo XVI se comenzó a enumerar los fragmentos dentro de cada título para
facilitar su cita y con igual fin aquellos que resultaban muy largos y sin división interior
se numeraron y dividieron en párrafos. El primer párrafo no tiene número, llamándosele
por tanto Principium o Proemiun, indicándose abreviadamente con las letras "Pr"; el
segundo párrafo aparece con el No. 1 y siguen después los restantes en sucesión original.

Las Institutas
Mientras se trabajaba en el Digesto, Justiniano dio a conocer su intención de redactar una
obra de carácter elemental destinada a la enseñanza del derecho. Con este finalidad, en el
533 encargó esta misión a Triboniano, cuestor del palacio. Teófilo profesor de derecho
en Constantinopla y Doroteo, profesor de Berito. Esta obra fue publicada bajo el nombre
de Instituciones (institutas) en el mes de noviembre del año 533 y declarada obligatoria
junto al Digesto en diciembre del propio año por medio de la constitución Imperatoriam
Maiestaten, no obstante su carácter docente. Las Institutas, a diferencia del Digesto, no
constituye el conjunto de las opiniones de los diversos jurisconsultos, sino por el
contrario, tiene la forma de un discurso ininterrumpido pronunciado por el emperador. En
su elaboración todo parece indicar se siguió como modelo la Instituta de Gayo,
dividiéndose en cuatro libros, separados a su vez en títulos rubricados. A pesar de lo
expuesto, la, investigaciones practicadas prueban que también se sirvieron de las
Instituciones de Florentino, UIpiano y Marciano.
Con la promulgación de las Instituciones, justiniano había completado su labor
legislativa. Sin embargo, como desde la confección del Código habían transcurrido más
de cuatro años, período durante el cual se vio obligado a dictar numerosas constituciones,
decidió ordenar una segunda edición del Código que recibió el nombre de Codex
Repetitae Preelectionis, promulgado el 16 de noviembre del 534 por la constitución Cordi
Nobis. Este Código es el único que ha llegado a nosotros
Las Novelles
Después de esta nueva promulgación de las Instituciones, Justiniano anunció que no
habría en el futuro otra edición y que las constituciones que pudiera promulgar en lo
adelante formarían una obra especial que recibiría el nombre de Noveles.
Las nuevas constituciones (Novellae Constitutiones), conocidas por nosotros con la
denominación de Novelas, no fueron recopiladas oficialmente; realizándose solamente
varias colecciones privadas de las cuales han llegado a nosotros tres: el Epítome luliano,
el Authemticum y la llamada Colección de los Humanistas.
Valoración histórica, política y Jurídica del Corpus Iuris Civilis.
La obra de Justiniano es sin duda, una obra de legislación, no se contenta solo con
"codificar" sino que da fuerza de ley a todas sus compilaciones y abroga cualquier fuente
de derecho, prohibiendo además, para prevenir nuevas controversias que se comente el
Digesto, permitiendo solamente su traducción al griego siempre que se hiciera
literalmente. El estilo con que fue elaborada carece de sencillez y en ocasiones vuelve de
nuevo sobre las mismas cuestiones antes de darle solución definitiva. La obra adolece de
falta de un método, pero sin embargo, tiene el mérito de haber creado en todas sus partes
algunas teorías más amplias y equitativas que las del antiguo derecho romano; entre ellas,
debe citaras en primera línea, el nuevo sistema de sucesiones abintestato que se establece
por las Novelas 118 y 127. Es cierto que la obra carece de claridad y del método deseado
en una codificación, (tiene fundamentalmente el carácter de compilación), pero no se debe
exagerar sus imperfecciones si partimos del análisis de la situación intelectual de la
sociedad que la condicionó. En relación con el Digesto, en tanto había tomado materiales
de los juristas clásicos que en su mayoría se habían elaborado con una antigüedad de
siglos, Justiniano se vio precisado a autorizar a los comisionados redactores a reformar y
adaptar cuanto consideraran conveniente. De esa facultad hizo amplio uso la comisión,
variando, adaptando, suprimiendo o sustituyendo palabras, cada vez que escogían
fragmentos que aludían a cuestiones desaparecidas. Estas variaciones de los textos
clásicos se han conocido como Interpolaciones, aunque la denominación no es correcta,
pues en puridad, debía reservarse solo a los pasajes intercalados y no a los arreglos y
supresiones. Mientras el derecho romano rigió como derecho positivo, las interpolaciones
no preocuparon a los juristas, pues teniendo fuerza de ley el Digesto y el Código en la
forme en que habían sido redactados y promulgados, poco importaba que el fragmento
fuese o no copia fiel del original. Los problemas se iniciaron cuando el Derecho Romano
comenzó a estudiarse desde el punto de vista histórico, cuando los romanistas pretendían
conocer no solo el derecho de los tiempos de Justiniano sino también el de sus diversas
épocas, siguiendo la evolución de las constituciones a través de sus diferentes etapas. Al
respecto, la adulteración de los textos clásicos dificultaba la tarea, por lo que los
romanistas se dedicaron a descubrir las interpolaciones especialmente las del Digesto.
Los principales métodos para descubrir las interpolaciones son cuatro: el comparativo, el
histórico, el lógico y el filológico. El método comparativo resulta ser el de mayor
seguridad, pero solo es posible aplicarlo en un número reducido de casos. Consiste en
cotejar el fragmento del Digesto con el texto original del jurisconsulto cuando este ha
llegado a nosotros por alguna otra fuente de conocimiento. El método histórico consiste
en señalar una interpolación en todos aquellos casos en que se atribuye a un jurisconsulto
una institución o criterio, que sabemos no pudieron ser suyos, porque poseemos
elementos de juicio suficientes para estar seguros de haber surgido en época posterior a
aquella en la que él vivió. El método filosófico es el más usado, y al mismo tiempo el que
más fácilmente induce a errores. Consiste en tratar de descubrir las interpolaciones por
los giros del lenguaje y por el estilo de los jurisconsultos.
Trascendencia y vigencia
La obra justinianea para su correcto enjuiciamiento requiere un profundo análisis que en
modo alguno puede emprenderse teniendo en cuenta las situaciones presentes. Una
interpretación adecuada del materialismo histórico nos permite situarnos en las
circunstancias de lugar y tiempo en que se gestó, y comprender si realmente en esas
condiciones, la obra jurídica, el Corpus Iuris Civilis, cumplió su papel. En cuanto a lo
primero y considerando la situación económica, política y social de Bizancio, se constata
que el mismo fue producido en un ambiente de muy pobre nivel intelectual, y lo que debe
admirarnos es justamente, el haberse podido llevar a cabo en esas condiciones. Además,
no caben dudas, que la sociedad bizantina fue extremadamente popular y por consiguiente
muy diferente al de la época clásica del derecho romano. Por otra parte, no debemos
perder de vista que Justiniano se propuso dos objetivos casi inconciliables: uno, dar a su
pueblo un código práctico para que por e él se rigiera; el otro, conservar la Jurisprudencia
clásica, aunque en realidad esta no podía mantenerse inalterada si había de usarse para lo
primero. El Corpus Iuris Civilis constituye un reflejo de la sociedad de su tiempo. Su
carácter comparativo demuestra en el orden jurídico, la centralización que caracterizaba
al estado de la época y a su vez expresa la tendencia justiciaba de unificar nuevamente
todos los territorios que en su día, habían pertenecido al poderoso Imperio Romano.
Desde la promulgación de la obra, fuerte legislación de los pueblos latinos, el Estado
Bizantino adquirió determinados rasgos que venían gestándose desde los tiempos de
Constantino. En primer lugar, la integración de la iglesia en el Estado. En Oriente, el
Estado se identifica con una voluntad de gobierno cuyo resorte era la religión, pero donde
la Iglesia estaba bajo la dependencia de este estado tan cristiano como ella. De los, fieles
del Estado, también la Iglesia había recibido riquezas y poder, pero era el Emperador
quien mandaba en materia de fe, pensara lo que pensara el Papa de la lejana Roma. El
propio cuerpo de derecho romano es una muestra elocuente de ello cuando expresa:
Instituciones de Justiniano Sacratísimo Príncipe De la confirmación de las Institutas En
nombre de Nuestro Señor Jesucristo.

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