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TEMA 1: Definición de la atención temprana

INTRODUCCIÓN A LA ATENCIÓN TEMPRANA


Objetivos

Los objetivos que se pretenden alcanzar en esta unidad didáctica son los siguientes:

• Conocer diversas orientaciones que nos proporcionan las definiciones seleccionadas sobre
la Atención Temprana, en las que podemos ver cómo no sólo se tiene en cuenta la
realización de un trabajo específico con un niño que presenta una serie de dificultades de
carácter biopsicosocial, sino que se remarca la precocidad de esta atención y se tiene en
cuenta la atención a las familias, como una parte inseparable del tratamiento que se va a
realizar.

Introducción
La Atención Temprana parte de un trabajo realizado con el niño tempranamente, pero muy
especialmente, de una atención a los padres, a la familia, que, en definitiva, se constituirán como
los protagonistas básicos responsables de la buena evolución del niño.

En la primera infancia, el sistema nervioso pasa por una etapa de maduración importante y de
mayor plasticidad. En el Libro Blanco de la Atención Temprana, editado en España el año 2000,
se constata cómo el proceso de maduración condiciona una mayor vulnerabilidad frente a las
condiciones adversas del medio y las agresiones, por lo que cualquier causa que provoque una
alteración en la adquisición normal de los objetivos que son propios de los primeros estadios
evolutivos puede poner en peligro el desarrollo armónico posterior, pero la plasticidad también
dota al sistema nervioso de una mayor capacidad de recuperación y de reorganización orgánica
y funcional que decrece de manera muy importante los años posteriores.

La evolución de los niños con alteraciones en el desarrollo depende, en gran medida, de la


detección y del momento de inicio de la Atención Temprana. Cuanto menor sea el tiempo de
privación de los estímulos, mejor será el trabajo neuronal y la plasticidad cerebral y
potencialmente menor será el atraso que el niño pueda sufrir. En este proceso resulta clave la
participación familiar, un elemento indispensable para favorecer la interacción afectiva y
emocional, así como para obtener una mayor eficacia en los tratamientos.
Definición de Atención temprana
La Organización Mundial de la Salud (OMS, 1985) define la salud como “un estado de bienestar
físico, mental y social, y no sólo la ausencia de enfermedad”. En esta definición se muestra cómo
la salud es la respuesta a un estado de bienestar global de la persona.
Estar sano no es, únicamente, no estar enfermo. La salud se corresponde con los aspectos
biológicos y psicológicos de la persona, pero, además, debe incluir el ámbito social.

La Atención Temprana es un tiempo importante y básico en la vida de un niño con dificultades.


En niños con discapacidades, los primeros años son críticos para conseguir el mejor desarrollo.
Cuando a un niño se le observan trastornos o presenta un mayor riesgo o vulnerabilidades en su
personalidad, una intervención adecuada a sus necesidades y la aplicación de un programa
ajustado y cuidadoso que proporcione una buena respuesta a las carencias o dificultades del
niño, no sólo aumentará su bienestar, sino que le ayudarán a promover su desarrollo. Asimismo,
una atención a la familia beneficiará, sin duda, el proceso de intervención. Y, por último, es
preciso también proporcionar una atención a la escuela y a la comunidad. Éstas precisan
también de una orientación para poder tratar y respetar la especificidad de un niño determinado
y ayudar, al mismo tiempo, a compensar las carencias que presente, potenciando, desde este
ámbito social, su desarrollo.

La Atención Temprana ha sido definida, de forma general, como la provisión de servicios


terapéuticos o pedagógicos para niños que se hallan en la primera infancia.

El Libro Blanco de la Atención Temprana

En el Libro Blanco de la Atención Temprana se muestra cómo la Atención Temprana se inscribe


en los programas de intervención preventiva, terapéutica y educativa, a distintos niveles,
dirigidos a niños de 0 a 6 años con problemas en su desarrollo, sus familias y su entorno,
destinados a prevenir o minimizar las posibles alteraciones o deficiencias ya existentes.

La Atención Temprana es el conjunto de intervenciones dirigidas a la población infantil de 0-6


años, a la familia y al entorno, que tienen por objetivo dar respuesta lo más pronto posible a las
necesidades transitorias o permanentes que presentan los niños con trastornos en su desarrollo
o que tienen riesgo de padecerlos. Estas intervenciones, que deben considerar la globalidad del
niño, han de ser planificadas por un equipo de profesionales de orientación interdisciplinar o
transdisciplinar (p. 13 del Libro Blanco de la Atención Temprana).
Definición de Atención Temprana según el
Real Patronato de Prevención y Atención a Personas con Minusvalías

El Real Patronato de Prevención y Atención a Personas con Minusvalías define, asimismo, la


Atención Temprana como el “conjunto de medidas puestas al servicio del niño que presenta
trastornos o disarmonías en su desarrollo, en las áreas motoras, sensoriales cognitivas o
mentales, o riesgo de padecerlas, así como al servicio de sus familias y de su entorno, con la
finalidad de garantizar y potenciar al máximo el desarrollo de las capacidades físicas, psíquicas,
sensoriales y sociales de ese niño, desde los primeros momentos de su vida".

Un déficit, o dificultades importantes en los primeros años de vida de un niño, entraña un grave
riesgo de que se produzcan detenciones o desviaciones del desarrollo con secuelas, a veces,
irreversibles para el sujeto. Por tanto, la atención temprana comprende un conjunto de medidas
de orden médico y social, relacional, psicológicas, fisioterápicas, pedagógicas, etc., orientadas a
la consecución de un sano desarrollo del niño. Esta definición fue la primera de nuestro país en
que se puso de manifiesto cómo la Atención Temprana era un servicio a las familias y al entorno
del niño, poniendo de manifiesto su valor crucial en el desarrollo de un niño.

Definición de Atención Temprana según Meisels y Shonkoff

Meisels y Shonkoff (1990) ofrecen la siguiente definición general: “La Atención Temprana
consiste en los servicios multidisciplinares proporcionados a los niños con deficiencias o
evolutivamente vulnerables y sus familias, desde el nacimiento hasta los 3 años. Estos programas
están diseñados para incrementar el desarrollo del niño, minimizar los retrasos potenciales,
prevenir el deterioro futuro, limitar la adquisición de condiciones deficitarias adicionales, y/o
promover el funcionamiento adaptativo de la familia”. Los objetivos de la intervención temprana
son llegar a proporcionar a los niños los servicios que precisen y apoyar, al mismo tiempo, una
ayuda adecuada a la familia.

Vemos cómo esta definición se refiere, primero, a los problemas que pueden presentar los niños
con deficiencias o con vulnerabilidades específicas y que son potencialmente diversos y que
requieren un amplio rango de servicios para cubrir sus necesidades de bienestar y educativos,
contemplados desde una perspectiva multidisciplinar. Por ejemplo, de la medicina, de la
psicología, la educación, los servicios sociales, las patologías del lenguaje y del habla, la terapia
ocupacional, etc., desde la coordinación en este pluralismo profesional.
En segundo lugar, se refiere a la necesidad de desarrollar los programas de intervención
temprana en el contexto de la familia. Ello supone tratar de favorecer la adaptación y
comprensión de la familia a las necesidades del niño, y crear en la familia nuevas capacidades
para apoyar y facilitar el desarrollo del niño, así como para prevenir los problemas evolutivos
(Linares y Rodríguez, 2004).

Definición de Atención Temprana según Lidia Coriat

Lidia Coriat (1974), pionera de la Atención Temprana, afirma: “Es a través de la madre que se
introducen, en el campo de la relación con su hijo, los elementos que apoyarán al niño afectado
por deficiencias. Como estamos hablando de niños y no de cosas, no se trata de reparar sistemas
nerviosos o de colocar informaciones en su debido lugar, como se haría en una biblioteca, sino
de ofrecer al niño la posibilidad de recuperar o construir su lugar como persona”. En esta
definición se pone de manifiesto la importancia del vínculo materno, así como pone en alerta
contra el exceso de estimulación para destacar la dignidad del niño.

Programas de Atención Temprana

Un niño sano nace dotado de un programa biológico adecuado para adaptarse al mundo exterior
y para poderlo asimilar, si cuenta con un entorno afectivo adecuado a sus necesidades.

El bebé sano nace con unas respuestas conductuales que primero son reflejas y,
progresivamente, van haciéndose más intencionales. Los adultos próximos al niño,
principalmente la madre, están capacitados de forma natural para interpretar estas reacciones
y responder a ellas. De este modo, si no hay otras perturbaciones, los bebés se hacen
progresivamente más competentes y los padres, asimismo, más competentes y eficaces a través
de su atención y cuidados mejor adaptados.

Cualquier discapacidad motora, sensorial, física o psíquica rompe este desenvolvimiento natural
y obliga al individuo y al entorno que lo acoge a realizar un esfuerzo de adaptación y a suplir con
recursos alternativos, las carencias que presente el niño.

Pero este esfuerzo suplementario, este rodeo adaptativo, no siempre resulta viable. En parte,
por razones debidas al propio déficit y, en parte, por la situación de desinformación y de crisis
emocional en que suelen encontrarse los padres.
La intervención cualificada

La existencia de una discapacidad es, en sí misma, un factor de riesgo para el


desencadenamiento de otras perturbaciones del desarrollo que se asocian a la discapacidad
original.

Son precisamente estas limitaciones añadidas a la disfunción misma, las que deben prevenirse
en los servicios de Atención Temprana, desde una intervención cualificada y cuidadosa, porque,
tal como hemos dicho anteriormente, es en estos primeros años, en especial, cuando se pueden
conseguir prioritariamente mayores cambios en el funcionamiento psíquico y de todo tipo, en
las diferentes áreas del desarrollo.

Las situaciones iniciales de desventaja colocan al niño en una situación de riesgo que, en
combinación con otros factores psicosociales, puede producir detenciones o desviaciones del
desarrollo y, en el peor de los casos, la desestructuración psíquica.

No obstante, es un hecho que la misma situación traumática no genera en todos los niños
idéntica respuesta, lo que hace pensar que el profesional debe hacer un esfuerzo por conocer la
individualidad propia de cada uno de ellos, a fin de realizar una intervención ajustada a las
características del niño. El ser portador de un déficit puede tener una influencia
desestructurante sobre el psiquismo, pero es la interacción dinámica que se puede dar entre
padres e hijo la que proporcionará los recursos motivadores al niño para irse organizando a
través de las capacidades restantes, cualesquiera que éstas sean, y poder dar sus mejores
respuestas. Ayudar a los padres a percibir y a conectar con las necesidades psicológicas de su
hijo, será un trabajo siempre a tener en cuenta en Atención Temprana.

Por otra parte, la eficacia de los programas de Atención Temprana se basa, por una parte, en la
precocidad de la intervención, que depende, asimismo, de un diagnóstico precoz de los
problemas que puedan presentar los niños y que podrían derivar en otro tipo de patologías.
Dicha población se refiere a todos aquellos niños que corren el riesgo de ver afectado el curso
de su desarrollo como resultado de la acción de causas de origen prenatal, natal o postnatal.

El diagnóstico

El diagnóstico precoz permite iniciar un trabajo de forma temprana y, por tanto, más eficaz,
puesto que la capacidad de asimilar e integrar nuevas experiencias, sabemos que es mucho
mayor en etapas precoces del desarrollo, gracias a la posibilidad de aumentar las
interconexiones neuronales, en respuesta a ambientes enriquecidos con estímulos apropiados
(Mulas y Hernández, 2005).

En los últimos años se han producido avances significativos en la identificación de los niños con
riesgo, así como en su valoración clínica y pronóstica. Más recientemente, se empieza a disponer
de análisis de resultados a medio y largo plazo sobre intervenciones terapéuticas realizadas en
los últimos 30 años en América del Norte y Europa, lo que permitirá valorar su eficacia en el
tratamiento de niños con necesidades especiales.

Se ha comprobado, así, que el desarrollo del niño es el resultado de un complejo proceso de


interacción entre el organismo y las aferencias ambientales. Por otra parte, diferentes
investigaciones en el campo de la intervención temprana están poniendo de manifiesto que en
los primeros meses de vida no es único el trabajo sensoriomotor, sino que hay que tener en
cuenta otros aspectos de gran importancia: el ajuste y atención familiar, el apoyo social a la
familia, el bienestar personal y familiar, el estrés de los padres, los patrones de interacción, el
diseño del ambiente físico del hogar, los aspectos relacionados con la salud del niño, etc.
(Candel, 1998). La intervención directa sobre el niño constituye sólo una parte del programa de
atención que implica a la familia y al contexto social en el que se desenvuelve el niño: barrio,
centro educativo, servicios sanitarios, sociales, recursos de la comunidad (Guralnick, 1998).

Conclusiones

La Atención Temprana se considera hoy día, por lo tanto, una atención global prestada al niño y
a su familia en los primeros meses o años de su vida, como consecuencia de alteraciones en su
desarrollo, o bien por una situación de alto riesgo.

La Atención Temprana facilita, en definitiva, la organización de recursos en los padres,


resituando en un espacio distinto del esperado al niño, descubriendo sus competencias y las
funciones organizativas del resto de sentidos, a la vez que los conduce más allá de sus fantasías.
La Atención Temprana se sitúa en una perspectiva de prevención, a fin de evitar una
sintomatología bien conocida por los profesionales que trabajan con los niños con dificultades
(falso self, pseudodebilidad mental, psicosis, autismo, pseudoautismo, etc.) y que se halla ligada
a carencias interactivas precoces o bien a simbiosis fusional. El trabajo en Atención Temprana
nos muestra también las capacidades de los niños dañados o con dificultades, capacidades que
serán potenciadas, siempre a través de encuentros relacionales placenteros y acertados con
otro receptor y amoroso.
Desde estas consideraciones, y dada la trascendencia de los primeros días y meses para el futuro
de toda una vida, la Atención Temprana constituye un derecho de cada niño y su familia, que
permitirá crear las bases, los apoyos y el “andamiaje” para influir en el desarrollo individual de
su personalidad y autonomía. La Atención Temprana es, por lo tanto, de importancia crucial para
prevenir y disminuir los efectos de la deficiencia.

En consecuencia, desde el ámbito familiar, el modelo de trabajo se orientará en una doble


vertiente preventiva y habilitadora, que exigirá una intervención interdisciplinar y
transdisciplinar.

LA ATENCIÓN TEMPRANA EN EUROPA

Objetivos

Los objetivos que se pretenden alcanzar en esta unidad didáctica son los siguientes:

• Conocer la evolución de la Atención Temprana en Europa, los cambios observados en la


infancia, así como la evolución que ha experimentado el concepto de discapacidad en la
Unión Europea.

Introducción
En 1957, seis países europeos, Alemania, Francia, Italia, Holanda, Bélgica y Luxemburgo,
plasmaron en el Tratado de Roma un Mercado Común Europeo, que cambió de forma decisiva
el curso de la historia europea de los últimos cincuenta años. A través de un largo y complicado
proceso de ampliación territorial y de objetivos (desde los económicos iniciales a otros sociales,
culturales y políticos), se fueron creando las condiciones y formulando los compromisos que han
conducido a la actual Unión Europea, que agrupa ya un número de 27 países.

Hoy, la Unión Europea es uno de los lugares con más desarrollo económico y tecnológico del
mundo y un espacio en el que se produce una extraordinaria movilización social interna y
externa.

En los últimos veinte años, en la mayoría de los países que forman parte de Europa, hemos
asistido a profundas transformaciones sociales con resultados trascendentes para el conjunto
de la infancia.
Perspectiva histórica de la atención temprana
Desde principios de los años setenta, en la mayoría de los países que hoy conforman la Unión
Europea se pusieron en marcha iniciativas tendentes a crear unidades de lo que antes se conocía
como “estimulación precoz” y que significó un enorme cambio de orientación respecto a las
políticas previas de segregación o institucionalización especial de los niños con discapacidad. En
Alemania, a partir de 1974 se empiezan a desarrollar en Baviera la red de Centros de Estimulación
Precoz. En Francia, a partir de 1975, se establecen los Centros Médicos Psicopedagógicos, en el
Reino Unido, los Equipos de Distrito; en España, se inicia, en el año 1978, el primer Centro de
Atención Temprana para niños ciegos, al que siguen otros generales a partir de 1980, los
Centros Base de Atención a Minusválidos y, en los países escandinavos, los Centros de
Habilitación Precoz. En contraste con el Programa Head Start de los EE.UU. dirigido a niños en
situación de desventaja socioeconómica de 3 a 5 años, los programas de estimulación precoz en
Europa nacieron más vinculados a las deficiencias o discapacidades, esto es, a las raíces
biológicas de la exclusión, orientación que fue cambiando con los años ante el incremento de
las demandas de procedencia social, pero también por la maduración de la Atención Temprana
desde su propia experiencia y por el impulso de las políticas de integración y normalización social
que se alentaba en cada país (Ponte 2004).

Cambios observados en la infancia en la Unión Europea

Actualmente, el niño, desde que nace, está considerado como un sujeto competente y sensible,
capacitado para tomar decisiones y ser parte activa de la interacción. Este nuevo concepto
acerca del bebé, en el que se remarca la protección del niño como sujeto social, adquirió un
refrendo mundial con la aprobación por la Organización de las Naciones Unidas de la Convención
de los Derechos del Niño (1989). Esta Convención se ha convertido en la referencia de los países
europeos para el desarrollo de las políticas de infancia y en la actualidad se trabaja en el
desarrollo de indicadores para controlar su cumplimiento (UNICEF, 1998).

En los países de la Unión Europea, muchos problemas del desarrollo infantil relacionados con la
salud o la asistencia sanitaria, como la atención al parto, la alimentación, la higiene o la
prevención de infección y accidentes, han dejado de constituir motivo de especial preocupación
para una parte muy importante de la población. La cobertura de los sistemas de asistencia
sanitaria, en muchos casos con medios especializados en atención a la primera infancia, alcanza
casi el 100% de la población. La mortalidad infantil se ha reducido de manera notable, al tiempo
que ha crecido la esperanza de vida al nacer (WHO, 2001).
Algunas discapacidades, como las relacionadas con el kernicterus (atetosis), el trauma obstétrico
(parálisis braquial); algunas infecciones perinatales, como la polio, defectos en el desarrollo del
tubo neural (mielomeningocele) o metabolopatías, como la fenilcetonuria han disminuido
notablemente. Sin embargo, surgen nuevas dificultades, problemas y contradicciones sanitarias.
La expansión de los procedimientos de vacunación masiva no ha podido evitar la aparición y
transmisión del SIDA; la expansión del sobrepeso infantil convive con situaciones de crecimiento
intrauterino retardado (CIR) o de malnutrición en ámbitos de exclusión social; las nuevas
técnicas de control de embarazo y planificación familiar no han podido evitar el incremento de
la prematuridad y sus graves secuelas de discapacidad; el desarrollo de la reproducción asistida
no está todavía exento de ocasionales y graves complicaciones; el aumento del bienestar
ambiental no ha sido capaz de frenar el incremento de los accidentes domésticos que son la
fuente principal de morbilidad infantil.

En lo referente a la educación, dos grandes corrientes de cambio alcanzan a las nuevas


generaciones de niños europeos. Por un lado, la disminución de la edad de escolarización avanza
de forma imparable, de manera que, prácticamente, casi todos los niños mayores de 3 años
acuden a un tipo u otro de escuelas infantiles y cada vez más niños menores de 3 años asisten a
instituciones educativas o socioeducativas alternativas a los cuidados familiares. La
escolarización de la primera infancia apareja el desarrollo del currículo educativo infantil 0-6 y
la preocupación por la formación de psicopedagogos y cuidadores especializados en las primeras
edades.

Por otro lado, la integración de los niños con discapacidades en la escuela ordinaria va
sustituyendo progresivamente a las anteriores políticas de segregación o institucionalización
especial dando lugar a la denominada escuela de la diversidad. La presencia de niños con
discapacidades en las aulas es todavía un proceso complejo, aunque la apuesta por una escuela
inclusiva, abierta y flexible para acoger las necesidades educativas de todas las niñas y niños
parece irreversible.

Por lo que se refiere a su situación social, el reconocimiento, en el contexto mundial, de los


países europeos como ámbitos que, globalmente considerados, son privilegiados para la vida en
la primera infancia, no debe ocultar la fragilidad creciente de los procesos de crianza, que no
sólo se produce en ámbitos tradicionales de la exclusión social como la pobreza, sino en otros
nuevos, en los que el aislamiento de los sujetos o su confrontación con situaciones de estrés
excesivo en la vida cotidiana vienen a constituir las notas dominantes de la exclusión social y el
escenario de nuevas situaciones de riesgo.
En términos generales, alrededor de un 18% de los ciudadanos europeos tiene una renta
inferior al 60% del promedio de su país (umbral de pobreza), siendo la proporción más elevada
en Grecia, Irlanda, Portugal, Polonia y Reino Unido (20-24%) y la más baja en Dinamarca,
Holanda y Finlandia (9-11%) (EUROSTAT, 2001).

No obstante, unas de las contradicciones más llamativas de nuestros tiempos es que el


reconocimiento de la competencia y necesidades educativo-sociales del niño y las exigencias de
la sociedad hacia los padres, desde el mismo momento de su nacimiento, corren paralelas con
la debilidad progresiva de los procesos de crianza, socialización temprana y acceso a la igualdad
de oportunidades educativas para sectores muy importantes de la sociedad. Los problemas del
desarrollo del lenguaje o de la conducta son, en una gran parte, los síntomas visibles de procesos
de marginación de la infancia que permanecen ocultos o no son tenidos en cuenta de forma
satisfactoria. De manera que, junto a los niños con discapacidades de origen biológico (que en
España y el conjunto de Europa puede estimarse en torno al 2-4%, Jiménez y Huete, 2003) cuyas
oportunidades sociales son tradicionalmente restringidas (un 27% de los adultos con
discapacidades está desempleado, EUROSTAT, 2001), la aparición cada vez mayor de cifras de
prematuridad (6,2% de media en la UE en 1997, WHO, 2001) o fracaso escolar (20% en el
conjunto de la UE, EUROSTAT, 2002) revela un entorno social globalmente inadecuado para la
gestación, crianza y educación de un amplio sector de la población infantil, con las inevitables
secuelas de bajo rendimiento escolar, inadaptación y exclusión social. La marginación social de
la infancia no debe verse, en este sentido, sólo como una consecuencia inmediata de una
negligencia familiar intrínseca, sino, sobre todo, de situaciones de aislamiento o marginación del
grupo familiar que conducen a esa negligencia o del elevado estrés que implican las carencias y
dificultades en que las familias y la misma comunidad está inmersa.

Por otra parte, un nuevo factor social está modificando la familia, vinculado a la imposibilidad
de conciliar satisfactoriamente los intereses laborales y familiares. Las dificultades para dejar a
los hijos con personas sustitutas que pueden implicar costes adicionales y situaciones de
incertidumbre, o la desvalorización del trabajo doméstico, no remunerado y minusvalorado por
la sociedad, generan una creciente falta de disponibilidad de la mujer para la maternidad, la
doble jornada o las tareas de cuidadora, aunque todavía hoy asume mayoritariamente estas
funciones (41 horas semanales de promedio, dedican las mujeres europeas al cuidado de los
hijos; el doble que los varones, EUROSTAT, 2001). Uno de cada cuatro europeos realiza
diariamente tareas no retribuidas de cuidado de niños.
La movilidad formativa y laboral, la falta de flexibilidad del régimen laboral en relación con el
embarazo y el cuidado de los hijos, la pérdida de contacto o relación con las familias de origen
sin que haya acceso o disponibilidad de medios alternativos de cuidado, las dificultades de
integración en medios urbanos desconocidos en los que no existen programas comunitarios de
inserción social son factores que también hay que considerar.

Otros factores de cambio proceden de la fragilidad actual de los vínculos matrimoniales (1 de


cada 4 niños nacidos es extramatrimonial), la formación de familias reconstituidas, el aumento
de familias monoparentales (hasta un 14% de las familias europeas con hijos, EUROSTAT, 2001),
el incremento de familias acogedoras o de la adopción internacional, la progresión de partos
múltiples o el reconocimiento del derecho a la adopción de parejas homosexuales.

Estos profundos cambios en las familias conllevan consecuencias para la natalidad, la crianza y
la educación de los hijos. Los niños y niñas europeas se relacionan con nuevos agentes de
socialización, cuyas actitudes, valores, disponibilidad o competencia para las funciones
parentales, de cuidado o educación son diferentes a las familias tradicionales.

Cambios en el concepto de discapacidad en la Unión Europea


El concepto de “discapacidad” también ha cambiado en la Unión Europea. En el ámbito mundial,
esta nueva concepción se refleja en la aprobación de las “Normas Uniformes sobre la igualación
de oportunidades de las personas con minusvalías” (1993) por las Naciones Unidas. En el ámbito
europeo, donde estas ideas tienen una larga historia, las políticas relativas a la infancia y a la
discapacidad evolucionaron hacia una perspectiva que ya no se centra en la inmadurez o las
limitaciones físicas, psíquicas o sensoriales de un individuo sino en su potencial para las
relaciones y la participación en la vida social, por lo que las demandas de las personas con
discapacidad y sus familias y el compromiso de las administraciones públicas se han ido
orientando a favor de la lucha contra la discriminación y la inclusión social.

CONSIDERACIONES SOBRE LA PREVENCIÓN Y DETECCIÓN DE LA


POBLACIÓN DE ATENCIÓN TEMPRANA
Objetivos
Los objetivos que se pretenden alcanzar en esta unidad didáctica son los siguientes:

• Saber cómo funcionan los niveles de prevención en nuestro país, así como las principales
fuentes de detección de niños en riesgo o con trastornos del desarrollo, tan
imprescindibles para que el alumno, cuando inicie su trabajo, pueda desenvolverse con
un conocimiento adecuado en todos los ámbitos de la Atención Temprana en nuestro
país.

Introducción

Del modelo biopsicosocial surge la necesidad de establecer relaciones y coordinaciones con los
programas y servicios que trabajan para promover o mejorar la salud en el ámbito infantil y de
las familias. La Atención Temprana debe estar en estrecho contacto con los programas de
prevención y detección, a fin de iniciar el trabajo en etapas muy tempranas de la vida del niño.
Cuanto mayor sea la coordinación que se pueda establecer, mejor y de forma más temprana
podrá ofrecerse la ayuda adecuada al niño y a su familia. Estas colaboraciones, son la
consecuencia de tres niveles que quedan indicados en el Libro Blanco de la Atención Temprana
en España.

La prevención primaria en salud


Corresponde a la prevención primaria las actuaciones en materia de salud y su protección,
orientadas a promover el bienestar de los niños y de sus familias. Son medidas de carácter
universal, con deseos de llegar a toda la población. Se incluyen derechos como la asistencia
sanitaria, el permiso por maternidad o situaciones de acogida o de adopción.

En este nivel, a la Atención Temprana le corresponde identificar y señalar, frente a las


instituciones sociales, todas las circunstancias que pueden ser relevantes para la elaboración de
normas o derechos universales en el ámbito de la promoción y de la protección del desarrollo
infantil. La universalización, la gratuidad y la precocidad de la Atención Temprana serían
medidas de prevención primaria trascendentes.

Atención temprana en la prevención primaria

La prevención primaria de los trastornos de desarrollo infantil tiene como finalidad evitar las
condiciones que pueden llevar a la aparición de deficiencias o de trastornos en el desarrollo
infantil. Los servicios competentes están orientados prioritariamente a la salud, bienestar social
y educación.

Son competencias de los servicios de salud, entre otros, programas de salud maternoinfantil,
detección de metabolopatías y de vacunación, de información de factores de riesgo y cómo
prevenirlos, de atención pediátrica primaria. Han sido las actuaciones en este ámbito las que
han permitido la práctica erradicación de la poliomielitis, la disminución drástica de algunas
infecciones intrauterinas, la eliminación de cuadros de parálisis cerebral infantil secundarios a
incompatibilidad del factor Rh, etc. Avances más recientes evitan la infección en la etapa fetal
por el virus de immunodeficiencia adquirida, a los hijos de madres que son portadoras.

Los servicios de pediatría en atención primaria, utilizados por toda la población infantil desde
el nacimiento hasta los 14 ó 18 años de edad, ocupan un lugar especial en la prevención de
trastornos en el desarrollo y de las situaciones de riesgo.

Los programas de seguimiento de los niños que tienen un alto riesgo de presentar trastornos
neuropsicosensoriales, seguido por las unidades neonatales, los servicios de pediatría y
neurología infantil, están dirigidos de forma específica a un grupo especialmente vulnerable de
la población infantil.

Los servicios de salud mental infantil tienen un papel importante en la prevención primaria, ya
que colaboran con equipos de salud y de planificación familiar en programas maternoinfantiles,
que habrían de permitir evitar, en muchas ocasiones, la aparición de situaciones de riesgo. Estos
servicios también participan en la elaboración de recomendaciones y en la adopción de medidas
para el fomento de la salud mental en general, y para reducir la exposición de los niños a
situaciones de privación psicosocial.

Son competencias de los servicios sociales las intervenciones destinadas a la prevención de


situaciones de riesgo social y maltratos por acción, o por omisión, al menor. La actuación de los
servicios sociales se enmarca, a menudo, en un trabajo de atención a la familia. Estos
programas, al considerar el conjunto familiar, son especialmente relevantes, por la importancia
reconocida de la familia en el bienestar y en el desarrollo del niño. En esta línea trabajan los
centros maternoinfantiles.

Los servicios sociales también intervienen de manera especial en la prevención de trastornos


del desarrollo infantil mediante programas orientados a colectivos que se encuentran en una
situación de riesgo por condiciones sociales, como madres adolescentes, población emigrada,
etc.

Es competencia de los servicios educativos las actuaciones de soporte al niño y a la familia desde
los centros de educación infantil, utilizados de forma mayoritaria por la población a partir de los
3 años de edad y por una parte de ésta en edades anteriores. La tarea de estos centros en la
prevención de trastornos en el desarrollo puede ser fundamental para las poblaciones de alto
riesgo, porque ofrecen un entorno estable y estimulante a un sector de la población infantil que
padece a menudo unas condiciones adversas dentro de la misma familia.

Los Centros de Desarrollo Infantil y Atención Temprana, CDIAT, tienen que:

• Participar en la prevención primaria, colaborando en las campañas de


información/formación de la población en general en aspectos relativos al desarrollo
infantil.
• También forma parte de su trabajo con niños afectados por trastornos permanentes
evitar la aparición de patologías asociadas a la inicial.

Prevención secundaria en salud

La prevención secundaria se basa en la detección precoz de las enfermedades, los trastornos o


situaciones de riesgo. Se instrumenta por medio de programas especiales dirigidos a colectivos
que han estado identificados en situaciones de riesgo, como los niños prematuros de menos de
32 semanas o con un peso inferior a 1.500 g., las unidades familiares con embarazos de
adolescentes de menos de 18 años o con riesgo de disfunción relacional, las unidades familiares
con embarazos a partir de 35 años, con riesgo de cromosomopatías, los niños con tetraplejia
espástica y riesgo de luxación de caderas, etc.

También se tendrán en cuenta otros colectivos de riesgo que precisen una atención especial,
que incluirá un sistema de alerta social como, por ejemplo, las campañas de sensibilización de
profesionales de las distintas redes y de la sociedad misma a fin de hacer una detección precoz.

Atención Temprana en prevención secundaria. Etapas

Detección. La detección de las posibles alteraciones en el desarrollo infantil es un aspecto


fundamental de la Atención Temprana, en la medida en que posibilita la puesta en marcha de
los diferentes mecanismos de actuación de que dispone la comunidad. Cuanto antes se haga la
detección, mayor garantía de prevención de patologías asociadas, de conseguir mejoras
funcionales y de posibilitar un ajuste más adaptativo entre el niño y su entorno.

La detección de signos de alerta, que se convierten en posibles indicadores de trastornos en el


desarrollo infantil, ha de estar presente en el trabajo cotidiano de todo profesional que trabaja
con poblaciones infantiles.
La detección precoz de los trastornos del desarrollo infantil constituye el paso imprescindible
para el diagnóstico y la atención terapéutica. La detección temprana es fundamental para poder
intervenir en una etapa en la cual la plasticidad del sistema nervioso es mayor, así como las
posibilidades terapéuticas. Es necesario detectar los trastornos del desarrollo infantil en el
momento en que aparecen los primeros signos indicadores, a ser posible antes que diferentes
patologías se

La detección ha de ir seguida del inicio del proceso diagnóstico y de la intervención terapéutica,


pero hay una serie de factores que, a menudo, impiden o evitan la detección y el diagnóstico de
los trastornos de desarrollo, especialmente los psicopatológicos, en el ámbito emocional y
cognitivo, los primeros años de vida.

Factores que contribuyen a que un buen número de niños/as que presentan trastornos de
desarrollo no sean diagnosticados, empeorando, por lo tanto, las disfunciones y conflictos que
presentan son:

• Las tendencias banalizadoras o contemporizadoras que, bajo la idea de “ya pasará”, dejan
y olvidan la responsabilidad terapéutica frente a problemas que merecen una atención y
evaluación serias.

• Las tendencias reduccionistas, que llevan a interpretar incorrectamente numerosos


comportamientos atípicos de los niños, al atribuirlos de manera exclusiva a deficiencias o
inadecuadas actitudes educativas de los padres o, bien al revés, a factores físicos o
biológicos aislados.

• El temor o la resistencia a iniciar un proceso diagnóstico y terapéutico para evitar


“etiquetar” al niño de manera precoz, a pesar de reconocer la existencia de “problemas”.
Ello no está reñido con el respeto y delicadeza con que se debe llevar el proceso con la
familia.

• El desconocimiento u olvido de la existencia de problemas relacionales o de interacción


precoces y la negación del sufrimiento psíquico del niño.

• La necesidad de creación de programas específicos de detección y de eliminación de las


condiciones de riesgo.
Ignorar signos de alerta y síntomas precoces de psicopatología puede conducir a la organización
de todo ello hacia formas más estructuradas, como, por ejemplo, autismo, psicosis, procesos
deficitarios, estados depresivos o disarmonías evolutivas precoces.
ETAPA PRENATAL

Servicios de obstetricia

La prevención secundaria de los trastornos en el desarrollo infantil se debería iniciar en los


servicios de obstetricia, con la atención a la embarazada por parte de los profesionales sanitarios
(obstétricos y comadrona), en los que recaen las funciones de detección de situaciones de riesgo
y las de información, soporte y orientación a las futuras madres. Cuando sea aconsejable, se
procederá a la derivación o la coordinación con servicios especializados en atención a embarazos
de alto riesgo biológico, psicológico o social, que aportarán las ayudas sanitarias, sociales y
psicológicas necesarias.

En la etapa prenatal existe la posibilidad de detectar diversas condiciones y situaciones de


riesgo, como:

• Presencia de una alteración que conducirá, con seguridad, a un trastorno en


el desarrollo y/o a una discapacidad posterior: espina bífida, cromosomopatía,
etc.

• Características o circunstancias presentes en el feto o en la madre, que se


asocian con frecuencia a alteraciones en el desarrollo: determinadas
alteraciones estructurales del sistema nervioso central, infecciones maternas,
etc.

• Condiciones de elevado riesgo biológico: antecedentes familiares, edad o


factor de salud maternos, condiciones del embarazo, etc.

• Condiciones de elevado riesgo psicoafectivo y social: madre adolescente,


enfermedad mental de los padres, escasos recursos familiares, familias
multiproblemáticas, etc.

La detección de trastornos de origen biológico asociados a discapacidad posterior, detectables


en el período prenatal, es una función interdisciplinaria en la cual ginecólogo, tocólogo,
ecografista, genetista, bioquímico y pediatra colaboran estrechamente para poder ofrecer a la
familia una amplia información sobre la situación, el pronóstico, las posibilidades de prevención
y las actuaciones posibles. La información a la familia sobre posibles consecuencias, recursos
terapéuticos, etc., debe hacerse cuanto antes y ser lo más objetiva posible, a fin de que la familia
pueda decidir libremente su opción.

Cuando se realice el diagnóstico prenatal de deficiencia y el embarazo continúa adelante, se


deberá proporcionar una atención psicológica a los padres, y en especial a la madre, a causa de
la alteración que podría sufrir el vínculo madre-hijo, al ser comunicado el diagnóstico. Estas
circunstancias comportan un factor de riesgo para la relación parental con el recién nacido en el
período neonatal.

Cuando el diagnóstico prenatal de deficiencia esté seguido de la interrupción del embarazo, se


deberá ofrecer también un soporte psicológico a los padres, de carácter preventivo respecto a
posibles embarazos futuros.

ETAPA PERINATAL

Servicios de neonatología

En las unidades o servicios de neonatología reciben atención niños con un alto riesgo de
presentar deficiencias, trastornos o alteraciones del desarrollo en función de determinadas
condiciones genéticas y de situaciones adversas en el ámbito biológico u orgánico: infecciones
intrauterinas, bajo peso, hipoxia, hemorragias cerebrales o infecciones postnatales.

La permanencia necesaria de estos niños en la unidad neonatal y el hecho de que necesiten a


menudo curas intensivas y un aislamiento prolongado en la incubadora añaden otros factores
de riesgo, de carácter ambiental y psicoafectivos a los ya existentes. En el entorno de estímulos
ambientales encontramos, entre las situaciones más frecuentes, un exceso de ruido ambiental,
de intensidad y de tiempos de exposición a una luz intensa, inmovilización, etc. (No obstante,
podemos constatar una serie de cambios positivos a este respecto en un cierto número de
hospitales de nuestro país, donde se está cuidando y controlando la exposición del bebé a
estímulos desbordantes para su frágil organismo). En el ámbito psicoafectivo hay otros
hospitales en los que es normal la limitación –y a veces la carencia- de contacto con los padres,
con una estimulación social poco apropiada debido a la presencia de múltiples personas que se
ocupan del niño, condiciones de hipoestimulación o de hiperestimulación asociadas a las
necesidades de curas, controles, exámenes, etc. Hay que considerar que, incluso cuando el
contacto con los padres es posible y fomentado (nuevamente diríamos que en nuestro país se
está haciendo un gran esfuerzo en las UCI's de diversos hospitales por mejorar y ampliar los
horarios de visita de los padres, a fin de facilitar el vínculo con sus hijos), la adecuación de éstos
a las necesidades y posibilidades del niño es difícil o limitada, a causa de la situación de bloqueo
y alteración emocional que los padres padecen.

Durante el período de estancia en la unidad neonatal, a menudo no es posible determinar con


certeza la futura evolución del niño, pero sí que lo es el establecimiento de la condición de riesgo
y la necesidad de un seguimiento evolutivo. Cuando se hagan presentes signos compatibles con
un trastorno en el desarrollo, se aplicarán las medidas terapéuticas oportunas y posibles,
siempre adaptadas a la situación vital del niño.

ETAPA POSTNATAL

• Servicios de pediatría
El equipo pediátrico, por medio de las visitas regulares al niño los primeros años de vida
y de los programas de control del niño sano, habría de ser, sin duda, el principal agente
de detección precoz. La observación directa del niño y la información aportada por los
padres en una entrevista abierta a sus inquietudes y dirigida a obtener los datos más
relevantes, permitirán confirmar la normalidad del desarrollo infantil o establecer la
situación de sospecha de desviación.

Este nivel de detección es fundamental, puesto que los niños con problemas graves de
desarrollo tienen antecedentes de patología prenatal o perinatal en una elevada
proporción y, a menudo, hay programas de seguimiento específicos a los cuales habrían
de dirigirse. Solamente una minoría de niños que presentan problemas de desarrollo de
grado medio o leve, tienen antecedentes perinatales y, por lo tanto, la mayoría no están
incluidos en un programa específico de seguimiento. La detección hay que realizarla, en
estos casos, en el marco de la consulta pediátrica regular.

Un seguimiento evolutivo adecuado a la población infantil en general, debería conducir a


una detección de los trastornos de desarrollo, al poner en evidencia signos y desviaciones
que permiten la identificación de los correspondientes trastornos en los primeros años:

- Durante el primer año, se podrán diagnosticar la mayoría de trastornos más


graves del desarrollo: parálisis cerebral, retardo mental y déficits sensoriales.
- En el transcurso del segundo año, pueden detectarse las formas moderadas o
leves de trastornos anteriores, y también las correspondientes al espectro
autista.
- Entre los dos y cuatro años se manifestarán los trastornos y atrasos en el
lenguaje. Los trastornos motrices menores y los de conducta, que
frecuentemente ya están presentes en etapas previas, se muestran de forma
más evidente y constituyen motivos de consulta.
- A partir de los cinco años, los problemas se hacen evidentes en la escuela, sino
es que ya han estado detectados previamente, lo que sería posible y deseable.
Se ponen de manifiesto la deficiencia mental leve, las disfunciones motrices
finas, las dispraxias, etc., trastornos que provocan dificultades en los
aprendizajes escolares.
- Ya desde los primeros meses, y en el transcurso de los primeros años, es posible
la aparición de alteraciones emocionales y relacionales y de disfunciones
interactivas precoces, que, a menudo, se expresan mediante alteraciones
psicosomáticas en el ámbito del sueño y de la alimentación.

Una función importante de los centros de Atención Temprana y desarrollo infantil


CDIAT's, y de los equipos de salud mental infantil, consiste en dar soporte a los
equipos de primaria en el trabajo de detección de los trastornos de desarrollo
infantil en los distintos ámbitos

• Servicios educativos

Cuando el niño/a asiste a la escuela infantil, los maestros y educadores son agentes
importantes de detección. En esta etapa pueden apreciarse problemas en las
capacidades y comportamientos básicos para el aprendizaje: habilidades motrices, de
socialización, de lenguaje, dificultades de atención y de percepción y limitaciones
cognitivas o emocionales que anteriormente no habían sido detectadas.

Las condiciones de la escuela infantil y las interacciones que se producen en el contexto


escolar, diferentes a las del medio familiar, permiten evidenciar, en la mayoría de casos,
la presencia de desviaciones en el proceso evolutivo, desajustes en el desarrollo
psicoafectivo del niño y/o alteraciones de su comportamiento que, por su mismo
carácter o por la menor gravedad del trastorno, pueden pasar fácilmente inadvertidas a
los padres y también al personal sanitario, y que no son detectadas hasta que el niño
accede al contexto educativo.

Cuando el educador o el maestro detectan la posible presencia de un trastorno, han de


comunicar su inquietud a la familia. A partir de los datos aportados por el medio escolar
y familiar, se deberían establecer pautas de observación y de actuación coordinadas.
Asimismo, sería necesaria la derivación y consultas oportunas al pediatra del niño/a y al
CDIAT, para poder establecer un diagnóstico completo e iniciar una intervención
terapéutica apropiada.

Las situaciones de riesgo social, atención inadecuada, carencias afectivas y sospecha de


maltratos infantiles pueden ser detectadas también en el medio escolar. En estos casos,
es básica la coordinación con los profesionales de servicios sociales.
• Entorno familiar
El medio familiar constituye, sin duda, un ámbito importante de detección, por el hecho
de que a menudo son los mismos padres, o personas próximas al niño, aquéllos que en
la interacción diaria con él y en su contexto natural pueden observar que existe una
diferencia o desviación entre su comportamiento y el de otros niños.
Una mayor atención e información a los padres sería un elemento que, sin duda,
facilitaría la detección temprana de trastornos en el desarrollo, así como también una
mayor disponibilidad del pediatra a la consulta de los padres, a fin de poder valorar el
desarrollo del niño y dar una respuesta adecuada a sus posibles inquietudes.
• Servicios sociales
Los servicios sociales, a partir de su relación con familias con problemática psicosocial y
con la comunidad en general, están en una posición óptima para la detección de factores
de riesgo social para el desarrollo infantil, como pueden ser las situaciones de muy pocos
ingresos económicos familiares, madres adolescentes, drogodependencia, marginación
social familiar, etc.

• Otros servicios sanitarios


Frecuentemente, los niños y niñas que presentan trastornos de desarrollo que no han
estado detectados, hacen su primera consulta a otros servicios sanitarios cuando son
derivados a un especialista. Estas consultas ofrecen la oportunidad de reconocer la
existencia de un trastorno global, del cual el síntoma por el que se hace la consulta
constituye un elemento. Son estos profesionales de la salud los que derivarán
seguramente a la familia al CDIAT y/o hospital de referencia para un diagnóstico
completo de su problemática e inicio de una intervención terapéutica.
Prevención Terciaria en Salud

La prevención terciaria corresponde a las actuaciones orientadas a solucionar situaciones que


hayan estado identificadas como situaciones de crisis biopsicosocial. Son ejemplos de
situaciones de este tipo el nacimiento de un hijo con discapacidad o la aparición de un trastorno
en el desarrollo. La instrumentación social para evitar que esta crisis se agrave y para impulsar
soluciones es precisamente la tarea del servicio de Atención Temprana, sobre el que recae la
máxima responsabilidad en la activación de un proceso de reorganización, que consiste en
trabajar con el niño, la familia y el entorno en el que vive. A veces, se puede conseguir un nuevo
equilibrio de forma más o menos rápida, pero, a menudo, pueden hacer falta períodos de tiempo
muy largos para la adaptación, puesto que se ven afectados proyectos familiares y personales,
ya que quedan limitadas las posibilidades de movilidad, de comunicación y de autonomía de uno
de los miembros, pero que afectan de hecho a toda la familia. La complejidad de estas
situaciones provoca la necesidad de intervención de un equipo interdisciplinario.

• Atención Temprana y Prevención Terciaria

La intervención en Atención Temprana agrupa todas las actividades dirigidas al niño y a


su entorno, con el objetivo de mejorar las condiciones de desarrollo. Se orienta hacia el
niño, su familia y su entorno. Ésta permite atenuar o superar los trastornos o
disfunciones en el desarrollo, prevenir trastornos secundarios y modificar los factores
de riesgo en el entorno inmediato del niño.

La intervención dirigida a los niños que presentan trastornos de desarrollo se ha de


iniciar en el momento en que se detecte la existencia de una desviación. Cuando la
detección se realiza en la unidad de neonatología, como hay un período de
hospitalización en la etapa neonatal, la intervención se inicia ya en la misma unidad.

Cuando la detección se hace por medio de las consultas pediátricas, de las escuelas
infantiles o de los mismos padres, la atención se inicia entonces en los CDIAT’s, que dan
continuidad a la atención cuando ésta ya se ha iniciado en la unidad neonatal.

Otro objetivo fundamental de la intervención es conseguir que la familia conozca y


comprenda la realidad de su hijo, sus capacidades y limitaciones, y que actúe como
agente potenciador del desarrollo del niño, que adecue el entorno a sus necesidades
físicas, mentales y sociales, le procure bienestar y le facilite la integración social.
La intervención ha de ser planificada con carácter global y de manera interdisciplinar.
Ésta tiene que considerar las capacidades y dificultades del niño en los diferentes
ámbitos del desarrollo, su historia y su proceso evolutivo, y también las posibilidades y
necesidades de los otros miembros de la familia y los recursos disponibles, así como
también el conocimiento del entorno social y de la intervención en éste.

Cuando el niño asiste a la escuela infantil, ésta ofrece importantes posibilidades de


incidir positivamente en los procesos de socialización y de aprendizaje, puesto que actúa
reforzando el proceso terapéutico específico y por ello es fundamental establecer una
coordinación adecuada.

CENTROS DE DESARROLLO INFANTIL Y ATENCIÓN TEMPRANA

Objetivos

Los objetivos que se pretenden alcanzar en esta unidad didáctica son los siguientes:

• Conocer el trabajo que realizan los Centros de Atención Temprana en nuestro país. Después
de una breve introducción sobre estos Centros, se tendrán en cuenta criterios de trabajo,
población con la que se trabaja y un conocimiento general sobre la metodología e
intervención, que va desde conocer la trayectoria que sigue una familia cuando llega al
CDIAT hasta la primera inclusión del niño en la escuela.

Introducción

Los centros de desarrollo infantil y Atención Temprana (CDIAT) son servicios autónomos en
España, que tienen por objetivo la atención de la población infantil de 0 a 6 años que presenten
trastornos del desarrollo o que se encuentran en una situación de riesgo de padecerlo.

Son centros de carácter interdisciplinario, que surgieron hacia los años setenta, y han
experimentado una constante evolución en el transcurso de su trayectoria histórica, para irse
adecuando a las demandas crecientes de atención por parte de la población infantil y sus
familias. Este proceso ha sido motivado por la mejor detección y diagnóstico de los diferentes
trastornos del desarrollo y por el reconocimiento de su origen multifactorial, factores que han
destacado la importancia capital de una intervención temprana.

La creación y evolución de los CDIAT’s ha sido paralela a la existencia y orientación de otros


servicios e instituciones que, desde el ámbito sanitario, social y educativo, en las respectivas
comunidades autónomas, han dado y dan respuesta a determinados colectivos y a las
necesidades específicas de éstos. Esta adecuación, y la diferente dependencia administrativa,
han generado modelos diferentes de CDIAT’s, aunque se mantiene un mismo objetivo:
proporcionar la atención que requieren todos los niños que presentan trastornos o disfunciones
en el desarrollo (sin ninguna excepción en función de su origen, tipo o grado) o que están en una
situación de riesgo biológico, psicológico o social.

En determinadas comunidades o zonas geográficas, en función de su historia y de sus recursos


asistenciales, algunos colectivos de niños con trastornos específicos en el desarrollo son
atendidos en un CDIAT o en programas o unidades de Atención Temprana, que están articulados
con otros servicios o centros, como centros de salud mental infantil, centros de rehabilitación
de trastornos motrices y centros de atención a personas con deficiencias auditivas o visuales.
Todos estos centros tienen características muy parecidas a los del CDIAT.

El equipo del CDIAT ha de ser multiprofesional, de carácter interdisciplinario y de orientación


holística, en el sentido de que la intervención abarque aspectos intrapersonales, biológicos,
psíquicos, sociales y educativos propios de cada niño; e interpersonales, relacionados con su
propio entorno, como, por ejemplo, la familia, la escuela y la cultura.

El equipo ha de estar constituido por especialistas en Atención Temprana procedentes de los


ámbitos médico, psicológico, educativo y social.

La formación de los profesionales, además de las titulaciones correspondientes, ha de ser


específica en intervención temprana, obtenida en ciclos formativos como el que estamos
presentando. La formación continua es un requisito, por otra parte, imprescindible en este
trabajo.

Criterios básicos a considerar en la Atención Temprana

Antes de iniciar un trabajo de Atención Temprana, se habrían de tener en cuenta una serie de
consideraciones, que indicaremos a continuación, y que ayudarán al alumno a formar una serie
de criterios para su futuro trabajo.

• Cada niño tiene su propio perfil de desarrollo y cada familia su propia dinámica
relacional. El profesional de AT efectuará previamente una cuidadosa observación de
las dinámicas que se producen entre padres e hijos, a fin de poder intervenir mediante
una atención cuidadosa e individualizada.
• Los objetivos que se pretenden alcanzar en esta unidad didáctica son los siguientes:
• Conocer el trabajo que realizan los Centros de Atención Temprana en nuestro país.
Después de una breve introducción sobre estos Centros, se tendrán en cuenta criterios
de trabajo, población con la que se trabaja y un conocimiento general sobre la
metodología e intervención, que va desde conocer la trayectoria que sigue una familia
cuando llega al CDIAT hasta la primera inclusión del niño en la escuela.
• Es necesario prestar atención a las primeras vinculaciones y tener en cuenta la
importancia crucial de las primeras experiencias vividas por los niños en sus relaciones
iniciales con el mundo exterior, así como la importancia de los períodos críticos. Por lo
tanto, estas experiencias deberán ser gratificantes y adecuadas a la evolución del niño,
por lo que es necesario:

- Evitar la anticipación de conductas y aprendizajes para los que el niño no está


preparado, pues esto podría originar:

o Desinterés por determinadas conductas y evitación de otras próximas


de nivel inferior.
o Aparición de sentimientos continuos de frustración.
o Tiempo de dedicación excesivo y agobiante para el niño.

- Evitar la insistencia en conductas o aprendizajes que el niño ha asumido, dado


que esto podría dar lugar a:

o Disminución de la fuerza motivadora exploratoria de curiosidad, de afán


de saber.
o Pérdida de interés por nuevas adquisiciones.
o Actitudes negativas.
o Retrasos innecesarios en los procesos de desarrollo.

Objetivos de la Atención Temprana

El objetivo general de la Atención Temprana, que se desprende de las definiciones que hemos
presentado anteriormente, consiste en ayudar al niño y a su familia a encontrar nuevas formas
de adaptación o compensación del déficit o de sus dificultades, que le permitan conseguir en el
ámbito cognitivo, una estructuración coherente del mundo físico y alcanzar, en el aspecto
emocional, un desarrollo armónico de la personalidad.
El Libro Blanco de Atención Temprana fija como objetivo principal aquellos niños que presentan
trastornos de desarrollo o que están en una situación que presenta riesgo de que lo padezcan y
que, siguiendo un modelo que considere los aspectos biopsicosociales, reciban todo aquello que
desde la vertiente preventiva y asistencial pueda potenciar la capacidad de desarrollo y
bienestar, y se posibilite, de la manera más completa, la integración en el medio familiar, escolar
y social, así como su autonomía personal.

Y, fija como objetivos propios de la Atención Temprana:

• Reducir los efectos de una deficiencia o déficit sobre el conjunto global del desarrollo
del niño.

• Optimizar, tanto como sea posible, el curso del desarrollo del niño.

• Introducir los mecanismos necesarios de compensación, de eliminación de barreras y


de adaptación a necesidades específicas.

• Evitar o reducir la aparición de efectos o déficits secundarios o asociados producidos por


un trastorno o situación de alto riesgo.

• Atender y cubrir las necesidades y las demandas de la familia y entorno en el cual vive
el niño.

• Considerar al niño como un sujeto activo de la intervención

En síntesis, dos son los objetivos básicos de Atención Temprana:

• Favorecer, desde el nacimiento, el desarrollo de todo niño en riesgo o con dificultades.

• Dar soporte a la familia desde el momento de la detección del déficit, prestándole una
atención individualizada.

Estos objetivos se concretan en:

• Favorecer y facilitar los procesos de desarrollo, socialización e integración del niño en la


escuela y en la sociedad.

• Organizar la asistencia al grupo familiar, tomando como base de trabajo el desarrollo de


elementos de contención del sufrimiento de las familias afectadas.
• Informar, asesorar y apoyar a los padres.

• Implicar a los padres en el crecimiento de sus hijos.

• Generar recursos en el entorno familiar.

• Lograr una coordinación interna y externa con los recursos de la zona que el niño
precise.

Y recomendaríamos al profesional de Atención Temprana observar, reflexionar sobre el trabajo


cotidiano con cada niño, y analizar cuanto acontece en las sesiones. Para ello, es aconsejable
recoger por escrito cada una de las sesiones realizadas con el niño y con la familia, revisarlas,
analizarlas, a ser posible, con la ayuda de un supervisor.

Población objeto de la Atención Temprana

Las diferentes actuaciones que se desarrollan desde la intervención temprana van dirigidas,
como ya hemos dicho anteriormente y son citadas en el Libro Blanco de la Atención Temprana,
a todos los niños con riesgo biopsicosocial, o sea, a aquellos niños que durante el período
prenatal, perinatal o postnatal, o durante su primer desarrollo, hayan estado sometidos a
situaciones que podrían alterar su proceso de maduración, como pueden ser la prematuridad,
el bajo peso o la anoxia en el momento del nacimiento, que presentan una o diversas
discapacidades, trastornos metabólicos, accidentes, etc.

Son niños en situación de riesgo psicosocial los que viven en condiciones sociales poco
favorables, como, por ejemplo, la falta de atenciones o interacción adecuada con sus padres y
su familia, maltrato, negligencia, abusos, que pueden alterar el proceso de maduración.

Las edades de atención se sitúan entre el nacimiento y los seis años, estableciéndose en el
momento de salida o alta criterios de derivación a los centros que la patología del niño los haga
más aconsejables.

Modelo de intervención y metodología

La intervención en Atención Temprana necesita un trabajo interdisciplinario que englobe


distintos ámbitos (médico, psicológico, fisioterápico, logopédico, pedagógico y social) y que
contemple los siguientes aspectos:

• Trabajo de detección en maternidades y hospitales.


• Trabajo de prevención con neonatos, bebés y niños de riesgo o con trastornos del
desarrollo o discapacidades.

• Trabajo favorecedor de un normal desarrollo del niño en todas las áreas y, en especial,
del desarrollo de una personalidad sana.

• Trabajo favorecedor y potenciador del desarrollo de las competencias que el niño posea
desde las primeras etapas de la vida.

• Trabajo de coordinación interdisciplinar en hospitales, otros servicios de atención infantil,


escuelas infantiles y otros profesionales que trabajen alguna área de desarrollo con el
niño.

Metodología. A continuación, presentamos un modelo de metodología de intervención


que se ha experimentado y evaluado con buenos resultados en nuestro país.

Se realiza un contacto inicial con el profesional que haya realizado la detección del caso,
y se efectuará un intercambio de información e historial clínico, así como un primer
encuentro con la familia.

Se realiza una entrevista inicial con la familia en el hospital, o en el CDIAT, según la edad
del niño y sus circunstancias en el momento de la derivación. En esta entrevista de
acogida se recogerá información sobre la estructura y el funcionamiento de la familia que
se pueda observar en ésta, así como se recogerán las preocupaciones, dificultades y
expectativas que tienen respecto a su hijo, sobre ellos mismos y con relación a su entorno.

Asimismo, se solicitarán las evaluaciones realizadas por otros profesionales que


participen o hayan participado en el proceso (pediatra, neurólogo, psicólogo, trabajador
social, etc.).

Finalizada la etapa de valoración, cada profesional aporta al resto del equipo los datos
más relevantes que ha observado según su especialidad, con el fin de elaborar un
programa individualizado de atención al niño, de manera que se tengan en cuenta los
factores biopsicosociales y de atención y seguimiento a la familia.

Cuando se inicia un tratamiento de forma directa con el niño y su familia, se realizará una
serie de observaciones para determinar qué tipo de intervención es más aconsejable
establecer, según el desarrollo y momento evolutivo en el que se encuentra el niño.
Asimismo, se valoran las características que presenta la familia y su grado de
estructuración y se determina el espacio físico donde se va a realizar la intervención
(CDIAT, hogar familiar, etc.). Por último, se asignará definitivamente la atención al
profesional especialista más idóneo para el caso.

A continuación, se realiza una entrevista de devolución de la información a la familia:


aspectos y capacidades que se han observado y que pueden ayudar a la vinculación del
hijo, tratamiento y encuadre que se haya determinado, lugar en dónde se va a llevar a
cabo, presentación del profesional que lo va a realizar y recursos que se ponen a su
alcance para atender a su situación particular.

Se iniciará una atención al niño conforme al plan de intervención individualizado y, por


tanto, adecuado a sus necesidades de desarrollo en los aspectos afectivo, emocional,
comunicativo, social, visual, motriz, cognitivo y de descubrimiento multisensorial.

Asimismo, se ofrecerá una atención a la familia teniendo en cuenta su propia dinámica,


empatía y comprensión de las dificultades. Al mismo tiempo, se realizará un trabajo de
contención y de ayuda para lograr su reorganización emocional. La atención a la familia
se basa en el asesoramiento, la información y el apoyo necesarios, que posibilite la
adaptación a la situación y permita una intervención positiva que potencie la propia
dinámica familiar.

Siempre que sea posible, se organizará un trabajo con grupos de padres. A la vez, es
interesante realizar, al mismo tiempo, grupos con niños que padezcan problemáticas
parecidas. Es importante crear estos grupos, ya que proporcionarán un espacio
emocional en el que los padres pueden compartir sus experiencias con otros padres en la
misma situación, y los niños pueden encontrar compañeros para un proceso de
socialización y, a la vez, realizar sus primeras identificaciones.

Asimismo, se ofrecerá una atención a la escuela infantil, informando de las características


y personalidad del niño en particular, orientando a los agentes de la comunicad educativa
sobre las necesidades que presenta y la mejor forma de tratarlas.

Se establecerá un marco de colaboración continua y seguimiento conjunto y coordinado


de la población de Atención Temprana con los pediatras, neurólogos, oncólogos, etc. y
demás profesionales que atienden al niño. Asimismo, el modelo establecido con la
escuela se basará en un modelo dinámico que permita, partiendo de un diseño inicial,
realizar adaptaciones y modificaciones que favorezcan mejor al desarrollo y nuevas
situaciones que vive el niño.

Se organizarán, a ser posible, grupos de maestros para que, periódicamente, puedan


hablar sobre sus experiencias y dificultades con otros maestros que se encuentren
realizando el proceso de inclusión con niños con dificultades parecidas.

Recursos materiales

• Espacio

El espacio juega un importante papel en la organización de la persona. Por una parte,


existe un tipo de espacio externo en el que el “yo” se desarrolla en contacto físico y en
interacción con los elementos u objetos que en él existen, personas y cosas (mundo
externo). Por otra parte, existe otro tipo de espacio interno, mental, en el que la persona
siente, experimenta, piensa y elabora en relación con sus objetos afectivos o personas
a las que se vincula (mundo interno). Entendemos, así, que existen dos tipos de espacio
que se han de considerar en la intervención en Atención Temprana, el físico y el mental:

El espacio físico es fácilmente delimitable. Si el niño se encuentra afectado por un severo


déficit, quizás el apoyo de Atención Temprana será aconsejable realizarlo en el domicilio
del niño, lo cual puede favorecer la intervención en las primeras etapas. Una familia bien
estructurada y que se encuentra en unas circunstancias particulares que dificulten el
trabajo en la sede de Atención Temprana, puede hacer aconsejable este inicio del
trabajo en el domicilio. No obstante, aconsejaríamos, que en caso de dar la atención
domiciliaria, se debería hacer una reflexión previa sobre lo que puede suponer para la
familia y para el mismo profesional esta atención en el hogar. La intervención en estas
condiciones, requiere una experiencia profesional y un encuadre interno claro de forma
que no se confundan los roles en la atención que se preste a la familia. A partir del año
de edad, se alternará progresivamente el trabajo entre el domicilio y el Servicio, para
progresivamente llegarlo a realizar completamente en el CDIAT.

La flexibilidad, el buen sentido y una revisión periódica ayudarán al profesional a escoger


en cada etapa de la intervención el espacio físico que favorecerá el espacio mental más
idóneo para cada familia en particular.
Si el trabajo se realiza en el mismo CDIAT, será importante que los espacios sean
apropiados para el niño con quien se va a trabajar. Las características que deben reunir
dependerán de la edad, déficit o dificultades y peculiaridades del niño. Es importante,
en todos los casos, que los espacios tengan una atmósfera tranquila y cálida, que se
pueda disponer de lugares cerrados y limitados para los más pequeños y de otros más
amplios y abiertos para los de mayor edad. Asimismo, se deberá facilitar una sala vacía,
sin elementos estimulantes que puedan interferir, especialmente pensada para niños
muy activos o hiperactivos, dispuesta para poder colocar únicamente aquellos objetos
que se precisen para cada niño concreto. Podría servir también para realizar sesiones de
evaluación. Por último, sería conveniente disponer de un espacio para realizar sesiones
con familias o grupos de padres.

El espacio mental es más difícil de identificar, ya que no es concreto ni fijo. No obstante,


juega un papel importantísimo en la génesis del vínculo y en la observación y recogida
de mensajes de la familia, que nos va a hacer sentir que algo sucede en la mente desde
la experiencia compartida de encuentro/separación. Una familia que tiene un niño con
un déficit o que presenta dificultades de algún tipo, que se encuentre desestructurada
o es fácilmente desorganizable en sus conductas, establecerá un marco confuso de
trabajo en su propio domicilio, motivo por el que no sería aconsejable este espacio. Un
marco de seguridad y estabilidad, como puede ser el servicio de Atención Temprana en
la sede del equipo, puede ayudar a propiciar un suceder o experimentar en la mente de
los padres, de forma más estructurada.

• Tiempo

La dimensión temporal que utilizamos se sitúa en dos vertientes:

- Dimensión temporal del vínculo que vendría dada, en parte, por la regularidad
de las interacciones y también por la repetición de la experiencia amorosa. El
ritmo es un organizador temporal de la vida del bebé: el ritmo cardíaco de la
madre, el ritmo del chupeteo, el ritmo del amamantamiento, el ritmo del laleo,
el ritmo de los días y las noches, de la presencia o ausencia de los padres, el
ritmo que posibilita gradualmente tolerar su ausencia, de menos tiempo a un
mayor periodo. Este tempo emocional y su interiorización serán favorecidos,
expresados y reforzados en todo momento por el profesional especialista en
Atención Temprana.
- Tiempo de dedicación objetivo del trabajo. Hablaremos nuevamente de
flexibilidad dentro de un tiempo preestablecido. Generalmente, la edad del niño
y sus capacidades personales y circunstancias indican el tiempo de trabajo
directo oportuno, con él. No obstante, el trabajo con los padres es siempre de
una duración muy variable y, en la medida en que forma parte de la experiencia
compartida, se va interiorizando en la mente grupal de la familia, convirtiéndose
en un ente propio. Se ha de estar muy atento a las señales que se reciben de los
padres para orientar de una forma u otra la intervención.

En cualquier caso, se priorizará la atención directa a los niños y a sus familias frente a
otras tareas. Es necesario, sobre todo en los casos de alto riesgo, buscar fórmulas
flexibles y efectivas que posibiliten que esta atención no se vea interrumpida durante
largos períodos de tiempo.

• Juegos y juguetes

El profesional especialista en Atención Temprana dispondrá de un mínimo de material,


juegos y juguetes apropiados para las distintas edades y etapas de desarrollo, que
cuidará y repondrá cuando sea necesario. Por otra parte, la limpieza de aquellos
juguetes que van continuamente a la boca de los niños requiere de unos hábitos
establecidos y de una infraestructura mínima que garantice la buena higiene del
material empleado.

• Material informático, audiovisual y mobiliario

Las nuevas tecnologías suponen una gran ayuda para aquellos niños con dificultades de
aprendizaje. Hoy día se pueden encontrar en el mercado distintos materiales para usar
en el ordenador y en pantalla de vídeo, con programas adecuados a las dificultades o
patologías que los niños presenten.

El mobiliario será el apropiado para niños desde su más temprana edad. Se dispondrá,
por lo tanto, de una colchoneta, cojines hamaquitas, material de fisioterapia, mesas,
sillas, escaleras pequeñas, etc. Serán necesarias, asimismo, cortinas oscuras que ayuden
a controlar la luz de la estancia y permita el trabajo de estimulación visual con objetos
luminosos para aquellos niños que presenten problemas visuales.
Intervención inicial. Valoración.

La valoración inicial dependerá del momento en que se inicia la atención al niño. Implicará un
estudio global y en profundidad del desarrollo del niño, de su historia individual y familiar y de
su entorno.

Para ello, y según la edad del niño, se precisará un trabajo interdisciplinar de los distintos
profesionales que componen el equipo, así como la colaboración y la coordinación de las
instituciones que hayan derivado el caso, o bien de las que participen en exploraciones o
exámenes complementarios.

En la valoración inicial podemos distinguir: la recogida de información, la evaluación del niño y


de su entorno, la elaboración de hipótesis diagnóstica, la elaboración de un plan de intervención
y la entrevista de devolución a la familia.

• Recogida de información

El proceso diagnóstico comporta una adecuada recogida de información. De ella


dependerá la adecuada orientación de la evaluación posterior e, incluso, el tratamiento.
Esta información se obtiene por medio de la acogida, la recogida sistemática de
información y las aportaciones de otros profesionales.

• La acogida

El primer contacto con la familia es el momento de la entrevista de acogida, en la que el


profesional, con una actitud de escucha, irá recogiendo las preocupaciones, los
recuerdos, proyectos, las expectativas y las dificultades que los padres vayan
expresando respecto a su hijo y a ellos mismos, así como antecedentes familiares y
personales del niño.

La entrevista de acogida, además de ser un instrumento de trabajo muy importante para


efectuar la valoración inicial, establece las primeras directrices de diseño de la
intervención.

• Recogida sistemática de información

Una vez se ha realizado la entrevista de acogida, se irá recogiendo de forma sistemática


aquella información que la familia no ha aportado espontáneamente, pero que es
necesaria para una adecuada comprensión del desarrollo del niño y de su momento
evolutivo, y también de las posibles causas de alteración del proceso.

• Información procedente de otros profesionales

Por medio de informes escritos, contactos, entrevistas, se obtendrá información


procedente de otros profesionales que conocen al niño y a la familia, como el pediatra,
el psicólogo escolar, el neurólogo, educador, trabajador social, etc.

Los datos obtenidos se organizarán en una historia común, de forma que, cuando un
profesional haya de ponerse en contacto con la familia, conozca los datos aportados
previamente y se evite solicitar innecesariamente informaciones que ya se han facilitado
previamente.

• Evaluación del niño y de su entorno

Para realizar la evaluación se dispone de distintos instrumentos, que serán escogidos de


forma individual para cada niño, a partir de las primeras hipótesis establecidas a partir
de la historia:

o Observación de la conducta espontánea y reactiva frente a determinadas


situaciones y estímulos presentados. Asimismo, se observará la relación que
establece con los padres y con el profesional que realiza la evaluación.

o Examen físico y valoración neurológica y funcional del niño.

o Relación con los otros niños y con el educador si el niño está escolarizado.

o Observación en el propio domicilio.

o Pruebas estandarizadas.

o Exámenes complementarios y consultas especializadas.

La aplicación de estas técnicas aporta la información correspondiente al


funcionamiento general y específico del niño, tanto en el aspecto físico como en
el mental y emocional. En esta información no sólo tendremos en cuenta las
limitaciones y déficits que presenta el niño, sino también pondremos de
manifiesto sus capacidades y posibilidades. En definitiva, sería la recogida de
puntos débiles y puntos fuertes, vulnerabilidades y fortalezas que posee el niño
y de los que se partirá para iniciar y potenciar su mejor desarrollo.

• Elaboración de un programa de intervención

Una vez hemos obtenido una primera información, cada profesional aportará en una
reunión de equipo los datos y conclusiones de su evaluación, a fin de establecer, de
forma conjunta y teniendo en cuenta todos los factores biopsicosociales, los
diagnósticos o hipótesis diagnósticas.

Se establecerán entonces las necesidades del niño y las de la familia, así como los
recursos existentes de la comunidad. Es importante establecer prioridades en la
actuación, posibles pronósticos a corto, medio y largo plazo. Se concretarán,
organizarán jerárquicamente y temporizarán los objetivos de la intervención
terapéutica, y se determinará qué profesional o profesionales se responsabilizarán de
llevarlos a término. Este primer programa terapéutico está supeditado a la opinión y a
los posibles elementos nuevos que la familia pueda aportar durante la entrevista de
devolución.

• Entrevista de devolución

En la entrevista de devolución se ofrecerá a los padres toda la información elaborada


por el equipo y para ello se tendrán en cuenta las consideraciones aportadas.

El objetivo principal de esta entrevista será el de ofrecer a los padres, mediante el uso
de un lenguaje sencillo, comprensible y adecuado, toda la información que les pueda
servir para entender la situación presente de su hijo, las posibles perspectivas de futuro
y los medios terapéuticos que se les pueden proporcionar desde el centro a ellos mismos
y a su hijo, así como ofrecerles soporte y acompañamiento. Se propondrá y establecerá
de forma conjunta el plan de actuación y se determinará la función o funciones que los
padres puedan asumir. Asimismo, se considerará el pronóstico probable y la posibilidad
de recurrencia del trastorno.
Intervención terapéutica.

La intervención agrupa todas las actividades orientadas al niño y a su entorno, a fin de mejorar
las condiciones de desarrollo. Los ámbitos de actuación y la modalidad de intervención se
establecerán en función de la edad, las características y las necesidades del niño y de su familia,
del tipo y grado del trastorno, de las posibilidades del mismo equipo y del posible acceso a otros
recursos de la comunidad.

La intervención se planificará y se programará de forma global e individual, y se plantearán


pautas específicas adaptadas a las necesidades de cada niño y de cada familia en cada una de
las áreas de desarrollo.

El programa incluirá la temporalización de los objetivos, la evaluación y la forma como se


trabajarán para conseguirlos. La intervención terapéutica en Atención Temprana se orienta al
niño, a la familia, a la escuela infantil cuando el niño asiste, y al entorno social e institucional en
general.

• Atención al niño
Cada niño, una vez acabada la valoración, tendrá un programa de atención global
individualizado, que recogerá las aportaciones de los diversos profesionales del servicio.

Este programa se elaborará, a ser posible, con la participación de los padres o tutores,
ya que ello permitirá descubrir sus propios recursos y, al mismo tiempo, fortalecerá la
relación con su hijo, aspecto clave para la evolución madurativa y afectiva del niño.

El profesional o profesionales que se hagan cargo de la intervención han de tener una


preparación específica en función del tipo de trastornos del niño.

El número de sesiones y el tiempo de duración de cada una dependerá de las


necesidades del niño. En algunos casos, en función de su edad y de las características
del tratamiento, se podrán hacer en grupos reducidos, de tres o cuatro niños como
máximo.

• Atención a la familia

Una de las principales tareas que se ha de plantear un servicio de Atención Temprana es


conocer las necesidades de la familia (padres, hermanos e, incluso, familia extensa) y
plantearse qué tipo de intervención o intervenciones pueden ser las más eficaces para
dar una respuesta coherente.

La intervención con las familias tendrá como finalidad ayudar a los padres en la reflexión
y adaptación a la nueva situación, ofrecerles la posibilidad de comprender mejor la
situación que están viviendo y evitar que el problema que viven los padres quede
centrado exclusivamente en el trastorno que padece el niño. Todo ello favorecerá las
actitudes positivas de ayuda al niño, el hecho de que se interprete el comportamiento
de éste en función de sus dificultades y que se intente establecer el feed-back en la
relación entre los padres y el niño. Hay que procurar que cada familia pueda adecuar
sus expectativas a las posibilidades reales de la intervención, y situar correctamente
desde el principio el papel que corresponde al profesional y el protagonismo que los
padres en todo momento han de tener.

La atención a la familia se puede hacer de forma individual o en grupo, en función de la


realidad y de las necesidades del momento.

La atención individualizada tiene como objetivo prioritario abrir un espacio en el que los
profesionales y también los padres puedan dialogar, intercambiar información referida
al tratamiento del niño, la dinámica de la familia y aspectos familiares generales o
escolares. Esta atención puede ser el medio propicio, para la familia, de transmisión de
sentimientos, dificultades respecto al trastorno del hijo o de esperanzas e ilusiones en
relación con los avances adquiridos.

Es importante que los profesionales puedan atender no sólo los aspectos referidos al
niño, sino también todas las otras demandas familiares, no siempre fáciles de
manifestar, relativas a las relaciones de pareja, los vínculos establecidos con los otros
hijos y con la familia extensa. La finalidad de todo esto es ayudar a los padres a entender
sus sentimientos y que reconozcan sus competencias en cuanto a la educación de sus
hijos.

Hay que informar a los padres debidamente de cualquier cambio que esté relacionado
con la intervención, como, por ejemplo, todo lo que haga referencia a objetivos,
metodología o a los distintos contactos establecidos con otros profesionales de la
sanidad o la educación.
De forma parecida, hay que facilitar información de todos los recursos sociales o
administrativos, en todo aquello que hace referencia a recursos asistenciales o a ayudas
técnicas, económicas y legales con los que los padres pueden contar. Se les ofrecerá
también la posibilidad de ponerse en contacto con asociaciones de padres de niños con
dificultades que haya en la comunidad y con otros profesionales o dispositivos
asistenciales.

En todo momento se usará un lenguaje comprensivo y ajustado al marco social y cultural


de cada familia y respetar todas las diferencias.

El trabajo en grupo puede organizarse como un espacio abierto en el que se favorece y


posibilita el encuentro con otros padres, y se les da la oportunidad de poder expresar, y
a la vez escuchar las vivencias, sentimientos y dificultades que comporta esta situación.

• Atención a la escuela

Los profesionales del CDIAT han de informar a la escuela sobre la situación del niño y de
la familia en el momento en que se integre. Posteriormente, y en colaboración con el
equipo escolar y los educadores, se podrán fijar espacios en que se revisen o discutan
los objetivos pedagógicos, las estrategias de aprendizaje y la utilización de los recursos
materiales o personales necesarios para poder conseguir los objetivos pensados.
También convendrá participar en el proceso de toma de decisiones sobre la modalidad
de escolarización.

• La incorporación del niño a la escuela infantil. Consideraciones

El primer contacto con la Escuela Infantil comporta una preparación y una anticipación
por parte del profesional de Atención Temprana. Por lo tanto, se realizará un trabajo
previo con la familia y un trabajo de información y sensibilización de las dificultades del
niño con la escuela escogida. Para el niño, la escolarización supone la separación de la
madre y de la seguridad de la familia, así como la vivencia de unas experiencias muy
nuevas para él. Para las madres y padres de niños con discapacidades, supone la
confrontación con una institución y sus ideas en aspectos relacionados con el desarrollo,
las capacidades y los comportamientos de los niños en un ambiente previamente
determinado y correspondiente a edades concretas.
La inclusión tiene un ritmo, no puede hacerse con prisas. Exige una evaluación cuidadosa
de las posibilidades emocionales del niño y de la familia con relación a la separación y a
los nuevos cambios que se van a experimentar.

Con respecto al niño, las condiciones básicas que se deben tener en cuenta para la
incorporación de la escuela infantil son las siguientes:

o Debe tener una madurez emocional y social que posibilite la inclusión.


o Haber adquirido el “yo” o estar en el proceso organizador adecuado.
o Disponer de un lenguaje comunicativo, oral o gestual.
o Disponer de alguna experiencia previa de separación.
o Disponer de experiencias en el trato con otros niños.

Asimismo, se tendrá en cuenta que los niños que se encuentran con mayores
dificultades para iniciar la inclusión son:

o Aquellos niños que han tenido pérdida o cambios frecuentes maternos o


paternos durante la primera infancia.
o Aquellos niños que han sufrido separaciones traumáticas por enfermedad o
muerte de los padres durante la primera infancia.
o Aquellos niños que no han podido interiorizar una experiencia suficientemente
buena porque, o bien sus madres no les pudieron dar un soporte bastante
seguro, o bien porque el niño es tan intolerante con cualquier frustración que la
más pequeña ausencia de la madre da como resultado la destrucción del
recuerdo de las buenas experiencias.
Por último, resultará conveniente realizar reuniones periódicas con aquellos
maestros de la escuela o guardería que participen en la inclusión. Es sumamente útil,
ofrecer un espacio común de contraste de opiniones, de conocimiento de
experiencias que realizan otros profesionales, de reflexión conjunta con el trabajo
que se continúa en Atención Temprana y que, en definitiva, estimula y favorece estos
procesos naturales, pero que, a la vez, resultan difíciles y complejos para un buen
número de niños.
• Intervención en el entorno

La intervención que tiene como objetivo la superación de barreras físicas y sociales, se


ha de hacer teniendo en cuenta el entorno natural de cada niño y familia, a fin de que
se pueda integrar en el medio social en que se desarrolla.
Desde el CDIAT se diseñan estrategias para la adaptación del entorno a las necesidades
del niño, y se actúa de forma coordinada para facilitar la integración socioambiental.
Esta actuación sobre el entorno tiene como objetivo superar las diferencias, cambiar las
actitudes y eliminar barreras físicas y socioculturales, de forma que sea posible la
participación activa en la sociedad de todos sus miembros.

• Evaluación y seguimiento

Se entiende por evaluación el proceso integral a partir del cual se valoran los cambios
producidos en el desarrollo del niño y en su entorno, así como la eficacia de los métodos
utilizados. Su finalidad es verificar la adecuación y efectividad de los programas de
actuación en relación con los objetivos propuestos.

La evaluación que ha de tener por objeto todos los aspectos de la intervención, consta
de dos momentos:

o Evaluación continuada, que permite ir ajustando el programa a las necesidades


e introducir las modificaciones pertinentes.
o Evaluación final, que determina si se han conseguido los objetivos fijados en el
inicio de la intervención, y que sirve también para concretar si ésta se considera
finalizada o si es preciso hacer una derivación.

El equipo habrá de determinar los procedimientos objetivos y contrastables de


evaluación y seguimiento.

• Derivación

El período de atención a un niño en un servicio de Atención Temprana acaba cuando se


considera que, por su evolución positiva, ya no tiene necesidad, o en el momento en
que, por razones de edad o de competencias, ha de continuar su atención en otro
servicio asistencial.

En ambos casos, la familia tiene que recibir información oral y un informe escrito que
sintetice la evolución del niño y la situación actual, así como sus nuevas necesidades.

Cuando hace falta que otro equipo asistencial continúe la atención del niño, es
fundamental la coordinación entre los dos, y siempre con el consentimiento de la familia
hay que proceder a un adecuado traspaso de información. Habrá que valorar y planificar
de forma cuidadosa el momento y la forma de la derivación, teniendo en cuenta la
vinculación de la familia y del niño con el servicio anterior.

El cambio de equipo de profesionales en ningún caso ha de comportar una


discontinuidad en la atención al niño y a la familia, y es preciso garantizar la coherencia
y la continuidad a partir de la coordinación precisa que debe existir entre profesionales.

Para acabar, recordaremos que la intervención del especialista de Atención Temprana


representará siempre una construcción, un puente, que intentará poner en contacto la
situación y dificultades del bebé o del niño, con el mundo emocional de los padres. Si
los padres pueden llegar a vivir unas experiencias de emoción y dolor mental del proceso
de desarrollo de este hijo, ellos mismos se llegarán a encontrar sumergidos en otro
proceso similar de crecimiento mental y emocional.

CURSO: POSGRADO EN ATENCIÓN TEMPRANA

MÓDULO: 1 INTRODUCCIÓN A LA ATENCIÓN TEMPRANA Anexo

TRASTORNOS Y ALTERACIONES DEL DESARROLLO

A fin de ayudar al alumno a conocer mejor los trastornos y alteraciones en el desarrollo,


incluimos en este módulo un anexo orientador de los principales trastornos.

Trastornos del desarrollo motriz. Se establece este diagnóstico cuando se presenta una
patología en vías, centros o circuitos nerviosos implicados en la motricidad. Se incluyen las
distintas formas y grados de parálisis cerebral, espina bífida, miopatías, etc., y también
diferentes disfunciones motrices menores (retardo motriz, hipotonía, dificultades en la
motricidad gruesa o fina, etc.).

Trastornos en el desarrollo cognitivo. Se incluyen en este grupo los trastornos referidos a


distintos grados de discapacidad mental, funcionamiento intelectual al límite y disfunciones
específicas en el procesamiento cognitivo.

Trastornos en el desarrollo sensorial. Se incluyen en este grupo los déficits visuales o auditivos
de distinto grado.

Trastorno en el desarrollo del lenguaje. Se incluyen en este grupo las dificultades en el


desarrollo de las capacidades comunicativas y verbales, tanto en lo referente a la comprensión
del lenguaje como a las capacidades expresivas o de articulación.
Trastorno generalizado del desarrollo. Este grupo comprende a los niños que presentan
alteraciones simultáneas y graves de las diferentes áreas del desarrollo psicológico (autismo y
formas menores relacionadas con el autismo y la psicosis).

Trastornos de conducta. Se incluyen en este grupo aquellos niños que presentan formas de
conducta inadecuadas y a veces perturbadoras.

Trastorno emocional. Se incluyen aquí los niños que presentan manifestaciones de angustia,
inhibición, síntomas y trastornos del humor, etc.

Trastornos en el desarrollo de la expresión somática. En este grupo se incluyen los niños que
presentan patologías funcionales en la esfera oral alimentaria, respiratoria, del ciclo sueño-
vigilia, en el control de esfínteres, etc.

Retardo evolutivo. En este grupo consideramos aquellos niños que presentan un retardo
evolutivo y que no se sitúan en los apartados anteriores. Frecuentemente, constituyen un
diagnóstico provisional, que evoluciona posteriormente hacia la normalidad (evolución
frecuente en el caso de niños que ha sufrido o sufren enfermedades crónicas, hospitalizaciones,
atención inadecuada) y, en otros casos, a diferentes disfunciones, la más frecuente de las cuales
es el trastorno en el ámbito cognitivo. Libro Blanco de la Atención Temprana.

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