PASSIETE |
MARAVILLAS DEL
MUNDO ANTIGUO
Son historia, pero muy pronto las envolvié un halo de leyenda. Sus dimensiones
y su belleza ~aun la de sus ruinas- despertaron la admiraci6n de generaciones, y
son un reflejo de las portentosas capacidades constructivas de la Antigiiedad
‘Texto JAVIER GOMEZ ESPELOSIN
| ROFESD MTMARE METOUA ANDGUA EN LA UNVESSORD DE ALCALA DE HENS
ILUSTRACIONES HAROLD OACKLEYsiete maravillas del
mundo forman parse de
Ja leyenda. Sélo la gran
pirdmide de Keops en
ipto permanece toda-
via en pie. El resto ha
desaparecido sin dejar apenas restos
visibles que permitan una restitucién
verosimil de su apariencia ori
Los relatos de los antores antiguos que
deseriben su aspecto no son del todo
fiables y a veces resultan contradicto-
ris entre sf. La mayor parte no son tes-
timonios de primera mano, sino que
basan su informacién en obras ante-
riores hoy perdidas, Por lo general con-
fiestas exageraciones y tam-
bign graves errores de céleulo, dado que
no contaban con Ios instramentos de
medicin apropiados. Testimonios mas
recientes, como los de los escritores
{ee terest) sla mayor
fie as peamigeso@ Geen
"yi Gnicadelsiete
Trovatlae dea
Aida cu tava
hoy permaners ene
La Gran piramige de Gizen es la tumiba
de Keops, faraon de la Iv dinastia
(mediados del milenio &.¢). Sus carac-
tersticas mas destacadas son su mole
inmensa, constituida por millones de
bloques de varias toneladas de peso, su
superficie, ecauivalente¢ la sua elas
de la baslica de San Pedro (Roma), de
las catedrales de Florencia, Milan y San
Pablo (Londres) y de la abadia ce West
‘minster, sus més de 140 metros de alt
‘ajel designio megalémano que inspir0
festa tumba real: el inmenso esfuerza
hhumano invertido en su construccion.
representado en una seats
de marl encontrads en AbyssApenas quedan re
adivinar el pasado esplendor de aqu
‘rabes referidos alas pirimides egip-
cias 0 al faro de Alejandria, o los de
los caballeros de San Juan sobre el
mausoleo de Halicarnaso, que des-
‘mantelaron en 1522, tampoco estin
exentos de elementos legendarios.
DE LA LEYENDA A LA HISTORIA
Estos relatos aluden al hallazgo de
tesoros y objetos prodigiosos en las
tumbas, y cuentan historias extraor-
dinarias como la capacidad del faro
para quemar, con los rayos del sol
reflejados en un espejo giratorio, as
naves enemigas a 160 kilometros de
distancia, o la posibilidad de con-
‘templar en él la vida en Constanti-
nopla. Sus imagenes més difundidas,
tos visibles sobre el t«
Ho
realizadas en primer lugar por arts
‘as visionarios del Renacimicnto, son
recreaciones puramente imaginaria,
fruto de una fantasia desmesurada,
Sin embargo, cl empeio y a tena-
‘dad de los arqueélogos ha devuel-
to ala luz algunas huellas de su exis-
tencia. Estos hallazgos, combinados
con el relato de los autores antiguos
y-con las representaciones, aun sim-
plificadas y esquematicas, que apa~
recen sobre monedas y otros obje~
tos, permiten restituir su apariencia
mis acorde con la realidad de su
tiempo, con los recursos entonces
disponibles y con el grado de cono-
‘imientos de sus construetores. Pero
todavia subsisten numerosos inte-
FFueron ergidos por Nabucodonosor it para
‘complacer a su esposa, la princesa meda
‘Amitis, ue afioraba las montafias de su
patria natal, Estaban dlspuestos en terrazas
y plantados sobre plataformas sostenidas
por bovedas que se ban elevando de forma
Sradual hasta los 24 metros de altura. Suas-
[ecto semejata un teatro poblado por érbo-
lesy plantas. Aunque no aparecen mencio-
rnados en los documentos babilonios ni en
Her6doto, a tradicion de los jardines meso-
ppotdmicos y el testimonio de Beroso, un
sacerdote babiionio contemporsneo de Ale-
Jandro, revelan su existencia.
tegumonia ol esplendor
‘de Bablonia, que contaba con dos marauilas
fon sta inicia su jars y sus murals.
‘los materiales de construecon empeados
rrogantes, Conocemos mejor la téc-
nica constructiva de grandes obras
arquitecténicas como las pirimides
y los jardines colgantes de Babilonia,
0 de edificios monumentales como
cltemplo de Artemisa (0 Artemision)
en Efeso, cl mausoleo de Halicana-
s0 0 el faro de Alejandria, Podemos
apreciar también la compleja estruc-
tura interna que requeria la ereceién
de grandes estatuas como la de Zeus
en Olimpia o el coloso de Rodas.
Poseemos informacién sobre las
diferentes fases de su historia, desde
su planificacion hasta su destruccién
definitiva, generalmente por causas
hhumanas como ef incendio, e pilla-
je 0 la reutilizacion de los materiales en nuevas construcciones. Pero
se ignora la verdadera fisonomia de
muchas de ells, la disposicién con-
creta de algunos de sus elementos
decorativos, e incluso su localizacién
ceacta, como sucede con los jardines
de Babilonia o el coloso de Rods.
Y se discute la ubicacién precisa de
las esculturas en el mausoleo de
Hialicarnaso o la posicién ~en la base
o bajo el capitel—de los tambores es-
calpidos de las columnas del templo
de Artemisa en Beso.
Tales maravillas han consagrado
Ia fama inmortal de sus promotores,
monareas como el ezipcio Keops, el
babilonio Nabucodonosor y el eario
Mausolo, o santuarios y ciudades
«regis como Olimpia, Efeso, Rodas
¥ Alejandria, Su descubrimiento apa~
rece asociado a los grandes nombres
de la arqueologéa, como los ingleses
Fue la mas celebrada de todas las escultu-
ras griegas debido, en parte, ala fama intet-
nacional del sentuario, donde tania lugarlos
Juegos olimpicos cada cuatro aos. Estaba
hecha de oro y merfil. y media 13 metros de
altura, Representaba al cos sentado sobre un
‘trono decorado con pinturas y esculturas que
describ escenas mitologices. Laimponen-
‘te presencia del dos en el iter del tempo,
enna clerta genumb, los efecins de color
[producidos por fa combinacion de fos mate-
Fiales impactaban a los visitantes.
{ue e esautor ateniense ante de
fa estas do zeus. eae ls estos do ou taller,
2 Olmpia (ba), sehen halo moles
Daraadomos yuna copa con su nombre
Son muchos los testimonios sobre las maravillas que nos ha legado la
‘AntlgUedad, Fil6n defini la Gran Pirémide como una montana apllada
sobre otra. Los jardines colyantes producian desde le distancia a pre:
sin de «bosques alzados sobre ls propios montes», Epicteto consid
raba una desgracia morirse sin haber visto el Zeus de Olimpia. El poeta
Antipatro exclama: «cuande divisé el templa de Artemisa, que se alza
hasta las nubes, as otras maravi
las fueron eclipsadas. Los auto-
£2 del mausoleo de Halicarnaso
‘quedaron tan prondados de su
‘obra que, segin Pinio, decicieron
continuarla @ sus expensas. El
coloso de Rodas despertaba gran
admiracién, ye que sus dedos eran
mayores que muchas estatuas. Y
el poeta Posido destaca fa util
dad del faro para los navios
tenors en
elsiovac
una Ista
queen su
‘alicalon
de maravilasFlinders Petrie en la Gran Piri
de, Charles Th. Newton en el mau:
soleo y John T. Wood en el templo
de Arcemisa, 0 el alemén Robert
Koldewey en Babilonia. Algunos
estin rodeados incluso de aventura
y misterio, como la historia de
Wood, quien, obsesionado con la
bisqueda del fabuloso templo, cori
toda clase de riesgos ¢ incluso estu-
voa punto de ser asesinado,
La arqucologia de hoy, no menos
apasionante, depara sorpresas tan
notables como las aportaciones de
las excavaciones submarinas en la
costa de Egipto, que amplian el
conocimiento del faro de Alejandri
hhundido en las aguas del mar.
La lista es sin lugar a dudas una
creacién griega. Cinco de las siete
maravillas son griegas y as dos res-
tantes forman parte de ese Oriente
‘Se alzana sobre una plataforma escalonada
len la que se elevaba un bosque de columnias
(Plinio menciona 127) de més de 19 metros
de altura -decoradas (en su parte inferior,
segtin se cree) con espléndidlos relleves~y
cuyas basas tenian un diémetro de 175
‘metros. En el espacio central, a cielo abier-
to, un templete alojaba la estatua dela dio-
sa Artemisa, la Diana romana. El templo fue
Construido en el siglo vac. destruido por
tun incendio, fue vuekto a levantar en el siglo
Iva.C, dems, hacia las funciones ce banca
‘de toda asia Menor, poseia importantes pro-
piodades y ora también un lugar de ail.
‘empl, conocido como Aetemision, no cuedan
sino escasos restos, coronacos por Una
‘alumna que fue levantaa a propose pare
recorar su deslmbrante pasado
legendario y fabuloso hacia el que
los griegos experimentaron siempre
una innegable atracci6n. Esta f
nacién por lo maravilloso se refleja
yaen los poemas de Homero, que
Consigna en ellos lo que cree excep-
ional, como el escudo de Aquiles.
Pero seri el historiador Herddo-
to, considerado el «padre de la his-
toria», quien en el siglo VC. inchu-
ya ensu obra primer gran catilogo
de maravillas(thomastd, «cosas admi-
rables») del orbe conocido, En él
figuran con todos los honores las
piramides de Egipto y la ciudad de
Babilonia, que es descrita con todo
detalle, aunque no se mencionan los
célebres jardines. Aparece también
el templo de Artemisa, aunque solo
para mencionar sus magnificas y
espectaculares columnas provistas de
relieves. Por lo que se refiere al res-to de las siete marwvillas, no existia
aiin en tiempos de Herddoto
El origen de la lista podria remon-
tarse a la expedicion a Oriente de
Alejandro Magno, cuando numero-
sos griegos tuvieron ocasion de con-
templar en directo las maravillas
oricntales y elaborar catilogos que