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EDGARDO SOKOLOWICZ, UN JUGADOR DE TODA LA CANCHA

Un referente del sector falleció anoche luego de una larga lucha con el cáncer. Deja atrás muchas
enseñanzas y todo su trabajo en dos de los cuatro unicornios tech argentinos.
Por FLAVIO CANNILLA - Por SEBASTIÁN DE TOMA - 28 de Mayo 2018

Hoy tenemos que dar una triste noticia: Edgardo Sokolowicz, un referente de la IT argentina, falleció
ayer domingo 27 por la noche. Batalló durante años con un cancer en el cerebro pero, luego de una
recaída el mes pesado, la enfermedad se llevó a este analista de Sistemas de la UTN de 51 años y 3
hijos.
Soko, como lo conocían sus amigos y conocidos, se había sumado en abril a la fintech Wenance
como VP de IT y había encarado el nuevo desafío con todo el ímpetu con el que lo llevo a ser parte
de los equipos que pusieron convirtieron a dos startups argentinas en unicornios tecnológicos
(empresas que valen más de US$ 1.000 millones), MercadoLibre y Despegar.
El año pasado los colegas de Sokolowicz lo distinguieron con el premio el CIO a la trayectoria. De
esta manera lo retrató Infotechnology en su edición 239 (agosto/2017):
Hablar con Edgardo Sokolowicz sobre sistemas es hablar sobre la vida; una vida a la que llegó por su
amor a las matemáticas, pero también, por casualidad; una vida en la que supo estar varias veces en la
vanguardia de la IT local, armado de una curiosidad innata y el amor por el trabajo duro. Fue esa
combinación que, incluso, le permitió probarle a la mismísima Meg Whitman [N.d.R.: cofundadora de e-Bay
y, hoy, CEO de HP] el valor del talento argentino. Es la misma mezcla que le dio la fuerza para, hace unos
años, ganarle el pulso a una de las mayores enfermedades de la humanidad.
Sin embargo, en la charla de más de una hora con Infotechnology en julio de 2017, lo que más se percibe
es la humildad de un profesional que, tras más de 30 años en el mundo de la tecnología y la informática, no
quiere dejar de sorprenderse y si es en equipo, mejor. Impresiona, más cuando el track récord de este
fanático hincha de Vélez alcanzaría para más de un currículum. Entre otros, piloteó el backbone informático
de MercadoLibre, el marketplace más importante de la región, con presencia en 20 países, más de 166
millones de usuarios y una facturación anual de US$ 844 millones (2016). Allí también lideró el armado
informático para que la firma argentina se convirtiera, en 2007, en la primera tecnológica de la región en
listar en el Nasdaq.
Un año más tarde, aceptó el desafío de generar un cambio cultural sistémico en Despegar.com, dando pie
a que se convirtiera en el multioperador turístico que es hoy. “En ese entonces, era un Call Center, en el
cual el 95 por ciento de lo que se vendía eran vuelos y un 10 por ciento hoteles. Todo cuando el margen de
los vuelos era nada versus el de los hoteles”, resumió. Durante 2017 -hasta octubre- acompañó la
transformación digital de un retailer como Frávega para unir nada menos que “el mundo físico con el
virtual”.
Sin embargo, ninguna de las tres empresas, con dos unicornios incluidos, son las que más se
mencionaron en la charla que se realizó en esta soleada mañana de julio, en pleno centro porteño. Es, en
cambio, el caso de PeopleSoft. “Aprendí muchísimo. Era la mejor empresa de software del momento”,
sintetiza. En la firma de desarrollo y arquitectura fundada en 1987, fusionada en 2003 con su rival JD
Edwards, el hoy CIO a la Trayectoria trabajó 10 años; más que en cualquiera de sus otros empleadores.
“Estaba adelantada 20 años al mercado”, comentó. La unión entre personas y software, que marca el
nombre de la empresa, que en 2005 fue adquirida por Oracle, se convertiría también en su propia marca
registrada.
“PeopleSoft me formó como gerente de Sistemas, haciendo mucho hincapié en toda el área de Recursos
Humanos”, dijo y marcó el contraste con la actualidad de 2017. “Hoy, en cualquier empresa, el organigrama
es muy vertical. Para mí el mejor esquema es el del círculo porque estoy en el mismo nivel que otro por más
que tenga un rol distinto. Soy uno más del equipo. Eso facilita muchas cosas.”
Desde ese lugar destacó también las implementaciones que marcaron su carrera: el desarrollo e
implementación de un sistema comercial en Asia (Powerbuilder), mientras trabajaba en la curtiembre
Sadesa; una herramienta de implementación y testing que, desde PeopleSoft Argentina, se exportó a varios
países del mundo y la migración de la operación del sitio de e-Commerce iBazar a MercadoLibre (ver
“Desde la trinchera”).
Su propia llegada a la tecnología fue más fruto de la casualidad que de un plan. Con 17 años, solo sabía
que le gustaba la matemática. Entre sus metas profesionales competían a la par convertirse en médico con
el sueño de trabajar como preparador físico de Vélez. Sin embargo, fue la experiencia de ayudar a su
hermano mayor en un mailing para empresas de turismo que terminó convenciéndolo a estudiar Sistemas.
Para complementar la teoría con conocimiento de campo, no dudó en escribir 132 cartas a distintas
empresas. “Agarraba la guía y me fijaba quién era el presidente de la empresa y le escribía”, recordó. El
principiante ofrecía trabajar gratis para ganar experiencia. Los rechazos no tardaron.
“Guardé varias de esas cartas porque me marcaron y es un legado que aprendí de mi viejo y que quiero
transmitirles a mis hijos [N.d.R.: Facundo, 14 años; Joaquín, 13, y Ramiro, 11]: no se trata de hacer ciencia
sino de esfuerzo y persistencia”, definió. Terminó iniciándose en una compañía que liquidaba sueldos. “Mi
trabajo era poner la resma de papel pero, mientras, anotaba todo el proceso. Un día echaron al
programador y nadie sabía liquidar. Yo me fui al baño con el cuadernito, lo estudié y al salir pregunté si me
dejaban intentarlo. Por suerte, al rato salieron las hojas con las liquidaciones”, rememoró. El rumbo terminó
de consolidarse cuando entró al departamento de Sistemas de la curtiembre Sadesa, donde estuvo siete
años, antes de pasar a PeopleSoft.

Animarse a aprender
En cuanto al estadío de la industria que él mismo marcó, reconoce como uno de las principales deudas la
falta de talento. “Hasta hace unos años, lo que hacía el mercado era robarse el talento y lo único que
generaba con eso era subir el valor de los sueldos y generar un problema. Por eso, empecé a ir a los
secundarios como ORT, Stella Maris y buscar al docente que se esforzaba y desafiaba a sus alumnos. Ahí
buscaba talento. Y así encontré, por ejemplo, a Dani Rabinovich [N.d.R.: el hoy CTO de MercadoLibre y CIO
del Año 2014]. Tenía 20 años. Lo importante es el poder de aprendizaje. Porque la cultura del trabajo no
cambió; sí la dinámica. Se trata de hacer rápido para aprender rápido”, resumió en referencia al impacto que
generó la tecnología en el mundo, con la movilidad como el principal agente de cambio.
A futuro, su propia hoja de ruta incluye ver llegar “la mayor implementación de su vida”, como anticipó,
enigmático en momento, sobre los cambios que está ayudando a generar en el universo Frávega, que se
compone de una fábrica, un banco, depósitos y 130 sucursales (y que dejaría en octubre, culpa de la
enfermedad que causó ayer su deceso). Pero también hacerle tiempo a su nueva pasión: la pintura, que se
convirtió en su cable a tierra. “Tener cáncer te cambia algunas cosas. Valorás mucho más las cosas chicas.
Hoy, me inspira mucho ver crecer a mis hijos y poder acompañarlos. Entonces, en 10 años me veo
comiendo asado y tomando mate debajo de un árbol. Porque uno tiene que aprender de los pequeños
momentos, disfrutar de la vida y saber parar la pelota.”
Desde la trinchera
Sokolowicz se reconocía como un perfeccionista. A la hora de trabajar, apuesta por el equipo más que por
las individualidades. Sin embargo, la responsabilidad última no la comparte. “Siempre fui uno más en la
trinchera, de los que prendían la luz y la apagaban. Pero, el primer bife, me lo tengo que comer yo. Las
malas son mías; los logros, del equipo. Tener claro eso hace las cosas más fáciles. Cuando te ponés la
camiseta de tu equipo, te lo devuelven. Yo juego de 5”, resumió su filosofía de trabajo.
“Mucha gente se queda en el no saber hacer. Eso es estancarse. Me gusta desafiarlos, que hagan cosas
nuevas. Evidentemente, al principio no siempre todo sale como uno quiere pero una vez que uno los ayuda,
aprenden. Y eso me genera mucha pasión”, amplió y remató: “A mí me molesta que la gente venga a
trabajar porque quiere cobrar un sueldo. Es lo mismo que en el deporte: me molesta cuando los jugadores
no le ponen lo mejor de uno. En el fútbol, yo puedo estar perdiendo 10 a 0, pero no me importa: siempre voy
a querer hacer un gol, y otro, y otro. Quiero, por lo menos empatar, no perder”. Tal actitud fue también la
que le permitió ganar la pulseada cuando los médicos le detectaron cáncer, que, paso a paso, logró
superar. “Hoy estoy vivo, porque además de la tremenda ayuda de mi familia, de amigos, de Dios,
simplemente no quería perder”, destacó, agradecido.
El tesón se refleja también en su estilo de liderazgo. “Soy un dictador democrático”, definió entre risas.
“Me gusta discutir pero, en los cinco minutos finales de una reunión, debe aparecer el que toma la decisión.
Eso no quita que cualquier persona pueda venir y decirme que le parece que por ese camino no estamos
yendo bien. Lo que yo le voy a pedir es que me explique con criterio por qué. Porque, en la mayoría de las
situaciones, la mejor solución no es ni blanco ni negro sino un color intermedio.”
La formula del éxito
Más allá de la escasez de talento que el mercado en el que trabaja aduce año tras año, el analista de
Sistemas por la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) identificó justamente la metodología de trabajo
como una de las falencias que hoy atraviesa el sector. “Yo entiendo y creo que la gente tiene que ser
partícipe del negocio. Y, muchas veces, eso no pasa. Cuando alguien, un programador, hace algo para un
proyecto pero no sabe cuál es el contexto en el cual se enmarca su trabajo, el proyecto no termina de
funcionar. Por eso, para mí, es importante poner al programador lo más cerca de la frontera del negocio”,
comentó.
Con su metodología apostó a que las personas hagan propios los problemas que se les presentan.
“Simplemente se esfuerzan más para solucionarlos y eso vale tanto para la generación Millennial como para
cualquier otra”, indicó. A la hora de aportar ejemplos que prueben su teoría tiene con qué: recuerda la
implementación de una solución para Banco Río, en su época de People Soft.
“Desde los Estados Unidos calculaban que se necesitarían no menos de siete meses a un año. Yo, perdido
por perdido, fui a verlo al jefe y dije: `nosotros lo hacemos en tres meses´. Como él dudaba, ya que desde
casa matriz la estimación era otra, le propuse un trato en forma de premio. Si lo terminámos a tiempo, nos
íbamos todos a Miami y a un crucero por las Bahamas; si terminámos 15 días después de la fecha
estipulada, el viaje iba a Bariloche, y si era más tarde, haríamos kayak en el Riachuelo.”
Paso seguido, el entonces gerente de Desarrollo, empapeló las oficinas de su equipo con imágenes de los
distintos lugares que estaban en juego. Las 35 personas que trabajaban en el proyecto terminaron yendo a
las Bahamas y Disney. “O sea, no era la plata, era el desafío y ser partícipes del riesgo. Por eso, mi fórmula
es siempre tener dos zanahorias. Una para adelante y la otra para atrás. La de adelente, para motivar. ¿La
de atrás? Para pinchar. Eso también se necesita cada tanto”, comentó entre risas.
La experiencia del desafío se repitió a lo largo de su carrera e incluyó un “duelo” con la mencionada Meg
Whitman, cuando la hoy CEO de HP lideraba e-Bay. En 2001, MercadoLibre, a la que “Soko” había
ingresado un año antes, acordó con e-Bay, hacerse cargo de la operación de iBazar, sitio de e-Commerce
brasileño que era propiedad de la estadounidense. A cambio, la firma de Whitman se convertía en
accionista principal de MercadoLibre, con un 19 por ciento, mientras ambas se repartían la operación de
América latina.
“Cuando le dije a Marcos Galperín que podíamos a hacer la migración de iBazar en un mes, él lo consultó
con Whitman. Ella le contestó: `Si a nosotros nos tomó siete meses realizar una operación similar en Italia o
Inglaterra, realmente no creo que lo puedan hacer en tan poco tiempo´. Marcos volvió a mí y me lo comentó.
Yo recalculé y me dí cuenta de que me había equivocado. Le dijó: `Tenés razón no es un mes son 23´.
`¿Meses?´, dice Marcos. `No, días´, le respondo. Finalmente, fueron 24 días. Trabajábamos 24 horas.
Hacíamos turnos para dormir, de 4 a 5 horas. Éramos como robots. Pero lo logramos. Lo lindo fue que
pudimos demostrar que, cuando todos miraban a los Estados Unidos como referente, acá había talento que
sabía superar cualquier desafío. Claro, de Río de Janeiro no vimos nada (ríe).”
Sokolowicz dixit (un legado)
¿Una recomendación para un emprendedor que arranca?
Que tenga una cultura de equivocarse rápido. Si tiene alguna idea, que se saque las ganas. Si se equivoca,
solo tiene que aprender del error y mejorarlo. Ser emprendedor es eso.
¿Un consejo para un CIO o un gerente que esté a punto de serlo?
Que reconozca que el principal recurso es la gente. No es hardware, no es sistemas, es la gente. Entonces,
hay que motivarlos e ir moviendo su vara para que crezcan. Porque, en la medida que todos suben, uno
sube. Y eso genera muchísima satisfacción.
¿Qué significa el CIO a la Trayectoria?
Me emocionó mucho por ser una elección de mis pares. Siendo un tipo no muy sociable. Refleja que si bien
uno tiene que tener siempre un poco de suerte, vale ayudarla con entrenamiento, con esfuerzo.

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