No soy meteorólogo, pero al subir el techo para escribir un artículo en mi modesto escritorio, noté el ambiente atmosférico cargado de nubes, cuyos claroscuros inquietantes presagiaban lluvia. Pensando en el desastre que podía causar un azote de lluvias torrenciales como la sucedido en el norte peruano, por evaporación de las aguas de mar debido a la corriente del Niño, cuya vaporización empieza de los 28 grados para arriba y como hemos estado sobre los 30 grados de temperatura, sus efectos no se hicieron esperar, porque Chimbote esta en esa zona de los vientos mareros. Y ¡vaya! Que lluvia empezó a caer, desde las 4 de la tarde hasta las dos de la mañana del día siguiente provocando un carnaval estilo Brasil, donde todos juegan y se mojan, debido a que empezó a calarse las techumbres de las casas, cuyas construcciones no han sido adecuadas para prever estos fenómenos atmosféricos, ya que pocas veces llueve intensamente en la costa. La gente se vio obligada a desaguar el agua que se empezaba en los techos, bailando con la escoba y el recogedor en una fuga de tondero hacia el balde a la batea y luego a ritmo de polca a paso doble, arrojar el contenido a la calle, con esa alegría de los carnavales de antaño. Solo así, luchando contra viento y marea, con el fenómeno de la naturaleza se pudo arrastrar esos inconvenientes y dificultades. El fenómeno sorprendió a todos. Los que estuvieron en casa, al verse golpeados y maltratados por la naturaleza hubieron de mantenerse en vigilia, tratando de defender sus pertenencias; pero, para quienes estuvieron ausentes, las consecuencias de la acción de las lluvias, han sido desastrosas en sus viviendas o negocios, más aun el aumento de penurias por la gravedad de la situación, al no permitir un restablecimiento inmediato; por cuanto, los pronósticos de lluvia y las amenazas de desbordes de los míos se mantienen. Hospitales como el de Huarmey quedó inhabilitado tras la inundación provocada por los huaicos. El hospital “La Caleta” afectado por las lluvias, en ambos nosocomios, los médicos en la parte exterior, atienden en carpas a los pacientes. Por otro, muchos establecimientos comerciales, como el Restaurant “Los Pinos”, un turístico lugar azotado por las lluvias, paralizó su atención hasta restablecer los daños en sus instalaciones. Este fenómeno cíclico que, al parecer no le gusta supervivientes, han estado muy cerca de conseguido. Parecía la inundación universal en tiempos de Noé, el último patriarca antediluviano que nos refiere la Biblia. Esta vez, más que damnificados solo ha dejado sobrevivientes en el Arca. Las zonas urbanas; peor aún, las zonas rurales y caseríos, menos protegidos de la acción de los huaicos, las consecuencias han sido horrorosas, por la pérdida de vidas humanas con la destrucción de sus casas; por falta de visión técnica e improvisación de asentamientos humanos, llevados por una política sin estudios planificados correspondientes a las defensas naturales. La carretera Panamericana Norte ha colapsado en varios puntos como la destrucción de puentes en Huarmey, Casma, Huambacho, Coishco, Virú, Chiclayo y Piura. Esta acción destructora de la naturaleza ha dejado aislado a Chimbote, tanto por el norte, como el sur, lo que complicó su desgracia, al esfumarse los artículos de primera necesidad, por razones de la oferta y la demanda en el mercado, pues el precio del pollo, normalmente se siete a ocho soles el kilo, subió a quince, la carne de res y de carnero por lo consiguiente. En cuanto al pescado, como la temperatura del mar se ha evaluado, las anchovetas tienen que nadar de espaldas para no malograrse las hueveras; por lo tanto, se ha asolado como otros peces, refieren los pescadores. Por otro lado, según informaciones de INTERNET, pronto llegará un buque ballenero para dejar dos ejemplares, a fin de que las repartan en volquetadas a los damnificados. Tras la preparación del mamífero cetáceo, quienes han degustado esa sazón refieren: la carne tiene sabor a vaca, con psicología de pescado.
¿Qué les parece?
Que para vestir y comer pescado, hay que tener mucho cuidado. ¡ojala! Con el puente aéreo y marítimo que se ha establecido, las cosas, se puedan restablecer, como el Ave Fénix de sus cenizas.