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La pobreza es el principal problema social que aqueja a México, al igual que

a todos los países de Latinoamérica. De él se derivan la mayoría de


problemas sociales que padece la sociedad mexicana.

La pobreza se mide por parámetros como pueden ser la desnutrición, la falta


de acceso a los servicios públicos, vivienda, educación, acceso a la sanidad,
entre otros.

El gobierno mexicano hace una subdivisión del fenómeno de la pobreza en


cinco categorías: pobreza moderada, nivel Coneval (Consejo Nacional de
Evaluación de la Política de Desarrollo Social), relativa, absoluta y extrema.

Según el gobierno mexicano, para el año 2013, 45,5% de la población vivía


bajo el umbral de la pobreza. Esto representa a una totalidad de 53 millones
300 mil habitantes del territorio (Redacción Animal Político, 2013).

Sin embargo, según los estándares emitidos por el Banco Mundial que se
restringen principalmente a analizar los ingresos económicos de la población,
más del 50% de la población mexicana se encuentra bajo el umbral
internacional de la pobreza.
La pobreza es uno de los grandes problemas que afectan la estabilidad del país, y
combatirla es una obligación absoluta de los gobiernos para disminuir sus índices a
corto y mediano plazo.

Las deficiencias institucionales y la corrupción han impedido que más de 120


millones de mexicanos nos encaminemos a una mejor calidad de vida y al desarrollo
integral. El rezago social es vergonzoso, ni siquiera podemos presumir de un Estado
o país en subdesarrollo o de economía “emergente” como ahora se denomina.

Veracruz es el tercer estado más endeudado del país, con cifras escalofriantes de
decenas de miles de millones de pesos. Pero ¿cuál fue el motivo de esa deuda? Es
evidente que ese recurso no fue invertido en infraestructura social ni en carreteras,
espacios educativos, universidades, apoyo a productores agropecuarios, pesca o
alguna industria; hasta el más humilde y modesto campesino igual que cualquier
ciudadano urbano saben que la deuda se adquirió para enriquecer descaradamente
al gobernador en turno, sus colaboradores, alcaldes, diputados y funcionarios
federales. Esta deuda de más de 40 mil millones de pesos se generó en los últimos
10 años, con los gobiernos de Miguel Alemán Velasco, Fidel Herrera Beltrán y Javier
Duarte de Ochoa. El eslogan “Veracruz, estado próspero” es una burla hacia la
ciudadanía.

La pobreza en la zona Norte de Veracruz afecta principalmente a los niños, quienes


crecen condenados a vivir a la sombra de la desnutrición por falta de los nutrientes
elementales necesarios para su desarrollo y otros factores que repercuten en su
salud por el resto de sus vidas. Un informe del Fondo de Naciones Unidas para la
Infancia (Unicef, por su acrónimo en inglés) indica que la desnutrición crónica
provoca un retraso en el crecimiento que puede comenzar incluso antes de nacer.
Cuando el niño aún está en el útero de su madre, si no se actúa durante el embarazo
y antes de que el niño cumpla los 2 años de edad, las consecuencias son irreversibles
y se harán sentir durante el resto de su vida. Las tres causas básicas de la
desnutrición son la pobreza, la desigualdad y la escasa educación de las madres. La
desnutrición crónica incide de forma dramática en sus aptitudes escolares y en su
lento aprendizaje.

Las comunidades indígenas, sobre todo de la región de Totonacapan y la Sierra de


Otontepec, están social y económicamente marginadas. Estos grupos étnicos
totonacas y huastecos han sido olvidados y abandonados por casi todas las políticas
sociales de los gobiernos municipales, estatales y federales. Los programas sociales
han sido un fracaso rotundo en casi 2 siglos, pues está comprobado que la pobreza
y desnutrición se han incrementado cada día en las zonas rurales indígenas.

Hay diferencias inmensas en los grados de nutrición entre un


niño indígena y un niño mestizo de las zonas urbanas.
Actualmente no existe una política gubernamental o
estrategia social que fomente la producción de autoconsumo
alineada a las necesidades nutrimentales de las familias
rurales.

Los presupuestos para el desarrollo de los pueblos indígenas ubicados en la zona


Norte de Veracruz han sido recursos ejecutados irresponsablemente o desviados
para enriquecer a funcionarios y operadores de programas sociales que, en
complicidad con los supervisores, entregan a la población “beneficiada” sólo migajas.

Con base en cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía 2014, referentes
a los 46 municipios que conforman la zona Norte de Veracruz, podemos observar
que habitan aproximadamente 1 millón 600 mil personas, de las cuales 1 millón 200
mil se encuentran en situación de pobreza (75 por ciento), 300 mil son analfabetas
(19 por ciento), hay 6 mil 910 localidades de las cuales más de 5 mil son calificadas
en situación de pobreza y representan un alto porcentaje de mexicanos que padecen
hambre, desnutrición, enfermedades crónicas, desempleo;?que no tienen acceso a
la educación o a servicios de salud, no tienen proyectos productivos sustentables
que mejoren su calidad de vida, ni la esperanza de mejorarla en un corto o mediano
plazo.

Más de 20 millones de mexicanos sufren carencias alimentarias. La Unicef analiza la


vulnerabilidad de niños y adolescentes frente a los estragos de la pobreza aportando
datos confiables sobre el impacto real de la pobreza en la población y con ello la
posibilidad de disminuir los índices; por lo tanto, trabaja en su prevención y
erradicación con resultados negativos en México.

El país ocupa el octavo lugar entre los países más pobres de América Lati na según
la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Colombia y Ecuador
ocupan el noveno y décimo lugar, respectivamente.

Los países donde el reparto de la riqueza es equitativo y sin desigualdades son los
que garantizan un bienestar aceptable en sus habitantes. En contraste, Noruega
tiene el menor índice de desigualdad del mundo y el de mayor bienestar social,
mayor nivel de empleos e instituciones gubernamentales responsables y muy
sólidas.

Veracruz tiene 49 de los 380 municipios calificados por el Consejo Nacional de


Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en extrema pobreza, es decir,
el 12.89 por ciento del total nacional; y 13 de ellos figuran entre los primeros lugares
de marginación.

Los últimos tres gobiernos estatales han navegado en la mediocridad, la frivolidad y


la corrupción, produciendo en 18 años un mayor rezago social, estancamiento
económico y la miseria que hoy se palpa en todo el territorio. El pueblo veracruzano
está muy consciente de ello. Lo está perdiendo todo, hasta la capacidad de asombro.
Las interrogantes son: ¿cuánto más está dispuesto a tolerar?, ¿qué grado de
corrupción o de impunidad podrá soportar estoicamente?

La zona Norte del estado está provista de abundantes recursos naturales, decenas
de miles de hectáreas sembradas de cítricos, tierras ganaderas, más de 200
kilómetros de litorales, más de 40 mil hectáreas de superficie lagunar, esteros y
demás recursos de infraestructura productiva agropecuaria y de pesca, como la
presa Chicayán, que se encuentra casi abandonada y rodeada de miles de hectáreas
de tierras ociosas, históricamente desaprovechada desde su construcción en 1976.
Cuenta con capacidad para albergar más de 300 millones de metros cúbicos de agua.
Las tierras de la Huasteca veracruzana tienen una vocación natural para
plantaciones de maderas preciosas, como cedro, caoba, encino, palo de rosa, pero
no existe ningún proyecto al respecto. Es necesaria una campaña de reforestación
intensiva que rinda frutos económicos a mediano plazo.

El actual gobierno estatal carece de seriedad, responsabilidad, capacidad técnica,


económica y administrativa para poner en marcha proyectos productivos integrales
que generen mejores condiciones de bienestar para la población; no hay un
seguimiento de las acciones realizadas, supervisión, ni evaluación objetiva con base
en el cumplimiento de los objetivos plasmados en el Plan Veracruzano de Desarrollo
2011-2016 en todos sus ejes rectores.

Difícilmente encontraremos un funcionario estatal cuya labor, talento, mística y


vocación de servicio esté acorde con las necesidades del pueblo veracruzano; pero
lo más grave es que los factores principales que impiden el desarrollo son la
corrupción, impunidad e incapacidad técnica. La injusticia, desigualdad y pobreza
han rebasado a todos los programas y propuestas del gobierno estatal.

Hemos tenido gobiernos de mentiras, simulación y ocurrencias.

La miseria en Veracruz se incrementa y provoca una gran incertidumbre,


descontento social, violencia e inseguridad.

Los programas sociales federales no son correctamente evaluados y su aplicación


no cumple con la normatividad en materia de transparencia, lo que implica continuar
con el despilfarro de recursos para campañas políticas, dinero del pueblo aplicado
en eventos sociales que no tienen impacto claro en el combate a la pobreza, sino
todo lo contrario.

Según datos de la Secretaría de Desarrollo Social, Veracruz tiene el primer lugar


nacional en rezago de servicios públicos, tales como: insuficiencia de centros de
salud, espacios educativos, caminos rurales, red de agua potable, electrificación,
drenaje y saneamiento, proyectos productivos para la mujer, reforestación de
bosques y áreas verdes municipales.

En 2010, el Coneval informó que el 19.3 por ciento de la población total de Veracruz
–es decir, 1 millón 472 mil 850 personas– mostró tres o más carencias sociales y no
tuvo ingreso suficiente para adquirir una canasta alimentaria. El promedio de esta
población es de 3.9 carencias en las zonas indígenas del Norte de Veracruz. Más de
medio millón de personas se encuentran en situación de pobreza extrema, con
ingresos por debajo del valor de la línea de bienestar mínimo, que es de 684 pesos
mensuales. Las personas que están por debajo de este ingreso mensual están en
pobreza extrema.

Papantla es el municipio de la zona Norte con el mayor porcentaje de su población


en pobreza extrema, un 25.5 por ciento, es decir, 41 mil 427 habitantes según cifras
del Inegi, de 2010. Asimismo, los municipios de Tantoyuca, Álamo Temapache y
Tihuatlán concentran más del 10 por ciento de la población en pobreza extrema de
todo el estado.

El fenómeno de la pobreza en el Norte de Veracruz evoluciona impresionantemente:


de 2008 a 2010 aumentó 7 por ciento (2.33 por ciento anual). La metodología de la
medición de la pobreza del Coneval considera dos enfoques: el de los derechos
sociales y el del bienestar económico; el primero se refiere a los derechos
fundamentales de las personas en materia social y es medido mediante seis
indicadores de carencias sociales, que son: rezago social, acceso a servicios de
salud, acceso a seguridad social, calidad y espacios de vivienda, acceso a servicios
básicos de la vivienda y acceso a la alimentación.

La Ley General de Desarrollo Social establece la determinación de las zonas de


atención prioritaria (ZAP) con la finalidad de destinar mayores recursos a los
municipios que más apoyo necesitan a través de los programas federales. De sus
212 municipios, Veracruz tiene 131 considerados como ZAP, en los cuales habita el
49.9 por ciento de su población, según datos del Coneval de 2010; y de este
porcentaje, el 69 por ciento se encuentra en pobreza extrema.

La zona Norte se conforma de 46 municipios, y 31 de ellos fueron declarados zona


de atención prioritaria en 2014. Tantoyuca es el municipio con mayor rezago social
de todo el estado seguido por Las Choapas. En estos municipios existe un mayor
nivel de desigualdad económica y de distribución del ingreso. Veracruz ocupa el
cuarto lugar en rezago social a nivel nacional, presentando mayor rezago que
Chiapas.

Dentro del Plan Veracruzano de Desarrollo 2011-2016 no se analiza la información


sobre las evaluaciones de los programas en materia de asentamientos humanos y
vivienda, así como la evaluación de la operación del Sistema para el Desarrollo
Humano y Familiar.

En Veracruz sólo se atacan los síntomas de la pobreza, mas no los factores que la
provocan. Los gobiernos municipales y estatales sólo han aplicado paliativos al
combate de la pobreza, pues la corrupción es el factor más importante que la origina.
Los presupuestos destinados a erradicarla son robados y despilfarrados
descaradamente. Cuando un ciudadano es sorprendido robando alimentos para sus
hijos es encarcelado y juzgado duramente, pero cuando un servidor público roba
miles de millones de pesos al erario no se le castiga; así, los gobernantes
continuarán robando al pueblo mientras éste no exija con valentía un castigo
ejemplar por sus ilícitos.

La corrupción es un importante factor negativo que determina el funcionamiento de


la administración pública, pero si los ciudadanos nos comprometemos a exigir
cuentas y denunciar la impunidad de los funcionarios, poco a poco podremos
combatir y disminuir a los malos gobernadores y alcaldes que controlan los 2 mil
457 municipios del país

Cuatro de cada 10 habitantes en México en 2016 se encontraban en


situación de pobreza, lo que equivale a 53 millones 418,151 personas y
al 43.6% de la población nacional.

La cifra representa una disminución de 3.5% con respecto a las cifras de 2014, de
acuerdo con el más reciente reporte del Consejo Nacional de Evaluación de la
Política de Desarrollo Social (Coneval).

No obstante, esa reducción no ha sido pareja en todas las entidades del país, ya que
cada una tiene sus peculiaridades, como el tamaño de su población, el crecimiento
de su economía y los esfuerzos para abatir este fenómeno.
Por números absolutos, el Estado de México es la entidad más poblada del país y
también la que más personas pobres tiene: más de 8.2 millones.

Le siguen Veracruz, con más de 5 millones de pobres; Chiapas, con más de 4.1
millones; Puebla, con 3.7 millones, y Oaxaca, con 2.8 millones.

Pobreza extrema

El Coneval define que la pobreza extrema es cuando una persona tiene tres o más
carencias, de seis posibles, dentro del Índice de Privación Social y que, además, se
encuentra por debajo de la línea de bienestar mínimo.

“Las personas en esta situación disponen de un ingreso tan bajo que, aun si lo
dedicase por completo a la adquisición de alimentos, no podría adquirir los
nutrientes necesarios para tener una vida sana”, explica.

La pobreza extrema se centra principalmente en el sureste y sur del país. Chiapas


es el estado donde vivían en 2016 más personas en esta condición: un millón
498,625.

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