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Cuentos

Abdulá y el genio
Allí donde las arenas doradas del desierto lindan con el profundo mar azul vivía una vez un pobre pescador
llamado Abdulá. Pasaba horas y horas en la playa echando su red al agua.
La mayor parte de los días tenía suerte y pescaba algo. Pero un día la suerte le volvió la espalda. La primera
vez que lanzó su red recogió un paquete de algas verdes y viscosas. La segunda, un montón de fuentes y platos
rotos. Y la tercera, una masa de pegajoso limo negro.
"Un momento", pensó mientras miraba el fango que chorreaba de la red. "También hay una vieja botella. Me
pregunto qué contendrá."
Abdulá intentó sacar el tapón. Al fin, después de tirar de él durante un rato, lo consiguió y una bocanada de
polvo se escapó de la botella. El polvo se convirtió pronto en humo y tomó diversas coloraciones que
empezaron a dibujar una forma: primero una cara, después un cuerpo... La figura creció y creció. En pocos segundos un enorme
genio se elevó por encima del aterrado pescador.
— ¡Al fin libre! -rugió una voz más potente que el trueno-. ¡Libre después de tantos años! ¡Ahora voy a devorarte!
Abdulá apretó la cabeza entre sus manos y gritó:
-¿Por qué? ¿Por qué? ¿Qué os he hecho?
-¡Te cortaré en pedacitos! -exclamó el genio, al tiempo que mataba una bandada de pájaros que pasaba volando por encima de su
hombro.
-No lo hagáis, Señor Genio -suplicó Abdulá. Cayendo de rodillas- No quería molestaros. ¡Por favor, no me matéis!
-¡Te haré trocitos y te arrojaré a los peces! -vociferó el genio, que desenfundó una enorme espada curvada con la que rozó la nariz
del pescador.
-¡Tened piedad! -lloró Abdulá-¿Qué daño os he hecho yo?
-¡Silencio! -tronó el genio. Gritó tan fuerte que el eco de su voz hizo entrar en erupción un volcán cercano-. ¡Cállate y te diré por qué
voy a matarte!
Y sin retirar su espada del rostro de Abdulá, el genio comenzó su historia...
-El Gran Sultán Soleimán me encerró en esa botella para castigarme por los maleficios que realizaba en su reino. Me comprimió en
esa horrible cárcel de vidrio como una ballena prensada en un huevo. Luego la arrojó al mar. He permanecido durante siglos en el
oscuro fango. Lo único que oía era mi propia respiración. Lo único que sentía eran los latidos de mi corazón. Mi única esperanza era
ser pescado y liberado por un pescador.
Durante los primeros mil años grité: ¡Suéltenme! ¡Suéltenme! A quien me haga salir le otorgaré la realización de tres deseos. Pero
nadie me oyó y nadie me liberó.
Durante los mil años siguientes grité: ¡Suéltenme! ¡Suéltenme! Quien me haga salir recibirá Arabia entera como recompensa. Pero
nadie me oyó y nadie me liberó.
Durante los mil años siguientes quedé quieto y pensé para mis adentros: Si logro salir alguna vez de esta
horrible botella, mataré al primer hombre a quien vea. ¡Y después de él a todos los que me encuentre!
-¡Pero el Sultán Soleimán murió hace casi tres mil años! -gritó Abdulá.
-¡Exacto! -replicó con brusquedad el genio-. ¿Te sorprende que esté de tan pésimo humor?
Profirió un gran grito y el agua se puso a hervir en torno a sus tobillos. Levantó su gigantesca espada, que
centelleó al sol, y cortó una nube en tiras encima de su cabeza. Luego miró hacia abajo para disfrutar por
última vez del espectáculo del rostro aterrado del pescador.
Pero Abdulá no sólo no estaba asustado sino que permanecía de pie, con los brazos en jarras, la cabeza
ladeada y la cara iluminada por una sonrisa.
-Vamos, vamos, genio -dijo tranquilamente- Deja de tomarme el pelo y dime, de verdad, de dónde has salido.
El suelo tembló cuando el genio inspiró profundamente.
-¿Qué? ¡Tú, gusano! ¡Tú, inmundo bicharraco! ¡Prepárate a morir!
-¡Oh, vamos! Tú bromeas. Menudo cuento. Dime la verdad. Yo estaba distraído vaciando esa vieja botella y no te he visto acercarte.
-¿Qué? ¡Tú, hormiga! ¡Tú, tijereta! ¡Yo he salido de esa botella! ¡Y voy a matar a todo el mundo!
-Pero amigo mío, amigo mío -suspiró Abdulá- Tu madre nunca te enseñó a decir mentiras, sobre todo gordas. Basta ver el tamaño de
esa botella y las dimensiones de tu cuerpo: tú has salido de esa botella tanto como yo.
Entonces, Abdulá, con grandes aspavientos, hizo como que intentaba meter el pie por el estrecho cuello de la botella.
-¡Tú, cucaracha! Tú... tú...
El labio inferior del genio empezó a temblar.
-¡Te digo que he salido de esa botella!
-¡Puafl -se burló Abdulá- Entonces demuéstramelo.
Los pelos del pecho sucio del genio empezaron a erizarse y levantó el puño hacia el cielo con rabia. Luego, tras quedarse unos
instantes pensativos, se fundió como un pedazo de mantequilla, en todos los colores del arco iris. Después los colores se diluyeron y
un chaparrón de humo y ceniza se desplomó sobre la botellita y se quedó encerrado dentro.
-¿Lo ves? -dijo una extraña voz cavernosa desde el interior-¿No te lo había dicho?
Rápido como un relámpago, Abdulá sacó el tapón de su bolsillo y lo introdujo en el cuello de la botella. Lo enroscó y lo apretó hasta
que quedó bien ajustado.
-¡Eh! ¡Tú, gusano, déjame salir! ¡Déjame salir inmediatamente!
-¡Oh, no!- dijo Abdulá con una sonrisa- Ahí te puedes quedar otros mil años si vas a ser tan
desagradable.
-¡No! ¡Por favor, no! Te prometo realizar tres de tus deseos si me dejas salir otra vez. ¡Abre esta
botella ahora mismo, hormiga!
Abdulá tomó impulso y con todas sus fuerzas arrojó la botella al mar tan lejos como pudo.
-¡Te regalaré Arabia entera! -chilló el genio mientras la botella volaba por los aires.
Hizo "pop" al caer al agua. No se oyó nada más, salvo el ruido de las olas que llegaban suavemente a
la orilla.
Más tarde, aquel mismo día, Abdulá regresó a la playa y colocó un letrero que decía: "Cuidado con el
genio de la botella. No pescar." Y se fue con su red bajo el brazo a instalarse en otro lugar de la playa.
El cuento de Caperucita Roja
Erase una vez una niña muy bonita. Su madre le había hecho una capa roja y la niña la
llevaba tan a menudo que todo el mundo la llamaba Caperucita Roja.
Un día, su madre le pidió que llevase unos pasteles a su abuelita que vivía al otro lado
del bosque, recomendándole que no se entretuviese en el camino, porque cruzar el bosque
era muy peligroso, ya que siempre estaba acechando por allí el lobo.
Caperucita Roja recogió la cesta con los pasteles y se puso en camino. La niña tenía que
atravesar el bosque para llegar a casa de la Abuelita, pero no tenía miedo porque
allí siempre se encontraba con muchos amigos: los pájaros, las ardillas...
De repente vio al lobo, que era enorme, delante de ella.
- ¿A dónde vas, niña? - le pregunto el lobo con su voz ronca.
- A casa de mi Abuelita - dijo Caperucita.
- No está lejos - pensó el lobo para sí, dándose media vuelta.
Caperucita puso su cesta en la hierba y se entretuvo cogiendo flores:
- El lobo se ha ido -pensó- , no tengo nada que temer.
La abuelita pondrá muy contenta cuando la lleve un hermoso ramo de flores además de
los pasteles.
Mientras, el lobo se fue a casa de la Abuelita, llamo suavemente a la puerta y la abuelita le abrió pensando que era su
nieta Caperucita. Un cazador que pasaba por allí había observado la llegada del lobo.
El lobo devoro a la Abuelita y se puso su gorro rosa se metió en la cama y cerró los ojos. No tuvo que esperar mucho, ya que
Caperucita Roja llego enseguida, toda muy contenta.
La niña se acerco a la cama y vio que su abuela estaba muy cambiada.
- Abuelita, abuelita, ¡que ojos mas grandes tienes!
- Son para verte mejor- dijo el lobo tratando de imitar la voz de la abuela.
- Abuelita, abuelita, ¡que orejas mas grandes tienes!
- Son para oírte mejor- siguió diciendo el lobo.
- Abuelita, abuelita, ¡que dientes mas grandes tienes!
- Son para... ¡comerte mejoooor!- y diciendo esto, el lobo malvado se abalanzo sobre Caperucita y la devoro al igual que había hecho
con la abuelita.
Mientras tanto, el cazador se había quedado preocupado y creyendo adivinar las malas intenciones del lobo, decidió echar un
vistazo a ver si todo iba bien en la casa de la Abuelita. Pidió ayuda a un segador y los dos juntos llegaron al lugar. Vieron la puerta de
la casa abierta y al lobo tumbado en la cama, dormido de tan harto que estaba.
El cazador saco su cuchillo y rajo el vientre del lobo. La Abuelita y Caperucita estaban allí, ¡vivas!
Para castigar al malvado lobo, el cazador le lleno el vientre de piedras y luego lo volvió a cerrar. Cuando el lobo despertó de su
pesado sueño, sintió muchísima sed y se dirigió a un estanque próximo para beber. Como las piedras pesaban mucho, cayó en el
estanque de cabeza y se ahogo.
En cuanto a Caperucita y su abuela, no sufrieron más que un gran susto, pero Caperucita Roja había aprendido la lección. Prometió a
su Abuelita no hablar con ningún desconocido que se encontrara en su camino. De ahora en adelante, seguiría los consejos de su
Abuelita y de su Mama.
FIN
El ángel
Cada vez que muere un niño bueno, baja del cielo un ángel de Dios Nuestro Señor, toma en brazos el cuerpecito muerto y,
extendiendo sus grandes alas blancas, emprende el vuelo por encima de todos los lugares que el pequeñuelo amó, recogiendo a la
vez un ramo de flores para ofrecerlas a Dios, con objeto de que luzcan allá arriba más hermosas aún que en el suelo. Nuestro Señor
se aprieta contra el corazón todas aquellas flores, pero a la que más le gusta le da un beso, con lo cual ella adquiere voz y puede ya
cantar en el coro de los bienaventurados.
He aquí lo que contaba un ángel de Dios Nuestro Señor mientras se llevaba al cielo a un niño muerto; y el niño lo escuchaba como en
sueños. Volaron por encima de los diferentes lugares donde el pequeño había jugado, y pasaron por jardines de flores espléndidas.
-¿Cuál nos llevaremos para plantarla en el cielo? -preguntó el ángel.
Crecía allí un magnífico y esbelto rosal, pero una mano perversa había tronchado el tronco, por lo que todas las ramas, cuajadas de
grandes capullos perniabiertos, colgaban secas en todas direcciones.
-¡Pobre rosal! -exclamó el niño-. Llévatelo; junto a Dios florecerá.
Y el ángel lo cogió, dando un beso al niño por sus palabras; y el pequeñuelo entreabrió los ojos.
Recogieron luego muchas flores magníficas, pero también humildes ranúnculos y violetas silvestres.
-Ya tenemos un buen ramillete -dijo el niño; y el ángel asintió con la cabeza, pero no emprendió enseguida el vuelo hacia Dios. Era
de noche, y reinaba un silencio absoluto; ambos se quedaron en la gran ciudad, flotando en el aire por uno de sus angostos
callejones, donde yacían montones de paja y cenizas; había habido mudanza: se veían cascos de loza, pedazos de yeso, trapos y
viejos sombreros, todo ello de aspecto muy poco atractivo.
Entre todos aquellos desperdicios, el ángel señaló los trozos de un tiesto roto; de éste se había desprendido un terrón, con las raíces,
de una gran flora silvestre ya seca, que por eso alguien había arrojado a la calleja.
-Vamos a llevárnosla -dijo el ángel-. Mientras volamos te contaré por qué.
Remontaron el vuelo, y el ángel dio principio a su relato:
-En aquel angosto callejón, en una baja bodega, vivía un pobre niño enfermo. Desde el día de su nacimiento estuvo en la mayor
miseria; todo lo que pudo hacer en su vida fue cruzar su diminuto cuartucho sostenido en dos muletas; su felicidad no pasó de aquí.
Algunos días de verano, unos rayos de sol entraban hasta la bodega, nada más que media horita, y entonces el pequeño se
calentaba al sol y miraba cómo se transparentaba la sangre en sus flacos dedos, que mantenía levantados delante el rostro,
diciendo: «Sí, hoy he podido salir». Sabía del bosque y de sus bellísimos verdores primaverales, sólo porque el hijo del vecino le traía
la primera rama de haya. Se la ponía sobre la cabeza y soñaba que se encontraba debajo del árbol, en cuya copa brillaba el sol y
cantaban los pájaros.
Un día de primavera, su vecinito le trajo también flores del campo, y, entre ellas venía casualmente una con la raíz; por eso la
plantaron en una maceta, que colocaron junto a la cama, al lado de la ventana. Había plantado aquella flor una mano afortunada,
pues, creció, sacó nuevas ramas y floreció cada año; para el muchacho enfermo fue el jardín más espléndido, su pequeño tesoro
aquí en la Tierra. La regaba y cuidaba, preocupándose de que recibiese hasta el último de los rayos de sol que penetraban por el
ventanuco; la propia flor formaba parte de sus sueños, pues para él florecía, para él esparcía su aroma y alegraba la vista; a ella se
volvió en el momento de la muerte, cuando el Señor lo llamó a su seno. Lleva ya un año junto a Dios, y durante todo el año la
plantita ha seguido en la ventana, olvidada y seca; por eso, cuando la mudanza, la arrojaron a la basura de la calle. Y ésta es la flor, la
pobre florecilla marchita que hemos puesto en nuestro ramillete, pues ha proporcionado más alegría que la más bella del jardín de
una reina.
-Pero, ¿cómo sabes todo esto? -preguntó el niño que el ángel llevaba al cielo.
-Lo sé -respondió el ángel-, porque yo fui aquel pobre niño enfermo que se sostenía sobre muletas. ¡Y bien conozco mi flor!
El pequeño abrió de par en par los ojos y clavó la mirada en el rostro esplendoroso del ángel; y en el mismo momento se
encontraron en el Cielo de Nuestro Señor, donde reina la alegría y la bienaventuranza. Dios apretó al niño muerto contra su corazón,
y al instante le salieron a éste alas como a los demás ángeles, y con ellos se echó a volar, cogido de las manos. Nuestro Señor apretó
también contra su pecho todas las flores, pero a la marchita silvestre la besó, infundiéndole voz, y ella rompió a cantar con el coro
de angelitos que rodean al Altísimo, algunos muy de cerca otros formando círculos en torno a los primeros, círculos que se extienden
hasta el infinito, pero todos rebosantes de felicidad. Y todos cantaban, grandes y chicos, junto con el buen chiquillo bienaventurado
y la pobre flora silvestre que había estado abandonada, entre la basura de la calleja estrecha y oscura, el día de la mudanza.
LOS VIAJES DE GULLIVER - LILIPUT
Erase una vez un hombre que se llamaba Gulliver. Era médico de un barco y a menudo
emprendía viajes que le llevaban a tierras muy lejanas. En uno de esos viajes, a bordo del
mercante Antílope, no podía ni imaginar cuán lejos le llevaría el barco ni qué asombrosas
aventuras le aguardaban.
Después de muchos meses navegando, el barco se acercó a las costas de una tierra
desconocida. De pronto estalló una terrible tormenta y el viento arrojó al Antílope contra
las rocas. Inmediatamente, el barco se partió en dos. Antes de que se hundiera, los
tripulantes, aterrados, se tiraron por la borda. Sólo Gulliver consiguió nadar a través del furioso oleaje y llegar a tierra sano y salvo.
Los otros marineros se ahogaron todos.
Una vez fuera del agua, Gulliver se arrastró por la playa. Luego, completamente agotado, quedó sumido en un profundo sueño. Al
despertar, sin idea de cuánto tiempo había estado durmiendo, el sol brillaba intensamente en sus ojos. Soltó un gemido e intentó
estirarse, pero comprobó horrorizado que no podía moverse. ¡Tenía los brazos, las piernas y la espesa cabellera firmemente sujetos
al suelo!
Entonces sintió que algo le subía por la pierna. Levantó la cabeza cuanto pudo y vio a un diminuto personaje -no mayor que su dedo
meñique-caminando sobre su pecho. Luego vio con asombro que al menos otros cuarenta hombrecillos trepaban por todo el cuerpo
¡armados con pequeños arcos y flechas!
Lanzando un enorme grito, Gulliver trató de liberarse. Rugió tan violentamente que muchos de los hombrecillos que se habían
encaramado a él cayeron al suelo; los otros salieron huyendo. Pero al ver que Gulliver no podía soltarse, se volvieron y le lanzaron
una lluvia de flechas, tan pequeñas y afiladas como agujas.
— ¡Ay! ¡Ay! -exclamó Gulliver al sentir las flechas que le herían en la cara. Más tarde, otra rociada de flechas le dio en el pecho .y en
las manos. Retorciéndose de dolor, Gulliver trató desesperadamente de romper los miles de hilos que le sujetaban al suelo.
Pero era inútil luchar: las ligaduras eran demasiado fuertes. Por fin, Gulliver se dio por vencido. Permaneció tendido en silencio y
poco a poco le fue venciendo el sueño. Al cabo de un rato le despertó el ruido de martillazos. Volviendo otra vez la cabeza cuanto
pudo, vio que junto a él habían construido una pequeña plataforma de madera y un hombrecillo, elegantemente vestido, se
encaramaba a ella lentamente.
-¡Hilo bigismo ad poples Liliput! Ir Gol basto magnifelus Emperoribory... -gritó el hombrecillo al oído de Gulliver.
Gulliver le respondió: -No comprendo. ¿Dice usted que su país se llama Liliput?
Gulliver trató de hacerle entender al hombrecillo que estaba hambriento y sediento. Pero cuando le trajeron una bebida, ¡resultó
estar drogada! Total que quedó dormido.
Mientras dormía, quinientos carpinteros e ingenieros construyeron una estrecha carreta de
madera para trasladarlo a ver al emperador de Liliput. Fueron necesarios novecientos
hombres armados con palos para colocarlo sobre la carreta y más de mil caballos para
transportarlo a la ciudad.
La procesión se detuvo a las afueras de la población, junto a las ruinas de un viejo templo.
Allí fue trasladado Gulliver, donde le colocaron pesadas cadenas en las piernas aseguradas
con cientos de candados.
Cuando se despertó, Gulliver comprobó que habían cortado todas las ligaduras que le
sujetaban. Se levantó despacio y miró a su alrededor. Asombrado, vio a sus pies una ciudad
entera en miniatura, con casas, calles y parques. Miles de personajillos le contemplaban
con la boca abierta.
A cierta distancia de la muchedumbre había un magnífico caballo, sobre el cual iba sentado
el emperador, de porte majestuoso. Más alto y bien parecido que el resto de la gente que
había visto hasta entonces Gulliver, el emperador de Liliput lucía un casco de oro,
incrustado con piedras preciosas y decorado con un airoso penacho. En su diestra sostenía
una espada casi tan grande como él, con la empuñadura engarzada con brillantes. El caballo, al ver a Gulliver, se encabritó asustado;
entonces el emperador desmontó y caminó majestuosamente en torno a los enormes pies de Gulliver.
Cerca del templo había una elevada torre, casi tan alta como el propio Gulliver y, con mucho, el edificio más alto de Liliput. El
emperador y sus cortesanos subieron las escaleras de la torre para ver mejor a Gulliver. Luego se dirigieron a él a través de bocinas.
Pero aunque Gulliver les habló en inglés, alemán, francés, español e italiano, aquéllos parecían no entender una palabra de lo que
les decía, y él no lograba entenderles a ellos. El emperador bajó de la torre y dio unas palmadas. De inmediato le fueron llevadas al
gigante veinte carretas repletas de carne y pan.
Al mirar a la multitud que había congregada a sus pies, Gulliver pudo distinguir a las damas de la corte por sus lujosos ropajes.
Cuando se inclinaron ante él con una reverencia, sus mantos de raso y las colas plateadas lanzaban destellos. Eran todas tan bonitas
que Gulliver sintió deseos de tomar a una en sus manos para examinar "más de cerca sus diminutos vestidos. Pero era demasiado
educado para hacer semejante cosa.
Las elegantes damas de la corte parecían escandalizadas y se taparon los ojos cuando vieron a Gulliver tomar cada carreta una por
una y engullir la comida que le habían ofrecido. Al verle tragar barriles enteros de vino algunas hasta se desmayaron.
Al fin terminó la visita real y Gulliver se quedó a solas en el templo..., a solas,
exceptuando a los cientos de soldaditos que le custodiaban.
Pero no todos los habitantes de Liliput se sentían felices de tener a un gigante
encadenado tan cerca de la población. Aquella noche, un grupo de hombres se
deslizaron furtivamente entre los guardias y atacaron a Gulliver con sus
flechas, lanzas y cuchillos. Rápidamente fueron rodeados por la guardia
personal del emperador, que les ataron las manos a la espalda. Con el puño de
su afilada lanza, el capitán de la guardia fue empujando a los atacantes más y
más cerca de las manos extendidas de Gulliver, al tiempo que parecía decir:
-Han intentado matarte, gigante. ¡Encárgate tú de ellos!
Gulliver tomó en sus manos a sus atacantes y se metió a cinco en el bolsillo. Al sexto lo
sostuvo frente a su boca abierta como si fuera a tragárselo. ¡Cómo gritaba y chillaba aquel
hombrecillo!
Pero Gulliver lo depositó suavemente en el suelo y luego colocó a los otros cinco junto a
él. Rápidos como el rayo, todos salieron corriendo tan deprisa como se lo permitían sus
piernecillas.
Toda Liliput estaba asombrada de la benevolencia mostrada por Gulliver hacia los
hombres que habían intentado matarlo y corrieron a darle la noticia al emperador. Todos
los ministros de Estado se hallaban reunidos en la corte para discutir lo que había de
hacerse con el extraño gigante que las olas habían arrojado a la playa de Liliput.
-¡Ehg, likibugal bigismo avidaly! -dijo el emperador, lo cual significaba: "está claro que es
un gigante amigable, no hay nada que temer". Pero Gulliver se sentía muy solo
encadenado en el templo y deseaba poder huir y volver a su casa junto a su esposa y sus hijos.
Al descubrir que Gulliver no quería hacerles ningún daño y que era un hombre pacífico y amable, la gente de Liliput lo desató y lo
dejó en libertad.
—Pero debes dar vuelta a tus bolsillos —dijo el emperador— para asegurarnos de que no llevas armas peligrosas.
Gulliver, que ya entendía algunas palabras del idioma liliputiense, se vació los bolsillos y colocó sus pertenencias en el suelo. El
emperador se sorprendió tanto de lo que vio que dejó que toda la gente de Liliput se acercase a mirar aquellos objetos maravillosos.
—Ahora debes prometerme que vivirás en paz con todos los liliputienses -dijo el emperador Gol basto— y que defenderás a Liliput
de sus enemigos.
—Me sorprende oír que tenéis enemigos, Majestad —dijo Gulliver, cortés.
— ¡Oh, sí! Estamos en guerra con la gente de Blefuscu. ¿No lo sabías? Viven en una isla del otro lado del mar.
Poniéndose de puntillas, Gulliver pudo ver la isla. En realidad, no estaba muy lejos: sólo un estrecho la separaba de Liliput.
El puerto de Blefuscu se encontraba al amparo de los acantilados de la isla, y en él había una flota de cincuenta barcos de guerra,
que no eran más grandes que los barcos de juguete con los que había jugado Gulliver de pequeño.
—Traedme cincuenta barras de hierro —dijo Gulliver.
La gente de Liliput se esforzaba y sudaba bajo el peso de las cincuenta vigas. Eran del tamaño de un alfiler.
Gulliver las dobló una tras otra, transformándolas en anzuelos.
—Ahora traedme la cuerda más fuerte del país.
Los liliputienses le llevaron un fino hilo. Gulliver ató el hilo a los anzuelos y entró en el agua caminando.
Nadó unos minutos en dirección a Blefuscu. Al llegar a aguas poco profundas, Gulliver se puso en pie y caminó hacia la costa.
En la playa se habían reunido treinta mil soldados y marinos de Blefuscu, que iban a invadir Liliput. Pero la aparición de Gulliver, que
surgió de las aguas, llenó sus treinta mil corazones de pánico.
— ¡Giganticus! —gritaron, creyendo que Liliput había contratado a un horrible gigante para luchar contra ellos—. ¡Gentelilli enviagor
ferrífero gigantico! ¡Mató ranos!
Los marineros de las cincuenta naves de guerra se tiraron por la borda y escaparon nadando
para salvarse. Los soldados arrojaron sus arcos y sus flechas, y huyeron a esconderse en las
montañas del interior del país.
Gulliver se detuvo en la playa, sacó los hilos y los anzuelos que llevaba y los fue enganchando
uno tras otro a la proa de todos los barcos del puerto. Cortó las cadenas de las anclas con su
cortaplumas y, luego, tirando de los cincuenta hilos, sacó los barcos del puerto y los llevó a
Liliput.
La gente de Liliput gritó hasta quedar ronca al ver a Gulliver acarreando la flota con las
cincuenta cuerdecillas. Cuando llegó a tierra, le aclamaron.
— ¡Tres hurras para el Hombre Montaña! Ha salvado a Liliput.
Gulliver llevó los barcos al Puerto Real y luego fue a visitar al emperador.
—Ahora explicadme —dijo, agachándose junto a palacio— ¿Por qué estáis en guerra con Blefuscu?
— ¡Porque son muy malos! —Contestó el emperador Gol basto, que aún bailaba de alegría por la noticia de la victoria—. ¡Comen los
huevos pasados por agua agujereando la parte redonda! ¿Te lo imaginas? ¡Es una costumbre repugnante! Pero ahora los hemos
derrotado y los obligaremos a comerlos por la parte puntiaguda.
Gulliver no podía creer lo que oía.
— ¿Estáis en guerra por eso? De haberlo sabido, nunca os habría ayudado.
De repente, se sintió muy solo entre toda aquella gente. Tenía ganas de volver a casa.
Le daban mucha pena los blefuscus que había derrotado y decidió visitar la isla para disculparse. Cuando el emperador Gol basto se
enteró de lo que había hecho, se puso furioso.
— ¡Traición! ¡Es un traidor a Liliput! ¡Lo mataré! ¡Envenenad su bebida!
¡Incendiad su casa! ¡Probablemente en este momento esté comiendo un huevo por la parte redonda!
El primer ministro señaló que les era muy útil tener un gigante a su servicio.
—No creo que tengamos que matar al Hombre Montaña, Majestad.
-Bueno -replicó Gol basto—, en vez de eso, le arrancaré los ojos.
Enviaron al heraldo de la corte a anunciar el castigo. Gulliver acababa de volver de Blefuscu y se había echado al sol mientras se le
secaban las ropas. El heraldo se detuvo junto a su oreja y tocó una rara trompeta.
-Oh, Hombre Montaña, extranjero y traidor —leyó en un pergamino—, el glorioso emperador Gol basto ha decidido perdonarte la
vida.
Gulliver se puso de pie y miró al heraldo.
—Pero como has traicionado a la nación de Liliput, los arqueros reales te arrancarán los ojos con sus agudas flechas, mañana al
mediodía. ¡Dios salve a Gol basto!
Gulliver recogió sus escasas pertenencias y atravesó corriendo la ciudad hasta el puerto. Allí se encontraba el galeón real de Gol
basto, que era el barco más grande de toda la flota liliputiense.
Cargó su chaqueta, su pistola y su sombrero en el galeón, lo sacó del pequeño puerto y salió nadando al mar. No miró atrás ni una
sola vez; lo único que oía era el sonido de las olas a su alrededor.
Después de un rato, trepó al galeón. Era del tamaño de una cuna y se veía obligado a sacar los brazos y las piernas por el borde. El
viento y la corriente del agua lo llevaron a través del océano. Arrullado por el suave movimiento del galeón, Gulliver cayó en un
profundo sueño.
Entonces, desde lo alto del palo mayor de un barco mercante, un marinero descubrió el galeón con su catalejo.
Primero pensó que era un barril que había caído al mar, pero después vio a Gulliver.
En seguida despacharon un bote para recogerle.
Gulliver dio las gracias al capitán por haberle salvado; con el galeón bajo el brazo, descendió a su camarote. ¡Por primera vez en
varios meses, iba a dormir en una cama! Durante el largo viaje a casa, se sentó todas las noches a cenar en la mesa del capitán y le
contó sus extraordinarias aventuras en Liliput.

Poemas
Poema yo pienso en ti
De José Batres Montufar
Yo pienso en ti, tú vives en mi mente sola, fija, sin tregua, a toda hora, aunque tal vez el
rostro indiferente no deja refregar sobre mi frente la llama que en silencio me devora.
En mi lóbrega y yerta fantasía brilla tu imagen apacible y pura, como el rayo de luz que el sol
envía a través de una bóveda sombría al roto mármol de una sepultura.
Callado, inerte, en estupor profundo, mi corazón se embargo y se enajena y allá en su centro
vibra moribundo cuando entre el vano estrépito del mundo la melodía de tu nombre suena.
Sin lucha, sin afán y sin lamento, sin agitarme en ciego frenesí, sin proferir un solo, un leve acento,
las largas horas de la noche cuanto ¡y pienso en ti!
El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
P ara que tú me oigas... Huracanes de sueños aún a veces las tumban.
Para que tú me oigas Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Mis palabras Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Se adelgazan a veces
Como las huellas de las gaviotas en las playas. Cuerpo de mujer...
Collar, cascabel ebrio Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos
Para tus manos suaves como las uvas. Blancos,
Y las miro lejanas mis palabras. Te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Más que mías son tuyas. Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras. Y hace saltar el hijo del fondo de la tierra.
Ellas trepan así por las paredes húmedas. Fui solo como un túnel. De mí huían los pájaros,
Eres tú la culpable de este juego sangriento. Y en mí la noche entraba su invasión poderosa.
Ellas están huyendo de mi guarida oscura. Para sobrevivirme te forjé como un arma,
Todo lo llenas tú, todo lo llenas. Como una flecha en mi arco, como una piedra en
Antes que tú poblaron la soledad que ocupas, Mi honda.
Y están acostumbradas más que tú a mi tristeza. Pero cae la hora de la venganza, y te amo.
Ahora quiero que digan lo que quiero decirte Cuerpo de piel, de musgo, de, leche ávida y firme.
Para que tú me oigas como quiero que me oigas. Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de ausencia
Ah las rosas del pubis! Ah tu voz lenta y triste! Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia. Y la fatiga sigue, y el dolor infinito.
Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso!

Canciones
Arroz con leche
Arroz con leche me quiero casar,
Con una viudita de la capital,
Que sepa teje, que sepa bordar,
Que ponga la mesa en un buen lugar.
Yo soy la viudita, la hija de la ley,
Me quiero asar y no encuentro con
Quien, contigo si, contigo no,
Contigo mi vida me quiero casar.

Versos
"Podrá nublarse el sol eternamente; "¡Calla, calla, princesa dice el hada madrina,
Podrá secarse en un instante el mar; 
 en caballo con alas, hacia acá se encamina, 

Podrá romperse el eje de la Tierra en el cinto la espada y en la mano el azor,
Como un débil cristal.

 el feliz caballero que te adora sin verte,
¡Todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón; 
 y que llega de lejos, vencedor de la muerte,
Pero jamás en mí podrá apagarse a encenderte los labios con su beso de amor!"
La llama de tu amor."
"Ay! La pobre princesa de la boca de rosa
"Dicen que toma un minuto para conocer a una persona, 
 quiere ser golondrina, quiere ser mariposa, 

unos días para apreciarlo,
unos meses para amarlo, tener alas ligeras, bajo el cielo volar, 

pero una vida eterna para olvidarlo." ir al sol por la escala luminosa de un rayo, 

saludar a los lirios con los versos de mayo, 

o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Juegos
El patio de mi casa
El patio de ni casa en particular,
Se lada y se plancha como los de más.
Agachase y vuélvete a agachar
Las niñas bonitas se saben agachar.
Chocolate, molinilla, estirar, estirar,
Que la niña va a pasar.
Allá en Francia un chino se caso,
Hicieron la fiesta, con sal y salchichón,
Arroz chichón, arroz chichón,
Con esta señorita me quedare yo
Chocolate molinilla, estirar, estirar,
Que la niña va a pasar.
Adivinanzas
Tiene dientes y no come Desde el día en que naci
Tiene barba y no es hombre. Corro y corro sin cesar:
Corro de noche y corro de día
El elote Hasta llegar al mar.

El rio

De la tierra voy al cielo Con una manguera,


Y del cielo he de volver; Casco y escalera apago
Soy el alma de los campos Los fuegos y las hogueras.
Que los hace florecer.
El agua El bombero

Moralejas
La lechera
La hija de un granjero lleva sobre su cabeza un recipiente lleno de leche para venderlo en el pueblo.
En el camino comenzó a hacer planes para el futuro.
-cuando venda esta leche, compraré trescientos huevos. Los huevos me darán al menos doscientos pollos, restando los que no
nazcan. Los pollos estarán listos para llevarlos al mercada cuando los precios estén caros, así ganaré mucho dinero. Con todo ese
dinero, a fin de año me compraré el mejor vestido para asistir a las fiestas donde todos los muchachos van a querer bailar conmigo,
y yo elegiré sólo al que sea más guapo…
Justo en ese momento tropezó con una piedra y cayó junto con el recipiente al suelo. La leche quedó derramada, y así todos sus
planes acabaron en un instante.
Moraleja:
No te ilusiones demasiado con lo que aún no tienes.

Mitos
Mito los dioses de la Muerte
Mitran, o mejor conocido como el inframundo, es el lugar donde van a parar las almas
de los muertos. Este sitio inmundo es cuidado y gobernado por Mictlantecuhtli y su
esposa Mictecacihuatl. Sin embargo, en las profundidades del inframundo encontramos
también muchos otros dioses que habitan sus regiones.
Entre ellos, encontramos a Ixpuzteque, Tzontemoc, Chalmecacihuatl y muchos
otros. Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl fue la pareja de más trascendencia en el
inframundo, y cuidan el lugar donde llegan los hombres a 'descansar' después de haber
entregado tus pertenencias más valiosas a los dioses.

Mictlantecuhtli es descrito por muchos libros como un cuerpo hecho totalmente de


huesos de hombre, una máscara que ocupa toda su cabeza, montando grandes caballos negros que llevan en sus ojos estelas
brillantes. Dicen que son una combinación entre murciélago, araña y búho.
Mitos sobre el invierno
Existen muchos mitos alrededor del invierno, el frío y contagiarse de gripe o resfriado. Lo más
interesante del asunto, es que la mayoría son totalmente falsos. Tomando y analizando algunos,
para ver si son verdaderos o falsos:
Salir con el pelo mojado o sin chaqueta causa resfriado (FALSO): ¿Cuantas veces tu mamá te regañó
porque salías a la calle sin chaqueta o recién bañado y con el pelo mojado? En mi caso, muchas
veces. Lo que no sabes es que ninguna de estas dos son causantes de contagiar el resfriado.
Comer caldo de pollo y verduras ayuda a mejorarnos (VERDADERO): Una de las cosas que hacen las
madres cuando te enfermas es prepararte un gran plato de sopa de pollo y verduras. Aunque no lo creas, ingerir estos alimentos si
ayuda reducir los síntomas de la gripe y a sentirte mejor.
El frío hace que la gripe sea más contagiosa (VERDADERO): Según estudios realizados, el frío hace que la gripe sea más contagiosa
que lo normal. Esto se debe a que las bajas temperaturas hacen más fuerte el virus de dicha enfermedad.
Según expertos, para contagiarse de un resfriado, solo se necesita estar expuesto al virus que lo causa y que pase nuestro sistema
inmune. No afectan otros factores climáticos.
Mito Origen del Halloween
¿Por qué celebramos Halloween? El significado de la palabra Halloweenes literalmente la Víspera de
Todos los Santos. Se dice que esta celebración se realiza en conmemoración de un ritual celta que
realizaban para venerar al dios de la muerte, Shamhain.
Para los celtas, el nuevo año se celebraba el 1 de noviembre, y el día anterior, el 31 de octubre, se
realizaban rituales y festividades en honor al dios de la muerte, marcando el inicio del decaimiento,
lo frío, la muerte... Es decir, del invierno.
Ellos creían que el dios de la muerte, Shamhain, permitía a los muertosregresar a la tierra solo por
esa noche, a visitar a sus familiares. Los celtas se disfrazaban con trajes horribles, y juntos caminaban
para estar con los espíritus. Creían que llevar estos trajes los ayudaba a sentirse más cómodos junto con los espíritus.
Si cuando llegaban las almas a las casas, no hacían un trato con ellas, estos harían alguna maldad o travesura. De ahí el famoso dicho
que dicen los niños para pedir dulces "Dulce (trato) o travesura".

Chistes
DOS ESPERMATOZOIDES - No, ¿por qué?
Le dice un espermatozoide a otro: - Porque tienes todo lo que busco, nena.
- Oye tío, ¿sabes si falta mucho para llegar al ovario? - ¿Y tú te llamas yahoorespuestas?
Y el otro le contesta: - No, ¿por qué?
- Una barbaridad. ¡Todavía vamos por la garganta! - Porque haces preguntas estúpidas...
NOTICIAS TONTERÍA
- Mamá, tengo dos noticias, una buena y una mala Estaban un cojo, un sordo, un ciego y un calvo pidiendo
- Primero la buena, hija limosna. En eso que iba a llegar un policía y el sordo dice:
- Pasé una prueba - Oigo pasos.
- Muy bien, ¿Y la mala? El ciego ve al policía y el cojo sale huyendo y en eso que el
- Que era un Test de embarazo... calvo le dice al policía:
PREGUNTA - El sordo lo oyó, el ciego lo vio y el cojo se fue corriendo,
- Hola ¿te llamas google? para mí que me tomaron el pelo

Rimas
Para los amiguitos que gustan de los dibujitos, hoy les traemos rimas en dibujos, para niños que desean pasarla de lujo. ...

El Cuadrado
Igualitos son sus lados con esquinas por igual, cuatro son y bien contaditos se cuentan sin final. Crucigramas y retratos los
conocemos muy bien, y en la acera, dando brincos lo he contado más de cien. El cuadrado es nuestro amigo y estamos bien
acompañados, cuando trazo, cuando escribo en mi cuaderno cuadriculado. ...

Fina la Gallina
Hay un alboroto en todo el corral, Fina la gallina perdió su dedal, si alguien lo encuentra, que la vaya a avisar, para que
por fin deje de cacarear. ...

Mambrú se fue a la guerra


Mambrú se fue a la guerra, ¡qué dolor, qué dolor, qué pena! Mambrú se fue a la guerra, no sé cuando vendrá. Do-re-
mi, do-re-fa, no sé cuando vendrá. Si vendrá por la Pascua, ¡Qué dolor, qué dolor, qué gracia! Si vendrá por la Pascua, O
por la Trinidad. Do-re-mi, do-re-fa, O por la Trinidad. La Trinidad se pasa, ¡Qué dolor, qué dolor, qué guasa!, La Trinidad
se pasa Mambrú no viene ya. Do-re-mi,...
Leyendas

Leyenda de la Llorona
también llego a la Villa de la Asunción de las Aguas Calientes. Este
personaje de leyenda, cuya presencia atemoriza no solamente a los
niños, sino también a las persona mayores, es conocido de Sonora a
Yucatán. En nuestra tierra, la fábula cuenta que una mujer de sociedad,
joven y bella, caso con un hombre mayor, bueno, responsable y cariñoso,
que la consentía como una niña, su único defecto... que no tenia fortuna.
Pero el sabiendo que su joven mujer le gustaba alternar en la sociedad y "
escalar alturas ", trabajaba sin descanso para poder satisfacer las
necesidades económicas de su esposa, la que sintiéndose consentida
despilfarraba todo lo que le daba su marido y exigiéndole cada día más, para poder estar a la altura de sus
amigas, las que dedicaba tiempo a fiestas y constantes paseos.
Marisa López de Figueroa, tuvo varios hijos estos eran educados por la servidumbre mientras que la madre se
dedicaba a cosas triviales. Así pasaron varios años, el matrimonio Figueroa López, tuvo cuatro hijos y una vida
difícil, por la señora de la casa, que repulsaba el hogar y nunca se ocupo de los hijos. Pasaron los años y el
marido enfermó gravemente, al poco tiempo murió, llevándose " la llave de la despensa ", la viuda se quedó
sin un centavo, y al frente de sus hijos que le pedían que comer. Por un tiempo la señora de Figueroa comenzó
a vender sus muebles. Sus alhajas con lo que la fue pasando.
Pocos eran los recursos que ya le quedaban, y al sentirse inútil para trabajar, y sin un centavo para mantener a
sus hijos, lo pensó mucho, pero un día los reunió diciéndoles que los iba a llevar de paseo al río de los pirulos.
Los chamacos saltaban de alegría, ya que era la primera vez que su madre los levaba de paseo al campo. Los
subió al carruaje y salió de su casa alas voladas, como si trajera gran pisa por llegar. Llegó al río, que entonces
era caudaloso, los bajo del carro, que ella misma guiaba y fue aventando uno a uno a los pequeños, que con
las manitas le hacían señas de que se estaban ahogando.
Pero ella, tendenciosa y fría, veía como se los iba llevando la corriente, haciendo gorgoritos el agua, hasta
quedarse quieta. A sus hijos se los llevo la corriente, en ese momento ya estarían muertos. Como autómata se
retiro del lugar, tomo el carruaje, salió como "alma que lleva el diablo ", pero los remordimientos la hicieron
regresar al lugar del crimen. Era inútil las criaturas habían pasado a mejor vida. Cuando se dio cuenta de lo que
había hecho, se tiro ella también al río y pronto se pudieron ver cuatro cadáveres de niños y el de una mujer
que flotaban en el río.

Dice la leyenda que a partir de esa fecha, a las doce de la noche, la señora Marisa venia de ultratumba a llorar
su desgracia: salía del cementerio (en donde les dieron cristiana sepultura) y cruzaba la ciudad en un carruaje,
dando alaridos y gritando ¡Aaaaay mis hijos ¡¡ Donde estarán mis hijos ¡y así hasta llegar al río de los pirulos en
donde desaparecía. Todas las personas que la veían pasar a medianoche por las calles se santiguaban con
reverencia al escuchar sus gemidos y gritos. Juraban que con la luz de la luna veían su carruaje que conducía
una dama de negro que con alaridos buscaba a sus hijos.
La Llorona
La Llorona, la mujer fantasma que recorre las calles de las ciudades en busca
de sus hijos.

1. En Guatemala la Llorona es una mujer llamada María que llora por haber
ahogado en un río de la Antigua Guatemala a sus dos hijos. Está condenada
a hacerlo hasta el fin del mundo, pues mientras su esposo estaba fuera tuvo
amores con un mozo que llegó a revisar un problema en su casa y quedó
embarazada. La Llorona es bien conocida en toda Guatemala y pasea por las
calles solitarias, sobre todo donde hay agua. Sus lastimeros gritos asustan al
más valiente y paralizan al pavoroso, muchos dicen haberla visto y
escuchado. Se dice que el secreto para que la Llorona no se lleve tu alma es
usar la ropa interior al revés.

También se dice que cuando a la Llorona se la escucha que está muy lejos,

es porque está cerca, y cuando se escucha cerca, es porque está lejos.

2. Cuenta la leyenda que una mujer indígena al escapar de los


colonizadores se adentro en el bosque donde de todas formas la
encontraron, uno de ellos la violó, ella logrando escapar nuevamente se
esconde en las cloacas de ese entonces la ciudad maya, quedó
embarazada, comia lo que podía lo que encontraba a su paso,
defendiendose de alimañas como las ratas y otros bichos que andaban
por ese lugar, cuenta la historia que permaneció ahi escondida varios
meses.

Luego de esperar pacientemente logra salir de su escondite por las


noches, y recorre la hermosa nueva ciudad que los colonizadores
habían construido, cada amanecer ella regresaba a su escondite y estando ahi una noche dió a luz a su hijo
Juan.

Al dar a luz y ver al niño, que habia alimentado de inmundicia y basura, sintió dolor y decidió matarlo en el río.
Donde fué encontrado. Algunos dicen que se llamó Juan de la Cruz, pero es por que al encontrar su
cuerpecito vieron que se encontraba encima de una cruz de madera que habia sido construida a orillas del rio
para el cementerio.

Al darse cuenta del error que había cometido empezó a llorar sin consuelo al encontrarse sola en ese
escondite debajo de la tierra. Desde entonces la mujer llora sin consuelo por el arrepentimiento que siente al
haber matado a lo único que era suyo. Y recorre las calles de Guatemala por las noches buscando a su bebé.
Leyenda del Sombrerón
El Sombrerón, también llamado Tzitzimite, es un personaje mitológico de lasLeyendas Guatemaltecas. Es representando
como un enano que lleva consigo un enorme sombrero, dando serenatas a las mujeres que elige les trenza el pelo en la noche
y tratando de que se vayan con él formando parte de la amplia gama de almas perdidas por este ente. Carga una guitarra y
viaja en una mula que lleva carbón. Es un ranchero ,que canta y enloquece a las mujeres. Es uno de los últimos vestigios de la
"Pequeña Latinoamérica"...
Celso Lara en su descripción de la leyenda "Lágrimas del Sombrerón", en su libro"Por los Viejos Barrios de la Ciudad de
Guatemala" refiere:
"...Cosa rara en verdad era este carbonero: pequeñísimo, vestido de negro y con un cinturón brillante que redeaba su cuerpo menudo.
Impecables botines de charol calzaban sus pies, en los aules un par de espuelas plateadas salpicaban luz en la oscuridad. Al hombro
una guitarra de cajeta(...) y sobre su cabeza un enorme sombrero de alas anchas que casi lo oculta por completo"

La Siguanaba.
El nombre del personaje alude a los siguanes o barrancos, en donde da muerte a sus victimas. Le gusta
aparecerse en los callejones mas solitarios de la Ciudad en las noches mas oscuras, cuando no hay luna.
Todos los trasnochadores estan propensos a encontrarla.
Sin embargo, persigue con mas insitencia a los hombres enamorados, a los don Juanes que hacen alarde de
sus conquistas amorosas. A estos, La ven bañandose con guacal de oro y peinandose trasluce a traves del
camison.
El hombre que la mira se vuelve loco por ella. Entonces La Siguanaba lo llma, busca hacerle daño y se lo va
llevando hasta hacerlo caer a un barranco.
Enseña la cara cuando ya se lo ha ganado. Para no perder su alma, el hombre debe morder una cruz o una
medalla y encomendarse a Dsio.

La Tatuana
Apareció en mitad de la plaza del pueblo como quien planta un árbol y espera que de fruto al instante. Erguida hasta la arrogancia,
saludable y en ademán de invitar a la cata del fruto prohibido. Dijeron que había llegado en barco sin que pudiera afirmarse que lo
vieron arribar en playa o puerto alguno.
Corrían los tiempos de la Inquisición y su temible brazo castigador conseguía vadear las aguas del Atlántico sin perder nada de su
lava destructora, cuando la mujer más hermosa a la que accediera mirada humana se presentó bajo el nombre de Tatuana.
Apenas transcurridos unos meses, y sin que tampoco nadie pudiera explicar de dónde salieran los dineros, montó casa. Y era casa de
postín y mucha juerga por la que no hubo hombre maduro ni joven que no se dejara caer, cuando menos, alguna nochecita.
Por la mañana vinieron a buscarla para conducirla hasta la pira. En uno de los muros, con trazo firme y algo infantil, se veía
navegando y alejándose un velero como el que decían que la había traído a las costas de América, el catre aún caliente y la celda
vacía.

El Carretón de la Muerte
El carretón de la muerte
Llegada la media noche, muchas personas del Centro Histórico escuchan el roce de las ruedas de una carreta con el suelo. Hay
quienes aseguran han oído hasta relinchar a los caballos. Cuando la curiosidad hace que las personas vayan a ver, no ven nada,
aunque escuchan y hay quienes dicen sienten un aire extraño que pasa sobre sus cabezas porque este carretón no roza el piso sino
que vuela... La gente prefiere quedarse en su casa y solo escucharlo pasar porque dicen que en ese carretón nos iremos todos, el día
que la muerte decida trasladarnos al más allá.

Los penintentes de la recoleccion


Todos los días a los doce de la noche, los vecinos del Barrio de La Recolección escuchan pasos de encadenados.
Son penitentes fantasmas que quieren librarse de sus culpas.Cuando los han visto no solo van encadenados sino
con capuchones antiguos. Algunos se flagelan. Son animas por las cuales las viejitas dicen hay que rezar.
Verlos atemoriza pero también produce pena y compasión porque a nadie le gustaría estar eternamente
encadenado a sus malas acciones.

La Leyenda de la Segua
Hay varias leyendas de la Segua. Una de ellas cuenta que es una joven muy linda, que persigue a los hombres
mujeriegos para castigarlos.
Se aparece de pronto en el camino pidiendo que el jinete la lleve en su caballo, pues va para el pueblo más
cercano. Y dicen que ningún hombre se resiste a su ruego. Hay quienes le ofrecen la delantera de la montura y
otros la llevan a la polca.
Para ella es lo mismo. Pero a medio camino, si va adelante vuelve la cabeza y si va atrás hace que el jinete la
vuelva. Entonces aquella hermosa mujer ya no es ella.Su cara es como la calavera de un caballo, sus ojos echan
fuego y enseña unos dientes muy grandes, al mismo tiempo que se sujeta como un fierro al jinete. Y el caballo,
como si se diera cuenta de lo que lleva encima, arranca a correr como loco, sin que nada lo pueda detener.

Leyenda del cacao

El árbol que daba cabezas en lugar de frutos parte desde el inframundo a causa de la molestia de los dioses,
ellos estaban muy enojados por el ruido que hacia la pelota cuando los mayas jugaban en la tierra y no se les
ocurrió mejor castigo que retarlos a un duelo de pelota, entonces jugaron todos en él, sin embargo lo que estaba
en juego era la vida de estos jóvenes, al perder, los dioses les quitaron sus cabezas y desde allí es que salió este
famoso árbol del que estamos hablando, ellos de todos modos no hubieran tenido la oportunidad frente a los
dioses con los que competían.

La niña fea del columpio

Una nena de 7 años con una de 9 años se encontraban jugando a altas horas de la noche en la plaza, muy tarde
para que dos pequeñas estuvieran ahí, luego vieron en el columpio a una niña de espaldas, ella no se daba
vuelta, pero cuando le preguntaron si quería jugar, la misma giro totalmente su cabeza y era completamente
horrible, les dio mucho miedo y salieron corriendo, al tiempo enfermaron las niñas, tiempo después fueron a ver
si veían algo de noche unos chicos, pero solamente vieron en movimiento el columpio sin que nadie estuviera
en él, todavía no se sabe si esta leyenda ocurrió o que fue realmente lo que pasó aquel día.

FABULAS

La mosca
Cayó una mosca en una olla llena de carne. A punto de ahogarse en la salsa, exclamó para sí misma:

-- Comí, bebí y me bañé; puede venir la muerte, no me importa ahora.

Al irresponsable no le importa el fracaso si su llegada a él le depara buenos momentos.

El castor
El castor es un animal que vive en los pantanos. Ciertas de sus partes sirven, según dicen, para
curar algunas enfermedades. Por eso cuando se ve descubierto y perseguido para cortarle las
partes, sabiendo por qué le persiguen, huye hasta alguna distancia, sirviéndose de la rapidez de sus
pies para conservarse intacto; pero cuando se ve perdido, él mismo corta sus partes, las arroja y
salva de este modo su vida.
A veces deshacerse de algunas fortunas puede significar evitarse una tragedia.

La bruja
Una bruja tenía como profesión vender encantamientos y fórmulas para aplacar la cólera de los
dioses; no le faltaban clientes y ganaba de este modo ampliamente la vida. Pero fue acusada por ello
de violar la ley, y, llevada ante los jueces, sus acusadores la hicieron condenar a muerte.

Viéndola salir del tribunal, un observador le dijo:

-Tú, bruja, que decías poder desviar la cólera de los dioses, ¿cómo no has podido persuadir a los
hombres?

Nunca creas en los que prometen hacer maravillas en lo que no se ve, pero son incapaces de
hacer cosas ordinarias.

El astrónomo
Tenía un astrónomo la costumbre de pasear todas las noches estudiando los astros. Un día que vagaba por
las afueras de la ciudad, absorto en la contemplación del cielo, cayó inopinadamente en un pozo. Estando
lamentándose y dando voces, acertó a pasar un hombre, que oyendo sus lamentos se le acercó para saber su
motivo; enterado de lo sucedido, dijo:

-¡Amigo mío! ¿quieres ver lo que hay en el cielo y no ves lo que hay en la tierra?

Está bien mirar y conocer a nuestro alrededor, pero antes hay que saber donde se está parado.

El milano que quiso relinchar


Tuvo antiguamente el milano otra voz, una voz penetrante. Pero oyó un día a un caballo relinchar
admirablemente, y lo quiso imitar. Pero a pesar de todos sus intentos, no logró adoptar exactamente
la voz del caballo y perdió además su propia voz. Así, quedó sin la voz del caballo y sin su voz
antigua.

Nunca te dispongas a imitar las cualidades ajenas si no tienes la preparación y condiciones


adecuadas para hacerlo, so pena de quedar como un vulgar y fracasado envidioso.

El lobizón Leyenda

También llamado lobisón, lobisonte o lobisome, es el séptimo hijo varón de una prole exclusivamente
masculina (la séptima hija mujer, menor de siete hermanas, será asimismo una bruja), quien los días martes y
viernes, sobre todo de los meses impares, sufre una escalofriante transformación: de ser un hombre alto,
escuálido, de aspecto negligente y fuerte hedor, deviene una cruza entre perro y lobo, siempre de color oscuro
como las tinieblas, que se alimenta de carroña, excrementos, carne de niños y de mujeres jóvenes (por alguna
razón, parece sentir poco apetito por los adultos).
El lobisón extiende sus dominios por las provincias de la Mesopotamia argentina (Entre Ríos, Corrientes y
Misiones, ubicadas en el sector noreste del país), así como también partes del sur del Brasil.
La única defensa contra el lobizón son las armas, blancas o de fuego, pero bendecidas. Si es herido, se arrastra
hasta su cubil, en el que se desangra y muere tras recuperar su forma humana.

Fabula el Pastor mentiroso

Estaba un pastor de ovejas junto con su rebaño, el cual comenzó a gritar con todas sus fuerzas: "¡Auxilio!
¡Auxilio! El lobo viene por mis ovejas". El pueblo, dejando a un lado todos sus quehaceres, acuden al llamado
del joven, para darse cuenta que no es mas que una chanza pesada.

El joven vuelve a hacerlo una segunda vez, y temiendo el pueblo, volvió. Sin embargo, nuevamente no era mas
que una burla. Luego gritó de nuevo, siendo esta vez verdad que el lobo estaba atacando, sin embargo el pueblo
no creyó en sus gritos, por lo que la fiera terminó devorándose el rebaño.

Moraleja: Mentimos y mentimos, y perdemos la confianza que los demás tienen en nosotros. Cuando digamos
la verdad, no nos creerán.

El aguila y la flecha

Un día, estaba sentada un águila en el pico de una montaña esperando cualquier presa que pasara por ahi, pero,
lo vio un cazador y lanzándole una flecha la hirió.
La flecha estaba hecha con plumas de águila y cuando ella se dio cuenta de esto dijo:
-¡Qué tristeza, terminar mis días por causa de las plumas de mi especie!

Moraleja: Más profundo es nuestro dolor cuando nos vencen con nuestras propias armas.

El ciego

Había una vez un ciego muy hábil para reconocer con el tacto a cualquier animal, diciendo de qué
especie era. Un día, le presentaron un lobezno, lo palpó y quedó indeciso.

-No estoy seguro - dijo el ciego, si es hijo de una loba, de una zorra o de otro animal de su misma
cualidad; pero de lo que si estoy seguro es que no ha nacido para vivir en un rebaño de corderos.

Moraleja: La naturaleza de la maldad se puede notar en una sola de sus


características.

Fabula el Perro y el Reflejo

Había una vez un perro, que estaba cruzando un lago. Al hacerlo, llevaba una presa bastante grande en su boca.
Mientras lo cruzaba, se vio a si mismo en el reflejo del agua. Creyendo que era otro perro y viendo el enorme
trozo de carne que llevaba, se lanzó a arrebatársela.

Decepcionado quedó cuando, por buscar quitarle la presa al reflejo, perdió la que el ya tenía. Y peor aún, no
pudo obtener la que deseaba.

Moraleja: El que envidia lo de los demás, pierde lo que tiene con justicia
MORALEJAS
1.- Un cuervo estaba sentado en un árbol, sin hacer nada todo el día.
Un pequeño conejo se dio cuenta de esto y le pregunto:
Puedo sentarme como tu y pasarme todo el día sin hacer nada??
El cuervo respondió: "Claro, porque no!!
El conejo se sentó en el suelo, y descanso.
Repentinamente, apareció un lobo salto encima del conejo y se lo comió.
Moraleja de la Historia:
Para estar sentado sin hacer nada, debes estar muy, muy alto.

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2.- Un pavo estaba hablando con un toro: Me gustaría poder treparme al tope de
ese árbol, pero no tengo energías" decía.
Bien, porque no pruebas un poco de mi mierda??, dijo el toro. Están llenas
de nutrientes.
El pavo probo un poco de la mierda, y noto que realmente le dio suficiente
fuerza para alcanzar la primera rama del árbol. Al siguiente día, después
de comer otro poco de mierda, alcanzo la segunda rama.
Finalmente, después de dos semanas, el estaba orgullosamente trepado en el
tope del árbol..
Mas tarde, sin embargo, el pavo fue repentinamente tumbado del árbol por un
campesino, que le disparo.
Moraleja de la Historia: Puedes llegar al tope a base de pura mierda, pero
ella no te mantendrá ahi.

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3.- Cuando el cuerpo fue creado, todas las partes querían ser el jefe.
Un día el cerebro dijo: "Por ser yo quien da las ordenes y controla las
diferentes partes del cuerpo, exijo que me llamen jefe".
Los pies dijeron entonces: "Somos nosotros los que soportamos todo su peso
y lo trasladamos a todas partes, por lo tanto la jefatura nos corresponde".
De la misma manera las distintas partes del cuerpo expresaron su
importancia.
El corazón, los pulmones, el oído y hasta el mismo culo reclamaron su
derecho a ser jefe.
Todos, al conocer las pretensiones del culo, se echaron a reír, ? Como se
atrevía a peticionar un órgano (si se lo puede llamar órgano) tan
desprestigiado e insignificante como ese? A raíz de las burlas y herido en
sus mas íntimos sentimientos, el culo se enculo y decidió bloquear la
salida en tres palabras: "no cago mas".
Al poco tiempo y como consecuencia de esa actitud, el cerebro comenzó con
trastornos, había alta fiebre, los ojos se hincharon, los pies se
inflamaron y había dolor, ya no podía soportar el peso del cuerpo.
El corazón y los pulmones luchaban por sobrevivir, tenían que trabajar a
toda maquina para eliminar una parte de las toxinas que los invadían.
Todo era un desastre hasta que todos juntos imploraron para que el culo sea
jefe.
Enterado de lo resuelto, el culo comenzó a funcionar, cagando a diestra y
siniestra, asumiendo su cargo de jefe.
Moraleja de la Historia:
Para llegar a ser jefe, no es necesario ser un cerebro, ni inteligente, ni
ser mas o menos imprescindible, solamente hay que tener culo y saber el
momento mas oportuno para cagar a los demás.

LOS LEÑADORES Y EL PINO

Rendían unos hacheros un pino y lo hacían con gran facilidad gracias a las cuñas que habían
fabricado con su propia madera.
Y el pino les dijo:
- No odio tanto al hacha que me corta como a las cuñas nacidas de mí mismo.

Moraleja: Es más duro el sufrimiento del daño que nace de uno mismo que del que proviene de
afuera.

LOS HIJOS DESUNIDOS DEL LABRADOR

Los hijos de un labrador vivían en discordia y desunión. Sus exhortaciones eran inútiles para hacerles
mudar de sentimientos, por lo cual resolvió darles una lección con la experiencia.
Les llamó y les dijo que le llevaran una gavilla de varas. Cumplida la orden, les dio las varas en haz y
les dijo que las rompieran; mas a pesar de todos sus esfuerzos, no lo consiguieron. Entonces deshizo
el haz y les dio las varas una a una; los hijos las rompieron fácilmente.
- ¡Ahí tienen! les dijo el padre-. Si también ustedes, hijos míos, permanecen unidos, serán
invencibles ante sus enemigos; pero estando divididos serán vencidos uno a uno con facilidad.

Moraleja: Nunca olvides que en la unión se encuentra la fortaleza.

FRASES MAS COMUNES

6. Tengo novio. (Prefiero a mi gato )

5. No salgo con gente del trabajo. (No salgo contigo ni aunque fueras el ultimo hombre de la tierra )

4. No es culpa tuya, es mía. (Es culpa tuya)

3. Quiero concentrarme en mi carrera. (Prefiero algo aburrido y frustrante como mi trabajo que salir contigo)
2. Soy célibe. (Odio a la gente que huele como si no se hubiera duchado en 3 días)

1. Seamos amigos. (Quiero que estés cerca así podré explicarte todos los detalles de los otros hombres con lo
que salgo y hago el amor.)

Los géneros literarios


El concepto de género se ha ido conformando históricamente; se entiende por género un conjunto
de constantes retóricas y semióticas que identifican y permiten clasificar los textos literarios. Los
géneros literarios son los distintos grupos o categorías en que podemos clasificar las obras literarias
atendiendo a su contenido.

Puede resultar sorprendente que aún se utilice la primera clasificación de los géneros, debida a
Aristóteles, quien los redujo a tres: épica, lírica y dramática. Hoy se mantiene esencialmente la
misma clasificación con distintos nombres (narrativa, poesía y teatro), pero la evolución de los
gustos y modas estéticas ha provocado que en muchos textos modernos resulte difícil fijar
rígidamente los límites entre lo puramente lírico, lo narrativo o lo dramático.

GÉNERO LÍRICO: Los textos líricos expresan el mundo subjetivo del autor, sus emociones y
sentimientos, o una profunda reflexión. Suele escribirse en verso pero también se utiliza la prosa.

GÉNERO ÉPICO: Relata sucesos que le han ocurrido al prtagonista. Es de carácter sumamente
objetivo. Su forma de expresión fue siempre el verso, ahora se utiliza la prosa.

GÉNERO DRAMÁTICO: Obras escritas en forma de diálogo y destinadas a la representación. En


ellas el autor plantea conflictos diversos. Pueden estar escrito en verso o en prosa.

Subgéneros Líricos

Oda: Composición lírica en verso, de cierta extensión y de tema noble y elevado.


Himno: Composición solemne que expresa sentimientos patrióticos, religiosos, guerreros...
Elegía: Composición lírica que expresa sentimientos de dolor ante desgracias individuales o
colectivas.
Égloga: Composición poética de sentimientos amorosos y de exaltación de la Naturaleza, puesta
en boca de pastores.
Canción: Expresa habitualmente emociones de tipo amoroso.
Sátira: Composición lírica, en verso o en prosa, que censura vicios individuales o colectivos.
Epigrama: Poema mordaz, agudo y conciso, generalmente escrito en verso. En Roma se desarrolló
el epigrama como una breve sátira en verso que acababa con alguna expresión punzante. Desde el
Renacimiento italiano, el epigrama adopta en la poesía occidental la forma del soneto. Las
greguerías de Gómez de la Serna y los proverbios de Machado, pueden ser considerados
modernos ejemplos de epigramas.

Adivinanzas
Tiene dientes y no come Corro y corro sin cesar:
Tiene barba y no es hombre. Corro de noche y corro de día
Hasta llegar al mar.
El elote
El rio

Desde el día en que naci


Adivina adivinanza:
- ¿Que animal tiene en su nombre las cinco vocales?
Respuesta: El murciélago Adivina adivinanza:
- ¿Qué cosa no ha sido y tiene que ser, y que
cuando sea dejará de ser? Respuesta: El día de mañana
De la tierra voy al cielo
Y del cielo he de volver;
Soy el alma de los campos
Que los hace florecer.
El agua
Con una manguera,
Casco y escalera apago
Los fuegos y las hogueras.

El bombero

colmos
¿Cuál es el colmo de un enano? Que lo pare un policía y le diga, ¡ALTO!

¿Cuál es el colmo de un sordo? Que al morir le dediquen un minuto de silencio.

¿Cuál es el colmo de un ciego? Que le dé miedo la oscuridad.

¿Cuál es el colmo de un bombero? Tener una esposa ardiente.

¿Cuál es el colmo de ser vago? Levantarse dos horas antes, para estar más tiempo sin hacer nada.

¿Cuál es el colmo de un constructor? Que se llame, "Armando Paredes Icaza".

TRABALENGUAS
1
Poquito a poquito Paquito empaca poquitas copitas en pocos paquetes.

2
Un tubo tiró un tubo y otro tubo lo detuvo. Hay tubos que tienen tubos
pero este tubo no tuvo tubo.

3
Si la sierva que te sirve, no te sirve como sierva, de que sirve que te
sirvas de una sierva que no sirve.

4
Tengo un tío cajonero
que hace cajas y calajas
y cajitas y cajones.
Y al tirar de los cordones
salen cajas y calajas
y cajitas y cajones.

5
Pablito piso el piso, pisando el piso Pablito piso cuando Pablito piso el
piso, piezas de piso piso Pablito.

Refranes
 Abril alabo, si no vuelve el rabo.
 A balazos de plata y bombas de oro, rindió la plaza el
moro.
 A bicho que no conozcas, no le pises la cola.
 A bien obrar, bien pagar.
 A boda ni bautizado, no vayas sin ser llamando.
 A borracho o mujeriego, no des a guardar dinero.
 A buen amigo, buen abrigo.
 A buen bosque vas por leña!
 A buen entendedor, pocas palabras.
 A buena hambre, no hay pan malo.

1.

 CHOCOLATE
rima tradicional
o Uno, dos, tres, cho-
uno, dos, tres, co-
uno, dos, tres, la-
uno, dos, tres, te-
bate, bate, bate, bate
bate, bate chocolate.
 A LA RUEDA, RUEDA
rima tradicional
o A la rueda, rueda,
de pan y canela,
vístete pronto
y ve a la escuela.
 ¿QUÉ TE PASA?
rima tradicional

¿Qué te pasa, calabaza?


Tengo cabeza de hierro
y cuerpo de madera
al que yo le piso un dedo Subo llena
menudo grito que pega. y bajo vacía,
Ver respuesta y si no me apuro,
Martillo la sopa se enfría.
Ver respuesta
Tiene agua y no es botijo; Cuchara
está siempre en el jardín;
y cada vez que se enrosca, Dos compañeras
aunque no espanta una mosca van al compás,
tiene pinta de reptil. con los pies delante
Ver respuesta y los ojos detrás.
Manguera Ver respuesta
Tijeras
Mono, y no está en la selva;
patín, pero no es un pato. Me pones y me quitas,
Tienes que decir qué es me tomas y me dejas,
antes de que cuente cuatro. gracias a mi no tiritas
Ver respuesta y estoy hecho de madejas.
Monopatín Ver respuesta
Jersey
o

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