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De las dos familias de proteínas que tienen la leche, las caseínas y las proteínas
lactoséricas, las primeras tienen un nivel muy bajo de estructura terciaria y por
consiguiente no son susceptibles de ser desnaturalizadas, por lo menos en el sentido
usual del término (Klostermeyer y Reimerdes, 1977).
1. Son fosfoproteínas, en las que algunas unidades del aminoácido serina están
substituidas con un grupo fosfato para formar fosfato de serina.
En contraste con las caseínas, las principales proteínas lactoséricas son proteínas
altamente estructuradas y, por lo tanto, son susceptibles de ser desnaturalizadas. Por
ejemplo, en su estructura terciaria, la b-lactoglobulina tiene una proporción considerable
de hojas tipo b (43 % a 50 % de los componentes aminoácidos), 10 % a 15 % de hélice
tipo a y 15 % a 20 % de dobleces tipo b. Al pH de la leche fresca, entre 6.6 y 6.7, esta
proteína existe en forma de dímero. El monómero está formado por 162 componentes
aminoácidos y contiene dos puentes de disulfuro (-S-S-) y un grupo tiol (-SH) por
molécula. Aunque es la más hidrofóbica de las proteínas lactoséricas, la b-
lactoglobulina es muy soluble en agua debido a que la mayoría de los componentes no
polares están en el interior de la proteína y a que la mayoría de los componentes polares
están en la superficie. En su estructura nativa, su capacidad de retención de agua es muy
moderada, del orden de 0.04 g/g de proteína (Cayot y Lorient, 1997).
Las proteínas del pescado y el marisco tienen un alto valor biológico por su
composición en aminoácidos, sobrepasa al de la carne, y oscila alrededor del 85%. Rico
en los aminoácidos menos abundantes. Es adecuado para complementar con las
proteínas de cereales.
La carne es una de las mejores y más saludables fuentes de proteínas que existen. De
hecho, estas macromoléculas de origen animal son consideradas como de la más alta
calidad biológica pues poseen todos y cada uno de los aminoácidos esenciales que el
organismo humano necesita y que no puede sintetizar a partir de otros.
Un gramo de proteínas, sea del origen que sea, equivale aproximadamente a 4 calorías,
si bien es cierto que estas no son siempre empleadas como energía pues cumplen
infinidad de funciones estructurales y metabólicas, entre otras. En este sentido, la fuente
de proteína con mayor valor nutricional y biológico es el huevo ya que nuestro
organismo es capaz de utilizar hasta el 94% de sus aminoácidos. Esta es la razón por la
cual este alimento se utiliza como referente para establecer la calidad de otros tipos de
proteínas.
Proteínas de la soya
La soya es el alimento más rico en proteínas entre todos los que nos ofrece la
naturaleza, ya que contiene un 36,5%, la carne con menos del 20% y los huevos con un
12% quedan muy por detrás.
Pero además de cantidad, la soya ofrece calidad. Sus proteínas satisfacen las
necesidades de aminoácidos de nuestro organismo, tanto si se trata de adultos como de
niños. En general, las proteínas de todas las leguminosas son deficitarias en el
aminoácido esencial azufrado metionina. Sin embargo, las proteínas de la soya
contienen una proporción suficiente de este importante aminoácido (excepto para los
lactantes), como para poder decir que se trata de proteínas completas. Su calidad
biológica es comparable a la de la carne. Las proteínas de soya son ideales para
suplementar la calidad biológica de otras proteínas vegetales como la del maíz o la del
trigo. Cuando la harina de estos cereales se mezcla con la harina de Soya, se obtiene una
proteína completa de alta calidad. Por ello, la harina de Soya se emplea cada vez más
para enriquecer el valor nutritivo del pan, de los productos de bollería y de las pastas.
Experimentos realizados en el Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas de
Francia, han puesto de manifiesto que las proteínas de la soya se digieren y absorben
con la misma facilidad que las de la leche de vaca. Las proteínas de la Soya son
ligeramente acidificantes, aunque menos que las de la carne.