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contenido, influyente en la formación moral de los televidentes; teniendo en cuenta que, existe
gran sintonía de telespectadores que aceptan su transmisión.
El mundo ha pasado de ser una sociedad represiva a una permisiva; sin embargo,
como señalaba Giusti debe existir la conciencia de límites, los cuales son reguladores de la
conducta, tomando en cuenta que en la actualidad las personas tienden a la reproducción por
excelencia de los comportamientos. El ser humano está perdiendo la decisión de valerse por
su propio razonamiento e inteligencia. Actualmente, vivimos en un mundo donde estamos
expuestos a la sobre comunicación, por lo tanto, la diferencia ahora radica en el
planteamiento de interrogantes que tenemos, frente a la diversidad de respuestas que están a
nuestra disposición, es decir, ser conscientes de qué contenidos tomamos y cuáles no.
Tener sólida una matriz intelectual nos conducirá a la toma de decisiones acertadas
en cuanto a la elección y uso de los recursos que nos provee la tecnología y el mundo
globalizado, en este caso el consumo de programas que no solo no adicionan algún aporte al
intelecto o desarrollo del raciocinio, sino proyecta la desvalorización de la dignidad del ser
humano y la deformación social, presentando los vicios, término al que acude Hume. Vicios
como sexismo, violencia, prejuicios, racismo de todo tipo, homofobia y falta de tolerancia
ante la libertad del ser. Sin embargo, nos encontramos ante el Homo Videns de Sartori, aquel
televidente que halla la felicidad con los cuatro ismos que trae consigo la era digital: el
inmediatismo, el fragmentarismo, el superficialismo y el facilismo.
Como señalaba Hume, ni las leyes generales del universo pueden excluir todo mal o
inconveniencia en cada operación particular; sin embargo, pueden ser una gran herramienta
para establecer el orden que acompaña a la justicia, necesaria para el bienestar de la
humanidad. Podemos señalar que uno de estos factores es el Estado, dado que, como
propietario del espectro electromagnético posee una responsabilidad social frente a la
propagación de dichos contenidos, en vista que afectan el nivel emocional, intelectual y
conductual, los cuales desembocan en una degradación de valores en la sociedad. Así mismo,
la elección de consumo de dichos contenidos que hacen los espectadores recae en el nivel
educativo que poseen, debido a que, es la base para la toma de decisiones que realizan en
cada accionar.
Necesitamos un uso de razón pública, una cultura que se propague y contagie, cuando
alcancemos ese nivel habremos quebrado la ignorancia esencial, punto débil en muchas
sociedades y principio de los vicios de las personas.