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El artículo 260 regula el arresto ciudadano, que es una modalidad especial, que
termina siendo una forma especial de arribar a la detención policial, pues se
instituye la obligación de poner al detenido a disposición de la policía en el plazo
más breve. La funcionalidad de la norma tiene mucho que ver con dotar al
sistema de serenazgo de facultades de detención que de otra manera no tendría,
pues en estricto el sistema de seguridad municipal no se encuentra incluido en
el aparato policial estatal.
Puntos a resaltar:
a. Hace años que nuestra Corte Suprema (sobre todo en materia civil) ha
señalado que el nomen iuris de un artículo no es vinculante normativamente.
Esto tiene especial importancia en materia penal donde opera el principio de
legalidad de la norma, no del nomen iuris. De hecho existe un principio
llamado “principio de irrelevancia del nomen iuris” que se aplica especialmente
en materia tributaria y laboral.
b. Si la detención preliminar es judicial, ¿por qué el Juez tendría que convalidar
su propio mandato de detención?
c. El Código Procesal Penal ordena convalidar los actos donde se requiere
intervención ex post del juez, debido a que la Policía Nacional o el Ministerio
Público se vieron obligados a actuar inmediatamente por la variable del peligro
de la demora (v. gr., incautación, inmovilización, etc.). Luego resulta lógico que
la detención a ser convalidada debe ser la policial y no la judicial.
d. ¿En qué supuesto se requiere ampliar el tiempo de detención? En la
detención preliminar judicial, el fiscal tuvo tiempo para tomar declaraciones de
víctimas y testigos, realizar rondas de reconocimiento, realizar vídeo vigilancia y
todos los actos urgentes e inaplazables que considere convenientes. Su único
afán ahora es la detención del investigado en vista del peligro de fuga y por ello
solicita la detención judicial. ¿Por qué necesitaría más tiempo? Por el contrario,
en la detención policial (en flagrancia), todo se tiene que hacer en menos de 24
horas, es allí donde resulta razonable extender los plazos, incluso para preparar
una formalización de investigación preparatoria coherente, con una correcta
imputación suficiente y preparar además el requerimiento de prisión preventiva
con todos los elementos que exige la norma y la doctrina jurisprudencial de la
materia.
Como se puede advertir aquí lo que existía era un problema de interpretación.
La norma ya establecía los mecanismos necesarios para extender la detención
policial hasta por un plazo de siete días. Una modificatoria era necesaria solo en
dos extremos: Primero en el caso de plazos especiales para organizaciones
criminales, extendiendo el plazo de siete a diez días y la otra modificatoria por
una cuestión muy particular que podría pasar hasta por paradoja y que líneas
seguidas comentaremos en detalle:
El primer párrafo del artículo 266, ya citado, dice “Vencido el plazo de detención
preliminar, […]”, lo que implica que en el preciso momento del vencimiento –
acabadas las primeras 24 horas – recién estaría el fiscal habilitado para solicitar
la convalidación, momento en el que también el investigado estaría habilitado
para solicitar su libertad o interponer un hábeas corpus. En algunos casos,
hubieron jueces que no quisieron recibir el requerimiento antes del vencimiento
de las 24 horas, pues la norma dice “Vencido el plazo”, pero más curiosa todavía
la redacción del inciso 2: “El Juez, ese mismo día, realizará la audiencia […]”,
¿a qué día se refiere el legislador? ¿Qué sucede si las 24 horas se vencen – como
sucede en muchos casos – a las once de la noche con treinta minutos? El fiscal
presenta su requerimiento a las once con treinta y un minutos, ¿el juez debe
citar a audiencia antes de la media noche o con un cierto grado de sentido
común dispone que la audiencia sea realizada al día siguiente a las siete de la
mañana? ¿Cuál es el estatus procesal del investigado en estas siete horas? ¿Esta
demora habilita la presentación de un hábeas corpus? ¿Si la audiencia se celebra
a las cero horas con quince minutos del día siguiente, se ha infringido la norma
por no haber llevado la audiencia el día anterior, es decir “ese mismo día”?
Esto podría haberse resuelto con una mejor redacción y de hecho la
modificatoria al parecer ha tomado en cuenta la problemática, pues se ha
dispuesto que la convalidación (a partir de febrero del dos mil diecisiete con el
rimbombante nombre de “detención judicial en caso de flagrancia”, puede ser
solicitada dentro de las primeras doce horas de la detención policial.
Ideas finales
Siempre ha existido una errada concepción de mandato de detención por un
máximo de veinticuatro horas en todos los casos. Algo así como un valor
absoluto cuantitativo, sin embargo desde una perspectiva convencional, la
CIDH siempre ha reconocido la facultad de cada Estado de fijar plazos de
detención discrecionalmente, poniendo énfasis en que dichos plazos deben ser
plazos máximos y respetados estrictamente por las autoridades. Es por todos
aceptado que los derechos reconocidos por la constitución no son absolutos. La
Constitución Peruana no pone un límite absoluto y específico de 24 horas a la
detención, pues afirmar ello implicaría que la norma vigente que regula la
convalidación de detención y la modificatoria que regula la detención judicial en
caso de flagrancia son inconstitucionales. La Constitución establece que: i)
Nadie puede ser detenido sino por mandamiento escrito y motivado del juez, ii)
Nadie puede ser detenido sino por las autoridades policiales en caso de flagrante
delito, iii) El detenido (por las autoridades policiales, ya sea en flagrante delito o
como consecuencia de una orden judicial) debe ser puesto a disposición del
juzgado correspondiente, dentro de las veinticuatro horas o en el término de la
distancia. Todo ello con las excepciones previstas para los casos de terrorismo,
espionaje y tráfico ilícito de drogas.
1. Nuevos elementos de convicción que demuestren que no concurren los motivos que
determinaron su imposición (la prisión).
2. Que resulte necesario sustituirla (la prisión) por la medida de comparecencia.
Adicionalmente indica que se deberá considerar (ya no son presupuestos):
Así, podrían existir nuevos elementos de convicción pero sin que estos hayan
desvanecido totalmente el grado de sospecha inicial y además tener por ejemplo
un investigado con amplio prontuario y el proceso se encuentre recién en sus
inicios. Si esto es así será recomendable mantener la vigencia de la medida hasta
el desarrollo de mayor actividad investigadora diligente por parte del Ministerio
Público.
La doctrina jurisprudencial
El fundamento 2.9 de la Casación 391-2011-Piura (doctrina jurisprudencial),
señala lo siguiente:
Así, ante una sindicación de la víctima por delito contra la libertad sexual, el
nuevo elemento de convicción no puede ser la declaración jurada de la propia
víctima que niega los hechos aunque cuente con firma fedateada notarialmente.
Tampoco servirá la ampliatoria en sede fiscal. La experiencia nos enseña, desde
una investigación con perspectiva de género, que esta declaración pudo haber
sido obtenida mediante mecanismos no legítimos, desde la amenaza del agresor
hasta una promesa de reconciliación o por la necesidad económica de la víctima
o su familia.
Asumiendo esta posición, ahora sí resulta consistente afirmar que para el cese
de prisión preventiva solo será posible el aporte de nuevos elementos de
convicción fácticos, pues el análisis de la norma aplicable ya fue realizado en la
audiencia de prisión preventiva. Todo cambio de calificación penal solo podrá
realizarse a partir de la existencia de nuevos elementos de convicción que a su
vez también podrán ser usados para el cese.
Sin embargo lo cierto es que en nuestro país no existen esos servicios. Entonces,
como estrategia, puede ser aconsejable que el defensor en audiencia guarde
silencio respecto a las pretensiones fiscales, sobre todo si no ha podido
conseguir la documentación completa, particularmente respecto al peligro
procesal. Si esto sucede, en el más breve plazo – el Código no señala ningún
plazo específico para intentar un cese de prisión preventiva – el defensor una
vez acopiada la información necesaria para acreditar el arraigo (por ejemplo)
podría válidamente solicitar la audiencia de cese. No se le podrá acusar de usar
elementos de convicción ya valorados en la audiencia de prisión preventiva,
pues al no haberlos usado ni sometido a debate en ella, todos tienen la calidad
de nuevos.
Los nuevos elementos de convicción deben tener calidad, más que cantidad. Se
pierde tiempo inútilmente repasando los ya evaluados. Se les debe mencionar,
sí, pero como antecedente. El debate debe centrarse en el nuevo elemento y
cómo es que afecta a los presupuestos de la prisión preventiva. En este caso es
imprescindible el silogismo aristotélico derivado de la premisa primaria del
elemento de convicción primigenio, premisa segunda del nuevo elemento de
convicción y la conclusión, referida a cómo es que queda destruido el
presupuesto de prisión que se pretende atacar.
Ello puede evitar las interminables audiencias de cese de prisión preventiva sin
norte preciso, más aún en casos en los que la comparecencia restrictiva suele ser
difícilmente amparable, sobre todo si hay flagrancia. Adicionalmente puede
hacer que las audiencias de cese sean más fructíferas, por lo menos en cuanto a
debate sustancial.
Conclusiones
La Corte Suprema de la República mediante la Casación 391-2011-Piura ha
determinado como doctrina jurisprudencial que para el cese de la prisión
preventiva se requiere que los nuevos elementos de convicción deberán haber
sido incorporados de manera legítima por el investigado.