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REEQUILIBRANDO LO MASCULINO Y LO FEMENINO

Seminario 10

©Anne Baring

©Traducción por M. B. Kundt

“Cuando la luna brille tan radiante como el sol, el Mesías vendrá.”

Dicho del Baal Shem Tov – un maestro Hasídico.

“La mujer se ve enfrentada con una gran tarea cultural; tal vez será el nacimiento de una nueva
era.”

Jung, Civilisation in Transition (Collected Works, vol. 10)

“En nuestro tiempo, en el que están activas fuerzas de resquebrajamiento tan amenazantes,
dividiendo pueblos, individuos y átomos, es doblemente necesario que aquellas que unen y
mantienen uniones se vuelvan efectivas: porque la vida está basada en la interacción armoniosa de
fuerzas masculinas y femeninas, tanto dentro del ser humano individual como fuera. Hacer que
estos opuestos se unan es una de las tareas más importantes de la psicoterapia de hoy en día.”

Emma Jung, Animus and Anima, 1955

“Un cambio trascendental está teniendo lugar en la psiquis contemporánea, una reconciliación
entre las dos grandes polaridades, una unión de los opuestos: un matrimonio sagrado entre lo
masculino, largamente dominante pero ahora alienado, y lo femenino, largamente suprimido pero
ahora en ascensión […] Nuestra época está debatiéndose para dar a luz a algo radicalmente nuevo
en la historia humana: Parece que estamos presenciando, sufriendo, la labor de parto de una
nueva realidad, una nueva forma de existencia humana, un “niño” que sería el fruto de este gran
matrimonio arquetípico.”

Richard Tarnas, The Passion of the Western Mind 1991

Como muestran estas citas, estamos viviendo hoy en un tiempo crucialmente importante – un
tiempo de elección en el que grandes descubrimientos están ampliando nuestra visión del
universo, destruyendo antiguos conceptos sobre la naturaleza, Dios y nosotros mismos. El frágil
organismo de la vida en nuestro planeta y la supervivencia de nuestra especie están amenazados
como nunca antes por las tecnologías manejadas por un ethos* materialista de conquista y control
de la naturaleza, tecnologías que son utilizadas con una absoluta indiferencia hacia los peligros
que implica nuestra interferencia en la compleja red de relaciones de la cual depende la vida del
planeta. La elección que se nos plantea es entre apegarnos a un ethos anticuado y desequilibrado
de control y dominación, y madurar más allá de él, hacia una capacidad más responsable y
sensible de relacionarnos entre nosotros y con nuestro medio ambiente. Si somos incapaces de
desarrollar esta capacidad empática y femenina de relacionarnos, seguramente nos destruiremos
a nosotros mismos. Cada uno de nosotros está involucrado al nivel más profundo con este proceso
de transformación que, en esencia, puede ser descrito como la rehabilitación del principio
femenino: naturaleza, alma, materia y mujer. El movimiento de conciencia en la cultura como un
todo va desde el modelo de sociedad dominadora, en el que buscamos controlar, manipular y
utilizar la vida para nuestra propia ventaja, hacia un modelo colaborativo que reconoce y respeta
la relación indisoluble que existe entre nosotros y toda la creación (ver Riane Eisler, The Chalice
and the Blade).

La llegada de esta profunda transformación cultural ha sido anunciada en este siglo por la caída de
varias estructuras: culturales, filosóficas, religiosas, maritales, morales, artísticas, políticas, sociales
y económicas. Todo esto sugiere que la humanidad está pasando por un difícil rito de pasaje, una
“noche oscura del alma” previa al nacimiento de una nueva conciencia.

Parece ser que estamos viviendo en medio de un despertar evolutivo de proporciones globales
que en esencia proviene de la ascensión del alma del mundo – una activación del principio
femenino expresada como la ley de relación y amor. Lo que hagamos o dejemos de hacer en este
momento no sólo afectará el curso de nuestras vidas personales, sino que colectivamente afectará
al tercer milenio y al futuro de nuestra especie, al igual que a la vida del planeta. La recuperación
del principio femenino requiere una reorientación de la conciencia – una receptividad que no sólo
nos abra a los eventos que ocurren en el mundo exterior, sino que además establezca un diálogo
con el mundo interior invisible –, volverse receptivo a la voz del alma. La activación del principio
femenino nos está ayudando a volvernos más equilibrados, articulando valores que respetan y
sirven a la vida y están basados en la compasión, la relación y la empatía. Nos está ayudando a
relacionarnos con la profunda fuente de nuestra vida física y a extraer las aguas vivientes de estas
profundidades.

Los primeros signos de esta transformación.

Hubo ciertos eventos que precipitaron el comienzo de esta transformación radical de nuestros
valores. En 1945, uno de ellos fue la impresionante revelación de la barbarie humana en el
descubrimiento de Auschwitz. El otro fueron la división del átomo y la destrucción de Hiroshima y
Nagasaki. Estos eventos separaron el pasado del futuro y dejaron en claro que, como dijo Einstein,
teníamos que cambiar nuestra forma de pensar o seguir ciegamente en una ruta que nos llevaría a
la catástrofe. Entonces tomamos conciencia de la amenaza que se cernía sobre el planeta desde
otro ángulo. La bióloga Rachel Carson fue la primera en sonar la alarma en 1962 con su libro Silent
Spring. Ella llamó la atención sobre la interdependencia de los órdenes humano, animal y vegetal
de la vida, y hacia el peligro de contaminar el aire, el suelo y el océano con peligrosos químicos
que en ese momento se utilizaban amplia e indiscriminadamente para controlar a los insectos. Ella
desafió al mito científico del control de la naturaleza, nacido, dijo, de la edad Neandertal de la
biología y la filosofía en la cual se suponía que la naturaleza existía para la conveniencia del
hombre. "Es nuestra alarmante desgracia," escribió, "que una ciencia tan primitiva se haya
armado a sí misma con las armas más terribles, y que al utilizarlas contra los insectos también las
esté usando contra la tierra." La furiosa cólera que despertó mostró el abismo de la ignorancia
humana sobre los sistemas interrelacionados de la vida planetaria y también el poder de las
actitudes arraigadas que se resistían a cualquier cambio.

Luego, en 1968, con la milagrosa visión del planeta desde la luna, ganamos una nueva visión de
nosotros mismos. Para muchos, esta fue una experiencia profundamente conmovedora y
asombrosa que despertó un nuevo sentido de relación con el planeta y una necesidad de superar
las rivalidades políticas que lo ponían en peligro. Comenzaron a aparecer libros escritos desde una
perspectiva absolutamente diferente – en 1972 Barbara Ward publicó Only One Earth: The Care
and Maintenance of a Small Planet; en 1975 Schumacher publicó Small is Beautiful. En 1972 Limits
to Growth, de Donella y Dennis Meadows trató el tema de la amenaza que la sobrepoblación
significaba para la tierra. En la primera mitad de los 80 los libros de Fritjof Capra, The Tao of
Physics y The Turning Point instalaron el tema de una transformación de nuestra actitud hacia la
tierra y la naturaleza, basándola en la ciencia de la física cuántica, la cual reveló que la vida es una
red indisoluble de relaciones y el observador una parte inseparable de lo observado.

En los 80 tomamos conciencia de la amenaza de un Invierno Nuclear que podía dejar a la


humanidad de vuelta en el principio de la evolución, contaminando el suelo y el agua con los
residuos de bombas nucleares mucho más poderosas que las usadas en Hiroshima. Empezamos a
temer el futuro y a cuestionar la carrera armamentista. La gente empezó a pensar en términos
planetarios, más que en términos nacionales o tribales, comprendiendo que teníamos que
trascender los antiguos hábitos, los antiguos patrones de comportamiento, si queríamos sobrevivir
como especie. El desencanto experimentado hacia los líderes políticos y religiosos fue parte de
este despertar, junto con la comprensión de que cada individuo tiene la responsabilidad de
desafiar al ethos dominante de la cultura – una responsabilidad resaltada por las palabras
proféticas de Jung: "el mundo pende de un único hilo y ese hilo es la psiquis del hombre." En 1982
el libro de Jonathan Schell, The Fate of the Earth, exploró gráficamente los aspectos morales de
continuar desarrollando armas nucleares.

Estos libros y muchos otros dejaron en claro que el destino de la especie humana estaba
inseparablemente relacionado con la vida de la tierra, haciéndose eco de la percepción de ciertos
pueblos nativos de que toda la vida es una: lo que le hacemos a la tierra, nos lo hacemos a
nosotros mismos. El libro de James Lovelock sobre la interrelación de todos los sistemas de la
tierra, en el cual llamó a la biósfera Gaia por la diosa griega de la Tierra, recuperó para el mundo
moderno la antigua imagen de la Tierra como Diosa. El Movimiento Verde nació del
reconocimiento de la amenaza que la contaminación industrial y química del aire, el agua y el
suelo representaban para la biósfera. Comenzaron a darse conferencias sobre el medio ambiente
desde 1972. Amigos de la Tierra fue fundado en 1971. Cincuenta años han visto la colocación de
los cimientos para una transformación de nuestra relación con el planeta, y la emergencia de
muchos grupos de individuos que se enfocan en protegerlo de los efectos de la ignorancia y
codicia humanas. Hombres y mujeres trabajando juntos forman una nueva entidad colectiva, ya no
de carácter tribal, que es sostenida por valores compartidos y un compromiso compartido de
implementarlos. En esta nueva colaboración mundial a favor de la vida, han sido colocados los
cimientos para el desarrollo de una imagen contemporánea de hombres y mujeres como custodios
sagrados de la Tierra – sagrados porque somos participantes de un universo que es cada vez más
reconocido como sagrado.

El instinto milenario de la mujer para nutrir y mantener la vida, el instinto del hombre de
protegerla y defenderla, se están expandiendo para abarcar la vida de la tierra. Un planeta al que
le ha tomado tres y medio billones de años evolucionar y convertirse en un órgano de conciencia a
través del cual la vida pudo llegar a conocerse a sí misma, puede estar amenazado; nuestra
supervivencia como especie es incierta. Antes de mucho, puede que no seamos capaces de alterar
el curso de los eventos que inconscientemente hemos puesto en movimiento. Sin embargo, en
respuesta a la urgencia de esta situación, estamos recuperando el antiguo sentimiento de relación
con una tierra y un cosmos sagrados. Estamos respondiendo al instinto que nos empuja a
convertirnos en guardianes de la vida, uniéndonos en comunidad para actuar por el bien de la
naturaleza, por nuestro propio bien, por el bien de la Tierra antes de que sea demasiado tarde.

En estos seminarios hemos explorado las razones de la pérdida del principio femenino y los mitos
que describen esta pérdida. He intentado explicar cómo hemos pasado de una relación
participatoria con la vida (en la que no existía un sentido independiente del ego y la
individualidad), a una fase de separación durante la cual perdimos nuestro sentido de
participación en el nivel más profundo de la vida pero desarrollamos un fuerte sentido de la
individualidad. Durante esta fase de separación nuestros instintos y sentimientos se separaron
cada vez más de nuestra mente y nuestro intelecto, por lo cual se ha desarrollado en nosotros un
gran quiebre entre los aspectos conscientes e inconscientes de nuestra psiquis. Recapitularé
brevemente los efectos de esta fase.

Los efectos de la fase de separación:

1. Nuestro concepto de Dios o Espíritu es trascendente y no trascendente e inmanente a la vez. La


Divinidad no incluye ninguna dimensión femenina. La Trinidad Cristiana fue definida con una
imaginería totalmente masculina. Ni el judaísmo ni el islam incluyen el arquetipo femenino en su
imagen de Dios.

2. Con la pérdida de la imagen femenina del espíritu, el concepto de alma como una realidad
invisible y conectiva se perdió. Como resultado la naturaleza y la materia fueron progresivamente
desacralizadas. La Tierra ya no es Diosa y Madre.

3. El Mito de la Caída y la Doctrina del Pecado Original tuvieron un inmenso impacto en la psiquis
occidental. La mujer, el cuerpo y la sexualidad fueron eficazmente demonizados y se convirtieron
en el blanco de todo tipo de proyecciones negativas. La mujer fue identificada con Eva, quien trajo
el pecado, el sufrimiento y la muerte al mundo.

4. La filosofía de reduccionismo científico que ahora domina nuestra cultura (no la ciencia en sí
misma) es el resultado de este proceso histórico de 4000 años de la pérdida del valor femenino.
Los reduccionistas científicos consideran a la mente humana como algo superior y a la materia
como algo sometido al hombre, dispuesto para ser usado y manipulado como él decida. La
Naturaleza y la Tierra ya no son sagradas como una vez lo fueron. La materia es algo muerto,
inanimado.

Creo que en este punto sería útil definir las principales imágenes y cualidades asociadas con el
principio masculino y el femenino.

El Principio Femenino es el patrón arquetípico de:

Relación

Conexión

Contención

Conceptos asociados con lo Femenino:

El alma (personal y universal)

Lo no-racional o irracional

Lo inconsciente

Ser (opuesto a Hacer)

Principales imágenes asociadas con lo Femenino:


luna, mar, agua, tierra, naturaleza, cuerpo, materia

el corazón (origen del sentir), el hemisferio derecho del cerebro

la rosa y el lirio, la paloma, el círculo o esfera, el laberinto y el meandro

Facultades innatas asociadas con lo Femenino:

instinto, intuición, emoción, sentimiento

la imaginación

Atributos más altos asociados con lo Femenino:

Justicia, Sabiduría, Compasión, Amor

la capacidad de alimentar, proteger, cuidar

El Principio Masculino es el patrón arquetípico de:

Conciencia, conciencia del ego

Razón, racionalidad, lógica

Orientación tenaz hacia una meta

Estructura y Orden

Hacer (opuesto a Ser)

Principales imágenes asociadas con lo Masculino:

espíritu, mente, intelecto, hemisferio izquierdo del cerebro

el héroe, la empresa (en la mitología)

el sol, el cielo, el águila, la línea recta, el cuadrado

Facultades innatas asociadas con lo Masculino:

Pensamiento: linear, lógico, analítico


Habilidad de enfocarse en una meta

Habilidad de hacer que las ideas se manifiesten

Habilidad de ejercer control; auto-control

Atributos superiores asociados con lo Masculino:

Justicia, Discernimiento, Discriminación (hacer la elección correcta)

La capacidad de proteger

El matrimonio entre el principio masculino y el femenino.

Ahora estamos entrando en una nueva fase de una relación participatoria conscientemente vivida
entre nosotros y con la vida del planeta – una fase que puede ser imaginada como un matrimonio
en todos los niveles: un matrimonio entre espíritu y naturaleza; mente, alma y cuerpo; pensar,
sentir y la experiencia sensorial. Este matrimonio se ilustra en el siguiente diagrama, que muestra
cómo necesitamos reconectar los aspectos femeninos y masculinos de nuestro ser, creando una
relación con lo femenino – con el alma, con el cuerpo, con la vida del planeta.
Como parte de este matrimonio, se necesita un nuevo lenguaje poético que nos nutra de una
percepción de la vida en esencia abarcativa, animista y lunar, un lenguaje de la Imaginación. Esto
nos permitiría redescubrir nuestra relación participatoria con la naturaleza de una forma
absolutamente nueva, una forma consciente y sin embargo sensitiva. La imaginación aplicada en
este sentido crea una relación entre todas las partes del alma, conectando instinto, emoción,
sentimiento, intuición y pensamiento.

Al perder contacto con las raíces más profundas del alma, los grandes temas de la mitología y la
literatura nos guiaron hacia una reconexión con ellas: el largo viaje de Odiseo de vuelta a casa con
Penélope, el viaje de Dante al inframundo y su reunión con Beatrice, la Búsqueda del Santo Grial –
estas grandes creaciones de la imaginación humana nos dieron una imagen femenina del alma
como matriz, guía y meta. Ahora, al final de este milenio y al amanecer de uno nuevo, vemos el
principio femenino resurgir para salir al encuentro del principio masculino. Vemos el principio
masculino saliendo al encuentro del femenino y vemos cómo un matrimonio lentamente tiene
lugar. Al mismo tiempo, vemos un gran desorden en el orden social a medida que los viejos
patrones sociales y las viejas instituciones construidas sobre los mitos de separación y
distanciamiento se desintegran cada vez más. También vemos el surgimiento del
fundamentalismo, que es un intento de perpetuar el sistema controlador del antiguo orden y una
desesperada necesidad de aferrarse a las certezas.

La influencia del principio femenino es responsable de la creciente participación de las mujeres en


nuestra cultura, del crecimiento del movimiento ecológico, del interés en lo llamado no-racional,
de muchas nuevas formas de curar la psiquis y el cuerpo, de la creciente preocupación por las
víctimas de las catástrofes creadas por nuestra adicción a las armas y a la guerra. Juntos, estos
diferentes canales de influencia están generando nuevas formas de vivir que unen cuerpo, alma,
mente y espíritu. Nos unen a todos en una relación más estrecha, para trabajar juntos con el
objetivo de rescatar este planeta y las vidas de las futuras generaciones de nuestros hábitos
inconscientes de comportamiento.

La crisis de nuestros tiempos no sólo es una crisis ecológica sino también una crisis del alma. Las
respuestas que buscamos no van a venir de la limitada conciencia que todavía rige la cultura sino
de una percepción más profunda nacida de la unión del corazón y la cabeza, trayendo la revelación
de que toda la vida es espíritu, toda la vida es sagrada. El aspecto femenino del espíritu está
reentrando en la conciencia humana en respuesta a la necesidad de un equilibrio físico, una
comprensión más profunda, una totalidad, que nos ayuden a recuperar una perspectiva de la vida
que se ha ido perdiendo cada vez más hasta que hemos llegado a vivir sin ella, sin reconocer nada
más grande que la mente humana. Es un tiempo peligroso pero también es una inmensa
oportunidad de lograr un avance evolutivo, si sólo podemos entender qué esta pasando y por qué.

En la mayoría de las culturas antiguas, ha existido una imagen de la profunda relación e


interdependencia de los principios masculino y femenino. En China, existió la imagen del Tao como
una unión complementaria de Yin y Yang; en el Tibet, la fusión de los aspectos de la fuerza vital
creadora, imaginados como un dios y una diosa; en India, la imagen de la unión de Shiva y Shakti;
en la antigua enseñanza de la Cábala existe el concepto (pero ninguna imagen) de la unión del
Sagrado y Su Shekinah; en nuestra propia cultura cristiana, existe la imagen de la Coronación de la
Virgen representada en los magníficos cuadros y esculturas que adornan nuestras catedrales. El
más antiguo de ellos es el hermoso mosaico en la iglesia de Santa Maria, en Trastevere, Roma.
Todas estas imágenes reflejan una conciencia intuitiva de la relación indisoluble de los dos
aspectos principales de la vida tanto en la dimensión del alma cósmica de la que sabemos tan poco
como en nuestras propias relaciones humanas.

La obra de Jung se enfocó en elevar el relegado aspecto femenino de la vida a una situación de
paridad con el masculino de manera que estuvieran equilibrados, tanto dentro de la psiquis como
dentro de la cultura. En un libro tardío sobre alquimia, escribió: "La vida quiere crear nuevas
formas, y, por lo tanto, cuando un dogma pierde su vitalidad, debe forzosamente activar el
arquetipo que siempre ha ayudado al hombre a expresar el misterio del alma."

Jung se dio cuenta de que en las bulas papales de 1950 y 1954 algo tremendamente importante
estaba sucediendo en la psiquis colectiva: el anhelo de los católicos, comenzado 1000 años atrás,
de tener una imagen de la madre divina – una Reina del Cielo – en la Divinidad, estaba siendo
respondido. En 1950, en respuesta a incontables peticiones, la Virgen María fue finalmente
decretada "Aceptada en el Cielo, en Cuerpo y Alma" y en 1954 fue nombrada Reina del Cielo,
restaurando así a su dimensión cósmica la imagen que la Diosa alguna vez tuvo en las grandes
civilizaciones de la Edad de Bronce. (La reciente petición (agosto 1997) de que la Virgen María sea
declarada co-redentora junto con Cristo es parte del mismo impulso psíquico que busca la
rehabilitación del principio femenino). Jung interpretó la elevación del cuerpo y del alma de la
Virgen María como un reflejo del despertar del principio femenino en la conciencia humana, que
tendría efectos de largo alcance a medida que fueran asimiladas las implicaciones de este hecho.
Arquetípicamente hablando, la reunión de la materia con el espíritu estaba preparándose.
Conociendo la historia mitológica y cultural que había presenciado la larga represión y relegación
del principio femenino, él vio las Bulas Papales como un síntoma de esta rehabilitación. La
segunda Bula anticipó una nueva imagen del matrimonio sagrado, el antiguo ritual que una vez
celebró la unión del cielo y la tierra.

El impulso de transformación implícito en el deseo de reemplazar el antiguo sistemas de creencias


que, (durante la fase de separación) ha separado la naturaleza del espíritu, por una nueva
comprensión que los reúna, restaura el aspecto femenino del Espíritu Santo – "Ella que fue
elevada desde la eternidad, desde el principio […] cuyos consejos son más profundos que el gran
abismo." La imagen de Sofía o Sabiduría Divina, ahora reconocida cada vez más por muchas
mujeres como progresivamente activa en nuestra cultura, nos está equilibrando, guiando la mente
de vuelta a casa, a sus raíces en el alma, despertando la más profunda imaginación del corazón, el
campo creativo de nuestro ser. A través del concepto de alma cósmica como la gran red de la vida,
podría decirse que un creciente impulso en el alma colectiva de la humanidad nos está enseñando
a confiar en y a proteger la vida, a trabajar con la Sabiduría como una presencia divina, abriendo
nuestro entendimiento al conocimiento de que no somos algo intrínsecamente separado del
universo sino parte de su mismo ser.

La recuperación del principio femenino ha sido como el descubrimiento de un preciado tesoro.


Una nueva imagen del espíritu como la totalidad de todo lo que es está comenzando a devolver la
naturaleza, la naturaleza humana, la materia y el cuerpo al reino de lo sagrado. Le está dando a la
mujer voz y valor y una imagen sagrada de sí misma. Por sobre todo, está recuperando para
nosotros la imagen perdida el alma y nos está reconectando con nuestros instintos y liberando
nuestra imaginación creativa. Está llevando a cabo una profunda alquimia por debajo de la
superficie de nuestra cultura. Mujeres y hombres están participando por igual en un proceso de
transformación que está dando a luz a un nuevo enfoque social, uno cuyo énfasis ya no está
puesto sobre el poder y el control sino sobre la relación y una mayor conciencia de la conexión
entre todos los sistemas de la vida. La frase "la conquista de la naturaleza" está siendo
reemplazada por la recuperación de la conciencia de que la humanidad y la naturaleza participan
de una realidad más profunda y aún no explorada que los abarca a ambos. La conciencia ecológica
se está convirtiendo en una prioridad para todo el mundo. Los hombres al igual que las mujeres
están empezando a responder al inmenso desafío de definir y vivir un nuevo rol responsable en
relación con nuestro hogar planetario.
La relación cambiante entre hombres y mujeres.

Mirando hacia el pasado, el siglo XII fue la época en la cual la idea del amor romántico apareció
por primera vez en Europa. El amor cortés cantado por trovadores cambió la actitud de los
hombres hacia las mujeres y el estereotipo negativo de la mujer que había prevalecido a través de
la cultura cristiana desde el siglo III DC. Los trovadores cantaban sobre un amor por la mujer que
exaltaba su belleza, compasión, inteligencia y cocimientos. Ella se convirtió en la inspiración de las
buenas maneras corteses y de los hechos caballerescos al servicio de valores más finos que los que
generalmente prevalecían en esa época. Las Cortes de Amor establecidas por dos sobresalientes
mujeres en Francia, Leonor de Aquitania y su hija, Marie de Francia, ejercieron una inmensa
influencia cultural. En el mismo siglo la historia de Eloisa y Abelardo, aunque trágica en cuanto al
destino de ambos, estableció un nuevo patrón de relación entre hombre y mujer – uno de
compañía basada en una equivalencia de talentos e intereses. En las leyendas sobre el Grial los
caballeros eran presentados como hombres que iban en busca del más alto símbolo del valor
femenino y que servían y protegían a la mujer, protegían a los vulnerables, y rescataban a aquellos
que se encontraban en peligro debido a los instintos predatorios del hombre. Pero este nuevo
impulso no podía ser rotundamente establecido en la totalidad de la sociedad debido a la
brutalidad general de la época (de la cual las Cruzadas son un perfecto ejemplo), aunque sí tuvo
cabida en la literatura, la poesía y el arte. En nuestra época, el amor romántico es considerado
como la principal razón para contraer matrimonio. Pero la alta taza de divorcios y el número de
mujeres criando solas a sus hijos muestra que existe una gran tensión entre hombres y mujeres
que no está siendo resuelta.

Una de las expresiones más importantes del nuevo impulso es el Movimiento Feminista. Parece
que los valores que este movimiento está luchando por articular son valores que están en las
etapas iniciales de convertirse en los nuevos valores dominantes. No parecen aún ser apoyados
vigorosamente por las instituciones políticas y religiosas (aunque se les da apoyo verbal), pero los
eventos mundiales los están empujando rápidamente hacia una expresión más coherente. Los
hombres todavía están a cargo de las instituciones en todas partes y los viejos valores masculinos
todavía son predominantes, pero están retirándose, como el lento encogimiento de los glaciares al
final de una edad de hielo. La "adaptación" entre la antigua imagen de la mujer y las mujeres
modernas no es buena, y tanto hombres como mujeres están trabajando para ajustarla en las
presentes convulsiones de sus relaciones. Muchos hombres, perceptivos hacia el hecho de que las
cosas tienen que cambiar, están cambiándose a sí mismos, desarrollando su perspicacia y
comprensión, y están ayudando y alentando a las mujeres a tener un rol más activo y articulado en
el mundo. Pero, al mismo tiempo, las costumbres tribales, los prejuicios masculinos y las creencias
religiosas todavía bloquean la emergencia de millones de mujeres a su verdadero potencial.
Equilibrando lo Masculino y lo Femenino.

Cuando las polaridades masculina y femenina están en equilibro en todos los niveles, hay fluidez,
relación, flujo de energía, complementariedad, totalidad. Esta fluidez y equilibrio están ilustrados
en la imagen Taoísta de la relación y complementariedad del Yin y el Yang. ¿Podemos nosotros, en
los más amplios términos, definir lo femenino como un patrón de energía contenedor: receptivo,
conectivo, contenedor, que mantiene a todas las cosas relacionadas entre sí; y a lo masculino
como un patrón expansivo de energía: buscando extensión y expansión hacia lo que hay más allá?
Más específicamente, ¿podemos ver a lo femenino como un reflejo de la matriz instintiva y los
valores sensitivos de la conciencia; y a lo masculino como un reflejo de la búsqueda, definición de
metas, orden, estructuración, cualidades discriminantes de la conciencia, generalmente asociadas
con la mente o el intelecto? Durante milenios las mujeres han vivido más cerca del primer patrón;
los hombres del segundo. Pero ahora, existe un profundo impulso para equilibrar y unir estos
patrones arquetípicos de energía dentro de nosotros mismos y por lo tanto dentro de nuestra
cultura. Existe una urgente necesidad de mitigar dentro de cada uno de nosotros –tanto hombres
como mujeres– el presente énfasis excesivo puesto en el valor masculino, con un esfuerzo
consciente para recuperar e integrar al valor femenino.

Remitiéndonos al seminario número 9 sobre el dragón y la sombra, en el nivel arquetípico más


profundo, la sombra incluye todo lo relacionado con las dimensiones no reconocidas de la
conciencia que actúan sobre nosotros y a través de nosotros en formas que nosotros no
percibimos o no comprendemos. Si persistimos en negarnos a nosotros mismos el acceso a estas
dimensiones más profundas de la conciencia, el espíritu humano se contrae, se empobrece, y es
guiado por el instinto inconsciente que no puede evolucionar en la dirección que desea. La
imaginación entonces se vuelve destructora de la vida en vez de estimuladora de la vida (como la
naturaleza demoníaca de nuestras armas de destrucción masiva y la brutalidad y violencia que se
muestran en la televisión y en las películas).

En segundo lugar, también hay que considerar la sombra de una civilización – una civilización
creada por las actitudes y creencias colectivas formadas a lo largo de milenios, que pueden haber
favorecido el florecimiento de ciertos aspectos de nuestra naturaleza y la represión o negación de
otros. Para poner un ejemplo: la civilización occidental ha puesto gran énfasis en el desarrollo de
la mente y la tecnología requerida para asegurar el dominio de la naturaleza y estándares
materiales de vida superiores. Las cualidades más femeninas –la capacidad de relacionarse con
otros, el respeto por el medio ambiente y los profundos misterios de la vida– no han sido
enfatizadas y desarrolladas de la misma manera. A causa de este énfasis unilateral, la psiquis
occidental no está completamente desarrollada, equilibrada e integrada. El intelecto y las
habilidades prácticas (la tecnología) han sido desarrollados en alto grado. Pero la intuición y los
sentimientos no han sido desarrollados y estas dos funciones son las que ahora están reclamando
nuestra atención.
Las vidas de las mujeres fueron radicalmente transformadas por el papel activo que jugaron en la
Segunda Guerra Mundial, por el mayor acceso a la educación y por la anticoncepción que les ha
permitido tener menos hijos y por consiguiente más energía y tiempo disponible para otros
intereses. La rebelión de la mujer moderna contra las costumbres milenarias de la cultura
patriarcal expresada en el movimiento feminista (con raíces en los siglos XVIII y XIX) también ha
liberado a muchas mujeres de una vida confinada y disminuida. Están accediendo a un amplio
rango de profesiones que no existían 50 años atrás. Esto representa una enorme expansión de sus
dones creativos y un gran enriquecimiento de la cultura. Pero existen dos grandes problemas.
Primero, a las mujeres todavía les resulta considerablemente difícil valorarse a sí mismas.
Segundo, a causa de esta desconfianza hacia sí mismas, se ven llevadas a copiar el ethos y el
comportamiento masculinos al ingresar al mundo más allá de sus casas.

A causa del largo énfasis que se ha puesto en la inferioridad y culpabilidad de las mujeres, la
irrelevancia de sus pensamientos y sentimientos, y la insistencia en que su único rol era ser madre
y servir a su marido y a la comunidad, la maternidad es ahora vista como un estado de servilismo e
insignificancia. Hoy en día muchas mujeres rechazan la imagen de sí mismas como “sólo una ama
de casa” debido a la imagen negativa asociada en el pasado con ser mujer y madre.
Recientemente conocí una mujer alemana, madre de cinco hijos (dos de ellos discapacitados) que
dijo que se sentía inferior e inadecuada cuando estaba con mujeres profesionales. Sentía que no
tenía nada de valor para decir o aportar y que nadie estaba interesado en sus opiniones. Tantas
madres repiten sus palabras, generalmente en la frase “Soy sólo una madre (o ama de casa)." Le
respondí que yo estaba escribiendo un libro para mujeres como ella cuya profunda devoción y
cuidado por la vida que han traído al mundo es la más profunda contribución, el valor espiritual
más elevado que es posible expresar. Le pregunté si alguna vez se había querido y alabado a sí
misma, si alguna vez había dicho “Soy valiosa para la vida, para mis hijos y mi esposo, para la
comunidad, por el amor y cuidado que les doy a aquellos que amo”. Si alguna vez se había parado
a pensar en sus necesidades físicas o emocionales, se había regalado a sí misma una hora de
descanso, alabado a sí misma por todo lo que hacía. Me contestó que no, que nunca había
pensado en hacer ninguna de esas cosas.

Existe el peligro de que al buscar poder e igualdad con los hombres para que su voz y sus dones
sean reconocidos, la mujer inconscientemente rechace la mismísima base que le da, a través de su
experiencia milenaria como guardiana de la vida, algo de suprema importancia que decir. Creo que
la palabra “guardiana” es apropiada aquí porque la mujer tiene un instinto profundamente
integrado que la lleva a cuidar la vida que ha traído al mundo hasta que ésta es suficientemente
fuerte para cuidarse a sí misma. A las mujeres les importan más las personas que las teorías, más
las relaciones que las ideas. En todas las comunidades, hasta donde yo sé, las mujeres cuidan a los
jóvenes y a los ancianos. En algunas siembran y recogen todas las cosechas que proveen comida;
en todas preparan la comida para alimentar a sus familias. Su preocupación principal incluso
cuando ellas mismas se ven amenazadas por la inanición o la muerte, es la supervivencia y el
bienestar de sus hijos. Mantienen unida a la comunidad, integrando la vida de los ancianos y
enfermos con la de los jóvenes mediante la red de relaciones solidarias que generan. Son de gran
ayuda y apoyo las unas para con las otras. Las mujeres están comenzando a tomar conciencia de
que si el medio ambiente está amenazado la salud y las vidas de sus hijos estarán en peligro. La
educación les ha dado voz a algunas mujeres, pero hay que enfrentar la inmensa tarea de permitir
a muchos otros millones que tengan un papel más activo y articulado en la vida de la sociedad
(como están haciendo las Madres argentinas y rusas). Por sobre todo existe la necesidad de que
las mujeres valoren su rol como mujeres y madres si los catastróficos efectos sociales y psíquicos
de su larga desvalorización y subordinación (a menudo inconscientemente causada por ellas
mismas al igual que por la sociedad) han de ser revertidos, y si la transmisión de está visión
empequeñecida de las mujeres a las nuevas generaciones de hijos e hijas ha de ser detenida.

Por miles de años el rol del hombre ha sido definido como el de guerrero y protector de la
comunidad, y su vida se enfocó principalmente en alcanzar una posición de poder y dominación en
el mundo y en extender su rol de cazador al de proveedor y protector de su familia. Ahora, con la
mujer dejando su hogar y entrando al ruedo del mundo, a menudo en competencia con él, el
antiguo patrón está dejando lugar a un rol diferente para ambos – como compañeros y socios el
uno del otro – frecuentemente compartiendo el cuidado doméstico de sus hijos y las
responsabilidades de ganar suficiente dinero para atender a sus necesidades. Aunque
acompañadas por grandes tumultos y tensiones, la percepción que la mujer tiene del hombre y la
que el hombre tiene de la mujer están cambiando, y con ellas, un patrón estereotipado y
desgastado de sus relaciones que ha disminuido a las mujeres y separado a los hombres de sus
sentimientos. Hay tres conceptos profundamente imbuidos con los cuales las mujeres todavía se
topan a medida que crecen en esta cultura:

1. La idea de que es probable que el hombre tenga la razón y la mujer esté equivocada respecto a
un tema sobre el cual la voz masculina ha prevalecido durante siglos – esto se aplica a todo lo que
tiene que ver con religión, política, economía, medicina, ciencia y guerra. La voz de la mujer en
tiempos de guerra es simplemente irrelevante (por ejemplo, en la guerra de Irak).

2. La idea de que el hombre es racional y no es dominado por sus emociones y la mujer es


irracional, sujeta a sus cambiantes e inestables emociones.

3. La idea de que el poder de razonamiento del hombre es superior al de la mujer.

A causa de estas creencias culturales profundamente arraigadas, es muy difícil para la mujer no
dar el valor supremo al principio masculino. Con su emergencia en una sociedad masculina,
educada y equipada para ganar su propio sustento y para competir con los hombres, la mujer
pierde los valores de receptividad, relación y sentimiento que ha guardado durante tanto tiempo
para la cultura sin el debido reconocimiento y apreciación. La mujer conlleva la imagen de los
valores del alma y los sentimientos; y el hombre la imagen de la mente y la capacidad de actuar en
el mundo. Durante siglos, el hombre ha proyectado su alma en la mujer e inconscientemente la ha
visto como la portadora de sus valores sentimentales. Durante siglos el hombre ha sido inspirado
por ella tanto personal como arquetípicamente (como la Virgen María, por ejemplo), para crear las
más sublimes obras de arte – poesía, literatura, pintura, arquitectura, música. Al mismo tiempo,
bajo la poderosa influencia de las tres religiones patriarcales que han dominado nuestra cultura, el
hombre ha intentado controlar, reprimir y denigrar a la mujer. Durante siglos las mujeres tuvieron
que soportar la doble carga de ser consideradas inferiores a los hombres y de ser incapaces de
desarrollar sus dones en el ruedo que se extiende más allá del hogar. Ahora, a causa de la
anticoncepción y los más altos estándares de vida, los patrones de las relaciones entre hombres y
mujeres, que permanecieron fijos por milenios, están cambiando.

Este cambio es profundamente amenazante para los hombres porque exige que aprendan ahora a
relacionarse con su alma y a descubrir dentro de sí mismos los relegados valores femeninos. Ya
que las mujeres y estos valores sentimentales han sido despreciados como inferiores, esto es
extremadamente difícil. Muchos hombres simplemente no pueden establecer esta nueva relación
con algo que inconscientemente consideran inferior a ellos. Al mismo tiempo, con un profundo
desasosiego, se dan cuenta de que la mujer ya no es la persona que ha sido por siglos. Ya no es
pasiva, receptiva, obediente, empática, placable y adaptable a las necesidades y demandas del
hombre y enfocada en el hogar. El hogar para muchos hombres ya no es un santuario; la vida de la
mujer ya no está centrada en él y esto es profundamente desorientador y perturbador para ellos.
Algunos simplemente ven a la mujer como un objeto para la gratificación de sus deseos sexuales y
como su rival en un mundo competitivo. (La pornografía refleja la visión inconsciente de las
mujeres que ha estado instalada desde los tiempos griegos o desde antes, de que ella existe para
servir a la gratificación sexual del hombre).

Este cambio también es profundamente amenazante para las mujeres, pero por diferentes
razones. Durante siglos ella ha confiado en los hombres para que carguen para ella las cualidades
masculinas e intelectuales latentes en su propia naturaleza. Aunque los hombres individuales la
han amado y valorado profundamente como su compañera y como la inspiración de su trabajo, las
creencias culturales han inculcado en ella por siglos la idea de que lo que ella es y hace es inferior
y menos importante que lo que el hombre es y hace, de manera que es extremadamente difícil
cambiar esta creencia profundamente arraigada, defender sus sentimientos y encontrar la
confianza para expresar sus ideas y sentimientos en nuevas áreas. Si la mujer inconscientemente
copia el ethos (porque no se valora a sí misma) que rige a la cultura y se adapta a metas
masculinas y al ethos masculino de obtención de poder, dominación y control, puede que rechace
los valiosos valores sentimentales que guarda para la cultura al igual que para sí misma y para sus
hijos, más que llevarlos al mundo y expresarlos en esa nueva área. Exige un gran esfuerzo de
conciencia percibir estos valores y articularlos y mantenerlos. Y exige un esfuerzo aun más grande
desafiar las ideas negativas heredadas de los siglos pasados sobre la inferioridad, perversidad,
falta de creatividad y de fiabilidad de su naturaleza.

Los efectos del desequilibrio.


Cuando no hay relación y balance entre el principio masculino y el femenino (como se los definió
más arriba) ya sea dentro del hombre o de la mujer, el principio masculino se vuelve
patológicamente exagerado, desmedido; el principio femenino patológicamente disminuido,
inarticulado, inefectivo. Los síntomas de un principio masculino patológico son rigidez,
inflexibilidad dogmática, omnipotencia, y una obsesión o adicción por el poder y el control (el
fundamentalismo y la actual expansión del poder político y militar). Habrá una definición clara de
los objetivos pero ninguna receptividad a las ideas y valores que entren en conflicto con esos
objetivos. El horizonte de la imaginación humana estará restringido por una censura evidente o
sutil. Podemos ver esta patología reflejada hoy en día en el comportamiento inescrupuloso que
rige los medios, la política, y el ímpetu tecnológico del mundo moderno. (Estados Unidos es al
presente el ejemplo perfecto de esta patología). Podemos ver el impulso predatorio de adquirir o
conquistar nuevos territorios en la lucha por la preeminencia militar y política, en el deseo de
tener el control global de los mercados mundiales, en la ideología del crecimiento constante, en
las nuevas tecnologías como la modificación genética de la comida. Vemos una competitividad
exagerada – la necesidad de ir más lejos, crecer más rápido, alcanzar más, adquirir más, elevada al
nivel de un culto. Existe un desprecio por los valores sentimentales basados en la experiencia de
las relaciones con otros y con el medio ambiente. Existe una sexualidad predatoria y compulsiva
tanto en los hombres como en las mujeres, que pierden cada vez más la capacidad de relacionarse
los unos con los otros. Se da una continua expansión en un sentido lineal pero ninguna expansión
en cuanto a profundidad, en cuanto a comprensión. La presión de las cosas que hay que hacer y
adquirir se acelera constantemente. Si los hombres y las mujeres no son conscientes de la inmensa
presión de ajustarse a este ethos, fácilmente pueden caer presas de él, ya que hay pocos modelos
que encarnen los valores menos estridentes.

¿El resultado?: agotamiento, ansiedad, depresión y enfermedad, que afectan a más y más
personas. No hay tiempo ni espacio para las relaciones humanas. Las personas se valoran entre sí
de acuerdo a cuán poderosos, exitosos, famosos o útiles son. No se ven en términos de su
humanidad, su vulnerabilidad, su necesidad. Cuando no se reconocen los valores sentimentales,
no hay tiempo para las relaciones. Los hombres y las mujeres y, sobre todo, los niños, se
convierten en víctimas de este ethos duro, competitivo e indiferente cuyo resultado ha sido que
un tercio de los matrimonios terminen en divorcio y que más de 100.000 chicos de menos de 16
años (en el Reino Unido) abandonen sus hogares porque esos hogares se han vuelto intolerables.
(Obsérvese también la total despreocupación por el sufrimiento de los civiles en la guerra). Las
mujeres, en su afán de ser aceptadas en un mundo gobernado por los hombres, y ya que el valor
femenino no tiene una definición clara ni reconocimiento en nuestra cultura, pueden verse
empujadas a copiar una imagen patológica de lo masculino, que en sí mismo incorpora un
profundo temor hacia lo femenino. Así es que hoy existe el riesgo de un doble rechazo de lo
femenino, por parte de los hombres y por parte de las mujeres.

Jung repetidamente señaló el hecho de que el destino de la tierra depende del individuo – de la
capacidad de mujeres y hombres de relacionarse con su alma, de volverse conscientes y valorar
esa parte de sí mismos que conocen tan poco – de sus sentimientos e instintos más profundos que
son la raíz y sostén de su imaginación creativa. Esta dimensión instintiva de nosotros mismos, tan
distanciada de nuestra conciencia, tan poco explorada y entendida, es la matriz de nuestra vida
creativa, y es inconmensurablemente más antigua y a veces más sabia que el aspecto más
recientemente desarrollado de nosotros mismos que llamamos mente. Volvernos conscientes de
esta dimensión instintiva de nosotros mismos y del inmenso campo de relaciones y experiencias
que abarca constituye un avance evolutivo, porque, hasta que aprendamos a relacionarnos con
ella, a integrar los valores que implica con nuestro más familiar y enfocado intelecto, seguimos
siendo emocionalmente inmaduros, presa de impulsos y complejos inconscientes. La imaginación
y la libertad psíquica, al igual que la creatividad de toda una cultura, pueden quedar mutiladas
cuando hay tan poco conocimiento de y relación con la dimensión de los sentimientos e instintos.

Las cualidades masculinas en la mujer y las cualidades femeninas en el hombre.

“Cada hombre lleva dentro de sí la imagen eterna de la mujer, no la imagen de esta o aquella
mujer, sino una imagen femenina definida […] Lo mismo se aplica a la mujer: ella también tiene
una imagen innata del hombre.” Jung.

Existen 3 influencias principales de las que necesitamos volvernos conscientes:

1. La influencia en las relaciones entre hombres y mujeres de una experiencia colectiva masculina
y femenina (incluyendo experiencia de mamíferos).

2. Los conceptos heredados o culturalmente impuestos que los hombres y mujeres modernos
tienen los unos de los otros. En los medios se ven los estereotipos y cómo se intenta mantenerlos.
"Todos los hombres son de esta forma; todas las mujeres de aquella." Las mujeres en particular
tienden a ser demasiado poco conscientes y a conformarse demasiado con estos roles
estereotipados.

3. Influencia de los padres.

La mujer lleva en lo profundo de su formación instintiva no sólo la memoria de toda la experiencia


de ser mujer en este planeta sino también una imagen del hombre formada a partir de toda la
experiencia femenina sobre el hombre a través de las edades. Todo hombre lleva en su formación
instintiva la memoria de toda la experiencia masculina, pero también una imagen de la mujer
formada a partir de toda la experiencia masculina sobre la mujer. Estas imágenes son los
arquetipos de la experiencia colectiva que datan de millones de años, y forman las lentes a través
de las cuales los hombres y las mujeres inconsciente e instintivamente se relacionan con el sexo
opuesto. Superpuesta sobre esta base está la influencia de la madre y el padre de cada individuo,
que forman la imagen de la mujer para el hombre y del hombre para la mujer. De igual forma, la
experiencia de la madre contribuye a la formación de la imagen de lo femenino para la hija y la
experiencia del padre a la de la imagen del hombre para el hijo. Así que es importante preguntarse
a uno mismo cómo fue esta experiencia y cómo lo ha formado e influido a uno. ¿Cuál fue la calidad
de la imagen paternal del hombre y la mujer y la relación de los padres entre ellos – fue una
imagen negativa o positiva, ayudó a enriquecer la vida o a destruirla? ¿Cuáles son los sentimientos
asociados con mamá y papá – confianza y amor o desconfianza y miedo?

Jung sugirió que las mujeres necesitan ahora integrar las cualidades masculinas con su ser
femenino para no “permanecer atrapadas en una feminidad anticuada, puramente instintiva,
perdidas y solas en el mundo de los hombres.” Y también que los hombres necesitan aventurarse
en el territorio de la psiquis si quieren encontrar a las mujeres en el camino. Este difícil proceso de
integrar el patrón sexual opuesto tanto en hombres como en mujeres está gradualmente dando a
luz una sensibilidad más profunda hacia el otro y una capacidad más profunda de relacionarse a
muchos niveles. También está dando a luz una calidad de comprensión que ha sido definida
recientemente como “inteligencia emocional” – una nueva habilidad en las relaciones
interpersonales, para entender, responder y manejar las emociones más efectivamente, que tiene
un gran potencial para mejorar muchos aspectos de nuestras vidas, no menos las vidas de
nuestros hijos.

Una de las ideas de Jung que es difícil de entender es que el hombre ve a la mujer como algo
completamente ‘otro’, que no es él mismo, y sin embargo ve en ella la imagen proyectada del
aspecto femenino de su propia naturaleza del cual no es consciente y con el cual no tiene ninguna
relación. Él busca relacionarse a través de la mujer con ese aspecto de su naturaleza del cual no es
consciente y que necesita desarrollar dentro de sí mismo. Pasa lo mismo con la mujer que ve en el
hombre la imagen proyectada del aspecto masculino de su naturaleza del cual no es consciente y
con el cual no está del todo en contacto. Ella busca experimentar este elemento masculino
desconocido en su naturaleza a través de su relación con un hombre, y adaptará su vida a la de él
hasta que descubra sus propios objetivos en la vida y los medios para alcanzarlos. La pregunta que
tanto hombres como mujeres deben hacerse es:

1. ¿Qué imagen inconsciente de lo femenino y lo masculino (negativa o positiva) tengo y cómo


podría tomar más conciencia de ella?

2. ¿Qué influencias y experiencias tanto personales como colectivas han formado esta imagen:
paternales, religiosas, sociales, mediáticas, etc.? Y, ¿es una imagen verdadera y completa? A
menudo sucede que los hombres y las mujeres proyectan en el sexo opuesto aquello que está
menos desarrollado, es inferior e inconsciente en sí mismos. (La Princesa Diana fue receptáculo de
muchas proyecciones, positivas y negativas, tanto de parte de hombres como de parte de mujeres.
Estas proyecciones son muy reveladoras en cuanto a la psiquis de las personas de quienes
provinieron).
Generalmente hablando, parece que a los hombres se les está pidiendo que se vuelvan más
sensibles y receptivos y a las mujeres que sean más seguras, que tengan una mayor capacidad de
discernimiento y que se nutran a sí mismas (y no a otros), en su manera de vivir sus vidas. Estos,
en este momento, pueden ser potenciales inconscientes que aún deben ser desarrollados dentro
de los hombres y las mujeres, particularmente en los hombres y mujeres más jóvenes. Volvernos
más conscientes de esta situación puede ayudarnos a desarrollar esas características que, como
parte de un estereotipo cultural, fueron previamente proyectadas en el sexo opuesto. De manera
que la necesidad no es tanto de “cambiarlas” sino de ver qué puede ser cambiado dentro de
nosotros. Esto constituye otro aspecto de la toma de conciencia consciente del potencial oculto en
la parte desconocida de nuestra naturaleza.

Seguridad no quiere decir agresión. El movimiento Feminista, que ataca al patriarcado como la
causa del sufrimiento de la mujer, es a veces dominado por la furia latente sepultada en la sombra
colectiva de las mujeres, y no puede ver que los hombres también han sido profundamente
lastimados a través de la imagen disminuida de lo femenino y que la situación que enfrentamos
hoy es problemática para ambos sexos. Las mujeres a menudo actúan con la masculinidad inferior
y explosivamente agresiva que deploran y atacan en los hombres, igual que los hombres pueden
actuar con la feminidad inferior y manipuladora que temen y desprecian en las mujeres. Cuanto
más alejada está una mujer de sus raíces instintivas y de sus valores sentimentales, más posible es
que sea controlada por la arcaica necesidad de poder que es parte de su naturaleza. Cuanto más
alejado está un hombre de sus valores sentimentales, más rígido, dogmático y controlador se
vuelve, y más determinado a atacar y eliminar a un oponente.

Una escritora llamada Helen Luke comenta sobre esta situación: "Al mirar atrás hacia la
extremadamente rápida emergencia de la mujer al mundo masculino de pensamiento y acción en
este siglo, no es sorprendente que haya caído en un desprecio cada vez mayor por sus propios
valores […] Sus efectos han sido devastadores no sólo para la mujer misma sino también para los
hombres que se encuentran a su alrededor. Porque la masculinidad inconsciente en una mujer,
cuando ha tomado posesión de su feminidad, tiene un poder aterrador, armado como está con la
numinosidad del instinto, y la mayoría de los hombres, cuando se enfrentan con este poder en sus
mujeres, o se retiran hacia una feminidad pasiva inferior, buscando aplacar este poder, o
reaccionan con una masculinidad brutalmente agresiva. No es de extrañar que tales mujeres,
habiendo perdido sus verdaderas raíces en su naturaleza femenina, se vean constantemente
asaltadas por la angustiosa sensación de ser inútiles, no importa cuán exitosas aparenten ser."

Una definición diferente de la Creatividad.


Generalmente, la cultura hoy en día parece marcar una diferencia entre la creatividad del trabajo
intelectual o artístico y la no-creatividad y el tedio del trabajo físico que gira en torno al cuidado de
los niños, la cocina, la limpieza y la atención general de las actividades mundanas involucradas en
la administración de una casa. Esta diferencia es una reliquia de nuestro pasado, acostumbrado a
despreciar la materia, y debe ser arrancada de raíz de nuestra psiquis y arrojada a la pila de las
ideas obsoletas. Desafortunadamente, es una convicción profundamente arraigada en muchas
mujeres que son intelectualmente dotadas y que utilizan su intelecto como una manera de
alejarse de todas las cosas físicas que desprecian porque, inconscientemente, las asocian con el
desvalorizado rol de la mujer en el pasado – posiblemente con la vida trillada y subordinada de sus
madres. A las mujeres intelectuales a veces les resulta difícil desarrollar habilidades culinarias, y
pueden no prestar atención ni preocuparse por su cuerpo. Aquellas que hacen la elección de
quedarse en casa para cuidar de sus hijos pueden sentirse disminuidas en una cultura que ahora
está poniendo gran énfasis en las mujeres que salen a trabajar, y a veces envidian secretamente a
sus hermanas que llegan alto, y por lo tanto reniegan del propio camino que han elegido.

Muchas mujeres se ven forzadas por razones financieras y contra su instinto a dejar a sus hijos en
guarderías durante el día, y esto les crea conflictos y culpa. Otras están agradecidas de delegar el
cuidado de sus hijos a otros y enfocarse en sus carreras.

Necesitamos una nueva definición de la creatividad. La creatividad no es sólo hacer, tener éxito,
alcanzar objetivos. La creatividad también es receptividad, responder a las ideas y a las otras
personas con candidez y aliento, y también a las propias intuiciones e ideas. La verdadera
creatividad se desarrolla precisamente a partir del despreciado instinto. Si éste es bloqueado por
un rechazo de todo lo instintivo, la mujer en cuestión correrá el riesgo de separarse de sus raíces.
Puede que tenga éxito en el mundo del intelecto, pero es posible que tenga grandes dificultades
con sus relaciones. "Una mujer nace para ser esencial y completamente una mujer, y cuanto más
profunda y conscientemente sea capaz de conocer y relacionarse con el poder creativo que existe
dentro de ella, (y no de ser controlada por él), es más seguro que se de cuenta de esta verdad. Una
de las características más aterradoras de nuestra presente era es la desesperación por destruir las
diferencias, reducir todo a una horrible monotonía en la causa por la “igualdad”. El profundo poder
creativo de la mujer nunca puede desarrollarse al máximo si ella está atrapada en una imitación
inconsciente del hombre." (Helen Luke).

Patrones sobre los que hay que estar atentos:

1. El antagonismo inconsciente de los hombres hacia las mujeres proviene de un profundo miedo
que ellos tienen, posiblemente porque la mujer es aquello totalmente desconocido, totalmente
“otro”, pero también quizás porque los hombres llegan al mundo desde los cuerpos de las mujeres
y dependen de sus madres durante su niñez y adolescencia. Los hombres, particularmente los
hombres artísticamente creativos (escritores, pintores, músicos), tienen una profunda y a menudo
inconsciente dependencia emocional de la mujer, por su amor y su apoyo y también porque es ella
quien se ocupa de los detalles prácticos de la vida diaria. En tales hombres puede existir una muy
profunda dependencia hacia la mujer como “madre”, incluso es posible que ella los mantenga
económicamente. Sin embargo, puede que inconscientemente se sientan resentidos por esta
dependencia, y puede existir una tendencia compensatoria a menospreciar y criticar a la mujer
para contrarrestarla. (Estos es particularmente cierto en aquellos hombres que pierden a sus
madres durante su niñez o que tienen madres destructivas o muy controladoras o han sido
abandonados por ellas porque murieron o por otras razones).

2. Es absolutamente esencial por el bienestar de sus hijos que una mujer no permita que su
compañero la critique y humille frente a otras personas, pero particularmente frente a sus hijos.
Esto no sólo les da una imagen distorsionada de cómo los hombres tratan a las mujeres, sino que
además programa su inconsciente para repetir el mismo patrón con sus propios compañeros el día
de mañana. Asimismo, es importante que una mujer intente tomar conciencia sobre las ocasiones
en que puede estar sutilmente menospreciando, amonestando o socavando a su compañero al
igual que aquellas en que él le hace esto a ella. Intenten escuchar lo que cada uno está diciendo.
Escríbanlo o grábenlo. Después reprodúzcanlo y escúchenlo, tanto las palabra como el tono de
voz, no de una manera recriminatoria, como “¿ves?, ya sabes lo que quiero decir”, sino poniendo
humor a la situación, verdaderamente escuchando lo que uno está diciendo sobre el otro. Luego
pregúntense “¿de verdad hago esto o aquello?”, “¿Te molesta?”, o digan “De verdad duele cuando
dices eso, me siento humillado, menospreciado por tu actitud y tus palabras.”

3. Equilibren "Ser" y "Hacer." Es importante ver dónde uno está llevando una vida desequilibrada,
enfocado en la actividad constante, demasiado trabajo, particularmente si uno es extrovertido
(ver la vida de Miriam Stoppard), o, alternativamente, la tendencia a prestar demasiada atención y
responder a las necesidades físicas o emocionales de los demás (a menudo por culpa y por una
necesidad inconsciente de ser alabado). Las mujeres son expertas en explotar esta culpa en otras
mujeres. La presión que tienen las mujeres de fusionar dos vidas en una (trabajar
profesionalmente y ocuparse de la casa y de los hijos) es tremenda, y debe ser resistida y, cuando
es posible, equilibrada. Sentimientos o síntomas de estrés, agotamiento, resentimiento e ira
requieren que se les preste atención y que se haga un esfuerzo para bajar la velocidad e intentar
equilibrar la vida, viviendo una fase a la vez. Si esto no se hace, la salud física o una relación
gratificante con un compañero e hijos pueden desmoronarse. Si algo dentro tuyo te dice “Esto no
se siente bien o esto se siente mal” (a menudo una sensación de agotamiento corporal) ¡detente!

4. Pónganse límites a ustedes mismas y a su familia – límites para no exigirse demasiado. Las
mujeres que tienen un sentido pobremente establecido del valor propio tienden a dejar que otras
personas invadan sus límites en todo tipo de formas, usualmente jugando con su culpa
inconsciente. Tomen conciencia de cuándo estás siendo agredidas o forzadas a entregarse y a
cuidar de otros todo el tiempo. Sin límites, la mujer puede fácilmente caer en el rol de mártir o
víctima.
5. Encuentren formas de reconocer el enojo y el dolor y dejarlos ir. La tensión entre los hombres y
las mujeres y el hecho de que hoy no haya un horizonte (espiritual) más allá de la relación con su
compañero hacia el que mirar, significa que tanto hombres como mujeres proyectan todo tipo de
necesidades emocionales los unos en los otros y llevan una poderosa carga de expectativas y
desilusiones. Más que esperar que su compañero cumpla con todas sus necesidades emocionales,
vean en qué casos éstas pueden ser cumplidas por uno mismo, definiendo exactamente cuáles
son. Sean conscientes de su propia programación en lo que respecta a no reconocer y responder a
sus necesidades. Traten de desarrollar una mayor autosuficiencia y una mayor autoestima en vez
de una mayor dependencia.

6. Presten atención al lenguaje de poder y a los patrones de manipulación que ambos sexos
utilizan para escalar a una posición superior, ya sea en la familia o en situaciones laborales.
Observen la perversidad, inescrupulosidad, depredación sexual y envidia reflejados en muchas
revistas para mujeres. A menudo una mujer que lucha por llegar a la cima no lo hace por amor a
ello, sino solamente para sentirse valiosa a través del ejercicio del poder. Debajo de la
personalidad superficial hay una profundad inseguridad y una inhabilidad para establecer
relaciones.

7. Intenten entender el poder impulsor del instinto que nos lleva a perseguir objetivos y puede
pasar por encima de los valores sentimentales. (Jung llamó a este poder impulsor animus porque
refleja el ethos masculino culturalmente impuesto). Cuídense de la tendencia a culparse
constantemente a sí mismas por no estar a la altura de un ideal imaginado (a menudo
culturalmente impuesto) de realización o comportamiento. Pregúntense qué es bueno para
ustedes personalmente. Patrones típicos de auto-culpa son la creencia de que todo lo que una
está haciendo no es suficiente o de que una ha hecho algo mal. Muchas mujeres sienten que no
son apreciadas, que los demás ni siquiera reparan en ellas. Frases típicas son: “Tengo que hacer
más”; “Debería hacer mayores esfuerzos”; “Todo lo que estoy haciendo no es suficiente”; “Soy un
fracaso” (comparada con un ideal imaginado), “Tengo que convertirme en esto, eso o aquello;
esforzarme más; no ser tan indulgente conmigo misma”. “Debería” y “tengo que” son palabras de
las que hay que cuidarse. Vean cómo esta voz interior controladora no permitirá ningún descanso
cuando tome control de ustedes; cómo destruye la autoestima, devora su placer espontáneo por
la vida, consume su energía e interfiere con su trabajo creativo. Intenten captar el diálogo a
menudo semi-consciente que está teniendo lugar y escriban lo que dice cada vez que puedan.

A veces este impulso está asociado con el deseo de probar que una está en posición de igual con
los hombres; a veces es la presión de la familia o de las expectativas colectivas; a veces es el
resultado de una profunda herida psíquica o física de la niñez. (En sus sueños aparecerán animales
sufrientes o heridos). Un progenitor en quien se halla impreso este impulso desequilibrado puede
decir, como la madre de John McEnroe: "Nunca he sido una persona que acepte el segundo lugar;
incluso si Johnnie obtenía 95% en este o aquel examen, yo quería saber qué había pasado con el
5% faltante. Creó que fui más dura con él que su padre." ¡No es sorprendente que Johnnie no
pueda relacionarse fácilmente con las mujeres y crezca con un impulso rabioso de tener éxito y un
temperamento terrible!

La historia de la Bella y la Bestia puede entenderse como una maravillosa alegoría sobre la
transformación acaecida en una mujer del poder inconsciente del instinto (como bestia) en
príncipe y esposo. Cualquier mujer que sueñe con perder su anillo (símbolo de lo femenino) puede
preguntarse en qué punto está perdiendo contacto con o traicionando a sus valores
sentimentales. Miren los inmensos tesoros que la bestia guarda y ofrenda una vez que ha sido
establecida una relación empática con el instinto.

Helen Luke escribe: "El instinto de lo femenino es precisamente no usar nada, sino simplemente
dar y recibir. Esta es la naturaleza de la tierra – recibir la semilla y alimentar las raíces – para
proteger y facilitar el crecimiento en la oscuridad de manera que ésta pueda salir hacia la luz […]
¿Cómo harán las mujeres para recuperar su reverencia y su gozo por este gran arquetipo cuyos
símbolos han sido siempre la tierra, la luna, la oscuridad y el océano, madre de todo? Si podemos
recuperar en nosotros mismos la belleza oculta de esta devoción receptiva; si podemos aprender a
estar quietos sin inacción, a fomentar la vida sin un propósito manipulador, a servir sin demandar
prestigio, y a nutrir sin dominar, entonces seremos nuevamente mujeres desde cuya tierra la luz
podrá brillar.“

Hay un dicho que reza: “Cuando la luna brille tan radiante como el sol, el Mesías vendrá.” La
mujer, en su lucha por entenderse a sí misma y articular los más altos valores del principio
femenino, podría hacer que la luna empiece a brillar de manera que equilibre el brillo solar de
nuestra conciencia presente. Reconociendo su depresión, su sufrimiento, su anhelo de superar la
subordinación e impotencia de su experiencia pasada, articulando y apoyando sus valores más
profundos, ella puede alcanzar algo verdaderamente heroico y extraordinario para la vida, algo
que la humanidad reconocerá y atesorará en los siglos por venir.

El despertar de cada mujer a su valor es parte de la emergencia a la conciencia de estos valores


femeninos. Es como si un inmenso nacimiento estuviera teniendo lugar en la psiquis colectiva de
las mujeres, como si estuvieran dando a luz la conciencia de un nuevo rol en la sociedad. Este
nacimiento es algo que se requiere de ellas por parte de la dinámica evolutiva que está actuando
en todas las mujeres de todo el mundo. Es experimentado por las mujeres como algo
profundamente turbador y difícil, y también como algo espiritual y numinoso a lo que tienen que
responder con todo su ser. Al darse la mujer a luz a sí misma, a la conciencia de su valor, los
valores femeninos emergerán completamente a la conciencia de la humanidad que durante tanto
tiempo ha sufrido su supresión y rechazo. La mujer, en su esfuerzo por expresar la quintaesencia
de su ser, está ayudando a hacer que la luna brille tan resplandeciente como el sol. Cada mujer
que se da a luz a sí misma, cada hombre que nutre los valores femeninos en sí mismo y los expresa
en su vida, contribuye a la disminución del sufrimiento humano y al crecimiento de la conciencia
humana. Los hombres y las mujeres pueden ser parteros los unos de los otros en este nacimiento,
ayudándose, apoyándose y alentándose.
Por esta razón, nada es tan importante como el que la mujer se rescate a sí misma. Esto es algo
que a ella le resulta sumamente difícil de aceptar, porque en el pasado el impulso de su naturaleza
ha sido responder a las necesidades de los demás. El hecho de que ella misma es quien más
necesita su propia ayuda, apoyo y comprensión, es el primer paso para lustrar la luna. Brillará tan
radiante como el sol sólo cuando la mujer se haya convertido en el Orfeo de su propia Eurídice y se
haya rescatado a sí misma de los “poderes del inframundo”, que simbolizan su inconciencia de su
propio valor. Cuando ella recupere sus propios valores verdaderos, rescatará al hombre de su
esclavitud a los valores que están poniendo en peligro al mundo, y lo ayudará a implementar los
cambios que son esenciales para nuestra supervivencia. Rilke describió (en 1903) la emergencia de
un nuevo tipo de mujer, una que es funcional en el mundo y que está en contacto con las
estancias más profundas de su alma:

"La niña y la mujer en su nuevo desarrollo individual serán sólo imitadoras pasajeras del buen o
mal comportamiento masculino, y repetidoras de las profesiones masculinas. Después de la
incertidumbre de tales transiciones se verá que las mujeres han pasado por las exuberancias y
vicisitudes de esos (a menudo ridículos) disfraces, sólo para purificar su ser más esencial de la
influencia tergiversadora del otro sexo […] Esta humanidad de la mujer, nacida de dolores y
degradaciones, saldrá a la luz cuando ella se haya desprendido de las convenciones de la mera
feminidad por las alteraciones de su situación exterior, y los hombres que hoy no lo sienten venir
quedarán sorprendidos e impresionados por ello. Un día la niña estará aquí, y la mujer cuyo
nombre ya no significará simplemente el opuesto de la masculinidad, sino algo en sí mismo, algo
que no nos hace pensar en ningún complemento o limitación, sino en la vida y la existencia: el ser
humano femenino."

*ethos: del Griego, se refiere al grupo de normas y reglas de conducta de una época determinada.
N de T.

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