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Kassim era joyero y trabajaba para las grandes casas, siendo su especialidad el montaje de las
piedras preciosas, con más arranque comercial hubiera sido mucho más rico pero a los 35 años
proseguía en su pieza. Kassim tenía una mujer hermosa de origen callejero y a sus 20 años
aceptó a Kassim. Cuanto ganaba Kassim era para María. Los domingos trabajaba también a fin
de poderle ofrecer un suplemento. Cuando María deseaba una joya, Kassim trabajaba de
noche. Siempre tuvieron discusiones sobre que Kassim nunca le regalaba joyas, vestidos o
cosas por el estilo.
Una noche, Kassim se quedó hasta las 3 de la mañana haciendo una joya; María muy contenta
se ponía a discutir luego porque no le había regalado nunca un vestido. Una tarde, Kassim notó
la falta de un prendedor (5 mi pesos en 2 solitarios), y se dio cuenta de que María lo tenía
puesto, pero María no lo quiso devolver llevándoselo al teatro. De vuelta del teatro, María lo
colocó sobre el velador y Kassim se lo llevo y fue a guardar el prendedor bajo llave. Entregaron
a Kassim un solitario para montar, el brillante más admirable que hubiera pasado jamás por sus
manos. María se volvió loca por las joyas y deseaba con mucho fervor este solitario que tenía
Kassim, sobrepasando el límite de Kassim. Cuando María ya estaba durmiendo, Kassim terminó
de montar el solitario (2 de la mañana) y se lo enterró en el corazón de María.
Es un capítulo que trata sobre el principal motivo de los abandonos de los buques, que sin
duda eran las tempestades y los incendios que dejan a la deriva a estos gigantes esqueletos.
Pero hay oras causas particulares como el que le sucedió al “María Margarita” que zarpó de
Nueva York el 24 de agosto de 1903 y que el 26 del mismo mes fue encontrado vacío
completamente, pero todo en perfecto orden y sin ninguna señal de pánico. Una noche,
camino a Europa, reunidos en el puente, un grupo de gente hablaba sobre este tema; alguna
concurrencia femenina creía que las águilas pudieron haberse llevado la tripulación pero el
narrador sabía algo a partir de su propia experiencia: una vez, junto a su tripulación,
encontraron un buque a vela, en donde no se hallaba nadie y todo se encontraba en perfecto
orden y su última anotación en el diario daba cuenta de hace 4 días atrás. 8 hombres
decidieron quedarse a bordo para el gobierno de aquel nuevo buque, pero al día siguiente
todos los tripulantes que se habían quedado habían desaparecido. Porque 6 nuevos tripulantes
se animaron de nuevo para quedarse en este buque a vela que habían encontrado; primero
decidieron beber para olvidar las preocupaciones y producto de un sonambulismo moroso
empezaron a arrojarse al agua hasta que no quedó nadie más que el narrador porque no se
sintió en una defensa angustiosa
A la deriva
Paulino fue mordido por una serpiente yaracacusú, una serpiente venenosa oriunda de
Paraguay y Argentina. Él la mata con su machete para evitar ser mordido otra vez.
Inmediatamente se siente el área de la mordida muy afectada. Realiza varias acciones en su
hogar como amarrarse el área con un pañuelo. Su esposa Dorotea le da caña, pero él siente
que es agua. El dolor lo siente insoportable. Su pie se pone lívido con aparente gangrena y el
dolor ya lo siente en toda la pierna. Se da cuenta de que tiene que ser atendido por un
médico. Inicia un viaje en su canoa por el río Paraná hacia Tacurú Pucú, el pueblo vecino,
donde espera que le salven la vida. El viaje le tomaría cinco horas.
La pierna la siente demasiado enferma. Piensa que no podrá llegar solo y decide pedirle ayuda
a su compadre Alves con quien estaba disgustado, pero pensó que en esta situación difícil no le
negaría la ayuda. Sin embargo, cuando lo llamó, éste no le contestó.
Decide seguir en su canoa por el río de la costa paraguaya. A orillas de éste, el paisaje es
exuberante, agresivo y lúgubre como presagio o cómplice de un final trágico. Sin embargo,
mientras observaba el paisaje, sintió que el dolor estaba desapareciendo, la sed disminuía y
podía respirar mejor. Esto le dio esperanzas de que iba a mejorar. Pensó que el veneno se
había ido o que algún milagro había ocurrido porque sin duda se sentía mucho mejor. Ya no
sentía nada, sólo se sentía un poco somnoliento. Comenzó a divagar entre varios recuerdos.
Pensó que si su compadre aún vivía en el mismo lugar y si cuando llegara al pueblo se
encontraría con su viejo patrón Douglas. Ya había caído la tarde y se sentía un agradable olor a
flores y a miel. Observó un par de guacamayos en el cielo.
En este punto la canoa está a la deriva. El hombre comenzó a delirar y a pensar en cosas
triviales. Según él, se sentía cada vez mejor. No obstante, sentía helado todo su cuerpo y
dificultad para respirar. Se pregunta cuál será la razón porque él pensaba que estaba
totalmente curado.
Sigue delirando en cuanto al tiempo que hace que no ve a su ex-patrón Dougald. También
divaga en relación al día que conoció al recibidor de maderas de Mister Dougald: si fue un
viernes o jueves santo. Finalmente, estira los dedos de la mano y muere.
La insolación
La historia se narra desde la perspectiva de los perros que viven en una finca en una región
calurosa. Old es el cachorro y Milk es su padre. El dueño se llama Mister Jones, un señor que
bebe mucho. Un día se les aparece una figura. El cachorro se emociona porque cree que es
Mister Jones y trata de acercarse a su dueño, pero los otros perros le advierten que es la
muerte y que su aparición significa que pronto alguien se va a morir. Los perros se preocupan
por esta señal y siguen a su amo a todas partes porque viven muy contentos con Mister Jones y
les teme la idea de tener un nuevo amo que les maltrate. La muerte vuelve a aparecerse pero
esta vez se lleva a un caballo, por lo que los perros piensan que es posible que no se lleve a
Mister Jones. No obstante, mientras Mister Jones está en la finca trabajando bajo un sol
ardiente, viene la muerte y se lo lleva. El hermano de Mister Jones viene a liquidar toda la
finca, y los perros se dividen entre la gente indígena, y se convierten en perros hambrientos y
sarnosos.
El alambre de púas
Trata sobre un par de caballos que arrancan de un corral y observan como una agrupación de
vacas atraviesan los corrales gracias a un toro que hace pedazos las barreras que separan a
éstos para comer de otros corrales. Este es el toro Barigüí, que al pasar por segunda vez al
rancho del chacarero la cual sus alambres estaban reforzados, murió desangrando por grandes
heridas en el lomo y la panza. El toro pudo haber sobrevivido pero su dueño decidió carnearlo
para comérselo.
“LOS MENSÚ”
Este cuento nos habla de 2 personajes llamados Cayetano Maidana y Esteban Podeley que
eran peones y después de largos meses en los obrajes vuelven a la posada en el Silex gozosos
de derrochar en mujeres y alcohol su paga para volver a trabajar en otro lugar por largo
tiempo. Al fin encuentran a las muchachas, gozan, se alcoholizan, gastan en ropa ya que el men
sú posee undesprendimiento brutal de su dinero.
Así después de eso se remontaron al río a su nuevo lugar de trabajo, Cayetano llevó a su
compañera y a su revólver el cual perdió en el juego en cambio Podeley gano el collar de la
muchacha, jabones de olor y medias así fue el viaje para empezar de nuevo con la vida de
obraje. Podeley era buen peón. En el bosque hizo su cobertizo y su jornada terminaba en
sábado cuando lavaba su ropa y se surtía de todo lo necesario para la siguiente semana. Sin
embargo Cayetano meditaba su fuga pero le faltaba su revólver, aprovechando que su mujer
huyo con otro, este se la vendió a cambio de una pistola. En el otoño y con los chubascos los
mensú se enfermaban cosa que sucedió con Pödeley, al cual su patrón no quiso dejar
recuperarse. Como estaba bastante enfermo decidió huir, escaparse junto con Cayetano un
domingo descubiertos tuvieron que escapar de los tiros y de sus perseguidores internándose
en el bosque para posteriormente haciendo una especie de balsa huir por el río, pero
desgraciadamente por la lluvia y el agua helada.
Podeley murió cuando llegaron a El Silex y Cayetano ya en tierra volvió a emborracharse con
otro nuevo contrato.
La gallina degollada
El matrimonio Mazzini Ferraz eran muy felices hasta que comenzaron a procrear. Su primer
hijo varón nació hermoso y saludable. Sin embargo, cuando tuvo año y medio de nacido le dio
la enfermedad de meningitis, la cual le causó daños físicos y mentales severos. Este mismo
problema de salud se repitió en los próximos tres hijos que varones que tuvieron. Los niños
perdieron la inteligencia y la capacidad para hablar, moverse y caminar. Quedaron como
idiotas. Sus edades fluctuaban entre ocho y doce años y habían sido mínimos los progresos que
habían tenido. Se pasaban el día mirando fijamente hacia una pared de ladrillo y haciendo
ruidos ininteligibles.
La pareja comenzó a discutir sobre quién había tenido la culpa acerca de la enfermedad de
sus hijos. La madre decía que la habían heredado de su abuelo paterno quien había muerto de
delirio. El padre decía que la herencia venía por el lado materno ya que ella aparentaba tener
tuberculosis. El padre los cuidaba un poco, pero la madre nunca los atendía. La sirvienta les
proveía cuidados mínimos. Carecían totalmente de atención adecuada y de cariño.
Finalmente, tuvieron una hermosa hija a quien llamaron Bertita. Para su alegría, ella no
heredó la enfermedad. Ambos padres descuidaron totalmente a los niños para darle todas las
atenciones y amor a su hija menor.
Un día la sirvienta degolló una gallina para servirla en el almuerzo. Este acto llamó la
atención de los niños, quienes se quedaron observando fijamente la acción, pero fueron
echados brutalmente de la cocina hacia el patio por la sirvienta.
Más tarde, los padres salieron a dar un paseo con la niña. Cuando regresaron, Bertita corrió
sola hacia el patio donde estaban sus hermanos y trató de brincar el cerco. Los hermanos la
miraron fijamente, la agarraron por una pierna, la llevaron a la cocina y le hicieron exactamente
lo mismo que la sirvienta había hecho con la gallina en la mañana.
El padre encontró a la niña desangrada en la cocina y dio un grito de horror. La madre corrió
hacia la cocina, pero su esposo impidió que viera la trágica escena. Cuando vio el piso
inundado de sangre comprendió lo que había pasado dando un grito y un ronco suspiro.
El almohadón de plumas
Yaguaí
El cuento trata sobre un hombre llamado Candiyú que quiere conseguir un gramófono que
posee su jefe, míster Hall. Sin embargo, el precio del mismo (cincuenta pesos) es demasiado
para Candiyú. A pesar de esto, míster Hall le ofrece darle el gramófono y algunos discos si
pesca en el rio vigas de palo rosa. A Candiyú le parece imposible porque el palo rosa es raro y,
por lo tanto, muy apreciado como madera para muebles, pero como conocía muy bien su oficio
acepta la propuesta, pensando que es demasiado buena para dejarla pasar ya que de verdad
deseaba mucho el instrumento. Castelhum quería trasladar vigas al Paraná pero no tenía la
plata para el transporte y encima había un gran temporal. Comienzan a mandar las vigas por el
Paraná río abajo. Había una barrera flotante que si bien contuvo las primeras vigas pero luego
cedió. Candiyú cabalgaba en el río y vio las vigas sueltas las logró remolcar, con mucho
esfuerzo.
La miel silvestre
Una vez concluidos sus estudios de contaduría pública, Gabriel Benincasa tuvo el
extraño deseo de aderezar su existencia con dos o tres choques de vida intensa. Para
ello, nada mejor que la selva, en donde quizá podría encontrar alguna fiera y
dispararle virilmente con su Winchester. Se dirigió a las tierras de su padrino, calzando
sus recias botas y, una vez llegado, quiso ponerse manos a la obra. Mas el padrino,
sabedor de la tradicional incompetencia que los citadinos suelen ostentar a la hora de
sobrevivir en la selva, lo convence de que espere al siguiente día para que un peón lo
guíe sin que se haga daño. A la segunda noche, Benincasa es despertado de pronto
por el padrino y entonces, a la luz de las farolas, ve un río de hormigas que su padrino
y dos peones tratan de mantener a raya regando creolina en el piso. Es la corrección,
un torrente de hormigas pequeñas, negras y brillantes, que marchan arrasando con
todo ser viviente que encuentren a su paso, y dejando sólo un esqueleto pulido, sin
rastro alguno de carne. Al siguiente día, Benincasa regresa al monte, pero esta vez
sólo con un machete, mucho más útil para abrir caminos entre las espesura de la
maleza. Y cuando está por regresar, le llama la atención un tronco hueco en cuyo
agujero patrullaban algunas abejas. Engolosinado de antemano, decide robar un poco
de miel, sin sospechar que con ello labraba su propia perdición, porque la miel le
causó efectos narcóticos y paralizantes, con lo que, pese a su terrible angustia, se
quedó dormido en el tronco hueco, sin posibilidades de defenderse del río invasor de
la corrección, que lo devoraría hasta dejar su esqueleto pulcro aún ataviado con la
ropa, tal como su padrino lo encontraría dos días después.