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PRODUCCIÓN DE TEXTOS

CURSO DE INGRESO

2017
Ingreso 2017: Producción de Textos
Material de Trabajo

PRESENTACIÓN
El ingreso a la Universidad es un momento clave en las trayectorias educativas de los estudian-
tes, ya que se trata del pasaje del nivel secundario al nivel de educación superior. Un punto de
inflexión en la vida, porque se abre una nueva etapa de experiencias, socialización y en muchos
casos la novedad de vivir en otra ciudad. En este camino los estudiantes se encuentran con
nuevos desafíos, nuevas prácticas y reglas institucionales. Organizar sus tiempos de estudio,
elegir qué materias cursar y en qué cátedras, realizar las primeras lecturas y producciones, es
parte del aprendizaje.
Argentina es uno de los pocos países del mundo en que la educación universitaria es pública,
gratuita, laica y de excelencia. El acceso a la Universidad Pública es un derecho y en nuestro
caso, la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata sostiene una política
inclusiva y promueve la continuidad y la permanencia en los estudios superiores a través de
cursos de ingreso niveladores y no eliminatorios.
Producción de Textos es una materia introductoria destinada a todos los ingresantes a la Facul-
tad y tiene como principal objetivo ofrecer herramientas básicas que permitan a los estudiantes
iniciarse en la lectura crítica y la escritura académica.
En las clases se hará hincapié en la contextualización y el análisis crítico de los textos; los usos
y estrategias del lenguaje; el posicionamiento ideológico subyacente en cada texto. Intentar
develar lo contingente en aquello que se muestra como verdad revelada, permitirá comprender
que la palabra, la cultura y el arte, son constructores de sentidos.

OBJETIVOS
- Desarrollar estrategias para el estudio y la producción de textos académicos y argu-
mentativos.
- Analizar los textos desde su contexto socio-histórico de producción y en tanto cons-
tructores de sentido.
- Desarrollar la auto-corrección y reelaboración de textos.
- Propiciar el trabajo en grupos, el intercambio de opiniones y la capacidad de síntesis.

METODOLOGÍA DE TRABAJO EN CLASE


El trabajo en grupos es clave en el curso de ingreso, ya que fomenta los primeros lazos éntre los
estudiantes a la vez que promueve el intercambio de opiniones en el momento del análisis de los
textos. Se sugiere que los docentes propicien y guíen el debate entre los estudiantes, así como
también la puesta en común de los trabajos realizados. A su vez, se contemplan instancias de
producción individual.
Los docentes presentarán los objetivos y actividades, explicando los conceptos claves para su
abordaje, procurando tener siempre en cuenta el carácter introductorio de la materia.
Asimismo, los docentes corregirán los trabajos consignados realizando la devolución de los
mismos en la siguiente clase.

MODALIDAD
La modalidad es presencial, de carácter obligatorio. Los estudiantes deberán entregar la totali-
dad de los Trabajos Prácticos y asistir como mínimo al 80% de las clases.

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
DURACIÓN
La asignatura se dictará del jueves 9 de febrero al jueves 2 de marzo 2017. Contempla 4 (cuatro)
encuentros de 4 hs. reloj cada uno.
La duración del curso de ingreso que comprende a las asignaturas específicas de cada carrera
se extiende desde el lunes 6 de febrero al viernes 3 de marzo de 2017.

INFORMACIÓN DE UTILIDAD PARA EL INGRESANTE


Todas las asignaturas correspondientes al Curso de ingreso son de carácter introductorio y de
presentación general de temas básicos de cada área disciplinar. Ninguna implica el desarrollo
de contenidos específicos de asignaturas de la carrera.

Asignatura Carreras que cursan, días y horarios Cantidad


de clases
Producción de Textos Todas las carreras. Jueves.
Turnos: 9 a 13, 13.30 a 17.30, 18 a 22 4
Introducción al Lenguaje Visual Plástica, DCV, Historia del Arte y
Multimedia. Viernes.
Turnos: 9 a 13, 13.30 a 17.30, 18 a 22 4
Introducción al Lenguaje Musical Música. Lunes y miércoles.
Turnos: 9 a 13, 13.30 a 17.30, 18 a 22 8
Introducción a las Artes Artes Audiovisuales. Lunes y miércoles.
Audiovisuales Turnos: 9 a 13, 13.30 a 17.30, 18 a 22 8
Introducción al Diseño Industrial Diseño Industrial. Lunes y miércoles.
Turnos: 9 a 13 y de 18 a 22 8
Introducción al Diseño en DCV. Miércoles.
Comunicación Visual Turnos: 9 a 13, 13.30 a 17.30, 18 a 22 4
Introducción a la Producción Plástica e Historia de las Artes visuales.
Plástica Miércoles.
Turnos: 9 a 13, 13.30 a 17.30, 18 a 22 4
Introducción al Diseño Multimedia. Miércoles
Multimedial Turnos: 9 a 13 y de 18 a 22 4
Introducción a los trayectos Música, Artes Audiovisuales, Diseño
universitarios Industrial y Diseño Multimedial.
Martes 14/2 y martes 7/3
Turnos: 9 a 13, 13.30 a 17.30, 18 a 22 2
Introducción a los trayectos Artes Plásticas, Historia del Arte,
universitarios Diseño en Comunicación Visual.
Martes 21/2 y martes 7/3
Turnos: 9 a 13, 13.30 a 17.30, 18 a 22 2

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
INDICE
Autobiografía
7 Rodolfo Walsh

Las prácticas de escritura


8 Elvira Narvaja de Arnoux; Mariana Di Stefano y Cecilia Pereira

Segunda vez
11 Julio Cortázar

Pautas de presentación para autores. Boletín de Arte


15 Papel cosido-FBA

Resumir: ¿una tarea de lectura o de escritura?


27 Irene Klein
Alto, medio, bajo
29 Umberto Eco

El idioma de los argentinos


38 Roberto Arlt

El informe de Brodie
40 Jorge Luis Borges

Culturas superiores e inferiores, la crítica antropológica


44 Néstor García Canclini
La soledad de América Latina
47 Gabriel García Márquez
Puntos de vista
51 Eduardo Galeano

* Este material es para ser utilizado, únicamente, con fines didácticos.


AUTOBIOGRAFÍA*
Rodolfo Walsh

Me llaman Rodolfo Walsh, cuando chico ese nombre no terminaba de convencerme: pensaba
que no me serviría, por ejemplo, para ser presidente de la República. Mucho después descubrí
que podía pronunciarse con dos yambos alterados, y eso me gustó. Nací en Choele Choel, que
quiere decir «corazón de palo». Me ha sido reprochado por varias mujeres.
Mi vocación se despertó tempranamente: a los ocho decidí ser aviador. Por una de
esas confusiones, el que la cumplió fue mi hermano. Supongo que a partir de ahí me quedé sin
vocación y tuve muchos oficios. El más espectacular: limpiador de ventanas; el más humillante:
lavacopas; el más burgués: comerciante de antigüedades; el más secreto: criptógrafo en Cuba.
Mi padre era mayordomo de estancia, un transculturado al que los peones mestizos de Río
Negro llamaban Huelche. Tuvo tercer grado, pero sabía bolear avestruces y dejar el molde en la
cancha de bochas. Su coraje físico sigue pareciéndome casi mitológico. Hablaba con los caba-
llos. Uno lo mató, en 1945, y otro nos dejó como única herencia.
Este se llamaba «Mar Negro», y marcaba dieciséis segundos en los trescientos: mucho caballo
para ese campo. Pero ésta ya era zona de la desgracia, provincia de Buenos Aires. Tengo una
hermana monja y dos hijas laicas. Mi madre vivió en medio de cosas que no amaba: el campo,
la pobreza. En su implacable resistencia resultó más valerosa y durable que mi padre. El mayor
disgusto que le causo es no haber terminado mi profesorado en Letras.
Mis primeros esfuerzos literarios fueron satíricos, cuartetas alusivas a maestros y celadores de
sexto grado. Cuando a los dieciséis años dejé el Nacional y entré en una oficina, la inspiración
seguía viva, pero había perfeccionado el método: ahora armaba sigilosos acrósticos.
La idea más perturbadora de mi adolescencia fue ese idiota chiste de Rilke: si usted piensa que
puede vivir sin escribir, no debe escribir. Mi noviazgo con una muchacha que escribía incom-
parablemente mejor que yo me redujo a silencio durante cinco años. Mi primer libro fueron tres
novelas cortas en el género policial, del que hoy abomino. Lo hice en un mes, sin pensar en la
literatura, aunque sí en la diversión y en el dinero. Me callé durante cuatro años más porque no
me consideraba a la altura de nadie.
Operación Masacre cambió mi vida. Haciéndola comprendí que además de mis perplejidades
íntimas, existía un amenazante mundo exterior. Me fui a Cuba, asistí al nacimiento de un orden
nuevo, contradictorio, a veces épico, a veces fastidioso. Volví, completé un nuevo silencio de
seis años. En 1964 decidí que de todos mis oficios terrestres, el violento oficio de escritor era
el que más me convenía. Pero no veo en eso una determinación mística. En realidad, he sido
traído y llevado por los tiempos; podría haber sido cualquier cosa, aún ahora hay momentos en
que me siento disponible para cualquier aventura, para empezar de nuevo, como tantas veces.
En la hipótesis de seguir escribiendo, lo que más necesito es una cuota generosa de tiempo. Soy
lento, he tardado quince años en pasar de mero nacionalismo a la izquierda; lustros en aprender
a armar un cuento, a sentir la respiración de un texto; sé que me falta mucho para poder decir
instantáneamente lo que quiero, en su forma óptima; pienso que la literatura es un avance labo-
rioso a través de la propia estupidez.

*Walsh, Rodolfo (1986). «Autobiografía». En Con vida lo que queremos. Buenos Aires: Asociación de
periodistas de Buenos Aires.

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
LAS PRÁCTICAS DE ESCRITURA*
Elvira Narvaja de Arnoux; Mariana Di Stefano y Cecilia Pereira

Del mismo modo que –como ya vimos- el alumno universitario necesita desarrollar habilidades
específicas para encarar sus prácticas lectoras universitarias, también será útil que reflexione y
se entrene en las peculiaridades que adquieren los escritos en este ámbito.
Los géneros que predominan en las prácticas de escritura académica se caracterizan porque
–en su gran mayoría- solo se producen en ese espacio institucional, por lo que muchos de los
conocimientos y de la experiencia previa en escritura con los que el alumno llega a sus estudios
superiores suelen requerir una adecuación a las nuevas exigencias. Algunos géneros escolares
guardan una relación importante con los géneros académicos (respuestas de exámenes escri-
tos, informes, monografías). Pero en la universidad esos mismos géneros adquieren ya rasgos
particulares, que los complejizan.
A partir de nuestras investigaciones hemos comprobado que los géneros académicos resultan
extraños y ajenos a gran parte del alumnado del primer ciclo universitario, lo cual se convierte en
un problema si tenemos en cuenta que, en gran parte de su carrera, el alumno va a ser evaluado
justamente a partir de los escritos que produzca, y cuyas pautas de escritura desconoce. Uno
de los problemas recurrentes que se manifiesta en sus escritos es la indefinición acerca del rol
que debe asumir como enunciador. Cómo construir al enunciador de esos géneros, es uno de
los obstáculos más importantes a atender.
Convertirse en un escritor hábil de escritos académicos requiere -como veremos- un control de
las normas ortográficas y gramaticales de la lengua, pero además un conocimiento de las pautas
genéricas de los escritos a producir, y un control del propio proceso de escritura. Por eso, en
primer lugar, consideramos útil plantearse la pregunta ¿qué es escribir?

¿Qué es escribir?
Responder la pregunta acerca de qué es escribir requiere considerar tanto las características
propias del acto de escritura, como los diversos factores de índole cognitivo e histórico-social
que intervienen en él, como también las respuestas que desde distintas perspectivas teóricas se
dieron a este interrogante.
En gran medida, las dificultades para escribir se deben a una de sus características esenciales:
el carácter diferido de la comunicación escrita. La emisión y la recepción del mensaje escrito no
se produce simultéaneamente, sino que media tiempo entre ellas, lo que obliga tanto al escritor
como al lector a imaginarse a su interlocutor, que no está presente. El escritor debe imaginarse
al destinatario de su mensaje para poder adecuar su discurso a la comprensión de aquel. Se
trata, entonces, de una comunicación en ausencia.
Este carácter diferido obliga al escritor a producir un texto que pueda funcionar en forma autóno-
ma, es decir que pueda ser comprendido en la situación comunicativa para la que fue previsto,
sin necesidad de que nadie esté a su lado para aclararlo. El escritor no va a estar presente en
el momento en que el mensaje sea recibido, por ello trata de eliminar de su escrito las que am-
bigüedadespudieran provocar malentendidos (salvo que esta sea una de sus intenciones). Por
ello también, al escribir se revisa el texto y se lo corrige antes de ponerlo en circulación. Frente
a la comunicación oral cara a cara, que es en general espontánea, la comunicación escrita es
controlada: el escritor puede planificar lo que va a decir y volver atrás sobre lo escrito para refor-
mularlo cuantas veces quiera. Y de este control depende la eficacia de la comunicación escrita.
La Psicología Cognitiva es una de las disciplinas que más estudió la escritura, a la que define

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
como un proceso del pensamiento orientado hacia un fin, en el que se van dando distintos sub-
procesos mentales a través de los cuales el escritor lleva a cabo diversas operaciones: recupera
conocimientos previos de su memoria, construye una idea de la tarea por resolver y de su des-
tinatario, planifica su escrito, escribe y corrige.
Es decir que el proceso de producción de un texto comienza antes de la redacción propiamente
dicha, con una evaluación consciente por parte del escritor del tipo de texto más adecuado para
la situación comunicativa prevista y con la elaboración de un plan. Este proceso de planificación
implica actividades de búsqueda, selección y composición de los conocimientos pertinentes
para la resolución de la tarea, que están archivados en la memoria o bien provienen de otras
fuentes (de otros textos, de entrevistas, etc.). El plan comprende como mínimo una representa-
ción de la finalidad del escrito (qué es lo que se quiere escribir y para qué) y una representación
del destinatario (para quién se escribe). La planificación de un texto argumentativo, por ejemplo,
exige que el escritor seleccione de su memoria datos y hechos vinculados con el tema, que dis-
tinga los argumentos que apoyan la tesis que quiere defender de los contra-argumentos que se
oponen a la misma, que los jerarquice y los agrupe según su fuerza y su grado de pertinencia en
relación con el destinatario al que se dirige y con el propósito que se persigue con el texto, entre
otras variables. En síntesis, la finalidad del escrito, el tema y la representación del destinatario
guían la búsqueda de los datos pertinentes y su presentación en el texto.
Pero además, a medida que avanza en la composición de su escrito, el escritor va corrigiendo el
texto, a través de operaciones de reducción o supresión de elementos, de expansión o inclusión
y de reformulación por sustitución o reordenamiento. El proceso de revisión equivale a la edición
del texto, en el sentido que el término tiene en computación: se procede por borrado, inserción,
traslado y reemplazo de elementos, sean estos letras, palabras, construcciones, frases, párra-
fos, parágrafos. El proceso concluye cuando el texto alcanza su versión final, lo más cercana
posible a las expectativas del escritor.
La didáctica de la escritura contempla este conjunto de subprocesos mentales para que el
escritor inexperto adquiera experiencia y reflexione sobre las dificultades que encierran tanto la
planificación como la puesta en texto y la revisión del escrito.
Pero este proceso cognitivo que se desarrolla en la escritura opera siempre con el lenguaje.
De allí que la posibilidad de convertirse en un escritor experto o hábil requiere además de una
reflexión sobre las características que este adquiere en las prácticas de escritura. Las ciencias
del lenguaje han aportado mucho a la reflexión acerca de qué es escribir, ya que han identifica-
do regularidades en los modos de organización de los discursos, y han podido explicar –entre
otros- los elementos locales y globales que hacen a la textualidad. Todo escrito se plasma en un
género discursivo, de allí que sea importante profundizar el conocimiento de las características
de los géneros en que buscamos entrenarnos. El conocimiento del sistema de nuestra lengua,
en lo que hace a su funcionamiento sintáctico, al uso de pronombres, al establecimiento de co-
rrelaciones temporales, al uso de conectores, entre otros, se torna también indispensable para
lograr una eficacia comunicativa mayor a través de la escritura.
De modo que, a medida que escribe y se plantea cómo escribir, el escritor va reflexionando sobre la
lengua, las funciones y usos de las palabras, de las expresiones, de los géneros (reflexión que orienta
la revisión y la escritura), y además sobre el contenido de ese texto, sobre el tema que está desarro-
llando, lo que enriquece su conocimiento del mismo. Una de las funciones de la escritura es ampliar
o transformar el conocimiento que el escritor tiene del tema que desarrolla y de la lengua que usa.
Pero la escritura, además de involucrar un proceso cognitivo y el uso de un código de comuni-
cación, es una práctica histórico-social, lo cual significa que el escritor tiene conductas escritu-
rarias propias de su época y que ésta determina los espacios sociales donde circula lo escrito
y sus modalidades. Las formas de escribir que se identifican en distintas etapas históricas, o

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
entre distintos grupos sociales, son diversas, y esto se debe fundamentalmente a dos razones:
por un lado, a las características que por convención el código de la escritura adquiere en cada
momento y en cada ámbito. Recordemos que en distintos momentos históricos se producen,
por ejemplo, variaciones en las características de los géneros, o emergen géneros nuevos, o hay
cambios en el léxico, o se impone una variedad o un registro por sobre los demás, entre otros.
Pero, por otro lado, la diversidad en las prácticas de escritura se debe también a que en distin-
tos momentos históricos y en los distintos grupos sociales se gestan distintas representaciones
acerca de qué es escribir, cuál es la finalidad de la escritura, cuáles son las situaciones en las
que la comunicación puede o debe ser escrita, cuál es la forma adecuada de escribir y cuál es
su valor social. Representaciones que están a su vez relacionadas con aquellas que los grupos
tienen sobre los destinatarios de sus escritos, sobre ellos mismos como escritores en esa situa-
ción particular de escritura, sobre los espacios sociales de la escritura, entre otros.
Hay formas de escritura «precarias», vinculadas con la vida cotidiana como armar una lista con las
compras que se deben hacer, dejar una nota a un familiar indicando dónde hemos ido, organizar el
presupuesto doméstico, anotar en una agenda los encuentros previstos o las tareas que debemos
realizar. Otras son más formales y estables como llenar formularios administrativos o completar un
cheque. Algunas modalidades responden a las necesidades de comunicarse con un destinatario
determinado como la correspondencia, que puede ser personal, comercial, administrativa o
profesional y que varía según el tipo de soporte, el destinatario y el asunto a tratar. Si bien la
representación habitual de la carta personal, por ejemplo, es la de una conversación por escrito,
operan sobre ella, como sobre los otros escritos, restricciones genéricas que se evidencian en
la composición, el estilo y las fórmulas de encabezamiento y cierre.
Así como algunas prácticas de la escritura constituyen un apoyo para el discurso oral –notas
para una conferencia, gráficos y estadísticas para presentar un informe ante un auditorio- otras
dependen de la escucha, como las notas que se toman de una clase o del relato de un paciente.
La lectura, por su parte, está en el origen de numerosas modalidades de escritura, sobre todo
en el medio educativo, como el resumen, los apuntes a partir de textos bibliográficos, las fichas,
los parciales. En algunos casos el texto fuente está presente y en otros no.
Algunas formas de escritura no requieren un aprendizaje detenido, pero otras como la perio-
dística, exigen profesionales entrenados, y uno de los campos más prestigiosos de ejercicio
sostenido de la palabra escrita, el literario, supone una competencia importante de los autores y
una capacidad de explorar las potencialidades del lenguaje.
La escritura en los ámbitos académicos está destinada fundamentalmente a poner en circula-
ción nuevos y viejos saberes. En esta propuesta de taller vamos a centrarnos en los géneros que
los alumnos deben escribir a lo largo de su vida universitaria, y a partir de los cuales –en la ma-
yoría de los casos- son evaluados (parciales, monografías, trabajos prácticos, entre otros). Ser
un escritor eficiente de este tipo de textos implica en primer lugar ser un buen lector de textos
académicos, ya que en este ámbito, la mayor parte de los escritos se apoya en lecturas previas,
de las que será necesario dar cuenta. Esas lecturas darán al estudiante el dominio sobre el tema
a tratar. Pero además, para lograr esa eficiencia él deberá contemplar los rasgos genéricos de
sus escritos, sobre todo el modo en que estos se estructuran y el registro adecuado; y deberá
entrenarse en la construcción del tipo de enunciador que estos escritos requieren.
Por otro lado, el alumno deberá revisar sus ideas acerca de lo que es escribir en la universidad,
sus ideas sobre esta institución, sobre los fines de los escritos en este ámbito, y por lo tanto
sobre las exigencias formales que es necesario contemplar.

*Narvaja de Arnoux, E.; Di Stefano, M. y Pereira, C. (2002). «Parte II. Las prácticas de escritura». En La
lectura y la escritura en la universidad. Buenos Aires: Eudeba.

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
SEGUNDA VEZ*
Julio Cortázar

No más que los esperábamos, cada uno tenía su fecha y su hora, pero eso sí, sin apuro, fuman-
do despacio, de cuando en cuando el negro López venía con café y entonces dejábamos de
trabajar y comentábamos las novedades, casi siempre lo mismo, la visita del jefe, los cambios
de arriba, las performances en San Isidro. Ellos, claro, no podían saber que los estábamos espe-
rando, lo que se dice esperando, esas cosas tenían que pasar sin escombro, ustedes proceden
tranquilos, palabra del jefe, cada tanto lo repetía por las dudas, ustedes la van piano piano, total
era fácil, si algo patinaba no se la iban a tomar con nosotros, los responsables estaban arriba y
el jefe era de ley, ustedes tranquilos, muchachos, si hay lío aquí la cara la doy yo, lo único que
les pido es que no se me vayan a equivocar de sujeto, primero la averiguación para no meter la
pata y después pueden proceder nomás.
Francamente no daban trabajo, el jefe había elegido oficinas funcionales para que no se amon-
tonaran, y nosotros los recibíamos de a uno como corresponde, con todo el tiempo necesario.
Para educados nosotros, che, el jefe lo decía vuelta a vuelta y era cierto, todo sincronizado que
reíte de las IBM, aquí se trabajaba con vaselina, minga de apuro ni de córranse adelante. Te-
níamos tiempo para los cafecitos y los pronósticos del domingo, y el jefe era el primero en venir
a buscar las fijas que para eso el flaco Bianchetti era propiamente un oráculo. Así que todos
los días lo mismo, llegábamos con los diarios, el negro López traía el primer café y al rato em-
pezaban a caer para el trámite. La convocatoria decía eso, trámite que le concierne, nosotros
solamente ahí esperando. Ahora que eso sí, aunque venga en papel amarillo una convocatoria
siempre tiene un aire serio; por eso María Elena la había mirado muchas veces en su casa, el
sello verde rodeando la firma ilegible y las indicaciones de fecha y lugar. En el ómnibus volvió
a sacarla de la cartera y le dio cuerda al reloj para más seguridad. La citaban a una oficina de
la calle Maza, era raro que ahí hubiera un ministerio pero su hermana había dicho que estaban
instalando oficinas en cualquier parte porque los ministerios ya resultaban chicos, y apenas se
bajó del ómnibus vio que debía ser cierto, el barrio era cualquier cosa, con casas de tres o cuatro
pisos y sobre todo mucho comercio al por menor, hasta algunos árboles de los pocos que iban
quedando en la zona.
«Por lo menos tendrá una bandera», pensó María Elena al acercarse a la cuadra del setecientos,
a lo mejor era como las embajadas que estaban en los barrios residenciales pero se distinguían
desde lejos por el trapo de colores en algún balcón. Aunque el número figuraba clarito en la
convocatoria, la sorprendió no ver la bandera patria y por un momento se quedó en la esquina
(era demasiado temprano, podía hacer tiempo) y sin ninguna razón le preguntó al del quiosco de
diarios si en esa cuadra estaba la Dirección.
—Claro que está —dijo el hombre—, ahí a la mitad de cuadra, pero antes por qué no se queda
un poquito para hacerme compañía, mire lo solo que estoy.
—A la vuelta —le sonrió María Elena yéndose sin apuro y consultando una vez más el papel
amarillo. Casi no había tráfico ni gente, un gato delante de un almacén y una gorda con una nena
que salían de un zaguán. Los pocos autos estaban estacionados a la altura de la Dirección, casi
todos con alguien en el volante leyendo el diario o fumando. La entrada era angosta como todas
en la cuadra, con un zaguán de mayólicas y la escalera al fondo; la chapa en la puerta parecía
apenas la de un médico o un dentista, sucia y con un papel pegado en la parte de abajo para
tapar alguna de las inscripciones. Era raro que no hubiese ascensor, un tercer piso y tener que
subir a pie después de ese papel tan serio con el sello verde y la firma y todo.

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
La puerta del tercero estaba cerrada y no se veía ni timbre ni chapa. María Elena tanteó el pica-
porte y la puerta se abrió sin ruido; el humo del tabaco le llegó antes que las mayólicas verdosas
del pasillo y los bancos a los dos lados con la gente sentada. No eran muchos, pero con ese
humo y el pasillo tan angosto parecía que se tocaban con las rodillas, las dos señoras ancianas,
el señor calvo y el muchacho de la corbata verde. Seguro que habían estado hablando para ma-
tar el tiempo, justo al abrir la puerta María Elena alcanzó un final de frase de una de las señoras,
pero como siempre se quedaron callados de golpe mirando a la que llegaba último, y también
como siempre y sintiéndose tan sonsa María Elena se puso colorada y apenas si le salió la voz
para decir buenos días y quedarse parada al lado de la puerta hasta que el muchacho le hizo
una seña mostrándole el banco vacío a su lado. Justo cuando se sentaba, dándole las gracias,
la puerta del otro extremo del pasillo se entornó para dejar salir a un hombre de pelo colorado
que se abrió paso entre las rodillas de los otros sin molestarse en pedir permiso. El empleado
mantuvo la puerta abierta con un pie, esperando hasta que una de las dos señoras se enderezó
dificultosamente y disculpándose pasó entre María Elena y el señor calvo; la puerta de salida y
la de la oficina se cerraron casi al mismo tiempo, y los que quedaban empezaron de nuevo a
charlar, estirándose un poco en los bancos que crujían.
Cada uno tenía su tema, como siempre, el señor calvo la lentitud de los trámites, si esto es así
la primera vez qué se puede esperar, dígame un poco, más de media hora para total qué, a lo
mejor cuatro preguntas y chau, por lo menos supongo.
—No se crea —dijo el muchacho de la corbata verde—, yo es la segunda vez y le aseguro que
no es tan corto, entre que copian todo a máquina y por ahí uno no se acuerda bien de una fecha,
esas cosas, al final dura bastante.
El señor calvo y la señora anciana lo escuchaban interesados porque para ellos era evidente-
mente la primera vez, lo mismo que María Elena aunque no se sentía con derecho a entrar en la
conversación. El señor calvo quería saber cuánto tiempo pasaba entre la primera y la segunda
convocatoria, y el muchacho explicó que en su caso había sido cosa de tres días. ¿Pero por qué
dos convocatorias?, quiso preguntar María Elena, y otra vez sintió que le subían los colores a la
cara y esperó que alguien le hablara y le diera confianza, la dejara formar parte, no ser ya más la
última. La señora anciana había sacado un frasquito como de sales y lo olía suspirando. Capaz
que tanto humo la estaba descomponiendo, el muchacho se ofreció a apagar el cigarrillo y el
señor calvo dijo que claro, que ese pasillo era una vergüenza, mejor apagaban los cigarrillos si se
sentía mal, pero la señora dijo que no, un poco de fatiga solamente que se le pasaba enseguida,
en su casa el marido y los hijos fumaban todo el tiempo, ya casi no me doy cuenta. María Elena
que también había tenido ganas de sacar un cigarrillo vio que los hombres apagaban los suyos,
que el muchacho lo aplastaba contra la suela del zapato, siempre se fuma demasiado cuando
se tiene que esperar, la otra vez había sido peor porque había siete u ocho personas antes, y al
final ya no se veía nada en el pasillo con tanto humo.
—La vida es una sala de espera —dijo el señor calvo, pisando el cigarrillo con mucho cuidado y
mirándose las manos como si ya no supiera qué hacer con ellas, y la señora anciana suspiró un
asentimiento de muchos años y guardó el frasquito justo cuando se abría la puerta del fondo y la
otra señora salía con ese aire que todos le envidiaron, el buenos días casi compasivo al llegar a
la puerta de salida. Pero entonces no se tardaba tanto, pensó María Elena, tres personas antes
que ella, pongamos tres cuartos de hora, claro que en una de ésas el trámite se hacía más largo
con algunos, el muchacho ya había estado una primera vez y lo había dicho. Pero cuando el
señor calvo entró en la oficina, María Elena se animó a preguntar para estar más segura, y el mu-
chacho se quedó pensando y después dijo que la primera vez algunos habían tardado mucho y
otros menos, nunca se podía saber. La señora anciana hizo notar que la otra señora había salido
casi enseguida, pero el señor de pelo colorado había tardado una eternidad.

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
—Menos mal que quedamos pocos —dijo María Elena—, estos lugares deprimen.
—Hay que tomarlo con filosofía —dijo el muchacho—, no se olvide que va a tener que volver, así
que mejor quedarse tranquila. Cuando yo vine la primera vez no había nadie con quien hablar,
éramos un montón pero no sé, no se congeniaba, y en cambio hoy desde que llegué el tiempo
va pasando bien porque se cambian ideas.
A María Elena le gustaba seguir charlando con el muchacho y la señora, casi no sintió pasar el
tiempo hasta que el señor calvo salió y la señora se levantó con una rapidez que no le habrían
sospechado a sus años, la pobre quería acabar rápido con los trámites.
—Bueno, ahora nosotros —dijo el muchacho—. ¿No le molesta si fumo un pitillo? No aguanto
más, pero la señora parecía tan descompuesta...
—Yo también tengo ganas de fumar.
Aceptó el cigarrillo que él le ofrecía y se dijeron sus nombres, dónde trabajaban, les hacía bien
cambiar impresiones olvidándose del pasillo, del silencio que por momentos parecía demasiado,
como si las calles y la gente hubieran quedado muy lejos. María Elena también había vivido en
Floresta pero de chica, ahora vivía por Constitución. A Carlos no le gustaba ese barrio, prefería
el oeste, mejor aire, los árboles. Su ideal hubiera sido vivir en Villa del Parque, cuando se casara
a lo mejor alquilaba un departamento por ese lado, su futuro suegro le había prometido ayudarlo,
era un señor con muchas relaciones y en una de ésas conseguía algo.
—Yo no sé por qué, pero algo me dice que voy a vivir toda mi vida por Constitución —dijo María
Elena—. No está tan mal, después de todo. Y si alguna vez...
Vio abrirse la puerta del fondo y miró casi sorprendida al muchacho que le sonreía al levantarse,
ya ve cómo pasó el tiempo charlando, la señora los saludaba amablemente, parecía tan con-
tenta de irse, todo el mundo tenía un aire más joven y más ágil al salir, como un peso que les
hubieran quitado de encima, el trámite acabado, una diligencia menos y afuera la calle, los cafés
donde a lo mejor entrarían a tomarse una copita o un té para sentirse realmente del otro lado
de la sala de espera y los formularios. Ahora el tiempo se le iba a hacer más largo a María Elena
sola, aunque si todo seguía así Carlos saldría bastante pronto, pero en una de ésas tardaba más
que los otros porque era la segunda vez y vaya a saber qué trámite tendría.
Casi no comprendió al principio cuando vio abrirse la puerta y el empleado la miró y le hizo un
gesto con la cabeza para que pasara. Pensó que entonces era así, que Carlos tendría que que-
darse todavía un rato llenando papeles y que entretanto se ocuparían de ella. Saludó al emplea-
do y entró en la oficina; apenas había pasado la puerta cuando otro empleado le mostró una silla
delante de un escritorio negro. Había varios empleados en la oficina, solamente hombres, pero
no vio a Carlos. Del otro lado del escritorio un empleado de cara enfermiza miraba una planilla;
sin levantar los ojos tendió la mano y María Elena tardó en comprender que le estaba pidiendo la
convocatoria, de golpe se dio cuenta y la buscó un poco perdida, murmurando excusas, sacó
dos o tres cosas de la cartera hasta encontrar el papel amarillo.
—Vaya llenando esto —dijo el empleado alcanzándole un formulario—. Con mayúsculas, bien
clarito.
Eran las pavadas de siempre, nombre y apellido, edad, sexo, domicilio. Entre dos palabras María
Elena sintió como que algo le molestaba, algo que no estaba del todo claro. No en la planilla,
donde era fácil ir llenando los huecos; algo afuera, algo que faltaba o que no estaba en su sitio.
Dejó de escribir y echó una mirada alrededor, las otras mesas con los empleados trabajando
o hablando entre ellos, las paredes sucias con carteles y fotos, las dos ventanas, la puerta por
donde había entrado, la única puerta de la oficina. Profesión, y al lado la línea punteada; automá-
ticamente rellenó el hueco. La única puerta de la oficina, pero Carlos no estaba ahí.Antigüedad
en el empleo. Con mayúsculas, bien clarito.
Cuando firmó al pie, el empleado la estaba mirando como si hubiera tardado demasiado en lle-

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
nar la planilla. Estudió un momento el papel, no le encontró defectos y lo guardó en una carpeta.
El resto fueron preguntas, algunas inútiles porque ella ya las había contestado en la planilla, pero
también sobre la familia, los cambios de domicilio en los últimos años, los seguros, si viajaba con
frecuencia y adonde, si había sacado pasaporte o pensaba sacarlo. Nadie parecía preocuparse
mucho por las respuestas, y en todo caso el empleado no las anotaba. Bruscamente le dijo a
María Elena que podía irse y que volviera tres días después a las once; no hacía falta convoca-
toria por escrito, pero que no se le fuera a olvidar.
—Sí, señor -—dijo María Elena levantándose—, entonces el jueves a las once.
—Que le vaya bien —dijo el empleado sin mirarla.
En el pasillo no había nadie, y recorrerlo fue como para todos los otros, un apurarse, un respirar
liviano, unas ganas de llegar a la calle y dejar lo otro atrás. María Elena abrió la puerta de salida y
al empezar a bajar la escalera pensó de nuevo en Carlos, era raro que Carlos no hubiera salido
como los otros. Era raro porque la oficina tenía solamente una puerta, claro que en una de ésas
no había mirado bien porque eso no podía ser, el empleado había abierto la puerta para que ella
entrara y Carlos no se había cruzado con ella, no había salido primero como todos los otros, el
hombre del pelo colorado, las señoras, todos menos Carlos.
El sol se estrellaba contra la vereda, era el ruido y el aire de la calle; María Elena caminó unos
pasos y se quedó parada al lado de un árbol, en un sitio donde no había autos estacionados.
Miró hacia la puerta de la casa, se dijo que iba a esperar un momento para ver salir a Carlos. No
podía ser que Carlos no saliera, todos habían salido al terminar el trámite. Pensó que acaso él
tardaba porque era el único que había venido por segunda vez; vaya a saber, a lo mejor era eso.
Parecía tan raro no haberlo visto en la oficina, aunque a lo mejor había una puerta disimulada
por los carteles, algo que se le había escapado, pero lo mismo era raro porque todo el mundo
había salido por el pasillo como ella, todos los que habían venido por primera vez habían salido
por el pasillo.
Antes de irse (había esperado un rato, pero ya no podía seguir así) pensó que el jueves tendría
que volver. Capaz que entonces las cosas cambiaban y que la hacían salir por otro lado aunque
no supiera por dónde ni por qué. Ella no, claro, pero nosotros sí lo sabíamos, nosotros la esta-
ríamos esperando a ella y a los otros, fumando despacito y charlando mientras el negro López
preparaba otro de los tantos cafés de la mañana.

*Cortázar, Julio (1977). «Segunda vez». En Alguien que anda por ahí. Madrid: Alfaguara.

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CURSO DE INGRESO 2017
PAUTAS DE PRESENTACIÓN PARA AUTORES. BOLETÍN DE ARTE
(BOA)*
Papel Cosido. Facultad de Bellas Artes

Boletín de Arte (BOA)


(Aprobadas por resolución de Consejo Directivo N.º 1/2015)
ISSN 1853-0710
El Boletín de Arte (boa) es una revista con periodicidad anual que depende del Instituto de His-
toria del Arte Argentino y Americano (ihaaa) de la Facultad de Bellas Artes (fba) de la Universidad
Nacional de La Plata (unlp). Tiene por objetivo la publicación de artículos científicos y de reseñas
en los que se expongan avances y resultados de investigaciones sobre la historia del arte, los
estudios visuales y las artes comparadas. El boa posee alcance nacional e internacional y sus
artículos son evaluados por un comité de referato.

Podrán publicar becarios de posgrado, equipos de investigación e investigadores individuales de


diferentes universidades, nacionales y extranjeras.

Textos por sección


Artículos/Enfoques
La sección «Artículos» contiene textos que desarrollan un aspecto del tema del proyecto de
investigación concluido o en proceso. En la sección «Enfoques» se publican las perspectivas de
diferentes especialistas sobre cuestiones teóricas y metodológicas, con la idea de proporcionar
herramientas críticas que favorezcan el análisis de los fenómenos artísticos.

Extensión
Entre 15 000 y 30 000 caracteres con espacio (incluyendo la bibliografía y las notas al pie).
Títulos (en español y en inglés)
Hasta 55 caracteres con espacio (pueden ir acompañados por un subtítulo con la misma ex-
tensión).
Subtítulos del texto
Hasta 55 caracteres con espacio. Se utilizarán para ordenar la estructura del artículo.
Datos del autor
Deberán aparecer en la primera página y en el siguiente orden: Nombre y Apellido, correo elec-
trónico, afiliación institucional (instituto, cátedra, unidad académica, país).
Resumen (en español y en inglés)
Entre 500 y 900 caracteres con espacio. Se trata de un texto independiente que deberá sinteti-
zar los alcances del material y no repetir los primeros párrafos del artículo.
Palabras clave (en español, en el idioma del artículo y en inglés)
Entre 3 y 5 por artículo.
Imágenes
Hasta 5 por artículo (ver punto 2).

Estado de la cuestión: Descripciones y análisis


Se publican descripciones y análisis utilizados como parte del corpus de las investigaciones
particulares.

Extensión

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
Entre 14 000 y 23 000 caracteres con espacio.
Títulos (en español, en el idioma del artículo y en inglés)
Hasta 55 caracteres con espacio (pueden ir acompañados por un subtítulo con la misma ex-
tensión).
Subtítulos del texto
Hasta 55 caracteres con espacio.
Datos del autor
Deberán aparecer en la primera página y en el siguiente orden: Nombre y Apellido, correo elec-
trónico, afiliación institucional (instituto, cátedra, unidad académica, país).
Resumen (en español, en el idioma del artículo y en inglés)
Entre 50o y 900 caracteres con espacio.
Palabras clave (en español, en el idioma del artículo y en inglés)
Entre 3 y 5 por texto.
Imágenes
Hasta 4 por texto (ver punto 2).

Estado de la cuestión: Entrevistas


Se ofrecen entrevistas utilizados en la investigación.

Extensión
Entre 14 000 y 23 000 caracteres con espacio.
Títulos (en español, en el idioma de la entrevista y en inglés)
Hasta 55 caracteres con espacio.
Subtítulo ampliatorio (en español, en el idioma de la entrevista y en inglés)
Deberá decir a quién es la entrevista: Entrevista a Juan Pérez o Diálogo con Juan Pérez.
Datos del autor
Deberán aparecer en la primera página y en el siguiente orden: Nombre y Apellido, correo elec-
trónico, afiliación institucional (instituto, cátedra, unidad académica, país).
Datos del o de los entrevistados
Se agregará un breve currículum que no deberá superar los 500 caracteres con espacio.
Imágenes
Hasta 2 (ver punto 2).
Estructura de la entrevista
» Primer párrafo: presentación del entrevistado (antecedentes, historia personal, profesión o los
datos relevantes para la entrevista) y datos de la entrevista (cuándo y dónde fue realizada).
» Preguntas: no podrán superar los 300 caracteres con espacio. Se recomienda evitar las pre-
guntas que sugieren la respuesta o las que pueden ser respondidas con un monosílabo (sí, no).

Tener en cuenta
» No se agregarán las reacciones del entrevistado al responder, las actitudes durante la entrevis-
ta, etcétera. Los errores de dicción, de gramática o de construcción idiomática de un entrevis-
tado no deben ser reproducidos, excepto si el término es conocido o si tiene un valor simbólico
para el lector.
» Si durante la entrevista el entrevistado menciona un libro o una película deberá ponerse el título
en itálica y, entre paréntesis, el año; si recuerda una frase y apela a las palabras textuales, se
deberá verificar que la frase esté bien citada.

Reseñas

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
Esta sección contiene textos que desarrollan críticas o comentarios sobre exposiciones y sobre
publicaciones relacionadas con las áreas de interés del BOA.

Extensión
Entre 5000 y 12 000 caracteres con espacio (incluyendo la bibliografía y las notas al pie).
Títulos (en español, en el idioma del artículo y en inglés)
Hasta 50 caracteres con espacio. No debe ser el mismo que el del libro o el de la exposición
reseñada.
Datos del autor
Deberán aparecer en la primera página y en el siguiente orden: Nombre y Apellido, correo elec-
trónico, afiliación institucional (instituto, cátedra, unidad académica, país).
Imágenes
Hasta 2 por reseña (ver punto 2).

Bajada
Todas las reseñas deberán incluir una bajada que diga: Reseña a Apellido y Nombre del autor,
título del libro. Lugar de Edición: Editorial. Cantidad de páginas.

Formatos de entrega
Textos
Documento de Word, sólo texto.

Imágenes
JPG o TIF
Resolución: 300 dpi
Tamaño mínimo: 25 x 17 centímetros

Presentación
En documento aparte, nunca en el cuerpo del texto. Cada archivo de imagen debe nominarse
con el apellido del autor y con el número de figura correspondiente.

EJEMPLO
López. Figura 1.jpg.

Deben aparecer referenciadas en el cuerpo del texto. Habrá que agregar el pie de foto en el lugar
en el que aparecerá la imagen.
Solamente se usarán las imprescindibles para la comprensión del artículo.

Recursos visuales
Énfasis
Para destacar una palabra o una idea se utilizará itálica; nunca comillas, subrayado o negrita.

Notas al pie
Hasta 600 caracteres con espacio.

Se recomienda usar, únicamente, las notas necesarias.


Servirán para ampliar o para agregar información.

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
En las reseñas se sugiere que las notas no excedan los 300 caracteres con espacio y que sean
utilizadas para los propósitos arriba mencionados.

Pies de fotos
Hasta 200 caracteres con espacio.

Composición
Podrá indicarse el tema o el contenido que se refleja en la partitura, o los datos de la obra.

COMPOSICIÓN DE EPÍGRAFE DE OBRA:


Título de la obra, año entre paréntesis, Nombre y apellido del autor.

EJEMPLO:
Figura 1. Cuadrado negro sobre fondo blanco (1914), Kasimir Malevich

Deberá agregarse el crédito de la imagen: autor y fecha / lugar en el que se encuentra / lugar
desde la que fue extraída.

Epígrafes
Pueden incluirse al comienzo del texto o al comienzo de un apartado.
Siempre deberá indicarse: nombre y apellido del autor y, entre paréntesis, año de la obra.
El texto utilizado deberá estar incorporado en la bibliografía.

EJEMPLO
«Me gustaría decir que cometemos un error muy común cuando creemos ignorar algo porque
somos incapaces de definirlo.»
Jorge Luis Borges (2001)

Citas
Composición de citas directas e indirectas
Las citas directas (entre comillas) y las indirectas (sin comillas) que se utilicen se mencionarán
en el cuerpo principal. Se pondrán entre paréntesis el apellido completo del autor (coma) y el
año. Si fuera un cita directa se agregará, además, el número de página. Al cerrar el paréntesis,
se agregará punto.

EJEMPLO DE CITA DIRECTA


Hemos visto que «la utilización de la lengua por un sujeto hablante implica, entonces y ante todo,
la puesta en marcha de un dispositivo de enunciación» (Amossy, 1999: 1).

EJEMPLO DE CITA INDIRECTA


El enunciatario, como sujeto discursivo, es la imagen de destinatario que el enunciador necesita
formarse para construir su enunciado (Filinich, 2013).

Siempre que se mencione al autor por primera vez deberá aparecer el nombre completo (Nom-
bre y Apellido) y se agregará el año de la publicación entre paréntesis. Luego, solamente se
utilizará el apellido para referirse.

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
EJEMPLO
Dominique Maingueneau (2012) diferencia y esclarece las nociones de situación de enunciación
y de situación de comunicación.

El año de la primera edición de la obra deberá ir entre corchetes:

EJEMPLO
Pierre Bourdieu ([1984] 2004) entiende que...

Citas a bando
Son las citas textuales que superen los 250 caracteres con espacio. Deben ir marginadas, sin
comillas, con interlineado simple y con una tipografía menor a la del texto.

Citas en otro idioma


Si se utilizara una cita textual de un material que no está traducido deberá agregarse la tra-
ducción que realice el autor del artículo en el cuerpo del texto, entre comillas. En nota al pie se
añadirá, entre comillas, el fragmento en el idioma original con la siguiente aclaración: Traducción
del autor del artículo.
En ambos casos, una vez que termine la cita directa se agregará la referencia bibliográfica entre
paréntesis: (Apellido, año: número de página).

EJEMPLO
Al respecto, Jonas Mekas explica: «Apuesto a que toda la producción de Hollywood de los
últimos ochenta años puede convertirse en mero material para futuros cineastas» (Mekas en
Brenez, 1969: 36).¹

------------------------------------------------
¹«Je gage que l’entière production hollywoodienne des quatre-vingt dernières années pourra
devenir un simple matériau pour de futurs cinéastes» (Mekas en Brenez, 1969: 36). Traducción
del autor del artículo.

Referencias en el texto
Si la cita fuera directa la referencia debe contener, entre paréntesis, apellido, año y números de
página de la cita.
EJEMPLO DE CITA DIRECTA
Hemos visto que «la utilización de la lengua por un sujeto hablante implica, entonces y ante todo,
la puesta en marcha de un dispositivo de enunciación» (Amossy, 1999: 1).

Si la cita fuera indirecta la referencia debe contener, entre paréntesis, apellido y año.

EJEMPLO DE CITA INDIRECTA


El enunciatario, como sujeto discursivo, es la imagen de destinatario que el enunciador necesita
formarse para construir su enunciado (Filinich, 2013).

Referencia en el texto de un material de más de dos autores


Si los autores del texto fueran más de dos, se agregará el apellido del primer autor y luego «y
otros».

19
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
EJEMPLO
Con relación al desarrollo de herramientas, los autores explican: «La construcción de herramien-
tas teóricas que sean testimonio de los procesos sociales de la región ha sido objetivo del legado
de los pensadores latinoamericanos» (Larregle y otros, 2014: 47).

AUTORES DEL TEXTO


Larrègle, María Elena.; Eckmeyer, Martín y Cannova, Paula.

EN LA BIBLIOGRAFÍA
Larrègle, M. E.; Eckmeyer, M. y Cannova, P. (2014). «Historia de la música en América Latina».
Revista Arte e Investigación, año 16 (10), pp. 45-53. La Plata: Facultad de Bellas Artes de la
Universidad Nacional de La Plata.

Referencia en el texto de un material sin autor


Si el texto no tuviera autores se agregará como autor al organismo editor.

EJEMPLO
Con respecto a la política editorial en la página oficial de Papel Cosido se explica: «La Facultad
de Bellas Artes (FBA) lleva adelante una política editorial orientada a diversificar la oferta de tex-
tos sobre disciplinas artísticas. En los últimos años, debido al crecimiento que experimentaron
los estudios académicos sobre el arte, aumentó el interés por acceder a resultados de investiga-
ciones, a textos desarrollados en el marco de diferentes posgrados y a producciones de cátedra
y de grupos de estudio» (Papel Cosido, 2015).

AUTORES DEL TEXTO


Sin autores referenciados

EN LA BIBLIOGRAFÍA
Papel Cosido (2016). Papel Cosido [en línea]. Consultado el 9 de junio de 2015 en <http://pa-
pelcosido.fba.unlp.edu.ar/>.

Recomendamos consultar los ejemplos para construir las referencias en el cuerpo del texto de
todos los materiales en el apartado «Referencias bibliográficas».
Referencias bibliográficas
Solamente aparecerán al final del texto y ordenados alfabéticamente los materiales menciona-
dos. La bibliografía utilizada se dividirá en «Referencias bibliográficas» y en «Referencias elec-
trónicas».
Si, además, se utilizaran esculturas, pinturas, canciones, catálogos, etcétera, se agregará el
subtítulo correspondiente a cada tipo de material. Ver el apartado «Otras referencias».

Ejemplos de referencias bibliográficas

Libros (indicar título principal y secundario, si lo hubiera)

Bauman, Zygmunt (2009). Tiempos líquidos. Buenos Aires: Tusquets.

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
Referencia en el texto: (Bauman, 2009) / (Bauman, 2009: 12-16)

Libros con compiladores, organizadores o coordinadores

De Sagastizábal, Leandro y Esteves Fros, Fernando (comps.) (2009). El mundo de la edición de


libros. Un libro de divulgación sobre la actividad editorial para autores, profesionales del sector y
lectores en general. Buenos Aires: Paidós.
Referencia en el texto: (De Sagastizábal & Esteves Fros, 2009) / (De Sagastizábal & Esteves Fros,
2009: 10-13)

Libros de una institución y de una organización

Ministerio de Educación de Presidencia de la Nación (2011). Análisis y evaluación de los aspec-


tos educativos de la Asignación Universal por Hijo. Buenos Aires: Ministerio de Educación de
Presidencia de la Nación.
Referencia en el texto: (Ministerio de Educación de Presidencia de la Nación, 2011) / (Ministerio
de Educación de Presidencia de la Nación, 2011: 6)

Libros del mismo autor con la misma fecha (usar letras y ordenarlos cronológicamente)

Martínez de Sousa, José (1995a). Diccionario de lexicografía práctica. Barcelona: Bibliograf.


Referencia en el texto: (Martínez de Sousa, 1995a) / (Martínez de Sousa, 1995a: 25-32)

Martínez de Sousa, José (1995b). Diccionario de tipografía y del libro. Madrid: Paraninfo.
Referencia en el texto: (Martínez de Sousa, 1995b) / (Martínez de Sousa, 1995b: 6-9)

Capítulos de libros (indicar páginas del capítulo)

Martín-Barbero, Jesús (2002). «Culturas populares». En Altamirano, Carlos (ed.). Términos críti-
cos de sociología de la cultura (pp. 49-60). Buenos Aires: Paidós.
Referencia en el texto: (Martín-Barbero, 2002) / (Martín-Barbero, 2002: 51)
Capítulos de libros que tienen coordinador, editor, etcétera

Ortiz, Renato (2002). «Globalización/mundialización». En Altamirano, Carlos (ed.) Términos críti-


cos de sociología de la cultura (pp. 105-111). Buenos Aires: Paidós.
Referencia en el texto: (Ortiz, 2002) / (Ortiz, 2002: 106-108)
Artículos de revistas (indicar volumen en itálica, número entre paréntesis y páginas del artículo)

Larrañaga Altuna, Josu (2015). «Pinturas para un hermoso período de incertidumbres». Revista
Metal (Memorias, escritos y trabajos desde América Latina), (1), pp. 14-24. La Plata: Facultad de
Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata.
Referencia en el texto: (Larrañaga Altuna, 2015) / (Larrañaga Altuna, 2015: 21-22)

Artículos de revista con más de tres autores

Antonini, Florencia; Durán, Laura; Filpe, Mercedes y otros (2012). «Desde el sur. Doscientos años
de literatura argentina», 14 (8), pp. 16-20. La Plata: Facultad de Bellas Artes de la Universidad
Nacional de La Plata.

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
Referencia en el texto: (Antonini, Durán, Filpe y otros, 2012) / (Antonini, Durán, Filpe y otros,
2012: 18)

Artículos de diarios

Cecchi, Heloisa (2014, 10 de octubre). «El dedo pontificador en la nariz». En Página 12, p.30.
Referencia en el texto: (Cecchi, 10 de octubre de 2014) / (Cecchi, 10 de octubre de 2014: 30)

Artículos de diarios sin autor

Página 12 (2014, 10 de octubre). «El dedo pontificador en la nariz». En Página 12, p.30.
Referencia en el texto: (Página 12, 10 de octubre de 2014) / (Página 12, 10 de octubre de 2014:
30)

Ponencias publicadas en actas de congresos o de jornadas

Pérez, Joaquín (2013). «Análisis de los aspectos armónicos en el ciclo de percepción-acción


en la improvisación». En Shifres, Favio; Jacquier, María de la Paz; Gonnet, Daniel y otros (eds.).
Actas del XX Encuentro de Ciencias Cognitivas de la Música, pp. 241-251. Buenos Aires: SA-
CCoM.
Referencia en el texto: (Pérez, 2013) / (Pérez, 2013: 245)

Ponencias no publicadas en actas de congresos o de jornadas

Vara, Ana María (2014). «Consideraciones teórico-metodológicas en comunicación de la CyT».


Ponencia dictada durante el IV Congreso Internacional de Comunicación Pública de la Ciencia y
la Tecnología. Buenos Aires: Universidad Nacional de San Martín.
Referencia en el texto: (Vara, 2014) / (Vara, 2014: 201)

Entrevistas publicadas en diarios

Navarro, Nuria (2005, 18 de mayo). «Entrevista a José Martínez de Sousa, ortotipógrafo». El


periódico, p.9.
Referencia en el texto: (Navarro, 18 de mayo de 2005) / (Navarro, 18 de mayo de 2005: 8)

Entrevistas no publicadas

Domínguez, Juana (2002). Entrevista a Pedro Pérez: un ejemplo de vida. La Plata. Puede pedirse
a <pedropp@hotmail.com>.
Referencia en el texto: (Domínguez, 2002) / (Domínguez, 2002: 5)
Apuntes de cátedra publicados

Ruiz, Adela (2012). Las partes del libro (Apunte de cátedra). La Plata: Taller de Edición Técnica.
Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata.
Referencia en el texto: (Ruiz, 2012) / (Ruiz, 2012: 4)

Leyes
Ministerio de Educación de la Nación (2006). Ley de Educación Nacional 26.206. Buenos Aires:

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
Ministerio de Educación de la Nación.
Referencia en el texto: (Ministerio de Educación de la Nación, 2006) / (Ministerio de Educación
de la Nación, 2006: 9)

Tesis
Belinche, Daniel (2011). Arte, poética y educación. Tesis de Doctorado. La Plata: Facultad de
Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata.
Referencia en el texto: (Belinche, 2011) / (Belinche, 2011: 52-53)

Informes

Instituto Nacional de Tecnología Industrial (2014). Análisis de aceites vegetales comestibles (In-
forme PRA-01/2013). Buenos Aires: Instituto Nacional de Tecnología Industrial.
Referencia en el texto: (Instituto Nacional de Tecnología Industrial, 2014) / (Instituto Nacional de
Tecnología Industrial, 2014: 12)

Catálogos de muestras

Brett, Guy (2009). Cildo Meireles. Barcelona: Museud´ArtContemporani.


Referencia en el texto: (Brett, 2009) / (Brett, 2009: 6)

Otras referencias

Obras
Bernasconi, Pablo (2015). El Quijote [dibujo sobre papel]. La Plata: Museo de Arte Contempo-
ráneo Latinoamericano.
Referencia en el texto: (Bernasconi, 2015)

Muestras de un autor

Barrios, Martin (2001). Gente de radio. Buenos Aires: Embajada Argentina.


Referencia en el texto: (Barrios, 2001)

Muestras de varios autores

Ciafardo, Mariel; Barrios, Martín; Carranza, Francisco y otros (2011). Muestra Homenaje a Evita.
Buenos Aires: Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Petorutti.
Referencia en el texto: (Ciafardo, Barrios, Carranza y otros, 2011)
Películas y documentales

Pichun, Pascual (prod.) y Jure, Cristian (dir.). (2012). Diez veces venceremos [DVD, video]. La
Plata: Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata.
Referencia en el texto: (Pichun & Jure, 2012) / (Pichun & Jure, 2012: 0.56’)

Películas y documentales si no se conocen a los directores

Diez veces venceremos (2012). [DVD, video]. La Plata: Facultad de Bellas Artes. UNLP.

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
Referencia en el texto: (Diez veces venceremos, 2012) / (Diez veces venceremos, 2012: 0.56’)

Partituras

Laburda, Jirî (1980). Quintet for brass no. 2 (two B flat trumpets, horn, two trombones, score &
parts). Bryn Mawr: Theodore Presser.
Referencia en el texto: (Laburda, 1980)

Discos musicales

Lö, Ismael (2002). Dabah [CD, álbum]. Francia: Wrasse records.


Referencia en el texto: (Lö, 2002)

Canciones

Lö, Ismael (2002). «Aiwa». En Dabah [CD, álbum]. Francia: Wrasse records.
Referencia en el texto: (Lö, 2002)

Referencias electrónicas

Libros
Aninat, Teresita (2004). En Memoria [en línea]. Consultado el 28 de octubre de 2013 en <www.
cybertesis.cl/tesis/uchile/2004/aninat_t/sources/aninat_t.pdf>.
Referencia en el texto: (Aninat, 2004) / (Aninat, 2004: 122)

Artículos

Moure, José (2006). «Errores deseables y erratas cohonestadas». Páginas de Guarda [en línea].
Consultado el 10 de octubre de 2014 en
<http://www.paginasdeguarda.com.ar/_pdf/articulos/1_moure.pdf>.
Referencia en el texto: (Moure, 2006) / (Moure, 2006: 22)

Ponencias publicadas

Pérez, Joaquín (2013). «Análisis de los aspectos armónicos en el ciclo de percepción-acción en


la improvisación» [en línea]. Consultado el 28 de octubre de 2013 en <http://www.saccom.org.
ar/actas_eccom/vol1-1_contenido/perez_1.pdf>.
Referencia en el texto: (Pérez, 2013) / (Pérez, 2013: 245)

Resoluciones o leyes

Consejo Federal de Educación (2010). «La educación artística en el sistema educativo nacional
(Resolución 111/10)» [en línea]. Consultado el 9 de junio de 2015 en <http://portal.educacion.
gov.ar/modalidades/files/2010/11/Anexo-resolucion-111-10.pdf>.
Referencia en el texto: (Consejo Federal de Educación, 2010) / (Consejo Federal de Educación,
2010: 11)

24
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
Páginas web

Papel Cosido (2016). Papel Cosido [en línea]. Consultado el 9 de junio de 2015 en <http://pa-
pelcosido.fba.unlp.edu.ar/>.
Referencia en el texto: (Papel Cosido, 2016)

Sección de una página web

Papel Cosido (2016). «Pautas para autores» [en línea]. Consultado el 9 de junio de 2015 en
<http://papelcosido.fba.unlp.edu.ar/>.
Referencia en el texto: (Papel Cosido, 2016)

Aclaraciones sobre las referencias

Libros, textos o materiales del mismo autor y del mismo año


Se diferenciarán incorporando al lado del año una letra, en orden alfabético:

Martínez de Sousa, José (1995a). Diccionario de lexicografía práctica. Barcelona: Bibliograf.


Referencia en el texto: (Martínez de Sousa, 1995a) / (Martínez de Sousa, 1995a: 25-32)

Martínez de Sousa, José (1995b). Diccionario de tipografía y del libro. Madrid: Paraninfo.
Referencia en el texto: (Martínez de Sousa, 1995b) / (Martínez de Sousa, 1995b: 6-9)

Libros, textos o materiales sin año


Debe agregarse entre paréntesis, en el mismo lugar en el que se ubicaría el año, la siguiente
aclaración: (s/f).

Museo de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de La Plata (2016). Museo de Ciencias


Naturales de la Universidad Nacional de La Plata [en línea]. Consultado el 10 de enero de 2016
en <http://www.museo.fcnym.unlp.edu.ar/arqueologia>.
Referencia en el texto: (Museo de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de La Plata, s/f).

Libros, textos o materiales sin autor


Debe agregarse, en el mismo lugar en el que se ubicaría el autor, algunos de los siguientes datos:
organismo editor o título.

Ministerio de Educación de la Nación (2011). Análisis y evaluación de los aspectos educativos


de la Asignación Universal por Hijo. Buenos Aires: Ministerio de Educación de Presidencia de la
Nación.
Referencia en el texto: (Ministerio de Educación de la Nación, 2011) / (Ministerio de Educación
de la Nación, 2011: 5)

Libros, textos o materiales digitales sin página


Debe agregarse, en el mismo lugar en el que se ubicarían las páginas utilizadas, la siguiente
aclaración: s/p.

Pontificia Universidad Católica de Perú (2012). «Los Incas emplearon quipus para la narración

25
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
de cuentos y mitos, pero no sabemos cómo» [en línea]. Consultado el 20 de febrero de 2016 en
<http://puntoedu.pucp.edu.pe/entrevistas/quipu-rosetta-y-los-quipucamayoc/>.
Referencia en el texto: (Pontificia Universidad Católica de Perú, 2012: s/p).

*Papel Cosido (2017). «Pautas de presentación para autores. Boletín de Arte» [en línea]. Consultado el 1 de
febrero 2017 en http://papelcosido.fba.unlp.edu.ar/.

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
RESUMIR: ¿UNA TAREA DE LECTURA O DE ESCRITURA?*
Irene Klein

Leer y comprender
Cabe recordar que es solo a través de la lectura de fuentes bibliográficas que el estudiante se
vincula con los contenidos de una materia, es decir, aprende. No basta con que concurra a cla-
se, escuche la exposición del docente, tome apuntes. Esto, sin duda, acompañará su proceso
de lectura y aprendizaje orientándolo en el modo, que es específico de cada disciplina, en que
se espera que lea la bibliografía, pero por sí mismo resulta insuficiente.
La lectura de fuentes bibliográficas generalmente comprende diversas instancias. Una lectura
de carácter más general suele preceder a otra más profunda y detenida en la que el lector se
formula preguntas acerca de lo que lee, lo vincula con la que ya sabe, establece recapitulaciones,
vuelve sobre lo ya leído. El lector actúa de manera estratégica para garantizar una lectura eficaz y
controlada que permita la elaboración de significados que caracterizan al aprendizaje (Solé, 1992)
porque leer no es un proceso pasivo de decodificación de la palabra escrita. Implica un proceso
de lectura estratégica y comprensiva en el que el lector interactúa (Kintsh, 1998) con la propuesta
de organización textual realizada por el autor del texto, identifica las ideas más pertinentes que
globalizan la información y la manera como el escritor las ha puesto en relación a través de una
estructura retórica determinada. Es decir, el lector comprende un texto si es capaz de decir de
qué se trata el texto.
(…)

Resumir como tarea lectora


Dada la cantidad de lecturas a las que se enfrenta el lector universitario, una de las tareas más
frecuentes y necesarias que debe realizar es la de resumir. El resumen se constituye a modo de
puente entre los textos que debe comprender y lo que debe producir, tales como parciales, infor-
mes de lectura, monografías, tesis, etc. De ahí que muchos consideren que escribir resúmenes
después de la lectura es una práctica que colabora en la comprensión del texto (Wittrock, 1983
Writing and tecahing of Reading Language Arts.).
Resumir, en tanto es una actividad complementaria entre la escritura y la lectura, permite analizar
el estrecho vínculo que existe entre ellas. Autores como Van Dijk (1992) y Kintsch (1998) sostie-
nen que, en tanto se construye la macroestructura durante la comprensión, el resumen es una
tarea de lectura.Según estos autores, para identificar la macroestructura semántica del texto
base, los lectores aplican una serie de macrorreglas.

Las macorreglas –la suspensión, la selección, la generalización y la construcción- son procedi-


mientos que utiliza el lector para reducir la información semántica.
La supresión permite eliminar la información incidencial, irrelevante o redundante, como detalles,
ejemplos, repeticiones, o sea, aquella información que se considera innecesaria para la construc-
ción de la estructura global del significado del texto o macroestructura semántica.
La selección implica la omisión de elementos que son condiciones o consecuencias de otro ele-
mento no omitido.
La generalización es el procedimiento por el que se sustituyen diversos elementos por un concep-
to más abstracto o general (por ejemplo, en el caso de las enumeraciones, se las integra bajo una
categoría o conceptos que designan al conjunto).
La construcción o integración es la deducción que se realiza a partir de la información explícita
que provee el texto.

27
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
(…) La coherencia textual no es una mera propiedad abstracta del texto sino un fenómeno inter-
pretativo en el que intervienen los conocimientos del sujeto lector. En otras palabras, el significa-
do del texto no proviene solo del texto sino que es resultado de un proceso en el que interactúan
el texto y el lector, o sea, las propiedades del texto y las posibilidades cognitivas del lector. Esto
no significa que las interpretaciones sean totalmente arbitrarias porque el autor del texto fuente
emplea recursos, pistas (como el uso de títulos, subtítulos, bastardillas, palabras clave, etc.)
para señalar la macroestructura que él quiso atribuirle. Aun cuando los distintos lectores realicen
diferentes resúmenes de un mismo texto, todos ellos se basan en las mismas macrorreglas que
organizan y reducen la información.
De todos modos, el hecho de utilizar las macrorreglas no es garantía de que el lector haya reco-
nocido las ideas fundamentales del texto. Es necesario que el lector que elabore un resumen de
la bibliografía como estrategia de estudio distinga qué información es relevante de la que no lo
es y reconozca el modo en que las ideas están organizadas en el texto fuente. Solo si recupera
la macroestructura semántica del texto que lee, será capaz de reconstruir el contenido de ese
texto en el momento del examen.

Resumir como acto de escritura


Consideramos al resumen como tarea de escritura cuando responde a lo que Flower (1979)
llamó «prosa de lector», esto es, al resumen que se escribe para otro y que, como tal, debe
adaptarse a las necesidades del lector. A diferencia del resumen para uno mismo, debe evitar la
ambigüedad y los implícitos para que sus lectores (compañeros, investigadores, docentes, etc.)
puedan comprenderlo sin necesidad de recurrir al texto fuente. Es decir, debe construirse como
texto autónomo.
Este tipo de resumen cumple diferentes funciones en relación a la diversidad de portadores en el
que aparece. Así, en las solapas de libros y en los catálogos de editoriales anticipa el contenido
y estimula su lectura; en enciclopedias sintetiza y expone información. En el ámbito académico
puede formar parte de otro texto, como es el caso del abstract que encabeza un artículo. (…)
El resumen es una re-escritura que involucra tanto el proceso de comprensión lectora (la ca-
pacidad del lector de construir el significado del texto fuente) como el de producción escrita: la
lectura del texto fuente. Como tarea de escritura, exige que el escritor realice un cambio en la
situación enunciativa (Teberosky, 1990): deja de ser «el lector» del texto fuente para convertirse
en «productor» del resumen porque a partir de la construcción del significado del texto fuente
produce un texto atendiendo a su construcción o estructura semántica. El escritor del resumen
reconoce las ideas más importantes del texto fuente y las organiza en un texto coherente con
un propósito comunicativo propio. Es decir que, dado que involucra una doble tarea –la lectura
y la de escritura- , el escritor debe sostener una doble coherencia: la interna del resumen en
tanto texto (lo que se vincula estrechamente a los mecanismos de la cohesión) y la coherencia
como producto de la reconstrucción del significado del texto fuente. El resumen reproduce de
manera condensada el texto de referencia –todo resumen es más breve que el texto fuente- y, a
diferencia de otros tipos de textos, no incluye comentarios u opiniones del lector, es decir, debe

ajustarse al contenido del texto fuente.

*Klein, Irene (coord.) (2007). «Capítulo 2: Registrar Información » (Selección). En El taller del escritor univer-
sitario. Buenos Aires: Prometeo.

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
ALTO, MEDIO, BAJO*
Umberto Eco

Cultura de masas y «niveles» de cultura


Pero cuanto se trata de la escritura: «’Esta ciencia oh, rey, dijo Theut, hará a los egipcios más sa-
bios y más aptos para recordar, porque este hallazgo es remedio útil a la memoria y la doctrina’.
Y dijo el rey: ‘Oh artificiosísimo Theut, unos son aptos para generar artes, otros para juzgar qué
ventajas o qué daños se derivarán para quienes se sirvan de ellas. Y ahora tú, como padre de
las letras, en tu benevolencia hacia ellas has afirmado lo contrario de lo que pueden. Las letras,
al dispensar del ejercicio de la memoria, serán causa de olvido en el ánimo de quienes las hayan
aprendido, como aquellos que confiando en la escritura, recordarán por estos signos externos,
no por ellos mismos, por un esfuerzo suyo interior...»
Hoy, naturalmente, no podemos estar de acuerdo con el rey Thaumus. Si no por otra cosa,
porque, a varias decenas de siglos de distancia, el rápido crecimiento del repertorio de «cosas»
a saber y a recordar, ha hecho muy dudosa la utilidad de la memoria como único instrumento
de sabiduría. Y por otra parte el comentario de Sócrates al mito de Theut («tú estás dispuesto
a creer que ellos [los escritos] hablan como seres pensantes; pero si, deseoso de aprender, les
formulas alguna pregunta, no responden más que una sola cosa, siempre la misma») ha sido
superado por el distinto concepto que la cultura occidental ha elaborado del libro, de la escritura
y de sus capacidades expresivas, al establecer que a través de la palabra escrita puede tomar
cuerpo una forma capaz de resonar en el ámbito de quien fruye de ella de modos siempre varios
y cada vez más ricos.
El párrafo de Fedro que acabamos de citar, nos recuerda además que toda modificación de los
instrumentos culturales, en la historia de la humanidad, se presenta como una profunda puesta
en crisis del «modelo cultural» precedente; y no manifiesta su alcance real si no se considera que
los nuevos instrumentos operarán en el contexto de una humanidad profundamente modificada,
ya sea por las causas que han provocado la aparición de aquellos instrumentos, ya por el uso
de los propios instrumentos. El invento de la escritura, reconstruido a través del mito platónico,
es un ejemplo; el de la imprenta o los nuevos instrumentos audiovisuales, otro.
Valorar la función de la imprenta condicionándola a las medidas de un modelo de hombre típico
de una civilización basada en la comunicación oral y visual es un gesto de miopía histórica y
antropológica que no pocos han cometido. [...] Algo semejante ocurre con los mass media: se
les juzga midiendo y comparando el mecanismo y los efectos con un modelo de hombre del
renacimiento, que evidentemente (si no por otras, a causa de los mass media, y también de los
fenómenos que han hecho posible el advenimiento de los mass media) no existe ya.
Es evidente, por el contrario, que deberemos discutir los distintos problemas partiendo del su-
puesto, histórico y antropológico-cultural a la vez, de que con el advenimiento de la era industrial
y el acceso al control de la vida social de las clases subalternas, se ha establecido en la historia
contemporánea una civilización de mass media, de la cual se discutirán los sistemas de valores y
respecto a la cual se elaborarán nuevos modelos ético-pedagógicos. Todo esto no excluye el juicio
severo, la condena, la postura rigurosa: pero ejercitados respecto del nuevo modelo humano, no
en nostálgica referencia al antiguo. Dicho de otro modo, se pide a los hombres de cultura una pos-
tura de investigación constructiva; allí donde habitualmente se adopta la postura más fácil: dónde,
frente al prefigurarse de un nuevo panorama humano, del cual es difícil situar los confines, la forma,
las tendencias de desarrollo, se prefiere adoptar la postura de Rutilio Nmaziano de la nueva tran-
sición. Y es lógico que un Rutilio Namaziano no arriesgue nada; tiene siempre derecho a nuestro
conmovido respeto y logra pasar a la historia sin comprometerse con el futuro.

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
La cultura de masas bajo acusación
Las actas de acusación contra la cultura de masas, cuando son formuladas y sostenidas por
escritores agudos y atentos, tienen su función dialéctica en una discusión sobre el fenómeno.
Los pamphlets contra la cultura de masas deberán ser leídos y estudiados como documentos a
incluir en una investigación equilibrada, teniendo en cuenta, no obstante, los equívocos en que
con frecuencia se fundan.
En el fondo, la primera toma de posición ante el problema fue la de Nietzsche con su identifica-
ción de la «enfermedad histórica» y de una de sus formas más ostentosas, el periodismo. Más
aún, en el filósofo alemán existía ya en germen la tentación presente en toda polémica sobre
este asunto: la desconfianza hacia el igualitarismo, el ascenso democrático de las multitudes, el
razonamiento hecho por los débiles y para los débiles, el universo construido no a me-dida del
superhombre sino a la del hombre común. Idéntica raíz anima la polémica de Ortega y Gasset.
Y no carece ciertamente de motivos buscar en la base de todo acto de intolerancia hacia la cul-
tura de masas una raíz aristocrática, un desprecio que sólo aparentemente se dirige a la cultura
de masas, pero que en realidad apunta a toda la masa. Un desprecio que sólo aparentemente
distingue entre masa como grupo gregario y comunidad de individuos auto-responsables, sus-
traídos a la masificación y la absorción gregaria: porque en el fondo existe siempre nostalgia por
una época en que los valores culturales eran privilegio de clase y no eran puestos a disposición
de todos indiscriminadamente.
Pero no todos los críticos de la cultura de masas pueden adscribirse a este grupo. Dejando
aparte a Adorno, cuya postura es demasiado notoria para que necesite ser comentada aquí,
recordemos toda la hueste de radicals americanos que sostienen una feroz polémica contra los
elementos de masificación existentes en el cuerpo social de su país. Su crítica es indudablemen-
te progresista en sus intenciones, y la desconfianza hacia la cultura de masas es desconfianza
hacia una forma de poder intelectual capaz de conducir a los ciudadanos a un estado de suje-
ción gregaria, terreno fértil para cualquier aventura autoritaria. Ejemplo típico es Dwight MacDo-
nald, que en los años treinta adoptó posiciones trotskistas, y por tanto pacifistas y anárquicas.
Su crítica representa quizá el punto más equilibrado alcanzado en el ámbito de esta polémica,
y como tal se cita.
MacDonald parte de la distinción, hoy ya canónica, de los niveles intelectuales, high, middle y
low brow. Cambia la denominación llevado por un intento polémico más violento: contra las
manifestaciones de un arte de elite y de una cultura de masas, que no es tal, y que por esto
él no llama mass culture sino masscult, y de una cultura media, pequeño burguesa, que llama
midcult. Es obvio que son masscult los cómics, la música gastronómica tipo rock’n roll o los
peores telefilms mientras el midcult está representado por obras que parecen poseer todos los
requisitos de una cultura puesta al día y que, por el contrario, no constituyen en realidad más
que una parodia, una depauperación, una falsifi cación puesta al servicio de fines comerciales.
Algunas de las páginas críticas más sabrosas de MacDonald están dedicadas al análisis de una
novela como El viejo y el mar, de Hemingway, que considera producto típico de midcult, con su
lenguaje intencionalmente artificioso y tendente al lirismo, su inclinación a presentar personajes
«universales» (pero de una universalidad alegórica y manierista) y en igual plano coloca Nuestra
ciudad, de Wilder.
Los ejemplos aclaran uno de los puntos sustanciales de la crítica de MacDonald: no se reprocha
a la cultura de masas la difusión de productos de nivel ínfimo y de nulo valor estético (como,
pongamos por caso, algunos comics, las revistas pornográficas o los telequizzes), se reprocha
al midcult que ‘explote’ los descubrimientos de la vanguardia y los ‘banalice’ reduciéndolos a
elementos de consumo. Crítica esta que da en el blanco y nos ayuda a comprender por qué
tantos productos de fácil salida comercial, aun ostentando una dignidad estilística exterior, sue-

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
nan a falso; pero crítica también que, a cuentas, refleja un concepto fatalmente aristocrático
del gusto. ¿Debemos admitir que una solución estilística sólo es válida cuando representa un
descubrimiento que rompe con la tradición y por ello es compartida por unos pocos elegidos?
Admitido esto, si el nuevo estilo alcanza a inscribirse en un círculo más amplio y a difundirse en
nuevos contextos, ¿pierde de hecho toda su fuerza, o adquiere una nueva función? Y si posee
una función, ¿es fatalmente negativa, y el nuevo arte sirve sólo para disimular bajo una pátina de
novedad formal una banalidad de posturas, un complejo de ideas, gustos y emociones pasivos
y esclerotizados?
Se plantean aquí una serie de problemas que, una vez expuestos teóricamente, deberán so-
meterse a un complejo de probaciones concretas. Pero ante ciertas tomas de posición nace la
sospecha de que el crítico se refiere constantemente a un modelo humano que, aunque él no lo
sepa, es clasista: es el modelo del gentilhombre del Renacimiento, culto y meditabundo, a quien
una determinada condición económica le permite cultivar con amorosa atención las propias ex-
periencias interiores, le preserva de fáciles convicciones utilitarias y le garantiza celosamente una
absoluta originalidad. El hombre de una civilización de masas, empero, no es ya este hombre.
Mejor o peor, es otro, y otras deberán ser sus vías de formación y de salvación. Identificarlas es
por lo menos una de las tareas. El problema sería distinto si los críticos de la cultura de masas
creyesen que el problema de nuestra civilización consiste en elevar a todo miembro de la co-
munidad a la fruición de experiencias de orden superior, proporcionando a todos la posibilidad
de acceder a ellas. La posición de MacDonald, sin embargo, es otra: en sus últimos escritos
confiesa que en tiempos creyó en la posibilidad de la primera solución (elevar las masas a la cul-
tura «superior»), ahora cree que la empresa es imposible, y que la fractura entre ambas culturas
es definitiva, irreversible, irremediable. Desgraciadamente, surge espontánea una explicación
más bien melancólica: los intelectuales del tipo de MacDonald se comprometieron, en los años
veinte, en una acción progresiva de tipo político, que fue frustrada por acontecimientos internos
de la política norteamericana. Y estos hombres han pasado de la crítica política a la cultural;
de una crítica empeñada en cambiar la sociedad, a una crítica aristocrática sobre la sociedad,
colocándose casi fuera de la contienda y rehuyendo toda responsabilidad. Con ello demuestran,
quizá contra su voluntad, que existe una forma de resolver el problema, pero que no es sólo una
forma cultural, dado que implica una serie de operaciones políticas y en todo caso una política
de la cultura.

Cahier de doléances
De las varias críticas a la cultura de masas emergen algunas «acusaciones principales» que es
necesario tener en cuenta.
a) Los mass media se dirigen a un público heterogéneo y se especifican según «medidas de
gusto», evitando las soluciones originales.
b) En tal sentido, al difundir por todo el globo una «cultura» de tipo «homogéneo», destruyen las
características culturales propias de cada grupo étnico.
c) Los mass media se dirigen a un público que no tiene conciencia de sí mismo como grupo
social caracterizado; el público, pues, no puede manifestar exigencia ante la cultura de masas,
sino que debe sufrir sus proposiciones sin saber que las soporta.
d) Los mass media tienden a secundar el gusto existente sin promover renovaciones de la sen-
sibilidad. Incluso cuando parecen romper con las tradiciones estilísticas, de hecho se adaptan a
la difusión, ya homologable, de estilos y formas difundidas antes a nivel de la cultura superior y
transferidas a nivel inferior. Homologando todo cuanto ha sido asimilado, desempeñan funciones
de pura conservación.
e) Los mass media tienden a provocar emociones vivas y no mediatas. Dicho de otro modo, en

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
lugar de simbolizar una emoción, de representarla, la provocan; en lugar de sugerirla, la dan ya
confeccionada. Típico en este sentido es el papel de la imagen respecto al concepto; o el de la
música como estímulo de sensaciones en lugar de cómo forma contemplable.
f) Los mass media inmersos en un circuito comercial, están sometidos a la «ley de oferta y la
demanda». Dan, pues, al público únicamente lo que desea, o peor aún, siguiendo las leyes de
una economía fundada en el consumo y sostenida por la acción persuasiva de la publicidad,
sugieren al público lo que debe desear.
g) Incluso cuando difunden productos de cultura superior, los difunden nivelados y «condensa-
dos» de forma que no provoquen ningún esfuerzo por parte del fruidor. El pensamiento es resu-
mido en fórmulas, los productos del arte son antologizados y comunicados en pequeñas dosis.
h) En todo caso, los productos de cultura superior son propuestos en una situación de total nive-
lación con otros productos de entretenimiento. En un semanario de rotograbado, la información
sobre un museo de arte se equipara al chisme sobre el matrimonio de la estrella cinematográfica.
i) Los mass media alientan así una visión pasiva y acrítica del mundo. El esfuerzo personal para
la posesión de una nueva experiencia queda desalentado.
j) Los mass media alientan una inmensa información sobre el presente (reducen dentro de los
límites de una crónica actual sobre el presente incluso las eventuales informaciones sobre el
pasado) y con ello entorpecen toda conciencia histórica.
k) Hechos para el entretenimiento y el tiempo libre, son proyectados para captar sólo el nivel
superficial de nuestra atención. Vician desde un principio nuestra postura, y por ello incluso una
sinfonía, escuchada a través de un disco o de la radio, será disfrutada del modo más epidér-
mico, como indicación de un motivo tarareable, no como un organismo estético que penetra
profundamente en nosotros por medio de una atención exclusiva y fiel.
l) Los mass media tienden a imponer símbolos y mitos de fácil universalidad, usando «tipos»
reconocibles de inmediato, y con ello reducen al mínimo la individualidad y la concreción de
nuestras experiencias y de nuestras imágenes, a través de las cuales deberíamos realizar expe-
riencias.
m) Para realizar esto, trabajan sobre opiniones comunes, sobre los endoxa, y funcionan como
una continua reafirmación de lo que ya pensamos. En tal sentido desarrollan siempre una acción
socialmente conservadora.
n) Se desarrollan pues, incluso cuando fingen despreocupación, bajo el signo del más absoluto
conformismo, en la esfera de las costumbres, de los valores culturales, de los principios sociales
y religiosos, de las tendencias políticas. Favoreciendo proyecciones hacia modelos «oficiales».
o) Los mass media se presentan como el instrumento educativo típico de una sociedad de
fondo paterna-lista, superficialmente individualista y democrática, sustancialmente tendente a
producir modelos humanos heterodirigidos. Llevando más a fondo el examen, aparece una típi-
ca «superestructura de un régimen capitalista», empleada con fines de control y de planificación
coaccionadora de las conciencias. De hecho ofrecen aparentemente los frutos de la cultura
superior, pero vaciados de la ideología y de la crítica que los animaba. Adoptan las formas
externas de una cultura popular, pero en lugar de surgir espontáneamente desde abajo, son
impuestas desde arriba (y no tienen la sal, ni el humor, ni la vitalísima y sana vulgaridad de la
cultura genuinamente popular). Como control de masas, desarrollan la misma función que en
ciertas circunstancias históricas ejercieron las ideologías religiosas. Disimulan dicha función de
clase manifestándose bajo el aspecto positivo de la cultura típica de la sociedad del bienestar,
donde todos disfrutan de las mismas ocasiones de cultura en condiciones de perfecta igualdad.
Todas y cada una de las proposiciones enumeradas es adscribible y documentable. Cabe pre-
guntarse si el panorama de la cultura de masas y su problemática se agotan con esta serie de
imputaciones. A tal fin, es precioso recurrir a los «defensores» del sistema.

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
Defensa de la cultura de masas
Hay que advertir ante todo que entre aquellos que demuestran la validez de la cultura de masas
muchos emplean un medio simplista, desde el interior del sistema, sin perspectiva crítica alguna,
y no raramente ligado a los intereses de los productores. Es típico el caso de Ernest Dichter, que
en su Estrategia del deseo formula una apasionada apología de la publicidad sobre el fondo de
una «filosofía» optimista del incremento de las experiencias que no es otra cosa que el enmas-
caramiento ideológico de una estructura económica precisa, fundada en el consumo y para el
consumo. En otros casos, sin embargo, tenemos estudiosos de las costumbres, sociólogos y
críticos a los que, ciertamente, no debemos criticar un optimismo que les permite ver más allá
de cuanto puedan ver sus adversarios «apocalípticos». Si bien nos mantendremos en guardia
ante el fervor de un David Manning White o un Arthur Schesinger (detenido en posiciones de
un reformismo un poco demasiado iluminista), no soslayaremos muchas de las revelaciones de
Gilber Seldes, Daniel Bell, Edgard Shils, Eric Larrabee, Georges Friedmann y otros. También aquí
procuraremos elaborar un resumen de proposiciones.
a) La cultura de masas no es típica de un régimen capitalista. Nace en una sociedad en que la
masa de ciudadanos participa con igualdad de derechos en la vida pública, en el consumo, en
el disfrute de las comunicaciones: nace inevitablemente en cualquier sociedad de tipo industrial.
Cada vez que un grupo de presión, una asociación libre, un organismo político o económico se
ve precisado a comunicar algo a la totalidad de los ciudadanos de un país, prescindiendo de
los distintos niveles intelectuales, debe recurrir a los sistemas de la comunicación de masas y
experimenta la inevitable regla de la «adecuación a la media». La cultura de masas es propia de
una democracia popular como la China de Mao, donde las polémicas políticas se desarrollan
por medio de grandes carteles y de publicaciones ilustradas; toda la cultura artística de la Unión
Soviética es una típica cultura de masas, con todos los defectos a ella inherentes, y entre ellos
el conservadurismo estético, la nivelación del gusto a la media, el rechazo de las proposiciones
estilísticas que no corresponden a lo que el público espera, la estructura paternalista de la co-
municación de valores.
b) La cultura de masas no ha ocupado en realidad el puesto de una supuesta cultura superior; se
ha difundido simplemente entre las masas enormes que antes no tenían acceso al beneficio de
la cultura. El exceso de información sobre el presente, en menoscabo de la conciencia histórica,
es recibido por una parte de la humanidad que antes no recibía información ninguna sobre el
presente (y era por lo tanto mantenida apartada de toda inserción responsable en la vida aso-
ciada) y no poseía otros conocimientos históricos que anquilosadas nociones sobre mitologías
tradicionales.
Cuando imaginamos al ciudadano de un país moderno que lee en el mismo periódico noticias
sobre la estrella de moda e informaciones sobre Miguel Ángel no debemos compararlo con el
humanista antiguo que se movía con límpida autonomía en los varios campos del saber, sino con
el obrero o el pequeño artesano de hace unos siglos que se hallaba excluido del disfrute de los
bienes culturales. El cual, pese a que en la iglesia o el palacio comunal podía ver obras de pin-
tura, las disfrutaba con la superficialidad con que el lector moderno echa una distraída ojeada a
la reproducción en colores de una obra célebre, más interesado en los detalles anecdóticos que
en los complejos valores formales. El hombre que tararea una melodía de Beethoven porque la
ha oído en la radio, es un hombre que, aunque sólo sea a nivel de la simple melodía, se ha acer-
cado a Beethoven (no puede negarse que a este nivel se manifiesta ya, en medida simplificada,
la legalidad formal que rige en otros niveles, armónico, contrapuntístico, etc., la obra entera del
músico), mientras que semejante experiencia, en otros tiempos, estaba sólo reservada a las cla-
ses privilegiadas; muchos de cuyos mientras, aun sometiéndose al ritual del concierto, gozaban
de la música sinfónica al mismo nivel de superficialidad. La cantidad impresionante de música

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
válida difundida actualmente por la radio y los discos, ¿no desemboca en muchos casos en un
estímulo eficaz para adquisiciones culturales auténticas? ¿Cuántos de nosotros no nos hemos
labrado una formación musical a través precisamente del estímulo de los canales de masa?
c) Es cierto que los mass media proponen en medida masiva y sin discriminación varios ele-
mentos de información en los que no se distingue el dato válido del de pura curiosidad o entre-
tenimiento. Pero negar que esta acumulación de «información» pueda resolverse en formación,
equivale a tener un concepto marcadamente pesimista de la naturaleza humana, y a no creer
que una acumulación de datos cuantitativos, bombardeando con estímulos la inteligencia de
una gran cantidad de personas, pueda resolverse, en algunas, en mutación cualitativa. Este tipo
de reacciones es de utilidad precisamente porque deja al descubierto la ideología aristocrática
de los críticos de los mass media. Y por otra parte demuestra que esta ideología es peligrosa-
mente igual a la de aquellos que sienten lástima por los habitantes de pueblecillos perdidos entre
montañas a quienes los anticuarios han cambiado la vieja artesa y la maciza mesa «de herman-
dad» por un endeble mobiliario de aluminio y formica; sin tener en cuenta que este mobiliario
lavable y más alegre, proporciona mayores posibilidades de higiene en unas casas en las que el
mobiliario antiguo, de madera pasada y carcomida, no constituía por cierto ningún elemento de
educación del gusto; y que la estimación de aquel mobiliario tradicional es sólo una deformación
estética de nuestra sensibilidad, que considera valiosa antigüedad lo que, sin el advenimiento
de las superficies de formica, habría quedado en miserable ejemplo de cotidiando abandono.
d) A la objeción de que la cultura de masas difunde también productos de entretenimiento que
nadie se atreve a juzgar como positivos (cómics de fondo erótico, trasmisiones de lucha por
televisión, telequiz que constituyen un incentivo para los instintos sádicos del gran público) se
responde que, desde que el mundo existe, las turbas han amado el «circo»; es normal, pues,
que en nuestras condiciones actuales, tan diversas de producción y de difusión, los duelos de
gladiadores y las luchas de osos hayan sido sustituidos por otros dogmas de distracción inferior,
que muchos censuran pero que no cabe considerar como signo especial de decadencia de
costumbres.
e) Una homogeneización del gusto contribuiría en el fondo a eliminar a ciertos niveles las diferen-
cias de casta, a unificar las sensibilidades nacionales, desarrollaría funciones de descongestión
anticolonialista en muchas partes del globo.
f) La divulgación de conceptos bajo forma de digest ha ejercido evidente funciones de estímulo,
puesto que en nuestro tiempo hemos asistido a lo que en América se llama «revolución de los
paperbacks», o sea la difusión de enorme cantidad de obras culturales de valía a precios muy
bajos y en edición íntegra.
g) Es cierto que la difusión de bienes culturales, aun los más válidos, al tornarse intensiva em-
bota la capacidad de recepción. Pero esto constituye un fenómeno de «consumo» del valor
estético o cultural que se da en todas las épocas, con la salvedad de que actualmente tiene
lugar en dimensión macroscópica. También en el siglo pasado, si alguien hubiese oído muchas
veces consecutivas una cierta composición, habría acabado habituando el oído a una recepción
esquemática y superficial. A tal «consumo» queda yuxtapuesta todo manifestación, en una so-
ciedad dominada por la cultura de masas, y buena prueba de ello es que las propias críticas a la
cultura de masas, realizadas a través de libros de gran tirada, diarios, revistas, se han convertido
en perfectos productos de una cultura de masas, se han repetido como eslogan, se han comer-
cializado como bienes de consumo y como ocasiones de distracción esnob.
h) Los mass media ofrecen un cúmulo de informaciones y de datos sobre el universo sin su-
gerir criterios de discriminación, pero en definitiva sensibilizan al hombre contemporáneo en su
enfrentamiento con el mundo, ¿ya acaso las masas sometidas a este tipo de información no
nos parecen más sensibles y más partícipes, para bien y para mal, en la vida asociada, que

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
las masas de la antigüedad propensas a una aceptación tradicional ante escalas de valores
estables e indiscutible? Si ésta es la época de los grandes cambios sociales y de los renacimien-
tos nacionales de los pueblos subdesarrollados? Signo, pues, de que los grandes canales de
comunicación difunden informaciones indiscriminadas, pero de que al propio tiempo provocan
conmociones culturales de cierto relieve.
i) Y, finalmente, no es cierto que los medios de masas sean conservadores desde el punto de
vista del estilo y de la cultura. Como constituyentes de un conjunto de nuevos lenguajes, han
introducido nuevos modos de hablar, nuevos giros, nuevos esquemas perceptivos (basta pensar
en la mecánica de percepción de la imagen, en las nuevas gramáticas del cine, de la transmisión
directa, del cómic, en el estilo periodístico…). Bien o mal, se trata de una renovación estilística
que tiene constantes repercusiones en el plano de las artes llamadas superiores, promoviendo
su desarrollo.

Una problemática mal planteada


La defensa de los mass media tendría numerosos títulos de validez, si no pecase casi siempre
de cierto «liberalismo» cultural. Se da por descontado el convencimiento de que la circulación
libre e intensiva de los diversos productos culturales de masa, dado que ofrece sin duda as-
pectos positivos, es en sí natural-mente «buena». Como mucho, se adelantan proposiciones
para un control pedagógico-político de las manifestaciones inferiores (censura sobre los comics
sado-pornográficos) o de los canales de transmisión (control sobre redes de televisión). Rara-
mente se tiene en cuenta el hecho de que, dado que la cultura de masas en su mayor parte
es producida por grupos de poder económico con el fin de obtener beneficios, permanece
sometida a todas las leyes económicas que regulan la fabricación, la distribución y el consumo
de los demás productos industriales: «El producto debe agradar al cliente», no debe ocasionarle
problemas, el cliente debe desear el producto y debe ser inducido a un recambio progresivo del
producto. De ahí los caracteres culturales de los propios productos y la inevitable «relación de
persuasor a persuadido», que en definitiva es una relación paternalista interpuesta entre produc-
tor y consumidor.
Huelga decir que en un régimen económico distinto, la relación paternalista puede muy bien per-
manecer inalterable, por ejemplo, en aquel caso en que la difusión de cultura de masas se halle
en manos, no de grupos de poder económico, sino de grupos de poder político, que pongan
a contribución dichos medios con finalidad de persuasión y dominio. Pero todo esto sirve sólo
para demostramos que la cultura de masas es un hecho industrial, y que, como tal, experimenta
muchos condicionamientos típicos de cualquier actividad industrial.
El error de los apologistas estriba en creer que la multiplicación de los productos industriales es
de por sí buena, según una bondad tomada del mercado libre, y no que debe ser sometida a
crítica y a nuevas orientaciones.
El error de los apocalíptico-aristocráticos consiste en pensar que la cultura de masas es radi-
calmente mala precisamente porque es un hecho industrial, y que hoy es posible proporcionar
cultura que se sustraiga al condicionamiento industrial.
Los problemas están mal planteados desde el momento en que se formulan del siguiente modo:
«¿Es bueno o malo que exista la cultura de masas?» (Entre otras razones porque la pregunta
supone cierta desconfianza reaccionaria ante la ascensión de las masas, y quiere poner en duda
la validez del progreso tecnológico, del sufragio universal, de la educación extendida hasta las
clases subalternas, etc.)
El problema, por el contrario, es: «Desde el momento en que la presente situación de una so-
ciedad industrial convierte en pilar aquel tipo de relación comunicativa conocida como conjunto
de los medios de masa, ¿qué acción cultural es posible para hacer que estos medios de masa

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
puedan ser vehículo de valores culturales?».
No es utópico pensar que una intervención cultural pueda modificar la fisonomía de un fenóme-
no de este tipo. Pensemos en lo que se entiende hoy por «industria editorial». La fabricación de
libros se ha convertido en un hecho industrial, sometido a todas las reglas de producción y de
consumo. De ahí derivan una serie de fenómenos negativos, como la producción por encargo,
el consumo provocado artificialmente, el mercado sostenido con creación publicitaria de valores
ficticios. Pero la industria editorial se distingue de la de dentífricos en lo siguiente: se insertan en
ella hombres de cultura, para lo que la finalidad primera (en los casos mejores) no es la produc-
ción de un libro para la venta, sino la producción de valores para la difusión de los cuales es el
libro el instrumento más idóneo. Esto significa que, según una distribución porcentual que no
sabría precisar, junto a «productores de objetos de consumo cultural», operan «productores de
cultura» que aceptan el sistema de la industria del libro para fines que la desbordan. Por pesi-
mista que sea, la aparición de ediciones críticas o de colecciones populares son muestra de una
victoria de la comunidad cultural sobre el instrumento industrial con el que felizmente se halla
comprometida. A menos que se crea que la misma multiplicación sea ya un hecho negativo (con
lo cual se vuelve a la posición aristocrático-reaccionaria que mencionaba previamente).
El problema de la cultura de masas es en realidad el siguiente: en la actualidad es maniobrada
por grupos económicos, que persiguen finalidades de lucro, y realizada por ejecutantes espe-
cializados en suministrar lo que se estima de mejor salida, sin que tenga lugar una intervención
masiva de los hombres de cultura en la producción. La postura de los hombres de cultura es
precisamente la de protesta y reserva. Decir: «El sistema en que nos movemos representa un
ejemplo de Orden tan perfecto y acabado que todo acto aislado de modificación de fenómenos
aislados queda en puro testimonio» es una posición aceptable en el plano místico, pero resulta
singular cuando es sostenida, como ocurre a menudo, basándose en categorías pseudomar-
xistas. En este caso, una situación histórica dada queda petrificada en un modelo, en el cual
las contradicciones originarias se componen de una especie de sistema sólido, relacional, pu-
ramente sincrónico. En este punto, toda la atención se centra en el modelo como un todo irres-
cindible, y la única solución parece ser la negación total del modelo. Nos hallamos en el campo
de las abstracciones y de las malentendidas presunciones de totalidad: ignorar que en el interior
del modelo continúan agitándose contradicciones concretas, y que por tanto se establece una
dialéctica de fenómenos tal que todo hecho que modifique un aspecto del conjunto, aunque
aparentemente pierda relieve ante la capacidad de recuperación del sistema-modelo, en realidad
nos restituye no ya el sistema A inicial sino un sistema A1. Negar que una suma de pequeños
hechos, debidos a la iniciativa humana, puedan modificar la naturaleza de un sistema, significa
negar la misma posibilidad de alternativas revolucionarias, que se manifi estan sólo en un mo-
mento dado a consecuencia de la presión de hechos infinitesimales, cuya agrupación (incluso
puramente cuantitativa) estalla en una modificación cualitativa.
Se apoya a menudo sobre equívocos semejantes la idea de que, proponer intervenciones mo-
dificadoras parciales en el campo cultural, equivale a aquella postura que en política es el «refor-
mismo», opuesto a la postura revolucionaria. No se calcula ante todo que, si reformismo significa
creer en la eficacia de las modificaciones parciales, con exclusión de alternativas radicales y
violentas, ninguna postura revolucionaria ha excluido nunca la serie de intervenciones parciales
que tienden a crear las condiciones para alternativas radicales, y que se mueven a lo largo de la
línea directiva de una hipótesis más amplia.
En segundo lugar, nos parece que la categoría del reformismo es absolutamente inaplicable al
mundo de los valores culturales (y que por tanto un razonamiento válido para los fenómenos de
«base» es inaplicable a ciertas leyes específicas de algunas manifestaciones superestructurales).
A nivel base socioeconómica, una modificación parcial puede atenuar ciertas contradicciones y

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
evitar su explosión por un largo tiempo; en tal sentido la operación reformista puede adquirir va-
lor de contribución a la conservación del statu quo. Pero a nivel de una circulación de las ideas,
por el contrario, no sucede nunca que una idea, aun puesta en circulación aisladamente, se
transforme en punto de referencia estático de deseos ya pacificados: ocurre a la inversa, exige
una ampliación de la discusión. A nivel de los valores culturales no se da cristalización reformis-
ta; se da solamente la existencia de procesos de conciencia progresiva que, una vez iniciados,
no son ya controlables por quien los ha desencadenado. De ello se desprende la necesidad de
una intervención activa de las comunidades culturales en la esfera de las comunicaciones de
masa. El silencio no es protesta, es complicidad; es negarse al compromiso.
Naturalmente, para que la intervención sea eficaz, es preciso que vaya precedida por un conoci-
miento del material sobre el que se trabaja. Hasta hoy, la polémica aristocrática sobre los medios
de masa nos ha disuadido del estudio de sus modalidades específicas (o ha orientado hacia
tal estudio sólo aquellos que dan por descontada la pacífica bondad de tal medio, y que por lo
tanto examinan su modalidad para usarlos del modo más desconsiderado o más interesado).
Este desdén ha sido también favorecido por otra convicción: que las modalidades de las comu-
nicaciones de masa constituyen sin sombra de duda aquella serie de características que tales
comunicaciones asumen en un preciso sistema socioeconómico, el de una sociedad industrial
fundada en la libre competencia. Sin embargo, muchos de los fenómenos relacionados con la
comunicación de masa pueden sobrevivir en otros contextos socioeconómicos, puesto que son
debidos a la naturaleza específica de la relación comunicativa que tiene lugar cuando, queriendo
comunicarse a vastas masas de público, debe acudirse a procedimientos industriales con todos
los condicionamientos debidos a la mecanización, a la reproducción en serie, a la nivelación
del producto según una media. Anticipar cómo estos fenómenos podrán configurarse en otros
contextos, corresponde a la planificación política. En el plano científico se ofrece por ahora una
sola alternativa fructífera: examinar cómo se configura ahora el fenómeno, en el ámbito en que
es posible ejercitar una investigación concreta, fundada en datos experimentales.
En este punto se puede llevar el razonamiento, desde el plano de los problemas generales, al
de las decisiones particulares. En tal caso todo se limita a una simple llamada: la llamada a una
intervención que se actualice en la doble forma de la colaboración y del análisis crítico construc-
tivo. Los medios de masa, para muchos, no han sido nunca objeto de un análisis científico que
no fuese deprecatorio, o de un comentario crítico asiduo y orientativo. Cuando esto ha sucedido
se han observado cambios. El ejemplo de la televisión es sintomático.
Nadie puede negar que a través de una crítica cultural ceñida (no divorciada, esto es importante,
de una acción a nivel político) se ha obtenido la mejora de cierto sector de los programas y de
una apertura a la discusión. En este sentido la crítica cultural crea mercado y ofrece a los pro-
ductores orientaciones capaces de asumir aspecto coactivo. La comunidad de los hombres de
cultura constituye aún, por fortuna, un «grupo de presión».
La intervención crítica puede ante todo conducir a la corrección de la convicción implícita de que
cultura es producción de alimento cultural para las masas realizada por una élite de producto-
res. Puede replantear el tema de una cultura de masas como ‘como cultura ejercida a nivel de
todos los ciudadanos’. Lo cual no significa en modo alguno que cultura de masas sea cultura
producida por las masas; no existe forma de creación ‘colectiva’ que no esté mediatizada por
personalidades mas dotadas que se hacen intérpretes de una sensibilidad de la comunidad en
la que viven. No se excluye, pues, la presencia de un grupo culto de productores y de una masa
que disfruta de los productos; salvo que la relación pase de dialéctica a paternalista: los unos
interpretan las exigencias y solicitudes de los otros.

* Eco, Umberto (2001). «Alto, medio, bajo». En Apocalípticos e integrados. Barcelona: Editorial Lumen-Tusquets.

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CURSO DE INGRESO 2017
EL IDIOMA DE LOS ARGENTINOS*
Roberto Arlt

El señor Monner Sans, en una entrevista concedida a un repórter de El Mercurio, de Chile, nos
alacranea de la siguiente forma:
«En mi patria se nota una curiosa evolución. Allí, hoy nadie defiende a la Academia ni a su gra-
mática. El idioma, en la Argentina, atraviesa por momentos críticos... La moda del ‘gauchesco’
pasó; pero ahora se cierne otra amenaza, está en formación el ‘lunfardo’, léxico de origen espu-
rio, que se ha introducido en muchas capas sociales pero que sólo ha encontrado cultivadores
en los barrios excéntricos de la capital argentina. Felizmente, se realiza una eficaz obra depura-
dora, en la que se hallan empeñados altos valores intelectuales argentinos».
¿Quiere usted dejarse de macanear? ¡Cómo son ustedes los gramáticos! Cuando yo he llegado
al final de su reportaje, es decir, a esa frasecita: «Felizmente se realiza una obra depuradora
en la que se hallan empeñados altos valores intelectuales argentinos», me he echado a reír de
buenísima gana, porque me acordé que a esos «valores» ni la familia los lee, tan aburridores son.
¿Quiere que le diga otra cosa? Tenemos un escritor aquí -no recuerdo el nombre- que escribe en
purísimo castellano y para decir que un señor se comió un sandwich, operación sencilla, agra-
dable y nutritiva, tuvo que emplear todas estas palabras: «y llevó a su boca un emparedado de
jamón». No me haga reír, ¿quiere? Esos valores, a los que usted se refiere; insisto: no los lee ni la
familia. Son señores de cuello palomita, voz gruesa, que esgrimen la gramática como un bastón,
y su erudición como un escudo contra las bellezas que adornan la tierra. Señores que escriben
libros de texto, que los alumnos se apresuran a olvidar en cuanto dejaron las aulas, en las que
se les obliga a exprimirse los sesos estudiando la diferencia que hay entre un tiempo perfecto y
otro pluscuamperfecto. Estos caballeros forman una colección pavorosa de «engrupidos» -¿me
permite la palabreja?- que cuando se dejan retratar, para aparecer en un diario, tienen el buen
cuidado de colocarse al lado de una pila de libros, para que se compruebe de visu que los libros
que escribieron suman una altura mayor de la que miden sus cuerpos.
Querido señor Monner Sans: La gramática se parece mucho al boxeo. Yo se lo explicaré: Cuan-
do un señor sin condiciones estudia boxeo, lo único que hace es repetir los golpes que le enseña
el profesor. Cuando otro señor estudia boxeo, y tiene condiciones y hace una pelea magnífica,
los críticos del pugilismo exclaman: «¡Este hombre saca golpes de `todos los ángulos’!» Es decir,
que, como es inteligente, se le escapa por una tangente a la escolástica gramatical del boxeo.
De más está decir que éste que se escapa de la gramática del boxeo, con sus golpes de «todos
los ángulos», le rompe el alma al otro, y de allí que ya haga camino esa frase nuestra de «boxeo
europeo o de salón», es decir, un boxeo que sirve perfectamente para exhibiciones, pero para
pelear no sirve absolutamente nada, al menos frente a nuestros muchachos antigramaticalmente
boxeadores.
Con los pueblos y el idioma, señor Monner Sans, ocurre lo mismo. Los pueblos bestias se per-
petúan en los pueblos que, como el nuestro, están en una continua evolución, sacan palabras
de todos los ángulos, palabras que indignan a los profesores, su idioma, como que, no teniendo
ideas nuevas que expresar, no necesitan palabras nuevas o giros extraños; pero, en cambio,
como lo indigna a un profesor de boxeo europeo el hecho inconcebible de que un muchacho
que boxea mal le rompa el alma a un alumno suyo que, técnicamente, es un perfecto pugilista.
Eso sí; a mí me parece lógico que ustedes protesten. Tienen derecho a ello, ya que nadie les
lleva el apunte, ya que ustedes tienen el tan poco discernimiento pedagógico de no darse cuen-
ta de que, en el país donde viven, no pueden obligarnos a decir o escribir: «llevó a su boca un
emparedado de jamón», en vez de decir: «se comió un sándwich». Yo me jugaría la cabeza que

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
usted, en su vida cotidiana, no dice: «llevó a su boca un emparedado de jamón», sino que, como
todos diría: «se comió un sándwich». De más está decir que todos sabemos que un sandwich
se come con la boca, a menos que el autor de la frase haya descubierto que también se come
con las orejas.
Un pueblo impone su arte, su industria, su comercio y su idioma por prepotencia. Nada más.
Usted ve lo que pasa con Estados Unidos. Nos mandan sus artículos con leyendas en inglés, y
muchos términos ingleses nos son familiares. En el Brasil, muchos términos argentinos (lunfar-
dos) son populares. ¿Por qué? Por prepotencia. Por superioridad.
Last Reason, Félix Lima, Fray Mocho y otros, han influido mucho más sobre nuestro idioma, que
todos los macaneos filológicos y gramaticales de un señor Cejador y Frauca, Benot y toda la
pandilla polvorienta y malhumorada de ratones de biblioteca, que lo único que hacen es revolver
archivos y escribir memorias, que ni ustedes mismos, gramáticos insignes, se molestan en leer,
porque tan aburridas son.
Este fenómeno nos demuestra hasta la saciedad lo absurdo que es pretender enchalecar en una
gramática canónica, las ideas siempre cambiantes y nuevas de los pueblos. Cuando un malan-
drín que le va a dar una puñalada en el pecho a un consocio, le dice: «te voy a dar un puntazo
en la persiana», es mucho más elocuente que si dijera: «voy a ubicar mi daga en su esternón».
Cuando un maleante exclama, al ver entrar a una pandilla de pesquisas: « ¡los relojié de abani-
co!», es mucho más gráfico que si dijera: «al socaire examiné a los corchetes».
Señor Monner Sans: Si le hiciéramos caso a la gramática, tendrían que haberla respetado nues-
tros tatarabuelos, y en progresión retrogresiva, llegaríamos a la conclusión que, de haber respe-
tado al idioma aquellos antepasados, nosotros, hombres de la radio y la ametralladora, hablaría-
mos todavía el idioma de las cavernas. Su modesto servidor.
Q. B. S. M.

*Artl, Roberto (1999). «El idioma de los argentinos». En Aguafuertes Porteñas. Buenos Aires: Losada.

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
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EL INFORME DE BRODIE*
Jorge Luis Borges

En un ejemplar del primer volumen de las Mil y una noches (Londres, 1839) de Lane, que me
consiguió mi querido amigo Paulino Keins, descubrimos el manuscrito que ahora traduciré al
castellano. La esmerada caligrafía —arte que las máquinas de escribir nos están enseñando
a perder— sugiere que fue redactado por esa misma fecha. Lane prodigó, según se sabe, las
extensas notas explicativas; los márgenes abundan en adiciones, en signos de interrogación y
alguna vez en correcciones, cuya letra es la misma del manuscrito. Diríase que a su lector le
interesaron menos los prodigiosos cuentos de Shahrazad que los hábitos del Islam. De David
Brodie, cuya firma exornada de una rúbrica figura al pie, nada he podido averiguar, salvo que fue
un misionero escocés, oriundo de Aberdeen, que predicó la fe cristiana en el centro de África y
luego en ciertas regiones selváticas del Brasil, tierra a la cual lo llevaría su conocimiento del por-
tugués. Ignoro la fecha y el lugar de su muerte. El manuscrito, que yo sepa, no fue dado nunca a
la imprenta. Traduciré fielmente el informe, compuesto en un inglés incoloro, sin permitirme otras
omisiones que las de algún versículo de la Biblia y la de un curioso pasaje sobre las prácticas
sexuales de los Yahoos que el buen presbiteriano confió pudorosamente al latín. Falta la primera
página.

«... de la región que infestan los hombres-monos (Apemen) tienen su morada los Mlch (1), que
llamaré Yahoos, para que mis lectores no olviden su naturaleza bestial y porque una precisa
transliteración es casi imposible, dada la ausencia de vocales en su áspero lenguaje. Los indivi-
duos de la tribu no pasan, creo, de setecientos, incluyendo los Nr, que habitan más al sur, entre
los matorrales. La cifra que he propuesto es conjetural, ya que, con excepción del rey, de la reina
y de los hechiceros, los Yahoos duermen donde los encuentra la noche, sin lugar fijo. La fiebre
palúdica y las incursiones continuas de los hombres-monos disminuyen su número. Sólo unos
pocos tienen nombre. Para llamarse, lo hacen arrojándose fango. He visto asimismo a Yahoos
que, para llamar a un amigo, se tiraban por el suelo y se revolcaban. Físicamente no difieren
de los Kroo, salvo por la frente más baja y por cierto tinte cobrizo que amengua su negrura. Se
alimentan de frutos, de raíces y de reptiles; beben leche de gato y de murciélago y pescan con la
mano. Se ocultan para comer o cierran los ojos; lo demás lo hacen a la vista de todos, como los
filósofos cínicos. Devoran los cadáveres crudos de los hechiceros y de los reyes, para asimilar
su virtud. Les eché en cara esa costumbre; se tocaron la boca y la barriga, tal vez para indicar
que los muertos también son alimento o —pero esto acaso es demasiado sutil— para que yo
entendiera que todo lo que comemos es, a la larga, carne humana.
En sus guerras usan las piedras, de las que hacen acopio, y las imprecaciones mágicas.
Andan desnudos; las artes del vestido y del tatuaje les son desconocidas.
Es digno de atención el hecho de que, disponiendo de una meseta dilatada y herbosa, en
la que hay manantiales de agua clara y árboles que dispensan la sombra, hayan optado por
amontonarse en las ciénagas que rodean la base, como deleitándose en los rigores del sol
ecuatorial y de la impureza. Las laderas son ásperas y formarían una especie de muro contra
los hombres-monos. En las Tierras Altas de Escocia los clanes erigían sus castillos en la cumbre
de un cerro; he alegado este uso a los hechiceros, proponiéndolo como ejemplo, pero todo fue
inútil. Me permitieron, sin embargo, armar una cabaña en la meseta, donde el aire de la noche
es más fresco.
La tribu está regida por un rey, cuyo poder es absoluto, pero sospecho que los que verdadera-
mente gobiernan son los cuatro hechiceros que lo asisten y que lo han elegido. Cada niño que
nace está sujeto a un detenido examen; si presenta ciertos estigmas, que no me han sido reve-

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
lados, es elevado a rey de los Yahoos. Acto continuo lo mutilan (heis gelded), le queman los ojos
y le cortan las manos y los pies, para que el mundo no lo distraiga de la sabiduría. Vive confinado
en una caverna, cuyo nombre es Alcázar (Qzr), en la que sólo pueden entrar los cuatro hechice-
ros y el par de esclavas que lo atienden y lo untan de estiércol. Si hay una guerra, los hechiceros
lo sacan de la caverna, lo exhiben a la tribu para estimular su coraje y lo llevan, cargado sobre
los hombros, a lo más recio del combate, a guisa de bandera o de talismán. En tales casos lo
común es que muera inmediatamente, bajo las piedras que le arrojan los hombres-monos.
En otro Alcázar vive la reina, a la que no le está permitido ver a su rey. Ésta se dignó recibirme;
era sonriente, joven y agraciada, hasta donde lo permite su raza. Pulseras de metal y de marfil
y collares de dientes adornaban su desnudez. Me miró, me husmeó y me tocó y concluyó por
ofrecérseme, a la vista de todas las azafatas. Mi hábito (my cloth) y mis hábitos me hicieron decli-
nar ese honor, que suele conceder a los hechiceros y a los cazadores de esclavos, por lo general
musulmanes, cuyas cáfilas (caravanas) cruzan el reino. Me hundió dos o tres veces un alfiler de
oro en la carne; tales pinchazos son las marcas del favor real y no son pocos los Yahoos que
se los infieren, para simular que fue la reina la que los hizo. Los ornamentos que he enumerado
vienen de otras regiones; los Yahoos los creen naturales, porque son incapaces de fabricar el
objeto más simple. Para la tribu mi cabaña era un árbol, aunque muchos me vieron edificarla y
me dieron su ayuda. Entre otras cosas, yo tenía un reloj, un casco de corcho, una brújula y una
Biblia; los Yahoos las miraban y sopesaban y querían saber dónde las había recogido. Solían
agarrar por la hoja mi cuchillo de monte; sin duda lo veían de otra manera. No sé hasta dónde
hubieran podido ver una silla. Una casa de varias habitaciones constituiría un laberinto para ellos,
pero tal vez no se perdieran, como tampoco un gato se pierde, aunque no puede imaginársela.
A todos les maravillaba mi barba, que era bermeja entonces; la acariciaban largamente.
Son insensibles al dolor y al placer, salvo al agrado que les dan la carne cruda y rancia y las
cosas fétidas. La falta de imaginación los mueve a ser crueles.
He hablado de la reina y del rey; paso ahora a los hechiceros. He escrito que son cuatro; este
número es el mayor que abarca su aritmética. Cuentan con los dedos uno, dos, tres, cuatro,
muchos; el infinito empieza en el pulgar. Lo mismo, me aseguran, ocurre con las tribus que
merodean en las inmediaciones de Buenos-Ayres. Pese a que el cuatro es la última cifra de que
disponen, los árabes que trafican con ellos no los estafan, porque en el canje todo se divide por
lotes de uno, de dos, de tres y de cuatro, que cada cual pone a su lado. Las operaciones son
lentas, pero no admiten el error o el engaño. De la nación de los Yahoos, los hechiceros son
realmente los únicos que han suscitado mi interés. El vulgo les atribuye el poder de cambiar en
hormigas o entortugas a quienes así lo desean; un individuo que advirtió mi incredulidad me
mostró un hormiguero, como si éste fuera una prueba. La memoria les falta a los Yahoos o casi
no la tienen; hablan de los estragos causados por una invasión de leopardos, pero no saben si
ellos la vieron o sus padres o si cuentan un sueño. Los hechiceros la poseen, aunque en grado
mínimo; pueden recordar a la tarde hechos que ocurrieron en la mañana o aun la tarde anterior.
Gozan también de la facultad de la previsión; declaran con tranquila certidumbre lo que suce-
derá dentro de diez o quince minutos. Indican, por ejemplo: Una mosca me rozará la nuca o No
tardaremos en oír el grito de un pájaro.
Centenares de veces he atestiguado este curioso don. Mucho he cavilado sobre él.
Sabemos que el pasado, el presente y el porvenir ya están, minucia por minucia, en la profética
memoria de Dios, en Su eternidad; lo extraño es que los hombres puedan mirar, indefinidamen-
te, hacia atrás pero no hacia adelante. Si recuerdo con toda nitidez aquel velero de alto bordo
que vino de Noruega cuando yo contaba apenas cuatro años ¿A qué sorprenderme del hecho
de que alguien sea capaz de prever lo que está a punto de ocurrir? Filosóficamente la memoria
no es menos prodigiosa que la adivinación del futuro; el día de mañana está más cerca de no-

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CURSO DE INGRESO 2017
sotros que la travesía del Mar Rojo por los hebreos, que, sin embargo, recordamos. A la tribu le
está vedado fijar los ojos en las estrellas, privilegio reservado a los hechiceros. Cada hechicero
tiene un discípulo, a quien instruye desde niño en las disciplinas secretas y que lo sucede a su
muerte. Así siempre son cuatro, número de carácter mágico, ya que es el último a que alcanza
la mente de los hombres. Profesan, a su modo, la doctrina del infierno y del cielo. Ambos son
subterráneos. En el infierno, que es claro y seco, morarán los enfermos, los ancianos, los maltra-
tados, los hombres-monos, los árabes y los leopardos; en el cielo, que se figuran pantanoso y
oscuro, el rey, la reina, los hechiceros, los que en la tierra han sido felices, duros y sanguinarios.
Veneran asimismo a un dios, cuyo nombre es Estiércol, y que posiblemente han ideado a imagen
y semejanza del rey; es un ser mutilado, ciego, raquítico y de ilimitado poder. Suele asumir la
forma de una hormiga o de una culebra.
A nadie le asombrará, después de lo dicho, que durante el espacio de mi estadía no lograra
la conversión de un solo Yahoo. La frase Padre nuestro los perturbaba, ya que carecen del
concepto de la paternidad. No comprenden que un acto ejecutado hace nueve meses pueda
guardar alguna relación con el nacimiento de un niño; no admiten una causa tan lejana y tan
inverosímil. Por lo demás, todas las mujeres conocen el comercio carnal y no todas son madres.
El idioma es complejo. No se asemeja a ningún otro de los que yo tenga noticia. No podemos
hablar de partes de la oración, ya que no hay oraciones. Cada palabra monosílaba corresponde
a una idea general, que se define por el contexto o por los visajes. La palabra nrz, por ejemplo,
sugiere la dispersión o las manchas; puede significar el cielo estrellado, un leopardo, una ban-
dada de aves, la viruela, lo salpicado, el acto de desparramar o la fuga que sigue a la derrota.
Hrl, en cambio, indica lo apretado o lo denso; puede significar la tribu, un tronco, una piedra, un
montón de piedras, el hecho de apilarlas, el congreso de los cuatro hechiceros, la unión carnal
y un bosque. Pronunciada de otra manera o con otros visajes, cada palabra puede tener un
sentido contrario. No nos maravillemos con exceso; en nuestra lengua, el verbo to cleave vale
por hendir y adherir. Por supuesto, no hay oraciones, ni siquiera frases truncas.
La virtud intelectual de abstraer que semejante idioma postula, me sugiere que los Yahoos, pese
a su barbarie, no son una nación primitiva sino degenerada. Confirman esta conjetura las ins-
cripciones que he descubierto en la cumbre de la meseta y cuyos caracteres, que se asemejan a
las runas que nuestros mayores grababan, ya no se dejan descifrar por la tribu. Es como si ésta
hubiera olvidado el lenguaje escrito y sólo le quedara el oral.
Las diversiones de la gente son las riñas de gatos adiestrados y las ejecuciones.
Alguien es acusado de atentar contra el pudor de la reina o de haber comido a la vista de otro; no
hay declaración de testigos ni confesión y el rey dicta su fallo condenatorio. El sentenciado sufre
tormentos que trato de no recordar y después lo lapidan. La reina tiene el derecho de arrojar la
primera piedra y la última, que suele ser inútil. El gentío pondera su destreza y la hermosura de
sus partes y la aclama con frenesí, arrojándole rosas y cosas fétidas. La reina, sin una palabra,
sonríe.
Otra costumbre de la tribu son los poetas. A un hombre se le ocurre ordenar seis o siete pala-
bras, por lo general enigmáticas. No puede contenerse y las dice a gritos, de pie, en el centro de
un círculo que forman, tendidos en la tierra, los hechiceros y la plebe. Si el poema no excita, no
pasa nada; si las palabras del poeta los sobrecogen, todos se apartan de él, en silencio, bajo el
mandato de un horror sagrado (under a holy dread). Sienten que lo ha tocado el espíritu; nadie
hablará con él ni lo mirará, ni siquiera su madre. Ya no es un hombre sino un dios y cualquiera
puede matarlo. El poeta, si puede, busca refugio en los arenales del Norte.
He referido ya cómo arribé a la tierra de los Yahoos. El lector recordará que me cercaron, que tiré
al aire un tiro de fusil y que tomaron la descarga por una suerte de trueno mágico. Para alimentar
ese error, procuré andar siempre sin armas. Una mañana de primavera, al rayar el día, nos inva-

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CURSO DE INGRESO 2017
dieron bruscamente los hombres-monos; bajé corriendo de la cumbre, arma en mano, y maté
a dos de esos animales. Los demás huyeron, atónitos. Las balas, ya se sabe, son invisibles.
Por primera vez en mi vida, oí que me aclamaban. Fue entonces, creo, que la reina me recibió.
La memoria de los Yahoos es precaria; esa misma tarde me fui. Mis aventuras en la selva no
importan. Di al fin con una población de hombres negros, que sabían arar, sembrar y rezar y con
los que me entendí en portugués. Un misionero romanista, el padre Fernandes, me hospedó en
su cabaña y me cuidó hasta que pude reanudar mi penoso viaje. Al principio me causaba algún
asco verlo abrir la boca sin disimulo y echar adentro piezas de comida.
Yo me tapaba con la mano o desviaba los ojos; a los pocos días me acostumbré.
Recuerdo con agrado nuestros debates en materia teológica. No logré que volviera a la genuina
fe de Jesús.
Escribo ahora en Glasgow. He referido mi estadía entre los Yahoos, pero no su horror esencial,
que nunca me deja del todo y que me visita en los sueños. En la calle creo que me cercan aún.
Los Yahoos, bien lo sé, son un pueblo bárbaro, quizá el más bárbaro del orbe, pero sería una
injusticia olvidar ciertos rasgos que los redimen. Tienen instituciones, gozan de un rey, manejan
un lenguaje basado en conceptos genéricos, creen, como los hebreos y los griegos, en la raíz
divina de la poesía y adivinan que el alma sobrevive a la muerte del cuerpo. Afirman la verdad de
los castigos y de las recompensas. Representan, en suma, la cultura, como la representamos
nosotros, pese a nuestros muchos pecados.

No me arrepiento de haber combatido en sus filas, contra los hombres-monos. Tenemos el de-
ber de salvarlos. Espero que el Gobierno de Su Majestad no desoiga lo que se atreve a sugerir
este informe».

(1) Doy a la ch el valor que tiene en la palabra loch. (Nota del autor)

* Borges, Jorge Luis (2005). «El informe de Brodie». En El informe de Brodie. Buenos Aires: Emecé.

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CULTURAS «SUPERIORES» E «INFERIORES»,
LA CRÍTICA ANTROPOLÓGICA*
Néstor García Canclini

Frente a la reducción elitista de la cultura a las actividades nobles del espíritu, según la concibe
los hombres occidentales, blancos, de origen europeo, la definición antropológica (que incluye
todas las actividades materiales e ideales, de todos los hombres) pareció una alternativa satis-
factoria. En esta definición cultura es todo lo que no es naturaleza. Se considera cultural todo lo
producido por todos los hombres lo que la naturaleza ha dado, sin importar el grado de com-
plejidad y desarrollo alcanzado en relación con nuestras sociedades. Son parte de la cultura aún
aquellas prácticas o creencias que suelen juzgarse manifestaciones de ignorancia (las supers-
ticiones, los sacrificios humanos), las normas sociales y las técnicas simples de quienes viven
desnudos en una selva, sujetos a los ritmos y los riesgos de la naturaleza. Todas las culturas
por elementales que sean, se hallan estructuradas, poseen coherencia y dentro de sí; incluso
aquellas prácticas que nos desconciertan o rechazamos (la antropofagia, la poligamia) resultan
lógicas dentro de la sociedad que las aceptan son funcionales para su existencia.
No se llegó a esta conclusión sin dificultades. Durante milenios el etnocentrismo –la creencia
de que los valores de la propia cultura son superiores y todas las otras deben ser juzgadas de
acuerdo con ellos- prevaleció en las relaciones entre los pueblos y rigió la mirada sobre uno mis-
mo. Los griegos llamaban bárbaros a quienes no participaban de su cultura y con esa expresión
aludían a la confusión e inarticulación del lenguaje de los pájaros o puesto al valor significante del
lenguaje humano. Las sociedades occidentales utilizaron en el mismo sentido el término salvaje,
que literalmente quiere decir de la selva.
(…)
El etnocentrismo persistió empecinadamente en las propias teorías antropológicas. Pese a la
cantidad de evidencias sobre la especificidad de cada cultura reunidas en sociedad arcaicas, los
antropólogos –ligados a la expansión colonialistas occidental- suscribieron su ideología domi-
nadora. Muchos de ellos atacaron la explotación sufrida por los colonizados, pero los prejuicios
etnocéntricos continuaron durante décadas en sus estudios, disfrazándose con sutiliza, como si
no bastaran las buenas intenciones para depurar a la ciencia de condicionamientos ideológicos.
Hubo pensadores occidentales que idealizaron a los salvajes (por ejemplo Rouseeau, que les ad-
miraba el ejercicio espontáneo de la razón y un buen sentido natural) pero la línea dominante en
las culturas europeas fue la sobreestimación de sí misma, apoyada en la superioridad intelectual
que les garantizaban las filosofías racionalistas y evolucionistas, las expectativas de mejoramien-
to social suscitadas por el avance industrial y tecnológico. Desde esta soberbia hasta antropólo-
gos del rigor perceptivo de Lévy-Bruhl sostenían el carácter prelógico de los pueblos primitivos,
los imaginaban sumidos en una irracionalidad mágica e incapaces de pensar correctamente (Si
bien él se desdijo en los Carnets, notas sueltas escritas hasta el final de su vida, no tuvo tiempo
para reelaborar su teoría sobre las funciones mentales en las sociedades primitivas).
La misma confrontación entre países coloniales y colonizados que estimuló las ilusiones sobre
la superioridad occidental engendró una confrontación de los científicos ingleses, franceses y
norteamericanos con la vida cotidiana de los pueblos sometidos. Al descentrarse de la propia
cultura, los antropólogos fueron descubriendo otras formas de racionalidad y de vida. También
advirtieron que culturas no occidentales habían resuelto quizás mejor que nosotros la organiza-
ción de la familia y la educación, la integración de los adolescentes a la vida sexual y a la activi-
dad económica (por ejemplo Margaret Mead en la Polinesia).

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CURSO DE INGRESO 2017
A partir de tales descubrimientos fue levantándose una concepción distinta de occidente so-
bre los otros pueblos y sobre sí mismo. Lévi-Strauss es uno de los que ha llevado más lejos el
cuestionamiento a la pretensión occidental de ser la culminación de la historia, haber avanzado
más en el aprovechamiento de la naturaleza, en la racionalidad y el pensamiento científico. Su
investigación sobre el racismo para la Unesco presenta el ejemplo de América para refutar la
concepción evolucionistas de la historia humana como un solo movimiento lineal y progresivo,
en el que la cultura europea ocuparía la cúspide y las demás equivaldrían a momentos anteriores
del mismo proceso. El continente americano, que recibió a los hombres hace veinte milenios
en pequeños grupos nómadas que entraron por el estrecho de Behring, logró antes de la con-
quista española un impresionante desarrollo cultural independiente de Europa: el antropólogo
francés recuerda cómo exploraron los recursos de un medio natural nuevo, la domesticación de
las especies animales y vegetales más variadas, como obtuvieron remedios y bebidas únicos,
convirtieron sustancias venenosas como la mandioca en alimentos básicos, y con otras lograron
estimulantes y anestésicos, de qué modo llevaron industrias como el tejido, la cerámica y el
trabajo con metales preciosos al más alto punto de perfección. Un modo de apreciar esta obra
inmensa es medir la contribución de América al viejo mundo: la batata, el caucho, el tabaco y
la coca que por razones diversas constituyen cuatro pilares de la cultura occidental. También
el cacao, la vainilla, el tomate, la piña, la pimienta muchas especies de habas, algodones y
cucurbitáceas. Finalmente el cero, clave de la aritmética e indirectamente de las matemática
modernas, era conocido y utilizado por los Mayas que por lo menos quinientos años antes de
ser descubierto por sabios hindúes, de quienes Europa lo recibió por intermedio de los árabes.
Quizá por esta razón su calendario era, en la misma época, más exacto que el del viejo mundo.
El régimen político de los incas, sobre cuyos méritos siguen vivas las discusiones, aparece de
todos modos como una de las fórmulas más modernas y se había adelantado en muchos siglos
a utopías europeas semejantes.
En otro libro, titulado El pensamiento salvaje, demuestra que las culturas no occidentales al-
canzaron un saber en varios puntos superior al europeo porque su desarrollo intelectual tuvo
un rigor semejante al de las disciplinas científicas, aunque empleara caminos diferentes. Solo
una observación minuciosa y metódica de la realidad permitió a los Hanunoó llegar a tener más
de 150 términos para describir las partes constitutivas y las propiedades de los vegetales; los
pinatubo, entre los cuales se han contado más de 600 plantas con nombre, poseen un conoci-
miento asombroso de su utilización y más de 100 términos para describir sus partes o aspectos
característicos. Un saber desarrollado tan sistemáticamente- concluye- no puede ser obtenido
sólo en función del valor práctico. Incluso hay tribus que enumeran, nombran y ordenan reptiles
que nunca comerán ni usarán con ningún fin utilitario. «De tales ejemplos, que podríamos en-
contrar en todas las regiones del mundo, se podría inferir que las especies animales y vegetales
no son conocidas porque son útiles, sino que se las declara útiles e interesantes porque primero
se las conoce». Se trata de un saber producido en sociedades que asignan a las actividades
intelectuales un lugar fundamental. Luego, lo que diferencia al pensamientosalvaje de lo que el
autor llama pensamiento domesticado o científico no es una mayor capacidad de ordenar ra-
cionalmente el mundo o un predominio de la actividad intelectual sobre la práctica; menos aún,
como algunos pretendieron, que el conocimiento primitivo sea resultado de hallazgos hechos
al azar. Nadie se atreve ya a explicar la revolución neolítica –actividades tan complejas como la
cerámica, el tejido, la agricultura y la domesticación de animales- mediante la acumulación for-
tuita de descubrimientos casuales. «Cada una de estas técnicas supone siglos de observación
activa y metódica, hipótesis atrevidas y controladas, para rechazarlas o para comprobarlas por
intermedio de experiencias incansablemente repetidas».
(…)

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El antievolucionismo al que conducen estos razonamientos fue exasperado por Lévi-Strauss
hasta negar la posibilidad de cualquier explicación unificada de la historia. Cree que al relacionar
distintas culturas es más correcto extenderlas en el espacio que ordenarlas en el tiempo. El
progreso no es necesario ni continuo; más bien procede por saltos que no van siempre en la
misma dirección.

*García Canclini, Néstor (1984). «Culturas superiores e inferiores, la crítica antropológica» (Selección). En
Cultura y sociedad: una introducción. México: Cuadernos SEP.

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LA SOLEDAD DE AMÉRICA LATINA*
Gabriel García Márquez

Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer viaje alrede-
dor del mundo, escribió a su paso por nuestra América meridional una crónica rigurosa que sin
embargo parece una aventura de la imaginación. Contó que había visto cerdos con el ombligo
en el lomo, y unos pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas del macho, y
otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara. Contó que había visto un
engendro animal con cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y relincho de
caballo. Contó que al primer nativo que encontraron en la Patagonia le pusieron enfrente un es-
pejo, y que aquel gigante enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen.
Este libro breve y fascinante, en el cual ya se vislumbran los gérmenes de nuestras novelas
de hoy, no es ni mucho menos el testimonios más asombroso de nuestra realidad de aque-
llos tiempos. Los Cronistas de Indias nos legaron otros incontables. El dorado, nuestro país
ilusorio tan codiciado, figuró en mapas numerosos durante largos años, cambiando de lugar
y de forma según la fantasía de los cartógrafos. En busca de la fuente de la Eterna Juventud,
el mítico Alvar Núñez Cabeza de Vaca exploró durante ocho años el norte de México, en una
expedición venática cuyos miembros se comieron unos a otros y sólo llegaron cinco de los 600
que la emprendieron. Uno de los tantos misterios que nunca fueron descifrados, es el de las
once mil mulas cargadas con cien libras de oro cada una, que un día salieron del Cuzco para
pagar el rescate de Atahualpa y nunca llegaron a su destino. Más tarde, durante la colonia, se
vendían en Cartagena de Indias unas gallinas criadas en tierras de aluvión, en cuyas mollejas se
encontraban piedrecitas de oro. Este delirio áureo de nuestros fundadores nos persiguió hasta
hace poco tiempo. Apenas en el siglo pasado la misión alemana de estudiar la construcción de
un ferrocarril interoceánico en el istmo de Panamá, concluyó que el proyecto era viable con la
condición de que los rieles no se hicieran de hierro, que era un metal escaso en la región, sino
que se hicieran de oro.
La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia. El general Antonio
López de Santana, que fue tres veces dictador de México, hizo enterrar con funerales magníficos
la pierna derecha que había perdido en la llamada Guerra de los Pasteles. El general García Mo-
reno gobernó al Ecuador durante 16 años como un monarca absoluto, y su cadáver fue velado
con su uniforme de gala y su coraza de condecoraciones sentado en la silla presidencial. El
general Maximiliano Hernández Martínez, el déspota teósofo de El Salvador que hizo exterminar
en una matanza bárbara a 30 mil campesinos, había inventado un péndulo para averiguar si los
alimentos estaban envenenados, e hizo cubrir con papel rojo el alumbrado público para combatir
una epidemia de escarlatina. El monumento al general Francisco Morazán, erigido en la plaza
mayor de Tegucigalpa, es en realidad una estatua del mariscal Ney comprada en París en un
depósito de esculturas usadas.
Hace once años, uno de los poetas insignes de nuestro tiempo, el chileno Pablo Neruda, iluminó
este ámbito con su palabra. En las buenas conciencias de Europa, y a veces también en las
malas, han irrumpido desde entonces con más ímpetus que nunca las noticias fantasmales de la
América Latina, esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas, cuya terquedad
sin fin se confunde con la leyenda. No hemos tenido un instante de sosiego. Un presidente pro-
meteico atrincherado en su palacio en llamas murió peleando solo contra todo un ejército, y dos
desastres aéreos sospechosos y nunca esclarecidos segaron la vida de otro de corazón gene-
roso, y la de un militar demócrata que había restaurado la dignidad de su pueblo. En este lapso
ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de

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Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto 20
millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos
han nacido en Europa occidental desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión
son casi los 120 mil, que es como si hoy no se supiera dónde están todos los habitantes de
la ciudad de Upsala. Numerosas mujeres arrestadas encintas dieron a luz en cárceles argenti-
nas, pero aún se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción
clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas
siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de
100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de la América Central, Nicaragua,
El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un
millón 600 mil muertes violentas en cuatro años.
De Chile, país de tradiciones hospitalarias, ha huido un millón de personas: el 10 por ciento de
su población. El Uruguay, una nación minúscula de dos y medio millones de habitantes que se
consideraba como el país más civilizado del continente, ha perdido en el destierro a uno de
cada cinco ciudadanos. La guerra civil en El Salvador ha causado desde 1979 casi un refugiado
cada 20 minutos. El país que se pudiera hacer con todos los exiliados y emigrados forzosos de
América latina, tendría una población más numerosa que Noruega.
Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este
año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del
papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes
cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belle-
za, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por
la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas
de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el
desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer
creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad.
Pues si estas dificultades nos entorpecen a nosotros, que somos de su esencia, no es difícil
entender que los talentos racionales de este lado del mundo, extasiados en la contemplación de
sus propias culturas, se hayan quedado sin un método válido para interpretarnos. Es compren-
sible que insistan en medirnos con la misma vara con que se miden a sí mismos, sin recordar
que los estragos de la vida no son iguales para todos, y que la búsqueda de la identidad propia
es tan ardua y sangrienta para nosotros como lo fue para ellos. La interpretación de nuestra
realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada
vez menos libres, cada vez más solitarios. Tal vez la Europa venerable sería más comprensiva si
tratara de vernos en su propio pasado. Si recordara que Londres necesitó 300 años para cons-
truir su primera muralla y otros 300 para tener un obispo, que Roma se debatió en las tinieblas
de incertidumbre durante 20 siglos antes de que un rey etrusco la implantara en la historia, y
que aún en el siglo XVI los pacíficos suizos de hoy, que nos deleitan con sus quesos mansos y
sus relojes impávidos, ensangrentaron a Europa con soldados de fortuna. Aún en el apogeo del
Renacimiento, 12 mil lansquenetes a sueldo de los ejércitos imperiales saquearon y devastaron
a Roma, y pasaron a cuchillo a ocho mil de sus habitantes.
No pretendo encarnar las ilusiones de Tonio Kröger, cuyos sueños de unión entre un norte casto
y un sur apasionado exaltaba Thomas Mann hace 53 años en este lugar. Pero creo que los eu-
ropeos de espíritu clarificador, los que luchan también aquí por una patria grande más humana
y más justa, podrían ayudarnos mejor si revisaran a fondo su manera de vernos. La solidaridad
con nuestros sueños no nos haría sentir menos solos, mientras no se concrete con actos de
respaldo legítimo a los pueblos que asuman la ilusión de tener una vida propia en el reparto del
mundo.

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América Latina no quiere ni tiene por qué ser un alfil sin albedrío, ni tiene nada de quimérico que
sus designios de independencia y originalidad se conviertan en una aspiración occidental.
No obstante, los progresos de la navegación que han reducido tantas distancias entre nuestras
Américas y Europa, parecen haber aumentado en cambio nuestra distancia cultural. ¿Por qué
la originalidad que se nos admite sin reservas en la literatura se nos niega con toda clase de
suspicacias en nuestras tentativas tan difíciles de cambio social? ¿Por qué pensar que la justicia
social que los europeos de avanzada tratan de imponer en sus países no puede ser también un
objetivo latinoamericano con métodos distintos en condiciones diferentes? No: la violencia y el
dolor desmesurados de nuestra historia son el resultado de injusticias seculares y amarguras sin
cuento, y no una confabulación urdida a 3 mil leguas de nuestra casa. Pero muchos dirigentes y
pensadores europeos lo han creído, con el infantilismo de los abuelos que olvidaron las locuras
fructíferas de su juventud, como si no fuera posible otro destino que vivir a merced de los dos
grandes dueños del mundo. Este es, amigos, el tamaño de nuestra soledad.
Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni
los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas
a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la
muerte. Una ventaja que aumenta y se acelera: cada año hay 74 millones más de nacimientos
que de defunciones, una cantidad de vivos nuevos como para aumentar siete veces cada año la
población de Nueva York. La mayoría de ellos nacen en los países con menos recursos, y entre
éstos, por supuesto, los de América Latina. En cambio, los países más prósperos han logrado
acumular suficiente poder de destrucción como para aniquilar cien veces no sólo a todos los
seres humanos que han existido hasta hoy, sino la totalidad de los seres vivos que han pasado
por este planeta de infortunios.
Un día como el de hoy, mi maestro William Faullkner dijo en este lugar: «Me niego a admitir el fin
del hombre». No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia
plena de que por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se
negaba a admitir hace 32 años es ahora nada más que una simple posibilidad científica. Ante
esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una uto-
pía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que
todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y
arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde
de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien
años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.
Agradezco a la Academia de Letras de Suecia el que me haya distinguido con un premio que
me coloca junto a muchos de quienes orientaron y enriquecieron mis años de lector y de cotidia-
no celebrante de ese delirio sin apelación que es el oficio de escribir. Sus nombres y sus obras
se me presentan hoy como sombras tutelares, pero también como el compromiso, a menudo
agobiante, que se adquiere con este honor. Un duro honor que en ellos me pareció de simple
justicia, pero que en mí entiendo como una más de esas lecciones con las que suele sorprender-
nos el destino, y que hacen más evidente nuestra condición de juguetes de un azar indescifrable,
cuya única y desoladora recompensa, suelen ser, la mayoría de las veces, la incomprensión y
el olvido.
Es por ello apenas natural que me interrogara, allá en ese trasfondo secreto en donde solemos
trasegar con las verdades más esenciales que conforman nuestra identidad, cuál ha sido el
sustento constante de mi obra, qué pudo haber llamado la atención de una manera tan com-
prometedora a este tribunal de árbitros tan severos. Confieso sin falsas modestias que no me
ha sido fácil encontrar la razón, pero quiero creer que ha sido la misma que yo hubiera deseado.
Quiero creer, amigos, que este es, una vez más, un homenaje que se rinde a la poesía. A la poe-

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sía por cuya virtud el inventario abrumador de las naves que numeró en su Iliada el viejo Homero
está visitado por un viento que las empuja a navegar con su presteza intemporal y alucinada. La
poesía que sostiene, en el delgado andamiaje de los tercetos del Dante, toda la fábrica densa y
colosal de la Edad Media. La poesía que con tan milagrosa totalidad rescata a nuestra América
en las Alturas de Machu Pichu de Pablo Neruda el grande, el más grande, y donde destilan su
tristeza milenaria nuestros mejores sueños sin salida. La poesía, en fin, esa energía secreta de la
vida cotidiana, que cuece los garbanzos en la cocina, y contagia el amor y repite las imágenes
en los espejos.
En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus
esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus
virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte. El
premio que acabo de recibir lo entiendo, con toda humildad, como la consoladora revelación de
que mi intento no ha sido en vano. Es por eso que invito a todos ustedes a brindar por lo que
un gran poeta de nuestras Américas, Luis Cardoza y Aragón, ha definido como la única prueba
concreta de la existencia del hombre: la poesía. Muchas gracias.

* García Márquez, Gabriel (1982). «La soledad de América Latina». Discurso de aceptación del Premio Nóbel.
Estocolmo

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PUNTOS DE VISTA*
Eduardo Galeano

Desde el punto de vista del sur, el verano del norte es invierno.


Desde el punto de vista de una lombriz, un plato de espaguetis es una orgía.
Donde los hindúes ven una vaca sagrada, otros ven una gran hamburguesa.
Desde el punto de vista de Hipócrates, Galeno, Maimónides y Paracelso,
existía una enfermedad llamada indigestión, pero no existía una enfermedad llamada hambre.
Desde el punto de vista de sus vecinos del pueblo de Cardona, el Toto Zaugg, que andaba con
la misma ropa en verano y en invierno, era un hombre admirable:
-El Toto nunca tiene frío -decían.
El no decía nada. Frío tenia, pero no tenia abrigo.
Desde el punto de vista del búho, del murciélago, del bohemio y del ladrón, el crepúsculo es la
hora del desayuno.
La lluvia es una maldición para el turista y una buena noticia para el campesino.
Desde el punto de vista del nativo, el pintoresco es el turista.
Desde el punto de vista de los indios de las islas del mar Caribe, Cristóbal Colon, con su som-
brero de plumas y su capa de terciopelo rojo, era un papagayo de dimensiones jamás vistas.
Desde el punto de vista del oriente del mundo, el día del occidente es noche.
En la India, quienes llevan luto visten de blanco.
En la Europa antigua, el negro, color de la tierra fecunda, era el color de la vida, y el blanco, color
de los huesos, era el color de la muerte.
Según los viejos sabios de la región colombiana del Choco, Adán y Eva eran negros y negros
eran sus hijos Caín y Abel. Cuando Caín mato a su hermano de un garrotazo, tronaron las iras
de Dios. Ante las furias del señor, el asesino palideció de culpa y miedo, y tanto palideció que
blanco quedo hasta el fin de sus días. Los blancos somos, todos, hijos de Caín.
Si Eva hubiera escrito el Génesis, ?como sería la primera noche de amor del género humano?
Eva hubiera empezado por aclarar que ella no nació de ninguna costilla, ni conoció a ninguna
serpiente, ni ofreció manzanas a nadie, y que Dios nunca le dijo que parirás con dolor y tu marido
te dominara. Que todas esas son puras mentiras que Adán contó a la prensa.
Si las Santas Apóstalas hubieran escrito los Evangelios, ¿cómo sería la primera noche de la era
cristiana?
San José, contarían las Apóstalas, estaba de mal humor. Él era el único que tenía cara larga en
aquel pesebre donde el niño Jesús, recién nacido, resplandecía en su cuna de paja. Todos son-
reían: la Virgen María, los angelitos, los pastores, las ovejas, el buey, el asno, los magos venidos
del Oriente y la estrella que los había conducido hasta Belén de Judea.
Todos sonreían, menos uno. San José, sombrío, murmuro:
-Yo quería una nena.
En la selva, ¿llaman ley de la ciudad a la costumbre de devorar al más débil?
Desde el punto de vista de un pueblo enfermo, ¿qué significa la moneda sana?
La venta de armas es una buena noticia para la economía, pero no es tan buena para sus di-
funtos.
Desde el punto de vista del presidente Fujimori, está muy bien asaltar al Poder Legislativo y al
Poder Judicial, delitos que fueron premiados con su reelección, pero está muy mal asaltar una
embajada, delito que fue castigado con una aplaudida carnicería.

* Galeano, Eduardo (1998). «Puntos de vista». En Patas arriba: la escuela del mundo al revés. Buenos Aires:
Siglo XXI editores.

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