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Breve introducción a la teoría de los marcos relacionales

Dr. José Antonio García Higuera

Qué son los pensamientos

Tenemos la tendencia a poner nombre a muchas de nuestras conductas. Por ejemplo, decimos que una persona
es tartamuda, “tiene tartamudez”. Esto nos podría llevar a pensar que la tartamudez es una estructura en su
cerebro que produce el tartamudeo. Sin embargo, si consideramos el tartamudeo como una conducta aprendida
en determinadas circunstancias, estaremos más cerca de entender por qué un tartamudo tartamudea unas veces
y otras no. Podemos pensar lo mismo de la ansiedad, de la depresión, de la autoestima, etc.: que existen
estructuras cerebrales que las producen y que corresponden a ese nombre, o, al revés, que son conductas que
responden a las leyes del condicionamiento. Siguiendo ese razonamiento, podríamos pensar que los
pensamientos son estructuras cerebrales que residen en el cerebro y nos llevan a actuar de una forma u otra o
que son conductas que responden a las leyes del condicionamiento.

El condicionamiento clásico y el condicionamiento operante, tal y como se conocían en los años 50, no
demostraron plenamente que fueran capaces de dar cuenta que el pensamiento fuera una conducta. Chomsky
realizó una crítica a la posición de Skinner que no fue contestada. Chomsky afirmaba que la variedad del discurso
humano y su creatividad necesitarían una cantidad de condicionamientos que las harían imposibles.

Los últimos avances en los estudios conductuales han llevado al descubrimiento de los condicionamientos
derivados: en personas con lenguaje se ha encontrado que, en determinadas situaciones, hay algunos
condicionamientos que se dan sin necesidad de entrenamiento directo previo. La teoría de los marcos
relacionales propone este tipo de condicionamientos como la base que puede explicar la generación del
pensamiento como una conducta.

Los pensamientos como conductas

Pensar, comunicarnos, entender, son conductas y como tales, similares a andar, mirar, etc. Tienen sus
peculiaridades, evidentemente, pero en esencia responden a las leyes del condicionamiento como todas las
conductas humanas.

Muchas de nuestras conductas las aprendemos por sus consecuencias. Así, aprendemos a andar cuando damos
los pasos de determinada manera que nos permite no caernos y ser más hábiles que cuando gateábamos.
Aprendemos a hablar cuando emitiendo ciertos sonidos obtenemos unos resultados. Por ejemplo, decimos
“papá” y recibimos un cariñoso achuchón de nuestro padre, etc.

Es en la comunicación social donde aprendemos el lenguaje y por tanto el pensamiento. Independientemente de


cómo se almacene en nuestro cerebro, lo que es relevante cuando decimos la palabra “papá”, no es como se
almacena en nuestro cerebro, sino que cuando pensamos o decimos “papá” obtenemos una determinada
consecuencia.

Respondemos a relaciones

Una parte del aprendizaje del lenguaje incluye asociar a una palabra un objeto; pero eso es demasiado simple. Así
aprendemos a nombrar y a pensar en acciones y objetos; pero también aprendemos a reaccionar ante relaciones
entre objetos. También lo saben hacer los animales; a una paloma se le puede enseñar que picando en el círculo
más grande se le da el alimento. Indudablemente los animales reaccionan a relaciones basadas en las
propiedades físicas de los estímulos.

En ese sentido, les podemos enseñar a reaccionar a palabras. A un mono, por ejemplo, le podemos enseñar a
asociar nuestra palabra galleta con la galleta real, tal y como hacía Pavlov con la campana y la comida a sus
perros. Este fisiólogo de principios del siglo XX hacía sonar una campana y luego les presentaba la comida.
Finalmente el perro respondía a la campana salivando de forma similar a cuando se le presentaba comida. Con el
mono, en lugar de la campana, podemos emplear una tarjeta con la palabra “galleta” escrita en ella y el
condicionamiento se daría igual, el mono acabaría salivando cuando le presentamos la tarjeta con la palabra
“galleta” antes de la galleta real.

Con el mismo mono podríamos hacer otro condicionamiento que relacionara la imagen de una galleta con la
tarjeta, de forma que cuando le presentemos la imagen de la galleta el mono seleccione la tarjeta con la palabra
galleta.

Después de hecho este condicionamiento, si le presentamos la tarjeta al mono, no elegiría la imagen de la galleta,
salvo que hiciéramos un condicionamiento expreso para que el mono, cuando se le presentase la tarjeta con la
palabra galleta, eligiese la imagen de la galleta.

Podríamos también hacer con el mono el siguiente condicionamiento:


El mono tampoco escogería la tarjeta con la palabra galleta cuando le presentamos la galleta real, salvo que se
condicione expresamente. Para que el mono relacionase la tarjeta, la imagen y la galleta real tendríamos que
hacer los 6 condicionamientos siguientes.

Pero, aunque hiciéramos todos esos condicionamientos, después de haber condicionado la tarjeta a la galleta
real, cuando le presentemos la imagen de la galleta, el mono no salivaría.

Relaciones derivadas

Los seres humanos, cuando hemos aprendido a hablar y sabemos el significado de la relación EQUIVALER,
(hablando técnicamente: hemos adquirido el marco relacional de coordinación correspondiente) somos capaces
de dar un paso más allá porque seremos capaces de derivar relaciones sin entrenamiento previo. Basta que nos
digan que la palabra “galleta” EQUIVALE a una galleta real para que relacionemos rápidamente la galleta real con
la palabra “galleta”, sin esfuerzo aparente y sin entrenamiento adicional. Se dice que se han establecido
relaciones derivadas por implicación mutua
Si, además, nos dicen que la imagen de la galleta EQUIVALE a la galleta real, derivaremos las 6 relaciones
anteriores sin necesidad de mayor entrenamiento.

Hablando técnicamente, decimos que se han dado relaciones derivadas por implicación combinatoria.

Lo que es más interesante desde el punto de vista psicológico: cuando presentamos la tarjeta o la imagen a la
persona así entrenada y le decimos “te voy a dar esto para que lo comas”, salivará, si antes se ha condicionado a
una galleta real, es decir, se la hemos presentado y se la hemos dado para que se la coma varias veces. Con
nuestro lenguaje al presentar la imagen o la tarjeta hemos establecido que la relación EQUIVALER es la relevante
en ese momento (técnicamente se dice que se ha establecido arbitrariamente un contexto Crel) y que la función
que se va a elicitar es la de comer (se dice que se ha establecido también arbitrariamente un contexto Cfunc). La
función de la tarjeta y de la imagen, es decir, la respuesta que elicitan en la persona, ha cambiado por el mero
hecho de participar en la relación EQUIVALER. Se ha dado una transformación de funciones.

Lo mismo que se ha explicado aquí para la galleta, la tarjeta y la imagen se puede aplicar a cualquier otra pareja
de estímulos que participen en la relación EQUIVALER.

Podríamos variar arbitrariamente la función diciéndole, por ejemplo, “busca esto” mientras le enseñábamos la
tarjeta; de esta forma le indicábamos que la conducta que va a ser reforzada es la buscar. La tarjeta puede
participar en otra relación como, por ejemplo, “SER MAS GRANDE”, si la presentamos junto con otra imagen de
galleta:Entonces se derivaría la relación “SER MÁS PEQUEÑO”

La teoría de los marcos relacionales postula que los seres humanos, inicialmente cuando somos niños y estamos
aprendiendo a responder a una relación como EQUIVALER, necesitamos también el entrenamiento complejo e
intenso en las todas las direcciones; pero pronto adquirimos una forma de responder que nos permite derivar las
relaciones.

Cuando se ha adquirido esta forma de responder a una relación, por ejemplo, EQUIVALER la teoría de los marcos
relacionales dice que se ha establecido un marco relacional.

En el hombre las cosas se complican porque los condicionamientos clásico y operante también actúan y muchas
veces es difícil saber en una determinada conducta cuales son los que están influyendo.

Lo explicado hasta este momento, tanto con el mono como con el hombre, no son una teoría, son hechos
comprobables que cualquier persona puede confirmar con el entrenamiento y los medios necesarios. A
continuación se presenta una teoría que explica estos hechos.

La teoría de los marcos relacionales


Por ser un poco más técnicos, podemos decir que la teoría de los marcos relacionales establece que las relaciones
derivadas entre estímulos son consecuencia de los marcos relacionales que son:

1.- Respuestas a relaciones arbitrarias y no arbitrarias entre estímulos. Con tres propiedades:

1. derivación de condicionamientos por implicación mutua,

2. por implicación combinatoria y

3. con transformación de funciones

2,. Respuestas que se aprenden: Son operantes generalizadas, es decir, clases de respuestas con la misma función
y diferente topografía (un ejemplo ilustrativo es la imitación, que cuando imitamos estamos dando una respuesta
de imitación, aunque hagamos cosas muy diferentes)

3.- Son aplicables arbitrariamente, es decir, dependen del contexto en el que se marque arbitrariamente (Crel,
Cfunc).

Hablando técnicamente, un marco relacional consiste en una conducta operante generalizada a relaciones entre
estímulos que pueden ser arbitrarias, con tres propiedades: implicación mutua, implicación combinatoria y
transformación de funciones.

La generación en el lenguaje

Como podemos ver, se pueden formar redes de comprensión tremendamente complicadas con pocos
aprendizajes.

Shawn Smith nos da un bonito ejemplo

http://www.ironshrink.com/articles.php?artID=080224_what_is_relational_frame_theory_two (enero, 2011):


Habiendo establecido cuatro relaciones, las que están en rojo, derivamos 16, es decir, todas las relaciones en azul
de la figura.

Quizás la crítica más contundente que Chomsky planteó a Skinner fue que si para poder generar una red de
significados como la que muestra la figura fuera necesario realizar un condicionamiento para cada una de las
flechas de la figura, sería imposible que pudiéramos hablar. Sin embargo, el descubrimiento de las relaciones
derivadas permite dar una explicación al lenguaje y al pensamiento desde el conductismo.

Relaciones arbitrarias

Las relaciones que podemos aprender los seres humanos son arbitrarias, es decir, no tienen que estar sujetas a
las propiedades físicas de los estímulos. Podemos decir que 10 céntimos de euro valen más que 5, aunque la
moneda de 5 tiene mayor tamaño que la de 10 y todos lo entendemos. También decimos que el Real Madrid es
mejor que el Vallecas F.C. y lo entendemos todos, aunque es una relación arbitraria y que puede no tener sentido
en determinados contextos. Los hombres respondemos a relaciones arbitrarias entre estímulos, es decir,
relaciones establecidas por la comunidad verbal a la que pertenecemos, aunque no tengan relación con su
aspecto físico.

¿Cómo aprendemos a derivar relaciones?

La hipótesis de la teoría de los marcos relacionales es que lo hacemos por condicionamiento. Inicialmente, para
cada relación, necesitamos que se dé un entrenamiento intenso en todas las direcciones y para un número de
estímulos (galleta, etc.) diferentes. Cuando hemos se han dado un número significativos de asociaciones en todas
las direcciones con diferentes estímulos y hemos adquirido la conducta de responder a la relación, es decir,
hemos adquirido el marco relacional, con cualquier nuevo estímulo del que se nos diga que EQUIVALE a otro,
generaremos las relaciones derivadas sin necesidad de más entrenamiento.

Transformación de funciones

La importancia de las relaciones derivadas reside en que, dado un estímulo que tiene una función, es decir que
dispara una conducta en ese contexto, si otro estímulo establece una relación con él en ese contexto, la función
de ambos queda transformada por la relación. Hemos visto que cuando la imagen de una galleta participa en una
relación de EQUIVALER con la galleta real, la función de la imagen de la galleta adquiere la función de provocar
salivación en un determinado contexto.

Por poner otro ejemplo con otro tipo de relación que no sea de equivalencia, si en el contexto de una tienda de
todo a cien decimos que el vaso rojo es mejor que el azul, la probabilidad de comprar el rojo aumentará. Si de un
producto distinto del que usamos habitualmente alguien nos dice que es mejor y más barato, la probabilidad de
que lo compremos aumenta. Su función ha sido transformada por la relación que se ha establecido.

25/07/2014

Estamos trabajando en un pequeño resumen de como la teoría de los marcos relacionales deriva en la terapia
de aceptación y compromiso

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