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en ello. Precisamente la falta de un amor intenso y profunda Así, pues, ser amados por otra persona debe ser considerado
hace ver cuál es la función del amor como tal en la afirmación cttiiiii una condición de base para la convivencia humana y so-
de la persona. | 'Ittl I ii capacidad de amar y de vivir el amor en la libertad del
Recibir amor, ser amado: para el niño p e q u e ñ o esto tienf itim lícpende del hecho de haber recibido un amor auténtico y
que hacerse a través de u n lenguaje adaptado ;a esa edad del hom »»»iíiiilcro. Como sigue observando A . Terruwe:
bre, esto es, a través del lenguaje de la afemotividad. U n amoi
verdadero y profundamente humano, pero que no queda re;, I :i afirmación, contenida en el amor afectivo, es por eso mismo el fun-
iliiinento de toda la existencia social del hombre; es ella la que da al
tringido al nivel objetivo, impersonal y platóinico, sino que se ex
hombre ser lo que es, y al darlo a sí mismo lo hace capaz de ser para
presa en toda la plenitud del lenguaje afectivo). ios d e m á s , de darse a los d e m á s s».
Se sabe, sobre la base de una larga experieincia, que la ausenci»
de verdadero amor en los primeros años de l a infancia, e incluw I M otras palabras, la relación interpersonal está marcada
más adelante, conduce no pocas veces a graives desequilibrios \ iHMiliiiiientalmente por la categoría «gracia».
profundas perturbaciones de la personalidad. L a mayor parh I I iiinor activo a los demás, no menos que el amor que se re-
de los inadaptados proceden de familias desunidas, donde M ' ' lie los demás, resulta indispensable para la realización del
vieron perturbadas las relaciones de amor (o fueron quizás in •iliic. Quizás todo amor que se recibe de otro incluye en sí
existentes.
'íi exigencia de la reciprocidad, como ha defendido M . N é -
Las observaciones empíricas han demostrado que incluso i • " N c . De todos modos es un hecho que precisamente en la
aspecto fisiológico y biológico del niño quedai turbado cuando l i"ii-.t¡i al amor y a las llamadas que el ser necesitado dirige a
es amado por los d e m á s sensible y afectivamCinte. M á s a ú n que ( •l'iiiás, es donde el hombre se desarrolla de verdad a sí mismo
leche el niño tiene necesidad de ser amado pcor los demás. i'ii a la madurez de su existencia humana. Escuchando y aco-
A. Terruwe ha subrayado que la neur-osis de frustración " l i i la llamada del otro (del pobre, del necesitado, de la per-
enormemente difundida en nuestro tiempo, tiene sus raíces m •>' íiinada...), el hombre se libera a sí mismo, desata las fuerzas
las distorsiones de la relación amorosa. Efeectivamente, mucliiu "l'iias que lleva dentro de sí y las pone al servicio del recono-
neurosis provienen de que el niño no ha reciibido la debida d n i iiio de los demás. L a experiencia demuestra que precisamente
de amor afectivo: