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El ciclo de la experiencia y los mecanismos de autointerrupción del contacto

La terapia gestalt no es una aplicación práctica de la psicología de la gestalt sino


que su relación en más bien metafórica. La terapia gestalt fue la manera de hacer
terapia de Fritz Perls, su creador junto con su mujer Laura Perls. De todas
maneras F. Perls tomó prestadas algunas de las Leyes gestálticas de la
organización de la experiencia como la:ererererrer

Ley del Cierre: Tendencia a agrupar con base a figuras cerradas o completas en
lugar de hacerlo con figuras abiertas o incompletas. Tendencia a rellenar los
espacio vacios.
Figura-Fondo: Figura hace referencia al objeto que estamos percibiendo y
Fondo se refiere al contexto o los espacios alrededor del objeto. A veces una
figura se convierte en fondo y viceversa. Podemos alternarlos porque estamos
ausentes de intencionalidad. La palabra de origen alemán Gestalt se refiere
precisamente a esa forma o configuración de la figura-fondo.
Trasladado a lo orgánico, a la vivencia de nuestro aquí y ahora, el fondo es algo en
si mismo sin demasiada entidad, sin embargo, muy fértil por las innumerables
figuras que nos pone de relieve. En contraposición al fondo fértil está el fondo
rígido o estéril que sólo nos ofrece compulsivamente la misma figura
reproducidas de mil maneras diferentes.

Fritz y Laura Perls trasladaron estas leyes relativas a cómo organizamos nuestra
percepción, al mundo interior de las personas y se dio cuenta que en relación a la
ley del cierre las personas tenemos una tendencia natural a completar, no solo lo
que percibimos sino también nuestras experiencias. Cualquier experiencia que
quede sin completar se convierte en una gestalt incompleta (término muy
usado en terapia gestalt, también, un asunto inconcluso) quedando pendiente en
nuestro organismos pugnando por completarse. Los asuntos inconclusos pasan a
un fondo y en ocasiones emergen a nuestra consciencia haciéndose figura, por
la tendencia de éstos a completarse. En este momento o los atendemos y
cerramos la gestalt o bien pasarán por rechazo a sumergirse en el fondo hasta la
nueva oportunidad de emerger. La gestalt incompleta atenta contra el
funcionamiento natural del organismo que es completar la propia experiencia,
por lo que puede considerarse el primer paso al desajuste, de proceso
de alienación neurótica.
En psicoanálisis los asuntos inconclusos es algo así como la compulsión a la
repetición. El mantenimiento de asuntos inconclusos sobrecarga nuestro sistema
y es esa compulsión, la llamada de aviso de la necesidad a completarse.

Los mecanismos neuróticos de evitación o interrupción del contacto


Los mecanismos de evitación del contacto, según Serge
Ginger, “funcionan en realidad como mecanismos de defensa”, “reflejos
provisionales de seguridad pero que a menudo resultan excesivos, inoportunos
y anacrónicos”. Las resistencias son “mecanismos de evitación del
contacto”, “mecanismos que bloquean la toma de consciencia de las propias
conductas”. Son mecanismos muy corrientes y a menudo inconscientes. Los
principales mecanismos de evitación del contacto son: introyección,
proyección, retroflexión y confluencia, algunos autores posteriores a Perls
añaden la proflexión, la deflexión y el egotismo. En Gestalt estos
mecanismos no tienen una connotación negativa, sino más bien son considerados
una fuente de energía, “es la resistencia de los materiales la que permite a un
puente realizar su función”.
El ciclo de la experiencia y lo mecanismos de autointerrupción del
contacto
En una persona “sana” la satisfacción de nuestras necesidades se puede ilustrar a
través de un ciclo o recorrido. Por “persona sana” me refiero a una persona en la
que su energía organísmica fluye de forma natural y espontánea y hablaremos de
persona perturbada aquella en la que su flujo organísmico hacía la satisfacción de
sus necesidades esta autointerrumpido.

El ciclo de la experiencia o de la satisfacción de las necesidades es el ciclo que se


da cuando “una necesidad organísmica emerge y pugna por su satisfacción”.
Podemos explicar el ciclo de la experiencia desde los principios de la psicología
gestalt de los que se nutrió Perls, la Ley del Cierre y la Figura/Fondo por el que
las necesidades emergen a nuestro darse cuenta, se hacen figura, y el organismo
de forma natural tiende a completarlas, a satisfacerlas; de no ser así, la necesidad
no satisfecha vuelve al fondo convirtiéndose en una gestalt incompleta que
volverá a emerger hasta que la atendamos. Paco Peñarrubia propone el ciclo de la
experiencia como un análisis de la fluidez o bloqueo de la autorregulación
organísmica.
Fases del ciclo: sensación, consciencia, energetización, acción,
contacto, realización y retirada.
A continuación una descripción del funcionamiento sano del ciclo y las
autointerrupciones al contacto de cada fase:

Partimos del REPOSO, de un estado de plenitud, nos vivimos desde el ser, como
dice Paco Peñarrubia, el vacío fértil. Esta 1ª fase puede estar interrumpida por
la DESENSIBILIZACIÓN, un vivir “anestesiado”; no hay contacto con la
sensación, es un estar congelado. Hay rigidez muscular e intelectual que impide
la excitación corporal. Aquí ni me entero de qué necesito, estoy desensibilizado
de mí mismo, atareado en una verborrea de asuntos inacabados, en un juego de
autotortura que nos lleva a una vivencia de frustración, un vacío doloroso en el
que me torturo a mi mismo en mi propia impotencia.
Tras el reposo aparece la SENSACIÓN, emerge una necesidad, de momento
difusa, sólo captamos señales sensoriales y nuestro organismo manifiesta un
déficit. Este déficit genera una tensión hacia la satisfacción de la necesidad. Hay
una excitación sensorial y motriz (respiración) aunque no una verdadera
energetización. En este momento aparece la dificultad de contactar con la
necesidad porque nos evoca asuntos anteriores inconclusos y en lugar de una
sana tensión hacía la satisfacción hay la angustia por lo inconcluso. La
interrupción que aparece en esta fase para evitar la angustia en
la PROYECCIÓN, la des-apropiación, la des-responsabilización de la sensación.
Con la proyección la persona coloca afuera lo que no puede sostener. En la
proyección la persona esta utilizando su fantasía sin enterarse.
Tras la sensación, tomo CONSCIENCIA de lo que me pasa, puedo nombrar la
necesidad, “tengo sed”, “necesito ternura”, me doy cuenta. En esta fase el
mecanismo que evita el contacto con lo que necesito es la INTROYECCIÓN, me
doy cuenta de lo que necesito pero no hay una movilización energética, por
ejemplo “estoy enfadado!!” sin embargo me digo, “debo ser amable”, oponiéndose
este introyecto a lo organísmico. La necesidad me sigue conectando con lo
inconcluso y tengo angustia (que sustituye a la tensión a la satisfacción) En este
momento la respiración y sensibilidad están empobrecidas y se reactivan
creencias antiguas, infantilismos que en algún momento fueron útiles sin
embargo ahora ya no. Los introyectos relacionados con la propia autoexigencia a
menudo tienen una formulación lingüística como “debo de…”, y “tengo que…”. En
el origen de un introyecto hay una prohibición que actúa como un “no tengo
permiso” y que de adulto acaba en un “no soy capaz de……”, una vivencia
interna de incapacidad.
Una vez que tomo consciencia de lo que necesito bien porque puedo nombrarlo o
representarme una imagen hay una movilización de la energía,
una ENERGETIZACIÓN y pasar a la ACCIÓN. Con la excitación corporal se
pasa a la acción, sigo mis impulsos, elijo el modo en que satisfaré mi necesidad
(mi necesidad de ternura, con un abrazo?, mi necesidad de poner límites, con un
“No!”?, …). El mecanismo que puede interferir en la energetización a la acción es
la RETROFLEXIÓN que actúa como un “apagar motores” para evitar el
contacto con la satisfacción de nuestras necesidades. En la energetización aparece
la excitación, el autocontrol y el miedo que nos lleva a reproducir antiguos
patrones de funcionamiento que desembocan en una acción incoherente que
genera frustración, una vez más. En el camino a la frustración interiorizamos
nuestro propio mandato, un nuevo introyecto en relación con la necesidad
insatisfecha, “¡siempre lo mismo!”, “¡otra vez, no soy capaz de conseguirlo!” el
pez que se muerde la cola. La retroflexión es el mecanismo que “emplean las
personas que se hacen a si mismas aquello que quisieran hacerle a otras
personas u objetos”. La retroflexión sana es aquella que nos evita consecuencias
nefastas “retroflexionar mi deseo de robar en un supermercado”.
Con la energía corporal que me lleva a la acción hago CONTACTO, satisfago mi
necesidad, hay un intercambio con el entorno. Beso, como, grito, comprendo,
veo, lloro, … contacto con la persona y experimento el placer. Tras el contacto,
satisfacción, REALIZACION, es la celebración del contacto con mi necesidad y
su satisfacción. El mecanismo que puede aparecer en esta fase es
la DEFLEXIÓN motivada en prevenir más que en satisfacer, reflexionar es un
enfriar el contacto. La deflexión “se caracteriza por una conducta de
evitación”. Por ejemplo me hacen una pregunta personal y deflexiono con un
discurso lleno de generalidades, así me siento en calma frente a la pregunta que
puedo considerar como un ataque a mi intimidad. El deflector es una persona que
habitualmente “se va por la tangente”.
Tras la realización llega de nuevo, el REPOSO. Una vez satisfecha mi necesidad
me retiro, estoy bien conmigo mismo, me siento pleno hasta que aparezca otra
sensación que inicia de nuevo el proceso. La CONFLUENCIA puede
interrumpir el ir hacia el reposo y quedarme “pegado” al contacto. En la
confluencia la persona pierde el límite entre si misma y su entorno y se
experimenta dificultad para retirarse una vez se ha contactado y satisfecho la
necesidad.
La PROFLEXIÓN es algo así como dar para recibir. La adulación se
experimenta como necesaria para vivir. Es un “te hago caso para que me hagas
caso”, “te abrazo para que me abraces”. A menudo el orgullo impide al proflector
pedir directamente lo que necesita del otro ya que esto nos pone en contacto con
nuestras necesidades, que es precisamente lo que a menudo queremos evitar.
Referencias
Peñarrubia, Francisco (1998). Terapia gestalt. La vía del vacío fértil. Alianza
Editorial.
Petit, Marie (1984). La terapia gestalt. Editorial Kairós.
Perls, Fritz (1976). El enfoque guestáltico y testimonios de terapia. Editorial
Cuatro Vientos.

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