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ERNST

-- -- -

CASSIRER
EL
PROBLEMA
______ DEL
CONOCIMIENTO 11
g
SU X:IÓN m: OBRAS m: FII .OS()f' fA

EL PROBLEMA DEL CO NOCIMIENTO


EN L A FILOSOF{A y ¡';N L A CI EN CIA MODER NA S

1I
E R N 5T CA 5 5l R ER

EL PROB LEMA DEL CON OC I M IEN T O


Traducci ón de EN LA FILOSOFIA y EN LA CIENCIA MOD ERNAS
\V E.Nct:SLAO R OCES

II
D ESARROLLO y C UD.H:-JACIÓN DEL R AClü NALl5 MO

E L PR OBLEMA DEL CoN OCI M IENT O EN EL S ISTE M A DEL


EMPIRISMO

D E N EWTON A KA NT - LA fi LOSOFÍA C RíTICA

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---_._-_._---
-
,:' ,,¡.

FONDO DE CULTURA ECONO},UCA


Mexico
Pri mtr.l ..d ició n .-n ale má ll , 1907
Prim era ed ició n .. n espa úcl , 1956
Cua rta rd mpr"lón, 199 !i

LIBRO CUART O

DESARROLLO Y CULMINACION
DEL RACIO NAliSMO

TIrulo ori gina l:


lJJJS ú/vomlni.1.f"r'bb>/t tn tÚr
und Wi<......c"aJl dl'7' rlo'lll'7'm 7Lil, 11
e 1907, Brlll\O Casslre r Ve rlag, Rc-rlin

D . R. tl 1(156, FONDO [lE CUL1VAA ECONÓMICA


D . R. o 1986 , FONDO [lE CU LTURA F..cc>NóMICA, S. A . na e v.
Ca rre ter a PiQ d l().AjllllfO 227; 14200 Mtxko, D. F.

ISBN 968-ICj-227fi-6 (O bra comp le ta]


ISBN !JfiR- If>·227R-2 (Volumcn Il)
Im preso e n Méx ico
Ca pítulo 1

) SPINO ZA

L A T EORÍA DEL CO NOCI M IENTO DEL " BREVE T RATA DO"

Po r mu y estrecha q ue par ezca ser la af inidad entre Descartes y


S pinoaa, d entro del campo de la meta física, y por muy cla ra me nte
q ue el cart esia nismo pa rezca tr azar los ca minos q ue, seguidos con-
secuenrem cnt e, cond uce n de un modo ne cesario al spinoaísmo, en
seguida se aprecia una di ferencia profu nda y característica entre
ambos sistem as, cuando se [os aborda desde el punto de vista de la
teoría del conocim ient o.
La coinc id encia en ciertos criterios me tafísicos fu nd am enmles
no hace más qu e ac usar con m ayor claridad a ún la conrmposi-
ción en cuanto a los Iundam enr os metod ológicos. Para Descar tes,
es co ndición primera y esen cia l la funda me ntac ión de!
m iento. El pensami ento, segú n él, sólo pu ede t rascen der al ser
absolu to después de h aber alcan nndo y afianzado co nt ra toda d uda
un criterio fijo de la verdikl. De aquí q ue el concepto d e Dios
y el conocimiento de D ios sean, no la m eta, sino el punto de par-
tid a de la filosofía ca rt esian a.
Pa ra Spinoza, por el contrario, el pu nto fijo qu e D escartes se
afa na po r obtener en laborioso an álisis aparece ya como algo in-
co nmov ible mente dado desde el primer mom ento. T odo conoci-
m ie nto puramente inductivo o ded uct ivo ca rece ría e n sí m ismo
d e base si no des ca nsa ra sob re e! fu ndament o de una int uición
inmedi ata en la q ue se revel a ant e nosot ros la rea lidad del ser
infinito. No h ay nin gu na cade na conti nua de razonamiento q ue
pueda hacemos salir d el círcu lo JeI ser finito para llevamos a lo
in condici onado; esto lo ca ptamos, no remontán donos a ello por
m ed io de conceptos der ivados, sino cuando ello mismo se apode ra
de nosotros y se nos revela intuitivamente, en la roralidnd de su ser.
He aq uí por qué el fin."ve tmwJo de Dios, Jet hombre y de
SI( felicidad, en el que Sp inoau recoge la primera versión oc su doc-
9
10 DESARROllO Y C ULMINACIó N DEL RACIONAUSMO SPINOZA 11

y expone s.us motivos m ás gen uinos, a unque empiece repto- nomia del intelecto, lo mismo que el libre arbit rio, no pasa n de ser
y ex plicand o las pruebas cartesianas de la ex istencia de una invención qu imérica y abstr acta. Ente ndimien to y volunta d
DIOS, llega a resultado final q ue q>rrige y rect ifica su propio no pasan d e ser nombres genéricos, nombres gene rales y cap ri-
punto de .part Ida. No es posible, nos d ice Sp inc ra , que Dios sea chosamen te invent ad os; lo único que en real id ad poseemos y co-
co mpre ndido y con ocid o por medio d e ninguna otra cosa¡ trar án- nocemos son los actos par t icu lares y concretos de la afirmación
dese co:n0 se trata d el origen mismo del ser y del saber, ningún y la negación, de la apetencia y la repulsa. ' T od os estos actos
otro objeto del conocim iento puede igua larlo, y mu ch o men os repr esentan, por tanto, simp leme nte partes del acaec er mismo de
supe ra rlo, en clar idad y en evide ncia. la natu raleza, los cuales no pued en h acer otr a cosa que repetir la
. "Careciendo, pues, la razón de poder pa ra lle varn os a la feli- ley amplia d e la naturaleza en su totalidad y reproducirla d e un
cid ad, no q ueda otro cam ino para llega r a esta clase d e conoci- mod o parcial y sumario.
Que e l de con clui r q ue no se deri va de ninguna otra CO&"l, El orde n del ser, que es uno y el mismo para tod os los tiempos,
sino q ue brota en el ente nd imiento por una ret't'lación inmed iata sostiene y condiciona ta mbién el ord en d el conocer,
del objeto m ismo; y si este objeto es excelente y bu eno, necesaria- No se plante a todavía aquí el problema de cómo pueden los
mente comunicará estas cualida des al alma. " I objetos corp orales abrirse camino al pensamient o y acusar una
. Tod a la teoría de l conocimient o del Breve tratado aparece ilu- influ encia en él: el hech o d e la perce pción sensible es conside rado
minada po r esta concepción fundam ental. Lo que para Descartes es al mismo tiemp o, d irectamente, como el testimonio y como la
la conciencia de sí mismo es par a Spinoaa la conciencia de Dios: el exp licación de esta interdependencia.P C ierto es qu e ta mbién
hecho fund ament al hacia el que levant a la mirada para derer- el Breve tratad o d istin gu e los dos at ributos del pensamiento y la
a tono con el el valor de cu alq uiera otra certeza d erivada. El extensión; pero esta dife rencia pasa a segundo plan o ante el rasgo
ca rácter del conocimiento es siempre el mismo, en cualquiera común que los une po r el hecho d e ser calificad os y explicados
de sus fases:. el exterior se apodera y toma posesión del yo, ambos como fueT'{t1$ f > So n, simplemente, dos forma s o rnanifesra-
para prod ucir en el el sabe r. Según el objeto con el que se une clones distinta s del mismo poder de la natur aleza del q ue ema nan,
y se fund e, se determinan el valor y la claridad de la visión q ue se y esto explica por qué pu eden influir la un a sobre la ot ra y derer-
a podera del al ma." minarse mutu amente. Así como el cuerpo se ofrece al espíritu
Por donde -c-según lo expone y subraya expresamente Spinoza-; y provoca en él, de este mod o, el acto de la sensació n, así también
el com prender debe concebi rse siempre como un "puro pad ecer" : el alm a, a su vez, au nque no pueda crear nuevos movimientos cor-
n.o somos nosot ros qui enes afirma mos o negamos algo de una cosa, pora les, puede, indudablement e, desviar con arreglo a sus decisio-
Sino .que es la cosa misma la qu e de si y en nosotros lo afirma o nes la dirección del movimiento existente,"
)0 mega.a La concien cia se limita a recibir y acusar los efectos No cabe duda de que esta concepción general h ace necesaria-
Que se le inculcan desde fuera. mente que pierda su sign ificación absolurd. la d iferencia estimativa
Asi, y así, parece posible llegar a com pn ruer el pro- entre lo verda dero y lo falso. Esta diferencia pasa ah ora a formar
ceso del conocmue nro, es decir, engarzarlo al Contexto cau sal de part e de esas cont rap osiciones subjetivas inherentes tan sólo a la
la natura leza en su conj unto y como un idad. La su puesta au to-
4 Ku n;er T rakt ar, parl e Il, cap. 16, B 4 u .
1 Spinoza. Kuner Trak wt " Q >1. G on , dcm Men schen un J deu en Glücksel ig_ ¡¡Kun er T raktat, part e ll, ca p. 19, B 13 s,
kc it. T rad. a l alem án y ed. por Chnsroph Sígwarr, T ubin"a, 1870,parte ll ,. G T raktat, parte JI, cap. 19, B 1-6 (d . acerca d e esto el texto hol an-
cap. 21, , 1; d . ca p. 24, §§ 10 s.
O " ",
- dé s, en Spiooza, O pCM qU(l(' iuot r epcna snn r. Rec. J. van VI Olen ee J. P. N.
Ku rt'-'T T rak trlt. port e n, ca p. 4, S 10. Lan d, 2 vols., La Haya, 1B82 s. t. 11, p. 340).
:1 Kl, rt er 1 raktar. p art e Ir, cap. t 6, S 5; ca p. 15, S 5. 7 Kurt er T raktat , pa n e I l, cap. 19, B 9·11.
12 DESA RROLLO Y CULMINAOÓl\' DEL RACIONALISMO
srlNOZA 13
imperfecta y fragm entaria de la na tu raleza en su
con ju nto, la cu al es de por sí una e ind istint a. El conocimiento ción fu nd amenta l del s pinozismo, es esenc ial situ arse en la ad e-
de la unidad susta ncial d e l universo ha ce q ue d esaparezcan las cuada pe rspectiva h istóTica sobre la que hay q ue proyecta rla. El
d iferencias lógicos cua litativas, d isu eltas en sim ples d iferencias Breve tratado revela cla ram en te, en tod os sus aspectos, un cona.
cuantitati vas de grad o. cimient o exacto de la filosofía cartesiana, pe ro se halla todavía
o El error y la verdad no se en frentan , ahora, como dos mo mentos muy lejos de la verdade ra tendencia lógica d e esta filosofía . Esta
Igual mente ín de pcndíenres y posit ivos, sino q ue se comportan posición se manifiesta cla rament e en el concept o fundame nt al d e
como la pa rte con respect o al tod o. S i todo pe nsam ient o por ra- la intuiciQ1l, hacia el que ind irectam ente tiend e toda la teor ía
zón de su concepto m ismo, es la exp resión de un hecho un ser de Spinoaa y en e! q ue ésta encue ntra interiormente su re mate .
es evidente q ue toda representación, siem pre y cuand o Los geomét ricos y a ritm éticos, es dec ir, los fund amentos
impl ique un conten ido, cu a lquiera q ue él sea, tien e q ue reflejar de su nu eva ciencia, son los que, para Descartes, forman e! con-
necesariamente el ser rea l desde un d ete rmin ado punto tenido de la " intuición "; para Spinoae, en cambio, el conte nido
de vista. El error no consiste en qu e nos representemos y conci- de ésta co nsiste e n e l in finito se r d ivino, del Que aspira a llenarse
R'lmOS e n el pe nsa miento algo d e por sí care nte d e esencia, sino el yo. En e l primer caso, se tra ta de un princi pio su premo de co m-
:0 q ue nos afe rremos a un fragm ento del ser, creyend o poseer en
el la tot alidad.
prensión; en el segu ndo, d e la un ificación con un objeto ext erior,
del "sentim ien to y el goce de la cosa rmsrnc","
Por t an to, tod o conocim iento se plasma y estructura en un a " La in tuición de C artesio es -como acertadam en te observa
serie y un a sucesión constante, po r m edio de la cua l, a rran cando Sigwar t- la int uición m ate m ática ; la de Sp inoza -por lo menos,
de lo conc reto, va mos rem ont á ndonos a una intuición cada vez: más todavía en el Tratad o-- Ia int uición mística." t o Una mística q ue
amplia y u niversal del todo. Pero no se trata d e ascender a con- prese nt a aquí rasgos m uy pecu liares, q ue le d an una fisonom ía
ceptos gen éricos ar bit raria ment e formados, sino d e penetra r en los d istint a d e la ve rsión pos ter ior de la doctrina spinon sra. Mient ras
y en las fuerzas real es del ser Que e fect ivament e se en- qu e en la Erica el amor intelectual a D ios coincid e co n la suprem a
CIerra n en cada comenido con cret o. conc ien cia de libert ad del hom bre, lo Que vale tanto como decir
. Desúe este p un to de vista, e! conocimiento, adq uirido por me. Que tod o auténtico conocer tiene su fundamento y su origen en
d,1O de los senndos, es decir, a tra vés de la experiencia, la cual la ac ti1.>'ldad del espí ritu, aq ui imp era la con cepció n inversa. Para
solo puede rev ela rn os determinados hechos conc retos, se disti ngue intuir verdad eram ent e a Dios, ten em os que converti rn os en " es-
de verd(l(lera fe, q ue de staca de todas las cosas particu lar es, clavos de Dios", pe rd er y sacrific ar el propio yo.
med iante pru ebas y conclusiones seguras, lo comúu a todas ellas. El hombre no puede , "como parte qu e es de toda la nat urale za,
Pero, por encima de ambas form as del sabe r descuella la fase su pe. de la q ue depend e y por la qu e tam bién él es gobern ad o, hacer
rior del " conocimient o cla ro y distinto", por virt ud d e! cual no por sí mismo nada para su salvació n y bienave nt ura ma't.tt
nos limitamos a at'CTígllar lo genera l por la vía de labor iosas de. Somos, por t ant o, " esclavos de D ios" porque somos esclavos
d uceion es, sino que lo intuimos directamente e n lo particu lar, y de la natur aleza come. u n todo, porque tod o n uestro saber apa rece
en e l q ue, por ta nt o, nos es dada objetivamente, como un conocí- circ unsc rito por su ser y se hall a inexorab lement e suje to a su ley
m ient o concreto, la misma regla universal, q ue d om ina y preside férrea.
tod o ser y tocio ace ecc r.e En vano pre tenderíam os desc a rtar la contradic ción existen te
Para llegar a com prender
... ..., ' "r sus JUsto
. , .
s rermmos esta concep- entr e esta concepción y el sistem a def init ivo d e Spin oza trat ando
e KUTter TrakWt, par te TI, cap. Z, 2.
S KllTZ<.'r T rakrat, part e 11, caps. 1 y 2. 10 ¡bid., p . 188.
n lbid., p a rte n, ca p. 18 , H 1, 2, 8.
l' DESA RROLLO Y CULMfNACION DEL RACIONALI SMO SPINOZA 15

de restringir los criterios fundament ales del DTt."'Ve CMMdo. La genes que recibe de fuera, el alma conte mpla su objeto al conver-
y tajante aseveración de que no somos nosotros, quienes tirse en él y al con vert ir inter iormen te el objeto en ella misma. El
los qu e predicam os algo de un objeto, sino q ue es la conoc imiento int uitivo es, por tanto, la uni ficación interior median-
cosa misma la Que en nosotros afirm a o niega algo de sí, cierra te la cual lo uno se torna en 10ot ro ( inrrinsecar io, per q uarn un um
el paso a tod a posibilidad de camb io de senti do o de atenuación.t e lit aliud )."
La concepción del conocer como un puro padecer no se refiere T odo saber es la d isol ución d el yo en el objeto que se le en-
solam ente al acto de la percepción sensible, sino que trascie nd e frent a: es, por tanto, un saber incierto y perecedero cuand o se
al conocimie nto racional y confiere su peculiar matiz inclu so a Jo orienta hacia un objeto m udable y conti ngente y sólo se conviert e
caracrerísn co del saber int uitivo. en un bien fijo y pe rma nente cuando logra capta r el ser supremo
Ahora bien, esta equipa ración no se nos prese nta por vez: pri- y eterno. La conciencia' que conoce las cosas finitas se sumerge,
mera en la teoría d el conoc imiento de la época moderna, sino por así deci rlo, en ellas y pierde en ellas un a parte de su propia
que nos sale al paso ya en la íüosoiía renacentista de la naw ralq:a existencia, y sólo cu ando sale de esta clase de cosas para retorn ar
(v".vol. 1, pp. 2; 3 SS. , 260 ss.). Suele comp ararse la doc trina epi- a la realidad total, al ser infinito de Dios, es decir, a un ser en el
nonsta d el tratado con la de Gío rdaoo Bruno, con la que que ha n desapa recido todas las contradicciones y limitaciones,
comparte, efectivam ente, la intuición de la natural eza una, infinita recobra también en él su propio ser.>
y perfecta en sí. Sin embargo, aplicando como pauta la teo ría d el Por ta nt o, el amor a Dios no es, para el ser finito, algo externo
conocim iento, vemos qu e Spinoza dista tanto de Giordan o Bruno y fortuito, algo que pu ed a poseer o de 10 que pueda carecer, sino
como coincid e interi ormente con los ant ecesores inmediatos de que es ese amor el que l e infunde su verdad era esencia y 10 man -
éste, principa lm ente con T elesio. El paso qu e sepa ra a Giordano tiene cn su verdadero ser. Pued e aparecer limitad o y oscurecido,
Brun o de tod a la filosofía de la naturaleza del siglo XVI es precisa- pero nu nca totalme nte a pagado, ya que sin él todo ser se h undiría
el que hasta ah ora no se de cide a d ar Spinoza: el pensa- necesariam ente en la n ada. Al afirmar nu estro ser, afirma mos
.puro carece todavía, en él, de una fun ción susta nti va y con ello, indirectamente, la realidad de una existe ncia uni versal
ongm ana que lo distinga por principio de la sensación sensible y ommcomprensiva, sin la q ue aq uélla no pod ría existir ni podría
pasiva (v. acerca de esto, vol. 1, pp, 408 s.). siquiera concebirse. El co nocimiento , al igual q ue la apetencia de
En cambio , la doctrin a de Spinora en el Breve tratado se halla una cosa. concreta, es solamente el estribo, el escalón poi' el que
bastante cerca de la con cepción de aq uel pensador que se atiene subimos a la inru ición su prema, en la que nos unimos e identifica-
al punto de vista epistemológico funda menta l de la misma filosofía mos con el ser absolu to."
de la naturaleza para erigir sobre sus fundamen tos un moderno
sistema panteístico. l a significación y el sesgo que aquí presenta u D mpa nella, Un i' '('T.s<1lu Philosophitu se.. Rc ..m j lU I4I

el conce pto fund ament al de la in tuición, nos hace recordar obli- f>J0/>fia dogm4t41 Pan es rr cs. París, 1638 ss•• 111, PI'- 2'l i s.
gadamenre a Ce mpanella. 11 u mpanella, Meraf isica, pllrre 11, p. 78: "A mo r, q ua De um ama mus, no n
accide ntalis, sed essenriahs. Na m ideo no;sm" lipsos a mamus , Quia esse
" La visión del alma - así describe la Mecafísi.:a de Campanella amamus: ergo mag;. ama m us esse si mplic ieer, q uam secund um qui d ; ergo
el acto del sup remo conocimiento- no es idé ntic a a la visión de l nla !¡:is amamus Deum er essentialius.•• N os verc ead uci, finit iq ue I'Olentia,
ojo, pues mientras qu e éste conoce las cosas por med io d e las imá- Sapientia et Essentia : ergo magis ama mus D eum, q uam nos metipsos, d um
ama mus nosme np sos, quia q uod non sumus nos, sed quod Deus esr arnemus.
. 12 Debe hace rse notar esto en cont ra de la interpretación qu e de este pasa- ltern id quo d nos scímu s esr umbra quaedam entitatis d ivinae, et gaud em us
re trata de dar Freudenth nl ("Spino zastud ien", 1, en ZeifSchrift [ür Philosophie ease, q tlod sum us, qu ia Divinitas participa ra talem sapore m habe r: D íviniras
und philosophische Kririk, 1896, "'01. 1CS, p. 249). Ci, tam bién las l'llrt icipa ta est omne culusq ue esse r ergo omn e ens se tpsu m esse amando, magis
nes de Sigwa rr contra (Kurtl."f T rakrar. p. 20S, nota). amat l).,um quarn se." (C L tam bién "'01. 1, p. 268, nora 52.)
s r lNOZA 11
16 DESARROUO Y CULMINACICN DEL RACrONALlSMO
clones de la naturaleza; y cómo ent reteje con la exposmon de
No es necesario seguir en deta lle los paralelos con estos cri re- teoría sen sualista del conocimient o d e Telesío rasgos tomad os d i'
rios q ue Spinoza estab lece en su Breve trarado. Para fo rm arse rectamen te de la psicología d e Sa nto T om as de Aquino (.v.. v.o\. 1,
una concepció n sistem ática d e su doc t rina no es ne cesari o entrar pp. 260 55. " 268) En Spinoaa, ta n profund amente familiarizado
a discern ir si Spinoza llegó re a lme nt e a conocer la doctrina ' d e con la ñlos ofía judaica d e la religión, las fue ntes de la
Ca mpa nclla y si rec ibió de ella una influ encia sostenida , aunq ue ción panteísta del m und o son tan abunda ntes, dificil
son mu ch as las razones q ue hab lan en fa vor de esta h tpóresís." El pron un ciarse de un modo definitivo acerca la influencia efec-
mismo C arnpanella d ista mucho de ser un pensador tot almente tiva que en detall e puedan haber llegado a ejercer sobre su doc-
original, ya q ue se lim ita, m uc h as veces, a a unar en una sínt esis
trina, , d
filosófica los ele ment os múltiples y con Frecu en cia contradictorios Pero lo ca racterístico e im por tante, Y lo q ue aq ur se estaca
de la cultura de su tiem po. A sí, vemos cómo en su doctri na se innegablement e, es q ue el punto de partida de Spmosa no h ay
entr elazan los pe nsamienr cs funda menta les de la m eta física y la
mística neopl atónicas con los resultad os de las moder na s observa- coe lu m el infinita negat ion e círc um da rur. • • Cum aurem acceperu n t es,e , (res)
no n pe rdid eru nt if.'ou m N ih il to laliter, qu onia m non te eum e5M: acce perunr . . .
111 La u'O'ría del conocimi..nro del Bu..... no co incide co n Campol_ Com posuio a ute m en lis el none nl is Iecit q utde m remu m, quod non est ens
nd la solam ente a lli donde be a lie ne rigurosa mente al pr incip io ge neral de q ue pu ru m, nec ncnens. Non e n im h orno esr nihil, sed nec p rorsue e ns : sed es.l
todo conoce r es un p.uiecc, sino rambíén all i donde modifica y ate núa este hcc eOS au t a1iq.. o d en s." Pero el conce pto del " no-ser" n o Jebe enee od er se
principio, co nsideran do objelos ex remcs solamente co mo las "ca usas oca- aquí -como sub raya c.m pa nella (11, p. 13)- en se ntido li sico, sino sen udo
siona le;" del l\aber q ue suscit a n los iu(r ios d el al ma, sin d et erm ina rlos ro ral- lóg ico, no co mo ellpresión d e u na po te ncia rea l, sino co",,:, J e,
me nte po r si mismas. [ V. KurteT T ralw lt, parre 11 , ca p. 19, S 15; con respec to categoría de la n egació n, q ue es la qu e hac e nacer la .d e 10 fmi-
a Campane!la, d. vol. 1, p. 2 71 (nota 62) de la p re sen te ob ral. Pe ro la too La n ada no posee, po r ta nto, n inp;un a realida d. por VIrtud de I.a
co inc id en cia e n las idea$ ap arece tod av ía mu ch o más clara cual p ued a limitar el se r absoluto. "Quod verc est .o.m o mo , omma gen etl s
se tom a como pu n to d e ¡>artida la recete meta física fund amen tal de Ca ro- enríta res con tin er et a mb it. A nihilo ..ero ip;llu n amblTl non poten .. N lh ,lu ln
panella : la leoria de las "prima lidad es" d el pode r, el a mo r y la sab iduría. e nim no n C";ll n equ e in mente, neque extra me m em. Oportet ergo sme
Como el se r !inim sólo eXiSle po r cua mo q ue panicipa de lo a bsol uto, sin q ue íllud cs"e. Ergo in/init .. m . immot"rale, UI dícebe rnus el
posea rea lida d inde pend iem e fUenl de esra conex ión, d eben reapa recer nece- C f. acerca de esto, es peci alme nte, las palabras del Breve nlltoJo l,
!OIria me me en él, inractos, tod os los c;¡racteres del se r p rim igen io . Y co mo · 15 , ) ' 'Si Queremos limitar la nllllra.leza, tendn amos qu e
e. J S19wa rt , pp. . . '1 mos
posee la virlud de conservarse en el se r, necCS3.riam en le d ebemos recon oc erle, limitarla co n la nada, lo q ue ser ía absu rdo. Absu rdo al q ue so o escapa .
de Otra part e, u n saber en ..1 q ue cob ra conocimie n lO de este su im pu lso Iu n- partiend o de l SUPUCll f O de q u e la na tu raleza es una , et erna ,. eXISlent e po r . '
dame n taL No .... da , por tanto, ninKun a existe nc ia to talme nte in consciente .
mtsma e In. f·,m., l. " (N " · atenernos en esta cita al te xto co rregido •
por Frel ude ·n·
de misma : las di fere ntes lases del se r forman so lame nte otr as tan tas fases t h a1
"S PIll"zaStU
' 'en , f . " "P
dten" •. . 276sJ . ] . Esta co lltra diccion .se t esue rve, Sdil)
d istin tas d e la " ida y d el " mor por la prop ia ex¡';tenc(a [C amp nnella, Me to.. emba rgo, e n Di os y solsme nte en 1:.1, ya q ue Dlos ll eva en SI el ser de es a
ii s ica, JI, p. 39; 1I, p. 61; lIJ, pp. (V . supra, vol. r, p . 232, no tas 7 y 8.) u na de las cosas co ncrere e de ta l modo, que no ell o p,etde o ech a. de
Cl. es pec ialme nte Spinoaa, etica, pa rte 11, propos . XIlI, esco lio : "Omn ia, quam- me nos, e n modo alguno, aquel ot ro. El se r, visto en p uede ser a ne m-
vis diversis gra Jibus, a mrnata la men su m"]. Ahor a bie n, el se r co nc reto re pre- . _-' _.. . -'era co lor pu esto qu e resume en SI to<las esta$ c ual, da d.,.;,
po rnau , ' d •. I
senta sie mpre lo absoluto con mú ltiples r est rlcc lones ). neg aciones y forma, po r a unque Sin d " ,·, - - . L- tlx r eor ,.-, .
n in¡¡una de ellas. ror don e roce o co 'dncTetO
d
tant o, en cierto mod o, el punto de tr an sición en tr e el ser y la nada. T od a . 1:.1 ' ue por ello las cosas el;peciale. pu ed an ser co nsl era as
se con nene en , Sin q _ . . 1I 2. f el; ialme nte
d.. re nnin.ación es, en cuan to a su natura jeza, n ega.ción . Al ambuir a un se r co mo panes constitutivas d e su e ntiJad IMelai UlC4, , p. , c. pec •
u na d eterm ina ció n conc re ta c ual qu iera, ex clu imos de e l, al m ismo tie mpo, Kun o Tmkral parte 1, ca p. 2, 19, Y 11 ( pp. 3O n .) . el.
otra in fin id ad de d eter min acio nes, le atribuimos, po r ta nto , un ser finito, para · , " ' tre el "esse essen tiae" y el "es., e exis te ntiae", en la
Ia d] s tlll Cll lfl e o J " d S it 'la
Ir, pp- 11 s.: "V i- lb (fl n, 3) co n Ia5 corres po n dien tes ererrr unacrones e , pI" ,
ca rgarlo sn n ultá ne am cm e de un no ser in fin it o {Ie e llm plllle u , " d' 1 . f" h t r
den t ur aur e rn nobis tes cu nctae eX af ffr rnation e er negnrion e ccmponi, iI1a q u i- .
C "...-i«lta mcw ph1SIC<l, por e , , I ca",.. 2] , pu es l C<" (110 po n a o 111 uuto -ro u
de m finila, h aec vero infini ta. Affirma tio dic it esse , nega tio ncnesse. H orno de una simple co mbinación de part es?
<.[uioe m ese per se et necessari o non asénus, non bos, no n lapís, no n De us, non
18 DESARROllO Y CULMINACIÓN DEL RACIONAUSMO SPINOZA 19

que busc arlo en los conceptos matemático-mecánicos de la natu- Iluencia de Des cartes.t '' El inte nto ha fracasado, pues hay que
ral eza, ta l como los establece D escartes, sino en la teoría d e la llegar a la conclusión d e que los d os diálogos int ercalad os en la
panunidad y de la panani mación, proclamada por la filosofía obra y que antes se invocab an. en apo yo de aquella tesis no
especulativa de la nat uraleza. Basta con ec har una ojeada al Breve con respecto al resto del Treecdc di ferencia algu na d e prmcrpic
11
tTatado para percatarse de que aún no cobra vida en esta obra el que permita atrib ui r su redacción a u na é poca más temprana..
problema de la ciencia exacta, el problema del conoc imieru:o mtUe· En cambio, conside rado el T reecdc como un todo , pod emos dis-
mátiro de la naturaleza. rínguir en el pen samiento de S pinoza una época im portante qu e
Se ha intentado desglosar del conjunto del Traecd o algun as acusa un a interesante e instructi va contraposición con respecto
pa rtes sueltas, testimon io d e una fase anterior, pu ramente "naru- a las ideas fund amen tales en que ha brán de inspirarse más tard e
ralista", en el pensamient o de Spíncea, sust raíd a todavía a la in- su metafísica y su teoría de l conoc imiento. Sp inosa , en su T rataJo, \
se mueve tod avía de lle no en el campo d e la filosofía italiana del
la relac ión de Dios co n los objetos fin itos puede, pues, co mpararse , segú n Ren acimi ento, del que brotó la conce pción de la na tura leza d e un
Carnpaneila, más de cerca q u e con n in¡(un a ot ra, con la relación existen te T elesío y un Pattizzi, de un Gío rd ano Bruno ,y de un
entre el "" p acio u no y un ive rsal y los cuerpos co ncretos y limi tados Que en y este ent ronque , más claramente-todavía que en la filosofía I
.'1 se hallan. El espa cio ilim itado , ple name nte un o en si e in distin to, Que co ns- teórica, se acusa ta mbié n en la frica de Spinoza, la cual asume y
titu ye , s in e mbargo, la base para teda d istinc ión emre In formas, forma _
la par co n e! cOtlocimit-nto del esp irirw- el simbol o tnlis claro y más inme-
d iato d el se r d ivino. "Decimo s q ue D ios eS omn ipre sen te, no po rque lle ne d om inado por una necu ida d fija y unívoca, en la q u e no existe de
física ment e e l espacio, sino porq ue m isma co n stituye el fu n dame n to del opc ión , est a co n cepció n no afect a para nada a la !lbe rtM de, D,05.. Pue s
ser y de la posib ilid ad de l es pacio. D ios se h alla en las cosas siempre co mo la ve rdadera y au tént ica lib e rtad no eS lo opu esto a la necesldII<1. sIno . lo
actividad ; se h alla sep arado de ellas, no localm ente, sino en cu anto a su n atu- o plleslO a la coacción. D ios obra librem e nt e po r cua nt o no se some tido
raletll y ta mbié n en cua nto a su na tu raleza ..., d istingu e de e llas sol a me n te a in fluC' oc ias extra ñas, sino so lame n tC' a la necesidad de su n atura leza.
en cua n to ellu panicira fl de l no &ero P U C\l en cu amo que es, lod a nalUralu a es En no se da un a liben ad que va cile de un lado para Ol to, r;lno q ue lo q ue
n arurale ra d ivina; así como los objeto!!, J;t(l:Ún 1"" teólogos, sólo son bue nos qui ere un a "C¡ lo Quiere pa ra siempr e, ya Qu e cono cC' de a nte ma no lod o lo
en vin ud de la bondad divi na, así SOn " mbié n esencia en virtu d d e la esen- hll uro [C f. Melafisic/l, 11 , pp. 19.f s.: "De us non coa crion e esr DC'us, sed .n,:,C'r>-
c ia d e Dios " (M l"rafisica, JI, p. 156 5.] . sira te, n on illa ra, sed innat a, n on invol untaria , sed spo ntanea el. am ablllsslma,
Pero donde con mayor claridad resaltan 10 5 rasgos comunes en el panteísm o quonia m ese su i esse se mpitemitas el irnm ort ahr as.. .. Er¡¡o hbe ra volu n tas
de Sp inoza y C a mpane lla es en e! examen de! problema de la liber tad, a unque co nsu mm ata fr u im r liben al e, no n au tem a rbirr ium hbe rum... Qu apropter
de be rec on oce rse' Qu e, e n est e p unto, las conside racio nes de ord en teo lógico hac rauo n e in ven imus hbe rts rem melio re m cu m necessitat e, q ua m cu m co n-
im pide n Irecuen ternen re a Ca mpenell a saca r sin re servas las co n"", uenc ill.s linKent ia, seu m.avis cu m ñrmita te, q lla m cu m varietate er inteeicrem ex-
de su propia conc epc ión fundamental. En la esencia absol uta in fin ira d e Di os IC'n.on' . . . Curn ergc Oe us sir o mn ipo ten s er orn nisc tc s, hbe rtate m habetK no n
co inc id en duectamen te, forma ndo una u n idad, lo posible y lo reol. Es nu estro lIuclUa nle m ' ergo q uod "em e! vulr , se mper vult," Cf. especjalrner ne luter
pu nto de v iSla abstracto e impe rfecto el q ue inten ta introducir aqu í diferencias Trakra t, 1, cap. 41. y cu an do decimos qu e Di os se eno ja, se. ar re-
e ntre lo q ue, in teriorm ente y por la cosa m isma , forma un a ide ntidad. El ser piente de una d ecisió n tom ad a o la mo d ifica, transferimos a DIOS cnte nos
es, pu ra y sim ple m en te, lo Que puede ser, aba rca y resume la tot alida d de sus ue sólo para nue stro ente n dimien to fini to y lalsea mO>l co n laSl!0s a ntro-
pos ibles efectos, ya Que se halla d ete rminad o po r sí m ismo J>Ill ra alca nzar cada :amó rfico 5 la ima gen pura d el te r u no y sbsolu eam en ee nttesa rio. (V. M era-
u no d e elles, sin que n ingú n factor externo le impu lse a lograrlo n i 'ísica, JI, pp. 164 J.) .
im pedirle ha cerlo. Todo se r finito de SUyo uisre n ecesa riamente e n c uan to No h emos d e ohC'ce r aquí o tros paralelismos , Que se nos brmd an en gran
Que, para poder exís nr aqu í o allí, se h alla condi cio nado po r e eee ser y ohli- abundancia; el problema req u eriría y me n:cC'ría u na invo:stigac.ió n especial. .
gad o :t adq uirir su ser pro p io y pecu lia r. En él co in cid e, pues, plenamente 16 V . Av ena rius, ü ber d ie beiden ersren Ph", cn des SpmotlSchen Pa nthel5-
en Cuanto a la cos a mi sma el "C''l$e'' con el eSlle", y sólo nue stro en iu l- InI" und d" , Verhiil rniJ d et tweilen tur dr itten Phase, Leip,il'(, 1868. . ¡o",
ciamie nto ob jeti vo, qu e no penet ra en la ese ncia de In cosas, es el q ue puede 17 V. ace rca d e esto, Fr eud en th al, "Spinozasrudie n", 11, en Zelltchn/t
desd obla rlo. (Cf. Met/lJisica, 11, p. 21.) Sin embargo, si todo ecaecer se halla Ph ilosop h. t' wnd philosophiu he Kr itik , vol. lOO, pp. 1 JS.
20 DESARROLLO Y CUB HNACION DEL RACIONALISMO SPINOZA 21

valoriza JX>r entero, recibid os a través de la teoría telesiana d e los Sigue siendo el prob lema del suprem o bien el qu e traza su
afectos, los motivos gene rales del estoicismo. en los qu e se basa. rumbo a la investigación teórica. Los bienes que la conce pción
lo mismo aquí que allí, se ma nifiesta la ten dencia a redu cir el usual del m un do y de la vida conoce y considera a petecib les, sólo
mundo moral por entero al mu ndo de la naturaleza y a deriva rlo por un breve instante pu eden a placar el inca nsable af án de nu es-
de las leyes de éste; d e aquí que sea, en ambos casos, el instinto tro espíritu. No pasan de ser bienes aparentes, que en el mom ento
natural de la prop ia conservación el que sirve de base a todas y mismo de gozarlos se esfu man y convierte n en na da. C uando
cada una de las norm as éríces.w Cuanto más enér gicamente tien - creemos h aber satisfecho nu estra ape te ncia con el goce de uno de
de el ser ind ivid ual a afirmarse en su ser, más profu nda mente cum - estos bienes, la satisfacció n se torna instantá nea rnenre en fuente
pie su destino moral. Por donde la virtud no es otra cosa qu e la de una nueva apeten cia pasional; cada objeto, una vez alcanzado ,
" valentía" con sciente de si misma y dist in ta, por su más íntima se con vierte en acicate que nos espolea a ape tece r ot ro, y así suce-
esencia, de todos los afectos blandos del dolor y la compasión. sivatnente, sin que pod amos sust rae rnos a esta cadena sin rénnino
" Esta ut ilización de T elesio - juzga acertadamen te Dilthey- y sin fin , ni renunciar a ella.
ind ica clar ame nte cómo en Spinoza sigue viviend o el espíritu de l Sólo u n ser ete rno e imperec edero, perfecto y acabado en sí
Renacimiento, el cual se manifiesta en la combinación de la con- y qu e no necesita nada fu era de él, pue de brindar tam bién al espí-
servación de sí mismo, la fuerza, el ho nor, la alegr ía de la vida y ritu sosiego y seguridad. Ya el solo pens am iento d e sem ejante ser
la virtud , ra zón por la cual podemos considerar a Spinoza, tam- sentimos que embota el poder de las pasiones y hace qu e expe-
bién en este sent ido, como el último vástago maduro de aquella rimentemos por vez primera aqu ella paz que en van o hemos bus-
época. " 19 cado en la posesión d e los bienes finitos de la existencia. Este
Pero, si la ética de Spinoza conserva este entronque hasta en pensam iento hace qu e nuest ras mú ltiples, dispersas y cont radicto-
su desarrollo final y más maduro, su teoría del conocim iento acusa rias aspiraciones converja n en un punto : reconocemos, así, la uni-
un giro decid ido y significativo. Se trata de indaga r los motivos dad que enlaza al espírit u con tod a la na tu raleza y nos sometemos
q ue determ ina n este giro del pensamienro de Spinoza y que, con de buen grad o al orden regido por sus leyes necesa rias e inmu -
ello, da n a su sistema en su conj unto una forma lógica tota lmente tables.
nueva. Esta meta final coincide d irecta mente, sin duda algu na, con la
que el Breve rrara da nos hab ía descrito como el amor y la paz
11
de D ios; sin embargo , la manera de concebir el cam ino por el que
EL "TRAcrAruS DE IST EL L ECI1)S EM M EN OAT K)N E" podemos llegar a ell a, acusa un cambio.
El h ombre, ahora, n o es ya el "esclavo de Di 05", obligado a
Si pasamos del Breve tnuado a la siguient e obra fundamenra l
esperar su felicidad d e un bien que d esciende sobre él desde fuera
de Spinoaa, al T rcctc rus de intellecrus emmendatione, vemos que,
y desde lo alto, sino que los med ios pa ra ap ropiarse ese bien re-
por el momento, apenas han cam biado los rasgos fu nd am enral es siden en él mismo. La intuición de D ios no constituye ya un d on
de la concepción spinozista del m undo. Se manti enen inaltera bles d irecto, sino q ue puede y debe conquista rse paso a paso, mediante
la actitu d y el punto de vista subjetivos, qu e d an a la doc trina d e el progreso gradual y metódico d el conocimiento, El Tratado su
Spinoza su sello peculia r. J,re el mejoramie nto del entendimiento se pro pone señal ar el ca-
u e f. acerca de esto. Fiorennno, Bcrnardino Tdc. io, 2 vob. , I'Iorel1l'ia, min o hacia esa meta. Pretende mostrar cómo puede alcanzarse
1872 ss.: t. r, p . 311. la "verdadera id ea", que , una vez ad quiri d a, se ilu mina y afianza
19 Dilthey, "Die Auronomte des Denken", der kom trukt ive Rationn Jismus
und der panth eísnsche Monísmus nach ihrem Zu¡;am men hnnR im 17. }ahr-
n sí misma, y, cómo, partiend o de ella, podemos derivar cualquier
hun den", en Ar chilJ /ür der Philoso ph¡e, vol. VII, p. 82. otra clase de conocimien to, en un pro ceso dedu ctivo sin lagunas,
22 DESARROllO Y CULMINACION DEL RAOONAUSMO SPINOZA 23

Ahora bien, para pod er acometer seme jante intento era neceo Las primeras huellas de esta tra nsformación introducida en
sario partir de una concepción distinta acerca de las relaciones la conce pción de conjunto se acusan ya en las correcciones y adi-
entre el espíritu 'Y las cosas. Con la misma decisión con Que ames ciones que Spíooee introduce en el Breve tratado algún tiempo
se caracterizaba el conocimiento como un " puro padecer" y con más tarde, poco antes de ponerse a red acta r su ensayo sobre el
qu e, consecuentemente, se proclamaba la coincidencia con el oh- modo de mejorar el entendimiento. Mientras que an tes se había
jeto como pauta suprema d e la cert eza d e la id ea, se abre paso d efinido la com prensión simplement e como el acto por el cual el
ah ora el pu nto de vista opuesto. El verdade ro pensami ento no alma se aperc ibía de la existencia exterior , es decir, como la acción
sólo puede distinguirse del falso -nos dice Spincza, en la nueva del cuerpo sobre el espíritu , ahora se ve clara mente qu e este cami-
obra-, por med io de una relación externa y fort uita, sino q ue no es el menos indi cad o para lograr un conoc imiento plenam ente
el crite rio para juzgar su valor y su valid ez tiene que resid ir cierto y adecuado en sí mismo. Por este procedimien to, el espiritu
en él mismo. Lo que ha ce q ue un pensamiento sea verdade ro, lo sólo pod ía copiar los es tados momentáneos del cuerpo indi vidual
que le da el carácte r y le imprime el cuño de la cert eza, no reco- concreto al que se refería y con el qu e se h allaba "vinculado";
noce como causa ningún objeto exterior sino qu e d epe nde necesa- pod ía ca ptar, por tanto, un determinado modo del ser en ciert as
riamente "d e la fuerza y naturaleza d el intelecto mismo".110 rela ciones aisladas, pero nunca remontarse a un a visión com pleta
La pru eba más convincente y palmari a de este la tenemos en los del todo y de sus leyes generales y permanen tes."
objetos del conocimiento matem ático, los cuales, llevando como Par a q ue esto fuese posible, habia que postu lar un tipo de
llevan en sí mismos el testimonio de la oerdsd, prescinden y pue- conocimiento que no procediese, como éste , de las partes al tod o, (
den prescindir de toda realidad . Así, por ejem plo, la d efinición sino que partiese, por el cont rario, d e la idea de la totalidad infi-
de la esfera no necesita enunciar otra cosa que la ley con ar reglo nita, para lu ego d ete rm ina r y der ivar de ella lo concr eto.
a la cual nace la esfera y q ue garantiza en nu estro pensam iento En este tipo de conoc imiento, el intelecto no es ya algo condi-
su derennincl, iliditi puramente lógica. T omando como base esta
cionado, sino el elemento condicionante. La "idea" adq uiere aho-
ley, deter mi nando, por ejem plo, qu e se da el nom bre de "esfera"
ra la significa ción y la im portancia que el sistema madu ro de Spi-
a la figura que nace media nte la rotaci ón de un semicírcu lo en
noaa le atribuye. La idea no d ebe despreciarse como si fuese la
torno a su eje, podremos deriva r fácilme nte de esta concepción,
image n muda pintad a en una tabla, sino que nace en la afir mación
de un modo ciert o y necesario, todas y cada una de las cualida-
des propias de esta form a. o en la negación . Es, pu es, más bien un concepto que una imagen,
" Esta id ea será , por tanto, verd ad era, y aun cuando sepamos debe llamársela "conc eprus" y no " peeceptio", ya que sólo así
qu e en la ruwn1uera las esferas no surgen nunca así, este criterio expresamos que no es algo que venga d ado desde fuera, sino qu e
nos suministra, sin emba rgo, un conocimiento verdadero y el modo debe su origen pu ra y e xclusiva ment e al espíritu.%!
más fácil de formarnos el co ncep to de la esfera. " 2l El nuevo concepto d e la verd ad reclama ah ora una nueva es-
El camin o, ah ora, no va ya de la realidad ext erna, captada
por la percepción, al conce pto, sino que, por el cont rario, es el 22 v. Klln er T ,ak lat, part e 11, <;ap . 20, sd ic. 3. n· 9 [ ed. Sigw. rt, p. 126,
ne ta], Los estu dios de Ca rl Gebh ardt (S pinotllJ Ab hanJlI.ng iibt-r d ie V erbes-
concepto válido el que ha d e poner de man ifiesto las caracterísri-
.' er.. ng des VeruanJeJ, H eidelbe rg, 1905; v. rembt én su introdue::ciOn a la edi-
cas que nos aseguren la realid ad de su objeta. ción alemana de l T rac::t4ll< J de em.mendatione , e n
20 Tracw uu de emmendation .., H 69-71. (La d iviai6n en párrafos Bibliochck, vol. 95, Leipsig, 1907, pp. VI!l nos hacen creer e n la posib ilid ad
se atiene a la edición de las obr as de Spin oza por Drud er, 2 vols., Leipríg, de q ue esta ad ición al Bre ve tratado proce da del período de redacción del
1SH.) de ¡,u ellec uos emmendat ione .
: 1 T ract4ll<J de iruelleclIlS em mcndatione, , n. : a ft ic<:l, part e 11, d d init. .3, e:o: plic.
DESA RROLLO Y CULMINACiÓN DEL RACIONA LISMO SPINOZA 21
tructu ración de la merefísíca.w El pun to supremo del q ue debe rasgo fundame ntal y dec isivo: tr ata de llegar al conocim iento "ebs-
arrancar toda me tafís ica, no puede buscarse m ás que "en el cono- tr acto" de lo general por medio de la comparación de lo conc re to.
cimiento de lo que consti tuye la forma de la verd ad mism a" es Pero lo q ue se obtiene , al en rrelaaa r y refundir de este mod o las
dec ir, en el conoc imie nto del int electo y de sus cua lidades y po- mú lt iples imágenes distintas de las cosas concre tas, no es ta nt o un a
tencias. re present ación gene ra l d e conjunto, como una representación globa l
esto, poseeremos el fu ndame nto del q ue podemos vaga y conf usa. La sim ple com paración d e lo concreto jam ás n 06
derivar nu est ros pensamie ntos y sa bre mos cuá l es el ca mino por el revela las con d iciones y Jos fu nd ame ntos q ue 10 const itu yen y lo
qu e el entendimie nto, h asta don de alcance su ca pacidad, pu ede estructuran."
remontarse a la visión de las cosas etern as." 25 Hay que seguir, por tanto, el camino inverso. Se tra ta de re-
Se logra así, po r vez pri mera, m ediante la nut ocrltica y la tra ns- ten er el ser individual co ncreto en cu anto ta l, en toda su derermi-
formación d e la tesis inicial, volve r al principi o del q ue h abía nabilid ad y peculiaridad , pero com prendiéndo lo al mismo tiempo
partid o Descartes en sus Reglas: el objeto pr imord ial d e toda re. como el producto de le yes necesarias y universal es. No debemos,
flex ión filosófica no son las cosas d e fuera, sino q ue es el intelecto por ta nt o, aceptarlo se ncillament e como un dato fijo, sino q ue
m ismo. Se ha dado el pa so q ue lleva d e la int uic ió n pasiva y dada debemos crearlo consrru crívamen re a base de sus factores fu nda-
de la naruraleta a la reflexión acerca de los fundam entos y los m ent ales. Sólo contemplándolo dentro de esta conexión necesari a,
métodos del saber. 26 llegarem os a form arnos una idea verdadera y adecuada de su SeT.
C laro está q ue lo que tiene q ue da r la norm a, para ello, no es Todo conoc imiento ve rdadera ment e crea do r es, por ta nto, un
n uesrro saber em pírico lim itad o e incohe rente, ni tam poco el ca. conoc imiento sintetico; pa rte de los ele me ntos pr imarios "simpl es"
r ácter y la técnica de la lógica escolástica ha bitu al. El método para combinarlos de un determinad o modo, con sujeción a leyes,
esco lástico de la formación d e los conceptos, a unque parezca con. llevá ndo lo de este modo hacia n uevos cont enidos del saber . El
tra ponerse a l simple empirismo, com parte con éste, sin embargo, un pensamie nto sólo pued e llegar a com prende r plen amente lo q ue
24 C f. la prof u nd a expos ición y ex plicación de eStas relaciones , e n Kühne- de este m odo br ota del pens am iento m ismo.
mann, "über di e Gru nd lage n de¡ Leh re des SpinOla", en rhi!o-<oph isch c D e aq uí se de spr end e, de un mod o inte riormente con secuente,
Abhand! un gen, d cm Andenkcn Ru dolf Hayms gewiJ''llet, H all e, 1902, pági- la teoría d e la d efinlclÓ'n q ue Spinoaa desarro lla en su est ud io so-
nas lO] n .
bre el modo de me jora r el entend imiento, " Definir" una figura
T ril<: fatU$ de ¡me/lecho> e m me ndal ione, Si 104, lOS.
26 No tiene ruon , sin emba rgo, Küh n eman n (l. c-, p. 216) cu a ndo afirma
no significa des taca r y describir una tra s otra las características
q ue Spino:a se incorpo ra con esta obra a l. serie d e los pensado res id eal ista s especiales q ue en ella se manifiestan, sino hacer q ue surjan ant e
críticos. El "se r" no cons tituye, pa ra Spinoaa, un prob lema in finito JI cuya los ojos d el espíritu en sucesió n fija y sujeta a ley.
sclucíón vlYlm os acerc ándo nos rnedíanee la postulacion progresiva de ro n- T od a auténtica de fin ición cient ífica es, por tanto, genérica; no
ceptos m etod o lógicos, sino qu e, segú n él, ex iste un co nce pt o abso lu tamen te se limita a copiar un objeto existente, sino que pone de manifiesto
supeemc e independie nte q ue lleva en si, al mismo tie mpo, la gata n lia de la
ex iste ncia inco nd id on ada de su obje lO y q ue tra nsfiere luego esra existencia
/.as leyes de su propia !ormaó ón. Así, por ejemplo, no basta con
ind irerta mente, a 1M o bje tos d erivados. ( r a ra rrn!s d eta lles ace rca d e este pro: explicar la circun fere ncia como un a figu ra en la que rcdos los
blem a, v., espe cia lmente, H erma nn Sd lwa rz, "Spinozas Id en titiílsph ilow ph ie", puntos se hallan situad os a la m isma d ista ncia del centro común,
en Philosoph iuhe Ab handl"ng en M. zum 70 . G dm rutag, Berlí n, 1906.) pues lo q ue con ello designa mos no es más q ue un;] cu'llidaJ con-
Es ev ide nte qu e la investigación d el int electo ocu pa en Spinoen elIu gar ce nt ral,
pero esta investigación p resenta sola mente los rasgos del racion alis mo no los :17 V. TraetaW5 de irttcll ecw.l em m ertdatione , H 55 y 75: "Nobís aueern, si
rasgos espe citicos del c riticismo, El " intelec to" de SpinoIa es, e n absoluto, el 'llta m m in ime abstracte p ro ced amus, et a primis ele rne ntis, ho c ese a [ente
"inrelle crus arch ervpus" de Di os, no el " inte llectus ec typus" d e nu estra razón e-t or igine nntu rue, q ua m prim u m ñe r¡ ¡x:>test, inc ipiamus, n ullo m od o ral¡s
cie ntí fica. de ce r lio er it meme nda."
26 DESARROLLO Y CULMINACIóN DEL RACIONALISMO SPINOZA 27
creta de la circ un fere ncia, qu e no consti tuye, ni much o me nos, su ponde de ntro de la tr abazón total de la naturaleza, el lugar q ue
esencia conceptua l. Para ca pta r ésta, es necesa rio indic ar la regla en ella ocupa y en el q ue nace."
de la construcción de la circun ferencia, ex plica rla, por t ant o, como la ordenación. q ue d e este mod o se presenta ante nosotros no
aquella figura geométrica que nace med ian te el movimiento de es la sim ple ordenación d el pensamiento, sino la ord enación del
rot ación de un a línea recta en tomo a uno de sus dos pu ntos ser, ordenación única y perfectamente de terminad a en sí misma. El
extremos, considerado com o fijo.U! entendimiento, al segu ir el cam ino que conduce de las condici ones
El pensamiento cen tral que sirve de pa uta a esta distinción sim ples a lo con dicion ado com plejo, traza con ell o, al mismo riem-
se ma nifiesta claramente en el ejemplo. Desd e el pu nto de vista po, la imagen pura d e la realidad . Las ideas d eben engarza rse
pura mente técn ico de la matemá tica, ninguna d e las dos defin í- y ordena rse de tal modo, q ue nu estro espíritu , e n la med ida en
cíones de la circun feren cia pa rece presentar ninguna ventaja sobre q ue le sea dable, reproduzca en sí la rea lidad de la natu ra leza,
la otra. La dife rencia q ue las sepa ra es simplemente lógica y me- tanto en su tota lidad como en cad a una de sus part es (u t mens
tod ológica. Si pa rt imos d e un a cualk:lad conc reta cualq uiera de nostra. • . referat objeceíve form alitat em naturae q uoad toram et
una figura geom étrica, para basa r en ella la explica ción, resultará quo ad ejus part es). "
d udoso, por el moment o, q ue el postulado contenido en la d efini- A sí, pu es, per m anece en vigor aq uí la definición a ristotélica
ción sea efecti vament e realitablc, es decir, que el con tenido qu e de la ciencia según la cual ésta es el conoci mi ento de los efectos
aq uí se postula sea intuit ivamente posible. Y, aun cuando estu - part iend o de las causas; pero lo qu e Spinoaa añ ad e a ella y lo
viésemos seguros d e ello, qu edaría en pie el problem a de si la que él m ism o subraya exp resame nte com o necesa rio complemen-
cond ición por nosotros formu lad a de signa y d elim ita un a figura to es esto : q ue el espíritu, en este progreso de las ca usas a los eíec-
cat acterisrica cene-ere o existen má s bien d iversas figuras q ue pr e- tos no se h alla determ inado y com pelido d esd e fuera por las
senten todas la característica exigida. cosas, sino q ue obedece excl usivamente a su propia ley lógica. El
El acto de Id cOfLs rfll,cció n resuelve y elimin a esta duda. l a alma es un autórrwta espiritual q ue act úa librem ente, pe ro con
figura no surge aq uí ant e nosotr os como u n concep to genér ico abs- a rreglo a leyes, siguiend o determ inadas reglas inh erentes a é1.8 !
tracto, sino e n m determ inabilidad unívoca y concre ta ; esta blece. Se ha alcanza do, con esto, la m eta teórica fundamental: la co-
mas aq uí una regla de validez genera l de la q ue em ana, sin em- nex ión de los miembros del ser real se h a desint egrado en un
bargo, un ser específico y determ inado en todos y cad a uno d e sus sistem a de act os necesarios del pensamiento. Se ha lograd o la equí -
aspectos.
:v DI! in tl!Ul!c!\U I! mm l!n.d.c1rion l!, \ 99: "Und e pc ssumua videre , apr rime
El método de la geometría nos ense ña, así, a conocer una vari é- nob is esse necessarium, ue semper I rebus physic is siv e ab en nb us realibus
dad de contenidos indi vid ua les, nacidos sin embargo conforme a omnCll nostras ideas d educa mus, pro grediendo, q uoad ejus fieri porCllt , se-
una ley un iversal. Y es esto y sola mente esto lo q ue le perm ite cu nd u m sene m causarum ab u no e nte realt ad aliud CM rcale, ee i... qu ide m, ur
ad .b8trac la el un íversalia no n tr anseam us, sive ut ab iis aliquid reale no n
servir de verdadero mod elo a la me tafísica. la funció n de la meta-
eonduda mu s, sive u t ea ab aliquo reali non eon d ud an tur. Unumque eni m
física no consiste en red ucir el mú lt iple ser vivo de los fenómenos veru m prog ressum ínt ellec tus In terru m pit."
a conceptos genéricos vacíos, sino en comprende rlo y desa rrolla rlo SI) DI! inleJleetlls emmen d<l tion e, \ 91.

en su suces ión n atura l y par t iendo de las condiciones reales q ue Si De Inteilect wr emme ndalione, 85: "At id eam veram s lm plicem C'SII C
lo engend ran. l a m eta del conoci m ient o filosófico sólo se alcanza ostend imus a ut ex str nplícíbus cc mpcsna m, e l quae ostendit, quo modc et eu r
aliqu id sit aur Isc tum sir, et q uod ip,-;ius d fcetus objeet ivi in an ima
cua ndo, gracias a este mé todo, se conoce lo particular como algo lid ratione m formalitatis ipaiu s objeeli; id qu od ídem est, Re veletes dixerun t,
particular, cua ndo se le seña la, así, el lugar unívoco q ue le corres- ne mpe veram scientia rn pr oced er é a causa ad effeetus; ni si qllrxt nunquam ,
(jllod "mm , r oncepervnt, u d nos hi e, an imllm sccundum cenos leges <Igen tem
28 De in tel1eetlls SS 95 y 96. et: qll<lsi aliqllod <Illwm<u llm spirilualc."
DESAHROL LO y CULM1NAC ION DEL RAC IO:t\'AUSMO SPIN OZA 29

para ciól1 del Fundam ento real y del fun damento del con ocer, de ción : la verdadera conexión de los conceptos lleva di rectamente en
la causa y la ratio, Sin em bar go, la med iación entre los dos térmi- sí la garantía de la abs oluta realid ad d e Jos objetos. La sucesión
nos contra rios no se lleva a efecto de ta l moda q ue ---como a rigurosa de los pe nsamientos, determinada por sí m ism a, el mod o
primera vista parece que sería d e espe rar- el COf1CePtO de causa cómo los unos brotan d ed ucriva mente de los ot ros, ref leja el pro-
en senti do físico se d isuelva tot a lme nt e en el concepto d e fun- ceso real por virt ud d el cual cob ran existe ncia las cosas con-
ción en sentido mec ánico, sino haci en do q ue la ma tem ática misma cret as."
se asim ile el co.ic esno de cau sa. El va lor y la significación de cua lquier conocimient o concre-
Por m uy extraña q ue esta solución pued a parece rn os d e mo- to deben, por tanto, m ed irse por la extensi ón con qu e en él se
ment o, nene, sin embargo, su fundame nt o necesario en las prime- exprese aquel carácte r general y funda mental d e actividad crea-
ras prem isas de la metod ología d e Spinoaa. En efecto, éste no con- dora. La d istinción de los d iversos grad os d e conocim iento, esta-
sidera nu nca la mate má tica a la luz del análisis p uro, sino total y blecida ya en el Breve tr'U '.llo, cobra aquí n uevo sentido. El sabe r
exclusiva mente en el sent ido de la geom erri'.l, lo que q uiere decir adquirido d e oídas o a base de cualquier expe riencia indeterm i-
q ue la m atemática, pa ra Spincc a, no es la ciencia abstracta d e las nada es un saber pur amente pasivo; no puede h ace r otra cosa
magnitudes y Jos n úmeros, sino la sjn resis de las form as y las figu- que repetir lo que se le inculca desde fuera, por u na autoridad
ras. H e aq uí por qué los objetos matem áticos, q ue Spincea con- extraña o por la autorid ad d e los sentid os, Sem ejante saber no es
side ra siemp re, por lo demás, como el tipo de lo cremo y Jo no ob ra propia e independ ien te d el esp íritu, sino u n produc to de la
de'llCnido, presentan aq uí pr ecisamente el carácter d e " cosas cre a- im aginaci ón, que se d et ien e en la consideraci ón de un esta do con-
das", q ue ha n de comprenderse pa rt iendo de su "c a usa pró xi-
ma", N o devenid o, en el senti do propio y rigu roso de la pa labra, S2 po r tamo, el pun to de vistll desa rrollado
es solamente el contenido de la de finición su prema, q ue ha de po r Rich ard (" Obe r die geo me rrisc he Me thode d es Spincsa", en Sir_
co mprenderse exclusiva me nte a base de la propia entidad del con- t un g, beTich te JeT K. Akademie JeT W i,sensch/lften tu W ien , Philos.
KIas .... vol. 116, 1888 ) acerca de las faronea mue ven a Sp inw:a a emplear
cep to, y no part iend o de una condición ajena a él mismo; tod o lo los mero d05 matemáticos. Lo según llev a • S pino:a • la geome-
deri vad o es, por e l contrario, "creado", ya q ue brota d el prime r tr ía es el h ech o d e esta cie ncia no en tra a inq uirir la c....sa d e 5US objeros,
principio por medio d e una dete rm ina ción progresiva, De este sin o que se limita a expo ne r v desc ribir estos objeros mismos, ta l .,. como los
modo, el proceso de la d educción geomét rica an uda tod o ser a esta o frece b in tuici ón. Se convierte, con ello, e n prototipo del ti po d e co nside rac jón
m isma entida d su prema , con lo cua l ha ce in teligible su estr uc- "feno me nalisla" y " posi tivis ta", q u e ace pta lIS COSIS rea les como algo da d o, s in
turación meta física interior. d eten e rse a investigar sus procUl1l ndo expone rlas en
ord enada suces ión. Ahora bien , lo q ue e n lo al problem a
La ma tern áricn ad quiere aq uí una s ignificación d istint a y más h istórico n o es saber co mo el metodo geom étr ico h istoriador y el
, . y
amp lia qu e en Descar tes y en G alileo. D escartes, al red ucir tod a crftico, sino có mo lo co nc ibe y lo enju icia prop io SplOom . , en este PUnt" ,
le realidad física a determinaciones puramente geom étri cas, señal a nos cabalm ente co n que oc urre al revés, pu es Spínoza, lejos de
I:uida d osa ment e q ue lo que aquí se persigue no es una ordenación d escartar el con ce pto de "ca usa", lo Int rod uce en la metodo logía misma d e la
geometria, La filosof ía no es, par a el, en u n senrídc positivi sta, el Ideal d e
del ser, sino un a or den ación del conoc er. que no se mira, aq uí, a la "descripc ión" de h echos intuitiv ament e ciertos, sino el ideal de la fun_
la ent idad interior de las cosas, sino a la posición lógica de los damentación y la derivación absol ut as, C uan do Spinoaa el conce pto
conceptos. Las relacion es dinámicas d e lo real se tr ansm ut an en ca usa rotalmen ee al conc ep to de sucesión sujeta 11 leyes, no lo ha ce para
relaciones d e ex tensión : no para introducir de este modo, ar bitra- re tener sim plemente los fac tores "d e h echo", sirw para co nvertir to dos 1,,"
r iame nte, un llu evo ser absol uto, sino para dar m ayor clarid ad y ele mentos de h ech o en elementos ló,,;cos y ra.:io nales , Ent re Spitwm
y Hum e, que W ahle asocia d e IIn modo muy cur ioso, med ia, por tan to, d esde
dctcrrninabilid ad con cep tua l a las relaciones entre los fenómeno s el pln ntea mie rrro mi smo d e l p robl em a, el m¡Ís acusa do an:allOI.llSmo '. (C L espe -
(v. vol, I, pp . 465 S.I.), Para Spinoaa, no existe seme jante limit a- cia1mente el jllicio de Spin o2a sobre el valor de la <':t:J'<' rl<' nc.a : Epu r. 28,)
30 DESARROllO Y CU LMINACION DEL RACIONALISMO SPINOZA JI

creto. La libertad y la pec ulia ridad del e ntendimiento sólo se ma- narr- a cada una de ellas. A demás, no es necesario, ni mucho menos,
nifiestan en la eta pa in med iat amente superior de la conclusión que aba rquemos to talm ente con la mirada esta serie, ya qu e con
racional, en la que lo concret o aparece sometido a una ley de ello sólo conseguiríamos capta r un conjunto de determinacion es,
va lide: general y deriva do de elia. y el grad o sup remo de la nombres y circunstancias accesorias puramente externa s, que jamás
certeza se logra por med io de la intuición, la cual no se limita nos revelaría n la esencia interior d e las cosas. Esta tenem os q ue
a subsumi r lo partic ula r bajo lo general, sino que compend ia y de rivarl a necesaria mente d e las cosas ¡¡;as y eternas y de las le,'es
fun de lo uno y lo otro en una sola mirad a, sin limi tarse, por ta nto, inscr itas en ellas como en sus verdaderos códigos y con ar reglo
a aislar los principios de todo ser en la consideración abstracta, a las cua les acaece y se ordena todo lo concreto, ya qu e las C06as
sino captánd olos en su acción in mediata y aba rcan do así con la conc retas y mudables d epend en tan int erior y tan esencialmente
mirada la orde nación absolutamente determinad a y sim ultá nea de aquel1as cosas fijas, qu e no podrían existir n i ser con cebid as
d el acaecer.w El espíritu , ahora, no se apropia ya en la intuición sin éstas."
un ser extrañ o, sino que la int uición representa, pura y simple. La explicación de este pasaje ha plant eado siem pre las mayores
mente, la más alra manifestación propia de l espíritu, en la que d ificulta des a los histor iadore s d e la filosofía. Se han com parado
éste y penetr a plen am ente, por vez primera, su propia las "cosas fijas y eternas" d e que aquí se habla tan pronto a las
ese ncia. formas baconianas como a los atributos O a los " modos in finitos"
A sí, visto a través de l auténtico conoci miento, todo lo concreto d e la Etica de Spincea, pero sin ha ber podido llegar nunca a una
y contingente aparece bañado peor "la luz de lo ete rno".!4 La deduc- determinación clara y perfect amente uní voca del concepto."
ción qu e aquí se postula no se con tenta con seguir el desa rr ollo Y, sin em bargo. el se nti do y la te nde ncia lógica de las palabras
del acaec er em píricamente cont ingent e y de las ca usas particula res, de Spi noaa no d ebieran ser dudosos, si se las int er preta en relació n
si no qu e abraza ot ra dirección. con los razonamie ntos anteriores de su tra tado sobre el mejora•
" Por lo que se refiere a la orde nación en q ue debe n conec tarse miente del intelecto. Ya el Breve tratado intercalaba entre el ser
en unidad tod os nuestros conocimientos, tr árase de ind agar ante primigenio uno e in finit o y las cosas concretas y m udables una
todo si existe, y en tal caso cuá l es su na turaleza, una esencia que clase especial d e entidades qu e sirven de lazo de unión entre
const itu ya la causa de toda s las cosas, de tal modo qu e su pensa- uno y otras y h acen posible la transición de l prime ro a las segun-
miento sea, al mismo tiempo, la causa de tod as nuest ras id eas, pu- das, y viceversa. Esta obra ha bla ya de los tipos fund am entales
diendo así nu est ro espíritu reprod ucir la natu raleza del modo más del ser que brotan de D ios directamente y no por medio de d iversos
fiel y más perfecto que sea posible• . . Debe advertirse, sin embar- eslabon es causales int ermedios, siendo por t anto, como D ios mis-
go, que cuando hablamos de la serie de las ca usas y de las entida- mo, inmut ables velemos .
des reales, no nos referimos a la serie de cosas C'Oncrera..s )' muda- "Ahora bien , sólo d06 tipos de estos conoce mos: el movimiento
bIes, sino a la de las cosas fijas)' ete rnas. El seguir en su total idad e n la materia y el entend imiento en la cosa pen sanee.v rt
la serie d e las C05as concretas y m udables es algo que rebasa las Si conectamos esta dererrninación con las tesis d el tra tado sobre
posibilidades de captación del espiriru h umano, de una parte por el mejoramiento del intel ecto, vemos que lo que se postula es el que,
razón de la muched umbre innumer able de estas cosas y, de ot ra
pa rte, por las circunsta ncias infinitamente va riadas que condicio- De in rd lectus emm.en dal ione. i 100.
n v. neu entdeckrer Trakrat o'On Ooer, de m Men.chen und
ea V. T mcratu5 de ,ntdl ec ruJ emme ndati" ne, H 19-24. desscn Gli.icks<'l;gkeit, OOlha, 1866, pp. 157 s.; Pollc ck, Spiruna, hi s tife 4nd
"l md leclUs tes non ta m sub d urarlone , qua m sub qua dam specie aerer- phil oJophy, Londr es, 1880.
nita tis pe rcil'ir er numero infin ito, vel poti us ad res percipie ndns nec ad nume- 8T Kerrer T raktat, parte l , cap. 9, § 1; d. G ebha rdr, Philosophi sch e Biblio_
rurn, nec ad dl.lrationem artendn," D e ;nfellec tus emmend<l.ti<l1le, i 100. thek, vol. 95, p . 187.
32 DESARROllO Y CUl MINACION DEL sr l NOZA 3J

en vez de en tregarnos a la consider ación d e los fe11ÓmC'llQS particu- una parte decisiva e n es ta t ransform ación. C laro est á q ue una
lares del movimiento y d e su sucesión empí rica, nos esforcemos parte d e estas con diciones se manifiesta clar amcnre¡ no cabe duda
por captar la "natu raleza" del movimiento mismo como algo en de que es aho ra. después de haber penetrad o profundamente en el
sí mismo uniforme y perman ente, progresando d esde esta na ru- sistema de Descart es, cua ndo Spinoaa adquier e una visión clara
raleza fun damental común ha sta el conocimie nto de lo concreto, de la im port ancia d ecisiva y central que tiene la matemática den-
Análogamente debe proced erse en el campo d e la psicología: a tro del conj unto de la filosofía. De aquí qu e no debamos exp licar
tod a observación psicológica concreta debe preceder necesar iame n- por circunstancias puram en te exte rnas, sino como algo qu e viene
te la visión de la " esencia" de l e ntendimiento en general, para impuesto, al mismo tiem po, por motivos de orde n objetivo, el
deriva r de ella en seguida, conforme a reglas gen erales, los modo s hecho d e que Spinoza se propo nga ahora -coincidiendo casi con
especial es d el pensamiento, entre los que se cue ntan, según la la redacción de su Trac tatu s de intcll cc tus emm cndatione- ex-
concepción de Spmo aa, especialme nte, los af ectos. poner en form a geométrica la tota lidad d e la doctrina cartesiana.
Lo que Spinoza vuelve ti expresar aquí con tod a fuerza no Sin em bargo, esta exposición tenía nece sariamente q ue tropezar
es, por tan to, otra cosa que el ideal riguroso de la d edu cción pur a. en un punto con un obstácu lo decis ivo, qu e Spin oaa percibe con
T odo verda dero conocimiento es el conocimiento " pa rtiendo de la ma yor fuerza y al que constanrernente alude, pese a la reserva
las ca usas"; es, pcr tanto , un conocimi ent o puramente almOf"htko. que se impone en el esc rito sobre leos prin cipios cart esian os, Jo
conforme al significado originario d el término. En la variedad mismo que en los Pensam ientos metafísicos.
infinita de los fenómenos na turales jamás lograrem os afirm ar el El principio cart esiano de l libre arbitrio vien e a rom per el pen-
pie. si nos limitamos a verlos desfilar de un modo concreto por samiento de la interacci ón necesa ria de las cosas, que constitu ye
delante de nosot ros y a observarlos en su conexi ón y en su suce- una de las condiciones para su exacta cogno scibilidad. Si int ro-
sión causales. Pero ante nosotros se abre otro camino: el que nos d ucimos en cualqu ier punto de l acaecer físico o espiritua l el ele-
señalan la maternatica y la m ecánica abstracta. Tampoco éstas mento azar y capric ho, se viene por tier ra el concepto d el ser un o.
elimi nan de su consideración las formas particulares y complejas La metodo logía geom étr ica no conoce ni ad mite ninguna clase d e
de movimi en to, pero no las toman de la percepción de los sentí - limi taciones; cualquier laguna concre ta equ ivale a la abolición del
dos, sino que las obtien en mediante la síntesis d e los elem entos sistema en su con junto. La distinción entre los efectos necesar ios
fun dam en ta les simp les d el movim iento, previam en te fijad os por de la n aturaleza y los actos libres d el ho mbre es un antropomcr-
med io de la definición. Su mirad a no se d irige, pues, a los fen;'. fismo, que convierte los límites de nu estra visión subjetiva en li-
meno s efect ivos del movimiento, tal como se desarrol lan en la mites absolutos de las cosas mismas.
realid ad, sino exclusivamente a las leyes gene rales y especiales del " Si los hombres pud iesen conocer el orden tot al de la natura-
movimiento. Por virtud de estas leyes, podemos llegar a captar, leza, lo encontrar ían tod o tan necesario como lo que la materna-
en medio del transcurso mismo del tiempo, algo susrraid o al tiem- rica nos ense ñe: pero, como esto rebasa las posibilidades d e la visión
po y permanente, algo que nos permite, por ta nto, remon ta rnos h uma na , llegamos a la conclusión de que algunas cosas son posi.
de los objetos m udables y con cretos a las "cosas fijas y eternas". bles, y no precisamente necesarias." 38
sin las qu e las cosas concretas " no podí an existir ni ser concebidas". Las doct rinas rncrafisicas fun da me ntales de Descartes se ha-
llan, por tan to, en cont radi cción con el método que él mismo
Cu anto más se acentúa la cont raposición ent re la teoría del co- profesa: para que éste tr iunfe y se imponga de un mod o ilimitado,
nocimiento del Hrcve tratado y la del Tr atado sobre el mejorcrnien- no h ay más rem edi o q ue renunciar a aq uéllas. El espíritu del
to del entendimiento, mayor im por tancia adquiere el problema de hombre - para expresa rlo en los términos empleados más tarde
Jos moti vos d iscu rsivos y las condiciones históricas qu e han ten ido C<JRi¡a ta Metap" ysica. CRIl. IX, , 2.
DESARRO LLO Y CU LMINACió N DEL RACIONALISMO SPINO ZA 35
por la Etk a-- no debe representar un territorio autónomo y exen- " apriorístico" demostrativo, lo mismo que de la geometría, del
to, un a especie de Estado dentro del Esrad o.w sino que de be so- derecho y la injust icia, d e la equidad y la iniquid ad, ya qu e somos
meterse a los mismos conce ptos y cond iciones del sabe r qu e rigen nosotr os mismos los que hemos creado, al igual qu e las formas y
para el ser de la naturaleza. figuras de la geomet ría, los fundam entos del derecho¡ es decir, las
Q ueda definit ivament e superad o ahor a aquel duali.s ml:' ca r- leyes y las convenciones. "
tesia no q ue persistía todavía, constantemente, en el Breve n alado: Desd e sus primeras páginas, el ensayo De corpore plantea el
la u nidad del ser par ece derivarse d irectamente de la unidad de l problem a de t raslad ar a los demás campos de la filosofía el méto-
método y pode r demost ra rse a base d e ésta. do que tan fecundo ha resultad o ser en la consideración d e las
A hora bien, el post ulado que aquí formula Sp moaa a la psi. figuras y las magnitudes. Se insiste cons ta nte me nte en la necesi-
colegia y a las ciencias d el espíritu , no es él q uien lo proclam a da d de ad quirir un conocimiento racional, no sólo de los fenó-
por vez prime ra, sino que cons tituye el punto de pa rtida de u na menos físicos, sino tamb ién de los espiritua les, los cuales, se nos
de las obras mas im porta ntes de la filosofía d e su tiempo. No d ice, se ha llan sujetos a reglas no menos necesarias, lo q ue permite,
deja d e ser curioso q ue, mie nt ras se destaca por d oquier la in- por tanto, d erivarlos d el mismo modo de factores fundam enta les
flu encia ejercida por Hobbes sobre Spi noaa e n lo tocante a la teo- primitivos, por vía rigu rosame nte d eductiva. La teoría d e los
ria d el Estado, se pase comp letamente por alto la grande y profu n- afec ros esta bleci da por H obbes sum inistró en seguida una prueba
da influencia ejercida por la filosofía d e aquél sobre la teoría ca racterís tica y una aplic ación de esta manera fundamental de
spinorista del conocimiento. el probleme. v
El T raclaLUs de in!ellectl/-s emmendatione tiene, en sus rasgos Fácil e5 compren der, desde este punto de vista, qué era 10 que
más caracrerlsrícos, u na gra n afinidad int erior con los crit erios a $ pinoza le cauti vaba en H obbes. Encontraba en éste, como
fund ament ales de la lógica d e Hobbes. La T eoria de la definición aspiración y en parte ya consegu ido, lo qu e ech aba de menos en
q ue el propio Spincaa señala como un punto cardinal d e Descartes. Las contrad icciones de la metafísica quedan d e roo-
su merodclogia;" coincide en todos sus detalles y hasta en los ment o relegad as a segundo plano ante la gra n meta metodológica,
ejemp los concretos ad ucid os, con la exposición d e H obbes en su que aho ra se hall a más próxima y parece dibuja rse, en cuanto
estudio De cor pore. 10 mismo que S pinoza, H obbes coloca a la 11 su consecución, en u na perspectiva más cerca na.
ca beza la tesis de que sólo com prend emos verdad erame nt e aquello La plen a conso na ncia entre $pinoza y Hobbes se hace exten-
qu e n uestro e ntend imiento crea; de que, por tanto, sólo es posible siva incluso a los principios del cvnocimien w fís ico. Ambos rech a-
una ciencia de la na turaleza exterior, lo mismo que d e la realidad zan con la misma energ ía y d ecisión el ideal d e la inducción
política y socia l, siem pre y cuando q ue no nos limitemos al conoci- baconi ana; u ambos sub rayan que la com probación empírica d e
miento pu ramente receptivo de los objetos concretos, sino q ue
H Ho bb..s, Ele meorore m Ph¡lm op hiae Secli" ",cunda: De homi ne , ca p. X,
ha gamos brotar de principios d iscursivos originarios un d et erm ina-
5. Más detalles acerca d e la t eo r¡a de la d efin ición en H obbes V d e su de-
do campo g-lobal d e problem as y d e hechos. Existe, así, un saber
t..rminac ;ón genera l del co nc epto d el saber , en libro V. cap. ll.
"Plerique qui d e a ffecr ibus et ho rnín um vivend i Talione scrlpse run r vi- Ho bbes, De corpore (1 ' eJ ., Londr..a, 1655) , J'llrt e 1, cap. 1, 1.
d en tur mm de rebus natu ralíb us, quae com mu nes natura e leges sequun tu r, sed f3 Ho bbes, De eorpore, p arte 1, cap. V I, i 6; De homine, ca ps. XI V XII.
d e rebu s, qune extra natu rarn s un t, agere: imo homín em in na tur a, veluti H La co nexió n existen te en tre el T raetarus de inrd lectus cmmendatione
irnperiurn in im perio conc ipere vid entUT. . . Se d nihi l in natura fit, quod ipsiu 8 V las obras metodo lógicas d e Baco n, se h a .,e l'ia lad o r.. veces (v. Sigwatt,
vitio POSS;t rrtbuf est namq ue "'Hura semper eadern, atqu e M <'O una <'<Id<'T>l- nee cn rdeckrcr T rak tal, p. 157, V O ebha rd r, 1. c.}. Sin embargo, la
qu e el ;,Ull debe! <'!se ralio r<...-um qualiu mc unque na luram inrd!ige ndi , nempe ac titu d de Spinoza ante Bacon es siem pre de caráct er tot almente polémi co.
pn lelles et rellutns naturae un iversales." ¡;tiea, parte IIl, pre facio. m ien tras q ue en los rasgos fund am ent ales positiv os de su merodo logie no
f U De inlellecw < cmm end at ione, i 94-. n , incid e con ,,1, sino co n su crí tico racionalista , con Hobbes.
DESARROLLO Y CULMINACióN DEL SPINOZA 37

una serie de hechos concretos, por nu merosos qu e ellos sean, establecido por éste en el sentido d e la ciencia exacta de la naru -
no puede cond ucir nun ca a una verd ad d emostrable e inconm o- raleza a la ma nera de Galileo y d ándole, con ello, u na orientación
vible. La física descansa, tal como la concibe también Hobbes, completamente nueva (v. acerca de esto, infra, libro V, cap. 2 ) .49
sobre un a base "apriorística", ya que presupone necesariament e Es aquí donde se revela la importancia general de la infl uencia
la foronomía pura, la ciencia geométrica abstracta de la compo- ejercida por Hobbes sobre Spíncea, ya que fue él el primero q ue
sición de los movimíenros.w transmit ió y reveló a éste la visión en cua nto al carácte r lógico
Puesto que tod o saber consiste en conocer u n d eterminado de principio q ue encierra la física mode rn a.
efecto partien do de sus causas y puesto qu e, ade más, 1m Es éste, al mismo tie mpo, un punto desde el cual podernos
de todas las cosas concretas son un resultado de las causas de las abarcar con la mayor claridad ape tecible las luchas y las contra-
cosas generales o simples, no cabe du da d e que hay qu e comenzar dicciones metodológicas genera les qu e se manifiestan en la filo-
por el conocimiento de las segundas. Ahora bien, las " cosas ge- soíía y en la ciencia del siglo XVII. Si observemos d e cerca los
n erales" de que aqu í se ha bla no deben concebirse tampoco a Ia enlaces en tre Hobbes y Spin oaa, vemos que la metodología spino-
manera de los conceptos genéricos abstr actos, sino como los prin- eista nos remite más clara ment e todavía que a la obra filosófica
cipios y fundamentos primeros de la explicación genérica de lo fundamenta l de Hobbes a otro de 106 escritos de este au tor : a 106
concreto." Así, por ejemplo, en la física pondremos a la cabeza seis diálogos latinos escritos por H obbes contra W allis y que vieron
de todo, sencillamente, el movimiento, q ue no admite causa al- la luz en julio de 1660, es d ecir, inmediatamente antes de redac-
guna y que no es, por tanto, susceptible d e ult erior d efi:nicUm. tarse el T ,..actat us d e int ellect us em.mendat ione.
" Por el contrario, la d efinición de tod o aqu ello que posee una La teoría d e la defi nición causal ap arece d esarrollada aquí
causa debe necesariament e contener la causa o el modo de engen- sobre el mismo ejemplo que Spinoaa sitúa en el centro de su pro-
d rarse, como cuando, por ejem plo, definimos el círcu lo como la pia obra y que caracte rjza de un modo tan claro la tend encia
figur a qu e nace de la rotación de una recta en un plano." 47 fundamental de este pensador.w El hech o d e qu e expliquemos
Los "universalía" d e Hobbes, nombre bajo el cu al agrupa este la esfera por la rotación de u n semicírculo, no quiere d ecir ---como
pensador el cue rpo o la materia, la magnitud o la extensión, en 4t En el hecho de que Spinoaa, en el TracUlU/.f de iruellecl"J emmenJa...
una palabra, todo aqu ello " qu e es inherente por igual a toda lione, haga suya y de fien da la tesis de 10$ "am il[Uos" de que "la verdade ra
marena "; " coincide n así tanto en su contenido como en su ten. ciencia procede de la causa a los electos" (d. , .. ¡·m l, nota 31), ve Ge rbhardt
un a reacció n cen tra la polé m ica de Bacon co nt ra A rlstóteles ( Ph l1oJOphiJche
dencin lógica, con las "cosas fijas y eternas" de Spinoaa.
JllI,li orhek, vol. 95, p. 186). S in e mbargo, no tie ne relÓn, pu es es precíse me nre
No ha falt ado quien compare estas cosas a las formas de Ba- e n esta tesis, que cons ide ra co mo el cono cimie nt o más alto de todos el ce no-
con, y la razón de ser relativa, a la par qu e la validez limitad a de cirníentc de lo concrero par tie ndo de su "forma" o d e su "causa", do nd e
esta comparación, saltan ah ora claramente a la vista. No cabe Bacon coincide co n Ansróteles (v. acerca de esto, libro V, cap. 1). N o parece
d uda de q ue Hobbes, para determ inar sus "naturalezas generales", hallarse tam poco muy lejos es ta res ls de la def inición del saber q ue da Hobbes,
a poyándose en Aristóteles : "Scien t¡a TOiJ 6\6T\ elve ca usa rurn est : aHa cognitio
consideradas por él como el fundamento de toda física, par te de ttuae .oiJ un díci tu r sens ;o e sr vel a sensione re rna nen e imaRinatio ¡¡ive rne-
Bacon, pero tr ansformando el concepto escolástico de la forma moria" (De cQrpore , 1, 6, § 1) .
Cf . espec falm ent e Hobbes, De homine, cap. X, § 5. no C ua nd o Kühnemann, e n su exposición de la metodología s pinczlsta, se
,{6 De corpore, parte r, cap. V I, H 4 y 5. ¡emite cons tant em ente , y con ra zón, a este ejemplo y trata de mosttar "cuán
17 L. c., § 13. profundam ente , ha sta adentrarse en los problemas m ás ínt imos del spinc rlsrnc,
48 Sobre los "unive¡snlia" de Hobbes, "quae omni ma terial.' insunt' (De se llega a ver clar o partiendo precisa mente de este ejemplo de la esfera "
cor/JOre, pa rte 1, cap . 6, H 4 y 13) , d . especialment e Spinoza, tirica, m, (p. 219, nota), nos suministra con ello, al mismo tiempo, indir ectame nte, una
pr opos. 38 : "IlIa qu ae óm nibus cornrnunia quaeque aeque in parte ac in toto prue ba de la importancia d ecisiva que las iJ eas l ógicas funda menta les de
su nr, no n possunr concipl nis ¡ a J aequa te." C f. titica, 111, Lem ma 2. I lobees ha n llegado a adq uirir pura Spin ora. Es pr ecisam ente este ejemplo
"subraya Hobbes-- que afirmemos con ello que el ser de la esfera
DESARROllO Y CULMINACIó N DEL RAaONA lI SMO sr lNoZA

origen y en cua nto a su raíz, un pensam iento de tipo geom étrico.


39

presuponga y ent rañe el ser d el movimiento. La va lidez d e la Partiendo de esta con cepción fundamental, se man ifiesta Hobbes
d efinición no resulta afectada en lo más mínimo por el hecho d e en con tra del moderno ideal del análisis, preconizado por W allís.
q ue ningun a esfera real ha ya nacido nu nca d e este modo. Tod o intento de trasladar los m étodos algebraicos a la conside-
"C uando explicamos una d eterminada figura, nos fijamos en ración de las figuras de l espacio, tod a d esin tegraci ón d e la figura
las ideus que se hallan en nuestro espírit u y no en el cue rpo en el número, falsea el verd adero car ácter del saber geométrico.
mismo, d erivando de n uestras representaciones acerca del deve nir He aquí por qué Hobbes combate y rechaza, a la par con el álge-
tod as las peculiaridades de 10 devenido, cualesquiera que sean bra, el nuevo aná lisis de 10 infinito, que había enc ont rado en
el origen y el modo como hayan surgido de hecho estas peculia- W allis uno de sus mas importa ntes defensores ( v. inlra, lib. V,
ridades: ' M cap. 11 ).
La necesid ad d e que tod a au téntica d efinición incluya un ele- Fácil es comprende r cuá n grande tenía qu e ser la importancia
mento constructivo no puede com prenderse, por tanto, partiendo int rínseca de la polémica qu e aquí se vent ilaba para un pensador
de la na turaleza de las cosas, pero sí a base de la de termin ación como Spinoza, que desde el primer momento venía debatién dose
conceptual del saber mismo. con el problema fund am ent al del méto do y que ya en el Breve
Ahora bien, el pensamiento verdaderamente constructivo _ y tratado había combatido la teoría escolástica d e la definici ón.P
con ello toma el pensam iento un giro n uevo-- es, en cuanto a su Ventíl ábase aquí la suer te de su propia lógica: era aquí donde
debía aclararse y decidirse h asta qu é punto pod ía ser la geomet ría,
el q ue Sp tn oaa toma de H c bbes, pero n o de un modo pu ra men te exle rno, s ino realmente, el pr ototipo d e todo conocimiento adecuado y la forma
gu ián dose po r las má! ín timas mot ivacione s de principio. (C f. la nota sí- única e incondicionada de toda conclusión y de toda deduc ción.
gule nte.)
Al optar, en este punto, en favor d e Hobbes y en con tra de la
r.t Hobbe 5, Exam illlUio et Emert.datio M.uhema ticae hod iemae, qu alis l"Xpl i-
carur in Iibr;, Joltannis Wallisii. . _, d istril...u a in sa Dialogos. Dia Jogu5 11
matemática moderna, Sp lncee da a su sistema, por vez primera,
(ha cia el final) : "S equ tnrr e rgo cogniuone m ca m ae co n tiner¡ de ber é in Defin í- una forma rigurosamente cerrada y un itaria, aunq ue justo es reco-
tio ne... Itaqu e oprime de fimu ne illi q ui generancne m re í in De finil ione nocer q ue, con ello, lo sustrae, al mismo t iempo, a las fuerzas
u plica m . . . Salrem dic ere d ebu it Eud ides Sphaera m esse Sohd um quale Jir propulsoras vivas de la ciencia rnoderna.w
pQtius q u am quod {ir u ctrc u md uc ttc ne Semicirculi. Nulla ,mim t'I1 sp/ulera A hora bien, por mu y grande que sea la coincidencia m étodo-
quae per cir C1< md uc tionrrn (acta ere a natura. Qui F;gUnts defi n iunr, idelS, q u ae
in ani mo sun t, non ipl!ii cor po ra respéc tunr ¡ et ex Iis qua e ima Rinan tur Jieri V. Kun:er T rakrar, parte 1, ca p. 7, H 9 y 10; es car acterístico el hec ho
deducunt p roprierata Iactcru m similium, a quocunqu e et quo modocun q ue faeca de q ue en esta obu, antl'TÍOT a la infl ue nci a de Hobbes sobre Sp inola, no apa-
eu n e," el. acerca de Spi ncea, De inte!lectw.s rrnm en dar iOO\.e', 7I s.: "I d retea todav ía la te ori a de la defi n icion
q uod lorma m ve rae cogiterio nis consoruir, in ipsa. ead em ccgi raricne est SI T énnies --quien in te n la tam bién Iimiea r a la r<"Q'ria dd Enado la in-
rend u m, e l ab in tellec tus natu ra d ed uee ndum..• Ex. gr. ad forma ndu m con cep- Iluencia d e la d octrina de Hobbes sob re Spin 07a- intem a de mostra r que la
rum Illobi Finge ad libéru m ca usa m, n empe semicirc ulum cirea ee mrum rot a ri, in n ue ncia decisiva de Hobbes dala del per íod o pos terior a 1665. Pero sus
e! ex IOlacione glo bu m q uas í or iri. Hae c SIne idea ve ra ese er q ua mvts scia mus arg u men tos --a un pre scind ien do de las razones e n co nrra q ue se d erivan d el
n ul/ um in lWlura globum sic u nq = m orlu m !uisse, en heec la men t-'era pen ;ep- estudio del Tra.cnults de iltU U"CUH em me ndarione- no son convincen tes e n
t ío ee fad ll im us modu s fo rman d i globí co rxe ptum," Los seis d Wo,ll;oS de sí Ton nies se basa e n el pasaj e de u na cart a del 13 d e marzo de 1665,
Hobbes vieron la luz -s-comc se ded uce d e la ded icat oria puesta a su ca beza_ en el qu e Spinoza trata d e explic ar el concepto d e justicÍ<1. Es " juslo", "e-
en julio d e 1660; todo p arece, pu es, in d icar q ue Spinoza se hallaba bajo la gún él, qu ien proc ura constanterneme qu e cad a cual obt enga y posea lo "u yo,
rec ien te im p resión d e esta obra cua nd o, en el año 1661, "e p uso a redac ta r 5U te nd en cia qu e se d e"prend e co mo un a consec ue ncia n ecesario de 10 clara idea
T ractatu s de intellectu $ emmerulatione . ( Acerca d e la fecha en q ue fu e escrito del propio yo y del co noci mi e nto de D ios ( Epist. 36, núm. 9) . La justicia se
este tratad o, v. Freud enthal , Sp in<nll, seín Leb en unJ seine Lehre, S tu ttgarr, con sid era aquí, po r ta nto -c-raec na T iin n ies-, como una virtud nMura l del
1904, t. r, p. 107, y Gebh ard t, en PhiloJop h¡"he Bibli" chek, vol. 95, p p. VI J.) indi vid uo, mien tr as q ue la e( icll -=oincid iendo con H obbes y bajo 511 ínflu en-
DESARRO LLO Y CU U.UNACIÓN DEL RACiONALISMO sr lNOZA

lógica genera l ent re Spincaa y Hobbes, no desaparecen por ello, ni san amente su cert eza y su necesidad objetiva y posee en ello, al
mucho menos, las contrad icciones merafís ict:ls que se acusan ent re mismo t iempo, la ind udable gara nt ía de que no se tra ta de un
las doctrinas de ambos pensado res. Co incid iendo en la concepción prod ucto caprichoso de l espíritu, sino de algo que exp resa una rea-
lógica fundam ent al, se separa n en cuanto al modo de al.licar- lidad " formal" de (a naturaleza. La idea suprema y originaria, de
la y en cuanto a las consecuencias que sacan de ella. El racio- la qu e ema na tod o el conocimiento de rivado, no es, por tanto,
nali smo de Hobbes no admite ot ra meta que el riguroso conoci- de por sí, susceptible de exp licación genétic a, pero tampoco la
miento deductivo de la realid ad empírica, la concepc ión precisa en necesita, ya qu e en el la coincide n y form an una sola unida d
cuanto a la estru ctu ra del "cuerpo" de la nat uraleza y del Estado. el concepto y el ser, la esenci a y la existencia.
De lo Incread o y lo ete rno no podemos llegar a forma rnos saber De este modo, la concepción me tafísica fund amental que el
alguno, sencillame nte porque se halla fuera de toda "creación". Brct 'e tmcado profesara viene a cubrir aquí la laguna que la me-
He aquí por qué la Iilosoffa de Hobbes excl uye de por sí toda la todolog ía pura por sí sola se había mostrado inca paz de llena r.
teología, es decir, la teoría de la natu.mletl1 y d e los arribmo s de La teoría lógica de la d efin ición "causal" encuentra su remate en
un Dios eterno, increable e incomprensible.w el conce pto ontológico de la "c ausa su¡"."
La línea divisoria entre la filosofía de Hobbes y la de Spin cza 'Se revela ya en este punto que la nueva concepción del cono-
queda nítidamente traza da en estas palabras. T ambién el "nomi- cimient o que sirve de base nl Tractatus de intdlcctHS emml'nda-
nalismo", en el que ambos parece n coincidi r en un prin cipio, done no ha logrado desarrollarse y perfecciona rse en todos sus
present a rasgos muy d istintos en un o y en otro. El punto de aspectos, sino que se ve obligada a tolerar junto a sí ciertas par tes
vista d e Hobbes según el cual los primeros fundamentos del saber, integrantes procedentes todavía de la concepción ante rior. Son,
por ser prod uctos del pe nsamiento, no tienen más que un valor por tant o, dos mot ivos distint os y cont radictorios entre sí los que
arbitra rio y convencional, es reput ado por Spinoza como uno d e ahora vien en a combinarse en la estruc tura del sistema, lo que plan-
esas absurdos qu e destruyen a sí mismos y q ue no necesitan, por tea el problema de examinar en d etalle cómo este antagonismo
tanto, ser refutados a fondo." La verdade ra idea engend ra nece- en cuanto a los principios se acusa y se hace oste nsible en las
conclusion es metafísicas a que llegan los dos pensadores.
cia- ense ña lo contrario : es el hecho d e un e stado social. y no el d e un
im.pu u o ind i..idua l de co nocimi ento, el que segú n esta oh ra sirve d e base al
cooce pt" d e la jU5tkia IV, peop. 31, escolio 2; Tonrues, "S tu d¡e eur 1lI
Entwicklungsgeschichte des Spi noza ", en Vicrreljahu JChrift fi4r WiSf. Philoso- EL OONCEPTO DE LA SCSTANClA. LA METAFÍSICA
phie. vol. VII, 1883). Nada ha y que ju stifiq ue, sin emba rgo. la rajante contra-
SiSlem.;'tica q ue a<j u i OC da por SUPUeSGl, ya qu e ram bíén el TnZCfalUS Q uien aborde directamente los crite rios fundamentales d e la Etica
th....,log;cO'pol irio u . qu e, según el propio T énmes, tl"ll sluce ya clara men te la
sin un conocimiento previo de la trayectoria del pensamiento
in fluen cia d e la teo ría del Estado de H obbes, re pile casi lite ralment e la expl¡'
cació n Que se da de la jUMicia e n la cana de 1665. (V. Tmcfalus rheol og ico- spinocista, se verá env ue lto en seguida en una maraña de proble-
palif i<·>fS. cap. IV, \ 7.) Es eviden te q ue amhas d efi n iciones SO I1 perfectarnerue mas dificilísimos e inextricables. La relación ent re la susrancia una
compatibles, segú n Spino;¡l.; la ju sticia. co nside rad a en sentido esrrlc eo, de- y universal y las cosas concre tas mud ables y finitas aparece, si la
un a .. irtud polinca espec ffrce, mi entras qu e considerada en sent id" consideramos y enjuiciamos desde un punto de vista puramente
amplio, es sin ónima d e moral, la cual respo n de, según la ineq uívoca co nce p-
lógico, preñad a de insolubles contradicciones. El ser particular
ció n de Sp inoza, al co nocimiento y al amor de Dios,
M Hobbes, De corpore, parte 1, ca p. 1, \ 8 (cf. libro V, ca p. 2) . "Si res sit in se, slve , ur vul go dicitut, causa sui, tum pet solam su am
Hob bes, De corpore, po rte, 1, ca p. I1I, § 8; LeviadWll, parte r, cap . IV ; essentia m debeb it inte lli¡:¡ i; si vera res no n sit in se, sed requirat ca usa ra, u r
en con scie nte opo sición co n esto , Spincca, De irlfelle clus emmenMlionc , rll istat, tum peT pr oxtm a rn suam cuusa rn d eber intelligi ". Traetalu s de inldlect us
H 59 y 60. ,·mme nJa lio ne. i 92; cf. \ 9 7.
DESARROLLO Y CULMINACIÓN DEL RACiONALISMO SPINOZA

se presenta, una s veces, como algo totalment e car ente d e esencia, "Sin embargo, como el hombre, por su propia debilidad, no es
que sólo tiene su origen y su explicación en la inad ecuada con- capaz de captar dire ctament e este orden con su pensamiento, pero
cepción subjetiva d e nue stra " imagina ción", y otras veces se lo sí pued e, por otra parte, representarse una naturaleza humana muy
considera como un momento necesario, basado en la propia exis- superior a la suya, sin que vea tampoco ningún obstáculo que le
tencia de Dios y de rivado directamente de ella. Las cosas finitas impida llegar a adquirir por sí mismo esta naturaleza, se siente
tan pronto se conciben simplemente como la negación del ser y impu lsado a buscar los medios que puedan per mitirle lograr se-
la muralla d ivisoria que nos separa de la intuición de la natu ra- mejante perfección. Todo lo que pueda servir como medio para
leza di vina como se les atribuye su esencia propia y un a pro pia llegar a este fin, constituye para él un verdadero bien. Pe ro el
afirmación de sí mismas. supremo bien consiste en que nosotros mismos, en unión de otros
Ahora bien, la manera como los mú ltiples m odi brotan de individuos y en la med ida en q ue ello sea posible, lleguemos a
la uni dad de la sustancia sigue siend o tan oscura como antes. Las compart ir semejant e naturaleza. De qu e clase sea ésta, lo dir emos
existen cias concreta s no emanan directam ente de la esencia de en el lugar oportuno : por ahora, baste saber qu e es el conoc í-
Dios, sino que se d erivan simplemente de ella, siemp re y cua ndo m iento de la unidad que en.W.ta al espíritu con la 'lUltuntteza uni.-
que se la conc iba como actua nd o en una determinada dirección v ersaL" es
y, por tanto, como modific ada d e u n determinado modo. Si ob- Ahora bien , el auténtico medio de que dispone mos para Ilegar
servamos su origen causal, vemos que todo mod o nos hace remon- a esta suprema unidad - acerca de esto no deja la menor duda
tarnos necesariamente a otro modo análogo a él, sin que pod amos el mismo Tmctatus de in teUecw s em mendatione- no es ni puede
atri buir n unca directamen te al ser infi nito la cadena ilimit ada ser otro que la geome tría. Tocios los demás medios e instrum entos
de lo finito, que d e esta suerte surge ante nosoeros.st del conocimiento, llám ense como quieran, caen exclusivamente
Por mu ch o qu e nos remont emos en la serie, jamás se redu cirá bajo el punto de vista human o subjetivo y ad olecen de todas las
y mu cho menos se cerrará el abismo lógico que aqu ¡ se abre entre impe rfecciones propias de éste. Hum ano es el concepto de lín,
el ser relativo y el ser absoluto. De este modo, vemos cómo a como son h um anos los conceptos de tiempo, número y medid a;
trav és de la rígid a envoltura de la metodología geométrica , siguen y hu manas son también las ant ítesis de lo an terior y lo posterior, lo
traslucién dose con fuerza cada vez mayor los viejos y enigm áticos bello y 10 feo. Es la geometría y sólo ella la qu e nos sustrae al con-
problemas del pant eísmo. ¿Debe concebirse el tocio simplemente juro de todos estos antropom orfismos más finos o más burd os,
como la suma y el compendio de sus pa rtes, o representa más bien eleván donos a la intuición del orden absoluto del ser, fundado
algo propio e independ iente con respecto a ello? Y, suponiendo sobre si mismo. En ella y solam ent e en ella nos sobrepon emos a
qu e sea así, lcómo explicarse que se distWiga de sus elementos los lím ites de lo específicament e hu mano; en ella, en la geome-
concretos sin que podamos, sin emb argo, separa:rlo de ellos, que tría, pensamos no tanto n uestros Jn'OPio s pensamient os como los
se contenga ínt egrame nte en cada una de sus part es y qu e, no pensamien tos de la naturaleza y del universo mismos.
obstant e, no desaparezca totalmente en ninguna de ellas? Por tanto, en 10 su cesivo sólo podem os considerar como ver-
Si qu eremos enc ont rar el punto de vista histórico exacto para daderamente objetivo 10 qu e tiene su base en los conceptos geomé-
poder contestar a estas preguntas, tenemos que partir cabalment e tricos y 10 qu e puede r epresentarse en ellos d e un modo puro. El
del punto basta el cu al había llevado el problema general el "método geométrico" - a esto debemos ate nern os sobre todo--
T ractatus de mrelleczus emmendcnone. Tocio lo qu e acaece -nos no rep resenta, para Soínoaa, un simp le recurso externo d e prueba
enseña esta obra- ocurre con arreglo a un ord en eterno y a de- por medi o de l cua l se limite el pensamient o a explicar el concepto
termi nad as leyes naturales. De intd!. emm endat. , 13.
V . acerca de esto, especialmente, parte I, p rop. 28. na Cf. especialment e Cogitaw Metap h)'sica, parte 1I, cap. 10, § 5.
DESARROLLO Y CULMINACiÓ N DEL RA CIONAUSMO sr lNOZA

va existente del ser, sino que es él, este m étodo, precisa men te el adquiere así .su sentido claro y su verdadera significació n, Fa ca
q ue establece rodas las dete rm inaciones fun dament a les del ser y com prender la iden tidad q ue media entre estos d os té rmi nos, la
de d o nde éstas reciben su cont enido objetivo. " na turaleza" no debe conside ra rse sim pleme nt e como la suma de
Es interesante segui r las h uell as de esta co ncepción fun da- las cosas concretas, sin o q ue debe concebirse com o un rcdc ar-
mental en una obra que gira, al pa rece r, dentro de o tra ór bita ticulado con arreglo a leyes; no d ebe concebirse, por tanto, como
de pensamientos y obedece a motivos to ta lmente distintos. El un conjunto tln i\ 'crsa! de cosas, sino como la unid ad y la nec esi-
Tratado teológico-político constituye, tanto desde el punto de vista dad de la regla misma del acaecer.
cronológico como en cua nto a su co nt enido, un importante eslabón Es aqui donde se establece el car ácter especi fico fundamental
ent re la exposición de la Buca y el texto del T , actallts de del pe neecmo spinosi st a. Si este ca rácter no se acu sa clara e in-
tus cm mendcnone. equivoca mente desde el prim er momento en la t:tka, se debe a la
La te nde ncia Iun datncnt al de aquella ob ra va d irigida a oponer form a de exposición elegida por Spiuoza para desarrollar su filo-
a la concepción teológica, según la cual D ios obra gui ándose por sofía. Pero lo q ue hay de verdade ra mente escol ástico en esta
fines e intenc iones, el ve rdadero y ade cu ad o conoc imiento d e la exposición no reside ta nto en la imitación d el m étod o d e la pr ueba
necesidad de su acción. m atem ática como en el contenido de aq u el concepto fundamental
"Entiend o por el gobiern o de D ios pura y simpl em ente aqu el de q ue pa rte Spínoan.
orden fijo e inmutable de la nat ura leza o aquel encad ena m iento Spinoa n recoge sin el m enor inte nto de entr en, para coloca.rlo
de las cosas naturales. Las leyes generales de la na turaleza en a la cabeza, el con cepro d e SlIswnc ía de A ns tórcles y de la filo-
virtud de las cuales acaece todo y tod o es determinado, no son sofia medieval. Es evide nt e qu e este concepto no constituye de
otra cosa q ue los ete rnos decretos de Dios, q ue llevan siem pre por si el contenid o de su teoría, sino q ue se propone tan sólo
consigo una verdad y una necesida d eternas. Por consiguiente, ofrece r la forma en que Sp inoaa tra ta de exponer y expresar el
tanto vale d ec ir q ue tod o acaece con forme a las leyes de la natu- resultado de su filosofí a, ob tenido por otro cond ucto . Pero no se
raleza com o afirma r q ue tod o sucede con arr eglo a los d ictados plant ea el prob lem a de si esta forma cor respo nde realment e al con-
y el gobierno de D ios." 00 ten ido y puede reproducirlo adecuadamente . Sp inora, q uien lo
La "voluntad" de Dios significa, por tant o, lo mismo q ue su mismo en los Pensam ientos mcrafísicos q ue en la I:tica t rata de
5e1", el cual no es, a su vez, sino una manera d istint a d e expresar desa rrollar una crític a nomi nalista del sistema de los co nce ptos
el carácter inquebrantable d el ord en natural. El ser divino es escolásticos en la que, junto a los conceptos de la unidad y la
aquel ser absolutamente regulado e inmutable d e por sí. Quien Hlr iedad, de l tiempo y la duración, se explica también el concepto
admita en este punto una lagu na o una ingere ncia externa, se gen era l del ser co mo un simple "modo del pensamiento"; Spl-
conviert e con ello, real y verdad eram ente, e n un ateo.tl l Estable- noza se detiene ante el verda de ro fundamento de la ontología.
cer o ad mitir com o pos ible otra form a del acaecer eq uivale a La contraposición d e susUUlCia y modo considera se com o el
establece r o admitir ot ro Dio$.62 La ecuación "Deu s sive natura" instrumento más evident e y cierto por sí mis mo. Cl aro está que.
esta contraposición podía aparecer lo suficientement e gene ra l y
00 T raclatus theologico-poliricus, cap. IIJ, H 7 y 8. amp lia para abarcar todo contenido d iscursivo, cualquiera qu e su
61 "Si qu id igirur in na tur a Iieret, quc d ex ípstus legíbus non $equet etu r, determinación concreta fu ese. La categoría de la susta ncia posee,
id n ecessario ordíni, qu em D eus in ae ter nu m per leges natu roe universales in
n ntura sm mit, repugnar et, ad eoque id contra naturam ejusq ue le¡(es esset, na tu rae esse, ve! euo roodo nd ope randurn d eterrnÍI: nri, " t
e l co nseque ntcr ejus fiJes nos de OIDllibus dubilare [aceret ,'t aJ ath eismum urd" ali us e.,set, ergo Dei c (ia m n<ltt;ril a li<"l pmset este, 'Ilwm ¡,111l ".,t.
¡/u.cere¡." Trec rcr. th eo!oll,ico_polit., cap. VI, § 28. Cogitara Merephys., parte 1, Clip. J, § 4; cap . VI, § 1; p art e JI, (.:l l'. JO,
<.\2 C í. esp ec ialm ente f tka, 1, p ro pos . 33, d eroom tt.: "S i [raq ue res eleerlu s § 5; f ¡jca, parte tr, 40, escol. 1.
46 DESARROLLO Y CULMINAC IóN DEL RACIONALISMO SPINOZA 47

tal como Aristóteles la d eriva, un a fun ción y una significación y el " Onico".% Y una carta de S pinoaa nos da la explicació n
pu ramente lógidí.s: representa el "suj eto" últim o de toda predica- .lc ralla da de este pasa je. Sólo podemos llamar " concreta" a una
ción, que no puede con vertirse, a su vez, en predicado. Esta defi- cosa determinada y empíricame nte dada si la enfrentamos a otros
ni ción lógica d eja todavía, por el momento, pl eno margen a una objetos concretos y la com paramos con ellos; si, por tanto, empeza-
determinación int rínseca m ás precisa . mos formándonos un co ncepto genérico, gen era l, qu e incluya esta
"La definición que Spinoaa d a de la sustancia ----dice T rend e- r osa com o caso esp ecial, como un ejemplar específico. Ahora bien,
lenbu rg-e-, cuando di ce: 'p er subsrantiam intelligo id , quod in se r-stc modo de proceder sería absurdo tratándose de de terminar
esr et per se concipiru r', no hac e má s que perfeccionar con In esencia divina, ya que ésta abarca la totalidad infini ta del ser,
níti da expresión Jo que Aristóteles había iniciado; pero t ambién rosón por la cua l no existe ni puede existir fuer a de ella na da
esta definición, apar entemente positiva e inteligible de por sí, en- que pueda conrraponé rsele."
cierra un elemento que sólo lJUede ccrnprencierse presuporucndo Situándon os en este punto de vista, nos sust raemos tam bién
y colocand o par delante en la. reprcsent.ll.ClOn k1. stlSt.arn.cia que se JI todos los problemas nacidos de la falsa a plicación de la corr ela-
trata ,de definir. . . En el axiom a spinozista de tan vasto alca nce: oón conce ptual del todo y la parte a las relaciones ent re el ser
'ornn¡a qua c sunt vel in se, ve! in alío sunt', se aplica d e un modo prim igenio y una modificación especial cualquiera. También el
re al la distinción aristotélica ent re la ovala y la ent re Indo y la parte son simples cosas conceptuales, que pue den ser-
la susta ncia y los accidentes. En ello va imp lícita la com prensió n vim os para comparar entre sí determinados obje tos emp íricos que
de la sustancia. D e aq uí qu e. . , la su stancia, al principio, sólo se concebim os d e un modo aislado y, por tanto, " confuso", pero
determine de un modo negat ivo y se confíe a la inducción eico- q ue no tienen cabida en la determ inación y la design ación d el
lwntaria de La. intuición, /.a que se enmrga de deslizaor como, lo un iverso. Este universo es in finito, no en cuanto a la m agnitud ,
positivo uno. rep.resenU1Ción general." 6 4 sino en cuanto a la esen cia, ya qu e lleva consigo cualiwtivamente
Este juicio ilu mina con viva luz la falta de determinación toda realidad.P"
lógica que desde su origen histórico llev a consigo el concepto fun- Se abre paso aq uí, sin embargo, otro punto de vista no m enos
d ament al del sistema de Spi noza. Se trata, ante todo, d e ind icar lnlso y q ue es necesario rechazar con igual fue rza. Si la unidad
y demostrar aquel algo positi vo que, a to no con el juicio de Spino- del ser no ha d e interpretarse en un sentido puramente cuanti-
za, debemos deslizar en la definición de la sustancia, para llegar tut ivo, no parece qu edar ot ro camino que el d e atribuirle u n sig-
a com prend er plenamente su senti do. Este contenido positivo nificado dinámi co. Concebiríamos, así, la sustancia como la fuerza,
es, para Spinoza, totalmente di stinto del qu e ha bía sido para Ar is- unitaria fundame ntal q ue se desborda en una serie infinita de
tó teles. Sin fijarlo, no podr ía m os llegar a comprend er realmente emanaciones conc retas, desplegándose y manifestándose en ellas
lo que hay de cara cterístico y peculiar en su d octrina. de un m odo total. As í ha sido entendido e interpretado, en efec-
En pri mer lugar, la unidad de la sustancia, tal como la en- lo , el siste ma de Sp ino ea no pocas veces, v, gr. por Kuno Písch er.
tiende Spinoza, no debe ente nderse nu nca en el sentido de u na "Dios es la causa única; es, por tanto, la fuerza q ue produce
unidad numérica. Pa ra él, el número m ismo, y por tanto la con- tod os los fenóme nos, act uando en cada u no de ellos de un d erer-
tra posición numérica de la unidaJ y la pluralidad, no es ot ra cosa minado modo: existiendo innumerables fenómenos, tienen que
qu e una figura d e la "i maginación", qu e no desempeña pape l existir innumerables fuerzas, en las q ue consiste y se halla presente
alguno en la conc epción puramen te intelectual de 10 "real". En In plenitud de la esenci a d ivina. • . Las cosas concretas son tran-
los Pensam ien tos metafísicos se afirma expresamente qu e Dios sólo
Cogiwta Metllph"s ., parte I, cap. VI, ; 2.
impropiamente y en sent ido figurado puede ser llamado " U no" »n Epi,t. 50 (2 junio 1674) , §§ 2 Y 3.
64 Trendelenburg, Geschrchre der Kategorit'nlehre, Berlín, 1846, p. 53. U1 Bre.'e tra tado, diá logo [1, 1-9; f:tica., parte 1, propos. 15, esccl .
., DESARROLLO Y CULMI N ACiÓ N DEL RAClO N ALlSMO

sitorias y precarias, pero lo que en ellas actú a y lo que perd ura a


SPINOZA

de aquello q ue engendra y crea; lo ún ico que se conserva en ella


..
tra vés d el cambio de los fenómenos tiene un origen eterno y d i- es la ca racte rística lógica general de lo condiciona nte. El Dios de
vino. Estas fuerzas qu e en las cosas actúan son las cosas, no comu Spinoea no se parece para n ada al espíritu cósmico de Goe rhe qu e
van y vienen, sino tal y como son en sí. El sustento de estas se ha ce sentir en el flu jo y el reflujo de las ema naciones de la' vida
fuerzas no son las cosas, sino que es D ios, pues el y sólo él es la y la violencia de los hechos. El Dios spinczista se h alla inscrito
esencia primigenia. plena d e /tterta." 6 8 de nt ro de la quietu d bro ncin ea de una fórm ula matem ática.
Estas palabras de Kuno Físcher, que parecen exponer de u n Este pensam ient o fu ndamenta l se acusa con su mayor fuerza
modo tan cla ro la relación funda me ntal ent re lo infinito y lo allí donde su aplicación rropiera con las ma yores d ificu ltades con
finito, no d an, sin embargo, en el blanco de 10 que es el pensa- obstáculos apa rentemente insupera bles. Es la actividad consciente
miento lógico fu nd a mental d el sistema spinozista. Corresponden de la volu ntad la q ue parece represent ar la suprema instan cia ne-
a aquella prim era fase del sistem a de Spin oaa que se contiene en gativa en contra d e la d eterminación spinoaista del ser y de! obrar.
el Brct-'c tratado, en la que Spinom profesa todavía de lleno la Por lo menos aquí - así d ebe su ponerse-e, salimos de la órbita de
concepción renacentista de la naturaleza y en la qu e ésta no es, las simpl es ccnsecucncea lógicas y se abre ante nosotr os, directa-
para él, otra cosa que la "ida u nitar ia del universo, la fuerza que mente y con plena cert eza de nosotros mismos, un mundo nuevo, e!
inform a y mantiene en pie todo el ser con creto. m undo de la acción .
Pero ya los Pensamientos m erafísk'Os, en los que el autor form u- Desde este punto parece qu e necesaria mente d ebiera prod ucirse
la el estricto ideal de la cognoscibilid ad y la orde nación to tales desp ués un a repercusión sobre todo el resto del sistema . Spinoaa
del ser desde puntos de vista matem áticos, romp en con esta con - explica la entidad de tod a cosa concre ta por la tendencia inhe-
ce pción. La " acción" de Dios coincide ahora plenamente con su rente a ella a pe rm anecer d entro d e su existencia; "essenna" y
ser eterno y situado fuera del tiem po; su actividad significa, pura "conarus" son para él concept os ínterd ependíe nres. Pues bien,
y simplem ente, la ord enación inm utable y regida por leyes, por parece como si, con ello, volviera a transferirse a la explicación
virtud de la cual las cosas son y se determinan las un as a las otr as general de l ser u n factor sacado de la esfera de la volunmd. U n
en su sucesión. El "operad" se red uce, aquí, d e u n mod o puro análisis más a fondo del asu nto dem uestra, sin em bargo, qu e esta
y perfect o, al "sequ¡" ma temático. hipó tesis carece de base. La "tendencia" de que ha bla Spíncee se
" Por lo que se refiere a la vida de Dios -c-escribe ah ora el pro- ha lla, a su vez, despojada de todos los eleme ntos específicos d el
pio Spinom-c-, no veo por qué la vida int electiva ha de ser , en sentimiento y la voluntad, pa ra convert irse en el exponente de una
m, más que la acción de la volu ntad y de otras fue rzas a nálogas." 69 relación purame nte lógica y conceptual. Cuand o Spinoaa afirma
y no cabe du da dc que, pa ra una concepción como ésta, que que todo estado concret o de l ser pugna por salir de sí mismo para
elimina el concepto del tiempo del conocimiento ad ecu ad o de las ir más allá, quiere decir senci lla mente que no perman ece aislado
cosas, se viene tam bién por tier ra y carece de razón de ser el sino qu e forma simplemente un eslabón de un sistema d e condi-
cepro de fuerza, en el senti do usua l d e la palabra. En efect o, la y que, por ta nto, en él y con él se postu la, al mismo tiempo,
" fuerza" spinoaista apa rece d espojada de tod as las car acterísticas lógícarnente, tod a la ser ie de sus posibles consecu encias. La "fuer-
68 Kuno Gerchichre deT ne .. eren PhiloJophi.!, 4f ed., t. n, 1'. 383. ea" d e una cosa, cualqu iera qu e ella sea, coincid e con la tota lidad
V. contra estl'l exposición las ob¡edones de T rendelenburg (H iJlorisehe BeirTá1{e de las cual idades y consecuencias qu e emanan de su esencia y
tu. Phil"-,,,phie, 1867, t. 11I, 1'1'0 367sJ.) Y de (Geschich. brota n, por ta nto, en ú ltima instan cia, de su propia defin ición .
1<' der neu,' ro:n Philo_",phio:, eJ ., t. 1, pp . 116 ss.): "el conce pto de f\lena Indica qu e lo concreto envuelve, más bien que crea, una plura-
no existe para St,inQta" .
Iidad d e determina ciones.
"!' C,,!:,wra hfcwph'l'J., parte 11, cap. VI, § 1; trad. Buchenau (en Phil" ", ·
phi.che BiMiO:l/he", t. 94) , 1'0 139. De este mod o, S pinoza -como destaca con ra zón uno de los
DESARROLLO Y CULMINAClóN DEL RAOONAUSMO SPINOZA 51
a utores qu e interpreta n y exponen su teoría de la voluntad- em - Se explica y d espeja también, a hora, la dificu ltad q ue se im-
prend e precisamente en este p unto el in tento d e "lmetectualíear pone a tod as las ot ras, a saber: la de que la sus ta ncia in finita, por
la volunta d en sus raíces más profundas" y d e " red ucir a u na no ad mitir ninguna clase de restricciones, reh uye también, según
ne cesidad real o lógica cada uno de los elementos especí ficos de los principios del sistema, cualquier tipo d e detenninación, t e-
la voluntad qu e puedan d orm itar en la más profund a contextu ra niendo que ser, por tanto, necesaria mente, un concepto totalmente
d e las cosas","? y asimismo es característico el hecho d e que este vacío de contenido. Si la "sustan cia", considerad a desde el punto
intento de "i ntele ctualieaci én" d e los ape titos y los actos volitivos de vista de las cosas, apa rece como una pura " nad a", si no enco n-
no se tr asluzca todavía para nada en el Brev e tn1tLfdo, obra que se tram os en ella ni nguna d e las not as distintivas inh erentes a las
mantiene aú n en el punto de vista de la conce pción d inámica CU5as y qu e ca racte rizan y d istingue n los objetos finitos, ello sólo
de la nat uraleza, sino que vaya madurando poco a poco, a medida qu iere decir que su origen debe buscarse en un tipo de
que se transforma lógicamente la con cepción d e conjunto del ración LógíCtl rorelm enre d istinto.
spínoeísmo.w La regla u niversal de todo ser y de todo acaecer sólo puede
Se revela ahora cad a vez más claramente q ue la corr.elac ión intuirse en la totalidad de este acaecer mismo; no puede revelá r-
intrínseca positiva del concepto spi nozista d e la sustancia, que senos directamente en ningún miem bro conc reto ni en n ingún ras-
necesariamente d ebemos postular para poder infundit a este con- go concreto de ella. Es algo incon mensur able con respecto a tod as
cepto una significación intuitiva real, no pod emos bu scarla sino las medidas qu e pod amos toma r de los objetos em píricos especia-
en el campo de la consideración pur amente matemática . C ual- les; no porq ue perman ezca al margen de cualquier rcl.ación con
quier otr a determinaci ón que pu diéramos intentar se hall a en con- ellas, sino, al contrario, porq ue es la caru::iición de tod as estas
tr ad icción con las ense ñanzas fun da menta les de l sistema. Conoce r med idas mismas.
las cosas en su susranc iat idad equivale a conocerlas en su d e- A tra vés de tod os los crite rios metafísicos fund amentales de
pend.enda matem ática, existent e y fija de un a vez por tod as. Spinoea, percibimos clara mente el esfuerzo enca minado a ca ptar
As í considerada, la sustancia no es la caus a " tr ascend ente", y describir un "ser" cuya existencia se cifra en la COJTe'lación con
sino la causa " inma ne nte" de las cosas concretas, ya q ue no repre- las cosas fin itas y que, sin embargo, pert enece a una dimensión
sent a otra cosa que su propia y necesar ia conexión con arreglo discu rsiva totalmente d istint a.
a ley. En est a pugna interio r de los motivos, en la circunst ancia de
Mientras Spincsa se atie ne a esta con cepción fundamental es-- que lo finito y lo infinito, au n postu lándose m utuam ente desde
pecífica, se sustrae a los peligros dialécticos d el pa nteísmo. Si el otro punto de vista se f'epelm y excluyen necesariamente, se cifra
universo no es otra cosa que la OI'"d.enación tot al d el ser, no cae- y llega a su remate la estructu ra del siste ma. Lo caracte rístico
remos en la te ntación de conce birlo como un algo propio, dotado del sistema de Sptnoea consiste en ser, al propio tiempo, la expre-
de una existencia aparte, al maTgen d e los objetos concretos y sión de un a luch a lógica. La lucha qu e en él se libra contra el
d e ellos, del mismo modo que, por otra parte, no coín- Dios personal de la teología sólo obedece en su mitad a móviles
cicle con la simple suma de las cosas concretas. En efecto, esta ley ético-religiosos. Respond e ta mbién y al mismo tiempo a la ten-
unitari a por virt ud d e la cual todo lo concre to form a un a un idad clcncia a im poner la vigencia u niversal y exclusiva d el nuevo ser,
coherent e, n o es produ cto y resultad o d e la existencia de las cosas en cierto modo imp erson al, qu e Spinoea ve dibujarse ame sí en la
concretas, sino la premisa d e esta existencia misma. ecomeerla y en la física matemática. D ebemos d espojar la sustan-
da de toda sue rte de in d ividualidad , para d escubrir e n ella, d e un
70 V. Raoul Der W ¡¡¡"n.b egriff in deT Lehre SpinOtM, dcc-
total, Leipzlg, 1898, pp. 76 5., d . re- 90 y 109.
modo puro y perfe cto, el ca rácter de las leyes geométricas gene-
11 R. Rich ter, t. e., pp. 56 "., 127 5. mlcs . Leyes que no son sim ples entidades conceptuales, sim ples
sz DESARROLLO Y CULMIN ACION DEL RACION ALISMO SPINOZA 53

pensamientos encerr ados en las cabezas de Jos hom bres, sino q ue resulta d ed ucnvamenre del otro, form an el objeto último y su-
cobran ante nosotros un a vida conc reta y real en el orden y en el premo del conocimient o.
proceso efectivo de las cosas concretas. Si consid era mos esta estr uctura ta l y como se man ifiesta en
Hay, sin em bargo, a lgo q u e la teoría spinotisra de los acrib l/.tOS el ed ificio de la geom et ría, se ofrece d irecta m ente ant e nosotros
d emuestra con la m ayor cla rida d, y es qu e rod a esta serie d e pen- una doble r elación. D05 cosas podemos hacer. U na es reflexiona r
samientos no llega a su definitiva culminación d entro del mismo directa me nte sobre el COntenido de las normas geom ét ricas, entre-
sistema d e Spíncea . Esta teoría h a re presentado siem pre un gra ve windon06 de lleno a su consid eración. Otra es considera r est as
obstác ulo para toda int erpret ación unit aria d el sistema en su co n' nor mas como tales y con arreglo al lugar que ocupan en el sistem a
junto, y es fácil comp render q ue ciertos intérpretes sólo acierten del conocimien to, en el s istema to ta l d e la 't'C7\lad científi ca. Una
a ver en ella, en d efinitiva, un a irreductible cont radicción int erna pro posición geométrica c ualq uiera d ice, a nte todo, algo acerca de
inherente al spinods rnc y d e la q ue éste t rat a en vano d e sus' las re laciones entre cier ta s fornurs objeti vas del espacio; pero ello
eraerse.t" e nvuelve directamente, a l mismo tiempo, una relación entre con-
La concepción idealista de esta teoría, según la cual la di versi- ceptos, un nexo lógico en tre pcn s{Lmientos. Y estos d os mom entos
da d de los atribu tos no tien e su funda mento tanto en la sustancia rU l se d an separados el u no del otro, sino unidos y entrelazad os en
misma com o e n el enj uicimientu "subjetivo" d el int e!.ccto, pre- el mismo sustrato del conocimient o. Es una y la misma cstruc-
supone una d istinció n ajena al siste ma mismo. Para Spi ncen, el nt ra fu ncional, la qu e unas veces se nos revel a como una orde-
entendi m iento, aun en sus más a ltas y más libres manifestaciones, nación d e los objetos y otras veces como una ne cesaria sucesió n
aquellas a que est á d estin ado por su propia naturaleza, no pu ede en nuestro pensamiento.
ha cer sino reproducir lo q ue de he cho existe en la realidad de las La d ivisión en estos dos puntos de vista "subjetivo" y " obje-
cosas: no crea, por ta nt o, di stin ciones ni d ivisio nes tot almente tivo" es, sin du da, esencia l a nu estro saber, pero deja intacta
nu evas, sino qu e se limita a " refe rir" a si las d iferenci as objet ivas 11I unidad del contenido sabido. La o rdenación y el e nlace d e
ya existentes. lns ideas son los m ismos q ue la o rde nación y el enlace d e las
y no me nos inad m isible es la inte rpreta ción de los atrib utos cosas: pero es la iden tidad de Id ordenación la q ue, com o veía mos
como modos d e ac tua r y fuen:as dirigidos de diverso mod o, pero consta ntemente, form a segú n Spínoea la iden tid4i de Id susttlnci:t.
qu e brotan todos ellos de u na fuerza primigenia única, ya qu e la Lo pecu liar d e la concepción de Spinoza y lo que la d istingue de
teorí a de Spinoza, en su forma d esarro llada, no ad mite la repre- todas las teorías modern as del " para lelism o" entre el ser y el pen-
sentación de una fuenp. q ue trascien da d e la representación d e la enr, entre lo físico y lo psíquico, consiste precisament e en Que
consecu encia geométrica necesaria (v. su pra, pp. 47 ss.], Ahora lIo se t rata, aquí, d e rela cionar y entrelazar dos series d istintas d e
bien, el problema de saber cómo puede cont en erse en el ser ¡k'dún c ílllsal. Si se t ra ta ra de esto, la solución sería realmente
primigenio, con su esencial identidad, el fundamento racional y problem ática , ya qu e no hab ría, por lo menos, ninguna cor nradic-
necesario pa ra una pluralida d d e dete rmina cion es, parece seguir ción en el hecho de que dos modos de acción d istintos e ind epen-
siendo un m isterio. Y, sin embargo, también en este punto es po- dien tes el uno del otro o bedeciera n a dos leyes d e actu ación tam -
sible descubri r una mediación conceptual; es posible señalar clara, IMIl d istintas.
mente, por 10 menos, el motivo d iscursivo d e la teoría de S pincea, Para Spin oaa, sin em bargo, la rela ción caus al se ha trocado
siem pre que enfoquemos claramente el interés metodológico que plenam ente en un a pura rck1.ción. cOHceptual: la causa condiciona
le sirve d e punto de partida. La estr uctura y la cn-gCJl7l.ización roa, ,,1 efecto del mismo modo qu e las premisas condicionan la con-
temá tica del ser, por virtud de las cuales cada uno de sus m iemb ros I lusión. La idea d e una d oble causalid ad equiva ldría, por tanto,

12 Cí. por ej. Carne rer, Die S pifWtl1S. Stutlg arr, 1877, p. 9. 11 In id ea de una doble lógica: vend ría a significar, sencillamente,
DESARROLLO Y CULMINACióN DEL RACI O NAU SMO SPINOZA ss
qu e las leyes d e nu estra argumentación y de nuestr a deducción esencia primigenia bajo un a infini tud de atributos, de los cuales
no pe rma nece n como algo inquebrantable de una vez por tod as, el pensamie nto, sin embargo, sólo conoce uno, el d e la extensión ,
sino qu e pueden cambiar con arreglo al mat eria l al q ue se aplican. eso qui ere dec ir que existe n una in finitud de mundos ind epe n-
Se explica, pu es, q ue Spmoea no int ente nunca probar la idenri- dient es, al ma rgen de tod a clase de relaciones con nuestro conocí-
dad de la ordenación d entro de los dos atributos del pensam iento miento. Es decir, que nu estro saber sólo nos hnnda un fragmento
y de la extensión, porque esta ide ntidad constituye para él, desde limitado de l un iverso, que en relación con la tota lidad debem os
el primer mome nto, un principio axíom árícc." conside ra r como algo insignificantemente peq ue ño."
La organización lógica del universo es una y sola mente un a: el El sistema d el saber absolu to raya aquí, en realidad , con el
hecho d e q ue la presentemos, unas veces. como la organización escepticismo. Y el funda mento prof un do d e este di vorcio se ve
de l mu nd o d e los cue rpos y ot ras veces como la d e las ideas, no claro cuando se vuelve la mirada hacia el nacimiento d e la teoría
quiere decir que la cambiem os, sino simpleme nte, qu e nos la re- spinorist a de los atr ibut os. La conce pción fun dam ental de la in-
presentamos bajo una determinada fisonomía. El intelecto se one n- finitud de los atri butos arr anca de la pri mera fase del sistema, tal
ra hacia un a d et erminada zona del ser, pero lo específico de esta y como aparece expuesta en el Brew tn:tttIdo. Aquí es donde esta
zona no es, par a él, sino el medi o d e asegura rse la ordenación uni- con cepción t iene su verd adero luga r y d ond e es posible compren-
ta ria un iversal del acaecer.t- Por ta nto, 10 qu e el modo de consi- derla en su conexión 1000 ca natural. Debemos atri buir a la t'k1lU-
dera ción nos suministra de nt ro de un atr ibuto no es simp leme nte una mu chedumbre infinita de atribu tos, ya que solamente
una visión parcial de la real idad, sino lo det erminante y lo ca rac- de este modo le conferimos aque lla perfección cua litativa univer-
terístico de la organización to tal del universo. En cada atr ibuto sal poi" virtud de la cua l se convierte la naturaleza en un ser di 'vino.
poseem os la sustancia íntegra, porque tenemos en él, de un modo C uanto mayor es el núm ero de cualid ades reales qu e atribuímos
puro e intacto, la regla siem pre igual de l enlace d e lo concre to, a una cosa, mayor es la plenitud del ser que con cebimos materia-
que no es posible desintegrar ni disolver. lizado y unido en ella : la tot alid ad de la rea lid ad sólo puede con,
H asta aq uí, el motivo de la teoría spinozista de los atri butos cebirse, por ta nto, resu miendo en ella tod as las determ inabilidades
se ma nifiest a inequ ívocamente en el análisis del CO'I'lOC'imiento, imaginables de la esencia.
pero nos sale al paso una nu eva y más profund a dificu ltad : la Sigwart formu la cer teramente el motivo fun da me nta l cuando
hipót esis d e un a infinitud de atributos, q ue serían inasequibles dice que "l a unidad d e la naturaleza no podría expresa rse con
pa ra siempre al espíritu humano. Todo enl ace qued a rot o, aquí; mayor fuerza qu e IX'r med io de la fórm u la de q ue todo lo qu e
no se abre ningún camino que pueda llev arnos a este ser por prin- expresa un ser debe serie at ribu ído a ella; ni podría expresar su
cip io incognoscible. infinitud con ma yor precisión que diciendo qu e está form ada por
Spíncee no acertó a refutar las objeciones puestas IX'r T schim- una muchedumbre infin ita de mun dos, cada uno de ellos igual-
hau s a esta parte d el sistema. Si toda cosa concreta expresa la mente infin ito en su determinado género, como el pensamiento
o la exte nsión. Y si es la u nidad infin ita a la que corresponden
1S cr. la p rueba d e la tesis p arte 1I, pro p. 7, derno nstr.) , que se todo s los atributos, es Di os, y así nos encontramos con el conc epto
remi te solamente al cua rto "ax iom a" de la primera parte : "E ffecrus cosnlelo
a cognitione causae depender ee eandem in volvít." de D ios, del que arran ca la ética, como el de la sust ancia una,
14 er. Bticn, parte 1, der. 3 y 4; pa rt e Il, propos. 7, esccl.: "Clrculu s in formada por una m uchedumbre infinita de atr ibutos".
n atura exis tens et klea circ ul¡ ex istentís, quae etiam in D eo est, un a ead em qlle La dificultad que representa cond ensar en una sust ancia única
est t es, qua e p er diversa attnbuta expllcatu r. Et ideo síve naturam su b amibuto esta infin ita vari edad de de terminacion es totalmente separadas y
extensicn la, sive sub ettt ibuto cogitation is, sive sub aHo qu ocumqu e con c í- lógicamente incoher entes entre sí, d ificultad que más tarde habrá
piamus, un u m cu ndt"mque ordinem siIJe unsm eand emque Cl! U $4rum COII ·
n C f. ace rca de esto , cartll.& de T schimhau s a Spinozll., lipis¡. 65 Y 61.
nex ionem, hoc ee, I.'lXsdem res in IJirem sequi rep/.'Tiemus."
56 DESARROllO Y CULMINAClON DEL RACIONALISMO SPINOZA 57
de observarse y subra yarse con toda fuerza, no existe todavía aho- duda de que S pinoza se hall a íntimament e fam iliarizado con los
ra, ya que el pens amiento qu e aquí domina totalmente a Spinoza resultados de las mod ernas investigaciones físicas y matem áticas,
" es el de la unidad de la natural eza infinita, el de la tvtali.dtGd -del pero estos resultados no parecen , a pesar de ello, in fluir d irecta-
ser, en el qu e puede n con cebirse al mismo tiempo y sin contra- mente sobre el conjunto de sus conce pciones filosóficas ni derer-
dicción dos mundos distintos ent re sí, dotado cad a uno de ellos minar los fundamentos d e éstas. Basta comp a rarl e con pen sadores
de su propia infínitud't. t'' corn o Desca rtes o Leibniz para da rse clara cuent a, en seguid a, de
Ahora bien, la solución que aq uí se daba necesariamente tenía toda la dis tancia que le separa de ellos.
que conve rt irse de nuevo en problema mediante la transforma ción Y, sin embargo, también su doctrina presenta, aunq ue veladas,
interior qu e va sufriendo poco a poco, en Spinoea, el ccncepeo del las hu ella s d e aque lla tr ansformación general qu e en el siglo XVII
ser. Ve íamos cómo el ser absoluto va d espojándose poco a poco, experimenta el ideal d el con ocim iento científico. La ecuación
cada vez más, de toda cualidad y tod a característica d ete rminadas " Deus sive nat ura" no perman ece inde mne a la evolución lógica
de las cosas, para conve rtirse en el concepto de la oordctWción sufrida po r el concepto mismo de la na tu raleza. Para el Renaci-
matemát ica universal del mundo, Este esclarecimiento del con- miento, la "naturaleza" era el ser inf inito om niprese nte cuya ple-
cepto lo coloca por vez primera al ma rgen de las an tinomiñs en nitud d e fue rza alu m bra incesantemente nuevas formas concretas
las qu e nece sariamente se ve embroll ada toda conc epción pan- y se la consideraba como la vida inte rior y activamente provee-
t eísta. rada hacia un fin en tod o. Con el nacim ien to de la ciencia exacta,
Ahora bien, la t eor ía de la inf initud de los atr ibutos es una se impone un punto de vista totalment e nu e vo. Lo que queda en
de las partes integrant es d el sistem a que h a resistido a este proceso pie de aq uella imagen desbordant e de vida, parece ser simple-
interior d e forma ción. Ninguna señala con t anta clar idad la pug- mente u n esqu elet o, t an sólo el esquema abstra cto d e la necesid ad
na en qu e acaba cayendo el spinozismo y en la que necesaria- ma temática.
mente se ve env uelto este sistema cuando intenta expresar su Pero precisame nte este apar ente empobrecimiento del se-r se
verdad ero criterio fund amental en cuanto al encadenamient o rlgu- manifiesta, de otr a parte, como un enriqueci miento in menso del
rosamente deductivo d e todo ser bajo la forma d el concepto d e IllJJer. Y así, va revelándose ahor a más y más que el nu evo con-
StHtancUl.. El dualismo d e la concepción es, ahora, evide nte: de una repto emp írico de la nat ural eza es suscepti ble de la misma ide ali-
parte, una regla universal y omnicomprensiva, que exclu ye roda zación metafísica, d e la misma exalt ación a 10 divino y lo tncon-
cualidad específica del ser; d e otra parte, una " cosa d e todas las dicimtad o. La nu eva física revela , al mismo tiem po, una nueva
cosas", que lleva y conserva en sí la infinita mu chedumbre de posibilidad de la metafísica: no en van o es ella la que señala el
tod as las cualidades; aquí, el pensamiento puro del en lace ne ce- camino par a comprende r matemáticamente, es decir, bajo la for-
sario d e todo 10 real; allí, una vez más, el "cns realissimu m" d e ma de lo eterno, las cosas finit as y su cu rso. La misma sucesión
los escol ásticos. de! tiempo es elevada por ella al campo del conoc er sustraído
Hemos llegado con esto, al mismo tiem po, a un punto qu e en- 11 los límites d el tiempo, por donde solam ente ahora par ece h aberse

cierra una im portancia típica en cu anto a la posición que el I cndíd o verdade ramente un puente sobre el abismo que separa
problema del conocimiento ocupa dentro d el conju nto d e los pro- 1,\ cond iciona l d e lo incon di cionado.
blem as funda mentales de la filosofía. Si nos fijamos en la meta - El conce pto spinorist a de Dios refleja claramente las dos fases
física de Spinora, ta l pa rece como si, con la est ructura cerr ad a con contrapuestas de este p roceso histórico. O cupa un lugar inter-
que a prim era vista se nos presenta , se hall ase tota lm ente al margen medio ent re la int uici ón de la natural eza como un cosmos vivo
del proceso de la con.ccpción científica de la na tu raleza. No cabe y su concep ción como un orden regido por puras leyes lógicas y
H Sigwatr, Spino zas nev en ede ckrer T raktat, pp, 39 y 41. La pugna en tre estas dos concepciones fundamenta-
se DESARROLLO Y CULMINA OóN DEL RAO ONA U SMO

les, Que no llegan nu nca a armonizarse, la cont raposición entre los


SP' I'OZA

la susta ncia en y para sí, sino siempre a través de uno d e sus atrio
"
med ios abstractos y racionales de conocimiento y la meta míst ica burós y necesariament e dotada, por tanto, d e determinadas cua -
del "amor Dei int ellectual is", explican las contradicciones qu e lidades, es explicado como una nec esidad imp uesta por la nat ura-
se manifiesta n en las tesis d erivadas del sistema. leza misma del pensamiento, por la esencia del inrelecto.?"
La aparente separación y a utonomía d e la metafísica se re- Pero esta coacción lógica es interpretada al mismo tiempo,
vela, pues, también aquí como una ilusión. A un allí donde la direct amente, como si rad icase en los objetos mismos. El hecho
metafísica no abo rda la ciencia empírica con clara conci encia me- de q ue at ribuyam os a In susta ncia una mu che dumbre infinit a de
todológica para ind agarla con ar reglo a sus principios, se ve colo- atributos no proviene "d e nosotros", que em píricamente sólo reco-
cada, insens ibleme nte , no obsta nte , bajo el conjuro de estos prin- nocemos dos, sino qu e n ecesariamente tiene que tomar su origen
cip ios. En este sentido, tam bién el spinozismo es el resultado y de los mismos atrib ut os infinitos, " los cuales se encargan d e decir-
el reflejo de dos diferentes ideales de conocim iento que pugnan nos que existen, au nqu e sin llegar a decirnos en q ué consísren"."
entre sí po r la supremacía lógica. Es perfectamente cla ro cómo las cat egorías formal es d e la cosa
Pero la teoría d e la infinit ud d e los atributos nos rem ite. al y d e la cualidad se han convert ido aquí en determin aciones abso-
propio tiempo, a otro problem a d e la significación sistemática más lutas del ser. Pero la infinitud de los at ribut os sólo se revela en
general. ¿Cómo llegamos d e la ley genera l de orde nació n, que este respecto como la expresión d e su plena indetenninabilidad
es como la susta ncia de Spíncee se nos presen ta siempre, bajo su lógica: puest o que la susta ncia spinozista, con arr eglo a su con-
forma más pura y acusada, al ser determinado d e las Los cepto puro, no estab lece todavía ninguna clase de determinacio nes
med ios metodológicos de la geometría, los ú nicos de que en última objetivas específicas, es cl aro que este conce pto no puede tam poco
instan cia d ispone Spínoza, no bastan pa ra esta blecer la realid ad ningu na. Por t ant o, si semejante det ermin ación no es
físico-em pírica y, menos aún, la nxdidad absolu ta. Nos enccn - cont rad ictoria de por sí, tampoco señala positivamente el camino
tramos aqui en el mismo punto en q ue encontraba su límit e la por el qu e podamos llegar a ella. La ex¡.>eriencia, con arreglo a la
metodología de Descartes: la determinación de la ex istencia no estructura del sistema en su conju nto , no int erviene para nada
se halla al alcance de los simples medios de la ma temática y nquf El pro pio Spin om se encarga de eliminarl a por principio
de la lógica. Esros sólo pu ed en ofrecern os simples relaciones gene- para la solución de este problema .
rales, que no agotan por sí solas la existencia especial y con creta " Pregunta s -c-escnbe a Simón d e V ries- si necesitamos recu-
(d. especia lmente, t. J, pp. 488 s., SOO) . Se abre , así, en la argumen- rrir a la experiencia para saber si es o no verdadera la exp licación
tación rigurosamente d edu ctiva una laguna que el argu mento on- de un det erminado at ributo. A esto respondo q ue sólo necesitamos
tológico puesto a la cabeza, lejos de llenarla, subraya rod avia con In expe riencia par a aque llas d eterminacio nes que, como la exis-
mayor fuerza. tencia d e los modos, no pueden derivarse de la defin;ción de la
El spinceísmo, llevado consec uentement e hasta el final, se cosa, pero no para el conocimiento d e las cosas cuya esencia y
con viert e así, en efecto, según la frase de Hegel, en "acosmismo" : existencia coinciden y cuyo ser se desprende, por tanto, d e su de fi-
las "cosas" no son, en último resultado, derivadas por él, sino nici ón. Ninguna experien cia nos podría enseñar nada en este res-
negadas y sup eradas. La "plenitud del ser" d e 10 absoluto, qu e
en un principio aparecía tan incuestionab le y tan inconmovible, 11 l:ti<:a, parte 1, prop. 10, escol.; d. especial mente Epist. 27: "P er subsran-
amenaza con evaporarse, cuanto más va imponiéndose el carácter num Intelligc id, quod in est el pe r se cc ncipitur, hoc ese, cu íue conceprue
rigurosamente racional de conocimiento del sistema. non hwolvit conce ptum alte rius rei. ¡clem pe r a rmb uturn lnrelllgo, nisi 'Iuod
"mi lJlllUffi dicmuT Tespectu lnwllectus sub, ¡antiae ccr¡am ta.!ern natl<Tam tri--
La d eterminación conceptual de l " atributo" es un claro sín- " ,,,"nlis."
toma de esta pugna interior. El hecho de que no capta mos nunca 1 M n reve trillado. p$r te 1, cap. 1, neta 3 (Sigwart, p. 9).
DESARRO LLO Y CULMINA CIóN DEL RACIO NAUSMO SPINO ZA 61

pecto, pu es la experienci a no nos revela las esencias de las cosas, ment ales de la teoría sp inoaista madura d el conocim iento, hay qu e
sino qu e lo más q ue puede enseñarnos es que imprime al espíritu dar otro paso más. La "verdad era id ea" no es d eter minada d esde
una de terminada dirección q ue lo lleva a pensar en determinadas fuera por su objeto, sino q ue se des prende en necesario progreso
esenc ias más que en otras. Ahora bien, como en los atr ibutos de la actividad del espirito ( v. 51¿1n-a, pp. 2255.). Todo auténtico
no a parecen separad as la esencia y la existen cia, no pode mos cer- y ad ecua do saber q ue el ente nd imiento pued a llegar a adqu irir
ciorarnos de ellos por med io de ningun a clase d e experienci a." de una realidad cualq uiera fuera d e sus propios límites proviene,
¿Qué ot ro camino nos queda, pues, para poder llegar a la por tanto, pura y simplemente del fundamento d el pensamient o
va riedad concreta de las determinaciones qu e ha de obtenerse y mismo. Cuando conferimos a cualquier conte nido una realid ad
asegurarse por los medios d el pensamient o lógico puro? ¿Es e! an á- " formal" existente por sí misma. lo hacemos guiándonos excl usí-
lisis de la conc ienc ia el que puede llevarnos, aq uí, h acia adelante, por crit erios y características puramente Lógicos. y no en
al enseñarnos a establecer en e! concepto en sí unitario d e! Virtud de la acc ión y la coacción efectivas que el objeto mismo
ser, como arrib a hemos tratado de sugerir, ciert as d istinciones ncce- ejerza sobre nosotr os. T od o ser de que te nemos noticia es, por
serias e in tern as? (cf . .suJ)ra, p.53) . Pero, aunque así sea, quedará ta nto, un ser establecid o y transmitido por med io del saber. En
siem pre en pie una cosa, y es que lo q ue por esta vía pueda estas cond iciones, zseguímos teniendo d erecho a desprenderlo d e
lograrse sólo JX)SCerá y conservará una significación en oonclación este su fundamento primario, para atribuirle una realidad sencilla-
con la concienci a y que por este cam ino, en consecuencia, no mente in.condiciotla.;la? La diferenciabilid ad de los atribu tos mis-
pod ríamos nunca llegar a un ser situado en principio más all á mos no pod ría funda ment arse ni demostrarse más q ue refiriéndonos
de los limites de lo cognoscible. a la función d el intelecto, que necesariamente ha d e considerar
He mos llegad o aquí, por último, al verdadero problema card l- la sustancia infinita desde un determinado "pum a de vista": por
nal en e! que se encierra el destino del spinozismo. ¿El pensa- ranro, el intelecto no es solamente un miembro concreto en la
miemo es tan sólo un producto concreto d el ser absoluto, o de be. varied ad del ser, sino q ue repr esenta una de las premisas d e esta
mes atribu irle una significación distintiva y característica? misma variedad.
Esta pregunt a no int rod uce en el sistema ningún pun to d e Pero es precisam ente esta originariedad, esta sustant ivid ad del
vista ext raño , sino que su aparición y su trayectoria pueden seguir. pensamiento la Que la metafísica d e! spinozismo, aunqu e la reco-
se claramente dentro de la propia doc trina d e Spín oza.w Por nozca, no acierta en últi mo término a explicar. En efecto, lcóm o
much os y mu y d istintos q ue sean los mund.ots que podamos repre- pod ría un simple modo limit ado d esprend erse de la cade na de! ser
sentarnos por la coexistencia de diferentes atributos para nosotros que lo retiene y aprisiona, para enfrent arse con el mundo de las
desconocidos, necesariament e te nd remos que añadir a cada uno cosas, como sujeto cognosce nt e?
de estos campos del ser, como elemento de orde nación, e! at ribu to La posibilidad de la conciencia de sí t iene q ue apa recer nece-
deL pensam iento, para que sur¡a ante nosotros el concepto d e una seriamente, vista así, com o u n problema ínsoluble.e' T odo con o-
realidad en sí unit aria. Es d ecir, que el pensamiento no constit uye cimient o consiste, para Spi noza, ante todo, en Que el espíritu expre-
un atributo con cret o, junto a otros, que pueda d esglosarse ca pri- se y reproduzca u n determinado cambio operado en el cue r-
chosa menre de ellos, sino qu e es. por así d ecirlo, el exponente IX). Pero, aun reconociendo esta capacidad de "expresión ", sólo
com ún, del que no pode mos prescind ir para la concepción de un llegaremos por este camino, a la postre, a una ser ie de imágenes
ser cualquiera. de estados físicos concretos, sin Que podamos decir cómo se t ela-
Y, par tiendo d e nqui y en relación con las premisas fund a. d onan los un os con los otros, para integrar una unidad amp lia.
1\1 Epist. 28 (a Simón de Veles}. HI C í. acerca este, l. c., pp. 53 SS., Y Kuno Fiso:her. l. C.,
8\1 Sobre lo que sigue, v. Pollock. S pirwta. pp, 173 ss. 1'1" ,,80 ss.
DESARROLLO Y CULMINACION DEL RACIONAU SMO SPINOZA 63
Para hacer frente a esta d ificulta d, se int rod uce al lado d e la fin, rad ica únicame nte en el intelecto. Los conceptos d e oniena-
" idea corporis" la "id ea ment ís": la idea no es solame nte el reflejo ción, de unidad y pluml idad, de sujeto y euribmo [su bjectum er
de dete rm ina das afecciones corporales, sino que puede convertirse, adj unct urn} son inclu idos por el propio Spinoea, en los Pt"fU:1m ien.-
a su vez, e n ob jeto d e la consideración pensa nte, en objeto y con- tos metafísicos, entre los " mod i cogirand ¡" " por medio de los cua-
tenido d e una idea supe rior. Y esta reflexión , qu e va desarrolla n- les pod emos retener o representarn os más fácilme nte las cosas",
dose h asta el infinit o, se des prende pura y simp leme nte d e la pero que no afectan a la e'ruiJaJ d e las cosas mísmas.w Y, siendo
natur aleza d el pensamiento mismo, pues "qu ien sabe algo sabe así, no se com pren de por qué estos mismos con ceptos son emp lea-
también qu e sabe y sabe al mismo tiempo lo que sabe, y así suce- dos cons ta nte mente en la Etica de S pinoaa como medios para el
sívamente't.w Y esta peculi ar mu ltiplicación, qu e es precisament e conocimiento absoLuto d e la realidad.
la que caracte riza al pens amiento como una actividad consciente El conflicto qu e así surge no puede llegar a resolverse d esde el
de sí misma , la sust rae con ello, al mismo tiem po, a la órbita de pun to d e vista a qu e se aferra el pro pio Spinora : su solución re-
los restantes atributos. dama una transform ación de l concep to d el ser y d el concepto del
Mientras q ue, en lo tocante a la extensión, cada modificación conocimiento.
especial concreta forma una existe ncia aislada , que no trasciend e
nunca d e si misma, la idea sólo cobra su contenido específico al
proyectarse sobre sí misma, en la "idea ideae". Posee, así, u na in-
finitud cualitativa mrerior que no reaparece, como tal, en ninguno
de los de más innume rables atributos; no permanece, por tanto,
como una pa rte integrante concre ta junto a ellos. sino que abre a nte
nosotros la perspectiva d e una d imensión tota lme nte nueva .
y no es sólo la determ inació n conceptual d e los atributos, sino
ta mb ién la de la sustancia misma, la que nos ha ce re mont arnos
en últ imo término a esta conex ión. ¿Puede la idea d e la susta ncia,
puede la idea de la ord enación total del universo confo rme a ley
pretend er significar, de por sí, algo más q ue un sim ple "modo de l
pensamiento" r
Para sustraemos a la relat ividad de rodos los modos purame n-
te "subjetivos" de conside rac ión y enjuiciamiento, se nos remite a
la geome tria, la ún ica que refleja de un mod o fiel y sin falsea-
miento el ensamblaje absol uto del ser. A hora bien, la geometría
presupone, de una parte, la int uició n del espacio y, de otra parte,
las leyes lógicas del ra:tonamienoo. Erigirla en norma única y ex-
clusiva equivale, JX'r lo tanto, a querer explicar la muchedum bre
infin ita del ser a base d e los dos únicos atribu tos q ue nos son d a-
dos. Estam os, pues, ante un caso d e antropom orfismo, al que no
podemos sustrae rnos V q ue no somos capa ces d e superar. El con-
cepto d e la necesida d matem ática, 10 mismo qu e el concepto de
82 S tica, parte Il, p rop. 21, escol. 113 Cogit ata M<'mph )', ¡c4, pa rte 1, cap. V.
LEIBNIZ 65

mas especial es, ve en est as doctrinas, sobre roda, ejemplos y mani-


Capítulo 11 Iesracio nes de su pro pio ideal metodológico de la deducción pura.
El proble ma que le preocupa y qu e const ituye su pu nto de partid a
LEIBNIZ es el de saber hasta qu é pu nto este ideal pued e llegar a realizarse
y pone rse ti contribu ción pa ra la solución de los prob lemas con-
Para D escartes y para roda la escuela cartesiana, la inv estigació n cretos, ya sea en la física o en la psicología, en la teoría de l d ere-
de los Iundam cnros últim os del conocimiento apa rece ent rete jid a cho y del Esta do o en l a teorí a d e los afec tos.
con el problem a psicoiógico de la conc iencia de sí mismo. Par a Leibniz: se mueve, pue s, desd e los primeros comienzos, tot al-
Spinoza, por su parte, la met odología abstracta no es sino el med io mente dentro de la at mósfe ra general del esp írit u ca racterística
para llegar a obtener una respu esta segura a las pregu nt as éticas del siglo XVII. La teoTía d e la definición -c-esta parte fundamenta l
y religiosas y seña lar al hombre la acritud qu e debe adop tar ame característica de su metod ología IÓRica- presenta los mismos rus-
Dios. Es Leibniz qu ien por vez prime ra con vierte en un fin en gos d istintivos CC'n qu e nos encontrába mos en el trata do de Spl-
sí el problema de los prilu:ipias del stVe'r. I1OZ3 sobre el mejoram iento del intelecto y cuyo punto de arranque

El interés de este pens ador por la filosofía se e nciende a la luz J ebe busca rse, como vela rnos, en la doctr ina de H obbes.
de este problem a, que en lo sucesivo ya no se apartará d e él y El crite rio úl timo dc la verda d de una ide a --de esto se parte
qu e se mantiene con invariable energía a través de tod os los giros ta mbién aq uí- no debe buscarse en su coincid encia con una cosa
de su pensamiento especulativo. A quí se esconden las verdaderas externa, sino excl usivamente en la fuerza y en la ca pacidad de l
raíces de la fuerza filosófica creadora de Leibniz. intelecto mismo. Un concepto puede ser "posible" y "verde -
Apa recen , así, clarament e determina das desde el primer mo- dero" sin necesid ad d e q ue su conte nido se d é nu nca en la reali-
me nto la posic i ón histó rica que la filosofía de Leibniz: adopta y la d ad externa, siem pre qu e poseam os la cert eza de qu e, por car ecer
misión histór ica que está lla mada a cumplir. Es cierto Que, en d e toda contrad icción interna, pu ede formar la fuente y el pun-
el desarrollo de su filosofía, sobre poniéndos e a tod os los a ntago- to de pa rtid a de un a se rie de ;etkios válidos. A hora bien, para
nismos de los "puntos de vista" met afísicos, Leibniz: se apoya unas cerciora rnos plena mente de esta posibilidad y de esta riqueza in te-
veces en Descart es y otras veces en Spinoza y en Hobbes, toman do rior de un concepto no tene mos más camino que el de ha cerlo
tranquila mente una serie de elementos de sus doctrinas para in- surgir const ruc tiva mente a nte noso tros. Es el acto de la conso ne -
corporarlos al circulo de su propio pensami ento. Esta cond ucta d ón genética el que nos gara ntiza la seguridad y la existencia de
pod ría ser interpret ada como un int ento pur ame nte ecléc tico, si un de te rminad o concepto, el qu e sepa ra las concepciones autén -
no estuviese guiada y presid ida desde e! primer momento por un ticas, cient íficamente vál idas y fecu nd as, d e las explicaciones arbi-
int erés sistemáti co un ita rio. tra rias de los nombres y de los prod uctos ficticios de nu estra im a-
Lo que preferentemente interesa a este pensa dor y lo qu e par a gina ción . Por tanto, la validez: de un concepto com plejo sólo se
él constituye la verdad era pauta de enjuiciamiento no es pr ecisa- prueba cuando se lo desintegra en sus elementos "simples", cada
men te el contenido de estas o las ot ras tesis filosóficas, sino e! m é- lino de los cu ales pu ede ser mostrado como "con srruible" y, por
ta nto, como "posible".
rodo de int-'estigac ión por med io de! cual las estab lece y ratona.
El contenido origina rio del saber, del que ema na todo cont é-
Se ent rega con el mismo fervo r a la física racional de D escarte s
nido derivado, no es algo reunido y seleccio nado de cualquier
o a la " filosofía experimental" de Galileo y Bovle, a la teología
modo fue ra de nosot ros, sino algo qu e brota de una creació n d e
de Spinoe a o a la teoría de los cuerpos d e Ho bbes, pero lo hac e
nuestro espíritu. El intelecto, al crear gené ticamente los concep-
pura y simpl ement e porqu e, presci ndiendo de tod os los proble-
H\ S, crea al mismo tiempo el ma terial d el que pu ed e obtener en lo
64
D ESARR OlLO Y CVLMINA CIO N DEL RACIONA LISMO LEIBNIZ 61

suces ivo toda la plen itud del sa ber, med iante las variadas mu ta- nuestro saber empmco es de suyo imperfecto y ca rente de fu n-
ciones y tra nsposicio nes d e los ele mentos concre tos d e que se dam ento mientras no co nsiga mos llegar a comprend er las mismas
compone. cosas concretas y finitas y el acaecer finito y tem poral como un a
Leibniz, coincid iend o co n Spi noea, da el nombre d e int uicion consecuencia necesaria d e la existe ncia d e u na existe ncia primi-
a esta cap acidad prima ria y funda ment al de la libre fonrnu:m de genia , en la que coinciden el ser lógico y el ser real. T ambién
los conceptos: t y, al igual también que Spi noza, exige qu e se part a Leibniz, sobre todo en los comienzos d e su especulación , se m ueve
de las más alta s certezas intuitivas, de los testimon ios iniciales del todavía plenam ente d entro de esta concepción general, la cual
pensam iento mismo, para recorrer el camino qu e lleva a los cono- no ta rda en cobra r en el, ciert amente, u na restricción muy carac-
cimientos mediatos y que pasa por toda la serie d e las "causas" teríst ica.
condic ionantes. "Un conce pto primit ivo - leemos en uno d e los fragmentos
Pero, ya e n este punto, en el q ue vem os a Leibniz moverse ro- de la característica gene ral- es un concepto q ue no pued e ser
davia de lleno d entro de la órbita del pen samiento com ún a toda redu cido a otro, por cuanto el objeto a que se refiere no presen ta
la metafísica racionalista, empiezan a de stacarse los rasgos ca rac- otras características, sino qu e se manifiesta sola mente a trav és de
te rísticos y d iferenciales. s¡ mismo (sed est ind ex mi) . A hora bien, un concepto así sólo
El punto supremo de todo saber 10 marca, según Spinoza, la puede darse con respec to a aquella cosa que es conocida por si
idea de Dios. Ella y sólo ella constitu ye el fundamento consciente misma, es de cir, con res pecto a la sustancia suprem a, o sen Dios.
d e sí mismo por donde debemos comenzar para llegar a un cono- Todos los conc eptos derivados que podemos llegar a form arnos
cimiento firme y fundad o de los modos dependientes. Todo sólo pueden ser adquirid os por medio de este con cepto primitivo,
de tal modo que en las cosas nada existe sino por la acción de
1 V. N ou"e<1UX En a;s sur l'Enum d f ment hu m ain, libro IV, ca p. i, S I Dios y en nuestro espír itu no puede pensarse nada sino a tr avés
(Gerh. V, 347): "O n peu r dire qu'une cormo tssance in ruirive ese co m prise de la idea de D ios, aunqu e no podam os llegar a conocer con abS();
d a ns les d éfmitions lo rsque le ur possi bilit¿ paroisl d'a bord. El de eeue maniere
re ures les déf in il ion s edéqua tes conr ien ne n t d es vérités p rim itives d e raiso n et
luta claridad de qué modo brotan de Dios Ú1s de Ú1s
par conséq uem des con nclsse nces in ruilives." C f. especialm en te Gnh. VII, coses o cómo emanan las ideas de las cosas de la idea de Dios,
310: " Defmirio real is <'$t ex qua ccnsrae d efin itu m esse pcssíbtle nec implicar e en lo qu e tendría qu e co nsistir el último análisis o el conocimiento
contradic rionem••. lta que ddin itio nel ca usales q uae RC' ner.lione m re¡ co n ri- adecuado de roda s las cosas por virtud de su ca usa." 2
ne nt , reales quoque su nt ; idea s quoque rem m no n cog itamus, n lsl qu aten us No cabe du da de que son ciertos conce ptos y giros de la me ra-
earu m possibilitat em intuernu r" (Sp« imen inventorum de adm irandis narurae
O enera1is arcan is). física spinozisra los que inspiran estos pensamientos de Leibniz,
IExplicacio n d e las abrevia tu ras emp lead as en las cit.. de las obras d e peto al mismo tiem po vemos con tod a cla rid ad cómo éste maneja
Leilmiz: con una lógica crítica m ás mad ura y más libre las premisas d e esta
G erh . = Die phifosophi sch en S<.:hrilr en tl on G. W. l,..,.ihn it, ed itad as por rnetafisica . La posibilid ad de hacer que tod o el ser se remonte
C. J. G e rha rd r, 7 vol$., Ber lin , 1875-1890. hasta sus d eterminacion es primarias y absolutas, es decir, h asta
Malh. = vih n.it ens mdlhem ilot ische 5 chriften , eds. por C. 1. Ge rhar dt, 7 vols.,
Berlí n, 184&.1863. :: "Inercd a ctio ad Enciclo paed iam ercanam sive In itia e l Speci mina Scten-
O pu sc. = OPIU CU leS er fra gmenrJ in ¿d irs de Leibni t. Extra¡lS d es m anu scri tJ nae Generalis, ere.", O pu se., p. 513. E! te f ragme nto debió de red actarse en una
de la Biblioth ¿que ro)a1e d e Ha n no"er, por Lo uís Co u tur at, Pari s, 1903. (o pon temprana, como lo indi ca, a parte d e la s rela cion es con la metod ología
Ila"pt schr. =G. W·. Leibnit. llaupuchri fren zur Grundl egung der Philoso. la circuns tanci a d e no a parec er tod av ía claramente fijada aq uí la
phie , tr ad. de Artu r flu chel1au, ed. por Ernst Ca ssíre r, Z vo!s., Leipú g, I"r m ino !ogía: así, por eje mpl o, el concepto "pos ible" se contrapone como "COI'.-
1904-1906 (Philo<o/,hischc D¡bliot hek , t. 107 y 108) . I'r ptus aplu s" al "ccncep tus inepun", su primiéndose en cambio el térmi no d e
Leibn. 5yst. = L.,ib'n it ' SyJtcm in reinen wiss<",,-,chafllichcn Grundktgc rl, "ro nceptus rca lis" (el ún ico usu al e n u n perí od o post e rior}, e rnple ed o e n los
ed . por Ca s., ire r, Marbuf go, 1901. ) "o mir nzos por Leíbnír.
LEIn NIZ 69
68 DESARROLLO Y C ULMINACIÓN DEL RACIO NALISMO
dez con la afirma ción de q ue la idea verda dera es test igo y garan-
"Dios" y la " nada", rebasa -como el propio Leibniz advierte tia de si misma y de 10 fal so, Leibniz no se ca nsa d e aho ndar en
exp resa mente- la med ida del conocimiento humano. Por eso, en este pun te, consta ntem ent e, en el má s riguroso a nálisis crítico.
vez de proba r total mente a priOTi la posibilidad de las cosas, debe Los eleme ntos de la deducción no deben to ma rse co mo algo evi-
basta rnos con red ucir la m uched umbre infini ta de lo pensado a dente de la intuición inmedi ata, sino que d ebe n irse obteniendo y
unos cuantos conceptos cuya posibilida d debe ser post ulada , o bien elaborando poco a poco, en u n a nálisis lógico cada Vt:Z m ás pro-
de mos trada por la experienci a, es decir, ex pon iendo la rea lidad fundo. Sin q ue exista, a la postr e, d uda algu na de q ue, dent ro
de Jos objetos sobre q ue versa n los concep tos d e que se tra ta. de los lim ites y de la condicio na lídad de nuestro conoci mien to
" A sí, en la geometría, las órbitas de todos los puntos movid os científico, esta labo r no llega a su remcre definitivo en ningú n
se red ucen exclusiva ment e a dos movimientos, a l que se d esarro- punto.
lla en linea rect a y al qu e se desa rro lla e n línea circular. Par rien- Las ciencias espec iales pueden y deben, evidenteme nte, empeza r
do de estos dos mov imientos puede probarse, en efecto, q ue son II desarrollarse partiend o d e primeros principios q ue sient an hipo.-
posibles todas las otra s líneas, ta les como, por ejemplo, la pará- t¿t icame nte sin preocuparse d e si estas pre m isas no serán, a su
bola, la hipérbole, la co ncoide y la espiral. . . Claro está q ue es • . P
W:, susceptibles de u lterior aná lisis y si no lo reclamaran. e ro,
difícil dar d esd e el prim er momento de finic ion es causales perfec- lo que para ellas consti tu ye un dato segu ro y fijo es pa ra la lógica,
ta s de los pri meros conceptos, es decir, definiciones que prueben por el contra rio, el verdade ro problemtt, q ue no llega a
a priori la posibilida d de la cosa; estas definiciones pueden ser Jamás. La prueba de los su puestos axioma s, por muy evidentes
sustituidas, sin embargo, a veces, por d efiniciones nominales por q ue le parezcan a la representación de 101' sent idos, por mucho que
medio de las cuales la idea considerada se reduzca a otras ideas se insinúen en ésta , debe postul arse sin cesa r: los verdad eros ele,
qu e perm itan llegar a compre nderla, au nque no sea n capaces de memos que al principio parecen esta r ante nosotros en tangible
hacernos penetra r ha sta en sus prim eros elementos." oS cercanía, van alejándose cad a vez m ás desd e el punto de vista
De este modo, aunque la derivación apriorisrica pura de cual, de la reflexión cientí fica.
qu ier co ntenido sea retenida como problema genera l m ediante la El crite rio último y el su premo concep to de los que ha de deri-
demostra ción de su "gé nesis" o de su "caus a", se apu nt a al m ismo V:1Tse toda certeza no son, por tanto, para Leibniz, el concepto de
tiem po hacia una serie de pasos del pensamiento medi adores y Dios sino el concepto d e la verdad. El filósofo nos d ice --en sus
pre limina res que deben necesariament e preceder a esta o peración. Iundamcn tales Meditatio nes de Ccgnmone, Veriuu e et ldeis, es-
Es necesario un la rgo y laborioso t rabajo de análisis conce pt ua l, la eneas e n el año 1684- que no pretende to mar ninguna decisión
clasificació n y el análisis cons ta nte me nt e reno vados de nuest ros acerca d el problema de si el conocimiento humano puede llegar
concep tos empíricos y puros, antes de q ue pod am os llegar a aq ue- a un análisis perfecto de las rep resen tacion es, es decir, a las pri:
1100 prime ros elementos co n los qu e tiene que com enzar la es- meras posibilidades y a los co ncep tos acerca de SI,
tructura sintética constructiva del conocimien to. dicho en otras palabras, será posible llegar a red ucir nu nca todos
Mientra s que Descar tes, par a d emostra r los conceptos y los
I,." pensa m ientos a los atributos absolutos de D ios 1
mismo, como
• P
principios sup remos, se remitía exclusivamente a la claridad y la .
n 1as pnmer __" , u " y a l Fundamento últi mo de as cosas.
as causas ero
nit ldez psicológicas con q ue nos los rep resent amos, y m ientras q ue
Spinoaa a callaba toda duda con respecto a su incondicional vell- l "An vero u nq uam ab h ominibu e p erfecta intitu l poss it ana lysis
aive nn ai! pr ima lJ05sibi!ia nc ncticnes irreso lub iles, ove (qu od eo de m ,red Il)
11 "De O raeuc sive Ar te Magna cogitan d i", Ol'usc., pp . 429 55. T amb ién el , . A'tribul<1 Dei n emp e causas prim as arque u lti mam rerurn rano ne m
1I'1 11 11b.'.,u ... . , "G h IV
este fragmento pertenece, ve roslrnilme n re, al p rimer p er íodo de la Iilosofin de ' ''ílitalio lles sua s reduc ere po"in t, mlt1c l.J.uide m d efinir é 110n ausrm. .rern, ,
Letbnü y, en todo caso, al períod o ant erior al añ o 1686. (V. ace rca d e esto la 125 (;:;::: Hca peschr. 1, 27).
obs ervacfó n d e Co uturat, l. c., p. +30, n ota 1.)
70 DESARROLLO Y CULMINAC ION DEL RACIONA LISMO LElIlNIZ 71

esta resignación no afecta a la verdadera meta ni al mé todo de la cepción emp írica usual suele ver en el JUlC lO una yu xtaposición
te oría general de los princi pios. Hay algo que, por lo menos, es de elementos d ifer entes y extra ños los unos a los otr os, que en-
necesario poder contesta r de un modo claro y unívoco: lo que lazamos entre sí de un modo cualquiera; el pensam iento limit ase
para nosotros significa la "verdad" y los supuestos que van env uel- a registrar un engarce efectivo, que se ofrece fort uit amente a la
tos en este concepto. observación. El qu e un conce pto a con tenga un elemento carac-
"Así como el que qu iere const ru ir sobre suelo arenoso tiene teristico b sólo significa, con arreg lo a esta concepci ón, qu e estos
que cava r y cava r hasta encontrar cimientos firmes, y como el que dos factores a y b ap arece n norma lment e juntos, ya sea en nu estro
prete nde deshacer un nudo necesit a encontrar un punto por el pensamiento o en la experiencia.
que comenzar a d esenredar el hilo y como Arquímedes pedí a un Ahora bien --debemos preguntarnos- , zen qué se basa la
punto fijo sobre el que apoyar la palarg para pod er mover la más certeza de que lo que de este mod o apa rece reunido en un número
grande de las cargas, así ta mbién, pn.rl} .poder fundamentar los grande de casos, forma tambi én u na unidad conform e a las leyes
eleme ntos d el saber hu ma no, hay qu e encon tra r un punto fijo y lógicas generales? La valid ez de la observació n no va más allá de
firme en el que poder apo yarse, par a avanzar con segu ridad par- la realidad misma de los hec hos. No nos ofrece, por tanto, más
tiendo de él. Pues bien , este comienzo hay que buscarlo en la que una agru pación de casos concretos, de cuya ac umu lación , por
naturaleza general de las verdad es (in ipsa gene ral¡ n atura V eri- mu y gra nde y extensa que ésta sea, no podremos nu nca d erivar
ta tum)," una regla necesaria.
No es, por tanto, el he cho psicológico de la concien cia d e sí Por tanto, para que pue da existir una verdad fija y perm a-
lo que sirve a Leibniz de pu nto de partida, sino que éste arranca nente d e los juicios, no d ebe ser continuamente dudoso, por mu cho
de la naturaleza en general, es decir, de la definición d e la verda d que ava ncemos, si determ inadas aseveracion es son ta n sólo asocia-
misma. Basta con que d esarroll emos de un modo com pleto los ciones fortuitas o casuales de re presentaciones u ofrecen, por el
postul ados qu e se contienen en el concepto del saber, para descu- contrario, de una vez por todas e ind ependient ement e de tod as
brir el con ten ido del saber, contenido seguro y m últi ple. las prue bas pasadas o fu tu ras, una garantía de validez incon-
El contenido de la filosofía leibniaiana tiene su raíz en las pccu- dicional, sino que tiene que h aber necesar iamente alguna clase
liaridades form ales de su conce pto del conocim iento, y de ellas de enlaces, cua lesquiera que ellos sean, que no se deriven de la
irradia la luz qu e la ilum ina . comparación empírica de lo conc reto, sino de relaciones objet iva-
mente necesaria s e incon movibles entre las ideas misma s.
Ya en una de sus primeras obras sistemáticas , en el estudio
sobre el estilo filosófico de Nizolio, escrito en el año 1670, des-
arrolla Leibniz con toda clarid ad y prec isión la idea de que d eben
Si partimos -como el pla nteam iento leibniziano del problema lo postula rse esta clase de relaciones como condición y fu ndamento
requiere- del análisis de los juicios y no del an álisis d e las cosas explicativo de la inducción m isma. Ya veíamos cómo en la lógica
y si nos preguntarnos cuál es el criterio general sobre el que des- de ,Nizolio se int ent aba destruir la significación sustanti va de las
cansa la validez y la seguridad de un juicio cualqu iera, vem os verdades " abstrac tas" . Según ella, el concepto no es m ás qu e
qu e el pred icado debe ha llarse "incluido" en el sujeto de un modo la ab reviación y el compendio de los diversos h echo s concretos
o de ot ro. El juicio no añade nad a extraño ni externo al conte- observa dos, reun idos bajo un nombre común. No se trata , por
nido d el concept o del suje to, sino que se limita a poner de mani- tanto, d e un medio y un instru mento de investigación, sino tan
fiesta y a explicar la riqueza de su significación id eal. La con- sólo de un recept áculo para la conservaci ón de conocimientos
O puse., p. 401. emanados de ot ras fuentes y que tienen qu e buscar en ellas su
72 DESARROLLO Y CU LMINACIÓ N DEL RACIONA LISMO LEIBNIZ 73

fundamento y 1'U ra zón de ser. La supu esta "deducción ", qu e saca clusiones basadas en la experien cia. En efecto, el meollo del m é-
sus conclusiones pura y simplemente del contenido de un concepto, todo inductivo consiste precisame nte en pode r saca r de un núm ero
no procura la m enor idea n ueva, sino que se limita a des taca r y reducid o de casos d irecta mente observados conclusiones relati vas
su bray a r un caso concreto que ha contribuido y tenía necesa ria- a casos innumerables, q ue hasta aho ra no se han d ado nunca di-
m en te que cont ribu ir a la forma ción del concepto genera l. Pro- rec ta mente en la observaci ón.
cede de un a totalidad de conocimientos q ue ya poseemos a un a A hora bien, équ é es lo que nos garantiza la afinidad int erior
parte contenida en ella; por tanto, no enriq uece, sino que, por ent re estas dos series, la reiteración de resultados idé nticos, e n las
el cont rario, est recha o limita el horizonte de l saber (d. t. 1, mismas o parecidas condicionesi Lo¡ "cert eza moral" con qu e de
pp. 175 55.) . lo dado ind ucimos lo que aú n no se:: ha da do, del rasado al fu tu ro,
A esta concep ción enfrenta Leibn iz una visión nu eva y más sólo es va lede ra de por si en cuanto pueda apoyarse en el POSllV
profunda del sentido del juicio "ge ne ra l". Si la gene ralidad del lado lógico d e las leyes por las q ue se rige rodo el acaecer. C uando
concepto consistiera tan sólo en la confl uencia y la suma de lo hablam os de una "probabilidad " inductiva, da mos ya por su puesto,
concreto, no pasaría de ser una vac ua pericio princip.¡i, pu esto que lógicamente, el riguroso concepto racional de la Vt.'rdaJ. Dicho de
se propondría descub rir y fijar de nuevo lo con cret o por med io I uro mod o: admitimos y colocamos a la cabeza ciertos principios

del con cepto. Pero, en realidad, lo general significa una dererm i- que no proceden de la cons ideración de los casos concretos, sino
nación tot alm ente sustra ída al cam po de 10 meramente cllam ita- de "l a idea general o de la defin ición de los t érminos mismos",
noc y situada de lleno dentro del criterio d e la consideración "Es claro, por tanto, que la ind ucción no crea de por sí nin gún
puramente cua litati va. El qu e un conce pto posea una d eter minada saber, ni siquiera una sim ple ce rteza mural , sin apo yarse para ello
cualidad no qu iere deci r que ésta se dé de un modo concre ro en en ot ras bases que no d escansa n sobre la ind ucción misma , sino
todos SIU eje m plares, sino que en su definición -formada con sobre los fun damentos gene rales de la razón. Pues si estas bases
absoluta ind ependencia del hec ho d e que en la na tural eza de las descansa ra n sobre la inducción, tend ría n que a poyarse, a su vez,
cosas se den ejemp los concretos del conce pto, y cu ántos-e- se con- en ot ras, y éstas, a su vez, en e rras, y así sucesivamente hasta el
tienen necesariamente dete rminadas cualidades derivadas. infin ito, sin llegar a e ncontra r nu nca una cerreca moral.v "
La " tot alidad" d el concepto no es, por tanto, u n rc uen d ís- Si n em bargo, por m ucha q ue sea la importan cia de estas pn-
cre rum, sino un rcnen d istributivu m, no un todo a ritm ético, sino meras afirm aciones en cuanto a 13 trayectoria de conjunto de la
u n todo lógico. U na vez que captamos el sent ido ideal de un con. t eo rí a leibnizian a del conocimiento, no se contie ne todavía en ellas
ce pto, para lo cual no neces itamos exam inar d iversos ejemplar es el verda de ro pensamiento básico y original d e la filosofía de Leib-
de él, sino que nos bas ta con enfocar el acto unita rio d e su cons, niz. Hasta aho ra, la separación y la relaci ón e ntre lo "genera l" y lo
rrucción genét ica, pod emos esta r seguros d e que lo que se der iva " part icular" no ha aband onad o toda vía, en principio, la send a tr a-
de este sentido y cont en ido del conce pto es ta m bién a plica ble a dicional. Segui mos tenie ndo mu e nosot ros dos fu em es
todos y cada uno de los mie mbros de su ex tensión. fa/es de conocimiento, consideradas en su interdependencia y, por
" Si decimos, por ta nto, que todos los hombres son seres vivos, tanto, coexistent es y con su propia sustantividad la una junto a la
esta defin ición tiene un sentido dist ributivo: tanto da que torne- otr a. Los princi pios de la razón forman las bases y los medios nuxi-
mos a este hombre o aqu él, a Cayo o T icio: sea el que fuere, se liares ( admin icula) d e los principios de la expe riencia.
tratará siemp re de un ser vivo y dotado de sensación." Sin em bargo, partie ndo de aquí, la ref lexión lógica tiene que
En cambio, si fuese fun dada la concepción de Ni aclío, con ir m ás allá y calar más hondo. Para que verdaderame nte pueda
ella cnreccr fn de base, no ya solamente todo conocimiento racio- alcanza rse la meta de l conocimiento racional , es necesario que
nal, sin" sobre todo el valor y la razón d e ser de la s propi as con. 6 V. el prólogo a la edición leihniziutlu de NizolillS, Gc rh. IV, IGO n.
DESARROLLO Y CULMINACióN DEL RACiONALISMO LEIBNIZ 75

la razón se sobreponga a esta fu nción pu ramente auxiliar y subal- noscenres, desc ubrimos simp leme nte por la vía cmpm ca, es decir,
te rna y se erija en instancia suprema y decisiva, capaz de conferir por medio de las percepcion es de los sentidos o de nosot ros mis.
de por sí, de mod o independiente y pleno, su valor propio a la mas, son en realidad el exponente y la expresión de conexion es
"verda d". objetivas, que existen de por si, "a parte reí", en virt ud de la s leyes
D el mismo modo qu e no existe una "doble verdad", un a para de todo acaecer. Las d os determinacion es que a rticulam os en un
las cosas h umanas y ot ra para las cosas divinas, no pue de existir juicio empírico no podrían coexistir en la expe riencia si no se
ta mpoco una "verdad do ble" para el campo de nuestro conoci- hallasen condiciona da s entre si, de un modo o de otro, interior-
miento de la realidad, visto en su conj unto. Si no s fijamos en el mente, por virtud de la na tu rale za d e Jos conceptos.
modo como em pezamos a conocer d eterminados principios, pode- Esta concepción fu ndamental se manifiesta todavía más clara -
mos, evidentemente, distinguir juicios de diverso origen, unos d e mente cua ndo la t rad ucimos al lenguaje más conocido y más po-
caráct er empírico y otros de carácter racional. Pero, si paramos pula r de la s te orías psicawgicas de Leibni z. Para pod er dar algo
mientes en el modo de su fu nd am entación, vemo s qu e todos ellos ni espírit u, es n ecesar io que éste 10 ext raiga d e su propio seno. Aun
pert enecen , sencillame nt e, a un tipo único y rigurosamente uni - en aqu ellos casos en qu e parece com portarse d e un modo pura-
tario . N ecesariament e tiene qu e manifestarse en ellos, siempre , un mente receptivo, en que no tiene , al pare cer, otra misión qu e la
ne xo lógico que une al sujet o con el pred icado; necesar iame nte de posesionarse de la materia que se le brinda y elaborarl a, el espí-
tiene que dem ostrarse, por la sim ple consid eración de las "ideas", ritu, como revela una consideración más profund a del proble ma, es
la coincidencia entre el sujeto y el predicado . siempre el creador de sus conceptos y pensamientos.
Las verdades necesarias y las fortuitas sólo se distin guen, desd e Es cierto qu e en la primera versión, en la versión exot érica
este punto de vista, con arreglo a la m edida en qu e en ellas puede de la doct rina leibniziana , el intelecto aparece defin ido solame nte
cumplirse esta exigencia: en las primeras, el aná lisis llegar a su cuma el fun d amento de las verdades generales y necesarias, en-
punto final, pudi endo destacarse aisladamente y mostra rse clara- comendándose, por el contrar io, a los sentidos y a la per cepción
me nte en ellas los mome ntos comunes contenidos en el concepto externa el conocimiento d e 10 parti cul ar," pero los Nouveaux Essais
de sujeto y de pred icado, mientras qu e en las segund as solam en te rectifican en seguida esta exp osición. Ninguna experiencia es capaz
se da una constante alJoroxi mación a esta meta. (V. infra, III.) tic inculca r en el yo un contenid o cua lq uiera, generala pa rticular,
Pero, sea o no asequible para nosotros esta meta, ya se pro- que no se h alle ya presente en él y que, por tanto, no pu eda llegar
yecte en una lejan ía finita o infinita, el cam ino qu e a ella cond uce 11 com pren d erse plenamente pa rtiendo d e las condiciones qu e el
se h alla trazado íntegra y unívoca mente por los mét odos racion a- Si, po r tanto, toda ve rdad t iene su prueba "apriorística", ello n o q uiere
les d e cará cter general. La misión del conocimiento consiste en ir d ecir, sin emb argo, qu e se co n viert a en un ju icio analítico en el sent ido
analizando pro gresivame nte cada una de la s verda des de hecho h ntiano, pue s au nq ue tod o ve rda dero princi pio llev e el pr ed icado "implí cito"
que la experienc ia nos ofrece el e tal mod o, qu e vaya desintegrá n- en el suj eto , la " posibilid ad " d el sujeto m ismo de scansa sob re u na "d efin ición
do se para nosot ros cada vez más en sus "fundam entos" ap rio- Ilené tica", es decir, ha bla nd o en térm ino s kan tianOS, en u n acto de sínte sis
Hud ec tu" [ pura. Las objecion eo qu e C ou turn r formu la en contra d e esta con-
risncos." T amb ién aquellos ju icios que nosot ros, los sujetos cog-
"e pc ión ("Le Svstérne d e Leibn iz, d' ap res M. Cassirer", en Revue de Mira-
7 "Q \lan t a la M étaphvsiq ue, je pré ten ds d'y don ne r des d érnonstrarlons "I ly_,ique el de Mora[c. ene ro de 1903, especialmente p. 96) n o respo n den
Geo mérriques n e su pposant presq ue q ue deux véri tés pri miti ves, savoir en p re- IU!l tO a un a in te rpr etación divergente d e la teor ía de Leib niz co mo al he ch o
mier lteu le princi pe d e con rradíceíon. •. el en deu x ieme lieu , qu e rien n'es t ol e <¡u e Cou tura t concibe d e un m odo demasiado estrech o la an títesis kan-
sans raison, ou qu e route v érit é a sa p reuve a priori tirée d e la no tion des ter- t l"lln d e lo "a nalítico" y lo "sintét ico". (Más d etalles acerca de esto en nue stro
m es, quoy qu' j] n e soit pas toufours e n ncrre pou voi r de parven ir ¡, celte tl lwlio "K ant u nd die mod ern e Marhema tik", en Kant_Stu dien, t. XI, 1, fe-
an alyse." Carta a Arnau1d (14 d e juli o de 1686) ; Gerh. 11, 62 ; d . espe cial_ l'len ) d e 1907.)
men te O puse" pp . 402, 513 ss. No uvea ux Essais, 1, 1; G erh . V, 76.
76 DESA RROLLO Y CtJLMIN AC10N DEL RACIONALISMO
• espíritu mismo alberga. en sí. C ua ndo decim os qu e es la naturaleza
LEIIlNIZ 77
de las rosas la q ue nos transm ite e inculca este o aquel conoc í- esta idea d escansa y en ella consiste el esbozo d e la "Scienría ge-
miento, nos limitamos a emplear una metá fora cómoda y ad misible ncralis", tal como Leibniz la d esarrol la y ra zona.
en el lenguaje usual, la cua l, sin embargo, se viene po r tierra ante "La posibilidad de semeja nte ciencia puede probarse a priori,
la reflex ión filosófica, a la manera como ante el sistema cósmico au nque la gran mayoría de las gentes, en cosas de este tipo, sólo
d e la astronomía cientí fica pierde todo sent ido y tod a razón de ser admita y comprenda genera lmen te prueba s a posceriO'fi, es decir,
la habitual concepción antropomórfi ca del mundo transmitida pru ebas basadas en el resultado positivo ya comp robado. D igo,
por la in tu ición de los sent idos. Lo q ue llamam os la naturaleza de pues, q ue si un ángel pu diera comunicarnos una verdad o una
las cosas no es, en último resultado, otra cosa que la na turaleza nruíeud técnica cualquiera, partiendo de aquellos primeros prin-
del espíritu y de sus " ideas innatas".o Las normas de la exp crien- cipios, que se da n ya en nosotros, nos encont raríamos con que nos-
cía sólo nos ofrecen el ejemp lo y la materiak :ación d e un "axi oma" ot ros mismos ha bríamos pod ido llegar a d escu brirla directame nte
necesano.w apoyándonos en esta ciencia gene ral, con sólo dirigir nuestros pen-
Podemos, pues, afirm ar "que tan to las verdades origina rias semien tos a la in vestigación de esta verdad o al logro de este resul-
como las d erivada s est án todas en nosotros, puesto qu e tod as las tado técnico. La razón d e esto, expuesta m uy breve me nte, reside
ideas de rivadas y todas las verda des que de ellas se siguen son el en que nadie, ni siquiera un ángel, pu ede indi carnos nad a si nos-
resultado de las relaciones entre las ideas originarias que en nos- otros mismos no com prendemos las con diciones de la cosa (ni si
otros se d an ".1t La verdad d e lo partic ula r y de lo efectivo brota qu nrenu s requisita eiue rei inteIligim us) . Ahora bien, las condí-
siemp re del entrelazamiento y la síntesis de los principios general es d ones que forman el predi cado de tod a verdad se contienen ya en
de la razón. del sujeto, y las cond iciones de l resultado que buscamos con-
La lógica cobra, así, un sentido totalmente nuevo y adq uiere tienen, al mi smo tiempo, los medios necesarios para su consecu-
un a nueva e in mensa misión. No pued e segui rse contentando con ción. En esta prueba se hallan contenidos todos los recursos de
describir y reducir a sistema las arti culaciones "formales" del pen- r- xtn cienci a." 12
samienro, sino que ahonda en el con tenido objet ivo del saber mís- Co mo vemos, el pla n de la "Sc lcnna gener alis" presupone,
roo. Es ella la que tiene qu e exponer aquel " entrelazam iento" de de un a parte, el conce pto leibni:iano de la conc iencia, a la pa r
los concep tos fundamentales y los principios fun damentales de la ' lile, por otra parte , lo lle va a su rema te y a su realización concret a.
razón d el qu e brota el conocimiento objetivo d e lo concreto. 10' 1 mate rial de tod o saber se ha lla ya cifrad o y preparado en nos-
Estas relaciones nos revelan ya la íntima rel ación que, d esde otros mismos; la ciencia genera l sólo se propon e tra zar el camino
el pu nto de vista de Leibniz, cxisre entre la 1000ca y la comb ina- I'0r el que pod emos llegar progresivamente y por med io de un
toria. C ualquier result ado, q ue pueda da rse en el acaecer real método riguroso a ac:lt¡ lti rir este nuest ro propio y genui no patr l-
por la combinación de d istint as condi ciones, determinadas m utua- uionio.
mente entre sí, habría pod ido preverse y establec t."Tse med iante un Toda conocimient o consiste, por ta nto, en el gradual esclarecí-
ent relaza miento adecuado de estas condicio nes, todas y cada un a miento y en el cla ro a n álisis de lo que en un principio sólo nos
de las cua les se bailan integramc nte en nue stras manos. Sobre da do como un caos de m últiples y variadas impresiones. Cuan -
, NOlne." ...r ES54is, l. 1, p. 21 (d. el texto en la edición de Erd mann de las ro más vayamos red ucie ndo a Im idad es lógicas más altas y más
01'<'Ta ph ilo>oph ic.<l [ Berlín, 1640j , p. 211; COICj:IflJo co n éste el de I Inras las distint as y con t radictorias impresion es de los sen tid os,
Gerh:l.rdt, se adv ienen en él n u me rosas lallu nM) . aUI destruir po r ello su propia y espec ifica peculiarida d, más iremos
10 Nnu wau >: Es<ai" IV, 12, J; G<'tll . V, 430. acercándo nos a la meta del saber.
II Echa nrillon de R¿j1e>:iorlS sur le l. livre de I'Eu <ly .Ie l 'Enlendemcnr dc
I'llOm",.. (16981. V, 21. Las M editaciones acerca del conocimi ento, la \'Crdad y las
12 Gan. V II, 61 s.
LEIBNIZ
"
78 DESARROLLO Y CULMINACió N DEL RACIONALISMO

ideas, escritas en el año 1684 y a las Que Leibniz se remite cons-- por la vía de los conc ept os ernpmcos : pero tien e q ue ser, a pesar
ta ntemente más ta rde como el verdadero punto d e partida de su de todo , la guía consta nte que nos oriente y nos d irija en tod as
investigación sistemátic a, estu dia n este desarro llo grad ual del cono- nuestras investigaciones y que señale el camino general del pro-
cimiento. U na rep resentación es osc ura cua ndo no basta para re- creso a todos (os intentos de las ciencias pa rt icula res.
conocer la cosa representada; es clara, cuando nos pon e en con.
diciones de pod er hacerlo y nos su minist ra, por tanto, los med ios
para dist inguir el contenido de esta representación del d e cual. II
quier otra. En este segundo caso, la representación pu ede ser, a su
vez, dis tinta o confusa según qu e los eleme ntos característicos que La filosofía leibniziana se abre con el postu lado d e U II alfabe to d el
en ella se da n se d istinga n cla ra ment e y puedan destacarse en " ensamien to que nos per mita constru ir con un número relati va-
consciente sepa ración o se fun da n y confu nda n, JX)r el contra rio, menre peq ueño de ele mentos simples la tota lidad d el conocimie n-
en una imagen general d e conjunto que, a pesar de la nitid ez con to. Med ia, sin em bargo, un largo trecho desde el entusiasmo de
Que se nos ofrezca, no sea susceptible de ser ana lizada ulterior- Jos años juveniles hasta el d esarrollo de la idea ya madura da, la
mente en sus di stintos mom entos. El conoc imiento disti nto, por cual, después de ana lizada y modificada crítica mente una y ot ra
su pa rte , es adecuado cuando dic ho anál isis puede llevarse a cabo vez, queda siempre, a la postre, muy por debajo d e las esperanzas
Ínt egramente y hasta el final, es deci r, cuando cada uno de los iniciales. Todos los nuevos puntos de vista logrados por Leibniz
fact ores concretos puede des integ ra rse, a su vez, en todos sus ele- en la tra yectoria total de su teoría son at raídos en seguida a la
mentos constitutivos, construy éndose así todo el contenido d e la órbita d e esta gran tarea central y puestos al servic io de sus fines.
representación, unívoca mente, a base de los ele mentos primi tivos l'cro con ello va cambiando también, grad ual e insen siblemente, el
de todo saber, qu e no ad miten ya ningÚn a nálisis ulter ior. Final- carácter del problema mismo. Este no acierta a dom ina r el nuevo
mente, el conocim iento es simbó lico cua ndo se conten ta con re- con tenid o que constantemente afluye a él sin penet rar, a su vez,
producir el contenido por med io de signos, en vez de expone rlo en este mismo contenido, hasta q ue, por último, se ve determinado
d irecta mente en su totalidad con creta, y es intuitivo cuando no por él. En esta doble d irección del pensamiento nace y madu ra
necesita emp lear este recurso y a ba rca y com prend e rodos y cad a el sistem a de la filosofía leibniriana.u
un o de los momentos en el pensamiento rea l. La primera y más segura a nalogía con la concepción de la
" El ún ico conocimiento que podemos adquirir de las represen- "Scienria generalis" en su conju nto la ve Leibniz en la ciencia de
taciones primitivas d istint as es el conoc imiento intuitivo; en ca m- 1,1S números. Las Medueccnes sobre el conocimien to, la t'crdad
bio, el pensa mie nto de las representacion es complejas es, por lo y las nos hacen penetra r en la esencia y e n las relacion es
general, puram ente simbólico." 13 de los nú mer os, como el ún ico ejem plo en qu e e ncuent ra su rea-
Queda cla ramente deslind ada, así, la misión que se asigna a hmción casi perfecta el postu lado del conocimiento ade cuado.
la ciencia fundam ental. T iende a desa rro llar y desembrollar todo To do concepto qu e entra e n el cálculo, por comp lejo que sea,
lo complejo con ayuda de u na característica general qu e exp rese 1¡ desarrollar y razona r aq uí en d eta lle esta concepció n, ya a n-
las relaciones entre las ideas po r medio d e las combinaciones orde- ,rri "rmenre expuesta por nosotros (v. LeH",. $ )st., parte IV ) . Aunque ccin-
nadas de signos, haciéndolas con ello directamente asequibles a la con Co uturar en q ue la lógica el eJquc l1Ul formal sobre el
consideración y al man ejo lógicos, ha sta lograr que se d estaquen 'lil e descansa la estructura d el sistema, J ebe lnslsrirse, por o tra parte, en qu e
mat erial para su d esarroll o sale d e la cons id eraci ón de las ciencias "reales ",
clara y sustantiva mc nre las verdades in tuitivas originari as q ue les
I'rillr ip"lme n te d e los pro blemas planteados por el nu evo análisis. So lamente
sirven de base. Esta misión no puede llegar nunca a su término entre estos dos móvil es pu ede explicar el grad ual nací-
13 G eTh. IV, 422 s5. (=Hllupuchr. l, 2255.) . ... lento de la filosofía letbninana.
80 DESARROLLO Y CULMINACION DEL LEIBNIZ
'1
tiene que derivarse, en efecto, en perfecta cont inuidad, d e las ten ido, esta man era de considerar el prob lema se tra nsfie re a la
definiciones iniciales d e la unidad y la pluralidad , y todas y cad a totalidad del ser en gene ral.
una d e las relaciones conside rada s han de ser derivables del único "Como todo lo que es o pu ede ser pensado está form ado por
método fu nda mental , qu e es el de la nu meración misma. El nú- ¡Jartes reales o, IXIr lo me nos, imaginarias, aquello que se d istingue
mero es el prototipo form al de todo saber, sin que sea posible, específicam ente tiene necesa riamente qu e distinguirse, bien po r
por ot ra parte, imaginarse ningún contenido en cont radicción con poseer otras partes o por contener las misma s, ordenadas de otro
su ley. modo ." 16
"A lguien ha dicho que D ios 10 ha creado todo con arreglo a El art e com binatoria, que se pla ntea el problema de dererm i-
peso, medid a y n úmero. Hay, sin embargo, cosas que no pueden nar el número d e las posibles combinacione s de los eleme ntos
ser pesad as, corno son todas aquellas que carecen de fuerza o po- dados, encierra , por ta nto, el esquema fijo de cuantos proble mas
ten cia, así como ha y ot ras qu e no puede n d ivid irse en pa rtes y puede plantearnos la reali dad.
escapan, por consiguiente, a tod a med ición. En cambio, no hay " No soste nd rá qu e nos d esvia mos de nuestro tema -c-escribe
nada que pu eda sustraerse al número. El nú mero es, por tanto, Leibniz al fina l de su ensayo De arte combinatoria- nadie que
en cie rto mod o, una forma metafísica [u nda rnent al y la aritmé tica comp renda cómo todo brota interiorme nte de la teoría de las varia--
una especie d e estáti ca del un iverso , en la que se revelan las Iue rzns ciones, la cual con du ce a l espíritu que a ella se confí a, casi por sí
de las cosas." mismo, a t ravés de la totalidad infinita d e los problemas, abarcando
A hora bien, las fue rzas de las cosas, desde el pu nto de vista en si la ar monía de l un iver so, la estructu ra más Íntima de las cosas
en qu e aquí se las considera, son, sencillame nte, las condiciones y toda la serie de las forma s. Sólo una filosofía acabada o casi per-
lógicas de su interconexión. Así como todo número ---caso de fecta puede llegar a ap reciar ce rteramente la inmensa utilidad de
que no excluya toda d ivisión por otro y sea, JX'r tanto, u n número esta teo ría• • . Esta consideració n de las complexiones no sólo enri-
..srmp
. 1e " - pued e representarse como un f>rOd ll c t lJ de ot ros n ú- q uece la geometría, sino que traza ade más (siempre que sea cierto
meros primari os, pudi end o, en virt ud de esta divi sión, d eterminarse qu e lo gra nde está form ad o siem pre por lo pequ eño, ya se llame
cada uno de ellos por otros dos nú meros, así tam bién los con. esto átomo o mol écula) el Único camino para pen et ra r en los secre-
cepros com plejos deben ordenarse a nte tod o en determ inad as tos de la narura leza. Co noceremos las cosas tanto mejor cuanto
clases fund amentales, a ntes de poder contesta r de un modo rigu- mejor conozcamos sus panes y las partes de éstas, su for ma y su
roso y con ar reglo a un plan a la pregunta de si son com patibles situación. Estas relaciones entre las formas la s estudiamos prime-
entre sí. rnmenre, de un modo abstracto, en la geometría y en la estereo-
Llevando esta a nalogía consecuenteme nte hasta el fin, tend r é- metría; pero, al aborda r la historia natural y las cualidades de los
mos, por ta nto, que a cad a con cepto cor responde un de terminado cuerpos reales, se nos abren de par en par las puertas de la física
"número cara cterístico" , formado por los números de los di versos y aparecen claram ente a nte nues tro s ojos las propiedades de los
elementos int rínsecos concretos que en él ent ra n. En este sent ido, elementos, el origen y la mezcla d e las cualida des, así como el ori-
la condición de l verda dero juicio podría expresarse d iciendo que el J{en de la mezcla y la mezcla de las mezclas, con todo lo dem ás que
hemos admirado con asombro en la naturaleza." 11
sujeto y el predicado deben necesariamenre coincidir, es de cir, pre-
La atomí stica for ma, por tanto ---en la concepción general de
senta r un factor comú n, en cualq uiera de sus determ inaciones
la primera época d e Leíb nia-c, el necesa rio térm ino correlativo
fun damentales. y así como aquí el conce pto es pensado como
de la filosofía de la naturaleza en su de terminac ión del concepto de
un complejo formado por toda s las det ermi naciones de su con-
16 De Arre CombirUllOria (1666), USU5 Probl. I et U: Gt""h. IV, H .
u G..th. VII, 164 f Hawpuc hT. 1, 30). H De Arre CoOlbinatotia, Gt""h. IV, 56.
82 DESARROL,LO y CULMINAC ION DEL RACIONAU SMO LEIBl'<lZ 8J

la lógica; es, por así decirlo, la mat erialización sensible inme- estas man eras de pasa r d e un concepto a ot ro, gradas a una serie
diata del pensamiento de que tod o ser debe constr uirse a base de progresiva d e pa sos discursivos prescritos, representa una nueva
elementos "sim ples". y peculiar aportació n del int electo, qu e obed ece de un modo ge-
Pero el ensayo D e arte comb inatoria sólo contie ne un esbozo neral a leyes fijas y esta blecidas de una vez po r todas.
programático general, sin de te nerse a seña la r más detalladamente Se abren ante nosotros aquí, por consiguiente, ta ntos modos
el camino hacia la solución del problema. Más tard e, el propio del "cálcu lo" conc eptual como mod os de desarrollo dedeceao de
Leibn iz califica rá este ensayo como la obra de un joven dernasia- un conc epto a otro , d e una verdad a a rra, existen. Los mé todos
do poco versado toda vía en la ma temática pa ra poder ace rcarse de la a ritmét ica, consid era dos desde este punto de vista, no son
verdaderam ente y en d etalle a la gran meta que se d ibuja ba ant e otra cosa que modo s especiales de combinaci ón, que, en vez: de
sus ojos.t" Ha bían d e ser, en realidad, los modernos métodos geo- impo ner a todos los de más sus reglas especia les, tienen nece saria-
métricos y a nalí ticos, con los qu e Leibn iz no se famili ar izó hasta mente qu e d erivar su pro pia validez d e " for mas lógicas" su perio-
los años de 1673 al 76, d urante su estancia en París, los que lle- res. El núme ro mismo, qu e aho ra no se concibe y d efine ya, como
na sen de profundo contenido el esquema abstra cto de la ciencia en un princip io, como una sim ple suma de unidades, sino como una
universal, abriendo a nte su au tor la perspectiva d e un campo total- relación de magnitudes,u es tan sólo el caso más simp le de la re-
mente nu evo de problemas. ladón en gcne ra!.20
Leibniz se ve empuja do ahora por toda s partes a remontar la C laro está qu e la versión tradic ional de la lógica no acierta a
mi rad a sobre el hor izonte estrecho de las consideraciones pura- dominar el contenido que aho ra se d espr ende del trat amiento
men te ar itmÉticas. La geometría analítica le brinda el ejem plo de y el a nálisis de las cienc ias especiales. La obra de A ristót eles
curvas cuyos valores de abscisas y ordenadas se hallan entre- -dice Leibniz en su carta a Ga briel Wagner sobre la uti lid ad
lazados por una regla fija y unívoca, pero sin que esta dependencia del arte de razonar-e- no es más que un comienzo y el ABC, ya
pu ed a expresarse en una ecuadOn algebraica de determ inado grado. que "existen otras formas más complejas y difíciles, a las qu e sólo
Se estab lece aquí, por tanto, una rigurosa relación sujeta a ley pu ede llegarse con ayuda d e estas primeras y más simp les, como
entre dos o varias magnitudes, sin que por ello una de las series por ejemplo las del razonam iento eucli diano, en el qu e las reglas
pueda deriva rse de la ot ra mediante la aplicación de las sim ples (proportiones) se t rasponen invertend o, compo nenda, di videndo
operaciones a ritméticas d e la suma, la resta, la m ultiplicación y re tienes, erc.; más a ún. ha sta las sum as, m ultiplicaciones o div i-
la división. siones de los números que se enseñan en la escuela son ya forma s
En general, es el concepto d e función el que ah ora viene a probatorias (A rgumenta in form a}, y si pod ernos confiarnos a ellas
ocu par el lu gar del conc eprc d e n úm ero, como el verdadero Iu n- es porque t ienen un val or probato rio en virtud de su forma.. .
dam en to y contenido d e la matem ática. Con lo cual experimenta A lgo sem ejante ocur re también con el álgebra y con mu chas otr as
el pla n de con junto de la ciencia universal una tr ansformación pruebas íormelee. , No es ne cesario precisamente q ue todas las
característica. Hasta aq uí, el interés recaía esencialmente sobre formas de argume ntación esté n concebidas así: ornnis, atqu e, ergo.
la determ inaci ón de los elementos q ue form aban los contenidos En todas las ciencias infa libles, cuando se las prueba exacta me nte,
compl ejos; ah ora , versa principalmente sobre las formas en que se apa recen incorpo radas, por así decirle, forma s lógicas superiores,
combinan. Los diversos modos como condicionamos mutuamente de las cuales unas fluye n de Aristóteles y otra s recurr en a apoyos
en nuest ro pensamiento distint os contenidos deben convertirse de
por sí en objeto de investigación, sin fijarse para nada en la ma- 19 Má5 det alles acerca de esto en nu estr a obra l.eibn. S"st., p. 139.
20 "Initla rerum Marh ematlcarum metaphv sica", Mat h. VII, 23; d . "Marhe-
t eria sobre la que versen los diversos contenidos. Ca da una de
Re os U Iliversali5 par! prior", M,uh. VII, 57, O puse., p. 349; carta a des Bosses
III G"h. VII, 186 (HalO puehr. l. 32) . ( 17 de ma rso de 17(6) , G" h . U, 304 5.
DESARROllO Y CULMINACIó N DEL RACIONALISMO LEIBNIZ 85

distint os. .• T engo por seguro , sin emba rgo, que el a rte de esta nidos más que d estruyéndolos, trad uciendo de antemano a un
razón puede consegui r cosas incomp arablem ente supe riores, y me lenguaje extra ño las relaciones existentes entre ellos, en vez d e ca p.
pa rece esta rlo viendo y sentir por a nticipado el gusto de ello, au n- rarlas en su in med iata pecu lia ridad. Y no siempre resulta fáci l,
que difícilmente llegaría a este resultado sin la ayuda de la mate- n i m ucho menos, traslada r d e nuevo di rectamente las af irmaciones
mática. Y aunque tenga razones para creer que ello se debe a que de este lenguaje a las formas a que prete nden a plicarse, es d ecir,
no soy novato en las cosas matemáticas, ya que desde los vein- hacer qu e a cada exp res ión del cálcu lo correspon da una constr uc-
te años de edad vengo publicando estudios sobre estas mat er ias, ción sim ple y determinada." Así, vemos cómo las verdaderas
me he perca tado, al cabo, de cuán compl icados son los cam inos relaciones de la situación apa recen, aquí, más bien veladas que
y de cuán di fícil me habría sido encontrar un a salida sin ayuda iluminadas, más bien toleradas q ue reconocidas como la verdad era
de la matemáúca interior".2t mela y el verdadero objeto d e la investigación.
l a matemá tica constituye, pues, el mat erial en qu e tornan Surge así un doble problema. Q ueda en pie el postu lado de
cuer po las múltiples formas de la deducción y del cual debemos no con cebir el complejo en su concreta to talid ad , sino red ucirlo,
resca tarlas en toda su pu reza. a ntes de ope rar con él, a sus condiciones simples; pero la derer-
la caract erística geométrica, descubierta por Leibniz, ofrece un min ación intrínseca del elemento Funda men ral no tiene más reme-
ejemplo clásico de cómo la deducción puede compo rta rse d e dio que cambiar. En vez del cálc ulo d e las magnitudes y los
u n mod o perfecto e independiente, sin recurrir para nada a la ayu- números, apa rece el cálculo pu ro de los plin to s." como la
da de las conside raciones de tipo C'IUlntiuUivo. Es un postulado línea recta se determ ina clara me nte po r dos de sus pu ntos, puntos
pu ram ent e crít ico y de principio el que impulsa a Leibn iz a d es- que indican con roda exactitud su sit uación en el espacio y sus
arrollar esta nueva disciplina. La geometría a nalítica, pese a la relacio nes con otras form as y figuras, pod ría aplicarse el mismo
índíscunble maestr ía técnica que la distingue, no Iorm a en sus punto de vista a todos los conceptos fund a ment ales de la georne-
premis as u n todo perfectamente u nitario y homogéneo. En vez tr ía y a las com binacio nes resulta ntes de ellos. En vez de presentar
d e hacer brota r rodas las form as de un elem ento fund amental, linte nosotros y comparar entre sí las distintas figuras en rod a su
vése obligada a mezclar y combinar en la explicación de sus pri- manifestac ión sensible, nos limita mos, en el aná lisis, a considera r
meras deter minacio nes, factores algeb raicos y geométr icos. Sólo solamen te aq uellos elementos con cel>tuales d erermmcnres nece -
a parentemente red uce todas las ca racterísticas de la forma sensible sarjos y suficientes pa ra llegar a form a rnos su concepto.
a valores y relacio nes pu ramen te numéricos: no en vano tiene T oda d ifCTencia q ue se aprecie entr e las formas visibles con-
q ue rec urrir, en la defin ición d el mismo siste ma de las coorde- cretas debe poder deriva rse plenamente de la diferencia e ntre estos
nada s y en 13 de rivación de las ec uaciones originarias pa ra la M IS momentos lógicos fund amentales, ya que no puede haber nin-
recta y para la d istancia entre dos pu ntos a principios que no po- guna di ferencia externa entre las form as acabadas que no emane
d emos demostrar sino con ayu da de la int uición geométrica.2:l de las con d icion es internas de su esta blecimiento y no encuentre su
Pero, aun de spués de dar estos primeros pasos prepara torios y de razón suficiente en ellas.
encauzar nu estras consideraciones de lleno por la vía de las abs-- "Si ciert as condicion es son verdaderament e determ ina ntes cabe
tracciones algebraic as, vem os que no se cumplen en ellas tod as deducirlo de ellas mismas, pata lo cual es necesario que su naru -
las cond iciones del auténtico aná lisis lógico. I nleza sea tal, que encierren en sí la creación o la produ cción de
La georncrrio ana lítica no puede llegar a dominar sus con re- 111 cosa apetecida, o por lo me nos su posibilid ad, y siem pre y

Ca na II Gabriel Wagner (1696), Ge rh. VII, 519-22. "D e A nalysi Sítus'', Math. V, 178 (Ha" pu ehr. 1, 69) u,
Curta a H uvs hens (1679) , Malh. Il, 30; "Characrcriseicn Geom étrica" "S pecimen Georn e trfae Luctterae'', MMh. Vl l, 263; "De ortu progressu
(10 de allosto de 1679) , S 5, Marh . V, 143; O IJU_,e., pp , 542 s. r! nnm ra Algebrae'', MMh. VII, 207 s.
86 DESARRO llO Y C ULMINACiÓN DEL RACIO NAUSMO LEIBNIZ 87

cuando que , en el desarrollo d e la prueba y d e la creación, se no siemp re esté en condiciones de pod er di stinguirlas a sim ple
ava nce siemp re con ar reglo a un m étodo fijo, sin q ue q uede ma rgen vista.
a la voluntad caprichosa. Cuando, ateniéndose a este método, se "Es cierto q ue un obrero o un ingeni ero, a unqu e sin conoce r
llegue, no obstante, :1. la creación de la cosa o a la prueba d e su po- tal vez plenamente la na tu raleza de estas figuras, puede llevarl e
sibilidad, de ello se dedu ce q ue el problema se ha lla plenamente a un gran geómetra la ventaja de saber d istingu irlas a simple
determinado." 25 vista, d el mismo m odo qu e un ca rgado r, por ejemplo, sabe indicar
El análi sis de la situa ción cumple, d e este modo, el com etido acertadament e el peso d e lo qu e se echa sobre los hombros, sin
gen era l que la ciencia universal d e Leibniz se plantea: red uce las eq uivocarse ni en una libra, sobrepasando en esto al mejor calcul a-
fo rmas acabadas de l pensamiento a un movimien to discursivo dor del mu ndo. .• Y, sin embargo, esta clara imagen o esta sens a-
que se desarrolla con sujeción a un a regla estricta y d etermina, ción que se posee de un decaed ro regular o de un peso d e 99 n-
part iendo de las peculia rida des forma les de este proceso, su resul- bras, supongamos, consist e solamente e n una idea confusa, ya q ue
tado defi nitivo. Los eleme ntos mismos no se dan ya por supuestos, no nos perm ite descub rir, co mo lo exige una idea clara , las propie-
sino q ue se calcu lan y der ivan d edu crivam enre. Jades de este peso o d e esta figura regular." 28
"Aspiro -dice el propio Leibniz, expresand o esta te ndencia- La perf ección y el m odelo d e este conocim iento claro y dis.
a d ar form a a mi calc ulum sítus, ya que hasta aho ra sólo teníamos rinto parece darse en la geome tría analítica, ya q ue, en ella, la
un ca lculu m magnitudinis, razón por la cual nu estro an álisis no ecuación de funciones en qu e consiste la definición de un a deter-
era per fecto, sed ab Eleme nrls Geometriae dependens. Pero yo minada figura, encie rra toda la pl enitud de los elem entos, que
qui ero que los elemenra m ismos se deriven per calculum, por sus escapa a cualquier capacidad sensible de distinción, en una única
pasos cont ados. De este analve¡ depende todo cuanto se hall a so- fórmula de cá lculo. Y, sin em ba rgo, tam poco aq uí se tra ta, roda-
metido a irnagin anon¡ distinctae," 26 vía, de un co nocimiento pl enam en te homogé neo y adecuado de
La Característica geomé trica ---c uya estructura m atem ática no las proporciones específicas de la situación, ya q ue los elementos
podemos seguir aquí e n deralle-c-" ofrece en su co nst rucción q ue toma co mo base la geometr ía a nalítica no son obra de una
un marcado ejemplo concreto de la teoría genera l de los princi- creación cons tructiva , sino q ue na cen m ás bien de la intuición,
pios de Leibniz, tal como se desa rrolla en las M editaciones sobre lo que q uiere decir q ue no se descomponen en su s úl timos ele-
el conocimiento. la verdad y las ideas. Mientra s nos limitemos a mentos co nceptu ales.
capta r las figur as directam ente por los sentidos, adquiriremos i7Jlá,.. Este defecto debe obviarlo el an álisis de la situación; pero sólo
genes claras y nítida mente perfiladas de ellas, pero esta claridad pu ede hac erlo si, en vez d e repetir explícitamente de nuevo y cada
de la imagen no afecta par a nada al carácter de la certera inh e- vt"z todos y cada uno de los pasos concretos de la investigación,
rente a estas representaciones, La geome tría no versa sobre estos loma como base una simbólica genera l, operando, no con la in-
productos de la imaginació n, sino tan sólo sobre las ideas d istintas mcnsa variedad de las formas m isma s, sino con signos ab rev iados
cu yo contenido cabe rete ner en una definición de validez genera l. de ellas, en los que se contengan y reproduzcan fielme nte, sin
A sí, el ma tem ático posee un conocim iento ta n claro ' del á ngulo embargo, todas sus re laciones. Llegamos así, por últ imo, a u n
d e un polígono de m il lad os como el q ue tiene del triángulo o del conocim iento simbólico adecuado qu e es lo má s alto qu e podemos
cuad rángulo, ya que sabe producir- todas estas figuras, aunq ue I'mtular o a que podemos asp irar dentro de los límites de la cien-
1 iu hu mana.
"Specimen Geomeet ee Luciferae", Marh. VIt, 262. "T odo Jo que la ima gina ción empírica conoce de las figuras
Math. VII, 355.
V. acer-a de esto, u ibnit' S)'srt'm, cap. m, y Co utura t, La Logique de
27
d erivado aquí de los signos por medio d e pruebas seguras, lle-
Lcibnit, cap. 9. 2" Nouveaux Essais, n. 29, 13; Gct h. V, 243.
88 DESARROLLO Y CULMIN ACIó N DEL RACIONALISMO LEIBNIZ 89

gándose por este medio a resultados a que jamás pod ría llegarse a los d istintos estados momentáneos y conc retos en el proceso del
mediante la representación de los sent idos. Y así, el complemento cambio constante, corre el riesgo de perder todo ser y toda esta-
y el perfeccionamiento de la imaginación, por así decirlo, se con- bilida d del todo; y, por el contrario, quien los ad mite, se expone
tienen en este cálc ulo de la situación, el cua l ser á de una utilid ad al peligro de conver tir en formas de la realidad, por hipóstasis, las
extraordinaria, ha sta a hora desconocida, no sólo para la geome- meras abstracciones del pensami ento.
tría, sino tam bién para la invención de m áqu inas y para la descrip- La salid a que Leibniz propone para escapar a este d ilema no es,
ción d e los mecanismos reale s de la naruraleaa.v w por el momento, de car ácte r wgico, sino de tipo metafísico. Lo que
Sin em bargo, el tr ánsito a los problemas d e la naturaleza no se nos revela como un acaecer contin uo e ininterrump ido, como
puede operarse de una ma nera brusca, sino qu e pla ntea a la cien- un a existencia unitaria que se manti ene con arreglo a leyes pro-
cia universal, ante todo, un n uevo y más profundo cometido. El pias y sobre fuerzas prop ias, es en realidad, si sabemos lleva r el
análisis leib niziano nace de la analogía de las conside raciones numé· análisis hasta la ca usa última de las cosas, el prod ucto de una
ricas, razón por la cual se limita tota lmen te, de momento, al campo ftctividad creadora divin a, constantemente renovad a. Par a per ma-
d e la varied ad di screta. Ni siquiera la investigación d e los proble- necer en el tiempo y ser objeto d e cambios, las cosas necesitan
mas geométricos trasciende al principio de este planteamie nto del de una ayuda de fue ra y de una acción espiritua l exterior, que
problema; no en v ario lo propio y peculia r de la car acterística constantemente las acom pañ a y se ejerce sobre ellas, Co nsidera da
geométrica consiste en que, en ella, la figura concreta, q ue forma la cosa en riguroso sentido metafísico, no es el mismo cuer po el
como ta l una variedad in finita de puntos, se ve red ucida a un qu e se ma nifiesta tan pronto en este como en aqu el punto del
número fin ito de puntos y representada exh au stivamente en ellos. espacio, sino que el cuerpo es más bien destruído en un punto
La con.tin.u.idad del espacio y del tiempo par ece escapa r, en efecto, del espacio, para crea rse de nuevo en otro pli nto cerca no a aquél.
al punto de vista que hasta ah ora ven íamos adoptand o. Parece T odas las dificultades desap arecen t an pronto como comprende-
falla r aq uí por ve: primera el método general de la disolución mos que el movimiento no debe con cebirse como un tránsito con-
d e lo comp lejo en sus elementos simples. Pues [acaso la caracte- tinu o de un lugar a otro -ya que esto se revela, en realidad , como
ríst ica esencial, la cualidad característica en la definición de lo im posible y cont rnclicrc tio-c-, sino como una consta nte " recrea-
continuo no consiste en que no es posible const rui rlo e integra rlo ción" ( rranscreatio r.w
nunca a base d e sus unidad es últimas? Los pu ntos d el espacio, fácil es comprender. sin emba rgo, que este tipo de solución
los momentos del t iem po, no son partes , sino lím ites que establ e- no pod ía, a la larga, satisfacer las preocupa ciones de Leibniz.
cemos de ntro de un a totalidad acabada; hac er de ellos, en el senti- Aunque esta desintegración rad ical de todo ser pareciese satisfac er
do del aná lisis, los facto res condicionantes y constitutivos del las exigencias formales del an álisis, con tra di ce a la postre, evid en-
espacio y el tiem po, equ iva ldría a negar su verdadero concepto. rcmenre, a lo que es su idea cent ral dete rm inante. Allí donde,
Leibniz h ubo de debatirse, en efecto, con los problemas aqu í para explicar un fenómeno emp írico, se recu rre a un deus ex
pla nteados, como lo demuestra un interesa nte ensayo suyo di rigido
3() "Ac proinde illa actio qu a rnobrle ex una spha e ra in aliam cont igua m
a d esarrolla r y resolver las antinomias de lo ccnnnuo ba jo la forma Hlln.f enu r, seu q ua dfieirur, ut mobile quod uno momento fuit in una $phae ra,
d e un d iálogo platónico. Este ensayo --escrito en oct ub re de 1676, I'tox ime seq uenri sit in alia co nt igua, no n Ipsius esr co rpor is transfe re ndi . . .
en el viaje de Inglater ra a H oland a- va examinando, una JX'r 1,1 n que movetur cor pus el t ransfe rt ur non esr ípsurn co rpus , sed causa su perior
una, las explicaciones usua les que se dan de la " com posición de ' Iune naendo non mutalu r, q ua m d icimus Deum. . • Hoc non puto explica ri
lo continuo", para acabar recha zándolas tod as. Q uien niega los me lino l/115m si dícarn us cor pus E extin guí q uodammodo el annihilari
In B, crear¡ vetO ac resusclta rt in D, quod posees novo, sed pulcherr frno
elementos de lo contin uo, qu ien niega el ser y la det ermi nabilidad
vocnbulo ap pellar e tT'! nsct<'a tion l.'m." "Pac idiue Philalelh i" Iocr. de 1676),
29 "De Analysi Sítus", Mal h. V, 182 s. (l/JUsc., pp. 623 r.
90 DESARROLLO Y CULMINACIóN DEL RAC IONALI SMO LEIBNIZ 91
machi na, se reconoce con ello, implí citamente, un límite absoluto solamente puntos simples, carentes de exte nsión, y relaciones d e
e indestru ctible de la comprensibilidad . Es cierto que Leibniz situación. El cálculo versa sola me nte sobre la ord enación y la
inte nta mantener en pie, al menos indirectamente, el motivo ra- mutua condic iona lida d d e relcccnes pura mente cualitat ivas, sin
ciona lista de su concepción de conjunto, al su braya r expresam ente entrar en ninguna cla se de relociones cuantitativas,
que aquella acció n d ivina a la que aquí se somet e el acaece r natu- Se revela ahora, de un modo gene ral, que el álgebra, como
ra l no obra cap richosamente, sino q ue obedece a leyes determi- cien cia de la cantidad , se ha lla subo rdi nada a una teoría general
nadas y per manentes. Pese a ello, la explicación no se busca en de la fonna, cuyo origen debe buscarse, segú n Leibniz, e n la "me-
las propias leyes de las "cosas creadas" ni, por ta nt o, en los pro- tafísica",1l2 El concepto d e función se halla por encima del sim ple
pios princip ios d e la razón huma na : esta explicación sigue siendo, concepto aritm ético y geomé trico de magnitu d, ta nto en cuanto
por tanto, un "consta nte milagro", en el sentido qu e el propio a originaried ad como en lo tocante a su generalidad metodológica.
Leibniz: da a este térm ino en el sistema de su época de rnedurez.s! La originalidad y el ca rácte r paradójico in icial del cálculo in -
El problema de lo continuo requiere una exp licación más profun- finitesimal consist en en q ue aplica esta concepción genera l al. cam-
da y pura me nte lógica. IlO mism o de las ma gni tud es, Si contraponemos mentalmente
Nuevam ente tenemos que admirar, en este punto, la armon ía dos series de magnitudes variables y las combinamos entre sí me-
qu e existe entre los intereses filosóficos generales d e Leibniz y los diante una ley fija d e subo rdinación, veremos que esta ley perma-
problemas específicos que ante él plantea el desarrollo de las cien- nece totalmente intacta en cuanto a su sentido y a su
d as especiales, Una a rmonía que puede ser calificada, en verdad, cia, aunque disminuyan ilimitadamente los valores cuantitativos
d e armon ía "preestablecida", ya que no d escansa sobre la coln- absolutos que comparamos ent re sí. La relik--ión conceptual que
cíd enc¡a fortuita d e di versas series de pensamientos, sino que hemos establecido entre ellos se mantiene en pie aun qu e d esapa-
ema na d e un modo necesario del plan metodológico fundamental rezcan, desde el pu nto de vista de la intuición, las magnitud es
y unita rio de la investigación leibniziana. que al princ ipio los represemaban.v Más aú n, es precisame nte
Es el nuevo anál isis de lo infin ito el qu e da respuesta a las difi- esta relación conceptual la que, a la inversa, suministra el verde-
cultades de principio con las q ue Leibniz sigue tropezando , Resu- llera fu nda mento de con ocim ien to para pod er determ inar las re-
mire mos brevemente la idea general sobre que descansa este an á- ladones de m edida.
lisis, en relaci ón con las precede ntes conside racio nes. El proc edi miento usual d e la compa ración de magn itudes me-
H emos visto cómo la a ritmética y la geometría eleme ntales, que diante la medi ción directa falla siempre que se tra te de formas no
empiezan sirvie ndo de mod elo para el método, se am plía n hasta homogéneas , por ejemplo de rect as y curvas. En estos casos,
llegar al pensami ento de un a "mate mática uni versa l", llamada a no queda más recurso que com parar las formas heterogéneas, no
aba rcar en genera l todas las for mas puras d e a rt icu lación del pen- directam ente, en su imagen sens ible acabad a, sino reduciéndolas
sam iento. Las leyes d e estas form as d e articu lación podían estu- previamente a la regla con for me a la cua l pensa mos que han sur-
dia rse, los resultados a que cond ucen pod ían d eriv arse, sin nece- KicJo. Esta regla de nacim iento for ma en lo sucesivo el verda dero
sidad de determinar corno magnitudes extensivas los elem entos "demento" que ha de impulsar el análi sis, Así, por ejemplo, para
cuya mu tua dependencia se tr ataba de comprend er. Así, por rn lcula r la longitud de u na curva , atr ibuimos me ntalmente a cada
ejemplo, la caracte rística geométrica nos da a cono cer un cálculo uno de sus pu ntos una d etermin ada dirección, d educiendo d e la
de congrue ncia en el que no ent ran magnitudes ni números, sino ley de l cambio consta nt e de dirección la cualidad y tod as las

li t Ct, la ccrrespondenc¡n con C\llrke (1715), m, núm. 17 (Haupu , hr. 1, 82 Má s d et alles acerca d e esto, en S)'srem , p p. 13+ SS ., 1+8 S . , Y en
139): carta Il Amauld (abril d e 1687); Gerh. n. 92 s. (Hauptschr. n, 217 r' nlltm at, t. C., cap. 6.
y pass.) . M Cf. Marh . IV, 10+-6 ( Ha upt schr. 1, 101 ss.;.
92 DESARROLLO Y CU D- nNACION DEL RACIONALI SMO LEIBNIZ 93

caracrerfsricas cuantitativas de la curva. El postulado de la "defi- "ficción" puramente metodológica; ficción qu e, sin em bargo, es
nición genética" encuentra aq uí su verdadera realización : sólo necesaria e indispensa ble, ya que --en virtud de una cone xión
comprendemos verdadera mente una form a cuando la seguimos que llega remos a comprender con tod a cla ridad más adela nte-
paso a paso en su estrtu: tura lógica. El cálculo d iferencial se revela todo se comporta en las cosas como si fuese una verdad incondicio-
ahora como un método técnico para asegura rnos ---conc retamente, nal. En gen eral, lo inf in itam ent e peq ueño present a la vigencia
en el progreso hacia la serie de las d erivac iones superiores-e- la plena de un f undamento concept ua l, pero sin que se le pu ed a
total idad d e las coudíciones de u n conte nido de magnitud dado, mr ibuir ningu na clase de existencia especial efec tiva. T iene su
mientras que el cálc ulo int egral nos enseña a construir este con- lugar -e-como Leibniz afirma, con pa labras bien ca racterísticas, e n
te nido, en cua nto aú n no dado, partiend o precisamente del conjun- carta a Io ha nn Bernoulli - " en los fu ndam entos id eales qu e rigen
ro de estas condiciones. las cosas como las leyes d e éstas, au nque no se e ncuent re en las
Resumiendo todos los resulta dos anteriores, nos encontramos /'m"tes d e la materia" .1l5
ahora con una grad ación lógica car acterística. Mientras que la Sólo desde este punto de vista podemos enfoca r claramente
ciencia universal se limitaba al pr incipio a redu cir todo el ser r-l problema histórico de los orígenes y la independencia d el des-
discursivo y real a relacione s numéricas, par a ense ñamos más tar- cubr imien to lcibniaiano d el calculo infin itesimal. La respuesta
de a renunciar a toda coop eración de los nú meros y a comprender 11 este prob lema no pu ede ser dudosa cua ndo se comp rende que

las relaciones de la forma pur amente a base de sí mism as, aho ra (,1 lluevo tipo de cálc ulo bro ta en realid ad, como lo di ce el pro pio
se revelan la teo ría pu ra y el cálcu lo gener al de las funciones como I.l'ihlliz, de la fue nte más íntima de su filosofía:JO
el verdadero y más profu ndo instrumento para dete rm inar los mis- El an álisis de Jo infinito no es más qu e un a nu eva y más fe-
mos números y las magnit udes. r um ia ap licación de la exigencia general del a nálisis de IDs con-
Es ahora y sólo aho ra cuando el proble ma de la "composición" \ cptos, del que arra nca la teoría de Leibniz. Es m uy característico
de lo continuo cobra la forma nítida y acusada que constituye la que Leibn iz, en un estud io escn ro después de estalla r la polémica
premisa para su solución. Pasa a segundo pla no el pu nto de vista 11(· la prioridad y que revela con una fue rza y una claridad magis-
del "todo" y de la " part e": en su lugar aparece una relación de ludes los me neos de su descub rimiento, coloque n uevamente a la
int erdependencia y de superiorid ad y subord inac ión de condicio- l ,1heza esta idea. El verd adero y último origen de su desc ub rí-
nes conceptu ales. Lo "simple" no es part e int egra nte de lo com- lllil'lIl() del cálculo infini tesima l radica, según vuel ve a afirma r
plejo, sino un mome nto lógico que entra en su defin ición. ¡lililí, en su teoría de las con dic iones de la d efinidón y de la
"Muchos de los que ha n filosofado en la mat emática acerca " " H'bo La amplitud y la generalidad con q ue Leibniz
del pu nto y de la un idad -c-escribe Leibniz a Bourgu et- han caído Illi rrna desde el primer momento su concepción fu ndamental y
e n errores por no haber sab ido distinguir e nt re la reduccíén a con-
ceptos y la división en partes. Las partes no siem pre son más sim- U Ca rta a Jona nn Be m o ull¡ (7 junio d e 1698), Math. 111, 499
pies que el todo, a un que son siem pre más peq ueñas que éste." 34 fl '" " " u ,·hr. rr, 361) .
In N" .....clles 'e tlres et op" , c..lcJ inéJ i" d", Leibnir, publ. par Fouc he r de:
Con lo cual lo " infinitamente peq ueño" pretende ser única-
1 Paris, 1857, p. 327: " Fortassc: no n inunle u t nonnihil in p raefarlo ne
men te el "requ isito" concep tual de la magn itu d, pero no un a pa rte ,,¡,. d. tu¡ au in o;as de nostra ha¡; anal,s i infinil i ex in timo ph ilom p h iCl<! / ant e
integra nte real y "actual" de ella . Por tanto, fren te a tod a ínter- ,1 , II'm", q ue Maehesis ípsa u hra hactenu s consue tas nonoe es, id est ultra
preta ción realista que conciba la mat eria como integrada por par- al lolli t. . . El h ace llova rnath ema tica partim lucem
ticul as infinitament e pequ eñas, Leibn iz subraya conti nuame nte, . , ' I!'u'm a nost ris philoso phe m ott bus, pnrtirn rursus ipsls autorit ntem da bun d"
l , n' l" 11 Fardella }.
una y otra vez, el carácter d el cálculo infinitesimal como el de una
M lI iU(Jr;a e( origo Calcu li diffen'u !i lllrl Ge rhardr, 1646),
3. Cart a a (S d e agosto de 1715) ; Gerh. m, 563. 11' H ,
DESARROLLO Y CULMI NACIóN DEL RACIONALISMO LEIBNIZ 9S
q ue constituye la verdadera superioridad de! nuevo método, bro- miento. Si consideramos dos series de valores de magn itudes va.
tan precisament e de esta relación. Leibniz no necesitó descubrir da bles unidas entre sí po r una ley fija, es evidente que la relación
la idea misma de l cálculo infin itesimal. q ue ya ha bían manejado existent e en tre los v alo res de cada serie no desap arece porque
y puesto a contribución con fecun dos resultados Galileo en la pnsemcs de ellos a los límites entre una y otra serie, conside radas
mecánica, Képler y Ca valíeri en la geometría, Fer mat y Descartes en su conjunto. En la intuición, estos casos limin ares pueden apa-
en el análisis. (V. vol. r de esta obra, pp. 348 55.) La apo rtación rcc er como enfrent ándose a los demás elementos e incomparables
de Leibniz consistió en descubrir el fund amento conce ptual un i- con ellos, del mismo modo qu e la qu ietud y el movimiento. la
tario de todos estos cona tos sueltos, que se limitaban en su aplica. igualdad y la desigual dad, el paral elismo y la convergencia de
ci ón a diversos campos aislados. En esto, se remonta tam bién por líneas apa recen necesaria mente como antagónicas, cuando se las
encima de Newron, q uien explica el concepto de flux ión por el contempla d irecta mente a través de los sent idos,
conce pto de velocidad y cuyo punto de vista se orienta, por tanto, Pero el pensamiento tie ne que en cargarse de cerrar y de llenar
ha cia an alogías esencialmente mecánicas. Leibniz, en el fon do, no este abismo q ue existe pa ra nuestra " imaginación ". Por muy "de.
d ista tam poco mucho de esta concepción : también para él es el semejante" que un elemento nos parezca de ot ro, si puede deri -
moti imiento un concepto fundament al y un concepto racional puro varse y desarroll arse de él en un proceso lógico conti nuo, esrc crea
impreso en el espíritu como pat rimonio esencial de él. entre ellos una afinidad más elevada y más profun da que la simpl e
"Nuestro espíritu podría llegar a encontrarse en un estado en coincidencia ma terial d e a lgunas cara cterísticas int uitiv as concretas
que no pudiera hacer experimentos ni parar mientes en las expe- y constant es.
riencias acumuladas por él en esta vida; pero es imposible que las "Si se da un t rán sito continuo cualquiera que desemboca en
ideas de extensión y movimiento, al igual que las de las demás un término final ---es así como formula el propio Leibniz el su.
formas par as lleguen a extingu irse nu nca en él." ll3 premo principio del nu evo cálculo-- cabr á siempre introducir un
Sin embargo, el " movimiento", tal y como aquí lo entiende punt o de vista raciona l común (ra tiocinat ionem comm unem insti-
Leibniz, no es ya un dato empírico concreto , sino aq uel principio HIere) en el que vaya incl uído también el término final,"
general de que se va le el pensamiento cuando hace que lo comple- La validez y la fuerza del métod o lógico po r virtud del cua l
jo brote constr uctivamenre de lo simp le. Así se explica qu e este relacionamos entre sí las dos series no sufren menoscabo au nq ue
concep to pueda penetrar y dom inar por igual los más diversos cam- desa parezcan la an alogía y la semejanza por la vía de los sentidos.
pos problemáticos. De la " geometría de lo indivisible" de Ca, La f'egla de lo desigual debe concebirse de u n modo ta n general
valie ri, que nos muestra, por así d ecirlo, " los rudimentos o los qu e pueda incluir también la igualdad como una especial derer-
cona tos de las líneas y figuras",S9 pasa Leibniz al concep to físico minación.
d el " momento" de la velocidad y de éste a la geomet ría ana lítica Por tan to, Leibniz proclama expresamente el pr incipio de la
y al "problema inverso d e las tangent es", sin qu e su mirada, sin routinuidad como un po sw ltulo lógico para el establecimiento y
emba rgo, se detenga nu nca en el proble ma concreto en cua nto ln conexión de nu estros conceptos, aunque como tal d ebe regir
tal, sino en la metodolog ía general de su solución. tnmbién, sin d uda alguna. de un modo ind irecto, par a toda la rea-
T ambién el principio de la continuidad, que Leibniz califica lldad de los h echos, ya que no cabe concebir ninguna realid ad
como el fund amento ú ltimo de su análisis, es presen tado por él q ue no tenga un fundam ent o y un contenido racionales.
siempr e como u n princip io de ordenación y d e método del l)cnsa· "S iendo la cont inuidad un requisito necesario de las verdaderas
1¡'yes de la comunicación del movimient o, no es posible d uda r que
"Dissertatio de Staru praesenti et in cremen tis n ov issim is deq ue
ueu Gecmemee ", Marh . VI[, 324. ti) V. el ensayo "C u m pr cdíisser atqu e in crebuiseer Analysls m ea infin he sí-

su "Hyporh eeis Ph ysica n ova" (1671); Malh. VI, 68. Ilud ís" ( HistoTia et oTigo Cale. diffcT., ed . por Oe rha rJr, p. 40 ).
96 DESARRO LLO Y CULMINACiÓN DEL RAClO NALlSMO LEWN IZ 97
a ellas se hall an suje tos todos los fen óm enos, los cuales 05610 pued en A sí concebida, la ley de la conti nuid ad representa para Leibniz
exl,l¡carsc racional mente por medio de las verdaderas leyes de la la clave de la verdade ra filosofía, qu e se remonta por sobre los
comunicación del movimiento ." H sentidos y la imaginación , pa ra buscar el origen de los fenómenos
Por tanto, quien desee for mu lar reglas d el movimiento y la qu ie- en el camPo de lo in tele clUal.t :;
rud, debe te ner presente, a nte todo, que " la regla d e la quietud Sola mente aho ra, y gracias a esto, se nos abre el camino haci a
debe con cebirse de tal modo que puede ser conside rada como el la conside ración del acaecer real. sin te mor a incurrir, desde el
corolario o como un caso específico de la regla del movim iento. punto de vista lógico, e n una J.luájiao l; ele álJ.o El análisis
C ua ndo no ocurre así -como en las leyes cartesianas del impul- del trans curso del tiempo en q ue se desarrollan los acaecimientos
so--, ello con stituye el indicio más seguro de q ue las reglas ha n reales enfre nta a la scieruia generalis con una misión ante la qu e,
sido formuladas de un modo falso y no guardan con sona ncia e n- de mome nto, a menazan con falla r todos sus medi os conceptuales.
tr e s¡"." las artic ulaciones de la realidad -c-seg ún las primeras premisas
No de ja de ser notable el hecho de Que Leibniz: no intente de que parte la teoría d e Leibniz- sólo son plena me nte cognos-
nunca ofrece r una prueba meta física directa d e la cont inuidad del cibles pa ra nosotro s cuan do pu eden representarse en un juicio cuyo
movimient o. Tod avía en cartas a de Volder procedentes del perlo- predicado se contiene ex presa o "virtualment e" en el sujeto. l as
do posterio r d e su filosofía, se expresa Leibn iz con la mayor pru- dete rminaciones con q ue a bordam os el concepto del sujeto no
dencia acerca d e este punto. 43 La continu idad no pu ede deducirse deben representar algo extrañ o y externo con respecto a él, sino
d irectamente de la "esencia" de l movimiento, sino solamente d e que d ebe ser posible desarrollarlas y llegar a comprenderlas en
los principios del orden racional, es decir, de 10..<; requisitos de nu es- m total ida d at eniéndose exclusivamente a la pro pia "naturaleza"
t ra razón . Sin que ello quiera de cir. clar o está, qu e se la rebaje del sujeto.
con ello al pla no d e una vigencia puramente "subjetiva", pues A hora bien, la concepción usual acerca d el modo como discu-
lo que se reconoce y ac redita como " \'crdad et erna" no rige sola- rre el acae cer en el tie mpo se halla en cont rad icción con este
mente para nuestro entendi mie nto finito, sino que es una regla postulado fu ndament al. No en vano se considera como lo carac-
incondiciona da a la que ta mbién el infinito y absoluto ente ndí- terístico de los cambios e n el tiem po el hecho de qu e se creen en
miento d ivino tiene que ajusta rse en la realización de las cosas. él contenid os totalmente nu evos que, de pronto, brota n como sur-
" Podemos d ecir, así. que la continu idad. en su conjunto. es algo giendc d e un fundamento desconocido d el ser y se en frenta n
idl!al, pero que, no obsta nte, lo real se halla totalmente domi nado con la conciencia como con algo plenamente inde pendiente, dis-
por lo ideal y lo abstracto, de tal mod o que las reglas de lo finito tinto de todos sus conoc imientos a nteriores, Si esta ma nera d e
retiene n su vigencia en lo infinito... y, a la in versa, las reglas concebir fuese acertada, te ndríamos que re nu ncia r a la pretensión
de lo in finito en lo finito. T odo se halla bajo el im perio de la de considera r el intelecto mismo como la razón suficient e de tod as
razón; de otro modo, no existiría ciencia ni existiría n reglas, lo qu e las verdades qu e pueden serle da das; ten drí am os que reconoce r
iría en conrradicc i ón con la na turaleza d el principio suprem o." H junto a él y fuera de él, en la expe riencia d e los sentidos, un
segundo princip io igualm ente originario de la certeza. Pero esta
H Cun a u Va rillnon , HauJmchr. Il, 557.
ee "Pril1 cipiu m quoddam generale ", etc . (1687), Marh. VI, 130. (Haup tschr. I, solución equivaldría a d estruir el concepto mismo del conocmuen-
66) , d. "Anímudversiones in partem gene ralem Prfncipiorurn
Carresian orum" (1692), Gerh . IV, 375 s. (Hauptschr. I, 319 ss.) . n C arta a Varignon (HauplSchr. Ir, 78 y 559): "Le I'ri ncipe de Co n nn uité
H V. la carla a J e V older, 24 rnarao-S abril de 1699 (G crh. 1I, 166, do ne hors de do ute che e moi, et pou rrcir ser vir j¡ érablir plu sieurs vérit és
lIauJ Jtschr. Il, 288), d . G"rh. rr, 193 ( Hauptschr. Ir, 301). Impor tan tes dnn s la véritable Ph ilosophie, laquelle s'élevau r e u-dess us de" sens
101 Curta a Vllri¡<[l"n (2 de febr. d e 1702) ; Math. IV, 93 s. (Ha"l' t,<chr . 1, rt de l'ima gination chcr che l'origine d es Phénom ene s dans les Ré>(ion <; in telle c-
100). lIle llu."
98 DESARRO LLO Y CULMINA CION DEL RAa ONA lISMO LElBNlZ 99
ro tal y como Leibniz lo entiende, ya que, según él, las sim ples a una a rticulación lógico-ma te mática de conocumentos y, por
verd ades de hecho sólo pretenden servir de preparación o de ín- tanto, a un ser "espiritual". Así como en una progresión elge-
troducción a las afirmaciones racionales y aspira n a irse reduciend o braica de n úmeros cada uno de éstos se halla condicionado y ple-
progresivamente a ésta s (d. supra, pp , 74 ss.l, Se trata, pu es, de namente descrito por el que lo precede y por la ley gen era l de la
transform ar en sí misma , en lo qu e a este punto se refiere, la ma- serie, así también cualq uie r estado sucesivo de l uni verso que p ue-
nera trad iciona l de concebir. Lo Que solemos considerar como da alcanzarse, sea el que fuere, tiene q ue halla rse contenido en
una creación to talme nt e nueva en el tiem po no es, en verdad, más el estado presente y d eriva rse plenamen te d e él: "d e otro modo, la
qu e el desar rollo y la ma nifestación sucesiva d e condiciones pre- natura leza sería absu rda e indigna del sabio" .47 Si por med io de
viamente dadas, en las qu e se cifra y se con tiene ya plenam ente la fór mula de una "c aracterística superior", pud iéra mos expresar
el resultado. El devenir en el tiempo debe enfocarse, no d esde el una cua lidad esencial cu alq uiera del universo, pod ríamos d es-
punto de vista d e la cp igénesis, sino d esde el punto de vista de prender de ella los estados sucesivos de todas sus partes y para
la prejorm ación . T ocios y cad a uno de los mom entos del devenir todos los tiempos señalables,4S El presen te lleva en su entrañ a
d eben pod er derivarse como un resultado unívoco de la tot alidad el fu turo, de l mismo modo q ue guarda en él y reproduce el pe-
de las condicio nes precedentes y aparecer ya prefOf'ffi ados en sada.
ella s en cuanto a su pecu liaridad total. En estas reflex iones se hall a ya im plícito, con todo su conte-
Por tanto, la concepción mecánica de la naturaleza ---como nido, el concepto de fuma física de Leibniz. En efecto, la "fuerza
sub raya Leib niz, principalmente en contra de Robert Boyle-4e derivat iva", la única con q ue según él tiene que ver la física, sólo
no viene imp uesta solamente por la experiencia y por la "natura.. indica, según las reiteradas e inequívocas explicaciones de nuestro
lesa de las cosas", sino q ue tiene sus ra íces en los primeros princi- pensador, " el estado prese nte del acaecer mismo, en cua nto q ue
pios de nuestra razón. La tesis de que todos los ca mbios que se tiende a otro sucesivo o lo lleva
operan en la naturaleza tienen que ser plenamente explicables par- La fuerza no es, por tanto, un agente misterioso q ue obre sobre
t iendo de los simples conceptos de magnitud, forma y movimiento, lns cosas desde fue ra, sino q ue es, pura y simplemente, la expresión
no es más q ue un corola rio y una versión especial del pri ncipio de de la plena determinación matemática y lógica de todo acaecer
la razón suficiente. Son, en efecto, estos conc ept os los que ha cen fut uro med iante las condiciones ya realizadas en el presente. No
qu e 10 real sea "inteligible", en cuanto qu e pe rmiten someter la existe ningún presente aislado y existente por sí; todo cue rpo
realidad al cálculo mat em át ico. sólo es lo que es por el hecho de llevar en sí, ad emás de su for ma
Por consiguien te, la interpretación que la física mecánica da a momentánea de existencia, una serie infinita de plesme cíones fu-
loo fenómenos concretos d e la na turaleza, si sabemos com pre n- tura s, que habrá n de realizarse en un d eeerminado tiempo, fija-
derla en su sentido profundo y en su verdadera razón de ser, no mente preestablecido. Es gracias a esta relación y a esta tendencia
favorece las conclusiones a q ue llega el materialinno dogmático, hacia el fururo, y solamente gracias a ella, como cobra n su diferen-
sino que, por el contra rio, es ella la que redu ce todo el ser sensible ciación y su interior dife renciabilidad los diversos estados momen-
táneos d el ser.w
46 V. " De modo perve lliend i ad venrn Corporum All alysis el: rerum natura-
Hum caU5U" (mayo de 1677): " A nt e omnia pro ce rro sumo omnia fíeri per 47 Carta a de Voldee (10 de nov. de 1703), Gt'rh. 11, 258 (Haupuchr. Il,
ca uses q uesdam im elligibiles sive q uae a nabia posse n r percipi, si qu ts an gelus H3).
eas nobis veller revela. e. C urnque nihil a nobis ecc ur ate percl píatu r, quam 411 Carta a Vlrignon ( Haup uchr. H, 76 y 557) .
rnagnirudc, flgura, rnotus et ipea pc: reeptio, h ine sequirur, e mnia per hace 49 Cart a a de Vcld er (21 de enero de 17CJot) : "Vis aurem derivativa est ipee
Quatllor debere u plieari". (Gerh . VII, 265); cf especialmen te las observaciones status praesens , dum tendíe ad aeq uente rn seu seque ntem prae-invclv¡r, uri
de Leibniz a la Teoria. Me dica. de Stahl (O pera, ed. Durens, II, 2, p. 131; om oe p raes ens gravidum esr fut uro", Gerh . Il, 262 (Ha" puchr. Il, 336) .
Opase., p. 12 y pa.n .) . c r. Ha.upu chr. 11, 24 1. V. acerca de esto, Ha.. prJch r. I, 333 •.; II, 323, 326 y 436 1. (noea),
lOO DESARROLLO Y CULMINACIÓN DEL RACIONALISMO LEmN IZ 101

El movimiento (lo m ismo q ue el tiempo) "no tiene nunca, en ternos los fenómenos: "caus ae non a rcali influxu, sed a reddenda
rigor , verdadera exis tencia, ya Que no posee ningu na clase de pa r- mncne surnum urv.w
res coexistentes y no ex iste nu nca, por consiguiente, como un De n uevo vol vemos a encontra rnos con q ue los resultados de
todo. Lo que qu iere d ecir q ue no se da en él nada real, fue ra [ns ciencias especiales int er vienen de un modo im portant e en el
de la realidad del esta do mom entáneo, que ha d e d eterm inarse de sarrollo de la m etodo logía gen era l. Ya durante su esta ncia en
por la fuerza y por su tend encia al cambio"}·l París, es decir, en el prim er períod o d e su tra yectoria filosófica ,
Aunque el auto r e mplee aquí el té rmino de "tender" o "as- n-um e Leibniz la critica de los conceptos fund amenta les de la me-
pira r", tod a concepción antropomórfica q ued a lejos d e su án imo. cá nica cartesiana, reconocid os casi por todo el m und o. A tr ibu ye
11 la m edi da cartesi a na de la fue rza, segú n la cu al ésta debe calcu-
El conatus coincide, como en Spinoza, con la essentia; es la exp re-
si6n d e las consecuencias lógicas que va n im plícitas en un estado lnrse por el prod ucto de la masa y la velocidad, su razón de ser
n '/a tit,a, señala ndo que no es la su ma absoluta , pero sí la suma
da do (d. supra, pp. 49 s.) . El concepto físico de la fuerza - pu es
aq uí no se habla toda vía del concepto biológico y del met afísico-
ntecbraíca de las " magnitud es de mo vimien to" la q ue se ma ntiene
con sta nte en el todO.r.3 Pe ro est a ley de la "conserva ción d e la
no tiene su raíz en las sensaciones de los sentidos, sino que se
tendencia" es considerada ahora por él simplemente como un caso
remonta al concepto genera l de la cond ición , Esre concepto se
especial de la ley más amplia de la conse rvación ele la vit1a,
introduce con el único y excl usivo fin de dar una explicación pie.
qu e Leib niz formula de un mod o general y a priori, derivándo la
namente lógica a los fen ómeno s de l mov imiento q ue la observación
y pr etend iendo probarla a base del pr incipio de que el efecto pie-
nos ofrece,
no tiene que ser necesar iamente igual a su causa, Est e princip io,
" Damos el nombre de causa a la cosa cuyo estado indica más
ta l como él lo conc ibe, no es un re sul rcdc de la per cepción sensible,
fácilmente q ue ninguna otra el fu ndamento de los cambios, Si, sino q ue se basa en "princip ios q ue rinden cuenta d e las expe rien-
pe nsamos, por ejemplo, un cu erpo móvil lanzado a un medio Ií·
r-ins mismas y nos pe rmiten enco nt ra r la det ermin ación d e aq uellos
quido, en el que prod uce un a serie de ondas, podremos expresa r n N 'S con respec to a los cuales no existe n aún experime ntos ni
también todo el proceso de los fenómenos q ue se prod ucen me. reglas".
d ianre la h ipótesis de q ue el cu er po sólido se halla en estado de La igualdad de causa y efecto es ---e n el mismo sen tido en que
quietud. mientras q ue el medio liq uido que le rodea se mueve; 11' es el princi pio de la con tin uidad- un pos tul ad o co n que abo r-
los m ismos fenómenos p ueden explicarse de d iferentes modos, in- damos las per cepciones y con arreglo al cual las redu cim os a or-
fini tamente disti ntos. Y no cabe duda de q ue también el mo ví- eh-naciones constantes y fijas. Si nos detenemos en la mera obser-
miento es, en verdad, algo puram ent e relativo; y, sin embargo, vnción sen sible, vemos que los h ech os se agrupan ante nosot ros,
aq uella hipótesis que atribuye al cuerpo sólido el esrad o de movi- por el mo mento, en series to ta lment e heterogéneas: en un m undo
m iento, deduciendo de éste las ondas del 'm ed io líq uido, es u na tll' so nidos y colores, de sensaciones musculares, de pre sión y de
hipótesis infinitament e más sencilla que todas las dem ás, razón temperat ura. Para q ue todos estos ca mpos sean com parables ent re
por la cual pu ed e ser conside rad o este cue r po como la causa de l para q ue, por ejem plo, los fenómen os de la grave dad y la elas ri-
movi mie nto." cidnd, del calor y del mov im iento, pu edan ordena rse mu tu amente
Siempre que señalamos causas y efectos, nos lim itamos, así, a medirse los unos por los otros, es necesa rio establecer ant e todo
establecer, una de estas determinaciones mental es a las qu e some-
r, 2 ínvenrorum de admírandis natura e Ge neralis aecanis",
( ¡,.,I•. Vil, 312; d . especialme nte carta a Am auld (1686) , Gerh. 1I, 69.
Sj,ccimen JYMmicum, I (1695), Math . VI, 235 (H au ptschr. I, 257) ; carta
r,:l S pccime n dyna.micum (Marh, VI, 238 J . ; Hauptschr . J, 264, nota ) , Car ta
a Clark e, carta quinta, 49 (Hauprschr. l, 187) ; Gcrh . m, 457; Math. Vil,
ft de l'Hospital (15 de ene ro de 1696). (Malh. TI, 309; Hau ptschr. I, 279,)
H2 s.
102 DESARROLLO Y CUL MINACfON DEL RACIONA LI SMO LEIBNIZ 103

una u n Klad conc eptua l que los agr upe a todos. Por grandes que viene a resolver el prob lema de con firmar en detall e los pensa-
sean las diferencias cualitativas que puedan revela rse ent re los fe. mientos metodológicos que, en un principio, revisten sola mente el
nómenos, tiene que haber un pu nto de vista común q ue los asimile carácter de postu lados generales.
a todos como magnitudes.
Leibniz descubre este punto d e vista en el conce p to del trabajo,
que por vez pri mera y con plena conciencia de su significación ¡¡¡
general de principio, erige en fundam ento de toda la fisica.M Los
dife rentes procesos de la acción tiene n su medida común en su La estructura y la gradación del conocimiento racional se d erer-
capacidad de rendimien to . Si no exist iera esta med ida , si se llegara minab an, en Leibn iz, po r su conce pto gene ral de la t -erdad. El
a la concl usión, po r ejem plo, de q ue dos " fue rzas" que en un de. carácter form al d e este concepto encer raba ya u na det erm inada
termi nado cam po, supongamos en el leva ntamiento de u n peso por orie n tación hacia el contenido objetivo que en él debía plasmarse.
encima d e u n d eterminad o n ivel , son ca paces de alc anzar e l mi smo Después de haber echado u na ojeada general al sistema de las
resultado, con duce n en otros campos a resul tados d istintos, toda ciencias, pod emos ya esclarecer desde otro punto de vista esta
la ciencia de la dinámica se vend ría por tierra in evitablemente. La imbricación de principio ent re la forma y la ma teria del saber, Lo
fuerza, al no poder captars e cuantitativamente, dejaría d e ser un mismo en la caracrer isrica general que en la ma temát ica, en la dí-
conce pto lógicamente d eter minable y unívoco; no sería una mag- mímica, en la biología y en la me ta física, se acusa por igual el
nitud fija, sino algo vago y cont radíc rorto.ee El riguroso concepto rasgo peculia r y especifico del idear leibn iziano de conocimien to,
racio nal d e causa sólo puede ser apli cable a los fenómenos de l cobrand o en esta tr ayectoria un a forma cada vez más clara y más
espacio y el tiempo po r medio del concepto de magnitud. precisa.
Pero la idea de la conservación de la fuerza viva encierra, ede- Leibn iz rechaza d esde el primer mome nto la idea de que tod o
más, una gran significación para la totalidad de las concepciones conocimiento debe ser la imagen fiel d e una realidad existente JX)r
filosóficas fundamenta les de Leibniz, desde ot ro pu nto de vista. sí misma. No es necesario que med ie ninguna relación de sem e-
Solamente ahora se cumple verdadera me nte el postulado q ue nos ianta entre nuestras ideas y el contenido que trat an de "expresar" ,
veíamos obligados a proc lamar al principio : el d e q ue el transcurso las id eas no son imágene5, sino símbolos de la realidad; no repro-
real del t iempo sólo puede comprenderse con a rreglo a las con- ducen ni tienen por qué reprodu cir un dererrninado ser objetivo
diciones generales de la teoría de los principios. No existe un nzr- en todos y cada uno d e sus rasgos y características concretos, sino
cimi ento absoluto, sino que toda aparente creación ex novo es, que basta con que representen en sí de un modo fiel y trad uzcan,
simplemente, la transform ación de uno y el mismo conteni do real, por así de cirlo, a su propio lengu aje, las relaciones existe ntes entre
que permanece como magnit ud. La idea que Leibniz desarrolla los distintos eleme ntos de este ser.
en cuanto al concepto de la conc iencia acredita en la ley de la "Una cosa exp resa ot ra cua ndo med ia una relación consta nte
conservación su validez en cua nto al concepto d el uni ttcrsoj la con- y orde nada ent re lo que puede predica rse de la una y lo q ue
side ración física completa y confirma los resultados de la conside- puede p redica rse de la otra." M
ración en el terreno de la lógica y de la teoría d el con ocimiento. " As í, el mod elo de una máqu in a expresa la máquina misma,
El uni ver so se convierte así en un sistema au tár quico, que un d ibujo plano en perspect iva expr esa un cuerpo tri dimensional,
no necesita de ninguna influencia exterior para mantenerse y per- una frase exp resa un pen sarnienrc, un signo expresa un núm ero
sistir. Por do nd e el d esarrollo d e las ciencias concretas especiales y un a ecua ción algebrai ca un círculo u otra figura geométrica, y
oH Mas detalles acerca de eHO, en t eibnir' S )'srem. pp. 303 sr . M Carta a Arnauld (septiembre de 1687), Gerh. Il, 112 (Hau ptschr. Il,
Carta a Johann Bernou lli, 2G de julio de 1695, Math. 11I, 210. 233).
104 DESARROLLO Y CU LMINACfÓN DEL RACiO NALISMO LEIBNIZ 105

toda s estas exp resiones tienen de común el que por la simple con- de la "teoría de la imagen ", Las ideas siguen rcfir iémlos e a un ser
sideración de las relaciones que en la expre sión se contienen pod e- objetivo, que tienen en fr ent e, pero no necesitan ya copiar este
mos llega r al conocimiento de las correspond ientes cua lidades de ser para comprend erlo y convertirlo en pa trimonio suyo.
la cosa qu e se trata de expresar. D e do nde se de duce que no es ne- Em pieza a cambiar con ello la conce pción acerca del pap el y
cesario que la expresión y la cosa se asemejen entre sí, siem pre y del significado que correspo nd en a la percepción dentro del con-
cuan do que se asegure una cier ta analogía ent re las correspond ien- junto del proceso del con ocim iento. En su teoría de la "percep-
tes relaciones. Y se ded uce, asimismo, qu e mient ras qu e unas ción o" los N OIw eaux Essais deja n tr aslucir claramente este cambio.
expresiones tienen un fundamen to objetivo ( funda menr um in na- En relación con el conocido problema de Molvneux ---el de si un
tu ra), otras, como ocurre por ejemplo con las palabras del lenguaje ciego d e nacimiento q ue recobrase la vista por un a ope ración sa-
o con toda clase de signos, desca nsan, en parte al me nos, sobre bría percibir med iante el sentido visual las formas del espacio que
la simple con vención. Las ex p resiones ob jetivament e fundadas re- hasta ento nces d istingu ía solamente por med io de! tncto--, Leibniz
qu ieren una espec ie de semejanza, como la que med ia, v, gr., ent re desarrolla la idea de q ue te ndría un gran interés psicológico, en
una comarca y la ca rta geográfica correspo nd iente, o por lo me- general, e! investigar en detalle las represent aciones de los ciegos
nos, una cierta y determ inada relación, tal la que existe, supon- y los sordo-m udos. Estas represent aciones ---d ice- d iferirían norn-
gamos, ent re un a circunferencia y su representación gráfica en blemenre entre sí y con respecto a las nu estras, ya que desca nsan
perspectiva, en forma de elipse, ya que todos y cada uno d e los sobre un mat erial sensible diferente, pero serian, sin embargo,
puntos d e la elipse corres ponden, conforme a una determ ina da 1'llllit1alenres en cuanto a lo que expresa n. La sensació n, como
le y, a los puntos d e la circunferencia. Por t anto, la existencia en tal, tomad a por sí sola, es m ud a; lo que la convierte en conocí-
nosotr os de una idea de las Co.."<I5 sólo significa que Dios, que es a miento es la signif"=ación ideal que le atribu ímos y para la que
un tiem po mismo el autor del espíritu y d e las cosas, h a infu n- ella sólo sirve d e in dicación. No es, por tanto , coru radic rono ni
dido al es píritu la fuerza me ntal necesaria pa ra pode r derivar de mucho menos afirmar que el mismo contenido unitario ele ideas
sus propias actividades resultad os qu e corr espond en plenam ente puede ser reproducido y transmitido por grupos muy diferentes
a los efectos reales qu e en las cosas se ma nifiestan. Y así, aunq ue de signos sensibles. La falla fun dam ental de la teoría del conocí-
la id ea de la circunferencia no se asemeje a la figura de la cir- miento d e Locke consiste, según Leibniz, en q ue no tiene en cuenta
cunferencia tal como 50e da en la rea lidad, pueden deriva rse de ella, ni desarrolla esta distinción; en qu e confunde aque llo que las ideas
sin embargo, verdades q ue la expe riencia confirm a rá, sin duda, en en el riguroso e mpleo del conce pto de ciencia, con los
las circunferencias reales." complejos de las percepciones q ue sirven solamente pa ra indicarlas
Por insignificante que a prime ra vista pueda pa recer el ca mbio de un mod o más o menos arbitra rio y m uda ble. Asi, por ejem plo,
int rodu cido por Leibniz en la concepción epistemológica habitual , 1'1 geómet ra no tiene por qué preocupa rse de las imágenes de las
no cabe dud a de qu e encierra una gran im portan cia pa ra toda su rectas o las circunferencias que difieren necesariamente con los d i-
teoría. Se h a da do el paso inicial y decisivo haci a la su pera ción Icrcnres in dividuos y que son, por tanto, oscilantes y variables en su
H " Quid Rit Idea", Gerh. VI I, 263 s. H ast a qu é el concepto 1eihni . u-mido , sino solamente de las rela ciones objetivas d e los tensa-
rian c d e la verdad qu e aq u í se formu la per dura y sigu e influy end o en laR me -
de rna s discusi on es e n torno a la cri tica de l conocim iento, 10 atesti gua clara- ¡" ",l meme ne cesarias d e los objetos reprodu cidos. Par a pode r aju Rtarse a esta
mente u na obr a como la de H em rich He rtz, Prin tip ien d <'r M<,ch a nik, en In qu e es n ecesario qu e se de n ciertas co incide n cias e ntre In natura leza y
se dice lo sil<u iente: "El m étodo d e q ue nos valemo s para d erivar el fut ur o del I\lIr" tro espír itu. . . Las im úgen es de qu e h abla mos son n ues tras represe n ta·
pasado es éste : n os fo rm am os en n uestro in ter ior imá¡:<'tW5 aparctltes o sim- de las cosas; mu estran con las cosas una coincid encia esencia l : la qu e
bolo s de los objetos ellteriores, d e tal modo q ue las consec uencias men talmen re ,,,,,"i, re en ajusta rse a la ex ige ncia ind icada , p ero sin lIue ,ea necesar io para
n ecesa rias d e las imlÍl<enes sea n siempre las imágen es de las consec ue ncias na- "'" fines qu e coin cid an con las cosas en ni "l,(ú n orN resp ecto ."
106 DESARRO LLO Y CU LMIN ACION DEL RACIONA LISMO LEIBNIZ 107

míenros, de las qu e aquellas imágenes no son más que abrevia, En el ejemplo del análisis d e la situ.ación, sobre todo, hemos
euras." tenido ocasión de ver ( su pra, pp, 84 55.) lo qu e esta idea fund a-
Esto viene a arrojar nu eva luz sobre la (unción d e la caracte-- mental representa y aporta en cuanto a la estructuración de la
rística general. Se comprende ahora Que los caracteres de las cosas matemática. Pero donde esta idea encuent ra su verdadera rea-
no consisten precisamente en reprodu cir sus de ta lles concretos ni lización es en el campo de l cálculo infinitesimal. Vemos aquí
tienen , IX"'f tanto, para qué perderse en su infinita variedad, estan- cómo lo d iferencial, sin ser semejante ni homogéneo a la forma
do a pesar de ello en condiciones d e representar ame nosotros, de de q ue se -de riva, pued e represent arlo en cuanto a su significa-
un modo sensible, tod o el conte nido " int eligible" d e la verdad. ción conceptual en conjunto, expresando de un modo exacto toda s
" Los caracteres son cosas por medio de las cuales se exp resan las retecones qu e puede asum ir con otras magnitu des.
las mutuas relaciones de los objetos entre si y cuyo trat amiento La fecu ndidad matemática de la nu eva concepción se mani-
es, sin embargo, más fácil que el de los objetos mismos. A cada fiesta sobre todo en la am pliación y la t ransformación d el concepto
operación en los caracteres corresponde, pues, algo que se pred ica de med ida. La geometría ele mental puede cont entarse, para sus
de los objetos, pudie ndo aplazarse, no pocas veces, el t ratamiento d e med idas, con una un id ad dada cu alquiera, qu e, a fuerza de repe-
éstos hasta el final del procedim iento. T odo resultado a qu e Be- tirse, llega a alcanzar y agota r, en la aproximación a petecida , la
guernos en cua nto a los caracter es puede transferirse fácilmente a forma que se tra ta de medir. La medida y lo medido son , aquí,
sus objetos, dada la coincide ncia qu e desde el primer momento se plenamen te homogéneos.
estab lece entre ellos•. . Ahora bien, cuanto más exactos sean los Sin embargo, la tray ectoria mod ern a de la matemática había
caracteres, es decir, cua nta s mas relaciones entre las cosas expre- ido cond uciendo de un modo cad a vez más enérgico hacia pro-
sen, mayor será su utilidad." blemas ante los que fallaba esta determinación inicial del concepto;
Qued a descartada , así, la concepción de que la verdad misma, se le habían revelad o varieda des de magnitu d que, a unque plena-
por necesitar signos para poder representarse, no es más qu e un mente determinadas de suyo y susceptibles de ser creadas con
producto subjetivo y arbi trario, supeditado al l engu.aj e convencio- arreglo a un a ley fija, no mostra ban, sin embargo, ninguna relación
nal. Lo único que podemos elegir a nuestro antojo es el material cuanti tativa indicable con las magnitud es de las lineas o los ángu-
de que nos valernos para expresarla de un modo sensible; en cam- los de las que trata la geo metría usual.
bio, las rel aciones entre las ideas mismas son, en cuanto tales, fijas, U no de los problemas más conocidos de esta clase nos lo ofrece
independientes e inmuta bles. Así como a tra vés de las sensaciones el pro blema de la magnitud del án gulo de contingencias, es decir,
de nuestros sentidos miramos a los contenidos consta nte s de la del ángulo formado por la linea d e la circun ferencia y su tan-
defi nición ma temática, asi también contemp lamos en los signos gente en un punto determinado. El problema tenía por fuerza
un estado d e cosas objetivo-con ceptu al, sustraído a toda arbirrarie- que embrollarse dialécticamente mientras se int entó encont rar
dad subjenva.w una medida común y sensible de magnitud para este ángulo y los
ángulos formados por líneas rectas, mientras los geómerras se em-
MI No,,"wa.. _'l EJSail. li b. tr, " p. 9, Gcrn. V, 124 , . c e lib. 11, cap. 29, i 13,
peñaban en establecer entre ambos grupos de magnitudes una
Oern. V, 243 s. y lib. IV, ca p. 1, \ 9, Gern . V,3i!. Por lo dem ás, en un semíd c
riRur06ament e histó rico. la t ri tit a qu e aquí se hace a Locke 5610 es aplic able relación directa cualquiera de " mayor" a "menor". En tiempo
a la de su teo ría del co nocimle nrc q ue figu ra en los dos prime roll de Leibn iz, se enfrentaban bruscamente los más variad os inte n-
libros del Essa)", sin que af..tte para nada a la teoria J el osabe r geométrico, con- tos de solución, en pugna Jos unos con los ot ros.
tenida en el libro cua rt o. Cf. ac..rca de eu o, libro V , ta po 3, secc . 11. La solución prop uesta por Leibniz para resolver este problema
"Cheeecr..ristk a geom etricl " (10 de agosto de 1679) , Mal h. V , 141.
00 "Dialogue" (agon o de 1671) , Oer n. \ 11, 192 ( H au plschr . l, J.); Me- 26 s.); D I" Symn eJi ef Analysi .. ni.......sali, Oern . VII, 295 (HlDlptsdor. 1, H s.)
J ita rione J de Co,ll:n itione, V eritatt el Ide is (1 681), Gerh . IV , 42S ( Ha.. pn chr. 1, )' pass.
100 DESARROLLO Y CL'lMINACrON DEL RACIONA LISMO LEIBNIZ 109

correspo nde a su idea gene ral y fu ndamental de la geomet ría. Los Vemos, pues, que las llamadas cuali dades secundarias no son
ángulos formad os por líneas rectas y los á ngulos de contingencia una apariencia vac ua Y ca rente de esencia, sino que expresan, por
no guardan ent re sí una relación mensurable, ya que pertenecen a 1.1 cont rario u na cualidad real de los cuerpos, cua lidad que, sin
géneros conc eptuales tota lmente distintos. En cambio, los ángulos embargo, no es inh erente a ellas de un mod o absoluto, sino qu e
de cont ingen cia form an entre sí un sistema cerrado, cuyos diversos les corre sponde con respecto al órgano sensible. Por ta nto, la
elementos sueltos pode mos reducir a un orden fijo y a rmónico. En función de la física no consiste en mostrar como una mera ilusión
efecto, la "magnitud" de cada uno de estos ángulos depend e de la 111 imagen del m undo que la intuición directa nos ofrece, sino que
curv atu ra del círculo, determinada a su ve: por la longitud del 11'11.10 el secreto del "análisis físico" reside "en el recurso único
rad io. Por tanto, las longitu des de los radios nos dan la medida de atribu ir las cualidades confusas d e los sentidos a las cualid ades
d el aumento o la d isminución de los ángulos de contingen cia : distintas qu e las acompañan, ta les como, por ejemplo, el núm ero,
no en el sent ido de que medie un a coincidencia cualquiera en In magnitud, la figur o, el movimiento y la fijeza" .
cuanto a u n elemento caracte rístico mat erial entre las variedades "Pues cuando observamos que ciert as cuali dades confusas van
comparadas entre sí, sino en el sentido de q ue existe ent re el las siempre acompañadas por estas o aqu ellas cua lid ades distintas y
una ley general d e coor d inac ión. La med ida no tiene un ca rácter r uando, con ayud a de éstas, podernos explicar en su la
materia l, sino un ca rácter simbólico , sim plemente : no se basa en nnturaleza de ciertos cuerpos, pud iendo prohar qu e necesariamente
una homogeneidad real, sino en un a regla de m utua correspon- tiene qu e correspo nde r a ellos esta o aquella figura, este aquel °
de ncia entre form as heterogéneas.GI movimiento , nos encontra remos con qu e las mismas cualidades
y este mismo punto de vista sigue a plicándose en el trá nsito confusas tienen por fuer za que de rivarse de esta estr uct ura pre-
a la mecánica. El que las cualid ades sensibles se reduzca n rot al- ctsamente aun cuand o no pod amos comprenderla s plenamente
me nte a los criterios de magnit ud, forma y movimi ento, no quiere por sí mismas, pu esto que no consienten por sí solas una definición
decir qu e d esaparezcan totalmente en ellos y que ha yan de perder ni, por tanto, u na prueba rigurosa. T enemos que contentarnos,
la especifica singu laridad que las ca racte riza. pues, con pod er explica r todo lo que, siendo distinta mente
" No debe pensarse --escribe Leibniz, replicando a Locke- que b ible, las acompaña , por med io de conclusiones seguras, comer-
ideas como la del color o la del dolor sean sencillamente arb itra - dentes con la expe riencia. " 63
rias y no guarden relación o conexión nat ural algun a con sus No se afirma, por ta nro, qu e las sensaciones sean objetiva y
causas, ya que D ios no suele proceder con ta n p JCO orde n y razón . scncil'[ a mente idé nticas a los mov imientos que las causan, sino
Más bien diría que entre la causa y el efecto existe aquí una especie simplemente que no existe otro medio de llegar a com prenderlas
de semC'ja n¡a, la cual no media, ciertamente, entre los términos plename nt e y a penetr ar en ellas de un modo que el
mismos, sino que es de carácter expresivo y d escansa sobre u na Oc referirlas a d ete rmin acion es pu ramente matemancas . El ca-
especie de relación de orden, a la ma nera como u na elipse o mino para lograr esto nos lo había señalado ya la física d e Leibni z.
una parábola se asemeja en cie rto modo al círcu lo, como un a Para poder hace r conmensu rables los d istintos campos de los
proyecc ión plana de él, ya que existe en este caso u na relación n ómenos sensibles, lo prime ro es reducir roda s las dife rencias
exacta y natu ral entre la form a proyectada y su proyección." existentes enrre las dive rsas cla ses de acció n a una diferen cia
41 V. ace rca de eslo, el e nsavo " In Euc1idis n {Hñnl", M<1th. V, 191, y los al! ce rcle do o r elles 50n t la proj ection su r le plan, puis qu 'il y a u n ce rtain
"I n itia rerurn Marhemancaru m mela l' h ysica", M<1fh . VII, 22 ( Ha" pfJchr. 1, rappo rr ex ecr el rlaturel entre ce q ui pro jené er qui s'e n
61 sJ, f"it, ch aqu e point de l'un r épond ant un e ce rt ame rerano n a ch aqu e
112 "Je c.li rois plu rór qu 'il y a un e ma niere de re, .,emblance no n pas en ti.,re l", im de I'aurre.' j\'()uv. Es.•., lib. !I, cap. 8, 13 V, 118) . .
et pou r díre in termin is, mai.• ,'xprcssiw ou d e rap port d'ordre co mme 63 Op use., p. 190; cf. Opu.e., p. 36C ( Ge ncra les lnq u isjtione, de Anal)'ll
un e Ellipse ee me me u ne r ar abole ou H yperbofe re.......mblent e n q uelqu e IIolion.. m el ' ·CTil<llwm, 1686).
!la DESARROLLO Y CULMINACIó N DEL RACIONAlISMO LEIB NIZ 111
uruca : la q ue media entre las magnitudes de t rabajo (v. supra, mirado, o cabe establecer ent re los dos campos una correspon-
p. 102) . Hay qu e traducir a ot ro lenguaje, desde el pu nto de vista .k-ncia perfecta y toral?
d e su con sid eración cientí fica, el fenó meno sensible concreto, con Los términos d e esta última pregunta, sin emba rgo, tal como
tod as sus m últiples peculia ridades cua litativas, con siderá ndo lo sirn- Leibniz ent iende el problema , deben invertirse. Las verdades erer-
plemente como un resultado cu ant itativo y como una inversión nas tienen una vigencia prop ia y susrem lva, que nada tiene que
de fuerza viva. Representando, de este modo, todo acaecer espe- ver con el hecho de qu e pu edan o no encontra r u na correspon-
cia l por un valor nu mérico fijo, hemos encontrado al mismo riern- dcncia d irecta en el mundo de la realidad. Estas verda des no
po el símbolo exacto. único medio por el cual pod emos llegar a predica n ni lo más mínimo en cuanto a la exúrencc, sino que
conocerlo plenamente. "t' limitan a form ular las condiciones genera les, que no postulan
Pero. partiendo de aquí, el pensamiento sigue su curso. El des-- más que una vigencia puramente hiporética. No nos indica n lo
arrollo constante del concepto de símbolo h a ido acercándonos que es, sino lo que, partiend o d e la premisa d e dererrninad as exis-
grad ualme nte al problema con creto de la metafísica Ieibniziana . rencias, se d eriva de ellas d e un modo necesario y con validez
Hasta el mismo conocimiento raciona l de la ma temática y la gen eral,
mecánica se redu ce a un simp le "símil", ya que no puede reve- y esto se aplica por igual a los principios racionales sobre los
lam os directam ent e el "interior" absoluto de la n atu raleza, lo qu e que descansa la mora l que a los qu e sirven de base a la marem á-
vale tanto como d ecir que reconocem os la condicional idad y rela- tica y a la ciencia de la na turaleza. Así como las relaciones ent re
rivida d de tod os los grados de conocim iento hasta ahora alcan- It)S nú meros conserv an su v erdad propia independientemente del
zados. T am bién las leyes de la física, que desde el pu nto de vista hecho d e que haya o no q uien sepa cont ar o cosas susceptibles
de la cienc ia podríamos consid erar como lo único " real" forman de ser contadas, así también la idea del bien permanece en pie
parte, según se revela ahora , d el campo de les fenómenos; la aunque la realidad empírica no se ajuste nunca plena mente a ella
misma ley de la conservación, que rep resenta la regla más alta de 11 no la tome en conside ració n.w T ampoco las ciencias necesarias y

todo acaecer natur al, se limita a estab lecer entre los fenómenos basadas en pruebas, como la lógica y la metafísica, la ari tmética
un orden seguro y sujeto a leyes.61 V la geometr ía, la d inám ica y la mecán ica, la ética y el derecho
Pero de lo qu e aquí se trata, sobre tod o, es de capta r el con. natura l, encuent ran su verda de ro lÍtulo de legitimidad en las ex-
ceprc del fenóm eno en el significado riguroso y preciso que presen- re riencias y los hechos, sino que tienen por funci ón, más bien,
ta en el sistema de Leibniz. Hay qu e relegar a segundo plano, de " llar cuenta de los h echos mismos y regularlos de antemano".6C1
moment o, el problema de la relación entre los fenó menos y las Se d estaca clara ment e aquí la doble posición que las verdad es
sustancias. Por muy importante que sea y por mucho qu e se con- eternas ad optan ante los hechos. No necesitan d e éstos, cierta men-
centre en él el verdad ero int erés de la metafísica leibn iziana, ne- le, para su certeza y su evidencia, pero poseen en ellos, sin em-
cesita, par a pode r ser compren dido en su verdadero sentido, ser burgo, el verdadero material de su conf irmación. A unq ue una
preparado lógicamente por otro proble ma. H ay qu e preguntarse, realidad deeenn inada y concreta no pued a reproducir nunca di-
ante todo, cómo el mundo de los "fenómenos", cómo el ser real en rectamente las leyes idea les, no es menos cierto qu e todo el orde n
el espacio y el acaecer concreto en el tiempo se comportan con V la conex ión d e los fenámenos tienen que ajustarse a esas leves y
respecto a las ve rdades universales e "inteligibles". Estas verdades remitirse a ell as. La realidad no es nun ca una forma igual en
éson solamente una "abstracción" que se limita a reproducir los "Juris er aeq ul elemente" (Mollar , Mitreilun¡¡en cu s LeibnitcM unge -
hechos de un modo puramente imperfecto y arbitrariament e H# ,¡' ud a cn Schriften, Leipzig, 1893, p. 22 = Haupu chr. Il, 5(4 ) .
na Meduuuon sur la ncnon com mune de la ¡ustice, Mollar, p. +7
61 Mh det alles acerca de esto, en Leibnit' Sysrem, p p. 299, 315. (l/au pt.chr. 11. 510 s.).
LEIBNIZ 113
112 DESARROLLO Y CULMINACIó N DEL RACIONALISMO

todas y cada una de sus partes a una figur a geométricamente lcct uales puros y la constancia d e la s observaciones.w Si nos em-
definido, pero ello no quiere decir qu e no d ebamos rete ner las peñamos en llamar simplemente un sueño a toda esta realidad,
definiciones exactas de la geometría como una norma concep tual que forma en sí una uni dad coherente y ord enada, ello equivale, en
su prema, en la seguridad de que ninguna existen cia emp írica es- últ imo resultado, a un simple juego de palabras. No im porta que
tará nunca en contradicción con ella. En la medi da en qu e se le atribuyamos poca o muc ha real idad absolut a: ello no afecta en lo
ajus ta a las condicione.'; de esta nor ma, podemos decir que el "f enó- más mínimo a la coherencia int erior que media entre sus diversos
meno" mismo participa de lo "inteligible". términos y que es todo lo qu e necesitamos conocer para los fines
"A unque en la naturaleza no se dan nunca cambios perfecta- de nu est ra experiencia.?"
mente uniformes, como los requiere la idea del movim iento qu e Este pensamiento se manifiesta con toda su fuerza allí donde
la matemática nos proporciona, del mismo mod o que una figura Leibniz aborda el problema del verdadero sistema cósmico astro-
existente en la realidad no se ajusta nunca estrictamente a las cua- nómico. Sien do todo mo vim iento, por nat uraleza, algo puramente
lidades que conocemos de la geometría. . . , los fenómenos reales relativo, podemos expresar todo desp lazam ien to m utuo ent re los
de la naturaleza se hallan ordenados, no obstante, de tal modo cuerpos, con arreg lo al punto de referencia por nosotr os elegido,
que ningún proceso rea l puede infringir en ning ún caso la ley de mediante diversas hipótesis, toda s ellas equivalentes entre sí. Nin-
la continuidad. . • y las demás reglas exactas de la matemática. auna de estas hipótesis tiene el privilegio de reproducir íntegra y
Más aún, no hay más camino para exponer intelectivarnente las exclusivamente el orden y la organ ización absolut os del m undo
cosas que e! que nos trazan estas reglas, las únicas que - en unión de los cuerpos . H ipótes is "verdaderas" son más bien aquellas que
de las de la armonía o la perfección, que la verdadera me tafísica tienen en cuenta el con junto de los fenómenos y permiten expli-
nos suministra- nos permiten pene trar con nu estra mirada en los carlos del modo más sencillo. La medida pa ra juzgar de la valid ez
fu ndamentos y las int enciones del autor de las cosas." \J7 objetiva de un determinado sistema astronómico reside , por tanto ,
Se da de lado definitivamente, así, a todas las objeciones es- (mica y exclusivamente en su "comprensi bilida d", es decir, en su
cépti cas con tra la realidad de! mundo de los fenóme nos. Lo que capacidad para explicar e! mayo r número posible de observacion es
el escept icismo niega, y con razón, es la existenci a de "origina les" parti endo del menor .número posible de prem isas.
situados, en cierto modo, "detrás " de los fenómenos y semejantes Ateniéndonos a este criter io, se destaca , de una parte, la mani-
y com parables de alguna manera a éstos. El verdadero problema fiesta ventaja del sistema cósmico copernicano y, de otra parte, se
epistemológico no gira - a hora nos damos clara cuenta de ello- revela que esta ventaja es, en últi ma instancia, purament e lógica
en torno a la coincidencia de los fenómenos con las cosas absolu- y m etodológica, sin que te nga tít ulos para recla mar ninguna otra
tas, sino con los órden es ideales, eternos. El mundo de los fenó- superioridad.
menos posee una precisa realid ad en cuanto que representa una "Desaparece, por tanto, totalmente la diferencia entre quienes
un idad sistemática obediente a las reglas generales de la razón. ven en el sistema coperrricano una hipótesis más clara y más ade ,
Exigir de ella ot ra clase de ser equivale a desconoc er y falsea r su cuada a nuestro entendim iento y qui enes lo afirman como la
concepto. No es su realidad metafísica fuera de cualquiera con- verdad, ya que ambas cosas, IX)r la nat uraleza misma del asunto,
ciencia lo que razonablemente podemos ind aga r, sino tan sólo su
verdad lógica. Ahora bien, la verdad de las cosas sensibles se acre- (;8 Nouoecex Essais, lib. IV, cap. 4, , 1, Gc.h . V, 373, cap. 11, 10; Gerh. V,

dita en su articulación, garantizada median te los principios inrc- 355: "La lia ison d es phénorncncs, qu i garan tir les v értr és de fo.it 11 l'é gard J es
d lOSeS .5ensibles hors de nous se .'ér ifie par le mor en d es vérités de raison;
l'(lmme I<;s apfl'Irences de l'Oplique s'édairc issent par la Ü éom étr¡e."
61 R, rponsc <tux réflex ions de Bayte (1702) ; Gerh. IV,568 (H auprschr. 11, 69 Nou"eo.ux Essais, IV, 2, 14, Gerh. V, 356.
402) .
114 DESARROLLO Y CUlMINACION DEL RACIONAUSMO LEIBNIZ ns
son a q uí idénticas, sin q ue sea pos ible ex igir una verdad mayor que real se ha lla ordenado de ta l modo q ue parece como si las no rm as
ésta." 10 purame nte ideales fuesen rea lidades perfectas (cf sup.ra, pp. 92 s.l ,
Las hi pótesis cient íficas -e-cosa que ahora com prende mos mejor, Sin emba rgo, con ello sólo se determina un lado del concepto
enf oca ndo el pro blema desde un nuevo punto de vista- no son leibrunano del fenó m eno y sólo se obtiene, por tanto, una visión
nu nca una sim ple copia de la realidad, sino simplemente intentos puramente pa rcial del sistema. El que el conjunto d e los fenóme-
encaminados a elaborar el ma terial de la observación d e tal modo, nos deba " armoniza rse" co n las verdades eternas de la ma temática
Que en él se des taque la mayor unidad posible den tro de la más y la d inámica, no q uiere decir que se encuadre nunca totalmente
grand e variedad. En este sent ido traza Leibn iz la misión del inves-- en ellas. Y este segundo rasgo es el que viene a com pletar el
tigad or ya en su ob ra pri meri za, en la Hypothesis ph, ska nov4.1l concepto leibniriano d e la "verda d de hecho". Entre el campo
y esta concepción mar ca sus límites a l escepticismo. Cl aro está que de los hech os y los principi os racionales puros ex iste siempre, a
Jos no nos d icen de un modo ex haustivo 10 q ue signi fica pesa r de tod a la coinciden cia en cuanto a la est ruc tura Funda-
la verd ad, lo qu e significa el "ser", me nt al, una tensión perma nente y una se parac ión q ue no puede
"Ca bría, en efecto, perfectamente, la posibilidad de que una llegar a su pe rarse plenamente en ninguna de las fases d el conocí-
criatura tuviese largos y or dena dos sueños q ue se asemejaran a miento científico.
nuestra vida, de tal modo q ue todo lo que creyese percibir por Lo concreto coloca al con ocim iento de la ra zón a nte un proble-
medio de los sentidos no pasara de ser m era a pa riencia . T iene q ue ma insoluble; podemos ido enc ua d rando poco a poco en los prin-
haber, por tanto, necesariamente, algo que se h alle por encima cipios cientí ficos generales, pero sin llegar a d omi narlo nunca
de los sentidos y que permita disti ngui r entre apariencia y verdad. roralmente por éstos. Y, para aclarar esta d oble relación , Leibni z
Pero la verdad de las ciencias rigurosa mente demostrat ivas no se se remite una vez má s a las ideas fundame nt al es de su n uevo
h alla expuesta a estas dudas; por el cont ra rio, es ella la q ue tiene nnálisis.
que decid ir ace rca de la verd ad de las cosas sensibles.t' w " H an sido la ciencia geomé trica y el a nálisis de lo in finito
Replicando prin cipalmente a Foucher, el renovador del escep- -dice Leibni z en un estu d io ace rca de la distinción entre las ver-
t icismo académico en el siglo XVII, Leibniz ha ce notar que e ntre el dades nec esa rias y las conti nge ntes- los que me han dado lu z y
mundo de las verdade s y el de las rea lidades no riene por qué me han hecho conocer qu e también los co ncept os pueden desccm-
m ed iar una "adecuación" material, sino q ue basta con que medie Il(lneTse h asta el infini to." u
una "adecuación" pur amente fu ncíonal.ts Lo ideal no enc uentra Pa ra demostrar que u n juicio cualqu iera es verdadero no hay
su contra imagen d irecta en la existenci a concreta; sin embargo, lo - según la con cepción ge ner al, fu ndamental, d e qu e hemos arra n-
cRdo- más que un camino: demostrar que el predicado va impli-
10 "P hora nomus eve de Po tenl ia el Legibus naru rae", 0 1',<1( ., Po 592; d. es- cito en el su jeto y es, por tanto, idénrico a él en tales o cu al es
pec ialme nt e Mam. VI, li6 , ., nota. determinaciones (v. sr¿pt-a, pp. 70 ss.) . Ahora bien , la prueba de
11 V. la carta a Hon. Febr¡ (1671), M41h . VI, 85. ri lo puede obtenerse de uno de dos modos: u nas veces, se aporta
12 "S ur ce q u¡ pasee les 5e1\8 el la malicrc" (1702) , G...-h. VI, 502
y se alcanza despu és de una serie fin ita de pasos di scursivos, al
( Ha.. pucn r. Il, U f ) : Mais la vérilé des scíenc es démolUtTltive. esr cxcmple
de ces domes ("exem pte" y no "exem ple", como apa rece en GfTh. por una cnbo de los cuales se dibujan cla ra mente y se d estacan con acusado
erra ta que altera el sentido ), muo las caracterís ticas comunes; otras veces, en cambio, se requie-
13 Carta II Fouch er (1686): " 11 n'est pas nécessaire que ce que nous con- re un análisis ulterior, más y más d esarrolla do, del contenido de
eevons des cboses hors de ncu s leur soir perfairemenr semblable, mai. q ui les limbos conc eptos.
exprime, comme un e Ellípee exprime un cercle vu de tt avera, e n sorre qU'lo.
cheque poin t du cercle iI en téponde un de l'Ellipse ee vice versa suívene une H O puse. p. 18; el. especialmente De libertate (N ouv . lettreJ ee op useullCJ,
cerr aín e lo¡ de rapP<1 rt" (Oern. l, 383). Foueher de Ca reil, pp, 179 J. = Hau ptJehr. n, 498).
116 DESARROLLO Y CULMINACióN DEL RACIONALISMO
LEIBNIZ 117
Ejem plo típico de esta d istinción es, segú n Leibniz, la d istinción
" tienden" siempre a alca nza r las ideas puras, pero sin que llegu en
entre los números racional es y los números irraciona les. M ientras
nunca, a pesa r de tod o, a identificarse con ellas. Sob re esta posi-
que los primeros pueden siempre reducirse en último t érmino a una
ción intermedia en tre La perfección y la deficiencia, entre el sabe r
unidad fundamental com ún, exp resando con ello en tér min os
y la ignorancia, descansa toda la posibilidad y todo el acicate d e la
ex actos su mutua relación, lo irra cional es "inconmensurable" con
inves tigación.
sem ejante método. Ci erto es que pod emos y debemos encuadrar
Jos valores irr aciona les dent ro de límites cada vez más estrechos,
asignán doles con ello, aproximativamente al menos, el "puesto"
IV
que les corresponde dentro del sistem a de los n úme ros raciona-
Esta concepción según la cual 10 concreto ent ra ña una infinit ud
les, qu e son, en un principio, los únicos con que podemos conta r
de condiciones parcia les conce bibles y es, por ta nto, inagotable
como con un factor dado. Pero, al tiempo que procedemos así,
para n uestro co nocim ien to, e l cual sólo puede llega r a com pre n-
compren dem os que este intento no puede cond ucir nu nca a un
der estas cond iciones medi an te un progreso sucesivo que va de un
resultado defi nitivo y nos d amos cuent a de que e llo se d ebe, no so-
mome nto a otro , representa el punto m ás a lto del a nálisis pura-
lam ente a la incapacidad continge nt e d e nuestro intelecto, sino
mente lógico. La Scientia gcncralis encuentra, a l mis mo tiem po, su
ta mbién a la ruuuraleta del problema m ismo.U.
límite natural en el ca mpo ilimita do d e actividades qu e ahora
En el mismo sentido, tenemos que también el "hecho" Ior-
se ab re ante ella . Y ya hemos visto que Leibniz tení a un a con-
t uiro concreto tiene que ser asequible a la posibilidad de ser deter-
ciencia clara de este lím ite, desde las primera s obra s en las que
min ad o en medida cada vez mayor por las ve rdades de razón y
esrabl ece el esbozo genera l d e la ciencia u niversal. No está en
no opone rse nu nca en pri ncipio a esta determi nación, sin perder
n uestras ma nos - según sub raya aq uí Leibniz- el poder reducir
n unca , por e llo, el carácter de lo " inagotab le".
la var ieda d infinita de las cosas a su úl timo fundamento met afísico
Por d on de se llega a la con clus ión de que debe modifica rse el
esencial, deduciéndola d e los atr ibutos absolutos de Dios, sino
criterio de la vigencia gen eral de una ver dad: par a que una pro-
qu e ten emos que contentarnos con el análisis de las ideas y lle-
porción sea verdadera, no es necesario que el predicado entre
varlo todo lo lejos que se a necesario pa ra pode r pro bar las verda-
real e íntegramente en el sujeto, sino que basta con que pueda
des, hasta el ex tremo lím ite q ue marcan los supremos princip ios
per cibirse una regla gen eral de progreso de la q ue sea posible de-
tornados l\ipoté ticam ente como base (cf mpra, pp. 67 s.).
d ucir con segu ridad que la dif erencia entre el sujeto y el pred icado
va reducién d ose progresi va mente. pudien do a la post re conver-
Y, sin emba rgo, el pe nsamien to gene ra l y fun d ament al del
tirse e n un a ma gnitu d insignifi canre.ts racionalismo metafísico nos empuja cons tantemen te a saltar por
encima de esta limit ac ión metodológica. Lo que va le y es obliga-
La relación entre la ídea y el fenámeno se d etermina, así,
torio para nuestro co noc imiento se nos reve la contin uam ente como
finalm ente, en un sentido puramente platóni co: los fenómenos
un límite puramente subjetivo al q ue no se halla vinc ulado el
V. libertale, p. 183 (H""JolScnr. 11, 502): Gnh. VII, 200 y p.1ss. cn rendim ien ro infini to de Dios. El int electo eterno de D ios puede
n "Quod si jam conti nuata resoluno ne pra edic ati e l con tin ua ra reeolu ricne abarca r con una sola m ira da la tota lidad de las cond iciones que
sub je<;:!i n un q ua m q uidem demonsrrer ¡ pClssi l coincídenna, sed ex con tin uara
a nosot ros sólo nos es da ble seguir una tra s o tra. Lo que cons-
le$Olulione c e ind e nata p rogression e elusque regu la sahem ap pareat n UfIQuam
otituram con tra dic rlone rn, proposirlo es! possíbilís. Quodsi appa rear ex regula tituve pa ra nosotros la me ta d e nu estra investigación : la reducción
progr essionis in resolve ndo ro rcm rednc i, U! diffcnmlia ínter ea q LUle eoincidere de todas las verdades em píricas a verdad es apriorfsticas está per-
debenl, sit mí,"u qualibee <lata, demons erarum erit proposinonem esse vera m" fecta men te al alcance del in telecto divino. El en lace necesario
(" Gen ernles Inq u tsiriones de An aiysi Notion um c e Veritaru m'', 1686, Opesc., e nt re el sujeto y el pred icad o de un ju icio, referido a un h ech o
p. 374).
ind ivid ual, a un " aquí" y un " ahora ", en lace q ue no es posible
116 DESARRO LLO Y CULMINACIóN DEL RACIONALISMO l EIBN1Z 11'
llegar a establecer por medio de ningu na prueba abstracta, es cap- , preciso insiante, y no a ntes ni después. " En un sujeto no pu ede
tado por el entendimiento d ivino en su infa lible intuición (ínlallí- darse nada Que no ema ne de él y se hall e cond icionado por él.
bili vísíone j.tt Intuición de la que ha surgid o y q ue determ ina C ualquier cambio que en él se produzca se halla lógicamente y
la organización del universo y que lleva consigo, como algo Que se de antemano " preform ado" por su propia naturaleza; más aún,
da implícitamente en ella, al mismo tiem po, una ley objetiva de las esta naturaleza no significa otra cosa que una sucesión de cambios
cosas. No tenemos ningún derecho a prescribir a los objetos, como sujetos a leyes inequívocas.
norma, las condicion es contingentes de nu estra comprensión hu- Si nos paramos a considera r las consecuencias Que este crite-
mana; pero no cabe duda de que lo que se deriva del concepto rio entra ña en cuanto a la esrruceurac ión de nuestra imagen fe-
del conoc imiento supremo, perfecto de suyo, debe ser arque típico nomé nica del uni ve rso, vemos que hemos a bandonado con él la
y obligatorio para el conjunto universal de la realidad. órbita de la m ecánica abstracta, para pasar al cam po de la con-
H em os visto cerno Spmcea, aunq ue se acercase mucho a esta cepc ión orgán ica de 'a naturale:¡:a. Al concebir un dete rminado
concepción fun dam ental, rechazaba expresa mente la exigencia de bujeta como la fuente sustant iva de todos sus cambios interiores,
derivar de eUa la secuencia em pírica de lo concret o. Lo únic o le conferimos con ello el ca rác ter y la específica peculiaridad de
que, según él, pod emos llegar nosot ros a com prender d e verda d un organismo. Nada de cuanto en él se manifiesta apar ece ahora
son la s " cosas fijas y ete rnas" : en cambio, el seguir la serie de los linte nosotros simplem ente como la simple im presión de un acae-s
objetos concretos vari ables lo considera como un esfue rzo tan irrea- cer extern o, sino como la expresión de una tendencia interior a
lizable como innecesario, ya qu e no aumentarla nuestro conoci- determinadas series de ca mbios y de desarrollo. El pensamiento
miento del fund amen to íntimo de las cosas. Comprender los lógico general cobra, aq uí, un giro y un a versión biológicos.7 9
fenóme nos significa, para Spinoza, reducirlos al orden abstracto El sujeto no form a ya una suma puramente pasiva de condiciones,
d e la geomema y la mecá nica, en el que, sin te ner en cuenta sino un a unidad activa que tiende a d esplega rse e n una plenitud
tod as sus modalidades, sólo entran como otros tantos ejem plos de sucesivas estr ucturaciones. La fuerza "de rivativa", tal como la
de conexion es universa les sujetas a ley (v. suPra, pp. 30 55.) . mecánica la concibe, designaba un estado singular de l acaecer, en
Pero, con ello -así lo comprende Leíbnís-c-, lejos de resolver cuanto que tiende a otros o los env uelve ya en sí de a nte ma no
y dom inar los problemas que la investigación empírica nos plan- (v. supra, p. 99 ) .
tea , 10 que hacem os es da rlos de lado . Si Spínoee tuviese razón, Si aho ra nos remontamos por encima de semejante particula-.
sólo quedaría en pie, a la postre, una muchedumbre infinita de ri<:ación, si no enfocamos ya un ser singular, delimitado en el
conoc imientos sueltos, que tendríamos sim plemente que aceptar tiempo, sino el conjunto de una serie de desarrollo y la regla
sin poder jam ás razonarlos en un sentido rigurosamente raciona l. conform e a la cual se pasa en ella de un miembro a otro, surge
No basta con saber que el concep to general A lleva consigo en ante nosot ros el concepto de la fuma primitit 1(J. Esta regla es
todo momento el "elemento" B, sino que debemos, ad emás, com - uni ver sal, por cua nto que perma nece una y la misma frente a los
pren der la necesidad por virtud de la cual en un "su jeto" de ter- ca mbios momentá neos d e estado; pero es, al mismo tiem po, un a
minado, por el mero hecho de existir, se da n ta les o cuales regla individual en el más estricto de los sentidos, ya que no se
características y por qué se manifi estan en él en este determinado manifiesta y realiza en varios ejempla res homogéneos, sino que
7T De libeTtate [Fc ucher de Care il, p. 184 = Haupuchr . 11, 503) : "Ve ntares representa la ley propia y peculiar de un a serie constante.
contingentes eeu infinirae subeune ecíenríam D ei ee ab en non q uidem de- "Todas las cosas singulares se hallan sucesivam ent e su jetas a
monsrrarícn e (qu od implica r contradic rionem ) sed tamen infallibili visione cambio; lo únic o perm anente en ellas es la ley misma, qu e lleva
cognoscuntur, Dei aurera visio minirne ccnc fpi (d eber) ur scientie q uaedem
experlme ntalis, q uasl tlle in rebus a se dís ttnctis vídeat alíquid, sed ut cogn itio 18 C f. acerca de esto, Ha-upu chr. ll, 92 r. •
a priori per veritatum rationes." 79 Mb de talles acerca de es re punt o, especialmente en Hl1l1 pu chr, 11, 13 H.
120 DESARROLLO Y CULMINAC ION DEL RACIONAUSMO LEIB NIZ 121

consigo u n cambio consta nte y que en las susta ncias singu la res mues tra ahora su validez en una nueva esfera . T am poco la "rea-
coincide con la ley to tal, rein ante en todo el u niverso." 80 lidad" meraf ísíce del conoc imiento consiste en que los d iferentes
Su rge así un a va riedad infinita de series de cam bio, que d is- sujetos de la representa ción posean un objeto exterior común, sino
curren tod as ellas sin infl ui r las unas sobre las otras, pero sin en que se hallen en consona ncia los unos con los otros y formen
que por ello sus reglas dominantes sean incoherentes entre sí, todos ellos una u nidad cohe rente y armónica en cuanto a su
ya que todas ellas gua rdan una cohesión con arreglo a un plan función pura, en la fue rza creadora de sus representaciones.
ideal general. Los diferentes "sujetos" despliegan el contenido No podemos seguir de cerca aquí e! desarrollo d e la metafísica
d e sus representaciones con total indepe ndencia los unos de los Icibn iziana . Sólo nos interesa para los efectos de nu estra investiga-
ot ros; pero toda s estas "i mágenes" subjetivas form an en su con- ción en cua nto que se refleja n en ella los rasgos generales del ideal
juma, sin embargo, un solo un iverso de fenómenos , ya que entre leibniziano del saber.
toda s ellas existen un orden y u na ade cuación constantes. Si volvemos la vista hacia atrás para fija rnos en la trayectoria
Queda trazado así el esq uem a gene ral del sistema de la m ona- general que han seguido las reflexiones filosóficas y científicas
Y de nuevo comprobam os que es el concep to leibniziano de Leibniz, vemos cómo ta mbién se proyecta ahora una nu eva
del conocimiento el qu e cobra aq uí, una vez más, un sello cara c- luz sobre el concepto fundam enta l de la armo nía. El sujeto empí-
reristico y peculiar. rico concreto parece encontrarse de momento, ta n pronto empi eza
No ha falt ado quien objetara cont ra la teoría d e Leibn iz que, 1I reflexionar sobre sí m ismo y sobre el contenido de sus repre-
al reducir toda la realidad a la act ividad de las representaciones, sent aciones, ante una vari edad confusa e in coher ent e de im pre-
destruye con ello toda la materia in dependi en te d e la rep resen- sienes. A l ir ordena ndo progresivam ente esta var iedad, al rem on-
tación. Si tod a la existe ncia d el un iverso -dicen q uienes así ta rse d el mu ndo d e las simp les sensaciones de los sentidos al
razonan- no es otra cosa que la infinita plen irud de los seres en mu ndo de los conceptos d aros y distint os del esJJacio, el ncm po
qu ienes se produ ce la actividad de la rep resentaci ón, habrá que y el número, pa ra elevarse ulteriorme nte a la intu ición de las
llegar a la conclusión fina l de que la real idad no tiene ot ro sustancias vivas y acti vas, proyectadas hacia fines, no adq uiere con
contenido q ue el de una representación de la represent ación, con ello ni ngu na materia extraña to mada de fuera, sino que cobra
lo que am enaza con esfu marse, a la postre, en una serie de formas tan sólo formas cada vez más r icas y adecuadas para la csrruc-
vacías. IUración e interpretación de l contenido de su concie ncia IX'r la vía
Pero esta objeción tergiversa el conce pto leibniziano del ser, por- del conocimiento .
que terg iversa el concepeo de la verdad de q ue pa rte Leibniz. El En este acto de la continua uni ficación del pensamiento es
criterio d e la verdad de una idea --tal es el punto d e par tida donde se alcanza la verdad de! ser, ya que ésta no com iste en otra
de Leibniz- no puede buscarse en el hec ho d e qu e ésta se ase- cosa que e n la consonancia total de estos m últiples pu ntos d e
meje a un objeto exte rior cualq uiera. As í como la verdad abs- vista. N ingu no de estos puntos de vista puede ser cons iderado
tracta de las ciencias n ecesar ias desca nsa sobre una determ inada superfluo, pero ni nguno posee tam poco un a única y excl usiva
proporción o rel ación de las ideas mismas, así ta mbién la verdad ra z ón de ser. C ada un a de las fases a que se llega posee su signi-
em pírica de un dete rm inado fenóme no se basa úni ca y exclusiva- ficación relati va y peculiar, pero ap unta al mismo t iempo hacia
mente en su arm ón ica consonancia con las reglas puras de la razón otra que se h alla por encima d e ella y la desplaza.
y con la totalidad de las dem ás observaciones. y el mismo punto Sólo en esta gradación de modos de considerar el problema se
de vista que aquí se afirma con respecto a los fenóme nos, de- revela a nte nosotros tod o el contenido d e la realidad . V isto de
so Carta a de Volder (31 de mayo de 170+), Gerh. 1I, 263 (HauPt5Chr. Il, este modo, el contenido que nos brin dan las percepciones de los
338). sentidos no es una apariencia vacía y carente de esencia, au nqu e
J2Z DESARROLLO Y CULMIN ACi ÓN DEl.. RAaONALlSMO •
LEIBNIZ 123
para hacerlo asequibl e al conocimiento científico exacto sea necesa,
tanto, realidades a bso1utas, · 0 0 qu ...e se reducen a la "verdad de
rio reducirlo a puras relaciones de magnitud (v. su pra, pp, 100 5.) . "
relaciones", "
D e este modo, el reino de las magnitudes constituye solamente la "E.spacio y t iem po, ex tensión y movimiento e-leemos un
pre paración para el reino de las fum as, en el q ue la organización pasaje m uy esclarecedor- no son cosas, sino m odos de con.siderar
inter ior del universo es considerada desde un punto de vista nue- (medí consíderandí) ." 82
vo. Y, de ntro de este mismo reino de las fuerzas, las sustancias La reducción de los fenómenos a procesos mecamcos se con-
" ba jas", q ue son simplemente expresión de la u nidad de un pro-- sidera ha sta tal punto como un sim ple meci _ .J. ó oJol
, '· que
ceso de vida natural, ap untan hacia las sUsta nc ias más altas, en puede aventurarse esa ex presión bruscamente subjetiva,
las Que se revela al mismo tiempo la unidad consciente de una ello afecte para nada a l a val idet de los con ce ptos matemancos
personalidad moral.
fundamentales, pu es sabemos qu e estos conceptos, no nos
El ser va cobrando, para nosotr os, un contenido cada vez más revelan ninguna existencia inc ondicion ada , no dejan de ser por
rico a medi da q ue todas esta s ma neras intelectua les de con cebir ello menos necesarios, en .su lugar y dentro del sistema.
se entrelazan y se superpo nen unas sobre otras. La auténtica rea- .
ceptos mismos son "real
... es" y tienen un fundamento objetivo,
d
lidad no pued e ser captada y reproducida de un a vez; sola me nte aunq ue no versen sobre ninguna clase de objetos tra scen entes.
podemos irn os acercand o a ella conti nuame nte por medio de srm.. En este sentido, nos damos cla ra y perfecta de que la
bolos cada vez más perfectos. Esto viene a subrayar claram ente, .. econciliación" a qu e tiende Leibniz entre la y la ma-
una vez más. la importancia fundamental qu e tiene este concepto t:mática. entre la concepción teleológica y la ca usal,
para la tota lidad de la teoría leibniriana. Se determina aho ra con no d escansa sobre la metcfa ecléctica del contenido de ambos cam-
toda precisión el valor qu e la id ea de la característica gene ral s, No se tra ta de acoplar externa mente unos a
enc ierra necesariame nte para el sistem a de Leibniz. No es casual, :'ros sino de enfocar una y la misma conexión real desd e . dlfe-
ni mu cho menos, el que nos sintamos movidos a sustituir las rentes puntos de vista de en juiciam iento. Los fines no son inter-
relaciones entre los conceptos por relaciones ent re los "signos" cala dos de u n modo conc reto, como fuerzas act ivas, en el acaecer
qu e los representan; los propios con ceptos no son, en fin d e cue n- causal sino que la totalidad de est e acaecer es interp retada como
tas, en susta ncia, otra cosa que conceptos más o me nos perfec- , de una conexi.,ón espm
simbo lo . ,tua1 mas
. a1...,
- sin I qu , por ello se
tos, por medio de los cuales tratamos de penetrar en la estructura pert urben sus reglas inman entes.
del un iverso. Por tanto incluso en este punto, donde más parece
No ha y más que compa rar en este punto a Leibn iz con sus Leibniz a la a ristotélica del u niver so, a lt"
pred ecesores raciona listas, con un D escartes y un Spinoaa, pa ra m. la idea central y or iginal Que distingue a su sistema e a
escolástica. Es ciert o Qu e su conce pto d e Ia ente 1equta<1 .
darse cuenta de que esta idea a q ue nos referimos h ace qu e el
mej a mu cho a la concepción orgánic a de la naturaleza de
pensamiento se remonte a una etapa peculiar y específica mente
r óteles pero descansa, e n realidad, sobre un fundamento l ógico
mod erna. V eíamos cómo para D escar tes, con el prime r d esarrollo
di . te espond ...e a un tipo d e ratonamiento tot almente nuevo.
"
de su metafísica, la extens ión se convertía en una .sustancia índe-
Leibniz parte del concepto d e fu nción de la nueva matemanca,
pendiente, existent e por si misma; para Spinoza, rep resenta un atri o
buto d ivino, equiparado al a tributo del pensamiento y situ ado en JlI cr especia lment e carm a Clarke ( 1715); carta q uinta, S <47: " Ces
el mismo plano qu e éste. ne qu e dans la tir ite d es rapp orts et nullem ene daos q ue que
Por el contrario, para Leibn iz el espado y el tiempo no son ré alité absolue," sed mod i cons ideTlm di
otra cosa que orde naciones ideales de los fen ómenos; no son, por 82 "S pat iu m ternpus ex!ensio e! mor us non sum res,
fwndamen rum haberl!e'S" , p. 522.
LEIBNI Z 125
124 DESA RROLLO Y CULMIN ACiÓN DEL RACIONAUS MO

q ue el cap ta en toda su gene ralidad antes q ue nadie y que ya en 1cza " y e1 "reino d e los Hnes"." La ecuación "Harmonía
1
univ er-
f" d
l¡ id t D eu s" forma el punto de partida de a m eta rarea e
su prime ra concepción ema ncipa de tod as sus limitaciones en e! 5:1 15, l es .. d I
Leibniz m uc ho tiem po antes d e que su rja la concepoon .e a ver-
campo del número y de la magnitud. Pertrechado con este nuevo dad era monadologia: M es, al mismo tiem po, la me ta .h an a. la
instrum ento del conocer, abord a los problemas fu ndament ales tienden conjuntamente la s múlt iples corr ientes de la [nvesngacron,
de la filosofía. Se demuestra ahora que no es un in strumento
rígido y muerto el q ue ha tomado en sus ma nos, sino q ue, a
med ida q ue ava nza, va cobra ndo conten ido y riqueza interior es.
El concepto matemático abst racto de función se extiende hasta
conve rtirs e en el concepto de armo nía de la ética y la metafísica.
Lo q ue antes se mostraba com o una antítesis irr eductibl e de! pun -
to de vista de la mat em ática y la cien cia de la na tural eza se
revela ahora, en realidad , com o su compl emento y $ U coro nación
ideal.
Sin emba rgo, la. me tafí sica tra d icional de las "formas sus-
tanciales" ex periment a aquí un a aparente ren ovación. A pe-
sar de la co incidencia en cuanto al conte nido d e algunas de
sus tesis fundament ales, se ha su pe rado definitiva mente el
cepec d el conocimiento sobre el que aquella met afísica descansa.
Leibniz rech aza con la mism a ene rgía en ca da un a de las fases de
su pe nsamiento la concepc ión " su perficial " de q ue son las "fo r-
mas" de las cosas las que penetra n en el espíritu y ha cen brota r
en él el co nocimiento de los ob jetos. En este pu nto, IX'r lo
menos, no reconoce posibilid ad alguna de con ciliación ni de me-
d iación.
Leibniz gust a de dar a su sistem a el no mbre de "sistema de la
a rmo nía". Pero la ar monía no significa solamente, si nos ate nemos
a su sentido fundamental, la relación ex istente entre el cuerpo y
e! alma, ni la consonancia ent re las d istintas sustancias individua-
les y la consecuencia de sus rep resentaciones, sino q ue se remonta
má s bien, de un modo origina rio, a la armonía que existe ent re los
distint os puntos de vista ideales, q ue se condiciona n mutuamente
los unos a los otros y a bese de los cua les es posible representar
e interpreta r el ser.
T a mb ién el co ncep to leibnizia no de D10s desemboca, al llegar 83 V. acerca de esro, Albert Gorland, "D er bei Leíbnia, Ein
Vorwcrr eu seinem Systern" (en PlIilosophi,che Arberen eds. por H, Cohen
a su perfecció n, en este pen sa miento: no en va no la ide a d e Dios
P. Nato rp, t . l. 3) , Otessen, 1907. .
rep resenta para Leibniz, en últi ma instancia, solamente la "f e '4 V. la carta al duque Juan Federico de Brauosch we,g (167I), G.".h. 1, 61.
racio nal" en la coincid encia int erior entre el "reino d e la natura-
TSCHIRNH AUS 121
remo ntá ndose por encima del álgebra, a una " ciencia general de
las form as" ; T sch irnhaus, en cambio, acota desde el primer mo-
Capítulo III mento un campo más limitado de investigación.
El contraste que aquí se advierte va cobra ndo un a expresen
TSCHIRNHAUS
cada vez más agud a, principalm ente en la s fases posteriores d e la
correspond encia. T sch irnhaus insiste constantemente en q ue es
El cuadro d e la trayectoria general del racionalismo sería incom- un esfuerzo vano empeña rse en superar en el pla no de los princi-
pleto si no parásemos la at ención en un pensador que -por m uy pios los métodos algebra icos abst rac tos, en vez de mejora rlos y
poco sosteni da y profunda que haya sido la influencia d e su perfecciona rlos en sí mismos. Y t am poco mediante la "combina-
doctrina- refl eja con mayor cla rid ad que ni ngú n Ot ro las corr ien- roria" cabe alca nzar esta me ta, según él, ya q ue ésta no es otr a
tes históricas fun da men tales que se enfrentaron a lo largo del cosa que la ciencia del número de las posibles com binaciones, razón
siglo XVII. por la cual se halla, ma nifiesta mente, su pedita da a la teoría general
La metodología establecida por Ehrenfried Walter ve n T schírn- de los números.
haus en su Medicina M cnns no muestra ninguna clase d e rasgos y se aferra a este punto de vista incluso ante las minuciosas
plenamente nuevos y originales. Depende, lo mismo en su idea explicaciones de Leibniz y que lu ego va incorporando éste a su
funda mental que en toda su estructura, de l Tractatus de intelleetus plan general en toda su amplitu d.! En una im portan te car ta, q ue
emmen dadone de Spinoza y sólo va más allá de él en cuant o q ue [moja viva lu z sobre tod o el movimiento discursivo de su época,
trata de desarroll ar y de razonar en detalle la teoria del saber C'I'lV describe cómo fue apunta nd o y afianzánd ose primeram ente en él
pírico, qu e Spi nosa postulaba y ha bía prometid o exponer, pero sin el esbozo de su mé todo. Expo ne cómo se ma nifestó en su espl-
llega a cumplir su promesa. Pero, más importan te qu e las propias rltu, ape nas al hab er ad quirido los primeros conocimientos un
realizacion es positivas de T schirn hau s es el papel de med iador poco precisos del álgebra, el d eseo d e llegar a encon trar un mérodo
histórico que le tocó en suerte. Fu e el pri mero que d io a conocer dota do d e la misma in fa lible certeza e igualm ente fácil en su
a Leibniz, precisamente en la época d e su primera receptividad mane jo, para ap licarlo a las de más ciencias. Y cuenta cómo, pre-
juvenil, la idea fu ndame ntal d e la teoría sp ínoelsra de los princi- ocupado con este problema, cayeron por vez primera en sus
pios, infl uyendo con ello en el d esarrollo de la filosofía leibni ziana, manos las obras de D escartes, en las que encon tró casi realizad o
tanto desde el punto de vista positivo como en sus aspectos nega- I U ideal me todológico ge nera l. M ás tod avia que las conocid as
tivos. El desarrollo qu e Leibniz h ubo de d ar, prin cipalmente, a la obras metafísicas fundamentales de este autor, le impresion ó de
teoría de H obbes y Spi noza sobre la de finición genitica y la con- un modo perm anente y pro fundo aquella carta de Des cartes a
t inu idad in int erru mpida que en este pu nto ad vert imos en cua nto Mersenne en que se ha bla de la posibilidad d e un lenguaje
a la trayectoria de l pensa mien to tienen su explicación hist órica fko general. El único problema que quedaba por resolver, nos
en el tra bajo en com ún consagrado por Leibniz y T schirnha us a dice, era el de descubrir el d iccionario toda vía desconocido de este
esta parte de la metodología gene ral, d urante el periodo de su lengua je, problema sobre el cual meditó largamente, aunque sin
estanc ia en París y qu e pod emos seguir a través de su cor respon- resul tado positivo, ha sta que por último se dio cu enta d e qu e el
d encia. modelo pa ra semejante d iccionario 10 tenía ya ante sí, en la propia
Pero es precisam ente esta comunidad de problemas la que /wom etría cartesiana. Descartes somete todas las forma s del espa..
mejor nos ayuda a com prende r las diferencias específicas en cua n- cio a un cálculo algebraico exacto; pues bien, ot ro tanto podía
to al mod o de investigación de uno y otro pensador. Leibn iz se
guía siemp re por la idea de la ciencia universal, tiende, por ta nto , 1 V. Leibnb, Mathematische Sc hriftcn, ed. por Gerhardr, IV, 459 51 .
126
128 DESARROLLO Y C ULMINAc rON DEL RACIONALISMO TSCHIRNHAUS 129
hacerse, evid entemente, con respecto a los prob lemas de la natu- nrreglo a su verdadero valor las expl icaciones form u ladas por
raleza, para llegar a la meta más alta de todo saber. otros." 3
"Se guramente recordarás -c-prosigue Tschirnhaus, en esta car ta El análisis acabado de las cosas equivale, por tanto, a la capa-
a Leibniz- que te mostré esta carta de Descartes a Mersen ne y ciclad de su creación sintética: así, por ejemplo, una certera d efini-
que d iscutimos largamente acerca de ella; tus comentarios, según ción de lo que es la risa equivale a la capacidad para producir
recuerdo, terminaban siempre con la expresión del d eseo de ex- ésta a voluntad. De este modo, se atribuye directamente a la
tender el método a todas las cosas dd universo. . . mientras que
J comprensión concep tual pura la capacida d necesaria para producir
mi preocup ación t endía pre ferentem ente a encontrar u n método el ser empírico; pero, por otra parte, toda nuestra cultura y nuestra
que permitiese tr ata r y resolver los problemas de la física del mis- nrrículacíón de los conceptos deben encaminarse y orientarse ex-
mo modo que todos los prob lemas de la matemátka, por med io clusivamente en dirección hacia este contenido em pírico. La meta
del álgebra. " 2 suprema y exclusi va que t odos nuest ros mé todos racion ales d eben
En esta delimitación del tema resid e la especial y característica trazarse consiste precisamente en la experiencia misma y en su
apo rtación de Ts chírnhaus. Este pensador parte tota lm ente de estru ctura sujeta a ley.
las premisas del racio nalis mo¡ tam bién él considera "verdadero" Tschirnhaus - y es ésta la conc epción más fecunda a que
aquello qu e no se encu entra de antem ano en la expe riencia, sino llega-e- subraya incansablemente la r igurosa correlación entre el
que se desa rrolla pa rtiendo de sus fundam entos lógicos generales. camino a priori y el camino a pcsteriori del razonamiento. No es
Toda explicación de una cosa singu lar, cualquiera que ella sea, posible separar la "ind ucción" y la "deducción", pu es ambas
debe llevar consigo necesariamente el conocimiento de su causa se postulan y complemen tan mutua men te. El experimento no es
inmedi at a y remontarse, parti endo de ella, hasta la tota lidad de otra cosa que un medio auxiliar y un regulador para la formación
sus condiciones próximas y remotas. Sólo asegurándonos de estas de los conc eptos, del mismo modo que, por ot ra part e, el verda-
cond iciones y penetruado el objeto que consideramos, no con arre- dero concepto pret en de se r, an te todo , la clave para nuevas obser-
glo a su estructura concreta, sino en cuanto a su naturaleza misma, vacioncs de hecho. Em pezamo¡ examinando en el espíritu, de un
pod emos decir que realmente lo dominamos, desde el punto de modo puramente abstrac to e hipotético, las " posibilidades" de
vista conceptual y de u n modo objetivo. creación de una cosa, siguiéndolas hasta en sus última s ra mifica-
"Pues llegar a comprender una cosa no es sino la act ividad y d ones. Sin embargo , cuanto más nos acercamos al ser sensible
el proceso discursi vo por medio de los cuales hacemos qu e esa especial, a med ida que las condiciones se vuelven cada vez más
cosa su rja ante nosotros en el espíritu, y 10 que de una cosa pode. complicadas y los cam inos se hacen cada vez más difíciles de
mos comprender es siempre, solamente, el modo prim ero de su abarcar con la mirada, recurrimos a la observación me tódica para
formación o, mejor dicho, su creación. Por tanto, si la definició n delimitar por medio de ella los proyectos genera les de nuestro
ha de consti tu ir el fu ndamento prima rio de todo lo qu e cabe pensamiento y estab lecer ent re ellos una selección segura. La
comprender de una cosa, es evid ente que toda buena y legítima experiencia determina nuestro concepto, pero sin suplantarlo total
definición debe entrañar necesariamen te una creación. T al es, y exclusi vamente. Sólo cuando el experi mento se concibe yen,
por consiguiente, la regla infalible conforme a la cual podemos, no juicia de este modo, puede llegar a encaminar verd ad eramente
solamente formu lar definiciones científicas, es decir, creadoras nuestra comprensión hacia los fundamentos del acaecer, conducir
de ciencia, por nuestra propia inic iativa, sino también juzgar con
3 Tschirnbaus, Medicina Mentís sive Anis inven iendi praecePM generllliCl,
2 Tschirnhaus, carla a Leibniz (1678), l. c., IV, +74 ss. Edi¡io nova, Leipzig, 1695, pp. 67 s.
00 DESARROLLO Y CULMINACi ÓN DEL RACIONAU SMO TSCH1RNHAUS 131
a resultados a los que jamás pued en llegar los empíricos, cuyos genética el que las hace brota r y les con fiere toda la det ermina-
experi mentos se desarrolla n sin co nfiarse a la guía de la nlWn. 4 bilidad de su contenido. Las formas que de este modo na cen
En este punto, T sch irn haus se limita también a recoger y permiten siemp re, sin embargo, una variedad de modos de ctea-
d esarrollar la t eoría de la ex periencia de Descart es (v. vol. J, ción , todos ellos equ ivalentes entre si y que conducen al mismo
pp. 481 ss.) . Pero la claridad con que la desarrolla y la nit idez de resultado. Para los efectos del concepto matemático puro del
p rincipios con que la desglosa de todo lo metafísico asegura a esta círculo, tanto da que lo conci bamos como creado por el moví-
teoría, en manos de T schirnhaus, un a infl uencia histórica muy miento de una lín ea recta en torno a un extremo fijo o por el
superior a la q ue al prin cipio h abía podido lograr dentro de l segmento de una esfera. Esta multitlOCidad, no tanto del conre-
estrecho círculo de la escuela cartesiana. La escuela prek antiana nido como d el modo de producirlo, se supera en el t ercer grupo
alemana, en sus más seña lados representantes, sobre todo en de entidad es, en los " enria realia seu ph vsica". lo qu e los dísne-
la persona de Lemberr, en laza visiblemente con la doctr ina de gue de las simp les " cosas mental es" es precisamente el hech o de
T sch irnhaus, en su esfuerzo por a plicar los principios de su teoría que sólo podemos concebirlas como nacidas de un único mod o
de la exp eriencia a la metod ología de las ciencias especiales. y por una única causa. Los conceptos que de ellas nos formamos
C ierto es qu e el postulado general de u na teoría crítica de la no dependen, por tan to, en modo alguno, d e nuestr a voluntad,
experiencia, tal como lo formula T schirnhaus, no eq uivale preci- sino pura y exclusivamente "de la propia naturaleza de los objetos
samente a la realización d e tal postulado. Las d ificulta des internas mismos"; se trata de conce p tos que más que formarse pcrr noSOtTOS ,
con qu e tro pezaba el desa rrollo de esta teoría se destacan clara- se forman solamente con nuestra cooperación y avud a.s
mente en el ejemplo de T schírnheus. Estas dificultades radican, "De esta clase es, por ejemplo, todo 10 que conce bimos como
sobre todo, en el hecho de q ue el objeto de que se trata y el algo material, es decir, todo aquello que no presupo ne una exten-
conce pto de la realidad misma no han llegado tod avía a deter- sión pura o penetrable, como es la extens ión matemática, sino una
minarse y esclerecerse d e un modo ineq u ívoco. La suma de lo extensión impenetra ble, como la de todos los cuerpos."
pensable se divide en tres clases: las cosas intuíbles mediante los C larame nt e se ad vierte cómo se ent retejen en esta distinción
sentidos, las cosas racional es o ma temáticas y las cosas físicas o dos tend encia s conceptuales distintas. De una parte, apa rece el
reales. Mientras que las represent aciones de la primera clase, los inrrés racional ista, que pret ende comprend er y derivar la realidad
contenidos sensibles, se le inculca n al espíritu desde fuera contra como un producto d el pensamiento. La progresiva difa enciacián
su voluntad y sin su cooperación, las de la segund a clase son crea- de los métodos concep tuales puros y su rmñ ua de te rminación hasta
ciones puras del mismo espíritu, que no nec esita n de ningú n ori- llegar a un result ado unív oco y úni co, es lo que ha de constituir
ginal de fuera. Es pura y simplement e un acto de construcció n el elemento caracte ríst ico de lo "real". Pero, por otra par te, ha de
" A n req uam rem qu e nde m, cujus generatio hacren us o pe regularum mOO I) darse como algo simplemente supuesto en nosotros mismos, en
oste oseru m ncndum innctuie, ulreriue prosequamu r: omn iu m prius reru rn cuanto causa absolut a de las sensacio nes de los senti dos, la reali -
(ll"ner aliones a p-riori OJ)l" eleme nro ru m ph \"S;ces su nr co neíde ra nda e, lIbi vero
eo pervenlUm est, ut ím elle ctul impossibil e sir, pra l" nimia reru m part k ulat iu m
dad de cosas exist entes en sí.
varietar e p rogredi, lun c d emu m jlnla hos gene rales canones, qul Opl! ve'T<le Al llegar aquí, se romp e la continuidad del método hacia el
Ph.,si{:es condunulr. .. ex/)eTimenla ,un llS iM rilllen4a Junt, q uae tune non 6 "Denique observo. m e q u crundarn ennum habere c ogitation es, quae
pote ru ne non singu laria peoduc ere : ratiaq ue qu jd em • me opri me, no n tame n m6tar pcaeceder murn ra ñonalíum varia, llCd
ta n omn ibus Empidcjs, ut pore ab5Qul" ranone ex penmentll d mlll"M.bus , wnie« ta nl llm ac constantl rotione concipillntu r, ad eoq ue d eprehendo, etus mod t
abeclu te esr ímposslbile", Medi cina Mcntis, p. 88; acerca d e las relaci ones entre ""ltiratio nl"R nullaten us vari e ad ltbirurn formad posee, sed ebsolure a pr op ria
la "inducción" y 1. "de du cción" en T schlrnh aus, v. especi alme n te Windeiband, e" runde m en tiu m natu ra depend er é, lit non a m e formandae, sed potius quasi
G esch.ichle det neu eren Philmoph ie, 3° ed.. t. 1, pp. 497 s., y V erweye n, E. W. mecum fonnawe dici posse vídea nrue, harum qu e objectll non n i.si U! exist l"nria
lJOn Tsch irnhalls ah Philosoph, Bono, 1905, p p. 118 ss. f1tlS5im C()[lci¡li." Mt'JiriNII m l!nt is, p. 76.
132 DESARROLLO Y CULMINACIóN DEL RACiONALISMO TSCHIRNHAUS 133

que sobre tod o tiend e Tsc hirnhaus; se establece un punto dog- avanzan do, explica los múltiples intentos de conciliación por él
mático de partida anterior a todo análisis y que ha de hacer posi- emprendidos para fundir de nuevo en una u nidad objetiva las dos
ble las dist inciones fundamentales de la t eoría de los pri ncip ios. esferas separadas, la esfera de la razón y la de la expe riencia. Y, al
Tschirnhaus distingue claramente entre la capacidad del int electo no lograrse reducir totalmente a lógica los "hechos", no hay más
y la de la imaginación, entre aquello que verdaderament e "conce-- remedio qu e seguir el camino inverso, afirmando a su vez los
bimos" y lo que simplemente podemos "percibir" por medio d e mismos principios sobre los que descansa toda deducción como
los sentidos. Todo contenido nos ofrece elementos suscep tibles resultados de la "experiencia int erna" . Por donde son, en última
de ser fijados por medio de conceptos puros, mientras que otros es- instancia, cuatro los hechos fundamentales de la proPia observación
capan a este tipo de determinación. As í, por ejemplo, la extensi ón, en los que Tschírnhaus apoya toda su construcción, Que se ene
la forma o el movimiento pueden ser claramente concebidos por cucntran en nosotros mú ltiples contenidos de conc iencia; que unos
nosotros; en cambio, el color rojo de u n objeto, aunque lo perci- nos afectan de un modo placentero y los otros, por el contrario, de
bamos con la mayor claridad , no puede llega r a ser nu nca objeto un modo doloroso ; que d eterminadas combinaciones se revelan
de una concepción científic a real, ya que difiere con cada individuo como posibles para nuestro pensamiento y otras, en cambio, como
que lo perciba, razón por la cual no admite un verdadero conocí- imposibles y que existen en nosotros, por último, representaciones
mien to de validez Y 10 mismo podríamos decir de in fi.- sensibles que no emanan de nosotros mismos, sino que nos son
nidad de contenidos , con respecto a los cuales debemos, por tanto, inculcad as "desde fuera", son cosas todas que no requieren una
renunciar de antemano a penetrar en eUos y a capta rlos claramente prueba conce ptual, ya que poseen una evidencia inmedi ata, la
por medi o de conceptos. cual no es posible refutar ni superar mediante razonamientos abs-
A hora bien, si este resultado es exacto y obligado, se viene traeros. 1.0 único que puede hacer la "deducción" es red ucir todo
necesariamente a tierra, como fácilmente se ve, el propio plan nu estro saber a estas experiencias fundamentales, pero sin poder
de Tschirnhaus de una metodología universal y rigurosamente nñadir nada a su verdadero contenido. No puede haber criterio
un itaria del saber. El d.ualismo entre el ser pensable y el ser pura- más alto de la verdad que la coacción psicológica interior que nos
me nte sensible abre paso, necesariamente, a un dualismo insupera- obliga a enlazar siempre un determin ado sujeto a un determ inado
ble en cuanto a los modos d e conocimiento . No encontramos en predicado o que nos presenta como im posible y con tradic tor ia con-
Tschirnhaus aquel profundo pensamiento de q ue partía Leibniz sigo misma una combinación cualquiera de representaciones. Míe n-
en su esbozo de la Scientia generalis: el criterio de q ue las "verda- Iras nos apoye mos exclus iva me nte sobre esta base, estaremos a
des de hec ho" especiales no representan la contraposición absoluta salvo de todo peligro de enga ñarnos.
con respec to a los conocimientos racional es, sino más bien el mate- "Por lo d icho, es evidente que todo concepto o, como otros
rial y el problema para la aplicación de los métodos generales, que lo llaman, toda idea no es algo mudo, como una imagen pintada
se desarro llan hasta el infin ito (v. supra, pp . 73 s.}. Esto hace en una tabla, sino que env uelve siempre, necesariamente, una
que siempre quede en pie, para T schímhaus, un campo qu e se ufirrnación o u na negación. La afirmación o la n egación no son,
sale por principio de la órbita recorrida por su teoría lógica y qu e, en efecto, otra cosa que la expresión por vir tud de la cual maní-
sin em bargo, se acredita cada vez más claramente como el ver da- restamos que, in ter iorme nte, dentro de nuestro espíritu, pod emos
dero campo de lo real, es d ecir, del ser físico-empírico. 11 no podemos pensar algo."
Esta falla fundamental, que va haciéndose cada vez más clara- Así, las reglas lógicas su premas, tales como, por ejemplo, el
me nte perce ptible pa ra el propio T schimhaus , ,8. medida que va
, principio de la cont rad icción, no designan tanto u na ley de las
o Medicina mentis, pp. 41 ss. cosas como una ley de nuestra comprensión: establecen qu é pen-
DESARROLLO Y CULMINACIóN DEL RACIONALISMO
TSCHIRNHA US
samientos pueden realitarse de hecho en nuestro pensar actual y
seguros de que, pese a tod a la confiam a subjetiva que podamos
qu é otros son irrealizables,"
depos itar en nuestras representacion es, no existe la ga rantía obje-
T schirnh au s no llega a sacar la conclusión de que, al establecer
riva d e su necesídad.w
esta consecuencia, se relativi<;a, en rigor, el concepto d e la verdad;
Pero fácilmente se com prende qu e este inte nto d e transformar
de qu e, visto así el problema, depende de la naturaleza em pírica de
la "capa cidad de l pensam iento" lo que haya de consid erarse como el principio cartesiano de la verdad se halla expuesto ínmedíara,
" verdadero" o " falso", conclusión que, evidentemente, se halla en mente a las mismas objeciones que este mismo. ¿La "comu nica..
d irecta con tra d icción con su punto de partida. Para llenar la lagu- bilidad genera l" de un conte nido discursivo sólo pu ede estable-
na qu e persiste aquí e ntre el criterio lógico y el crite rio psicológico cerse por medio de la indu.cción y obliga, por tanto, a ir exa minando
de la verdad, se recurre a una afirmación de orde n met afísico. por sepa rado y conta ndo ind ividuo por individual ¿O basta con
Aquello qu e conceb imos d e una manera cla ra y ní tida, sin limitar- un solo ejemp lo para que pode rnos estar en seguida seguros de
nos a percibirlo por med io de Jos sentidos, tiene una vigencia qu e tod os los casos y desca rta r pa ra siem pre tod a instancia en contra-
pu ed e ser extendida por nosotros a todos los demás seres pensan- riol En el primer caso, jamás alcanzaremos aque lla certeza incon-
tes, ya que las diferencias ind ividuales ent re los hombr es radican dic ional y definitiv a que postula y da por supuesta T schi rnhaus; en
solamente en la capa cidad sensitiva e imaginativa, mientras que la el segundo caso, probaremos d e nuevo con ello la verdad de las
capa cidad "int electi va" es, en ellos, siempre la misma y obed ece máx imas gen erales de la indtución. cuyo funda me nto no ha de
en todos a las mismas cond iciones.8 buscarse en la enumeración de una serie de observaciones parcia.
Como se ve, la identidad e inmutabilidad inquebrantables de les y concretas. T schi m ha us no niega esta clase de máximas, pero
las puras "reglas de la razón ", lejos de probarse, se esquivan. M: sustrae a la exigencia de exponerlas y ra zonarlas lógicam en re en

T schirnha us considera como su progreso esencia l con respecto a cada caso, ya que las su ple y hace ociosas, en su con cepción, el
Desca rtes el hec ho de Que, en vez de limitarse a señala r de un axioma m erafísico d e la tot al y absoluta id entidad de la " razón".
mod o abstracto el criterio de la "verd ade ra representación", in dica Así, pues , la armonía q ue T schimha us tra ta de establecer entre
el camino por el cual cabe cerciorarse, en cada caso, d e si un princi - la razón y la experienci a no pasa de ser un postulado. Su aporta.
pio de evide ncia apare nte posee además, objetiva mente, validez ge- ción consiste en destacar la expe riencia científica como el proble-
ner al," No basta con qu e se nos diga que es verdadero todo aquello ma central haci a el que deben te nde r permanente me nte todos los
que comp rende mos "clara y nítidamente"; necesitamos poseer, métodos " ap rioríst icos". La física es considera da por él como la
ade más, un criterio distint o seguro para saber si un contenido suma y com pend io de todo au téntico conocimiento; en ella se rea-
qu e se presenta ante nosotros con la pretensión de ser claro y liza y llega a su remate inte rior tod o aque llo a qu e h an aspirado
necesario puede ser verda d era me nte " pensa do", y no simpleme nte siempre la lógica y la mat emática y hasta la metafísica y la teo-
representa do por med io de los sentidos e "imaginad o". Y este
logía. Todas las dem ás ciencias son d e carácter y origen huma no;
crite rio s610 puede residir en la com u nicabilidad general.
se limitan a desarrollar la s leyes plasmadas por nuestro propio
T oda auténtica comprensión conceptual, por el hecho d e ema-
nar de la fuente com ún del entendimiento puro, d ebe revela rse intelecto y que, por con siguiente, no poseen vigencia t anto para
ante cualq uiera con la misma claridad con qu e se nos revela a los objetos como para nosotros mismos solamente.
nosotro s mismos. A llí donde esta pru eba falla, podemos estar "Solamente en ella (en la física) se nos revelan , por el con.
trario, las leyes que D ios ha impreso en sus obras y qu e, por tanto,
'1Medidna tn.en lit, pp- 35 u . no de pend en de n uestro entendimiento, sino de D ios mismo y de
8 Medidna menti s, pp. 37.f., 59 ss.
, V. especialmente, Medidna mentis, p. 290.
10 Medicina menrrr, pp, 45 s,
136 DESARROUO y CULMINACióN DEL RACIONAUSMO

su ser real, por donde la conside ración de las obras de la física


no es otra cosa que la consid eración d e la acción d e Dios." 11 LI BRO QUINTO
La física no pod ía menos de afirmar esta posición excepcional
d entro del raciona lismo, para qu e éste estu viese en cond iciones EL PROBLEMA DEL CO NO CIMIENTO
d e hacer frente a sus proble mas modernos y peculiares. Sin em- EN EL SIST EMA DEL EMPIRISMO
bargo, T schírnhaus, por su part e, no llega a una solución clara y
univoca : le falta, para ello, claridad acerca d el problema de saber
h asta qué punto la "experiencia", consid erad a por él como la
meta últ ima de la metodología abstracta, d ebe ser rep utada tam-
bién como su fundam ento y su or igen .
Pero con esta cuestión en tramos ya en un nuevo círculo h istó-
rico de problemas, cuyo origen y desarrollo pasamos ahora a exa-
minar.

11 Med icilUl m em i5, pp- 280 5J.


Capítulo 1
BACON

LA CRrnCA DEL ENT EN DIMIENTO

Si volvemos la mirada del Renac im iento filosófico y científico, tal


como toma cuerpo en It alia, A lemania y Francia, a la doctrina
de Bacon, 10 primero que se ha ce sentir es el cambio de la tónica
subjetiva en el mod o de filosofar y de investigar. En tram os en un a
nueva atmósfera espiritu al, en la qu e se percibe un ton o personal
distinto.
El centro de la vida esp iritual del Renaci miento es el concep to
de la conciencia de sí. En él, en su reestructuración y prcfundl-
ración, tra bajan no solam ente los lógicos y Jos analíticos en el cam-
po de la psicología, sino tambi én los investigadores emp íricos que no
puede n cumplir su misión objetiva sin pone rla en relación con este
problema cent ral. Tod os ellos se hallan impregnados de una nu eva
concepción acerca de las relaciones entre el espíritu y la naturaIt'ta.
concepción qu e en unos se manifiesta solamente en imágenes y
símiles poéticos mient ras que en otros com ienza a ad optar ya
formas conce ptuales más rigurosas. La "armonía" entr e las leyes
del pen samiento y los objetos reales constituye, pa ra estos pensa..
dores, la premisa indiscutible. Prevalece en todos ellos la con--
vicción de qu e podemos co nfiamos tran quil ament e a los conceptos
de nuestro espíritu y de qu e basta con que profun d icemos, sobre
todo, en la estruc tura de las id eas ma temá ticas para descubrir el
esquema fundamen tal pa ra el conocimien to d el universo verdadero
y objetivo.
Es en este punro donde se manifiestan el papel y la aportación
peculiares d e Bacon y donde se revelan con mayor clarid ad lo
mismo las características propias qu e los defe ctos de su filosofía.
La nat uraleza, para él, no es, como para el teórico científico, un
objeto Que baste considerar tranquilamente, sino un material que
lJ9
UD EL SISTEMA DEL EMPIRISMO BACON 141
ofrece resistencia a nu estra consideración y que, por tanto, neceo lograr es arra ncarle, trozo a trozo, su secreto con ayuda de los
siramos dom inar y someter. instrumentos y las arma s de la téc nica.
Este punto técnico de pa rtida de Bacon determi na y d omina ' . En esta dife rencia persona! en cua nto al modo de concebir el
tod o su horizonte visual lógico. El " saber" no es para problema aparece ya cifrado y predeterminado el contraste ent re
el, segun su concepto origina rio, sino una especie de acción pr ác- los resultados objetivos. Lo que Bacon re proch a a toda la filosofía
tica por med io de la cual do minamos las cosas y las somete mos y a toda la ciencia anterio res a él es que, al extender y refinar
a nuestra voluntad de señorío. Com prendemos verdad eram ent e la trama de nu estros conceptos, no ha hecho sino elevar y refor-
un objeto cua ndo, por así decirlo, lo ten emos entre las ma nos zar la barrera que nos separa del verdade ro ser d e los objetos.1
pa ra mane jarlo y opera r con él a nuestro a ntojo. Todos los intentos hechos para vigoriza r las fuerzas del espíritu
Ahora bien, lo que constantemente nos impide esta captación no ha n servido, según Bacon, más que para condenarlo todavía
in mediata de la son las form as de nu estro prop io espíritu, más a moverse dentro de su propia esfera, prision ero en ella. En
qu e a cada paso se mrerpon en entre nosotros, los sujetos agentes, la obra en que más seve rame nte juzga la obra d e sus a ntecesores,
y los hechos y pode res reales de la naturaleza. Si se lograra des, Bacon condena sobre todo la de Platón , a quien llama el "am pu-
cartar total mente estas interferencias inoport un as y captar en su loso poeta" y el "loco t eólogo", afirmando que su teo ría rem ata-
realidad pura la " esencia" de los objetos, se habría roto el encanto dame nte falsa de la verdad como algo " innato" al espíritu y que
no le es inculcado desde fuera , de svía a la filosofía de la captación
y quedaría instaurado el reino del hombre, el "regnu m homíní s".
certera de las cosas, em brollándola en un a red d e falsos Idolos.s
Bacon se remite al ex perimen to con la misma energía qu e los
Platón , nos dice Bacon , desfigura la teoría de la naturaleza por
grandes investlgado res emp íricos, ensalzando conti nua mente su -,
gran significación, pero sólo una con sideración superficial podría 1 "Certe nob is perinde face re vid emur ho mínes, ac si natu ram ex lonaínqua
pasa r por airo la profun da diferencia que aq uí se ma nifiesta. Para u pn e_ah a tum d espicia ne et eomemple llru r¡ quae imaRinem ejus qu andam,
un Leonardo o para un Képler, la na turaleza misma no es otra 5"U nubem pouus ima8t1li sim ilem, ob oc ulce pena r: rerum a urem diffe ren tias

cosa que un orde n ar mónico siempre propicio a la " razón". El ( in q u ibus res hominum ee fo rtu nse sitae sunr) ob ea rum mm unas e r d isra nriae
imervallum. con í unda r el e bsco nda r, Et te men Iaboeanr el n itu nru r, er in-
experimento cien tífico materializa esta consona ncia en tre la razón rellecturn tan q ua m oculos co n rrah u m, ejusde mque aciem med italion e figu nr,
y la naturaleza, convirtiéndose con ello en auténtico "mediador u¡:itatio ne acu un t, qui n eti a m art es argumem an d i vd uti speeu la arti ficiosa ccm-
entre el sujet o y el objeto". La {unción más alt a y d efinitiva d el paran r, lit istius mc di diffe re nria s et subt ilitat es natura e m ente cornpre hende re
el vin cere posstn r. Arque ridicula cene esse r et p raefracta sapie n ria ee sedu lt-
experimento consiste en poner al desnudo los "nexos necesarios"
InS, si quis lit perfecríus er distin ct tus cern eret , vel tur rim consce nda r vel spec u -
qu e existen entre los fenómenos empíricos, haciend o visibles con la appltcee vel palpe bras IIdd ucat, cu m e i lieeat absque u r nversa ista operosa et
ello los "funda mentos racionales" en el seno d e la expe riencia litren ua mac hi natio ne el industria fie ri vou co m pos pee re m racile m. e l ta men
misma (d. vol. 1, pp . 297 s., 310, 3465S.). ista o m nia be neficio e l usu Ionge supera n te rm hoc esto Ut desce nd er et ad tes
Para Bacon, por el cont ra rio, la realid ad objetiva es un pod er pro ptius accedat." "Redugll tio phílosophíe rum", W orkJ 111. 582. Cit3mos las
obras de Bacon con arreglo a la exce lent e edi ción de E1li.. Spe dd in d y Heath.
extra ño que trata de sustraerse a nuestra acción y a la q ue sólo
Lond res, 1857 JJ.
por med io de las " tort uras" d el experimento podemos domeña r 2 Tem pm iJ Par tUJ .. IUJ Jive de in tnprerar i<me naturae. cap. 2: "Cirerur
obligándola a rendirnos cuentas. Nos pa rece esta r oyendo a un jam el Plat o, cavilla tor u rba na s, turnid us poe ta, theologus mente captu s. •• T u
criminalista, preocupado por arranc ar a un delincuente la confe- verum curo ve ritat em h urna nae men t is ind; lte na m n ec aliun de cornm igu m e m
men rlreris, nn im osqu e n ostro s, ad hi stori nm et res ipsas n u nqu am sali s ap pli.
sión de su delito. En va no intentaremos penet rar en la totalidad
catos e r red uctos, ave rter es ac se subi,, ¡;¡:red i nc in su is cee cts et enn fusissimi s
de la na tura leza mediante u na concepción de conjunto de ella, idolis volutare contem pla tioni s no mine doceres, tum d emu m fraud em cllpital em
abarcándola espiritualmente con la mirad a; lo más que pod remos ad misis ti" (IJI. 530 s.).
EL SISTEMA DEL EMPIRISMO BACON

medio de la teología, y lo mismo hace, según él, Aristóteles por me- ral a que el entendimiento humano se halla exp uesto en cuanto tal
dio de la dialéctica y Proclo PQr medio de la matemática, impi- y por virtud de su carácter genérico. La concepción metafísica
d iendo con ello que aquélla rinda sus verdaderos frutos." Lo que según la cual la natura leza y la regla de nuestro intelecto nos
h asta ahora ven ía ensalzándose como la fun ción más alta del in- capacitan para llegar a formarnos un juicio acer ca de la esencia
te lecto representa en realida d, según Bacon, lo que seduce a éste absoluta de las cosas, se revela ah ora como un prejuicio simplista.
y lo desvía de su verdadero camino; su perdición. El espíritu humano es como un espejo mágico, que no refleja las
Desd e este punto de vista es como podemos comprender la cosas en su pureza y tal y como realmente son, sino mezcladas con
verdadera tendencia a que responde la crítica del entendimiento los propios fantasmas," Por tanto, sólo una diferenciación crítica
en Bacon. Lo que Bacon se propone no es lo que se propon ían rigurosa puede determinar en nosotros el valor de verdad de las
ante todo todos los grandes espíritus creadores del Renacimiento es distintas imágenes y representaciones. Queda trazado, así, el pro-
de cir, poner en libertad las fuerzas creadoras del intelecto y demos- blema general, consistente en separar en nuestro conocimiento el
trar la acción d e éstas en el campo de la experiencia, sino, por el factor "subjetivo" d el factor "objetivo", comprendiéndolos ambos
cont rario, poner coto a estas fuerzas y a su actuación. La meta en su mutua condicionalidad; problema ind ependiente, claro está,
de la filosofía no es, tal como aquí se la concibe, dar alas al espi- de l modo como Bacon h aya llegado a ajustarse a este propósito
riru humano, sino recortar su vuelo, pone rle plomo en las alas, en su propia obra filosófica.
para que el pensamiento se ap egue más firmemente al suelo de y la critica que aquí se hace no se refiere solament e al en ren-
los hechos dados. s dérnien ro y a sus conceptos abstractos, sino también y en igual
Por tanto, lo que Bacon se propone indagar no es el funda- medida -debemos subrayarlo, saliendo al paso de la interpretación
mento int rínseco de la vt!1'dad, sino las fuentes psicológicas de l que suele darse a la doctrina de Bacon- a las sensaciones. Este
error. Este pensador no apo rta, desd e el punto de vista posítivo, rasgo es el que le da precisamente su significación univ ersal. Bacon
u na estructu ra del conocimiento científico, parti endo de sus prime- afirma con tant a fuerza como los grandes racionalistas qu e los
ras premisas, sino una patología de las rep resentaciones y los sentidos, si se les deja confiados a si mismos y a su pro pia direc-
juicios humanos. La teoría de los "ídolos", el estu dio de los rnúl- ción, sólo nos ofrecen una pauta vacilante e insegura. El testi-
ti ples prejuicios y obstácu los subjetivos qu e entorpecen la adqui- monio y la enseñanza d e los sentidos, nos dice, valen solame nt e
sición del saber, constituye la par te má s copiosa y más fecunda "con respecto ar hombre, no en lo tocante al uniVCf'So".6
de su obra filosófica. Es aquí, en su obra de ensayista psicológico, Bacon vuelve constantemente sobre esta tesis fundamental y
donde con mayor riqueza se despliega su talento y donde brillan favorita de su filosofía. Y con la misma energía con qu e se mani-
-con mayor fu erza los méritos de su estilo. fiesta en contr a de las "vacuas abstra cciones" de la d ialéctica, reac-
No cabe duda de que se plantea aquí, pese a todo el trata- ciona contra los ligeros y precipitados "empíricos", empeñados
miento aforístico del tema, un problema import ante y especifica- en erigir el sistema de los axioma s y los principios científicos sobre
mente moderno. Par tiendo de los errores fortuitos a que se halla 5 " N am Mens H umana (corpore obducta et obfu"cRra) tantum abesr c e
.expuesto el hombre por virtu d de sus limitaciones individuales, va "r eculo pla no, aequali, et clato similie sit (quod rerum rad ios sincere excipíat
remontándose la consideración hasta las ilusiones de cará cter gene- ee reflectar}, ur pctlus sit in star speculí a!icujus in cantari, pl en i supe rstit ionl-
bus ee s pecer¡s." De Augmenris sciem iarum , lib. V, cap. 4 (1,643) .
8 Nowm OTganon, lib. r, a foro XCVI. 6 " Falso e nim asseritur, sen sum humanum esse men suram rerurn : quin

4, Ibid., aforo ay: "b aque hom inum ineellecruí non plumae addendae, cont ra, omnes perceptiones ta m sen sus quam menrts sun t ex analo gia hom inie,
sed plumbum potius et pond era; Ut coh ibeant cmnen saltu m ee vclitum, A rque non ex a nalogía universi. Esrcue mrellectu s hu ma n us in star apec ul¡ ina eq ualis
hoc adbuc factu m non est¡ q u u rn vcr o factum fu erir, melius d e scientiis ape rare ad rad ios rer u m, qu¡ suarn natu ram narurae rerurn Inmisc er, eamq ue dlsrcrqu et
licebit," er inflcit." (Novum Organon. lib. r, lIJo r. XU.)
lH EL SISTEMA DEL EMPIRISMO BACON 145

la base de observaciones fort ui tas y analizad as tan sólo de un modo 1.11 tra yectoria de la experiencia, arrancando de las primeras per..
supe rficial," cepcíones sensibles, debe af ia nzarse y allanarse por medio de un
Por ta nto, la "experiencia" que Bacon invoca no coincide, ni método racional y seguro (omnisque via a prim is ipsis sens uum
mucho menos, con la impresión d irecta de la realidad a tra vés de pcrce ptionibus cena ralione munienda ) . 10 Bacon tr aza una grada -
los sentidos. ción lógica a través d e l a cu al podemos irn os remon tand o poco
"Lo qu e suele llamarse 'e xpe rienc ia' es sino un ta nteo I1 poco hacia el conocimiento objetivo.
inseguro, a la manera del que hacem os Por la no che, cua ndo " Siendo los senti dos d e suyo débiles e inseguros, no les ayudan
Inte ntamos encontrar el camino por el ta cto de los objetos, cuan. tampoco gra n cosa los ins trumentos destinados a am pliar y egur ar
do lo mejor y más aco nsejable seria aguardar a q ue a ma neciera o capacidad de percepció n, sino que la verdader a interp retación
encender una luz. Tal es, en efecto, el método y el modo de la de la naturaleza sólo se logra por medio de exp erimentos ad ecua-
a1uéntica experiencia: enciende una luz y luego, guiándose por el la, dos y de bida me nte a plicados, pues los sentidos juzgan solamente
seña la el camino, partiend o de observaciones bien ordenadas y nccrca de los experimentos, y éstos permiren e njuicia r la na turaleza
med itadas, y no de observaciones precip itadas y erró ne as, y sacan- y la cosa mismas. " U
do de ellas conclusiones gene rales, que abren, a su vez, el acceso En esta distinción de un do ble significado de la "experiencia",
a nu evos experimen tos." 8 en esta referencia a la contraposición ent re la percepción fortui ta,
Es, por tan to, el ord en teórico de las observacion es concretas pnsiva, y el experimento consciente y metódicamente desar rollado,
lo que decide del valor y la significación objetiva de éstas. Hasta reside lo que Bacon aporta a la crítica del conocimien to. En esto
aquí, parece que siguiéramos oyendo hablar a Descartes o G alileo; radica su mérito, qu e las fallas y endebleces man ifiestas en cua nto
Bacon ensalza, en efecto, como el verdadero mérito de su propio n la aplicación de su teorí a no logra n elimina r.
método el que con él se sella "el verd ad ero y legítimo ma ridaje " No es obra origina l suya, ciertame nte, el habe r restíru klo la
entre la capa cidad em pírica y la ca pacidad racional del espintu.e investigación a los cauces de lo emp írico, Su lucha contra el esco-
7 "Ese er a liud gen us philosopha míum , qui in pa ucts experimem is sedul o lasrlclsrno no a ñad e nada nuevo, en realidad, a los argu me ntos
ee Recurare da bo ra fUfIt, arq ue ind e phtlosophfas ed uee re et co nf mgere ausi aduci dos por sus antecesores, por un Luis V ives y un Petrus
su nl ; rdiqua rrnns med ís ad .,. der orq uentes. .. .A l ph ilO6Oph iae ge n ue Em- Rnmus, por un Valla y un Francesco Pico, aunqu e es ciert o qu e
piricum ple c ira magis de fcr mía et ed ucir, q ua m Sophísncu rn au t
les imprime, con el vigor epigramá tico de su estilo, la brillant e
ra liona le genu $ (qua e bcee renuis sir er seperficiahs, tame n es e q uada mmodo
universalís et ad mul ta pe rt tne ns) sed in peu corum expertmen rorum angus riis forma exterior con que esos argumentos se han grabado y afian-
er obsc uríra re fun daeu m ese." Novw m Organon, lib. r, aforo LXII y LXIV. tildo en la conciencia de la posteridad. Pero la médula verda de ra-
8 "Resta! experie ntia me ra. q c ae, si oc cura r, casus; si Guacs;ta sie, experi_ mente fecund a de su pensamiento consiste en que no se detiene,
me n tum n c min aru r, Hoc a ure m experiemiae gen us n ih il a liu d ese, quam tl se propone no detenerse, a nte la sim ple com probació n de 10
(q uod aiun t) scopae dissclu tae, ee mera pal pati o, q ual¡ ho m ines noct u utUntu r concreto. T oda su aspiración va dirigida a penet rar, partiendo
omma . pertent a n do, si Ic rte in rect a m viam inc ide re de tur; q uioo s mu lto sat illS'
e e cons ulnus fo rer dte m praesl0 lari, aut lurnc n accend e ee, et viam inire.
de los prime ros y toscos inicios de la sensación, en la experiencia
Al cont ra, ver us e xpe riemiae c rd o primo Iumen accendit, de énde per lu men científica, en lo que él llama la exper iencia lirtM"at a. Con la vista
¡ter de mo n srrar, incipien do eb uperien lia or dinata et dizesra , e r min ime p rae- puesta en esta meta superi or y u nitaria, se esfuerza por pondera r
pos tera aut err ática, arqu e ex ea educe ndo axicmata, arqu e ex axio malÍbU8 III fu nción de la percepción y la del pensamiento. Según la con-
const;tu ris ru reus expe rimenta nova. " L. c., aforo LXXX II.
ti "Arque h oc mod o int e r empirlc am er rano n ale m facult at em Iqu arum
10 L. c., W orks, 1, 129.
e t inau spic nm div orfia e r rep ud ia omnía in human a fam ilia tur bavere) 11 Novum Organon, lib. 1, aforo L: " Omnis verio r int er praet ati o na tu rae
coruuaru m verurn e r Iegteimum in perpetu um n os Iir masse exist ima mus." ruu licitur per ínsrannas er experime nta Id ónea et apposita : ubi sens us d e
No'mm Organon, praefar ¡o, W orks, 1, 131.
H re rimen to ran tu m, expenmen mm d e n atura et re ipsa judi cat."
146 El SISTEMA DEL EMPIRISMO
BACON 147
cepcion originaria de Bacon, la "verdad" no reside ni debe bus- form a, en Bacon, le plantea, la me todología tiene necesariamente
cars e en los sentidos n i en el ente ndimiento exclusiva mente, sino que adoptar un giro que contradice a su concepción in icial.
tan sólo en el entrela zamiento y la interdependencia de estos dos
factores.
Y, sin embargo, este pensamiento, con todo lo qu e tiene de II
importante y de orientador, enc ierra una dificultad interior, si lo
consideramos en los matices especiales que presenta dentro del L A T EORíA DE LA FORMA
sistema baconiano. [Cu ál es el carácter de aq uel ser y de aquella Descartes, en su obra metodológica primeriza, parte de un postu-
realidad que el experimento ha d e revelarnos? lPuede entenderse lado qu e se asemeja mucho, en cuanto a su modo externo de
por ellos, según las consec uencias objetivas de rivadas de las pro- present arse, al problema planteado por Baco n a su metafísica.
posiciones in iciales d e Bacon, otra cosa que la regla de la reitera- Se trata de desintegrar las cosas com puestas, mediante un análisis
don empírica, qu e podemos retener y poner de manifiesto dentro progresivo, en las "naturalezas simpl es" de que se hallan forma-
de los fenómenos m ismos? Ahora bien, esta conclusión se ha lla en das, viendo claramente la regla conforme a la cual se integran a
contradicción directa con la forma histórica que de hecho presenta base de éstas.
ante nosotros la física de Bacon. La naturaleza, tal como Bacon Pero inmediatamente aparece una importante restricción a esta
la concib e, no es u n todo ordenado de cambios y var iaciones tesis: las cosas deben dividirse en clases, " no en cuanto se refier en
sujetos a ley, sino un conjunto d e " entidades" existentes de por 11 un tipo cualquiera del ser, tal y como los filósofos han ven ido
sí. La existencia empírica no constituye un campo cerra do y au- distinguiéndolas en sus categorías, sino en cuanto las unas pueden
tárqu ico, que se baste a sí mismo, sino que se remite constante- ser conocidas partiendo de la s ot ras".
mente a un reino de " formas" y cualidades metafísicas, como Los conceptos fundam entales hacia los que t iende el método
al verdad ero fondo objetivo sobre el que se pro yecta. Ahora bien, cartesiano son, por tanto, conceptos como los de lo igual y lo des -
zdónde encontrar ---cabe preguntarse- los medios que nos lleven igaal, lo recto y 10 curvo, la causa y el efecto; son, en una palabra,
a este campo de las cosas y cua lidades absolutas? conceptos de relac ión absolutamente ma temáticos o ffsícos."
El hilo del pensamiento se rompe aqu í, según las premisas d e En Bacon, el aná lisis sigue otro derrotero. Lo qu e la naturaleza
que pa rte el propio Bacon. Todo postula do del entendimiento, nos ofrece es una variedad de cosas sueltas y sus cualidades sen-
ni más ni menos que los de las sensaciones, quedan ence rrado s sibles concretas. Y no podemos llegar a comprender esta síntesis
dentro de la órbita de los fenómenos , en vez de conducirnos a los de elem entos si an tes no investigamos cad a uno de ellos en su
fundamentos prime ros y sustanciales : "Qmnes pcrcepnones tam propia y peculiar entidad. Todo objeto particular no es sino una
seruus, quam meruis sunt ex analogia hominis, non ex analogia asociación y acumulación de diversas naturalezas simp les, ta l como,
universi." 12 por ejemplo, en el oro se reúnen y combinan las cualidades del
Por donde tenemos que llegar ya desd e aquí a la conclusión "ser amarillo" y del peso, de la mal eabilidad y la dureza, etc.
de qu e la fuerza del "método", no pudiendo consis tir en ot ra Sólo quien ha ya llegado a comprender la cualidad inte rna de
cosa que en preceptos e ind icacion es del pensamien to, no bastará cada una de estas natural ezas, quien compren da qué cualidad
n unca para permitirnos el acceso a aquel campo del ser cuya exis- general es la que hace q ue un cuerpo sea amarillo o duro, pesa-
tencia da por supuesta Bacon, como físico y metafísico. De este do o maleable, estará en con diciones de saber Jo qu e verdadesa-
modo , para poder hac er fre nte a los probl emas que la teoría de la mente es el oro y de llegar a producirlo."
13 De sca rtes, Regulae ad d¡rectlonem ingenii, ReF(. VI, pp. 14 S.
1 2 N 01-'um Orgunon. lib. 1, afor o XLI (v. nota 6). 14 "At p raecepr u rn slve axioma de transformanon e co rporu m d uplicis .,st
148 EL SIST EMA DEL EMPIRISMO BACON H9
El defecto del pensa miento escolástico, según Bacon, no con- menor, a veces de un modo latente y a veces con mayor claridad,
siste, por tanto, en postular y suponer la existencia de estas cuali- bajo la forma de un fenómeno determinado y concreto.
dad es gene rales, sino, por el contrario, en qu e tiende desde el pri- D e este punto de vista lógico se deriva, con obligada consecuen-
mer momento a encontrar la ent idad de los objetos empiricos cia, el método q ue sigue la filosofía bacon iana de la naturaleza.
concretos, en qu e habla de la form a de l león, del águila o de la Liebig 11 ha dicho, describiendo esto con enérgico trazo, que en tre
rosa, a ntes de analizar y estudiar por sí mismos todos y cada uno de los "ejemp los afirmativos" del calo r a pa recen colocados en el mis-
los ele me ntos int egrantes del ob jeto.u La entraña misma d e la na tu- mo plano los rayos del sol, el virriolo y los cagajones frescos, mien -
raleza, lo que Bacon llama las dscera natur ae, se nos revela cuan- Iras qu e ent re los casos de ause ncia de calor se enu me ran los rayos
do no nos limit amos a investigar las cualid ades fundamentales tic la luna, los relámpagos frias y los fuegos d e San T elrno; pero es
qu e actúan en la materia dent ro de los cue rpos especiales, donde evidente que este método, por muy extrañ o que pueda parecernos,
apar ecen siem pre mezcladas con cualidades ext rañ as y fortuitas, responde en realidad a la premisa prime ra d e la inducción baco-
sino an alizándolas como tales y por separado.t" Mie ntras que, en niana. Para a veriguar lo que es el calor, siguiendo este método, no
Desca rtes, el análisis d esem boca en conceptos como los de nú mero tenernos en efecto otro camino que el de coteja r todas las cosas
y forma, lo igual y lo d esigual, erc., en Bacon con duce a las m lien ees, pa ra desta ca r por "abstracción" el elemento com ún inhe-
cualidades fundamentales d e las cosas, a antítesis como las de lo rente a tod as ellas.
" caliente" y lo "frío", lo "denso" y lo "diluido", etc. Por tanto, aunque Baco n designe las " formas" como las leyes
El ejem plo más claro y señala do de esta con cepción fu ndamen- de las cosas, acercándolas así, ap arenteme nte, al concepto funda-
ta l nos lo ofrece la conoc id a investigación que Bacon lleva a cabo mental d e la moderna cienci a de la naturaleza, es precisamente en
en el NOl-'Um Organon pa ra determinar la natu raleza de l calor. este punto dond e se manifiesta la insalvable contradicción existen-
Podría esperarse que, situá ndose en el punto de vista de la con- l e entre los dos pu ntos de vista. Si, por ejem plo, tr at ára mos de
cepción física mode rna , Bacon indagara an te todo , para resolver Investigar la naturaleza del mov imiento de la gravi tación con ar re-
su problema, las condiciones en las qu e nace el calor . Sin embargo, glo al método baconia no, t endríam os que empezar por divi dir to-
vemos que su primer esfuerzo va encaminado a asegur arse de d.lS Jos cuerpos que caen e n diversas clases, observando por sepa-
todos los casos en los que existe el calor, como una cualidad cons- lado cada una de ellas y destaca ndo luego por sí misma, como algo
tante. La " forma" del calor es algo fijo, adherido a u na cosa, qu IIparte, la cualidad en que tod as coinciden. Recordemos que
se presenta un as veces con mayor intensidad y otras veces con adl-ersarios aristotélicos de G alileo proponía n y postulaba n, en
efecto, un camino como ést e. Segú n ello s, no debía partirse de una
generis, Prim u m in tu etur corp us UI turmam síve con jugalion" m narc raru m
simplic jum: u r in aura ha"" co n v"niu nt; qu od sir flavu m; quod sit pond erosum, relación matemática general, sino de las d iferencias sustanciales
sd pondus ta lem; quod sir malleabile au r du ctile, ad extenstonem talem ; quod Interiores entre los "suj etos" puestos en movi miento (d . vol. 1,
non fíat volarile, nec d epe.rd at de q uanto suo per ilt"em, efe. .. Iraque huj pp- 347 ss.). Bacon, por muy ale jado que se halle ya de los re-
m odi a xioma. rem ded ucir ex Formia nar u rarum sím plicium. N am 'l uí Forma eulrados concret os de la física aristotélica, acusa todavía, induda-
et modos novit supe.rinducen d i tla vi, ponderis, d uctili&, fixi, flu oris, sola;
blernenre, la influencia de aquella concepción fu nd am ental. No
tio nu m, e t SK d e rehquis, e¡ eorurn gn'Idua rion es et modos, vid ebit et c u rable
ut isla conju ngt pa ssint in aliquo unde sequat ur rransfo rrnario In conoce, no ad mite más que las cosas y sus c ualida des, y esta estre-
aurum ." NO\-,.m Organon, lib. Il, aforo V. d Iez del horizont e lógico e xcluye desde el primer momento tod o
Cf. NO'liUm. O rganol1, lib. 11, aforo XVII . desarrollo libre y original d e su teoría de la naturaleza.
16 "Quod si [udlc íurn ilIud vu lllatum díale cticoru rn tam opercsum fuer it, t Por ta nto, la teoría de Bacon consti tuy e, en este pu nto, u n
tanta lngenlc exercuerit: quanto 'magis laborandu m est in hoc alte ro, quod non
tantu m ex Tn('rllis pe ne rraliblu , sed et iam ex tuUllrae vi sceribus extra h irur," 11 Lieblg, Ober FTancis Bacon VDn Vern lam u nd die Metho de der Namr_
Novum Or gan01l, Dtseribueic ope ris, I, 137. ¡"" c1mng, Muni ch, 1863, pp, 21 s,
150 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO BACON 151
"ejemplo negativo" sencillamente inapreciable en cuanto a la como que caracteriza y distingu e el concepto ba coniano de la inducción.
prensíón de los mot ivos fundamentales d el pensamiento que se Para Bacon no implica con tradicción alguna el que la "inducción"
manifiestan en la historia del problema del conocimiento. Vemos pueda cond ucir gradualmente hasta las cua lidades generales de
con tod a claridad cómo ningún progreso en 10 concreto puede las cosas, hasta el descubrimiento de sus entid ades últimas, ya que
bastar, mientras no llegu e a producirse una trans formación funda- de an temano conside ra la natura leza y los objetos de la natura-
mental en cuanto al modo de pensar. T odos los errores y de fectos leza como un campo aparte, que pod emos llegar a dom ina r pie-
que hasta los más convencidos partidarios de la filosofía de Bacon uamen te, con tando tod os y cada un o de los elementos que Jo
atribuyeron siempre al método de este pensador emana n de un integran.!"
punto: de la obstinación con que Bacon se aferra a la concepción C on esta concepc ión se halla íntimament e relacionado, ade-
sustancial del universo. más, el otro rasgo fund amental de la teoría baconiana de la expe-
Bacon vu elve a precon izar todas aquellas prem isas filosóficas riencia : la separacion total de la obseroecrén y la teoría. La his-
luchando contra las cuales se d escubrió a sí misma y d escubrió su toria de los fenómenos va delante, siguiendo el esquema genera l del
verdadera misión la ciencia moderna. Record emos cómo el primer método; sólo cuand o termina la historia comienza el problema
paso, para Galileo y Képl er, consistía en red ucir las cont raposicio- del aná lisis teórico . Por donde se considera como base y fun da-
nes absolutas de la ontología a diferencias cuantitativas, a "un más ment o de toda filosofía u na disciplina que se limita a '!'egistrar las
y un menos" (d. vol. J, pp. 319 s. y 394 s.). Para Bacon, en camb io, observaciones concretas, pero abstenién dose todavía plenamente
el calor y el frío, la humedad y la sequedad siguen siendo "natu- de cualquier intento de interpretarlas y ordenarlas con arreglo a
ralezas" totalmente ind epe nd ientes, entre las qu e no existe medía- conceptos. En efecto, si los fenó menos form an un todo finito, que
ción ni gradac ión alguna. Hay cuerpos que son de suyo calie ntes cabe agotar mediante la simpl e enumeración y yuxtaposición de
y otros de suyo fríos. Las diferencias relativas que nos señalan los elementos, parece qu e debe resultar superflua toda 1'l1tixima
las sensaciones se tran sforman mediante esta interpretación en di- dirigente de la inducción, toda supe rioridad y subordinac ión con-
ferencias interiores e incondicionales entre las cosas; la diferente forme a puntos de vista lógicos.
capacidad de conducción deL calor que se da en los cuerpos , sirve En cambio, tratándose de la verdadera ciencia empírica es
de base para admitir en ellos dos cualidades absolutas y cont ra- esencial qu e emplee el conjunto de sus recursos discursivos fun-
puestas;" damentales, no simpl emente en elaborar los hec hos ya establecidos;
Uno de los rasgos fundamenta les de la teoría de la matemática sino en establece'!' los hech os concretos. Esta ciencia no ve clara-
y de la ciencia de la naturaleza consiste en haber d escub ierto por mente desde el primer m omento 10 que debe considerarse como
vez primera la infini tud y el carácter en principio interminable " hecho", sino que esto t iene que averiguarse y decidirse a base
de todo saber basado en la experiencia. Pero Bacon, en este pun- de criter ios teóricos. Bacon, por el contrario, sólo conoce, de una
to, sigue ta mbién aferrado a la concepción medieval. No es sólo parte, la sim ple comprobación del fenómeno y, de otra par te y
que bast e, según él, con un número limita do y pequeño d e formas como algo total mente de sglosado d e esto, su int erpretación y su
como pu nto de partida para desarrollar, mediante mezclas y com- valoracíón filosófico-especulativas.
binaciones, toda la muchedumbre de los fenómenos, sino que, A prim era vista, tiene que parecernos totalmente inexplicable
además, la misma totalidad de los fenómenos pasa por ser en todas el modo como, en su obra filosófica fundamental, la Sylva sylva-
partes un con junto limitado, que es posible llegar a agotar por
medio de la observación continua. En esta concepción reside Jo 19 V. acerca de esto, espe cialme nt e, el esludio de Bacon: "Parasceue ad
lustoría m narnralem et exp erirnenralem", con el prólo go de Speddins, y ad emás
18 e l. acerca de esto. la certera crítica que en este punto hac e del el juicio de Ell¡s (Wor ks, I, 39 y 61) y Heus sler, Francis Bacon und sein t'
método de Bacon i W úrks, 1, 166 s., nota. Ste!lung, Bre slau , 1889, pp. 105 ss.
I5l EL SISTEMA DEL EMPIRISMO DACON 153
rum, se proc ura el m aterial par a sus induc ciones. Lo acarrea y sobre todo, según veíamos, del interés técn ico por la SUffi¡SIOn
reún e de tod as partes: unas veces es una observación recogida y el dom inio de la naturaleza. No se trata simplemente de des-
al azar, otras veces una ind icación tomada de un a obra cien tífica taca r críticamente y de conocer aquello en que los sentidos y el
sobre la nat ural eza o de un relato de viaje, ot ras veces una afir- pensa miento puro contribuyen a nuest ro conocimiento objetivo
mación que conoce solamente de oídas: rodo recogido y acep- de la realidad, sino de algo más, de d estru irlo y supera rlo, si es
tado sin más control. El verdadero int erés de Bacon no versa qu e q uere mos llegar a poseer la natural eza en su senti do más
sobre el establecimiento y la comprn hación de estos supuestos íntimo e incondicional.
" hechos", sino Que comienza allí donde se trata de "explicarlos". Sólo podemos -al pa recer- llegar a conocer las fu erzas me-
As í se da el caso de qu e Bacon entre a indagar las razones físicas ta físicas fu ndame nta les de lo real si sabemos separa r y mantener
de un fenómeno que ---como ocurre, por ejemplo, con la para- aparte , en nu estro pensamie n to, todo lo q ue forma part e de ello
lizaci ón o el ret roceso de los planetas- carece de toda realidad y de sus leyes propias y pec ulia res.
objetiva y que, cua ndo el prob lema se analiza de cerca, queda Pe ro Bacon, al resistirse de este modo a la fun ción au téntica
reducido a un a pura ilusión ópeice." y positiva del " intelecto", pu esto qu e, en vez de reconocerla y
La Iabor de la teoría comienza sola mente cua ndo han sido comp renderla en su propi a condicionalidad, intenta, por el con-
reu nidos y ordenados los hechos. La inducción bacon iana no se tra rio, elim inar la, se deja llevar con tanta mayor fuer za por la ilu-
plantea otro problema qu e el d e destila r las formas y entidades sión inconscient e del concepto. Ya hem os visto cómo las diferen-
puras part iendo de fenómenos qu e consideramos como existentes cias rela tivas de grado de las sensaciones se convertían, desde su
y dados; en cambie , cae fuera de su órbita visual el método por punto de vista, en contraposiciones absolutas entre los cuerpos. Y
medio d el cual puede garantizarse y demostrarse la realidad de los a u na tr ansmutación análoga a ésta deben tam bién su nacimie nto
mismos fenómenos concretos. Fue segura mente esto, sobre tod o, tod as las " formas puras" Que en Bacon forman la suma d e la
lo Que ma ntuvo a los grandes investigadores em píricos Que vivían a uténti ca rea lidad. Llegam os a ellas desta cando como algo a parte
tan ce rca de Bacon, apa rtados com pletamente d e este pensador. y existente por sí mismo y consid era nd o por separado una de rermi-
Seguramen te que tocios se formaban acerca d e su mod o tan preci- nada cualida d que a parece en los fenómenos entremezclada con
pitado de acarrear hechos el mismo juicio o la misma sensación otras cara cterísticas.
que H arvey expresa en su aguda e ingeniosa frase: "ma ne ja (Bee A sí, por ejemplo, la for ma de la luz o del calor es 10 que tienen
con) la teoría de la natura leza como un Lord Canciller"." de común, por mu cho que e n otros respectos di fieran ent re sí,
Pero ta mpoco en este punto debemos considerar las fallas del todos los c uerpos lu minoso s o calientes. Bacon no se perca ta d e
métod o baconiano sim plemente en el deta lle, sino esforzarnos en que la ñjación, d e que la postul ación de este ca rácter comú n
comprend erlas a base de la concepción fundamental qu e sirve a no es, de suyo, sino el resultado de un proceso lógico. El con-
Bacon de punto de partida. Pod emos abarcar ya ahora , en sus cepto genérico abstracto d e un fen ómeno se conv iert e, para él, en
d iversas fases, tocio el camino recorrido por el pensam iento baco- el fundamento primero y la fue nte de la cosa misma : la diff crcntia
niano. La necesidad d e una crítica intelectiva: tal es el mod erno 'lleTa es, al mismo t iem po, la natltrans y la fom ema ne-
y fecundo postu lado de que parte este pensador. Pero con este tlonis.22 Por donde el mismo conce pto de form a no es sino el pro-
postulado d el lógico coincide aq uel otro punto de vista qu e nacía
22 "Super datu m corpus nova m na rura m sive novas na turas gene rare et
'20 Cí , acerca de esto, como e n general sobre las concepc iones asrrcn ómicas supeetnd ucere, o pus et inrentio eM hu man ae Potentíae. D atne aute m naeurae
de Bacon, la exposiclén de Ellis, Work" 1, 552 s. Forrn am, sive differentiam veram, sive nat ur arn natu rant em sive font em e mana-
: n "He writes philosophy (said Harvey ro Aubrey) li"e a Lord Chancellor" lion is..• Irwenire, opus er inte nt io est hu mana e Sc jen riae.' Novu m Orguno n,
-spcakiog in d erision. [ Cf W orks, 111, 515.) Iib. n, aforo 1.
·" EL SISTEMA DEL EMPIRISMO BACON ISS
d ueto de un a proye cción falsa, que nos lleva a convertir lo ha cer qu e el ent end imiento se remonte a los horizon tes amplios
"i nterior" en 10 "exterio r" . Es, más que cua lquier otro concepto y abiertos de la realidad•
un ídolo del espíritu, que viene a desplazar y supla ntar a lo; Sin emba rgo, aunque parezca proclamarse así como verda dera
ob je tos. El propio Bacon se esfuerza por establecer una d iferencia meta de la investigación la observación y descripción de lo con-
segura entre los "ídolos" y las "ideas", considera ndo los primeros ct eto, el desarrollo ulterior del método nos demu estra que esta-
como creaciones del espíritu h um ano y las segund as como pro- mos equivocados. Lo concreto no puede conocerse si no se h an
d uctos del espíritu d ivino. com prendido previamente las na tu ralezas "genera les". Es perd er
"A quéllos no son más que abstracciones arbitrarias; éstas son, el tiempo preguntar por la forma del león, de l roble o del oro, o
por el contrario, los verd aderos sellos qu e el creador im prime a in cluso por la del agua o el aire , si previamente no nos hemos
sus obras y qu e en la mat eria se destacan por medio de sus linea- preocupado de investigar las formas de lo denso y lo tenue, lo
mientos ve rdaderos y nítidament e trazados." 211 calient e y lo frío, lo pesado y lo ligero, lo sólido y lo flúido.w Por
Ahora bien, zcómo pod emos encontrar el camino ha cia estos tamo, la física científica a utén tica no tiene po r qué ocuparse de
pensam ientos primeros, si partimos del supuesto de que los objetos concre tos que d e hecho existen, sino de estas cualidade s
todos los cont enidos de nu estro pensamiento ha n d e te ner un valor abstractas.
y una significaci ón solamente para nosotr os mismo s y no pa ra el Ahora bien, Bacon encubre la contradicción que aquí se mani-
uni.verso.'Bacon no Iogra sustraerse a la neces idad' de volv er a fiesta con respecto al primer con ato, convirtiendo en seguida estos
introducir y recon ocer Jo "gener al" por un ca mino cualquiera, conce ptos " generales" en algo real y conc reto. Las de terminacione s
el qu e sea; pero, al conve rtir la con ciencia en un a "tabla rasa" más altas a las que se re monta su física son ext raordinariamente
sólo acierta a darle base y cons istenc ia por medio de la rrasce n - "generales", es cierto, pe ro no por ello de tipo conceprual, sino
dente sustancia d ivina . absolu ta mente det erminad as y, por ta mo, algo anterior por natu-
Tod a la d ificultad, toda la dualidad interior de la filosofía raleza: "ea vero generalfssirna evad un t n on not ionalia, sed ben e
baconiana se manifiestan claramente en este pu nto: en las rela- termina ra ee ralia quae n atura ut revera sibi noriora agnoscar quae-
ciones que establece entre lo "general" y lo " particular". La. pri- que rebus haereane in rnedu llís"."
me ra tendencia, la única que al principi o se percibe, se propone Pero inmediata mente se da uno cuenta de qu e las contrapo-
echa r por tierra el sistema medieval d e los conceptos abst ractos : siciones que Bacon sitúa aq uí en la médu la misma de las cosas,
no se tra ta de seguir "abstrayend o" la na tu raleza, sino de "sec- tienen su verda dero centro, sin embargo, en el lenguaje y en sus
dona rla", es decir, de d ividirla en sus elem en tos y fue rzas reales.:lt deslindes y distinciones pop ula res. C uali dades que respond en a
No pretendemos, como se ha int entado ha sta ahora, com primir al una distinción puramente lingüística como las de lo "pesado" y
m undo en la estrec hez del entendimiento, sino, por el contrario, lo " ligero" se convierten en fuerzas sustanciales y contradictorias,
La. metafísica baconiana cae así en el mismo er ror qu e su teoría
73 :'Seillnt bo mmes. . . quaneurn intersil inter h u ma nl e mentís Ido!a, 25 "Nequ e enrm arctll nd us ese mun d us Id IIngustias im el lectus (quod IId h uc
er men o s Id eas. JIIa enim n ihil eliud sun t q ua m I bstt aeriones ad fllctu m en ) , sed expenden d us in tellec rus er lax andu8 ed m und¡ ímagtnem
ha ec _autem SUDt vera sillnac ull C rea roris super erear u ras, prc ue recípíe ndu rn qualis irwenitu r.' ParaJCelU o.d H iJUtJ'ia,m NaturaIe m t't Expn¡·
m marena .per líneas veras er exq uisitas imp rimu mur ee rerm ina m u r." No u . m mental..,..", afer, 4 (1, 397),
Organon, lib. 1, aforo CXXIV.
28 "Fonnam inquieendc leor us, quercue, aurl, lmo etia m aquae aUI
U "Inrellecnn humarnn fertur Ild abstrac ta propte r natu ram pro priarn ope ra m luse tit¡ Form am verc inqu irere Densí, Rnrl¡ Calid i, Frigid i; Gravis,
arq ue ea qua e Iluxa sunt fingir esse consts nna. Meli us autem esr natueam
Levis¡ Pn eu madci; Volatilis, Fixi. . . hoc ese inq uam illud ipsum
q ua m abslra here ; id q uod De moc riti schola fecir, quae mag is penereavn q uod conamur." De A..gmenlis sde nriar.. m, lib. UJ, cap. IV (1,566) .
In na tu ram, q uam relíq uae", N oo.'U m Qrg.:z non, libo 1, d oro LI.
21 N twI< m Qrganon, Distributio o perio;. 1. 136 "
156 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO BAC ON 157
del conocimien to había criticado bajo el t ítulo general de los idola concreta, sino que son comunes a varias disciplina s dífere nres."
fori. Así, por ejem plo, el prin cipio de que dos magnitu des iguales a
La determinación conceptual d e las "naturalezas simples", la un a tercera son iguales ent re sí pertenece tanto a la ma temática
selección de los puntos de vista con arreglo a los cuales e ncuadra- como a la lógica; el hecho de que una enfermed ad cont agiosa se
mos y ordena mos en determ inadas un ida des la variedad d e los transmite más fácilme nte cua ndo va en au mento qu e des pués
fenómenos, no responden de suyo a nin guna regla científica fija. de haber alcanzado su punto culmina nte, se comprueba igualmente
y pa rece como si Bacon se d iese cu enta, algu na que otra vez, de en medi cina y e n mora l. La t esis de que la fue rza de cua lquier
este peligroso escollo con el que tro pezaba en su "método" . No ser activo aume nta en contradicción con la opo sición con que
podemos estar segu ros - nos dice expresamen te- d e la validez tropieza, se acredi ta tanto en el campo de los hechos físicos como
de una concl usión indu ctiva, por m uchos que sea n los casos exa.. en e! área de la lucha política d e los pa rtidos. El hecho de que la
minados, mientr as no " posea mos conceptos buenos y verdaderos superación de una disonancia prod uce en nosorros un efecto pla-
de t003S las natura lezas sim ples", los cuales no pue den represen- centero se ma nifiesta po r igua l en la m úsica q ue e n el juego de
tar el punto de pa rt ida , sino, en todo caso, el fina l y el resultado nuestros afectos y pasion es.al
del m étodo empírico. H asta un admirador de la teoría de Bacon tan incond icional
"No pod ernos, por tanto, conscientes de la necesidad d e esta r y exento de crítica como M acaulav, se queda perplejo ante seme-
a la altu ra de la magnitud de nuestra empresa ( de colocar el in. jan tes afirmaciones. Las comparaciones que aquí se establecen
teleceo h um ano al nivel de las cosas y de la nat ural eza) a tenernos son -a su juicio-e- símiles m uy afortunados, pero con sidera como
en modo alguno a los preceptos desa rrollados hasta aq uí, sino " uno de los hec hos más peregri nos d e la historia d el espíritu" el
llevar el problema más allá y cavilar recursos más vigorosos de! q ue un hombre como Bacon pueda reputarías como algo más que
intelecto," 28 como un juego del ingenio, viendo en ellas un a parte im porta nte
Esta exigencia es precisamente la q ue no acierta a cum plir la de la filosofía.s2
filosofía de Bacon , vista en conjunto: no nos suministra, desde Y, sin embargo, tam bién este rasgo pue de explicarse a base d e
luego, el medio que nos permita, no sim plemente ca pta r y como la estructura lógica del siste ma, visto en su conjunto. El lugar que
bina r los conce ptos, sino fu ndamentarlos y establecerlos en un corresponde a lo "general " d ent ro del conjunto del conocimiento
sentido teórico aurénnco.w a parece ocupado, aquí, por las " cualidade s" reales: si el pensa-
H ay, además, otro punto importante en el que se revela q ue miento aborda la tarea de esbozar, así, cerdedes generales y ax io--
no está suficientemente escla recida en la teo ría de Bacon la re. mas, no cabe d ud a de que éstos a pa recerán despojad os desde el
lación ent re 10 "ge nera l" y lo " pa rticu lar ", T am bién Bacon post ula prime r momento de su significación propia y pecu lia r y te ndrá n
una ciencia funda me ntal y gener al que no verse sobre los fund a. q ue convertirse necesariamente en lu gares comu nes retóricos,
mentas inter iores del ser, sino sobre las con diciones relativas en De este modo, el esque ma de la phil osoph ia prima arroja, una
que nosotros podemos conocer los objetos. Por tanto, esta "pri- vez más, un a vivísima lu z sobre la pu gna existente ent re la meta
me ra filosofía" no se extiende a las cualidades fundamentales de 30 " A rq ui Phílosophine Prim ae com munia er promisc ue Scie nria rurn Axio-
las cosas, sino a las contraposiciones correlativas de los con ceptos, mata a"signavimus. Etía m Relativa " et Ad ven titias Enriurn Ccndiriones (quas
ta les como las de m ucho y poco, ide ntidad y diversidad, posibilida d Tre nsscendenrales nominavimus) Mu lt um, I'aucum ¡ Ide m, Divers um ; Possibile,
e imposibilida d, etc. Debe conte ner, asimismo, aquellos axiomas Impossibi le¡ et ho c genus reJiqua eiuem armbuimu s, id solumrnodc cllvendo , ut
que no pert en ecen como algo peculiar a una ciencia especia l y +
physice, non logice tracrenm r." De Au gmeo tis, 111, (WOT"Ks, 1, 550s.) .
De Augmeotis scientiamm, IU, 1; W arKs, 1, 540 ss.
28 N ooum Or ganon, lib. n, aforo XIX. aa Macaula y. Lord Baco n ( W orks 01 MacGllIla y, Londres, 1898, vol. JI,
29 el. acerca de esto, las observaciones de Ellís, W orks, 1, 37. p.6.38 ).
15' EL SISTEMA DEL EMPIRISMO BACON ' 19
q ue la teoría de Bacon se traza y los m edios con que aspira a la idea de que debemos cap ta r las cosas, no en su ser, sino en su
alcanzarla. Seríamos inju stos hacia este pensador si nos limi rá- que no es su SIls tancia, sino su movimiento lo q ue forma
ramos a perseguir y seña lar en detalle los d efectos de su física, el verdadero objeto de la in vestigación. Bacon considera como el
en vez de esforzamos por comp renderlos a base d e esta antítesis Iundarnema l defecro de la manera usual d e cons idera r el proble-
fundamental. ma el que sólo ca pte los ob jetos supe rficialmente, en dererrni-
En el primer aspecto, en cuanto a la formul ación del nu evo nada s fases sueltas de su existencia concr eta, en vez de seguirlas
problema, del problema científico, Bacon es, en realidad, el "he- constantement e, a lo largo d e todas y cada un a de las fases de su
ral do" de su tiempo. Es él quien da expres ión, de un modo enér- desarrollo. La física usual, nos dice Bacon , d esint egra la naturaleza
gico y eficiente, a lo que su época ansiaba, a aq uello por 10 qu e en trozos aisla dos, la diseca como si se tratara de un cadáver, en
ha bía trab ajado con silencioso afán. Lo que da peso y pat hos a sus vez de pen etrar en las fuerzas vivientes qu e la animan."
palabras es la nUClJa valoracion del ser físico)' em pírico. Ningún Por opos ición a este mod o de conceb ir la física, se preconiza
objeto, po r insignificante que pueda parecernos, es nunca dema- la necesidad de que la materia constit uya el objeto real de la
siado pequeño en cuanto a la misión d el saber: el sol no sólo física en el a bigarrado camb io de sus" formas , en sus schemalismi
alu mora los palacios, también ilumina las cloaca s, sin perder por y metaschem atism i. T od as las " formas" que no se manifiesten
ello nad a d e su propia pur eza y clari dad. La verdadera filosofía en la ma teria misma, qu e n o se revelen mediante la acción de
no aspira a levantar un ostentoso ed ificio de oro y pied ras precio- ésta dentro de este mundo d e cambios materiales, debe n recha-
sas, sino a edi ficar en el espíritu hum ano un tem plo semejant e zarse como vacuas ñc cíones.w
en todas y cada una de sus partes al mod elo del universo. Cuanto Como se ve, tod a la realid ad de la naturaleza se reduce a mo-
Iorma parte de l ser debe ser conside rado también d igno d e formar vimien to, pero sin q ue por ello se llegue, ni mu cho menos, al pun-
parte del saber, ya que el saber no es sino la imagen d el ser.8 3 to de vista de la m ecánica científica, pues es precisamen te en la
En la ten den cia fundamen tal que se revela en estas palabras, inte rpretación de los mismos fenómenos d el movimiento donde
en la tenden cia y el amor hacia la diferenciación del ser emp írico Bacon no logra sup erar en modo alguno la con cepción de los aris-
concreto, Bacon se acredita como una figura afín a los grandes totélicos y de los filósofos místicos de la naturaleza de su tiempo
pensadores cientí ficos del Renacimiento. Pero yerra y no pu ede
por men os d e errar el camino que conduce al dominio conce ptu al H " Mira en im est homin u m circa hanc rem indilig enria. Conremplantur
de lo con creto, por el mero hecho de que su pensamien to sigue siq uide m naeurarn rantummodo de sultcr¡e et per peeiodce, er posrquem ccr pora
fue rinl abso lu ra e l co mple ta, ee no s in ope ratio ne sua. Q uod si ar tific is alicujua
todavía totalmente prisionero del sistema general de los conceptos ingen ia el Indu striam uplou re et co nrempleri quis cupere r, is no n ranrum
del escolasticismo. Las metas asignadas por él a su in vestigación se Inlllerias red es a n il a lque de ind e opera perf ecra co nspícere desi de rarer, sed
acercan mu cho a la ciencia mod erna ; en cambio, los nu evos ins- ponua esse, cu m c peratur et opus euum prcmovet. A rqu e
trumentos d iscursivos con qu e trabaja ésta son totalmente ajen os sim ile q uiddem circa M Nram facicndum esr,' NOVIlm Organon, Ir, 41. C f. es-
a Bacon. pectalrnenre, CogiUltiorte.l de natu ra rn.. m. 3: "lnqutstnonem de N atu ra in
MON co nte mplando e l examinando ma xime collocare, ejuI est qui
Esta posición intermedia se manifiesta ya cla ramente en su
epecret. Q uie ra a ut em rerum p rincip ia con tem pla d a ur ce mmímec t, eorum est
determinación del conc epto de la física. Bacon sostiene y elabora " ui ser mones serete et d ispUlalion es alere velíne, Q uieta aurem vece pr incipia,
S3 " Nos aurem no n Capitolium alíquod au t Pyram jdem ho min um quae doce n t ex q uíbus res conñe nrue et consís eao r, non aurem qua vi ee vi.
biae dedícarn us eue ccn dím uq, sed remplu m sancrurn ad exemplar rnund¡ in coale eca ne" (Worb , m , 19). cr. ta mbién H eussler, l. C., pp. 109 11.
in relleetu h u man o fundamus. ¡taque e xem plar sequlmur. N am quicqu id es. "Materia pot ius consideraei d ebee et eju s schematism¡ et mer asch ema-
sentía dign u m esr, id eua m scientia dignum esr, quae essennae imago ." No_m ri,m i, atque aetus pu rue, er lex nc tus sive motu s; Fo rrnne enim commenta
O rganon, lib. 1, aforo CXX. C f. especia lmente De Augmenris, VII (Works, 1, ani mi h um ani sun t, nlsl libear l eges illa s actus Formas appellare." No_m
714 s.) y "Cogitation es de scient ia h,um an a''" cog. 9, W ()l"k s, 11I, 195. Orga no'l, lib. l. aforo U .
BACON
"" EL SISTEMA DEL EMPIRISMO

frente a K épler y Ga lileo. Bacon sigue considerando el movimien- te a la asrronom ic. No es que Bacon rechace el sist e ma cósmico
161

to, total mente, como una cualidad interior y absoluta de las cosas, copemicano, pero lo decis ivo, en este punto, en su enjuicia mient o
y su espírit u sigue do minado y presidido por cont raposiciones de de l procedimiento metódico de la moderna astronomía. Como
orden cualitativo. Son el amor y el od io, la simpa tía y la a ntipatía prime ra exigencia de la astro nomía "viva", q ue no debe limi tarse ,
los que prescriben el mod o y la tendencia de aq uéllas. según él, a describ ir los movimientos de los ast ros, sino q ue de be
De aquí q ue sea a ún totalmente ajena a Bacon la fijación ge- descub rir los primeros funda mentos físicos, estab lece Bacon el pri n-
neral del concep to, y más aú n el tra tam iento matemático del movi- cipio de qu e los fenómenos celestes deben atri buirse siem pre "a
miento como cambio de lUKar. Según el tipo del impu lso interior axiomas primari os y univ er sales acerca de las naturalezas simpl es"
de qu e partan, d istingue d iecinu eve clases distintas de movimien- (nd primaria illa et carholicn nxiornata de naturis simp licibus) ,
tos, regida cada una d e ellas por un principio diferente. Junto al " Nadie debe esperar que pu eda resolverse el prob lema de si el
Motus Antit:YPiae, nacido d e la te ndencia de la ma ter ia a afirmar cielo o la tierra se mu even en diaria rota cron, sin haber compren-
su lugar, nos h abla de un Motus fu gae, qu e se produce cua ndo dido previa me nte la naturalcl;a del mov imiento de rotación es-
dos cuerpos a ntagónicos y enem igos tienden a aleja rse el uno del Ixmtánea."BII
otro. Y asimismo distingu e del " movimiento de la ac um ulación Cab ría da r a estas pa labras del Not'ttm Oreencn un sent ido
mayor" (motos congregation is mejoris), que hace que tiendan a en consonancia con las conce pciones de la moderna investigación,
aglutinarse las partes de las masas más pesa das, el "movimiento pues no en vano el pro pio K épler buscaba ya la decisi ón acer ca
de la acum ulación menor" (mores congregatioms rninoris} , por del problema del movim iento de la tierra, en última insta ncia , en
virt ud del cua l la na ta se condensa en la superficie de la leche, las los princil' ios físicos generales (cf. vol. 1, pp, 312 ss.) . Pero es m uy
heces en el fondo del vaso de vino, erc., " pues ta mpoco esto se característica y significativa la explicación que, a la postre, da
produce simplemente por el hecho de qu e unas partes, por ser Bacon de lo que es la rotac ión espontánea . Ent iend e por ta l
más ligeras, tiendan h acia arri ba, mientras qu e otras, por su peso, - según exp lica en un pasaje posterior- un movimiento , por vir-
se precipiten ni fondo, sino que obedece más bien al deseo de lo rud del cual los cuerpos qu e disfru tan con el movimiento y que
ho mogéneo de junt arse entre sí".ao se encuentra n en su luga r ad ecuado gozan de w propia naturale za,
Son las mismas proposiciones con que nos habíamos encontra- movimiento con el que se siguen solamente a si mismos y no a
do ya en pensadores como Fracastoro o T elesio, con cuya menta. otros y en el que tienden, en cierto modo, a aba rcarse a sí mis-
Iida d coincide aq uí Bacon en un rasgo com ún y general. También mos. C aben, en efecto , tres posibilidades : que los cuerpos se
éste tiende, como aquéllos, a d isociar el concepto de fin de la con- hallen q uietos, que se m ueva n ha cia det erm inada meta o que
side ración de la na turaleza, convirtiendo las "formas" en fu e'ftt1.S ava ncen, por último, sin meta fija algu na.
creadoras de movimiento; pero tampoco él logra, menos aún que " Lo que ocupa su lugar ad ecuado, se mueve, siem pre y cua ndo
sus antecesores, sustraerse a los símiles antropomórficos en la expli- que el movim iento le plazca, en sentido circul ar, por ser éste el
cación especifica de los fen ómenos." ún ico movimie nto eterno e infinito, Lo que ocupa el lugar que
Esta posición se manifiesta cla ramente, sobre todo, en lo tocan. le corresponde, pero re pud iando el mov imiento, permanec e en
s e Sobre el proble ma en su conjunt o, v. Navum 018"'10'1. lib. 11, quietud, mientras qu e los cuerpos que no se hallan en su l UR3 r
al or. XLV III; especial me nt e, W or"s, 1, 333 ss. adecuado se mueven en línea recta hacia sus comp añeros." 5 9
s: Cf . las explicacio nes de Baco n con las de T e lesio y Fracasroro, cit ad al De aq u í que Bacon conside re como el fu nda mental defecto
en el vol. I (pp. 290 y 366 s.l . Bacon coincide con el segun do, sobre todo, en de toda la astro nomía anter ior el que sólo determine exterior-
q ue d ende a Una concep ción puramente corpuscula r, pe ro sin llegar a alean -
zarla, det eni énd ose en una explica ción basada en la simpat ía l' la annpatia 38 Org,m of<, lib. ll, afer . V.
( v. vol. J, p. 367, nota 128). No·n.m O r.o¡ano n . lib. 11, aforo XLVIII, Worb , I, 344 s.
162 EL SiSTEMA DEL EMPIRISMO

mente las " medi das y períodos" de los movimientos celestes, pero
no sus "verdaderas diferencías'';" consistentes, según él, en las
dif erentes aspiraciones y tendencias internas de los sujetos mo- Capítulo II
vidos.
GASSENDI y HOllBES
Quien se aferrase a este planteami en to del problem a neccsa-
r iam ente t enía que errar el camino hacia la cien cia exacta de la
na turaleza. Bacon suc umbe a un peligro qu e él mismo había seña- [
lado con bastante claridad. El propio Bacon insiste constantemen-
El prejui cio tra dicional que considera a Bacon como el fundador
te en que debe darse preferencia a los experimentos "que aportan
de la filosofía moderna, no resiste a un análisis cuidadoso; pero
luz" por sobre los "q ue aportan fru tos", Quien se preo cup a más
tampoco se mantiene en pie fre nte a la critica la afirmación, más
de la utilidad inmediata qu e del escla recimiento teóri co de un
limitada, de que en la teoría de Bacon se contiene el fundamento
cam po de fenómenos naturales le sucede lo q ue a Atalanta, que
del moderno em p irismo . Lo cierto es que el análisis del conocí,
perdió la victoria en las carr eras por dete nerse a coger unas man-
miento experimental, la reducción de todo saber a su origen psi-
zanas de oro arrojadas a sus pies para engaña rla. Pues bien, este
cológico, no va, en Bacon, más allá de sus comienzos aforísticos.
símil empleado por Bacon es ap licable a su propia teoría, por
Tam poco este problema, a pesa r de que dar, por el momento, m uy
cuanto que alarga la mano ha cia los frutos de la experiencia antes
al margen del curso de la investigación físico-matemática, podía
de haber obten ido los au tén ticos principios del saber, d e los cuales
llegar a cobra r forma y art iculación sólidas en los pens adores fami-
hay qu e partir para estar en cond iciones de plasmar y elaborar
liarizados con los resultados y los métod os de estas ciencias.
la experienc ia en sentido nuevo.
La conexión con los problemas de la ciencia moderna forma
el nexo común que une los in tereses y puntos de vista filo-
sóficos contradictorios, que enlaza a Descartes y Leibniz con Gas-
scnd¡ y Ho bbes. Solamente sobre este terreno común podían
llegar a brotar y a desarrolla rse plenamente la s dos d ireccion es
opuestas del pensamiento que han det erm ina do la trayector ia de
la filosofía mod erna.
A hora bien, ya en estos primeros comienzos histórico s se ad-
vierte cla ram ente, al mism o tiem po, que el an álisis psicológico
del conocimiento sensible, q ue solía conside ra rse como un privi-
lcgio y una pecu liarid ad del pensam iento moderno, sigue d epen-
diendo, en realidad, de los modelos antiguos. El armazón concep-
40 "Verum h aec omn ia acu tius et diligentius inspicien ti mensurae motul tua l del sensualismo moderno, con el qu e nos encontramos ya,
sun t, et pedodi sive cu nicu la qu aedam mot u um et veluti pensa r non verae
diff eren tiae ; cu rn q u id factu ro sir designe nr, at rat ione m facti vix in nuanr. . .
listo para ser aplic ado en lo esencial, en Gassendí, es obtenido
N am pr incipia, fontes ca u see ee formae rnot uurn, id ese otnnígenae materia e por él, directamente, del estudio y la discusión d e la filosof-ía
a ppe ti tus. et passion es, ph ilosoph iae deb entur, ac d einceps rnotu u m ímpres- {'/Jicúrea. A los motivos contenidos en el Syntagma Philosophiae
sienes sive im pu lsion es ; [r ae na ee reluc tatícnes¡ viae et obstrucriones¡ alterna. E,JJicuri, apenas añadió ninguno d e importancia decisiva; se limitó
tiones et mix tu rae; circuitus et ca rena e; deniqu e u nive rsus motuu m pr o<:essus."
II desa rrollar aquellos principios iniciales y a precisarlos en sus
( Cogitationes de natura rerum, IV, W orks, m, 21 s.) Cf. además "Thema
C oeli", Works, m, 777. consecuencias.
163
16< EL SISTIMA DEL EMPIRISMO GASSENDI 165

Es aq uí donde con ma yor claridad podemos representarnos contrad icci ón entre estas dos det erm inaciones cuando, prescindien-
las di ficultades y confusiones de principio que desd e el pri mer do de rodas las condicione s especiales d el acto de la percepción,
momento lleva imp lícitas la teo ría sensualista. La teoría gassen- at ribuimos a la torre "en sí" a mbas cua lidades. Ningu na de las
d iana de la percepción presupon e su a tomística y presupone, por dos percepciones puede negar s u derecho a la otra o alegar la pre-
tanto, necesariamente, una de te rm inada física y m eta física. tensión de cor regirla, ya q ue dos imp resiones distintas no se refie-
La existencia del m und o de los átomos no ofrece d udas; se trata ren nu nca a u no y el mismo contenido objetivo. Pero tam poco
única mente de comp render y explicar cómo cobra mos conciencia puede un fund a mento raciona t cualqui era afirm ar una prela ción
de él. La respuesta a esta pregunta es clara y evidente : llegamos sobre la percepción inmediata , ya que toda conclusión int electiva
al conocimiento de las cosas cu and o asumimos di rectamente en tiene, por el contra rio, que basarse en los resultados de las sensa-
nosotros mismos una parte de su ser material. D e las cosas se des- ciones y presupon e, por tan to, la validez de estos. Poner en du da
prende n constant emente pequ eñas imágenes mat er iales, que se la verdad de los sent idos en cual quiera de sus testimonios, equival-
insinúan en nuestro yo y lo afectan de d iferentes modos. No son d ría a re nuncia r a todo crite r io del conocimiento en general, a
los objetos mismos los que act úan sobre nosotros, sino sus " ídolos", proclamar un escep ticismo del que jamás nos salvaría ya ningún
después q ue éstos, en su camino hacia el yo, han sufrido ya una recurso lógico. La verda d y la falsedad caen ya totalmente dentro
serie de cambios y transfor maciones. del campo de l entendimiento; d ecimos que es verdadera la opinión
Desde este punto de vist a, se redu cen lo mismo para Ga ssend¡ 8 la que corresponden los fenómenos sensibles o que, al menos, no
qu e para Epicuro rodas las cont radicciones qu e pa recen existir se ha lla en cont radicción con ellos, y calificamos d e falsa a la
entre los di ferentes da tos sum inistrados por los senti dos. Según que no resiste a este examen.t
las circun stancias especiales en que contemp la mos un o y el mismo Para coloca rnos en el ve rda dero cent ro de esta teoría, debemos
objeto, éste se nos aparece más grande o más peq ueño, ba jo una representa rnos, ante todo, un facto r que la exposición histórica
form a o bajo otra; pues bien, tod os estos testimonios de los senti- no suele esclarecer en su tota lidad . La rec ria sensualista, en su
dos, a pesar d e diferir mucho ent re sí, son igualme nte verdadero! desarrollo consecuente y aca bad o, tal como apa rece expuesta en la
e indu bitables, ya que todos ellos reproducen de un modo exacto
las cualid ades de la im agen ma terial, que constituye el único ob- 1 Oassend t, Phil osophiae Ep icuri S)'n Ulg ma, Pa r. 1, cap. Ir : "Nih il esr quod
jeto inl"TWdiaro d e nuestra sensación. Todo lo que en nosotros deja refel!..r.. Ialslve arguere treo s po.' ssit; neq ue en ;m Ile n'U.' gen ere . imili s
lim;j" m gen..re re felle t... idQue própte r s equteollennam, seu qu od da r ra rio
grabado una percepción cualqu ie ra tiene necesariame nte que exis- m riuSQlle Sil , nequ e genere di ••imilis ge nere dissimilem, qu on ia m di versa
tir ta mbién "fuera de nosotros" del mismo mod o como se refle¡ "" jeeta ha benr nequ e rtem u na se nsic ejusdern sen sus aJiam, qu onia m nulla
en nu estra con ciencia, ya q ue sola ment e lo real puede act uar y eM, qua non afficia mur euiQue, dcnec ipsa aff icim ur, no n ad hae....a mus asaen·
desplegar una fuerza. N o son, por ta nto, los sentidos los que enga- uam ur ve.. . neque deniqu e ratio se u ra tiocinatio, q uoniam om n;s ratiodnaüo
I pra eviis pend er sensibus oportctque sens us peíus esse, quem ipsam rafÍonem
ñan, pues ellos limítanse a expresar una influen cia real qu e sobr
lis inn ixam veros, • . Unde er infeere licet, si ul1um sensibu.s visu m falsu m
ellos se ejerce d esde el exterior: el eITOr se produce solamente en "\1, nihil per cipi posse seu.•. , n isi o mnea pha Dta.siae nudaeve re¡ pe rce prio nes
el ju icio del en rendf mfruo, el cual tra nsfiere al ob jeto mismo, com . inr v... ac, actum esse de Iid e, COll5la nt ia arque judicio verita ris, •• Proba tu r id
ca racterística perm anente de él, una pecul iaridad moment ánea d .Il rem, qui a exem pli grana, du m turris appa ret oculo re tunda, sensus q uidem
la imagen proyectada, qu e se determina por su alejamiento d el est, qu ia revera epecie rc tun ditatis dfic ilUr eaque JpecieJ el talis esr et
r,, " a m ha bcr neccss aria m, p rop re r q uam in h ujus mod i dis ta ntia sic tali s. • •
lugar de origen o por otra s circuns ta ncias de orde n externo. La
Ve ru m opin io, seu mavis, rne ns, eujus es! op ina rix, seu [udiciu m Ierr e, q uat en ua
torre qu e contem plamos -nos dice Gassendi- no sólo paree!', ".Id i\', q uasi d e suo, tu rrim esse id, quo d sensui ap parcr, eeu esse tur rim in se
sino q ue es unas veces redonda y otras veces cuadrangular, según <'1 reve re r.lf un dam ; opin io, in qu am , ipsa esr, qu a e vera esse au t falsa potest",
la distancia mayor o menor a que la contemplemos; y sólo existe <' látera. Ope ra, ..d. floren tina, in-folie , t. m, pp. 5 y 6.)
166 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO OASS END I 167

filosofía moderna, sobre todo por Berkelev, encierr a un m otivo Por tanto, la "species", tal como Ga ssend i la concibe, no nace
idealista: al invocar los sentidos como los más altos testigos de la en el acto mi smo de la perce pción, sino que preced e a éste como
verda d, se reconoce ind irectamente a la conci encia como el supre- una condición previa y necesaria: las diferen cias entre las sensa-
mo juez en cua nto a la realidad de la naturaleza. La investigación ciones no pod rían compre nde rse sino part iendo de u na inme nsa
se propo ne hacer comprensible el trá nsito de las sensaciones sim, variedad de ídolos real es y concretos. Ve mos, pu es, cómo los mo-
pies de los sentidos a la representación compleja de un m undo tivos disc ursivos que origina riame nte sirvieron de base a la atomls-
objetivo exter ior; no se propon e, por el contra rio, explicar a base tica, sufren ya aqu í un a peculiar desviación. De mócrito había
de una teo ría física el hecho fun dament al de la sensac ión misma. fragua do el concepto de á tomo pa ra obtene r una conce pción rigu-
Sin embargo, el sensualis mo mod erno sólo de un modo gradu al rosamente unita ria y racional de la realidad , frente a las contrad ic-
y paula tino va llegando a esta form ulación rigurosa y ac usada de ciones en que nos envuelve por todas partes la simplista visión
lo qu e constit uye, en rigor, su problema fu nd amental. Gassend i de los senti dos. El pensamiento tiende a salir de la oscuridad del
no aborda nu nca d e raíz el pro blema del conocimiento, para fu n- conoc imiento " espuri o" que nos ofrecen los sentidos, para rem on-
da mentar a base de él la concepción de conjunto de la reali dad- tarse al m undo matemát ico de las formas y los movimientos puros.
trata, por el contrario, de concebi r e interpretar el sabe'! parti endo Por tanto, au nque la percepc ión sea el objeto hacia el que t iend e
de una conce pción ya establecida y fija acerca de la estructura todo saber y al que éste debe acomodarse, no es el origen y el
interior del ser. principio de que el a uténtico saber emana (d. vol. I, pp. 41 ss.] ,
Para llegar a comprender la posibilida d de la percepción sen- Sin embargo, ya la filosofía an tigua acaba rechazando este pensa-
sible, necesitamos crea r expresame nte, ju n to al m undo de los áto- miento fu ndamental , intentando retener la atomís tica como un
mos, un m undo huevo de seres inte rmedios, tenemos q ue h acer resultado, al paso q ue renuncia a lo que en rigor le sirve de base
que a cada sensación que vivimos en nosot ros como un estado en el terreno de los princi pios. Por dond e el sistema, del que su
psíqu ico correspond a una imagen objet ivamente ex istente. Estas fundado r había hecho un verdadero mod elo de enlace d eductiva,
se d istinguen d e los cuerpos visibles y tan gibles por sus aparece escin dido en Epicuro e n dos mitad es, que sólo a rti fic iosa-
dl m ens wnes, pero coinciden con ellos en cuanto a su estructura mente es posible ma nte ner en unidad . Los á tomos, al olvidarse
material general y en toda s las relaciones y características espe- sus fu ndamentos lógicos, se afirman a hora dogmáticam ente, como
ciales. existencias desp re nd idas e incond icionales.
" No representa ninguna contradicción ---d ice Gassendi des- Podría parecer que con el lo se hace frente satisfactoriament e
cribiendo este punto de vista- el que en la superficie de los a todos los problemas de la física, pero al llegar aq uí se abre paso
cuer pos se produ zcan constantemente cierta s ema nacion es de áto- con ta nta mayor fue rza el problema psicológico. No hay nin gún
mos en los que se mant iene la misma situación y ordenación que camino que nos ha ga ret orn ar del ser absoluto de la mat eria al
en los cuerpos y sup erficies mismos. Estas ema nacione s son por hecho de la conciencia. Son dos cam pos que se enfrentan ent re
tan to, en cieno modo, las formas o los esquemas de los cue rpos sí, como extraños e incon ciliables: de un a part e, u n conjunto de
de los que ema nan y poseen los mismos contornos qu e éstos, aun. form as geomé tricas, qu e jam ás podemos llegar a captar di recta-
que .sobrepasan ,con muc ho por su finura a todos los objetos per- mente por los sentidos; de otra parte, un com plejo de pensamientos
ceptibles a trav és de Jos sentidos. Tal es el carácter de aquellas y representaciones cuyo contenido tota l se reduce, en últi ma ins-
forma s e impresiones qu e solemos llamar íd olos e imágenes (idola tancia, a los datos de la percepción. Para pod er tender un puente
seu simulacra).e entre los dos reinos separados del ser, hay que invent ar un ser
S,m a¡¡nla Phi!osophiae Epicuri, Sectio nr, cap. XI; Op era, IH, 39. Cf. es- sophicum, Psrs secunda seu Physica: Seee. III (membrum posteriu!), lib. VI,
peC19.lmente la detallada exposición en la Fí,ica de Gas stndi : Symagma Philo- cap. 2 (Opera, Il, 293 ss.) .
GASSENDI 169
'''' EL SISTEMA DEL EMPIRISMO
en el cielo, la " idea " astronómica, basada en las concl usiones de
intermed io, ha y q ue intercalar un reino nu evo: el reino de los
"Idolos''. la razón y, por ta nto, en los "conceptos innatos" de nuestro
Pero con ello se multiplican hasta lo indecible las entidades espíritu , nos enseña a conocer la verda dera forma y magnit ud
de las cosas, que la teoría a tomística tra taba d e redu cir a u nas de aquel astro.
cua ntas form as sim ples y fu nda mental es. A cad a esta do tra nsitorio Las ob jeciones de G assendi en contra de esto, gira n en realida d
d el yo correspond e ahora un substra to objetivo. El proceso del al marge n del verdadero tema d e la prueba. Oasse ndí se contenta
conocimiento no se explica mostra ndo y a nalizando la activid ad con señalar algo que es la evidencia misma, a saber: que ta mpoco
que el pen sc mienru ejerce sobre los datos de las percepcion es, sino rol concepto científico exa cto d el sol constituye un producto des-
admit iendo la existenci a de tantos cosas como determinaciones prendido y arbitrario del pensa miento, sino que nace mediante la
d iversa s de La concie ncia existen. transformación y a mpliació n progresivas d e las im presiones origina-
Este rasgo se destaca con gra n fue rm en la exposición de la rias de los senti dos.3 Pero su teoría no nos d ice de d ónde saca
teoría de Epicuro por G assendi. La " realidad" de un ob jeto se el espíritu la fue rza para esta a m plíación y transform ación de los
desi ntegra a hora en una muc hed um bre inf inita de diferentes da- datos de las sensaciones, ya qu e sólo nos ense ña a conoce r la con-
tos concret os, plename nte eq uiparados los unos a los otros. No se ciencia como reacción a un ince ntivo concreto del exter ior, y no
d ispone de ningún medio para esta blece r entre ellos una est ructu- como una activi dad creadora propia.
ración fija y una ordenación de rango, ap licándoles la pauta de su Es cier to que el propio Gassendí concede al pensamiento la
validez "objetiva". Co n lo cua l qu eda priva do el concepto de capacidad de " aglutinar" las im presiones de los sent idos, pero
á tomo de lo qu e constituye su verdade ra base. Pa ra asegurar al perdiendo de vista Que, con ello , ad mite y reconoce ya un factor
conocimiento de los sentidos su valid ez incondicional, G assend¡ nuevo y activo. El ju icio aparece en él, al lad o d e la sensac ión
se ve obligado a despojarlo de todo caráct er de generalidad, como y com pa rado con ella, como un int ruso y. como el culpable del
si su fun ción se limit ase a reprod ucir determ inados objetos con- ('TmT, sin Que abra al espiritu nin guna fuente nueva y propia d e
cretas, momentáneam ente dad os: zdónde ni cómo encontrar el ca- cerreta. No se niega el trecho que media ent re la impresión infor-
mino que lleve de semejante sensorieda d a la abstrac ci ón del me inicial y la representación del objeto "real" constante, pero
áto mo y del mecanismo? La teoría d el conocimie nto de O essendí sin qu e llegue a mostr arse nu nca el camino Que puede conducirno s
no puede, en modo algu no, ofrecernos el funda mento sobre el que de la una a la ot ra. En el coreio y la compa ración de las percep-
d escan se su física. ciones, el pensa miento parece h allarse a merced del ara r, sin que
Esta limitación de su pensamiento es la que dif erencia a Ga s- lo gobierne n y 10 guíen nunca leye s pro pias y necesarias.
sendi de Descartes y de su te nde ncia renovadora de la Iilosofia. y así, Gassend í se encuentra , a la postr e, met ido en un círcu lo
Aunque las objecion es de Ga ssendi contra la for ma de la argu- vicioso, del qu e no acier ta a salir. Recon oce, con Epicuro, que
mentación cartesiana sean, con frecu encia, agudas y certeras, no toda pregunta qu e podamos formular conti ene y presupone siern-
dan nunca en el blanco d el nuevo twinciPio m etodológico q ue pre, ncx:esar iamen te, determ in adas " anticipaciones del espíritu".
sirve de base a Desca rtes. Descartes ha bía trazado con la mayor Sin tales principios, jamás podría encontra r un comier\to nu estra
nitidez, en la conocida cont rapos ición ent re la "idea" sensible 3 "Quod au rem me n te se ta pe rci piamus vasta m i\1 a m idea m Scbs, non ea
y la "idea" astro nómica del sol, la línea divisoria entre aquella propt erea eliciru r ex ionata qu adam notia ne; sed. ea. q uae per sensu m inc urrir,
quar en us ex peri en tia probat ee rario illi iOll ixa conf irmar res dis tentee appe rere
realidad inm ediata dada como contenido de la sensación y el
minores aetpsis vic tnls, t ántum ampliarur ipsa vi m er ms, qua nlllm constar
auténtico ser científico, que sólo pued e alcanzarse a lo largo del Scle m a nobis d istare, exaequarique diametro suo IOt iIlis terren is semid iame·
progreso del pensamiento. Mientras qu e la "idea" sensible nos tris." D isq .. i' itjo Metaph)',ica se.. V ...bjw t/o ne, et Insta nt iue ",¡ve" " , Ren. Caro
revela el sol como un pequ eño disco lumi noso resplandeciente " ., ji Meta ph)'sicam. lo Med itat . 11I Dubita tio 111 (Opera, 1lI, 29i).
170 El SISTEMA DEL H.I PIRISMO GASSENDI 171

invesrigaci ór u "anticipa tio est ipsa rei notio et qua si de finiría , sine y de original el punto de parti da de Descartes. El hecho de la
qua quit!quam quaerere, dubitare. opinari, rmo et nominare non conc iencia d e sí resulta i ncomp rensible si se lo quiere ex plica r,
Jicer".f de cualquier modo qu e ello se baga, como un resulrad o derivado,
Y, sin embargo, de otra parte, conceptos originar ios de ben en vez. d e ver en él el comienzo y la condición de todo saber ob-
ser, a su vez, productos de la expe riencia Y. por tanto, salir directa jetivo. lo cierto es que G assendi se ve obligado a nega r el con-
o indirect am ente de las impresiones de los sentidos. Ahora bien, cepto cartesiano d el "yo " : no poseemos, nos d ice, ninguna idea,
hay que preguntarse en contra de esto, lcómo es posible llegar a ningú n concimiento de nuestro yo, ya que, no pudiendo capta rlo
ad quirir una experiencia, cua lquiera que ella sea, antes de qu e se más que directamente, no es posible que na zca en nosotros ningu-
le asigne al espí ritu la función de comparar, d istingu ir y nombrar? na " imagen" de él (d. vol. 1, p. 495) .
Para contestar a esta pregu nta, Gassendi sólo tiene a ma no la Al llega r a este punto, vemos de nuevo cuá n poca lu z arrojan
respu esta que su "teoría de las imágenes" le ofre ce: la experiencia sobre las verdade ras contrapos iciones conceptuales d e que ha bro-
nace cua ndo el objeto por sí mismo existente "penetra" (incurrir) e tado la filosofía moderna esas fór mu las esque má ticas tradicion ales
en el yo con una parte de su ser. Pero, aun cua ndo recon ociése- con arreg lo a las cual es suele n juzgarse los fenómenos históri cos.
mos la extr aña " tra nsformación" de la ima gen ma terial en una ima- Es el "racionalista" Desca rtes quien apar ece pre conizando aq uí el
gen espiritual - tra nsformaci ón que el propio Ga ssend¡ califica postulado de que los conte nidos de la conciencia deb en an alizarse
abiertam ente de incornprensible-c-," siem pre resultaría qu e lo que de de un modo puro y sin pr ejuicios, mien tras que Gassendl mid e la
este modo se tr ansfiere al espíritu no es sino una impresión rotal- posibilidad de la "experiencia int erior" por una pauta metafísica
mente aislada, sin aquel enlace y aquella relación con otros conte- fija. La experiencia debe despejar los enigmas del saber, pero el
nidos que son la con dición de toda conciencia. Di cho en términos verd adero y más oscuro enigma es ella misma, ya qu e se propone
platónicos, las percepcion es se yux tapondrían en nosot ros "como ser el trá nsito de un "objeto" absoluto existente fuera de nosotros
en caballos de madera", sin tend er nunca hacia la unidad de un a un " yo" dotado de u na existencia no menos independiente.
concepto. El sistema de O assendi es ext raordi naria mente instru ct ivo d esde
Sobre el cont raste que ofrece la doctrina de Ga ssendi podemos, el punto de vista histórico, ya q ue en él ap arece claramente de
pues, damos cuenta de nuevo d e tocio lo que tiene de importante manifiesto esta pre misa dogmática que en otras teorías poste riores
sólo se revela rá IX'r medio de un aná lisis profu ndo y minuc ioso.
4 Syn t<l (l1'\(1 PhilosophiDo.- Ep ic.. ti, Secno 1, Clp.. U, canon II (O j>eT(l, 111,
Tenemos aquí ante nosotros, al descubierto y tangible, la contra-
p. 8).
L c., ca non 1: " In te llillo au te m nOlione m, 5': 1.1 quas i idu ro ac Iormam, dicción que roda la trayectoria posterior del em pirismo se esforzará
Quae an ticipara d icatu r pra encno, gign i in an im o seu mavis ¡nci. por resolver, aunque sin llegar a dominarla nunca por completo.
denl i4, d um res dírecre et per &e inc u rti t, in cidiese in se nsuum, .•", et c. Para de finir el valor de verdad de un conocimiento no exís-
ji V. acerca d e este punto la d etallada exposición en Fbica, Sec no 111, mem-
te, desde este punto de vista, ot ro medio qu e med irlo por una
brum poslerius, Iib. VI, ca p. 111 : Qui sensíbíle, gign i e>! in¡;ensibi libu fo possit,
existenc ia concreta y efect iva; para afirmar la cerreta incond icional
"Sane ve ro Iatendum non víder¡ esse, quamobre m spe rem us posse re m ma-
n tfesrarn fieri; qUllndo aut [o nge fall imur, aUI fugit o mnino h uman am sclertia m de las percepciones d e los sentidos, hay que considerarla siem pre
capere, q u ae tex tu ra sir ec O!c mpen tiOQu e síve flam mulae, ut ce nse r¡ an ima como el reflejo, como la imagen de una realidad objetiva existent e.
ec semie ndi principíu m valeat, slve partis, su r organi, quo an imat o vegeta toque Este empirismo sólo ap arentemente reduce las " cosas" a sensacioe
anima, Uf sentia t, utatur, Quare et ha ce solurn pro pono, seu p Cllius balbuue ns nes; son, por el contrario, las sensaciones las que parecen conver,
attingp, ut quaten us líc er insinuem pro gressurn , quo res víd en tu r evade re ex
tirse en cosas, para G asse ndi.
insensi bilibu s sensiles. .. N eque san e mirum; res en im vid etu r o mni hu mana
pe rsp icacia er eagacitate superior; ade o UI n ema, qu( tentare aggre dive pral" La idologfa d e G assend¡ constituye el ejem plo más claro de esta
ad balbutiend u m non adig a tur ." Opera, 11, J01 ss. 1ransformación, pero el rastro d e ella puede seguirse hasta ade n-
li2 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO HOBBES 173

tt arse en los tiempos mode rnos. Tampoco aquí aparece definitiva- con toda clar idad su relación con Bacon, lo mismo en el aspecto
mente elim inada la concepción aristotéli ca fundamental, pese a positivo que en el negat ivo. El verdadero saber - hab ía enseñado
la ener gía de la polémica. Gassend í cree estar por encima de la Bacon- es el saber basado en las causas. Sólo podemos d ecir que
escolástica porqu e, en la explicació n del proceso de la percepción, compr endemos verdaderam ent e un a cosa o un fen ómeno cuan do
sustitu ye las formas aristotélicas por las especies material es, pero conocemos el "por qué" de ellos y cuando hemos a prendido, ad e-
con ello no ha ce, en cierto modo, más que cambiar la explicación más, a construi rlos partiendo de sus fundamentos últ imos y pod e-
física, mientras qu e el punt o de vista lógico desde el cual considera mas, así, hacer que nazcan o se produzcan ante nosot ros, a nu estro
todo conoci miento, sigue siendo el mismo. antojo. Se trata, pues, de lograr la " disolución" de todos los objetos
Entre Oassend í y Galileo viene a mediar, pues, un a relación sólidos de la experiencia que nos rodean, desintegración que " no
semejante a la que existió entre Epicuro y Demócrito: por muy puede lograrse por medio del fuego, sino por me dio del espíritu ,
vivamente que abogue por los resultados de su investigación. Gas- que viene a ser como un fu ego divin o","
send¡ se mantiene interiormente al marge n del n uevo pensamiento Hobbes parece hallarse todavía bajo el conjuro de esta con-
metod oLógico fundamental qu e aq uí impera. cepción cuan do define la filosofía, en el sentido más general de
la palabra, como el conocim iento de los efectos o fenóm enos, par-
tiendo de l " conc epto de sus cau sas" y por medio de conclusiones
II
raciona les, o, a la in versa, como " el conocimiento de las camas
No cabe duda de que es un progreso decisivo el que Hobbes ím- posibles, parti endo de los efectos da dos".
prime al pensamiento, dentro de la tra yectoria general, ya qu e La exp licación que Hobbes da de esta def inición se mueve
es él quie n hace que el concep to de la experiencia de la ciencia total mente , en efecto, dentro de l marco del pensamiento baco-
exacta entre en la órbita visual del empirismo. Los principios niano. T eniendo en cue nta que las caus as de tod as las cosas con-
de Gali leo sum inistraron el prototipo con arreglo al cual intenta cretas estan formadas por las causas de las naturalezas generales
Hobbes estr ucturar tod o el con tenido de su filosofía, t anto su o sim ples, lo primero es conocer y dominar éstas. Si se tr ata de en-
lógica y su física como su teoría del Derecho y del Estad o. Por cont rar, por ejemplo, el concep to del oro, podemos dest acar de él
muy paradójicas y contradictorias que sean, frecuentemente, las las determinaciones de la gravedad, la visibilidad y la corporeidad,
condusiones finales a que se deja llevar, no puede negarse qu e todas ellas más generales y, por tanto, más conocid as que la del oro
los rasgos fundamental es del nuevo método científi co presentan mismo, e ir analizan do lu ego, progresivamente , estas características,
un carác ter claro y decidido. hasta llegar a ciertos elementos, los más alt os de todos y los más
Nos formaremos, por tanto, una imagen completamente falsa simples. El conocimiento de estos eleme ntos en su totalidad nos
de su teoría si nos limitamos a recapitular los dogmas a que con- suministra luego, a su vez, el conocimiento del cuerpo emp írico
duce su filosofía, sin fijarnos en los caminos por los cua les se llega al que damos el nombre de "oro"."
a ellos. Los nombres de los partidos filosóficos usuales fallan, en Sin embargo , las frases que en seguida añade Hobbes apuntan
este caso, más todaví a qu e de costumbre; aplicados a las caracte- ya en otra dirección. Las determi naciones generales a que reduci-
rísticas del sistema y la mentalidad de Hobbes, nos llevan a crite- mas los objetos concretos son de suyo, como el propio Hobbes
rios completamente oscuros y hasta contradictorios. Pa ra llegar a señala, claras y evidentes, ya qu e todas ellas pueden at ribuirse
comprender las dis tintas tesis de este pensador, no hay otro camino
7 Bacon, Novum Orga nan , I1, 16; Wooks, r, 207.
que el de ana lizar minuciosamente la m eta un itaria y peculiar que 8 Hobbes, De corpore, Pars prima: Compu ta tio, sive Lógica, cap. VI, 1·5
persigue su filosofía. (Thomae Ho bbes Malmes lmriens is Oper a Philosophica, quae Lcrtne seripsit,
Desde los primeros pa sos de la doc trina de Hobbes, se destaca cmnse. A m, terdam , 1668, t. I, pp. 36ss ,) .
EL SISTEMA DEL EMPIRISMO HOBBES 175
al mo vim ien to como a su suprema causa. Ahora bien, Hobbes no física rnarcm anca y comprende, al mismo tiempo, que la función
concibe ya el rnovirnien to como un a naturaleza y una cualidad in- y la virtud d e este m étodo no deben quedar limitadas a aquel
terior de los cuerpos, sino como una pura relación matemática, campo especial de objetos emp íricos en que comenzó a aplica rse
que nosot ros podemos construir por nuestra cuenta y, por tanto, con todo éxiro. La posibilidad de un autentico saber "apriorístico"
llegar a comprender plenamente. Con este paso, Hobbes se vue lve se da y se halla garantizada dondequiera que logremos establec er
de espaldas a Bacon para orienrarse hacia Galileo." un enlace rigurosan-ente deductivo entre dos o más elem entos, de
El análisis de los objetos naturales no conduce a "entidades" tal modo que el uno lleve consigo necesariamente al otro. No
abstractas, sino a las leyes del mecanismo, las cua les, a su vez, no existe otro med io para llegar a comprender un cont enido que el
son otra cosa que la expresión concreta de las leyes de la geometría. de hacer que surja ante nosotros, par tiendo de las condiciones que
Ahora, no entendemos ya por "causa" la fuerza activa interior que le dan vida.
emana de una cosa o de un acaecimiento, sino un conjunto de Situ ándose en este puma de vista, Hobbes empieza postulando
condiciones, que, al ser esta blecidas, llevan consigo necesariamente una reforma a fondo de la geometría elemental. No basta con
un determinado resultado. La causa - tal como la define Hobbes- exponer los conceptos geom étricos como conceptos acabados, como
es la suma o el conjunt o de todas aquellas circunstancias cuya formas quietas, ya plasmadas, que nosotros nos limitamos a asi-
existencia nos hace necesariamente pensar como existente un de- milar. No poseeremos la garantía incondicional de su verdad
terminado efecto y cuya ausencia total o parcial hace que no poda- mientras no los construyamos a base de sus elementos, mientras
mos pensar que este efecto exista: "causa est aggregatum acciden- no ha yamos sabido penetrar en la ley de su devenir, de su génesis.
t ium ornnium.• • ad propositum effectum concurrentium, quíbue Hobbes insiste expre samente en que, para llegar a las formas ma-
omnibus existentibus effectum non existere, vel quoliber eorum temáticas fundamentales, no hay que mirar a los cuerpos empiri-
uno absenre existere inrelligi non poresrt'.w cos, buscando en ellos aquellas formas como cualidades suyas, sino
Con estas palabras, Hobbes da carta de naturaleza en el mundo que debemos limitarnos, para ello, a consultar la génesis d e las
de la filosofía a la concepción y a la d efinición d e la causa según ideas en nu estro propio espfritu.w La definición eucl idiana del
Galileo. No es la forma sustancial del acaecer lo que debe ínves- círculo o de las pa ralela s nada nos dice acer ca de la "posibilidad"
tigarse.U sino descubrir y poner de manifiesto d entro de los ferió- de estas formas, pues cabría perfectamente pensar que una lín ea
menos y de los "accidentes" mismos los enlaces consid erados por horizonta l cuyos puntos se hallasen a la misma distancia de un
nosotros como necesarios a base de fundamentos racionales y cent ro o dos rectas que nunca se encontrasen encierran una contra-
matemáticos. dicción int erna. Y sólo construyendo tal es formas es como puedo
Hay que reconoce r a Hobbes el mérito y la original idad d e ha- cobrar con ciencia de que son realmente compat ibles con las leyes
ber trasladado al campo general del saber este pensamiento funda- de nuestra intuición del espacio y convencerme, así, de su interior
mental, que Galileo aplicaba solamente a la física. Hobbes recono- verdad y necesídad.!" Por donde, ya de ntro de la geometría, ve-
ce que el método es la fuerza propulsora en las operaciones de la
12 "Q ui figuras d efin iu nt, Ideas, quae in animo eunr, non ipsa corpora
9 Cf. acerca d e esto, D ilthey, "Der entw icklungsgeschichtliche Pantheismue respic iu n r et ex lis, quae im aginan tur fieri d educunr pr op rieta res factorum
nach seinem geschichr1ichen Zusarnmenhang mit den élteren pantheistischen , imiliu m. 11 quocurnque et qu omodo curnque facra sunr." Examinario et emen-
Systeme n", en Arch¡v filr Geschichte der Philosaphie, t. XlII (1900), p. 466. ,la rio Marhcmáticae Hodiernae, diálogo II (p . 58).
10 L. C., § 10, p. 42; d. De corpore, pars I1, cap . IX: "De causa ee effectu", 1<1 "Definitio haec... pro accura ra hab er¡ non deb er. D"buit enim osrendis.
p. 65. le prills hujllsmodi fignrae con stru cricnern sive gcnemtionem quaenam csset, ut
11 Sobr e la repud iaci6n d e las "causas formal es", v. De carpare, pars 11, scirerúus aliquam in rerum natu ra figuram eHSe, in qua ab uni co Punc ro ad
cap. X, S 7 (p. 70). Para cote jar con el concepto de la "causa" en Galileo, Iigurae exrremu m omnes u ndequaque Line ae essen r in ter se aequales. Quod
v. vol. 1, pp. 363 (nota 122) . q uíd e rn Illis, qui nunquam C irculum d esctibi v iderant, vid eri pcsset tnceedt-
176 El SISTEMA DEL EMPIRISMO HO BflES 177
mas que la de finición ca usal es la condición prev ia y el instr u- es el mismo, a unque varíe n los campos sobre los cuales se pro-
mento de tod o conocimiento verdadero. yecte; descansa siempre sobre el esquem a que consiste en empe-
" Y como las causas de todas las cualidades de las dive rsas zar estableciendo una u n ida d ideal fija, para luego hacer qu e bro-
figuras se contienen en las líneas q ue noso t ros m ismos lT(l{GmoS, ten de ella los contenidos com plejos. Este mé todo no se limita , en
siendo así que la creación de las figuras depende, adem ás, de nues- mod o alguno, al número, au nque sea en éste, claro está , do nd e
tra propia voluntad, result a qu e pa ra llegar a conocer u na cualidad cobra su expresión más aca bada y perfecta, sino que se utiliza
cualquiera de una forma, basta con conside rar todas y cada una ta mbién pa ra enl azar las mGMnitu des Y los cuerpos, las cua lidades
de las consecuencias qu e se derivan de nuestra propia construc- y los movimi entos, los tiempos y las v eLocidad es, los conceptos y
ción, Por esta razón y solame nte por ella , es decir, porque nos- los n om bres,lO
otros mismos creamos las figuras , existe una geometría y es In geo- Dondequiera un tod o pu eda descom ponerse en sus partes
met ría una ciencia suscepti ble de demostración." H y reconstruirse a base de ésta s tiene campo abierto el pen sam iento;
y si de la geomet ría pasamos a la na turaleza, es decir, a algo y, a la inversa, todo lo que se sustrae a esta regla fundamental
que se enfrenta a nosotros como un a materia extraña e indepen- de! comp render no puede ser nun ca tam poco coruenido de un
dient e de nuestra voluntad, vemos que tam poco con respecto a conocimiento seguro: "ub¡ generatio nu lla, aut null a proprie tes,
ella existe otro camino pa ra el cono cimiento qu e el de aplicar, por ibi nulla Philoso phia int elligitur ", De aq ui que escape n a nuest ra
lo menos de un mod o analógico, aqu el método general com pro- consid eración las "sustancias no engendradas" de la teología esco-
bado en el campo de la matemática . Es cierto que no pod ernos lásnca : son incom pre nsibles porque no han llegado a ser.t" Do nde
pen etra r desde e! primer momento en las causas reales y concre- no existe un "más" y u n "menos" le falta al pensam iento desde el
tas de los fe nómenos em píricos; pero no cabe duda d e que tam bién prime r instant e todo aside ro para adu eña rse de la ma te ria; don de
aqu í de bemos esforzarnos por deriva r los fenóme nos dados, en el pensamiento no reúne los eleme ntos por su cuenta, ca rece de
rigurosa sucesión, partiendo de sus causas lXJsibles y comenza ndo punto d e apoyo para afirm a r una existencia y un ser.
por establecer estas hi Potéti cam ente. Dentro de este ma rco general tenemos qu e encuadrar, para
De este modo, emp ezamos por esboza r, sin necesidad de salirnos com prenderla en su sentido definido y claro, la afirmación de qu e
tampoco, para ello, del circul o de nuestras id eas, una teoría abs- el pensar es siempre "calcu lar". El cálc ulo rebasa aq uí los limites
tra cta del movimient o, que en lo sucesivo nos sirve a manera de de la operación ar itméti ca usual, para abarcar todos aquellos casos
un esquema general al que debe ajustarse todo nu estro conoc i- en qu e se t rata de agru par con arr eglo a un de te rminado OT-
miento de las ca usas es peciales de un determinado fenómeno, den , en un dete rm inado enlace, una variedad de conten idos, par-
Por donde la física, al igual qu e la matemát ica, desca nsa ta m- tiendo de unidad es fund amentales fijas. Se ha en contrad o
bién, a la postre, sobre fundamentos "aprioristicos", es decir, sobre
bases creadas por nosotros mlsmos.w El carácter d el pen sami enro q u¡ en no n vK!rmus, non possumus. V ernmlam.cn <>b ipsis pr opr ic!<1tib,u
quIU ,·iJem.. s co rucqwcn ruu dt'd..ce ndc eo ,u qu e tnoccdere cc ncess.. m est, .. ¡
bile. . . (Simil ile r) n isi causa a liqua in d eñnntcne Puallc laru m recra ru m ap- taks ,..,1 ¡al.... ..m ca.. sas esse por..isse demonslra re poqimus. Quae demons-
parea t, qua re duae recrae nu nquam co ncur ranr, absuedurn non eril, si huju s- trano a posterior.. d icirur et scicn lia ipsa Physiccr. El q uonia m ne a posrenore
mod i lineas pcssébiles esse t"t em cnd" lio Malhe ma- quide m ad priora ratiocinando proced í potesr in rebus na tu ralibus, qu ae motu
e H od icTnl1c, D ial. 11, pp. 44 s. petf ki u nru r sine cog n itio ne eo ru m q ua e u nam q ue mque morus spe ctem conse·
H Elem cnrarum Phil osophiac S<'C fio secu nd a : d e H om ine, cap . X (p. 61) . qu un ru r, nec motuum con seqtlen tias sine cogn ition e Qua m itatis, qua e cSI Geo-
"[taq ue ob ha nc re m, q llOd ñguras nos íp s i a eam u s, con tigit Geo me- me tría, li t ri mm pm esr, ut no>\ Illiqua eriam a Phy .'i co d emons rrenone a priMe
tria m hab er¡ e l esse d em on st rabile m. Co n tra q llia re ru m na tura lium ca usa. .Jemonfl ran da sin e " L. C., pp. 61 s.
in nostra po testate non su n t, sed in volllnta te d ivina er quía earum maxima lO D" corpure, pa rs 1, ca p. 1, 3 (p. 3) .
pan; ( nem pe aeth er) est in visibilis, proprietal es earu m a d.¿lIa rc, nOI 17 De carp<>re, pars 1, ca p. 1 8 (pp. 5 •.).
178 EL SIST EMA DEL EMPIRISMO H O BBES 179

pre nd ente el hecho de qu e Hobbes, a pesar de reducir todas las ce necesario no entra, según el, en el concepto de la filosofía y d e
conclusiones racion ales a las operaciones aritm éticas element ales, la ciencía.w
suped ite, sin embargo, el álgebra a la geom etría ha sta el punto de Por tan to, para que los principios de la n ueva mecánica y la
que aq uélla apenas afirma una posición prop ia e ind ependiente nueva física cobren u n auténtico valo r de verdad, es necesario
d ent ro del sistema general de las ciencias." Sin em ba rgo, esta derivarl os de una articulación de fundamentos teóricos generales.
apa rente cont rad icción desapa rece en cuanto nos fijarnos e n el de- A hora bien. estos fu ndame ntos no podemos ir a buscarl os a la ló-
signio lógico gene ral y fu ndamental d e su filosofía. El "cálculo" ti gica tradicional, ya que és ta, en cua nto lógica de las "form as", es
qu e Hobbes aspira de be ser considerado , en absoluto , como un ajena a las relaciones y las leyes de que nos habla la nueva ciencia
construÍT intuitivo y libre: se refiere sim pleme nte al enlace y la de la na tura leza. Se tra ta, pues, de encontrar un nu evo enlace
combinación de los ele me ntos qu e previamente hemos obte nido y que una y concilie el reino del pensamiento con el reino de la rea-
fijado med iante la definición ca usal, cu yo mod elo perma nen te es lídad de la na tu raleza. Para Hobbes, es absoluta me nte cla ro d esde
la geome tr ía. el primer mome nto que se tra ta de dos ca mpos rigu rosamente
Si resumimos la totalidad de estos desarrollos, tal como se con- separados e independie ntes. Jamás se adviert e en él el int ento
tienen ineq uívocament e en las propias d eclara cion es de H obbes, de red ucir el ser, idea lisramenre y de un modo inmediato, al pen-
comprenderemos al mismo tie mpo cuá l es el tema al qu e qu iere sar. Pero ello no le im pid e pensar obstinadamente en la comuni-
limita r la investigación filosófica. Su actitud ante la ciencia mode r- dad y la coin cide ncia en cuanto a la con cepción fundamental d e
na de la naturaleza se destaca clara me nte aq uí: lo q ue ésta pre- ambos campos, sin la cual no sería posible, a su ju icio, u na verda-
senta como el objeto elec tivo de la investigación, es 10 que H cbbe s, dera ciencia.
partiendo de ra zones lógicas generales, qu iere qu e se demuestre El concepto interm edio o de enlace es, según Hobbes, el con-
como el objeto necesario y ún ico del saber. El " asu nto" de la filo- cepto d el movimi ento, el cual, siendo de un a parte la sustancia
sofía es el cue-rpo, ya que sola mente en él se da aqu el exacto " más v el fun da mento primero d e todo acaecer real, constituye, por ot ra
y me nos" de qu e nos habla Hobbes y que constituye, según el, la parte, uno d e los concepto s /undamm tales de n uestro espíritu,.
condición previa de todo verdadero conocimiento. Las propieda - aplicado ya por nosot ros en la construcción de los conocimientos
des y cualida des de este objeto d ebemos at ribui rlas, en último re-- purame nte ideales, e n los qu e se prescinde d e toda existencia efec..
sultado, al movimiento, ya que sólo este se ada pta, exacta y nva, Es, nos dice Hobbes, el único objeto del pensamiento verda-
to talmente, en tod as sus ra racterlst icas objetivas, al método qu e deram ente inteligible, puesto qu e se postu la y se da con la misma
es necesario seguir siempre pa ra llegar a comp render un contenido (unción del pensar. D e aquí que no lo conside remos como u n
cualqu iera. contenido ext ra ño y externo, qu e sólo pod em os capta r empírica-
El giro verdadera mente origina l de la filosofía de H obbes con- mente y q ue la lógica desdeña y de ja a un lado , sino q ue lo in-
siste en que trat a d e conve rt ir en un contenido raciona l, razonán- cluímos en el cam po de est a.
dolo en cuanto tal , el contenido empírico fijado por la ciencia Es cierto que H obbes sólo alca nza a proclama r de un mod o
exacta . T oda s las proposiciones concretas d e la te oría deben ser general y a enunciar como un postulad o el nuevo pen samiento
int er pretadas y valoradas como ot ras tantas fases dentro de este que aquí va im plícito, sin acertar a de sarr ollarlo y justifica rlo en
intento. El ideal de conocimien to que presid e tod a la filosofía detalle. Las razones de esto no son difíciles de cono cer. Aunque
de Hobbcs es la rigurosa y u nívoca deducción, El conocimiento su inter és filosófico se vu elva hacia la matem ática, H obbes no
pu ramente em pírico de los hechos sin llegar a penet ra r en su enla- llegó nunca a famil iarizarse con la evolu ción moderna de esta
ciencia. No llegó a op erarse en él el t ránsito de la geome tría y
Cf. R"b erts.' n, Hobbe s, Edimbm go y Lon dre, . 1886, p. 105 (Phil"mp hlcol
C! O"i CI [or En¡¡lish R"odcrs, ed. PO¡ W . Knight) .
De corpore, pars I, cap. 1, H 2 V8.
160 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO 1I0 1lllES 18 '
el álgebra elementales al nuevo concepto del análisís. Y es pre- del cálculo d iferencial. Sin embargo, en su dese nvol vimie nto es-
cisament e aquí donde radica la verdadera realización del postulado pecial su teoría no se preocu pa de seguir desarrollan do esta idea,
formulado por él, dond e la génesis y el cambio se elevan verdade- por In senc illa razón d e que Hobbes sigue orient ándose hacia una
rament e al plano de un concepto racional fundamental. No es la concepci ón de la matemática qu e la ciencia de su tiempo se dispo-
geometría, sino el an álisis de lo infinito el qu e nos revela con toda ne ya a superar. La dura V enco nada lucha de Hobbes con tra el
claridad científica el nacimiento genétic o de una forma a base de intento de \VaIlis de encontrar los nuevos fundamentos algebraicos
sus elementos fundamentales que la metod ología de Hobbes exige del concepto infinitesimal habría d e resultar fata l para su propia
de un modo general d e todo conte nido científico. " . 21
1cgica
O tro defecto de la teoría de Hoobes, que ba bía le ser decisivo
t

11I
en cu ant o a su trayec toria gene ral, se exp lica también d irectament e
por el hecho de no abr irse a nte ella la perspectiva d el panorama Otra limitación no menos importante para el amplio y canse.
total de la n ueva ma temática. La función d el pensamiento con- cuente desarrollo de las id eas fun damenta les de la metodología,
siste esencialmente, según Hobbes, en las operaciones de separar es la que par ece ma nifestarse cuand o se examina la concepció n
y combinar contenidos. Si, por ejemplo - nos dice-, vemos venir de Hobbes acerca de las relaciones entre el concepto 'Y la pal"hra.
de lejos un hom bre hacia nosotros, mientras sólo lo percibam os de En este pu nto , Hobbcs pa rece negar totalme n te, en última insta n-
un modo vago le da remos simplement e el nombre genérico de " un cia, la conex ión COl) los principios de la ciencia de la experiencia:
cue rpo"; pero, al irse acercando a nosotros y a medid a qu e va defl- la lógica se dispone de nuevo a disolverse directament e en la
niéndose cada vez más claramente su contorno y su carácter, ire- ¡.: ramútica. La filosofía, considerada al principio como el conocí-
mas disti nguiendo en él las notas características de lo " animado" y miento apriorístico de los efectos y las "c reaciones" de la natura.
10 "racion al" y, por consiguiente, su verdadera especie." Por tan- leza, se nos presenta ahora simple mente como la teoría de la cer-
to, el concepto del hombre se forma a base de estas tres d iversas lera agrupación de los "signos" creados por nosotros en el proceso
características, como un todo a base d e sus partes, y puede, a su de nu estro pensamiento . A hora bien, la elección de estos signos
vez, desintegrarse en ella s. y el modo como se combina n es algo perfectamente arbitr ario, que
Hobbes no llega a comprend er nu nca claramente que existen depende de la libre y omnímoda volu ntad de qui en por primera
tipos de conexión qu e trascienden de la simple formación por vez los elige o los combina. Parecen esfuma rse, así, toda s las re,
suma y que en la constr ucció n d e un concepto los diferent es ele glns fun damentales del pensamiento; tod a la seguridad y la ccns-
meatos no se limitan a yuxtapo nerse, sino que se combinan en rancia que exigíamos para pod er admitir una "v erdad" cua lquiera
comp licadas relaciones d e superioridad y subord ina ción. El "cálcu- queda n reducidas ahora, al parecer , a la simple referen cia a una
lo" a base d e conce ptos se reduce, para Hobbes, a las operac ion convención establecid a, que en su dia podrá ser sustituida y des-
elem entales de la adición y la sustracción. plazada por otra norma convencion al cualquiera.
En su física y apoyándose en las ideas fu ndament ales d y hev que dec ir que H obbes llega a esta conclusión de un
G alileo, Hobbes desarrolla y ha ce que se imponga n decididament modo muy de cidido y claro. La verdad , nos dice, no estr iba en
los conceptos de lo "infinito" y lo "i nfin itamen te pequeño". E las cosas, sino en los nombres y en la comparación q ue entre los
su definición del "conntus" como el movimiento sobre un trecho
en el espacio y una d uración en el tiempo, má s pequeño que Clwl Para rn QS detalles sob re la reorí a de Hobbes sobre el cona" .. y los fun da-
qui er espacio dado 'Y cua lquier parte dada del tiem po, Hobbes VII de su fisica es pecia l. v. Lasswiu, JeT AI'llT¡'·st il" !l,
PI'· ss. Sobre la lu cha de contra los modernos métodos
abriendo paso, directamen te, a la idea y al lenguaje de conceptos ,1 ,·1 an{, lisis, d . Max Koh ler, "Studien sur }.;atmp hiJosophie des Th om as Hoh.
20 De corpoTe, p ara J, cap. 1, § 3 (pp. 2 s.) , 1,..,", en Arc h il' {ür G eschichte ,f er phil " wphie, T. XV I (1903) , p p. 79 s.
182 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO Ho nDES 183
nombres esta blecemos a l enunciarlos : ventas in dicto, non in re primeros principios abordand o las cosas y percibiéndolos direc ta,
consistir." mente e n ellas como ca racterísticas genera les, sino q ue los hace
El qu e, en el estado actual de las cosas, el individuo no pueda, brota r como postulados propios y or igina rios suyos. "Para el
en sus juicios, ma nejar libre y caprichosamente los contenidos de l ho mb re, no existe cienc ia suscept ibl e de ser probada sino co n
pensam iento y se ha lle suje to a det erm inadas reglas, sólo q uier e respecto a aqu ella s cosas c uya creación depende de su voluntad." 2 4
d ecir que no puede invent ar capric hosament e, e n cada momento, El elemento del libre arbitrio es subra yado, así, sobre todo, para
las d enominacio nes de las '-'"OSa S, sino q ue debe atenerse al uso del des taca r la libertad meto dológic a y la independencia de los prin-
lengua je establecido. Sin embargo, el creador de este lenguaje cipios con respecto a la ob servac ión em pírica fortu ita. Es necesario
usua l, a l inventa rlo, no se ha lla atado por ni ngún limite emanado q ue el saber pu eda desplegar se por sí mismo, con absoluta libertad
de las cosas o de la naturaleza de nuestro espíritu; podía ent relazar e independencia; ahora b ien, para sustrae rlo a la coacción de las
librem ente los no mb res q ue mejor le pareciera y crear co n ello 105 cosas de fuera, H obbes se ve obligado a aba ndo na r, al m ismo
principios y axiomas del pensamiento q ue tu viera por conve- tiem po, la inq uebrantable necesidad de sus principios. Siempre
niente. ha sido sorprendente y d ifícil d e explica r, para los mejores cono-
Las leyes lógicas y matem.iticas se dis uelven, así, en leyes jurí. cedo res de la doctrina de Hobbes, el hecho de q ue no exista, en
dicas: las relaciones necesarias e inextinguibles entre nuestras ideas rigor, conexión alguna entre la ciencia, tal como él la define, y
son susnruídas por noTTTIcU prácticas de conducta que regulan los el mundo empírico de los cu erpos, considerado por él, sin em-
nombres con que se las denom ina. Es, corno se ve, el ideal del bargo, como la auténtica realidad.
Derecho público de Hobbcs el que irrumpe aqui en su lógica: el La verdad, nos dice H obbes, es la creac ron libre y voluntaria
soberano absoluto debe ser considerado, no ya solamente como del hombre en cuanto ser dotado de palab ra y de lenguaje; con-
d ueño y señor de nuestros actos, sino como dueño y señor de nues- siste en la a rticulación de nombres, y no en la com probación de
tros pensamientos y como arbitro de la verdad o la falsedad del objetos y de fenómenos dentro de la realidad existente.O
modo com o se combinan. El rein o del conce pto permanece, por tanto, tota lmente aparte
No es posible descartar, por mu chos esfue rzos expositivos qu e del campo de los " hechos "; el concepto se ma ntiene por entero
se hagan , el ca rácte r paradójico, más aú n, abierta mente conr ra- dentro de los limites q ue a sí m ismo se traza, sin la menor pre ren-
d ietario, q ue esta doct rina en vuelve. Sin e mbargo, si q ueremos sión de " copiar" o "refle ja r" la existencia objet iva.
llegar a ent ender e l sistema de Hobbes, debemos esforzarnos por Pero es precisa mente esta dificult ad la q ue hace que se ma-
comprender , al menos, los motivos objetivos q ue llevaron a Hob- nifieste claramente la te ndencia profunda q ue info rma la idea
bes a esta conclusión. fundamental de H obbes. Si el sabe r t uviese por misión imitar los
La afirmación de q ue la verdad radic a en el nombre no es más objetos ex teriores existentes, no se d ispon dría para según
qu e la expresión br usca y unilatera l de aquella concepción fund a- las pre misas de q ue parte el propio H obbes, de otro medio que el
mental según la cual la verdad em ana y se origina simpleme nt e
al pens ar, y podernos tamb ién imita r, de un modo más o perfecto, las
del ju icio. El espírit u sólo alcanza a com prender aquello q ue el q ue nos rep resentamos como perte necient es al Inu nd o extencr• • 1 mundo
mismo ha creado y construído por su cu enta; 28 no encuentra sus físico; pe ro podemos siempre m edir por estas ideas nu estr as los he chos reales ,
aunque , co mo ocu rre po r ejem plo con el Estado y con los conceptos de la mo-
22 De awpore, pu s 1, cap . 3, H 7 y 8 (p . 20). ral, sólo existan en los pens amie n tos d e los
28 ef. acerca
de esto, Ténnles, Hobbes Leben und Lehre, Sturtgart, 1896, 24 "Earum ta ntum rerum scient ia per dern onstratio nem ílla m a prio re
p. 114: "(Hobbes) tiend e, en realidad, a que la ciencia pu ra sólo sea posible homlnibus concesse est, q uarum generat io depen d e! ab lpsoru m hominum a r,
con respecto a las cosas del pclt.l'am icnto: objetos abstr ac tos, acaecim ient os idea- birrio.' De !lomine, ca p. X, § 4, p. 61.
les. • • T od as estas cosas del pensa m iento las hac emos sen cilla men te nosotros, V. Robertso n, 1. c., pp, 87 s.
18' EL SISTEMA DEL EMPIRISMO HDBilES 185

de confi ar se a la sensación inm edi ata y a sus combina cione s aso- r,'o some ter los objetos empíricos a la forma del concepto, inde-
dativas. Toda la posibilidad d el saber se cifraría, así, en los testi- pcndientemen re de la forma en q ue aq uéllos se le presentaran.
monios d irectos de los sentidos y en su fijación por medio de la Todo cálc ulo, hasta el m ás comp licado de todos, ya se ref iera al
memoria. Pe ro con el lo se frustraría a l mismo tiempo el tiempo o a l espacio, a la rotación de los cuerpos celestes o a
lógico proclamado por el mismo Hobbes, y los concepros deduc- la constr ucció n de un ed ificio o de una máqu ina, es siempre un
t ivos y de princip io dejar ían el pu esto a un conocimiento de prod ucto y un desarrollo de aquel acto esp iritua l or iginario de la
h ech os puramente histórico Iv. su pra, pp, 174 s5.) /16 numera ción : " haec om nia a Numer atio nc c rofícisc unr u r, a Ser-
Pa ra no caer en esta concl usión, la definición d el conocimiento mane a urem N umerano'V"
se ve obligad a a renunciar a tod a rela ción directa co n la existe ncia Corno se ve, Hobbes hace h inca pié, aquí, no ta nto en la sim ple
objet iva, a t rat ar , no de las cosas mismas, sino de las representa- denom inación como en el m étod o puramente di scursivo po r virt ud
cion es y los nombres de las cosas. Por donde el " nominalis mo" se del cua l creamos la pl ural idad med ian te la repetición de una
convierte, para H obbes, en punto de apoyo y baluarte cont ra la un idad volunt a riame nte est ableci da, mé todo q ue, naturalmente,
am enaza del "empirismo": los principios recob ran su generalidad no pod ía ha ber llegado a desa rroll arse y pe rfeccion arse si no se
'Y n eccsidad a costa de renunciar a toda corr espon dencia de n tro hubiese fijado y reteni do en la m emoria cada caso concreto por
de l ser concreto de las cosas. medio de un de terminado signo material correspondiente a un
Esta concepción general se complementa y se aho nda a la luz núm ero.
de la visión que Hobbcs tiene con respecto a la natura leza y el Esta conexión se manifiesta, sobre todo, en la exposició n del
valor de la matemática. En este punto, Hobbes había superado l ct.-'iarhan, en la qu e la significació n y la fina lidad de la deno--
ya, como hemos visto, la eq uivocid ad del nomina lismo; a l m ismo minac ió n se lim itan desde el prime r momento a llevar a cabo
tiem po q ue hacía hinca pié en la significació n pura mente ideal " la transfor m ación de una deducción espi ritual en un a deducción
de los conce ptos fu nda me nta les, h abía descubi erto en el concep- lingüística". La co nti nuac ión y la sucesió n ordenada de nuestros
to de la definíc ión causal una cond ición rest rictiva de su va lidez. pensam ientos sólo pueden plasmarse y cobra r val idet general me-
La " libertad" de cons trucción q ue empleamos en la geome tría dianre la conexión de las palabras." El hombre privado del uso
no significa arb itra riedad, sino rigurosa sujeción a determinadas de la palab ra pod ría ta l vez, a la vista de un solo triángulo, llegar
leyes perm anen tes. No tod a combi nación de palabras form ada a a la concl usión de que la suma de sus ángulos equivale a dos
n uestro antojo re presenta una idea posible, es d ecir, com patible rectos, pero jamás pod ría, en cambio , elevarse a la co nciencia de
con las leyes de nu estra in tuición del espac io (v. supra, p. 175). qu e este principio rige para rodo tr iángul o en general, sea cual
La profunda significación objet iva de la "asigna ción de norn- [uere.
bres", rnl como H obbes la entiende, se destaca no me nos clara- Sólo cuando partimos, no de la considera ción de la figura con-
mente en e l ca mpo de la aritmética. Es m u y cara cte risn co q ue creta rrnnsmirida por los sent idos, sino del conce pt o del tr iángulo
menci one la invención de los signos numéricos como la primera fijado por el lenguaje, cuando tenemos conciencia de q ue el prin-
aportación, cient íficamente fundamental, que ha hecho posible e l 21 De h omin." cap. X, 3, p. 60. CI. rarnbiéu acerca de esto , los Elements
lenguaje. Fue despu és del naci miento de las palabras q ue da n ,,1 law: NalUral tlnJ Poliliea!, parte l. cap. 5, 4 (ed. Tonníes, O xfcrd, 18l:l8,
nombre a los números cuando el hombre pudo reducir n lím ites p. 19) .
fijos la m uchedumbre de los fenó menos; esos nombres le permitie- 211 "Sermo n is usus esl con vcrslo Dbcursus Menralis in Ver_
sivc Ser iei Cog itatio nu m nost rarum in Scrtem V erbonun... Per im posi-
CE. acer en d e eóto, por ejem plo , Ln 'iathan , pars r, cap. V. "S ensus el tionc rn h an e norninum lIm plior is el strictlcr¡s sllm ifk,nionis com pntation em
Memoria Fae"ti t ántum coa otrto Sc ient¡a eutern cognirío esr co nse q uentínrum c(lnseq ue1llia ru m in cog ila tion ib lls conv ertirnus in co rnpum tlo nem
unius ¡,,,tí ed nlte rum" (p.23) y pass. liar u m in nomin ibus", ele . Ln iarhan. pare I, ca p. IV, PI'. 14 s.
186 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO HOBBES 187

crpro a qu e nos referi mos no guarda la menor relación con la temas de consideración y de conclusión para este sujeto pen sante
longitud absoluta de los lados ni con las otras car acter ísticas for- único cuya persistencia damos JX)r sup uesta. De la respu esta que
tuitas de la figura concreta d e que se trata, sino que se des prende se dé a esta pregunta dep enderá, nos dice H obbes, tod a ulterior
única y exclusiva me nte de las d eterminaciones por virt ud de decisión acerca de la estruc tura y la organización efect iva de la
las cuales llamamos t riángulo y reconocemos como tal a una figura realidad. Los momentos que pueden darse en nosotros inde pen-
empíricamente da da; sólo ento nces, te nemos derecho a llegar a la dientemente de la existencia del mundo físico real, deben d esta-
"audaz y universal " conclusión d e que en todo trián gulo tiene que ca rse previamente en roda su pu reza, antes de que, cons truyendo
darse necesar iamente la misma pro porción a q ue d icho principio sobre esta base, podam os ll egar a formarnos una visión del con-
se refier e. junto de la realidad objetiva.
"De este modo, la conclusión a que hemos llegado exa minando No se crea que el caso que H obbes toma como punto de parti -
un caso conc reto es trans mitida a la memo ria como regla general, da consti tuya un sim ple y ca prichoso "experimento d iscursivo" o
q ue exime a l espíritu de la necesidad de considerar en todos y una ingeniosa ocurrencia aislada. El pensa miento que coloca a la
cad a uno de los casos el espacio y el tiem po, ya que lo qu e aqul cabeza tien e una ínt ima y necesaria relación con la concepción
'j ahora se re puta por verd ade ro se reconoce tam bién como tal para fundamental que domina rod a su m etod ología. El pensamiento
rod os los lugares y todos los tiem pos," 29 - ya lo h emos visto- no puede com prender nada qu e no vea
y así, volvemos a enco nt ra rnos , a la luz de tod a esta argumen- nacer an te sí; no puede reconocer como suyo ningún contenido si
tación, con que el "nomina lismo" de H obbes no pret ende ser no se lo apropia en u n proceso d esarrollad o por su propia cuenta.
-como a primera vista pod ría pa recer- lo contrapuesto al " racio- Por m uy firme y segura que sea en sí la existencia d el mu ndo
nalismo", sino que aspira, JX)r el contrario, a servir d e confirma- de los cue rpos, para el saber sólo existe siempre que nosotros
ción y fundarnemación a éste . La palabra, ta l como Hobbes la mismos lo cre emos a base d e los eleme ntos de nu est ra representa--
interpreta, es el pu nto de a poyo y el veh ículo del conocimie nto ción . Del mismo modo qu e jamás pod ríamos reconocer como ta l
racional, la que lleva a nu estra conciencia y a nuest ro reconoci- un circulo perfecto con que nos encont rásemos fortuitam ente en
miento su validez gene ral. Por donde la concepci ón funda me ntal la percepción emp írica, ya q ue para pod er decidir acerca del "ser'
de Hobbes acerca de las relaciones ent re el concepto y la palabra, de una determinada figura , necesitamos siem pre remontarnos al
que al princip io pa recían despojar al pensamiento de todo su acto de su constru cción." así también tenemos qu e prescind ir
contenido real, acaban encuad rándose, a la postre, dentro de la conscientemente del m undo existen te, que nos rodea como un ser
tendencia filosófica gene ral d el sistema. El problema más impor- fijo e in móvil. El mundo acabado no ofrece ningún punto de apo-
tante que aú n queda por resolver es el de si y h asta qué punto yo al pensamie nto; éste tiene necesar iamente que negarlo en vir-
esta tend encia se confirma rá y acredita rá también en la est ructu ra tu d de la libertad de su abstr acción, r a ra poder recobrar lo así con
de la filosofía de la naturaleza. tanta mayor cer teza.
Si marchamos por este cam ino y nos preguntam os, JX)r tanto,
qué es lo que queda en pie como pa trimonio necesario del espíritu
IV
desp ués de de struidos todos los objetos del mu ndo exterior, nos
H obbes comienza la exposición de su filosofía de la naturaleza sale al paso, por el momento, el concepto fund amental del espacio.
con un pensam iento fecundo y original. Part e de la representación Aunque imaginemos destruidas en nosotros todas las impr esiones
de qu e se destru yera todo el universo con excepción de un solo
30 "Proposita enim figura plana ad Hgurem circ uli proximll accede nte, Je n5 U
hombre y se pregunta qué contenidos quedarían en pie como (Il<ide m circu !lIs necne sit com cscr mdlo m od o pote .<t, ar e x cogn ita figurad
L c-, p. 16. PfOpo,';flle gene ralion e facil1ime", et c. De cmpore, pA T& 1, Clip. 1, 5 ( p.3).
188 EL SISTEMA DE L EMPIRISMO HOBBES 189

de los sentidos que los cuerpos nos comunican, quedarán siem pre más existencia que la que poseen en nuestra propia considerac ión.32
indem nes, en nosotros, las relaciones puras del espacio. El yo, al Y, aunqu e toda totalidad dada del espacio y de l tiempo deba ser
d istinguir el acto de l pensam iento de su contenido y enfrentarse, necesariame nte lim itada, el mé todo con arreglo al cual pod emos
en cierto modo, a éste, hac e qu e na zca la pu ra representación de lo dist inguir y estab lecer vol untariamente nuevas y nu evas partes
" exterior", que constitu ye el eleme nto fundament al de la con- no recono ce ninguna clase de limites.
ciencia del espacio. El espacio, en este senti do, no es otr a cosa C ua ndo Hob bes pasa a determinar el concepto del cuerpo a
que una creación de nuestra "fan tasía" su bjetiva, el fantasma de base de estos criterios, mantiene ta mbién en pie, por el momento,
una cosa existente, por cua nto que sólo ap reciam os en ella esta cir- la conti nuida d de las premisas discursivas generales de que par...
c unstancia, la de que nos la representamos como algo que está te. la defi nición del cuerpo no añad e ninguna carcrcrfsrica nu eva,
fuera de nosot ros, prescind iend o de todas sus demás cualídades." en cuanto al con ten ido, a las determinaciones que conocemos de
D e modo aná logo surge ante nosotr os el pens amiento del nem- antes; no se distingue de la rep resentación del espacio por ninguna
['o cuand o en los fenóme nos y en los cambios que se d esarrollan característica conc eptual, sino solamente por la distinta relación
ante nosotros, no vemos absolutamente nada de su cont enido espe- que establece con el sujetu cognoscente. Entendemos por cuer po
cífico y con creto, sino simplemente el factor de la "sucesión"; el una parte limitada de la extensión misma, considerada no como
t iempo es el fant asma del movimiento, por cua nto que somos simple forma de nu estra fant asía, sino como exist encia fija, qu e
conscientes, en éste, del " antes" o d el "después", es deci r, de una posee y afirma su ser ind ependientemente de nuestra represen ta;
determinada sucesión. V isto así el problem a, sus dife rentes partes ción. Ahora bien - tal es la pregunta que necesariament e debe;
- la hora, el día o el año- - no tienen tam poco un a existencia mas ha cernos, en relación con cstc--. zde dónde to ma el cuerpo
objetiva, sino qu e son solam ente los signos abre viados de las com- físico este car ácter de inde pen dencia, qu e le distingue de los sim-
paraciones y los cálcul os esta bleci dos en nuestro espíritu : todo su pies produ ctos de la geometría? ¿Ser á acaso el modo distinto en
con teni do se basa en u n acto de numeración que es simplemente que se da a la conc iencia lo que le confiere este valor y esta inde-
una pura act ividad de la concie ncia, u n "actus animi". En este pend enciaj Sin embargo, no pu ede basta r para estos efectos con la
recono cimie nto rad ica, al mismo tiempo, la solución de todas las simple sensación, ya que ésta, según las prem isas del feno menalis-
dificultades metafísicas que siempre se han encontrado en los con; mo de H obbcs, gira per ma ne ntemente dentro del círculo de la
cep tos de espacio y tiempo. No encierr a ya ninguna contradicción "subjetividad ". Por tan to, In h ipótesis de In mat eria autárqui-
interna ni la divisibilidad inf inita ni la infin ita exte nsión d e ambo s; ca, que se basta a sí m isma, no pu ede significa r, a 10 que pa-
rece, ot ra cosa que un postula do lógico, una exigencia formu lada
se com prende ahora claramente que una y otra tienen su funda;
por el pensami ento par a aglutinar en un idad cien tífica la variedad
mento, no en las cosas mismas, sino en nuestro s juicios acerca de
de las sensaciones. Y es ésta, en efecto, exactamente, la conclusión
las cosas. Toda división y toda integración son obra del intelecto.
a que por el momento llega H obbe s: si, por d ecirlo así, desplega-
Las difer entes secciones concretas del tiempo y el espacio no tienen
mas y tomamos como base la mat eria física de la extensión, el
31 oi meminerimus se u Phantasma hnbu erimus al icujus rei, q uae
contenido qu e de este m odo sur ge sólo puede capt arse por medio
ex titerar an te su pposiram rer um cxtern a rum subla tio nem nec co n sid era re ve_ de la razón, y no a través de los sent idos.:13 De aqu í que el con;
límus, ql«llis ea res sed simpliciter qu od erar ex t ra animum , f¡.¡¡/J emus .id 32 L. e., §§ 3·12. el. esp ecialmeme Examin atio c t emend <ltio M athema tícae
qu od ap pe!lamus Spar ium . im.agincuiu m qu idcm . q uía mCrum Phanta.<mll, scd Hodie rnae, d iál. JI, p . 39 : " Divisio est opus in tcllec tus , Intellec m fac;mllS pa r-
turne n mu ,! ipsum , q uoJ ah o mn ilms sic appellm l<r ... [taq ue Sparium ese tes. • . ldem ergo est pan es {acere, qu od parte s considera re."
Pha n tasma reí <:xiste n U" ' jUa/e rlUs cxís c..n tis, id es t, nuilo alio eju" re i accí- 33 "Intell ec\o jaro, qu id sir Spa ttum. . . su pp on amlls detn ceps aliq uid . . . ruto
de nt e considera \o. pra eterq ua m quod arpar er ímagína n rem." De 6 11S reponi, sive cre ari denuo ; ne cesse er go esr, ut crea tu m illud stve repositum
pars 11, cap. 7, § 2 (p . 50). non modo ocCUpet aliqu am dic ti sparii partero, sive cum ea coín cidar et
'90 EL SISTEMA DEL EMPIRIS¡"IO HOBBES 191
ccpro de la mater ia, tal como aquí se deriva, entrañ e ta mbién se ma nt iene firmem ente la nor ma de que nuestro espí ritu, de q ue
di rectame nte su conservación inalterable: si los "accidentes" for- tod a nuestra ciencia no versa precisamente sobre los objetos mis--
tui tos que percibimos en los cuerpos han nacido, pero no son mos, sino solamente sobre sus " ca racteríst icas" e n el espíritu.
cosas, los cuerpos, en cambio, son cosas, pero no ha n nacido." "Si po nemos exactamente la a ten ción en lo que ha cemos en
Ahora bien, al llegar a este punto cambia bruscamente el rum- todas nuestra s conclusiones, vemo s que -aun cuando demos por
bo de la investigación. Una vea racionalmente dem ostradas la exis- supues ta la existencia de las C05a!'--, no calcu lamos nunca mas
te ncia y la susrancialid ad de l cu erpo, podemos conta r ya con que con nuestros propios fan tasmas," 3<1
a mbas - 3 lo que parece- corno con un hecho fijo. Los m últip les Es siem pre, por ta nto, el espacio ideal el qu e tomamos por base,
enlaces discursivos por medio de los cuales se llega a esta con- y esboza mos un a teoría puramente abstrac ta y discursiva del movi--
clusión, pasa n a ho ra a segundo pla no; pa recen ser ya superfluos miento. Sin que se vea luz alguna acerca del modo como de este
una vez q ue se ha alcanzado la me ta perseguida. Se produce, así, la desarrollo deductivo puede desprenderse algo ace rca de los objetos
misma inversión de los términos del problema que observábamos absolutos. lCómo representa rnos que el cuerpo, existente en sí,
en Gasse nd i. Los cuerpos y sus movimient os reales son lo prime ro "co incida" con una part e de nu estro espacio int uitivo, que es
y lo absoluto; las sensaciones y los pensamientos el resultado de. una forma purament e imagi nari a y "se extiend a conju nta ment e
rivad o, que debe exp licarse a base de aquéll os. Si prime rame nte con ella" (coincid ir et coex eendírur)¡ lY cómo puede el moví-
el concepto de la materia se alcanzaba como eslabón fina l de un miento representar un ser independ iente e incondicional, si sus
desarro llo en que entraba como pre misa el concepto de espacio, Jos elementos fund amentales, el espacio y el tiem po, son sim ple.
la exte nsión real se convie rte ah ora en cau sa física de la exten- mente formas del espíritu? 3 1
sión ide al. Los conceptos d e " lugar" y de " magnitud ", que en un El concep to de la na tu raleza en Hobbes, por muy firmemente
principio se con cebía n como d iferentes fases del mismo proceso esta blecido que apa rezca, lle va ya en sí el ger men del escepti cismo .
del pensa miento, se e nfrentan a ho ra bru sca mente: el lugar es la Ent re la verdad d e las cosas y su realidad medi a un abismo sobre
exte nsión fingida; la magnitud la verdadera exre nsión del cuerpo; el que no es posible te nder n ingún pue nte. La verdad corres--
el lugar no es algo fue ra del espíritu, ni la magnitud algo d entro ponde e-corno inequívocam en te se de clara- única y exclusiva.
de él." mente al juic io y se red uce, por tanto, en último resultado, a rela·
En esta clara contraposición se man ifiesta innegablemente la ciones discursivas puras, mientras que el cuerpo prete nde ser una
verdadera di ficultad que lleva imp lícita la teoría de H obbes. Y sustancia absoluta, que precede a todas las cualidades y relaciones.
La contra posición que aq uí se manifiesta y perd ura cobra su
ce exten de tu r, sed etiam esse alíq uíd, q uod ab imag inar ione nostn non depen- expresión mas acusada en la teMía de la perce pción de H obbes. El
der . Hoc aute m ipsu m es! q uod a ppella rí so ler, pmprer Exteruionem q..ide m, hecho de que se producen fenóm enos, de q ue hay , por tanto,
Corp..s; prop ter índependerma m e utem a noseta oogitarione su bsinenf per je, determ inados sujetos dotados de sensaciones y de representacio-
e l propterea qu od extra nos subsistit, Exislens; d en iq ue q uia sub spat io ima gI-
nes consc ientes se presenta por prime ra vez aquí como el fenómeno
na rio , um te rn i et $uppon l vid elur , 111 non sen.libus, sed r<lrio ne t<ln....m ..¡¡quid
ibi esse in relligat..r, S"Pposirwm el Subjec twm. Ieeq ue defintnc co rpo rls hu juil-
prima rio hacia el qu e la in ves tigación filosófica debe orientarse con
modi est : Co rpu s ese quicq uld no n d epen de ns a ncsrra cogttatío n e cu m sparil 36 De corpore, pers ll , cap. VII , 1 (p . 49) ,
parte aliq u a co incid ir vel coe xtenditur." De ccrpcre , para Il, ca p. vm, I Con razó n se ñala Lyon (L:r. philosophie de Hcbbe s. París, 1893, p. 67):
(pp. 54 5.). "So n esp ace esr en l ui; so n le m ps ese e n lui, el sa vain e dísnncuon e n tre la
34 "Corpo ra itaqu e e e accidentia, su b q u ibu a vari é ap paren t, ita diffe runr, Mra l1deur e e le lieu, n'a pu Iair e q ue rnouvernen r e e cor ps ne Iussen r égale me nt
ur corpcra q uidem sin! res non genitae, accíd enria verc ge nita, sed non res." en luí. L'u nlv ers q u 'il a refo rm é de. mat éríaux mis en ce uvre par la raison
De cc rp ore, pan Il, ca p. vm, ) 20 ( p. 62) . pure ne S'CS I point d étach é d e cene raíson. C e mond e g éornétdque est
L e., § 5 {p. 56). '1llelque ch cse en core de la p en sée qu¡ I'etl lolend re."
,'
192 EL SISTEMA DEL HIPIRIS},IO HOBDES 193

prefer encia a cualq uier otro proble ma. Si los fenómenos forman l,osrular rodas las cosas objetivas es conside rado ahora, simple-
los principios de conocimiento de todo lo dem ás, las percepc iones me nte, como la reacción y la respu esta a un in centi vo objeti-
de [es sent idos son el " principio d e los principios", ya que sólo vo existe nte en sÍ.311 Con 10 cual Hobbes se enca mina de nuevo
el los hacen posible todo el conocimiento de cualqu ier cla se de por los ca uces d e Ga ssendí, y su reoría de la experiencia cae de
fenómenos en general. nu evo en el terr eno de la metafísica.
Lo qu e a nte todo se nos ofrece aquí no es otra cosa que un El " ma terialismo" d e H obbes es un intento paradójico y pecu-
constante ir y venir, un emerger y desaparecer de conte nidos de lia r de cons trui r u na realidad rrascend ente de los cuerpos rec u-
con cicuc ia. Sin embargo, corno cualquier cambio que observemos rriendo a los medios pu ros del pensa miento y de la lógica.
en un sujeto cualquiera tiene que ser atribuído por nosot ros, por y este predominio de la lógica es el que sigue imprimiendo el
ra zones lógicas gen erales, a un movim ienro de sus panes interiores, sello ca racterístico a su psicología sensualista. T a mbién en este
se sigue de aqu í que la percepción sensible no es otra cosa q ue el punto es el pensamiento fun dam ental del método el que desde
reflejo del movimiento de dere rrninados órganos corpo rales. Ahorn el primer momento se impone: sólo com prenderemos los cont én¡..
bien, todo movimiento operado en los órganos a punra, por su dos psíquicos, si los desarrollamos a base de sus elemenros. El
parte, a un objeto exterior como causa; por donde es, en últ imo rrimonio de la conciencia debe derivarse tota lmente y en tod a su
termino, la presión d e los cuerpos externos qu e nos rod ean la que , pureza del proceso de la conciencia; los datos fijos y concretos
al tra splanrarse a los instrumenros de nuestros senti dos, provoca deben conocerse y expo nerse en su perfecto enlace. La teoría
en ellos un a reacción y, con ella , la corr espondiente sensación psicológica de la asociación Que H obbes desarrolla y que reduce ya
consciente. a una precisión y una claridad completas 4<) no constituye, cierta-
En esta exposición lu chan entre sí, como vemos , dos te ndenci a mente, en modo alguno -como suele pensarse- la aportación
totalment e distintas . De una parte, es evidente, para H obbes, qua verdad era mente fecunda y original d e su filosofía. En este pun to
pa ra poder emitir un juicio acerca de nuestros "fa ntasmas", ti precisamente, no hace más Que desarrollar las sugestiones recibidas
punto de vista de nuestra s conside raciones no debe nun ca situar de otros pensadores anteriores a él, pri ncipalm ente de los rep re-
fuera o por encima de ellos, sino siem pre dencro de ellos m ism01, senta ntes de la filosofía renacentista de la naturalq:a (d. vol. I,
siendo, por tanto, la memoria y la expe riencia interior los únic pp. 249, 255 s., 262) . Sin e mbargo, también en este respecto cobra
testimon ios a que debemos acudir." Pero en seguida vem os cóm la exposición d e Hobbes una significación nu eva y más profun da,
Hobbes salta de nu evo por encima de esta barrera tan c1ara ment por la conexión existente e ntre ella y los princip ios generales de su
seña lada. Lo qu e se consideraba como el "principio de los prin 3D Este in versión se ma n if iesta ya cla ramen te e n la expcsrcíón de la reor éa
cipios" debe interpretar se y com prende rse, ahora, pa rtie ndo de u de la percepción , con tenid a en la p rimera obra de H obbc", 103 EIem en u 01 ww.
princip io anteri or; lo qu e se reput aba como el funda me nto pa rrt Ta mb ién aquí empieza hac ién dose h in ca p ie en qu e la aw estígacíón debe
rits e exclu sivamen te al cam po de 105 fenómeno! y representaciones, para la
88 " Ph aenome non eut e rn omniu m, qua e p rope n os exiseu n t, id ¡plum l h cual y recu rriendo a la consabida ficción m etod ológica, nos imagin am os d estru í-
'i' ulVf(J{hn en ,ulmirabi!i.s imu m. n im iru m in wrporibus neturaltbus alia om da la existe ncia exterior, para pode r co n tem pla r con ma yor p ure:a solamen te
nlum Iere rerurn, alía nulIarum in se lpsis exe mplarln hnbere; adec Ut, • el co nt en ido y la con exión d e nu estro8 "con ceptos" e "imágenes" co n sujeción
Phaen ome na pr incipia cognosc end í aun t cae te ra, sen sion em cognosce ndí il"'1 n ley. Pero, a ccntin uaclón y tran sición alguna, se proclama la pr emisa
prin cipio prlnc tpium esse, sc ten n a rnque omn em ab ea d erivar¡ dicendu m e. t (logmática sobr e la que d escan sa la psicolosla de H cbbes¡ "todo& n uestros
et <ld C<llU<lmm d Uf inveslÍ¡¡ari on t'1ll ab a ho Ph aen o men o praeter <'<l m ip.a ttl concep tos p roced en or igin ariam e nt e de la acci ,sn d I' la cosa mi"'1I4 a qu e
initi um sumí non p'Jl>c. Sed qua, inquies, sen s« contemplnbimur 5cnsioncm l el conc epto se refi ere." V. Elemen rs o/ law, parte 1, ca ps. 1 y 2 (ed. T ónnies,
Ende m ¡p.m, scillcet aliorum sensibtlium e ts! pme rereun tlum, nd aliq llou pr· 2 s.) .
tem pus ma ne ns Mem oria. N am sen tir é se sensísse, m emi nis se ese," De cm poTl'. 40 V. l.e viat han, para 1, ca p . 3 ( pp. 9 ssJ¡ d. es peci almen te Elemenu 01
pa r" IV, cap. 25 (pp. 192 s.) . !aw, pa rt e 1, ca p. 4 (Tonni es, pp . 13 ss.j ,
19< EL SISTEMA DEL EMPIRISMO

teoría. Esta es la que explica sus ven tajas y sus de fectos funda-
menta les; q uien como Hobbes con cibe el pensamiento simplern en-
te como algo com plejo, no tiene mas remedio que ver en el Capítulo 11I
concepto la suma de las d iversas impresion es conc retas. En su
psicología echamos de menos, por no esta r al alca nce de su lógica, LO CKE
la conciencia de que existen formas originarias y necesarias de
relación que no cabe red ucir a las ope raciones elementales de la A unque el resultado final d e la filosofía de Hobbes se halla muy
adición y la sustracción. influ ido, en realidad, por el carácter y la peculiaridad de su m é-
La pugna que se manifiesta a través de toda s y cad a una d e las todo, es lo cierto que éste n o es, en él, objeto de estudio por sepa,..
part es d el sistema de Hobbes tiene su raí: en uno de los rasgos rada. La meta hacia la qu e tiende Hobbes es la ordenación y la
fundament ales peculiares de su mentalidad. Hobbes preconiza conexión objeti vas d e las cosas; la lógica, pa ra él, es simplemente
siem pre y afirma en cont ra de toda s las autorida des extrañas y el med io que ayuda a comp render el " mundo d e los cue rpos" en el
ajenas el de recho y la autonom ía de la razón. El pensamiento es aspe cto natural y en el po lít ico. Tampoco el an ál isis psicológico
aut ónomo; no sigue inclinándose ante las exigencias y los "hechos" de las sensa ciones y los afec tos pre tende servir a otra función; es un
qu e le opo n e la trad ición, sino q ue procura crear por sí mismo, en instr um ento necesario d e la investigación y no el fin mismo de ésta .
todos los te rrenos, aq uello qu e pu ede considerar como ser y como De aquí que la teoría de Locke represente, en realidad , u n
verd ad. Con esta orientación, de riva las relaciones políticas reales viraje de principio en la trayectoria de la filosofía inglesa. El pro-
de pod er de un post ulado originario y libre de la volunta d del blem a que esta doctrina coloca a la cabeza tenía necesariam ente
individuo. En el terreno teórico, todo el saber afl uye a él par- que aparecer como un problema totalmente nu evo d entro del medio
tiend o, en último término, de principios creados por él mismo. histórico más cercano y en med io de las especulaciones metafísicas
Y, sin embargo, lo que así nace sigue poseyendo para Hobbes una y filosófico-naturales de la época. No se trata de in vestigar las
validez ilimitada e inderogable. Son nuestros postulad os libres los cosas de un mundo sensible o suprasensible, sino el "rigen y el
que nos vincu lan para siempre e indisolublemente. La voluntad alcance d e nuestro conocimiento; no se trata de buscar una teoría
y el ente ndi miento se somet en totalmente y sin reservas a los po- científico-natural del "alma" y de sus d iferentes "potencias", sino
der es que deben a ellos mismos su existencia . El producto de la una pa uta para la seguridad de nuestro saber y para los funda-
razón se desprende para siempre d e las condicion es de las que ha mentos de nu estra convicción. Si se inda ga el nacimiento de
bro tado, para conven irse en un a realidad absoluta, que en lo suce- nuest ras rep resen taciones, es solamente para poder llegar a una
sivo nos envu elve y gobiern a con imperio inexorable, prescribién- decisión segura acerca de su \!alar objetivo y del campo legítimo
danos la ley de nuest ros actos y d e nuestro pensamiento. de su aplicación.
"Si, por med io de esta investigación d e la naturaleza del enten-
dimiento, descubro cuá les son sus capacida des y hasta dónde lle-
gan, a qué objetos se mu estran, en cierto modo, ad ecuados y en
cuáles fallan, tal vez esto mueva al afanoso espírit u de l hombre
a ser más caute loso cuando se rrata de cosas que está n por encima
de su cap acidad de captación y le determine a detenerse tan
pron to como llegue al límit e extremo de sus capaci dad es. Acaso
entonces se sienta menos inclinado a plantear problemas con la
pretensión d e un saber universal y a embrollarse a sí mismo y
195
196 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO LOCKE 191

embrolla r a otros en litigios acerca de temas para los qu e nuesrro El postu lado de una crítica del entendimiento, crítica inde pen-
entendimiento no ha sido creado y de los que nu estro espí ritu diente '1 a mplia, es la que coloca a la cabeza de toda s las invesri-
no pu ed e forma rse un concepto cla ro y d istinto. Si pudiéramos gaciones filosóficas, prin cipalmente, G eulincx, con una agudeza
averiguar hasta dónde puede extend er su mirada el in telecto, en que apenas si alca nza Locke, esperando de su realización el tér mi-
qué med ida le es dable alc anzar la cer teza y en qué casos no pue- no de roda la metafísica a nterior y de tod a la escolástica (vol. I,
de hacer ot ra cosa que opina r y con jetura r, aprenderíamos sin pp. 539 ss.},
d ud a a contentarnos con lo que en este estado nos es aseq uible." I y este pensam iento no quedó, en lo sucesivo, con finado de ntro
Cualquiera que sea el juicio que nos merezcan el método y de los an gostos ho rizontes de la escuela, sino que llegó a alcanza r
los resultados de las investigaciones de Locke, vemos qu e este pen - una importa ncia decisiva d entro de la misma filosofía inglesa, como
sador parte, en efecto, del verdade ro problema critico fundamental pudimos ver ya por el eje mplo de Richard Burthogge (v. vol. 1,
enderezado hacia el contenido objetivo y h acia los lím ites del cono, pp . 548 ss.],
cimiento. No podría afirmarse, ciertamen te, con toda razón hisr ó- Resumi end o en su conj unto todos estos progresos, no cabe duda
rica, Que Locke hay a descubi erto este problem a, Que haya sido de que Locke, en cuanto a la tend encia de su pensamiento y de
él el pri mero en for mul a rlo con tod a precisión d entro de la tra- su obra, se limita a toma r par te en un movimiento d iscursivo gene-
yectoria general del pen samiento moderno. En este punto in icial ral , Que cobra en él ac usada expresión. Es cierto que las Reljlas,
decisivo, sus tesis no son, en reali da d, otra cosa Que una tra ns- en las que con ma yor cl arida d se expone y despli ega el pensa-
cr ipción y un a re pet ición del prob lema Que Desca rtes plant ea miento fundamental de Descart es, no llegaron a publica rse en su
a la filosofía mod erna con incomparable cla rida d," texto com pleto hasta comienzos d el siglo XVIII, pero sería err óneo
Sería un van o empeño qu erer abarcar y medir la totalidad su poner qu e su influjo histórico data solam ente de esta fecha.
de las cosas; en cambi o, sí tiene qu e ser posible el determinar exac- Mu cho an tes de que saliera de las prensas, esta obra -como nos 10
tam ente y con seguridad los límites del intelecto, de los que tene- dice Bailler , el biógrafo de Descartes- se conocía y manejaba en
mos conciencia en nosotros mismos (v. vol. 1, p. 450) . Esta con- los círculos filosóficos de Pa rís. De ella toma importa ntes Frag-
cepción fun damental fue precisamente la qu e sobrevivió a las mentas la Lógica de Port Royal y la Recherche de la oén eé de
d istintas afirm aciones meta físicas concre tas d el sistema mismo y la Malebra nche coincide lite ralmente con ella no poca s veces, en las
Que siguió actuando como un motivo vivo y perm a nente en el des-- observaciones referentes a la metodología. Ind ependie ntemente de
arrollo del ca rte sianismo, que Locke --quien resid ía en Fran cia por los d ías en que fue con-
1 An En<ly conccrninK h uman und erstandi ng, libre 1, cap. 1, secc, +. d uda la existe ncia del m undo. exterior y li egar a com l' ren de r u nitariamente
:l Esta in tim a coin cid en cia entre 1ns pro pos icion es in iciales del Essay de
Locke y las Regu!ae ed d itccrionem ingC'n ii d e D esca rt es, es reco noc ida tam bién la esenci a de la naturaleea f ís ica." Sin embargo, la exposición d e la d octrina
ah ora y desracada por Ríeh l ("Anfiinl[e des Kritieísmus-Meth odolo gtsch es eus de De sca rtes en el volu me n pr im ero d e la pre sen te obra ha d emostrado q ue el
Ka nt, en IG:rn e·S'u d ien , IX, 495 n.). No obstante, Riehl sigue a teniéndose a su motivo crítico fund amema l de las Regl<u en co ntr é su d esarrollo plen amen te
juicio de que "las Medit a ciones d e Descs rres no pertenecen a la h istoria de s"stan ri"", y co nsecuente, ame rodo, en la est ruc ru ración d e la teo rí a cient ífica
la filosofía cTÍrica. razón por la cual esta historia no se remon ta mas alLi del d e los principi05 (d. vol. 1, pp. 453 n.). El valor y la influencia hil;tóri ca de
libro d e Lccke"... seguía pen l<llndo dogménca menre. Veía en la eeee desa rro llo no desape recen po r el hecho de que los ultim05 result ados
cla rid ad y en la diSlinción mismas la prueba eu fic jen te de la ve rdad d e un a de la metafiJica cart esiana se ha llen e n cont radicción con él. Por lo aemis,
percepc ión y la realidad d e su objeto, y cu an do este pensador Se re mont a también la cr ítica de Loclce se Iimjta a las repr esen tacio nes "c o mplejas", de re-
al su jeto, al se r del yo p ensa n te , lo hac e con la m an ifiesta in ten ción de llegar, niéndose ame In "s impl es", p u es n o en va no con sid era co mo u n axioma me ta-
partie ndo de est a percepción cla ra y d istinta, por medio de u n progreso m étodo- físico el qu e toda sensación s imp le tie ne su térm ino ccrrela rívc in med iato y
lógico y guia do po r el h ilo de un a d ed ucc ión sin lagunas, a concep to s no menos su cor respond enci a rea l en u n mun do de los cuerpos que existe en sí (d . in¡"a,
ve rdaderos y reales d e las cosas exteriores. Su mela es poner fuera de toda nora 34).
198 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO Lü CKE 199
cebidc y redact ado el Essay- llegara o no a conocer la obra de ción las div ersas capacidades d el espíritu h umano, y no creeremos
Descartes, no cabe duda de que también él se hallaba bajo la in- haber malgastado nues tros esfue rzos si, por virtud de este sencillo
fl uencia de la atm ósfera espirit ual creada JX)r ella. También en métod o h istórico (in thi s h istorical plain rneth od) ace rtamos a
Locke hace mell a el problema del método, q ue form a, según Des- rend ir algunas cuentas ace rca de los cam inos por los qu e el espíritu
cartes, la base de la filosofía teórica mode rna, aunque el pensado r pued e llegar a sus conce ptos de las cosas y pon emos de ma nifiesto
inglés lo trate en seguida con sus característica s propias y pecu - algu nas reglas acerca de la certeza de nu estro conocimient o." a
liares. La observación y el a nálisis d e los fenóm enos psíqu icos, sin
Es aho ra, en efecto, cuando por primera vez aparece con un fijarse para nada en la s causas físicas o metafísicas primera s de
sent ido de term inante la idea de qu e todos los conceptos deben ser q ue provengan, co nstituye, por ta nto, la meta consciente de la filo--
redu cidos al proceso d e su nacimiento antes de que pueda deci- sofía lockea na. Pa rtie ndo de aq uí es como pod emos da rnos cue nta
dirse ace rca de su contenido y significación. C ierto es q ue tam poco en seguida del m étodo y el sistema de este pensado r; su funci ón
en las recria s an teriores era el int erés genérico tota lmen te ajeno d ebe considerarse cumplida o frustra da según q ue consiga o no
a los problema s de la psicología. Aun pr escindiendo de Gassen di '1 const ruir la total idad del sabe r a base d e los co ntenidos d e la "ex-
Hobbes, vemos que este interés aparece representado de ntro de la perie ncia pura" y con exclusión de toda hipót esis metafísica.
propia escuela cartesia na , y convertido en parte integ rante fu nda- La lucha contra las "i d eas innatas", con q ue comienza el Essay,
mental del sistema filosófico, por un pensador como M alebren- adq uiere, vista así, su verdadera significación. Esta lu cha no cons-
che (d. vol. 1, pp . 559 ss., 575 s.) . Pero la psicología, en su tituye, como con frecuenc ia se afirma , el resultado esencial de la
ínti ma unió n con la fisiología rep resenta, tambié n aquí, en lo esen- filosofía de Locke, sino q ue vu elve a señala r solament e, bajo una
cial, una ram a especial de la cienci a empírica, qu e no puede versión distinta, el problema aquí planteado. A d mitir lo " in nato"
tom arse como norma ni como pauta de todo. Podría, en el mejor como fu nda mento expli cat ivo equival d ría a atribuir los hech os
de los casos, describir los estados y "modificaciones" de la co n- psíq uicos q ue como tales conocemos y nos son direct am ent e dados,
ciencia individ ual, pero nunca fu ndamentar la vigencia del C04 a elementos concep tu a les fict icios, q ue se sustraen por principio a
nac imiento objetivo d e nuestra s ideas, y fue precisam ente esta roda co nfirmación por la experiencia direc ta y por la observación.
barrera interior la qu e de nuevo echó a Malebranche en bra zos de Sólo después de ha be r descartado total men te esta hipótesis,
la metafísica (d . vol. 1, pp. 584 ss.). pod emos esta r en cond icion es de llega r a deslind a r con seguridad
Es aho ra cuando se abre al punto d e vista psicológico un ca mpo el terreno dentro del cual tiene q ue circuns cribirse, ah ora, el plan-
ind epend iente e ilimitado sobre el que poder proyecta rse. Locke tea m iento del probleJTU1. Esta necesidad de definir y justificar en
no aspira precisam ente a enco nt ra r un a explicació n " física" del tér minos general es su verdadero problem a es lo q ue exp lica, ind u-
espíritu y d e sus sensaciones y emoc iones. dab leme nte, la minuciosid ad con qu e Locke se det iene en estas
"Las investigaciones encaminadas a saber en q ué consiste la cuestiones prelim inares. Muchas veces se ha pregunta do por el
esencia de nuestra alma o por medio de qué movimientos en nues - adve rsario contra el que van dirigidos tod os estos ataques, creyén-
tros espíritus vita les o de qué cambios en nuestros cuerpos llegamos dose que Locke tenía ante sí, en alguna manif estación con cret a,
a for marnos las sensaciones y las representaciones, y si, finalme nte, dentro de la realidad histórica q ue lo rodeaba, la teoría aquí com-
estas representaciones, en su modo de forma rse, dependen o no, bat ida.
tota l o parcialmente, de la materia, son todas espec ulaciones q ue, Es evid ente que esta lu ch a, caso de hab erse dirigido contra
por m uy atrayentes e instructiv as qu e puedan ser, qu edan por aho- D escar tes, habr ía sido, simplemente, una lucha contra molinos de
ra to ta lmente al m argen de nu estro camino. Para lo qu e aho ra nos viento, como inmediata mente puede com prenderlo cua lquier en-
proponemos , basta con qu e conozcamos dir ectamente y en su fun - 8 Essay, lib. 1, cap. 1, seco 2.
200 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO LOCKE 201

[uicia dor histórico qu e haya sabido captar en su tendencia y en su d el modo de adquirirlo es condición de tod a la certeza en cuanto
significación pura ment e lógicas la teoría cartes iana de las "ideas a la poseswn de nues t ro conocimiento . Sólo des pués de haber aria-
innatas". litad o en el t iempo, d e este mod o, el contenido de todo concep to
El sistema de las "id eas innatas" que Locke tiene ante si no llegaremos a formarnos una conciencia clara de los diferen tes ele-
constitu ye, sin embargo, una realidad histó rica, sino una consrruc- mentos concretos que lo cons tituye n. La der ivación gen ét ica es el
ción polémica, uti lizada por él simp lemente como ilustración y rec urso a uxiliar indispensable de l a ná lisis lógico.
como contra imagen de su propia concepción. En el libro primero En este sentido plantea y precisa Locke, al final del libro pri-
del 8say no nos habla, en el fondo, el filósofo teórico, sino el mero de su obra, su pro blema general. La hipótesis de las "verda-
edlu ad or: se nos ofrece aquí, no un a introd ucción epistemológi ca, des inn atas" sólo ha sido, hasta aq uí, un cómodo pretexto para el
sino una int roducción pedagógica a la obra de Locke como refor- indolente, a quien esto relevaba de todo esfuerzo de bú squeda y
mador. examen por la prop ia razón y el propio juicio. En vez de ma rch ar
La creencia en lo "inna to" encierra un peligro interior, porque por estos caminos, se trata ahora, en el curso ulterior de la inves-
trata de oponer un limite arbitrario al libre examen científico; tigación, de levantar un edi ficio "u niform e y arménico en rodas sus
porque ofrece la evidencia y la autoridad de principios últ imos partes y erigido sobre una base que no ne cesite de ap oyos o de
e indemost rab les en vez de una fundame ntación crítica. Nos ce. pilares establecidos sobre suel o ajeno o prestado" .'
rramos el camino a la verdadera comprensión cuando "abrazamos Con esta s palabras, se encarga de señalar el propio Locke la
ciegamente y por el cam ino de la fe tales o cual es principios, en pauta valedera con arreglo a la cual d ebe enju iciarse , en ultimo
vez de esforzarnos por obtener y fijar medi ante nu estro pro pio resultado, su obra: tod o el examen se concent ra así, en el problema
tra bajo una serie de conceptos claros, dis tintos y cornpleros' t.e de saber ha sta que punto logra este pensa dor, conforme a su prop io
Como se ve en seguida, es la tend encia general de la filosofía postu lado, hacer surgir la totalidad del conocimiento de los funda-
de la Ilu stración, el convencimiento de los derechos ilimitados de mentos y del material d el espíritu mismo.
la razón, lo que infor ma y de te rm ina también la critica " em pírica"
de lo inna to. También el métod o psicológico de Locke prete nde
ser, ante todo, el inst rumento para realizar este fundamental pro-
SENSAOÓN y REFL EXiÓN
pósito racio nal. Locke no pone jamas en d uda, en ni nguna parte
de su obra, que todo nu estro saber descansa sobre principios de Si examina mos impa rcialm ent e la materia de que está hecho todo
vigencia general y necesaria.r. Pero no debe pensarse que estos nu est ro conocimiento, si nos fijamos exclusiva mente en su con re-
principios le sean dados al espír itu como un tesoro de saber esta. nido, sin preguntar por su origen y procedencia , vemos qu e inme-
hlecido, al que no ha ya más que alargar la ma no, para aprop iar- dia tamente se desdobla a n te nosotros en d os grupos cla ramente
selo de una vez por toda s, con absolu ta seguridad. La comp rensión dist intos de elementos. D e las representaciones de los sentidos,
que se afirman ante el alma como dotadas de un ser objetivo, se
" Em :ry, lib. IV, cap. 12, eec. 6; d. espec ialmente lib. (, ca p. .3, sec. 24·26.
d estacan las sensacione s, que se refieren solamen te al pro pio esta-
Cí. acerca de este las manifestacion es de Frase r, Locke, Edi mb. y Lond res,
1890, pp, 113 ss, do in terio r de ella.
"Universa l nnd teady asse nt upon hearing and und er standíng the terma, Así, pues, aunque podamos establece r d esde el prim er momen-
Is, I grant, a mark of self-ev ide nce : bur self evi dence. d ependlng nor on innnte to, y como la prem isa metodológica de toda la in vestigación sub-
imp ressions, but on some th ing else (as we shall show her eafre r) belongs te siguiente, el princi pio de que todo nu estro sabe r prov iene de la
several proposínons, whi ch nohodv was ver so extravagan t as to p ret end to be experiencia, no pod emos concebir la experiencia como un proceso
Innate." Cf. acerca "de esto la exposición d e! conce pto de la verdad en Lod o
(¡nfra, p p. 220 n.; . {I EH a')', r, 4, B 24 v 25.
202 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO l OCKE 203

u nitario y uniform e. Ya ante u n prim er an álisis vemos cómo se Pa ra saber a qué ate nernos y poder pron unciar un juicio seguro
desdobla en dos momentos fund ament ales d ist intos, los c uales, ace rca de esto, conviene q ue intentemos observa r con tod o det alle
aunque aparezca n consta nteme nte entrelazados e n la estr uctu ra en sus orígenes y en las fases concre tas de su desa rro llo y significa-
de nuestro mundo de los fenómenos, no por ello d ejan d e ser dis- ción ese concepto proteico de la " reflexión" qu e se adapta tan uni-
tintos en cuanto a su esencia y a su peculiarid ad . A unque el pri- formemente a todos los giros y modalidades del pensamiento de
mer paso consista en qu e " los sentidos nos provean de representa- Locke.
ciones concretas, amu eblánclonos así el gabinete todavía vacío"," ia Originariamente, la "reflexi ón" significa, para Locke, pu ra y
observación de las peculiares reaccione s provocadas e n el alma por sim plemente lo que su sen tido literal indica: es, por an alogía con
estos incenti vos de fuera hace nace r en ella u na nueva clase de el fenómeno óptico, ese reflejo peculiar en qu e se nos re presen-
conten idos. ta n los procesos de la vida interior. V iene a significar, pues, u na
La sensació n y la reflexión, las percepciones de los sentidos cu riosa d uplicación: así como la sensación es la imagen de las cosas
y la percepción de nosot ros mismos forman, así, la fuente y la exteriores, así rod o proceso ps íq uico produce necesariamen te en
ma teria de todo nu estro conocimiento : "aquí tienen su origen y nosotros una imit ación y u na reproducción de sí mismo, antes
su base todos esos sublimes pens am ientos qu e se elevan por en- de qu e pueda elevarse a u na conc iencia clara.
cima de las nubes y se remonta n hasta el cielo; en tod os los vastos Co mo vem os, según esta concep ción, las ide as de la sensación
espacios que el espíritu recorre, en todos Jos amb iciosos edificios y de In reflexión ocu pan absolutamente la misma fase lógica y
del pensamiento, el espíritu no añade ni la m as mín ima parte a epistemológica; el espíritu adopta, en ambas, una actitud pura-
aquell as representaciones que ofrecen a su consideración los sen- mente pasiva, limitándose a recibir y reproducir determinados con-
tidos o la perce pción interior".lI te nidos con los que se en frenta.
En estas líneas iniciales se contienen ya todas las d ificultades " En esta parte, el e ntendi mie nto se compo rta de un modo
que la obra de Lockc pla ntea a la com prensión h istórica. La tesis pura me nte pasivo, sin que dependa de él el llegar o no a estos
de q ue todo nu estro saber consiste en "sensaciones" y " reflex io- comienzos y a esta mate ria fund amental de tod o saber. Los obje-
nes" es algo tan vago y tan multívoco en su generalidad, que sin tos de los sentidos inculcan al espíritu, contra la voluntad de éste,
dificultad alguna pod ría apropiársela cualquiera teoría filosófica las d iferentes ideas que a ellos correspond en, y también las acti-
y cualquiera corriente d e la teoría del conocimient o. Segú n la vidades del alma no nos d ejan total mente sin ciertas oscuras
relación que se esta blezca entre los dos elementos fundamentales re presentaciones de ella s mismas. •. Cuando estas ideas sim ples
y según la interpretación qu e se de, sobre tod o, a ese té rm ino tan se enfrentan al espíritu, éste no puede cerrarse a ella s, ni medí-
d ifícil de la " reflexi ón", llegaremos a concepciones totalmente Iícarlas o borrarlas , para c rea rse otras nuevas cuando han llegado
distintas acerca del sentido y la int ención de la doct rina de Locke. a imprimirse en él, de l mismo modo que u n espejo no puede
No es, pues, ext raño que esta doct rina sea calificada, un as rechazar, mod ificar o sup r imir las imágenes qu e e n él proyec ta n
veces, de "em pirismo" y " mat e rialism o" y otras veces de puro los ob jetos exteriores." l"
"ínrelectu alismo": qu e se la conside re, de una part e, como el co- C uando se nos habla aquí de las "actividad es" del al ma reproe
mienzo d e la filosofía crítica, al paso que otros la conciben como ducidas en nuestras rep rese ntaciones, tam poco ellas significan más
el t ipo del dogma tismo psicológico," que una sim ple reacción por medio de la cual ---de modo seme -
jante a lo qu e ocu rre en la teoría de H obbes- el in centivo exterior
7 Essa)', 1, 2, § 15. se registra, pero sin que ll egue a elabora rse ni transform arse en
8 Essa)', 11, 1, § 24. mo do alguno. Entramos, por ta nto, en una segunda fase de la
(I V. acerca de esto, Georg v. Hertllng, lohn Locke un d ,H<! Schule 1101'\
Cumbridge, Friburgo de B., 1892, pp. 1 ss. 10 Ena)', JI, 1, § 25.
204 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO LOCKE 205

consideración Y el con cepto de la " reflex ión " cobra un conteni- este modo penet ran e n el enrendmuento pueden des plazarse y des-
do nuevo, cuando se le emp lea pa ra designa r la función de la com ponerse en él d e múl t iples modos , como en un' caleidoscopio,
"com binación " establecida entre las d istintas re presentacio nes. To- pero sin llegar a exp erim entar nunca una nu eva determinación en
da s las activida des qu e el espíritu realiza sobre la ma teria sensible cuanto a su form a o su ese ncía.!"
se reducen, en último térm ino, a una combi nación y una separa- Locke no llega a salirse nunca, en los fundamentos de su obra,
ción de las d iversas pa rtes int egrant es, gracias a las cual es nos de esta determinación conc eptual de la reflexi ón y de sus relacio-
encontra mos ante di ferentes grup os, arbitra ria mente nes con la percepción sensible. La aplicación que hace de su es-
de contenidos de sensaciones. T oda formación abstracta de con- que ma psicológico pa ra explicar los princip ios científicos le obliga
ceptos y. por ta nto, en el fondo, toda ciencia, radica en esta capaci- a u na tra nsformación progresiva, la cual, sin embargo, sólo se
dad de com paración y de combinación y disolu ción de los ele rnen- opera de un modo in consciente y, por así decirlo, en contra de su
t OS primitivos d e las percepciones.U voluntad .
No de be olvidarse, sin embargo, qu e este método ent raña un Entre las "id eas simples ", qu e deben su origen por igual a la
acto totalmente voluntario del pensam ient o, qu e podem os realizar sensación y a la reflexión, se seña la n en pri mer lugar, no sólo las
o dejar de realizar a nuest ro a ntojo. Por ta nto, las formas de re- del placer y el dolor, la a legria y la pena, sino también las repre-
presentación que por este cam ino se obtienen ca recen de toda base senta ciones d e la fuerza , la unidad y la existencia. T od as ella s
y de tod o punto de apoyo objetivos: son creaciones fu gaces de son, por tanto, según la ex plica ción originaria, sim plemente copias
nuestra Iaruasia subjetiva, que pueden desaparecer d el mismo o reproducciones de u n ser objetivo que se d a, con un a realidad
modo que han surgido. Sólo tiene n una realidad autént ica y efec- acabada , fuera de nosotros o en nosotros mismos. T odo ob jeto
tiva las sensaciones simples de suyo, nunca los " estados mixtos" exterior y tod a rep resentación interior imponen al espírit u, sin más,
(m ixed modes) que nosotros formamos al combinarlas. Éstos son los conceptos de la existen cia y de la uni dad y, del mismo modo,
siempre, por el contra rio, "combinaciones Fugaces y transitorias de el concepto d e la fue rza y d e la causación figura entre aquellos
ideas sim ples, que cobran una existencia pasajera en algún lu gar cuyo "original" aparece di rectame nte dado en las percepciones de
del espíritu de l hombre y que sólo existen mientras efectivamente los senti dos y en la percepc ión de nosotros m ísmos.w
se piensa en ellas; más aún, que en el alma misma, en la que tie- El simp lismo de esta concepción, qu e, como es sabido, sirvió
nen su verdad era sede, sólo posee n una realidad m uy incierra" .u de acicate y de punto crítico de partid a pa ra roda la trayectoria
Por tanto, a unque el espíritu pueda tr ansformar de d iversos ulterior d e la filosofía inglesa, sólo deja paso a un a nálisis más
modos los datos concretos d e los sent idos, aunque pueda - para agudo y profundo allí donde Locke procede a la consideración
d ecirlo con palabras de Locke- juntarlos en un haz y dife ren- del problem a de lo in finito. Aquí, la sensación y la reflexión no
ciarlos en c1 ases,13 lo único que con ello obtiene es un medio qu e son ya elem entos equipa rables, fun didos entre sí de un modo in-
le permite aba rcarlos más cómodamente con la mirad a, pero sin dete nninado en el resultad o final, sino que se e nfrentan el uno al
llegar a crear nunca un conte nido nuevo. El ent endi miento sigue otro como factores ind e pen dientes, cada u no de ellos con su propio
siendo, por consiguiente, " una cáma ra oscura", en la que, gracias y peculiar carácter lógico y con su vigencia especial. El an ragonis-
a la percepción de los senti dos y a la percepción de nosotros mis- mo entre estos dos factores psicológicos se considera como el funda-
mos, brota de vez en cuando una tenu e luz; las imágenes que de me nto profu ndo d e esa pugna ob jetiva int erior que la filosofía y la
ciencia ha n encontrad o síempre en el concepto de lo infinito,
11 C f. especialm ente Enay, H, 11: " O f díscernm g an d oth er ope ra tions 01
Si considera mos la serie de los dis tintos pasos del pensamiento
th e min d" Si 6 y 9) .
12 EH4y, 11, 22, 8. 14 EJ"I1)I, 11, 11, S 17.
U Eu ":!, 11, 32, 6. V. especialme nte EJS<11. 11, 7. S 1 y B 7-8, y EJJ<1y. n, 21, S l.
206 EL SrSTEMA DEL EMPIRISMO LOCKE

por medio de los cuales va surgiendo en el espíritu la idea de lo y tiempo, tantas como se le antoje, no logra obtener de lo infinito
infinito, vemos que cabe diferenciar aq uí un fondo seguro y posi- nin guna representación más clara que "el resid uo confuso e incom-
tivo que desd e el prim er momen to vemos p erfilarse claram en te prensible de una serie de n úmeros sumados hasta e! infinito y sin
ante nosotros, con completa claridad sensorial. Partimos siempre, la menor perspectiva de un punto de apoyo o de un límite".lT
pa ra ello, de una magnitud delimitada y concreta, de un trecho En este pu nto, en que solament e se trata de la ex posición y la
finito del espacio o del tiempo. Y, aun cuando tengamos en cue nta. crítica inman ente de la doctr ina de Locke, no preguntamos si esta
ulteriormente, que esta magni tud es susceptible de un indetermi- concepción del concepto d e lo infin ito responde o no a su conte-
nado aumen to, aun que podamos, por ejemp lo, d uplicarla mental- nido lógico, si cumple o no su función positiva de conocimien to
mente y aplicar al resultado, u na y otra vez, la misma opera ción, no en la mat emática y en la ciencia de la naturaleza. Pero, a un
rebasaremos con ello los límites de lo qu e directam ente cabe obser- suponiendo que nos situásemos ún ica y exclusivamente en el pun-
var. En efecto, el resu ltado de este proceso mental, cons istente ro de vista q ue nos seña lan la explicación y el an álisis psicológicos
en ir aña diend o nuevas y nuevas partes, no es nunca un nuevo de Locke, nos en cont raría mos inmediatamente con u n d ificil pro-
conten ido representativo que apa rezca en el mismo plano y con blema.
e! mismo ran go [unrn a los anteriores, sino que es simplemente la Hasta aquí, sólo hemos ap rend ido una cosa: las impresiones
conciencia de un posible proceso de representaciones, de! que sa- de los sentidos y la capa cidad d el espírit u pa ra combinarlas y
bemos con seguridad qu e no puede detenerse de pro nto al llegar separarlas a nuestra voluntad. Ah ora bien, esta última capacidad
a una fase determinada y concreta. no significa para nosotr os, a su vez, otra cosa que un acto puro de
Por consiguiente , sólo podemos atribuir verdadera existencia volunta d : no es una regla objetiva, sino simplement e el capricho
a la eta pa final, real izada de un modo inmediato en la representa- subjetivo del pensamiento el que decide en qu é d irección y hacia
ción y garant izada por ella , mientras que la conciencia de poder qué combinaciones qu iere proced er. lOe dónde, por t amo
remontarse también sobre este cont enido dado no hace más qu e mas preguntarnos- proced e aquella coacción interior del pensa-
expresar una peculiaridad subjetiva de nuestro espíritu, que carece mient o que le obliga a avanzar por encima de tod o límite dado,
d e toda obligatoriedad y fuerza probatoria en cuanto a cua lqu ier q ué es lo que explica la coacción psíqui ca qu e nos empuja a salta r
clase de conclusiones con respec to al mundo objeti vo. Por dond e consta ntemente por encima de todo limit e en nuest ras representa-
tampoco aquí, a lo que pa rece, se remonta la "reflexión ", en mod o ciones del nú mero, d el espacio y de! tiempo?
a lgun o, por encima d e su carácter arbi trario y, por ta nto, pu ra- El carácter ilimitado de la serie de los números, que const iru-
mente negativo. ye para Locke el verdadero prototipo y el modelo a la luz del
"No tien e, evidentemente, de recho a llam arse positiva y acaba- cual podemos llegar a una d ecisión segura acerca de todos los
d a una rep resentación en la que se prescinde de la mayor parte de problemas de lo infinito, no significa simplemente q ue dependa
lo que podríamos enma rcar en ella, para sustitui rlo sim plemente de nosotros el proceder de un nú mero cua lqu iera a otro supe rior,
por la vaga alusión de un algo 'todavía ma yor' ".18 sino que qui ere decir tan sólo que esta posibilidad d e seguir ade-
La capaci dad de nuestro espíritu para avanzar hacia d eter mi- lante sin det enerse nun ca viene esraruid a y post ulada por el con-
naciones de magnitud cada vez mayores sólo refleja ante nosotros, cepto del núm ero m ismo. Lo decisivo, para estos efectos, no es lo
en último término, un contenid o a paren te, qu e se esfuma y se que sea posible por mot ivos psicológicos, sino 10 que sea n ecesario
reduce a la nada ta n pronto como intentamos captarlo y aprehen- por razon es lógicas. Ahora bien, esta n ecesidad no nos la explica
derlo. El pensamiento, despué s de agotarse en el esfuerzo de en modo alguno el an álisis de Locke.
a cumu lar millones y millones de magnitudes conocidas de espacio "Ningú n límite corpór eo - nos expl ica-s-, ninguna pared de
111 e Hay, 11, 11, S 15, 11 Essay, 1I, 17, S9.
)

200 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO LO CKE 209

diamante puede retener al alma en sus progresos dent ro de la ex- al alma en un trecho limi tad o del camino, pero nun ca fu ndamen-
tensión y de l espacio, pues, lejos d e ello, ambas cosas servirían tan ta r un juicio gene ral q ue trascienda de los lim ites de esta obse rva-
sólo para facilitar y espolear este progreso, ya q ue la exte nsión ción empírica inme diata.
tiene q ue alca nzar, evide ntemente, ha sta donde alca nza el cuerpo. Esta mos, pu es, ante un dilema irremed ia ble: ° a bando namos
Y, des pués de haber llegado hasta el límite extremo del mundo el concep to de la reflexión, tal y como se nos ha ofrecido , o re-
cor poral, [q ué pod r ía obligarnos a detenernos o hacer creer a l nunciamos a todo con tenido del concep to de la infin itud. En efec-
alma qu e ha llegado hasta el fina l del espac io, cua ndo ella misma to, dondequiera que la ciencia, especia lme nt e la matemática, nos
advi n "te q ue no es así y qu e la posibilidad del movimiento del ha bla de lo infinito, no se nos indica con ello nun ca un proceso
cue rpo sigue existiendo aú n mas all á de este límite? " Por tanto, en q ue no se observen n ingun a clase de límites, sino en el que
do ndequiera Que el al ma se sitúe imagina riamente, ya sea dent ro éstos q uedan excluidos por razones positivas; se presuponen siem-
del cuerpo o ale ja da de él, nu nca podrá desc ubrir un limite en La pre co mo implícitos, por ta n to, una regla y un métod o general es
representación uniforme del espacio, de biendo llegar necesariamen- q ue nos permiten, no sólo representarnos empí ricam ente, uno tra s
te a la conclusión de qu e el espa cio, por virt ud de la na turaleza ot ro y ha sta un de terminado punto, los pasos con cretos, sino abar.
y de la represent ación de cada parte, es re almente infinito (a ctual- carlos con la mirada en su con junto y llegar a dominarlos concep-
Iy infinire}." u tualm ente, a pesar de ser infinitos en cuanto a los sentidos.
Pero la sim ple au sencia d e un obstáculo no puede explicar el El propio Locke se ve obligado a ir reconocien do en medida
impulso positivo q ue mueve al espíritu a proceder ha cia lo infi- ca da vez ma yor este estado de hecho q ue el conoc imiento cienti-
nito; el simple h echo d e que el yo no tropiece con ningún obs tác ulo ficc le ofrece, a medida que va progresando su an álisis. Mientras
en su ca mino hasta ahora estrech amente delim itad o, no le da la qu e al principio lo infinito sólo significa, para é l, una "idea" con-
certeza de qu e semejant e obstá culo sea imposibl e o contradictorio. creta, una sim ple imagen represenranva; imagen, sin emba rgo, vaga
Si rea lmen te -com o expone Locke, en un ejemplo conocido-e- el y co nfusa en contraste con las imágenes plenamente ní tidas de
espírit u, en su represent ación de lo infinito, puede compararse las cosas finitas, cuanto m ás se esfuerza por descu brir su o rigen
al mari nero qu e nos habla de la profundidad "i nmensa" del mar , más movido se ve a concebirlo co mo una f unción psíqu ica carne-
porqu e en todos sus intent os no ha llegado nunca a escruta r el te rística y a reco nocer en ello, por tanto, un a manifestación ne-
fon do de él, ha bremos de llegar a la conclusión d e qu e el con- cesaria del esp írit u. Co n e llo sufre también una int er ior t ransfor-
cepro de lo in fini to no es solamente un concepto "negativo", sino mación el conce pto del "yo" y de la "percepción de sí mismo" . No
q ue es, ad emás, un co ncep to falso e infundado, en el q ue va es ya el capricho subjetivo el q ue nos guía en las "combinacion es"
implícita una afirm ación qu e en modo a lguno es posible justificar. d e los datos concretos de los sentidos, sino q ue se ma nifiesta aquí
N o impor ta qu e Locke distinga entre la infinitud "potencial" una regla fija y la acción de leyes generales a las q ue, aunque q ue-
I
y la infinitud "actual", qu e destierre lo infinito de la realid ad para ramos, no pode mos sustra e rnos. No se t rat a ya, a hora, por tanto,
cons idera rlo como atributo exclusivo del espíritu: partiendo de su de un conglomerado fugaz de represen taciones, sujeto en todo ,I
punto de vista originar io, tan misteri oso y problemático es lo uno momento a ser destruido, sino de un nuevo conteni do, el cual I
como lo ot ro. En efecto , Iqué obser'llación inductiva nos asegura -cual qu iera que sea el juicio q ue su derecho nos merezca- se I
la existenci a, si no de un ser ilimitado, por 10 menos de una "capa. funde inseparablemente co n nuestra imagen de la rea lid ad "cbje-
cidad" espiritual verdaderamente ilimitada? Si la " reflexión", se. tiv a" y ya no puede volver a separarse de ella.
gún se nos dice, no significa otra cosa que la " copia" que el alma El mismo proceso qu e aquí se mani fiesta se acusa en todos los
obti ene de sus propios esta dos int eriores, puede acompañar 'Y seguir casos en que Locke se deti ene a exa minar de cerca los conceptos
18 Enay, II, 17, i 4. científicos; pode mos observarlo, así, clarame nte, en su análisis del
210 EL SiSTEMA DEL EMPIRISMO
LOCKE 2lI
espacio, del tiempo, de l n úmero o de la fuerza. T odas estas de ter-
material de referencias, de toda base de com paraci ón y de medí-
minaciones no se encuentra n simplemente en las COSaS, sino que
da .21 Esta concepción aparece expresada y desar rollada con toda
revelan eleme ntos que el espíritu "puede engend rar en si mismo,
cla ridad , principalme nte, en los pr imeros escritos de Locke, sobre
sin necesidad de recur rir a la ayuda de objetos exteriores y sin
todo en su diario de viajes, que constituye también desde este
qu e se le inculquen desde Iuer a't.w
pu nto de vista un documento importa nte e interesant e. La distan-
Es cie rto q ue tamb ién en el a nálisis de la representación del
espacio, q ue Locke inicia con estas palabras, se h ace hincapié sobre cia entre dos objetos se define aquí como una ,.elación ca rente de
todo en el facto r sens ible: la distancia entre dos cue rpos puede toda significación y de tod o senti do [uera d e los elem entos entre
percibirse media nte el sent ido de la vista o del tacto ta n directa- los qu e existe. Incurrimos en una ilusión psicológica cuan do atri-
mente como percibimos los d istintos colo res de los cuer pos. Por buímos al espacio una reali dad independiente, existente por sí mis--
ta nto, el facto r fu ndamenta l de la int uición del espacio, cond ición mo, y lo consideramos como un algo positivo qu e puede existir sin
de toelas sus formas complejas, no es, por cons iguiente, suscepti- las cosas. Este despren dim iento y esta ma terialización de una reía-
ble de un a nálisis y una de rivación conc eptuales ulteriores, ni las ción abstracta son los Que inmediatament e nos embro llan en todas
necesita tampoco, ya q ue se halla suficienteme nt e garantizado por las conocidas dificultades de las recri as teológicas y metafísicas del
la simp le sensación. La represen tación "simp le" del lugar se toma , espacio en que se nos plantean problem as tan insolu bles como si
como cua lqui er otro elemento de nuestra conciencia, de la realid ad el espacio es "algo" o no es " nad a", si ha sido "c reado" o es
exterior, de las cosas sensibles: su difer encia con respecto a las "eterno", si es una cualidad de los cuer pos o un atributo de Dios,
dem ás cualidades consiste exclusivam ente en que se refiere a dos erc érera.w En el desarr oll o de estos pensa mientos se acusa irme-
esferas dist inta s de sent idos, que cooperan a su form acíón."
Es evidente que, sobre esta base, sólo podría const ru irse, en 21 ct. especi almente ESS4J , n, l i, B 7-9.
22 "S pace in itself see ms lo be ncthin g 00 1 a or poss ibility, for
rigor, una teorí a empírica del espacio, como la que más tarde
extended beings or bcd ies ro b e, or e xtsr, .... h ich we ere a pt eo cc nce tve in fini re;
habr ía de desa rro lla r consecuent emente, sobre todo, Berkeley. Si for there beinll in norhmg n o resistance, we h ave a conc epticn verv naru ral
el espacio es simpleme nte u n producto de la percepción, sólo and ve ry rrue, that lec bod ies be a lready as fu extend ed as vou will, yet, if
pued e sernos da do simultáneame nte con los cuerpos y como un ot he r n ew bodies should be cr ea ted , Ihey exis t, whe.e th e re are now
elemento sensible concreto de ellos; por tanto, todo intento de no bodi""... A nd becau se we I....ve by om a cqu a inran ce wilh bodies go r rhe
con cebirlo como un ser especial y sepa rable tiene q ue parecernos, idea of the figu re an d d isran ce o f Ihe super ficia l pa rt of a glob e o f a foot
díe mete r, we are ap t l O imagine Ih e space, wh ere rhe ¡dobe to be rrally
necesariamente, un extra vío metafísico.
so merhm g, l O ha ve a rea l ex istence be fore an d al rer ils exislene" rh eee.
Sin emba rgo, también e n este punto quiere Locke sustraerse W hereas, in tt uth , ir is reoll, n..orh iog, and 50 h u no o p postño n or resíst an ce
a la con secuencia de su pensamiento, que a menaza con hacerle ro m e being of such a body Ihe re ; tho ugh we, Ihe iJea oí a na tu ral
caer en contradicción, no sólo con la filosofía de la na tu raleza, sino I/lobe, a re a pt to conce ive il as scmerhm g 00 far exte nded , and rhe se a re
también con la física cien t ífica de su t iempo. Locke parte de l prin- pro pe rly th e ima ginary spac es which ar e so much d ispu red of. .. Were rhere
00 be iogs ar all, we m ighr rrul, say rhere werc n o d i,fran ce . The fallacv we pur
cipio de la rel.ati'llidad del lu gar y del movimiento, que em pieza
upon ou rse! ves whích incli n es ue lo think (lthe rwise is thís, that wh eneve r
afirmand o sin restricción alguna. El lugar de una cosa no es,
we talk of distanc e, we firsr su ppos e SOrne real bein"s exls tin g separa te fro m
según él, sino la relación en que esta cosa se halla con respecto nno the r, an d Ih ar, witho ut la kin g notice of Iha t sup pcsirio n , and rhe rela tion,
a determinados cuerpos qu e considera mos fijos; pierde, por tanto, Ihat reeulrs f rom rheir piacin g e ne in ref e renc e ro euorhe r, we are apl to
toda significación tan pronto como prescindimo s de tod o sistema cona tde e thar spece as sorne r osínv e real bein¡¡ eXiSli nll' wirhcur th em : wh ereas,
os it see ms to me , to be bue a b are reIalion" (1677) . (Th e Lile and Lerwts 01
10 Em¡y, 11, 13, § 1.
¡ohn Loc ke, with extr<l(:!S [rom: h is joumals ao,¡ Cunmum_Place books, po r
EHay, Il, 13, B 10 y 27.
Lord King, nu eva edic ión, Londres, 1864, pp, 336 $.)
212 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO LO C KE 213
gableme nte la influ encia de la teoría fenomenalista del espacio de ción de la materia, que lleva consigo, al mismo tiempo, las d erer-
Ho bbes (cf supra, pp. 187 ss.). rninaciones de la densidad y de la resistencia. T odo intento de
"Si se destruyese el mundo entero y sólo quedasen en pie de él echar por tierra este resultado de la observa ción d irecta a favor
u n hombre y su alma , no cabe d uda de que ésta podría represen, de cualquier teorla conceptual, está necesariamen te condenado al
rarse en su imaginación el mundo y la extensión que t enía, es fracaso: la simple posibilidad de hablar de un espacio vacío, con-
decir, el espacio que llenaba. Pero esto no de muestra que el espa- tra poni éndolo al m un do de los cuerpos, dem ue stra que tenemos
cio pensado (imaginary spa ce) sea una cosa r eal, un algo. El aqu í ante nosotros, por lo menos, una diferen cia psicológica fun-
espacio o la extensión, desprendidos de los cuerpos y de la mate- damental, a la cual no podemos dar de lado med iante argume ntos
ria, no poseen más existencia real de la que pueda poseer el nú - abstractos. No podríamo s dis cutir acerca de la existencia del vacío
mero sin el contenido contado; del mismo modo podríamos decir, y de su distinción d e la m ateria no separando clar amente ambas
por ejemplo, que el número de las arenas del ma r existe realm ente cosas, por lo menos mentalmente, y com prendiéndolas cada una
y seguiría existiendo aun despu és de dest ruido el universo como por sí misrn e."
que el espac io o la extensión del mar existen por sí mismos y No cabe d ud a de qu e, con esta argumentación, el críti co em-
seguirían siendo algo aun después de la destrucción." 23 pirista ha ce a la ontología una dud osa concesión : si todo conte-
El concepto del "espacio puro" no es, por ta nto, otr a cosa qu e nido, por el simp le hech o de poder designarse y destacarse por
la hipótesis de una cualidad que observamos constanteme nte en medio de una palabra, d emostrara ya en sí su razón de ser y
los cuerpos para conve rtirla en una entidad independiente qu e su " realidad" psíquica, no habría ningún medi o de distinguir las
debe ser an terior a ellos; destaca un elemento sensib le concrero, ficciones arbitr aria s, cualesq uiera que ellas fuese n, d e las hipótesis
para converti rlo en una realidad existente por sí misma." y los con ceptos basados en fu nd ame ntos psicológicos.
El Essay no se mantien e fiel a esta con cepción, efect ivamente As í, pues, aunque Lockc dé aquí un paso at rás con respecto
n ecesaria desde el punto de vista em pirista de qu e par te Lockc. a su concepción anterior, en lo qu e a la consecuenc ia formal del
Locke no intenta llegar a una última decisión positiva acerca de pensamiento se refiere, sería erróneo, sin em bargo, no ver en su
la existencia del "espa cio vacío", pero su interés se d irige ahora result ado objetivo más que un retroceso, Se reconoce, por 10 me-
claramente hacia la destrucción de aquella corr elación inseparabl e nos, qu e son nu evos l)roblemas los que ahora cobran vida en él
que había come nzad o afirmando entre el espacio y el cuerpo. La y pugnan por encontrar u n reconocimiento conceptual.
experiencia int er ior -c-subrav a Locke- nos revela directa mente Estos problem as forman parte, ante todo, indudableme nte, de
la diferencia entre la simple idea d e la extensión y la representa- la órbita del pensam iento metafísico: Locke se ha lla, como N ewton,
.i
25 D iario de viaje de Lock e, asient o del 27 de marz o de 1676 (v . la ed ición cerca de la doct rina de Henry Mor e, en la qu e la teoría del espacio
d e Lord King, 1. c., p . 66) . se funde con la teoría espec ulat iva de D ios. (Más d etalJes acerca de
24 "That whích rnakes us so apt to m lsrake in th is poin t, I rhin k, is este pun to, en el libro VI, cap, 2.) 26
Ih at ha ving been an our lifetim e accustom ed to "peak o urse ives, and hcar all A dem ás, y al lado de esto, es la preocu pación por encontrar
others speek of space, in phrases that im po n ir te be a real th in g. .. , we comt
to be pcs sessed with rhis prejud ice that it is a real thing an d not a bar e rela-
los funda mentos de la misma física emp írica, 10 qu e empuja a
don. A nd that wh ich helps ro it is, th at by co n sta nt co n vets ing with real Lockc, evidentemente, a da r una versión distinta a su concepto
sen sible rhings, which h ave th is relation of disra nce on e to an oth et, which
we, by th e reason just n ow m enrío ned, mi stak e fo r a real posirive th ing, we Essay, 11, 13, § 24.
are apt to th ink that it as reall y exisrs beyo nd th e urmo se extents of al! bodi e" 26 Ci , acerca de esto, es pecialmen te , Miscel!aneous Papen, 1678, 1. e.•
or fin ite beings, though rh ere be no su ch beings there to susra in it, as it do ee p. 338. Sobre la teorfa d el espac io en Loc ke y sus relacione s con Henrv Mor e,
h ere amongst bodíes -which ís no t rrue." Miscellaneous Pepe-s, 1678, ed. Lord v. H ertling, lohn Locke und d ie Schul e von Cambrklge, especialmente pagi-
Ring, 1. c., p. 341. nas 180 ss.
El SISTEMA DEL EMPIRISMO LOC KE m
del espacio: de-suyo, el fenó meno del movimiento -nos dice- movimientos empíricos los que nos suminist ran la verdadera medi-
no puede llegar a comp renderse ni a "salvarse" sin la afirmación da d e la du ración , sino que es, por el contrario, la sucesión con-
y el postulado del espacio pu ro, distinto del cuerpo.é" t inua y regular de los pen.samien tos la qu e nos per mit e estructurar
Las dificultades y las oscur idad es que des de el primer momea- y div idir en det erm inados int er valos uniform es el de curso del acae-
tOse han percibido y destacado en la teoría lockeana del espacio se cer externo. Si, prácticame nt e, para las necesidades de la medición
esclarecen siguiendo la trayecto ria descrita por el pensa miento del tiempo, tomamos siempre como base ciertos movimientos de los
de este aut or. Locke parte de los problemas metafísicos de la teoría cuerpos, y principalmente las rotacion es de los pla netas, ello no
del espa cio con que se encuentra en su medio histórico, para retro- qui ere decir que este procedimie nto en cierre ninguna necesidad
traerlos progresivamente a probl emas de orde n psicológico. Pero lógica in terna; lejos de ell o, nos apoyamos en estos fenómenos
pronto comprende que sus propios criteri os psicológicos, con arr e- sensibles y perce ptibles, po rque en ellos encont ramo s exteriormen-
glo a los cua les la intuición del espacio no es sino un caso especial te acusadas con la mayor pureza aq uella uniformida d y aque lla
d e las sensaciones de los sent idos, son insufi cientes para llegar a continuidad que observamos en nuestros prop ios pensamiento s.
dominar la totalidad de los problemas científicos, para estab lecer " Debemos, por tanto, distin guir cuidad osa mente ent re la dura.-
los fund amentos sobre los qu e tienen que d escansa r la uniformi- ción misma y las m edidas empleadas para juzgarla. La d uración
dad, la continuidad y la inmutabilidad q ue atribu imos al espacio misma es considerada como algo que discurre de un modo cons-
pu ro, a diferencia de la materia percepeíble.w Su an álisis nos ta nt e, regular y uniforme. Pero esto no podemos afirma rlo con
lleva hasta el limite mismo de los problemas metodológicos y la misma seguridad con respecto a ninguna de las med idas emplea-
epistemo lógicos q ue el concepto del espacio lleva con sigo; pero da s, ya que en lo tocante a éstas no podemos estar nu nca seguros
no nos ofrece nin gún medio par a resolverlos y dominarlos. de qu e tal es o cuales secciones concretas o periodos sean exacta-
El an álisis del conce pto del tiempo present a, en su coniunro, mente iguales ent re si por su duraci ón. .. El movimiento del sol,
las mismas gradaciones conceptuales y conduce a un resultado considerado d urante tanto tiem po y con tanta certeza como un a
final an álogo al del espacio. La representación de l tiempo es, con- medida exacta de duración, ha resulta do no ser uniforme en sus
siderada en un sent ido específico y caracterizado, un producto distintas part es; recientem ente, se em plea el péndu lo como un mo-
de la "reflexión", ya que no surge por la percepción de movimien- vimiento más regular y más exacto para medir el tiempo, pero si
tos ext eriores, sino solamente por la observación de los cambios se nos preguntase d e dónde sabemos con seguridad que dos osci-
interiores operados en la conci encia. No tenernos más que seguir laciones seguidas del pénd ulo son realmente ig t«Iles entre sí, nos
el curso de nuestras representaciones para percatarnos d e qu e se veríamos en un apri eto para contestar. N o sabiendo , como no
dan en ell as un det er minado ord en de suc esión y una sepa ración de sabemos, si la causa del movimiento pendular, para nosotros des-
los distint os elementos en el tiempo. conocida, actúa siempre de un modo uniforme y no estando segu-
De este modo, el tiempo se con cibe, en el sentido de Hobbes, ros, como no lo estamos, d e que el med io en q ue el péndul o oscila
como un puro "acto del espíritu": la " ide a" de la du ración debe perm anezca siemp re exactamente igual a sí mismo, es evide nte que
forma rse en nosot ros sin la interven ción de ninguna percepción cu alqui er cambio que se produzca puede destruir la igualdad de
sensible de procesos y cambios meten eles.w No son, por tanto, los los períod os. anulan do con ello la certez a y la exactitud incondi-
cionales de esta medida d el tiem po, No obstant e, el concepto de
n En "Y. 11. 13, S 23. fa du ración permanece siempre claro, aunqu e de ninguna de sus
28 V. Ess"y. U, 13, §S 11·13.
:29 "W e heve as clear en iJe a of succe sslon and duratio n by the train 01 of d isranc e between rwc bcdies wh ich we have from mOlion; and the refore
othe r id eas suc cee dtn g ene ano eher in O UT minds wírboue the idea of anv we as well hav e the ide a o f d lira rion, were rhe re no sen se o/ molion al
molion. as by rhe trai n of ideas caused by the un interrupted sensible ch anQe or- (E.say. 11, U , S 16).
216 EL 5r5TEMA DEL EMPIRISMO LOCKE 217

medidas pueda demostrarse que sea realmente exacta.•• Todo miento, en todo pen sara¡ent o de nuestra alma, lo qu e ha ce que
lo que en este punto podemos h acer es tom ar como base esos esta idea sea la más gen eral de cuantas nosotros podamos con-
fenómenos cont inuos y sucesivos que discurren en períod os apa- ce bir.
rentemenre iguales y uniformes, pero sin que dispongamos para Además, el número se ca rac te riza con respecto a todas las
medir su apa rente igualdad de otra medida que el cu rso de nu estras d em ás rep resentaciones e n que todos sus " modos" y deter mina-
propias ideas , curso que se ha im preso a nuestra memoria y que , ciones especiales se d iferencia n nítidamente los un os de los otros,
partiend o ta mbién de ot ros funda mentos verosímiles, considera mos razón por la cual no se d a nunca aq uí, como en el campo de las
como igual y uni forme," <10 sensaciones de los sentidos, el caso de que dos eleme ntos mu y
Co mo se ve, Locke reconoce tambi én aquí q ue tod as las afir- afines ent re sí se con funda n hasta e! punto de no pod er separa rse
macion es acerca de una constancia cualquiera de la realidad y di ferenciarse. En esta peculiarida d rad ica precisa mente su valor
exterior se rem ontan en último térm ino a determinaciones del pen- de conocimiento : la cla ra distinción de cada una de las d etermi-
samiento puro; claro está que no llega a cla ridad alguna ace rca nacion es concretas del nú mero con respecto a las otras, por mu cho
del hecho de que tam poco la uni formidad del acaecer " int erior" que a éstas se asemeje, es la razón de que las pru ebas aritméticas
es algo inmedia tamente dado, sino que e ntra ña ya u na int erpreta- sea n, si no más evid entes y exactas que las pruebas geométricas,
ción conceptual de los fenómenos y un postulado que formulamos por lo menos de ap licación más general qu e éstas.
a éstos. No obstante, la " reflexión " trasciende considerabl ement e, " Los modos simples d el n úmero son los más cla ros y distint os
aquí, por sobre su significación inicial, estr echamente delimitada , de todos, ya qu e la más pequ eña variación, a unque sólo sea de
ya qu e es ella la qu e ahora cont iene el cr iter io y ejerce el control u na unid ad, h ace que ca da número comp uesro d ifiera tanto d el
de la "s ensa ción", La idea del tiempo, tal como se forma en nos-- más próximo a él como del más alejad o, razón por la cual el 2
otros mismos y "sin que se nos incul que d esde fue ra" es, aqu í, el se d iferencia tanto d el 1 como del 100 y se d iferencia, a su vez,
protot ipo con arreglo al cu al med imos y juzgamos los cambios ope- de! número 3 tanto como la tierra de una polilla." 82
rad os en la realidad sensible. Se rompe, por ta nto , el principio En esta posición exce pcion al del número pu ro reside para el
de que pa rtía Locke y según el cua l la actividad del pensamiento planteam iento psicológico del problema, en realidad, un problema
se limita a agrupa r determ inados elementos da dos, pero sin pode r serio. T oda s las verdade ras " id eas" son pa ra ella, en último re-
determ ina r ni transforma r su conte nido; 111 la reflex ión, tal como sultado, imágenes represen tativas de terminadas y concretas, las
ahora se la concibe, no es solamente la ca pacidad para agrupar c uales, por ta nto, para poder distinguirse las unas de las otras,
volu nta ria mente las sensaciones d e los sentidos, sino tam bién la deben en frentarse entre sí como contenidos concretos. Y se revela
capa cidad pa ra estructu rarlas, como un fenómeno cur ioso el hecho de qu e esta capacidad de
Esta conclusión a parece todavía más cla ra en el a nálisis d el d iferencia ción -por virt ud del hecho de la curva de la dist in-
conce pto de número, en el cual vue lve a man ifesta rse, sin embar.. ció n- te nga en las cualid ades sensibles un determinado límite,
go, la indete rmin abilidad en cua nto a la relación entre los dos mie nt ras qu e dentro del cam po del número rige y es eficaz de u n
factores psicológicos fund am entales. De todas las idea s que po- modo ilim itado. En el recon ocimiento de este estado d e cosas va
seemos no hay ninguna que se le "i mponga" al espíritu de más implícita, en realidad, la conce sión de que el núm ero perte nec e
modos ni por más caminos que la del número y la u nidad, ya que a una categoría lógica tota lm ent e distinta de los da tos de la pera
esta idea va implícita en todo objeto hacia el que se dirijan nu es.. ce pció n, con los que em pieza colocándose aq uí en el mismo plano.
t ras sent idos, en toda representación formada en nu estr o enrend¡.. Los "dos" y los " tres" -en cuanto significan núm eros, y no sim-
plemente cosas con tadas -e- no son "representados", ni mucho
30 Essa)', 11, 14, i 21.
81 V. acerca de esto, Riehl, Der philosophische Kritid sm U5, I, ro. 45. 32 y , Essa)', 11, 16, B J y 4.
218 El SISTEMA DEL EMPIRISMO LOeKE 219
menos, sino definidos de un modo pu ramente conce ptua l: no de. de." En Locke, esta conc epción fun damental no sufre tampoco
signan coneensdos de conciencia qu e puedan "fundi rse" los unos menoscabo por la crítica ejercid a por él con respecto a las "cua-
con los otro s, sino que son la expresión d e operaciones del pensa- ltda des secundarias"; lejos de ello, const ituye pre cisame nte la pre-
miento, una de las cua les presu pon e la otra y que por ta nto se misa evidente por sí mism a sobre la qu e de scansa precisam ente
hallan lógicamente separadas las unas de las er ras d e un modo aquella crítica en todo su d esarrollo. La concepción de que las sen-
unívoco. saciones de los di ferentes se ntidos no reproducen el ser con incon-
Estamos a nte un problema hacia el que nos cond uce siempre diciona l fidelidad, de que las "imágenes" qu e de este ser se crean
necesariament e, en últi mo resultado, el aná lisis Iockean o de los en nosotr os se ha llan determ inadas y específicament e ma rizadas
conceptos cientí ficos y metafísicos. Los elementos "sim ples" desre- por mú ltiples condi ciones su bjet ivas, no es más que el reverso
cados JX!r Locke son, según él, la mat er ia prima de que se forma negativo de la con cepción de que tod o verdadero conocimiento
todo nuestro conocimiento. tiende necesariamente a la "r eproducción" de una existencia ab-
" No puede extrañarnos que basten un as cuantas ideas simp les solut a.
para llena r tot alment e la más am plia ca pacidad de ca pta ción y "Un objeto mater ial de magni t ud perceptible puede despertar
q ue esta s ideas suministren el mater ial para los múltiples conoci- en nosotros la rep resent ació n d e un a form a redonda o cuadrada
mientos y las cavilaciones y opiniones todavía más mú ltiples de y, cuando se le desplaza de un luga r a otro, la representación d el
los hom bres, si se tiene en cuenta cuántas palabras pueden for- movi miento . Esta representación de l movimiento reproduce su
marse a base de las 24 letras de l al fabeto." 83 objeto tal y como se conti ene e n el mismo objeto rnovid-u un
Locke comparte con todos los gra ndes sistemá ticos raciona listas circu lo o un cuadrado son los m ismos en la representación que
la idea de un "alfabeto del pensamiento", que sirve de base a las en la realidad, los mismos en el alma que en el objeto."
anteriores manif estaciones; coincide tota lmente en ella con Des- Esta identidad no envuelve, para la teoría de l conocimiento
cartes y, sobre todo, con Leibniz. Pero, junto a la coincidencia, se de Locke, ningú n problema : " Cua lquiera la reconoce de bu en
destaca tam bién, en seguida, la diferen cia ca racte rística. Mie ntras grado." as
que los clásicos del raciona lismo perseguía n como id eal una pura Se revela aquí claramente el limite con qu e tropieza la crítica
"teoría de la forma" del conocimiento, pa ra Locke es el contenido de Locke¡ cuando, a la postre, reduce todo el contenido espiritual
material de las sensacion es "simpl es" de los sentidos lo que tiene a sensaciones, lo hace po rque la sensación misma, en su psico-
que servir de punto de a poyo y d e base para la totalidad d e nues- lógica "simp licidad", comp a rte al mismo tiem po una ce rteza meta-
tro conocimiento. Es éste el punto en el que coin ciden de verdad física; porque en ella se entrelazan direct amente , como facto res
el ser y el pensar, pues toda representación sim ple lleva direc ta- interdependientes, su ser y su conciencia. El análisis de Locke
ment e en sí la garantía en cuanto a la existencia objetiva de su
JI " O UT sim ple ideas are all real, all agree ro the 1't'ality of things", ESSd)l,
objeto.
11, JO, 2. "How shall th e m ind. when it petceives not hing hUI iN own ideu
Lccke, en su teoría del conocimiento, se at iene firm emente a know mat mey agree with ehín gs the mselves" This, though ir seems nct ro
esta convicción como a un dogma inconmovible. T oda percepción W'l nt difficultv, yet 1 thínk th ere be twc seres ct ideas tm r we may be assured
agree with thin gs. The are simple ideas, wh ich since the mind. as has
..
ele mental, ad emás de da rnos a conocer su propio conte nido nos
.. '
sutmrusrra en SI misma y sin necesidad d e recurrir para ello a otras
been showed, ca n by no means make tO Irself, mllsl necessllT¡ly be rhe prodllC(
01 chings op erl1ring on rhe mind in a natu ra l way and produ cing therein rhcse
med iaciones del pensami ento, la prueba plena y total de la exis- pcrccptions wh ich by the wisdom en d wtll of ou r Maker rhev are ordained
t encia de un "original" externo, de un a cosa a la que correspon- and ada pted to. . . A nd thi s conformirv berween OUT simple ideas and the
exarence of th ings is sufficicnr f OT real knowledge'' (I V, 4, H 3 y 4) .
u Essa-j, 11, 7, S10.
as Ess<!)I, 11, 8, S 18.
220 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO LOCKE 221

sólo de un modo aparente at ribuye todo nuestro saber a las per- suministr arnos un fondo pe rmanent e de verd ades ideales, sustraí-
cepciones de los sentidos y a la percepción de nosotros mismos, das a las contingencias del tiem po y a sus cambios. Si no exis-
pues junto a estas dos capacidades fun damentales queda en pie, t iesen relaciones originarias y necesarias entre ideas perennes para
como inexcusable premisa, el mu ndo de las "cosas " corpo ralme nt e todos los tiem pos y de las que podemos asegura rnos de un a vez
extensa s, en toda su variedad y multiformidad. La sensación y la por tod as, cae ríamos irre mediableme nte en el escepticismo. En
reflexión sólo apa recen ahora como las mediadoras entre el "su- efecto, si todo saber se ba sa en nuestras represent acion es y sólo
jeto" y el "objeto" , mient ras que el verda dero fundamento real podemos cobra r conciencia del contenido de estas representaciones
de l saber de be buscarse en las sustancias existentes por sí mismas y por med io de la observación empírica de su discurr ir en el tiem po,
en los efec tos reales qu e estas sustancias ejercen sobre nosotr os. en n ingún campo del conocimiento podrá ad quirirse más q ue una
La " realidad " de estas susta ncias y de sus fuerzas persiste como el certeza puramente relati va. Asi, por ejemp lo, lo ún ico que qu eda-
verdade ro enigma, como un residuo incom prendido e incompren- ría en pie de los juicios geom étri cos serían unos cua ntos predicados
sible qu e ningún análisis psicológico es ya capaz de esclarecer. acerca de determinadas figu ras concretas, ta l como a parecen d ada s
aq uí y ah ora, con todas sus cualid ades exte rnas y fortui tas.
II Ahora bien, ello no afec ta para nad a al senti do ni al valo r
de los princip ios mat emátic os, como nos lo revela cua lqu ier aná lisis
E L CONC liPTO DE LA V ERDA D fen omenológico imparcial del conocimie nto matemático. Las imá -
Ha sta aqu í, hemos cons ide rado la rec ria de l conocimi ento de Locke genes concretas de los sentidos, de las que tenem os qu e partir
solame nte en cuanto a su forma fundamental y general , tal y como necesariament e para estos efectos, no consti tuyen nunca el verda-
apa rece int egrada en los dos primeros libros del Essay. Pero en el de ro objeto hacia el que se orie nta el geóme tra y que su argu-
libro cuarto nos encontramos ya con una con cepción tot almente mentación se ref iere siem pre; y - como claramente reconoce y
n ueva: en él, abord a Lockc el problem a especial de pasar revista expresa Locke- tam poco la acum ulación ilimitada de tales con-
a los medios concretos de que d ispone el conocimiento, derermi- tenidos especiales de nuest ras representa ciones puede llegar nunca
nando su valor peculiar de vigencia y su radi o de acción . a exp licar ni agotar el contenido peculiar de estas prueba s. Por
Ya el mismo punto de partid a del exame n es, ahora , distinto: mu ch o que estas instancias se m ult ipliquen, jam ás nos cond ucirían
así como desde el punto de vista psicológico la sensación concre ta a un conocimiento verdadera mente general, a menos que al caso
apar ecía siem pre como la verdade ra paut a fund amental del saber concreto le fuese ya in herente la función de acredita r d irectamente
y todo conocimiento "gene ral" tenia q ue acreditarse como una tinte nosotros una ley unív ersa l."
suma de con ten idos pa rticulares de la perce pción, ahora -en la Locke se separa, en este punto, de H obbes y de su teor ía nomi-
conside ración lógica y en la ordenación lógica de los valores- na/ista del concepto, cuyas huellas, por lo de más, sigue siem pre
aparecen a la cabeza las relaciones un iversales y de valid ez gene- 31l " If rhe tha e rhe la me ¡decu wil! crernolly hov e rhe same
ral. La más alta ce rteza que el alma pu ede comp artir no es la que lIabirudel and rile same rel.ar iO'\.S be not a 5uff icient ground of thele
se cap ta en la comparación y el cotejo de los datos conc retos de coul d be no knowle dge of general p ropositlo ns in mathem aeice¡ fOI no maehe-
las sensaciones, los cuales no hacen otra cosa qu e reflejar su estado marica] demo nsrration would be any ot he r than particular : and wh en a man
mom entáneo, que cambia de un momento a otro. ha d de mo nstmte d any propcsiricn conceming o ne rria ngle cr circle, h is know-
¡e<ige wo uld nce reaeh bevond ehae particul ar ding ram, If he would exrend
Pata pod er lograr la evidencia y la inquebrantable seguridad it fart her, he mu sr renew hts d emonstration in encther insrance, befare he cou ld
en un cam po cualquiera del conocimiento, necesa riamente tiene know it to be tru e in anorhe r Iike trian ,de end so on: ¡'y whi d \ m ecms ene
que existir un medio q ue nos pe rm ita levanta r la mirada por en. could ne ver come to ¡he knowl edge oi llny .c:enera! propm itiom " ( E.< say,
cima de este fluir del sim ple acaecer en eL tiem po y que pueda IV, 1, 9).
222 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO Lü CKE 22J

fielmente: para él, los signos y [os símbol os de la matemática son, parte, una acum ulación y compa ración inductivas de hechos con-
sin duda alguna, recursos necesar ios de la memor ia, pero nunca cretos; de la otra, un a conexi ón ideal qu e ca ptamo s con una sola
el' fundamento lógico sobre el qu e puede desca nsar la generalidad rmrada d el espíritu, para rete nerla en 10 sucesivo como regla
de los juicios matemáticos. Los signos deb en su valor objetivo úni- inconmo vible, en la que anticipamos la marcha y el orden de
ca y exclusivamente a las ideas en funció n de las cuales nacen y todo acaecer futuro . Mientras que antes tenía qu e darse necesaria-
que son llamados a represen tar; la garantía de la cert eza del cono- ment e la mate ria de las sen saciones "simples", dejándose en cam-
cimien to hay que buscarla, por ta nto, solamente en estas ideas y en bio al ar bitrio del espírit u el estable cer la conexión y el cotejo
las conexiones necesarias existentes en tre ellae.st de los contenidos de las percepciones, aho ra se revela que las re-
Para designar esta relación origina ria de vigencia, es necesario ladones entre las ideas se ha llan somet idas a una no rma fija y
introducir un a n ueva " capacidad " psicológica: la sensación y la forman un campo prop io d e valid ez objetiva, que se enfrenta al
reflexión ceden aquí el paso a la intuición, que ap arece ahora pensamiento individual de cada individuo como una realidad pro-
como el verdadero fundamento del saber. Ante ella, enmudecen pia y sentada sobre fundame ntos firmes. Es cierto que la contra-
nec esariamente todas las dudas y objeciones qu e pu edan manifes- posición entre estos dos punt os de vista no aparece inmediata-
tarse en contra de las sensacion es de los sentidos y sea cual fuere ment e en la sup erficie; la nu eva concepción, tal com o se expresa
el modo como se manifiesten. en el libro cuarto, no desplaza y sup era sencillamente la concep-
"El espíritu no tiene por qué preo cu parse, aq uí, de ningun a ción anterior, sino qu e la tolera junto a sí y procura mantenerse
clase de pruebas y análisis: se limita a observar la verdad, como en consona ncia con ella. La diferencia procura con ciliarse de modo
el ojo observa la luz, es decir , simplemente orientá nd ose hacia ella. que , en vez de compren derse y presentarse ambas con cepcione s
Es así como reconoce, por ejemplo, que lo blanco no es negro, que fun da ment ales en su caráct er form al an tagónico, el pensami ento
un circulo no es un cuadrado y que tres son más que dos y equi- se rem ite tan sólo a diferentes clases de objetos del saber, como al
+
valen a 1 2. Las verdades de esta clase las capta el espíritu a campo en que actúan. Pero, en la lucha entre los mot ivos que aqu í
la primera mirada lanzada sobre las ideas y sin necesidad de re- se desenvuelve, vemos cómo la " intu ición" acaba afirm ando siem-
currir a la mediación de otra id ea alguna, por pura intuición. Esta pre su primacía y su propia independencia. Solamente all í donde
parte del saber es irr esistible y, al igual que la clara luz del sol, se se trata , no de la existencia de las cosas, sino - como en la mate-
abre paso direct amente, bastando par a ello con que el espíritu mática y en la moral- de la conexión necesaria en tre los con-
se vuelva hacia él. Sobre este tipo de int uición descansa toda la ceptos, es asequ ible el auténtico conocimiento. Tan pronto como
certe za y toda la evidencia de nu estr o saber, y quien exija otra abandonamos este terreno y aventuramos u n postulado cualquiera
superior no sabe 10 qu e qui ere; que rría ser, tal vez, un escéptico, acerca de los objetos más allá de la concie ncia, quedamos con
pero no lo es, en realidad." 3 8 ello a merced de la simple probabilid ad. Todo lo que sabemos
Fácilmente se comprende qu e las anteriores proposiciones in- del mundo de los cue rpos, se limita a las impresiones sensibles que
t roducen y reconocen un tipo totalmente nuevo de saber. De una éstos provoc an en nosotros; y cada una de estas impresiones sólo
posee evidencia y cer teza en la medi da en que nos sentimos direc-
111 "The cvph ers ce marks help not the mind at all ro pe rceive the egr ee-
ment cf any two or m ore n umbers, rheir equalttíes oe proportions: ¡hat the tamente llenos de ella y la vivimos de un modo present e. Todo
mind has only by inmirion 01 its OWIl ideas o{ the numbers them se!ves. BUl lo que podemos decir del ser de las cosas sólo pu ede referirse,
the numerica! characte rs a re helps to the memory te record a nd rerain ehe en verdad, al cómo éstas nos "afectan" momentáneamente. En
ideas abou t which the demons rrarion ís made, wh ereby a man may este punto, nos movemos, pues, dentro de los más angostos límites
know, how far hís in ruiriv e knowledge in sur veying severa l of the parriculars
has prcceeded" ( Essay, IV, 3, 19). del espacio y el tiempo; tan pronto como desaparece de la concien-
88 Essay, IV, 2, 1. cia actual la sensación que en nosotros provoca un objeto, des-
EL SlSTIMA DEL EMPIRISMO LO CKE 225
apa rece el verdade ro sabe r e n cuan to a su existencia, y ningún de vista apa recen plenam ente cla ras la pecu liaridad y la renden-
medio del pens amiento, ninguna prueba o ningú n razonamiento cía del "emp irismo" de Locke. Para llega r a com pren der plena..
indi rectos nos pu eden ayuda r a recobra rla." me nte la anriresis en cua nto a la tónica fu ndamental de estos
y lo mismo qu e ocurre con nu estro conocimiento del ser de las diversos mod os de filosofar, hay qu e com parar a Locke con sus
cosas con cretas acontece con nu estr a visión de las conexiones que antecesores sens ualistas, por ejemp lo con un Bacon. Par a Bacon,
existen entre sus d istintos rasgos ca racterísticos. También en este la experiencia es " la ma dre de toda la ciencia" , la que da respuesta
punto pod em os, ciertamente, com proba r de u n modo empírico y solución a tod os los problema s y a todas las d ud as que hasta
la coexistencia de diferentes cualidades en el mismo objeto, pero el ahora ha n tor tu rado a la humanidad. En ella se cifra la meta de
fundamen to sobre el que esta cohesión descansa perma nece siern- todo conocimiento, por cuanto que nos lleva a descubri r las "Ior-
pre oculto para nosotros. La meta del conoci miento sólo pod ría mas pu ras", revelán donos en ellas la esencia inte rior d e las cosas.
conside rarse alcanzada si se lograse der ivar de un mod o rigurosa- NingÚn deseo legítimo puede llevarnos a preguntar e indagar
mente deductivo, partiendo de la estructura de un cuerpo como más allá de ella, llevando dentro de sí como ne va, desde el pri mer
de algo conocido, todas sus demás características. N uestro cono- momento, la más alta realización concebible de todos los deseos
cimiento sólo pod ría elevarse al ran go de ciencia si, en vez de y la que fu ndamenta, lo mismo desde el punto de vista intelectual
limitarnos a observar por med io de los sent idos la mani festación que en el ter reno práctico, el " regnu m hominis".
regular de determinado s complejos de características, pudiéramos Locke se ha lla muy alejado de esta valora ción y de esta segu-
"abordar la cosa" por el otro extre mo, si poseyéramos un a clara ridad. Conoce un concepec d e verdad q ue está por encima de tod a
visión de las relaciones estructura les de los cue rpos y pudiéramos "i nducció n", concepto que ve directam ente realizado en la mate-
ded ucir de ellas qué cua lida des sensibles t ienen necesar iamente márica y en la moral. Pero la física no se m uestra nunca a la
que poseer. alt ura de esta pau ta rigurosa de conocimientos, ya que tiene nece-
"S i pudiéramos descub rir e n q ué consiste real mente el color, sariam ente que atene rse a la acum ulación purame nte em pírica y,
qué es lo que hace que un cuerpo sea más pesa do o más ligero, por tanto, siemp re imperfe ct a de las características qu e se mani-
cuá l es la tra ma de sus partes que le hace ser d úct il, fund ible o fiestan en los cuer pos, sin llegar a comprendt'T nunca verda dera-
incombustible y qu é determina su solubilida d en d erermin adn ment e la conexión conceptual que entre ellas existe. El punto
clase de líquido, pod ríamos llegar a form arnos conceptos abstrae- de vista de Locke no es el de qu e la física, pa ra llegar a ser una
tos d e estas cua lidades que podrían serv irnos como base para pro- ciencia en el senti do riguroso de la palabra, de ba basa rse y eri..
posiciones un iversales de certeza y verdad gene ral:' 40 girse exclusivamente sobre la expe riencia; lo que se afirma es que,
Pero la realidad es que nos ha llamos constant eme nte alejados precisamente por ser solamente expe riencia y por permanece r
de este postu lado, y no hay acu mulación de h ech os físicos, por siem pre como tal, le está vedado para siemp re el poder llegar a
gra nde que sea, capaz de h acernos creer q ue poda mos llegar A adqui rir el valor más alto de conoci miento. Una verd adera cienc ia
capta r nun ca el nexo verdaderame nte sujeto a leyes que los man- del mu ndo de la natu raleza y de los cue rpos, es imposible; lo úni-
tiene n ecesariam ente unidos entr e sí. D e este modo, toda nuest rn co a que puede aspirar este conoc imiento es a una serie de con-
"experienc ia" no sólo es por fuerza algo in completo y fragmentario, jet uras más o menos verosím iles, que pueden ser echadas por
sino que ni siquiera se halla colocad a en el camino q ue podrie tierra en cualquier momento, a la vista de un nuevo beche."
conducirnos al auténtico saber "int uit ivo".
Solame nte en relación con estas manifestaciones y estos puntos H "Therefcre 1 am ap t to doubt, th at how la r soev ee h uman in d uSlry me v
ad va nce useful a nd exper iment al ph ilosophy in physicai thin¡¡!l, scienlifi",,¡ wi!l
89 V. f: SS(l j , IV, 1, i 7; IV, 2, H 14 ss. sriU be ou t o{ tl'Ur ,each. .. Distinct id eas of th e seve ra] sortS of bodie s rhar
40 Essa,. IV, 6, i 10. fal! u nder the examination of OU T senses pcr h.p¡. we ma r have; bu e adequate
226 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO LOCKE m
Podrí am os, pues, decir qu e Locke, en el terreno de las ciencias según él, a dos cam pos totalmente separados, sin que exista la
naturales, es empirista por resignación, por una especie de renunci a posibilidad d e que el uno influya en el otro. A pesa r de la gra n
impuesta por la necesidad. En los desarrollos del libro cua rto de energía con que Locke propugna el derecho y la im portancia de
su obra, la J ea uccivn aparec e siem pre como un ideal puram en te la intu ición y a pesar de que la conside ra como el ún ico mod elo
metodo lógico, mient ras que el ex perim ento sólo es te nido en cuen- posible de! auténtico saber, sus resultados quedan circu nscr itos al
ta en un pla no secunda rio, como un recurso obligado del saber." cam po limitado y estrec ho de nu estras " representaciones". El acae-
" Puesto q ue nu estros sentidos no son lo suficienteme nte agudos cer real de la n atu r al eza cae fue ra de sus dominios; Locke consi-
para percibir hasra los más peq ue ños deta lles de los cue rpos y dera ría como un d esconocimiento de! único ca rácter de ce rteza que
procurarnos una representaci ón de sus efectos mecánicos, tenemos aqu í puede posrula rse y alca nzarse todo intento de pretender des--
qu e contenta rnos con perma necer en la duda acerca de sus cua- cubrir en la int uición ninguna clase de conexiones exactas o de
lidades y modos de actua r, sin ir nunca más allá de lo q ue nos leyes.
revelan nuestros di ve rsos ensayos. ja más podremos esta r seguros Con ar reglo a todos los esfuerzos crític os de Locke, e! ser y el
de qu e estos e nsayos d en, al repetirse en otras circuns ta ncias, saber a parecen de n uevo como dos mu ndos separados. El verd a-
absolu ta mente el mismo resultado : he aquí por qu é no podemos d ero conocimiento sólo recae sobre 10 no-real, u ya qu e de la rea-
llegar nunca a un conocimiento seguro de las verd ades gener ales lida d de las cosas no podernos te ner mas que las fugaces y variab les
acerca de los cuerpos de la nat uraleza y por qué nuestra ratón no impresiones de los sentidos, las cua les no pued en captarse y expre-
puede llevarnos nunca muc ho más allá de lo que nos revelan los sarse nunca en reglas rigur osas y dotadas de validez: general.
hechos particulares mismos." u Sin embargo, y a pesa r de las grandes y mú ltiples dificul tad es
Existe, por ta nto, una rigurosa e insuperab le separación ent re en que esta concepción nos embrolla, podernos afirma r que es
el saber intuitivo y el saber empírico, ent re la marem árica y la precisame nte en este punto dond e el problema filosófico cobra, en
consideración de la na tu raleza, Ningún puente con duce, aho ra, Lccke, verd ade ra agud eza y precisión. Es aquí do nde comienza
de una a la otra orilla. El pensam ien to de que la teo ría mat e- la crítica lógica de la experien cia. Locke no inte nta nunca negar la
mática pued e a pode rarse por sí misma de los h echos, de que cont raposición que media entre la experiencia y los postulados
pu ede emprende r la obra de mode la rlos y dom inar los, es rotal- rigu rosos e irrefutables del conocimient o; no trata de atenua r jamas
mente ajeno a Locke. La d ed ucción y la observa ci ón pert enecen, la diferencia lógica entre los métodos med iante la introducción de
ideas. I suspecr, we have not of any one a mongst the m. A nd rhough the vagos conce ptos ge nerales de carácter psicológico. La raron no pue--
Icrmer o f rhese w ill serve us for co mmon use an d d iscours.:; yet wh ilst we de abste nerse nun ca de su ideal necesario, au nq ue confíe o pued a
wa m rho: laue r, \L'(' are nol capable o{ scientifico:¡ k nowle dge, no r shall ever confiar en verlo realizado algún d ía en el saber em pírico concreto.
be able te d íscover Ilo:n eral inst rucrive, unqu est ion eble rru ths conce ming them, Por ello, es precisamente aquí, donde du da de ¡¡U solución, donde
Ce ttain t)' <lnJ demonll rarion are th ing.• wc must not in th e Ie mart en prerrnd
con mayor fuerza y mayor apremio formu la Locke el Im h lema de
lo " (ESS<l1, IV, 3, i 26).
42 Cf. espec ialme n te IV. 12, § 10: "1 d eny not bUI a ma n accus tomed re
una teoría filosófica de la exp eriencia .
ratio na] an d regula r expe ríme n ts shall be able re see farther im a the natur e Es cierto que si, mirando ha cia atrás, volvemos la mirada del
of bodíe s, ami gucss T;llhter at rh eir yel unknown properties, Ihan e ne rhet il concepto de la verdad que aquí se establece a las a nteriores
11 sttanger te rhe rn; bUI yel .. . this Is bOl [udg em enr and opinión, not kn owledge investigaciones de Lccke, se ofrece ante nosotros un cuadro curioso.
and ce rrainly. This way 01 getting and ím provin g our kno wledge in substancee
Si todo nuestro saber acerca de la ex istencia se refiere al cont enido
on ly bv experience and hlerorv, whic h is al1 that the weeknees of ou t faculti es
in this at'lt e oí rneJ iocTÍtv whích we are in thi s wo rl d can at ta in to , makes me de las percepcion es presen tes, si no pod emos remontar nunca la
BU8peCt tha! ru¡tltT(I! philo$oph)' is n ce capable of being made a serene..." mirada por encima de l momento preciso en qu e un determinado
u l!ssa)', IV, 3, i 25. 44 V. ace rca de esto, por ejem plo, Essa.)', IV, 4, § 8 V pa.uim.
EL SISTEMA DEL EMPIRISMO LOCKE 229
incentivo actúa sobre nosotros, resultará que todo ser se red ucirá dentro del campo de la simple probabilidad, sin pod er llegar
para nosotros a un cambio caótico de impresiones, mutables y nu nca a leyes verdaderas y generales sobre el acaecer psicológico.
mul t ívocas hasta el infinito con arreglo a la especial estructura Ahora bien, siendo solamente un fragm ento de l conocimiento
del sujeto. N uestro saber consistiría, según esto, en un ir y venir, especial y válido tan sólo en una medida especial ;
en un apa recer y desaparecer de sensaciones sueltas, sin que jamás limitada, zcomo esta experiencia podría agotar la totalidad de l
pud iéram os lograr fijar o de ten er estos cambios en ningÚn punto conocimiento y determinar sus lim ites? ¿Cómo podría au torizarnos
concreto y determinado, llegando de este mod o a un concepto para llegar a ningún juicio objetivo y concluyente acerca del valor
constante y unitario de las cosas. Si toda experiencia tiene que y de la ordenación objetiva de rango de los disti nt os conte nidos
atenerse a las percepcion es directas e inmediatas de los sentidas concretos del sabert
como a su única fuente, si se halla despojada por principio d e -. Como vemos, el reconocim iento d e la " int uición" y de su pecu-
todas sus fun cion es de pensamiento, será incomprensible, en rea- liar contenido de verdad no condu ce a una am pliación, sino, po r
lidad , la cohesión d e las diferen tes cualidades en un objeto, lo el contrario, a un socavamiento del esqu ema psicológico de la "sen-
mismo que la orden ación de los estadas cambiant es en el tiempo sación" y la " reflexión". Y, del mismo modo que el concepto de
a un objeto idéntico. la t.'erdad se sustrae, aquí, al encuad ramiento d ent ro d e este es-
Ahora bien, si tenemos qu e llegar a esta con clusión, [q ué se quema , vemos cómo, por otro lad o, el concepto del ser, en la
ha hecho de aq uella imagen general de l ser que el propio Locke evolución más precisa qu e ah ora adquiere, trasciende cada vez; más
había colocado a la cabeza de su investigación y que, según hemos cla ramente d icho esquema.
visto. formaba parte, como una premisa necesaria, de su análisis
psicológico del conocimiento? En esta imagen aparecen ent reteji- III
dos d e un modo innegable ciertos rasgos que las impresiones fuga-
E L OONCEPTO DEL SER
ces y aisladas de Jos sent idos jamás podrían garantizamos: es
inn egable qu e se manifiesta en ella la convicción de una deter- La crítica d el concepeo de sustan cia figura ent re las aport aciones
minada, fija e inm utabl e estruc tura de la realidad externa, la cual mas populares e histórica mente más eficaces de la filosofía de
-c-según nos ha demostr ado Locke con tnrua fuerza- no puede Locke. En ella par ece haberse alcaruado, en efecto, la meta fina l
llegar a alcanzarse ni a fundamentarse nu nca por la vía de la mera a que puede aspirar el análisis psicológico. El concepto de sus-
ind ucción. Dondequ iera que se hable de un mu ndo de las "cua- tancia no sólo constituye d esde Aristóteles el punto cent ral de toda
lidades primarias", de una estructura mecán ica fija de las cosas, se la metafísica, sino que apar ecía, además, en su versión trad icion al,
ha dado ya el paso que Locke pre tende vedar al pensamiento; se ha como el verdade ro límite con que tr opezaba el desarrollo del nu evo
rebasado ya el terreno de lo que nos es d irectamente dado en las id eal científico del conocim iento.
sensaciones. Y esta objeción cobra una forma toda vía más aguda Tod avía en Descar tes h emos pod ido observar cómo el concepto
tan pronto como volvemos la mirada del campo de la experiencia de la forma sustancial, dester rado de la con sid eración de la natu-
externa al de la experienc ia "interior". También ésta t ien e que rale:z:a, seguía afirmando su primacía y su rango en el campo de
encuadrarse ahora, visiblement e, d ent ro de la misma categoría la psicología (d . vol. 1, pp. SIl ss.} , Sólo desp ués de habe r
lógica: no puede captar sino los estados momentáneas y aislados vencido este obstáculo final , queda libre y expedito el camino
del yo, ta l como aparecen dados en cada caso en la conciencia, par a el auténtic o méto do del saber empírico. Cualquiera que sea
alineándolos cuando más en un plano comparativo. Y, siendo así, la decisión final, y ya conduzca a la justificación psicológica o a la
es también evidente , a base de la concepción funda men tal de que disolución de la idea d e sustancia, forma siempre un paso necesa-
parte Locke, que esta experiencia perma nece confinada , asimismo, rio en el intento de eleva r el saber a la conciencia de sí mismo.
lJO EL SISTEMA DEL LOCKE 13l

T ambi én el único método genera l del que pod emos espera r de las qu e suponemos que no pueden existir sine re subsrante, es
el esclarecim iento defin itivo ap arece previamente dibu jado a nte decir, sin algo en qu e se a poyen y que las sustent e." 4:1
noso tros en sus lineamientos fijos y determinados. Para Que el En esta primera arg u ment ación, sobre la que Locke vuelve
concepto de sustan cia pueda afirm ar su realid ad en el conocí- cons ta ntemente y en la que pone , como es sabido, todos los recur -
mient o, es necesario que pueda man ifesta rse y acredita rse en una sos de su estilo y de su ingenio, la sustancia es desen masca rada ,
percepción directa del sentido exterior o int erior , cualquiera que para deci rlo en lenguaje baco niano, como un ídclcn [ori. Tal
ella sea. Si carece de esta base, Queda dem ostrado con ello que no parece como si, con esto, hubiera de quedar d efinitivam em e silen-
pasa de ser un a inve nción a rbitraria, una ad ición infu nd ada del ciado el problem a que nos plant ea, como si tu vieran que enmude-
espíritu, que pued e imponérsenos irresistibleme nte bajo la coacción cer ya pa ra siem pre las dudas y los problemas que lleva consigo.
de los hábitos metafísicos del pensamiento, pero que no posee Y, sin embargo, estos problemas y estas dudas vu elven a presenta rse
validez alguna en cua nto a la estruct ura del ser objetivo. ante el propio Locke, desde un pu ma de vista nu evo.
Ahora bien, ldó nd e pod ría mos enco ntrar un contenido de la La exigencia de llegar a ca pta r el portador último y absoluto
intuición que corresponda al concepto general de sustancia y sea d e las caract erísticas concr etas sensibles, en vez d e éstas mism as,
la realización concreta d e ésta? Lo que la observación d e la natu- sigue conservando su vicia fuerza, aun después d e h aber llegado
raleza nos ofr ece no es nunca, como hemos visto, má s que la al fondo de él y de ha ber descubierto su origen subjetiv o. El
yuxtaposición empírica de un a plur alidad de características per- postulado qu e se manifi esta en el conce pto de la susta ncia se im-
ceptibles, cuyo fundamento interior, aque l qu e las ent relaza y las pone an te nosotros con una coacción oscura e irresistible, para
obliga a arm onizarse, perm anece siem pre ocu lto para nosotros. esfuma rse en seguida, cie rtam ente, en la nad a, ta n pronto como
También la experienci a interior permanece m uda a nuestras intent amos proyectar sobre él la clara luz del conocimiento.
pregu ntas, ya que ta m poco ésta na." revela más qu e los diversos De este modo, el pe nsamiento llega a un punto en el q ue no
estados conc retos de la conciencia y su sucesión en el tiem po, sin puede avanzar ni retr oced er, en el que le es de tod o punto impo-
darnos a conoce r jamás por sí mismo aquel " yo" al que tales esta- sible n i renuncia r ni consegui r result ado positivo alguno. Los
dos va n " adhe ridos" . hechos psicológicos parece n bur la rse del resultado del anális is
D e este medo, si ana lizamos de cerca la representación de la psicológico: afirman su e xistencia aun des pués de haberse des-
susta ncia, sólo quedará en pie ante nosot ros una idea irrea lizable cubierto su falta de fu ndamento. El pensam iento real parece
y contradictoria, sólo retendremos en nuestras manos, a la postre, no querer aprend er nada de las lecciones de la expe riencia; se
una mera paUún-a, a la qu e jamás pod remos infundir una vida real aferra incesantemente a u n contenido del q ue ni la sensación ni la
en el desarroll o efe ctivo de nuestro conocimiento: reflexión ofrecen ningún ejemplo, ningu na prueba. H emos trocad o
" Hablamos como los niños que, cuando se les pregunta qué el problem a metafísico, cua ndo pa recíamos habernos sustra ído a él,
es u n determina do objeto desconocido para ellos, sólo saben con- por una paradoja psicológica m ucho más extra ña au n. ¿De dónde
testar Que 'algo'. A hora bien, esto , lo mismo tratándose de niños proviene aquella imagen engañosa que necesariamente nos acom-
Que de adu ltos, sólo significa que ignora n de qué se trat a y que pa ña y que consta nteme nt e mezcla mos en nu estra concep ción de
no poseen una represent ación cla ra de la cosa que creen conocer la realidad objetiva?
y d e la que pretenden habla r, sino qu e, lejos d e ello, perm ane cen Para Locke no cabe ni ngun a du da de que laa sensaciones no
en la más com pleta ignora ncia con respecto a tal objeto y se limitan se ordena rían para nosotros en objetos, de que no nos conducirían
a andar a tientas por entre las som bras. La id ea a la que damos a la id ea de una naturaleza autá rquica y obediente a sus propias
el nom bre genera l de 'sustancia' no es, por ta nto, otr a cosa que el leyes, si no aña diésemos a ellas precisame nte aqu ella representa-
portador presupuesto, pero desconoc ido, de pro piedades existentes, 40 Ena" n, 23, ; 2.
• •
m EL SISTEMA DEL EMI'IRISMO LOCKE 23l

cjón vaga y confusa d e un "algo" que les sirve de base y las visto, la idea de que deruro d e fa exPt.'7'iencia m isma pu eda da rse
mantie ne en cohesión. No es la simple acum ulación de las cua h- nu nca una conexión deduct iva e nt re sus d iversas partes, de Que
dades concre tas reve ladas por los sentidos lo que constituye el sea posible estab lecer una teoría rigurosa y exacta del acaecer
sentido propio de l con cepto de l objeto; éste surge cuando unimos em pírico; por donde el saber perfecto y adecuado no pued e signi-
y de algún mod o tod as las ca rac terísticas especiales, ficar, para él , otra cosa Que u n saber d erivado d e las "causas", de
pensándolas como ref erida s a un exponente comú n, aunque d es-- los primeros fu ndamemos interiores absolutos d el ser." Y, por
conocido para nosotros. Por donde aquel " no si: que" se con- m ucho Que insista en que semejant e saber nos esta vedado de
viert e en condición de todo nuestro saber objetivo; Jo que vale hecho, el concept o reonco de n O'll'TUZ de sem ejante conocimien to
tanto como de cir que el renu nciar a aq uel residuo "oscuro" e no llega r a perde r en el su fu erza. Mide el conocimiento humano
in analizable eq uivaldria a renunciar al m un do mismo de los fenó- por este a rquetipo presup uesto, que según el debe ser considerado
menos, qu e tenemos clara mente a nte nuestros ojos, a privar a este inter iormente como posible y como legítimo, tan to más cua nto qu e
m undo de su base de suste ntació n y d e su ser. ral vez ap arece realizado y cu mplido en el tipo de conocimiento
Se revela ah ora cada vez más clara me nt e que, no ya solamente de las "naturalezas espiritu ales" supe riores.
la concepción popular del m un do, sino ta mpoco la concepción "Es evide nte que los espiritus que no se hallan encadenados a
científica general , pued e prescindir del concepto de sustancia. la mat eria y hundidos en ella pu eden llega r a tener id eas tan cia-
Locke se atiene con toda firm eza a la tesis de que sólo pue de ras acerca de la estructur a radical de las sustancias como las que
llegar a conseguirse un saber verda dero y perfecto acerca de cual- nosotros poseemos de un triángulo y com prend er, por tan to, cómo
quier cuer po empírico cua ndo se penetre en su esencia interior tod as sus cualidades y todos sus efectos se derivan de ellas; pero el
d e tal mod o, que puedan leerse directamente en ella tod as y cada modo como llegan a comprender esto rebasa nuestra capacidad
u na de sus cua lidades. de ca ptació n." 411
Co nfluyen aquí y a parecen a plicados conjunta mente, sin una El sujeto y el objeto de estas proposicio nes contradicen por
diferenciación clara, dos modos distint os de consideración. Locke igual al tono escéptico qu e em pezaba preval eciendo e n cont ra del
vu elve a tener an te sus ojos, como pauta, el ideal deductivo del conce pto de susta ncia, pue s lo mismo en este Que en otros nume-
saber: según el, sólo es posible llegar a comprender d e verdad rosos pasajes de l Essay,4g no sólo se presupo ne como real un reino
la conexión q ue existe en los objetos de conoc imiento siemp re y grad ual d e "formas" e inteligencias espiritu ales puras, sino que se
cuando Que se la conciba como algo necesario e inm utable. A hora establece como término correla tivo y posible objeto del saber su pra-
bien, a su juicio no existe más que un modo de realizar este pos- sensible un interior sustancial d el mundo de los cuer pos, El su pre-
tu lado, y es salir del círcu lo de los fenómenos para penetra r en las mo conocim iento - así se des taca ahora claramente- no ha ría
naturalezas funda mentales y absolut as de los cue rpos, d e las que desaparecer, como en un principio podría pa recer, el conce pto
lu ego pod emos derivar, como de las unidad es verda deras e idén- de susta ncia, demostra ndo su nu lidad, sino Que lo llena ría de con-
ticas, la mu ltiplicidad de sus d eterm inaciones y cambios sensibles. tenido positivo y lo conver tiría en instru mento para la compren-
Es com pletamente ajena al pensam iento de Locke, como hemos sión de los fenómenos.
El que no poda mos llamar nuestro a este tipo d e saber, el Que
4 6 V. po r ejem plo Eu a;!, 11, 23, 3, "These ancl rhe like fashi ons of speaking
Intlmate that rhe sub srance is suppos ed a!ways scmethíng besidee rhe exten- no conozcamos la esencia interior d el cue rpo, 10 mismo que no
eéon, figure, solidity, monee , think ing or o ther observabl e ideas, though we conocemos la del alma y no tengam os de la acción mu tu a de ambos
nc r whae ir ts." "T he ideas 01 substances are sueh combína ríona of sim ple
Ideas as are taken to repreeen t disnnct pa rticul a r thio gs subsistin¡;c by rhem- +7 el. su pra, nota 41.
selves, in which the supposcd c r confused idea o{ slIbswncl", $ueh as it IS, iJ Ena'"j , lll, 11, 23; d. m, 6, H 3 n.
a1Wa;!f the ! ir5t and chiel" (Eu ay, Il, 12, S 6). 49 V . especialmente Essa;!, I1, 23, S 13; IV, 3, SS 27 S$ .
lOCKE ll5
El SISTEMA DEL EMPIRISMO

un concep to más claro qu e de la transm isión del movimiento por conocimiento se tru eca insensibl em ent e en una aurocrírica de
medio de la presión y del impulso, " no debe parecernos extraño, las p rem isas psicológicas de que él mismo parte. S u tratamiento
ya q ue sólo poseemos esas pocas repr esent aciones superficiales de del concep to de sustancia a pa rece tota lmente en el mismo plano
las cosas q ue adq uirimos de fu era por med io de los sentidos o q ue que aplica al co ncepto d e lo infinito : al esforzarse por reprodUCIr
el esp írit u nos da a conocer mediant e la reflexión proyectad a sobre d irectame nte las operacion es del pensamiento, sólo retiene de
aquello qu e ex pe rime nt a en sí mismo".so ellas, necesariamente, los " restos" im perfectos y confusos de la
Corno vem os, el punt o de vista de la consideración se ha inver- "repr esent ación " (cf. su pra, pp. 200 s.l . .
tid o totalme nte: mientras que en un principio la sensación y la Sin embargo, m análisis es lo sufic ienteme nte pe rspicaz y
reflexión era n consideradas como los verda deros criterios de todo honrado para reconoc er que, cualq uiera q ue sea el ju icio
con ocim iento, rechazándose como oscu ro y confuso el concepto pueda form arse acer ca del nacimien ro d el concepto de sustancia,
de susta ncia, por cuanto que no pod ía demostrarse y acredita rse su cont enido no puede descartarse me nt alm ente de la tota lidad
med iante d ich os criterios, a hora se considera las sustancias como de l co nocim iento. Pero, como no es posible asigna r a este con te-
el verdadero ser, en el q ue si no podemo s pen etrar es sólo por la nido ningún lugar segur o den tro del espíritu , reaparece y
deficiencia de n uestras ca pacidades subje tivas .P! Lo que Locke otra vez, constantemente, bajo forma real y reclama y aca ba unpo-
em pezara car acterizando como "obra del entend imiento", q ue bro ta niendo, a pesar de toda su co nfesa da "oscurida d", su recon oci-
"en el empleo usua l de su propia ca pacidad",fi2 se enfrent a ahora miento.
al enten d im iento mismo como una rea lidad indepe ndiente, que y sin e mba rgo, ex iste e n la propia teo ria lock eana del cono-
opone a su sabe r lím ites y fronteras. cimiento una categoría en la qu e habría podido inclui rse sin la
Se manifiesta claramente aquí cuá l es la razón interior de menor violen cia el concepto de sustancia : el propio Locke nos
todas las d ificultade s q ue opone a l a nálisis de Locke el concepto d ice q ue el co nocim iento de las rel ac ione s es, generalmente, más
de sustancia. Para que la sust a ncia adq uiera su verdadera signifi- claro y más seguro q ue el d e las r epresentaciones sen sibles q ue les
cación y va lid ez, es necesario - tal es la hipótesis fundamental sirven de Toda su pues ta idea "sim ple" entra ña
inco ntrovertida-c- q ue aparezca de u n modo sensible y tan gible --como se ve cua ndo la cosa se analiza de cerca- u na relación de
. id Z>f
ante el conocimiento, a la m anera de una imagen cerrada de la la qu e no se la pued e separar sin que pierda: su propio
representa ción . A hora bien, la irrealir abilidad de este postulado Ah ora bien, siendo ello así, es evidente q ue las sensacio nes sim-
se comp re nd e con sólo form ularlo: lo qu e el conce pto de sus ta ncia ples" no pueden considera rse ya como un .in-
significa no puede expresarse de modo ad ecuado por m ed io de ata cabl e, sino siem pre y solam ente corno abstracclOn psicológica ,
ningú n conten ido con creto de la percepc ión interio r y exterior. ta l vez ind ispe nsable. As í con cebida s, ta m poco esras sensaciones
Sin embargo, lo que aqu í se manifiesta no es tanto un defecto podrían ver se, ni m ás n i m en os q ue los resultad os de los
objeti vo del con cepto mism o de sustancia como u n de fecto de l puros de art iculación del pensamiento, como algo absoluto y d i-
planteami en to del problema por Locke. Si nos empeña mos en bus- recta mente dado. Sin emba rgo, si las " ideas simples", en Locke
car la susta nc ia, no en su fu nció n necesaria dentro del siste ma del --como aducen en jus tificación suya ciertos crit icos e histori a-
saber, sino como un ser aparte, físico o psíq uico, es claro que no dores-e" no significa n acaecimientos espirit uales reales, sino sola-
retend remos de ella m ás que u n esque ma pá lido e informe. Por ment e med ios de análi sis lógico, [c ómo pueden pretender fu nda-
tanto, lo q ue Locke considera co mo una critica del contenido del
r.1) Es_,ay, 1I, 23, § 32. t>3 EJSll.:>', JI, 28, 19.
H V. ESSlly, IV, 3, n 23ss. M EU<l::f, 11, 21, \ 3.
:12 V. Es S<l;t. 11, 12, '6.
V. Fraser, Lccte, pp. 129 ss.
236 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO

me ntar el derecho de 10 lógico en general y limitar sus preten-


síonesi

Pod emos ya af irmar de un modo general qu e Locke no udo Capítulo 1V


no e l concepto del ser ni el concepto de la verdJ que
a nan e.n consonancia con su concepción ace rca del ori- BERKELEY
gen conocumenro. El resul tado de su crítica se halla en con.
tradicci ón con
sobre d su pu nto d de partida• El f un d a me nto psicológico
. , .
• d que escansa, e haberse ma ntenido firme me nte, habría LA T EORÍA DE LA PERCEPCIÓN
o clar amente de 3,ntemano el progreso ulterior del pensa-
miento. . que el método del aná lisis de las ideas encuentre Si examina mos a fondo la filosofía de Locke y la red ucimos a sus
una apli caci ón y un reconocimiento ilimitados lo p " prem isas últimas, vemos que en cierra un element o de escept icismo.
hace falt a d • rimero que La meta fínal que Locke señala al conocimiento no puede alcan-
es ar una nueva formulación a los r-obl
le pl . ll Y' emas que se zar se por Jos medios que él le asigna. La conciencia, al medita r
a nte an : para e o, es necesario transformar rad icalme nt e el
concepto d e la realidad, lo mismo que el del saber D d sobre sus principios fu ndamentales, al ver se encerrada en el mundo
postulados b l' . e estos os de la sensación y la reflexión, siente en ello, al mismo tiem po, la
I¡ d rs, ke lev en una mea r igurosamente consecuente la filo-
so la e ver e ey y la de H um e. ' existencia de una barrera posit iva e insupe rable. La visión de los
objetos absolutos le es tá vedada. Y, sin embargo, resulta imposible
renunciar al SeT de estos objetos, pu esto que ello equivaldría a d es-
poja r a la sensaci ón misma de su significació n objetiva y d e la
dive rsidad d e su contenido.
Locke no puede derivar el concepto del "mu ndo exterior" como
un producto de la experien cia, ya que este con cepto es más bien la
condición y el origen de la expe riencia misma. En el primer co-
nato de la investigación se reconoce ya, por tanto, la existencia
de un último resto inaseq u ible e impenetrable con los medios de l
a nálisis psicológico. Lo prime ro que hace falta , pu es, pa ra qu e
el m étodo em pírico de la investigación pueda ser ap licado de un
modo verdaderame nte consecuente y profun do, es qu itar de en
medio este obstá culo.
El otro problema imperativo qu e hace falta resolver es el de
un a nueva y más aguda critica del conce pto de cosa. T odo aná-
lisis que se detenga ante este concepto se ver á privado, por ello
mismo, del fruto de todos sus esfuerzos. El concepto de cosa no
pue de representar una d ificultad de principio e insoluble para
el conocimient o, puesto que es este mismo qui en 10 plantea y 10
crea. El cam ino del saber - ha y qu e insistir consta nteme nte en
esto, una Y otra vez- parte de las sensaciones qu e vivimos en nos-
otros mismos, para llegar al ser de los objetos, va de las "ideas"
2J1
238 EL SISTE MA DEL EMPIRISMO
BERKELEY

a la " naturaleza", El hecho de que ad mitamos la existe ncia de id se scs


crco- u - por prin cipio a la posibilidad de la pcrccpción in-
sustrae
"objetos" reales y los cont rapongamos a nuestro yo, de que esta- media pa radoja que esto entra ña en cuanto a I meto
Lata. trodo de.e laa osi
blezca mos esta división de nuestro m undo de la exp eriencia en un
logia empírica constituye el punto de partida de la psicología de
m und o "exterior" y otro " inte rior" , no for ma part e de las prem i5as
Este problema a parece ya formu lado con tod a Fuerza
de hecho de la psicología, que ésta haya de aceptar, sino que Ber keIey. = .. 1 bre
constituye su probtenuz primero y decisivo. Los mismos objetos y cIan a e n la pri
id d · mera d e ·sus obras reoncas, en e e.nsayo sobi
, de la visión La entre los diversos o Je·
" exteriores" d eben ser conocidos y deducidos como el resultado y una nu eva teona .' bi
podernos pensa r como eliminada sin anular los o Jetos
el eslabón final de un proceso psicológico necesario. tos, qu e no b¡ d las
mismos en su existencia sensible, no es de suyo o Jeto e as
C laro está que, si nos atenemos a lo Que nos es directa mente , de 1"v.>......
--otidos • En el m un do visible, que nos rodea
sensaCiones .. d
d ado en el conten ido de la percepción, esta creación tiene nece- mo algo acabado y evid ente por sí mismo, apa rece entre t én o
sa ria mente q ue aruoj ársencs un misterio. Las im presiones de los : , eleme nto invisible por su . "Distan.ce :n its own
sent idos no nos ofrecen nada qu e pueda explicar y justificar la nat ure imperceptiblc and yet rt 1S pcrceiVed by slgh e•.
trascendencia por sobre la esfera del propio yo. En particu lar, Con este-problema, Berkelev deslinda ya en su prime ra obra
el sent ido de la vista, q ue la conciencia popu lar conside ra como el juvenil e! terreno sobre el que habrán de desenvolverse sus íutu-
más seguro testimo nio de la realid ad objetiva de la natu raleza, ras inves tigaciones ep istem ol6gicas. Ya en el modo d e formu larse
no encierra en sí mismo semejante pretensión. T od o lo que la el problema se an uncia la direcció n fundame nt al e n qu e ha de
vista nos ofrece son sensaciones de IUI y de colores, q ue se alinean desat rollarse la investigaci ón futura.
en m últi ples gradaciones, en diferentes grados d e int ensidad y Berkeley comiem a con una critica del concepto de la
cualidad . Por m ucho q ue ah ond em os en el anál isis de estas im- ción. S i IX'r percepción no entende mos otra cosa qu e un contenido
presiones, jamás descubriremos en ellas la garantía de la existencia aislado de una sensación, inmed iatame nte se com prende que el
de ta les o cuales cosas exteriores que corresponda n a las impre- mu ndo de las percepc ivn es y el de .los obJetos no coinciden en
siones de qu e se tra ta. El placer y el d olor, IX'r ejemp lo, no t ienen modo algun o. La realidad objetiva solo nace para nosotro:, bas;:
un a existe ncia propia fuera de! acto de la sensación, y otro ta nto d e una interpretaci ón qu e llevamos a cabo a base de los signos
ocurre con los datos de qu e cobramos conciencia en el acto de la sensibles, que son, por el momento, lo único que
visión. Cuando creemos per cibir, directame nte y sin ningun a otra Sólo cuando establec emos una determin ada conexron en tre las d IS-
med iación, la existencia de u n mundo a parte de nosotros, obramos tint as cla ses de im presiones sensibles, las cap tamos en una
bajo la acción d e un preju icio tra dicional. El factor que constitu ye relación de interdependen cia, podemos decir que h emos dado el
precisamente la con dición necesar ia de toda objetivación, es decir, primer paso hacia la cons trucción del ser. de qu e
la ordenación fija de las sensaciones en. e]. espacio, no se nos da de ' y valorar las cuali dades del senti do de la vista, en
comp ren , . ' l ' d 1
nunca, como algo definitivo, a la par con ellas. El engarzar las , ' l e 'omo símbolns de las relacIones espaciades e
SI no espacia eco, e
cosas en u n orden l ijo de lugares, en el que a parecen dete rminadas sentido del tac to, no poseemos la menor refe.rencia. qu e .3

sus relaciones y d istan cias, representa la vigencia de leyes formal es duci dmiri r la dimensión en profundida d ru la de limi tación
ucrmcs a a de Ia ¡ ... d i
tota lmente nuevas, que trascienden del simp le conten ido de las de determ inadas for mas y figuras. El objero e a e
espacio, se red u..."e , por ta nto ' cua ndo se le considera . mas de cerca,
sensaciones concret as, así como de tod a sim ple suma de impresiones
a una , t " PO 'tqut''''a ' s ólo llegamos a el por medio de la corre-
del tac to y de la vista. El espacio, que es un miembro esencial o ... . ,

y necesario en el mundo de las represenrcciones, con las cuales se I Bc rl clcy, An essay IOW<l1cts a new to e"" o/ l'ision ( 1709) , § 11. el. H 2,
encuent ra la conciencia ya de sa rrollada como un resulta do estable- 41, 43, 45, 46, 77 ss.
HO EL SISTEMA DEL EMPIRISMO BERKELEY 241

ladón fija y uni voca que establ ecemos ent re los da tos de los dife- gracias a él se articulan pa ra form ar un todo homogéneo los dife-
rentes sentidos y mediante el act o por virtu d de l cual reducimos rentes da tos heterog éneos facilitados por los sent idos.
a unidad aquellos datos, juntamente con sus m últiples rela ciones Esto hace que la percepción aparezca de ahora en adelante
mutuas. proyectada bajo una nueva luz, ya qu e, aunqu e siga reconocíéndo-
Por tanto, tod o predicado acerca de las relaciones de situación sele su valor como punto inicial y de partida de todo saber, se
de los objetos y toda apreciación acerca de su magnitud y distan - comp rende, sin em bargo, q ue ni siquiera las "percepciones prima l
cia es -como nos dice Berkeley ya al comienzo de su T coría de rias" brot an y se manif iestan directa mente. Las sensaciones lla-
la visión- más bien obra del juicio que de l senndo.s Lo que el madas "simples" no emergen d irectamente de la visión popular y
sentido nos da podríamos decir que es algo así como el sonido usual del mu nd o, sino que , para que puedan fijarse y defi nirse,
concreto, por sí mismo car ente de todo significado, a diferencia del tiene que mediar ya una metodología emp iriocrític a propia . La pe r-
l enguaje ar ticulado y estructurado de la experiencia, el cual es cep ción " pura" sólo se produce cuando eliminamos del produ cto
creado solame nte por el juicio. compli cado y aca bado de nuestro mundo de representaciones todo
Es, pues, un nuevo criterio el que aquí se impone a nues tro lo q ue ha sido añadi do a las simples imp resiones de los sentidos
reconocimiento, dentro de l sensu alismo. C ierto es que la "se nsa- por los result ados de la experiencia y la costumbre, por los ju icios
ción" y la "reflexión" siguen sien do, lo mismo qu e antes, los jueces y los prejuicios ; lo qu e la concepción simp lista d e las cosas cree
de todo ser y de toda verdad, pero ent re ellas existe ahora una toca r con las manos hay q ue obtene rlo y asegura rlo, por el con-
rela ción nueva y más níti damente determinada. En Locke seguía trario, mediante e! análisis cientí fico y filosófico.
imperando en su conjunto -pese a algunas correcciones sueltas H asta aquí , Berke1ey parece seguir tota lme nte el cam ino hisró-
e incidentales introducidas por él mismo- la concepc ión de que rico trazado por Descartes a la teo ría moderna de la per cepción .
las dos fuentes fu ndamentales de conocimiento se distr ibuyen eOI Su pla nt eamient o del problema rec uerda directa mente aqu el in-
tre las dos "mitades" de! ser: a la percepción sensible corresponde tento de las Medi taciones cartesianas encaminado a derivar el
todo el campo de la existencia externa y a la percepción de sí concepto del "ob jeto" de su fuente lógica y psicológica. El "ser"
mismo el campo de los estados "interiores". de la cera, por ejemplo -según e! razonamiento de dic ha obra-
Berkeley rechaza resueltamente desde el primer momento esta no puede verse ni atestigua rse directamente por medio .de ningún
esquemática separación. Cualqu iera que sea e! punto de vista qu e sentido , pues sólo nace a base de un acto pro pio e independiente
se mantenga acerca del du alismo entre los dos mundos, el fisico de! espíritu . Toda la óptic a de D escart es se orientaba hacia el des -
y el psíquico, el conocimiento, por lo me nos, actú a solamente y ar rollo y e! afianzamiento científicos de este pensamiento. Las
sólo puede ser concebido como unidad. No existen dos méto dos im presiones de los sentidos no son imágenes de las cosas que se
diferentes y contrapuestos, cada uno de ellos con su campo prop io desprendan de ellas para transferirse a la conciencia, sino que son,
e independiente de acción, sino qu e el saber es siempre el resultado por el contrario, signos cu ya interpretación nos permite avanzar
de la interdependencia de redes los factores. De be rectiñcarse, por h acia el concep to de una estr uctura lógica objetiva de las cosas
tanto, radicalmente, esa creencia superficial de que Jos sent idos (d. vol. 1, pp. 491 ss.) .
nos transmiten estos o los otros objetos, que luego la actividad A este enj uiciamie nto de la mate ria de las percepciones de los
de la reflexión se limita a "elaborar" y a ordenar. El objeto em- sentidos ha y que atribuir, principalmente, todo lo que sabemos
pírico no se sitúa como algo acab ado ante la conciencia, para ser acerca de la situación y la distanci a m utuas de las cosas. C on esta
asimilado y enjuiciado por el1a, sino que es, por e! contrario, el conc epción fundamental --desarrollada nítidamente, sobre todo,
juicio e! que le dota de su prop io ser, ya que solame nte en él y en la óptica fisiológica de Malebranch e- coincide Berkelev, en
2 New theOT)' of vision, , 3. cu anto a sus prime ras premi sas: la tesis ca rtesiana de que no es el

I ,
EL SISTEMA DEL EMPIRISMO BERKELEY

ojo, sino el espíritu , el que ve,' da rambién la pauta para su inves- sim plemente, hipótesis y abstracciones de que nos valem os para
tigación. desc ribir abreviadament e los fenómenos; sólo un sim plista realis-
Pero el espíritu del concepto mismo ha sufrido a hora una mo conceptua l puede ver e n ellas, al mismo tie mpo, las pala ncas
transformación. Par a Descartes, el intelecto sólo significa, en últi- y los resortes qu e domin an y m ueven el mecanismo de la con-
ma insta ncia, la uni da d y el conjunto de los prin cipios racionales ciencia.s
sobre que descansa nuestro conocimiento , entre los cuales era n, a La "quimera de hacer que el hombre vea por med io de la
su vez, los princip ios de la m at ematica los que servían de funda- geometría" u ha despl azado el verdade ro punto de vista de la in-
mento a todos los demás. De aq uí que toda ma nifestación verda- vestigación. Berkelev, a nte todo, desli nda el pu nto de vista rigu-
dera y au téntica del espíritu hu biese de ajusta rse a este mod elo y rosamenre psicológico de la consideración ---q ue él llama "ñlosó-
comprenderse, en últ imo resultado, por analo gía con el mé todo d el fico"- de todos los dem ás métod os con que la física y la fisioJ,6gía
ra?:ona mienw matemático. La int erpretación intelectiva de las im- abo rdan el problema de la percepción.
presiones de los sentidos es considerada como obra d e u na especie " U n prob lem a, que es misión de la filosofía resolver, consiste
de geometría inconsciente, q ue ejercemos en el acto de la visión. e n explicar cómo el espí ritu y el alma del hombrl logran ver.
El conocimiento d e la magnitud y la distancia d e los objetos se O tro tema, com pleta me nte d istinto de éste/y que cae ya dentro
obti ene a base de un " razonamiento" que el propio Descartes com- del campo de la geometría, es el de saber cómo se prod ucen el
pa ra al métod o seguid o en las med iciones t rigonom étricas. movimiento de determinadas pa rtículas - en una dirección dada,
Pues bien, la critica de Berkeley se manifi esta en contra de este la refracción y la reflexi ón de los rayos de la luz, la explicación
concepto del "razonamiento incon sciente". T odo fundamento adu- d e las sensaciones de la vist a a base del mecanismo del ojo cons-
cido pa ra explicar un conteni do o un proceso cua lquiera de la titu ye, finalmente, un tercer problema acerca del qu e tiene que
conciencia tiene que cumplir, ante todo, una cond ición, que es pro nunciarse la anatomía experime nta ]. Estos dos últimos puntos
la de caer d ent ro de l ca mpo mismo que trata de ilumina r y de su de vista pueden revestir 'cierta importancia práctica y corregir
jurisdicción. Por tan to, lo que no pueda descubrirse y demostra rse algunos de los vicios y ·defect os de la visión, pero sólo la primera
en la conciencia misma debe rechazarse desde el prim er momento teoría nos permite penetra r verdadera me nte en la na turaleza de
como pri ncipio o como nexo de toda der ivación verda deramente la visión misma, conside rad a como un acto d el espíritu. "
psicológica.4 En su conjunto, sin embargo, toda esta teo ría pued e red ucirse
A la luz de este crite rio, se desprende inmedia tamente la a un problema único, a sa ber : zc ómo pued e expli carse que una
insosreni bilidad de la teoría anterior. Las líneas y los ángulos serie de im presiones de los sentidos tota lmente distintas de las re-
a cuya d iferencia nos atenemos, según aq uí se establece, pa ra juz- presentaciones del senti do del tacto y q ue no gua,.dan con ellas
gar com parativamente la distan cia entre las cosas, sólo existen la m enor conexión evoque n en nu est ra conciencia, sin em bargo ,
pa ra el observador que ve las cosas desd e fuera y que desc ribe estas representaciones y pu edan represewcr indirec tamente toda s
a posteriori el acto de la percepción, pero no para el sujeto sen- las relaciones y todos los nexos que entre ellas existen? T Dicho en
sible mismo. No puede, por tamo, rec urrirse a ellas cuando se tra -
!>Cf. N ew the<-r)' 01 " ;$;001 , SS 12, H, 2l.
ta de com prender cómo nace en la conciencia misma una deter- 6 New l he<>ry 01 .. i.•ion, S 53; d . U 3, 4, 24 n:
minada h ipótesis ace rca de las magnitudes y las dista ncias y de 1 T he 1" "OT:t 01 visíon vindicaled and e>:plaifU"d (1733), S43; d . especial-
qu é motivos ps íquicos eman a. Los conce ptos matemáti cos son, men te § 37: knowledge 01 rhese connexicns, relations and d ifferences of
things visible and tan gible, their nature, force and signific ancv ha lh Olor been
.!I Descart es, Dióptrica, ca p. VI, seco 17. duly con 5ide red by forme r wr irers in O prlcs, a nd seems te have been th e greae
el.
New lheor:t 01 vil ion , S 70, "Thae which ls un perceived c. nnot sug- dt sideTamm in rhar sctence, wh kh for wa nt rhe reof was ccnfueed and imp er-
ge..t lO ou r pe lce ption I ny othe r th lng" ; v. l. e.• H 19 y 90 y pa.u . Iect. AT rearise, tbere fore, o f this philosophical kind, for the u nderstan ding
l44 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO BERKELEY 245

otros términos: lcómo una determinada " percepción " puede signi- de otra? 8 No media ninguna relación interior y objeti va entre
ficar algo que no es? ¿Cómo puede desempeñar, trascendiendo de ambos grupos de sensaciones; es la experiencia y sólo ella al pasar de
su contenido inmediato, una función por medio de la cual repte- un grupo de sensaciones al otro, gracias a la constante asocia-
senre para nosotros cualidades y relaciones de una naturaleza to- ción en que nos las presenta. La conc iencia, en este proceso, no
talmente d istinta? se halla dominada por leyes racionales, sino que se deja llevar
Fácilmente se comprende que no es la lógica la qu e crea este exclusiva mente por el im pulso de la asociación; las fuerzas pro-
nu evo y pecu liar valor y la que puede responder por él. El reino pu lsoras que la guían no son las del razonamiento deductivo, sino
de la lógica sólo llega hasta donde se trata de una conexión riguro- las del hábito y la costumbre (habit and custom} . Berkeley pro-
samente necesaria entre contenidos, donde uno de los elementos pone un termino nuevo y muy expresivo para designar esta rela-
relacionados se contiene en el otro y puede derivarse de él en ción : el nexo entre los diferentes contenidos no es razonado, nos
virtud del princip io de la identidad. Ahora bien, el problema dice, sino "s ugerido" (suggested). Este concepto asume ahora el
que aquí se plantea es el de descubrir una conex ión entre dos com pleme nto crítico de la "percepción" simp le. Indica que no
grupos totalmente dispares de fenómenos y de explicar la rransi- es la simp le materia de la im presión de los sentidos, sino su for-
ción que la conciencia lleva a cabo entre ellos. El nexo que mación y su articulación a través del "alma" la que crea las "cosas"
mantiene en cohes ión las impresiones visuales y las impresiones en su forma defi nit iva; 9 pero nos hac e ver, al mismo tiempo,
del tacto no rad ica en la propia natura leza de estas ideas . Cierto que, en esta plasmación, el espír itu no realiza ninguna actividad
es que ambas parecen fundirse inseparablemente en la imagen consciente de sí misma ni de carácter autónomo. No es ninguna
completa del universo: existe entre ellas una dependencia funcío- función lógica peculiar, sino una especie de impulso natural de la
nal perfecta, de tal modo que podemos concebi r cada contenido conciencia, regulado por medio de la experiencia, el que nos
de uno de los campos de imp resiones como directamente subordi- instruye acerca de la magnitud y las distancias de los objetos y,
nado al otro. Sin embargo, la reflexión epistemológ ica nos enseña con ello, acerca de su ser y de su ordenación.
inmediata mente que este vínculo no es ni originario ni indestru c-
tib le. Il
Berkeley se apoya, para demostrar esto, en el conoc ido proble-
ma planteado por Molvneux en su Óptica y que había sido discu-
LA FUNDAMENTACiÓN DEL IDEALISMO

tido ya por Locke: un ciego de nacimiento que recobre de pronto No hemos de seguir paso a paso las diferentes fases en que este
el don de la vista por medio de una operación afortunada, ireco- pensamiento se desarrolla y fundamenta. Por muy im portantes
nocerd los contornos y las formas que ahora le transmite el ojo que sean para la historia de la psicología, en cuanto a la crítica
como los mismos que antes le transmitía el sentido del tacto; rela- del conocimiento representan tan sólo otras tantas variaciones del
cionará, por ejemplo, directamente la forma visible de un dado mismo problema fundamental: el de saber cómo es posible que
con la forma tangible de la misma figura, refiriéndolas ambas a las sensac iones se conv iertan en objetos; que lo "interior" se t rue-
un soto objeto? que en lo "externo".
Es evidente que a esta pregunta debe dársele una respuesta 8 V. New th eory 01 vision, 103, § 158.
negativa , pues Zqué seme janza existe entre la luz y el color , de 9 Cf. especialmente The th eory 01 vision vindi cated and "xplained, 9:
una pa rte, y la sensación de la presión y la resistencia del cuerpo, "Besides rhings properlv and irnmediat ily I'ercei wd by anv sense, rhere may
be aleo Olher th in¡¡s sUIl;:-eHed ro the mind by rneans of those proper and ím-
of Visión, ;8 at leasr as necessarv as the physical considerarícn oi rhe eye, mediate obje crs: which lhings so e-e not objects 01 ¡hat scnse, being
nerve, coats, humours, refracríons , bodily nat ure and morion of Iíghr, 01 the in tTuth <mly objects 01 the imagination (lnd original!y belongin;:- ro sorne O/he,-
geometrical application of línes a nd angles for praxis or theorv." sense or facu lty,"
EL SISTEMA DEL EMPIRISMO BERKELEY

En la T eoría d e la vis ión, Berkeley evita todavía examinar y Es aq uí, por ta nto, dond e cobra toda su fuerza y toda su gene-
desembroll ar totalmente las dificultades dialécticas de esta cont ra- ralidad el problema, circ unsc rito ha sta ahora a un objeto especial.
dicción . En esta obra se contenta con formul ar la contraposición Los di ferentes campos de las im presiones de los sent idos no tienen
con qu e la concepción pop ular del universo se da por satisfecha¡ ninguna prelación e ntre sí, cuando se tra ta del problema general
las sensaciones del sentido de la vista, nos d ice, son los signos con de la objetividad : del mismo modo que , de una parle, sólo puede n
qu e nos rep resentamos indirectamente los objetos existentes fuera ajusta rse al autén tico concepto del objeto conside rados en su
de nosot ros; pero, junto a esta forma simbólica del conocimie nto, conjunto, de otra parte cada un o de ellos, a la inversa, es insu-
poseemos en el senrldo del tacto un test igo independiente qu e nos ficiente para satisfacer la falsa exigencia d e una realidad que
asegura de un modo directo e ineq u ívoco la existencia de las cosas. quedaría al margen de tod a correlación con la conciencia. El
La "ext ensión tangible" es eq uiparada a la "extensión real", que físico puede atribuir los colores y los son idos a la form a y al m ovi-
posee una existencia propia al margen de la experiencia. 10 miento y tratar de "explicarl os" por virtud de estas deterrmnacio-
Sin embargo, si tuv iésemos que considerar esta solución como nes geomét ricas, pero sería completamente erróneo interpretar esta
definitiva, fracasaría con ello, al mismo t iempo, la fina lidad reóri- relación y esta subord inación, que admitimos para el fin de u na
ca fu ndamental de Berkeley, ta l como se presentaba ante nosot ros agrupación del saber, como un a cont raposició n en cua nto al ser y
en un principio. Si los dos extremos que la Nueva teoría de la atribuir a la extensión otro tipo de existencia qu e al color, por
visión aspira a enlazar, la percepción en nosot ros y la existencia ejemplo. Ambos son dados y conoci dos de nosotros, directamente, )
absoluta fuera de nosotros, se engarzase n por si mismos en un lugar tan sólo como estados de un sujeto; y am bos son, asimismo, Iunda-
cualquiera, no haría falta para nada tod a la armazón discursiva mentos igualmente necesarios para poder llegar al mundo emp írico
de la obra. Sin embargo, el propio Berkeley nos dice que se tr ata, de las "cosa s", es d ecir, a la represent ación de un orde n de los
simplemente, de una limitación que él mismo se im pone con vistas fenómenos regu lado por sus leyes v, por ta nto, objetivo. La sep a-
a la ex posición. ración incond iciona l entre cualidades prima rias y secunda rias y
En su obra siguiente, el Estudi o soore los princiPios del cono- ent re la form a de existencia q ue debe atribuirse a unas y orras
cim iento humano, al aborda r de nu evo el prob lem a, planteándolo desca nsa, en el fondo, sobre la misma confusión de do.s insta ncias
en una conex ión discursiva más a mp lia, ind ica como fina lidad de de conoc im iento q ue originaba el error d e la teoría de la perce p-
la obra a nterior el d emost rar que los verdaderos objetos de la vi. ción : una abstracción metodológica, q ue pod ría ser útil y estirnu-
sión no existe n fuera del espí ritu ni son ta mpoco copias de las cosas la nte en cua nto tal, es elevada al ra ngo de una rea lidad meta-
externas. física.
"Por lo qu e se ref ier e a las im presiones del senti do d el tac to V olvernos a enco ntr a rnos, por consiguiente, con el mismo
-e-p rosigue-c-, es precisa mente 10 contrario lo qu e sup onemos, en obstáculo que, aquí como en tod as partes, se opo ne a la captación
esta obra : no por que , pa ra fundamentar mi concepción, fuese neo adec uada de las " percepc iones primarias". Par a qu e este fondo
cesarlo da r por supuesto este erro r tan generalmente difu ndido, sino fu nd am ental de tod o nu est ro saber sea depu rado de las mú ltiples
porq ue no entraba en mi propósito refu ta rlo en un tr atad o sobre mezcla s y oscurecimientos en qu e nos lo ofr ece la "experiencia"
la visión." 11 usual, para que la percep ción "pura" pueda ser cap tad a libre de
todo ad ita me nto engañoso, es necesario, an te todo, eliminar esta
1(1 er. espe clal rnente N ew the ory 01 vision, S lU : "Fce 1111 visible rhín gs are fuente constante de error es, descub riendo y esclarec iendo el error
equallv in lhe m ina, anJ tak e u p no pa n o f the exte m al space: sn d ce nse- psicológico fundamental. Y el cam ino de esta cr ítica del concepto
quenrlv are eq uid lsts nt Irom any tangible thing, wh ich exisrs withou t rhe
mind", 1. c., B 74, 94 ss. abstracto eperecc clara me n te seña lado por el m étodo que Berkeley
11 A ¡rcadse ccnce...ning ¡he principIes 01 human knowledge (1710) , § 44. toma como base y que con trasta en su teoría de la perce pción.
Zf8 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO BERKELEY 249

Cuando nos proponíamos poner de manifiesto una " percepción" "Si nos fijamos en el procedimiento que el geómetra sigue para
que encierre y refleje por si sola el espado tridime nsiona l, nos mostrar cómo una línea puede dividirse en dos partes iguales, ve-
trazábamos, como ahora debemos reconocerlo, un postulado falso mos cómo comienza por dibujar, supongamos, una línea de una
e irrea lizable. Ninguna simple representación sensib le podría ser pu lgada de longitud. Esta línea, siendo de suyo una líne a con-
conside rad a como cop ia directa de las relaciones de situación de los creta, es, sin embargo, por su significación , u na línea gen era l, ya
objetos. Si qu isiéramos encontrar el auténtico término correlativo que del modo como aquí se la emplea representa a cualesquiera
psicológico de estas relaciones objetivas, tendríamos que remon- otras líneas especiales, a todas las demás, de tal manera que lo
tarno s siempre, necesar iamente, al proceso de la conexión d e las que con respecto a ella se pruebe vale para tod as o, dicho en otras
representaciones, qu e no se traduce nunca en ni nguna imagen términos, para la línea en general."
sensible concreta; tendrí amos que reconocer en la sensació n con- Por tanto, este carácter de generalidad no se basa en el hecho
creta, aparte de su contenido inmedia to, una función por vir tud de que exista una línea abstracta, sino en que el caso conc reto
de la cual puede expresar y representar otras. que destacamos aquí posee la virtud necesaria para exp resar indis-
• No tenemos más que am pliar este resu ltado y expresarlo en su tintamente toda la variedad de las líneas especiales y para respon-
significación general, para obtener la verdadera apreciación lógica de r por todas ellas." La representación en cuanto tal es y sigue
y psicológica del pensamiento concePtual. Los conceptos abstractos siendo indi vidual: su "generalidad" no representa un incremento
no son reatidades psíquicas especiales con que nos encontremos de cont enido, sino una cualidad y un matiz nuevos y caracreristi-
como desprendidas de la conciencia. Quien las conc iba de este cos, que adquiere al ser considerada a través del espíritu.
modo y trate de encontrarlas desde este punto de vista, se verá en Si nos fijamos solamente en el contenido de esta teoría, no
seguida em brollado en absurdos evidentes y tangibles; tendrá que parece diferenciarse apenas en un solo rasgo de la teoría del no,
habl ar, con Locke, de un "triángulo abstracto" que no es ni rec- m inalismo medieval, teoría que en la époc a moderna volvemos
tángulo ni isósceles, ni equilátero ni escaleno, que no posee ni nguna a ver mantenida bajo múltiples formas.t- D onde la teoría de
de estas características concretas ' y qu e, al mismo tiempo, las po- Berkeley cobra su originalidad y su significación específica es en la
see todas en su confunto.w posición qu e ocupa dentro del sistema de este pensador, visto en su
Sin embargo, aunque toda existencia, metafísica o psicológica, conjunto. La " función representativa" que Berkeley atrib uye al
atribuída al concepto abstracto sea de suyo contradictoria - ya concepto no se mani fiesta en él como algo totalmente nuevo y sin
qu e existencia significa, en rigor, precisamente aquella determina- transició n alguna; esta función hubimos de reconocerla ya, por el
bilid ad in dividual completa que el concepto general excluye y contrario, en la misma sensación al partir de ella para llegar a
repudia- , no por ello tenemos por qué renunciar, ni mucho me- la intuición de los objetos empíricos extensos en el espacio. Es aho-
nos, a su v igencia dentro de la totalidad de l conocimiento. Esta ra, por tanto, cuando el concepto aparece plenament e exp licado
vigencia radica en la capacidad del espír itu no sólo para cap ta r y derivado, ya que no hacemos otra cosa qu e volver a encontrar
las especiales peculia ridades de una representa ción concreta, sino en él, en una fase distinta, la misma función que se manifestaba ya
para abarcar en una sola mirada, trascendiendo de ella, todo el corno activa en la percepción. La "percepción" parece agotar aho-
grupo de representaciones aná logas o afines que comparten con ra, en efecto, el contenido total del ser psíquico, en cuanto que
aqu élla un rasgo caracterís tico cua lquiera. Por tanto, tampoco aquí -conforme a la concepción críticamente rect ificada que nos he-
es tanto el contenido como la función de la representación lo que mas form ado de ella- la pensamos como caracter izada no sólo
constituye su contenido de cono cimiento.
12 V. Locke, ES$ay. IV, 7, § 9, y observaciones de Berkeley: PrincipIes 01 13 Principies 01 human know!edge, Intr'od ucción, § 12.
human knaw ledge, Introducción , § 13. New rhcory 01 t'ision, § 125. u Cf. espe cialmente vol. 1, pp. 175 ss. y 250 s.
250 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO BERKELEY 15l

por su propio contenido inmediato, sino tam bién por sus m últiples manente? u El ídolo de la materia absoluta tiene necesariamente
nexos y relaciones de carácter asociativo. que redu cirse a la nada, a la par con el de la representación abso-
Sin embargo, y a pesar de lo m ucho que Berkeley desta ca y luta. Una vez que se recon oce qu e la representación conc reta sólo
coloca e n el primer plano la lu cha contra los conceptos abstractos, debe su sentido y su contenido de conocimiento a las relaci ones
concentrando en ella toda la fuerza de su d ialéctica, esta lucha qu e en sí rep resenta y mater ializa, se desprend en de ello imperan-
no representa, de ntro de la totalidad sistem ática de su filosofía, vamente todas las dem ás consecue ncias. Pues rodas las relaciones
más qu e una prepa ración y un eslabón intermedio. Los tiros van entrañan ---segÚn destaca agudame nte Berkelev-c- un acto del es-
d irigidos, sobre todo , contra u n determinado conce pto concreto, piritu,16 sin que puedan co nceb irse como separadas de él. El mero
cont ra una funesta abstracción. Toda la metafísica del problema contenido de la percepción concreta tiende siem pre con stantemente
del conocimiento se contiene y se enci erra en este con cepto con- a proyectarse en un "más allá " tr ascendente y a vin cularse a una
cret a de la existencia. imagen primaria existente de suyo; el acto de la percepción , por
El contenido de la conside ración se ah onda ah ora, al estre- el contrario, se realiza y se agota plen amente en el yo y encue nt ra
charse su rad io de acción y conce ntra rse en un problema concreto. en él su único "original". La "realidad" de un contenido sólo
La nu eva concepción que hemos adquirido d el carác te r de la nos es transmitida por medi o del modo en que este contenido nos
conciencia reclama una nueva de ter minació n de la rea lidad del es dado en la representación; e incurriremos en el error funda -
objeto de la naturaleza. Siemp re que en el an álisis de la concíen- mental y de principio, causa de rodos los demás, si intentamos des-
cia nos deteníamos en la " simple" sensación como en el cont enido truir esta conexión por m edio de una sepa ración arbit rari a, es
decir, si separa mos los objetos de la conciencia de las cond iciones
fu ndamental au t éntico, se postulaba a la par con ella, consid erado
de la conciencia, fue ra d e las cua les jamás pod ríamos llegar a
por su parte a la ma nera de un ser fijo e inmutab le, el objeto exre-
conocerlos. El yo pensante y el contenido pensado se refieren
rior absolu to.
necesariamente el u no al otro; quien intente separa r el uno del
El " fenome na lismo" pu ro se tru eca cons tante mente e-según
otro estos dos polos contrarios y rete nerlos en una separación abs-
hemos pod ido observa r por el ejem plo de Hobbes--- en un realismo
tracta, destrui rá con ello el organismo y la vida del espíritu mismo.
simp lista : la percepción, reconocida como el principio y la base
"Tan im posible como ver y sent ir algo sin una sensación de
necesaria de la construcción sistemática, conve rríase a su vez en el hecho es postular en el pensamiento cualquier objeto o cosa sensi-
prod ucto de un m undo ind ependiente de los cuerpos que la ante- bies separados de su sensación o de su percepción." 11
cede (v, mpra, pp. 19 1 s.l , Sin embargo, pa ra Berkelev, se con- La concepción fu ndamental de que partía la Temía de la
vierte en algo preca rio y cad uco la premisa que conducía cons- .fión de Bcrkelev experimenta aquí una nueva profu ndización. Así
tantemente, una y otra vez, a esta conclusión. El contenido de la como allí se trataba de demostrar por medio de qué combinación
conci encia no se reduce, para él, a los datos conc retos de la sen-
sación y la representación, sino que nace solamente en su conexión r e "How rhen is it possible rha t rh lngs p"tl'<'tual1y fleeting and variable as
mutua : la conciencia no es, por su na turale za, algo que exista de our ideas shculd be copies or ímages of anyrhjng Hxed IIml ccnstantt Or, in
orher wc rds, since all sensible qua lities, as size, figure, colour, etc., that is our
un mod o quieto y cer rado, sino un proceso constantem ente re- ideas are cominually changing u pon every alremt lon in rh e diaranc e, med ium
novado. or ínsrrumen tli of sensatíon; how can any determina re mat er ial objects be proper.
Ahora bien, [c ómo n uestras ideas, q ue se suceden las una s a Iy rep resented or paínred fo rth by disrinct each of which is so
las otras en cons tante cambio y qu e, por tanto, no representan de different from and unli ke the rest" (Th rec Dial0i'uCS between H y¡as and
suyo mas qu e un acaecer en el t iem po in int errumpido, pu eden Philon ous, 1713, diálogo 1, ha cia el final).
16 V . PrincipIes 01 hu man. Jm owledge, 142.
reflejar ante nosot ros u na realidad externa in condicionada y per- 17 V. Princi p1.es "f hu man kn owledge, S S; d. especialmente § lO, 81 u .
252 EL SISTIMA DEL Ein'IRISMO BERKELEY 253

asociativa m utua de las impresiones de la vista y el ta cto na ce la ello la espectativa de posibles percepciones, que bajo de terminadas
imagen objetiva del espacio, se tr ata a hora d e comprender que con dicione s pu eden realizarse para nosotr os.
la existen cia total de 10 que llamamos la naturaleza objetiva de las " Los árbo les son en el jardín, están en él, qu iéra lo yo o no lo
cosas se re tro trae a un proceso a nálogo y encuentra en él su defí- quie ra, ya me los rep resente o no; pero esto sólo quiere de cir una
nitiva funda mentación. No es la conexión con. un mundo de cosa : qu e no tengo más qu e ir al jardí n y abrir los ojos, para verlos
sustancias corpóreas, sino la consistenci a y coh esión qu e revela ne cesar iam ente." 19
en sí un complejo de representacione s lo que confi ere a éste La teoría idealista pu ede asimilarse aquí, de este modo, la ma-
el valor de la realidad. Llamamos "reales" aqu ellos grup os de nera de expresarse de la concepción usual del mu ndo. T am po-
sensa ciones qu e, a difer encia de las formas vagas y m udables de la ca para ella agotan el ser, ni mu cho menos, los cont eni dos exi sten-
fantasía, presentan una estr uctu ra inmutable, un a coheren cia y una tes de cada vez en la concien cia; tambi én para ella las sensaciones
continuidad constantes. di rectamente dadas form an solame nte los "sím bolos" incom pletos
La pauta real de la s cosas es sustituida, aquí, por una pauta de la realidad. Pero lo que en estos cont enidos aparece simboli-
puramente ideal; 10 que conv ierte los fenóm enos en "objetos" son zado no son ni ngun a clase de cosas absolutas fuera del espíritu, sino
la ordenación y las leyes que en ellos se acusan. En esta explica- el conjunto y la conex ión ordenada de la experiencia to tal de
ción, Berkelev coincide casi al pie de la letra con la dete rminación nuestro espíritu. Las percepciones actu ales no perman ecen aisla-
leibniziana del concepto de " fenó me no" y de su realidad. lB Pero, das, sino que , en virtud de la con exión sujeta a leyes en que se
precisamente esta coincide ncia ilumina nítidam ente la con traposi- hallan con otras, expresan ta mbién a éstas, de tal modo que po-
ción de los métodos, pu es mientras que en Leibniz el enlace de seemos indirectam ente en ella s la totalidad d e los posibles conte-
los fenómenos qu e encierra la garantía de su realidad se basa nidos empíricos y, por consiguiente, la totalid ad de las cosas." La
"en las reglas id eales de la aritmética, de la geometría y de la fundamental ecuación esse = percipi sólo cobra su verd ade ro sen-
dinámica", es decir, en úl tima insta ncia, en nor ma s racionales tido cu ando comprendemos la percepción en su significación críti-
de vigencia necesaria y general, en Berkeley sólo es, una vez más, camente rectificada, cuand o conjunt amente con ella concebimos,
la asociación empírica de las rep resentaciones la llamada a ins- por tanto, la función de representar la conexión emp írica en la que
truirno s acerca de su conexión. a parece situada.
Lo "real", según esto, no es solamente, por tanto, el contenido Si desde aq uí volvemos la mirad a sobre el com ien zo de la
de la percepción actual, sino también todo lo qu e aparece rela- investigación, nos damos cuenta de la consecue ncia rigurosa y sin
cionado con él según una regla empírica. A firm arnos con pleno lagunas con qu e se suceden unas a otras las tesis fun damen tal es
derecho que los objetos existen t am bién fue ra del acto conc reto de Berkelev. El "i dealismo", t al como se le entiende y se le pro-
y eventual de la percepció n; pero no por ello los situam os fuera
de tod a relación con la conciencia, sino que sólo expresam os con 19 V. el diado cien tífico d e la pr imera época de De rkele y, publicad o por
Fras e r: COnJnJonp !ace Book (170 5·08) . (WoTks of Berkdey, eds. pot Al exan der
18 Cí. esp ecialme nt e Dialogues berwee n Hylas an J PhilollOUS, 1Il. "These Campbe ll Fraser, .. vals ., n ueva ed., Oxfcrd, 1901, 1, 65.)
a nd the ¡ike objectio ns vanish, if we do not mai nta in th e b eing oí absolure 20 C f. esp ecialme nte Dialogues I (ha cia el fin al) : "1 gran t we may in e n e
exeernal originals, bu r place rhe real ity oí things in idea s, f leetin¡¡ Inde ed an d accept at ion be said to p ercelve se nsible thin gs mediaw /y by sense -that is,
changeab le ; h owever no t ch anged at ra ndom, bur acc ord ing ro thc lixed ceder when from a frequen t!y pe rceív ed con nexion, the imme d iate perceptio n o f id eas
of na!ure. FOT, herein consurs tha.t constancy and rrnth o{ thi ngs which secures by one sense su ggcsts ro th e rnin d orhe rs, perh aps belon gíng ro ano th er se nse,
al! rhe cc ncer ns 01 life a n d di stin guishes rhat wh ich is real fTo m rhe irregular wh ich are wont to be connected w ith th em . Fo r lnstan ce, when 1 hear a cca ch
visions of fanl:j." C í. con esto la defi nición leib n iziana d e la "reali d ad" d e las dr ive along rh e srreers, írnrnedia tely I perceive on ly rh e sou nd : bu r, from the
cosas d e los sent idos, e n la qu e se d estacan con Igual fu erza el eleme nto co in- exp erience 1 h ave h ad rh ar su ch a sound ís con n ecte d with a coach , 1 am Rai d
c ide ncia y el ele mento contra pos ición: v. vol. l, pp. 376 5., nota 1+7. to h ear th e coac h." .
254 El SISTEMA DEL EMPIRISMO BERKELEY 255

clama aquí, no es un a tesis arbitraria y especula tiva, sino qu e se qu ien infundió nueva vida a esta teoría, en el apéndice a su
contiene ya, como un resultado necesario, en el punto de vista Opri ca.22
originario con qu e se in icia el análisis de Ber kelev. El contenido La N ueva teoría de la "isión h abía emprend ido la ob ra de des-
de esta filosofía entra todo él, de un modo pu ro y sin dejar resi- arraigar esta con cepción , re mitiéndose para ello a los hech os psic o-
d uo, en el mé todo de este pensador. Una vez que nos situamos lógicos, ah ora, Berkelev se pro pone demostrarla como incompatible
en el punto de vista de la "exper iencia pura" y rech azamos por con los primeros postu lados lógicos. Las contrad icciones en que
principio todo lo qu e no apa rece acreditado por medio de ésta, no nos embrolla roda hipótesis de una pauta tra scendente del conocí-
existe ya para nosotros opción posible. La determ inación del con. miento no apa recen descubierta s en ningun a otra obra con ta nta
cepto de la realidad hasta la qu e hemos penetrado no es otr a cosa agud eza n i de un modo ta n apremia nte como en los Diálogos
Que el escla recimiento compl eto y la exposición an alítica del pen- ent re Hylas 'Y Filonús de Berkeley, libro qu e se convierte para
samiento metodológico fu nda me ntal. siem pre, por ello mismo, en el a rsena l del idealismo.
C laro está que, pla nteado así el problema, ese conce pto no Los argumentos de esta obra no pud ieron ser superados ni re-
puede demcsererse, en el sent ido ordinario, por medio de eslabones futados con fundamento, despu és de su aparición. Si la e .,.ítica
silogísticos; lo ún ico que pod emos hacer es indicar el camino por de la de Kant no contuviera ot ra cosa qu e el pensamiento
el que tenemos que de scubrirlo en nosotr os mismos por la vía de negat ivo de qu e la verda d de nuestro conocimiento no debe bus-
una int rospección progresiva, siempre que logremos destaca r el con. carse en su coincidencia con las " cosas en sí", no cabe d uda de
tenido dado de la conciencia, libre de todo aditamento extrañ o. qu e los DiáLogos de Berkel ey se anticipa n ya a elote resultado. El
"En vano paseamos la mirad a por los espacios celestes y tra - pensamiento d el "ser absoluto" de las cosas es perseguido a través
de toda s las formas y de todos los disfraces bajo los que suele es-
ta mos de penet ra r en las prof und idades de la tierr a; en vano in-
terrogamos a los escritos d e los sabios y marchamos por las oscuras conderse. por debajo de tod as las consec ue ncias en las qu e, de un
modo consciente o inconsciente, se manifiesta."
hu ella s d e la Antigüedad: basta con que descorramos la cortina
de palabras, para contemplar a nte nu est ros ojos en toda su belleza Este pensamiento, que tra ta de afianzar y a nda r el mundo
de las representacion es en el fondo prima rio de un a certeza incon -
el á rbol del conocimiento , cuyos frutos son excele ntes y se hallan al
alcance de nuestra man o." 21 d icional, vend ría en realidad a ec ha r por tierra tod a la seguridad
de las representacion es y del pen samiento. T odo saber en nos-
El lenguaje sencillo de la conciencia de si mismo refuta, para
otros, pa ra que pu diéramos cer ciorarnos de su validez, tend ría q ue
quien sepa escucharlo, todas las teoría s dogmá ticas ace rca de un
exam ina rse y contrastarse en cuanto a su coincide ncia con las " imá-
ser doble y de un ser desdoblado en sí mismo, ya que en [odas
genes origina rias" t rascendentes. Ahora bien, toda comparación
esta s teorías se cont iene necesar iamente un a premi sa dogmática
entre dos contenidos, tal como aquí se post ula, es ya, de suyo,
qu e jamás puede acreditar ni justificar el conocimient o. Que las
un acto de la conciencia y circunscrito, en cuanto ta l, por los
representaciones qu e en nosotros se da n son las copias de susta ncias límites de la conciencia misma : sólo pod emos compara r el conte-
ext eriores y las representan por virt ud de la semejanza q ue guar-
dan con ellas es a tila qu e no at estigua, ni muc ho menos, nu estra 2Z Acerc a de la teoda newt oni ana de la percep ción, v, infra , pp. 0+37 s.
exp eriencia interior imparcial, sino una afirm ación escolástica que 23 Hylss a lld Philollou s. esp ecialmente d iálogo 11. Cf. PrincipIes, S8, 18 s.,
Berkeley, ciertamente, enco ntró todaví a plename nte vigente en la 24, +5, 56, 57, 79 s. el. especial m ent e Commollp!ace D,,,,k: "The plulosophers
talk much oí a dis tin ctic n twixt ebsolute and relsttv e thinKs or twixt tllings
misma ciencia exacta de su tiem po. Fu e nada meno s qu e Newron consíde red in rhe lr own natur e an d the sarne thing consldered with respect
re uso 1 know nce what they mean by thillgs consid ered in themse !lIes. Thi!
21 Prin.d pl es o f h uman knowl<'dge, In tr., § 24. is nonsense , [argón" (Fraser, I, 53).
256 EL SISITMA DEL EMPIRISMO BERI<ElEY
nido de una representación con el de ot ra, una idea con otra El concepto d e la ley natural form a, por tamo, el auténtico
ídee.w e indispensable térm ino correlat ivo del nu evo conce pto de la rea-
El reproche de que el ideal ismo conviert e el ser en una ilusión lidad, aquí acuñado. La garantía del ser no hay que buscarla ex-
recae, por tanto, sobre los adversarios de esta con cepción : son clusiva meme en la materia de las sensaciones de nu estros sentidos,
ello s quienes despojan de todo valor a nuestro conocimiento em- sino en la conexión sujeta a leyes que esta ma teria presenta, al
pírico, opo niéndo le un ideal falso e inasequi ble. Q uien ve la ser conside rada desd e el pu nto de vista científico. Cierto es que
realida d d e la re presentación en q ue reprod uce un algo irrepre- el valor aquí atribuído a la ciencia se ha lla sujeto, al mismo tiem-
sentable, qui en, por tanto, subordina la apreciación de lo inm edia- po, a la condición de qu e ésta se content e con descubrir los fenó-
tamente conocido a un algo incognoscible, lo qu e hace con ello menos en su coexistencia y en la regularidad de su sucesión, en
es sacar de quicio el saber." vez de tr atar de derivar los de las entidades metafísicas supremas.
La misión de la filosofía, tal como el id ealismo la concibe, no Su función no tie nd e a de scubrir el fondo susta ncial , sino sola-
consiste en critica r y discutir la verdad de la imagen empírica del me nte el contenido inmedi a to de los fenóme nos mismos y a re-
m und o partiendo de una hi pótesis meta física esta blecida de a nte- prod ucirlo de un mod o exacto.
ma no, sino q ue su verda dera meta es, exclusiva ment e, escla recer Por cons iguiente, la "explicación" de un fact uro no puede
el contenido d e esta conce pción del universo y asegura rle la cero significa r ot ra cosa que la demostración d e su coincid encia con
reza de sí misma. No se tra ta de negar la existencia de las cosas hechos previamente conocidos : pod ernos deci r que u n fenómeno
sensibles, sino, por el contrar io, de esclarecer tota lmente el sentido ha sido plename nte com prendido cua nd o se le pone en conso-
que, en la practica de nuestra experiencia, asociamos al concepto nan cia con la total idad de los h echos em pfricos." Por ta nto, las
de la existencia.w Y el signo decisivo de ello lo tenemos, como conexiones qu e la ciencia de la naturaleza estab lece no tienen el
hemos visto ya, en la constancia y en el e nlace regular d e los con- ca rác ter de las relaciones e ntre el funda me nto y la consecue ncia
teni dos d e las representacion es. La d iferencia entr e la quimera y lógicos. Es cierto qu e los eleme ntos pueden, en virtu d de la rela-
la rea lidad perm an ece, por tanto, en pie y conserva su pleno vigor: ción constante que los un e, servir de "signos" los unos con respecto
existe una "naturaleza de las cosas", por cuan to qu e las ideas en a los otr os, de tal mod o qu e, al presenta rse uno de ellos, pueda
nosotr os no apa recen y desapar ecen arbitrariamente, sino que pre- preverse y pred ecirse con seguridad la apa rición del otro, pero
sentan en su desarrollo una derer minabilida d objetiva y uni voca.st la un ión que entre ellos existe no pue de ca pta rse nunca más qu e
N V. Principll!S o/ human krw,,:ll!dge , S 8: d ¡oilogo 1; Th eory o/ ";sion vi nd¡.
por medio de la experie ncia, sin que pueda llega r a comp renderse
ceeed a nd uplain<,d, H 26s. conceptualmente ni a demostrarse como necesar te.w
u "lbe supos ition rhat Ih ings arl! dis nnc r from ideas rakes away al! real Por ta nto, las " fuerzas" int rod ucidas por la filosofía ma tem á-
rru th and cc nsequ entlv br ings in a universa l s.,: ept icism: since aJI ou r knowled- tica d e la naturaleza no son mas que magn itudes metodológicas
¡:e aOO ccnrempla tion is confined bOI tdy ro OU t e wn Common place Book
auxiliares que sirven para designar en for ma conjuntos
(Praser, 1, 30). C f. especial mente P'inó l'l<'s, H 'lO, 86. 67 y 105 D úilog05 enl'l!
HyLu 'J FJ on us, donde esecs apa re(:l!n conseante menre sub- de fenómenos, nunca potencias reales qu e hagan brotar por si mis-
rayad os \. f'resem ados a trav és de mo ll iples varia nTeS. mos los fen ómenos ."
26 cr. Com mOflpl/lCe Book, 1, 27: "" is on ,h<' d iscOVI!rin g o/ ,he n.:lllm ' an<!
mettning and impon 01 Existence (hat 1 ch iel!)' insu t" ... "Le, u not 10 be said remain s u sec u re as ever, . nJ Is as real as ever . is a rervm na.rw. a and
rhat 1 tak e alJl<1)' existe nce. I o nl)' dl!d ólu ¡h e meaning 01 th e woyd, so far aS I rh e dístinctlon bet;ween realtríe s and cbimeras retain s in {un forc e." Prin cipleJ,
can compreh end ir' (ibid., I, 29). !i 34. cr. especialmente C ommo nplace Book , I, 83.
27 "T o al! whi ch, en d wh a reve r else of the earne sorr may be objected, I 2s C f. Pr incipIes, § 62, 105 J.
answer tha t by rhe pr incip1e5 pr em i5ed, we are nce deprived of an y en e thing 29 Prin cipIes, !i 65, 108 J. C f. espec ialmente la obra De motu (lno.
in natUre. Wh atever we see, feel, hear or anywise conccivc ee und erseand 80 De TJWlU. H 6, 17, 26, 39 J.
258 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO BERKELEY 259

A l proclamar esta concepción fu ndamental, Berkeley se siente contacto con la tr abazón in comparableme nt e coherente del pensa-
identificado en el plano de los principios con la ciencia de su miento de Berkelev. Los res ultados a que llega este pens ador no
tiempo: el propio Newton había insistido siempre, hasta la sacie- pueden medirse n i valorarse nunca más que a la luz de su propio
dad, en que sus inve stigaciones tendían exclusivamente a descu- mé todo.
brir las leyes de los fenómenos naturales, pero no a conocer sus El problema debe formu larse así: mena realmente este método
"causas" absolutas. No importa que Newton no se atuviera siem, la fu nción que se plantea, es decir, logra captar por sí misma: la
pre estrictamente a este principio, que en la explicación de los experiencia pura, despojada de todo aditamento "metafísico", y
hechos deslizara, a veces, elementos que escapan, por pri ncip io, a d ispone de los medios nece sar ios para llegar a comprender y a pe-
toda posibilidad de confirmación por med io de la experiencia: netrar plenamente la estructura de la experiencia misma?
para pon er su ciencia a tono y en consonancia consigo misma, bas- Comenzando por la segunda pregunta, vemos que ésta nos re,
ta con recapacitar sobre su máxima originaria y propia. rrot rae de nu evo, de momento, al centro de la teoría lógica de
La polémica de Berkelev contra los conceptos newtonianos del Berkelev, a la determinación de las relaciones entre la sensación
espacio absol uto y el tiempo absoluto debe ser considerada, por y el juicio, entre la percepción y el concepto. La polémica sos-
tanto, como una crítica inm an ente, destinada a restablecer la uni- tenida por Berkeley con tra los "conceptos abstra ctos" no ha ago-
dad metodológica del sísrema.v De este modo, vemos que el tado, ni mucho menos, su tema. Su mirada se dirige exclusivamente
análisis del con teni do objetivo de los principios científicos ccin- sobre un modelo histórico con creto; se vuel ve únicamente en con-
cide punto por punto con el resultado del análisis psicológico. Los tra d e la determinada forma que Locke había d ado a la teoría
hechos fundamentales psíqu icos, lo mism o que los de la física, han de la abstracción. Por tanto, aunque nos parezca legítima y cert era
asumido una nueva forma al caer por tierr a las bar reras que entre cuando se atiene a esta intención limitada, sus argumentos resultan
ellos había levantado una falsa meta física y que im pedía n conce- carentes de fuerza en contra de la conformación y funda mentación
birlos desde un pun to de vista metodológico común. m ucho más pro fundas, qu e los clásicos del racionalismo, y princí-
palme nte Leibniz, habían sabido dar a la teoría del concepto.
III No se t rataba aquí, en ni ngún caso, de encuadrar a la fuerza
lo general mismo en la forma de la "representación". No se in-
CRiTICA DE LA TEORÍ A BERK ELEYAN A DEL CONCEPTO
tentaba asegura r la im Portancia del conc epto colocando a su lado,
En la histo ria de ia filosofía, la crítica de la doctrina de Berke- como término correlativo psíquico, una vaga "imagen genérica",
ley se aborda casi siem pre desde un punto d e vista que en realidad sino de otro modo: poniendo el concepto de manifiesto como una
es interiormente ajeno a ella. Constantemente se formulan en con- premisa necesaria para toda conexión de contenidos de conciencia
tra de esta doctrina objeciones qu e dan por supuesto como algo in. y, por tanto, para cualquier " verdad" que de ellos podamos predi-
cuestionable, precisamente aquello que su autor pone en duda; sus caro Dondequiera que la matemática moderna se con sideraba como
resultados aparecen constantement e desenc uadrados del marco ori- el modelo de la teoría del método, el método escolástico de la
ginal del planteamiento del problema que sirve de punto de partida abstracción era desplazado y sustituido por el método del análisis,
a Berkelev , para considerarlos por sí solos, como algo aparte. el cual conduce, en el terreno de la lógica, a definiciones y juicios
Ahora bien, semejante enjuiciamiento no puede en modo algu- fundamentales y en el terreno de los h echos a leyes de carácter
no dar en el blanco, ni desde el punto de vista sistemático n i en el amplio. El contenido del concepto no se fundamentaba, por tanto,
aspecto histórico. Todas las objeciones que se hacen al sistema apo yándose en formas acabadas y rígidas, sino a base de las opera-
desd e fuera pierden inmediatamente toda su fu erza, al ponerse en ciones y articulaciones del espíritu.
u Acerca de esta polémica, v. libro VI, cap. 2, infra, pp, 340 ss, Si comparamos con este método la concepción desarrollada por
lOO EL SISTEMA DEL EMPIRISMO BERKELEY 261

Berkelev, no cabe d uda de qu e se manifiesta en ella un rasgo ejem plares, los cuales no es posible, por ta nro.llegar a agotar n un ca
análogo. También él destaca constantemente que la generalidad en la representación real d e lo concret o, tenemos que la comPctra,.
conceptual que a tribuimos a un a representación no es un a "ceracee- cióo de un caso concrero con ot ros presupon e ya el establecimierrtc
rísrica absoluta , positiva" inherente a ella, sino que radica simple- de un punto de vista genera l al que esa compa ración se ajusta.
mente en su ca pacidad de representar ante el espírit u una ind eter- De por si, la simple eq uiparación de representacion es "seme-
minada plu ralidad de otros conte nidos.82 Sin embargo, el contenido jan tes" no basta ni puede basra r nunca pa ra hacer que cobre con-
de la " rep resent ación", que aquí se present a como la solución cien cia apa rte aq uel mom ento fu ndamental en que coincide n y
defin itiva de la dificultad, sólo viene a representar, en rigor, la para pod er contraponerlo como una un idad constante a los cam-
expresión más acusada del verd ad ero problema. bios y muda nzas de los di ferentes conteni dos concretos. No basta
Este concepto, qu e nos salía ya al paso, con la misma significa- con que las idea s concretas sea n más o menos "a nálogas", mient ras
ción que aq uí, en el desarrollo de la teoría berkeleyana de la pero no pod emos observarlas y enjuiciarla.s como ta les. A ho ra bien, para
cepci ón, así como en la definición del objeto em pírico, ya qu e se esto tiene que med iar una función espiritual específica qu e d ifiere
hall a situado, por tanto, en el lugar centra l del sistem a, ent rañ a por principio de la simple captación de los sent idos. Mientras que
desde el primer momento una dualidad de sent ido. El hecho de en la perce pción d irecta el contenido apa rece solame nte como un
que las representaciones se expresen unas a otras y pued an "sus- todo indifcrenciable, aquí nos encontramos , en cambio, con una
tituirse" mu tuamente sólo significa, en primer lugar, según la con- gradaci ón del pensamiento, con un orden d e superioridad y subo r-
cepción fundamental y general de Berkele v, u na cosa, y es que la dinación por virtud del c ual desprendemos las cualidades espe-
aparición de cualquiera de ellas provoca y suscita también, por ciales y fortuitas que lleva consigo la rep resentación, para ver en
la vía asociat iva, la ot ra, la a pa rejad a a ella. Así, por ejem plo, el ellas solame nte la expresión y la mat erialización de una cohesión
hecho de qu e un tr iángulo con creto, obte nido median te el método d el pensamiento general y perma nente. La simp le asociación no
de la prueba geomé trica, pueda respo nder por tod os los dem ás, pu ede llegar a explicar nu nca esta transformación q ue la impresión
obedece en último resu ltado, sencillamente, a la circunstancia de sufre por virtud de la pecu liaridad de nu estro modo de concebir
que todo contenido de la conciencia tiende a hacer qu e resuenen y sin que exp erimente alteración mat eria l. Se trata sola-
al mismo tiempo todos los contenidos concretos análogos a él y mente, en electo, de un en cadenam iento de rep resentaciones en el
a que ta mbién éstos se presenten simult ánea ment e al espíritu, au n- que las partes ap arecen ali neada s entre sí y sit uadas, por así decirlo,
que sea bajo una forma indirecta y at enuada. Lo qu e podemos en el mismo plano, sin qu e llegue a alcanzarse nu nca, por tanto,
predica r y probar de un triá ngulo en particula r vale, por ta nto, en aquella carac terísti ca dife renciación del significado de los d istintos
úl tima inst ancia , con respecto a la total idad de los ejemplares con - elementos, que constitu ye la raíz del concepto. La mera acu mu la-
cretos abarcad os por nosotros en una rá pida ojeada de conjunto. ción de las representacion es no llega a im primirles nunca un nuev o
Fácilmente se com prende, sin em bargo, qu e con ello no se sen tido formal que ant es n o poseyeran; las medi das de las re pre-
explica, ni siquiera se describe, la verdadera función del con- sentaciones conservan siemp re, aquí, su curso simpl e e igual, sin
cepto. La extensión de un conce pto y el modo como se recorra es qu e e n ellas se produzca nu nca una d iferencia ni una alt eració n
algo pura ment e fortuito y accesor io en cuanto a la concepción de rirmica.
su contenido . Ind ependient emente del hecho de qu e un concepto Esto exp lica por qué Be rkeley, ya desde las prime ras mani fes-
general puede abarcar un número y una di ver sidad in fin iros de ta cion es de sus Principios, se ve obligado a in troducir en su pri-
mit iva conce pción una serie de recti ficacion es y de compleme ntos
82 "Unlversaliry, so far as r can co mpreh end, nor con sists in the absolute
posltlv e natu re o r concept ion of an vthin g, bu t in the relation it bears to rhe de tipo positivo. U na deter minada form a geomé trica, por ejemp lo
particula rs sillnified o r repr esemed by ir." Principies, rmr., S 15. un triángu lo rectángulo con lados de longitud fija, puede en el caso
262 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO BERKELEY 263

dado, según se ha dicho, valer como representante de l triángulo esclare cedores-e, en lo que se refiere a los principios de la mere-
en general, siempre y cuando que en el método de la prueba exac- már ica inmedia tamente po ne al desnu do rodas sus d eficiencias
ta no se haga uso de tod as esas determinacion es de que la repre- interiores. Berkeley , aquí, se queda visiblem ente muy atrás de su
sentación no puede prescindir, es de cir, siempre y cu ando que prop ia concepción lógica funda mental. Mientras qu e antes reco-
nuestro saba no descanse sobre aquellas propiedades fortuitas, sino nocía en su ind estruct ible peculiaridad las ope raciones y combina.-
qu e tome en cons ide ración solamente los elementos inm ut ables cienes del esp íritu, colocándolas como factores independientes
comunes a tod os los casos. junto a las im presiones de los senti dos, aho ra es la simple "impre-
" Debe conced erse, pu es, que sólo pod emos considerar como sión" la que, según él, de be suministra rnos el verda dero criterio.
triángulo una figura sin fijarnos para nada en la cualida d especial y así, el concepto de lo infinitamenre pequ eño debe ser rec hazado
de los ángulos o en las proporciones de magnitud d e los lados. pro- de a ntemano y sin limita ción alguna, sencilla mente por no encon-
ced iendo en este sentido, ciertamente, a una abstracción; pero sin tra r apoy o ni testimonio alguno directo en el ca mpo de las sen"!
Que ello demuestre jam ás, en modo alguno, Que pode rnos forma r. saciones, 35
nos una idea abstracta y general del triángu lo, idea que sería COo' El hecho de que exista un límite psicológico de la pe rcepeibí-
tradictoria consigo misma," SI Iídad es, a juicio de Berkelev, la pru eba valedera en cuanto al
Pero es precisamente el derecho a esta consjderccién, por virt ud limite de la posible división. Y la misma conside ració n puede
de la cual captam os lo típico en lo individual y prescindimos de ha cerse, por el contrario, en lo qu e se refiere al problema de la
las peculiaridades variables de la forma concreta, para fijamos ilimi tada multiplicación : la sim ple reflexión de que tod as y cada
solamente en su definición, viendo en ésta la ley gene ral con arre- una d e las part es de la extensión qu e nu estra " imaginación" ha
glo a la cual se forma , lo que constit uye el verda dero problema de ret ener como una unid ad tiene que ser necesa riamente de un a
objetivo que la esqu em ática psicológica de Berkel ey no acie rta a determinada longitud constante, basta pa ra supera r el conce pto de
resolver.e' En efecto, el hecho de que esté dentro de nu estras una magni tud " mayor que cualquiera dada" .M
posibilidades el desviar voluntaria me nte nuestra a tención de las " De l mismo modo que a nu estros sentidos les prod uce esfuerzo
dete rminaciones concret as de un contenido dado sólo pone de y per plejidad el te ner que ca pta r objetos extraordi naria mente pe-
manifi esto, evidentemente, una premisa nega tiva de la "a bstrae- q ueños, nuest ra imaginación, cuya fuente son los sent idos, se con-
ci ón'', Resultando inconcebible, exacta mente lo mismo qu e antes, funde y embrolla también cuand o intenta form arse ideas clara s
que este defecto de nuestra concepción, que disuelve y dest ruye acerca de las partes más pequeñas del tiem po o de los incrementos
como tal la forma representativa, deje indemne en nosotros, sin que en ellas se producen . v. C uanto más an al iza y persigue el
embargo, el meollo y el contenido fijos del sober, revestido de la espíritu las ideas fugaces, más se pierde y se embrolla : las cosas
pretensión de ence rrar dent ro de sí la regla de valid ez general para se le representa n insignificantes y parecen esfumarse y desaparecer
el conocimiento de los casos concretos. totalm ente an te él, a la pos tre ." 31
Por ta nto, aunque la teoria de Berkelev parezca confirmada de Par a refutar objecion es como éstas apenas es necesario detenerse
vez en cuando por la critica de la física empírica -y no hay d uda Common ploce Book, 1, 9: "No reuoning ebc ue thln gs whe recf we have
de qu e la polémica cont ra los conceptos newtonia nos del espacio no id eas, thc refo re no reasomng abour inñníresirnals." el. Principle1, H 130,
absoluto y el movim iento absoluto tuvo efectos fecu ndos y bastan te 132.
ae "W e can no t imagine a lin e or space inf in itely great - the refore absu rd
u V. Pri f\Ciples, Intr. § 16. LIIS fras es citadas al fina l son una ad ición a la to talk or make propositlons abou r it. W e can nor imag ine a lln e, space, etc.,
segunda edición (173+) d e la obra. qu ovis d arc mnlus. Since 'J't whar we imagine mu n be datum aliquod, a thing
Si Cf. acerca de esto las certeras objeciones d e Husserl contra la teoría de can no! be greate r rhan itself." C om mon place Book, r, 9.
la rep resent ación de Derleley: Logische Untersuchungen, Halle, 1901, JI, 17655. 37 Th e Anat'Jst (731), § 4.
264 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO BERKELEY 265

a analizar objetivamente el concepto de lo infin ito: basta con remi- psicológica, intenta Berkelev refutar los conc eptos científicos de
tirse a las propias determinaciones d el concepto por Berkeley. la ma temáti ca, V en particular el concepto de lo irra cional. Com o la
m ismo ma nifiesta incident almente ---en una adición a la segunda desin tegración de tod a ma gn itud dada tiene q u e llegar n ecesaria-
edi ción de los Principios- que, a unque las cosas concretas sólo ment e, en a lgún pu nto, a su té rm ino, hay qu e llega r a la conclusión
formen una colecció n de ideas, las relacione s entre ellas no pueden, de q ue la ca ntidad de pun tos de q ue está for ma da la magnitud
sin embargo, concebirse d el mismo modo: de las relac iones, como tiene q ue pode r reprod ucirse necesa riamente en cada mo mento po r
represent a n en su conjunt o un acto del espíritu, no pode mos llegar un número en tero y fin ito.
a tener un conocim iento sensible, sino ta n sólo un conoci miento El concep to de lo " inco nmensura ble", y con él tod as las tesis
puram ent e conceptu a l, pero no por ello menos asegurado.se de q ue fo rma parte , cae n, por tanto, en el cam po de las abstra e-
Este pense rr nemo, q ue en Berkelev se lim ita, cieno es, a la cíones infundadas y fal aces; el teoreme de Pitágoras es falso.to En
ó rbita de las reflexiones m eta físicas,' !) basta para priva r de funda - términos genera les, debe ne garse la exac titud incluso a la mate--
mento a todas las objeciones de Berkeley contra la nu eva ciencia má tica p UTa: su mé todo se apoya sim ple mente e n " intentos e in-
de lo infinito. Las contradicciones que cree encontra r reunidas en d ucciones", debiendo, por ta nt o, content arse con una aproximació n
ella surge n sola mente en su propia interpretación, la cua l atribuye suficiente para los fin es perseguido s en la práctica. t 1
siempre un sentido ,.cal, como si se trat ase de cosas, a las puras Esta consecuencia, que nos recu erd a la recria del míni mum de
opera ciones y relaciones d el pensamiento matem ático, 10 q ue le G iordano Bru no.w decide e n cua nt o al valor del punto de par-
lleva, consec ue ntemente, a esperar verlas reprod ucidas en "sim- tida. "Yo puedo resolver el problema de la cuadratura del círculo,
pl es" impresiones. lo que no pueden hacer ellos (los geómetras} : lq u ién de nosotros
En este punto, es deci r, en la teo ría cient ífica de los principios, se a poya en mejor es princip ios? ", exclama con tono t riunfa l Ber-
Berkeley, pese a toda la crítica pene trante q ue hace contra Locke, kelev, en el d iario filosófico de sus años d e juventu d:" Pero esta
se ha lla rod av ía plenament e a tado ror su propia co ncepción : es excla mac i ón se vuelv e inmediata ment e en cont ra de é l mismo: lo
aq uí donde más eficazment e cree combati r la abst racción mat emá- q ue int e nta lograr co n su derivació n de lo continuo a base de los
t ica, do nde él m ismo se deja llevar di rectamente por la a bs-- átomos suel tos delas perce pciones de los sentidos es, e n efec to,
tracción psicológica de lo "sim ple" (d. acerca de esto, supra, una cuadratu ra lógica del cí rculo.
pp. 234 ss.] , Sin embargo, el hec ho d e qu e la teo ría bcr keleya na del con-
Surge así, aho ra, un a concepción purame nte a tom ística : todo cepto fracase ante la matem ática, no q uiere decir q ue no se ab ra
a utént ico conten ido del conocim iento tiene q ue disolverse necesa- o pa rezca abrirse a nt e ella, en la cien cia de la cx pcr iencia, u n
riam ent e en element os discretos y poder redu cirse a las im presiones ca mpe de ac ción, tanto m ás fecundo, en el q ue esta teoría pu ede
últimas de los senti dos, de las q ue está f(YllTliJ.do. acred itarse directament e. Los co nceptos em píricos, pot lo menos,
Los defectos inherentes a esta concepción se manifiestan por no parecen ad m itir otra inter pretaci ón ni otra exp licación q ue las
fu erza como los má s ca racte rísticos frent e al problem a de la con - contenidas en la teoría de la asociación de las rep resent aciones.
tinu idad. La lin ea continuamente extensa no es, para Berkelev, Rep resenta n simpleme nte una colección de eleme ntos q ue no se
o tra cosa que una suma de " pun tos", es decir, de los más peq ueños ha llan manten idos en cohesión por un a necesidad lógica, sino ex-
elem entos perceptibles del espa cio. Partiendo de esta defini ción "One squa re ca nnot be dou ble of anorher. He nce rhe Pi1hallor ic rheorem
íe íelse." Ccmmo nplccc Boo k, 1, 19. C f. ibi,l., r, 14, 20 ss., 81, 88; N ew [h eory
as "Ir is aleo to be rernarked that al! rd ations ind uding en act: o/ th e m ¡nd, o/ otston, H 112 ss.
we eanno l JO propcr!)' be said ro have an idea, bu! M!her a not ion o/ the rela.- t l T he Anal)'st. Cf. espec ialm ent e cue stione s 33 y 34.
tior u anJ habilUJ cs bctw een th in.gs," PrincipIe s, § 142 (ad ición a la 2' ed.) . C f. acerc a de esto, vol. 1, p p. 431 ss.
3U Cf. acerca de esto, pp . 235 u, 43 Common place Book. 1, 91.
266 El SISTEMA DEL EMPIRISMO BERKELEY 267

clusi vamen re por la conexión emp írica constante e n la qu e se pre- nada nos garant iza que las com binaciones producidas ante nos--
senta n y que es la que los fund e en unidad ante la conc iencia. otros a base de exper iencias anteriores se mantengan tam bién en
Sin emba rgo, si paramos la atención. volviendo at rás, en los el futuro; de que, por ta nto, en todo este tra nscurso d e las sensacio-
fundamentos de la teo ría de Berkelev, surge a nte nosotros, inme- nes en el tiempo, lleguen a de stacarse y afirmarse ningu na clase
diatamente, un nuevo problema. La concepción realista del mundo de relacion es y de reglas va lederas al ma rgen del tiem po. Y, siendo
pued e tranquilam ente hacer de la experiencia el guía y el fiador así, se red ucirá a la nada, no sólo la verda d de 10 absoluto, sino
exclusivo de nu estro conoc imiento, ya que pa ra ella sólo se trata también la del ob jeto em pír ico, tal como la entiende y la formu la
de reproducir en el conocimiento la contextura objetiva de las Berkeley. C ad a sujeto sensible concreto qu edará, así, condenado.
cosas, tal como existe y cuya existencia no le ofrece ni sombra a moverse dentro de la órbita de sus prop ias "percepciones", sin
de d uda. Los objetos se enfrentan a nosotros de un modo inde- qu e pu eda llegar a formarse con ningún títul o objetivo e! pensa-
pendiente y sujetos a u n orden fijo e inmu ta ble: la experiencia miento de un mundo d e los fenómenos unita rio y com ún a tod os
sólo tien e por qué mantener y explicar el saber con respecto a los ind ividu os pensantes.
ellos, pero no su ser. Berke!ey se dio clara cue nta de la d ificultad que aquí se plan-
Por el con trario, para el ideal ismo berkeleva no esta solución tea. SI mismo formu la el problem a de cómo puede llegar la con-
carece de fu ndamento. La experi encia, aquí, no es el prod ucto, ciencia a referir a un obje to los m últiples y d iferentes contenidos
sino, por el cont ra rio, la creadora de la realidad exteri or. La co- de la percepción, que pueden ser, no sólo d iversos, sino incl uso
nexión empírica de las represent aciones no pretende ser un mero dispares entre sí. ¿Qué nos autoriza, por ejem plo, a redu cir a uni-
reflejo de las relaciones en si existent es entre las cosas, sino dad y a interprta r como "signos" distintos de un objeto idéntico
que es ella misma la que hace que las impresiones concretas se las dos imágenes visuales q ue nos ofrecen la percepción directa
conviertan en objetos (d. supra, pp. 244 s.). de nuestros sentidos, de un a part e, y de ot ra la observación a tra-
Ahora bien, esta nueva fun ción requiere, pa ra qu e pu eda lle- vés del microscopio?
varse a cabo, nu evos medios. C ua ndo hablam os de los objetos La respuesta que los Diálogos en rre Hylas y Filonús da n a esta
de la na turaleza, nos 'referimo s con ello -c-cualquiera que sea el pregunta no hace, sin embargo, más que poner de relieve nueva-
modo como esta opinión pu eda razonarse y justificarsl..' - a un or- mente la barrera que se alza ante la teoría del conocimiento de
den de suyo invari able y necesario, inta ngible pa ra toda voluntad Berkelev. En rigor, nos di ce esta obra, lo q ue vemos y lo qu e to-
subjetiva. Pero, lcó mo pu ed e surgir y demostr arse la cer teza de camos no es el mismo obje to, ni es tam poco el mismo objeto el
esta consta ncia inqu ebra nt able sobre el terreno de la sim ple expe- qu e vemos a través del mic roscopio y el qu e percibi mos con
riencia? La asociación em pírica no crea nu nca más qu e conexiones nu estros ojos. No es sino la necesidad del len guaje la que nos
relat ivas y d e nuevo anu lables en todo momento, que pueden ver- obliga a agrupar ba jo un solo nombre y, por ta nto, ba jo un solo
se reducidas a la nada ante la observación de un nuevo hec ho. "concepto", una plurali dad de contenidos empíricamente combi-
Por tanto, esta conc epción no puede llegar a fu nda r racion al- nados. en vez de designa r con otros tantos nombres distintos la
mente de ma nera satisfacto ria la convicción funda mental de una inmensa varied ad de las sensaciones con creta s qu e los distintos
estr uctura de la realida d fenoménica fija e invariable: lejos de sentidos nos ofrecen en d iferentes momentos y ba jo d iferentes cir-
ello, esta convic ción, des de el punto de vista en que aqui nos cunstan cias. El acto de est a agrupación no se basa en un fund a-
hall amos situados, tiene que apa recer necesariamente como un mento lógico objetivo, sino que representa una transformación
simp le dogma, arbitrariamente aceptado. Es cierto qu e, subjetiva- arbitraria de! contenido de la expe riencia, que llevamos a cabo
mente y bajo determinadas condiciones, podemos esperar que Be. con vistas a los fines prácticos de la com unicación. Quien exija
guen a manifesta rse determinados grupos de re presentaciones, pero u n nex o de identidad más sólido, es qu e se deja engañar por
268 EL SISTEMA DEL llERKELEY 269
el prejuicio de una naturaleza real inmutable e imperceptible, sus- acelere o amortigüe el proceso de las represenrccrones." Y esta
ceptible de ajustarse a cualquier nornbre.w consideración, no sólo destruye, a su vez, el movimien to como
Sin embargo, con esta crítica cae por tierra, falto de base, no objeto absoluto, sino que lo deja, además, totalmente a oscuras; no
sólo el objeto trascendente que aparece "detrás" de los fenómenos, nos dice para nada cómo pode mos llegar, dentro de la exp eriencia
sino también el objeto mismo de la exp erien cia. Esta crítica no misma, a una objeti viaación científica y a una normarividad exacta
afecta solam ente a la metafísica, sino también a la ciencia teórica de los fenómenos del movimiento.
de la natur- leza: no en vano, para pod er someter a una regla fija La teoría del conocimiento de Berkeley no posee ningún medio
J as percepciones mudables y concretas, se ve obligada a referirlas para explicar este progreso, ya qu e para ella las "ideas" no son
a unidades fundamentales permanent es, creadas y fijadas discur- otra cosa que las imágenes mismas de las representaciones, y no
sivamente por ella. los principios conceptuales de carácter genera l que presiden su for-
En su tend encia a eliminar las sustancias metafísicas inmuta- maci6n y su plasmación.
bles, Bcrkelev abandona tambi én la función conceptual de la iden_ C laro está qu e esta falta de un "fundame nto" conceptual ob-
tificación y su nece sidad. Con ello, se desconoce el verdadero jet ivo de la realidad de los fenómenos no puede llegar a hac erse
carácter metodológico de la física teórica, al igual qu e el de la sentir del propio Berkeley, ya que éste pret ende poseer una garan-
matemática pura: en vista de qu e en tre las cualidades "primarias" tía en cuanto a la constancia y a la unicidad de la totalidad de la
y "secundari as" no media ninguna diferencia real absolu ta, se con- naturaleza, que deja tras sí todo lo qu e sea un saber puramente
dena como un esfuerzo vano e infructuoso toda ref erencia concep- lógico. La un iformidad del curso de la naturaleza se ha lla garan-
tual de las unas a las otras, todo intento de una explica ción mecá- tizada por la voluntad inmutab le de su creado r y sostenedor.
nica com pleta d e los fenómeno s de la na rural eea." La experiencia, que ha sta ahora era considerada por nosotros como
La misma dual idad de sentido encierr a en sí el an álisis feno- el princip io de toda comprensión, sería incomprensible en sí mis-
menol ógico general d el conc epto de movimiento. ma si no procedi ese de un ser "inteligible" qu e le asegura su
El movimiento significa, como aquí se desarrolla, si nos fijamos cohesión y su base de sustentación. El hecho de que los objetos
exclusivame nt e en su manifestación d irecta, sin pararnos a inves- no desaparezcan al cam biar nuestras re presentaciones, de que for-
tigar su supuesto concepto "abst racto", simplemente la diversidad men un reino coherente y d otado de una firme trabazón, sustraído
espacial de determ inadas cualidades sensibles dentro d e la imagen a los caprichos del individuo, sólo significa que se hallan unifi-
de nue stra represen tación. Del mismo modo que el espacio "puro", cado s en el supremo entendimiento divino y posee n en él una
desp rendido de tod as las sensa ciones del color y del tacto, no existenci a permanente.
pu ede ser nunca un objeto de la experiencia y de la ciencia, el Berkeley re tiene, por tanto, como inmutable, la idea de qu e
cambio de lugares en él no rep resenta nunca algo objetivo, mde- todas nues tras representaciones, para poder ser consideradas como
pendiente de las eventuales cualidades del sujeto de las percep- "reales", deb en ser atribuidas a una última causa absolut a: lo
ciones. No podemos determi nar la naturaleza del movimiento se- único qu e se consigue es que lo absol uto no se enfrente ya al espí-
pa rada de nuestra s "ideas" y desprendida, por tanto, de las ritu como una potencia ajena por su esencia a él, sino que se le
condiciones y disposicione s psicológicas indivi duales: el ju icio acer- identifique esencialmente con éste, compartiend o su naturaleza,
ca de los movimientos corporales tiene nec esariamente que variar y representando tan sólo el tipo má s alto y la perfección de la
en los diferentes observad ores y enjuiciador-es, según que en ellos se conciencia misma ."

H Dialo"-'lles b"rween Hyla$ and Phi!onou s, IJI. 46 Dialogu es between Hylas "n <i Philonous, I.
PrinciplM, H 102 5. 47 Cf. esp ecialmente Dialogues, H: "AH th e no tic n 1 hav e of God is obtained
270 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO BERKELEY 27l
Para asegurarnos del ser div ino, no necesitamos tr ascender por en un complejo d e ideas sensibles, y la " idea" misma considera-
sobre el mundo de los fenómenos; no necesitamos abandonar la base como un estado de hec ho basado sobre sí mismo y abso-
naturaleza para llegar más allá de ell a misma a la idea de un lut ament e pasivo, que nosotros nos limita mos a aceptar recep-
"motor inmóvil": basta con que analicemos totalmente y hasta tivament e. Pero este resu ltado contiene ya, implícitamente, el
el fin el conten ido de cada percepción concr eta, para descubrir requ erimiento y el motivo para un progreso u lterior. T odo fenó-
in mediata men te, sobre la base de ella, el concepto de Díos." El meno psíqu ico se ofrece a la reflexión filosófica desde un doble
lenguaje de los signos de la natu raleza, que la teoría de la percep- punto de vista: no sólo representa objetivamente un objeto como
ción nos había revelado como el verdadero fund amento de todas un conju nto de percepciones, sino que es, al mismo tiempo, la
nuestras conclusiones de exp eriencia, se nos aparece aho ra y es expresión de una función y m anifestación del espíritu . Del mismo
com prendido por nosotros como el lenguaje de los signos de Dios: modo que la realidad de las cosas de los sentidos consiste directa-
es Dios quien imprime a n uestro espíritu, en un orden y una mente en su percepción, sin que sea necesa rio inferirla por medio
sucesión determinados, las múltiples impresiones sensibles, ha cien- de razonam ientos indirecto s, también la certeza de un principio
do na cer así en él la imagen de la realidad empírica." activo, de un "y o", al que se le manifiestan todos los objetos, tiene
Por donde tam bién para Berkelev, y a pesar de su punto de un carácter igualmente originario.
pa rtida sensualista, es la razon el térm ino correlativo necesario d el "Junto a la variedad infi nita de las ideas o los objetos del cona-
ser, pero esto no significa, para él, que la experiencia d escanse cimien to, existe del mismo modo algo que los conoce o los percib e
sobre prin cip ios racional es y necesarios, sino que es la obra y la y que ejerce sobre ellos diversas operaciones, al apetecerlos, cornbi-
ma nifestación de la suprema y racional voluntad del Creador. narlos y sepa rarlos en la representación o evocarlos en el recuerdo.
Esta esenc ia acti va o cognoscente es lo qu e llamamos espíritu, alma,
IV concien cia o el yo, exp resiones todas con las que designamos, no
EL CONCEPTO DE SUSTANC IA
una de nuestras ideas, sino una cosa totalmente distinta de ellas
y en la que existen o son p ercibidas." MI
C on este pensamiento, ind ispensable pa ra llevar a su remate la El nuevo objeto requiere, por tanto, para que pueda ser capt able
teoria berkeleyana de la experiencia, h emos rebasado ya definitiva- y rep resentable en su peculiaridad propia, una nu eva categoría del
mente, sin embar go, el verdadero ter reno de esta teorí a. Y esta conocimien to. El concep to, que en el an álisis de l pensamient o
extensión del contenido del conocim iento lleva necesariamente cien tífico no había llegado a ser captad o nunca en toda la fuerza
consigo, al mismo tiempo, por la fu erza de la necesidad interior, e independ encia de su vigencia, afirma ante este problema su
una transformación d e los medios de conocim iento que dominaban derecho ilimitado.
la estru ctura sistemática ant erior. Que el cent ro sistemático de la teoría de Berkel ev se desplaza
Hasta aho ra, todo el conteni do de la conciencia parecía red u- con ello, poco a poco, de su lugar se t rasluce ya clara mente de los
cirse a las impresiones que los sent idos nos ofrecen y a las combí- int entos que este pensador hace por tran sform ar su terminología.
naciones asociativas establecida s ent re ellas. El objeto se convertía La " idea" se revela insuficien te en su anterior definición; puesto
que sólo rep resent a una ima gen concreta y fijamente limitada de
by reflexi ón on my own soul, heigrhening its powers an d removlng its impero la percepción, no pued e reproducir las mú ltiples relaciones entre
fectlons."
46 Cf . acerca de esto, Raou l Richter, Introd . a la traducció n de los d iálogos
los cont enid os de la concie ncia, ni se la puede emplear tampoco
en tre Hvlas y Filonús (Philo Jophische Bibliothek , t. 102) , pp, XV S. para designar sus act ividades interior es. Las elaboraciones poste-
49 V. acerca de esto, especialmente, la exposición qu e figur a en el Alciphron
(1732) , especialmente diálogo IV, 7. ro PrincipIes, ; 2; cj. H 27, 28, 135-39.
272 EL SI$ThMA DEL EMPIRISMO BERKELEY 273

rie res de los Principios y los Diálogos dan clara expresión a este Frent e a esta conclu si ón se alzan ciertame nt e, en seguida, sin
pumo de vista. qu e pueda e vitarse, las conocidisimas objeciones : en efecto, [c ómo
" Podemos afirma r --dicen los Diálogos- q ue poseemos una el acto espiritual por virtud del cual la variedad de las impresiones
especie de cono cimiento o un concepto (sorne knowledge or no- se e ntrelazan pa ra forma r un a un idad y una relación común, pu e-
tion) de nuestra propia alma y de la esencia espiritual y a ctivn de garantizarnos un sus trato simple e idé ntico de la conciencia?
pero que, en cambio, no poseemos ninguna idea de ellas en el Por lo menos, la "experiencia pura ", que el propio Berkelcv había
sentido estricto de 13 pala bra. De l mismo modo, sabemos' de ¡lIS invocado y reconocido como juez, tiene por fue rza qu e negarse
relaciones entre las cosas y las ideas y te nemos un concepto de a llegar a semejante conclusión: de un modo plenamente ca nse-
ellas, siendo así q ue estas relacio nes son m uy distin tas de las cosas cu en te, las más antiguas d ete rminaciones conceptuales de Berke-
o de las ideas relacionadas ent re sí, en cuanto qu e las segundas ley, tal como aparecen recogid as en el diar io filosófico de sus años
pueden ser captadas por nosotros sin las pri mera s. Ent iendo, por de juventud, sólo conocen el espíritu como un "tropel de percep-
tanto, q ue las ideas, los espiritu s y las relacion cJ form an en sus cion es" (a congeries of perce puons j .w
múltiples modalidades, el conjunto del conocimient o humano y Como un determ inado objeto exterior no es ot ra cosa qu e un
el objeto de teda pos ible investigación y qu e constituye un uso conglome rado d e diversas cu alid ades sensibles, el yo desa parece
im propio de la palab ra 'idea' el querer a plica rla a tod o lo qu e aq uí ínt egramente en la Huma de sus percepciones. La edición
objeto de nu estro saber o de lo qu e poseemos un concepro.v u definitiva de Jos Diálogos - 3 la que se procede casi treinta años
Aunque, por tanto, la posesión de la idea no const itu ye ya una después de aq uellos primen...s apu ntes- hace referencia a esta
condición indispensable del conocim ien to, el conocimiento con- concepción, pero con la circu nstancia ca racterística de que ahora
ceptual que aq uí se reconoce apa rece, sin embargo, clar amente es el adve rsario de Berkelcv quien tiene que proclama rla y de-
distinto . la representación general " abstracta", la cua l sigue fenderla.
reccocct éndose como algo h íbrido entre el pensam ient o y la sen- Lo qu e llama mos nuestro yo -c-argument a éste- no es. en
sación de los sen tidos. La nueva certeza int uitiva qu e aquí se abre realidad, sino un conjunto d e ideas que pasa n y fluyen , sin un ser
a nte nosotros difiere ta nto del mod o como pod emos ca pta r una per ma nente que las soste nga: la susta ncia espiritual es un a pa labra
cosa em pírica cualq uie ra como de toda concepción indirecta qu e sin sentido, n i más ni me nos q ue la sustan cia co rporal.w
pod amos obtener y fu ndamenta r por med io de l nlZonamiento Berkeley trat a de desvirtu ar esta objeción, desplazando el pro-
lógico. blema del cam po de la con ciencia teórica al de la conc iencia
Berkeley, al igual qu e Descartes, llega a la certeza de la rea- things pe rfectlv lriert, as our ideaH a re. I do n evenheless know tha t l. who
li?ad d el yo a tra vés d e un a " visión" interior que puede prescin- am a spirir or Ih inkin g substa nce, exist as ce rta inly as 1 k ncw my ide as e xist,
dir de todos los eslabon es silogísticos inte rmedios. La mism a con- Fa rth er 1 kn ow what 1 mea n by tn e terma I a nd myselr; a nd I know ch is rm-
cepción origina ria qu e nos asegura la existencia del yo nos da a m edi arel y o. inr" iriO't'¡', rhough I Jo nOI pe rceive ir I S 1 pe rceíve 1 m angl e. a
colou r, a so uo d. The Mind , Spir it, or So ul i$ m at ind ivisible u ne xtended thi ng
conocer también su esencia como la de una cosa indivi sible y ca-
wh ich thi nk... act$, a n d pe rceivu " (ad ició n a la úlr irna ed ición ) . T am poco
rente de exte nsión, que piensa, ob ra y percíbe. w la "rdlex ión" s illn ifica , para Berkelcy, un m étod o sino solame n -
51 r . ínciples \ 89; d. n pecialme nte S 1012 (ad iciones a la 2' ed ición re el ac to in tulnvo en qu e el yo se capta a si m ismo y ca pl a sU ese: ncia ; puede,
d e 1734) ; d . los com pleme nlos an álOllos afla d idos también en 1734 en la po r ta m o, eq u ipa rarse d irectamente al "sen nmíemc inte rior de sí m is mo"
terce ra y (¡!lima e d ición d e los di s logos. a l co mienzo de l tercer o de ellos . En (inw ard f( d inll) .
la primera ed ición d e los Princi p Ie.., sigu en e mples n dose toda vía como sm óní- r·9 "M ind is a co ngeries o f pe rcc ptio ns. T ake away pe rcepdons an d you tak e
mo s los té rminos "idea " y "noríon". ewav rhe mmd. I'ur th e perce ptions and vou pu r rhe mind." C om mo np lacc
52 V . especialmen te d iálogo Ul: "1 c wn 1 have properly no idea, either Book. l. 27 s.
of God or any oth er sp iri t; fo r th ese be in¡c an íve, can nor be repr ese ra ed by D iálogo 1II (ad ición a la últ ima ed ició n ).
EL SISTEMA DEL EMPIRISMO BERKELEY 275

práctica. La voluntad es, segun él, el verd adero fenómeno prima. Son la metafísica y la teología especulativa, y solamen te ellas, las
rio que nos convence forzosamente de la existencia del espíritu que captan la "conexión necesaria" a la que no nos perm iten llegar
individual. Es la act ividad espiritual desplegada por nosotros sobre ni la experien cia ni la física matern áríca."
la materia sensible, la libertad con que procedemos con ella, 10 Es en este punto donde el sistema se aleja más de sus primeros
qu e nos suministra el verdadero concepto del yo y su definitiva pasos sensualistas. Ya en los Principios se percibe claram ent e la
d istinción con respecto a los contenidos pasivos e " ine rtes" de las contra posición entre la teoría del concepto, con que comienza
percepciones. En esta proyección de la voluntad sobre su objeto la obra, y la metafísica espiritualista , con que concluye;
se descifra el misterio de l verdade ro origen y de la esencia d e toda posición que el d esarrollo de la filosofía berkelevena no h ace mas
autent ica causalidad. Si Berkeley descarta de la ciencia de la M t u- que ahondar h asta extremos de incompatibilidad. En ad elante, ya
raleta el concepto de fum a, es simplemente para situarlo en una ninguna tra nsacción, ningún cambio en la terminología y en el len,
esfera espiritual "superior". El concepto d el efecto sólo se realiza guaje d e los conceptos pu eden induci rnos a perd er de vista la ten-
y hace valer verdaderament e en el cam po espiritu al, y sólo por un sión y la contradicción entre los dos extremos del sistema.
em pleo me tafórico falso y erróneo se le qu iere trasladar a las rela- Para pod er restablecer de veras la unida d d e la teoría, hay que
ciones existen tes en el mundo de los cuerpos. proceder a una radical transformación de sus primeros principios
C uando Berkeles elimina de nu estro conocimiento basado en la y d e sus premisas. T al es el paso que da Berkelev, con una ener..
experiencia las categorías de "causa" y "efecto", sustituyéndolas gía y una au dacia incomparables, en la última época d e su filo-
por el concepto del "signo" asociativo, es evidente, por tanto, que sofía. Y, aunque esta revisión se aborde, sobre todo, en inte rés
esta crítica no se refiere al contenido, sino solamente a la aplica- metafísico, indirectamente tiene también una importancia decisiva
ción del principio causal. El pr incipio mismo conserva su vigencia para la lógica y la teoría de l conocimient o, fundadas ah ora sobre
plena : se le reconoce expresamente como el medio racional que bases totalment e nueva s.
nos revela la existencia de otras ent idades espirituales, fuera del
propio yo y de su origen común en la sustancia divina y uní- v
versel.w
L A TRANFORMAO ÓN DE LA TEORÍA BERK ELEYANA
El razonamiento por med io del cual se nos enca mina a este
DEL roNOCIMIENTO
resultado supremo es de u n carácter comp letamente distin to y
descansa sobre un fund amento totalmente distinto que todas nues- La teoría de Berkelev constit uye uno de los fenómenos más pecu..
tras conclusiones empíricas, las cua les se limitan a proclama r la lia res y m ás originales en la historia d e la filosofía de la religión.
frecuencia o la reiteración en la coincidencia de difere ntes ideas, El ser sensible y el ser espiritual se entretejen aquí de un modo
sin darnos a conocer que exista entre ellas una conexión lógica
y d eductiva. Mientras qu e allí es el simple impulso de l h ábito 66 "To perce jve i.s ene thing; ro [udge i& anot he r. So likewise, Ca be sug-
gested is ene ching, a nd ro be Inferred ancrher. Thíngs ano 6lIggested and
lo que nos guía, aquí nos dejamos llevar por el juicio y el ratona.-
percetved by sense, W e malee j,.I.dgemems and b:1 me Wldersran4in¡.
miento, los cua les preside n y dominan cada uno d e nuestros pasos. Wha t we imm edia tely a.nd pr operly pe rceíve by sighr is itll prim.ary objeet, ligh t
611 "1 d o by no mea ns find fault wuh your reason ing, in ma r you eellec e a nd colcu rs. What ís sugge$ced, Ot percerved by med iation rhereof, are ta ngible
a cause fro m che ph eno rnena; buc I de n y chll che cau se deduc ible by reason ideas, which ouy be considered as second a ry and improper objeo;:ta o f sight.
ca n prope rly be termed matte r" . . . " 1 essere as well as you chat, sínce we are W e infer causes from effects, effects 'rom CDuses and prope rties e ne from
affecte d from wit hou r, we muse allo w powers re be wíthour, in a being dis tincc ann rher, where the con nexío n is nec essary. BU! how com es ir ro pasa rha r we
from c urselvee. So far we are agreed. Bu! th e n we d iffer as ro th e ktnd of apprehend by the ideas of sight certain ceher ideas, whicn neith er resemhle
thís powerfu l being. 1 will nave te ro be Spirlt, you Mat le r. ..", etc. (Diá lo- rhe m, nor cau se th em, nce nave a ny neceeeary conne xion with rhemt", etc.
ROs, 11 y 111) . The l heo>)' 01 , i sion ..indicated, S iZ .
276 EL SISTEMA DEL EM PIRISMO BERK El EY 21J

verdade ramente incom parable, y la experie ncia se en laza direct a- mund o, d ejándole lu ego que siga su curso. Lejos d e ello, si que re-
mente a un ser "inteligible" sin qu e ningú n aditamento extra ño mos ren dir cuentas de los fenómenos, no pod remos da r un solo
la falsee ni la despoje de su peculiarida d sustantiva e indepen- paso sin admitir la presencia directa y la acción inmediata de una
die nte. esencia rncorp órea y activa q ue an ude, mueva y orde ne todas las
Siempre qu e el pensamiento a rran ca de la concepción realista cosas con a rreglo a determinadas leyes y a determinados fin es." r·s
del un iverso, acaba im poniéndose ta mbién en el cam po de la reli. SI, por ta nto, es la ratón d e la totalidad del universo la q ue
gión el dual ism o que sirve d e base a esa concepción. Si la materia se nos revela en tod a sensación ap arenteme nte aislada, d ebemos
posee una existencia a bsoluta, es evidente que lo divino sólo puede necesariam ent e esperar que la nu eva jerarquización metafísica crea-
ser concebido, de aq uí en ad elante, como un poder situado en el da de este modo se exprese ta mbién gradualmente dent ro de la
más all á y qu e se enfrenta a aqu éll a. Pue s bien, esta sepa ración teoría del conocim ien to. La percepción no pued e seguir siendo con-
y esta contrap osición apa recen abolidas desde el primer momento siderada de aquí en adelante como la prioridad objet iva de l pen-
en la filosofía de Berkelev. No seria posible ni siq uiera com pren- samiento, ya que todo su sent ido y su valor consisten, por el cont ra-
der y exp resa r lo que el "ser" de las cosas em píricas significa a rio, en reproducir sim bólkamente una com binación origina ria de
menos qu e, ya en esta misma explicación, nos rem ontemos a la pensam ientos.
con cienc ia infinita de D ios. El centro de gra veda d del sistema epistemológico comienza a
"Por ta nto, ta n cierto como es que existe realmente un mundo despla zarse, por tanto, ya en los escritos del period o medio. En los
sensible, lo es que existe un ser espiritu al infinito y om nipresente, D iálogos se designan los princip ios y teo remas de las ciencias como
que conti ene y sostiene aqu el m undo." conocimient os generales e intelect uales, cuya vigencia, por ta nto ,
Por consiguiente, según esta concep ción, la intuición religiosa no resulta afec tada por el se r °
el no ser de la materia,59 pero
no brota ya e n pugna con el mundo de la experiencia y volvién- esto no es más que un esbozo suelto que no a parece desa rrollado ni
dose de espaldas a ella, sino qu e significa tan sólo la totali dad encuentra punto alguno de a poyo en el cont exto d e la obra. Pero
de la experiencia misma, siem pre qu e sepamos com prenderla de un en la obrn principal y sistem ática que sigue a ésta, el Alciphron ,
modo independien te y sistemá tico, Si nos situamos en el punto pub licado en el año 1723, vemos que la idea avanza ya un paso
de vista de la sensación directa, vemos que la realidad se descom- más. Las reglas y pr incipi os u n iv ersales, de las que necesariamente
pone para nosotros en un a serie de contenidos sensoriales concre- tiene qu e val erse el espíritu pa ra establecer de nt ro del mundo de
tos que se en frenta n los unos con los otr os en un aisla miento total. los fenómenos un orden per ma ne nte cualquiera y una pauta fija
Ja más podríamos nosot ros aglu tinar en objetos esta inmensa mulrl- d e cond ucta, no pueden revelá rsele -como aq uí se d esarrolla-
plic idad de sensaciones, ni pod ríamos intenta r siquiera leerlas simplemente por la intuició n de las cosas con cretas.
como un texto ún ico de la experiencia, si no partiésemos de la "El progreso del espíritu no se efectú a mediante la simple con-
idea de que , en este aparente caos, se contiene una regla lat ente, sideración de las cosas concr etas, y menos aú n por medio de la
d e qu e hay un a suprema inteligencia qu e se nos revela en él a consideración de las ide as generales abstractas, sino única y exclu-
tra vés de signos sensibles arbit ra riamente elegidos. El conce pto de siva me nte mediante una selección ad ecuada y el ma nejo metó dico
Dios es una cond ición necesa ria y constitutiva del conce pto de la
experiencia (d . su pra, pp. 268 ss.) . 58 Sirif, a d"un 01 philoJophical ref!exionf and i1\quines "01\C.".1\;1\1/ rhe
"No basta con remontarse desde los fenómenos y los efec tos, \JirtuC1 of tar -ucter (1744) , § 237. ef. espe cialmente, A!ciphron, diá logo IV,
a lo largo de una cadena de causas naturales, hasta un a inteligencia § 14.
6\) Diálogo 1: "Do you m ean th e p rin cipIe s and rh eore rns oí scíe nc est Bur
divina como la causa más remota y originaria q ue ha creado el rh ese you kn ow ar e Ilniw"al i1\/d l e"rlla ! 1\o tions, and conseq uentlv independ ene
Dialogue belw . H)'las aM Phil o1\"" J, JI. 01 Matter ; rh e de n ial rherel ore o f thia d oth no r im ply th e d eny ing rh em."
278 EL SISTEMA DEL EYlPIRISMO BERKELEY 219

de los signos. " Así, qu ien entienda la designación de los números (v. acerca de esto, supra, pp. 259 s.), Lejos de ello, puede lograrse
estará con ello en condiciones de expr esar de un modo breve y también un conocimiento general allí donde se hall a exclu ida por
claro toda la varieda d y diversidad de Jos números, llevando a cabo principio esta re presentación de ca rác ter sensible. Los conceptos
en ellos toda s las operaciones aritméticas, breve y ráp idamente, con pueden poseer su valor y su ra zón de ser a un cua ndo -:omo en el
ayuda de leyes gene rales." 6(l caso de las raíces imagina rias d el álgebra- sea imposible poner de
Al "signo" corresponde, pues, aquella /unc ión de generalidad, ma nifiesto con respecto a ellos una representación corre spondie nte
Que para siempre les está vedada a las representaciones de Jos inmed iata cuelquiera.w En efecto, su verdadero término correla-
sentidos. Toda ciencia, en cuanto demostra ble con valid ez general tivo no se ha lla en las ideas con cretas e n cuanto tales, sino en las
y de un mod o rigurosame nte raciona l, sólo versa d irecta me nte relaciones y conexiones que e ntre ellas med ian. Es la validez de
sobre símbolos, si bien éstos, posteriormente y en su aplicación, se estas relaciones legales, y no el ser d e cualesquiera imágenes sen-
refieren siempre a coses.w sibles pa rticulares o genera les, lo que para nosotros representan los
Sin embargo, esta concepción "nominalista" no contiene, y es signos de la ciencia."
necesario ten erlo presente, ninguna de las concl usiones escépticas Así, por ejemplo, no tenemos una "idea" de terminada de la
que suel e lleva r aparejadas, por lo demás. Los signos, que forma n fueraa que mueve a un cuerpo, pero poseemos, no obsta nte, tesis
el material y el med io fundamental de todo conocimiento cienri- y teorema s evidentes acerca d e ella, que encierra n en sí verdades
fico, no son, según Berkeley, formas puramente arbitrarias, ma rcas valiosas y que nos son tan indispensables para el conocimiento
y denominaciones ext ernas adheridas caprichosamente a las ideas. especulativo como para la conducta pr ácnce ." En térm inos ge-
El fenómeno d e la "representación ", sobre qu e descansan, cons- neral es, por ta nto , lo que da a los símbo los su valor de conocí-
titu ye, por el cont rario, el fundamento 'J la posibilidad de nuem a miento no es simpl emente su contenido nom inal , sino el signifi..
misl'JUl ex perienc ia objetiva. Sin la posibilidad de in terpretar y de cado que el pensamiento les atribuye: los signos no fundameruan
comprend er un a imagen conc reta como símbolo de una conexión la verdad de las relaciones ideales, sino q ue se limita n a expresarla.
genera l no sólo sería inasequible para nosotros el conocimiento La conexión objet iva y sujeta a leyes de las ideas, en la que se basa
científico abstracto, sino incluso tod a in tuición de las cosas y de tod a ciencia , no es crea da por ellos, pues su misión se reduce a
su estruc turació n en el espacio. fijar esa conexión ante la conciencia.
Por tanto, el concepto de la " representación" posee aquí un En el A lciphron, el nu evo planteamiento de l problema surge
conte nido más rico y más profundo qu e en sus ot ras mod alidades sola me nte en relación con los problema s teológicos, pasando inm e..
históricas. Adquiere ahora, sobre todo, un import ante esclarecí- di ata y totalmen te a segundo plano detr ás de éstos, para adquirir
miento, si Jo comparamos con la primera versión bajo la que se su desarrollo comp leto e in de pendiente en la última y más neta-
present aba en el sistem a de Berkel ey. El que un conten ido exprese ble de las obras de Berkeley.
y represente un grupo total de representaciones no significa ya, aho- Esta obra, titulada Siris --que comienza enu me ra ndo los múl-
ra, qu e estas representa ciones existiesen en nosotros de algún modo, tipl es efectos ben éficos del agua de alquitrán, para remontarse,
como contenidos psíquicos reales, recorridos por la conciencia
Alciphron, VII, secc, 14.
60 Alciphrol\. or the Min ut e Philosopher in secen di«logtles ( 1732) , diá- 8a "The signs, índeed, do in t heir use impl y reJaliolU o r proporrions o/
lORO VII. secc. 11 y 12. rhing$: but rbeee relations are not abstraer gene ral ideas, beinfil founded in
61 "lf I mistake nct, all sciences, so far as rhey are un iversal end de- partic ular rhlngs, and nol rnaking of th emselves dlsrlnct ide ae 10 th e mind,
monstrllhl e by human reason, will be found ccn versan r about signs as rhe ir exclusiv e of rhe parlicular ideas lInd rhe signs." Alctphron, VII, secc. 12 (ad i.
immediare objecr, th ough the se in th e applicarion are referred to things." ción ilustrativa a la tercera ed ición de 1752) .
Akiphron, VII, eecc, 13. 6 4 Al cíphron, VII. secc. 7.
280 EL SISTEMA DEL EMPrRISMü BERKELEY 281

par tiendo d e aq uí y en un procesu continuo y casi im perceptible, from sensible mat rers}, pa ra confiarse al esfuerzo especulativo de
hasta los más altos probl em as metafísicos, hasta ha cer ver, por úl- unos cuantos." 1\7
tim o, la organización y la concat enación divinas del universo, por No existe en toda la historia de la filosofía otro ejem plo de
virtud de las cua les lo más pequ eño se entrelaza con lo ma s gran una autocrítica tan fran ca y t an severa como la qu e aquí ejerce
d e--, se propone también establ ecer la verdadera conca ten ación Berkelev. Para tener plena conciencia de la gran distancia que
inte rior del sistema mismo , uniendo y combina nd o en un a nu eva medi a entre la meta y el pun to de partida, es necesario comparar
concepción de conjunto el comienzo y el fin , la teoría del conoci- estas man ifestacion es, sobre todo, con los más tem pranos ap unte s
miento y la metafísica. El "ascenso" de lo sensible a 10 intelectual del Common ptace Book. En ellos, con esa brusquedad radi cal
se desta ca claramente ahora en sus diversas fases. que carac teriza todos estos ensayos juveniles, ha bía dicho Bcrke-
"Son los sentidos los qu e pri mero su byugan y apri sionan al ley: "Debemos, lo mismo que h ace el vulgo, pon er la cert eza en los
espíritu. Los fenóm enos sensibles son, par a nosotros, el todo en sentidos." " Es una necedad des preciarl os, pues si no fue se por
el todo: todas nuestra s concl usiones se ref ieren solamente a ellos; ellos no habría conocimiento ni pensam ient o." El "entendimiento
todas nu estras aspira ciones encuen tra n en ellos su mera. No se. puro " no es más que una frase sin significación algu na."
guimos preguntando por realida des o por causas has ta que el cn ren- D e este modo, Ber kelev recor re todo el camino qu e med ia entre
dim iento comienza a alborear y arroja un rayo de lu z sobre este la conc epción lockeana de la " idea" y su significado plató nico
juego de sombras. Es entonces y sólo ento nces cuand o se nos revela prim ario.
el verdadero principio de la unidad, la iden tidad y la existencia. Es Platón, en efecto, el pens ado r hacia el que ahora se orienta
Las cosas, que antes parecían formar para nosotros todo el con- Berkeley y en cuya teoría fundamental pura se esfuerza por pe-
junto de l ser, se convierten en fastasmas que se esfuma n ta n pronto netrar.
como las contem plamos con el ojo del intelecto." "Aristóte les y sus continuador es nos ofrecen una exposición
Por consiguiente, lo "sensible" y lo "real", la sensación y el monstruosa de las id eas platónicas, y también en la propia escuela
conocimiento, sólo son u no y 10 mismo para la " concepción vul- de Plató n se aducen cosas harto extrañas acerca de ellas. Sin
gar", mientras que toda auténtica filosofía tiende, por el contrario, emba rgo, si este autor no fuese simpl emente leído, sino estudiado
a de mostrar que los principios de la ciencia no son objetos de los a fond o; como intérprete de su propio pensamiento, no tar daría
sentidos ni de la imaginación y que el entendimien to y la razón en desapar ecer el preju icio que ah ora existe en contra suya, y se
son los únicos guias seguros de la verded.w Por donde el espí ritu , adquiriría el más alto respeto por los conce ptos sublimes y los
qu e ya en todo el desarrollo anterior del pensa mien to de Berkeley bellos atisbos que resplandecen ante nosotros en toda s sus obras ."
era considerado como el más alto objeto del saber, es recon ocido Pues, en el lenguaje de Platón, la idea "no significa un objeto
ahora, ad emás, en su fun ción independiente y creadora. inerte e inactivo del pen samie nto, sino que es sinónima, para él,
"Sus capacida des y sus manifestaciones forman una nueva "j de cdnov y de de caus a y de princip io. La bondad, la
distinta clase de contenidos, de cuya consideración brot an para belleza, la virtud y otr as id eas semejantes no son, pa ra él, cavila-
nosotros los conceptos , los principios y las ver dades, tan dist antes ciones vacías de l espíritu, ni sim ples representaciones colectivas
de aquellos prime ros prejuicios en que los sentidos nos embrollan arbi tra riamente for madas, ni son tampoco, en últi ma instancia,
y hasta tan opuestos a ellos, que son eliminados de los escritos y conceptos abstractos en el sentido de los mod ernos, sino que for-
discursos usuales, como algo aparte de todo lo sensible (abstraet
61 Sir!s. § 297.
Siris (1744), § 294. 68 " 'I;(le must wirh ¡he mob place cert aint v in the senses" (Comm onplace
6 6 S iri s, § 264. 80ok, l, 44). "P ure inte ll"c t _ ¡ undersran d no!" (¡bid., 1, 51), d . 1, 23s.
28Z EL SISTEMA DEL EMPIRISMO BERKELEY 283

roan el más alto ser intelectual e inmutable, superior en realidad refiere a los conceptos lógicos y me tafísicos, pero no a los concep-
a las cosas fugaces y perecederas de los sentidos, las cuales no tos físicos y matem áticos. La elevación racional del conocimiento
tienen jamás existencia y no pueden, por tanto, formar ningún deja intacto el saber de la ex pa ien cia. La ciencia del ser corpor al
objeto del soo er".48 se halla, como este ser mismo, en contraste y en pu gna con el
El postulado de hacer de Platón " el intérprete de su propio mu nd o de lo pu ro y con el m undo del pensamiento. El menos-
pensamiento" no se manifiesta aquí por vez prime ra. Exactamente precio espiritualista del objeto de la física se hace también exten-
con las mismas palab ras, habia sido form ulada ya por Leibniz; 1 0 sivo a sus métodos concept uales. Este rasgo, que se ma nifiesta ya
es una id ea qu e apa rece exp resada de un modo típico, en general, clarame nte en los comienzos de la filosofía de Berkeley, se ha
por todos los grandes pensadores idealistas. Berkeley defiende manten ido intacto a lo largo d e todas sus tra nsformaciones int erio-
ahora exp resame nte la concepción platónica fundamental en con- res. Contra su cririca sensua lista de los conceptos matemáticos, él
tra de la crítica de lo " innato" en Platón. Las "ideas", tal como mismo formula alguna que ot ra vez, en su D iario filosófico, la ob-
las conciben Locke y los mod ernos, Jos objetos iner tes y pasivos de jeción de qu e el juicio acerca de los conceptos no corresponde a
la representa ción, se derivan todos ellos, en verdad, de los senrl- los sentidos, sino al entendi mie nto puro. Pero , inm ediatamente re-
dos; pero junto a ellos no te nem os máe remedio qu e reconocer In voca este re paro: "Las lín eas y los tr iángulos --dice- no son ope-
existencia de act os y activid ad es originarios, y de este tip o son to- racion es del espíritu ." 13 La n eceda d de los matemá ticos consiste
dos los conceptos puros, como el ser y 10 bu eno, lo igua l y lo precisam ente en qu e, pa ra falla r acerca de los contenidos scnsiblcs,
semejante."! como los de extensión y forma , invocan otra instancia que la de la
"D el mismo mod o que el entendimiento no percibe, es decir, percepc ión de los sentidos, en que se em peñan en medir los objetos
no oye ni ve ni gusta, los sen tidos, por su part e, no pu eden conocer. de las sensaciones por la pauta d e la raz ón. "La ra zón nos ha sido
Si, por tanto, el espíritu pue de emplea r también los sentidos y la concedi da para fines más nobles" ; sólo puede entra r en acción
imaginación como med ios para llegar al conocimiento, los sent idos allí dond e se trate de en tidades espirit uales e inextensas, como lo
por sí mismos no nos ofrece n nunca un saber. Pues, como Plat ón son nu estra alma y sus capa cidades y cualidades.P
observa acertada mente en el T eetctes, el saber no consiste en las Por este camino, se ve llevad o Berkeley a reconocer incl uso a
percepciones pasivas, sino en la ela bora ción d e éstas por la razón; los suti les pleitos escolásticos, pese a tod a su vacuidad y confusión
no se basa en los contenidos de la expe riencia, sino Iv . $ :tEQ \ interiores, la superioridad y la primacía sobre las discusiones mate-
l xdvrov Se expresa claramente en estas palabras el máticas mod ernas acerca de lo infinito y lo infinitamente pequeño,
viraje cara cterístico del pensamiento de Berkelev de las im presio- ya que las primeras versaba n, por lo men os, sobre grandes 'Y
nes a los principios ideal es, del psicologismo a la idea de la "lógi- sub limes problemas, mientras q ue las segundas recaen, en su mayor
ca pura", par te, sobre cosas tota lmente n ulas o Insígnificenres."
Hay, sin em bargo, un punto en el que oersiste la cone xión con A ho ra bien, en esta tenden cia a coloca r la ma temática y la fisi-
la concepci ón fundamental anterior: el ca mbio de valoración se
18 "Say you pu re ¡ntd lect muse be [udge, I reply m at line and rrianglt ,
Siris, Si 338 y 335; con respecto a las relaciones con Platón, d. ade más are not ope rarion s of the mín d." C ommonp lact Book (1705-00), l, 22.
Si 296, 332, 3i 5 y pass. 14 Commtm place Bcck, J, 88: "T he fol1 y of rh e m arhem ericians in ncr
10 Leibni z, Philosophische Schrifren, ed. Gerhardt, VII, 147 ss. Más detalles [ud ging of sensations by rheir senses. Rcason WlU gitJen 115 for nobler uses."
acerca de este en mi edició n de las obra s principa les de Leibni z sobre los fun- 15 "I nt elle ctus purus. . . Vt rSRtur tRntum circe res spiritua!es et int ;o;ttmas,
da ment os de la filosofía, t. Il, pp- 459 s. cuju smc dl sunt m ent es nostrae earurnque habitu s, passiones virtu res, et símille."
n V. Siris, §§ 308, 309. De m aN (1721), § 53.
u Siris, J 305. 18 Com monplace Book, I, 11 s.
184 EL SISTEMA DEL EMPIR ISMO BERKELEY 285

ca matemática en un plano "inferior" del saber, el prop io Berkelcv concebirse las caus as corporales secundarias, las cuales, sin em bar-
sigue comportándose como un escolástico. C on ello, no hace más go, no nos dan a conoc er la cau sa real en q ue 'se basan, Las
q ue repetir un motivo q ue es típico de toda la conce pción medi e- verdaderas causas activas sólo pueden desprenderse de las sombras
val del universo y qu e la ciencia y la filosofía modernas se ven en que apa recen encerradas y ser llevadas al conocimien to, por
obligadas a comb ati r sin des canso desde el primer mo mento para medio de la ref lexión pura de la razón. Forman el campo y el
abrir paso a su nu evo ideal de conocimien to. (C f. vol. 1, pp. 296 S., objeto de la primera filosofía e metafísica. De tal modo que los
317 s. y pa ssim) . Y este motivo sigue dominando todavía la úl- problemas corres pondientes a cada cien cia en particular sólo pu e-
tima fase de su sistema: en cuanto trasciende los comienzos den afrentarse y tr atarse con claridad cuando, de este m odo,
sensualistas, en cuanto delimita un campo propio y una jurisdic- se asigna a cada ciencia su objet o propio, cuando se det erminan sus
ción propia del intelecto, lo hac e para comprender al espíri tu en limites y se diferencian claramente sus objetos y sus principios." 78
su natu raleza y en su origen metafísicos , pero no para comprender- No cabe concebir ni nguna contraposi ción má s aguda qu e la
lo en sus manifestaciones científicas y fundamentar en ellas su qu e m edia entre la ciencia "trascendental" de Berkelev, q ue se
verd adera esencia. propone cons truir un nuevo ser sobre el saber de la experienci a
La polémica contra Newton y la filosofía matemática de la y el idealismo trascendent al de Kant, que trata d e comprender y
na turaleza se m an tiene, por ello, intacta e ind emne en esta obra asegu ra r los fundamentos lógicos del conocim ien to mismo de la
a qu e venimos refiriéndonos, en la Siris. Berkeley contrapone a exreriencía."
la ma temática y a la física teórica una ciencia sup erior, "trascen- La fase final del sistema destaca claramente, al mismo tiem po,
den tal ", a la qu e correspond e la misión de descubrir los principios las fuerzas propulsoras interiores de su desarrollo, La int ención
de estas disciplinas y det erm inar sus "limites"."? Pero la d climi-
18 De mo t.., H 71 \' n.
raci ón no es llevada a cabo por m edio de principios lógicos fun- 19 Por tanto, el juicio d e Kant sob re Berkeley. tan f recuente m ent e impug_
damcntales, sino qu e se logra mediante la perspectiva de un reino nado como erróneo e injusto, resulta ser absolUlam ente comprensibl e y cerrero
absoluto de entidades car ent es d e materia. si nos fijamos, no en el punto de partida, sino en 13 meta final del idealismo
"En la física, nos confia mos a los sentidos y a la experiencia, de Berk eley. "El espacio y el t iem po, con cuanto en ellos se con tiene e-d icen
q ue nos dan a conocer solam ente los efectos q ue se manifiesta n; los Pro!egómenos- no son las cosas ° sus cualidades en si m ismas, sino que
[igumn simplemente ent re sus mo dos de manife starse; has ta aquí , coinci do
en la mecánica, nos apoya mos en los conceptos matemáticos abs- e n todo con aqu ellos idealis tas. Sin embargo, éstos , y ent re ellos pri ncipal-
tractos. Pero en la primera filosofía o en la metafísica tratamos m ente Berk eley, consideraban el esp3cio como una re presentación p ura me nte
de objetos y causas inmateriales y de la verdad y existencia de las e mpírica qu e, al igual que los fenóme nos e n él, eS conocido, en uni ón
cosas. El físico considera la suc esión de las cosas de los sentidos d e todas sus determi naciones, por m edio de 13 experie ncia o d e la perc epción;
yo, por el contrario, empiezo pon iendo de manifie"to qu e el espac io (y, con él,
y las leyes q ue las relac ionan y unen entre sí, viendo la causa en el tiemp o, en el que Berkeley no 13 3tenc ión ) , con todas sus det ermina-
Jo que antecede y el efec to en lo que sigue. De este modo deben ciones, puede ser con ocido a pr iori por nosot ros. ya que , al igual q ue el tiem_
po, nos es inh erent e con an ter iorid a d 3 t od a perc epción o experiencia, como
77 De motu (1721), §§ 41, 42. T he Amllyst (1734), cuesto 49: "Wherhe r form a pura d e nuestras sensaciones , hacien do posible toda intu ición de cllas
t? ere he no! realJy a phil osophia p rima, il certain tran scendental sdence supe. y, por tant o, todo s los fenómenos. De donde se sigue q ue, descansando la
nor to a nd more ext ensive rhan marhematícs, which it rnigh r behove our ve rdad como sobre sus crite rios sobre leyes gen eral es y necesarias, la expenen-
mo de rn a nalysts ra the r to lea rn rhan d espise." e L especialm ente Princij'les da no pu ede tener en Berkel ey critt:r io alguno de l!erdad, ya que SU" mani_
§ 118, "Matbernntícíans, though th ey d edu ce thei r th eoretns from a grea e festacion es no descansan, en él, sobr e ningún fundamento a priori [d. supra,
helgh r of evid ence, ver their frrst prin cipl es a re limited by the conside raeíon pp. 281 ss.} ; d e donde se d espr ende que esa verdad no es sino sim ple ap ariencia ,
of q uan tity; and they do not descend intc any in quirv conc em;ng rhcse trans- mientras qu e en nosotros, por el contrar io. el espacio y el tiempo (combinado s
cendenta! maxi m s wh ich ínfluen ce aH ehe part icular sciences." con los conceptos puro s del ent endimiento) p rescrib en il priori su ley a toda
286 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO BERKELEY 287

funda mental de Berkelev, al proclamar el prin cipio metodológico concepción fundamenta l y sirve a un fin directamente opuesto al
de la "experiencia pura", tendía a colocar la conciencia sobre sí que este pensador per sigue. Y esta incongruencia entre el fin y
misma, sustrayéndola a la coacción de la mat eria exterior y abso- el medi o es lo que sirve de acicate dialéctico para el desarrollo del
luta. Pero, en el desarrollo de este pensamiento, se ve obligado a sistema. Pero en vano pugna Berkeley por desprenderse totalmente
atenerse a los medios d e conocimiento creados por la filosofía de de las primera s premisas de que parte. Su camino le lleva de
Locke y queda circunscrito dentro de ellos. Sin embargo, al reco- nuevo de Locke al concepto p latónico del espíritu, pero sin que
ger el esquema psicológico de Locke sin el menor examen crítico, por ello se recobre la conexión con la mat enuítica, qu e fue la
se toleraba y reconocía, al mismo tiempo, insensiblemente, el moti. que dio vida y contenido a est e concepto. De este modo, la con-
va metafísico fundamental del Essay. ciencia se ve, a la postre y a pesa r de todo, despojada de todo con-
La determinación del concepto de la "idea" por Locke es la ten ido independiente y originario y vinculada a un ser divino
expresión de su concep ción de conjunto acerca de la Función y sup erior, del qu e recibe toda verdad y todo conocimiento.
la posición d el espíritu : el pensamiento de la naturaleza pasiva Esta relación encuentra su último matiz característico en la
de la conciencia y de su d ependencia de las cosas exteriores cons- evolución de los problemas éticos fundamentales. La filosofía mo-
tituye su término correlativo necesario. El instrumen to qu e aquí ral de Berkeley se orienta , sobre todo, ha cia la repudiación de la
toma en sus manos Berkeley procede, por consiguiente, de una de ducción em pírico-psicológica de la ley moral. La regla d e la con-

experi encia posible, ley q ue nos ofr ece, al m ismo tiempo, el crite rio seguro BU! when we en te r the province a l th e prima (es decir, el terr eno
para disti ngui r la verdad de la aparie ncia. . , Tal idealismo está siempre ani_ de las ' r;eflexiones pu ras de la ra zón', v. supra, pp. 282 ss.), we discover anorher
mado por un prop éstro ilusorio, y no puede tener otro. Mi propó sito, en cem- order 01 beings, m ind an d its acts, per man ent being, not depen denr on COI_
bío, no es o tro qu e el de com pr end er la posibilidad de nuestro conocimiento por eal thíngs, nor resulung, no r co nnecred, nor cont ained: bur containing,
el priori de objetos de la experiencia, problem a que aho ra no ha sido connecting , enliven lng the whol e [ra rne; and imparting rhos e motlons, forme,
resuelto, ni siqui era planteado. qualities, and rhat arder and sim metry ro al! tho se translent Pha enomena, wh ich
"La tesis de todos los a ut énticos idealistas, d esde la escuel a ele ática hasta we term the Cours e oí Naiur e. ; . the n perceive th e tru e príncíple of
el obispo Berkel ey, se contiene en esta fórmul a: 'roda conocimiento recibido unity, identiry an d exfstence. Th0S(' thlngs th at be fare eeerned to ccneeuuee
por los senrtdcs y la experiencia es purameme apareme, pues la verdad sólo th e wh cle of Being, upon taking 001 intellectual view 01 thin gs, preve ro be
reside en las ideas de! entendimien to puro y la rOt ón'. El principio que rige y bur /l eeting phantoms".] Existen , po r tanto, razones para suponer que Kant
gobierna plenamente mi idealismo es, por el conttado, éste: 't odo conocimiento basé su in terpret ación de la teoría de Bet keley, no en el estudio de los Prin-
de las cosas basado en el pu ro entendi m iento o en la rez ón pura es mera apa- cipios, sino en el estu dio de la obra titu lada Siris. y hay también razones de
rien cia, pue s 8610 en la experiencia reside la verd ad'" (Prolegómenos, apén- orden exte rno q ue abonan el conoci mie nto de esta obr a por Kant, ya qu e, al
di ce) . publicarse , Siris encontr ó gran resonancia, deb ido pr incipalmeme a su cont e-
Esta exposición de la teoría de Berkeley pue de parece rn os muy peregrina ni do medico, y fue tra duc ida a vatios idiomas. [A unque Kant no leyera el
si la enjuiciamos -c-ccmo lo hace, por ejemplo, j anlrsc h, Kants Urteile über ingles, pud o hab er co nsulta do esta o bra en la tra duc ción com pleta que de ella
Berkeley, tesis doctor al, Estrasbu rgo 1879- , a la luz de los PrincipIes o/ human se h izo al franc és y q ue vio la luz en Amsrerdarn, en 1745, con este tÍtulo:
knowledge, pero reproduce palm ariamente la co ncepción filosófica fundamental Recherches sur les Vertus de ¡'Eau d e Ooudron, oi< I'cn o ¡oim des Réflexions
de la úl tima é poca de Berkeley. [V. por ej. Siris, B 292-94: " Natural ph enome- Philosophiql¡es sur divers <lurres saieu. Traduir de !'An g!ois dI' Dr . George
na are only natural appcarances. T hey are, rh erefore, such as we see and Berkeley. A msterdam, 1745. Las dos tra du ccion es alemanas q ue conoce mos
perceive th em. Their real and objecrlve nat ur es are, th erefor e, th e sam e: pas- no recogen má s que la par te médica d e la obra: 1) Gründ!iche hístorische
eive without anything active, f1uent an d changing withoue anything perman ent Nacfuicht vom Theer-Wa sser, etc. Recopilada y tra du cida del origin al inglés
in rhe m. How ever, as the se m ake th e fits t imp le ssions. •. the:¡ and rhe p/u:m. por Die derich Wessel Lind en, A msterdam y Leip aig, 1745. 2) Nochricht vcm
toms rhat result /ram those appeoronces, the children al imaginarion gro/red Th eer-Wos ser. Según la edición alemana de Londres, 1745, edición que proba-
upon Sense -c-such fOI exam ple as pure space- are thoughr by many the fiut blemen te ere la citada bajo 1) y cu yo pr ólogo aparece fech ado en Lond res el
in existence and stability and to embrace and comprehen d all other beings.. . Z (12) de febrero de 1745.1
2BS EL SISTEMA DEL EMPIRISl\10

d ucra no debe buscarse en el afecto de la benevolenc ia y de la


sim pati a, que es un barómet ro subjetivo y equívoco, sino sola me nte
en una ley objetiva y de validez general. Con este pensam iento , se Capirulo V
enfrenta nít ida y ené rgicame nte Berkelev al principio valo ranvo
del " sentimiento moral" formulado por Sheftesburv.w
HUME
A hora bien , la " ley" misma q ue Berkelev af irma como norma
El concep to de la ex perienc ia, que para la conce pción simp lista
suprema no proviene del propio fondo de la conciencia, sino que
re presenta una unid ad inmedi ata, se escinde pa ra la crítica filo-
se remonta, como la ley na tural. al d ivino legislador y recibe su
sófica de Bcrkeley en dos pa rte s integrant es desiguales. No es el
sanción de él y solamente de él.8 1
contenido simple de la percepción , sino el acto de la art iculac ión
Pa rtiend o de esta conce pción, com bate Berkel ey, principalm en-
te, el conce pto moderno del Estatlo, al que contrapone su pro pio de las sensaciones concre tas, lo que crea la image n pri mitiva y
ideal teocrát ico. Como todos los grandes pensadores idealistas, sensible del mu ndo. Lo que lla mamos la realidad empí rica se pro-
tam bién él se caracteriza por la fue rza y la profundidad de sus duce solam ente por medio de una peculiar int erpret ación y tr ans-
int encion es sociales , manif estadas tan to en sus obras como en su formación de la " percepción" inmediata : uno y el mismo material
actividad práctica. Frent e a la doct rina dominante d e su tiem po, de imp resiones sensoriales puede desarrollar se hasta llegar a resul -
qu e ve en el egoísmo económ ico la no rma y el resort e eficaz de toda tados finales psicológicos opu estos , según la diversidad de las com-
cond ucta, Berkeley aboga incansablemente PJ r el postulado del binaciones asociativas PJ r él provocada s.!
" public spirit".82 Pero el nu evo factor que a parece aqu í en el campo de nue stras
Pero también el desarrollo de su doctrina po lítica se guía y se considerac iones encierra, al mismo tiempo , un nuevo problema.
determina por mot ivos de orden teológico. El derecho del sobe-- Para que sea posible establecer e ntre dos con tenidos que no guar-
rano no se deriva de la volunta d del pueblo, sino qu e fluye dan entre sí ningu na relación lógica y necesaria, un nexo repre-
d irectam ent e de los preceptos d ivinos. La "obediencia pasiva" e sentativo fijo, la primera condición es que los ele me ntos nos sean
incond icional al pode r supremo del Estado constituye la últ ima dados por la experien cia, al menos, en una reiuracion regular y
pa labra de esta teoría; tI6 lo mismo en el carnpo de lo ét ico que en a náloga. Sin esta sucesión regular de la mate ria de nuestras re pre-
el de lo lógico, la autono m ía del espírit u se ve coartada por un a sentaciones, la función psíquica de las art iculaciones no enco nt ra-
frontera exterior. ría nu nca un objeto sobre el que pud iera ejercerse. No podríamos
- pa ra decirlo con el lengua je de Ber keley- ente nde r y lee r los
"signos" que nos ofrecen las d iferentes sensaciones concretas, ha-
ciend o de ellos un texto único, si d esde el primer moment o no
estuviésemos seguros de que encie rran en si un signif icado, que
es el qu e aho ra t enemos qu e descubrir y desa rrollar. Si la tota-
lid ad de los fenómenos no fuese más que un caos desordenado de
percepcion es no com binadas ent re sí por ninguna regla originaria
so r a$SlW obed jcncc, Or rhe C hriJ lÍan Doctrin e of nce reJiJring rhe su prCTlU de reiteración, sería imposible descifra r el criptograma de la nntu-
poW«r provca ana vindic<ltcd ( 1712) B 13, 15 ss, raleza. To das aq uellas conclusiones de la experiencia con ayuda
81 y , a dem ás Pa' sivc obea ience, H 31 ss.
82 C f, especlalrn erue el EHa )' towardl prevenring the ruin of Grea! Brita.in
de las cuale s transfor mamos las impresiones en ob jetos, desean-
(1711) .
ij 3 PIlSllI'e obedi ence, i 24; d . espr ó alme nte H 33 JS ., 39 JS" 53. 1 y, po r ejemplo Berkd ey, N ew lheory of vü ion, i 26-
289
290 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO HUME 291
san, por tanto, sobre el postulado mental de una analogía interior orientaciones personales distintas. Los mismos hechos que mue-
del curso de la naturaleza. ven e incitan a Berkeley a trascender por sobre el campo de las
"Por medio de la cuidadosa observación de los fenómenos que simples percepciones de los sentidos son los que ahora se toman
caen dentro de nuestro hor izonte visual, podemos, evide ntemente; como base para sujetarnos para siempre a este terreno. Por poco
conocer las leyes generales de la na turaleza y derivar de ella los satisfactoria que sea la respuesta que puede dar la experiencia a
fenómenos particulares, pero no podemos nunca llegar a dem os- las dudas y a las preguntas de la razón, no podemos en modo
trarlas como necesarias. Todas las deducciones de esta clase de- alguno soslayarla.
penden, en efecto, de la premisa de q ue el autor de la naturaleza Es necesario descubrir y poner de manifiesto, con toda su Fuer-
obra siempre del mismo modo y siguiendo las reglas que nosotros za, la contraposición que media entre los postulados de nuestro
tomamos por base como principios; y esto es precisamente lo que pensamiento y los medios de que disponemos para realizarlos, no
no podemos llegar a conocer n unca con toda evídencía."> para elim ina rla en una concepción metafísica "superior", sino, por
Vemos, pues , que no desca nsa sobre una base hipotética sola- el contrario, para comprenderla como indestructible.
mente el método de la física empírica, sino tam bién el de la psíco- El camino hacia adelante está cerrado ante nosotros: no que-
logia, no sólo nuestro conocimiento del m undo de los cuerpos, sino da, pues, otro medio que revocar todo el trabajo realizado por el
ta mbié n el conocimiento de la " naturaleza" de nuestro espíritu . "pensamiento" sobre la materia de las sensaciones. Se trata de
C ierto es que en Berke ley no llega a desarrollarse con toda n itidez comprender, al menos, la coacción psicológica que constantemen-
y claridad el problema. que aquí se plantea, pues la certeza que la te, una y otra vez, nos conduce, desviándonos, a esta transmuta-
wgica no acierta a conferirle se la procura su concepción religiosa: ción de las simples percepciones, desfigurando con ello nuestra
la acción divina de la que brotan las cosas concretas es, al mismo imagen natural del universo. El "verdadero" ser entra Integras
tiempo, la garantía de su conexión interior por med io de la razón. mente en el predicado de la sensación, y ésta, a su vez, nos es dada
En un mundo que es obra de la más alta in teligencia tiene nece- desde el primer momento por el juicio, no en su propia naturaleza
sariamente que reinar un orden metódico. La referencia a la causa sin fa lsear, sino en una determinada formación.
primaria inteligible y común asegura a los fenómenos aquella afi- Si se logra superar de nuevo este resultado por virtud del
nid ad y aquella analogía que es la condición de su conocimiento análisis psicológico, nos habremos situado con ello ante la sus-
científico. Suprimamos esta unidad esencial de las cosas y el ser tancia de todo conocimiento y de toda realidad. Hume se atiene,
empírico se disolverá de n uevo en el caos. Si nos fijamos en la pues, a su concepción fundamental de que el ser empírico, que
experiencia atendiendo solamente a su prop io contenido vemos que el punto de vista simplista considera como algo ú ltimo e inanali-
no nos brinda ninguna prueba de la existe ncia de leyes perma - zable, es en realidad obra de la combinación de diversas represen-
nentes que presidan los fenómenos y los hagan asequ ibles a los taciones; pero exige al mismo tiempo que esta combinación, para
postulados de la razón. que tenga realme nte u n sentido y una razón de ser, se acredite
Por tanto, el simple esclarecimiento de las condiciones sobre las en una impresión di recta, inmediatamente paralela a ella. Tanto
que descansa la doctrina de Berkeley nos lleva ya directamente da q ue este postu lado se demuestre o no como realizable dentro de
hasta los mismos umbrales de la filosofía de H um e. la totalidad de nuestro conocimiento: es él el que decide siem-
U na comparación entre Berkeley y Hume nos m uestra con pre en cuanto a la apreciación de nuestro saber. El "empirismo"
característica cla ridad a qué resultados ta n diferentes puede con- de Hume no debe desorientarnos, en el sentido de que tampoco
ducir el mismo punto de vista metodológico cuando es abrazad o él se propone registrar simplemente los "hechos" del conocimien-
por espíritus de dife rente matiz intelectual y de tendencias y to, sino que aspira a someterlos a un examen y a un enjuiciamiento.
2 Berkeley, Princi pIes, 107. Por mucho que, en cuanto a su contenido, diste de tod os los cri-
EL SISTEMA DEL EMPIRISMO HUME

terios lógicos (XJr los que general me nte se mide el saber, el criterio Cla n misma. El "signo" sensible era reputado aquí simplemente
de la "sensació n pura", qu e aq uí aplica H um e, comparte con como la representación de u n comporta miento objetivo existente
ellos, sin emba rgo, la carac terística formal genera l de que prete nde e nt re las ideas mismas; no era el portador, sino sim plem ente la
of recern os una pauta metodológica por virt ud de la cual pod emos expresión de la significació n general ( v. su.pra, pp. 211 y 278) .
asignar a cada concepto su rango y su "verdad" relat iva. Es en la teoría de H ume donde se viene por tie rra esta últi ma
La lucha cont ra cua lq uier forma y modalidad de la "abstrac- barrera. La idea gen eral, q ue expresamente reconocía y adm itía
ción" cobra así, ah ora, una significación nueva y más radical. El Berkelev," es rechazada ah ora con la misma decisión que la repre-
propio Hume considera como el resultado decisivo de la filosofía sentación genérica " abstracta". El ca rácter de "gene ralida d " no
de Berkelev el definitivo esclarecimiento de l problema en torno a es, según H um e, ninguna cualidad psicológica q ue un conten ido
la na tu raleza de nuestras " rep resentaciones generales". represental it'O posea d irectamente o pue da ad quiri r en el transcur-
"Un gran filósofo combate en este pu nto la opinión tradiciona l so de la exper iencia , sino que corr esponde únic a y exclusivamente
y afirma que rodas las re presentaciones son, pura y sim plemente, a la palabra, la cual, en su in derermi nab ilidad, no pu ede abarcar y
rep resentaciones ind ividuales asociadas a un dete rm inado nomb re, reprod ucir todos los rasgos concretos de la imagen de la percep-
el cual les da una significación más am plia, haciendo q ue, en el ción. La meta d el conocimi ento se halla en d irecta contraposición
caso dado, sean evocadas por el recuerdo todas las representacio- con el m étodo y el camino que forzosamente tiene que seguir el
nes concretas análogas. Esta concep ción constituye, a mi modo lenguaje: mientras qu e éste tien de simp lem ent e a recoger, con ob-
de ver, un o de los más gra nd es y más estimab les descub rimientos jeto de pod er entenderse de un modo general, las vivencias psl-
qu e d ura nte estos últimos a ños se ha n hecho en el cam po de las quicas en sus trazos generales ext er nos, aqué l, en camb io, tr ata
ciencias. E int entaré, en lo que a mí se refiere, comp let arlo por de agota r la plenitud concret a de la conciencia. Mientras q ued e
medio de algunos a rgumentos, de los que confío que lo colocará n todavía en nuestro supuesto "saber" un resto que no se disuelva
por encima de tod a duda y de tod a impugnación." 3 en sensaci ones indivi duales y en grupos de sensaciones, pode mos
Pero la forma en que Hum e reprod uce y resume aqu í la doc. esta r seguros de no haber penetrado todavía en el círculo de los
trina de Berkelev rep resenta ya, en realidad e-corno con razón se auténticos hechos del conoci miento. El problema q ued a pla nteado
ha señalado-e,' una acentuación y un desarrollo de la tende ncia aho ra de un modo seguro e inequívoco : ya sólo falta d eterm inar
fund amental de este pensad or. En efec to, Berkel ev, aun rechazan. en detalle h asta qué pun t o est án en condiciones de ajusta rse
do todo lo que sea fijar lo "general" en una imagen representativa a esa exigen cia las diferentes ram as de l saber, en su forma y trat a-
abstracta, no se ind ina, ni muc ho me nos, a atribuir la sign ificación mie nto individuales.
general que a un contenido concreto le pueda correspo nder dentro
dc la tota lidad de nu estro conocimiento sim plemente al nombre 1
qu e de un mod o fort uito y externo asociamos a él. El hec ho de que
Lo. CRÍTICA DEL CQNOClMIENTO MATEMÁTIOO
un contenido psíquico pueda " representar" a otros era considerado
mas bien como una peculiari dad no deducible de la representa- Entre el sistema de las verdades ma tem áticas y el ideal general del
conocim iento, de que parte Hume, no perece, a pri mera vista, q ue
3 H ume, A rrec nse on hrmwn nllrure, lib. 1, part e I, secc. VII. (U tilizamos medi e ninguna contra posición. No en vano se cons ide raba desde
en d texto, con frecuenCia, la magnifica tra d ucción de H a rnbu rgo y siem pre que el verdadero mé rito d e la mat emática consistía en no
Leip.i g, 1895.)
.. V. Meinonll, "Hume-Stuuien, I: Zur Gescl nc hre un d Kritik des moJ ern en
versar sobre la ex istenc ia misma de las cosas, sino solamente sobre
Nominaliemus" (en Si!tungsbcTichle der Wiencr A kademie deT W issenscha/un,
Phl/os.-hin or. Kla.sse, 1877). r; Berkeley, Principies, Intr., 12.
'9< EL SISTEMA DEL EMPIRISMO HUME
sus representacion es; en no gua rda r relación con la existencia de los nuestra capacidad de per cepción, tod a ulterior diferencia de m ag-
objetos, sino solamente con la cualidad de las " ideas" mismas. nitu d se ve privad a de fun damento y de posibilidad; el intento
Este criterio, que ha bía salido ind emn e de la polémica entre de tod a ulterior d iferenciación equivale a la destrucción psíquica
las escuelas y con el qu e nos encontramos del mismo modo en del contenido. Y como, ad emás, hasta la más míni ma parte de la
y e.n forma también el primer pun to de apoyo extensión, para que nosotros podamos captarla, tiene necesaria-
para la mvesngacron de Hume. Las formas d el pensa miento mate- mente que poseer una determinada magnitud, qu e no puede des-
mático no se hallan sujetas a más ley Que la que les dicta nuestra plazarse arbitr aria mente, sino qu e es dada de una vez para siempre
propia na turaleza psíquic a. por la naturaleza de la rep resentación misma, es evidente q ue un a
Q ueda excluida aq uí, por tanto, toda tensión y tod a contra- acumulaci ón infinita de estos element os constantes tiene necesaria-
lo que rebasa los límites de nuestras "impr esiones" queda mente que engend rar también una magnitud infinita : por tanto,
.con ello, fuera de los límites de la consid eración y el la afirmación de la di visibilidad infin ita, bajo el pretexto de u na
en juiciamiento matemáticos. Pu esto que la representación de tod a captación y un enju iciamien to exactos, destruye más bien todos
geométrica es plenamente ade cuada a ésta y la cont iene los límites fijos y, con ellos, tod a diferenciabilid ad de las formas
sin d ejar residu o alguno, debemos tr aslad ar ta mbién concret as. Sólo la hipótesis de l mín imo crea la posibilidad de la
directa mente a sus objetos toda coincide ncia o toda cont rad icción unidad y d e la medida.
qu e se pr esenten ant e nosotros en las ídeas.e Y, desde el momento Por consiguiente, el problema de la naturaleza y la composí-
en qu e versa solame nte sobre contenidos d e concie ncia, es evi- ción del espacio no lleva consigo --como Hu me sub raya con tod a
dente que la matem ática no reconoce ni tiene po r qué reconocer fuena- el planteamiento d e dificu ltades escépticas, en las que
sobre ella más juez que la psicología. la decisión pueda quedar flota ndo en la duda, sino ciertas demos-
Sin emba rgo, si, toma ndo este principio, que H ume llam a "el tra ciones psicológicas ob ligad as, qu e excluyen desde el primer rno-
fundamento de tod o conocimiento h umano" abordamos la forma mento cualesquiera otras in sta ncias, sea cua l fuere la apariencia
concreta de la matemática, nos ve:nos en seguida grav f- qu e éstas present en a su Favor," No esta mos, aquí, ante un pro
desilu sionad os. T al parece, en efecto, como si aquí y cont ra dialéctico, sino an te la expresión de una simple observa.
reh uy éramos como intenc iona da mente la simple introspección so- ción de sí mismo.
bre el incuestionable conte nido de nu estras representaciones sim- En realidad , las tesis de H ume son, dentro de la con exión
. para perdemos en la conside ración de formas purament e bajo la qu e se presenta n, totalmente irrefutables. Si la geometria
ficticias. Por mu y minuciosamente qu e ana licemos todos los datos pretende ser rea lmente la ciencia de nu estr as " representaciones
de la conciencia, por mucho que consulte mos toelas las fuentes de del espacio", si se propone d escribir el moelo cómo las d istintas
conocimiento a nu estro alcance, en ninguna pa rte de scubriremos ideas concretas del espacio na cen en el espíritu y se enla zan entre
la imagen de la extensión continua, divisible hasta el infinito, si para formar determinadas conexi ones, no cabe duda de que
qu e es el postu lado con que comienza la geometría. principios como el de la d ivisibilidad infinita se ha llan en pugna
la disminución progresiva de una magnitu d espac ial acaba directa con el objeto qu e se trata de de scribir. Pero como, por
destruyendo, a la postre, su imagen sensible y, por ta nto el ú nico otra part e, la elección de los principios se halla dentro de nu estro
modo espiritual d e existencia qu e posee. Más all á del m ínimo de poder, mient ras que los objetos se enfrenta n a nosotros como algo
fijo e inmutable, no nos queda otra salida que la de transformar
11 H um e, Tre(lri.re, parte II, eecc. 11 : "'Wh erever ideas are adequare repre-
sen tationa of objecu, th e relations, contradicrions and agreemenrs oi the ideas rad icalmente la metodología matemática.
are all applicabJe ro m e obi«rs¡ and Ihis we may in general observe ro be the " Como nuestra pauta ú ltima en cuanto a las formas geom é-
foundarion of all human knowledge," f T.emise, pane U, " ce. 11 (hacia el final).
!
296 I
EL SISTEMA DEL EMPIRISMO HU ME 297
t ricas sólo pue de pro ceder de los sent idos y d e la imaginación, de que nos fijemos en la manera genera l como "se ma nifiesta" en
resulta absurdo hablar d e una perfección que pretenda trascender la conciencie."
lo que estas cap acida des pu eden enjuicia r, ya que la verdadera Aplica ndo este criterio plena mente y en todo s sus aspectos, se
pe rfección de tod a cosa consiste, simplement e, e n q ue ésta se ajuste destaca en toda su cla ridad el sent ido de los conceptos fu ndamcn-
a su modelo y a su pauta," tales de la ma temática. Un concep to, como el de la iglUtldad, por
Por tanto, la armonía y la cohesión inte rnas de la matemát ica ejemp lo, pa rece burlarse de tod a explicación y dete rminación exac-
sólo pueden conseguirse, en realida d, mediante la renuncia a las tas, si nos atene mos exclusivamente al métod o mat emá tico usual.
normas racionalistas absolu tas. Las pru ebas geométricas, cua ndo La igualdad de dos líneas no quiere de cir qu e sea idéntic o, con toda
versan sobre lo pequeño, no pueden conside rarse en rea lidad como exactitud, el nú me ro de pnnros de cada una : Carecemos, desde
pruebas, puesto qu e descansan sobre ideas no exactas y sobre luego, de todo medio para po der calcula r real mente la cantidad
prin cipios qu e no son completa mente verd aderos. d e puntos matemáticos, es decir, de las más pequeña s magn itudes
"Cuando la geometría fonnula un juicio cualquiera sobre las extensas cont enidas en una línea recta, y para tener, por consi-
relaciones cua mit enves, no debemos exigir nun ca de ellas una guien te, una norma fija de com par ación . Pero ta mpoco el método
precisi ón y una exact itud extrem as. N inguna de sus pruebas va de la .:ongruenóa nos ofrece u n medio seguro para poder formar-
tan lejos. No (abe duda de que la geometría determina exacta- nos un juicio acerca de la coincidencia de magnitud es entre dos
mente las dimensiones y las relaciones de las figura s, pero sólo en formas d el espacio, pu es tod a dete rmin ación exac ta supo ndría
bruto y con cierto mar gen de libertad {roughlv and with sorne rarnbién aquí la posibilida d de in vestigar ha sta en sus últimas
ltberrv) . Sus errores, evide nte me nte, no son nunca importantes partes las formas de cuya rela ción se trata, de mostra ndo q ue coin-
y bien pod emos asegurar qu e no erraría nunca si no aspirase a una ciden punto por punto, 10 que nos conduciría al mismo an álisis
pe rfección tan a bsoluta." irrealizable de un todo en sus elementos simples.
La auténtica y aseq uible perfección de la ma temática sólo D e este modo, no nos queda ot ra opción que el conte ntar-
puede resid ir, por ta nto, en imita r el método inductivo de la cien- nos con el fallo d irec to de los senti dos: decimos que dos magnitudes
cia de la natu raleza, en contentarse con sus predicados acerca son iguales cuando su cons ide ración nos prod uce a nosotr os, a los
d e los casos concretos que e n cada caso nos son dados por los sujetos q ue las contempla n, la sensación de q ue rea lme nte lo son.
sentidos, sin reivind icar pa ra sí un a incondicionada gene ralidad Pod rá conside rarse vaga y superficial esta invocación del simple
de los juicios. Así, por ejemplo, la proposición de que dos líneas " fenóme no general de conju nto" d e los objetos, pero lo cierto es
rectas sólo se Corta n en un punto pu ede ser absolutamente cierta q ue no hay ningún camino para remon tarse por sobre ella. Por
pa ra el caso en q ue forma n ambas un ángulo suficientemente m ucho que se mejoren y perfeccionen nu est ros instr umentos, ja-
gran de; en ca mbio, pierde evidenteme nte su exactitud tan pronto mas llegará a cambiar la base lógica sobre la que está situado el
como ambas líneas, a ntes de fund irse, d iscurran d urante un t recho método: el método tota lm en te "exacto" que indagamos no pasa
a muy poca distancia la una de la ot ra. Para nu estra percepción , de ser una forma imaginar ia, que se esfuma inm ed iatam ente, tan
por lo menos, la forma que en este segundo caso brot a de la pronto como nos ate nemos rigurosam ent e a las manifesta ciones
intersección de las dos rectas en nad a se diferencia de la impresión especiales y concretas de las cosas. El engaño en el q ue constante-
que en nosot ros prod uce un tr echo muy corto: para juzgar acer- mente caemos es, cierta ment e na tural; na da más usual, en efecto,
ca de la " esencia" de puntos y de líneas y de su identidad y sus
11 "TIle origi nal oí a right lin e is in reality nothinlC bur a eertain
dif erencias, no existe más punto de apoyo ni otra pauta qu e la genera! appearll'lee; a mi ' ris eviuc n t r íghr linee may be made ro concur wíth
eaeh other, and ver cor res pon d to this standa rd, th c ' cor rected by all rhe meana
T rec:ltbe, part e 11, eccc. IV. e ither pracrícable or ima ginabl e" (Trcari. e, parl e ll , secc. IV ) .
298 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO HUME 299
qu e el hecho de qu e nu estra s act ividade s espirituales sigan mar- este pensador va directamen te orientada cont ra el concepto geo-
cha ndo por el ca mino Que un a ve: han abraza do, au n cuando ya mét rico puro de la igualdad, que es para él un mero falseam iento
no se mantengan en pie la razón y el motivo legítimo que les ha n de los d atos de las percepciones. En efecto, lqué clase d e verdad
impul sado a seguirlo. Pero esta explicación psicológica no puede pod em os atribuir a pred icados qu e tratan de sujetos absolutamente
modificar en 10 más mínimo la ratón de U T de los conce ptos idea- vacíos y carentes d e contenido?
les de la ma temá tica : éstos siguen siendo, a pesar de tod o, sim ples Es cierto que, en la versión posterior de su teo ría, en la Enqu iry,
ficciones, tan inú tiles como íninreligíbles," el pro pio Hume tr ata de pone r ciertas reservas a su primera expo-
Sea cual fuere el juicio objetivo que estas manifestaciones nos sición . Al conocimiento de los hechos que sólo pueden obtenerse
merezcan, hay que reconocer que, si nos situamos en el punto de mediante la experiencia y el hábito se enfrenta n ahora las rela-
vista en que se coloca Hume, son, d esde luego, consecuentes y ciones puras entre las ideas qu e pueden descubrirse med iante las
necesarias. Si partimos de la pre misa de qu e todo ser psíquico sim ples operaciones del pensamiento, sin depender pa ra nada de
consiste en una acumulación de m últiples y diferentes sensacio- algo Que exista en el universo,'! Sin embargo, esta separación po-
nes, de que la conciencia no es otra cosa que el escenario en que dría tener su sentido y m razón de ser en el Essay de Locke, del
se mu even las impresiones especia les y cambiantes de nu estros que Hume la toma, pero en su propia doctrina car ece de base
sentidos, no cabe duda de qu e los juicios matemá ticos son inven- y no es sino una concesión injustificada a la conc epción rradi-
ciones totalmente arb itra rias. Los objetos de que nos h ablan no cional.
poseen un verdadero ser, cua lquiera que él sea, ni en nosot ros • El punto de vista de que las rela ciones que fijamos en los
ni fuera de nosot ros; su contenido, cuando se lo somete a u n aná- ju icios matemáticos se ha llan circunscritas a la s ideas y pueden
lisis psicológico a fondo, queda reducido a un simp le palabra. deducirse analiticame nte de ellas falla tra tándose de una concep-
No tien en razón quienes, pa ra defender el punto de vista de ción que tiene necesariamente que negar y recusar estas ideas
Hume, dice n que su crítica se refiere solamente a la ma temática mismas. Las linea s, los ángulos y los triángulos de que nos habla
a plicada, y no a la ma temática pura, que no imp ugna la verdad el geóme tra no caen dentro d el ca mpo y la realidad de hecho de
de las proposiciones mat emáticas, sino sola mente la aplicación nu estras im presiones. Que son, según Hume, hase y fundamento
a las cosas empíricas concretas de lo Que de las ideas matemáticas exclusivo de todo juicio valedero. No se nos dan nu nca en las
se d esprend e. Es cieno Que la argum entación de H ume se a poya, im presion es misma s, sino que las crea arbitrariamente un acto de
ante todo, en el hecho de que jamás se nos dan objetos absoluta- nu estra fantasía, saleando por encima de todos los datos de los sen-
mente iguales; pero la conclusión a la Que, partiendo de aqu í, llega tid os.
10 "The only useful notíon ol equaliry or inequ ality is derived Irom tM Ya con las primeras defin iciones geométricas salimos del radio
whole u"íted lIppearance a nd tbe co mpa rison ol panicular obiccts.. . For as de acción de las sensaciones seguras y ciertas de sí mismas, para
sou nd reaso n ce nvínces us tha l there are bodies w stl, mo re mi nute Ihan ec ha rnos a vagar por un ter re no de enti dades desco nocid as. La
rhcse, which e ppear 10 Ihe sensest and as a 11Ilse reason woulJ perswsde us,
thal the re ar e bodies infini lely mo re m in ule; we dearly perceíve, Ihat we are
geomet ría, desde el pu nto de vista de Hume -para qu ien la idea
not posseesed oí any lns trume ut or art of meu ur ing, whích can secure us from no es sino una modificación aislad a, mudable de un momento a
al1 error a nd uncertaintv. . . \Ve therefc re sup pose sorne imagina r)' srandard otro, de la conciencia individ ual- no es menos " trascendente"
01 t'q wa!iry, by whíc h rhe appearan cea and measuring are ei'rllctly cc necred• . . que la meta física. Sus ideales se hallan en el mismo plano qu e
This standard is plainly imagi nary . Por as ¡he tler, idea of equalir, ir rhat 01 las formas y las sustancias a bsolutas d e la ontología escolástica:
such a parlicu!ar appearance cor recte d by [uxt e-positlon o. a comrncn meae ute,
the notio n of a ny ccrrecñon beyond wha r we have instrumenta and art to m eke, 11 A n Enq uil') concerning human V nd ersland ing, aecc, IV, patt e r. ( Esla' $
is a mere l iction 01 rhc mind, and u!eleu a.! well a.! incomprehensible" (Treo.. Mora!, Poliriea! and Litetar" ed. por Oreen y Oros e, Londres, 1898, vo1. 11,
li!e, p¡ttte 11, eecc. IV ) . pp. 20$5.)
JOO EL SISTEMA DEL EMPIRISMO HUME 301

unas y otras tien en su raíz en el mismo im pu lso desenfrenado de manifi estan de este deter minado mod o, no provocan en el espíritu
nuestra imaginación, que la lleva a levan tar conseruceívamenre nin gu na sugestión dete rm inada que pueda dar motivo a la forma-
sobre la realidad empírica u n m undo conceptual hecho de apa - ción de una nueva idea. . . Po r ta nto, si el tiem po no se man ifiesta
riencias. El T rczmse, al deducir sin la menor reserva esta conclu- en el fenómeoo como una impresión primaria y particularizada, no
sión, crea con ello -sin preocuparse en lo más míni mo de tod as puede ser, evidentemente, orra cosa que una pl uralidad de ideas,
las consecuencias q ue esto puede ent raña r- la infraest ructura impresion es u objetos ordenados de determinado modo, es decir,
un itaria del sistema . que se suceden los unos a los otros." 12
Sólo qu eda en pie, sin emb argo, un problema que hasta ah ora Pero, incluso a unque aprob ásemos plenamente esta explica-
no ha encontrado la menor exp licación. No acertamos a com- ción; aunqu e, por ta nto, llegásemos con H um e a la conclusión
prender, por el momento, el mod o ni la necesidad subjetiva del de que la represent ación del tiempo y el espacio, diferenci ada y
proceso que cond uce a la formación de los conceptos abstractos des pojada de todo contenido de sensación, es imposible de suyo,
d e la matemá tica. Pu ede ser que a estas formacion es se les deba siempre quedaría en pie, a pesar de todo , el hecho d e que las sen-
negar todo valor lógico; a hora bien, zcómo pueden estas formacio- saciones no se agolpan en n osot ros de u n modo informe, sino su-
nes surgir y afirmarse, a unque sólo sea como ilu sion es psicológicas? jetas a determinadas conexio nes específicas.
Mientras no acer temos a resolver este prob lema, no pod remos lle- Q uiere esto dec ir, por ta n to, que se dar án en nosotros necesa-
var a su remat e la fenomcnologÚI de la con ciencia. lEs solamente ria mente represent aciones que, sin que a ella s corresponda una
un a ra ra obst inació n la que e mpu ja al geómetra de lo conoc ido imp resión directa de las percepciones de los sentidos o del yo, no
a lo d esconocido, o se d eja llevar, en ello, por una tend encia psi- carecen, sin em bargo, de todo cont enido , sino que en el las cobra n
cológica general, que se manifiesta también en otros cam pos? conciencia ante nosotros el mod o y la ordenación en que las im-
Esta pregunta adquiere una fue rza todavía más imp eriosa an te presiones existen (the manner or arder, in w hic h objects exíse).
el a nálisis humea no del concep to del tiem po y el espacio. Hume y d el mismo modo que esta ordenación no podría tener una exis-
se deja guiar tam bién en este pu nto por su esquema genera l: sólo tencia absoluta y autá rquica [lIca de todos los contenidos de la
pod ernos descub rir lo que el espacio y el tiempo son poniendo de percepción, no podría ta m poco reducirse a la mera suma de estos
manifiesto y expon iend o en detalle las sensaciones de que estos contenidos, sino q ue añ adir á a ella, necesariamente, un nu evo y
conc eptos se componen. Siguiendo este precepto, vem os que la peculia r modo de relación. La anterior dificu ltad, por tan to, lejos
extensión continua se descom pon e pa ra nosotros e n una suma de -íe desapa recer, se ha agud izado y a hondado. El reproche que a ntes
puntos coloreados y tang ibles y la du ració n uniforme en una suce- se volvía contra la ciencia se di rige aho ra contra la conciencia
sión de percepciones interiores o externa s. Ningu na de ellas nos popular tan exte ndida, la cual se obstina también en postular y
ofrece con tenidos especiales de la representación que pod a mos afirmar contenidos que tras ciende n de todo aqu ello qu e la percep-
encontrar, del modo que sea, j un to a las sensaciones en tr elazadas ción direc ta nos ofrece.
por nosotros en el espa cio y en el tiempo, sino qu e todas indican, El int ento hecho por H ume para de most rar las relaciones de la
pu ra y simpleme nte, el " modo" peculiar en qu e estas sensaciones yuxtaposición en el espacio y las de la sucesión en el tiem po como
se represen ta n al espíritu. parte inregrante dire cta de nuestras "percepciones" está necesaria-
"Cinco sonidos, tocad os en la flau ta, por ejem plo, nos dan la me nte condenado a fracasa r. Siem pre que se da n dos impresiones
im presión y la idea del tiempo, pero sin que, por ello, sea el tiempo d e la vista o del tacto -c-expo ne Hume--, pod ernos percibir direc-
un a sexta impresión que se ofrezca al oído o a otro sentido cual- tamente, no sólo estas im presiones mismas en su determ inada
quiera. Ni tam poco una sexta impresión qu e el espírit u, por virtud cualidad, sino tam bién la d istancia que entre ellas media. Cierto
de la reflexión, en cue ntre en sí mismo. Los cinco sonidos, que se 12 T ......fis e. pll rte a, 5e.;C. JIl.

1-
JOZ EL SISTEMA DEL EMPIRISMO HUME 303

es q ue el espacio total ment e vacío no es de suyo un objeto posible mente inequívocas de la sim ple nada. Y la misma circunstancia
de la representación, pero cuando estamos ante dos eleme ntos hace qu e resulte tambié n insosten ible la objeción de qu e los puntos
conc retos de l espac io, percibidos por la vista o por el tacto, y que indivisibles, caso de toca rse, se confund en necesariamente los unos
sirven de sustrato sensible fijo a la conciencia, percibimos a la con los otros y no sirven, por tanto, pa ra la creación d e una línea.
par con ellos la rela ción entre sus respectiv as situaciones y su En efecto, ¡por qué dos partes integrantes claramente disti ntas por
distancia. En efecto, para lograr esto, no necesitamos represenrar- su cualidad visible y tangible no h an d e poder conservar su carac-
nos en de talle y en todas y cada una de sus partes todo el trec ho terística peculiaridad, por mucho qu e se a proximen la una a
int ermed io Que los sepa ra y llenarl o con sensaciones reales, sino la ot ra?
que basta con el pensam ient o de que allí do nde ad vertimos ahora "lAcaso se ve alguna necesidad de qu e un punto de colo r o tan-
una simple nada, la ausencia de cualquier contenido de percep- gible sea deslTUído por la p roximidad de otro punto dota do de
ción, pueda ma nifestarse y en contrar su sit io una nueva sensación. iguales cualidades? ¿No es claro y evidente, por el cont rario, que
Es evidente, sin embargo, qu e estas observaciones presuponen de 1(1 unión de estos dos puntos tiene qu e brotar ne cesariament e un
la intuición del espacio, en vez de explícarle.v En este punto, nuevo objeto comp uesto y divisible; que, dicho más exacta mente ,
Hume -para no verse obligado a rechazar las rep resentaciones este objeto compuesto puede dividirse en dos partes, cada un a d e
de l espacio y el t iempo o a renunciar al principio de la ad ecuación las cuales, pese a su contacto con la otra, mant iene su existencia
total y sin reservas d e las "ideas" y las "impresiones"- queda independiente y aparte? A yudando a la imaginación, represent é-
todavía a la zaga del an álisis psicológico de Berkeley. Este había monos estos dos puntos, para impedir más fácilmente q ue se fun -
llegado a ver cla ramente qu e no es nun ca una percepció n directa, dan y se confundan, como de distinto color. No cabe dud a de que
sino solamente un complicado proceso espiritual de enrrelazamien- un punto azul y un punto rojo, por ejemplo, pueden mantener con-
to de las impresion es de los sentidos lo que nos da noticia de su tacto ent re si sin fundirse y destr uirse mu tuament e. ¿Qué ocurri-
situación y de su mutua d istancia. Es mu y significativo q ue esta ría con ellos, de Otro modo? [Deberla considerarse anula do o des-
visión se abra paso a [JosteYiori en el propio H ume y que este pen- rru ido el punto rojo o el azul? 10 qué nu evo color harí an brotar
sador -en el apé ndice al T reatise:- rectifiqu e exp resamente la estos dos colores, al fundirse?" 16
ant erior afirmación según la cu al poseemos en la simple manifes-- Resalta claramente aq uí l a verda de ra endeb lez de la argumen-
tación sensible de dos objetos separa dos en un medio suficient e para tación de Hume. Es evidente qu e de la "unión" de dos elementos
poder calcular la distancia entre ellos.14 que se caracterizan y distingue n solament e por su color no pue--
Ca da vez: se ve más claramente que la sensación no responde d e brotar un "objeto" espacial , de l mismo modo qu e de la íu-
a las exigencias que aquí se plantean. A la composición del espa- sión de dos o más sonid os no pod ría formarse un color. Si con-
cio a base de "puntos mat emáti cos" discretos suele oponerse la sideramos los "puntos" at endiendo solamente a su conte nido y a
objeción de que el punto no es otra cosa que la negacwn de la ex- sus cualidades sensibles, no podría comp ren derse ni siquiera aquel
tensión y de que la suma de varios "no ser" jamá s puede cond ucir "contacto" del que Hume hace brota r la extensión. Para poder
a un resultado real, pero Hume opone a esta objeción el ergu- llegar a la totalidad del espacio, necesariamente tenemos qu e atri-
mento de que los elementos qu e él toma como base no pueden buir ya a los ele mentos la característica espacia l de la " situa ción ".
resultar afectados por este reparo, ya que él les atribuye color y Ahora bien, Iacaso la "situación" es directamente perceptible, en
fijeta, con lo que los distingue por dete rminaciones sensibles tot al- el mismo sent ido que el color o la dureza? Formar el espacio
por la suma de puntos pu ed e tener cierto sent ido siempre qu e se
18 Treatl$e, parte 1I, secc, V. Cf. acerca de esto, Riehl, Det" philosophbche
Krirlcü mlls, vol. I, pp. 93 l . conciba el punto mismo, no como elemento absoluto, sino sim-
14 Treati$e, Apéndice (ed. Selby-Bigge, Oxford, 1896, p. 636). u Treeerse, parte 11, seee. IV.
304 EL SIST EMA DEL EMPIRISMO HUM E 30S

plemenre como sujeto de determi nad as relacione s d el espacio, y, me janr e mé todo quedaría circunscrito desde el prim er momento
por tanto, siem pre que se vea en él solamente la expresión más a los números enteros y sería, por tanto, de todo pu nto insuficiente
simp le de la relación f und am ental y la fun ción fund amental d e para la form a cientí fica gene ral del álgebra, en seguida nos enco n-
cuya a plicación se desa rrolla la representación del espacio acabado. tr aríamos con la misma mexacti tud y el mismo embrollo, al con-
Sin em bargo, en H ume la orde nación d e los elementos, su pecu- side rar gra ndes com plejos d e núm eros. La determinabilidad del
lia r reunión y yuxta posición, re presenta una creación tota l de la número no pod ría llegar más allá del acto empí rico de la numera-
nada, u n producto de la rep resentación del que 10 mismo puede ción de las unidades.
care cer q ue tolerarlo con a rreglo a sus principios. la acaso H um e, para sust rae rse a esta consec uencia, pod ría
A la misma objeción de principio se halla n sujeta s la con- invoc ar la circunstancia de que la comprens ión del concepto de
cepción y la deter minación del conce pto del nú mero según H ume . u n número no exige precisa mente contar y recorre r de hecho las
En este punto, pa rece que su método escéptico se comprime desde unidades que en tra n en su for mación , sino que podemos repre-
el primer mom ent o dentro de t érm inos modes tos: el álgebra y la sentarnos su significación con u n ú nico y unita rio acto del esplri-
ari tmét ica son conside radas por él como las únicas ciencias en que tu? Con ello. quedaría, en realidad, despojada de tod o su fru to
pu ede desarrolla rse hasta el grad o más com plejo una cad en a de
y de su verdadero resultado la critica de la matemática desa rro-
ra zonam ientos, sin qu e pierdan por ello su exact itud y su seguridad
llada por él. El propósito fu ndamental de esta crítica, en efecto, no
perfecta s.!"
era otr o que el destruir la qu imera de que la matemática tenga
Si, por ejemplo, para comp ara r ent re sí dos magnitltdes en el
espacio, tenemos que atenernos a la vaga imagen sensible d e con- nada que ver con ideas d e na turaleza espiritual perte nec ientes al
juma qu e nos ofrecen , razón por la cu al jam ás pod emos llegar , campo de la lógica y most ra r que sólo puede med irse por el juicio
aq uí, a u na exactitud com pleta, la teoría del núme ro nos ofrece de los sentidos.
en realidad , según Hume, una pa uta incondicional y absoluta- El con cepto del núm ero, por el contrarío, nos abre de nuevo
men te infalible. Se d ice que dos números son iguales cua ndo una perspe ctiva en el cam po de aq uellas "percepciones intelec..
pueden coordi na rse e ntre sí de tal mod o que una unidad del u no tu ales pu ras" qu e H ume combat e como el arylu m ignoran tiae de
corresponda siemp re a una unidad del otro. En este tipo de coor- toda la filosofía a nterior a él. l1 La vigencia exac ta qu e se le a rri-
d ina ción no cabe ninguna clase de error; en vez de la superficial buye provoc a y tiene necesar iam ente que provocar, según él. de
int uición total con que ten íamos qu e contentarnos en la geome tría, nue vo, todas las dificul tades y oscurida des de la lógica m etaii.sica.
nos e ncont ramos aq uí con el desdoblam iento en los eleme ntos
con stitu tivos, cada uno de los cuales puede captarse con toral 11 " 'Tls usu al w ith malhematidans, to pl ete nd. tha l IboJe ideas, whieh
precis ión. Sin emba rgo, si seguimos adela nte con este pensa mien- a re Ihe ir objec ts, are o/ 50 IIlId 5pi, itual 11 IIlIlu, e, lhat Ihey fall not
to -c-areniéndonos en él a la premisa fu ndament al de la teorí a del under the conc eptio n of rhe faney, bUI muet be com prehen ded by ap ure and
m le!!ccllut! "'iew, of whk h rhe su perior facuhies of rhe eoul are alone ca pable.
conocimiento de H ume-, vemos que nos comp lica en seguid a en
The same notion ru ns rhro' mose parts of ph ilooophy, and is principe.lly made
nuevas dificult ades. Pa ra forma rnos la "idea" de un número y use of lo expla ¡n ou r absrract id eas, and ro shew how we can forrn an idea
comp ararla con ot ros, tendríamos necesariam ente que pod er con- of a tr ia ng\e, fc r Insra nce, which shal l neirher be a n isósceles nor scalen um,
tra starla en todos y cad a uno de sus derclles. La igual dad ent re nor be conñned ro any part icul ar Iengrh and pr oport ion of sídes. 'T is easy tú
dos números sólo pod ría com probarse "percibiendo" por separado see, why ph tlosoph e rs are so fond of this noti on of sorne spirit uaI and refined
y contrastando u nas con otras, un a por una, las diversas un idades perceptio ns; since by that m ea ns rhev cover man y of rheir absurdirie s, and may
qu e los int egran . Pero, au n prescindiendo del hecho de qu e se- tefuse to subrnir to th e decisi ón of dear ideas, by a ppealing ro such as are
obscure and uncen ain ." Trecns e, pa rt e I1I, secc. I.
re parle m, secc, I.
EL SISTEMA DEL EMPIRISMO HUME 307

H ay que reconocerle a Hume el mé rito decisivo de haber con-


JI centrado el prob lema , fre nte a tod as estas aplicaciones trascend en-
LA ClÚTlCA DEL CONCE PTO DE CAUSA tes, pura y simplemente en el terreno de la experiencia y del saber.
El problema, a hora, está en conocer, no cuá l es el poder exterior
El análisis del conocimiento rnat ernanco no es, para H ume, más que ent relaza dos cosas y las obliga a mantenerse unida s, sino
qu e el preludio de su verd adera teoría; no hace más que prepa ra r cuá l es el fundamento que dete rm ina y regula nu estros juicios
el te rreno a la misión , más profunda y d e mayor alcance, d el acerca de la conexión causal. C uando hablamos de causa y efec to,
a ná lisis crítico de l concep to de causa. Hume ve en esto, con toda d e fue rza y necesidad, tod as estas expresiones no designan algo
razón, la aportación d ecisiva y original d e su filosofía. Es precise- que se encuentre en los objetos mismos, sino qu e es la considera..-
mente en este pu nto y a par tir de él cuando ad quiere ¡;OS conto rnos ción de l espí rit u lo qu e les da sentido.
n ítidos y precisos, en Hume, el problem a q ue hasta ahora ha ve- "Así como la necesid ad d e que dos par dos sea n cuatro o d e
nido ocupándonos bajo múltiples formas , que no son sino otros que los tres ángulos de u n triángu lo sumen dos rectos es inherente
tantos conatos. solamente al acto d e nu estro en tendim iento por medio del cual
A través de todas las fases de la anterior evolución, hem os po- consideramos y comparamos estas ideas, así también la necesidad
di do seguir el impulso de la conciencia a remon tarse por enci ma o la fuerza que en laza las ca usas o los efectos tiene su existencia
de la materia de las percepciones inmediatamente dada s; pero, en solamente en aquella determinación del espíritu que le lleva a
un principio, limitábase al contenido de las impresiones concretas pasar de las un as a los otros. La acción o la energía d e las ca usas
mismas, q ue aspiraba a transforma r en una determinada dirección no reside ni en las causas mismas ni en la divinidad , ni en la
y desde un cierto punto de vista. Siem pre parecía, por tanto, como cooperación de estos d os factores, sino única y exclusiva mente
si fuese posible pone r coro a este impulso, como si basta ra con en el alma, al representa rse ésta la combina ción d e dos o má s ob-
mirar fija y conscientemente al conteni do propio de cua lq uiera jetos en casos anteriores. Es aqu í do nde rad ica la fuerza real de las
representación pa ra desembarazarse de todo ad ita mento extraño y causas y la de su conexión y su necesidad ." J8
ulterior. Sin embargo, el problem a cambia de aspecto tan pronto Los conce ptos de eficacia y actividad, de fuerta Y de energía,
como no se trata ya de analizar nu estras ideas, sino de llega r a un a d e cualidades y ca pacidades productivas: todos ellos a parece n
conclusión acerca de l ser real de las cosas. El terreno al qu e aquí concentrados, ah ora, bajo la expresión problemátic a de la nece-
nos vemos llevados no sólo afirma su derecho y su existe ncia frente sidaJ de la conex ión. En este modo de plantear el problema,
a toda crítica filosófica, sino qu e in cluso discute el rango al reino Hume -por mu y curioso que esto pu eda parecer, a primera vista-
d e las percepciones en el que radica, siendo necesario, po r ta nto, coincid e totalmen te con los críticos racionalistas del conce pto
recurrir a toda la fuerza del análisis psicológico, para retrot raerse causa l. Los pro blemas enlazados al con cepto de ca usa serían in-
de n uevo, transitoria y artificialmente, al punto de vista de la solubles si se desprendieran de su verdade ro origen, pa ra enfren-
"percepción pu ra", tarse al espíritu corno algo ext raño; para pod er resolve rlos, no
T oda la crítica empírica, ha sta ah ora, había respetado, sin la tenemos más que re tro traerlos, según H um e, a su pro pio terre-
menor impugnación, la vigencia metafísica del concepto de cau sa. no, al cam po de las "representaciones" y de las combinaciones
Este concepto, que en Locke tiende el puente entre el m undo de entre ellas. El cam ino que la crítica de Hume sigue para llegar a
las cosas y el mundo de nuestr as representaciones, constituía pa ra esta solución, es conocido y no ha ce falta expon erlo en d etalle.
Berkeley el medio especulat ivo gracias al cua l el sujeto concreto Recapitularemos t an sólo los rasgos más salientes de su evolución,
t rascendía su propia esfera para concebirse en su relación de e n cuanto qu e ésta precisa y de term ina el problema general.
dependencia con respecto al di vino a utor d e todo ser, 18 T reatU o!', parte 111, !oC'C(. XIV.
lOO EL SISTEMA DEL EMPIRISMO HUME 309

Es clar o, en primer lu gar, que no es ninguna condusión inte- ltoU Ú;U; au¡utuQU"t"EQ'll%iv"t"(l)v).J 9 La visión conceptual es susrirul-
lectiva lógica la que nos lleva del conocimiento de la causa a la da, así, por la espera empírica, la cual, sin embargo, es de todo
de l efecto. T oda concl usión silogíst ica se basa por entero en el prin- punto sufic iente para la prev isión de lo fu turo y, por tanto, para
cipio de la identidad: no hace más que expresar de un mod o cons- todos los fines de la conducta práctica.
ciente y por sepa rado lo que d e anteman o se contiene ya por entero En este punto, donde ter mina el escepticismo, es precisamente
en las premisas de que se parte. Ahora bien , ningún aná lisis donde comienza el profu ndo problema, tal como 10 plant ea Hume.
pod ría jam ás descubrir y poner d e ma nifiesto el concepto de u n lCó mo conceb ir que la espera, basada íntegrame nte sobre un fun-
da mento subjetivo, coincid a con el curso que :<1. naturaleza sigue
efecto dete rminado y concreto en el concepto de su causa. Todas
e n todo s sus fenómenos, y se vea continua me nte con íírrnada en éll
las tesis de la ciencia de la nat uraleza consisten en vincu lar a un
" Si investigamos cuál es la naturaleza de toda s nu estras con-
d erenninad o complejo de condiciones un resulta do distint o de ellas,
clusiones acerca de los hechos, vem os qu e tod as ellas se remontan,
el cual, por tanto, no pu ede llegar a obtenerse por medio de la
en últi ma instancia, a la rela ción de ca usa a efec to; y si seguimos
simple consideración del mat erial de las rep resentaciones y de
indagand o qué es lo que nos suministra el conoc imiento de est a
la clasificación de sus distintos elementos.
relación, podemos aceptar como respu esta suficiente y satisfactoria
Desde un punto de vista lógico, sería igualmente legítima y la que se conti ene en esta palabra: la "experiencia". Pero, si deja-
admisible la vinculación de una causa concreta cualquiera con mos rien da suelt a a nuestro capricho investigador y nos pregu n-
cualquier efecto, fuera el que fuese, y frent e a esto es la tamos cuál es el fundamento de todas nuestl'as conclusiones de
riencia la única que puede poner coto y levantar una barrera exper iencia, vemos que esto entraña un nuevo prob lema cuya
fija. La coacción de los hábitos empíricos cr ea aqu ella conex ión soluc i ón y cuyo esclar ecimiento pueden ser todavía más d ifíciles."
que ningu na necesidad de l pensamiento es capaz d e prod ucir y En realida d, Hume se d esprende aqu í de todo el pasado del
garantizar. em pirismo, para abordar un problem a nu evo y original. La expe-
H asta aquí, H ume se mu eve d entro d e los derroteros conocidos riencia, concebida hasta aq uí como la panacea universa l y como
y usuales: si éste fuese el meollo y el contenido de su doctrina, es la clave de toda la investigación, se convierte aho ra en un proble-
evidente qu e no se sobre pond ría en ni ngún punto al escept icismo ma insoluble. Su vigen cia no se presupone ya de un modo sím-
de los antiguos. Ya los a nt iguos habían desarro llado en una teo ría plisra, sino que, lejos de ello , constituye el verdadero enigma que
completa y coherente, sin limitarse sim plemente a esbo zarlo, el se t rata de de scifrar. La justificación de nuesnas conclu siones
pensa miento de q ue la causa y el efecto no se hall an unidos entre causales no puede buscarse ni en el razonamiento lógico ni en la
sí por ningún nexo conce pruci, sino que se limitan a evocar asocia- experiencia misma. La experiencia no pu ede explicar na da, ya
rivarnenre en la representaci ón la com binación o el entrelazamiento qu e es, en realidad, su propio fundamento lo que se halla en te la
usual bajo el que se nos presentan en la experiencia. Todo 10 que de juicio.
sabemos acerca d e una sup uesta eficiencia desca nsa única y exclu- Cabe comprender que el recuerdo nos permita evocar de nuevo,
sivame nte en el recuerdo de la combinación anter ior entre dos registrar y describir los casos pasados, que nos han sido suminis--
procesos , un o de los cuales precede al otro y 10 deter mina. No trados por las percepciones; pero resulta de todo punto inconce-
con ocemos realmente la cone xión entre las cosas, sino solamente bible cómo, part iendo de n uestras observaciones limit adas y con-
ent re los signos; este conocimiento representa sim plemente la ca- cretas anteriore s, podemos abarcar con la mirada y determinar la
pacidad de ret ener en nuest ra mem oria diferentes impresion es qu e 19 Más de talles sobre la teoría de la experiencia de 105 escépt icos antiguos,
aparecen frecuentem ente juntas y ap arejadas, emp leándo las como en Na tor p, FOTschllng en ¡;IlT G esc hichre de s Erke n run isprobl el7l1 im A trertu m..
signos y referencias las unas con respecto a las otras "t"(tlV Berll n. 1884, pp. 127 ss.
310 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO HUME J11

totalidad de los f Ul l'TOS acaecimientos. Para pod er encon trar y toda posibilidad de que sus argumentos resulten debilitados o
de most rar aquí una conexión necesaria cualq uiera, habría que po- amortiguados, puede afirmar este pensado r su nueva posición en
ner de ma nifiesto un "medio", el eslabón de un concep to inter- la historia d el problema del conocimiento. La susta ncia positiva
med io que sirva de en lace. A hora bien, lcómo puede ser esto y fecunda de su pensamiento radica única y exclusivamente en su
posible cua ndo am bos juicios se refieren a su jetos totalmente dis- escepticism o; en cambio, cuan do trata d e encontrar una solución.
tintos o a fenómenos separados en el espacio y en el tiempo? aunque sea pu ramente condicion al, a sus dudas o repa ros, reincide
El simple concep to de una "concl usión de experiencia" (de de nuevo en la concepc ión tra dicional.
una experimen tal in ference) implica, por tanto -e-como incesant e, Suele interpretarse la doctrina de Hume en el sentido de qu e
mente sub raya H ume- una grosera peti rio principii, pu esto que pone en d uda la certeza de mostrativa de n uestros juicios causales,
presupone como valedero pre cisamente aq uello que se trata de concedié ndoles solament e el rango de simples conjeturas basadas
demostrar. La ind ucción debe toda la "fuerza probatoria " que en la probabilidad. Con esto, se tergiversan tota lmente el sentido
pu ede atribuírsele ún ica y exclusivament e al postulado d e que el y el propósito fundamental de su pensamiento. Semejante apre-
futuro sera igual al pasado, pero no con tiene nada en que este ciación de las concl usiones basada s en la experiencia, apreciación
postulado mismo pueda apoyarse. Ninguna prueba deductiva o evidentemente lim itada, mas a pesar de tod o lógica, pod ría tener
inductiva pu ede pone rnos a salvo contra la hipótesis, cont ra la su luga r en el sistema de Locke, pero equi valdría a destruir el
posibilidad d e que todas las "nat uralezas" de las cosas que hemos fundamen to mismo sobre que descansan las considera cion es de
observado y comproba do empíricame nt e experimenten un cambio la filosofía de H ume.
a partir de determinado momento, viniéndose con ello por tierra Para poder designar un acaecimiento como " probable", debe-
todas nu estras conjeturas, por mu ch o que éstas se apoyen en la mos tener presentes las cond icion es concretas de las qu e depende
apariencia. y cotejarlas en el pensamiento con otras circunstancias que deter-
" Decís qu e la práctica se encarga de refutar mis dudas. Pero minan un resultado distinto. A hora bien, es evidente que no
desconocéis, en realidad, el sent ido qu e insp ira mi problema. En podemos lleva r a cabo este cotejo, ni comprobar u na primacía
mi conducta como homb re, me siento perfectamente satisfecho cualquiera de un acaecimiento con respecto a otro contrario, si no
en este punto; pero, como filósofo que sient e, en la parte que le tomam os ya como base un orden fijo y permenenre del acaecer.
toca, su afán de saber, no quiero decir su escepticismo, deseo Si esperamos, por ejemplo, que las cifras que apa recen en las caras
conoce r el funda mento sobre que de scansan estas conclusio nes. del mismo da do apa rezcan con una frecuencia aproximadamente
N ingun a lectu ra, ninguna indagación ha sido capaz, hasta ahora, igual en un número suficien temente grande de lanzam ientos, te-
d e salvar mis escrú pulos y de satisfacerme verd aderame nte en un nemos qu e partir necesariamente del sup uesto de que las cond icio-

problema como éste, d e tal importancia. l Puedo, en estas circuns- nes d e las que d epende el mod o como caiga el d ado se mantienen
tancias, hacer nada mejor qu e exponer al púb lico la d ificulta d, constantes y no se hallan expuestas a cambios arb itrarios e impre-
aunque yo no conciba tal vez gran des esperanzas de poder encon- vistos en cuanto a su modo de actuar.
tr ar una solución?" 20 La afirmación d e la " probabilidad" incluye, por tant o, aquella
No es una actitud puramente escéptica y externa la que se certera objetiva cuyo derech o y cuya posibilidad pone en duda
manifiesta en estas pa labras, que expresan en realidad la idea Hume. Por tanto, si bien el Trcanse de jaba todavía en pie cierta
central de la teoría de Hume, bajo su forma más madura. Sola- oscuri dad en este pu nto, la Enquiry,; obra qu e se caracteriza, en
mente allí donde Hume persevera en su duda, don de recha za gener al, por una formula ción esencialmente más precisa del pro-
blema de la cau sa, de secha también expresamente este últ imo in-
20 Enquiry concemlng human Und erstanding, secc. IV, parte n (ed. Orcen
y Orose, p. 33). tento de fun dam entación del axioma causal.
:
I
312 EL SISTE MA DEL EMPIRISMO HUME f 313
"Si existieran argumentos que nos moviesen a confiar en la mas consecuencias, no se dirige solamente contra el conocimiento
experiencia pasada y a tomarlos como pauta de nuestros ju icios de la experiencia, sino contra el axioma fundamen tal de su prop ia
acerca de l futuro, es evidente que estos argumentos no tendrían filosofía. ¿No existe ningún medio de mantener en pie, por lo
más que un valor de probabilidad, ya que no se basarían en la menos indirectamente, este axioma, dándole una interpretació n
conex ión lógica de las ideas, sino simple mente en los hechos y en y una aplicación distintas? El que desaparezca ante nosotros la
la existencia. Ahora bien, es manifiesto que no existe ningún seguridad de la física científica, puede pasar; 'pero no cabe duda
funda mento probatorio de este tipo, siempre y cuando que nos de que representaría una «gran ligereza e inconsecuencia" el que
atengamos a nuest ra exp licación de esta clase de conclusiones y tuviésemos que abandonar el principio de todo conocimiento psi-
la consideremos como la única legítim a. Hemos dicho que todas cológico, tolerando una excepción al principio de que toda idea
las afirmaciones acerca de la existencia se basan en la relación de tiene que ir necesariamente precedida de una impresión análoga.
ca usa a efecto, que nuestro conocimiento de esta relación provie ne "Este pri ncip io se halla ya a.segurado de modo tan tricen-
exclusivam ente d e la experiencia y que nuestras concl usiones em- dicionat, que su posibilidad de aplicarlo también a nuestro caso
píricas se basan siempre en la h ipótes is de que el futuro coincidirá no puede suscitar ya ninguna duda." 22
con el pasado. Pretender desarrollar sobre fundamentos de pro- El escepticismo de Hume descansa, pues, aquí, sobre terreno
babilidad la prueba de esta ultima afirmación equivaldría, por firme : encuentra su límite en los umbrales de la psicología. Pero,
tanto, a moverse en un circu lo vicioso y dar por demostrado lo con ello, se abandona de nuevo el problema que an teriormente
que se trata precisamente de demostrar." 21 se había puesto al desnudo con inexorable claridad. A partir de
Q ue el sol volverá a salir mañana es una afirmación prob able, aquí, H ume cae en el mismo circulo vicioso que constantemente
en el sentido de que se apoya en la apariencia psicológica de la había echado en cara a sus adversarios racionalistas y metafísicos.
verdad; pero, objetivamente considerada , esta hipótesis no es, ni En efecto , Zqué tipo de certeza es el que su propio supremo
en 10 más mínimo, más fundada que la inversa. principio pue de alegar? [Puede demostrarse de un modo pura-
Como vemos, Locke y Hume critican el concepto y el valor mente lógico, con arreglo al principio de la identidad; radica en
lógico de la experiencia desde pu ntos de vista opuestos. Cuando el simple concepto de la "representación" el que ésta haya de coin-
Locke ve en la experiencia solamente un modo limita do e im- cid ir siempre necesa riamente con una imp resión? Es evidente que
perfecto de conocimiento, que no puede elevarse nunca al rango no puede ser éste el sentido, ya que también aquí se trata de dos
de auténtica ciencia, lo hace así porque la experiencia, que él sólo contenidos distintos en cuanto a su cualidad psíquica y separados,
considera como una yuxtaposición y una acumulación de percep- además, en cuanro a su manifestación en el tiempo. Por tanto,
ciones aisladas de los sentidos, no se halla a la altura del ideal este principio no puede asp irar a otra verdad que a una verdad
de la rigurosa necesidad deductiva (cf. supra, pp, 189 ss.}, Hume, de hec ho, no puede qu erer proclamar más que una genemliza-
en cambio, parte del enjuiciamiento contrario: nuestra imagen ción de observaciones psicológicas.
emp írica de l u niverso no puede reiv indicar para sí ninguna clase Pero, con esto, H um e reco nocería a la ciencia de nuestro ser
de certeza porque, en vez de detenerse en las " impresiones" con- espiritual lo que niega a la ciencia de la naturaleza. El problema
cretas, las trasciende constantemente, añadiéndoles hipótesis que versa sobre la Püsibili&d lógica de la inducción en general: no se
no es posible apoyar en ninguna clase de impresiones.
Sin em bargo, Hume no pue de detenerse permanentemente en Z2 "5hall the despalr oí succe ss mak e me asserr, that 1 am hete possest of
Iln idea, whic h is no t pr eceded by any &imilar im pres.sio nl This wou'd be too
este resultado, que equ ivaldría al remate necesa rio y consec uente
stro ng a proof of leviry end inconstan<;ej since the conrra rv principle has been
de su investigación. Su escepticismo, desarrollado hasta sus últí- already so lirmly establish'd, as ro adm it 01 no farrher doubt; ar least, till we
21 Enquir)', eecc, IV, par te Ir, Po 31. heve more ful1y examin'd rhe present difficulty (Treatise. parte UI, seco I1).
314 EL SISTEMA DEL EMI'IRISMO HUME 315
I
le puede silenciar con n inguna ind ucción de hecho, por ampl ia cidentales que aparecen unid as a él. Según el modo de pensar
que ella sea, ejercida en un campo concreto de conocimiento. usual de los más, no es necesario para qu e un determinado acae-
H ume retrotrae la causalidad al " hábito"; pero el hábito es de cimiento sea esperado que se repita n de un mod o totalment e
suyo, según él, un "principio" y una "fuerza" activa de nuestra análogo las circunstancias bajo las cual es fuc observado por pri-
naturaleza espiritua l. Por do nde vemos cómo reaparecen ahora mera vez; basta con qu e presente una cierta semejanta, siquiera sea
por doq uier, en la d escripción y explicación de los fenómenos superficial, con las condiciones primeramente da das. En cam bio,
psíquicos, sin el menor recato, los conceptos y las expresiones cuya la ciencia no se contenta con estas vagas conclusiones ana lógicas,
real validez y aplicabilidad pone en duda la crítica humea na del sino qu e procura, ant es de emitir sus ju icios, ana lizar el caso com-
conocim iento. T oda observación concreta ejerce sobre el espíritu piejo en sus factores simples y comparar luego cada uno d e estos
una infl uen cia dist inta según las distintas combinaciones especiales factores concretos con los contenidos exactame nte coincidente s y
bajo las q ue se presenta ; rod a nueva per cepción " tiende" a obligar con su "acci ón" habítual.w
a la imaginación a proyectarse en una d irección determ inada. Exis- No se ve, sin embargo, a base de los prin cipios d e Hume, que
te u na d inám ica psíquica de las represenrcctcnes: ésras se provo- este método repr esente para la ciencia ningu na ventaja objetiva de
can o se desplazan las unas a las otras, determinando mutuamente , valor, ya qu e la repetición de cond iciones rotalmente idénticas
en este juego cambiante, la m edida de su acción. 23 Pued e intentarse no ofrece ni la más leve garanria objetiva de que haya que reiré-
present ar tod as estas denominaciones simplemente como otr as tan - rarse el result ado que se produjo en ocasiones anteriores. Por
tas imágenes del verdadero comportamiento de las cosas; pero tanto, sea de ello 10 que quiera, ya nos confiemos a observaciones
siempre qu edaría en pie algo, y es que, en el curso del acaecer concretas fort uita y arbitrariam ent e destacadas o nos dejemos Ile-
"interior" imper a una de terminad a conexi ón y regularidad, que var de la marcha metódic a de la ciencia, ello no mod ifica en lo
no somos nosotros los qu e, con nuestra interpretación, int roduci- más mínimo la cara cterística lógica de nuestros predicados. Los
mos arbitra riamente en él, sino qu e forma parte integrant e de él lugares comunes de la experiencia cotidiana entran en cont ra-
y con arreglo a su propia " naruraleza'V" dicción con las "máximas" genera les hacia las que nos guia la
y este relativo reconocimiento que el concepto causal se con- investigación científica, sin que ningu na de las dos partes pueda
quista, gracias a una consecuencia, es verdad, que tiene que influir reivind icar para sí una "verdad" dotada de validez exclusiva y
también insensiblemente en el enjuiciamiento de su importancia susceptible de ser probada.
y significación para el conoc imiento de la realidad ext erior. Se El filósofo escéptico disfruta como un observador imparcial del
desta ca ahora cada vez más claramente la tendencia a separar espectáculo de esta lucha: " puede alegrarse de descubrir y encon-
el tipo "afilosófico" de la conclusión basada en la probabilidad, trar aq uí una nu eva e importante contrad icción en nuestr a razón
con arreglo a la cual de la observa ción d e unos pocos casos y de ver cómo nuestra filosofía tan pronto es echad a por tierra
d ispersos pasamos en seguida a la formació n de reglas generales por un principio de la naturaleza humana como salvada de nu e-
del acaecer, de la m etodología filosófica y científica consciente, vo por una nueva aplicación de este mismo principio. Si nos
que enfoca siempre la totalidad de los hechos que d eben ser to- dejamos guiar por reglas gene rales, no cabe duda de que, en este
mados en consideración, esforzándose por distinguir entre las con- punto, tomamos como norma un t ipo muy poco filosófico de la
diciones "esenciales" de un acaecim iento y las circunstancias Be- concl usión de probabilidad; y, sin embargo, s610 por medio de esta
Cf acerca de esto, espec lalmenre, el cap ítu lo " O í tb e probebillry oí clase de conclusiones estamos en condiciones de rectificar los
causes" (T reati$e, parte 11I, secc, XII) .
21 Cf. sobre este pun to, Edmund Kónig, Die Entwicklung de$ Causa/... Cí. especialmente, Treecs e, par te Ill, sece. XIII: "Of unphil o50pblcal
problem s, vol. 1, Ldplill, 1888, pp. 242 s. probabílíty",
316 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO HUME ,;\7

juicios no filosóficos de probabilidad de que aqui se trata y cuales- conexiones menos firme s y más vacila ntes , defrauda ndo , por tan ..
q uiera ot ros", to, a veces, nuestras esperan zas, y esto ha ce qu e en nu estros juicios
Si, a pesar d e esto, ta mbié n en la propia expos ición de Hume acerca d e los hechos se d en todos los grados imag inabl es de la
va imponiéndose poco a poco la técnica científica a la observa- seguridad, d esde la suma ce rteza hasta el grado mínimo de la pro-
ción popular, la razón determinante de ello no debemos buscarla babili dad (moral evidence);" 21
en ningún fundamento lógico interno, sino sim plem ente en los La refutación de los milagros se atiene a la prueba de que su
resultados prácticos. la experiencia nos indica que nu estras pre- fuerza de conv icción no p uede nunca sobre ponerse a esta fase
visiones son confirm adas por la realid ad tanto más cuanto más se últi ma, la mas baja de todas, pues cualesquiera que sean las au to-
apoy an en un conocimiento más am plio y un análi sis más preciso ridades y los testimon ios sobre los que pueda hacerse desca nsar, lo
de los hechos, y la costum bre nos ayud a a preestablecer ta mbi én que nos dicen contradi ce d e ta l modo a la mar cha consta nte de
esta conexión en cuanto al porv enir. Pode mos así, a pa rtir de a ho- las cosas, tal como nos la enseña una experiená a fija e inmu table,
ra, distinguir diferentes grados ascenden tes de certeza y cre ar una que tod as las pruebas conc ret as tienen necesariamen te qu e en..
pauta qu e nos perm ite opta r y decidir ent re los testimonios en mudecer frente a la masa global de h echos y observaciones con que
pugna de nu estra imaginación . aquí nos encontramos.
Ahora, ya no nos contentamos con seguir sumisamente cua les- Sin embargo, con esta argumentación H ume abandona ya el
quiera impulsos de la imaginación, sino que ponderamos cu idado- terreno sobre el que se mueve, en lo fundamenta l, su investigación.
sam ente sus múltiples motivaciones . Buscamos en los fenómenos Si -como incansablemente afirma este pensador- la "objet iví-
mayor constancia y coh erencia de la que nos ofrece la percepción dad" qu e atrib uimos a determinados h echos y a sus conexione s
direcra y nos esforzamos por estable cerlas artificialmente, med iante no puede razonarse nunca lógicame nte. sino qu e descansa única
el descubrimiento de nexos intermedios, allí donde no se nos dan y exclusivamente sobre la energía y la vivacidad con qu e el espi-
d irectamente. ritu se siente imp ulsado a realizar estos contenidos e n la represen..
Hasta qué pu nto se ve H um e obligado , al final, a reconocer ración, es evidente que todos los motivos capaces de exaltar esta
esta parte activa y constructiva de nuestra ciencia de la expe .. ene rgía de la rep resentación encierran, en principio, la misma
rien cia, nos lo indica con característica cla ridad su ca pítu lo "sobre significación para nu estros juicios acerca de la realidad.
los milagros". En él, se parte expresa mente de la prem isa de que " No es solamente en la poesía y en la mú sica dond e d ebemos
la expe riencia, aun siendo nu estra guía única en tod os los ju icios seguir nuestros gustos "j sentimientos; también debemos hacer esto
acer ca d e los hech os, no es, sin embargo, igualmente infalible en la filosofía. C ua nd o est amos convencidos de la verdad de u n
en todos los casos, sino qu e nos induce frecue ntem ente a error. principio, ello qui ere decir qu e una representación influye más
No te nemos, sin embargo, nos d ice Hume, derec ho a qu ejarnos de fuerteme nt e sobre nosotro s; cuan do concedemos a una argurnen-
ello, ya q ue ella misma se enca rga de sacarnos del erro r en que raci ón preferen cia con res pecto a otra, lo que hacemos es simp le..
nos ha hecho caer, al of recernos en seguid a casos y ejem plos con.. mente consultar a nuestro sentimiento y decidir con arreglo a sus
trarios, dándonos con ello ocasión de contrastar y rectificar nu es- indicacione s qué argumentación es superio r a la otra en cua nto
tro s juicios. a la influencia que sobre nosotr os ejerce." 28
"No todos los efec tos se siguen con la misma segurid ad de sus La vivacidad de la representación no sólo provoca la fe en la
supuestas causas. Con respecto a determ inados fenómenos sabe.. realidad del contenido representado, sino qu e esta fe no es, en
mos qu e en todos los lugares y en todos los tíempos se ha llan cuanto a tod a su esencia, otra cosa sino precisam ente esta coac-
constantem ente relacionad os ent re sí, mientras que otros revelan 21 Enqu it y, secc. X, parte 1: "Of Mir ad<"s".
26 Cf. Treensc, parte m, secc, xrn, hacia el final , y parle m, secc. xv. Tr earise, part e 1II, Se U. Vil!.
318 EL SISTEMA DEL EMP[RISMO HUME J19

ción y este impu lso interiores de la imaginación. ZIt Ah ora bien, "v erdad " superior de las cosas, por oposición a la manera popu la r
Zpcr q ué este impulso ha de depende r excl usivamente de la de verlas y de concebirlas. El espírit u, al seguir esta orientación, no
cant idad de las observaciones coincidentes, en vez de ha llarse de- se limita a alinear y yuxtaponer las diferentes im presiones concre-
terminado, al mismo tiem po, por la peculiar cualidad de las repre- tas que se le ofrecen, sino que procu ra ordenarlas y art icularlas
sentaciones y las circunstancias bajo las cuales se nos ofrecen éstasl de tal mod o que de ellas resulten la mayor unidad y la mayor
No importa que el relato de un milagro contradiga a h echos regularidad posibles de l acaecer.
conocid isimosr si excita n uestra imaginación y la estimula a des- Resumiendo los resulta dos del aná lisis critico del concepto
plegar una activ idad enérgica, si se apodera de nuestra conciencia cau sal y contraponiéndolos a la crít ica que Hume había hecho
y la espolea, no dispondremos, según los criterios psicológicos del de la matemática , resalta claramen te el progreso que se adv ierte en
propio H ume, de ningún medio para negar su verosimilitud. Pues cuanto al planteamiento filosófico del problema. En uno y otro
lo que aquí se ventila es simpleme nte lo que acae ce y no lo que caso se mu estra la pecu liaridad de la conciencia de no dete nerse
legítimament e debiera acaecer. Si la "nat uraleza humana" pre- en las percepciones directa mente dadas, sino de seguir indagando
sent a una ten dencia tan constant e a lo milagroso y lo excepciona l por encima de ellas y h asta más allá; en uno y otro caso se ponen,
como, de otra parte, a lo habitual y a lo conoc ido, lo único que asimismo, en tela de ju icio la vigencia y el d erecho objetivo de
tenemos qu e hacer, desde el punto de vista de la psicología obser- este impul so. Pero la tr ansa cción a que podía mos llegar en el
vadora y analítica, tal como Hume lo preconiza, es, sencillame nte, te rre no de la matemática, no s está vedada aquí. Fren te a la "tras-
reconocer y acepta r este hech o. Por lo qu e se refiere al curso cendencia" que la ma temática se arroga, bastaba con rem itirse a
objetivo futuro del acaecer, ninguna de las dos tend encias puede la imagen simplista de la realidad. En est e punto, pod ía forrnu-
deci r nada. larse el postu lado de ren unciar a los ideales geomét ricos, para
Los motivos que lleva n a H um e a atenuar, sin embargo, a la moverse excl usivamente de ntro del círculo de 10 sensible y lo per-
postre, esta consecuencia infl exible de su propia concepc ión fun da- ceptible; y pod ía abord arse el int en to de cavila r una nueva roete-
mental, apa recen ahora claros. 10 que en él no ha bía podido el rn árica que cap tase los contenidos de las representaci ones en su
int erés de la ciencia abstracta, lo puede el inte rés de la ilustración realidad conc reta, en vez de falsearlos por medi o d e in terpreta-
religiosa y moral. Para alcanzar las metas marcadas por ella , es ciones abst ractas.
necesario atenerse rigurosament e al principio de la total det er- Sin embargo, en el punto a q ue ahora hemos llegado, sería
minabilidad y sujeción a leyes del acaecer de la naturaleza. Por ya im posible semejante invers ión. Aunque no sea posible funda-
donde nos encontramos ahora con una peculiar divergencia ent re mentar verdaderamente la conclusión causal, tampoco podemos
la convicción teórica, de una parte, y de otra los postulados prescindir de ella, pues no en vano forma parte, como uno de
mora les de la práctica. Nos encontramos, así, ante una doble po- tantos factores, de nuestra concepción empírica de las cosas mismas
sición del conocimie nto: aunque no podamos saber nunca con y se fu nde con ellas en inseparable unidad.
seguridad si los fenómenos reales se producirán en el futuro bajo Dentro de la ma temática pura, el pe nsamiento parecía tener
una con exión fija y sujeta a leyes o en forma de simple caos, una fun ción puramente negat iva: su fuerza estribaba en mirar por
ten emos, a pesar de todo, que organizar nuestros pensamientos y encima de las de terminaciones concretas de la represen tación in-
nuestros actos como si fuese a ocurrir lo primero , como si la inda - dividual, sin tene rlas en cue nta para nada. En cambio, aquí no
gación m etódica de la naturaleza nos garant izase realmente la se trata de semejante empobrecimiento, sino de un enr iquecim ien-
to, aunque incomprensible, del con tenido de la percepción : no es
29 "Here we must nor be ccnrenred with saying, that th e vtvtdoeee of rhe
idea pscdu ces th e belief: W e mU$t main tllin, rhat the, are ind /viJ U<1lly
un acto de abstracción, sino un neto de construcción 10 qu e se plan-
rhe Jam e." Tr eariJe, patre 1lI, secc. X. tea. Sea cual quiera la fuen te de dond e provenga este misterioso
EL SISTEMA DEL EMPIRISMO HUME 321

in crem ento qu e los simp les da tos de las impresiones ad quieren nosotros ni nos es da do por medio de una percepción concreta.
gracias a la necesaria concxtén que entre ellos se establece, q ued a El hecho de que este o aq uel contenido " exista" no representa
ah ora definitivamente supera da la opinión de que este incr emento una caracterist íca representable qu e ostente en sí, junto a otras
pueda atribuirse también a una "impresión " con creta. El término determ in acion es. La "realidad" que le at ribu imos no es precisa-
correla tivo qu e el análisis psicológico puede descubrir con respecto mente una cualidad especia l y susce ptible d e ser desp ren dida de
a él no consiste en una imagen especial de los senti dos, sino en él, a la ma nera como, JX)r ejem plo, el color se adh iere al cuerpo
una fu nción consta nte y regular de la imaginación. Ahora bien, en que aparece. Lejos de ello, la existencia de un objeto no sig..
zesea fu nción se basa simplemente en la costumbre; su posibilidad nifica otra cosa qu e el conjunto mismo de todas las carac terísticas
se limita simplemente a reproducir las conexiones que nos vienen q ue en él se manifiesta n.
da das por la experiencia o e ncierra , por encima d e esto, un a sigui.. " Pensar e n algo simplemente y pensarlo como existente no son
ficación creado ra prop ia? dos cosas distintas. La repres entación de la existe ncia, cuando va
La respuesta a esta pregunta traza la línea di visoria entre la apare jada a la re presentaci6n de un objeto cualquiera, no le añ ade
filosofía de Hume y la de Kant. Cabe señalar, sin emb argo, que nada a ésta. T odo lo qu e n os representamos nos 10 rep resentamos
el problem a mismo ha entrada, por lo menos en un punto, d entro siem pre como algo existente. T oda re presentación qu e nos forma..
de la órbita visua l de la teor ía humea na del conocimiento, la mos, sea la que fu ere, es siem pre la representación de algo que
cu al adquiere, así, un nuevo rasgo caracteristicc. existe; y la representación de algo que existe no es ot ra cosa
qu e una re presenta ción cu alquiera formada por nosotros. Para
III impugnar esto, habría Que pon er de ma nifiesto, necesariamente,
la impresión determina da de la que se deriva la idea d el ser y
E L OON CEPTO DE LA E XISTE NCIA
demos trar que esta im presión es inseparable de todo lo qu e con..
El concep to de ca usa radica, psicológicamente considerado y ex.. sideramos como existente, 10 cual es, según pod emos afirm ar sin
plícad o, en una coacción d e nue stras representacion es; pero, si nos el menor re paro, absoluta mente imposible." 80
fijam os solame nte en su contenido y e n su pro pia significación , Debe rechazarse, pu es, de antemano la idea me tafísica de una
vemos que trasciende constantemente por sobre el campo de los doble realid ad de las cosas, como si éstas tuvieran un ser qu e po-
contenidos representativos. A f irmamos una conexió n causal ne.. seen en nu estra conciencia y otro ser al margen de tod a relación
cesarla, no tanto ent re nu estras sensaciones como entre las cosas con ésta. El principio idealista de Berkelev no necesita ya de
reales, que oponemos como exis tencias reales y permanentes a seguir ra zonándose: constituye, en lo sucesivo, el fundamento eví-
nuestras percepciones sin cesar cambiantes. Cualqu iera qu e sea dente de tod o análisis del proceso del conocimiento.
la legitimidad d e esta afirmación, tenemos qu e esforzarnos en El escepticismo de Hume de scan sa así, históricamente, sobre
comp renderla y escla recerla en sí misma, si es que q uerem os asim i.. una base tot almente nu eva. la duda en cuanto a la " realidad"
la mas íntegramente el contenido de hecho q ue nu estra conciencia de nuestro conocimiento res pondía, por lo general, a un motivo
nos ofrece. fund amental de caráct er dogm ático, nacido del hecho de empe..
La crítica del concepto de sustancia no pued e sepa rarse de la ña rse en med ir nuestra s representaciones por los original es a bsolu..
del conce pto de causa: son a mbos conce ptos, unidos, los que pue.. tos qu e se proponían copia r; pu es bien , H ume descarte clara y
den delimit ar el cam po de l conocimiento y d el ser em pírico. firm em ente esta concepción.
Comenzamos aquí por la misma comp robación negativa en la La contradicción pu esta de man ifiesto por H ume cala más
qu e culminaba la disquisición del problema cau sal: el con cepto hondo y es más difícil de superar, precisamente porque se mantiene
del "ser", lo mismo que el de la cau sa, no pu ede ser conocido de JI(I parte 11, sece. VI.
322 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO HUME 323

por entero d entro del cam po del conocimiento, porque rad ica en Pero esta manera de ver no liquida, ni mu cho menos, el ver-
la antítesis entre las exigencias necesarias y las funciones posibles dad ero problema crítico fun da mental, ni siqu iera pod emos decir
del saber mismo. Por el contrario, el pensamiento de que nuestras que en realidad lo aborde. El he cho de que penetremos en la
ideas no pueden n unca igualar a sus prototipos en las cosas no ilusión de los objetos "absolutos" no q uiere decir que quedemos
tiene por qu é seguir nos preocupando, ya qu e d escansa simp leme nte por ello libres de l problema de saber de qué modo nace el con-
sobre un desdoblami ento ficticio del ser. La "manifestación" de cepto del objeto empírico. Al rechazar toda idea de un ser situado
las cosas em píricas nos da, al mismo tiem po, su ser último y mas "detrás" de los fenómenos, se destaca con ta nt a ma yor claridad
alto. ante nosotros la necesidad de expli car cómo, en la consid eración
"Co mo todos los fenómenos y toda s las percepciones sensibles de los fenó menos mismos. llegamos a h abla r de un "ser" y de una
nos son conocidos solame nte por medio de la conciencia, necesa- perdu ración del objeto por sobre d acto de la p ercepción dir ecta
riamenre tienen que manifestarse, en todos los respeceor, como lo de los sentidos. Lo que la realidad nos da son comp lejos d e cua-
que son y ser ta l y como se man ifiestan. T od o lo que aparece Iida des sensibles, qu e se e ntrecruza n y desplazan de múltiples mo-
ante la conciencia no es, en realidad, más q ue una percepción; es dos, que tan pronto desa parecen de nuestra conciencia como
imposible, por tanto, qu e nosotros lo "¡vamos d e otro mod o, a emergen de nu evo de ella, al cabo de cierto tiempo.
meno s que admitamos la posibilidad de equivoca rnos en aquello ¿Qué es lo que nos mueve a atribuir a estas imág enes mom en-
de qu e tenemos una conciencia más inm ediata." 81 tán eal una conexión que, en tod o caso, no poseen pa ra la percep-
A hora, debemos comp rend e r clara mente, sobre todo, q ue ni n- ción di recta; qué nos au to riza y qué nos obliga a coordinar en un
guna inferencia del efecto a la causa puede hacernos salir jam ás todo continuo esta s imágenes, que nos son dadas siempre por la
del campo de la conc iencia, ya qu e la con exión causal misma no realida d en una sucesión d iscontinua y llena de lagunas, haciendo
significa otra cosa qu e un nexo existente ent re d iferentes percep- que a ellas corresponda siemp re un o y el mismo "objeto"?
,
cie nes, nu nca un nexo entre per cepciones y o b'Jetos." La per- Problema s de este tipo no son nuevos, sino que habí an preocu-
cepción , 10 mismo que la conclusión raciona l, perma nece siem pre, pado perma nentemente a la filosofía mod erna, desde el aná lisis
en cuanto a su contenido y en cuanto a su func ión tot al, dentro del critico del conce pto de cosa por Descart es. El mérito de H ume,
" universo de la imaginaci ón" .S3 por ta nto , no consiste en haber descubierto el prob lema, sino en
u parte IV, secc. U.
haberlo desembarazado, clara y n ítidamente, d e las ataduras me-
U "A s no beíngs are ever presen t ro tbe m ind but perce ptions; ir followa tafísicas a que se hallaba sujeto. Q ué sea lo qu e queremos decir
tha t we may ob-e rve a c\ln jur>e lio n or a relatíon 01 ca use and eff ecr be rwee n cuando atribu imos a los ob jetos un ser apart e "fuera" de la con-
d ilf erent per<:eprions, but u n never obse rve it berweeo peecep nons anJ objecu"
(¡bid .) . manifesraciones de H u me nada q ue pcnni ta afir mar q ue pone en du da la
33 " Lee lIS Itx our at te n tio n out o f ourselvea as much as possible: Lee us e'x istenci" de cosas exiseenres en si "detrás" de los fen óm enos y qu e d is-
cb ace our íma gina ricn te the heavene, o r ro tbe u tmost limits of rh e universej cu te su cognoscibili dad "cl ar a y distint a"; ello estad a, ademlÍs, en c ontra-
we never t eally advanee a srep bcyond ou rselves, no r can conceive any ldnd of dicción díre cra con lo! principios fun d amentales d e s u filosofí a. T odo el
existence, bcr the percep noos, wbic h have a ppea r'd in Ibat narrow co mpe ss. (e ma sobre el cua l gira aqu í su in vestigaci6 n es, no la exisrencla de las cosas,
Th is i.5 me u mv eree of the imaginerion, ROr bave we an y idea bu r wba l is sino única y exclusivamente la fe' en esta existencia, que constituye pIlra él,
ther e peodoc 'd, " (Tre(i!i se, part e 11, secc, VI.) Se equivoca, po n H ónigs""ald, ereres roeoee, u n hech o Iirme q ue ni nguna argumentación podría desv irtuar.
über Lehn HUInl"J «ln de - Realitiíf J et AUJJendinge, Berl in, 1904, pagi- Lo ún ico q ue a el le In te resa com pre nde r es el n acimiento psicológico d e
nas 19 ss., cuand o pr<:tende des cubrir, en este p unto, u na contrad icción de esta fe l en cambio, !lO le preo cupa en 10 más m !nimo el prob lema m etaf fJico
pri ncip ie entre Berkel ev y Hum e; lejos de ello, se aprecia una coincide ncia de la existencia absoluta, no porque lo resuelva d e antemano en sen tido posi·
en cua nto al resultad o e ntre el fenomenalis mo d e a mbos pensadores, aunque se tivo, sino porq ue se sal e com ple ta mente, segú n ¿ I, del ma rco d c los problemas
inspire e n mo tivos no to talmen te íguales en u no y c erc . No ba y en las que legítima me n te pueden ser planteados.
EL SISTEMA DEL EMPIRISMO HUM E 32S

ciencia es algo q ue sólo puede contestarse de verda d, según nos rencia ininterrumpid a y dependiente del espíritu, al paso que la
dice Hu me, siempre que se com prenda de ant eman o qué significa mayoría de la gente mezcla y confu nde las percepciones y 106
la constancia en el tiempo que solemos asignarles. objetos, atribuyendo una existencia perm anente y aparte inclu-
El problema de la sustan cia es transferido, por decirlo así, del so a las cosas que vemos o que sent imos. Como esta concepción es
lenguaje del espacio al del tiempo : no es una "trascendencia" que perfectam ent e irracional. tiene que provenir ne cesariam ente de
deba interpretarse en un sent ido de lugar, sino su permanencia otra capacidad que no sea la del ente ndimiento,"
emp írica, la que constituye el verdadero problema funda mental Después de los resultados del aná lisis del concepto de causa,
de la teoría de l conocímíenro." Este problema ha bía apuntado no tenemos para qu é molestarnos en seguir indagando cuá l sea
ya en Berkelev, aunq ue para ser elimina do de nuevo en seguida esta capacidad : es la imaginacion, la cual, del mismo modo que
med iante la invocación del concepto de Dios: pese a tod as las pro voca en nosotros la creencia en la conexión objetivamente nece-
interrupcion es que nuest ras percepciones experimen ten , tenemos saria de los fenómenos, evoca también en nosotros y mantiene
derecho a ha blar de objetos idént icos y permanent es, porque las viva la ilusión de los objetos permanentes.
percepciones que desapar ecen para el sujeto indi vidual concreto En el desarrollo de este pensam ient o por Hu me, hay qu e d is-
afirman su persistencia en la conciencia tinguir, a su vez, dos cosas. Debe n separa rse totalment e el descu-
Pero ahora, habiendo d esaparecido este últ imo refugio y esta brim ient o y el análisis del he cho psicológico de la explicación que
última garan tía de la objetividad, nos enf ren tamos con un proble- Hume inte nta dar de él. La segu nda es de todo punto insuficien-
ma totalmente nuevo. Como hemos visto, el pensamiento de la te; en cambio, el prim ero se ha mostrado muy fru ctífero para el
existencia permanent e de los objetos no puede proven ir de los progreso de Jos problemas. lC uál es la dere rmínab ilídad inrrlnse-
sent idos, ya qu e los testimonios de éstos se extienden siempre sola- ca; cuál la cualid ad fen omenológica a que quere mos referirnos
mente al estado momentáneo del sujeto, sin pode r t rascen der cuando atribuimos a nuestras ideas un ser "objetivo"?
nu nca a una lejanía en el tiempo. Y aún menos podría mos com- No basta en modo alguno --como ahora se subraya claramen-
prender este pensamiento como un producto de una conclusión te, por oposición a manifestaciones anterio res-e- con remitirse a la
racional , ya que toda conclusión lógica, como Hume recalca cons- fuerza y a la vivacidad especial y al carácter involu nta rio con que
ran temente, se basa exclusivamente sobre el principio de la iden- las ideas se insinúan a nuestra conciencia, ya que todas estas cua-
tidad, mientras que aquí, lo mismo qu e en la afirmación acerca lidades se dan tambi én, en medida no menor, en nu estros senti-
del nexo causal, se trata de remont arse a un ser dis tinto del con- mient os de placer y de d isgusto, en nuestros afectos y pasion es, a
tenido de las percepciones dadas. De aq uí que la misma reflexión los cuales, sin emba rgo, no intentamos nunca hacer que trascien-
pu ram ente lógica no cond uzca tanto a una fundam entación como dan de la órbita de l pro pio yo. Ti ene que habe r, por tanto, ca-
a una impugnación de los postu lados que en este punto establece, racterisricas que afecte n al conte nido objetivo y a la con exión de
simplistamente y sin preocuparse, la conciencia cotidiana. las repr esentaciones mismas, y no a la simple reacción del sujeto
"Las hipótesis de la muched umbre y los postulados d erivados sensible, y que nos muevan a reconocer a determinados grupos
de la filosofía son, en este punto, directa ment e cont rapuestos erH y consecuencias de fenóm enos aqu ella pecul iar "realidad ". Pa..
t re sí. La filosofía nos enseña que todo lo que se represent a al rece, a primera vista, com o si la simple constancia de las impr e-
espíritu es solamente una percepción y tiene , por tanto, una exis- siones pudiera conf erirles esee valor y esta pretensión.
"Aqu ellas montañas, aqu ellas casas o aquellos árboles que se
84 ef. Treatise, parte IV, eecc, II: "Oí scept iclsrn with regard te the sensee" muestran ahora ante mi vista se me han aparecido siemp re en el
(ha da el com ienzo) . mismo orden, y si cierro los ojos o vuelvo la cabeza, perdiéndolos,
Beekeley, Dialo¡;sres betwecn H)'ulJ anJ Philonous, m (d. 5"prll, pági-
nu 226 55.) .
por tanto, de vista, sigo viéndolos delant e de mí, sin la más peque-
=

326 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO H UME 327


ña var ia ción, Y la m ism a uniformid a d de existenci a mu estran m i esta mos a nte grupos de represent acio nes separados, aunque unidos
lecho, mi mesa, mis libros y papeles; no cam bian porq ue la ac tivi- entre sí por me dio de rel aciones asociat ivas.
dad de la visión o de la percepc ión se interr um pa. Y otro tanto " C ua ndo la ima ginación se desliza fácilmente a lo la rgo de las
sucede con tod as las imp resion es cuyos objetos consid ero como representa cio nes d e las d istinta s percepciones ininterrumpidas o
existent es fuera de mí, a diferencia de lo q ue ocurr e con todas las pasa fácilmente d e unas a otras, esto ent ra ña casi el mismo modo
dem ás imp resiones, ya posean una fuerza de insinuación peq ueña de actividad del espíritu q ue cuando seguimos la misma pe rcep-
o gra nde, ya sean voluntarias o invo lu ntarias." ción uniform e e ininterrumpida. De aquí que sea tan natural la
Pero tambi én esta primera ca rac terística, por sí sola, es mani- con f usión ent re uno y otro estado de he cho."
fiesta m ente in suficiente; si fuese decisiva y definitiva, la realidad Es, por tanto, en últ ima instancia, la m isma conclusión en-
d e u na impresión se ha llaría vinculada a su in mu ta bilidad; no gañosa la q ue nos lleva a ad m itir un ser rea l permanent e y a pos-
sería posible, para d ecirlo en ot ros términos. ningu na comproba- tu lar una conexión necesaria y objetiva em re las cosas. Y, sin
ción objetiva de estos o los otros cam bios. Pero es aquí precisa. embargo, si nos fijamos de cerca en la cosa, vemos qu e In idea
mente donde reside el verda dero punto de gravedad del probl ema :
general de H ume adquier e y presenta aquí un matiz nu evo. C uan-
Jos fenómenos se llaman "reales" cuando -sean cuales fueren los
do la con clusión causal trascendía por sobre el campo de lo
cambios q ue pueda n exp erimentar en cuanto a sus cua lida des y
dado, su funció n limi tábase, a pesar de to do, a tra nsfer ir al acae-
relaciones mutuas- no suf ren nunca alte raciones com pleta mente
cer futuro una conexión q ue la experiencia pasad a nos había en-
súbitas y a saltos, sino que presentan u na t ransición d eterm inad a
señado a conocer. Con lo cual no creaba, en el fondo, ningÚn
y regu lada en todas y cada una de sus fases. Esta coherencia de
contenido nu evo, sino que se limitaba a seguir un estado de hecho
las im presiones, esta ley unitaria qu e siguen en sus mutaciones, es
empíricamente conocido por encima de l campo en que lo encon-
la q ue nos permite h abla r de un "ser" conti nuo y sin lagunas.
t rábamos por vez primera en nuestras percepciones.
Pa ra q ue pod amos des plegar el co ntenido d e una percepción a lo
largo de un determin ado tiem po, es necesario que pod a mos segui r- Ahora se trata , por e l contra rio, de un proceso considerab le-
lo con la mi rada del espírit u. por decirlo así; mas, para e llo, no mente más fácil y problemá tico. La imagina ción, al afirmar la
h ace falta q ue se encadenen sensaciones plenamente homog éneas, persistencia unitar ia del objeto a despecho de rodas las lagunas
sino qu e basta con que los di ferentes momentos se com pendien d e la percepción a ctual, predi ca con ello una conexión qu e re-
en una unidad idea l por m edio de la dependencia existe nt e en- basa en el pla no de los pri ncip ios tod os los lím ites de la observa-
tre ellos. ción sensible. Presu pon e la existencia de contenidos all í d onde
Es solamente ahora, ex plicado de este modo el sentido del em píricame nte no es posible dem ostrarl os; crea, en luga res qu e
problem a, cuando pu ede entra r en acció n la ex plicación psico- la sensación d irecta deja vacíos, formas propias que, a su vez, son
lógica. La existencia perma nente se ha d isue lto a nte nosotros las q ue dan base y conexión a tos hechos percibidos.
en las leyes de un proceso; ahora bien, el fundamento y el o ri- N o esta mos ya, por ta nt o, a nte una simp le repetición, sino
gen de este proceso no pued en busca rse sino en la conciencia. Y ante una auténtica creació n; no ante una habitual reprodu cción ,
de nu evo nos encontramos con q ue es la imaginación la q ue, sino - por muy paradójico q ue ello pu eda parecer- ante una pro-
siguiendo a las impresiones concretas y a base de la semejanza d ucción de contenidos. Y es el propio H ume qu ien ah ora destaca
en tr e ellas, pasa de la una a la otra y esta blece entre ella s un enérgicame nte esta diferen cia. La con clusión con respecto a la
nexo espiritual, q ue nosot ros int erpretam os en seguida, falsam en- conti nuidad y la cohe rencia de los fenóme nos es a lgo que difiere
te, como un nexo sustancial q ue se da en las cosas m ismas. H a- esencia lme nte de tod as las concl usiones que podemos extrae r a
blamos como si se tr atara de un objeto idé ntico, cuan do en realidad base del conce pto causal; si nos empeñamos en de rivarla ta mbién
)
/ 318 EL SiSTEMA DEL EMPIRISMO HUME 329

de la costumb re, sólo podremos hac erlo de un modo indirecto Ahora bien, estos factores -como el propio Hume señala-
e impropio (in an indirect and oblique manner), ya los cono cemos. En el an álisis d el conocimiento ma temá tico,
"Pues se reconocerá sin esfuerzo que, no hallándose presentes hemo s visto que las form as de las que ahí se ha bla no son nunca
an te el espíritu más que sus propias percepciones, sólo a base de la expresión sim ple y sencilla de determ inadas sensaciones, sino
la articulación regula r de estas percepciones precisam ente pued e qu e en ellas se tra nsform a y desarrolla en una dirección dc termi-
llegar a formarse una costu mbre, la cual, por tanto, no puede tam- nada el contenido que la percepción nos ofrece. A base de u na
poco trascend er nunca por scere el grado de esta regularid ad . Por· igualdad imperfecta, con q ue nos enco ntra mos en las cosas senei-
consiguiente, un determinado grado d e regularid ad en nu estras bles, nos vemos emp ujado s a cavila r una pauta d e comparación
percepciones no pue de ser nunca, para nosot ros, razón sufi cient e perfecta y absolutamente e xacta, de la que debe quedar excluída
para inferir un grad o superior de regularidad en cuanto a otros la posibilidad del más peq ueño error y del más leve cambio. El
objetos que escapan a n uestra percepción. Esto implica más bien mismo caso exactament e te nemos aquí ante nosotros.
una contradicción, es deci r, un a costu mbre creada a base de algo "Lo s objetos m uestran ya, en la medida en que se manifiestan
qu e jamás se ha hallado presente ante el espíritu. Ahora bien, ante los sentidos, un a cierta con exión, la cual , sin embargo, se hac e
cuando, partiendo de la coh erencia d e los objet os de los sentido s más firme y más u niforme tan pronto como damos por su pue sto
o de la frecuencia de sus combinaciones, llegamos a la con clusión qu e poseen una existen cia continu a. Una vez que el espír itu tiene
de su existencia perm anente, tratamos de asegurar a estos objetos de a observar una uniformidad en los objetos, na da tan natural
una regularidad ma yor de la que h emos observado en nuestras como que se man tenga en la m isma tende ncia, ha sta conv ertir
percepciones. Pod em os ha bernos convencido en un caso dado de esta uniformidad en la más perfecta posible." :f17
que dos objetos, tal como se presentan a nuestros sentidos, se C on esta s consideraciones llega Hume al umbral de un proble-
hallan relacionados entre sí, pero es im posible qu e observemos ma de im portan cia fundamental para la crít ica del conocimiento.
nunca una constancia perfecta de esta relación. Basta con qu e Jun to al con cepto de susta nci a y al concepto d e causa surge ahora,
volva mos la cabeza o cerremos los ojos, para qu e esta constancia aunque sea bajo una forma vaga y meta fórica , el concepto de
desaparezca. Pero es precisam ente en este caso cuan do admitimos lími te. Lo que llam amos l a " realidad" de las cosas no es simp le-
que aquellos objetos, pese a la aparente interru pción, siguen man- mente la exp resión pasiva de las " percepciones" en nues tro espi-
teniénd ose en su relación usual y llegamos, por tanto, a la con- S1 Tbid. "Co n esto complementa o com pleta Hume -c-según advierte Lippa,
clusión de qu e los fenóme nos qu e se presentan an te nosotros como en co mentario a est e pasaje- , como se ve, su p rin cip io d e la costu mbre.
algo irr egular, se hallan, sin embargo, relacionados ent re sí por algo Al mismo tiem po, el pri n cipio adqu ier e con ello un n u evo ca rácte r y u n
que nosotros no acertamos a percibir. Es cierto que todas nu estras carácter ,'erdade.ame nre lógico ; se convierte, as í, en una espe cie d e pri ncip io
conclusiones acerca de los hec hos descansan única y exclusiva- general de la inercia, la co nstanc ia, la con secuencia , en un a p alabra, la norma-
rividad del espíritu U n paso má s en esta dirección, y el p rinci pio
mente sobre la costumbre, la cua l pued e, a su vez, ser simpleme nte d e la costumbre e n cuanto tal, la su puesta significación lógica de 10 consu e-
efect o de repetidas percepc iones : pero la ex tensión de la costum- tud inario o 10 habitual d esapar ece, q u ed and o en pie sola men te la ley p ura
bre hasta más all é del campo de las percepciones no pu ede ser de la normanvidad del es pí ritu , el hecho ap rio ríst ico de qu e d esp íritu hu-
nunca el efecto directo y nat ural de la re petición y la comb inación mano se h alla en general suje to a ley, es d ec ir, el h echo sobre el qu e d esean-
constantes, sino qu e t iene necesariam ente qu e obedecer, además, a Jan , en realidad, tod as la8 deduc cion es r del qu e He d esp ren de, en p arti cul a r, la
ley causa l s in m ás" (Trakrat iib<'T die nw n ;c hti ch e N atur, ed. por Lipps,
otr os factores." B6 n ota 181) . Est e jui cio es muy en gene ral, pet o a la vista de él no se
36 Este pasaje e5tá tomado, lo mi 5mo que el ante rior, d el ca pítul o qu e lle- co m pre nde có mo Lipps puede manten et en pie el jui cio " a!orativo que em ite
va por epígrafe " O f scepricisrn with regard re the sense s" (Treatise, pa rte IV, en el p ról ogo de su ob ra acerca del T reatise de Hume y de su actitud a nte la
secc. H). Cr ítica de la rlltó n purll.
3JO EL SISTEMA DEL EMPIRISMO HUME 3Jl

ritu, no es la sim ple trasposición del contenido dado de las sensa- mis sentidos o, me jor dich o, en m i im aginació n que a confiar sin
ciones a otra esfera del ser, sino q ue sólo pued e obtenerse y reservas en ellos. N o pu edo comprender cómo estas tendencias tan
elaborarse por medio de un proceso progresivo de ideali<:ación triviales de la imaginac ión , guiadas por estas hipótesis tan falsas,
a base de lo qu e In observación y la expe riencia nos ofrecen. El con- pu edan conducir nunca a una conc epción de conjun to fundada "J
ce pto del ser co nt in uo y pe rma ne nte no sign ifica sino una deli- f'acionaJ. • • Es una grosera ilusión su pone r que las pe rcepciones
mitación d el espíritu, la cual se ofrece ante éste por la fuerza de semejantes entre si sea n n uméricam ent e idé nt icas; y, sin emb argo,
una necesidad interior ta n pronto como aspira a articula r en un a es esta ilusión la que nos ind uce a la cree ncia de q ue las pe rcep-
unidad com pleta y coherente el ma terial de las percepciones de ciones son ininterrum pidas y existen, aunque no se hallen presentes
los sent idos. El objeto brota , por así decirlo, de la integración a nte los sentidos. T a l es la concepción de la vida usua l. Pero
de las sensac iones; int egración q ue puede sobrepone rse a todas n uestra concepción filosófica tro pieza, a fin de cue ntas, con las
las inco nsiste ncias de la s sim ples percepcio nes, siempre y cua ndo mismas d ificu lta des; ad olece, además, d el absurdo de nega r y
que aq uellas lagu nas sea n su plidas y complementadas por la fuer- co nfirm ar, a un tiempo, la premisa de que parte la vida corrlen-
za d e la imaginación. Hume se preocupa de poner de manifiest o te. . . ¿Qué podemos espe rar , sino fallas y errores, de todo este
y desc ribir esta ac tividad pec uliar de la interpol.acián, aunq ue sin embrollo de pensamientos infund ad os y singula res? ¿y cómo po-
llegar a com pren de rla y jusrificarla como filósofo y crítico de l co- demos justificar ante nosotros m ismos la confianza q ue ciframos
nocim ient o. en ell os?"
También su crítica del conocimiento matemático, vista desd e Esta ojeada ret rospectiva general pone d e manifiesto, en efecto,
aquí, parece aú n más problem áti ca y d udosa que antes. Si los con- con la m ayor claridad, los progresos alcanzados por la investiga-
cepros geom étri cos se recusaban, por ser simples abstraccion es ción de Hume. Este pens ador parte de la " im pr esión" como de
carentes de base suficiente y directa en las im presiones de los un hecho seguro y valedero, para reconocer que, a la luz de este
sentidos, resulta que ahora este mismo mé todo idealiaame sobre criterio, se d isuelve en la nada , no sólo el conocimient o m atem áti-
el q ue desca nsan aquellos con ceptos se manifiesta como in excusa- co, sino también, en últi mo térm ino, el conocim ient o em pírico.
ble para poder llegar inclu so a n uestro concepto empírico de la En esta consec ue nci a reside la aport ación verdaderamente pro--
rea lidad. duct iva de su teoría del co noci m ient o. La idea de q ue rer pone r
Es cierto q ue H ume sigue ateniéndose, aq uí, rigu rosament e, a de manifiesto y fu nd am entar en las im pr esion es de los sen tidos
su alterna tiva : sólo co noce impresiones y ficciones. Pero esta div i- los modos puros de ar tic ulación del esp írit u, idea que presid ia y
sió n, q ue tan fácil pa recía e n el terreno conceptual, se revela como dominaba toda vía , en Hum e, el plant eam ient o inicia l del proble-
irrea lizable para los efectos prácticos y en el enjuiciamiento pr ác- ma, es desca rtada para siempre por el resu ltado de su filosofía. Lo
t ico, ya q ue ambos momentos se halla n tan ind isolu blemente en. q ue Hume vive en sí es el d errumbam ient o del esq uema sens ua.,
u elaaad os y confund idos, que el desglosamienro de la sensación lista funda mental del cono cimi ento, aunque él lo considere, na tu -
pu ra se revela, en última instanci a, como una exigenci a írrea- ralmente, como la bancarr o ta de l sabe r en gen era l. El hech o de
lizable. que resulte a rbitraria e indemostrab le la hipótesis d e un "porta-
"Comenc é la disquisic ión sobre n uestro tema -c-as¡ describe el , dor " sustancial desconocid o de las per cepciones de 10 5 senti dos le
propio H um e el resultado de su inve stigación - observando q ue lleva a la conclusión de que ca rece también de funda me nto y
ha ríamos bien en confia r sin el menor reparo en nu estros sentidos; d e legitim idad la fun ción con ceptual por virtud de la cual agru-
tal es la concl usión a que hab rá de llegar mi investigación en su pamos coherentemente las sensaciones en unidad suje ta a ley,
conjunto . A ho ra pien so, dich o sea francamente, m uy de o tro a unq ue no podamos nunca pensar en descar tar la y prescindi r de
modo: más bien m e indino a no depo sitar la menor confianza en ell a como de algo superfluo. Descubrimos la ilu sión, pero no po-
312 EL SISTEMA DEL EMPIRISMO

d emos destru irla. La despreocu pación y la inadvertencia: he ahí


lo único que puede curarnos.
Est e final en que dese mboca la filosofía de la experiencia lleva Apéndice
ya dentro el germen y el motivo de un nuevo punto de partida, el
cua l, ciertam ente, sólo podrá man ifestarse a base de una inversión LAS PRINCIPALES CORRIENT ES DE LA FILOSOFIA
tota l de la anterior pauta tJalorat iw del con ocimiento. INGLESA, FUERA DEL EMPIRISMO

La exposición de la filosofí a inglesa suele contentarse con la re-


produ cción y el enjuiciamiento de los grandes sistemas del empiris-
mo. y no cabe duda de q ue estos sistemas, en su cohere nte suce-
sión h istórica, en la qu e se man ifiesta, irmegablemenre, al mismo
tiem po, una conex ión lógica int erior, representa n la a portación
característica y origina l de la filosofía inglesa a la historia gener al
del pensamie nto .
La fuerza y la originalidad de esta aportación h izo que ya la
conciencia de su tiem po no prestas e la menor a tención a otras
do ctrinas situadas en un campo históricamente cercano al de éstas ,
ha sta hacerl as caer, poco a poco, en el olvido, cuando no gua rda-
ban una relación directa con el int erés fundamental único o pre-
dominante.
Y, sin embargo, estas doctrinas olvidadas presenta n ciertos ras-
gos caracte rísticos de especial im portancia para pod er formarse
una idea d ara acerca de la evolució n histórica del problema del
conoci miento en su conj un to. Muc ho de 10 qu e, de momento y en
el plano de l tiempo, a parecía atado y entorpeci do en su acción
inm ediata no se perd ió, sin em bargo, pa ra el desarrollo total de l
progreso sistemático , sino que estaba llamado a desa rro llarse y
d espl egarse d e nuevo, bajo una fonna más madura, en una etapa
posterior del pensam iento.
Son, a me todo, los pensamientos fundamentales del raciona--
lismo los qu e, al e ntra r en contacto con los nuevos grupos de
problemas, adquieren aquí aq uel sello característico bajo el que
h abrán de mantene rse h istóricamente acti vos durante lar go tiem-
po, a través de la h istoria.
La consideración de las diversas corr ientes lat entes que sub-
sisten ju nto al em pirismo y frent e a él hace, pues, qu e se destaque
con toda claridad la continuidad en el de sarrollo d e las ideas
cent rales de la filosofía mo derna. A quí nos fijaremos sola mente
333
AnNDICE PRINCIPALES CO RRIENTES DE LA ALOSO FIA INGLESA J35

en las d ireccion es fundament ales qu e se man ifiestan y d isrin- que se vana glorian las Iglesias especiales correspon de, en realidad ;
guen en este movimiento de conju nto y que nos permit irán ver a esta doctrina . C ua nto mas nos aleja mos de ella, más nos vemos
mejor las nuevas metas objet ivas que van destacándose poco a inducidos a error, y nos a lejamos de ella cuando ap artamos los
poco en ellas, de un mod o cada vez más claro y nitido. ojos de las verdades seguras y absolut as de la d ivina previsión
para dejarn os seducir por opiniones inciertas, forjadas y rransfor-
ruadas en nu evos dogmas d e la fe." 1
La revelación puede a la verd ad, tal como nos la
El problema de los fun dam entos apr iorísticos del conoc imiento presentan los conceptos raciona les, ciertos rasgos especiales y con-
apar ece ya en los umbrales de la filosofía inglesa. Pero es mu y cretos, conforma ndo de este modo su imagen , en cua nto a los deta-
significativo que este problema no surja de reflexiones lógicas 11C5, de distinto mod o según los distint os tiempos y los distintos
abstract as, sino ínt imamente ent relazado con ideas de carácter pueblos, pero no puede refutarla ni funda mentarla. Ninguna
ético y religioso. Es el postulado de un funda mento firm e y gene- religión puede reivindicar pa ra sí una revelación propia y exclusi-
ralmen te val ede ro de las normas morales el qu e impulsa a plan. va, a la qu e no puedan acogerse también las de más; por eso, el
tear este problema y le infunde fuerza y vigor. verdadero criterio para emitir un fallo hay que buscarlo siemp re,
Esta conexión a q ue nos referimos se des taca más claramente invariablemente, en los prin cipies inmu tables d e la razón, que son
que en n ingún otro caso en el tratado De verita::e d e Herbe rt siempre y do ndequiera los mismos [pp. 245 s.} ,
de C he rburv .(1624) . El mot ivo decisivo de la investigación en Sin embargo, para que este va lor lógico pued a afirmarse debe-
que esta obra se inspira es la aspiración a encontrar la verd ad era mos remontarnos h asta su más remoto origen físico y metafísico;
religión unitaria, llamad a a sobreponerse a tod as las pa rticula ri- debemos dar a los conceptos comunes su punto de apoyo y, por
dades y al aislamiento de los diferent es cultos. así decirlo, su in fraestr uctura sustancial en u na "capacidad" animi-
La id ea ética funda ment al de l humanisnw impu lsa a una nue- ca general, la cu al debe pen sarse también, a su vez, en una de rer-
va fundamentación teórica d el concepto de la vm:.fad. Del mismo minada conexión con la div ina naturaleza u niversal.
modo qu e existe una h umanidad y una razón, debe imperar una He aq uí cómo la razón, el conjunto de las "noritiae communes"
comunidad única q ue abarq ue a todos los ho mbr es, una verdadera se convierte en seguida , para Herbert , en un peder natural qu e se
Iglesia univ ersal. Ahora bien, esta autént ica Iglesia "católica" no muest ra activo en todo ser y en todo pensar. Así como es una y
se halla constitu ída por hombres q ue proclaman de pala bra o por la misma fuerza la que ob ra en la formación de los minera les
escrito, t urb ulentame nt e, sus propios dogmas limitados, ni por riin - o en la de las plantas o los an imales, así tamb ién el pensamiento
guna clase de comunidades especiales que. encerra das d entro de
de los d iversos individ uos se ha lla impulsado y dirigido siempre
estrechos límites de espacio y de tiempo, d isputen solamente bajo
por un instinto natu ral comú n. Este instinto, que nada tiene que
un emb lema limitado y concreto. La única Iglesia verda dera ment e
ver con el cap richo y la arbitrariedad subjetiva de l pensami ento
c-ató lica, la única Iglesia siempre y do ndequiera igual a si misma, es
el conocimiento de aquellas verdad es gene rales qu e no se ha llan discursivo y se manifiesta siempre, por tanto. de un modo rigurosa-
vin culadas a nin gún lugar concreto ni a ningú n tiem po det er-
1 Ht'rt>ert de Ch t'rbu ry, De "erilelU . pr Ollr diuingl'ihlr el revdm:iO\'l.l!, el W"ri-
minad o. simili, el p<)s.ib¡!i t'( el Jalso (pr im t'la w i<:ión, 162..) , Lond res, 1633, pp- 222 s,
" Pues sólo ella nos muestra la providencia divina y universal; Sobre Herberr, d. especialment e Dilthey, "Die Au tonomie des Denkene, der
sólo ella difunde por d oquier la sabiduría de la nat uraleza; sólo kcnstrukrive Rationalismue und dee pantheísñsche Monismus nach ihrem Zu-
ella demuestra por qué Dios es llamado el padre común de tod as sammenhang im 17. ja hrhundert", en Ar,,;hiv für GC$Chichre d er Ph ilosoph ie,
las criaturas, fuera del cua l no existe salvación. T oda elogio con vol. VII.
PRINCIPALES DE LA FILOSOFtA INGLESA JJ7
336
espíritu no es como una ta bla rasa, sino como libro cerrado,
ment e uniform e y necesar io, constituye el verdadero cuño de la que, aun que sólo se abra bajo el im pulsode los del
verdad eterna, grabado en nosorros.s exte r ior, guarda ya en sí mismo un COpiOSO Y peculiar contenido
En él poseemos ya, implí citamente, todo lo que más tarde el de sabe r (pp. 53 s.] , Los conceptos funda menta les del cono-
tr abajo lógico abstracto se limitar á a desa rrollar e ilum inar. Obra cimie nto com unes a tod os y cada uno de nosotros, recaen sobre
ya aq uí, en embrión, como una fuerza oscura de la na turaleza, la los y son suscitados por ellos, pero seria necio que se
capacidad de la qu e uherionnente brotarán, en gradual d esarro- insinúan en nosot ros con los objetos, para tomar posesión de nues-
llo, tod os nuestro s conceptos rac ionales. tro espíritu,"
El instinto viene a ser, por tanto, así en sentido lógico como V éase pues , con cu án ta energía H erbert de Cherbury abre paso
en cuanto al tiem po, la "anticipación" de la exper íencía ." No a la idea' leibniaiana Jet "intellectus ipse". También él parte del
tenemos más que separar, desglosar todo lo que hay en nosotros postulado de la " ar monía" de l conoce r y el ser, del int electo y las
d e las cosas sensibles de fuera, para descubrir en aquello q ue cosas. Resida don de residi ere la verdad de la "cosa", de nada
resta, una vez deducido lo anterior, y que no es posible explicar nos sirve , nada pue de significar pa ra nu estr os fines, si no se con-
ni derivar por esta vía, un patr imon io espiritual originario. Quien vierte en una verda d para nosot ros, para nu estro saber. Para qu e
ha ya sabido comp re nde rlo así, habrá alca nzado ta mbién un algo algo pueda tener la pret ensión de la verdad, necesita alegar .en su
verdaderamente divino. favor el testimonio de una "capacidad" espiritu al cualquiera '(
"Lo que tú apor tas con tigo mismo a los objetos es la dote s610 se le puede reconoc er vigencia en rel ación con este test a
pat erna de la na turaleza y el saber del instinto natura l. D e esta monio.
clase son los signos por medio de los cuales d istinguimos lo verda - " Por ta nto tod a nuestra teoría de la verdad se retrot rae al
dero de lo falso en el enjuiciamiento de l mundo exterior y discri- firme y a la fu nd amentación .d e est a
minamos el bien del mal en nuestros juicios sobre el mundo in- capacida d, cuya var iedad experi menta en SI mismo , a
terior. Pero, así como las do tes a nímicas de la vista y del oído, del tono con las diferencias en cuanto a los ob jetos. .
amor y la esper anza, a falta de objetos adec uados a ellas, perma- Se trata, ante todo, de investigar las condi ciones bajo las CU?-
necen m udas y no se manifiestan al exterior por ninguna clase les se ponen la s fuerzas in teriores d el espíritu en consonancia
de signos, otro tanto acontece con las verdades fundament ales de con las cosas exte riores ( pp, 5 s. ).
orden gener al {notitiae communes), las cual es no son PTecisa- " Lo que estas fuerzas no puedan com prender verd ade ro,
mente, n i mucho menos, expenences, como lo demuestTa el hecho como ad ecuado, como necesario y dotado de validez general.. no
de que sin ellas no podamos experimentaT' nada," pued e probarse en modo alguno: y así, frente a lo qu e los
La ca pacidad d e actua r sobre las cosas y de enfrentarse activ a- nos ofrec en surge siem pre, contin uamente, la pregunt a d e cual
mente a ellas, y no simplemente de sufrir pasivamente su influen- es la cap acidad cognoscitiva en qu e sus afirm aciones pueden a po-
cia, capacidad de la que somos conscientes, no puede tener su yarse" (p. 38) , - d
origen, a su vez, evide ntem ente, e n las cosas misma s. N uestro Es cierto que, en tod os estos argu mentos, H erbert no ana e
2 V. H erbeer ele Che rbu ry, De " ('TitIJU , W. oH s., 66 fJ.
I L C., Po 60: "I nsnnctus eni m nat uralis pri ma, discursus ultima en Iacul- _ . . horrune sano et in-
4 "VocanlUI au tcm not jt jae cemmunes, qUIa m omnl 1
tatu m. Ideo in Ele mem is Zoophy lis et in ipso dernu m Em bryo ne propriam tegeo modo ob jecla sive reru m, 5ive verbo rum, sive signorum _ad
eonse rvatione m procur ar Iecuha s ¡sta, qua., gTad<ll:im deincepf U"H· ad objec!IJ objec'ta e-nim excita r! nOlitias co mmunes, íp&e scnsus..• docet: neq ue ,gllu r
expli cans nll(ioneJ diJcurJus ubique antici pat; ideo in dom o secun dum regulas cu m objcctis ip"is ínvehi, vel dehrus q uispi am exisrlm arer unq uan::
Ar chitectonicss exetrucra, pulc h rum sym melr iae prius sb lnstin ctu natur ali per- in nobi s a natu ra d cscribant ur et ur, ista lege, explic enrur (q uae alite r m nobís
cipítur, quam ral io, quae ex pr oportion ibus psrtium, el ímc r se el ad totum, sñere possunt ) aotitiae com munes." L e.. pP. 47 f.
operase, nequ e ra men 6ine- auxilio no liliarurn com muni um perñcuur."
APt NDI CE 339
'"
n ingún rasgo tota lmente nuevo a la doct rin a esto ica de los KOlVa \
PRINCIPALES CORRIENTES DE LA FILOSOFlA INGLESA

nos perm it iría llegar a concl usiones acerca de un acaecimien to


[vvow.t; sin em bargo, la energía y la claridad con que este pensador fu tu ro cualqu iera , si no la precediera, como un result ado, ya seguro
sitúa el conce pto d e la verdad en el centr o de todas sus investiga. y establecido, el principio de que la naturaleza obra siempre de
cienes hacen de él el exponente de un interés auténticamente un mod o uniforme. Este principio nos pertre cha con " una pres-
moderno y el precu rsor del plan tea miento del problema de la ciencia instintiva acerca de la na turaleza" (an insrinctive prescíen-
Iurura teoría de l conocimiento . ce of nature}, que no proviene en modo algun o ni de la observa-
Dentro de los marcos de la filosofía inglesa, la doctrina de ción ni de la conclusión concept ua l, sino qu e constituye una
Herbert repe rcute principalmente en las discusion es teológicas, parte originaria, no susceptible de ser reducida a otro fun damento
para las que el pen samiento de las "nc titiae commu nes" se acr e- a nterior, de nuestra propia naturaleza espiritua l.
dita como un vigoroso ferm ento en el desarrollo de la ilustración "S up rima mos la luz de este prin cip io d e la inducción, y la
en mate ria religiosa. T ambi én en el te rreno puramente teórico experiencia será ta n ciega como un topo: sólo alcanzará a percibir
podemos seguir du rante largo tiempo la influencia de H erberr, lo que de hecho se h alla en presencia d e nosotros y la afecta
aunque los elementos estoicos en la fundamentación del aprio- directamente: pero no será ca paz de ver absolutamente náda d e
rismo van siendo relegados poco a poco a segundo pla no, des- lo que se halla antes o de spués de ella , es decir, de lo que se re-
plazados por los motivos platónicos y ca rtesianos (v. inlra, n y IlI ) .
fier e al pasado o al fut uro" (pp. 346 s.) .
C uá n persistente fue esta influ encia lo in dica, principalmente, el Tam bién aquí podemos darno s clara cuenta de cómo la con -
hecho de que sobreviviera en el tiempo a todos los grandes siste- ce pción de l a priori en el sent ido del "prius" psicológico, y la de la
mas del em pirismo, a la teoría de Locke y a las de Berke ley y
cond ición lógica se intercambian insensiblement e. La estructura
H ume. La reacción contra los fundamentos sensualistas del cono-
general de las cosas debe aparecer preformada en nuestro espíritu,
cimiento, que parte de la e.scuela escoc esa, no representa, en rea-
como patrimonio fijo del saber, con a nterioridad a toda expe-
lidad, sino la renovaci ón del a priorismo sobre las bases psicológicas
sentadas por H erber t. riencia.
La n ítida distinción en tre lo que nos enseña el " instinto" na -
"No sé ni de qué modo ni en qu é momento he adquirido estos
tu ral innato y lo que nos revela el pe nsamiento discursivo es la primeros principios en los que baso tod as mis conclusiones, pu es
misma en Reid qu e en H erbe rt. U no y otro se remiten , princi- los poseo desde tiem po inmemorial; pero estoy seguro de que for-
palmente, al juicio estético como al verdadero ejem plo y prototipo. man par te de mi prop ia consti tución y de que no puedo despeen-
Es evidente que el buen gusto puede ser perfeccionado por el derm e de ellos" ( p.ll l).
hábito y por la razón, au nque nunca podría llegar a adquir irse La validez general de los principios consiste, pues, úni ca y exe
si no apar eciesen inculcados en nuestro espíritu los primeros fun - ehr sivamente en su efectividad psicológica, en la fuerza con qu e
da mentos y los primeros principios d e él, y lo mismo podemos se no s imponen irr esistiblem ente, sin que nosotros podamos opo-
decir de todos los campos del juicio en general." nerles ninguna clase de repar os críticos. T od a verdad se remonta,
T ambién los juicios de la experiencia serían, en real idad , im po- si nos fijamos en sus ú ltimos fu nd amentos intrínsecos, a uno d e
sibles y lógicam ente insostenibles de suyo, si no se basaran en estos actos de "sugestión". Pero la solución que aquí se da es
ciertos conceptos previos generales, cuyo contenido no proviene más d udosa y más problemáti ca de lo que lo era en la doctrina
de la experiencia. La simp le inducción jam ás nos sum inistrarí a tradiciona l en la que Reid se apoya.
una certe za superior a la de los casos concretos observados, jamás El "instinto" , a la manera como lo entienden Herbert de
R..id, An inqui ry inte [he hu man Min J e n [he PrincipIes al Co mmon Cherbury y la concepción tra di cional, es un principio de di rección
Sense. l' ed., Edimburgo, 1765 (l' ed., 1764), Po 89. O . JUpm. nora 3. y de selección; es la brújula que tenemos para navegar por los
340 ArÉl'-:DICE rRI NCIPALES C ORRIENT ES DE LA FILOSOFlA INGLESA

ru mbos de la exper iencia y qu e ha de orientarnos con la ma yor presion es de los sentidos. El juicio es, por ta nto, atend iendo a su
seguri da d en ella. naturaleza y a su significación fu ndamental, algo más que la simple
Pero, a hora , se le atribuye al a priori una funci ón n ueva y más compa ración de las rep resentaciones concretas dadas, ta l y como
difícil. No se trat a ya, simpleme nte, de que nos ofrezca una orie n- lo presenta la teoría sensualista. El nuor de conocimiento espe-
tación concreta d en tro del campo de los objetos, sino de q ue cifico qu e atribuimos a determinados principios "objetivament e
comprue be y demuestre la objetividad , la exist encia de las cosas válidos " no se basa en el acop io de dete rminados elementos de las
ex teriores mismas. Así, pues, se le impone ahora al apriorismo, sensaciones, existent es po r sí mismos, sino que, lejos de ello, estos
después de la crítica de Berkelev y H ume, una carga probaroria "elementos" al parecer independientes son pu ra y sim plemente
nu eva. el produc to de un proceso de abstracción, el resu ltado de u n aná-
Ahora bien, para hacer frente a este problema Reid sigue lisis por el que descom ponemos un acto de juicio origina rio en sus
d ispon iendo sola me nte del viejo esque ma psicológico que le brinda condiciones conc retas. Por donde no es necesario, como genera l.
la teoría del "consensus genti um", En vez de una teoría desa rro- merite se ad mite, q ue la s relaciones fundamen tales ent re las ideas
llada, en la que se desentra ñen progresivamente los crite rios con- nazcan d el cont acto y la comp aración purame nte pa sivos de
ceptuales de la objetivid ad, sólo nos encont ramos en él y en su impresiones, consideradas como fundamentos de la rela ción de que
escuela con la invocación uni forme y siemp re renovad a al testi- se trat a, sino que se contienen ya y se dan de antemano en el con-
monio del " san .... sent ido común". tenido "concreto" (p. 49).
Aun allí donde nos encontramos con algunos atisbo s aislad os No cabe d uda de qu e, en estas mani festaciones, plant ea Reíd,
de una distinción lógica más clara, vemos que éstos se pierden , frent e a la teoría em pír ica del conocimiento, un Jn'"obLema exacto
a la postre, en la vagu eda d de esta consigna general. Segun Reíd, y nu evo. Lo que ocurre es que este problema no pu do llegar a
el defec to fu nd amental de princi pio de tod a la filosofía anterior ser fecundo para él, po r la sencilla razón de qu e su nitidez se ve
estriba en qu e, en su modo de formular el problema del con oci- e n seguida embotad a por la vaga formulación del a priori como un
miento, cae consta nte mente, un a y otra vez, bajo el prejuicio " insti nto" psicológico genera l. El hecho de que atr ibuyamos a
tr adi cional de que todo nuestro conocimie nto de los objetos obra d eterm inados contenidos el valor de la " realidad" no se nos pre-
'i es tra nsmitido IXJT medio de las imágenes qu e las cosas proyec- senta ya, ah ora, como una circu nsta ncia que necesite ser justificad a
tan en nosotros. Semejante hipótesis, que envuelv e una división desde el punto d e vista de la critica del con ocimiento, sino como
primaria de la experiencia en un campo sim plemente interior y un hec ho irr educti ble y evidente por sí mismo, cuyos f¡mdamenros
otro simpleme nt e externo, rep resenta de suyo, como el propio sólo la arbitrariedad espec ula tiva y la obstinación escéptica pu e-
Reid objeta, una premi sa dogmática no probada. de n empeñarse en indagar.
De aqu í que Reid int ente sustit uir IXJr un a nálisis purame nte Es precisamente en este punto, en el qu e Reid --en el conoci-
psicológico y lógico esta teoría metafísica de la objetiv idad, re- miento de los actos " sint ét icos" origina rios del ju icio- parec e
montándose conside rablemente, en este punto, no hay dud a, por presenta r puntos más estrec hos de contacto con la doc trina kan,
sobre las superficiales de clamaciones de sus con tin uadores inmedi a- eíana, don de se revela n ítida mente, por tanto, la d ife rencia cara c-
tos, principalm ente las de O swald y Bea rrjes. terística que lo separa del sistema crítico. Para el sistem a d e la
La "objetividad" es, según él, un carácter fundamental, no crítica de la razón, la reali dad de las cosas no es el punto de par-
de la representación concreta, sino del juicio; sus fundame ntos tid a seguro de sí mismo, sino el problema que , en una investigación
no residen precisa mente en un elem ento intrín seco concreto, tal sobre la objetividad del conocimie nto, se tr ata de resolver. La "exis-
como, por ejemplo, la fuerza y la vivacida d de la re presentación, tencia" no es un "patrim onio" directo del conocimiento, sino la
sino en un acto peculiar del espíritu, que se añade a las simples írr» meta hada la que éste tiende y que aspira a alcanzar y a consoli-
PRINCIPALES CORRIENT ES DE LA HLOSOFIA INGLESA 343
dar, gracias a los medios " apriorlsricos" fundamentales de que róreles con los resultados de la mecánica y la física modernas. Este
dispone. En Reid , por el cont rario, el a priori ha perdido su ver-- entrelazamiento de motivos heterogéneos y dispares hace de la obra
da dera fuerza, por cuanto que, en vez de describirlo en su función de sir Ken elm Digby sobre la naturaleza y la inmortalid ad del
lógica, se 10 presenta como un resultado acabado, qu e se adel anta, alma (1644) un documento histórico típico. Digby era amigo pero
por tanto, en un sentido falso, a los frutos del trabajo científico sonal de Descartes y persona muy familiarizada con la doctrina
y de la experiencia científica. de éste: nos ofrece, por ello, uno de los primeros ejemplos de
cómo la nu eva mentalidad idealista va abriéndo se paso e impo-
II níéndose de ntro de la misma tra dición escolástica, hasta conducir
a una transformación interior de l problema del conocimi ento.
En el transcurso de la filosofía moderna , va pasando a ocupar cada Digbv parte de la explicación escolástica según la cual la verdad
vez más el verdadero cen tro de la investigación el análisis crítico consiste en la "consonancia del intelecto con las cosas a las qu e
del concepto de cosa. Apenas habrá otro problema que exprese de éste se enfrent a"; 11 pero se sobrepone a esta concepción, al ahon-
un modo tan característico como éste la tendencia de l pensa- da rla y sup erarla. D igby rechaza resueltamente la teoría co-
miento moder no y que adquiera una significación históric a tan rrient e según la cual los objetos sólo actúan sobre el alma con
universal, por encima de todas las diferencias que se manifiestan una par te de su ser y son solam ent e las " imágenes" de los ob-
en las opiniones de las escuelas. jetos las que se ofrecen directamente al espíritu y se someten a
Desde la investigación en qu e Descart es, en las M edi tacion es, la consideración de éste. Debemos, nos dice este autor, avenirnos
trató de determinar la "sustancia" de la cera, aq uello que forma a la consecuencia lógica de qu e las cosas mismas, con arreglo a
su verd adera realidad como cosa, los pensadores no deja n de abor- su propia y genu ina naturaleza y a sus cu alidades reales ilimitadas,
dar este problema desde los más diversos pun tos de vista y par- trascienden al yo cognoscente. El modo como lo trasciendan,
tiendo de las más diferentes premisas. Int ervienen aquí, no sólo de cómo sea posible que las cosas corporal es existan en su propia
la definición leibn iaiana de la realidad del fenómeno , sino tam- y plena naturaleza y, sin embargo, existan tambi én en nosotros,
bién el análisis del juicio existencial por Berkeley y Hume; los d e un modo incorporal, constituye, ciertamente, un misterio, que
resultados de las reflexiones abstractas de la teoría del conocimien- jamás llegaremos a descifrar totalmente; pero es precisamente este
to se dan la ma no, aquí, con los resultados a que cond uce, en su "misterio" el qu e constituye el fundamento latent e y la prem isa
evolución propia e independient e, la metodología de las cien cias de todo nue stro saber." La teoría tradicional de las "sp ecies" no
exactas. adara este misterio; 10 único que h ace es darle una expresión
Ya hemos visto cómo, en algunos pensadores, principalmente distinta, pu es para que la "sp ecie" pueda representar plena y ver-
en GeuHncx y Richard Burtbogge, se plan tea este problema con
una fuerza y una claridad en las qu e, a veces, casi parece tocarse 11 Kenelrn Digby, D emonsrrat io immonalita ris animae rarionalis sfve Tracta-

ya el pensamiento teórico fundamental qu e forma la esencia de la tus du o philosophici, etc. (1 ' ed. en Inglés, Parí s, 1644), Francfort, 1664, p. 483.
filosofía crítica, aunque en algunas d e las manifestaciones d e deta- Sobre la filosofí a de la na tural eza en Digbv, v. Lasswirz, Geschichte der Aro-
mistik, n , pp, 188 ss., qui en remite también expresamente a la peculiar teoría
lle de estos pensadores siga reperc ut iendo todav ía, en el fondo, la del cono cim iento de este a uto r inglés.
vieja mentalidad escolástica (v. vol. 1, pp. 540-59) . 7 " Si s me dicere cveas quaeraequ e¡ quo ur ita dicam neruea e artificio
Ahora bien, en nadie se manifiesta esta mezcla de rasgos medie- corp ora in splritus evadunt, fatear me tibi sarisfacer e non poese, nec aliud
vales y modernos de un modo tan peculiar y tan paradójico como demum responJe re, qu arn haec fier¡ qu idem, sed arcana mihiqu e ignot a animae
en un pensador inglés del siglo XVII, en cuya física y metafísica effica cia. .. Reipsa scímus myste riu m hoc ita ut díximus se habere, lícer quía
veram perfectamqu e animae natura m ignot amus, moJum q uo ab an ima peraga-
vemos cómo se ent relazan las influ encias y las doctrinas de Aris- tur expri mere nequeamus." L. c, p. 513.
344 Al'¡';:NOiCE PRINCIPALES CO RRIEl\"TES DE LA F1LO SOFIA INGLESA 345

dadera rnen re la cosa de q ue se tra ta es necesario qu e sea igual a discurs ivo más sim ple y m ás natura l, m ás general y m ás am plio."
ella en rodas sus partes y que, por ta nto, entre ella y el objeto C ualquier otro contenido del saber q ue pod amos concebir tiene
medie, no sim plemente un a relació n de " semejanza", sino una necesariamente que part icipar de este med io d iscursivo, qu e cons-
perfecta y absoluta identi dad (pp. 461 s.], titu ye el destino específico del homb re ( propria ho minis affectio) ;
Si, por tanto, entre la cosa tal y como existe por sí m isma y tie ne necesariament e - pa ra dec irlo con las palabras de D igby-
qu e "añadirse, en cierto modo, a l tronco fun da mental de! ser".
nu estro modo espiritu a l de concebirla med ia un a tota l y plena
" Así, vem os qu e no pod emos expresar nada por medio del
co incide ncia, basrará con cons KicTa r este m ismo modo espiritual de
lenguaje sin valernos d e palabras q ue d esignan el ser; q ue no
con cebir pa ra descubrir en él, al mismo tiempo, todos los elemen-
podemos ca ptar nada m ed ia nt e el pensam iento sin encuad ra rlo
tos esencial es de lo real.
en el con cep to del ser,"
Medi ant e est e giro ca racterístico y original, Digby hace q ue re- T oda considera ción del entend imiento se red uce, en última
sult e fecu nda pa ra la cr itica del conocimiento la misma concep- instan cia, a esta función fundamental única, a la subsunción de
ción dogmática de la q ue había partido. El análisis d el proceso todo lo múltiple bajo el pensa m iento unita rio de l ser." Mientras
del conoci miento nada tiene que ver con el simple refl ejo de una q ue todo otro concepto es un simp le concepto comparativo que
mera apa riencia de la realidad, sino q ue nos revela la natura leza y se limita a expresa r un a relac ión entre cosas, aq uí se trata de un
la esencia absolutas de ésta. La verdadera estructura de l ser va postulado incondicional y, por ta nto, del com ienzo absoluto del
manifestándose ante nosot ros a medida qu e descubrimos cómo los pensami ento mismo ( p. 468) .
concep tos se condicio nan mutuame nte en nuest ro espíritu y có mo U na segund a fase, m ás com pleja , se alcanza ya cuando pasamos
los conce ptos derivados emana n y pro viene n de los origina rios y d el "ser" al "ente", d el co ncepto abstr acto d e la existencia a la
se (a rm an a base de ellos. " cosa" existente. El concept o de la "cosa" se form a ya por la su ma
No basta, por ta nto, con detenerse en las impresiones de los de la existencia y de lo q ue existe; pero, por o tra pa rte , este con-
sent idos, q ue forma n ya siem pre un con junto mú ltiple y com plejo, cep to supera con m ucho en simplic idad y en origina rieda d lógica
sino qu e debemos investigar este co njunto hasta remo nt arnos a sus a tod os los cont enidos de la int uic ión ordi na ria de los sent idos,
elemento) constitut ivos, a sus condicion es necesar ias y su ficien tes. pues puede formarse de suyo e n el espíritu, sin necesidad de
Las perce pcio nes q ue adquir imos de fuera 5e di su elven, para la recurrir a la t'aTiedaJ d e los objetos sensibles, m ientras q ue, por
el contrario, todo objeto e mpírico 10 presupone necesariam ente.
conside ración pe nsa nt e, en "simples" da tos de concienci a, q ue son,
Podem os ca pta r el conc ept o de una cosa desprend ido de todas sus
por así decirlo, " 105 m iembros y las partes de los q ue se form a
c ua lidades mu dables y fortu itas, tales com o la magnitud , la forma,
la ap rehensión tota l y completa de la cosa" (p. 463) . El concep to
úl timo e irred uctible hasta e! cual podemos seguir la distinción, es g "Nc tio en im e¡¡i. tem ia e. .• ese o mniu m co mmuniss im a, u n íversalisstm a,
el concepto de la existencia. Es este concept o el qu e entra nece- sírnplictssim a, m áxime nawr alis, p rofu ndíseim eque d em um in ho mine radic ara"
sari am ente en todos los conceptos derivados, el que los d et erm ina ( p. 475) .
9 "Ex iis quae modo d ix imu s, d uo colllg ¡ pc ssunr, q ua e homini peculiariter
y ha ce posibles. N o pode mos concebir ningún contenido como c onve nie n tia d iligenter a n o bis obse rvari posrula nr. Prius eSt, qu ou ex istentia
dota do de tal es o cuales cualidades sin concebirlo, al mismo tiem- si..,e ens. . . sit propría hom inís a ffec río. Res en im qu aeliber particula ris in
po, como existente y, por tanto, sin enlazar con él y recoger en él h omine existi t per quandam (UI ita J i¡;a m) mi insit iOll<"m in ipso cx istenriae
si".. enti s trunco: [ux taqu e e xperimm n ih il a nobie loqu elld o expti mi, cu i e ntis
el concepto fundam ental del ser.
a ppella rione m n on tr íbuarnus, niha mm! e ca ndp i <¡IIOd sub e n tís n ation e non
Es, pu es, este concepto e! q ue más profundamente arraigado apprehendamus... D ubiu m igiwr n on est, <luin ne¡¡a tiar ía a ron is intell ectu s
se halla en el espíritu de! hombre, el q ue const ituye su m edio círca object<1 sib i prapasita sub n orion c en ns (p. 466) .
346 Al' I!NDICE PRINCIPALES COR Rl ENTES DE LA FlLOSOFIA INGLESA 3H

el color, erc.; pero no pod emos exp resar ni concebir un objeto superficial, q ue este conce pto no es sino la reproducción de la
concreto como dotado de forma o de color sin con cebirlo ante realida d de nu estras sensacio nes, una ca ract erística concr eta de las
tod o como un algo, como un " ente" (p. 465). cosas contadas, qu e abstraemos d e ellas. Pero un a nálisis lógico
Un progreso ult erior en dirección a la existencia concre ta más preciso nos cond uce a una distinción más profunda. No cabe
consiste, ade más, en consid era r los objetos, no ya aisladame nte, duda de que los sentidos pueden captar y difer enciar las cosas
sino en sus múltiples nexos y relacion es. T ambién aqu í se revela concretas en cuanto tales; pero el distinguir y, al mismo tiem po,
y se man ifiesta un a fuerza básica verdaderament e espiritual: una combinar ent re sí los elementos que las forma n, de tal modo que
de las do tes peculia res del alma es su capacida d d e com paración, el ent relazam iento d e la plura lidad dé nacim iento a una nueva
su función compa ra tiva (p. 468). T od as las re laciones de las cosas am idad cualitativa, es ya una fu nción específica y pura d el mre-
encuent ran en ella su verdadera correlación : son conocidas por Iecro. La síntesis, como fu nción inco nd icionalmente necesaria para
nosotros, no al ser recogidas pasivamente por nuestro espíritu del la form ación de roda conce pto del número, no es propia de los
exterior, sino al ser recreadas po r él en su libre actividad. Si nos objetos, sino exclu sivamente del alma. Por ejemplo, diez cosas sen-
fijamos en relaciones como las que median entre el rodo y la part e, sibles serán siempre, conside radas como ta les, una simp le acu rnu-
la causa y el efecto, in mediatamente comprendemos que no es la ción y yuxtaposi ción de elemen tos conc retos inconex os ent re sí,
posible encont rar en el mundo exterior ninguna clase de original sin qu e de suyo lleguen a ad quirir nunca esa rigurosa significación
que se aseme je direct amente a ellas. un itaria id eal que req uiere y representa el conce pt o aritm ét ico del
" Las cosas de las que se predican esas relaciones pueden ser número (pp. 519 s.) .
descritas y reproducidas en sus propios colores, pero [ c ómo sería Por donde el problema de la validez d e nu estros conceptos
posible pint ar su relación misma y qué imagen pod ríam os tr azar y nuestros juicios lógicos fundament ales nos hace remont arnos,
de la mitad, de la ca usa o del efec to? Para quien sepa pensa r de (XIr dondequiera que lo miremos, de los objetos a .las funciones
algún modo no puede ser d udoso q ue conceptos de este tipo d ifie- de nu estro espíritu. Cua ndo, por ejemplo, disolve mos la magni-
ren en absoluto de los que se nos inculcan (XIr med io de los sen. tud cont inua, par a llega r a comprende rla verdaderamente, en
tidos. . . y si comprendemos la fu erza de este a rgumento, nos puntos o el t iem po y el movimiento en momentos indi visibles,
daremos cuenta en seguida de q ue el axioma a ristoté lico según el no seguimos con ello la n aturaleza misma de .los objetos, sino que
cual no existe nada en el intelecto que no exista previamente en nos dejamos lleva r ' de un a tendencia y un " instinto" d e nuestro
los sentidos no pu ede ser conside rado como verdadero en el rigu- espíritu , que gusta siem pre de reducir lo compuesto y lo divisible
roso sentido d e la palabra , sino que más bien pued e afirm arse lo a elementos cuantitati vam ente simples.
cont rario, a saber: que nada existe en el intelecto que existiera Es el " alma" la que postula y recl ama lo " indivisible", la q ue
antes en los sentidos" (p. 516). se aferra a esto, pa ra plasmarse en ello ella misma. La "susran-
En efecto, aunque el intelecto pueda pa rtir de la considera. ciabilidad " de las cosas no es más qu e el reflejo de esta su uni-
ción de las impresiones de los sentidos, no las toma nu nca en la ficación espiritual. El que coloquemos tod os los conce ptos form a-
forma en que se encuentra d irectame nte con ellas, sino que las dos por nosotros ba jo el punto de vista d e la susta ncia, el qu e
somete a una transform ación que les confiere u na nueva y pecu- busquemos, dondequiera que nos sale al paso una cualidad cual-
lia r entidad. Par a lo cual se requi ere siem pre una fun cion unitaria quiera, un " portador" su sta ncial de ella, tiene su explicación en
y origina ria d el al ma que aba rque con una mir ad a lo que en el el hecho de qu e solamente u na cosa existente por sí misma e in de-
m undo exterior apa rece disperso y diseminado, reducién dolo a un pendiente o frece at alma un fundam ento seguro y adecua do en
concepto único y general. Si nos fijamos, por ejemplo, en el con- qu e pued e basarse y sobre el que puede afianzarse. Los simp les " ac-
cept o del número, podría pa recer B prim era vista , en un examen cidentes", considerad os por sí mismos, serían d em asiado fugaces e
,

348 Al'tNDl CE

inconsisten tes pa ra ofrecer un punto firme y seguro de apo yo a la


PRINCIPALES CORRIENTES DE LA FlLOSOFlA INGLESA

nos y Formas precisos cuando nos enfrentamos a él pertrech ados


'"
actividad del int electo. Por eso, para poder forma rnos un concepto con los conceptos fundamentales del ente ndimiento.
de ellos, necesitamos "at ribuirles las con diciones d e la sustancia", T od a consecuencia "sub jerivista' es absolutamente ajena a esta
a unque este tipo de cc nsidc rcc í én, si no la ejercemos con el mayor teoría: las categorías del pensam iento no imprimen a los objetos
cuidado, pue da indu cirnos fácilmente a graves errores.!" reales ninguna forma ajena a ellos, sino qu e se limitan a desa rro llar
A penas e ncontrar emos en toda la historia de la filosofía mo- y escla recer lo qu e en ellos mismos se cont iene. El objeto del
derna otro ejemplo tan cara cterístico como éste de un punte de conocimiento no sufre el menor menoscabo de su propia natura-
partida q ue, siendo en su origen pura mente m etafísico, con duzca leza al entrar e n el cam po del intelecto, au nque cobre aquí una
a consecuencias tan impo rta ntes y de tan gran alca nce pa ra la real idad nu eva y "superior" , El tronco fun da mental de la "exi ....
cr ítica del conocimiento. El interés filosófico de Digby no versa tencia", al qu e se ada ptan las cosas cua nd o se eleva n a la con-
en primer término, ni mucho menos, sobre el an álisis del saber, ciencia , afirma y mantien e la naturaleza de cada u no de sus n uevos
sino sobre la pru eba de la inma terialidad y la inm orta lidad d el brot es.' !
alma. Pero este pensador se reve la como un auténtico pariente Es así como se entrela zan en nosotros los conceptos origina rios
espiritu al de Desca rtes en el h echo de que su espirit ualismo se y los derivad os, para crea r en su cohesión la concepción espiritual
basa, sobre todo, en reflexiones lógkas, de que el "alma " coincide de conjunto , la " aprehensión" de la realid ad d e la experiencia. En
para él, esencialmente, con la fu nción fu ndamental de la concien- efecto, [cu ál es la fun ción d e rod o iuicia em pírico sino la de enla-
cia, por virtud d e la cua l se plasma en unidad el contenido múlri- zar y relacionar mutuamente por med io del verbo copula tivo " es"
ple y m ultiforme de las sensaciones. dos determina ciones q ue apar ecen separadas en la representación?
Es cierto que sigue existiendo en D igbv, sin atenuaci ón alguna , "Sin embargo, esta u nión no se real iza a la manera como se
el viejo dualismo ent re el ser corpo ral y el ser espiritual, ent re la atan en un haz dos cosas d istintas o como se am ontonan vari as
conciencia y la realidad exterior. Según él, la fun ción del conocí- pied ras dis tintas, conservando cada una de ella s su prop ia y dis-
miento se red uce, como e n la filosofía anterior, a ilu mi nar y expre- tinta ind ividualidad d en tro del conjunto y poseyendo sus límites
sar la esencia " absoluta" de las cosas, que se presupone como propios y clara mente d iscerni bles, sino de tal modo que los dos
existente y fija, Pero no se trat a, en este proceso, de una simple contenidos son injert ados , por así decirlo, en el mismo tro nco, el
reprodu cción, sino de una actividad espiritual pura, de una luz cual les infunde a a mbos la savia de su vida comú n, hacié ndolos
que el intelecto proyecta sobre las cosas, sin limi tarse a recibirla idént icos ent re sí" ( pp. 473 s.] ,
de ellas. El m un do de los objetos, mientras se los conciba al Lo que hace singular me nte interesante la especia l teMía del
margen d e las funciones espirituales y a pa rte de ellas, permanece juicio qu e Digb y d esar rolla partie ndo de aquí es que esta teoría
en el más com pleto mister io; sólo se ilum ina y adqu iere conta r- re presenta u n antecedente histórico de la teo ría leibmnana del
juicio. Lo mismo que Leibniz, Digby parte de la premisa de que
l O "Arque haec de rnum talio est, c ur omnibus quas formamus nOri01lib1.u el fu nda me nto de la ver dad de un juicio debe bu scarse siempre
Ju bst<l l'l ti<le .ation em r. ibu<lm us. . . Ho c aute m ídclrco evenit, quia sub'tilntia
en la iden tidad ent re el sujeto y el predicado : identidad que u nas
(id esr re' p er se proprfisque termtnis cir curnscripta} id on cl.m
fu nda m <'l1tu m an ima" praebet, eui in n ita tu . , et in qu o se quo dam_
modo dcfigar. Ca ete rae veto velu ti ep pe ndices substantiae, si juxta p roprfarn 11 "Quod vero in tellec rum h ominis ingreditu r ptoprios adhu c limites, pro-
cutus que con ditionem s pecraren tur, fluxa e nírnís {orent se lubrtcae, q uarn ue peíamqu e naturam illic retin et, n on obetanre iIl ius lid altíorern hu nc sratu m
imposita sibi an imne, sive in telle crus opera firmiter susrin erent. Hin c igirur assumpríone: [un gintr ením c uílíb er re¡ mue intran ti curn ( ur supra
esr, quod not ion es de illis e fformans substantiae eon.didones lis t.iblUlt¡ ac- rnon uirnus) nih il mu e nis í beneficio ex istc ntiae íngredia tu r. Híc ergo qu em
cedir lam en non ruo, lit ex hoc apprehen dend i modo, nls¡ magnam subínde sup ra dixímus existen tiac rruncus prop riam cujushbe t surcul! in eo in slr¡ natu-
ca ute la m adhíb ear, deci pi ee el in gravi.. imo s errores Jabi patilltur" ( pp. 521 5.). ra m fovee et conservat" ( p. 4 67) .
350 API:NDICE PRINCIPALES COR R!ENTES DE LA FILOS OFIA INGLESA 351
veces resalta en segu ida, a prime ra vista, y q ue otras veces necesita pos modernos, a la de Ma rsilio Ficino, pues se la conside ra, de
establecerse y aclararse inte rcalando d iversos eslabones interm edios ah ora en adelante, como el verdadero compendio y la exposición
o por medio de un procedimient o deductivo y progresivo de trans- auténtica del mundo del pensam iento platónico. Hada él se vuel-
form ación del concept o del sujeto (d. su pra, p p, 70 55.) , ven las miradas d e las gen tes de su época para asegurarse de las
La m isma fuerza funda mental del espíritu que, en la "apreh en- pruebas generale:> en pro de la indepe ndencia del "ser" espirit ual,
sión" simple d e un contenid o, confiere a éste su entidad y su uni- a los continuos ava nces de los sistemas sensua listas y mate.
dad, crea tam bién , al ser aplica da a formas concep tu ales más rialísras. La fundamentación del espiritualismo ocupa para C ud-
complejas, la cohes ión y el carácter sistemático del sabe r.w Tr á- wonb, lo mismo que pa ra Digby, el lugar primordial del int erés.
tase, en u no como en otro caso, de una " unificación " de lo d istin- Pero, al igual que en éste, también en aq uél parten hacia atrás,
ro, gracias a la cual es cognoscible pa ra el a lma y en consona ncia arrancando de este problema, hilos qu e lo en lazan con los proble-
con ella la mult iplicidad de las cosas. mas fundamentales y generales de la crítica de l conocimiento.
El verdadero fallo científico en el debate ent re el teísmo y el
ateísmo debe otorgarse, según C udwon h, mediante el an álisis del
III saber. Quien niega que l as cosas proceden de una causa espiritual
La doctrina de Kenelm Digbv demuestra la fecundidad que las se apoya par a ello, ante tod o, en la concepc ión de que todo cono-
ideas del idealismo revelan incluso en aqu ellos pensadores cuya cimiento y, por tant o, toda captación espiritual de la realidad ,
física y cuya metafísica, de momento, no salen todavía, en princi- debe segu ir necesariamente a los objetos a que se refiere. Para
pio, de los marcos de la tradi ción aristotélica. quien así piense, los objetos existen en su realidad mat erial con-
Fue así como el renacimient o del platonism o encontró ya el creta y sólo a tosterio-t se reflejan en forma de imágen es en la
terreno preparado en la filosofía inglesa del siglo XVII. El centro conciencia pensan te. Y así, según esta concepción, el mundo no
de este movimiento fue la escuela de Cambridge, llamada a eje r- puede brotar de una intel igencia suprema, ya que no puede existir
cer decisiva influencia d urante largo tiempo sobre el conjunto del ent endimiento antes d e existir el mundo. Por tanto, la verdadera
desarrollo histórico del pensa miento y cu ya repercusión puede con cepción teórica fund amental del ateísmo es ésta: las COSAS
apreciarse toda vía claramente incluso en pensadores de tendencias hacen el conocim iento, 'Y no es el conocimiento el qu e hace las
op uestas, como Locke o Ne wton. cosas, lo que vale tanto como dec ir que el espíritu no es el cread or
Las conce pciones fundament ales de esta escuela en 10 tocante sino la criatura del uni ve rso.w '
a la teor ía del con ocimiento encontraron su exp resión, sobre todo, Este error Lógico fun damental debe ser elimin ado, para qu e
en la obra filosófica principal de Ralph Cudwonh, The rrue Inrel- pueda abrirse el acceso a la verda dera metafísica. N uestro conocí-
lectual System o/ the Univer se (1678) . La obra de Cudworth miento no es un simple revolt ijo de representaciones sensibles SU$-!
viene a sustitu ir, en la formaci ón general del espíritu d e los ríem- citadas en nosotros por los objetos del exterior, sino que lo que les
imprime forma y unidad se basa por entero en la Fuerza y en la
1% L c. T ractarus secundus, cap, 2: d. especialm ente p. 'ISl : " Arq ue hinc
manifeslnm ese ean J em po renriam an imam qua e per símplíce m app rehen- unidad del espírit u mismo. Sin las " naturalezas y ent idades inteli-
sionem object ¡ enritarem slve " n¡ra tem co n cipir et in S<' rec ipit a pplica ta m gibles" generales que llevamos en nosotros, no seríam os capaces de
en u ntia tio n i scientiam Illius acq uire re sive de ea jndicare: cum &eient ia nih il asimila r n i comprender n ada concreto. Par a llegar a comprenderlo
aliud sir quam ap teh ensio manifesrae ídenriratis inter extrema seu terminoa verdaderamente, debemos enfocar lo parti cu lar desde puntos de
propositionis. Ou ee q uidem apprehensic vel ex próxima ee immediat a ipeorum
vista uni versales en nuestro pensamiento, debemos encuadrarlo
ex trernor um compo sition e vel eorundem ad aliquod tertlum applícatíone
oritur: porro applicatio heec ulrertus forre ad remotiores scílícee noriones 18 Cudworth, Th c t T"C l ntellcctual Syseem. 01 the Umverse Lond res 1678
ex rend¡ po5tuJabit, ut inter prjrnus lllos termines evíden ter appareat," libro 1, cap. 4, fol. 730. ' .,
352 PRINCIPALES COR RIENTES DE LA A LOSOR A INGLESA 353
,
dentro de categorías ideales de vigen cia gene ral. El conoc mue nto °
cede el mu ndo de los objetos emp íricos el mu ndo de las rep re-
matemático, sobre todo, nos enseña que el camino para llegar a la seneedones subjetivas de nt ro de nosotros : requiere una int eligencia
verdad no consiste en ascender de las cosas concre tas a los con- infinita, en la que exista y se realice como conten ido de su pe nsa-
ceptos genéri cos genera les, sino, por el contrario, en determ inar miento ( pp, 736, 835).
un pensa miento y una defin ición genera les de tal modo que, pro- Los pensamien tos que Cudwo rth se asimila y desarrolla son,
gresivament e, sean aplicables a lo concreto. en lo esencial, como se ve, los mismos de San Agu stín y de Ficí-
"Nuestro saber no sigue aqu í a los cuerpos concretos, no es no (c f. vol. 1, pp. 128 ss., 514 ss.}, Sin emba rgo, su argumenta.
algo derivado y secundario con respe cto a ellos, sin o qu e los prece- ción en pro de la verdad del mu ndo intelect ual - pese a la
de en el orden jerárquico de la naturaleza y se com porta ante minuciosidad con que ap a rece desplegada y desarrollada - ape nas
ellos de un modo proléptuo." H. si añ ade, sin embargo, ningún rasgo to talment e nuevo a la image n
Cudwon h recha za expresamente la objeción d e qu e se tra ta, histórica de l platonismo. Sólo en algun o que orro punto vemos
aq uí, de una falsa proyección, d e u n simplista realismo conceptual. que presenta n u na forma mcto dologica más cla ra los argumentos
Las " en tida d es inteligibles" no poseen ninguna existencia sustan-- em pleados hast a aquí, principalme nte, en un sentido metafísico.
cial in dependient e fuera de l intelecto. No significan ni pue den El contenido y la existencia de la misma ciencia de la naturale?;a
significar otra cosa qu e cont en idos d el espíritu , pensamiento s do- se invocan como testimonio en cont ra del intento de su funda-
tados de vigencia general. mentaci ón sens ual ista. La ciencia de la nat ural eza y el conocí-
C laro está qu e, existiendo como existen con tenidos di scu rsivos miento del m undo sensible, al a poyarse en conce ptos como los
ete rnos, sustraídos a los límites del tiempo, tiene que existir tam- de l átomo y el vacío, demuestran con ello, en lo tocante a sus
bién un sujeto espiritual perma nente e inmut able, en el qu e en- propios fundamentos, la necesidad de aquellas mismas realidad es
cuentren su base esos con renidos.ts La afirm ación de que el "especulativas" pura s q ue aspira n a eliminar en sus consecuen cias
di ámet ro de un cuadrado es inconmensurable con su lado, es una dogmáticas (p. 637) .
afirm ación necesaria y eternamente verdade ra, siendo indifere nt e, H abíase alcanzado aq uí un punto desd e el cual podía ser eficaz.
para estos efectos, el que entre las cosas concre tas existe ntes hay a men te combatida, en rea lidad, la teo ría de Hobbes, contra la que
o no algo parecido a un cuadr ado y d e qu e exista o no un ind ivi· principalmente van dirigidos los ata ques de C udworth; pero, por
du o empírico determinado que realme nte conciba aqu í y ahora otra pa rte, este mismo at enúa en seguida la fuerza de sus pruebas,
este pensamiento. Por ta nto, el "se r" que correspo nd e a esta ver- al aferra rse a la concepción tradiciona l de la naturaleza, a la teoría
dad requiere un fun dament o más sólido que el qu e puede ofre- de las "naturalezas plás ticas" . 16
14 L. e., fol. 732: "Wherefore the Knowledge of Inis an d rhe like T ru rhs is El prob lema de las relaciones entre el ser empmco y el ser
not d eetved Irom Singldars, nor do we a rrive lO rhe m in way 01 A see n! fro m inteligible sólo adq uiere un a nueva significación y en tra en una
Singulats to Unívereals, but en rhe COnlnry having /irsl /ound Ihem in Ihe fase nueva de su desarrollo al lí donde se asimila el con cepto
U ni" enoh, We o/cenmrds Desce ndmg appt'l rhem ro Sin¡:..lan: 50 thae oue
Kno wledge heee is n c r Alter Singular Bvd ¡"" <lnd Secunda,;l)' rYr De-ri''''riw ¡''
moderno de las leyes na turales, do nde se apoya, no en San Agus-
From them; bu r in order of N ature Bcfore th em , and Prolept ical to them." tín, sino en Desca rtes y Malcbran che.
1:> lib ro t, cap. 5, fol. 835: "The T rue mcalling o f m ese Erem al Essences La úni ca inf luencia verdaderam ente histórica que Malebranche
ís irodeed no Olh ee rhan rhis, Th u Kecwledse js Etern a!; or Iha l m ere is :1.0 llegó a ejerce r fue la q ue ejerció en la filosofía inglesa. Encontr ó
Elernal Mind , rha r co m prehe nd elh rhe Ime ll igible N erure s and Idea. o f aH aq uí un caluroso sost enedo r en John Norris, qu ien se enca rgó
thing s, wh ether A ctu ally eltisl ilU\, c e Possible on l.,.; thetr necessarv relaliells
de defende rla frente a tod as las objeciones del em pirismo, dánd ole
to en e a ncth er, end all rh e Imm utabJe V erities to the m . . . Th ese
Ete rnal Essences the rnselves (a re) nothi ng b ut Objec!i''e Enl irie l 01 the Mind , por vez primera una form ula ción rigurosamente sistemá tica.
c r N<:>nT\4ita and Id eas." u V ace rca de esto, C udwc nh, l. c., libre l. cap. 3. fol. 146 u.
'"
AP¡;NDICE PRINCIPALES CO RRIENTES DE LA FlLOSOFtA INGLESA 355

Malebranche es, para Norr is, " el gran Galileo del mu ndo su certeza objet iva. El reco nocimiento de la vigencia de de ter-
intelect ual", e l primero que ve rd adera mente nos ab re el ca mino mina dos principios a l ma rgen del tiempo im plica, por consiguie nt e,
hacia este m un do y nos revela su estruct ura int erior. N os seña la la ad misión de la existe ncia etern a de entidades inteligibles sim-
el verdadero punto de vista de la investigación, sin que haya más ples. Nuestro saber no puede flotar libr emente sobre la nada,
que segui r los ul te riores descubrimientos por med io del teles- como Job d ice d e la [lerra; requiere un fundamento sustanci al
cop io q ue él mismo se encarga de pone r en nu estras rnanos.!" sobr epuesto a todos los cam bios en el mundo de los fenó menos
Aunqu e la doc trina de No rris no se ca racterice, pues, por su sensibles y q ue permanezca cons tanteme nte igual a sí mismo."
contenido filosófico original, presenta, sin emb argo, un car ácter Contra este tipo de argumentación cabe, ciertamente, la obje-
propio y peculiar por la puntualidad escolá stica con que, por la ción -tal como inmediatamente después se expresa el propio
vía de una rigu rosa ded ucción lógica, rrara de demostrar el ser de NOITis- de que aquí se confu nde el "ser" copulativo d el juicio
lo inteligible, poniéndolo a salvo de toda posible objeción. con el ser d e un objeto concreto . Cuando d ecimos que el hombre
Este minucioso an álisis formal de los argu mentos y las prue- " es" un ser vivo , esto no significa en modo alguno - como habían
bas h ace q ue se destaque una ve z m ás en toda su cla ridad el modo argumentado ya los esco lásticos, y especialme nte Suárez- que el
cara cterístico de razona r de qu e se vale Ma lebr an ch e y que en él ho mbre ex ista: este juicio no env uelve ningú n postulad o afir- °
mismo q ueda muchas veces casi relegad o a segundo pla no, det rás ma ción absolutos, sino que se propone simplemente ex presar una
del resu ltado me tafís ico final. relaci ón hi poté tica ent re dos esferas conceptuales. Lo q ue forma
¿Cuál es el "ser" -reza tam bién aquí la pregunta fundamen- el contenido de este juicio no es la r eali dad efectiva de los dos r ér-
tal-c-, cuál es el ser prop io de las verdades eternas y de vigencia m inos, sino sola mente la u lación lógica que entre ellos media.
general, de las q ue en modo a lguno podemos presci nd ir, si es Sin embargo, este argu m ento, por muy evidente que parezca
q ue ha de existir una ciencia fija y permanent e por en cima del a primera vista, no resiste, según Norris, a un examen pre ciso. Las
campo de las simples opi niones individ uales? Necesariamente 18 "Stnce by T ru th accc rd ing te the O bjective an d Complex Not ion of
tenernos que reco noce r a estas ver dades un a forma cua lquiera ir.•• is mean! only cer tain H abn udes o r Relaticns of U nió n or Agreemem ,
del ser, ya qu e de o tro modo no seria posible predicar de ellas D isunion o r Disagreem.ent be eween Ideas. .• tO affirm rhar rheee are Eremal
nada segu ro ni atribu irles cualesquiera det ermi naciones inmuta- T rmm im poru as mu ch as rhar rhe re are such Etemal Habi tu des and Rela-
bies: de " nada" no pu eden predicar se ninguna clase de cu alida- tions, thu ne ver '\Vete m ade by any Un dersta nd ing c r Will, no r can ever be
unmade by mem., but have a cerram sta red an d un aIterabl e Order from Ever-
des, y m enos aú n cu a lidades permanent es e inm utables.
lasti ng te Everla5ring... [ Bu t) rhese Eterna l Habit udes. .• a nd Relarions ,01
y lo q ue vale pa ra los axiomas y prin cipios de la ciencia puede lhings wh etein consista rbe formal Res son 01 Eterna! Truths, cannot Exlse
aplicarse también, en idént ica me dida, a los conce ptos simples w ithout the reality of th eir respectiv e COTT.. larcs, those rhíng s or natures whose
que en tran en estos axiomas. Si la "verdad", por def inici ón, no Relat ion! lhe y are . . . 1 con d u de th erefore (hat rhese Ete rna! Rela rions of Truth
es ot ra cosa q ue una coinc ide ncia e nt re d os id eas, es decir, una carmce Bxiee by th em selves, and ir they do Exis' al aU (as mosr cenainly they
d o il they are necesse rr and ete rnal) the Simple Essencee wh ich they respec t
simp le relación ent re d iferentes términos, será necesari o, pa ra q ue
mU5I E.Ii51 100, and if ,hey Ex" r E!e ma\ly, E&o.ences mus t be Etern a]
exista la verdad, que se asegure la existencia de los fundamento s too• •• For can an y thinJl: be moTe il'"ll.:onceivable rha n th is, that there sho uld
sobre los que descansa esta re lación. A hora bien, la relación no be a ny reluion of U nio n, Agre ement OT Ceenextcn berwe en thíngs, are
posee ningu na reali dad a parte e indepen d iente, fuera de los ele- nod• . • Millht i, no e be m05t 51rict!y said of rhe m whar Job by way of FIgure
mentos que ella misma se encarga de reu nir y enlaza r; la elimina- l'lIy1I o r the Earrh , th at Ihey ha ng u pon NOlhing? An d woul d noe Ih is un-

ción de estos elem entos equivald ría, por tanto, a la destrucción de dermine ihe Fcundarions of Trurh, evacua te OUT Phtlosophy, and turn . 11
Science into mee r Drea m and Reverie, as havíng no bet rer re aliries even for
17 Norris, An. Es.lay rowara.f lhe Thcory 01 lhe IJ ea! or Inreltigible W orld, Irs mese Mable a nd permanent Obi ects than the Relations oí Ncrhing" (N c rrts,
tr.
parte 1, Lond res, 1701; parte Lon dr es, 170i; 1, p. 4. wll)'. 1, 67·14).
356 A PIOND rCE
PRINCIPALES CORRIENTES DE LA flLOSOFlA INGlESA 351
verdades eternas no se contentan nunca con predicar una relación
qu e puede estab lecerse en cierras y determinada s condiciones, En el discípulo y continuador se manifiesta, pues, tod avía más
sino que expresan siempre un estado de cosas perman ente, exís- clar amente que en el ma estro el doble motivo que apa rece do-
tense en todo momento. C uando la geometría deriva las cua lida - min an do desde el prim er momento el idealismo de Ma lebranche
des de un círculo del concept o de éste, no se limita a decir, con (d. vol. 1, pp, 585 ss.J . Los juicios fundamentales de la ciencia de-
ello, q ue si llega a existir alguna vez una form a circu lar presentará ben entend erse en su validez general e incondiciona l; deben sepa rar.
tales o cuales cualidades. Lo qu e ha ce, por el contrario, es describir se nítidamente y en principio tod os los predicados empíricos que
Un estado de cosas valedero de una vez por todas; nos dice lo que designen solamente un esta do de cosas aislado y que sólo se pro-
es, y no simplemente lo qu e puede llegar a ser en ciertas y deter- duzea por una vez. Los principios geométricos no pueden reducirse
mina das circunstancias, de un mod o fugaz y dentro de una órbita en modo alguno a esta clase de afirmaciones acerca de simples
limitada en el espac io o en el tiempo. Esta clase de juicios plas- situa cion es de hecho da das en algún momento y en algún lugar,
ma n un "ahora" inmóvil y permane nt e, un n une srcns. en un determinado espacio y en un determinado tiempo. No se
El juicio hipotético pued e equipararse totalmente, en este res, refieren ni a las relaciones concretas de d eterminadas cosas n i a
pecto, al juicio categórico, La condición no es má s qu e la form a las modificaciones de nu estra propia conciencia, a la realización
ext erior en qu e se envuelve, pero , en lo que a su contenido se actu al de los actos del pensam iento en nosotro s mismos. ¡Qué
refiere, el juicio afirma una vigencia incondicional. clase d e " verdades" sería n esas q ue, para pod er cumplirse y reo-
Cierto es qu e, para llegar a comprender claramente esro no Ik arse, se condicionara n al hecho de que llegara a darse en el
debemos fijarnos solamente, de un modo un ilat era l, en el m undo exterior una forma geom étrica exacta o a que nosotros
del ju icio hipotético, sino considerar taja la proposición condicional nos sintiéramos im pulsad os a conc ebirla o trazarla sobre el papel?
en su con junto (rhar entire cond icional) como un todo lógico in- (pp. 100 , ,) ,
separa ble. El verdadero objeto del juicio y lo que decide en cuanto Por tanto, para q ue la seguridad d e lo disc ursivo no quede
a su carácter lógico es la totalidad de la rela ción, y no un elemento por debajo de la de lo m aterial, necesariamente tenemos qu e en-
suelto , desprendido de ella. La propos ición condiciona l misma contra rle un término COITelativo en las cosas; tenemos, para deci rlo
rige de un modo absolu to; la relación que en ella se esta blece tiene en otras palabras, que converti r el ser " hipotético" propio de
el mismo ser indestruct ible que puede postularse y establecerse ella en un ser categórico. De este modo, el nuevo campo de ooie-
en un juicio categórico cualquiera. tos inteligibles que así se crea demostrará ser un patrimonio má s
Por ta nto, toda consideración pensante presupone nece saria- firme del q ue n un ca podr ían llegar a ofrecernos las cosas d e los
mente un objeto, un algo objetivo sobr-e lo qu e pued a recaer. y sentidos.
esta afirm ación vale lo mismo pa ra el cam po del pensa miento con- Es cierto que Norris rec haza la "extravagancia" de du dar n un ca
ceptua l puro q ue para el de los sentidos. Pa ra que n uestra s repre- de la realidad absoluta d el mundo material, pero nos dice también
sentaciones mudables puedan fijarse, orientarse hacia un puma, qu e no se encontrará en toda la órbita d el conocimiento ningun a
necesariamente tenemos que enfrenta rnos siem pre a un "algo", a pru eba dem ostra tiva que garantice plenam ente esta realidad. No
un ser independiente: "Scíence is so fa r frorn abstracting fro m pod emos recurrir, aquí. a ninguna conclusión aprío rlstica partiendo
T ruu , tha t it necessanly in volves and im plies it." las verdades de los simples conceptos: el mundo de los sentidos es, según esta
ideales no serían nad a si los objetos ideales no existie ran, con su el prod ucto de una activi dad libre y cread ora de Dios,
naturaleza y su estructura propias: estruct ura que nu estra razón razon por la cual no puede compre nderse como efecto lógicamente
no tien e por qué crear, ya qu e lo ún ico que puede ha cer es repto- necesario de una "ca usa ". T am poco disponemos en este pun to,
ducirla o imita rla (pp. 9 1,105), dada la pecul iaridad pro pia de este probl em a, d e- una prueba
pu ram ente em pírica e ind uctiva. Los sen tidos no pueden emi-
358 APltNDlCE PRINC IPALES COR RIENTES DE LA FILO SOFIA INGLESA 359

tir ningún JUI CIO seguro acerca d e la existencia de los objetos, ció n de los sentidos pa ra confiarla a las refle xiones puras de la
sencillamente porque los sentidos no pueden juzgar, porque se razón. Pues bien, ot ro pensado r inglés, A rth ur Collier, da un
limitan a da r testimonio acerca del esta do mome ntáneo del sujeto paso más hacia ad elante, con mayor au dacia, a poy ándose en las
sin pod er remontarse a las causas de este eseado.w pre misas fund ame ntales de qu e parte Norr is.
"Necesitaríamos poseer, en verdad, unos 'sentidos' mu y mer a- La ob ra de Collier, cuyo titu lo e nu ncia ya su propósito d e pro-
físicos para poder percibir con ellos la existencia, y un en rendi, bar la im posibilidad de un mundo exterior.sv vio la luz tres años
miento mu y poco meta físico pa ra creer en la posibilidad de esto. En d espués de los Princip Ies 01 hunwn kn owledg e de Berkeley. Pre-
efecto, percib ir qu e una cosa existe va ldría tanto como percibir un senta, sin embargo, e n el desarro llo y la argumentación del pe nsa-
juicio. Nos sentimos siemp re determinados y modificados de m úl- miento idealista funda mental, rasgos perfecta mente orig inales y
tip les modos, lo que hace qu e no pod a mos poseer nun ca u na sen- fue concebida, según manifesta cion es de su autor, inde pendi en te-
sación de un cuerpo, sino solamente una sensación sin más." mente de Berkelev.
D e este modo, la evide ncia a pa rent emente sensible qu e cree- La obra de Col lier sigue, h istóricam en te, las huel las de Male-
mos poseer de la realidad de l mundo exte rior, siemp re y cuando bran che y Norris; en ella se acusa también, no men os clar ame nte,
que tenga una razón de ser, se redu ce a un acto de enj uiciam iento la influ enc ia qu e sobre el plant eami ento d el pro blema en su con-
in telectu al de las impresion es y, por tanto, a una evidencia pura- junto ejerció el Dicti onnaire de Bavle, aunque el nom bre de este
mente racional. a utor no aparezca siquie ra mencionado.
"Nuestros sentidos, en este problema como en tod os los de más, CoItier parte, al igua l que Bavle, de la afir mación de que todas
permanecen m udos, por muy cla ros que sean los informes y 10 $ las pru ebas ad ucidas en pro de la subjetividad de las cualidades
t estimonios que podamos at ribui rles, y es la ra zón por sí sola la secu ndarias poseen tambi én plen a e ilimitada va lidez en cua nto
q ue nos habla y ha bla en nosot ros" (pp. 198 ss.). 9. la subjetividad de las cu alida des primarias de la exte nsión, la
Así, pues, coincidiend o e n esto con D igby, cuya influencia se forma y el movimiento (pp. IS ss.). T ambién estas cualida des
tr aslu ce cla ram ente aqu í, N orrís invie rte también la máxima aris- supuesta mente absolutas de las cosas nos son tra nsmitidas por los
tot élica del conocim iento : nad a d e cuanto tiene su ser verdadera- sentidos y sólo pu ed en dem ostrar su existencia por medio de
me nte en el intelecto lo ha tenido nu nca, propiamente, en los los test imon ios de las sensaciones. El hec ho de que su mod o psico-
sentidos (pp. 370s .) . A un allí donde creemos emitir un juicio lógico de prod ucirse pueda ser mas com plicado , de q ue presuponga
exclusivamente a base de la sensació n, corrobora r una realidad, nos una cooperación de diferent es órganos, no pued e justi ficar una
guiamos en rigor por los principios gene ra les de la razón, v. gr. diferencia lógica de val or ni una diferencia metafísica en cuanto
por el principio de la comradicción, sin los cuales nu estros juicios al ser.
carecerí an de rod a fuerza y d e toda vigencia general (p. 195). T odos los estados de conc iencia, desde las ilu siones hasta los
Como vemos, aqu í se recon oce la existencia absoluta del mundo más com plicados juicios y re presentaciones de los objetos forma n
de los cuerpos, aunque su comprobación se sustra iga a la jurisdic- u na sola sede continu a, cuyos eslabones sólo se di ferencia n entre
"My ReDSOll will usure me of ma oy rhings wit ho ur hoving Dny Sense ("...oll ite, Q4" is unit'<'rs"l is: '" " n<'w ln qu ir)' aIrer Tr UIl. . l k inj! a De-
of them., . • bur Sense 00 Ihe othe r hand can not assur e m e of a ny ene thinK l"I'I on ltrarion 01 t he Non E:"¡s!<,nce, or Im po nibiliry 01 an e worl d, Lo n-
wir hin the whole of itll ]u risdie tion withOUI the Ccncurrence of Reason, no 1713 (nuestras cilas de esta o bra se basan en la nu eva edición de Sa muel
not so mue h as of that grear Sensible Obje e t, a Natural Wotld. . . Since even Parr: Melaph)'sical Traers b)' Enj!!;sh Philo .",p he r.' 01 ¡he Eij!h! e<'nrh e l' m UD' ,
th a r Sens ible Evldenc e whi ch 1 have for rhe Exisrenc e of a Materia l W orld Lond res, 1837). la ol>ra de fue trad ucida 111 [unmrn erue (('lO
(whi ch 10 be sure is rhe greatesr rha t Sense can give) will nc r stand, Dnd Is los D iá!oJ/os de Berk ele v, por J. C. Esche nbach r Samml ul1l< <i <,r "orndlm'lt'l"
nee suffici ent for olear convicticn without • Principie of Renson 10 euppo rr and S ch r;fsrd !<'r. die die Wi rklich kci t ihres <,¡ge ne n Ki:irp ers u nd dcr J/<lnt en K órper-
confirm it" (EJSay, r, 194 ssJ . well ¡..u¡¡nen , Rostock, 1756.
lW A PfiNDICE PRINCIPALES CO RRIENTES DE LA f lLOSO FIA INGLESA 361

sí en cuanto al grado, no en cuanto al principio. Una representa- median te reflexiones puramente metodológicas acerca de la fun-
ción cua lquiera sugerida por la fantasía no se diferencia de la ción y el cará cter de la pru eba lógica. A quie n acepta la hipótesis
sensación " real" trans mitida por los sentidos en el sentido de que de un objeto al margen de tod a clase de relaciones con el conoc í-
ésta se refiere a un tipo com pletamente disti nto de objeto, sino miento le incumbe, evid entemente, la carga de. probar qu e seme-
solamente por sus cua lidades y características puram ente psico- ja nte h ipótesis tiene una razón de ser. Lo que nos es desconoc ido
lógicas. Si concebimos estas de termi naciones psicológicas sujet as e n todos los respectos y tiene necesar iam ente que seguir siend o
a variación, si concebimos, por ejemplo, como constantem ente desconocido en virtud de su concept o no posee pa ra nuestra razón
acent uada la "vivacidad" de la imagen de la fantasía y la derer- más significad o qu e si no existiera en absolut o. Es una máxima
minabilidad de sus d istintas partes concretas, pod remos convertir científica de validez gen eral la de q ue un juicio sólo pued e recaer
con ello la imagen "subjetiva" en una imagen "objetiva ", pero a base de hechos dados de un modo cual quiera: " eadem es t ratio
sin que le añadamos otra s determinaciones cualesquiera pe rtene- non entis et non a ppare nris" [pp. 41 s.},
cien tes de un modo puro al campo de la conciencia [pp, 12 s.}, " Nadi e tie ne derech o a convertir en objeto de indagación algo
Es exacto, cierta mente, que el objeto d e las percepciones de la de lo qu e él mismo reconoce no saber ni lo más minimo, y, por el
vista parece desprenderse de nu estro "yo ", parece enfrentarse a contrario, cualquiera tiene derecho, no ya a poner en tela de juicio
él como algo in depend iente y externo, y la teo ría de Co llier, como la existencia de algo cuyo conocimiento to ta l se confiesa , sino
éste mismo manifiesta, no pretend e discutirlo; de lo que se t rata, incluso a afirm ar su no-ser" (p. 43) .
según él, es de com prender que esta "exterioridad" no es una Pero, au nque desistamos de esta máxima, aunque, sin poseer
cualidad absolut a, inh erente a las cosas, sino q ue tiene su fun- ni la más mínima razón probatoria positiva, qu isiéra mos reconoce r
damento en las cond iciones de la visión . La expli cación sufí- como hipótesis válid a la existenci a absol uta de las cosas, tendría-
cienre de este fenómeno fund amental resid e en la función d e mos qu e llegar a la conclusión de que también esta actitud es
la percepción, y no en un objeto tota lme nte independienre.t! Por insostenible, si sobre ella se proyec ta una reflexión más profunda.
ta nto, la d ivisión en un mundo inter ior y otro exterior es, de suyo, En efecto, esta existencia no es u n con cepto prob lemá tico qu e
un a función de la conciencia, y no un estado de cosas a nter ior a pued a aceptarse o rechaza rse como ta l según el a rbitrio subjetivo,
ella. Lo que llamamos mate ria, lo que llamamos cuerpo o exren- sino qu e se halla ya pre ñada de insolubles contradicciones IOgicas,
sión tiene su existencia sola mente en el espíritu, es decir, depende independientemente del de recho me ta físico qu e poda mos reco-
de sus pensamientos y representaciones, sin que pueda tener ser nocerle.
fuera de esta dependenc ía.w Exigir de la razón una ju st ificación de la existencia de objetos
Collier trata de demost ra r la verd ad de esta tesis, an te toda. absolutos e-com o lo hacía Narris- eq uivale, pues, a pedi rle lo
impos ible, equivale a esper ar de ella la cuad ratura del círculo.
21 CünÍlJ Vn i"'eT.roliJ, pp, 4 J.: "1 believe, and am verv sure, thar this seem- T ambién Co llier, al igual que Bcvle, invoca en a poyo de este
inl! or (u I shall destre leave to call ir) qUM i enerniry of v;"ible objechI, i8
ncr only ehe eñeee of rbe wi\l of God (as it is hís will that Iight and coloura
princi pio las ant ino mias de lo infin ito. Si con sidera mos la exten-
sbould eeem ro be wühour the soul. .. eec.) bUI also thar Ir is a na tllra! and sión como una entidad independ iente, no condiciona da por la
neccn ary condilio!1. of th eir visibil,ty. 1 wou ld say, rhat though G od should peculiaridad ni por las leyes de nuestro pensamiento, será fácil
be suppcsed te make a world, or an y ene visible obiecr, which ia gT1ln ted lo be probar con respecto a ella tesis tota lmente contrap uestas: podrá
not extemal, yer by the condirio n of its being seen, ír would an d rnusr be qua.d demos tra rse, por ejemplo, qu e la extensión es finita e infinita, que
eXterna! re rhe pe fceptive Iaculry."
22 "l m ean end contend for not hing less, th an thae all matter, body, ex-
es ilimitadame nte divisible y que se hall a form ada por las últi mas
tensión , erc., exista in or in dependence on min d, thought or pe rcepríon, and partes int egrantes simp les (cf. vol. J, pp. 602 s.) . Esta conrradíc-
th ae it ís not cape ble of an exislenc e, which Is not- thus dependanr" (p . 2). ci ón entre proposiciones, cada una de las cuales pu ede alegar en
362 APf NDICE PRINCIPALES CORRIENTES DE LA FILO SOFlA INGLESA 363

apoy o suyo argu me ntos lógicos igualm ente rigurosos, es un hecho los resultados de la intuici ón direc ta de los senti dos, así ta mbién
ineq uívoca ment e probado por la histo ria de la filosofía y const itu- nosotros, aun qu e sigamos exp resándonos en el lenguaje de la vida
ye el verda dero "o pprobrium phllosopbo rum" (p. 47). diar ia, debemos remont arnos en nu estros pensam ientos y en nues-
Pe ro, por mu y esté ril q ue sea este d uelo de opiniones, m ientras tros juicios hasta un a co nce pció n superior ( p. 82) .
cada cual se aferre a la defensa de su propia concepción, encierra, De lo q ue empezamos creyendo una d ificultad insoluble se
sin em bargo, un resultado im porta nte para el especredor filosófico proyecta ahora sobre nosotros una cla ridad nuev a e ines perada; la
imparcia l. La irreductible cont radicción ent re d iversas consecuen- contradicción q ue am ena zaba con a nula r la razón le sirve, por el
cias derivad as del concepto de un mundo absoluro le revela con contrario, para sostenerse y afianzarse, ya q ue viene a demostrar
imperiosa claridad que el objeto que aquí se toma como base se como todo ser sólo pued e esta blece rse y afirma rse e n relación con
an ula a sí m ismo, que no es na da, en el sentido lógico. Si partimos ella y con una ca pacid ad cualqu iera de nu estra "percepcí ónv.w
de semejant e objeto, si establecemos, por ejem plo, el concepto de Cie rto es q ue, pa ra Collier, no se trata siemplement e de asegu-
un " cuad rado triangula r", no resu ltará dificil, ciert amente, deri- ra r la seguridad y la in depende ncia de la ratón, sino también y
var de él difer entes determinaciones contradictoria s, sin lesionar sobre todo de salvagu ardar la inde pende ncia y la autarquía de
con ello en lo más mínimo las reglas formales d el razonamien to; Dios. Quien reconozca a la materia una existencia independiente,
pero el desc ubrimiento de este hecho no nos ind ucirá a error en tiene, si es consecuente, que considerar ta mb ién como una entidad
cuanto a la vali de: de estas reglas mismas, sino que reconocere- existente por sí mism a el espacio en que se encue nt ra. Pero ello
mos q ue el erro r fundame nt a l estri ba en la falsa PTemua d e la cual equivaldría, en realida d , a postular una existencia infinira y necesc-
arrancan ambas pa rtes para su argumentación. ria, situ ada fu era d e Dios y, en cierto modo, junto a él; con ello , se
"Si se me pregunta, por ta nt o, si existe una materia ex tensa reconocer ían y concederían a la "c riatura" todos los derechos
( independien temente d e la con cienc ia y el pensamiento), co nt es-- y pred icados qu e pertenecen excl usivamente al creador. A ella
taré co n un no, ya q ue se tra ta de a lgo en q ue se da n ta les co nt ra- le corresponderían, según esto, los atributos de la o mnipresen cia y
d iccio nes, q ue destru yen y hacen im posible su exist encia. IY q ué de la rigurosa un idad y uniform idad, las cua lidades de lo ilimi-
pod ría re plica r a esto el adversario i No pod ría, ciert amente, negar tado y lo independient e de tod a existe ncia corpo ral ( pp. 68 s.).
las contradicciones señaladas, pues en este punto coinciden to- N os encont raríamos, así, con q ue el ser divino no llenaría ya todo
do s los filósofos. JO pond ría acaso en tela de juicio la con clusión, el ca mpo del ser, co n q ue se vería lim itado y entorpe cido por su
después de reconocer las premisas? C la ro está q ue no, pues ello propia obra.
sería un ma nifiesto escepticismo y eq uivald ría a negar toda verdad, y si, pa ra sustra ernos a este peligro, la exte nsión
toda razón, todo pensamien to y todo razonam iento. No q ueda, m isma en parte de la esencia divina y considerásemos el espac io
pues, sino llega r, rodos de acue rdo, a la concl usión de q ue un a com o un atr ibuto de la divina sustancia, tampoco con ello ce nse-
m at eria exte rior absoluta representa algo totalmente imposible" guiría mos nada : la di fic ultad retornaría de nue vo con mayor fu er-
(p. 52). za. En efecto, si Dios y el mu nd o no han de desaparecer en un a
Y ni las apariencias de los sentidos ni el senti do común pu e- unidad-totalidad panteísta, si cada un o de ellos ha de conse rva r
den imp ugna r ya este result ado, establecido a hora sobre fu nda- su ser propio y apa rte, por este camino nos encontrarí amos nuev a-
m entos generales de carác ter racional. Se les opone, para con-
ven cerlas de su error, el ejem plo típico qu e constantem ent e se 23 L. C., pp. 5ó s.: "If th is be all ehe difficulry, it im mediar ely vanishe s or
loses its name, as soon as suppose lh al rh er e ís no such thing or matte r,
impone, como por un a necesidad objetiva int erior, a todos los pen- or make this th e qu esnon , wh ether rhe ee he any such thinl{, or not? For the n,
sadores idealistas de los tiem pos mode rnos. Así como la conce pció n inst ead of difficuhy, it becc mes lighr and ergurnenr, and ís no otb er rhan a
copemicana del universo ha corr egido y superado crincam ente dem onstranon oí th e impo ssib i!ity oí iu exfsrence.'
3M Al'f NDlCE PRINCIPALES CORR IENTES DE LA FlLOSOF1A INGLESA 365

mente con dos espacios infinitos distintos, qu e no sabemos cómo IV


pod rían coexistir (pp. 70s.). El espacio absoluto se revela, asi, al
a nalizar se en sus cond iciones lógicas, como un simple ído lo de La doctrina d e Collier nos ha conduc ido ya d irectamente al mismo
nu estra imaginación, y el mismo veredicto exactamente tie ne que umbral de los problemas que habrán de encontrar su form ulación
recaer ta mbién sobre la ma teria absoluta, de la que es premisa sistemática unita ria en la ciencia d e la na tu raleza de Newron.
aquél. Pa ra la crítica filosófica del conoc imiento, estos problemas ofrecían,
Co llier apunta ya aq uí, con la mayor nitid ez, los prob lemas ante todo, un materia! totalmente nuevo, mater ial que de aq uí en
metafísicos y ep istemológicos gene rales que poco tiem po de spués adelante impri mirá al planteamiento del problem a una dirección
habrán de venti larse literaria ment e en el duelo crítico entre Leibniz unívocament e dete rm inada y la des lindará dentro de límites claros.
y Newron." Esto es lo que explica por qué, a pesar d e la escasa Pero la física de Newron no fue importante y estimu lante pa ra
influencia histórica d irecta que la obra de Collier llegó a ejer cer, el desarrollo de la filosofía en su conju nto solam ente en este sen.
los motivos int rínsecos dec isivos contenidos en elJa no se perdie ron rido positivo. También sirvieron de acicate sin cesar renovado
del todo: cobran nu eva im portancia en la correspondencia man- para el análisis cr ítico las dificultades metafísicas que entrañ aba
teni da entre Leibniz y Clarke, don de a parecen desarrollados de un y que ella misma, bajo su forma histórica concret a, no pudo llegar a
modo absolutame nte independi ente y desde un punto de vista ló- dominar plenamente.
gico general, pa ra intervenir aho ra de un modo decisiv o en el La teoría de Kant no es, en realidad, más qu e el remate de
movimi ento del pensamiento filosófico de su tiempo (v. libro V I, este proceso espiritual d e conjunto . Sin embargo, antes de volver
ca p. 2) . la a tención a este proc eso, quer emos fijarnos brevem ente en los
El hecho de qu e la propia doct rina de Collier no llegase a motivos lógicos que se manifiesta n en el d esar rollo general de la
alcanzar esta perduración se debe a la limita ción con que el ciencia de la naturaleza de aq uel tiem po, incluso al margen de
pensador inglés abo rda y concibe desde el prime r momento la mi- la doc trina y la personalidad de N ewton .
sión del idealismo. e sta se limita, según él, a poner de manifiesto En este pu nto, es Roben Bovle sobre todo qu ien, como el ver-
críticamente las cont radicciones del conc epto usual d el universo, dadero rep resentante de la investigación emp írica de su tiempo
pero sin llegar a exp licar cómo pueden resolverse estas conrradic- sirve ta mbién de exponente ca racte rístico a la menta lidad filosófica
ciones desde el punto de vista de la nueva me ntalidad. Es cierto que en él impera. Las obras de Bovle se ma ntienen total mente
que Co llíer promete volve r más adela nte sobre esta solución, una a! margen de la órbita de los proble mas ve rdade ra me nte rneraf i-
sicos, pero tienden, sin embargo, con' plena conciencia de ello
vez qu e se ha ya asegu rado y reconocido el fu nd am ento de su filoso- •
fía; 2:'> pero no llega a cum plir esta promesa, y ello hace que su doc- hacia un a rectificación y tran sformación del concepto de n atur a--
trina carezca de una verd adera realización positiva , lo úni co que le.¡:a tradicional, gracias a las cuales es posible a plica r a ésta una
en realid ad habría pod ido gara nt izarle su pu esto en la historia. concepción y un trata miento teórico nuevos.
La obra de Bovle q ue lleva por título De ipsa Natu ra y que
24 Cf. ace re. d e esto, espe cialm ente, las observac iones acerca de las anti-
resu me todas las tend encias crít icas de este pensador, comienza
nomias del concepto de mOllimienw en Ccllle r, pp. 58 S5., y ace rca de las con·
tradicciones de la trad icional teMía de la pcrc epcion (pp. 625 5.) co n el tra ta- expresand o su asomb ro ante el hecho de que, hast a ahora, en
miento de! mismo p roblema en la correspo nde ncia entre Leibni z y Clarke. medi o de los elogios y panegíricos de ca rácter general tributado s
25 "1 need not u nde rta ke ro sh"w that th"s" absu rd ities abou t mo tion do a la naturaleza, nadie se haya acordado de dar de ella una defini#
nor in th e ntíece a sens ible or v isible wodd , bUI only an exte rn al world . ción lógica clara y u nívoca. Se ha bla , nos dice , sin el menor
N evenheless, if u pon 11 d ue perusal oí what 1 have be re writt en , thi s see rna
reparo, de la naturaleza como de un ser primigen io existente por sí
ye t to be wantlns, 1 sha ll be read v, as 5 0 0 n as called u pon, to give my reade r
tn e besr 1 aro cepa ble of as ro rhls rnarter" ( p. 62). mismo, sin parar mient es en qu e lo mismo el lenguaje de la vida
J66 APtNDICE PRINCI PALES CO RRIEI\."TES DE LA F1LOSOFIA INGLESA 367

us ual q ue el de la ciencia emp lean la pa labra " na tura leza" con un a liJ ad ord enada de los [enomcnos mismos (cf . vol. 1, pp. 3 18 .u.
amp litud y una vagu edad qu e, a la postre, la hace perder todo y 368 , .) .
cla ro sent ido lógico. Es cierto q ue ta mpoco esta transfo rmación d ecisiva se hallo
La nat uraleza de un a cosa tan prontO significa la misteriosa todavía sustraída por entero a los mo tivos y a los ne xos d e o rden
fue rza fu nd ame nt al de la qu e emanan todas sus cualidades y teológico; Bovle sigue com bati endo y limi tando el pod er absoluto
virt udes co ncretas como simp lement e la estruct u ra ordenada de sus de la nat uraleza, para pod er at ribu ir solame nte a D ios todo el ser
diversas partes; unas veces, se ma nifiesta an te nosotros como un a y todo el ac tuar. Sin e mbargo, hasta en este ropaje teol ógico se
especie de pod er espiritual q ue actúa persiguiendo determ inadas t rasluce cla ramente el ra sgo ide a lista q ue desde el primer momento
met as y con arreglo a dete rm inados fines y, otras veces, se nos es inhe re nt e a toda la ciencia mod erna.
presenta como un conjunto d e imp ulsos y de fue rzas pu ra me nte "Cuando decim os que la natu raleza obra, no queremos d ecir
mec ánicos." De este modo, se convierte en una cosa simple y con ello q ue un proceso se prod uce por virtud de la natura leza,
concreta lo q ue no es, sin embargo, en realidad, sino la expresión sino má s bie n con arreglo a ella. La natu raleza, según esto, debe
y el reflejo de diferentes modos de consideración del pensamien- c once birse, no com o un a actividad disti nta y apart e, sino, en cierto
to, qu e se entrecruza n y contradicen de mu! diversas ma nera.s. modo, como la regla 0, m ás bien , como el sistema de reglas coofor-
Como rea cción cont ra esto , Bovle confíese haberse d esviado me a las cua les han sido des tina das por el gran autor de las cosas
de la ca lzada del pensa r ha sta el punto de haber para do m ientes a obrar y a pad ecer las fuerzas activas y los cuerpos sobre Jos que
co n frecuencia en la pardoja de si la naturaleza sería realmente éstas act úa n." 2lI
un objeto o sería má s bien simpl eme nte u n nombre; es decir, si Con lo cual el conce pto m,a rerial de la na tura leza se tru eca
sería un algo existen te o solamente un cc nc epeo inventado en el con cepto formal y la natu raleza com o cosa d esaparece, para
por los ho mbres par a agru par una pluralidad de. fenómenos bajo conve rtirse en la natura leza como conjunto de reglas.
una d enom inación compendiada. La concepción teó rica fundam ental que guía y orienta las
Cuando - para pon er un ejem plo-e- se habla de la fu nción inv estigaciones empíricas de Boyle encuentra su ex presión explícita
a nim a l d e la d igesti ón, nadie q ue sepa contrastar y pesar cu id a- y su desar rollo det allado en las obras de joseph Glanvill. Se
dosame nte sus palabra s entenderá por ella un algo separado d el equ ivocan profundam ente qui enes, d ejándose desor ientar por el
cuerpo hum ano, sino simpleme nte la totalidad de las condiciones título de la obra princip al de este pensador, la Sccpsts scicn tif ica,
quí micas y fisiológicas q ue determinan y estimulan el proces.o considera n y enjuician a Gla nvill, según suel e ha ce rse, como un
digestivo." Pues bien , siguiendo este ejemplo, no debemos segu ir "escéptic o". Su escepticismo --él mismo se encarga de señalarlo
viend o en la natu raleza, nos di ce Bovle, una potenci a índepen dien- insistentem ente, saliendo al paso de las falsas interpretac iones q ue
te y dota da de fuerza, sino simplemente un conce pto " ideal" . ya en vida suya le daba n sus conrempor áneos-c-w va dirigido sola-
Bovle remat a, así, expresándolo además con gran fuerz a y niri- ment e contra la filosofía de la escuela tradicional. A ella opone
d ez, lo q ue en su tiempo h abían iniciado Képler y Galileo en su
lucha co ntra A ristóteles: despoja a la naturaleza de su existencia n De ip sa Natura, s.eetio se pn m a, p. 122.
"s usta ncial " interior, para concebirla simplemente como la tora- 2Q V. espec jalmente la obra de Olanv ill tiNi. d a Sei, ; ¡U loOm nihil en, 01'"

,he A",hoTS De/en ee 01 ehe- Van")' o/ Dogmar il;ing . nsl rhe Exeeprimu
26 Robert Boyle, De ipsa Nafln<J sitie libeT" in recep!am Nat lOl"<:Ie No!ionem o{ !he ¡eame.:! Thom. Albiu¡ (Thom as White] in hi s Late "Sciri", Londres,
D isquisifio, .Lond res, 1687. 0 ° ed. en inglés, 1682; el pro yecto de esta obra se 1665. Cf. ad emás el escr ito d e d efe nsa de Glan vill cont ra Thcrnas Whi te: "Oí
remonta al a l'io 1666.) V. espec ialmente pp. 14 ss, Sce plicism and Ce rtllinty" ( En a)'s o n setlera! importan: Subjects in Philosoph ,
2 7 L c-; quarta, p. 30. and Religion , Londres. 1676, Eff<l)' 11).
J68 AI'E:NDICE j'RINCIPALES CO RRIE1'ITES DE LA ALOSO F1A INGLESA 369

Glanvill el autenti co método de la investigación inductiva y reco- rns",n mientras que la cons ideración empírica de la naturaleza no
noce y venera a Bovle como su auténtico maestro. 30 se sale nunca del terre no de lo conoc ido y lo da do .
El cont raste e nt re la con cepción escolástica de la natu raleza, "Si este mé todo sigue desa rroll ándose del mismo modo qu e ha
que pu ebla el mu ndo de simples entidades nominales, y el aute n- comenzado, llenará el m undo de porte ntos. No d udo de que m u-
tico método empí rico, que tien de ex clusivame nte a la comprobación ches de las cosas qu e hoy no pasan de sim ples rumores se conver-
exacta de los fenómenos mismos, constituye el tem a permanente nrán para la poster idad en realidades prác ticas; que a la vuelta
de las obras de GlanvilL Constantemente invoca como modelo, en de poca s generacion es un viaje a la lun a acabará siendo algo ta n
ellas, la Royal Societv de Londres, en la Que él ve la verdadera viable como lo es hoy un viaje a Amé rica. •. Es posible que Quie-
encarnació n de un nu evo ¡<leal del saber que a bre a nte el hombre nes sólo juzgan ateniénd ose a la estrechez de los principios tra d icio-
un ca mino inmenso de progreso, al paso qu e " la vía del concepto" nales se rían de estas espectativas paradójicas, pero también las
(rbe Nononal way) se halla cond ena da a eterna esrerilidad .w época s anteriores se reian cuando se les h ablaba de la posibilid ad
"Un curso de filosofía es, para mi, simp lemente una neced ad de estos gra ndes d escubrimientos que son hoy una tangible reali-
de a folio, y su estudio un a ociosidad fatigosa y nada más. Las cosas dad. Del mismo modo que hoy condenamos la incred ulidad de
apa recen desint egradas, aq uí, en átom os conceptua les y su susta n- los ant iguos, la poste rida d tendrá ta mbié n motivos sobrados pa ra
cia se esfuma en el éter de la imaginación. El intelecto ca paz de mirar con desdé n y com pasión a la de nues tro tiempo . Pero hay,
vivir en esta atm ósfera es un cam aleón, u na vejiga h inchada, y a pesar de toda la estrec hez y de toda la limitación de los obser-
no otra cosa." vadores superficiales, almas de un horizonte visual m ucho má s
Por cont raposición a esto, la meta que la libre investigación de am plio que revelan una fe racional m ucho ma yor. Q uien se h alle
los tiempos mod ernos se ha trazado no es int rod ucir en la filosofía familiarizado con la fecu nd idad de los principios cartesianos y con
nu evas teorías y nu evos conce ptos, sino Que considera como su los incansa bles y perspicaces esfuerzos de tanros verdaderos filó-
misión primera y primordial investigar cuidadosamente y exponer- sofos, no desesperará d e nada." 3 4
de un mod o exacto cómo se compo rta n de hecho las cosas. Su No es éste, como se ve, el lenguaje de u n "escéptico", sino el
misión no es disputa r, sino obra r; su fin ultimo consiste en librar credo de la ciencia em pírica, qu e de aquí e n ade lante, dent ro de
la filosofía de las vacuas imágenes y creaciones de la fantasía, pa ra su cam po propio y pecu liar, no reconoce ya límites ni obstác ulos.
Cierto es qu e esta fec undidad se paga con la renuncia definiri-
circunsc ribirla a los objetos manifi estos que nos revelan los sentí-
va a la solución del problema de los "fundamentos" metaf ísicos
dos.w Es la filosofía dogm ática de los escolást icos la que nos
de los fenómenos. La " causalidad" no pued e ni deb e significar
con den a al escepticismo en el riguroso sentido de la palabra, al
para nosotros más que In yuxt aposición y la sucesión empíricas de
red ucir los fenómenos, en última instancia, a "cualidades oscu-
los fenómenos. Cualquier paso que d iéramos más allá nos har ía
30 Sobre la acritud de G lanviU ante Boylc y ant e la investigación cm pirica
caer de nuevo en lo oscu ro y en lo descon ocido, en el cam po de los
de la natura leza en su tie m po, v. cspec ialmcnte su obr a Plus Ultra. o. rhe concept os puramente ficticios.
Progre ss and AdNnctrnt'fl r 01 KnowlcoJ gco 5ince ¡}u day J 01 A.úcode. Oc- Jamás pod rem os expl icar por vía l.ógica de Qué modo se con-
c<l'Iioned by a Con.ICTconce wirh on e 01 rhe florio>Wl _ )', Lond res, 1668. espe- tiene el efecto e n la causa y es determinad o por ésta. El Que el
ctal menre ca p. XII, pp. 8 3ss. y 925J. V. Essa)' 111 : "Mod ern lmpro vemen rs alma , es decir, un a e nt idad puramente espiritua l, pued a move r
01 Uscf ul Knowl ed ge."
el cuerpo, es algo ta n d ifícil de comprender como Que un simple
SI V . cspecialmentc Olanvill, S(epm Sci e n ti/ica , o. Co nfe u 19norance, ¡he
wa)' n f Sck nce, Lond r!'s, 1665, p. 176; Essa)' IV, pp- 36 ss.; Essay TI, pp. 44 s,
deseo pud iera mover una montaña. Ni la percepción interior ni
y p o..lJ. 33 V. Sc.'psis cap. XX, p. 127.
E <Jay, 111, p. 37. M Sce p JiJ ca p. XXI, pp . 134 J.
370 APltNDICE

la exterior, que son las únicasfuentes del conocimiento, pueden


hace rnos ava nzar un solo paso por este cam ino.
"Quien piensa de ot ro modo, no tien e más que pararse a exa- U BRO SEXTO
minar cuidadosa mente sus representaciones: si, ha ciéndolo así,
en cuentra en si mismo la clave pa ra com prender las cuali dades del DE NEwrON A KANT
ser, sin tomarla ni d e los sentidos exteriores ni de los interiores,
entonces creeré que esta persona es capaz de conve n ir las qu ime-
ras en realidades." u
He ahí cómo Gl an vill, que en sus primeros pasos part ía d e
Descartes y que sigue viendo e n él, a pesa r de todo, el verdadero
"gua rdasellos mayor de la naturaleza",86 se pasa d irecta me nte, de
a ira parle , a las posiciones de Locke y de Hume.
Pero su ejemplo nos enseña, al mismo tiempo, que la sim ple
entrega a la investigación em pírica de los hechos, sin la crítica
profun da d el intelecto, no puede precavernos permanentement e
contra 105 peligros d e la tra scendencia. El propio G lanvill, pese
a la energía y al celo infa tigable con que preconiza los derechos de
la experiencia, se convierte al mismo tiempo, por una cu riosa iro-
n ía de la historia, en un o de los más calurosos defensore s de la
creencia en las brujas, y se esfuerza por afianzarl a u na vez más
en la conciencia de sus contem porá neos y po r apoyarla en nu evas
pru ebas d e hecho.s"
Al llegar a este punto, hace crisis su "escepticismo" cie ntífico.
Nada d emuestra más clar amente que esta singular coincidencia
cómo la simple observación em pírica resulta precaria e insufi-
ciente para un esclarecim iento verdaderamente filosófico y cien.
tífico de los hec hos, mientras po afianza el pie en sus últimos
pyincipios y en su s últi mos fund4men ros. Ahora bien, estos prin-,
cipíos sólo pod ían llegar a com prenderse cuan do la ciencia misma
hu bo elaborado y conquistado, con la teoría de Newt on, su organi-
raci ón siste mática un ita ria.
85 Scep sis Scien tif ica, cap. 4, § 2, pp. 17 s.
86 Sobr e la actitud de Ol anvill ante Descartes, c í , los entusi15tu juidos
conten idos en Scepru Scienr ifica, pp . 133, 155, 183, Y especialment e Sciri tuum
nihil en , p. 5: "1{ the great Man, possiblv ene of lhe greatest lhat ever was
m ust be believed a Sccpnc, wh o would not ambi tiously allect ehe tit le!"
'81 Sobre la posición de Olllnvill anle la cr eencia en las bru jas y aU "Sad-
d ud smus triumphatus", d. Leckv, Oe schich te des Ursprun gs und Einflusses
do.' r A\l.fkliinmg in Lelprig, 1873, pp. 85 ss.
A l pasar, siguiendo el curso de los sistemas filosóficos, de la teo ría
.1(,1 conocimiento de Leibniz y de los ingleses a los comienzos de l
crítico, tiene un o en seguida la sensación de que la exp li-
.ncl ón histórica ad olece de una laguna. Se siente uno transpor-
rudo directam ente, sin tran sición, a un horizonte discursivo nuevo.
El cent ro de gravedad de l pensamiento se ha d esplazado; han
rnm bíado la posición sistemá tica d e los distintos problemas y la
relación di námica de d ependencia que entre ellos existe. Y, sin
embargo, no hay en la prop ia exposición de Kant ningún signo
externo que apunte hac ia este cambio. Los prob lemas fundamen-
lides aparecen ante nosotros bien deslindados y perfilados, con
sw, contornos propios ; n ada indica ya el camino o los mot ivos in -
tcr iorcs qu e han conducido a ellos. Y esta solución de la continui-
dad histórica, que hace que la teoría se salga y se destaque d e to-
dos los ma rcos históricos en que nace, opone también nuevas y
nu evas dificultades a su comprensión sistemática.
Sin em bar go, cuanto más a fondo penetremos en las premisas
de la filosofía crítica, más claramente se advierte qu e el aísla-
mient o en que a primera vista la contemplamos no es más que pura
apariencia. La originalidad de la crítica de la razón no consiste
precisamente en "descu brir" un principio fundamenta l nuevo y
aislado, sino en elevar el conjunto de los problemas del conoci-
mie nto a una fase distinta de consideración y en situarla dentro
de una d imensión lógica totalment e nueva. Este valor y esta
peculiaridad suyas - qu e sólo ella comparte con la teoría platónica
de las id eas- no sufren, por tanto, ningún menoscabo por re-
conocer que la materia de los prob lemas especiales que le sirven
de base fue preparad a en sus detalles por el trabajo filosófico
y científico del siglo XVIII.
Es cierto qu e la visión de estos entronques resulta oscurecid a
por la m ultiform idad de los int ereses intelectuales de la época, los
cuales, a prim era vista, no parecen agruparse nunca en un idad fija
y cohe rente.
Al principio, los m últ iples mov imientos discursivos de esta
época aparecen en aguda pugna y en abi erta cont rad icción los
un os con los otros. La herencia filosófica de Leibniz habíase dís -
J7J
374 DE NEWTON A KANT DE N EWTON A KANT m
persado inmediatamente después de su muerte; todo lo qu e de ella de que los detalle s y las diferencias nos h agan perder de vista los
quedaba en pie sobrevive ahora solamente en una s cuantas suges- rasgos comunes, es decir, lo decisivo y lo esencial." •
tiones sueltas, no agrupadas ya en torno a un centro sistemático Lo que im prime a la época su sello de unid ad a parece, por así
común. Tampoco la ciencia matemá tica de la naturaleza pu ede deci rlo, enclavado en tre todos estos fenóm enos históricos espe-
ofr ecer una satisfacción defin itiva a los afanes de uni dad filosófica, ciales y se destaca clara mente, sobre todo, en las relaciones qu e
a pesar de ser en sí misma un mod elo de rigurosa cohesión de, un en entre sí a los difere ntes grupos de problemas. La comunidad
ductiva. int erior de las diversas tendencias se revela, ante todo, en la abo-
Es cierto que con la teoría de C hr istia n Wolff parece abri rse lición de las fron teras nacional es, en la coh esión, ahora má s
paso el predominio del método matemático también en el campo estrech a qu e nunc a, que un e a los diferentes pu eblos y a sus aspi-
de la filosofía; y el eclecticismo de la época va apoy ándose, en raciones espirituales. Se estab lecen nexos tan ínti mos de contacto
efecto, cada vez más, en estas relaciones, para acabar ensalzándolas e int erdependencia ent re los tres grandes círcu los culturales de
como la au téntica y permanente "reconciliación" de la metafísi ca Inglat erra, Franci a y A lem ani a, que resulta imposible seguir la his-
y la investigación em pírica." toria de un solo concepto sin saltar consta ntemente de un país
Pero es precisam ente esta supuesta identidad de 10$ métodos a otr o. Y desapar ecen, asimismo, todas las barreras y todos los
la que repele a los espíritus lógicos má s profundos y plantea a nte linderos fijos que separan a unas disciplinas de otras. La filosofía
ellos el más difícil de los problemas. En vez de la simp lista equi- y la ciencia se funden pa ra formar un campo únic o y cohe rente,
pa ración, se manifiesta en estos espíritus la necesid ad y la tarea dentro del cual no ha y compa rtime ntos esta ncos ni mate rias apar-
de un exacto deslinde de campos entre la matemática y la meta- te. Y no se trat a simpleme nte de una agrup ación enciclopédica
física. Y vemos cómo va elaborándose, en una serie de intentos , de la materia del saber, sino de algo mucho más imp ortante: d e
progresivos, una nu eva relación entre las distintas esferas de l saber un a nu eva concepción metodológica fu nd amental , que pugna por
y, por tanto, un nuevo concepto del conocim iento mismo. abrirse paso y hacerse l uz en las ment es d e los pensadores deseo-
El hecho de que este proceso no aparezca unido, de momento, Ilantes de esta época, en un D'Alembert y un Maupertuis , en un
a ningún nombre concreto importante, no debe llevarnos a deseo- Euler y un Lambert.
nac er el valor genera l que encierra para la historia de la cultura. Intentaremos expo ner cómo va formándose esta con cepción
También en el terreno pu ramente teórico, lo mismo qu e en el y cómo va atr ayendo a su órbita, poco a poco, problemas cada vez
campo de la moral y d e la religión, llevó a cabo el siglo XVIII un más ampli os y más concretos. Par a ello, em pezaremos siguiendo
inapreciable trabajo de ilustración intelectual. sim plemente la trayectoria d e la evoluci ón hist órica, sin ent rar a
Cierto es qu e, para cerciorarno s de la tendencia de unidad que indagar de momento la meta h acia la que ésta tiend e. Pero esta
presid e este movimiento , tene mos que prescindir de todas las ll- consideración inm an ente se enca rgará de llevarno s por sí mis-
neas de separación y demarcación qu e en la historiografía filosó- roa a los conceptos y a los problemas que sirvieron de punto d e
fica suelen aplicarse. En efecto, si vamos pasando revista a los partida a la filosofía críti ca.
distintos gru pos por separado, de una parte al del racionalismo
alemá n, de otra parte al de los enciclo pedistas, a la filosofía de la
2 Así - para poner sola m ente un ejernplo-e-, vemos cóm o Leslie Stephe n,
naturaleza, a la filosofía de la religión, erc., corremos el peligro e n su minu cioso estudio d el movi miento religioso e n Inglate rra, pasa por aIro
preci same nt e las discusi ones teológicas sobre los conceptos del espa cio y el
1 Especialm ente caractedstico en este sent id o es el estudio de SamueI tie mpo, en las que los problema s filosófico.religiosos se entrelazan
Kó nig, Orario ina ugur<llis d e op rimis Wolliana et N ew roniana Philoso phand i r on los in tere ses epistemológicos d e la época ( v. acerca de esto. libro VI, cap. 2,
Meth odis earum qu e ..mico consen.,u ( 1749). núm. 2).
EL PROBLEMA DEL MH OnO 377

El propio Newton había t razado, al final de su Óp tica, la


meta y el pensamiento orientado r de su investigación física, con
Ca pítulo 1 la clar idad del descubridor y d el maes tro. V emos cómo se recha za
aqu í con toda decis ión la pregunta de qué sea en cuanto a su
EL PROBLEMA DEL M ETODO esencia la gravedad y de qué cualidades "i nteriores" cond icionen
su eficacia. Pues, sea c ualquiera la respu esta q ue a esta pregunta
pued a da rse, en nada contribuye, se nos dice, a nuestro conoc i-
En la ciencia newtoniana parece haberse calmado y h aber encon- miento de los jeuomcnos de la gravedad, que son los ú nicos que
trado, por fin, su remate seguro el problema de l método, con el a la Iisica matemática le int eresa exponer y estudia r en su mutua
que había comenzado su carrera la filosofía mod ern a. La inv est í- tra bazón fun ciona l. Los principios y las fuerzas que aquí se admi-
gación emp írica pa recía haber consegu ido, por fin, en su incesante ten no pretenden significar ninguna clase de cualidades ocult as
búsq ueda, lo qu e en vano se había esforzado por descubrir la cuyo origen deba buscarse en tales o cuales "form as específicas"
especulación abstracta. Los principios matemá ticos de la teoría inve ntad as de las cosas, sino qu e aspiran a ser tan sólo la exp resión
de la natura leza par ecen ha ber sentado pa ra siem pre los fundnmen- de las leye s generales de la naturale:ta que constituyen la prerni-
tos de l saber em pírico, de tal mod o que al futuro sólo le queda sa de toda la form aci ón y plasmación de las cosas.
la tar ea de apl icar estos principios generales a un cam po cada vez " Que existen , en efecto, tal es princip ios nos lo enseñan los
más extenso de fenómenos, extrayendo de ellos consecu encias más fenómenos de la na turaleza, aunque su causa no se haya descu-
y má s im portantes. bierto aún. Las cualidades a que nos referimos son, pues, maní-
y no cabe du da de que los d iscípulos y continuadores más cer- fiestas, y sólo las cau sas permanecen oscuras. En cambio, los
canos d e N ewron abordan su obra, íntegramente, en este sentido, aristoté licos y los escolásticos no des ignab a n como cua lida des oscu-
Newron no es, para ellos, primo rdialmente, el descubridor de la ras ninguna clase de c ua lidades ma nifiestas, sino sola me nte aque-
ley de la gravedad, sino el fundador de un nu evo mé tod o de inves-- ílas de las que ellos supo nía n que se hallaban escond idas en el
tigación , Su obra rep resenta para ellos, a nte tocio, una haza ña cuerpo y cons titu ían el fundam en to ignorado de los efectos visi-
filosófica, por cua nto que en ella el método ind uctivo no sólo lo- bies. Para que la gra vitación, lo mismo qu e la fuerza eléctr ica
gra sus resultados más al tos, sino que cobra , por vez pri mera, su y la fuerza magnética tuviesen este ca rácter, ha bía que parti r del
exp resión y su plasmación lógicas. La visión de la fó rmula Funda- sup uesto de que provenía n de cualidades interiores, para nosotros
me ntal del acae cer cósmico tenía por fuerza que aparecer como desconocida s, de las cosas, inexplicables e inescru tables. No cabe
un a empresa de poca monta, en comparación con lo que represen-
ta ba el gran pri ncipio qu e aq uí se descub ría para toda la "filosofía in th e na tu fe o f rhings, he on rhe con tra ry and by hírn self nlone se t out u po n
experimental" del Iu ru ro.s a very di ffetent Iooelng. For he a J mirs nOlhi m¡ bur whar h e gains from ex-
periments an d accurate an J from rhis foun da li,m wh arever ís Iu r-
1I Acer ca de la con cepci ón y la a preciació n del "método" newtonia nc en [os rh er adva nce d, ís ded uced by slriel rnnth ema rícal The fou nd ario n
mis ce rca no! discí pulos y suee.wres, citare mos a qu i un ejem plo especialmente ls now firmlv Jaid : th e N ewlon ian phtlosophv may indeed be imp roved an d
significativo : "Upon me eha n ics is alsc founded rhe NewlO nian or onl)' erue Iart her adva nced : but it ca n never be ove rth rown : notwirhsra ndi ng th e efforrs
/lhiloJoph )' in rhe w (tT!d . . . It ha s been ignora ntly objec red by so rne tha t the o / all rhe 8 ernoulli's, rhe Leibni z'8, rhe Green's, th e nerk eley's, th e Hut-
N ewronia n philo scphy, likc aH others before it, will grow old and OUt oí date chinson's, et c," (E me rson , T hc Pri nci/,!es o f M cch"'li cs, Londre6, 1773, páfli-
an d be aucceed ed by ec me n ew system. . . Bur this obje críon very falselv nas V n.) . C f. además Em erson, A shore commenr on .•ir J. Ncu' ton s Principia .
rnade. Far uever a ph i/o$o/,h er befor e Newron ever took rhe m etho<l lhar h e Lo ndr es, l77e, p. ll! ; Pemberron, A l'i,-,w of Sir Isalle N'-'WlO tU phi/osnph)', Len-
did. Por whils e th eir evste ms ar e Ilothing bu r hv potheses, cc nc eirs Iícríons, d res, 1728, In rrod uetioll ; s' Grav e:;an de, Phi!osoJ,h i,¡c Nt'wto n irln1e ln .<tilutiones
comecrcres ami romanc es inven red at pleasur e an d withou r any founJ arion in u su s a cademicos, Leid en , 1723, I'relacio.
376
378 DE NEWTON A KANT EL PROBLEMA DEL MIHODO 379

du da de que semeja ntes 'cualidades' constituyen un obstácu lo la propia investigación empírica de sí misma y de sus pro pios
para el progreso cient ífico, razón por la cua l son rechazadas en principios; es deci r, de la rigurosa conex ión ded uctiva establecida
justicia por la mod erna investigación. El ad mitir cierta s entidades por ella ent re los diversos fenómenos concretos a base de sus me-
específicas de las cosas dotadas de fuerzas específica s ocultas y dios matemáticos de conocimiento.
capacitadas, por tanto, para producir determinados efectos sensi- La contra posición que de este mod o se crea se manifiesta a
bles es algo tora lm ente vacuo y carente de sentido. En cambio, el partir de ahora bajo múltiples form as. Su desarrollo concreto se
de rivar de los fenómenos dos o tres principios generales del moví- expresa, sobre todo, en la luc ha entre la escuela newtoniana y la
m iento. para explicar luego cómo, partiend o de ellos como de escuela wolffi ana, lu cha mantenida, de una parte, en las memorias
premisas claras y man ifiestas, se derivan las propiedades y los de la Royal Socíetv de Lond res y, de ot ra, en las A cta Erudito-
efectos de todas las cosas corporales, representaría ya, evidente- ru m de Leipsíg. Esta lu cha llega hasta más all á de mediados del
mente, un pod eroso progreso de la visión científica, aunque las siglo XVIII, desarrollándose, por ta nto, directa me nte a nte los ojos
causas de estos principios permaneciesen desconocidas pa ra nos- del joven Kant. En 10$ escritos de Kant anteriores al período
ot ros. H e aq uí por qué yo estab lezco sin el menor reparo los crítico se percibe todavía claramente, por doquier, el eco de esta
indicados principios del movimien to, ya que salta n an te nu estra disputa metodológica. Y se ve qu e los que 'm ás persistentemente
vista por doqu ier en la naturaleza toda, haciendo caso omiso de la influyen en él son los argumentos de los miembros más jóvenes
in vestigación de sus causas." 4 y radicales de la escuela newtoniana, tal es como Keill o Freind.
Estas fundamentales afirma cion es form an el punto de partida Aparece tra zada ya aquí con rasgos enérgicos e inexorab les
en torno al cual gira y sobre el que consta nteme nte habrá de vol- la línea diviso ria entre la consideraci ón empírica y la considera-
ver la disp uta de los métodos , a lo largo d el siglo XVIII. ción metafísica de la na turaleza. Mi entras qu e h asta ah ora se
No cabe duda de q ue en estas afirmacio nes se cond ensan Iocal- cre ía poder ca pta r y ret ene r la esencia absolut a de la realidad e n
mente los gran des proble mas de la teo ría filosófica de los princ i- definicion es form uladas a base del géne ro y la d iferen cia específica,
pios. [Có mo se comporta n entre sí el princi pio y el hecho, las la ciencia emp írica con fiesa abierta y francam ente su ignora ncia
leyes y las cosas, los fenómenos y las causas! La respu esta que en este punto.
se dé a esta pregunta es import ante, sobre todo, en un punto: en 10 " Las naturalezas íntimas y los fundamentos de las cosas --es-
qu e se refiere a la separación decidida y consciente que ahora se cribe Keill, en su IntTod ucción a la verdadera física- son d esco-
introd uce entre los principios y las causas. T od a la cien cia tiende nocidos para mí; IX'r el cont rario, lo que yo sé acerca de los
a la com probación de las leyes más generales y más alt as que cuerpos y de sus efectos o se 10 debo al t estimonio di recto d e
some ten los fenóm enos a una determ inada regla y a un determ i- los sentidos o lo infiero de una cualidad que los sent idos mismos
nado orden y que son, por tamo , las que nos permiten llega r a me revela n. Por eso, en vez de las definiciones formulad as por los
los verdaderos objetos de l conocimie nto. lógicos, bastaría con e mp lear un a sencilla descripción por med io
El fund amento sobre el q ue desca nsa el ser de estas leyes per- de la cua l, sin embargo, poda mos ca ptar de un modo claro y
man ece oculto pa ra nosotros; más aú n, la pregunta en torno a distinto los objetos de q ue se trata y distingui rlos de cualesquiera
ellas se sale ya de los límites de l sabe r. Aun suponie ndo que otros. Explicaremos, pu es, las C05as por medio de sus cualidades ,
este fundamento exista, es, sin embargo, indiferente en cuanto tomando como base una caracte rística concreta o un conjunto de
a la investigación empí rica y a su valor de verdad. En efecto, este características qu e la experiencia nos revela inequívocamente en
valor no le es conferido desde fuera , sino que tiene qu e extraerlo ellas y de las cuales podemos nosotros de riva r, a su vez, con arre-
4 Newron, O ptice: lat. rcddidit Samud Clarke, Lausana y Ginebra, 1740, glo al método geométrico, otr as determinaciones. A esta regla
libro m, quaesrío JI , pp. Jl6 s. faltan casi siempre los ma estros de la nueva filosofía, al no con-
380 DE NEWT ON A KANT EL PROBLEMA DEL MlnODO 38l
siderar las cosas fijándose en aqu ellas cua lidades qu e con toda pleno reconocimiento en el círcu lo de los investigadores em píricos,
segurida d presentan, sino entrando a investigar las entidades y el problem a inmediato que se planteaba era el de fu ndamentar la
na turalezas que reputan como inherentes a ellas." ¡¡ ra zón de ser de esta concepción y asegurar su vigen cia dentro de l
La con signa empirista de la "descripción" de los fenómenos cam po de la filosofía m ism a. Y aquí es donde ent ra en juego la
no es, por tanto, ningú n descub rimiento moderno, sino q ue se labor de escla recimiento de los enciclopedistas franceses y, prin ci-
remonta, como se ve, a los orígenes de la "fil osofía exp erimental". palmen re, d e D 'Al em ber r, quien, como el más im porta nte d e los
" Explicar" un fenóme no natural sólo puede significar, según este maremáticos y lógicos de esta t end encia, aborda el problem a con
criter io, cap tarlo en todos y cada uno de sus elementos concretos entera cla ridad. Es él quien por vez prime ra da a este prob lema
y en su relación de d epen denc ia con respecto a otros acneci- su formulación clara en el terreno d e los principios.
rnien tos y circunstan cias. Esta meta se alcanza tan pronto como, a Hay que invertir, nos. d ice, la relac ión de de pende ncia y de
base del cálculo matem ático, logramos ponerlo en relació n con valor que hasta a hora venía esta bleciéndose tácita mente ent re
cualquier ot ro hec ho conocido. Por consiguiente, todo saber, cua n- los dos polos de la consid eración científ ica, entre los hec hos y los
do se le reduce a sus elementos últimos, tiene en fin de cuentas axiomas. Los axiomas no son la fuent e de la ver dad, ya que, lejos
una vigencia basada exclusivamente en kn hechos. La conciencia de ello , si los exam ina mos de cerca, vemos que no son más que
de la cert eza de nuest ros principios cient íficos no se ad qui ere vac uas proposiciones idéntica5, lo que qu iere d ecir qu e la misma
de,-ivándola de un fund amento metafísico supe rior, sino desarro- circunstancia que les asegu ra su necesaria vigencia los condena a
llá ndolos hacia adelante en sus prop ias consecuenc ias y haciendo perma nente este rílíd ad.t El contenido de sabe r qu e a pesa r de ello
que se con firmen indir ectamente en éstas. Y en apoyo de esta nos indinamos a atribuirles no rad ica en la conexión discursiva
concepción fundamental, se invoca a hora, junto al sistema de la que por medio de ellos se establece, sino en las definiciones que
física, la propia hisrO'"ia de ésta. sient an como materia y contenido de 10 que afirman.
" El divino Arqu ímedes investigó las leyes de la mecá nica y la hi- Ahora bien, la defin ición misma no posee fuerza creado ra
dro st ática, sin pa rarse a indagar la causa de la gravedad o del alguna; no puede al um brar ninguna verdad nueva, sino simp le-
estado flúido. Se limitó a toma r como base lo que la percepción men te ayudar a qu e se fijen y expresen ciertos hechos generales
inmediata nos enseña , pero, partiendo precisame nte de aquí, con- de la representa ción. Por eso los au ténticos fu nd a ment os iniciales
siguió penetrar con gran agudez a en los secre tos de estas dos deben form ar siempre y dond equi era determinados emulas de
ciencias. Tampoco Galileo ap untó ninguna hipótesis acerca d e la hech o psíquicos con respecto a los cua les no cabe más prueba ni
causa de la graveda d, sino qu e se preocupó tan sólo de derermi- otra derivación sino el enco ntra rlos di rectamente en la experiencia
na r la veloc idad que los cuerpos pesados desarrolla n en su caída, exterior o interior. Este punto de part ida inequívoco nos lo oí re-
sentando así el fundamento sobre el que los más grandes ma estros cen, en física, los fenómen os cotidianos de la observación, en
de la física han pod ido construir sus más bellos descubrimientos." 6 geometría las característ icas sensibles de la extensión, en meta-
Una vez qu e esta concepción habí a arraigado y encont rado física el con junto de n uestras percepciones, en moral las inclina-
¡.:"m, InlTMu.:rio lId WJam Plt:> sicam , Leiden, 1725. p. 15 (prim era "d., ciones originarias, comun es a todos los hombres.
Ox lcrd, 1702) . Cl. con esto, especialme nte , la descripción del m étodo new- "La filosofía no tiene por misión perderse en las cualidades
ton iano "n el estu d io de Kant la claridad de pr inc ipios d" la eeologia generales de l ser y de la sustancia, en ociosas in dagacion es acer ca
natural y de la mo ral (ed. de la Acad. 11, 286). Keill es citado también por de conceptos abstractos. en ca prichosas clasificaciones y et ernas
Kant en la M(JnaJ"! ogill j,h)·5ica, proposiciones X y XI.
6 V. la defensa de Freind de ch)'rnicae COntr a la crítica 7 D 'Alembert, Elérne nlS d e ph ilosoplti e (1759) , S 4. o.-te/ ange s d e lirtéral...e,
de Acta fr..d irotu rn (1711), PIt.losoplticllI T1<msacrions abrid ged. a nd dis- ,j'ltistoi, e et de pltiwsophie, 5 vols., Amsl"r darn. 1763-70, t. IV, p. 25.) C f. Dts-
p<lJed .. nd... Ge ner al Heads, vol. V, 1749, pp. 429 r. CO" 'J pr e1im iM ire de I'Ene,clop édie (M e1a"l/:es. l. 46).
381 DE NEWTON A KANT EL PROBLEMA DEL MBTOOO 383

nomenclaturas; es la ciencia de los hechos o la ciencia de las simp les. Todo lo que en reali dad puede aportar la filosofía y lo
q uimeras ." 8 que hasta aho ra pierde de vista para entregarse a tareas preren-
La metodología racionalista se expone a perder, así, su ins- didamente más altas, pe ro en rigor contradictorias, es el estable-
trumento más genuino y más vigoroso, con el que cree pode r domi- cimiento de una tabla cu idadosamente ordenada de los conceptos
nar la materia d e la expe rienc ia. Según este mé todo, lo particular fundame ntal es úl timos e indemostra bles, en la que, si llegara a
deb ía encuadrarse dentro de lo general y someterse a ello por for marse, saltarían en seguida a la vista los nexos d e su posible
medio de la definición. Pues bien, ahora resulta, por el contrario, ent relazamiento y de su sínt esis.10
q ue la definición misma, que se nos presentaba como el tipo de Sabido es cómo D' Alembert ap licó esta concepción funda-
lo general, no es más que un hecho concreto de una deter minada mental, sobre todo en su fallo de la disputa entre cartes ianos
clase. Se contenta con investigar y poner de manifiesto aquellos y leibnizianos acerca de la verdadera med ida de la fuerza. Se-
conte nidos representat ivos que reaparecen de un modo uniform e gún él, esta polémica radica en el gran error racionalista que
en todos los sujetos , tra ta ndo con ello simplemente de registra r un ambos adversarios compart en y que consiste en exagera r la im por-
hecho puramente antropológico, no suscep tib le de ni nguna otra tancia de las defi nicion es y de su significación objetiva real. El
explicación. problema queda resuelto de una vez por todas en cuanto se reco-
Por tanto, la única fu nción que se le d eja a la lógica es la de noce que nuestros conceptos no son, no pueden ser nu nca otra
reducir las "ideas" comp uestas, med ian te un análisis, a los ele- cosa sino expresiones compendiadas de d eterminados hechos reve-
mentos que las integran. Es, por ello, irrealizable la pretensión lados por la experiencia, La determ inación Ieíbniriana de la me-
que la definición lógica se arroga de reproducir la na turaleza rea l dida, 10 mismo que la car tesiana, son igualmente valiosas en
de la cosa, "pues no sólo es desconocida para nosotros la natura-
cuanto fórm ulas de nuestro conocimient o em pírico, del mismo
leza de todo ser concreto, sino que ni siquiera podemos indicar
modo que son igualmente nul as si se las considera como criterios
clar amente qué es lo que en gene ral hay que entender por la
natu raleza de una cosa en sí misma. La na turaleza de un a cosa, metafísicos.
al ser considerada por nosotros, consiste pu ra y simplemente en el Sin embargo, este jui cio, ensalzado desde an tiguo como un
desarrollo de las representacion es simples contenidas en su con- triunfo de la ilustración positivista, revela claramente, al mismo
cepto". tiempo, los límites con qu e t ropieza la crítica d e D'Alemberr. La
Resul ta, pues, ociosa la distinción tan usua l en de finiciones disp uta en torno a la medida de la fuerz a, no e ra en modo alguno,
reales y nominales. Nuestras explicaciones cien tíficas no son ní al menos por parte de Leibniz, una simp le disputa verbal; no se
lo uno ni lo ot ro: pretenden ser algo más que sim ples nomb res trataba de saber a qué expresión ana lítica, arbit rariamente de-
at ribuídos a los objetos, pero sin que puedan darnos noticia de la terminada, deb ía darse el nombre de fuerza, sino cuál de todas
naturaleza interior de éstos. Explican la naturaleza del objeto las magn itudes empíricamente conoci das se ajustaba al postulado
ta l y como nosot ros lo comprendemos, pero no cómo el objeto es de la conservación, proclamado por Leibniz como el supremo prin-
en sí mismo," Por eso no adquiriremos jamás una visión ver- cipio lógico de la física. Ahora bien, este postulado, según ha bía
dadera y fecunda de la significación de un con cepto simp lemente procl amado inequívocam ente Leibniz, no se refería precisamente
con enum erar y recorrer una por una sus carac terísticas, sino de al m un do de las mónadas, sino que se proponía tan sólo expresar
otro modo: esforzándonos por t ener presente ante nosotros el las leyes fundamentales que imperan entre los fenómenos mismos
modo como este concepto ha nacido d e otras representaciones más
8 D'Alembe rt, Elémcnts de phi!osophie , L C., p. 27. 10 sur d ifférents endroits des El éroenrs de ph ilosophie,
9 E1éments de philosophie, p. 33. 1I (M élo.nses, V, 19 y V, 22 s.) .
JI" DE NEWTON A KANT EL PRO BLEM A DEL MnODO JSS
y sin las cuales no sería posible el conocimiento ma temático de eren, De la "observació n" en el sentido usual de la palabra,
éseos." que no es sino la apreh ensión fortuita de un objeto dado, hay que.
Si tenemos presente esta concepció n, nos percat amos en seguí- distinguir el mét odo de la cienc ia em pírica, que no se conte nta
da de cu ál es la laguna d e qu e la argumentación de D'Alem bert con las percepciones pa sivamente recogid as, sino qu e se sitúa an te
ad olece. El hecho de qu e los conce ptos generales no puedan nu nca la natu raleza d irigiéndole preguntas prop ias, form ula das por el
penetra r en la esencia absoluta de las cosas cont ribu ye también mismo espírít u.w
directamente a rebajar y poner en tela de juicio la función q ue Hasta aquí, es el viejo postu lado baconia no de la "exper ienria
esos conceptos cum plen dentro del campo de l mismo conoci- lirrerara" el que se ma nifiesta, pero este postulado se formu la
miento empírico. El vered icto, qu e al principio sólo deb ía recaer ahora en un sent ido totalmente n uevo, ya que la m atemática es
sobre las afirmaciones acerca del ser situadas má s allá de la expe- reconocida corno la verdadera expresión de aq uell a actividad del
riencia, se hace extensivo ahora a los fundamentos racionales del espíritu en la que radican también el valor y la fuerza del
mismo conocimiento emp írico. Pero la ra zón de ser d e este paso m ento en las ciencias na tu rales. La critica sensualista de D'Alem-
no pudo ser demostrada, lo qu e priva de toda su Fuerza y su vir- bert se det iene ante los conce ptos fu nda ment ales de la matemá tica.
tud a la critica positivista de D 'Alemberr, en lo qu e a este pu nto Mientras que en el discu rso prelimin ar de la Enciclopedia partía
se refiere. Mient ras las "hipótesis" metaf ísicas y ciemífíces se ma n- de la tesis de qu e todos nu estros con ocim ientos se red ucen a los
tenían en un mismo plano, podía seguir afirmando íntegramente qu e adquirimos por medi o de los senrídos,'! en el d esarr ollo de
su fuerza la ontología, contra la que van di rigidos los tiros de los pri ncip ios algebraicos y geomét ricos no tarda en experimentar
D'Alembert, ya qu e el a nálisis de la experiencia misma, en cua n- esta tesis una esencial limitación. La certeza. d el álgebra se basa
to que cond ucía a los fundamenros necesarios y general es de l en el hecho de q ue opera exclusi vamente con conce ptos imelec tlulo-
conocimiento, pa recía reforzar y a mparar al mismo tiem po las les PUTOS y, por ta nto, con ideas qu e nosotros mismos nos form a-
afirma ciones on tológicas. mos por abstracción. Sus principios se ha llan sustraídos a toda
La antítesis que D 'Alem bert establece entre la lógica y la cien- duda y a toda oscuridad, porque son nu estra prop ia obra y sólo
cia em pírica, en tre las definiciones y los h echos, no pue de ser con- conti enen lo qu e nosotros he mos puesto en ellos.a
side rada como la última palabra, como el fallo fina l, pues lacaso A unque el térm ino de "abstracción" rec uerde todavía, aquí,
pa ra la simple descripción de los hechos mismos, para la comproba- las teorías empiristas del concepto, ha sufrido ya, si nos fijamos
ción y el afianzamiento de la imagen puram ente fenomenológica en él de cerca, una im porta nte transforma ci ón. Por concep to
del mundo, no tenemos que recurrir, a su vez, a los puntos de " abstracto", en efecto, no se entiende ahora ya la reproducción
vista de los conceptos generales, qu e son los que nos permiten imperfecta de de termina dos contenidos indi viduales de la perce p-
redu cir las sensaciones a un orden fijo? ción, sino el resultad o de un mé todo discursivo puro por virtud
y no se crea que los problemas de este tipo no llegaron a int e- del cual creamos nu evos con tenidos independ ie ntes, que tras-
resar a D'Alembert: lejos de dese ntenderse de ellos, los des taca cienden de todos los datos d e las sensaciones. A la lu z de Jos
con toda la clari dad y since ridad que carac terizan a este pensado r. concep tos geomé tr icos, sobre todo, se demu estra que su sentido
El emp irismo de un Locke y de un Newr on , que cont ribuye por no toma cuerpo n unca e n tales o cuales "impresiones" concre tas ni
igual a determi na r su punto de parti da, los acu cía a perfilar cada puede medi rse po r ellas. No cabe du da de q ue para poder llegar
vez más sus d iferencias. El concepto de la expe riencia mism a a estos conceptos tenemos que partir necesariamente de las imp re-
encierra un dob le sentido y requiere una más precisa dete rmina.. 12 Eléme ntl de phil osoph ie, XX (Me'w.nges, IV, 269 l.).
n Más detall es acerc a de esto en nuestra obra Leibnit ' SY5lem, pp. 314 ss., 18 Dil COUt5 prélim inaire (M élanges, 1, 13).
322sr. 14 Eliments, XIV (Mélanges, IV. 154 s.) ,
386 DE NEwrON A KANT EL PROBLEMA DEL MnODO 387
siones de los sentidos, pero asimismo es indudable que éstas para derivar el conce pto de l movim iento estric tamente uniforme,
por sí solas no pueden explicar su contenido y su formación. pu es mal p od ríam os llega r a adquirir una experi encia física cua l-
Toda proposición geométrica trasciend e, por principio, el campo quiera sin poseer previamente y toma r como base para ello una
total de la experiencia psicológica, pues no se refiere nunca a nin- med id a del tiempo fija y dere rminada.!"
guna cla se de imág enes representativa! - oncreras, sino a los limites Por tanto, si los ELementos de filo so fía d e D'Alember t habían
intelectuales que nosotros, IX"r virtud de u n postul ado del espíritu, desterrado sencillamente todo elemento " metafísico" de la ciencia
a ñadimos a la serie de esas imágenes, qu e es de suyo ilimitada em pírica, los comentar ios y explicacion es posteriores en torno a
e infinita. u Y este establecimient o ideal d e lím ites es reconocido y esta obra da n un nu evo giro a la concepción del positivismo.
descrito ahora como la verdadera fu nción del concepto. "La metafísica es, según el pu nto de vista desde el cua l se la
Fácilmen te se ve, por lo que queda dicho, qu e D' A lembe rt considere, el más satisfactorio o el más nul o de todos los conoci-
justifica y valora la "abstracción " en términos qu e cont radice n mientas h umanos: el más sat isfacto rio, siem pre y cuando que se
abierta y d irectamente a los de su propia teoría d el limite a los objetos que no rebasan su horizonte y siem pre que los
conocimiento. C uanto más "abstractos" sean los funda mentos de analice con claridad y con precisión, sin dejarse llevar en su an á-
u na ciencia, más seguro será ta mbién, nos dice ah ora, el conoc i- lisis más allá de lo que cabe conocer clarame nte en estos objetos;
miento que esta ciencia procu ra; por el contrario, cu anto más se el más nulo si, audaz e ignora nte al mismo tiem po, se deja arras-
acerque su objeto a lo sensible, más incierto y más oscuro será lo trar a un terreno sustraído a sus mir adas, si se pone a d isputar
que de él sepamos." acerca de los atributos de D ios, la na turaleza del alma, la libertad
En su d isqu isición crítica sobre el concepto del tiempo, procede y otros problemas de esta índole, en los que se embro lló toda la
D 'Al em bert a un a import ante a plicación d e princi pio de su nu eva filosofía del pasado y d e los Que ta mpoco la filosofía moderna
conce pción. Vemos aqu í que la significación de los conceptos de pu ede confiar en salir airosa. .. Debemos sustituir tod as estas
límite no pu ede limitarse a la matemática, sino qu e trasciend e nebulosas especulaciones por una metafísica creada más bien para
por doquier a nuestro conocimiento de la rea lida d física concreta, nosotros y que sepa apegarse má s d e cerca y má s dir ectamente
lo que quiere decir q ue en cierra en sí, al mismo tiem po, un factor a la t ierra: una met afísica cuyas apli cacion es se extiendan hasta
"ideal". Es evid ente que la idea del tiempo es el produ cto d e la las ciencias naturales, y sobre todo h asta la geometría y las di versas
sucesión de nu est ras rep resentaciones; pero el problema de la na - ramas de la mat emática . No ha y ninguna ciencia en el riguroso
turaleza y el contenido del conce pto no se reduce, ni mucho me- sentido de la palabra que no tenga su me tafísica, ent endiendo por
nos, a este esclare cimiento psicológico, El curso de nuestras re pre- tal los princip ios generales sobre los que se erige una dete rminada
sentaciones no revela jamás aqu ella uniformidad exacta que el doct rina y qu e son como el germe n de rodas las verda des especia.
concepto del tiem po lleva ap arejada y qu e le permire servir de les que esa ciencia encie rra y expone."
medi da fundamental par a todo s los cam bios em píricos. Pero Por tanto, aunque se rec hace con toda energía la tendencia a
tampoco pod emos remitirn os simplemente a la expe riencia exter ior hipostasiar los conce ptos metodológicos de la ma temática en una
u Elimenu, S XV ( p. 159) : "Les vérit és q ue la d émontre sur realidad propia e independient e, existente por sí misma, h ay que re-
l'étendue sonr des v érit és puremcnr nYpCllhétiqu n, Les pn)p(>.5il ion s de Oée- conocer también , por otra parte, esa metafísica a la par verdadera
métrie. •• 5On! la limi re imellectuell e des virit';s ph ysiq ues. le le rrne don t y sutil que ha presid ido los d escubrim ientos del álgebra, de la
celles-c¡ J"' uve nt apprcc ber .un i prc,s q u'on 1" del ire, saos p rnais y arriv ",
geometría ana lítica y, especialme nte, del cálcu lo infinitesimal: del
exacte menr. . , Da ns l'Univers iI n' y a poinr de ce rele parfait, mais plus un
ceecle approcbe re de l'é tr e, plu s Il ap procher e des propriérés rlgoureuses du cero mismo modo qu e debe reconocer se la existencia de un problema
ele pat b il que la Ü éc m étríe dé mo nrre." 11 Eléme nu de ph¡!osophie, 5 XVI (IV , 190ss.); EcI<liTds semenU. XVI
18 Discowt'f pTlIiminaiu (Me1anges. l. H ¡J. (V. 270).
388 DE NEWTON A KA NT EL PRO BLEMA DE L MnODO 389

filosófico muy fecundo y necesario en el análisis de los conceptos El problema de la atracción forma , en realidad, el centro y el
fun damentales de la física gene ral, en lo que D'Alemben llama ejemp lo arquetípico concreto en torno al cual gira en lo sucesivo
la "m éebaphvsique d e la ph ysiqu e générale"Y' Esta labor realizada toda disquisición gene ral acerca d el problema de la causa, Newton,
sobre los principios de la mate mática y de la ciencia empírica con aq uel ret raimiento qu e se impon ía, se debatió permanente-
constituye la fun ción au téntica e ind ispensable del esprit S)'srém.:v mente, en su interior, con el problema de la " explicación " de la
tiqu e, qu e D'A lembert d istingue exp resamente del reprobable espr it fuerza de la gravedad ," pero esta dificultad aparece descartada
de s)'stéme ."l rápidam ente por sus intérpretes y conti nuado res filosóficos.
Como vemos, el pensa miento de D'Alembert se proyecta en dos Es cierto, sin du da alguna, que el efecto a distancia resulta
direcciones, en un a de las cuales se orien ta ha cia un a nu eva sig.. "i ncomprensible", pero este defecto no es achacable a la rela-
nificación el concepto de la ex periencia, mientras que en la otra ción causal específica que aq uí se afirm a, sino qu e es inheren-
ocur re 10 mismo con el de la metafísica. A mbos conceptos entra n te al concepto genera l de la con exión causal. La relación de
ahora en una relación nueva y se condicionan mutuament e. Pero, causa a efecro no debe entend erse en n ingún caso de un modo
a pesar de seña lar tan cla ramente la meta y de impulsar tan eficaz- lógico, sino que h ay que aprend erla siempre po r medi o de la
mente la mar ch a hacia ella en sus investigaciones sobre los con- expe riencia; pues bien, una vez que se comprende esto, la fuerza
ceptos fundament ales de la mecánica, necesari amente te nía que actuando a distancia n o consti tuye ya ningún miste rio mayor que
esce p ársele de las ma nos la solución del problema, ya que la el de la comunicación del mov imiento por el contacto y el impul-
filosofía se reduce para él, en última instancia, a la "física expe- so, fenó meno supuestame nte di recto y fácilmente "com prensíble'V"
riment al d el alma ".2ll En este punto, D'Alembert no ha ce más A sí, pu es, cuando h ablamos de las " fuerzas" de la materia, no
qu e refl ejar la mentalidad y el dest ino de la época d e la qu e es nos arrogamos la pretensión d e desc ubrir con ello el verdadero
portavoz filosófico. fundamento interior d e lo qu e acaece, sino que empleamos este
El int ento de vincular tod o el pensa miento a la expe riencia conce pto simplemente como un modo breve de designar las rela-
y de atenerse exclusivamente a ésta no pod ía prosperar antes de cio .ies empíricas perce ptibles y susce ptibles de ser med idas. La
q ue una distinción crítica más nítida separase y elevase a una gravitación, lo mismo que la elect ricidad o el magnetismo, no des-
conciencia cla ra los diferentes elementos lógicos qu e entran en el empeña en nuestra co ncepción de las leyes nat urales otro papel
concep to de la experiencia. que el de las incógnitas de una ecuación algebraica : todo su sen-
tido y roda su significación estr iban en la relación que predican
II y en la proporción matemát ica q ue expresan."
Esta certera y fel iz for mulación, que enco ntramos en la Imro-
La concepción metodológica fund amental segÚn la cua l todo nues- ducción a la tJerdadera física, obra pu blicada por Keill en el
tro saber se extie nde solame nte a las .releciones entre los fenó me- año 1720, mu estra muy especialme nte con cu ánto retraso venía,
nos mismos y no a sus " causas" desconocidas encu ent ra su más
clara expresión en el modo como el conce pto fund amental de la 21 Más detalles acerca de es to , en Rosenbe l'ller, Isaac Newton una se/nI'
ph)'sikll[¡schen Printipien, Leipaig, 1895, p p. 407 ss,
teoria newton iana, el concepto de fuerza, se plasma en la lirerarura 22 D'Alembert, Elémenes de philorophi e, § XVII ([V, 241) ; S XIX (IV,
científica general de l siglo XVIII, 258 s.) : Condillac, L'Ar t de raisonne¡, (Oeu l'res de ConJ illac, Paria, 1798,
111 Eclairdssemenu, ! XV: "Sur l'usage er sur I'abus d e la M étaph ysíque t. VIlI, 103) y pass.
e n G écm étrie et e n llénéral dans les Scien ces Math ém s tiqu es" ( Milangcs, V , 23 " Eodem san e jure q ue in a. qllatione Algebra ica in c ógnitas quantitates

253 ss,) . lireris x ve! 'Y designamue et methodo haud multum d issirnili h arum qua litatllm
19 Discou rs prélim il1lllre (Mllanges, t, 36). intensiones et remlssiones qu ae ex positis q uíbuacunq ue condíttonib us sequun-
20 Discou n pTl!limi l1lllre (M elanges, t, 141 s.l , tur, investillar i possunt." ( Keill, lnrr odv cnc ad "'I'ram Ph)/sicam , r.)
390 DE NE'Wi ON A KANT EL PROBLEMA DEL MITaDO 391

como un verdadero ana cron ismo, la lucha librada por Hume contra por cuanto q ue cada una de sus partes pue de obtenerse por la adi-
el con cepto popular de fue rza, en la medid a en que esta lucha ción uniforme de un segmento, tomado por nosotros como base,
iba también dirigida contra las conce pciones de la ciencia exacta. mientras que en ningún otro campo podemos disponer de una
Hasta la fil osofía de la naturale::a de esta époc a, orientada hacia com pa ración tan fácil y tan sensible entr e las diferent es forma s
un a co nstruc ción din ám ica de la ma teria, se ma nt iene, desde este y cualidades.
punto d e vista y a pesar de todo, rigurosam ente de ntro de los m ar- La base sobre la que desc a nsa la seguri dad de la matemá tica
cos de la concepción "positivista" genera l : por la fuerza de dos no es, po r ta nto, la "objetivida d", sino la " reiterabilida d" (ré pli-
cuerpos no d ebem os entende r, según explica Bosco vich, ot ra cosa cabil ité ) d e las ideas se nsibles, q ue le sirven de punt o de partida;
que la determinación numérica q ue regula la proporción de m ag- no reside en el h echo de qu e sus conceptos tengan un origen
nitu des de la velocidad que esos cuerpos se comun ican m utua- su perior al sim pleme nte empírico, sino a qu e son los resultados de
mente." un a expe riencia anterior y " más sim ple".2';;
La prime ra recepción y el prime r desarrollo de las ideas de y a la misma concl usión podemos llegar, en una medida aún
H ume entre los matemáticos los en contramos mas tar de en Mau- mayor, con respecto a los principios de la m ecánica, todos . los
pertu is, qu ien al mismo tiem po es el prim ero q ue traslada el cua les no son m ás q ue observacion es generalizadas, aunq ue por
problem a hu m eano a la órbita visua l de la filosofía a lemana, ya el hec ho de halla rnos de la rgo tiem po atrás fam iliarizados con ellas
qu e sus escritos vieron la luz en las Memorias de la A cadem ia lleguemos a creer, eq uivocá ndonos constantemente, qu e obedecen
de Berlín. La infl uen cia de Hume se manifiesta aquí, sobre todo, a una necesidad lógica in terior.26
en el hecho de q ue -en cont raste con D'Alem bert- ta mbién las La más sencilla refle xió n lógica nos enseña , sin embargo, qu e
proposicion es de la ma tem ática pura se llevan al circulo de la cualq uie ra sup uest a con cepción ra cio na l d e las leyes de la com uní...
deriv ación empírica. cación del movimient o no pasa de ser una simple apariencia.
Maupertuís combate exp resame nt e la tesis d e q ue las formas Ima ginémonos a alguie n que jamás haya te nido una pe rcepció n
matem áticas son productos del espíritu mi smo: el espíritu, según propia de Jo que es el contacto entre dos cuer pos y que, en cam-
él, no puede crear objetos nuevos, sino simpl em ente unir y sepa rar bio, haya adquirido, a la vista de gran núm ero de observ aciones,
las impresiones q ue los sent idos le tra nsm iten. Por tanto, la pecu- el conocimiento de las leyes por las q ue se rige la meacla de colo--
liar ventaja lógica q ue solemos at ribuir a los conce ptos de la ma- res, y preguntémosle q ué sucederá si van acercá ndose el un o a l
tem át ica ra dica tamb ién, única y exclusivament e, en la materia otro cada vez m ás, hasta enco nt rarse, dos cuerpos, uno d e ellos
de las impresiones de q ue esos conceptos provi enen: descansa so- amarillo y el otro azul. Lo m ás proba ble es q ue nos conteste que,
bre el hecho de qu e en ellos se resume n sensaciones absolutament e al confund irse estos d os cue rpos, surgirá uno nu evo, de color
anál ogas y de que, por tanto, toda to talidad con qu e aq uí nos en- verde, pero jamás llegará a predeci r qu e, despu és de
contram os brota de la simp le repetición de una unidad fundamen- ambos cuerpos seguirán movién dose con una velocidad com un o
ta l y pued e m edirse exactamente por m edio de ella. q ue u no de ellos cederá su velocidad al ot ro o se verá impelido
C ua ndo atribu imos a la exte nsión ot ro tipo de certeza y una de rech azo por él.r.
form a más alta de "ser" q ue al color o cualqu iera ot ra cualidad 25 Maupe rtu is, Ex¡¡m..n. p/¡ilosophiq.. .. d .. 14 pr.... d e I'niJ rence de
p i.... , elC. Primen pa rle: "Sur l'évidence el 1, ce"ilUde M.thé rnariqu e"
secunda ria, establecemos una distinción carente de todo sent ido ( Hin oire de ('A caJé mie RO)..ue del Scienct"$ e r Deltes L.ern-es, 1756), especial-
rea l. N o hacemos m ás qu e expresar, con ello, q ue la extensió n men te B XI H .
ofrece a nuestro conocim iento un pu nto de ataque más cómodo, 26 Maup ertuis, 1. e, Segunda parte, H XXIX y XXX V.
24 V. BO/lcovich, T/¡ cOI' ia philosoph iae nat ..raliJ, 2' ed., Ve necia, 1763 21 Ma uper tuis, Essai de Cm mulngie (Oe uwf".' de Ma...perru is, nou veUe ¿d ic.,
(1. ed., Viena, 1758) , ' 9. cOl'. igu ..1 aa.gm enrü, Lj-c n , 1756), vol. 1, p p. 31s. (El pQSllje e n cues nón filCu-
392 DE NEWTüN A KANT EL PROBLEM A DEL METO DO 393

Son las im presiones y las experiencias del sen tido las que nos últimas, no cabe duda de que sirven en el pro pio Maupertuis a
trasmiten el conce pto de la "im penetrabilidad", permi tiéndonos un fundamental propósito me tafísico. Se nos inculca la idea de
con ello establecer las leyes del choque, sin necesid ad de poseer qu e no pod emos penetrar en la conexió n de las causas simple-
ni la más ligera noción del acae cer int erior que le sirve de base. mente para que aprendamos a conocer la nat uraleza como un a
E! conc epto de fuerza no es, por tanto, más que un manto qu e conexión de fines . La auténtica filosofía t iene que saber ma rchar
encu bre nuestra propia ignora ncia. por el camino inte rmedio entre los que ven por doquier causas
"No existe en toda la filosofía moderna ningun a pala bra qu e se y los que, como Hume, niegan tod a causalidad, " pu es sería negar a
repita con tanta frecuencia como ésta ni a la que se atribu ya un la J)rovidencia lo que le corresponde el em peñarse en negar las
sentido tan vago." causas, del mismo modo q ue sería arrogarn os algo qu e no nos
La representación d e la fuerza nac e en última instancia, pura y pertenece el considerarnos en todo momento capaces de cono-
exclusivamente, del esfuerzo que experimentamos cuando se trat a cerlas" :1(1
de vencer las resistencias que se oponen, por ejemplo, al desp la- Pero el plan fundam ental de la organización divina de l univer-
zamiento de nuestro cuerpo; no es, por tanto, en cuanto a su so está garantizado por los principios de la mecánica misma. El
origen , atta cosa que una sensaci ón confusa a la cual no podemos carácter " fort uito" de las leyes naturales, que se interpon ía an te
dar siquiera el nombre de "idea" , Podemos, sin emba rgo, ya que su com prensión puramente lógica, nos revela al mismo tiempo un
no nos es posible liberarnos del todo de l pensamiento de una imp orta nte aspecto positivo, por cuanto que descubre an te nos-
acción m utua entre los cuerpos, seguir empleando la palabra ot ros su carácter y su origen telcoLógicos. El principio del mínimo
"fuerza"; pero debemos, al hacerlo así, tener muy presente en esfue rza debe proclamarse como el principi o supremo de la mecá-
todo momento que con ello no designamos ni podemos designar nica, por ser en él donde más claramente se manifies tan esta rela-
más que determ inados efec tos manifíesros.w ción y esta condicio nalid ad : las leyes del movimiento, cuya de-
Ni siquiera el propio Newron, pese a su prudencia crítica , supo rivación de los conceptos del pensamiento se nega ba, se ded ucen
mantenerse constantemente fiel a este precepto: al proclamar en ah ora de los atr ibutos de la causa suprema, dotada de inrel igen-
su segunda ley que el cambio pro ducido en el movim iento de cia." Por donde, pese a tod a la relarivizaci ón de nu estro saber
un cuerpo es proporcional a la fuerza que actúa sobre él, eleva al de experienci a, sigue manteniéndose en todo su vigor la idea de
ra ngo de ley na tura l un a vacua proposición idéntica, que no hace lo absoluto y dom inan do, como hasta aquí, el sistema totaL d el
otra cosa que fijar nuestra defi nición del concepto de fuerza. El conocimiento,
concepto de la "causa de la aceleración" debe desaparecer de y de nuevo nos encont ramos con que el límite con que aquí
la mecá nica, sustit uido simp leme nte por las dete rm inaciones de me-
dida de la aceleraci ón.w 3(1 Examen ph ilosophique, Segunda parle, XXIV : "Tandís qu'on abuse
des mors de causes ce d 'effets el qu'on les place par toUl, q ueIq lles autres
Sin embargo , por muy rad ical que parezca el acento de estas
phil osop hes n íenl rout e causaliré ¡ les argurn en ts dont se sert pollr cela un des
afirmaciones y por m ucho qu e parezcan sacar las consecuencias plus grand s hornme s de l'A nglete rre (Mr. H u me) scnr assurémen t des plus
ingénieux et des plus su brils: cep endan t iI m e semble qu 'entre rrlJUver d es
ra ya en 1746, en los escritos de la A cademia d e Berl in ; d emuest ra, por tanto, causes parto ut el n'e n rrouver n ull e pa rt il esr un juste rnilieu oü se tro ilve le
que el con ocimien to de la teoria de Hume po r Maupertuis no se basaba en la vtai: si c'es r refuser 11 la Pro víd en ce ce qu i lu i a ppa rt ien t que d e nie r les causes,
Enquiry, publicada por primera veZ en Lon dres en 1748, sin o en el TTear,se, c'e sr no us arroger c e 'luí o c nous ap partie n l pas qu e d e nous rou lours croíre
qu e vio la luz en los año s 1739-40. ca pables d e 1... co nnoi tre. "
28 Essc¡ de Cosmo!ogie, l. c., r, 28 s.s. oH E.ls¡¡.i de Cosmo! ogie; Segu nda parl e, " OU l'on deduit les loix du rnou ve-
29 Mauper tuíe, Exam en. philosophique, e tcé te ra , Segunda parte, § i xxm men t des artributs de la supreme In rell.gen ce ", rOesores de Mau perruis, 1,
y XXXVI. 26 ss.) .
39. DE NEWT ON A KANT EL PROBLEMA DE L M n OO O 395

se tropieza no es algo peculiar al modo de plantear el problema C lara mente se comprende, sin em bargo, que, situ ánd ose en este
un determinado pensador, sino que marca nítidamente la fron tera punto d e vista, no podía tampoco encerrarse la experiencia en un
genera l sobre la que jamás se remonta la concepción general de sistema que descansara sobre sí mismo , pu es, viéndola así, sólo po-
conju nto de toda la época . Lo que se discute no es la ex isten cia, demos captar en ella un o de los lados, el que mira al sujeto pen-
sino solamente la cognoscib ilidad de las cosas absol utas . Lo que sante, y se nos escapa siempre, en cambio, su origen en las cosas
vale tanto como decir que todo nues tro saber desca nsa sobre un absolutas . Los mas celosos defe nsores del "empirismo " se perca tan
fundam ento desconocido e inescrutable. de este defecto y lo pon en de man ifiesto con tod a fuerza. También
La ide a de que existe, más allá de todo nuestro conoci miento nuestro conoc imiento sensible a par ece env uel to a nte nosotro s en
em pírico-fenomé nico, un m un do escondido de "cosas en sí" in- las sombras, por lo que se refiere a sus orígenes y a su nacimiento.
cognoscibles, idea que con tanta frecuen cia se ha considerado "Las ideas innat as son una quimera, que la experiencia se
como la sustancia de la doctrina kanti a na, es en realidad la con- encarg a de refutar; ahora bien, no por ello de ja de ser menos
vicción imperante en toda la filosofía del siglo XVIII. En cualquier incomprensib le el modo como llegamos a nuestras sensaciones y,
obra de la época qu e abramos, ya verse sobre la cienci a de la partiendo de ellas, a las representaciones de la reflexión. La inte-
naturaleza o sobre la teoría del conocimi ento, encontraremos, casi ligencia suprema se h a encargado d e exte nder sobre todas estas
con seguridad, expresada esa convíccíón.w Kant no "inventó" cosas, ante nuest ra débil mirado, un velo que en vano nos esfor-
esta concepción, sino que la tomó de su tiempo, para profundizar zaremos por descorrer. Es triste para nuestro afá n de saber y
en ella e infundirle un sentido nuevo. nuestro amor propio; pero es la suerte de la huma nidad." 2tl
y esta manera fu ndamental de concebir el problem a conse rva,
32 Entresacamos de en tre los n um eros os y var iad os eje mplos solamente unos en fin de cue ntas, la ú ltima palab ra aun frente a los principios
cuantos, es pec ialmente ca ract erís ticos : Leures de M(lI<p ertuis, lib. IV, O eu"res,
puros d e la cienc ia: jamás llegaremos a saber d e verdad qué son,
Il, 202 : "Voili¡ ou nous en somrnes: ncus vivon s dens un Monde oü rien de
ce qu e nous appercevons ne ress ernble 11 ce que nous a pperce von s. Des e rres en cuanto a su auté nt ica esencia interior, el espacio y el tiempo, la
inconn us excuene dans noere áme eons In sen timem s, rour es les perceprions mat eria y el movimiento, la fuerza y la velocidad.w
qu 'd le épronve; et sans resse mbler 10 e ucune de s ch ose" que nous apperc cvons, Este escepticismo d elata el fracaso de todos los in tentos hechos
n ous les repré sen renr tcures." el. tamb i én Con dillae, L'A rr de raissoner (1. c., para erigir el saber pura y exclus ivamente sobre la base segura d e
pp. 75 s.) : "11 faur don c vous sou venir que je ne parl era¡ que des propt i érés
los "hechos". A medida que va limitándose la influencia de los
relaríves rou res les fcis qu e je J irai qu'u n e ch ose esr évide nte d e fait . Ma is il
faur vous souvenir euse í qu e CeS propriérés re/llti" es pr01went de s propriérés
conceptos "metafísicos" dentro de la ciencia emp írica, mus van
absolues, comme l'effet proutJe sa ca use . L'évidenc e d e fait su ppose done ces reca tándose estos principios al fondo de la experiencia, como una
proprí étés, bien lom d e les exdur e, et si elle n'en fair pas son obje ct, c'ese frontera fija e insupera ble del conocimiento.
qu'i! nous es t irnpo ssíble de les cc n noitre." (Cl. C oudillac, La Logique , cap. V,
y O'Alemberr, Eléme nts de phi1osophi<', § XIX (Mé!anges, IV, 258 s.)
Del círcu lo d e las investiga cio nes exactas y em p íricas, de bemos citar aquí, penb egue, 1760, cap. XV, 242) . "Todo nuestro conoc im iento de la na tura-
entre los d isdpu los y pa rtidarios directos d e N ewron, sobr e todo , a Bc n ner y lera no es, sin a tta cosa que un conocim iento d e fenómen os que
Ka esmere " Nou s ne conno tssor», don e point rE'se nce r éell e des Ch oses. Nou s representa rían para nosotro,; algo muy distinto si viésemos lo rea l en ellos"
n 'appercevons que les Eff et, ee point du tou r les Agems. C e que nous nomo (Kaestner, Anfangsgrnnde de- hijheren Mecha n.ik, Go ringa , 1766, parte m ,
me n e l'Essence du Suje r n'e sr done qu e son Essen ce nominnle. Elle eet le núm. 196) . Sobr e el desa rrollo d el "fenomenalísmo'' en la filosofía y la
r¿s ultar d e l'Ess enc e réell e, I'expresston des Rnpport s nécessaires, sous lesquel s psicología a lemanas, v. tamb ién infra, pp. 440 ss.
le Su jet se montre ¿¡ nous. Nous ne pou vons done affirmer qu e le SlIjet scir ea D'Ale mberr, Eiérnenrs de ph i!osoph ie, § V I (IV, 63).
réellemenr ce qu 'il nous peroir étre. Mai s no us pouvons affirrn er q u e ce q ,,'i l 1'14 "B tend ue , m uriere, ceros, es pac e, tempe, mou ve rnenr, v íresse eon t auta ot
nous paroit étre re sulte d e ce qu i ese r éeilem enr er de ce qu e n oue somtnes de ch oses, dont la n at ure n ous ese tOU t a fa it cach ée." Condillac, VAn de
par rapport a I" i" (Bonn er, Essai <lIwlytiqu e sur les facul rés de ¡'am e, Co. rc tsonn er, O euvrcs, VIII , p. 88.
ESPAOO y TI EMPO

teoría científica ten em os qu e saber abstraem os d e los sentidos"


(in Ph ilosophicis autem abstrahend um esr a sensibus) ,'
Capíeulo II D e este modo, la fundamentación del sistema d e la inducción
comienza con la postulaci ón d e un ser, sustraído por princi pio a
ESPACIO y T IEMPO la con finnación por medio de la percepción directa . Pero esta
conexió n, sin duda mu y importante y fecunda en consecuencias
1. E L PROBLEMA DEL ESPACIO Y EL TIEMPO EN LA C ENClA
pa ra el fut uro desarrollo de la filosofía, nos plantea, en el esta do
DE LA NATURALEZA. en Que aquí nos encontramos, dificultades verdadera mente in -
a) New ron y sus eTÍt icos solubles.
En efecto, [q ue significa n el espacio, el tiem po y el movim ien to,
En las primeras páginas de su obra, t raza Newton con rasgos si se pretende ma ntener con todo rigor el postulado de la pura
firmes, como de bronce, el pla no genera l del edi ficio de la ciencia "descripción" d e los hec hos, tal como había sido formulado por
empírica. Los diversos conceptos sobre los cuales descansa la física Newton y su escuela? La observación no nos ofrece nunca puntos
ma tem átic a no se obtienen y razonan, aqu í, en una disquisición o momentos del espacio PUTO o del tiem po PUTQ, sino solamente
lógica abst racta, sino que se establecen desde el primer momento tales o cuales contenidos físicos situados d ent ro de las relaciones
como premisas seguras e incuestionables, que ha n de acreditarse del espacio o del tiempo. Por donde todo 10 que sabemos acerca
única y exclusivamente en sus consecuencias. Las difer entes pro, de las dererrninabilidades de lugar y tiem po se reduce absoluta-
posiciones se siguen las u nas a [as otra s de un modo casi dogmá tico; mente a una serie de relaciones. Par ece estarnos vedada tod a in-
u na defi nición se enga rza a ot ra, un teorema a ot ro teorem a, en un dagación acerca de u n ser del espacio al mar gen de estas rela-
enlace deductivo y necesario. ciones perceptibles de los cuer pos.
Co n este rigor y esta coherencia, que desde el prime r mo- Si, a pesa r de ello, se designa el espacio absoluto, aunque no
me nto pa recen recha zar toda crítica, a par ecen ta mbién a nte nos- pueda sernos da do nunca ni de ningún mod o, como un prin cipio
otros en Newron, al principio, los con ceptos de espacio y de inexcusable de la mecánica, tend remos que llegar necesariamente
tiempo. a la conclusión de Que es falso que la experiencia constituya el
límite en el Que se encierr a el contenido d e todo nu estro saber;
" El espado absoLu to permanece consta nte me nte igual e inmó-
tendremos que con clu ir, para de cirlo d e otro mod o, que entre
vil, por virtud de su natural eza y sin rela ción alguna con ningÚn
los fundamentos de la física matemática misma se desliza un con-
objeto exterior; el espacio relativo, por el cont rario, es una medida
cepto "metafísico" . Con 10 cua l quedaría rota ya, evidentemente,
o una parte móvil del prime ro, que nuestros senti dos nos señala n la fuerza de la in ducción pura, tal ro mo Newton la había ente n-
por medio de su situación con respecto a otros cuerpos y que dido y proclamado. La prime ra de las reglas metod ológicas que
genera lme nte se confunde por error con el mismo espacio inmó- este pensador propone a la in vestigaci ón exige Que no se ad mitan
vil. . • Como las partes de éste no pueden ver...e ni, en gener al, más " ca usas" qu e las " verdade ras" , es decir, aquellas que se rna-
distinguirse a través de los sentidos, ad mitimos en vez de ellas nifiestan y se acredita n e n la explicación de los fenórn enoe." A hora
ciertas medidas perceptibles y dete rminamos todos los lugares con bien, la existencia d el esp acio absoluto y del tiem po absoluto no
a rreglo a su situación y a su dis ta ncia con respecto a u n cuerpo
1 N ew ton, PhilQsophille nal ltTalis principia mathematica (Sch oliu m a la
dado, que consideram os inmóvil. Nos valemos, así, en vez de los
8' def inic i6n) .
lugares y movimientos absolutos, de los relativos, lo qu e resulta, V. las "Regulee phil050phandi", que figuran al comier uc del libro ter-
además, suficiente pa ra los fines de orde n prác tico; pero en la cero de los pr incipios matemáticos de la reod a de la naturaleza,
396
398 DE NEWTON A KANT ESPACIO Y TIEMPO 399

constituye una "vera causa " en el sentido qu e aquí se establece: y en que la exte nsión rep resenta, a pesar de todo, una cua lidad
ningún fenómeno natural podría da rnos noticia segura de ella; nin- positiva. Pero, zqu é clase de exten sión es ésta que no puede d ivi-
guna ex perienc ia pod ría justificarla o refut arla. dirse ni medirse y en la que no hay ni una sola parte que pu eda
En esta cont radicci ón reside la crisis de la teoría newtoniana percibirse por medio de los sentidos o capta rse por medio de la
de la ex periencia, y de aq uí toma n pie constant emente, en efecto, representaci ón? • • Si exa minamos a fond o semejante idea -su#
las objeciones de los adversa rios en contra d e ella. Se comp rende pon iendo que podamos llama rla asi-c-, vemos qu e es la más per-
que Berkelev se considerara autorizado, en vista de esto, a resta ura r fecta representación de la nada que poda mos imaginarnos."
y a erigir de nu evo en su unidad y en su cohesión la fun damenta- T ampoco es d ifícil para nosot ros, ahora, penetrar en la ilusión
ción em pírica de las ciencia s, qu e creía amena zada por este lado. psicológica que continua mente nos at a a estos contenidos a paren--
La crítica de la teoría del espacio radica en él, al igual que la del tes. El su jeto perc ipiente cree ha ber prescindido, en su acti vidad
análisis superior, en la polé mica contra los con ceptos a bstra ctos. de abstra cción , de todos los conte nidos mareriales en gen eral,
El con cepto d el espacio absoluto surge ante nosotros cuando cuando lo que en realid ad hace no es más que aboli r las cosas
desprendemos una cualidad simple, que la percepción nos ofrece exter iores, reteniendo en cambio su prop io cuerpo , en su existen-
en los cue rpos. cíe las condiciones especiales de los sentidos bajo cia material. Por d onde, a un allí donde creemos haber alejado de
la que se nos presenta en tod o mo mento, operando con ella como nosotros todo el mundo d e los cuerpos , se d esliza de nuevo un d ato
con un contenido separado e independient e. Claro está qu e, al empírico-sensible, en el que insen siblemente nos a poyamos, al eñr-
escindir de este modo la unidad natural de la experiencia, ningún mar la posibilidad de la comparación y la d istinción dentro del
esfuerzo lógico será ya capaz de volver a reunir las partes int e- espacio. Nuestro cuerpo nos ofrece, en la situa ción y en la con-
grantes a parentemente heterogéneas y de de termina r de un modo textura de sus partes el indispensable punto de apoyo y el sistema
irre futable la corr elación e interdependencia entre ellas. Y así, lo de rejerencícs necesario que tenemos qu e tomar como base para
que sólo es, en realidad, un momento con creto qu e destaca mos poder hablar de las determina ciones y los cambios de luga r.!
arbitra riamente del objeto empírico, se convierte ahora en u n ser T ampoco la con sideración d e las relaciones y leyes fundamen -
incondiciona l que antecede en la realidad de hec ho a los objetos tales de la dinámica cambia n i puede ha cer cambiar en lo más
de la exp eriencia y se en frenta a ellos con la vigencia de una ex ís- mínimo la decisión general, ya que las reglas sup remas d e la mecá-
tencia " superior" y necesaria. Pero los "absurdos existentes" del nica, como por ejemplo el principio 'd e la inercia, no significan
"espacio vacío" y del " tiempo vacío" no tardan en esfumarse, ne- ot ra cosa que la generalización de det er minadas observaciones de
cesariamcnte, ante el análisis psicológico, q ue pone al d esnu do la hecho y no pueden encerrar en sí, como tales, un solo ele mento
formación de estas representaciones. q ue no radiqu e, d irecta o ind irectamente, en la experiencia y que
"Imaginémonos que todos los cuerpos han sido destruid os y no pueda docu mentarse a base de ella. La afirmación d e qu e todo
reducidos a la nada, y da remos el nombre d e espacio absoluto cuerpo aband onado a sí mismo permanece en su esta do de qui e-
a lo que queda en pie y de lo que ha desaparecido, a la par con tud o de movimiento u n iforme y rectilíneo, no pierde na da de su
los cuerpos mismos, toda ,.elación de situaci ón y de dista ncia ent re valor porque midam os el desplazamiento d el cuerpo, en vez de
ellos. A hora bien, este espacio es infinito, inmóvil, indivisible y referirlo al "es pacio absolu to", por la situación que ocup a con
no constitu ye ningún objeto de percepción, desde el momento en respecto a la bó\.,wa celeste.-l Esta hipótesis de un sistema especial
que ha cesado con respecto a él toda posibilida d de relación y y mater ial de coordenadas, de que nos valemos para formular las
de distinción. ' T odos sus atrib utos son, dicho en otras pal abras, 3 Berkeley, De motu (1721), B 53-55; PrincipIes 01 hUmóln kn owledge,
privativos o negativos; no parece significar, por ta nto , más qu e la § 116.
simple nada. La única dif icultad estriba en qu e es algo extenso -l De m otu, Si 64 s.
DE NEWTON A KANT EsrACIO y TI EMrO 401

leyes del movimiento sólo pued e considerarse como una fal la época , orient ada hacia In derivación s(,>ruualista del sabe r y el des-
siempre y cuan do qu e no hayamos sabido penetrar todavía en la arrollo poste rior de la teoría, enderezado de un modo pu ro hacia
validez siempre condicional y empírica qu e corresponde a estas la construcc ión de un a metafísica espiritua lista. Ambas ten dencias
mismas leyes y exijamos de ellas, erróneamente, una necesidad tienen necesariamente q ue uni rse y combinarse ahora ra ra com-
lógica incond iciona l. bat ir los con ceptos fun dament ales de la física matemát ica. Así
Aunque Berkeley no penet re aq uí certeramente en los pro- como antes se most raba q ue estos conceptos no rad ican en ningu na
fundos moti vos racion ales de los con ceptos newtonianos, no cabe " percepción" sensible, a hora se revela, por otr a parte, qu e se
duda de qu e vuelve a plantea r en las lín eas ant eriores un proble- hallan, sin embargo, demasiado estr ech ament e entrelazados con
ma filosófico general que ha brá de aguardar de ahora en adelante el mu ndo de 10 sensible para que pudiera lograrse llegar a conver-
a ser resuelto por la mecánica científica. El desarro llo logrado tirios nunca en cont enido de una consideración y de un a reflexión
por la teoría de Newton ent re sus d iscípulos, principalmente en puramente "espiritual es" . El espacio y el tiempo se refieren, al
el má s d estacado y original d e todos ellos, en Leonhard EuJer, igua l qu e todos los demás principios " matemáticos", única y exclu-
gua rda cierta relación tácita con las objeciones de Berkeley y es sivamente a aqu ella órb ita de fenómenos empíricamente perce pn-
así, gracias a esta ant ítesis, como llega a su madurez y alcan za bles, que el espirituali smo de Ber kelev aspira a aba ndonar, volando
su seguridad. por sobre ellos; no pue den, por tanto, pa rticipar de la suprema
En la critica berk eleyana se destaca, además, de un modo certeza "i ntelectu al", la cua l se hall a más bien reservada a los
característico otro rasgo qu e habrá de ser mu y importante para conceptos " met afísicos"; a los con ceptos de Slu ta ncia y de causa
el desarrollo ulterior del problema. El mismo se encarga de obje- (v. acerca de esto, supra, pp. 282 ss.] ,
ta r a sus prop ias afirmaciones de que el espacio puro y el tiempo Se manifiesta en este punto toda la ant ítesis que separa la cri-
puro , a unqu e no sean objeto de las sensaciones y de la imagina-- tica de la teoría ne wton iana de los principios en Ber kelcy y en
ción, no por ello necesitan renunciar a su originaria y necesaria Leibn iz. Por mucho que ambas, contem pladas a pr imera vista,
validez, en cuanto poda mos concebirlos como formas y prod uctos parezcan orientarse, obje tivame nte , hacia la misma meta, no cabe
del "entendimien to puro". Pero Berkelcv limitase a tomar esta duda de que se hallan presididas y dominadas, en m análi sis y
posibilidad en consideración, para rechazarla inm edia tame nte. El en su inves tigación, por punto s de vista m etod ológicos d iferent es.
entend imiento puro sólo se ocu pa de cosas espirituales e inexten- La " abstracción", que es para Berkeley la fue nte del erro r, repre-
sas; su campo de acción cae, por tanto, en su totalida d, más allá senta para Leibn iz el fu ndamento de toda conciencia cien tífica y
de la esfera a la que se hallan necesaria mente vinculados , por su raciona l. A l espacio y al t iempo puros, designados así como co n-
propia naturaleza, el espacio y el tiernpo.s Tanto el lugar como cepros absfractos y a los que se les niega, por ta nto , tod a. exi.Hcncia
la duración y el movimient o son inherentes a los cue rpos mate- a parte en el mundo de las cosas, se les asigna, sin embargo, y
riales y participan de todas sus determinaciones; pertenecen, por precisamente con ello, el más alto ran go en el sist ema del conoc i-
tanto, en cuanto a su cont enido ínt egro, al mund o d e la materia, mie nto. Es ahora, despu és de haberlos desglosado claramente de
que sólo podemos cap tar por medio de los sen tidos, mientras qu e los objetos concretos que la sensación nos tr asmite, cuando reco-
el pensami ento puro los repudia y los rechaza. nocemos su generalidad y su necesida d conceptual.
El ensayo De motu, en el que se contiene la polémica cont ra El concepto de la extensión infinita y continua, como el de la
la teoría newtoniana del espacio y el tiempo, mar ca un punto de du ración que fluye de u n mod o estrictamente uniform e, no se Ior-
viraje decisivo para la propia evolució n filosófica de Berkelev. Esta ma en nosotros a base de la selección de múltipl es observaciones
obra aparece exactamente en la fron tera divisoria entre la primera aisladas , sino que rep resenta una norma discursiva originaria, que
l'i De m ON , § d. 5UP' O, libro IV, c a p . 4, n ot a 75. ext raemos "de nosotros mismos", par a enfrent arla a los he chos.
402 DE NEWTON A KA NT
ESPACIO Y TIEMPO 4()3
Espacio y tiempo recobran, así, en contenido de verdad ideal sentido, e! t iem po es ta m bién la medida de l movimiento, es decir,
lo que habían perdido d e ser actual y objetivo. Forman, en unió n el movimiento uniforme la medida del no uniforme." (1
de los conceptos matemáticos consiguientes qu e de ellos se deri- En estas palabra s se de staca claramente el punto medular de
van, las "verdades e ternas" en las qu e jamás puede hacer mella la crítica leibniziana: Leibniz convier te en un algo "inteligible " 10
ni ngún fenómeno empírico, pues, lejos de resultar afectad as por que para Newron era un algo absoluto. Espac io y tiempo son
éstos, son las reglas a que debemos atene rnos pa ra considerar como " ideas de! entendimiento puro", que, en cuanto ta les, pueden sen-
"1"
rea o rec hazar como mera apariencia. un determinado fen óme- tar los fundamentos de las definiciones exactas y de las pruebas
no que los sent idos nos tras mitan (v. supra, pp. I lO s$.). rigurosam ente deductivas, pero que, a pesar d e este origen pura-
La denominación de ! espac io y el tiempo como las ordena; mente discursivo, perman ecen limitadas en su aplicación al campo
cion es de la yuxtaposición y la sucesión, refleja de un mo do ca- de la realidad empírica. Empe ñarse en hacerlas salir d e este mar-
rac terístico la doble relación en que se hallan con respec to a las ca, en concebirlas como atri butos de Dios o de cualquier clase de
sensacione s. A unque la "ordenación", en sí, no es nunca algo que su stan cias inmateriales, equivaldría a despojarlas de todo su valor
aparezca junto y al ma rgen de los contenidos a los que se refiere, real de conocimiento y a convertirlas en foco de una serie de con-
es evidente qu e éstos, por lo que a nuestro conocimi ento atañe, tradicciones insolubles.
se destinan única y exclusiva mente a no aparecer caóticamente Las objeciones form uladas por Leibniz y Berkeley contra la
revueltos, sino a represent ar y materializar una estructurac ión teoría new eoníana d el espacio y el t iempo y sus consecuencias
genera l y sujeta a ley. Por eso, aun negando con toda fuerza e in- met afísicas dan -c-precisamente por la gran d istancia que las sepa-
cansablemente la existencia sustantiva absoluta del espacio y el ra- el campo tot al de l problema y desli ndan en sus contornos
tiempo, Leibniz no desconoce, ni m ucho menos, la posición lógica generales el te rreno sobre el que en adela nte habrá de desa rro-
especial que ocupan estos dos con ceptos. llarse la discusió n.
"Una sucesión de representaciones -dice en los Nouveaux La disputa sigue su curso e im prime cada vez más su sello
Essais, refiriénd ose especialmente al concepto del tiempo- des- literario y científico a la época. Los escritos polé micos cruzados
Pierta en nosotros la id ea de la d ura ción, pero no constituye la entre Leibniz y C lar ke ---de los que V olt aire dice que son, ta l vez,
esencia misma de esta idea . Nuestras representaciones no poseen el más bello monumento que poseemos de una dispu ta [iter a-
n unca una continuidad lo sufi cientemente constante y uni forme ria-1 se h allan, según el testimonio de un contemporáneo, "en
para corres ponder al conc epto del tiempo, e! cual, semejante en ma nos de todo el mundo"," Y no se trata ya, ahora, de una
esto a la línea recta, es una forma continua, simple y uniforme. El
cambio de las re presentaciones nos brinda la posibilidad de captar II Leibniz, Essaís, libro I l, cap. 14, S 16. (Las citas y referencias
detalla das figuran en nue stra o bra Leibniz' Sysrem, cap. V, y en nu estra ed ición
la idea del tiempo, y lo medimos por medio de alteraciones uni- de Leibnit ' Hauprsehriften tur Grundle¡¡ung der Philosophie, vols. I y JI.
for mes; pero la sucesión de los acaecimientos en el tiem po per- C L el ín dice alfabé tico de materias, voz "Raum und Zeit",)
manecería en pie, sin n ingún género de d uda, au nque no h ubiese 7 Voltaire, La méraphysique de Newton 0It Paral/ele des sentiments de
ningú n acae cer uniforme en la naturaleza, del mismo modo que Newton el de (Amste rdem, 1740), cap. H.
a B éguelin, Co ncihat ion de s idées de Newron el de Leibnit sur l'es pece et:
persistiría, indudablem ente, la id ea d el lugar, aun cuando no exis-
le eemps (H isroire de l'A cadém ie Royale des Scrence s et des Bel!es Len-es,
tiesen cuerpos fijos e in móviles. . En efecto, conociendo las reglas t769) , p. 346: "Il serete ínutfle de rappc rter iei en détai! leur s sentimenrs sur
de los movimientos no uniformes, cabe siemp re referirlas a m ovi- l'espe ce ee le vide ee d'én umé eer lea arguments, sur lesqu ela ils appuy oient
m ientos uniformes inteligibles, determinando así de antemano el leurs d écislons : les ouvra ges d e ces illu stres Philo aophes sont entre les mains
resultado de la combinación de diferen tes movimientos. En este de tour te monde et ces marieres ont été trop souvent débatru es et discut éea
pour qu 'il soir besoin de les l"¿pé tet,"
DE NEwrON A KA NT ESPAC IO Y T lEMPO 405

que rella personal ent re dos bandos, sino d e la línea d ivisoria que rerialización: Euler es el verdadero y clásico testigo del espíritu de
sepa ra dos campos y dos te nde ncias fu ndam e ntales de la cult ura la filosofía matemática d e la naturaleza. La fra se de un moderno
científica. historiador de la ma temá tica, según la cual "es Euler q uien de un
Dentro de la ciencia matemática de la naru ral ezt!. siguen irn pe- modo más comp leto re present a la conciencia científica, a medi ados
ra ndo los conceptos newtonianos. Ios que logran, ad emás, impo ner- del siglo xvur", encierra todavía mayor verdad en cuanto al modo
se sin discusión alguna, con el triunfo defi nitivo y completo de la s metodológico de concebir y elaborar los p roblemas objetivos que
rec rias físicas d e Newron. A pa rtir de ah ora, los tra tados de mec á- en lo tocant e al contenido de estos problem as.
nica pa rte n de estos conceptos como de premisas necesa rias e Ya en la disertación profesora! de Euler apa rece tratado el
indubita bles. Es muy característico, en este sent ido, qu e has ta problema fundamental de la filosofía de la na tu raleza de la época ,
una obra como la. Fomnom ía de H errm ann , ta n a pegada por lo med iante la comparación de los principios de la física cartesiana y
de más a las concep cio nes de Leibniz, no represente ta mpoco una los de la física newtoniana. Eu ler, al proclam ar el triunfo del
excepción a lo que d ecimos," calcu lo leibn iziano en la dispu ta en rrc el métod o difere ncial y
Por otra parte, vemos cómo se un ifica la filosofía en sus más el método de la fluxión, se ve im pulsado a una disquisición de
extre mas cómo se armonizan el racional ismo de princi pio en torno al concepto de la infin iwd, disq uisición que
la escuela wolffin na y la Ilust ra ción francesa, para rechazar la rc a- resulta directamen te fec u nd a par a la caracterización lógica ho n-
lídnd absoluta del espacio y el nempo.w La solución de esta div er- da de este concepto. D e este modo, su teoría del espa cio y el
gencia sólo podí a lograrse una vez que llegara :1. cobrar su expre- tiempo a parece en el ce ntro de la discusión filosófica genera l y
sión ní tida y consciente. El pensador que alcanzó esta expresión nos conduce a través de toda s las fases concretas d e evolución de l
y con el que , por tanto, entr a en una nueva fase el problema problema, haciendo desfilar ante nosotros, en su desarr ollo gra-
general , fue Leon hard Eu ler, dual, los di ferentes puntos de vista sistemáticos.
La prime ra obra extensa sobre los problemas de la mecánica,
b) El d esarrollo de la leoria new lon iana publicada en el año 1736, plantea ya el problem a dec isivo, que en
ade la nte y a lo largo de trein ta a ños ha brá de ret ener Euler, a bor-
Leonhard cll lcr dánd olo con stantemente desde nuevos punto s de vista . El rnovi-
Las dos aspiraciones pa ralelame nte enu nciad as en el titulo de la miento, si lo concebimos del mod o como se ofrece a nuestra pri-
obra fun damental de Newron encuentra n en Euler 1'U t tpica ma - me ra e im parcial consideración, sólo revela ame nosotros un
9 H err mann, Pho,o>lo mia 'i'.. . de "in b..s el m<xio.. s corpor" m , olid", ..m
proceso de de5pta;::amient o de lu.gar: pero el "l ugar" mismo sólo
ct fl..,,:torum, 1726; ot r05 eiern plos se encuen eran en 1"" tratados pue de determina rse como una pa rte del espacio inmenso e infinito
de Bossuet, T.air': élim,"uai••, d., micaniqwe et de d yM rni,¡,,,,, C be rlevdle , en el que se halla contenido el m undo de los cu erpos,
1763, p. IV, Y de Marie, T .(tite de ménmique, París, 1774, pp. 2 , . "Sin embargo, corno no po d emo s formamos ningu.na idea de-
\0 Con rrs","C1o a la filO'ioO fia alemana, d . especialmente la inreresante d i&" tl.'rm inada de este espacio inme nso ni de las limitaciones de nt ro
cusión del problema en Plcucqu ee, Prin cipia de sl<lmanriis ct " h<len om en is,
FrancFon y Leipzig, 1764, caps. V III y XII. §§194ss. V. adem ás Darjes, Ele- de él, solemos considerar e n vez de ese espacio un espac io finito
me,,,,, (J.l \leVa ed., Jena, 1753) , O nt olog ía, § C XXVIII (escol. 3) y límites corporales, juzgando con ar reglo a ellos el movimiento y
[cont ra KeJ1I ) ; Gottsched, [ 15t1! G' iin<ie Jer Ilesam !en Wdtweü heit (6' ed., In quietud de los cuerpos . Así, decimos que un cuer po que mun-
Lei.r :i¡:, 1756; i- ed., 1734) , S 265. Sobre b filosofía francesa, v, Co ndilla c, La tiene su posición con respecto a estos límites d escansa y que, por
k'¡:'<I«e (O"" vres, t . XXlI) , p, 196, y f)'A lembe rt, Ed aircissenwnt s sur les el contrario, aquel que cam bia de posición en relación con ellos,
élémt' nts de Philosophie, c a p . XVI. Entre los filósofo s, OCllp a \HW
posidón excepcio nal en -el mod o de tra ta r el espad o y el tiempo (Ent U'« rf
se m ueve. Sin embargo, al procede r así, deb emos concebir lo que
de. nuthwendi¡::en V crn" nft.m h. h..írcn, 3' ed., Leipz;g, 1766, H 5Q..52). hemos dicho acerca del espacio infinito y de las delimitacio nes
DE NEWfON A KAN!' ESPACIO Y TIEMI'O 4"
trazadas d entro de él de tal mod o q ue sólo enfoquemos ambas espacio absoluto. N ewron y toda la fisica matem ática qu e viene
determina ciones en el sent ido de puros conceptos matemáticos. tr as él señ alan const antemente el espacio absoluto y el tiempo ab-
Au nque estas representaciones se ha llen aparentemente en con- soluto como el v erdad ero espacio matemático y el verdadero tiem -
tradicción con las especulaciones metafísicas, no cabe du da de que po matemático, reconociendo , en cambio, una
podemos legítimament e em plearlas para nuest ra finalidad. No relativa lim itada y cond icional, a todos nuestros tesnm oruos acer-
afirmamos, en efecto, en modo alguno , que exista ese espacio ca de los espacios y los tiempos relativos. Lo cua l lleva consigo, al
infinito y que haya, dent ro de él, d elimitaciones fijas e inmóviles, parecer, u na total inversión de todas las relacion es lógicas de valor.
sino qu e, sin preocuparnos en lo más mínimo de su existencia [Qu é d erecho tenemos a converti r un a ficción , de la qu e no sabe-
o inexistencia, nos limitamos a postu lar que quien quiera consi- mos si a ella corr esponde o no alguna realidad objetiva, en pauta
derar la qui etud o el movimiento absolutos, tiene qu e represenrsr- de tod os nue stros juicios empí ricos, es decir, en la suma y com-
se ese espacio y juzgar con arreglo a él acerca del estado de quietu d pend io de cuanto nos es conocido y asequ ible? lN o ello
o de movimien to d e un cuerpo. La manera más cómoda d e ha cer- a mantener en pie el vicio fundamental de toda la fllosofia ante-
nos esta reflexión consiste en abstraemos totalment e del mu ndo rior a da r de nuevo ent rada en la Iisica a la mentalidad en-
(animum a mundo abstrahent es) e imaginarnos un espacio vacío ro'¿gica, oscureciendo y rebajando la seguridad inm ediata d e
infinito, en el que se encu ent ran los cuerpos," 11 nuestro conoc imiento b asado en la experienc ia a favor d e una
El carácter problemático de estas explicaciones se revela clara, "hipótesis"? lO acaso podría existir una justificación más profun-
mente en la exp resión du al y multivoca de la "idea", El espacio da de los conceptos d el espacio absoluto y del t iempo absoluto, es
puro no postula una cosa sustant iva existente por sí misma, sino q ue deci r, otro crit erio lógico, capaz de asegurarles su validez íncon-
implica ya solame nte el postu lado d e una repres entación . diclonal?
Pero, de otra parte, es evide nte que todo 10 que nos ofrecen El solo enuncia do d e estas preguntas nos lleva directament e
los sentidos y la imaginación no puede satisfacer la peculiar exi- al punto del que parten las posteriores investigaciones de Euler,
gencia que aquí nos sale al paso, ya que nos hallamos totalmente Las Rcflexions su r l'esl)ace et le remps, que vieron la luz
incapacitados para plasmar en una imagen per ceptiva concreta en 1748 en las publicaciones de la A cadem ia de Berlín, dan al
el conte nido de que se trata. lOe qué medio psicológico dispone- problem a inmediatamen te un giro gener al y de pr incipio. Antes
mos, por tanto, para pode r satisfacer aq ue lla exigencíat de abordar el problema especial, rrátase ante todo de optar ent re
Si consideramos el espacio absolut o fijándonos en la usual d iíe- el prob lema metaf ísico y el problema m at emático d e la
ren cia metafísica fundame ntal entre el ser f ísico y el ser psíqu ico, y la pied ra de toque para ello sólo puede encont rarse en los pnn-
lo veremos situa do inmedia tamente en una posición interm edia cipios de la mecán ica cienrífica y en las leyes del movimien to qu e
insostenible: tanto la esfera del "sujeto" como la del "objeto" figuran a la cabeza de ella. Estas leyes descansan sobre
parecen excluirl o del mismo modo. tos tan firmes y de tan inconmo vible seguridad , que necesaria-
Pero hay, además, otra objeción más seria, de car ácter meto-o mente tienen que const ituir el fundamento único de todos
dológico general, que necesariamente se impone en cont ra del juicios acerca del mundo de los cuerpos: y afirma n este valor m-
depe ndiente mente del h echo de que pod amos o no de
JI "Narnque non esserímus Jan hujusmodi spati um infinitum. quod hallen ciertos sup uestos principios superiores de la metafísica.
limites ñxos ee immobiles, sed siv.. sit, sive non sir non curen tes, postulamus "La certeza de los principios mecánicos es la que tiene que
rantu m, U t morum ebscl utum el quictem ebsoluram conremplaru rus sib¡ tale servirn os de guía en las espinosas investigaciones de la metafísica
spatium repraesenrer ex coq ue de eor po ru m etatu ve! qui eris vel mcrus ju-
dic et," Euler, M ech<lnica SI1.-'C m otu! scirn l ia anal)'ticc ex posil<l. 2 tD tl\O$ en 4·,
acerca d e la esencia y las cualidades de los cuerpos. T oda con-
Petrop., 1736-42, definir. 11, schol. 1 y 2. e1usión que contrad iga a aq uella certeza de berá rech azarse sin
' 08 DE NEWTON A KAN T ESPACIO Y

vacilar, por m uy fu ndada q ue pueda pa recernos. Las prime ras ca mino n uevo para llegar a ve r cla ro ace rca de la realiJa.J d e n ues-
represent aciones q ue nos forma mos de las cosas fue ra de nosotros tro saber. La observación d irecta de los sent idos no abre paso
son, por lo gen era l, ta n vagas y tan oscu ras, q ue resulta extraordi- hacia la na tur aleza real del espac io y el t iempo; per o tampoco
n ariamente pel igroso tratar d e llega r, pa rtiendo de el las, a con- el a nálisis psicológico de las representacio nes pued e cond ucirnos
clusiones seguras. Po r e llo co nstit uye ya un gran progreso el q ue a la meta. La esencia d e ambos debe d eterm inar se más bien, úni-
se conozca n, por otra corre, resultados a lo." q ue tengan que llegar ca y exclusivamente, ate ndiendo a la fllnción que cumplen de nt ro
tam bién , en último término, las reglas de la m etafísica, }' a estas del sistema de la Iisica m ate mática. La sum a y el conjunto de los
conclusiones tienen q ue aten erse, asimismo, y con a rreglo a ellas principios m ecánicos forma el pu nto de A rq uím ed es de n uestro
deben de terminarse, las ideas me ta físicas fundamenta les." 12 saber, p uesto q ue co nstituye la premisa de toda ex plicación exa ct a
El prob lema de la na tura leza de l espac io y el tie mpo nos de los fenómenos. A las vagas asp iraciones especu lativas se opone
o frece, por ta nt o, a l m ismo tiem po, u na pa uta fija y segu ra, siem- aq uí un hecho fijo, q ue no es posible da r de lad o.
pre q ue no consideremos estos conceptos por si mis mos y dentro de La teoría de Euler e s la declaración filosófica de la mayoría
un aislam iento abstra cro, sino en la posición rel ativa y dent ro de la de edad de la nu eva ciencia m atem ática , que se esfuerza d esd e
cone xión q ue mantien en entre sí en el princil;io de !a l)crma n('ncia. ahora en im plantar, pa rtiendo de sí m isma, la verd adera pauta
La verdad de este pr incipio se h alla fuera de toda d uda y sus- de la "obje tividad ", sin perm itir q ue se le im pon ga desde fuera
traído a la dispu ta de las escuelas: los dif erent es par tidos filosó- nin g-ún interés ext raño, La misión de la filosofía - tal como a
ficos se esfuerzan todos por igual en dem ostra rlo y en hacerlo partir de ahora se expresa de u n mod o claro e in equívoco- no
inteligible, pa rtiend o cada uno de sus pro pia s premisas. El pro- consiste en d ominar la experiencia , sino únicam ent e en comp ren-
blema decisivo, por ta nto, no consiste en saber qu é sccn el espa- derl a y en pone r en claro sus Iu ndamc n ros. Si nu estros co nceptos
cio y el t iem po de suyo, sino có mo se eTllplcan estos conceptos al psicológicos o meta físicos son demasiado estrechos pa ra encua d ra r
en unciar y form ular la ley de la gravedad . Si la consideració n el co nte nido que la cienc ia física nos ofrece, la cu lpa de ello de-
de los luga res y los mo vim ientos relativos basta n pa ra explica r el be r á achaca rse a estos co nceptos m ismos: n uestro esfuerzo tend r á
contenido de esta ley, no hay inco nven ient e alg uno e n at en erse que d irigirse, en este caso , a co rregirlos y t rans for mar los en la
a ellos; pero si, por el cont ra rio, se dem uest ra q ue la ley 0010 _ med ida necesaria pa ra q ue r uedan cumpli r plenamente la función
adquier e su senti do claro y plen o aba ndona nd o este punte de vista n la que se des tina n y en gracia a la cual ex isten.
para abra zar el del espado y el tiempo absolutos, deberá con síde- Con esta concepción , define Euler clara me nte el idcnl gene ra l
rarse de mostrad a la necesida d de estos conceptos. Se cae por tie- q ue vagam ent e había ve nido guiando tod os los pasos de las inves-
rra , asi, la objeción de q ue, co n ellos, no ha cemos otra cosa qu e ngncio nes exac tas, h asm llegar a él; y es mu y caracrcrísríco q ue
e leva r a hi póstasis nu estras propias represent acio nes, " ya q ue es, este mismo postulado fo rm ulado aq ui por Euler sea preconizado
evidentement e, una afirmación abs ur da la de q ue nu estras puras po r los m ismos añ os, a u nq ue no con ta nta fu erza y cla ridad , por
imaginaciones puedan servir de base a los princiPios rcales de lo. Mac laurtn, el más irnporrnnre m ate má tico ingl és despu és de la
me cánica". u muerte de Ne wrcn.!'
A ntes de d etenernos a exa minar la solu ción positiva propues ta
por Eul cr, es necesario, ante todo, fijarse en el IlIIn10 de vista H v. ;"'lad uarin, A n ,lCC0l4l1 r of Si r h Mc Ne«' r<J ns ph iloso phi ro ! <ii¡co \'<,ries,
ca rac terístico de su inv estigación. N os en contramos aquí con un Lond res, l i 4S, libro 11, cal' . 1, 19 : "1 know tha! sorne mera ph ysicia ns 01 great
c hnmc te r con J emn rh e noríon of nbsolu te "pa ce nnd aCC ll"e marhema ncians
12 Eule r, Réf!c xiGtlS su r l'es¡w ce el le remps (Hisl. de I'A cad. d" J Sciencc$ In thi_ " f renli: ing roo much thcir id eas, bUI ir rhose ph il"s" pb crs would ¡¡iv e
ci He/les urlre s, 1748), B 1 y 11. dile nue o non ro lhe phnenom ena ,,1 mOli" n, rhcy would " CC , how i1l ¡.:rou nd eJ
13 Réfl,.x ions, ! IV y V. Iheir cornplaio t ;". F, om ihe observa nc n "f nat u re we 311 kncw lh nt there ;s
uo DE NEWTON A KANT ESPACIO Y TIEMPO

Si nos atenemos aho ra al criterio general , vemos qu e apa rece carácter general, para concebirlo -a la manera de Berkeley-
formulado ya, indirectamente, un juicio acerca del problema espe- como una no rma empírica concreta, que rija pa ra los cuerpos
cial que nos ocupa. El metafísico, que niega los conceptos del terrestres, en cuanto a sus movimientos en relación con la bóveda
espacio y el t iempo absolutos, debe sustituirlos por ot ros más cer- celeste y con los astros fijos; tod o int ento de esta clase no ha ría
teros, dentro de la estructura del sistema de la mecánica. Púa más que oscurecer el verdad ero sent ido y el tipo especial de
ello, necesita apoyarse en sus propias definiciones del lugar y la vigencia lógica de esta Jey.1t> No se trata, en efecto, de comprobar
du ración para ver hasta qu é punto pu eden ent relazarse sin cont ra.. ningún hec ho con creto, sino simplemente d e una norma ideal, con
dicción alguna con la trama deductiva de los princip ios y Jos arreglo a la cual en juiciamos cua nto acaece en la na tu raleza. Es
teoremas de la mecán ica. Basta con in tenta r, aunque sólo sea por claro, por lo menos, q ue la m ecán ica científica, en su formulación
una vez. esta operación, para conve ncerse inmediat amen te de qu e y fundamentación de la ley de la gravedad, no se refiere para
es irrealizable. nada al ser o al no ser d e los astros fijosj y, por tan to, que tratán-
Si nos rijamos, por ejemplo, en la definición cartesiana según dose tan sólo, según el post ulado general e inicial del qu e partimos,
la cual el lugar de un cuerpo se determina por medio d e su rela- de poner de man ifiesto y explicar el conte n ido d e la ciencia exacta,
ción con los cuerpos vecinos e inte nta mos form ular la ley de la y no d e trans formarlo ar bitrariamente, debemos prescind ir d e tod a
gravedad par tiendo de esta prem isa, nos veremos obl igados a afir- relación con esre segundo punto de vista.
mar que un cuerpo sobre el cua l no influ ye ninguna fuerza exterior Por consiguiente, la física ma temá tica, cualquiera que sea el
no puede cam biar de situación con respecto a las partes de la aspecto en que enfoquemos sus resultados y sus princ ipios, jamás
materia cercana s a él y que se hallan en contacto directo con él. nos ofrecerá ot ra respu esta; tiene necesari ament e qu e atenerse al
Fácil es comprend er, sin embargo, que esta conclusión sena ab- postulado de l espacio absoluto y del tiempo absolu to si es qu e
surda : basta con dirigir sobre su vecindad ma teria l la acción de la quiere encontra r algún sent ido claro e ineq uívoco a sus propias
fuerza, sin representarnos el cuerpo mismo afect ado por ella, para reglas supremas. Ambos conce ptos encie rran una realidad innega-
ver cómo se destruye inmediata mente la relación mut ua y cons- ble, no porque los acred iten nu estras sensaciones, sino por algo mu-
ta nte entre la situación de am bos. cho más import ante: porque son indis pensables para la toralidad
En general, se pone de mani fiesto que el sistem a de referen cias, de nuestra concepción cientí fica del mu ndo.
tácitamente ad mitido cua ndo atribuimos a un cue rpo aba nd onado l Por qué, a pesa r de ello, los " filósofos" - término bajo el cual
a sí mismo un movimiento de velocidad y dirección uniformes, no engloba Euler no sólo a los analíticos psicológicos, sino también, y
se da nun ca d irectamente dent ro del campo d el ser emp íricamente en primera línea, a los pensadores racionalistas d e la escuela d e
perceptible. La observación no nos ofrece nunca, sean las que fue- Leibnia-Wolff-c- insisten consta ntemente en presentar estos con".
ren, masas qu e pod amos considerar como totalmente q uietas y cepros como simples conceptos abstra ctos, negándoles, por tanto, un
qu e, por ta nto, puedan tomarse rigurosamen te como punto de verdadero contenido objetivo? Porqu e se dejan llevar de u n enga-
referencia para comprobar los fenómenos del movimiento. ño, cuyo origen reside en el senti do vago y multívoco de la abs-
T odo int ento de despojar al princip io de la inercia de su tracción . No cabe duda de que, para elevarse a la idea d el espacio
puro y del tiempo puro, es necesaria una fun ción propia y especia l
moetc n, rh ae a body in morion pe rseveres in rhat stare, rill by the actlon o r del pensamiento ; pero el método de la refl exión. que para ellos
in fluen ce of eom e power it be necessitat ed re change il, rhat ir is n or in te/ mi"'e seguimos es fundam en talm ente distinto deL modo cam a fonnamos
or apparcnr motion in which ir perseveres in consequ ence of irs inertia, bur in
rea! and alu olUlc space. Th e persev era nce of a bod y in a state of resr can onl v
nuestros concepeos genéricos. Para llegar a un concepto gene ral,
rake place wíth relation te úbsolute space an d can onl" be inrelligible b" ad. nos rep resen tamos algo determina do y concreto, con todas y cada
miw'ng tr." 15 Euler, R¿fle;w; ion$ sur i 'espace et le rem po, H IX sJ,
DE NEWTON A K ANT ES\'ACIO y T IEMPO 41l

un a de sus cualidades, y vamos desca rtando, JXlCO a poco, sus a nálisis del conocimie nto objetivo de la ciencia de la natu raleza nos
características concre tas, una tras ot ra. Este camino puede ser su- obliga a com plementa r y aho ndar nuest ras ca regorfas psicológicas,
ficie nte, en real idad, par a llega r a form arnos el conce pto de la Sin emba rgo, y a pesa r de lo fecunda que pued a ser la suges-
('xlt:nsián, el cual surge ante nosotros cuando, e n nu estra rep resen- tión que aquí se nos da, hay q ue reconoc er que la propia conce p-
tación d e un cuerpo concreto, vamos d escart and o progresivam ente ción fundament al de Eu ler no va más al lá de los comienzos de l
el color, la du reza, la resiste ncia)' otras cualidades sensib les. nuevo problema aqu í apunta do. El hecho de que el espacio puro
Sin embargo, la idea del lugar no puede llegar a obte nerse v el tiempo puro son conceptos neccsor ros garant iza ta mbién direc-
nunca por medio de este m étod o, pues el lugar en q ue una cosa ta mente la realidad objetiva de estos. Euler part e de la premisa, no
se encuent ra no es precisam en te una cual idad q ue correspond a a cont rastada y para él evidente, de que es necesario ad mitir y exigir
una cosa, al lado de otras cualidades car acteríst icas suyas, sino en el ser absoluto un té rm ino correlativo objetivo para la significa-
algo tot almente d istinto del conjunto de sus cualidades sensibles. ción objetiva de los principios. Si no fuese así, si el espacio y el
El comp lejo d e cualidades percep tibles a que da mos el nombre de tiempo fuesen sola me nte ordenaciones "ideales", ral como las cali-
"cuerpo" no incl uye la del " lugar", de tal modo que podam os fica Leibn iz, nos encontr a riamos ant e la contradic ción de qu e la
destaca rla de las d em ás y conside rarla por separado. "L ejos de 7!letter ia, de que el cm yeali sI ill w 1fl de In Hslca se ori entar ía en su
ello, la idea de lugar se obtiene cuand o se concibe el cuerpo supri- movimiento y en sus cambios por las representacion es subjetivas
mido en su totalidad, por lo cual el ¡ligar no pue de ser n i haber sido que en nosot ros se d an.!" Sin embargo, Eulcr rechaza, con la na;
nu nca l!na detenninacil)n de cuerpo, toda vez que este concepto rura l repu gnan cia del investigador empírico por todo lo que sean
queda en pie cua ndo nos imaginarnos desap arecido el cuer po mis- "s utilezas" epistemológicas, la idea de considerar el movimiento
mo con toda s SUs dime nsiones. Hay que te ner en cuenta que el mismo de los cuer pos corno un simple "fenómeno", Los cuer pos
lugar que un cuerpo ocupa es algo muy distin to de su extensión : forma n el ser incondicio nal, y el mismo ra ngo y la misma prc tcn-
ésta forma parte del cuerpo especia l de que se tra ta y se d esplaza sió n debe afirmar todo c uanto se halla indisolubleme nte vincu lado
de un luga r a otro con él, al moverse, mient ras que el espacio y el n ellos y a sus leyes.
lugar no son de suyo ca paces de movimiento." 16 Pero la últi ma gra n exposición de conjunto sobre los problemas
Por tanto, si Queremos encont rar el justo término cor relativo de la mecánica, publicada por Euler e n 1765 ba jo el títu lo de
psicológico para el espacio de la física matemática tenemos nece- Tcoric del mol'l'micn ro, nos ofrece la prueb a caracte rística de cómo,
sariamente q ue inte rcalar un nuevo miembro interm ed io ent re la a pesar de todo, no es posible descar tar de u n modo permanente
perfec ción y el concepto, es decir, entre la sensación concret a y los escrúp ulos y problemas referentes a la critica de! conocimiento.
el pensamiento abst racto, a la manera como los entiend e la tra- A la vu elt a de diecisie te eñes, Euler vuelve d e nu evo, en esta
d ición lógica de los escolásticos. La separació n tradic ional resulta obra, sobre el proble ma; con la particula ridad de qu e en ella
ser insuficiente frente a los concep tos de la ciencia e xacta: el expo ne pa ralelam ente, siguiéndolas hasta en sus últ imas ce nse-
cuencias de un modo p lena me nte imparcial, las dos concepciones
16 " L'id"e d u he u qu'un co rps occupe n e se fo rme ras en rerranchant contrapuestas, sin llegar , por el momento, a una decisión definí-
que1q ues d éter tmn ations d u ccrps; ene résult e e n <llant le co rps tour emier
d e so ne q" e le lie " n 'ait pa! élé une dé rerm inM ion d u corl's, puj' 'iU'1! re.' le 17 er. Réjlt'xion.<, XIII: "On ne Jire qu e le p rem ier príncipe de
en eore apr¿, ¡wo ir enkvé Ic eorps 10tH cl'\tic r avec rout es " CS ,¡,,"miré•. Ca . il Mcca nique ' o it fondé su r un e chcs e q (Ji ne subsiste que d aos not re imas:ination
[au t rema rq uer qu e le Uc'U q u'un corps oceupe ese bien diffé ren r de son <,¡.m d u c, ,·t d e la iI faue (oncl llTe absolum enr, que ]'iJ"e rnarhérnatique du lieu n' '''t
ra ree q ue l'ét end ue nu co- ps er passe a vcc luí par le mouvcrncnr 1'11" imrudnaire, mai,. </II ' ¡! 'Y II ,jud <juc ch",,, du riel au mond e 'lu í rép ond
d'un lie u l' aut re ; au lleu que le lieu et I'espace ne sc nt suscepubles d'aucun il cct tc ¡di e. II y a done AU m onde c utr e les "orps 'l ui le constitu en t q uelq ue
mouv ement" (R e{!ex¡'}I'ls, ! XV). r':'a Ute' qu e nous nn \18 re r ¡o: , ent OI1" par I';dée Ju Iieu. "
414 DE NEWTO N A KANT ESPAC IO Y TI EMPO 415
tiva entre ellas. Es cierto que este método sólo se extiende a la y esenciales de los cuerpos. Aquí, en los u mbrales de la rnec é-
primera parte foro nám ica de la obra, mientras que a la segunda níca, por Jo me nos, no tenemos por qué preocuparnos de esta
parte, en que se cont iene la estruc tura de la dinámica, tal como distinción; desconocemos, incluso, si se le debe o no atri buir alguna
había sido desarrollada por el pro pio Euler en las R eflexiones, significación. Lejos de ello , podemos, sin incur rir en la más leve
retorna de nuevo a la concepción positiva de! mi smo pensador.w cont radicción, a tribui r sim ultáneamente al mismo sistema material
En su int rodu cción, la T eoría del movimiento fija , ante todo , la un movimiento de velocid ad y dirección distintas o considera rlo
conce pción relativista. como en qu ietud, según el cuerpo de referen cia en que nos fije-
"Nos sale al paso, en primer térmi no, la idea del Lugar. No es mos. La con cepción según la cual el mov imiento es un estado
fácil, sin embargo, exp licar lo que un lugar sea. Quienes se repre- unívocamente determ inado o una cuali dad específica del cue rpo
sentan un espacio inmens o en que se encuentra el universo, llaman concreto en el que se presenta, pierde ahora todo punto d e apoyo.
sus lu gares a las partes de este espacio ocupadas por los cuerpo s, ya " Dejemos que los filó sofos se preocupen de ver a qué clase de
que, en virtud de su extensión, todo cuerpo tiene necesariamente predica me ntos pueden sum ar el movimien to o la quiet ud; 10
qu e ocupar y llena r, por así d ecirlo, una parte d el espacio igual que, desde lu ego, es indudable, es que no se los puede llamar, en
a él. Pero el concepto de este espacio sólo lo formamos mediante modo alguno, cualidades. Pero nada habl a en contra de que los
la abstracción, suprimiendo mental me nte todos los cuerpos y 1Ia# llamemos 1'elaciones: en ef ecto, la naturaleza interior de una cosa
mando espacio a lo que, a juicio nuestro, queda después de realí- no cambia ni se altera en lo más mínimo po rque la comparemos
seda esa operación mental. Supo nemos, en efecto, que , suprim idos con unos objet os o con otros." 2()
los cuerpos, subsiste su extensión : concepción que los fi!.ósofos Pero este resul tado, al qu e nos con duce necesariamente la
suelen combatir con gran abundancia de argumentos. Sin emban descripción y el análi sis de la exp erien cia, no puede mant enerse
go, como este problema no puede descartars e antes d e que nos en pie, a pesar de todo, si nos fijamos en los princip ios sup remos
hayamos formado un a representación cer tera del movimiento, debe- de la me cánica. El esfue rzo por formu lar estos prin cipios de tal
mas rehuir aquí, desd e el primer mome nto , todas estas abstrac# modo que sólo describan y reproduzcan di rec tame nte los hechos
dones m entale s, fijándonos en la cosa tal y como se presenta direc- dados de la observación, resulta ser irrealizable, como ahora 10
tamente ante nuestros sentidos. Si nos ate nemos firme mente a expone de nu evo Eu ler. Vuelve a ser, sobre todo, la ley de la gra-
esto, sólo podremos juzgar acerca del luga r de un cuerpo refiriendo vedad la que nos im pone el pensamiento de l espacio absol uto y
a los otros cuerpos qu e lo rodean. Mi entras el cuerpo mant iene el tiempo absolu to.
su situa ción en rela ción con éstos, decimos que permane ce quieto; Nos encontramos, pu es, an te una paradoja de las más difíciles:
cuando cambia de situación en relación con ellos, decimos qu e ha lo que la exp eriencia nos niega y lo que ésta descarta para siem-
cambiado de lugar." 19 pre de su propia esfera, pa rece venir postulado necesariamente por
Desaparece, de este modo, aquella famosa d istinción ent re la las leyes de esta experiencia misma y como fundame nto de ellas."
quietud y el movimiento, considerados como cualidades internas La "abstrac ción", qu e aca bamos de rech azar, se ve rehabilitada de
nuevo y restabl ecida en sus derechos: "l os filósofos se valen COI1&'
18 Esta rela ción entre las dos partes la ignora Sereinrz, quien opi n a, por
ello, que es " un mi ste rio inex plicable el que el a uto r sos tenga e n la misma 20 T he oria m otu s, cap . l. § 17.
ob ra d os con cepcione s pu gn antes entre sí, d efendi endo cada una d e ellas con :n Theoria motus, ca p. Ir, § 81: "Qui spatlum absoluturn n egare vclu erir,
la mi sma fuerza JI la m isma conv icció n" (Di e phy sikalisch en Grundlagen del'" in grav issima incommoda d elabinrr. Cu m enim motum et q uiet em absolutam
Mech<tnik, LeiPt ig, 1883, p. 45). tnnqunm va nos sine me nte sone s rejicere debear, n on 801um leges mo tu ll,
19 Euler, Theoria motes corporum solidorum seu rigid orum ex primis quae huic p rincipio ( inertiae ) in ni tu nt u r, reííc e re deb er, sed e tmm ne ulla.s
ncs rrse cognilionis principiL' stabilira, Rostock JI Grei fswa ld , 1765, ca p. I, § 2. ,/u,'dem mcrus leges dari affirrnare co girnr,"
416 DE NEWTON A ESPACIO Y 'n EMr O 417

tautemen te de esta clase de abstracciones, y si pretendiera n negar- 2. E L PROBL EMA DEL ESPAClO y EL TI EMPO EN LA METAFíSICA

las, q,ucda ría todo acceso a l conocimiento de la ve rd ad't.w Y EN L A T EOLOGÍA n SP EO JLATlVA

aq ur, cla ramente ant e nosotros, el morillO q ue preside


y domi na roda la tra yector ia d el pensa mient o e n Eule r. Pa ra
fund am ent ar la experiencia, se ve cons raruernerue obligado n La meta crítica que la cie ncia de N eweon se traza no va enca minada
remom a.rse de las sensacio nes de los sentidos al Ctl IlCC/JtO puro: a la destru cción y su peració n de la meta física, sino q ue tiende
ahora bien, un a ve; ad mitido este y reconocido como med io del exclusivament e a desli nd ar los campos entre ésta y la matemát ica
co nocim iento objetivo. parece venirse a tierra de nu evo la mura lla exacra. N ewro n recalca cont in ua ment e y con toda energía la exis-
d ivisoria ent re la ciencia exac ta y la metafísica. En efecto, [existe tencia de objetos a los q ue no pu ede llegar en modo algu no nu es-
acaso a lgún crite rio que sepa re defi nitivament e y con seguri da d los tro conocimiento empírico; pero, afi rma, al m ismo tiem po, que
conceptos de la ciencia em pírica misma de los conceptos de la aq uel ser su prae mpirico no puede entorpecer ya el curso cont in uo
ontología especulativa? de nu estra observación y de nu estro análisis cient íficos de los
[en émenos. Se enfrentan ahora ent re sí dos cam pos d istint os, ca da
. .Eul er no enc ubre ante sus ojos la ant inomia ante la q ue, en
ult lm,o .result ado, se ve colocado, ni trata de ocultarla por m edio un o de ell os con su propia jurisdicción independ iente. La grande za
°
de h ábiles recu rsos de int ent os de solució n a med ias. filosófica de N ew ron re manifiesta precisament e en el hec ho de
cerrar el paso, co n toda fu erza y decisión, a cualq uier ingerencia
"El lugar r esu m e él el resultado d e su inv estigación- el'
en el campo de la investigación d e los hechos físicos a los pro-
algo q ue no de/lena e de los cuerpos, pero no es ta mpoco, ni mucho
blemas de orden religioso y mcrafísíco con los q ue él mismo sigue
menos, un simple concepto de l en tendi miento {mcrus ment is con-
ma nteniendo una íntima relación pe rsonal.
cepru s) : no me atret.'ería , sin embargo, a d ecir qllé rcaIic:W.l posee
fuera ad entend imiento, a unq ue alguna realiJ aJ , cua l'l uiera que Sin em bargo, a unque con ello se proc la mara, en sus
ella sea, debem os necesariam ente reconocerle. Los filóso fos d i- ros, la independencia y la susta ntividad de la experiencia, no se
viden todas las reali dades en determinad as clases, demostrando le cerra ba, ni muc ho m enos, en sus conclusiones, la perspect iva
q ue el lugar no pe rte nece a ningu na de ella s; yo m e inclino a de un ser su perior e inteligible. La experiencia puede, por lo
creer qu e cuas me nos, plant ear los pmblem(ll últ imos y más altos de la existe ncia,
. .carecen de todo fundamento, por falta d e u na
visióll a fon J o de ellas." aa au nq ue deba ren uncia r a su solución definitiva. La exp resión
ext ern a de esto la encontramos ya en la forma estilística en la q ue
El desa rrollo de los problemas filosóficos se encarna de elevar
la me ta física com ienza a brién d ose paso en Newton. El final de la
a certeza lo qu e Euler apunta aqu í co n cierto titu beo, como una
Optica, q ue esta blece de n uevo el ba lan ce de lo filoso fía newr onia-
simple conje tura, a l demostra r qu e es necesario acabar con los
na de la na turaleza, seña la como el fin último del sebe r' el reman-
esq ue mas r las clnsrficaciones tradic ionales, para pod er esrahlecer
ta rse de los efectos ma ni fiestos ante nosotros, por med io de ded uc-
y funda menta r de un modo seguro la peculiar " objetivida d " propia
ciones seguras y sin recu rri r a "hipótesis" invent adas, hasta sus
de l espacio y el tiempo; hay que rom per, ante todo, con las " cla-
causas, para encontrar, por ultimo, detrás de éstas, la causa pri..
ses" de la metafísica para hacer que afi rme su derecho dentro del
mera. Ahora bien, ésta no pued e conce birse ya, evide nte mente,
sistema rota l del conoc im iento la nu eva realidad of recid a por la
como un a causa "mecánica", sino qu e debe enf rentarse como una
ciencia exacta y por sus leyes.
potencia libre a la natu raleza y a sus fu erzas.
No se persigue, por t anto, la me ta rigu rosame nte limit ada de
describir en fórmu las matemát icas el m ecanismo de los fenórne-
22 Theori<l molU s, cap. Il, 77.
23 Th eoria n!<JIU !, ,aroIH, ! 128. nos, sino qu e, remo nt ándose por encima de esto, de be n formular-
DE NEWTON A KANT ESPACIO Y TI EMPO

se, por lo menos en la forma de p!.anrear el problema, otra clase d e resuenan ante nosot ros estas afir maciones, las cua les ejercieron, sin
cu estion es, embargo, sobre Jos contemporáneos d e N ewton una in fluencia
"¿Existe en los espacios qu e nos imagina mos vacíos d e ma ter ia, no inferior a los resultados d e su investigación exac ta! Estas re-
a pesar de todo, u n m edio, con ayuda del cual puedan explica rse sis de New ton apa recen v incul ad as a un movimien to teológico al
los fenómenos de la gravit ación? ¿Cómo explica r que en la naru- q ue apenas si presta n a tención los historia dores de la época,
rale za no acaezca nada en vano, y de dónde provienen la belleza pero que se cuenta, sin duda alguna, ent re los rasgos característicos
y la armonía de l universo! ¿No se desprend e d e los fenómenos de la imagen pan orám ica de este período.
naturales la necesidad de la existe ncia de un ser incor póreo, dorado La actitud de modestia y retraimiento que carac terizaba al
de inteligencia y cuuupresen rc, pa ra el que el espacio es. por así maestro en este punto no tardó en ser considerada por los discí-
decirlo, un "sensc rium", en el qu e percibe las cosas mismas y las pulos simplemente ce rno un a pa rticu la ridad formal de su ma nera
comp ren de en su más ínt ima esencia, mien tras que lo que percibe de expone r los problem as, de la qu e era convenie nte liberarse: el
y pien sa en nosot ros mismos son sola mente las imágenes de las estilo d ubitativo y prudente se ve desplazado ah ora por extensas
cosas q ue afluyen a él por medio de los órganos de los sentidos disquisiciones dogmáticas, en las qu e el espacio y el tiempo ab-
y que capta e intu ye en su pequeño sensorio?" 2 4 solutos aparecen determ inados y tra tados como " atri bu tos" divinos.
Así como el alma h umana -a la ma nera como expon e esta Las pruebas sobre la exis tencia de Dios, sobre todo, pa recen haber
con cepción Clarke, en sus ensayos cont ra Leibnís-c-, por medio de encont rado aquí el fund amento "apriorístico" firm e sobre el que
su comun idad directa con las copias o imágenes de las cosas que se pod ría n apo yarse en lo sucesivo. Estos ar gum entos habían sido
for man en el cerebro, considera estas copias como si fuesen las co- reconocidos ya, en genera l, como insuficientes en su forma tradicio-
sas mismas, así ta mbién Dios contempla las cosas originarias y los nal y, a medida que ib a fonalecí éndose la cr ítica psicológica y
originales a base de la com unida d prese nte e inmedia ta (immediace ep istemológica, aumentaban y arreciaba n, sobre todo, los ataqu es
presence) en q ue se halla con ellas. Los seres concretos, despo- d irigidos contra la pru eba ontológica y la cosmológica,
jados de todo punto de apoyo, se desint egrarían en la nada , al La existencia d el mundo visible no puede ofrecer -según se
d esprenderse total mente d e la susta ncia divina y separarse de ella; reconoce ahora, insistiéndose consta nteme nte en ello, incluso en
lo que las conse rva y lo qu e les asegura su pa rticipación en la el campo teológico- ningu na prueba plena e mobietable en pro
existencia es solamente la omnipresencia real por virt ud de la cua l de su in fini to cre ador, ya qu e no cabe infe rir ninguna conclusión
Dios ap arece conten ido y actúa d irectament e en cada un a de sus segura del efecto a la causa. La mat eria y el mun do corpóreo
pertes." no guardan n inguna con exión interior y necesaria con la existen-
iC uán extra ñas, como si viniesen de ot ro m undo concept ual, cia de D ios, sino que son un producto libre de su om nímoda
voluntad; de aqu í que n o pod amos ta m poco dedu cir de ellos nin-
24 "Atq ue his q uidem nte exp.:d itis, annon ex ph aen cmenís co nsrat, esse
Runa pru eba rigur osamente w gica qu e nos lleve al ser incondi-
Entem inco rpoeeurn, viven tem, íntelhgentem, omnipraesentcm, qul in apatlo
infin ito, tanq uam sen sorio suo, res ipsas intime cerner, pentr usqu e pc rsp iciat, cional.
totllsqu l! i'lIra Je pr<l<!1CnJ compleetalur; quarurn quid ern reeu m id Sin embargo, 10 que parecía ved ado a la escolástica par ece estar
qu od in nc bts se ntit er cogitat, imagin es tántum ed se per organa sensuurn ahora al alcance de la ciencia matem ática de la naturaleta. La
delat ll5, in se nsorio lo suo percipit e t contuetur." Newton, Optico,!, lat. reddid. explicación acerca del ser y de los atributos de Dios no debe espe-
Samud C!arke, Lausane, 1740, quaest. XXVIIf. Cf. Philosophiae naturalis prin_ rarse tanto del exam en de los fenómenos natlt rales como del an álí-
cipia math cmat ica, lib. m, Scho hum generale .
Escr itos polémicos e nt re Leibniz y Clarke: primera réplica de C larke,
sis de los con ceptos fu ndamentales del conocimien to de la na-
J ; terce ra réplica, H 10-12; más detalles ace rca de esto , en nu estra ed ició n turalcta. El fun damento de 10 "absolut o" se contiene de un mod o
Leibn it ' Haupt schri/t en, vol. 1, pp- 116, 121 s., 143 s, fijo e inconm ovible en los fundamentos d el saber em pírico mismo:
420 DE NEwrON A KANT ESP AC IO Y TIEMPO

la ind ucción de un sujeto eterno y omnipresent e que lleva en sí las bién e n los de la invest igación exacta. No en vano, pese a todos
determinaciones del espacio infi nito y la d uración infinita, pa rrien- los cona tos c ríticos, en lo que se refiere, por lo me nos, a las perso-
do de éstas, es proclamad a ahora con toda cla ridad como " la nalidades indiv id uales de los pensado res, no llegó a establecerse
úni ca prueba real y demostra tiva" d e la existencia del ser pri- nu nca una separación entre los problema s que desdibuja ra toral-
migenio. me nte los nexos que por todas partes se adv ierten entre las diferen-
El nuevo método proba torio aparece expu esto, sobre todo, y tes esferas.
desa rrollado en roda s las dir ecciones por Sarnuel Clarke, en su Hasta Qué plinto se a precia tod avía aqu í la influencia real de
obra, tan difundida y ta n importante históricamente, que lleva la meta física 10 indica con la mayor claridad el ejemp lo d e Quienes
por título A D tscc urse conccm ing [he Being and AtlribUles 01 se someten a ella de mala gana. Así, vemos que incl uso la filosofía
God. La larga d ispu ta dogmát ica que de este modo se desa la 28 positivista d e la Ilustración d ista todavía mucho de alc anzar la
sirve, por lo menos, ind irecta me nte, al inter és epistem ológico, por de fini tiva liberac ión int er ior: D 'Alembert, que se había propuesto
cuanto que am bas partes conte ndientes se ven cada vez más obli- de spojar a la filosofía de su ca rácte r "quimérico", para esta blecerla
gadas , para pod er afirma r sus posiciones, a una elaboraci ón lógica sobre los fundamentos propios d e una ciencia puramente empírica,
in dependiente de los conceptos científicos qu e empi ezan uti lizando sigue manteniend o, a pesar de todo, una teoría dogmática de l alma
como un simp le material. y de la ínmortalídad," mi entras que Maupcrruís, el primero que
Pero la sugestión de la teoría newtoniana del espacio y de Dios entre los pensadores de su tiem po recoge y desarrolla la duda
no se manifiesta solame n te en los círcul os de la teología, sino tam- de H um e, trata de hace r de la física teórica, cuyo origen pu ra-
mente empí rico de sta ca con sta nteme nte, el fu nd amento de una
26 De entre la co pios a literatu ra en torno a e5la polém ica teológica, desta- 11111eba exacta de
caremos solamen te una s cua nta s ob ras que ti enen in ter és en cua nto a la teoría En la misma trayectoria de la matemática se destaca por do-
del conoc imiento . Con respecto a la pos ición de Sam uel C lark e, int eresa sobr e
todo su ob ra A Du collu e conccJn tng rhe Being und AlI1ib"tes 01 God , die
qu ier, por ta nto , una fuerte te nde ncia metafísica subter ránea y
obligat iom 01 Kanu aJ Rd igio n and rhe Tr llth aod CeW Unl)' 01 Ihe Chrisr ian de resistencia.
&vela/ion (londre>¡, 1705-6) , V su d efensa contra las objecio nes for mu ladas a Es un matem át ico del círculo ncwroniano y el a utor de una
e$fa obra ([erten 10 rhe Rn -eren d Dr. CÚlrke Iro m ti GentkTJl<'lll in GlowceJttT_ historia del cálculo d e la flu xión , Iecob Repbson, q uien ahora se
. hire with me Doc ton ArulWTJ, impresa como apind ice a la n ueva edición encarga d e captar y d esarrollar las idea s especulativas fundamen--
d el DiJC()1HJe d e Cla rke, G laJgow, U ZJ, C5pecia lmente p p. i H uJ , En favor
de Cla rke im er vi!)Q pri nc ipalmente John JackS<.ln (T he Exislence ,ula Un i/)' DI
tales de la teoría newton iana del espacio. Dondequiera que nos
God ; psoo.-cd Im m h iJ NlItllre anJ AII,ib IlIC J, Being a V in a icaliom 01 Dr. aa.ke'J enco ntra mos con una "perfección" de las cosas, debemos bu scar
De mo n.ma rion 01 the lki"R ,,"d AunbllteJ 01 God, Lond rl"$, lni). En conna su fue nte y su prototipo - así a rgumenta este pensad or- en la
d e él se manifestó Edm u nd Law (A ddi liona/ Norc s re Archibi Jhop King, EJJa)' primera causa que contiene y encierra en un sentido superior y
on fhe Origin 01 f " il , V mis especia lmellt e A n cnquiry iNO rhe id ro s 01 , pace, "trascendental" toda la realidad imagi nable.
time , immenJit) anJ <"C'ln il); as a1 so lh e Sell-ExiJIl.'11 ce, Neceuary [ "'inenee
Por ta nto, si la idea d el espacio infinito y del tiem po inme nso
""d Un if)' 01 V ivine Nm " ...., Ca mbridge, 17H ).
loseph C lerke, Examination 01 Dr. Oarke . norion 01 ,¡,a..'''', wirh somc Con. rep resenta un contenido posit ivo, cualquiera que él sea -1y cómo
,idITat io n. 011 th e r OSJib,lif)' oi ¡¡eferna! Cr elllion , 1734; A {aHher podría ser d e ot ro modo, ya que am bas ideas son las Jn'cmisas de
cxamilll1rion 01 Dr. Cl arke, nm ioR 01 , pace, ibid., 1735. las que necesa riame nte t enemos que ar rancar para poder habl ar
Isaac W"aIl5, Ph ilow ph ical Esseys ou (lario«• •ubjc et s, 2' ed., Londr es, 1736 de la existencia del mu ndo limitado de los cuerpos-e, no cabe
(1 ' ed., lí31); Primer ema \'o : "A fair En quirr and Debat e cc nce rtng Space
duda de qu e la verdade ra y perfecta imagen lJrimi genia de am-
whether it be Some thlng nr N oth ing, O od or a Cr ea rur e.'
Ramsav, Th e Philosoph ical Prin cipies of N atllTal lln,l R"",c<lled Re!igion, CL especialmente D'A lemberl, Eléme nrs de ph ilosop hie, cn p. VI.
0 1asgow, 1748, libro l, P rolX'O S. VIH, escolio ( vol. 1, f'p . 57 l ." ) ' Ma upc ttu is, Em¡i d e C o, mo!o¡:i".
DE NEWTON A KANT ESPACIO Y TIEMPO m
bas debe buscarse en la prop ia existencia de Dios. Del mismo para lograrlo, ya Que en él se contie nen, d e un modo mas puro
rnodo que de lo carente de espíritu no pod ría sacarse nunca nada y más espiritual, tod as las determ inacion es Que ap reciamos en los
espiritual, así tam poco d e lo carente de extens ión pued e llegar a cuerpos materiales bajo una form a, por así decirlo, oscura y des-
jamás nada exeenso.ee Por tanto, no pud iendo ad mi- coyu ntada. El espacio, siendo ind ivisible, constit uye, sin embargo,
tu en DIOs aquella limitada, divisible e imperfecta propia el fund amento de tod a divisibilidad; siendo inmóvil, es, sin em-
de los cuerpos empmcos, por fu erza tenemos que reconoce r en bargo, la condición de todo movimient o; es en sí algo homogéneo
d ura ción .ilimitadas y constantes, simples e unitario y establece, a pesar de ello, la premisa de toda disocia-
ind ivisibles en SI mismas. La existencia de Dios es igual a si misma ción y de tod a susriruci ón reciproca de las cosas. Y, poseyendo
e.n todos los puntos del espacio y en todos los mamemos del todas estas cualida des, es la imagen refleja más nítida y más exacta
nempo. de la sustancia d ivina que conocemos, y nos revela en cada uno d e
Sólo ajustándonos de verdad a esta concepción, llegaremos a sus rasgos concretos uno de los atributos esenciales de bita.lI t
ten er conciencia de la distancia que separa al ser supre- Para captar y enjuiciar esta teoría en su conexión sistemática,
pnrmge mo de todo ser finito y dep end iente. La existencia es necesario, ante todo, seguirla hasta encontrar su verdadero ori-
infinita y suprema abarca y delimita ahora las cosas concretas no gen hi st órico. Tanto N ewron como Raphson, en su teor ía de l
ya en un sent ido purament e simbólico sino en un sen tido real' de espacio, se remontan a la filosofía de Henry More." En el
1 d' , , dinm Meraphysicum d e More aparecen, en toda su pureza y
ta mo o que estas no poseen ninguna existencia posible fuera
de l marco de aq uélla. claridad, los motivos d e esta teoría, que más tarde se presentan
"En comparación con aquella sustancia, la más esencial de de un modo aislado y entorpecidos por tende ncias distintas. More
todas, los objetos ap enas son más que débiles sombras de la verd e- es uno de los primeros pensadores qu e se dejan ganar por la retor-
realida d, y pueden ser considerados como algo real por sí rnn filosófica d e Descart es, aunqu e enfrentándose en seguida con
ya aun supo niendo que apar eciesen en toda s partes, Sil critica independient e a la nueva doctrina, adoptad a por él en
Jam as la infinitud de la suprema causa, positiva y rea l algunos puntos importa ntes. Sus cartas a Descartes figuran ent re
en el mas alto de los sentidos, puesto que el ser se contiene en ellos las manifestacion es más interesantes y más fecundas en contra de
siempre d e un mod o fragmentario." 50 la doctrina car tesiana, habiendo cont ribu ido en much os aspectos
El verdadero camino que conduce d e lo condicionado a lo a una profunda y clara fundamentación de los más impo rtantes
incond icionado apa rece señalado ahora de un modo claro ¡ no te- puntos de esta doct rina.
nemos más qu e sustraer a tod a front era y a todo limit e en nu estro Ya aquí nos encont ramos, como la verd adera amí resís activa
pensami ento lo que la concepción empírica nos ofrece d e un modo con la peculiar teoría d el espacio d e More, llamada a adq uirir
fragmentario, para elevarlo a la intuición adecuada de la realidad m ás tarde un desarrollo más amplio y una más rigurosa formula-
'. El espacia, tal como lo conciben el matemá tico y el físico ción. Se contiene en ella el g érrne n para u n desa rrollo autóctono
matemanco, nos presta el más decisivo e indispensable servicio de la filosofía inglesa y el pun to de partida de una metafísica "na-
2t "H inc d upl ex iIIe pe efection um in rebus creati! Fons prim us seu "Omnlg enae au rem infiniur d in'" vera e ratio ult ima er recipr oca in ab-
:rOWfÓru.'tO<; 1Il Pnma Ca usa modo (ue !oquulltur) em inentiori er rran sc ende n- sohmssíma uni rare consi, tue inve nieu lt UI er sumrne ratio in iníinitu-
.. . Ni! dar q uod non haber (modo pe rfecnerf) in !eipso : eadern dinem absolu ram deslne re et absorben. Qu icq uid ergo infi nitud inem DCll.lale m
.pamat e redibit qu aenio: Qui ex non cogitante produ c¡ potese cogitans?, et in genere absolunssims rn exprim ir, essem iam Prim ee Ca usae exprimit
eade m mquam parita te rat ionis: Qui ex non Ext ens o proveni re possunr Ex- necesSDrio exisre nrem omniurnq ue q UA e sun t Authorem" (Reph son , De Spatio
tensa? (J. Raphson, De Spatio Rcali seu Ente Infini to Co namc n Math emarico_ R'''llli, cap. V, p. 80).
Metaphyslcum, Londres, 1702, cap. VI, p. 83. 3 2 Rnph"on cita expresamente a H en rv More : v. De Spatio Reali, cap. VI,
80 Raphson, De Spatio R..ali, cap. VI, p. 90. Po 59.
DE NEWT ON A KA NT ESPACIO Y TI EMPO

cicnal ", por así decirlo, qu e se afirma y abre paso de un modo sentarnos que la extensión ha existido y existirá siem pre, indepe n-
independ ient e frente 3 los a van ces de! ca rtesia nismo. die nremente de que haya o no un ind ividuo pensa nte que la tenga
A sí se explica el va lor que una obra como la de More d ebía presente en su " imaginación". Ahora bien, Ic ómo pod ría existir
necesariam ente tener pa ra Ne wron, Este pa recía haber encontrado una cualidad real pe rsiste n te en tod a la etern idad, sin que cxistie-
en ella la preparación general el instrumental sistemático nece- ra al mismo tiem po un fu nd amento real V sustancial pa ra ella?
sarios para (a lucha que habia de libra r contra la física cartesiana. Este fundam ento, que necesariame nte te nemos que postula r, no
La contraposición entre las dos concepciones q uedaba clara- se encuentra nun ca en el campo d el ser físico que directame nte
men te defin ida y expresada en un conocido tópico : era la reacción nos rode a. Las cual idades que apreciam os en los cuerpos son sola-
cont ra el ma terialismo de Descar tes, qu ien convierte la exren- ment e pa rtes limita das e inde pendientes ent re sí de la extensión,
sió n en mate ria; t re r ábase de demos tra r en Cont ra de esto el cuya suma no a rroja nun ca el total del espacio infinito V uno.
ca rácter espirit ual e incorpóreo del espacio. Sólo cuando se logra- Por tanto, si esta ley ha de ser algo más que un a quimera de
ra esto, pod ría conside rarse verd ade ram ente d ilucidada la disputa nuestra imaginación, ten emos que encon tra rle un punto de a poyo
ent re los intereses relig-iosos y la investigación emp írica : el aná lisis más seguro que el qu e n os ofrecen los objetos em pír icos y m uta-
matemát ico de los cuerpos Y d e sus movimien tos se conv iert e, así, l-lcs. El sujeto real del espado absoluto y del tiem po absoluto no
en medi o para el cono cimiento m ás profun do de Dios y de sus pued e ser otro que la sust ancia divina, cuya acción ilimit ada se nos
atribu tos. revela bajo la form a de u n ser dobl emente in finito.
Este pensnmicnm fue el que Newron tomó de More, como "Aspiro, pues - tal es son las palabras con las que More pone
habr á de destacarse de un mod o característico más ta rde, en su fin a su investigación-e-, y por ello lucho, a int rodu cir de nuevo
d ispu ta con Leibniz por cua nto qu e aq uí se cifra la verdadera a Dios e n el mu ndo por la misma puerta por la que la filosofía
ventaja de los principios m atemáticos de la teoría de la natu raleza ' expu lsur io d e e.
ca rtesia na preten d 13 '1" 3 8
e n el hech o de que éstos, al de mostr a r corno u n ser absoluto el Es cierto que se ma nifiesta n innegablemente, ahora, las premi-
espacio vacío e inma terial, ofrecen el contrapeso más eficaz cont ra sas escolásticas de esta a rgumentación. La teoría del espacio de
el prejuicio marerialista.w I lenry More tiene sus raíces, íntegrame nte, en su concep to me ta-
l a existencia de la exte nsión infinita e inmóvil, dis tinta por Iisico de la sustan cia. T odo "accide nte" presu pon e un portado r,
principio, en virt ud d e estas cualidades fund ament ales, d el con- equ iparado por lo me nos a él en cuanto a realidad, pu es nada
ce pto de cuerpo, nos "frece la ilus tración más segura y dire ct a- hay que pueda carecer de cualidades.
ment e intuíble de una existencia superior e inma terial. T od o quat en us ulique d uo corpora a se djcu n tur d islare, q uod ¡5th.oc m od.o
intento de una int erpretación y d e un a debilitación sub jetivistas stnt Relata. .. m lamen hU¡tH n·lalion is es! .....JI.! ' Iu rd. u t m mulllf
de este contenido "es piritua l" está lla mado necesa ria me nte a fra. Relat ionibus re rurn Phes icarum" (:'.tor e, En chirid ium M" laph )'s iC'l. m sivt!
casa r, como 10 expo ne H en ry More con referencia a la teo ría del .1e u'bus inro rporeis, pa rte 1, cap. V III, ; 5. H......ici Moti Can tabrigiensi, Of>ertl,
espacio de H obbes. El espacio no es un simple con cepto de relación Lond res, 1679.
n "I mo v"m non poss umus no n Exrens tc ne rn qua nda m ímmc-
que se dé en nuestro pen samiento; es, por el contra rio, el "fund a- bilem o mr ue in in finitum perva d" nre m "xlirisse semper el in eeeemu m e xu-
mento real" en el que nos basam os ya al establecer cualquier clase tura m (sive no s de ea cog ite mus, , ive no n a materia d en i{IUe
de relaciones, al predicar cuanto se refiere a la situació n m utua m" bili realirer d istinctam. Ergo necesse est lit re ale aliqu iJ subjecmm h uic
y a la distancia de los cuerp os.e- Debemos necesaria mente repre- " ,bsit Exrensio ni, curn sir ar tríbu tum real". H aec argum entar¡o ita fir [llll est,
li t nu lln possir esse firmior, N a m S I illa vacille t, nullíus pro rsus Subje cti
:lo:l Escrito s poJemicos " ntr" Leibnír y segunda réplic a d e Clnrke, ; 1. cerro concludere in re rllm na tur a" ( En ch iri<l¡um, parte 1,
:14 elud í potest vis A rgumenr¡ diccndo quo d d i"tall tin non sit pro_ ,·np. v m, § 6).
a licuhls re i Ph ysica, sed tnr\tu m respectiva et noñonal¡s . Esro emm, L e" 1 7.
". DE NE\VfON A KANT ESPACI O Y TI EMPO

Dentro de este horizonte visua l se m ueve ta mbién todo el resto te r imperecedero y su in mensidad , Invocándolos como otros tan tos
de la argu mentación, que tiend e a demostra r cómo la extensión testimonios de su car áct er espiritual superior. C laro está qu e la
y la d uración coinciden y son compatibles con los dem ás atribu- imagen sensible que sole mos forma rnos del espacio sólo puede ser
tos y cara cteres fun damentales de la divinidad . considerada, ahora, como el contorno impreciso de su verda dera
V an enumerándose sucesiv'amente las conocidas det ermi nacio- realida d, En el símbolo de la ext ensión se revela ante nosotros
nes dogmáticas, los diferentes " títulos" del Ser supremo , poni én- un ser inteligible. Rem ontarse hasta éste es considerado, ah ora,
dolas en relación con las características lógicas del espacio y el como la verdad era misión de la filosofía, en la que ésta se coloca
riernpo.tt D ios es conc ebido como la unidad y la .s im plicidad muy por encima de la matemática, la cual se limita simplemen te
incon dicional, pero estas caracte rísticas se dan también en el es- a conte mplar el esquema intuitivo de las cosas.
pacía a bsoluto, el cual es, cualita tivamente, un todo ho mog éneo " El objeto espiritua l que lla mamos espacio no es más que una
Y. cua ntitativa me nte, único, ya que no se le pu ede dividir en una sombra que tiende a esfumarse y que nos representa la verdadera
pluralidad rea l de partes . D el mismo modo qu e no se halla forma. naturaleza gene ral d e la inint err umpi da omnipresencia divina a
do por elementos físicos, no puede real mente desintegrarse en través de la déb il lu z d e nuestro intelecto, hasta que estamos en
ellos; lejos de ello , tod a desintegración a que menta lm ente 10 so- condiciones de contem pl arl a con los ojos despiertos y de sde más
meta mos tiene un significado pu ramente abstracto y l ógico. As í cerca," '/1 9
como D ios se contra pone a las cosas como un a existencia rnd e- Nos movemos plenamente, como se ve, dentro de la órbita de l
tJendicnrc, así tam bién el espacio se contra pone a los objetos como pensamiento pa nteísta : en el mismo te rreno en el que ha brotado
algo qu e se basta a sí mismo, ya qu e no necesita de ellos para la teo ría spino zísta de la susta ncia infinita, qu e conocemos bajo el
su propia existencia y sólo permite que ent ren e n él a poster ior i, atrib uto de la exte nsión ilimitada, Pero al desarrol lo tot al de l ce n-
como un a natu ra leza acabada y circu nscrita dent ro de sí misma. sa miento se opo nen aq u í, en seguida, ciertos obstác ulos teológicos
Por ta nto, si I1I) S imaginamos todas las cosas destrui das, e n modo decisivos. La peTsonalidad de Dios debe mantenerse en pie por
alg uno podremos imagina r por ello qu e ha desapar ecido su exis- doq uier como pri ncipio indubitable, con lo cual no se hace
tencia misma, pues ésta se afirma necesar iam ente para nuest ra acumular las dificultad es para seguir desarrolla ndo el pensa mien-
represenracíón.w to. La " inm anencia" de Dios en la naturaleza se mantiene in tan-
Y, del mismo modo, va pasando revista este pensador a los gíble, como un a meta inasequible. La tra bazón armónica ent re el
demás predicados del espacio , como son su inm ovilidad, su carác- mundo de los cuerpos y el m undo de los espíritus , que ha de ser
J7 "Neque en im reale dumraxa e, sed Dívinurn quíddam videbitur bcc EJ,;. garantizada media nte el concepto interm edio del "espacio puro",
tensum infin ltum l e im rnobile..• J'l'>5tq uam D ivina iII. Nomina vel litulos, q UI fracasa en su objetivo d e eleva r el ser sensible; tiene qu e t erminar,
exemussim ips¡ congruum e oumeraverim us: qui ee ulteríorem hdem lad en t en contra del propósito originario. revistiendo incluso lo pu ram ent e
ilIud non posse ess.e Nihil, urpote cui te r ta mq ue pneelara Altri bura com-
pet u n r, CujU5mod i suoe quae eequuntu r q uaeque pr imo Enli
conceptual ba jo formas sensibles y ant ropomorfas.
epectanm at lribu uo!. Vr V 'It.m, Si m ple"" lm m obile, Ae ltTflum , Com ¡,>le fum, Fácil es com pre nde r, partiendo de aquí, el duro y bru sco dua-
l nd e ¡'>endc nJ, A le ni.'lerls, per se subJiJfcns, Incorru¡'> tibile, Ne ceWlrium, In¡,. lismo que preside la separación de principio establecida por D es--
rnenram, rncremu m, Incorporea m, Omnia ¡'> erm eúns el co-n- cartes entre la sustancia pensante y la susta ncia externa. El
piecrens (l. e., \ 8). espacio, y con él la cie ncia de la nat ura leza, se
as "Necesse autem es! concipe re !a nq uam ex ísrens a l e, eu rn o mnlno
por lo menos, a tod a confusión con aq uel . beio
indepen dens ab alio. Quod aurem eb alic non dependc:t, hcc man ifestissimo
es! in dicio, nempe q uod tamelSi res reliquas omnes tanqllam rerurn natura el que acech aban todos los peligros de la Vieja memflsíca. l a
exte rrn inabiles con cfpere possu m us, hoc remen E:o:ten Ju m in fi nitll m iltlmo bile 39 Enc h irid ium Me lll¡,>h, sicum (Op era, I, 171 ss.: cf. • dernáe An tid olo n
ne co¡¡irar io ne 'luidcm "e! fjn¡¡i pot est cn crminoo ile" (1. C. , \ la). Ath.,ü m um, a péndic e, cap. 7, 1 Y 2: O pera, 1(, 162) ,
DE NEWTON A KA NT ESPACIO Y TIEMPO

fue esta blecida con la clar idad y la ni tid ez del espíritu los sistemas materialista s.s'' Cl aro está q ue estas ventajas d e la
nnalitico, el cu al, para salvaguard ar la sepa ración metodológica doctrina tenían qu e resultar cont rar restada s, en úl tima instancia,
entre las dos zonas de prob lema!', se veía im pulsado hasta su total por los repa ros teológicos con qu e tropezaba su acepta ción. C on
contraposición. ella, venía a derrumba rse, evidem erncn tc, la ngida muralla diviso-
Las est rechas relaciones q ue en Newton un en de nuevo la ria entre Dios y el m un d o; el espacio puro parecía, por así d ecirlo,
rec ria del espacio y la teo ria de Dios representa n, en comparación flota r entre el mundo d e los semidos y el mun do inteligible, de
con esto y concebidas d esde este pu nto de vista, un defecto in re- ta l mod o que a mbos mundos se entrelazaba n y se trocaba n insen-
rior en la fun da mentación filosófica de la ciencia e mpírica. New- siblemente el un o en el otro.
ton, al apoyarse en la doctr ina de H enry More, retiene con ella Contra la conce pción de More y de Cla rke se exterioriza n ah ora
un fragmento de la con cepción med ieval del m undo y de la repa ros y objeciones se mejantes a los q ue Bavle d irigiera en su
na turaleza, q ue en lo sucesivo y gracias a su autoridad, pod rá tiempo cont ra Spinoza. Si el espacio forma parte necesaria e inse-
segui r ma nifesta ndo toda vía su fuerza y su eficacia plenamente para ble de la esencia d ivina, todo cu erpo, por virtud de la exren-
d entro de la investigación exacta. sión que le corresponde, es parte real de l ser d e Dios; de este
Y, sin em bargo, tampoco este momento - tan comp lejas son mod o, por tanto, los seres concretos d eber án ser d espojados por
las vias y las posibilid ades d el desa rrollo de las ideas- puede nosotros de toda realidad indepe ndiente, a menos que qu eramos
enjuici arse en un sentido puramente negativo, ya que la reconocer en ellos otros tantos peq ueños "di oses" independientes.
li'{ación del espacio y el tiem po señalaba, como hemos de ver, el C ualquiera que sea la actitud que adop tem os ant e este problema,
cam ino para su futu ra ideal ización. nos vere mos envueltos inmediatam ente en dificultades insolubles.
El estudio de un con ocido escrito r teológico de la époc a, Isaac
1I Watt, que lleva por tit ulo Enqll iry con ceming Spcce. se enca rga
de resumir - aunque en estilo mas retórico que filosófico, cierta-
La investigación cnnca de la teoría del espacio de Henry More meme-, rodas estas pa radojas de la teo ría de More.
empieza rnanrenié ndose -si, al principio, la con sideram os sola- "¿Qué es, en último térm ino, esta cosa ta n usual y, sin em-
men te dentro de los estrec hos ma rcos de la filosofía inglesa de bargo, ta n ra ra que llam amos espacio? ¿Q ué significa este mist e-
esta época-e- exclusivamen te de nt ro de la órbita de los problemas rio, conocido de un mod o ta n general y, a pesar de ello, totalmente
teológicos, pa ra encnuza rse lu ego grad ualme nte por los ca uces psi- incognoscible? ¿No es nada o es algo, es modo o es sust ancia, es
cológicos.
Dios o es un a simp le cria tu ra?"
Pa ra la teorin especulat iva d e D ios, la concepción de More No es posible negar ni reconocer al espac io, en su conju nto,
parecía representar una ventaja de cisiva, pu es pa recía, en efec to, todas estas d eterminaciones, sin incurrir con ello en una absurda
como si con elJa se arrebatara su a rm a lógica m as pod erosa a los mezcla de características contradictorias.
"1 10bbisms"
ts as y a 1os " ateos " . El espacio
" vaco, que vcma . siendo "A tra vés de todos estos argument os t rabajosos y difíciles, sólo
el fun damento de tod a la concepción atomista y mecenícísm de la alca nza mos a conocer, en últi mo resultado, las fallas de nuestra
nat uraleza, debia suministr ar aho ra, a su vez, la prueba clara y propi a razón. U na idea cotid iana y cono cida d e todo el mundo,
pal maria en favor de la existenc ia de una suprema susta ncia incor- en la que todos parecen coincidi r, pone en evidencia y cubre de
pórca. vergüenza, a la postre, a todos nu est ros sistemas filosóficos: nos
En este sentido, vemos cómo Cudwort h em plea los razona-
mientas de More, sin llegar a hac er suyo Íntegramente su conte- Cudworth, The Tnu InteUectl"'! nf rhe UnJ...e-se, Londres, 1678,
n id o objetivo, como argum ent os ad homincm. en la lucha contra ¡ul., lib. 1, cap. IV, pp. 769 s.
' J() DE NE\,('TON A KANT ESPACIO Y TI EMPO ' 31

hundim os en el abismo insondable del espacio in fini to y eterno, y arríbuve." C uanto existe es algo determinado y circunscrito en sí
n uestro pens am iento se pierde y se engolfa en él." u mismo; es nuestro pens a miento y sólo él el que tiende a remen-
El único medio para e ncont ra r un camino de escape a este ta rse cons ta ntemente por enci ma de cada uno de los puntos al -
escepticismo pa recía residi r en la reflexión filosófica acerca d e los camados, conv irtié ndose con d io en funda mento y en fue nte de
orígenes y el desarrollo de la representación del espacio. Es éste cualquier clase d e infinit ud.
pr ecisamente el punto en el Que falla el an álisis de Locke, el cual, Con esto, el problema se retrotra e nuev am ente de la teología
deján dose lleva r por la autoridad d e Newron , retrocede ante el y la mística especulativas a su verdadero fu ndamento y a 5U terre -
últ imo resultado al que llevaban los pr incipios filosóficos del empi- 1\1' epistemol ógico; la vigencia y la necesida d Que atr ibui mos al
ri SIDO (v. supra, pp. 210 u .) . espacio y al tiem po no deben busca rse en modo alguno en las
Por ta nto, la in vestigación, sobre la base general aq uí estableci- cosas mismas e n cua nto tales, sino solamente en nu estros propios
da, tenía que lleva rse a una nueva y consecuente con clusión. Para l."1JI\.LCP tos de las cosas.
resolver este problema, Ed mund Law, en su Enquiry mro ehe ideas En realidad, es -como aho ra se expone en de talle-e- el viejo
of Spece, Time. l mmcnsity and Etemity, se apoya en la crítica de prejuicio onto lógico el culp able de que nos aferremos a los con-
Lccke acerca del concepto de lo in finito. El error fun dam ental en ccptos del espacio absoluto y del tiem po absoluto. Part iendo de la
q ue incurren los adv ersarios de la teoría relativista estr iba en ver nat ura leza y estructura de nu estra s ideas, se cree pod er infer ir
en la infinitud del espacio y el tiempo la prueba de su ser absoluto dir ecta mente la existencia y In est ructura y naturaleza de las cosas.
y trasce ndente , El hecho de que la extensión y la duración sobrepa- A hora bien, no hay ni ngún puente , ningún nexo lógico q ue nos
sen, en cua nto a su magnitud, toda nu estr a ca pacidad finita de cap- lleve de la representación al ser absoluto. A un que Law se remita,
tación los hace ta mbién, desde este punto de vista - tal como lo ar- en este punto, a Locke, e n la fuerza y en la nitidez con que ahora
gumenta. por ejem plo, Raphson- . perma nentem ente incon cebibles se sostiene y d efiend e este pensamiento se revela, al mismo tiempo,
pa ra nosot ros en cuanto a su esencia interior.w En realidad. la con- el progreso q ue el pensamiento de la época ha hecho desde Locke
e1 usión Que aqu i se int enta establecer, de be Inve rtirse: es precisa- hasta Berkeley. T od o e ntro nqu e necesario se refiere, en último
ment e el carácter ilimitado de l espacio y el tiem po el que nos ofrece termino, a la relación e nt re las ideas mismas, no a una relación
la segura garantía de Que esos conceptos no ent ra ñan cosas, sino que exista entre u na idea y su ob jeto exterior. La significación y
simplement e ideas del en tend imiento pu ro , Por eso representa, eví- el valor d e tod as nu est ras verdades sólo pued en bu scarse, por
d entemente, u na contradicción hablar de los lím ites puestos a la tanto, en la interior consonancia que exist e entre unos concep tos
extensión en el espacio o en el tiempo, pero no porque ello en. y otros. y no en los "or iginales" de las cosas qu e a ellos puedan
tra ñe una falsa afirmaci ón objetiva acerca de la naturaleza de las corresponder.
cosas, sino porque eq uivaldría a un desconocimiento de nuestro " Nos vemos aquí obli gados -c-según observa Law, polemizando
inte lecto y d e sus funciones fundamentales. Nu estra capacidad clara mente contra C la rke y sus secuaces-e- a apartarnos de nu es-
para trascender todo límite del espacio o del tiem po no prueba Iros adversa rios, no solamente en nuestra concepción del espacio y
que la extensión y la duración sean realm ente infinitas, en lo que 48 "And In i!; very thinll demonstr ales l ha t rh ey are norhin g b UI Idees 01
a su pro pia esencia real !>C refiere, sino que demu estra, por el I"" C ¡mellec! and ha ve n o r...¡¡,u d ro ¡he Exiseence of Iln)' e;o;temal Obiect an d
contra rio, qu e no poseen ni pueden poseer esa esencia que se les rhar therefo rc ro ¡imi l !"-em is ro dc, tro)' en e oi our "'it , rhar "f
N llmbcrillg. Th e Reason then of th eir Indefinire ness is with me not 'because
H Isaac W atts , A fair Enq uiry an,[ Deba ¡e C"o ncern ing Spa ce (d, nota 26) , in their existen r N atur es the y a re nece. sarily infinire', bu! quite rhe
secc. VI, pp. 20 s, n' , 'erJ¿ t'it. becau .,e rh ey have no rcal cx istent NalUr c al al!." (Ed mu nd Law,
42 Raphson, S pa¡io Real i, ca p, V, p. 78: "Spat ium est no bís incompr e- An Enquir)' ¡nro th e ideas of Spa.ce, Time, Immensil)' and Eternil y, 1734;
hem ibile. ElI ec patet, q uod infi nitum est." .r. no ta 26), cap. 1, p. 32.
DE NEWfON A KAl\T ESPACIO Y TI EMPO

el tiem po, sino tambi én en los primeros principios y fundamentos que la prod uce , pero, al hacerl o así, nos limitaremos siemp re al
del conoc imiento; m<Í5 a ún , m nu estro concepto del conocimiento contenido de lo que nos es d irectamente dado en la percepcson
m ismo." H y de lo que se ha lla acreditado por ésta. T a n pronto como comen-
T od o nuest ro saber dem ostra tivo se limita a poner de mani- zamos a ela bora r en nu estro pen samiento este contenido, tan pron-
fiesto la existencia de relaciones inm anentes y válidas ent re las to como le añad imos algo o sup rimimos algo en él, nos movernos
representacion es, mientras que la postulación de "id eara" dotados ya dentro de las form aciones del espíritu, a las qu e no enconrra-
de existencia independ iente debe conside rar se, por lo menos, como remos, ni pod remos exigir o buscar ningún término cor relati vo
pro blemá tica. Lo único qu e sabemos es q ue, si a nuestras ideas en las COS¡l S rrusmae."
corresponden cienos objetos objeti vos, éstos de ben presenta r ade- A hora bien, por lo q ue se refiere, especial me nte, a los con-
más, todas las cualidades y relacion es qu e he mos derivado 'como ceptos del espacio puro y del tiem po puro , es evidente que, a un que
consecuencias necesa rias de la consideració n de los conceptos; pero la primera sug est ión para forma rlos pueda venir de fuera, po r la
nunca podrem os afirma r con una seguridad incond iciona l si este impresión que los cuerpos producen sobre nuestr os sentidos, su
caso se da realment e, es dec ir, si llegan a realizarse en verda d las verdadero contenido no pu ede tener su orige n más q ue en el int e-
condicion es pa ra las q ue este juicio hipotético rige. lecto. A mbos concep tos son el modelo y el molde de ideas re-
"De aq uí que se apliq ue una pauta falsa de la verdad cuando lativas, y toda relación añade al contenido com parado algo qu e
se pretend e demostra r la existencia real o posible de una cosa no se ha lla en él mismo, sino que pertenece exclusivamente a
pa rtiendo de l conce pto que de ella nos forma mos en nuestro es, nu estra consideración pensa nte.
piritu." Por ta nto, el "ser" que a tr ibu imos a la extensión y a la d u ra -
Ent re la existencia id eal y la existe ncia real no existe nunca la ción tiene sus raíces últi mas en el acto espiritual de la comparación
misma coordin ación Que entre los términos de una deducció n \' la relat ivización, reduciéndose a la nada tan pronto como men-
lógica o mat emática. La ex istencia del espacio no se contiene en su talmente prescindamos de ésta.H Y no debe in ducirn os a engaño
representacian en el mismo sentido en que el concepto de "cua- la conclusión de Que esta relan vizaci ón d el espacio y el tiem po
tro" se contiene en el produ cto de dos por dos: pod emos suprimir afecte también al m undo de los cuerpos em píricos y lo despoje
mentalmente la unión de a mbos, sin que se manifieste por ello de su existencia inde pend iente. El que el universo " exista en el
ni la menor cont rad icci ón Es cierto Que, partiendo de espacio" no significa sino que lo referimo s en nu estra int uición
nuestra percepción , pode mos llegar a inferir una causa extern a n un deter minado modelo Que llevamos dentro de nuestro es-

H "I am sorrv 10 ñnd th s t we are obliged to d iffer fm m rb¡s celebrated píriru.


W ri rer, nOI onlv in rh(' subiecrs o f Space an d T ime, bur in [h e /inl PrinCIpIes "Llevamos en nosot ros la re presenta ción abstracta d e este
an d Foundalions o/ K now!.edge, My in OU T WTy NOlion o/ Kno td ed¡.:e iucl/. modelo y de esta capacidad ( capacity) general, que aplicamos
He see ms, •. ro place i l in a connecnon between Jd... lU an d certain OT luego al mundo de los cuerpos, o más bien a nu estra representa-
real E r;ill ences, we, whh Mt . Lod e, muse place ir in a p....c.,.¡.,;ng a cOn nect ion ción de él. Dicho en otras paúWras, d un ive rso ideal ocupa un
be ty.'een OUr Ideat IheTlltclt -cs, and nn carry ir bu r • titile way into ru l Exis-
ten ce ," (La w. l. c., ca p. 1, p. 5.) IIl¡::ar ideal en n uestra concienc ia." . 8
'7 0 prove rh... refore eirh('r rhe actual 0 1 possib ie Existence o l Thi ngll
Irorn rh(' Conce priolls whic h we hav(' ol rhe m in O ur Mín d s, i5, in my L c., cap. 1, pp. 10 s,
o pinión, s<'TlÍng up a [olsc Sw nda" l o/ Tm th . . . Is Existe nC<' ad extra as cle arly H " AII re/ative are CompaTISOnJ mad e on l, lry Mem Thoughu a nd are
imp lied in th . Id en of Space, a. tour is implie d in lh" Idea of twice !Wol C an I,lea< onl, in Mens Mind s and o f conseque nce neithe r heve ll ar rrrn be su p-
I b(' as SUT e a f rhe of a TrianRle, as r am o f sorne of ir, PropeTlies? """',1 to h,we an, ext ern al A rchcr, pes", l. C., cap. J, p. 36.
O r do 1 as pbi nJy perceive rhar rhe re is a perfec! Squa re or G robe in N atur e, "When the Uníverse in Space, w e reallv mean no more than
u lhnt a SqU3/"(, i. not a Globd" ( law, / . C., pp. 6 <.; d. especialmen te p p. +6 s.) , lh.t wc .... ir ro a c....rai n Sulrtdard OT Teceprad e lodgeJ in ou r Mind. We
DE NEWTON A KANT ESPACIO Y TIEMPO

y sería erróneo creer qu e este modo de ve r el problema prive Por tanto, si -c-como reconoce Law- d ebemos referir todos los
a nu estro saber de ninguna pa rte de su valor y de su validez cambios em píricos que nos sa len al paso a la idea del tiempo puro
objetiva. Si el espacio y el tiempo no son nad a rea l -así a rgumen- y un ifor me como a su nor ma fundam ental, esta relación no nos
taba n los part ida rios d e New roo-c-, desaparecer án con ello todas obliga en lo más mínimo a la postu lación de un nuevo ser me ra-
las clistinc iones d e espacio y t iempo, y ello haca q ue perdamos tod a físico.51 La experiencia y la ciencia, por lo menos, jamas podrian
determinada est ruct uració n y ordenación de I l )S fenómenos. Según justificar este paso. Cuando el físico nos habla de la diferencia
esto, las paredes de un vaso deberán tocarse directamente, puesto ent re el movimiento "verdadero" y el "aparente", ent re el rnovi.,
que no se hallan separadas por nada real¡ los limites entre el miento "absoluto" y el " relativo", tiene perfecto derecho a hacer-
acaecer en el tiem po tendrán necesariamente qu e borra rse y des- lo, desde el punto de vista en el que se coloca. Pu es, analizando
a parecerá toda diferencia entre el antes y el despu és ." esros conce ptos, vemos q ue no ent rañan , en últ imo resultado, más
Law opone a esta extra ña ob jeción, con un n ítido criterio epis- Que la contra posición e ntre di fere ntes sistemas de referencias, a uno
tem ológico, el concepto de la relación. El espado y el tiem po, nos de los cua les atribu imos u na "generalida d" mayor qu e al ot ro.
dice, son conceptos rela tivos ideales, qu e nos sirven, precisamente Pod emos distinguir el mov imiento de un cuerpo, tal y como se
e n virtud de esta cuali dad fundamental, para troquelar en formas ofrece desde el punto de vista d e un observador casua l, d e la "ver-
fijas y ordena r de un determin ado modo los contenidos que nos dade ra" t rayectoria qu e le corresponde, por ejem plo, en relación
son dados. No se trata de imágenes d e las cosas, sino de puros con el sol; pero debemos com prender con toda clar id ad Que - por
conceptos de m ed ida, em pleados por nosotr os para la estructura- muy imp ortante que est a distinción pu eda ser para nu estro cono-
ción de la ma te ria empírica. Así como los conceptos de nú mero cimiento físico- no se sale nunca, sin em bargo, considerada en
y cantida d, de orden y de cualidad , no son existencias por si mis- un sent ido lógico, de los ma rcos de la relatividad. Estam os, por así
mos, pero constitu yen , a pesar de ello, las premisas sin las cuales no dec irlo, simpleme nte ante d iferentes estra tos o capas de relaciones
pod ríamos ni hablar de las cosas ni pensar en ellas, otro ta nto sobrepuestas las unas a las ot ras, y la creencia de haber llegado
pod emos decir de la extensión y la duración . Su idealidad no con ello a la superación metafísica de aquellas relacio nes no pasa
menosca ba en lo mas mínimo la función rea l q ue les correspond e de ser una Quimera. 32
en la estr uctura y en el sistema de nuestro conocimiento. A sí, por Ve mos, ahora , clar amente ante nosotros el erro r Que lleva co n--
ejemplo, el t,alm que ambu imos a dos cosas tomadas en relación sigo la conclusión de tomar la ne cesidad y la independencia de que
la una con la ot ra no constituye algo propio y apa rte , junto a los están dotadas las ideas del espacio y el tiempo como una prueba
contenidos comparad os, pero nos sirve, a pesar de ello, para dis tin- d ifferen t Va.lue, Of Ora vity óf !hings. The Id ea. of Spece i$ te deed l very
guir ent re si esta... dC'S cosas y mantenerla s sepa radas en nuest ra (on ven ien l ser up .,o de termine the Rd ations of rhinga an d " ll'\OI"e
valoraci ón : u n cent avo y un peso no son lo mismo, aunque a nadi e c>x tensiW' ()rI(' t ha n Tn.O$t ot hn" bu t [this ",oves nol) its RCf;!ity ad
extra any more tha n rhe RealilY of rhese and sorne orher i<kal
se le ocurriría, por ello, convert ir el precio mismo de los objetos,
sech as Numbe.-, Q.«1n tif)', Orde-, QwUil." StlItion. etc., wilhout wh ieh we e/1I1
med ian te un a h ipóstasis, en un objeto espec ial, dotad o de natu- "aun., tel! h.aw ro Ot think 01 lh in gs sr af!; bur ver few are so fu gen e
raleza propia.?" in rhe vision ary way as ro believe rhe rn to be real Exísre nces, re be a nyth in g
h ave no nl>,;rract idea d bur h a c apacity, wh ich we ap plv lo n, or ratbe r ro ou r but abst raer N orion s of OU T o wn in venring," (la w, l. e ., cap. 1, p. 75; cf. u p. 11,
Id ea of ir: th ar is, rhe ide al Unive rse h as nn ide al Place in ou r Mínd s en d 1'. 86.)
not hm g more" (p. 72). Ca p. 2, p. 83.
V , na lCa d e esto. Jnch o n. T he Exisrc nce and Un it)' o{ God (d. no ta 26). " Rea l or absolut e Moti on is allo we d In th e physi eal Meaning lIS op posed
PI'. 57 •. rn a particular Relati'IJe one .. . But thi s ha s n othing 10 do with the mera-
MI " O U! A m hor mi flhr ti! well argu e fo r the Realirv of P rice, We igh t, erc., " hv" iea! Sense of rhes e W or ds, i. e. as o ppos cd to a11 Kind of eele eton'', c ap. 1,
becaus e if rhese were nothi ng, there wou ld be not hing te d ete tmina te the p.69.
<3' DE NEWTO N A KANT ESPACIO Y TI EMPO

de que a ambas tiene necesariam ente qu e corresponder una cosa las cond iciones especiales en que se manifiesta. para conv ertirla
que sea su imagen prototípica y primigenia. El "original" de los en un ser sustancial.
concep tos matemát icos exactos de la extensión y la du ración no y si del espacio y el tiem po decimos que "trascienden" la
de be buscarse, cierta me nte, en los ob jetos em píricos concretos; pero, causa que les da nacimien to, lo mismo pod emos decir, considerada
en vez d e llegar, partiendo de aquí, a la conclusión de Que. para la cosa más de cerca, de cada una d e las creaciones d e nu estro
encontrarlo, debemos remontarnos a un ser divino superior, de- pensamiento. Sólo tratándose de las asociacion es fortuitas qu e no
biéramos com prender, por el cont rario, que no se tra ta, aq uí, de ha n tenido ocasión de consolidarse y de plasm arse de un modo
ninguna clase de coacción de los objetos mismos, sino simp lem ente fijo, logramos d e vez en cua nd o romper de nu evo los lazos a nu-
de la necesidad de nu estro pen semíe nro.w da dos por la experiencia, mient ras que en los otros casos la simpl e
Para exp licar y razonar esta necesidad, Law se ve ob ligado agru pación permanente d e las ideas se convierte en una especie
a recurrir, en última insta ncia, a los criterios de la psicología de de fuer za natural qu e las e ncadena de un modo indestructible.
Locke. Si el espacio y el tiem po son formaciones del espíritu, nec eo "A quello con lo que nos encontramos d urante la rgo tiempo
sar iamenre tienen que pod er funda mentarse en la "se nsación " y la de manera perma nente, ent ra en todas las categorías de nue stro
"reflexión", necesariamente tiene qu e comp renderse su na cimiento remamiento y se convierte en la base de todo el sistema de nues-
parti endo de la sim ple ar ticula ci ón pasiva entre las sensaciones ero conocimicnto. Exclam amos inmediatamente, llevados de esta
simp les. Por tanto, la base de la "objetividad " que pueden reiviri- creencia, que su destrucción minaría las bases de la estru ctu ra
dicar para sí, no debe buscarse en la física, sino, en última instan- misma de nu estro cono cim iento y que el poner en d uda su razón
cia, en la psicología de la asoc iaci ón. Estos concep tos, como todos de ser equivaldría a nega r la verac idad de nu estro patrimon io
los conceptos " abstractos", no son tanto creaciones de la razón espirit ual y a destruir toda la ver dad, la evid encia y la certeza. D e
como de la imaginación, que se nos imponen simplemente en vir. este modo , nos encontra mos frecuentemente con que pen etra n en
tud de un largo hábito con una fuerza tan irresistible, que llegamos nuestro espíritu y se afe rra n a él las id eas, querá moslo o sin que-
a considera rlos, por erro r, como verda de ros fenómenos na rurales.w rerlo. N uestra imaginación se ve te ntada por estos inquietos esplrí-
Las relaciones que hemos llegado a a precia r entre los cue rpos son tus, de los que no acierta a desembarazarse fácilme nte, pues el
conside radas por nosot ros, a la postre, como si trascendiera n por inte nto de a huyenta rlos por medio de razonamientos es tan vano
sobre todos los límites d e la expe riencia posible . Por el hec ho de como el quere r convence r d e su error, a fuerza de razones, a quien
h aber aprecia do una relación cualquiera tan pronto en un objeto cree ver fa ntasmas. Se equi vocan quienes sostienen q ue la im agi-
como en otro, nos creemos auto rizados a sust rae r esta relación de nación pu ede destruir 10 que ha creado con la mi sma facilidad
toS "H is grear Difficulty i$ ro conceí ve how ir should beccme necessarv, con que 10 creó. Los hechos y la experiencia de muestr an lo con-
infi nite, and ¡ndependem . . . He con cludes therefore Iha t it i. no! a Property rm rio y nos enseñan que también pu ede aplicarse a los filósofos
of the (material) Ihings; ' ..-ry tTl<e: and t h erefore rhar we are under a Neces- 1.1 que suele decirse de los magos y los en cantado res: que no acier..
sity of eoneeiving ir ro be a Pro per ty of sorne othe1" Th ing infinire an d inde_
pe nde nr e qll.;te th e C onr' <lry. The reCore we a re under a of con-
' fi n a desem barazarse de loo esp íritus evocados por ellos." G¡¡
ceiving ir ro be, wha r il really is and ",fwt we ounch't's M \'C' .nade ir, vte. an Estas palabra s -escr itas va rios años a ntes de que viera la lu z
abstr aer idea" (p. BO). e] Treatisc d e H ume y que d emuestra n, por ta nto, cerno estaba
M "C"sto m m ay rend er it 50 fam iliar re us, tha r we shall at length m istake preparado el terreno pa ra la a par ición de esta obra- señal an
Ih is Imag ina tion for en Appca ran ce of N at ure ami, like rh ar too , it will force cla rament e los límites d e la teoría "relativista". Pero, a pesar d e
itself upo n us, wh ether we will or no . T he Ideas (o í Spnce an d T ime) were
q U0 aparezca aquí m uy clara ment e com prendido el carácter ideal
relativ e on es, tho'w c can eaaily carr y rhem not by Reason e nd Proo/, b"t by
rhe Power o{ Imagil14 tion Iae bevond rhelr or igina! Ideara", ca p. 1, pp. 11 ss., del espacio y del tiem po, no es posible llegar a explicar, par tiendo
21 s. Ca p. 1, pr. 27 $' .; p. 29.
DE NEwrON A KANT ESI'AC IO y TIEMPO

de tales premisas, la vige ncia genera l y la nec esidad de estos con- llegar a elim inarse estas d ificultad es, resolviénd ose el problema a
cep ros. Al ret rot raerse a l círc ulo de la "subjetivida d ", se ma ta n satisfacción de los tiem pos venideros."
las raíces lógicas de estos co nce ptos, los cua les q ueda n a me rced del
hábito y de la ar bitrariedad. 3. Lo. IDEALIDAD DEL ESPACIO Y EL TI EM PO.
Ahora bien, Zdebemos realm ent e considerar el espacio puro L AS ANTI NOMIAS PE LO IN Fl NITa
y el tiempo puro -tal como los toma por base la física m aterna- En sus Cartas del año 1752, Maupertuis pl ant ea el problema de la
tica- como simples " fant asmas filosóficos"? Esta pregunta, que dist inción ent re cu alidades primarias y sco m da rias, problema que
su rge necesari am ente aho ra, no habrá de dejar tranquilo el pro- investiga en cuanto a su sign ificac ión episte mológi ca y
blema de aquí en adelan te. M ient ras no se reco nozca el pec uliar ¿Qué nos lleva a creer - se pregu nta - que la exrension , la
valor m etodológico q ue el espacio y el tiempo posee n frent e a las forma y el movim iento no Sl.1O sim plement e sensaciones subjetivas
sensacio nes de los sentidos, mient ras no se les va lore plenamente que se dan en nosotros, sino que encierran en los cuerpos mismos
como medios de conocim iento, tend rán que surgi r consta ntemente una realidad ind epe nd iente y d otada de existencia propia? Las
nu evos y nu evos int ent os enca minados a ra zona r m etafísicamente razones qu e tradi ciona lm ent e suelen ad ucirse en apo yo de esta
su rango su pe rior, que no es posib le eliminar o negar. A l expone r creencia no resiste n n un ca a un profund o análi sis psicológico.
la d octrina de Euler, hemos podido observa r cómo los postulados "T oca mos un cue rpo y recibimos con ello la sens ación de la
desprend id os de la fu nd am en ta ción de las ciencias ex actas se rebe- d ure:r:a, q ue parece má s fir mem ent e inherente al cuerpo qu e su
laba n con stante men te contra los resu ltados del análisis psicológico olor, su son ido o su sabo r. Volvemos a toca rlo y pasamos la m an o
de las rep resentaciones. Los sim ples prod uctos de la "imagina- sobre él: ah ora, percibimos una imp resión que parece un ida toda vía
ción " no pueden servir nu nca de base par a fund a mentar las leyes más ínt imam ent e al cuerpo de q ue se trat a: la sen sación de la du-
reales de la mecán ica, a las q ue se atiene n los cuerpos en sus lancia entre sus ext remos, o de su extensión. Pero, si nos pa ramos
mov imie ntos ( v. sutn'a, p. 408). iO existe acaso algú n med io para a reflexiona r atentamente en lo q ue son la du reza o la exte nsión,
afi rma r la idealidad del es pac io y el tiem po, sin menoscaba r co n no encontra mos ni nguna razón para ad mitir q ue pe rtelJezcan a
ello su objetividad! ot ra clase de sensacio nes que las del o lfa to, el o ído o e l gusto . l as
M ientras no se encontrara la respuesta a esta pregunta, la inves- percibimos exactam ente del mismo mod o que éstas; no posee rnos
tigación psicológica tenía q ue desembocar tam bién necesariamente un a idea más clara y distinta d e ellas, y nada puede llevarnos, en
en las m ism as dudas y en los mism os reparos a Que conducía la verd ad, a la creencia de q ue pertenezcan más bien al cuerpo
física matemática . Los pr oblemas con q ue terminaba Euler vuel - toca mos q ue a nosotr os mi smos. .. Cuand o nos hemos convencido
ven a presentarse ah ora , con la m isma fuerza y el mismo ap remio, de que entre nu estras perce pciones y los objetos ext erno s no existe
desde un punto de vista d istinto: ninguna clase de seme ja nza ni de relación necesaria, tendr emos
" A l cabo de roda s las trab ajosas búsquedas e investigaciones nec esariamente qu e reconocer q ue ta mpoco todas estas cosas ro n
con q ue, a lo la rgo de toda m i vida - tal es la conclus ión a q ue más q ue sim ples fenóm enos. La misma extens ión, Que estarnos
llega Isaac W att-, me he ded icado a lee r y a investigar acerca de «cosrumbrados a considerar como el fun da mento de tod as las de-
estos probl emas, debo confesa r, sin embargo, q ue se ma nt ien en más cualidades y como aquello Que constituye su verda d int erna,
en pie aqu í una serie de d ificu ltades y oscurida des, inh erentes sin 110 es, en ver dd
a ,mas ' Que un f ' no.
enome
duda al objeto m ismo. Los eruditos se han esforzado siem pre, y Isaac Watts, A {aiT En41'iry !In.! Deba te con cernitl,ll" Spll.:e, secc.
sobre todo en la actu ali dad, por de spejar estas oscuridades y estas I'P, 45 s.
dudas, sin haber llegado a conseguirlo nunca por completo. Pero Maupertuis, Leer-es (1752), numo IV ( O el'"r es. Lyon, 1756, Il, pági_
tal vez en el fu tu ro se enc ue nt re un camino por el q ue puedan nos 198 H .).
"O DE NE\VTON A KANT ESPAO O y TI EM PO

Es éste el pasaje al que se remite Schopcnhaucr, pa ra emplearl o liaridad propia y específica. El análisis histórico enseña y prueba
como prueb a en cont ra d e la originalidad filosófica de Kant. di rectamente que Kant n o necesit ó, en verda d, "descub rir " la reo-
"lPero, qu é di ríamos - leemos en el volumen segundo del r ía d e la idealidad del espacio y el tiem po, Esta teo ría ap arecía
como voluntad y reJ,,-es<.'ntación_ si enco ntrásemos la más ya formulada en los más dive rsos mat ices y variantes y figuraba
'Y la más brill ant e de las teorías fu ndamentales de Kant entre los problemas científicos firm es de la époc a. Pero aquí con-
la teona de la ideali dad del espacio y de la existencia p uramen te fluyen en realidad tende ncias m uy diversas. El nombre filosófico
fenomenal del m undo de los cuerpos, sosten ida ya tre inta años genérico del "i dealismo" no es más que una unidad apa rente, que
a,mes por Maupertu is? . . Ma upenuts form ula esta paradójica teo- tenernos que analizar para llegar a las verdaderas fuerzas propu lso--
na d e un modo tan decid ido y sin molestar se en añadir la menor ras del pensam iento que aquí actúan. V ernos, así, que se manifies-
pru eba en apo yo de ella, qu e ne cesariame nte t enemos que suponer tan aq uí, sobre todo, tres gru pos y direccion es fundamentales del
que la ha tomado de ot ro au tor anterior a él. Sería de desear que pensa miento, cada cual por separado y qu e difieren entre sí tan to
in vestigara el problema a fondo; Y. como ello supone la- como se d iferencia n, en cuanto a su te ndencia dec isiva, del idealis--
boriosas y largas investigaciones, tal vez alguna acad emia alemana mo "trascendental" ,
se d ecida, a a brir un concurso e instituir un pre mio para ello," Por lo qu e se refiere, en primer lugar, a las citadas palabras
Y, mas tard e, en sus cartas, Scho penhauer vue lve de n uevo de Maupertuis, h ay que decir que no se con tiene en ellas más
sobre este punto, que lo que er a un bien filosófico común e inco ndiciona l en el
"Estoy realmente convencido d e que Kant tom ó de aquí por período de la recepción d e la teoría monadológica. No h acen, en
lo . la idea fundamental para el más brillante de sus efecto, más que repet ir y pa rafrasea r las ideas leibniztanas, a unque
Ma upert uis formula la idea con roda perfección , pero estas ideas apa rezcan aquí desprendi das ya, ciertamente, del marco
Sin preocup a rse de ad ucir In menor pru eba en su apoyo como si sistemá tico origina rio en que a parecieron, lo que parece proyec-
tuv iera d etrá s de sí algún antecesor. Kant viene luego tra; él, como tarla s bajo una luz nueva,
tras Robert Hook. Lo fundamental es siempre el primer La afirmación de qu e, no sólo la lu z, el calor y el color, sino
atisbo, Esre descubrimiento, qu e abre el cam ino a la do ctrina de también la extensión, la forma y el movimient o, son simplemente
Ka nt, es muy importante y quedará para siempre como un pasaje cualidades "fenoménicas" y que, por tanto, todo el m undo de los
permanente en la historia de la filosofía." 511 cue rpos no es otra cosa que un "fenóm eno", que no posee exis-
Este juicio es extraordina riamente característico en cuanto a la tencia ni realidad fuera de las sustan cias pensantes, figuraba ya
gene ral qu e Scho pen ha uer se forma d e la filosofía entre las tesis más popula res de la filosofía de Leibnc.w U no de los
Pero, aun prescind iendo d e esto, es ta mbién importa nte más conocidos y más celosos partidarios de la doctrina leibniziana,
como sm toma general, ya que demuestra cómo se despla zan y em - Johann August Ebcrhard, señala como el mas im portante de les
brolla n tod as las persp eet it'aS h istóricas, cuando se t rata de encon - progresos apo rtados por ella el haber eliminado por vez primera
trar el centro del sistema crítico en la teoría de la fenomenalidad con entera claridad la se paración e nt re las cuali dad es "prima rias"
de l mun do d e los cuerpos. y las "secunda rias", a que venía afer rán dose el em pirismo filo-
No ca be duda de q ue vale la pen a recoger y desarrolla r el pro- sófico y cient ífico.
blema planteado por Schopen hauer; no precisam ente par a indaga r "L eibniz transfiere tam bién 10 que N ewto n ponía de rna ni-
fuentes ocultas del idealismo crítico, sino para llega r a conclu- Iicsro solamente en las cualidades derivadas de los cuerpo s a l..s
sienes claras acerca de la distinción y la delimitación de su pecu- cualidades primarias y originarias , a la extensión, la impenetrnbi-
,58 Schopenh Ruer, Briefe {ed. Griesebach ), p. 123; d . pp. 252 s.: Wel t (lis Más detalles en el índ ice alfabético de m at erias a Leibnit ' Hauprschri/l e n
W llle U'ld Vom d lung, u.57. " " Gnmd lcgu ng der Phil<lJo phi.., "Phae nom e n".
DE NEWfON A KA NT E51'ACIO y TI EMPO HJ
lidad, la figura y el movimiento, haciendo con ello avan zar fa sensaciones bajo el título general de Feno meno logía, mient ras que
psicologÍa mucho más allá que Locke." GO en la A letiología sepa ra cuidadosame nte a mbos ca m pos y los en-
Sin embargo, lo qu e aq uí gan aba en unidad el análisis de las foca desde distintos puntos de vista metodológicos. Lo " idea l"
representaciones parecía q ue debía perde rlo la física en cua nto vuelve a contraponerse ahora expre samente a lo " imaginario", en
a contenid o objetivo. la realidad de su objeto parece irse esfu- cuanto que es, aunque a ello no correspond a ninguna cosa ext erna,
mando cada vez mas en un caos de sensaci on es subje tivas; el la fuen te fundamental de la oerdcd científica.ss
mundo de la rep resentación pa rece perder su ca rácter de ne cesi- Con ello, se traza un a nu eva me ta a la reflexión : el concepto
dad y su in cond icional conexión sujera a leyes en la tr ansform a- metafísico del " fenómeno" experimen ta ahora en sí mismo una
ción que el sistema leibniziano experimenta en manos de sus difere nciación epis temológica más rigurosa, que, sin mod ifica r en
sucesores. nada la d ivisión y clasificació n de las cosas, cond uce a un a nueva
"Un cue rpo -c-leemos en el V(.-'Tsuch über die Se e' e de Ca simir orde nación de los conceptos. Estos dos puntos : la equipa ración
von Creuz- no es, según el señor Leibniz, más q ue un a colección del espacio y el tiempo con las cua lidades de los sent idos en
d e mónada s o de cosas que ca recen d e extensión, de magnitud cuanto al carác ter de su ser y su diferenciación en lo tocante a
y de figura . .. ; la extensión, la figura, la magnitud y todo aqu ello su carácter de con ocimien to, determ ina n al mismo tiempo el eje
que pensamos, qu e nos vien e a las mientes, que nos repres ent amos fijo en torno al cual se mueve en el siglo XVIll la discusión de este
cuando un cuerpo se presenta ante nu estra conciencia, son sola- problema. . ". . "
mente fenómenos, fa:;cin aciones, formas imagin arias¡ en una pala- A l principio, par ece, ciertamente, como SI la Idealidad
bra , parece como si In naturaleza fuese, para nosotros, una Circe espacio y el tiempo debi er a afirm ar se y desarrollarse en un sent ido
engañado ra. • . Lo que creemos ver y sentir no es mas que un purame nte empírico. En este punto, se limita a. des-
fen ómeno, una sombra que en va no nos afanamos en a prehe nde r, a rrolla r lo que ha bía iniciado ya en su teo n a gene ral del mé todo
un a nube qu e abrazamos creyendo tener en nuest ros brazos a (d . su pra, pp. 418 ss.). Su teoría del espacio y el tiem po, qu e en
Juno." al las Cartas sólo apare ce como u n esbozo aislado, sólo puede com-
Nada tiene de extraño que la ciencia natu ral exacta recusara prenderse en conex ión con la teoría gffl eral de los juicios exlsren-
esta concepción, que Euler, sobre todo, combati era tena: e incan - cialeJ tal como este pensador la desarrolla a fondo en sus Ensa yos
sablement e esta filosofía, para la que " todo es espíritu, engaño, filosói icos sobre los OY'igenes (Id len guaje. El sistema de signos a
i1usión".a2 Pero, al mismo tiem po, cuantos cooperan por igual al qu e damos el nombre de "lenguaje" no t iene - no s dice Mauper-
desa rrollo de la lógica y de la onto logía y al progr eso de la inves- t uis- otro fin que el de introducir det ermina dos cort es en la masa
rigación empírica, se sienten acuciados en este punto a una síntesis de nues tra s " percepciones" y crear para los d istint os gru pos. de
cada vez más profu nda del pensamiento. Así, vemos cómo Lam- impresiones cohe rentes ex presiones abreviadas que nos
bert conjuga la teoría d el espacio y el tiempo con la teor ía de las econoce rlos cada vez q ue vuelvan a present arse. Por tanto, SI
W Johan n AU¡¡: UM Eberhard, AlIgem..in e Theorie des D"n"<n$ und Em- nos pregu nta mos cuá l es el sentido del concepto existencia, sólo
(li 76). NU C\'a ed. , Berl¡n, 1786. p . 9. podremos contesta r diciendo que se t rata, con ello, de reconoce r
61 Friedrk h Ca rl Ca simir Frh. v. Creue, Versul' h ¡¿ber S.·d .., pr ime. las representaciones en la s que se apoya la palabra "ser", Pero,
ra parle, Frandort y Lei pzi/l', 1754, § 43. Sobre el nacim ient o y d esarrolle del entonces, vemos que lo que nos lleva a hablar de u na " realidad "
"fe no men alís rno'' en la filosofía ale mana del siglo XVHl, d. Roh rt Scrnrn er, fue ra de nosot ros no es ta nto una determinada y asequible re-
Gru ndtiig e elner C es¡;;hi¡;;h le d er deuts¡;;hen Psy¡;;hoJogie un d A o rhe ri", W urz.
b" r¡¡.;" 1892, y Max Dessolr, Gesdl k h re der neu eren c1 eu rs,-h cn P.'y, hologie, Lambere, Ne ue.! Or gan on, Leip::ill, 1764, A!erhiologi..., H 42 s, (vol. J,
2' ed . Berlí n, 1902, pp. 411 s., 425 s. Ct., ade m ás, lib. VI, cap. 1, nota 32. PI" 481 s.). Cf. Lambert, Deu u ch cT Ge lehrrer Brie!we¡;;hsel, ed. por J. Ber-
62 Euler, Lem es a une Pnn cersc <ll!emande, carta 127. "'llllli, Derlin , 1781 u-, 1, 56 $., 76 $!.
444 DE !\'EWTON A KANT ESPAcrO y TIEMPO 445

presentación conc reta como una especie de agrupaci6n asociati\'a percepciones especificas de nuestros sentidos, suped itado, por ta n-
d e div ersas impresiones. La frase " existe un árbol" se nos revela, to, a la naturaleza biológica dete rminada de nu est ra espec ie? [Pue-
cu ando la ana lizamos de cerca, como una síntesis d e var ios juicios de la intelige ncia humana llegar a ca ptar las leyes generales de l
de perce pción d iferendables entre sí: ind ica simp lemente que e n ser, o es su pro pia naturaleza estrec ha )' lim itada lo ún ico que se
un determ inado lugar y en determinadas condiciones, hemos refleja en todos sus conoc imiento?
rrado reunidas ciertas cualidades del tacto y de la vista y que "Es éste un pro blema tan importante y ta n necesar io, qu e nada
cua ntas veces volvam os por el mismo lugar y se reproduzca n las tiene de extraño qu e hayan llegado a escribirse ta ntos y tan volu-
mismas cond iciones, podemos esperar qu e ap arezca ante nosotros min osos libros, a construirse ta ntos y tan gra nd iosos sistemas, antes
igual fenómeno. de llegar a resolverlo; más aú n, antes de llegar siquiera a plan-
Sin em bargo, si cada uno de los juicios concretos que ent ra en tea rlo." 6l:i
este testi monio comp lejo como parte integrante de él no preterí- Estamos, en rea lida d, formuland o e n los términos más con ci-
d e ex presa r por si más qu e un estado moment áneo del sujeto sos y con cert era expres ión, ante el verd ade ro y el fundame ntal
sensible, de la totalidad y la m utua arciwlació n de todos estos problema en torno al cua l gira, bajo las más d iversas y varia das
testimon ios part icular es resultara un nue vo contenido físico. Lo formas , la teorí a del conoci miento de esta época.
que hacemos entonces es desplazar esta co nexió n, por así dec irlo, lEs nu estra contingente organización psicológica la que deter-
fuera de nosotros, conv irtiéndola en un "objeto" existe nte por sí. mina el concepto de la verdad y le infunde su contenido , o existen
y necesitamos recurrir a roda la fuerza de la reflexi ón filosófica reglas fundamentales, inquebra ntables y necesa rias, de todo con o-
para conve nce rnos de que allí donde ha blam os de una existenc ia cimien to, decisivas para todos nuestros testimonios acerca de la
de cosas, sólo se t rata, en rea lida d, de relacio nes constantes entre exis tencia y que se contienen, por tan to, implícitame nte, en tod as
nuestras propias ideas. Relaciones que no d escansa n, en ú ltimo y cada una de las af irmaciones acerca de la "naturaleza" y la
resultado, sobre nin gun a clase de rela ción lógica funda mental, sino estruct ura del sujeto empírico?
qu e deben su existe ncia ún ica y exclusivamente a las reglas empí- Mientras no se dé una respu esta a esta pregunta y se opte por
ricas de la asociación; se basan, no en el raciocinio, sino e n la un o de los do s cam inos de esta encrucijada, el conce pto mimw
expe riencia y en el há bito. A unq ue, en virtud del princi pio de l del idealismo será equívoco y vacilante. La conce pción idealista,
fun da mento, demos por sup uesta la existencia d e una cmaa obje- al paso q ue, por una parte, amenaza con estrellarse cont ra un
tiva para las d istinta s percepciones, la naturaleza precisa d e éstas escepticismo relat ivista , se ve, por otra parte, expuesta al peligro
per man ece tot almente desconocida para nosotros. El limite de de incurrir en una hipóstasis metafísica, pa ra salv aguardar la va-
nu estras sensacio nes su bjetivas es, por ta nto, al mismo tiem po, el lidez objetiva de las ide as. U no de estos dos ext remos lo vemos
lími te de nuestro entendim iento, en el que nos vem os encerrados personificado en M aupe rtuis¡ el otro encue nt ra su exp resión en
para siemprc.w un pensador alemán d e la époc a, en G orrfried Ploucque t.
Nos vem os, así, situados ante una encrucijada y nnre un pro- Ploucquer se halla cerca de la escue la d e W olff, pero sobre-
blema difícil. Maupert uis 10 for mula del modo siguiente: les pasa Jos resultados de esta escuela, por cuanto que se esfuerza en
nu estra ciencia la ciencia general de las esencias racionales, una restaurar, con una crítica propia e indep endiente, el senti do ori-
pa rte del saber divino y una intuición de las verdad es inmutables g-inal de la doctrina leibniziana. Pero tampoco en ésta encuentr a
y eternas, o es sim plemente el resultado de la com binació n de las defi nitiva satisfacción, lo qu e le emp uja de nu evo, remontánd ose
por sobre ella, al id ealismo de Malebranche, aunque captándolo
u Maupe rtuís, Réf!ex ions Phi1osophi,/ues sur l' ori/<itte des lang" es ct la
significati,'n. tle! m ors, especialme n te H XXH.XXVIII; O eu ores, r, 277 51, M Mau pertuis, Exam en phil(l<" ph i</ue de la prruve de l'exlstence de ,? it'u
C f.' ul,ra, lih, vt , cap. 1, nota 32. (Mim, d e Deolin., 1756), p rimera parle, H 4-7,
." DE NEWTON A KANT ESPACIO Y TI EMPO

casi exclusivamente d esde el punto de vista de sus post ulados do-- fuera de la món ad a misma, sino dentro de ella .s! La per-
especulat ivos y relegando al fondo sus motivos racionalistas. cepción concreta no hace más qu e tra nsmitirnos su propio conte-
El concepto de la sus tancia -en esto coincide Ploucquer con nido ; se reduce al acto mismo de la percepción. sin descubrirnos
el pensamiento central de la Monadologia_ sólo encuentra su nada acerca de sus causas.w
verda dera proyecció n y reali:ación en el campo de la conciencia De este modo, el círculo en que se ve encerra do, de momento,
de sí mismo. Es aquí donde encontra mos el verdadero punto de el individuo sensible pa rece como si no pudiera romperse por
partida absolu to. comparado con el cu al cua lquier otro debe por parte alguna. En realidad, tod as las pru ebas que se ha intentado
fuerza conside ra rse como relativo V derivad o. la conciencia no apo rtar en pro de la existencia de un mundo de los cuerpos exis-
pu ede exp licarse nu nca como una simp le cua lida d del ser de un a teme por sí mismo fuera de toda rela ción con la conciencia, se reve -
cosa situada det rás d e ella, sino que es, por el cont ra rio, aq uello la n como engañosas. Si q ueremos evita r la sofistica de estas pruebas
q ue nos revela el concepto gene ral y el sentido y la significación y evita r, sin embargo, que el universo desapa rezca en las sensacio-
del ser m ismo. "E xistir " no significa otra cosa sino el evidencia rse nes sub jetivas y mu da bles, no queda más Que un camino in ter-
a sí mismo; a lo que no existe " para sí" y no se vive interio rme n- med io. El punto d e a poyo objetivo de las imágenes de la repre-
te a sí mism o en el cambio de sus estados, no se le puede atribuir sentación no d ebe busca rse en 8U relación con los objetos m aee-
nin guna realidad propia e independ iente. U na cosa a la que no riales externos, sino en su pert enencia a una conciencia divina y
correspondan en y pa ra sí ciert as determina cion es internas , no po- univers al. El ser de las cosas no significa que estas cosas sean
drá ofrecer tam poco estas determinaci ones a ni ngún observador contenido de representación de un espír itu individu al y finito, capaz
que la contemple desde fuera: la "observabilitas ad intra", la de suyo solamente de una perduración limitada, sino de un a
"perceptio sui" constituye la premisa objetiva de la "observabílü as esencia espiritu al eterna y necesa ria.
ad extra ", por virtud de la cual un objeto se revela a otros su je- Los objetos concretos nacen y se revelan en la interna "intu í-
tOS}1
. 6 y si pretendemos a tribuir a la susta ncia otras cualidades, ción de D ios". Si mentalm e nte sup rimimos esta fuente primige-
JUnto a este cará cter metafísico fundamenta l que es el suyo ver. nia del ser, si prescindimos del acto intuitivo y sustraído al tiem po
da dcro, si quere mos atr ibuirle, por ejemp lo, una fue rza motriz, no por virtud del cual se representa Interiorm ente D ios la sucesión
debemos olvida r que esta nu eva caracte rística no constituye nunca y la ordenación de los fen ómenos concretos, desa parecerá todo
su verdadera esencia origina ria, la cual se halla ya agotada, en contenid o de la exísrencia."
realidad, por la concien cia de sí.61 De esta con cepción se deriva, ahora, la posición que el espac io
Ahora bien, cuanto mas clar a mente se destac a la concepción "j el tiempo ocupan dentro de l sistem a del conocimiento en su
monadológica, más amenazadora mente levant a la cabeza d e nuevo • • "Quaelihet mona s habe r mun du m perceptu m in se. EtKo n ull. mon as
el peligro del idealismo subjetivo. El contenido que ia percipir ahe ram, sed percipi t . Iiquid quod sirmlitudinem haber c um aliis pe r-
representa no se ha lla -Ploucquet lo formula de un modo niti- ce ptiomb us reliquarum mon aúu m. Sic igilur phaenomena non Cf1<n( re fOlu bilid
III monade!, sed in perception ...s id eas p<!rtiale,c. Id enim, quoo mona,
fUJ Ploucq uee, Prin cipia de SubJlantii,c el Phaenomen iJ. A ccedí l Melh od " J
re ptaesen ta t, non ese aliqu id extra monad e m, sed in monede," P loucqu et,
calculandi in lng ici! ab ipm in, 'enta. cu i praem iuu r Co mmenta t;o de Arte
1. C., cap. XI, S 259.
C haracteTi,ctic<l. Francfon y l eim ill, 1764: ca p. Il, S 2'f : "Observabilna s ad inrra eo " Primaria. • . ratio pro idea lismo milita ns, er q uam egc omni um Iorris-
seu pe rceprio s u¡ natura prior ese obse rvabilitate ad ext ra h. e. taH q ualis cederee aimam [udicc, ha ec est, quia omni, perc ept io se mer ipsam repraesentat. Cum
in aliud subj ecru m obse rvans substant ia m de q ua q uaeritu r, Quia igitur isdrur sensariones sint perceptlones: necessario se mer ipsas re praesenrant. Si
suhseantia a substa nría observa r¡ nequit, nisi prior serner ipsam c bserve r, eriarn yero se mee ipsas repraesenl ant, nullum vestigium objecti exeemt relinqultu r",
ex hac ration e pat er, principi" m lui manijelr<ltilJum esse lulm antiam et rect-
Cli p . XX lI, S 563.
proee substantiam cm ! talr prindp ium, "
,0 So bre la recria de l. "visic rn lis Dei", v. especialmente cap. X, H 189,
er Ploucqu et, l. e.• cap. ll, H 37 s.
190, 198, 202. Sobre la rela ción con Melebranche, v. § 196.
H8 DE NEWTüN A KANT ES I'..I"C1 0 y TI EMFO 449

conj unto. No son ni las realidades absolutas en que los convierte existe ncia que pueden corresponde r a una cosa fin ita. La mayor
la ciencia matemática de la naturaleza, ni las sim ples formas sub- verdad q ue cabe atr ibuir a un a cosa finita y a su ex istencia es el
[et ivas de re present ación que t rata de hacer de ellas el emp irismo provenir de la fuente y el pri ncipio de roda e xiste ncia." 72
psicológico. Podemos concebir un espa cio puro y un tiempo puro Para for ma rse una clara idea acerca d e la situación general
d esligados de toda relación con las cosas sens ibles concretas, ha . dd problema del conocim iento en el siglo XVIII, es necesa rio aba r-
ciendo de a mbos el fundame nto de verdades gener al es y necesa.. car en una sola mir ada las concepc iones de Maupert uis y de
rías; pero la posibilidad de esta vigencia sup raindividual sólo pued e Ploucq ue t. Los d a ros y acusados cont rastes entre ellas no hacen
explicarse, en últi mo térm ino, mediant e la referencia a un a con- mas que definir y perfilar con mayor nitid ez la misión fut ura del
ciencia suprain dividua l. A quí y solamente aq uí, y no en el sujeto idealismo.
ind ividual emp írico, se halla el verd adero e ind ispensable "término En el pu nto de la evolució n histórica a que hem os llegado, el
correlativo" de estos conceptos. La represen tación no se encuen- dilema pa rece, por el momento, insoluble: frente al escepticism o
tra con el espacio y el tiem po como con algo exte rno y dado, sublerívísta, pa rece corno si solame nte la mística ofreciera, en
sino q ue es ella la qu e los crea.u Pero , para pod er com pre nder fin de cuentas, segura prot ección y un punto firme d e apoyo. Pero
esta fu nción suya, no debem os concebirla con la limitación con (,1 problema, part iendo de aquí, lleva más lejos. ¿No sera posi-
que psicológicam ente la conocem os, sino en su suprema form a blc, sin abandonar el terr eno del conocimien to basado en la cxpe-
inteligib le, como la "visio realis D ei". El espacio y el tiempo no l'l('n eia, enco ntrar en esta misma los crite rios de la verdad necesa-
son sustancias subsistentes por sí, es cierto, pero tampoco son sim- da? ¿Las leyes de l entendimiento, que tom amos como pa uta de
pies "fantasmas". tod o el ser, h an de abstraerse solamente de n uestra observació n
" Es falso cree r que todo lo que no existe en sí consti tuye psicológica indi vidual y poseen solame nt e, por tanto, un a vigen-
un a sim ple apar ie ncia (m erum phan tasrna app aren s) . Lo que se da in duct iva, expuesta a ser derr ibada y destr uid a por cualq uier
desp rende de las re presentaciones reales y creadoras de Dios no lluevo hecho? la cabe llega r a esta blecer un sistem a de princip ios
es un a sim ple apa riencia, sino que posee toda aquella realidad y lógicos dotados de vigencia gt'Tleral )' objetiva, que constitu ya la
71 "Sperju m es""t aliq u id absolutu m, si e nea omnem re praese'ntalion e m premisa obligada para la contrasreción d e todos los hechos, lo mis-
exlsrerer. Sed cessa ntib us rePt'ae se ntalio nimu ipl1<m spatium cessee, q u ia id, mo en el cam po físico q ue en el campo psicológico?
quod eubstannae charactere destnuuur, exn a re prseseneanonem SUbsl2nli. e Sólo cuando h ayamos adq uirido plena certeza acerca de esto,
no n exísre re po teS!. N Qn p ClSllllo, u r c01'J'c ru m existenria un ice gene n."r . pat iu m,
qu arn sen renrí s m ipse fovi. Rad ix .!><Jrí; primiti..; e.t Dei . ... pr ae rentatio.. . podremos sobreponernos a la alte rnativa entre el conocimiento
ad eoq ue su bla ra spattl repraeser aaríon e ipsu m spanu m roll ilur. Sic . paliu m "huma no" relati vo, qu e sólo capta una imagen aparente del ser
nec pa exis líl, nec pende l ab idc<1 oorprmom, sed <1 y de la verdad, y el conoci miento divino, capaz de penetra r en la
Spariu m absqu e co rpo ribus tepTllesentari nihil es e ahsurd i. Sed spa riu m esencia absoluta d e las cosas," para abrir el paso a un a solución
l b o mnt re prnl"!<enr atione se paratum no n esr inte lligrbile, q uil t lfecr... a
nue va, simad a tota lm ente al ma rgen de las categorías de este a nta-
re/.atu m a correlato n..nquam separanr.. r... ldem. . • a p plica ri QlIoque pote5 t
I d It"nesin le mporis. DÍC"Q ¡gil"r le m to"s a pane rci seu objeclit>c per se no n gonismo.
exi.•tere, n eque pender é ,,/tim ato a mllUltion ibus ccr poru m, red a repraesenUlo- Hemos de ver cómo este prob lema, au n antes de que llegue
lion i!>u s en tis ínt elligenr is. Cesse nre rep raesen raríone n ull u m a parl e reí d arur
tem pus. Positis corpo ru rn ve! aJiaru m rerum rnu tetionibu s simul in íert ur rem- Cap. XXil, ; 567.
pu s, sed sub l' lis ccr po ru rn m ut et loníbus non eufertu r tempus, quia est aliqu id u " Voilil done \l il e étran ge alte rnat tve: notre sc. ence est elle scten ce
Ideale in ente repraesem l tivo suam radice m habens. r osita autern remporís uuíve rselle d es es prlrs , une vue de vétites éte rn elles, u n e partie de la $c ience
rep rnesenta tlon e idern ponirur ee sublatu toll itur . . . Rcp raesent a t¡c fll{:it spa tiu rn ,¡,o D ieul mI n'est-elle qu e le r ésuleat, combinaison de nos sensa ticn s, notre
er rempus, non invenir vel s up po nir ex tra repr a esentationern ", c. p ítu lo XII, l,r" rre ouvrage, u n e prop.ihé s<'ule m...nr de notre espe ce (M aup ertuis, l. c., I
H 294_96. n"la (5) .
." DE I-:EWT ON A KA NT ESPACIO Y T IEMPO i51
a cobrar madurez y claridad en el sistema de l Crit icismo, alcanza e n el espmru divino, necesa riamente tenemos q ue prescin dir de
su exp resión típica, dent ro d e la psicología del siglo XVIII. este lími te, c uya base reside solame nte en la organización fortu ita
del individuo sensible. La división infinita de la ma teria es algo
Entre las pruebas aducidas por Ploucquet e n apoyo de la tesis real, siem pre y cuando q ue la concibamos realitada en la inteli-
de que el espacio y el tiempo no poseen ni nguna existe ncia propia eenda infi nita de D ios, y es ideal por cuanto que sólo constituye
y sustantiva fuera de las representacione s divinas, se cuenta la que un acto de la divina concien cia, del qu e brotan la existencia de la
se refiere a las dif icult ad es del concepto de la división infinita. Si la mat eria y todas sus cualid ad es y carac terísticas "física s","!
exte nsión, y con ella los cuerpos ext ensos, fuese una sustancia real, Como se ve, se em plea n aquí las l1fl.tinomias de lo infinito
existente por sí misma, necesariam ente rend rian que poder presen- como argu me ntos en con tra de la existencia absolu ta de l espacio
ta rse algunos elementos ú ltimos de qu e ambos estuviesen formados y de los cuerpos; pero esto no ent raña , ni mucho me nos, un giro
y en los que, en última instancia, consistiera su realidad. Es ev j- nuevo y original del pensamien to, pues se tra ta simpleme nte d e
dente que la mera acu mu lació n d e pa rtes no puede crea r por si uno de los motivos fu nd a mentales que contribuyen decisiva ment e
sola ninguna clase de realidad, a me nos que ésta apar ezca ya dada por doq uier al nacimiento d el idealismo moderno.
y establecida de algún modo en los contenidos eleme ntales. Pero Sabe mos por el propio testimonio de Leibniz que fue el deseo
10 cierto es que, por mucho qu e lo ana licemo s, jamás llega remos de enco nt rar una salida al "l aberinto de 10 conti nuo" 10 que llevó
a encont ra r en el cam po del ser corpo ral estos elem entos últimos e a este pensador por primera vez a la concepción del espacio y el
irredu ctibles qu e buscam os. tiempo como ordenaciones de los y a unque es cierto
T od os los intentos qu e se han hech o para resolver así el pro- que el sentido original del concepto leibniziano del " fenómeno" se
blema no ha n conducido más q ue a resultados enga ñosos: [os oscurece en sus con tinu adores, no cabe duda de que la conexió n
á tomos son ficciones vacuas; los puntos físicos son, ya los con ciba- del problem a, aquí esta blecida , se mantiene en pie y sigue actúan-
mos a la manera de Zenó n o en el sent ido de Leibniz, simples do , a pesar de todo; tanto mas cuanto que 10 en cont ramos tratado
qui meras, que no hacen más qu e ahondar y em brolla r las con tra - H "Si ma rerta aliq uid esse ¡ reale pe r se existens; tu m mod us co mposltionis
di cciones lógicas que por med io de ellos se prete nd e despeja r y ma ter;ae esset im ellig;bilis. Sed insu perabiles occ urr u nt d ifficultaln in quo-
resolver. e..nq ue m<Xiú. Erg¡:> ma teria p ro re existe nte ha ber ; nequit... A toroi sunt
Llegamos, pu es, a la concl usión de qu e la di ficult ad jamás fictiúnel< per se ca den tes, Pu ncra ve¡ Zenc níca vel l.eib ni:iana su n t c hirna erae,
q Ul ru m nul h tas satis fui t d emc nsrrara. .. Quocun que igitu r nos cc n vertamus,
pu ede llegar a resolverse a base de la concepció n realina. Las
nihil in materia d eregtrnus, q uoo I d existen nam ejusde m rea lero nos duc e re
dudas sólo desapa recen cuando hemos llegado a reconocer que el ('l),l.,<il " (Plo uequer. cap. XXII, \ 561). La soluc ión a esta objeción de l "idea.
espacio y los cuer pos sólo existen en cuanto conte nidos de nuestra lute" se o frece en el cap. XII, H ZiS u.: " Funda menrum materia e primilivum
capacidad de represenracion. Y como el fu ndamento primero de reales H ioc d oplíc¡ modo di visibilirlS speuari
la ma teria debe bu scarse en las represe ntaciones reales de D ios, poterir. Au t e nim de resolub fhta re objecriva, aut d e sub}eetiva agit u r. Objec-
tenemos que el problema de su divisibilida d admite una doble ti ve, h. e. in q uant um mate ria e ñee nv e pender a repra esenl1lt ion ib us di vin is
ro usq ue ese resolubilis qu o usq ue resolu bñira rem in rd leeru s in finitu s vid et.
solució n, según qu e la conc iba mos en un sent ido "su bjetivo" o e n Divisibil iras ma teriae no n ul trl nostra exeendí tu e."
un sentido "objetivo". Si la en focamo s en el pnmcr sent ido, pre- TlI " Mih i olim medita mi vi sum est no n alire r ilIo Labyrimho com in u; exiri
guntánd onos, por tanto, qué es posible pa ra nosotros y para nues- posse, Quam ip.< um quídem :;pati um perin de le tem pus commune non aeci-
tras percepciones, no cabe d uda de que existe un míni mu m de piendo pro alio quarn q ueda m ordine co mpossibillu m vel simuleeneorum vd
percepción y, por consiguiente, un límit e al anális is efec tivo de los eucceslvoru m. . . Quicquid a to tO Tenli abscínd¡ porest, er actu íness e... plita vi,
non seq ue <.juod a p"ssibili seu i<!<.'¡l!i, ur¡ numerus non po te sr ln rellig¡ ex
contenidos de nu estra conc ienc ia; si consid eramos, por el contrar io, om ntbus possibilibus feac.ríornbu s ccnflarus nec fin gi ult ima minimave frac-
el auténtic o ser objet ivo que tienen la extensión y los cuerpos rio", et c. Leibnía, Ph¡!osophische Sc hrif ten, eds. por G erh ard t, vol. VII , p. 467.
ESPACIO Y TIEMPO 453
DE NEWTON A KANT
La ciencia se ve am enazada , así, en dos direcciones opuestas,
y expuesto bajo tod os los pu ntos de vista en el foco y el cent ro por pretensiones enem igas, que ponen en peligro la certeza de sí
literario de las discusiones filosóficas de la época, o sea en el misma. Pero, en lo qu e a ella se refiere, toda s las dificultades se
Dictionnaire de Bevle. Los argumentos zenon istas en contra de la concent ran aho ra en el concepto de la magnitud y el núm ero
plu ralidad infin ita, renovados y ampliados aqu í, constituirán en lo actualmente inf inito. l o infinitesimal no puede ser conside rado
sucesivo -e-como lo revela, principalmente, el ejemplo d e Colli ers- como un simple prod uct o de nuestro pensam iento, sino qu e -para
la objeción más aguda y más irred uctible contra la existencia ab- qu e pue da serie arribu ída una 1,crdad incondicional- debe apare-
50Ima del mundo de los cuerpos (d. t. 1, pp, 602 s.; t. n, pági- cer ya materializado y objetivado en el campo de las cosas reales.
nas 36C ss.) . Este postulad o, proclamad o ya en los com ienzos del nuevo an á-
Pero al siglo XVIII el problema general se le plantea en seguid a lisis por pensadores como Johann Bernou illi y de I'Hospital, es
en térm inos científicos más d efinidos. El mero an álisis d ialéctico comba tido en vano por los verdaderos funda dores filosóficos y
del concepto de la infinitud cede el puesto al an álisis de l m étodo científicos del nuevo mé tod o. Todos ellos apa recen unánimes al
lógico y rnare márico del cálcu lo in finitesimal. Es cierto que el rechazar lo infinitamen te peque ño como una existen cia real. Es
nuevo planteamiento del problema sólo va ganando terreno poco característico, en este sentido, que Maclaurin, quien en su lucha
a poco, d isputando el terreno paso a paso a la teología y a la en pro de l mét odo de la fluxión, se ma nifiesta siempre como
metafísica, acostumbradas a consid erar el concepto de lo infinito adversario de Leibniz, se remita a la au torida d filosófica de éste,
como su propio y exclusivo patri monio. en lo tocante a este punte."
Los comienzos del siglo XVIII son ricos en inte ntos encaminados Sin embargo, por el momento, sigue manteniéndose a la cabeza
a poner los conceptos y los resultad os del nuevo calculo al servicio la concepción popular, no crítica, tal como aparece expu esta, por
de los problemas de la teología especula riva.t s La creación de algo ejemplo, en los rléments do! la géométl'ie ele I'lnfini, de Fon-
part iendo de la na da, conside rada hasta ahora como el verda dero renelle. 8 0 El he cho de que un a obra como ésta, en la que se acusan
acicate de la teoría de la fe religiosa, parecía verse de pronto acre.. tan ma rcadamente los rasgos d el dileta ntismo, 10 mismo en el as-
dirada y justificada por la ciencia misma. Si el conocimient o del pecto filosófico que en el mat emá tico, pudiera llegar a convertirse
ser emp írico finito no puede prescindir del recurso de lo infinito, en el eje de toda la d iscusión ul terior," revela bastante bien todas
ln o tenemos en ello la prueba mas segura de que este ser mísmo, las dif icultades que se in terpone n a la comprensión de los verda -
considerado en su principio objetivo, se deriva de un principio deros fundam entos del nuevo método de cálculo.
inteligible superior? T od as las típicas incomprensiones del concep to de lo infinito
De orra parte, tenemos qu e el escepncumo se apodera aho ra npareccn condensadas y reunidas en este libro. El "número inñ-
d e lo qu e hay de "i ncom prensible en la matemática" - para nito" es presentado y d efinido lisa y lla namente como el " último
emplear una expresión favorita d e la época-e," buscando en ello miembro" de la serie na tur al d e los números. En cada serie finita
la verdadera piedra de toque para su sutíleaa." de la serie natural de los números, el miembro final es, al mismo
10 El ejem plo más claro de esto nos 10 ofrece la obra de G randi, De infini- 'i"l1 des beaux arts, París, 1733 (con referm cia al artic ulo del D iccionario de
us inf inirorum et parwrum ordinibus disquisirio, Pisa. 1710, p. 96 1\llyle, "leno", p. 286) .
y pa..s. 7 0 Mac1ourin, A trcatise 01\. ftu;rions (1742), nu eva ed., Londres, 1801,
11 Sturm, De marh eseos Francforr y Leípetg, 1722; I'.H.
cf., por ejem plo, Prémont val, De !a notio n de ¡'Infini, M ém. de Her!in, 1756, so Font enelle Et¿ments al' la Géomhrie de l'lnfini, París, 1727.
p. 445. HI Cf., adem ás de la crític a de la obra de Fonte nelle por D'Alembeer y
C f. acerco de e"pecialmente (Ca rtaud) , Pensées critiques SUr les t>1nd a utin (v. infnl, nora 66) , Prémo nlva l, De !d norion de !'lnfini (nota 77)
m ath ¿matiques oU I'on propase divers préjugés conrre ces scrcnccs " desl ein V Réf lex iotls sur l'lnJini m <tthém atique (A cademi a de Berlín, 1745).
a
d'en ébranl er la certuade et de prouver qu'e/les on e peu contribué la perfec-
'54 DE NEWTON A KANT l::Sr ACl O y TIEMPO

tiempo, la expresión del con junto de los elementos de la seccron Asi, por ejemplo, se pregunta por la sum a de todos los miem-
cor:e!>pond iente : debemos, pues, por medio de una a na logía nece- bros de la serie natural de los n úmeros, que -siendo el miem bro
sana, llegar a la concl usión de que también en la sucesión ilimitada inicial = 1 yel miem bro final = 00 - se present a, de acue rdo con
de los núm eros enteros positivos tiene que existir un último r ér- las reglas usu ales que rigen pa ra la suma de las series ar itmé-
mino, q ue, estando como está llamado a exp resar el conj unto de ticas, como
todos sus miembros, no puede ser otro que el término "i nfinito".
El número in finit o designa, por ta nto, una forma fija y cons- 00 (00 + 1)
ta nte. intercalada en la serie natural de los núm eros no de otro 2 2
modo que cua lqu iera de sus miembros finitos. 82 El propio Fon-
renelle con fiesa que es inexplicable cómo esta serie, en la que, por Y, a base de conclu siones y analogías semeja ntes, se establece
m ucho que en ella ah ondemos, sólo se encuent ran núme ros finitos además que lo infinito, puesto que ningú n núm ero preceden te es
"trasciende" de pronto a lo infinito. Pero este paso, a unque no lo II n d ivisor de él, es un n úmero primo, que u n número infinito el e-
comprendamos, tiene qu e ser reconocido por nosotros como nece - vado al cuad rado pued e ser infinito, etc."
sario, si no quer emos abandonar la parte más importante y más Fácil es comprend er , a la vista de estos ejemplos, por qué los
destacada de la matem ática , mnremá ticos cient íficos qu e se ha llaban a la cabeza de su época,
"Partimos, por tanto, del su pues to de que se trata, aquí, de un tules como un Ma cla urt n o un D'Al cmbert, tenían que rechaza r
hecho seguro, aunque incomprensible, y conside ram os la magnitud, en érgicame nte, desde el primer momento, la obra de Fonrenelle,
no tanto en la oscura transición de lo finito a lo infinito como presentándola sin titubeos como un ejemplo aleccionador de los
bajo la forma qu e posee después de haber pasado ínt egramente ubusos a q ue pod ía lle var la metaf ísica en el ca mpo de la geo-
por ella," sa
Pero, pese a esta explicación, de lo q ue en real idad se trata La clara y manifiesta separación ent re los " infinitarios" y los
es de que la oscuridad q ue aquí se extiende en tomo al nacimiento "a nn-in finira rios", q ue a hora se ma nifiesta, pa rece rozarse, a veces,
del número infi nito sirva, en el desarroll o ulterior de l problema, d e directamente, con cierta s conocid as disputas mod ernas e n el campo
manto para encu brir las más di fíciles y problem áticas consec uencias de la lógica de la mate m át ica.1l7
matemáticas de detalle q ue Fontenelle ext rae de sus defin iciones Pero pronto se adviert e q ue en nin guno de los dos campos
iniciales. existe una claridad completa acerca de los pro blema s debatidos.
r. V. Font"ndl" (l. c., parte 1, sece, 2, núms. 85 y 86) : "Dans la Sui te El mismo recurso de qu e ec ha n mano los ad versarios de lo in íi-
terme e51 igal eu nombr" dn termes q u¡ scm d"pui5 1 jusqu'a nito-act ual lleva. conste» una dificultad no resuelta. Para lu char
IUI mc1u5Iv"m"nt. Done 1" nombre de MUS 5"5 te rmes "SI inf ini eH" a
un de rnk r lenne, qo i "51 mé me in fini• .. Ains¡ ot> S<mI to ujours pris id un M Fon ten.,]l", l. C., parte 1, see e. 2, núm. 124.
Infin¡ fix" "1 eon 51ant , dernier ter rne de la Suite nerurel]e." L. C., pa r!" 1, secc. 3, nú m. 196: "Les Finis qu e ¡" sUPJ'OS" qui dev ien_
lIS n ú m. 86 : "11 "51 inconcevable comrnen r la Sui!" na lUrd lt: pa5.'i.e d u In fims ( par I'él é\'a no n au quu rej, ne le de' ·' e nnen e que dan. le panage
Fin¡ a l'ln fin l, c'ese-á-dire, CO mm""1 a pres avoir "O d es fin is elle vi"n t " '"" 'u r e r ¡ncmu préhen,¡"'e, " 1 cepen da ne eon sta nt, d u Fin i ¡, l'I nfinl. C'est la
a en evc ir un inf in i. c" pendant "el a d oit étre, ou bien iI f. llt absolurnen r uue Ion r des q u e nou s ne co n noísso r», " la v¿rite, q ue par les
abando n ner toote idee de I'Infin i el n'e n prcnoncer iamais le nom, ce q ui Ieroít f ( k t" e'e, r_a_Lli re, par les r¿,ultatsJ". C ak ul" rnass qu oiq u '<.' n ae sache pas,
périr la plus grande et la pl us noble parr¡e des Math éma tiq ues. Je suppose done .... vrum en t il. be font, u esr pourtanr bon scavoir qu e c'e st1" en ils se
que c'e sr la un fait certaín, qu oiqu e incomp réhe nsible el je pr ends la llran deu r lonr (1) er d e pouvo ir iuger, du mnins a poswriori, quels Ils cn t dú elre."
qul doir erre infini e, non comm e éran r dans ce passage obscu r du Fín¡ a l'ln _ /l.bc1nuri n, A ¡rcmise en Londres, 1801, p p. 40 5.\ .; D 'Alembert ,
fini, ma is eom me l'ayan t fran chl e enriére menr et avant pessé par les deg r és /'d<lin: i."..mcnrs mr les Elément.l de Philo-",phie, § XV (/I.1eI3nll"8, V, 264 ss.] ,
n écessatres, quels qu'Ils eoient." e f. especialme nte los estu d ios A chard y Pe émon tva! ( supra. nota B1).
456 DE NEWTON A KANT ESPA CI O Y TIE MPO

cont ra el falso realismo concep tual, se invoca con energía cada puede acep ta r ni conocer ninguna limitación de su esfera de vigen-
vez mayor el carácter purame nte ideal Y. con ello - pu esto que d a; q uien cierre ante ella un cam po del ser, cual q uiera qu e sea, la
no se ve toda vía por parte a lguna una separación rigurosa en este despoja con ello de toda certeza y evidencia del conocimiento.
punto-c-, el ca rácree puramente "i maginar io" de todo lo mate. "Quien niegue la d ivisibilid ad de la m ateria hasta el infini to,
m ánco. Pero este remed io lógico tiene por fuerza q ue antoja rse sólo podrá hacer frent e a las dificultad es consiguientes recurriendo
cas i m ás dudoso todavía q ue el mal qu e con él se trata de corregir. n ligeras d ist inciones met af ísicas, encam inad as e n la mayor pa rte
¿Ac aso no se refuerza la du da en cuanto a la valid ez de la geo- de los casos a q ue no pod amos confia r e n las consec ue ncias deri-
metría, al discut irse la posibilidad de aplica rla a la rea lidad? ¡y vadas de nuestros principios matem áticos. Se rep lica a las obje-
no debem os, por el contrario, reconocer la mate mática como la ciones contra las part es simples de la mate ria diciendo q ue están
ciencia "m as real " y como el verdadero criterio de tod os nu estros tornadas, simpleme nt e, d e los sentidos y de la imaginación y q ue
juicios acerca del ser de las cosas? este problema reclam a el empleo del enten dim iento tmm, ya que
Despu és de lo expuesto, no es difícil reconocer detrás de este les sentidos y las consecu encias a que nos cond uce n son, no pocas
problema a 1'U verdadero in spirador: es Euler qu ien en realidad veces, engeñosos, , , Ahora bien , no cabe duda de que esto último
lo plant ea y qui en entra a fondo en él, al comien zo de su obra es verdad, pero a nadie se le puede ech ar esto en cara con me nos
fun dam en tal sobre el cá lculo diferencial. Los ataques criricos de razón q ue al m ate mático, Es la m at em ática, en electo, la que nos
Eu ler van dirigidos, en primera línea, contra la monadología, doc. previe ne contra el engaño de los sentidos y nos revela la diferencia
trina qu e este pensado r no aborda, ciertamente, en su versión ent re la apariencia y la ver dad. Esta cienci a contie ne los m ás
o riginal, sino a través de la transformación que entre tanto había seguros preceptos, cuya observancia nos pone a salvo de la ilusión
ido suf riendo en manos d e W olff y de su escuela. de los sentidos. El me tafísico que recurra a semejante répl ica,
La mónada había perd ido, aq uí, su d istinción característica. con lejos de afirmar y hacer valer co n e llo su doctri na , no consegu irá
respecto a l átomo, a l borrarse e n ella su verda dera nota especí fica, sino hacerla todavía mas sospechosa." 88
puesto q ue se la despojaba de la concie ncia y de la. ca pacidad de l'II Euler. l nsritlol tiones CaJ n, i¡ Differenr ia!is. Pe lropol., 1755, !80s.: "H asque
rep resentaci ón. Las món adas, así concebidas, no son, en 10 suce- ,liHicu lrs lcs alirer dilcere no n possun t, nis i allq uo t le viscicul is mel aphy sicis d ís-
sivo, ot ra COAA qu e los últimos componentes físicos de los cue rpos, lilK!ion ibus, q uae max ima m par tern eO ee nd uru, UI 'le coreequenriis q u idem
IUs e secun dum mSlhcma' ica pr ind pia for man lu r. fidamus.., Cu m e nim e x
De este modo, la me tafísica wolffiana, a unque sin discu tir el
hoe labyrin lh o exilu m nullum ¡nve n ire. neque cbjec no r nbus debilo mod o OC<'
principio de la d ivisibilidad in finita, tiene necesa ria ment e qu e n lrrele q uea nr, ad d islinc liones co nfugiun l. respo nd en tes h as objec no nes a
limita rlo a nu estra concepción "confusa" y sensib le de las cosas. a rq ue imagin alione s uppc:d ila li , in hoc a ure m negonc sollol nl inlella:hom
Más all á del mundo de los sentidos y re montándose por sobre é l, ¡'..... m aJh ¡b..,i sensus au tem se ra tioe inill inJ e {lC' nde nli a 8acpissime
debe existir un mundo del entendi miento pu ro, en el qu e e ncuc n- lnllcre . I mellect u s seiliee t putus aguoscit Iie r¡ posee , UI pars mdlestmu s {lC'dis
tre su verdadero lugar ese algo "sim ple" con lo q ue jamás nos en. cubic¡ om ni extens jone ea rere, quod absu rdum videann.
'ru m vero, q uod sensus sae penu rnero Iallanr res vera quide m eSI, ar lU'mini
ce ntramos en e l ca mpo de la rea lidad perceptible. La plu ra lidad ",i n u" q.. am fru¡¡ hem a tiei, opponi pore sr. Mat h esis ('tlim nos impr imís a fallac ía
de las cosas emp íricas q ueda reducida a u na sim ple a par iencia, "'nm u m defo<n J it a tqu e docet obie cta, qu ae sensibus perc ipiumu r ali ter rev era
mientras q ue para la reflexión pura de la ta zón sólo q uedan en compa rara, alíte r veTO appnr ere: ha ecqu e scíenna tutissirna rradír praece p-
pie las sustancias indiv isibles y su enlace armónico, t u, quae qul sequ un tur ab íllustonc sen su um im mun es eun r. Huiustnodi ergo

Pero [qu é valor y qué dignidad puede ostentar todavía la rnn- res po rssíonlb os ran tum ut Melaph ysici su nm doctr ina m tue an tur , ut ea m
magls sUspeclam effíc íaur." '
tem ática, dentro de semejante sistema ? ¿No es ella, ahora, la q ue, Co mp áre nse co n éstas las palabras de Kan t (Kririk de r reinen V ermifl ft,
lejos de revelarnos la estructura interior de 10 rea l, contribu ye, por "l'Servar ión a la 2" a nrinorniaj s "Contra esta ' esi, d e la divi sión infinita de la
el cont rar io, a oscurece r y falsear su imagen? La matemá tica no ("" teria, cu yo fund am en lo p roba'Clrio es f'u ram eme mat emát ico, aducen los
DE NEWTON A KA NT ESPACIO Y TIEMPO .59
La d iscusión del conce pto de lo infinito nos cond uce, como se del saber. Pretende r leva ntar ent re ellos un a barrera metafísica
ve, al mismo resultado q ue nos salía al paso en la disq uisición del constituye un esfuerzo que se conde na a sí mismo.
concep to del espacio pu ro y de l tiem po pu ro. El concepto funda- Este pensamiento de Eu ler apa rece form u lado todavía con ma-
mental del nuevo análisis hace saltar tod as las d ivisiones tra dic io-- yor fu erza y nitidez que en la introducción al cálc ulo di fer encial
nales de la ontología. A hora bien, Zqu é valor puede conserva r en su obra más po pula r y más conocida, en las Cartas a una pnn-
todavía la vieja clasificación del conoci miento en dife rentes "facul- cesa ale mana. En ella , se califica de " misera ble ardid" el que rer
tades" disociadas las unas de las ot ras, si no logra aprisiona r el más despoja r a los cuerpos reales de sus más nob les y más cla ras cuali-
im port ante y más seguro contenido de todo saber¡
da des bajo el pretex to de qu e lo que se despre nde de los conceptos
La ma temática no pertenece al " intelecto pu ro", e nte ndie ndo
pura me nte geométricos no es valedero en tod o su rigor para las
este con cepto en el sentido Que la filosofía escolástica le atribuye.
cosas reales. C uando el fi l ósofo objeta al matemá tico que la exten-
Pero tampoco se la puede atribuir al cam po d e los "sent idos"
sión perte nece al campo de lo fenoménico y que, po r tamo, todo
y circunscr ibirla a él, siendo como es, en real idad, la qu e nos
lo que de ella se d eriva en nada obliga a nu estro conocimiento d e la
ayuda a re montarnos por sobre las vagas apa riencias de los senti-
cscnc ia de las cosas, exist e, nos d ice Euler, un medio senc illo para
dos y la que nos asegura la ver da d de los objetos em píricos. Por
sustraerse a esta distinción. Basta con extender lo que aquí se afir-
eso no d ebemos considerar la como una part e de lo sensible, sino
más bien como la crítica y el control de ello. ma del espacio al campo to tal de los objetos en el espacio, para
Surge de nuevo, por tanto, el postulado de someter a un a reno- restaurar inm ediat ament e la u nidad entre ambos campos. Pues lo
vación y a una revisión las conocidas "cla ses" de 11'5 filósofos que in teresa no es sabe r si, d esde el pun to de vista del metafísico,
(v. supra, p. 416). Pero, cualq uiera q ue sea el modo como se qu e mantiene su mirada fija en un mundo de susta ncias absolutas.
establezca la nu eva clasificación y la linea de dema rcación que se debe considerar la extensión como algo imagina rio. como una
se trace ent re 1,) " idea l" y lo " real", debe esta r claro desde el simple "cuasi-extensión ". sino que el problema consiste, única y
primer mome nto que los conceptos exactos de la matemática y exclusiva mente, en saber si las concl usiones Que sacamos de los
los objetos concretos de la IUUllraleza perte nece n al mismo ca mpo conceptos geométricos puros son ejem plares y obligatoria s para
todos los o bjetos de la c.'l:pcriencia.
mona<.! i.<la., ,>bjeo.: iol1e$ q ue se ha ce n )'a sosp.:choNls po.l r el h ec ho de Que no Por tanto, para aca llar toda s la." objeciones, basta con que "los
qui eren admitir Que má s claras mare rnát jcas vahclln J"" ra las noc ie>- geómetras digan que los objetos cuya divisibilidad h asta el infinito
n es en cuanto a la n alu l1llea del espacio, en cu anto qu e ccnsruuve , en
ha bían demost rado sólo poseían tam bién u na cuasi-ex te nsión, lo
real id ad , la condi cion for mal de la po;si bilidaJ d e roda m;uer ia, smo que In
co nside ran sirnplem eme co mo conclusiones deri vadas de conc eptos af>"lractos, que demuestra qu e redes las cosas doradas de cuasi-extensión
pero a rbitr a rios, q ue 00 es pos ible refer ir a Ci"-a._ Co mo Iue,e possble tienen qu e ser ta mbién necesa riamente divisibles hasta el infinito•..
imaginar otro tipo d e int uict ón que el q ue se ne's da en la intuición (ltij!in:rria No hay más remed io que reconocer que el objeto de la geometría
dd espa do )" co mo si las de le rmin ad.'n<:s Jel m ismo no se refiriesen a pr i" ri
y a l mismo tie mpo a tod o aquello qu e scla me nre es posi b le po rque llena esfe
es la mis ma apa rente ext ensión que nuestros fil ósofos a tribuyen
espac io." V , ad e m ás Kanrs Refl ,'xiollen krir i,<chcn PIUlnm" h,c, ed s. po r a los cuerpo s. Y este mismo ob jeto es d ivisible hasta el infinito y,
Beno o Erdm ann, vol. Il, núm. i H : "El error co nsist e en con side ra r co rno en consec uencia, lo serán también, necesariamente, las esencias exis-
represen tac iones con!u .." ,. las rep resent ac ion es " ,n " b)e, Je esrac io \' tie mpo, temes do tadas de esta a parent e extensión". Si no fuese así, la geo-
sie ndo e n reali dad las q ue nos los má s claro' cn nn('illl icnh¡ ,< en tre
tod os, 1"s de or den runn- mririco." (So bre la relación e nt re e, ta, afirm n..iol1 es
metría "no pasar ía de ser un a inútil y ociosa especu lación, inapli-
y Eu le t, cí. espe cial mente e l pró lo!to a l e' tud io d e Kant \ '.'r,llld " ,kn B"f:n ff cable a las cosas que rea lment e existen en el m undo, Pero no
d er nellali, 'cn Gros,<cn in ,Ji.. Wdfweish cir e inn , fiih ren J cabe duda de qu e const ituye una de la ciencia s mas útiles y pro-
DE NEWTON A KA NT
ESPACIO Y TI EMPO <6'
vechosas, lo qu e quiere decir qu e su objeto t iene necesariamente
que consistir en algo más que en una simp le qulrnerav.ee sobreponerse en ningun o d e los pu ntos a la pu gna entre los princi-
Es cierto que los merafisiros, desde su augusto punto d e vista, pios de los dos sistem as a nta gónicos. No, bastaba. t.am poco .
suel en mirar desde ñosame nte y por encima del hom bro el ca mpo deslinda r la validez gene ral de los dos mércdos distintos, rewt n-
limitado d e la in vestigación empí rica. "pero, por muy augu sta que dica ndo el valor de cada uno de ellos para un cam po
una posición sea, de nada sirve si no la acom pa ña la verdad", de problemas, ya qu e el problema reclama ba una solución den-
Por consiguiente, la cien cia de la naturaleza no necesita pre- t fll de la física misma y co n vistas a sus objetos y con-
gunt arse s1 su objeto puede calificarse de "absoluto" o simpl em ent e netos. La transacción entre 13s exigencias del pensamiento y [as
de " fenómeno ", en el sentido de la críti ca de l conocimiento, ni de la experiencia, que había fra casado en el campo d el pur o
tiene por qu é preoc uparse de ello. Pero si tiene qu e exigir una em pirismo físico, parece reservada de aho ra en adelante a .una
cosa, y es que el mundo de las t'croadcs matemáticas y el m un do filosofía general de la na turaleza que, aun tomando sus
de las cosas se hallen en perfecta consonancia. La matemá tica exclusiva me nt e de la observación direct a, dab a un hacia
no puede dejar que el concepto del ser se le imponga desde fue ra, adela nte, pa ra lograr una sín tesis construct iw de los fenomenos
sino que es ella misma la qu e -a di ferencia de las percepciones y de su der ivación, partie ndo de u n solo principio funda mental.
de los sent idos- d ete rm ina y circunscribe la verda d del objeto. La obra principal de I a época sobre la filosofía de la naturaleza,
La contrad icción en el concepto de lo infinito, que amenaza ba la Th euria philosoph iae natura /is, de Bosccvich, es el exponent e
con ser fun esta para la mate mática, cond uce, como se ve, a una característico de esta doble te ndencia. El nu evo conce pto de f Ul'r1,a
reflexión m ás profun da acerca de los funda mentos últimos de su qu e aquí se expone tra ta -como el prop io al
validez. Ahora bien, la pretensión aq uí form ulada por el inv esti- comienzo de la obra - de a rmoniza r la concepci ón newtoma na de
gado r exacto no podía pasar de ser un sim ple postulado, mientras la aedo in distans con la concepción leibniaiana de : !eme mos
el mismo concepto de l conoc imiento objetivo no cobrase un sen. "simp les" de las cosas." Pero, por la vía de esta surge
tido nu evo y distinto, y esta tare a reclamab a, a su vez, para ser un nuevo concep to de la realidad, q ue viene, al mismo tiempo, a
res uelta, In ayuda y la coop eración de la filosofia mism a. dar un nu evo car iz al problema del tiem po y el espac io, ,
En la filosofía de la naturaleza de In époc a moderna habla n
4, E L PROBL EM A DEL ESl'ACIO y EL TI EMPO !iN LA FILOSOFÍA ido des mcá ndose cada vez más resuelt am ent e dos f,un-
DE LA N ATU RAL EZA. BoscoVICI ¡ damcnralcs. La redu cción de todo acaecer a procesos mecarucos
vení a siendo equivalent e, desde D esca rtes, a la reducción
El anta gonismo ent re Leibniz y New ron fue en el siglo XVIII, como acción a procesos de impulso. El problema de la comu mcacicn
hemos visto, el verdadero acicat e para los nu evos esfuerzos criti-
del movimiento en el choq ue de dos masas formaba ah ora
coso La reconciliación entre las doc trinas de ambos adversarios se
110 del problema gene ral de la causa . Leibniz descubre aqur
conviert e, a hora, en la consigna científica de la época. . b"
En vano se esfuerzan los eclécticos de esta época, a q ue nos refe. eI pn.ncl..pl<J d ...e l. "-v
conservació
.,... n de la energía viva; es aq uí ta mI len.
do nde toma n pie las d udas y los ataques de H ume cont ra a V I-
rimos, por resolver el problema con sus mé todos: {I D la armon ización
gencia racional del concepto de causa.
externa de las conclusiones, int entad a por el eclecticismo, no logra
la disputa ent re las escuelas filosóficas segura girando, al prmc r-
ss Euler, Brie!e en cine deu f.< che l'rinz<,ssin. I'erersburgo, 1768 ss., car-
ta s 124 y 125. pie en torno a este punto solam ente, el desa rroll o concreto de la
un V. v, Ilr,: n ¿gllelin, Essai d 'u, lI' cOflcilil1.rion de la M<!raphys ique de Leib. cícncía parecía haberse sobrep uesto ya a él. En vez del impul so
nit ,w ec la P/'YJique de )\,'ew wn (Acad . de Berlín , 1766) , Co ncililltirm des id ,'"s
de N" wwn el de Leibnit sur l'Es/>llce el le Vid e (Ar ad. de 1krlín , 176Q). 91 Bosccvíc b, T heoria phi!o sopltiae natmali.' redacw aJ uflicam !e¡¡cm ví.
rium in ruuura exísrenríum. Venecia, l i63, preef., p. X y Si 1 u .
+62 DE NEWT ON A KANT ESrACIO y TI EMPO 463

d irecto, había ido destacándose la fum a a d istancia como el ver. pos tulad o de todo nuest ro conocimiento causal. Pero, en realidad,
dad ero tipo fun dament al de toda acción. Los progresos de la este principio se abandon aba en la teoría de los principios de la
f ísica conducían cada vez más al postulado de q ue esta fu erza, t iencia, aunq ue aparente men te se le salvara para la int uición de

Que al principio se había rech azado como " incon cebible", debí a senndos. La consideración filosófica de la na tura leza tiene Que
reconoce rse, en realidad, como el último princiPio do rado d e marcha r por el cam ino opuesto, manteniendo a salvo el posndcdo
validez general para la comprensión de todos los procesos empí, li t' fa cont inuidad, asegurado por la inducción y por la pru eba
ricos. "m etafísica", aún en aquellos casos en que la observa ción y las
Es aq uí donde interviene la crítica de Boscovich. El proceso epariencias de los sent idos parecen oponerse a é1.9S En efecto, la
d el im pulso, el tránsito de un efecto a un lugar vecino e inmed iato, verdade ra ciencia no cons iste en recoger y agru par las experien cias
Que du rante tant o tiem po había venido considerándose como algo ain selecciona rlas, sino en interp reta rlas con arreg lo a criterios
directament e " inteligible" y q ue no necesitaba de más explicació n, conceptuales.
d a ah ora pie a los más graves reparos conceptuales. No podernos Por tanto, según esto, lo qu e de bemos hacer, a la vista del
emplear este proceso para el esclarecimiento de los fenóm enos, problema planteado, es comprobar como un principio inquebran-
antes de penetrar totalment e en los elemen tos concretos que lo mblc el del aumento o di smin ución con tinua de las velocidad es,
integran y de exponerlo y explicarlo sin con tradicci ón alguna. viendo en seguida cuáles son los eslabones teóricos int ermedios
Ningu na de las teorías ant eriores había hecho esto. Imaginé. necesarios para aplicarlo d e un modo general en el campo de los
mono s, por ejemp lo, dos masas iguales, carentes de elasticida d en fenó me nos concretos. Partimos, pues, de l supuesto de que la
d istinto grado, qu e se mueven hada adelant e en la misma direc- velocidad de los dos sistema s materiales no cambia bruscamente en
ción y un a de las cuales desp liega una velocidad de 12 m. por uní- el mome nto de l choq ue, sino que ya antes, al irse acercan do
dad de tiempo, mientr as que la otra desarrolla una velocidad continuament e los dos cuerpos, se van compensa ndo sus veloci-
de 6 m. En el momento del choq ue, nos encontra remos, pues, dades respectivas, aumentando la de uno y disminuyendo la de
con que una determinada parte de la canti dad de movimiento es otro. Ahora bien , para ello es necesario partir, además, de otro
t ransmitida por el cuerpo más rápido al más lento, lo que hará. supuesto previo, a saber: que, al disminuir la distanc ia entre los
qu e ambas masas jum as avancen ahora a la velocidad común t1 1)S cuerpos hasta caer bajo u na determinada magnitud, _entran

de 9 m. Sin emba rgo, el tránsito de la velocidad inicial a la en acción ent re ellos determinadas fum as d e repulsión.
velocidad nueva se efectúa mediante un salt o, sin que pueda seña. Partiend o de aquí y en una línea rigurosament e lógica, llega
larse un solo momento en el que una de las dos masas adopte un lt oscovích a su conocida teor ía física de los puntos sim ples de
grado medio de velocidad entre el resultado inicial y el final. ' ucl'ta. qu e -siemp re que su d istan cia exceda de una cierta mag-
Basta con considerar este caso sencill ísimo, qu e puede da r pie nitud- ejercen una determ inada atracción los unos sobre los OIfOS,
a investigaciones mucho más complicadas, para ap reciar una tan. pero teniendo, al mismo tiempo, su esfera propia y exactam ente
gible violación del principio de la continuidad, el cual exige que definida d e acción, de nt ro d e la cual experiment a una repulsión
cada magnitud, para pasar de un valor a otro recor ra todas las cada uno de los cu erpos que entra n en ella. Desde el punto de
{ases intermedias del r-roceso.w Ello nos lleva a descubri r, además, vista matem ático, cabe exp resar esto por medio d e la hipótesis
una pugna d ialéctica muy pecu liar. C iertos pensadores se aferra. de que las fuerzas de la repulsión disminuyen con la dista ncia en
ban a los efectos por el cont acto por considerar una med iación una medida extraordin aria mente mayor que las de la atracción
consrcn re entre la causa y el efecto como fundada en el concepto y que, por tanto, sólo cobran un efecto perceptible con respecto a
,'
mismo de causa, reconociendo con ello la continuidad como un éstas cua ndo la aproximación llega a un grad o muy alto, pero
92 Boscovich, T hco ria philosophiae naturalis, i 18. m Th eOTia ph jlosophiae "¡¡rllrali.I, H 31, '1 3, 63 ss.
DE NEWTON A KA NT ESPACIO Y TI EMPO "S
q ue. en ca mb io, al d isminu ir constantemente la d ista ncia. rebasan 111 cont in uidad del espacio y el tiem po lleva precisam ent e const-
roda magnitud. excluyendo con ell o todo contacto rea l de los ele- "" el q ue, si partimos de un determinado punto en ellos, no haya un
m ent os qu e se mueven. La ima gen de una masa uniform e y cohe- puma "inmediato" en el es pacio ni en el tiempo.
ren te de ma teria se desint egro, así, pa ra nosotros en una serie de Podemos formular e n general el sentido de la ley de la con n-
centros a islad os de acción, tan pront o com o la conside ramos desde unid ad sin mezclar en ello para nada el conce pto de una magn i-
el pu nto de vista de los principios d iná micos, transform ándol a con llld cons tante e infinitamente peque ña. La contin uidad del moví-
ar reglo a csro.s- miento no significa. en últ ima insta ncia, má s que el postu lado
N os enco ntrarnos pues, ante un resultad o pa radójico: la cc nn- de que a cad a punto determ inado en el tiem po se h all a univoca-
nuidad m aterial apa rece destru ida por virt ud de la m isma ley de uwnre su ped ita do única y solamen te u na situación del cu erpo rno-
la continuidad. Par a asegu rar y ma ntener en pie con todo rigor la "idll,'JlI
continui dad del acaecer, es necesario desintegrar el ser en elern en- Pues bien, este postu lado resu ltaría infringido en cada cambio
tos d iscretos. El pr incipio mismo de la cont inu idad, cobra, a hora , brusco de lugar. Su pon gam os, por ejemplo, qu e el movim iento, en
una formulaci ón y una plasmecíón lógicas más ní tidas. M au per, d mome nto rr, se int erru m pa en el lugar a, pa ra rean ud arse, en el
tuis lo había a tacado, a l ex presar la condición d e la contin uida d mome nto l2, en el lugar b: caben, aqu í, dos posibilidades, según
- haciendo pie pa ra ello en una formulación vaga de este concep- que consideremos r1 como d iferente de ts o como coincidente con
t o--. en el sent ido de q ue tocio estad o suc esivo sólo podría disrin- En el pr ime r ca so, tendremos que ---<on arreglo a la divisibi-
guirse del anterior " por un a magnitud infinitam ente pequeña". hdad infinita del tiem po, q ue Boscovich da a quí por supuesta,
¿Pero acaso -e-pregu ntábase d icho pensa do r-e- la tra nsición de la aunque sin detenerse a d emostrarla- entre t i y ra cabe seña lar
magnit ud x a l valor x +
dx es, en un sentido cua lq uiera, m ás un nú mero infin ito de pu nt e s en el tiem po, pe ro sin q ue sea pos ible
comprensible lógicam ent e q ue su incre ment o en cualq uier mag- indica r ninguna situac ión respe ctiva del cue rpo, mientras que en
n itud finira, ya q ue también en el pr ime r caso se trata siemp re el segundo caso ten dremos q ue hacer cor respo nder d os lugares
estados distintos, separados ent re sí por un a d istan cia, evid en te- disrinros a uno y el m ismo momento."
ment e muy peq ueña, pe ro, a pesar de ello, cons tante y fija? y lo qu e aq uí decimos con respe cto al conce pto de Jugar puede
Por oposició n a una concep ción sem eja nt e, Boscovíc h señala como 11 plica rsc también, del mis m o modo, a la veloci dad. Tamb ién
verdadero e rror de princi pio aq uel en qu e se incurre a l trat ar tiene qu e te ne r un valor unívoco en un mo mento dado del
de captar y seguir el trá nsito de un valor de lo cambiab le a l valor l it-ro p o , ya q ue no es ot ra cosa sino una detenninación del moví-
" inmed ia to" por medio de la intuición sensib le inmed iata . Esta nucnro futuro y, por tanto, sim plem ente la ley con arreglo a la
concepción es cont rad icto ria en sí misma, ya que el concepto de cua l subordina mos d eterminados pun tos en el espacio a ciertos
j-untos futuros en el tiempo.98 La teoría del "impul so" sólo com o
&4 Them id philosophi<Je rI<l rt"alú. H 81 ss.: "Qucniam imrninuus in infini_
pren día y explicaba la conexión continua, a l buscarla en las partes
rum di sranriis vis repulsiva a ugetu r in in fin itu m facile pat er nu lla m parr em
mar... riae pGMe esse c.mr iguam alreri pa ni: vis ... nim ilIa re pulsiva pronn us
de la ma teria , como una transfusíón sen sible de los limites de las
a¡teram al. alte ra rem ove re r. Q ua rnobre m necessanc inde concl uditu r pr ima pnrrfcula s concretas : es a ho ra y solamente ahora cuando, por e l
ma l...riae elern en ra esse om nino simplid a ee a n u llis comigu is parub u s co m-
pos ira... Ita om ne Con tinuum coexistens eliminabíeur e Na tura in qu a ex. QII BO$Covich, T hcO'rid philosophioc naeur<lIíJ, U 30.3.3; d. esp ecial mente la
plicandc usqu e a deo desu J arunt er Ieee Philosopht." .l""r mción de este mism o auror titulada De co n lin uilluis ¡elle et ejus con se e-
{I5 V. Maupl.' rl uis, Es.,ai de Co" mo lo¡<ie, Oeuvres, Lvon, 1756, I, 38, y Exa. f(niiJ P<'rtin..n fib"s ad prima , ",¡¡.. riac d eme nta eorumque otres, Roma, 1754,
men philo., ophique de la preuve de ¡'Exis tence de Dieu (A cad . de Berlín, B 104 5<.
1756), 2' par te, 48. Cf. también Kaesmer, Anfangsgrün de der hoheren Theoria philosDphiae na tural;s. 50.
Mechanik. GOlinlla, 1766, 1'1'. 191 n . fh coria , i i 60JS .
." DE NEWTON A KANT ESPACIO Y TIEMPO

fuera de nu estra propia imaginación, puesto qu e son los objetos


"7
contra rio, aparece fund ame ntado el verdade ro concepto lógico de
la continuidad, al desaparecer lo cont inuo del ca mpo de las cosas mismos los que lo ha cen cambiar y revestir tan pronto esta como
físicas. aquella modalidad del ser en el espacio o e n el tiempo. " 1 00
Sin embargo, se plantea y necesariament e tiene qu e plantearse H asta ah ora, no se ha hab lado para nada, como se ve, del
cada vez con mayor fuerza el problema de saber qué significación espacio y el tiem po como de un sistema de relaciones: rr árase
y qué función pueden corresponder tod avía, dent ro d e este siste- exclusivamente de cosas físicas concretas, a las qu e, según esta
ma, a la idea del espacio unitario y u nifor me. No se le puede concepción, corresponden "lugares" concretos absolutos. T an pron-
reconocer una existencia, pues la realidad que la física conoce se to como un centro de fuerzas cambia de posición, des aparece un
encier ra siempre en los puntos sim ples de fuerza, carentes de ex- determinado " aqu í" y " ahora", qu e venía existiendo como cual i-
tensión. Es nu e stra falta subjetiva de capacidad de distinción la dad real, y nace como de la nada ot ro carácter local y temporal.
qu e nos hace concebir engañosa me nte la imagen de la exte nsión Si, por tanto, los lugares sólo existen como cualid ades o como
contin ua , en vez de los elementos d inám icos aislados y de su ac- cosas físicas, ello Quiere decir, to mad a la cosa en rigor, qu e sólo
ción intermitent e. pued en existir, asimismo. en número limitado. En efecto, toda
Y, sin emba rgo, no pod ernos rebaja r el espacio hasta conver- existencia se ha lla vinculada a la ley del número determinado; lo
tir io en un simp le produ cto de nu estra imaginación, ya q ue sus infinito, por el contrario, es sola me nt e un prod ucto d e nu estra
10 1
determinacion es características fundamentales se repite n di recta - fantasía subjetiva, qu e no encuentra nun ca cabid a en los objet os.
mente en el concepto d el punto de fuerza y, por ta nto , en el con- A hora bien, si en realidad sólo existe una cantidad cerra da de
cepto de 10 físicamen te real. puntos de fuerza y de luga res real es correspondientes, lcómo pode-
Por eso, a la vista de este problema, toma la investigación, en mos llegar a postular una línea continua, que encierr e necesaria-
realidad, un nuevo giro. El "aquí" y el "ahora" del punto de fue r- mente u na pl uralida d ilimitada de puntos? En la disquisición de
za, el lugar qu e éste ocupa en el espacio y en el tiem po, indican este aspecto de la cuestión se conce nt ra a partir de ah ora todo
desde luego cualidades reales, que ese punto posee, independiente- el contenido del problema, pues au nque se niegue la existencia
mente de nuestro modo de conside ra rlas. A mbas representa n un 100 The<lrio., 143: "Ego q uid e rn con tin e urn nullum egnoscc eoex iSlens. . •
especial y pecu liar " modo de existencia", "inherente" al punto uam n ec spatíum reale mihi eet ullu m continu u m, sed ima ginuiuffi tanrum-t
modo ... Cen seo n im in. m quodvis ma.reriae punetum habere binas reales ez ts-
físico sustancial a la manera como a una cosa cualquiera cor res- l"Il,I¡ m..,aos. ailt,,... m locol lem a!terum lempor arium, qu i n u m appella ri debea nr
ponden sus di ferentes cualidades y carac te rísticas sensibles. IU a n lam u mmodo mod i rel "iusmodi lit.,m q ua m arbítr or e55" lam um d e
Los conceptos de espacio y tiem po aparecen aquí, así conside- rwmine nihil o mnin c eu ro." ef. "De Spatio le T.,mpore" (Suplemen to 1 •
redes, en una peculiar afinidad lógica. Sus elementos form an una Th ,'Qt'ia philo l . nawRll il), U 2 1.; "Inprim is illud m ihi víderur evidens tl m
nueva clase d e cualidadC5 reales con que un determinado cent ro q ui spatium ad mitnmr absol u tu m na tura sua reeli ccnnnu um, aeremu m,
Irnmensum , tam eos qui cum L .,ibn; tían is er C artesinnls ponu n t spatiu m ipsum
de fuerza ap arece revestido en su movimiento y de las cuales lil ordin e q uern habent ínter se res q uae exis tunt, praerer ipsas qua e
vuelve a despojarse de alguna man era. u i. lUnt dd,.,r., admirtere mo du m . Iiq ue m non pu re lmaginaeium, s.,d r.,alffll
" Necesar iamente tenemos que ad mi tir un modo real del ser, nialendí, pee q u.,m ibi sin!, u bi su nr el qui erina/: r.. m cum. ibi s.. nr, pereat
por virtud del cua l un a cosa existe allí dond e es y cuando es. Este l"m ihi es.' e .u-fierinr, " bi ""<ln t. Nece ssar tc igitu r ad mitt endus esl ru lia aliquis
mod o puede ser conside rado como un a cosa o como una cualida d, mod us , per q uem r"s e n ibi, ubi .,st et rum eu m ese, Sív., ia modus
,Ikal llr res sjve mod us re í, sive . liq uid , sive no n nih il; ís .,xtt a nosrra m ímagi-
como un algo o como nada, pero desde luego tiene qu e darse
IIllinnem esse d eber et res ipsum mu tare pot.,st, habe ns jam ali u m eíus modi
" Com illUitas exacta (m ateriae) est illusjo quaeJam sCn.$uum taruummodc u i_t.,nd i mo d u m, jam allum."
el figmem um m., m ís rd lexí" n., vd non u terrris, v.,l abutentis" HlI Sobre l. "!.,y d el n úmero d., t.,rm inado", v. Theof ia, S 90, y Etementa
(Th eorÍ<l. 159) . M alh eseOf, Roma. 175", t. m, núm. 879.
<6' DE NEwrON A KANT ESPACIO Y TI EMPO 469

a la extensión conti nua, no hay más remedio qu e explica r y jusri- mod alidades- tenemos q ue t ambi én el espacio imaginario, con-
ficar su idea y el modo como ha llegado a 'for marse. tinuo e infi nit o es algo et ern o 'Y ne cesario; pero no algo
Si nos fijamos en la estructuración dada d e la mat eria en un sino simplemente la hi pótesis ind eterminad a de algo que pu ede
momento dado, es evidente q ue sólo tenemos ante nosotros, en cada existir." HIt
caso, un número consta nte y limitado de puntos físicos, separados La denominación del espacio y el tiem po como " posibilidades"
un os de Otros por d ista ncias fijas y finitas. Pero, partiend o de aq uí, recu erda la concepción leibnizia na; sin embargo , mira nd o la cosa
nuestro pensamiento sigue hacia ad ela nte: enfoca la posibilida d más de cerca, vemos en seguida que aq uí se em plea en un sent ido
de q ue el estado actua l del conjunto cambie, del t ránsito a una con- tota lmente dis tinto y con una tendencia opuesta. Para Leibn iz, el
figuración d istint a, en la qu e a cada elemento d inámico corres- espacio y el tiempo for man un conjunto de relac ione s necesa rias,
pon dería como cua lidad propia suya otro De este dotadas d e validez apodictica pa ra todos nu estros juicios acerca
modo, pueden crearse en la fantasía nuevos y nu evos lugares. cuyo del ser em pírico y del acaecer empírico. Las reglas "id eales" y
conju nto, sin embargo, no se realiza nunca simultá neamente. La abstractas forman, aquí, la base para toda determinación y com -
distancia entre dos cent ros materiales puede ocuparse en el pensa- probación del ser concreto del objeto de la experiencia (d. supra,
miento con nuevas y nu evas situaciones " posibles", que ta l vez en pp . 111 ss.).
el fu turo llegue n a ser ocupad as por un elemento físico, pudiendo Boscovích, por el contrario, parte de la existencia absolu ta de los
entonces, si ese caso se da. ser consideradas como act ual es. La puntos de fuerza y, a base d e ella, investiga la determ inabi lidad
continuidad y la infinita divisibilida d de l espacio y d el t iempo en el tiempo y en el espacio como una cualidad que les corres--
no represent an más que esta capa cid ad subjetiva d e in tercala- pond e junto a otras caracte rísticas físicas, tales como, por ejemplo,
ción de nuevos y n uevos lugares interm edios irnaginados.tw su impenetrabilidad. Pero no es di fícil com prender que, por esta
"En la realidad existe siem pre un d eterminado límite y un de - vía, no es posible llegar a obtener y a d eriva r los puros conc eptos
te rmin ad o número de puntos e interva los; en la posibilidad , en geométricos fundame ntales.
ca mbio, no se ma nifiesta ja más un límite. Es, por tanto, la con. A un cuando conside rásemos tot alme nte inobjerable el método
sideración abstra cta de las posibilida des la que hace na cer en nos- de Boscovich, nos perm itiría explica r, a lo sumo, la divisibilidad
otros la idea de la cont inui dad y la infinitud de una línea irnagi- infinita de la línea, nu nca su continuidad. En efecto, la ilim itada
na ria. Sin embargo, como esta posibilidad es, por si misma, algo inte rcalació n de valores interm edios entre dos eleme ntos sim ples
eterno y necesario -ya que es necesaria y eternamente verdad de sit uación da dos no p uede dar nunca como resultado u n todo
qu e los puntos físicos pueden existir con todas las cualidades y continu o; de ello sólo res ulta ría, en el mejor de los casos, una
cantidad discreta, au nque infin ita , de pu ntos, de l mismo tipo que
102 "Quoniam aurem punc ra matet iae habe n r sern per a liq ua m a se invice m sistema de los números raciona les, pero que no correspon dena
d islan tia m et n u mero fin ita eun n fin ilus est sem per eliam num erus loca liu m
nunca al conju nto contin uo de los números reales.
modoru m, nee ullu m reale con rinu u m eHor mal . Sp ali um vero imaginanu m
est m ihi om nium modorum con fus e eogni ta q U08 simu l per cogunto-
V emos, pues, que no es posible justifica r, desde el punto de
n em pmecleívam concipimus licer sim ul orones exis rere non possinr" (T he O'ria vista origina rio de Boscovich , el conce pto del int erval o ent re.
S 143). ' pu ntos de fuerza sim ples. Y, sin embargo, no se puede prescindir
l 03 De SlXIdo <te T emp ore, H 8 s.: " Q uotiescu nq ue illa pu n cta loe¡ fealia
inrerposlta fuer lnt inrer pc sftis pu nctis materiae realibus, ñn uus erir eorum nu - 10 4 "Curn qu e ea p" ssib ililas e l aeterna sit et (ab aetern c enim el
m erus, flnit us lneervallo rum n u meru s iIlo p riore interc ep rorum ee ips i _imu l necessario verurn fuit p osse ill a pun cta cu rn m is medie exlstere) , spatlum h ujus-
eequeliu rm al n u merus ejusmod i pattium 'possibíliu m Iinem hebebir n ull u m.• , rnod i imaginalÍu m continuum in fini tu m sim ul etiam aerern um fult el n.eces-
Hi n c vero d u m co nciplm us possíbílta hae e loe¡ p une ta spat ii in ftn ítate m el sarhrrn sed non est aliquid existen s, sed lantu mmodo ali quid potens eXIstere
ccntin uít a rem habemu! eum d ivisibilitate in infinitum." e t a n obís ín definír e co nce pt um " (D e Spa lio <te T empare, S 9) .
470 DE NEWTON A KANT ESPACIO Y TIEMPO

de este concepto pa ra la funda mentación de la realidad física, ya claramente Que lo qu e hace de un punto un punto en el espacio
Que afirma su lugar en la ley ual de las faum.as. Que Boscovich o en el tiempo es precisament e la relación origina ria y especifica
proclama como la regla suprema de todo acaecer. La atracción en q ue mentalmente lo situamos.
y la repulsión d e los elementos simples se rige por las distancias Est e mismo problema nos sale al paso, d esde otro punto d e
que en cada caso los separan a unos de otros. Volvemos a encon- vista distinto , en el escla recimiento del concepto d e m edida por
trarnos así ant e la vieja pregunta planteada por Euler: lcómo Boscovich. La medición concreta consiste en aplicar a unos sitios
explicarse qu e la mat eria, en sus manifestaciones reales, dependa y a otros la longitud determinada que empleamos como unid ad
de algo puramente "pensado" y simplemente " posible'? fundamental; presupone, pues, la posibilidad de desplatar en el
T ambién en otro sentido se echa de ver, aho ra, Que la expli- espacio la medida emplea da, sin qu e por ello cam bie su natu ra-
cación de Boscovich se mueve dentro de un círcul o vicioso. Para leza. Pero este sup uesto --como imperativament e se des prend e
llegar al conce pto de la di stancia, se ve obligado a ad mitir qu e los de la propia concepción física de Boscovich- no puede llegar a
múltiples y distintos "aquí" y "a llá" Que conocemos como d eter- darse nunca en la realida d. La línea ha sido def inida, hasta aquí,
mina ciones de Jos puntos físicos revela n ent re sí una relac ión como un con junto de puntos en el espacio, que por nu estra parte
mutua fija. conocemos, a su vez, solamente como cualidades dependient es de
"T odos estos modos reales y concre tos surgen y desaparecen; puntos de fuerza. Consecuentemente, h emos de llegar, partiendo
pero son, en sí mismos, tota lmente indivisibles, inextensos, inrnó- de aq ui, a la con clusión de que no existe nunca, en el sentido es-
viles e inmutables en su ordenación. O frecen, de este modo, la tricto de la palabra, la identidad de medida indi spensable para
base para la relación real de la distancia, ya ent endamos por ella poder establecer una comparación exacta. La unidad de med ida,
la distancia en el espacio ent re dos puntos o la d istan cia en el ni ser aplicada a un luga r distinto del espacio, sufre un cambio
tiempo entre dos sucesos. El Que dos puntos materiales posean interno, ya que se encuentr a aquí con una distribución disti nta
una cierta distan cia sólo Quiere decir que les corresponden estos de los puntos físicos, apareciendo comp uesta, por tanto, por otros
dos modos determinados y d iferen ciables del ser." 105 " lugares" reales qu e antes.
No es, sin emba rgo, en modo alguno, evidente por sí mismo, ni Si existiera una exten sión uniform e y constante de la mat eria,
se d esprende tam poco de lo que queda dich o qu e entre las dis- nuestra paut a material de med ida podría des plazarse a nuestro
tintas carac terísticas especiales cualitativas -de las cuales las úni- antojo en ella, sin experimentar cambio alguno; pero como, en
cas que aquí conocemos son los pu ntos del espacio y el tiempo---- realidad , la materia se halla siemp re diferenciad a, sin qu e se repi..
medien un ord en y una sucesión tan fijos qu e nos permitan cornee- la nunca la misma configuración de los puntos discretos de fuerza,
rarlas ent re sí y establecer entre ellas una relación de "ma yor " o tenemos que la identidad ent re las longitudes no pasa de ser, en
"menor" distancia. L;-jos d e ello, tenemos qu e llegar a la con- el fon do, una especulación abstr acta, u na ficción, tal vez útil
elusión de que ya en esta misma hipótesis se postula impl ícita- para la geometría , pero que no encuentra el menor punto de
mente el espacio como un sistema de lugares, al lado y JX)r encima apoye en los objetos rea les y concretos.w"
de los lugares concretos. Part iendo del momento absoluto y total. Nos encontramos, pu es, vista la cosa de este mod o, ant e una
ment e aislado, no es posible llegar a comprender jamás las ca-
racterísticas de la relación en el espacio y en el tiempo; ésta sólo 106 L C., i 21: "Illam lt gneam ve! ferr eam decem pedam ha bemu s pro
pue de int roducirse, así, por medio de una petitio P'rincipii. La eode m eornpara ricnis termino post transl ationem. Si ea constaret ex materia
prors us contin ua er solida, hoberi posset pro eodern compaeetionis termino, lit
relación no es nunca un simple resultado accesorio obtenido por
111 mea punctorum a se Invicem dlstantlum sententia om nia íllu s de cempedae
la suma de los elementos " simples"; por el contrario, hay qu e ver puncta dum rransfe runeur peTpeh40 dis!<lnti<lm tt"l!eT<l m"wnt. Disranna entm
De Spat io ce Tempore, 5. rousrltuitu r per illos reales e:xistendi modos, qui mutantur perpetuo."
ESPACIO Y TIEMPO 473
DE NE'iVTON A KANT
ccptos fu ndament ales y su relación con los objetos físicos de la
desint egración em pírica d e la geomet ría, ya qu e es, según esto, la
n aturaleza efectiva de los cu erpos la que decide acerca de la vigen- realidad. .
Echando aho ra una ojead a a la trayectoria precedente, vista
cia de los conceptos matemáticos. Es cierto q ue Boscovích trata
en su ccruunro, vemos qué esfuerzos ta n grandes e imntcrru mpidos
d e at en uar esta consecuencia obligada de su criter io, al subrayar
dedi có el siglo XVIII al estudio de este problema y al emp eño de
que podemos habla r de la igualdad ent re dos lín eas situadas en
llegar a domin arlo. En los diferentes inte ntos de solución a que
distintos lugares absolutos del espacio, sin necesidad de afirmar
hemos ido pasand o revista, hemos visto cómo los concep tos del
la estricta ident idad de la pauta de med ida.t'" Sin embargo, ta m- espacio y el tiempo recor ren toda la escala de la existencia "suble-
poco de esto tenemos ni podemos te ner ninguna garantía lógica uva" y de la existen cia "objetiva" . En el primero de estos dos
exacta, dadas las premisas de qu e part e el sistem a: es, una vez sentidos, se los conside ra, unas veces, como productos de la per-
más, la im precisión de nuestros senti dos la que favorece la forma- cepci ón d irecta interior o exterior, otras veces como prod ucto s
ción deo- este conce pto igualment e "i maginario ". La geometría es nbsrractos d el pensa miento, otras como frutos d e la
de suyo "verd ade ra" por cuanto que, acepta ndo las premisas de habitu al de idea s y otras, por fin, como conceptos ,Y
las qu e parte, llega a conclusiones exent as de toda con trad icción; dotados de validez general. Y, por analogía con esto, su exrsten cre
pero no hay en ella, por ot ra parte, el menor asidero que le permita se concibe aquí a la manera de una existe ncia sustant iva e
in ter ven ir en la configura ción de la física, ya que la continuidad pendi ent e, mient ras que allí se los presenta e interpreta como, sim-
qu e tomamos como base en el campo pura mente matemát ico se ples cualidades y modalidad es de las cosas o como relaciones
halla en cont radicción con el concepto del objeto físico "actual " H)8 objetivas entre ellas.
El conflicto ent re lo ideal y lo real no queda zanjado aquí, Se ha recorrido, como vemos, toda la órbita del ser
como se ve, sino que, lejos de ello, se aho nda y agud iza. La cur iosa ñsico o psíquico, sin qu e los conce ptos del espacio Y
y difícil teoría del espacio y el tiempo formulad a por Boscovich lleguen a encont rar su ve rdadero lu gar lógico. so,luclO.n de fi-
es una última e interesante te ntativa para exp licar estos dos con- nitiva d el problema sólo podía aportarla una filosofía orie nta da
hacia la transformación crítica del conce pto del ser y capaz, por
107 " In mensura local¡ aeque in mea sen ren ría ac in mensura temporar ia. tanto de enfocar a través de u na fetac ión totalmente nueva, en
im possibile ese ce rtam lon gilud inem, UI ceere m d ur aliolle m e sua &ede abduce re MIS mutuas, los campos de 10 "subjetivo" Y lo " 01:>-
in alre rius eedem, u t bioo rum co mpatatio habea tu t per lerriu m. Unoo iq ue alía .
Jc tlVO
' ",
longirud o, ue alia d uratio subuitu itu t, quae pr ior i illi aeq ua lis censeru r. ni m io
rum nova realía pu nceoru m loca ejusde m decem pedee no va m d ista ntia m cons-
, i, ue m ia... Vulgus la mummodo in mensura lcc ali eu ndem ha ber¡ pu tat cc m-
pa ration is re rminu rr n Ph ilosophi celen Iere crnnes eu nde m saltem habe r¡ pcsse
pe r mensu ram pe rfecre solida m e l cont in ua m, in te mpe re ta n tum modo aeq ua-
!em, ego vero ut robiq ue aequalem tantum agnosc o, nus piarn eundern" ( De
SpafiQ lIC T em pore, § 2-4).
108 "A l eril fortasse qu¡ d icet sob lara u len sione absol ure mal hema lica roll i
o mnem Geom etri ll.m , Respon deo G eom etriam non tolli quee consi dera' rela-
tienes Inrer dis ran rías et inte r in te rvalla d ísfam iís interce pta, qua e mente con-
cipimu s er per quam ex hvpoth eeíbus q uib usdam conclusiones cu m iis co n-
ne n s e x primis quibusda m prillcipi is ded ucirnus. T ollirur G eo llU'l ria actu
.."itr ens, qua len us n ulla linea, n ulla supe rficies ma themance con nnua, n ullum
sohdu m mathem arice cominu um ego aJ mitto ínte r ea quae existun t. In au rem
ín te r ea q uae possu nr existere hebean tu r pla ne ignoro" ( T heorill, § 373) .
LA ONTOLOG IA

La relación entre el pensar y el ser encuentra en Leibniz una


determinación tota lme nte nueva.' A l desintegrarse toda la reali-
Capítulo III da d en el conju nto de los sujetos de las represen taciones y de sus
contenidos de conciencia, planteábase ahora el problema de encon-
LA ONTOLOGlA. EL PRINCIPIO DE CONTRADICCION
tra r un cri terio general que perm itiera d istin guir ent re el objeto
y EL DE RAZON SUFICIENTE "objetivo" de la física y los fugaces y ca prichosos contenidos de
la fantasía. Sin qu e valiera, pa ra estos efectos, rem it irse a una
f
causa externa, existente po r sí misma, ya qu e se había cerrado el
Si a la trayectoria seguida por el desa rrollo de la física ma temática paso a tod a posibilid ad de salirse d el círculo de las represent acio--
en el transcurso del siglo XVIII cont raponemos el proceso de des- nes para cer ciorarse de ella .
ar rollo de la lógica profesada por las escuelas, ad vert imos en El ún ico criter io aseq uible y realmente aplicable para estable-
seguida cla ramente la incon gruencia entre la forma y el contenido cer la verd ad de u na percepción no podía seguir bu scán dose ya
de l saber. en las cosas situadas en el más allá y distint as a ella, sino sola-
El contenido, que la investigaci ón exacta lucha inca nsable- me nte en las ca racterísticas lógicas internas propias de la percep-
mente por conquistar, em pieza bu rlá ndose d e todos los esfuerzos ción indagada. Cuando decimos que un determinado fenómeno
que hacen los pensadores por encuadrarl o dentro de los esquemas ante el que nos encontramos es " real", esto no puede significar, si
de los conceptos tradicionales. La filosofía y la ciencia se ven lo analizamos de cerca, que posea una segunda forma de existencia
expuestas así a la amenaza de divorciarse com pletamente. Sólo totalmente distinta, paral ela a la que di recta me nte se nos muestra
bajo la versió n y la orientación popular que la Ilustración fra ncesa y situada fuera d e todos los sujetos pensa ntes, sino que se refiere
da a la filosofía vemos cómo ésta se man tiene aú n en contacto solamente a la posición que aquel fenómen o ocupa dentro del
vivo con los intereses de la ciencia em pírica, contacto que va sistema total de nu t'$tra experiencia. D ecimos que un fenómeno
perd iend o, en cambio más y más, cua nto ma yor es la fuerza con es "real" cuando no surge en nosotros de u n mod o capric hoso
Que tiende a deslin da r 5istemálicamente su propio campo y su y sin sujeción a reglas, sino que apa rece vinculado a una serie de
verdad era función. condiciones constantes invariables, ta nto en su modo de manifes-
Y, sin embargo , ser ía erróneo e injusto empe ñarse en medir tarse como en sus conse cu encias. Las representa ciones que e n nos-
el valor de la doctrina wolffiana fijándose ta n sólo en lo q ue esta otros se da n no van y vienen d e un modo arbitrario y por capricho,
doctr ina a porta a la conformación técnica externa y a la derivación sino q ue se ordena n de ntro d e un a t rabazón fijamente circunscrita
silogística form al del saber. Por mu y pobre y esté ril Que la filosofía y con ar reglo a deter min ada s leyes.
de W olff pued a pa recernos hoy, con frecuencia, en sus de talles, no Estas leyes, que agrupan y orde na n las representaciones, son
d ebemos olvidar que fue ella la qu e mantuvo perma nentement e las Que dan a ésta s el carácter de rea lidad , pues solame nte llam a-
vivo y despierto el problema central d e la filosofía, el problema mas reales a aquellos con tenidos que no son la imagen indecisa
del método del conocimiento . En este punto , pod emos afirma r que y vacilante del momento, sino qu e revelan siem pre a nu estra con-
W olff fue el legítimo h ered ero de la doct rina leibnizlana : a él le sfde raci ón pensante la misma inmutable peculiar idad.
correspond e, innegableme nte, el mérito de haber sabido mantener Ahora bien, la derer minabil idad que aquí se postula jam ás
indem ne ant e la conciencia de la época, aunque lo atenua se y
debilitase en algunos aspectos conc retos, el plan teamient o d el pro- 1 Resumirnos aqu í los resulta dos de anterio res investigaciones de talladas
blema formul ado por Leibniz, sacándolo a flot e de todos los ataques sobre estos problemas. V . Lcrbnte' Sysrem, ca p. VII, y la edició n de
e imp ugnacio nes. Ilmlprscnrifte n tu r O, u ndlage de- Philosophie, t. ll, pp, 106 ss.
DE NEWTON A KANT LA ONTOLOOIA

pu ede ser garantizada por la simple asociación em pír ica d e las acerca de esto, llegará clara mente a la concl usión de qu e no puede
re presentaciones. T odo enlace e mpírico presupone ciertos priJlri.. existir verdad fuera del pr incipio de la razó n suficiente, Más aú n,
pios generales 'Y necesenos en los que se apoya. Son, pues, éstos y se verá co n clar ida d q ue la verdad se conoce cu ando se co mpre n-
sólo ellos los que en última insta ncia sirven de fundamento a la de la razón de por q ué pu ede ser así esto o aqu ello, es d ecir, la
realidad del mundo Ienom éníco. Los fen ómenos de los sent idos regla que preside la ordenación con que nos en contramos en las
sólo pueden ser conside ra dos por nosotr os como seguros siempre cosas y en sus cam bilOS. " !l• . •.
que aparezcan enlazados t al y como lo exigen las "verdades ill-l La orde nación racional de las cosas con arreglo al principio
telígíblesv.s de razón suficiente no es, por ta nto, ningún result ado ded uci do,
Como modelo de estas verdades sobre las q ue descansa en sino la condición fundament al que ha de darse para q ue pod amos
último resultado tod o ser deben considerarse ante todo, segú n hablar , en genera l, de un ser de los objetos. La " objet ividad" no
Leibni z, los principios d e la matemática, y a pa rte de estos, princi- radica e n las percepciones de nu estros sentidos, sino en las leyes
pal me nte, las reglas fundam en tales d e la diná mica, como por ejem- formales del pensamie nto q ue aseguran la trabaron de todos los
plo la ley de la conservación de la energía. Aunque todos estos fenómenos especiales en u na unidad sistemática:'
prin cipios sean puramente "ideales", rigen rigurosamente en toda El principio de contradicción y el principio de razón suficiente
la ex tensión del mundo objetivo concreto, pues no en van o es la son la fuente de la "v erdad trascend ental" en las cosas, como lo son
consonancia qu e rige entre nues tras verdad es y esos principios de la verdad lógica de nuestros testimonios, Si no existie ran co-
lo qu e convi erte a aq uéllas en "hechos" firm es y bien fundados nexiones necesaria s e inm utables a las que tien en qu e someterse
(cf . supra, p. 112). los objetos en su orde nación, no habría ninguna razón qu e nos
El gran m érito del siste ma wo lffiano reside en ha ber sabido Auto riza ra a at ribu ir a un det erm inado suje to un de terminado pre-
atenerse fielmente a este criterio fu nd am ent al del racionalismo d icado como propio y esencial de él; en esas condiciones, todo
leibrueiano, tra smitiéndolo en tod a su pureza a la poste ridad. Mie n- juicio tendría q ue limita rse a la co mp robación de cie rtos estados
t ras enfoquemos sola mente un objeto concreto y aislado, 00 po- de concien cia moment áneam ent e dados, en vez: de expresar una
dremos descubrir lo q ue verdadera mente car ac ter iza la realidad relaci ón valedera de una vez por todas y para todos los indi vid uos
d e las CQ5as y las d istingue de los su eños. La " rea lida d" de un pcn-<;anres.lI Con ello, q uedaría descartada en absoluto la posibili-
fenómeno no constituye un a ca rac terística absoluta inherente a dnd de la cirncia,6 y si aún q ued ara en pie alguna clase de " rea -
el y q ue sa lte a la vista, sino q ue es el resu ltado de la mrerdepen- lidad", esta pretendida " realidad" sería solament e un mundo de
dencia y la ord ena ción de los fenó menos.
"Ahora bien; como seme jante ordenación no puede darse en 3 Christian W olll, V nni<n ll ige Ged<1nun w n oo«, .1.... Wd t und .1.... Sed e
el sueño, ya que en éste sería impos ible indicar ninguna razón d<'J Meruchen. <l..cn aUen Di n¡,:e n ííb..-, h<lupr, H alle, 1720, H 142-H 5. cr.
CI de este, por ejemplo, BúlffingCf, D ilucida tion es ph ilosophicaC' de Deo. amm<1
basada en la experi encia de por q ué las cosas se ha llan unidas h llm<1lW, mundo el generol iblu . ....um aJleetionlbw. T ubinga. 1725, 5eCC. 11.
y entrelazadas como lo están y de por qu é se suc eden as í sus ca m- u p. Z, 162; G eor!: Fried ricn Meie r. MN<lphYJik, pa rle pr ime ra. Halle, 1755,
bios los unos a los otro s, es fáci l percatarse clara mente d e q ue H 33, 89, 91 y paJJ. . _
la verdad se distingue del sueño precisamente por esta o rdenación. • V. acerca de e s tO y lo q u e silllle: Edmu nd Konill, "Ober den Be¡¡:nff der
O hjekt ivit iit be¡ Wo lff und Lar nbert, mit Be:ichung auf Kant", en Zeiu chrif:
y de qu e la verdad , según eso, no es otra cosa que la ordenación a
¡iir I'ltilos ophie, t . 85, pp. 292 ss, . .
q ue se ha lla sujeto el ca mb io de las cosas. . . Q uien recapacite r, W olff PhiloJOphia Prima sive O nw!olli<l, Francfort y Leip rig, 1730, 499:
" Si n ulla datur in rebus verita s tran sseend entalis, nec darur vetit as logica pr o-
2 Leibnír , Nouveaux Ena iJ Jur J'entendeme nl h u ma in, lib. IV, cap. IV, I"' Nition urn unívers.alium , ne c singu\arium da tu r, nisi in insrant i."
S 4 (G erha rd t, V, 373). r. Onwiogia, i 501.
<7, DE NEWroN A KANT LA ONTOLOGIA

fábu las y de quimeras, en el qu e todo podría surgir de todo y res; pero la resistencia y la oposición cont ra ella van ganando, poco
conducir a todo.'1 a poco, en fuerza y en exte nsión.
Debe exigirse, pu es, q ue medie una total correspondencia ar- La lucha es asumida , sobre tod o, por Andreas R üdiger, en su
m¿nica e,otre el ser de las cosas y las leyes generales del pensa- obra lógica fundament al, De sensu WTi el falsi. El conce pto puro
miento; Sin embargo, la relación de Tango ent re estos dos elementos - nos d ice este pensador- no puede garan tizar ni garan tiza nunca
dista m ucho de halla rse, ha sta a hora, plenamente esclarecida. l Es la ex istencia de una cosa; la garantía de ésta sólo nos la pueden
nuestr o inte lecto el que da a los objetos la norma o, por el contra. ofrecer, por el contrario, las impresiones de los senrídos.t" Es falsa,
sólo se recon oce e imita en la ver dad lógica un comporta, por tanto, e induce a error la acostu mbra da definició n de la verdad
miento entre las cosas existente por si mismo e inde pendiente? según la cual ésta con siste en la coincide ncia entre nuestros pensa..
El sistema de W olff no da una respuesta unívoca a esta pre- mientes y las cosas, ya que la tal defi nición presupo ne , por nu estra
gunta. La verdad lógica es subo rdinad a a la verdad "r rascen den- parte, la po sesión d irecta de la esencia d e las cosas, pa ra pode r
tal ", pero ésta encuentra, a su vez, su punto de apoyo y su origen contrastar sobre ella la legitimidad de nu estras representacion es.
en " int eligencia d ivina", la cual, por mucho qu e descuelle por Situándo nos, por el cont ra rio, en el punto de vista efectivo de
la nu estra , coin cide, sin em bargo, con ella en sus reglas nuestro conocimiento, vemos q ue la verda d lógica no puede sig#
b ásicas mas gener ales. lo que las equipara en lo esencial.a niñea r para nosotros sino la coincidencia de nu estros conceptos
Por donde es, en fin de cuentas, un conce pto me tafísico el con las percepciones de los sentidos, que son para nosotros el
llam ado a establecer y asegura r la conexión entre lo ideal y lo real. supremo principio de la ce rteza.w
m undo de ,las cosas se somete a las leyes de nu est ra compren- T am poco el método de la ma temát ica - y es ésta u na objeción
sien, porque el mismo proviene de un princip io espiritual. Este decisiva que tiend e a da r en el bla nco d e la concepción fundamen-
cr iter io mediador es el que da al racionalismo wolffiano su cohe- ta l del racionalismo- nos brinda ningu na fuente nu eva y especl-
sión y su universalid ad. Es verdadero lo que pu ede ser conside- Iica de la certeza. Las ra íces de este mét od o no se hallan, como
rada como necesa rio, pa rtiendo de l concepto de una cosa, pu es el err óneamente se supone, en la silogística , sino en la intuición di.
concepto primario, el "conceprus primus" d e una cosa es, al mismo recta de los sentidos. Y esto no se refiere solamente a sus conce p-
tiem po, el protot ipo con arreglo al cual ha sido creada ésta y al tos funda mentales, los cu ales, como toda s las ideas abstracta s, se
q ue tenemos que ajusta rnos para determinar si tiene acceso a remontan, en última insta ncia, a las sensaciones, sino -cosa decl-
la realidad.' siva, en este punto-- al verdadero método de razona miento y
A l principio, esta con cepción de conjunto del problema sólo argume nt ación de la mate mática. En efecto, todos los ra zonamien-
t os y concl usiones d e esta ciencia pueden red ucirse, en último
suscit a oposición, dentro de la filosofía alem ana, en algunos luga-
t érmino, a u n solo acto, que es el de con tar, acto que es, necesaria-
1 Sobre. el concept o del " mundus fabulosus" (el " país d e las ma n villlllo") ,
mente, de na turaleza sensib le, ya que Se basa siempre en ele me ntos
v. Ontologl4, Ji 77 y 03, y Geolll: F. Meter, MetllphYJik, pane pri me nl, J 9Z. conc retos, que, en cua nto tales, sólo pued en sernos dados por la
8 V. Ontologi4, J 502. sl."nsaciÓn.!:l Y más cla ramente todavía qu e en el álgebra se maní-
9 C!.. Dané s, Mew:ph YJiCCJ ( n ueva ed., l ena, 1153), Philos. pri ma, l o Andreas Rüdiger, DI!" Je nn. tteTi et: JalJi 0 4 ed., Halle, 17(9 ), Edíno
S 188: Esr yemas In gene re co nven ie ntia eorum , q uae simul ponuneur. .I ,era , pe rpelUis scholiis su crroe, teipzig, 1712, lih. 1, ca p. 2, S 17 (pp. 39 , .) .
cu m metaphy.i ci sir, Ul d e ¡jo, d e quibus dlcir, dic ae q ua tali bu.; de 11 Rüd iller, l. e.• lib. 1, cap. 1, H 8_12 (pp. 25 u .) ; d . especialmente cap. 3:
objecro verc qua lali dicere ídem sir, ae in Hs q uae de eode m d ku n tu r n il " Il e veritalis pr imo l'ti ncipio et ultima "iler io" (pp. 57 u.; y la
supponere, q uam ipsius nolion em, pnrer verita tern metll phy sicam quae eriam
Il" I", w rio de eo q uod omn e.< ideal.' od" n r" , a , e"" ione, Leip zig, 1704.
.. . talis dicirur esse ccnvenieruiam eorum, qu ae de re dic encia, cu m
tr ansscenden
tpstus not, one seu conc eptu primo."
"Omnis quide tn rati oci nat io, q ua nt u m ad pri mam sui or iginem, sensua lís
fll, m alhematica hoc rCJpecru minime sens ualis dk ilur, sed " modo
180 DE NEWTON A KANT LA ONTOLOGIA 181

fiesta este factor sensible en la geom etría pura, cuya función se seguid a, clara y nítid am ent e, cuando C rustus, polemizando en con-
reduce tod a ella, como es sabid o, a re un ir y agrupar , pa ta q ue Ira de Leibniz y Wolff, manifiesta q ue q uienes bu scan el criterio
la mirada pueda a barcarl as de un golpe, las cualida des de hecho de la verdad d e nu estro conoc im iento solame nte en su coincidencia
de las figuras percep tibles, qu e, dad a su diversidad, no es posible interior formal acaban perd iendo de vista tocio el contenido rna -
captar mm ediar am enr e al primer golpe de vista . terial del ser, para fijar se e n las simp les relaciones. Este sistema,
Po r tanto, m ientras que en la silogística se parte de un princi- nos d ice Crusíus, destruye tocio lo q ue hay de "medula r y positivo
pio para desar roll ar a base de él, deducrivamente, tod a una serie en los primeros conceptos humanos", para " mo nta rlo tocio sobre
de norm as, la invest igación, aq uí, procede a la inversa, reu niendo ejes y conceptos rela tivos conv ergentes",
y suma ndo en una impresión total y unita ria una pluralidiuJ de " En efecto, si la esencia de una mó nada consiste en represen-
he chos intuitiva mente dados. Reconocido esto, se llega clarame nte terse otra y la esencia d e la segunda en representarse la primera, no
a la concl usión de q ue la filosofía no tiene por qu é esperar ningún loe nos dice cuál es el objeto absoluto qu e precede a la esencia

progreso importante de la aplicación del método mat emático. T odo de ambas. Si toda la esencia de ellas comiste en eso, no será
lo que pued e ap render de la mate mática se limita a la forma posible tam poco llegar a formarse ta l concepto. Y donde no hay
ex terna de la exposición y la or denación, ya q ue dif iere de ella nada absoluto, remIta también contrad ictorio postular algo rela·
por principio así en cuanto a m verdadera meta int rínseca como l it-n ," 14
en cuanto a los m edios por los q ue asp ira a elcenzerla.w El conc epto fundamental y primario de la existencia no se
Como se ve, la separación entre el mé todo filosófico y el ma- puede desi ntegrar nunca, por ta nt o, en simp les relaciones, sino que
temático se esta blece aq u í a costa de que el segundo pierda su descansa sobre un postulad o absolutamente sim ple que no es posi-
valor lógico propio y peculia r. El problema adqu iere ya un a Formu - hle reducir a otro anterior. En vez de com enza r por los " conceptos
lad ón más profun da en e l discípulo y continuado r de Rüdiger, en posibles", para luego, partiendo de aquí --<omo lo hace W olff-
Christ ia n A ugust C rus ius, La pugna fundam ent al entre las dos esforzarse en determina r 10 real por medio de de term inaciones
cor rient es fu nda menta les de la filosofía alema na se ma nifiesta en I.'JKicas progresivas, debemos seguir el ca min o inverso.
eond..d enJ i, q ui in $O la hac rat ioctnanone sensualis esr.. • Omnes en im part es " Merece señala rse qu e. a pesa r de q ue el concepto de lo posi-
marhese os e" anrh me ríca et gW lTl<:uia p rocedunt. Sed ee modu s argu me ma nd t "le contiene menos que el con cepto de lo rea l, el conce pto de lo
in geo me rrta proced u nr, Sed el mod us argurne nrand i in geo me rria no n alius n'lIl es anterior al concepto de lo posible, tanto en cuanto a su
est, q uam arhh met ícus, qu on ia m et magnirudines num e rando me ns uraru ur, Ut t,rol,ia naturale:::a como en cuanto a nuestro conoc imiento. D igo,
edeo to ra maehests, si mod u m a rgumenta nd i res pic jas, rect e ad a rirh me tica m
re fera tu r• . . O m nis au te m n.. mefllt io ese individ uoru m q ..,¡reTl'" eo...... refmi rli
en primer lugar, Que es anterior en cuanto a su narurale:::a. En
.•en ,.. pCt"Cl l' i.. n tu.: hi q uippe te,mini su n t pr incipia num eraríoms, h. e. verae efecto, si na da fue se real nada ser ía tam poco posible, y;1 q ue toda
e l reales u nita tes. E.go 0...0;, nu m erarj o es: sensualis: ..n;"e......' <lIHem modu s I'o..sibilidad de una cosa aún no existente im plica una relación
raliociM lÍonlS I>laf llem <llic<le est nu merlllio, ergo uni ve rsus iSle modu s ese r uusal entre una cosa existente y o t ra ine xiste nt e, Digo tam bién
sen scahs." RüJ iller, l. c., lib. Il, cap. IV, p. 283, nota a); d. tod o el texto del que el concepto de lo real es anterior al de lo posible, en lo que
capí tulo " De rat iocin Rfi one sen sual¡ seu mathematica, d<T1.l1..1..o)' (O"T<O O;."
l B "Ex hoc pa tere exemplo pc test, quid d istet ratiocinatio haec rnathern atlca
refier e a nuestro conocimiento, Nu estrrJs prime7'Os ccnc epeos
ab ideal¡ In ha c en im ex u na pro positione elicitur alía, in illa ex um cosas ex isten tes, a saber, sensaciones, partiendo de las cuales
mul tis una conficitl 'f . Piure s en im illa e circu rnstantia e se nsual es sing ul ae con- tenem os que llegar poste riormente al concepto de lo posible."
clusionem Inclunr, Po rro in iIIa per assum ptionem au t tr enssumpríonem ideae El simple h echo de qu e un concepto no se contradiga y sea,
argurnen tamur: h íc nnUn nova assurnírur idea; sed per coniuction em plurlum ,i
illarum ctrcum stannarum sensuallum conclusio numerando , non subsumc ndo.. , ,t Chr. Aug. C rus ius, Entwurf d eT nm hwcn digen V ernu nftu't>h rhéten,
exurgir" (/. c., pp. 285 s.; v. a de más p. 296, no ta f y lib. 11, cap. 3 : "O c ",j,'/'.'" ., ie den t u!iilli¡¡en enr¡¡e¡¡en¡¡e., etn wenlen (3' ed., Leip ;iK, 1766; l ' ed.,
ra rlocfnetfva in Renere" ). l . il'zill, 1745), § 423; d . "Prólogo a la otr a ed ición" .
DE NEwrON A KA!'lT LA ONTO LOGIA

por tamo, desde un punto de vista formal, conso nante consigo tituyen el comienzo de nuestr o conocimiento, de que nuestras
mismo, no encierra en si solo ni la más leve refe rencia a ninguna primeras sensaciones lleva n d irec ta mente en sí la certeza de la
clase d e ex istenc ia fuera de él; lejos d e ello, la ind icación y la existencia exte rior, había sido ya tota lmente d esechada por los
prueba del ser brota n a base de premisas com pletamente dis- progresos de la misma teorí a psicológica del conocimiento. El con -
tintas. cepto del ob jeto - tal es la concl usión segura a que se llega ta mbién
" Para que una susta ncia exista, tiene que existir d irecta mente aquí- no es un patrimon io or igina rio y evide nte pa r sí mismo,
en algún sit io y en algún. tiem po. Por consiguiente, si la posibili- sino la resultante de un complicado proceso de conciencia, en el
dad de una sustancia no ha de encerrar nada contradictorio con qu e vam os form ando y transform ando las impresiones dadas. Lo
la existencia, hay qu e presu pon er )'a y dar por conocidos, en el único qu e en adelante puede d iscutirse son los m ed ios de que nos
más amplio de los sent idos, el espacio y el tiempo, ya qu e esto es valemos para esta interpretación, pero nun ca el hec ho mismo, que
una parle de lo qu e pa ra la posibilidad de una susta ncia se requie- es incontrovertible.
re. A demás, para que un a cosa aún no existente sea verd adera- Surge así, de ahora en adela nte, un doble mov imiento especu-
men te posible, h ay que dar por sup uesto ya en ot ra cosa existe nte lativo que, por lados distin tos, se dirige hacia la misma meta. D e
algo por medio de lo cual, en virtud de la callsalidad , pueda llegar una pa rte, se le asigna al raciona lismo la tarea de desarrollar sus
a adquirir realidad y que posea en verdad la fuerza necesaria pa ra principios generales de un modo cada vez más claro y más preciso,
ello. Por donde la fum a. el espacio y el t iempo son las partes de modo que puedan ponerse cada vez en mayor consonancia con
qu e han de reun irse para que se dé la posibilidad completa de un a el objeto concreto de la física. De otra parte , va poniéndose
cosa pensada." 1:'> de man ifiesto más y más clar amente la part icipación d e otros
No puede negarse cuá n fecundos son estos pensamientos para facto res y " facultades" e n lo qu e has ta ahora venía consideran-
una crítica gen eral del método ontológ ico. H ay que de cir, sin dose, por lo general, como la simp le obra d e la sensación .
embargo, que C rusíus no aciert a a dar una solución al problema Lo que C rusíue aport a de pro pio y de positivo a la teo ría del
por él planteado. Se da cuen ta de que el pensam iento tiene que conocimiento se orienta ta mbién en el sent ido de esta tarea. La
ser por fuerza esté ril e inca paz para estr ucturar el objeto de la verdade ra pugna ent re la lógica escolást ica y la lógica de la ciencia
experiencia mientras se halle domi nado , d irigido exclusivamente em pírica llegó a una transacción, como recordaremos, en el pro--
por el pri ncipio de 'a conrracicción. Pero no sabe in"::· u nos otro blema de la definicion . Mient ras que la on tología conceb ía la
medio para lle nar e:-a laguna que la invocación de las sensaciones definición como el verd ad ero comienzo y el cona to d el pensamien-
"sim ples" de los sentidos. Rein cide con ello en una concepción to, nece sar iamente anterior a todo nuestro conocimiento em pírico,
la qu e ya el an álisis psicológico había privado de base y que, los pensadores d el bando contrario sólo venían en ella la descrip.-
por tan to, no pu ede brindar ah ora un pu nto de apoyo seguro para d án de un hecho psicológico, no a tribuy éndole, por tanto, más
luchar contra el sistem a racionalista d el conocimiento . significa ción que la de un a " verdad de h echo" puramente fort uita
La afirmación de que la tuerta, qu e Crusius señala ju nto al (d. supra, pp . 381 ss.],
espacio y al tiempo como la verdadera " realización de la posibi- Crusius interviene ah ora con su punto de vista en la discusión
lidad", nos es asegurada di rectamente por la percepción, constituye genera l de este problema. Según él, constituye un esfuerzo vano
un verdadero anacronismo, d espu és de haberla refutado ta n con" ('1 querer part ir, en la ontología, de la exp licación de los conceptos
cienzud amentc las investigaciones de Hume. simples, para llegar luego, mediante el razonam iento sintético, al
Esto no ha ce, por tanto, más que renovar y agudizar el pro- establecimiento de las caract erísticas complejas. Los conceptos
blema . La concep ción sim plista de qu e las cosas existentes cons- funda mentales primitivos no pu eden definirse por medio del gé-
u C rusil.ls, Enr.WUT/ JeT n()lh wena igen VanMn/rwah rheitom, Si 57 l' 59. llera y la di ferencia específica, sino que sólo pued en señalan e y
"1 DE NEWTüN A KANT LA oxroi.ootx 1"
ponerse ame la vista dir ectamente como un conjunto d e elem entos y la paciencia necesarios, penetrar ha sta los conceptos má s simples,
de h echo que ent ran a formar parte de todos nu estros contenidos los cuales, sin embargo, p recisamente en razón de su simp licidad,
complejos d e conciencia. No llegamos a ellos en virtu d de posru- no pueden esclarecerse a n uestro entendimiento por el a nálisis, sino
lados lógicos, qu e siem pre lleva rían consigo, necesar iam ente, la solamente por el análisis de la totalidad de la que for man pa rte.
a pariencia de Jo ca prichoso, sino por med io del an álisis d e las Muchos no aciertan a desen volverse aqu í, ya q ue con estos dos
representaciones dadas. extremos d el conocimiento hu mano no se puede proceder como
"Debemos observa r, así, que hasta los conc eptos más sim ples con el cam po intermed io que en ellos queda com pren dido y en el
sólo se ponen en cla ro ante nosotros por la vía a nalí tica de la re- qu e se mu even tantas cie ncias, cuyos conc ept os es posible ex-
flexión. Lo ún ico qu e pod emos conseguir y lo úni co que pod emos plica r por med io del an álisis. Al gun os, al ver que en los extremos
exigir con respecto a ellos es qu e se nos expliqu e el modo como del conocimiento h umano no es posible obtener la claridad a que
se llega a los conceptos sim ples, es decir, cómo, si nos fijarnos están acostumbrados en los campos d e ot ras ciencias, se quejan en
cu ida dosam ent e en todo, anal izando con tinuamente las cosas com- seguida de la oscurida d gener al que, según ellos, es inherente,
plejas que afectan a nuestros sentidos, lo único qu e queda , a la en última instancia, a todo conocimiento humano. Otros, en cam-
postre, despu és de esos ami lisis sucesivos, son los conceptos más bio, queriendo huir de este re proch e, se en tregan bc:utante incauta.-
simples." mente a los sent idos. No ad mite n más conceptos que los analizados
Así, pu es, la certeza y la "claridad" que corresponden a los por el int elect o. Al llegar a los más altos límites de todo conoci--
fu ndamentos d e la ontología son de un tipo muy pecu liar y no miento hum ano, prete nden defin ir "Y esclarecer también los conce p-
pu eden eq uipararse ni a la "claridad usual " que present an nu es- tos simples por med io d e un nuevo an.óJ isis. Ello h ace qu e se
tra s sensaciones ni a la clar ida d que poseen los d emás conceptos m uevan necesariamente en un circule vicioso, sin acerta r a avanzar
científicos abstrac tos. Se d istingue de la segunda en que es impo- un paso. D an vueltas y más vu eltas, confunden lo uno con lo
sible, aquí, un a definición exha ustiva consiste nte en la en ume ración otro, defi nen esto por aquello y lo segundo por lo primero. Por no
de las d istint as pa rtes y características del concepto, y de la pri- saber emp lea r el métod o ad ecuado para acla ra r los conceptos
mera e n que, para llegar a ca pta r el contenido de los conce ptos simples, cae n en conceptos puramente relat ivos y negat ivos, per-
ontológicos, es necesa rio recurrir a un procedimiento especial de diendo de vista lo absoluto y lo posit ivo, sin re tener más que pala-
abstraccion . bras vac uas y círculos vícíosos.t'w
" La te rcera clase de clar ida d se da cuand o, al analizar los No hemos tenido más remedio que re producir JX>r exte nso es-
conceptos com plejos provenie ntes de los sentidos, nos fijamos en tas palabras de C rusius, ya que fueron ellas las que sirvieron de
cómo de los conce ptos más complejos na cen los más simples, pres- acica te a la crit ica del "método geométric o" de la filosofía.
cind iend o de [o que no pertenece a ellos, de ta l modo qu e sólo se En el campo de la filo sofía alema na, se prod uce ahora una
retiene mentalmente 10 qu e de ellos forma parte. Podemos llamar pod erosa reacción contra el sistema escolástico predominante. La
a esta claridad la claridad lógica en sentido estricto, o clar idad influencia histórica ejercida en este punto por hl doct rina d e Cr u-
obten ida por vía ele abstracdon. . . El claro cono cimiento del en- sius se per cibe cla ram ente no sólo en Lambert y Mendelssohn, sino
t end imiento humano termina por aba jo, necesariamente, en la cla- tnmbién , sobre todo, en los escritos de Kan t an ter iores al período
ridad usual y por arriba en la claridad lógica. Nuestro conocí- crítico. El propio Kant cree haber descubierto en la contrastación
miento tiene que comenzar por los sentidos, ya que nos encont ramos
16 En lwurf de r nOlhw endigen V em unftwahrheiten, H 7 y 8; cf.
con conceptos qu e escapa n al análisis y con respecto a Jos cuales ment e Crusius, W eg zur Gewissheit unJ Zuvcr lciJ$igkeit der meru chlichen Er.
no pod emos adquirir ot ra clari dad qu e la usua l. A fuerza d e per- ''''nntnis, l eipzig, 17+7, S§ 172 s. (e l. con esto determinaciones de
sistir en la reflexión, pueden aqu ellos qu e posea n el entend imiento De l ensu "",.rI er falsi, p. 285. \ 2, nota y p. 296, S 2, nota.)
<.. DE NEWTON A KANT

del m étodo ma temát ico y el metafísico el "método de esta nu eva


LA ONTOLO GtA

la necesidad a priori" para los conocimient os qu e en las dem ás


'"
sabiduría universal", que "en poco tiempo se ha hecho tan famosa" ciencias sólo ca ptamos a p05teriori y por medio de los cua les acle-
y que " tiene, induda blemente, un gran méri to, por cuanto contri- ramos y completam os el conocimiento de b.tOS.1D
buye notablemente a escla recer ciertas ideas".1T Ahora bien, lcómo llegar al conocimiento d e estas verdades
No cabe duda de que la obra de Crusius t enia que presentarse fundame nt ales de validez gen era l y necesar ia, ya qu e no poseemos
como un progr eso dec isivo, d ent ro del estrecho círculo histórico nu nca los conceptos por sí y de una manera aislada, sino que
en que se movía : no en vano hacía resaltar cla rame nte por ve: tenemos que contemplarlos siemp re en el ejemplo concreto? Puesto
prime ra que la filosofía no tenía por misión crea r ar bitrariamente qu e no tenemos más punto de pa rtida y de apoyo que la sensación,
los conceptos de las cienci as espec iales, sino simpleme nte acep- l no se convierte esto, nuest ro saber, en un con jun to d e normas
ta rlos como un hecho que se trataba de funda me nta r y de ana lizar concretas y fortuitas, valederas ta n sólo para este o aqu el momento
en sus premisas. Los princip ios sim ples y fun dament ales sólo pue- y bajo tales o cua les circu nsta ncias individuales? La filosofía de
den re velarse a nuestr a concienc ia de un mod o: poniéndolos de C rusius no da una respuesta definitiva a estas preguntas; la expre-
mani fiesto en la intuición emp írica misma, como otros tantos me- sión tan mult ívoca de " a bstracción", que C rusius emplea, más
mentos y condi ciones necesarios de ella. Sin esta relación co n s- qu e resolver la dificultad, lo que hace es, sencillamente, Icñalarla.
tante con el objeto conc reto de la experiencia, la sistemática filo- T eniendo en cuenta esta limitació n, cobra toda su significación
s ófica de los conce ptos se hundiría necesariamente en un abismo histórica el progreso que la teoría de Lamb ert trae consigo. Lam-
insondable. hert recoge el prob lem a exacta me nte en el pun to en que 10 de jara
Y, sin embargo, hay que reconocer que ta mpoco la doct rina de Cr usius. El mismo toma d e éste las objeciones gene rales que Cru-
Cr usíus acierta a razona r cla ramente, poniéndola a salvo de tod a SIUS había ad ucido cont ra el método de W olff, calificándolo, junto
objeción, la corr elación entre la exp eriencia y el pensamiento, por n Daries, como uno de los más destacados renovadores de la onto-
ella postu lada. Q uien fuese lo suficientement e at ento e ingenioso I' lf.:ía.w
para ello, podría ---como el mismo C rusius dice- " abstraer de El desa rro llo d e los conce ptos sim ples y su com binac ión pa ra
cua lq uier cosa existente en la realidad y presente ante nuestros forma r conce ptos cada vez más compl ejos, por m uy fecundo y ne-
sentidos, toda la omo logÍa".18 los conceptos simp les " se encíe- resano que sea, no nos h ace rem ontarnos nunca IX'r e ncima d el
rran", por tanto, en las cosas sensibles; se trata, sencilla mente, de ( ampo de lo simp lemente " con cebible" y posible.
sacarl os de ellas para proyectarlos ante nuestra conciencia. Pero, "Partiendo de la forma solame nt e -escribe Lambert a Kant-
en rigor, el método qu e ha de seguirse para lograr esta red ucción no se llega nunca a la materia, y no saldremos n unca de 10 id eal
permanece en el misterio. C rusíus no se propone, pese a toda su y de las simples term inologías, si no tendemos fa mirada en torno
propensión al emp irismo, renuncia r al idea l general de la metafi- J(. lo que es lo primero y pe nsable por sí en la mate ria, e n torno de
sica. La me tafísica es, pa ra él, la " teoría de las verdades nec e- In mate ria objetiva del conocimien to." 21
sarias de la razón, por oposición a las verdades contingentes"; sólo Hasta aho ra, cierta mente, se ha procedi do de otro modo en la
se propone establecer, por tanto --como Crusíus nos dice, como un doc trina fund amen ta l, " pues, al abstraerse de la realidad, por
eco de la especulación leibniziana-, aquellos principios vale-
deros part iendo de la postulación de un mundo cua14uiera. Es, IP V. el prólogo 11 la primera edición del Enr wllrf y i 1.
por tanto, la qu e sienta "l os fundamentos de la posibilidad o de 110 Lambert, Anlagc tur Archill·kwnik "der T heo rie des Einfachen un<l <les
" r<lm in der ph ilosophisch"n und mmh ematis chen Erkennmil, 2 vols., RiIlR,
11 Kant, U ntersuchllng iiber die Deudichkeit der Grllndsiittt> der I1<ltiirlichen 1771, S IL
Th eologie 11M der Moral (ed. académ. Il, 293). Carta de Lambert 11 Kan t (13 de noviembre de 1765) . V. Kanu Brief-
1 8 Cr usíus, Entwllrf der noth wen digen Vernun/twahrheiten, \ 8. (ed. académ.) X, 49.
488 DE NEWTON A KA NT LA ONTO LOGIA 489
la preocupación de no cae r en la a pariencia, y al em plear axiomas llegar a encontra rlas y esta blecerlas, tenemos qu e remitirnos exclu-
esta blecidos por la tradició n en vez de fijarse en la cosa misma, sivamente al "sentimiento" ínmedía to ."
aten i éndose a princip ios que no se referían a la ma teria, sino a De este modo, toda de term inación de la existencia a parece ad-
la forma d el conocimiento, se retenían solame nte, cuando más, her ida a la ex pe-riencia,2S y todo intento de red ucir a características
simples conceptos de relación. Pero como a base de simples rela- conceptuales abstractas lo que entendemos por la realidad d e un
ciones no es posible determinar ni ngu na cosa, seguía en pie, integra, cont enido se ha lla necesariamente cond enado al fracaso.
la d ificul tad de saber cómo era posible llegar a lo f eal ateniéndose al Hasta aquí, Lamber t no hace más que seguir en de talle las
orden establecido en la omologia".22 huella s de Crusius, pero, al llegar aq uí, se ve situado, sin em bar-
Y, para resolver este problema, no bastaba con remitirse sim- go, ante un problema nuevo y más profundo. El problema de la
pleme nte a las leyes de la combinac ión, que había n invocado existencia se con fía a la ex periencia, pa ra que ésta lo resuelva y
Leibniz y W olff. lo decida ; pero este conce pto recla ma, a su vez, una compre nsión
"E n metafísica, se ha definido la verd ad meta física como el y un a form ulación más níti das. lLa experiencia es simpleme nte la
orden que reside en las cosas y en sus partes. Veíase, en efecto, suma de observaciones de nuestros sentidos, o int ervienen también
que la ve rdad w gica debía distinguirse del error y la fahedad y la en ella pun tos de vista y máximas genera les del pensami ent o? Por
verdad metafísica del sueño. La segunda distinción se enco ntraba, mu y rigurosame nt e que se sostenga qu e son solam ente las percep-
principalmente, en el hecho de que 10 soñado no presentaba ni ciones de Jos sentidos las que pu eden suministrarnos el conocí-
entre sí ni con lo que exper ime nt amos despiertos aq uella co- miento de lo sólido y de las fuerzas, ofreciéndonos, por tanto, la
nexión que presentar ía si se trat ase de un fragmento del mundo primera e inexcu sable insta ncia par a la fundamentación de la rea-
real. . . Busc ábase, así, e n este orde n total, 10 esen cial de la verda d lidad , cabe preguntar se, sin embargo, si todo nuestro conocimiento
metafísica y defin iase ésta como el orden en las cosas. Pero esto de los nexos y relac iones de las fuerzas descansa sobre una base
n o la distingue de la w rdad lógica, ya que ésta presen ta también pura me nte empírica. La d inámica como ciencia presupone tanto
un a completa arm onía, pensabilMad, 'Y un fundamen to 'Y una ro- la geomet ría como la pura foronomia, es decir, dos disciplina s fun-
nexión perfectos. Lo qu e vemos, sent imos, pensa mos y nos re pte- damentales, que tratan solame nte de l desa rrollo de las posibilidades
sentamos cuando estamos despiertos pu ede considerarse como pen_ " ideales" y en las que, po r principio, se presci nde , por ta nto , d e
con cuanto guarda relación con ello, aunque na da d e ello toda existe ncia. Por donde el conoc imiento d e la reali dad represen-
existiera. Por tanto, esta conexión por sí sola no demu estra todavía ta una tra ma peculiar de elementos "aprioristicos" y "aposterio-
la posibilida d de su existen cia, a unque es cierto que sin ella no rlsncos", qu e an tes de nada es necesario separar, para tra ta r de
seria tam poco posible la existencia o el pod er existir," comprenderlos en sus relaciones mutuas.
La a usencia de contradicciones y la ar mon ía inter ior no es, por Para esclarecer los concep tos sim ples, que forman el acervo
tanto, más que la cond ición negativa del ser, mientras q ue la con. fun da me ntal de todo nuestro saber, no disponemos de ot ro med io
d ición positiva "debe buscarse en 10 sólido y en las Fuerzas". Sola- que el de que realmente nos sea n dados. es decir, el señalar el
men te en ellas se estab lece verdade ramente " un algo cate górico camino por el que el suje to puede llegar a adquirirlos y a cobra r
real" y, por tanto, el fund amento de todos los predicados y los una concie ncia clara d e ellos. Locke establece el método proto-
juicios acerca de la exísrencta.w Ahora bien, las fuerzas no pu eden
24 AT<;h i¡ekron ik, H 94 y 37i ; d. N eve s O Tga non, Leipzig, 176+; A!e lhio-
pensarse y deducirse d e un modo puramente lógico, sino que , para [n¡¡ic, ! 93,y "Gedanken übe r die G rundlehren des Glel chgewichts un d der
ltewegung" (en BeilTiige turn Gebrau<;he dCT' Mmhemalik, Berlín, 1765 n .) ,
22 Lamb ert, AT<;hitektonik, S 43.
1I 1 9.
2.'l A r<;hitektonik, SS 297 y 3M. N"UCI Organon, D ia noi o!0ll'ie, S 660.
'90 DE N EWTON A KAtIT
LA ONTOLOGIA 49'
t ípico pa ra esta clase de conocimie nto, al señala r -sin preocuparse do no necesitamos, para fun dament arlo, remitirnos a la induc-
para nada, en lo sucesivo, de defini r los d istint os conceptos fun- ción, o sea a la repetición d e circunsta ncias iguales o análoga s.2 8
damental es- sencilla y exclusivamente la clase de sensaciones por y las verdades de esta cla se no se hallan circun scritas en modo
med io de las cua les podemos llegar a estos concepros.se alguno -e-como por er ror suele admit irse- al ca m po de las disci-
" En su a nálisis de los conceptos, se limita a imita r los análisis plinas matemáti cas en el sentido tr ad icion al d e la palabra, es decir,
del cuerpo humano. T amaba nuestro conocimiento tal y como a la geometría y a la aritmética, sino qu e roda represent ación sim-
es, sepa rando en él lo abstracto, es decir, lo me ramente sim bólico, ple, cualquiera que su estructura sea, puede servir de fund amento
de lo que pu ede considera rse realme nte como con cepto y clar a l\ principios aprioristicos, siempre que sepam os, sencillamente, de s-
rep resent ación y observando n qu é sent idos y sensaciones debemos nrrollar de un modo progresivo lo que se con tiene d irectamen te en
todas las clases de conceptos y cuá les nacen de sensaciones mixtas. ella y va intrínsecamen te postulado con ella misma. En toda ve-
Diferenciando los conce ptos simples de los demás, los agrupaba riedad - aun cuand o sus el emen tos, como ocurre , por ejem plo, con
en determ inad as clases. Estos conceptos simples los tomaba de los colores y los sonidos, se hallen deter minados sim plemente
ta l modo como base de tocio concepto y de todo conoc imiento por los sentidos-, cabe siem pre d istinguir cierta s relscones y
huma no, que lo q ue no pod ía reducirse a esto q uedaba necesar ia. combinaciones generales, q ue se desprend en de un modo pu ro d e
mente descarta do de nuestro conoc imiento." %7 la consideración de los conte nidos y de la com paración establecida
Pero, si no existe o tro camino para llegar a establecer la ta bla ent re ellos. El mejor ejem plo a la luz d el cual podemos explica r
de los conceptos fun dam entales que este método de la selección y esclarecer lo que Lam berr quiere decir es el ejemp lo mod erno
empírica, por virtud del cual " pasamos revista a todos los con.. de la "geometría de los colores". Y, en este punto, se tra ta a ho-
ceptos humanos", una ("et obtenido s y establecidos estos conceptos, ra de com pleta r el pen samiento de Locke, quien, despu és de se-
el mét odo de l conoc imiento toma un giro d istinto. Ahora po- leccionar los con ceptos sim ples, los deja intactos y ociosos, en vez
dem os, sin necesidad de seguir invocando d e ningún modo la de desplegarlos en las conclusiones que cabe obte ner deductiva-
exp eriencia, sacar de la consideración de estos mismos conceptos mente de ellos. •
concl usion es y derivar det erm inacion es qu e guarda n con ellos una "L ocke se detiene casi exclusivame nte en su anatomía de los
conexió n ne cesaria. Así, po r ejemp lo, a unqu e el conce pto de la conceptos 0, por lo menos, no los man eja como habría pod ido
hacerlo. Par ece como si no d ispusiera del mé todo o, por lo menos,
ex tensión provenga de los sen tidos, el geómetra, aceptá ndolo como
como si no hubiese sent ido la necesidad de intentar con respecto
dado, sin necesidad de pararse a indagar cómo nace, de riva de él
a los demás con ceptos sim ples lo que los artistas de la m edida ha-
principios dotados de una verd ad incontrove rtible e inmutable y /lían hecho ya con respecto al espacio." 29
qu e, po r ta mo, pued en ser considerados como "apriorisricos" en
El auténtico método de la filosofía ocup a, por tanto, un lugar
el sentido riguroso de la pa labra. En efect o, esta expresión no se imermedio entre el método de Locke y el de W olff: mientras que
refiere al tipo ni al origen de la representación concreta que entr a podemos seguir al prim ero en la defin ición de los elementos sim-
en el juicio como sujeto, sino que hace referencia exclusivamente al ples, podemos ap render del segundo el riguroso métod o lógico sin
carácter de vigencia del juicio m u rno. U n predicado posee vigencia ('1 cual no es posible llegar a establecer la necesaria conex ión en-
apriorisrica cua ndo se nos revela de un modo d irecto e im perioso lre ellos.
la primera vez que se consider a el objeto enj uiciado, es decir, cuan. "No basta con ha ber seleccionado los concep tos simples: debe-
mos, ad emás, esforzarnos en ver cu áles son las posibilidades gene-
26 A rch itekt onik, § 51.
:tiAr ch itek tonik , § 9. 2H V. Dianoiologie, S639.
29 ArchiteJctoniJc, S10.
DE NEWTON A KA¡"''T
'"
LA ONTOLOO IA

rales de llegar a combínarlosv.w es decir, cómo podemos llegar a demos con cebir los conte nidos, sin para rnos a indagar su origen
senta r reglas y verdades u niversales median te la com binación psicológico ni preguntar pa ra nada si a ellos corresponde o no u na
independiente de los conceptos primitivos, susceptibles de "ser existencia real, fiján donos exclusivamente en su modo de. ser, para
pensados" lX)T sí mismos. descubrir en ellos determ inadas relaciones dotadas de validez gene-
T aJes son los ra sgos gene ra les y fu nda ment ales del modo pecu- ral y " destaca r y preparar", por así d ecirlo, lo que en
liar como Lamberr plantea el problema. Lo que di ficu lta la clara conoc er a pr iori y sin ref erirse par a nada a la agrupacrcn
caracterización histórica de este planteamiento de l probl ema y la de los casos concretos." C uando capta mos una rep resentacaon
comprensión de los motivos a Que responde es el hecho de Que no simple, nos viene irnplicita menre dado con ella un rico
encontremos, en el medio histórico que lo rode a d e cerca, ninguna de principios y verdades necesarios. Si, para cobrar concrencra del
an alogía con la que podamos esta blecer u na compa ración. Existía contenido mismo de una re presentación, neces itamos atenernos a la
hasta hace poco la te nde ncia casi general a ver en Larnberr un mediación de la exper iencia, el juicio que empalmamos a esta
precursor d irecto de Kan t, pero una investigación más a fondo represe ntacion no tiene ya por qu é seguir recur riendo a ella.
de su doct rina ha ven ido a d emostrar últi ma mente q ue esta con- " Puesto que la {'<lsibilidad de un concepto
cepción carece de fu nda mento. A un que en algunos de sus puntos ubre paso a la pa r con la representación, ello hace que este JUI CIO
se ha lle muy cer ca, en realidad, de la letra d e la d oct rina crítica, sea ya tot almente ind epen dient e de la experiencia y si lleva
no cabe duda de que dista mu cho de la verdadera tenden cia y la a pensar en la experiencia, ésta no es, por así decirlo, mas qu e
int ención fundamental en que ésta se inspira. Los "conceptos lo que da Ne para La conciencia del mismo . U na vez qu e cobra.
objetivamente simpl es" que Larnbert se esfuerza en establecer no mas conciencia de él, no necesitamos ya ir a buscar a la expe-
coinciden en mod o alguno con las categorías de Kant, pues mien- riencia el fundamento de su posibilidad , porque ésta viene da da
tras q ue ésta s son las reglas farmales generales qu e engend ran y ya con la sim ple rep resent ación. Finalmente, la base
plasman nuestra expe riencia cient ífica, aq uéllos form an la materia sobre qu e descansa la posibilidad de In cone xión, ya en
funda mental d el saber que tom am os d irecta me nte d e las sensa- cond iciones de forma r a base de estos otros
cion es o de la intuició n.u As í, por ejemplo, las cualidades del complejos, sin necesidad de der iva rlos de la exp en encra.
color y d el gusto pueden, segú n Lamberr, clasificarse entre los lilmhién e n este punto pod emos deci r qu e nuestro conocmuenro
conceptos "simples", equipa rándose en este sentido a la extensión es un conocimient o apriorí stico, en el riguroso sentido de la pa-
y a la duración.w labra." u .
Serí a errón eo, sin embargo, considerar la reoría lam bertiana de Pero tampoco ahora ha n desap are cido las dificultades .rel.aclO"
la experiencia simp lemente como una com binación ecléctica de ele, nada s con la determinación de las relacion es ent re el a pnon y el
mentos del sistema de Locke y el de Wolff, pu es no cabe duda a po.Hcriari. T enemos ante nosotros dos modos distintos, y al pa-
de que Lambert int rodu ce un punto de vista nuevo y peculiar en
M Sob re el co ncepto de la rec ria del ob jelo, v, " Ob er d ie. $ te llun g
el desarrollo del problema de l conocimiento . El interés esencial de
de r Gefotensta nJ slheorie im Sys eem d er \V lsse nsch afren , p n me r . ttlcolo, e n
Lambert no se orienta hacia la psicología ni haci a la crítica d el Z•.'i tsch ri[! N r PhJoloph ie. oc tu bre d e 19C6. La an aloaia de la con ce pció n
conocimiento, sino que gira en torno a lo que reciente mente se lota l de este amor co n la d e Lemberr se manif iesta, pr in d plllm en te, e n el i 7:
ha int entado de slind ar y designar como la teoría del objeto . Po- "Libertad de existen cia y apr iori d ad." El d e la ap ric rid ad en Mein ong
llifiere d el ka nt iano tant o com o co in cide, objetivam ente. con de
80 A l<'thiologi c, \ 29; cf e"pec ia lm ente el prólogo a l N cucs Organon . (Cf. co n esto, l" s de la D ian oio!oi< ic, §l 634 55.,
al V. acerca de esto, O tto Bae nsch, Johann Heinrich Lambcrn l'hilosophie fOlcj;"m J olas con el estu dio de M etn ona , ü¡' cr die Erfahnmg5gTUndlai<cn un lcres
und sern e Ste/!un g t u Kant, Tu binga y Lelpaig, 1902, especialmente pp. 7S s. Wiss ens, Berl ín, 1906, i 1.)
aa A l<.' thiolo¡,:ie, S26. a4 J)ianoiologic, 639.
49. DE NE\VTON A KANT LA ONTO LOGIA 495

recer comp letamente heterogéneos, d e conocimiento: poseemos una este modo, en progreso consta nte, y de cuya ause ncia de contra-
clase d e juicios qu e renun cian a todo postulado de exisrenáa, pero dicciones interiores hemos ido cobrando conc iencia de este modo.
qu e adq uiere n precisamente por ello una cert eza y un a necesidad Los conce ptos compl ejos se presenta n, así, "en el reino de la
aú n mayores; de otra pa rte, se h alla n los postul ad os acerca de la verdad, como pred icados, antes de presentarse como su jetos", en
estruct ura real de las cosas, los cuales, no obsta nte, pueden recla- la medida en que " debe d em ostra rse ya la posibilidad de la com-
mar una vigencia pu ramente em pírica y fortuita. posición sinté tica de un con cepto a ntes de qu e éste a parezca como
Esta con traposición, sin em bargo, no puede se r exclusiva, pues suíero"."
si lo fuera queda ría descartada con ello 'toda posibilidad de un a Pero esta estructura rigurosamente sujeta a leyes y que procede
teoría de la na turaleza. Nuestro conoc imiento cient ífico de la a base de " las posibilida des simpl es e incon dicionadas" se distingue
natu ral eza se cent ra exact amente sobre el punto en el que coinci- de las clasificaciones de las cosas en géneros y especies, por me-
den y entran en contacto las dos clases de juicios que par ten de dio de una di ferencia característica. Mientras que en estas clasi-
los dos d istintos cent ros. Una teoría pura de 10 " pen sable" tiene ficaciones, mediante el método de prescindir de las car acterísticas
que servir de pauta y de dirección a toda comp robación y acumu- individuales de las cosas, nos vam os rem ontando a clases cada vez
lación de hechos. No pod emos llegar a comprender y a dom inar más abstra ctas y, por tant o, al mismo tiem po, más pobres de con-
la experiencia si antes no hem os sabido desarrollar el reino de la tenido, aq uí. por el camin o que Lambert preconiza, partimos de
\1erdad, qu e se desprend e de la trabazón sistemática de los con- un caso simple, .para lu ego ir a,iadiendo al concepto inicial n uevos
ceptos simples. 'Y nuevos fragmentos determinant es, al incorporar al circulo de la
"Por eso consideramos aquí - para tran scribir las palabras con consideración nuevas y m ás com plejas condiciones. Aunque las
las que Larnber r formula en la Aletiología el problema y el modo fórmulas generales a que se llega d e este mod o sean cada vez más
como lo aborde-e- el sistema ínt egro de todos los conceptos, prin- complicadas , tienen en cambio la ventaja de que no eli minan de
ciPios 'Y relaciones posibles, como si ap arecie ran ya combinados y su seno lo par ticula r, sino qu e, por el contra rio, lo contie nen direc-
en coh esión, considerándo los ya como partes y fragmentos concre- lamente, de ta l modo qu e pod emos en todo momento recobrarlo
tos de este sistem a, ya qu e de este modo, al presentarse a nte nos- y descifrarlo a base de ellas mismas.
otros nu evos fragmentos y al ponerlos en cohesión con los a nterio- "Tam bién en esto, como en todo lo q ue es método , puede la
res, tenemos ante nuestros ojos el pla no de todo el edificio y mat emá tica march ar delante de los filósofos, ofreciénd oles un buen
podemos, a la vista de él, exam ina r y cont rasta r cada fragmen to."u ejemplo. . . Es cierro que los matemáticos procu ran buscar sus
Por tanto. la con trastaci ón de un a simp le verdad de hecho no conceptos, principios y p roblemas de un modo general, pero no
puede concebirse. así conside rado el problem a, como si un resul- lo hacen omitiéndolo todo e n sus abstracciones, sino más bien
tado nu evo viniera a sumarse desde fu era al acervo del sa ber añadiendo nuevas y nu evas circunsta ncias. . . En la abstracció n
existente, sino que toda n ueva ad.quisición de saber se ha lla ya filosófica, por el contrario, se prescin de de los conce ptos especiales
cond icionada, en parte, por los fact ores int ernos de l sistema general en medida tanto mayor cuanto más abst ractos o más gene rales se
del saber y por su estructu ra deductiva. No pod emos imaginar trata de ha cer los conc eptos. Y este cami no es ta n opuesto al q ue
a nu estro capricho los conceptos complejos, ni pod emos t amp oco hemos descrito pri meramente. qu e los mat emát icos procuran gene-
tom arlos directa mente de la observación, sino que tenemos que ralizar sus conc eptos y su s fór mulas con el ma yor cuidado y el
ha cerlos brotar sintéticame nte de sus eleme ntos fundam entales. y mayor esfuerzo, de modo qu e aparezcan incluidos en ellos los más
sólo pod emos emplear. para engarzar con ellos los principio s y los especiales y qu e éstos puedan fácilmente de rivarse de los gene-
juicios científicos, aq uellos conce ptos que hemos ido creando de rales: para los filósofos, en cambio, la abstracción es muy fácil, pero
n A lel hiologi..., § 160. 86 Alethiolog ie, 241.
i 96 DE NEWTON A KA NT LA ONTOLOGIA

la determinación de lo especial partiendo de lo general resulta ninguna d e las fases de la reflexión, Ent re ambas clases de cono--
mucho más difícil, ya que, en sus abstracciones, prescinden hasta cimiento media siempre, a la postre, un a distancia "que no pode-
tal punto de roda lo especial, qu e después no acierta n a encon- mas expresar o representa rnos por med io de ninguna med ida co-
trarlo de nu evo y, menos aú n, a enu merar con tod a precisi ón los nacida, a pesar de que en muchos casos sea posible para nosotros
cambios que expe rimentan." al establecer la cohesión entre ambas clases de conocimiento por
En virtud de este métod o, consistente en la combina ción y la medio de cadenas de razonamiento, formadas con un nú mero
complexión de lo simple, se crean, en pr imer lugar, tres ciencias mayor o menor d e eslabones" '410
idea les fundame nta les, que giran solamente en torno al desarrollo Sin embargo, a pesar de la gran cla ridad con qu e Lambert
de nu estras propias representaciones y q ue son, por tanto, en este describe aquí el doble ca mino de la ciencia teórica de la natu ra-
sentido, "obra de l ente nd imient o puro".38 Los conce ptos ideales leza, en cuyo desarrollo part icipa él mismo de un modo crea-
del espacio y el tiempo sirven de base a las disciplinas rigurosa- dor, sigue en pie, desde el punto de vista filosófico, el problema
mente aprioristicas de la geometría, la cronom etría y la [oronom ia. fundamental y d ecisivo. Esta armon ía ent re la exp eriencia y el
La geome tría no postu la más posibilidad qu e la de una línea concepto, que se postula pat a todos los ju icios válidos acerca de
recta y la de su situación en torno a un punto, para poder cons- la realidad de las cosas, ¿se debe exclusivamente a un afort unado
tru ir a base de ello ángulos, círculos y esferas. La cronometría azar, o poseemos una garantía objetivamente necesaria de ella t
sólo exige U? postul ado, el del transcurso uniforme del tiempo, lExb te una explicación imperiosa por virtud de la cua l estos dos
para constru ir a base de ello sus ciclos y períodos. La Ioronomía, caminos distintos, que discurren en sentido ind ep endiente el uno
finalmente, combina el espacio y el tiempo, para erigir sobre ellos de l otro , hayan de enconrrarse a la postre en un punto y llegar
la teoría gen eral del movim ient o, la velocida d y la tras lación de a un m ismo resultado1
puntos m óviles.w La solución q ue Lambcrr da a este problema sigue maren i én-
C onseguido esto poseeremos la pau ta fijo con la que podemos dose, a pesa r d e todo, en fin de cuentas, den tro de los cau ces
ya abordar la experiencia física y astronómica. Sólo tend remos tradicionales de la ontología. Las posibilidades ideales carecerían
derecho a ha blar de hechos en un sentido cient ífico, cuando com- de todo a poyo si no enco nt rasen su base en una realidad absoluta
probemos que u n contenido cualqu iera de la observación coincide y suprema. La simple " pensabilidad " no es na da de suyo, si a
con una de las posibilidades anteriormente consideradas que tie- ella no se añad e la verdad metafísica, es decir, si no existe un ser
nen su lugar fijamente circunscrito "en el reino de la verdad". pensante, qu e piense rea lmente todo 10 pensable.
Q ueda, así, explicado el principio según el cu al la det erm inación " El reino de la verdad lógica seria solamente un sueño vano
de la existe ncia es propia de la expe riencia. El ser no es derer- sin la verdad metafísica Que resid e en las cosas mismás; y sin la
minado y fundamentado pura y simp lemente por la sensación existencia de u n suppositum intd ligens, no ser ía ni siquiera un
concreta, sino por su coincide ncia con los criterios gene rales e idea. sueño, sino qu e no sería a bsolutame nte nada•• . Por ta nto, el prin-
les de la razón. Es cier to que la coincidencia total entre el cam po cipio según el cual existe n verdades necesarias ete rnas e inmu tables
de los hechos observados y el de las reglas estab lecidas a priori nos lleva a la consecuencia de q ue tien e necesariament e qu e exist ir
const ituye un ideal que no es posible realizar ínt egrament e en un su pposilUm intelligens inm utable y eterno y de qu e el ob-
jeto de estas verda des, es decir, lo sólido y las fuerzas, debe poseer
n ih ch ircklOn.ik, H 193 J.<.; S 197; D¡an oiolo¡;:ie, § 110.
<IR e s Or gono u: "P ha eno mcnolog ie", § 120.
una posibilid ad necesaria de existir." 11
ns D iano iologie, ! § 658 H .; A !..t/¡iolol1ie, § 127 " .; ArclLi tektonik, §! 79-B5.
ef. especialment e los pensa m ient os acerca d e las reorla s fund amen tales del 40 Ale t/¡iolog ie, ,66.
eq uilibrio y el movimiento, S 2. 4l Arr hitektonik, § 299; cf. especialme nt e 473.
498 DE NEWTON A KANT
LA ONTOLOolA 499
En este oxymoron de la "posibilidad necesaria" desemboca la
teoría lambertiana de la experiencia. Il
"Existen verdades porque existe un Dios, y viceversa: existe La contraposición que hemos venido exami nando se nos presenta
un D ios, porque existen verdades." el bajo una versión n ueva y más general, si nos fijamos en la relación
A esta modificación de la prueba ontológica se aferra incon- ent re los dos princi pios ontológicos fundamenta les. Mientras que
moviblemenrc Lamberr, y con él toda su época . Para convencerse en Wolff, al principio, se e nfrentaban el principio de cont1'adicciÓrL
del significado típico de esta concepción y de la difusión que llegó y el principio de razón suficiente como dos verdades sustantivas e
a adquirir, hay que comparar la doctrina de Larnberr, en este independientes, vemos que la tendencia monis ta de su sistema
punto, con la de Mendelssohn. También éste parte de la premisa tiende con fuerza cada vez mayor a abolir esta distinción fun da-
de que debe establecerse más nítidamente la divisoria entre el mental.
concepto abstracto y la realidad empírica. El problema de la exis- La meta del racionalismo sólo parece alcanzarse cuando se logra
tencia forma la rigurosa línea de demarcación entre la matemática deducir el principio de las verdades de hecho del más alto de los
y la meta física. principios constitutivos de l pensamiento en general. Para que
"No se encontrará en toda la extensión de la matemática un el principio de razón sufic iente se afirme y acredite verdadera-
solo ejemplo demostrativo de que sea posible deducir la realidad mente como una verdad racional y necesaria, tiene que demostrarse
de un objeto partiendo de conceptos puramente posibles. La na- que la abolició n de este principio encerraría una conrrzrdiccién.,
turaleza de la cantidad, que es el objeto de la matemática, contra- y Wolff intenta, en efecto, desarrollar esta prueba con todo rigor
dice a seme jante deducción. conceptos de la cantidad silogístico.
guardan una relación necesaria con otros conceptos, pero nu nca "Allí donde exista algo a base de lo cual sea posible llegar
con las realidades." It com prender por qué es, ese algo tiene un fu ndamento suficiente.

Sin embargo, esta transición, vedada para siempre a la mate- En cambio, donde este fu nda mento 00 existe , no existe tampoco
mática, constituye el privilegio gen uino de la metafísica. Mientras nada a base de 10 cual pueda comprenderse por qué algo es, es
que, cuando se trata de demostrar la existencia de las cosas con- decir, por qué puede llegar a ser realmente, lo cual qu iere decir
cretas y finitas, no podemos invoca r más testimonio que el de la que tiene que nacer de la nada.. . Pero, cerne es im posible que de
perfección sensible, el razonamiento q ue parte de la posibilida d la nada pueda nacer argo, llegamos a [a conclusión de que todo lo
nuc es debe tener su fundamento suficiente, por virtud del cual
para llegar a la realidad tiene su razón de ser plena e in discutible
I'S lo que es; 0 , lo que es 10 mismo, tiene que existir siempre algo
cuando se trata de la posibilidad del ser infiniro.w
11 base de lo cual pueda comprenderse por qué puede realmente
Contra esta inconsecuencia interior se estre lla la crítica del
llegar a ser."H
sistema de la ontología escolástica, a pesar de la energía de sus
Si hiciese falta una pru eba histórica de cómo una formación
primeros pasos, ya que es, en efecto, una contradicción reconocer escolástica rigurosamente formal es incapaz de precavernos contra
al pensamiento puro la posibilidad de captar directamente el ser los más graves paralogismos, cuando se trata de la derivación de
absoluto y supremo y pretender, en camb io, poner coto a su capa- verdades consideradas como establecidas de antemano, por razo-
cidad para comprender los objetos concretos de la naturaleza. nes de orden material, esta prueba la tendríamos aq uí. La petitio
In-incipii contenida en la a rgumentación wolffiana , salta a la vista:
Alelhio!('j'ie, § 234 a. and ando el tiemp o, le servirá a H ume de ejemplo típico para
V. Mendelssohn , über die Evident in meraph)'sischen Wissenscha/te n,
H Christ ian Wo lff, Verniín/tige Gedanken ven Ocee, etc., S 3D, d . espe-
seccion es prim era y tercera.
rialrnenre "Ontología", H 66 y 70.
LA ONTO LOOlA 501
500 DE NEWTON A KA NT
In " rat io derermi nans" : el resultado viene imp era tiva mente post u-
de mostrar la imposibilida d de probar el principio
IIlJo y preestablecido por el conjunto de las cond iciones.
de simples conceptos.
y ninguna distinción de ca rác ter lógico es capaz de a tenua r este
Sin embargo, dentro de los marcos de la escuela wolffiana, se post ulado categórico. La d istinción ent re la necesidad h ipotéti;:a
admite entre tanto, de un modo gen eral, la posibilida d de reduci r V la necesid ad absoluta, en panicular, no pasa d e ser -segun
el principio d el fundamento al pri ncipio d e contradi cción.u Los demu estra C rusius- una evasiva o un sub terfugio, pues de lo q ue
reparos qu e contra ello pod rían suscitarse se manifiestan, a lo tra ta no es d e saber si el concepto gene ral de l sujeto lleva con-
sumo, de un modo indirecto en el h echo de q ue ciertos pensadores el que le correspond a como pred icad o esta o la otra
no se dan por satisfechos con la prueba pura mente "lógica", sino rlst íce, sino de si las circunstancias especiales de lu gar y
que tra ta n de apoya rla y reforzarla con argumentos de otro tipo , cu qu e se ha lla exigen y lleva n consigo, en su con junto, semejantes
los cuales, sin embargo, forzosamente tienen que poner en tela cualidade s características. Por ejemplo, el hecho d e que C a yo
de juicio la fuerza dem ost rat iva de aq uella pru eba. Así, se recurre, aparezca aq uí y ah ora como un mentiroso no es, evidentemente,
unas veces, a la expl!rien.da y otr as veces a las razones d e orden !lIgo qu e vaya imp lícito en el conce pto genérico hom bre, el cual
teleo lógico, haciéndose la consideraci ón d e que , si toda s las cosas llo encie rra más cualidades que las que son comu nes a los hombres
no tuviesen un fundamento , ser ía van o y contrario a su fin el IOJoS, sino que es -según el punto de vista que aquí se mantiene-
instinto natural que nos lleva a indagar por doqu ier las causas nhrc inh er ente a las carac terístic as indi viduales de Cayo y a las
de las cosas. relaciones específicas de n tro de las cuales aparece situa do este
"L a natural eza nos habrí a inculcado un hambre, olvidándose hombre concreto."
de sum inistra rnos el alimento necesar io para a placa rla, lo cual U na vez establecido de un modo nítido y acusad o el sentido
sería incom pa tible con su sabia ordenación." 4 6 del principio de fu ndamento, o razón suficiente, se mani fiesta
De nuevo es C rusi us el primero que sale aq uí al paso de las clnearne nrc y de un mod o necesario la laguna qu e se la
convicciones genera les de la escuela. Cierto es q ue su actit ud de demostración. En lo suces ivo, el princip io de contradicción no
contra dicción frent e a ella no radica ta nto en motivos lógicos como pued e ya ser conside rado como el principio suficiente de la ded uc-
en móviles éticos: su tendencia es la de d efender la libertad y la ct ón, ya q ue se tra ta de un " princ ipio tot alme nte vacuo" que
responsabil idad de los actos hum anos contra el siste ma de la ne- 1K1lame nt e indica una cosa, y es "que nada pu ede entenderse
cesidad fatalista. El postulado de la conexió n ca usal, tal y como de ta l modo que pueda, al mismo tiem po, ser y no ser".
el sistema racionalista lo entiende, significa algo más de lo qu e en El concepto de causa, por el contrario, trata de enlazar entr e
un princi pio da a entender la incolora expresión de l fun dame nto dos estados del ser se parados en el tiempo, y, por ta nto,
"suficiente": lo que en realidad quiere d ecir es que tod o acaeci-
miento en el tiempo se hall a d ete rminado ínt egra 'Y unívocamente " Quid e nim ad rem Ia cit, si op positu m 5C paf1ltim sI>K,ta rum .(ogilari
por la serie de los que le preced en. Lo que aquí se lla ma " ratio pOIUt, poss ibililu au tem ejus vel existe o rla ob eas q uíbuscu m
.inml esl cogtra rt nou potes ll • • • Horno cog ita ri porest sin e impostu ra, no n
sufficiens", ente nd ida como aquí se la entiende , es en realidad Caj us, q uia d u m Cajum co aita , ejusmoo i coguas subjec lu m, in qu o lm pos-
," ra rali onem h abet d ererrrunante m, verc non h abe r, Eod em sa ne
45 V. por ejempl o Bül ffinge r, Dílucidariotles phi !osoph icae, secc, I, copo 3, adse verare ""'ssem, figllra m aequílaterarn circ ul o inclusa m án gulo s habere
IlIre ... . ,' .h. '
S73. Darjes, Elemcn ra Mcraphysices: Philosophia prima; Ca rpo vius, Tr<1CWl i()o I'" "e . "es. ,.,.
d
" " fi"U
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fa aeo
..
uilat er a anguljs con . tans lnaeqUQ 'I"'U
,
'• n 1 ,
nes Duae, prima de Rarion is $ltfficiem is principio, etc., Recu sae 1735, § XVl h" bet conrradic rorii. A ttamen in hoc eon d iríon u m co mplexu co nr radic tio ne m
Mendelssohn, Ober dic Evid cnt in mewphysischen Wi ssl.'nsch,,!te n. secc, 3 11Il1'1k at. quia reli quis circ umstamiis, qua e sim u l sumuntut co ntrad icit.".
V pass. " 1\1". J) iue rt atio philosophica de lUU er limir ibus principi rationis d elermmam u,
46 Georg Fned rich Meter, Ve rnunftle hre, H alle, 1752, § 30; Meraphysik, ""/¡:o suf{jci" n tis, Le ipúR', 1743 , § VI .)
par te p rim ero, H alle, 1755, 33.
DE NEWTON A KANT LA ONTOLOOtA 503

tos; se halla, por tanto, desde el pri mer mome nto, fuera del marco En el transcurso de la investigación, surge lu ego en C rusius
y de las facul tades del principio escue to d e la identidad. Pod rá aquel esquema gene ral que habrá de mantenerse en pie h asta llegar
ser abu surdo e inconcebibl e representarse un algo que nace por a los tiem pos mod ernos y que reaparece, por ejem plo. casi ina lte-
sí mismo y sin fun damento alguno, pero no es de ninguna man era rable, en la obra de Schope nhauer Sobre la cuád ru ple rah del
contradictorio. Q uien afirm a la aparici ón de un acaecimiento principio de razón suficien te. El fund amento real se escinde, a su
sin causa sólo quiere decir una cosa, y es que el acecirmenro que vez, en dos momentos distintos, según qu e lo condicionado siga
a hora existe no había existido antes, lo qu e no entraña, por cierto, en el tiempo a la cond ició n o vaya necesaria y di rectam ent e im-
ni la más leve contradicción, ya que los dos juicios de que se tratn pllcito en ella. Solamente en el prim er caso se tratará J e la
se refieren a dos momentos distintos en e! tiempo y no recaen, relación de causa a efecto en senti do estricto, ya que el segundo
por tanto, sobre el mismo sujeto. caso envuelve la determinación sujeta a ley ent re dos contenidos
y la operación subrept icia que se comete se destaca todavía objetivos, y no la creación de uno de ellos par tiendo del otro. El
con ma yor claridad cuando se invoca, en apoyo de la de mostra ción ejem plo clásico de este ti po de relación, qu e C rusius designa con
de este principio. la circu nsta ncia de que el concepeo de un " efec- el térm ino del " fundame nto real insuficiente" o del "fun da mento
to" lleva consigo el conce pto de una "causa" . Pues aq uí no se existencial" (princip ium. existentialiter det ermi naos) , lo tenemos
trata de la for mación de nu estros conceptos ni del no mbre que en la nuuemática.
ha yamos de darles, sino de una ley objetiva del acaece r. Por el "As í, por ejem plo, los tres lados de un triángulo y su relación
solo hecho de presentar algo como un efec to, va im plícito en d io, ent re sí constituyen el fu ndame nto real de la magnitud de sus
evidentem ente, la necesidad de pensar en la causa correspo n- ángulos, pero solamente un fundamento insuf iciente o puramente
diente. pero ello no ent raña tod avía, necesariamen te, el qu e este existe ncial; en cambio. pod emos decir qu e el fuego es la ca usa
pensamiento tenga alguna razón de ser y posea una significación suficiente del calor."
objetiva, cualquiera qu e ella sea.w Co mo se ve, se intenta distinguir aquí, de ntro de los "funda-
De aquí se desprende, por tanto, una nítida y consciente sepa- mentas reales", el concepto empírico de la causalidad del concep to
ración entre los conceptos de "fundamento" y de "c ausa". El matemático general de la función. Si la cau sa debe necesariament e
fundamento real (principium essendi vel flendí) que un acaecí- preceder al efecto, si, po r tanto, la posición de ambos en el tiem po
miento real presu pon e y qu e determ ina en el tiempo el momento se halla deter mi nada y regulada de un mod o unívoco, tenemos
en qu e ha de producirse, se d istingue del fundam ento puro del que lo pro pio y lo peculia r de la dependencia funcional es qu e
conocer ( prindpium cognoscendi} , el cual representa simplemente el fundamento y lo fundam entado se cond iciona n mutuam ent e
una cond ición psicológica de nuestra conciencia. y qu e, por tanto, la relación ent re ambos puede inverrirse en tod a
"D ecimos, a veces" que algo es e! fun da mento de una cosa, su pureza.51
au nqu e se trate simplemente de! fundam ento del conoc er d e esa O tra cont raposición. la úl tima, es qu e la que va contenida en
cosa y aunque no se lo ent ienda de otro modo. H ay que tener ti hecho de que las causas físicas se contraponen en últ ima ins-
en cuenta esto para no caer en confu sión y para no pensar. por tancia y en su conjunto a las ca usas "moral es" : mientras que las
ejemplo, que, al postular u n concepto del q ue puede derivarse primera s tiende n exclusivamente a la determ ina ción del ser. las se;
cómod amente otro, se ha explicado con ello, al mismo tiem po, el guudas versan sobre los fundamentos det erminantes de la voluntad,
fundam ento real de la cosa representada en el segundo." 49
4R De usu el lim itibus. etc., \ XIV; Weg tu r Gewissheít un.l Zuverliissigkeil 50 Ent wurf der nathwen digen Vern un ftwahr heiten, S 36; d. De usu et
der men schlichen Erkenntnis, \ 260. Ilmiribus, B XXXVI y XXII. y Weg tur Gewi ssheir und Zuver!iissigkeir, S 141.
4\1 Enlwurf .ler nOlhwcndigen Vernu n/ twahrhe ilen, S 37. al We g :ur Gewis sheit IlnJ Zllverliissigkeir, S 1+1.
DE NEWTON A KANT LA ONTOLO(HA 5()5

sujetas a un a norm a ética fija y que representan, por tanto, un tipo apoyo de él una prueba est ricta basada en la experiencia. Pues
nu evo y peculiar de leves.w In misma realidad de las cosas /lurra de nosotros seguirá siendo
La repercusión que las tesis de Crusíus encontraron puede proble má tica , mient ras no se asegure el derecho de la concl usión
valorarse, ante todo, por el h echo de que en ad elan te ha sta rnusal; por tanto, el principio de funda me nto o razón suficiente
en la filosofía popula r se ma nifiesta cada más claramente la llo puede ser un simple result ado d e la observación de los hechos
exigencia, de una distinción lógica más ní tid a ent re los principios, objetivos dados, ya Que representa, por el contra rio, la condición
Caracte r ístico d e esto que dec imos es, pri ncipalmente. un estud io la cual no pod.ríamos hablar de un ser y de un a "objetividad "
de Béguelin, publicad o en 1755 en los escritos de la Academia de en Y asimismo se demuestra como insuficiente la expli-
Berlín y e n el Que se acusa ya cla ramente la influe ncia de los cación psicológica que, sin fijarse para nada en cualquier existencia
pensamientos de H ume, que ent re tanto había ido extend iéndose exter na, tra ta de der ivar el concepto de causa pu ra y exclusiva-
también por Alema nía. w mente del juego de las reln'esen taclon es dentro de nosotros. Lo
T am bién en esta disertación se parte de la contraposició n entre único que nos es da do son las percepciones mú ltiplemcnte cam-
el tipo ma tem áti co y el tipo metaf ísico d e conocimiento : mientras hiantes que desfilan por delante d e nosot ros en abigarrada suc e-
qu e el matem ático crea por sí mismo los objetos por él en juicia- sión. No hay en estas imágenes mudas nada que nos gara ntice
dos, lo que le permite a rrancar de defin icion es for mu lada s a su que la una contenga el "fundam ent o" de la otra. La ún ico qu e
antojo y de la combinación entre ellas, el me tafísico tiene Que vemos son d iferentes contenidos que se presentan ante nosotr os
ate nerse al ser a bsoluto como al mod elo objetivo que puede al cen- »imultánea o sucesiva mente, sin Que se advierta ni lo más míni mo
zar o al que puede falt a r, Es aq uí donde comienza la d iscordia que nos per mita habla r de un "tr ánsito" o de una combinación
em.re. la explicación y la fijación de los conceptos fundamentales, ent re ellas.
ASIstimos al espectác ulo de que cad a uno de nosotros, aunque to- Por donde el concepto de cau sa no viene dado ta mp oco por la
dos nos hallemos pertrechados con las mismas reglas lógicas cada experien cia "interior", sino Que, por el contrario, es introducido
cual pu ede llegar, desarrollándolas consec uentemente a un; "me. en ella por nu estra propia interpreta ción. Sólo pod remos extrae r-
tafísica privada", no compatible con las de los demás, pero no 1.1 y derivarlo de la exper iencia siem pre y cua ndo que antes lo
refutable tampoco a base de ellas. En vano trataríamos d e llegar, hayamos depositado en ella como un con cepto aprioríst ico.w
e n este pun to, a u n entend imiento ni a un a salida, ya que la pugna Sm embargo, con todo ello no se tra ta de negar la verdad
hasta en los mismos prin cipios de todo conocimiento. , tu i eomie nne eeue asscn io n. . " l'íd ée d'un e exís rence folto ite ne ren feeme
Que el principio de fundam ento no pu ede derivarse f'l,ítlt conr radíc ricn maní/este." B éguel¡n, l. c., 5 X.
"11 esr do ne m anifest e que l'c xlsten ce réelle d es choses h ors de nous n 'es t
del pnncrpro de contradicción.ce ni es posible tampoco ad ucir en
cous rat ée par l'expérience qu'au tan r q u 'on sup pose d'avance la verité du Pein-
,·i..e d e la raiso n su ffisan re, Par conséquent tou re dé mo nsrrano n d e ce Princ ipe
:12 D.. unl ef Iimifibu s, SS XXX y XXX Vlll. " po51CT'OJi, qu ¡ sup poscra l'exlsten ce réell ... d es ch oses ho rs d e nous sera une
d es- d B , . Mi mo;....s .$O" le) ,.....m ,er, pri nci ' de la M':'-ph )'s,que · ' A ca- vme pé tifion de pr incipe ." ( I- c., § XV II.)
e rrua e er In, 1755). El au to r
ñl T d M
remire exclusiva mo:- nt e a ,• • " R i' .
o:- eXIOn.... ." , "Regaro el"1.He cet ot dre, ces rappo rt s, ces ret ou rs co nstanta (des percep-
, O\5Q e eupe rruu !IOb re el len gu aje", basad as a III vez en el desarrollo li<>n.) comme u ne preuv e d émo nstraeíve qu '¡¡ y a u ne n ito n suffiNrme, poue-
de las Id eas fu nd a ment ales de H ume ( v. supra, 389 " 2 ) que¡ B p rédde eoujoces 0 , po ur qu oi O précecle to ujoUtS L e e pou rquo i A
" 11 pp. u. y J. ,
. n" resle do n e 11 cbe rch er ,le fc nd cmen e de nct re p rincipie q ue d aos arco mpagne to ujour s El O o i, asserément, . 'H efoi r déja p rouv é q ue ríe n o 'est
celu . . Il ,Iaudrou
. l .de 1la eon trad ietion, . do ne q ue la , 'u u oppose, a. nc tre .n ns raison suffisan te. Mais cele n'étane pas ence re pr ollvé, n e ser an-ee pas la
pr rncrpe_
ur_
con tr ad lctcíre, e ese a dire q u'o n pú pr .... v .
u,", er, qu e SI un e e ose
h me me cer cle, qu e no us voulons évite r ? C ela ne vo udr oit-il pas dire q ue
pourron eXl.s ter sans rai.-on , elle pc ur rotr exister ou n'exister pas en _ ,'''ur poul'Q;r p'OUtiC1" nc rre Pri nópe a postericri i! faudro;r qu';! fUI d cjii d.!mol\.o'
te mps. Or JI' ne vo¡a ríe n d ans ¡'¡d ée d e l'e xiseen ee, n i d a ns eelle d e I'haaard Id am écéde mment a prio ril O biJ .)
506 DE NEWTON A KANT lA O NTO LOGIA 50'
del principio d e fundam ento; lo úni co que se pone en d uda es su Institution es Ph ilosophiae WolJianae- nos lo representamos como
d emostTab¡lidad, como medio pa ra esclarecer el ca rácte r general existente Jue-ra de nosotr os. Y lo qu e d istingu imos entre
de nu est ro conoc imiento met afísico. Comprendemos a hora por qué lo representamos tambié n, en virtud del princ ipio de cOtltTmhccwn,
teo rías cont rad icto rias entre si pueden, sin embargo, encerrar, en como algo que apa rece ante nosotros sepcr ado." 58
este punto, la misma fuerza de convicción; por Qué incluso los Co mo se ve, aqui el verdadero contenido positivo de la con-
sistemas del fatalismo, d el idealismo y del egoísmo, por absurd os cepción del espacio no se d edu ce, en reali dad, sino que, por ,
que a sus adversarios pu edan a nrcjá rseles, se hallan y tienen que cont rario, se desliza subre pticiamente por medio de una penno
hall arse a salvo de toda refu tación lógica. En estas circunsta ncias, princIPi¡: por dcbai c de la funci ón lógica de la distinción se
sólo q ueda un camino abierto a nuestro comporta miento prac tico: desliza insensiblement e l a form a concreta de la "agrupación" y
que cada cua l se cree para si solo la met afísica que mejor le la "y ux taposición". Si se lograra rom per con esta concepción gene-
parezca, su propia meta física, pero sin de jarse llevar por la rent a. ral y Iu ndamenral, demostrar la existencia de " axiomas" qu e, sin
ción de im pon érsela a ot ros. D e este modo, si la metafísica no ser tomados d e la exper iencia, no de ben , sin em bargo , su valor
hace ningu na clase de progresos, se hallará, por lo menos, a salvo ni su fuerza probato ria al principio de id en tid ad , se vend ría a
de verse despreciad a o desconocida, mediante esta renuncia a su tierra como insostenible la concl usión a que llega B éguelin y pod ría
carácter científico de validez genere l.st plasma rse una "metafísica" dotada de un carácter de validez total.
T al es el fallo, impregnado de resignación y que, en ciertos mente nu evo.
pun tos, se nos antoja m uy mode rno, con que termina el estudio y no faltan tam poco, ya dentro de la filosofía alema na de l
de Béguel¡n. Ante la imposibilidad de deshacer el nudo, hay que siglo XVIII, las referen cias aislada s a esta clase de evolución.
cor tar lo. Los dos tér min os de la cont raposición, las cosas y los al princi pio de la cont radicción, form ula C rusíus ot ros dos pnnci-
conceptos, aparece n a ho ra ta n clar amente separados, que en lo pies reales del conocimiento, que califica como el "princip io de
sucesivo debe qu edar excluída toda posibilid ad de mediación en tre lo inseparable" y el "principio de lo no com binable",
ellos, tod a correla ción ent re el pensar y el ser. "Lo que no puede pensarse lo uno sin 10 otro no puede ta m-
Y, sin em bargo, hasta el esce pticismo de Bégueh n se basa en poco ser lo uno sin lo otro" y " lo que no pu ede pensarse lo
una prem isa dogmát ica, Que este pensa dor comparte con sus adver- otro y junto a lo otro, o viceversa, no pue de ta mpoco ser coruun-
sarios. U n conoc imiento necesa rio y dotado de vali dez general tamente". "La más alta car acterística de las cosas posibles y reales
- tal es la premisa de Que pa rte Béguebo--, sólo puede da rse reside en la esencia de la com prensión de que no es posible o real
de ntro del campo situado bajo la d irecció n y el dominio del prin- 10 Que como t al no pu ede pensarse; y que , por el contrario, es
cipio de la contTaJico:ión. Demostra r un pri ncip io a priori no ible aquello Que, si se negara, obligar ía a reconocer, d irecta
POS
significa ni puede significar ot ra cosa qu e red ucirlo, en última o indirectamente, algo Que no es postible pensar como verca d ero."5t
insta ncia, a un princip io de ide ntidad. En la escuela de Wolff, Por tanto, mient ras qu e al principio C rusius buscab a el crite rio
todas las premisas objetivas del conocimiento gira n dentro de l de tod a realida d pura y e xclusivamente e n las sensacione s, insis-
círculo de este tipo d e consideraciones. Por esta vía de dedu cción tiendo con tod a fu erza en qu e, en vez de exigir dondeq uiera un
lógica se tra ta, ah ora , d e obtene r, no sólo el principio de funda- fun dame nto idea l tI pr iori, debiéramos contenta rnos casi siemp re
men to, que debe ser conside rado, en sentido estr icto, como una
regla de nu estros conceptos , sino también los conce ptos de l espacio u T hiím m tg, Ins titu¡¡'o nes I'h ilasoph iae Wolfio.nae, Praacfort v Lei¡nig,. J740;
Ontolo¡¡io., 49. C f. acerca d e esto la de rivación del con cepto del espacie po r
y el tiempo, es decir, los fundamentos de toda realida d objetiva. Wolff: Dmolagio., ! 544, y Verniin ftige G edo.nken \ion Got!, etc., B 4S s.
"Lo que pensamos como distint o de nosotros - Icemos en las ee Cr usius, En twurf der n oth wendigen Vem un ftwahrheiten, S 15; De tUU et
L c., § IV. IJmitibu5, § XXV11; Weg tllr Ge wi'lhe it uru/ Zu...e rl<issigke it, S 261.
DE NEWfON A KA NT LA 0 1'.'TOlOGIA

con fundam entos de conocimiento a posreriori ,oo aquí le vemos preguntas que se des prenden aquí con la fuerza de una necesidad
dispu esto, IXJr el contrario, a conceder al raciona lismo la premisa inte rior, sitúan ya en los extremos confines de l esco-
general d e que éste arranca. Aquí, no son las percepc iones direc- lástico racionalista: en el punto en que este sistem a se orie n ta ya
tas de los sent idos las que se invocan en cont ra del pensa miento hacia el sistem a de la filosofía crít ica.
puro, sino que se postula un nuevo principio del conocimiento ,
como complemento del principio de la contradicción.
No importa que este principio. en C rusíus, aparezca todavía
formulado de un modo insuficient e: con él apa rece ya, y esto es
lo importante, con contornos bien perfilados, un desideratum de la
teoría de l conocimiento.
"El princ ipio de la cont rad icción presupone ciertos conceptos
que encierran ya su propia organización y a los que aquél se
aplica" , y en estos conceptos es prec isame nte donde apa rece fun.
dado, en ú ltima instancia, todo " lo posit ivo y lo medular" de
nu estro saber."
¿Cabe aducir también en favor de estas categorías de nu estro
pensam iento, categorías posit ivas en el más alto sent ido d e la
palabra, la prueba de la verda d y de la cert eza? [Cabe asegura r
ta mbién a ellas u n conte nido y un a significación objetiva? ti Estas
00 Cru sius, En rwllrf deT nothwendigen Ve rnunf¡wahrhC'iren, § J8¡ W eg tllr
GewisshC'ir u nd Zuwrliissigke it, § 142.
6 1 C rustos, Weg t1' T Gewissheil , SS 258 y 259.
02 er. Weg tll r G<'Wisshe ir. § 260: "Adviértase de a nte ma no q ue no,.., trilla
de saber si estas pmposicion u sen tota lme nte ve rda deras y cie rta s, qu e
n adie tD ta de n epr, sino sol a me m e de a verigu ar có mo nacen e n e l enten d i-
mi ento hu ma no y de dónd e nos vie ne, por ta nt o, el co nocimiento de ella s, ••
El proble ma estriba en s i el p,-incip io d e la contradicción es ta mbién el fun-
d am ento su ficie n te d e la ordena dúll de los con ce ptos m is mos, o ha pod ido
Y no es d ifícil d e mos rra r que no pue d e ser así. Pe ro no d ebe dedu cirse . . , _ . en los co nce ptos d e ca usa y efecto liene en
y, po r eon síguren te , a 1e<u W ""'" - . . d la
d e aq uí qu e ello h aga Que la cosa .sea incier ta, sino más bien compr<"fllÍ eT <jIU' el ueeserc en lel1dimien ro, ou ginll , iamenre, olfO fllrufamenJo que el pnnc'P IO .e
p rincipio JI' la CQnu adicci6n . PO' JeT un P1'incit>io t'llCio, no es el ú n icQ ¡ninc!- . _. ' ,. " A C' , a '-'ie n la cau sa fu nd ament a l d e q ue " en n uestro nern-
pi" de la cerccta humana . A sí, po r ejemplo, es fácil demostr ar por m ed io de l ... "" • d . . d
ro se ti en da a ver en el prin ci pio de la contradicc ió n, el ur uco e
prin cipie de la co ntra dicción qu e todo efcero tiene u n a causa. Pero e llo se J ebe lluestns de d uccion es". estr iba que n os sen limos ttlllS mdmad os sacar
11 qu e se enti en de po r efecto algo p roducid o po r otro Iecto r den om in ado causa, eond..sione. de conce prcs que dam os po. SUpU e'U Of qu e a buscl>r los fu n ame n-
es d e.;:i r, a Que e n el cQ>\cepro del efecto se introduce ya et de ta caU fa, sin q ue lOS de La rroli dad en la or denGo: iM de' los co nce ploS Sin po r
p ued a ne garse este al post ula r aqu él sin incu rr ir en co n lTlld k dón co nsigo m is- . d . , . mcluso, ambuir I los
este ca mino o podem os I r e mastaco ej006 o 1"""'
mo. .. Pero 10 q ue no pued e co mprenderse por vin ud d el pr inci p io d e la conce ptos la realidad con fu ndie ndo con proposiciones con-
co n trad icción es q ue tod a cosa q ue nac e tie n e u na causa. . . No obstant e (u n secue ncia s p uram en re hípotcric as d ed ucidas d e los admitld oe". .
acae cer sin causa) es algo q u e deb e se r co nsid erad o pc r n osottOS co mo absolu- Esta cica en cierra e l mayor ¡nt eres hís tórico , ya qu e. llu mm a
tamen te falso e impos ible, ni mas n i menos q u e lo co ntrad icto rio cc nsigc nít ido la situación genetal d el prob le ma de que hat>J:á d e. la c1asKa
m ismo. De d ond e se ded uce . por ta nto, que d prin cipio d e la caU$ll su ficie n te disti nciOO ka n lian a d e los [u íclos ana liricos '1 los juiCIOS smreeecs-
EL PROBLEMA DE LA CONCIENCIA 5ll

palabra, de las cosas que se encuent re n fue ra de nu estro espíritu


y lleguen a nuestra conciencia por med io d e las imágen es sensibles
Capírulo IV que en nosotros proyecta n. T an pro nto como se reconocen, al
lado de estas impresiones in media tas, qu e nos da n un a not icia
EL PROBLEMA DE LA CO NCIENCIA FUNDAMEIITAC ION directa de los objetos, ot ros contenidos distintos, pero igualme nte
SUBJETIVA y OBJETIVA DEL CONOCIMIEIITO originarios, desaparece con ello la claridad y la cohesión de la
teoría d el conoc imiento .
I
C ua ndo se admite una clase especial de " ideas de la reflexión",
El desarrollo de la psicología en el siglo XVIII se enlaza por todas se da el prime r paso fatal, se pone en el camino la verdade ra
partes a Locke, cuyos principios aspira a seguir hasta en sus úhi- "piedra de escándalo", qu e es necesario remover.'
mas consecuencias. Pero, cua nto más allá se lleva el análisis de La verdad religiosa y la fe en la revelación nada tienen q ue
la doctrina Iockeana, más cla rame nte se destaca la dualidad de sen- temer del reconocimiento incondiciona l d e la regla según la cual
tido que encierra en los primeros conceptos fundamentales de este no puede existir en el intelecto nad a que no existiera previa-
pensador. mente en los sent idos : lo peligroso, para ellas, es, por el contra rio,
La relación sistemá tica en que aparecen en trelazadas las dos que no se tome completa mente en serio esta regla, qu e se trate
fuentes del conocimiento, la experiencia exterior y la interior no de somet erla a condi ciones restrictivas de cualquier clase o natu-
ha bían lograd o ser esclarecidas por el Ensayo sobYe el enten dimien- raleza. La sensación encier ra la m ás alta form a posible d e la
ea h umano (cf. supra, pp. 201 n .L. Según la interpretación que se "evidencia", Que no cabe n egar ni superar : podremos disputar
diera, pri nci palmente, al conce pto vacila nte de " reflexión ", podía cont ra ella de palabra, pero nunca sabremos colocarnos por encl-
llegarse ah ora a conce pciones y conclusiones de tende ncia opuesta. ma de ella en la realid ad, ni afirm a r un a posición al ma rgen de
Por tanto, para pod er fu ndam entar de un modo seguro y estable rila. El problema no consiste ni puede consistir nunca en saber
la dominación de l empirismo, no parecía ofrecerse ot ro camino el testimonio de nuest ros sentidos es verdadero, sino e n si un
q ue el de abolir el dualismo de los princ ipios. Era necesario de- determ inad o hecho se h alla realmente acreditad o pot los sent idos
mostrar las percepcion es exte rnas de los senti dos como el origen y es, por ta nto, evidente. Los axiomas y postulados del enre ndi-
único y exclusivo del saber, en contraste con las cuales todo otro miento poseen una certe za tanto mayor cuanto más cerca se hallan
tipo de conocimiento sólo pod ía reiv indicar un valor indirecto y de esta fuente prima ria del saber, cua nto más se limi tan a descri-
secundario. Sólo así, pu ede hablarse de un mé todo verda derarnen- bir directamente los h echos dados por la percepc ión, sin añadi r
te unitario, que abarq ue y domine tod o el ca m po d e la experiencia • ellos nada de nuestra pro pia coseche,"
posible.
1 (Peeer Brewne}, The Proced ure, EJllo.'TlC and Limils of huTl14lt V ndenland#
El primer paso e n esta d irección lo da un a obra tit ulada The
1"1. 2' ed ., Lond res, l i29, pp, 66, 114, 419 s,: "Th is is ro she w th e great
Procedure, Exrenr and Limiu o/ H uman Vndentand ing, pu blicada "'htlllce and absurdiev of tha t Expeesslon 'Idea of Refle cejon'; we neilh er
en Londres en 1729 como obra a nónima. Su a utor, Perer Browne, heve nor ca n have Ideas, peeñn e ntlv s peakin g; of any th ing bu r wh er is ex-
es un alto clérigo inglés, y ello explica por Qué son motivos de .n l\<il eo tbe Mínd; and wht ch elln en eee ín to no otbe r way than by Sim fbtu de
orden teológico todos los qu e sirven aq uí de base a la critica de la only; or Representaríon of ilseU. •• The laying dcwn Ideas of Senseticn and
Hc/lexíon as Equal., origina r and equaly the G round of all out Knowledge
doctrin a de Locke y los que - de un modo basta nte pered ójíco-,
doct h shamefulv mislead and con fcund the U nde ts ta nding; und er a Prete nce
postulan la acentuación y el robu stecim ien to de su tendencia I ml solemn Profession of Helplng it forward, of setríng out Its true Bounde and
sensualista. l imita an d describing ita Progresa."
Según Browne, sólo hay "ideas", en el verdadero sent ido de la t L. c., especia lmente pp. 216 s.
510
i I,
,'

512 DE NEWTON A KA NT' EL PROBLEMA DE LA CONCIENC IA 513

Por consiguiente, nuestra conciencia es, al nace r, una página Todo lo que sabemos acerca de nuestra propia alma es, por
com pleta me nte en blanco, u na fab ula rasa, un a superficie en la tnnto , un saber necesariamente simbólico : sólo pod emos ha blar de'
qu e no ap arece absolutame nte nada escrito y q ue no brinda al en. ella en forma de me táfora s, tomadas d el ser y del acae cer corporal.
re nd imie n to el meno r pu n to de apo yo n i materi a a lgu n a d e consi- A ho ra bien, habiendo avanzado hasta este punto, la in vestiga-
deraci ón y comparaci ón, rión to ma ahora un giro insospechado, con el qu e se orienta a
"No poseemos ninguna clase de ideas inna tas acerca de las eu verdadera meta final. Si no poseemos ningún conoc imiento !:
cosas ma teriales o inmateriales, ni dispon emos de la ca pacidad directo de nuestro propio ser, sería necio, por ot ra parte, pre tend er
o la posibilidad de crear d e la nada los conceptos puros de l enren- exigirlo del ser d i",¡no. Sólo por med io d e a nalogías y de símiles
independ ientemente de toda experiencia, o d e formular podemos llegar a capta r lo sup rasensible; pero no tenemos, por ello,
nm gun a suen e de primeros princi pios, no derivados o indu cidos ninguna razón, ningún pret exto, pa ra rechazarlo, ya que acabamos
por nosot ros de nu estras representaciones de los objetos corpóreos de ver que la misma fonna analógica del saber prevalece tam-
y sensibles." bién en otros campos que consideramos, sin embargo, como cono-
Cuando hablamos de los conocimientos que el espíritu ad- cidos con seguridad.
quiere, no por la considera ción d e las cosas exteriores, sino por la Como vemos, el funda mental esquema lockeaoo es rech azado
reflex ión proyectada sobre su propio ser, empleamos una metáfora nquí por rep aros de orden teológico. En seguida ver emos cómo
engañosa y que se presta a error. surge ante él un adv ersario todavía más serio en la psicología de
"Así como no podríamos form amos un conce pto de 10 que la asociación del siglo XVIII.
la visión si los objetos d e fuera no actuasen sobre el ojo, así el D avid Hartl ey, el fundador de esta psicología, d etermina ta m-
intelecto no pod ría llegar a adquirir conciencia de ni nguna de su bién la diferencia qu e la separa de la nuev a doctrina de Locke en
operaciones si no preced iese una representa ción sensible sobre I el hecho de que, en aq uéll a, no es cons idera da la "reflexión"
cual las realiza. Y así como el ojo puede abarcar con la mirad como fuente propia y d istinta de conocimientos, sino que, por el
todo el orden y tod a la belleza de las cosas visibles, pero caree contra rio, se postula la neces idad de reducir hasta las ideas más
d e la capacidad para volver la mirada sobre sí mismo, así tambíér comp lejas a las simples im presiones de los sentidos. En la teoría
el alma del hombre pued e considera r la inagotable plenitud de la de Locke, la reflexión -según pon e de relieve Hartley- desem-
representaciones acum ulada s en la imagina ción, pe ro nunca adqui peña sim plemente el papel de una magnitud descon ocida , de un a
rir ni la más leve idea di recta o derivada acerca d e sí misma y d incógnita: es solamente la exp resión de un residuo irredu ctible que
sus propias actividades." 8 queda después d e realizad o el an álisis psico l ógico.s Para someter
Lo q ue llama mos la "conciencia de nosotros mismos" no , también este residuo al conocimie nto y a los métodos do la ciencia
produce mirando con el rabillo del ojo, po r así decirlo, de un de la naturaleza, es necesa rio combinar, en la teoría de la percep-
modo antinatural , volviendo la vista torturada hacia nu estro pr ción, el método de Locke con el de N ewton.
pio interior, sino que consiste pura y simplemente en el apercibir á Resu rge así el problema de una física del alma, qu e Locke
dir ectam en te d e las actividades que rea lizamos sobre la mareri d lfferent w ays of its own wor HnJ: up on rhese Ideas oí Sen satlon lodged in rhe
de las sensaciones, al ordenarla y tra nsformarla de diversos modos. [magination" (l . C., p . 97).
David Harrley, O bserwuions on Man. his Frotrrte, hiJ Dut) ana his Ex-
e L. c.; p. 67; d . e_pecialmeme pp. 412 y 382 s. 1"'Cfa rions (1749), S' ed., Londres, 1810, p. 373. "It a ppears to me, rh ar all
4 "The Eye 01 rhe Mind ... cannot rake a view eirher oí its own Subst am' Ihe mosr com plex ideas, artse fr om sen satlcn: and thar reflection ls nor a
.I¡, ti net as Mr. Locke m akes it.. . We rnev eonee ive, that he calle d such
or Essence, o r oí its own I'ropcr ties or Q ualities by any Reflex A ct: Ir dOTII
as he could analyse up tO sen satlon, ideaH of sensntion ¡ the rest id eas
not come re th e knowle dge of its own Fac ulries by any such unnarural Squim
uf reflection, using rel!c ction rIS a rctm 01 arl, denor in¡¡ an unknown quan riry."
or dísr orted T urn upo n itself, bu r by an im mediat e Consciousness of ,he sever
51. DE NEWTON A KANT EL DE lA CONCIENCI A 515

ha bía recha zado expresamente, como algo ajeno a su propósito comp renderemos plenamente el nacimie nto de la s distint as per-
{v, su pra, pp. 198 5.) . Sus primeros conatos parecían con tenerse ya cepciones, sino que se proyecta rá, ad em ás, una cla ra luz sobre
e n las propias alusione s de Newto n al final de los Pr inc ipios y en las reglas por las que se rige la combinación de las representaciones.
el apé nd ice a la Optica. Junto a los fenómenos de la naturaleza Es evid ente, en primer lugar, que las vibracio nes reiterad ament e
exterior, Newt on incl uye también dentro del círculo de sus con. transmitidas a la sustancia cerebral desde el exterior dejan siem pre
side racione s el nacimiento de las sensacion es de los sentidos. La en ella u na determ inada "huella" fisiológica. C rean una cierta
hi pótesis de un éter que llena por toda s partes el espacio no sólo pred isposición a engend rar otras vibracione s semejantes, que son
basta ría para explicar la rrasplantacíó n de la luz y los fenómenos como a modo de imágenes en miniatura d e las vibraciones origi-
de la electricidad y de la gravedad, sino qu e ayudaría a esclarecer narias provocadas por el im pulso d e fuera y en las que se repiten,
tam bién el problema de cómo los ca mbios produ cidos e n las cosa! en form ato d isminuido, tod as sus carac te rísticas y deter minacion es.
exteriores pu eden llegar a la conciencia de l sujeto em pírico. Si Esto exp lica por qu é una emoción comu nicada una vez al cerebro
nos representam os un med io extraordinariamente sutil qu e penetre puede repetirse más ad elante sin necesidad de que intervenga
todos los cu erpos densos, cabra com prende r que las vibra ciones ninguna causa exte rior, p rovocando así una imagen m nemor éc-
que act úan sobre él se transmitan a los órganos periféricos de los nica a te nuada de la prime ra im presión.
sent idos, para ser t ransmitidos desde ellos por medio de los con- Si nos imaginamos, además, que dos diferentes ince ntivos de
du ctos nerviosos al cerebro, donde cobra conciencia de dichas vibra- fue ra, A y B, actúan simldtáneamc nrc sobre el cerebro, veremos
ciones el alma, qu e tiene aquí su sede y su " prese ncia" direcra.s qu e cada un o de ellos tiende a producir el movimiento a o b co-
T oda la teoría de He nlev consiste en el d esarrollo y en la de- rrespond iente a él, 10 que da necesaria mente como resultado un a
tallada fundame ntación de esta observación aforís tica de Newron. vibració n, q ue ocupa el lugar int ermedio ent re a mbos. La pred is-
Así como las vibraciones del aire, sobre las que d esca nsan los posición qu e ello e ngend ra es, (XIr tanto, una especie de estado
sonidos, se tra nsm iten a otros cuerpos y les comunican vibraciones intermedio, que no tiend e unila teral me nt e ni a la creación de a
an álogas, las vibracion es del éter se comunican a las partes más ni a la de b, sino que tiende a reprod ucir simultá neame nte los
dim inutas de la sust anc ia nerviosa, la cual , a su vez, se hall a en dos movimientos, en u na determ inada modificación mutua q ue
comunicació n con el órga no cent ral. ambos experimentan. y s i esta pred isposición llega a consolida rse
Según esto, la conciencia es despertada por estos procesos ele- en virtud de la reitera da y frecuente com binaci ón de A y B,
mental es del movim iento y, en consecuencia, todo contenido psí- tendremos que cada uno de los dos movimientos a y b, au nque
quico complejo debe pod er refe rirse a ellos como a su ca usa y ahora se manifieste por separ ado y por sí solo, acaba viénd ose
poder explicarse como la resu ltan te de tales procesos. T odas las desviado y modificad o por su tende ncia hacia la resul tante com ún;
particularidades de las representacio nes tienen necesariamen te que es de cir, que las correspond ientes re presentaciones tenderán por
exp resarse, en última insta ncia, por medio de las partic ularidades modo directo a provocar se m utua me nte. Y de modo análogo a
qu e se d an en las vibraciones qu e les sirven de base. esta asociación de lo simu ltá neo (synchro nous associatlon] se ex-
Cabe, sin em bargo, distinguir aq uí cuatro momentos esenciales, plica también el entrelazamiento de aquellas re presentaciones que
a saber : de una parte, la am plitu d y la velocidad de la vibración se siguen las unas a la s otras en u na sucesión regular.'
misma y, de otra parl e, el lugar de l cerebro afectado por ella y La tende ncia fun da me ntal de la teoría de H arelev va, por tan-
el camino por el que la vibración llega a su destin o. to, dirigida a prescindir d e la comb inación como una fu nción
A teniéndonos a esta pauta en nuestras conside raciones, no sólo propia de la "concien cia": el yo se disuelve en la mecánica de
11 Newron, Philosophi<l(' nacuralis Principia Marhemarica, hacia el fina\.-Op. los mov imientos cerebrales. Es cierto que este pensador se esfuer-
ece, Qua estio xxm y XXXI. Ba rite)', Observcnons on Mcn, p p- 22, ro n., 67 .5.
· 16 DE NEWTON A KANT EL PRO BLEMA DE LA CONC IENClA 517
za en esq uivar [as consecue nci as materialista s que pu eden despren- pur as y má s alejadas d e la percepci ón, sino q ue la tar ea consis-
derse de su propia teoría; 8 pero este veto no ha pod ido evitar que te, ún ica y ex clusivamente, en sust ituir las den omina ciones prirn iti-
su inmed iato contin uador, Ioseph Priesrlev, que es, ad emás, el vas e insufi cientes por ot ras más cla ras y más diá fanas. As í vemos
ed itor de sus ob ras, llegar a consecuentem ent e y sin reserva alguna que toda el &lgebra no encierra n i u na sola ope ración espec ula -
a tales resultados.' tiva que no se con tu viera ya, rudimentaria mente, e n las cue ntas
Si todo lo a nterior vino a desv iar de nu evo la reflexión por hechas con los dedos; lo q ue la d istingue de este proced imiento
los ru mbos de lo m etafísico, vemos que los pensa mient os de H artl ey pri mitivo es, sencilla me n te, la vent aja técnica de que, por una
encont ra ron una d ifusión y un desa rrollo genera les en el ter reno pa rte, los signos algebra icos son extraord ina riame nte nu merosos y
psicológico gracias a la doct rina de Condillac. El princi pio de la de q ue, por otra parte, se ha lla n ordenados de tal mod o
pura pasividad del espíritu encuentra su ex pres ión plást ica y ca rac- resulta mucho más cómodo manejarlos y aba rcarlos co n la vista.
terística en la conocida ficción de Condillac según la cual la con- Pu es bien, lo Que el álgeb ra es con respec to a l a rte primitivo
ciencia es comparada a una esta tua q ue va cobrando vida poco y rudimentario del cálculo es, a su vez, la metafísica con respecto
a poco, a medida que se le va n sumando las impresiones extern as al álgebra. La me ta física es " la gramát ica d el álgebra", la Que se
de los sentidos. enca rga d e explicar y de mostrar en su significació n y validez gene-
n Sin emba rgo, el verdadero contenido de la teoría de Condillac rales las reglas que el álgebra emplea sin conocerlas. El método
no debe buscarse en este sím il, sino que radica m ás bien en su del anál isis, que en la matemáti ca sólo se apli ca en casos aislados,
conce pción y en su crit ica del leng uaje. Quien sepa penetr ar en adquiere, por tanto, vigencia universal en la metafísica. re A l ana-
las relaciones entre el concepto y la palabra adquiere, según él, la lizar en sus hi los sueltos la trama d e nombres en los que vamos
visión del fundam en to real de tod o el conocimiento, ya qu e las tejiend o los datos simples de las pe rcepcion es, la metafí sica nos
ciencias no son, en su conjunto, otra cosa q ue idiomas suje tos a da a conocer , al mismo tiempo, el modo como los contenidos com-
reglas y orga rueados. 10 que la "reflexión" pa rece posee r como pleios se integra n a base de los elementos con cretos suministrad os
algo propio, lo que parece a ñadir de su propia cosecha a las impr e- por los sen tid os, Que forman sus verdade ros co mponent es reales.
siones de los ' sentidos , no es tanto, por consi guiente, un nu evo Se llega, pues, a la conclusión de que la meta ú nica y la fun-
contenido como la denom inación del mat erial que los sent idos ción exclusiva del conoc im iento son la o rde nación y la estructu-
nos ofrecen. Só lo es "real" aqu ell o que nos su ministra n las sensa - ración de la materia dada. T oda o pe rac ión de enj uiciam iento
ciones dadas; pe ro no pod ría mos ab arcar con la mirada y ret ene r cient ífico se de sarrolla y lleva a cabo por med io d e ecuaciones
en la' m em oria toda esta variedad sens ible, si no fu ésemos ca pa- idénticas. Los progresos que cree mos a preciar en él, el paso hacia
ces de aglutina r determ inad os gru pos de sensaciones y de pro veer- nue va s concepciones, no se refiere al cont enid o rea l del co nocí-
los de ciertos signos d e orient ació n, para d istingu irlos. mie nto, sino a la forma d e expresi ón , ex clusivamente. Las afirma-
.; D e este modo, vamos crea ndo en el conocimie nto un sistema de ciones de la ciencia, aunque idénticas, no son , sin emba rgo, testi-
nomb res gené ricos de or den superior e inferior, en el q ue en vano monios "frívolos" y vacuos: es cierto q ue en ella s no se en lazan y
pugna mos, cier ta me nte, por en cuadrar-la tot alid ad d el ser, que combinan entre sí diferentes ideas, pero sí se comp aran d iferentes
consiste en un conjunto d e cosas individuales. : J térm inos, que se revelan al cono cimiento como den ominaciones
-rm Se comprende,' aho ra ,' por qu é nuestro saber exacto no puede de la mism a cosa.t' Todo pensami en to es un cálcu[o; es, por tan-
tra zarse el 1 objetivo de remontarse a abstracciones cad a vez más to, en última instancia -como ex presame nt e destaca Cond illac- ,
ob ' v' ;'Y' 1 ". ,1 1.,;1 l ' i;'-, t
..S.-Hartley,!. c:" p. 33. , , 10 Condílloc, la langue d es ca!cu!1 (Oesv res, París, 1795), vol. XXIII ,
• 11 lcseph Prieiltley, D isqui5itioné5 re!ating to Ma tter and Spi rit ,
j
pp. 10 IS., 210 ss., 225 s.
1777 ; d . el pr,\logo, pp. XII SI . U Con d illac, La langue de s ca!culs, pp, 60 55.
518 DE NEWTON A KANT EL PRO BLE.M.A DE LA CONCIENC IA 519

una operación puramente mec ánica realizada por nosotros sobre las nulos an te todo 10 qu e h acía falta poner en movimiento para
percep ciones de los sentidos. lnbnca r un pedazo de tela, llegábamos incluso a sentir desazón
La consecue ncia que esta concepc ión entraña para el concepto por el vestido que cubría nuestro cuerpo,"
general del "espíritu " y de la conciencia se manifiesta nítida mente La reacción cont ra este aspecto de la Ilustración francesa, que
y de un modo muy expresivo en el campo de la estética. T am poco ,e ma nifiesta claramente en el período de los genios, deter mina
la imaginación de l ar tista es, según esta concepción, un principio ahora la tendencia adoptada por la cultu ra teórica general de la
peculia r y creador, sino sola mente un a especial a plicación o mo- épo ca, Es extraordinaria mente inter esante observar, a la luz de
dalidad del método lógico general del "análisis". U na obra de un ejem plo concreto y m u y elocue nte, cóm o la nu eva con cepción
arte perfecta, lo mismo que cualqu ier problema físico o astronó- general que esta época se forma acerca del contenido y la riqueza
mico, no es más que un ejemplo de cálc ulo bien resuelto. Consrí- de la vida int erior de l espíritu, acucia al mismo tiempo y d e un
tu ye un prejuicio pensa r q ue sea necesaria una función o acti vidad modo cada vez más enérgico a la t ran sformación del esquema
especia ) de la " imaginación" para la in ven ción poética. psicológico abstracto,
"Un geómetra nos dirá tal vez que Newron necesita ba poseer La nueva concepción del "alma" a que llega la época de Rous-
tanta imaginació n como Corneille, ya que poseía ta nto genio como M'<lU y de Goethe condiciona y engendra un nuev o concepto
éste, pero no se da cuenta d e que también el genio de Corn eille filosófico de la "conciencia". Y también en este punto vuelve a
consistía solamente en saber ana lizar las cosas con la misma pers- ser m uy significativo ver cómo son los problemas y los intereses
picacia que Newt oo. Es el aná lisis el que hac e al poet a, como hace "Hét icos los que sirven de punto de partida para la reform a de la
al matemático. . . Partiendo del tema o la materia de un drama psicología, Los suizos, al esforzarse por restituir a la "imaginación"
como de algo dad o, la invención del pla n de conjunto , de la sus derechos prop ios, luchando para ello cont ra Gottsched y la
acción, de los personajes, del lengu aje, no es ya más qu e un a serie hegemonía de la regla, se ven obligados por la fuerza d e una nece-
d e problemas susceptibles de ser resueltos analíticament e. ¿Qué es, sidad interior a remont arse de nuevo a los funda me ntos de la teoría
pues, el genio! Sencilla mente, la inteligencia directa y poderos a leibnkiana.
qu e sabe descubrir lo que ninguna ot ra antes de ella había des- La auronornia del gen io, por ellos proclama da, nace de su
cu bier to." 12 concepto de la auton om ía de l espíritu. l a conciencia no debe
Con estas afirmaciones, en las que el d ra ma, al ser analiza. considera rse simplemente como el foco y el pale nque del juego _
do, se reduce a una espec ie de regla de tres superior, se revela asociativo de las sensacio nes, sino qu e alberga dentro de si una
Condillac como el portavoz y el representa nte típico del "esp rit serie de fuerzas libres y creado ras. Por tanto, la emoc ión estét ica,
classique" de los fra nceses. Nos hallamos en el ce ntro de aquella según los suizos, no descansa sobre la sensación, sobre la sensibili-
concepción filosóf ica de la cual nos habla G oethe, refiriéndose a dnd, "destit uida por Leibniz de sus atributos de juez, que dura nte
la in fluen cia que hubo de ejercer sobre él mismo v sobre su círculo tanto tiempo ejerció sin razón alguna" , sino sobre los " juicios del
estrasburg ués. ' nlma" , juicios que, a su vez, forman parte de una jurisdicció n
"Cuando oíamos hablar d e los enciclopedista s o abríamos uno especial y se hallan sujetos a un a propia " lógica de la fantasía".
de los volúmen es de su enor me obra, teníamos la sensación de Esta conce pción h ace d e los suizos los verdade ros precursores
movernos por entre los innum erabl es y ajetr eados h usos y telares de la estética cientí fica: la obra de Baurnga rren se insp ira directa-
de una gran fábrica, en medio de un ruido y un tráfago incesantes mente en las sugestione s de aquellos pensadores y na ce bajo su
que a turdían nuestros sentidos, incapaces de com prender la tm- influencia, en 10 que se refiere precisamente al planteam iento det
barón de aq uel com plicado mecanism o y, a la vista del cual, asus- f>roblema decísívo.v
u La Iangue des caLeuls, IlP, 233 s 18 V. acerca de esto D am el, Gcnsc hed und seine Zt'il, Leipsig; 18"8,
520 DE NEWTON A KA NT EL PROBLEMA DE LA CONCIENCIA 521
y el concepto de la fuerUl poética, acu ñado ahora y empleado esquema general de la psicología de la asociación : las representa-
para exp resar un a peculiar potencia funda mental del alma, reper- ciones del alma son las "huell as" de las influ encias exteriores, que
cu te, a su vez, sobre la orientación de la psicología y de la teoría el al ma se limi ta a recibir pasivam ente, pero que, u na vez asimi-
d el conocimiento. Fu e un discípulo de Baumgan en, Georg Frie- ladas, puede agru par y ordena r como mejor le parezca.
dri ch Meier, el prim ero que at ribuyó a dicho concepto esta sig- " Las representacion es origina rias constituyen la mate ria de
nificación gener al. todas las demás, es decir, de todas las representaciones derivada s.
"H ay quienes creen que esta ca pacidad de conocimiento sólo El alma posee una capa cida d que le perm ite analizar, desintegrar
engendra obras poéticas y otras inven ciones semejantes. No es y separa r aq uélla s las unas de las otras, pa ra volver a mezcla r,
necesario, sin embargo, med ita r m uy prof undam ente para conven- agrup ar y combinar los diferentes elementos y partes in tegra nt es.
cerse de que llega m ucho más all á. N uestras dotes poéticas e Se re vela aquí la capacida d poét ica del alma, su fuerza cread ora
in ventivas, en efecto, entran en acción cuando ent relazamos, para y plasm adora, y se manifiesta e n formas ta n d iversas como la fuer-
construir con ellas un concepto a rnlÓnico, las part es de diferentes la creado ra de la naturale za física, la cua l, aunque no pued a hacer
representaciones e imágenes de la imaginación qu e nuestras claras brotar u na nueva materia, nu evos elementos, puede representarse
sensaciones nos suministran como conceptos separado s." y se re presenta, mediant e una disolución de los cuerpos que va
Junto a las " vagas" in venciones poét icas, entr e las que hay que más allá de lo que pu eden alc anzar nuestros sentidos y mediante
contar todas las ficciones poét icas, formada s exclusivamente a base una nueva combinación d e esas par tículas invi sibles, nuevos cor-
del ma terial de las representacion es suministrada s por nuestros púsculos y nuevas criaturas, todavía simples a los ojos de nuestros
sen tidos, poseemos, por tanto, otras "invenciones poéticas claras", sentidos." H
como son, por ejem plo, todos los conceptos qu e su rgen mediante En el transcu rso de su expos ición, T etens subraya qu e esta
la "combinación" de sus pa rtes integrantes por obra de nuestra act ividad d e la conciencia no se limita a la combinación d e los
" voluntad " y que, por consiguiente, se form an , no por abstracción, elementos conocidos, sino q ue, media nte la comparación ent re
sino de un mod o construct ivo.u las d ive rsas sensaciones su elta s, podemos también descubrir y pro-
Pe ro el concepto de capacidad poética no alca nza su plena ducir, por así decirlo, rep resentaciones simples a mes inexistentes;
perfección y madurez hasta llegar al más im porta nte de los psi. pero, a pesar de ello , sigue ateniéndose toda vía, en princip io, al
cólogos de la época, T eeens, en cuyo sistema ocupa este concepto pun to de vista del sensua lismo. La fu nción del peruamiemo se
una posición centra l y predominante. La teoría de T etens es espe- reduce tod avía, por ah ora, a la operación de "disolver y volver
cialmente cara cterística en cuanto a la evolu ción histórica del a mezclar las representaciones". T ambién " los principios simples
pensamiento, pu esto qu e este pensador no presenta la nu eva con. de la teoría de la natural eza" se conciben ah ora , por tanto, en
cepción de conjunto ya perfecta y acabada, sino que vemos cómo primer lugar, como "recopilaciones de una mu chedumbre de expe-
va elaborá ndo la gradual y paula tinamente. En sus comienzos, los riencias coincidentes y an álogas" : no son -c-como expresamente se
filosóficos sobre la naturalt'?:a huma na, escritos por este reconoc e, con referencia a H ume- otra cosa que " impresiones
a utor, pa recen ha llarse toda vía presididos y dominados por el ronsranreme nte reiteradas y que nos salen al paso por doq uier, y
&lXC. VI!, pp. 185 n . Sobre Ju relaciones de Beumgaeren con los suizos, v, pá- n base de las cua les nacen en nosotros ciert as series d e represen-
!tinas 223 ss.
taciones combinadas qu e han ido ent relazándose indi solublemente
H G eorg Fried rich Meier, Meraphysik, pa rle tercera : "Die P,ychologie",
las unas con las otras ".l S
Halle, 1757, H 587 y 588 (p p. 185 ss.) . Sobre el concepto de la faculta d po é-
tica y su desa rrollo en la psicología y la estética ale man as del siglo XVIII, d. Ro- 1 5 Joh. Nik ola us Te tens,' Philo_
' o¡,hi.fChc V er", che ¡¡f,cr die menschliche
be rt Som mer, O rllnG!tüRe ein eT Geschichte der neeere n dellrschen PS:fchologie Nlltllr un d ihre Entwickelung, Rige, 17i 7, 2 vois ., 1, 24 S.
Ilnd A euhetik, p p - 55 s., 200 r., 274 ss. 16 T eeens, PhiloJophische V eTsllche, t. 1, p. 315.
522 DE NEWTON A KANT EL PROBLEMA DE LA CONCIENCIA 523

Pero esta explicación, aunque pueda ser satisfactoria para el sólo podrá llegar a fundamentars e si vamos a buscarlo e investí-
mé todo seguido por la observación habi tual y no crítica, resulta gnrlo en otro campo de actividades completamente distinto de
insuficien t e, como más ad elante reconoce el propio T etens, para aquel en que hasta ahora veníamos tr ata ndo de descubrirlo.
fundamentar los princ ipios cientÍficos exactos. Nos sale al paso "Lo más frecu ente y usual es observar el pensamiento allí
aquí un eleme nto qu e no es posible captar con los recursos tradl- donde agrupa experiencias y donde se forma las primeras id eas
ciona les de la psicología. Los "nuevos investigadores", tales como sensibles part iendo de las sensaciones, como en la teoría de la na-
Locke y C ondillac, Bonnet y Hume, no saben colocarse a la altura tura leza y en la teoría del alma; no se han seguido, en camb io, sus
de la naturaleza de nues tra visión racion al de las cosas, pues no huellas con la misma sagacida d, la misma profundidad y el mismo
acier tan a esclarecer el proceso seguido por el entendimiento en las espíritu inquisitivo allí don de esta misma fuerz a d el pensa miento
especu laciones y en la formulació n de las teorías generales. No remonta su vuelo a las grandes alturas de las teorías generales y
cabe duda de que se trata, aquí, d e algo más qu e de la "trasposi- escala las cumbres de las verdades y las ciencias, por este camino
ción de simples fantasmas". El ar tista qu e cre a en su fantasía la tan sinuoso en la filosofía como firme y llano en la matemática; no
imagen de un objeto jamás percibido antes por él no se limi ta a se indaga cuál es aq uí su marcha y cuál la pau ta por la qu e se
engarzar exteriormente ciertas rep resentaciones da das, sino que las gobiern a su mé todo . En esto reside precisame nte la causa de tan,
entrelaza y entreteje, para crea r con ellas una concepción de con- tos y tantos juicios unilaterales, Cuando la fuerza del pensamiento
junto unitaria y totalmente nueva. especula, lno se entrega cab alme nte a lo que consti tuye su propia
Esta síntesis creadora, que se remonta por sobre toda "endeble y na tural ocupación? ¿No caerá fuera d e su atmósfera el terr eno
imitación " es también la que podemos y debemos reconocer en los de las abst racciones generales y de las com binacio nes en tre ellas?
conceptos de la ciencia. Se ac redita ya en la geometrí a, pues la ¡No será ésta una atmós fera demasiado sutil, oscurecida constante-
exactitud de las figuras geomét ricas es "un resultado de la capaci- mente por la niebla y las nubes, para que en ella puedan prosperar
da d poética, como tantas otras que se dan en nuestros ídealesv.w nunc a los conocimientos seguros? Estos ya no son, a mi juicio, pro»
Y, del mismo modo, se revelan, bien miradas, como productos hlemas, y de que n o lo sean tenemos que dar gracias a las ciencias
ideales las leyes fu ndamentales del movimiento , que estamos acos- matemá ticas. No quiero remitirme aquí a una ciencia básica gene-
tu m brados a considerar como simp les genera lizaciones empíricas. El rnl que sea como el álgebra de la filosofía, ya que se discut e roda-
prin cipio de la inercia, la ley de la igualdad de la acción y la reac- vía lo que esta ciencia sea y sígnífíque, • . Pero la geom etría, la
ción, no deben su carácter de cer teza, en modo alguno, a Ja simple úptica, la astronomía, estas obras dd espíritu humano, pruebas
observación inductiva de 10$ hec hos concretos. irrefutables de su grandeza, no cabe duda d e que son conocmucn-
"No cabe duda de que son las sensacio nes las que em piezan tos reales e invulnerables. Pues bien, l a qué reglas fundamentales
dando pie pare el descu brimiento de estas leyes, pero a ella s viene se atiene la razón humana para construir estos inmensos ed ificios?
a añ adirse un razonamiento, una actividad inter ior y autónoma del l Dónde encuentra el cim iento para edificarlos y cómo se las arre-
en tendimiento, que es precisame nte la que de termin a aquella com- ala para extraer de sus sensaciones concretas ideas y principios
bina ción de las ideas.. . Estos pensamientos generales son verda- básicos gener ales que puedan servir de inconmovible fun damento
deros pensamientos, anteriores a toda experiencia. No los extraemos a tan airosas construcciones? No cabe du da de que es aqu í donde
de ésta por vía de abstracción, ni d epende tampoco, por ta nto , del la fuerza del pensami ento re vela su más pod erosa energía" (1,
ejerci cio reiterado el que estas combinaciones de ideas se fijen y 427 ss.).
consolide n" (1, 320 s.) . Con las an teriores afirmaciones da T erens un paso verdadera-
Por consiguiente, la verdadera naturaleza del entendimiento mente decisivo: aunque toda la intención fu ndamental de su
17 Tetens, !. e., 1, pp. 116, 125 s-, 135. investigaci ón em pezara orientándose en un sentido puramente psi-
OE NEWTON A KANT EL PROBLEMA DE LA CONCIENeJ A m
cológicc, este pensa do r lleva el problema psicológico en su d I las orras, la " inhere ncia" de determinadas cu alidades a su su jeto:
arrollo, hasta el límite en el q ue linda ya con el prob lema "t 11Ido ello no es simplemente un a va riante de la ldenrídad o la
d [" N rn
cen enta r. o se trata de desc ribir el entendimie nt o en s diversidad, sino qu e ind ica un modo n uevo y esp ecifico d e re-
a ctivida d de entrelazado r de represent aciones, sino de p leci ón.
ne,rlo d e man ifiesto en lo q ue constituye su producto más alt o Terens se r emite en apoyo de esto a Leib niz, " cu ya sagaz y
mad uro, en la física mat emática, enjuiciándolo con a rregl penetrante visión de los modos generales de pe nsar d el int electo
a el. CIe rto es, hay que reconocerlo, que T etens no va más all humano" distinguia y desta caba ya d os clases fu ndam entales de
d el del. problema: su inv estigación termi na precia relaciones simples, di stinguiendo las sim ples relaciones compare-
mente a lh donde cormenza la crítica de la razón pura. 'lt 'as, que se refieren ta n sólo a la semeja nza o desemeja nza de las
S in embargo, a unq ue el n uevo pe nsam iento no llega a despl representaciones, y las relaciones objetivas a base d e combinacion es,
aq uí de un modo general, se a firm a y acred ita a la luz de u que afectan ya a l orden objetivo d e las cosas. Pero dentro de la
problema concreto, que es el de la teoría psicológic cla se de relaciones hay que establece r una nueva separa-
elel ] lt ICIO. La conce pció n trad icional con q ue se encuentra T eten rión. De ben distinguir se la s relaciones in operantes d e la sim ple
desc ubre la esencia de l juicio en la agrupación y la co mpa raci6 "correal idad ", como son las q ue existen entre dos cosas separadas
de rep resentaciones dadas, considera das como igual es o afines rn el espacio o sucesivas en el tiem po, y las rel acion es dinámicas,
como distintas. lA caso esta cooce rco n. cuyo ptedom in io absolut Hiles como la relaci ón de lo fundam entad o con su fu ndamento o
se acu sa, por ejem plo, en Candillac, agota todo el contenido de la del efecto co n la causa. No es lo mismo, en efecto, coo rdinar las
prob lema? Ideas sim plem ente en una determinada sucesión y relación q ue
" ¿Pueden red ucirse todas las re laciones - se pregu nta T ete presen tarl as de tal m od o que la una se desp ren da d e la otra. La
a l.a y la diversidad o, según se expresan algunos, a 111 semejan za o la agru pació n asociativa d e las representaciones pu ede
y. a In contradicción y condensar, por tanto, todos lo servir d e apoyo psicológico a esta conclusión, pero no enci erra su
JUICIOS en las Ideas propias de esta única cat egoría de relaciones?' fundamen to objetivo. este reside, por el cont rar io, en una activi-
El método habitu al de los racionalista s no se halla nunca a I dad prop ia del entendimient o: en " la operación acti va que con siste
de la y la multifor midad interior de l conocimiento' ('11 ha cer brotar un pe nsa mi ento de relación de otro, lo que es
por de artificiosos rod eos logra supedita r a este únic ' . Igo má s q ue percatarse de la existencia de dos relaciones, un a
tipo la variedad de todos los posibles testimonios. Iros ot ra "•
. facilita, no cabe d uda , la teoría de los juicios, pe ro nI Sin embar go, aunque estas tres clases fun damentales de juicios
mismo la empobrece, y en vez de un a rica y jugosa teoría que Tet en s d istingue agote n el contenido de todos nuestros pre-
sobre las activid ades de l intelecto, a lo q ue podría cond ucir el llicados, ello no contesta, ev ident em ent e, a la pre gunta de si se
a rrollo de la primera fecun da exp licación, no obtenemos m ás que encuad ran ta mbién en ellas tod as las relacione s de las cosas
una rú brica limitad a y poco esclareced ora ." 1;11, existen tes por sí. La " pens abilidad de las cosas" implica la
El má s .d: ejemplos que T etens aduce en apoyo trl adón con el entendimiento de un ser cognoscente; la investiga-
d,e esto es tambi én el JUlClO de la conexión causal. La dependen- tén de todos los nexos y relaciones de la s cosas pensables por
de una cosa con respecto a ot ra con sti tuy e una relación peculia- n,eo rros representa , por tanto, "el radio de acción y los lím ites del
fIS.lma, q ue no es posible sub sumir bajo n ingún o tro título. Y lo ,'urendimie nto humano , considerados desde un nuevo pu neo de
m ismo podemos decir de los ot ros concep tos funda mentale s de ! '/Ha" . Pero, ¿es este entend im iento humano la nor ma de la reali dad
relación; 1:1 su.cesión de un as cosas tr as ot ras, su yuxtaposición, r·l l general?
su modo espec ia l de coex istir, la situación de las unas co n respecto "¿Pod ríamos a firma r qu e no son concebibles por ot ros espíritus
526 DE NEWTON A KANT EL PROBLEMA DE LA CONa ENCIA 527
otras relaciones objetivas generales, acerca de lo cua l ten emos ta conto rnos, ya en el siglo XVIll , todos los a rgumentos que sigue n
poca idea como poda mos tenerla del sexto sen tido o de la cuart empleá ndose tod avía ho y,l9
d imen sión?" 18 ¿El pri ncipio d e la con tr adicción es una norma n ecesaria y do-
T ocam os con esto otro prob lema, qu e apunta hacia una ant lada de valide z genera l, o radica ta n sólo en alguna cualida d o
tesis tod avía más general dentro de la filosofía de l siglo XVIII. contex tu ra fortuita de nuestro pensamiento ? lEs realment e el prin-
cipio sobre el que desca nsa toda comprobación de hechos en gen e-
ral, o constituy e tan sólo un h echo concreto como ot ro cual-
11 quiera, qu e nos limitamos a recoger y acepta r, sin detenernos a
El camino psicológico, cu ando se le sigue consec ue ntemente, ca fun da menta rlo?
duce necesaria mente a un pu nto en el q ue el concept o de la verda, Estas dudas, que ya nos han salido al paso con anteriorida d,
pierde su anterior significación. Si todo nuestro saber no consist uunque de pasada (d. sup ra, pp, 444 s., 449), cob ran aho ra forma
en 0[r3 cosa que en una com paración que se establece entre nu fija y consistente, al en laza rse a la concepción fun damen tal de la
tra s representaciones, resu ltar á ocioso pregunta rse por un criter¡ /,.ú cología d e la asociación . Si es cierto que todo nu estro pc nsa-
objet ivo de la verdad. Se rán las reglas del acaecer efect ivo del pen miento no es más que una agru pación y una fusión de las irnp rc-
samicnro las que decidan acerca del contenido de lo pensado. R «ícnes sueltas de nuestros sentidos, serán las leyes nat u rales con
ap are ce, así, con redoblad a signifi cación la tesis de Prot ágor urrcglc a los cuales se efectúa este proceso las que nos sum inistren
según la cua l el hombre es la medida de todas las cosas. Lo qu lu única exp licación satisfact oria acerca de los resu ltados del pcn-
solemos present ar como leyes inquebranta bles del ser no es mn snmienro, lo qu e vale tan to como dec ir que estos resultados no
que el resultado de un a coacción natural que domina nuestra curran de ntro de la jurisdicción de la lógica, sino en la de la fisio.
ca bezas. Es la estructura biológica de cada especie lo que decid lo¡:ía del cerebro. La teor ía d e la razón -así formula esta concep-
q ue es pa ra ella lo verdadero y lo falso. Inú t il empe ña rse e ción Lcssius, en su obra so bre las Causas físicas de lo verdadero-
no tiene por que ser otra cosa que un conjunto d e reglas del
busca r una pau ta am plia y u niversal, libre de esta cond icional
pensar, abstraídas de la h istoria del espíritu huma no.
dad con respecto al sujeto específicamente organizado. No existe
" Es un fragmento d e la teoría del alma, qu e se comporta con
postulados dotados de verdad por sí mismos, en virtud de su con
respecto a elJa como la m etafísica con respecto a la física experi-
ten ido exclu sivam ent e y con absoluta ind epend encia del sujeto
mental o a la his toria natu ral, pu esto que es la llamada a suminis-
qui en se ref ieren. Toda evidencia, por mu y grande y muy aparent
trae los h echos que aquéll a com para y an aliza, agru pando lo que
que sea, di ce solame nte lo q ue es posible o imposib le para ncso rrc
es comú n y estab leciendo las cor respond ientes reglas. Claro está
}' no " en sí".
que, con arreglo a esta idea, la teor ía del na cim iento de los con-
Donde más claramente se ma nifiesta n las consecuencias derl ceptos y la m ecánica del pensam iento d ebieran sustit uir, como algo
veda s de esta conce pción es e n el principio fundamenta l de too más útil, a las inútiles teorías de los pri ncipios y las de ducciones
conocimiento, en el prin cipio de la con tra dicción. La interpreta de la lógica• . • ¿Por que no clasifica r los conceptos, a teniéndose
ci ón dada a este princi pio expresa del modo más cla ro y m é n este criterio, más bien con ar reglo a los árganos que pa rezcan
acusad o la contrapo sición entre el punto d e vista "l ógico" y e los más ad ecuados para ta lo cual concepto? ¿Por qué no pon er
"psicológico".
111 Para tene r una idea clara de esta conexión, debe compararse la polém ica
En la lucha qu e aq uí se entabla se manifiesta n con entre Lcssius y Te ten s con la exposició n del problema en N at orp, "über
,,\Jjekt ive un d subje ktiv e Beg ründ ueg de r Erkennr nís" (en Philosophi sche
18 Sobre el pr oblema en su conjunto, v. T erens, !. c., r, 328.335. Mona tsh efte, XXIII) y en Hu sserl, Lollische U nters uchungen, l. 7851. y ¡l Oss.
528 DE NEWTON A KANT EL PROBLEM A DE LA CONCI ENcrA 529

de manifiesto si el conce pto de que se tra ta puede penetr ar en el consecuencias: la verda d no es otra cosa qu e "la sensación de agra-
alm a a tr avés de uno o varios órganos al mismo tiempo, y d e cuáles do nacida d e la consonancia de las vibracion es de las fibras en el
precisam ente? ¡Po r qué no apoyarse en la estructura d e este órga- cerebro" . "Pa rece qued ar zanjada así la disputa d e si la belleza
no, para explicar el modo como nacen los conceptos que él mismo tiene un car ácter sttb jetit/O u objetiw, incliná ndose los cr iterios en
hace posibles? . . No cabe duda de que, por este procedimiento, la mayoría de los casos en el primero de estos dos sentidos. Y la
llegaríam os a conocer la na turaleza de las ideas h uma nas, ·si no verdad com part e en esto la sue ne de la belleza : su carácter es más
to ta lmente, por lo menos d e un mod o infinitamente mas cla ro que bien subjetivo q ue objeti'l'o , más qu e una cualidad d e los objetos
por med io de toelas las explicaciones que nos han sido dadas con que calificamos de wrddd<-'Tos del mismo modo que llam am os a
a nterioridad , desde Ari stóteles hasta Leibniz," 20 otros bellos, es una rep resent ación de la proyección d e estas cosas
La psicología Fisiológica se queda, pues, a mirad de camino, al sobre nosotros, la relación con el m jeLO que las piensa." 22
abstenerse de a plicar a la totalidad de nuestro conocimiento el prin- Esta mos, como se ve, ante u n pensamiento nuevo, envuelto
cipio aplicado por ella a los conc eptos sueltos. Lo que llamamos plena ment e todavía en premisas oscu ras y dogmáticas. El concepto
ve rdad no es un ideal absoluto e incorpór eo, qu e flot e en el va- del ser, según esto, sólo puede determinarse conforme a las le-
d o, sino que se ha lla det erm inado y circu nscrito dentro de limites yes del pensar, pero estas leyes rigen a su vez, en última instan cia,
fijos por el mecanismo de nuestro cuerpo y su sistem a fisiológico. como una institución ca pr ichosa implantada por el au tor de la
El qu e no puedan coexistir entre sí dos ideas en nuestro espíritu naturaleza y que desca nsa, por tanto, sobre un fu nda me nto mera--
sólo significa, en última insta ncia, una cosa, y es que las vibracio nes físico. Ahora bien, ¿sería posible sobreponerse a este dualismo
cer ebrales que a estas ideas cor responden se destruyen m utuamente inte rior, desarroll ar la concepción de que nuestro concepto de la
y son físicamen te incom patibles entre sí. El fu ndamen to último y real idad radica en las categorías del entendimiento, sin que este
superior d e la cont rad icción sólo puede residir en nuest ra propia conce pto se convin iera con ello en algo qu imérico y se esfuma ra,
organización fisiológica. y, en última instancia, en el fu ncionamiento a la post re, en lo " subjetivo' ?
d e las fibras cerebrales. No se tra ta de si las cosas son realmente Mérito de T eter a es ta mbién haber formulado esta pregunta
tal y como nosotros las pensamos, sino de si pod ríamos pensarlas de un modo preciso y claro. Era na tu ral q ue este problema se
de orro modo con a rreglo a nu estra actual contextu ra, como hom- plantease de un modo apre mia nte ante este pensador, ya que sus
bres de este mundo y con estos órganos hu man os de qu e estamos propias pre misas pa recían llevar lo irresistibleme nte a la misma
dotados. Para el autor de la naturaleza habría sido fácil orga nizar rela rivizaci ón del concepto de la verdad ope rada ya por la psico-
el ojo human o de ta l mod o que pudiera re presentarse la imagen logia de su tiem po. T ambién desde el punto de vista de Leibniz,
de un triángu lo circula r, e n cuyo caso nos sentiria mos ta n orgu- como desde el pu nto de vista de Hume, vemos q ue el crite rio de la
liosos como ahora de la certeza de nuestro conocimiento. Si hu bie- certeza no se halla m ás all á del campo de la concienc ia, sino que
se colocado en nu estro sistema cerebral una fibra que hiciera po- desca nsa sobre características interiores, sobre la ordenación y el
sible esto, nada sabríamos de l pri ncipio de la contrad icción, " pero entrelazamient o de las ideas mismas (v. supre, p. 475) . Por tanto,
no lo ha querido así, sino que quiso qu e la contradicci ón fue- tambié n aq uí parece dep ender el contenido de todos nuestros
se pa ra nu estro entendimiento lo qu e el dolor es pa ra nuestro conocimiento lógicos fund am entales de la " nat uraleza" específica
cuerpov.s' de los sujetos de las represent acion es.
y esta analogía es seguida y desarrollada hasta en sus últimas T rerébase, por consigu ient e, de establecer una más nít ida de-
20 Johann Chr i"tion Lossíus, Physische Vrsachcn des W"h rell. Gotha. 1775,
terminación, por virtud de la cual y mediante el riguroso acata-
pp . 8,-,. miento de los principios ide alisws, fuese posible asegurar la validez
21 Losslus, Phyú<che U rsache n des W"h ,en, p. 56. ea Lossius, 1. c., p. ój ; d . p p. 58 y 76.
5JO DE NEWTON A KANT EL PROBLEMA DE LA CO NCIENCIA 53l

necesaria y objetiva de las verd ades fundamentales. La refere nc¡ en nuestras ideas para in te rpretarla como una cualidad y una
al "sano sentido común" no resuelve nada, a la vista de las con relación q ue se da en las cosas y que correspondería a éstas aun
secuencias escépticas a qu e cond uce el de sarro llo del punto d aln la int ervención de nu estro pensamiento? 24
vista psicológico. Quien base la existencia objetiva de los oblet La preterLSWn d e la objetividad, por lo me nos, segura
sobre un d ato inm ed iato de la experiencia interior, quien recur como un hecho; se trata de comprend erlo y de examinar por
para resolver este problema a un "instinto" absolcramente segu mdo la s afirma ciones con cretas que en él se condensan. Y asi, ve-
de sí mismo, abandona, pa ra escapar a los principios d el escepri mos, en prim er lugar, que la objetividad que at ribuimos a nu estros
cisma, el prime r postu lado de toda auténtica filosofía. predica dos no depende de las sensaciones ma teriales concretas,
"E s interru m pir dema siado pre maturamente la investigación sino que se refiere sola mente al modo como enga rzamos
dejando insatisfechos 10 mismo al psicólogo filosófico qu e al inves- mente las sensaciones, ordenándolas en forma de de terminadas
tigador filosófico de la na turaleza, el decirle qu e la cual idad d fl'taciones. Puede ocurr ir que la " impresión" simple de l color rojo
atraer al hierro es un instinto d el imán. C laro está Que cua ndo no difiera completamente según los d ife rentes observadores, de ta l
pu eda seguirse adel ant e ha y Que detenerse, pero por lo menos modo que otro califique d e verd e, por ejem plo, lo qu e a mí me
es necesario intent ar lo primero , y ese es el deber de qu ien se es- pnrcce rojo; pero si esto no in trod uce la m.enor en las
fu erce por medita r acer ca de la s cosas y no guste de rec urrir al n'lad ones entre unas imp resion es y otras, SI todos los objetos qu e
viejo y cómodo m étod o de remitirse a las qualitatcs occui zns." llenen para mí el mismo color aparecen tambi én así a los ojos de
" Lo contr ario de esto sucede cuan do se aborda el problema otros no se manifestará diferencia ninguna apreciable ent re los dos
como lo hacen Reid, Ilearríe y Os wald, admitiendo sola mente como luicios, y ambos poseer emos, por tanto, 1a misma
. " ver dad" ' . . . .
un principio incondicion al el de que es un carácter infalible de In "La exactitud del pensamiento sólo de pende de qu e mi J UICIO
verdad el Que el entendimiento humano pien se o pu eda pensar exacto, y el juicio es siem pre un pensamiento d e rela ción . Las
las cosas así, y no de otro mod o. Si no se presta oído al fallo de la impresiones son solam ente los rasgos de la escritura o las letra s.
razón especula tiva y deductiva y se le niega, incluso, el derecho Cualquiera qu e éstas sea n. podrán descifrarse siempre y cuan? o
de voto en el enjuiciami ento de la verdad, el prejui cio y el error, que cada letra tenga sus propios rasgos, y las palabras,
lcómo sería posible conv encer de este modo al escéptico pensa nte? ra qu e sea el lenguaje a q ue pe rtenezca n, seran inteligibles, a
lA caso es demasiado d uro calificar este m étodo d e contrario al condición de que cada pensamiento de term inado tenga su sonido
entendimiento h uma no?" 2:1 determinado," 25
D ebemos, según esto, partir, indudablemente, de la " necesidad Por tanto si seguimos preguntándonos qué significa la objeri-
subjetiva" de ciertos prin cipios generales que senti mos como tales vldad de los 'con ceptos de relación, veremos que sólo entendemos
dentro de nosotros mismos, pero con ello no hemos resue lto el y podemos entender por ello el he cho de que e.stas
problema, sino que nos hemos limitado a pla ntearl o. En pri mer clones que nosotros ap recia mos aq u í y ahora, las
lugar, porqu e esta supuesta necesidad es en sí misma insegura y especiales del momento y con arreglo a nu estr a disposición indivi-
eq uívoca, sin q ue se pued a dec ir nunca hasta qué punto respon de, dual son también valederaS" para cualq uier otro su jeto y en cuales-
en verdad, a la naturaleza permanente e inva riable de nu estro :jllie;a otras circuns tancias. Sería d esconocer el carácter
entendimiento o le viene imp uesta desde fuera por el h ábito y del prob lema objetar a est o que rodos los pensarrn entos re-
la experiencia. Pero, ad emás, [c ómo nos las arr eglam os para des- lncí ón son, en cuanto pensamientos, algo puramente subjetivo.
gajar de ellas, por así decirlo, una relac ión con que nos encontramos 2t Tetens, Philosophische Venuche, 1, 470ss.: d. especialmente 1, 52?
23 Tetens, Philosophische V CrJuche üher die men seh!iche Natur, 1, 529; r 531 s.
v. ade más 1, 3?5 S ., 393, 402 s. 25 T etera, 1. e., I, 534; d. e sp ecial mente 1, 550.
532 DE NEWTON A KA NT EL PROBLEMA DE LA CONCIENCIA 533

C uando decimos qu e todos nu estros juicios, y, por tanto, toda ricas de la relat ividad. A hora, es fácil ya penetra r e n el 1t(lWtOV
las verd ades. son subjetivos en el sentido de que sólo puede co l¡riibO; de tod as estas teo rías. T od as ellas toman por base alguna
cebirlos la capacidad del pensamiento y qu e, por consiguiente, n concepción genera l acerca de l ser de las cosas e intentan, partiendo
podemos sa lirnos nun ca del círculo de nu estra conciencia, formu de aquí, pon er en duda el de recho incond iciona l de la 1-'erdad
lam as una tesis indudablemente exacta, pero bana l y estéril, si 1 lógica.
enfocamos por si sola, aisladamenre.t" Pero en vano se intentará hacer que la lógica sea absorbida
Si la metafí sica puede tener algún in teré s por esta tesis, es de este mod o por la ciencia d e la naturaleza y, en especial, por la
no alude al int erés qu e por ella pueda tener la teoría del concc t fisiología, pues [acaso, para poder hacer esto, no necesita remos
miento, ni mucho menos lo agota. No consegu imos nada con en haber demost rado la valid ez incond icional de nuestros mismos
cuadrar conjuntamente todos nuestros conocimi ent os dentro del t'onocim ientos en lo tocante a la ciencia de la natu raleza?
con cepto genérico y universa l de la "conciencia" El verdaderd "No creo ---escribe T eten s, a este propós ito, polemizando con-
problema consiste, por el contrario, en estab lecer, a su vez, de nr Ira Lossius-c- Que sea dar ninguna explicación de nuestros modos
de esta unidad misma, que tenemos derecho a reconocer y a torna de pe nsa r el sustitu ir simp lement e las palabras rep resenta ciones,
como base, una nít ida selJaración entre las afirmaciones Iorruim pensami en tos, alma, imaginación, por las palabras vibracio nes de
y las dotadas de valid ez general, entre los predicados de hecho las fibras , sistema cerebral y acciones ejercidas sobre él, etc. Las
que se refieren al estado momentáneo de un sujet o concreto y In. segundas no evocan en nosot ros ideas mejores que las prim eras,"
verdades fun damentales de la lógica, necesarias e indestructibles y si con ello se pre tende, incluso, indicar el modo como lo con-
" Si, en vez de las palab ras objetivo y sub jetivo, deci mos 1 rmd ictor io puede unirse y ar mon izarse en el pensam iento, se nos
int:ariableme nte subjctiw y 10 va riablem ente subj ct it'O, veremc quer rá hacer cree r con ello 10 más inconcebible de todo. En pri-
que no es necesario tomar en considera ción la capacidad de pcn mcr lugar, se falsea aqu í el verdadero sentid o del principio de
samien to de otros seres acerca de la cual no poseemos el me ne contradicción. Si este princi pio se propusiera, en efecto, ind icar
concepto, y, sin embargo, se mostra rá lo m ucho que ésta significa nlgo qu e se de sarrolla efectiva ment e en nu estro pensamiento , si
Es lo mismo que si nos pregunta mos qué depende de la conrextu JI(" propusiera ser pura y simple mente una ley nat ur al empírica del

especial d e nu estros órganos y de nuestra act ual o rganización ecaecer real del pensamiento, no cabe dud a de que sería inexacto.
qué es y tiene qu e permanecer, PJ r el contrario, siem pre así, ca t 2ue un sujeto concreto cualq uiera aúne y concili e en sus pensa-
algo necesario, por mucho qu e cambi en los instrumentos corpora mientos determinaciones objetivament e inconciliables, no sólo no
les de nuestro pensamiento, mientras nuestro yo siga siendo sola ros im posible, sino qu e es algo que nos de muestra la exp eriencia
mente un ser pensante." 21 diaria.
La línea divisoria no discurre ya, ahora, como en la metafísica Sin emba rgo, el problema de qu e aquí se tr ata no es el de saber
entre las cosas absolut as "fuera de nosotros" y los conoc imient ,¡ pued en asocia rse en la representación subjetiva características
"dentro de nosotros", sino que se ma ntiene dentro del campo d contradic torias, sino el de si e xiste ent re ellas una coherencia oh-
los conoc imie ntos mismos, para disringuir entre éstos, con ar regl h-riva. El problema aq uí planteado no se refie re al acto , sino al
a su valor y al ca ráct er d e su validez. ouirerud o de l pensami ento; no a la mecánica psicológica de las
Plan teado el problem a en estos términos, ya no se exponclr representaciones, sino solamente a la significación que poseen como
la cert eza del saber a ningún peligro por parte de las teorías escé predica dos de un juicio.
T etens, l. c., I, 539.
"Para que estas ideas, nu estros predica dos contradictorios, tales
27 L c., 1, 540; d. e, pecialmente 1, 560: "lo llnrnndc " &¡<'tivo o, lo que r,l filmo la idea de lo circu lar y la id ea de lo angular y rectangu lar,
ro "ale, lo inmu table ;¡ 1" n<'cesar;o en lo , ubjetivo" . pudie ran asociarse en un a m ent e cualquiera como predicados de
535
EL PROBLEMA DE LA CONCIENCIA
DE NEWTON A KANT
'"
una figura, tendrían que dejar de ser, como ta les id eas, lo que e
El problema de l obje to del cono cimiento se convie rte,
blema de la naturaleza "objetive" de las ey es
nosotros son. T end rian que dejar de excl uirse entre sí o de det! pro . r con lo cual entra ya la investlgaclOn por nu evos
tr uirse mutuamente. En este caso, dejarían , evidentemente, d I,ensanu en o, " .
ser ideas cont radictorias, pero ya no serían n aestrcs ideas, sin derroteros, los de la Hlosofia cnuca.
quién sabe q ué, algo distinto." 2 8
T ao pronto como hablam os de otro entendimiento, para el qu
rige otr o con cepto de la verdad qu e el nues tro, form ulamos co
ello un postulado hipotético, qu e, como tal y al igua l que cualquier
otro contenido, d ebe ajustarse a las leyes formales de nuestro
pensam iento. Y fácilmente se ve qu e es ésta precisam ente la con
dición fundamental que no se da aquí. U n intelec to capaz de
pen sar cont radicciones " tendría al mismo tiempo qu e percatarse.
de algo y no percata rse, reconocer las mismas cosas como seme-
jantes ent re si y, al mismo tiem po, como distintas"; es decir, sería,
para el yo humano, ni mas ni menos qu e un círculo cuadran-
gula r.
" No tenemos, pues, más remedio que negar la existe ncia de
semejante intelecto, como necesa ria mente negamos la existencia
de todo objeto contradictorio, pues el admitir la posibilidad de cal
intelecto vald ría ta nto como consid erar la cosa im pensable como
susceptible de ser pensada."
Así, pues, el principio de la con tradi cción no es una ley sola-
mente para nuestro ente ndimiento, sino para cualquier otro: es¡
par a decirlo en otr as palabras, ind iscutibleme nte, un principio
objetivo y un prin cipio verdadero.
y lo mismo podemos decir de todos los pri ncipios necesarios,
como, por ejemplo, los principios de la geometría: lo primero que
tiene qu e hacer quien trat e de derivarlos de nu estra orga nización
especifica es d espoja rlos de su verd adero senti do .29 Su significa-
ción lógica fu nda ment al consiste precisamente en qu e no sitúan
ante nosotros una simple "rnatter of fact", es decir, verdades de
he cho de car ácte r pa rticu la r, sino que ent rañan relaciones ide ales
y dotadas de validez general, que nos sirven de fu ndame nto para
regular todos nu estros ju icios acerca de los hech os.

28 T erens, l. Si J $S.; para el cotejo con la discusión moderna, v. especial-


mente Husserl, 1. c., 1, 118 s.
:t5I Te tera , 1. e.• especialmente 1, 545.
LIBRO SrITIMO

LA FlLOSOFlA CRIT ICA


Capí tulo 1
NACIMIENTO DE LA FILOSOFIA CRmCA

Ningún sistema filosófico n ecesita menos que el de la filosofía


critica remontarse, para explicarlo, a las condiciones d e su nac í-
miento. La critica de la razón forma un todo acabado y armónico,
que descan sa sobre sí mismo y que quiere enco ntrar en sí mismo
su explicación. Se enfrenta como algo nu evo, propio y peculiar
con todo el pasado filosófico y rompe tam bién con toda la travec-
roria ante rior del pensamiento conte nid a en los estudios precriticos
del propio Kant . La idea metodológica central y fundam ental de
esta teoría no posee, pu es, en cua nto a su cont enido esencial, una
historia: lo ún ico que cabe ha cer es recorrer a lo largo de sus di-
versas fases en el tiempo su grad ua l desarrollo y sus aplicaciones
cada vez más extensas.
Y, sin embargo, el interés por la trayectoria personal del genio
filosófico y, sobre todo, el imperio de la cosa misma, nos ha cen
volver la mirada constan temente a los estudios precrfticos de Kant.
La visión del cont enido objetivo y de la estruc tura objetiva del
sistema tropieza a cada paso con las complicadas condiciones histó-
ricas del problema en Que este sistem a ap arece. El mismo estilo
de Kant es característico de esto que decimos: parece como si los
períodos gramat icales de su prosa se viera n acuciados y perdieran
su sereno equilibrio por la much edumbre de las rela ciones críticas
y problemas que se anuda n in mediatamente a cada nuevo pensa-
miento. C ada golpe hace brotar miles de nexos; cada tesis nos
sitúa en med io de las luch as y los antagonismos de la h istoria
unive rsal.
En este punto, puede la atenc ión que preste mos a los estud ios
precrtrícoe de Kan t servirnos de complemento y de estimulo. En
ellos, vemos al pensado r d e K ónigsberg ent rar en cont acto, por
separado, con las potencias espirituales qu e más ta rde t ratará de
abarcar con la mirada y d e seño rear en la Crítica de la Razón.
Estas obras anteriores a la madure: crítica arr ojan, por tanto, un a
viva luz sobre las relacion es qu e existen ent re Kant y las diversa s
539
' 40 LA FllOSOF1A CRmCA NACIMIENTO DE LA FlLOSOFfA CRmCA 541
corrientes de la Iilosoffa de su ne m y , . .
di ferent es hilos I , PO. este aislamiento de los Pero este mod o de abordar el problema, que enc uent ra su expo-
l OS, qu e ucgo formara n la rra dI'
contribuye, índírectamenr I ma e a teorm kanti ana, neme y su remat e en la His toria general de la natural eza 'Y teoría
e por o menos al " det cielo, no repercute decisivame nt e, por el mome nto, sobre la
esrrucr ura 1" d i '
ogtca e Sistem a P . . • conOCIm Ien to de la
barón de la filosofía critica . ensa rr ucnros que dentro de la rra- concepció n filosófica Iu nd am enral.
..... nos parecen difíciles - El pri mer estudio metafísico de Kant , la Nova Dilucidario,
rran su explicación y cobra I id d y extranos encuen.
• "0 e a n a cua ndo I id que ve la luz en el año 1755, se contenta con introducir algu nos
Como una repercusíóo de, n ter¡ errores p Ian ream¡ os dconsr
I eram os
lo que en la expo sición lentos e pro blema; cambios forma les en el esque ma rrad ício nal de la ontolog ía, pero
parece, a veces con rmd¡ , sin salirse todavía, en su con jun to, de los marcos trazad as por la
y se armoni d ' " rcto no se concilia
aa cuan o, en vez de verl o J " concepción general del sistem a de la escuela wolffiana. Se ad-
estra tos di fere nt es en el tiempo. rcecta mcnre, se at ribuye a
vierte y se señala, es verdad, la cont raposición existe nte ent re las
Au nque el pensamiento crfnco tien da a e . pre misas de que par te este sistem a y el método de la in vest igación
tura totalmen te n ueva no II II onstn nr un a estr uc-
., ' por e o ega a romee I em pírica, pe ro sin llegar a capta rla todavía en su verdadera signi-
nexion Con la propia trav . . ...erse nunca a ca-
eceona anrenor de Kant Los . ficación de tn"incip io. La conciliación se busca en el campo de la
los plantea mien tos del problema de la ' . " y
percutiendo en la exros ícló d I epoc a anterior siguen re- misma filosofía de la na tu raleza: una nu eva síntesis y una nu eva
. 00 e os resul tados m d d f , in ter preta ción const ructivas de los hec hos procura n conciliados
tlVOS del sistema y ofrece,' a uros y e im-
" no pocas veces un' . . I con los postulados de la m etafísica. A sí, vemos cómo la Mona do-
en contra del desar rollo lib d i " ." a msran cía a ten te
. re e pensam tcnro logía física pretende armonizar el principio matemático de la d i-
N o existe otro camino a ra h f '
el de deslindar c1a ram ent: rente a esta dificultad que visibilidad in finita de la mat eria con la afirma ción de los últi mos
mismos. Sólo penetra ndo y Isegu¡r separado estos motivos d ementas " simpl es" de las cosas; es decir, cómo tra ta de conc iliar
en as con reten es de las q b ent re sí el concepto newronia no y el conce pto leibniziano de la
so re as que se remonta 1"_ e"
b l d I
rmca e a Raz' pod ue rota y
a conocer plena mem ¿ lo q ien ifi on, remos llegar fuen a.
ue sign r tea esta fI f ind ' En tod os estos int entos -c-por muy im portantes qu e, desde
rernenr e de las e d" 1 oso la, m ependien,
on menes en que nació.' otros puntos de vista, pu ed an ser- no se revela tod avia ni ngún
nu eva pe nsamie nto mewdokigico fund amen tal : éste sólo aparece
cuando se tra ta, no de fu ndi r, sino de deslindar críticamente los
di fere ntes campos de la ciencia.
l a prime ra época en la trayectoria de l pensamiento de K Los estud ios del a ño 1763, en los qu e Kant aborda ya el proble-
consagra totalmente a 1, , ...cc
_ p" Clon de Ia mat" l banr' se
la cien cia de la nat urale"'a ,1 ' E ena que e rm da ma de trazar una linea d ivisoria entr e la ma tem ática y la meta-
'" e su epoca. s cien h física, marcan, por ta nto, el pri mer comienzo independiente d e su
vemos aparecer en el pensam¡ k ' . o que ya a ora
vos y fecun dos puntos de ínrnedíatamem - , nue- filosofía. Exageran, sin embargo, la importancia de estos estudios
llevar el mé tod o de la ind Y. q 1'" pensa dor se esfuerza por qu ienes se e mpeña n e n d escubrir ya en ellos las rasgos esenciales
, UCClOn isrca h asta ' 11' d del planteam iento gene ral de l prob lema de la C ritica de la Razón.
1Imit es dentro de los cuales I h bi . mas a a e los
, 1 a a la ma ntenido Ne wton A u nq ue, en ellas, Kan t adopte ya una acti tud bastante libre
p1lar o y por de mostrar la ibilid d d .. " ' por am-
posi 1 I a e su tlimírada ap licación. frente a la doc trina wolffia na, lo cierto es qu e no añ ade ningún
I No es posible en trar en detalle de nt ro de lo! criter io objet iva mente n ue vo a las objeciones formuladas ya con-
p roblema; especia les re lacionados' 1 h¡ . ' ma rcos de esta obra, e n [os tra esta do ctrina por los filósofos de la epoca : se limit a a agrupa rlas
.. .
Crit iCO ni en la abund t l'
' con a ' '"tona d e1 desarro11 o d e l siste ma
s n e rreraru ra en torn o al te . y a fort alecerlas, encauzá ndolas todas hacia una me ta común.
d estaca r los res uhados esenciales d _ ma, nos con
, e u na m vest igad 6n porme norizad a. Recordemos que la pr i'!lera opos ición decidida cont ra el sistem a
,., LA. FllOSOFlA CRlTICA NACIMIENfO DE LA FILOSOFIA CRrnCA
wol ffiano ha bía surgido en el circu lo de los discípulos y adeptos
'"
ensayo sobre la Clar idad de los princ iPios de la teología y la moral
d e N ewron. Ya, en él se exp resaba cla ramente la contra posición naturales, coincide con esto hasta en los últimos detalles. A la
la ontología y el em pirismo y se proclamaba qu e, en vez de filosofía le está ved ado el pri vilegio de la matem át ica, que consiste
conceptos generales y caprichosos, pa ra de rivar de ellos, en seguir avanzand o d eductiva menre a base de conce ptos esta ble-
los ,casos debería arrancarse, por el cidos a voluntad. La meta y el pro pósito funda me ntal de la filo-
conrrano, de consideración de los fenómenos concretos, procu- sofía gira n en torno a la determinación de la existen cia, de la que
rand o d escubrir a hase d e ellos y mediante un análisis progresivo las d isciplinas mat emát icas pued en prescindir, en virt ud de su
los prin cipios sobre que de scansan. modo propio y peculiar de se r. El ser sobre el que versan no existe
.. ,bien, tienen un valor puramente hipo- fuera del concepto, sino que nace en él y con él.
renco : se Circunsc riben y solo p ueden reivin dica r una significación, "R epresente lo qu e represente un cono, en la matemática
d el campo en el qu e se acreditan d irectamente en la pre- nace siempre de la represen tación voluntar ia de un tr iángulo rec-
dicci ón y la interpr etación de los fenómenos. Son los hechos no tángulo que gira sobre uno de sus lados. Es evid ent e q ue, en éste
Jos que form an el pu nto de partida válido d e toda
mvesngac on, ya qu e las propias definicion es, cuando e ncierra n . .
sm tesis.
.
como en los demás casos, la explicación brota por medio de la

contenido real, se limitan a describir los hechos psíquicos más Muy otra cosa acontece, por el cont rario, con las defi niciones
Simples (v. supra, pp. 380, 382) . de la filosofía. A quí, t enemos ante nosotros un material acabado,
Dent ro de la filosofía alemana, C ruslus se encargó más tarde que se trata de modelar; exist e, por tanto, desde el primer momen-
de recoger y desa rrollar e nérgicame nte esta concepción. to , un modelo fijo, al qu e h a de ate nerse la explicación de los
se compre nde que un pensador como Kan t, que conce ptos. La metafísica no puede crear ninguna realidad nu eva;
de l campo de la ciencia de la na turaleza y se esforzaba, su misión se reduce a esclarecer e iluminar lo qu e la realid ad de
esen.C1alme nte, por descubrir los fundam entos de ésta, se sintiera la experiencia int erior nos ofrece como un todo por el momento
atraído por la doctr ina de Crusius y encontrase en ella el primer inabarcable con la mirada. La meta que se traza gua rda, por
punto de apo yo para sus propios pensamientos. tanto , ínt ima afinidad con la del in vestigador em pírico : no se trata
. El método. peculiar de la filosofía, tal como aquí se lo derer, de devanar la realidad sacá ndola de los con ceptos, sino de reducir
min aba, por oposición al método de la ma temática era la vía una existencia que te nemos a nte nosotros como un hecho seguro
annlÍtua de la n-flexión. No pod emos ar ra nca r decía- de e indubitable a los conceptos que nos per mita n penetra r con tod o
la explicación y la formulación de los conceptos simp les, sino que detalle en su estru ctura.
debemos, antes, obtenerlos y de scubrirlos med ian te el a ná lis is de "El método autén tico de la meta física coincide, en el fond o,
los hechos dados , para pod er lu ego agruparlos y ordenarlos en nue- con el introducido por Newron en la ciencia de la naturaleza y que
vas combinaciones. La "cla ridad" propia de los conce ptos onto- ha dado, en ésta, resultados tan fecundos. Hay que proceder,
lógicos no es, pu es, más qu e la "claridad de la vía de la a bstrac- nos dice N ewton, por med io de exp eriencias seguras y siempre,
ción"; esos concep tos, sin necesidad de seguirlos anali zando ni desde lu ego, con ayuda de la geometría, a indagar las reglas confor-
d e explicarlos por medio d e una plu rali dad de ca racterísticas, sólo me a las cuales se d esarrollan en la naturaleza ciertos fen ómenos,
pu eden ponerse de man ifiesto en los mismos hechos comp lejos y A unque no se desc ubra en seguida en los cuerpos el fun dam ento
como pan es integra ntes de ellos, e indicar el modo como llegamos, prime ro de ello, podemos esta r seguros, a pesar de tod o, de que
gradualmente, a su aislami ento y a su consciente separación. proceden según esta ley, y si qu eremos explica r los com plicados
(V. supra, pp. 483 s.). sucesos de la na turaleza, no t end remos otro camino para ello que
La descripción d el m étod o metafísico qu e Ka nt hace e n el el de mostrar cla ra mente cómo se hall an contenid os, e n efecto, en
'H LA FILOSOFlA CRITICA N ACIMIENT O DE LA r lLO SO FIA C RITIC A

estas reglas bien acreditadas. Lo mismo acontece en la meraíisic como mat eria l los h echos concre tos y no hace ot ra cosa qu e reco-
inda gad por medio de una segura experiencia int erior, es decir, d ecrlos y ana lizarlos,"
una conciencia di recta y palma ria, aqu ellas características qu Por ta nto, la unidad entr e la filosofía y la física experim ental,
se cont ienen con seguridad en el concepto de un a cualida d gen que aquí se preconiza, sólo pu ede llegar a establecerse si, al mismo
ral cu alq uiera, Y, aunque no conozcá is e n seguida la esencia tot tiempo, se sep ara la física d e la matem át ica, arra ncánd ola con
d e una cosa, podréis serv iros segura mente de ella , para derivar d ello, por consiguieme, de su suelo nu tr icio. .
aquí m ucho de lo que en la (os a se cont iene.ve Partiendo de aqu í, es fáci l com prender que el pensamiento
Sin embargo, por m uy im port an te qu e sea, como lo es, e no pod ía detenerse en estas concl usiones, sino qu e en ellas se con-
compa ración que aq uí se esta blece con el método de la física ex tenía ya el imp u lso necesa rio para march ar haci a nu evos pro-
rimen ral, aún no se ha llegado con ella, en modo algu no, a I blemas.
d istinción critica ent re el an álisis y la síntesis. Si no qu erem O tro pensamiento que dista toda vía mucho de la mente de
oscurecer el sentido histórico preciso q ue enc ierra n las tesis el Kan t, en esta obra a que nos referimos, es el de fundar la matemá-
este ensayo de Kant, tenemos q ue dejar a un lado, para interpr tica sobre la pu ra int uición . Es cierto que ya aquí se consid era
tar las, el pensamiento conten ido en aqu ella distinción. como un a de las ventajas esenciales de esta ciencia la de pod er
Para el sistema ya desarrollad o, son sintéticos todos equelb contem plar 10 genera l, en rod as sus pruebas y d educciones, a través
juicios cuya verda dera finalidad consiste en determi nar el obj('( de signos in concreto, recurso del que ca rece la filosofía. El meta-
de la ex periencia y qu e, por tanto, se refieren direc ta o in dirccrn físico no dispone de figuras ni de signos visibles para expresar los
mente al conocim iento d e la realidad; analíticos, por el contrario, pensamie ntos y sus relacion es. Le está vedado, por tanto, " pro-
los que explican 1a relación entre los me ros conce p tos. Pero nqr cede r por med io de una tra sposición de signos conform e a reglas, en
se t rata precisa mente de lo contra rio. La mate mát ica puede so vez de proceder por consider aciones abstractas, tr ocando la re pre-
sintét ica, pu ede crear se libremente sus fundam entos, porque pre senración de las cosas mismas por la más fácil y la más cla ra de los
cinde totalmente de l ser real, para limita rse al mu nd o de los co signos, sino que tiene que medita r acerca de lo general in abs..
cepros creados por su voluntad, mientras que la me tafísica mane¡ tracto " (11, 278 s.},
Sin emba rgo, tam poco pa ra la geometría es la " int uición",
:1 "Ullten;uchung iiber d ie o.,udichkeir de r de r natü rliche
como se ve, otra cosa q ue un recu rso técnico, un medio auxiliar,
Theologie und der Moral", 1763, Samdiche W erle, 11, 286. las citas del res
se refieren siem pre a la edición aca de m ica d e las ob ras de Kant. pero nunca el f¡mdamen to sobre el que descansan sus verdades."
Para Ver co n q ue rep rod uce aqu i Kant las ide as y los postulad, lla r don de lo que al principio parecía ser una distinción nutancial
d e l. escue la newl o niana de la in vesligación de la n;uural e:ta, bas la cilar se red uce, a la postre , a una di ferencia pu ramente cua r1tita tiva: la
corejo comen ido en las siguie ntes líneas d e Freínd : "How far differe nr an merafisica es susceptible , al igual qu e la matemá tica, d e una
un lik e to Ih is ís m e rrue Merhcd o f culrivanng phi losophi cal knowledgd 11\ certe za suficiente para insp irar la convicción; sin emba rgo, la in-
rhís no lhi ng ls s uppo:;ed bu e what mosr prc nounces to
the of rhinl,l5; an d rhou gh rhe C ause and O rigin o/ rhe priru:ipl
tuició n " es más grande en la matem ática que en la filosofía". Así
"'" mIlle use 01 i . co nceal c4 (rom u s, yer from rhis ma.ny mil)' flol<'.
formu lado el pensamiento no posee [od avía ninguna significación
wh ich da yly use w ill informe us oí and rnay de pend u ron ir. There fore il Ir origina l y ' acusada: un ra zonamiento completa men te análogo a
the business of an ingenu ous philo sopher, first te d edUce ehe pow ers oí bodiee
by experim enls; and afterward s, when they ate ca refullv exanuned ami establilh .;1 Cuán cerca Se hall a Kant todavía aq uí de la filosofía de su riem po, se
ed , ro show distinc rly and plai n!y what o ther e ffects will necessary follow Ve co mpa rando sus doctrina s de este periodo con el ensayo de B éguelin Sur !es
from rhem." J,remi crs princ ipes de la M,iraph Y·' ¡"jUC (1755). V. supra, pp. 430 u .
(Freín d, Ph ilosoph ical Tr an saClim¡. abrid¡¡;ed a nd di spos..J und.'r gene ral 4 C L ace rca d e esto Cohen, Die sysrellla risch en Begriffe in Kanrs \iorkriri.
Heads, vol. 1, palie 1, p. 'O S, Lon dr es, 1749.) Cí. adem ús su pra, p. 380. .c he Sch rifre n, Berlín, 1873, p. 19.
546 LA F1LOSQFIA CRITI CA
NACIMIENTO DE LA FILOSOFtA CRmCA
éste lo enco nt ramos ya, muy significativamente, en las obras \ de que nuestro conoc imiento de la realidad no puede cond ucirnos
Mcndelssohn y T ctens, qui enes tratan o tocan el mismo tema de j más allá que la misma observación de los sentidos, lo que convier-
evidencia en las ciencias metafísicas". J
te, al parecer, en una eontradictio in adiect» el postulado de un
Tam poco la critica de la prueba cspcculatit-'a de Dios I ser inf inito situado fuera de toda experiencia posible.
d ' , {
a rranca e aquí, se remonta esencialm ente, por el momento s\,1
En este punto interviene el Único fundamento posible para una
la conce,Pelón desarrollada por C rusius, para
demostración de la existencia de Dios. Sólo una prueba rigurosa-
un sentido epistemol ógico. Ya Crusius hab ía expresado chu
mente apriorfstica puede d ar satisfactoria solu ción al pro blema; la
mente la de que "las existenci as no pueden
bas;, de esencias posibles, como los teore mas de la geometría", existencia del ser simpl emente necesario ja más podría llegar a indu -
cirse fun dada mente partiendo de verdades concre tas y contingentes
Los conc eptos en los que nos rep resentamos la esencia de I
tien en que ser demostrados a su vez partiendo en torno a hechos. Por don de parece como si aq uí se exigiera lo
prmcrpros en los que se reconocen existencias, si no querenu imposible: qu e nos elevemos, por encima n o sólo del ho rizonte de
desembocar, a la post re, en una serie de principios arbirrn¡i los conceptos puramente lógicos, sino tambi én de todo saber acerca
y en puros de Por ta nto, el camino para Ilegru de los objetos empí ricos.
las existen cias consiste más bien en tomar por base I Pero Kant intenta de nu evo realizar lo imposible. El postulado
para llegar, parti endo de ellas, al conocimiento 1 que aqu í se establece podrá ser cumplido si, en vez de limitarn os
las relaciones cau sales." a los hechos de l pensamient o y de la realidad, nos remontamos a
este de vista, había pu esto de ma nifiesto C rusn¡ la condición qu e les sirve d e base a todos. La "posibilidad in te-
espec.lalmente, el clfsulo vicioso conten ido en la prueba cart esln¡ rior" de los pensamientos y de las cosas pres upone siemp re, necc-
de DIos, en la qu e la esencia del ser más perfecto se deduce de sana mente, un a existencia cualqu iera. En efect o, esta posibilidad
Tomando como premi sas simp les prin cipios ideales qll no se hall a todavía, en modo alguno , garan tizada por la ausencia
predi can ot ra cosa que un ser y una conexión en el em en formal de contradicciones en cuanto ta l, sino que requiere, sobre
miento, será imposible llegar en la conclu sión a un principio rt'll todo, la existencia origina ria de algunos eleme ntos con cret os, sean
a un a realida d existente fuera del »ensamíemo.e los que fueren, de determ inados datos , entre los que pu edan esta-
Es cierto qu e C rusius, por su pa rte, no ha bía llegado nunq blecerse nexos y relacion es. Pu es bien, nos vería mos despojados
a ver claro, acerca. del verdadero alca nce de esta tesis, pues si CUI de este materiar ele [o pensable y la lógica misma quedaría pri-
ella se verua por tierra la prueba ontológica, Crusius estaba seeu vada de su materia y su contenido, si pretendiéramos descartar
de que la pru eba cosmológica y la fisico-teológica suministrabn¡ todo ser en gener al.
los suficient es y seguros para pode r prescindir d "Lo que destruye todo el materia l y los datos para todo lo
E? cambio, pa ra Kant, cuyo pensamiento ha dejad o yu posible, de struye y anula también toda posibilidad. A ello equi-
arra s, la prueba te1eológica, se pla ntea aquí un pn vale, en efecto, la negación de toda existenc ia; por tanto, cuando
mas profundo y más difícil. Si1ilcxperieneia es el úní« se niega toda existencia, se destruye también toda posibilid ad, lo
criterio de la ex istencia, par ece que deb e llegarse a la concluslé ¡ que nos lleva a la necesaria conclusión de qu e es de todo punto
imposible que no exista absolutamente nada" (II, 79).
5 Mendelssohn, O¡'er di" Evide nz in d en melaph y'ü chen W issen h I
' , l' ', .. sc a rr ll, A hora bien , sentada así la conexión entre lo posible y lo real,
seccron pn rnera. ete ns, Gedanken ubcr einige Ursachen w","m ' d M
h 'k . .. se abre el camino para seguir adelante: se trata solam ente de des-
P YSI nUr wentge ausgemachte Wahrheiten sínd , Büreow y W' 1760
pp . 15 s. rsmar, ,
tacar y demostrar en la existencia, sentada ya como nece saria , los
6 Crusius, Entw urf Jer not hwendigen Vemunftwahrhei¡en, H 235 y 377. predicados de la unidad, la ete rnidad y la inm utabilidad, p rob án-
548 LA RL OSOFlA CRITICA NACIMIENTO DE LA F1l0 S0 F1A CRm CA 54.
dolos como idé nticos a la esencia que solem os exp resar por el con 8 const rui r y e rigir un algo real por el juego de las acciones y las
cepto de D ios. reaccion es. La pugna lógica ent re los conceptos equivale a la
,?,mo se ve, la existen cia no se demuestra , aquí, como un tlestrucCiÓtl del contenido; en cambio, la pugna real ent re las Iuer-
de Dios, sino que se presenta, por el contra rio, la divi- zas engend ra un estado unívocamen te dete rminado de la realida d ,
? ldad . un predi cado de la existencia," Pero esta peculiar de magnitu d fija.
mversron en la forma de la prueba no afec ta e n lo más minimo Esta distinción nos par ece hoy evidente e indiscuti ble, pero
al contenido lógico de ésta. El motivo onto lógico del en t iempo de Kant dista ba todavía mu cho de pod er ser consi-
razonamiento aparece velado, pero no superado. derad a como un bien científico com ún, reconocido y acatado
Pero Kant no tarda en alcanzar, en la críti ca de l concepto JI; por tod os. La histo ria de la filosofía nos ofrece un ejemplo
el progreso que aú n no h abía logrado consegu ir, pura e in clásico, demostrativo de que la influencia de la ontología no te r-
equrvocamenee, en la crítica del concepto de ser. Es verdad cm" mina al llegar a las frontera s d e la Iisica. D escar tes, en su fun-
mente característico que un pensador como él, qu e aú n no había dame ntación de las leyes d el choque, part e de la h ipótesis de
lograd o por entero la on tología en el campo de los pro. qu e un a det ermin ada parte d e la materia, por la simple sirua.-
blemas rnetaí ísícos, se en frente clara y firm emente a ella en e] ción que ocupa en un punto da do del espacio, posee al mismo
terreno de la investigaci ón na tural, que sigue siendo todavía el ver tiempo una fuerza por medio de la cua l tiende a perma nece r
dadero cam po fecundo de su labor especulat iva. ine rte en su lu gar; dic ho en otros términos, de que un cuerpo en
Se tra ta aquí, sin embargo, de un problema nu evo y más difícil reposo, caracterizado solamente por e! criterio geométrico d e la
ya q ue, el cam po de la física, los momentos ontológicos no extensión , despliega ya una resistencia frente a otras masas que
re;e1an direcearneme, sino que es necesario empezar por descu, actúa n sobre él. La ve rdad de esta concepci ón se considera asegu-
bnr los y saca rlos a luz. Este paso lo da Kant en la separación rada ya por la misma lógica, toda vez qu e no puede haber nada
entre el fun damen to lógico 'Y el fundamento real, tal como se ea- más opuesto al mov im ien to que el reposo, nada, por tanto, que
tabl ece y desar rolla en el ensayo sobre las Magnitudes negacivaJ, se preste más qu e éste a entorpecerlo y a destruirlo.
Ya en otra obra anterior, la Monado logía física, había intentado V emos aq uí cómo una oposición puramente lógica se con-
nu estro pensador disolver la ex istenc ia corpó rea en un juego de vierte insensiblemente en una oposición real: el antagonismo entre
fu erzas,:ll el juego de la atracción y la repulsión entre los ele- dos concep tos se trueca, por hipóstasis, en una acción dinám ica de
mentos simples. La materia ---5e nos d ice aq uí-e- no es ot ra cosa los obje tos mismos. Este rea lismo conceptua l, recon ocido y agu-
el fruto y la resultante de d iversos tipos dinámicos de ec- damente c rit icado ya por Leibniz, seguía, a pesar d e ello, ccnser-
Clan, que se ma nti enen en equilibrio. van do toda su fuerza en la filosofía del siglo XVIn. La te ndencia
. Ahora bien, la lógica tra dicional no brinda ningún medio suí i- pred ominante d el método de W olff va encaminada a derivar todas
nente. para pod er esta nu eva concepción d el ser físico, y. las determ ina ciones funda mentales de! ser del principio de la
que solo conoce y admite la contra/.JOsición como un antagonismo cont radicción. Ya veíamos cómo hasta el espacio debía "de-
,?nceptc:-" lo qu e la obliga a redoClrlo constantemente, en du cirse" de este modo: se entendía que la ca tegoría lógica de la
ul tima msran cra, a la forma ún ica de la con trad icción . d iters idad bastaba para explic a r la forma de la coexiste ncia de
Se man ifiesta clarame n te aqu í, sin embargo, la dife rencia con los cuer pos e n un mismo pla no (v. supra, pp- 507 ss.} , La línea d i-
respecto al punto de vista en q ue se sitúa la ciencia de la natura. visoria caracte rística la ma rca, en este punto, el Ensayo de Kant
Ieza, mientras oposición lógica entre elcme ntos encon - dirigid o a in troducir en la filo.wfía el concepto de las magn itu d es
deja tras de SI la nada total, nqu¡ se tiend e, por el contrario, negativas. El lugar del simp le principio de la id entidad pasa a
Cf. la observaci ón dI' Ti eftTun k (en l. e., p . 33). ocuparlo ahora, como suprema regla del acaecer natural, la ley
'50 LA FllOSOFlA CRm CA NACIMIENTO DE LA FILOSOFlA c RmCA 551

de la conservación de lo real: "en todos los cambios na tu rales del JUICIO se nos a ntoja, ciert ame nte, parad ójico, pues éacaso esta
nos encontra mos con q ue la suma de Jo positivo, cal cu- relación pu ede presentarse a nuestra concienc ia de otro modo que
Iaa a a base de sumar las posiciones u nívocas, no contrapuestas, bajo la for ma de los juicios q ue formula mos acerca de los acaeci-
y de restar unas de otra s las posiciones realmente antagónicas no rnientoe y de los nexos qu e los unen?
aument a ni dismin uye" (11, 194). • Esta di ficultad desaparece, sin embargo, t an pronto como nos
C ierto es que esta solución oculta, a su vez, un nuevo dualismo. fijamos de cerca en las características del pu nto de vista en que
leyes ma tem áticas q ue gobierna n todo el acaec er se hallan se sitúa Kant y d e la terminología empleada por él en este período.
firmemente acredi tadas por la experiencia y la observación; pero Aquí Kan t está tod avía m u y lejos del concepto del juicio sintéti-
no en toda la órbita de nu estro pensa miento nada co, en el sentido crh ico en que más ta rde habrá de formula rlo
que pud iera expresar esta relación funda mental del ser. lo que (cf. supra, p. 544) . El acto de " juzga r" sólo significa para él, aho-
Ka nt no puede en modo alguno llegar a "a cla ra r" en esta fase ra, a tribuir a un sujeto un predicado ya íntegrament e conte nido e n
del tra tamiento del problema es cómo "algo pu ed e aflui r de un su concepto, au nque sólo se piense en él d e un modo confuso.
algo distinto, pero no con forme a la regla de la id ent idad", T od os los juicios afirma tivos -como lo expresa ot ro ensayo de
"Por lo que se refiere al fundamento real y n sus relaciones la misma época acerca de la sutileza de las figuras silogísticas
con ,la mi pregun ta ad opta la siguiente form a, muy (1762) - se agrupan, po r ta nto, bajo una fórmula com ún , que
sencilla : debo entender que, por el he cho de que algo es, es el principio de la identid ad : cuílíbc r subjecrc com petir pmedi ca-
sea tam blen algo distinto?" "Inr éntese llegar a explicar y a poner tu m ipsi identicum; los n egat ivos, en cambio, ba jo el principio
e? claro ,cómo, por el hecho de qu e algo es, sea anu lado algo dis- de la oposición : nu lli sub jccto com petir praedicatum ipsi opposi-
y SI se puede d ecir acerca de esto algo más de lo qu e yo he rum" (U, 60). La relación entre el fu nd amento real y la conse-
d icho, a sabe r, simpleme nte que no es por obra de l pri nci pio de cuencia envuelve, por el co ntra rio, un nexo totalmente distinto :
contradicción. H e med itado acerca de la natura leza de nuestro aqu í no se trata de destaca r a nalítica mente en un sujeto existe nte
conocimien to con respecto a nu estros juicios acerca de los fu nda- una cual idad cualquiera, sino de afirmar una rela ción de de pen-
mentos y las consecuencias que de dios se derivan , y confío en dencia entre dos sujetos di stintos o dos estados d istintos de l ser.
algún día, detalladamente, el resultado de estas Leibn iz no podía plantearse el problema en estos términos, y
medita ciones. Di cho resultado. me lleva a la concl usión de que la ra zón d e ello está Íntimamente relacionada con sus más pro-
la relación de un fundamento real con algo establecido o destruido fun das convicciones especulativas. El sistem a de la monadología
él.no puede expresarse en modo alguno por medio de un juicio, no ad mite ninguna tra nsición real entre det erminaciones pertene-
smc Simpleme nte por medio de un concepto, el cual cabe, ciert a- d entes a sujetos dist into s, sino q ue tod a verda d era acci ón se li-
me nte, redu cir a ot ros conceptos más simp les de funda mentos mita , pa ra él, al campo de la susta ncia concrera y al modo como
reales, pero d e tal modo q ue, a la postre, todo nuest ro conocimiento ésta enge nd ra la vari edad de sus fenómenos partiendo solame nte
acerca d e esta relación desem boca en una serie de conce ptos sím- de su propio fundamento. En cambio, un pensador como Kant,
pies e irreducti bles ya en tor no a los reales, cuyo que no se hallaba SUjeto a las premisas met afísicas de esta teoría
nexo con la consecu encia no es posible en mod o alguno esclarec er. y que ya en la Nova dilncidatio ha bía combat ido el sistema de la
Ent re tanto, dejemos que aq uellos c uyas pre tensiones no conocen ar monía preestablecida, no podí a por me nos de per cat arse ahora
límite s recurran a los métod os de su filosofía para ver ha sta dónde clarame nte de la laguna abierta en el esqu ematismo lógico. C laro
pueden llegar en el exam en de este problema " (JI, 203 s.], está qu e el camino seña lado por él para llena rla no es, de mo-
El de qu e la relación entre el funda mento real y la con- me nto, me nos problemático, pues el conce pto a que se remite es
secuencia a que cond uce no pu ed e expresa rse por medio de un aquel concepto de la exi stencia como una "posición absoluta", al
.: m LA FILOSOFfA CRITICA
NACIMIENTO DE LA FlLOSOF1A CRITICA 553
cual , como veíam os, se sigue toda vía aferrando en el ámb ito del cluvendo, por tanto, el metafísico, a la regla según la cua l es verdad
pe nsamiento ont ológico.
todo aquello que no podemos por meno s de pensar como ver-
Este d e solución por sí solo indica bien clarament e que da d , erc., es fácil comp render que semej ante principio no puede
no es POSible hab lar tod a vía, aq u í, de u na influencia decisiva de In ser nunca el fu ndam ento de la verdad de ningún con ocimiento.
doctrina de H llme sobre la filosofía kantiana de este pe ríodo. Si En efecto, si se confiesa q ue no puede indica rse ningú n otro fu nda-
nos empeñamos en atr ibuir los puntos de vista de Kant a una mento de la verdad que el de que sería im posible no te nerla por
sugestió n exterior, ta l vez POC!ria mos busca rla en el cír culo en
tal se d a a entender con ello que es im posible señala r ningún
que se mueven de un mod o general los pensamientos de esta fu ndamenro de la verdad apa rte de éste y que el conocimiento
época. Y no cabe duda de qu e también en este pun to se acusa no es, por tanto, susceptible de ser probado. Y no cabe duda de
una gran af inidad ent re la filosofía de C rusíus y el modo como que existen m uchos conocim ientos q ue no pu eden proba rse, pero
plantea Kan t el pro blem a.
el senti miento de convicción que abrigamos con respecto a ellos
. y C rusius insistía con toda energía y claridad en que el es más bien u na confesión que una pru eba de qu e son verdad"
pnnclplO de corunuiícción no se prestaba para exp licar y razonar (11,2 95).
nu estras concl usiones causales, ya que el efecto no es idéntico n La direcci ón en que ha de orie ntarse en lo fu tu ro el problema
la causa, sino un estado del ser tota lmente d istint o y separado kant iano aparece ya clara mente marcada aqu í. los fu nd ame ntos
de ella en el uempc. El nuevo tipo de conexión que aqu í se mani-
ma teriales son "indem ost rables", si por prueb a se entiende pura
festaba recla ma, a su vez, un nuevo princip io, princi pio absoluta-
y exclusivament e lo que se de riva de l princip io de contradic-
mente cierto, en verdad, pero no susceptible de ser probado en un
ción; y, sin embargo, no pu eden aceptarse simp leme nte en virtud
sentido silogístico (v. sup ra, pp. 502, 507) .8
de su " evid encia" psicológica, sino que requ ieren una fundamenta.
C ierto es qu e Kan t no ta rda en remontarse sobre C rusius, por
ción objetiva distinta y más profunda.
lo q ue respecta a la determ ina ción más precisa de este principio,
En su escrito laureado, Kant elogia como uno de los méritos de lo Considera ndo en sn conjunto la doctrina kant iana , tal como se
doct rina de erusius el que por vez prime ra Oponga a los prin cipios contiene en los ensayos d el año 1763, vemos dibu ja rse en ella los
pura me nte formales de la identidad y la cont radicción los "prin- lineamientos gener ales de un sistema, si no original, por lo menos
cipios materiales" de l conocimiento, que forman, según el propio tota lment e claro y que forma dentro de sí una unidad armónica.
C rusius señala, "la base y la solidez de la razón hu man a".
Esta concepción arm ónica fu nd amen tal se oscurece cua ndo qu iere
" Pero, por lo que se refiere a la regla suprema de toda certe za, aborda r el enjuiciam ien to de las gra ndes tesis ka ntia nas de esta
q ue este hom bre famoso pretende trazar a todo conocimiento, in.
época ap licándole desde el prime r momento, irreflexivam ent e, la
pa uta de los crite rios encor ura J os J e1 " raciona
' l'rsmo " y e1 ." cm pi
8 Es d e no q ue Kant con razón, qu e la distinción q ue él establece
en tre el fundamen to real y el fundame nto lógico d ifiere tota imente "d e la dr... rismo''. Es claro que, considerada desde este punto d e Vista, I.a
tincf ón dd sello r C rusius entre fund a mento ideal y fundamen to real" au nque doct rina de Kant revela no pocos rasgos de vacilación y equivoci-
añad iendo que esta "diBtinden", en C rusíu s, tie ne una si¡;tnificadón' relativa_ d ad, pero la culpa de ello no es ac haca ble a la doctrina misma,
secundaria y no co nsrnuve , en modo algun o, la /Owlidad de su apo rta. sino a la falsa pauta qu e se le aplica.
c.lOn. El resu ltado esencia l de su recr ía del cotl}1éimien to reside, po r el ce ntra-
[ 10 , en la conciencia de q ue para nu estra s con clus iones causal es debe posrular se
Kant, en este mome nt o, se halla ya al de
.p rincipio propi o y un fund amento sustantivo e ind epe ndi ent e de certeza, la escuela racionalista, pe ro sin qu e se ha lle tod avía influid o en lo
dísñnre del pr incipio de ccntrad lccíó n, y es precisamente esta conciend a lA más mínimo por la teorí a de la experiencia de Locke y Hume.
qu e, 6eg6n KAn t, constituye tambi én el verdad ero rendimi ento de la obra sobre Su punto de partida y la atalaya desde la qu e pasa revista . a
las " magnitu des negat ivas'·,
te orías filosóficas de su t iem po es el concepto de la experiencia
LA FtLOSOf1A CRrnCA
NACIMIENTO DE LA FtLOSOFtA CRrnCA SS5
de la [isíca (d. supra, p. 542). Por ta nto, si qu eremos
vía, sin 'embargo, mas que el primer escalón, el peldaño d esde
buscar la genealogía na tu ral de su concepción, no debemos ir a
buscarla precisament e a las doctrinas d e los ingleses, sino a las de el que Kant aspira a ascen d er ha sta el conocimiento especulativo
pensadores que, al igual q ue él, hacen de la ciencia de lo absoluto.
el centro de sus conside raciones epistemológicas. 11
y así, vernos que los criterios expuestos (.0 el escrito laureado
recuerdan hasta en sus menores de talles la form ulación que en Si pasamos de los estudios del año 1763 a los Su eños de un visio--
D'Alembert se contiene de la teoría lógica de la definición. En am- nario, advertimos que, al ca mbiar la atmósfera literaria en qu e
bos nos encont ramos con el postulado de qu e la filosofía no debe aho ra ent ramos, cambia también la atmósfera lógica. C asi tiende
arrancar de explicaciones de conce ptos, sino de hechos seguros, uno a conside rar como un esfuerzo inicial estéril, conde nado al
tal es como nos los ofrece la exp eriencia exter ior o interior: en fracaso, el de entroncar con la rigurosa trayectoria del pensamiento
ambos, con el crite rio de q ue el matemático no tiene por qué kan tiano u n en sayo como éste, nacido a tod as luces del ca pricho
tenerse.en la d esintegración ana lítica de sus conceptos fundamen- de! momento . No en vano el encanto de esta obrilla reside preci-
tales, sino qu e puede aceptarlos "con arreglo a su clara y usual samenre en la facilidad y en la dese nvoltura con que los diversos
representación". Y la misma coincidencia en cuanto al modo d problemas surgen en ella y se engarzan pa ra formar las imágenes
concebir el cometido d e la d efinición, el cual no consiste, seg ún de la fan tasía. Parece un empeño ped antesco el qu erer cortar
ambos pensadores, en descubr ir la esencia de las cosas, sino simple- las alas al vu elo libre de la fa ntasía, que en estas p áginas emp ren-
mente en expresar y describir sus caracte rísticas, int uitivamente de el pensad or, para embu tir los resu ltados del ensayo en un
dadas (cf. supra, p. 382) . rigido esquema lógico.
En la misma posición por él adopt ada ante los problemas de Y, sin embargo, no cabe duda de que el nu evo estilo con que
Ia ..teo logla
' natura 1" vemos que Kant --cosa muy sígmflceríva-; aqu í nos encontramos es, al mismo tiempo, el test imonio vivo
se ha lla tan cerca de Jos emp íricos ma temáticos como alejado, por y directo de un nuevo modo de pensar. Lo qu e por su forma
otra parte, de Hu me., nos d ice, de exponer el métod o "para apa rece como una inspiración del moment o representa, por su
remontarse al conoomr eneo de Dios por medio de la ciencia de contenido , el remate final y consecuente de un difícil y comp lica-
la nat uraleza", lo mismo q ue D'Al embcrr y Mauperru ls ven en las do proceso teórico del pensamiento. Y esta combinación es la que
leyes primitivas del movimiento el punto de partida para toda imprime al ensayo la característica peculiar que en él se acusa, no
prueba acerca de la existen cia de Dios; al igual que Kant, ambos sólo en un sentido literario, sino también, y sobre todo, en un sen-
pensadores franceses insisten en que la inqu ebrantable sujeción tido filosófico. La de senvoltura estética del humor no es un regalo
a. ley de l mecan ismo no excluye, sino que, por e! cont rario, con- que le caiga a Kan t en el regazo, sin el menor esfuerzo de parte
fu ma y demuestra e! orden teleológico de! universo.v suya; es el fruto de la riguro sa intros pección lógica que ahora se
.Podemos apreciar aquí, a un tiempo, la fecun d ida d y las limi- esfuerza por realizar e! pensado r sobre sus propios pensamientos y
raciones de la ñlosofla kantiana , tal como ha venido desa rrolla n, sobre la idea central que los inspira.
dose hasta ahora. La ciencia matemática jíe la naturaleza forma El ensayo sobre las Magnitudes negativas terminaba trazan do
e! fundamento sobre que desca nsa esta flYosofía, pero no es rod a-
una línea d ivisoria entre el reino de los conceptos y el reino
9 D'Alembeu , M¿/allgcs de Liw iraw re, d 'HülOirc et de Phi/olOphie IV del ser. El principio de cont rad icción no sirve para expresar ni
s. So bre MlIupenu is, v. supra, pp. 389 ss. Lu obras de Mau pe rlu'iS resolver los problemas plan teados por la existen cia empírica. La
cltad aRcon frecuencia en los escritos prec riricos de Kan t Cf S" l ' L _ W ' filosofía wolffian a buscaba el crit erio de la realidad en la ordena--
I• 232• 25' , 18! • 330 y p.:¡u .m.
. . . amI rene erxe,
ción y la traba:;:ón de lo con creto, pero ahora se ve qu e estas
' 50 LA ALOSORA CRm CA

ca racterísticas lógicas resultan insuficientes, si a ellas no vienen a


NACIMIENTO DE LA FILü SO FfA CRITICA

edificios y acoplen un as a otras sus par tes sueltas, tra bajan con
'"
añadirse otros fact ores y criterios "materiales". otros mate riales que los sueños. ..
La distinción entre la rea lida d y el suello reside, según la cono- T I es la con clusión ultim a y conse cuente q ue viene a dicta r
cida teoría de la on tología wolff ian a, reconocida con carácter su conde na torio contra toda meta física a base d e
general y recogida e n 10$ tra tados de merafísica, en el perfecto arbit ra riamente establecidos. Y Kant no a partir e
engarce qu e en la realid ad se acusa : en el hecho de que cada ahor a, ningun a difer encia entr e los de su tiem po.: su ve.r e-
elemento su bsiguien te se base íntegramente sobre el anterior y sobre W olff, sino tam bién sobre dC rusius,
d reto recae no "'00\ 0 ",. " quien
di
;0
o

pu eda d ed ucirse de él. Las cara cterísticas de la realidad coinci, trata de crear el orden de las cosas como de la na a, por me
den, así, con las d e la verd ad lógica. Ahora bien, entre éstas había de la fuerza mágica de algunas máxi mas acer ca de lo que es y o
ido perdiendo cada vez más su valor independiente como criterio que no es susceptible de ser pensado" (H,342) .
el pr incipio d e ra tón su ficiente, para convertirse en un simple En seguid a nos damos cue nta de qu e un
corola rio y adita mento d el princip io de la identidad (d. supra, de vista to talme nte nu evo, q ue guia la y el
pp. 499 y 505 s.] , o oen ' 0 . y el mismo tono y el estilo de los Suenasodde un t/!SIO-
ciarru 1 o
En este punto interviene el nuevo pensam iento de Ka nt. ¿Es n ario atestiguan que aqu ella ummcia, que de un ro o tan e
realmente -se pregunta Kant_ la orde nación formal, la au sencia y ta n consciente se trasluce en la obra, lleva consigo una sirviendo
forma l de contradicciones, lo único que dife rencia del sueño las pro f un d a y posr0,0IV"" . Lo que hasta ah ora había venido SITYICn b ¡.o
representacion es qu e nos formam os cuan do estamos despiertos? siemp re de punto de apoyo a la metafísica no era las prue as
¿No revela también el sueño, acaso, u na coord inació n interior, gicas, sino los problema s e intereses éticos, con los q ue parecra
una recia tra bazón sistemática? ¿No existen ta m bién m eños de la halla rse ind isolu blemente e nlazada. .. 1
ratón, ju nto a los sueños de la imag inación? " La balanza d el enten dim ien to no es totalmente rmparctat,
Los sistemas racionalistas de la metafísica con tienen en sí mis- ues u no de SlI S brazos, el que t iene escrito: Esperanza de! por-
p
venir posee un a ventaja . mecaruca
, . por virtu1 d de la cual las razones .
mos la respu esta inmediata a estas preguntas; nos indican lo qu e
significa por sí sola la ausencia de cont radicciones, sin ningu na más iigeras deposita das en este platillo de la hacen
otra garantía de cert eza. La "raciona lidad" en qu e estos sistemas al ot ro platillo, en el qu e se colocan las
suyo d e mayor pero. Es ésm la única in exactitud que e
ha cen h incapié, nada tiene que ver con la ve rdad cient ífica, ya
mente no seré capaz de rec tificar ,; que, en realidad , no
que se da, exactame nte en la misma propo rción, en todas las
querría ta m poco corregir, aunqu e pu diera (11,
invenciones y cavilacion es cohe rentes consigo mismas, en todas
las especulac iones caprichosas y en el aire, siempre que se man- Y · b -.... también esre moti vo ha perdido ahora, para
, sm em argo, I e l' que sea la
Kant su fue rza. impe riosa e irrebatib e. ua qU.lera
tengan fieles a las h ipót esis arbitrar ias d e que pa rten . ,
perspecti\ 'a que en u0\ tima
o o srancia
m o pu edan abri r a nte nosotros
En esta cont raposic ión re revela cla ramente la crisis d e la onzo- los problemas morales, lo cierto es que, cuando se tra ta de encon-
logia. La filosofía de la Ilu stración se jactaba de haber barrido tr ar a las leyes morales sus fu ndamentos, debe":,os a tenernos ex-
pa ra siem pre, gracias a los principrOS'racionales sobre qu e descan- clusivamente a nosotros mismos, sin que necesitemos apoyarnos
sa, con el " reino de los sueños" de la fantasía; ah ora, se pon e d e
en la palanca d e un m undo .
man ifiesto q ue no ha hec ho, en realidad, sino d errib ar la barrera " La verdadera sabidu ría va acampa nada siemp re del ca,nddo,¡,
que separaba la cxl>criencia científica de las cavilacion es ar bitra-
y como quioen" qu e en ella el corazón se encomiend a a la dguia o oo e
rias. T ampoco los "arquitect os que COnst ruyen sus mundos es.- · O t o necesita recurri r al aparato de la eru reten,
enten d ¡mlen o, n , d .y
peculativos en el aire", por muy cuidadosamente qu e levanten sus sus fines no requieren de tal es med ios, los cuales, por lo emas,
ss, LA FILOSOFIA CRlTICA

no están siempre al alca nce de tod as las personas. ¿Cómo? ¿Acaso


NACIMIENTO DE LA FlLOSOFlA CRITICA

gran sed de conocimie nto y la afanosa inquietud de seguir adelan-


'"
te nemos que ser virt uosos pura y simplemente porque exista otro te, y cualquier progreso prod uce en mí una gran satisfacció n. H ubo
mu ndo, o debemos, por el cont rario, pensar que nu estros actos un tiempo en que creía que todo esto podía constituir el honor de
serán recompensados un día precisamente porque son en sí bue- la humanidad y en el que des precia ba a la plebe ignorante. Pero
nos y virtuosos? ¿No :;e contienen en el corazón del hombre ROIm ea u me ha sacado d e m i error. Aquella quimé rica superiori-
preceptos morales inm ediatos, o será absolutamente necesario apo- da d ha desaparecido; he aprend ido a honrar al hom bre, y me
yar la palanca en el otro m undo, para hacer que el hombre se consideraría muy por debajo de cualquier obrero si no creyera
m ueva y obre en éste con arreglo a su propio destin o?" qu e los esfuerzos del pensam iento pued en dar un valor a los demás
La fe mo ral en la razón no necesita, para estar segura de si y cont ribuir a restaura r los derechos de la humanidad."
misma, ninguna clase de apoyos metafísicos. La misión de la filosofía ya no consiste, ahora, en enri quecer al
" Dejemos, pu es, a la espec ulación y al cuidado de cabezas ocio- hombre con un tesoro eng.. .i ñoso d e sabe r espec ula tivo, sino en cir-
sas el dar vuelta s a estas ru idosas doctrinas acerca de objetos tan cunscribirle a la órbita de su destino moral y necesario.
remotos. Par a nosotros, son en verdad in diferentes, y si la aparien- " Suponiendo que haya sen tido por enc ima o por debajo de sí
cia mome ntá nea de las razones en pro o en con tra puede ar rancar ciertas tentaciones engañosas que hayan venido a desviarle insen-
ta l vez el aplauso de las escuel as, para nada influirá en la suerte sibleme nte de sus posiciones peculiares , no cabe du da de que esta
fut ura del hom bre honrado... Pero como nu estra suert e en el guía le ayudará a recobrar m estad o d e homb re, y por muy peque-
m undo futuro dependerá presumiblement e, en gra n me dida, del ño o defectuoso que entonces se sienta, com prenderá que es lo
modo como haya mos sabido desem peña r nuestro pu esto en la vida suficienteme nte bueno para el lugar que h a de ocupar, porq ue
presente, concl uiré con las palabras que Voltaire pone en labios de es precisam ente lo que deb e ser." 11
su ca ndo roso y honesto C ándido, como remate de tan largas y Con ello, se ha dado u n paso dec isivo en la trayectoria de la
ociosas d ispu tas entre las escue las: cuidé monos de nu estra dicha doctrina kant iana. El " reino de los espírit us" ha perdido su en-
y pongámonos a cultivar nuestro hu erto" (11, 372 s.). can to y su poder de sedu cción; su lugar pasa a ser ocupado a hora
Se trasluce aquí con toda claridad el motivo qu e im pulsa la po r el " reino de los fines" , que es un reino ét ico. Para afia nza rse
t ransfor maci ón interior ope rada en Kant. Los problemas funda- en éste y adquirir carta de ciuda da nía en él, para cobrar concien-
mentales de la ét ica venían preocupa ndo y ret eniendo su atención cia de su armónica cone xi-ón con la "com unidad d e los seres
desde los comienzos mismos d e su filosofía, pero es al llegar aqu í raciona les", el individuo no necesita ya de ninguna cla se de itJlá..
cuando se conv ierten en el centro dominante de su pensam iento. gen es metaf ísicas, las cuales, por muy egregias y "e spirituales"
El centro de gravedad del sistema se ha desplazado: el lugar que que pu edan parecernos, se limitan, en últ imo resultado, a convert ir
antes ocupaban los problemas de la ciencia exa cta lo ocu pan aho ra en datos sensibles una tarea int eligible. Aunque la realidad de los
los proble mas morales. Kant asimila y rec rea ah ora el contenido eel ores morales y suprasenslbles nos pa rezca segura e inat acable,
más puro r más profundo d e la ilustración moral del siglo XVlIl. ten emos que saber ren unciar a transmuta rla en un ser mítico si-
En los S ueñ os de un vi sionario nos habla el disc ípu lo y ad mira- tu ado e n el más all á.u La d uda que suscita tod a me tafísica es, por
dor de Rou sseau,' ? La iní luencia-qúe sobre Kant llegó a ejercer JI Kant, Sam ttiche W eTke• .,a s. por H artenstein, VIII, 614 J . Sobre las
el pensa dor fra ncés la atestiguan , en términos generales, algunas relacio nes entre Kant y Roussenu, d . Die tericb, Kant " M Rouu e<1u, Fri-
líneas escritas por el propio Kant. bu rgo, 1865.
12 e l. acerca de eSt(}o especi almente, la carta de Kant a Mendelssohn
" Yo mismo soy, por incl inación, un investigador. Siento una
del 8 de abr il de 1766, en la q ue Kant aba ndo na expresamente su Inrenrc de
10 C oincido en este punto de vista con W inddba nd, G eschich te ¡jeT " eueren establece r una analogia ent re la co nstituc ión mor al del reino de los espí ritus
Phil ol"phic, 3- ed., Il, p p. 26 s. y la "¡¡ravitnción universal" : este inte nto, dice, "no constit uye una o pini6n
560 LA F1LOSOFIA CRITIC A NACIMIENTO DE LA FlLOSOFIA CRlTICA 561

tanto, en el fond o, la expresión de la profun da y ética certeza d e precisamente esta tendencia, esta tóni ca sub jetiva de la filosofía
sí mismo. Este sentimiento de liberación interior es precisamente el h umea na.
qu e im prime su vuelo y su alegría al estilo de los Sueños de un "En el tem pra no desarrollo de vue stro ta lento --escribe a H er-
d er, en 1767- , vuelvo la vista con gran satisfacción al momento
T a mbién en la actitud q ue Ka nt adopta a nte sus predecesores en que el espíritu fecu ndo, no de jándose llevar ya ta nto por las
filosóficos se produce a hora un cam bio importante: la doct rina de cálid as emociones del espíritu juvenil, adq uie re aqu el sosiego dul-
Hume ha prend ido ya en él. Y no ca be d uda de Que lo que Kant ce y sensible que es como la t,¡da con te mplat iva d el filósofo, pre-
ca pta prime ra mente e n ella no es tampoco lo que se refiere al ciss mcrue lo contrario de aq uella con q ue sueñan los misticos. Es-
contenido pu ramente epistemológico, sino la significación que en- pero con segurida d esta época de vuest ro genio por lo que de él
cier ra para el esclarecimiento moral general. El Hume que co- conozco ya: un estado de espíritu que pocos poseen y qu e tan be-
mien: a infl uyendo en Kant no es el a uto r de la Enqll iry, sino el neficioso es pa ra el m und o, del cual tenemos el más bajo ejemp lo
autor de los Diálogos sobre la religión natural. en Mon taigne y el más alto de todos, que "jO sepa, en Hume"
Pero, part iendo de aqu í, el cami no tenia que con ducir necesa- (X, 70),
riamente más all á. Y los Sumos nos muestran a Kant en una época Sin embargo, ya en esta época nos encontra mos en Ka nt tam-
en que coin cide con H ume nada menos que en la con cepción bién con algu nos impo rtantes y fundamentales criterios tom ados
total de la metafísica y en la valoración de sus posibles resultados. de la teoría del conoc im ien to de H ume. El conocim iento d e las
La m eta física es ahora, para Kant, la ciencia de los límit es de la conexiones causales no puede lograrse nu nca por la vía de la de-
ratón humana; su misión consiste en sepa rar el reino de la expe- ducción lógica, sino que se debe sola ment e a la expenenc e , la
riencia del mu ndo de la especulación trascendental (11, 367). En cual constituye, por tanto. la ún ica insta ncia para todos nues tros
este mismo sentido ha bía lla mado Hu me a la filosofía, en su nem- juicios acerca de la existe ncia. A hora bien, lo qu e la experiencia
po, a ponerse en pie pa ra luchar contra la mística especulati va. nos ofrece no es nunc a más que una agrupación regular y efect iva
"E xpu lsados de la tierr a a bierta, estos band idos van a esconder, de representaciones, sin qu e lleguemos a conocer ni a compre nder
se ent re la maleza y se ma ntienen al acecho para irr ump ir por la trabaron necesar ia que e ntre ellas med ia. Y tampoco la refe-
roda s las brechas no vigiladas del espír itu, abrumando a éste con rencia a la " expe riencia inte rior" puede llevarnos más allá, ya que
fantasmas y preju icios religiosos que lo ate rro rizan. Hasta el más los fenóme nos de la t 'o lll n tad perma necen mudos, ni más ni rne-
nos q ue los de la observació n exterior.
fue rte adversar io puede ser abat ido y dominado si cede au nque
so'1o sea por un mome nto, en su vigila ncia:' ' , En la época an terior de su pensamiento, Ka nt había enco n-
tra do aquí, por un momento, la solución: " la rela ción entre las
y el ún ico parapeto seguro se halla también para H ume en el
causas la deducimos de nu estros propios actos y la a plicamos luego
an álisis crítico de las potencia s d el entendimiento: "ten emos que
a 10 que es constante en los fenómenos de los actos externos".H
desarrolla r la meta física wrdad era, para acaba r con la falsa y co-
rromotda".» H Refl exj0n en Kc n rs tur kriti sch en Philomphie, eds. por l1enno Erdrn ann,
t. ll, Leip zig, 1854, n úm . 289, Esta reflexión, como con razón sefiala Erd-
Es el propio Kant qui en nos dice , inequívocamente, que lo qu e
man n, se halla en contradicc ión con H umc; sin embargo, de una
ahora toma de Hume, como lo más valioso de su doctrina, expresa mente rectif icada y su perada por los Su eño f de un vi,io_
"M io, Por eso no es posible deducir de ell a, como pr ete nde Erdm ann, un
seria, sino un ejemplo de clIlín Iej0S puede irse, sin ttop emr con obsniculu argume nto en cont ra de la co inc idenc ia entr e los cr iterios de Kant y Hu me
algullo, en las fnntasías filosóficos, cuando faltan los dat0S" (5 iimtli che W crk••, en la ¿poc a a que nos referimos aq uí, sino conjetu rar simpleme nte q ue los
X, 69). .sue ño., son anterior es en el ríernpo. Y como , ad emhs lo pru eba el
l3 Hume, ESJa)'5 , ed. O rcen y O rase , pp. 8 u, de qu e e n esra 0bra apare zca ya el come pto del juicio s;nté tico-, los
562 LA t-1LOSOFlA CRmCA NACIMIENTO D E LA FILOSOFlA CRITICA

Pero ahora , esta solución es combat ida tambi én por Kant, con pró logo a la segunda ed ició n de los PrinciPios matemáficos de
las mismas razones emplead as por Hume. Podemos, indudable- la teorÚl d e la se cons ideraban todavía , en lo esen-
mente, conocer como una "experiencia sim ple" la influe ncia que cia l el análisis y la síntes is como métodos correlativos: u na vez q ue
mi pensam iento y m i voluntad ejercen sobr e mi cuerpo , pero nunca la ¡:Wucción nos había conducido a los principios generales, podía

.
llegar a com prenderla por razon es. El hecho de que m i volunt ad y d ebía entra r en juego la deducción. para derivar de ellos y pre-
mueva mi bra zo no es ma s com prensible pa ra mi que lo sería el d eterm inar rambién en rigu rosa conexión. los hech os particulares.,.
que alguien dijese que podí a d etener la luna dentro de su órbita: Pero. ah ora , nos encont ram os con que los daros em pmcos no
la d iferenci a cons iste solame nt e en que lo primero nos 10 demues- forman solam ente el comier\to y la materia fund ame ntal de la
t ra la ex periencia, mient ras q ue lo segu ndo jam ás se ha revelado reflex ión filosófica, sino ta m bién su térm ino .
a n uest ros sen tid os ( 11, 370) . C laro está q ue sólo se t ra ra de una br eve fase transitoria del
Po r d ond e, e n gene ra l, cua ndo se tra ta de dete rmina r las fun- pensa mie nto ka ntiano, fase pe rfecta me nte cua nt o
dam enta les relaciones ca usales o rigina rias, son las experiencias las sus motivos. La meta q ue Kant tra za ahora a la filosofía , la d eli-
únicas q ue tienen d erecho a pron unciar la ú ltima palabra, míen- mitación del sabe r den tro d el círculo de la experiencia, no parecía
tras que " los fun dam entos de en tal es casos, no son de la qu e pudiera alcanzar se de o tro modo q ue yend o a buscar tamb ién
m enor utilidad ni ta ro inv en tar ni para confirmar la lXJsibilidad o el fundamento de l saber exclusivamente a los hechos d e la obser-
la imposib ilidad" (JI, vación. S in embargo, mmbién pa ra esta época a que nos refer imos
C omo vemos, la conce pción de conjunto ac erca del m étodo vale y conserva toda su razón de ser la frase de Kant de que
d e la ciencia mat em ática d e la naturaleza acu sa ahora una clara ha much o de dar oídas a Hume en lo toc ant e a sus consecuencrcs.
d esviación, si se la comp ara con las posiciones mantenidas en el Aunq ue, coincid iendo con él, cifre la m isión de la m etafísica en
"estud io laureado". En éste - fiel a la ind icación dad a por el pro, una teoría d el conocim iento por la ex periencia, no llegó a con-
pio N ewron y desarrollada en detal le, v. gr., por Roger Cores en el sidera r nunca como una " o pinión seria" la d erivación psicológica
de los conce ptos de la experiencia por el juego de la asoc iación
SlWños siguen al gru po de obras del año 1763. ha v q ue llegar a b conclusión y del háb ito.11l
d e q ue 51.1 redacc ión debio de co rresponde r a los añ os 176+·66. Surge aquí. por ta nt o, un problema nuevo y más profundo. Era
n U na curiosa objeción co nlrl la h ip6t esis de la aproxima ción de Kant
natura l y obligado que se acentuara y destacara unilateralmente el
a Hu me en los Sueñ os <le UI1 wio nario. es la q ue presenta A d ickes (en
Kal1r-Srudien. Kiel, 1595, Po 101). Este autor cOI1$idera como una ccoee dre- valo r d e la experienc ia. mie nt ras se tra ta ra d e afian zar y deslindar
ciOn entre ambos pensadores el be che de Que Kan t e-en el año 1766- busque firm emente el auténtico campo d e la investigación filosófic a frente
el o rillen de los conce ptos y I()$ juicios causal es e n la m ienm. a los excesos de la mística especulat iva.U Pero, una vez alca nzada
q ue Hume niega ebie rts men te "Que a n uestro con ce pto de la causa corre..
ponda una ' Impresión' cua lq uie ra. e manada de los obje l;O& situad os fuera d. 1" NQ coincid imos, por ta m o, con Kun o Eíscbe r --qui"n h ace lesa lrar, cc n
nosotr os", A esto hay q ue replica r q ue H ume no enlie nde en modo alguno raro o la estrecha afinidad e ntre Ka nt y Hume e n la époc a de los Sueños--
por "expe riencia" las impresiones conc retas e n cuanrc aino IiObre todo ni en' lo ref.,..ente al momento de la prin\"I. influen cia de Hume, qu e él aitú .
q¡ combinación asociariva. Aho ra bien , e n este senti do, es cla ro, y H ume lo n el afio 1763 ni en lo toca nte al al can ce de esta in fluen cia. En lo Que res-
des taca constante mente, que roda s conclusiones ace rca de las rela cio- a este punto, ha y q ue d ecir q ue K. Físch er, las obje,cio nea
nes ent re CaUSa y brotan de la experiencia. "1 shall ver uure to affirm de Ceben y Richl, ha modi ficado esencia lmente su pu nto de VIsta anrenc r, en
--dice H um e e n la Enl/uiry- as a >lene ral proposition whi ch ad mits of no las edicio ne s post erior es de su der nc'I<eren Phil.osoph i" .
e xception, that rhe knowled¡¡e of tlus rdation is no! il1 <II1Y jnWlrICC <lua.incJ 11 La más objeción cont ra la hipÓtesis de una influ encia rela-
by n-Il.m nings a prior i; bu! arises cnr i rd y from e xperíence, wh e n we find thar tivam ent e temprana de H ume sobre Kan t (en el al'io 1766) consi st e en afirmar "
an y parti cular objccrs are cc nsmntlv con joined with each othe r" (ed. Oreen qu e no eS pusible pr escindi r de la influe ncia h um eana para explicar alllunas
y Gro se, p. 24). de las poste riores fases de desarrollo del pensamiento kantiano. Pero esta
564 LA FILOSOPIA CRITICA NACI MIENTO D E LA FlLOSOAA CR!TICA 5.5

esta m eta, la investigación podía seguir su curso y tenía que plan Pero, lsigu e siéndol o, a pa rt ir del mo mento en que se convierta
rearse de n uevo, necesariamente, el problema de encontrar lo, en pauta úni ca y exclusiva la propia concepción, alcanzada ya
princiPios lógicos a los q ue la experienci a misma debe su solide nbora por Ka nt? [Vale lo demostrado por la lógica tradi cional
y su certeza. de la escuela pa ra todas y cada una de las formas de la lógica, en
general? ¿Acaso no deberá em pr en derse a quí el camino inve rso,
III por el que los n uevos tipos de relación y de con exión que se nos
Los est ud ios del año 1763, y sobre to do el ensayo sobre las MaR revelan en lo empír ico-rea l con d uzcan al descubrimiento de una
nitudcs negativas, te rminan con un a ní tida separación entre J\ ) nueva form a de juicio, adecuada a ellos?
pri ncipios lógicos y 10$ reales, entre las verdades conceptuales y Pr eguntas como éstas tenían que hacerse cada ve z m ás
las verdades de hecho. No sólo es imposible construir la existencia apremiantes, a med ida que Kant fuese desem baraz án dose interior-
de las cosas a base de simples conc epto s, sino q ue ni siqu icrn mente de la doctrina tradiciona l. Esto es lo que exp lica por qué
poseemos en todo el campo de la lógica un solo medio para pode nos vemos lle vados ahora a la d istinción entre los juicios analíti cos
expresar y reprodu cir la tra bazón empíricam ente dada entre lo y los jHici os sintéticos, no establecida todavía en el "estu d io Ieu-
objetos. T od o juicio se limi ta a escla rece r un concepto dad o pO I reado".13 Nuestros testimonios pert enecen a d iferentes categorías
m edio del análisis; partiendo de él, ningú n cami no conduce, lógicas y poseen diferent e ca rácter lógico y valo r lógico de validez,
por tanto, a la ex istencia, la cu al no se contiene n unca, según q ue se limiten a destacar por sepa rado una característica
sim ple predicado o com o de terminación, en un sujeto. No
una lógica de la realidad (cf. supra, pp . 550 s.) . como de sde larg" tiempo atrás viene empleimdolos la razón, sin pararse a av e-
Esta conclusión es n ecesaria e insoslayable, m ientras se tom rigu ar el mo do y el derec ho con q ue se llega a ellos" . A partir de ah ora,
Kant -c-scz ún escribe en u na ca r ta d irigid a por aq u ellos días a Lambert-c- se
como base - según 10 hace Kant todavía en este período-e Ilr
consid era ya "seg uto de l m hodo que de be segui rse para no caer en aqu ella
concepción wo lffiana de la lógica y su explicación de l juicio. ilm ión del saber q ue le llev a a un o a creer h aber alcanzado a cad a paso la
objeció n queda refut ada tan p ron to como se acl at an los m ot ivos in rerlorej ", lución , sin p erju icio de tener q u e volve r arr ás ottaS tantas veces, para
que de rerrninan en lo su cesivo la o rientación d e la filosofía d e Kan t y q u encon tra r el cam in o" . .. "D esde en tonces -afiade Kant- , veo cada vez, po r
permir en explic arl a sin nec esidad de admitir u n "impulso" ext erior. La expo la na tura leza de la in vestigación q u e ten go ante mí, lo que ne cesito sabe r pa ra
sición d el texto intenta demos trar - a la lu z de las RL'/lexionen- este d•• llegar a la solución de cada pr ob lema es pecia l y qué grad o de conoc im iento
arrollo inm an en te d e la filosofía kan tia n a. dete rmin a lo que nos es dado , de tal modo que au nqu e el ju icio resu lte, con
Un a segunda di ficul tad suele encolltraróe, sobre tod o, en el hech o d. frecuen cia, más lim itado, es también, al mi smo tiemp o, má s claro y má s seguro
qlJe Kant, en la Drssermnon del año 1770 - po r oposicion a la concepclo de ] 0 q u e su ele ser" (ca rta del 31 de dic iem br e de 1765; Siimt!ichc \V'erke ,
funda ment al de los Su e ños de an vis ionar io- afirma la cognoscibilidad de lnl X, 52s.; d. car la II H erd er [1767], X, 71). N ingún "d ogmá tico" se exp resaría
sustancias absolu tas, d e donde se d educe que toda vía en esta época no hab!. con esta cla rida d j', a la vez, con este retraimi en to. C ua n do Kant, más tard e,
despert ado de eu "su eñ o dogmático". Sin em bargo, h ay q u e dec ir, en contra acep ta d e n uevo u na espe cie de conocim iento p ositivo del "m undo inteligible",
de este criterio, que para d etermina r lo q ue en este debe entenden no lo hac e ya nunca al mo do siITlplisra d e la escolá stica, sin o dan do
por "d ogmatismo", n o deb e tomarse como bese la op in ión su bjet iva de 1, po r su pu esta un a exacta sep,u aci ón de la "c apac idad d e cono cim iento" y u n
críticos, sino única y la defi n ición que de este con cep to da d eslin d e de su campo de acción y d e sus legít imas prerensione s. En este sen-
propio Kant (d . ac er en de esto Hoffding, en Archiv für G eschicht c der Phi tido, t ambién la d isertac ión del ailO 1770 d ebe ser considerada com o "un
Iosophte, VII [1893], p. 383) . El dog máti co, segú n esta def inición , es el qu en, ayo prop ed éut ico pa ra di stinguir el conocimien to sensible de l intelectu al" y,
"no mi d e la esira de su emenJ im iento, n i d eter mi nn, po r tanto, con
po r ta n to, como un a obra crí tica en cu ant o a su métod o, cua lquie ra q ue su
a prin cipios, loy imites de SU posible cono cimi ento" (Kr itik der reine n VentulI /t ,
resultado sea.
a, 796). y esto es p recisa ment e lo que ocurre en los Sueñ os de u n. l'isiOllllr j"
lB V. sob re est e punto, Pau ls en , Versu ch einer Entwick!ungsgeschich te der
Con ello q ueda refut ad a y supetad a pa ra siempr e la ar rogan cia dogmática 11,
Kan¡ischen Erk.m ntnistheorie, Leiprig, 1875, pp . 77 ss. y 167 ss.
qu ien es preten d en "d esen volv erse solamente a teno r de los pr in cip ios, tal
LA FILOSOFtA CRrnCA
NACIMIENTO DE LA FILOSOFlA CRITICA "7
ent re ellos mismos y su pret ensión de vigencia. C abe pregu ntarse,
contenida ya en el su jeto o añ adan al cont enido d el conce pto del
sujeto una dete rmi nación toralmente nueva. en efecto: Iestos dos factores qu e se asocian para la construcción de
la física, ocup an el mismo p lano, el mismo ran go, el uno junto al
Pero la fu ente y el fundam ento primario de esta ampliación,
otro, o existe entre ellos una diferencia caract erística de valor?
desde el punto de vista en que aho ra nos mantenemos, no pueden
lExisten, al lado de los juicios sintéticos que se limitan a reproducir
buscarse nu nca fuera de la experien cia. Sólo ésta puede suminis-
hechos concretos de la obse rvación, otros dotados de vigencia ge-
tr ar aqu ello que para la lógica formal es un misterio, cua ndo no
neral y necesaria? Si a estas preguntas hubiera de darse una
una contradicción. En ella se ha operado lo inconcebible: la co-
respuesta afirmativa -c-comc evident emente ha y que ha cerlo, si no
nexión de 10 conceptualmente diJeTente apa rece aqu í ante nosotros qu eremos vernos inducidos a error en cua nto a la certeza objetiva
como u n hecho cierto y palpable. Por donde todos los juicios sin- de los supremos principios de la ciencia de la experiencia-e, se
téticos son al mismo t iempo , por su carácter y su origen, juicios abriría con ello ant e nosotros una nu eva perspectiva; se d escubrí-
empíricos. ria, de este modo, un tipo de n ecesidad que no recibiría sus tírulos
Sin embargo, tampoco podemos detenernos en esta equipara- de garantía y justificación de la lógica formal, sino que ten dr ía que
ción, sin que inmediata mente nos salga al paso un nu evo problema. ir a buscarlos a otro sitio.
El estudio laureado había caracter izado la síntesis como el método Con esto, nos veríamos llevados de la mano hasta los mismos
general que sirve de base a la formación d e los ccncepecs matemá.- umbrales de la filosofía crítica. Pero esta trayectoria del pensa-
ne os, mientras que los ju icios matemáticos, que se limitan a des-- miento qu e breve mente h emos int entado esbozar presenta rasgos
arrollar el contenido previamente dado en la definición se someten ta n consecue ntes e imp eriosos, q ue precisamente ello nos mueve
directamente al principio d e la identidad (11, 294) . Pero si re- a mostrarnos un tanto desconfiados, es decir, a ver en esta travec-
flexionamos --como corresponde al sentido de la n ueva distinción tori a, tal como queda descrita, más bien un a constru cción concep-
entre los juicios analíticos y Jos sint ét icos- no tanto sobre la forma tual que una verd ader a descri pción de los hechos históricos.
exterior de l juicio como acerca del origen d el conocimiento, vere- Pero precisame nte en este punto nos en contramos con q ue el
mos en seguida que, enfocado desde este pu nto de vista, ta mbién d iario filosófico de Kant -i-edirado por Benno Erdmann bajo el ti-
el juicio matemático debe ser consid erado como sintético, ya que rulo de Reflexiones en ro-no a la C rítica de la ratón pura- viene
su verdadero contcrudo de tleTdad no descansa sobre un simple a ofrecemos u na confirma ción directa de los resultados a que nos
análisis, sino sobre u na nueva creación. ha bía llevado el an álisis y la reconstr ucción objetiva de la rravec-
Si ant es el corte d e sepa ración ent re el método matemático toria del pensamiento kantiano. A la luz de este d iario, podemos
y el metafísico separaba también el método de la física de l de In seguir y document ar paso a paso las distintas fases y los sucesivos
matemática (d. supra, p. 544) , ah ora ambos aparecen reuni dos estadios trans itorios del pen samiento de Kan t.
de nu evo bajo un título común. Los dos factores fundamentales Vemo s aq uí cómo el nu evo conce pto del juicio sintético a parece
sobre los que descansa la existen cia de la ciencia de la nat uraleza, ya en el período que preced e a los Sueños de un visionario.l 9 Sin
la "observación " y la " geometría", no se enfrent an ya el uno al embargo, de momento, la "posibilidad" de tales juicios sólo puede
otro, sino qu e poseen, como fuentes sint éticas de conocimiento, un demos trarse med iante la experiencia. esrándol es vedada toda vía
terreno de principio común. cualquier fun damentación de orde n racional, qu e, como tal, sólo
Pero no cabe du da de que precisam em¿esta comunidad, la podrí a basarse en el princ ipio lógico de la iden tidad.
cont raposición común en que ambos se enfren tan ahora a los
conocimientos abstractos de la lógica y la metafísica,' cont ribuye, t n El conce pto del "jui cio sint"tieo " aparece ya en las Ref!e..ionen, p. 289,
a! mismo t iempo, a ento rpecer el nitido deslinde metodológico a nre rio res ; los Sueños de un "iJionM io ( v. Ju P'"a. nO!; 14) .
568 LA FllOSü FIA CRtnCA NACIMIENTO DE LA FILQSO FlA CR!TICA 569
. posibilidad de los conce ptos desca nsa sola ment e sobre el investigación. La v igenc ia crnp irica de estos principios se des pre nde
pnncipro de co nt rad icción, la de la síntesis sobre la ex pe riencia" d irec ta mente de su aplicación pura ment e emp íríca.w
( Reflexiones, núm. 296).
Pe ro aq uí, donde Ka nt parece ha lla rse más cerca de la doctrina
. . esta blece" d.e.este mO,do, una cla ra y uni voca Interdepend en, de H ume, se produce tam bié n la rea cción cont ra los resultados
era' . .J UI CJOS anal lticos son racionales, y viceversa; todo s defi ni tivos a q ue ésta llega. El propio Ka nt nos d ice q ue, de s-
los jU1 C10 S sinte ticos son em píricos, y a la inversa" IR n . pu és d e haberse cerciora do del problema pla nteado por Hum e, el
núms. 500 y 292). f ¡u'Xlones,
primer paso q ue d io, pa ra segu ir a delante, fu e el d e "representarse
El abismo entre la experiencia y el pensamiento ame naza la tar ea en su conjunto".
con ser infrnnqu ea ble, ya que la antinomia excluyente que " Intenté, por tanto, ante todo, ver si er a posible represe ntarse
ag U! . no pa rece ad m itir n inguna sue rte de m ezcla o d e un modo general el des ignio de H ume, y no tardé en d escu br ir
T al es la concep ción con qu e nos encont ramos en que el concep to de la relació n de causa a efecto no es, n i much o
los Suenos un visionario: los fundam entos de la razón, cuando m enos, el I¡nico por me d io del cua l puede el entend imient o pe nsar
se trata pr incipios reales del a caecer, " no tiene n In a pr iori las conexiones entre las cosas, sino q ue, por el cont ra rio, en
menor ,utIlidad, ni para in vent a rlos ni para confirma rlos comple- e llo consiste tot almente la merafisíca."
ment ariamente, T am bién cn este punto n os perm iten las Reflexion es seguir
en todos y cada uno de su s pasos el camino recorrid o por Ka nt.
iLa conexión . cau
. sal de Jos fenó m enos" y, por tanto , el prm
. ClplO
. .
d '
e vuelve a servir de caso ejemplar de esta El pr incipio de raz ón suficient e se presenta, en un principi o,
La gen eralidad" qu e tradi ciona lmente atribuimos a este como el principio exhaustivo, q ue encuad ra y ab arca todas las
pnncipro no es la validez gene ra l lógica e incondicionad a, sino relaciones d e Jo real. Pero n o tar da en suscitarse la d uda contra
q ue d escansa excl usivamente sobre una vaga gene ralización de los la exactitud d e este crite rio.
d atos de la experiencia. . " IPo r q ué -se pregu nt a Ka nt - se determina el prin cipium
"En los conc epros dd enten dim ien to, se entiende po r funda. rationis su ff icien tis, junt o a l princi pium eontradi ctionis, como la ley
mento aquello de lo q ue puede n saca rse, en general , co nclusiones ú nica ? IEI princi pio de la ded ucción y el d e la clasificación?"
pa ra 10 atto. La Posibilid ad de esto puede enco nrrarse, evidente_ (reflexión 505). Y, en seg uida, o pone al pri ncipio purame nt e
me nt e, fu nda m entos lógicos, pero nun ca en fundamen tos reales, lógico de la ide ntidad una pluralidad de pri ncipios sintéticos.
bien, la experien cia no establece ninguna verdadera genera- "Junt o al princi pium ide nt ita tis et con tradictionis, tiene q ue haber
no estab lece ninguna necesidad. Sin em ba rgo, la necesariamente otros principios, rules como los de l nexus y la
opposino , ya q ue los primeros sólo nos pe rmite n comp rende r
aplu:aclOn del concepto del fu ndamento rea l parte siempre sim-
el nexo y la o posición lógicos, pero no los rea les. A hora bien ,
la experiencia. Por tanto, !"os Princip ios sólo Pueden
¿cuáles son estos principia s)nrhetica?" (re flexión 488).21
gene rales y sólo--ehcierra n tam bién una sig-
em pírica, a sabe r, la de q ue a lgo vaya siem pre aco m- 28 Cf. 3d ema s, especialme nt e, Refle xionen, p. 499: " Los conce pto, d e la
pa nado de a lgo d istinto, com o su fu ndam ent o" ( Reflex · ca U!<ll son concept os sinté ticos y, por raneo, empí,'cos."
núm. 726) . IOnes, n La en el tiem po de estas ref lexiones y las que les siguen
en el texto se d espre nde del hecho de qu e rep resen ta n una grad ua l tr ans-
Lo q ue Kant ha bia expuesto con respecto a las fu erzas fo rm ación de la teoría "em pirista " del conoci mient o, tal como se desarroll a
o el q ue éstas no pueden inv en tarse por cavi- en los Sueños de " n v isionar io y sellún la cual la propia necesita,
laclOn, SInO que solo pueden leerse en las observaciones con- para su valid el , de term inados pri n ci pios ¡¡<' ne Tales en que pueda ap<J yarse. ESIos
cretas, se hace extensivo ahora, por tanto, a los prin cipios de la p rincipios aparecen posl,,[ado s ya aqu í, pero toda vía no esr.a/J!eci<io s, de do nd e
se d educe q ue las Reflexiones corr espondientes d ebiero n de ser ante riores al
NACIMIENTO DE LA FILOSOFlA CRmCA S7I
570 LA FllOSOFIA CRm CA

A parece así ante nosotros una im porta nte distinción, grávida curido también, por fu erza, sobre la matem á tica, lo que no en traba
d e consecuencias, qu e es la que separa los pri ncipios emp íricos de ni pod ía entrar en las intenciones d e H ume " ( Prolegómena, §
los matemáticos. "Algunos principios son an alíticos, y se refieren Por tanto, al reco nocerse como sintét icos, según ahora se
a la parte formal de la cla ridad en nu estro conocimiento; otros los juicios fundam entales de la matemá rica,:l:2 qu edaba ya d ecidido
son sintéticos, y se refieren a la parte materia l, como ocurre con los el rumbo que tenía que segu ir toda la investigación .
princip ios aritméticos, geométricos y crono lógicos, en una palabra, Cierto es que aú n sigue a firmándose, por el momento, que los
con los principios em píricos" ( reflexión 5(4) . ¡n-inc iPios formales dotados de validez general sólo rigen.
Qué representa este progreso pa ra la totalidad del pro blema los juicios pura me nt e lógicos y raci onales, pero no pa ra los ]UlCIOS
lo seña lo tam bién claramente el propio Kant, en un pasaje poste- em píricos y matemá ticos. " Ca be enfocar a po:,ibiLidad
rior, en el que ana liza y critica el planteam iento h umeano de! las comb inaciones analít icas, pero no la d e las sinrenccs
problema. El gra n erro r d e H um e - nos d ice Ka nt, en este pasa- . f 497) Pero es evide nte que no era posible aferrar se
n es, 29 1, c . . . d i .
je- consiste en " haber dejado a un lado, irref lexivam ente, toda a este pu nto de vista, sin a ten tar contra la segun dad e mismo
una pro vincia del conocimiento a priorístico, y precisame nte la más conocimiento matem ático."
impo rta nte de tod as: la de la matemát ica pura, creyendo qu e su
22 Este peso se da, por eiemplo, e n la reflex. f96; "T odos
nat ura leza, su régimen constitu cional, por así decirlo, descansaba
prim¡¡; I\On 03 bien pr incip iO$ y
sobre principios tota lmente distint os, es d ecir, exclusivam ente sobre sin «;licos. .. Los racionales I\On a nah neos, los empmccs sm tenc oe y, por ,
el principio de cont radicción... Per o se equivocaba de med io =emálicos." _
a med io, a l pensar así, y este error tr ajo consecu en cias perjudicia- No vemos ningu na raro n e n pro de la h ipótesis de K.m l-S,..
p 1(4) de que el conocim iento del ca rácter sinté tico de los JUltlOS matema lKcn
les y decisivas para el concepto por él preconizado , en su rorall-
, ido alca ruad c, "cua nd o m uy pronto , e n el CUt"110 del a ño 1768". No .puede
dad. . . De no haber procedido así, habría pod ido extender su extr añarnos el que la nueva co nce pción no aparezca eXple samente m enciona da
indagación acerca d el origen de nuestros juicios sintét icos hasta y ra ronada en el en5lYo "sobr e el fundamento prime ro de la d iferenCia de
mucho más allá de su concepto meta físico de la causalida d, englo- las zonas en el espacio", ya qu e este breve esc rito tra ta sola mente un
bando también la posibilid ad d e la matemá tica a priori, q ue ne- ble ma det erm inado Y concreto, sin retrotra erse n unca a S181e-
cesariam ente t enía que considera r asimismo como sintética.. . Y, de máticos generales de la doct rina kantiana. Sin e mbargo, ya se
apunta de un modo claro en es te opúsc ulo el giro del pensam Iento . pu estO
este mod o, la bu ena com pañía en qu e se habría encont rado la me- que la tende ncia ese ncial del estudio va encam inada a qu e las
tafísica, habrlala puesto a salv o del peligro de verse desdeñosamen- relacion es y las d istincione s re fe ren tes al espacio no pu eden red uc,,:;c: a
te malt ratada, pues los golpes dirigidos contra ésta habrían reper- ce ptos pu ros, sino q ue, para rete ne rlas, eS necesario remo ntllr",: a 1.35 sensacio-
nes" de los .entidoos (a la sensación del lado derecho., del Esla.
año 1769, en la q ue Kant ha ya un sistema desarrol lado mes, pue 5, exacrame nte a nte la fase que conocemos con toda d e In
de principios aptio risticQ5 pu ros, principios que, . un<¡ue se revelen a n uesere reflexiones: los jui cios male mi tiOOs se h allan ya clara m ente sepa rados, d.e
conci encia e n ocasión de la experiencia, como total men te inde- los juicio. Ió¡¡:ico-- analilicos, pero se ace rcan con ello d irectllmente a
la pe rcepción ""n sible, en lo qu e al ceré cte r de su vigencia se .
pros
. . ya q"e" " se h a alc.anzado aú n el pe nsa miento de la mlUlClOn 1
refie re. (C f. ace rca de esto, pp , 578 JS.). EJlo nos permite señalar los pura", aunqu e sin lle gar a confu nd irse totalmente con ellos, en modo a gun o.
años 1766 ., 1769 co rno la fecha mas re r uprena y la más tardia a q ue COTTC'S- (V. notll siguiente.) . .. 1
pende n d ichas Te' fle xiones . (Acerca de la si,ll"nificació n de eSlas R41n:iOfl.<"s 2S Debe repu tarse co mo exrracrd tnariarne nre mverma m l1, e
en la historia del desarr ollo la d ocnina ka nliana, cL el cit ndo estudio de punto de 'lisia int erno , si tenem os en cuent a. juicio siMemático que el
Adíc kes, en Ka nr-Sru dien , p p. 92 $.<. , 103 u ., quien, sin en consonancio em ite acerca de sem ejante conc epción, el que Kant llegase R sacar . est: Ultl.ID I
con su punto de vista en cua nto al momento e n q ue se produ i<;> la influ encia . onsid eran do en u na fase cualq uiera de su rrayectona f¡JosMlca,
consecuencia , " , . d 1
de H ume, entiende qu e la gen ernlnación del " problema h urne ano " no llegó los pr incipios m atematic os co mo principios de El . »;saJe e as
a man ifesta r"" hasla las refle xiones del añ o 1769 [n úm s. 483, 502, 512 y 5B 1 Reflexionen (ren . 498) qu e invoc a e n apoyo de este cn te rlO Vaíhinger ( Com-
572 LA FfLOSOFIA CRITI CA
NA O MIENTO DE LA A LOSOFlA CRITICA 573
Por donde se llega, ahora, a la conclusión in ve rsa: SI q ueremos
llegar a com pn m.dcr conceptualme nte la verdad de la ma tem ática de vehículo para la t raspl a ntaci ón de todo efe cto a lugares le-
qu.e ame nosot ros como un hecho inat acable, no tenemos
• janos.
remedio Postular un princip io qu e nos garantice la posibí- Esta conjetura, q ue en el ca mpo de la [isica se ave nturaba ta n
lidad de una síntesis el priori. Con lo cual nos vemos ya situados sólo de un modo vacila nte e hipotét ico, cobraba contornos m ucho
por fin , ant e el problema crít ico fun dam ental y decisivo. • más firmes en la psicología y en la teología, en la teoría del alma
¡C ómo cobran los ju icios em píricos y sin tét icos u n carácter gc_ V en la teoría de Dios. Pa ra poder comprender la comu nidad de
[No poseemos, jun to el los principios formales de los juicios Dios con el un iverso V la d el alma con el cuerpo, es necesa rio,
otros principios formates para los sintét icos y se nos decía, poner ambos términos en una relación de pr esen cia
cmp¡nco s? lN o son los mism os los 11rinciPios formales d e la rela-- d entro dd eslJacio, A sí co mo el alm a pu ed e percibir dir ectament e
ción real que los d e la re/ aciún /'<¡¡{ica?" {refl. 490) . las imá genes de las cosas proyectadas en el cerebro gracia s al hecho
mat eriales ", que el estudio la ureado contra ponía d e morar en éste, así tam bién la sustan cia d ivina puede cap tar,
al pnncrpio de Identidad y de cont radicción cede n el puesto conocer y llevar dentro de sí la esencia de todas las cosas porq ue
aho:a .a los formales puros de la ex periencia y del co- se ha lla exte ndida por igual a lo largo de todo el universo, por
nocmu enro ma temanco, q ue son los que, de aq uí en ad elante for- medio d e su om nipresencia. ( V . su pra, pp. 42 1 ss. y 513 s.)
man "la base y la firmeza de la razón humana" (d . su. Pra, p. 552). La física y la metafísica, la investigación empírica y la mona-
El a taqu e de H ume es rechazado, por cuanto qu e la " razón" dologia se aúnan, así, ante el problema de la relación de las sus-
ahora, contenido positivo: junto a la lógica, empieza a tan cias in materiales con el espacio. En una cart a a Mendels-
surgir una leona sintética y gcnc ral d e las formas d el conocimiento. sohn, ex presa cla rame nte el pro pio Ka nt q ue este problema es
precisamente el cen tro teó rico en torno a l cual gira n tam bié n los
Sueños de u n visionar io.
IV "En mi opinió n, todo d epe nde de qu e se indague n y descubra n
Los .)uciios de un v isionario, aunq ue en apa riencia no hagan rnás los datos de este pro blema : Zcomo se hall a el alm a presente en el
q ue seguir los razonamient os de Swed en borg y las elucubraciones m und o, ta nt o en el de las naturalezas m ateriales como en el d e las
d e la míst ica especulativa, toca n un problem a qu e aún no había afines a ella?" (X, 68) .
enco ntrado su solución definitiva, ni siquiera en el ca mpo de la A hor a bien, esta invest igación tie ne necesariame nt e qu e cobrar
ciencia exa cta d e la naturalc¡,:a. ' a hora un rumbo nuevo, a tono con los cam bios q ue ha n experi-
Par a explicar la posibilidad de la acción a distan cia, tanto N ew, m en tado el co ncepto y la función d e la metafísica. asta no trata
ton com o Clarkc se remitían a un medio in materia l "espiritu al " ya de las cosas absolut as, sino que es la teoría de la estructura y de
que, según ellos, llenaba todos los ámb itos del universo y los límites de la razón htITnana. Po r tanto, el probl ema, si en rea-
lidad lo analizamos y lo seguimos hasta en sus últimos "datos", no
mentar tur K ritik dcr reinen Vem.. ndZ7S) no pru e ba nad a. " Existe n --<l íee
consistirá ya en saber cómo se asocian en el espacio y cómo pue-
este lexto-- sinté ticos ncados de la expe riencia. es d ecir, PTincipia
PTuna tale s son ta mbie n los a xio mas de la marem árica d el espacio;
den act uar un as sobre ot ras las susta ncias por sí existentes, sino
los pnncrpra raltona l;a no puede n ser , e n modo aleu nc si nréríc " El . que se o rientará con la m ira de saber como nuestro ccnocrmrcnr c
" 1 " .. os. grro
la son se refi ere sim ple mellte a la pa labra "s imeticos" de la ora ción de las susta ncias se co mporta con respecto a nuestro conocim ien-
a m en or; ¡..oro A princ ipios sin t értcos sacad o" de la experie ncia, ex iste u na to d el espacio . Es ocioso, e n efecto, pa rar se a in vestigar la trabazón
segu nda d ase d e juicios sin tét icos, q ue no son ni em píricos n i raciona les esen cial int er ior entre el mundo de los espíritus y el de los cuer-
(en el an alítico_fo tma l), q ue u la clase repr esen radn por Jos juic ios d e
la matem anc a. pos; en cambio, no pod em os descarta r el problema de cómo la
int uición de nu estros sentidos, q ue nos revel a cuál es la conexión
-
LA FILOSOFIA CRITICA NACIMIENTO DE LA FILOSOFIA CRITI CA 175
em pírica de la na tu ral eza, se coordina con los puros conceptos no como d iscípulo, sino como pensador filosófico origina l e inde-
de la razón. por virtud de los cuales, trascendie ndo por encima de pe nd iente, esforzándose por afian zar con nuevas razones los re-
la realidad emp írica, conceb imos un orde n " int eligible" de los sultados adquiridos. Euler había intentado demost ra r le.. validez
fines. del concepto del espacio absoL lto con el a rgumento de q ue es una
El prime r paso dado en el cami oo d e esta in vestigación tiene condi ción lat ent e e tnexcus;a ble para la existe ncia de las sup remas
que consistir, necesariamente, en un análisis critico del concepto leyes del pues bien, Kant tra ta ahora de remontarse
del espacio. Tal es, en efecto, el problema que Kant aborda desde u n paso más atrás en la línea de este mismo método. La pru eba
todos los puntos de vista, en la época que sigue a los Sueños de un decisi va de la verdad de las prem isas newtonianas está contenid a
visionario. La amp litud de visión h istórica qu e ah ora ha alcanzado - nos dice Kant- no sólo e n el hecho d e la mecánica, sino. a ntes
n uestro pens ador la revela el hecho de que, en el minucioso exa- de éste, en el de la geometr ía, como lo proclama el ensa yo Sobre
men que sirve de introducción a este estud io, no se olvide ni una el fu ndamen to primero de la d iferencia entre las tonas en el es-
sola de las múltiples te nde ncias históricas que entre sí se debatían pacio (1768).
en la interpreta ción del concepto de l espacio. " Los juicios intuitivos a cer ca d e la extensión , tal como se
Las Reflexiones nos suministran la pru eba irrecusable de que contienen en el arte de la m edición", nos ofrecen la garantía de
Kant conoce y sopesa todos y cada u no de los a rgumentos, de las " que el espacio absoluto es independ ien te de la existencia de tod a
razones en pro y en contra manejadas en torn o a este problem a. La materia y t íen e de suyo una realidad propia, como el funda,..
mirada de l pen sad or se concent ra princip alm ente en la fundame n- m ento l¡rim arío de la posibil idad de su com posición " .
tación de la geometría y la mecán ica en el plan o de los pri ncipios La geometría nos suministra, en efecto, d ete rm inadas relaciones
pero sin descuida r por ello n ingu no de los grandes razonamientos de ntro del espac io y el ejemplo de determinadas dist inciones es-
que hemos t enido ocasión de seguir por separado en el proceso paciales, qu e en modo algu no pued en con cebirse y esclarecerse
de nacim iento y desarro llo de aquella doctrina (v. su pra, lib. V I, como simples distinciones en cua nto a la m utua situación de las
cap. 2). Junto a los problemas de la investigaci ón emp írica se pa rtes de un cuerpo. Puede ocurr ir que dos figura s sea n perfecta-
estudian los de la filosofía d e la naturaleza, junto al análisis epis- mente iguales entr e sí, qu e sean, por tanto, id énticas en cua nto a
temológico se destaca el a ná lisis de la teología especu lati va. Ka nt la ordenación de sus respect ivas pa rtes, sin llegar por ello a coin-
no desdeña ni una sola sugestión histórica , pero sin entregarse por cid ir tot almente y sin represe ntar, por tanto, 10 mismo, conside -
entero a ning una de ellas. Cuando pa rece que va a pronunciar la radas como "espacios" .
última y firm e decisión, vemos cómo le sale al paso, centra- Conocido es el modo como Kant desa rrolla este pe nsamiento
rr esrando su dere cho, la concepción cont ratia. El propio Ka nt a la luz del ejem plo de los "opuestos incongruentes". Así, la
caracteriza este periodo con las siguientes palabras: ceracrerísríca especifica y pec uliar que fonna la diferencia entre
"Al principio, sólo llegué a vislumbrar vagamente este con- la ma no de recha y la izquierda no reside precisame nt e en run-
cepto. Me esforzaba m uy seria mente por encontra r las ra zones en guna cualidad de las man os mismas, ni en la relación ent re sus
a poyo d e una s tesis y de las cont ra rias, no porque trata ra de cons-- d iversas par tes: pa ra encont rarla , tenemos que proceder más bien
trui r una t eoría escép tica, sino porque presumía d etrás de aq uello a situar a los dos cuerpos en cont raste con la total idad d el espacio,
una ilusión del entendimiento y qu ería descubrir dónd e se oculta- tal como 10 hacen los geórnetras.
ba. El año 69 me dio m ucha clar ida d " (refl. 4). "Vemos clar amente, par tiendo de aquí, que las determinacio-
El mé todo y el resultado de la ciencia new toniana parecen nes del espac io no se dedu cen, como consecuencias, de las sírua-
suministra r un primer punto de a poyo en este movi miento especu- cienes respectivas de las pa rt es de la ma teria, sino que éstas son,
la tivo. Por eso Ka nt se orienta nu evame nte hacia el la, pero ya por el contrario, consecu encias de aquéllas y qu e, por tanto, pueden
576 LA l-1 LOSOF1A CRITICA NACIMIENT O DE LA FILOSO f1A CRITICA 517

encont ra rse en las cualidades de los cuerpos cie rtas d iferencias, cua lq uiera, ya Que el tiempo vacío, en cua nto tal, no encierra
d iferencias verdaderas y no ficticias, que se refieren solame nte al ning una clase de fundamentos determina ntes y d ifer enciales. Te-
espacio absoluto "J originario, ya que solame nte a t ravés de él es nemos que asignar al unive rso corpóreo un lugar fijo dent ro de l
posible llegar a establecer la relación enrre las cosas corpo rales" espacio infinito y reconocer de ot ra parte, sin e mbargo, qu e las
(1l,363). relaciones de lugar y de dist ancia entre las partes del todo no son
Pero por mu y " evidente" que parezca esta solución, q ue des- aplicables a la totaLiLLld d el uníverso," El prob lema del espacio
cansa exclusivamente sobre mismos he chos fund am entales de y el tiempo se conv iene, cuando se le considera y analiza con
la geomet ría. no por ello deja de ser har to pa radójica. Kant, al cuidado, en el problema d e las an tinomias.
igual que Euler, no acierta a considera r " el concepto del espa- Ahora bien, el conocimiento del nu evo problem a llevaba tam-
cio, a la man era como lo concibe el geómetra y al mod o como bién consigo su soluc ión cri tica: las ant inomias son esclarecidas,
ciertos sutiles filósofos lo incorporan ta mbién a su conce pto dominadas y reducidas en la teoría de la idealid ad del es pacio y
doct rinal de las ciencias natu rales", como una " simp le cosa es- el Las di ficu ltades desa pa recen cua ndo, en vez de con-
peculativa"; pero tiene que confesar, [o mismo que éstos, que sidera r el espacio y el tiempo como objetos exteriores dados, los
"a bun dan las d ificul tades qu e rod ean este concepto, cuando su concebimos como puro s m ed ios y formas de conocim iento, a que
rea lidad, bastante intu ible para el sentido interior, trata de cap- recurri mos para ordenar y agrupar en sistemát ica unidad la var ie-
tar se por medio de las ideas raci onales" (cf. supra, p. 416). dad indeter minada de las se nsaciones. Todo lo que ambos con-
El espado absoluto no es un objeto de la experiencia ni de In ceptos tienen de contrad ict orio cuando los conte mp lam os como
"sensación externa"; esca pa, por ta nto , a los medios de conoc í- esencias o cualidades susta nciales de las cosas existentes por sí
miento a los que en gene ral tiene qu e at enerse, por no disponer mismas, lo tienen de cla ros y tran spa ren tes tan pronto como vemos
de otros, la cienc ia em pírica. en ellos, simplemente, conceptos y productos del en tend imien to
Estamos, por consiguient e, ante el mismo conflicto q ue ya se puro. Con esta significaci ón, y no como (a rmas de 10 sCfl-c ible, es, en
ma nifest aba incon ternble rne nte en la teoría de Newron y Eu ler: efecto, como aparecen a hora ante nosot ros el espacio y el tiempo .
aquello que se er ige en condición de todo nuestro conocimiento
es por sí mismo, en cu anto a su verdadera esencia, incognoscible. :!4 Las Rcfln ione s co ntie ne n rdel"""cia.5 pro fundas" Ineq ulvoc as que de .
cua n dere nida men re se ocupó Ka nt d e 106 pro blemas pla m eados en
y no es ést e tam poco el único problema que nos sa le al paso; hay la co rrespond enc ia entre l,.,ibnn y Clerke. Ct. por ejemplo refl. 1416, 1417
otros aú n más difíciles. Si el espacia y el t iempo posee n u na exís- y 1426 (probl ema d el co mie nzo d el m un do en el ti"mpo) co n 11. qui nta ca na
ten cia objetiva aparte, anterior al ser de las cosas, no podernos de Letbnte, ' 55; ren o 1557 (so bre el mo vimi enro d d cosmos) con Leíbnia, Y,
por menos de pregu ntarnos de qué modo se llena n de contenido 52; re ll. 1423 (l as d ificu ltadu relacionadas con el lugar de l mundo y del
real estos esquemas vacíos, pot qué procedi miento se añaden y se tie mpo ant"s del mun do) co n la te rcera c" rta d e Leibnís, S5 y co n la ca n a
eu an a, SS 13 SJ_; refl. 1458 (sobre la d ivisibilida d "lógi ca " y no "real" de l
encuadran dentro de ellos, a posrenori, los objetos. espacio absolu to] co n la cua n " Ji plica de C lark e , SS 11 y I Z. T oda s estas
Pa ra resolve r este ha y que recur rir, al parecer, nadrt reflexiones giran cla ra men te d e nt ro de la ó rbi ta ge neral d e pensamie ntos del
menos q ue a una verda dera creación. A hora bien, ta n pronto problema de las an tin omi as; ofrecen, por ta nro, u n punto d e apcso a la. eo nie'
como dejamos paso a la ide a d e la creació n, nos vemos e nvueltos tura d e Va ihin¡¡"r d e que Ka nt . en el f'C' ríoo o de 1768 a 1770, " volvió a
en una serie de insolubles di ficultades. Reaparecen ahora ante esrudia r c u id adosa mente las acta s de la gran po Jem ;ca entre Leibn iz y Clarke"
(COtllt1lCntar, n, 436 y 530 s.) .
nosotros toda s aqu ellas d udas que habían sido tan minu ciosamen- 2.' No en tra mos a quí e n lo significación d el pro blema d e las a ntinomias
te debatidas en la disputa entre Leibniz y Newron. T enemos que pa ra In historia del desarrollo d el s ísrerna. Pu ede con sulta rse sob re este p unto
admitir un determinado mome nto pata el na cimient o de las cosn« 1. ex haustivo ex posición de Benn c Erdma n n en el prólogo a las Reflexionen,
y no podemos, sin embargo dar a ninguno preferencia sobre otro pp. XX IV $J . y e n el prefacio a su edición d e [os Prol egome na d e Kanr.
578 LA FlLOSOF 1A CRITICA NACI MIENT O DE LA F1LOSOF1A CRmCA 579
"Algunos conceptos son abstraídos de las sensacion es', otros, en 1765. En la disputa en tre Locke y Leib niz, abraza consciente-
simplemente de la ley del entendimiento que preside la compara- m ente y sin reservas las posiciones del segun do."
ción, la agru pación y la separación de los conc eptos abstraídos. El Pe ro no quiere esto decir que se pliegu e pasivament e a Leibniz,
origen de los segundos se halla en el enten dimiento; el de los pri- ni siquiera que se limite a recibi r un "impulso" exterior de la obra
meros, en los sentidos. T od os los conceptos de aq uel tipo se llaman fundamental de este pen sador en lo tocante a la teoría del conoci-
conceptos puros del enten dimiento, conceprus inteUectus puri. Es mi ento. Lejos de ello, el camino q ue había d e lleva rle a su solución
cierto qu e son siem pre las sensaciones sensibles las que nos dan /Jie ap arecía y a clara men te pr edeterminado en su propio pl anteam ien-
para poner en movimiento estas actividades del entendimiento to anterior del problema. Habiasc formulado ya clara m ente y con
y para ad quiri r con ciencia de ciertos concep tos a bstraídos de las toda prec isión la pr egunta de écomc se convierten en generales los
relaciones gene rales confor me a las leyes del entendimiento, por juicios empíri cos y tos sin téticos? Y había con cebid o ya en sus
donde también aquí rige la regla de Locke según la cual ninguna lin eam ientos gene rales el p lan de una cienc ia racional llam ada a
id ea cobra cla ridad pa ra nosotros sin la sensac ión sensible; pe ro, destacar y agru pa r en sistemática orden ación las formas sintéticas
a un q ue las notiones rat iona les surjan por m edio d e las sensac iones fundamentales de todo n ues tro conoc imiento (v. supra, pp. 570 ss.].
y sólo puedan concebirse en aplicación a las id eas abstraídas de Es este plan el que ahora parece acercarse d irectament e a su
ellas, no residen, sin embar go, en ellas, ni se abstraen de ellas', así, realización, gracias a la obra de Leibnia." El mod o como Kant
por ejemplo, la idea del espac io, en la geom etría , no es toma da de de termina ahora el concepto y la fu nció n general de la me tafísica
la sensación de 10 ex tenso, aunqu e sólo podamos esclarecer yexpli_ recuerda h asta en sus m enores de ta lles la exposición de Leibn iz
car aquel concepto con ocasión de las sensacio nes de las cosas cor- en sus N ouveaux Essais.
percas. La idea del espacio es, por tanto, una natío inteUectu s pusí, "La fiLoso fía que versa so/)re los con ceptos del intellectus puri
susceptibl e lu ego de ser aplicada a la id ea ab stract a de una m ontaña es la m etafísica, y es al resto de la filosofia lo q ue la m athesis pu ra
o de un barril" (refI. 513 ) .2ú a la mar h esis appl icatu . Los conce ptos de la existen cia (realidad),
Llegam os, pues, a la conclusión d e q ue el espacio _ y con él de la posibilidad, de la necesidad, de l funda ment o, de la unidad
el tiempo, que inmediatam ente se, le equipara, en cu anto a su sig- y la pluralidad, de las partes, de tod o, de nin guno, de lo sim ple y
nificación {cf. reflexión 1238)-- es un a forma pu ra de l " in- lo com plejo, del espacio y el tiempo, de los cambios, de l movimien-
rellecru s ipse", conc epto que aquí se entiende y exp lica en un to, de la susta ncia y el accid ente, de la fuerza y el acto y d e todo lo
sentido to ta lmente leibniziano. que cae de ntro d e la verdadera ontología guar da con el resto de
Kant, como se ve, había captado y decidido ya, para sus propios la m etafísica la misma relación {lue la aritmét ica genera! con
fines, el pro blema fund amental de los Nouveau x Essais. publicados la math e,l is pura" (ibid., re fl. 5 13) .20

n Es la posici ón que Kant sigue ma nteniendo hast a llegar al perí odo critico;
2G El momento en que fu e(o n redac tadas estas y las siguient es reflexiones
el. Una del afio 1780 ( L05e Btii(ter, 1, 153) : (El primer ca m ino de
puede de te rm inllrse Con bastante ce rteza. En ellas, el espa cio y el tiempo n o
la crí tica d el con ocim ien to ) "es el emp irismo . Pero. com o n o sólo el con oci-
Se con sidera n YA e-c orno tod av ía Se les sigue consid era n do en el ensayo Sobre
miento matemático a priori refu ta la fah edad de este su pu esto or igen d e nu es-
el fu ndamento prim ero d e la di feren cia de las ::onas en d espacio-- como tea-
tros conocim ien tos, s in o qu e, ad emá s. los concep tos extraíd os d e la exp eriencia
hd ades absc lu tas, sin o com o concepto s dd entendimiento: P<"ro, por cera
ent ra ñan un a nec esidad qu e la ex periencia no podr ía en señarnos, Locke .. . , a
parte, e n el mismo sisrema d e los con cep tos fun da mentales no se establece
quien esto honra cnsi d emasiado, de5apare ce d e"pu és d e ha ber sido refu tado
todavía la díferen c¡a en tre 105 :on cep tos element ales "s ens ibles" e "inteleCtua.
por Le ibn iz".
les", qu e en lo Disertación aparece ya rigu rosamente aplicnda. Las cc rrespo n-
V . aCerCa d e est o A dick es, en Kalll-S ru dicn , p. 164.
dientes reflex iones pe rt en ecen, por tanto, a l breve período que media en tre
29 Po r tanto. cu ando qu eramos inv estigar 1<l.' relaciones de Kan( con Lejbru',
estos dos escr itos, es decir, a los an os 1768-70.
y la. influe ncia ejercid a por éste sobr e no deb eremos pa rtir de la
'Ol LA FllOSOFtA CRrnCA NACIMIE}.'TO DE LA RLOSO RA CRlTICA 581

Nada caract eriza mejor la nueva posición que ahora ocupan el A partir de aquí, las " formas de la itu uiciÓll" van desprendíén -
tiem po y el espacio que el med io Que aq uí los circunda. No se dose poco a poco del terre no común de los conce ptos int electuales.
tr ata ya, primordialmente, de determina r la relación de estos con- El propio Kant nos explica, en los Pro!cgÓ!nena, qu e "sólo tra s
ceptos con las cosas em píricas, sino de asignar les su lugar lógico la rgas reflexiones logró separar los conc eptos elem entales sensibles
en el sistema general de [as cond iciones. Y así, se nos dice que son, d e los intelectuales" U n mc nvo de esta separación se trasluce ya
a tendiend o a su función y significación generales, " princi pios ob. cla ra mente en los inte ntos y conatos a nteriores. No es posible
jetivos de la síntesis"j d iferenciándose de los de más conceptos coloca r el espacio y el tiempo, que son las primeras y originarias
puros simplemente por el hecho de que se refiere n tan sólo a la for mas fundamental es bajo las que se ordenan ante nosotros los ob-
agrup ación simultánea y sucesiva, mientras que los ot ros recaen, jetos em píricos con cretos, en el mismo plano que con ceptos como
en cam bio, sobre la relación "cualita tiva" de la superioridad y la los de la posibilidad y la necesidad , qu e predican solamente una
su bordinación y de In de pendencia mutua entre' los Ien órn enos.w relaci ón lógica con el su jeto enjuiciador.
El espacio y el tiem po se encua dra n, por tanto -pa ra decir lo A los conceptos gen erales de la ra zón se enfrentan, así, los
en el lengua je de la teo ría crítica ya perfilad a- , dentro del síste- conceptos llarricu lares (concept us singulares). Entre éstos hay q ue
ma de los pri ncipios sintét icos; ocupan, sin embargo, una posición incl ui r los conceptos de espado y tiempo, ya que sólo existe un a to--
apa rte en él, por c uanto que form an el con junto de los principios talid ad unita ria de l espacio y el tiempo, en la que se contienen ,
a diferencia de los principios "din ámicos" de la sus- como partes, toda extensión delimitada y toda duración finita.Y.!
tancia y la causalidad.t ! Esta caract erística es, al mismo tiempo, la que nos permit e califi-
D i. ...¡adón d el afio 1770, sino toma r co mo base la fahe in te rme d iaria d el pe n- carlas, a hora, como "mruiciones" y dist inguir las de los conceptos
&a mie n to kanne no q ue se nos reve la en ras Reflexion es de 1766-69. En ellas, gen éricos cbsrrcceos.
Kant sigue coincidiendo totalm en te con Le ibn iz incluso tOn la teoría dd espacio: Pero la particularidad del cont enido qu e en ellos se representa
pua el p ropio Leibni z es el e, pacio u na " id ea d el e n ten d im iento pu ro", que
procede "del upí ritu y de la q ue sólo ad qummos conc ien cia con mct l-
no ejerce, por el mo men to, ninguna influe ncia determ inan te sobre
vos de ras sensa cio nes de 105 sen tid os. (En con tra d e esro: A d ickes, en Ka nt_ la cara cter ización de lo que significan como tipo de conocimiento .
Su,dien, p p. 160 ' .; para más d etall es sobre esto, Y. L.eibnit' S)'stem, pp. 267 'S .)
Qaro esta q ue tampoco aqu¡ se trata d e pensamien tos de Leibni z tomado.ll "Kant parte, en efecto Ccne n-, de ene problema, en tom o del
de él por Kant , sino de una simple coincidencia objetiva entre ambos pen sa- cu al gira su pensamemc : Ic óm o son posibles 105 pri ncipios simé licos <t priori!
dores, como lo de muest ra el he cho de q ue Kant no tenga conciencia de Y esta pos ibilidad desca nsa, n su juic io, flObre la u n ida d qu e noson os,
coincid encia suya con b Io rma auté n tica y origina l d e la rec ría [eibn itiana d el con n uestro pro pio cr ite rio, po nemos e n las cosas. Esta u n idad sinté tica es la
espacio, sino que siga concihie ndo esta teoría toralment e e n el sen tido de Wolff ca tegoría. Por ta n to, solo pan iendo d e ku ca tegorías parece tran sferirse al espa-
y aplicánd ole la cr itica con.ec ue n te con ello. (Di....matio, secc, IIl , § 15, D.) cio y al tiempo el carácter trascende ntal del a priori."
<10 En la reflexión 514, se I) el prin cipio d e la ident idad y d e e n e"ro, Ce be n seña la como "una ta rea beneficiosa para la
la con tradicción ; 2) lo. p>incipio. objcr ilios d e lB sinlCsis, el eJp acio y el líen¡.. co mpren sión siMe ma tk a la de revisar con este cr rreno e l a cervo d e los manus-
po ; J-) los princ ipios ob jeti vos d e la syn thesis q ua litativa; 4) y 5) los principios cr itos I.: anti anos, para si se encuen tran en ellos obse rvaciones en apoyo
Sobre la "synt hesis q ualiranva" I di ferencia d e [a q uan- d e esta conje rura" (Ka nu Theone dcr Erfahnmg. 2' ed., p. 261).
tin tiva", v. 11, 358, non. las Reflexiones h an ven ido re alm ente --como se ex pone d eta llada men te
1';1 Reac cionando contra II concepción segú n la cUII lo esencia l del idealis- en el texto d e la present e obra- a corr obo rar la h ipótesis d e Cohen, pon iéndola
mo critico resid e en la "est ética rrascendemal", debiendo conside raTR [a teoría fuera d e tode d uda: el espa c io y el tiem po van desp rend iénd<n>e poco a poco d el
de los conceptos del emeud rmie nt o sim pleme m e como un adi tamen to, Cohen siste ma fund amen tal comú n de \ 0$ conce ptos pu ros d el e n tend im iento; son
mantien e el c ritn io d e q ue el verd adero cen tro del pro hlem a kanti ano debe "p rincip ios objetivos de la antes de llega r 11 conv ertirs e, primero,
buscars e en el d e los J,rincipios sintét icos. Estos, según Co hen, constl- en "co nce ptos d e la in euíc ión'' y por últi mo en " fo rmas de \0
tuyen el ve rdade ro pu nt o ol.jerivc d e partid a de dond e arr anca el cam ino q ue 82 Sobre el espacio y el t iempo como "co nceptu s singulares" y, por tan to,
rn ás ad ela nte conduce al espaclo y al tie mpo. como "imuítus pu ri", v. re no l 74; cL re no 33'1 y 373.

)
582 LA FiLOSOFfA CRtnCA

El espac io y el tiempo se disti nguen de los demás conceptos inte-


NAClM [ENTO DE LA FlLO SOFlA CRIT ICA

para ello al concepto de la imaginación poé tica, el cua l, como


'"
lectivos por su objeto, pero no por el principio peculiar de la hemos visto, había penetrado aqu í en la teoría genera l del conocí-
certeza: son, como Kant dice en una frase compendiada y m uy miento, procedente de la esté tica."
significativa, "conceptos puros de int uiciones" (refl. 275). Cl aro está q ue en el campo mismo de la matemát ica se acusa
"Todos los conoci mientos h uma nos pueden d ivid irse en dos ya una d iferencia. El libre método sint ético sólo adqu iere su pleno
gra nd es clases : 1) los que brotan de los sentidos y pu ed en ser desarrollo y su proyección peculiar y com pleta en la arinnética:
llamados empíricos; 2) los que no se ad quieren por medio de los " no podemos crear con la imaginación más relaciones de cuya
sentid os, sino qu e tiene n S I' fu ndamento en la natu raleza constame posibilida d estemo s conv encidos que las que pue den crea rse en
de la m ¡Jaciclad discursiva del alm a, a los que pod emos dar el cua nto a la magni tud por medio de la repetición, en la ciencia
nombre d e representaciones puras. •. La forma de Jos fen óm enos de los n úmeros"." En la geome tría , por el con trario, interviene
descansa exclusivamente sobre el espacio y el tiempo, y estos con. ya un factor extraño : la " intuición" no present a aquí simp lement e
cepros no brota n de los sentidos o de la sensa ción, sino q ue se e! ca rácter de la invenció n espontá nea de las formas de! espacio,
basan excl usivamente en la naturaleza de la sensibilidad. por vir- sino que se en f renta a l espmru
esniri como aIgo "d a do " •
tud de la cua l las diferentes sensaciones pueden ser colocadas bajo Pero, pese a todos estos razona m ient os iniciales, la n ítida e irt e-
relaciones de este tipo. D e aquí que, descerrada tod a sensación de d ucnbl e separación entre los "conceptos elementales" sensibles
los sentidos, el conce pto de! espacio y el tiempo sea un puro con; e Intelectuales seria incom prensible, en últi mo resultado, si q ui-
cepto de la intu icw n y, por encerrar todo aquello q ue sólo e! enten- siéra mos busca r sus fu nda mentos exclus ivamente en el ter reno en
d imiento pu ede encontrar en la experiencia, u n concepto puro del que se mueve e! p roble ma del conocimien to cien tífico. No cabe
en ten dim iento, un concepto intclcctllal, a pesa r de qu e los fenó- d uda de que, en este terreno, habrí a hecho frente a todas las d uda s
me nos mismos sea n empíri cos. De! mismo modo q ue son conceptos y d ificultades el resultado al qu e ahora llega Ka nt : los conceptos
racionales empíricos, y no puros, las sensacion es y los fenóme nos de la intu ición pod ían d istinguirse de los conce ptos genera les de la
generalizados. Ahora bien, cua ndo se prescinde de todos los efectos razón, sin dejar por ello de pertenecer al m ismo género superior
de los sentidos, los conceptos 50n conceptos de la razón pur a, como de los "con ceptos fund a mentales sint éticos",
por ejem plo lo posible, la susta ncia, etc. D e aq uí que todos los Lo que en este pun to im pulsa a seguir ma rchando ha cia ade-
conceptos puros sean o in telect uales e inruitilJOS o racionales y lante no es tan to la crí tica de la ciencia como la crítica de la m eta-
se ílex ívos, Y, a su vez, todos los conocimientos son de dos clases: física. Recordemos el problema que sirvió a Ka nt de punto de
o dad os o especu iatitfos. La materia del conocimiento no puede ser part ida. Los Sueñes d e un t-1sionaT¡O t razaron la rigurosa línea
obra de la especulación ; sólo puede serlo, por ta nto, la fo rma , y divisoria entre el m und o de los cuerpos y el de los espíritus, entre
en la for ma solamente la repetición . Por consiguiente, todas las el mu ndo de la verdad científica y el de la poesía especulativa. La
especu llUiones de la razón recaen sobre la matemática; por el con-
tra rio, la form a, qu e en la geometría está dada, es el espacio" u Sobre e l concepto de la "imaginacíón poitica" y su e mpleo en Georg
(cefl. 278). Fr. Meie r, v. •" pra. p p, 520 $".; la obra de T" rens con la q ue este conc"pro cobra
u na n ueva signi ficación , no se escribió hasta 1776.
Así, pues, los dos momentos que habrán de enfrentarse en la Refl . 519 y especial men te te n. 510. "No pod ria n nacer e n nc sc rrcs
Crítica de la razón p ura son tod av ía, aqu í, conceptos pura me nte o tros con ce ptos pura men te a rbitr arios de la razón pura más qu e los obte nid os
ínrerdep en d lcn ees: lo "in tuitivo" no es lo cont rario a lo "in telec- por medio d e la y, [1'O r co nsigui en te, los de número y meantrud"
tual", sino, por el contrario, una nota que contr ibuye a precisarlo (v. tam bién ,dI. 507) . Es pw bable qu e Ka nt se a poye, para afirma r esto,
y determin ar lo. y es tanta la fuerza con qu e Ka nt insiste aquí en Mau pertuis, q u ien considera la "reiterabili dad" ( ré plicabi li té) de los objetos
matem áticos com o su car ac terl stíc n má s sd 'iala dll, que hllce posible su con o-
en el sentido cread or de las formas de la int uici ón, que se remite cimient o exacto (v. su pra, pp. 390 s.). Sobr e Mauper ruis, ve r tambié n la n ota 9.
584 LA F1LOSOFIA CRITICA NACIM IENTO DE LA FlLOSOflA CRITICA 585
experiencia -c-enseñeba esta obra- es el ún ico criterio de la cer- tares don de cobraba su ex presión típica aq uella transmutación
teza; por tan to, toda h ipótesis q ue se saJe de su terreno se coloca de las determinaciones sensibles en criterios a bsolutos y trascc n-
por ese solo hecho al margen d e la distinción ent re lo " verdadero" de r nes.
y lo "falso" y ya no puede exigir q ue se la mida con la pauta ló- " La necesaria unidad d el tiempo y el espacio -para decirlo
gica y filosófica . con las palab ras con que el propio Kant describe este proceso, en
Ahora, en cambio, pa rece haberse superado esta exigencia, un apu nte de una época posterior- se conviene en la uni dad
desde el momento en que poseemos de nu evo un sistem a de necesaria de un ser pri migenio, la inmensidad de aquéllos en la
conceptos PUfOS de la cuya validez es independiente de la autarquía universal d e éste, El comienzo de l m undo en el tiem po,
experienc ia y ante rior a ella. Esto quiere decir qu e no está cerrado en los orígenes del m undo, la d ivisibilidad de los fenó menos, en
a nte nosotros el m undo de los espíritus; qu e podemos, pe rtrecha; lo simp le." 3 6
dos con este nuevo recurso, abordar nueva mente la ta rea de des-- Est a tran sición d e un os principios a ot ros debe ser evitada, si
cifrar la est ructura del reino de las susta ncias absolutas. La bar rera qu eremos que existan en su pureza los dos reinos del saber; si, de
e ntre lo "sensible" y lo "i nteligible" pa rece haber d esa parecido. una parte, se quiere salvagu ardar a la ciencia d e la natu raleza
Mientra s los conceptos del espacio y el tiempo sigan figura ndo de tod a ingerenci a de la met afísica y, por otra part e, evitar que
exactame nte en el mismo plano lógico que el concepto de la sus- la fe moral de la razón se desint egre en la m ística espiritualista.
ta ncia, nada pu ede imp edirnos, al parecer, transferir directa me nte I'ues el misticismo no consiste precisame nte en acepta r y afirma r
al mundo de las sustanci as simples las relaciones con que nos en general un mu ndo "inteligible" de seres mo rales, sino en con-
encontramos ent re los objetos considerados en el espacio y en el fundir sus limit es con los de ia realida d em pírica, en tr atar de
tiempo. --.-/ rep resentarse los conceptos puros de la razón por medio de im áge-
y no se trat a, cierta mente, de una simple posibilida d apre- nes de la int uición.
ciada en a bstracto; no, el peligro de un a confu sión semejante, "Cua ndo pienso el m und um sensibilem con arreglo a los con-
qu e obligue a lo "es piritual" a encuadrarse en las formas de lo ce ptos del mundus inrelligibilis, aquel m undo es ya un m undus
sensible, a parece de un modo claro y ta ngible ante los ojos de mysticus" ( refl. 1152).
Kant. la disertación del año 1770 nos revela, junto a los corres- Por consiguie nte, la mira esenci al del ensayo titulado De m un di
pondie nres pasajes de las Refl exiunes, el cuidadoso examen crítico sens ibilts arque inrelligibilis forma ce princip iis no es la d e descubrir
a que Kant hubo de some ter la teo ría del espacio y la teoría de el mu ndo pu ro del pensamiento, sino la de de slindarlo y dife1'en-
D ios en Newron y H enry Era precisam ente en estos au- da rlo. Es una prueba no ta mo de la m etafísica como de un a pro-
ef. la teoria kan tiana dd espactc como la "ommpraesenna phae no menon" pedé utica a la merafísica, qu e se propone como tar ea d eslinda r el
en l. Dis"'fación (11, «l9 $.) . Y los correspond ien tes pasa jes d e las re no 337_
342, 363. No Se trab , sin e mbargo. en estos pas aj"s --como supone Erdmann,
rad io de acción y el cam po de las dos fundam entales fu entes de
Re}l. pp. l O'! s•._ de un pensam ie nt o rema do d e More y New ron , sino, por el conocimienro.3T
con tra rio, de Una cririca d" la teoría d el espacio y el riempc de estos pens.R. "Si la teor ía del espacio y el tiempo -según u na declaración
do res, inspirada en el PUnlO d e vist. ep istemo lógico de la separación enrre incide ntal de Kant- se h ub iese limitado a deci rnos que se t rata
lo !;t'nsible y lo in te lectivo. Las a nt inomia. qu e surg en al con ver tir el espacio
de simples afecciones d el ánimo, y no de cond icione s objetivas,
y el ti ernJX' en a triblttos "/>¡llluros de la di vin idad, se resuelven med ian te la
d isrinción en tr e los sens ible.• y los c oncept os inte leet uales : los pr o. sería una consideración S1ttil, sin dlkÍa alguna, pero poco impor-
blemas especulativos, qu e rep resentaban un a seria d ificult ad para More y tante. Lo im por ta nte consist e en que no por ello debe n ext enderse
N ewron , se reconocen aho ra como "quaestion es inanes", nacid as d e la confu-
s ión de los li mires entre los d iversos tipos d e conoci miento (d . especialme nt e au Lose D/iiel<'r, r, l l l ,
Disereación, § 27 [Il, 4141 y retl, 1375 y 1379). 31 Disertación, secc. Il, § 8.
586 LA FlLO SOFlA CRm CA NACIMIENTO DE LA ALOSORA CRmCA 587

estos conceptos por encima de Jos límites de lo sensible" (re- la una pctitio IJ hacnomenu !Uffi j y cua ndo se predican conceptos
flexión 417) . reales y generales del ente ndimien to de cosas que sólo se conocen
Kant pasa revista u na vez más a todas y cada una de las fases desde el punto de vista de los fenó menos del espacio, se incurre en
de la polémica entre Leibniz y Newton, entre la metafísica y la una peritio noumenr. La primera es una synthcsis subrepriva, el se-
matem ática; pero ahora no es ya parte interesada en esta disputa, gundo u n an alvsis subrept ivo" (t en .
sino - fiel al postulado que a sí mismo se im pusiera- "el ár bitro Pero todavía ahora, después de haber llegado a la meta, cua ndo
incorru ptible, que, llamado a pronunciarse ent re dos partes en ya se parece haber fundam entado la ciencia exacta y desfin dado,
disputa, sopesa 5US razones respectivas, procuran do colocars e men- al mismo tiem po, su campo propio, surge u na nueva dificul-
tal me nte en el lugar de qu ienes las ad ucen" (H, 67 s. ). tad, que vuelve a poner en tela de juicio todo s los resultados
Ambas partes, por m ucho que en lo demás difieran , inc urren obtenidos. El espacio }' el tiempo no poseen ya un ser incondicio-
en la misma "confusión de los tipos de lo int eligible y 10 sensible". nal; considerados por si solos y desprendidos de toda s las con dicio-
un a, al convertir el espacio y el t iem po, simp les funciones 'f nes del conocim iento, no son más que "enti da des imaginarias".
cond iciones de nuestro conocimiento de los objetos empíricos, en Co n lo cual, Kant parece verse a rrastrado de nuevo a la con-
atributos de In di vinidad; lI8 la otra, al emplear el con cepto de 1, cepción filosófica d e la escu ela wolffia na. El " espacio puro" y
"simple", perte neciente a otra esfera completa me nte distinta de el " tiempo pu ro" am enazan conve rtirse de nuevo en un vacío
pensamiento, como principio para la explicación d e los fen ómen " fraude de la imagin ación",' !
nat urales," Ambos contendientes se deja n lleva r, a unque en di Es precisamente la con cepción que Ka nt había combat ido sin
tinto senti do, de un a petitio principii, pues "cua nd o se buscan en desca nso con anterioridad , como opuest a a la segurid ad y a 1:. evi-
una cosa los pr edicad os del espacie y el tiemp o a priori, se formu dencia del conocim iento mat emá tico. Lo qu e reprochaba a la
metafísica era precisa men te el qu e, " en vez de a provecha rse de
38 C f. especia lme nte la ca n a d e Kant a Larnberr del 2 d e seprie mbr
algunos de los conceptos o teorí as de la matemática, se arma ra
de 1770: "La s leyes Tn.»S ge nerales de lo se nsible des empe ña n falsame nte u
importan te pape l en la m eta ñsica, dond e lo que i mpo m son eimplernent no pocas veces en cont ra de ellos y se esforzara en presentar los
los co nceptos y los p rinci pios de la razón pura. Pa rece co mo si h ubiese d con ceptos del ma temático pura '"Y simplemente como sutiles inven-
preced er n eces.ariam en te a la me tafísica una cien cia espe cia l, au nq u e pu remen cioncs, dotadas de m uy po ca verda d fuera de su propio cam po".
te n egar ilia (la " ph aellom enolo¡;¡;a generolis") , en la q ue se de termina la valid •• En cont ra de este mé tod o, vemos cómo ya en el ensayo sobre
y se tr llIa n los li m ites de los pri ncipios de lo sensi ble, pa ra q ue no e mb rollt l\
los ju icios acerc a de los obje tos de la razón p ura, como hasta ahora vten
las Magni tud es negativas, escrito en el año 1763, invoca la auto-
oc urr ien do cas i siem pre .. . Cuan do . . . algo es co nce bido, no co mo u n obje ridad d e Euler, a qu ien cita consta nteme nte desde entonces y según
de los sen tidos, s ino, po r m ed io d e un co n ce pto general y pu ro de la rllIó
como u na cosa o u na susta ncia e n genera l, c te., se llega. a posiciones m ..,. fal.</I tO r ara de te rmi na r el periodo d e est as renex'on es., v. las ma nifes tacio nes
en el casa de q..e se las quiera someter a los conc ep ros ¡..nd a me nrales pel11 de la D,senaclón sob re los "axiom ara subreptic ia" , q ue n ace n d e la co nfu-
do s de lo se l1s ible" (X , 94) ; d . Lose Blii!ter, 1, 160. sión de las d etermina cion es sensibles y las intele ctuales (secc. V, H 24-27).
39 C f. por ej. re ll, 1124. " No podemos argumenta r e n to rno a los fenó m Cf. ade más re n o B 76 sobre el "virlum subreprionis transcenden rele".
nos sino allí dond e las cond iciones d el fe nóme no m ismo. No, ft Cf. ace rca de es to, v. gr. , Oonsched, Ente Griinde Jer gesamten
famo, a base de los /u nda me r\tos de lo< conc epros incelectuales robre el espad weilh<1ir (6' ed., Le ip , ilt. 1756) , S 265 : "Fuera d e estos verdad eros co nc eptos
"1 el tiem po, se gún IOJ cueles no ro n JUJtallciaJ, accid en fCJ o relaciones. Pu del es pacio (como relac ión entre los cuerpos) se suel e represen tar también u n
d e aqu í se sigue que es simplem ente la forma de l fe nóme no. Y, as¡mism" espa c io imaginario, vacio d e todas las cosa s ex islelll cs po r si m ismas y que, sin
partie n do de la impene tra bilida d y la ex tensión, no pod emos llega r sino ha.tl e mba r¡¡o, se concibe corno do rad o d e exis tencia p ro pia, in divisib le, eterno e in-
l. d ivisib ilidad q ue el espacio consient e y qu e n os fe ve l. el fenó meno, y IhI fini tamente grand e. Sin embargo, eseo no pasa de se r ...na ¡!tu ión de nu esrra
pa nien do del conce pto de Jlll tancia. c uan do se le d espr en d e d e su sent id ' imaginac ión, q ue se for ma este concept o mediante la disoc iación d el espacio
in te rior." Cf. especia lm ente fe O. liB . real me nte lleno" (l,. ana logía con res pe cto a l ríernpc¡ S 267).
588 LA FILOSOF [A CRmCA NACIMIENT O DE LA FILQSOF 1A CRITICA 589
el cua l se trata de salvagua rdar a la geometría y a la mecánica de y el espacio, la disert ación d estaca todavía clara me nte este doble
los excesos de la metafísica ( II, 167 SS. , 378). Recordemos, en punto de vista : ambos son, cons iderados como entidades, pura-
efecto, qu e la incesante lucha de Eu ler contra la monado logía me nte imagina rios, mientras que, en cuanto ve rdades, deben ser
se inspira ba exclusivamente en la mira de asegurar la teoría de IOJ reputados incon trovert ibles.ta
princip ios matemáticos. Es inútil ----oponía Eule r a la ñlosofln U na vez clara y seguramente sepa rado de este mod o el ser inte-
de su tiempo-e- empeña rse en asignar los pri nci pios de la mate- ligible del ser sensible, se p royecta tam bién bajo una luz nueva
má tica a un a esfera sensible inferior, pu es, lejos de ello, nos sumi- el problem a de su cognoscibilidatl . No ent raña ya, por lo menos,
nistran el único cr iterio de que d isponemos para poder d istinguir ni ngun a contrad icción interior la idea de que debemos prescind ir
la verdad de l error, el m undo de la apariencia del m un do de lo de las condiciones sensitivas especiales de nuestro sabe r, para po-
rea lidad. Por tan to, quien pretenda rest ringir en su vigencia un der considera r el objeto ta l y como se presenta ante nosotros, como
princi pio matemá tico seguro, como IXJf ejemp lo el de la d ivisibili- objeto del entend imiento puro : esta idea es perfectamente posible
dad infin ita, quien se niegue a extende r al ser de las cosas uno en sí mism a. Era la confluión de los cr iterios int electuales y los
concl usión matemática mente necesar ia, no conseguirá con ello má int uitivos la que em pu jaba a la meta física a afirma ciones anri-
que ha cer sospechosa su propia resis filosófica (v. supra, pp. 457 ss.], nómicas; en cambi o, cada uno d e los dos
Las Ca nas a una Princesa alemana, en las qu e Euler af irm a y
, puntos de vista por sepa-
rado parece prometer al conocimiento un resul tado igualmente
defiende estas tesis cen mavor energía, vieron la luz en 1768; y Kan positivo.
las cita varias veces en su disertación, a probándolas sin reservas." Surge así, ahora, la antítesis ent re el " fenóme no" y la " cosa
La teoría filosófica usual de la "sensibilida d", según la cua l ésr en sí", entre el objeto de l conocimiento sensible y el del conoci-
es la "representaci ón confusa de las cosas", degradaría a la geo- miento no sensible. Pero este origen del prob lema encierra ya una
metr ía, es decir, a "l a más fiel in térprete d e todos los fenómen importa nte enseñanz a sistem ática. La I'COAA en sí" no represent a
de la na tu raleza", en una simple pseudociencia. ningú n ser situado fuera de tod a relación con el conocimien-
"Se h a llevado el error h asta el punto de considera r las intui ro, sino que desi gna más bien el objeto de un tipo de conocimien to
ciones sensibles del espacio y el tiempo como represenracion especial, espec íficamente dete rm inado y orienta do. La abstr acción
confusas, cuando en realidad nos su ministra n los ccnocimtento¡ qu e a él nos lleva no hace caso omiso de las cond iciones del saber
más claros de todos, q ue son los matemát icos" (ref l. 414 ). en general, sino que se limita a separa r las formas puras de l pen-
Por donde se pla ntea aquí una doble tarea: por un a parte, crenr samiento de las for mas d e la int uición, a tribuyéndole s una cer teza
u n conce pto que oriente los principios matemáticos hacia In prop ia e independiente. El con cepto de la "cosa en sí" cobra su
objetos empíri cos, como la única meta verdade ra del conocimien sentido propio gracias ún ica mente a esta correlación con los con-
to; por otra, d istinguir los así con no me nos cla rida d y precisión d ceptos pu ros d el entend imiento: la línea divisoria ya no d iscur re,
todos los conocimientos puram ente empíricos. Esta doble aspirn aquí, ent re los ob jetos absolu tos y el campo tot al de l saber, sino
ción se cum ple con el concepto de la sensibilidad pura, la cual no que separa este mismo campo en dos zonas desigu ales, pa ra las que
gara ntiza la absoluta certeza de la matemát ica, al cerrar a nte ell rigen d istintas condicione s de conocim ient o.
el acceso al ser absoluto . A l caracterizar los conceptos d el tiernp Ahora bien, [qué ra zón positiva puede impu lsarno s a sobre-
42 D is<'rllu ión , secc. V, i 27: "perspícaclsstm us Eul eru s, "N<'ra phaeno mCll" pasar de este modo toda s las cond iciones sensibles, a justificar esta
m m " \<t¡¡nu, ind"li oHOr e-t Mb iter " Cf . la nola al fina l d e la Dist't wcid'l
T ambién la disrínción entre "mfinirurn" y "máxim um" ( D isen ., secc. 1, 1 1 11 "Q ua nq uam aurem temp"s in se et abso!m e ¡xlsitu m sit ('nI
[11, 388, not a )) se remon ta a Euler (d. las Ins ritlu iones Calcu !i tarnen , qu atenus ad irnrnut abilem Icgem se ns ibilium qlla talillm pert in et, ese
d e este a uto r, I'et rop., 1755, S 75). v., por lo ace rca de esto, su/mi, conce psus vcrtsstm us et per om rua possibil¡a sens uum objecra in in fin itu rn
p. 457, no ta 88. patens in ruitiva e repraesenta tionis condtrio" r'D tsere., secc. m, 1 14, n úm. 6).
590 LA FILOSOfI A CRffiCA NACI MIENTO DE LA.. FILOSOFtA csrn cx 591

con cepcon de u n objeto para la qu e la concepción empírica no T ambién el concepto ele Dios se red uce ahora, puram ente, en
sabría sumin istrarnos nin guna clase de datos? consonancia con la tendencia fundame nt al de la época Ieib niziana,
La Disen ación contiene la respuesta clara a esta pregunta, en esta idea del "Es tado de D ios" .
respuesta qu e viene a ser com plementada esencialmente, ad emás, "El mu ndos in telligibilis, concebid o como objeto de la intuí-
por las correspond ientes Reflexiones. Lo que en vano buscamos ción, es una mera idea inde ter minada ; pero, considerado como
e n el ca mpo teórico constituye el punto de part ida inm ed ia ta mente un ob jeto de las relaciones prácticas en tre nuestra int eligencia y
cie rto en el campo de la ética. La exigenc ia incondicion al que la las int eligencia s de l m undo en genera l y con D ios, como la esencia
ley moral form ula a cada sujeto es un postulado claro e inequ ívo- primigenia práctica de ellas, e.s un concep to verd ad ero y un a idea
camente dad o. Esta exigencia no puede ponerse en tel a de juicio, clara y precisa: la civiras D e¡" (refl. 1162) .
ni med irse y expresa rse con cr iterios puramente em píricos. N uestra Sin em bargo, aunque esto no in funda ningún objeto concre to
voluntad moral mente det erminada constituye "por sí misma un a nuestro conocimiento teórico, 10 $ problemas ét icos repercut en
ejem plo de una idea de libertad , de sustancia inteligib le, por el indirectamente robre la conce pción fu nd ament al acerca del .
hech o de que en laza a rezones deter mi nan tes, IJar encima de la ex- todo del saber. En la idea de la libertad, no nos hallamos gcber-
periencia, consecuencias que se da n e n la exper iencia misma". nades desd e fue ra por las condiciones de la na turaleza, sino que
No se aba ndona, por ta nto, el punto de vista al qu e habían somos nosotros los legisladores de ella ¡ aquí no nos limitamos a
llegado los Sueño\de un vi.lionario: también aquí vemos cómo el copiar ciertos hechos dados, sino que oponemos a tod a realidad
" reino de los espírirus" ent ra totalmente y e n toda su pureza en empírica un postulado que es obra de nosotros mismos.
el reino de los fines. A quello de q ue estamos ciertos no son loe Se descubre asi ante nosot ros, en contraste con la int uición
objetos de una int uición su prascnsible, sino las leyes éticas de vi_ sensible, que sólo represent a la "receptivid ad del áni mo", una
gencia sup raempírica: lo que aqu í se abre ante nosotros no es un espontaneid ad originaria y creadora del espíritu, la capacidad de
m un do nuevo del ser, sino un mu ndo de v alores incon dicionados la razón pa ra de te rminar a l)rio'l'i el objeto y crea rlo, en vez de limi-
y dotados de vigencia absolutame nte general. tarse a recibirlo de fuera.
" El con ocimiento es sensible o intelectual; los objetos pueden l Esta au tonom ía rige solamente en el ca mpo de la o
ser sensibles o inteligibles. Ningún otro m undo fuera del sensible debemos reconocerla tam bién , de idéntico modo, en el campo d el
pued e sernas dado. Por ta nto, todo m und us ph ysicus (materialí- entend im iento? En este problem a se concentr a ahora el interés
ter ) es sensibilis¡ sólo el m undus m oralis (for maliter) es ime/ ligi- de la investigación. El concepto de la auto nom ía t rasciende de la
bilis, por la razó n de qu e la libertad es lo único que se nos da n esfera moral a la teórica.
priori )' que ex i3 te a priori en este terreno. La regla de la libertaJ "Todas las leyes re veladas por la experiencia - d ice un a caree-
a priori en un m undo cOlu t ituye la formam mund i int elligibilis. . . tcristica máxima de las Reflcx ione s- caen de nt ro de la hererono-
El mundo intelig ible es aque l cuyo concepto rige para cu alqu ier mia: en cambio, aq uellas que hac en posible toda experiencia en
mundo y no encierra, por con siguie nte, leyes físicas, sino leyeJ general, pertenecen a la curon oruic" ( ten. 95 1).
objetivas y morales. El concepto intelectual del mu nd o es, por Si nos fijamos solame nte en la sucesió n del acaecer especule-
tan to, el concepto de la perfe cción . El m undo inteli gible es, rit'O en el tiem po, no tenemos más remedio que somete r rodos
por ende, el mu ndo moral , y sus leyes rigen pa ra cua lquier rnun- los actos d iscursivos a la ley ca usal y conc ebirlos, por ta nto, como
do, como las Ieycs o¡'jetit-m de la perfección " ( reflexiones 1156 plenamente determinados por el esta do anterior de nuestras repre-
y 1157) .,u sentaciones y de sus combi naciones asociativas. D esde este punto
Sobre la determinación del período de el . especialment e lu e f. espe cialment e refl. 1316: El m"ndus vcre inlel!igi bílis es mu,w" s rnO'ralís,
palabras de l. Diserlación ace rca de la " rer fectio No umen on", secc. 11, 9. l' ren o 1125.
592 LA FILOSOF1A CRITI CA NACIMrENTo DE LA F1LOSOFIA CRITICA 593

de vista, no podem os preguntarnos si un a conexión de dos o más " Ya antes - nos dice esta carta- había a vanzado basta nte en
representacio nes tiene o no razón de ser; todo pensamiento, así la distinción en tre 10 sen sible y lo intelectu al en el cam po de la
conside rado, es igualment e " necesario", ya q ue se halla dererm i- moral, y en tre los prin cipios que de aquí emana n. Hacía ya mu cho
nado en la misma med ida por causas psicológicas suficientes. tiem po qu e había esbozado a mi plena satisfacción los principios
Pero no es posible permanecer por mucho tiem po en este punto del sentimiento. del gust o y d e la capacidad de juicio, con sus
de vista. H ay princi pios qu e no preguntan por las condi ciones correspondient es efectos, a saber: lo agradable, lo bello y lo bueno,
subjetivas d el acto d iscursivo. sino q ue se fijan tan sólo en el co n te- y, a la vista de esto, tra c é el plan de una obra qu e podría haberse
nido del pensam iento mismo y Que afirm an, por tanto, la conexión titulado, poco mas o menos, a:;í: Los límites entre los sent ido s 'Y la
ob jet ivamente necesaria de lo pensad o. Son ellos los que nos permi- ratón. La obra había de te ner, tal como yo la concebía, dos partes,
ten desc ubrir, dentro del equilibrio del acaecer psíquico, derermi- una teórica y otra práctica.. , Al elaborar mentalmente la part e
nadas d istinciones lógicas; a ellos recu rrimos para conferir una teórica con tod a su exte n sión con las relaciones recíprocas entre
\Iigencia lógica e incond icional a determinados juicios, sin q ue les todas sus pa rtes, me d i c uenta de que me faltaba todavía algo
corre spo nda una posición excepciona l en la serie de la causación esencial, que yo, comootros, había omi tido en mis lar gas in vestiga-
em pírica. ciones me tafísicas y que e ra, en realidad , la clave de tod o el mis-
Por dond e, en los conocimientos, al igual que en los actos, terio de la me tafísica, hast a ento nces oculro.s" Me pregunté a mí
puede distin guirse la consi,leración valorativa de la consideración mismo, en efecto, cuJ I es el fundam ento sobre el que des cansa la
causal en u n caso como en otro, corresponden al mismo
conte nido, por así decirlo, diferentes dimensiones, según la pauta De est e mod o de presenta r el p roblem a, se desp rend e q ue Kant tenia
la concie ncia de haber c aptad o a quí un problema totalm ente n uevo y fund a-
intelectual que a pliqu emos. Y el propio Kant destaca esta ana logía
mental en toda filosofí a. Y, e n rea lidad, este probl e ma constituye el verda dero
entre el problema fundament al ético y el teórico, refiriéndolos am- pun te cr itico q ue más clara me n te deslinda los campos en rre """te pensador y
bos al concepto cent ral de la lib errad. todo e l pasado filosófico. A m í me parece qu e d ebe desc arta rse, no sólo po r
" Todos nuestros actos y los de ot ros seres son necesa rios; sólo conside raciones relacionadas co n la h istoria del pensam iem o, sino inclu so por
la inteligencia (y la voluntad, en cuanto ésta puede ser determ i- raron es obje tivas d e ca ráct er general, un a in flue ncia positiva ejerc ida en ene
nada por la inteligencia) es libre y un a actividad autónoma pura, pMnto por Hume sobr" Kanl , c omo la ad mite, por ejem plo, Erdmann. Es aq uí
pr "dsa me nte don d e con mayo r l uu;a &e acusa la contra.p<>sición e ntre Kant
que sólo puede determinarse por sí misma. Sin esta originaria e , H u me. Mientras qu" Hume cons id era fundam enrado d valor de t ealid ad
inmutable espontaneidad, no conocer íamo s nada a pr iori, pues nos d e una rep resentación en la "vivacldad'' con que ¿sra &e impon" a 105 &e ntidos
veríamos determ inados en todo y para todo, y nu estros mismos o a la imagi nac ión, Kan t pa re". por el comruío, d ,,1 .upuesto de que ese valor
pensamientos se regiría n por leyes em píricas. La capacidad de no reside en ningu na de las ca raClerisrku psicolOgica.5 co ncr"t3.ll 'de la n:p re_
pensa r y obrar a pr iO'fi es la única condición para la posibilidad &e nración , sino q ue pr"su pone, por e l con tl1l rio, u n acto inde pend ient e de
en jtcid<lmienlo. la "d;gn ida d" a prio rislka d e este acto de l ju icio, que H ume
del origen de todos los demá s fenó menos" {ref l. 286; cf especial- pasa por alto, es 10 que, segú n Kan t. se rram de aS"lI:u rar: el nue vo pro blema
men te refl. 948). no ¡:e ca pla "n consonan cia co n Hu me, sino e n di rec ea con traposición sist e-
Se ha operado, pues, un a últi ma, y esta vez decisiva y definiti- mática con t I. H u m" d". con oce, segú n Kant, la apr iorida d d e los juic ios cie n-
va, transformación en el modo de plantear el problema. La ética, tifk "" lunda men ral"s por no p lan tea rse con toda fuera lÓ1licR el proble ma d e
qu e parecía bri nd arnos el últ imo asilo y la últi ma gara ntía de lo las re lacio nes en tre la repre. "n raci"," y su objeto, d esviá ndo se de este camino
hacia el im" ..' s to ralm ent e d isti mo d e la "d" rivación em pírica" de lo. come pros
"absoluto", es precisame nte la qu e nos hace remontarnos de nuevo puros . Sí h ub i"se sabido ca ptu d e un modo claro y p reciso d prob lema d el
a una profunda fundamentación crítica de l concepto general de la "objerc'' de l conocim iento , hab ría d escubierto a base de ,,1 la valid ez r>reciaa-
objetiv idad . Esta metamorfosis interior apar ece clara mente descrita me n te d e aquell as categorías ¡¡-eneu les y necesarias, cuya razón de ser pone
en la conocida carta de: Kant a Markus H crz, escrita en el año 1772. e n d uda .
594 LA FiLOSOFIA CRlTICA NACIMIENTO DE LA F1LOSO F1A CRlTlC A 595
rela ción entre lo que llamamos repre sentación en n osotros y el ob- tido crítico de la palabra, es aqu ello que es "consistente" en nues-
jeto" (X, 124) . tro conocimiento, y consistente es sólo lo qu e de una vez por todas
Esta relación sólo puede expl icarse de u na de dos ma neras: se halla prescrito por las le yes del conocimien to y no necesita, por
si la representación es el resu ltado del objeto o éste, po r el cont ra- tanto, ser tomado dIO' los obje tos.
rio, el resultado de la re presentación. As í es posible com prender El concepto trad icional del objeto como algo ajeno y exte rio r
la validez gene ral y apodíctica de la ma tem ática, ya qu e los obje tos al pensam iento d estr u ye la objet ividad d el sabe r. C ualqu ier in-
sobre los que ésta versa sólo nace n por virtud de la de finición te nto de conciliación metafísica, en este punto, está conde nado
y no t ie nen ningún sentido fuera de este su origen conceptual. di fra caso. En efecto, tod as las teo rías metafísicas presuponen
A ho ra bien, esta salida qu edaba cerrada con respecto a los precisamente aqu ello por lo que aquí se pregunta : part en de un
princi pios real es de la metafísica, ya a part ir de los primeros pos; mu ndo existente por sí, del qu e debe cobrar concienc ia un yo con-
rulados metodológicos formulados en el estudio laurea do de l cebido ta mbién como una entidad sustancial y au tá rqu ica. ¿Cómo
aiío l763. Se tra ta, según estos postulados, de capta r un algo real explicarse -se preguntan estas teorías-e- qu e las cualidades de
y "exter no"; pero este algo no ha de llegar a nosotros sucesiva- las cosas, que la extensión y el movimiento se convierta n en sen-
mente y a t rozos, por medio d e la percepción, ya qu e esto sólo saciones y rep resentacion es , que el ser se trnnsmuee en el pensar
podría lleva rnos a juicios de validez em pírica, sino que debe d eli- y se refleje en él, con arreglo a tod as y cada un a de sus relaciones? Y
mita rse y determ inarse a priori en cuanto a la totalidad de su contestan a esta pregunta remitiéndose d e nuevo a una sup rem a
contenido. ) y originaria estru ctura del Inun do, en la qu e el espírit u y los
Esto nos coloca ante una coráradi cci ón abiert a entr e el concep to objetos apa recen armónicamen te ent rela zados y puestos en conso-
del ser y el con cepto del cono cer, y no tenemos más remedio que na ncia.
decidimos a aban dona r el uno o el otro de estos d os conceptos. T oda s estas teorías term inan, por tanto, en un D eus ex mac hina,
q ue ---como dice K ant- "es, en la determ inación d el origen y
v la valid ez de nuestros con ocimientos, lo más absur do que imagi-
narse pued a" y que, " además de encerrar un círculo vicioso y en-
" iCómo pueden produ cirse en nosotros conocimientos cuyos oble- gañoso en la cadena del ra zona mie nto, tiene el inco nve niente de
tos no nos han aparec ido ecdavíat Pu esto que no son los objetos da r alas a tod as las quime ras y a toda s las cavilaciones, devota s
los que tienen qu e ajusta rse a los conocimientos, sino, por el con- o ensimismadas, de nu estro cerebro" (X, 126).
trar io, éstos a los objetos, parece q ue, a ntes de pensarl os y para "Decir que un ser superior se ha enca rgado de deposi ta r sabia-
pod er pensarlos, debiera n da rse previamente ante nosot ros los me nte en nosotros C5toS conce ptos y principios, eq ui vale a echar
objetos, por lo menos en sus elementos funda mentales. Nuestro por ticrra to<l.a la filosofÚl. Es n ecesario in" estigar en la naturalet:a
primero y primordial problema versa, pues, sobre la posibilid ad mis ma (le los conocim ientos cómo es l)Osi},lc u na con exión y una
d e todo cono cimiento a prio ri, como un conocimiento connsze n- articulación C1,ando sólo se d a uuc d e las términos d e la relación"
te por sí y qu e no necesita ser ex traído d e los objetos, y no (refl. 925 ) .4';
cabe duda de que el solo hecho de haber formulado y compren- Es aquí donde comienza la verda dera rarea de la filosofía crí-
di do este problema tiene ya algún mérito , sobre todo en una parte tica: tr árase de poner de ma nifiesto, dentro d el mismo círculo del
de In filosofía que nada d ebe a la experiencia ni a los sent idos" conocimient o, aquellas sín tesis y forma s de con exión a las qu e
(retl. 282).
40 Q ue ,",sta rellcxió n proc ede del mismo perilldo q ue la ClIr W a M. Hera,
En los términos en que aquí aparece formulado, se ad vierte
no s lo revela el cotejo con ést a. V. esp ecialm ente X, 125 s. Cf . también la
una agud ización dia léctica de l prob lema. "Objetivo", en el sen- observnci0n de B. Erd mann en torno 1I esta reflexión .
5,. LA FlLOSQFfA CRmCA NACIMIENTO DE LA FILOSOFlA CRmCA 597
las re present aciones deben su objetividad. Pero pa ra da r cim a a determinar el o rd en de los fenómenos e n el tiempo, convirtié n-
esta tarea se rá necesario tod avía el trabajo me nt a l incansable de do los con ello en objetos de la experiencia .
un a década. Ka nt intenta las más d iversas clasificaciones de la s T oda vía hoy pode mos perfecta mente aba rca r con la mirada
ca tegorías, para rechaza rlas en seguida, por no enco nt rarlas sati sfac- el ca mino recorrido por Ka nt. En la primera época filosófica ,
torias, ya que no d ispone todavía del principio unitario q ue le
vemos que a la silogística se cont rapone la expe riencia, q ue los
permita encuadrar V organiza r la totalid ad de los concept os del
fundame ntos reales se enfre nt an a los fu ndament os lógicos. Pero,
entendimiento.
como tam poco d e los fund a ment os rea les podemos, en últim a
A l prin cipio, pa rece como si debiera colocarse a la cabeza de
insta nci a, cerciora rnos más q ue en n uestro conocim ien to cienri-
tocios y erigirse en el punto de vista de cisivo del razona miento
fico, no hay m ás remed io q ue ent rar a invest igar este co nocim iento,
el concepro d e la sustanc ia. " Un objeto de los sentidos - leemos
en cua nto a su estructura y a sus cond iciones. Y, a l hacerlo
en uno de los ap un tes de Kant de la década del 70- es sim ple-
así, nos encontramos con un n uevo tipo de principios sintéti cos,
ment e aq uello qu e acrúa sobre m is sentidas, q ue, por ta nto, obra
y, por tan to, con una n ueva "lógi ca", q ue, lejos d e ser ant itéticos
y es, de cons iguient e, susta ncia. De aquí q ue la categoría de sus-
co n la experiencia, viene n a comp leme ntarla y a realizarla.
tancia sea principal." H Pero sólo lo es en cuanto se la concibe
puramente como categoría, es decir, en cuanto no pr etende sign l- Q ueda , pu es, en pie el princi pio d e qu e sólo en la experiencia
íícar una cosa absoluta, sino sim plement e un "concepto de la aier- existe la verdad, pero el (IIJjew em pírico sólo posee esta verdad
cePd ón" (d. ref!. su prema en cua nto coin cide " con las leyes dd pensamien to" . Para
Pero con ello camb ian su fu nció n y el campo d e su a plicación. el realismo metafísico, la sus ta ncia era un ser exterior, existente
" Se pl antea incluso el problema -c-apu nt a Kant, al principio, toda- en sí y por sí, como ex ponente de una serie de cual ida des muta-
vía con cierto titubeo-s- de si el concepto de la susta ncia, que bles. T ambién para el idea lismo la su.stan cia y el fenó meno perte-
revela la cons tancia de a lgo q ue per manece a tra vés de los ca mbios necian , hasta ahora, a dos órdenes to talmente d istintos: las susta n-
de las de term inaciones, no será simplement e un conce pto que sólo cias era n los suje tos de la co nciencia. unitarios y pe rmanent es, de
rija entre fen ómerw s" (refl. 1164 ) . Pero la conjet ura se convierte cuyo seno se desa rrollaba, para enfrentarse en las rep resentacio nes,
pro nto en certeza, la abigarrada va riedad de los fenóm enos. Pero era siempre un ser
"Toda ve rdad consiste en la coinciden cia d e tod os los pensa- fijo y pe rmanente lo q ue se concebí a como "s us tancia", ya se le
m ientos con las leyes de l pensa r y también, por tanto, entre sí. T al atr ibuyeran cualidades físicas o psíq uicas. La transformación se
es el objeto pa ra nosot ros, q ue nos es dad o y en la medida en q ue opera a hora , cuando el objeto del conocimiento se convi ert e en una
nos es da d o, d irecta o indirectam ent e, por la expe riencia. Inde- fu nción y un medio del conocer.
pend ient em ente de toda experiencia no existen ninguna clase de " El nóumrno significa sie mpr e, propiamem e, lo m ismo, a saber :
objetos, ni ex isten leyes del entend imiento (tom emos, por ejemplo, el objeto tr ascendent al de la intu ición sensible. Y esto no es un
la sust ancia : para sabe r q ue este concepto es algo ha y q ue basar se objeto rea l o u na cosa dad a , sino simplemente un concep to, que
en la ex perien cia de la consta ncia de un cie rto sujeto en toda s y viene a poner unidad en lo toca nte a los fenóme nos." 45
cualesq uiera circunstancias) . T en em os, por ta nto, conceptos: Por donde la susranc ¡a, como aho ra se expr esa con insu pera ble
1) pa ra exp licar fenómenos; 2) para com pre nde r los Iundarnen- claridad, no es otra cosa q u e una cond ición del comprender.
tos de lo mora lment e bueno o m alo" (refl. 927). "El principium conrradictionis entra ña las condiciones del pen-
El concepto de la sustancia no tiene, pues, m ás fun ción qu e sam iento en gene ral. Las anticipacion es, que afirman las cond icio-

H Lose Blaller, r, 38. LoJ C ¡¡¡Iitler, 1, 162 (fragm ent o <le la <l¿caJa del 70) .
598 LA FlLOSOFIA CRITICA NACIMIENT O DE LA FILOSoFlA CRITICA 599

ncs de la a preh ensi ón de los conce ptos del en tend imiento (por jeto) , pero ahora gene ralizada , ya qu e yo so)' el or igina l de todos
ejemp lo, en tod a sustancia hay algo perdurable, o una susta ncia los objetos," 51
d ura siempre) , encierra n las con dicion es (1os postulados) del com - En estas breves palabras qued a form ulado el nuevo problema,
prender y, por tanto, son siem pre verdcdercr en la intu ición de las que sólo hab rá de encontrar su defin itivo esclarecimien to y su total
condiciones scns¡/'¡es" ( refl. solución en el sísrema de la filosofía crítica.
La función del conce pto de sustancia se reduce, por tanto, a
crea r relacion es objeti vamente válidas ent re los fenómenos. La
pugna ent re el concep to de susta ncia y el conce pto de relación,
a que ven ía mos asistiendo desde los días del Renacim iento, ha
llegado a su térm ino: la misma sustancia no pretende ser , aho ra,
sino u n caso especifico de la "elación. Es, por tanto, ésta la que
--en una fase nu eva de la ref lexión y desde un nuevo pu nto de
vista- es convenida en el verdade ro cent ro de la invest igación.
" la categoría d e la relación (de la unidad de la conciencia)
es la más import ant e de todas. En rigor, la unidad d ice referen-
cia solame nte a la relación . De aqu í que ésta forme el contenido
de los juicios y sea la única que pueda determinarse
a priori" (refl. \296). "Sólo con respecto a la rela ción rigen
los principios objet ivamente sintéticos de los fenómenos." se
Parti endo de aq uí, la investigación se orienta en un doble sen.
rido. De un a parte, en 10 que se refiere al con tenido, se tra ta de
logra r u na exposición sistemáti ca de las posibles rela ciones lógicas
fu nda me ntales y de de riva rlas de una regla suprema; de ot ra parte,
de an alizar la func ión sin tética de la conciencia y de aislar los
momentos que a parecen con fun di dos en ella.
Así como antes se a nalizaba el concep to dogmático de cosa,
a hora se analiza el concepto dogmát ico del yo: también el objctlJ
" in terior", al igual que a ntes el "exterior", se conviert e ah ora en
un " con cepto de la apercepci ón". Con lo cual se descubre un
punto d e un id ad totalmente nu evo, part iendo del cua l es necesario
determ inar d e un modo nuevo la relación entre el " sujeto" y el
"objeto".
" El objeto sólo pu ede represent arse con arreglo a sus relaciones
y no es otra cosa qu e la misma re presentación subjetiva (d el su.
C I. aceren C'lC) 1.0 5<' IJ1aner, 1, 136: "Los pr incipios d e la ex posición
d e los fenómenos son prin cip ios d e la i71 te!ecció¡¡, 110 d e la ¡>er., pid c nd" dr
los mism os."
UJ"c Bliitter, 1, 17 (fragmento de la década del 70 : v. Reick." 1, p. 2). L. e.• 1, 19.
LA CRrnCA DE LA RAZON (i0 l

Esta suprema unidad , en la que aparece superada la antítesis


en tre el "suje to" y el "objeto", co nstituye la verdadera pauta
Ca pitulo II y la verdadera m eta de toda especulación. La ena jenación del
individu o con respecto al f un dam ent o prim igenio y últi mo de todo
LA CRITICA DE LA RAZON
ser y el reto rno a el por el camino de la reflexión constituyen
el tema cons ta nte de la filosofía y de la religión. Lo mismo cuan-
1
do el entron que se establece haciendo q ue el yo se some ta y
Si aba rcamos con la mirada la trayecw ria general del problema del supedi te a la coacción de las cosas, asimilá ndose la esencia de los
cono cimiento, procura ndo penetra r en sus motivos esenciales , ve- obje tos por medio de las sensaciones, que cuando se a tribu ye al
rnos q ue se destaca n claramente en ella dos tendencias d iferentes, espíritu m ismo la capac ida d necesa ria pa ra evoca r por su propia
en cuanto al modo de enfocar el problema. Podríam os resum ir virtud una imagen de! ser que cor respond a a la realidad absoluta,
todo el fruto del tra bajo histó rico diciendo qu e estos d os modo s el resultado es siem pre e! mismo: la ad apt ación y la adecuació n
d e plantear el problema, q ue al principio se ent relazan y con- en tre los dos polos separados del ser. La annonía q ue de este
fu nden insensiblement e, van cob rando una conciencia cada vez más modo se logra ha ce, por ta nto, q ue se destaq ue con fuerza tod avía
clara de sí mismo s, estableciéndose entre ellos u n deslinde lógico mayor el originario divorcio entre los dos fa ctores fundamentales.
cada vez más riguroso. El proceso del conoci m iento se ve in iciado e imp ulsad o por una
El jlr imer problema, que al princi pio afirm a su im perio ex- diferenci a metafísica en cuanto a la esencia de las cosas, diferencia
elusivo y hegemónico, es ta n viejo com o el pensamie nto filo- q ue no int roduce por si m ismo el conocim iento, sino q ue se an te-
sófico mismo; más aún, trasciende los linderos de éste, par a pone a ésre com o un hecho.
desbordarse sobre los orígenes de la religión y del mito. El yo, el Nota pecu liar de esta te nde ncia d el pensam ien to es q ue, siendo
alm a individ ual d el hombre, se ve encuadrada d entro de una como es inmensa la riq ueza de variacion es y matices con que se
conexión universal con la realidad, a la qu e no acierta a sust rae rse extiende a lo la rgo d e la h isto ria de la filosofía, su ver dadero tema
y contra cu ya necesid ad tiene, sin emba rgo, q ue rebelarse, afirman- ce nt ral apenas suf re la menor alteración por obra de la evolución
do su peculiar persona lidad , si no q uiere verse privada de su h ist órica y, principalment e, por efecto de las tra nsfor mac iones
pro pia esencia. por las qu e pasa el pen sam iento científico.
El problem a de las relacion es entre el alm a y la total ida d de la El idea lismo met afísico de los indios encierra ya, con sorp ren-
natura leza se presenta a cada paso y bajo form as constanteme nte dente int egridad, todos los motivos esenc iales cuyas variaciones
nuevas. El concepto del co nocim iento radi ca, visto así, en u na in- forma n la historia d e la me tafísica occiden tal. En la filosofía d e
te rde pendencia meta física fund a me nt al. Es el conocimiento e l lla- los u panishads re estu d ia ya, has ta e n sus más sutil es ram ificacio-
mado a te nder entre los dos m undos q ue en un principi o se enfren- nes dia léct icas, la ant ítesis ent re el yo y e! m undo . A hora bien, la
ta n como pot encia s separa das el puente lla mado a unir de nuevo co nciliación de esta an títesis no pu ede llegar a encont rarse jamás
el yo y el m undo. Se aspira a superar el a islamiento del yo, su en el campo engañoso de nuest ro saber empírico. La concepción de
sepa ración del fundame nto primigenio susta ncial de todas las cosas. las cosas en el espacio y en el tiempo, q ue desintegra e! todo en una
El ser y la conciencia no deben conceb irse como pote ncias divor- plura lidad de seres concre tos y d istintos, es la m ura lla d ivisoria
ciadas ent re sí, sino que, puesto que en el proceso emp írico del q ue se interpone ante n uestra comp rens ión del en lace esencia l
conocimiento se mant ienen en contacto directo, como facto res int erior ent re el yo y las cosas.
inrerdepcndien tes, deben necesariamente tener su origen en un Q uien apre nde a renu nciar a esa concepción, pu ede capt ar
último fu ndame nto esenci al común. también directamente la id ent idad del alma y el ser, de Atmán y
roo
602 LA FILOSOFIA CRIllCA LA CRmCA DE LA RAZó N 603

Bram án. "Q uien ha sabido ver, oír, ent ender y conoce r el yo, saber se nos apar ece ba jo la forma de una relación entre magnl-
adqui rirá ta mbién la conciencia de todo este mundo. " rudes del todo desconocidas. El sujet o absoluto, lo mismo que
T al es el punto en el que tod a pugna desapare ce, pa ra conver- el objeto absoluto, Indispensables como puntos de partida para el
tirse en unidad. El sujeto del conoc er, al que sirven de base tod as planteam ien to del prob lnn a, qu edan an ulado s por el f'esultado
las contradicciones de nuest ro mundo em pírico sensorial, se ha lla final.
sust raído de suyo a todas estas contradic ciones. Es mayor que Si desde aquí tendemos la mirada a los comienzos de la filoso-
el cielo, el espacio y la tierra, porq ue los abarca todos, y, al mismo fía griega, nos vemos situados inmediatame nte en una esfera ro-
tiempo, menor qu e un grano de arroz, puesto que, como unidad talmente distinta del pensamient o. De momento, parece haberse
rigu rosamente indiv isible, excluye toda diversidad. No lleva consigo relegado totalment e aquí el problema del yo, de la conciencia
ni nguna d eterm inabi lidad c uantitat iva, ya qu e toda determ ina- cognoscen te, inaprehensible e n su infinitud y, por ta nto, no sus--
bilidad nace solamente de una dua lidad , de una distinción y con- ceptible de revestir ninguna forma de te rminad a. La mirada escru-
tra pos ición V, fue ra de la conciencia, nada hay que pueda opc n ér- tadora parece dirigirse úni ca y exclusivame nte a los objetos em-
sele. T oda cualidad que, quisiéramos predicar del yo limitaría pinces, a los contornos fijos y seguros del mundo visible.
y, por ende, de struiría su esencia infinita y universal; cu alquier C ierto es qu e hasta con ech ar un vistazo al prob lema , para
int ento de convertirlo en un objeto determin ado y conc reto del darse cuenta de que t am poco estos primeros comienzos de la
con ocer equivaldría a la destru cción de su esen cia absoluta. Quien explicación científica del universo se desprend en toda vía, sustan-
ve la visión no pued e ser visto, quien escucha la au dición no cialment e, de la idea ce ntral y el im pulso central de la mística.
puede ser escuchado, quien com prende la comp rensión no pu ede Los pensad ores siguen t rat ando de descubrir el funda mento uní-
ser comprendido, Por donde, la na turaleza de l yo, lo mismo que, rnrio primigen io que abarca por igual el ser de la na tura leza y el
por ot ra par te, la na tu raleza de la totalidad de las cosas, cuando ser del alm a; siguen e mpeñados en int er pretar y com prender
qu erem os capta rla y expres a rla, sólo puede ser vest ida por nos- el hecho del ser, partiendo del hecho de la vida.
ot ros con el ropaje de simples negacion es: el lenguaje de nu estro Sin emba rgo, a unque no pueda negarse esta realidad, es evi-
sabe r em pírico no aciert a a expresar lo que es, sino solamente lo dente que no nos explica, a pesa r de todo, la específica peculia-
que no es.' ridad de la especulación griega. Los resultados verda deramente
Con esta concepción, la filosofía indi a exp resa, a su vez, de un originales a que en ella se llega no se ha llan inspirados en el es--
modo típico, la suerte y el resultado final de toda teoría me ta- píritu de la mística, sino que, por el contrario, van imponiéndose
física del conocimiento. El conocimiento se ma nifiesta aqu í como y afianzándose en contra de ella, aunque la mística perviva, cier-
un a rela ción ent re eleme nros de suyo tota lment e incognosc ibles; tamente, como una herencia inve terada, en la poesía y en la
como un producto cuyos factores son perm anenteme nte inasequi- religión. Poco a poco, va abriéndose paso y afirmando sus d ere-
blcs para nosot ros. chos, au nque al princi pio solame nte en algunos intentos y cona-
A parece as¡ ante nosotros la verdade ra peripecia de toda esta tos aislados, un nuevo mod o de abord ar el prob lem a, un a nu eva
concepc ión fundamenta ] del problema. Al principio, se trataba act itud del pensamiento ante la realidad. Ya no se cap ta y des-
de invalidar y desplazar el saber limitado y rel ativo basado en In cr ibe d irec tamente la existencia y la vida sensible de las cosas, sino
expe riencia por medio de una forma de conocim iento superior que se trata de dominar la por med io de un " principio" general .
e incond iciona l; ahora, cuando ya parecíam os tOCM dir ectamente La u nida d del ser no es postula da excl usivamente por virtud de
esta meta, vemos que se convierte en todo lo contrario, que todo un afec to subjetivo, sino que se tra ta de crearla por medio de pu-
1 C f. Dcu s8en, Al1gcm cinc ¡JeT Philosophic, t . r, secc. 2, Lei].'_ ros int entos conce pt uales. La pa rticularidad de las COS:l S reveladas
%ilo1'. 1899. por los sen tidos es despla zada por un orden uni versal y sujeto
604 LA FIW SOFIA CRmCA LA CRITICA DE LA RAZÓN 605

a leyes, acerca de cuya verdad se pronuncia el pensamiento con Son los comienzos de la ciencia exacta los qu e verdaderam ent e
arreglo a crite rios lagicos fijos. em piezan a imprimir un nuevo y de cisivo rum bo al problema. La
Estos nuevos motivos adqu ieren, aho ra, una fisonomía nueva estructura y la contextura sistemá t ica de la m ate mát ica ma rcan
a un allí dond e la exp licación de la naturaleza por los presocr án- ahora el camino hacia una ta rea totalme nte nueva. El proble ma
cos apa rece tod avía combinada con eleme ntos y partes integra ntes se desvía aqu í cla rame nte de todas las modalidades del ser de las
cuyo origen último reside en la mística. cosas, al erigirse sobre nuevas bases el prob lema de la posibilida d
Se mantiene en pie, ni más ni menos que a mes, el postulado y la ce rteza del conocimiento.
de un a iglla1<lad origina ria, de una ident idad ent re el sujeto y el La \ 'erdad de la geome tría pura no reside ni busca su prueba
objeto. ya que sólo lo igual puede llegar a ser conocido por lo igual. en el hecho de que en sus proposiciones se expresen y re produr-
Pero esta ident idad no se indaga, ahora, más all á del m undo d e ca n tales o cu ales rela ciones de la " realidad" efectiva y concreta.
los fenómenos, en un ser que rechaza roda detenninación crnpí- A esta " verd ad " le tiene sin cuidado lo mismo el problema del
rica. sino que se acred ita y se revela directamente en los fenó me- ser y del origen de las cosas que el de la nat uraleza y la estructura
nos mismos. A sí como en la natu raleza material lo igual o lo de nu estro espír itu. Aquí se trata exclusivam ente d e una relación
afin t iende siempre a juntarse y a unirse, así ta mbién -según conceptual entre normas y principi os, cada uno d e los cuales ca-
la conocida teoría d e Empé docles, en la que se expresa con ras- rece de tod a base y de todo fondo existencial. Ca da una de las
gos muy acusad os una concepción fund ament al com ún a toda la conclusiones a qu e llega la geometría es válida porque y en cua n-
filosofía griega de la naturaleza- todas nuestras percepciones de to que se desprende de la anterior en una concatenación deductiva
las cosas externas descan san sobre un proceso de m utuas compe n- y necesaria; y la totalidad de estas normas y pr incipios forman
saciones y afin idades. una un idad en la que cad a parte apoya y sostiene a las otras, sin
" Pu es con nuestra materia t errenal mir amos la tier ra, con que ningu na de ellas ni el conju nto de tod as necesiten guarda r
nu estra agua el agua, con n uestro aire el aire divino, con nu estro la menor rela ción con ni ngún ser exte rior o apoya rse en él. T ene-
fuego el fuego destru ctor, con nuestro amor el amor del u ni- mos aquí a nte nosotros un complejo de cond icione5 cuyo centro
verso, y su odio con nuestro triste od io."> de gra vedad y cuya firm e za residen exclusivamente en ellas mis--
Sin emba rgo, el problema metaf ísico funda mental, q ue ta n cla- mas. Sabemos sola me nte, y con ello nos basta, que, si se ad mite
rament e se tras luce aq uí, se ha tr ansportado ahora al lengu aje de la validez de la proposición a tiene qu e ad mitirse necesariam en-
w física, abr i éndose con ello a un a nueva conce pción. La un idad te la de b, y esta hi potética afirmación perma nece en vigor, sin
del método qulmíco-flsico de explicación tiende a supera r la sepa- perder absolu tamente nad a de su valor, ya se encuent re o no en
ración del yo y el un iverso; el conoc imiento forma solamente un un campo cual quiera de la realid ad un a correlación efectiva con
caso específico del acaece r general de la natura leza y es gobe rnado los diversos ele me ntos cuy o enlace predica mos aq uí.
por las mismas leyes que éste. El ser físico y el psíqu ico pue den De este modo, la matemátic a, pu dien do renunciar de un modo
infl uir directamente el uno sobre el otro, e incluso llegar a con- general al postula do de la existen cia, se ma nt iene también, en
fundirse. particular, tota lmente al mar gen de aquel origina rio d esd obla·
Sin embargo , ta mbié n esta concepción, si nos fijamos solamente miento dua lístico de la reali dad qu e servía de impulso a la teoría
en la tendencia m.Hanci al que aquí adopta el planteamient o del metafísic a del conocimiento. Así como no tiene directam ente
problema, se mantiene todavía dentro de la misma ant ítesis con- nada que ver con los objetos físicos concre tos, no tien e tampoco
ceptual qu e constitu ía el verdadero punto de pa rt ida de la meta- por qué engolfarse nunca di rectamente en los h echos de nuestro
física. m undo interior espiritual , en la consideración y el a n álisis d e las
Díela, D ie Frllgment " deT VOHokrottikcr: Em pedokles, fragm. 109. representaciones. El juicio marem árico no nos dic e qué es lo que
606 LA FILOSOFIA CRlTlCA LA CRITt CA DE LA RAZÓN 607
ha pensado o pod ido pensa r, aquí y ahora, en estas o aqu ellas saber, la ide a de l bien sigue siendo pa ra el el supremo conocí-
circun stancias, un sujeto psicológico cua lquiera, ni tampoco lo que miento, supe rior a cualquier otro por su rango y su dignidad.
pensará siemp re, co n a rreglo a su naturaleza emp írica, sino q ue se La na tur aleza misma sólo es u n problema para la filosofía en
limita a establecer un a relación entre conceptos, relación qu e la medida en que en ella se reve le a nte nosotros un orden armó-
e mana puram en te de la significación lógica ideal de éstos y q ue es, nico de los fines. El problema del t,.·alor afirma así ante nosotros,
por ello, to talme nte inde pendie nte del problema d e si estos con- desde el prime r momento, su pr imacía sobre el problem a de la
ce ptos llegar án a realizarse o no en nu estras represent aciones ac- u alidad. A hora bien, la "ob jetividad", en el campo de lo moral,
cuales. no significa otra cosa, ni puede ser inter pre tada aquí en otro
Por do nde la mate mát ica -aun cua ndo no se la conciba desde sentido, sino que existe n reglas dotadas de va lidez general por
el primer mome nto, ni m ucho menos, con esta claridad, por lo virtud de las cu ales nuestra volu ntad y nu estros actos ad qu ieren
q ue a su te nde ncia lógica fu nd amental se refiere-e- tiende por sí en sí mismos una context ura consecuente y unitaria, suje ta a
misma, y cada vez con mayor fuerza, a un a crítica d e la a nt ítesis leyes, en con traste con la diversidad y la pugna de los afec tos y las
tradicional ent re lo "psíquico" y lo "físico", ent re lo "s ub jetivo" y incli naciones ind ividuales.
lo "objetivo", que en un principio pa recía insuperable, porque Este postulado, form ulado por Sócrates para los actos hu ma-
se la consideraba como algo excl usivo y dotado d e vali dez gene- nos, se ha ce exte nsi vo ahora a todo el campo de l ser espiritual. La
ral. A hora, ya no se t rata de establece r la tr ansición entre dos an títesis de lo "subjetivo" y lo "objetivo" se tru eca de una ant í-
esferas separadas del ser, sino de analizar un determ inado conj un- tesis de l ser en una ant ítesis del ('alor. La verdad de una repte-
to de verdades de tal modo, que salgan a la luz las condiciones de senracjón no se mide pa ra saber si y en que medida se revela en
su validez: el problema, ahora, ya no gira primord ialment e en to r- ella otra clase de existenc ia, sino para com probar si se ajusta a
no a la existenci a de las cosas, sino en torno a los nexos de relación las normns const antes y dota das de vigencia general que por sí
y dependencia, a la relació n de supe riorid ad y subord inació n exis- mismas determinan el valo r del saber. En vez d e la dis tinción
rentes ent re los Juicios. entre lo "interior" y lo "exte rior", entre la represent ación y su
No es necesario ya que nos detengamos a exa minar detall ada- objeto absoluto, se destaca ahora en primer té rm ino la d istinción
mente aqu í cómo de esta con exión con la mat emática surge aquella entre los grados de certera del conocim iento m ismo, e ntre la M i;a
nu eva forma del ser desc ubier ta por Platón en su d ialéctica y qu e y la
este pensador tra ta de fund amenta r, cont rastándol a cada vez más El verda dero problem a fu nda me nta l que se vent ila no es ya
nítida me nte con el ser de las cosas concre tas y con el ser de las el de saber si las representaciones dent ro de nosotros re producen
simpl es "re presentaciones". La realidad inhe rente a la idea se inmedia ta mente una existencia exterior concreta, sino de ver si un
de scifra y deriva, en ú ltima insta ncia, del an álisis del sentido determinado te stimonio se ajusta real mente a los criter ios y condi-
lógico de los juicios matemát icos (cf. t. J, pp- 45 ss.], ciones generales del auténtico conocimiento. A un que la " repre-
Pero, en este punto, vemos que se abre, al mismo tiempo, una sentación cert era", la M !;a, se defina como aquella que
nu eva conexión, llamad a a adq uiri r una importa ncia d ecisiva para coincide con su objeto, pronto verem os qu e este criterio es insu-
todo el desar rollo histórico posterior d el problema. La fundamen- ficiente para llegar a un a d etermin ación lógica profu nda d el con-
tación platón ica del concepto d el conocimiento ha bro tado en el cepto del saber. A un suponiendo qu e la repr esent ación posea por
terreno de la ética. El pensamiento no parte aquí de la var iedad sí misma esta cua lidad, par a noso tros, para nu estra conc iencia, no
sensible de las cosas de la natural eza, sino de la indagación socrá- podrá reivindicar el valor de la verdad mient ras no se la consi-
tica del concepto moral. Por m ucho que Platón d ilate este ho ri- dere y razone como constante y necesaria. Y este razonamiento
zonte, llenando con nuevo contenido el concepto socráti co del sólo pu ede desarrollarse conforme a los princi pios y premisas
608 LA FILOSQF IA csrncx LA CRITI CA DE LA RAZóN

fundamentales de orde n formal que pod emos hallar y descubrir En este punto, el an álisis del saber se trueca de nu evo en el
"nosotros mismos y en nosotros mismos". La verda d de una re- prob lema metafísico del origen del ser. Se pretende asegurar y
presentación no de pende ya, por tanto , de su conten ido material, funda mentar la prioridad lógica del conocimiento fundam ental
de las cualidad es absolut as y aisladas de su ser, sino del marco de en una existencia prerem po ral de la conciencia. D e este modo, la
la fun dam em ación en que se encuadre. Es aquí don de se revela el teoría platónica de la ÚVú.¡.IVT¡CIlI;:, po r mucho qu e en ella abunden
verda dero ser, el único que el método dialéctico puede garantí- los fecun dos motivos lógicos, nos retro tr ae d e nu evo, conside -
zar. Decimos que una rep resentación es "verda dera" cuando co- rada en su conju nto, a aquel círcu lo de reflex iones que parecía
bra consistencia con a rreglo a este método, cua ndo se sale de los haber quedado atrás gracias a los criterios, coincidentes en este
marcos de una simple op inión y ad quiere un nu evo ca rácte r de punto, de la ma temáti ca y de la ética. El problem a del origen y
necesidad . las vicisitudes del alma ind ividual, de su verdadero ser y su ver-
C laro está que la sue rte del platon ismo y la form a e n qu e dadera pa tria, desplaza al qu e versa sobre los fundamentos de la
pervive en la historia no está n de te rminadas precisamen te por cenera de los juicios teó r icos y práct icos.
este pensamiento fu ndamental y pecu liarísimo suyo, que lo d is- La. trayectoria que sigu e la filosofía en los últimos tiempos
tin gue de l pasado de la filosofía. En el propio Platón influye desde de la Antigü edad exp lica por qué este problema tendía a consi-
el prime r momento otro motivo, que llega a adquirir una impo r- derarse cada vez más como la verdadera sustanc ia del pensamien-
tancia no menos decisiva. to plat ónico. El neoplaton ismo brota del motivo religioso funda-
Es ciert o que el mismo Platón , en la aurocnrica constantemen- mental de la redención. De nuevo se trat a de desembarazar al
te renovada de su doc trina, tal como se lleva a ca bo en los di á- yo de sus ataduras empíricas, de hac erlo com pa rt ir una fonna
logos de un a época poster ior, va reconociendo y supe rando cada superior del ser. Hay que restau rar de nu evo al alma en su ori-
vea má s el peligro de la hipóstasis d irecta d e la id ea , en la medida gen divino, del que se 13 ha hecho descender, empujándola a
en qu e realmente ex ist ía tal peligro. El problema que traza su recorrer de nuevo todos los grados y escalones que median entre
limite al platonismo, lógicame nte considerado, no es la tr ascen- ella y e! ser supremo incondiciona l. Y este cam ino sólo en un
dencia de la idea, sino la tra scendencia del alma. En e! problema breve tr echo pasa por e! ca mpo de l conocimiento, pues el ser
del ser y el origen de! alma, se advierte e n realidad u n enlace primigenio se halla, como ta l, por encima de todo ser y de rod as
vivo y directo en tre el pensamie nto de Plat ón y el movimiento las cond iciones de l saber racional.
religioso de su tiem po, principal mente e! orfism o. H ay, sin embar- Esta concepción del m un do del pensamiento platón ico es la
go, un rasgo ese ncial y fu ndamental de toda mística qu e en Platón qu e, a tra vés sobre todo de Sa n A gustín, se tra nsmite a la Eda d
aparece superado y defi nitivamente d escartado, y es la fusión di- Media cr istiana y la que sigue influyendo tod avía sin atenuación
recta de! alma y el universo. En su concepción d e la realidad alg una bajo el Renacimiento. Los verdaderos maestros del plato-
objetiva no se mezcla ya ningún afecto personal, ninguna emoc ión nismo en la época mod erna, los pensadores a qui enes se consid e-
pu ramente subjetiva. Y¡¡ no se pregunta por el al ma de l hombre, raba como sus auténticos representantes - un Marsilio Ficino o
corno antes, en relación con los problema s de la na turaleza, sino un C udwo rth- aparecen tod avía estrec hamente vincu lados con
que esta indagación envuelve solamente, en sentido socrá tico, el aqu ella conc epción fundame ntal de San Agu stín (cf t. 1, p ági-
problema de su va lor ét ico y de su destino moral. Pero este des- nas 128 s.; t. II, p. 352) .
tin o precisame nte sólo parece enco ntrar un asiento seguro, poder Sin embargo , en San Agustín ha bía llegado a su remate defi-
llegar a convert irse en objeto de conci encia y de conocimiento, si nitivo y car acterístico en un punto la sustancialitación de los pen-
se acierta a contestar clar a y unívocame nte la otra pregunta, III samientos plató nicos. Las verdades etern as se han t rocado en los
que se refier e al ol'igl'n d el alma. pensamientos de Dios: la vigencia de las ideas bu sca su punto de
610 LA FILOS OF1A CRfTICA LA CRITlCA DE LA RAZON 611

a poyo y su segurida d en el ser act ual del espíritu d ivino. Ya para r cla ra mente ambos momen tos, Este conce pto señala tanto
no somos nosotros qui enes fund amos y afian zamos el ser verda- la unidad del mé todo de la filosofía cartesiana como la un idad
dero en la act ividad del conocer, sino que la certeza y la verdad de la conciencia empírica de sí mismo; vale lo mismo para el
de este emana n d el " lagos" d ivino, de donde se transmiten a " intelecto", es decir, pa ra el conjunto de las reglas y los princi-
nosotros. pios del saber, como pa ra el ser de l alma ind ividual y su d ist inción
D e este modo, el concepto religioso de la "conciencia de sí d el mu ndo corporal. Y esta d ualidad de pu ntos de vista fue
mismo" se conv ierte ahora en la base de la teoría del concci- -c-ccmo he mos visto-- la qu e determ inó tod a la evol ución pos-
miento. Dios y el alma form an de nuevo los úni cos y exclusivos terior del cartesianismo, llega ndo a cobrar en ella expresión cada
puntos angular es en torno a los cuales gira toda la especulación, vez más acusada (cf. t. 1, pp- 514 ss.} ,
todo el conocimiento filosófico de nosotros mismos. Tampoco Leibniz, a p esar del progreso sistemático qu e este
" San A gustín - para tra nscribir aquí el juicio de H a rnack- pensado r ma rca con respe cto a D escart es, llega a conciliar de un
lleva a su ter mino la tra yectoria d e la filosofía an tigua, al coronar modo definitivo este conflicto fundamental. La in vestigación d el
el proceso qu e condujo d e lo ingenuamente objetivo a 10 subje- concepto de la t-"n·J ad const ituye, según él -y lo seña la con plena
tiva mente objetivo. Descubrió lo qu e durante tanto tiem po se conciencia y de un mod o resuelt o-e- el com ienzo de tod a filosofía;
ven ia indagando : cómo convertir la vida interior en u n punto de Leibn iz busca en el a nálisis del jllicio los elementos para toda de-
pa rtida del pensami ento acerca del universo. No se entregó, pa ra terminación me tafísica del ser. Y no se limita a conc ebir esta
el lo, a vagas ensoñaciones, sino que in vestigó a fondo, con los pretensión de un modo general, sino que tr ata de llevarla a la
recursos d e un a verdade ra ' psicología fisiológica' todos los estados práctica, con incomparable en ergía lógica, a tra vés de todos los
d e la vida inte rior, desde los fenómenos elementales ha sta las campos del saber concreto (v. lib. IV, ca p. Z).
emociones más sublimes, lo qu e hace d e él, como la cont raimagen Sin embargo, esta teor ía general de los pri ncipios no qu eda
de A ristóteles, el verdadero A ristóteles de una nueva ciencia, en la histo ria como la obra mas seña lada y perdurable de Leib-
aunque ésta parezca haber olvidado, ciertame nt e, que, considerad a niz. El autor de la "Scien ria gencr alis", ante los ojos de sus con-
como teoría del conocimi ento y de la observaci ón interior, es la tem poráneos y de sus más cercanos continuadores, no tardó en
he rede ra de la fe monoteísta y de la vida de la oración." a ser relegado a segu ndo plano por el creador del sistema de la
A lgo verda deramente fu nd a me nta l y decisivo se olvida en "armonía preesta blecida ". Sin qu e la "a rmon ía" se conciba en
este juicio, y es q ue, por m uy pod erosamente que San A gustín el sentido esoté rico de l sistema, según el cual significa en primer
influyera en los t iempos mode rnos, el mod erno concepto crítico lugar y an te tod o la consona ncia de los diversos pu ntos de vista
de la "sub jetividad " no pod ía llegar a cre arse mas que saltando del pensamiento y modos de enjuiciar, sino como una comu nidad
por encima de él y en opo sición a su pensamiento. Este con cepto y un nexo objetivo que agrupa y unifica entre sí la infin ita varie-
no nace de la observación religiosa d e sí mismo ni de la acti tud dad de las SHstancias individuales. Por tanto, en la imagen del
religiosa an te la realidad, sino de la investigación d e los funda- mundo con q ue se cierra la Monadología, vuelv e a ser la estruc-
mentos concep tuales "objetivos " del saber emp írico y exacto. Es tura d ivina originar ia de l universo la llamada a exp lica r la posi-
cierto que, a un allí donde se lo enfoca, sustancialm en te, con tod a bilida d d el conocim iento, como un caso especial. Los diferent es
nitidez y claridad, este prob lema, e n los cmniem:os de la filosofía sujetos emp íricos coinciden en su man era de concebi r la realida d
moderna, ap arece toda vía por doquier em papado d e elementos fenoménica, porque todos ellos son, simp lemente, productos y ex-
que llevan el sello del pensamiento agustin iano. presiones parciales del intelecto divino, el cual representa la uní-
En el con cepto cartesiano del "cogito'', cabe distingu ir y se- dad trascendente d e todos.
3 u hrt>..ch d.... DOgm<.'n¡;:e:schichte, 3' ed., lIT, 99 55. C uá n hondo cala esta influencia general de la merafisicn e n
612 LA FILü SOFIA CRITICA LA CR!TICA DE LA RAZó N 613
los primeros orígenes históricos de la crítica del conocimie nto lo Es aquí donde interviene de la filosofía de Kant. Se le puede
prueba en seguida, de un modo convin cente, el desarrollo del ap licar, en verda d, la frase de l conocido epigra ma de Schille r
empi rismo filosófico. En este punto, don de exteriorm ente se cree en que el poe ta dice que esta filosofía no sabe nada d e la cosa ni
eliminada la dominación de la metafísica, es precisame nte donde sabe na da ta mpoco d el alm a. En sus comienzos y e n su funda-
con mayor cla rid ad se revela la persistencia latente de su influjo. mentaci ón, por lo menos, no tie ne por qué conoce r esta a ntítesis;
El viejo esqu ema sujeto-o bjete es todavía en Locke, pese a toda la no necesita reconoc erla como una a ntítesis origina ria y evidente
critica psicológica, el punto de parti da evidente, que no ha llegado por sí misma. El conte nido de la doctrina ka ntian a no lo forman
a ponerse seria men te en du da. Todo conoc imiento se integra sin- el yo ni sus relaciones con los objetos exte riores, pu es versa pri-
téticamente a base de las im presiones de los objetos absolutos mordialment e sobre las leyes y la est ructu ra lógica de la ex pe-
sobre el yo y de la reacción del "alma" ante estos incentivos del r iencia .
exterior: pa ra Locke, esto no es el resultado del a nálisis psicoló- Los objetos, lo mismo los "i nteriores" que los "exteriores", no
gico, sino un hecho a nterior a él. existen en sí y por sí, sino que nacen para nosotros en el pro-
La critica de Berkelev, qu ien pone de manifiesto esta falla fun- ceso d e la expe riencia. Este proceso es el que se tra ta de com-
damental, no toca tam poco más q ue a uno de los dos lados de pre nde r, d esarrollando sus norm as y sus reglas, ant es d e poder
la anrieesis, La eliminaci ón de la mat eria absoluta sólo sirve para decir na da acerca del ser de las cosas.
conferi r al yo un contenido m ucho más sólido y sustancia l. Re- Hasta ah ora, se proyectaban siemp re el yo y las cosas, para
aparece aqui, con tod a su fuerza, el motivo fu ndame ntal del com pre nder las relaciones entre ellos, sobre un fondo me tafísico
ritualismo. el cual, según hemos pod ido seguir en detall e, a medida común, int entando derivar el uno y las otras de un origen comú n
qu e va desarroll ánd ose la doctrin a de Berkelev, desplaza cada vez ob jetivo; a partir de ahora, este problema no tiene ya ra zón de
más cla rame nte al análisis empírico-psicológico de las representa- ser. De aquí en adelante, se investigará tan sólo la forma lógica
ciones (d. supra. pp. 275 ss.], y gene ralment e valede ra d e tod a expe riencia, forma que ha de
La doct rina de H um e es la prime ra que pa rece llevar verde- ser obligatoria, en iguales términos, lo mismo para la experiencia
deramenre a té rmino el proceso de la autodisolución de la met a- " int er ior" que pa ra la " ext erior". El conocimiento de los objetos
física; sólo ella parece disolve r por igual el "ser" exte rior y el no puede diferir total mente del conocimiento de nu estro " yo" ,
interior en la simple combinaci ón asociativ a de las im presiones. sino q ue ambas clases de con ocim ient o deben apa recer un ida s en
Pero, a un prescindiendo de que esta doct rina, cuand o intenta dar un principio sistemárico. cua lquiera qu e él sea.
una ex plicación psicológica pos itiva de los hechos fundamentnle.c En esto reside la propia y verd adera unidad origina ria, y basta
del conocimiento, se ve obligada a presu poner la validez objerívn con retro trae rse a ella para red ucir las a ntítesis absolutas de tod a
de aquellos conceptos cuyo valor y cuya razón lógica de ser la onto logía anter ior. Quedan ya clara y segurament e deslinda-
empeza ba negando, es lo cierto qu e la negación con que termin n dos, con ello, el método y la tendencia funda mental de la in vesti-
Hu me aporta la más vigorosa prueb a indirect a a favor del poder gación kantiana. Esta no ver sa sobre las cosas, sino robre los j u i-
del esquema metafísico fun damental. Poner en dud a este esque ma cios acerca de ellas. Lo qu e se plantea es un problema w gico; y
par ece equivaler, ahora , ni mas ni menos que a negar la posibil!- este prob lema se orienta ún ica y exclusivamente hacia aquella
dad misma del conocimiento. Tan hond o parece ha ber calado forma peculiar y específica del juicio en la qu e situa mos la ex is-
el concepto d el ser absoluto en los fundamentos de nu estro saber, tenc ia, en la que afirmamos conoce r los objetos empíricos.
tan ind isolubleme nte par ece haberse entrelazado con ellos, qua Esta di rección dual es la qu e señ ala el J able carácrer d e la
todo intento de eliminarlo y superarlo se considera como nh:r" filosofía crítica. Si enjuiciamos la obra de Kant como lógico pu ro,
equivalente a la destrucción de estos fu ndamentos . es decir , si nos fijamos solam ente en 10 apo rtado por él a la lógica
61. LA FILOSOFIA CRITICA LA CRITICA DE LA RAZCN 61'
formal y a la teoría de los principios abstractos de la matemá tica
pura, no puede caber la menor d uda de que, en este punto, el II
autor d e la Crítica de la ratón pura se ha lla por d ebajo de sus
E L PROBLEMA DE LA OBJ ETIVIDAD. Lo ANALmcn y LO SINT ÉTICO
grandes a ntecesores racionali stas Y, principalmente, por de bajo de
un Leibniz. Pero esta falla guarda una ínt ima relación con su rné- El método de la prueba sintética q ue abraza la Critica de la re-
rito más peculia r. La mirada de Ka nt se dirige única y exclusiva- tó n no pone de mani fiesto el proceso lógico interior de formación
mente a la expe riencia, a los princi pios del conocim iento empi- del pensamiento ka ntiano . Las piedra s con q ue se construye el
rico." La mat em át ica misma sólo es to mada en conside ración en siste ma del conocim iento se aportan y se elabora n u na a una
cuanto que puede acred ita rse en su aplicación a los objetos efec- antes de tener delante, claro y bie n visible, el pla no general del
tivos y con cretos. edificio qu e se trata de leva ntar. Este aislamient o de los distintos
La investigació n del espacio geométrico puro , la reducción de materiales y elemen tos sueltos no responde solamente a los fines
sus formas a un núme ro mín imo de prin cipias y axiomas equi- metodológicos y estilísticos de la expo sición: cla ramente pode-
valdrí a "a ocuparse de un simpl e fantasma, si no h ubiera de consí- mes observar cómo el propio Kant va perfila ndo en el curso d e
derars e el espacio como condición de los fenómenos que su minis- la investigación y desarrolland o con clar idad con ceptual cada vez
tran la materia de la experiencia exterior; por eso aquellos juicios may or el verda dero criterio de unida d qu e preside y gobierna roda
sintéticos puros se refieren, siq uiera sea de un modo indirecto, a su doctrina. Son los Prolegómenos, que ven ya ante sí, como un
la experiencia posible 0 , mejor dicho, a esta posibilidad misma, tod o acabado, los resulta dos de la C ritica d e la Razón y que pue-
basando excl usivame nte en ello la vali dez objetiva de su síntesis. den abarcarlos ret rospectivament e en u na ojead a de conjunto y
Co mo, por ta nto, la experiencia, considerada como síntesis em- en juiciarlos, los que nos llevan ya d irectam ente al centro mismo
pírica en su posibilidad, consti tuye el ún ico ti po de conocimien to del planteamiento del p roblema critico, para trazar desde él el
qu e imprime realidad a roda5 las demás síntesis , tene rnos que esta cam ino ha cia la perifer ia y hac ia las determ inaciones y ramifica-
ciones cada vez más amplias del pensam iento.
realidad , en cuanto conoc imiento a priori, sólo cobra verd ad (coin-
Kant comienza por u na d istinción de los juicios, y ello nos
cide ncia con el objeto ) por el hecho de no contener más que lo
permite situ ar en seguid a el problema de nt ro de la gra n trayecto-
necesario para la u nida d sintética de la cxpe riencia en general"
ria histórica q ue hemos ven ido siguiendo. La antítesis d e lo "sub-
o». 196 «) » jetivo" y 10 "objet ivo" sirve de int rod ucción al problema de la
El del concepto de la verdad, que formaba la base y el
crítica del conocim iento; pero no entraña ya, ahora , una relación
comienzo del racional ismo leibnizia no, es retenido como postulado ni u na di ferencia en cua nto a las cosas mismas, sino una car ac-
primero y esencial , pero, ahora, cobra una nueva me ta, en cuanto reriración lógica inma nente de dos modos d istintos de enj uiciar.
qu e se orienta úni ca y exclusivame nte hacia el an álisis del con- " Los juicios em píricos, cuando se hallan dotad os de validez
cepto de la experiencia y se pon e al servicio de él. objetiva, son juicios de ex,pcricncia; en cambio, aq uellos que sólo
rigen subj etivamente son los que yo llamo juicios de percepci ón"
(Pro leg., § 18) .
Lo que ha sta ah ora significaba u na dif erencia del ser significa
.f C í. ace rcn d e esto mi estud io " Kant u nd die mod erne Mat hemot ik"
Kanm udian, XII, 1 n. (l907). . , ahora, por t anto, una dife rencia de validez. Se dice que un juicio
Las citaA d e la erílica de la razón pura se ref ieren siempre a la ses unda es simpleme nt e un juicio de percepción cuando se limita a entre-
edlcfón de 1787; las páginas referidas a la p rime ra ed ici6n d e 1781 se señalen lazar diferentes representacion es tal y como éstas aparecen al inea-
con la let ra A. das en el estado mom ent án eo d e la conciencia; cuando se tra ta, por
616 LA FILOSOFtA CRm CA LA CRmCA DE LA RAZó N 617

tanto, sim plemen te de registrar la rela ción qu e aqu í y a hora, en la conclusión de qu e los juicios de la experiencia no to ma n su
este determinado moment o, es a preciada co mo vivencia inmedi a- val idez objet iva del conocimiento d irecto d el objeto (ya q ue éste
ta por un determinad o observador. La fuerza de semejantes jui- es imposible) , sino siml)lemente de la condición de la validez ge-
cios se limita a la simpl e descripción de lo dado y lo presente; no neral de Los juicios emplrtcos . . . El objeto en sí m ismo perm anece
va nun ca más allá del momento exactam ente dado en el pro- siempre desconocido para nosotros; pero, si el concepto del enren-
ceso de la representa ción individ ual. dimiento determ ina como generalmente v álida la com bina ción de
Por el contrario, los juicios de la experiencia, aquellos q ue se las representaciones q ue nuestros sentidos nos dan d e é l, tenemos
formulan y rigen en la ciencia emp írica, perte necen ya, por la que d objeto es determinado por esta rela cián 'Y el juicio, entonces,
intención q ue p ropiamen te Jos ani ma, a un tipo completam ente es obje ril'O" (P roleg., ) 19) .
di stinto de juicios. La relación qu e en ellos se predica no pretende La importan cia q ue enc ierra esta introd ucción al plan tea mien-
valer solam ente para este o aq uel sujeto psicológico concreto, sino to crit ico d el problema se destaca, sobre tod o, cuando se tien e
que pret en de regir ind epen dientemente de este sujeto y basarse presente q ue aq uí no se tra ta, en modo alguno, de fu nd amen tar
en razones valederas, obligatorias y necesarias para todo sujeto en el elemento aPTiorístico, sino que 10 que se ventila es un problem a
general. Aquí, nos remon ta mos por sobre e l estado momentáneo mu cho más general. Ta mbién los juicios de la experiencia como
de la conciencia ind ividual, aunq ue éste sea, ciertamente, el pun- ta les encierran una propia y peculiar "necesida d" , que el empiris-
to de partida y aunque nos ofrezca, psicológicamen te y en úl timo mo, en su anál isis psicológico, desconoce y pasa por alto. Cuando
resu ltado, el dato en q ue tenemos q ue apoyarnos, y e ncuadramos decimos que un cuerpo es pesado, sólo qu eremos enu nciar con esta
el predicad o del juicio dentro de un ma rco to ta lmente d istinto. afirmación, evidentemente. una cualidad del cuerpo q ue en la
Cuand o decimos qu e un estado de hecho es "obj et ivame nte ex periencia aparece siempre asociada a él. Pero esta determi na-
válido", no añadimos a él, desd e un punto de vista puramente ción, con ser tan simple, cae ya fu era de la com petencia de la
intrínseco, ni el menor rasgo nuevo, no enriquecemos en lo más sim ple percepción de nues tros sent idos y tiene necesar iam ent e q ue
m ínimo la simple m ateria de la representa ción. Lo nuevo, aq uí, retrotrae rse a criterios lógicos puros. Tambié n en este caso afir-
radica exclusivame nte en el diferen te enjuiciamiento for mal, como ma mos la validez de un juicio por enci ma del mo me nt o concreto
si dijéra mos en la d iferente ilu minación que ese estado de hecho en que este juicio se emite; ta mbién en este caso sustraemos una
recibe, al ser considerado por nosotro s com o símbolo de un a com- co nexión con la que, por el momento, sólo nos encontramos en un
binación do tada de validez general, encuad rá ndol o con ello en caso concre to y bajo condiciones es peciales dadas , a la limitació n
ot ra categoría lógica de valor. qu e estas condiciones especiales le imponen, para elevarlo al rango
La afirm ación d e la validez objet iva de un predicado no ent ra- de la vali dez general. La cóp ula del juicio, " el vocablo relativo
ña, por tanto, la rela ción con algo que se enfrente al conocim iento es", señala también en este caso una unidad necesaria entre varia s
como a algo tota lmente ajeno a él, sino qu e es postulable pura y representacio nes.
simplemente con a rreglo a las condiciones de aq uél. V alidez ob- " Solame nte de este modo, se convie rte esta relación en un jui-
jet iva y valid ez general y necesaria son conceptos in rerdepen- cio, es d ecir, en una rela ción objetivamente válida y suficienremen.
dientes. te distin ta de la relación entre aq uellas m ismas represemacic-
"El juicio nos perm ite conocer el objeto (a unq ue éste, por nes, que, dent ro de estos lím ites, tend ría una vigencia puramente
lo d emás, siga siendo d esconocido pa ra nosot ros tal y co mo en sí subjetiva, por ejem plo, con arreglo a las leyes d e la asociación.
mismo pueda ser) por me d io de la comb inac ión genera lment e A teno r con éstas, sólo pod ría decir : cuando soporto un cuer-
valede ra y necesaria de las percepciones dadas y, siendo éste, po, siento la presión de la gravedad, pero no podría afirm ar
como es, el caso de todos los obje tos de los sentidos, llega mos n q ue este cuerpo es pesado, lo q ue vale ta nto com o d ecir q ue esta s
618 LA FILüSOFIA CRmCA LA CRITI CA DE LA RA ZON 619

dos representaciones se combinan en el objeto, es dec ir, sin aten- Se trata, por tanto , de descubrir y poner de ma nifiesto este
der para nada al estado del sujeto, y no se limitan a asociarse en medio de plasmación, si queremos seguir en tod as y cad a una de
la percepción (cuan tas veces se repita ésta ) " (Kr. 142),6 sus fases el proceso de la progresiva objetivación. Las condiciones
Todo juicio físico trasciend e la determinaci ón de una simple sobre las que descansa la conexión sujeta a ley de las perc epcío-
asociación de percepciones en un sujeto sensibl e, para postular nes no pueden buscarse en sí mismas, como elementos aislados y
una conexión entre los objetos d e la experiencia; cada uno de estos concr etos. Es el punto de vista lógico del en juiciamiento el que
juicios encierra la pretensión de poder fundamentars e de un modo les confiere carác ter de unidad y, por tanto, de objet ividad. Las
cua lqui era, sustrayéndose con ello al azar y a los caprichos de las impresiones no apa recen a n te nosotros, desd e el primer momento ,
representaciones in dividuales. Por ta nto, aunque los juicios empí.. ordenadas en categorías y grupos fijos, por separado, de tal modo
ricos sólo se propongan regir dentro del círculo cerrado de una que sólo necesitemos leer en ellas, por así decirlo, su clasificación
determinada observación, dentro de este círculo, sin embargo, la re- y delímíraci ón, sino qu e es el pensami ento y sólo él quien les con-
lación que estos juicios predican se afirma como objeti vamente fiere esta ordenación, al referirlos a determinados rasgos fun da-
verd adera y reclama su reconoci miento. m entales dd juicio, que Ies a plica como una no rma.
T am bién los predicados acerca de los objetos concretos, que, La teo ría usua l de la formación de los concep eos presenta el
como tales, sólo pued en enco ntrarse en un dete rm inado punto del concepto excl usivamente como obra de la simple agrupación de
espacio y del tiempo, registran el hec ho de que, en este Pu nto los datos de nuest ras percepciones, coincidentes entre sí en una
concreto al que únicamente se refier en, se d a algo fijo e inconmo- característica com ún cua lqu iera. Pero esta "comunidad " no es
vible; de que, por ta nto, existe e imp era aquí una d eterminabiLidad algo dire ctamente dado y evidente por sí mismo, sino que surge
qu e no podemos cambiar o destruir a nuestro antojo. Esta de ter- precisamente cuando agr upamos y ordenamos desde determina-
minada regla de conexión es la que tiene qu e sumarse a la simple dos puntos de vista ideales lo que, de suyo y visto a través de
percepción para conferirl e el valor de la "ob jetiv idad". El con- las simples sensaciones, es siempre algo diverso. Jamás podríamos
tenido de la percepción no se convierte para nosot ros en objeto comparar entre sí las percepciones, como algo de suyo care nte
por medio de una operación de misteriosa metamorfosis en que de límites y de meta, si no se determinara en qué "respecto", con
lo encauzamos hacia otra forma de existencia, sino al plasmar ese arreg lo a qué criterios diferenciales pu eden referi rse las u nas a
conte nido, que al principio no parecía ser más que una abigarra- las ot ras, si, por consiguiente, no pudiéramos agru par las percepcio-
da y confusa diversidad de impresiones, en una rigurosa u nidad nes en uni dad conforme a ciertas dir ectivas del pensa miento,
int electiva; al ordenar en cosmos el caos de la conciencia. dota das de validez general.
6 CI. tam bién Prolcgóm crl.Os, 22, nota : "A hora bien, Ic ómo cua dra esta " Por ta nto, para tener una exper iencia no basta, como comú n-
tesis de que los juic ios de la expe rien cia de ben encerrar una necesida d en la mente se admite, con comparar entre sí las percepciones y agru-
s int esis de b s perce pciones con mi tesis reit eradamente afirmada de qu e la ex- parlas en la conciencia por medio de l juicio; por este cam ino, no
pe riencia , co mo conoci miento a po'terior;, sólo puede darnos juicios pu ra mente conseguiremos nunca do tar a nuestros juicios de esa validez gene-
con tin gentes ? C uand o digo q ue la experiencia me enseña algo, me refi ero
siempre sim plemente a la percepción que e n ella va im plícita, por ejemplo
ral y de esa necesidad sin las cua les no pueden llegar a conver-
a la perce pción de que a la iluminación de la pi edra por el sol sigue siempre tirse en juicios objetivam ente válidos y en una experiencia. Esto
el ca lor, y en este sentido tod a p roposició n de la experienc ia es siempre con- hac e que, para que la perc epc ión pued a convertirse en exp crien-
tingente. Q ue el cal entamiento se sigue necesariamenre a la Iluminación por cia, tenga que preceder un juicio completamente distinto. Es
el sol es algo qu e se contiene, evide nt em en te, en el juicio de la experiencia necesa rio, para ello, que la intuición da da se subsuma bajo un con-
(por med io del conc e pto d e la causa ) , pero esrc no 10 aprendo por la expe-
riencia, sino qu e, a la inversa, la exp eriencia nace solamente cuando este cepto, qu e determina la forma del juicio, en general , con respecto
concep to inrelecnvo (de la causa) viene a sumarse a la percepción," a la intuición, que art icula la conciencia empírica de la intuición
620 LA FILOSOFIA CRITrCA LA CRITICA DE LA RAZóN 621

en una conc ien cia en generaL, confiriendo con ello un carácter de el otro descansa sobre u na masa de im presiones concretas, no
validez gene ral a los juicios em píricos; y este conc epto es un sim- regidas en sus consecuencias por ninguna ley (cf. acerca de esto,
plc concepto de l entendimiento a priori, qu e se limit a a dercrmí- supra, pp. 475 S8.).
nar el mod o como una intuición pued e servir para forma r juicios" A estos pen samientos, mantenidos y desarrollado s, como h e-
(Proleg" § 20). mos visto, en la escue la de Wolff, recurre de nuevo Kant reite-
Enfocado así el problema, se comprend e claramente que la rad ame nte, 10 mismo en las páginas de la Crítica de la razón que
"conciencia en general" no re present a para Kant, en mod o algu- en los Prolegómenos.
no, una especial capac idad psicológica que aparezca, como una "L a diferencia entre la verda d y e! sueño no debemo s busca rla
misteriosa pot encia primaria, detr ás y por encima d e la conciencia en la naturaleza de las rep resentacione s referidas a los objetos,
individual. También este concepto es expresión, no de un ser, sino que son las mismas en am bos casos, sino en la con exión qu e ent re
de una relación pura mente lógica de valor; d esigna simpl emente ellas se establ ece conforme a las reglas que determinan el en lace
una nueva [acuitad, la pertenencia a un nuevo orden lógico, qu e de las rep resentaciones para formar el concep to de un objeto, para
una conexión adquiere cuand o no la consideramos exclusivament e ver hasta qu é punto pue d en o no agruparse en u na experi encia"
en cuanto al mod o como de h echo se presenta en el sujeto cm- (Prol eg., § 13, nota III).
p írico, sino como algo qu e se postula en virtud de principios Por tanto, la verdad emp írica de los fenómenos en el espacio
genera les. y en el tiempo debe consider a rse suficienteme nte asegurada y 10
Históricamente considerado, Kant ha llegado aquí a la meta bastan te separada de la afinidad con los fenóm enos de! sueño
de una trayectoria del pensamien to cuyas raíces se rem ontan a los cuando podemos coordinar exac ta y perfectamente aquéllos en
primeros orígenes de la filosofía moderna y de la ciencia moderna. una exper iencia, con suje ción a las leyes emp íricas (Kr., 521).
Es él el primero qu e lleva a su remate interior esta trayectoria, al Yel crite rio decisivo de esta inmanente "exactitud" debe buscarse,
unificar ahora, con clara conciencia de lo qu e hace, las dos series una vez más, en las categorías pura s de la relación y, sobre todo,
de desarrollo, qu e hasta ah ora venían discurriendo por cauces en la relación conc eptua l de causa a efecto, la que a su vez
separados. determina la relación objetiva de los fenómenos en e! tiem po.
D entro de la filosofía, Kant se enlaza, para lograr esto, al modo "Para que mi percepción encierre el conocimiento de un algo
como Leibniz había plasmad o el concepto de la realid ad feno- dado, de algo realmente acaecido, tien e necesariame nte qu e ser
ménica. La real idad de los fenómenos consiste en la determina, un juicio empírico, en el que pensemos qu e se halla det erminada
bilidad de sus con exiones, con arreglo a leyes. Lo qu e distingu e la consecuencia, es decir, qu e presupo nga en el tiempo otro fen ó-
al ser empírico del sueño o de un mundo fabuloso meramente meno, al que siga necesariame nte o conforme a una regla. En
inventado, es la perfecta armonía lógica, la consonancia de todas caso contrario, si postula mos lo qu e precede y aquel algo d ado
y cada una de sus part es concretas ba jo reglas uni tarias, que se no se sigue de ello necesaria me nte, tendré que consid erar esto
manifiesta en él por dondequiera qu e lo miremos. Nu estros sue- como un juego sub jetivo d e mi imaginación y, si me lo represen-
ños no están hechos de la trama de una ma teria tot almente dis- to como algo objetivo, no tendré más remedio que llama rlo un
tinta de la urdimbre de nu estra s represen tacione s en estado de sue ño" (Kr. 246 s.).
vigilia, ya que en ambos casos se trata de un m undo basado en la Real es lo que se halla en consonancia con una percepción
percepción, en la conciencia: lo que distingue a uno y otro es, por con arreglo a leyes em píricas y lo qu e, conforme a ello, podemos
e! contra rio, un momento form al, pu esto qu e u no de estos rnun- ordenar unívocam ente de ntro del "contexto" de un a expe riencia.
dos obed ece rigurosa y exclusivamente al principio de razón sufl- Este sentido crítico de la realida d encuentra, para Kant, una
cien te, es decir, a un tJrin cip io purament e racional, mientras que nueva confirmación en los progresos qu e la misma ciencia exacta
LA FILOSOF1A CRITICA LA camcx DE LA RAZON 623

va alcanzando poco a poco y cada vez más claramente en la verdad era y originaria premisa. La " naturaleza" no es tanto el con-
mulación de su verdade ro problema. Lo Que esta cien cia postula junto de los objetos de la expe riencia como el conjunto d e sus
es un nu evo conce pto de la naruraleza. La "naturaleza" de las leyes generales.
cosas es, en su acepción primaria y originaria, el principio con "y ah ora me pregunto si cua ndo se habla de la pos ibilidad
arreglo al cual se mueven; la fuerza mot riz Que crea las cosas d e un conocimiento a priori de la naturaleza, no sería mejor
con cretas: el poder y la esencia que las conduce al ser y las mano form ular el problema de este mod o: lcómo es posible conocer
tiene en el. La expresión de esta primera ra íz objetiva de l concep- a priori las leyes necesarias qu e rigen las cosas como objetos de la
to de naturaleza la tenemos en la an alogía etimológica de " natura" experiencia, o cómo podemos conocer a priori las leyes necesari as
y "nasci": la natura leza es, ante todo, la creadora y la fuente de la ex perienc ia misma , con referencia a todos sus objetos?"
nut ricia, la mat r iz universal Que alu mbra de su entrañ a toda Juzgando solamente des de el punto de vista de la misma
realidad . ciencia empírica, no parece existir ninguna diferencia objetiva, de
Este originario sent ido mítico-poé tico de la palabra "natura. princip io, ent re estos dos modos d e plantear el problema, ya que
leza" se t rasluce ya, visiblemente , en Aristóteles, para qu ien la tanto vale d ecir q ue, s.in referirse al concepto de cau sa, ningún
natu raleza de una cosa es su fuerza teleol ógica int erior, y se man- juicio de la percepción pu ede llegar a adq uirir aqu ella firmeza
tiene en vigor hasta muy den tro de la filosofía de los tiempos y generalidad sin las que no podría ostent ar nunca el sello de la
mode rnos. Ese sentido deter mina toda vía, en lo esencia l, el con. " experien cia", como afir mar que todo acaecer empírico de hecho
ceprc spinoaista d e la Na turaleza-D ios y el concepto leibniríano se halla enlazado y regulado causal ment e. Sin embargo, desde el
de la entelequ ia. punto de vista de la crítica filosófica, es " más convin cente elegir
Pero, de ot ra par te, hemos podido asistir ta mb ién al lento y la primera de las dos fórm ulas".
tenaz esfuerzo con que la física matemática pugna, desde sus " Pues, pudiendo tener, evide ntemente, un conocimiento a pr iori
primeros comienzos originales, por llegar a una concepc ión funda. y ant erior a tod os los objetos dados de aquellas cond icion es fuera
mentalmente nu eva. Se vuelve, para ello, des viándose de la esen- de las cuales no podrí amos llegar a adquirir nunca una experien-
cia de las cosas, hacia su ordenación y agrupación num érica, se cia con respecto a ellos, pero no así sabe r, en camb io, a Qué leyes
apar ta del camino de su interiorida d sustanc ial, pa ra seguir por se ha llan sometidos sin relación alguna con la posible exp erien cia,
el d e su estruct ura matemática, funcional (cf. lib. 11, ca p. 2) . no pod remos estudiar la naruralem de las cosas a priori más que
Esta tendencia fundament al, que cobra ya plena claridad en investigando las condicion es y las leyes generales (aunque subje-
la lucha de K épler y Galileo contra sus ad versa rios místicos y tivas) sin las cuales no seria posible este conocim iento como cxpe-
pertpat éricos, se destaca en el período sucesivo de un modo cada riencia (en cuanto a la simple fonna) y determina nd o con arreglo
vez más claro y m ás enérgico. U no de los más im port antes in- a ello la posibilidad de las cosas como objetos de la expe riencia;
vestigadores del siglo :XV II , Robert Bovle, formula de un mod o pues, si eligiéramos el segunde modo de expresarnos y quisiéramos
muy ma rcad o esta nu eva concepción, en su obra De ipsa N atu ra, encont rar a priori las con diciones ba]o las Que es posible la natura-
al expresar que la naturaleza no debe concebirse como un con. leza como ob jeto de la experiencia, caeríamos fácilmente en el
junto de fuerzas por m ed io de las cual es se creen las cosas, sino eq uívoco y llegaríamos a creer que te níamos q ue h ablar de la na-
como un conjunto de reglas conforme a las cua les nacen éstas turaleza como de una cosa en sí misma, lo que nos llevaría a
( v. suJlra , pp. 365 ss.). dar vu eltas y más vue ltas, en esfuerzos est ériles e int erminab les
Kan t no hace más que proseguir y llevar a término esta tra- para buscar las leyes de las cosas sin contar con ningún dato
yectoria del pensamiento, cua ndo separa el con cepto material acerca de éstas" (Prol eg" § 17) .
d e la naturaleza del conc epto fonnal, des cubriendo éste como la Se h a operado, pues, la inversión copernicana d el problema.
614 LA FILOSQFIA CRITICA LA CRITICA DE LA RAZóN 625
Los objetos empíricos no son ya a lgo q ue exista por sí y por im plícitas en la prop ia nat ura leza de éste; por donde el enrendi-
separad o, sino qu e nos son dados sola ment e IX'T la experiencia mient o es el origen del o rden gene ral d e la na turaleza, puesto
y bajo las condiciones prop ias de ésta. Pero la experie ncia, a su q ue encuadra todos los fenómenos bajo sus propi as leyes, ha-
vez, no rep rese nt a ya para nosotros algo rígido y definitivo, sino ciendo posible con ello (e n cua nto a su fonna) la experiencia
el modo fun cional especifico d e nuestro co nocimient o, q ue des- a priori, por m ed io de la cua l q ueda necesariame nte somet ido a
cansa sobre la agru pació n y el entrelazamiento de todos sus me. sus leyes tod o lo q ue sólo puede conoc erse por la experiencia.
dios. Es, po r sí rnisrna, " un modo de conocer qu e requiere enten- Pues con lo que nosotros tenemos que ver no es con la naturaleza
dim ient o" y qu e, por ta nt o -c-según el significado rigurosam en te de las cosas en sí m ismas (la cual es inde pendiente tanto d e las
objetivo que este térm ino tiene, para Kan t- , se halla presidido condic iones de nu estros sentidos como de las d el entendim iento) ,
y gobern ado por regkts lógicas dotadas de validez general (Prólo- sino con la nat ura leza como objeto de la posible experiencia, lo
go a la 2'1- ed., XV II). Sin estas reglas, sin la referencia a los q ue explica qu e el entendim ien to, a l hace r posible ésta, haga
co nceptos puros de la magnitud y del número, de la permanencia posible, a l m ismo tiem po, q ue el m undo sensible no sea ningú n
y d e la causa, no llegaríamos a ninguna "obje tividad" , ya que objeto d e la experiencia o una natu raleza" (Prof eg., § 38; d. es-
esta, como ahora se pone en claro , no es sino una cara cterística pccialm ente Kr., A . 126 ss.) .
del ju icio. La fun dam ental distinción ent re juicios analíticos y sintéticos
Ha perdi do , con esto, toda apari encia de paradoja el ex traño sólo cobra plena claridad y precisión dentro de esta conexión del
y "d isparatado " aserto según el cua l el ent endimient o es el "autor pensamiento. Inmediatam ente antes de l plantea mient o de esea
de la naturaleza". N o se trata , en efecto, de afirma r con ello qu e di stin ción, encont ramos en la C rítica de la razón pur a un pasaje
despliegue ninguna cla se de "acción" psicológica o metafísica, sino q ue contribuye a esclarecer considerableme nte la tendencia con q ue
simp lement e de establecer el nexo de una cond ición puram ente se estab lece esta d istin ción, pero q ue suele pasarse totalment e por
lógica. El entend im iento fu nd amenta la objetiv idad de las cosas, alto, en medio de la discu sión de los eiemplos concre tos con los
al deter mina r los juicios de la percepción como juicios de la ex- q ue Ka nt ilust ra sus pensam ientos.
periencia, por cuanto q ue la d iferencia de valor entre estas dos " Una pa rte comidera ble, tal vez la mayor pa rte, del cometido
clases de juicios estr iba ú nicamente en sus co nceptos y en la de nuestra razón consiste en analizar los conceptos que tenemos
necesid ad a ellos inh erente. ya de los objetos. Esto nos su ministra un a cantida d de conoci-
No pode mos seguir vien do, como ociosos espec tadores, moverse m ientos, que, aunque no sea n más q ue explicaciones o ilust ra-
las cosas en torno a nosotros, si rea lme nte q ueremos enco nt rar cion es de lo que en nu estr os conceptos pensamos ya (aunqu e sea
una resp uesta a la pregunt a de su cognoscibilidad, sino q ue de- de un m odo confuso) , pueden, sin emba rgo, por lo m enos en
bemos acostum bra m os a com prender el conocimiento mismo como cuanto a la form a, ser considerados como criterios nuevos, au nqu e
el proceso lógico consta nteme nte progresivo d e la estructuración en realidad no am pl íen los concep tos que ya ten emos e n cua nto
y la Interpret ación d el simple mater ial de las percepcion es. Las a la ma te ria o a l cont en id o, sino qu e se limiten a desglosarlos.
cond iciones de este proceso rigen, a l m ismo tiem po, para todo y como q uiera q ue este p rocedi mient o nos suministra realm ent e
resultado obtenido en él y q ue, por lo d emá s, sólo por medio de un co nocimiento a tmori, q ue se d esar rolla por ca uces seguros y
él podemos alcanzar y asegura r. El an álisis de la fun ción pura provech osos, la razón, sin da rse cuenta d e ello, desli za bajo este
de la experiencia pone al desnudo el meoll o y la sustancia de las manto afir macio nes de un ti po com pletam ente distinto, en las q ue
cosas emp íricas. ai.adc a los concepto s da dos, y además a priori, otros complete-
"La un idad de los objetos se det ermina excl usivamente por mente ex traños, sin qu e sepamos cómo llega a ha cerlo y sin que
m edio de l entendi mien to, y con ar reglo a las condiciones qu e van sem ejante pregu nta se le pase siquiera por las mientes" (Kr., 9 s,J.
626 LA FILOSOFtA CRlTICA LA CRITI CA DE LA RAZON 627

Q ueda clara mente señalad o aq uí el punto d iferencial. El q ue permanecen encerradas las impresiones concret as en cua nto
juicio an alítico limitase a a nalizar los conceptos "q ue ten emos ya ta les.
de los objetos", sin pararse a preguntar por el fun da me nto de estos " En el primer caso, el juicio se lirniraria a enlaza r las percep-
conceptos ni por el derecho con qu e les at ribuimos un $ignificado ciones tal y como nos son dadcu por la intuición d e los senti dos,
objetivo. El conce pto y con él, ind irecta mente, el objeto sobre mientras qu e en el segundo caso (el de l conocimiento de la
qu e versa es, para este juicio, algo dado, que ma neja y con lo que experiencia) las juicios tienen que decirnos lo qu e encierra la ex'
opera , sin preguntarse por qué medios de conocimiento viene es- periencia en general ,. es d ecir, no 10 Que en cierra la simple per-
ratuido y acreditad o. cepción, cuya validez es pu ramente su bjetiva . Por tanto, el juicio
El juicio sintét ico, por el cont ra rio, se m ueve desde el prime r d e la experiencia tiene n ecesa riamente que añad ir a las in tuicio-
momento en u na di rección y dentro de un cam po del espíritu nes sensibles y a su concatenación lógica en un ju icio (d espués
to talme nte dist intos. En él, no se trata de los conceptos q ue d e generaliza rlas media nt e la comparación) algo, qu e es lo que
posea mos ya de los ob jetos, sino de aqu ellos qu e nos llevan a d eterm ina el juicio sinté tico como necesario y, por ende, como
éstos. Llamamos sintéticos a los juicios con los que relacionamos dotado de validez general " ( Pro/eg., 21 a).
las sim ples impresion es de los sent idos y bajo los cuales tenemos Este criter io de la necesidad es, por consiguiente, para decirlo
que ordenar éstas, para que de ellas nazca el todo sistemát ico con otras palabras, la verdadera obra de la "síntesis", lo q ue con-
unitario de la exp eriencia y, por tanto, un objeto de ésta. La pala- vierte a un juicio en sintético. Sin él, la experiencia qu edaría
bra "síntesis" expresa, por tan to, aqu ella "trascend encia" pecu liar rebajada a un "simple conglomerado de percepcion es", qu e es-
capa ría a toda posibilidad de ser fijado cien tíficam ente y, por
po r sobre la simple materia de la perc epción, aquella transforma-
ción del pensamiento sin la cual ni ngún conte nido dado adqui riría ta nto, de ser transmitid o a otros de un modo general ( Proleg.,
los carac te res de necesid ad y d e validez general propios de un ! 26) .
La di stinción ent re los juicios a nalíticos y sintéticos viene,
juicio de la experiencia.
pues, a descubrir un doble modo y un doble origen en la formación
Debe mos dis tingui r, pues, rigu rosa mente y en el plano de los
de los concepto s. Si, según la teoría trad icional, el concepto es
pr inci pios, entre los conceptos qu e se obtienen simplemente me-
solame nte el resultado d e la "abstra cción" a base de una plura -
di ante la com paración de un ma terial sensible o lógico ya existente lid ad d e da tos de las sensacio nes, ahor a se ve que las sensaciones
y aquellos otros que sirven pa ra fu ndamentar la objetividad y "semejantes" , para qu e poda mos conocerlas como semejantes y
sobre los que descansa ésta. La distinción en tre juicios analíticos agruparlas en una "categoría" comú n, sin lo cual carecería de
y sin réricos responde a la concepción crítica fu nda ment al de qu e base el proc eso de la " abstracción", tienen que red ucirse a ntes
el entendimiento " no es simplemente la capacida d pa ra establecer a una determ inada regla de enju iciamiento. A la unidad de la
reglas medi a nte la com paración de los fe nómenos", sino q ue es, " categor ía" precede, po r tanto, la un idad de una norma ideal ;
además, " el que da leyes para la na turale za", por cuan to q ue sin a la com paración absrracuva, la a rticu lación constructiva. El con-
el "no existiría nunca ni en pa rte algun a la nat uraleza, es de cir, la ce pto no es, si nos a tene mos a su verdadera significación fu nda-
unidad sinté tica de la variedad de los fenómenos conforme a re- men tal, otra cosa qu e la conciencia de esta unidad de sinrcsís.
glas" (Kr. 126). El entendimiento no sólo esclarece las rep resenta- " La palabra conc epto -adv ierte Kant- podrí a llevarnos ya
cienes por medio del an álisis, sino que las hace IXl siblcs, como por sí misma a esta observación, pu es es esta conciencia una la
representaciones de objetos ( Kr. 244) . La simp le operac ión de que agrup a en u na represent ación lo m últiple, lo que la intui-
sumar y agrupar las percepciones de los sen tidos jamás nos permi- ción nos va revelando poco 11 poco y lo que lu ego se repro-
tiría remont arnos por encima del círculo de la sub jetividad, en el duce . Puede ocurrir que esta conciencia sea, como lo es muchas
628 lA HLOSO fI A CRrnCA. LA CRm CA DE LA RAZóN 629

veces, débil. .• ; pero , independientemente de esta diferencia, ne- ella , siendo, por tanto, éstos Jos cre ados prime risimamen tc por
cesariameme tenemos que llegar a formarnos una conciencia, a un- aquéllos" ( K r., 241) .
qu e carezca de claridad, ya que sin ella sería n imposibles Jos Este pensamiento, como el propio Kant percibe y destaca, va
concep tos Y. por tanto , el conocimiento d e los objetos" ( K r., en contra d e tod as las observaciones que siemp re se ha bían hech o
103 s.], acerca de la trayectoria seguida por nuestro ent endimiento, según
Por donde la unidad analítica de la conciencia presupon e la cu al sólo a la vista de los resultados coincidentes, percibidos y
necesa riamente la unidad sintética. com parados, de muchos acaecimientos podemos llega r a la afir-
" Una representación que ha d e ser pensada como d istint a es mación de una regla cualquiera d el acaecer, pero expresa, e n
conside rada como pertenec ient e a aquellas q ue llevan en sí, ade- cam bio, con gran fidelid ad el verdadero resultado origina l de la
más, algo d istin to Y, por consiguiente, debe ser previamente doct rina kant ia na y la ve rdadera inte nción d e la " clásica" d ife-
sada en u nid ad sintética con otras rep resentaciones (au nq ue sean rencia fu nd amental que le sirve de pu nto de parti da.
sim pleme nte posibles), antes d e que pod am os pensar en ella la Por eso result a unilateral y expuesto a error el seguir ha ciendo
unid ad a nalítica de la conciencia q ue la convierte en conceptus gira r la cr ítica de esta d istinción exclusivame nte en torno a los
com m.unis. De este modo, la unid ad sintética d e la apercepción ejcmlJ!os con q ue la ha ilustrado Ka nt , como si de ellos pudiera n
es el pu nto más alto al que d ebe atenerse todo el em pleo del realmente deriva rse toda la significación de la d istinción y todo
entendi miento, e incluso toda la lógica y, con arreglo a ella, la el esclarecimiento acerca de su senti do. No nos resulta di fícil,
filosofía trasc end ental; más aún, esta capa cidad es el entendimien- ahora, comprender cuá l es el defecto fu ndame ntal d e qu e estos
to mismo" ( K T., 133). ejempl os adolecen, de un mod o necesario y con a rreglo a la na-
No es posible una lógica for mal de las "clases" sin que la tu raleza misma de la C05<1.
preceda una lógica " trascende ntal " de las relaciones y los nexos T ocios ellos corresponde n a la pr e't!ia explicación del juicio
de unión originarios. Estas conexio nes no pu eden significa r sim- an alítico }' el sintético, e n la que se ha ce h inca pié, propiame nte,
plement e " las reglas de la observaci6n de un a na tu raleza ya en la dife rente relación entr e el sujeto y el pred icad o qu e en cada
dada", sino que, en cuanto condiciones para la posibilidad de la u no de estos dos juicios se establece. El juicio se llama ana lítico
experiencia, son "al mismo t iem po, las fuentes d e las qu e nece- cuando el pred icado se contiene ya im plícitamente en el concepto
sa riamente tiene n que derivarse todas las leyes generales de la del suje to; sintético, cua ndo se añade a él como un elemento
naturaleza" ( Proll.'g., § 17) . total mente nuevo.
Kan t no se cansa d e referirse a esta fundament al diferencia Pero esta expo sición, q ue sólo tra ta de da rnos un prime r escla-
pa ra ilustra r la relación entre los juicios analíticos y los sintéticos: recimiento del problema, no penetr a en el verda de ro contenido
El principio ca usal es sintético, porque la afirmación de que cua nto de la d istinción, entre otras razones porque, como veíamos, aquí no
acaece tiene una cama no se d espre nde simplemente de la con- se tra ta, pri mord ialment e, de criterios que vengan a a ñadi rse a
sideración del acecer acabado q ue tene mos ante nosotros. ni pue- un sujeto ya existente, sino d el origen lógico d el mismo concepto de
de tampoco dedu cirse lógicam ent e de l mero concepto de lo Que e n sujeto y de las cond iciones necesarias para postularlo. Elproble-
general acaece, sino porque este principio nos ind ica cómo es ma, por tanto, no se ref iere nu nca a la fonna puramente lógica
posible, "en />rimerísimo lugar, !legar a obtener 1m de cerminado del juicio, sino al ca mino y a los med ios de conocimiento a través
concetno de exp eriencia" de lo que acaece (Kr., 357 ). de los cuales es posible llegar a obtener y a fijar el sujeto mismo."
O curre con esto lo que con todas las d emás representa ciones Los conce ptos pur os del en tendimiento son, en cuanto con-
pur as a priori, "que sólo podemos extraer de la experiencia como diciones de la experiencia, "conceptos del enl ace y, por tan to, del
conceptos claros porque previa me nte los habíamos depositado en T el. mi est udie "Kant c nd d ie mode m e Ma thematik". 1. e., pp. 36 JS.
630 LA FIL0 50FIA CRITI CA LA CRlTlC A DE LA RAZóN 631

objeto mismo", mient ras que los conceptos de reflex ión de la sa, una cualidad general, pero no una cualida d esenc ial de la
ontología sólo sirven " para la simpl e comparac ión e nt re con ceptos materia."
dados", te niendo , por tanto, en realidad , "una natura leza y un " Conozco tan poco la natu raleza int erior de los cuerpos -dice
emp leo completa mente d istintos" ( Proleg., § 39). el newton ia no Freind-, q ue estoy m uy lejos de afirm a r que aq ue-
Este sentido fundamental se revela ta mbié n, ind irectame nte, lIa fuerza sea necesariamente inhere nte a la mate ria y for me par-
pero con toda cla ridad , en los ejem plos conc retos aducidos por te d e ella, a la manera como for ma n parte la extens ión y la
Ka nt. La elección de tales ejem plos se explica, prin cipa lme nte, scüdez.' 10
por el cuadro h istórico de los problemas qu e Kant te nía que Desde entonces, apenas existirá un solo manual de mecánica,
dar por supuesto como conocido de sus con temporá neos y presen- en esta época, en el que no se profese y destaque esta d ist inción.
te en sus me ntes, pero que para nosotros es ya, naturalmente, algo Basta toma r en las man os una obra como el Traité él émcn rc ire
extraño, descon ocido, de lo qu e, JXIf consiguiente, se ha ce siempre de m éccntque e t: de dynam iqlle, de Bossur, para verla expresada
caso omiso al enjuiciar este asunto . ya desde las primeras página s con tod a nitidez.
Cuando decimos qu e todos los cuerpos son extensos , formu- "Debemos precaver aquí al lector - leem os en est e tratado--
lamos un juicio ana lítico; cuando afirma mos que rodos los cuerpos cont ra un prejuicio del c ual es difícil guarda rse en los comienzos.
son pesados, emitimos u n juicio sintético. En realida d, desde los Co mo no conocemos ni ngú n cuerpo que no sea pesad o, se t iende
tiempos de Desca rtes, la extensión se considera como el elemento a creer que la gra vedad es esencial a la materia, considera ndo
qu e for ma el verdadero conce p to lógico de l cuerpo. T od as las de- como sinónimos las pala bras " peso" y "cuer po", Pero esto es un
más cualidades de l cuerpo, el color y las demás cualidades sensi- error . La gravedad es una cual idad conti ngente del c uerpo, que res--
bles, su dureza, su peso, etc., según hace no ta r exp resam ente pondo:' a un a causa especial. A la palabra "cuerpo" no debemos
Descart es, sólo re dan en él de un modo fort uito; son cu alid ades asociar, pues, ni nguna otra re prese ntación que la de una extensión
unidas a él en la experiencia, pero qu e no tie nen por qu é entrar imp enetrable d e tales o cua les dime nsion es." 11
en su definición . Forman parte, escolásticamente hablando, de su En el mismo sentido vemos que D'Alembert, en sus Elem entos
exiHencia, pero no de su esencia. En cam bio, cua ndo d ecimos de filosofia, determina la at racción como una cual idad originaria
que todos los cuerpos son extensos -c-observa el propio Ka nt, en (une prop ri ér é primord iale) de la materia, pero sin qu e llegue a
cont ra de Eberhard-, deci mos algo "necesaria y ete rna mente con stitui r ninguna ca ract erística esencial de ella.
verdadero, exista n los cue rpos mismos o no, exista n du rante COrtO "C uando pensamos un cuerpo, lo pe nsa mos exte nso, impe-
o durant e la rgo t iempo o a t ravés de tocios los tiem pos, es decir , net rable, d ivisible y dot ad o de movi miento; pero no pe nsa mos al
et erna ment e".' mismo tiempo, necesariamente, que este cuer po ac tú e o influya
y esta distinción no experime nta tam poco ningún cambio sobre ot ros." 12
sustancial, d e princip io, bajo la acción de la física newtonjana. o N ewton, Principios mat",mLl¡ic o1 de la lcor ia de la n" lu.alc, ", e d. \V ol-
En efecto, por mucho qu e la gravedad trascienda aquí de l angosto fers, p. 381.
cam po de los fenómenos terrenales para elevarse a una significa- 10 V . Rosenberger, ls= ]\,lew lo n una sc tne ph )" iknli, chen Prin cipien, I'á-
ción có smica universal, esta universalidad reviste un carácter pu- gina 363. En relación con esto, es in teres ant e se ñalar que tamb ién Kant
consid era la "irnpenetrabilid ud" como un pred icado analítico del cuerpo, y
ramente empÍT"ico. La graved ad es, como el propio Newron exore- la ¡;:rnveda d, en cambio, como \In pr.,d icado aint et ico (l1e-flexi oncs, n ú m. 503) .
11 B088ut , T rairé élém enwire de m ec(\lli,¡ue de ,IYl'lam i<l"e, Charle-
8 "Sobr e un d escub rimien to el cual toda nu eva críti ca d e la nu ón vllle, 1763, p . 3. V. también, por eje mplo, Ma rie, T ra ité de mh (\l'li</l.<e, París,
pura d ebe result ar supe rflua an te otra an terior." Siimt!iche W erke (Ha rten - 1774, p p, 6 s.
stein), VI, 52 1. C f. Co hen, Ka n t. T he orie der Erfa hm ng, 2- ed., p. 401. 12 D 'Al embert, Elém enrs de Fh,!osophic, § XV II ( ,\félangel, IV, 240).
." LA flLOSO flA CRrnCA

Co n estos ant ecedentes h istóricos, resulta claro comprender en


LA CRlllCA DE l A RAZÓN

tal. Sin em bargo, la verdadera relación se establece ya, ahora, de


633

q ué sentido em plea Kan t su ejemplo y q ué fina lidad trat a de al- un modo ineq uívoco y con toda cla rida d, en el plano de los pr¡n-
cansar con él. El cuerpo, pensa do como simple "extensión" , cipic s. El "objeto" no reside nunca dir ectamente en la im presión
puede segui r siendo considerado sim pleme nt e corno objeto de la de los sent idos, sino que es mentalmente añadido a ella por las
on tología; es la nota de la gravedad la que le aña de aquel eleme n- fun cion es puras del en ten dimiento. Pero, de otra parte, este pro-
to que lo caracteriza ya como un objeto de la ex peTim cia, como ceso sintético no tiene ot ra de te rminación ni conoce otra met a
un objeto de la física em pírica. Por eso el ejem plo ilustra cla ra- q ue la de convertir el sim ple juicio de la percepcwn, al conferi rle
mente los dos tipos fun damentales de tod o conoc imiento que la u n ca rác ter de valid ez genera l y de necesidad , en un juicio de la
C rítica de la Razón se propone, como su verd adero come tido, se- ex periencia. La necesidad misma no es pensada , por ta nto, como
pa rar e iluminar d iáfanarn ente la d ifere ncia existente ent re el sim- "a bsolu ta", como desp rend ida de todas las conexiones empíricas,
pIe " pensamiento " an alítico y el "conocimiento" emp írico ob- sino que d esde el primer momento se deslind a dent ro de éstas un
jetivo. d eterminado campo, una zona claramente circu nscrita en la que
En este ejempl o se d estaca, ni mismo tiempo, el segundo se desa rrolla su acción . Y sólo con respecto a esta zona posee un
ra sgo esen cial que acaba de perfilar la determin ación conce ptual conte nido y un sent ido, m ientras que, sepa rada de ella , palidece
d e la síntesis. La síntes is apricristica sólo ad mite un e mpleo em- y se convierte en un sim ple pat rón lógico.
pírico; no conoce má s ma terial para poder ejercerse que la expe- "Los mismos conce ptos de realidad, sustan cia, causalidad y
riencia misma. D e aq uí que incluso n uestros conceptos rnatem áti- hasta el d e la necesidad en la e;dstencia pierden toda su significa-
cos más puros, considerados por sí solos, no sean con ocimientos, a ción y se convierten en simples tilltIos vacuo s de conceptos sin
menos que se parta de l supuesto d e qu e existen cosas q ue sólo es con ten ido, cuando nos aventuramos a salirn os con ellos del cam po
posible expon er ajustándose a la forma de aq uella intuición pura de los sentidos" (Kr. , 707; cf 724).
de los sen tidos. Se tra ta de dete rminar la necesidad relativa qu e es posible
"A hora bien, las cosas e n el espacio y en el tie mpo sólo se dan poner de manifiesto e n pleno ca mpo de la "experien cia" misma
e n cuanto son percepciones ( representaciones acompa ñadas de u na y que podemos atribuir incluso al juicio " aposte rioristico" con -
sensación) y, PJr ta nto, media nte una represen ta ción empírica. creta, en la med ida en que reclama una validez objetiva (cf supra,
Por consiguiente, los con ceptos puro s del entendimiento, a un cuan- pp. 616 ss.). T ampoco las figuras de la geometría pura ad quieren
do los apliq uemos a intuiciones a p-riori (como en la matemática) , pa ra nosotros valor y sign ificación más que cua ndo hemos llegado
sólo nos suministra n un conocimie nto siem pre y cu and o que éste, y a ad qui rir conciencia de que la "sínt esis form adora" que en ellas
también, por ta nto, por medi o d e él, los conceptos de l cn rendi- se representa de un modo aislad o y abstra cto "coincide roralm en re
miento, pu edan aplica rse a intuiciones em pír icas. En consecuen- con la qu e llevamos a ca bo en la a prehe nsión d e u n fenómeno
cia, tam poco las categorías, por medio de la int uición, pueden para form arnos de él un concepto de ex periencia" ( Kr., 271).
sumin istra rnos ningún conocimiento de las cosas como no sea por El problema de " romo es posible la naturaleta misma", pro-
medio de su posible aplicac ión a la intltición em pírica; es decir, blema que, según Kant, con stit uye " el punto más alto qu e la
sólo sirven en función a la posibilidad d el conoc imie nto emplri- filosofía trascendental puede tocar y al qu e necesaria mente debe
co" a:«, 147). ser llevada como a su límite y a su cu lmi nación", ha encontrado
y este interés de la aplicación se d estaca con ta nt a fuerza y aquí, por t anto , su soluc ión gen cral. La na turaleza no es, para
de un modo tan det erm ina nte, en la exposición de Kant, que ni nosotros, otra cosa que la experiencia; y ésta, a su vez, se reduce
siquiera rehuye el giro brusco y evidentem ente inexa cto de qu e a un con junto de sintéti cos. En los princip ios de estos
los objetos nos son dados por la representación em pírica en cuanto juicios, de los que podemos cer ciorarn os de un modo general, se
63. LA F1LOSOFlA CRmCA LA CRITICA DE LA RAZóN 635
det erminan de a ntemano y se limitan a cond iciones fijas sus concreta sólo pu ede llegar a adquirir su funda mentación tra s-
resul tad os objetivos. cende ntal con respecto al sístema de la natu raleza, concebido
" Las co ndi ciones de la posibilidad d e la experien cia en general como el sistema de los principios puros de! conocimiento.
son, al mismo tiem po, condiciones de la posibilidad de los ob jetos
de la experiencia, y encierra n por ello validez objetiva en un juicio III
sintético a priori" ( Kr ., 198) .
EsPAOO y TIEMPO
En los rasgos funda men ta les d e la fu nció n sintética del juicio
aparece esbozada la imagen de la realidad . Tiene que existir, en A l examinar la tr ayectoria histórica del pens amiento kantia no,
efecto, un sistema de la naturaleza que preceda a todo conocí- h emos visto cuá les fuero n los motivos de que na ció la distinción
miento em pírico de ésta y que, al mismo tiempo , lo haga posible, e ntre los conceptos ele mentales de la "sensibilidad" y los concep-
ya que sólo con a yud a d e él podemos obtene r y as imilar d erer- tos elementales del entendimiento puro. Esta d istinción es pre-
minadas ex perien cias ( Proleg., § 23) . cisam ente la que ga rant iza al método crítico su seguridad y su
"De este modo, todas las posibles per cepciones y, por tanto , independencia frente a la me tafísica.
tod o 10 que puede llegar a la conciencia emp írica, es d ecir, todos Pero hemos visto, al mismo tiempo, que la prim era sepa racron
los fenó me nos de la natura leza, tienen necesa riam ent e que hallar. de principio, tal como se lleva a cabo en el ensayo De rnu nd ¡
se bajo las categorías de las que depende la na tural eza (consíde- sensibilis atq nc int dligibilis Jorma et princip iis, no acert aba a re-
rad a sim pleme nte como ca tegoría en genera l), como el fu nda- solver defin itivame nte e! problema d e las relaciones recíp rocas
mento originario de su necesari a sujeción a leyes (como nat ura ent re los dos tipos y métod os del saber. Los dos tipos y métodos
forma liter specrata }. Pero la capacidad pura de! entendimiento del saber se orientaba n aq uí hacia dos mun dos distintos, cxpli-
no llega nunca a prescribir leyes a priori a los fenó menos con cá ndose, por ta nto , y expresándose la d iversidad de su vigencia
respecto a más leyes que aq uellas sobre las que d escansa una na. por med io de una diferencia funda ment al en cuanto al ser d e las
turaleza en general, conside rada como la sujeció n a ley de los cosas, solución que, evide nteme nte, no podía ma ntenerse en pie
fenómenos en el espacio y en el tiem po. No es posible de rivar an te la versión crítica más profunda del concep to de la ob led-
de aquí íntegramente ningu na clase de leyes espec iales, ya que vidad q ue Kant había ido elaborando poco a poco. En ella van
éstas se refieren siemp re a fenómenos em píricamente determ inados, descub ri éndose, en efecto , las condiciones lógicas sobre las que
aunque todos ellos se hallen sujetos a aquéllas. Pa ra que puedan descansa de un modo genera l el concepto del ser, se crea , por tan-
conocerse estos últi mos, tiene que añad irse la expe riencia, y sólo to, en ella , el foro ante e! que debe comp arecer para justificarse
aquellas leyes a priori nos enseñan 10 que es la experiencia en la ja postulado acerca de la realidad de las cosas, cu alqui era que
general y lo que podemos llegar a conoce r como un objeto de ella" en detalle sea su estructu ra. Esta suprema insta ncia u nita ria,
(K" . 164<.) . que ahora se establece para todo saber objetivam ente válido, no
No poseemos, por tanto, otros principios que los principios permite ya d istinguir entre sensibili d ad y ente ndi mie nto atenién-
de la "exposición" , de la exposición y e! enlace cient íficos d e los dose simp leme nte a la na turaleza d e los objetos sobre que recaen.
fenómenos, y el orgulloso nombre de la ontología tien e que ceder D e aquí que se produz ca ahora un cambi o cara cte rístico e n el
el puesto al mod esto nombre d e la a nalítica del ent endimiento planteamiento del probl ema.
puro (Kr., 303). T odo medio especial de conocimiento deberá "L a sensibilidad, en el hombre - leemos en un pasaje de las
ser considerado en lo sucesivo, por grandes qu e puedan par ecernos pro cedente manifiestamente de una ép oca posterior
su independencia y su valor sustantivo, solament e d entro de los a la D isertaeión-, no difiere tanto d e la razón que no ¡mcdan
mar cos y de los límites de esta fu nción general ; tod a síntesis Hna y otra referirse a una sola clase d e objetos, por lo menos a,
636 LA FILOSOFIA CRmCA LA CRITICA DE LA RAZON 637
r:
aquellos que nos represen tamos del mismo modo, ind ependiente- {jete a la misrr a ma temátic a pura, en sentido crítico, su " verdad",
ment e de q ue uno de los mod os valga para los objetos con res-- es decir, su coincidencia con e! ob jeto (v . supra, p-. 614) . El espa-
pecto a toda s las posibles posiciones de los sentidos, y el orro, en cio y el tiempo son valederos y necesarios en cuanto se acredita n
cambio, no" (ret l. 1007) . como cond iciones para post ular el ser empírico.
A hora bien, de ser así, necesaria mente tiene q ue existir algún El ca rácter sin tético de la fu nción del espacio y el tiempo
nexo de unión en tre las dos " potencias", en cuanto a su raí: pu ede considera rse y exponerse, en prime r lugar, d esde un do ble
objetiva; tiene qu e existir, por tanto, un pri ncipio en el que ambas punto de vista. D e u na parte, se halla el interés d e la psicología,
coincid an desde el punto de vista rnetc dológico, aunque pu edan qu e, aunqu e no sea, cierta mente, el primero ni el determ inan te,
distin guirse clara mente la una de la ot ra, y qu e asigne a ambas, exige, sin embargo, ser escuchado, y que no en va no se t rasluce
como u n con cepto superior común, su lugar respectivo y su orde- con stantemente en las reflexion es de Kant. Recordemos con cu án-
nación. Y, en efecto, este principio es el que la Crítica de kl ta e nergía se destacó en e! siglo XVIII, aun fuera del círc ulo de los
ratón pu ra formula como el conce pto de la síntesis. Lns intuicio- conoc idos sistemas empíricos, la tendencia a dominar por la vía
nes puras del espacio y el tiem po, al igual que los concep tos del del a n álisis psicológico los nu evos problemas planteados por la
entendimiento puro, no son más que otras ta ntas man eras difcren- ciencia objetiva en sus concept os fundamentales del espacio y el
tes en que se despliega y se plasma la forma fundamental de In tiempo. Una vez y otra, se esperaba ver expli cadas por este cnmi-
fun ción sintética d e unidad . no las an tinom ias en las que aparecía embrollado el pensamiento
Una de las dificultades esenciales qu e presenta la exposición físico (cf especialmente supra, pp. 430 ss.] ,
d e la C rítica de la Razón estriba prec isamente en qu e no se des. Pero, en med io de tod as estas investigaciones, se destacaba
taca ni apa rece clar o inm ed iatamente, en ella , este nuevo modo sobre todo y cada vez más cla ramente un resu ltado funda mental,
de plantear el problema. La estética trascendental recoge, en loe qu e iba gana ndo el reconocimiento cada vez más general de los
distintos argumentes ad ucidos para probar la signiricación aprio- pensadores. El espacio y el tiem po no pued en concebirse y deri-
risrica del espacio y el tiem po, las tesis centrales de la Disertación, va rse como una simp le suma de las impresiones aislada s d e los
sin somete rlas a ningu na limitación ni a ninguna tra nsformación sentid os, sino qu e son el resultado de ciertos y peculia res mo dos
esenciales. A nte la coincid encia e n cua nto al mismo resultado de conexión de orden psíquico. Representan un tipo especia l de
mat erial fundament al, es d ecir, en cuanto a la teoría d e la idea. relación , que nosotros establ ecem os e ntre las dife rentes im presio-
lidad d el espacio y el tiem po, pasaba a segundo plano para Kant, nes concretas. Sus características diferencias lógicas fundam enta-
por el momento, el hecho d e que la posición que aho ra pasaba les, su unidad y su continuidad, su independ encia con respecto
a ocupar este resultado dentro de! sistema rotal del conocimiento, a tod os los contenidos em píricos y su infinitud, tienen su fun da-
había cambiado totalm ente. Es la lógica trascendental la que mentación psicológica e n el hecho de qu e no se tra ta de produ ctos
viene a a portar, aquí, e! com plemento y la rectificación necesarios, de la sensación, sino d e fr utos de la imaginación. la cual obra
la que permite abarcar con la mirada y enjuiciar como un tod o la con ar reglo a sus propias leves.
nu eva concepción que ah ora se ha obtenido del tiem po y el cspa- Ya Berkelev se det uvo a demostrar en todos y cad a un o de
cío. En ella se d estaca más claramente que la tendencia a la sus aspectos que la distancia, lo mismo que el orden de las cosas
separación me todológica de los med ios d e conocimiento , la con. en el espacio, no pueden ser vistos ni ap reciados por los senti-
ciencia de función unitaria y de la met a común hacia la que dos de un modo cualquiera, que no nos son nunca dad os, como
todos ellos se orientan en la "posibilidad de la experiencia". La algo definitivo, en el simpl e contenido de la s distin tas pcr cepcio-
experiencia es el ú nico tipo de conocimiento qu e confiere realidad nos concret as, sino que sólo nacen por medio de la comparación
a toda otra sínt esis, la que, por ta nto, en úl t ima inst an cia, con- y el cnjlticiamic n to de la s impresiones (v. supra, p. 239) . Pero
638 LA FlLOSOFIA CRlTICA LA CRITICA DE LA RAZÓN 639

el jui cio, aq uí, no se basa en los propios principios lógicos, sino como fue ntes de[ conocim ien to, de las cuales brota el contenido
que se disuelve, a su vez, en el mero juego de las asociaciones, de la objetivid ad , sin que éste pueda ser anterior a ellas. En esta
en una combinación subjetiva y cons uet ud inar ia. con exión, vernos qu e el concepto a pri ori surge de nu evo con su
En este pun to es donde se in troduce, a su vez, el proble ma significac ión específica.
general plante a do por Kant. La síntesis en que se basan el espacio Si la "form a" de la intuición fuese algo cerrado y defi nitivo
y el tiem po y en la que éstos, psicológicam ente conside rados , se en un sentido cualquiera, si rep resenta se una "cualidad " de las
d isuelven , debe valora rse, a su vez, en su significación "objet i- cosas exte riores o d el su jeto psicológico, jam ás pod ría ser consi-
va", es decir, red ucirse a reglas necesar ias y objetiva me nt e váli- de rad a como el fundam ento y la garantía de concepciones verda-
das. Si no se lograse esto, existirían tanto espacios y t iempos deramente "aprioristicas", En efecto, lo ún ico q ue de las cosas
d ist int os como individuos dotados de sensaciones Y. con ello, se podemos conocer a priori es " lo que nosotros mismos ponemos
vend ría por tierr a la u nIdad del espacio y el tiempo, q ue cons- en ella s".
tituye la primera cond ición fundam ental para la unidad de la El espacio y el tiempo d eben, por tanto, convertirse de objetos
exper ienci a. q ue se trat a de conocer en fu nciones por medio y por virtu d
" Sólo hay una expe riencia, en la que nos represen tam os todas d e las cuales con ocemos. Son d eter minados estadios y fases en
las per cepcion es, como enlazad as en una conexión perfecta y su- aq uel ca mino de la progresiva unificació n de l material emp írico
jeta a leyes, del mismo modo que sólo ha y un espacio y un tiem- mú lt iple que constitu ye el conoc imiento científico del objete.
FQ, en los que se desarrollan toda s las form as de los fenómenos Para la concepción usu al, la forma se confu nde con su form a
y toda s las relaciones de l o el no ser. Cuando hablamos de de espacio y de tiem po en la sola masa indistint a de lo dado, de
di ferentes experiencias, nos refe rimos solamen te a ot ras ta ntas 10 simpleme nt e existente; pues bien, se tra ta, a nte todo, d e des--
percepciones, en cua nto que per tenecen a una y la misma expe- hac er esta confusión. El espacio y el tiempo son los primeros
riencia gen eral. Es precisa mente la u nidad total y sintética de y fundamentales medios de consrrucc íén de la objetividad. Co no-
las percepciones la que establece la fonna de la exp eriencia, y cer un objeto de la experiencia exte rior significa, sencillamen te,
no es otra cosa que la unidad sintética de los fenómenos con plasma rlo conforme a las reglas d e la síntesis espacial pura, a
a rreglo a conce ptos" (A , 110). base de las impresione s de los sentidos, y, por tamo, ha cerlo sur-
De nu evo nos encont ramos aqu í ante la inve rsión copernicena gir den tro del espacio.
del problema. No nos pregunta mos cómo el espacio d el universo, " Por tanto, cuand o, po r ejemp lo, media nte la aprehens ión
absoluto existente e n sí, se escinde en los d iversos mundos espa- d e sus elementos m últiples, convierto en percepción la intuición
ciales de los d ife rentes sujetos de representacion es, sino que trata- empírica de una casa, tomo como base la necesa ria unidad del
mos, por el contrario, de fijar las cond iciones lógicas que hacen que espacio y d e la int uición exte rior de los sent idos y d ibujo, por
el espacio subje tivo, el único q ue en un princip io le es d ado 31 in- así decirlo, su form a, ajustándo me a esta un ida d sintética de 10
d ividuo, se convierta en el espacio "objetivo" y que, por ta nto, m últi ple en el espacio" ( KT., 162 ).
obtengamos corno result ado un con cep to unívo co d e la realidnd Esta ope ración consiste nte en dibujar, como Kant la exp resa
empírica , independientemente de todas las diferencias individua- e n sentido figurado, es la que nos permite ver los contornos claro s
les en cuanto a las representaciones. y fijos de las cosas.
Esta auténtica objetividad crítica del espacio y el tiempo sólo "No podemos repr esentarnos una lín ea sin trazarla mental-
puede asegur arse siempre y cua ndo que ambos no sean ya simples mente, no podemos re presentarnos un circul o sin d escribirlo, no
cosas concretas dad as que se enfrenten a la represent ación y se podemos representarnos la s tr es dimensiones del espacio sin ha-
"objetiven" ante ésta, sino qu e se la s reconozca, por el cont rario, ce r conve rger per pendicula rment e tr es lineas en un mismo pu n-
640 LA FILOSOF1A CRm CA LA CRITICA DE LA RAZÓN 641

ro, ni siqu iera podemos re present arnos el tiempo sin tom ar en de nin guna ciencia pu ra; no ent ra, por tanto, dentro de la geo-
conside ración, trazando un a línea recta (como la rep resenta- mctria, ya que el hecho de que algo se mueva no pu ede conocerse
ción exterio r y figur ada de l tiempo) , el acto d e la síntesis de lo a priori, sino por medio de la experiencia. En cambio, el movi-
múltiple, que nos perm ite determina r sucesivamente el sentido miento, considerado como la descripción de un espacio, es un
int erior, a preciando con ello la su cesión de esta determina ción puro ac to de la síntes is su cesiva d e lo mú ltiple en la intuición
en la m isma. El movimiento, como acción del sujeto (no como exterio r en general por medio de la imaginación creadora, y este
det erm inación del objeto) y, por consiguiente , la síntesis de lo a cto no interesa solam ente a la geome tría, sino también a la filo-
múl tipl e en el espacio, si no s abstraemos de esto para tener en sofía tra scenden tal" (Kr., 155, nota).
cuenta solam ente la a cción por me dio de la cual determinamo s Lo q ue aquí se encierr a de imp ort ante y de nuevo frenre al
el sentido int erior con arr eglo a su forma, es lo primero qu e hace pasad o del racionalismo estriba precisam ente en q ue esta forma
nacer, incl uso, el conc epto d e la sucesión. Por tanto, el enre ndi- fundame nt al pura del mo vi miento sólo in teresa a la filosofía tras-
mien to no se en cuentra ya en éste con semeja nte unión de lo cendental cuando y en cuanto q ue se m anifiesta y se acred ita
múltipl e, sino que, en realida d, la crea, al plasmarla" ( Kr., 154 s.), en la geometría y, por tanto, indirectamente, en la plasm ación de
Por donde lo m ismo la forma det erminada de l espa d o q ue la la ima gen em pírica espaciar de la realida d. Spinoza vuelve su m i-
determ ina bitidad del acaecer conc reto en el tiemp o sólo son posi- rada a la geom etría, porq u e la considera como el tipo fund am en-
bIes m ediante el entrelazamiento de las cond iciones de Jos sen tido s tal para la o rde nación de los eternos pensa mient os d ivinos y, por
y del int electo, las cuales pueden ent rar ambas en "acción", por- ende, para la concatenación originaria en que se enlaz an unas con
q ue no representan, de un m odo general, m ás q ue dos aspe ctos otras las esencias absolutas de las cosas. En cambio , no consid era
distintos del acto fun dam ental de la síntesis. como un probl ema necesario y di vino del autén tico conoci miento
Se revela clarame nte aq uí lo q ue pod emos llamar la univer- int electivo e! estudia r la serie de los fen ómenos concretos y varia-
salidad h istórica de la doctrina de Ka nt. As í como ant eriormen te bles y su enlace cau sal. Y tamb ién para Leibn iz, por mucho que,
pudo apoyarse en los resulta dos del emp irismo psicológico, para en este punto precisamente, descu elle por encima de Spin oza y
conforrrmrlos a tono con la tendencia de su propio pen samiento, ahonde el problema plant eado por éste, sigue siend o el intelecto
ahora se apodera del problema m etodoLógico fun damen tal dd absoluto de D ios, en última in sta ncia, la pa uta con ar reglo a la
racionalism o. Lo deci sivo, pa ra todos los pensadores racionalistas cual contrasta el concepto lógico general de la verdad (cf. supra,
de los tiempos mo dernos, era q ue debía atr ibuirse a l in telecto, no pp. 30 s., 118 ss.) . Es Kant qui en opera el dec isivo cam bio d e
solo un a función reproductiva, sino una prod uctividad originaria; rumbo que consiste en considerar q ue toda "espont aneidad" de!
al que debí a reconc c érscle, en sus " defi niciones causales", la fuer- pen-am ien ro tien e qu e servir exclusivamente a los fines del cono-
za necesaria para hacer brota r creadora me nt e de su seno la tot a- cim ient o de la ex perien cia y permanecer at ada, por tant o, al cam-
lidad del ser. El movimiento del pensar, la combinación sintética po de los " fenómenos".
dedu ctiva de sus pasos concretos, debía pone r al descub ierto, al Al mism o tiempo, se destaca aho ra un segundo m om ent o, aú n
mismo tiem po, las condiciones y las fu erzas rea les con arreglo a m ás im portante, qu e es el q ue apor ta su verdadera base a la
las cuales nace to da existe ncia em pírica particular (v. supra, npriorida d y a la significación sintética del espad o y el tiem po.
pp. 25 ss., 64 s.). Este sentido puram ente l ógico del conc epto del Junto a l pu nto de vista psicológico, apa rece el punto de vista tra s-
movimi en to, con el que nos encontrábam os en S pino za y en Leib- cendental: el conte nido de los conceptos del espacio y el tiem po se
niz, es subrayado ah ora insistentem ente por Kant, a diferencia de determ ina con arreglo a los conocimie ntos q ue estos conceptos
su significación em pírica. hacen posibles en la geom et ría y en la aritmética y también en la
"El movimiento de un obje to en el espa cio no ent ra dentro me cáni ca pura.
642 LA F1l 0 S0 FtA CRffiCA LA CRmCA DE LA RAZON 6iJ

"la geome tría es la cien cia que determ ina sintéticamente, y sin donde podí a sacar o descifrar, por así d ecirlo, sus cualidad es, sino
embargo a priori, las cua lidades del espacio. ¿Qllé riene que ser, que tenía que hacerlas brotar mediante lo que él mismo intro-
pues, la repr esentación del espacio, para hacer posible seme jant e d ucía y se representaba a priori y mentalment e en ella (por med io
conocimient o de él! o»; 40). de la construcción) ",
La " representación del espacio" no se abord a, pues, como un Esta forma ca racte ríst ica d el pensa mie nto es la que la mate-
simple hecho psicológico, sino qu e actúa, ante todo, como una má tica com unica a todos los cam pos q ue gua rda n relación con
incógnit a, cuya determin ación lógica exacta tiene que ser sumí- ella y, m uy espec ialmente, a l a ciencia teórica (le la naruraleza.
ms trada por el aná lisis del conocim iento geom étrico. El rcsul- Pues así como la geometr ía tom a como base la intu ición pura
tado de este aná lisis decide acerca de nu estro modo de concebir del espacio y la aritmética crea sus conceptos numéricos median te
la "esencia" del espacio. Si h emos de considera rla como una esen- la sucesiva ad ición d e unidades, así ta mbién la mecánica pura
cia absoluta, tendremos que, suponiendo que se comunique en sólo pu ed e cre ar sus conce ptos d el movimiento por medio de la
general a nuestro sa ber, sólo puede transmi tirse a éste de un mod o rep resentación del tiempo ( Pro /eg., § 10) .
fragmentario, ya que sólo podremos llega r a conoce rlo en la medi- Esta concepción fu nda me nta l, que pone de manifiesto la de-
da en que se nos rep resente y revele ya en la expe riencia. Los ducción del espacio y el tiem po, conduce inmediata mente a la
ju icios ma te máticos, así consid era do el problema, no pod rán nun- conce pción t rascend ental. Q ued a, ahora asegurada y.comprendi-
ca aspirar más qu e a un vigencia puramente inductiva. da la validez a prioristica de los principios matemáticos, la cua l se
"Si nuestra int uición fuese de tal naturaleza, Que se presentara basa en el hecho d e que estos principios, más que d e las form as
las cosas tal y como éstas son en sí mismas , no tendrí amos nunca especia les, que, como tales y e n su diversidad , d iscurre n sie mpre
una intuición a priori, sino Que ésta sería siem pre empírica. Sólo y sólo pueden e numera rse por sepa rado, se ocupa n de los modos
.
pue do saber
. que se Cont iene en los objetos en sí mismos, cuando
estos est án presen tes a nte mí y me son da dos. Cla ro está que,
de con form ación, cuya ley sí es posible representa rse de un modo
general. Así, por ejemp lo, un tr iángulo di bu jado por sepa rado
a un en este caso, sigue siendo incomprensible cómo la int uición pue de exp resar , en In geometría, el concepto puro de esta figura
de una cosa presente puede d arm e a conoce r ésta ta l y como en sin perjui cio de su generalidad, porque en esta int uición empí rica
sí misma es, puesto que sus cualidades no se tran sfier en a mi se atiende siemp re solamente al acto d e la con stru cción del con-
capa cida d de representación; pero, aun concedida la po sibilidad ce pto , al cual, en cua nto tal, le son ind ifere ntes m uchas de las
de ello, esta int uición no se prod ucirla nunca a priori, es deci r, determinaciones, tales como la de la magnitud de lo.'> lados y de los
antes de q ue yo me representa ra el objeto, ya qu e sin esto no es ángulos. ( Kt ., 742) .
posible pen sa r ningú n fund am ento sobre el que pueda descansar Por don de tod as las form as lógicas existentes desapar ecen en
mi relación con el objeto, a menos qu e proceda de la inspiración " el proc eso lógico puro de la Fo rmaci ón. El concep to formal de los
(Proleg., § 9). escol ásticos q ued a ahora, por primera vez, definitivamente supe-
Pero la geome tría se ha lla desde el primer momento al margen rado, pues desde el momento en que no son las " especies" de las
de este modo de pla ntear el prob lema y de la orient ación que cosas ext eriores las que se de sprende n de ellas pa ra crea r en nos-
lleva consigo. l a geometría no conoce ni reconoce más objetos otros u n conocimiento , la for ma no sigue significa ndo ya un a
q ue los que ella misma crea por medio de la definición. El pn- forma plasmada y fija que se le esta mpa al "sujeto" como un
me ro que demos tró el triángulo rectángulo pro duj o una n' t1o/ttción cuño, sino que significa solamente una cond ición lógica general
del pensam ien to, llamada a tra nsformar en lo sucesivo el mismo de la exp eriencia misma, en la qu e se separan y enfrent an por
concepto gene ral del saber, al darse cuent a de que "no era de lo vez primera lo "i nterior" y 10 "exterior".
q ue veía en la figura ni siquiera en el sim ple concepto de ella de "L a C rítica Kant, polemizando con Eberh ard- no
644 LA FILOSO FIA CRITICA LA CRITICA DE LA RAZCN 645
ad mite ninguna clase de representaciones originar ias o inn ata s; cender, como capacidades espiritua les que se mueven libremente,
pa ra ella, todas las represen taciones, ya caigan de nt ro del ca mpo del mate rial empírico "dado" . En este punto, t ien e qu e inter-
de la int uición o pertenezcan a los conceptos del entendi miento, ven ir de nu evo, por tanto, el segundo motivo funda mental y
son adquiridas. Existe también (para emp lear la expresión propia decisivo de la C rítica d e la Ra zón : la nueva libertad y "espon-
de los maest ros del Derecho natu ral), una ad quisición origina ria, taneidad " que han asumido las funciones de la sensibilidad, te-
que versa, por ta nto, sobre lo que previamente no ex istía y que, cla ma n, de otra pa rte, una vinculación tanto más recia a la expe-
en consecuencia. no ha pert enecido a cosa alguna antes de este riencia y a su objeto.
acto . Por consigu iente, según sostiene la C rítica, lo primero es la Dent ro de este ma rco, se destaca en su verdadera ten dencia
forma de las COS:l S en el espacio y en el tiempo, lo segu ndo la uni- fu nda mental el postul ado consta nt ement e reite rado de qu e todo
dad sintética de lo mú ltiple en los conceptos, pues ninguna de nu estro pensamiento, pa ra pod er suministrarnos un conocim iento,
las dos toma nu estra capacidad de conocimiento de los objetos, tiene necesar ia mente que retr otraerse a In" datos d e la inwición .
como algo dado en ellos mismos en sí, sino q ue la saca de sí En la med ida en que esta exp resión de los "daros" guarda rel ación
misma, a prton." III con la hipótesis de las " cosas en sí", puede qu edar, por el rnomen-
El espacio y el tiempo no han pertenecido a ninguna cosa to, fuera del circulo d e nuestras considera ciones (v. acerca d e
antes del "acto" en qu e brotan, porque, para nosotros , tod a "c osa" esto, infra, aparto V) . En efecto, sea de ello lo que se Quiera, es
nace precisamente en este acto y con él. evidente que la estruc tu ra 1000ca interior del conocim ient o no debe
Pero cua nto más ineq uívocamente se va d estacando, tanto poder exponerse y desarrollar se sino part iendo de sí misma e in-
por parte del aná lisis psicológico como por part e d el an álisis tras- dependie ntemente de toda s la s hipótesis metafísicas y que, por
cendental, el carácter const ruc tivo de la intuición pura y cuanto tanto, el concepto de lo "d ado" , si es Que se le puede asigna r algún
con mayor fue rza y nitidez lo ace nt úa el propio Kant, más va pe- ran go lógico, tiene que acr edi ta rse y demostrarse como necesario,
sando ot ra di ficultad. La anrir esis enrre las formas de los sentidos an te todo en la cara cte rización y en el an álisis critico de la fun-
y las formas del intelecto parece ir borrándose, ahora, cada vez ción misma del cono cimien to. Pero, dentro de esta estrecha ór-
más. La ca pacidad sensitiva pierde su carácter puramente " recep- bita, Kan t formula clara e inequívocame nte el significado de esta
tivo", para cobra r un a actividad pro pia y au tón oma. exp resión.
La separación y la exclusión q ue Kant estableciera en la Di- " Para que un con ocim ien to tenga rea lidad objetiva, es deci r,
sertación , a unq ue Kant siga refiriéndose a ella con frecuencia, no pa ra Que se refiera a un objeto y cobre en éste sentido y significa-
puede ma nten erse ya en pie, objet ivamente. La disociación sólo ción, es necesar io que el objeto pueda sernas dado de algú n modo.
puede opera rse dentro de los límites del concepto superior y co- Sin ello, los conce ptos se Queda ran vad os y, aunque hayamos
m ún de la síntesis; existe, por ta nto, d esde el primer momento, pen sado, no habre mos llegado a conocer nad a con nuestro pen-
una unidad superior, que abarca los dos térm inos d e la antítesis samiento , pues nos habremos limitado a jugar con represent ad o-
y determ ina su m utu a posición. Pero, con ello, parecen suscita rse nes. Q ue un objeto nos sea dado, si no se t rata de referirse a él
de nuev o, al mismo tiempo, todos aqu ellos peligros met afísicos indirect ament e, sino de representárnoslo de un modo inmediato
a los que pretendía salir ni paso la d istin ción critica de la Diser- en la intuición, no es ot ra cosa Que el referir su representa ción
tación. De nuevo ame nazan con borrarse y confundirse los lin- a la experiencia (ya se trate de una exper iencia real o simple-
deros entre el m undo de 10 sensible y el de 10 int eligible; de nu evo mente posible) .
par ece como si los modos apriorlsricos de conocer pudieron tras- " Has ta el espacio y el tiempo, por muy puros que estos con-
lB "Sob re un d escubrimien to, etc.", Siimrliche Werk e (H a tte nste in) , VI, ceptos sean de todo lo em pír ico y por mu y cierto que sea que nos
37 s. los repres entamos en nu estro ánimo total ment e a /7Tiori, carece-
646 LA F1 LOSOF 1A C RITICA LA CRITICA DE LA RAZÓN 647

rían de toda validez objetiva y de todo sentido y significación, si posible la articulación u nívoca de los fenómenos en el espacio y
no pud iera d emostrar se su empico necesario sobre los objetos de en el t iem po.
la experiencia; más aún, su rep resentación es un mero esquema, el Este resulta do, ahora d efinitivament e establecido, puede ser
cual se refiere siem pre a la imaginación reproductora que evoca expuesto, sin embargo, de dos modos; ad mite, por así decirlo, dos
los objetos de la experiencia, sin lo que aquella carecería de toda ma neras distintas de ser expresado y acentuado. Si, de una parte,
significación; y lo mismo suced e con todos los conceptos sin dis- las ca tegorías apa recen vinculada s a la intuición y, pa ra decirlo
tinción" (K,.., 1945.). bruscamente, sólo existen en función a ella; de otr a parte y preci-
Por do nde 10 "dado", así conceb ido, no significa sino el en- same nte en virtud d e esta indi soluble con exión, se acred ita n como
terio, constante mente reite rado. de que la expe rienc ia tiene nece- u n momento necesa rio pa ra la intuición misma; momento de l
sa riamente qu e constit uir la meta final de tod os nuestros concep tos cua l cabe, evidentemente, abst raerse de un modo transitorio, por
pu ros y el problema un ita rio q ue a éstos se les plantea desde el consideraciones metodológicas , pero q ue, objetivamente conside-
primer inst ante. Los conceptos no son toma dos de los objetos rada, consti tuye una condició n positiva e im prescindible para poder
da dos, como si los leyéra mos en ellos, ya que por esta vía no postular el mismo orden en el espacio y en el t iempo . Frente a la
pod rían consegui r nun ca más que una validez empírica; pe ro ello posición a parte y excepciona l qu e "la sensibilidad" ocup aba al prin-
no quiere d ecir que no debamos, para poder aplic arlos a los fenó- cipio en la estética trascendental, en la lógica tra scendental se
menos, representárnoslos ccnsrrucnvcmen re antes en la intuición saca aho ra expresame nte, y se subraya, esta conclusión.
pura, es decir, "darles" un ob jeto. "El espacio, representado como objeto (co mo realm ente se ne-
Ahora bien , e.sta mis ma operació n de "dar" se concibe, a su cesita en la geometría) , enci erra algo más que la simp le forma
vez, como una fu nción activa, como una ma nifestación fund amen- de la int uición, a saber: la síntesis d e lo m últiple, que nos es dado
ta l del conocimiento. La ma teria em pírica es referida a las form as en cua nto a la forma por la sensibilidad, en una representa ción
puras del espacio y el tie mpo. Pero, en éstas, " los objetos son inUtitit:a, de ta l mod o que la forma de la int uició n nos ofrece algo
da dos (en cua nto a la forma ) por los conocimientos mismos m últiple y la intui ción formal , en cambio, la unidad de la repre--
a priori, en In int uición" ( K r., 120). sentación. En la estét ica, a tribu ía esta unidad simp leme nte a los
Por ta nto, el ele mento constructivo no queda aq uí oscurecido sentidos, observando asimismo que es anter ior a todo concepto,
o elimin ado, sino que, por el cont rario, la construc ción geométr ica a pesar de que presup one nna síntesis qu e cae fucra de los sen-
misma forma el "dato" fundamental para todas las síntesis del ridos 'Y sin la cual no sería posible ninguno de los con ceptos de
conocimiento. El pensami ento no puede crear de su seno una espacio 'Y tiemp o. Siendo ella, como lo es (e n cua nto que el en-
realidad propia, sino que tiene qu e at enerse para ello exc lusiva- te nd imiento determina 10 se nsible) , la que nos ,la y hace posible
mente a aqu el tipo de objetividad que cabe representa r en el el espacio y el tiem po como int uicione s, tenemos que llegar a la
espacio y en el tiempo y por virtud de la intuición del t iempo y conclusión de qu e la u nidad de esta int uición pertenece a priori
el espacio. Desde el punto de vista del mero entendimie nto In al espacio y al t iempo, y no al concepto del entendimiento" (Kr.,
misma sín tesis de la int uición pura es algo dado, por cuanto que 161, nota) .
form a el material que se pon e anrc el y por encima de cuyos límites Como vemos, Ka nt abraza aq uí el punto de vista contr ario: es
no puede remonta rse, n i aun en sus más libres mani festacion es. el entendimiento el que pri mer am ent e d eterm ina la sensibilida d,
Vi sto por este lado, el sistema d e los conceptos puros del en. la cua l por sí sola mente n os ofrece un vago esquem a fun da-
tendirniento parece quedar red ucido, por ta nto , a una significación mental, y el que primeramente nos suministra , de este modo, un
meramente indirect a, pu esto que no admi te ni pu ede ad mitir mus verdadero objeto, como objeto de la intuición. El espacio y el
fun ción que la asignada a la int uición misma, es d ecir, la de hacer tiem po requieren , cuan do n o se los considera simpleme nte como
648 LA FlLOSOFtA CRITICA LA CRITICA DE LA RAZON 649

form as subjet ivas de lo sensible, sino como objeto d e la intuición por los objetos, sino que sólo pu ede ser ll evad a a cabo por el su-
pura, el conce pto de algo sintét ica Y. por tanto, de la síntesis de lo jeto mismo, ya que es un acto de su esponta neidad" [Kr. , 129 s.).
m úl tiple; pero, como "esta síntesis no pu ede caer bajo la acción T oda síntesis, cu al qu ier a que sea el modo como en concreto
de los sentidos, sino que tenemos que llevarla a cabo nosotros se determ ine, constituye, por ta nto, una " op eración "el en ten di-
mismos, no entra dentro de la receptividad de lo sensible, sino miento", el cual no es, a su vez, ot ra cosa que " la ca pacidad de
que forma pa rte de la esponta neidad del en tend imiento, como un enlazar a priori" ( Kr., 134 s.).
conce pto a pr iori." y la invest igación de los ju icios fun dam enta les pu ros de la
Ahora bien, las dos ten dencias apa rente me nte en pugna cuan; matemát ica, lejos de refut ar esta conce pción, lo qu e hace, por
do se tra ta de determ inar el ra ngo y el valor relativos de la el cont rario, es confirmarla desde otro pum a de vista. Así, por
int uición y el pensamiento, pueden llegar en real idad a ccm ple- eje mp lo, el pri ncipio de q ue un a línea recta es la d ista ncia más
me ntarse y a poyarse m utuam ente. El qu e todos nuest ros concep tos corta entre dos puntos presu pone ya la su bsu nció n de la línea
se refiera n a la int uición de l espacio no significa sino qu e cua lq uier bajo el conce pto (le la magnitud, "el cual no es, cie rta mente, una
conocimiento del objeto q ue pod amos adq uirir tien e necesa ria- me ra int uición, sino que tiene su sede en el entend imiento y sirve
mente que semos transmitido por medio de la pu ra construcción para determinar la intuición (de la línea) con respecto a los juicios
geom étrica; ah orn bien, una vez estab lecida y asegura da esta vi- qu e pueden form ularse de ella , en lo tocante a la ca nt idad de la
sión, se tra ta, por el cont rario , de reconocer que la geometría misma" (Proleg., ) 20).
misma, en cuanto trata de determinadas forma s en el espacio, sólo Sin embargo, por otra part e. pa rece ser pre cisam ente la refe-
puede hacer brota r éstas a base de las func iones sintéticas del ren cia a la intuición la qu e da al juicio sintético su característica
específica y pecul iar. El verdadero pr incipio de los juicios sin-
pensamient o. Lo qu e hace que el espacio cobre la forma de un
téticos en general consiste en que estos juicios -como lo expresa
circulo, la figura de un cono o de una esfera, es el en ten d im ien to,
Kam en contra de Eberh ard-e- no sean posibles sino "bajo la con-
por cua nto que en éste y sólo en éste 1'<: contiene el fundamento
dición de l/na intuición suborditulda al con cep to de su su jeto". H
para la un idad de construcción de estas figuras ( Proleg., S38).
T ambién aqu í encue ntra la contrapo sición su exp licación en
Part iendo de aqu í, se explica ta mbién la doble orientación se-
el hecho de que mient ras e n un caso sólo se trata del origen lógico
guida por Kant en la ca racterización del juicio sintético. En efec-
de la síntesis en general , en el o rro caso se tr at a. por el contra-
to, de un a par te, tenemos qu e toda la síntes is apa rece, en cua nto r io, de la cond ición de su validez objet iva. La síntesis forma un
a su origen puro, como intelectual.
proceso unitario, de suvo ind iviso, q ue puede, sin em bargo, de-
" El en lace de lo m últ iple en general no puede sernas dado terminarse y caracte rizarse ya con ar reglo a su punto de parti,la,
nun ca por los sent idos, n i pucd e tampoco, por tanto , contenerse ya fijándonos en la mera hacia la que tiende. La síntesis nace en
al m ismo ncmpo en la forma pu ra de la intuición sensible, ya que el entend imiento, pero se vuelve en seguid a hacia la intuición
es un acto de la esponta neid ad de nuestra fa cultad de representa- pura, para cobrar por mediación de ella realidad emp írica.
ción, y como a esta, para distingui rla de la sensibilidad, de bemos La separación inicial de int uición y con cepto va reduciéndose
llamarla entendimiento , tenem os qu e todo en lace. .• es un acto así, cada vez más claram ente, a una pura correlación lógica. La
del entendimiento, qu e debemos califica r con el nomb re gene ral d istinción que la esté tica t rascendenml pone a la cabeza sólo se
de sín tes is, para dar a entende r con ello , al mismo tiempo, qu e no refiere, de momento, a la separación de los conce ptos genéricos
pod emos representa rnos nada en lazado con el objeto sin qu e pre- usuales . El espacio y el tie mpo no son conce ptos "discur sivos" o
viament e lo h ayamos enla zado nosotros y que el enlace es, de "genera les", ya qu e sólo conocemos un espacio " uno" y om ní-
toda s las representaciones, la ú nica que no pu ed e sernos Jada 1-1 L. c., lla rtenstei ll, V I, 59.
650 LA FILOSO FIA CRITICA LA CRITIC A DE LA RAZON
modo y un tiempo único, cuyas partes no precede n al todo, smo reptas fund ament ales de la física mat emáti ca lleva a u na tra ns-
q ue, por el contra rio, van destacándose a med ida que éste se form ación d e principio de la t eoría de la formación de los conce p-
restrin ge; porqu e, por ta nto, la signi ficación del espacio y el tiem po tos en gene ral { v. i» fra, apar t o IV ).
no "se abstrae", como ocu rre en Jos conceptos genéricos, de un a Pero de aq uí se deriva a hora una consecuencia peculiar, pues
diversidad de eje mp lares concretos más o menos afines, sino q ue se pone de manifiesto que el cr iterio que basta ba pa ra distinguir
sirve ya de base, como postu lado fundamenta l, a todo tiempo y la int uición pura d e los conceptos genér icos abstra ctos no basta, en
a todo espacio dados. El espacio y el tiem po sólo pueden expe- ca mbio, pa ra defini r su d ifere ncia específica con respecto a las
rimem arse y com prenderse, en cuanto ha n de ser pensados, en la fun ciones puras de! entend imient o, que no representan los pro-
totalidad de SI l función, y todo conten ido conc reto en el espacio du etos, sino las cond iciones de la experiencia. Ta mpoco éstas pu e-
y en el tiem po presupon e esta fun ción como un todo cualita tivo. den ser, ni mucho menos, eq uipa rada s a los "con ceptus comm u-
El espac io y el tiempo, por tan to, no contienen sus pa n es, como nes" de la lógica tra d icional, ya qu e no provienen, como éstas, de
los conceptos d iscursivos, bajo sí, sino en sí, pero sin qu e hayan la unidad analítica, sin o de la unidad sinté tica d e la conci encia.
de forma rse y componerse a pouenori como una su ma de ellas. Tenemos que recurrir, por tanto, a otro prin cipio para fun da,
Aquí no se considera un a y la misma caraecerística objetiva como mentar la distin ción. El espacio y el tiem po son "intu iciones",
ex istente por en muc has representaciones, sino qu e se piensa porque son las ordenacio nes priml'TaS y fundamentales en qu e es
una pluralidad de representacion es enla;::adas ent re sí por una de, necesar io encuadrar tod o con te nido empírico, porque sin ellas no
terminad a y peculiar regla d e síntes is (cf. Kr., 136, not a). podríamos elevar a "representación" consc iente el simple mat erial
H emos visto cómo esta d ísunci ón critica era postulada cad a vez de las sensaciones. Este primer paso en la formación de los con-
más cla ra me nte por el desarrollo de la ciencia em pírica misma. Ya ceptos es el q ue en modo alguno podemos pa sar por alt o, si qu ere-
Eule r había exp resado con la ma yor clarida d que el " lugar" que mos pod er ha bla r en general de un mundo re presentado, mientras
los cuer pos ocupan no consti tu ye una cu alida d inhe re nte a ellos que la d c!Crminat.1a articulación y agrupa ción de los fenóme nos
:¡ la ma nera de otra cua lidad real cualquiera, por ejemplo el color o
en el espacio y en el "tiempo presu pon e ya una fase superior de
el peso, y que no puede obtene rse tampoco, de con siguiente, me, objetivación, de la qu e desde lu ego podem os abstra ernos, por lo
dia nte la simp le comp aración ent re va rios cuerpos concretos. Y el menos para los fines de aisla r los med ios de conocimiento. El he-
mismo pensador insiste en que el modo como llegamos a la re, cho de que los objetos de la int uición sensible se hallan bajo la
presentación de l espac io puro y e! tiem po puro nada tiene de form a pu ra del espacio y e l tiempo y debe n aj usta rse a el la
común con el m étod o por med io de l cua l -confonnc a la teo ría en todos los respectos se comprende fácilmente, ent re ot ras cosas,
generalmente aceptada de la lógica tra d icion al - form amos los porque de ot ro modo esos objetos no lo ser ía n pm a nos otr os.
conceptos abstractos, sino qu e estamos aq u í, por el contra rio, a nte " En cambio, no es ta n fácil llega r a la conclusión de que deben
u n mé todo propio y peculia r, cuyo incondicional reconocimiento ajusta rse, ad emás , a las condiciones qu e el ente nd imiento requiere
tiene que recabar la Ifsícn de la teo ría general de los principios para la unidad sintética d el pensami ento. Muy bien pod r lnn, en
filosóficos (v. ml)rtl, pp. 4 11 s.). efecto, ser los fenómenos de tal narurale aa q ue el ente ndimiento
Kant, por su parte, al ajustarse ahora a este postu lado -11 no los enco ntrase en modo al gun o ajustados a las condiciones de
tono con su p ropósito fundamental, que no es precisamente el su un ida d y qu e todo se hallase, de este modo , envuelto en la con-
de dar una n ueva interpreta ción a la ciencia exacta desde el pun- fusión; que, por ejemplo, no se ofreciese an te nosotros, en la
to de vista de un sistema onto lógico de los conceptos, sino simp le- suces ión de los fenómenos, nad a que nos brindase un a posible
ment e el de cornprcndcrla-c-, lo lleva esencialmente más allá d e regla de síntes is y correspond iese, por tanto, al conce pto de causa
como originoria rncnte lo en tendía Euler. El análisis de los con, y efecto, lo que har ía, por ello mismo, qu e este concepto resultara
652 LA FILOSOflA CRmCA LA CRmCA DE LA RAZÓN 653

tot almen te vacuo, nulo y care nte de significado. A pesar de ello, H emos pod ido adv ertir, en la tr ayecto ria de l pcnsamicneo de
los fenóm enos seguirían siendo objetos pa ra nu estra intuición , ya Kant, hasta que pu nto en la teo ría kantiana de la ideaHdad del
qu e la intuició n no necesita en m odo alguno de las {unciones de! espacio y el tiem po se perciben las hu ella s y las repercusiones de
pensamiento" (Kr., 123) . los grandes problema s cie ntíficos que, desde Ne wton, dom inaban
Esta brusca y paradójica manifestación, que Ka nt habr á de todo el campe de la in vestigación d e la naturaleza. Hemos visto
rectificar más ta rde mediante una versión más exacta de la teo ría cómo volv ían a refleja rse en esta teoría toda s y cada una de las
de los concepto s del entendimiento, red uciénd ola a los limites de fases de l problem a recorri das an teriorm ente por la cien cia exacta
su verdadera significación, es explicable, sin embargo, y puede ser y cómo los diferentes int e ntos de solución que ha bían ido mani-
comprend ida, en los comien:tos de esta teoría y en fu nción a un festándose sucesivame nte volvían a exam inarse crítica men te y a
fin de d istinció n m etodolÓgica'!!' contrastarse los unos con Jos otros, en esta teoría (v. supra, pági-
Es cierto q ue la intuición, en la estructura sin tética del cono-- nas 573 ss.).
cim iento y en cua nto qu e, por consiguiente, no se tra ta de que por T odavía en la C rítica de fa ratón p,.ra se adv ierte clara e
medio de ella se dé ni se d etermin e un objeto, no puede prescind ir inn egablemente el rastro de estos problemas. Pero en ella nos
en modo alguno de la fun ción del pensamiento; en cam bio, no encontramos ya con la soluc ión más certera y acusada de toda s
im plica, por lo men os, ninguna cont rad icción lógica, no repre- las d ificu ltades contenidas en el conce pto de l espacio absoluto
senta ning un a infra cción del principio supremo de todos los juicios y d el tiem po absoluto,
a nalíticos, el pensarla sepa rada de ésta. La imagen de la realidad "E l espacio es simpleme nte la forma de la intuición externa,
que en este caso re tenemos, no nos d ará ya en ningún senti do pero no un objeto real que pued a ser contemplado exteriorme nt e
una "experiencia", ya que ésta de scan sa siem pre sobre la conexión ni algo correlat ivo a Jos fenó menos, sino la forma de los fenómenos
sintética de las percepc iones con arreglo a leyes; pero, por lo me- mismos. Por tan to, el espacio no puede presenta rse de un mod o
nos, rete ndremos en ella, au nqu e in forme tod avía, algún material absolu to ( por sí solo) como algo de termi nante en la esencia de
rep resentativo. Pensarem os en ella, pese a tod o, una variedad en las cosas, ya que no es en modo alguno un objeto, sino solamente
el espado y en el tiempo y, por tanto, una cierta "consistencia" la forma de posibles objetos" ( Kr., 460),
aunque no hayamos toda vía de plasmarla como un objeto de Es deci r, que el espacio p uro y el tiem po puro llevan con sigo
na tural eza, la objetividad de la cond ición, pero carecen, en cambio, de la
De este modo, el espacio y el tiem po se hallan más cerca de objetividad de la cosa. Es reconocido ahora el mot ivo que guiaba
la ma teria e mpírica, más firme e indisolublemente en tretejidos con a la física, al distingu ir cuidadosamente uno y otro de todos los
ella, por decirlo así, qu e las ca tegorías, Función y contenido no se conten idos em píricos del m undo de los cuerpos, a la par qu e se
halla n aqui separadas desde un punto de vista pura me nte Ienom e- sale al paso de todo lo q ue tiend a a conven ir esta d istinción
no lógico en nuestra int uición directa, sino que sólo pueden sepa- metod ológica en u na distin ción metafísica,
rarse a posteriori por med io de la reflexión, mientras que para las La física, al operar con los conceptos del espacio absolu to y
formas del entendimiento vale más bien 10 cont ra rio, ya qu e éstas, el tiem po absoluto y al d etermina r sus leyes fun da menta les con
en cuanto sim ples fu nciones lógicas de l juicio, no pa recen encerrar vistas a estos dos con cep tos, ha demostra do inequi vpca mente que
por el momento ninguna cla se de relacion es necesarias con la no basta con el simp le material de lo dado por los sen tidos para
int uición empírica, sino que tiene n qu e ser refe ridas a ella y vincu- hacer brota r la imagen del universo de la ciencia pura de la natu -
ladas con ella por medio de la critica tra scendental, raleza, sino que en la forma ción de esta imagen de l m undo inrer-
le V. ace rca de esto las observaciones de Cchen con tra la critica de
vienen más bien prin.ciPios d e form a generales y necesar ios, El
Sch opc nha uer : Ka..u T heorie aer pp. 360 Jf. e rror nace cua ndo creemos poseer estos principios mismos a la ma-
654 LA F1LO SOFlA CRm CA LA CRfTlCA DE LA RAZON 655

nera de obje tos; cua ndo los desglosamos de nosotro s para enfren- A la luz de un im port an te ejem plo concreto podemos ver, por
tarnos a ellos como si se tratara de cosas reales y conc retas. En lo d emás, cuán de cerca roza Kant aquí los problemas d e la me-
vista de q ue el espacio hace or igina riame nte posibles todas las cá nica cient ífica. El carác ter d el espacio como " intuición pura" se
formas , las cuales no son m ás q ue limitaciones de él, se le considera d emu estra en la estéti ca trascend en ta l al representárselo " com o
falsa mente, a pesar de no ser más que un " princi piu.:n d e lo sen- una magnitud infini ta da da", U n con cepto general del espacio
sible", como un algo necesa rio y existente por sí mismo' y como un nada pod ría determina r con respecto a su magnit ud; es la au sencia
o bjeto en sí da d o a priori (Kr., 647) . d e lím ites en el desarrollo de la intu ición lo q ue le confiere la
El espa cio puro y el t iempo puro significan en el sistema del garantía de la infinit ud.
conocimiento, frente a las impresion es de los sent idos, algo roml- Se ha q ue rido refu tar e sta conclusió n, at acando las pre misas
mente propi o e incom par able, sin poseer por ello una exurencm sobre que descansa. Si analizamos - se ha objeta do- solament e
sep arada en el mun do de la real idad. La fu nción discursiva qu e nuestra imagen del esp acio ta l y como se da e n n uestras represen -
están llam ados a desem peñ ar y en la q ue consiste toda su esencia ta ciones psico ló gicas actua les, no encontraremos en ellas la me nor
no pued e desplegarse ni ejercerse n unca más q ue sobre el cont enid o re fere ncia a la infin itud del espado, sino q ue veremos, por e l
empírico m ismo. Por do nde ambos posee n, ciertamente , un a va- contrario, q ue en nuestra co ncie ncia sólo apa rece realizado en cada
lide: su praempírica, pe ro sin reves tir por ello, en ningún sentido, momento dado una zona finita y fijamen te delimitada d e aquél.
una rea lida d f uera d e lo em pírico. Pero esta objeción no tiene en cue nt a la verda dera tend encia en
" El espacio a nt er ior a todas las cosas q ue lo determinan. . . o que se orien ta la de most rac ión ka nt iana. La prem isa de este razo-
q ue, mejor dic ho, nos da n un a intuición em pírica ajustada a su na mient o no se toma de la observación psicológica , sino de la
form a, no es, bajo e! nom bre de! espacio absoluto, otra cosa qu e teor ía de los pri ncipios de la ma temática y de la mecá nica.
la sim ple posibilidad de los fenó menos ex teriores. . . L1 int uición La represent ación del espa do in finito q ue aq uí se toma como base
emp írica no se halla, por ta nto , ¡nt('gracla por los fenó menos y no designa un hecho de ln pro pia obse rva ción, sino aqu el l'!OstLt..
por el espacio (por la pe rcepción y la in tuición vacía ) . 1..0 uno lad o l ógico que la física rnaremáricn colo cn a la cabeza de sus
no es corr elati vo de lo otro en la síntesis, sino q ue ambos elemen- ded ucciones. La mecánica -hab ía pro clam ad o clara y nl rida-
tos se hall an sim plem ent e enlazados en la m isma intuición em- mente el mismo Euler- no nos dic e abso lu tamente nada acer ca
pírica, com o la mat eria y la for ma de ésta. S i q ue remos establecer d e la existe n.c ia del espado inf inito, sino que se limita a postular
uno de estos d os elem entos fuera de! otro (el espacio fuera de q ue todo el q ue q uiera considerar e! reposo o el movim ient o ab-
todos los fenóm enos), nacerán de ello di versas d etermi nac iones soluto se repr esente semeja nte espacio y lo tome como norma d e su
vacías de la intu ició n ex terna , q ue no son, sin emba rgo, posibles juicio (cL supra , p. 406). Esta "represen tac ión" no designa, por
perce pciones; así, por ejemplo, el movimiento o el re poso del mun- ta nt o, ningún co nte nid o sensible concreto , sino sola mente una
do en el vacío infini to es una determina ción d e las relaciones pr emisa me todológica general, de la q ue debe mos pa rtir para llegar
entre ambos q ue no podemos llega r a pe rcibir nu nca y que cons- a te ne r u n concepto exacto del movimie nto.
tituye, por tanto, el pred icado de una cosa puramente pe nsada" Den tro de este marco hi stórico, se des taca co n ve rdade ra cla-
( K r. , 458, no ra; d. Slt/Jra, p. 584). ridad e! ve rdadero carácter de la teor ía kantia na de la "s ubjet i-
Q ueda cu mp lido así el lógico que se tenía siempre vidad" de! espacio y el tiempo. El espacio y el tiem po so n
mentalm ent e pr esente cua ndo se habl aba del espacio absoluto "s ubjetivos", porq ue no son objetos de que t en ga que adu eña rse
y e! tiem po absolu to , a la pa r que se elimi na crí ticam ente, de otra ext eriorm ent e n ues tro conocimien to, sino principios y medios de
parte, el peligro de elevar a hipóstasis un a dif erencia pura mente qu e nos valemos en el proceso de la experienci a (v. supra, pági-
lógica de va lor. nas 638 s.) . Son "Jos f uentes de cono cimiento" de las q ue pode-
656 LA F1lQSOFfA CRmCA LA CRmCA DE LA RAZON 651
mos ext rae r a priOTi diferentes conocimientos sintéticos, de lo qu e demos d e lado a la posibilidad de la experiencia para adm itirlos l'
ten emos un brillante ejemplo, principalmente, en la matemática como algo q ue sirve de base a las cosas en sí m isma s"; pero esta
pura, con respecto a los conocimientos del espacio y a sus rela- concepción en apariencia purament e negativa expresa, sin embar-
ciones" ( Kr., SS) . go, aunque desde o tro punto de vista, el criterio positivo fund a-
Sobre este úl timo pu nto y solam ente sobre él hace hincap ié m ental de q ue to do el ser de los objetos empíricos radi ca en su
com o fund amental, la teoría kantiana : el espa cio tiene qu e "sub. con d icion a/idarl por las form as fund am entales del conocimiento
jerivarse", para qu e pue dan objenv arse el conocimiento georné- y sólo en ella posee su propi a consistencia.
trico y el mec ánico. Precisam en te porq ue no tra tan de rep rod ucir Si, por tanto, to mamos como base el nu evo conce pto de la
algo objet ivamente existente, es por lo q ue los principios de estas objetividad q ue Ka nt obtiene y afianza crítica me nte, podemos fu n-
ciencias encierran un significado objetivo, es decir, validez nece- dad amenre decir, desde este punto de vista, q ue el espacio y el
saria y general. En este respecto, se distingue con una to tal cla- tiempo son más objet ivos q u e las cosas, en las que la concepción
ridad de principio la subj etividad de las int uiciones puras de la rea lista usua l cree cifrado todo el ser, por cu ant o q ue sólo con-
de las sensaciones, las cuales no son nunca m ás q ue la expresión tie nen de estas cosas lo q ue cabe reducir de un modo puro y pe r-
del estado momentá neo del ind ivid uo. fecto a una con d ición del saber y lo qu e, por tanto, podemos
N o existe, fuera del espaci o, "ni nguna o tra rep resentación demostr ar com o rigurosam en te necesa rio. Pues sólo me diante la
sub jetiva y referida a algo ext erior q ue pueda llamarse a priori ve rdad empírica de los juicios q ue a él se refieren pod emos cer -
obj etiv a" , ya que no podría derivarse de ningu no de los m ismos
ciorarnos de la realidad emlJirica de un objeto, y estos juicios, a su
principios sin téticos a pr iori como de la int uición en el espacio
vez, sólo puede n adq uirir co nsistencia y estabilidad en un sistema
( Kr., 44 ). La "s ubjet ividad" del espacio y el tiempo sólo cobra
de principios ideales.
su verdadero sent ido cuando se la entiende, no por ana logín
con la perce pción, sino por analogía con el juicio. El espacio y
IV
el tiem po son subje tivos, en cua nto q ue los red ucimos a con oci-
m ientos sintéticos, a puros conjuntos de juicios válidos y ciertos. E L (l)N CEPTO DIO LA OONOEN O A DE si MISM O
El sentido de lo que q uiere decirse se destaca más cla ram ente
La función esencial de las intuiciones puras, como la de los con-
cu ando el concepto d e la "subjetividad" se sustituye por el de In
ceptos del entendimiento, co nsistía en condicionar y ha cer posible
id eaLid ad . Pues la idealidad -c-como remi niscencia del concepto pla-
el concepto del ob jeto . Eran las unidades sintéticas bajo las que
tónico de la " idea"- significa la dc>ble relación por virtud de 111
h abía q ue encu ad ra r la div ersidad de las impresiones de [os senti-
cua l las intuiciones puras, aun represent an do funciones del espíritu,
dos, para q ue pudiera pensarse con e llas un objeto. Pu es el objeto
deben ser conside radas, además, como la pa uta de todos nu estros
no es otra cosa q ue aq uel "algo con respecto al cua l e xpresa el
predicados ace rca de las "cosas" y los " hechos", sie ndo ellas, por
tanto, las llama das a d etermin ar y expresar el valor de estos pre- concepto esta necesid ad de síntesis"; represent a simp lemente el con-
dicados. Los colores y los sonidos, po r ejem plo, no encie rra n, en ccprc correlativo de nuestr o concepto de la necesidad.
cam bio, "exactam ent e hablan do, ninguna clase de idealidad ", ya T ratábase, por ta nt o, de esta blece r ante todo, en un a nálisis
qu e les está veda da esta vigencia nonTUllÍl-'a. Son simples "su brep- abstract o, las cond iciones pu ras sin las cuales no es posible llegar
ciones d e la sensación", q ue se d eslizan en lugar del au t én tico a co nvertir los juicios de la percepción en ju icios d e la experien-
objeto, cient íficam ente descubierto y deter mina do (Kr., 53). cia. Por m edio d e ellas, se def ine y expon e en sus elem entos cons-
El q ue el espacio y el tiem po posea n una " idea lida d trascen- titu tivos el concepto del ser, el con cept o d el obje to de la natu ra.-
den tal", de mom ento sólo signif ica "q ue no son n ad a en cuanto leza, sin necesidad de q ue para ello necesitemos reflexiona r sobre

¡
658 LA r lLOSOFIA C RlTiCA
LA CRfIlCA DE LA RAZON
659
el mod o como este concep to le es dado a un sujeto empírico
cualq uiera. . . impresiones de los sentidos. H a bíase eli minado la apa riencia de lo
Pero, a unq ue esta separación se re vele como m- trascen dente; el objeto conve rtíase en la consecuencia y la com-
excusable, surge a l fina l de la a pesa r d e ello, binació n asociat iva de los contenidos de las pe rcepciones. El q ue
nu evo prob lema. No tenemos m ás remedio q ue pregu n.tarn,:" fuese inherente al espíritu la capacida d de retener la impresión,
h ra no lo que el ser empírico "es" en cu anto tal, es decir, bajo una vez recibida, y la d e reprod ucir los grupos de repr esent aciones
aquéo reglas
, Lógicas generales nace, sino tam bié en . como puede ser que la experiencia le suministra en frecuent e agru pació n, consí-
pensado en cuanto tal, es decir, cómo pued e Inco rpo rarse a la derábase, aquí, como una pr em isa evidente por sí m isma y nu nca
u nidad de la conciencia psicológica. puesta en d uda. Ni siquiera el escepticismo de H um e int ent a
Estos dos problemas se d istinguen clara m ent e el uno del otro a taca rla, pues ha sta e l reconoce a l sujeto emp írico una estruct ura
en cuanto a su sentido y a su derivación, .quepa y una organización fijas, pa rtiendo de las cuales trata de explica r
espe ra r. q ue lleguen a confluir en un fina l comú n. j unt o cómo nace la imagen popula r de! un iverso (cf. supra, p p. 312 s.),
a la " dedu cció n ob jetiva" d e las ca tegorra s a parece , com ple me n- N o impo rta q ue el ser de los o bjetos sea cad uco y pereced ero, con
tán dola, su "deducci ón subjetiva", Y el propio Kan,t subraya con tal de que la función psíquica de la imaginación se ejerza de un
la mayor cla rida d qu e no pretende ser, en elec to, q U,e e,so, m odo u niforrne y regula r.
simple complemento, no inco nd icionalmente ne cesari o l1l esencial De este modo, todas las leyes de la ex isten cia se exp lican retro .
para el verdadero problema crítico funda mentaL trayéndolas a l meCanismo de la a.lOciación d e rcPresen w cion es,
"Pero esta consideración, un tanto pr ofunda: dos Con lo cua l nos encontramos de n uevo a nte el viejo en igma, sólo
aspectos. Uno se refier e a los objeto s del y q ue bajo una forma d istint a. En efecto, lde dónde proviene esa
tra ta de dem ostrar y hacer compr ensible a pri or i va!l(le<: segu ridad de q ue la conciencia , de q ue el ser y el acaecer psiqu i-
d e sus conceptos; precisamente por ello es esencial .para cos se ba ilan suje tos a una dete rm inad a estru ctu ra pe rma nent e, de l.
los fines q ue yo persigo, El ot ro tiende a co nsid era r el q ue no impera n en ellos el ca pricho y el azar, sino q ue, bajo con-
ent end imie nt o puro en cuanto a su posibilidad y a las c1 usiones idé nt icas, debe espera rse siem pre idéntico resulradoz
de conocimiento sobre las q ue de suyo descansa, ,es d un ¿Cómo es posible admitir seme ja nte au toma tismo en el movun len.
pun te de vista su bjetivo; y au nq ue esta ro de las rep resentaciones, cómo es posible admitir una "natura.
un gran 1im port an cia con respecto a m i finalida d primordial,
di 1 . no leza" sem eja nte, no de los objetos, sino de l suje to mis mo ?
form a pa rte esencial de ella, ya que el pr oblema car rna es
La psicología sensualista no da respuesta a estas pregu ntas . Da
pr e el mismo : zqu é y cuánto pueden el entendimiento y la, razón,
por supuestos hechos psícoló gtcos fu ndamentales, sin ten er la con.
libres de toda experienci a, llegar a conocer?, y no, en este
ciencia de qu e rudo juicio sobre h ech os lleva consigo determinadas
otro: lcó mo es posible la focultad misma de pensar? (Pra l. a la
cond iciones lógicas; con ello, lejos de e limina r e! ser incond icio na l
1· ed., p p. X s.) . d
y a bsoluto d e la me ta física, lo q ue hace es des lizarlo de n uevo en
El hech o de que Kant, no obsta nte, se detenga en segun a o tro terre no.
versión del problema y lo haga objeto de profunda s e Im por ta ntes
investigaciones, se explica ant e todo, indudablem en te, por la aren- Por eso el análisis critico tie ne q ue int ervenir aquí de n uevo
y con m ayor fuerza. Los tipos de acti vidad de la con cien cia no
ción que presta a la situa ción histórica d el prob lem a de l cono-
con stituyen, como no lo con stit uye tam poco la existen cia de las
cim iento. . d I f' ' , cosas ex teriores, un he ch o da do e ind ubitable, sobre el qu e poda -
La psicología sensualista parecía ha ber reali za o ( e
te su pr opósit o de red ucir el objeto ext erior a u n com plejo de mo s apoyarnos. No hacen m ás que plantear el problema gene ra l,
aunque desde otro áng ulo; ponen de manif iesto una regu laridad
660 LA FILOSOFfA CRITICA LA c RITIcA DE LA RAZóN 661

emPírica, que tenemos que saber retrotraer a sus premisas "eras- que el punto d e vista del sensua lismo - cuando pretende razonar
cendentales". la posibilidad lógica d el conoc imiento en gene ral- se mueva, en
"Aquella regla empírica de la asociación, que debemos dar rea lidad, dentro de un circu lo vicioso. Se quiere explicar y deri-
siemp re por supues ta cuando decimos que todo, en la sucesión var la objetividad como el resu ltado de la asociación de rep resen -
de los acaecimientos, se halla de tal modo sujeto a reglas que nun- taciones y, sin embargo, se la registra ya de antemano en las
ca acaece nada sin que lo preceda necesariamente algo, a lo que imp resiones y en su ordenación. El enlace psicológico sólo pue de
sigue siempre lo otro: esto, como una ley de la naturaleza, tso!m' darse sobre la base de una conex ión lógica existente en el mat erial
(lué descansa , me pregunto yo, y cóm.o es posible esta asociación mismo en que aq uél se opere, sobre la base de una " afinida d
m isma?" (Kr., A, 113). trascendent al" que hay que dar por supuesta entre los eleme ntos.
Esta regla sería de todo punto insuficiente, sin duda alguna , "Necesariamente tiene qu e existir, por tan to, un fundamento
para int erpretar y exp licar los hechos psíquicos, caso de que no ob jetivo, es dec ir, susceptible de ser ap reciado a priori con an terio-
fuese válida también para el acaecer futuro aún no observado y ridad a todas las leyes em píricas de la imaginación y sobre el que
de que no se la supusiera eficaz para todo in dividuo empírico. M ás descanse la posibilidad, más aún, la nec esidad de una ley qu e se
aún, si la ana lizamos cuidadosamente, veremos que en ella se extienda a 10 largo de todos los fenómenos y nos permita consi-
afirm a, no sólo un compor tamiento fijo de l sujeto empírico ante derarlos a todos ellos como otros tantos datos de los senti dos aso-
los incentivos exter iores, sino, ade más, cierra ho mogeneidad en el ciabl es en sí y sometidos a las reglas generales de una ar ncula-
mod o de presentarse y en la sucesión de los mismos acaccimien- ción perfecta en la re prod ucción. Este fundamento objeti vo sobre
tos objetivos. La ley de la reproducción parte del supuesto de que descansa toda asociación de los fenómenos es lo que yo llam o
que los fenómenos m ismos se ha llan realmente sujetos a una la afinidad de los mismos. Y este fundame nto no podremos en-
regla y de que en medio de la va riedad d e sus representaciones contrarlo más que en el principio de la unidad de la ape rcepción
se advie rte cierto ritmo o continuidad en consona ncia con dercr- con respecto a todos los conocimientos que deben perte necerme.
minadas reglas. Con arreglo a este pri ncipio, todos los fenómenos, absol ut amen te
"Pues, de otro modo, n uestra imaginación em pírica se cncon- todos, deben ser apreh endidos por nosotros o llegar a nuestro
tra ría sin tar eas adecuadas a su capa cidad y, por tanto, pcrm ane- espíritu de tal modo , que se hallen siempre en consona ncia con
cería oculta en el seno d e nuestro espíritu como una facult ad la unidad de la apercepción, lo cual seria im posible sin la unidad
mue rta e ignorada incluso de nosotros mismos. Si, por ejemplo, sintética de su enl ace, unidad que debe, por tanto, ser considerada
el cinabrio fuese unas veces rojo y otras veces negro y tan pronto como objetivamente necesaria" (Kr. A, 122).
pesado como ligero, si el hombre ap areciese revestido ya de esta Basta, según esto, con ana lizar la form a genera l de la "con-
for ma anima l ya de aquella otra, si en los días más largos del año cienc ia en general", para d escubrir en ella algo más qu e la simple
viésemos la tierra, a las veces, cubiert a de frutos y a las veces agrupación caprichosa, para encont rar all í la condici ón para una
cubierta de h ielo y nieve, es evidente que mi imaginación empírica conexión necesaria y general men te valedera de los fenóm enos. El
no tend ría siqu iera ocasión de asociar a la representación del color esqu ema psicológico de l sensualismo necesita ser transforma do y
rojo la noción de un cinabrio negro" ( Kr., A , 101) . ahondado, para qu e pueda ser aplicable a los problemas de la teo-
El sensu alismo trata de contesta r a la pregunta de cuá les son ría de l conocimiento. La "asociación" es una palabra vaga y
las leyes del acaecer, y rec urre para ello a la capacidad de asocia- oscu ra, que abarca por igual las más diversas form as de la sínre-
ción; pero se olvida de que el ejercicio de esta "capacidad" pre- sís, por cuanto no in dica para nad a en qué sentido específico se
supone necesari amente cierta constancia en el modo como las lleva a cabo la agrupación de 10 múltiple para conver tirlo en
impresio nes aisladas le son ofrecidas a la conciencia. Esto hace unidad.
661 LA FlLOSOflA e RITreA
LA CRmCA DE LA RAZON ,,¡]
No cabe duda de qu e la simp le "unión" la "síntes is de que es una fu nción pura d el concepto. Cua ndo concebimos el
tiene que ir por delant e, pero soleme me pensa miento de una línea recta o d e u n círculo, agrupamo s un a
la (ase: in ferio r en el proceso de fo rmación d e las represem aciolla. serie de pu nt os del espacio para crear un a forma unitaria. Pero
dive rsos elementos de la representa ción, que la conciene•• la diferencia y la cara crerisrica respectiva de am bas formas no
solo puede. ca ptar un os tras Otros, no deben sólo recorre rse, sinri descansa sobre este acro psicol ógico fundamental, sino q ue consiste
q ue, ad em ás, a l pasa r al eslabón siguiente, debemos reten er en en qu e la agru pación obede ce en cada caso a puntos de vista
nu estra conciencia todo el conj unto de los anterio res, evocándolo. lógicos distint os, por cuanto que en un caso nos at enemos a la
de nu evo ante nosotros en cada mom ento. Cua nd o trazamos men identid ad de dirección de la línea y en ot ro caso a la id entidad
tal mente una línea o intenta mos recorda r el tiem po tra nscurrido de la CUTt'tl. Por donde, e n fin d e cuentas, u n contenido, por
de un mediodía a otro o representarnos simpl em ente un determl m uy complejo que sea, no nace nunca si no lo construimos a
nado .número, no basta, eviden temente, con qu e vayamos sumando base de contenidos simp les y con a rreglo a una dete rminada ley
sucesrvamen re en n uestra conciencia las unidades pa rciales g UI perma nente.
ent ran en estos contenidos. Lo q ue ha ce de éstas verdederae El reconocimiento en el concepto, es decir, la conciencia de
f0rm:'s psicológicas, lo que las integra en una totalidad plena dQ q ue la creación sucesiva de lo mú ltiple obedece siemp re al mismo
sentido es solamente el hecho de que sum amos a cad a una de lA' princi pio lógico, es lo ún ico qu e nos perm ite ir desta cando y deli-
fases del proceso d iscursivo qu e a ellas nos lleva el conjunto de mitando un id ades fijas en e l fluir constante de la prod ucción de
las fases precede ntes.
representaciones. De este modo, el pobre e in for me pat rón rnecá-
,,:Si de jásemos perde rse en el pensamiento toda la represen. nico de la "a sociación" es susriru ldo ah ora por una pleni tud y
taoon ant er!or (las prim eras partes de la lín ea, las partes crece- grada ci ón de diferentes reglas sintéticas de unificación y, por ta n-
dentes del o las unidades sucesiva mente representa das) y to, d e formació n de conce ptos. No sólo no debemos yuxtaponer
no la re p rod ujésemos al pasar a las siguientes, jamás pod ría nacer lo mú ltiple, sin seleccionarlo ni sujetarlo a reglas, sino que debe-
una represent ación completa, ninguno de los pensam ientos ante mas ent rar en las más va riadas relaciones de superiorid ad y
riores, ni siq uiera las más puras y primar ias representacion es dei subordinación , si qu eremos que la conciencia llegue a fonnar un
espacio y el tiempo " [ K r., A, 102). sistema, una verdadera u nida d.
Por la sínt esis de [a aprehensión se halla inseparable. V emos, pues, qu e Kant parte , aqui , d el esquema de la psico-
a la de la reprod ucció n, y, a su vez, ésta presupo ne logia de la asociación, pa ra desarro llarlo y tra nsformarl o. Se a poya
un prlllCIPIO conceptua l cualq uiera que la gobierne. No sólo rene- para ello, cla ramente, en T etens, cuya teoría se orienta tod a ella,
mas que crea r de nu evo las representaciones en cada fase, sino esencia lme nte, hacia este desarrollo. A l igual que éste, Kant d is-
que el proceso que cond uce del conjunto ya alc anzado al nuevo tingue ent re el acto de la si mple comP<iración de las percepciones
conten.ido que se tra ta de obtener tiene que ajusta rse siem pre a una y la " creación activa de un pens urnicn tc de relación"; y, coinci-
y la misma regla, a una regla idéntica. d iendo también con él, h ace hin capié en que el pensamiento no se
para qu.e nazca el número, no bast a con q ue, al postular limit a a "desplazar de lugar los fantasmas", sino q ue entraña una
mas altos nos limit emos a repetir y conserv ar los pn x l ltctividad originaria {v, supra, p p. 521 ss.],
silla q ue tiene que im perar, al mismo tiem po, la con- La re presentación de la unidad sintética de lo mú ltiple no pue-
de que la (tm ción del proceso ele unos miembros a otros de nacer de la unión d e ele mentos dados.csino que es ella, por el
es y dondequiera una y la misma. A hora bien, esta cont rario , la que ha ce posible el concepto de la uni ón , al sumarse
fu n ci ón no puede pon erse de manifiesto directam ente ni documen- a la rep resentación de lo m últiple {Kr., 131) .
ta rse a nte n uestros semidos en ningún COnte nido concreto, sin" Pero, aunque Kant rec urra aq uí al concepto de la " facultad
66< LA FrlOSOflA CRITICA LA CRfI ICA DE LA RAZON 665
poética", que T erens int rod ujera en la psicología, no tarda en yor, al irse desa rrolla ndo la teoría berkeleyana ; más fue
remontarse por encima de él. La "imaginación" no es, pa ra él una la qu e aca bó asu miendo , e n fin de cuer nas, la f unción decisiva
act ividad autónoma y libre que se ejerza robre las impres¡onC:8 en el proceso de la formación de las re presentacion es (v. mpra,
acaba das de los sentidos, sino una cond ición del acto mismo de la .
percepción.
Ahora bien ---debemos preguntarnos de nuevo, tomando pie
. ningún psicólogo ha pensado toda vía que d e las anteriores consideracicnes-c-, Zcómo entender que un algo
la imagmacron sea un ingred iente ne cesario de la percepción mis- no dado se represente a nuestra conciencia como si se trat ase de
ma. Ello se debe, en parte , a qu e esta fac ult ad se limita ba a las un a cosa dada? En esta pregu nta se cifra todo el " misterio" psico-
reproducciones y en parte a que se creía que los senti dos no nos lógico de la for mación de los conceptos. H ay que pon er de
su min istra ba n simplemente rep roducciones, sino que, además, las nifiesto cómo una in tu ición sensible, que, en cuanto ta l, solo
da ndo paso con elJo a imágenes de los objet os, lo que parece señal ar un de terminado conte nido con creto, pued e
req uiere algo más que la simple receptiv idad de a adquirir la ca pacidad necesar ia par a convert irse en expresión
las Imp resiones, a sabe r, una (unción de síntesis" [Kr., A, 120, d e una clase tota l de cont enidos y para reprodu cir cada uno de
n ot a ).
éstos en su estru ctura constitutiva.
Este encuadramient o histó rico del probl ema contribuye al A la vista de este problema fu nd ame ntal, entra en acción la
mismo tiempo, a der ram ar nu eva lu z sobre uno de los más teoría del esquematismo. S u verdadero tema consiste en el pro-
capítulos d e la Critica de la. rmón, qu e es el que desarro lla In blema que plantea la posibilidad psicológica del concept o general.
teoría del "Esqu em ati smo de los conceptos puros del eme ndt, Es cierto q ue la posibilidad lógica de éste es independiente de la
El esquemat ismo tiende a superar la "heterogeneidad" decisión que acerca de aq uello se tome, ya qu e dic ha posibilidad
que parece existir entre los conceptos puros del enrcndt, se hall a asegurada ahora, a juicio d e Ka nt, por la deduc ción tras-
rruento y las intuiciones sensibles, sobre las que ha de provee- cend ental de las cat egorías, por el aná lisis d el concepto del objeto.
rarse. esta dificu ltad la que ha bía llevado a la psicología Pero, au nque no pu ede buscarse en las disquisiciones psicológicas
a negar la (unci ón especifica de todo conce pto, redu, la verdadera de ser q ue justifica la valide z de los conceptos
ciéndolo a una mera suma de rep resentaciones conc retas. Y esta pu ros, no cabe d uda de que son, sin embargo, necesarias e ind is-
nivelación tenía necesar iamente que consid erarse legítima, míen- pensables como ilustra ción y como com plemento. H ay poner
tras el concepto mismo sólo podí a pensarse como un conc ep to de manifiesto cómo es posible que los conceptos deducidos d e
genérico abstracto; mient ras no se veía en él otra cosa que un la s cond iciones necesarias de la experiencia posible lleguen a
con junto de notas reales, inherentes de manera común a un com- realkarse también en el proceso efectivo de la re present ación y co-
plejo de cosas dadas.
bre n también aquí u na expresión real.
. Sin embargo, hemos visto que el mismo Berkeley, quien, si. Par a ello, se somete a un análisis a (onda el mismo concepto
tu and ose en este punto de vista, negaba el derecho de la "a bs- multívoco de la represent ación. La re presentación posee de ntro
trac ción", no habia podido descar ta r toralmenre la (u nción del de la tot alidad del conocimiento una significación totalmente
pensamiento, sino que se veía obligado a reconocerl a de nuevo dis tinta y cum ple una fun ción tot almente di versa, según que se
indirectamente, aunque bajo otras forma s. No había más remedto la conciba como una im agen o como un esquem a.
q ue atrib uir a la representaci ón concreta singula r la capac idad de "As í cuando trazo cinco puntos, uno detrás de otro . . .. . ,
exponer y represen tar ante nu estra conc iencia todo el conjunto tengo a nte mí una imagen del número cinco . En cambi o, cuando
de y esta ca pacidad psicológica de "represen- me limito a pensar un nú mero cua lqu iera, sea el número 5 o el
raci ón fue crecíendo y cobra ndo una significación cada vez ma- número l OO, este pen sam iento es la rep resent ación de un método
666 LA FILOSOFIA CRITICA LA CR1T ICA DE LA RAZON 661
consistente en represen tarse, con arreglo a cierto concepto, 11 vaída de un objeto empí rico re al, sino como el arquetipo y, por
pl uralida d ( por ejemplo, mil) en una ima gen, más bien g UI' I así decirlo, el modelo de los posibles objetos d e la experiencia.
imagen m isma, q ue en este caso d ifícilme nte podría ser aba ren De este modo, e! esq ue ma tismo aú na en rea lida d la int uición
con la mira da por nosotros y comparada con el concep to. Jiu pura y el concepto puro, a l retrotra er una y o t ro a su raíz lógica
bien, la rep resentación de un procedimiento genera l de la im nlj común. T a m poco los contenidos d e la intuición nos son dados, en
na ción para plasmar un concepto en su imagen correspondlen úl tima instanc ia, más q ue me dia nte el método de la construc-
es lo q ue yo llam o el esq uema de este concepto" {Kr., 179) , ción. C uan do, por tanto. q uere mos de mostra r al go con respecto
Po r donde el esq uem a no es sino la expresión del hecho al con cep to del triángulo. no nos rem itimos pa ra ello ni a un ob-
q ue nuestros conceptos puros no deben su existencia a la absun jeto físico existente ni a una represent ación co ncreta dentro de
cíón, sino a la construcción; de que no son, en realidad, im ázen nosot ros, sino que nos fijamos sola me nte en la unidad del acto
y copias de los objetos, sino represent aciones de un m étodo b q ue hace brotar ante noso tros el tr iángulo ( v. su pra, pp. 642 s.).
rético fund amental. El ejemplo d el número es, d esde este pun " Ninguna imagen de él ---escribe Kant, apoyá ndose en el mis--
d e vista , especia lme nte in structi vo, pu es, en realidad, basta mo ejem plo empleado ya por Berke1ey- sería plen am en te ade-
fijarse en el desarrollo cientí fico del concepto del número en cuada al conc ep to del triá ngu lo en general. N inguna lograría la
maternárica pu ra, basta conside ra r el proceso de! núme ro racion generalidad del concepto. qu e h ace que éste valga para todos los
al numero irracional, para darse cuenta en segu ida de que tr iángulos en absoluto, los rect ángulos, los escalenos, etc., sino que
conceptos así creados no son copias de impresiones sensibles e se limitaría necesariame nte a una par te de esta órbita. El esquem a
rentes, sino el resul tado, y a l mismo tiem po el precip itado , d el triángulo no pued e existir más que e n el pensamiento , y
así decirlo, de operaciones discursivas puras ( cf . también t. rep resenta una regla para la síntesis de la imaginac ión , con res-
pp. 400 s.l. T odos estos conceptos son simple me nte la ex pren pecto a las form as puras en el espacio" ( Kr., 180).
La regla pensada se revela , pues, como el o rigen de la ima-
de un méto do mental lógico y dotado de val idez gene ra l, y cunn,
les damos, ade más , una re presentación plást ica, esto, en ve: gen, y lo q ue a ésta le per m ite " represen ta r" al co ncep to es el .q ue
lleva en sí esta regla. La imagen es un prod ucto de la capacidad
servir de base a la co nciencia de tal proced im iento, en realule
la presupone ya. em pírica d e la imaginació n creadora, y el esq ue ma de los conce p-
tos sensibles (t al como las figuras en el espacio), por el cont ra rio,
El esq uema de! pensam iento nos guía y nos or ienta en J
un prod uc to y a la ma ne ra de un mo nogra ma de la ima ginación
plasm ación de la imagen; au nqu e debamos reconocer, por el ('\J I
puTa a prior i, por medio del cual y con arr eglo al cual son posibles
trar io, q ue e! pensamie nt o sólo cobra su de ter mina bilidad psic las imá genes. Si concebi mos el e nte ndi mie nto, no simple ment e
lógica en relación con la image n. Por don de todos nueslf\ll como una fac ult ad de fo rmar con ce ptos genér icos abs trac tos, sino,
conceptos puros descansan sobre fun ciones y no sobre afeccio ne según debernos hac erlo con arreglo a la deducción tra scend ent al
lo q ue qu iere decir que no brotan ni pueden brotar, en cuanto 11 de las categorías, como la "f..uultad d e formar reglas" , dejará de
su conten ido, a nalíticam ente, mediante la simple ser, en re alid ad , algo tot alm en te " difer ent e" de la int uición. En
ent re impresiones dadas (Kr., 93, 103. C f. su pra, pp. 627 s. J. efecto , sin u na regla aplicable en la sucesión de los contenidos
Ta mbién aquí se reve la com o creadora la "imaginación": 1\' co ncre tos de la representación, sin un "reconocimient o de los
nos lim itam os a leer las " imágenes" de los con ceptos, sino que conce ptos", jam ás surgiría ante nosot ros una forma de la intui-
somos nosotros qui enes damos al concepto, es de cir, a la siml,l!' ción , ni nos serían dadas, por tanto, ni siquiera las repr esent acion es
def inición a bstracta, su im agen, al construirlo en la intu ición. H fu ndamentales más puras y prima rias del tiem po y el espacio
"esq uema" no debe cons ide rarse como e! esq uema pálido y (A, 102) .
t A FILOSOf!A CRtrICA
LA CIU'nCA DE LA RAZON 669
nos las teorías del concepto mom ento en q ue reconozca mos que ambas ram as del conocimiento
Sól h . no de la concepci ón trascende nta l"
o em os pod ido demostrar la validez 1d i ' se complement an m utuamente." 1<1
justificarla frente a las objeciones e ,Y C ierta me nte q ue, si rec onocem os esto, desaparecerá la teoría
erando q ue la (unció n del ca . , m o . emes- d el esq uemat ismo, ya q ue ésta no se propone, en efecto, ot ra
misma. El valor de cosa ni tiene Otro sentido q ue el servi r de vehículo m ediador para
cesrvo . c. esta (un ción suya. Es lo sensible lo q ue " realiza" • este conocimiento. Pero, basta con echar un a ojeada a la prehis-
en ren dímíeme, a la par q ue Jo "restringe", al dirigirlo hacia 1 ' to ria d el problema, para co nvencerse de q ue lo que se nos dice no
ca terreno en el q ' d e uru- es precisament e algo q ue ya se hay a conseguido , sino, por el con -
rica los ue este pu c e cumplir su función lógica aut én. tra rio, algo q ue se trat a d e consegu ir y asegurar .
• conceptos del entendimiento no puede 1
ni u ' 1 n ener o tra meta La lim itación de las ca tegorías a lo sensible representa, frente
na u ef mas a ra que la de hacer posible y la d e fijar u ní a la meta física racionalist a, un postu lad o com pleta ment e nu evo
v,ocadm en,t c a ordenación en el espacio y en el tiempo. La cate,; y paradójico; y este postula do es cabalmente el qu e se trat aba de
n a e a ca usa po . 1
. 1 .' r ejemp 0, a parece vacilant e y m ultívoca rea lizar, sin m enosca bar por ello, en el sent ido sens ua lista, la razón
rmenrras a aplicarnos indistintament e a cua lq uie r d a d de ser lógica del concep to puro. A esta doble tendencia respond e,
tenido, m ientras nos pregunta mos v 1 se e con-
cia I ' . gr., por a causa de la existen, en efecto, la teo ría del esq uemat ismo, en la q ue se entrelazan y
oh en genera" o la causa del " universo" o d e la ma teria. Sólo condicionan mutua mente las premisas epistemológicas y psicc-
e ra su sentIdo (IJamem e d elimitado y con él su ' " l ógicas de la C rítica de la Razón .
sa ria cua d d " vigencta nece-
.' n o compren ernos q ue no tiene ot ra fun ción qu e la de
servir para determinar la relaCión en el ticmp d 1 H emos visto cómo e l enlace q ue se expresa por el concepto
'] o e acaecer y que
tanto"dso o puede ad mitirse y exigirse una ca usa para los de l " yo" de bía esta blecerse necesariam ent e con arreglo a criterios
las cc um os en el tiempo (d. in/ra p 682) Y Lm¡ " objclitJOs, si de veras q uería crearse por medio de ese enl ace una
li I ,. . e mismo cn reno
se ap Ica. a as demás categorías, a los conceptos de la magnitud verda dera unidad , y no sim ple mente una amalgam a de represen ta-
y la realidad, de la sustancia y la comunidad. ciones, ex puesta a vers e disuelta al primer emba te. La un idad
subjetiva de la conciencia de S1, el criterio del yo empírico presu-
. el de vista siste má tico de la crítica del conoc í,
pone ya de suyo la unidad objetiva de aqu ella conciencia, es
mien to, pod rían form ularse aq uí d iversas objeciones de dc r JI
COnt ra las ma nifestac ion es de Kant pero n d b d . a e decir, un conjunto de reglas dotadas de validez general. El yo del
He ' o e emos eJarnos sent ido int erno no significa otra cosa q ue la con de nsación de una
var por este cam ino hasta el pun to de perder de vi n 1 .
tanre tend ' l ls a a rrnpo r- serie de modif icacione s aislad as de la conciencia, que difie ren
T . ence genera q ue en este pu nto sigue el pensa m iento co n los diferent es individuos, siendo, IX'r ta nto, totalm ente Ior tui-
d er;1en cla que .destaca claram ente cuando se considera la teod; ras, mientra s que la forma pura de la "conciencia en general"
e ant en relaci ón con la filosof ía de sus predeceso seña la solame nte las condiciones a q ue se halla sujeto rodo lo
"L K se res .
. o q ue ant exigia del esq uem a - h a vuelto a objetarse re múlt iple, en cuanto debe ser pensado como tal, cualesqui era q ue
crenreme me contra esta teo ría-e, a sabe • f . ,- sea n el mo ment o y las circunsta ncias psicológicas espec iales e n
. , r r q ue uese un tercer ter-
;;:,mo en Que, por ca rácter d ua l, es deci r, tanto intelectual que este pensamiento se realice. N o nos preguntamos por el modo
mo , se asociasen y unificasen las dos facu ltades de co ncreto y determ inado co mo rea lmente se lleva a cabo el pensa-
conocrm tenn, del ent endimiento y de la int uició b m ient o en un indiv iduo em pírico, sino única y exclusivam ente
sepa radas la d I n, rusca mem e
un a e a ot ra, rodo esto, se cae por su base des de el Ir. W. h.,. Zschod,.,. L.,hr., vom Schemarismus de. reinen
V" rnunft", el) Kant_St..d i... n (l901) , XI!, 205.
610 LA FILOSüFfA CRITICA ,
LA CRl"rrCA DE LA RAZON 671
'1,
PO,flos requisitos lógicos generales
.... .... d e toda ejecución
Co nocemos el yo empírico "tal y como debernos repr esent árnos-
miento, sea la q ue fuere.
lo, como un objeto de la experiencia, en u na conexión total con
. Las no podrían llegar a ser "mi s" r esta", y no con arreglo a lo que pu eda existir fuera d e toda expe-
Clo n es
• SI n (se
o .
arusrasen necesa riamen te a la ú . ['J'I rienc¡a posible (d . Kr., 3 14) . Pe ro la forma y la prem isa funda-
q ue les permite com pa ina rse e " " ruca \\'1
(Kr. 132 139) D g1 . n una conciencia genC'rnl mental de este tipo de rep resentación, en la cual ent ra, por ta nto,
, • • e aqu¡ q ue el pri ncipio según J todo saber acerca de nuestro " yo" nos la da la int uición pu ra de l
empírica d iferente deb e encuadra rse ru tiem po. A hora bien, ésta no debe pensarse aq uí, sim pleme nte,
umca conciencia de sí es el prineip,'o L,] o
, " d 3 l.1W ura meruc como algo múl tiple en genera l, al modo como la esté tica trasce n-
smtenco e nuestro pensam ienm
"P , . dental lo deter minaba y aisla ba, obedeciendo a crite rios metodo-
ero no debe perderse de vista que la sim le r lógicos, sino q ue, a la par qu e encierra en sí las unidades sintéticas
del ) '0 en relación con tod os los demá [ct p . epre !t
hace ros íbl 'JI ) as cuya umdad 1; del ente nd imiento, ent rañ a también su conte nido puro funda-
.• e aq ue a es la conciencia tra scendental F mental.
senl aClon pue de ser clara u OScura- ello .. . In
incl uso, la H'alidaJ d e la ' ' es mdl ferent e, ('1m" Es aq uí, por tanto, dond e cobra más cla ra y acusada expresión
lógica de too . . m l.l t1Ul; pero la posibilid ad de 111 la antítesis contra la psicología sensualista. Para el psicólogo sen-
o conOCIm,ento se basa nece .
con esta ,'pe rcepcron . , ('o"" ,'d- ,01 san amente en In sualista, la exper iencia es un prod ucto de l tiempo; nace y se des-
11- ' '...... r.. , a como una iacví uuí" ( arrolla en cuanto que las im presiones a primera vista aisladas e
1, not a).
incoherentes van enlazándos e con el transcurso d el tiempo en
Una facultad de Cuya " real idad" o ficaci .
same nre no es a rod I . e IClCIa se p rescinde combi naciones asociat ivas fijas. Se da por sup uesto, d e consiguien-
me ntal sino ' d . as fuerza psicolÓgico I te, u n transc urso objetivo del tiem po mismo, una sucesión objetiva
cienes iógic q ue esigna mas bien un todo sistem ático d(' de las im presiones, d e la qu e se pa rte para explica r la vigencia de
as puras que necesar iam ente h d ],
Contenido ,. ' • h d . . an e rea unr : los conceptos fu nd a mentales de ca rácter gene ral.
' :;1 este: a e convertirse en contenido de In El método c rítico, en cambi o, sigue el camino in ve rso. No
A hoca e, curan do I'C a bre a nte nosotr oc! ] CO/1 I
investigación crítica Co m d os r o e horiztllJl ent ra a indagar, en prime r té rmino, el acaece r real en el tiem po,
. pren emas, en efecto . sino las cond iciones del juicio acerca de los factores del tiem po, es
nos en ciertos principio b¡ . ,. ' que, SlIl ..
s o jenvem cnra validos de ., d ecir, las condi ciones qu e necesa ria mente tienen qu e da rse pa ra
recer ía de todo asidero no sólo I ' . COnOCInllCl1I
la interior qu e sin el a exp ertenc ra exte rior, sino t I! pod er en lazar dos conte nidos en la relaci ón de simulta neidad o
impü5ible ' habl" d p unto de d e tales principios, ,di de sucesión. Condiciones qu e este método descub re y fija e n
ar e un yo em pmco como h bl d conceptos puramente lógicos d e relaciones, que encie rra n, por ta n-
de .Ia na turaleza. Lo que, así enfocad o el r: a r e . ,1I1l ,
decir una cosa: qu e rambi é . . p blema, soh, 'I to, la misma verdad inquebranta ble pa ra cua nto pued a sernos
]ame nte como un "fenómeno n nosotros mismos esrarnos I J dado en el tiem po, lo mismo pa ra el conocimiento del objeto
" T . . l ru
concebido como algo d esligado' de YO]l'lIl.,j q ue pa ra el del yo.
. s uncroneg {('I ," Aunque la psicología genét ica cree abordar su problema sin
rmen tc en gener al y enfrentado a ellas e b¡
C ua ndo decimos, refméndonos a él que loo- un o jeto ¡
par tir de supu esto alguno, es ind udable qu e opera desde el primer
vcrdadernrnerne "es" no cab d d' 1 o conoccn:os tal y \ I momento con el conce pto del tiempo objetivo, sin ayuda del cua l
su rnzó ti '. e u a { e qu e esta afm nnri"'ll ti no pod ría n i siqui era llegar a plan tea r su problema. Pues bien,
y encierre un tipo distinto, II lr basta con ana lizar este solo concepto, para descubrir en el fondo
exteriores. qu e corr espond e a las ces
sas I r 1I '1 d e él aquellos mismos principi os conceptuales cuya razón de ser
po ne en d uda el sensualismo.
672
LA FILOSOF1A CRITICA LA CRlTICA DE LA RAZON 613
Para pod er señalar a las i "
nado en el tiem po re p ,mdPreslones un lugar (ijo y ti sino que, por el cont rar io, siem pre y cuando qu e se mantenga en
.. ' resentan oooslas d ' vigor, d ebe d erivarse de este an álisis mismo y det erminarse con
ston fija, no cabe más !V> ' -b"" d como aua s en 1111
. . . ' ...es¡ 1 tu a que el d ,
pnncrpros generales de . .. e some te r as n 11'1 arreglo a sus resultados.
enju tcia m íe t K
,
( "-<>
nom bre de "a na log,'. o d l
" e a experiencia" La
°
. n qu e a n r resume 1
b
Esta me ta sólo se alcanza plename nte al llevarse a su términ o
j ogras, la prueba del p rin ci , d i ' p rue a de t'SI la "deducción subjetiva" . Co n ella se reconoce que existe un
rp io e a susta . 1 d sistema fun da mental com ún de reglas válidas al margen de la anri-
o e , de la inurdependen . " nera, e e la cou
, a conex ión de las CItI no versa sob
'. re Ja un rid ad Sintel tesis d e "su jeto" y "objeto", ya que sólo por med io de ellas pode-
cosas en SI mIsmas, smo ' d J mas es raelecer los t érminos mismos de esta an títesis (d. l Upr a,
no precisa mente en cuanto a J Con ten l'do de e as percep",
a su determinación en el ti e estas, S100 en e
é "
pp- 612 s.). Se nos revela a hora ba jo una luz nueva hasta la
en él, conforme a leyes ge nerales. Esr la relación de la eXI distinción entre de percepción y juicios d e exper iencia, que
tanto, la necesidad de la genera l.es conrt Kant pone a la cabeza en los PT'l)legómenos y que forma también
tiempo en genera l ( . . lIlaClOn de la exis tencia cI verdadero nervio de la prueba en la C rítica de la ra<::ón. cua n-
y, por co nsig uie n te co . .. do se tr ata de dedu cir la s ana logías de la experiencia . Por muy
d e J entend imiento a ytai . a Y!') , SIi Iaa d eterm n" sUJeclOn . a una
a J tiempo rela tivo ha de biet¡ in acron empírica en (' 1 fecunda y muy fru ctífera que haya result ado ser esta distinció n.
ser o jenv amenre Td . es evide nte que no se persigue ni pu ede perseguirse con ella, en
IProleg., S26). va I a, sera, por I
modo alguno, una separación incondicional en dos pa rtes inte-
o es el Juego fort uito de la a . .,
fu ndamenta el concepto d e ! el que enzeod grantes tot alme nte heterogén eas. T ambi én los juicios de la per-
iov sob
no , so re este concepto e a [causa ' smo q ue es, PJ r el CtI cepción se halla n , en cuanto juicios, bajo las condicio nes d e la
d '...' re e que desea od " unidad objetiva de la conciencia d e sí".
e un acaecer objetivo, Y' lo conCIiba mos consa td a rep' resen¡
mente o de un mod " . . mo eter m1Oado tt N i siquiera podríamos refer ir ent re sí dos estados momentáneos
o pSICO ogico 11 El end ' de un suje to concreto, a menos que exista la posibilida d de encua-
a la unidad de la a pe rcepció J ' . nniento es, Il
'j'd d Clan, a condlclOn t-;
a y..on •
para In d rarlos ambos bajo u na regla común que determi ne las relaciones
b1 1 . a de una determmacr ' " .
ón con n nua d too I
fenomeno s en el tiempo a t . d ie os os lugares de mut uas entre ellos. A unque se predique un a con exión qu e sólo
IKr., 256) . Por tamo , a serie de y d apa rezca realizada en una d eterminada conciencia empírica, sin
de la expe riencia, el principio s ' s leyes se de r¡ reclama r ningun a otra ne cesida d por encima de ella, tendremos
general a ley no se ded uc d -, n el exist e una sHir que esta conexión de que se trata se establece como efectivamente
. e e a expenenci . existente aquí y ah ora, bajo estas det erminadas y concretas cir-
p rerrusa cons tituti va de la f ión d era, s100 que ell
., unClOn e la expe-¡ , , cunstancias. No se halla fu era de tod a objetividad eri genera l,
Clan que, por su P'" J erten cra rmsmn ,
. e, es a que n os lleva 1 " sino que limita su validez a u na esfera rest ringida de l ser, mientras
Jos objetos y nl del propio YQ , a conOCimiento
qu e los ju icios de experiencia mantien en la pret ensión de esta-
. E sra con cienc¡
e .
cm vien e a coronar la . . . hi "
sofia kantiana, V eían rmsion u tonca de la {I I blccer un concepto general d e la realidad em pí rica que es el "
• lOS que su pe nsa . mismo para todo sujeto pe nsante. Ningún contenido, po r muy
que la distingue nitidam ent 1 miento central y origiunl,
todo el pasado filosófico e e en e plano de los principios d subjetivo qu e sea, pu ede ele varse a con cien cia en nosot ros si no
" . ' onslste en qu e la ., es previamente plasmad o con arr eglo a las mismas unidades sin-
sUJeto " y el "obj et o" separaci ón ent re 101
no se an teponga al nn álisi d i ' , téticas que, en su consumación y en su desarrollo tota l y perfecto,
17 S b 1 ¡S IS e cono cmuc m.,
o re e mo do d e las "anal . ' J an como result ado el ob jeto de la,nat ur aleza. En uno y en otro
ment e Allj¡:u M Srnd le r Die Grund ii. la expe rie ncia", cf.
Kmll ;schcll r ¡dl,¡, oPlli,.', LeiPli¡¡- 18-6' (ti? er reenen Erk ellll lnisrheorie ¡'I .1"
caso, nos vemos remitidos a las leyes " por medio de las cuales
, I , p p. 83". el juego d e los cambios es sometido a u na naturaleza de las cosas
'H
LA FILOSüFIA CRlnCA
(como fenómenos) o Jo q u

d ei entend imien to fuer
.
e viene a ser lo . I
, .... d e Ia cua 1 napod' frrusm o, a a unr
L '\ CRtnCA DE LA RAZON
'"
o tiene " en sí" naturaleza es piritu al, esta pregunta car ecería de
experien cia, como la unidad . '. na orma r parte d QH sentido, ya qu e el sim ple conce pto del " en sí", es decir, la abs-
28 1). Es dec¡ 1 ' . smtetle3 de los fenómenos" ,
ecrr, q ue a an nr esís sólo pued . tracción de rodas las condicio nes del conocim iento, elim ina no
puramente metodolág' e ser conside rada sólo la naturaleza física , sino la na turaleza en general, es de cir,
me ta física. rca, y no como una ant ítesis absohu
todos los predicados de cualquier ex periencia posible. Desapare-
De este modo, el problema de 1 " " " cerá n, con ello, todos los medios pa ra pod er pensar un ob jeto
y el m und o entr e el yo J a conexlOn ent re el lI J correspondiente a nue stro concepto, que es lo ún ico qu e puede
" y as cosas ext eriore . d
vez todo su peligro dial éc r¡ s, prer e aqul J autorizam os a at ribuir a éste u n sentido cualq uiera / Kr., 712).
com umdad del a lma leo. Pues no se tra ta ya "d i Por ta nto, los reparo s dogmáticos que en este punto pudieran
f uera de nosotros sino con otras Sustancia id
simp I s conoo as y e Xlru surgir sólo pod rían d espejarse m ed iante la clara conciencia meto-
. • emenre del enl ac d I
Clones del sent ido interior Con las ' " e e as rep re ('/ dológica de q ue no le es dable al entendimie nto d ivagar en mu nd os
ndos exteriores y de cómo s mo dificaciones de nuestros I int eligibles, ni siqu iera en su concep to [Kr., 345).
Ieves cons tantes aun ándo o estas pu edan emrel f
' azarse con orm. Si planteamos el problem a en un sen tido rigurosam ente crítico,
No se tra ta ' ya pa ra se as¡ en una experiencia" (K A 1
d .I r., , M at eniénd onos, por ta nto, firmeme nte a l criterio de qu e todo el ser
. , eclr o en arras pa lab d ¡
n an cra ent re los objetos d I ' ras, e a el" de los fenómenos se red uce a sus leyes empírn:as y se cifra. tot al-
del Conocer y no h ' e sino entre los m«!
, • anamos ma s q oe "e df mente en ellas, sólo pod remos preguntamos una cosa , a saber:
nosotros mismos" si n _, rea rnos i iculrlld "cómo y por q ué ca usa las r epresent aciones de nuestros sentidos
' os em peñá semos en d bié
blema un giro m eta!isic 'C' . IIr tam len a estC" r se comb inan y entrelaza n de tal modo q ue las que llamamos in-
o. < amo es POSIble la ' .. ,
en cu a Iq uier sujeto pensa t m tu lClOn CXlr! I tui ciones externas pueden ser repr esentadas conforme a leyes em-
derse q ue la for ma h sa n e, en general y ' d
d ¡ . ' como pue e comp r píricas como ob jetos fue ra d e nosot ros; problema que no encier ra,
,...UTa e esPaCIO sea . J
m ento y una condición d I ' '" snnp emente, un I sin embargo, en modo algu no, la su pu esta dificultad d e encontrar
mismos? Claro es t á que" e a concrencm empírica de nOSOt el o rigen de las representaciones de causas situadas fuera de nos-
a esta pregu nta n ¡ , h b
enCOntra r respuesta q ue nad o d ' mgun om re potl, ot ros y q ue actú an como fact ores totalmente ext ra ños" (A,387).
laguna de nuesrro rm
. le po' ll llegar a colmar nunca ro
1 ., sm o sencr am enr - l 1 En realidad, este pro blem a ha sido resuelto ya m ed iant e la
os fenóm enos externos a u b¡ e sen a ar a, a tribuycnd deducción trascen dent al de las categorías y el concepto superior
Ia causa de esta clase de n o Jeto trasce ndental '
. ' qu e a qu e éstas responden: la unidad de la a percepci ón. En efecto,
represent aCiones nP
mas Ilegar a COnocer y d I ¡ , pe ro que nunca fXltI gracias a l resultado de esta d educción, el yo y el objeto forma n
e cua no podemos 11 f
un concepto" (A ,393). egar a ormaen, un con junto d e reglas al q ue se haJlan, en cier to modo, supedi-
Ahora bien, esta designación no e " tadas, y no pu eden sustraerse a esta co nexión lógica sin perder
no sirve en ni ngún sen tid rea mn gun Contenido nuev con ello, al mismo tiempo, su contenido especi a l y concreto. Este
1 o para resolver el bl .
mente para salir/e al ,..."a, o. A este pro , . pro h em a, sino .'ola contenido radi ca úni camen te en la trabazón sistemática q ue aquí
sobre todo, qu e "no podem .. d I posrro ay q ue observar, adqu iere n, por do nde el ve rdadero problem a qu e aq uí se pla ntea
os eXIgir e enrend ím¡ h
conozca Jo Sustancial de 1, lento umano qtl no consiste en la unidad, qu e constituye má s bien lo originario
• S cosas es deci r q
mmerlo por sí mismo sino , ue sea ca paz de dert¡( y lo necesario, sino, por el con t rarío, en la du a lidad , en el des-
. I ' mas len q ue exija e I
srmp e idea en el m " 1 onocer o como 1111 dobl amie nto de la ex periencia en dos segmentos distintos,
§ 46) . ' rsmo p ano q ue un objet o dado" (Pru/ l'lh
A hora bien, el "dualismo" q ue así se produce no debe enten-
En efecro, si nos preguntásemos si el derse en un sentido "trascendental ", sino simpleme nte en un
a lma es a lgo ma terial sentido empírico. En relación con la experienci a, la m ateria, al
676
LA FJl OSOFfA e RITreA
LA CRI11CA DE LA RAZÓN 677
igual q ue el yo , se nos da Como " .
conforme a las regl... susta ncia en el fenómeno " "y llega r a un reino metafísico absoluto de los esp íritu s a rra ncando
...... que esta caregorÚl' la •
de nuestras p crce tv-jon c - e , _ Im p nca en el coniu nto de un punto de partida puramente sensual ista. A mbas tenden cias
' ''' -, x <'flOres e int erior
en ex perienc ia; no hay más d" es, para conver tirlas confluyen en un rasgo com ún. Berkeley despoja la experiencia
fen óm enos" (A, 379) . reme 10 qu e enla zar ent re si di ferentes -según el reproche q ue le hace Kant- de los "criterios de su
Por fin, ha sido pronun ciada la .. verdad ", crite rios conceptua les y do tados de validez gene ral; con
ha ber para nosotros dos I b I palabra deCISiva : no puede la part icularidad de q ue precisam ent e mediante esta desvaloriza-
. e ases a so utament d ción lógica, se trata de asegurar má s firme mente la conexión con
rogeneas de porc ue f • e separa as y here,
..
f nncton Que este Concepto . , u c a ca regc rta de , el o rigen metaf ísico q ue se le atr ibuye (d. su pra, pp. 282 u. y
a Sll$tancia, la
. ejerce, es solamenr
gu lCnt e, sólo existe desde el p . e una Y, por cons]., lib. V, ca p. 4, nota 79) .
. . rlmer mo men to u f ' A la " intención m ística" qu e aq uí se revela de un modo cada
<onocrníenro, ante el q ue nccesae¡ n o ra co m un del
d .
Ios os t ipos de objet ividad. esa na mente n vez m ás manifiesto, opone ahora Kant el sobrio pro pósito crítico
tenen que compar ecer
Las teo rías metafísicas de Ia m - fluenc¡aj' - de " comp render solament e la posibilidad de nuestro conoc imiento
" di a ln'iori de los objetos de la experiencia (Prol eg., A péndice) . A ho-
preestablecida y de la esísr en - b rsica, e a a rmo nía
d I . cm so renatu J d I ra , ya no cabe preguntar se si los objetos de la natural eza ex isten
e rmsmo defecto fu nd',me t i ' ra a o ccen todas ellas
d e competencia, y lo dese ' na, y es que se sus . de! m ismo modo que nu est ro yo espiritual, sino q ue e! problema
a t p . se Sustra en ti este foro
I ,. r ano ormedlOde "b - consiste en saber si nuestros ..ados acerca de ellos poseen la
cozrnanca, colocan el contenido del " una su repe l ón"
margen del cam po en q totrd mente al m isma certeza qu e los qu e se refieren a las modificaciones de
ue se mu even sus 1 f d nuestro pro pio "i nterior". Pues lo que ahora encon tram os ante
con lo q ue destru yen desde l ' reg as un am enta les
l ' ... e pn m crmome t ¡ . ' nosotros como resu ltado segu ro es el hecho de q ue tampoco el ser
a premisa misma d e toda co 'b ' n o o q ue constituye
fo ndo, cada una de estas r :npren,sl ilida d . Por donde, en el del yo em pírico es dado más qu e en la experiencia y se halla, por
d eo nes, mas qu e al d . tanto, condicio nado por la forma de ésta. Pero esta forma funda-
e.strUye es la propia d 1_ d a versarm , lo q ue
.- ua rsta e la qu (A mental incl uye como mo m ent os igua lment e origina rios lo m ismo
Por tanto, el ma terialismo I "d l¡ e parte ,3905s.;.
conceptos en su sent ido m t f' "y e I ea terno, tomados a mbos la int uición interior q ue la exter ior, tant o el espacio como el
e a ISICO usua l
nosotros, uno y otro como . ' se present an ahora ante t iempo. Sólo pod emos hablar de nu estro yo empírico co nt ra po-
ción del idealismo" 'q ue el arbitrari as. La " Refura_ niéndolo, po r así decirlo, a los objetos y destacándolo sobre el
an a e a la '"-"'<n ' d
Ia Obra, no constitu ' U
ye ni m h tor ..un a ed-« ron-- de fondo de ellos; ahora bien , esta distinción presupone n ecesari a-
, uc o m enos un a d' " me nte la intuición del espa cio, la ú nica en qu e pu eden semos
pu ram ent e ext erna sino q ue d' a ICl0n caprichosa,
·, con
es t rec ha re lacron ' 1"''' p . guar a, .por el con, ra no, - Ia mas - dados los objetos.
..., «mera s convrcc¡ f d El co nocimiento emp írico del yo no difiere, por tanto, del
a Cr ítica de la Y"'''oo ' , _ •• d . Ion es un amenta les de
...... • UI. cn nca el d l¡ k
d" esde el primer mom ento no sob I I rsmo a n na no versaba o bjeto de la na tu raleza ni desca nsa sobre otros fundamentos de
sobre la vigencia del co nocim¡ " , a eXIste ncia de las Cosas, sino certer a d ist in tos y m ás va lede ros. Y esta co nciencia es la ún ica
len to: o que se r b d d
no era la "subjetividad" d i
b¡ . .
o fcuv idad de la geometría (
e espaCIo smo
' .
po' _
rata a e ernosrrar
e contrarie, la
q ue Ka nt tr ata de elevar a clar idad plena media nt e la "refut ación
d el idea lismo" . N o se tr ata de pro bar aquí - como a veces se ha
E . • v. pp. 6)5 ss ) entendido, de un modo ha rto extraño- la " existencia de las cosas
n ello estri ba, en rigor la n ítid d if . ..
respecto a Berkeley " , '1 erencra de pri ncipio con en sí", sino q ue el problema se lim ita (m ica y exclusivamente a
d . ' "'.... _n ente sena eda d d
e vrsra histórico ror 10-- p _ I ' v uun es e el p unto de mostra r qu e algo "existe fu era d e nosotros de un m odo empí rico
, r " ' 0 egom cllos El 'd ¡' y, por ta nt o, como un fenómeno dent ro del espa cio".
representa, en efect o el i t de I ea tsmo bcrke leyano
, n ente ver aderamente pnrad ójico de " Na da ten emos que ver con ot ros objetos que los que pertene-
678 LA FILOSOFIA CRITICA LA CRITICA DE LA RAZóN 679

cen a un a posibl e experienci a, precisamente porque no se nos dan algo real mismo, en cuanto regido por leyes necesarias. Lo "real"
en ninguna expe riencia Y. por consiguiente, no son nada para de los fenóm enos exteriore s se halla, pues, dotado de realidad, no
nosotros" tProleg., § 49). co mo algo qu e se escond a det rá s d e ellos, sino como aqu el conee-
Los contenidos d el ser ex ter ior no son m enos "reales" qu e loa nido de experiencia en que nosotros transformamos la simp le
del ser int er ior, ya q ue poseen la m isma perfecta tra bazón con. percepción, al aplicarle las reglas "forma les"
forme a las leyes de la experien cia Y. por ta nto, la misma verdad "No necesito deduci r en m i int ención la rea lidad de los obje tos
objetiva qu e éstos. No resulta, pues, di fícil descartar e l ide alismo exte riores, co mo no necesito hacer lo ta mpoco co n respe cto a la
mat erial, ya que tan segu ra es la experiencia de que existen cuero rea lidad de los objetos de m i ser int erior (de mis pensamientos) ,
pos fuera d e nosotros (e n el espacio) como la de q ue yo mismo pu es tanto un os como ot ros no son m ás q ue represent aciones,
existo con forme a la representación del sentido interior (en el per cepciones d irectas (co nciencia), 10 q ue constit uye, al mismo
ti.ero po) . Y, d esde el punto de vista critico, no puede apo rtarse tiem po una prueba suficie nt e de su realidad . Por tant o, el idea-
m puede tam poco exigirse m ás certeza que ésta . La prueba post u- lista tra scende nt al es un rea lista em pírico y reconoce a la mater ia
lada no pu ede pretender de mostrar que los cuerpos exista n en como fen óm eno una realid ad q ue no es necesario ded ucir ni infe-
sí fuera de toda relación con el pensamiento, con el conocí- rir , sino q ue es directa mente percibida" (A, 371) ,
m iento en general, sino sim plem ente que podemos emitir juicios La realidad empírica se llama " direct a" por cuanto que no es
objetivamente válidos con respect o a cosas externas es d ecir necesario, para cerciora rse de ella, trascende r de la conciencia pa ra
"que ta mb ién de ellas ten emos una experiencia, y no recurrir a un m odo de ser tota lmente distint o; pero es evidente
una ocurre ncia". Pues bien, el ún ico modo de lograr esto es el q ue, al mismo tiempo, en un sent id o 16gico, d ebe ser conside rada
" pod er d emost rar q ue. .• ta mpoco nuestra experiencia interior es como facilirada tanto por la s co ndiciones d el pensamiento como
posible más q ue pa rtiend o de l supuesto de la ex periencia exterior" por las de la intui ción pura .
( Kr.,275 ). El yo no pod ría adquirir la conciencia de su existencia La vinculación del "yo" a las cond iciones del conoci miento
como. dete rm inado en el tiempo, si no refiriera el flujo y los q ue lo hace n nacer y que son, ademá s, las única s qu e permiten
sus estados int e riores a u n algo permanen te y no lo postularlo cobran en seguida su remat e V su m ás clar a pla smacíón
en el; pero , a su vez, este a lgo perman ente sólo pued e llegar en la crítica de la psicolo gía racion al.
a fijarse por medio de u na intuició n ex terna, la cua l se revela, por Q uien desglose el concepto del Va de su origen lógico, caerá
ta nto, como un factor indispensable en la m isma plasmación del con ello necesariamen te en los paralogismos del conce pto del alma.
ser " psíq uico" . La sim ple proposición : "V a pienso", es "el ú nico texto de la psico-
De aqu í q ue a hora se le d evuelva al idealismo, con mayo r logía racional , d-;;I q ue ésta tiene q ue desarrollar toda su sabid u-
derecho, el mismo juego desarrolla do por él, pue s si admitía q ue ría" . Sin embargo, esta proposición no contiene otra cosa q ue
la única ex perien cia dir ecta era la ex pe riencia int erior y qu e había la m era form a de tod o ju icio en genera l, q ue ent ra como ta l en
que pa rtir de ella para ded ucir trabajosamente y por medio de todo predicado, pero q ue, precisa mente por ello, no puede ha cer
rodeos la existencia de las cosas exter iores, ah ora se revela que la brotar de sí m isma un determinado y caracte rística mente distinto
experiencia exterior es la veTdader am en te directa, ya qu e sin ella con teni do del ser. Para qu e las rep resentacio nes pu edan ser con-
no sería posible una conexión necesaria de los fenóme nos en el side radas como las rep resentacion es de una concie ncia, es nec esa-
tiem po ni, por tanto, una "obj etividad", en el sent ido critico de rio ref erirl as mutuamente las unas a las otras, en lazarlas en unidad
la palab ra (v. su.pra, pp. 616 5.) . por medio de l acto de la ap er cep ción qu e acompaña a cada una
La percepción ex terior no prueba nada real en el espa cio q ue d e ellas.
deba ser considerado como su fuente y su causa, sino q ue es este Pero este acto no rep resenta ningún con ten ido especial, que
68\
LA CRlllCA DE LA RAZÓN
eso LA FILOSOFlA CRmCA . ro tenem os que resignar-
venga dado junto a los contenid os concretos de las represen tacio- la tesis d e Que el alma es no nos neve mns allá
. . a q ue este e b' I d e
nes. y éste y no otro es el cont enid o qu e la psicología ra cional se nos al mismo tiempo, d I ded ucciones h a uua es
, f 'ngu na e as .
pr opo ne desc u brir. A ésta no le basta con pe nsa r el yo corno n i nOS permita pro· esar IIId 1 alma coma la• que se rehere, por
relación lógica, com o un punto conceptual de uni dad, sino que la teorÍa rac ionah:ante . e " " a despu és de la mu erte; a q ue
se propone demostra r con respec to a él pr ed icad os metafísicos ejemplo, a la pcrvívenc'a de est ..usmncia en la idea, pero no
" solament e una .
absolu tos como el de la ind ivisibilid ad y el de la inmaterialidad, des igne, por tanto, ' .
el de la pe rson alidad y el de la pe rduración ilimit ada. en la realid ad" (A , 3' 1) , to <. ,_ separa encr gicnm entc
b" en este pun ".... .
Pero, con ello, una cond tcirin puramente hipotética se trans- Como vemos, tarn len , _ d 1 em pirismo Y el raciona-
d las p remi sas e . d
forma en una a firmación ca tegó rica ac erca del mu ndo de los la doctrina Kantiana e , I .ídere r como una e!'peCle -e
d e se la su e e consr .
objetos efectivos. Sab emos, evident emente, que si ha de darse una lismo, a pesar e qu " . d t nde ncias del pensamiento. "
" conciliación" ent re estas ..
os e 00'0 del conce pto del yo
conciencia y en cscnr o se dé, tien en necesariamente q ue con curr ir
Ka nt -ecb rce eI cmpl., . todo el cont enido e os
de I
d etermin ada s cond iciones previas; pero esta visión no puede dar-
nos n unca, legítimamente, pie para af irmar qu e deba necesar ia- uro" qu e entra ña al 1l1lSlll 0 no es una sim ple suma,
P , . " . La c;;mClen I
ment e darse una conciencia fuera de aqu ellos límites en los que Principios sm rencos puros. ibl ' o q ue presu pone para su
. sensl e S slll .
la experienci a nos revela esto. El que yo te nga conciencia de mi " haz" de percepCiones '. . esarios y objetivament e
un . odos de ar ticu laclon nec d
m ismo como una unidad a lo largo de l tiempo en que cobro con-
cien cia de m í, constituye una afirm ación incont rovertible y hasta
id én tica, ya qu e la conc iencia no significa, en rea lidad , otra cosa
existencia ciertoS m
valed eros. Pero esta
a ningún ser
e E;
d 1 vigencia necesaria no con uce
lib re ejer cicio d el " intcllectus
r mu cho que se lo reco nozca y se .10
q ue esta coordi nación; pero esta afinnación a nalí tica no pued e , " no lleva ya consigo, pod de I as mona . das como sustancias
ipse
servir, en mod o alguno, para am plia r sint étic a mente el ser y la d estaque, el acceso al oconsiderado en sí, es, com O
personalidad del yo por enc ima d e los lím ites empíricos en que espirituales. El . , lógica y, por tanto, todo e
el uno y la o tra se me dan. subraya , " sim plemente [a úlnple de una intu ición pura-
" Pues aun que el yo se dé en tod os los pen samientos, esta 'dad en el enlace e o m
espoutarw' .
representa ción no lle vaba a par ejada n i la m ás leve intuición que me nte 'b!e " . , mismo tal y como s'oy, ru
d istinga aq uél de otros objetos int uitivos. Podem os percibir, por "Con ello no me re P
rese nte> a rm
' . lam en te come> cua •
I
tan to, ind udab lement e, que esta representación se presenta a 5U . q u e me pienso so .
cerno en mí apar ezco, sine . de intuición me abstraigo•
H't en rcd o pcnsnrniento, pero no q ue sea un a inwid án contin ud ..t l de cuyo t tpo .
quier objero en gene ra " ero de los pensarmeru'> o
y perm anen te, en la IJue cambien le s pensumfen tos (como ml/da- _ t aqU l como SIl ] ., jo _
bies)" (Kr., A, 350) . C uando me repr e.;;en o sar estos ti'pos d e re""escnt Y'
ac lon no s....

co mo fundamento de 1 pensa r, . de la causa pues estas son
Del mismo modo, es ind udablemente cierto Que al simple , d la sustanCia o ' . d
n ijican la s ca tegon<lS e . 1 (del juicio) aplica as ya a
pensam ien to del yo en cuanto tal cor respo nd e una significación · d 1 pen sarmen o .
aquellas Iunctoncs e - l s 'a evid ent em en te, necesan a
cua lita tivament e un itar ia, q ue no es posible seguir d ivid iend o ni < ' b1 la cua sen , . .
n uest ra intu icion scnsi e, T . lemeore de tene r conCienCia
d escomponien do; pe ro, ent re este sentido ideal del concepto del . . _ me ra tO slm p
yo y la afirmad a sim plicidad de la sustancia del yo no media si yo q uisiera conoce r " " deio a un lado como ven
u j et o pensan te, _ ..1 ' ara
ninguna cone xión cognoscible, La simplicidad de la repr esenta- de m i mismo como. .s• m .i p ro pio ' . a que esto p ,)Una ser p ,
\ (1, y
g a da do en la· intulCLOn . I f ' meno' en la co ncienCia
c ión de un sujeto no es, por tanto, el conoc im iento de la sim plici- ., te u n srmp e eno , . ' a
. com o SUjeto peman , . soy la esencia mlsm ,
dad del sujeto m ismo (A , 355) . m i, . I Imple pensa m lentCl , .
A sí, pues , podemos consid erar, ind udablemente, valede ra d e mi prop lO yo en e s
682
LA F1LOSüFIA CRm CA 11
pero sin que por ello le sea dado . L\ CRITiC A DE LA RAZÓN 683 1
1
mi ent o" ( Kv ., 429) . ' CIerta mente, nada al pen
de los sen tidos, " habría mos entrado en el cam po de los t\.Óumenos,
" Es ahora y solamente ahora cuan do se 1I y ya nad ie podría negarnos el derecho a seguir ma rchando por
ere n Con respe ct o ti Leibniz Esta . , eva a cabo la este m ismo cam ino, a seguir construyendo sobre este terreno y a
rét ica trascendental " l' no estriba en la ..
. ,con a que l('Jos de ell incid tomar posesión de él, enco mendándose ca da cual a su propia
sus ul timos deta lles la t ' 1 lb¡ . . O, comer e hasta II estre lla " ( Kr., 409 s.] ,
' 1 eona el mZlana de la id lid d d
CIO y e t iem po, sino que se lle va a I ea I a el esp. Pero, en realidad, tam poco a nosotros mismos pode mos con-
trascendent al y en la d¡ l é . cabo sola mente en la IÓgI
La 13 cerit a. side rarnos m ás que "en función de una experiencia posible". T am-
. tra yectoria y el nacimiento de la .. poco pod emos llegar a conocer la unidad de la con cienci a m ás
podría n, en efecto señal, ' me ta{¡SlC3 leibnizinn
, rse aSI' comien a I q ue cons iderándola in dispensable para la posibilid ad de la ex pe..
concepto lógico del sujeto ara ' . z n por e an álisis d J
cep to metafís ico de susta 'nc P con el POStulad o del COI riend a (Kr., 420).
, . la. a mon ada b De nuevo se com prueba co n la mayor clar idad q ue el " yo"
sando, pnmord ialmente la I ' . ' q ue empeza a expr
miem bros de una ie d ey q ue entrelazaba tocios 1 de q ue nos habla la C rítica, el único a q ue ésta se refiere y pu ede
sert e e ca mbiOS e' ' ., d referirse, no nos es da do corno un hecho m etafísico, sino que tiene
caracter ísticos in divid ua!, tmp rtm ién oles sus
damento r OTigen de los s y concretos se con . h qu e ser desc ubierto simp lemente como un req uisito lógico, q ue
bi .' vi er te a ora en /1m
cam lOS m ISmos en el . " no le correspo nde m ás ser que el ser de la condición . Determina-
que h ace brota r de su entrañ 1 ., ' prmClplO acnv
A esta concepción funda a a SUceSlOn 1
de las . mas el yo como aq uello qu e lógicamente n ecesitamos; pero , a l
. me nta , según la cua l 1 ' proceder así, debemos guard a rnos de caer en el erro r de confundi r
en e I tIempo es deri vado y ex l ' d b e ser emplri{u
t ua ies superiores se enf Plcao
h a asede
. p· · ·
nnClplOS mt elC'1· la posible abstracción de nuestra existenci a emp íricame nte deter-
d e 1as categorías., Es a q rent •d d
a a ora la ded .,
UCClOn trascendem a¡ m inada con la supuest a conciencia de una posible existencia
• d UI on e se ac usa la . if .. a part e de nu estro yo pensa nte (d . Kr. 427).
t eoría el esq uem atismo d I srgru sca cron de 11
' e os conc eptos pu d I
too Los conceptos d e sus, ' d ros e ent endimiC'1J Pero, al llegar aq uí, la crítica de los paralogismos de la psico-
11 . ancla y e causa no
e a, otra cosa q ue los med o . 1I son, a su vez, segúll logía pura desemboca en u n problema m ás general. La hi pótesis
d e I os f enomenos
' en el r' los para .ega r a con ocer 1a sucesión de la sustanci a absolut a del alma , al igual q ue la teoría de sus
b' . lempo y con figura rls
o ¡etlvam ente necesaria' no p ed como una sucesillll at ributos, nos ofrece un ejem plo bien eloc uen te de la tende ncia
a rem ontarnos por end :na d l;
en, tanto, llevarnos nuncn genera l del pensa m ie nto a convert ir los medios puros de conocí-
en genera l. El " principio de'l f' cdon IClon,alidad de lo temporn l miento en ot ros ta ntos obje tos del conoci miento m ismo. Cons-
' .
f ssrco un amen to ' pierd e su ser mera-
y se limita a la f ., ta nt eme nt e inte nta mos trata r el yo puro, el cual no es sino el
'f ' unción qu e pued e ej l '
ti ice" (d . S U P T<1, pp. 662 s.). ercer en a física cien - "vehí culo" de todos los co nceptos en 'genera l, como si se tratase
"acla ración lÓgica del pensamiento " de un objeto desp rendido, ca paz de u na espec ial int uición, sen-
seguir siendo con sid erad a Como "d en no puede sible O int elect ua l.
de l objeto". Pues lOO d un a etermmaclOn mctafísicn N o advertimos q ue este " yo, el o algo q ue piensa", no nos
11 ' ca o esto au nq ue s610 se
er amos a creer ha ber ca pt ad d í a en un PUnto, da a conoce r nada en senti do objetivo; q ue, lejos de ello, no ha-
absoluto, ha br íamos dado co o Illrectamente en nUestro yo el ser ce mos más q ue da r vueltas y m ás vueltas en un círculo vic ioso,
18 n e o un paso m ás allá del mu ndo
pu esto qu e necesariam ente ten emos qu e varemos de la un ida d d el
. ,. V . sup m, pp. lIB ss. Mas de IJ
ed lClOn de Leibni;:, Hiluprsch rif¡;:;'
pp. 93 ss,
zrs: 'tUl
esto, en la introd llcció n a mi
egung d e.- PhilQsophie, t . /l,
yo siempre q ue queremos predicar algo de el. Em peñarse en tr azar
una teoría ra cional en torno a la proposición: "yo pienso" no hace
m ás qu e embrollamos en un a serie de tautologías, ya qu e esta
685
LA CRtrlCA DE L6,. RAZON
684 LA FlLOSOFIA CRITICA
u yas determin aciones puede
, que a tenerse Y C •.
proposición es la premisa de todo juicio que emita mos Y. por tan to tos a los que tien e .ffi1en
. tO purame nte e mp lTlco
. 1 so este conOCl . .
de toda teoría en genera l (A, 366; B, 40+) . descifrar. Pero me u . I d e las cosas en S\ mismas,
. . atase slm p ement e .
A sí, podemos d ecir, por ejemplo: soy una sustancia sim ple; ria SI se tr . . t a nunca aquella
. cia no sumt rus r
"pero este co ncepto o esta proposición no me rev ela ni lo mAIf. ya q ue la simple I el concepto del ser de las cosas
mín imo ace rca de mi mismo en cua nt o ooia o de la expe riencia, dad que va ya im phclta en
ya q ue el conce pto de la sus ta ncia, a su vez, es em pleado por nos- (Proleg., § 14) . . . nto par a enco ntr ar en si mism o
o tros simplem ente como f unc ión de la síntes is, sin basarlo en
od todo co nOCl ffil C , ed ld I
De este ro o, d debía q ued a r necesariam ente r UCI o
nin gun a intuición y, por tanto, sin objeto, y sólo vale con respecto la firmeza y la verdad, P t parece fru st rar una vez m us
n ómc lWS. ero es o .. ' . El be,
ca mpo d e Ios fe

¡
a la cond ición de nuestro conoc imiento, pero no con respecto a d od la tnvesngecton Critica. sa
un objeto cua lq uiera q ue poda mos ind ica r" (A , 356) . lo q ue constit uye la me ta l e t I ' u ro en cua nto se le circuns-
su varor oglco P , .
[De d ónde proviene esta tendencia a l pa recer inven cible a pa rece J egra J 3 ( Io en . . ' d l Aunque no se m eu rra
Srbi delllm tada e ser. . "
conve rtir las fu nciones del conocimiento en objetos, las cond i- cribe a una or Ita _ . I d " f 'meno" Y " apa riencia, a unque
ciones en cosas, en q ué radica esta pro pensión fun dam enta l del
pe nsamie nto, de la q ue nace y se nu tr e, en úl t ima instancia, toda
, "
..
en la con1U SIOO t ra
l
se reco nozca a 'l'Cau
f
d lclona e , . el \ objeto como a ta naa da en
ene
}'dad em p l'l"lca e
1 s del coten lIDIe ,
di ter no par ece como 5\ se sus-
f
.
J
I
me tafísica? N o basta sieru plcme nre con comba tir esta tendencia, los pr incipios a rma e imientn sin emb argo, el ver a-
o e a nuestro corroe .. , I
sino que debe mos esforzarnos, ad em ás, por lleg ar a com pr ende r trajera para slemp r . Ce ' nues tro saber, por a t a que
ahdad roo S I a I
los motivos últi mos a qu e responde, si de verdad q ueremos ase- clero m eollo de Ia re::. '1 ' 10 lucra asequible una es era
gur a rnos en contra de ella y en co nt ra de la il usión q ue en gend ra. sea la perfección q ue este a ca nee, M)
i nfe rior y subo rdi nada de l se l",. b re o debe mos enc uad rar el
.• a e punto Sin em a." , d l
v T ambien en es ' K r si q ueremos comp ren er o
planteam iento del por ,al.n , 'd entro del marco general
L A "COSA E"f' sí" .. Prop " Y especi rca,
en su significaclOn •
El prob lema fund am ental de la Crítica de la razón pura pod ría del pr oblema hi stórico. \ b "1 ' o'm eno" tal como Kant la
En primer Iu ga r,
la pa ara
.
el . '
eafleice - N uestro pe nsa or
d
ex presarse por el concepto de la IJbjcl ividad . Su m isió n cent ral
, ' gu na resonanCia me . . .
consiste en demostrar la validez objetiva de n uestros conocimie n- em plea no nene nm . I le. de la metahSlca , smc
, • . de la termmo Ogl ' bi
tos aprioristicos. Para llegar a estar en condicion es de atend er a no tom a este . _" de la natu raleza , en el q ue ha la
esre fin esencia l, fue necesario p roced er, ante todo, a la crítica d el len guaje prooro de la Clcn:-Ia I largo de tod o el siglo XVI\l.
de la me ta física, En efecto, la prem isa de los objetos a bsolu tos, llegado a echa r a, o no" significa sencillamente
sobre los q ue descansa esta meraflsíce, encierra una contra d icción Para la física newtomana, d írecearoen ts dado y conocido por
.. en cuanto rrec a id '
latente contra la va lidez y la posibilidad de nu estro conocimient o el objeto cmplT1CO, f t avés de los senn os, sin
t se nos otrece a r d¡ ..
de la experiencia . Si la "nat ura leza" significase la existe ncia de nosotr os; en cuan o •. bren erlo a la me 13C101l
d ecurramos, para o , 1
las cosas en sí m ismos, jamás podríam os llegar a conocerlas, ni . e q ue, C u an do se d ice q ue la fisica ve rsa. so
a prior i ni a postenon. No rodrie mos conocerlas a priori, porq ue d e hlpo tCSIS metaÍlS\cas. . d eci por ranro q ue esta Clen C13
len e os q Uier e ecrrse, ' .
el entendim iento y las condicion es fuera de las cuales no puede m en te sobre enomen , h h d la natu raleza a ciertas
ibui 1 s dar os y ce os e
aquél llegar a pen sar en las leyes forma les de sus cont enidos no no se presta a am urr o d tras ellos sino q ue se es--
lid d " q ue se escoa en '
prescriben ninguna regla a las cosas mis mas, razón por la cual " oscuras cua i n es ". d I siva mente a las leyes
t los aremen ose eXCu
el entend imiento sólo está en cond iciones d e ad q uirir un conocí- fu erza en com pr em er . su sucesión y desarrollo.
m iento de las cosas si éstas le son dadas pr eviamente como obje- mn tem át icas por las que se ng en
686 lA FJLOSOFfA CRITICA LA CRITICA DE LA RAZÓN 681
As i consid erado, el fenómeno no es, pues, algo que sólo con, Por consiguiente, el fenóme no, consid erado en su sent ido ori-
ca rnes de u n mod o defectuoso, simplemente como expresión pAr ginario, no significa otra cosa qu e el objeto de la exp eriencia, el
cial del verdadero ser, sino, por el contra rio, algo d e que tenern cual, como ta l, no puede sernos d ado nu nca más que b ajo las
un con ocimiento seguro e inconmovible, qu e 1 condic ione s de la expcriencia misma. Desde el punto de vista
necesita acud ir, pa ra confirmarse, a ninguna clase de hi pólcl!tI d e la ciencia pura, no puede haber ninguna clase de coacción
tr ascendentes. El contenido del fenómeno nos lo dan los "hecho, " o de impu lso que nos lleve a prescindir de estas condiciones, en
puros , que podemos establecer y com probar por la vía del expcn las que se cifra todo el con ten ido positivo del saber. La relat ivi-
mento cient ífico, independientem ente de roda interpretación ('11- dad del conocimiento no es una mácula qu e pese sobre éste, sino
peculativa (d. su pra, pp. 378 ss., 543) . la fuente y la premisa de sus ver da deras y más alta s real izaciones.
Basta hojear cualquiera de los conocidos trat ado s sobre 111 T a mbién en este sentido se re monta Kan t por sobre la teo ría del
te oría de la na turaleza qu e Kant toma como base en sus cursos con ocimiento del " posit ivismo", tal y como habí a sido manten ida
de natu rales, para descu brir en él inmed itamente esta e n el siglo XVIII, princ ipa lmen te a t ravés de los gra ndes investí-
acepcron del concepto de " fen ómeno", " Fenómeno" y " h oh " gadcres ma temát icos, de u n D 'A lem bert y u n Mauperruis. La
"d di e o
o ato e a nat uraleza" se emplean, aquí, como conceptos equi- limitación al m undo de los fenó menos no e ntraña, pa ra Ka nt,
valentes en absoluto. . na da de aqu ella resignación escépt ica que toda vía se traslu ce
" L05 cambios que pod ernos observar a tra vés d e los senridoa cla ramente a través de estos pensadores (d. supra, pp. 393 s.) .
-c-leemos, por ejemplo, en los Primeros fund amentos de la teorí¡1 "Si los que se lamentan de que no vemos en absoluto el inte-
la tlat uraLq:a, de Eberhard _ se llam an he chos na turales (fe- r ior de las cosas quieren da r a en tender con ello qu e no com pren-
no menos); los demás sólo los comp rendemos por med io del en- de mos por med io del entend imiento puro 10 que en sí pu eden
tendimiento." 19
ser las cosas que ant e nosotros se apa recen, hay que reconocer
es, pues, desde este punto de vista, lo qu e apa rece qu e esns quejas son de rodo pu nto injustas e irracionales, pues
c.lara y mam flestamente ante nosotros en el espad o y en el tiempo , pretenden que podamos con ocer, y, por tanto, contem plar las
stn qu e, por tanto, necesitemos d educir su realidad . H asta qu é cosas sin sentidos; preten den, asimismo, qu e tengamos una
punto se halla, Kan t dominado totalmente por esta concepción capacidad de conocimiento tot alm ente distinta de la humana no
general de su epoca pod emos verlo, por ejem plo, a la luz de su sólo en cua nto al grado, sino incluso en cuanto a la int uición
" refutación del idealismo". Pa ra demostra r que la ma teria posee y al modo; es decir, pretenden qu e seamos, no hombres, sino seres
realidad em pírica, nos d ice que ella misma no es otra cosa sino de los que ni siquiera pod ría mos decir si realme nte son posibles
un fenóm eno; que, por ta nto, su realidad no tiene por qu é buscarse y, menos a ún, cuál es su natu raleza. En el interior de la natlualeta
"d erras
. d e " nuestras representacion es en el espacio, como si se
penerran la observa.::ión y el análisis de los fenómenos , sin qu e
tra tara de un a esencia desconoc ida, sino que se nos da directa- nos sea d able saber hasta dónde llegará esto con el tiempo . Ahora
me nte en la expe riencia externa y por virt ud de la forma funda- bien, aquellos problemas trascendentales qu e queda n más allá
mental de ésta ( v. su pra, pp . 677 ss.}, de la na tu raleza no pod rían llega r a ser resueltos por nosot ros,
a unque se nos desc ubriese toda la na turaleza, ya qu e no nos es
1& lime .G riind e del' Nmur/eh" " Halle, 1767, \ 1. cr. Erxleben, posible observa r ni siqu iera n uestro propio espíritu con otr a intui-
An¡angsgrund e del' N arurlehre (6" ed., Goteinga, 1791), 6 : "Los cam bios
ción que la de nues tro sentido interior" (Kr. , 333 s.) .
que se operan en el mundo se llam an acaecimi entos natur ales (pheenome na
apparie nria e}." La obr a de Eberha rd fU e tomada por Kant com o base pa ra sus El misterio por virtu d del cua l sólo pode mos llegar a conocer
cursos sobre la cienda de la natural eza a pa rt ir de 1762 y la de Erxleben des - partiendo en general de determinadas condi ciones y de que son
de 1776. precisamente la intuición d el espacio y el tiem po y las categorías
LA H LOSOFIA CRmCA L<\ CRITI C A DE LA RAZON 689
puras las ún icas qu e nos dan a entender algo, no puede e parte de la experiencia y pu ede se r puesto en consona ncia con
cr uta rse h asta llegar u su origen metafísico, sino que d ebemos n u estras percepciones reales, conforme. a las leyes de la experien-
conre.nta.r,no.<;, en este punto, con la conciencia lógica de que, ¡ cia" ( Proleg., § 57).
prescmd lesernos de . estos med ios de l pensamiento, des:apareccríll Por donde ta mpoco la filosofía critica pu ede reconocer misión
ante " ". solo el " yo", sino tambi en el "objeto". Q uien más alta que la de desc ub rir la con exión d el conocimiento con
se empella e n indaga r lo inte rior de la mate ria, en vez de inves tí- a rreglo a leyes, sin dejarse d esviar de ella IX'r ningu na clase d e
garla en toda s sus re/C1ciones y ne xos din ámicos se de,', II" v" 1 tenta ciones o promesas trascend entes.
". 1 ' . . . "r l e
una e quimera" y va perdiendo con ello, poco a poco , Por ta nto , cua ndo d ecimos que no conocemos las cosas, esto,
la autentica realidad concre ta de las cosas. así entend ido, no con st ituye u na negación vacía, sino que es, por
Nos . sale de nu evo al paso, en su significación gene ral el el contrario, la expresión de una con ciencia crítica fundamental,
pensarrnenro q ue Kerler y G alileo habían defend ido incansable. alt amente posi tiva . Este enunc iado d ebe in terpretarse, ante todo,
cont ra los místicos y los filósofos de la na tu raleza de su en un sentido "trasce nd ental", en el sent ido de q ue " no versa
tod,7vía Ne wton opone constantemente [l su s nd vcr., I
tan to sobre objetos como sobre nuestro modo de conocer éstos".
sano s fl1osoflcos (d. t. 1 pp . 3 19 368· t Il p 378) A' No se tra ta, propiamen te, de establecer una rela ción , au nq ue sólo
I r ' " , . , . . slcomo
e ISICO no necesita conoce r la fuerza misteriosa qu e a trae a 1 sea negativa, entre las cosas absolutas y nuestra capacidad de cono-
cuerpos •
pesados. h acta
. la r¡ , que se cont ent a con con ocer
a nerra , SInO '" cimiento -pues el ideali smo kantiano no se refiere a la "existencia
el mismo de la caída, en su na turaleza objetiva y en de las cosas" ni, por tanto, a su relación real con el "sujeto"-,
sus exactas, así tam bién In misión de la metafísica no sino que se pretende esta blecer que se ref iere excl usivamente a la
consrsre, de ah ora en adelanre, en descubrir los ú !tin,oo " f 1 característica del conocim iento mismo. Se trata del carácter funda-
,. d ela coe-, " un, a·
mea ros e a concicn cm, pa ra explicar por medio de ellos el hech menta l no ta nto de las cosas como del saber en torno a ellas, y no
nu estras perce pciones y el que nuestro pensa miento "en sí mismo", sino solame nte en sus relac iono.
ta es o. cuales form as. Sólo podemos exigir saber por qu é camino " Conocer" significa, para nosotros, " cond icionar" : en cuadrar
y. virtud de q ué condiciones la simple "ma teria" de la pe algo múltiple bajo las unidad es sintéticas de l entendimiento. La
cron se forma cient ífica de la condicionalidad de todo objeto del conocimiento se halla ya con-
tene rnos
. ,por qu e seguir tnv estusuid
,,," o d '-
e d ónd e prOVlCne
' 1a expe, tenida, por ta nto, en su ! uncitJn pur a: pretender descart arla eq ui-
nen cia, 5mo. nos limitam os a ind agar qué es, con a rreglo a su vald ría a que rer afe rrarse a la meta, rechazando en ca mbio todos
estruct ura lógica pura.
los m ed iOS n ecesarios para ll egar a ella y cum pli rla.
Ya el, ensayo p recrí nco Sobre la claridad d e los Principios de La existencia c-esto sign ifica, por tanto, prim ordialm ente, la
la rcologla natural y de la Inoral ( v , " p' a, p 543) , , , afirmación de que se trata- no es nada "en si misma", sino que
1 '" ' . m ssn a en
e autentico ,de la rnetafísicn era idéntico, en el fondo , lo qu e este conce pto ent ra ña sólo puede llegar a estab lecerse
a qu e Newton introduje m en la ciencia de la na turaleza S' añadiendo u na determinada condición de conocim iento. H abla.
emba rgo, la ciencia de la na turaleza no Ileea rá '" d
, , J. . .. ..... esc u br¡ 111
n tnas mas, en un senndo popula r, tanto de la "existencia" de una cosa
Jamas, e m terlOr de las cosas, es deci r' lo q ue 0 0 ..._ fen ... ameno, nI,
é con creta percept ible por los sentidos como d e la "existencia" de
reCurrir a ello pa ra sus exp licaciones físicas; la fuerza o de la d el áto mo; de la "existencia" d el número sr, o
aun, se le por ot ro cond ucto tales factores (por de la "existe ncia de los hab itantes del mu ndo".
ejemplo, la influencia de los seres inmateriales) deb h 1 Es el análisis epistemológico llevado a fondo el que nos revela
. I .1 " . . e rec azar os
y no me os para nada en sus exp licaciones, basando estas úni- que constituye una simp leza exenta d e crítica el em brollar todos
ca y excl USivamente en lo que, como objeto de los sentidos, forma estos significados; que hay q ue distinguir entre lo que es, unas
690 LA Fll..OSOF1A CRITICA LA CRITICA DE LA RAZON 691

vec es. una .cert eza int uitiva y ot ras veces un simple postu lad " Pues el rechazar por m ed io de la palab ra in condicional tod as
del pe nsam iento; q ue e n un os casos se trata simplemente de una las cond iciones a que en cada instante se ha lla sometido el enten-
dete. rm inación Ióeíca
- ... pe rfecr
no a Y. en otros, d e un ser empm " co d imiento, para considerar algo como necesario, no me ex plica ni
posible, con e l q ue pod emos encontrarnos rea lmente, por tanto, en m ucho menos, si, entonces, pienso todavía algo o no pienso nada
el transcu rso de la experiencia . por medio del concepto de algo incond icionalmente necesario"
Por consiguiente, el "se r" de un contenido no es nunca un (K" . 621),
concepto unívoco, sino q ue sólo ad quiere este car ácter cuando " La ra zón se satisface falsam ent e a sí misma" cuand o cree
afmna la instancia de conocimiento a la q ue referimos el pre- haber llegado a lo verdaderamente " absolu to" da ndo de lado a
es decir, cuando sabemos qué es lo qu e respond e de todas las cond iciones, pues en ve z de establecer con ello algo
S.I sensa ción o la deducción lógica. si el pensam iento o In nu evo, lo que se hace es privar de todo sentido al concep to de
m nncton. H ay q ue indi ca r siempre, necesari amente, un d ctermi- la necesidad misma, q ue es rambién un concepto de conocimiento
nado foro de pr incipio, hay q ue añad ir, por decirlo así, un índice y q ue presu pone, por ta nto, el sistema de las co nd iciones del
y ex,ponente del saber, para q ue el juicio acerca del ser cobre su conocer. Este tipo de razon amie nto por medio del cual creemos
sentido D esglosado de toda relación con cualquier medio lle gar ti la consumación del conce pto, sólo nos conduce, por tanto,
en general, pierde el concepto del ser toda sigo a la des trucción de tod o con cepto en general (Kr ., 638).
nificaci ón mtnnsecu fija. Por donde el concepto de la "cosa en sí" requ iere, como cual-
De este modo, es claro q ue no podremos contestar a la pre- q uier otro conc epto con el q ue operemo s, la justificación y la
gunta de lo qu e sea un " objeto t rascendente", si nos situamos al " deducción" críticas; el ca mino q ue cond uce a él tiene q ue ser
margen de todas las cond iciones del conocim iento. pue sto de m anifiesto en todas y cada una de sus fases, señalando
"Es la pregunta misma la q ue no es nada, así pla nt eada , ya clara mente el lu gar en el q ue a parece dentro del co njunto del
q ue no se nos ofrece ningú n objeto sobre el que reca iga.. . Nos conoci mie nto.
también, por ta nto, ante e! caso, por aten ernos a la Se ría un profundo erro r pretender sustraerse a las ex igencias
e xpresron vulgar, de q ue la respuesta no es tam poco una respu es- d e esta ded ucció n lógica d iciendo q ue el con ten ido q ue aq uí se
ta, como correspo nde a una pregu nta total me nte nu la y vacua, ya trata de esta blecer signific a y rep resent a algo " incognoscible". Sea
q ue versa sobre la natura leza de aquel a lgo que no puede pensarse de ello lo q ue quiera, lo cierto es q ue el concepto d e la cosa e n sí,
medio de ningún de terminado predica do, puesto q ue se lo como concepto, tien e q ue some terse necesariamente a los cri terios
situa tota lme nte al margen de la esfera de los objetos que pueden de la "verdad" lógica y epistemológica Y acredi tarse a la luz de
semos dados" ( Kr., 506). ellos.
Qued a así claramente señalado e! marco gen era l dentro del Lo característico de la filosofía tr ascendent al es q ue no tiene
cua l debe encuad rarse la discusión de la "cosa e n sí". T ampoco derecho a rechazar ningÚn problema de cua ntos se cruce n en
este debe des t rui r nunca, en el plano de los principios, la su ca mino, bajo el prete xto d e q ue no d ispone de m ed ios pa ra
conex wn con el sistema d el conocim iento. Podría oc ur rir q ue se resolverlo. Pues la razó n , q ue ha plan tea do el problema, crea nd o
abandonase o modificase por medio d e él la forma determinada co n él el objeto d el probl ema mismo y de su planteamiento, tien e
de nuestro conoci m iento emp írico, pero sería totalment e absurda qu e enco ntrar ta mbién d entro de sí misma los med ios redu-
y vacía, en cambio, la exigencia de rom per toda cor rela ción con cirlo med iante el análisis a sus ele mentos conc retos, resolviéndolos
las cond iciones del pensamien to en generaL Y no se rep liq ue que con ello críticamente. La alegación de u na inevitabl e ignorancia
el conce pto de la " cosa en sí" d esigna ya un ser y de una profundidad in sondabl e del problema de que se trat a
m ente necesario en todos y cada uno de los respectos. no puede eximirnos de la obligación de resolverlo de un mod o
LA CRmCA DE LA RAZóN 693
ti" LA FILOSOflA CRnlCA

fun damental e íntegro, "po rqu e el mismo concepto que nos per- mismo toda la d ificultad que la exact a y unívoca fijación de este
mite for mu lar el problema tiene necesariamente qu e capacitarnos concepto llev a consigo. Es ca racterístico de la Crítica de la Razón
para resolverlo, ya que el objeto no se e ncuent ra nu nca fuera del el qu e no coloq ue ante nosotros como un todo acabado, desde el
concepto" (Kr., 50s) . Por eso no podemos cons iderar inescrutable primer mom ent o, las cond iciones sobre Que d escansa todo el co--
ninguno de los ideales señalados por la razón pura; lejos de ello, nocer, sino que vaya obte nié nd olas y elaborá ndolas poco a poco,
cada uno de éstos, considerado como idea, tiene que encont rar en un proceso propio y gradual.
ne cesariamente su asien to y su solución en la na tu raleza de la De aquí que su nuevo concepto del conocimien to no pu eda
razón m ism a. presentarse y destacar se como un concep to
" Pues la razón consiste precisame nte en q ue se pamos da r y perfilado en ningu na de las fases de la expcscion, smo Que
cuenta d e tod os nuestros concep tos, opiniones y afirm aciones, ya sólo cobra claridad cua ndo se enfocan el con junto de todos los
partiend o de fundam entos objetivos 0 , si se tra ta de pu ras apa- pasos lógicos concretos y la regla lógica de la cua l hay que part ir
riencias, de fu ndamentos subjetivos" (K'r., 642) . pa ra llegar a dominarlos e n su tot alida d. . '
La integridad de esta rend ición de cuent as sólo se rea liza en Pero a las diferen tes etapas recorr idas en el cam mo hacia el
el auténtico concepto de la " razón" y es ella la que forma el con- concepto crítico de la objetividad tiene que correspo nder necesa-
te nido de este concepto. riamente una formulación igualmente distin ta del conce pto de la
Por tanto, tam poco el concepto de la "cosa en sí", en cua nto " cosa en si". Este concepto no pretende ser ot ra cosa Que e1 lim.ite
pret end e ser un concepto de ra zón , puede hallarse en conrradic- d e nuestro conocimiento em pírico, el horizonte Que .circunscribe
ción con este postulado fun damental. No de be presentarse como el campo visual de nuest ra experiencia. Nos por tan:o,
una mera hi pótesis, ni como una vaga conjet ura, sino que es ne- una. perspectiva di stinta según este mismo VIsual y segun
cesario falla r clara me nte y con arr eglo a criterios cla ros y seguros los contenidos qu e en él se deparen a nu est ra vista. .
acerca de su de recho o de su falta de títu los. "Opinar" signifi- y esto precisamente da al problema aq uella forma
caria, aquí, como en general en tod o el cam po de la ra zón pura, tan com plica da qu e hace explicable la disputa entre las d iversas
sim pleme nte " jugar con pensam ien tos" ( K r ., 803,850). A un allí interpretacion es. La significación con que el con cepto de la
do nde, visto el problema en lo tocante al conteni do, nos enconrra- en sí" se aplica al comien zo d e la " estética trascen dental" no
mos an te un limi te del conocimie nto, tiene que ser el conoc imiento cídc con la que se le da al final de la di aléctica m
mismo el que establezca este límite y el que lo compr enda en cua n- ue de, bien mirada la cosa, identificarse con ella.
to tal. Ningún escepticismo puede permi timos dudar, por lo me- que esta tra nsfor mación sería inexplicable si se t ratara la desig-
nos, de este último postulado. No pod em os darnos por satisfechos naci ón de un ob jeto situado al margen de toda relación c?n el
hasta haber logrado una cenera plena, " ya sea del conocimiento conocimiento Y al que ést a d eja ra totalmente intacto. Pero SI des--
de los objetos mismos o de los límites dentro de los cual es se en- de el primer mom ento se conside ra el la en
cierra todo nuestro con ocimiento de los objetos" { Ks. , 789 s.). El sí" en conexión con su fu nción lógica y epistemologlca, evidente
pensamiento de la " cosa en sí" debe ser considerado como u n pen- Que esta fun ción tiene q ue aparecer necesariarne.nte bajo u na lu z
samiento nec esario. si es que en general ha de roler áreele d entro distinta según el punto d e vista qu e el saber mismo haya alean-
del sistema de la filosofía crítica. aedo en su estructura po sitiva.
Sin embargo, la necesidad de ma nte ner, de este modo, el T od a la labor crit ica que h a ido desarrollá ndose ent re la
concepto de la cosa en sí en constante correlaci ón con la te ta- estética y la dialéctica no pu ede por me nos de infl uir en aquel
lidad sistemática de los medios de l conocimie nto hace precisa- concepto que se destina excl usivame nt e a señala r "toda la exten-
mente que se destaque, como algo inhere nte a este post ulado sión y 1; conexión de nuestr as posibles percepciones" (d . Kr.,
69. LA FILOSüFIA CRITICA LA CR1TICA DE LA RAZóN 695
52,3? El concepto de la "cosa el, sí" viene a significar la línea cia, no desentraña tam poco, consecuentemente, en toda su clari-
CCl.tlca de demarcación d el sabe r, línea que, sin embargo, no dad crítica, la concepción de su contraimagen "absoluta". La
para el saber desde el primer momento, sino que éste va fi- cosa en si sirve, aquí, pa ra expresar el hecho de que nu estros
jando y est.ableciendo en el transcurso del an álisis. Esta línea sentidos ad opta n una act itud pu ram ent e recePt iva ante el con-
considerarse en un principio como flúida y el concepto tenido a que se refiere n. No pu ede hacer otra cosa qu e encua-
pued e aparecer, a tono con ello, como dotado de d iversas d rar en las formas de la intuición, en las formas d el espacio y el
siemp re qu e del conjunto de sus posibles signifj. t iem po, una mu ltiplicidad "dada".
se obtenga al fina l de la investigación una clara unid ad; Por tanto , mientras que los conceptos t ienden a las f uncione s
dicho de otro modo, siempre y cuando que esta s acepciones no puras y originarias del pensa miento, y crea n, por tanto, por su
se entremezclen y confundan ar bitrariame nte, sino qu e se desta- cu enta el contenido lógico correspo ndiente, todas las intuiciones
q uen cla rame nte las u nas de las otras conform e a una de ter ml- descansan exclusiva mente sobre afecci ones. Esta 1'inculación , es-
nada regla. pecífica a un algo em píricamente dado, q ue el cono cim iento se
.Lo que en última instancia buscamos es un deslinde de la limita a aceptar sin seguir analizándol o hasta llegar a d escubrir
con a rreglo a principios seguros, deslinde q ue " la fije su origen, no tra ta el conce pto de la "cosa en si" ta nto de
mhll ulreTlus y con la mayo r seguridad a las columnas de H ércules carla como más bien de d esignarla.
por la na turaleza misma, para llevar el viaje d e nu estra "La capacidad sensoria l de intuición - así caracteriza la Crí-
hasta donde lo permit an las costas constantemente exren- tica de la razón pura este punto de vista, en uno de sus pasajes
dida s de la ,experiencia, de las que no podemos aparta rnos sin posteriores- no es, propia mente, más que una receptividad, que
correr el peligro d : perde rnos en un océa no infinito, en el qu e, a consiste en ser afecta da en cier to mod o con rep resentaciones cuya
la postre, nos vertemos obligados, entre perspectivas enga ñosas relación entre sí es una pura intuición d el espacio y el tiem po. ..
a ;enunc iar como desesperado a todo largo y fa tigoso esfuerzo' : y qu e, en cuanto se e nlazan y determ inan, en esta relación (la
( Kr. , A, 395 s.},
del espacio y el tiem po) conforme a leyes de la unidad de la e x-
estas "costas de la experie ncia" no le son dadas desde periencia, se llaman objetos. La cau sa no sensible d e estas repre-
el a la C ritica de la Razón como al empirismo sentaciones nos es tota lmente desconocid a, razón por la cua l no
dogmático, sino que son los principios sintéticos quienes se enca r- podemos contemp la rlas como objetos, ya que semeja nte objeto
gan de y determina rlas; y sola mente cuando se haya no pod ría mos representárnoslo ni en el espacio ni en el tiempo,
hecho aSI, se tamb ién el pleno sent ido de lo que ha y cond iciones sin las cuales no podemos concebir intu ición alguna .
qu e supone r existente fuera de ellas, aunque sea de un modo Sin emba rgo, pod emos lla ma r a la causa pura mente int eligible
pura mente problemático. de los fenómenos en general el objeto tr ascendental, simplemen te
I el momento,
. , Si,d por ' en el desarrollo grad ual de .. 'r'Ica _ para tener algo qu e correspon da a los sen tid os como a una recep -
CLOn e a Cosa en SI, nos atenemos sola mente a la estética tras- tividad " o«, 522) .
cendental, que Kant no ha avanzado tod avía por ningu na No existe, por b me nos, du da alguna acerca del h echo de que
en _sobre la concepción a q ue había llegado en la característica introducid a por el " objeto t rascendental" no pue-
la D IS,er raclOn del ,a no 1770. La estética trascendental se mantiene de significa r tampoco más qu e una de term inación de nuestro
como veta mos, al margen de la definitiva form ulación modo d e conocer. Estjl...Caract erística describe una cond íclonalidad
. qu e ent re tanto ha ido adquiriendo el problema de la qu e podemos descubrir en los con tenidos d e la conciencia misma
objetividad (v. supra, p. 636). Por tanto, si aún no acierta a abar- y demostr arla en cuanto tal.
car y a penet rar en toda s sus condiciones el objeto de la cxp ericn_ "Sólo son ---como con ra zón se ha destacado- diferencias
696 LA F1 l 0 S0FlA CRmCA LA C RITI CA DE LA RAZÓN "'1
d entro de la representación misma las que Kant ca racter iza me- que sirve, sin emba rgo, de base a los fenómenos d e las cosas':; no
día nre la contraposición ent re la cosa en sí y el fenómeno y no la e n el sentido de q ue tra te de explicar el m undo de los fenó rne-
diferencia absoluta que med ia entre la representación genera l nos, sino sola mente e n el sentido de que se estab lece al lado de
y lo que cae fuera de la representación. Si nos fijamos en esta éste, como algo correspondiente a un mundo simpl emente inre-
orient ación del interés, diri gido exclusiva mente hacia el int erior ligible.21
del conocimiento , pod remos contesta r sin más a la vieja pregunta Nu estro conocimie nto de exper iencia descansa, como veíam os,
de la interpretación kantian a: lcon qu é derecho señala Kant las sobre el entrelazamiento de dos distintos y a primera vista hetero-
cosas en sí como la caus a de las sensaciones, siendo así qu e la géneos med ios de conoc imie nto . Sólo la totalida d de estas condi-
categoría de causa sólo es a plicable a los fenómenos sensibles ciones, sólo el entrelazami ent o del concep to y la intuición,. ha ce
pero nu nca a las cosas en sí? En realidad, al habla r aquí de la surgi r a me nosotros el objeto concreto de la natu raleza. S. con-
' causación ' de nuest ras sensaciones sólo se expresa una cualida d sidera mos u na cualquier a de estas condiciones desprend ida de l
interior de ellas, q ue es la de presentarse a nte nu estra conciencia complejo total y nos fijamos en la fu nción que po r sí sola pu ede
d e un modo peculia r, al q ue da rnos el nom bre de pasividad o ejercer, veremos que seme jante abstracc ión no env uelve, por lo
receptividad. . . Por ta nto, con la aplicación de la catcgurla d e menos, ningu na cont radicción. Semejante sepa ració n es un pen-
causa no se trata de conocer aquí, en modo algun o, la cosa tal sam iento posible, ya pu eda reivind icar o no para sí un valor
y como en sí misma es, sino solamente tal y como es para nosotros, positivo de conocim iento . Las categorías llegan , en cua nto a su
es decir, en nosotros mismos." 2 0 orige n, más allá que la intuición pura d el espacio y el tiempo, ya
Por consiguiente, así como el "sujeto tra scendental", según la q ue son simplem ente expresiones de la función general
explicación exp resa de Kant, al representárnoslo como funda m ento cio, que, en cua nto tales, pueden ser consideradas en su signifi-
de l pensamiento, no es det erminado, sin embargo, conforme a las cación puramente abstr acta y desp rend idas de todo conte nido
categoría s de susta ncia o de ca usa, sino que este tipo de repte- es pecial. Es fácil pensar, ciertam ente, que esta diferencia de
semación sólo se emplea aq uí e n un sent ido figurado, a nalógico, ofig en consiente también una difere ncia d e apl icación , de la qu e
otro tanto podemos d ecir en lo que se refiere al conce pto crítico tendría necesa riam ente que nacer luego otro aspecto de la realidad
cor rela tivo del "objeto trasce nd ent al" (cf. Kr., 429) . T am bién que el que surge de la jrulepcnd encia entre el entendimiento y los
este concepto significa el intento no ta mo de t rascender por enci- sentidos." A l objeto d el " fenómeno" se enfrentaría, así, otro ob-
ma d el conocimiento hasta llegar a su fu nd amento deter min ante jeto, que, comp arado con él, tendría que considerarse necesari a-
absoluto como más bien de empl ear el conce pto de causa, libre mente como "mas general", ya que se mantiene al margen de las
de toda condición de espacio y tiempo, at eniéndose simpleme nte especiales condiciones rest rictivas de la intuición sensible.
a su senti do lógico general, cap ta ndo con ello, por lo me nos men- Pero esta genera lid ad, que en la D i.'iertación se consideraba
tal mente, otro tipo de "objetividad ". tod av ía como la verda dera ventaja del conocimiento intelectual,
Surge así -e-como lo expo ne el prop io Kant en los Pr inci. re presenta ind udablem e nte un valor m uy se la
pías metaílsicos de la cienc ia natural, con refe rencia a Leib- conside ra de sde el punto d e vista de la C ritica de la Razón. Se
niz- un "en sí, o más exactame nte un concepto plató nico del tra ta en efecto de un a generalid ad analítica , y no sintética; es
mun do, en cuanto se le con sidera, no como objeto de los sentidos, deci:, destru ye la limitación del conce pto, la condi ción fuera
sino como cosa en sí, es decir, como un objeto del entendimiento ,
M e¡aphysisc he A nfallg sgrüllJ<! ,kr Narurw issen schaft, cap. 11, tesis 4,
se G. Sirnrne1, Kant, Le;pzill, 1904, p. 61; d . ta mbién O. Ewald, "Die n ota 2 (edición de la Acade mi a, IV, 507) .
Grenaen Empirismus un d des in Kan ts Kritik der reinen eL acerca de esto, es pecialm ente, los " Progresos de la mewfísica", en
Vernunft", en Kant-Studiell, XIr, pp. SO s. Siimdi che Werke (Hsrrenstein ) , VIl!, 538.
698 LA F1LOSOFIA CRITICA LA CRITICA DE. LA RAZON
'"
de la cual no pu ede éste llegar a ser eficaz y fecundo para el ridad de un obj eto, sino el int ento de disociación d e una derer-
nacim iento. El conce pto de un objeto, ta l y como se ofrecería minada función del conodm iento. Si trat ara de suministra rnos
exclusivame nte al "entend imiento puro", no entra ña, evidente- un verdadero objeto, difere nciable de tod os los fe nómenos, n?
mente, ninguna cont rad icción d irecta ni pu ed e, en este sentido, bastaría con que yo liberase mi pensamiento de todas las condí-
discu tirse ni refu rarse desde un punto de vista puramente lógico; cienes de la intuición sensible, sino que tend ría que te ner, además,
pero esta a usencia de toda ro nt radicción, lo mismo en éste que algún fundam enro para ad mitir ot ro tipo de int uición que la
en los dem ás conce ptos ontológicos, se adquiere a costa de la total sensible, a lo que, evidentemente, no me a uto riza ni un solo hecho
vaciedad de conren tdo determinado. Donde no se postu la nada positivo del conocimiento. •
d eterminado, no existe ta mpoco, evidentemente, nada que pueda A la postre , "no se ve, por ta nto, la posibilidad de tales nou-
suscita r cont radicción. menos, y la extensión fuera de la esfera de los fenómenos es
De este modo, la "ca usa no sensible" de los fenómenos, a que vacía (para nosotros) ; es d ecir, tenemos un entend imiento que
seguía a teni éndose al princip io la estética tra scend enta l y sobre se extiende problemá ticame nte más allá qu e aqu élla , pero no una
la qu e no podía, evidentemente, ejercer tod avía u na crítica com- int uición, ni siquieTa el concepto de u na posible itU:uición. de cómo
plet a y pro fun da dentro de su est recho círculo visual, va convir- pueda n sernas dados objetos fue ra de l cam po de los sentidos y de
tiéndose cada vez más, e n el tra nscu rso de la investigación, en un cómo pue da emp learse asertorica mente el entend imiento acerca
concepto puramente negativo problemático, que en vez de su- de ellos. El conce pto del nóumeno es, por tanto , simplement e un
primir en nin gún punto la condicionalidad de nu est ro conoc í- concePto-lími te Que nos sirve para poner coto a la arrogancia de los
mien to, no ha ce más que expresarla con fuerza mu cho ma yor. sentidos y que encierra, de consiguiente, un senti do pur amente
El capítulo "Sobre el fu ndame nto de la d istin ción de tod os negativo. 1.0 cual no quiere decir, sin embargo, que sea una inven-
los objetos en general en fenómen os y nóumenos" traduce con la ción ar bitra ria, sino que d epende de la limita ción de nu estros
mayor fuerza este proceso de tra nsform ación, postulado por la crí- sent idos en general, sin poder postula r, no obstante, nad a positivo
tica de los conceptos puros del entendimiento , que entre tar ño acerca d e la exte nsión de los mismos' ( Kr., 3IO s.) .
ha ido desar rollándose. C uando el entendimiento llama a u n De este mod o, Kant va dejando caer a hora todas las afirma-
objeto simpl emente fenómeno, considerado en u n aspecto, no cabe dones dogmát icas que la D isertación había ido estableciendo en
dud a de que se forma al mismo tiem po, fuera de ese aspecto, un a su dia acerca del mu ndo inteligible, manteniendo en pie, en cam-
representación de un objeto en sí mismo; pero tiene qu e guardarse bio, la separación cr itica h acia la que fun dam en talm ente te ndía
de confu nd ir el con cepto totalmente d eterminado de un ente inte- aqu el estud io y qu e con stituía su verdadera meta.
Iigible como un algo en general fuera de nu estros sentidos con Recordem os aqui la significación que esta obra llegó a ad quirir
el conce pto dererminado de un ente que podemos llegar a conocer dentro del conjun to de la trayecto ria d el pensamiento kantiano.
de un mod o cualq uiera por medio del entendimiento. Lo qu e Fue ella la que por vez primera pudo tra zar una nítida linea
ganamos con seme jante representación no es un objeto inteligible divisoria entre la metafísica y la ciencia, eliminan do de la ciencia
especial para nu estro entendimiento, "si no un entendimiento al empírica y de la misma física newt oniana todos los elementos
qu e aqu él pert enece y para el que es un problema , no d iscursiva- que habían ido pen etra nd o en ella , procedentes de una esfera
mente y por medio d e categorías , sino intuitivame nte, por med io ajena y cerra ndo el paso a la tradicional confusión de los predi-
de una intuición no sensible qu e le permite conocer su objeto, cados del espacio y el tiempo con los predic ados " intelectu ales".
como algo acerca de cuya posibilidad no pod emos forma rnos ni la Sin esta muralla de d ef ensa, sin la repulsa del concepto de
menor representación" ( K r., 306 S., 311 s.}, D ios como el concepto de 10 simp le con respecto a 10$ límites
El conc epto del nó u meno no significa, por t anto, la par tícula- de la ciencia de la naturaleza, no era posible, dada la situ ación
Lo\ CRm CA DE LA RAZON 701
700 lA. FlLOSOFIA CRITICA

histórica del problema, tra tar ni asegura r la ór bita de la experien- evidente que, como sólo se trata de lo múltiple repre-
cía m isma (d. supra, p p, 584 ss.) . sentaciones y aquella x que corresponde a ellas. objeto) no es
La ca racter ización positiva del saber de la experiencia sólo nada par a nosotros , ya que tiene qu e ser algo distint o de nuestras
podía llegar a obtene rse paso a paso en la distinción del ideal repres entacion es, la unidad qu e el objeto necesariamente
metafísico del conocim ient o. En la Critica d e la razón pura, vemos tá no puede ser otra cosa q ue la un idad form al de la conciencia
qu e el "concept o-límite" del nóu meno ap unta toda vía cla ramente en la síntesis de 10 mú ltiple de las re presentacion es" (A, 104 s.] ,
a esta conexión, al determ ina r el ca mpo de la investigación em pi- Es ahora cuand o penetramos y descubrimos Ínt egramente la
rica, desta cándolo y desli ndá ndo lo del "es pacio puro" del simple ilusión que !'lOS lleva al objeto "absoluto": 10 que hacemos es ele,
m undo d el intelecto. va r a hipóstasis en él la coh erencia y la conexión objet iva de los
Sin embargo, aunque el concepto del objeto absoluto apa rezca contenidos de conciencia en general.
aquí como una creación del puro pensamiento, d esligado de tod as La "cosa en si" su rge como lo correlativo y, por así decirlo,
las condiciones de la intuición, no con ello se ha resuelto, ni como la " reacción" a la fun ción de la unidad sintética; surge
m ucho m enos, el verdadero probl ema fu ndamental. El problema cuando concebimos la x, qu e no es en realid ad más que la unidad
estriba caba lment e e n saber cómo pued e el pensa miento llegar a de una regla concept ual de con exión como un contenido especi-
conside rar su propio postulado como una formac ión ajena a él, fico real y exigimos conocerlo en cuanto tal. Es evidente que
cómo puede rev elársele bajo la forma de u na cosa independiente, jeto no em pírico, es decir, trascendental d e las re presentacio-
libre de toda relación con el conocim iento. nes = x" ya no pu ede ser in tuido por nosotros; pero, no porque sea
La respuesta c rítica cla ra a esta pregunta sólo puede dá rnosla algo totalmente desconocido y existente por si mismo, qu e se oculta
la lógica rrascend enral. L, me ta esencial qu e ést a persigue con, detrás de las representacion es, sino porque sólo re present a la forma
stsre en investigar y aclarar las condiciones d e la objetiv ización de su unidad, que sumamos m entalm ente a ellas, pero sin
en general. T enemos qu e llegar a comprend er lo que se entiend e y posea fuera de ellas un a existencia concreta y apart e. Ese objeto
sólo puede ente nderse cua ndo se ha bla de un "objeto de las repre- se revela e n cuanto a toda su esencia lógica, en la fu nción de la
sentaciones", q ué significa lógica mente esta expresión, antes de síntesis aunque cla ro está que no pod ría llegar a ma nifesta rse
pasar a establecer una recr ia cualquiera acerca de las relaciones , 1 .
" nunca como un contenido individual y conc reto, o mismo que
entre el conocimiento y su objeto. ocurre con el "yo esta ble y perman ente" que a él corresponde
"¿Q ué queremos decir cua ndo hablamos de u n objeto corres,
(d. supra. p. 680).
pe ndiente al con ocimiento y, por tanto, distint o d e él? Fácil es
Por ta nto el "ob jeto trascendental" no nos es dado nun ca
comprender que este objeto sólo puede concebirse como algo
más que corr:o el "simple térm ino corrc1ativ? la . .Ia
genera l = x, ya que no poseemos fuera de nuestro conocimiento
apercepci ón con respecto a la un idad de lo m úl tiple en la m tu tcrcn
nada qu e pod amos enfrentar a él como correspo ndiente. Pero
nos encontramos con q ue nuestro pensamiento acerca de la rela- sensible", •
" No se trata, por tanto, de un objeto del conocimiento en SI
ción ent re todo .conocimiento y su objeto ent raña cierta necesidad,
ya que éste es considerado como aq uél, lo que se opone a que mismo, sino solam ente de la representación de los
°
nuest ros conocimientos se dete rminen al buen tuntún cap richo-
el conc epto de un objeto e n general, determ inable por lo m últiple
de aqu éllos. Precisamente por ello, no re presentan las
samente, sino como conocimiento a priori de un cierto modo,
pu esto que, al tener qu e referirse a un objeto, tienen necesaria - categorías un objeto concreto dado solamente al entendImIento,
ment e que hallar se en consonancia con él, es decir, poseer aquella sino que sirven simplemente para d eterm inar el objeto tr ascen-
unidad qu e es carac terística del concepto de u n objeto. Pe ro es dental (el concepto de algo en general) por medio d e 10 que nos
702 LA FILOSOFIA CRITICA LA CRlTIC A DE LA RAZON 703
es dado en los sentidos, para poder así conocer empíricamente conoc imientos mismos. Constituye una arbitrariedad dogmáti ca
los fenómenos bajo conceptos de objetos" (A, 250 s.). qu erer detener este proceso en un punto cualq uiera de su d es-
Al dejar el entendimiento en libertad, por así decirlo, hacién- arrollo y tratar de compre nder y encuadrar la to talidad de la ex-
dolo actuar solamente conform e a las leyes de su propia natura. per iencia posible en la int ui ción real de un objeto. Y, sin embargo,
leza y sin la acción de ning una cond ición restr ictiva extraña, surge constantemente nos sentimos acuciados, por otra parte, a medir el
para él el pens amient o del "ob jeto en general", ya que la función nivel en cada momento alcanzado de nues tro conoc imiento empí-
específica y genuina del pensamiento no es otra qu e la de esta. r ico por el criterio de lo en genera l asequ ible, seña lando a la luz
bleccr y hac er posible la "objetividad", Pero esta función sólo de esta comparación su valor relat ivo. Sin esta contraposición,
pu ede ejercerse determ inando los juicios de percepción como iui. sin la conciencia de la relativida d d e toda fase concreta de nu estro
cios de ex periencia, es decir, no abandonando en general lo rnúlri- conocimiento basad o en la experiencia, jamás pod ríamos llega r
ple-sensible, sino [imit ándose a encuadrarlo y ordenarlo con arreglo a tener conciencia del modo universalm ente válido como funciona
a determinados puntos d e 'vista discursivos (v. supra, pp. 615 ss., el conocimiento em pírico.
626) . Si me ntalmente suprimimos este enlace, qu edarán en pie Se tra ta, pues, de resolver aquí un dobl e problema: por una
los resortes de la objetividad, pero privados de todo punto de apo- parte, de delimi tar el "objeto" de la experiencia, pero sin con-
yo y de at aq ue. En este sentid o, puede incluso llegar a afirmarse, cebir, por otra parte , el límite mismo como un objeto especial,
d esde el p un to de vista del conocimiento sint ético, "que la repre- análogo a aqu él. Se repit e aqu í bajo una forma nueva la fun ción
sentación de un objeto como cosa en genera l no sólo sería in su fi- general y fu ndamenta l de la crítica: transformar el límite de una
cien te, sino qu e sería, ade más, sin la det erminación sensorial de cosa en un conocimiento. Esta versión del problema se nos revela,
ella e independienteme nte de la condición empírica, con trad ictoria al mismo tiem po, como inexcusable, cuando volvemos la vista
consigo misma, razón por la cual tendríamos que abstra ernos (en h acia el punto de partida de la investigación. Los· objetos de la
la lógica) de todo objet o o, caso de admitir éste, pensarlo neccsa- experiencia, como allí se pLISO de ma nifiesto, sólo se dan en el
riamente bajo las con diciones de la intuición sensible" (Kr., 335). cio; ahora bien, un conju nto de juici os sólo puede encont rar su
Así, pues, si por este lad o nos vemos obligados a at enernos de perfección y su remate sistemát ico bajo una form a del pen samien-
nuevo a los límites de l empleo em Pírico del entendimie nto, tenemos to, nunca bajo una forma del ser. Tampoco aquí puede tr atarse
que dentro de este empleo mismo, siem pre y cua nd o que aspiremos más que de dos modos d istintos d e validez, nunca de dos modos
a perfeccionarlo y completarlo, se nos plantea un nuevo problema, distintos de existencia. Lo "incondicional", cuyo concepto surge
con el que ent ra aho ra en una nu eva fase de desarrollo el con- a nte nosot ros cuando nos abstraemos de los límites inher ent es a
cepto de la "cosa en sí". C uan do hablamos de una exp eriencia toda experiencia concreta, no significa sino la idea de la integridad
dada, cua ndo, para decirlo en térm inos gramaticales, empleamos la absoluta en la serie de las con diciones. C laro está que este valor
experiencia como susta ntivo, en ello se conti ene ya una premisa posculativo de la idea a menaza siempre, constantemente, con
que, desd e el punto de vista crítico, te nemos que considerar equí- converti rse en un valor propio y sustantivo, para la concepción
voca y dudosa. La crítica sólo admite la exp erien cia como un simp lista del problema.
proceso de de ter minación en consta nte desar rollo, y no como "L a razón pura no se representa en sus id eas objetos especiale s
algo d eterminado en sí, qu e desde el primer momento sirva de situados más allá del campo de la experiencia, sino que se limita
base a este proceso. Aquello sobre 10 que, desde el punto de vista a reclam ar la integrid ad del em pleo del entendimien to dentro de
de la crítica, recae el a nálisis es simpl emente sobre las reglas gene- los mar cos de la experiencia misma. Ahora bien, esta integridad
rales por virtud de las cuales se fijan y fundamenta n los conoci- sólo pu ede ser una int egridad en el plano de los principios, no
mientos empíricos, y no sobre el contenido y el conjunto de estos en el de las i!Ulúcion es y los objetos . No obstante, para poder
704 L A F1lQSm 1A CRITI CA LA CRITICA DE LA RAZON 705

represent ársela de un modo determinado, la piensa como el cono- presenta ante nosotros los dos rasgos apa rentemente contra puestos,
cimiento de un objeto, cuyo conoc imiento es tota lmente de te rmi- según el pun to de vista desde el cual la enfoquem os. Es al mismo
nado con forme a aquellas reglas, pero cuyo objeto es sola mente tiempo finita e Infin ita: lo primero, si nos fijamos solame nte en el
una idea para acercar todo lo posible el conocim iento intelectivo resultado que en ella se da en cad a momento; lo segundo, si nos
de la totalidad, que aqu ella idea designa" (PTOleg., S 44). atene mos al modo y a las leyes del progreso fuera del cua l no son
Esta dualida d del punto d e vista se revela ya en el simple asequibles los resultados concretos.
postulado d e aquel concepto que toda metafísica toma como base A sí planteado el prob lema, toma, pues, un giro sistemá tico
como si se trat ara d e un hecho evidente por sí mismo: en la defi - tota lmente nu evo. H emos visto que un punto d e vista critico
nición del concepto del univCTSO. Por mucho q ue las d iversas fu nd amental consiste en qu e todo predicado acerca de la existe n-
tendencias de la metafísica d ifiera n en cuanto a la forma de exp h- cia necesi ta de un expon ente qu e nos indique con respecto a Qué
car el universo, coincide n, sin embargo, en ver en esto un "facu ltad " de conoci mien to d ebe entende rse aquél y ame qu é foro
ma, q ue, en cuanto tal , se man ifiesta directament e, bajo una del ju icio pret end e afirma r s u validez (v. supra, p. 690) . La afir-
determinabilidad un ívoca. No cabe d uda de que la crítica, al dtscu- mación de la existencia puede ence rra r un sentido diferente, según
rir esta premisa, toca una de las verdaderas raíces de la rnemñsí- el exponente Que se elija.
ca. Lo que el conc epto del universo significa no puede llegar a Pues bien, esta concepción fundamental pue de ilust rarse y
saberse sin proced er a un aná lisis a fondo, y hasta ta l punto es corroborarse ah ora a la luz d e un prob lema concreto. La tot alida d
ello así, que en ese conc epto pueden encontrarse más bien Jos fun- de la expe riencia posible a que damos el nombre de " un iverso"
damentos para llegar a determinaciones totalmente contra dictorias posee para nosotros verda dero ser, siem pre y cu ando realm ent e
sí. Segú n la versión que a este concepto se dé, conduce a necesitemos la idea d e esta tota lidad para asignar a lo concreto
predicados enterame nte contra puestos, de duciéndos e de él con el su verda dero lugar y expo nerlo de ntro d e un a con exión siste mática
mismo derecho, desde el punto de vista l ógico-form al, el pred icado perfecta; pero no por ello nos es "dado" como "ser", sino simp le-
de lo finito o el de lo infinito, el de lo limitado o el de lo ilimi- men te "propuesto", lo qu e vale tanto como de cir qu e representa
tado, el de lo tem poral o el de lo ete rno. Pero la fuente de tod as un a realid ad de otro orden fren te a los objetos intu íbles a través
est as de tenninaciones antinómicas reside, simp lemente, en qu e el de los sentidos. Y este orden no puede calificars e sencilla mente
concepto del universo, en todos estos juicios, apa rece ya desligado como un orden " subjetivo", pu es la razón no es llevada a sus ideas
de su verdade ro fu nd am ento lógico. Sólo cobra su significació n de un modo caprichoso, sino de un modo n ecesario, en el proceso
cua ndo se le pone en rela ción con el concepto d e la ex perienc ia continuo de la síntesis em pír ica, cuando pretende liberar de toda
de l qu e no se le puede sepa rar y al que no se le pued e contrapone; con dic ión y capta r en su tot alidad incon dic ional lo que. segÚn las
como u n resultado inde pendie nte. reglas de la experienci a, sólo puede dererminarse en cada caso
L.uS " f ' menos " en eI uruverso
eno ' no son otra cosa qu e "conocí- de u n modo condicional ( K'Y. , 490) .
mientos em píricos", razón por la cual sólo pueden conce birse' y En este proceso es como surgen a nte la razón los conce ptos de
enjuiciarse bajo las cond iciones con arreglo a las cuales los cono. los objetos especiales. La regla de l progreso no indica, evide nte-
cernes [ Kr., 527). Si nos at enemos est ricta mente a este requisito, mente, qu é es el objeto, sino cómo debe aborda rse el regreso
vemos q ue desapa rece inmediatam ent e toda ap ariencia de ant ino- empí rico; no "anticipa" lo qu e se nos da en el objeto en sí antes
mia. Lo que como d eterm inación ha ría qu e las cosas absolutas de tod o regreso, sino q ue se limita a "postular" lo que en el re-
pu gnasen las unas con las ot ras, pu ede ser perfectament e admisible greso d eberemos ha cer (Kr ., 357 s.], Pero, con ello, se capta y
y com patible, considerado como u no de ta ntos eleme ntos, en la determina al mismo tiempo, di rect am ente, todo aquello cuyo ser
caracterización lógica de la experiencia. 1..<'"1 experiencia, en efecto, no puede ser descubiert o y determinado por nosotros más qu e
106 LA FILOSOFIA CRITICA LA CRIT ICA DE LA RAZON 1m
por medio de l proceso del razonam iento empírico. Si hemos de ver ya, en lo sucesivo, un t¡m ite del conocim ient o, sino un m otivo
confirmado el principio, qu e consiste, visto a través de su significa- fecundo y constante. Lo que la me ta física considerab a como su
ción subjetiva, en determinar en la experi encia el mayor em pleo po- meta fina l, meta situada am e ella, au nqu e n unca pud iera llegar
sible del entendi mient o, " es exa cta mente como si de ter minase los a alca ruarla y realizarla, pese a sus cont inuos y repetidos esfuer-
objetos en sí mismos y a ,"iMi, como un axioma (10 qu e es irnposl- zos, se revela a hora como la con stante fu ma propulsora de l cono-
ble, desd e el punto de vista de la razón pura); pues t am poco esto cim iento, que espolea a éste y 10 em puja a resultados continua-
podría, co n respecto a los objetos de la experiencia, eje rcer ma yor men te nuevos.
infl uencia sobre la ampliación y rectificación de nu estros conoci- Las ideas tie nen "un empleo exce lente e ind ispensable, de
m ientos que el q ue se demostrase activo en el m ás a mplio emp leo caráct er regulativo, q ue consiste e n orienta r el ent e nd imiento had a
empírico de nuest ro ent end imiento" (Kr., 544 s.l. un a cierta m eta, con vistas a la cual las lineas di rectrices de todas
La ca racterística última y su prema de toda verdad reside en sus reglas convergen en un punto, q ue, aunq ue no sea más que una
que se ma nifieste productivamente en la creación de nu evos cono- idea ( un focu s imaginariusJ , es decir, un punto del q ue no pa rte n
cimi ent os; por donde, a la in ve rsa, el auténtico pos tulado de la e n la realidad los conce ptos del ente ndi m iento, ya que se halla
"verd ad " apa rece cum plido allí donde esta acción crea do ra se hace situ ado total me nte al m argen de los limi tes de la experiencia
valer. La " idea " no nos dice que en los objetos exista, en cuanto posible, sirv e, sin embargo, para eueguT'a,,(es la mayor unidad ,
ta les, además d e aq uel a lgo cond icionado, una serie in finita de junto a la ma yor ex tensión posible. Nos hacemos , ciertamente, la
cond iciones, sino sola mente que nosotros, por muy all á que poda- ilusión de pe nsa r que est as lin eas di rectrices irrad ian de un objeto
mos llegar en esta serie, tenemos que pregunta r nece scncrnenrc mismo situ ado fuera del campo del conoci mient o posible (a l modo
por un eslabó n su perio r de la cadena , ya lo conorcarnos por expe - como creemos ver lo'> objetos detrás de la su pe rficie del espejo) ;
riencia, o no [Kr ., 546). pero esta ilusión (cuyos efectos eng añosos podemos, desde luego,
Ahora bien, esta pregunta es ya de suyo una forma y un caso preveni r) es, sin embargo, necesaria e ind ispensable, si además
especi al de l juicio; determinarlo y encauzarlo por derroteros fijes de los objetos que tenemos a nte la vista, queremos ver también
eq uivale, por tanto, ni mismo tiempo, a asegurar el ún ico m étodo y a l mismo tiem po aquellos q ue se ha llan a nu estra espalda, es de--
por medio del cua l podemos alc anzar la objetividad. l a ley de la cir, si, en n uestro ca so, q uer emos proyecta r nu estro entendimiento
razón que consiste en bUKar la unida d de la natura leza es necesa- por en cima de toda ex periencia da da ( de la pa rte d e tod a la
ria, " porq ue sin e lla no tendríam os nunca una razón y sin ésta, a expe riencia posible) , dándole con ello la ma yo r exte nsión posible "
su vez, no pod ríamos emplea r de un mod o co he rente nuestro ( Kr " 672 s.] ,
entend imiento, lo q ue nos im pediría obtener una cara cte rística sufi- El " objeto ab soluto", que h uía co nstanteme nt e a nte nosotros
ciente d e la ve rdad empírica , y ello nos obligaría, en vista de esto, cuando int entába mos acercarnos a él y captarlo medi ante los recur-
a dar por supuesta la un idad sistemática d e la natura leza como sos del conocimiento dogmático, se revela ahora ante nosotros
do tada de absoluta validez ob jetiva y com o absol uta me nte neceo como un reflejo d e las fu erzas que determinan la expe riencia y
saria" (Kr" 679). la conducen hacia un resultado unitario. Cuanto mas avanzamos
Con 10 cua l recobra el pensamiento de lo "absolu to" una hacia las cosas y aspiramos a ellas, más clarme nte van manifes-
significación tota lmente jJlHiti1'a , en un sentido nu evo. lo q ue a ntes tándose an te nosotros, en última insta ncia, indirectamente, las
se nos reve lab a como a lgo eterna mente incom prendido se ma ni- cond iciones de l saber que "se hall an a nuestra espalda". N o pode-
fiesta aho ra como un principio de comprensión , como ttna má.xim<l mas intuir estas cond iciones más q ue en el con junto de sus re--
de la misma !ormaciún empirica de los conceptos. El criterio di' sultad os; pero ya no seguiremos creyendo que pode mos fijarlas
lo "incondicionad o" no debe aba ndonarse; pero no debe significnr en un resultado concreto y agotarl as en él.
108 LA FILOSOFIA CRITICA LA C RITICA DE LA RAZON
"',
D e este mod o, toda s las cualida des reales del "universo" va n un iverso, las relacion es entre los fenómenos y el ser prim igeni o
convirtiéndose paso a paso, para nosotros, en ot ras ta nt as pecu- metafísico, ya que no d ispon go de conceptos pa ra ello, tod a vez
liarida des metod ológicas de la experiencia. El problem a de la que 105 conceptos d e real idad, sustancia, ca usalidad y hasta el de
ca nti dad del universo nos cond uce, e n realidad , cua ndo se lo ana- necesidad pierden toda su significació n y razón de ser cua ndo
liza íntegra mente, a una nu e va conciencia de la cualidad del co- nos aventuramos con ellos más allá del ca mpo de los sentidos.
nocimiento. El m undo de los sentidos no tiene una mag nitud " Pienso solamente la relaci ón de un ente para mí roralme n-
a bsoluta. pero el regreso emp írico si tiene una regla (Kr., 549). te desconocido en sí co n la ma yor unidad siste má tica de la to-
Este giro del pensamiento es el que da a la "dia léctica trascen- ta lidad del universo, sola mente para obtener con él el esquema
de nta l" su plena originalidad histórica. Su función peculiar no del principio regula tivo del máximo emp leo emp írico posible de
consiste en poner de man ifiesto negativamente las contradicciones mi razón" (Kr., 707) .
de la metafísica dogmática, sino e n descubrir un nuevo estra to de Este " ente de razón ", que rebasa todos nuestros conceptos,
conceptos sobre la base de la experiencia, al investigar estas contra- au nque no se halla en cont radicción con ni nguno de ellos, es pues-
dicciones, llegando ha sta la misma fuente de que surgen. to a la base sim plemente como afllllogon de una cosa real, pero
No es Kant, en particular, qu ien descubre e int roduc e en la no como una cosa real en sí.
filosofía los problemas que él resume bajo el nombre de "antino- "Supri mimos en el objeto de 1a idea las condiciones que res-
mias " y que ya antes de él, desde los comienzos mismos d e la tringen nuestro concepto d el entendim iento, pe ro qu e son, al mismo
Epoca Mod erna, habían sido examinados y discutidos a fondo po r tiem po, las únicas que nos permi ten formarnos un concepto de-
pens adores como Bavle y Leibn iz, Co llier y Ploucquer. El rasgo term inado de una cosa cualqu iera. Y pensamos as¡ un algo acerca
esencialmente n uevo de la doctrina kantiana consiste en qu e la d e lo cual, en lo que e n si es, no tenemos el menor concepto,
contraposición misma le sirve de pie y de med io pa ra cara cte rizar pero ace rca del cual pensemos una relación con el conjunto de
d e un modo positivo la fu nción pu ra del conocer, la única de la
los Ienomenos, análoga a la que los fenóm enos mantienen entre
q ue pueden brotar el conce pto y el problema de la infin itud
si" ( Kr., 702).
(d. supra, p. 704).
y aunque con ello nos hacemos la ilusión de pensa r un ser
Resumiendo ahora toda s estas consideraciones, vemos que el
concepto de la "cosa en sí", a med ida que va perdiendo su con- libre de toda cond iciona lidad, proyecta mos en él hacia el exterior
solam ente un a .,.elación existe nte entre nuestras dis tintas fu nciones
tenido conc reto, va cobrando por ello mismo, con nitidez cada
vez mayor, la forma y los contor nos de la experienc ia. Este concep- lógicas y sus result ados. En esta .,.clación late nte y sola mente en
to, en la ú ltim a y defin itiva significación que adquiere dentro de ella adquiere la cosa su significación y su det erminación. La idea
la esfera de la conside ración teórica, no es otra cosa que "el es- que de ella nos form arnos sólo rige "en relación con el em pleo
quema de aquel principio regulati vo por medio del cual la razón, universal de nuestra razón", y es, en este sentido, plenamente
en lo que de ella depende, extiende su unidad sistem ática sobre fundada; en cambio, si pretend iésemos convert irla en un ente
tod a experien cia" / Kr., 710). T oda " realidad " del "obj eto tras- objetivo, la despoja ríamos con ello, al mismo tiempo , de su supre-
cendental" es absor bida ah ora por esta sign if icación sim bólica ma virt ud de p.,.incipio , que consiste en deter minar el emp leo
pura. La aplica ción de las categorías a este esquema de la Tazón empí rico de la razón [Kr., 726).
no da por resultado, como su relación pro yectada sobre los esque- Por tanto, cuanto m ás amplio sea el empleo qu e hagamos de
mas sensibles. un conocimiento del objeto mismo, sino solam ente los principios del conocimi ento, cuanto más los ampliemos por
un principio genera l del em pleo del entendim iento (K.,.., 693). encima de los límites puramente contingentes, más clara ment e se
No puedo pen sar, por ejemplo, las relaciones entre D ios y el destacará en ellos, al mi smo tiem po, aq uella con dicionalidad origi-
710 LA F1LOSOFIA CRITIC A LA CRmCA DE LA RAZÓN 71 1
naria qu e va implícita en su relación necesaria con la posibilida d progreso, llega a desplegarse en su integrida d el contenido tota l
de la expe riencia. del conce pto.
La idea de 10 absoluto mismo - y con ello se cierra el ciclo Pero el verdadero rem a te de este proceso dís cursívb cae ya
d e las consideraciones kant ianas- no es más que la ex presión fuera de los límites de la consideración pu ra mente teóric a. Es en
y la más n ítida form ulación de esta relatividad del conocimiento. el campo de la é¡ka don de se destacan con ent era clarida d el ver-
En los m etaf ísicos de la cien cia na tural, vemos cómo dad ero origen del concepto de la cosa en sí y la me ta ha cia la
este pensamiento adqu iere su versión más clara y más acusada, a Que tiende este concept o. En el cam po de la moral se descubren
propósito de la discusión del problema del "espacio absoluto". los nuevos " datos" Que justifican y recla man la conce pción de u n
" El espacio absoluto -c-leemos aquí- no es necesario como el orden purame nte " inteligible" de l ser. Ya en la tra yectoria hisró-
concepto de un objeto real, sino como una idea que debe servirnos rica del pensam iento ka ntiano hemos pod ido ver cómo apa recía
como regla para considerar todo movimiento dentro de él como este enlace, q ue hemos ten ido ocasión d e exam ina r desde el punto
pura mente relativo." 21 d e vista de lo q ue represe nta para la to ta lidad del sistema (v. supra,
A l cont raponer a los fenóm enos el postulado de lo absoluto, pp. 589 ss.} , Es aquí donde se am plían en reali dad los límites de
empezam os a conoce rlos ínt egramente en su condidonalidad em- la expe riencia, no en el sentido de Que más allá de ellos se desc u-
pírica. Por donde el pensa miento de la "cosa en sí", que en un bra un nu evo campo d e la realidad de las cosas, sino en el sentido
principio parecía t rascend er por encima de tod os los límites del de que encon tramos aquí u n principio de enjuiciamiento que, en
conocimiento , viene a iluminar con fuerza todavía may or la cir- su validez genera l, no pu ede vincularse a ninguna clase d e límit es
cunstancia de que tOOO nuestro conocer se m ueve puramente en em píricos dete rminados.
el círcul o de las relaciones y las contraposiciones. Lo "incondicio- La "vulgar invocación de un a sup uesta experiencia contra -
nad o", qu e con tra pon emos como pauta al fenóm eno, no represent a dic toria" tiene por fuerza que enmudece r ante el rigor y la nece-
una esencia nu eva e independiente, sino que refleja solame nte sidad qu e se manifiestan en la ley autónoma de la moral. Descu-
ata m uma f unción pur a de la con trapo sición. sin la cua l no puede brimos aq uí, por tanto, una esponcalleidad que no sólo sirve para
existir pa ra nosotros el conocim iento. T ambién el concepto de deter minar las condiciones dadas de la int uición em pírica, sino
la " cosa en sí" reprod uce, pa ra decirlo con las palab ras platónicas, que nos perm ite, ademá s, enfrenta rnos nosotr os mismos a la reali-
un rasgo fu ndam ental eterno e inmutable de los " pensa mientos en da d como legisladores, pa ra crear de este modo una forma nue-
nosotros" (d. t. l, pp. 94 s.], va del ser de la personali dad (c f. Kr., 430).
Ahora, comp rende mos tam bién con absoluta claridad por qué Por donde el hombre, así considerado el problema, " es pa ra
este concepto tiene necesaria me nte que man ifestarse como un sí mismo, indu da blemente, de una parte, un simp le fenómeno ,
concepto distinto en las distintas fases d el conocimiento, ya que pero d e ot ra parte y en conside ración a ciert as ca pacidades, un
no hace más q ue expresar objetivament e aqu el mism o resultado objeto puram ente inteligible. ya que sus actos no pueden ca n-
a que llegábamos siempre en el análisis d e la "subjetividad". De tarse, ciertamente , entre la receptividad de los sentidos" .
este modo, puede em pezar ma nifestándose como un térm ino corre- En el pensamiento d el deber ser, la razón no in daga el orden
la tivo de la "pasividad" de 10 sensible, para convertirse lu ego en de las cosas, tal y como se manifiesta en los fenómenos, "sino
la contraimagen de la función objetivadora del concepto puro que se tra za con absolut a esponta neidad u n orden propio, confor-
del entendimiento y, por último, en el esquema d el principio me a ideas en las que encuadra las condiciones em píricas y con
regulativo de la razón. Y sólo en esra transformación y en este arr eglo a las cuales d ecl ara como necesarios incluso aq uellos actos
Anfang_,gr¡inde d..r Na rurw isst'nschafr (ed. de la Acade- que no h an llegado a prod ucirse y qu e ta l vez no acaecerá n
mia, (V, 560) . n unca" (Kr ., 574 ss .) .
7Il LA mOSOfIA CRmCA LA CRtTlC A DE LA RAZÓN 7IJ

Entramos aq uí, por tanto, en una n ueva órbita de fun damen tos de la na tu raleza, existe " la posibilidad de otro tipo esPecial de
determ inantes. Pero esto no puede cond ucirnos a una contrapo- unid ad si.Hcm ática, que es la mo ral" (Kr., 835 ) .
sición contra la consideració n y la int erpretación cau sal de los Es sim pleme nte el p unto de vista del e njuiciam iento, la dis-
fen óm enos, si nos atenemos firmem ente al sentido cri tico riguroso tinta orie ntación a que nos ate nemos para ordenar lo m últiple en
del pr incipio ca usa l. La ca usa no significa ba pa ra nosotros una unidad, lo q ue sepa ra y d isting ue la consideración d e la ca usa-
coacción metafísica, una potencia m isteriosa contenida en el inte- lidad de la cons ideración de la libe rtad.
rior de las cosas misma s, sino solame nte un princ ipio lógico puro Sin em bar go, la de lim itación de estos d os campos y la nu eva
po r virt ud del cual asigna mos a los fenómenos concretos su lugar cone xión sistemá tica qu e ent re ellos se establece en la estética
objetivo en el tiem po. Es, por tanto, sim pleme nt e un med io di s- kantian a se sa len ya del ma rco de l puro problema del cono cimien-
cursivo para drdc na r lo múltiple de la intuición de tal modo, qu e ro. Pero la perspectiva d e los nu evos problemas q ue aq uí se abre
en su sucesión el tiempo sólo pued a ser concebido de un modo ante nosot ros hace q ue se d estaq ue una vez más co n toda fuerza
un ívocamente determ inado (d . supra, pp. 670 S5.) . el ca rácter lógico fund a mental de la filosofía cr ítica. l a filosofía
El q ue u n acaecimiento se halle perfecta mente condicion ado crítica es la filosofía d e la libertaJ. El val or de verdad del cono-
de sde el punto de vista causa l sólo significa y sólo puede significar cimiento, lo m ismo q ue el cont enido de la moral , no debe llevarse
para nosotros, por tanto, q ue la posición q ue oc u pa se halla obje- a nte ningu na clase de i nstancias exteriores y fu ndamenta rse con
tiva mente fijada en la serie del tiempo. vistas a ellas, sino qu e debe hacerse brotar de la propia ley autó-
Con esta nec esidad en cuanto a la de ter minación en el pla no nom a d e la conciencia de sí. El mis mo lím ite que el saber se
de l tiem po no puede ent rar en co nflicto la nu eva fo rma de la t raza en su desarro llo d ebe ser int er pretado como un límite q ue
"necesidad" de que nos hab la la ét ica, ya q ue ésta pertenece desde se estatuye a sí m ismo; la conciencia, al reconocerlo , no se somete
el primer mo me nto a un tipo complet am ent e d istinto de conside- a ningu na coacción exte rior, sino q ue se limita a com prender y
raciones. Podemos sabe r con toda certeza que dos ecaecimienros afia nzar su propia pe rfecc ión crítica de poder.
sólo pueden sucederse el UIlO al ot ro en esta suces ión fija conc reta , "I ntelectual - según la definición con q ue nos enco nt ramos
sin q ue con ello predi q ue mos ni lo más mínimo acerca del orden en las Reflexiones de Kant- es aq uello cuyo concep to es u n
q ue les atribu ímos en el "reino de los fines", es decir, acerca de l hacer" ( refl. 968) . En las di fer ent es orient ac iones del hacer espi-
va Lor q ue les a trib u imos. Estas dos clases d e causas se ha llan ritual sur gen ante nosotros las di stintas o rd enaciones del ser, ap a-
situadas, por así decirlo, en una di mensión to ta lmente distinta : recen an te nosotros los campos de la na turaleza, de l arte y de la
mientras que la una tiend e a investiga r los fenómenos en el plano mora l. la reducción d e lo " dad o" a las func iones puras del cono-
d el tiempo objeti vo, la ot ra se propone rel aciona r los cont enidos cimi ent o forma la me ta definitiva y el defin itivo fru to de la filo-
que aparecen a nte nosotros en esta sucesi ón fija y cerrada con sofía crit ica.
determinadas norm as, d etermina ndo, por ta nto, una d istinta ordc-
nación de.' ranR"n ent re ellos. Lo que, por tanto, h ace posible y
exige, en rea lidad, una "rela ción con un tipo totaLmente d ist into
de cond iciones" (d. Kr ., 585) .
Se despeja de este modo la a parente contradicción ent re la
ca usalida d y la libertad, al reconoce r a a mbas como ímncípi os y
red ucirlas a principios, colocando al lado de la ley lógica de la ca u-
salidad la regla del juicio mora l. Junt o a la ordenac ión de los
fenómenos en la experiencia una y absolutamen re determ inada
,
¡

INDICE DE NOMBRES
Achard , 453 455 n. Clarke. 90 100 n., 123 n., 364,
Adickes, 562 n., 570 n., 571 n., 579 n., 0103, 418, 420, 424 n ., 429, HI,
580 n. 512. 577 n.
Agustin, San, 353, 609, 610 Cohen, 545 'l., 548 n ., 563 n., 580
Arisrótd es. 37 45, 46, .133, 123. 581 n., 630 n ., 652 n.
142, 219, 281, 342-343, 366, 368 Coll ier, 359, 360, 361, 363, 364, 365,
528, 610, 622 452, 706
Arnauld, 74 90 n., 101 n., 103 n. Con dillac, 369 n., 395 n. ,
Arquímedes, 70, 380, 409 404 516, 517, 518, S2l, 524
A urn-ev. 152 n . Corneille 518
A venuius, 19 n , Coree, ROllCl. 562
CoulUflIt, 6B n., 75 n., 79 n., 86 n.,
[¡"co n, Roger, 35 n.• 36, 37 n., 139- 91 n.
162, 161, 173, 174, 225 Creua, +12
Bae=h, 492 n. Cru,i us, 4{M n , 480.487, -489, 500,
Daillet, 197 SOl , 507, 508, 5'U, 546, 552,
Baumgarten, 519, 520
BayIe, 112 n., 359, +29, 452, 453 n.,
7l"
'"
Cu dwO'nh, 350, 351, 352, 353. 425,
429 n ., 609, 610
Ik:m ies, 340, 530
B éguelin, 403 'l . , +60 n_, 50+, 505 n., C h u levil1 e, 404 n.
506, 507, 5+5 n. <':herbury, 3.34-339
Bcrkeley, 166, 210,236, 237-288, 289,
290. 291, 292, 293, 302, 306, 321, D 'A lembert, 375, 381.388, 389 'l.,
322 n., 324, 3.38, 3+0, 3-42, 359, 394 n., 395 'l ., 404 'l .• 421, 453. 554,
317 o ., 398, 399 n., +00, 401, 403, 631, 687
HI, m , 612, 637, 664, 667, 676, Da nu l. 519n.
677 D arjes, 404 'l ., 478 487. 500 n.
Bemoulli, 93, 102 n ., 377 n ., 453. Dernócri to, 167, 172
462, 463, 46+ Descar tes, 9, ro. 13, 18, 19. 24, 28,
Bonner, 394 522 33. 35, 57, 58, 64. 68. 94. 122, 127,
Boscovich, 390, 460. 461. <\.65. 469, 128, 129, 130, l H , 1044. 147, 148,
470, m , 472 163, 168, 169 'l ., 171. 196, 197'11 .•
Bosses, 83 o. 198, 199. 218, 229. z.u, 242, 272,
4<H 11.., 631 294, 323, 342, 343. H 8, 353, 370,
Boutguet , 91 423, 424, 427, 461, 549. 611, '630
Boyle, 64, 98, 361, 365, 366, 367, Ije ssoír, Mu , H2 n.
36B, 622 Deuss en, 602 n.
Braunsch weig, d uq ue de, 125 o . Die ls, 604 n .
Ilrowne, 510, 511 n. Díerench, 559 n.
Bruno, 14, 19, 265 D i¡,¡by, J O, 344, 3015, H 8, 349, 350,
Buche na" , 66 n . 351, 358
+77 n., SOO n. Dilthe y, 20, 174 n., 335 n.
Bur thogge, 197,342
Eberba rd, HI , 442 n., 630, 643, 649,
52 n., 61 n. 686
Ca m panel1 a, 14, 15 'l. , 16, 17 n., Ellis, 150 11.., 151 11. ., 156 n.
18 n. , 19 Emerson, 377 n.
Careaud, 452 n. Em p éd ocles, 604
C assirer, 66 n., 75 n. Epicuro, 163, 164, 165 'l ., 166 n.,
Ca.·alieri, 94 167, 168, 169, 170 n., 172
715
116 INDICE DE NOMBRES INDICE D E NOM BRES 111

Erd mann , 561 n., 567, 577 'l. , 584 'l. , 529, 552, 553, 554, 560, 561, 562,
593 'l ., 595 n. 563, 569, 570, 571,572,576, 593 n ., Marie, 631 n. Rüdiger, 479, 480
Erxleben, 686 n . 612, 659 Marsilio Ficino, 351, 353, 609
Eschenbach, J 59 n. H usserl, 261 517 n., 534 n. Ma upe tr uis, 375, 390, 391 n., 392 n., Sch;ller, 6lJ
Euclides, 3B 'l ., IOB n. H utchinson, 377 n. 393, 394 n., 421, 439, 440, 441, Schope nhe uer, 440, 652 n.
Euler. 375, 400, 404-416, '138. 442, H uyghens, 84 n. 443, 444, 445, 449, 464, S04 n., Schwa l'% , 24 n.
456, 457 'l . , 458 'l., 459, 460 'l ., 554, 583 n., 687 Sha ftes bury, 288
470. 576, 587, 588, 650, 655 Jackson, joh n, 410 n., 4 H n. Meier, H 7 n., 478n., 5OO n. , 520, Sigwan, 10 n., 13, 14 n., 31 35 n ..
Ewald, 696 '1. Janitsch, 186 n , 583 n. 55, 56 n., 59 n.
Meinonlf:, 292 n ., 493 n . Simmd , 696 n.
Kaesm er, 394 n., 395 n _, 464 n . 485, 498, 500 n .. si6, Sócrates, «J7
Fabri, 114 n. Som mer, 442 n ., 520 n.
Fard ella, 93 n. Ka nt, 196. 255, 185, 187 n., 310, 365, 559 n ., 573
373. 379, 380n.. 394, 440, 441, Mnsenne, 117, 128 Spinoza, 9-63, 64, 66, 68, l OO, 118,
Fe rRlal, 94 122, 126, 429, 640, 641
FiQremi no, 20 n. 457 n., 458 n., 477 n., 485, 487, 105, 2+4
Fischer, -17, 48, 61 'l ., 56] n. 491, 539_713 Meollar, I II n. Sradler, 672 n.
Fon len elle, 453, 4SS Keill, 379, 380 n., 389, 404 n. Monraigne, 561 Seahl, 98 n.
Foucher de Ca.e ;I, lB, 11 5 'l., llS Ké pler, 94, 140, 150, 160, 161, 366, Meorr, 2lJ , 423, 424, 425, 428, 429, Sre phen, 315 n.
FrlICas lOro, 160
Frasee, 200 n., 235 'l., 253 n.
622, 688
Kinl'(. lord Perer, 211 n ., 212 n. "4 Srreim:. 414 n .
Sturm, 452 n.
Fre¡nJ, ]79, 380 5+4 e., 631 KOhler, 181 n. Na tor p,m 527 n. Swedenrorg, 571
Suire:. 355
Freude n thal, 14 'l., 11 'l ., 19 'l . , 38 n, K<-' niR, Edmund, 314 n ., 477 n, Newron, 94, 154, 258, 284, 350, 364,
Kóni g, Samud, 374 n. 365, 310, 316, 377, 378 n .. 384,
Galileo, 28, 37, 64, 94, 1+4, H'J, ISO, Kúh nemann, 14 n ., 37 n. 389, 392, 39+ n.. 396-404, 401,409, Tel esio, 14, 17, 19, 20, 160
160, 172, 1Ji , 180, 354, 366, 360. Kun er, 2J 39 n. oH 1, 419, 413, 424, 428, U D, '140, Terere, 520-535, 546, 583 n., 663, 664
622, 688 441 , 460, 5lJ, 514, 518, 540, 542, 1 hum ming, SO? n .
C;a-.ml i. 163-172. 190, 193, 198 Lambrn. 375, 443 n ., 477 n., 485, 5H, 562, 5n , 576, 584, 586, 630, Tiehrunk, 548 n .
Gebhardt, 23 n ., 31 n ., 37 'l ., 3Bn, 487-498, sss » , 586 n . 653, 6BS To más de Aq uino, San eo, I7
Geuhnc x, 197, 342 Lassw ite, 181 3-43 n. Nuolio, 71. 72, 73 Tonnies, 39 n., 40 182 n., 185 'l.,
Glanv il1, 367. 368. 370 Law, 410 n.. 4JO, BI , B4. H5, ·0 6 Norris, 353-359, 361 193 n.
49, 518, 519 Lech,370n. 14 n., 46
Go..la nd, I2S n, Leibniz, 57, 64.125, 126, 127, 128, Oswa1d, 340, 530 T 6C hirn haus, 54, 55 126-136
Oorrsc bed, 400l n., 519, 587 n. 132, 163, 218, 2Sl, 259, 282, 349,
G ran d i, 452 n. J6.4, 373, 377 n ., 383, 384 n ., 401, Pan; ",;, 19 571 'l . , 577 n .
Ontvelo.nde, 377 n . 401, 403, i 04, -tu. H 3, n s, iZi, (' aub en, 565 n. Va lla, U5
Green, 377 n. +H , 442, 450, "51, 453, i 63, i 69, Pemberron. 377 n . Varilfllon, 96 n., 97 n., 99 n.
474, 475, 476, 481, 488, 519, 525, Pico delta Mirando1a, Fra nc"'""o, 145 Ve rweyen . 130 n.
Harroad :, 610 52& 529, 549, 551, 576. 577 n., Pitálforas, 265 V ives. l iS
H arl ens le in , 644 'l ., 6i9 n., 697 n . 579, 580n., 586. 611, 614, 620, Plaló n, 141, 281, 282, 606, 608 \ 'olde r, 96, 99 n ., 120
Hard ey, 513, SU , 515, 516 n. 640, 641, 682, 708 PloueQuet, i 04 n., 445, 446, 447 n., Voltaire. 403, 558
Harvev, 152 n, Lr<>nardo, 140 449, 450, 451 l l . Vetee, 59, 60 n.
Hegel, 58 l'Hospiral, 101 n., 453 Pollock , 60 n.
Herder, 561, 5ó5 n. Lieb ig, 149 Premonrva l, 452 n ., 455 n. 'X'alfller, Ga lorid , 83, 84 n.
Herrmann, 404 LipJ'S, 291 n., 329 n. Priesdey, 516 W ah le, 29n.
Hert lin¡¡:, 202 n , 213 n. Locke, lOS, 106 n., 108, 195·236, 237. Proclo, 142 37, 38 n., 39, 181
H ertz, 104 n. 240, 244, 248, 259, 164, 282, 286, Wnu s, 4Z0 n., 429, 430 n., 438, 439 n.
lIe r.!, 595 n. 287, 299, 306, 311, 312, 338, 350, Ram, ay, 4Z0 n, WCSlIC:I Linde n, 287 n.
H cussler, 151 n., 159 n. 370, 384, 430, 431, 432 n., 436, Ramus, 145 Wh ile, T homas, 367 n.
Hobb es, H, 35, 36, 37, 38, 39, 40, 442, 489, 491, 492, 510, 513, 522, Raph son, 421, 423, 430 \VinJ elhand, 130 n., 538 n.
12ó, 163, 172-194, 195, 198, 203, 553, 578, 579, 612 Reid, 338, 339, 340, 341, 342, 530 W"l ff, 374, 411, 456, 474, 477 n.,
212, 214, 221, 250, 353, 424 Lossius, 527, 52S n., 529 n., 533 Richte r, 50 n., 270 n. 478, 481, 487, 4S8, 491, 492, 499,
Hüffdi nR, 564 '1, Lyon, 191 'l. Rieh l. 196 n., 216, 302 n., 563 " . 506, 507 n ., 549, 557, 580 n . 621
Honigswald, 322 'l . 'Rt'h emon, 178 n., 1S] n.
Hook, 440 Macaulay, 157 Roscnberl(er, 389 n., 631 n. Zenón d. Elen, 450
Hu me, 29, 2-36, 289-332, 338, 340, Maclaunn, 4D:l n., 453, 455 Rou sseau, 519, 559 Zschcckc, 669 n.
342, 370, 390, 392 n., 393, 421, /l-la lebranch e, 197, 198, 241, 353, 354.
437, 461, 482, 499, 504, 521, 522, 357, 359, 445, 447 n.
INDIC E GENERAL

Libro Cuarto
DESARROLLO Y CU LM IN tlCION DEL RACIO NALISMO

1. Spincsa 9
La teoría del conoci miento del Breve t TatadO 9
El T ractaius d e inte Uecrus em mendatione 20
El concepto de la sustan cia. La metafísica 41

Ir. Leibni z _ . 64
111. Tschirnhaus . 126

Libre Quinto
EL PROBLEMA DEL CONOC IMIENTO
EN EL SISTEMA DEL EMPIRISMO
1. Bacon 139
La crítica del entendimien to 139
La recria de la forma 147

11. Gassendi y Hobbes _.... ......... 163

111. Lccke 195


Sensación y reflexión 201
El concep to de la verdad 220
El concep to del ser 229

IV. Berkelev 237


La teoría de la percepción 2.3 7
La fun damenta ción del idea lismo 245
C rítica de la teoría berkeleyana del concepto 258
El concepto de sustancia 270
La transformación de la teoría berkeleyana de l cono-
cimiento .. 275
119
720 INDl CE GENERAL INDl CE GEN ERAL 721

V. Hume 289 El problema d e la objetividad. Lo analítico y lo sin-


C rítica del conocimiento matemá tico 293 té tico 615
La critica del concepto de ca usa 306 Espacio y tiempo 635
El concepto de la existencia 320 El conce pto de la conciencia de sí mismo 657
La "cosa en sí" 684
A pénd ice. Las principa les corrientes de la filosofía inglesa,
fue ra del empirismo . 333 I S l)Je E DE X OM BR. I:S . 715

Libro Sex to
DE NEWTON A KA NT

L El problema de l métod o 376

11. Espacio y tiempo 396


El problema del espacio y el tiem po en la ciencia de la
naruraleza 396
a) Newron y $ U$ críTicO$, 396; b) El d esarrollo de la teoría newro-
nia na. Lecnhard Euler, +<)ot.

El problema del espa cio y el tiempo e n la me tafísica y


en la reolos ta especula tiva 417
La idealidad de l espacio y el tiem po. Las a ntinom ias
de lo infinito 439
El problema del espacio y el tiem po en la filosofía
de la natural eza. Boscovitch 460

UI. La ontología. El principio de contradicción y el de


razón suficiente 474

IV. El problema de la con ciencia. Fund a mentación sub-


jetiva y objetiva del conocimiento 5 10

Libro SéPtimo
LA FIL OSOFIA CRITICA

l. Nacimiento de la filosofía crítica. 539

II. La crítica de la razón ...... 600


&te libr o le termin6 d e imprimir y e ncuad ernar
en e l me s de en e ro d e 199 ' e n Im pr esoea
y Encuademad ora Progre so , S. A d e C. V. (111"SA1 .
CaIL d e San Lo re nzo. 244; 098 W Méx ico, O. F.
Se tiraron '000ejempla res.
...

EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO D


.
r

De acuerdo con su or ientación neokantiana . para Cassirer el problema -;


fundam ental de la fil osofía moderna no es otro que el problema del co-
nocim iento . Si bi en sería falso empeñarse en busc ar el rendim iento del
pensam iento filosófico moderno única y exclu sivamente en el campo de
la lógi ca. no puede desco nocerse que las diferentes potencia s espi ritua-
les de la cult ura que coo peran a un resu ltado definitivo sólo pueden
desplegar su eficacia plena g racias a la concienci a teórica de sí mi sm as
que t ratan de alcanzar. Con lo cu al. ind irectamente. van tr ansformando
poco a poco el problema general y el ideal del saber.
Toda épo ca posee un sistema fundamental de co nceptos y premisas
genera les y últi mos por med io de los cuales domina y ordena en unidad
la vari edad de la materia que la experie ncia y la observación le sumi-
nistran. A l estudiarlos. Cassirer ha considera do co mo requi sito el ir a las
fuentes histó ricas mismas con el fin de comprender cómo van sur -
giendo estos concept os fu ndam ent ales.
Este segundo volumen arr anc a de la filosofía empírica inglesa par a
estudiar luego. en una doble direcc ión . el desarro llo del idealismo. a
partir de Leibn itz y la tr ayectoria de la cienc ia de la naturaleza de New-
ton en adelant e.

FONDO DE CULTURA ECONOMICA

o
e

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