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COLEGIO SAN FELIPE – RBD 24966-1

LENGUAJE Y SOCIEDAD
HISTORIA DE LA LENGUA: PREHISTORIA.
Alumno(a):
Curso: 3ero Medio Fecha: 22 de Mayo 2018
Profesor(a): Oriela Tello Romero
OBJETIVO DE APRENDIZAJE:
 Identificar algunos de los factores que ha incidido en la evolución de la lengua castellana: su origen en
la lengua latina, su constitución que da unidad a la diversidad lingüística que existía en España a fines
del siglo XV, su expansión a América como lengua de colonización.
EJE TEMÁTICO: Lectura
HABILIDADES POR MEDIR:
 Profundizar en temas de interés
 Sintetiza información

¿DESDE CUÁNDO PODEMOS HABLAR DE “CASTELLANO”?


En la historia de la lengua, las fechas sólo tienen un valor aproximativo.
Cierto es que en un determinado momento histórico aparecen unos textos que
podemos denominar "castellanos", pero también es cierto que con anterioridad a
estos textos que nos han llegado, la lengua ya existía, aunque sólo fuera en forma
hablada.
Los primeros documentos con texto en castellano son las GLOSAS (nota escrita
en los márgenes o entre las líneas de un libro, en la cual se explica el significado del texto
en su idioma original, a veces en otro idioma) de San Millán y de Silos y datan del
siglo XI.
El manuscrito de San Millán contiene homilías o sermones de San
Agustín; y el de Silos, un listado de penitencias. Los manuscritos estaban escritos
en latín y necesitaban aclaraciones. Alguien, monje o estudiante tal vez, no
acababa de entender el texto latino o quería asegurarse de que lo comprendía o
quería explicárselo (glosárselo) a otros y lo hizo en una lengua nueva, la que
utilizaba en su vida cotidiana: el romance ¿"castellano"? Algunos lingüistas
prefieren no utilizar todavía este adjetivo ya que estos fragmentos contienen elementos de otras variantes
romances peninsulares contemporáneas limítrofes. Las Glosas Emilianenses y las Glosas Silenses tienen un
marcado carácter dialectal riojano-navarro.

Glosas emilianenses, (español actual)

Con o aiutorio de nuestro Con la ayuda de nuestro


dueno Christo, dueno Señor Don Cristo Don
salbatore, qual dueno Salvador, Señor
get ena honore et qual que está en el honor y
duenno tienet ela Señor que tiene el
mandatione con o mandato con el
patre con o spiritu sancto Padre con el Espíritu Santo
en os sieculos de lo siecu en los siglos de los siglos.
los. Facanos Deus omnipotes Háganos Dios omnipotente
tal serbitio fere ke hacer tal servicio que
denante ela sua face delante de su faz
gaudioso segamus. Amen gozosos seamos. Amén.

En los últimos años se ha hablado mucho de los "cartularios (o becerros) de Valpuesta" (Burgos).
Son hojas sueltas, copias de documentos (178) de los siglos IX, X, XI. Los cartularios son dos: Gótico y
Galicano. El primero utiliza grafía visigótica y el segundo, francesa o carolina. Están escritos en latín,
pero su redactor introduce sin querer palabras en romance pensando que son latinas. Los primeros (7)
son del siglo IX, y por lo tanto anteriores a las glosas, pero se diferencian de éstas en que las glosas tienen
frases enteras (no sólo palabras) en romance y su redactor era consciente de que estaba haciendo una
traducción de una lengua (latín) a otra (el romance castellano).
Entre las características que pueden apreciarse en estos cartularios mencionamos las más
diferenciadoras del castellano y las otras lenguas peninsulares de la época.

FONÉTICA
1. Diptongación de e breve tónica : Flumencielo, fornniello, Moliniela, Penniellam, pielle..., que a veces se
reduce ante palatal: Tovillas, novillo; también la diptongación de o breve tónica: Cueva, duen, duena,
Eruelas, fuentes, Fueracasas.
2. La confusión b/v en todas las posiciones (que ya se hacía en latín)
3. Pérdida de f inicial: Errando (Fernando)
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4. Sonorización de oclusivas sordas latinas intervocálicas: Cabezas, entrada, exida, heredad, Pedro,
Pinedo, semedero, Vida, Didago, Domingo...
5. Pérdida de sonoras: Faiolas, Flaino, Leone, maestro
6. Desarrollo de las palatales a partir de grupos con yod: calzata, azadon, palacio, poço, argenzos,
Sancio/Sangiz, conceio, culiares, filios, maguelo/maielo, Pobalias, Spelio/Spegio, vingal/vineis

MORFOLOGÍA:
1. Apócope de artículo y preposición: del, al, conna, enna.
Pero los primeros textos propiamente "castellanos" aparecen a mediados del siglo XII. R. Menéndez Pidal
sitúa hacia el 1140 la fecha de aparición del Cantar de Mio Cid, primer texto literario castellano.

¿DÓNDE? UBICACIÓN ORIGINARIA Y EXPANSIÓN

Norte de la actual provincia de Burgos (Amaya, Villarcayo, Sedano, Villadiego, Briviesca y Miranda de
Ebro) y sus entornos en las provincias de Palencia, Cantabria, Álava y La Rioja. Un territorio limitado al norte
por el sistema montañoso Cantábrico y el País Vasco (vasc. amaya, "frontera").
Los minúsculos reinos cristianos del norte, permitidos por los conquistadores árabes terminada su
conquista de la Península en el 711, se convierten a su vez en conquistadores o "reconquistadores" de los
territorios árabes. Esta
Reconquista, sobre todo en sus
primeros 300 años, es un proceso
lento y multidireccional.
(Véase Mapa).
La conquista de un nuevo
territorio se iniciaba con el envío
de destacamentos cuasi militares
a las órdenes de un noble de la
confianza del rey. Los individuos
de estos destacamentos tenían la
multifunción de colonos,
soldados y, para nosotros
importante, forjadores de nuevas
lenguas. Estos aventureros
tienen diversos orígenes y
diversas lenguas, y conviven por
imposición o pacto con
individuos de otras culturas y
otras lenguas. Así, los territorios
conquistados se convierten en
crisol de culturas y lenguas que dan origen a otras nuevas. En este territorio de Amaya se funden variantes
leonesas, riojanas, navarras, mozárabes y, muy importante, vascas. El resultado será una lengua vehicular
que sin ser la de nadie, pueda ser usada por todos.
El rey concedía a los miembros de estas expediciones la propiedad de las tierras conquistadas y la
obligación de defenderlas. Esto explica que en Castilla no llegase a existir un verdadero sistema feudal.
Cuando surgen estas nuevas comunidades, uno de los elementos que garantizan la integración de
sus miembros y la coherencia social es la lengua. Todos estás dispuestos a dejar aparcados los rasgos
lingüísticos que les diferencian de los otros para así sentirse integrados. Algo similar ocurrirá cuando los
españoles de diversos orígenes vayan a América: se abandonan los rasgos diferenciadores y se adoptan los
compartidos.
Hacia el año 800 empieza a denominarse Castilla, «tierra de castillos», a este nuevo territorio
conquistado-poblado por el reino de León en su proceso de expansión y reconquista. Fernán González, a
mediados del s. X, recibe el título de conde de Castilla, y Fernando I, hijo de Sancho el Mayor, rey de Navarra,
será quien lo transforme en reino durante el siglo siguiente (1035).
Cuando se habla de "tierra de castillos" debemos olvidar aquí la imagen que tenemos de "castillo"
feudal y pensar en pequeños campamentos -Castella es el diminutivo de castrum,-tra, "campamento"-, torres
de vigilancia, más bien, desde las que se podía controlar la llegada del enemigo.
El territorio inicial era llamado Bardulia, tierra de los várdulos. A este territorio llevó Alfonso I de León
en el siglo VIII gentes de colonización procedentes de la meseta, es decir, romanizadas y por lo tanto
"latinoparlantes" que se mezclan con las tribus del norte poco romanizadas y poco conocedoras del latín (el
cristianismo no llegó a Bardulia hasta el siglo VII). De esta mezcla surge el rechazo de la organización política,
la justicia y le lengua de León. El feudalismo de León se sustituye con concejos de hombres libres; el Fuero
Juzgo utilizado por la justicia leonesa se abandona en favor de una justicia basada en el derecho
consuetudinario primitivo heredado de los antiguos pobladores; y éstos mismos -várdulos, cántabros,
autrigones y vascos- dejarán su impronta lingüística innovadora en la nueva lengua.
A la muerte de Fernán González (970) el condado de Castilla comprendía la totalidad de las provincias
de Burgos y Vizcaya, la mayor parte de Cantabria y Álava y pequeñas comarcas de las actuales provincias
de Guipúzcoa, La Rioja, Soria y Palencia.
A lo largo de los cuatro siglos siguientes este pequeño reino fronterizo expande sus fronteras primero
hasta Toledo (1085), luego a las regiones meridionales: Córdoba (1236), Jaén (1246), Sevilla (1248), Murcia
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(1244) y Cádiz (1250). A mediados del siglo XIII, el reino de Castilla se extendía desde el mar Cantábrico
hasta el Mediterráneo y el océano Atlántico.)
En este avance y expansión, Castilla no sólo lleva sus soldados y sus comerciantes que suplantan a
los de los territorios conquistados, lleva también su lengua, el castellano, que desplaza de manera definitiva
al mozárabe, en el sur, y de manera menos total al leonés y al aragonés, oeste y este, respectivamente. El
vasco, hablado al norte de Castilla, no fue asimilado por el castellano, pero sí vio cómo se reducía su territorio.
(Véase mapa).
La adopción del castellano por estos
territorios no se debe únicamente al
importante papel político militar que
adquiere Castilla durante la Reconquista,
sino también a que este "castellano drecho"
del que habla Alfonso X es una koiné que
ha asimilado elementos de las otras
lenguas (Drecho, "derecho, correcto", es un
aragonesismo, por ejemplo) y que además
posee una extensa producción literaria.
Estos textos -lengua de prestigio-
funcionaban como referentes normativos
que le daban a la lengua, y a sus hablantes,
una seguridad de uso correcto de la que no
disponían las otras lenguas aún vacilantes
en algunos aspectos, principalmente de
carácter fonético.

Así pues, el castellano es


inicialmente una lengua de frontera y
de conquista. Este hecho explica, entre
otros, la abundancia de elementos
lingüísticos tomados de otras lenguas.
(Véase Mapa 3)

1. PREHISTORIA

LAS LENGUAS DE LA HISPANIA PRERROMANA


Como no disponemos de una imagen clara y precisa de la situación lingüística prelatina en la
Península por haber desaparecido todas las lenguas salvo el vasco, el principal interés que tienen para
nosotros estas lenguas paleohispánicas es su función de posible SUSTRATO (EL SUSTRATO
LINGÜÍSTICO O LENGUA DE SUSTRATO es el nombre que se le da a la lengua que a causa de la invasión,
conquista, factores culturales, dominio u otro evento queda sustituida por la presión de otra lengua. También
se utiliza para referirse a los aspectos fonéticos y gramaticales que deja la lengua desaparecida sobre la
impuesta y se dividen en sustratos léxicos, morfológicos y sintácticos) de la nueva lengua.
Los romanos invasores (soldados, colonos, comerciantes, magistrados, etc.) impusieron el latín a todos
los hispanos, lo cual se logró tras una larga etapa de bilingüismo. Latín y lengua prerromana se utilizan
paralelamente durante esta etapa lo suficientemente larga como para que penetraran en el habla latina,
triunfante al final, muchos de esos rasgos prerromanos. El grado de influencia que tuvo el sustrato en la
formación de la nueva lengua dependió de varios factores:

1. La mayor o menor prontitud con que las distintas zonas se integran en el mundo romano: a mayor
prontitud de integración, menor influencia del sustrato;
2. El tipo de latín que se difunde debido al tipo de gentes romanas que se instalan en cada zona: un habla
más vulgarizante o coloquial estará más abierta a influencias de las lenguas indígenas (el sustrato) que
otra de carácter más culto; y
3. El nivel social y cultural de las poblaciones romanizadas: la latinización fue mucho más intensa en las
provincias que tenían un alto grado de desarrollo cultural, mientras que sería sólo superficial en las menos
desarrolladas (que coincidían, por cierto, con las más tarde conquistadas, es decir, con las que más
tardaron en integrarse a la cultura romana).

Para facilitar la visualización de la distribución territorial de estas lenguas, dividiremos la Península en


dos grandes zonas más o menos compactas: una no-indoeuropea y otra indoeuropea. (Véase mapa).
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EL IBÉRICO, EL TARTESIO Y EL LIGUR
Toda la franja del Sureste, desde
Andalucía hasta Cataluña (desde Málaga hasta
más allá de los Pirineos de Lérida), penetrando
por el Valle del Ebro, constituía la zona ibérica,
de cultura elevada, como muestran sus
abundantes inscripciones y las referencias que de
esta cultura nos hacen los historiadores
antiguos.
Aunque a la lengua utilizada en esta
franja la llamamos hoy IBÉRICO, no sabemos si
era realmente una sola lengua o si se trataba de
varias que compartían algunas características.
Puede ser que el ibérico fuese sólo una lengua
vehicular, una lengua franca utilizada por todos
los pueblos sin ser exclusiva de ninguno de ellos.
El ibérico disponía de un sistema de
escritura de procedencia fenicia. De esta lengua
conocemos hoy en día los signos que utilizaba, pero seguimos ignorando el significado de ellos.
Al Sur, aproximadamente en el Bajo Guadalquivir, encontramos el TARTESIO, lengua de los tartesios
(llamados también túrdulos o turdetanos), que no se cree que fuera de tipo ibérico, pero tampoco
indoeuropeo.
De los tartesios sabemos que eran un pueblo rico y bien organizado que hizo que fuesen objetivo de
conquista interesante para las potencias militares y económicas de la época: fenicios y griegos. Algunos
investigadores relacionan a estos tartesos con los tirrenos del Asia Menor.
Sobre el LIGUR, al igual que sobre las otras lenguas paleohispánicas, no disponemos de mucha
información. Tal es la situación que sólo hace unas décadas dejó de ser considerada indoeuropea para pasar
al grupo de las no-indoeuropeas.
Se utilizaba en el norte y oeste de la Península. De procedencia ligur es el sufijo -sco, frecuente en la
toponimia del Norte peninsular (Amusco, Velasco, Biosca, Benasque, etc.).
También se consideran de origen ligur: *borb- *borm- *born- en: Borbén, Bormate, Bormela
(Portugal), Bormujos, Bornos; *karau- (piedra) en Carabanzo, Carabanchel, Caravantes, Caravia.
El sufijo –ona que podemos encontrar en Barcelona, Tarazona, etc. parece ser igualmente de
origen ligur.
Prueba de la presencia ligur en la Península podrían ser también las semejanzas entre los Langa,
Berganza y Toledo españoles, y los Langa, Bergenza y Toleto italianos.

LENGUAS NO-INDOEUROPEAS: EL VASCO


De los demás grupos lingüísticos el más importante es el VASCO.
El vasco se hablaba a ambos lados de los Pirineos. Parece que era propio no sólo de los vascones
(habitantes de la actual Navarra) sino también de otros pueblos más occidentales, situados en los actuales
País Vasco, Cantabria y norte de Castilla-León, así como en la franja suroeste de la Francia actual.
¿Era una lengua ibérica? ¿Era "la" lengua ibérica? Por mucho que algunos han intentado responder
a esas preguntas, nada puede afirmarse al respecto. Pero podemos constatar muchos rasgos comunes entre
ambos grupos, vasco e ibérico, (tanto de tipo fónico como morfológico o léxico), tal vez debidos a una base
común primitiva a la que se añadieron elementos posteriores muy diferentes. Parece ser que el mismo
término IBERO puede tener raíz vasca, si se admite que se les dio tal nombre por el río Iberus (> Ebro), del
vasco ibai, ibar 'río' (¿pero era esta palabra originariamente vasca?).
Las reliquias de las lenguas paleohispánicas no-indoeuropeas conservadas en castellano son pocas:
algunas palabras y algún que otro sufijo. Entre las primeras, predominan, como es usual, los topónimos.
Los topónimos, por su fijeza, han sido utilizados para delimitar las áreas étnico-lingüísticas; sin embargo, se
ha de recordar que no necesariamente reflejan la lengua hablada en esa zona (pueden responder, por ejemplo,
a estratos anteriores o posteriores).
En las obras de varios escritores romanos encontramos que nos hablan de palabras ibéricas,
hispánicas, pero en realidad son palabras latinas que ellos desconocen: sería el caso de cusculus >
«coscojo», cuniculus > «conejo», gurdus'necio, estúpido' > «gordo», plumbus > «plomo», etc. El motivo de que
desconozcan estas palabras se debe a que el latín llega a la Península en el 218 a.n.e. y es, por lo tanto, un
latín, un vocabulario, que ha dejado de utilizarse y que los escritores clásicos desconocen.
Pocos son los elementos léxicos procedentes "directamente" del vasco, y menos aún aquellos que
puedan considerarse primitivos. Entre el léxico de origen vasco más antiguo en español suelen citarse:
izquierda, cencerro y pizarra.

VOCABULARIO NO-INDOEUROPEO
 Accidentes geográficos: barranco, alud, barro, arroyo, charco, balsa
 Plantas: chaparro 'mata de encina o roble', mata 'conjunto de árboles o arbustos'
 Animales: sapo, becerro
 Otras: abarca, cama, legaña, sarna y, quizá, sobaco
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Se ha escrito también que algunas de las palabras del recuadro anterior proceden del vasco, al existir
también en el vasco actual. Pero ¿cómo diferenciar ahora los vasquismos primitivos, los que entraron en el
latín peninsular en la época romana, de aquéllos que entraron en el castellano durante los siglos de
bilingüismo vascorrománico (800-1200), al comienzo de la Reconquista y la formación de Castilla, cuando
aquella zona de Amaya se encontraba en parte en zona vascoparlante y en cuya construcción y expansión
participaron activamente soldados, agricultores y artesanos vascos? ¿Cómo diferenciar los vasquismos
primitivos de los vasquismos medievales?
En cambio, la toponimia peninsular explicable a través del vasco es abundantísima. Así no sólo hallamos
abundante toponimia de tipo vasco a lo largo de todo el Pirineo hasta el Mediterráneo y comarcas francesas
vecinas, sino también por todo el Centro y Sur de la Península. Naturalmente esto no indica que el vasco se
hablara en todos estos lugares, pero si nos dice que el vasco tenía elementos comunes con las demás lenguas
ibéricas, ya fuere por préstamos recíprocos o por haber tenido todos ellos sustratos previos comunes:

 Noreste: Arán ('valle'), Esterri> ('lugar cercado') o Segarra (< sagar 'manzana')
 Centro: Aranz ('espino'): Aranjuez, Aranzueque, etc.;
 Oeste del actual País Vasco: Selaya, en Cantabria, Iria Flavia, en Galicia.

Un sufijo muy abundante en casi toda la toponimia peninsular, sobre todo en el Levante, Sur y
Portugal es -én, -ena, quizá ibérico y casi idéntico al actual derivativo vasco de posesión. Suele aparecer
unido a nombres latinos, indicando probablemente el primer poseedor del lugar: Leciñena (de
Licinius), Villena (de Bellius), Lucainena (de Lucanius), Mairenah> (de Marius), Galiena (de Gallius), etc.
Otro sufijo, éste ya más claramente vasco, también muy vivo en época latina, es -urri, -
uri ('ciudad'): Gracchurris (Rioja), Crescenturi (Cataluña), etc.

LENGUAS INDOEUROPEAS: EL CELTA


El celta se utilizaba en toda la zona central y occidental al Norte de los ríos Guadiana y Tajo. Los
celtas del borde oriental de la Meseta, muy
relacionados con la cultura ibérica (utilizaron la
escritura ibérica para sus inscripciones), recibieron
la denominación de celtíberos. Del léxico celta
peninsular parecen proceder unas pocas
palabras: álamo, huelga 'huerta a la orilla de un río'
(hoy sólo subsiste en el topónimo Las
Huelgas), colmena y gancho.
La toponimia céltica es abundante, y
delimita bastante bien la zona indoeuropea
peninsular: así, los nombres con -briga ('fortaleza')
abundan en todo el oeste (aún llegaron a formarse
en época romana: Juliobriga, Flaviobriga, etc., todos
en el área occidental); los nombres
con Seg- ('victoria') se hallan también en el Centro y
oeste: Segovia, Sigüenza. Algunos celtismos
pasaron al castellano a través del latín: abedul,
camisa, carpintero, carro, cerveza, legua, salmón, etc. (Véase mapa)

LENGUAS DE COLONIZACIÓN
Por último, no hay que olvidar las lenguas de las colonias orientales establecidas en las costas
mediterráneas de la Península. Las más antiguas son las fenicias, en general factorías comerciales; del mismo
tipo lingüístico, aunque ya de carácter militar, son los enclaves púnicos o cartagineses. A éstas se han de
añadir las colonias griegas, dedicadas principalmente al comercio con los indígenas
Las colonias fenicias y griegas dejaron sólo unos pocos topónimos.
De origen fenicio parece ser el primer nombre de la Península, el adoptado por los romanos (frente a
la Iberia de los griegos): Hispania procede de *isephan-im 'isla (costa) de conejos'; tienen la misma
procedencia fenicia: Cádiz (fuerte, recinto amurallado), Málaga (factoría), Medina Sidonia (como el Sidón
fenicio), etc.
La cultura fenicia deja su huella también a través de Cartago, territorio en el norte de África donde
se instalan los fenicios que han sido expulsados de Tiro por Nabuconodosor en el 587. De origen
cartaginés son Cartagena (con el ¿ibérico? ¿vasco? -ena añadido), Mahón e Ibiza (isla de los pinos).
De los nombres que los griegos dieron a sus enclaves costeros quedaron: Alicante, Ampurias, Rosas,
etc. Los helenismos del español actual no pertenecen a este primer contacto del mundo griego con la
Península.
Ciertamente, el vocabulario español de origen griego es mucho más amplio, pero nos ha llegado
principalmente a través del latín en épocas posteriores.
-A través del latín inicial: bodega, cesta, cuchara, lámpara, sábana, saco, etc.
-A través del latín eclesiástico: apóstol, bautismo, católico, cementerio, Biblia, etc.
-Antes del 1300: ballena, búfalo, cocodrilo, dragón, elefante, etc.
-Siglo XV: academia, alfabeto, biblioteca, diptongo, ortografía, sintaxis, etc.
-Siglos XVI-XVII: anarquía, aristocracia, democracia, déspota, monarca, etc.
-Siglo XVIII: autonomía, base, crisis, dinastía, etc.
-Siglos XIX-XX: anemia, anestesia, clínico, neumonía, psiquiatría, quirófano, etc.

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