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Centinelas
de la llamada
28 de febrero de 2003
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Vivir es responder a una
llamada
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2. Llegamos hasta ti, Señor
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que nos amas la vida de tu hijo Jesús.
y nos ofreces tu perdón. Creemos en tu misericordia.
Acompaña nuestro esfuerzo, Haz que busquemos tu perdón
para que, y nos preparemos a celebrar
libres de todo obstáculo, la Cuaresma y la Pascua.
podamos descubrir con alegría Amén
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comenzar 1 ° de B.U.P. me tuvieron que ingresar en el hospital
Ramón y Cajal con una leucemia bastante avanzada. Además, la
quimioterapia complicó las cosas con una hepatitis, una septicemia,
neumotórax... Por eso, no me cabe duda que mi curación total y
repentina fue una intervención especial de Dios. Muchos amigos me
mostraron entonces su cariño, donando sangre, haciéndome visitas,
rezando por mi... Mis padres y hermanos (que entonces teman 4, 8,
12 y 19 años) sufrieron enormemente pero el Señor me salvó la vida.
Lo cierto es que salí de aquel trauma agradecido a Dios y con muchas
ganas de aprovechar la vida: los estudios, mi familia, mis amigos. ..
¡qué ganas de ser feliz, después de haber sufrido tanto!
Pero, con el paso de los meses, me fui desilusionando. Ni la
moto nueva, ni empezar a salir a Jácara y otras discotecas, ni los
buenos resultados en los estudios, ni las chicas, ni las fiestas, me
daban lo que yo necesitaba: nada llenaba los deseos que tenía
dentro... ¡Qué bien me lo pasaba... y qué vacío llegaba a casa los
viernes por la noche! Me interesé por la política, y empecé a
moverme en ambientes radicales. Pensaba que sólo es feliz el que se
entrega del todo a un ideal, y confundía la entrega total con adoptar
posiciones extremistas. Pero tampoco esto me satisfacía... Más bien
me llenaba de rencor y amargura. Lo peor es que no entendía lo que
me estaba pasando...
No sé por qué en la Navidad de 1990 busqué unos Ejercicios
Espirituales. ¡Qué tres días: los más intensos de mi vida! La primera
noche le dije al director que quería marcharme porque no me estaban
sirviendo de nada. Él me recomendó que esperara. Eso hice y fue un
acierto. A la mañana siguiente meditamos el pasaje del joven rico. En
la capilla pequeña de aquella casa de Ejercicios, delante de una
imagen de Cristo crucificado, me pareció entender de golpe toda mi
vida: mis deseos, mi tristeza... ¡que Jesucristo está vivo!, ¡que estaba
ahí conmigo, en el sagrario!, ¡que me quiere como soy! Entendí
claramente que nada me llenaba como aquello, que nada vale nada
comparado con Él, que tengo sólo esta vida para dársela a Él, y que
yo tenía que consagrar mi vida a estar con Él.
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Después el Señor me puso cerca todo lo que necesité.
Coincidí en la clase con el único chico de todo nuestro curso que
después iba a entrar al Seminario. Él me presentó a un sacerdote, y
"Rafa" fue desde entonces mi padre espiritual y mi mejor amigo. Lo
que más me ayudaba de él era su alegría contagiosa, su amor
apasionado a Jesucristo y a la Iglesia, y que "me tomó muy en serio"
desde el principio. Digo esto porque varios amigos y algún sacerdote
me decían que era demasiado joven para tomar una decisión así, que
tenía antes que conocer el mundo... (¡Con lo cansado que estaba ya
del mundo!). Lo demás "vino rodado": yo entré en el Seminario nada
más terminar COU. Por mí hubiera entrado antes... pero fue más
prudente esperar hasta entonces. En el Seminario del Cerro de los
Ángeles he pasado los cinco años más apasionantes de mi vida, y el
pasado 9 de octubre (de 1999) fui ordenado diácono.
(Manuel Vargas Cano, Madrid)
Dificultades y alegrías
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personal ante el sagrario), y con los consejos de mi director espiritual.
¡Qué regalo de Dios es haber encontrado un santo sacerdote para la
dirección espiritual! Tengo alegrías todos los días. Otras veces, el día
transcurre normal, sin nada extraordinario... Pero lo realmente
extraordinario es la paz interior y la alegría serena que encuentro a
diario en Cristo. Este gozo no desaparece con los años, sino que se
afianza cada vez más.
¿Para qué quiero ser sacerdote? Quiero ser sacerdote para servir a
Cristo y a la Iglesia. Quiero "ser de Cristo", ser suyo, de su
propiedad, y dar mi vida por Él y por mi Madre la Iglesia. a la que
debo todo, a la que quiero amar sin reservas.
Deseo ser sacerdote "como la Iglesia los quiere": un hombre de fe y
de oración, lleno de Dios, "alter Cristus" ("otro Cristo"); un hombre
de Iglesia, obediente al Papa y su Obispo, hermano de los demás
sacerdotes, y padre para los fieles; un hombre de comunión, que
busca la unidad y no la polémica, que sabe reconocer lo que hay de
bueno en todos los hombres (creyentes y no creyentes) y que es capaz
de dialogar con la cultura de nuestro tiempo; un pastor que ama a sus
ovejas, que les predica la Palabra de Dios sin ambigüedad, les dedica
tiempo para curar las heridas (aunque esto le cueste horas de
confesionario), y que se ofrece cada día junto a Cristo en el sacrificio
de la Eucaristía; un hombre que tenga un corazón misericordioso
como el de Cristo, y se haga especialmente cercano a los que sufren,
a los pobres y a los que viven alejados; un sacerdote que vive su
vocación feliz e ilusionado, y que quiere dar a conocer a Cristo y
mostrar su identidad en todo: En la manera de hablar, de vivir, e
incluso (sin miedo) en la forma de vestir.
(Manuel Vargas Cano, de Madrid)
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Oración
Te rogamos, Señor,
por la intercesión de María,
que suscites en nosotros
niños y jóvenes abiertos a tu voluntad
y dispuestos a seguir
la vocación sacerdotal.
Envía a tu Iglesia sacerdotes,
que nos descubran el rostro de Jesucristo
y, por la acción del Espíritu Santo
nos introduzcan en tu Misterio
de Amor y Salvación,
para la vida del mundo.
Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén