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UNA NOVELA QUE TE LLEVA POR

TERRITORIOS INABORDABLES, MIENTRAS INTENTA


DEFINIR LAS FRONTERAS, SEÑALES Y HABITANTES QUE
CONFORMAN EL MAPA IMPOSIBLE.

EL MAPA IMPOSIBLE

Tres chicos se embarcan en una blist]lll'd,1 pdigrosa:


deciden trazar los límites y regiones del M.1pa
Imposible, una geografía de la mente y de la cmoci6n,
de la vida y de la muerte, no-lugares llenos de fuena
y energía que todos atravesamos pero que pocos
valientes se atreven a explorar.

ISBN 97-' '1-'7 O~ - l733 - 0

AL~Af-A
SE~JA 9 789870 JJ
Bodoc
N.1t ió e n la provi ncia de Sam a Fe en
l 1J18, reside desde muy peq ueña
< 11 l.1 provincia de Mend oza. C ursó la
1 ic l' llCÍ:llur:i en Lenguas Modernas en
l.1 l J11ivc.:rsidad N acional de C uyo y
1•j1·1t i<'> la docencia algunos años. Gracias
.1 \ ti 11oveln Los días del Venado (primera
p.11 tt• dl· la Saga de los C onfi nes, una
11 do¡•,f.1épica), edi tad a e n el año 2000 y
111r H'tl·d ora de varios pre mios, su carrera
t 111110 c.:\crilOrn cobró no toriedad. Su obra

11.1 1>1do tr,1ducid a a varios id iomas, es


1t·rn11 m ida en Europa, Estados U nidos
y A 111t<1i1.,1 1..nina por su poética destreza
11.111 .11 rv.1 y c:I .tlcn nce de su universo
f.1111.1,tirn. Enlre 11 us obras publicadas
Sucedi6 en colores, Amigos
\1' l' llll tl' nt 1.111
/"" ,.¡ flll'lllO, HI 'tt111pa imposible, Reyes
y pd¡1tmJ, /;'/ espejo africano y Memorias
1111p1mtJ. Se la co nsidera una de las
nwjon.:s t•scritoras Fantásticas de las
1'1l1 i m.is déca<las. Diciembre Súper Álbum
oht u vo el premio Destacado de ALIJA.
llvcihió además dist inciones por parte de
11111v y Fu nda k cw ra, ent re o tras.

ALF~
El Il1apa
imposible
©
2001!, 1 iliann Ooc!oc

De esto edición Liliana Bodoc


200H, Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara S.A.
El mapa
Av. l.eandro N. Alem 720 (CIOOIAAP), Ciudad de Buenos Aires, Argentina

ISON: 978-987-04-0975-5
Hecho el depósito que marca la Ley J J.723
itnposible
Impreso en Argentina. Printed in Argentina.
Primera edición: abril de 2008
Segunda edición: enero de 2011
Segunda reimpresión: abril de 2013

Coordinación de Literatura Infantil y Juvenil:


MARIA FERNANDA MAQUIJ::JRA.

Edición:
V1otCTA NoF.'flNuER

Diseño de colección:
José CJuisro, ROSA MAION, JEsús S.wz
Foto de tapa e interior: E. LUSCHEI

Bodoc, Liliana
El mapa imposible· 211 ed. 2a rcimp. • Buenos Aire~ : Aguilar, Altea, Taurus,
Alfoguara, 2013.
l 12 p.; 13x20 cm.

ISBN 978-987-04-0975-5

1. Literatura Infantil y Juvenil Argentina. l. Titulo


Cl)D A863.928 2

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni


en todo ni en parte, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recupera-
ción de 1nfonnación, en ninguna forma, ni por ningún medio, sea mccán.ico,
foroquimico, electrónico, magnético, elcctroóptico, por fotocopia, o cualquier
otro, sin el penniso previo por escrito de la editorial.
LOS NOMBRES Y LA MUERTE

l anciano tenía un nombre. El mismo

\
E que le habían puesto al nacer. Aunque,
con el paso del tiempo, su nombre bau-
tismal había sufrido algunas modificaciones.
En los Jejanos años en que su madre lo
esperaba con los brazos extendidos mien-
tras él daba los primeros pasos, riendo de
miedo, su nombre era un sonido incom-
prensible de tanta miel y tantos diminuti-
vos, y tantas palabras para alentarlo: A ver,
Juliancito, bebé precioso, amor chiquitito,
venga con mamá.
Cuando fue a primer grado, su nombre
se transformó en una larga cadena de letras y
guiones que llegaba hasta el final de la pági-
na. A veces, sin acento. A veces, sin mayúscu-
la: Julian- julián-Julián... ¡derechito, sin salir-
se del renglón!
A los veinte años, Julián tenía más jota que
ninguna otra cosa. Será porque la jota tiene un
sonido heroico, y pasa como el viento de verano.

7
L ILIANA Boooc:
fli. MAPA IMPOS!DLIJ

Con el paso del tiempo se agregaron tres


letras a su nombre. YJulián empezó a llamar- Diego, el que recorrió las calles de la
se don Julián. Era eso, o abuelo. Y no había casualidad.
nada que él pudiera hacer para evitarlo. Lila, Ja que descubrió una bandada de pá-
-Buenas tardes, donjulián -le dijo una jaros sábana. . . .
vecina 1- . ¿Qué está haciendo en la plaza con Julián, Diego y Lila los que, sm rmaginar-
tanto frío? lo, ayudaron a salva.r un ángel.
-No tengo frío. Estoy recordando, y los
recuerdos son un buen abrigo.
-¡Usted siempre tan poeta! Dígame, don -¡Abuelo! -Su nieta le tocaba el hom-
Julián, ¿sabe su hija que está en la plaza? bro.-Abuelo, dice mamá que vuelvas a casa.
La vecina se marchó sin esperar la res- Era seguro que esa vecina charlatana ha-
puesta. Y don Julián pudo seguir con sus bía ido a cumplir con su deber de informar
recuerdos. que don Julián estaba tomando frio en un
Sin duda, el mejor momento de su nom- banco de la plaza.
bre había sido cuando tenía once años. Él -Si tu madre dice que vuelva, entonces
tenía once, Diego también. Y Lila tenía diez. vuelvo.
"Diez para los doce", decía Lila, que solía uti- El abuelo y su nieta caminaron hasta la
lizar una lógica extraña. casa tomados de la mano.
El anciano, sentado en la plaza, estaba -¿Cómo me llamo? -preguntó el an-
pensando que aquel había sido el mejor mo- ciano.
mento, porque entonces sus nombres sona- -Abuelo.
ban como contraseñas. Sonaban como alias -No te estoy preguntando cómo mella-
de espías o bandidos. más vos, sino cómo me llamo en verdad.
Julián, el que se adentró solo en el terri- -¡Ah, eso! -La niña se quedó pensan-
torio de la fiebre. do-: donjulián.
Apenas donjulián entró a su habitación,
1 buscó el cuaderno a rayas. 2
fata ,·ecina, cuyo nom bre era Matilde de San Pietro. murió veinte años
d espués que don Julián, y en pleno uso de sn.s facultades. Razón por la
cual pudo dar testimonio de esta conversa<:iún, que, aun .siendo tan insig· • El cuaden10 a raya$, un diario de avemuni., que Julián y füS dos amigos
nificante, es una pie.za más en la reconsm1cción de los hechos. escribieron siendo nifios, resnlt<'í ser un documento de incalculable valor,
que dio origen al CEDE.MI (Centro de Esmdios para el Desarrollo del Mapa

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9
l 11 l ~N~ ll.,11o 1

-Hoy mismo tendré que hacerlo -mur- -dijo Lila poniendo su mano sobre la de
muró. Diego.
Lo que el anciano debía llevar a cabo era -:Juro guardar este secreto, aunque me
doloroso. Tenía que arrojar al fuego aquellos cosan los párpados con hilo y aguja -dijo
buenos años de su vida. Y eso era como arro- Julián. Y su mano cayó sobre la mano de Lila,
jaral fuego las trenzas de Lila, la mirada casi sobre la mano de Diego, sobre la mesa.
gris de Diego. Era como decirle a la muerte
que ya podía desensillar.
De todos modos, el feo asunto de quemar -Y bien -dijo donJulián parado frente a la
sus once años ya no podía demorarse. DonJulián chimenea de su cuarto--. Mis queridos amigos
cerró los ojos. Quería recordar, por última vez, el no están aquí. Me toca realizar esta última tarea.
tiempo en el que había sido capaz de creer en lo En ese momento, para fortuna de la ciencia
que está más allá de las apariencias. y también de la magia, para fortuna del conoci-
-¡Que el secreto muera con el último de miento, donJulián oyó a su nieta llamándolo:
nosotros! -repitió en la soledad de su habi- -¡Abuelo! -gritó la niña-. Dice mamá
tación. que bajes a cenar.
Pero antes de hacer lo que estaba pensan- -Ya voy...
do, donjulián se distrajo recordando un viejo -Dice que te apures, porque se enfría la
juramento. carne.
¿Qué pasa con la gente, que tanto se asus-
ta del frío? ¡Cuidado con el frío de la plaza!
-:Juro guardar este secreto, aunque me ¡Cuidado con el frío de la cena!
atornillen las uñas -dijo Diego. Y puso su Don Julián movió la cabeza con desilusión.
mano sobre la mesa. Cada día se convencía más de que habían hecho
-:Juro guardar este secreto, aunque las muy bien en decidir que las evidencias debían
trenzas se me llenen de hormigas coloradas desaparecer sin dejar rastros. ¡No era posible re-
velar semejantes secretos a personas que se asus-
taban de algo tan simple y natural como el frío!
Imposible). F:l GlmEMI fue fondado el día 2 de mayo del alto 2071. La fec.ha
de su fundaóóp coincid e exactamente con el ccntcnado del nacimiento -Es una buena decisión -pensó el an-
de rlon julián, hecho que habfa tenid o lu¡.r.tr e n los sul)lu·bios de la dudar!
<le Santa Fe el 2 de mayo de 1971.
ciano.

10 11
L!u.'INA Boooc EL MAPA IMPOSIB~ll

Iba a aprovechar el impulso de aquel Todo estaba escrito allí con letra de Lila. Él
pensamiento para hacer lo que debía, pero recordó que Lila se mordía la punta de la len-
la voluntad no le respondió. Era urgente que gua para escribir.
inventara una mentira para sí mismo, se la -¡Papá!, no me hagas repetir las cosas
contara y se la creyera: como si fueras un niño -insistió su hija.
-No es conveniente dejar tanto papel ar- Ern.inútil discutir con ella... El anciano besó
diendo sin nadie que esté vigilando. Lo haré a su nieta. Los dormitorios estaban arriba y, esa
antes de acostarme. noche, las escaleras llegaban al cielo.
Volvió a colocar el secreto en su sitio, y -Ahora sí ha entrado frío a esta casa.
bajó a cenar. -Donjulián se apoyó en la baranda de ma-
-Si tu comida se enfrió, puedo recalen- dera oscura.
tarla -ofreció su hija. Su corazón viejo se le cayó al fondo de] pe-
-Está bien así. cho, como si se hubiese soltado el clavo que lo
-Si tenés frío, puedo cerrar la ventana. sostenía. Todo se puso oscuro. Oscuro más allá
-Está bien así. de la baranda, más allá del techo, más allá del
Un poco más tarde, la hija de donjulián rostro de su hija que estaba gritando algo.
consideró que era tiempo de que el anciano -¡Papá, por favor!
se metiera en la cama. "Papá, por favor". ¡Corno si él pudiera
-Papá, es hora de que te vayas a descansar. hacer algo! Si ni siquiera había podido su-
"Es hora de quemar sus trenzas", pensó el jetarse con las manos en la baranda de la es-
anciano. Y fijó los ojos en el televisor aparen- calera.
tando interés en las noticias. Pero su hija era Cuando don Julián abrió los ojos, estaba
una mujer metódica e insistente: acostado en su cama. De inmediato, supo que
-Papá, ¿me estás escuchando? Es hora esa era la última vez que despertaba. Su hija
de que te vayas a descansar. y su nieta estaban a su lado. Entre las dos no
-No estoy cansado. lograban completar una sonrisa.
-Papá, ¡estoy viéndote la cara! Afuera de la habitación, algunas personas
Suerte que le veía la cara, y no el alma. estaban hablando con voz baja y esponjosa.
Porque en el alma de don J ulián estaba es- La misma voz con la que hablarían las fotos
crito su secreto con letra redonda y prolija. antiguas, si pudiesen hacerlo.

12 13
LILIANA Boooc
EL Ml\P/\ IMl>()SIBLE

La mirada de don J ulián cayó sobre el cajón Entonces sucedió algo imprevisto. Su nieta,
donclc..· guardaba el cuaderno a rayas. ¡De alguna igual que muchos años atrás lo había hecho Lila,
manera tenía que levantarse, y arrojarlo al fue- se acercó a su oído para hacerse entender:
go! ¡De algún modo tenía que encontrar fuer- -Yo leí tu cuaderno, abuelo. Lo leí mu-
zas para hacerlo! Sintió que estaba logrando
chas veces. No tengas miedo ... A lo mejor, la
incorporarse. Trabajosamente consiguió sen-
muerte también es un lugar, y tiene plazas, y
tarse en el borde de la cama y ponerse de pie. tiene amigos. 3
Ahora solamente faltaba dar tres pasos.
A donjulián le pareció muy extraño que
su hija y su nieta, que seguían junto a él, no
Los pensamientos del anciano tardaban
intentaran detenerlo.
en tomar forma, eran igual que figuras bru-
Un golpe de lucidez le hizo comprender
mosas que andaban por su cabeza en cámara
que seguía acostado en su cama, sin haber lenta. ¿Sería posible que su nieta fuera una
lo~Tado mover ni un músculo. ¡Pura ilusión
digna heredera del secreto ... ?
de moribundo! El cuaderno de los secretos
La habitación de don Julián se enfrió de
seguía lejos de su alcance.
pronto. La muerte se movía con la precisión
El corazón de don Julián estaba atado a de un enfermero.
la vida por un hilo de sangre que se iba adel-
Y el hilo de sangre cada vez más delgado,
gazando. Una ambulancia cruzaba esquinas
hilo que casi ... , que ya no podía estirarse, que
como un pájaro blanco.
se hacía transparente donde iba a romperse,
El secreto estaba a pocos pasos de su cama;
donde iba a romperse ... Donde se rompió.
pero el hilo de sangre no podía estirarse tanto.
Donjulián quiso hablar con los ojos; qui-
so contar la historia de tres niños y un secreto.
Y ya no pudo hacerlo. "Tal vez, debí contarlo
antes", pensó. ~Vale aclanir que el concepto "lugar" loma aquí un significado t'spedfico.
El O:DEMf 1ient· por objcLO de estudio aquellos lugares que 110 owprm
Se escuchó la sirena de la ambulancia que cspario, en d sentido tradicional que suele atribuírsele a esta noción. Ha)'
llegaba. Su hija salió de prisa. Jugar...s q11 e tienen apariel)cia de juego., infantiles. üu·os par·ecen cl símo-
ma de u11a enfermada<!. Otros. la scmencia de un juez. Todos t'. llos poseen
En la habitación quedaron donJulián, su caran<:nsticas particulares, registros y comportamientos 4ue no muestran
nieta y un delgadísimo hilo de sangre. r{'gularidad. Esto ha impedido. hasta el pn:~ente, qn«> los i.J1veslÍ)(aclort'.S
dd Cl'Ol'MI pudieran t'.Stableccr leyes universales para explicarlos.

14
15
LOS EXPLORADORES

mpezó con tres niños que vivieron en el

E mismo barrio, así de simple. El mismo


barrio, la misma escuela. Sus madres
conversaron cada mañana en el almacén, sus
hermanos mayores se despreciaron y sus pe-
rros orinaron los mismos umbrales.
Empezó con dos niños de once años in-
tentando burlarse de una niña que hacía mo-
risquetas frente a una vidriera.

Julián y Diego caminaban hacia la pla-


za pateando una lata abollada. Sobre la
vereda amarilla, la lata hacía más ruido que so-
bre la vereda roja. La lata que habían elegido
ese día conservaba un pedazo de la etiqueta
que alguna vez había anunciado con orgullo:
Duraznos en Almíbar. El resto era una contor-
sión oxidada que rodaba desde las zapatillas de
Julián, duraznos en almíbar y óxido, hasta las
zapatillas de Diego. Y de inmediato regresaba,
óxido y duraznos. Iba y volvía, almíbar y óxido.

17
LIUANA Boouc EL lvlAPA l),,JJlOSUILE

.Julián fue el primero en verla. Era nueva preguntara por el motivo de la risa. Cuando eso
en el barrio, y encima usaba trenzas. ocuniera, ellos podrían reírse con mayor impiedad.
Era niña, era nueva, usaba trenzas... y esta- Así el asunto seguiría creciendo hasta que
ba parada frente a la vidriera de la mercería ha- la de trenzas saliera corriendo ¡Con un poco
ciendo gestos extraños con las manos y la cara. de suerte, hasta se tropezaría antes de doblar
La habían visto muy pocas veces desde la esquina!
la llegada de su familia al barrio. Y nunca de Pero Lila era Lila. Se puso seria. Ni enoja-
cerca. Ahora tenían una gran oportunidad da ni avergonzada; solamente seria. Y les ha-
para hacerle saber que ellos eran los dueños bló a los dos niños que seguían retorciéndose
indiscutidos de las veredas. de risa en el reflejo de la vidriera.
-Se ríen -afirmó Lila.
¡Una afirmación, en ese caso, no tenía
Las manos de Lila caminaban por la vidrie- sentido! Se ríen ... ¡Eso no ayudaba en absolu-
ra, como arañas. Torcía la nariz y la boca. De to para el ataque final!
r~pente, dos niños aparecieron en el reflejo. No obstante eso, Diego y Julián intenta-
Lila no se sobresaltó; ni siquiera se dio vuelta r on avanzar con la hostilidad. Pero la carca-
para mirarlos. Al contrario, continuó maltra- jada que conseguían armar era tan estúpida
tando con sus muecas a una preciosa muñeca que ni ellos mismos pudieron soportarla.
vestida de azul, que estaba sentada sobre su Además, la niña continuaba dándoles la es-
correspondiente caja. La muñeca parecía la palda; y eso los dejaba sin estrategia.
reina de las puntillas y las cintas, la santa de los -¿Por qué estás peleando con una mu-
carreteles de hilo, la heroína de los alfileres. ñeca? -preguntó Julián.
-¡Está haciéndole burla a una mufieca! Diego lo miró con desaprobación. Lo que
Julián y Diego querían dejar muy claro su amigo acababa de decir tenía más de inte-
que eran malos, que la detestaban por innu- rés que de crueldad.
merales motivos, empezando por las trenzas. -Porque está vestida de azul, pero es
Y que no se detendrían hasta hacerla llorar. mentira que está enferma.
-¡Está haciéndole burla a una muñeca! Recién entonces Lila se dio vuelta. Su ros-
Ellos esperaban que la nueva se diera vuelta tro era casi tan simple com.o el de la muñeca.
con cara de niña y, toda colorada y quejosa, Aunque un poco más blanco.

18 19
l.u.IAM Boooc
EL MAPA lMPOSISl.B

-Nosotros íbamos para la plaza. -Diego Desde ese día, fue habitual verla cami-
tardó meses en comprender por qué había nar entre Julián y Diego, vereda arriba, vere-
invitado a Lila ese día.
da abajo, pateando latas con el pie derecho,
Los tres niños empezaron a caminar sumi- arreando hormigas, saltando charcos cuando
d.~s en ese silencio avergonzado de los que re- la ayudaban ... Jugando un juego que nunca
cien s~ conocen pero saben que van a quererse terminaría.
para siempre.
-Él se llama Diego -anunció Julián.
-¿Y quién te preguntó? -Diego que-
ría pelear con alguien para defenderse de la
vergüenza.
-Yo pregunté -dijo Lila. Y a nadie se le
ocurrió que estuviera mintiendo.
-Él se llamajulián -anunció Diego.
-Yyo, Lila.
Incapaz de soportar en silencio el extra-
110 sentimiento que tenía,Julián abrió la boca
para d<'cir algo. Cualquier cosa:
- Pero a todas las niñas les gusta jugar
con las muñecas.
Lila negó con Ja cabeza:
-No -dijo-. A todas las muñecas les
gusta jugar con las niñas.
Entonces, los malvados del barrio tuvie-
ron miedo. Algo había que hacer para recu-
perar el coraje.
. -De acá a la plaza corriendo -propuso
Diego.
-Una de mis piernas no sabe correr
-respondió Lila.

20
21
Diario de los exploradores
l barrio era bajo, razón por la cual el

E cielo aún existía para aquella gente.


En el barrio donde vivían Diego,Julián
y Lila, los árboles lograban convivir con los
cables, las veredas mantenían su sentido pla-
centero. Y el ruido de las persianas metálicas
bajándose a las trece en punto, justo cuando
las casas olían a comida, instalaba una tre-
gua... Dos horas durante las cuales los espejos
ganaban importancia dentro de los ambien-
tes oscurecidos por las cortinas. Mientras al-
gunos televisores contaban en voz baja, para
no despertar a los durmientes, historias de
amor con nombres propios exagerados.
Julián avisaba que se iba.
-¿Adónde?
-A jugar.
-¿Con este calor... ?
-Yo no tengo calor.
Entonces el adulto repetía con resenti-
miento:
-''Yo no tengo calor". Y después venís in-
solado...

25
LrUANA Bor.><x
EL MAPA IMPOSIBl.B

-Hoy está nublado. -Cereza y pistachio -pidió ese día.


-Peor... Porque no lo sentís, pero el sol Mientras duró el helado casi no hablaron,
quema igual.
porque el calor no daba tiempo.
-Voy con Diego y Lila. -¿Qué podemos hacer?
-¿Con Lila... ? -Y el rostro del adulto se Como respuesta siguieron caminando.
dulcificaba, como si estuviese reflejando la Lila iba en el medio, arrastrando un poquito
expresión de la niña que pocos comprendían su pierna pálida.
pero todos amaban. Cuanto más lejos de la heladería, menor
La escena, cuestiones más o menos, se re- tutela barrial. Un poco después, las cuadras
petía en la casa de Diego. dejaron de ser familiares. Ellos, sin embargo,
-Voy conjulián y Lila. caminaban como si supieran exactamente ha-
-Ah, con Lila. cia dónde iban.
Tal vez la única diferencia digna de ser En una bocacalle, Lila se sobresaltó.
mencionada, corno un claro gesto del desti- -¿Qué pasa?
no, fue que esa vez la tía de Diego, de visita en -Vi una sábana. -Y agregó-: Iba vo-
su casa, sacó de su cartera lo suficiente para lando.
tres helados. Y un poco más... -El viento la habrá arrancado de la soga
-dijo Diego.
Lila se quedó callada. Julián también. No
La heladería era lo único vivo a esas horas. 4 corría viento ese día.5
Allí llegaron los tres cuando los relojes del ba-
rrio marcaban las catorce con quince minutos.
Diego jamás pedía helados de fruta. La tarde se ponía oscura... Los nubarro-
Ju1ián siempre demoraba en decidirse más de nes corrían hacia el mismo lugar del cielo
lo aceptable y acababa eligiendo por vergüen- para una reunión siniestra.
za. Lila pensaba en los colores.
~ A!'ios más tarde. los investigadore~ del C.ED.EM• determinaron la existencia
de indicios que anuncian 1~ cercanía de un Lugar Imposible. La sábana
·•Los veranos santafecinos se. caracterizan por sus elevadas temperaturas.
voladora que los explorarlores m encionaron en su dia1io de bió de ser, sin
Y en los suburbios de Ja ciudad rapital de Sama Fe, durante las primeras
lugar a dudas, uno rlc tales indicios. De más está decir qui:., por ese enton-
horas de la tarrle., la ma} oría de los seres .,.;vientes pennanece al amparo
de la sombra. ces, aquellos niños no estaban capacitados para reconocerlo. Y, mucho
tnenos, para descifrarlo.

26
27
ÚUANJ\Boooc EL MAPA IMPQSIDLll

Un colectivo amarillo y rojo venía por Un rato después, los pájaros tomaron
una calle angosta, haciendo tiempo. Tal vez, otro rumbo.
el chofer pensó que los niños deseaban subir, El hombre que llevaba puesto demasiado
y no quiso hacerlos correr hasta la parada. abrigo para tanto calor se levantó de pronto,
Total, venía demasiado adelantado. Detuvo el rozó el timbre con la punta del dedo anular y
colectivo y los animó con una sonrisa. se bajó mucho antes de que el colectivo aca-
Nijulián ni Diego ni Lila fueron capaces bara de detenerse.
de despreciar la gentileza. El vuelto de los he- El paisaje alrededor no era amistoso: casas
lados alcanzaba para los pasajes de ida y de cuadradas y pintadas con el color de la humedad
vuelta. Y no tenían nada mejor que hacer. profunda. El aire vaporoso, y ningún árbol.
Subieron, se sentaron en el último asiento. -Mejor si bajamos acá -dijo Diego-, y
Lila se arrodilló de modo que quedó mi- tomamos el colectivo que vuelve ...
rando hacia atrás. Las pocas personas que Como era el más capacitado para tratar
viajaban iban dormitando. Todos, menos un con adultos se levantó y fue hasta el asiento del
hombre alto y delgado, demasiado abrigado chofer, jugando a que perdía el equilibrio.
para un día de calor. -¿Por dónde pasa el colectivo que vuel-
-¿Cómo se llama cuando muchos pája- ve? -preguntó.
ros andanjuntos? -preguntó Lila. -Caminen por esta calle. -El chofer fre-
-Bandada. nó en la esquina con brusquedad y remató-:
-Ahí pasa una bandada de sábanas. Dos cuadras.
Sus dos amigos giraron por instinto y mi- Debido a que ya había parado y los mira-
raron el lugar del ciclo que Lila señalaba. Era ba por el espejo, Diego, Lila y Julián bajaron
verdad. U na bandada de sábanas enroscadas, casi por obligación. Igual que habían subido.
anudadas de tal modo que semejaban aves de El colectivo se alejó sin girar a mirarlos.
enormes picos y enormes alas, volaban con Los grandes pájaros ya no estaban. Y ellos se
gracia en la misma dirección que llevaba el dispusieron a seguir las indicaciones recibi-
colectivo. Casi todos dormían... Diego dijo das: por esa misma calle, dos cuadras.
"Le aviso al chofer", pero Lila se asustó: La calle indicada por el chofer era angos-
-Si le decimos, las van a capturar. ta y estaba flanqueada por paredones.
-Parece un pasillo -dijo Diego.

28 29
lAIANA Boooc

-Un pasillo triste -dijo Julián. Diego se dio cuenta de que no sabían qué
-Todos los pasillos son tristes -respon- colectivo estaban esperando.
dió Lila. -¿El que es amarillo y rojo?
-¿Por qué? -le preguntaron. La mujer no contestó enseguida, como si
-Porque nadie se queda -y aclaró-, hubiese tenido que recordar.
porque todos pasan. -Sí -respondió-: Ese mismo.

Los tres niños continuaron avanzando sin Ningún auto pasaba por la calle, tampoco
imaginar que estaban muy cerca de conocer había autos estacionados. Solamante la insisten-
un Lugar en la singular inmensidad del Mapa te mirada de la mujer que esperaba el colectivo
Imposible.6 hacía suponer que allí existían la dirección, el
Cien metros por el pasillo, y llegaron a recorrido, las flechas y los puntos cardinales.
una esquina. Cien metros más y estaban en De tanto en tanto, Lila alzaba la cabeza
la calle por donde pasaba el colectivo que iba buscando los pájaros de tela blanca.
a llevarlos de regreso al barrio. La parada no -¿Adónde tendrán sus nidos? -dijo en
tenía señales, salvo la presencia de una mujer voz alta.
delgada, de pie junto a un poste, que miraba El comentario logró que la mujer le presta-
con ansiedad. ra atención. Inquieto, Diego le hizo a su amiga
-Señora -esta vez habló Lila-. ¿Usted un gesto de silencio. Pero como Lila sabía que
espera el colectivo? la curiosidad insatisfecha es dificil de soportar,
La mujer era tan delgada que no pudo y no quiso que aquella señora delgada tuviera
sonreír. que convivir con una espina, decidió mentir
-Sí -respondió. un poco.
-¿Adónde tendrán sus nidos los colecti-
vos amarillos y rojos?
0 Que nadie piense en mapas tal cual los conocemos. Es decir, que nadie Tal vez para aliviar el aire absurdo de esa
piense en proyecdooes cartográficas que reproducen subre una hoja pla-
na la superficie esférica de la Tierra, indicando su~ contomos, extensiiln pregunta, tal vez porque empezaba a preocu-
~ accidentes geográficos. El .:Vfap-.t Impüsiblc será, cuando logre serlo, una
mauiz dinámica de relaciones espacio-temporales. Vale decir, un corúunto
parse, Julián encontró un modo de llevar el
de dalos y fórmulas que difícilrnenlC pueda graficarse en su totalidad. tema hacia un sitio más razonable.

30 31
LIUANA Boooc fa, MAf'll IMPOSIBl.H

-¿Demoran mucho en pasar? -No -respondió Lila-. El hombre


Como si tomara de pronto la determina- demasiado abrigado estaba en el último
ción de ser sincera con los tres desconocidos, asiento.
la mujer abrió su cartera y sacó la foto de un
hombre joven y sonriente.
-Yo no espero para subir. Espero que él Hubo una breve deliberación entre va-
descienda. rones que concluyó en que era mejor seguir
Lila fue la única que tomó en serio la foto caminado por la misma calle. A lo mejor,
y el comentario. encontraban otra línea que los llevara de
-¿Es su hijo? -preguntó. vuelta. O alguna persona, o un kiosco abier-
--Claro que no. -La mujer se acomodó el to, o un cartel, un policía, un perro ...
cabello con evidente disgust~: Es mi esposo. En respuesta a esa lógica urbana, dos cua-
dras después apareció otra parada. De nuevo,
señalada por la presencia de una mujer delga-
El colectivo amarillo y rojo apareció a lo da y canosa, de pie junto a un poste.
lejos. Diego buscó en sus bolsillos el vuelto de -Es parecida ... ¡Es solamente parecida a
los helados. la otra! -Julián se adelantó para evitar el co-
Amarillo y rojo, el colectivo venía tan mentario que Lila estaba a punto de hacer. Y
rápido que parecía anaranjado. Julián hizo él no tenía ganas de escuchar.
seña con anticipación para que se detuviera. -Porque la otra -se sumó Diego- no
Muy rápido, absurdamente rápido para esa tenía el pelo blanco.
soledad y ese silencio. El brazo de Julián se Cuando pasaron junto a la mujer, Lila fue
sacudió con insistencia. la única que pudo mirarla.
-¡Eh ... !
Demasiado rápido para pensar que iba a
detenerse o, incluso, que se había detenido Dos cuadras después, otra parada. Y otra
alguna vez. Julián entendía, al fin, la indigna- mujer de pie junto a un poste, delgada, cano-
ción de su madre cuando un colectivo pasaba sa y sostenida en un bastón.
de largo, dejándola con el brazo estirado. Con el único fin de no pasar junto a ella,
-Encima iba vacío -dijo Diego. Julián se detuvo para ajustar los cordones

33
LllJANA ªººº" F.t MAPA !Ml'O.\IKI F

de las zapatillas. Mientras tanto, Diego tuvo La niña negó con la cabeza.
tiempo de inventar otra excusa. -Me gusta venir acá mientras espero que
-Si te duele la pierna nos sentamos un mi papá vuelva a casa.
rato. -¿Por qué tenés un collar de botones?
La pierna de Lila había dejado de doler La pregunta de Diego hizo un ruido feo,
mucho tiempo atrás. y Lila intentó suavizarlo.
-Está bien -dijo, para evit.arles a sus ami- -Es lindo -dijo.
gos la vergüenza de aceptar que tenían miedo. Animada por el comentario, la niña con-
Un umbral caliente que alcanzaba para tó que ella misma se lo había hecho. Y contó
tres fue el lugar elegido. que a su amigo también le gustaba, y que su
-Cuando venga el colectivo, corro y lo amigo andaba por allí buscando ángeles.
paro -dijo Diego. -¿Cómo buscando ángeles? -preguntó
Estaban cansados y sedientos, a causa del Diego.
sol, a causa del helado. Primero uno, después Pero antes de que pudieran escuchar la
otro, después los tres apoyaron la cabeza en respuesta, y cuando ya nadie pensaba en él, un
las rodillas. colectivo amarillo y rojo aminoró la marcha
hasta detenerse. Primero subió Lila, después
Diego, después Julián. La niña del collar de
-Hola. botones les dijo adiós con la mano en alto.
Diego, Lila yJulián se irguieron de inme- El colectivo pasó junto a otra mujer del-
diato. Una niña los miraba sonriente. gada,joven y rubia, que no lo detuvo para su-
-¿Estaban durmiendo? birse y, en cambio, miró hacia adentro. A dife-
Ninguno supo qué responder. rencia de las otras, esta mujer sonreía. Como
Diego calculó que la recién llegada ten- si recién iniciara su espera.
dría unos ocho años. Julián calculó que tendría
siete, y además imaginó la existencia de un
hermano varón mucho mayor que ella. Lila El hombre demasiado abrigado cn1zó la
pensó que debía ser de esa gente a la que 1.e calle frente al colectivo.
gustaba dihqjar en invierno. Un poco después reconocieron la aveni-
- ¿Vivís cerca? -preguntó Julián. da que los llevaba de regreso al barrio.

34
35
P
ocos días después, Julián y Diego deam-
bulaban por el barrio. Era viernes y ano-
checía. El anochecer no es una casuali-
dad, como tampoco podía serlo el hecho de
que aquella casa, al fondo de un largo pasillo
lleno de macetas, tuviera luces de colores que
se adivinaban ciertas noches entre las cortinas.
"Esa", decían las vecinas, madres y novias
cuando se referían a la joven mujer que vivía
allí.
Por eso no puede decirse que fue casua-
lidad que Diego y Julián no buscaran a Lila
ese día ... Lo que iban a hacer era solo para
ellos dos. En todo caso, para contar en el re-
creo a los varones del grado.
Habían decidido esperar a que el auto gris
estacionara y bajara el hombre de anteojos
que siempre traía un paquete de la confitería
de la vuelta. Recién entonces iban a avanzar
por el pasillo para espiar, escuchar, entender
lo que pasaba en aquella casa perfumada y
linda como su dueña.

39
ÚLIA!<A Boooc
EL MAPA ll>ll'OSmLC

Julián y Diego caminaban despacio. Era Cuando llegaron a la casa donde vivía "Ja
seguro que tendrían que dar algunos cuantos mujer esa" que, según decían las madres, las
rodeos antes de poder entrar. vecinas y las novias, usaba ropa muy costosa,
Julián fue el primero en notar que varias el auto gris estaba estacionado en la puerta. Y
paredes mostraban leyendas pintadas con ae- por Ja ventana se veía una luz que no estaba
rosol. Se detuvo a leer: pensada para iluminar, sino para embellecer.
"ESTAtvIOS EN UNA TRl!\ICHE.RA ABIE.R.1;.\ Et\TRE N<>-
SOTROS Y NOSOIROS". 7

. ~q~el anochecer de viernes, Diego y -Vamos -Diego dio el primer paso. De


Juhan iban camino a espiar lo que no de- noche, aquel pasillo parecía más largo de lo
bían. Actitud que, a veces, nos lleva a sitios habitual. Apenas habían avanzado, cuando
inesperados. una silueta en la ventana los obligó a escon-
-jÜtra! -señaló Diego en la vereda de derse detrás de una de las grandes macetas
enfrente. con malvoncs. U na canción se escuchaba des-
"N t...:"ESTRAS ARMAS SUENAN COMO GUITARRAS de la casa.
ELÉCTRICAS". -Es Charly García8 -dijo Julián-. .Mi
Parecía que quienes habían pintado esas hermana lo escucha todo el día.
leyendas se dirigían al mismo sitio que ellos, A Julián le resultó incómodo que su her-
puesto que aparecieron, como guiándolos, mana y Ja majcr de mala fama tuvieran los
durante todo el trayecto. En otra pared el ae- mismos gustos musicales.
rosol había escrito:
"TENEMOS UNIFORYIES CON LA LENGUA
AFUERA". Fue en ese momento que se hizo oír e]
Y un poco más allá: redoblante de una batería.
"A VECF.S NlJESTRA TRISTEZA PARECE FURIA". -Es al lado -susurró Diego.

~~ucH<1 ~cy~nda en la pared era, al igual que los pájarns sábana, un in-
7 8
Carlos Alberto García Lange, n1t;jor conocido como Charly García, fue
?Jc10~11!" indicaba la cercanía Ó<,; un Lugar Imposibk. En d presente, los un afama do músico di> rock. Rastreando el material perio<lístico de Ja épo-
11wesugadore~ del cr:DEMI U<1hajan en la sistematización de dichas seúales, <:a, encontramos que se U'alaba de un artiMa co11 personalidad rebelde y
~r~1.1ramlo establecer relac10ncs regulares entre el úpo específico de los cxcém~ca. cap:v de bajarse los pamaloncs r"n pleno recital, o de arrojarse
mclmo.~) lo~ lugares asociad~ a ello.~. a una p1scma desde un no,·eno piso.

10 41
L IUANA Boooc
El. MAPA IMPOSIBLE

-Sí, es aJ lado. -¿Lo ves a tu hermano? -preguntó


Ambos sabían que, desde hacía ya varios Julián.
años, la casa que lindaba con el pasillo de -No -contestó Diego. Y agregó--: Pero
"esa mujer" estaba abandonada. Los vecinos ahí está mi primo.
hablaban de un problemajudiciaJ, un caso de -¡Ahá! -afirmó Julián-. Allá está mi
herencia que había ido a juicio... hermana.
Las sombras, las arañas y el polvo, que no
necesitan permiso de un juez, eran sus únicos
habitantes. Al menos hasta ese día. Porque Quién sabe si hicieron ruido o hablaron
después del toque de los platillos, se oyó cla- demasiado alto, pero un chico muy delgado y
ramente una voz que decía: vestido de negro los descubrió.
-Recordemos que ahora el lobo está -¡Eh, loco! -gritó.
suelto y el cordero está atado. Los demás giraron la cabeza para mirar-
los. Y los que parecían tener cierta represen-
tatividad caminaron hacia la pared donde
El interés de los dos intrusos dejó de ser la Diego y Julián empezaban a arrepentirse de
ventana iluminada de la mujer de mala fama, aquel anochecer de viernes.
y pasó a ser la casa que lindaba con la pared
del pasillo. Por suerte esa pared no era alta, de
modo que, pisando los inacetones, podía verse Muchas voces les dijeron que bajaran, y lo
del otro lado. hicieron con distintos estilos: bien y mal, con
En el fondo, grande y lleno de maleza ge- burla y con desconfianza, con alegría y con
nerosamente crecida durante varios veranos, escepticismo.
había un numeroso grupo de gente. Algunos -Mejor nos vamos -dijo Diego.
estaban sentados en el piso con las piernas Para qué estaban allí, fue la pregunta im-
cruzadas, al estilo cacique de Hollywood, mi- placable que los detuvo.
rando con atención a un muchacho de jeans Los dos niños comprendieron que lo me-
y remera blanca que, en ese momento, les jor era decir la verdad:
estaba diciendo que sólo comía sopa de al- -Para espiar, ¡pero no a ustedes! -se
mejas. apresuró Julián.

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43
Lll.IANA BO l)OC E1. MAPA IMP0.~J8Lb

-A la mujer del fondo -completó -Una trinchera con música.


Diego. -Un espejo que nos deforma.
Muchos de los varones presentes sonrie- -A veces nos deforma.
ron como si comprendieran o recordaran. De -Y otras veces, no.
inmediato, y obrando como si los recién llega- -Para ser de los nuestros hay que saber
dos no estuvieran, carecieran de ideas propias pelear contra uno mismo.
o fueran cucarachas, comenzaron a deliberar -Para ser de los nuestros hay que cavar
acerca de si aquellos dos ya estarían capacita- hacia arriba.
dos para integrarse a sus filas. Las opiniones -Para ser de los nuestros hay que atrave-
eran muy diversas. Las chicas, en su mayoría, sar descalzos las cenizas de la infancia.
querían darles una oportunidad. -¿Les da?
Por fin, el de jeans y remera blanca les No. Ni Diego ni Julián tenían ganas de
dirigió Ja palabra. Casi enseguida, se sumó un quedarse allí. Ellos todavíajuntaban figuritas,
chico de rastas, y una chica de medias colori- y no era tan malo.
das, y el de anteojos oscuros y enormes aunque -Igual, van a volver -dijo el de rastas.
era de noche, y otra y otro... Julián y Diego se Una chica de pelo cortito y ojos enormes
esforzaron por sacar algo en limpio. Y Jo que habló por primera vez:
pudieron entender, según quedó asentado en -Algunos antes, otros después ... Pero to-
el diario de los exploradores, fue esto: dos llegan y todos se van.
-Acá no tienen cabida los cobardes ... Hubo un breve silencio antes del grito.
-Ni los niños. -¡No es así! -Y un acorde estremece-
-Acá no está tu vieja para correr a con- dor-: ¡Algunos nos quedamos para siempre!
solarte. El hombre giró en su taburete de piano
-Aunque los brazos te parezcan pres- y saludó. Tenía la risa incompleta y un bigote
tados. mitad y mitad.
-Aunque Lodo te parezca una mierda.
-A veces te parece una mierda.
-Y otras veces, no.
-Esto es una trinchera.
-Yun espejo.

44 45
EL TERCER PASILLO

"Allí entendimos el terrible significado de la


Piedra".
Diario de los exploradores
ños después, don Julián recordó

A
juego.
aquella tarde pensando que no era
difícil ver la maquinación detrás del

Cómo no comprender que la extraña jeri-


gonza que los niños utilizan para determinar
puestos en rueda, quién sale y quién entra,
quién cuenta y quién se esconde, quién vive y
quién muere, proviene de antiguas cábalas. Y
que su potencia para atraer la maravilla se re-
nueva a diario en los barrios del mundo.

Ape tei sem brei... Eso debieron entonar las


brujas en sus aquelarres azufrados, desnudas
en la bruma estival o envueltas en mantas la-
n'udas durante el invierno.
Cómo ignorar que en esa repetición mi-
lenaria se oculta la fuerza de una hermandad
pagana que, muerta mil veces, vuelve a la vida
en esos estribillos incomprensibles. Ma me mi
surquí. .. y resucitan las hechiceras.
Los niños juegan en una plaza de París
y se oye la corrida de un grupo de mujeres

49
Lu.1AN., l:loooc.:
EL .\IAVA IMVOSIHJ.E

perseguidas en un callejón empedrado del


-¡Acá! -decidió Diego. Y preguntó-:
siglo XIV. Juegan los niños en Jos cerros de ¿Cuento hasta cincuenta?
VaJparaíso y una bandada de cuervos alza vue-
La pierna de Lila los obligaba a prolon-
lo desde las torres de una catedraJ para pre- gar el tiempo.
sencia: el martirio de Juana de Arco. Apetei -Dale, hasta cincuenta.
sembrei en un patio de GuadaJajara, ma me mi La cuenta empezó.
s.urquí en una esquina de Amberes y aJ rey le -Uno, dos, tres, cuatro ...
sirven una flor negra como cena. Los niños
J ulián y Lila corrieron en la misma direc-
repiten el cántico en un parque de Roma
ción, seguros de que lo mejor era doblar la
los niños .vuelven a cantar en un parque d~
esquina. La voz de Diego dejó de escucharse,
Buenos Aires y Jas catacumbas transpiran san- pero costaba poco adivinar que ya iría, al me-
gre. ~antan en Budapest y en TegucigaJpa, nos, por el quince.
los nmos cantan en Quito justo a la hora en
-Dieciséis, diecisiete, dieciocho ...
que se ponen a hervir, en el mismo caldo, vír-
Corrían con el inicio de una angustia que
genes sin cabello y cerdos recién nacidos.
luego, apenas se agazaparan en el sitio elegi-
do, iba a acrecentarse. Quienes alguna vez ju-
garon a Las Escondidas conocen la sensación.
-¿A qué jugamos?
Porque el juego no tendría sustancia sin el mie-
-A Las Escondidas
do; como si realmente estuviésemos en peligro
- ,·Qmen
·~
cuenta ....;:>
y un verdugo feroz viniera por nosotros.
-Veintiuno, veintidós ...
Pero ese miedo tiene una explicación. Se
Julián y Diego sabían que a Lila le gusta- . trata del regreso de un terror antiguo; el que
ba contar y le dejaron el sitio.
sintieron las hechiceras perseguidas.
-Ape tei sem brei...
-Veintiocho, veintinueve ...
El primero en quedar a salvo fue Julián. Julián pensó en esconderse detrás de un
-Ape tei sem brei...
e norme gomero. No es que fuera un escondi-
La segunda fue Lila, que se salvó a sí mis- te inesperado; ya lo había usado otras veces.
ma. Entonces, le tocaba a Diego elegir el lu- Pero el árbol le daba la oportunidad de girar
gar de la Piedra, y contar sin darse vuelta. alrededor del tronco y salir corriendo hacia

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51
LJLIANA B O llOC E~ MAPA IMPOSIBLE

la Piedra con alguna ventaja respecto de su Alejarse de la Piedra no es sencillo.Jamás


perseguidor. debe hacerse sin tomar precauciones, porque
-¿Dónde vas a esconderte? -le pregun- algunos esperan muy cerca, y corren a ganar
tó a Lila, que corría a su lado. la libertad no bien el dueño de la Piedra se
Antes de la respuesta, escucharon unos pa- aleja unos pasos.
sos detrás. Alguien corría que no era Diego; por- En otro sitio, realmente en otro sitio, Lila
que Diego andaría recién por el treinta y tres. y Julián hablaban con la desconocida.
-Treinta y cuatro, treinta y cinco, treinta -¿Podemos ayudarla, señora?
y seis... La mujer estiró sus manos casi como si
-¡Niños! -Una voz de mt~jer los estaba fuese a acariciarles las cabezas; pero la caricia
llamando. no se cumplió.
Lila y Julián se detuvieron y giraron a ver. -¿Lo harían por mí?
La desconocida tenía una larga cabellera ne- -Claro -respondió Julián, que una vez
gra, que caía en bucles sobre la capa que la había socorrido a una anciana que no recor-
cubría. daba su domicilio.
-Niños -dijo, ya cerca de ellos-: ¿Han -¿Usted está perdida? -preguntó el
visto a la guardia real? n1no.
Esas eran las cosas que Lila podía enten- -Quizás -fue la extraña respuesta.
der con mayor facilidad que ellos. La mujer hizo silencio para escuchar:
-No, señora -respondió con naturali- -Están cerca -dijo.
dad-: No la hemos visto en el barrio.
-¿Están seguros?
--Sí, señora, estamos muy seguros. Bastante alejado de la Piedra, Diego avan-
-¿Ni siquiera han visto sus sombras? . zaba con cautela. Su mayor recelo era por
-Ni siquiera. Julián, así que silbó como lechuza con la in-
La mujer no parecía notar que más de tención de amedrentarlo.
cinco siglos separaban su vestimenta de la
que llevaban puesta los niños.
-Cuarenta y nueve. -Diego alzó la voz, -¿Oís? -La mujer subió la capucha de su
en señal de advertencia-: ¡Cin... cuen ... ta! capa-: Debo hallar un sitio donde ocultarme.

52 53
L1Ul\NJ\ Boooc

Ill MJ\PA IMl'(>SmLF,

Y corrió hacia el mismo árbol en el que


Julián pensaba esconderse. Llevaba puesta una expresión de cazador.
Los niños tienen facilidad para aceptar lo Su respiración era mínima cuando dobló
misterioso. Y también para dejarlo seguir su por la misma calle en la que Lila y Julián ha-
propio camino. bían encontrado a la mujer de capa.
-Vamos --:Julián alentó a su amiga para La calle estaba vacía. Pero el enorme go-
que buscara rápido un escondite. Él, por su mero llamó la atención de Diego. Era posible
parte, ya tenía otro en vista. que Julián lo hubiese elegido como escondite.
Sin decirlo, Lila le pidió aJulián que le permi-
tiera acompañarlo. YJulián aceptó, aun sabiendo
que eso le dificultaria llegar a salvo a la Piedra. En medio de la frondosa arboleda que ro-
-Bueno -dUo. Y tomó la mano de Lila deaba la mansión de doña Inesita había dos
para ayudarla a correr más rápido. hombres apilando ramas delgadas. No se trata-
En esta oportunidad,Julián se dirigía a los ba de los jardineros que J ulián conocía. Tenían
fondos de la casona de doña Inesita Salazar los torsos desnudos. Pero sus pantalones, y los
Femenía de Andrade Bocanera. La ancia- gorros que usaban, tenían acento extranjero.
na era el orgullo del barrio, y conservaba la No pasó demasiado tiempo hasta que los
enom1e mansión construida por su bisabuelo. hombres los descubrieron. Uno de ellos sacó
Construcción que, para ese tiempo, estaba a un odre que colgaba de un árbol y bebió con
punto de ser considerada un bien escultórico. toda la garganta. El otro, por su parte, les in-
Julián conocía a doña Inesita. También dicó que se acercaran.
conocía a sus perros. Y sabía que en su par- -¡Ea, ustedes dos!
que, escasamente mantenido desde que la ri- Con resolución varonil, Julián tomó la
queza se esfumara en malos negocios, podían delantera.
encontrarse buenos escondites. -Estamos jugando -explicó-, porque
doña Inesita nos d~ja entrar a su parque ...
Pero al hombre no pareció importarle
Mientras tanto, Diego caminaba lejos de aquella historia.
la Piedra, seguro de que Julián no andaba por -Si nos ayudás a cargar esta leña en el
los alrededores. carro te damos un pedazo de queso y dos pe-
dazos de pan. ¿Qué dices?

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Ln.IANA Borxx-

fa. MAPA fMPOSllllL

No es que Julián estuviese tan hambrien-


to como para aceptar el trato. Sin embargo, No muy lejos de allí, Diego se rascaba la
quiso saber de qué se trataba aquel asunto. cabeza después de dar una inútil vuelta algo-
-¿Adónde llevan la leña? mero. Julián no estaba allí. En cambio, en el
-¿Adónde creés? A la Plaza de la piso, y metido entre dos brazos de raíz~ había
Medianoche. un objeto especial. Tan especial que Diego lo
El nombre de aquella plaza, que por cier- alzó y se Jo echó al bolsillo con la intención
to no conocía, avivó todavía más la curiosidad de regalárselo a Lila.
del niño. En el vasto parque de doña Inesita, los
-¿Y para qué la llevan? -preguntó dos hombres empezaron a acarrear la leña.
Julián. -¡Pero doña Inesita no sabe que ustedes
Para entonces, Lila ya estabajunto a ellos, sacan leña para quemar bn~jas!
y también miró interrogante. Como la única respuesta fueron unas risas
-Para encender hogueras -respondió socarronas, Julián tomó una nueva decisión,
el hombre. Y mirando a Julián, agregó-: Y que le comunicó a Lila en voz baja.
bien ... ¿ayudas o no ayudas, pequeño? -Vamos a avisarle a doña Inesita.
LiJa insitía con las preguntas. -Ahá -respondió la niña, que también
-¿Y por qué van a encender fuego en esa conocía a la anciana.
plaza? De nuevo, corrieron de la mano; solo que
Entonces sí, el hombre perdió definitiva- ahora se dirigían a la mansión.
mente la paciencia y caminó hacia ella. Lila Julián tocó el timbre, que sonaba igual que
no retrocedió ni un solo paso. Tampoco pare- una calandria. Esperó unos instantes y volvió a
ció asustarse cuando el leñador bajó hasta su tocar. Por desgracia, nadie salió a atenderlos.
altura, cara con cara y voz agria. -Doña Inesita es un poco sorda -recor-
-No hay duda de que eres muy boba, dó Lila.
dos veces boba, o quizá tres. Tu padre debió -Es verdad. -:Julián pensaba como un
decirte que las brujas merecen ser colgadas detective-: Vamos por atrás. A lo mejor está
por los cabellos, con la boca cosida, para que la cocinera.
dejen de pronunciar sus conjuros. Quemadas Pero la cocinera tampoco estaba.
y chamuscadas, cocidas y sancochadas. En su lugar, dos mujeres hablaban sentadas
a cada lado de una mesa antigua, como lo era

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57
l tUANA BOIX>C

EL MAP1\ IM.POSJ BLE

todo en aqu.ella casona. Una de las dos muje-


res era muyJoven, casi una niña, y tan esbelta a su compañera-. Dalia, date prisa... Toma tu
como la trenza que caía sobre su hombro de- bolsa y vete.
recho. La otra era muy vieja. Y por eso mismo La joven buscó una capa que p endía de un
fue la que alzó la nariz en actitud de olfatear. perchero, y se la colocó sobre los hombros.
Lila yJulián habían sido descubiertos. -Es idéntica -dijo Julián, dirigiéndose
- ¡Aquí! a Lila en voz baja.
Por tercera vez en ese día, los llamaba un -Deberías decirnos qué cosas son idénti-
desconocido. ¿De qué se trataría ahora? Los cas -pidió LuJia, que lo había escuchado sin
niños podían elegir entre acatar la orden osa- dificultad .
lir corriendo. julián miró a Lila; y ella asintió -Las capas -contestó Julián-. La capa
con la cabeza. de Dalia es igual a la que llevaba puesta una
-Entremos -d~jo. mujer que encontramos cuando veníamos
hacia aquí.
.Apenas estuvieron dentro, la mayor de la5
m~1eres se presentó. Dalia dejó de la tarea de ajustarse los cor-
-Mi nombre es Lulia. dones de sus botas.
-Yel mío es Lila -düo Lila. -¿Y qué les dijo ella? -preguntó.
-El mío es Dalia - intervino la joven de -Dijo que debía esconderse. -La voz
trenza al costado. de Lila estaba del lado de aquellas mujeres,
-¿Alguien más que la fortuna los ha traí- y en contra de quienes desearan lastimarlas.
do hasta aquí? - preguntó Lulia. Fueran quienes fueran.
-No - respondió Julián-, nadie n os Sin duda, Lulia percibió eso, porque le
trajo. Estábamos jugando a Las Escondidas ... sonrió con tern ura. Y le pidió que se acercara.
~ -¡Sh?hI-Luliaesr:abaaliviada por lo que se -Desde que lanzaron la cacería, no h e-
vera a lo lejos--. Ya se van los hombres terribles. mos dejado de escondernos. Y temo que es-
-E1_Ios dic~n que j untan leña para que- taremos obligadas a hacerlo por toda la eter-
mar bnuas -Lila ya confiaba en aquella des- nidad. Nos ocultamos en los pliegues de las
conocida-. ¿Es verdad? estatuas, en los sótanos y en los campanarios;
-Claro que es verdad. Tan verdad como el pero siempre hallan a algunas de nosotras...
dolor del fuego. -De pronto, 1.uJia se dirigió Lulia se detuvo con la expresión de estar
viendo una escena horrorosa.

59
L11.1ANA Koooc EL MAPA fMl'(lSlllLE

-¿Y por qué quieren cazarlas a ustedes? de sus amigos. Yen ese mismo momento miraba
-preguntó Lila. hacia el parque de doña Inesita, evaluando po-
-Respóndeme esto ... ¿Por qué les gusta sibilidades y riesgos ... Si se equivocaba, si Julián
a los hombres cazar pájaros y encerrarlos en no había elegido los recovecos de la mansión
jaulas sin cielo? ¡Y mucho más si se trata de para esconderse, él estaba condenado a contar
aves raras o escasas! por segunda vez.
-Sí, señora -Lila había entendido. Pero la intuición, ese dictado ancestral
-Ybien, con nosotras pasa Jo mismo. Nos que suele socorrer a quien sabe escucharlo,
gusta cantar, preferimos leer libros de ciencia lo tironeaba hacia adentro.
antes que trajinar en cocinas ahumadas hacien-
do pasteles para hombres groseros. Nos com-
place observar el movimiento de las estrellas Para asombro de Julián, Lila parecía par-
más que pinchamos los dedos remendando y te natural de aquel conciliábulo de mujeres
remendando, sin que nadie nos dé ]as gracias. perseguidas, opinando con soltura acerca de
-Sí, señora. -Lila recordó las protestas cuál era el mejor modo de que Dalia llegara,
de su madre. sin ser vista, al gran muro de piedra detrás del
Con un ademán al mismo tiempo. suave y cual la aguardaba la libertad.
primitivo, Lulia logró cambiar la luz de la vie- -Ya es hora de que Dalia emprenda su
ja cocina. Fue casi imperceptible: unas aristas camino -decidió Lulia.
de diamante que cruzaban el aire, el resplan- -¿Por qué no vas con ella? -La pregun-
dor de unos ojos blancos. ta de Lila estaba dirigida a la anciana, que no
Lulia, Dalia y Lila estaban reunidas en un n10straba interés en salvarse.
haz de luz cobri;ta, cabeza con cabeza y mur- -Mis pasos son muy lerdos, y solo logra-
murando. Julián se quedó mirándolas desde rían retrasar su marcha.
su sitio, seguro de que se trataba de un asunto -¿No puedes transformarte en gato ne-
femenino en el que no tenía espacio. gro y escapar por los techos? - preguntó Lila.
La anciana Lulia sonrió con pena.
-Por supuesto que no puedo hacer eso
Fuera de allí, puesto en la tarea de encon- -dijo-: Pero no te acongojes, que yo inten-
trar gente oculta, Diego había seguido los pasos taré alguna cosa. Y si acaso llegara para mí

60 61
J3L MAl'A IMPOSIHLE

el tiempo de la hoguera, moriré aullando


-Mi papá dice que doña Inesita conoce
maldiciones que perseguirán a esos cobardes a mucha·gente importante.
por el resto de sus vidas y por el resto de sus
muertes. Como convocada por el comentario que
ponderaba la influencia de sus apellidos, doña
Un silbido se escuchó desde el parque. Inesita Salaz.ar Femenía de Andrade Bocanera
Lulia y Dalia se miraron con alarmada triste-
irrumpió en la cocina. Su humor no era el
za. Enseguida una voz llegó con claridad has-
ta la cocina. apropiado para historias de fuego y capas.
-¡El codo! --dijo en tono sentencioso.
-Sé que están aquí...
Ni Lila ni Julián entendieron eJ sentido
-¡Es Diego! -sonrió Julián. de aquel comentario.
-Estoy llegando ... Y no van a salvarse.
-Les di la mano, y ustedes se tomaron el
-Diego nos está buscando porque jugá- codo -aclaró la anciana.
bamos a Las Escondidas...
-Pero ... -quiso explicar Julián.
Pero nada de lo que Julián decía resultó
-Pero nada. Una cosa es que jueguen en
tranquilizador para aquellas mujeres, que, sin
el parque y otra, ¡muy diferente!, es que en-
decir palabra, salieron por la puerta que comu-
tren en mi éasa. ¿Con permiso de quién?
nicaba la cocina con el resto de la mansión.
-De nadie -:Julián intentó dar una ex-
Recién entonces, Julián recordó que plicación-. Pero ...
aquella era la casa de doña Inesita y que, con
-¡Pero nada! Ustedes dos se tomaron el
seguridad, ella no sabía lo que estaba ocu- codo.
rriendo en su interior.
Doña Inesita abrió la puerta de salida, y
-Tenernos que avisarle --dijo.
no iba a cerrarla hasta que los confianzudos
-¿A quién? -preguntó Lila.
-A doña Inesita. salieran de allí; cosa que Lila y Julián hicieron
de inmediato.
-¿Qué le avisamos?
-¡Eso se llama tomarse el codo!-senten-
-Que hay unas mujeres en su casa. Y que
unos hombres cortaron leña de su parque
ció doña Inesita en un intento aleccionador.
Por supuesto que Ditgo los encontró en-
r
para quemarlas vivas.
seguida. 1 1

-¿Y doña Inesita podrá hacer algo? -Lila


seguía pensando en ayudarlas. -¡Piedra libre paraJuJián y Lila, que sa-
len de la cocina de doña Inesital -gritó con

(1

63
L1~1A..'IA Boooc

una euforia exagerada. Y corrió con ventaja


hasta el lugar del triunfo.

ttf!!ff~h ~?ft-:e1!ff:~;ffU:{ef/.lf;J, .•
Un rato después, cuando el juego ya era gafü; poPqae na 'es•senétt/o e.
asunto pasado, Diego recordó lo que tenía en
el bolsillo.
-Mirá, Lila... Lo encontré a los pies del
gomero.
Extendió la mano, y era un collar hecho
de botones viejos y lejanos. Un collar que po-
drían usar los ángeles.

64
L
ila tenía una pierna sin música. Una
pierna izquierda que no podía saltar,
brincar, andar por los aires, ni moverse
con donaire. Una pierna que tropezaba y en
la calle se caía. Una pierna que no sabía abrir
la puerta para ir a jugar.
Tal vez por esa causa, Julián y Diego deci-
dieron mentirle. Uno dijo que esa tarde lo lle-
vaban a visitar a una tía que cumplía ochenta
años. El otro tenía que limpiar su dormitorio.
De lo contrario, había amenazado su madre,
iban a tirarle todo a la basura.
-Está bien -dijo Lila.
Los mentirosos la escucharon y enten-
dieron de inmediato a qué se refería la gente
cuando hablaba de "remordimiento". Porque
fueron dientes, fue una dentadura entera y
voraz masticándolos por dentro.
Y sin embargo, ya estaba hecho. Además
tenían muchas ganas de meterse en una
inmensa obra en construcción que el sere-
no abandonaba, según habían averiguado,
para ir a conversar con la dueña del puesto

67
L1UAN,\ Bouoc

E1. MAPA IMPOSIBLV.

de flores. Encaramarse por el esqueleto de


un edificio era una proeza imposible de llevar ella como un viento de abril-: ¡A un peso! ¡A
a cabo en compañía de una niña tan débil. un pesitol
-Está bien -<lijo Lila. Pero no les creyó. Lila no comprendió que acababa de cru-
zar una frontera.

Está bien, dijo. Y esperó muy cerca de la


casa de Diego. Está bien, y tuvo razón en no A ambos lados de la calle, los carteles ase-
creerles. guraban que la felicidad, como las zapatillas,
Además de razón, Lila tuvo suerte; por- los teléfonos y los auton1óviles, tenía marca.
que no pasó mucho tiempo hasta que Julián, Lila empezaba a cansarse del esfuerzo.
el que debía estar camino a la casa de su tía Un declive en la vereda, o quizás una ilu-
anciana, llegó en busca de Diego, el que de- sión de los ojos, hizo que las piernas de Diego
bía estar apilando revistas en su dormitorio. y de Julián se vieran muy cortas.
Está bien, pensó Lila. Y fue tras los dos Pero, ilusión o no, aquellos pasos cortos
que caminaban calle abajo. le permitieron a Lila mantener durante un
Era 1a primera vez que le mentían, y ella tiempo más el rastro de sus amigos.
tuvo miedo de que sus amigos estuviesen cansa- -¿Adónde irán? -se preguntó Lila, triste
dos de la pierna absurda que le tocó al nacer. ya. Y enojada por no tener una pierna a pilas .
Cuando Diego yJulián doblaron la esqui-
na, la niña supo que perdía posibilidades de
Lila perdía terreno. Y aunque se esforza- alcanzarlos.
ba más de lo aceptable era seguro que, en po-
cos minutos, Diego yJulián iban a estar muy
lejos de su alcance. El buen olor de una carpintería llamó su
-¡A un peso! ¡A un pesito! -Era la voz atención. Se detuvo, miró hacia adentro. Un
de un vendedor que vendía burbtüas. Hacía anciano de anteojos redonditos trab~jaba,
girar el juguete en un vaso lleno de agua ja- con martillo y cincel, haciendo un muñeco
bonosa, lo sacaba despacio, cuidando no que- de gran tamaño.
brar la película de agua. Y luego soplaba sobre -¿Está haciéndolo para su hijo? -pre-
guntó Lila.

68
69
El carpintero meneó la cabeza.
-Al revés -respondió-: Estoy hacién-
dolo porque no tengo hijos.

Entonces Lila comprendió.


Comprendió en qué lugar estaba y sonrió.
Sonrió, y se dijo a sí misma que, si ha-
bía llegado allí, debíajugar también. Pensó
duran te un buen rato. Al fin se decidió y
empezó a dar voces desesperadas.
-¡Socorro, vecinos... ! El lobo se ha comi-
do a mis ovejas. ¡Socorro, vecinos ... !

Por ser la primera vez, todos le creyeron.

70
E
l viento nos hace recordar la anchura
del mundo. Y tiene mucho que ver con
la vida.
La diferencia que existe entre un paisaje
y una postal es, sin lugar a dudas, la presencia
del viento.
Pensemos en la fronda de verano, en las
polleras livianas y en las cortinas, ¿Qué sería
de estas cosas si no existiera el viento?
Pensemos en el mar y en las banderas.
Y cómo sería el pan, qué sabor tendría si
los trigales maduraran en completa quietud.
Posiblemente sería una argamasa arenosa, de
color gris y sabor agrio.
¿Y las corbatas? ¿No es, acaso, el viento lo
único que las hace humanas?

Como sea, corría viento en el barrio. Lila,


Julián y Diego caminaban a su favor.
Contra el viento, por la vereda de en-
frente, avanzaba un hombre vestido con un
pan talón oscuro y una camisa clara; más
clara y más ancha a causa del viento.

7J
LIUA.'fA Boooc

E L MAPA IMl'OS IBlE

Aquel hombre buscaba algo. Y se notaba


que continuaría buscándolo aunque el viento Así pasó con la fotografía, que, por mo-
redoblara sus fuerzas. Redoblara, sacudiera, mentos, parecía al alcance de la mano y al ins-
arrasara, y peor... tante siguiente se escapaba por una garganta
El hombre iba a seguir buscando bajo las invisible. Detrás de ella, Diego y el hombre se
tormentas del fin del mundo; porque, si no esforzaban por alcanzarla.
hallaba aquello que se le había perdido, ya Volaba una foto por la calle del viento.
no tendría motivo alguno para regresar al Diego la seguía con los ojos, porque no
abrigo de su casa. Nunca jamás. era el único papel que ese día andaba revo-
loteando, y se corría severo riesgo de confun-
dirla y perderla de vista. El hombre daba ma-
Fue en ese momento que el viento le arre- notazos, repetía un nombre.
bató la fotografía que llevaba en sus manos. Y La fotog.rafia cruzó la calle sin prestar aten-
sonó tan dolorosa su voz gritando un nom- ción al tránsito. Cuando Diego intentó hacer
bre, queJulián no dudó en aceptar que Diego lo mismo, quedó paralizado por un bocinazo
lo superaba a la hora de correr. estridente. "Mocoso de porquería,'. Y ensegui-
-¡Dale ... ! -No sabía qué era aqueUo da: "No estás muerto por casualidad".
que se alejaba, ni por qué el hombre grita-
ba de ese modo. Pero igual lo dijo-: ¡Dale,
Diego, apurate ! ¡Agarrá ese papel! No estás muerto por casualidad. No bien esa
frase fue pronunciada, alguien, muy cerca
de allí, trazó una tilde al costado de una lista
No era un papel. Era una fotografia que eterna.
aprendía a correr, a volar. Que se iba lejos... Al fin, Diego cruzó la calle. Y el hom-
Diego corrió tras de ella. Y el hombre también. bre también. Por fonuna, el viento se deshizo
En un barrio, la cadencia del viento es de pronto. Y la fotografia, después de dar unos
cambiante. Además, la arquitectura abre pocos tumbos lentos, se quedó esperando a su
y cierra posibilidades, encauza el aire o lo dueño.
arremolina; de tal modo que el recorrido del Diego supo que no era él quien debía
objeto que vuela resulta imprevisible. agacharse para tomar ese trozo de papel, de-
tenido en la base de un poste de luz.

75
!.JUANA Booo<'

E 1. MAPA IMPOSIBLE

-Gracias -murmuró el hombre, que,


concentrado en una persecusión absurda, Todo, en un sitio cualquiera, habría se-
había descansado de su tragedia. guido su triste curso. AJlí, en aquel lugar, las
Ahora, derrumbado de nuevo por la rea- cosas fueron distintas.
lidad, parecía incapaz de alzarse del suelo. -Mirá -dijo el hombre, extendiendo la
Algo, no obstante, se sacudió en su interior, y fotografía-. A lo mejor la viste.
se levantó con ansiedad. Diego se acercó para mirar lo que el azar
-Gracias ... -Y después habló para sí mis- le estaba mostrando. Y una aguja brilló en el
mo-: Voy a encontrarla, yo voy a encontrarla. pajar. .
El hombre empezaba a alejarse y Diego, -Sí, la vi -respondió con sencillez. Sm
qu~, estaba a punto de volver donde Lila y en tender la importancia de lo que decía.
Juhan lo esperaban, tuvo una reacción ines- 1

perada.
-¡Señor.. .! -llamó. El azar exténdió la mano. Pero para que eso 1
1
ocurriera, una antigua y fenomenal tejedora
enhebró un hilo milenario que venía, ¿quién
Reacción inesperada. Alguien mojó una sabe?, desde la primera dinastía de empera-
pl~ma en tinta china, y tendió una línea que dores chinos, desde la muerte de Cleopatra,
uma dos puntos del destino. o desde el amanecer en que un beduino ig-
-¿Sí? noto, siglos antes de Cristo, arrojó un puñado
Parece dificil de creer, pero el rostro del de arena para verla marcharse con el viento.
hombre, al girar hacia Diego, ya delataba una
esperanza. Podrá objetarse que Ja desespera- 1
ción ti~ne c~e~ta facilidad para imaginar que -¿Cuándo? ¿Dónde? -Todas las pregun-
cua~qwer ch1st:tdo le está destinado, y que todo tas se agolpaban en la garganta del hombre-. 1
¡I
encierra un mensaje. Lo cierto es que aquel ¿Hoy? ¿Cuándo? ¿Estaba sola? ¿A qué hora?
hombre de camisa clara miró el rostro de ¿Lloraba? ¿En qué calle? ¿Estaba lastimada?
Diego esperando un milagro. ¿Dónde? ¿Cuándo ... ?
-No, nada -dijo Diego-. ¡Suerte que Al momento de responder, Diego compren-
la alcanzamos! dió que, aunque habían pasado apenas unos días,
recordaba con cierta vaguedad el encuentro con

76
77
llLlANA Boooc

E L MAPA IMPOSIBLE

aquella niña. Le había parecido que tenía ocho


años, pero ese no era un gran dato. El rostro del hombre perdió la poca luz
Ante la insistencia del hombre, trató de que había recobrado, su expresión se trizó en
hacer memoria. Era la siesta y hacía calor... la expresión del que desea y no desea saber.
Los tres fueron a tomar un helado, y des- - ¿Qué más?
pués se subieron a un colectivo que venía a -Lila...
paso lento. Recordaba los colores, amarillo y -¿Quién es Lila?
rojo. En cambio, era incapaz de recordar el -Mi amiga... Bueno, Lila le preguntó
número o el recorrido. por el collar que llevaba puesto.
-La vimos -insistió Diego. -¿El collar de botones?
-Sí -dijo el hombre-. Pero, ¿dónde? -Ese mismo.
Diego no podía dejar de pensar en la siesta. La imagen de aquel collar arrasu·ó re-
-Era la siesta -Y agregó-: También vi- cuerdos, Y Diego dio un grito.
mos un señor demasiado abrigado.
-¿Estaba con ella?
-No. -Diego recordó algo más-: Cuando
-¡Espere! -dijo-. Yo encontré ese co-
llar. Estaba tirado al lado del gomero gigante.
Jugábamos a Las Escondidas, y lo vi de pura
¡
nos íbamos, lo vimos de nuevo. Cruzó frente suerte. ~
al colectivo.
1

Hubo un silencio breve durante el cual el


ho~bre
tema.
trató de ordenar los pocos datos que Lo vi de pura suerte. Ingenuidad humana.
Ese niño vio el collar porque era indispensa-
-¿Qué dijo ella? -continuó. ble que lo viera. Ese niño vio el collar para
-Nos dijo que paseaba por ahí mientras que otra pieza del Gran Rompecabezas ocu-
esperaba a su papá. ¿Usted es su papá? para su debido sitio.
En el acto de bajar la cabeza, el hombre
asintió y se declaró culpable.
-¿Les dijo algo más? -¿Y qué hiciste con él? -preguntó ~l
La memoria de Diego se abría espacio. hombre, como si creyese que el collar pod1a
-Sí... También dijo que tenia un amigo contarle lo que había ocurrido con su peque-
que buscaba ángeles. ña hija.
-Se lo di a Lila -respondió Diego.

78

79
LltlANA Bouoc

fa MAPA IMPOSIBLE

A partir de en ton ces, todo pasó con velo-


cidad de día viernes. -Agustina. Mi hija se llama Agustina-dijo
el hombre.

Julián y Lila, que continuaban esperan-


do, los vieron llegar. Venían casi corriendo, Los teclados siguieron trabajando.
y comenzaron a explicar antes de detenerse. "El susodicho, padre del sujeto femenino,
Diego habló de Ja siesta y de la heladería, ¿se menor de edad, desparecido en circunstancias...
acuerdan? El hombre habló de su hija, ¿por de nacionalidad... y número de documento ... se
qué Ja dejé sola? Diego mencionó el colecti- refirió a la coincidencia entre la inicial del nom-
vo rojo y amarillo, pero prefirió no hablar de bre de su hija y la letra vocal 'A' que formaría
los p<ijaros sábana. El hombre suplicó, ¡tengo parte de una secuencia marcada, con apa_:ente
que encontrarla! instrumento cortante, en la corteza de un arbol;
En pocos minutos estuvieron en la casa ubicado este último en la zona colindante... ".
de Lila, que subió rápido las escaleras y regre-
só con el coJiar.
-Aquí está, señor. Hizo alusión a la coincidencia. Pero, sin sa-
Detrás de Lila, salió su madre y preguntó. berlo, el padre de Agustina estaba hablando
Mientras el hombre le contaba, ella nombró a de la explosión original, del principio sin luz.
Dios, ¡Dios mío! Y apretó fuerte la mano de Lila. Y es que el padre de Agustina no podía imagi-
En la comisaría los hicieron sentar frente nar que en el trazado del Gran Rompecabezas
a un escritorio y los trataron como adultos. aquella inicial era una parte infinitamente
Les preguntaron y escribieron cada una de pequeña. Pero infinitamente imprescindible.
las cosas que ellos respondían.
Poco rato después, reconociendo la zona
donde Diego había hallado el collar de boto- Y bien, el gomero quedó bajo estricta y
nes, notaron una serie de letras talladas en oculta vigilancia. Esa misma noche, una som-
el tronco del gomero. La última de aquellas bra llegó hasta el lugar. No miraba hacia los
inscripciones, a juzgar por la frescura de Ja costados, ni parecía feroz. Estaba, eso sí, de-
madera, era una 'A'. masiado abrigada. Debajo del sobretodo ma-
rrón, ocultaba locuras.

80

81
Ln.CAN" Bo1>oc

Mientras se lo llevaban, no dejó de repetir


-Pueden dibujar la rayuela en mi vereda
que·su tarea era encontrar ángeles, y salvarlos
- dijo la vecina más dificil.
del demonio que andaba suelto en las últimas
décadas de cada siglo. 9 -Pasen a verme, que tengo algo para us-
Ledes -invitó el kiosquero.
-Están totalmente disculpados. Y serán
muy bienvenidos en mi casa -sonó la voz
Los periódicos reprodujeron estas paJa-
elegante de doña Inesita Salazar Femenía de
~ras. Y dieron cuenta de que Agustina había Andrade Bocanera.
sido .~allada. en el domicilio del sospechoso.
Los periodistas les aseguraban a sus pa-
La mna, vestida con un largo camisón blanco,
dres que saldrían con una nube sobre el ros-
amarrada y amordazada, tenía el cabello cor-
tro. Y el canillit.a de la zona tuvo que triplicar
tado al ras. Según informó el cuerpo médico
los ejemplares del periódico, porque todos
que t~vo a su cargo la revisión, la pequeña
compraban para tener y regalar.
Agustina no había sufrido flagelos sexuales.
En cambio, estaba deshidratada y presa de un
estado de shock que le impidió hablar duran-
Cuando las cosas verdaderamente impor-
te las primeras horas de su liberación. Más
tantes aparecen, todo ocupa su sitio.
tarde, contó que el hombre se había acercado
Quizá por eso, aquella mañana de cele-
para decirle que los ángeles no debían andar
bración y alivio, las señoras del barrio, las ma-
solos por la siesta porque la siesta era un lu-
dres, las hermanas y las novias se acercaron
gar peligroso. Pero que él iba a cuidarla.
también a la mujer "esa", perfumada y vesti-
da con ropa costosa. Le abrieron sitio en la
conversación y la miraron de igual a igual.
El barrio, habitualmente tranquilo ama-
neció en la calle. ' Porque bajo la sombra de las tragedias es más
fácil sentirse parecido a los demás.
Lila, Diego y Ju1ián recibieron abrazos y
promesas. Nadie puede conocer las consecuencias
de aquel sencillo gesto de ternura.
9
Lo cierto es que nada sucede por casuali-
Rccuéniese que estos suc.esos ocurrían a fines dd siglo XX. Más exacta-
mente en 1982. dad. Y todo es parte del Gran Rompecabezas
de la vida.

82
EL SEXTO PASILLO

c~quel fue un' luga~ al que ]úlián tuvo que


entrar solo, por un largo y doloroso camino de
niercurio'" .
Diario de los exploradores
ra invierno cuando Julián estornu-

E dó.
Siguió estornudando porque era in-
vierno y él no se abrigaba lo suficiente, dijo
su madre. A los pocos días, empezó a toser.
Julián tuvo que quedarse en cama por-
que las rodillas no lo sostenían y le subió la
temperatura. Todo porque era invierno y él
había estado jugando al fútbol, repitió su
madre.
Una tarde, cuando Diego y Lila llegaron
a visitarlo, les dijeron que era mejor dejarlo
descansar.Julián tenía mucha fiebre. Además,
ellos podían contagiarse.
Al día siguiente, lo mismo. Lo mismo al
otro día; y la madre de J ulián se veía cada vez
más triste.
Julián se había enfermado porque era in-
vierno. O, al menos, eso parecía. Porque el
verdadero invierno comenzó cuando lo lleva-
ron al hospital.

87
(.Jt.IANA Boooc
EL MAPA IMPO.SffiU:

Las voces, que bajaban el volumen cuan- -Y, la verdad... No sé qué hacer.
do Diego o Lila andaban cerca, hablaron de -Yo tampoco.
virus y de complicaciones pulmonares.
Silencio. d
Ni Diego ni Lila habían podido ver a _ l ,amama, dejulián está desespera a.
Julián en toda una semana. Hay que esperar _y no es para menos.
un poco, les decían. Tiene que descansar. Silencio. .
Igual, no va a reconocerlos ...
-La verdad, no sé qué decirte. ,
¿Qué significaba eso? ¿Cómo no iba a re- -Riesgo de contagio ya no
conocerlos? .. hay. Ademas
entrarían un ratito y con barbijo.
Por la fiebre, les respondieron. Silencio.
La insistencia crecía. La negativa, sin em- -Sí, pero ...
bargo, seguía en pie. Y esta vez no había tru-
Silencio. · ·t
cos que funcionaran para lograr que los adul- -La mamá de Julián cree que una vts1 a
tos cambiaran de opinión.
de los chicos le va a hacer bien.
A pesar de que el hospital estaba a poco -Sí, claro. ;>
menos de quince cuadras, siempre estuvo le- -¿Viste cómo se quieren ellos.
jos para ellos. Con esa particular lejanía que -Sí, sí.
nace de la indiferencía.
-No sé qué te parece.
Ahora todo era distinto. El hospital era -Tengo miedo de que a Lila le haga mal
Juiián. Y Julián, según decían todos, no m<::jo- verlo así. Lila es muy.. ·
raba como era de esperar.
-Sensible.
Y ese martes, más invierno que nunca, el -Justamente. Muy sensible. .,
hospital se encimó a sus vidas como un enor- -Y Diego, así como lo ves, tamb1en se va
me animal blanco.
a impresionar.
A espaldas de su madre, Lila la escuchó Silencio. .
hablar por teléfono con la madre de Diego. -La verdad ... No sé qué decirte.
Ellas dos no eran amigas. Y solo se comuni-
caban para arreglar "las cosas de los chicos". -Yo tampoco. d los
Sin embargo, aquella misma tar e, 1
Esta vez era lo mismo, aunque el motivo no . .
adultos dec1d1eron ace ptar que , a veces, e
era un cumpleaños o el horario de regreso. dolor también es un derecho.

88
89
llLMAPA IMPOSl.l!U.

Era invierno cuando estornudé.


Seguí estornudando porque era invierno El mundo de los sanos se movía, se reía, mor-
Yyo no me abrigaba lo suficiente. A los poco; día medialunas, se ataba los cordones de las
días, empecé a toser. zapatillas, se acomodaba la mochi.la, ab~zaba
a una chica que abrazaba a un chico. Yo iba a
.Tuve que quedarme en cama porque las
rodillas no me sostenían y me subió la tempe- hospital. y tenía miedo de morirme de fiebre.
ratura .. Todo porque era invierno y yo había Algo raro pasaba debajo de las ruedas,
estado Jugando al fútbol, dijo mi mamá. el asfalto ondulaba. Esa era la explicación de
. Es~u~hé que ~? habían dejado que Diego
que el auto estuviese navegando. ,
Y L~la VImeran a visitarme para que no se con- A orillas del río gris por el que avanzaba-
tag1a~~n. Me sentí peor. Mi mamá miró la gra- mos, se levantaban unas casitas blancas, rojas,
duac1on del termómetro, y alzó el teléfono. verdes, blancas, rojas, blancas ... Junto al auto,
Después se sentó a la orilla de mi cama y trató navegaba un barco de gran calado lleno d:
de hablar con voz de todos los días. gente que me miraba desde lo alto. ~A que
-Dice el doctor que es mejor que te lle- lugar del mundo iría ese barco?. A que lugar
v~mos,al hospital, porque no estás respirando iría ese barco que hizo sonar su sirena, se ade-
b1en. El va para allá... lantó y salió del recuadro de mi :"~ntanilla. ,
. Me hubiera gustado responderle con la Enseguida, una mujer en b1c1cleta tomo
misma voz de todos los días para que se le fue- su lugar.
r~ :se color de pena; pero juro que me resul-
to imposible.
Vi claramente que sus manos, apretadas
en el volante, eran de hueso.
. , Subí a la parte trasera del auto. Mi papá Entendí, por el gesto de su mandíbula,
giro la cabeza antes de arrancar, y extendió la que estaba invitándome a seguirla. Su casa
mano hasta mi frente. era más agradable que el hospital, y podía
-¿Nos vamos, campeón? darme rodajas de sandía para esa sed que no
Creo que sonreí. Y el auto arrancó. se iba y me partía los labios. Estuve a pu~to d:
aceptar, pero esta vez fue el auto de m1 papa
el que se adelantó.
Puse los ojos en la ventanilla solamente Un poco después, subimos una rambla
para ver que la calle seguía su curso normal. tan empinada que el auto quedó con la trom-
pa apuntando al cielo.

90
91
Lu !ANA Bo00c

Et MAP/\ IM)'OS!llLE

Los ruidos, los olores y los colores de la


calle se quedaron atuera. Yo estaba en un si- malo, sentí un soplido sobre mi frente hume-
ti? donde se mezclaban el metal y el algo- decida.
don, donde los vidrios llegaban hasta el te- -Ape tei sem brei-d~jeron.
cho, el techo tenía manchas de humedad. y
la humedad, sobre mi cabeza, tenía forma
de elefante. Supe, sin verlas, que Dalia y Lulia estaban
La mirada celeste que se acercó a mi ros- a un costado de mi cama.
tro debía ser la de un primer ministro o Ja -Sea como sea -dijo Lulia-, es nues-
de algui~n que tuviera atribuciones es~ecia­ tra costumbre devolver favores y ternura. -Y
Ies. Lo digo porque esos ojos como cristales agregó-: Tú estás en u~ ~~tio c?n dos sal~~·,
de lupa entraron a mi cuerpo por el túnel, -Dos salidas - rep1t10 Dalta. Y yo adivine
carnoso y dolorido, de la garganta. Los sen- que ilustraba el número con sus dedos.
tí e.aminar laringe abajo, creo que iban d is- - Una es la salida de los cansados, otra es
cutiendo entre ellos. Después se metieron la salida de los guerreros.
en mis pulmones, y miraron hasta el último -Una de los cansados, otra de los guerreros.
rincón; igual que mamá cuando hace limpie- -Si elijes la última, nosotras podremos
za gen~~aI. Se miraron uno al otro con pre- ayudarte -siguió Lulia. , .
ocupac1on. Treparon por el mismo camino. -En cambio -continuo Daha-, nada
Yvo}viero~ a colocarse en el rostro del que tenemos que hacer si elijes la p~~mera..
hab1an sahdo y que, recién entonces se alejó - Porque en ese caso ... -dl:JO Luha. .
del mío. ' -Basta con que te dejes caer al pozo sm
El tiempo dejó de existir. O, en todo caso retorno.
comenzó a existir de o tra forma, y a camina; La anciana Lulia estaba cubierta con un
con otros pies. manto de piel muy gruesa, oscura y salpicada
. Algunas p ersonas de blanco trajinaban a con gotas de agua como si viniera de a n~ar
m1 alrededor. Los ~jos celestes no se aparta- bajo grandes árboles, por un bosque de m-
ban de mi fiebre. vierno. Así lo imaginé.
C~ando empecé a pensar que dormir -Veamos qué prefieres-dijo-: Parpadea
para siempre, sin sed y sin asfixia, no sería tan si acaso prefieres tomar la salida de los gue-
rreros. ¡Y no pienses que no eres capaz de

93
LJI.IANA Boonc
EL MAPA fMl'QSIBLI;

parpadear, porque, en ese caso, ni siquiera Junté más fuer1..as. Allí fue que entendí
comenzará la lucha!
que las fuerzas más valiosas son las que no se
-Vamos -pidió Dalia-, jparpadea! tienen. Junté fuerzas de donde no tenía, y en-
tonces pude mover dos veces los párpados.

_ -V~os: Julián. -Los ojos celestes pe-


d1an, mas alla de la ciencia.
Con el barbijo puesto, los ojos de lila pare-
-Vamos -susurró mi madre del otro cían más asustados; y los de Diego, más oscuros.
lado de la puerta. Y yo pude escucharla.
Cuando la madre de Julián los vio lle-
Intenté hacerlo, no pude ... Pensé en la pla- gar, sonrió con tanto dolor que era como si
za del barrio, intenté otra vez, no pude ... Junté estuviese aprendiendo a hacerlo. Y hasta su
fuerzas, me recordé a mí mismo pateando una
hermana mayor, que siempre los saludaba
lata de duraznos, tampoco pude. Repasé, con con una especie de gruñido indiferente, los
palabras, las letras del alfabeto: Asfixia con A
abrazó un largo rato.
casa con C, Diego con D, Lila con L, mied~
Ya estaban listos para entrar a verlo.
con M, mucho miedo a morirme con tres M...
Caminaron en silencio. Y se detuvieron al cos-
Escuché, de nuevo, la voz de Lulia.
tado de la cama.
-Es momento -dijo-- de invocar a las -Hola -saludó Diego.
fuerzas que renuevan la vida.
-Vinimos los dos -dijo Lila, ilustrando
~ anciana hechicera, mi fiebre hizo que el número con sus dedos.
pudiera comprender su condición, se echó el
-Cuando estés sano, vamos a jugar a Las
manto a las espaldas y mostró sus manos lumi-
Escondidas.
nosas; tanto que atravesaron mis ojos cerrados.
-Claro -dijo Lila. Y confirmó-: Ape tei
-Vamos a succionar para que la savia sem brei ...
remonte venas arriba -y sopló hacia aden-
-¡Pero eso cuando no estés cansado!
tro-. Vamos a masticar la.hierba amarga que
Lila creyó que sería bueno contarle a
crece en los pulmones -y golpeó la denta-
Julián todo lo que ocurría en su ausencia:
dura-. Vamos a llamar al ángel -y batió
-Ayer vi una película... Se trataba de un
palmas-. Vamos a coser con hilo de tripas
las alas de insecto venenoso ... ciervo al que un cazador quería atrapar. Pero
el ciervo tenía la ayuda de un oso enorme y

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95
Lu.iANA Boooc
El MAPA L\IPOSlllLE

muy raro, con la piel marrón toda salpicada de


manchitas blancas. El oso Ie avisaba dónde es- Para ellos, e1asunto empezaba a ser,, familiar.
D· o
-¿YJulián está ahí? -pregunto ieg
taban las trampas, que eran pozos sin retorno.
Lila terminó de pronto. Pero a Diego le -Debe ser... _ :;>
-¿Y no podemos acompanarlo.
resultó insoportable el silencio, y buscó algo
para decir: Lila se tocó la frente:
-Después te paso las tareas de la es- N -Y agregó-: Pero seguro que
.,, vao.a volver. M 1. JP.amá me d..110
-
Ju lian :J q ue los
cuela. Nos dividimos en grupos para hacer
verdaderos valientes son 1os que sacan fuerzas
glosarios. A nosotros nos tocó de deportes:
de donde no tienen.
Arquero en la A, cesto en la C, doble en la
D, lateral en la L. En la M hay un montón:
millonarios, match, Maradona.
y ahí fue que Ju l·an'
1 parpadeó dos veces,
antes de abrir los ojos.
La cabeza de Lila se llenó de palabras que
ni ella podía entender. Supo, sin embargo,
que debía pronunciarlas de manera que su
amigo las escuchara. Se agachó para acercar-
se aJulián lo suficiente. Igual que otra niña lo
haría muchos años después.
-Vamos a succionar para que 1a savia re-
monte venas arriba, vamos a masticar la hier-
ba amarga que crece en los pulmones, vamos
a llamar al ángel, vamos a coser con hilo de
tripas las alas de insecto venenoso ...
Cuando terminó, Diego quiso saber qué
cosas había dicho; y Lila, sin mentir, le res-
pondió que había hablado en otro idioma.
-Me parece que es el idioma que se ha-
bla en el territorio de la fiebre -dijo.

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97
EL CAMIÓN DE MUDANZAS

lgunos meses después de la recupe-

A ración de Julián, cuando el carro del


.verano ya se escuchaba llegar, Lila apa-
reció con un cuaderno a rayas y una propues-
ta que solo se le podía ocurrir a una niña.
Quería escribir, y aun dibujar si era posible,
acerca de los lugares que habían conocido; si
es que en verdad eran lugares y si, en verdad,
los habían conocido.
Diego y Julián no mostraron demasiado
entusiasmo, ni entonces ni nunca. Pero la in-
sistencia de Lila consiguió que, al menos, la
ayudaran a recordar. Y, de tanto en tanto, hi-
cieran alguna sugerencia. 10

'°A~í nació lo que luego el CEDE!>flllam6DiariodelosexploradDres. Documento


que fue redactado, en casi su totalidad, por Lila. Sus mayores logros, en
cuanto a conseguir la colaboración de sus amigos, fueron dos. A saber:
- La reproducción de lo que fue dicho por los habitantes de la adolescen-
cia. Lugar, debe recordarse, en el que Lila no estaba presente.
- Participación en el juramento de silencio q ue aparece en la primera
página, a cuyo pie figura el nombre de los tres exploradores junto a un
manifiesto de valentía.
El Diario de los explcmulores, algunas de cuyas afirmaciones hemos u-anscripto
en este texto, contiene infonnación valiosa. Información que es necesario
separar de aquello que pueda ser resultado de las proyeccione~ psicológicas
de una nii:ia.

99
LruANA Borioc

El. MAl'I\ IMl'OSllll E

Un camión de mudanzas llegó al barrio.


Era un ~amión importante del que bajaron e¡ uería contarles nada so~re. los luga~es imp~­
mueble~ lmpor~~es: sillones blancos, lámpa- sibJes porque, según deCia, 1ban a rcirse de el
ras de pie Y una b1c1clet.a roja. y a tratarlo como un nene .. O como un bobo,
Una nueva famila se había mudado al que era más o menos lo mismo. , . .
barri.o, ju~to a tres casas de la de Ju1ián. El -¿Es lo mismo? -pregunto Lila sena-
matr1mon10 tenía una sola hija. La hija no rnente.
usaba trenzas. Las trenzas eran ridículas. -Y. .. -respondió Diego-, es bastante
parecido.
No hizo falta gran cosa para darse cuenta
de que, a partir de ese día, las cosas iban a ser
mu~ diferentes. y eso fue exactamente lo que
paso. Al fin, una tarde, Lila se quedó esperando,
-¿~ieron el c~mión de mudanzas que y ninguno de sus dos amigos IJ~gó_a la cita. ,
descargo en la esquma de mi casa? Pasó un gato y no la saludo. Lila le saco la
Con esa pregunta, comenzó el fin de la lengua con irritación. . .,
infancia. Cuando volvía su casa, dec1d10 dar un ro-
deo y pasar por la vereda de Julián. Y ahí esta-
ba él con la chica nueva, Paula se llamaba, ¿y
, Julián no apareció en la plaza, donde ha- qué?: como la madre de Sarmiento:Jul~án la
b1an acordado reunirse. estaba mirando como nunca la hab1a mirado
a ella eso se notaba de lejos, y se reían, segu-
. -¿Se habrá vuelto a enfermar? -dijo
Diego.
' .,
ro que se reían de su pierna absurda, ¿qmen
iha a enamorarse de esa pierna?
-No -La respuesta de Lila sonó como
el .golpe de un sello al pie de un documento
gns.
Lila tropezó. Lila se cayó de rodillas.
Después, Julián desapareció por varios
días: Pero Diego ya no preguntaba nada. En Cuando se levantó y volvió a mirar, supo
r~ahdad, tampoco él se mostraba tan entu- que estaba a punto de conocer otro lugar
s1asm~do :on
los viejos juegos, las caminatas y imposible. ., .
EJ atardecer encend10 sus luces attborra-
los m1stenos. Tenía otros amigos a los que no
das de mosquitos. La luna, recién aparecida,

IOO
101
LltIANA Boooc

se b ·;
a no como una bolsa de basura; corazones
de choclos resecos, desperdicios restos de BUENA MEMORIA
una fiesta caían sobre el mundo. ,
. . _Cualquiera podía comprender que Lila
m1~1aba el recorrido de un pasiUo parecido
al ;mfiemo, parecido al odio. Algunos pasos
mas, Y ya no podría regresar.
Si, ~n ese momento, Julián hubiese vis-
to la mirada de Lila puesta sobre él y sobre ila ya era doña Lila, tenía una trenza
Paul~, se habría quedado sin sangre, muerto
de miedo. Por suerte no la vio. y Lila decidió
volver sobre sus pasos.
L blanca y una pierna pálida.
La nieta de donjulián ya era toda una
eminencia, doctorada en Física Teórica, es-
pecializada en electrodinámica cuántica-re-
lativista. Autora de un importante número
-¿~~la? ¡Qué pronto volviste! ¿Y los chi- de ensayos, conferencista de renombre e in-
cos? -d90 su madre. vestigadora.
-Se fueron. Tras una larga y paciente búsqueda, la
Lila buscó el cuaderno a rayas y decidió nieta de Julián encontró a la anciana. Golpeó
que era_ el momento de terminar con a ue- a su puerta, se presentó, y le habló sobre el
llos escntos. Eligió las palabras con una ~ez­ asunto con extrema suavidad. Un rato más
cla de sentimientos.
tarde, estaban sentadas frente a frente en una
. Así quedó dicho todo lo que podía <le- galería llena de malvones. De por medio, el
c.irse, _Y quedó silenciado todo lo que debía cuaderno a rayas que la nieta de don Julián
stlenc1arse.
había llevado consigo. Dos tazas de té y bizco-
chitos de anís.
Gracias a doña Lila, y a su prodigiosa me-
moria, los datos del cuaderno fueron amplia-
dos, confirmados o rectificados_.
-¿Y cómo fue que llegó ese cuaderno a
manos de mi abuelo? -le preguntó la nieta
de don Julián a doña Lila.
102
103
Lu.1ANA Boooc.

1:i1. MAi'~ IMPOSIBLE

-Fue el regalo de bodas que Diego y yo


decidimos darle. 11 sus propios nietos, despi:és ~j~ que estaba can-
-¡Pero mi abuelo no se casó con esa tal sada y que seguirían al dia s1gment~.
Paula! -La nieta de donJulián parecía contenta Al día siguiente, cuando la ..n~eta d~ ~on
con ese hecho-. Mi abuela se llamaba Beatriz. Julián volvió a preguntar por la ultn;ta ~agma,
-Ya lo sé... -respondió doña Lila-. Por .doña Lila se quedó callada. Despues ~o q~e
eso mismo acepté darle el cuaderno a rayas. tenía que darle alpiste al canario, despues ter:1a
Para entonces, a doña Lila ya se le había que darle cuerda al reJoj de péndulo, despues,
aflojado la lengua: agua a los malvones. Despu~s ~ijo. que estaba
-Menos mal que no se casó con esa chi- cansada y que seguirían al d1a s1gmente.
ca, le hubiera llenado la vida de tristezas, era
arrogante y nada la conformaba, ¿linda?, no
te creas que tanto, tenía la nariz demasiado Al día siguiente, cuando la ~eta de ~º1:1
chica, como de pekinés, y por no desarreglar- Julián le preguntó acerca de lo escnto en la úl~-
se. la ro~a caminaba tiesa, ay mis zapatos, ay mapagm ,. . a, dona- Lila se quedó callada. Despues
mis medias, ay... ay... ay. Nunca escuché a na- se acordó de que tenía que revolver la me1me-
die tan quejoso como ella. Además, pretendía lada que se estaba cocinando a fuego lento, de:
ser muy buena bailarina de ballet pero, entre pués protestó por la música _mo~ema, despues
nosotras... no tenía ni pizca de gracia. salió a ver si llovía. Despues d:go que estaba
e " segu1·r al día sigw'ente.
cansada y pre.iena ,,
Al fin, cuando la pregunta sono por cuar-
Sin embargo, cuando la nieta de don Julián ta vez, doña Lila decidió hablar. Ar:tes ~e ha-
le preguntó acerca de lo escrito en la última cerlo, y por las dudas, buscó ~u panuehto en
página, doña Lila se quedó callada. Después el bolsillo del delantal de cocma. ,.
se acomodó el cabello, después ofreció seIVirle Doña Lila habló y habló, recordó y recordo;
otra taza de té, después le mostró las fotos de y aunque la nieta de don Juli~ la escuc~o
con interés científico, no pudo evitar s~nreir,
11
La boda deJuli~nse realizó el día 21 de noviembre de 1999, cuando este pensando que el breve re~orrido..~ue hab1a re:~
c?ntaba con 28 anos de edad. Su 1ínica hija nació en el año 2004. Su única lizado una pequeña de p1em~ pál:da por el p
nte~, nacida e~ 2030, fu~dó el CEOl!MJ a l<t edad de 41 años. Es decil~justo
un siglo despues del nacimiento de su abuelo. sillo del resentimiento le habia deJª?º' ~unque
ella no quisiera admitirlo, algunas c1catnces.

111 1
105
LA ÚLTIMA PÁGINA

e uando la nieta de donjulián, doctora,


ensayista e ·investigadora, abandonó la
casa de doña Lila, llevaba el cuaderno
a rayas apretado contra su corazón. Entre to-
das, la última página, aquella que Lila había
escrito llena de rabia y de vergüenza, era su
favorita. Sobre todo por lo inconclusa. Nada
hay más excitante, para una persona de cien-
cia, que una puerta entreabierta o entrecerra-
da; según quiera verse.
Sin dudas, lo poco que Lila había alcan-
zado a contar probaba que el resentimiento
era un lugar del que nadie salía del todo
ileso.

Abrió el cuaderno, y caminó muy despa-


cio mientras releía. Ensimismada en su lectu-
ra no pudo notar que la gente debía apartarse
para no atropellarla.
Leyendo descendió las escaleras del sub-
te. Leyendo pagó su viaje en la ventanilla.
Leyendo esperó a que se abrieran las puertas

107
LIUANA Hoooc

y leyendo se sentó de espaldas a los túneles. INDICE


Zumbaron el tiempo y el espacio. Cuando
alzó los ojos, vio que el vagón vacío se detenía
en la última estación. Subió a la ciudad.
Quizás el Mapa Imposible fuera un sueño.
Ojalá fuera un sueño, pensó la científica. Los nombres y la muerte ............................................... 7
Porque sabía que todo lo que en verdad impor- Los explorad ores ............ ········ ....................................... 17
ta había comenzado siéndolo: un continente
al otro lado del mar, una nave que pudiese na- El primer pasillo..... ················ ............... ······· ... .............. 23
vegar por las profundidades marinas, la trans- El segundo pasillo ....................................................... . 37
misión de mensajes a lugares remotos ...
El tercer pas1·11o··········· ... ··············· ................... .............. 47
Aquella majer transitaba las calles de la
ciencia y, sin cm bargo, tuvo deseos de comer El cuarto pasillo ................... ························· .... ............ 65
algo dulce.
El quinto pasillo ....................................... ······· ............. . 71
-Buenas tardes. ¿Podría darme un peso
de caramelos? El sexto pas1·11o····························· .................................. 85
-¿Qué cosa? -preguntó el hombre El camión de mudanzas ................... .......................... 99
como si no entendiera.
. .................. ......................................... 103
Buena memona
-Caramelos -repitió la mujer, y los señaló.
-Ah... ¿Usted se refiere a las fracciones La última página ......................................................... 107
ovoides de sacarosa y aI.rnidón? Sf, por supuesto.

El Mapa Imposible estaba conquistando


un nuevo espacio, ganaba nitidez, crecía en
fundaciones y en habitantes.
El Mapa Imposible, como cualquier
otro, obra de soñadores, de navegantes y de
desesperados.

108
F.,TA SCGllNDA RklMPRE,IÓN f>E
1.000 úJl''lrLl\JUlS ~¡.; T~11'\Ó DE IMPRIMIR
'"' .o\BRll. DE 2013 EN ARTI!S GR.\FY('.A.'
COLOR CflR, PASO 192, Buu.-..os Aurns,
RJwü11ucA1\Jl<,ENTL'"·

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