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Desórdenes alimenticios:

A muchos niños, sobre todos a los adolescentes, les preocupa su aspecto físico y algunos se sienten
acomplejados con su cuerpo. Esto es particularmente cierto durante la pubertad, momento en que
experimentan importantes cambios corporales y en que han de afrontar nuevas presiones sociales.

Desafortunadamente en una proporción de niños y adolescentes que va en aumento, esta


preocupación puede llegar a convertirse en una obsesión que, a su vez, puede derivar en un
desorden alimenticio. Los trastornos del apetito, como la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa,
provocan fluctuaciones exageradas en el peso, interfieren en la vida diaria y pueden repercutir
negativa y permanentemente sobre la salud.

Los padres pueden contribuir a que sus hijos no desarrollen este tipo de trastornos favoreciendo el
desarrollo de autoestima y actitudes sanas en relación a la alimentación y el aspecto físico. Si le
preocupa la posibilidad de que su hijo pueda estar desarrollando un desorden alimenticio, es
importante que intervenga y busque atención médica adecuada.

Sobre los desórdenes alimenticios

Por lo general, los desórdenes alimenticios incluyen la presencia de pensamientos y sentimientos


negativos y de autocrítica sobre el peso corporal y sobre la comida y de hábitos alimentarios que
interfieren en el funcionamiento normal del cuerpo y las actividades cotidianas.

A pesar de que los desórdenes alimenticios son más frecuentes en las chicas, también pueden
afectar a los chicos. En EE.UU., son tan frecuentes que 1 o 2 de cada 100 niños sufren un trastorno
de este tipo, generalmente la anorexia o la bulimia. Lamentablemente, muchos niños y
adolescentes logran ocultar desórdenes alimenticios a sus familias durante meses o incluso años.

Las personas con anorexia tienen miedo extremo a aumentar de peso y una visión distorsionada del
volumen y la forma de sus cuerpos. En consecuencia, se esfuerzan por mantener un peso muy bajo.
Algunas reducen la ingesta de alimentos mediante dietas, ayuno y/o ejercicio físico excesivo.
Intentan comer lo menos posible e ingerir la mínima cantidad de calorías posible y suelen estar
obsesionados con lo que comen.

La bulimia se caracteriza por atracones habituales seguidos de maniobras de eliminación de


alimentos. Algunas personas que padecen bulimia pueden experimentar fluctuaciones importantes
en el peso, pero raramente pesan tan poco como las que padecen anorexia. Ambos trastornos
pueden asociarse al ejercicio físico compulsivo o a otras medidas para eliminar la comida ingerida,
como el vómito provocado (o auto inducido) y el uso de laxantes.

Aunque la anorexia y la bulimia se parecen mucho, las personas que padecen anorexia suelen ser
muy delgadas y con un peso inferior al normal, mientras que las que padecen bulimia pueden tener
un peso normal o incluso sobrepeso.

El trastorno por atracones, la fobia a la comida y los trastornos de imagen corporal también se
están volviendo cada vez más frecuentes en la población adolescente.
Es importante recordar que un desorden alimenticio es muy fácil que se vaya de las manos, puesto
que se asocia a hábitos muy difíciles de erradicar. Los desórdenes alimenticios son problemas
clínicos graves que requieren tratamiento profesional de médicos, terapeutas y nutricionistas.

Causas de los desórdenes alimenticios

Las causas de los desórdenes alimenticios no están del todo claras. De todos modos, se cree que en
ellas participa una combinación de factores psicológicos, genéticos, sociales y familiares.

En los niños con trastorno del apetito suele existir una gran diferencia entre cómo se ven a sí
mismos y cómo son en realidad. Las personas que padecen anorexia o bulimia suelen tener un
inmenso miedo a engordar o a tener sobrepeso y se ven más gordas de lo que están. Además,
algunos deportes y actividades, como cheerleading deportivos, la gimnasia, el ballet, el patinaje
sobre hielo y la lucha, que enfatizan determinadas categorías de peso, pueden incrementar el
riesgo de algunos niños y adolescentes a desarrollar desórdenes alimenticios.

También existe una incidencia cada vez mayor de otros tipos de problemas entre los niños y
adolescentes afectados por un desórden alimenticio, como trastorno de ansiedad y el trastorno
obsesivo compulsivo. A veces, los problemas que se viven en casa pueden aumentar el riesgo de
que un niño desarrolle comportamientos alimentarios problemáticos.

Algunos investigadores sugieren que las imágenes que aparecen en los medios de comunicación
contribuyen a aumentar la incidencia de los desórdenes alimenticios. La mayoría de las mujeres
famosas que aparecen en anuncios, películas, programas de televisión y actividades deportivas son
muy delgadas, y esto puede conducir a que las niñas piensen que el ideal de belleza consiste en
estar extremadamente delgada. Los niños también pueden tratar de imitar a un modelo ideal,
reduciendo drásticamente lo que comen y haciendo ejercicio compulsivamente para desarrollar
masa muscular.

La preocupación por la alimentación está empezando alarmantemente a afectar a niñas de


temprana edad. Las investigaciones muestran que el 42% de las niñas de primer a tercer curso de
enseñanza primaria quieren estar delgadas y que el 81% de las niñas de 10 años temen estar
gordas. De hecho, en la población infantil, la mayoría de los pacientes con desórdenes alimenticios
empiezan a manifestar el trastorno entre los 11 y los 13 años.

Muchos niños que desarrollan un trastorno del apetito tienen baja autoestima y el hecho de
focalizar la atención en el peso puede ser un intento de tener sensación de control en un momento
en que sienten que están perdiendo el control sobre sus vidas.

Efectos de los desórdenes alimenticios

Aunque es cierto que desórden alimenticio puede resultada de graves problemas de salud mental y
de conducta, así como de trauma (como abuso sexual), también es cierto que puede dar lugar a
graves problemas de salud estrictamente física. La anorexia y la bulimia pueden provocar
deshidratación y otras complicaciones médicas, como los problemas cardíacos y la insuficiencia
renal. En casos extremos, los desórdenes alimenticios pueden conducir a malnutrición grave e
incluso a la muerte.
Cuando una persona padece anorexia, su cuerpo entra en un estado de inanición y esta falta de
nutrientes puede afectar al organismo de muchas formas diferentes:

 descenso de la tensión arterial, el pulso y la frecuencia respiratoria


 pérdida de pelo y rotura de uñas
 desaparición de la menstruación
 crecimiento de lanugo, un vello fino que puede crecer sobre toda la piel del cuerpo
 mareo e incapacidad para concentrarse
 anemia
 inflamación articular
 fragilidad ósea

Cuando una persona padece bulimia, los vómitos constantes y la falta de nutrientes pueden
provocar:

 dolor abdominal permanente


 lesiones en el estómago y los riñones
 caries dental (por la exposición de los dientes al ácido del jugo gástrico)
 hinchazón de mejillas, debido a que las glándulas salivales se dilatan de forma permanente
por el hecho de vomitar tan a menudo
 desaparición de la menstruación
 pérdida de potasio (esto puede contribuir al desarrollo de problemas cardíacos e incluso a
la muerte)

Signos de alarma

Para un padre, puede ser un reto saber distinguir entre la preocupación por la propia imagen
corporal normal en un niño y los signos de alarma de un desórden alimenticio.

A pesar de que en los niños y los adolescentes (sobre todo las chicas) abundan los complejos y la
tendencia a compararse entre sí y a hablar sobre dietas, esto no significa necesariamente que
padezcan un trastorno del apetito. Los niños con este tipo de trastornos presentan graves
problemas relacionados con la alimentación y a menudo signos físicos anormales.

Una persona con anorexia podría:

 adelgazar mucho, estar muy débil o demacrada


 estar obsesionada con la comida y el control de peso
 pesarse repetidamente
 controlar atentamente la cantidad de alimento que ingiere
 comer solo determinados alimentos, evitando algunos como los lácteos, la carne, el trigo,
etc. (De todos modos, es evidente que las personas que son alérgicas a un alimento en
concreto o que son vegetarianas evitan ingerir ciertos alimentos.)
 hacer un ejercicio físico excesivo
 sentirse gorda
 evitar las actividades sociales, especialmente las comidas y celebraciones que implican
comer
 estar deprimida, aletargada (con falta de energía) y sentir mucho frío
Una persona con bulimia podría:

 temer ganar peso


 sentirse muy infeliz con el volumen, la forma y el peso de su cuerpo
 inventar excusas para ir al baño inmediatamente después de las comidas
 comer solo alimentos dietéticos o con bajo contenido en grasas (salvo en los atracones)
 comprar de forma habitual laxantes, diuréticos o enemas
 pasar la mayor parte del tiempo haciendo ejercicio o intentando quemar calorías
 evitar las actividades sociales, especialmente las comidas y celebraciones que implican
comer

Si sospecha que su hijo padece un desórden alimenticio

Si sospecha que su hijo padece un trastorno del apetito, es importante que intervenga y le ayude a
fin de que lo puedan diagnosticar y tratar correctamente.

Los niños que presentan este tipo de trastornos suelen reaccionar a la defensiva y se suelen enfadar
cuando se le habla sobre el tema por primera vez. A muchos les cuesta admitir, incluso ante sí
mismos, que tienen un problema. A veces el hecho de tener un amigo o un familiar que haya
recibido tratamiento por padecer un desórden alimenticio les anima a dejarse ayudar. El miedo a
estar gordo o a tener sobrepeso es el problema central de toda persona afectada por un desórden
alimenticio. Por eso es comprensible que un niño afectado por este tipo de problemas no quiera
ingresar en una clínica "para engordar".

Intentar ayudar a alguien que cree que no necesita ayuda puede ser muy difícil. De todos modos, es
fundamental que, por mucho que su hijo se resista, usted se encargue de proporcionarle la ayuda
profesional que necesita. Reclute a amigos y parientes a quienes sabe que su hijo aprecia y en
quienes confía para que colaboren en el proceso.

Su hijo es posible que se muestre más receptivo y más abierto al diálogo si usted se centra en lo
que le preocupa y utiliza frases en primera persona (yo) en vez de en segunda persona (tú). Por
ejemplo, evite frases como "tienes un desórden alimenticio" o "estás demasiado delgado", que solo
pueden provocar enfado y negación. En lugar de eso, pruebe con frases del tipo: "Me preocupa que
hayas perdido tanto peso en tan poco tiempo". Cite cosas concretas que su hijo haya dicho o hecho
que a usted le hayan preocupado y explíquele que usted necesita que lo vea un médico para
tranquilizarse.

Si, aún así, encuentra resistencia por parte de su hijo, hable con su pediatra o con un profesional de
la salud mental sobre otros posibles enfoques.

Tratamiento de los desórdenes alimenticios

El tratamiento de estos trastornos se centra en ayudar a los niños a abordar sus problemas
relacionados con la conducta alimentaria y a establecer nuevos patrones de pensamiento sobre la
comida y la forma de relacionarse con ella. Esto puede implicar la supervisión médica, el
asesoramiento dietético y la terapia. Los distintos profesionales tratarán aspectos relacionados con
la percepción que tiene el niño sobre el volumen y la forma de su cuerpo, la conducta de comer y
los alimentos.
Los niños que presentan graves problemas de desnutrición es posible que deban ser hospitalizados
y que necesiten recibir cuidados médicos adicionales después de que su estado de salud se
estabilice.

Por lo general, cuanto antes se haga la intervención (a ser posible, antes de que se llegue a la
desnutrición o de que se establezca un ciclo continuo de atracones y purgas), más breve será el
tratamiento necesario.

Prevención de los desórdenes alimenticios

Usted puede desempeñar un papel fundamental para que su hijo desarrolle una actitud sana ante
la comida y la alimentación. Su propia imagen corporal puede influir sobre la de su hijo. Si usted
dice constantemente "estoy gordo", se queja de no hacer suficiente ejercicio y practica "dietas yo-
yo", que le llevan a perder y ganar peso de forma repetida, es posible que su hijo crea que tener
una imagen corporal distorsionada es algo normal y aceptable.

En una época en la que existe una gran preocupación social por la obesidad, puede ser complicado
para los padres hablar con sus hijos sobre los hábitos alimentarios. Es mejor centrarse en lo que es
saludable en vez de en el peso. Asegúrese de que su hijo sabe que usted lo quiere por quien es, no
por su aspecto.

Está bien apreciar el atractivo de los famosos pero, si tanto su hijo como usted, están satisfechos
con su propio aspecto físico, este hecho no hará que intenten cambiar para ser diferentes y
parecerse más a los famosos. Que su hijo reciba el mensaje de que está bien tal y como está y que
su cuerpo está sano y fuerte es un maravilloso regalo que usted, en calidad de padre, le puede
hacer.

Intente evitar las discusiones relacionadas con la comida; si su hijo quiere "hacerse vegetariano",
apóyelo, aunque usted sea un ávido comedor de carne. Es normal que los adolescentes pasen
etapas donde se vuelven caprichosos con la comida, de modo que intente establecer límites claros,
fomente hábitos alimentarios saludables y evite las peleas sobre temas relacionados con la comida.
Cuando un padre se pone nervioso porque se entera de que su hijo se ha saltado una comida, este
último lo captará enseguida. Intente relativizar las cosas y hable con su hijo sobre por qué no quiere
comer con el resto de la familia.

Por último, adopte un papel activo en la creación de un estilo de vida saludable para su familia.
Haga que su hijo participe en la preparación de comidas saludables y nutritivas. Hágale saber que
está bien comer cuando se tiene apetito y rechazar la comida cuando no se tiene. Asimismo, haga
del ejercicio una actividad divertida, gratificante y habitual para toda la familia.

Si usted mismo desarrolla una actitud sana para con los alimentos y el ejercicio físico, le dará un
ejemplo excelente a su hijo.

Revisado por: Michelle New, PhD


Fecha de revisión: noviembre de 2011

http://kidshealth.org/parent/en_espanol/emociones/eating_disorders_esp.html#
ASPERGER:
Un trastorno del espectro autista

El síndrome de Asperger es un trastorno neurobiológico que forma parte de un grupo de afecciones


denominadas trastornos del espectro autista. La expresión "espectro autista" se refiere a un
abanico de trastornos del desarrollo que incluyen tanto el autismo como otros trastornos de
características similares.

La expresión "trastornos del espectro" se refiere a que los síntomas de cada uno de ellos pueden
aparecer en diferentes combinaciones y en distintos grados de severidad: dos niños con el mismo
diagnóstico, a pesar de tener en común ciertos patrones de comportamiento, pueden presentar
una amplia gama de habilidades y de capacidades.

Como consecuencia, se suelen utilizan expresiones de carácter general, como "autismo con bajo
funcionamiento", "autismo con alto funcionamiento", "tendencias autistas" o "trastorno
generalizado del desarrollo" para describir a niños cuyos comportamientos que se sitúan dentro de
este espectro. Los niños con síndrome de Asperger comparten muchos síntomas con los que
padecen un "autismo de alto funcionamiento".

Los niños son tres a cuatro veces más proclives que las niñas a tener síndrome de Asperger. Puesto
que en la actualidad se están detectando casos leves con mayor frecuencia que en el pasado, la
incidencia de este síndrome parece estar aumentando. De todos modos, como ocurre con lo demás
trastornos del espectro autista, se trata de un síndrome difícil de diagnosticar y de tratar.

Sobre el síndrome de Asperger

El trastorno debe su nombre a Hans Asperger, un pediatra vienés que, en 1944, describió por
primera vez una serie de patrones de comportamiento que él había observado en algunos de sus
pacientes, mayoritariamente de sexo masculino. Asperger observó que aquellos pacientes, a pesar
de presentar una inteligencia y un desarrollo del lenguaje normales, tenían graves deficiencias en
las habilidades sociales, no sabían comunicarse eficazmente con los demás y presentaban
problemas de coordinación.

Según la Coalición para el Síndrome de Asperger de EE.UU., el síndrome de Asperger aparece más
tarde que el autismo o, por lo menos, se detecta más tarde. Muchos niños se diagnostican después
de haber cumplido 3 años y la mayoría de los afectados se diagnostican cuando tienen entre 5 y 9
años.

El síndrome de Asperger se caracteriza por la presencia de interacciones sociales deficientes o


inadecuadas, obsesiones, patrones del habla extraños y otras peculiaridades o rarezas
características. Los niños con síndrome de Asperger a menudo muestran poca expresividad facial y
tienen dificultades para leer el lenguaje corporal de los demás; pueden implicarse en rutinas
obsesivas y presentar una sensibilidad inusual a los estímulos sensoriales (por ejemplo, les puede
molestar una luz que a los demás no les afecta, pueden taparse los oídos para no oír los ruidos
fuertes del entorno o pueden preferir llevar prendas de ropa de un solo tipo tejido).

En general, las personas que padecen síndrome de Asperger son capaces de funcionar
adecuadamente en la vida cotidiana, pero tienden a ser inmaduras desde el punto de vista social y
la gente las suele ver como personas raras o excéntricas.

Entre otras características del síndrome de Asperger, se incluyen el retraso motor y la torpeza, así
como el hecho de presentar intereses limitados y preocupaciones peculiares. Los adultos con
síndrome de Asperger tienen problemas para mostrar empatía hacia los demás y siguen
presentando dificultades en sus interacciones sociales.

Los expertos afirman que el síndrome de Asperger sigue un curso continuo y normalmente dura
toda la vida. De todos modos, los síntomas pueden ir y venir a lo largo del tiempo y los servicios de
intervención precoz pueden ser de gran utilidad.

Signos y síntomas

Puesto que los síntomas del síndrome de Asperger suelen ser difíciles de distinguir de los que
aparecen en otros problemas del comportamiento, lo mejor es que un médico u otro profesional de
la salud evalúe los síntomas de su hijo. No es nada raro que a un niño le diagnostiquen primero un
trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH) antes de diagnósticarle de síndrome de
Asperger.

Los niños con síndrome de Asperger pueden presentar los siguientes signos y síntomas:

 interacciones sociales mínimas o inadecuadas


 conversaciones que siempre tratan sobre sí mismos en vez de los demás
 lenguaje "programado", "robótico" o repetitivo
 falta de "sentido común"
 problemas para leer, escribir y con las matemáticas
 obsesiones sobre estímulos complejos, como determinados patrones visuales o
determinadas melodías
 capacidades cognitivas no verbales entre normales a por debajo de la media, mientras que
sus capacidades cognitivas verbales suelen ser entre normales y por encima de la media
 movimientos torpes (niños patosos)
 comportamientos y gestos peculiares o extraños

Es importante tener en cuenta que, a diferencia de los niños con autismo, los que tienen síndrome
de Asperger pueden no presentar ningún retraso en el desarrollo del lenguaje y suelen tener buena
gramática y un vocabulario desarrollado a edades tempranas. De todos modos, es típico que
presenten trastorno del lenguaje, ya que tienden a ser excesivamente literales y tienen problemas
en el uso del lenguaje en contextos sociales.

Los niños con síndrome de Asperger no suelen presentar retrasos evidentes en el desarrollo
cognitivo. A pesar de que pueden tener problemas para concentrarse y organizarse y presentar
capacidades bien desarrollados en algunas áreas y deficitarias en otras, su inteligencia se suele
encontrar en la media y a veces o por encima de la media.
¿Cuál es la causa del síndrome de Asperger?

Los investigadores y los expertos en salud mental todavía siguen investigando sobre las causas del
autismo y del síndrome de Asperger. Muchos creen que el patrón de comportamiento que
caracteriza al síndrome de Asperger puede tener muchas causas. Las investigaciones apuntan a la
posibilidad de que las anomalías cerebrales entre las causas de este síndrome, ya que con técnicas
de imagen se han detectado diferencias estructurales y funcionales en regiones específicas del
cerebro de niños afectados por este síndrome.

También parece haber un componente hereditario en el síndrome de Asperger, y las


investigaciones indican que en algunos casos este síndrome se puede asociar a otros trastornos
mentales, como la depresión y el trastorno bipolar.

Contrariamente a la incorrecta asunción que hacen algunas personas sobre este trastorno, el
síndrome de Asperger no está provocado por carencias emocionales ni por el tipo de educación
recibida. Puesto que algunos de los comportamientos que presentan algunas personas con
síndrome de Asperger pueden ser vistos por los demás como faltas de educación deliberadas,
mucha gente asume erróneamente que el síndrome de Asperger es el resultado de una mala
educación por parte de los padres de los afectados, algo que es absolutamente falso. Se trata de un
trastorno neurobiológico cuyas causas todavía no se acaban de entender por completo.

En la actualidad no es posible curar este trastorno; los niños con síndrome de Asperger se
convierten en adultos con síndrome de Asperger. Pero muchos llevan vidas plenas y felices, y la
posibilidad de lograr este objetivo se ve favorecida si la educación, el apoyo y los recursos son los
adecuados.

Diagnóstico del síndrome de Asperger

El síndrome de Asperger puede ser muy difícil de diagnosticar. Los niños con esta enfermedad
tienen un funcionamiento normal en muchos aspectos de la vida, de modo que es fácil atribuir sus
extraños comportamientos simplemente a que son "diferentes".

Los expertos afirman que una intervención precoz, que englobe tanto aspectos educacionales como
sociales, llevada a cabo en un momento en que el cerebro todavía está en proceso de desarrollo, es
sumamente importante para un niño afectado por este síndrome.

Si su hijo presenta algunos de los síntomas y comportamientos típicos del síndrome de Asperger, es
fundamental que pida ayuda a su pediatra. Es posible que este les remita a un profesional de la
salud mental o a otro especialista para que haga una evaluación más detenida del niño.

Para que el especialista pueda emitir un diagnóstico sobre su hijo, tendrá que llevar a cabo una
evaluación "psicosocial" completa. Esto incluirá una entrevista a los padres sobre cuándo se
identificaron los síntomas del niño por primera vez, el desarrollo de la motricidad y del lenguaje, así
como otros aspectos de la personalidad y del comportamiento del niño (actividades favoritas,
hábitos inusuales, preocupaciones, etc.).

Se hará un énfasis especial en el desarrollo social, incluyendo los problemas pasados y actuales del
niño en lo relativo a las relaciones sociales y al desarrollo de las amistades. Normalmente se realiza
una evaluación psicológica y de las habilidades comunicativas del niño para identificar las áreas
donde presenta mayores deficiencias.

Tratamiento del síndrome de Asperger

Puesto que el síndrome de Asperger puede cursar con patrones de comportamiento y problemas
muy diferentes entre los afectados, no existe ninguna pauta tratamiento "típica". De todos modos,
en función de cuáles sean sus puntos fuertes y débiles (o de sus antecedentes evolutivos), los niños
con síndrome de Asperger se pueden beneficiar de los siguientes tratamientos:

 información y entrenamiento para los padres


 intervención educacional especializada para el niño
 entrenamiento en habilidades sociales
 terapia del lenguaje
 entrenamiento en integración sensorial para los niños más pequeños, normalmente llevada
a cabo por terapeutas ocupacionales, en la cual los niños se desensibilizan ante los
estímulos a los que son excesivamente sensibles
 psicoterapia o terapia cognitivo-conductual para los niños mayores
 medicación

El hecho de que todas las personas que cuidan de su hijo se involucren en su tratamiento será de
gran ayuda para él. Los profesionales de la salud que atienden a su hijo deberían estar informados
de lo que hacen los demás y usted a menudo se encontrará actuando como el "director general" de
toda la escena. Los profesores, canguros, otros miembros de la familia, los amigos cercanos y
cualquier otra persona que cuida de su hijo también deberían involucrarse en el proceso.

Es importante saber que hay muchas personas que pueden proporcionar asistencia a su hijo. La
clave está en pedir ayuda lo antes posible y encontrar el programa adecuado para el niño. Los niños
con síndrome de Asperger pueden experimentar grandes avances con el tratamiento y la educación
adecuados.

Ayudar a su hijo

Aunque el síndrome de Asperger plantea desafíos tanto a los niños afectados como a sus padres,
usted puede ayudar a su hijo en su proceso de adaptación y ofrecerle su apoyo de muchas formas
diferentes:

 Busque programas educacionales y de formación para padres. Usted es el primer maestro


de su hijo y seguirá siendo una figura clave fundamental para favorecer su desarrollo.
 Enseñe a su hijo las habilidades necesarias para cuidar de sí mismo. Aprender estas
habilidades ayuda a los niños a desarrollar la máxima independencia.
 Puesto que no siempre es fácil reconocer la presencia del síndrome de Asperger, avise a los
demás de que su hijo tiene necesidades especiales. En calidad de padre, es posible que
deba asumir el papel de educador cuando trate con los profesores, el personal médico y
otros cuidadores de su hijo.
 Busque un programa orientado a tratar las necesidades específicas de su hijo o las áreas
donde presenta mayores deficiencias. La Sociedad Americana del Autismo (ASA, por sus
siglas en inglés) anima a los familiares a que hablen con el director del programa para
determinar si su currículum atiende las cuestiones específicas de su hijo.
 Elija programas y tratamientos especiales que se centren en los resultados a largo plazo y
que tengan en cuenta los niveles evolutivos de los niños.
 Recuerde que su hijo forma parte de la unidad familiar y que sus necesidades se deben
sopesar con las de los demás miembros de la familia.
 Busque apoyo para usted y para los otros miembros de su familia. Usted no podrá ayudar a
su hijo si no atiende sus propias necesidades emocionales y corporales. Es posible que se
organicen grupos de apoyo en hospitales o centros de salud mental de su localidad. De
todos modos, en EE.UU., existe una gran variabilidad entre los diferentes estados en lo
relativo a los tipos de servicios que ofrecen el gobierno y otros programas para niños con
trastornos del espectro autista y sus familias.

El futuro de su hijo

En la actualidad, existen pocos centros dedicados específicamente a niños con síndrome de


Asperger. Algunos niños asisten a escuelas ordinarias donde sus progresos dependen en gran
medida del apoyo y del estímulo de sus padres, cuidadores, profesores y compañeros de clase. De
todos modos, hay otros que asisten a escuelas especiales para niños con autismo o con trastornos
del aprendizaje.

Mucha gente con síndrome de Asperger puede funcionar bien en la mayoría de los aspectos de la
vida, de modo que esta afección no tiene que impedir que su hijo se pueda desenvolver bien en el
mundo académico y social.

Es posible que, si a su hijo le diagnostican síndrome de Asperger, usted se sienta abrumado y


profundamente desalentado. De todos modos, recuerde que el equipo de tratamiento de su hijo les
podrá ofrecer un gran apoyo y aliento, tanto a su hijo como a su familia.

Revisado por: Rhonda S. Walter, MD


Fecha de revisión: enero de 2012

http://kidshealth.org/parent/en_espanol/emociones/asperger_esp.html

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