Вы находитесь на странице: 1из 3

La telaraña en la puerta

Dicen que una vez un hombre era perseguido por varios malhechores que querían
atracarlo.
El hombre entró en una cueva.
Los malhechores empezaron a buscarlo por las cuevas anteriores a la que él se
encontraba.

Con tal desesperación elevó una plegaria al Creador: "Dios todopoderoso, haz que tus
ángeles bajen y tapen la entrada, para que no entren a matarme."

En ese momento escuchó a los hombres acercarse a la cueva en la que él se


encontraba, y vio que apareció una arañita. La arañita empezó a tejer una telaraña en
la entrada.

El hombre volvió a elevar otra plegaria, esta vez más angustiado: "Señor te pedí
ángeles, no una araña."
Y continuó: "Señor por favor, con tu mano poderosa coloca un muro fuerte en la
entrada para que los hombres no puedan entrar a matarme."

Abrió los ojos esperando ver el muro tapando la entrada, y observó a la arañita
tejiendo la telaraña.

Estaban ya los malhechores entrando en la cueva anterior y el hombre se quedó


esperando su muerte. Cuando los malhechores estuvieron frente a la cueva, ya la
arañita había tapado toda la entrada.

Entonces se escuchó esta conversación:


- Entremos en esta cueva.
- No, no hace falta. ¡Mira, hay una telaraña! Es imposible que haya podido entrar en
esta cueva sin romperla. Sigamos buscando en las otras.

Pedimos cosas que desde nuestra perspectiva humana son lo que necesitamos, pero
Dios nos da aquellas pequeñas cosas que se pueden volver grandes.

A veces pedimos muros para estar seguros, pero Dios en cambio nos pide confianza en
Él, para dejar que su poder se manifieste y haga que algo como una telaraña nos de la
misma protección que una muralla.

Si has pedido un muro y no ves más que una telaraña, recuerda que Dios sabe lo que
realmente necesitamos. Confía en Él y Él actuará.
Federico II de Prusia llegó al trono a los 28 años y reinó de 1740 hasta 1786.
Llamado Federico el Grande, este fue un monarca de gran capacidadgubernativa.
Rodeado de filósofos y hombres de letras su gobierno se caracterizó por
un despotismo ilustrado bien marcado. Contando entre sus amigos con hombres
como Voltaire, favoreció el desarrollo de las artes y entre sus medidas más
significativas incorporó a su reinado la enseñanza primaria obligatoria.

La anécdota

La siguiente, más que sólo una anécdota, es una historia


desapercibida que alargó la vida de uno de los reyes prusianos
más significativos. Una tarde Federico entró a uno de los
salones del palacio de Sans - Souci y sentándose a la mesa
pidió a un sirviente su habitual taza de chocolate. El sirviente
hizo llegar la orden al cocinero y al tiempo ingresó al salón con
el pedido del rey. Una vez que tuvo el tazón delante de sí,
Federico fue asaltado por un pensamiento que le
hizo postergar por unos segundos la toma del chocolate. Habiendo dejado la llave
puesta del arcón donde había dejado unos papeles de gran importancia, decidió
ponerse de pie y desplazarse hasta la habitación contigua a solucionar el
descuido.

Ya de vuelta a la mesa, se dispuso a ingerir su chocolate cuando


detectó un fino hilo brillante que descendía, desde el techo hasta
su taza, en perfecta línea recta. Pasó la mano suavemente como
para cortar el recorrido de la fina hebra y advirtió que se trataba
de la tela de una araña incauta que había descendido sobre su
tazón real para darse un chapuzón en el espeso líquido. Sin
perder tiempo, el rey, llamó de a su criado y pidió que le cambien
la taza de inmediato. Al ver al criado llegar con la taza intacta, el
cocinero comenzó a transpirar, los nervios se le quebraron y la
angustia iba en aumento a medida que el criado se acercaba. Al escuchar al
sirviente decir que el rey pidió, sin motivo aparente, que le sea cambiada la taza,
el cocinero corrió hasta un rincón y se dio muerte súbitamente.

La razón: el hombre había puesto veneno en el tazón y, dadas las


circunstancias, supuso que el rey había descubierto su plan
homicida. Debido a este confuso episodio es que años después
Federico el Grande dispuso que se pintara el techo de la
habitación, en la que se encontraba, la imagen de una araña en
su tela. Un homenaje merecido a aquella amiga desconocida que
fue la más eficaz guardaespaldas del rey y que entregó la vida por
el monarca prusiano sin darse cuenta de lo que esto significaba.
Quizás lo más llamativo de esta historia desapercibida radique en lo variado de
sus protagonistas: un rey afortunado, un cocinero traicionero y una araña que, sin
saberlo, salvó la vida de Su Majestad.

“La anécdota de Federico el Grande y la araña que quería café...”

Вам также может понравиться