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UNIVERSIDAD TÉCNICA DE MANABÍ

FACULTAD DE CIENCIAS Matemáticas


Escuela de Psicología clínica
Sexto nivel
PARALELO “b”

Corrientes Psicológicas
Proyecto
Integrantes

Delgado odaliz

Ferrin lauro

García ángel
Tema:

Eficacia de la terapia cognitivo conductual en


niños con ansiedad por separación
Introducción

Una de las claves de este ensayo es de argumentar la eficacia de la terapia


cognitivo conductual en niños que sufren ansiedad por separación, por lo cual hay
que entender el verdadero origen y las características esenciales que posee este
terapia.

La terapia cognitivo conductual tiene como punto de partida a la teoría cognitiva,


pero su desarrollo abarca desde la antigua Roma. Esta terapia se puede definir
como la aplicación clínica de la ciencia de psicología que se fundamenta en
principios y procedimientos validados empíricamente. Las diferencias actuales
entre los distintos acercamientos considerados cognitivo conductuales son incluso
epistemológicas al acoger concepciones sustancialmente diferentes de la realidad
y la psicopatología (Vargas S. 2001).

Es decir la terapia cognitivo conductual ha sido la parte comprobable y


experimental de la psicología, y a pesar de que la piscología sentó sus bases
como ciencia experimental desde Wundt, no fue hasta la teoría cognitiva y
conductual cuando su carácter comprobable se fortaleció.

En cuanto a la aplicación de este tipo de terapia es muy diversa, aplicándose en


distintos tipos de campos, desde lo que es la para tratar la drogadicción, fobias,
ansiedades, en cualquier tipo de personas.

Como se habló previamente el presente documento se centra en la terapia


aplicada a niños que sufren de ansiedad por separación, se ha visto en estudios
que van desde 1991 a 2001 que esta terapia tiene un alto índice de eficiencia, en
niños y adolescentes con ansiedad, esencialmente cuando existe intervención
familiar. (Amoros Mireira; et al .2003)

Para muchos profesionales este tipo de terapia es la más apropiada y la que


obtiene muchos más resultados que ninguna por lo tanto hay que entender de
forma más concreta de que trata la terapia.
Antecedentes

Desde sus comienzos, la denominada Terapia de Conducta se ha


caracterizado por realizar una aproximación monista, directa, objetiva y racional al
estudio del comportamiento humano y se enmarca dentro de lo que se conoce
como Análisis Experimental y Aplicado del Comportamiento (AEAP). El AEAP es
el resultado del conjunto de datos obtenidos empíricamente a través de
investigaciones a nivel básico (análisis experimental) y aplicado (análisis aplicado)
bajo la filosofía del Conductismo Radical eskinneariano. (Mañas, I 2007).

La "Primera Ola" de las Terapias de Conducta tuvo como principal propósito e


interés de esta primera ola o movimiento fue superar las limitaciones del modelo
psicoanalítico ofreciendo una alternativa con aproximación clínica cuya teoría y
práctica estuvieran basadas en principios y leyes del comportamiento obtenidas
mediante la metodología científica dejando de lado variables de índole
intrapsiquicos o hipotéticas. Esta terapia se focalizó en el comportamiento de
problema, siendo el condicionamiento y el aprendizaje su enfoque.

Es decir este tipo de terapia nace de la contra poción al psicoanálisis, y al mismo


tiempo tiene un carácter del tipo empírico.

A este nuevo proceder clínico basado en el manejo directo de contingencias


con objetivos clínicos claramente definidos tales como la conducta observable, se
ha denominado cambios de "primer-orden". Entre las principales aportaciones de
esta etapa podemos destacar a Eysenck y su empeño por validar empíricamente
las terapias, aunque posteriormente técnicas como el autoinforme fuesen
fuertemente criticadas, a Mary Cover Jones y su revisión de los principios de
aprendizaje propuestos por Watson para el tratamiento de las fobias infantiles, a
Wolpe y su técnica de la desensibilización sistemática o Teodoro Ayllon y Nathan
Azrin y su técnica de economía de fichas creada en 1968. A pesar del avance que
supuso esta primera ola de la terapia de conducta, ni el modelo del aprendizaje
asociacionista o paradigma estímulo-respuesta (el conductismo inicial watsoniano)
ni el análisis experimental de la conducta (el conductismo radical skinneriano)
fueron eficaces en el tratamiento de determinados problemas psicológicos que
presentaban los adultos.

Estas dificultades, unidas al hecho de que ninguna de estas aproximaciones


ofreció un análisis empírico adecuado del lenguaje y la cognición humana supuso,
como en el caso anterior, un punto de inflexión cuya expresión una vez más, se
desarrolló a través de un segundo movimiento u ola: la denominada "Segunda
Ola" de terapias de conducta o "Terapias de Segunda Generación".

Lo característico en esta ocasión de esta segunda ola de terapias, surgida el


pasado siglo, fue el hecho de considerar al pensamiento o a la cognición como
causa principal de la conducta y, por ende, como causa y explicación de los
fenómenos y trastornos psicológicos.

Aunque esta nueva ola de terapias, que pueden ser agrupadas bajo el vasto
umbral de las denominadas Terapias Cognitivo-Conductuales, mantuvieron (y aún
lo hacen) las técnicas centradas en el cambio por contingencias o de primer-orden
(generadas por la primera ola de terapias), las variables de interés por excelencia
fueron trasladadas a los eventos cognitivos considerándolos, ahora, como la
causa directa del comportamiento y, por tanto, transformándose el pensamiento en
el objetivo principal de intervención.

Como consecuencia de ello, tanto la variable de análisis así como los


objetivos perseguidos y muchas de las técnicas, se centraron primordialmente en
la modificación, eliminación, reducción o, en la alteración, en cualquiera de sus
formas, de los eventos privados. (Mañas I, 2007).

En resumen, la asunción o premisa general que se estableció durante este


período se puede resumir del siguiente modo: Si la causa de la conducta es el
pensamiento (o emoción, esquema mental, creencia, etc.), se ha de cambiar el
pensamiento (o la emoción, el esquema, la creencia o lo que fuere) para cambiar
la conducta. Esta asunción o premisa fundamental es compartida por la mayoría
de las personas en nuestra cultura, es decir, la lógica subyacente de las terapias
de la segunda generación está ampliamente difundida y lo que cree la mayoría de
las personas. (Cuando dejes de pensar así te irá mejor, quítate eso de la cabeza
que no te hace ningún bien, si piensas que eres una mierda no te va a salir nada
bien...). Este planteamiento o filosofía se adapta perfectamente a lo establecido
socialmente como correcto o lo que ha de hacerse dadas ciertas circunstancias; y,
sobre todo, con los modos de hablar y explicar que tienen las personas en nuestra
sociedad, con el modelo médico o psiquiátrico y, por tanto, con la idea de
"enfermedad mental".

Otra consecuencia que se deriva del planteamiento o la filosofía anterior, es


considerar que todo aquello que genere malestar o nos produzca dolor ha de ser
rápidamente erradicado a través de todos los medios disponibles; especialmente,
enfatizando el empleo de estrategias o técnicas de control (tales como la
eliminación, supresión, evitación, sustitución, etc.) de los eventos privados.

Dentro del amplio abanico de terapias de segunda generación se encuentran


las más estandarizadas y utilizadas actualmente, tales como la Terapia Cognitiva
de Beck para la Depresión ( Beck, Rush, Shaw y Emery , 1979), la Terapia
Racional Emotiva de Ellis (Ellis y MacLaren , 1998), la Terapia de
Autoinstrucciones de Meinchenbaum (Meinchenbaum , 1977), así como a multitud
de paquetes de tratamiento programados o estandarizados amparados, la mayoría
de ellos, bajo el paraguas de terapias cognitivo conductuales. Aunque estas
terapias han resultado efectivas en el tratamiento de múltiples problemas
psicológicos, lo cierto es que aún quedan muchos problemas sin resolver. Algunos
de estos problemas giran en torno a lo que realmente es efectivo dentro del
conjunto de técnicas que emplean las terapias de segunda generación.

Esto se advierte fácilmente si tenemos en cuenta que estas terapias


continúan empleando las técnicas y procedimientos generados por las terapias de
la primera generación (cambios de primer-orden), por lo que resulta difícil
contrastar el valor real y efectivo que de forma independiente podrían tener
aquellos elementos o componentes novedosos que utilizan. Es más, la efectividad
de estas terapias se ha relacionado más con los componentes conductuales que
con los componentes cognitivos propiamente dichos. Tal es el caso de la Terapia
Racional Emotiva de Albert Ellis (RET), que evolucionó hacia La Terapia
Conductual Racional Emotiva (REBT) tras comprobar la efectividad aislada de
dichos componentes conductuales (Ellis, 1994).

Otra de las limitaciones más importantes de las terapias de segunda


generación son los datos experimentales disponibles actualmente que indican
precisamente que los intentos de control, reducción o eliminación de los eventos
privados (justamente objetivos de intervención explícitos desde estas terapias)
producen paradójicamente, y en muchos de los casos, efectos contrarios o efectos
rebote. Entre estos efectos se han descrito notables incrementos tanto en la
intensidad, frecuencia, así como en la duración, e incluso, en la accesibilidad a los
eventos privados no deseados (e.g., Cioffi y Holloway, 1993; Gross y Levenson,
1993, 1997; Gutiérrez, Luciano, Rodríguez y Fink, 2004; Sullivan, Rouse, Bishop y
Johnston, 1997; Wegner y Erber, 1992). Esto datos, suponen un claro desafío a
los propios principios y asunciones en las cuales están fundamentadas las
terapias de segunda generación, atentan y vulneran sus propios cimientos o
filosofía de base.

Referencias

Vargas S. “ALGUNAS CONSIDERACIONES HISTÓRICAS EN TORNO DE LA


TERAPIA COGNITIVO CONDUCTUAL: ¿SINCRETISMO?”. Revista Electrónica
de Psicología Iztacala, Vol. 4 No. 1 septiembre de 2001. Disponible en:
http://www.revistas.unam.mx/index.php/repi/article/view/22825/21551

Amoros Mireira; et al. (2003). La terapia cognitivo-conductual en problemas de


ansiedad generalizada y ansiedad por separación: Un análisis de su eficacia.
Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia Murcia (España). ISSN:
0212-9728. 2003, vol. 19, nº 2 (diciembre), 193-204
Mañas,I.(2007).Nuevas terapias psicológicas. La tercera ola de terapias de
conducta o terapias de tercera generación. Gaceta de Psicología, 40,26-34.

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