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Proyecto
Pensemos que un proyecto viene a resolver un problema o situación que dificulta el quehacer de
una comunidad, país, o en la empresa, por lo tanto, mediante la intervención que el proyecto
genere, tendrá mejores resultados, mejores procesos o mejores estándares de vida en donde se
implemente.
Según Sapag & Sapag (2003), un proyecto “es la búsqueda de una solución inteligente al
planteamiento de un problema tendiente a resolver, entre tantas, una necesidad humana”. Una
de las características principales de los proyectos es su naturaleza temporal, ya que tienen un
principio y un final definidos. Ello se debe a que surgen de una demanda y terminan cuando se
logran sus objetivos o cuando ya no existe la necesidad que incidió en su origen o simplemente
cuando sus objetivos ya no pueden ser cumplidos.
El objetivo del proyecto es cumplir con los requisitos, es decir, los objetivos/entregables (bienes y
servicios) en los plazos establecidos, de acuerdo a los requerimientos del cliente.
En síntesis, podemos decir que un proyecto es una actividad que tiene un propósito concreto, por
lo tanto, posee un comienzo y un final conocido.
Todos queremos desarrollar a futuro ciertos anhelos, por ejemplo: comprar una casa, comprar un
auto, arrendar un local comercial, vender algún producto, asesorar a alguien con algún tipo de
servicio. Ideas muy vagas, pero en la medida que vamos informándonos sobre lo que nos interesa,
vamos descubriendo la razón de nuestro proyecto, a esto le llamamos El propósito, en la
evaluación de un proyecto, permite que realicemos acciones y tomemos decisiones con un
respaldo técnico. Por lo tanto, no arriesgamos recursos materiales, técnicos, financieros, esfuerzos
humanos, etc.
La razón para evaluar un proyecto se debe a una recolección de información, para una idea y que,
en definitiva, en esta actividad evaluativa, concluyamos si es factible desarrollarla o simplemente
debemos modificarla o por último desecharla. Los proyectos siempre pasarán por determinados
momentos de estudio, en la cual debemos realizar mediciones cualitativas y cuantitativas que nos
lleven a respaldar la decisión de realizar, mantener o rechazarlo. Esto nos lleva a definir cuál es el
objetivo del proyecto, qué queremos lograr con él, para qué lo realizamos.
Los proyectos pueden tener diferentes orientaciones y de allí surgen dos tipos de evaluaciones: la
evaluación privada y la evaluación social, ambos convergen en el estudio de viabilidades, pero
¿cuál es la diferencia entre ellas?
La evaluación privada la realiza cualquier persona que quiera obtener con un proyecto una
rentabilidad positiva y que generalmente lo llamamos inversionista o emprendedor, o un privado.
Mientras que la evaluación social mira la ganancia que tendrá una comunidad y que no siempre la
realiza un privado, sino que la mayoría de las veces la realiza el Estado, que busca el bienestar de
la comunidad y su entorno.
• La evaluación privada se guía por los precios del mercado, mientras que la evaluación social se
guía por los precios sombra o sociales, pues se evalúan cuáles son los beneficios que le reporta a la
comunidad el proyecto, por ejemplo: más áreas verdes, mejor cuidado del medioambiente,
disminución de contaminantes, entre otros.
Algunos factores en la evaluación social se pueden obviar, como los impuestos y los subsidios,
pues se trataría de transferencias entre entidades, a diferencia de la privada que, por ejemplo, los
impuestos representan un egreso.
• Existen beneficios que no se pueden medir cuantitativamente, por ejemplo: cuánto de
satisfacción monetaria tiene el uso de máquinas para hacer ejercicios en plazas o la plantación de
áreas verdes, en este caso se deben evaluar cualitativamente, por ejemplo por el nivel de
satisfacción.
La valorización de un proyecto en estudio proviene del análisis que se desarrolla. Si seguimos una
estructura adecuada podemos visualizar esta idea incipiente de proyecto de mejor manera.
Recuerda que en cualquier tipo de proyecto siempre existe un grado de inversión, ya sea
monetaria, de tiempo u otro recurso, que cada uno valora según su perspectiva. Por tal motivo,
someter un proyecto a evaluación le crea valor, debido a que paulatinamente vamos
disminuyendo el riesgo de equivocarnos.
Todo proyecto posee tres requisitos importantes para su formulación y evaluación: coherencia,
viabilidad y factibilidad, que tienen como objetivo darle validez técnica, financiero-económico a un
proyecto y que nada impida su implementación y desarrollo.
Coherencia
Esta idea que tenemos en mente, ¿se valida? ¿Se apega a la realidad? Muchas ideas pueden
parecer atractivas, pero se deben comenzar analizando el grado de cordura que pudiera tener esa
idea.
Factibilidad
Esta parte del estudio se relaciona a variables de tipo financiero, las respuestas a la viabilidad son
cualitativas, en cambio la factibilidad es de orden cuantitativo, aquí conviene consultar fuentes
primarias de información. Cuando en una evaluación se ha llegado a esta etapa, estamos ad portas
de la inversión financiera, por tanto la relevancia es saber en términos económicos todas aquellas
variables que resultarán importantes como: localización, tamaño, tecnología a utilizar.
Viabilidad
Se analiza desde punto de vista económico, hay que situarse en distintos aspectos a revisar, por
ejemplo, en el cuadro a continuación, vemos diferentes consultas que se deben evaluar:
Viabilidad comercial: el mercado es sensible al producto o servicio que ofrece el proyecto, por
ejemplo, el mercado se mueve en forma más rápida cuando se trata de un producto de necesidad
como los alimentos o si se trata de entretención como un parque de diversiones, el mercado en
verdad ¿solicita este tipo de servicios? de eso trata esta viabilidad
Viabilidad técnica: tenemos los insumos, materiales, químicos para desarrollar el producto o
servicio a ofrecer.
Viabilidad emocional: ¿en verdad nos apasiona esta idea como proyecto?, ¿tendremos la
paciencia, entereza y compromiso con el proyecto?
Viabilidad social: ¿en cuánto favorece a la sociedad nuestro proyecto?, no necesariamente nos
referimos a un proyecto de tipo social, por ejemplo, colocar un negocio en una zona incipiente
urbana, claramente obtendremos un beneficio, pero asimismo, le daremos a nuestros vecinos la
facilidad de adquirir bienes en forma más rápida y cómoda.
Cuando se está pensando en la creación de una empresa, se deben considerar todos los costos y
beneficios que se asocien a la inversión.
Los proyectos tienen las siguientes etapas: idea, preinversión, inversión y operación. Cada una de
estas etapas prepara al evaluador, con mejor y mayor información en los diversos estudios para
tomar la decisión técnica de rechazar o aceptar el proyecto.
Las etapas se caracterizan por la profundización de la información que tienen los estudios de
mercado, técnico, organizacional, legal, medioambiental, financiero, económico, que nos indica en
definitiva si el proyecto es rentable o no. Se debe distinguir información primaria y secundaria que
tienen todos los proyectos y sus estudios.
2. Preinversión
• Perfil: se diseña según la información que tengamos, la experiencia y la cordura del proyecto.
Importa identificar alguna razón para abandonar el proyecto.
3. Inversión: detalle en montos estimados y reales del requerimiento del proyecto en términos
monetarios.
4. Operación: en esta última etapa, el proyecto está en funcionamiento, es decir, operativo, cabe
revisar y controlar la marcha en sí con los planteamientos hechos en un principio, para realizar las
rectificaciones necesarias.
• Formulación y preparación: se relaciona con definir las características que influyan en el flujo de
ingresos y egresos, como también calcular los montos que se deriven de tal operación.