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En el proceso sensitivo alguna forma de energía procedente de una fuente externa del cuerpo,
estimula una célula receptora en uno de los órganos de los sentidos, esta energía debe tener
intensidad suficiente para que el receptor responda emitiendo una señal electroquímica
codificada; la señal varia con las características del estímulo, ejemplo: la luz brillante, que se
codifica por una rápida estimulación debido a su gran intensidad y la luz de baja intensidad la
que produce un estímulo más lento; la señal nerviosa captada pasa por los nervios sensitivos al
sistema nervioso central hasta llegar al cerebro y a partir de estas señales el cerebro crea las
experiencias sensitivas.
El proceso sensitivo comienza en un receptor sensitivo, que puede ser una célula especializada
o las dendritas de una neurona sensitiva. Como se mencionó antes, un determinado receptor
sensitivo responde con intensidad a un tipo particular de estímulo, un cambio del ambiente
capaz de activar ciertos receptores sensitivos, pero responde débilmente o no lo hace en
absoluto a todos los demás estímulos. Esta característica de los receptores sensitivos se
denomina selectividad. Para que aparezca una sensación, suelen producirse los cuatro
fenómenos siguientes:
1. Estimulación del receptor sensitivo. Debe haber un estímulo adecuado dentro del campo
receptivo del receptor sensitivo, es decir, la región del cuerpo donde la estimulación activa el
receptor y provoca una respuesta.
4. Integración de las aferencias sensitivas. Una región particular del SNC recibe e integra los
impulsos nerviosos sensitivos. La corteza cerebral integra las sensaciones conscientes o
percepciones. Usted parece ver con los ojos, oír con los oídos y sentir dolor en una zona
lesionada porque los impulsos sensitivos de cada parte del cuerpo llegan a una región especifica
de la corteza cerebral, que interpreta que la sensación proviene de los receptores sensitivos
estimulados. (Tortora y Derrickson, 2006)