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Magistrado Ponente
PEDRO OCTAVIO MUNAR CADENA
ANTECEDENTES
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2.3 Que el dinero correspondiente al préstamo se abonó y
contabilizó, el día 22 de diciembre de 1993, mediante nota crédito en la
cuenta corriente No. 93803734-8, perteneciente al demandado Oscar
Silvestre Daza Laverde.
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noviembre de 1999, favoreciendo, de manera oficiosa, al ejecutado
Eduardo José Solano Castro, quien, como ya se dijo, no planteó
ningún medio exceptivo. Esa determinación fue confirmada por el
Tribunal, mediante fallo de 2 de junio de 2000, adicionándola en el
sentido de condenar en perjuicios a la parte ejecutante.
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demandado Solano Castro también se había constituido como deudor
de la entidad financiera.
LA SENTENCIA RECURRIDA
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El sentenciador ad-quem, luego de valorar la existencia
de los requisitos necesarios para resolver la instancia y de asentar que
ya no era procedente cuestionar la acumulación subjetiva de
pretensiones, abordó el estudio de la excepción de prescripción, para
concluir que la acción cambiaria derivada del pagaré suscrito por los
demandados prescribió desde el 22 de diciembre de 1997, tal como lo
declararon las sentencias de primera y segunda instancia, proferidas
dentro del proceso ejecutivo adelantado entre las mismas partes,
mientras que la demanda de enriquecimiento sin causa fue presentada
el 27 de julio de 2001, cuando ya había transcurrido en exceso el
término que otorga la ley para tal efecto.
LA DEMANDA DE CASACIÓN
CARGO PRIMERO
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que, a su vez, delimita el campo de las resoluciones del sentenciador
que definan la controversia.
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Alega que la exposición plasmada en la motivación del
fallo no puede suplir su irresolución porque tal entendimiento le quitaría
juridicidad al principio según el cual la sentencia judicial, en su parte
resolutiva, debe “ ‘(...) contener decisión expresa y clara sobre cada
una de las pretensiones de la demanda (...)’ ” como lo impone el
artículo 304 del Código de Procedimiento Civil; además, que la lógica
jurídica impediría aceptar que esa supuesta “absolución tácita”,
pudiera conciliarse con la resolución desestimatoria de la pretensión
por ser antagónicas o contradictorias, “pues no podría jurídicamente
considerarse prescrita una obligación que el mismo autor de esa sentencia
ha considerado inexistente, por ausencia del contrato fuente que se indica
como su hontanar. Resoluciones contrarias, pues la una afirmaría lo que la
otra niega, que se neutralizan y se eliminan recíprocamente y por ello no
pueden lógicamente coexistir”
CONSIDERACIONES
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“una síntesis de la demanda y su contestación”; la motivación, que
deberá “limitarse al examen crítico de las pruebas y a los
razonamientos legales, de equidad y doctrinarios estrictamente
necesarios para fundamentar las conclusiones...”; y la parte resolutiva,
que debe contener “una decisión expresa y clara sobre cada una de las
pretensiones de la demanda, las excepciones, cuando proceda
resolver sobre ellas, las costas y perjuicios a cargo de las partes y sus
apoderados, y demás asuntos que corresponda decidir...”
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De tal manera, podría afirmarse sin lugar a dudas y sin que
ello desconozca el mandato legal a que se ha venido haciendo
referencia, que la parte resolutiva de una sentencia comprende “no el
pasaje del fallo colocado en determinado lugar, sino lo que ha sido objeto de
la decisión judicial, cualquiera que sea la forma que revista y el puesto que
ocupe en la sentencia. De ahí que la fuerza de la cosa juzgada abarque lo
mismo lo que ha sido fallado expresamente como lo que se ha decidido
implícitamente. Sólo que esta decisión implícita debe ser de tal naturaleza
que ella necesariamente está comprendida por lo que fue objeto de
resolución expresa” (G.J. XLIV Pág. 461).
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parte motiva de la sentencia, no por ello puede aseverarse que la
misma no existió o que carece de vigor vinculante, pues es innegable
que en ella se advierte una resolución nítida e incontestable sobre ese
aspecto del litigio, que reúne todas las características de una decisión
judicial con fuerza obligatoria.
SEGUNDO CARGO
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previa en tal sentido, para concluir que, en el presente caso el pagaré
que motiva esta acción “prescribió desde el 22 de diciembre de 1997”,
mientras que la demanda sólo se presentó el 27 de julio de 2001,
“cuando ya había transcurrido con exceso el término que otorga la ley
para la prescripción de esta acción”.
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En igual sentido, aduce que el mencionado artículo 882
del Código Mercantil contempla dos hipótesis: una, cuando el acreedor
deja transcurrir en silencio el término de tres años previsto en el
artículo 789 ídem para el ejercicio de la acción cambiaria, sin acudir al
cobro ejecutivo mediante el proceso correspondiente y, la segunda,
cuando el acreedor , luego de ver frustrado su intento de cobro judicial,
“acatando el carácter sucedáneo o sucesivo que frente a la acción cambiaria
propiamente dicha tiene la de enriquecimiento cambiario y la no coexistencia
de los dos, acude al proceso ordinario de cognición buscando a través de
éste la satisfacción de su derecho, que previamente se le ha calificado como
extinguido en decisión judicial, lo que para su procedencia debe hacer dentro
del término de un año o sea el subsiguiente de la frustración que para él
traen las resultas de la acción ejecutiva, anteladamente tramitada.”
CONSIDERACIONES
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1. La acción de enriquecimiento sin causa derivada de la
caducidad o prescripción de la acción cambiaria, a la que alude el
artículo 882 del Código de Comercio, es conocida de tiempo atrás por
distintos ordenamientos e, incluso, la Ordenanza del Comercio
Terrestre de Luís XIV hacía incipiente referencia a un principio de
equidad ante el vencimiento de la oportunidad fijada para el protesto,
regla que reaparece en el Código de Comercio Francés y el Código
Italiano de 1865. Con mayor concreción, el Derecho Alemán (artículo
83 de la Ordenanza General de Cambio de 1848) previó que “(…)
cuando la obligación cambiaria del librador o del aceptante se ha extinguido
por prescripción o por haber omitido los actos legalmente previstos para la
conservación del Derecho cambiario, el librador y el aceptante quedan
obligados frente al tenedor de la letra, en tanto en cuanto se hayan
enriquecido en perjuicio suyo. Contra los endosantes cuya acción se haya
extinguido no tiene lugar esta acción (…)”.
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dirige solamente contra quien sea ya obligado cambiario o, más bien, contra
algunos solamente entre los obligados cambiarios; e) tiende a hacer
conseguir al portador una suma que podrá ser inferior o igual, pero no
superior, a aquella indicada en el título. f) se prescribe en un término breve;
g) esta acción tiene carácter subsidiario porque, no es proponible cuando el
damnificado puede ejercitar otra acción (cambiaria o causal )” (Castellano,
G., citado por Bonfanti y Garrone. De los títulos de Crédito. Segunda
Edición. Abelado – Perrot. Buenos Aires).
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el derecho incorporado en el documento, pues una vez acaezcan, el
mismo deviene inútil y desprovisto de una de sus principales
características como es la de viabilizar la acción cambiaria; sin
embargo, mientras que la caducidad se erige como un obstáculo para
ejercer la acción, pues no la deja nacer, la prescripción, por su parte,
ataca no solo la potestad de accionar sino, igualmente, el derecho
mismo; no obstante, ambas surgen como una sanción impuesta por la
legislación comercial a quién detentando un título negociable, se
muestra negligente o remiso en iniciar o proseguir aquellas
actividades que le permitirían mantener incólume lo que el documento
incorpora. A pesar de sus diferencias, de común tienen las dos, que
su dinámica está sometida a los términos establecidos por la ley. Por
ello, el acreedor que recibe un título valor como mecanismo extintivo
de una obligación precedente, asume el compromiso de respetar,
atendiendo la clase del documento negociable de que se trate, los
términos fijados en la respectiva codificación ya para el pago, su
presentación para tal efecto, ora para el protesto o eventualmente la
iniciación de las respectivas acciones para impedir la consumación de
la caducidad o de la prescripción. No proceder en tal forma, esto es,
en desconocimiento de dichos plazos, es exponerse a la aplicación de
las sanciones legales, las que se reducen, regularmente, a patentizar
una u otra.
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acuerdo a la lógica y el buen sentido. Nada justifica mandar promover una
acción para que se oponga la excepción de prescripción o caducidad, con
dispendio de tiempo y gastos ” (Letra de Cambio y Vale o Pagaré. Tomo
III, pág.451, Buenos Aires).
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Reitera, pues, la Sala que no hay necesidad de la
sentencia ejecutiva previa a la actio in rem verso, en donde se
evidencie la extinción de la acción cambiaria en razón a la prescripción
o la caducidad, pues la norma evocada no contempla tal requisito;
tampoco surge de la naturaleza de una u otra institución, pues de
ordinario el cumplimiento de las obligaciones no es el fruto del cobro
coercitivo sino la consecuencia de un comportamiento espontáneo del
deudor, quien para honrar sus compromisos no tiene, inevitablemente,
que verse compelido por una orden judicial; en regla de principio, las
deudas se satisfacen sin la intervención del aparato estatal, las
personas contratan o adquieren compromisos no pensando en la
coacción para satisfacerlas; por ello, no puede aceptarse que el
legislador haya incorporado como condicionante de la acción de
enriquecimiento el que se hubiese proferido decisión judicial como
referente para la contabilización del término extintivo de esta acción.
Desde luego, atendiendo el acontecer normal de las cosas, es dable
colegir que quien no ha acudido a los mecanismos ordinarios o legales
de pago pretende hacer valer en su favor la prescripción en caso de
que el acreedor no reclame oportunamente lo suyo.
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TERCER CARGO
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Así mismo, refiere que dentro de esas copias auténticas
trasladadas se encuentran las siguientes, las que, a su juicio, son
relevantes para la definición de este proceso:
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ya reconocido por la jurisdicción, como que tales documentos sirvieron
de base para librar antaño mandamiento ejecutivo en contra de los
deudores y a favor del Banco Ganadero”.
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Por otra parte, el recurrente se refiere a la prueba
pericial decretada y practicada en el proceso ordinario, medio del que
afirma fue considerado ineficaz jurídicamente por el fallador de
segunda instancia, y al cual no le reconoció valor probatorio porque, de
un lado, no estaba acreditado el contrato de mutuo, y de otro, no ser la
pericia prueba idónea al efecto, argumentación que el impugnante
considera equivocada por ser infractora de la preceptiva contenida en
los artículos 174, 179, 180, 233 inciso 1, 237 y 241 del Código de
Procedimiento Civil.
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lo dispuso, el Tribunal infringió al no aplicarlos, los artículos 625 y 627
del Código de Comercio que, en su orden indican que la obligación
cambiaria deriva su eficacia de la firma puesta en un título valor y, el
segundo, que todo suscriptor de un documento de esa estirpe se obliga
autónomamente, ello en concomitancia con los artículos 1568 inciso 2°
y 1571 del Código civil que consagran la solidaridad convencional y
legal, por lo que se puede demandar el pago a cualquiera de los
deudores solidarios.
CONSIDERACIONES
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Y si bien el Tribunal fue ambiguo en las elucidaciones que
esbozó en torno a la apreciación de la experticia rendida en el proceso,
lo cierto es que tal medio de persuasión no evidencia la entrega del
dinero mutuado que, en criterio de aquél, era indispensable para el
perfeccionamiento del contrato en discusión. Por el contrario, refiere
que el Banco Ganadero S.A. desembolsó el valor del crédito en la
cuenta corriente No.93803734-8 de esa misma entidad, cuyo titular es
Oscar Silvestre Daza Laverde, hecho que respaldó con la certificación
que en tal sentido le expidió la sucursal de Valledupar de dicho banco.
DECISIÓN
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RUTH MARINA DÍAZ RUEDA
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