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Proyecto de Investigación Científica

1. Problema
Dificultad en el aprendizaje del Mecanismo ordenado de los dedos, en lo alumnos de la
carrera profesional de música en la especialidad de ejecución–guitarra del CRMNPCV.

2. Alternativa
El uso de la serie didáctica para guitarra de Abel Carlevaro

3. Formulación del Problema


¿En qué medida el uso de la Serie Didáctica para Guitarra de Abel Carlevaro, mejora el
aprendizaje del “mecanismo ordenado de los dedos” en los alumnos de la carrera
profesional de música en la especialidad de ejecución – guitarra del CRMN?

4. Descripción de la Realidad
El dilema de la guitarra como instrumento culto –su organización metodológica es muy
joven aún– es un tema actual.
Los intentos de construir un cuerpo intelectual –por Carulli, Sor, Giuliani, Coste,
Tárrega, etc.– sólido, tardaron en dar un resultado objetivo.
Andrés Segovia (Linares, Jaén, 21 de febrero de 1893 - Madrid, 2 de junio de 1987) –
quien tuviera encomiables contemporáneos de oficio, tales como Miguel Llobet, Emilio
Pujol, Domingo Prat, etc. Todos ellos españoles y alumnos de Francisco Tárrega, pero
con una labor muy provincial y poco difundida– fue el único que pudo logar el
reconocimiento de la escuela (schola) de la guitarra en el mundo.
La propuesta de Segovia llegó a América de manera parcial –los anglosajones (EEUU) lo
aprovecharon al máximo– a diferencia de Europa y Asia; África y Oceanía son un punto
y aparte. África por su realidad social, económica y religiosa se auto excluyó, y Oceanía
por su realidad geográfica y su multiculturalismo sólo pudo exportar estudiantes, es el
caso de John C. Williams (El Príncipe de la guitarra).
El único nexo “fuerte” entre Segovia y América Latina fue Agustín Barrios Mangoré.
Desde de un punto de vista guitarrístico (idiomático), Segovia criticaba a Barrios por
tocar con cuerdas de metal, pero a pesar de eso, él fue el único que logro sorprender a
Segovia y compañía con su peculiar forma de tocar y concebir la “guitarra clásica”, fue
el centro de atención (fenómeno antropológico), era un indio guaraní.
Hietor Villa–Lobos y Manuel María Ponce (compositores) fueron un nexo importante
también, pero en la literatura guitarrística y en todo lo que ésta implica.
“El mecanismo ordenado de los dedos” era sólo un mito hasta mediados del siglo xx en
nuestro contexto (américa Latina), ya que sólo los “sabios” –pequeño grupo de elite
(afortunados) que tenía las posibilidades económicas y sociales para las relaciones
intelectuales– sabían su secreto, Mangoré en un inicio y después Carlevaro, Alirio Díaz,
los hermanos Assad, entre otros.
Los guitarristas españoles que llegaron américa latina; que en su mayoría fueron los
alumnos de Tárrega, se asentaron en el sur y forjaron una escuela fuerte.
En el Perú se vivió un aislamiento geográfico (auto aislamiento) propio de las masas
impertinentes carentes de toda reflexión y progreso en el arte. En el Conservatorio
Nacional entre los años 60 y 80 los maestros no tenían una metodología sólida, sólo
eran epígonos que picaban de un lado y de otro lado –a pesar que antes de ellos
hubieron personas interesadas en el aprendizaje y difusión de la guitarra clásica como
lo fue Don Osmán del Barco, guitarrista ayacuchano que viajó a España y tomó clases
con Emilio Pujol; por otro lado Andrés Segovia fue importante para este grupo ilustres
desconocidos, un ejemplo sería Arbor Maruenda (siglo XIX) quien fuera considerado
el primer “concertista” que produjo el Perú.
La muerte de Segovia llegó y en el Perú –en la mayoría de los guitarristas del Perú
(entre los años 60 y 80) no tuvo mucha repercusión. Pero la realidad nos vendría a dar
una lección distinta más adelante, ya que Segovia había sembrado la guitarra clásica en
el mundo, y por ende su técnica (mecanismo ordenado de los dedos).
Los noventas llegaron y el maestro Oscar Zamora se convertiría en una de las figura
más importantes e influyentes de la guitarra clásica en el Perú, formo a casi toda la
generación de guitarristas de esa época, fue también presidente de la asociación
peruana de la guitarra en aquel tiempo.
En la ciudad de Trujillo la escuela de la guitarra clásica no ha dado los frutos
necesarios, puesto que no se la cultivó, ni se la cultiva en realidad, sólo se repite una
rutina sin sentido, “sin ton ni son”. De manera muy escandalosa se trata de aparentar
una metodología cuando es evidente la carencia de ésta.
A la técnica del mecanismo ordenado de los dedos, se la ve como un elemento aislado
de la música, cuando es todo lo contrario, se persiguen fantasías ideológicas
infundadas, cuyo único propósito es oscurecer la verdad objetiva –el equilibrio entre
nous kritikós y el nous poietikós. El mecanismo, la física, se manifiesta en pro de la
armonía (equilibrio, proporción y correspondencia) natural, de la misma manera es en
la música, pero los maestros trujillanos enseñan a sus alumnos la repetición de
movimientos sin una función específica, sin una relación con la expresión e
interpretación, sólo por el hecho de estar impresa la “orden” en un papel de edición
internacional, la obedecen sin tomar en cuenta todo lo que implica esa orden.
Los sílabos son el reflejo que pican de un lado y de otro lado sin tener en cuenta la
evolución de la guitarra, ya que no cuentan con un método de organización
pedagógica–histórica, y en consecuencia el alumno termina más confundido que
cuando entró.

La Serie Didáctica de Carlevaro, sólo se estudia (Perú) de manera objetiva en Lima, ya


que en Trujillo se sigue pensando que solo es un método físico carente de expresión y
musicalidad.

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