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FREUD Y JUNG

Un estudio comparativo.

19 DE NOVIEMBRE DE 2017
MARCOS IBARRA LUNA; 1585277
Filosofía y Psicología: Giampiero Gabriele Bucci
-Introducción:

Este trabajo es un encargo para cumplir con determinados requisitos en la materia


de Filosofía y Psicología, para la cual hay que elaborar un estudio comparativo con
respecto a la vida de dos personajes sumamente importantes para mencionadas
disciplinas en conjunto: Sigmund Freud y Carl Gustav Jung. Lo que une a estos dos
personajes además de su contemporaneidad, es la vasta aportación que ambos han
dado al campo de la psicología, al reconocimiento de las directrices que le hacen
parte de la filosofía, además del estrecho vínculo amistoso que les unió en vida.
Quizá la psicología en boga no haga más que descalificar estos trabajos como
literarios, no verdaderos e incluso como desilusiones académicas o fraudes, sin
embargo, está más que claro que la intención de ambos personajes con respecto
de la psicología no es romper tradiciones, como lo haría el materialismo científico
de aquellos tiempos, ni continuar con las novedades epistemológicas que prometían
liberación aparentemente, pero en realidad en el fondo eran trampas, sino
profundizar en aquello que se evita bajo la excusa de la navaja de Occham, y por lo
cual la marca distintiva en sus innovaciones disciplinarias las volverá catalogadas
de psicología profunda.

Este trabajo tendrá cinco directrices con respecto al estudio comparativo, a saber:
una pequeña biografía de Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis; una biografía
de Carl Gustav Jung, quien sería pieza clave para el desarrollo del psicoanálisis
pero quien cortaría lazos con esta teoría psicológica para seguir su propio camino,
edificando su psicología analítica; un breve examen con respecto al cisma
epistemológico y personal que habría de separar a ambos personajes, deviniendo
en posturas psicológicas diferentes; siguiendo el capítulo anterior, se procederá a
examinar las diferencias y afinidades teóricas entre la psicología que ambos
personajes desarrollarían; y finalmente las diferencias en la práctica clínica y
terapéutica.
-Sigmund Freud:

Sigismund Schlomo Freud, quien después habría de acortarse el nombre


a Sigmund Freud, nació el 6 de mayo de 1856 en Příbor (Freiberg), Moravia, en el
Imperio austríaco (actual República Checa), en el seno de una familia judía. Su
padre, Jakob Freud tenía cuarenta años al momento de nacer Sigmund, y ya había
tenido un matrimonio anterior con una mujer llamada Sally Kanner, que dio dos
hijos, Emmanuel y Philip. Además de ellos, en su segundo matrimonio con
Amalia Nathanshon, tuvo 8 hijos (cinco mujeres y tres varones), de los cuales
Sigmund sería el mayor. Jakob tenía un negocio de lana con el cual había estado
teniendo problemas, y por el cual se trasladó hasta Viena con la esperanza de que
éste prosperara. Su madre, Amalia Nathanshon se casó antes de los 20 años con
Jakob Freud y formarían una familia. Amalia dio a luz, como se dijo anteriormente,
a 8 hijos: Sigmund, Julius (quién murió a los 8 meses de haber nacido), Ana (nació
cuando Sigmund tenía dos años), Rosa, Marie, Adolfine, Paula y Alexander (quien
nacería con diez años de diferencia respecto a Sigmund) (Jones, 1981). Ernest
Jones, a través de la viva voz de Sigmund, relata que la madre era muy hermosa
en sus años de juventud, que tenía un temperamento muy alegre, una vívida
personalidad, y que se refería a Sigmund como "mi aúreo Sigi" (Jones, 1981). Al
parecer, Amalia conservaba a su hijo Sigmund como su favorito, y la carga sobre el
pequeño Sigi sería siempre grande, además, por las repetidas profecías que
mencionaban algunos desconocidos respecto de su éxito adulto a su madre. Esto
seguramente definiría el empeño con el que sus padres procurarían la educación
de Sigmund.
Sigmund, como ya se dijo anteriormente, nació en el seno de una familia judía que
radicaba en Moravia, en el aquel entonces Imperio austríaco. Parece que Sigmund
vivió 3 años en Freiberg antes de que la familia, que en aquel entonces solo
constaba de Freud y su hermana Ana, se mudara a Viena con motivo de la
búsqueda de la prosperidad del negocio de lana de su padre Jacob. De cualquier
modo, se sabe que Freud vivió las repercusiones sociales que lo hicieron apropiarse
de su cultura y de su raza, aunque nunca fue religioso. Freud mismo comenta a
Ernest Jones sobre sus sospechas con respecto a que la familia de su padre se
mudó de Colonia, donde habitaban, huyendo "hacia el este" fruto de una
persecución antisemita (Jones 1981). El traslado hacia Viena por parte de la familia
Freud sería permanente y Sigmund solo la abandonaría huyendo del régimen Nazi
y sus políticas raciales.
Es frecuentemente señalado que Sigmund fue muy apegado a su madre, e incluso
él mismo declaró ser su favorito. Él también llegaría a dar razón de su temperamento
y de su sentimentalidad a su madre, quien gozó de una vivaz personalidad durante
toda su vida. Se sabe que las pocas nociones sobre la religión que le fueron
inculcadas las llegó a tener por parte de una nodriza checa que tuvo y que fue
despedida cuando él tenía dos años y medio, acusada de robo. Esta mujer era
católica e implantó en Sigmund nociones como cielo, infierno, y hábitos como la
predicación, aunque tiempo después los olvidaría tanto como el idioma checo que
aprendió a medida que conversaba con su nodriza (Jones 1981).
Se sabe también con respecto a la curiosa educación que recibió de parte de su
padre con una pequeña anécdota que también recordaría (una de las pocas con
respecto a su niñez y adolescencia) sobre alguna vez en que el padre Jacob compró
a sus hijos Ana y Sigmund un libro sobre un relato de un viaje a través de Persia,
con la insinuación de arrancar de éste los dibujos y las láminas de color. A partir de
este recuerdo, Sigmund empezaría su primera pasión, la de poseer libros (Jones
1981).
Sigmund siempre fue muy estudioso, y es por esta razón y algunas otras
mencionadas anteriormente que sus padres se esmeraron en darle una buena
educación. En 1873 ingresó a la Universidad de Viena como estudiante de medicina,
especializándose en neuroanatomía, y al graduarse trabajaría junto a
Theodor Meynert en el Hospital General de Viena entre 1833 y 1885. Este período
de tiempo sería de intenso estudio para Sigmund, quien a través de la carrera de
medicina se nutriría de los enfoques materialistas y biologicistas de la época.

Sería a través de la práctica en su clínica privada que empezaría a probar primero


las averiguaciones sobre los métodos clínicos con respecto a la psicología. Joseph
Breuer en este aspecto sería su mentor, el cual habría enseñado a Sigmund el
método catártico y la hipnosis. Sigmund lo probaría por su cuenta en su clínica
privada, pero al darse cuenta de que la hipnosis no siempre funcionaba,
abandonaría ambos métodos y empezaría a animar a sus pacientes a que
verbalizaran sin censura sus vivencias y problemas. En 1886 contraería nupcias con
Martha Bernays, mujer con la que permanecería toda su vida, y con la que tendría
seis hijos, de entre los cuales Anna Freud continuaría desarrollando y popularizando
la disciplina inaugurada por su padre. Entre 1895 y 1900 desarrollaría el concepto
de asociación libre, en virtud del cual desarrollaría también sus técnicas
terapéuticas posteriores, y entre esos años, en 1899, publicaría una de sus obras
más influyentes: La Interpretación de los Sueños, en la cual inauguraba el
psicoanálisis como disciplina de interpretación de la mente humana. La
interpretación de los sueños es, para Freud, el modo más asequible de llegar al
inconsciente y develar los verdaderos contenidos de la psique. Es aquí donde
además se dan los gérmenes del concepto que después llamará Complejo de
Edipo.
El psicoanálisis surge en medio de circunstancias sociales que en cierto sentido
predisponían a la comunidad científica en el rechazo hacia éste. Existía un creciente
antisemitismo, además del materialismo biologicista que se encontraba en boga en
aquel momento. Sigmund continuó con sus estudios en el psicoanálisis,
publica Tres Ensayos sobre Teoría Sexual y El Chiste y su Relación con el
Inconsciente (escritos simultáneamente en 1905), Cinco Conferencias sobre
Psicoanálisis en 1910 y Tótem y Tabú en 1913, pero incluso en el tiempo
transcurrido entre la publicación de estas obras seguía publicando estudios,
ensayos y análisis de casos, con lo que el psicoanálisis y Freud se volvieron
realmente populares y atrajeron mucha curiosidad entre los académicos, tanto así
que en 1902 empezaría a reunirse la entonces Asociación Psicoanalítica Vienesa,
que en 1918 se transformaría en la Asociación Internacional Psicoanalítica. En 1909
Sigmund es invitado a dar una serie de conferencias en la Universidad de Clark, en
Worcester, Massachussets, la cual también le concedería un doctorado honoris
causa. Este sería el primer reconocimiento a nivel internacional que recibirían Freud
y el psicoanálisis.
Las asociaciones psicoanalíticas mencionadas anteriormente sirvieron a Sigmund y
al psicoanálisis como un modo de institucionalización, que permitió su cultivo y el
intercambio de ideas con respecto a adeptos que provenían de diferentes disciplinas
psicológicas. Entre ellos estaría Carl Gustav Jung, uno de los principales adeptos
del psicoanálisis, quien llegaría a formar parte importante en mencionada
asociación psicoanalítica, además de ser una constante compañía para Sigmund
Freud, y quien más tarde abandonaría la amistad y la camaradería psicoanalítica
para continuar su propio camino en la psicología. La ruptura de esta relación
amistosa llegaría a ser importante para el desarrollo de sendas psicologías, pero
también marcaría un momento importante en la vida de Sigmund Freud.

En 1929 se le diagnosticó cáncer de paladar a consecuencia de su intensa adicción


a los puros. A pesar de ello nunca dejó de fumar, y esta condición le causaría mucho
sufrimiento. En 1930 sus escritos habían alcanzado tanta estima, prestigio y
popularidad que le fue otorgado el Premio Goethe a causa de “expresar la alta
estima que le merecen las revolucionarias consecuencias de las nuevas formas de
investigación creadas por usted sobre las fuerzas plasmadoras de nuestro
tiempo…“ (Paquet, 1930). Por aquellos años, el régimen nazi comenzaría a ganar
poder por toda Europa. Mientras que muchos de los integrantes de la asociación
psicoanalítica irán dimitiendo de sus puestos progresivamente por discrepancias
epistemológicas, Freud se vería cada vez más amenazado por las políticas raciales
alemanas. A duras penas abandonaría Viena, debido a que el régimen nazi habría
catalogado a Freud y al psicoanálisis como enemigos del régimen. En 1938, Austria
es anexionada por la Alemania Nazi y los acosos se hicieron frecuentes, a un grado
tal en el que su hija, Anna Freud, fue interrogada en el cuartel general de la Gestapo.
Sigmund y su familia se apresurarían a salir de Viena, y en ese mismo año
encontrarían asilo en Londres, Inglaterra, donde residiría hasta el último de sus días.
Tiempo después, cuatro de las hermanas de Freud, que permanecieron en Viena,
perecerían en campos de concentración.
Ya en Inglaterra, la constante aflicción y el intenso sufrimiento que habrían de
provocarle el cáncer de paladar que padecía le harían decidirse por la sedación
terminal para disminuir el sufrimiento agónico. Sigmund Freud moriría el 23 de
septiembre de 1939, después de habérsele sido suministradas tres inyecciones de
morfina. Después sería incinerado y sus cenizas permanecen junto a las de su
esposa Martha en el mausoleo de Golders Green, en Londres.

-Carl Gustav Jung:

Calr Gustav Jung nació el 26 de julio de 1875 en Kessvil, Suiza en el seno de una
familia de ascendencia alemana. El padre, Paul Achilles Jung era teólogo, clérigo
en una Iglesia Reformada en Suiza, además de doctor en Filología. La madre,
Emile Preiswerk poseía una personalidad sumamente disociativa, la cual proveería
de empatía al joven Jung. Carl Gustav Jung padecía de una rara condición
llamada eccema agudo (condición parecida a la dermatitis), que quizá, según Jung
mismo, habría contribuido a empeorar las condiciones del matrimonio de sus padres
(Jung, Recuerdos, Sueños, Pensamientos., 2009). Por esta razón es que una tía
suya, de la que Jung dice que era 20 años mayor que su madre, cuidaría de él. Así
mismo, la ausencia de su padre pesaría mucho para él en sus años de infancia. En
general, esto marcaría su infancia y el modo en el que comenzaría a socializar:
"Desde entonces sentí desconfianza siempre que oía la palabra «amor». El
sentimiento que me unía con lo «femenino» fue durante mucho tiempo inseguridad
natural. «Padre» significaba para mí seguridad y… debilidad. Éste fue el obstáculo
con que yo tropecé. Posteriormente esta impresión revivió en mí. Creía tener
amigos, pero me decepcioné de ellos y, en cambio, fui desconfiado frente a las
mujeres que no me decepcionaron" (Jung, Recuerdos, Sueños, Pensamientos.,
2009). La separación entre sus padres afectó de tal modo a su madre que según él
mismo cuenta, tuvo que ser internada en un hospital de Basilea, consecuencia de
su decepción por el matrimonio. Esto implicaría que mientras su padre estaba
ausente y su madre internada en un hospital, su tía y además una sirvienta se
ocuparían y cuidarían del joven Jung. El aspecto de esta mujer, su sirvienta, sería
lo que más tarde representaría para él "la esencia de lo femenino" (Jung,
Recuerdos, Sueños, Pensamientos., 2009).
Carl Jung habría nacido en Kesswil, en el cantón de Thurgau, en Suiza, como se
habría mencionado anteriormente, pero seis meses después habrían de mudarse
a Laufen en 1876, junto al río Rin, en donde vivió sólo 4 años, para después
asentarse definitivamente en Kleinhüningen, junto a Basilea, en 1879 por motivos
de trabajo del padre. Sería aquí donde Paul Achilles Jung se haría cargo de la
asistencia espiritual en un manicomio ubicado en la ciudad de Friedmatt, en
Basilea.

Jung proviene de una línea familiar de origen alemán que se remonta hacia el siglo
XVII: sus antepasados procedían de Maguncia (Alemania), y su antepasado más
remoto identificable fue el homónimo Carl Gustav Jung, quien fuera rector de una
universidad (no se especifica cuál, probablemente de Maguncia) (Wehr, 1991). Su
bisabuelo, Franz Ibnaz Jung también fue médico cirujano y fue quien mudó la familia
Jung a Manheim, donde nacería el abuelo de Jung, también homónimo Carl Gustav
Jung, de quien se cree fue hijo natural de Goethe, y que también era médico cirujano
y anatomista. Sería el abuelo de nuestro Jung quien organizaría la Universidad de
Basilea gracias a sus vínculos con célebres personajes de la historia como
Alexander Von Humboldt, además de ser dramaturgo (Wehr, 1991). La familia de
Jung trabó muchas amistades con célebres músicos y literatos. Él mismo cuenta
que la esposa de Franz Ignaz se codeaba con gente de la dramaturgia, ambiente
en el cual habría de conocer a Goethe y con el cual habría de tener un hijo ilegítimo,
aunque estos rumores son mirados por nuestro Carl Jung con un poco de
escepticismo (Jung, Recuerdos, Sueños, Pensamientos., 2009).
Por el lado materno, su abuelo Samuel Preiswerk fue un culto filólogo que compuso
una gramática hebrea, e incluso era profesor particular de lengua y literatura hebrea.
Además, era pastor protestante, arcipreste de la Iglesia de Basilea; y su abuela
materna, Augusta Preiswerk (cuyo nombre de soltera era Augusta Faber
de Nürtingen), provendría de una familia de protestantes franceses que se
asentarían en Alemania (Wehr, 1991).
El entorno político en el que crecerían y se desarrollarían tanto la familia materna
como paterna de nuestro Jung estaría profundamente marcado por las guerras
napoleónicas. Siendo alguna vez ambas familias de amplias riquezas, estos
conflictos las empobrecerían, siendo los padres de nuestro Jung la primera estirpe
de estas familias que llegaría al mundo después de la pobreza económica familiar.
Incluso se pone mucho en duda que el mismo Paul Achilles, padre de Carl Jung,
siquiera desease dedicarse a la vida teológica y sacerdotal sino más bien a sus
estudios filológicos, sin embargo, sus carencias lo obligaron a dedicarse al
sacerdocio. Este último dato definiría el modo en el que el joven Carl Jung abordaría
el tema de la fe, al parecer con cierta decepción: “La «religión teológica» no podía
servirme para nada, pues no correspondía a mi experiencia de Dios. Sin esperanza
de saber, exigía creer. Esto lo había intentado mi padre con grandes dificultades y
había fracasado en ello. Mal podía mi padre defenderse contra el ridículo
materialismo del psiquiatra. ¡Esto era también algo que debía creerse exactamente
como la teología! Yo estaba más seguro que nunca que a ambas les faltaba tanto
la crítica del conocimiento como la experiencia.” (Jung, Recuerdos, Sueños,
Pensamientos., 2009)
Esto no lo volvería aversivo u hostil contra la religión, en cambio volvería a ésta un
tema central en sus investigaciones psicológicas futuras.

Durante su juventud y su adolescencia sería un lector empedernido. En su niñez su


mamá recomendaría para él la lectura de Fausto, quedando cautivado e
interesándose cada vez más por la obra literaria de Goethe. Además, en la
universidad se interesaría mucho por la bibliografía de Nietzsche, relatando algunas
situaciones con respecto a las discusiones teológicas familiares en su autobiografía:
“Mi tío y mis primos podían discutir con toda tranquilidad todas las tesis dogmáticas
desde los padres de la Iglesia hasta la teología más moderna. Parecían bien
fundamentados en la seguridad de una evidente ordenación del mundo. Sin
embargo, no se citaba nunca a Nietzsche, y el nombre de Jakob Burckhardt era
pronunciado sólo con disgustada aprobación. (…) Sabía yo que mi tío no
sospechaba lo lejos que yo estaba distante de la teología y lamenté mucho tener
que desilusionarle. Pero entonces no me hubiera atrevido nunca a evadirme de mis
problemas, pues sabía la enorme catástrofe que ello hubiera significado para mí.
No disponía de nada con qué defenderme.” (Jung, Recuerdos, Sueños,
Pensamientos., 2009)
Jung en su adolescencia se interesó por tópicos muy diversos con respecto a su
futuro académico: en primera instancia por las ciencias de la naturaleza, y en
segunda, todo lo que dependiera de la historia comparada de la religión: “En el
primer caso me sentía atraído principalmente por la zoología, la paleontología y la
geología, en el segundo por la arqueología greco-romana, egipcia y prehistórica.”
(Jung, Recuerdos, Sueños, Pensamientos., 2009).
Se decidió finalmente por estudiar medicina y el 18 de abril de 1895 se inscribió a
la Facultad de Medicina en la Universidad de Basilea. Por estas fechas falleció el
padre de Jung, probablemente a causa de un cáncer en el estómago tardíamente
encontrado. Esto solo significó que los fondos para financiar la carrera de nuestro
Jung se reducirían y sería aún más difícil pagarlos. Aun así, la melancolía nunca
asechó a Jung, emprendiendo sus estudios más empedernidamente que nunca,
además de ejercer con más ahínco su vida social, ingresando a la Zofingia, una
asociación estudiantil suiza.
Terminó sus estudios con especialización en medicina interna y en 1898 se
conformaría con trabajar como asistente en un hospital local de Basilea. Además
generó un intenso interés en la psiquiatría, en donde convergían los aspectos
materialistas y biológicos y los espirituales al hojear de casualidad el Manual de
Psiquiatría del psiquiatra alemán Richard von Krafft-Ebing (Jung, Recuerdos,
Sueños, Pensamientos., 2009). Así, en lugar de dedicarse a la medicina interna,
encausaría su práctica médica en dirección a la psiquiatría y conseguiría en 1900
un puesto de ayudante en la clínica psiquiátrica de Burghölzli, dejando atrás Basilea
y viajando directo a Zúrich. Se doctoró en 1905 con una tesis peculiar Acerca de la
Psicología y Patología de los llamados Fenómenos Ocultos, en la Universidad
de Zúrich. El 14 de febrero de 1903 contrae Jung nupcias con la que sería su única
esposa, Emma Rauschenbach, y quien también sería una destacada psicoanalista
que mantenía correspondencia regular con Sigmund Freud.
En esos años las letras y estudios de Sigmund Freud comenzaban a rondar por toda
Alemania. La creciente curiosidad que generó su primer trabajo importante, La
Interpretación de los Sueños, generó suscitación en Jung, precisamente debido a la
oposición que los conceptos generales de Freud, con respecto a la histeria y a la
definición de síntoma, generaban con respecto al materialismo biologicista en boga
en aquellos años: “Desde el denominado punto de vista clínico, que entonces
predominaba, para los médicos no se trataba de ocuparse de los enfermos mentales
como hombres, como individualidades, sino de tratar al paciente X de acuerdo con
una larga lista de diagnósticos y síntomas. Se le «rotulaba», se le estampillaba con
un diagnóstico, y con ello el caso quedaba listo en la gran mayoría de los casos. La
psicología del enfermo mental no desempeñaba en absoluto ningún papel.” (Jung,
Recuerdos, Sueños, Pensamientos., 2009).
Encontraba interesante que los métodos de Freud ponían en un papel principal las
individualidades de los pacientes, de modo que la historia clínica de los afectados
se volvía aquello con lo que se podría determinar un diagnóstico y con lo que se
podía prescribir una cura. Era precisamente esta novedad la que también mantenía
el nombre de Freud apartado de la comunidad académica, y a Jung le pareció
sumamente difícil hacer públicos sus vínculos y afinidades teóricas con Freud.
Finalmente decidió acabar con esta tensión rompiendo su silencio respecto a este
nombre en un Congreso en Múnich sobre neurosis forzadas, en donde su nombre
fue silenciado, y después publicando un artículo, en 1906, con citas sobre los
trabajos de Freud sobre la neurosis forzada. Sin embargo, después de la
publicación, varios profesores le enviaron cartas de advertencia sobre cómo su
futuro académico peligraría si Jung persistía al lado de Freud, defendiendo sus
ideas (Jung, Recuerdos, Sueños, Pensamientos., 2009).
En febrero de 1907 tuvo lugar el primer encuentro entre nuestros dos personajes,
relatando Jung miso en su autobiografía que “hablamos durante trece horas
ininterrumpidamente, por así decirlo” (Jung, Recuerdos, Sueños, Pensamientos.,
2009). Por aquellos años, además, comenzaba a gestarse un grupo de
psicoanalistas que se reunían los miércoles en casa de Freud. Como se conoce, el
objetivo de Freud era hacer frente al creciente antisemitismo que consideraba el
psicoanálisis como una infiltración judía en el campo de las neurociencias y la
psiquiatría. Por suerte para Freud, muchos de sus adeptos que intentarían
posteriormente integrar una asociación psicoanalítica a la par con la Asociación
Psicoanalítica Vienesa no eran judíos, sino de origen alemán radicados en Zúrich,
formándose así la Asociación Psicoanalítica Internacional. Debido al hecho de que
el más antiguo seguidor de Freud, Eugen Breuler, de Zúrich también, rechazó la
colaboración de funciones directivas en mencionada asociación, la mirada
estratégica del éxito psicoanalítico se centró en Carl Jung, en quien, por ser de
origen alemán, también reposaban para Freud, las oportunidades de descartar la
amenaza antisemita que acosaba al psicoanálisis. Esto, y la defensa que Jung
proporcionó del psicoanálisis frente a los círculos psiquiátricos en Alemania, hicieron
que la correspondencia epistolar entre nuestros dos personajes aumentara al punto
de formar una gran amistad. Debido a la distancia académica generada por Eugen
Breuler con respecto al psicoanálisis, Jung es quien preside el primer Congreso de
Psicoanálisis, y los subsiguientes, e incluso hasta el distanciamiento, Jung
desempeñaría funciones en la presidencia de la Sociedad Psicoanalítica
Internacional.

Carl Jung finalmente rompe todo vínculo con Freud en 1913 y con la Asociación
Psicoanalítica Internacional en 1914, debido a roces personales y discrepancias
académicas con respecto a la práctica psicoanalítica y a la teoría con la que se
entendía la psique humana. Abandonaría ese mismo año su puesto en la
Universidad de Zúrich con la excusa de que su consulta ha aumentado
considerablemente, haciéndole imposible continuar con su trabajo. Aun así, se
piensa que el verdadero motivo de su renuncia se debe a la aflicción que provocó
en Jung la ruptura con el psicoanálisis y con Freud. Jung cuenta que se le confinó
a un ostracismo como precio por la ruptura con el psicoanálisis que afectó su salud
mental, y Alphonse Maeder fue uno de los pocos que permaneció a su lado (Jung,
Recuerdos, Sueños, Pensamientos., 2009), formando con éste mismo la Escuela
de Zúrich. Aun así, Jung seguiría con sus investigaciones psicológicas: “Mirando
hacia atrás puedo decir que he sido el único en seguir ocupándose debidamente de
los dos problemas que más interesaron a Freud: el de los «restos arcaicos» y el de
la sexualidad.” (Jung, Recuerdos, Sueños, Pensamientos., 2009).

Jung también comenta el profundo impacto que tuvo en su vida el estallo de la


Primera Guerra Mundial al preguntarse qué tanto de la colectividad tendría que ver
con su vida individual. En febrero de 1913 cuando da el primer paso a lo que podría
interpretarse como una revelación mística, en la que se decide a confrontar los
contenidos de lo inconsciente en algo que va más allá del Yo freudiano (Jung,
Recuerdos, Sueños, Pensamientos., 2009). Es en esta visión que intenta por lo
tanto analizar los contenidos inconscientes presentes bajo las nociones que él
mismo desarrollaría como arquetipos, pero no sería hasta el año de 1916 que
llegaría para él su creación literaria, escribiendo Siete Sermones a los Muertos, el
cual regalaba a sus amigos y allegados, pero que no se podía conseguir en las
librerías, y el cual constituiría para Jung un prólogo, “un cierto croquis y resumen
del contenido general del inconsciente” (Jung, Recuerdos, Sueños, Pensamientos.,
2009).

Con esta obra comenzaría para Jung una época de lucidez. Reanudaría sus
estudios psicológicos desde una perspectiva a todas luces separada de la teoría
psicoanalítica, y para ello realizaría viajes, a la manera de un antropólogo, para
buscar afinidades y distinciones entre estirpes y grupos culturales y psicológicos
humanos.
En marzo de 1920 acompaña a un amigo suyo en un viaje de negocios, dirigiéndose
a Argelia y luego a Túnez, para después desplazarse por todo el norte de África. Allí
le generaría admiración la cultura y la lengua árabes, de las cuales no entendía ni
una sola palabra, pero interpretaba de ellas las performatividades cotidianas de la
gente. En 1921 se publica su obra Tipos Psicológicos, que presenta una revisión
histórica sobre tipos psicológicos arquetípicos, y en el cual fundamenta la existencia
de actitudes (introversión/extraversión) y cuatro funciones de la psique
(pensamiento/sentimiento y sensación/intuición) presentes a lo largo de la historia
de los pensadores más ilustres. En 1923 muere la madre de Jung.
En su siguiente viaje se dirige a Norteamérica, precisamente a Arizona, donde
tendría la oportunidad de conocer a alguien “no europeo, es decir, con un hombre
no blanco”, que sería precisamente la primera experiencia realmente transcultural
de Jung, que le ayudaría a comprender precisamente los límites del pensamiento
europeo: “Le pregunté por qué creía que todos los blancos están locos. Me
respondió: «Dicen que piensan con la cabeza». « ¡Pues claro! ¿Con qué piensas
tú?», le pregunté. «Nosotros pensamos aquí», dijo señalando su corazón. Quedé
sumido en largas reflexiones. Por vez primera en mi vida me pareció que alguien
me había trazado un retrato del auténtico hombre blanco. Era como si hasta
entonces sólo hubiera recibido impresiones teñidas de sentimentalismo. Este indio
había acertado nuestro punto vulnerable y señalado algo para lo que somos ciegos.”
(Jung, Recuerdos, Sueños, Pensamientos., 2009). A través de esta conversación
experimentaría la comprensión, la otra cara de lo que por largo tiempo los europeos
habrían llamado “civilización”: “Lo que describimos como colonización, misiones,
difusión de la civilización, etc., presentan también otro rostro, un rostro de ave de
rapiña que acecha con cruel avidez el lejano botín, un rostro digno de una ralea de
piratas y salteadores. Todas las águilas y demás animales de rapiña que adornan
nuestros escudos de armas me parecieron exponentes psicológicos adecuados a
nuestra verdadera naturaleza.” (Jung, Recuerdos, Sueños, Pensamientos.,
2009) Viajaría también a Kenia y Uganda en 1926, y a la India en 1938, lugares de
donde habría de tener un intenso intercambio cultural, místico y religioso y que
plasmaría en su psicología.
Carl Gustav Jung murió el día 6 de junio de 1961 a los 85 años de edad en su casa
de Zúrich tras una corta enfermedad.
-Cisma psicológico: la ruptura entre Freud y Jung:

-Relación personal y la política del psicoanálisis:


No es un secreto la escandalosa separación entre Sigmund Freud y Carl Gustav
Jung, vista de dos modos diferentes como la separación entre dos amigos, pero
también la separación de un alumno de su profesor. Se sabe que Freud se refería
a Jung en su correspondencia como su “querido amigo”, mientras que Jung se
refería a Freud como “querido señor profesor” (Jones, 1981), y mientras la distancia
era estrecha, tanto personalmente como en su creciente correspondencia, el valor
político en torno a la ciencia psicoanalítica no era el mismo para Jung que para
Freud. Mientras que para Carl Gustav Jung fue un verdadero sacrificio afrontar el
peligro de su vida académica en favor de Freud, para Freud la adhesión de Jung (y
otros académicos) al psicoanálisis solo significaría que la nueva ciencia psicológica
iba en ascenso. No es un secreto tampoco cuánto necesitaba Freud académicos
no-judíos que se alistaran es sus líneas, puesto que ello no haría más que privar de
habladurías al celoso grupo psiquiátrico materialista/biologicista, que acusaba al
psicoanálisis de otra doctrina de corte judío y judaizante. En este sentido, para
Freud era más valioso Jung que viceversa. A pesar de ello, el control político
freudiano de la Asociación Psicoanalítica Internacional se le iría de las manos, al
mantener los académicos de Zúrich la batuta organizativa de la asociación y al
representar ellos una muestra de la objetividad de la nueva ciencia. El peso que
desempeñó el trabajo de Carl Jung en mencionada asociación era de obvia
estrategia política por parte de Freud, aunque los vínculos amistosos no dejaron de
florecer entre nuestros personajes. Así, la correspondencia aumentaba, la
compañía y los viajes a Estados Unidos y el ascendente reconocimiento del
psicoanálisis era constantemente compartido, y hubo un punto de la relación en el
que ambos compartían mucho tiempo.
Carl Jung cuenta una anécdota ocurrida en 1909 que daría en primera instancia los
términos personales y sentimentales en los que comenzaría a resquebrajarse esta
relación: “Freud tuvo un sueño cuyo contenido no estoy autorizado a exponer. Lo
interpreté lo mejor que supe, pero añadí que se podían deducir muchas más cosas
si quería comunicarme algunos detalles de su vida privada. A estas palabras, Freud
me miró extrañado —su mirada estaba llena de desconfianza— y dijo: «El caso es
que no puedo arriesgar mi autoridad». En este instante la perdió. Esta frase se me
grabó en la memoria. En ella estaba escrito el final de nuestra relación. Freud
colocaba la autoridad personal por encima de la verdad.” (Jung, Recuerdos,
Sueños, Pensamientos., 2009). Con lo que podemos decir que la primera línea de
separación la marcaría Freud con una connotación autoritaria, a la cual luego Jung
añadiría el hecho de que en el fondo ni siquiera el mismo Freud habría logrado
aliviarse a sí mismo: “Había visto que ni Freud ni sus discípulos podían comprender
qué significaba el psicoanálisis en la teoría y en la práctica, puesto que ni siquiera
el maestro había logrado resolver su propia neurosis. Cuando anunció su intención
de identificar y dogmatizar la teoría y el método, ya no pude cooperar más con él, y
no me quedó más opción que retrotraerme a mí.” (Jung, Recuerdos, Sueños,
Pensamientos., 2009)

- Del antisemitismo de Carl Gustav Jung:


Son también conocidas, aunque en menor grado, las acusaciones de antisemitismo
hacia Jung, algunas de ellas fundadas en pequeños comentarios o insinuaciones
que se encuentran en su obra, los cuales son en realidad muy pocos. Este rumor
se ve alimentado por el hecho de que en 1933 Jung es nombrado vicepresidente de
la Asociación Alemana de Psicoterapia, y que tras el ascenso de Hitler esta
asociación fue disuelta y absorbida por otra más grande llamada Sociedad Médica
General para la Psicoterapia, dividida en dos ramas: Sociedad Médica Alemana
para la Psicoterapia, de la cual Matthias Göring sería director, y la Sociedad Médica
Internacional para la Psicoterapia, de la cual Jung habría de ser nombrado
presidente. Además de ello, sería director de la Revista de Psicoterapia, ambas,
tanto la sociedad antes mencionada como la revista, de matriz nazi. Todo esto ha
sido suficiente excusa para acusar a Jung y a su trabajo no solo de antisemita, sino
también de pro nazi.
El mismo Jung habría de declarar que muchas de estas acusaciones eran
infundadas: “Ya Freud me acusó de antisemita porque me sentía incapaz de
experimentar su materialismo sin alma. Con esta propensión a husmear por doquier
el antisemitismo los judíos terminan suscitando el antisemitismo. No comprendo por
qué el judío no puede admitir, tanto como el pretendido cristiano, que cuando se
tiene una opinión sobre él no se le está criticando. ¿Por qué hay que suponer
siempre inmediatamente que se quiere condenar al pueblo judío en su conjunto?
(...) La próxima calumnia a inventar será que sufro de una total ausencia de
convicción porque no soy ni antisemita ni nazi. Vivimos unos tiempos desbordantes
de locura.” (Jung, Carta de Jung a J. Kirsch, 1934)
Además, existen evidencias suficientes de que Jung mismo colaboraría con la
CIA, con la misión de elaborar un informe sobre el movimiento secreto antinazi en
Alemania, y entró en contacto con Jung, gran conocedor del alma germánica del
momento, convirtiéndose Jung en el agente n. 488 de la CIA (La Nación, 2000).
Teniendo este panorama, es bien sabida la amistad tan cercana que surgió entre
Sigmund Freud y Carl Jung, y aunque la supuesta evidencia probatoria de que Jung
habría colaborado con la CIA parece desmentirlo como pro nazi, no hay mucho que
se nos pueda decir a cerca de su presunto antisemitismo, que por cierto también
parece de naturaleza dudosa. Aun así, si los judíos de 1934 se atrevieron a
“husmear” con respecto al antisemitismo, no les faltaban razones. Mientras que las
hermanas de Freud perecerían en campos de concentración y su hija sería
interrogada en los cuarteles generales de la Gestapo, a Freud tampoco le hubieran
faltado motivos para acusar a Jung de antisemitismo por las crecientes tensiones
políticas, y aunque no fuera cierto, el comentario jungiano a cerca de estas
acusaciones resulta ser sumamente poco afortunado y empático, a juzgar por su
condición de analista.

De este modo, podemos encontrar como principales razones para la separación de


estos personajes el hecho del distanciamiento de Freud por razones políticas, pero
también las divergencias que tenía Jung con respecto del psicoanálisis. Algunas
otras razones mencionadas aquí, como las acusaciones hacia Jung de
colaboracionismo nazi, pudieran haber sido efecto de la devastadora aflicción que
causó la ruptura sentimental y epistemológica en ambos personajes.
-Afinidades y diferencias teóricas entre Jung y Freud.

-Del Inconsciente:
El inconsciente es de hecho la razón del gran interés que desarrollaría Jung en el
psicoanálisis. La asociación libre sería constitutiva del psicoanálisis. Ésta consiste
en el reconocimiento de la capacidad poética y metafórica de la psique, cuya
manifestación se daría principalmente por la mención sin censura por parte del
paciente de todos los contenidos mentales, mientras que el analista estudiaría cada
palabra de éste mismo: “remonta vuelo en el sueño la actividad del alma que ha de
llamarse fantasía, libre del poder del entendimiento y por eso de toda medida
rigurosa, hasta alcanzar un predominio ilimitado. Sin duda, toma los últimos ladrillos
de la memoria de vigilia, pero con ellos construye edificios que difieren
enormemente de las figuras de la vigilia; en los sueños ella resulta ser no sólo
reproductiva, sino también productiva” (Freud, 1975). En esta cita, claramente se
refiere específicamente a la fantasía, sin embargo, es claro que también habla de
cierta naturaleza poética del inconsciente. La asociación sería el principio más fiel
del psicoanálisis, a través de la cual se conoce tanto la enfermedad como las
estructuras elementales del inconsciente. Para Freud, el lenguaje del inconsciente
son las palabras, y el analista es entonces analista de palabras, pues la técnica
consiste en escuchar las palabras sin censura que salen del paciente, asociándolas
y determinando patrones que revelen determinada aflicción o represión del
inconsciente por parte de la conciencia.
Jung entiende que tras la consciencia hay una realidad constitutiva. Sin embargo,
los términos en los que entiende el inconsciente son diametralmente diferentes.
Para empezar, Jung se encuentra renuente a aceptar el hecho de que las palabras
sean el lenguaje del inconsciente. Éste, para la psicología analítica es más primitivo,
sus contenidos, más que palabras, son imágenes: “En el primitivo la "imago", la
resonancia psíquica de la percepción sensible, es tan fuerte, y está en ella lo
sensible tan acusadamente matizado, que cuando se produce reproductivamente,
es decir, como imagen espontánea del recordar, llega, en ocasiones, a tener la
cualidad de la alucinación.” (Jung, Tipos Psicológicos, 1985). Y no solo eso, sino
que además, mientras que para Freud los contenidos de la consciencia tienen que
ver específicamente con las vivencias y la individualidad de los pacientes en
cuestión, para Jung los contenidos, los imago, son de naturaleza colectiva, de modo
que lo que llamamos individuo es para Jung tan solo “una conquista, nueva
relativamente, del espíritu humano y de la historia de la cultura” (Jung, Tipos
Psicológicos, 1985).

-De la sexualidad:
El lugar de la sexualidad en el pensamiento de Sigmund Freud es una de las
conclusiones más conocidas del psicoanálisis. Para Freud, la sexualidad es
constitutiva del sujeto humano, hay muestras de ella desde la infancia y es a través
del desarrollo del sujeto desde la niñez y la vida en sociedad que el sujeto desarrolla
una sexualidad específica mediante la represión cultural de las pulsiones y los
instintos. Para Freud, la prohibición del incesto y el complejo de Edipo son
esenciales para definir la sexualidad y reafirmar el género de los sujetos: “los deseos
sexuales infantiles -hasta el punto de que hallándose en estado de germen merecen
este nombre- despiertan muy tempranamente y que la primera inclinación de la niña
tiene como objeto al padre, y la del niño, a la madre. De este modo, el inmediato
ascendiente del sexo igual al del hijo se convierte para éste en importuno rival, y ya
hemos visto, al examinar las relaciones paternas, cuán poco se necesita para que
este sentimiento conduzca al deseo de muerte.” (Freud, 1975). Esta cita, no solo
nos habla con respecto al mencionado complejo edípico, sino que además revela
importantes nociones con respecto a la vinculación de la psicología con lo social, de
modo que la célula constitutiva de la sociedad, la que proporciona soporte, cariño y
amor a los individuos para ser ciudadanos de bien es, en realidad, un nido de
discordias y el origen fundamental de los traumas y aflicciones psicológicas del
humano. La sexualidad es, para Freud, el terreno exclusivo de la expresión de lo
inconsciente. Los problemas sociales siempre tenían que ver con una sexualidad
reprimida, y las nociones tardías vinculadas con la libido como Eros y Thanatos
serían necesariamente expresadas sexualmente: Eros como este impulso hacia la
vida que se manifiesta con el ansia de la reproducción y la conservación de la vida,
y Thanatos como este impulso a saciar los impulsos, de modo que el organismo
tiende a volver a un estado inanimado y de calma, como si deseara la muerte. Así,
toda manifestación cultural formaría parte de una farsa, y la visión freudiana termina
siendo sumamente pesimista.
Jung vería con ojos de desconfianza esta interpretación del inconsciente y de la
sexualidad: “La cultura aparecía como una mera farsa, como fruto morboso de la
sexualidad reprimida. «Ciertamente — concedía él—, así es. Ello es una maldición
del destino contra la cual nada podemos.» Yo no estaba dispuesto en absoluto a
darle la razón. Sin embargo, no me sentía maduro todavía para entablar una
polémica.” (Jung, Recuerdos, Sueños, Pensamientos., 2009). La necedad con la
que Freud había transformado a la sexualidad en el dogma del psicoanálisis llegó a
Jung a mirar con otros ojos al ámbito científico: la sexualidad, más que un error
freudiano, era un artículo de fe, así como todo el ámbito científico: “La ventaja de
esta mutación consistía para Freud en que el nuevo principio numinoso le parecía
irreprochable científicamente y libre de todo lastre religioso. Pero en el fondo
subsiste la numinosidad como propiedad psicológica de los principios antagónicos
inconmensurables racionalmente: Jehová y sexualidad.” (Jung, Carta de Jung a J.
Kirsch, 1934), es decir, que para Freud creer en la sexualidad era la excusa perfecta
para su irreligiosidad, pero también esta experiencia sería el fundamento de la
psicología de Jung. El hombre es entonces no un ser sexual, sino un ser religioso.
De cualquier modo, la sexualidad no es descartada por Jung del todo, juega un
papel importante para la vida del humano, como una de las formas en las que el
inconsciente se manifiesta, pero no la única.

-De la visión de los géneros:


Freud ciertamente habla de un complejo de Edipo, en el cual el infante varón
desarrolla una cercanía con la madre tal que la desea. En ello, además, hay una
rivalidad con el padre pues ambos desean a la madre. El complejo de Edipo es
reprimido, en primera instancia, por la prohibición del incesto y en segunda por la
autoridad del padre, ambas de orden social y cultural. Cuando el infante en la
adolescencia comprende estas prohibiciones, puede redirigir su deseo por la madre
hacia otras mujeres, y en este sentido, el complejo de Edipo es central en la vida
social y sexual del varón. Ahora bien, evidentemente para Freud era más sencillo
entender al varón que a la mujer, cuya sexualidad siempre fue de difícil
entendimiento y a quien además confiere una explicación un tanto más desarrollada
en términos del varón como “standard” sexual. Esta sería además la fuente de las
amplias y numerosas críticas que la naciente teoría feminista del género ha
disparado en contra del psicoanálisis, la sesgada visión científica de una
naturalización de los géneros a la luz de la visión masculina. Este no es el caso,
pero sí proporciona un referente para entender la visión de Freud con respecto a la
formación del género: la mujer también desea a la madre en un primer momento,
pero no sería hasta tomar consciencia de su falta de un pene que desarrollaría la
envidia del pene, a raíz de la cual generaría un deseo al padre, no como deseo del
padre en sí, sino de su pene, el cual de hecho sería llamado complejo de Elektra
por el mismo Jung. La sexualidad de la mujer se vería condicionada por esta falta,
a raíz de la cual, en su vida adulta, después de la internalización de la prohibición
del incesto, redireccionaría hacia otros hombres con la intención de “llenar” su vacío.
La reproducción y las ansias de la mujer por ser madre también se verían
condicionadas por ello, puesto que el bebé sería el llenado del hueco, de lo faltante:
el tan deseado falo, a través del cual también la madre desarrollaría un deseo hacia
el hijo.
Para Jung la distinción no es sexual sino arquetípica. El animus es representación
masculina, y el ánima femenina. No sólo eso, sino que éstas representaciones
arquetípicas se pueden encontrar tanto en hombres como en mujeres. En el Lexicón
Jungiano se puede encontrar la definición de Ánima como “The inner feminine side
of a man. (…) The anima is both a personal complex and an archetypal image of
woman in the male psyche. It is an unconscious factor incarnated anew in every
male child, and is responsible for the mechanism of projection. Initially identified with
the personal mother, the anima is later experienced not only in other women but as
a pervasive influence in a man's life. The anima is the archetype of life itself.”1

1Trad. Eng.: El lado femenino interior de un hombre. El ánima es tanto un complejo personal como
una imagen arquetípica de la mujer en la psique del hombre. Es un factor inconsciente encarnado
desde el inicio en todo infante varón, y es responsable del mecanismo de proyección. Inicialmente
(Sharp, 1991), lo que quiere decir, no solo que un lado femenino nos posee, sino
que además es responsable de mecanismos de defensa como el de proyección y
con éste arquetipo relacionamos incluso lo vital.
En el caso de la representación masculina, el Animus es “The inner masculine side
of a woman. (…) Like the anima in a man, the animus is both a personal complex
and an archetypal image. Woman is compensated by a masculine element and
therefore her unconscious has, so to speak, a masculine imprint. This results in a
considerable psychological difference between men and women, and accordingly I
have called the projection-making factor in women the animus, which means mind
or spirit. The animus corresponds to the paternal Logos just as the anima
corresponds to the maternal Eros.”2 (Sharp, 1991). Así, la diferencia de los sexos es
marcada con respecto a la biología, pero el género es un arquetipo presente en la
psique del humano y a través del cual se identifica éste con alguno determinado,
generando además mecanismos de respuesta y de socialización diferenciada con
hombres y con mujeres.

-De los sueños:


Este es tanto un punto de acuerdo como de divergencia entre nuestros personajes.
Freud y Jung convergen en la importancia que tiene el sueño para develar los
misterios del inconsciente, puesto que es aquí donde sus representaciones se
manifiestan sin censura alguna dentro de la psique y sin la interacción de la
consciencia para reprimirlas. De cualquier modo, la manera en la que se aborda el
sueño en ambos teóricos no podría decirse que es opuesta, pero sí es diferente en
algunos aspectos. Freud dedica una obra entera a la interpretación de los sueños:
“En el momento en que conseguimos referir una de las tales representaciones

identificado con la madre personal, el ánima es después experimentado no solo en otras mujeres
sino como una fundamental influencia en la vida de un hombre. El ánima es el arquetipo de la vida
misma.
2 Trad. Eng.: El lado masculino interior de una mujer. Como el ánima en el hombre, el animus es

ambos un complejo personal y una imagen arquetípica. La mujer es compensada por un elemento
masculino y entonces tiene, también, un atisbo masculino. Esto deviene en una considerable
diferencia psicológica entre el hombre y la mujer, y acorde a esto he llamado al factor generativo
de la proyección el animus, lo que significa mente o espíritu. El animus corresponde al Logos
paternal justo como el ánima corresponde al Eros maternal.
patológicas a los elementos que provocaron su emergencia en la vida anímica del
enfermo logramos hacerla desaparecer, quedando el sujeto libre de ella.” (Freud,
1975), lo que quiere decir que los sueños son la manifestación de los síntomas, de
las representaciones patológicas, y que analizarlos es esencial para hacer
consciente al sujeto y liberarlo de éstas. Sin embargo, aquí es en donde se introduce
la topología del inconsciente. Existe el denominado preconsciente que ordena todas
las impresiones sensoriales: Nuestro pensamiento despierto (preconsciente) se
conduce, ante cualquier material de percepción, del mismo modo que la función de
que ahora tratamos con respecto al contenido manifiesto. Es inherente a su
naturaleza ordenar dicho material, establecer relaciones e incluirlo en un contexto
inteligible. En esta labor solemos incluso ir más allá de lo debido.” (Freud, 1975),
por lo cual, incluso los sueños son censurados a través de las imágenes que se nos
presentan, y es por ello que hay que aplicar en ellos un trabajo de interpretación. Lo
preconsciente cifra los sueños en manifestaciones metafóricas, pero no los suprime
totalmente puesto que en el estado onírico esta facultad se encuentra laxa en
comparación con la vigilia.
Para Jung es algo parecido, la importancia del sueño es casi la misma, y sin
embargo, el sueño no es necesariamente un cifrado sino una manifestación de
imágenes arquetípicas, enterradas y que se encuentran en lo más profundo de la
psique: “El sueño es aquella pequeña puerta oculta en el santuario más profundo e
íntimo del alma, que se abre hacia aquella noche cósmica del principio de los
tiempos que era alma mucho antes de que existiera un ego consciente y que seguirá
siendo alma más allá de lo que el ego consciente pueda abarcar... Esta conciencia
del ego está constituida puramente de restricciones, aun cuando se extienda hacia
las estrellas más distantes. Toda conciencia divide, pero en los sueños penetramos
hacia la profundidad, universalidad, verdad y eternidad del hombre, el cual
permanece de pie en la penumbra de la noche original, donde él mismo era totalidad
y donde la totalidad estaba en él, en una naturaleza pura, ciega y no diferenciada,
libre de las cadenas del ego. A partir de estas profundidades conjuntas surge el
sueño, sin importar lo infantil, grotesco o inmoral que sea”. El sueño es una
revelación. Hay una clara connotación religiosa y mística y religiosa. No es que el
sueño esté cifrado y que haya algo que interpretar detrás de las imágenes, sino que
estas imágenes son las expresiones más primitivas del inconsciente, y se están
revelando sin la censura de la consciencia: “Ya al cabo de poco tiempo comprendí
que era correcto aceptar los sueños tel quel como fundamento para su
interpretación, pues éste es su fin. Constituyen hechos de los que hemos de partir.”

-De la práctica psicológica y la terapia:


Se habló anteriormente con respecto a este tema: las afinidades teóricas entre
Freud y Jung son también, en algunas ocasiones, las mayores discrepancias. En
este sentido, Jung empezó a admirar la práctica freudiana debido a la atención
personal que se confería a cada paciente. El diagnóstico era en función de la historia
clínica del paciente, y el síntoma es una manifestación metafórica de una
contradicción psíquica. En este sentido, las tres técnicas freudianas, la libre
asociación, la interpretación de los sueños y el acto fallido proporcionan esta
atención a las vivencias específicas del paciente, y el diagnóstico es basado en el
caso específico de la vivencia. Aun así, el diagnóstico no puede salir de ahí, todo
malestar tiene como límite la individualidad del paciente: “El mérito de Freud
consistió en que tomó en serio a sus pacientes neuróticos y penetró en su propia e
individual psicología. Tuvo el valor de dejar hablar a la casuística y de este modo
adentrarse en la psicología individual del enfermo. (…) En este aspecto tuvo
imparcialidad y valentía. Esto le llevó a superar multitud de prejuicios, a destronar
falsos dioses, a poner en evidencia un montón de hipocresías y falsedades y
denunciar despiadadamente a la luz del día la corrupción del alma contemporánea.
No temió tener que soportar la impopularidad de tan audaz empresa. El impulso que
ha dado a nuestra cultura consiste en haber descubierto un acceso al inconsciente.”
(Jung, Recuerdos, Sueños, Pensamientos., 2009)
Para Jung, como sabemos, la psique es diferente. El inconsciente es colectivo y, en
este sentido, la individualidad es virtual, una apariencia y un concepto relativamente
nuevo. Converge con Freud en el modo de abordar al paciente: Se me pregunta
muchas veces sobre mi método psicoterapéutico o analítico. No puedo dar sobre
esta cuestión una respuesta terminante. La terapéutica es en cada caso distinta. Si
un médico me dice que « sigue» estrictamente tal o cual «método», dudo del efecto
terapéutico. Se habla tanto en la literatura de la resistencia el paciente que casi
parece como si se le quisiera obligar a tomar algo, mientras que lo curativo debería
surgir de él de modo natural. La psicoterapia y los análisis son tan distintos como
los mismos individuos. Yo trato a cada paciente lo más individualmente posible,
pues la solución del problema es siempre personal. Las reglas válidas en general
sólo se pueden formular cum grano salis. Una verdad psicológica es solamente
válida cuando se puede cambiar. Una solución que a mí no se me ocurra puede ser
para otro precisamente la correcta.” Sin embargo, mientras que para Freud el
terapeuta es quien tiene que interpretar el sueño, el paciente solamente habla y el
analista escucha. El punto de la terapia freudiana es que el paciente mismo se
vuelva consciente de su problema, que exista una catarsis y que el paciente pueda
aceptar la realidad del problema y la contradicción psíquica que hay en ello para
que éste desaparezca. La terapia va solamente en un sentido, el paciente
proporciona información al analista. El paciente se recostaba en un sillón, y el
analista se colocaba detrás, de modo que para el paciente la situación pareciera
como a la de un diálogo consigo mismo, pero desde la visión de un tercero, la clara
autoridad es el analista, quien suele suponer que el paciente no tiene idea de lo que
ocurre consigo mismo.
La terapia jungiana es diferente en el sentido en el que fluye la sesión. Es más
dinámica pues es dialéctica. La terapia fluye con una conversación en la que se
aplican los diferentes métodos desarrollados por Jung para tratar con tipos
psicológicos específicos, y para tratar la información proporcionada. Aquí, el
paciente y el analista están comunmente sentados de frente, y esto denota una
disposición de poder equitativa entre ambos individuos implicados en la terapia. En
la terapia jungiana se reconoce la importancia del paciente en tanto que solo en éste
reside la respuesta a la solución de la patología (Wilhelm & Herchcovichz, 2017).

Bibliografía
Freud, S. (1975). Obras Completas, Tomo IV: La Interpretación de los Sueños. Buenos Aires:
Amorrortu Editores.
Jones, E. (1981). Vida y Obra de Sigmund Freud. Barcelona: Anagrama.

Jung, C. G. (25 de diciembre de 1934). Carta de Jung a J. Kirsch.

Jung, C. G. (1985). Tipos Psicológicos. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.

Jung, C. G. (2009). Recuerdos, Sueños, Pensamientos. Barcelona: Seix Barral.

La Nación. (30 de 12 de 2000). Recuperado el 10 de 11 de 2017, de Hitler, Jung Informaba a los


Aliados sobre la Psicología de: http://www.lanacion.com.ar/46800-jung-informaba-a-los-
aliados-sobre-la-psicologia-de-hitler

Paquet, A. (1930). Carta de Paquet a Freud. Psychoanalytische Bewegung, 417-8.

Sharp, D. (1991). Jung Lexicon: A Primer of Terms and Concepts. Copyright Darryl Sharp. Obtenido
de http://www.innercitybooks.net/pdf/books/junglexicon.pdf

Wehr, G. (1991). Carl Gustav Jung: Su vida, su obra, su influencia. . Barcelona: Paidós.

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