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CONTRATOS – SEGUNDO PARCIAL

 CAPÍTULO I: LA EQUIVALENCIA DE LAS PRESTACIONES OBLIGACIONALES


El acceso a bienes y servicios representa un esfuerzo económico para el ser humano, que canjea su capacidad laborativa
por valor dinerario y con ello accede a la contratación para la adquisición o uso de bienes o servicios, requiere de un
esquema de equivalencia, donde se encuentre incluida una tasa de beneficio adecuada y justa. Lo concreto es que el
contrato como intercambio económico debe guardar equidistancia valorativa, ya que sin ella, el contrato como
instrumento de intercambio pierde su teleología económica, finalista y su utilidad social.
Conforme al principio de igualdad establecido en el art 16 de la CN, es completado con el art 30 del CC de Vélez donde
atribuye la personalidad jurídica de todas las personas humanas, la contratación se producía en un marco de libertad
individual y de mercado, donde el Estado asumía una posición de gendarme. El contenido económico resultaba del libre
acuerdo de partes en un pie de igualdad y libertad, de tal forma que la “puja de intereses” se dirimía en una simetría de
poder cuyo resultado era la ley para las partes.
La reforma de Borda entra en juego en la década de los ’70, cuando el modelo de contrato que se venía desarrollando en
la doctrina y en la jurisprudencia es la estructura de adhesión, propia de una producción seriada y una sociedad de
consumo masificada. El art 954 del CC permite a los jueces revisar el contenido económico del contrato, el 1071
establece el ejercicio regular del derecho y el 1198 introdujo la posibilidad de reajustar o rescindir los contratos frente a
hechos extraordinarios que tornares excesivo para una de las partes el cumplimiento del contrato.
En nuestro ordenamiento jurídico es posible quebrar la equivalencia de las prestaciones en dos supuestos: al principio de
la relación negocial como consecuencia de la actitud de alguno de los negociantes (lesión subjetiva-objetiva) y como
situación objetiva sobreviniente a la formación de la obligación (teoría de la imprevisión).
La reforma de Borda permite instalar en la lesión subjetiva dos principios generales. El primero de ellos pertenece al
orden sociológico y nos devuelve el derecho inalienable de ser desiguales. El segundo, corresponde al orden económico,
pues el contrato como herramienta jurídica debe reflejar la finalidad del sistema económico elegido en la CN.
La lesión subjetiva es aplicable no sólo a los actos jurídicos bilaterales onerosos, sino para los unilaterales onerosos
también y los contratos conexados.
Si bien los contratos en la economía capitalista son, por esencia, una herramienta de ventajas patrimoniales, ellos deben
guardar una necesaria conexidad con los sacrificios y la realidad económica circundante. De allí que toda situación de
desproporción permite señalar que el contrato que la regula no cumple la función social para la cual ha sido dispuesta
por la comunidad.
Otra cuestión son los elementos subjetivos que concurren con aquella situación objetivo-económica, generando el
resultado antisocial. Se trata de una situación que afecta a la voluntad, ya que en un sujeto existe una situación de
desigualdad o desprotección. Esta situación volitiva implica en un sujeto del contrato una situación de necesidad o de
ligereza o inexperiencia; es un sujeto que se encuentra en estado o situación de minusvalía.
En el otro extremo, habrá un sujeto contratante que advierte esta situación y que produce un aprovechamiento pasivo.
Debe existir una conexidad causal entre la voluntad que hay entre un sujeto explotado y otro explotador.
La legitimación activa de esta acción puede ser ejercida por el propio damnificado o sus herederos. En cuanto a la
legitimación pasiva, será ejercida contra el explotador, por quien lo haya sufrido, sus herederos y terceros cuando la
ventaja patrimonial obtenida se refleje en el patrimonio de estos últimos.
En cuanto a la ventaja patrimonial desproporcionada, la misma debe tenerse en cuenta al momento del acto y debe
subsistir al tiempo de la interposición de la demanda. En materia de presunciones, la norma dispone que existiendo una
notoria desproporción en las prestaciones de las obligaciones, hace presumir la explotación lo cual debe ser probado por
el accionante. El demandado se ve obligado a probar que esta desproporción obedeció a una causa real.
En cuanto a la finalidad de la acción, puede haber dos opciones: la nulidad o la revisión del contrato. La nulidad operará
en sus efectos como situación asimilable que implica la retrocesión del contrato a su punto cero o inicial. Aun cuando el
legitimado activo plantee la nulidad, si el demandado ofrece una mejora equitativa la acción culminará con un reajuste
de las condiciones contractuales.

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En el caso de la teoría de la imprevisión, surge de tener en vista la función social que el mismo debe cumplir en el marco
de la realidad actual.
En el caso del CC antes de la reforma de Borda, surgía claramente el propósito de no aceptar modificaciones a los
contratos una vez que éstos se hallaran concluidos en virtud del principio de autonomía de la voluntad. La legislación
actual posibilita la revisión de los contratos por aplicación de determinados principios que son ampliamente aceptados
en la actualidad y entre los cuales se encuentra la teoría de la imprevisión.
Aun cuando los contratos se celebran para ser cumplidos, puede ocurrir que hayan variado las circunstancias objetivas
económicas que se tuvieron en cuenta al contratar, con lo cual, de aferrarnos estrictamente aquello se producirían
situaciones injustas. Cuando ese equilibrio se rompe en virtud de alteraciones en las bases contractuales que tuvieron en
vista en el momento de celebrar el contrato, el apego a lo pactado no podría sino contrariar el espíritu de aquellas y es
entonces cuando la teoría de la imprevisión posibilita restablecer el equilibrio inicial distribuyendo la excesiva onerosidad
sobreviniente en el cumplimiento de las obligaciones.
El art 1193 tiene la finalidad de impedir que el contrato se convierta en una fuente de lucro desproporcionado para uno
de los contratantes en perjuicio de otro, cuando por obra de acontecimientos extraordinarios, imprevisibles y ajenos a
ellos se hubieran distorsionado notablemente los efectos naturales del contrato celebrado, volviendo excesivamente
oneroso el cumplimiento de la obligación. La teoría de la imprevisión postula la resolución de estos contratos o el
reajuste equitativo de sus efectos.
Para la aplicación de este instituto es necesario que se den los siguientes requisitos: que ocurra un acontecimiento
extraordinario e imprevisible que incida sobre la prestación a cargo de una de las partes volviéndola excesivamente
onerosa; que esto ocasione lesión patrimonial al deudor y la consiguiente dificultad para cumplir con la prestación; y que
el perjudicado no haya obrado con culpa o estuviera en mora.
La teoría de la imprevisión será aplicable solamente en los contratos de ejecución diferida o continuada, fueran
bilaterales conmutativos o aleatorios o unilaterales onerosos.
El perjudicado tiene derecho a solicitar la resolución del contrato celebrado. Si resultara procedente, las partes deberán
devolverse lo que en virtud del contrato se hubieran entregado.

 CAPÍTULO II: SEÑAL Y PACTO COMISORIO


El art 1202 del CC y el 475 del de comercio definen a la seña como la dación o entrega de una cosa mueble que una de
las partes contratantes otorga a favor de la otra, específicamente aludiendo a los bilaterales o multilaterales.
Se puede dividir en:
o Esfuerzo o garantía del cumplimiento de un contrato, ejerciéndose así una suerte de coacción psicológica
sobre las partes contratantes, en cuyo caso nos hallamos en la especia confirmatoria.
o Como la facultad de las partes a dejar sin efecto el negocio, permitiéndole el llamado arrepentimiento,
con las consecuencias previstas en la normativa sobre seña, especie denominada penitencial.
Las mercantiles son de especie confirmatoria y las civiles de tipo penitencial.
En las confirmatorias se prevé que la cantidad entregada como seña en la compraventa será tomada siempre a cuenta
del precio total y rechaza la facultad de arrepentirse, salvo estipulación expresa de lo contrario.
En cambio la seña penitencial sí permite el arrepentimiento perdiendo lo entregado en calidad de seña si el arrepentido
es quien la entregó, o debiendo devolverla con otro tanto de su valor si el que se retira del negocio es quién la recibió. En
el supuesto que la relación contractual continúe el curso establecido por las partes, el objeto dado en calidad de seña
debe devolverse salvo que lo otorgado sea de la misma especie de la prestación debida en cuyo caso se tomará como
parte de pago de la prestación.
El arrepentimiento debe ser observado con carácter restrictivo, debe configurarse en forma expresa o por
comportamientos inequívocos acerca de su voluntad de retirarse del negocio. Tampoco es admisible sujeto a plazo o
condición alguna. Debe ser puro y simple.
Existiendo hechos que signifiquen el comienzo de ejecución de las prestaciones principales del contrato no es posible el
arrepentimiento.

En los contratos bilaterales la ley prevé un remedio en favor del contratante diligente frente al incumplidor, la posibilidad
de desvincularse por vía de resolución o rescisión. Es una modalidad de extinción de los contratos.
Es el reconocimiento de la posibilidad reciproca de resolver el contrato por incumplimiento; encontrándose
expresamente en la voluntad o en la norma legal.
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El pacto comisorio expreso se reconoce en la posibilidad de acordar expresamente que la resolución se produzca en caso
de que alguna obligación no sea cumplida con las modalidades convenidas. La resolución se produce de pleno derecho y
los efectos tendrán lugar desde que simplemente se comunique tal decisión en forma fehaciente a la parte incumplidora.
El pacto comisorio implícito opera a través del CC de manera subsidiaria a la voluntad de las partes, en caso de que no
haya sido incluido el pacto comisorio en el contrato y sin perjuicio de poder ser excluido expresamente.
No existiendo pacto comisorio expreso será necesario formular una interpelación que le permitirá hacer efectivo el
cumplimiento.
En los contratos de estructura de adhesión la cláusula que establezca la renuncia al pacto comisorio implícito del
adherente es nula.

 CAPÍTULO III: VICIOS REDHIBITORIOS Y GARANTÍA DE EVICCIÓN


La garantía de evicción es un resguardo al derecho de la propiedad. El que por título oneroso transmitió derechos o
dividió bienes con otros, responde por la evicción; en los casos y modos reglados.
Habrá evicción en virtud de sentencia y por causa anterior o contemporánea a la adquisición, si el adquirente por título
oneroso fue privado de todo, o en parte del derecho que adquirió, o sufriese una turbación de derecho en la propiedad,
goce o posesión de la cosa. No habrá lugar a garantía ni en razón de las turbaciones de hecho o de derecho procedentes
de la ley, o establecidas de una manera aparente por el hecho del nombre o pretensiones formadas en virtud de un
derecho real o personal de goce, cuya existencia era conocida al tiempo de la enajenación.
Se dispone que la privación o turbación deberá provenir de una sentencia judicial para que engendre responsabilidad.
El vendedor de mala fe que conocía al tiempo de la venta, el peligro de la evicción, debe a elección del comprador o el
importe del mayor valor de la cosa o la restitución de todas las sumas desembolsadas por el comprador aunque fueren
gastos de lujo o mero placer.
El comprador tiene la elección de demandar una indemnización proporcionada a la pérdida sufrida o exigir la rescisión
del contrato.

Los vicios redhibitorios son los defectos ocultos de la cosa, cuyo dominio, uso o goce se transmitió por título oneroso,
existentes al tiempo de la adquisición, que la hagan impropia para su destino, si de tal modo disminuyen el uso de ella
que al haberlos conocido el adquirente, no la habría adquirido o habría dado menos por ella.
El vicio debe fundarse en la materialidad del bien y que además debe reunir como requisitos básicos: que sea oculto, que
sea de envergadura para dejar sin efecto el contrato y solicitar el nuevo valor de la cosa en cuanto a su precio, que ya
existiese al tiempo del cumplimiento y que se trate de contratos onerosos.
El incumplimiento absoluto produce una falta de adecuación esencial entre la prestación prometida y la entregada.
La constatación de los vicios da lugar a responsabilidad objetiva con dos efectos: la rescisión del contrato o una acción
tendiente a reducir el precio como contraprestación.

 CAPÍTULO IV: OBLIGACIÓN DE SEGURIDAD


La obligación de seguridad tiene importancia para las empresas en la comercialización de bienes y servicios. Es la
garantía que ningún daño acaecerá en la persona o eventualmente en los otros bienes de su contratante.
La obligación de indemnidad encuentra fundamento para una parte de la doctrina en el 1198 que consagra el principio
general de buena fe en los contratos, que no sólo obliga al cumplimiento de lo prometido, sino también a las
consecuencias implícitas o virtuales que puedan acaecer en ocasión de la ejecución del contrato. Es un principio jurídico
derivado del deber de no dañar.
La finalidad es proteger la indemnidad de los contratantes, tanto en los contratos de negociación individual o paritarios
como en los de usuarios y consumidores asegurando que durante el desarrollo del contrato y curso de la obligación-
prestación no se le genere un daño adicional; comprende los resultados atípicos que estén fuera del curso de su
desarrollo y ejecución.
Quedan excluidos aquellos perjuicios que resultan propiamente de la ejecución de determinadas prácticas que pueden
producir daños necesarios e imposibles de evitar, aun cuando medie una correcta prestación.
Está consagrado en el art 42 de la CN y en los art 5 y 6 de la ley 24.240.

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La CN establece la pauta general al señalar la protección de la salud, seguridad e intereses económicos. En el art 5
establece las cosas y servicios que deben ser suministradas en forma tal que, utilizados en condiciones previsibles o
normales, no presenten peligro alguno para la salud o integridad física del consumidor.
En el desarrollo de las relaciones contractuales, con respecto a este deber de seguridad no sólo están alcanzados las
partes sino también participa la actuación de otras personas o empresas que se introducen en el desarrollo y ejecución
de las obligaciones y sus prestaciones y también todos los daños que se producen por la utilización de las cosas y
servicios en el desarrollo del contrato.
En el ámbito de la reparación, tanto contractual como extracontractual, se rige por el 1113 la obligación del principal de
responder por los hechos del dependiente.
El factor de atribución es objetivo por lo cual los eximentes o atenuantes deberán alegarse o probarse de acuerdo a las
características del sistema (caso fortuito, fuerza mayor, culpa de un tercero, culpa de la víctima).
El consumidor tiene derecho de ser informado por medios idóneos sobre los productos y servicios para el consumo y
saber que los mismos están fuera de riesgo o indicar las situaciones de peligro..
Lo atinente a la publicidad debe evitarse generar conductas de riesgo inductivas.
El Estado debe adoptar medidas necesarias para garantizar que los productos sean inocuos para el uso normal y
predecible. Los responsables de introducir los artículos en el mercado deben velar porque los mismos no pierdan su
inocuidad. Se debe facilitar a los consumidores instrucciones de utilización adecuada de los artículos e información sobre
posibles riesgos. Los fabricantes y distribuidores deben notificar sin demora si encuentran existencias de peligros en los
productos y el gobierno debe garantizar información sobre ello a los consumidores. El Estado debe adoptar políticas de
control y tratamiento de productos riesgosos.

 CAPÍTULO V: CONTRATO DE COMPRAVENTA DE MUEBLES E INMUEBLES


La compraventa es aquel contrato por el cual una de las partes entrega en propiedad un bien y la otra abona un precio
obteniendo la propiedad de aquél.
El derecho de propiedad está regulado en el art 17 de la CN y su disposición está referenciada en el art 2513 del CC.
El art 1327 se refiere a que se pueden vender todas las cosas que pueden ser objeto de los contratos, aunque sean cosas
futuras, siempre que su enajenación no sea prohibida. Los art 1327 y 1332 establecen la denominada “venta de riesgo”.
El art 328 establece el efecto del contrato que se realiza sobre una cosa que creyéndose existente, ha dejado de serlo.
Las cosas ajenas se transmiten por representación.
El art 1357 establece como capacidad especial para la compraventa la “capacidad de disposición”: implica la
imposibilidad de realizar el contrato entre esposos; para tutores curadores y padres. Se adicionan incapacidades
específicas para los albaceas sobre bienes de la sucesión, a los mandatarios sobre bienes de encargo; a los jueces,
abogados, fiscales, defensores de menores, procuradores, escribanos y tasadores sobre los bienes motivo de su
intervención y a los ministros de gobierno sobre bienes nacionales.

Obligaciones del vendedor


Se diferencia de acuerdo a si los bienes son inmuebles o muebles registrables, y engendra la obligación de la entrega de
la cosa y además de realizar todos los actos pertinentes para la adquisición del dominio del adquirente; para cosas
muebles no registrables bastará con la simple entrega de la cosa para constituir el modo suficiente de adquisición.
Hasta el momento de entrega del bien existe una conducta complementaria de conservación del bien y con posterioridad
la garantía de evicción y los vicios redhibitorios.
En cuanto a inmuebles registrables es imprescindible la escritura pública traslativa de dominio. Generalmente, primero
de suscribe un boleto de compraventa al que caracterizamos como “contrato de compraventa” que genera la obligación
de hacer la escritura.
En los muebles registrables, especialmente en los casos de automotores, la transmisión del dominio deberá formalizarse
por instrumento público o privado y sólo producirá efectos entre las partes y con relación a terceros desde la fecha de su
inscripción en el Registro Nacional de la Propiedad Automotor.
El incumplimiento de la conservación del bien puede acaecer en dos situaciones jurídicas distintas: la afectación no
esencial de la cosa o la destrucción o afectación esencial.
En cuanto a la destrucción o afectación esencial se genera el incumplimiento absoluto con todas sus consecuencias se
deberá resarcir los daños y perjuicios sustitutivos de la prestación y todo otro que se hubiese generado. Si no se afecta lo
esencial de la cosa, el guardador deberá resarcir los daños y perjuicios derivados.
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Si no se cumple la tradición de la cosa, puede ser exigida por la fuerza pública. Aquel que incumpliera la obligación de
escriturar, el juez se encuentra facultado por el CC a suscribirla por el demandado; salvo que resultare imposible en cuyo
caso derivará en una reparación por daños y perjuicios.
La suscripción del formulario “08” y su correspondiente inscripción en el registro es de carácter constitutivo, por lo tanto
corre la misma suerte de la obligación de escriturar, sin perjuicio de las sanciones administrativas que puede acarrearse
el vendedor.

Obligaciones del comprador


En cuanto al comprador, deberá abonar el precio o si el restante de su saldo está correlacionado con alguna obligación
en particular del vendedor (escriturar, por ejemplo), ambas deben suceder simultáneamente.
Debe facilitar la recepción de la entrega de la cosa, acceder a los requerimientos del escribano, previo escrituración y
concurrir a la citación.
Si existiera boleto de compraventa pueden operar los institutos de la seña u otras cláusulas de arrepentimiento, pacto
comisorio, teoría de la imprevisión, etc.

Cuando ha operado el incumplimiento del vendedor o del comprador en sus obligaciones esenciales se presume la
responsabilidad y se deberá resarcir los daños y perjuicios derivados de la afectación al principio de integridad; salvo que
se acreditase eximente de culpa.
Opera también, el daño moral.
En cuanto a la responsabilidad por garantía de evicción, respecto de la defensa judicial, se debe citar judicialmente al
vendedor para que se produzca el efecto de la cosa juzgada. Lo vicios redhibitorios corren la misma suerte.

Cláusulas que pueden ser introducidas por las partes, reguladas por ley
Estas cláusulas pueden modificar las consecuencias que subsidiariamente posee el ordenamiento jurídico o crear otras,
pues se trata de situaciones jurídicas de libre disponibilidad con las pertinentes limitaciones: es prohibida toda cláusula
de no enajenar cosa vendida a persona alguna, más no a una persona determinada.
El art 1366 del CC señala la venta con pacto de retroventa, es la que se hace con la cláusula de poder al vendedor
recuperar la cosa vendida entregada al comprador, restituyendo a éste el precio recibido con exceso o disminución.
El pacto de reventa es la estipulación de poder el comprador restituir al vendedor la cosa comprada, recibiendo de él el
precio que hubiese pagado, con exceso o disminución.
El pacto de preferencia es la estipulación de poder el vendedor recuperar la cosa vendida, entregada al comprador,
prefiriéndolo a cualquier otro por el tanto, en caso de querer el comprador venderla.
El pacto de mejor comprador es la estipulación de quedar deshecha la venta si se presentase otro comprador que
ofreciese un precio más ventajoso.
Si la venta fuese con pacto comisorio, se reputará hecha bajo una condición resolutoria. Es prohibido ese pacto en la
venta de cosas muebles.

 CAPÍTULO VI: CONTRATO DE PERMUTA


La permuta o trueque consiste en la transferencia de la propiedad de un bien a cambio de otro.
Se diferencia de la dación en pago por entrega de bienes en que el acreedor recibe en el momento del cumplimiento a
cambio de la prestación contenida en el objeto de la obligación primitiva, bienes, en sustitución de un objeto de pago
La capacidad y las cosas que pueden ser objeto de la permuta son las mismas que la compraventa.
Si una de las partes ha recibido la cosa que se prometía en permita y tiene justos motivos para creer que no era propia
del que la dio, no puede ser obligado a entregar la que él ofreció y puede pedir la nulidad del contrato.

 CAPÍTULO VII: CONTRATO DE CESIÓN DE DERECHOS


Es un contrato por el cual una parte cedente enajena un derecho legalmente en favor de otro, cesionario, para que éste
lo ejerza en su propio nombre, en forma onerosa o gratuita.
Se perfecciona con el mero acuerdo de voluntades, puede ser onerosa o gratuita según si las partes tuvieron en miras
ventajas patrimoniales o no. En tal sentido, será bilateral en el primer caso y unilateral en el segundo.

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Ambas partes conocen desde el momento de celebración del contrato cuáles son las prestaciones que deberán obtener.
Es menester aclarar que el riesgo que corre el cesionario de no obtener el cobro del crédito del deudor cedido no
convierte a la cesión en un contrato aleatorio, puesto que el cedente no garantiza la solvencia del deudor.
El CC requiere que el contrato sea hecho por escrito bajo pena de nulidad, con la sola excepción de los títulos al
portador, en donde la forma escrita se reemplaza con la propia entrega del título. Algunos supuestos necesitan escritura
pública.
La capacidad que se requiere es la misma que para comprar y vender. El acto celebrado por incapaz adolecerá nulidad
relativa pues puede ser objeto de confirmación.
En principio todo derecho puede ser cedido en tanto no haya prohibición expresa o implícita de la ley o estipulado por
las partes en el título de las obligaciones. Quedan comprendidos todos los derechos personales, reales o intelectuales
con sus respectivas acciones. También pueden cederse: créditos condicionales o eventuales, créditos exigibles, créditos
aleatorios, créditos litigiosos, derechos sobre cosas futuras y derechos provenientes de convenciones concluidas o que
todavía no lo estén.
La cesión de fondo de comercio establece un régimen especial de publicidad de la cesión a fin de proteger a terceros
acreedores de la insolvencia del cesionario.
No se pueden ceder derechos inherentes a la persona o derechos personalísimos. Tampoco las esperanzas de sucesión,
jubilaciones y pensiones, derechos de uso y habitación, derechos a alimentos futuros, el pacto de preferencia. Es decir,
todo derecho otorgado intuitu personae.
En los contratos bilaterales es esencial la conformidad del otro contratante.
El derecho se cede en las mismas condiciones de ejercicio con el que el cedente lo gozaba, es decir tal como se
encuentra en el patrimonio del cedente.
Los casos que el contrato de cesión de derechos requiere escritura pública son tres: cesión de derechos litigiosos, cesión
de derechos hereditarios, cesión de derechos procedentes de catos consignados en escritura pública.
El efecto principal de la cesión es la propia transmisión del derecho cedido, que ingresa así al patrimonio del cesionario,
la propiedad del derecho recién pasa al cesionario con la entrega del título si existiese. En cuanto a los efectos a terceros,
la cesión surtirá efectos a interesados a partir de la notificación de la cesión o desde la aceptación que haga el tercero. La
notificación es importante ya que así, el deudor cedido se libera si le paga al cedente. Pero si el deudor cedido le paga al
cedente, se deberá tomar el pago como mal hecho.
Los acreedores embargantes del cedente mantendrán firme la medida precautoria, si el embargo fue trabado con
anterioridad a la notificación.
La ley no establece a cargo de quien queda la obligación de notificar.
El deudor puede oponerle al cesionario todas las excepciones y defensas que podía oponerle al cedente; excepto la
compensación. A su vez, las excepciones del deudor contra el cesionario posee las defensas que tuviere contra el
cedente.
Puede ocurrir que un mismo crédito haya sido cedido a varios cesionarios, por mala fe del cedente o por haber cedido un
crédito parcial. En caso del crédito parcial, el cesionario no tiene ninguna preferencia sobre el cedente salvo pacto
expreso.
En caso de existir distintos cesionarios sobre el mismo crédito, la ley le otorga prioridad a aquella cesión que en primer
término fue notificada al deudor aunque haya sido el traspaso con fecha posterior.
La garantía de evicción por parte del cedente al cesionario alude a la legitimidad del crédito, a su existencia y vigencia
pero en modo alguno se refiere a la solvencia del deudor cedido y mucho menos a la seguridad de su percepción por
parte del cesionario. La buena fe del cedente se presume, debiendo ser demostrada la mala fe por quien alega el hecho.
El cesionario puede perder el derecho a la garantía de evicción cuando por su obrar negligente no hubiera tomado las
medidas conservatorias o precautorias a fin de asegurar el cobro de su crédito.
Por contrato no es posible hacer una transmisión universal de derechos y obligaciones, por tanto la cesión de herencia
constituye una transmisión particular. El cesionario pasa a ocupar el lugar del heredero cedente en la parte alícuota
adquirida, sin que éste quede liberado de las deudas contra la sucesión. El cedente debe garantía de evicción.

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