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Segunda Noche Preparatoria XVI Jornadas Anuales de la EOL.

16 de octubre
2007
Por Luis Tudanca

Agradezco la invitación a la Comisión Organizadora. Esta vez en especial porque me permitió reflexionar sobre un
tema en que cuando uno se pone a trabajar se responde a sí mismo, parcialmente, sus propias dudas. Ahora tengo
más, pero por lo menos hice un recorrido y lo que les voy a comentar es el recorrido que pude efectuar.

Con respecto al término más allá: para mí es un término que a pesar de tanto uso en psicoanálisis sigue teniendo
enormes dificultades. Así que le puse un título al desarrollo que voy a tratar de hacer, que suena raro, pero que se va a
entender rápido: "Del dos al tres y retorno".Es una manera de hablar de lo bidimensional a lo triple -que apunta al nudo-
y retorno.

Adelanto que estas cuestiones que voy a trabajar no son excluyentes, porque el planteo que quiero realizar apunta
precisamente a la interrogación sobre las dificultades que acarrea en psicoanálisis el término de más allá, conocido a
partir de un texto específico, muy importante para todos nosotros que es: "Más allá del principio del placer" de Freud.
Entonces, quisiera pensar ese término según sea usado, en qué contexto, en qué circunstancia, etc.

El primer problema que encuentro, incluso en cómo está formulado: "relación entre los efectos terapéuticos y su más
allá", se parte de la suposición de que hay un más allá y eso es lo que decimos y se dice habitualmente.

Entonces, el más allá queda circunscrito a un hay.

Si decimos: la relación ente el efecto terapéutico y su más allá, bueno, como les decía, pensamos que lo hay. Pero ¿y
si no lo hay? Esta es la primera pregunta que me formulé ¿y si el más allá –para conservar el nombre- es propiamente
un no hay? ¿Existe la posibilidad es que el no hay sea la fórmula misma del más allá? Esto es a lo que quiero apuntar.

Dejémoslo de lado, porque esto llevaría una Noche en sí misma, pero es un ejercicio a realizar,se puede hacer, mostrar
que, entre otros, la religión y la política tienen su más allá como promesa, siempre y cuando se acepten los falsos
efectos terapéuticos que cada una exige. Ahí en el discurso político es donde más se nota que la psicoterapia lleva a lo
peor y que lo simbólico es mentiroso.

En mi ayuda, cuando estaba bastante embrollado con este tema, leí dos de los textos que han salido en el Boletín de
las jornadas, uno de Gabriela Basz y otro de Daniel Millas que me interesaron particularmente. Los recomiendo e
incluyo especialmente en la bibliografía. El de Gabriela Basz porque lleva con el término más allá la contradicción al
máximo diciendo que si la curación es por añadidura, lo terapéutico es un más allá del análisis y no al revés. Y Daniel
plantea que no se trata que el psicoanálisis iría más allá de lo terapéutico, el psicoanálisis es efectuar un forzamiento –
dice él- un cambio de orientación de la estructura. Hasta la parte de efectuar un forzamiento creo que estamos de
acuerdo, la otra parte sería más discutible, porque un cambio de orientación en la estructura, donde la estructura la
consideramos como una invariante, no hay cambio de orientación de la estructura, sí hay cambio de orientación en
aquellas cosas que son respuesta a la estructura. A no ser que hablemos de anudamientos y desanudamientos. Pero
bueno, es un detalle que no cambia la orientación del comentario de Daniel que me pareció muy jugoso.

Sea como sea, encuentro que hay dos maneras en que hablamos de más allá. Seguramente debe haber muchas más,
pero yo elijo dos que me parece que concentran un montón de problemas.

Si hablamos con terminología bidimensional (de dos términos, de dos dimensiones, de dos registros, de dos principios)
queremos expresar sino relación entre los dos, por lo menos un lazo. Y si hablamos con terminología que implique el
tres, es decir, de tres términos, de tres dimensiones, de tres registros, de tres principios, en el horizonte apuntamos al
nudo.

Insisto, si bien no son excluyentes, cualquiera se puede dar cuenta que el tres podría subsumir al dos, por lo que hay
que demostrar es: si cada vez que usamos el dos no lo hacemos sobre el trasfondo del tres. Es decir, siempre teniendo
en cuenta el tres.

Un problema más: el tres, si lo llamamos nudo, es lo que hay, según Lacan; va bien con el Uno, ya que Lacan dice que
hay de lo Uno y que cada registro es cada uno, uno. ¿O tendríamos un más allá del nudo? Esta es la discusión que
quiero plantear.

Entonces nos queda dividido el más allá si lo consideramos apuntando a un hay, o si lo consideramos apuntando a un
no hay.

Entonces voy primero a la terminología bidimensional. Me parece que el texto de Freud Más allá del principio de
placer queda completamente dentro de la terminología bidimensional, de dos términos, porque es un más allá si hay
principio del placer, o sea que son dos términos en juego, no hay tres.
Así, un montón de cuestiones en psicoanálisis se pueden reducir a dos términos: pulsión de vida y pulsión de muerte,
barrera y trasgresión, sistema y fuera de sistema, en el Seminario XVII ,entropía como pérdida de goce y plus de gozar
como recuperación de goce, etc.

Se puede hacer el ejercicio, yo lo hice para esta ocasión, de releer los paradigmas del goce y van a encontrar que los
cinco primeros paradigmas, todos están descriptos en terminología bidimensional. El sexto, el no hay relación, es el
único que no. Bueno uno se podría plantear la hipótesis que se pueden leer los otros cinco desde el seis. Por ejemplo,
como clave de lectura de los paradigmas del goce de Miller. Y ahí está especialmente trabajado el punto de que no se
transgrede nada y que incluso la travesía del fantasma está pensada en términos de trasgresión.

Entonces, siguiendo un poco a Lacan porque él se permitió esos lujos, uno los hace, uno lo intenta, y no le sale nunca.
Lacan decía que en el silogismo de Aristóteles ahí estaba el nudo. Yo pensé entonces que en "El problema económico
del masoquismo" está el nudo, porque si son tres masoquismos (erógeno, moral y femenino) algo en Freud debe haber
de intuitivo en relación al tres, ya que con más allá del principio del placer no me daba más que para quedarme en el
dos.

Yo voy a contarles las deducciones que hice del texto "El problema económico del masoquismo". Es un texto de 1924
que reafirma la tesis del "Más allá del principio del placer" y hay que leerlo sobre este trasfondo, como una especie de
continuación de ese texto, con otros elementos. Dice Freud: "Masoquismo erógeno es la base de las dos formas
restantes, el femenino y el moral". Lo define como placer en el dolor -también lo llama masoquismo primario, con todo
el problema del término primario en la obra de Freud- y es para él el intento de unir pulsión de vida y pulsión de muerte.
Freud habla de doma de la pulsión de muerte por la libido. Dice que analíticamente sólo podemos suponer que ambas
pulsiones se mezclan formando una amalgama de proporciones muy variables. Dice: "No hay pulsión de muerte y/o
pulsión de vida puras", y agrega "a esta mezcla de las pulsiones puede corresponder en determinada circunstancias su
separación". La cuestión es que hasta acá seguimos plenamente en la terminología bidimensional en tanto y en cuanto
podemos hablar de amalgama y desamalgama, fusión y desfusión pulsional, placer y dolor, es decir que siempre se
piensa un principio y un más allá de ese principio o qué posibilidad habría de que funcionen dos cosas que de por sí
están separadas.

No es un problema menor para el psicoanálisis, pero algo gira en redondo, hay una dificultad al utilizar esa
terminología.

El masoquismo erógeno queda del lado de condicionante de la excitación sexual, por lo tanto apuntando al goce fálico
y al fantasma. Del masoquismo femenino uno podría decir que ahí sí está la pata que falta, aquella más del lado de lo
imaginario o si quieren entre imaginario y lo real. No,el masoquismo femenino es masoquismo de los hombres, puro
fantasma, goce fálico, principio de placer, etc. Y el masoquismo moral muestra una relación menos estrecha con la
sexualidad que los otros dos, "lo que importa –dice Freud- es el sufrimiento mismo, nos inclinaríamos quizás a
prescindir de la libido en la explicación de esta conducta". Pero le dura poco porque el lo conecta con el sentimiento
inconciente de culpa, manda ahí mismo al "Yo y al Ello" –en el capítulo cinco, creo- donde trabaja reacción terapéutica
negativa, ventaja de la enfermedad, etc. Y dice que la fantasía prevalente es deseo de ser maltratado por el padre. El
masoquismo moral sexualiza de nuevo la moral, así que hay un retorno de la libido por otro medio que la conciencia
moral había desexualizado.

Con los tres no hacemos tres, por más que uno haga el intento.

Pero, el masoquismo moral es interesante leerlo en el punto en el cual es otro de los nombres de la pulsión de muerte.

Ahí, otra vez con Lacan. ¿Cuándo podemos hablar de muerte? Para Lacan, cuando empieza la reproducción sexuada.
O sea, no se puede hablar de muerte si no hay en juego la reproducción sexuada, por lo tanto, el goce. Pulsión de
muerte es un saber que articula muerte y goce, pero después Lacan cambia, lo piensa de otra manera ya a la altura del
Seminario XXI. Dice que no hay relación entre goce y muerte, o sea, lo contrario ¿en qué quedamos? Para Lacan no la
hay –y ahí está el puente- de a dos, siempre se necesita un tercero.

Hay un paso intermedio todavía y ahora retomo esto.

El paso intermedio es todo el trabajo que hace Lacan en el Seminario 17. Al escribir el discurso del amo notamos que
evidentemente soporta las dos lecturas. Soporta la lectura de pensarlo como dos dimensiones, a pesar de que son
cuatro letras (tres del orden de lo simbólico y una más del orden de lo real) pero en la clase uno o dos el S2, en Lacan,
es leído como goce del Otro, y después viene toda la cuestión en relación al saber como medio de goce. Pero primero
es leído como goce del Otro y definido como saber ancestral. Es como una especie de antecedente de lo que después
va a ser la escritura de goce del Otro barrado. Así que ahí, en los cuatro discursos, ya hay como una especie de
anticipo, de esfuerzo en Lacan, de salir de pensar en terminología de dos dimensiones.

Entonces, el problema que yo veo en pensarlo con la terminología bidimensional es que siempre se supone un más allá
como un algo que hay, como un pleno, como un ser que podemos llamar de distintas maneras.

Creo que para Lacan fue un problema también, de allí su pasaje poco a poco a pensar las cosas con el tres sin eliminar
las dos dimensiones, sin eliminar el dos. No es que el tres viene a ser superación de.

En el Seminario XX, cuando hace el triángulo y que pone imaginario, simbólico y real, ya se ve que había un anticipo
del nudo. Y ahí hace relaciones de a dos pero incluyendo al tercero. Es interesante el difícil movimiento que hace ahí
cuando habla de significante del Otro barrado, (φ) mayúscula y a como semblante.

En el Seminario XXI hay todo un desarrollo con variaciones en que va tomando de a tres términos, pero quiero ir a uno
en particular donde está el punto que quiero que veamos. Lacan fundamenta el dos por un hecho de lalangue –ya
había definido la langue en el Seminario anterior- pero esto lo tengo que escribir en el pizarrón. (Escribe) Fuera de sí –
fuera de ellos. Es un equívoco que implica un montón de cosas, algunas se me ocurren y otras se me escapan, pero
con esto fundamenta que cualquiera de los tres: imaginario, simbólico o real, puede hacer de medio de los otros dos.
Ahí hace el pasaje, entonces, del dos al tres. Y cuando haga de medio es un dos, pero si es un dos no es un dos por si
mismo, porque él es uno, sino porque hace de medio de los otros.

Ahí Lacan hace un desarrollo para considerar a cada uno como un medio y trabaja el amor divino, el amor cortés –me
salteo ambos- y el último que piensa es la posición del analista del lado del masoquismo. A mi me sorprendió mucho
esto y por eso fui con esta idea a trabajar el problema económico del masoquismo, pero dice que es un masoquismo
que él lo llama un invento que tiene más que ver con el deseo del analista que con el masoquismo como posición ya
sea perversa o con algunos de los tres masoquismos de Freud. El masoquismo que figura ahí del lado de lo real como
medio para pensar el deseo del analista no es ni el masoquismo erógeno, ni el moral, ni el femenino ni el masoquismo
como perversión.

Finalmente.

Si aproximamos el más allá a un exceso –que se puede llamar goce, sufrir de más, compulsión, etc- usamos el dos que
no hace nudo. Debería discutirse si esta versión no es enteramente masculina, ya que siempre implica una tendencia al
cierre, es decir, lógica de la sexuación masculina.

El Otro goce ¿cómo sería ubicarlo como exceso?, pero si lo hubiera no sería compulsivo ya que no implica cierre, es
abierto.

¿Las lógicas de la sexuación, en ese sentido, son dos o tres? Con el dos el goce es lo que hay. Con el tres, en cambio,
el exceso vuelve a estar más acá y el más allá se desplaza al no hay relación sexual. Es que -como dice Miller- el
psicoanálisis apunta a un no hay que él escribe como: -Fi – sujeto dividido – S de A tachada – Otro barrado. No hay a
investigar en el punto en el que otros tres: falta, vacío y agujero, no se recubren pero se "relacionan" entre sí.

Si conservamos el término más allá y lo aceptamos como índice de no hay relación sexual, el psicoanálisis, apuntando
al no hay, en distintas variantes válidas, produce un vacío en el hay, propiamente de reducción, como lo llama Miller.
Podríamos agregar del goce de cada quién, pero sólo en el punto en que tapa, obtura, se defiende del agujero de la
estructura, del no hay relación sexual. Y ahí si se puede volver al dos.

Los hombres por algo no se llevan bien con ninguna señal del Otro goce, y eso para Lacan es falta de coraje, ya que
todo se limita al fantasma: principio del placer, goce fálico y objeto a. De allí que la descripción del goce como idiota
corresponda más a los hombres que a las mujeres, lo mismo que la fórmula "te amo, pero amo en ti…". Las mujeres no
se llevan mal con el goce fálico, pero siempre hay algo fuera de discurso, sin localización, que no está en lo simbólico
y que anotamos como Otro goce. Para Lacan es que de allí son más candidatas, por desanudamiento, a la locura. Pero
algo pasa con el par imaginario real, con ese dos raro en la obra de Lacan en el que llega a escribir hasta la ciencia.

Para concluir.

Dice Lacan: "Ellas se anudan, a pesar de todo, a la lógica masculina; ellos, a una mujer".

Este texto ha sido desgrabado por Yanina Filippo y cuenta con el establecimiento realizado por su autor.

Por Aníbal Leserre

Agradezco que me den la oportunidad de conversar con ustedes algún punto de este tema de las Jornadas. Siempre,
las jornadas son una implicación con respecto a los principios, es decir, aquello que funda y fundamenta una acción, en
este caso la acción analítica. Me pareció interesante cuando Alejandra Loray me hizo la invitación hace unos meses
atrás, porque en ese momento me apareció una idea y me quedé con eso, es decir, que no trabajé mucho para las
Jornadas. Espero resarcirme hoy con ustedes.

Ese día la desglosé en cuatro puntos que creo que tienen una articulación entre sí.

El primer punto: aislar lo terapéutico.


Segundo punto: lo duradero.

Tercer punto: el tema de la sugestión ¿cómo ubicarla? En cierto sentido, no voy a decir que hago una reivindicación de
la sugestión, pero traté de ubicarla a la manera "volvé sugestión que te perdonamos".

Y cuarto: la curación. Bajo la pregunta ¿qué curamos?

Aislar lo terapéutico. Dentro de las variaciones de la cura hoy se destaca –en cuanto al tema de las Jornadas- la
relación entre efecto terapéutico y su más allá. No se plantea un más allá metafísico ni místico. Pero, en un sentido, el
más allá del efecto es lo terapéutico mismo, es aislar lo terapéutico. Así obtenemos una formulación de Lacan de la
proposición. Y con esta formulación, Lacan plantea que "aislar lo terapéutico es la condición para que un análisis pueda
tener un fin".

Este punto me parece de reflexión ¿cómo entender este aislar?

Es una pregunta que lleva a considerar un deseo en posición opuesta –si se quiere- a la posición de neutralidad
benevolente, o la de neutralidad homeostática de esperar resultados. Es decir que es un deseo contrario al esperar.

Lacan considera esto muy tempranamente en su enseñanza, en sus primeros seminarios. En el retorno a Freud, que
es lo que caracteriza los primeros diez años de sus seminarios hay una reflexión permanente sobre la posición de
Freud. Y toma esta posición, con relación a esto, destacando –en más de una ocasión- la experiencia original de Freud
que nunca antes había analizado a alguien. Pero en un sentido, cada cura es inaugural aunque el analista tenga varios
análisis sobre sus espaldas y los analizantes también. Pero es inaugural en el sentido de que cada cura tiene que aislar
lo terapéutico. Y Lacan dice que Freud, al ir más allá de la resistencia, pueda ser uno de los resortes de la terapéutica.
Allí ubica una necesaria renuncia a la sugestión para aislar lo terapéutica, una renuncia habilitante. Es importante
subrayar habilitante. Una renuncia habilitante que permite una integración del sujeto a aquello de lo que está separado,
y esto es lo que se plantea como el más allá, y en esos años está planteado en Lacan separado por la resistencia.

Sería (Escribe en el pizarrón): Sujeto – más allá – y sujeto está separado por la resistencia.

Ahora, no está de más recordar de qué lado ubica la resistencia Lacan, si del lado del analizante o del lado del analista.

Entonces, este principio de aislar lo terapéutico en esta línea, implica una vía de ir al más allá, que es la vía de
integración del inconsciente. Lo que trabajamos actualmente como inconsciente transferencial es una condición de
principio para aislar lo terapéutico, en el sentido que Lacan lo toma en la preposición.

Paso al segundo punto. Lo duradero.

Tomando la perspectiva de los efectos terapéuticos y aislando lo terapéutico. Sabemos que pueden aparecer no
solamente por esta acción o que el análisis los implica en sí mismo. Hay un largo etcétera en esto.

Pero creo que podemos sostener la relación de fin, finalidad, sin plantear el fin de análisis y sin excluirlo.

En ese largo etcétera podemos plantear un saber hacer con tratar los efectos terapéuticos. Un saber hacer en la vida.
Estoy tratando de plantear –puede ser confusa esta parte- si estos efectos aislados son duraderos.

Decía que un saber hacer que no anula lo traumático, obviamente, y lo traumático puede poner un límite a lo duradero.
¿Pero cómo explorar mínimamente esto de duradero? Vamos a plantear dos polos, uno de mínima y uno de máxima.
Por el lado inicial, en la cura y en los casos que escuchamos, hay siempre un cierto efecto de apaciguamiento, efecto
terapéutico en la instalación misma. Es el efecto inmediato –sugestivo si se quiere- de ubicar esta división en el campo
del Otro, con relación a otro. Ese más allá se plantea en este punto como otro. Es un movimiento homólogo a la
constitución subjetiva, es homólogo a la discontinuidad del sujeto de lo real, el inicio de la cura. Y eso trae efectos
terapéuticos o de apaciguamiento porque allí se aloja que el analizante escoge otro (minúscula) y lo convierte en Otro
(mayúscula), es decir instala el más allá en esta operación, y se aloja. Pero, ¿qué se aloja? Hay muchas maneras de
responder este punto, pero para entrar de lleno en el tercer punto de la sugestión, tomo de Lacan –Seminario de Las
Formaciones del Inconsciente- una parte que se lama transferencia y sugestión, porque como lo dice es muy claro:
"Freud nos dice que la sugestión es transferencia", pero la cuestión es qué hacemos con ella: la interpretamos. Es más,
la transferencia o el análisis es análisis de la sugestión; y la transferencia es, entonces, una articulación segunda de la
sugestión y que la sugestión impone al sujeto. Más aún, toda demanda implica la sugestión, sea del tipo que sea, y
aunque uno no responda a la demanda, responde al estar instituido; en otras palabras, al dejar instituir el lazo de
transferencia estamos haciendo un uso de la sugestión. Por eso bromeaba con "volvé sugestión que te perdonamos",
porque es algo de lo que no podemos decretar su ausencia en la práctica analítica.

Lacan lama a este circuito un círculo infernal. A esta relación entre transferencia y sugestión.

La salida que es conocida es hacer algo distinto del uso de poder que se puede hacer con la sugestión, es decir que el
principio que diferencia es qué se hace con aquello que está instalado en la relación. ¿Por qué es un círculo infernal?,
¿Qué pone en juego que permite después aislar lo terapéutico? La relación transferencia – sugestión pone en juego
algo crucial, la identificación primaria. Es decir, las identificaciones con las insignias del Otro. Si el analizante constituyó
a un otro en Otro, en ese momento están las insignias en juego en esa relación. Es decir que la relación transferencia-
sugestión nos presenta siempre una ambigüedad permanente. Y Lacan lo plantea como un campo entre uno y otro, y
es cuando ubicamos cualquier campo entre uno y otro es cuando se trata de un campo de deseo. El deseo opuesto
que mencionaba antes lo podemos ubicar como el deseo del analista de hace existir la relación de círculo infernal.

Lacan lo dice de esta manera: "Se nos pide que no favorezcamos la confusión entre uno y otro con nuestra presencia
en cuanto Otro, con mayúscula". Pero este enlace también implica una cierta dificultad, que es justamente, la
articulación con los signos de goce que la presencia del analista da. Es decir, con lo real que está de entrada en juego
en esta relación entre transferencia y sujeto. Es decir que esto ubica las comillas a lo duradero, porque para que tenga
un fin tendrá que aislarse en el sentido de un desenlace de la transferencia; pero para que pueda haber desenlace
tiene que haber primero un enlace, y ese círculo en años posteriores con Lacan lo podemos llamar "la relación entre la
sutura significante que la relación presenta y el empalme de los signos de goce y la presencia". Es decir que hay un
empalme y una sutura que enlazan una cuestión y de que eso está muy ligado al desenlace del inconsciente
transferencial.

Pensamos, ahora, un poco la perspectiva de pensar los efectos, aislar lo terapéutico, como duradero, sin comillas.
Sostengamos esa hipótesis unos minutos. En presentaciones clínicas, cuando aislamos un momento de la cura ahí es
duradero, también es duradero cuando escuchamos ciertos efectos de los testimonios. Pero las comillas vuelven
rápidamente sobre lo duradero y esto es un poco fastidioso para la práctica. Lo digo con un término ya de la última
enseñanza de Lacan: fastidioso. Está en RSI, del 8 de abril de 1975, cito: "Lo fastidioso es que todos sabemos que el
análisis tiene buenos efectos, que sólo duran un tiempo, no impide que esto sea una tregua, y que es mejor –es el caso
de decirlo- que no hacer nada. Un fastidio contra el cual podríamos tratar de ir a pesar de la corriente".

Último punto. ¿De qué curamos?

La bibliografía para este punto puede ser –entre otras- un artículo de hace unos años de Miller, La Ética del
Psicoanálisis, que está en Lógica de la vida Amorosa, donde plantea una diferencia que conocemos pero que acá está
muy bien expresada y que es subrayar la diferencia entre experiencia intelectual y sufrimiento para la condición de un
análisis. Es otra manera de decir que el analista está en una posición de terapeuta, es decir que piensa que puede
curar.

Podemos discutirlo pero Lacan y Freud pensaban que se puede curar. Yo no sé si nosotros pensamos lo mismo, yo sí
lo pienso.

Ahora, de qué curamos es otra cosa. El problema es el concepto mismo de curación lo que le crea una cuestión al
psicoanálisis.

¿Cómo tramitamos eso? Haciendo la noción de curación solidaria con la noción de síntoma, esa sería una manera.
Pero esto no es posible y no sería viable en el análisis, si el síntoma no se transforma en síntoma analítico. Es decir si
no se transforma en un síntoma en esta instalación del lazo transferencial. Es decir, si no se relaciona con la sugestión,
vamos a decirlo así.

Y se comprueba en los casos y en los testimonios que la curación es la curación de la transferencia, es la curación de
aquello mismo que se instala. Es el desenlace como curación.

Entonces, uno de los temas que abordamos en estas Jornadas y que me permitía estas palabras es el tema de poner
en forma las maneras de tratar el aislar o terapéutico bajo transferencia. Y que como practicantes del discurso
continuamos contra la corriente, como dice Lacan. Gracias

Este texto ha sidodesgrabado por Yanina Filippo. Versión no corregida por el auto

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