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VENUS Y SATURNO
Escena: Inés y Clara sentadas en un sillón, descalzas, vestidas con soleras de verano, junto
calmo.
Inés - Observá con qué placer enciendo este cigarrillo (lo enciende)... como si encendiera
Inés - Me gustan los encendedores, es como llevar fuego, una llama líquida, en el bolsillo.
Así los pienso, no como un envase de plástico fucsia o azul. Qué se yo… también me gusta
pensar que es mi boca la que sostiene el fuego ahora, ¿ves? (da una pitada)...cuando doy la
pitada y ese anillo rojo parece nacer o ser el centro mismo de la tierra o de un orgasmo. Es
hermoso pensar que el fuego pueda depender de una boca, del aire, de algo a lo que
Inés - (Parece pensar unos instantes, fuma y responde) Interdepender me gusta más.
Ahora hablamos de interdependencia... ¿qué es, zen o budista eso? (se ríe)
tiempo, ¿no?
Clara – Parece.
Inés mira hacia la ventana, sigue fumando, Clara no, ella se estira en el sillón,
Inés - (Responde sin desviar la mirada de la ventana) No. Lucio recién se duerme, no
alcancé. (Pausa y suspira) Sabés... sentarme en la ventana y hacer esto a veces es lo único
que hago por mí en todo el día (Clara la mira). Tengo que embellecer la miseria Clara,
entonces miro fijo la tapia del fondo… (Agudiza la mirada, señalando la tapia con la mano
que sostiene el cigarrillo) la miro… hasta que le nacen un montón de flores y hojas verdes
y una puerta, un pasadizo, escondido bajo las enredaderas. Nunca pienso a dónde me lleva,
sólo lo veo ahí. (Pausa) Un día voy a salir corriendo contra esa pared... como Ana.
Clara – Shhh ¿Escuchás? (Lo dice como si no hubiera oído la última oración, mirando
hacia arriba. Inés sigue mirando por la ventana) Los de arriba. (Afirma y se queda
Clara - Él.
Inés - (Como desanimada o resignada) No... la cama siempre se mueve igual, siempre
monótona tac tac tac tac. Si cogiera bien variaría el ritmo y ella no gritaría así, tan fingido.
Clara- ¿Y si es ella?
Inés - Ojalá, la idea de tener un vecino que pueda coger bien me gusta (risas). Detesto esa
palabra: coger, es violenta. A Franco lo quiero pero no me gusta cómo hacemos el amor.
(Recitándole a Clara dice) “Ven a dormir conmigo: no haremos el amor, él nos hará.” Sí
Inés cambia de posición, se queda pensando. Clara juega con las uñas de sus pies y sigue
fumando.
Inés - Creo que Franco no tiene idea de lo que es el placer de una mujer, de cómo
sentimos... él piensa que la tiene, pero se equivoca tanto... y lo peor es que no lo sabe. A
veces siento que se hace una paja conmigo, te juro... (Mira a Clara, risas) con amor claro,
pero así de monótono... (con mirada ajada, gris, perdida dice) como esa cama... como un
perro... como un reloj. (Fuma, se queda mirando el cigarrillo y dice, como citándose a sí
misma:) “El placer de una mujer” (se ríe) Qué pelotudéz acabo de decir, parezco la del
Kiosco...
Inés se acomoda para quedar hablando frente a Clara, que gira el cuello para mirarla de
frente.
Inés - Mirá Clara: si hay división, si puedo decir “vos” y “yo”, hacer el amor es una
cagada. (Hará con las manos gestos para describir sus palabras, Clara la mirará
hipnotizada) A mí sólo me gusta cuando los cuerpos se hacen una sola cosa, viva,
moviente, que respira, que ondula, repta, se incorpora, vuelve al suelo desintegrada, se
Inés se queda mirando a Clara, sosteniendo el último gesto de sus manos, prolongándolo.
Clara sigue mirándola como si buscara en ella, como si en Inés estuvieran las respuestas y
dice:
interna.
Unos segundos y ambas miran hacia un costado del escenario, saben que vendrá, como si
Inés se levanta del sillón y mientras va majestuosa hacia el Silencio, retoma la pregunta de
Clara.
Silencio está inmóvil, con la mirada perdida en dirección a Clara. Entonces Inés responde
arriesgando respuestas, casi como un impune juego de adivinar, sin importar dar con la
de las piedras y los templos... (Pausa) El fondo de un lago... (Y con tono de conclusión) Tu
universo.
Se detiene frente a los ojos del Silencio como buscando descifrarlo, casi dándole la espalda
Inés - No sé. No puedo decirte qué es… (Gira hacia Clara como para decirle vencida)
Inés se acerca al silencio, cierra los ojos, parece como si el Silencio le dijera algo al oído.
Se queda unos momentos inmóvil, escuchando, y después relata alejándose del Silencio,
Inés - Una vez me contaron un cuento: decía que hubo un tiempo, un único tiempo, cuando
todo eran astros y luces y la vida no pulsaba aún, que en la Tierra había silencio... uno puro,
ventana, apoyada en el marco, y cambia el tono de voz para concluir) Pero para mí son
sólo ideas, fantasías...se confunden Clara: no había nadie de nosotros para oír. ¿Qué es
Pausa.
Inés - Igual ese cuento no tiene nada que ver con el Silencio que yo nombro. No puedo
decirte nada de aquel silencio en realidad, (comienza otra vez a caminar lento hacia el
Silencio) pero puedo, en cambio, mostrarte dónde encontrar uno real, asible… ir hacia él.
Puedo decirte a qué huele (le huele el hombro, el principio del brazo), abrazarlo (lo abraza
por la espalda), mirarte desde él (mira a Clara desde atrás de un hombro. Y soltándolo
despacio, ubicándose otra vez frente a él, mirando sus facciones, aclara) no hablo de
que vengo a buscar a la ventana del patio cuando todo duerme o cuando bailo, el necesario.
Clara – El de salir de viaje al amanecer y mirar los campos a lo lejos... (Inés la mira
sonriente)
Inés – Sí. El de los ojos de Lucio... o el de los tuyos cuando los cerras y cantas (pausa). A
Franco le aterra este Silencio... (Mirando al Silencio una vez más) No puedo amar un
Lo dice sentada, con las manos quietas sobre sus muslos. Inés la mira, va hacia ella, se
Inés - ¿Vos sabes qué pasa?.. Sería hermoso que supieras, (tomándole las manos) justo
ahora que estás acá conmigo, que están todos ellos allá, afuera, en las casas, en la calle,
sentados en los teatros, escuchando una sinfonía en el auto o la última porquería de la radio
mientras se duchan...(con énfasis en el gesto de tomarse las manos) Decilo… decilo y que
todos escuchen...aunque no sepan, aunque claro que no escuchan.. (Da un beso a las
manos, se toma un momento para acariciarlas y verlas) pero creo que una vez que ciertas
cosas se pronuncian en el mundo, algo cambia, algo se ordena porque la escucha es desde
otro lugar...
Inés - Así… como las ondas de esa gota que acaba de caer al agua donde cien garzas se
adormecen: algo ha sucedido, algo nuevo, todas van a recibirlo, a hacerle espacio,
consciente o inconscientemente... aunque la mayoría jamás vaya a saber que una gota
rompió el espejo de agua mientras dormían ¿entendés? Tiene que ser así.
Por eso, decilo ¿Qué pasa Clara? necesito callarme por favor..
Clara – (Acariciándole la mejilla, maternal, responde) Lo sé. Sé por qué grita así esa
mujer…
Mira al público, le suelta las manos a Inés, se levanta y camina hacia adelante al tiempo
Clara - Sé por qué algunos de ellos han venido, se han ubicado cómodamente y ahora
miran por sobre las ventanas de sus ojos y aguardan... (Deleitada dice, mientras aún
avanza) aguardan....quieren que les diga algo que de vida a las cosas. (Pausa) Que los
estremezca. (Pausa) El vacío Inés, el existencial vacío interior. La desconexión. La fogosa
dependencia.
Se detiene. Mientras las luces bajan una refulge con más fuerza justo encima de Clara, y
Clara - Cuántos han olvidado que justo ahora, entre los árboles de algún bosque, las
partículas de polvo bailan en la luz.. (Detiene su danza. Pausa) Que las olas, sentí... (cierra
los ojos. *Sonido de olas de mar)... que las olas rompen multiplicadas en todas las orillas y
que cientos de mariposas son arrasadas, sepultadas por esas olas, y que caen, están cayendo
ahora... hasta llegar al fondo (al tiempo que la luz refulgente baja hasta la penumbra).
Dejan de oírse las olas de a poco, la luz va regresando a medida que cesan. Clara cerrará
los ojos y se dejará mecer con ese mar alejándose. Luego pregunta:
Clara - ¿Alguien ha mirado el mar y visto también las mariposas? ¿O siempre la superficie,
la apariencia vacía, la división? ¿Espejarán alguna vez los ojos el universo? ¿O siempre un
limitado tramo?
¿Alguna vez se han tomado las manos “como si de ello dependiera muchísimo del mundo:
(detiene el movimiento de sus manos y así, mirando al público, continúa) la sucesión de las
cuatro estaciones... el canto de los gallos.... el amor de los hombres”? ¿Alguien pudo darse
(Mirándose deshacer lentamente el lazo de sus manos) ¿Alguien ha cruzado ese silencio?
Pausa. Inés se pone de pie y, mientras camina hacia Clara para pararse a su lado, le dirá
al público:
Inés - Julio sí, él sí. El resplandecía incluso anónimo, desde un cuarto oscuro de la casa,
desarmado de su escritura, tan humano. Pero Franco no... Tantos Francos no, tantas Inés
no, tantas Claras no, tantos no...(Molesta, refregándose la cara y el pelo con las manos,
dice mirando a Clara) Hablar de todo esto me aturde, la mina de arriba me aturde, dan
ganas de putearla, porque no es verdadero (la toma de los hombros a Clara, mirándola de
frente e insiste) No es verdadero (la suelta).Y ahí debe estar ella, la Dorada Mentira, de pie
a un costado de la cama mirándolos, viendo cómo se ultrajan. Está ocupada con ellos. Se
Clara – (Propone al público:) Recuerden... Recuerden alguna vez que ella haya estado ahí,
recuerdo.
Inés – ¿Pueden darse cuenta del gran absurdo? Miren cómo se nota siempre en sus caras,
sus cuerpos. Mírense (pide refiriéndose a las luces). Siempre tan superficial Ella, nunca
Clara gira su cabeza hacia un lugar del público, Inés mira hacia donde mira Clara: en
Comienza lentamente a brillar una luz blanca sobre la Verdad, al tiempo que las luces
azules y doradas comienzan a difuminarse, como si las echara o destruyera a las demás.
Clara - Es la Verdad. Ahí, todo el tiempo estuvo ahí. No importa que no la hayamos visto,
siempre subyace. Transforma ese dorado y azul en el puro blanco. Podemos cerrar los ojos,
La Verdad se pone de pie. Está vestida completamente de blanco, con una larga capa y una
capucha cubriéndola, hermosa. Camina parsimoniosa, en paz hacia el escenario. Sube los
escalones (si los hay), se para frente al Silencio, muy cerca, se quita la capucha y se acerca
inconfundible, y para encontrarla hay que dejarlo venir, abrirse al Silencio, dormir con él,
amar con él, odiar y desesperar con él… hasta que se haga cuerpo, sangre, huesos,
pensamiento. Sólo entonces se sabe y ella aparece, nace, incluso de la multitud, del caos.
Sólo entonces hay un terreno vivo, salvaje, donde algo verdadero pueda desvestirse y
descansar.
Inés se acerca más a Clara, le toma el mentón y se lo lleva hacia arriba para que mire.
Inés le suelta el mentón, Clara comienza a mirar a su alrededor, Inés le habla como a una
niña.
Inés - Todo está tan usurpado, tan lleno de historias y de nombres... ¿Cuántos ecos
atravesarán de lado a lado esta habitación mientras hablamos? ¿Qué estarán pensando todos
ellos? (elevando la voz, irónica) ah! el ruido inaudible de los pensamientos disfrazado de
estará esperando oír el gemido de la de arriba, como la gota o las olas del mar... ¿qué
podemos hacer?, estas cosas siempre pasan: los análisis, las previsiones, las visiones, la
lógica....la cabeza. (Con tono triste, vencido) Pero… hay Clara (mirando al público pide:)
está acá para recordarnos cómo llegar a la Verdad....para que dejemos de sumergirnos unos
minutos en los charcos estrellados de la cabeza, tan tramposos. Siempre tiene tanto para
decir la cabeza, es como un tren que nos lleva nos lleva... (Mirando a Clara, incluyéndose,
confesando triste:) Yo tampoco puedo evitar esos trenes Clara...yo tampoco!...a veces
Lucio me habla de superhéroes que vuelan al cielo o de bichos y yo lo miro, le digo que sí
pero no lo escucho...y él lo sabe, lo siente, por eso insiste, quiere enseñarme a escuchar, a
estar con él.....y yo tan egoísta, tan hundida en mis tragedias o planes de viajes o en
Franco...soy una hipócrita, una farsante...no estoy a salvo de nada, pido lo que no puedo
dar.
Clara - Verdad...
Inés y Clara los miran. La Verdad y el Silencio, arrodillados, alzan cada uno una de sus
manos, apoyan palma con palma a la altura del corazón y entonces la Verdad responde sin
Verdad - El capullo ha de romperse, ha de estrangular sus capas lentamente para ser flor.
Tiene miedo el capullo: así es fuerte, está seguro en sus verdes muros, nada lo toca, nada
llega a la oscuridad de su centro...Y la flor es algo tan frágil, pura entrega, cualquiera
podría dañarla..
Se debate, el capullo, entre su cómoda seguridad hasta la muerte, o liberar el perfume al
Clara – ¿Y eso qué tiene que ver con todo esto? ¿Por qué todo en metáforas? Ya empiezo a
Verdad - Derrumben las murallas: el pasado, el ego, el Miedo, el Miedo, sobre todo el
Clara – (diciéndole temerosa, casi en voz baja) Inés... no... no quiero que venga el Miedo,
Inés – (Le suelta el rostro, la sigue mirando) Cuando están ellos dos el Miedo sólo mira de
lejos, agazapado, sí, pero no se acerca...no puede...él necesita otras llaves: los trenes
mentales, las Doradas Mentiras. Además, (mira a su alrededor, el piso) además no sería
justo, ensuciaría toda la casa y yo que limpié hoy el lío de Lucio, los platos, el
comedor...No puedo dejar que entre, acabaría con el orden, iría hasta su cuna, lo
Clara se acomoda el pelo como buscando recobrarse y después va hacia el sillón: empieza
Clara - Inés... por favor... traeme un poco de agua... quiero olvidarme del calor, todo esto
de las flores. Dale… (le dice amable, como animándola) acá esperamos.
Se va Inés, Clara suspira, se sienta, necesita recuperarse. Va a armar otro tabaco ahora,
enfrente con la demora real y sin apuro de esos gestos y acciones. Después Clara se va a
escenario, lento, las caderas ondulan al caminar, resuenan los pasos. Y después de esa
Clara – Voy a contarles de Inés. Todos estamos acá por ella, yo estoy acá por ella, ustedes
también, aunque no lo crean... ellos dos (señalando a Verdad y a Silencio) son un puente
hacia ella. Hasta podríamos haber sido una creación de su finísima mente. Tranquilos (mira
el público y se ríe cómplice)...no, no somos eso. Ella hubiera creado otros bordes, otros
caminos subterráneos de la luz, quizás estaríamos todos acostados, flotando boca arriba sin
dormirá para que podamos con todo esto. Inés no es de este mundo, jamás ha encajado y,
aunque no lo sepa, jamás lo hará. Es de esas almas desarraigadas que vagan hermosas por la
suicidarán.
Imaginémosla ahora, en una cocina, buscando los vasos, el agua...en su cabeza deben haber
magnolias o peces o la nueva idea de comprarle ese juguete a Lucio, tan caro, quizás venda
la hace hermosa.Yo me siento diminuta a veces, trivial al lado de esa belleza con que lo
transforma todo, como esa tapia. Es un gigante de una tierra que no conozco, no sé si
sobre el fuego del océano....algo así...y la fuente de todo eso es su tristeza, de ahí manan las
visiones y entran en la piel de su lenguaje: de la tristeza... aunque ella sea tan alegre, tan
solar. Yo sólo soy humana, y en algún punto, me cruzo por sobre la curva de lágrimas
celestes.
(Pausa y retoma) La conocí una tarde de verano, llovía mucho (cierra los ojos)....
Empieza a llover, *ruido de lluvia. Las luces en el fondo y costados del telón asemejarán
Clara - Así llovía... (se empieza a abrazar, como si regresara el frío del agua a su cuerpo)
yo iba caminando por la costa del río.. estaba muy enojada, necesitaba caminar un poco, sin
importar a dónde, perder total conciencia del espacio. No había nadie afuera, nadie.. la
escondida, de pie entre los árboles, eran sauces..no tenía ropa, estaba desnuda, embarazada,
con los ojos cerrados y la cara hacia el cielo, hacia la lluvia, y los brazos abiertos,
extendidos. Frené, no estaba lejos...fui rápido hasta un tronco caído a unos metros y me
agaché... no sabía qué hacer, me sentía una intrusa. Miré hacia los lados para ver si veía a
arrastrando mi mal humor y tener que pasar frente a ella como si nada...como si no
estuviera desnuda y esas cosas sucedieran siempre...tenía tanta ira...puteé contra las
hormonas de la maternidad que llevan a las mujeres a hacer tantas cosas y después contra
desencajaba... y encima ella estaba tan hermosa...cuando noté esto algo en mí empezó a
anudó y empezó a caminar hacia arriba, hacia la vereda...yo esperé y después subí. La vi
Los truenos y luces cesan) Volví a mi casa de ese entonces y lloré peor.. hasta quise ser
madre y verme como ella (risas y le confiesa al público) Sí, el vacío existencial. Así estuve
casi tres días, después se me pasó la locura del embarazo y a los dos meses me la encontré
en el kiosco de la esquina de casa, con Lucio en brazos y las ojeras de no dormir. Se había
Cuando tuve confianza se lo conté, le dije que la había visto, y cuando le pregunté por qué
¿Ven? el querer fue razón suficiente para hacerlo...no quedó sólo en el plano ideal, no le
Clara - Ah.. (Cierra los ojos escuchando)...la paz...el olor a tierra mojada...
Ya sé lo que están pensando, pero fue así, les juro que fue así. Clara e Inés se conocen así.
sonríe). Ahora saben algo, algo que va a hacer que cuando Inés regrese la vean con otros
ojos, ojos que conocen, que saben secretamente, ojos amplios, de mar con mariposas en su
fondo. Es probable que no recuerden lo que estaba sucediendo antes de pedirle agua para
que se fuera y yo pudiera contarles esta historia. No importa, los hilos se enredan tantas
sahumerios que hay entre las cosas de la mesita. Mientras está encendiéndolo, regresa Inés
con la bandeja, vasos y jarra de agua. Clara la va a ayudar despejando cosas de la mesa
así Inés tiene lugar para apoyar, sin soltar el sahumerio de su mano.
Apoya la bandeja y empieza a llenar los vasos. Ese tiempo sirve para que el espectador de
sahumerio, va hacia un uno de los costados, donde hay un porta-sahumerios entre unos
libros apilados. Vuelve y recibe el vaso de agua que le da Inés y se sienta a su lado.
Clara – Gracias...
Inés – De nada. (Le alcanza los vasos a la Verdad y al Silencio y le pregunta a Clara
(mirando hacia arriba) ahí... (suspira) por fin terminaron. (Y mirando a Verdad y Silencio
Inés - Sí, por fin. Ahora vamos a oler marihuana, él fuma siempre después de estar con ella,
Inés – No, sólo me gusta pensar que hace eso, que se sienta y se cruza de piernas así (le
muestra, cruzando sus piernas) sin vestirse, transpirado, y mira la luna y piensa qué solo
que está y en cómo sería tener plata para irse al carajo, a Camboriú aunque sea (risas).
Inés – Sí, a veces imagino, otras veces realmente veo. Cerrá los ojos Clara, voy a contarte
lo que vi una vez, uno de esos ecos que desde que entramos atraviesa de lado a lado el
Inés - Es el umbral, es la mañana. Todos duermen en la casa, ella está ahí: detenida, la
puerta del frente abierta de par en par. Respira sabiendo que hay cuerpos esparcidos,
blandos, en lugares precisos a los que llega mentalmente. Retrocede. Caminar a esa hora los
Un paso. Otro. Cruza cuartos y casi sin hacer ruido abre las ventanas que dan al jardín de
atrás. Que el viento, que a raudales entre y le adhiera el camisón blanco de hilo a una mitad
viva del cuerpo mientras vuelve al umbral, como un espíritu impune u olvidado.
Se sienta, se repliega en el escalón de la entrada, está descalza. Puede sentir el peso rendido
del sueño sobre cada cama, su humedad, la oscuridad que los sostiene, honda y tibia.
No hay ruidos en la ciudad, es domingo en el jardín, en la calle de tierra que mira fijo, tras
el enrejado. Tiene la planta de los pies sobre el cemento y el sol (mira sus pies como si ella
lo sintiera), pisa el sol en ese delineado tramo, lo sabe pero no lo piensa, sólo se perturba
con la fría suavidad de las baldosas a su espalda. Siente el calor pero goza del frío que
imagina en los recuadros amplios de piso limpio, repasado con lavanda la noche anterior.
No recuerda ningún lugar, para ella el frío está ahí: en el suelo que no toca. (Breve pausa).
Dije: mira la calle, calle recortada por los rombos negros de la reja que además fragmentan
los barrales verdes paralelos del chalet al otro lado. Cuando no busca pensar se sienta
ritualmente ahí, ese escalón, y mira hasta que un leve mareo y dolor se le concentran a
mitad de los ojos y ya no puede decir cuál reja está detrás, todo se vuelve un plano
desquiciado y redentor, por momentos divertido, al que ella se arroja sólo para soltarse
después, para sentir el alivio de poder correr lejos de ese cuadro casi diabólico,
recomponerse. Cree que todo esto le da paz, no pensar le da paz. Y ella, Clara, sabe de
cosas antiguas como la Tierra, unidas como el cosmos, cuando reposa y no piensa. No
puede decirlas, no, no sabe hacerlo. Pero le he visto los ojos, (mirando al Silencio dormido
dice) ella conoce ese Silencio, pero ha olvidado cómo llegar a él, lo ha perdido y ahora
inventa cosas, ritos, para llamarlo. Puede imaginarse caminar la casa en paz, con el Silencio
tomándole su cintura: se ve igual, pero tan liviana como la pluma que ha dejado el cuerpo
del pájaro, y sonríe sin saber que lo hace y ve todo tan justo y en su lugar alrededor, al
punto de no distinguir objetos superpuestos, todo se vuelve una unidad moviente y hermosa
y ella es las flores del jarrón, el fuego que cuece, las borlas de la lámpara y ella misma.
Pero ¿Cómo podría decir todo esto, hablar de paz sin sentirla, sin tenerla? ¿Cómo podría
Esta es la verdad: cuando mira la reja muere, se va del mundo, no está, cae en un
pero no es paz. Ella se dice que es paz sólo para no enloquecer. No, no está loca, sólo está
muy triste y muy sola. Ha dejado de saber quién es, qué quiere, qué es el amor, (Clara
empieza a llorar con los ojos cerrados) entonces se sienta en el umbral como si se esperara
llegar una mañana con flores diminutas en los brazos, de regreso, cálida. Pero no se espera,
sólo se anula, se ceda, se mece a sí misma hasta perderse, se abraza con desesperación (se
abraza), clava sus uñas en su espalda, se huele el pecho, el pliegue interno de los brazos,
busca su olor, llora, llora, se dice cosas (deshace el abrazo), quiere calmarse. Se acaricia el
rostro, los hombros, se consuela de a poco, hasta volver a la tristeza con cierto alivio. Ella
es el cuerpo que la doma, dividido. Y el llanto convulso y las palabras de calma se mezclan
esquizofrénicamente, se desbastan unas a otras y nadie puede saber qué es lo que queda
después. Nadie la ve salvarse, ella es lo que no descansa ninguna mañana, lo sé. Duerme y
tiene sueños y se alimenta pero ha dejado de sentir ese Silencio, ¿comprendés? (Clara abre
Inés - ¿Comprenden?...Ha dejado de sentir y elige ese tiempo del umbral para vaciarse y
percibir, a penas, eso que la sostiene en el mundo: un tonto juego y el viento. Ínfima como
Inés – Ella es Ana. ¿Te acordás cuando trabajé ese verano en la casona camino al mar?
Bueno es la hija de la dueña, la vi hacer esto muchas veces. Era casi imperceptible.
(Pausa). El último día antes de irme me acerqué a ella, no me animé a darle un abrazo, pero
nos miramos un rato a los ojos. Ahí lo supe todo, así me lo contó. Y sucede que mi tapia es
lo mismo que sus rejas... somos la misma mujer. (Pausa, se queda pensando) Nunca más
volví… ¿y si se quedó esperándome?... ¿y si todo este tiempo ella pensó a diario, mientras
a Silencio) y no sos la misma mujer, vos estás acá, Él está acá (refiriéndose al Silencio), no
que se desperecen y que de a poco se vayan y se pidan algo para tomar en algún lado y
después hablen y analicen y critiquen todo esto, a vos, a mí, a ellos (señalando a Verdad y
Silencio)...o no, o que no hagan nada, nada, ni mencionen todo este lío existencial y a veces
poético....hasta quizás mejor para ellos y nosotros: todo queda acá, donde debe quedar.
Inés – Sí...(aún sentada, mira al público) perdónenme, no quise aturdirlos, a veces uno
Inés respira profundo. Clara que se estaba levantando, buscando sus cosas para irse a
dormir, detiene todo cuando Inés, con un tono de voz que salva el humor, la liviandad de
Inés - ¿Me esperas? quiero consumirme a Saturno entre los dedos y vamos, sí?
del mismo o va a dolerme la cabeza. (Se queda parada a un costado, mirándola terminar
de armar el tabaco)
Inés – Está bien. Puta.. me había olvidado de Venus. (Lo enciende) Mañana llevo a Lucio
al planetario. Voy a llamar a la casona también, a ver si sigue estando Ana, así la vamos a
visitar.
Clara – Pero Lucio es muy chiquito Inés, no va a entender nada (extendiendo la mano para
Inés - Por eso, (le da el tabaco) porque para él la belleza, la normalidad, la locura aún no
Clara – (dice citando a Blake) “Si las puertas de la percepción fueran depuradas, todo
aparecería ante el hombre tal cual es: infinito”. ¿Vos no serás Blake reencarnado no? (Se ríe
y empieza a bailar)
Inés - ¿Y qué bailas? (pregunta recibiendo el tabaco que Clara, al pasar bailando a su
lado, le deja)
Clara - Lo que duerme ahí acostado (mirándolo al Silencio)…lo que perdió Ana….lo que
Inés – Silencio...
FIN.