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Textos de Freud
“Tres ensayos de una teoría sexual” (1905).
Aquí Freud plantea que la sexualidad del niño y la del adulto son bien diferentes, cada una
presenta sus particularidades y plantea la diferencia entre sexualidad y genitalidad.
El término ello es introducido en “El yo y el ello” (1923).“El ello es una de las tres
instancias distinguidas por F en su segunda teoría del aparato psíquico. El ello constituye
el polo pulsional de la personalidad, sus contenidos, expresión psíquica de las pulsiones,
son inconscientes, en parte hereditarios e innatos, en parte reprimidos y adquiridos”.
( Laplanche y Pontalis).
En el ello se alojan las energías de carga de objeto, es el reservorio pulsional. El ello busca
la satisfacción de la pulsión, es una fuerza constante.
Al nacer, el sujeto es todo ello, luego aparece el yo, que es una parte del ello modificada al
entrar en contacto con el mundo exterior. El yo extrae del ello su súper-yo.
CONFERENCIA 31 “La descomposición de la personalidad psíquica” (1932).
En esta conferencia Freud amplia la información acerca de las características del ello “Nos
aproximamos al ello con comparaciones, lo llamamos un caos, una caldera llena
excitaciones borboteantes”, “…el ello no conoce valoraciones, ni el bien ni el mal, ni moral
alguna…investiduras pulsionales que piden descarga…”.
El ello, por ser la única instancia del aparato psíquico que es toda ICC, se rige por los
principios que gobiernan a este sistema:
o Atemporalidad.
o Principio del placer.
o Falta de contradicción.
o Proceso primario.
A partir del contacto con el mundo externo se va produciendo una diferenciación en el ello
que junto a la identificación primaria darán origen al yo. Esta identificación es
considerada como la forma más primitiva de lazo con un objeto. Sujeto y objeto están
fusionados, el yo es el objeto por tanto recibirá las investiduras del ello al que se impone
como objeto de amor. A este estado ideal, donde toda la libido esta puesta en el yo se llama
narcisismo, en la fase primitiva oral del individuo no es posible diferenciar la carga de
objeto de la identificación.
Narcisismo primario: Estado precoz en el que el niño catectiza toda su libido sobre sí
mismo.
Narcisismo secundario: Vuelta sobre el yo de la libido, retirada de sus catexias objetales.
“El descubrimiento del narcisismo condujo a Freud a establecer una fase de la evolución
sexual intermedia entre el autoerotismo y el amor objetal. El sujeto comienza tomándose a
sí mismo, a su propio cuerpo, como objeto de amor”. ( Laplanche y Pontalis).
“…el carácter del yo es un residuo de las cargas de objeto abandonadas y contiene la
historia de tales elecciones de objeto.” (“E l yo y el ello” 1923).
“Una vez establecida la diferenciación del yo y el ello, hemos de reconocer a este último
como deposito de la libido…la libido que fluye al yo por medio de las identificaciones
descritas representa su narcisismo secundario”. (“E l yo y el ello” 1923).
Clásicamente se define al superyo como el heredero del complejo de Edipo; se forma por
interiorización de las exigencias y prohibiciones parentales.
Algunos psicoanalistas hacen remontarse la formación del superyo a una época mas
precoz, y ven actuar esta instancia desde las fases preedificas (Melanie Klein), o por lo
menos buscan comportamientos y mecanismos psicológicos muy precoces que constituirían
precursores del superyo Ej. Glover, Spitz”. ( Laplanche y Pontalis).
“E l yo y el ello” (1923)
El término superyo fue introducido por Freud en “El yo y el ello”. Aquí se define como
una fase especial dentro del yo, en este periodo se usa el término superyo ó ideal del yo de
forma indistinta. Esta parte del yo presta una conexión poco firme con la conciencia.
En la génesis del superyo se encuentra la primera y más importante identificación del
individuo que es con el padre (y madre porque aun no hay dif. de sexos).
El niño lleva muy tempranamente una carga de objeto que recae sobre la madre, del padre
se apodera por identificación. Al intensificarse los deseos sexuales hacia la madre y por la
percepción de que el padre es un obstáculo para cumplir estos deseos surge el complejo de
Edipo.
La identificación con el padre toma entonces un matiz hostil y se transforma en el deseo de
sustituir al padre para ocupar su lugar. La conducta ambivalente con respecto al padre y la
tierna aspiración con respecto a la madre considerada como objeto integran para el niño el
contenido de l complejo de Edipo, simple, positivo.
Al llegar la destrucción del complejo de Edipo debe ser abandonada la carga de objeto con
respecto a la madre y se intensifica la del padre. (Freud describe aquí el complejo de Edipo
completo propio de la bisexualidad originaria del sujeto infantil).
“…la fase sexual dominada por el complejo de Edipo, la presencia en el yo de un residuo,
consistente en el establecimiento de estas dos identificaciones entrelazadas (con el padre y
la madre) entre si”.
Pero el superyo no es sólo un residuo de las primeras elecciones de objeto del ello, sino
también una formación reactiva contra ellas.
El ideal del yo cuenta con la doble faz de de la advertencia y de la prohibición, esta doble
faz depende de su participación en la represión del complejo de Edipo, incluso debe su
génesis a esta represión.
Al reconocer en los padres, especialmente en el padre, el obstáculo para la realización de
los deseos incestuosos, el yo para llevar a cabo la represión de los mismos necesita
robustecerse creando en sí mismo tal obstáculo.
Se produce la identificación con respecto al objeto, en este caso los ideales culturales
erigidos por las figuras parentales, y la relación de autoridad entre el padre y el niño se
interioriza en la relación entre el yo y el superyo. Este proceso supone, dentro del
psiquismo, una diferenciación estructural tal que permite vivir a nivel intrapsiquico
relaciones y conflictos. Así cuando declina el Edipo el sujeto introyecta la imago paterna e
interioriza el conflicto de autoridad con el padre.
La energía necesaria para esto la toma del padre, así el superyo conservara el carácter del
padre.
Por tanto “el ideal del yo es el heredero del complejo de Edipo”, y es también la expresión
de los impulsos más poderosos del ello y de los destinos de su libido.
Por medio de la creación del superyo el yo se apodera del complejo de Edipo y se somete
al ello.
El superyo, abogado del mundo interior, o sea del ello, se opone al yo, representante del
mundo exterior/realidad.
Así la historia de la génesis del superyo, nos muestra que los conflictos antiguos del yo con
las cargas de objeto del ello pueden continuar transformados en conflictos con el superyo,
heredero del ello.
Cuando el yo no consigue por completo el sepultamiento del complejo de Edipo entra de
nuevo en actividad su energía de carga, procedente del ello.
La amplia comunicación del ideal del yo con los sentimientos instintivos inconscientes
explica el motivo por el que el ideal permanece en gran parte ICC.
“El complejo de Edipo revela cada vez más su significación como fenómeno central del
periodo sexual de la primera infancia. Después cae sepultado, sucumbe a la represión y es
seguido por el período de latencia”.”…la falta de la satisfacción esperada, (En el niño), la
continua denegación del hijo deseado (en la niña). Por fuerza determinaran que los
pequeños enamorados se extrañen de su inclinación sin esperanzas. Así el complejo de
Edipo se iría al fundamento a raíz de su fracaso, como resultado de su imposibilidad
interna”.
El complejo de Edipo es universal determinado por la herencia, pero a su vez es vivenciado
de manera individual por cada ser humano, estos dos aspectos son compatibles, lo
ontogenético y lo filogenético.
El complejo de Edipo es contemporáneo a la fase fálica, en donde el interés narcisista esta
volcado hacia los genitales, esto se trasluce por la vasta ocupación manual, lo cual produce
la menaza de que se le arrebatara esa parte tan estimada por él.
La tesis es que “…la organización genital falica del niño se va al fundamento a raíz de
esta amenaza de castración”. Castración = pérdida.
“El complejo de Edipo ofrecía al niño dos posibilidades de satisfacción, una activa y una
pasiva. Pudo situarse de manera masculina en el lugar del padre y, como el, mantener
comercio con la madre, a raíz de lo cual el padre fue sentido pronto como un obstáculo, ó
quiso sustituir a la madre y hacerse amar por el padre, con lo cual la madre quedó
sobrando”,”…la aceptación de la posibilidad de castración, la intelección de que la mujer
es castrada, puso fin a las dos posibilidades de satisfacción derivadas del complejo de
Edipo. En efecto, ambas conllevan la pérdida del pene; una, la masculina, en calidad de
castigo, y la otra, la femenina, como premisa”.
“Si la satisfacción amorosa en el terreno del complejo de Edipo debe costar el pene,
entonces por fuerza estallara el conflicto entre el interés narcisista en esta parte del
cuerpo y la investidura libidinosa de los objetos parentales. En este conflicto triunfa
normalmente el primero de esos poderes: el yo del niño se extraña del complejo de
Edipo”.
“Las investiduras de objeto son resignadas y sustituidas por identificación. La autoridad
del padre, ó de ambos progenitores, introyectada en el yo forma el núcleo del superyo,
que toma prestada del padre su severidad, perpetúa la prohibición del incesto y, así,
asegura al yo contra la investidura libidinosa de objeto”. “…el proceso en su conjunto
salvó una vez a los genitales, alejó de ellos el peligro de la pérdida, y además los paralizó,
cancelo su función. Con ese proceso se inicia el período de latencia que viene a
interrumpir el desarrollo sexual del niño”.
En la niña también se dan estos procesos pero “…la diferencia morfológica tiene que
exteriorizarse en diversidades del desarrollo psíquico”; “su falta actual de pene la explica
mediante el supuesto de que una vez poseyó un miembro igualmente grande, y después lo
perdió por castración”. No extiende esto a las mujeres grandes, para ella también la fase
fálica actúa como organizadora del psiquismo, esto es, existe pene para todos por igual “…
la niñita acepta a castración como un hecho consumado, mientras que el varoncito tiene
miedo a la posibilidad de su consumación”. “Excluida la angustia de castración, esta
ausente también un poderoso motivo para instituir el superyo e interrumpir la
organización genital infantil”.
“El complejo de Edipo de la niñita es mucho más unívoco que el del pequeño portador del
pene…”. “La renuncia al pene no se soportará sin un intento de resarcimiento.
La muchacha se desliza a lo largo de una ecuación simbólica pene = hijo; su complejo de
Edipo culmina con el deseo, alimentado por mucho tiempo, de recibir un hijo del padre,
parirle un hijo. Se tiene la impresión de que el complejo de Edipo es abandonado después
poco a poco porque este deseo no se cumple nunca. Ambos deseos, el de poseer un pene y
el de recibir un hijo, permanecen en lo inconsciente, donde se conservan con fuerte
investidura y contribuyen a preparar al ser femenino para su posterior papel sexual”.
Freud se pregunta “…si el yo es el sujeto más genuino: ¿Cómo podría devenir objeto?”;
“…para ello una parte del yo se contrapones al resto”; “…una instancia observadora del
resto del yo podría ser un rasgo regular dentro de la estructura del yo…el observar no es
sino una preparación del enjuiciar y castigar, y así colegimos que otra función de esa
instancia tiene que ser lo que llamamos nuestra conciencia moral…en lo sucesivo
designaré superyo a esa instancia situada en el interior del yo”.
Freud habla del estado de melancolía, el ataque melancólico, como el cuadro patológico
que ilustra de manera patente la severidad, crueldad, de esa instancia, como también el
vínculo con el yo.
“Si la conciencia moral es sin duda algo en nosotros, no lo es desde un comienzo. Es en
esto un opuesto de la vida sexual…el niño pequeño es notoriamente amoral, no posee
inhibiciones internas contra sus impulsos que quieren alcanzar placer. El papel que luego
adopta el superyo es desempeñado primero por un poder externo, la autoridad parental”;
“…el superyo, que de este modo toma sobre sí el poder, la operación y hasta los métodos
de la instancia parental, no es sólo el sucesor de ella, sino de hacho su legítimo heredero”;
“la base de este proceso es lo que se llama una identificación, ó sea, una asimilación de
un yo a un yo ajeno, a consecuencia de la cual este primer yo se comporta en ciertos
aspectos como el otro, lo imita, por así decir, lo acoge dentro de sí. Se ha comparado la
identificación, y no es un desatino, con la incorporación oral, canibalita, de la persona
ajena”.
Freud en este escrito diferencia al superyo del ideal del yo, no así en “El yo y el ello”
(1923) en donde utiliza a ambos términos como sinónimos. El superyo “…es también el
portador del ideal del yo con el que el yo se mide, al que aspira a alcanzar y cuya
exigencia de una perfección cada vez más vasta se empeña en cumplir. No hay duda de que
ese ideal del yo es el precipitado de la vieja representación de los progenitores, expresa la
admiración por aquella perfección que el niño les atribuía en es tiempo”.
“…lo principal del sentimiento de inferioridad proviene del vinculo del yo con su superyo
y, lo mismo que el sentimiento de culpa, expresa la tensión entre ambos”.
El yo se caracteriza por:
o Principio de realidad.
o Ausencia de contradicción.
o Representación de tiempo y espacio.
o Proceso secundario, para eso actúa la represión.
La represión es la obra del superyo, “…el mismo la lleva acabo, o lo hace por encargo
suyo el yo que le obedece”.
Freud introduce aquí un esquema que ya había desarrollado en “El yo y el ello” (1923),
pero ahora le agrega el superyo.
El yo guarda un intimo nexo con la más externa pieza del aparato anímico llamado sistema
P-Cc (percepción-conciencia). Es el órgano sensorial de todo el aparato receptivo para las
excitaciones tanto internas como externas.
El yo tiene tres amos: el mundo exterior, el superyo y el ello. Debe armonizar con
exigencias que provienen desde tres los lados, en caso de aprieto desarrolla angustia. “Por
su origen en las experiencias del sistema percepción esta destinado a subrogar los
reclamos del mundo exterior, pero también quiere ser fiel servidor del ello…
recomendársele como objeto, atraer sobre si su líbido…por mediar entre el ello y la
realidad se ve obligado con frecuencia a disfrazar los mandamiento icc del ello con sus
racionalizaciones pre, a encubrir los conflictos del ello con la realidad…”. “Por otra
parte, el riguroso superyo observa cada uno de sus pasos…en caso de inobservancia lo
castiga con los sentimientos de tensión de inferioridad y de la conciencia de culpa. Así
pulsionado por el ello, apretado por el superyo.”
“El superyo se sumerge en el ello; como heredero del complejo de Edipo mantiene íntimos
nexos con él; esta más alejado que el yo del sistema percepción. El ello comercia con el
mundo exterior sólo a través del yo…”.
En este texto Freud produce un cambio en la teoría de las pulsiones con la introducción de
la pulsión de muerte y el fenómeno de la compulsión a la repetición, el cual se observa
en la transferencia, los sueños traumáticos y el juego infantil. Con respecto a este último se
puede decir que Freud al observar a su nieto de un año y medio jugar mediante una acción
repetida continuamente de tirar lejos de si todo objeto que estuviera a su alcance y al
hacerlo pronunciaba la expresión “se fue”(fort), luego los hacia regresar diciendo “acá
esta”(da). La compulsión a la repetición es un efecto de la pulsión de muerte.
Esto se da en la fase anal en donde el yo empieza a diferenciarse y en donde los productos
del niño, Ej. Heces, toman una valor narcisito, forman parte del niño. En la génesis del
juego infantil estaría la repetición de lo que ha resultado impresionante, como una manera
de dominar o elaborar la situación y por otro el deseo de ser grandes y poder obrar como los
mayores.
Tres interpretaciones del juego:
Fantasía: Correlato psíquico de los instintos. Para Klein icc. = fantasía. Para ella el icc. es
un continente de fantasías, en ellas se dan las relaciones objetales. Hay relación con
objetos parciales (posición esquizo-paranoide) y totales (posición depresiva).
Superyo: Forma que adquieren los objetos persecutorios, instintos de muerte que vienen
por retaliación. Es temprano. Introyección oral-sádica de los objetos. El pecho bueno
interno forma parte del aspecto auxiliador y benigno del superyo.
Identificación proyectiva: Hay una identificación con el otro, pero en ese otro están
proyectados aspectos propios. Indiscriminación del yo y del otro, se incorporan aspectos del
otro, no se reconocen los aspectos proyectados.
En esta posición predomina la ansiedad persecutoria y fantasías sádicas (orales y anales).
Frente a estas el yo se posiciona por proyección de un objeto externo-la madre- y lo
transforma en un representante del yo, una extensión de él.
Introyección y proyección interactúan desde el principio. La introyeccion de un objeto
perseguidor esta determinada por la proyección de una pulsión destructiva en el objeto, el
objeto se convierte en perseguidor, la reintroyección de este objeto refuerza el temor a los
perseguidores internos y externos.
En cambio la proyección de sentimientos de amor es la condición del hallazgo del objeto
bueno, esto es, la introyección de un o.b estimula la proyección de sentimientos buenos
hacia el exterior y esto a su vez por reintroyección, fortalece el sentimiento de poseer un o.b
interno.
El progreso en la integración depende del predominio de las p. de amor sobre las
destructivas, conduce a estados transitorios en donde el yo sintetiza amor y odio hacia el
objeto. La síntesis entre sentimientos de amor y odio hacia el mismo objeto –pecho- origina
ansiedad depresiva, culpa y necesidad de reparar el objeto bueno dañado, el pecho bueno.
Esto implica que a veces la ambivalencia es a veces vivenciada hacia un objeto parcial,
pecho, pero aun esos estados de integración son cortos de duración.
Paralelamente al crecimiento, las experiencias de síntesis y la ansiedad depresiva se hacen
más frecuentes y duraderas lo que lleva al progreso en la integración. El aumento de la
conexión con la realidad, la madurez y la disminución de la ansiedad o angustia posibilitan
que el yo pueda integrarse como objeto total.
Con respecto a la envidia, K no acuerda con F en el lugar que le da a la “envidia del pene”
ya que lo toma como un dato primario y no como una formación construida ó utilizada
secundariamente para apartar deseos más primitivos. El mantenimiento de F de su tesis
responde a la función central para ambos sexos que él le asigna al falo como organizador
del psiquismo en la fase fálica. (Laplanche y Pontalis).
Estas teorías sexuales, de la madre que posee el pene, etc. y las fantasías son la base de las
imágenes parentales, que luego se irán perdiendo al establecerse una relación más realista.
el temor a perder a la madre contribuye a crear sustitutos como el padre que en este estadio
también será introyectado como sujeto total. Así los estadios tempranos del c. de .e alivian
las ansiedades y ayudan a superar la posición depresiva. La posición depresiva desempeña
un papel vital en el desarrollo temprano del niño e implica principalmente en poder
establecer el objeto total, si estos procesos son exitosos se abra cumplido una condición
básica para el desarrollo normal.
Luego en diferentes momentos de la vida ansiedades propias de cada posición se activarán,
Ej. Experiencia de dentición y destete, elaboración de un duelo, etc.
K plantea que el bebe puede ya estar transitando la posición depresiva y ante una
experiencia traumatica y angustiante, se incrementa el instinto de muerte y se regresa a la
posición esquizo paranoide, entonces el yo vuelve a escindirse para defenderse de la
angustia depresiva (perdida del objeto).
Esta autora es de las pocas psicoanalistas que articula lo social, lo cultural, con lo
intrapsíquico y las funciones parentales en la constitución del yo. Le interesa plantear a la
constitución psíquica en dos espacios:
Lo corporal.
El ambiente social, pero siempre mediatizado por la psique materna (en un
momento en donde todavía no hay yo).
Hace un desarrollo de cómo se constituye el yo, nos habla desde los momentos iniciales.
Habla de la actividad de reproducir representaciones.
Hay tres tipos de producciones psíquicas, tres espacios funcionales, procesos:
Proceso originario: Pictograma = representación cosa en Freud, inconsciente.
(metabolización).
Proceso primario: Fantasía.
Proceso secundario: Pensamiento, Enunciados = yo. Representación palabra en Freud.
Función materna:
Función paterna:
El padre es el primer representante de los otros, el garante de la existencia de un
orden cultural, constitutivo del discurso y de lo social.
El deseo del padre apunta al hijo como sucesor de su función, privilegia en el hijo el
poder paterno y el poder de filiación futura.
El narcisismo proyectado por el padre sobre el hijo se apoya en valores culturales.
A través del hijo el padre catectiza al sujeto futuro que al ocupar una función similar
a la suya, reasegura en lo referente a su función paterna, su rol de transmisor de la
ley, /aceptación de la propia muerte).
Así el psiquismo materno cumpliría con respecto al del infans una función de: PRÓTESIS.
Función de prótesis de la psique materna.
La madre inviste los objetos con su deseo y esas investiduras comparten un mismo espacio
psíquico. Los primeros contenidos de la psique del infans son los de la madre, son formas
de representación que serán metabolizadas por el niño pero que ya han sufrido el proceso
secundario (represión, prohibición del incesto). La psique de aquel todavía no se rige por el
proceso secundario porque no actúo la represión.
Los significados defieren de persona a persona, para que existan estas significaciones debe
haber una marca libidinal, esta tendrá que ver en como opero la represión en el psiquismo
materno.
5. Defina SOMBRA HABLADA.
Precediendo el nacimiento del sujeto hay un discurso preexistente que le concierne: especie
de sombra hablada y supuesta por la madre hablante tan pronto como el infans se
encuentre presente, ella se proyectara sobre su cuerpo y ocupara el lugar de aquel al que se
dirige el discurso de portavoz. Es ese fragmento de discurso que se refiere al infans y que
apenas nace se proyecta sobre su cuerpo.
La sombra hablada constituye una constante de la conducta materna. Sombra llevada
sobre el cuerpo del infans por su propio discurso, se convierte en la sombra parlante de un
soliloquio a dos voces (dos espacios psíquicos), que conectaría la psique materna con el
incipiente espacio psíquico del infans (le habla a la sombra y se responde _ ¿tenés hambre?
_viste que tenias hambre).
Freud cuando habla de la renuncia que hace la niña, futura madre, hacia la elección del
objeto incestuoso, padre poseedor del pene, dice que se produce una ecuación simbólica,
pene=niño, aparece así la posibilidad de resarcirse teniendo un hijo.
Este deseo de la madre es el que en P.A cumple un papel tan importante ya que es el que
posibilita que el sujeto advenga como tal al orden del deseo. Los deseos CC e ICC, los
ideales, el discurso, preexisten a la llegada del infans. Al nacer el bebé es un ser biológico,
hay una prematuración que hace necesaria la acción del otro, esto es registrado por el bebé
y es así como se identifica con esa sombra hablada.
No hay un yo, este se va a constituir por el deseo del otro, ser objeto de su deseo.
El yo se constituye con los enunciados identificatorios de la sombra hablada, sino no hay
yo.
Infans: Es el niño que no habla que aún no adquirió el lenguaje, no es aun sujeto de deseo,
no se ha apropiado de su propio deseo. Aún esta a expensas de ser objeto de deseo del otro.
El infans no es el yo, no se refiere a una instancia psíquica.
Contrato narcisista
El sujeto al humanizarse se incluye en un orden social determinado, el cual se le impone.
La madre es la agente de la sociedad.
La relacion entre el medio social y el infante se da por el establecimiento de un pacto
sustentado por libido narcisista de investidura desde lo sicioculturall a cambio de
transformarse el yo en sostén de sus mandatos.
Violencia en exceso: Dificultad de “dejar saber poder pensar”.