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1.1. GENERALIDADES
Cuando una persona busca la protección de sus derechos, o; en el caso de que estos hayan
sido ya vulnerados, sea de manera voluntaria, involuntaria o por omisión busca a su vez el
resarcimiento de los mismos, y lo hace acudiendo ante el Poder Judicial, con la expectativa de
que, mediante este se pueda llegar a compensar el daño causado.
Es a partir de este momento en que la persona acude al Poder judicial para pedir se le haga
justicia, o que se le imparta protección a sus derechos en que nace la Tutela Jurisdiccional
Efectiva, a fin de que mediante un proceso determinado por la Ley se llegue a satisfacer la
pretensión solicitada en un primer momento por la persona afectada. Para Talavera la Tutela
Jurisdiccional efectiva “Es el derecho de toda persona a que se le haga justicia, a que cuando
pretenda algo de otra, esta pretensión sea atendida por un Órgano Jurisdiccional, a través de
un proceso con las garantías mínimas que exige la ley”. (1)
El derecho a la tutela judicial efectiva puede ser definido como aquel derecho intrínseco
que tiene toda persona de acudir a los órganos jurisdiccionales, para que, a través de los actos
procesales adecuados y con unas garantías mínimas, se obtenga una decisión debidamente
motivada y fundada en derecho sobre las pretensiones propuestas. “Se lo concibe como un
derecho de prestación, por cuanto a través de él se pueden obtener del Estado beneficios,
bien porque impone la actuación de la jurisdicción en el caso concreto, bien porque exige que
el Estado «[...] cree los instrumentos para que el derecho pueda ser ejercido y la justicia
prestada” (2)
(1) GONZÁLES Pérez, Jesús. “El derecho a la Tutela Jurisdiccional Efectiva” España.
Editorial Civitas 2 ed. Pág.27. 1985
(2) ROYO, Javier. “Curso de Derecho constitucional”, Madrid, Editorial Marcial Pons,
8ed.Pg.489. 2002.
Este derecho fundamental, garantiza la posibilidad de acceso a la justicia, y va, aún más
allá al reclamar garantías mínimas de eficacia que faciliten dicho acceso, pues, como su
nombre lo indica, se trata de que la tutela judicial sea efectiva. Por esta razón aparte del
acceso a la jurisdicción, son también importantes la imparcialidad del juez y la celeridad
procesal, el derecho a la defensa y el cumplimiento de los fallos judiciales, requisitos sin los
cuales no habría la deseada efectividad en la administración de justicia.
El derecho a la tutela judicial efectiva no supone que las pretensiones procesales y reclamos
del administrado sean siempre atendidas favorablemente, o que las leyes no puedan exigir
requisitos razonables para el acceso a la jurisdicción o a los recursos, se trata mas bien de la
posibilidad de acudir a la jurisdicción para obtener una resolución judicial debidamente
motivada en derecho sobre el fondo del asunto planteado, que bien puede ser favorable o
adversa.
Con razón Javier Pérez Royo califica al derecho de tutela judicial efectiva como “un derecho
de índole constitucional, pero de configuración legal, pues debe ejercerse por cauces
razonables que el legislador debe establecer”. (3)
Los requisitos legales para el acceso a la jurisdicción y a los recursos, por consiguiente,
deben ser razonables y obligan a una interpretación lo más favorable al pleno ejercicio del
derecho (interpretación pro actione).
El derecho a la tutela judicial efectiva comprende, además, aspectos que guardan relación
con contenidos del derecho al debido proceso tales como la imparcialidad del juez, la
celeridad, la necesidad de defensa o proscripción de la indefensión, el cumplimiento
ineludible de los fallos judiciales, y; por último, el derecho a la tutela judicial efectiva impone
que las sentencias sean debidamente motivadas en derecho y que resuelvan en su totalidad
los asuntos sometidos al conocimiento del juez.
(3) ROYO, Javier. “Curso de Derecho constitucional”, Madrid, Editorial Marcial Pons,
8ed.Pg.55. 2002.
Antecedentes
El derecho a la tutela judicial efectiva surge luego de culminada la Segunda Guerra Mundial
en la Europa Continental, como consecuencia de un fenómeno de constitucionalización de los
derechos fundamentales de la persona, y dentro de éstos, una tutela de las garantías mínimas
que debe reunir todo proceso judicial.
“Num.4. Toda persona cuyos derechos sean vulnerados por el poder público, podrá recurrir a
la vía judicial. Si no hubiese otra jurisdicción competente para conocer el recurso, la vía será la
de los tribunales ordinarios. No queda afectado el artículo 10, apartado 2, segunda frase.”
“Num.1. No están permitidos los tribunales de excepción. Nadie podrá ser sustraído a su juez
legal.”
Artículo 103.- Derecho a ser oído, prohibición de leyes penales con efectos retroactivos y el
principio de “ne bis in ídem” (nadie puede ser juzgado dos veces por la misma causa)
Mucho antes de que la humanidad contara con una noción de derecho, ésta debió contar
con un mecanismo de solución de conflictos que permitiese no recurrir a la acción directa que,
tenía como instrumento exclusivo el uso de la fuerza y que a su vez prescindía de todo método
razonable para solucionar un conflicto de intereses; es así que se germinó la necesidad de
recurrir a un tercero. Pues bien, "el acto de recurrir a este tercero en busca de una solución a
un conflicto, es el origen del derecho de acción".(5)
"La acción tiene raíces en el derecho romano, de donde nos viene aquello que la define
como la res in indicio deducta, es decir, la cosa que en el juicio se pide. Ésta coincidencia entre
el objeto pretendido y el acto de solicitar ante la justicia, llevó a que se identificaran los
conceptos"(6), de modo tal que quien tenía acción tenía derecho.
(5) MONROY GALVEZ, Juan “La tutela Procesal de los derechos” Lima Ed. Palestra. Tomo I.
Pág.08. 2004
(6) GONZAINI, Osvaldo Alfredo. “La Legitimación en el Proceso Civil”. Lima. Ed.
Comunidad. Pág. 57.2000
Ésta posición adoptada por el derecho romano fue ratificada en 1856 por Bernard
Windscheid; como contrapartida a dicha perspectiva surge la teoría de Teodor Muther, quien
fue el primero en concebir al derecho de acción como uno independiente del derecho
subjetivo material, dirigido al Estado con la finalidad de que éste le conceda tutela jurídica; es
decir, para Muther el derecho de acción es concreto, público e independiente del derecho
subjetivo, pero condicionado a la existencia del mismo.
Son caracteres propios de éste derecho el ser público, subjetivo, abstracto y autónomo. Se
dice que es de carácter público, ya que el receptor o el obligado es el Estado, quien soporta el
deber de satisfacerlo dado que su ejercicio se traduce en la exigencia de tutela jurisdiccional
efectiva para un caso concreto. Es subjetivo, porque al ser un derecho fundamental se
encuentra en todo sujeto de derechos por la sola razón de serlo. Su carácter abstracto radica
en que no requiere de un derecho material para que lo impulse, es decir se prescinde de la
existencia del derecho sustancial, pues basta con que el Estado garantice el acceso a los
órganos de justicia
Aún cuando ambos derechos presentan las mismas características, existe una diferencia que
los distingue, la cual radica en la libertad de su ejercicio, mientras que la acción es posible
ejercerla casi cuando uno quiera, ésta libertad está ausente cuando se ejerce el derecho de
contradicción, pues sólo podrá hacerse efectivo el ejercicio de éste derecho una vez instaurado
un proceso.
(7)”La pretensión procesal” en Revista Jurídica del Módulo Básico de Justicia de Ventanilla
Callao, Enero, 2008. Pág. 30.
b) Obtener una sentencia debidamente motivada, en un tiempo razonable, más allá del
acierto de dicha decisión.
De hecho, se puede considerar que la Tutela Jurisdiccional Efectiva está en el Derecho Natural,
cuyas normas tienen validez no solo moral sino también jurídica, al margen de su estipulación
en norma escrita. Por esta consideración cada persona tiene, en el derecho a la Tutela
Jurisdiccional Efectiva, la titularidad de un derecho innato, anterior al propio Estado, y que por
lo tanto, es inalienable.
Naturaleza Jurídica
(8) DE BERNARDIS, Luis. “La Garantía Procesal del Debido Proceso”. Lima. Cultural Cusco S.A.
Editores Pág.12. 1985.
Al respecto Alex Carocca Pérez, manifiesta: “En realidad, la tutela judicial efectiva como
garantía del proceso comienza a desplegar sus efectos antes de que éste exista; al momento
de la creación y estructuración de los procedimientos por el legislador, conforme a los que
deberán tramitar los juicios, ya que estos procedimientos deberán estar estructurados de
manera de contener los trámites esenciales”(9)
Esta posibilidad de acceder a los órganos jurisdiccionales es recogida por Alex Carocca en el
siguiente sentido: “El ordenamiento debe asegurar a todo sujeto que estime que un interés no
le es reconocido o respetado, pueda acudir a los órganos jurisdiccionales, disponiendo el cauce
procesal adecuado para ello, con la finalidad de perseguir a través de su acción jurídica, un
pronunciamiento jurisdiccional (favorable o desfavorable) que declare su derecho en el caso
concreto, vale decir, pueda procurar obtener la tutela judicial. Este acceso solo puede
excepcionalmente limitado, en aras de otro derecho o libertad constitucionalmente
protegido.” (10)
a) La imparcialidad del juez.- La imparcialidad del juez es una garantía mínima que debe
brindar la jurisdicción y que se exige en todo proceso por la misma naturaleza de sus fines. Lo
contrario, ¬la parcialidad significa arbitrariedad manifiesta y falta de idoneidad, con la
consiguiente imposibilidad de decir lo que en auténtico sentido corresponde a las partes en
derecho. Por otra parte, el juez debe estar predeterminado por la ley, es decir debe ser
competente.
La incompetencia es un vicio que tacha la idoneidad del juez para conocer un asunto
y por ende, la efectividad de la tutela judicial se ve de igual manera afectada.
e) La debida motivación.- Por último, el derecho a la tutela judicial efectiva impone que
las sentencias y actos decisorios sean debidamente motivados en derecho y que resuelvan en
su totalidad los asuntos sometidos al conocimiento del juez. La motivación de las sentencias es
consustancial a los principios de legalidad e interdicción de la arbitrariedad que son propios del
Estado de Derecho. Tal requisito esencial permite el control del superior por medio de los
recursos y permite conocer al ciudadano las razones de la resolución.
Planos de Acción
Si se considera a la tutela jurisdiccional como el poder que tiene toda persona, sea esta
natural o jurídica, para exigir al Estado que haga efectiva su función jurisdiccional; es decir,
permite a todo sujeto de derechos ser parte en un proceso y así causar la actividad
jurisdiccional sobre las pretensiones planteadas este derecho constitucional tiene dos planos
de acción, siendo factible ubicar a la tutela jurisdiccional efectiva antes y durante el proceso.
La tutela jurisdiccional antes del proceso opera como aquél derecho que tiene toda
persona de exigir al Estado provea a la sociedad de determinados requisitos materiales y
jurídicos indispensables para resolver un proceso judicial, tales como:
La tutela jurisdiccional durante el proceso engloba derechos esenciales que deben ser
provistos por el Estado a toda persona que se constituya como parte en un proceso judicial.
(11)LEDESMA NARVAEZ, Marianella. “Jurisdicción y arbitraje”. Lima. Ed. San Marcos. Pág. 28.
1998.
Al ser el debido proceso un principio jurídico según el cual toda persona tiene derecho a
ciertas garantías mínimas, tendientes a asegurar un resultado justo y equitativo dentro del
proceso, a permitirle tener oportunidad de ser oído y a hacer valer sus pretensiones legitimas
frente al juez podemos definir las semejanzas y diferencias entre éste y la aplicación de la
tutela judicial efectiva.
Un sector de la doctrina estima que ambos derechos son equivalentes o idénticos; mientras
que otros consideran que entre la tutela jurisdiccional efectiva y el debido proceso existe una
relación de género a especie, siendo el primero (tutela jurisdiccional efectiva) la abstracción,
mientras que el debido proceso vendría a ser la manifestación concreta del primero, es decir
ubican el derecho al debido proceso dentro de la tutela jurisdiccional efectiva.
Hay quienes consideran que se trata de derechos distintos, con orígenes y ámbitos de
aplicación diferenciados; como mencionamos anteriormente, la tutela jurisdiccional efectiva
tiene su génesis en la Europa Continental luego de culminada la Segunda Guerra Mundial,
mientras que el debido proceso surge del derecho anglosajón con la Carta Magna de 1215; en
cuanto a su ámbito de aplicación, la tutela jurisdiccional efectiva opera en los procesos de
jurisdicción, por el contrario, el debido proceso es aplicable no sólo al proceso judicial sino a
los procedimientos administrativos, arbitrales, militares y particulares.
Finalmente es válido concluir que tanto la tutela jurisdiccional efectiva como el debido
proceso son derechos fundamentales, inherentes a la dignidad humana y que representan el
valor supremo que justifica la existencia del Estado y sus objetivos, constituyendo el
fundamento esencial de todos los derechos que con calidad de fundamentales habilita el
ordenamiento, sin el cual el Estado adolecería de legitimidad y los derechos carecerían de un
adecuado soporte direccional.
El debido proceso es un derecho reconocido a todos los seres humanos y que debe
respetarse en cualquier instancia. Este derecho, trae incorporado una serie de garantías
sustanciales que verifican su cumplimiento y tienden a la obtención de una resolución justa.
Sin duda alguna que este derecho nos pone en un estado de igualdad frente al poder,
limitándole en la posibilidad de adoptar medidas arbitrarias, o exigiéndole diligencia y
respuesta a los requerimientos de quienes buscan su amparo, protección o resarcimiento de
un daño.
(12) Contitución Política de la Repíblica del Ecuador. 1998. Art. 24. Num.17.
Entonces, hoy en día a este derecho, como se lo denomina en la Carta Magna vigente, se
complementa y guarda relación estrecha con el principio de que “no se sacrificará la justicia
por la sola omisión de formalidades”, ya que si en algún momento del proceso no se
determina, o se omitiese, o no existiese un procedimiento señalado en el código adjetivo, el
juzgador o cualquier autoridad con capacidad jurisdiccional en sentido amplio, no puede dejar
de administrar justicia o dejar de emitir una resolución fundamentada y motivada. De ser así,
cualquiera de las partes se verá en indefensión y por tanto se violentarían los derechos de los
litigantes, del peticionario, del accionante, del contradictor, del acusado o de la víctima,
incurriendo el Estado en una evidente inobservancia de los principios constitucionales y
generando perjuicios a las partes.
La administración de Justicia es un deber que tiene el Estado frente a los ciudadanos y que
lo ejerce a través de los jueces. La actividad jurisdiccional se extiende a aquellas autoridades
con capacidad legal de emitir una resolución y de ejecutarla o hacerla cumplir. La inadecuada
aplicación de esta obligación ocasionaría perjuicio a los ciudadanos y por tanto el Estado
incurriría en responsabilidad civil y debería resarcir el daño cometido.
Si bien es cierto existen normas adjetivas que establecen procedimientos que facilitan el
camino al accionante para acceder a una resolución que satisfaga sus peticiones y facilitan al
juzgador herramientas que le permiten acercarse a la verdad de un hecho y emitir una
resolución debidamente motivada, no es menos cierto, que en el caso de que no se haya
reglamentado algún procedimiento, salvo el caso que esto atente contra otros derechos y
garantías del debido proceso, no se puede dejar de administrar justicia o establecer una
resolución justa por la sola omisión de procedimientos o formalidades.
En este sentido, Radbruch se pronuncia diciendo “allí donde la injusticia del derecho
positivo alcance tales proporciones que la seguridad jurídica garantizada por el derecho
positivo no represente ya nada en comparación con aquel grado de injusticia, no cabe dudad
de que el Derecho positivo injusto deberá ceder el paso a la justicia”(13)
Sin embargo de lo expuesto anteriormente, muchas han sido las ocasiones en nuestro
sistema judicial que la omisión de formalidades ha retrasado la administración de justicia o no
se ha garantizado la tutela jurisdiccional de una manera efectiva, generando un perjuicio a las
personas a quienes el Estado está obligado y llamado a proteger.
En nuestra Constitución vigente (2008), el Artículo 169 manifiesta: “El sistema procesal es
un medio para la realización de la justicia. Las normas procesales consagrarán los principios de
simplificación, uniformidad, eficacia, inmediación, celeridad y economía procesal, y harán
efectivas las garantías del debido proceso. No se sacrificará la justicia por la sola omisión de
formalidades”. (14)
Este articulado se encuentra recogido dentro del Capítulo Cuarto (Función Judicial y Justicia
Indígena), sección Primera (Principios de la administración de Justicia). En cuanto a su
redacción, es más amplia que el texto constitucional de 1998, ya que entre otras cosas, se
menciona en tiempo presente que el sistema procesal es un medio para la realización de la
justicia, es decir, ya no solo opera este principio cuando se pone en funcionamiento al aparato
jurisdiccional, sino que todo acto que involucre una resolución fundamentada debe apegarse a
los principios del debido proceso y en todo momento se espera que el sistema procesal
permita la realización de la justicia.
Esto se enmarca dentro de lo que Zagrebeslky señala: “La realización de los principios de
Justicia establecidos por la Constitución corresponden, obviamente, al Estado y sus políticas.
Los particulares son los destinatarios de tales políticas” (15)
Adicionalmente, este artículo indica que los principios de justicia harán efectivas las
garantías del debido proceso. Es decir genera una obligación para el Estado de hacer efectivas
esas garantías. En la Carta Magna de 1998, este principio se lo recogió en el Artículo 192,
incluido dentro del capítulo I, Título VIII. En este artículo, no se incluyeron todos los principios
rectores de la administración de Justicia que son recogidos por la Constitución actual.
(13) SASTRE ARIZA, Santiago, “La ciencia jurídica ante el neo-constitucionalismo”, en edición de
Miguel Carbonell, España, Editorial Trotta. pág.252. 2003.
Así mismo, la garantía de la tutela efectiva es recogida por el Código Orgánico de la Función
Judicial, estableciendo su aplicabilidad sobre todos los derechos consagrados por la
Constitución y en los tratados internacionales, cuando éstos sean reclamados por su titular. De
la misma forma, interpretando a la tutela efectiva como una garantía al pronunciamiento de la
autoridad judicial, exhorta a que los jueces y juezas se pronuncien
sobre la causa así sea que legalmente no les corresponda hacerlo. Ahora bien, el propio
Código establece y dice en su Artículo 23.-“ PRINCIPIO DE TUTELA JUDICIAL EFECTIVA DE LOS
DERECHOS.- La Función Judicial, por intermedio de las juezas y jueces, tiene el deber
fundamental de garantizar la tutela judicial efectiva de los derechos declarados en la
Constitución y en los instrumentos internacionales de derechos humanos o establecidos en las
leyes, cuando sean reclamados por sus titulares o quienes invoquen esa calidad, cualquiera sea
la materia, el derecho o la garantía exigido.
Deberán resolver siempre las pretensiones y excepciones que hayan deducido los litigantes
sobre la única base de la Constitución, los instrumentos internacionales de derechos humanos,
los instrumentos internacionales ratificados por el Estado, la ley, y los méritos del proceso. La
desestimación por vicios de forma únicamente podrá producirse cuando los mismos hayan
ocasionado nulidad insanable o provocado indefensión en el proceso.
Para garantizar la tutela judicial efectiva de los derechos, y evitar que las reclamaciones
queden sin decisión sobre lo principal, por el reiterado pronunciamiento de la falta de
competencia de las juezas y jueces que previnieron en el conocimiento en la situación
permitida por la ley, las juezas y jueces están obligados a dictar fallo sin que les sea permitido
excusarse o inhibirse por no corresponderles.”(17)
Este principio, forma parte del derecho a la tutela jurisdiccional efectiva, y hace referencia
a que cualquier obstáculo establecido por la ley para el libre acceso a la justicia, que guarde
relación con algún aspecto económico, social, cultural, etc., y que por lo tanto, no todos los
ciudadanos tengan las mismas posibilidades de acudir a los órganos de justicia, resulta
evidentemente discriminatorio e inconstitucional, asi lo vemos comprendido en el Art.22 del
Código Orgánico de la Función Judicial que habla del principio de acceso a la justicia.“Art. 22.-
PRINCIPIO DE ACCESO A LA JUSTICIA.- Los operadores de justicia son responsables de cumplir
con la obligación estatal de garantizar el acceso de las personas y colectividades a la justicia. En
consecuencia, el Consejo de la Judicatura, en coordinación con los organismos de la Función
Judicial, establecerá las medidas para superar las barreras estructurales de índole jurídica,
económica, social, generacional, de género, cultural, geográfica, o de cualquier naturaleza que
sea discriminatoria e impida la
Como todos sabemos, no es suficiente que las leyes estén normadas de manera adjetiva, lo
importante es que todos los sectores, tanto la administración de justicia como los
administrados sepamos cumplir y hacer cumplir, respectivamente con nuestras obligaciones y
derechos para que de esta manera todos los derechos consagrados en nuestro texto
constitucional y demás leyes sean efectivos, para lo cual es necesario que la protección a estos
derechos exista a cargo de una Función Judicial independiente y proba.
Pacto de San José de Costa Rica o Convención Americana sobre Derechos Humanos
jurídico, que prevalece sobre las leyes, reconoce en su artículo 8, Numeral 1. que “toda
persona el derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un
juez o tribunal competente, independiente, imparcial, establecido con anterioridad por la ley,
en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la
determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro
carácter”(19) ; es decir, señala los elementos fundamentales que conforman el derecho a la
tutela jurisdiccional efectiva, por lo que, en función a su jerarquía y aplicabilidad inmediata, es
de reconocer que sus disposiciones derogarían cualquier figura jurídica contemplada en la
legislación interna que impida, condicione o limite el acceso a una tribunal independiente.
Así mismo este tratado en su artículo 25. Numeral 1.dice que "Toda persona tiene derecho
a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales
competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos
por la Constitución, la ley o la presente Convención".(20)
(19) Convención Americana de Derechos Humanos “Pacto de San José de Costa Rica”; Suscrita
por el Ecuador el 22 de noviembre de 1969 y ratificada el 12 de octubre de 1977. Art. 8.1.
(20) Convención Americana de Derechos Humanos “Pacto de San José de Costa Rica”; Suscrita
por el Ecuador el 22 de noviembre de 1969 y ratificada el 12 de octubre de 1977. Art. 25.1.
(21) Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos adoptado por la Asamblea General de
las Naciones Unidas mediante la Resolución 2200A (XXI), de 16 de diciembre de 1966. Entró en
vigor el 23 de marzo de 1976. Art. 2.3.(a).
(22) Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos adoptado por la Asamblea General de
las Naciones Unidas mediante la Resolución 2200A (XXI), de 16 de diciembre de 1966. Entró en
vigor el 23 de marzo de 1976. Art. 14.5
Esta señala en el Art. 8 que: “Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo ante los
tribunales nacionales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos
fundamentales reconocidos por la constitución o por la ley”(23); es decir, que se enuncia de
manera general la efectividad que debe prevalecer en todo recurso, efectividad que es
traducida en todos los elementos y características que se han analizado a lo largo del capítulo.
A manera de derecho comparado podemos tomar como ejemplo la Carta de los Derechos
Fundamentales de la Unión Europea, misma que en su sección de Justicia, Artículo 47 habla del
Derecho a la tutela judicial efectiva y a un juez imparcial, y dice:
“Toda persona cuyos derechos y libertades garantizados por el Derecho de la Unión hayan
sido violados tiene derecho a la tutela judicial efectiva respetando las condiciones establecidas
en el presente artículo. Toda persona tiene derecho a que su causa sea oída equitativa y
públicamente y dentro de un plazo razonable por un juez independiente e imparcial,
establecido previamente por la ley. Toda persona podrá hacerse aconsejar, defender y
representar. Se prestará asistencia jurídica gratuita a quienes no dispongan de recursos
suficientes siempre y cuando dicha asistencia sea necesaria para garantizar la efectividad del
acceso a la justicia.”(24).
De lo señalado, se desprende que la tutela jurisdiccional efectiva es un derecho que
ha sido consagrado tanto por los tratados internacionales de Derechos Humanos, así como
(23) Declaración Universal de los Derechos Humanos. Aprobada por la Asamblea General de la
ONU el 10 de diciembre de 1948. Art.8.
DERECHO DE LIBERTAD
La petición debe ser RESPETUOSA. No hay obligación de responder lo que implica agravio Y
desatino. Por el contrario ello acarrea sanción según la ley.
"No podrán reunirse sino por orden de autoridad legítima, ni dirigir peticiones sino sobre
asuntos que se relacionan con el buen servicio y la moralidad del ejército, y con arreglo a las
leyes de su Instituto".
Ahora bien, frente a estos derechos, se encuentran igualmente aquellos que garantizan el
derecho a la inviolabilidad del domicilio (Art. 23 C. N.) y la correspondencia (art. 38 C. N.)
comúnmente denominados derecho a la intimidad, consagrado en tratados internacionales
como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de la Organización de las Naciones
Unidas, ratificado por Colombia mediante la Ley 74 de 1968, como ya tuvo ocasión de
exponerlo la Sala en concepto de 6 de junio de 1980 con ponencia del doctor Humberto Mora
Osejo
III. De otra parte, como medios para garantizar los derechos y prerrogativas del administrado
frente a la administración, se establecen, entre otros, dentro del ordenamiento constitucional,
la responsabilidad de los funcionarios públicos en los términos definidos por la ley (art. 62 C.
N.), bien por infracción de la Constitución o la ley o por extralimitación u omisión en el
ejercicio de sus funciones (art. 20 C. N.), y la posibilidad de que los administrados eleven
quejas contra funcionarios (art. 102 C. N.). Esto significa que la actividad de la administración
frente al administrado debe ser abierta, conocida, no puede ser oculta, secreta, por cuanto la
administración es pública y no se compadecería con los derechos del ciudadano el que
existieran actuaciones que no pudieran ser conocidas por estos, y que de paso dieran al traste
con los derechos consagrados no solo en ordenamientos constitucionales sino también en
Tratados Internacionales. Obviamente existirán casos en los cuales ya por motivos de
conveniencia social, de seguridad nacional, de servicio público, se presenten cuestiones
reservadas y a las cuales esté vedado el acceso de los particulares, pero como ello es la
excepción y dicha reserva al tenor del artículo 320 del Código de Régimen político y Municipal
debe estar consagrada bien en la Constitución o en la ley.
Podemos así afirmar que mientras el administrado goza de prerrogativas que le garantizan el
derecho a la intimidad, siendo la Acepción la posibilidad de interceptar las cartas y papeles
privados, pero mediante la orden de autoridad competente y con el único fin de buscar
pruebas judiciales, o en el caso de los libros de contabilidad cuando se trate de la tasación de
impuestos o intervención del Estado, las actuaciones y documentos de la administración son
públicos, pueden ser inspeccionados por cualquier ciudadano, quien tiene el derecho de
obtener las copias que soliciten (art. 316 y 320 C. R. P. M.), salvo cuando se tratare de asuntos
reservados, los cuales deben estar consagrados en la Constitución o la ley, como antes se
expuso.
En relación con los contratos que celebran los organismos de defensa, ellos están sometidos a
un régimen especial en razón del objete, sobre el cual versan. Así, en tratándose de la
adquisición de material de guerra o reservado no se requiere de licitación pública, o privada,
perfeccionándose el contrato con el registro presupuestal y la constitución de garantías.
Ahora bien, en cuanto a las normas que regulan esta clase de contratos, debe observarse que
ellas se refieren a aquellos que se celebren para la adquisición de MATERIAL RESERVADO, es
decir, de uso privativo, propio, exclusivo de los organismos de defensa; no otra cosa se puede
inferir del artículo 170 del Decreto ley 150 de 1976 y del Decreto reglamentario 1415 de 1977.
Incluso en los considerandos de este último decreto, el cual determina el material de guerra o
reservado, se señala que el material de guerra que usualmente se utiliza en las operaciones de
mantenimiento y restablecimiento del orden interno y externo y en las acciones de previsión y
represión policivas se clasifica como de carácter reservado" (Subrayas de la Sala).
EL hecho de que se hable de material reservado no significa que los documentos que versan
sobre la adquisición, seguro, transporte, mantenimiento o reparación del mismo, tenga tal
carácter por cuanto, como ya se explicó, la reserva documental de la administración debe
encontrarse establecida en la Constitución o en la ley. La publicidad de los actos y actuaciones
de la administración es la regla general, excepto cuando se trate de asuntos sometidos a
reserva.
De las normas analizadas, se concluye que, con base en ellas no se puede sostener una reserva
de documentos, por cuanto se refieren al material de guerra o reservado que es de uso
exclusivo y característico de los organismos de defensa, lo cual quiere decir que dicho material
esta vedado a los particulares y a cualquier otra organización que no se encuadre dentro de los
sistemas de defensa.
a) Cualquier ciudadano puede solicitar copia de los contratos celebrados por el Ministerio de
Defensa, salvo aquellos contratos o documentos que tengan carácter de reservado conforme
se ha dejado explicado.
(Concepto de noviembre 28 de 1980. Sala de Consulta y Servicio Civil. Consejero ponente:
Doctor Jaime Betancur Cuartas. Radicación 1470. Consultas del Gobierno. Formulada por el
Ministro de Defensa y autorizada su publicación en enero de 1985).
DERECHO DE ACCION:
2.- En segundo lugar, el de acción es correlativo de un deber del Estado, al que suele darse el
nombre de oligación jurisdiccional;
3.- Por último, y como consecuencia de lo que acabamos de decir, el de acción es público, en
tanto que el otro tiene generalmente carácter privado.
¨¨¨
Generales
I. A modo de introducción:
derecho contemporáneo.
poco a poco, ceden sus puestos a otras que se ponen cada vez
empiezan a salir a la luz varias teorías que tienen como rasgo más
Veamos:
1 MONROY GÁLVEZ, Juan. “Introducción al Proceso Civil”. Temis. Bogotá: 1996. Tomo I, pag.
253.
demanda”2.
derecho de acción.
el actor3.
derecho).
3 Quintero Beatriz, Teoría General del Proceso, Tomo I, Editorial Temis S.A., Santa Fe de
Bogotá, 1995, pág.
244.
4 Ticona Postigo, Víctor, El debido Proceso y la Demanda Civil, Rodhas, Lima, 1999, pág. 197.
mencionados.
F. Teoría de Calamandrei:
teoría de Carnelutti:
5 Chiovenda, Giuseppe, Ensayos de Derecho Procesal Civil, Bolonia, 1903, pág. 37.
deber de su cargo6.
H. Teoría de Couture:
Jurisdiccional efectiva.
6 Calamandrei, Piero, Instituciones de Derecho Procesal Civil, pág. 168; citado por: Pisciotti
Mejía, Daniel,
Algunos Aspectos del Derecho de Acción y de la Acción de Entrega, Bogotá, 1966, pág. 14.
protección jurisdiccional).
7 “Artículo 8º.- toda persona tiene derecho a un recurso efectivo ante los tribunales nacionales
competentes,
que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la
constitución o por la
ley.”
8 “Artículo 10º.- “toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída
públicamente y
con justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y
obligaciones (…)”
fundamental a la justicia14.
9 Adaptada y Proclamada por la Resolución de Asamblea General de Naciones Unidas No. 217
A, del 10 de
diciembre de 1948.
10 Artículo 8º.- “Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de
un plazo
ley (…)”.
11 Artículo XVIII.- “Toda persona puede ocurrir a los tribunales para hacer valer sus derechos.
Asimismo
debe disponer de un procedimiento sencillo y breve por el cual la justicia lo ampare contra
actos de la
autoridad que violen, en perjuicio suyo, alguno de los derechos fundamentales consagrados
constitucionalmente”.
12 Artículo 14º.- “Todas las personas son iguales ante los tribunales y cortes de justicia. Toda
persona
tendrá derechos a ser oída públicamente y con las debidas garantías por un tribunal
competente,
13 Couture Eduardo, Fundamentos del Derecho Procesal Civil, Desalma, Buenos Aires, 1958,
págs. 57-61.
Madrid, España, en junio de 1985, pág. 4. Citado por: Parodi Remón, Carlos, Comentarios al
Código
Procesal Civil, La Postulación al Proceso, Fondo Editorial Pontificia Universidad Católica del
Perú, Lima,
BIBLIOGRAFIA
14.
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Derecho de Acción
El Derecho de Acción es una potestad de todo ser humano de exigir al Estado su tutela
jurisdiccional por intermedio de su órgano judicial competente, este es un derecho procesal y
viene a ser la que da origen en si mismo al proceso, el derecho de acción es representado por
la demanda en materia civil (en materia penal con la denuncia) siendo este derecho presente
en el derecho procesal con exclusividad; vendría a ser la forma en como uno quiere hacer valer
sus derechos; al repecto de este tema varios estudiosos del Derecho han dado sus puntos de
vista a continuación citaré alguno conceptos de grandes en la materia:
Giuseppe Chiovenda:
Piero Calamandrei:
Carnelutti:
El derecho de acción es dirigido contra el juez, no es necesario que el que demande legitimidad
para obrar, el juez debe de prestar atención a esta acción y esta en la obligación de emitir su
pronunciamiento.
Por mi parte se entiende derecho de acción como la acción de pedir la tutela jurisdiccional del
estado cuando uno quiera que se le solucione un problema jurídico o una incertidumbre
jurídica, el Estado a través de su poder judicial y estos a través de sus jueces están en la
obligación de pronunciarse al respecto ya sea para bien o para mal; esta acción e materializa
con la demanda y puede ser el inicio del proceso, no es necesario tener el legítimo interés para
obrar, ya que con solo el poder presentar la demanda estamos haciendo uso del derecho de
acción, ahora que esta demanda sea considerada improcedente o inadmisible esa es ya otra
cosa.
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DERECHO POLÍTICO