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IDENTIFICAR CONDUCTAS PERTURBADORAS

DURANTE LA GESTACIÓN.

Manifestaciones Afectivo – Emocionales.

En esta etapa, los cambios físicos son muy evidentes, pero los psicológicos
adquieren mucha importancia porque pueden afectar a ciertas situaciones
familiares, sociales y laborales.

Afortunadamente, estos cambios emocionales en el embarazo están


considerados normales y, lo mejor de todo, es que son temporales. En algunos
casos, la personalidad de la mujer se transforma tanto, que algunas parejas
creen que están conviviendo con otra persona. Conviene no dejarse llevar por
este estado temporal y ayudar a la futura mamá a superar esta etapa de
cambios emocionales.

Los Cambios Emocionales Durante El Embarazo

Cambios emocionales por trimestres

Primer trimestre.

Durante los tres primeros meses de embarazo, la futura mamá puede vivir
momentos de una gran fluctuación emocional. Estos cambios son más
habituales entre la sexta y la décima semana. Es habitual experimentar
ansiedad, ambivalencia y frecuentes cambios de humor. Aceptar la nueva
situación lleva su tiempo y son frecuentes los temores sobre la capacidad de
saber afrontar la nueva situación. La mujer más segura puede volverse frágil
y experimentar cambios de humor bruscos que van de la risa al llanto, de la
euforia a la tristeza o de la alegría al mal humor. Son más frecuentes en las
mujeres que manifiestan síntomas físicos importantes debido a su embarazo
como vómitos y náuseas matinales, mal estar general, mareos e indisposición
digestiva. La apetencia sexual también suele disminuir debido al cansancio, a
las molestias físicas y al miedo a dañar al feto. La comprensión de la pareja
es fundamental para sobrellevar todos estos cambios que produce la
gestación.
Cambios emocionales del bebé

Tal y como afirma Rodríguez (2003) la vida emocional de toda persona se


desarrolla en el interior del útero materno y aunque es difícil hablar sobre la
vida psíquica del feto cuando tiene tan poco tiempo de vida, lo que sí que es
cierto es que comienza a responder de manera refleja a algunos estímulos, lo
que implica su capacidad de sentir.

A pesar de que este periodo es el inicio del embarazo, la madre comparte


muchas cosas con el bebé, y una de ellas son las endorfinas (sustancias que
proporcionan bienestar). Debido a esto, cuando la mamá se siente feliz,
contribuye a que el bebé experimente sensaciones de placer y bienestar.

Segundo trimestre.

Se caracteriza por ser un periodo de tranquilidad emocional debido a que los


cambios hormonales se han estabilizado y la futura mamá ha tenido tiempo
de adaptarse psicológicamente a la gestación. Esta adaptación repercute
positivamente en la aceptación de los cambios que repercuten en su actividad
habitual, dado que su orden de prioridades ha cambiado. Las molestias físicas
del primer trimestre han desaparecido y la futura mamá puede experimentar
de nuevo un mayor deseo sexual favorecido por un aumento de la sensibilidad.

Tercer trimestre.

Vuelven las dificultades anímicas debido a que el volumen de la barriga


dificulta el bienestar de la futura mamá. Como consecuencia aparece la
dificultad para dormir, la micción frecuente, los dolores de espalda y el
cansancio, entre otras molestias, que no ayudan al bienestar emocional. Por
otra parte, en el tercer trimestre el tiempo pasa lento, aumenta la ansiedad
por conocer al bebé, el miedo al parto y la inseguridad ante la crianza. Y,
además, aparece el síndrome del nido con el que verá incrementada la
necesidad de hacer cambios en casa y dejarlo todo limpio y preparado para la
llegada del bebé.
Estados emocionales que provoca el embarazo

Euforia y tristeza.

Tener un hijo es lo que estabas buscando y sientes que estás en una nube,
incluso algo excitada. Las felicitaciones de los demás te colman de felicidad,
pero cuando tienes que lidiar sola con el malestar físico, el mundo se
derrumba a tus pies.

De la risa al llanto.

Es inútil que te preguntes por qué te ha entrado la risa floja o por qué estás
llorando, ni tú misma lo sabes. Los altibajos hormonales que sufren tus
neurotransmisores son los responsables y no hace falta que lo pienses mucho.

Miedo y ansiedad.

Seguro que tienes una lista de preguntas interminables sin contestar en


relación a tus síntomas, al parto y a la lactancia. El miedo a lo desconocido y
la ansiedad que genera no saber si todo va a salir bien o no es normal en todo
este proceso.

Despistes y olvidos.

No saber dónde tenemos la cabeza porque se nos olvida el lugar donde hemos
puesto las llaves o el coche es habitual. Un consejo: tómatelo con buen humor
y no le des mucha importancia.

Trastornos Mentales En El Embarazo

Generalmente se piensa que el embarazo es un tiempo de felicidad y bienestar


para la mujer. Sin embargo, para muchas mujeres, el embarazo y la
maternidad aumentan su vulnerabilidad hacia condiciones psiquiátricas tales
como depresión, ansiedad, trastornos de la alimentación y psicosis. Los
síntomas de dichas condiciones pueden pasar desapercibidos por ser
atribuidos a los cambios temperamentales o fisiológicos sufridos en el
embarazo. Sumado a esto, los trastornos suelen ser poco tratadas por la
preocupación sobre los efectos dañinos que pudieran tener los medicamentos.

La depresión en las embarazadas

Durante el embarazo, es difícil distinguir algunos síntomas de esta condición


de la experiencia normal de embarazo, piensa por ejemplo en los cambios en
el sueño, apetito o energía. Aunque el 70% de las mujeres reporta algunos
síntomas de humor negativo durante el embarazo, se ha mostrado que la
prevalencia de mujeres que satisfacen los criterios para un diagnóstico de
depresión ronda por el 13,6% a las 32 semanas de gestación y el 17% a las 35
a 36 semanas de gestación. El curso de la depresión varía durante el
embarazo: la mayoría de los estudios reportan un pico en los síntomas durante
el primer y el tercer trimestres y mejoras durante el segundo. En
una investigación nueva, se observó que más mujeres se deprimieron entre las
18 y 32 semanas de gestación que entre las 32 semanas de gestación y las 8
semanas de postparto.

La depresión es el trastorno psiquiátrico más comúnmente asociado con el


embarazo.

Muchos factores de riesgo y correlatos psicosociales se han identificado


como contribuidores de la depresión en el embarazo. Los factores de riesgo
más claros que se han identificado son historia de depresión, discontinuación
de la medicación en una mujer con historia de depresión, historia previa de
depresión postparto e historia familiar de depresión. Por otro lado, los
correlatos psicosociales que suelen contribuir son: actitud negativa hacia el
embarazo, falta de apoyo social, estrés asociado a eventos negativos y una
pareja o miembro de la familia al que el embarazo le cause infelicidad.

La depresión dejada sin tratamiento durante el embarazo, ya sea porque no


se reconocieron los síntomas o por las preocupaciones relacionadas a los
efectos de la medicación, puede llevar a una multitud de consecuencias
negativas, que incluyen falta de compromiso con las recomendaciones sobre
los cuidados prenatales, nutrición y cuidados propios pobres, automedicación,
uso de alcohol y otras drogas, pensamientos suicidas y pensamientos de
hacerle daño al feto y el desarrollo de depresión postparto luego de nacido
el bebé.

Un estudio que examinó a 1123 pares madre-infante reportó que los niños de
madres deprimidas en el embarazo mostraron menos expresiones faciales
positivas y vocalizaciones, y que también eran más difíciles de consolar. En
consecuencia, la relación entre la depresión materna y los problemas
tempranos en la niñez podrían ser parte de una secuencia que empieza con
síntomas depresivos durante el embarazo.

El tratamiento para la depresión en el embarazo se basa en el mismo tipo de


terapias utilizadas para la depresión en cualquier momento de la vida, con la
necesidad adicional de asegurar la seguridad del feto. Las psicoterapias que
han sido reconocidas como efectivas para el tratamiento de la depresión
incluyen a la Terapia Cognitiva y la Activación Conductual. La educación y el
apoyo también son importantes, ya que al ser el embarazo una experiencia
única para la mujer, algunas pueden no saber qué esperar. Si se opta por un
tratamiento farmacológico se debe ser claro con la paciente y, de ser posible,
su pareja con respecto a los riesgos y beneficios de dicho tratamiento.

Trastornos de Ansiedad en el embarazo

Existen datos sobre algunos trastornos de este tipo, como los ataques de
pánico o el trastorno obsesivo compulsivo. Sin embargo, sobre otros hay muy
poca información (por ejemplo,fobia social y trastorno de ansiedad
generalizada).

Ataques de pánico

El curso de los trastornos de ansiedad durante el embarazo es variable y poco


claro. Aunque existen reportes de casos de mujeres embarazadas que sufrían
de ataques de pánico antes del embarazo, en los cuales se sugiere que los
síntomas disminuyen durante el embarazo, otros estudios encontraron que
dicha disminución no se da en mujeres que sufrían ataques de pánico pre-
embarazo.

Adicionalmente, un subgrupo de mujeres podría experimentar primeras


apariciones de ataques de pánico durante el embarazo. Los profesionales
deberían chequear a estas pacientes por posibles trastornos de la tiroides.
Los posibles efectos de la ansiedad y los ataques de pánico en el curso del
embarazo y la salud del feto no son bien entendidos. Un estudio mostró una
correlación entre el aumento de la ansiedad y el aumento de la resistencia del
flujo sanguíneo en la arteria uterina. La correlación entre los niveles de
cortisol del plasma en la madre y en el feto podrían tener implicaciones en el
cerebro en desarrollo de éste último. El tratamiento de los ataques de pánico
en el embarazo pueden incluir terapias farmacológicas, particularmente
benzodiacepinas como sedantes en las noches y alivio sintomático y
antidepresivos. También se pueden tratar con terapias no farmacológicas,
como la TCC, técnicas de relajación, higiene del sueño y asesoramiento en la
dieta.

Trastorno Obsesivo-Compulsivo

El TOC se caracteriza por pensamientos que no pueden ser controlados


(obsesiones) y conductas repetitivas o rituales en respuesta a estos
pensamientos (compulsiones) que no pueden ser controlados.Algunas
investigaciones sugieren que las mujeres podrían tener un mayor riesgo de
comienzo de un TOC durante el embarazo y el período postparto. En
un estudio de mujeres diagnosticadas con TOC, el 39% de las participantes
reportó que el trastorno comenzó durante el embarazo. Los tratamientos
disponibles son los mismos que para personas no embarazadas, TCC y
farmacoterapia.
Trastorno de Ansiedad Generalizada

Un estudio reciente que contó con 2793 participantes, encontró que el 9.5%
sufrió de Trastorno de Ansiedad Generalizada en algún punto del embarazo.
Los síntomas de ansiedad eran mayores en el primer trimestre y disminuían
mientras el embarazo avanzaba. Factores de riesgo en este caso eran:
episodios previos de TAG, educación, apoyo social e historia de abuso infantil.
Estas pacientes pueden beneficiarse de terapias que incluyan técnicas de
minfulness, aceptación y estrategias de activación conductual.

LOS TRASTORNOS DE LA ALIMENTACIÓN DURANTE EL EMBARAZO


HAN SIDO VINCULADOS CON MAYORES TASAS DE ABORTOS
INVOLUNTARIOS Y BAJO PESO AL NACER.

Fobia Social

No hay datos sobre fobia social de inicio en el embarazo o fobia social


preexistente en personas embarazadas. Un pequeño número de mujeres
experimentan tocofobia, o miedo al embarazo y el parto. Estas pacientes son
más propensas a experimentar depresión postparto si se les niega el parto
que ellas eligen.

Trastornos de la Alimentación en el embarazo

La prevalencia de estos trastornos en mujeres embarazadas es de


aproximadamente 4.9%. Aunque algunos estudios sugieren que la severidad
de los síntomas podría disminuir durante el embarazo, hay muchas
consecuencias negativas tanto para la madre como para el niño. Por ejemplo,
un estudio encontró que las mujeres embarazadas con trastornos de la
alimentación activos parecían tener mayor riesgo de que el parto fuera por
cesárea y de sufrir depresión postparto. Sumado a esto, los trastornos de la
alimentación durante el embarazo han sido vinculados con mayores tasas de
abortos involuntarios y bajo peso al nacer.

Psicosis en el embarazo

Aunque los episodios de psicosis durante el embarazo son raros, las mujeres
con historial de esta condición tienen un mayor riesgo de reincidencia.

Un estudio encontró que. el embarazo parece empeorar la salud mental de la


madre con esquizofrenia. Algunas mujeres presentan negación psicótica del
embarazo, síntoma que de no ser abordado puede representar un factor de
riesgo. En el postparto, estas mujeres pueden ser especialmente susceptibles
a exacerbaciones agudas de la esquizofrenia.

Por otro lado, un meta-análisis que contó con datos de 12 estudios que
incluyeron a 700 sujetos con esquizofrenia y 835 sujetos en el grupo control,
encontró asociaciones significativas entre el trastorno y la ruptura
prematura de la membrana, edad gestacional menor a 37 semanas y uso de
incubadora y resucitación. Otra investigación también encontró que tenían
más riesgo de parto prematuro y además, la esquizofrenia durante el
embarazo, se asociaba a bajo peso al nacer.

Trastorno bipolar

Conocido antiguamente como psicosis maníaco-depresiva, es un trastorno que


se caracteriza por presentar elevados episodios depresivos y/o maníacos
donde a veces interfieren otros con un excesivo estado anímico como de
euforia, los cambios anímicos en estas personas son muy acentuados.
El embarazo en estas mujeres está desaconsejado normalmente por el
elevado riesgo teratogénico de los tratamientos profilácticos y porque, sin
tratamiento, estas mujeres tienen un alto riesgo de recaída.
Si la mujer se queda embarazada existe en el puerperio una alta incidencia
de descompensaciones maníacas (impulsividad, temeridad, cambio bruscos de
ánimo, hiperactividad, depresión, falta de cuidados al bebé, etc.), en el
postparto el número de ingresos hospitalarios aumenta el doble. Estas
recaídas (20-50% en el postparto) son peligrosas para la madre y el feto ya
que requieren hospitalización y altas dosis de fármacos.
El apoyo familiar y social en estas mujeres es importante para evitar las
recaídas.
Hay que valorar en cada mujer la interrupción o no del tratamiento antes del
embarazo, si éste se retira debe ser de forma lenta, también hay que avisar
a la mujer embarazada o que desee embarazo el riesgo que conlleva la toma
de litio y/o anticonvulsivantes, ya que tienen un alto poder teratógeno para el
feto y pueden ocasionar malformaciones fetales. La exposición prenatal al
litio durante el primer trimestre se asocia con un mayor riesgo de
enfermedad de Ebstein.
Se recomienda que, en mujeres con historia de Trastorno Bipolar, la decisión
de utilizar o no los estabilizadores de ánimo se haga luego de una evaluación
de riesgos y beneficios, considerando también factores como: número y
severidad de los episodios, nivel de insight, apoyo familiar y los deseos de la
persona. Es muy importante el monitoreo psicológico cuidadoso de los
síntomas durante el embarazo.

Esquizofrenia
La eficacia de los antipsicóticos atípicos y neurolépticos ha permitido en las
últimas décadas un aumento del índice de embarazos en mujeres con
esquizofrenia igualando así la tasa de fertilidad con la población en general.
En pacientes psicóticas crónicas los embarazos se consideran de alto riesgo
por las complicaciones obstétricas asociadas y por el peor desarrollo fetal
(malformaciones fetales, retraso del crecimiento, prematuridad, cesáreas,
etc.)
Antes de quedarse embarazada, la mujer que padece de esquizofrenia debe
plantearse las responsabilidades que conlleva porque, aunque el embarazo no
repercute negativamente en la enfermedad, sí que hay un mayor número de
recaídas en el postparto.
No se conoce bien cómo las drogas antipsicóticas influyen en el feto pero hay
que intentar bajar la dosis durante el embarazo para minimizar riesgos
de abortos espontáneos, malformaciones, retardo del crecimiento uterino,
síndrome de abstinencia, etc. El periodo de mayor riesgo para el feto son las
12 primeras semanas.

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