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INTRODUCCIÓN.
Hay otras manifestaciones del fraude en figuras penales ajenas al régimen de los delitos
contra la propiedad. Se trata en suma de aquellas conductas que también aparejan
despliegue de un engaño, aprovechamiento de determinadas circunstancias para
alcanzar un objetivo indigno. Tal es el caso del denominado fraude procesal, en que se
utiliza el proceso (un medio de solución pública de los conflictos, que el Estado pone al
alcance de todos los individuos por medio del servicio público de justicia) como vehículo
de injustas pretensiones.
En la práctica del litigio resulta muy común que abogados postulantes con tal de obtener
una sentencia favorable o un beneficio económico realicen diversos actos con el fin de
viciar la voluntad del juzgador; situación que acontece muy comúnmente en materia civil,
administrativa y del trabajo, razón suficiente para que el legislador en su labor preventiva
lo constituyera un delito al que le denominó FRAUDE PROCESAL, delito que castiga
las conductas tendientes a la “trapa” por así decirlo en que pueden ocurrir las partes en
una contienda judicial o los abogados de estas.
Adviértase que esta especie defraudadora, que corresponde a los delitos en contra de
la administración de la justicia, la cadena de falacias, engaños, artificios, vertidos como
actos jurídicos o alteraciones de probanzas, no se inicia con el proceso mismo: comienza
antes y acaso mucho antes, enderezando esos actos y alteraciones hacia el proceso, con
la idea de obtener, por sorpresa sobre el juzgador o aprovechamiento indebido de
ciertos principios procesales- así la verdad formal y las reglas de admisión y valoración
de pruebas-, una sentencia favorable. Así la mentira usurpa el lugar de la verdad legal
en la sentencia, que consagra dicha supuesta verdad legal con la fuerza de la cosa
juzgada.
El fraude procesal, se presentaba como el lobo cubierto con piel de oveja, es decir, bajo
una apariencia de legalidad, para obtener ventajas patrimoniales menos peligrosas, que
otras formas de defraudar.1
El autor español OLIVA GARCIA, sostiene que existen muchas definiciones del fraude
o estafa procesal. Este autor lo define como “aquellos artificios desplegados en un proceso
directamente encaminados a que el Juez por error dicte, una resolución injusta que
comporte un daño para alguna persona con el consiguiente lucro indebido para otra.” 2
A lo largo del presente trabajo se verán los elementos objetivos y subjetivos del delito,
con una singular profundización, por lo que para tal efecto, me permito insertar el
artículo 310 del Código Penal para el Distrito Federal;
ARTÍCULO 310. Al que para obtener un beneficio indebido para sí o para otro, simule
un acto jurídico, un acto o escrito judicial o altere elementos de prueba y los presente
en juicio, o realice cualquier otro acto tendiente a inducir a error a la autoridad
judicial o administrativa, con el fin de obtener sentencia, resolución o acto
administrativo contrario a la ley, se le impondrán de seis meses a seis años de prisión
y de cincuenta a doscientos cincuenta días multa. Si el beneficio es de carácter económico,
se impondrán las penas previstas para el delito de fraude.
Este delito se perseguirá por querella, salvo que la cuantía o monto exceda de cinco mil
veces el salario mínimo general vigente en el Distrito Federal, al momento de realizarse
el hecho.
El sujeto activo, es la persona física que ejecuta la conducta descrita en la ley penal, la
que vulnera el bien jurídico penalmente protegido, al trasgredir la prohibición o precepto
previsto en la ley penal. En otra forma similar, MARQUEZ PIÑERO señala que: sujeto
activo: “es toda persona humana que normativamente tiene la posibilidad de concretizar
el contenido semántico de los elementos descritos en el particular tipo penal”.3
El autor Raúl F. Cárdenas Rioseco dice que es un “tipo especial propio” porque si bien lo
puede cometer cualquier persona, esta debe realizarlo en un procedimiento judicial o
administrativo.4
Anteriormente el tipo de fraude procesal, tal y como ahora está regulado, no existía,
algunas de las conductas descritas en el delito de referencia, se encontraban contenidas
en el delito de fraude especifico y el bien jurídico tutelado era el patrimonio, pero el nuevo
Código Penal incorporó el delito de fraude procesal en el Titulo vigésimo primero, cuyo
titulo se denomina: “Delitos contra la procuración y administración de la justicia
cometido por particulares”, siendo que el cambio de ubicación de este nuevo tipo penal,
ha sido fundamental para determinar quien o quienes pueden ser objeto pasivo del delito
de fraude procesal, ya que dejo de ser un delito prioritariamente “patrimonial”, para ser
considerado como delito contra la procuración y administración de la justicia, por lo que
es laautoridad, o sistema de procuración de justicia el sujeto pasivo del
fraudeprocesal.
OBJETO MATERIAL
La doctrina considera que el objeto material es el ente corpóreo, sobre la cual recae la
conducta del sujeto pasivo que provoca la lesión o puesta en peligro del bien jurídico
protegido y la trasgresión a la norma jurídica, provocando por tanto el delito.
MALO CAMACHO, pone los siguientes ejemplos para entender lo anterior: “es el
cuerpo de la persona humana que recibe los golpes de puñal que originan su muerte; es la
persona humana que sufre en su cuerpo la lesión en el delito de lesiones; son las joyas
robadas, etcétera. Este concepto se distingue del bien jurídico que en los últimos ejemplos
corresponde a los bienes jurídicos “vida”, “integridad corporal” y “patrimonio”.5
El objeto material como ente corpóreo en el registro donde se guarda el proceso o fraude
procesal. Al respecto el autor antes citado opina que es donde recae la conducta del sujeto
activo, trasgrediendo la ley penal se traduce en: a) actos jurídicos, actos o escritos
judiciales simulados; b) los elementos de prueba alterados; c) los actos tendientes a
inducir a error a la autoridad judicial o administrativa.6
El bien jurídico para MALO CAMACHO es” el eje en torno al cual gira todo el orden
jurídico, con el fin de protegerlo y tutelarlo.”7 En virtud de que en el fraude procesal se
vulnera más de un bien jurídico el autor Raúl F. Cárdenas Rioseco señala que es de
carácter “pluriofensivo”, pone el acento en la procuración y administración de la justicia,
judicial o administrativa y también en segundo término el patrimonio.6
LA CONDUCTA
Todas las conductas anteriores tienen como común denominador, que pueden inducir
al error a la autoridad judicial o administrativa, con el fin de obtener sentencia,
resolución o acto administrativo contrario a la ley; también su realización puede ser
alternativa, ya que puede consumarse por cualquiera de las tres diversas conductas
antes referidas.
Las partes no quieren el negocio; quieren solamente hacerlo parecer y por eso emiten
una declaración disconforme con su voluntad, que predetermina la nulidad del acto
jurídico y al mismo tiempo, sirve para provocar una ilusión falaz de su existencia. Los
que simulan, pretenden que a los ojos de terceros aparezca formada una relación que,
en realidad, no debe existir, pero de la cual se quiere mostrar una exterioridad
engañadora mediante una declaración que carece de contenido volitivo.
El negocio simulado es el medio más frecuente y más terrible a que acuden los deudores
para hacerse insolventes en apariencia y escapar al cumplimiento de sus obligaciones.
Los ejemplos más comunes de simulación de acto jurídico son los del deudor que,
amenazado de una ejecución inminente, simula vender sus bienes a favor de terceras
personas que, secretamente están de acuerdo con él para figurar como adquirentes,
cuando en realidad, el enajenante fingido ha de conservar la propiedad de los bienes; o
bien simula la contratación de créditos, para que sus falsos acreedores se apoderen de
sus bienes, en perjuicio de sus acreedores auténticos. Los anteriores no son sino algunos
de los múltiples medios de los que se valen los deudores para burlar a sus acreedores.
El delito a estudio se consuma tan pronto como los activos, es decir, las partes en un
juicio, simulan un acto o escrito judicial “con perjuicio de otro o para obtener cualquier
beneficio indebido”. Basta pues con que procedan con ánimo de lucro, no es necesario
para la consumación del delito, que se cause, real y efectivamente un perjuicio
patrimonial. Estamos ante un delito de peligro.
Novena Época
Registro: 181959
Instancia: Primera Sala
Jurisprudencia
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
XIX, Marzo de 2004
Materia(s): Penal
Tesis: 1a./J. 66/2003
Página: 61
Tesis de jurisprudencia 66/2003. Aprobada por la Primera Sala de este Alto Tribunal, en
sesión de diecinueve de noviembre de dos mil tres.
De acuerdo con la anterior definición para efectos de este tipo penal, debe preguntarse
si se apreciará este delito considerando la prueba en sentido amplio, es decir, a todo el
conjunto de actos desarrollados por las partes con el objeto de lograr la obtención del
cercioramiento judicial, o bien, si el tipo se refiere solo a los medios o elementos de
prueba que se refieren en las legislaciones procesales: civil, penal, laboral,
administrativa, etc, como son por ejemplo, la confesión, la instrumental, pericial,
inspección judicial, testimonial, reconstrucción de hechos.
En ese sentido diversos autores señalan que esta ultima parte del artículo 310 del Código
Penal, viola el principio de taxatividad o determinación de la ley que se exige en la
redacción de las leyes penales, ya que cuando se emplean conceptos vagos, en los que
existe una indeterminación y vaguedad, se rompe con el principio de legalidad penal,
previsto en el artículo 14 Constitucional y Tratados internacionales suscritos por nuestro
país, según demostramos infra.
RESULTADO
La cuestión relativa a la clase de resultado que el fraude procesal presenta resulta muy
interesante. La postura más aceptada es la siguiente:
1.- Es un delito de resultado formal o de mera actividad. Para tener por consumado el
delito de fraude procesal no se requiere un resultado material, sino con que basta con
que se simule un acto jurídico, acto o escrito judicial, se alteren elementos de prueba y
se presenten a juicio o se realice cualquier otro acto tendiente a inducir al error a la
autoridad. No parecería razonable si se pensara que, así como se requiere una
simulación apreciable en el mundo exterior o la alteración concreta de elementos de
prueba, de la misma forma fuera necesaria esa mutación del mundo exterior, que es
palpable, por ejemplo, en un expediente judicial y, por lo tanto, se estaría ante un delito
de resultado material.
La anterior postura es la más aceptada, ya que simular y alterar como meras conductas
positivas del sujeto activo que pueden o no provocar una resolución errónea o contraria
a la ley de autoridad judicial o administrativa, lo cual sería en ciertos casos, el resultado
de las acciones, pero que, en definitiva, el tipo penal no requiere para su integración,
por lo que en ningún caso es dable hablar de un resultado material como elemento
objetivo de la figura típica de fraude procesal.
Como se ha clasificado a este delito, de acuerdo con su resultado, dentro del grupo de
delitos de mera actividad o de resultado formal, no puede influir en la definición del
momento o consumación del delito el contingente e innecesario resultado material
derivado de la conducta, porque es precisamente la ausencia de relevancia de ese
resultado material y los de mera actividad; aun cuando en la sentencia no hayan sido
tomados en cuenta los elementos de prueba alterados y aportados, o los actos jurídicos,
actos o escritos judiciales, o cualquier otro acto, tendremos que la conducta ya ha
consumado el delito en cuestión, sin importar de manera alguna si de facto la conducta
desencadenó en la actualización de la voluntad.12
Se insiste que la intención del legislador en este tipo penal fue la de proteger el buen
desarrollo de la administración de justicia; por lo que se exige que las actuaciones
derivadas del procedimiento judicial estén apegadas a las leyes y se resuelva a favor de
quien legalmente tiene la razón.
ELEMENTOS SUBJETIVOS
Los elementos subjetivos distan de los elementos objetivos en tanto que aquellos
(subjetivos) nunca son perceptibles: los sentidos no tienen la posibilidad de captarlos.
Un elemento es subjetivo en tanto que no se exteriorice, es decir, siempre y cuando se
trate de un factor interno del sujeto activo.
El dolo es consustancial al tipo de fraude procesal por lo que cada uno de los supuestos
de hecho típicos que contempla este deberá entenderse como realizado con conocimiento
y voluntad del desarrollo (formal). Es decir, en el delito de estudio de este trabajo el
elemento subjetivo es querer obtener sentencia, resolución o acto administrativo
contrario a la ley.
OSTEADO EL DOMINGO, OCTUBRE 27, 2013 // COMENTAR
El fraude se aplica a toda materia y que el acto tachado de fraude puede ser
objeto de una acción en nulidad.[2]_
Honorable Magistrada:
“El principio FRAUS OMNIA CORRUMPIT -el fraude lo corrompe todo-,
originario del derecho greco-romano, adoptada por nuestra legislación de
origen_ y, en consecuencia, por nuestra legislación, doctrina y
jurisprudencia constante, significa, que ella se aplica no sólo a un acto
aislado, sino a todos los actos y actuaciones que fueren consecuencia
inmediata del acto originario. La jurisprudencia francesa se ha encargado
de aclarar la aplicación de esta máxima por parte de los tribunales, al
establecer que los tribunales pueden fundar una inoponibilidad y sus
consecuencias sobre el principio general citado, que autoriza a los jueces a
declarar inoponible los efectos fraudulentos por causa ilícita o inmoral,
entre otras.
George Andrés López Hilario logró tener, como hemos dicho, ganancia de
causa asentando entre nosotros la jurisprudencia del referimiento
provisión, el cual ha comenzado a ser utilizado por muchos abogados en
ejercicio.
Fraude procesal
Se lo ha definido como "toda maniobra de las partes, de los terceros,
del juez o de sus auxiliares, que tienda a obtener o dictar
una sentencia con o sin valor de cosa juzgada, o la homologación
de un acuerdo procesal u otra resolución judicial, con fines ilícitos, o a
impedir su pronunciamiento o ejecución.
Fraude procesal
El concepto tradicional de fraude procesal se refiere a una conducta procesal dolosa, destinada a obtener
una decisión jurisdiccional en apariencia legal, pero que, en realidad, encierra un fin ilícito. Esta finalidad
dolosa implica una violación al principio de la buena fe procesal.- Peyrano lo define sosteniendo que "…
existe fraude procesal cuando media toda conducta activa u omisiva, unilateral o concentrada,
proveniente de los litigantes, de terceros, del oficio o de sus auxiliares, que produce el apartamiento
dañoso de un tramo del proceso o del proceso todo, de los fines asignados; (...)"
Sin perjuicio de lo dicho hasta aquí, actualmente se entiende que la revocación de la cosa juzgada
procede no sólo por existencia de fraude procesal, sino por la de un "entuerto", concepto éste más
inclusivo porque engloba tanto a las maquinaciones intencionales propias del fraude procesal como a toda
circunstancia, objetiva o subjetiva, dolosa o fortuita, que haya incidido para que la sentencia
con calidad de cosa juzgada no reflejara la verdadera voluntad del ordenamiento.- Resumiendo, para que
prospere una pretensión de nulidad de sentencia firme deben concurrir los siguientes requisitos: 1) mediar
una sentencia de mérito pasada en autoridad de cosa juzgada; 2) su dictado debe haber obedecido a la
interferencia de un "entuerto"; 3) debe invocarse, como en toda nulidad, un perjuicio; 4) el perjuicio que se
invoque debe tener relación de causalidad adecuada con la cosa juzgada que se pretende revisar; 5)
conforme los lineamientos básicos en materia de preclusión, el nulidicente debe haber agotado los
remedios legales dentro del proceso cuya sentencia pide anular. Al decir de Peyrano, en los últimos
tiempos ha triunfado un movimiento de moralización del proceso. Y este fenómeno "conlleva el colocar en
cabeza del sentenciador nuevas, y a veces ilimitadas, atribuciones ejercitables de oficio… implica cargar
sobre sus espaldadas una nueva responsabilidad: la de efectuar detenidos análisis del proceder de los
participantes en ella"[26]. Coincide Devís Echandía, para quien "el juez debe tener facultades oficiosas
para prevenir, investigar y sancionar" la mala fe y el fraude procesal.