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INSTITUTO DE ARTE
Lima – Perú
2014
Introducción
En esta ocasión analizaremos las obras La Danza del Molinero y el estudio N°5 de Giulio
Regondi respectivamente. Se utilizaron los ejercicios del libro segundo de Emilio Pujol
para obtener mayor velocidad en la mano izquierda y el cuaderno 4 de Abel Carlevaro
para los ligados.
Programa
Giulio Regondi
Los países relacionados con frecuencia al nacionalismo son: Rusia, Checoslovaquia, Polonia,
Hungría, Noruega, Finlandia, Suecia, Grecia, Ucrania, España, El Reino Unido en Europa,
Estados Unidos, México, Brasil, Argentina, Chile y Cuba en América. El primer y más
importante compositor latinoamericano en destacar en los círculos musicales de Europa fue el
brasileño Heitor Villa-Lobos.
Manuel de Falla
Nació el 23 de noviembre de 1876 en Cádiz, España. Compositor español junto con los
catalanes Isaac Albéniz y Enrique Granados, es el tercero de los nombres que conforman
la gran trilogía de la música nacionalista española. Fue también uno de los primeros
compositores de esta tradición que, cultivando un estilo tan inequívocamente español
como alejado del tópico, supo darse a conocer con éxito en toda Europa y América, y con
ello superó el aislamiento y la supeditación a otras tradiciones a que la música hispana
parecía condenada desde el siglo XVIII.
No fue un compositor prolífico, pero sus creaciones, todas ellas de un asombroso grado
de perfección, ocupan prácticamente un lugar de privilegio en el repertorio. Recibió sus
primeras lecciones musicales de su madre, una excelente pianista que, al advertir las
innegables dotes de su hijo, no dudó en confiarlo a mejores profesores. Tras trabajar la
armonía, el contrapunto y la composición en su ciudad natal con Alejandro Odero y
Enrique Broca, ingresó en el Conservatorio de Madrid, donde tuvo como maestros a José
Tragó y Felip Pedrell.
La influencia de este último sería decisiva en la conformación de su estética: fue él quien
le abrió las puertas al conocimiento de la música autóctona española, que tanta
importancia había de tener en la producción madura falliana. Tras algunas zarzuelas, hoy
perdidas u olvidadas, como Los amores de Inés, los años de estudio en la capital
española culminaron con la composición de la ópera La vida breve, que se hizo acreedora
del primer premio de un concurso convocado por la Real Academia de Bellas Artes de
San Fernando. Aunque las bases del concurso estipulaban que el trabajo ganador debía
representarse en el Teatro Real de Madrid, Falla hubo de esperar ocho años para dar a
conocer su partitura, y ello ni siquiera fue en Madrid sino en Niza.
Sin duda es la Danza del fuego la página más apreciada de El amor brujo, y una de las
más universales de la música española: se trata de una danza compuesta por tres
motivos de carácter rítmico, casi obsesivos, acorde con la escena de conjuro y
encantamiento que intenta evocar. El fragmento es una excelente muestra de la habilidad
de Falla para tratar los diferentes instrumentos de la orquesta, por ejemplo el piano, usado
de manera percusiva. Ello prueba la capacidad de Falla para crear una música
sumamente personal y, al mismo tiempo, universal, inspirándose en motivos o ritmos
populares andaluces.
La Fantasía bética fue compuesta en 1919 por encargo del virtuoso pianista polaco Arthur
Rubinstein. Obra con aires muy andaluces, derivados directamente del cante jondo, fue
paradójicamente rechazada durante bastante tiempo por el público y repudiada por los
intérpretes españoles. Rubinstein la estrenó en Nueva York en 1920.
Los últimos veinte años de su vida, el maestro los pasó trabajando en la que consideraba
había de ser la obra de su vida: la cantata escénica La Atlántida, sobre un poema del
poeta en lengua catalana Jacint Verdaguer, que le había obsesionado desde su infancia y
en el cual veía reflejadas todas sus preocupaciones filosóficas, religiosas y humanísticas.
El estallido de la guerra civil española lo obligó a buscar refugio en Argentina, donde le
sorprendería la muerte sin que hubiera podido culminar la obra. La tarea de finalizarla
según los esbozos dejados por el maestro correspondió a su discípulo Ernesto Halffter.
Es parte de una obra más grande, un ballet llamado El sombrero de tres picos fue
estrenado en Londres el 22 de julio de 1919 por los Ballets Rusos de Diaghilev,
Probablemente este sea el número más conocido del ballet. Diaghilev se lo solicitó a
Falla a última hora, deseoso de introducir algún número de fuerte sabor flamenco. Con
coreografía de Leonid Massine y decorados y figurines de Pablo Picasso. La acción de
este ballet cómico nos sitúa en una villa castellana del siglo XVIII, en la que la joven
esposa del molinero es acosada por el viejo corregidor local, quien se toca con un
tricornio como símbolo de poder. Para la música, Falla empleó material folclórico de
diversas regiones de España, y consiguió así el carácter popular que buscaba.
Tras el estreno del ballet, Falla compuso dos suites orquestales con el mismo título, la
Nº 1 y la Nº 2, que se suelen representar más que el propio ballet. En ellas, retiró algunos
fragmentos vocales y de transición que contenía la obra original.
Forma
A Compás N° 1 al N° 14
B Compás N° 15 al N° 66
C Compás N° 67 al N°90
A
B
Aquí encontramos un estilo más pesante, e incluso, brusco, a medida que va
desarrollándose la orquesta adquiere un aire agresivo, con más intervenciones de la
orquesta. Se presenta un motivo al comienzo y luego un segundo motivo para al final
juntarlos en una misma frase. La parte de tambora será
C
Aire Allegretto
Tonalidad La mayor
N° de compases 89
Compás 2/4
Forma
A Compás N° 1 al N° 32
B Compás N°33 al N° 55
C Compás N° 56 al N° 81
Coda Compás N° 82 al N° 89
A
B
C
Coda