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Fuego en la pradera
Serie Tumbleweed 2
L. J. Maas
2
Indice
Sinopsis
Créditos
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Biografía de la autora
Libros de la Serie
3
Sinopsis
E
n esta secuela de Fiebre Rodadora, la historia de Devlin Brown, una ex-
forajida, y Sarah Tolliver, la mujer de su corazón, continúa. Sarah y Devlin
deben convencer a los rancheros de los alrededores para que destruyan
las vallas de alambre que contienen a su ganado para así evitar cierta
calamidad. En medio de la hermosa y, en ocasiones, implacable tierra del
Territorio de Oklahoma, Sarah y Devlin comienzan una nueva vida. Aventura y
misticismo abundan mientras visitan el campamento Choctaw. Sarah debe
decidir si se someterá a los rituales del clan que le permitirán unirse a la ex
forajida en una ceremonia que unirá sus corazones para siempre. Cada mujer
debe someterse a una prueba de sus habilidades individualmente y al mismo
tiempo competir contra el tiempo para evitar que una premonición se
convierta en una realidad aterradora.
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Créditos
Traducido por K. D.
Revisado por mom1977
Diseño de documento y portada por Dardar
Editado por Xenite4Ever 2018
RENUNCIA: Todos los personajes que están en © Copyright Fotos MCA / Universal y Renaissance
son definitivamente similares a propósito, pero bueno, no tengo la intención de obtener un
beneficio! Todos los personajes originales que aparecen aquí: Devlin, Sarah, etc. Son
propiedad de Devlin@xenafan.com. Esta historia no puede ser vendida o utilizada con fines
de lucro de ninguna manera. Se pueden hacer copias para uso privado y apreciaría si se
incluyeran todos los avisos de derecho de autor y este descargo de responsabilidad. Si usted
tiene un sitio fanfic, por favor envíeme un correo electrónico si pone esto en su sitio (Sólo me
gusta llevar la cuenta).
Advertencia de violencia: Hay una cierta violencia (vamos, que es el viejo oeste y un Uber de
la princesa guerrera), pero nada más que PG13.
SEXO: No, no esta vez. (No sé, "¿tomar el asunto en sus propias manos", se considera sexo?)
Hay muchos dolores de cabeza, anhelo, fantasías, miradas bastante intensas, y un enorme e
increíble beso, ¡pero estoy haciendo esto a cappella! Si la idea de dos mujeres enamoradas
te molesta... bueno, como dijo Xena, ¡Vete a la mierda!"
ADVERTENCIA A MENORES DE EDAD: Hey, el Tribunal Supremo dijo en Reno v. Unión Americana
de Derechos Civiles (1997) que las leyes contra la disposición, en línea, ¡de ciertos materiales
“indecentes” disponibles para aquellos menores de 18 años eran inconstitucionales ...
búsquenlo! Además, esto es perfectamente "decente". J
OTRAS RENUNCIAS: 1) Está bien tengo que admitir que Adapté (libremente podría añadir) la
planta rodadora para esta historia de una película llamada "Connagher." ¡Es un gran western
y resulta que me encanta Katherine Ross y pienso que Sam Elliott es genial! He usado esta idea
sin el permiso o la intención de sacar provecho. 2) El término jinete, no es necesariamente un
término que encontrará en el diccionario. He acuñado la frase para esta historia, simplemente
porque detesto la distinción entre los sexos con los términos de vaquero y vaquera.
Sólo sé cómo se sienten acerca de mis historias a través de sus comentarios. Déjenme saber
lo que piensan de ellas, o lo que les gustaría ver en el futuro... homofóbicos no es necesario
que lo hagan, sin embargo. Estoy en: Devlin@xenafan.com
Ganador del premio Swollen Bud por la excelencia en la escritura de Fan Ficción.
5
Para CB con amor.
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Prologo
U
na vez más, los espíritus visitaron a Taano. No se sentía bien, teniendo esta
misma visión durante tanto tiempo. El viejo chamán apartó a un lado la
piel de ciervo ablandada que servía como manta. Taano no podía
recordar una temporada de cosecha que se congelara tan rápidamente. Se
levantó y añadió una pequeña cantidad de estiércol de búfalo, lo echó al
fuego que estaba en el centro de la Chuka (Tipi). Se calentó las manos y se las
frotó. Después de bajar su cuerpo para sentarse con las piernas cruzadas
delante del fuego, tomó un cuenco de madera. Dentro del plato liso y tallado
yacía su bahtushi ikhish. La pequeña bolsa contenía hierbas, raíces, y cualquier
cosa que la naturaleza proporcionara para preparar sus medicinas.
Él era Ankahito: su familia siempre había sido Ankahito, pero los clanes
originales se habían separado y viajado lejos, de modo que ahora había
muchos esparcidos por toda la tierra. Sería un largo viaje para un viejo
chamán, y Taano se preguntaba por qué los Espíritus llamarían a alguien tan
débil para una tarea tan ardua.
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El anciano preparó el bahtushi, tomando todos los artículos que pensó que
necesitaría para conversar con los espíritus a lo largo del camino. Miró hacia
el cielo, y luego consultó el pequeño dibujo que había creado en un pedazo
de cuero liso. La distancia era grande, al menos para sus viejos huesos. Le
tomaría hasta que la luna pasara muchas veces por el cielo, o hasta cuando
el Búfalo tuviera sus crías, si el tiempo lo acompañaba.
Taano nunca pensó cuestionar las imágenes que los Espíritus le dieron. El
mensaje que tenía para entregar era claro; a quien lo entregaría parecía más
incierto. Sólo había dos que eran lo suficientemente fuertes como para
entregarles la propuesta. No les dijo a los ancianos que los dos salvadores de
la tierra serían mujeres. Los hombres y su orgullo. Sacudió la cabeza. Había visto
muchas cosas y conocido muchas mujeres poderosas en su juventud. Era
demasiado viejo para empezar a cuestionar los caminos de los espíritus ahora.
Los espíritus le dijeron que buscara a las dos en la zona por encima de las
llanuras. Una de las mujeres era un guerrero poderoso, la otra una poderosa
curandera. “Han pasado muchos años desde que me encontré con una
curandera”, Taano reflexionó. Se acordó de la madre de su clan cuando era
pequeño, que era parte sanadora, parte curandera.
Las conocerás por su contraste; Así como el sol no puede existir sin la luna, con
estas dos es lo mismo. Ellas son el verano y el invierno, la luz y la oscuridad,
dureza y suavidad. Su contraste es un enigma para el hombre, porque una no
es completamente dura, ni la otra totalmente suave. Cuando una está en la
luz y la otra está en la oscuridad, tienen el poder para convertirse en lo
contrario. A primera vista verás el halcón, que se abalanza para arrebatar a
los peces pequeños de la seguridad del agua para su propia comida, pero
hay que mirar más allá de la vista de los hombres. Debes ver al pez pequeño,
que voluntariamente da todo de sí para nutrir al halcón agradecido.
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Parte 1
U
na fría ráfaga de viento otoñal se arremolinó en torno a las dos mujeres
de pie en la cresta de la colina. Sarah Tolliver se apoyó en el alto cuerpo
de Devlin Brown en busca de calor. El tiempo no parecía afectar a
Devlin. Rápidamente se quitó el manto recién lavado y lo envolvió alrededor
de la pequeña figura de Sarah.
—¿Quieres quedarte un poco más? —preguntó Devlin.
Sarah sacudió la cabeza, girando los ojos llenos de lágrimas hacia arriba.
Art Winston había sido asesinado dos semanas antes. Un ganadero sin
escrúpulos pensó que podría adquirir los terrenos del anciano, así como el
rancho de Sarah. Devlin y Sara habían trabajado juntas para frustrar el plan.
Sarah le sonrió, dándose cuenta de que esa declaración era lo más cercano
que Devlin estaría de expresar sus emociones por Art. Sarah recordaba el
tiempo que le había llevado a Devlin expresar sus sentimientos por ella. Su
sonrisa creció.
Sarah sacudió la cabeza en respuesta, con los ojos llenos de lágrimas, pero de
un tipo diferente.
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—Mejor —Sarah sonrió de vuelta—, porque yo no creo que nunca me canse
de decirlo.
El sonido fue de pura frustración, y Sarah se asombró una vez más por su alta
compañera. Apenas podía creer que ella sola pudiera complacer y angustiar
a Devlin con un simple beso. Se preguntó si Devlin sentía lo mismo que ella en
ese momento. Si ese fuera el caso, entonces Sarah entendía bien la necesidad
de gemir de Devlin.
Habían pasado casi dos semanas desde que Devlin le dio un beso a Sara en
el centro de la ciudad y proclamara su amor. Hicieron una serie de
suposiciones sobre su futuro juntas, pero no habían tenido un momento para
hablar de lo que sucedería o lo que deseaban que sucediera. Sólo sabían que
su futuro sería uno solo y que todo lo demás iba a salir con el tiempo.
El problema con esta teoría, desde el punto de vista de Sarah, era que su
cuerpo le estaba diciendo que el tiempo se había acabado. Por supuesto, no
ayudó que, desde el día que Devlin besó a Sarah, su vida y su hogar habían
estado en un constante estado de agitación. Mattie y sus hijos alargaron su
estancia para ayudar después de la muerte de Art, pero ahora había dos
ranchos que cuidar, Sarah y Devlin se distribuían el trabajo. Por la noche, todo
lo que podían hacer era sentarse en el sofá y abrazarse, tratando de
permanecer despiertas hasta que se pusiera el sol.
—Será mejor que nos pongamos en marcha, estamos perdiendo la luz del día
— dijo Devlin con voz ronca, aclarándose la garganta para eliminar los sonidos
de la pasión y la necesidad. Ahora no es el momento, y menos en medio de
la pradera.
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el suave césped y ocasionalmente sacudían sus cabezas. Sarah se volvió antes
de que Devlin pudiera ayudarla a subir a la silla.
—Sí, Sachu-kash. —El dorso de los dedos de Devlin rozó la mejilla de Sarah—.
Ya habrá tiempo para nosotras. Pronto, lo prometo, y va a ser maravilloso. —
Devlin le susurró esto último a Sarah, viendo como su cara se sonrojaba
nuevamente.
Las lágrimas empañaban los ojos de Sarah, cada vez que Devlin la llamaba
así. En el lenguaje del clan, significaba “mi corazón.” Sarah recompensó a
Devlin con una sonrisa tímida.
—Sí, Sachu-kash. —Rió Devlin—. Pero es porque me gusta el color rosa en tus
mejillas.
Sarah se volvió hacia Devlin. Devlin sabía que estaba en problemas por la
mirada de determinación en los ojos de Sarah. Sarah pasó los brazos alrededor
de la cintura de Devlin, tirando de sus cuerpos muy juntos.
—Te gusta sonrojarme, ¿verdad? —preguntó Sarah con una maliciosa sonrisa
y brillo en los ojos.
Sarah sabía que había ganado cuando vio la sonrisa arrogante desaparecer
de la cara de su amante, y Devlin tragó saliva.
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Devlin agarró el dedo burlón y besó bruscamente los labios de su amante.
Devlin disfrutaba de las bromas lúdicas. Era algo nuevo en su vida. Sarah no
era una mujer que entregara a cualquiera lo mejor de ella y a Devlin le
gustaba eso. Devlin recordó cómo se sentía el cuerpo de Sarah contra el suyo
y se preguntó cuánto tiempo podría seguir controlándose a sí misma.
Devlin y Sarah entraron en la casa del rancho a tiempo para ver a William
Hennessy estrechando la mano de Madeline, la hermana mayor de Sarah.
—Lamentamos llegar tan tarde, Mattie. Sr. Hennessy, no pensé que vendría
hoy.
Sarah era genial, pero era muy respetuosa con los hombres de negocio de la
ciudad. Mientras que los restantes miembros de la Asociación de Ganaderos
hicieron todo lo posible para ofrecer sus condolencias por la pérdida de su tío,
Sarah no podía olvidar que ellos no hicieron nada para detener los terribles
acontecimientos que ocurrieron. Hennessy era un viejo amigo de su tío, lo
sabía. Nunca tuvo tiempo para conocer al irlandés que era dueño de la
caballeriza en la ciudad y único abogado entre su pequeña ciudad y Kansas
City.
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Una vez que estuvieron en la habitación, Sarah hizo un gesto a Hennessy,
indicando al abogado que hiciera uso del escritorio de roble de su tío. Ella y
Mattie se sentaron en un par de sillas de cuero mullidos. Devlin cerró las puertas
dobles de la sala y se puso unos pasos detrás de Sarah.
Devlin no estaba segura de qué hacer, pero una vez que Sarah le ofreció la
mano, sonrió levemente y la tomó.
—Sé que no hemos hablado de esto Dev, pero es algo que me parece
importante de hablar.
Devlin le apretó la mano. Esa acción y una comunicación tácita que pasó
entre las dos mujeres, fue la respuesta de Devlin.
—Confío en que pueda encargarse del papeleo. —Su consulta era más una
afirmación que otra cosa y dejó pocas dudas sobre quién estaba al mando
de esta reunión.
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—Um, bueno, sí, por supuesto, señora Tolliver —Hennessy tartamudeó,
haciendo una pausa para mirar a las dos mujeres en cuestión. Finalmente, al
fijar su mirada en sus dedos entrelazados, lo vio claro—. Bueno, vamos a
empezar, ¿de acuerdo? —preguntó como una formalidad.
—Buen Señor, yo ni siquiera sabía que el tío Art me tuviera en cuenta. —Mattie
miró al abogado y a su hermana—. ¿En qué parte del mundo consiguió tal
cantidad de dinero?
—Art era un astuto hombre de negocios. Tratar con vacas no era lo único en
lo que se concentró —dijo Hennessy.
Sarah abrió la boca para negarse, pero fue interrumpida por Hennessy.
—No tenía ni idea de que el tío Art guardara tanto dinero. Pero, cada centavo
será muy útil para administrar este lugar. Tengo cuatrocientos acres y tío Art
casi mil.
—¡Oh, hay mucho más que eso, señora Tolliver! Como ya he dicho, Art era un
gran hombre de negocios. Comenzó a comprar tierras en cuanto se
estableció aquí, cuando usted era una niña. Es dueño de casi cada acre de
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tierra que rodea el río Arkansas. Cada ganadero durante cien millas a la
redonda paga a Art derechos de agua —dijo Hennessy.
—¿La gente le paga por el agua que ofrece la naturaleza? —preguntó Sarah
con asombro.
Devlin había estado en silencio todo este tiempo, pero ahora sonrió a Sarah.
Era la manera del clan de compartir todos los dones de la Madre Tierra. Pagar
a alguien por el agua que fluía libremente en el río parecía tan ridículo e injusto
como tener que pagar por aire para respirar. Devlin se dio cuenta de que la
naturaleza de Sarah era tan parecida a la del clan que parecía como si ellos
la hubieran criado.
—Bueno, no sé qué decir —dijo Sarah—. No tenía ni idea que tío Art... Es decir,
sólo pensé que criaba ganado. —Miró de una cara a otra.
—Lo siento, señor Hennessy. Estoy un poco sorprendida por esta noticia.
—Bueno, no la culpo, jovencita, pero debe saber que una vez fui compañero
de cabalgada de Art. Cuando era un hombre mucho más joven, por
supuesto— Sonrió—. Art, yo y algunos viejos amigos que hace tiempo que han
partido hacia el creador, prácticamente construimos esta ciudad. Supongo
que con un pueblo viene el progreso, y trae a hombres como Montgomery. Él
fue la excepción, señora Tolliver, no la regla. Puede que tengamos nuestros
años y no siempre seremos capaces de pelear tanto como lo hicimos en
nuestros días de juventud, pero todavía hay algunos de nosotros que
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amábamos y respetábamos a su tío. Todo lo que tiene que hacer es llamarnos,
y tendrá algunos amigos por aquí. Podemos tener un poco de nieve en
nosotros —se pasó una mano por el pelo gris ondulado—, pero no deje que
eso la engañe, aún podemos pelear.
Sarah firmó papel tras papel hasta que Hennessy declaró que el asunto del
testamento de Arthur Winston había concluido. Le dio la mano, y luego se
dirigió al aparejo Surrey enganchado en la parte delantera de la casa. Saludó
con la mano mientras soltaba las riendas y apartaba al caballo.
—¡Dev! —Un jinete de cabello canoso se acercó al porche, hizo una señal a
Sarah, luego se retiró apresuradamente el sombrero—. Las noches se están
volviendo bastante frías por ahí fuera. ¿Qué es lo que quieres hacer con todos
los terneros tardíos de la manada de la colina norte?
—No me preguntes. Es para ella para quien trabajas —dijo señalando con el
pulgar en dirección de Sarah.
Sarah hizo una pausa y sonrió al hombre, que movió los pies con nerviosismo y
se rascó la barba de una semana.
—No quiero saber cómo consiguió ese apodo, ¿verdad Sr. Porter?
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—No lo tenga en cuenta, señora.
—Sí, lo hice.
Devlin no tenía la intención de humillar a Sarah, pero ella quería que los
hombres en el rancho supieran que Sarah sabía tanto del ganado y de cómo
manejar un rancho como cualquier hombre en el lugar. Cuanto antes llegaran
a conocer su ética de trabajo duro y aprendieran a respetarla como
ganadera, mejor para todos.
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Parte 2
D
evlin se quitó la mayor parte del lodo que traía del pelo y la ropa en el
abrevadero exterior. Le había tocado a ella y a otros cuatro jinetes
arrear a una vaca y su ternero desde el pantano Spring. Ahora el barro,
que se secaba rápidamente, la cubría de pies a cabeza. Se quitó la camisa
de algodón, pero el barro había calado hasta la camiseta. Después de
quitarse las botas, entró en la casa a través de la cocina y se dirigió a los
escalones, hasta el segundo piso. Sus ropas limpias estaban en la habitación
de Sarah, pero no la había visto en toda la tarde, por lo que Devlin se las tuvo
que arreglar sola para encontrar un traje limpio.
Cuando Devlin llegó al rellano del segundo piso, Mattie salió de la habitación
de Sarah, cerrando la puerta detrás de ella. Tenía una prenda de vestir
colgada sobre un brazo y se rió cuando vio acercarse a Devlin.
—Das miedo.
—Dev, esta es tu casa, ¿recuerdas? No tienes que pedir perdón a nadie. Una
de las chicas en la cocina te vio entrar. Hay un baño de vapor caliente listo
para ti en la otra habitación. —Mattie indicó el dormitorio de Sarah—. Sólo
deja caer esas ropas lodosas en un montón en el suelo. Puedes usar esto si eres
demasiado tímida. —Le pasó lo que resultó ser una bata a Devlin—. Voy a ver
si consigo que tengas un poco de privacidad, al menos por un rato.
Devlin entró en el cuarto de baño del gran dormitorio que pertenecía a Sarah.
Era difícil pensar en él como su habitación, ya que Devlin y Sarah aún no
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habían pasado la noche juntas allí. Es decir, no habían hecho otra que no
fuera dormir. Podía sentir las emociones de Sarah cuando ella le daba un beso
de buenas noches y la abrazaba. Algunas noches, le costaba toda su fuerza
de voluntad el no dejar que su libido tomara el control de sus acciones. Devlin
quería que el aspecto físico de su relación fuera tan perfecto como creía que
era el espiritual. No quería hacer el amor con Sarah por primera vez en un
cuarto donde los que las rodeaban podían escuchar cada sonido que hacían.
Devlin pasó al cuarto de baño, prometiéndose que sería pronto.
La casa del rancho no tenía una plomería completa como el hotel que Devlin
había visitado una vez en Chicago, pero el baño separado era grande y tenía
su propia estufa de leña. Se acordó de la lujosa habitación del hotel, una suite
la llamaron. Tenía un sistema de agua que no sólo traía agua fresca, sino que
también se llevaba el agua sucia. La casa de Art era más elegante en
comparación con la cabaña de dos habitaciones de Sarah, donde tenían
que llevar agua en un cubo cada vez. Aquí, tenían una bomba que llevaba
agua desde un pozo al cuarto de baño directamente.
Devlin terminó su baño y se vistió con la ropa limpia que Mattie le había
proporcionado. Se acercó a la cocina y se le hizo agua la boca con los
deliciosos aromas procedentes de la estufa y la chimenea. Se dio cuenta de
que no había comido nada todavía. Después de tomar una taza de café,
Sarah y ella montaron para inspeccionar la tierra y habían terminado en el
lugar donde enterraron a Art Winston.
—No la he visto desde hace rato. —Trató de recordar dónde vio a Sarah la
última vez, y una maliciosa sonrisa tiró de las comisuras de sus labios. La última
vez que habló con Sarah, había recibido el impacto de su vida. Mattie sacudió
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la cabeza—. No puedo creer lo tonta que soy a veces. Puede que tenga una
idea de dónde está, Dev, ¿por qué?
—Gracias —dijo Devlin y ofreció una sonrisa fácil. Ella saltó del escalón más
alto del porche y se dirigió al establo detrás del corral de caballos.
Sarah yacía en los fardos de heno limpio que cubrían el desván ventilado del
granero principal. Cruzó las manos bajo la cabeza como si estuviera
preparándose para echarse una siesta. Se había colado en el desván cuando
estuvo segura de que los niños estaban jugando fuera y Devlin había salido al
campo de tiro. Sonrió al imaginar a Devlin en su mente. El estómago le dio un
vuelco y empujó cualquier otra imagen de su cabeza que no involucrara a
Devlin.
Había pasado un largo tiempo desde que Sarah se dio el lujo de esconderse
de sus problemas. Aunque esto, realmente, no es lo que la mayoría de la gente
llamaría un problema, ¿verdad? Más dinero y poder de lo que podría
imaginar. Esos dos lujos garantizarían su permanencia en el territorio para el
resto de su vida, no más pequeñeces o mendigar. Ahora que Sarah tenía estas
cosas, no estaba segura de que las quisiera. De repente, su agradable, vida
fácil se había complicado más allá de la razón. ¿Es este el tipo de vida que
realmente quiero? ¿Dev quiere esto? ¡Por Dios, ni siquiera hemos hablado de
nosotros cuatro juntos, y mucho menos de lo que vamos a hacer con todo
esto!
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orilla. Sarah odiaba la debilidad dentro de sí misma. Desde que era una niña,
había sufrido de ataques de náuseas y mareos cuando se encontraba a
cualquier altura. Oyó crujir la madera por la escalera que conducía a la
buhardilla. Esperó, pero nadie apareció. El corazón le latía en sus oídos. Se
acordó de que no había pasado mucho tiempo desde que Dale Karsten
había secuestrado a su hija. John Montgomery había contratado al hombre,
pero gracias a Devlin, el proscrito conoció un final prematuro.
Sarah se arrastró en silencio hasta el borde de la buhardilla. Una vez que estuvo
dentro a unos pocos pies, se inclinó todo lo que pudo, pero aún no vio a nadie.
Su posición le impedía ver la parte baja de la escalera, sólo veía la mitad del
suelo del establo. Se acercó más, esperando que no fuera una de las grandes
ratas o zarigüeyas que ocasionalmente anidaban en los graneros. Tenía miedo
de que, si se inclinaba más, pudiese estar al alcance de algo o alguien que
tratara de atacarla. La curiosidad ganó y Sarah cautelosamente asomó la
cabeza por la escalera, luchando contra el mareo que amenazaba con
dominarla.
Devlin asomó la cabeza por encima del borde de la buhardilla, con una gran
sonrisa en su rostro.
—Hola.
—¡Hija de puta!
—De ti. Nunca te había oído hablar así antes. —Devlin continuó riéndose
mientras se introducía en el desván.
—Lo siento, pero deberías haberte visto cara. —Devlin no pudo mantener la
sonrisa de su rostro.
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—Lo siento, Sachu-kash, no debí haberme reído de ti —Devlin se apoyó en un
fardo de heno y tiró de Sarah hasta su regazo—. Dime, ¿qué puedo hacer
para compensártelo? —preguntó en un susurro, a milímetros de distancia de
la cara de Sarah.
Sarah sonrió con timidez, con una mirada que nunca usó antes de Devlin.
—¡Oh!, tal vez, ¿eh? —preguntó Dev. Sarah asintió y Devlin comenzó a cerrar
la brecha entre ambas, pero se retiró en el último momento—. Espera un
segundo. ¿No vas a pellizcarme o abofetearme cuando cierre los ojos para
besarte, ¿verdad? —arqueó una ceja con recelo.
—Creo que voy a correr el riesgo. —Devlin se inclinó para darle un tierno beso.
—Una vez que empecé a preocuparme, Mattie me dio una pista. Dijo que
solías esconderte en el granero cuando eras una niña y la vida comenzaba a
agobiarte un poco.
—Lo siento, Dev. Debí haber dejado que supieras dónde estaba. No quise
preocuparte.
—¿Estás bien con todo esto? Estás recibiendo mucho más de lo que esperabas
conmigo.
Devlin sonrió a Sarah. Nunca antes se había sentido tan cómoda con otro ser
humano. Siempre había preferido su propia compañía a la de otros. Las cosas
eran diferentes ahora y podía sentirlo en su corazón. Las cosas que le
preocupaba previamente parecían sin importancia ahora. Sólo estaba Sarah,
Devlin, y su nueva familia. Familia.
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Ciertamente era una palabra desalentadora, pero Devlin había enfrentado
un desafío tras otro en su vida. Se negó a retractarse de ninguno de ellos. ¿Se
levantaría para cumplir con éste con el mismo vigor? Devlin sabía en su
corazón que lo haría. Habría momentos difíciles por delante para todos ellos,
pero se dio cuenta de que lo que haría la diferencia sería: El amor que
compartían, les daría un tipo diferente de fuerza, una que lograrían enfrentar
la alegría, así como la adversidad que la vida pudiese mostrarles.
—Creo que estoy de acuerdo con esto —se rió—. Eso por sí solo debería
asustarme. No voy a decirte que no estoy aterrada o que lo haré bien, pero
voy a decirte algo que es seguro. Me tienes, Sarah Tolliver. Me atrapaste por
una larga temporada, y por primera vez en mi vida, esto no me molesta. No
escucho el viento susurrando mi nombre y diciéndome que algo mejor me
espera en la próxima colina. Lo que veo y lo que quiero está aquí en mis
brazos.
Sarah miró la cara de la mujer que amaba con todo su corazón. Tenía la
sensación de que su vida sería una revelación tras otra. Devlin podría ser una
mujer dura, capaz de tomar la vida de un hombre en un abrir y cerrar de ojos,
pero también podía ser tierna e indulgente. Sarah miró a los ojos azules.
Devlin cerró la distancia que faltaba para un beso, a través del cual trató de
transmitir la profundidad de su amor. Las manos de Sarah se entrelazaron
alrededor del cuello de Devlin y las dos mujeres se inclinaron de nuevo en un
montículo de heno seco. El cuerpo más pequeño tumbado encima del suyo
era como el cielo para Devlin. Sus manos rodearon una cintura delgada y se
acercaron aún más sus cuerpos. Sus besos se hicieron más profundos, más
ásperos, y sus respiraciones se incrementaron junto con los latidos del corazón.
Sarah apretó su cuerpo con más fuerza contra la figura delgada debajo de
ella, provocando un nuevo gemido de Devlin. A Sarah le encantaba la forma
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en que el sonido hacía sentir su cuerpo. Audazmente desabrochó los dos
primeros botones en la camisa de Devlin. Sarah besó la piel oscura, y la punta
de la lengua probó la carne expuesta. Se estremeció ante la forma en que el
sabor salado se demoró en su lengua y se preguntó cómo sería cada parte
del cuerpo de Devlin.
Sarah tenía una buena idea de las formas en que dos mujeres podían disfrutar
juntas. No se consideraba una tonta completa. Sabía que implicaría tocar y
acariciar. Simplemente pensar en las pocas veces que se había dado placer
a sí misma la hizo detenerse y volver a evaluar la situación. ¿Podría obligarse a
tocar a Devlin de la forma que quería desesperadamente que Devlin la
tocara? Siempre que dejaba que su propia mano se ocupara de sus
necesidades, terminaba atormentada por la culpa. Una imagen del viejo
predicador portando la Biblia llenaba su mente. Golpeaba el púlpito y decía
que, si se sentía bien, era probablemente incorrecto. Sarah estaba muy lejos
de ese predicador de Kentucky ahora, pero algunas lecciones eran difíciles
de olvidar.
¡Demonios, mujer! Si sigues besándome así, voy a perder el poco control que
me queda, pensó Devlin. ¿Realmente no sabe lo que está haciéndome?
Quiero que nuestra primera vez sea perfecta, Sarah, pero te estas acercando
peligrosamente a algo que no quiero parar.
Sarah mordisqueó la piel en el cuello de Devlin y fue suficiente para que Devlin
cruzara la línea de la emoción que había estado pisando. Devlin rodó,
llevando a la otra mujer con ella, hasta que su cuerpo cubrió a Sarah. Devlin
se detuvo el tiempo suficiente para mirar a los ojos verdes que le devolvieron
la mirada, el deseo era evidente en la mirada. Parecía que un acuerdo tácito
se alcanzó entre las dos antes de que Devlin tomara los labios de Sarah en un
beso que la hizo gemir de satisfacción.
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Devlin casi inconscientemente deslizó la mano por el cuerpo de Sarah,
dejándola descansar contra un pecho lleno. Acarició un pezón endurecido a
través de la tela de algodón mientras gemidos de placer escapaban de la
garganta de Sarah. Devlin apretó la carne bajo su mano, sus propias caderas
presionaban el cuerpo que tenía debajo.
—¿Mamá?
—Um, sí. ¿Por qué? —Sarah dio una palmada en el estómago de Devlin,
mientras ella continuaba riendo.
—Tía Mattie dice que es hora de la cena. Me ha dicho que, si Dev estaba aquí
también, os dijera que pueden seguir con lo que estuvieran haciendo después
de la cena.
—Ya vamos. —Su cara se puso de un tono rojo aún más brillante cuando se
dio cuenta de su elección de palabras.
Sarah golpeó a Devlin en el estómago una vez más y las dos bajaron del pajar.
Antes de salir del establo, Devlin llevó a Sarah de nuevo al interior para otro
beso, y luego la soltó.
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Parte 3
S
arah señaló la silla de la cabecera de la mesa, pero Devlin no se sentía
cómoda sentada en ese lugar todavía. Devlin acercó la silla para Sarah
en su lugar. Sarah reconoció la incomodidad de Devlin y se sentó con
gracia. Devlin dio un suspiro de alivio y se sentó a la derecha de Sarah mientras
Sarah situaba a Hannah a su izquierda. Mattie se sentó en el otro extremo de
la mesa justo cuando los niños llegaron corriendo, sin aliento por montar a
caballo.
Matt retiró los elementos ofensivos, y Devlin actuó como si no hubiera dicho
una palabra. Sarah sonrió a los esfuerzos de su hijo por ser cortes. Se había
preocupado por Matt. Se preguntaba si aprendería todo lo que debería, sobre
todo con su padre fallecido y ninguna influencia masculina en su vida. Se dio
cuenta de que sus preocupaciones eran innecesarias; a pesar de que Devlin
podía ser muy dura, había ternura y gentileza en ella. Sarah sintió la confianza
de que Matt iba a aprender todo lo que necesitaba.
Cuando los niños se callaron, Sarah elevó una oración en agradecimiento por
su comida. No era una mujer que orara, Devlin se sintió incómoda la primera
vez que esto sucedió. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, se dio
cuenta de que Sarah no sonaba para nada como los predicadores del
circuito de fuego y azufre con quienes Devlin se había topado. Sarah dio
gracias por la familia, su bienestar, y la comida. Siempre decía la oración en
ese orden.
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Una vez que comenzó la comida, el comedor se llenó de conversación y risas.
Sarah tenía un ingenio seco y rápido en eso. Mattie era más o menos igual. Se
tomaban fácilmente el pelo y entretenían a los niños con historias de cuando
eran niñas en Kentucky.
—Así que vosotras deberíais tener algún tipo de luna de miel —dijo Mattie.
Miró a Devlin en busca de ayuda, pero Devlin había tomado ese particular
momento para encontrar algo fascinante en su plato. Devlin tenía la cabeza
inclinada sobre su comida, su cabello oscuro caía sobre los ojos.
—Mira, habéis pasado por mucho este último año. No estoy diciendo que
hagan un viaje a Nueva York, solo una escapada —dijo Mattie—. Sarah, sigues
diciendo que tienes que traer una carreta a la granja con tus cosas personales.
Bueno, ¿por qué Dev y tú no pasan algún tiempo allí mientras todavía estoy
aquí para cuidar de los niños?
Devlin observó lo que parecía ser una mini-guerra que se libraba en el cerebro
de Sarah. Podía ver el juego de las emociones por la expresión de su cara.
Devlin sabía lo que quería, pero no iba a presionar a Sarah.
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Devlin casi se atragantó con su comida. No había esperado que Sarah
estuviera de acuerdo y sin siquiera pensarlo demasiado.
Mattie miró a las dos adultas al otro extremo de la mesa y les lanzó una
pequeña sonrisa, de triunfo. A pesar de que parecían avergonzadas, Devlin y
Sara tenían una expresión de anticipación y alivio. Si, Mattie conocía a su
hermana, como lo pensaba, Sarah era probablemente tan reticente a revelar
sus sentimientos como Devlin. Mattie siguió comiendo, feliz por el hecho de
que pudo ayudar en una pequeña parte al llevar a estos obstinados caballos
al abrevadero para beber.
***
—No lo haré, cariño. Ahora te comportaras bien con tu tía Mattie ¿Sí? Matt,
cuida de tu hermana —dijo Sarah.
—Sí, señora —Matt besó la mejilla de su madre. Mattew era el hijo mayor de
Sarah. Cumpliría trece ese año, pero Sarah seguía siendo una o dos pulgadas
más altas.
—Échale un ojo a todo, muchacho. Hablé con Hank, y me dijo que podrías
montar con él un rato al día si quieres. Puedes aprender mucho de un jinete
como él.
La sonrisa del niño era de una milla de ancho, y Devlin no pudo resistir sonreír
a cambio. Tiró del ala del sombrero hacia sus ojos y rió. Devlin se puso de pie
junto a Hannah. La niña extendió sus manos y saltó varias veces.
29
—¡Quiero darte un beso, también, Dev!
—¡Está bien! —Hannah sonrió mientras Devlin le dio un abrazo más y la devolvió
al suelo.
30
conseguiré mejorar en este tema, pero planeo intentarlo. —Devlin mantuvo la
mirada en el horizonte mientras hablaba. Estaba demasiado nerviosa para ver
cuál podría ser la reacción de Sarah—. Me he pasado toda la vida buscando
algo, el tipo de cosas que pensé estaban destinadas sólo para otras personas.
Ahora parece que he encontrado algo que es condenadamente casi
perfecto. Puede que sea solamente un jinete con un poco de suerte, pero no
soy tan estúpida como para encontrar lo que siempre he querido y dejarlo ir.
Esto es para mí, y no me refiero sólo por un verano o dos o hasta que se ponga
demasiado difícil. Esto es lo que quiero para el resto de mi vida. A ti es lo que
quiero para el resto de mi vida.
—¿Cómo es que sigues diciendo que no eres de mucho hablar, cuando cada
vez que abres la boca, haces que me enamore un poco más?
Devlin se rió entre dientes, pero sintió un toque de celos en la voz de Sarah.
Nunca dejaría de sorprenderle que de alguna manera Sarah pensara en ella
como un buen partido. Devlin se inclinó y le dio un ligero beso en la mejilla a
la sorprendida mujer.
—Eso era antes, querida, porque de ahora en adelante, sólo pienso entretener
a una sola mujer con mi encanto.
Devlin le explicó que la marca era para otras tribus indias de la región. Era una
advertencia tácita de que esta Chuka o vivienda, y todos sus habitantes
estaban bajo la protección del clan Thunderbird. Devlin sentía que podía
dormir mejor por la noche, sabiendo que su gente velaba por su familia.
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Sarah limpió y aireo la cabaña. Devlin, mientras tanto, colocaba en el granero
los suministros que llevarían con ellas, elementos que podrían ser almacenados
en el rancho, y equipos tales como arneses y tachuelas variadas que podía
enviar a alguien para recuperar más tarde. Un sonido fuerte llevó a las dos
mujeres fuera.
Una vaca grande se movía lentamente en contra de la cerca, y los ruidos que
hacía se hicieron más fuerte una vez que vio a Sarah.
Devlin se movió con más cautela hacia la vaca de cuernos largos. Tenía una
historia con este animal. Era tan grande como un búfalo y Devlin bromeaba
con Sarah sobre el animal al decirle que era un fenómeno de la naturaleza.
Era tan dócil como un cordero recién nacido en torno a Sarah, pero en cuanto
a Devlin, la vaca le tenía manía. En el corto tiempo que Devlin había trabajado
en la casa de Sarah, tuvo que sacar a Anabelle de más situaciones que a otros
animales. Devlin mencionó más de una vez que la vaca sería pasto de las
llamas de una barbacoa, sólo para recibir una mirada de desaprobación por
parte de Sarah.
Devlin se dio cuenta de que la vaca era aún más grande de lo habitual, ya
que estaba a punto de parir en cualquier momento. Anabelle, por instinto,
había llegado al lugar más seguro en el que pudo pensar; el hogar.
Devlin había asignado a unos jinetes la tarea de conducir a los pocos cientos
cabezas de ganado de este rancho, donde Sarah había vivido antes de la
muerte de su tío, al rancho Winston. La combinación de las manadas hizo más
fácil para los jinetes el cuidado de los pastizales y el ganado. Hubo un gran
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número de extraviados que se escaparon escondiéndose en las colinas, pero
Devlin tenían la costumbre de enviar un par de jinetes cada pocos días para
atrapar a las rezagadas. Varias de las vagabundas eran vacas que se
preparan para parir. Estos animales solían separarse todo lo posible del resto
de la manada, escondiéndose entre las rocas donde había menos
posibilidades de ser descubiertas por los depredadores.
—Esto no es bueno. Parece que ha roto aguas, pero también está sangrando.
Ambas mujeres sabían que por lo general eso significaba un ternero muerto.
La vaca levantó la pierna de nuevo, sólo que esta vez Devlin entendió que
Anabelle no estaba pateándola a ella, sino a su propio estómago. Esa era otra
señal segura de que el becerro estaba muerto.
—Dev, tenemos que hacer algo. —Sarah tenía lágrimas en los ojos.
—Tenemos que mantenerla de pie. —Tan pronto como Devlin pronunció las
palabras Anabelle se tumbó en el suelo. Las contracciones recorrieron el
cuerpo de la vaca. Anabelle emitió un terrible gemido cuando aparecieron
dos patas. Devlin decidió echar al animal una mano y tiró de los pies. Anabelle
gruñó y echó la cabeza hacia atrás y hacia adelante. Los cuernos de la vaca
estuvieron peligrosamente cerca de golpear a Devlin.
—¿Qué puedo hacer para ayudar, Dev? —Sarah preguntó desde detrás de la
espalda de Devlin. Era una mujer de rancho informada, pero aceptó que las
habilidades de Devlin en este caso eran superiores.
—Acércate y sostén su cabeza. Deja que ella te vea eso ayudara a calmarla
un poco.
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De repente, la lucha de Anabelle cesó y el animal se tranquilizó. Devlin, se
sorprendió por la forma en que los animales parecían tener un sexto sentido
para estas cosas, pensó que Anabelle sabía que el ternero estaba muerto.
—Se ha rendido.
Devlin intentó tirar del becerro muerto, pero no pudo sacarlo más lejos que sus
hombros. Parecía estar colgado en algo dentro de la vaca, que se retorcía de
dolor.
La vaca se tumbó en el suelo, cada vez más débil a medida que pasaban los
minutos. Estaban en un callejón sin salida. El ternero no salía más, y las fuerzas
de la vaca, casi habían desaparecido, ya no estaba teniendo contracciones.
—Bueno, Anabelle, sólo créeme cuando digo que no me gusta esto más que
a ti —Devlin se arrodilló detrás de la vaca de nuevo.
Devlin deslizó su mano, seguida de su brazo, más allá de los hombros del
becerro por en el canal de parto. Devlin había hecho esto antes, pero sólo
cuando la vida de una vaca estaba en peligro. Anabelle era la favorita de
Sarah, por lo que era valiosa ante los ojos de Devlin. Cuando Devlin deslizó su
mano más allá del cuerpo del ternero y abajo de las patas traseras, sintió algo
en el útero que golpeó su mano.
Devlin se dio cuenta de que el hermano muerto impedía que el otro becerro
ingresara al canal de parto. Los terneros estaban envueltos uno alrededor del
otro por lo que tampoco podría liberarse. Devlin empujó el ternero vivo lejos
del primero, lo que le permitió tirar del animal muerto del cuerpo de su madre.
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—¡Sarah, ven aquí! Arrastra a éste cerca de la valla, ya está muerto. No dejes
que Anabelle lo vea o ella se pondrá de pie. Todavía tengo que sacar a su
gemelo de ahí.
Una vez Devlin volvió a entrar, se dio cuenta de que estaba sintiendo las dos
patas traseras, lo que significaba que sólo le quedaban minutos antes de
perder a este becerro, también. La segunda de las crías era más grande que
la primera, pero Devlin logró maniobrar en el canal mediante el uso de ambos
brazos dentro de la vaca. Dos tirones fuertes y el ternero logró deslizarse del
útero. Después de limpiar la cara del animal, Devlin arrastró a la cría que
estaba temblando cerca de la cabeza de Anabelle.
La vaca olfateó al pequeño paquete mojado ante ella. Cuando Anabelle hizo
unos sonidos suaves, Sarah se puso a llorar, Devlin sabía que la aventura había
terminado bien. En cuestión de minutos, Anabelle echó la placenta,
pesadamente sobre sus pies, y se puso a limpiar al ternero recién nacido.
—Creo que... bueno, que se parece a... Dev, se parece a un búfalo —dijo con
asombro.
—Te dije que una vaca tan grande te daría problemas. Cosa que no me
sorprende —Devlin se volvió hacia Sarah—. Lo que me sorprende es que haya
un búfalo tan grande. Parece que tu pequeño bebe estuvo en pastos más
verdes. —Ella se rió.
—¡Dev, cuidado!
Devlin se volvió y saltó fuera del camino, evitando por poco la pezuña trasera
de Anabelle.
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—Sí, bueno, la próxima vez que lo haga, va a terminar como un filete en mi
plato.
—Demasiado grande para una maldita vaca —Devlin murmuró en voz baja—
. Simplemente no es natural.
36
Parte 4
—Eso fue maravilloso, Sarah, gracias —dijo Devlin cuando Sarah le sirvió otra
taza de café—. Espero que sepas que voy a terminar tan gorda como
Anabelle si sigues alimentándome de esta manera. —Le sonrió a Sarah por
encima de la mesa.
—Es cierto, tendrás otras cosas que hacer que dedicarte a cocinar y limpiar.
Eres rica y poderosa ahora, Sachu-kash. Esto significa que puedes administrar
tu rancho de la forma que estimes conveniente, sin ninguna interferencia de
la asociación. No tienes que tener miedo de lo que alguien vaya a pensar si
deseas cabalgar. Sólo que no seas tan buena que me dejes sin trabajo —
Devlin le hizo un guiño.
—No sé tú, pero ¿qué me dices de calentar un poco de agua para un baño?
Podría darme uno.
—Lo secundo. Me refiero a que las dos necesitamos de un baño, no sólo tú. —
Sarah se rió.
—Oh, por supuesto, escuché lo que dijiste la primera vez —Devlin se levantó
de la mesa y se inclinó para besar la mejilla de Sarah.
—¿Qué pasa, Sarah? —preguntó Devlin una vez que vertió el último cubo de
agua caliente en la bañera.
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Devlin observó a Sarah por el rabillo del ojo mientras se ocupaba de la tarea
de llenar los cubos de agua de la olla que estaba en el fuego. Podía ver que
Sarah la observaba como si nunca la hubiera visto antes.
Devlin acercó a Sarah en sus brazos y sintió su cuerpo tenso. Sarah bajó la
mirada y un rubor completo se asentó en su cara. Devlin no estaba segura de
qué hacer con esta reacción. Sarah no era una mujer que jugara a ser tímida.
Devlin trató de comprender el funcionamiento de la mente de Sarah. Después
de todo, esta era la primera vez que compartirían este tipo de intimidad. Era
su primera noche juntas sin familia al otro lado de la pared, una hija dormida
entre ellas, o al menos una de ellas completamente vestida. Devlin estaba
preocupada pensando que tal vez ella estaba presionando a Sarah. Quizá
era demasiado pronto.
Devlin no pudo detener la sonrisa que se dibujó en sus labios. Colocó dos
dedos delgados bajo la barbilla de Sarah para levantarle la cara. Los ojos
verdes que la miraron no tenían nada más que amor y ansiedad. El corazón
de Devlin se encogió en su pecho.
—Sarah, si es demasiado pronto para ti, amor, no tenemos que hacer nada
en absoluto.
—Quiero decir... bueno, Peter fue el único... Creo que fui su primera, también,
y... simplemente nunca fue muy…
Devlin puso un dedo sobre los labios de Sarah, que la silenciaron. Devlin se
apartó del abrazo y condujo a Sarah a la cama. Devlin se sentó y sentó a Sarah
en su regazo.
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—Sarah, relájate, soy yo. Yo no sólo soy tu amante, soy una mujer, también.
Puedes hablar conmigo. Me puedes decir cualquier cosa que necesites y voy
a entenderte. ¿Es porque soy una mujer? —preguntó Devlin, sin saber si ella
quería escuchar la respuesta de Sarah.
—Sí y no. Peter era un amante amable, pero nunca sentí cualquiera de las
sensaciones que he leído. Me temo que me estaba mintiendo... bueno, me
temo que no será agradable para ti —Sarah miró a Devlin con lágrimas en los
ojos.
Los ojos de Devlin se volvieron azul profundo mientras quitaba una lágrima
errante de la cara de Sarah. La cara de Devlin expresaban una mezcla de
emociones.
—Lo siento, Dev. Me enseñaron que una mujer tenía relaciones sexuales para
tener hijos, para complacer a su marido. Nunca se trató de placer.
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embargo, si no deseas ninguna de esas cosas, tendremos el placer de dormir
juntas hasta que estés lista. ¿Te parece bien?
Se quedaron así durante algún tiempo. Devlin alivió los nervios de Sarah con
historias de cómo fue criada en el clan Thunderbird del Choctaw. Al mismo
tiempo, Devlin distraídamente acariciaba la piel expuesta de Sarah. No podía
apartar los ojos del cuerpo de Devlin, y se preguntó si Devlin se había situado
así para poder mirar sin vergüenza. La piel más oscura de Devlin tenía las
cicatrices de su dura vida, pero Sarah parecía más cautivada por el abdomen
musculoso y la forma de los pechos de la mujer flotando ligeramente fuera del
agua, los pezones oscuros se endurecieron, cuando el aire frío los golpeó.
—¿Dolió?
—Siendo honesta, no sentí nada —añadió Devlin cuando Sarah hizo un sonido
de incredulidad—. Lo hace inmediatamente después de que alguien regresa
de su búsqueda inicial. Creo que era así, no sé cómo explicarlo, pero creo que
todavía tenía un pie en el mundo de los espíritus. No era yo misma todavía, así
que realmente no lo sentí. ¿Quieres saber la parte extraña? —Devlin inclinó la
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cabeza para ver el asentimiento de Sarah—. No tiene que preguntarte cuál es
el animal que vino a ti, ella sólo lo sabe.
—Keeho dijo que me veía como Sakli, el salmón. Si ese es mi nombre dentro
del clan, ¿no será mi guía animal, también?
—El hecho de que el halcón de cola roja sea mi animal de poder y que sea
mi nombre se considera un regalo especial —dijo Devlin—. Sería bastante
interesante si eso te ocurriera a ti también. Como Chahta del clan Thunderbird,
he recibido nueve tótems animales. Estos animales me ofrecen su orientación,
protección, y la instrucción. Keeho y otros seis ancianos del clan me ayudaron
a descubrir mis primeros siete en una ceremonia sagrada. Los dos últimos
llegaron a mí solos. El halcón de cola roja me habló de una manera que
ninguno de los otros hizo, con poder. A través de visiones, descubrí que llevaba
una medicina especial para mí. Cuando era más joven, me enseñó que, si lo
llamaba, él me honraría con talentos especiales.
—Nunca te he visto sin esto. —Los dedos de Sarah trazaron una fina pieza de
cuero alrededor del cuello de Devlin. La tira de cuero sostenía una pequeña
bolsa atada firmemente a los extremos de una pieza suave de la piel de
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ciervo—. Recuerdo cuando te dispararon y traté de quitártelo lo sostuviste,
incluso en tu sueño.
—¿Qué hace?
—Me protege.
—Nunca deja de decirme cuándo alejarme del peligro —rió Devlin—. Pero no
siempre escucho.
—No quiero ocultarte nada, Sachu-kash, quiero que lo sepas. De buen grado
me gustaría decirte todos mis secretos.
Sarah se quedó mirando esos ojos azules cielo y una vez más se preguntó si
estaba soñando. Ella bajó la cabeza y colocó un lento y prolongado beso en
los labios de Devlin.
—¿Hmm?
—¿Podrías?
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—¿Hacer que, Sachu-Kash? —Devlin abrió los ojos y miró a la mujer en sus
brazos.
Devlin la hizo rodar suavemente hasta que ella se quedó sobre Sarah. Devlin
no dijo una palabra; inclinó la cabeza más cerca hasta que sus labios se
apretaron ligeramente contra Sarah. No hicieron más que besarse por lo que
pareció una eternidad, pero ninguna de las dos era consciente del tiempo.
Dejaban que sus bocas y lenguas exploraran con ternura y pasión.
Devlin besó el cuello de Sarah y la punta de su lengua jugó con el pulso que
latía de manera irregular a través de la piel de Sarah. Sus dedos corrieron por
la longitud del cuello de Sarah, en el espacio entre los pechos, y en su vientre,
que se estremecía bajo el toque ligero de Devlin. Devlin se detuvo cuando
sintió los vellos que cubrían la parte inferior del abdomen de Sarah.
Sarah sintió como si sus entrañas estuvieran en llamas. Apartó la manta que las
cubría y reveló su figura desnuda ante la intensa mirada de Devlin.
Los dedos de Devlin jugaron con los rizos que eran del mismo color claro que
las trenzas de miel que caían sobre los hombros de Sarah. Los rizos se
humedecieron cuando Devlin llevó sus tiernas exploraciones aún más abajo, y
gimió al sentir la excitación de Sarah. Colocó la palma de su mano en la parte
interior del muslo de Sarah y con una ligera presión separó las piernas.
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de los muslos de su amante y su dedo índice se movió en toques delicados a
lo largo de sus suaves pliegues.
—Oh, Dev —exclamó Sarah. Sus manos agarraron involuntariamente los largos
mechones oscuros que se extendían a través de su cuerpo.
—Oh sí. Mi Dios, ¿hubo una mujer a la que le has hecho esto?
Sarah pensó que tal vez debería alentar a Devlin, respondiendo de una
manera más efusiva, pero por la vida de ella, no podía decir una oración
coherente. Toda su atención estaba centrada en su propio cuerpo y las
sensaciones que Devlin creaba con cada roce. Había sentido algo parecido
a este sentimiento en su pecho, cuando había amamantado a sus hijos, pero
no era nada en comparación con las marcas de fuego que iban desde el
pezón a la zona que Devlin acariciaba entre sus piernas.
Devlin sintió un cálido líquido contra sus dedos y succionó con más fuerza. Soltó
el pezón, presionando la carne dura, tiernamente con los dientes. Sarah gimió
y empujó sus caderas contra la mano de Devlin. Volvió su atención al otro
pecho. Por último, Devlin llevó las puntas de los dedos mojados hasta los labios
y chupó la esencia de su amante de ellos. Cuando el sabor de Sarah llenó su
boca, Devlin lanzó un gruñido desde lo profundo de su pecho. Extendió su
cuerpo a lo largo del de Sarah y utilizó su lengua para marcar un rastro de
fuego ardiente a lo largo de su piel.
Sarah sintió a Devlin moverse hacia abajo, abrió los ojos y vio que Devlin le
animó a abrir más sus piernas. Devlin besó y mordió la piel tierna en el interior
del muslo de Sarah, pasando un dedo por la línea de su cuerpo donde la
pierna se unía a la cadera. Devlin continuó el asalto colocando besos suaves
sobre los rizos húmedos entre las piernas de Sarah, intensificando los besos más
y más hasta que las caderas de Sarah se sacudieron ante la sensación de los
labios de Devlin sobre la piel aterciopelada.
—¡Dev! —Sarah gritó, y Devlin se petrificó, pensando que había ido demasiado
lejos en su prisa por tener a la mujer.
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—¿Quieres que me detenga? —Devlin preguntó con voz ronca.
Devlin se rió contra la piel de la mujer. Esta era su Sarah, la mujer que no había
disfrutado de sus relaciones sexuales hasta el momento.
Devlin se incorporó sobre un codo para ver los ojos de Sarah, que estaban
brumosos por el deseo. El pecho de Sarah subía y bajaba rápidamente.
Devlin comenzó una vez más sus tiernos besos. Observó cómo Sarah se
inclinaba sobre la cama, con una sonrisa en sus labios entreabiertos.
Finalmente pareció ceder a las gratificantes sensaciones de su vida sexual.
Devlin sintió el hilo de su propia excitación correr por el interior de sus muslos y
ella apretó sus caderas en el colchón para satisfacer el ardor que se
desarrollaba allí. Cuando la lengua de Devlin corrió a lo largo de un sedoso
pliegue, ambas mujeres jadearon. El sabor de su amante causó una explosión
de necesidad en el cuerpo de Devlin, mientras que Sarah empujaba sus
caderas sin pudor hacia la fuente de su inmenso placer. Sarah nunca había
sentido un toque tan íntimo en su vida.
—¿Dev? —Sarah declaró. No tenía idea de qué más pedir, pero esta vez,
Devlin sabía lo que Sarah deseaba.
Devlin envolvió sus labios sobre el clítoris y movió su lengua contra ella en un
ritmo rápido y constante. Sin detenerse, deslizó un dedo dentro de Sarah.
—¡Oh, sí! —gritó Sarah. Devlin deslizó el dedo en solitario y lo reemplazó por
dos. Continuó el movimiento deslizante lentamente, a continuación,
empujándolo mientras ella continuaba chupando el bulto palpitante de
nervios—. ¡Oh, sí! —Sarah gimió más fuerte cuando la sensación de los dedos
de Devlin llenándola compitió con la sensación de una lengua lamiendo firme
e insistentemente su centro.
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Devlin sintió tensarse los músculos de Sarah, luego temblaron
incontrolablemente. Sarah arqueó su espalda y el sonido que salió de su
garganta fue música para los oídos de Devlin. Devlin paró su la lengua, pero
siguió el movimiento de su mano, con el tiempo las sensaciones de los
músculos internos de Sarah pulsaban contra los dedos enterrados en su interior.
El cuerpo de Sarah convulsionó una vez más cuando otro orgasmo la atravesó.
—Oh, Dev, cuánto te amo —Sarah envolvió sus brazos alrededor del cuello y
lo apretó. Tirando ligeramente hacia atrás, ella acarició un alto pómulo—. Te
amo.
—¿Dev?
—¿Puedo tocar?
—Claro amor.
Sarah movió su mano para ahuecar la parte inferior del pecho de Devlin.
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ella actuó por curiosidad. Sin embargo, cuando sus dedos rozaron
casualmente sobre un pezón y Devlin se quedó sin aliento por el placer, Sarah
se dio cuenta de la potencia de su toque. Mientras continuaba, sintió que su
propia excitación crecía simplemente al tocar a Devlin. Al igual que Devlin
había provocado esos sonidos sin vergüenza de ella, Sarah quería hacer lo
mismo con Devlin.
Devlin acercó a la mujer más en sus brazos, hasta que el cuerpo de Sarah
estuvo sobre ella. Estaba a punto de tomar la mano de Sarah y presionar
firmemente contra su pecho, mostrando a Sarah que ella ansiaba un toque
más duro, pero se contuvo.
Esta noche era la primera vez para Devlin, también. Por primera vez en su vida,
una mujer que la amaba estaba haciendo el amor con ella, una mujer a la
que Devlin amaba. Devlin nunca había experimentado la ternura de la caricia
de una amante antes. Aun cuando el sexo había sido bueno para Devlin, era
áspero y rápido, similar a un combate de entrenamiento. Nunca había cedido
el control a nadie por temor a ser herida o abandonada. Ahora la mujer dueña
de su corazón le solicitaba que Devlin le mostrara lo que le gustaba, pero
¿cómo podía Devlin decirle que ella no sabía lo que le gustaba, si nunca la
habían tocado de esa manera?
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Devlin deslizó sus manos por su vientre, haciendo una pausa cuando llegó al
triángulo oscuro. Se detuvo brevemente, mientras esperaba para ver si Sara
daría marcha atrás. En cambio, el gemido estrangulado que Sarah liberó por
ese primer contacto sorprendió a Devlin. Abriendo más las piernas, deslizó sus
manos en su humedad. La sensación de sus manos mezclándose juntas entre
las piernas de Devlin arrancó un gemido sin aliento a cada una de ellas.
Sarah sonrió al pensar que su cuerpo podía excitar a Devlin de esta manera.
Se apoyó en su amante y la besó con una intensidad que sorprendió a Devlin.
Devlin quitó la mano de su centro y se abrazó a Sarah, acariciando la suave
piel de su espalda. Sarah abrió un camino de tiernos besos por todas las partes
que sus dedos habían tocado antes. Sarah pronto descubrió que su nuevo
pasatiempo favorito sería succionar los pezones oscuros de Devlin. La forma
en que Devlin gimió y rodó sus caderas contra la mano de Sarah la excitaba.
Se dio cuenta de que estaba tan excitada como su amante. Apretó los dedos
suavemente contra la entrada húmeda de Devlin.
Sarah deslizó dos dedos más profundos, como Devlin lo hizo con ella. Sintió la
cálida suavidad envolver los dedos y los movió hacia delante en un
movimiento de balanceo lento.
Devlin gimió de nuevo y empujó sus caderas con más fuerza contra la mano
de Sarah.
—Más —declaró y se agachó para indicar que quería otro dedo dentro de
ella.
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una liberación feroz. Gimió la palabra de nuevo, los músculos se
convulsionaron, sintiendo como si se estuviera derritiendo desde adentro
hacia afuera. La palabra del clan que Devlin continuó gimiendo en el oído de
Sarah era tal vez la más simple de todas las palabras, pero con el impacto más
grande para las dos amantes. Sarah lo estaba escuchando por primera vez,
pero para siempre se convertiría en su apodo. El grito de alegría de Sarah
siguió a Devlin mientras se encontró con su propia liberación.
Sarah levantó la cabeza y vio que el brazo de Devlin descansaba sobre sus
ojos. Las lágrimas corrían por los lados de la cara de Devlin.
—Dev, ¿te encuentras bien, ¿Te lastimé? —El miedo creció en Sarah ante la
reacción de Devlin.
—Oh, no, Sachu-kash, lo siento —Devlin abrazó con fuerza a la mujer que yacía
a su lado.
—Por supuesto que no, mi amor. Lo que hiciste estuvo muy bien. Nunca he
sentido algo tan maravilloso.
Ambas mujeres tenían una noche de primeras veces. Alzaron las mantas sobre
sí mismas para cubrirse y se acurrucaron juntas para dormir, agotadas, pero
felices.
49
Parte 5
C
ada uno de los sentidos de Devlin estaban alertas, a pesar de que
parecía estar dormida para cualquier persona que la observara. Se
quedó inmóvil con los ojos cerrados, controlando su respiración para
que no se acelerara ante la descarga de adrenalina que corría por su cuerpo.
Abrió los ojos una fracción de segundo y miró alrededor de la habitación para
confirmar que no había nada fuera de lugar. Oyó el sonido de nuevo. Fue un
paso ligero, casi arrastrando los pies. Era sólo una persona, por los sonidos que
se filtraban a través de la pared.
Devlin se bajó de la cama como una sombra deslizándose por el suelo. Se puso
los pantalones y una camisa, que ella no se molestó en abrochar. Sacó el
revólver de su funda y se dirigió a la sala principal de la cabaña. Las persianas
de madera estaban cerradas sobre las ventanas a cada lado de la puerta.
Puso una oreja contra la puerta y escuchó pasos que se movían alrededor de
la cabaña y hacia el establo.
Devlin abrió la puerta de madera sin mucho más que un crujido y sus pies
descalzos se movieron sin hacer ruido en la tierra seca. No siguió directamente
al intruso. En cambio, dio la vuelta al establo para ir por delante de él. Oyó
forcejeo en uno de los cubículos vacíos. El intruso no estaba haciendo mucho
para mantener sus movimientos en secreto.
Devlin se inclinó de manera que la valla que separaba el patio de los cubículos
la ocultara, y se acercó más. Escuchó frases masculladas y lo que sonaba
como quejas y protestas. La luz de la media luna le dio la iluminación suficiente
para ver. Era evidente para Devlin que quien se encontraba en la residencia
no estaba haciendo mucho para evitar ser capturado. La correcta
combinación de sorpresa y amenaza le darían la ventaja.
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repente de pie en posición vertical, Devlin giró sobre un talón, frente a la
puerta abierta. Sólo un botón de su camisa estaba cerrado, y la brisa nocturna
azotaba su cabello oscuro alrededor de la cara de bronce. Su brazo
extendido sostenía un revólver Colt.
—¿Kata chim? —En circunstancias normales, Devlin no habría sido tan grosera
como para preguntar quién era el hombre sin antes mostrar el debido respeto,
pero en su libro, estaba invadiendo y eso es todo lo que entendía.
El hombre no estaba muy firme sobre sus pies, y su piel estaba caliente pero
seca al tacto de Devlin. Se puso de pie y se inclinó ligeramente parecía
agotado.
—Sí, oh chisa a usted, también, sea lo que sea. ¿De dónde vienes, y qué es lo
que quieres en un lugar donde no puedes hablar el idioma? —Devlin hizo la
pregunta más para sí misma—. Ven, vamos a llevarte dentro. Tengo un tekchi
en la casa que probablemente tiene un Winchester cargado en este instante.
51
Devlin era preocuparse porque su propia amante le disparara en medio de la
noche.
Los ojos del anciano se abrieron cuando Sarah se acercó a él. Miró a las dos
mujeres, asintió y sonrió débilmente. Tropezó y Sarah le ayudó a recuperar el
equilibrio. Con el hombre frágil entre ellas, Sarah y Devlin ayudaron a su
invitado a entrar a la cabaña.
Sarah envolvió una manta alrededor del hombre y le ofreció un vaso de agua,
que bebió con avidez. Le sirvió otro y se dirigió a la olla todavía colgando junto
a la chimenea. Sirvió un plato de la cena sobrante y se lo llevó a él.
—¿Chi hohchifo Nanta? —Devlin intentó el idioma del clan, una vez más,
preguntando al hombre su nombre. Los febriles ojos marrones la miraron y el
hombre negó con la cabeza. Una irónica sonrisa adornaba su rostro.
52
—Oh sí. Supongo que se me olvidó.
—Tal vez por lo menos podemos averiguar de dónde viene, a qué tribu
pertenece —dijo Sarah.
—Muy graciosa —Sarah pasó los dedos por el pelo de Devlin y apoyó una
mano a lo largo de la parte posterior del cuello de la mujer arrodillada.
Sarah captó la mirada del hombre mientras observaba interactuar a las dos
mujeres. Sobre todo, se dio cuenta de la forma en que miraba la mano de
Sara cuando ella cariñosamente tocó a Devlin. Aún no se había preparado
para la forma en que otras personas reaccionarían anta ella y Devlin juntas.
Entre los hombres blancos, ahora que poseía riquezas, significaba que tenía
poder. Cuando las personas eran poderosas, podían hacer lo que quisieran sin
represalias.
Sarah retiró su mano y se alejó medio paso de Devlin. Devlin sintió la diferencia
inmediatamente. Se volvió y miró a Sarah. Se fijó en la expresión de su rostro y
la forma en que Sarah se distanciaba físicamente de ella. Su ira al instante
despertó. Había experimentado el dolor que la actitud prejuiciosa que un
hombre podía infligir, y ella no estaba dispuesta a permitir que nadie tratara a
Sarah de esa manera.
—No hagas eso, Sachu-Kash —advirtió Devlin—. No dejes que te hagan sentir
vergüenza —Se puso de pie junto a Sarah y deslizó su brazo alrededor de su
cintura delgada. Devlin besó la sien de Sarah, entonces ella miró hacia el
hombre que seguía mirándolas de manera extraña—. Un tekchi —No estaba
segura de por qué habló en Chahta, pero se sentía bien. Se quedó mirando al
anciano hacia abajo y lo repitió en español—. Mi esposa —El brazo de Sarah
fue alrededor de la cintura de Devlin y ligeramente la apretó.
Metió una mano dentro de su mochila y sacó una hoja gastada y sucia de
piel. Se lo ofreció a Devlin, que se arrodilló para que pudiera ver los cuadros
pintados allí. Su ira se encendió de nuevo ante la vista. Retiró la piel de sus
manos y señaló un punto en el cuero.
—Esto es lo que está mal —dijo Devlin con voz tensa. Pasó la piel a Sarah.
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—Se parece a un mapa. Hay una foto de un halcón de cola roja y un pez en
la parte superior. No entiendo, ¿cómo sabe este hombre nuestros nombres
Chahta?
—Algo —Devlin se volvió hacia Sarah y sonrió—. Confía en mí, saben cosas.
Devlin tomó la piel hacia atrás y dijo unas palabras de disculpa al anciano.
Sabía que no podía entender el idioma, pero esperaba que pudiera sentir el
sentimiento detrás de sus palabras. Devlin señaló al halcón en el mapa, y luego
señaló el mismo dedo en su propio pecho. Ella repitió la acción, indicando su
nombre cada vez que se señalaba a sí misma.
—No estoy segura, pero parece que piensa que debes ser alguien diferente
de lo que eres.
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El hombre miró hacia atrás y adelante entre las dos mujeres. Con el ceño
fruncido, como si estuviera confundido. Miró a Devlin y colocó su mano sobre
el pecho.
—Oh —dijo Devlin—. Redhawk —Ella señaló con el dedo a su propio pecho.
—Na —El anciano negó con la cabeza—. Ankahito. —Él apuntó a su pecho, y
luego hizo un gesto a Devlin y a Sarah con la mano.
—Creo que nos está diciendo que es él, Dev, no como se llama —dijo Sarah—
. Creo que su pueblo es Ankahito
El anciano habló rápidamente, más para sí mismo que para las mujeres.
Parecía confundido, pero ni Devlin ni Sarah podían entender por qué.
Se puso de pie con las piernas temblorosas y dio un paso hacia ellas.
—¿Tua kemli?
—Creo que está preguntando si estamos juntas —dijo Sarah mientras miraba
sus dedos entrelazados.
—Omi —Devlin dio una respuesta afirmativa. Apartó la mirada con timidez,
examinando la mano más pequeña dentro de la suya.
El viejo se sentó en la cama una vez más. Murmurando para sí mismo, pero
parecía más feliz. De repente, cogió el cuenco de madera con las dos manos.
Habló rápido, ofreciéndole el recipiente a Sarah y bajando la cabeza.
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—No entiendo —dijo Sarah—. ¿Por qué quieres que tenga este cuenco?
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—Dev —la voz de Sarah estaba emocionada ahora—, tal vez Keeho podría
traducir el lenguaje. Es decir, tal vez su conexión con los espíritus podría ayudar
a entender lo que dice el anciano.
—Hmm, podría funcionar —Devlin se frotó la cara con una mano, trabajando
en los detalles de ese viaje—. Debemos coger el carro. No parece que pueda
sentarse en un pony. De acuerdo, haremos un viaje a la aldea del clan. —Hizo
una pausa para sonreír a Sarah—. Tima estará feliz.
57
Parte 6
Sarah examinó la bolsa. Estaba hecha de piel de zorro rojo. La cabeza había
quedado unida y servía como colgajo para mantener el bahtushi cerrado.
Sarah abrió la bolsa y se quedó mirando el contenido, piezas individuales de
piel de ciervo atadas en manojos. No estaba segura de por qué, pero ella
levantó cada haz de piel cubierta hasta su nariz. Encontró uno cuyo olor
reconoció, la abrió y encontró seis flores secas de sasafrás. Tomó dos de las
flores y volvió a atar el paquete, poniendo todo de nuevo en la bolsa.
Sarah puso las flores en un poco de agua hirviendo para hacer un té, que
sostuvo para el hombre mientras bebía. Una hora después, la fiebre había
disminuido y fue capaz de dormir. Dormía tan profundamente que Devlin llevó
su cuerpo ligero y lo colocó en la parte trasera del carro.
—Más que a caballo. Vamos a tener que bordear los acantilados de arenisca
y llegar por el otro lado. Nos llevará la mayor parte del día. Asegúrate de gritar
cuando quieras que pare para que puedas estirar las piernas o algo así.
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—Sí, señora. —Sarah sonrió en dirección de Devlin. No estaba acostumbrada
a que alguien la cuidara. Normalmente era ella la que se encargaba de todos
los demás. Tener a Devlin en su vida y saber que siempre cuidaría de su
bienestar significaba mucho para ella.
El pequeño grupo llegó al pueblo del clan Thunderbird bien entrada la tarde.
Después de arrodillarse y frotar la tierra roja en el dorso de las manos, Sarah y
Devlin se detuvieron para saludar a un buen número de los aldeanos.
Tima fue de las primeras en llegar a las dos mujeres y besó la mejilla de su hija.
Tima se apartó de los brazos de Devlin y la miró a los ojos. Lo vio
inmediatamente. En realidad, era más lo que no vio en las facciones de su hija.
Atrás quedó la mirada casi atormentada de dolor. Esa expresión fue
reemplazada por algo que Tima había pedido; que ese brillo de enojo en los
ojos de la joven, un día se transformara en esperanza.
Tima giro y tomó a Sarah en sus brazos. No podía pensar en una mejor manera
de mostrar su placer.
—De nada, pero ¿por qué es un hermoso día? —preguntó Sarah confundida.
Miró la cara avergonzada de Devlin. Amanecer brillante—. ¡Oh! —Sarah se
sonrojó profusamente.
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anciano. Estaba débil, pero él trató de hablar con Tima. Después de unas
palabras por parte de ella, ella renunció a tratar de comunicarse verbalmente
y cambió a entregar señales. El hombre asintió y movió la cabeza un par de
veces. Tima al parecer, había encontrado una forma de hacerse entender.
—Sasafrás
—¿La raíz?
—Yo, eh, es que... —Sarah hizo una pausa, mirando de Devlin a Tima— pensé
que era de conocimiento común, supongo. No recuerdo quien me lo enseñó.
Tima intercambió una mirada con Devlin, pero ninguna de las dos dijo nada.
—Lo llevaremos a la Chuka del sanador— dijo Tima—. Lo atenderé allí. Tal vez
Keeho o Miko Kontonalah entiendan su lenguaje, pero Keeho está lejos en las
colinas enviando ofrendas a Hashtahli —ella explicó que Keeho podría estar
fuera durante un par de semanas mientras oraba a su dios sol.
Tima envió a un chico en busca de su padre. Los hombres blancos que vinieron
a hacer trueque consideraban a Kontonalah un Miko, o jefe, del clan
Thunderbird. En verdad, los Choctaw no tenían un jefe. Cada familia tenía un
portavoz. Kontonalah era un anciano de la tribu y había estado presente
desde la edad de los Antiguos. Él fue portavoz de siete familias dentro del clan.
Los hombres blancos tendían a confundir la posición venerada de Kontonalah
dentro de la tribu como un jefe. El Choctaw era demasiado educado para
corregirlos.
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—Hálito, ippok tek —Kontonalah siempre llamó así a su nieta desde que la vio
por primera vez. Luego la llamaría por su nombre del clan, Redhawk.
—Omi, estoy bien —dijo, ofreciendo una sonrisa a Sarah—. ¿No sabes nada de
este extranjero? —Kontonalah comenzó a preguntar a Devlin sobre el
anciano. Hablaron de forma rápida y Sarah añadió la mayor cantidad de
información que pudo.
Sarah miró a Devlin confundida. Había aprendido a hablar el idioma del clan
muy bien, pero esta palabra la confundía.
Devlin puso los ojos en blanco en dirección a Sarah. Esta era una de las
muchas cosas acerca de su gente que la enfurecía a veces. Creían que todo
sucedía por una razón y a su debido tiempo. Su abuelo no estaba ni
preocupado ni curioso, o si lo estaba, se lo guardó para sí mismo. Devlin vio
que interrogarlo sería inútil. Su mente ya estaba en otras cosas.
—Está bien —dijo Sarah antes de que Devlin le explicara que Kontonalah le
había ordenado que fuera con él—. Veré si puedo ser de ayuda a Tima.
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Por el rabillo del ojo, Devlin vio a unos pocos jóvenes en los márgenes del
campo. Algunas de las caras eran nuevas para Devlin y ella quería asegurarse
que los Bravos entendieran su relación con Sarah antes de dejarla allí.
Devlin miró la cara de Sarah y la besó de una manera que dejó pocas dudas
en cuanto a la naturaleza de su relación. Ambas mujeres se alejaron con la
sensación de debilidad en las rodillas, pero Devlin siguió a Kontonalah casi
flotando. Disfrutó de las expresiones desinfladas en los rostros de los hombres
jóvenes a su paso.
Sarah se rió para sí misma mientras volvía a entrar en la Chuka. Una parte de
ella se deleitaba en pertenecer a Devlin. En el fondo, disfrutaba el hecho de
que Devlin expresara con tanta fuerza su amor por ella. Por supuesto, siendo
la mujer que era, Sarah tenía muy clara su independencia. Hoy, y después de
un beso como el que acababan de compartir, Sarah estaba disfrutando del
placer de pertenecer a Devlin.
Sarah hizo a un lado la piel de ciervo que cubría la abertura a la Chuka y pidió
a Tima permiso para entrar.
—Chukoa Ant —Tima invitó a Sarah a entrar en la oscura morada. Esta era la
Chuka ikhish, la tienda de medicina. Apartada de las otras Jukat, era más
grande que otras viviendas y Sarah lo recordaba bien, después de haber
despertado allí cuando estuvo enferma y ver la cara sonriente de Tima que la
saludaba.
Sarah entró y se sentó junto a Tima. Bajó la mirada hacia el hombre que seguía
durmiendo y se preguntó si no habría caído en un estado de coma. Se dio
cuenta de la subida y bajada de su pecho y su respiración fuerte, y desigual.
—¿Qué puedo hacer para ayudar? —preguntó Sara cuando Tima retiró la
camisa de piel de ciervo del hombre.
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hierbas y raíces. La piel parecía ser de un castor, su cola dura y plana todavía
estaba unida a la piel. Tima había cosido la bolsa en una forma alargada.
Sarah se sentó junto a Tima. Tima se dio cuenta que Sarah había puesto la
bolsa de la medicina en la pequeña estera tejida junto al hombre. Sarah luego
colocó el cuenco sobre la cola plana de la piel de castor. Tima observó con
ojos que en un principio se estrecharon con sospecha, pero luego los abrió
muy sorprendida.
Tima no pudo ocultar su sonrisa cuando Sarah utiliza el apodo que Devlin
usaba para ella.
—Has sido de gran ayuda, Sakli. ¿Continuarías ayudándome? —Se frotó las
manos—. Estas viejas manos sienten la hashtula que viene.
Tima dirigió a Sarah en cada paso. Tima cantó y cantó mientras Sarah
mezclaba la raíz pulverizada con grasa de búfalo derretida. Tima a
continuación, aplicó la pasta sobre el pecho del hombre y lo cubrió con un
trozo de piel suave. La curación de tima era física. Cantó y rezó un poco, pero
no era nada parecido a lo que Sarah había visto realizar a Keeho con los
miembros enfermos del clan.
Tima le mostró a Sarah como lavarse las manos con un polvo de color beige y
un recipiente con agua. El polvo secó era raíz de yuca, se molió y se almacenó
en una vasija de barro rojo. Tan pronto como Sarah mojó sus manos y se frotó
el polvo en ellas, la mezcla formó un jabón espumoso. A continuación, cada
uno de ellas depositó una pequeña cantidad de salvia en el fuego.
Ahuecaron sus manos y dirigieron el humo hacia ellas, purificando sus cuerpos
con el humo sagrado.
—¿Cómo es que tus métodos de curación son muy diferentes a los de Keeho?
—preguntó Sarah.
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Tima no alteró su paso, pero asintió, cerrando los ojos por un momento.
—¿Y estás confundida por nuestras diferencias, o deseas saber por qué este
anciano pensó en ti de esta manera?
—Keeho es un buen hombre —dijo Tima—. Los espíritus hablan a través de él,
y el amor que siente por su pueblo es grande.
—Él se preocupa profundamente por ti, Sakli, como lo hace por mi Redhawk.
Creo que actúa de esa manera hacia ti porque te teme.
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—Bueno, supongo que por mi reputación o mi apellido. Es el apellido de mi
padre, pero luego me casé y tomé el de mi marido, así que podría ser confuso.
—Debido a que tienes ese poder, Sakli. Tienes el poder de mil generaciones
de mujeres en ti, pero también eres poderosa por otras razones. Tú y Redhawk
son ohoyo yukpali. No es nada para avergonzarse, como tu gente te lo ha
hecho pensar. Vosotras sois mujeres únicas colocadas en nuestro camino por
los espíritus para enseñarnos algo especial. Los espíritus te han bendecido con
un poder tan grande que puedes anular el de los hombres, y creo que Keeho
entiende eso. Es por eso que te teme. Hay una última razón por la que Keeho
puede haber aumentado su miedo. —Tima arrugó la frente. Una vez más, se
preguntó cuánto debía revelar. Era difícil ser menos que honesta con Sarah.
—No estoy segura de entender. Yo sueño, como todo el mundo, ¿no es así?
—Cuando era una niña, soñaba que mi madre moría. Poco tiempo después,
lo hizo. Pensé que su muerte fue mi culpa. Pensé que, si le decía a alguien,
ellos dirían que era una bruja.
65
Recordó mirar a los ojos de Dale Karsten justo antes de que Devlin lo matara a
tiros. En ese momento, ella sabía exactamente lo que iba a hacer, cuando iba
a sacar su arma.
—¿Pero no todo?
—No, no todo. A veces veo cosas, a veces gente que no conozco habla
conmigo, pero no siempre entiendo lo que dicen. De vez en cuando, sueño
con algo alegórico.
—Esto significa que mis sueños no son literales. Representan una idea o algo
por el estilo que va a pasar. Es como cuando soñé que un guerrero oscuro me
rescataría, a continuación, Redhawk entró en mi vida.
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—A veces me siento más en casa aquí que en cualquier otro lugar. No quiero
ser castigada. Yo no quiero que mi familia sufra por algo que he hecho o no
he hecho.
—Tenemos un solo espíritu y lo llamamos Dios. Y sí, yo creo. Son las religiones y
las leyes, que los hombres han hecho en el nombre de este Dios las que no me
gustan.
—Incluso entre los Chahta, nuestros caminos han cambiado. Sentimos las
religiones del hombre blanco a nuestra manera, un poco más cada
temporada. Sakli, ¿esta es la manera en que el Dios del hombre blanco los
trata? ¿Los castiga por ser humanos? ¿Es por eso que le temes?
—Omi, ese es, pero es más que una simple oración. Es la forma en que vivimos
nuestra vida. El círculo medicinal, es el círculo en el que nuestro mundo existe.
Nuestra vida es un círculo y todo en nuestro mundo; plantas, animales, incluso
el suelo que pisamos es una parte de ese círculo y tiene la misma importancia
que nosotros.
—Sabrás cuando estés lista. Cuando tú y Redhawk estén listas para itauaya,
podrás hablar acerca de convertirte en Chahta. Ven, se está haciendo tarde.
Vamos a hacer espacio para ti y Redhawk en mi iksita.
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Volvieron al pueblo por el camino que habían dejado, escuchando los sonidos
de la pradera alrededor de ellas. Sarah apretó más el chal alrededor de ella.
Los vientos fríos de la noche soplaban fuerte desde el norte.
—Nali, ¿cuándo dijiste que tendría que convertirme en Chahta para que
Redhawk y yo pudiéramos casarnos, era cierto? ¿Podemos realmente
casarnos?
—Omi. Primero tendrás que convertirte en Chahta para que una familia te
adopte en el clan. Las ceremonias no son fáciles, pero los espíritus te sonríen,
Sakli. Creo que tus viajes espirituales no serán demasiado duros. Los espíritus
hablarán a una familia del clan y te adoptarán. Entonces podremos realizar el
itauayachi para ti y Redhawk. Tu guerrera tendrá que construir un iksita por su
cuenta, pero los otros guerreros del clan la ayudarán.
Tima nunca se preguntó si esto era lo que Sarah quería, pues podía verlo en
sus ojos. También podía ver el miedo a lo desconocido en su cara. Los temores
del hombre blanco. Tima sabía que Sarah era una mujer con determinación y
un orgullo feroz. Cuando se colocará en posición de elegir, Tima sabía que iba
a elegir sabiamente.
68
Parte 7
D
evlin se reunió con Tima y Sarah cuando entraron en el pueblo. Sonrió y
levantó un grueso y largo palo. La pieza sostenía la mitad de una
docena de grandes peces, destripados y listos para el fuego.
—¡Hija mía, extrañaba la comida que llevabas a mi iksita! —Dijo Tima con
orgullo.
Tima le dio algo de raíz de yuca y un paño suave. Devlin volvió a caminar a la
corriente cuando Sarah le dijo lo que ella y Tima habían hablado antes.
—Sarah, por favor —Devlin colocó las manos en los brazos de Sarah—. Tima,
¿por qué te diría esas cosas sin consultarme primero?
Devlin sabía que estaba a punto de decir algo incorrecto, pero ella dejó
escapar las palabras de todos modos.
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abofeteado. Devlin no esperó a escuchar la respuesta de Sarah. ¿Qué podía
decirle que Devlin no estuviera ya diciéndose a sí misma? Giró sobre sus talones
y se alejó.
Ninguna de las dos charló mientras Tima enseñó a Sarah cómo hacer banaha
paska, pan Choctaw, que eran más como bolas de masa hervida. Tima
mezcló harina de maíz y agua, añadiendo el agua hasta que la mezcla fue
suficientemente rígida para formar bolas alargadas del tamaño de un puño.
A continuación, las envolvió en hojas de maíz, que ató en el medio con la seda
del maíz y la dejó caer en una olla de agua hirviendo.
—Deberías ir por ella, Sakli. La comida está casi lista —dijo Tima.
Tima observó a Sarah y notó que su voz ya no contenía ira, sólo una inmensa
tristeza que tocó el corazón de Tima. Se sentía responsable por la ira de Devlin
y las palabras fuertes que había causado entre Devlin y Sarah.
—Ella es orgullosa, Sakli, y sabe que te ha hecho daño con sus palabras, pero
el orgullo y la vergüenza son una combinación fuerte. Ahora, incluso se sentirá
indigna de tu corazón.
—Sakli —la voz de Tima era tan suave como un águila flotando en el viento—
, cuando la encuentres, no necesitaras palabras para expresarle lo que está
en tu corazón.
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Sarah ofreció una sonrisa y se fue en busca de Devlin. Tima la detuvo y le sugirió
que tomara un manto de piel de conejo para combatir el aire frío del otoño.
Tima le dio una sonrisa agridulce mientras observaba a Sarah alejarse.
Removió las brasas del iksita y envolvió la comida en las hojas para mantener
el calor, sabiendo que pasaría algún tiempo antes de que las dos mujeres
volvieran a su Chuka.
No tardó mucho tiempo en encontrar a Devlin; estaba donde Tima dijo que
estaría. Estaba sentada entre los cantos rodados que llevaban al mirador del
pueblo. Tenía las piernas recogidas contra el pecho y los brazos abrazaban las
largas extremidades de su cuerpo. Estaba tan pérdida en sus pensamientos
que dejó que Sarah se acercara a centímetros antes de saltar hacia arriba, y
alcanzar instintivamente su pistola.
—Sachu-kash, no tiene nada que ver con que quiera o no quiera casarme
contigo, es lo que más deseo. —Devlin besó las manos a su alcance y su
corazón se hizo más ligero con la sonrisa que Sarah la recompensó—. Para
llegar a ser Chahta, tienes que pasar por un proceso de purificación. Una
búsqueda, un viaje. Estos rituales son bastante difíciles de conseguir cuando
has sido criada en el clan y todas sus enseñanzas, pero puede ser una tortura
para las personas que han sido criados en el mundo del hombre blanco.
Puedes sentir que te están partiendo por la mitad. Una parte de ti abrazará a
71
los espíritus, pero una parte de ti tendrá la cultura del hombre blanco tan
profundamente arraigada en ti que preferirías sufrir que dejarla de lado. —
Devlin hizo una pausa para poner la palma de su mano contra la mejilla de
Sarah—. Es difícil y doloroso, Sarah. Es sólo que no quiero verte pasar por
cualquier cosa que pueda herirte. Sé que es egoísta y testarudo de mí parte,
pero es lo que siento. —Devlin bajó la cabeza, a la espera de la reprimenda.
Se sorprendió por el suave beso que sintió en la parte superior de su cabeza.
—Es cierto —Sarah sonrió—, pero, te conozco. Debí darme cuenta de que
estarías pensando en mi seguridad. Esto es nuevo para mí.
—En primer lugar, no estaría haciendo esto sólo por ti. Lo estaría haciendo por
nosotras, por los niños, para que todos pudiéramos ser una familia sin que nada
pueda separarnos. En segundo lugar, ¿por qué temes que haga esto? Sé que
no quieres verme en peligro, pero ¿no tienes confianza en mí? Soy más fuerte
de lo que a veces te gusta pensar.
—¿Muy fuerte?
—Tal vez te conviertas en Chahta. Tal vez aprendas que cuando queremos
algo en nuestra vida, tenemos que estar dispuestos a pagar por ello. Es posible
que veas que no soy parte de tu camino. Quizá seré el precio que pagues —
Devlin susurró esta última parte y Sarah finalmente entendió. Era el miedo al
abandono lo que pesaba en ella.
—Mírame, Devlin Brown —Sarah ordenó, y los ojos azules de Devlin subieron a
encontrarse con los suyos—. Escúchame ahora. No hay espíritu lo
suficientemente fuerte en este mundo o en el siguiente que me separe de ti.
Donde sea que mi camino me lleve, te quiero a mi lado.
Devlin no tuvo que pensarlo dos veces. Se inclinó y besó a Sarah con una
intensidad que sorprendió a ambas.
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Se separaron para respirar y Sarah no pudo evitar decir:
—Ahora dime. ¿Por qué iba a querer dejar a una mujer que besa así? —ella
sonrió.
—Te quiero, Sarah —Devlin le tomaba el pelo, besando su suave cabeza rubia.
—Yo podría hacer una lista —susurró Devlin—. Y comienza aquí —Devlin
colocó la mano de Sarah contra su pecho.
Tima, como Devlin y los otros miembros del clan, no tenía reservas sobre
desnudar sus cuerpos entre sí. Devlin trató de explicarle a Sarah, pero no pudo
superar sus propias inhibiciones. Sarah amablemente se dio la vuelta cuando
Tima se desnudó y se metió en su Topa. Devlin retiró sin vergüenza su propia
ropa, tratando de tranquilizar a su compañera, pero la visión del cuerpo
desnudo de Devlin tumbado sobre su topa no hizo nada para aliviar la timidez
de Sarah. De hecho, la visión del cuerpo de Devlin causó en Sarah más
vergüenza, porque estaba segura de que todo el mundo en el pueblo podía
leer sus pensamientos en ese momento.
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Ahora que finalmente Sarah yacía junto a Devlin con sus ropas de dormir, sintió
el mismo deseo que Devlin. Sarah no era capaz de superar el hecho de que
Tima estaba durmiendo a dos metros de distancia.
—Sarah, confía en mí. A Tima no le importa. Todos vivimos muy cerca en una
Chuka. He escuchado a mis padres por la noche mientras he ido creciendo.
Nos amarnos los unos a los otros y expresar el amor es parte de la vida. Es
natural y no algo de lo que avergonzarse.
—Está bien, Sa —Envolvió sus brazos alrededor del cuerpo a su lado y disfrutó
de la forma en que la cabeza rubia encontraba fácilmente ese lugar perfecto
en el hombro—. Abrazarte toda la noche, también está en mi lista.
La única otra interrupción fue el sueño de Sarah. Una mezcla confusa de los
acontecimientos, algunos reales, otros imaginarios, había interrumpido su
sueño. La única cosa que Sarah podía recordar al despertar fue que ella había
74
estado en el rancho y había fuego. Sacudió la cabeza y se preguntó por qué
sus sueños parecían tan vivos en el pueblo del clan.
Sarah apartó la solapa de piel de ciervo y entró. En el mismo instante que abrió
la boca para saludar a Tima, su mirada se posó en Keeho.
Sarah observó cómo Tima se escabullía de la Chuka, se fue sin hacer ruido, y
si Keeho lo notó, no dio ninguna señal.
—Achukma Hoke —Sarah dijo como lo hicieron todos los miembros del clan
cuando se les pedía que se unieran a una conversación o para sentarse en el
hogar de otro. Las palabras en Chahta significaban “es bueno”. Sarah había
aprendido de Devlin que era el equivalente a decir “Es un honor.”
—Taano ha recorrido una gran distancia para traer un mensaje para nosotros.
Es una misión que ha tomado su vida. Él se ha sacrificado a petición de los
espíritus, que le dieron instrucciones para entregar su mensaje a nadie más
que a ustedes dos.
Sarah levantó la cabeza hacia Tima para confirmar la mala salud del anciano.
Sus miradas se cruzaron en la Chuka y Tima hizo un gesto casi imperceptible.
Sarah tomó la mano del anciano, y él sonrió débilmente. Tosió, luego habló.
—Él dice que lo honras —tradujo Keeho—. No tiene ninguna duda de que tú y
la guerrera oscura van a complacer a los espíritus en gran medida. Dice que
eres una madre digna de elogios.
Sarah dio al anciano una media sonrisa, buscando las caras a su alrededor.
Keeho intercambió miradas con Devlin. Devlin decidió que el silencio sería la
respuesta más apropiada, pero no podía evitar pensar en su declaración. ¿Él
vio más en Sarah que Devlin? Más importante aún, ¿Qué pensaría Sarah si
supiera las consecuencias de lo que podría esperarse de ella?
—Sarah, ¿recuerdas cuando te dije que el clan tenía en alta estima a las
mujeres? —preguntó Devlin.
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—Sí —dijo Sarah—. Todo, el nombre de un miembro del clan, su hogar, viene
a través de su madre.
—Bueno, nunca he conocido a una desde que fui adoptada en el clan, pero
Madre es un término venerado. La madre de un clan es su curandera. Ella
ocupa el lugar más alto en el clan, incluso por encima de los ancianos o jefe
Miko.
Un ataque de tos sacudido el frágil cuerpo del anciano. Tima trajo un poco de
té tibio para que bebiera. Cuando habló en susurros roncos, Keeho inclinó la
cabeza para escuchar y traducir.
—¿De dónde viene y por qué cree él que Sarah es Alikchi? —preguntó Devlin—
. ¿Cómo nos conoce?
Keeho levantó una mano a Devlin. Se dirigió a Taano en un idioma que Devlin
estaba segura que había oído antes, pero no podía recordar de dónde.
La piel del anciano se veía gris, y cuando él hizo una pausa para recuperar el
aliento, Keeho tradujo.
Devlin había aprendido todo esto cuando era una niña, pero ella sospechaba
que Keeho relató la historia para el beneficio de Sarah.
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—Taano es el Alikchi de una de estas tribus familiares —Keeho comenzó de
nuevo—. Dice que el Achafa Chito, los Grandes Seres, le dieron una visión. La
hierba murió dos veces y aun así persistía la visión.
Taano tosió una vez más hasta Keeho tomó la taza de té de sus manos. Keeho
sostuvo a Taano acunándolo en sus brazos y entonó una canción que Sarah
encontró extrañamente tranquilizadora. La piel de Taano estaba tan
cenicienta que Sarah podía ver a través de ella el complejo de venas y
arterias. Observó que el flujo de sangre cada vez era más débil.
—No, Sarah —dijo Devlin—. A las mujeres no se nos permite tocar a los muertos.
—El búfalo debe correr libremente. Dijo que una calamidad de grandes
proporciones se acerca y que sólo si los búfalos corrían libres la tierra podría
continuar. Taano creía que los espíritus lo condujeron a ti, que sólo Hasimbish
humma y Sakli tenían el poder para proteger nuestras vidas.
Tima indicó que las tres mujeres debían dejar a Keeho para preparar el cuerpo.
Tan pronto como salieron de la Chuka, Sarah y Devlin bombardeados a Tima
con preguntas con respecto al comportamiento de Keeho.
Devlin entendió que esta era la manera en que su madre le pedía a Devlin
que le explicara.
—Los Chahta son una sociedad matriarcal —dijo Devlin a Sarah—. De lo que
la mayoría de la gente de fuera del clan nunca se da cuenta es de que las
mujeres del clan toman la mayoría de las decisiones, sentadas alrededor de
un consejo como en el que estamos ahora. Las mujeres son las dadoras de
vida y son los miembros más poderosos del clan. Ellas deciden cuáles serán las
reglas, pero es el Miko quien anuncia las decisiones, por lo tanto, de ahí la idea
de los de afuera que los hombres gobiernan los clanes Chahta.
Devlin y Sarah vieron como Tima colocaba el tabaco en una pipa corta y
delgada, con un suave recipiente de piedra arenisca. Ella encendió el tabaco
sagrado, y su olor dulce llenó la Chuka, anillos de humo flotaron hacia arriba.
Tima ofreció una oración silenciosa a las cuatro direcciones, de la Madre
Tierra, y finalmente hasta Hashtahli.
79
—La pipa tiene un gran poder —dijo Tima mientras daba una calada a la pipa
y expulsaba el humo al aire. Le pasó la pipa a su hija y Devlin fumó de ella.
Sarah tomó su turno, y luego devolvió la pipa a Tima, que fumó de ella una vez
más, extendiendo la palma de la mano como instando al humo hacia arriba.
—El Ashuka hakchuma está hecho de dos partes separadas. Está el cuenco, y
está el mango. Separados no son más que partes. Juntos, se unen para
proporcionarnos a nosotros una manera para comunicarnos con los espíritus.
Juntos, son una entidad espiritual —Tima fumó de la pipa por última vez—. El
tabaco es sagrado para los Chahta. El hombre blanco ofrece el tabaco sin
conocer el significado especial que tiene para nosotros. Han enseñado al
hombre rojo cómo hacer mal uso del tabaco, corrompiendo el regalo de la
Madre Tierra. Corresponde a la madre del clan preservar el camino.
Sarah de repente sintió algo más que tres mujeres sentadas en una Chuka
fumando. Había un vínculo allí, algo natural a la vez tácito entre ellas. No tenía
nada y todo que ver con la sangre. No era la sangre de los familiares, pero la
sangre sagrada y poderosa de las mujeres. Sarah no tenía idea de que, en ese
momento, Devlin estaba sintiendo lo mismo.
—Los espíritus están llamándolas a las dos. ¿Lo sienten? —preguntó Tima. Sin
saber por qué, Sarah y Devlin asintieron. Podían sentir algo, lo habían sentido
desde la noche en que conocieron a Taano. Era como si algo tirara de ellas—
. —Sakli, es el momento de que vengas a tu poder.
—Pero pensé que habías dicho que no había ninguna prisa, que solo dejara
que llegara —La voz de Sarah subió de tono.
—Ha llegado el momento. Siento que los vientos han cambiado ya. Ahora hay
una urgencia y puedo sentirlo en mi interior.
Devlin había seguido en silencio este intercambio, pero ahora estaba al borde
de la confusión. De alguna manera, Taano había seguido su visión, y ya que
era un Ancestral, Devlin creía en su poder espiritual. Los espíritus estaban
llamándola a ella y Sarah. Tal vez era una prueba, o podría ser que ella y Sarah
eran las más adecuadas para el trabajo. Lo que no había sido capaz de
80
comprender era por qué Keeho había estado dispuesto a aceptar a Sarah en
sus dominios particulares. Ahora, cuando Tima volvió a hablar del poder de
Sarah, Devlin cayó en la cuenta. ¿Lo supo Taano todo el tiempo? ¿Sarah es
más de lo que parece?
—Nali —Devlin se volvió hacia su madre—, ¿es por esto que Keeho desea a
Sarah para comunicarse con los espíritus junto con él? ¿Él ve su destino, lo
sabe?
—Sería tan arrogante por nuestra parte pensar que la madre del clan debe
ser uno de nosotros, como lo sería para el hombre blanco pensar que él es el
legítimo heredero de la tierra bajo nuestros pies —dijo Tima—. Ella puede
convertirse al clan.”
—Odio interrumpir esta conversación entre madre e hija, pero te das cuenta
que aún estoy aquí, ¿verdad? —La voz de Sarah aumentó el volumen para
hacer notar su presencia.
—Lo siento, Sa, pero quiero estar segura de que no te convenzan de algo para
lo que no estás preparada. —Devlin tomó la mano de Sarah—. Lo que están
pidiendo de ti…
—No es algo que nunca haría sin consultar primero contigo, Devlin —Sarah dijo
con firmeza—. Además, Nali —Sarah se volvió a Tima— No puedo creer que
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sea la única que tiene un sueño ocasional que se haga de vez en cuando
realidad. Seguramente, debe haber alguien más... bueno, más cualificado.
—Ni siquiera has visto ninguna prueba, Nali. ¿Cómo puedes estar tan segura
de que Sarah es la indicada? —preguntó Devlin.
—Ella conoce el camino. Ella pasó la prueba —dijo Tima en su habitual forma
despreocupada.
—Bueno, sí, pero Tima me dijo qué... ¡Oh, Dios mío! —exclamó Sarah—. Yo lo
maté, ¿verdad?
—No, Sa, no —Devlin intentó mantener una cara seria en esta grave situación,
pero teniendo en cuenta la expresión de Sarah, era difícil.
—Nali la llamó Chuchupate. Siempre la llamé raíz OSHA, al menos se veía y olía
igual. Algo así como el apio muy fuerte.
—¿Cómo supiste?
—Parecía tener sentido, supongo. No estoy del todo segura de por qué lo hice
de esa manera. Supongo que pensé que, si lo hacía mal, Tima diría algo.
Devlin apretó la mano de Sarah antes de dar a Tima otra mirada de soslayo.
—Debiste haberle dicho lo que estaba haciendo, Nali, eso no fue justo. Sarah,
esa era la prueba de Tima. Se la hace a todas las mujeres que ella piensa
podrían tener el don de la curación.
Devlin dio a su madre una media sonrisa, en parte, por escuchar su nombre
de pequeña, que Tima rara vez utilizaba, y en parte por recordar la prueba. Al
oír su antiguo nombre se suavizó la molestia creciente de Devlin. Era una
versión abreviada de la palabra tashka, que significa “guerrero”. Tima sabía
desde el momento que conoció a Devlin de niña que era un guerrero.
—Me hicieron la prueba y fallé —dijo Devlin—. No sabía diferenciar una raíz de
otra. No sabía dónde colocar la bolsa medicinal o el hecho de que la cola de
un castor es sagrada y un lugar excelente para mezclar las hierbas curativas.
No sabía nada de eso, por lo que Tima me detuvo y me dijo que saliera de la
Chuka. Si alguien no familiarizado con los espíritus de curación mezcla el ikhish,
o la medicina, creemos que los espíritus se enfadaran y tomaran la vida del
paciente para evidenciar al falso médico.
—Oh, Dev —Sarah se llevó la mano a la boca—, pero eso es lo que pasó.
Taano murió.
—No, pequeña Sakli —dijo Tima en voz baja—. Oyó a los espíritus llamándolo,
pero tus medicinas le permitieron terminar su viaje. Tu don de curación lo
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mantuvo el tiempo suficiente para que Keeho pudiera hablar con él. Sin ti,
habría ido a la tierra sagrada con su tarea sin terminar.
—No, es más que eso —dijo Tima—. El mensaje es sólo una pequeña pieza. A
cambio de los conocimientos que te impartan los espíritus, te convertirás en la
madre sagrada para el clan. Es un gran honor, así como una responsabilidad.
Sarah se llevó los dedos a la cabeza y se frotó las sienes. Se levantó y se paseó
por la Chuka espaciosa.
—No puedo hacer esto. Soy una ganadera. Yo trato con lo que puedo sentir
y tocar, no con lo que no puedo ver. Es demasiado. No puedo, yo sólo
puedo…
—Está bien, Sachu-kash, no tienes que hacer nada. Además, esto no es algo
que se pueda hacer en este momento de todos modos. Estoy segura que
quieren decir cuando tengas más edad.
—¿Qué quieres decir? Tima y Keeho dicen que lo ven como mi destino —Sarah
dejó de caminar.
—Eres demasiado joven, Sarah —dijo Devlin—. Una mujer no puede iniciar su
formación en la medicina hasta que deje de tener su ciclo. Mientras se
desangra, se considera demasiado poderosa. ¿Cómo puedes ver? Tima y
Keeho deben estar viendo algo en tu futuro.
Sarah miró a Devlin, y las lágrimas llenaron sus ojos. Sarah miró a Tima y
encontró una expresión de compasión en su cara. Fue esa mirada de
entendimiento lo que causó que las últimas reservas de Sarah se
desmoronaran. De repente, dio la vuelta y salió corriendo de la Chuka.
—Pero que…
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Tima observó a Devlin abandonar la Chuka, con una expresión confusa. Tima
sacudió la cabeza. Ella esperaba que Sakli se abriera a Redhawk. Sería mal
fahpo comenzar su vida con secretos.
85
Parte 8
—Eres muy linda cuando no estás segura de qué es lo que has hecho —dijo
Sarah a través de las lágrimas.
Devlin sonrió y tiró de Sarah en sus brazos. Sarah envolvió sus brazos alrededor
de la cintura delgada de Devlin y enterró su cabeza contra su pecho. Devlin
besó la parte superior de su cabeza.
Devlin se echó hacia atrás, estirando su largo cuerpo en el suelo. Ella se levantó
apoyándose en un codo y puso una mano en la espalda de Sarah.
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Los vientos de invierno se arremolinaron en torno a las mujeres y Sarah apretó
la manta de piel de conejo con fuerza alrededor de sus hombros.
—Deberías saber que no creo que puedas hacer, nunca, alguna cosa que me
decepcione. ¿A que le tienes miedo, Sachu-Kash?
—A lo que Tima y Keeho saben de mí. Todos ustedes dependen tanto de estos
espíritus, lo que no se puede ver. Me asusta.
—Es por eso que estaba tan preocupada de que te convirtieras al clan. Es
difícil. Muy difícil de cambiar tu sistema de creencias a mitad de tu vida.
—Es difícil creer en cosas que no puedo ver, pensar que tengo regalos que me
hacen especial. Esto —Sarah levanto un trozo de tierra— con esto sé cómo
lidiar. Puedo ararla, plantarla, y usarla como alimento. Puedo darle forma a lo
que yo quiera.
—Sé exactamente a que te refieres. Para mí, esto era en lo que creía —Devlin
puso una mano en la pistola en su cadera—. Esto es lo que era real para mí.
Era extraño pensar que no importara lo que hiciera, había poderes que tenían
el control de mi vida. Creo que esa fue la parte más difícil de todo, el darme
cuenta que no estaba en completo control de mi vida.
—¿Cómo lo superaste?
Sarah arrojó el trozo de tierra lejos de ella. Se dio cuenta de la verdad en las
palabras de Devlin. Eran las experiencias de Devlin, pero podrían aplicarse a
Sarah. Temía a pocas cosas en la vida, pero dependiendo de lo que estaba
en lo alto de esa lista. Se acordó de la expresión en el rostro de Tima justo antes
de que Sarah huyera de la Chuka. Lo que más asustaba a Sarah era lo que
Tima sabía. Podía decirlo por la mirada en los ojos de Tima.
—No creo que fuera una visión del futuro, Devlin, lo que Tima y Keeho vieron.
Creo que lo que vieron en mí está aquí, en este momento.
—Pero…
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—No puedo tener más hijos —dijo Sarah mientras las lágrimas llenaron sus ojos
de nuevo—. No he tenido mi ciclo desde que Hannah nació.
—Sí. Una vez que explicaste que una mujer no inicia su formación hasta ese
momento, sabía que Tima había visto mi futuro. Además, significa que no
habrá más niños para nosotras dos.
—Bueno, creo que al menos una de nosotras carece de los medios para que
esto suceda de todos modos —Devlin sonrió y besó la parte posterior del cuello
de Sarah.
—Ya lo sé, tonta. He oído, quiero decir que sé que, en algunas culturas, si un
hombre no puede engendrar un hijo, su esposa se acuesta con alguien que
conozca, un amigo de confianza... —Sarah se apagó, completamente
avergonzada.
—¿Te gustaría estar con otra persona? —La voz de Devlin se elevó en el campo
ante la sorprendente admisión, a pesar de que Devlin intentó ocultar los celos
que sintió al instante.
—Sa, amo los niños que tenemos ahora. No podría estar más feliz o sentirme
más completa si fueran realmente una parte física de mí. Tenemos lo que
tenemos, y francamente, esto es más de lo que creía que los espíritus me
darían. No necesitamos un niño de nuestra sangre para unirnos entre sí.
Nuestros corazones no podrían estar más cerca.
—¿Es cierto que los Chahta creen que una vez que estás casado por el clan,
sus corazones permanecen juntos para siempre, en este mundo y el siguiente?
—Sí, es verdad.
—Te amo y quiero ser parte de tu mundo. No sé si voy a pasar sus pruebas,
pero yo quiero hacerlo. Quiero pertenecer al clan Thunderbird. Quiero ser tu
mujer, a pesar de que no me lo has pedido todavía —Sarah volvió la cabeza
y sonrió a Devlin.
—El máximo honor que un amante puede otorgar a una mujer Chahta es
respetarla con una oferta de amor y matrimonio. Cuando te conviertas en
88
Chahta, te pediré que nos casemos en la forma tradicional del clan. Puedes
apostar —Devlin dio un beso suave en los labios de Sarah.
Devlin se rió ante el entusiasmo de Sarah. Devlin sabía que una vez que Sarah
ponía su mente en algo, no habría forma de detenerla. Se levantó y siguió
obedientemente a su amante de vuelta al pueblo para encontrar a Tima.
Tima sonrió cuando dio el permiso para que las dos mujeres entraran en su
Chuka. Podía decir por la actitud de Sarah que ya no llevaba su carga sola.
—Tengo que admitir otra cosa —Sarah miró a Devlin—. Estaba asustada por la
sensación de que sabías que ya no tenía mi ciclo mensual.
—Sarah... —Tima rara vez utilizaba su nombre de nacimiento, pero sentía que,
en este caso, tenía que oírlo—. ... se te olvida que yo ayudé a sanarte hace
poco tiempo. Una mujer sanadora no sólo se fija en el cuerpo de su paciente,
sino también en su alma. Vi en tu chukash donde tienes todos tus secretos. Un
paciente no puede ocultar nada a los ojos de su curador. —Tima se detuvo y
observó a Devlin, que sólo tenía ojos para la hermosa mujer a su lado.
—Un sanador puede ver dentro de una persona, me gustaría explicarles algo
a los dos. Si deseas convertirte en Chahta, Sakli, entonces deben hacerme
una promesa ambas.
—Siéntense —dijo Tima. Una vez que Devlin y Sarah se sentaron, Tima
continuó—. Tasa, sabes que tu abuelo no tiene hijos, y tú eres la guerrera de
su corazón.
—Eso va a ser difícil, al no ser capaz de compartirlo con Dev —Sarah admitió.
—Estoy de acuerdo —Devlin miró por el rabillo del ojo y su expresión seria
desapareció. Una pequeña sonrisa se formó—. Apuesto a que me lo dirás
antes que yo.
—Niñas —Tima negó con la cabeza, uniéndose a las risas—. Ve, deja mi Chuka
y haz algo útil. Tengo dos hijas fuertes en mi iksita, sin embargo, no tengo la
carne para una comida y mis jarras de agua están vacías.
El sonido de su risa viajó a través del pueblo, y parecía que el día era más claro
para el clan Thunderbird.
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Sarah asintió, preguntándose por qué siempre sentía como si Tima pudiera leer
su mente. Se suponía que tenía más que ver con la forma en que Tima
expresaba sus declaraciones que cualquier capacidad de leer la mente.
—He tenido sueños en los últimos tres días —continuó Tima—. ¿Sueñas con
fuego?
—Me gustaría saber el significado. Sólo siento que es de gran importancia, que
nuestra propia existencia podría depender del resultado. Me falta la
capacidad para entender mis sueños por completo. Los espíritus no han
estado dispuestos a revelarme la verdad a mí.
—Eso creo. Tienes que entender que no puedo recordar un momento en que
nuestro clan tuviera una curandera. Aprendí las formas de curación y
conocimiento que mi madre antes que yo, conocía. Así que ya ves, no puedo
decir lo que puedes esperar exactamente.
—¿Crees que la visión de Taano tiene que ver con nuestros sueños de fuego?
—Me gustaría que los espíritus no fueran tan crípticos con sus visiones —Sarah
resopló con exasperación.
Tima rió.
—Debes mostrar tanta paciencia con ellos como lo hacen contigo. Ha habido
muchas, muchas nieves desde que los espíritus caminaron en nuestra realidad.
91
Tienden a olvidar que no tenemos los mismos conocimientos que ellos.
Cuando comiences la primera luna de tu entrenamiento, irás a una misión de
sanación. Durante este tiempo, cuando los espíritus decidan aceptarte o no,
recibirás la visita de una de las trece madres de los clanes. Estas serán tus guías
sagradas, y van a interceder en tu nombre con los poderes superiores. Si las
madres de los clanes no te visitan, será porque no has sido aceptada como
candidata digna para nuestro clan.
—Veo tantas escenas diferentes dentro de mi sueño —dijo Sara— y siento que,
si tuviera el poder para unirlas todas, contarían una historia.
—Parece mucho sólo para ser incluida en sus oraciones —dijo Sarah
somnolienta.
—Espero poder cumplir con sus expectativas sobre mí —Sarah susurró mientras
se deslizaba bajo el manto de pieles junto a Devlin.
El resto de la noche pasó rápidamente para las tres mujeres que compartían
la Chuka. Un frente frío había aparecido en la noche. Sarah se estremeció
ligeramente, ahora de pie fuera de la Chuka de Miko Kontonalah. Devlin entró
primero para cumplir con los trámites necesarios para defender el caso de
Sarah.
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tenía que aceptar el llamado de los espíritus como padre adoptivo del
iniciado. Si nadie dentro del clan se veía obligado a pasar al frente, los
ancianos denegarían la solicitud.
—Na hollo ohoyo —comenzó Kontonalah—. Aunque sabía que era Sarah, se
dirigió a ella como una mujer blanca. Sarah tenía un nombre de clan, pero era
muy inusual—. ¿Vienes al clan con una petición? —preguntó Kontonalah,
aunque ya sabía la respuesta.
Sarah estaba asustada más allá de la razón por estar en esta habitación llena
de los hombres más importantes del clan Thunderbird. Sin embargo, no quería
alejar sus miedos al observar a Devlin en busca de apoyo. Ella trató de
imaginar a los ancianos de los clanes como los hombres de la Asociación de
Ganaderos, los hombres con los que a menudo había tenido enfrentamientos.
Ese pensamiento le devolvió un poco de valor.
—Si, lo hago. Deseo ser Chahta. Espero aprender y quiero que mis hijos
conozcan el camino del clan —dijo Sarah, como Tima le había enseñado.
Sarah observó como el tío de Devlin, Kaylan, dio un paso adelante. El hermano
del padre adoptivo de Devlin, Kaylan había sido responsable en gran parte
de la formación de Devlin como un guerrero dentro del clan. Desenrolló
cuidadosamente una piel de ciervo. En el interior, en la piel lisa, alguien había
pintado muchos cuadros. Cuando habló Kaylan, Sarah se dio cuenta que la
piel era un libro de cuentos de todo tipo.
93
nacimiento de sus hijos. Los primeros en nacer fueron los Creeks. Cuando
salieron de la cueva, salieron del montículo sagrado y se pusieron sobre las
rocas calientes bajo el Padre Sol para secarse. Dormían por la noche, pero se
enfriaron cuando la luz de Hashtahli los dejó. Cuando Hashtahli vino otra vez,
dijeron entre sí: —Viajemos a la tierra donde el Padre Sol habita para no tener
frío—. Por lo tanto, viajaron al este. Entonces nacieron los Chalakki. Cuando
salieron al sol para secarse a sí mismos, se encontraron con que el bosque a su
alrededor se había convertido en cenizas. Se pusieron al lado de la montaña
sagrada, y cuando estaban secos finalmente, no pudieron localizar el rastro
de sus hermanos Creek. Caminaron alrededor del montículo. Finalmente,
alguien dijo: —Dejemos este lugar y encontremos un lugar para ser una
familia—. Viajaron al norte y allí encontraron la casa para su nación. Los Chiksa
surgieron de la montaña de al lado. Mientras yacían en el suelo caliente,
secándose a la luz de Hashtahli, vieron al Chalakki caminar hacia el norte.
Siguieron a su hermano Cherokee y se establecieron cerca de la nación
Cherokee. El Chahta llegó último desde el montículo sagrado. Los Chahta
caminaron alrededor de su madre, la montaña sagrada, y finalmente se
subieron sobre las rocas a secarse bajo Hashtahli. Cuando los Chahta estaban
secos, se reunieron juntos en un círculo, cada hombre tenía una voz. Cuando
cada hombre tenía su decir, formaron una tribu, a continuación, se separaron
en pequeños clanes, trece en total. Ellos decidieron no dejar a su madre sola.
Se quedarían a la vista de la montaña desde donde ellos podían verla y su
poder les protegería siempre. Esta es la historia de nuestro pueblo, tal como
me lo contó mi moshi y cómo se lo diré a saibaiyi.
Kaylan terminó el cuento y Sarah tuvo que sacudir la cabeza para regresar al
presente. El narrador había sumergido a Sarah tan a fondo en su historia que
creía que acababa de presenciar el nacimiento del hombre como el
Choctaw lo vio.
Una vez más, Sarah no se atrevió a mirar a Devlin mientras esperaba para ver
quién dentro del clan había recibido la llamada para adoptarla en su familia.
Se preocupó al principio puesto que aún no había llegado a conocer a
muchos a nivel personal. Ahora bien, cuando el incómodo silencio persistía, su
corazón cayó al darse cuenta de que nadie vendría.
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A pesar de que Sarah estaba de espalda a la entrada, vio un haz de luz
exterior iluminar la Chuka, y sintió una corriente fría que barrió a través de la
morada. Sarah había pensado que era la única que estaba nerviosa, pero el
suspiro de alivio de Devlin le dijo que no estaba sola en sus sentimientos.
Por último, Sarah se permitió mirar hacia Devlin. Ella se había vuelto a mirar
hacia atrás para ver quién era el misterioso padre, y ella no ocultó la expresión
de asombro en su rostro. Sarah se estremeció al pensar que pudo causar esa
reacción. De repente, sintió el peso de una mano en el hombro. Cuando volvió
la cabeza, estaba segura que su expresión no era distinta a la de Devlin.
—No voy a decir que no le creo, Alikchi, pero ¿estás seguro de que los espíritus
te hablaron en una visión?
—Yo no acuso, sólo pregunto. Keeho ¿es cierto que sentiste el llamado o es
simplemente un deseo de hacer más fuerte tu clan?
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Devlin sabía que Keeho era un hombre de pocas palabras, y este momento
no era una excepción. Keeho resopló ante los comentarios de Nitushiabi.
Young Bear se encontró de pie solo. Si provocaba más problemas, sus palabras
serian entendidas como una acusación. Ante los ojos de los otros ancianos, un
hombre santo Chahta no era una persona para ofender. Nitushiabi podría
encontrarse a sí mismo sin aliados o sin honor después de la confrontación.
Sopesó sus opciones y eligió tomar su asiento.
Los ancianos inclinaron sus cabezas juntas brevemente, susurrando entre sí.
Finalmente, fue Kontonalah, como el principal portavoz, quien miró a Sarah y
dijo:
—Achukma Hoke.
Sarah levantó la vista. Devlin ya estaba de pie. Ella le indicó a Sarah que saliera
de la Chuka.
Devlin sonrió.
—Te dije que no tenías que preocuparte, ¿verdad? Además, las pruebas de
tu convicción para convertirte en Chahta serán las difíciles, no esta parte.
—Aun así... supongo que esperaba que fuera un poco más que eso.
96
Parte 9
A
la mañana siguiente cayó la primera helada de la temporada. Sarah
se estremeció, a pesar de la manta de pelo de caballo y los brazos de
Devlin envueltos alrededor de ella. Sarah llevaba una piel de ciervo,
mientras se preparaba para entrar en el pabellón de oración. Keeho y los otros
ancianos habían ido antes, vestidos sólo con sus taparrabos. El calor sería
intenso y la falta de ropa era necesaria, aunque Sara todavía se sentía
desnuda, con sólo la piel envuelta en ella.
—Envié a Talako hasta el rancho con un mensaje para Hank —Devlin susurró a
Sarah—. Sólo para que Mattie y los niños sepan dónde estamos y que estamos
bien.
Talako, Grey Eagle, era amigo de la infancia de Devlin y estaba feliz por la
oportunidad de hacer un poco de comercio. Devlin no estaba segura de por
qué mencionó esto ahora. Tal vez fue por decir algo. Devlin se sentía débil e
insuficiente en ese momento. No estaba familiarizada con las costumbres de
los hombres y mujeres curanderos y podía ofrecer muy poca protección a
Sarah.
Sarah había pasado la noche anterior, y la mayor parte del tiempo que
debería haber estado durmiendo, escuchando y aprendiendo de Tima. Tima
le enseñó a Sarah lo que sabía de la casa de oración y el ritual de sudoración,
pero admitió que sólo había experimentado la ceremonia con las mujeres. Los
hombres Chahta creían que el poder natural de la mujer se hacía demasiado
intenso durante el ritual de sudoración cuando los hombres y las mujeres
compartían el mismo espacio. Incluso las mujeres del clan se negaron a
permitir que una mujer que estuviera menstruando se uniera a ellas por temor
a su poder en ese momento de la luna. Keeho había prometido que iba a
enseñar a Sarah, así como dejaría que participara de la ceremonia.
97
—Vas a estar bien, Sachu-kash. Keeho no va a dejar que te pase nada—.
Sarah se dio cuenta de que la expresión de su amante no era tan segura como
sus palabras.
Keeho llegó a la entrada e indicó que era hora de que Sarah entrara. Devlin
besó la frente de Sara y tomó la manta. Keeho alzó la vista y vio como dos
halcones de cola roja volaban en un círculo perezoso en el cielo, por encima
de la casa de oración.
Sarah entró en la casa de oración y entrecerró los ojos en un intento por ver.
La casa de oración ya estaba caliente por el fuego en el centro. Ella dependía
de Keeho para decirle todo lo que necesitaría saber para completar la
ceremonia. Tima le había dicho a Sarah que no hiciera preguntas, y que
escuchara todo lo que Keeho le dijera. Le dijo que habría tiempo suficiente
para preguntas después. Sarah deseó haber tenido más tiempo para
prepararse, pero esto de alguna manera era una emergencia. Puesto que la
profecía de Taano era demasiado críptica para que Keeho pudiera resolverla
solo, los ancianos pensaban que necesitarían el poder de Sarah. Ella aún no
sabía cómo decirles a estas personas que se sentía tan impotente como un
bebé.
Keeho colocó la solapa para ocultar la entrada, así permitió a Sarah tener luz
suficiente para ver un momento. Sabía que una vez que la casa de oración
fuera sellada, la leve iluminación desaparecería. Keeho se situó justo detrás de
Sarah cuando ella entró. Fiel a su palabra, dio instrucciones a Sarah a cada
paso.
—Al entrar en la casa de oración, siempre nos moveremos con el arco del sol
—dijo Keeho—. Cómo has visto el pabellón tiene la forma de la hermana
98
tortuga en el exterior. Siempre recuerda que no debes pasar por encima del
cuello dela tortuga. —Sarah se dio cuenta de que él quería decir que debía
moverse en dirección de las agujas del reloj, siempre a su izquierda—. ¿Tima
te enseñó las palabras adecuadas de respeto?
Sin responder, ya que Tima le había dicho que no hablara si podía evitarlo,
Sarah le enseñó. Se puso de rodillas, con su frente tocando el suelo.
—Akanohmi moma —dijo en voz alta. Tima había traducido las palabras que
significaban literalmente “a todos mis ancestros.” Las palabras no eran
solamente un reconocimiento de que todas las cosas, plantas, rocas, agua
eran sus hermanos y hermanas, sino también en honor a los materiales que se
utilizarían para esta ceremonia.
Sarah pensó que fue extraña la forma en que su mente se apagó. La cuchara
en el tazón la hipnotizaba. Era una pieza larga de caña de río, y la copa
parecía estar tejida de hierba. Pensó que a ella algún día le gustaría aprender
cómo las mujeres trabajaban aquí el arte de la cestería.
Keeho ordenó al guardián traer ocho rocas para el pozo de fuego. Mientras
el guardián del fuego llevó a cabo la tarea, Keeho le explicó a Sarah lo que
estaba ocurriendo.
Sarah observó como el hombre conocido como Blue Hawk traía las rocas de
una en una. Las llevaba en una piel honda de muchas capas para mantener
el calor de las piedras brillantes alejadas de sus manos o el cuerpo. Cuando
99
pasó a Sarah la primera vez, pudo sentir el flujo de calor que desprendía la
piedra grande.
—El número sagrado del Chahta es ushta, cuatro —dijo Keeho a Sarah—. Lo
más sagrado de las cosas viene en cuatro: la familia madre, padre, hermano,
hermana. Hay cuatro elementos en nuestro mundo físico; tierra agua, cielo, y
todos los seres vivos. Hay cuatro estaciones y cuatro direcciones a las que
ofrecemos nuestras oraciones. Debido a este número, le digo a Shanafila que
traiga cuatro piedras a la vez. —Aparte de la voz de Keeho, los únicos sonidos
audibles eran los gruñidos de Shanafila y su pesada respiración mientras
llevaba a cabo la laboriosa tarea de traer las piedras calientes—. Esa es la
última piedra que Shanafila traerá por ahora. Cuando salga, va a sellar la
puerta. Las mujeres fuera espolvorearan harina de maíz en toda la casa de
oración. Esto ayudará a mantener alejados a los malos espíritus.
—No tengas miedo, Sakli —La voz de Keeho venía detrás de ella. En su miedo,
el primer instinto de Sarah fue sacudirse las manos del hombre—. Cierra los ojos,
Sakli. —Sarah quería reír en voz alta. ¿Por qué iba a cerrar los ojos cuando
estaba bastante oscuro ya? —. Relájate, Sakli, cierra los ojos. —Puedo hacer
esto. ¡Soy más fuerte que esto, maldita sea! Sarah gritó en su cabeza. Cerró los
ojos con fuerza—. ¿Qué ves? —preguntó Keeho.
—Oscuridad.
—Ahora abre los ojos —El agarre de Keeho sobre sus hombros había aflojado
un poco—. Dime lo que ves ahora.
—No veo más de lo que vi con los ojos cerrados. No veo nada.
100
La voz de Keeho era tan baja que apenas la oyó, pero ella estaba
avergonzada de sus propias debilidades. Sonrió en la oscuridad.
Ella pensó en sus palabras. Los cuartos cercanos, oscuros, de hecho, podían
sustituir el vientre de una madre. El sudor que goteaba de su cuerpo cayó al
suelo, haciendo que la tierra alrededor se sintiera cálida y húmeda.
Pensándolo un poco, el útero de una madre era exactamente lo que Sarah
podía imaginar.
Sintió que las manos dejaban los hombros y vio la sombra del cuerpo de Keeho
caminar frente al fuego. Vio brevemente una llama aparecer junto al fuego y
volvió a reconocer la forma de Keeho. Le pareció ver un cuenco en sus manos.
Después de un momento, la voz de Keeho vino a Sarah desde el lado opuesto
de la casa de oración.
—Yo uso una pluma del hermano halcón hoy. Él nos ayudará a tener visiones,
para reunir la inspiración —El movimiento de Keeho se detuvo—. Ahora hemos
entrado en el tiempo sagrado. Este es un tiempo para que tu mente se abra y
esté tranquila.
Sarah sintió a Keeho alejarse de ella, pero no podía decir si tenía los ojos
abiertos o cerrados. Pensó en levantar la mano y tocar sus párpados sólo para
estar segura, pero se sentía como si estuviera flotando en la oscuridad. Su
cerebro no podía dar la orden a su brazo. No podía moverse. Estaba
simplemente ahí, flotando.
Más olores llenaron la casa. Keeho roció salvia, cedro, y hierba dulce en lo alto
de las rocas calientes que brillaban intensamente. Sarah reconoció cada olor
a la vez. Escuchó mientras Keeho agradecía a las rocas por su participación
en la ceremonia.
101
Un fuerte silbido rompió el silencio, pero no se asustó. Podía escuchar la voz de
Keeho dentro de su cabeza, ¿o estaba a su lado? Por un momento, pensó que
tal vez ella sólo estaba sintiendo su voz. El silbido se hizo más fuerte y Sarah
podía sentir el vapor de agua difundirse en la casa cuando Keeho echó agua
fría sobre las rocas al rojo vivo. El vapor se elevó en enormes nubes que
recordaron a Sarah las nubes de tormenta sobre la pradera. Escuchó una voz
dentro de su cabeza que ella reconoció como la de Keeho. Lo oyó llamar a
la potencia occidental, la primera de las cuatro direcciones. Ella sabía que la
primera folota había comenzado.
Uno por uno, los ancianos declararon sus nombres de los clanes, junto con sus
nombres secretos. Incluso Sarah sintió una fuerza extraña cuando llegó su turno
y declaró su identidad. Nunca se detuvo a preguntarse cómo sabía que era
su turno en el círculo, pero de repente, ya no temía a la oscuridad o los
misterios de la casa de oración. Una paz inusual vino sobre ella, y ella se negó
a dejar que su sentido común luchara contra ella.
En algún lugar de su mente, suave como las últimas olas de un eco moribundo,
Sarah escuchó las palabras: Yo soy Ankahito... Siempre he sido Ankahito. Le
recordaban a Taano, el curandero que había intentado salvar. Sintió palabras
similares crecían en su corazón.
Sarah perdió la noción del tiempo y casi quien era ella dentro del oscuro
vientre de la Madre Tierra. Ni siquiera pudo recordar el final de las últimas dos
resistencias, y ahora era el momento para la cuarta y última folota.
102
Un tambor sonó y Sarah se preguntó por qué no lo había oído antes. De
repente, el intenso calor desapareció. Una suave brisa de primavera enfrió su
cuerpo. Sara se rió en voz alta, al darse cuenta de que aún tenía cerrados los
ojos. Los abrió y se encontró con un impresionante y hermoso cielo azul. Ella
sabía que todavía estaba en la casa de oración. Una parte de ella podía oír
el canto de los ancianos y a Keeho orar.
Humo.
Sarah observó impotente cómo los animales competían por escapar, pero de
repente, los alambres se levantaron delante de ellos. Alambres de púas y
cercas de gran altura, del tipo que los ganaderos utilizan para marcar su tierra.
Los animales no tenían forma de escapar. El fuego se descargó sobre ellos
desde la parte trasera y el alambre detuvo su progreso. No les importó a los
animales enloquecidos. Se aplastaban y estrangulaban en la parte delantera
con el alambre.
Sarah gritó una y otra vez. Gritó y gritó a las bestias para que detuvieran su
estampida, pero no había otro lugar para huir. El alambre del hombre blanco
bloqueaba su única vía de escape. Miles de animales pisoteándose unos a
103
otros mientras eran cortados en pedazos por el afilado alambre. Sarah no
podía hacer nada más que llorar ante la vista, desplomándose en el suelo
fatigada y angustiada.
Cuando levantó la vista de nuevo, el clan rodeaba a los animales que morían.
Ahora el ganado se había ido y sólo la manada de búfalos quedaba, enormes
bestias que, resoplaban, y desgarraban el terreno en su ira y frustración.
Pronto, incluso ellos sucumbieron, pisoteados debajo de las pezuñas de sus
hermanos.
Sara vio a Tima y a los otros del clan que había llegado a querer. Ella pensó
que tal vez ayudarían a salvar a los animales. Se hizo evidente que el Chahta
no tenía conocimiento de cómo salvar el búfalo. Las bestias apoyaron a la
gente del clan, pero el Chahta no podía deshacer el poder del hombre
blanco.
Sarah miraba, y con cada búfalo que caía, un miembro del clan desaparecía
entre la niebla que los rodeaba. Sintió una voz dentro de la cabeza de nuevo,
pero esta vez, no era Keeho. La voz le dijo que una vez que los búfalos
desaparecieran, la gente Chahta moriría también.
—¡No! —Sarah gritó cuando, uno por uno, los búfalos cayeron al suelo.
—Ayúdanos, Sakli. —Tima levantó una mano hacia Sara, mientras la niebla
blanca envolvió su cuerpo.
Pensó que estaba tumbada en el suelo, pero ¿cómo puede ser eso?, se
preguntó, mientras sus piernas se desplomaban debajo de ella. Lo último que
recordaba era la sensación de la tierra húmeda por debajo de la mejilla y el
calor mientras las llamas se la tragaron.
Devlin había recorrido el mismo trozo de tierra durante horas. Estaba a punto
de ser castigada por su abuelo debido a su comportamiento anterior, fuera
de la casa de oración. Ahora corría el riesgo de la expulsión si interrumpía la
ceremonia de un curandero, pero la única cosa en la mente de Devlin era
Sarah.
—Necesito saber cómo está. ¿Qué puede tomarles tanto tiempo? —siseó
Devlin.
104
Tima no respondió, pero Devlin no tenía necesidad de escuchar nada. Podía
ver por la expresión en el rostro de su madre que estaba preocupada,
también. Se habían necesitado tres hombres para retener a Devlin cuando
ella escuchó gritar a Sarah por segunda vez. Devlin había intentado aferrarse
a sus creencias, pero la idea de que Sarah la necesitara relegó cualquier otro
pensamiento al segundo lugar.
Tima había intentado calmar a Devlin, pero era casi imposible para los
hombres sujetar a la histérica mujer. Cuando por fin el guardián del fuego abrió
la casa de oración, dos hombres llevaron el cuerpo inerte de Sarah
directamente a la Chuka de Keeho.
—Ella ha visto mucho —Keeho miró a Sara con algo parecido a la admiración
en su mirada—. Fue drenada y necesita comer y descansar, pero ella va a
estar bien. Fue la intensidad de la visión y no la enfermedad lo que la impactó.
—Y sé lo que significa el mensaje de Taano, Dev —dijo ella con voz cansada.
105
Tima le había dicho que, como curandera, estaría al tanto de información que
tendría que guardar del clan. Sarah sabía que no era una madre, así que ella
tomó la decisión de todos modos—. Va a ser un incendio en la pradera... en
el otoño, creo. Cientos de miles de reses y búfalos morirán debido a las vallas
de alambre de los rancheros. Eso es lo que Taano quiso decir cuando dijo que
el búfalo debe correr libremente. Los vi, Dev. Fue horrible. La forma en que
murieron fue simplemente horrible.
Sarah se apartó de Devlin y pasó una mano por el pelo largo. Miró su brazo,
cubierto de sudor, suciedad y trozos de hierba seca.
Sarah sonrió débilmente a Devlin, y Devlin se sintió mejor. Sarah era cada vez
más como ella misma de nuevo. Devlin siguió sosteniendo a Sarah,
necesitando el contacto constante.
—Voy a hablar con los ancianos. Les diré a todos de tu visión, Sakli. Ahora que
sabemos el enigma, tal vez los espíritus nos bendigan con la respuesta. Ve a
descansar, pequeña. Lo has hecho bien —dijo Keeho.
Tima se quedó para hablar con Keeho, pero Devlin ayudó a Sarah a ponerse
de pie. Keeho envolvió una manta extra alrededor de los hombros de Sarah
antes de abandonar su Chuka.
Sarah tuvo que admitir que estaba inestable cuando ella se levantó, pero
ahora se sentía más fuerte, aunque agotada mentalmente.
—Creo que estoy demasiado sucia para preocuparme por eso. Siento que
estoy cubierta de suciedad. Dime la verdad —Sarah se detuvo para mirar a
Devlin— ¿Cómo me veo?
106
Sara se rió cuando llegaron al agua y ella puso la manta en la orilla.
—Bueno, ¿por qué no vamos más abajo? Es más tranquilo y... pensé que no
te gustaba bañarte en frente de otras personas —Devlin intentó decir en voz
baja.
Devlin trató de usar su propio cuerpo para bloquear la visión de Sarah. Podría
haber jurado que el joven pescador se había quedado observando
expectante. En ese momento, Devlin estaba de pie con el agua hasta las
rodillas, y el valiente estaba sentado en la orilla sacando el pez de la punta de
su lanza.
—¿Dev?
—¿Qué?
Devlin siguió la mirada de Sarah en dirección de sus propias piernas, hasta sus
botas, que estaban bajo el agua.
107
Sara se rió y el sonido era tan precioso para los oídos de Devlin que estaba
dispuesta a hacer el tonto. Devlin sonrió y se acercó a la orilla.
Sarah no entendía por qué, pero por primera vez en mucho tiempo, su risa se
sentía completamente libre. Terminó su baño, para gran consternación de
Devlin y, temblando, se envolvió con fuerza en la manta caliente.
—Tengo muchas cosas que hacer todavía —dijo Tima. Tocó a cada mujer
mientras salía de la Chuka. Devlin sospechó que Tima entendía la necesidad
de Sarah de compartir un tiempo a solas.
Sarah no necesitaba más persuasión. Ella yacía junto a Devlin, sintiendo una
extraña energía dentro de su propio cuerpo. Sabía que debería estar
cansada. Había sido desprovista de su fuerza cuando salió de la Chuka de
Keeho, pero ahora, estaba como si hubiera algo zumbando dentro de ella.
—Tenemos que ir a casa, Dev —dijo Sarah—. Tenemos que hablar con la
gente, ver si la asociación nos ayudará. Tenemos que conseguir que los
ganaderos acaben con sus cercas.
—No lo sé. Dev, lo que me pasó en ese campo, fue la cosa más extraña que
he visto, pero por alguna razón, todo se sentía... No sé —Sarah apartó el
flequillo de la frente—. Se sintió muy natural. Tenía miedo al principio, pero una
vez que estaba sucediendo, se sentía bien de alguna manera. Sé que no me
explico bien, pero…
108
Soy Chahta... Siempre he sido Chahta.
—Había más en mi visión, Dev —Sarah se sentó al lado de Devlin—. Más cosas
que no le dije a los otros —Ella reveló con culpa el resto.
—No, creo que tu primera impresión era correcta —Devlin miró a Sara con ojos
tristes—. No es la primera vez que he oído esto. Cualquiera que conozca la
tierra y cómo era antes de que el hombre blanco barriera el oeste, siente de
la misma manera. Durante miles de años, la necesidad mutua a atado a los
búfalos y las tribus de las llanuras. Nuestro clan ha sido bendecido. Nuestro
pueblo sigue en pie donde estaba cuando me encontré con ellos. La mayor
parte de los indios en las praderas del oeste son nómadas. Van donde van los
búfalos. —Devlin se detuvo para tocar la cara de Sarah.
—Creo que tienes razón, Sa. Tú visión nos habla de un gran desastre, pero creo
que dice mucho más. Si el búfalo desaparece de esta tierra, creo que también
lo hará el clan. Como pueblo, todavía van a existir, pero creo que su forma de
vida se desvanecerá. Esa será la pérdida real. Estas personas, todas las tribus
de todo el país, conocían esta tierra miles de años antes de que el hombre
blanco llegara aquí. Ahora el gobierno los reduce a nada más que el estatus
de esclavos. Tienen que ir donde y cuando el gobierno les diga.
Sarah sintió una tristeza increíble por una raza de gente que había aprendido
de repente que ya no eran los capitanes de su propio destino.
—Sa, siempre ha sido suficiente para todos. Nunca fue la entrada de los
blancos en esta tierra lo que provocó la destrucción. Es lo que él trajo con él,
su mentalidad y su pensamiento de creerse con el derecho de coger lo que
podía. El pueblo indio mira a la tierra como si fueran una parte de ella. Son sólo
un punto en un círculo que incluye todo lo que tiene vida. El hombre blanco
la ve como algo que tiene que poseer, para doblegar a su voluntad.
—¿Por qué? No entiendo por qué tenía que ser de esa manera —Frustrada,
Sarah apretó los puños.
109
—¿Quién puede decir por qué un hombre tiene ciertos instintos y otro no? El
Chahta cree que todos los hombres provienen de las mismas tribus originales.
En algún lugar a lo largo de la línea, se separaron. El abuelo cuenta una historia
que describe la gente que vino al oeste a través de esta tierra como las tribus
indias. Parece recordar que su abuelo le dijo que las tribus que viajaron al este
se convirtieron en los hombres blancos.
Sarah acomodó contra Devlin, su cuerpo cansado. Era casi como si tuviera la
energía para tener esta conversación y no más que eso. Pensó en todos los
misterios que rodeaban la vida del pueblo Chahta. Se preguntó si miraría de
forma diferente los acontecimientos de su vida ahora.
—¿Una historia?
—Esta es una historia corta, pero cuando era más joven, siempre me hacía
pensar. Todavía me hace sonreír porque me recuerda que debo estar
agradecida por lo que tengo. —Cruzó los tobillos y puso su brazo alrededor
del hombro de Sarah—. Le pregunté a mi abuelo cómo el mapache y la
zarigüeya podían ser hermanos cuando se veían tan diferentes entre sí. Dijo
que el hermoso abrigo de piel del mapache siempre había sido una fuente de
envidia para el hermano zarigüeya. Dijo que una vez, la zarigüeya y el
mapache tuvieron gruesos abrigos. Un día a finales del verano, mapaches y
zarigüeyas se reunieron y se detuvieron a hablar. Como se relajaron, la
zarigüeya miraba la fina piel de color de su hermano, pero sobre todo su
exquisita cola. Verás, la zarigüeya y su hermano habían compartido el mismo
abrigo, Hashtahli los había hecho igual:
110
—Voy camino hacia el bosque —dijo zarigüeya, todo el tiempo mirando la
cola del mapache.
—¿Para qué?
—Bueno, acabo de pasar una arboleda de caqui y los árboles están llenos,
por lo que estás justo a tiempo —dijo el mapache.
Se despidieron el uno del otro, cada uno se fue en una dirección diferente.
Zarigüeya no pudo mantener su mente en otra cosa durante el resto del día.
Los días se convirtieron en las estaciones, pero la admiración de la zarigüeya
se convirtió en envidia y, finalmente, en celos.
Se puso tan mal que zarigüeya se negó a hablar con el mapache, enojado
por lo que tenía su hermano. Un día, zarigüeya decidió que él también era lo
suficientemente bueno para tener una cola de color.
Debido a la incapacidad de zarigüeya para ser feliz con el regalo que el dios
del sol le dio, Hashtahli hizo que su amigo, Luak, que conocemos como fuego,
quemara todo el pelo de la cola de zarigüeya.
Esa es la razón por que las zarigüeyas, hasta el día de hoy, no tienen pelo en
sus colas. Están avergonzadas por esto y todavía mal humoradas, por eso
viajan sólo por la noche.
111
y encontrar algo para ayudar a Tima o a los aldeanos, pero en ese momento,
no podía imaginar algo que pudiera tener prioridad sobre esto.
Devlin podía oír los sonidos del exterior. Escuchó niños jugando y algunas
mujeres cantaban mientras pelaban el maíz. Si ella escuchaba con atención,
podía oír a algunos hombres jóvenes que se jactaban de su última cacería.
Podía oír la voz agradable de su madre en su memoria. Devlin se rió cuando
oyó la historia de mapache y zarigüeya.
“Esto significa que no te preocupes tanto por lo que no tienes y debes estar
agradecida por lo que tienes.”
Devlin mantuvo a Sarah en sus brazos y dio las gracias a quien quisiera
escucharla por la bendición de tener a esta mujer y sus hijos en su vida.
112
Parte 10
L
os ancianos decidieron que el mejor curso de acción sería confiar en Sarah
y Devlin. Taano había viajado una gran distancia y dio su vida para
entregar el mensaje. Dijo que los espíritus indicaron que Devlin y Sarah solas
serían capaces de resolver su dilema.
Sarah deseaba que hubiera una manera más fácil, pero no parecía haberla.
Ella y Devlin discutieron la idea de hablar con los ganaderos sobre tomar
medidas para echar abajo sus cercas. Mientras que las perspectivas parecían
escasas, sabían que tenían que convencer a los ganaderos de alguna
manera. Con la nueva riqueza, Sarah tendría más poder entre los ganaderos
del territorio. Ella y Devlin esperaban que fuera suficiente.
Sarah estaba triste por no poder quedarse y pasar por los rituales para
convertirse en Chahta. A pesar de su miedo al principio por la mística que
rodeaba las ceremonias, ahora quería nada más que ser la esposa de Devlin
ante los ojos del clan. Prometió, a Tima, que volverían con los niños en la
primavera tan pronto como el tiempo lo permitiera y se comunicarían si las
circunstancias cambiaban.
Devlin estaba fuera del rancho. Llevaba a un entusiasta Mattew con ella
siempre que podía. Hannah estaba durmiendo su siesta de la tarde, y Sarah
paseó por la casa sin rumbo. María y Angelia compartían las tareas del hogar
y Angelia se ocupaba de la cocina. La cocina y la limpieza tomaba una gran
parte del día, Sarah se sintió perdida en su propia casa. Era algo más que el
aislamiento. Había estado deprimida los últimos dos días por la situación de los
ganaderos.
113
abordar el problema desde el momento en que regresaron a su casa. La idea
de llamar a una reunión en la ciudad no emocionaba a ninguna de las dos.
La Asociación del territorio ganadero se componía de hombres, con dos
excepciones; la viuda Henley y Sarah. Para la población del municipio, Devlin
era sólo una empleada. Incluso las personas que sabían de la relación de
Sarah y Devlin no la aceptaban como pareja. Sarah se consideraba a sí misma
y a Devlin como socios iguales en la vida y los negocios, pero estaba de
acuerdo con Devlin que los otros no lo veían de esa manera.
Nadie había visto a la viuda Henley en años. Junto a Sarah, la viuda era
propietaria del rancho más grande en el territorio. Sarah y Devlin no fueron
capaces de hacer que escuchara su historia porque nunca pudieron hablar
con ella. William Hennessy se hizo cargo de todo, desde los asuntos legales de
la viuda hasta sus negociaciones personales. Le transmitió el mensaje a ella,
pero la respuesta fue que a la viuda no le importaba nadie.
Devlin y Sara decidieron que Sarah debía ser la portavoz. Llamar a una reunión
en la ciudad fue idea de ella, pero todo fue un desastre. Cualquier
credibilidad que tuviera con la gente del pueblo se redujo después de esa
humillación. Los hombres se rieron tan estruendosamente que Devlin tuvo que
recurrir a todo su autocontrol para no descargar unas cuantas rondas de
golpes sobre sus cabezas para que se callaran. Sarah, siempre ha sido una
mujer fuerte e inteligente, pero se quedó sin palabras y frustrada por los chistes
de los hombres. Cuanto más trató de explicar sin hacerse ver como una loca,
más los hombres se burlaron y la ridiculizaron. Por último, no tuvo otra opción
que abandonar.
El invierno había sido frío hasta ahora, pero con poca precipitación. Por lo
general, el otoño era lluvioso y con bastante nieve. No hubo lluvia o nieve esta
temporada, sólo vientos fríos y fuertes. Este cambio de clima no le cayó bien
a Sarah. Cuanta más seca la tierra, más se acercaba la posibilidad que su
visión se convirtiera en realidad. La parte más difícil de aceptar es que no
estaban más cerca de una solución.
114
No tuvo intención de sentarse allí y sentir lástima de sí misma, pero cuando
Devlin volvió a casa un poco más tarde, fue así como encontró a Sarah. La
visión de Sarah con lágrimas corriendo por su rostro fue suficiente para alarmar
a Devlin.
—¡Sarah! ¿Estás bien? —Devlin corrió a arrodillarse frente a ella—. ¿Hay algo
mal con Hannah?
—No, de verdad, lo siento. No es nada malo, Dev —Ella bruscamente secó las
lágrimas de su rostro— Odio llorar así.
—Esa sí es una buena razón para un baño —Devlin observó a Sarah salir de la
habitación—. Los estados de ánimo de esa mujer cambian más rápido que el
tiempo —dijo para sí misma.
Poco después, Devlin estaba disfrutando de su baño, aunque era difícil para
ella mantenerse concentrada. Sarah comenzó ayudando a Devlin a lavar su
cabello largo y continuó con el prometido lavado de espalda. Sus manos
tendieron a vagar, lo que hizo que concentrarse en las palabras fuera mucho
más difícil para Devlin. Por último, con la promesa de comportarse, Sarah se
sentó en un taburete junto a la bañera. Devlin se echó hacia atrás y cerró los
ojos, disfrutando mientras el agua caliente relajaba los músculos doloridos.
—¿Por qué llorabas, Sa? —preguntó Devlin. Sus ojos aún estaban cerrados,
pero abrió uno para mirar a Sarah.
115
Sarah estaba sentada con la barbilla en las manos, y los codos apoyados en
las rodillas.
Devlin sabía que se refería a lograr que los ganaderos derribaran sus cercas
de alambre. La reacción por parte de los ganaderos en la reunión había
devastado a Sarah. Hasta ahora, las mujeres habían estado buscando a gente
para ayudar a correr la voz y hacer el trabajo. Sin embargo, algo que Sarah
dijo hizo pensar a Devlin que tal vez lo estaban haciendo mal.
—¿Por qué crees que Taano nos dio ese mensaje? Es decir, ¿por qué los
espíritus enviarían así a un anciano por todo el país? —preguntó Devlin.
—Supongo que porque debemos tener algún tipo de habilidades que otros
no. Algo único para hacer el trabajo.
Sarah miró la cara sonriente de Devlin y recordó el día en que Devlin decidió
montar por su rancho. Había asumido que su tío Art forzó a Devlin a aceptar.
—Creo que tenemos que visitar a cada ganadero a un día de viaje. Hablar
con ellos individualmente. Ejercer un poco de tu magia en ellos.
Devlin se echó hacia atrás y entrelazó sus dedos, haciendo crujir los nudillos.
116
—Voy a estar usando mis habilidades únicas.
—¿Qué son?
—¿Y si lo hago?
Sin decir una palabra más, Sarah se levantó y Devlin escuchó el giro de la llave
en la cerradura de la puerta. El aleteo se movió en el vientre de Devlin mientras
sacaba su cuerpo del agua y se dirigía al dormitorio.
—¿Dónde están todos, esta mañana? Dev y yo estamos listas para salir.
—Hannah está jugando con las muñecas en la cocina con Nelli. María está en
la cocina y tiene un ojo sobre ellas. Mattew está en el granero con el señor
Hank. Él le muestra cómo cuidar de algo que ellos llaman tack.
117
Sarah y Devlin llevaron el carro más pequeño. La parte de atrás estaba llena
de suministros en caso que los necesitaran y una cesta de picnic para el
almuerzo. Fue un paseo rápido, a pesar de que estaban a finales de febrero,
la brisa estaba impregnada con la calidez de la primavera. La viuda Henley
tenía unas pocas tierras al sur, pero su rancho estaba a sólo dos horas del
Double Deuce.
Devlin saltó primero de la carreta y caminó alrededor de Sarah para darle una
mano. Sarah miró la silenciosa casa desde de su asiento en la carreta.
—No sabes cómo es esta anciana, Dev. Dispara primero y pregunta después
A medida que sus pies tocaron el suelo, Sarah escuchó el distintivo sonido de
la risa de una niña.
Sarah se acercó a la parte trasera del carro y quitó la tela que cubría los
suministros.
—UH… oh. Sarah, ven aquí y cuenta hasta diez —Devlin llevó a Sarah a la parte
delantera de la carreta.
—Dev, yo…
118
—¿Lo mejor que podamos? —La voz de Sarah era un susurro agudo—. Dev,
nunca has conocido a esta mujer antes, ¿verdad?
—Bueno, no.
—El verano que yo tenía diez años, vivía aquí con el tío Art. El esposo de la
señora Henley acababa de morir, y fui con el tío Art a ofrecer las condolencias.
Ella nos disparó con un rifle y no era una cerbatana, debo decir. Ella es tan
intratable como... como...
—Vale, vale, me hago una idea. Sólo vamos por Hannah, volvemos a casa, y
espero que la anciana no nos haya visto —Las mujeres estuvieron de acuerdo
con un movimiento de cabeza, y Devlin se dirigió a la parte trasera de la
carreta para sacar a Hannah—. Um... ¿Sarah?
***
—Hannah Marie Tolliver —Hannah dijo con orgullo. Subió los escalones del
porche y se sentó en un pequeño barril.
—Mi mamá tiene uno de esos y le disparó a un zorro justo aquí —Hannah puso
un dedo entre sus ojos—. Desde muy lejos, también.
119
La señora Henley rió. Había pasado un largo tiempo desde que escuchó su
propia risa, pero esta chica era una gran habladora. Apoyó el rifle contra la
pared junto a la puerta.
—No —Hannah golpeó con aire ausente sus talones contra el barril de
madera—. Esa fue una de mis mamás.
—UH Huh.
—Bueno, vamos, pequeño perro de las praderas. Quiero conocer a estas dos
madres tuyas. La manera más fácil para llegar a la parte delantera es yendo
a través de la casa. —La señora Henley tendió la mano y Hannah, obediente,
deslizó su manita al alcance, de la fuerte pero arrugada mano de la anciana.
***
—No vamos a permitir que eso ocurra. No he visto ningún movimiento desde
el interior de la casa, por lo que es probable que la anciana esté tomando
una siesta o algo así. Vamos a buscar en silencio a la parte de atrás.
120
—¿Tus madres son torpes o algo así? —preguntó.
Al descubrir que la parte trasera de la casa estaba desierta, Devlin volvió hacia
Sarah.
—Escucho voces.
Hannah estaba sentada en el regazo de una mujer que parecía tener por lo
menos ochenta años. Hannah estaba contando cómo Devlin había salvado
a Dolly de un destino peor que la muerte al salvarla de las fauces de Rupert,
el viejo perro de caza de Art Winston. La señora Henley estaba escuchando
atentamente, intercalando las preguntas apropiadas.
—Oh, nos encontraste, ¿verdad? —Sarah trató de no sonreír, rara vez podía
permanecer enojada con Hannah por mucho tiempo. Era demasiado
parecida a Sarah cuando tenía su edad.
—Ella parece estar bastante cómoda donde está —espetó la señora Henley.
—Sarah Tolliver. Y está es Devlin Brown. Sí, sé quiénes son, pero lo que no sé es
porque están aquí, cuando no son bienvenidas.
121
—Y traer un pistolero a sueldo contigo no ayuda mucho —agregó la señora
Henley.
—Ahora espere un minuto —Sarah dio un paso adelante para hacer frente a
la mujer—. Devlin no es un pistolero a sueldo.
—¿No? Entonces, ¿qué es ella para ti?” Los ojos de la señora Henley brillaron
de alegría mientras dejaba caer la trampa.
—Ella es mi…
—Oh, no erices las plumas de la cola —dijo la señora Henley—. Ahora están
aquí, bien podrían quedarse un momento. ¿Tienes hambre? —preguntó a
Hannah.
—El mío también —La señora Henley puso de pie a Hannah y la condujo al
interior de la casa. Deteniéndose un momento en la puerta, se volvió
ligeramente—. Creo que espera que las alimente, también. Bueno, vamos
entonces. Dos madres —se rió entre dientes.
—Creo que esa es la mejor idea que has tenido hasta ahora, señorita —dijo la
señora Henley.
122
Fue una comida breve, aunque incómoda para Devlin. Si Hannah no hubiera
llevado la mayor parte de la conversación, las dos partes probablemente no
hubieran hablado en absoluto.
—Sarah Tolliver, entra aquí y haz que tu juventud sea útil —dijo en voz alta.
Sarah puso los ojos en blanco hacia Devlin y se levantó para seguir el sonido
de la voz de la señora Henley. Cuando Sarah regresó, llevaba una bandeja
con una cafetera y tres delicadas tazas de porcelana. Sirvió el café, lo cual no
fue discutido por la señora Henley.
—Devlin, abre esa puerta detrás de ti —La señora Henley indicó una puerta
lateral cerca de la entrada a la sala de estar.
—Ahí, ese cofre pequeño, el que está en el estante superior. Trae eso para la
niña.
—Ven aquí, pequeño perro de las praderas —Abrió la parte superior para
revelar una variedad de muñecas con diminutos trajes, todos en diferentes
colores y modelos.
—Tonterías. No tiene sentido que las polillas se den un banquete con ellas. Ve
—ordenó a Devlin.
123
—Gracias, señora... No sé su nombre —Hannah dejó escapar.
—Mi nombre es Cordelia Leander Henley —se rió de nuevo cuando Hannah
trató de decir su nombre—. ¿Por qué no me llamas Cordy? Era así como mis
amigos me llamaban.
—Apuesto a que ésta lo descubrió por las malas, ¿eh? —Indicó a Devlin, que
acababa de tomar su asiento.
—Son sólo cosas de una anciana es todo. Por lo tanto, Sarah Tolliver y Devlin
Brown, ahora que las orejas pequeñas están fuera del camino, es hora de
poner las cartas sobre la mesa. Te lo diré de inmediato. Mis vallas caerán sobre
mi cadáver.
—Mm-hmm. —La señora Henley levantó una ceja escéptica hacia Devlin—.
Soy vieja, pero no soy sorda.
—Por supuesto que lo hiciste, pero eso da lo mismo. Ahora el asunto es por que
deseas que los ganaderos derriben sus vallas de alambre. Puedo ver en parte
el sentido en ello. Mi marido nunca puso cercas, ni de madera. En esos días, la
sal de un jinete era si podía mantener a su rebaño bajo control. Los tiempos
124
son diferentes ahora y tenemos una manada cien veces más grande que la
inicial. Si contratara a todos los jinetes que se necesitaría para mantener los
rebaños bajo control como me gustaría, pronto sería una mujer pobre. Ahora
empieza por decirme por qué debería echar abajo mis vallas.
Sarah miró a Devlin, y la cara de Devlin cambió. Los ojos claros se volvieron de
un cálido cielo azul y la línea dura de la boca de Devlin se curvó en una leve
sonrisa. Era como si algo iluminara a Devlin desde dentro cuando miraba a
Sarah.
Casi una hora después, Sarah se echó hacia atrás en su silla. La señora Henley
quedó mirando a Sarah y Devlin.
—Bueno, todo lo que puedo decir es que es verdad. En cuanto a que usted lo
crea o no, supongo que eso es otra cosa —dijo Sarah.
—Es tan loco que pienso que debe ser verdad. ¿A quién más le dijiste esto?
—Bueno, no lo hagan. Van a pensar que estás más loca que un cencerro, y
no conseguirás ya nada.
—Mujer, te miro y veo que sabes bastante sobre ganado. También sé que la
jinete es muy buena en lo que hace. He estado en esta tierra desde que la
única otra mujer en el territorio era una india. Sólo hay una cosa a la que los
ganaderos en el territorio responden, y eso es dinero. Puedes decirles todas las
historias y hacer todas las predicciones que desees, pero hay una sola razón
por la que ellos te seguirán, y eso será si hay algo para ellos.
125
Sarah y Devlin escucharon fascinadas. La viuda había estado aquí antes que
cualquiera de ellas, y tenía experiencia en el trato con los ganaderos. Si la
señora Henley tenía una manera de resolver esto, estaban dispuestas a
escucharla.
—Dices que este gran incendio sucedería ¿en el otoño? —preguntó la señora
Henley.
—¿Qué vas a hacer con tu ganado? Tienes una gran cantidad de cabezas en
el Double Deuce.
—Obtendrías casi cuarenta dólares por cabeza en Abilene. Me han dicho que
tienen un nuevo mercado de ganado allá arriba.
126
—Es demasiado peligroso, una unidad de ese tamaño. Nos llevará todo el
verano —dijo Sarah.
—¿Y que es lo que usted pretende? —preguntó Sarah—. ¿Qué quiere sacar
de todo esto?
—¿Dev?
—Va a ser un infierno de paseo —Devlin sonrió, aunque su rostro se puso serio—
. No veo la manera de evitarlo. Quizás esta es la forma en que estaba
destinado a hacerse. —Se encogió de hombros.
—Creo que ahora que somos socias en los negocios, puedes llamarme
Cordelia.
—Sabe, Cordelia —Sarah comenzó—, mi tío Art y yo vinimos aquí para visitarla
cuando era una niña. Nos disparaste.
128
Parte 11
—¿Qué quieres decir con que no voy? —La voz de Sarah se elevó con cada
palabra.
—Lo siento —Sarah alzó la vista, con las manos en las caderas—, el camino es
el lugar más horrible que Dios puso en la tierra. Es brutalmente duro. Si crees
que has convivido con los hombres, olvídate, no has vivido con ellos hasta que
no hayas pasado dos meses con ellos de esta manera. Es muy peligroso.
—¿Y todo lo que yo hago es jugar a la reina del ganado durante todo el día?
Soy dueña de la mayor parte del ganado que llevaras.
—¿Ahora sacaras a relucir tu posición sobre mí? —preguntó Devlin en voz baja.
Las dos mujeres estaban cara a cara, con las manos en las caderas, mirándose
fijamente. Sarah cedió en primer lugar. Miró a los heridos ojos azules de Devlin
y se dio cuenta de lo que dijo.
129
—No es como ha sonado —dijo Devlin. Sarah creyó detectar una nota de
dolor en la voz de Devlin.
Sarah sonrió.
Sarah sintió que la ira desaparecía de ella como el agua de un cubo volcado.
Se inclinó hacia adelante, golpeando con la cabeza suavemente en el pecho
de Devlin.
—Tú no eres vieja —Devlin rió y envolvió a Sarah en un abrazo ante la expresión
del rostro de Sarah—. Sachu-kash, eres la mujer de la que me enamoré. No me
gustaría que fueras de otra manera.
130
esa manera. Este trabajo va a ser la cosa más grande que he hecho en mi
vida, y voy a necesitar hasta el último resquicio de concentración para ello. Y
cada vez que estás cerca, sólo tú llamas toda mi atención.
—¡Oh, tú! —Sarah dio a Devlin una palmada suave en las costillas que
causaron que Devlin la agarrara y la abrazara.
—También te amo.
Devlin miró por encima del hombro al grupo más cercano de hombres, y luego
de nuevo a Sarah. Besó a Sarah de nuevo.
—Vamos —dijo Sarah riendo mientras empujaba hacia atrás a Devlin—. Será
mejor que tú y todo tu encanto vuelvan al trabajo.
Devlin tenía una sonrisa de oreja a oreja cuando regresó a la fogata donde
Hank y Mattew marcaban y castraban a los becerros de primavera. Cada diez
terneros soltaban uno después de ponerle la marca que lo convertía en un
toro de rancho. Matt había resultado tener algo de talento como laceador.
Hábilmente arrojó las cuerdas alrededor de los terneros y los arrastró hacia una
de las fogatas donde los hombres tenían la marca preparada.
Hank hizo una pausa para secarse el sudor de la cara con un pañuelo. No
había podido evitar oír el acalorado intercambio entre las dos mujeres. Se rió
para sí mismo porque pensó que era una especie de justicia romántica que
Devlin al fin hubiese conocido a una mujer que era tan terca como ella.
131
—¿Conseguiste que ella no nos acompañara? —preguntó Hank.
Devlin miró a los dos, que estaban de rodillas en el suelo y tratando de no reírse.
Se echó a reír.
—Puedes apostar. —Al ponerse los guantes de cuero, Devlin echó un vistazo a
la cara de Matt y le revolvió el pelo—. No olvides nunca, muchacho, aquí
mando yo, pero allí —Devlin señaló con el pulgar hacia atrás en dirección a la
casa del rancho—, ¡ella es la jefa!
Sarah se echó hacia atrás en la suave silla de cuero. Cerró los ojos y todavía
podía oler el aroma débil del tabaco que su tío Art solía fumar en esta
habitación. No sabía si estaba en su mente o si el olor seguía aferrándose a la
tela de las cortinas. La sala había sido el punto medular de las operaciones en
el rancho. Sarah recordaba muchas noches viendo como Art trabajaba en el
escritorio donde estaba sentada ahora.
Con los ojos todavía cerrados, no oyó nada fuera, excepto el mugido del
ganado, que ya se preparaba para pasar la noche. Se extendían por su
rancho casi hasta donde alcanzaba la vista, encerrados dentro de las cercas
temporales que los hombres habían construido. Los hombres llegaron de
lugares tan lejanos como Texas cuando se enteraron de la empresa del
Double Deuce; Había un montón de puestos de trabajo. Miles de raíles tenían
que ser dividido para las vallas improvisadas. Devlin había insistido en que se
utilizaran las cercas gruesas. Ella había explicado a Sarah que, si algo sucedía
antes de tiempo, los cuernos largos serían capaces de atravesar una cerca de
ese tipo.
132
Fiel a su palabra, Cordelia Henley había persuadido a cada ganadero a
menos de cien millas a apoyarlas. Devlin había estado en lo cierto con su
primera conjetura; todo el stock era de alrededor de cincuenta mil cabezas.
Sarah había oído hablar de un jefe de ruta que había llevado a cincuenta y
dos mil cabezas en una unidad hasta Chisholm, pero no estaba segura que la
historia fuera cierta.
Llevó la mayor parte del mes el reunir el ganado de los diversos ranchos
después de la temporada de partos. El Double Deuce poseía la superficie más
extensa y los corrales temporales, por lo que los animales fueron conducidos
allí. Devlin llamó al siguiente proceso; caos organizado. Los jinetes conducían
a grupos pequeños por una larga y estrecha rampa. Cuando el ganado
pasaba, un hombre gritaba la marca, otro hombre anotaba, y otro colocaba
una marca temporal en el animal detrás de su hombro izquierdo. El Double
Deuce utilizaba una barra como su marca de ruta, un signo que identificaba
todo el ganado como pertenecientes a esta unidad. Todos gritaban a la vez,
mientras que al mismo tiempo algunos de los bovinos entraron en pánico y
trataron de salir de la rampa de confinamiento. Matt obtuvo su sal, como a los
jinetes les gusta decir, por ser uno de los que chequeaban la información.
Como muchos de los jinetes no sabían leer ni escribir un hombre que podía
cifrar y anotar era invaluable durante este proceso.
Los temperamentos estaban más tranquilos ya que los jinetes trabajaron con
hombres que no conocían, cada caballo pertenecía a una marca diferente.
Cada día después que Devlin leía los libros de actas, su expresión se volvía más
sombría. A medida que aumentaba el número, también lo hacía la
preocupación de Devlin.
133
—Te atrapé —dijo Devlin con una sonrisa. Se sentó en el suave sofá, inclinó la
cabeza hacia atrás y soltó un suspiro.
—Sí, ahora ya sabes lo que hago todo el día, simplemente sentarme aquí y
echarme la siesta —dijo Sarah somnolienta.
—Me lo imaginaba.
Sarah se hizo a un lado del sofá y animó a Devlin para estirar las piernas. Devlin
apoyó su cabeza en el regazo de Sarah mientras pasaba sus dedos por el pelo
largo y oscuro.
—No, no antes de hablar contigo de algunas cosas —Devlin abrió mucho los
ojos y se incorporó—. Quiero preguntarte ¿cómo te sentirías acerca de
quedarte en la aldea del clan Thunderbird mientras estoy fuera? Ahora solo
escúchame antes de decir algo —agregó—, cuando Sarah estuvo a punto de
hablar.
—Sé que has manejado un rancho con muchos menos recursos que los que
tienes ahora, eso no es lo que me preocupa. Habrá un grupo de hombres de
mi confianza que cuidaran el pequeño rebaño que dejaremos atrás. No dejo
de pensar acerca de tu visión y lo que podría suceder si hay un incendio antes
de que vuelva. Me sentiría mucho más cómoda si estuvieras con mi familia.
Además —Devlin sonrió—, si continuas con los rituales para convertirte en
Chahta, podré casarme contigo cuando vuelva.
—Vale.
—Eres independiente y…
—Dev, he dicho que vale. Estoy de acuerdo —Sarah sonrió de esa manera
que hizo que la lengua de Devlin se trabara y no pudiera hablar—. He estado
pensando en ello y creo que es una buena idea.
—No, recuerda, que me crio. Está acostumbrada a una hija obstinada. Tengo
la sensación de que malcriará a Hannah.
—Tengo que admitir que, si yo estuviera allí, probablemente haría algo para
que nos expulsaran a las dos del clan. No lo puedo evitar, Sa. No puedo
soportar la idea de que te aflija cualquier tipo de dolor, físico o mental.
—Está bien, lo entiendo —Sarah tocó la mejilla de Devlin con los dedos—.
Puede que no lo demuestre como tú, pero me siento de la misma manera.
Sabes que no habría un lugar suficientemente seguro para que un hombre se
esconda de mí si te hace daño de alguna manera.
—¿Qué? Oh, bueno, eso es otra cosa que quiero hablar contigo. Sarah... —
Devlin pasó los dedos por su pelo largo. Se había convertido en un hábito
inconsciente cuando trataba un tema delicado— en cierto modo le prometí
a Matt que podría venir en la unidad. Es decir, le dije que sólo si tú estás de
135
acuerdo, pero es inteligente y... —la voz de Devlin vaciló mientras miraba la
expresión afligida de Sarah.
—¿Cómo, se supone que voy a mirarlo? —dijo con lágrimas formándose en sus
ojos.
Sarah no podía luchar contra Devlin en ese punto. Era difícil correr lejos de la
verdad, y sabía que lo que decía Devlin era cierto. Sin embargo, eso no
impidió que su corazón de madre se rompiera.
—Por supuesto que lo haré. —Devlin se echó hacia atrás y abrió sus brazos
para que Sarah se cobijara en ellos—. Le haré el Wrangler de la manada voy
a estar dirigiéndolo. Él va a conducir la Remuda, los caballos sueltos. Después
atará los caballos por la noche, ayudará a los cocineros, lavará los platos,
recogerá leña, cosas por el estilo. Él no hará el trabajo de un jinete, te puedo
prometer eso. Empezará desde abajo. Te garantizo que en el momento en
que termine su jornada diaria, correr al este para ir a la universidad y obtener
una educación le parecerá tremendamente bueno. —Ambas rieron y Devlin
secó las lágrimas de las esquinas de los ojos de Sarah—. Yo cuidaré de él, Sa,
lo prometo.
—Sé que lo harás, Dev, es por eso que estoy de acuerdo. ¿Es por eso que me
convenciste de comprar ese caballo para él? ¿Y la razón de por qué le
compraste esa lujosa silla para su cumpleaños?
—Él es nuestro hijo —interrumpió Sarah. Inclinó la cabeza y respiró hondo antes
de continuar—. Peter era un hombre maravilloso, y no quiero que ninguno de
los niños olvide jamás que él era su padre, pero tienes cualidades que deseo
que aprendan de ti, también.
136
—¿Yo? ¿Quieres que los niños aprendan de mí? —preguntó con asombro
Devlin.
Devlin no sabía qué decir. Estaba segura de que, si abría la boca para hablar,
se pondría a llorar como un bebé. Nadie había puesto mucha fe en ella antes
y determinó que sería digna de la confianza de Sarah.
Las mujeres agotadas sentían como si hubieran ido a dormir cuando era hora
de levantarse de nuevo. Todavía quedaba mucho por hacer antes de que
Devlin saliera con el ganado al día siguiente. En la comida del mediodía,
tendrían una fiesta para el cumpleaños de Matt, pero Sarah y Devlin
decidieron esperar hasta más tarde para darle sus regalos.
—Ella va a dirigir esta unidad —dijo Devlin—. No tenemos ningún novillo que
haya hecho el viaje antes. A pesar de lo cascarrabias que ella es conmigo,
Anabelle es los más imperturbables cuernos largos que he conocido. Supongo
que, por tener el tamaño de un búfalo, la manada la seguirá a todas partes.
137
—Pero, ¿qué vas a hacer con ella cuando vuelvas a casa?
—Está bien, pero no te enojes con ella a mitad de camino y decidas venderla
—dijo Sarah en un tono de advertencia.
Más tarde, cuando Devlin finalmente estaba en la parte trasera del carro de
tiro para hablar con los hombres, tuvo que tragar un poco por los nervios.
Sentados en las vallas y generalmente dando vueltas se encontraban todos
los hombres involucrados en la unidad. Había un capataz, un cocinero, un
wrangler, y vigilantes para cada una de las quince manadas. Además, de un
total de doscientos veinticinco jinetes. A pesar de que Devlin había
contratado personalmente a cada uno de los hombres, quería tener una
última oportunidad de hablar con el grupo que estaría comandando en el
camino. Sarah se puso de pie en el porche, junto con Cordelia Henley y un
número de los otros propietarios de ranchos.
—Todos ustedes me conocen y saben quién soy. Y saben lo que puedo hacer,
también. No tolero la pereza ni a los alborotadores —No tuvo que explicar la
última declaración. Los hombres miraron rápidamente a los relucientes
revólveres que posaban sobre cada cadera y entendieron su significado —
Como habrán adivinado, esta es una de las mayores manadas que se han
visto. Nos va a llevar un infierno de trabajo llegar a Abilene con ellos, pero no
tengo que decirles eso. Tenemos unos cincuenta mil cabezas por ahí. Los he
dividido en quince rebaños. Ya saben que soy la jefa de camino, pero cada
rebaño tiene un capataz que depende directamente de mí. Cuando no esté
ahí, su capataz hablará por mí. Cada manada también tiene un cocinero y
dos vagones. Me he enterado que algunos de los cocineros que yo misma
contraté cocinaran comida tan buena que no llegaran a extrañar el hogar.
Por supuesto, si algunos de ellos no son tan buenos, estoy segura que habrá
quien se lo diga —Devlin se rió y el grupo de hombres también lo hizo de buena
gana. Era bien sabido que las galletas de un cocinero de ruta eran tan duras
como el plomo, pero aun así era mejor que no comer nada—. Mi plan es
conducir la manada bastante duro los primeros días. Espero que eso los agote
al caer la noche. Deberíamos estar en la ruta en unos tres días. Recuerden que
138
estamos llevando un rebaño mixto, no sólo novillos, por lo que podríamos
terminar con terneros tardíos. No quiero oír hablar de disparos en las mañanas.
Tenemos un montón de carretas, por lo que, si no pueden mantener el ritmo,
la amarran a otra carreta hasta la parada del mediodía y hacer lo mismo para
la tarde. Traten que su ganado no se abra demasiado, no más de 30 metros
de ancho. Una última cosa, cada jinete recibe su salario, cuarenta dólares al
mes, más un bono extra cuando consigamos llegar a Abilene. ¿Alguien tiene
alguna pregunta?
—Entonces les sugiero que caminen a sus lugares y se acomoden para pasar
la noche. Sin música, sin licor. Comenzamos el trabajo al amanecer.
Hubo unos pocos silbidos de un par de tejanos en el grupo, pero los hombres
estaban generalmente calmados mientras se dirigían a sus rebaños asignados.
Devlin aceptó las felicitaciones y buenos deseos de los propietarios de rancho
hasta que ella y Sarah finalmente se encontraron solas en el porche.
—Toda tuya, hijo —dijo Sarah—. Su nombre es Smokin' Molly (La fumadora).
Aunque no quiero saber por qué le dieron ese nombre.
—Dev, ¿por qué su silla de montar tiene un doble juego de cinchas? Nunca
he visto una así antes.
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Le llevó a Matt un momento comprender las palabras de Devlin.
—¿De verdad?
—De verdad.
—Oh, sí, gracias, mamá, por dejarme ir. —Sara, incapaz de evitar burlarse, se
quedó con los brazos cruzados sobre el pecho observando la inesperada
exhibición.
Matt miró a Sarah con la misma sonrisa tímida que solía llevar Devlin. Dio a su
madre el mismo abrazo.
Sarah se dio cuenta de que Matt era casi tan alto como ella. Parecía que
había pasado tan poco tiempo desde que ella era por lo menos 5 centímetros
más alta que él. Sonrió y se puso en el primer escalón del porche.
Así, está mejor —ella sonrió y puso sus brazos alrededor del cuello de Matt.
Evitó que las lágrimas corrieran por su cara, pero no fue capaz de evitar que
se formaran en sus ojos—. Está bien, no crezcas más alto que tu madre.
—Correcto Dev. Voy a estar bien —Respiró hondo y sonrió—. Es mejor que veas
lo que necesitas llevar y donde tienes que estar esta noche. Amanecerá más
rápido de lo que piensas.
—Sí, señora.
140
—Hank está en el granero —dijo Devlin—. Él será el capataz en nuestro grupo.
Te dirá lo que necesitas para empezar y me sentaré contigo esta noche.
¿Vales?
—Claro que sí, Dev. —Matt empezó a correr hacia el granero, pero volvió de
nuevo—. O sea, jefa —añadió con una sonrisa.
Sarah sonrió.
—Sí, pero eso me deja toda una tarde libre —Devlin se volvió con una sonrisa
sensual hacia Sarah.
—Me gusta como piensas. Permíteme ver que está haciendo Hannah.
—Prométeme que incluso cuando nuestras vidas sean caóticas y el tiempo nos
esté llevando en cincuenta direcciones diferentes, al igual que ahora, siempre
vamos a sacar tiempo para cosas como esta.
—¿Esta?
—Ya sabes, detenernos en medio del día para... para estar juntas. Para hacer
el amor —Sarah admitió con rubor.
141
—Creo que —ella extendió la otra mano para cerrar y bloquear la puerta de
la habitación— que será el juramento más fácil de hacer del mundo. Lo
prometo —susurró justo antes de que sus labios encontraran a los de Sarah en
un beso lleno de una vida de promesas por cumplir.
***
—Tenía la esperanza de que volvieras una vez más —dijo Sarah. Se puso de
puntillas para envolver sus brazos alrededor del cuello de Devlin—. Te amo,
Dev.
—Te echaré de menos y estaré triste cuando te vayas, Dev —Hannah hizo un
puchero.
—Sí, cariño. —Sarah se encontró con los ojos de Devlin—. Voy a estar triste,
también.
—Lo sé, princesa, pero siempre y cuando lo intentes —Devlin guiñe un ojo
Sarah— seré feliz.
—Te amo, también, princesa —Le devolvió el abrazo fuerte—. Ahora ve hasta
el porche. Nos llevará casi todo el día para salir, así que, si te sientas en el
columpio allí, podrás ver todo. ¿Sí?
Hannah ofreció una sonrisa entusiasta y corrió al columpio del pórtico tan
rápido como sus pequeñas piernas, se lo permitieron.
—Ni siquiera pienses en no volver a casa conmigo, Devlin —Sarah tiró del
chaleco de cuero de Devlin.
—Ni en sueños —dijo Devlin—. Mi corazón estará contigo, Sa, recuerda que:
Siempre te estaré cuidando donde sea que estés. —Sostuvo a Sarah más
cerca y le susurró al oído —. Recuerda que soy Redhawk. Puedo flotar en el
aire y ver a kilómetros. Dondequiera que tu camino te lleve, allí estaré a tu
lado. Cuando me necesites, Sachu-kash, voy a estar allí.
Devlin sonrió y Sarah se acercó más. Fue sólo un beso, pero estaba lleno de
una intensidad feroz. Al igual que el primer beso que compartieron, de pie en
la ciudad bajo la lluvia, las había unido, este beso reforzaba su relación. Cada
mujer sintió los brazos de la eternidad abrazarla mientras miraba hacia un
futuro y una vida juntas.
143
Parte 12
Los hombres a los costados de cada manada gritaron de nuevo a los hombres
cerca de los flancos en la parte trasera, y alertaron a los hombres de arrastre,
que montaban en último lugar y se comían la mayor parte del polvo del
camino. Durante la primera semana, los jinetes adicionales los acompañarían.
Luego regresarían una vez que la manada estuviera en la ruta.
Una vez que las manadas se movieron, Devlin se volvió para ver a Mattew. Se
concentró tanto en la tarea delante de él que nunca vio a Devlin a un lado
observándolo. Su única tarea, mientras que la manada se movía era conducir
el Remuda, la manada de los caballos de repuesto, dos extras para cada
hombre. Devlin había contratado a un vaquero para cada uno de los quince
rebaños, sabiendo que sería un trabajo difícil. Matt y su yegua trabajaban bien
como pareja, teniendo en cuenta que sólo llevaban juntos un día. Devlin lo
observó unos momentos más antes de dirigirse al vagón más cercano.
144
Un equipo de cuatro mulas tiraba del carro. A diferencia de la carreta de un
campesino, los vagones de provisiones tenían ruedas anchas para una mejor
tracción en campo abierto. El carro tenía arcos sobre el que se podía atar una
lona para protegerse del sol o del mal tiempo. Dado que hace mucho tiempo
no llovía, el cocinero había guardado la lona en el interior del vagón.
—Bob, quiero alejarme un par de kilómetros del Washita antes de hacer una
pausa para comer a mediodía. Podemos cruzar el río y avanzar otros diez
kilómetros antes de acampar para la cena. Haz que tu vigilante pase la voz a
los capataces y a los otros vagones.
—Vale jefa.
Después de notificar a Hank que ella estaría viajando adelante, Devlin se puso
en marcha hacia el norte. El sendero que siguieron no era tan transitado, pero
los surcos de las carretas eran lo suficientemente visible para seguir fácilmente.
Miles de cabezas de ganado se comían la hierba mientras pasaban camino
a Kansas. Los mejores precios de la carne estaban en Abilene, y la única
manera para los Texanos de llegar era atravesando el territorio a lo largo del
camino que algunos llamaron Chisholm Trail.
145
pero Devlin sabía que si un poco de lluvia no aliviaba el calor del verano, la
visión de Sarah podría tener lugar antes de lo esperado.
Montó todo el camino hasta el río Washita y marcó el lugar donde la manada
se detendría a mediodía. Después de haber cruzado el río, cabalgó hacia el
norte del valle Washita y marcó un lugar similar para el campamento por la
noche. Los cocineros encontrarían fácilmente los pañuelos rojos que había
atado a un árbol de naranjo Osage.
En días pasados, Devlin no había visto nunca un árbol como este fuera del
valle del Red river en la parte sur del territorio. Hoy en día, los proveedores sin
escrúpulos cobraban a los colonos cerca de cincuenta dólares por una
fanega de semillas de naranjo de Osage. El alambre era caro, por lo que los
agricultores plantaron miles de árboles espinosos. Las ramas crecían juntas y
hacían una pared que dividía la tierra y contenía su ganado. La madera era
la más dura que Devlin jamás había encontrado y ella se había pasado más
de un día ganando un dólar por cortar los árboles para postes de cercas.
Devlin suspiró al sentir la urgencia y el miedo por la visión de Sarah. Sintió que
la tristeza la embargaba. Se dio cuenta que una forma de vida estaba
desapareciendo para los pueblos indígenas dentro del territorio y para los
ganaderos. Los colonos y los trenes traían a más personas al oeste cada día,
personas que no tenían idea de cómo vivir en una tierra salvaje. Llegaron en
busca de una tierra para domesticar. Devlin sacudió la cabeza mientras metía
la fruta en su alforja y se alejaba.
Dispuso ir más al norte para escanear la zona donde acamparían más tarde.
La tarea más difícil era decidir el terreno para pasar la noche junto a
cincuenta mil cabezas de ganado.
En el momento en que Devlin llegó al vagón del mexicano Bob, el primer turno
de los jinetes estaba sentado en el suelo con platos llenos de panecillos y
tocino. La comida del mediodía por lo general era ligera, pero la cena era
algo que los jinetes esperaban con entusiasmo. Una cosa que siempre se
incluía en la cena era carne.
146
Devlin subió la colina donde Matt había establecido una cuerda temporal
como corral para la Remuda. Devlin hizo una pausa antes de bajarse,
observándolo preparar los caballos de refresco para el primer grupo de
hombres que habían venido a comer. Un par de jinetes le tocaron la espalda
a Matt, para entregarle las riendas de sus monturas.
Devlin sabía que el vigilante y el Wrangler comían antes que nadie. Para pagar
por el placer de cenar primero, hacían casi todas las tareas pequeñas, e
ingratas de la ruta. El vigilante se hacía cargo de la Remuda por la noche.
Durante el día, lavaba los platos y conducía el segundo vagón lleno de los
sacos de dormir de los jinetes. Cuando él y el cocinero llegaban al
campamento en algún momento del día, el vigilante encontraba un lugar
tranquilo bajo un árbol, si lo había, extendía su petate, y se dormía.
—Me agoto sólo de ver toda esa energía que tienes, muchacho —rió Devlin—
. Tómate tu tiempo, Matt. Es un largo camino hasta Abilene.
—Guarda la silla de Alto, más adelante regresaré por ella —Devlin metió las
riendas de la yegua en el estribo. Alto no era un caballo salvaje. Venía cuando
Devlin la silbaba.
—Está bien —dijo Matt. El Wrangler novato estaba de vuelta ya que algunos
de los jinetes del primer turno se acercaron hasta la colina.
147
Devlin observó cómo Matt hizo girar su cuerda un par de veces y sin esfuerzo
capturó la yegua parda. El caballo se retiró para levantar la cabeza, pero Matt
había plantado firme sus pies y comenzó a tirar del animal de repuesto. Él dio
el caballo a Devlin para que lo ensillara y alzó su cuerda para coger el
siguiente animal.
—¿También tú?
—Sí, pero sólo piensa en el reencuentro que tendrán las dos. —Hank movió las
cejas.
—Más o menos. Y no me digas que no la has extrañado. Todos los jinetes del
barracón os escucharon anoche. —Hank se levantó y arrojó sus platos en la
bandeja del carromato.
La cara de Devlin se convirtió en algo que Hank sólo podría describir como
pura vergüenza, unida al miedo. Pasó junto a la mujer, sentada en su camino,
para regresar al rebaño.
—Es eso… —Devlin casi se atragantó con el pan—. ¿Es eso verdad, Hank?
—Nah. Sólo quería ver esa expresión en tu cara —Él inclinó la cabeza hacia
atrás y se rió en voz alta.
—Irás al arrastre mañana, hijo de puta —dijo en voz alta, lo que hizo que el
hombre riera más fuerte.
148
Devlin tragó el último bocado de su comida y tiró los platos sucios en la
bandeja. La pila de platos sucios esperaba al vigilante o a las manos del
Wrangler para lavarlos antes de que el cocinero pudiera seguir adelante.
—He marcado un buen lugar para ti, Bob, con un montón de maleza para
leña. ¿Necesitaras la ayuda de Matt?
Francisco no era sólo el vigilante sino también el hijo de Bob. Era un hombre
joven y amistoso más o menos de la misma edad de Matt, a quien los jinetes
llamaban Frankie. Devlin recordó el día en que lo había contratado. Al
principio, había tenido sus dudas. Observó al joven escuálido y sacudió la
cabeza. Después de que Bob hiciera que su hijo demostrara su talento con los
caballos y su habilidad para conducir el carromato, Devlin cambió de opinión.
Una vez montada, Devlin rodeo los rebaños para revisar el ganado. Cuando
vio a algunos acostado, supo que habían pastado lo suficiente. Se detuvo y
habló con el capataz con instrucciones de cruzar el río Washita.
Los sauces se alineaban en la orilla de arcilla roja del río. Este probablemente
sería el paso más sencillo de la unidad. La lluvia podría inundar rápidamente
el río, pero ya que no hubo precipitaciones importantes en meses, fácilmente
podrían vadear el Washita.
Devlin se dirigió a un lugar llamado Rock Crossing. El río era muy ancho, pero
a mitad de camino, el lecho del río cambió de arena a roca dura. El ganado
no tuvo problemas en cruzar las aguas poco profundas y Devlin ordenó a los
hombres que redujeran el ritmo para dejar que las vacas bebieran hasta
saciarse.
Seis millas más adelante, en medio de una pradera ondulante, Devlin se sentó
a horcajadas sobre Alto en la cima de la colina más alta. Hizo rodar su
sombrero por encima de su cabeza. A tres kilómetros y medio de distancia, el
hombre de avanzada la vio y le dio la señal a Hank. Hank agitó la mano hasta
estar seguro de que Devlin lo había visto. Luego ordenó a sus hombres para
que condujeran el ganado al lugar donde pasarían la noche.
149
la boca, pero Devlin rodeó por los alrededores del campamento para
comprobar el ganado y a los hombres antes de detenerse por su cena.
Devlin sonrió para sí misma y se preguntó si Matt tendría tanta energía esa
noche como lo tenía al mediodía. Desmontó y desensilló a Alto antes de que
Matt la condujera al corral de cuerdas. Los hombres se turnaron para
conseguir sus caballos de repuesto. Ensillaron los animales y los piquetes donde
arrojaron sus sacos de dormir.
Willie Abbott había conseguido un caballo fresco al mediodía, pero hizo que
Matt colocara a su yegua blanca, Belle, de vuelta en la Remuda. Devlin ensilló
un caballo diferente para la noche. Los arrieros eran supersticiosos cuando se
trataba de caballos blancos y claros. Devlin había aprendido en su primer
arreo de ganado que la mayoría de los hombres creían que los animales
blancos atraían los rayos. Se había burlado abiertamente de la idea hasta que
una noche durante una tormenta eléctrica, mientras montaba guardia, vio un
relámpago golpear a un novillo blanco, a continuación, saltar a otra vaca
blanca a 20 metros de distancia. Mató a los animales y provocó una
estampida que duró casi toda la noche.
—¡Mucha! —dijo.
Devlin había visto a Bob faenar a un novillo a principio del día, por lo que ya
sabía en lo que consistiría la cena. Por lo menos durante un par de días antes
de una nueva matanza, los hombres comerían un estofado “hijo de puta”.
Devlin no tenía idea de dónde venía el nombre, pero la mayoría decía que
tenía todas las partes de la vaca en ella, excepto la cola. Era una mezcla de
lengua, hígado, corazón, y todas las partes ricas que el cocinero tenía que
usar ese día. Bob utilizaba sólo los jugos de la carne, por lo que era el guiso
más sabroso que un vaquero comía.
150
Durante la cena, Matt y Devlin se sentaron aparte de los otros jinetes. No era
raro que el jefe de camino siguiera siendo algo distante, y la mayoría de los
jinetes ya conocían la reputación de Devlin como una mujer de pocas
palabras. Devlin intentó tomarse un tiempo cuando ella y Matt estuvieran solos
para responder sus preguntas y enseñarle algunas lecciones que lo ayudarían
en el camino.
Después de terminar la abundante comida, Matt ayudó a Bob con los platos
y la limpieza. Devlin montó en su caballo de repuesto y se fue a comprobar los
rebaños. Dio instrucciones para hacer descansar al ganado en las tierras altas
para aprovechar la brisa. También estableció equipos de corredores en cada
rebaño para estar en guardia en caso de una estampida. Estos hombres no
tenían que vigilar las vacas toda la noche, pero serían ellos los que saltarían
sobre la silla de montar a la primera señal de problemas. Devlin había
aprendido años antes que era más fácil detener una estampida con unos
pocos hombres bien coordinados que con una docena de jinetes gritando,
todos moviéndose en una dirección diferente. Dijo una breve oración para no
tener problemas en esa noche o cualquier otra.
Había colocado su saco de dormir cerca del lugar donde Devlin puso sus
propias mantas antes.
—¿Te importa? ¿Es decir, te parece bien si me acuesto aquí abajo? —Matt
indiqué el área cerca de las mantas de Devlin.
—Claro, hazte un espacio allí. —Él se dejó caer sobre las mantas con un
suspiro—. ¿Te sientes bien al final del día?
—Ya sabes cómo es esto —dijo Matt. Se sentó y empezó a quitarse las botas.
151
—Duerme con las botas puestas las primeras noches —dijo Devlin—. Hasta que
las vacas estén acostumbradas. Las primeras noches son cuando están más
intranquilas. Si vienen corriendo hacia nosotros en medio de la noche, por lo
menos estarás listo para saltar sobre la silla.
Devlin sacó una cuchilla de mango largo de una funda en su pierna y cortó la
naranja de Osage que había recogido hace unos días. Puesto que se había
secado, era difícil de cortar.
—Toma —le entregó un par de trozos a Mattew—, pon éstos en la parte inferior
de tu saco de dormir. Asegúrate de que no se caigan cuando lo enrolles por
la mañana. Va a mantener a los insectos fuera de tus mantas.
—Hiciste un buen trabajo hoy, Matt. Tienes una aptitud natural para la cuerda.
Los sonidos de los guardias nocturnos que montaban y salían a caballo fuera
del campamento interrumpieron su conversación. Devlin abrió la tapa superior
de su reloj y observó la hora.
—No, éste pertenecía a mi padre —Devlin cerró la tapa antes de que Matt
pudiera ver el interior—. La mayoría de los hombres usan las estrellas para decir
la hora. —Observó la expresión confusa de Matt—. Mira —señaló en el cielo—
, hay algunos momentos en que los hombres siempre quieren saber la hora
durante la noche. Son las diez. A las diez en punto, el primer guardia se va,
montan guardia durante dos horas antes de intercambiar lugares con el
siguiente hombre. Son las diez en este momento. ¿Ves la Osa Mayor y ahí la
Estrella del Norte en la Osa Menor? —Se volvió a mirar a Matt mientras
asentía—. A las diez en punto, el asa del Gran Cucharón está levantada y el
cucharon está abajo, como si tuviera algo en la parte del cazo. Está justo al
noroeste de la Estrella del Norte. A las cuatro de la mañana, el Gran Cucharón
ha girado hasta que está horizontal, o como si estuviera sentado en una mesa.
Luego está al suroeste de la Estrella del Norte. Con el tiempo, te acostumbraras
a dividir ese tiempo en turnos de dos horas. Ya conoces la posición al principio
y al final. Todo lo que tiene que hacer es poner dos puntos más en el medio.
152
hacia el cielo nocturno y pensó en Sarah. Se preguntó si Sarah estaría dormida
o si ella estaría mirando las mismas estrellas que Devlin contemplaba.
153
Parte 13
S
arah salió de la Chuka de Tima y se quedó mirando las estrellas. Se sentía
como siempre cuando miraba el cielo nocturno, como si fuera pequeña
e insignificante en un mundo tan grande. Pensó en Matt y Devlin, con la
esperanza que estuvieran a salvo durmiendo.
—¡Dios mío, Nali! Vas a tener que aclarar la garganta o algo así, para que
pueda oírte venir —Puso una mano sobre su corazón en un intento de volver a
un ritmo regular.
—Tal vez deberías darte un poco de tiempo, Sakli. Quizá mañana no sea un
buen día para comenzar tus lecciones.
—No, no quiero esperar —Sarah pasó los dedos por el pelo y el gesto
inconsciente recordó a Tima los gestos de Devlin.
—No es que yo quiera apresurar nada. Sé que tú y Keeho han explicado que
necesito trabajar en el desarrollo de la paciencia. Lo estoy intentando,
realmente lo estoy haciendo. Es sólo que quiero hacer algo, alguna forma de
154
avanzar y dominar mi mente, así como mi cuerpo. Si no tengo algo así para
centrarme, sólo voy a preocuparme aún más.
—No tuvo problemas para ver al clan como familia hoy, ¿verdad?
Sarah y Hannah habían llegado al pueblo ese mismo día. Sarah había
conducido el carro lleno de suministros y artículos con los que ella quería
comerciar con el clan. El Chahta creía que una buena técnica de
negociación era señal de buen carácter. Sarah estaba aprendiendo, aunque
en algunas cosas era más lenta que en otros.
Sarah también ató su nuevo pony, Coal, a la carreta. Era un caballo brioso
cuyo color era tan negro como la boca de un lobo, de ahí su nombre. Sarah
se enamoró del animal al instante. Le recordó a Sarah su querido Telémaco, a
quien tuvo que sacrificar después de que se rompió las patas delanteras en
una caída que casi le cuesta a Sarah su vida, también.
—Gracias, Nali.
155
—Le has dado a mi hija algo que ha soñado toda su vida. Has acercado a tu
familia a su corazón y has animado a los hijos de tu cuerpo para convertirse
en los niños de su hogar. Son ustedes los que merecen las gracias, Sakli.
Sarah bajó la cabeza, abrumada por las palabras de Tima. Se sentaron juntas
por unos momentos en silencio hasta que Sarah finalmente habló.
—Lo que vaya a pasar mañana es mejor dejarlo hasta mañana. Vuelve dentro
y descansa, Sakli. Tu nueva vida comenzará muy pronto.
Ella está en lo correcto. No puedo estar todo el verano sin dormir sólo porque
Dev no está aquí. Sarah suspiró profundamente, cerró los ojos y levantó la cara
a la brisa de verano. Buenas noches, mi tashka. Miró una vez más a las estrellas
y entró. A pesar de que tardó mucho tiempo en llegar, finalmente, el sueño
venció a Sarah.
***
—Ya sé cómo se trenza, Nali —Sarah se quejó—. ¿Es esta una parte de mi
entrenamiento?
Tima y Sarah estaban sentadas fuera de la Chuka del sanador. Tima también
tenía una Chuka personal. La medicina afectaba a las personas, así como sus
alojamientos. Los espíritus y sus poderes podrían afectar a los objetos
inanimados, incluso.
156
Sarah y Tima estaban sentadas al lado del albergue de Tima, nadie habló con
ellos o se acercó. Sarah se dio cuenta que este comportamiento era lo que
podía esperar de su futuro. Estaba aprendiendo cómo convertirse en Chahta,
y si tenía éxito, para formarse como curandera. Si Sarah lo vio de esa manera
o no, el clan Thunderbird la veía como alguien especial.
—Incluso cuando estamos aprendiendo, todavía hay trabajo por hacer —dijo
Tima.
157
ceremonias más adelante. Nosotros trenzamos la longitud de la hierba dulce
mientras aún está húmeda. La atamos en un círculo y lo colgamos en la Chuka
a secar. Estos serán utilizados para quemar en la purificación. —Tima tomó
unos minutos para mostrar a Sarah como atar y meter los extremos de la
longitud de la hierba dulce trenzada. En poco, tuvieron un pequeño montón
de aros al lado de ellas.
—Toda la vida existe dentro de un círculo —Tima dijo mientras sus dedos
trabajaron sin pausa—. El círculo tiene muchos nombres, pero más a menudo
se llama rueda de la medicina. Es difícil para algunos de ver. Es una forma de
pensar, en círculos. Nosotros, los humanos no somos los únicos objetos que
existen dentro del círculo. Las plantas, los animales, el agua y el fuego, todos
ellos son una parte de la rueda. Todas las criaturas vivas, incluso las rocas
debajo de tus pies, los cuatro vientos que soplan en la cara, y las estaciones
que cambian cada pocas lunas, estos son todos una parte del círculo de la
vida. Todo tiene un propósito y una razón de ser. Uno no puede existir sin el
otro. Cuando se termina, empieza otro. Donde hay muerte, siempre habrá
vida. Nada nunca deja de ser cuando todas las partes de la rueda trabajan
juntas. No vivimos en líneas rectas, pero sí en círculos. La rueda de la medicina
puede ser una herramienta compleja para los santos, pero su concepto y su
uso son simples para aquellos de nosotros que lo pensamos en termino de
nuestra vida cotidiana. Todos entramos en la rueda en diferentes puntos al
nacer y pasamos el resto de nuestras vidas viajando alrededor de ella. Una
cruz divide el círculo, que indica las cuatro direcciones. Cada dirección de la
rueda gobierna un lapso de tiempo de tres lunas. La fase de la luna en la que
se nace determinará aquellos aspectos de tu vida que la rueda de la
medicina va a dominar. Por edades, hemos utilizado la rueda para compartir
el poder de la Madre Tierra. A través de él, nos encontramos con que tenemos
ciertos puntos fuertes dentro de nosotros en función a cuando hemos
nacimiento y la posición en la rueda. —Ni Sarah ni Tima detuvieron su trabajo,
pero Sarah escuchaba con atención mientras hablaba Tima—. Vivimos en un
mundo que está lleno de opuestos. Para la oscuridad de la noche, existe la
luminosidad del día. Está el fuego y el agua, el sol y la luna. Son opuestos, sin
embargo, existen juntos. La clave de esta existencia armoniosa entre los
elementos de la Madre Tierra es la misma cosa que nos esforzamos dentro de
nosotros mismos. La rueda nos recuerda este concepto. A través del equilibrio,
logramos nuestro objetivo final de una existencia perfectamente natural como
parte de la Madre Tierra.
—Así que ¿la vida debe ser equilibrada como todo lo que veo en la
naturaleza? —preguntó Sarah.
158
—Es un concepto que el hombre blanco ha encontrado difícil. Desean
dominar el mundo que les rodea. En realidad, ellos deben aprender cómo
dominarse a sí mismos. Una mujer se esfuerza por lograr el equilibrio dentro del
círculo llegando a conocer al guerrero que existe dentro de ella, así como
conoce el lado femenino de su ser. La única manera de cambiar el mundo a
su alrededor, Sakli, es cambiarte primero a ti misma.
—Ven, Sakli, tenemos tanto aprendizaje como trabajo para llenar nuestros días
—Tima sonrió a Sarah, cuya cabeza parecía estar en las nubes.
La mirada burlona en los ojos de Sarah le recordó a Tima a Devlin. Sí, realmente
eran una pareja. La sonrisa de Tima se convirtió en una mueca de
preocupación mientras se alejaba con su saco de trenzas de hierba dulce. Los
pensamientos de Redhawk le recordaron a Tima las dificultades que
experimentó en su propia búsqueda para convertirse en Chahta.
Por más de quince días, Sarah trabajó junto a Tima. Por la noche, ella pasaba
tiempo con Hannah y la arrullaba para dormir. Luego las lecciones de Sarah
comenzarían en serio. Tima contaba historias a Sarah, y dentro de cada
historia había una lección. Tima explicó lo que era ser Chahta, y crecer dentro
del clan Thunderbird. Habló de su vida diaria y las creencias que separaban la
cultura Chahta de otras tribus indias. Todo lo que Tima había pasado años
viviendo, ella trató de enseñarlo a Sarah en un corto periodo de tiempo.
Tima pensó que a veces era demasiado rápido. Sentía la urgencia en sus
sueños. Los espíritus le dijeron que fuera tan rápido como Sarah pudiera
hacerlo. Justo cuando Tima pensaba que ella había presionado demasiado,
Sarah sonreía como si estuviera lista para más. La naturaleza de Sarah le
159
permitió comprender los conceptos y creencias con facilidad. Si Sarah tuvo
problemas con cualquiera de las tradiciones, se lo guardó para sí misma.
Oka Kapassa hacía sentir a Sarah incómoda, pero no podía entender por qué.
Oka Kapassa era alta y delgada, y sorprendentemente hermosa. Sarah pensó
en Devlin la primera vez que se reunió con Oka Kapassa. A pesar de que Sarah
sabía que Tima y Tekola habían adoptado Devlin, se encontró con un notable
parecido entre Devlin, Tima, y las otras hermanas de Tima.
Oka Kapassa era fabricante de cestas. Si bien todas las mujeres Chahta
podían crear cestas, su trabajo era excepcional. Sus cestas contaban historias
dentro de su armazón. Sarah notó a Oka Kapassa mirándola de vez en
cuando. Cuando Sara se daba cuenta, Oka Kapassa miraba hacia otro lado.
La manera suave de la mujer y sus actos de amor en el cuidado de Hannah
eran una paradoja en comparación con su relación con Sarah.
Cuando Sarah tenía que moler el maíz o hacer paquetes de secado de las
plantas que ella y Tima habían reunido, se hizo un hábito hacer sus tareas
cerca de donde Oka Kapassa estaba contando las historias de los niños. Ella
siempre los llenaba de cuentos, de risa, amor, y una lección. Sarah no podría
haber sido más feliz con la forma en que Hannah encajaba con la gente del
clan. Sarah lo atribuía en gran parte por la buena conducta de Hannah hacia
Oka Kapassa y la fuerza tranquila de la mujer. Aun así, siempre había algo en
sus acciones hacia Sarah. No era nada evidente, pero era suficiente como
para confundirla.
Al fin, el día especial de Sarah había llegado. Este sería el día en que ella haría
su búsqueda. Pasaría todo el tiempo que fuera necesario en el lugar sagrado.
Estaría en lo alto de los acantilados, entre los cedros antiguos. Allí haría su
promesa y ofrecería oraciones a los espíritus que han dirigido a los Chahta. No
160
volvería al pueblo hasta que recibiera una señal de aceptación del cielo,
donde vivía Hashtahli.
Luego estarían las dudas; Keyuachi fue la palabra utilizada por Tima. Ella le
explicó que el Keyuachi eran espíritus enemigos de Hashtahli y, por tanto,
enemigos del pueblo Chahta. Vendrían a Sara como dudas. Usarían cualquier
medio que pudieran para sacarla de su camino. Tima advirtió que iban a
tentarla para alejarla del camino Chahta, y sus tentaciones serían atractivas.
—Bueno —Tima sonrió y tocó la mejilla de Sarah. Sarah lanzó una mirada
desagradable a Tima—. Si te sintieras demasiado bien, pensaría que estás
demasiado confiada.
—Lo siento, pero no considero que sentir ganas de echar mi desayuno fuera
en cualquier momento sea sinónimo de sentirse bien.
—Toma, bebe un poco de esto, puede ser útilT—Tima entregó Sarah una taza
de té caliente.
—Sea lo que sea, voy a fallar. Voy a hacer algo mal, como siempre lo hago.
—No, Sakli. No hay nada que puedas hacer mal. Esta es una búsqueda. Vas a
buscar las respuestas que puedan venir a ti, o puede que no. No existe lo
correcto o lo incorrecto. Estás pensando como Na hollo ohoyo cuando crees
que sólo está lo bueno o lo malo, negro y blanco. Abre los ojos y ve la manera
en que Hashtahli quiere que lo veas, con la luz de muchos colores.
161
—Tengo miedo, Nali. Nunca he dicho eso antes. Siempre pretendo que no lo
tengo —Sarah se mordió el labio inferior.
—Lo había hecho antes, pero cuando estás a kilómetros de la nada, con sólo
un marido nervioso en busca de ayuda... sí —admitió—. Estaba aterrada.
—Pero el miedo que sentiste, esta cosa que tenía el poder de aterrorizarte, no
podía durar. ¿Se iguala la sensación que tenías la primera vez que estrechaste
a tu hija en tus brazos?
Tima sonrió.
***
162
Sarah se sentó en medio de la Chuka del sanador. El consejo de ancianos se
sentó a su alrededor en un semicírculo, tres hombres a la izquierda de Miko
Kontonalah y tres mujeres a la derecha. Detrás de Sarah estaba el fuego, su
resplandor naranja hacía extrañas sombras en las caras de los hombres y las
mujeres que la rodeaban.
Mantema se acercó y se sentó frente a Sarah. Mantema era baja, pero lo que
le faltaba en estatura, lo compensaba en circunferencia. Sarah rara vez había
tenido ocasión de hablar con Mantema, pero recordaba que Devlin había
dicho que era responsable del primer tatuaje que recibía un joven Chahta.
Sarah pensó en el dolor asociado con la marca, pero hoy, ese dolor era lo que
menos le importaba. Tan pronto como Sarah regresara al pueblo después de
su búsqueda, Mantema colocaría un tatuaje en la espalda, siempre que el
Padre Sol aceptara a Sara como uno de los Chahta.
Mantema sacó un viejo saco hecho de alguna piel. Se había suavizado con
los años por el uso constante. Sarah todavía podía ver los débiles contornos
de los símbolos de poder que habían sido pintados en él con el tiempo.
Mantema sacudió y desató el trozo de cuero crudo envuelto alrededor de la
parte superior de la bolsa. La abrió y la sostuvo frente a ella.
Sarah hizo una pausa y respiró hondo. Bajó la cabeza y pidió a los espíritus
animales para guiar su mano hacia los tótems de las criaturas que serían
buena medicina para ella. Metió una mano en la bolsa. Tima le había
ordenado que sacara, sin pensarlo conscientemente, el primer elemento que
sus dedos tocaran.
Ella sacó el objeto y se lo entregó a Mantema. Uno a la vez, Sarah sacó siete
iconos de la bolsa. Algunos eran garras y pedazos de cuero para distinguir el
animal que representaba el tótem. Otros eran pequeños fetiches tallados.
Mantema tomó cada elemento y lo colocó dentro de un tazón de hierba
dulce enrollado.
163
Cuando Sarah terminó, se sentó y observó cómo Mantema recogía cada
elemento. Sostuvo algunos durante un largo rato, mientras rápidamente
colocaba a los otros a un lado de una pequeña piel de búfalo. La piel era lo
suficientemente pequeña como para haber venido de un ternero de búfalo,
pero en el lado de la piel, alguien había pintado la versión Chahta de la rueda
de la medicina. Como una brújula, había puntos que indicaban el norte, sur,
este y oeste. Otros tres puntos fueron marcados con símbolos que Sarah sabía
que significaba encima, por debajo y por dentro. Por último, cuando
Mantema había dejado todos los elementos en la piel, alzó la mirada hacia
Sarah y sonrió. Se hizo a un lado para que los ancianos detrás de ella pudieran
ver. Algunos murmuraron unas pocas palabras que Sarah no pudo distinguir.
Otros asintieron con admiración.
Mantema pasó a describir los otros espíritus animales que habían elegido ser
maestros, guías y protectores de Sarah. Una a una, ella señaló el urogallo de
las praderas, cisne, león de montaña, tortuga, e irónicamente, el salmón. Por
último, Mantema levantó un objeto largo que parecía ser el pico de un pájaro.
—El interior del animal te enseña cómo encontrar el deseo de tu corazón. Este
tótem ayuda a protegerte de lo que nadie ve, las creencias sagradas que
llevas en lo más profundo de tu ser. El halcón es tu animal interior. —Mantema
hizo una pausa, como para ver el efecto que sus palabras tenían sobre Sarah.
Sarah sonrió. Podría haber dicho a alguien que esto era cierto. El nombre de
clan de Devlin era humma Hasimbish, Redhawk. El animal de poder de Devlin
era el halcón de cola roja, y ahora Mantema estaba diciéndole a Sarah que
su protector era el halcón. Tenía un perfecto sentido para Sarah. De repente,
Sarah sintió la conexión con las creencias de estas personas que tanto
apreciaba. Nunca podría volver a contar las apariciones de entrar en el
mundo de los espíritus como una coincidencia. Esa creencia eufórica la
asustó.
—El halcón interior te servirá bien, Sakli. Presta atención a su clamor, cuando
el halcón grita, hay peligro cerca. Ten en cuenta y escucha su mensaje —
Mantema recogió sus artículos y los colocó en su bolso. Antes de que se
levantara, miró a Sarah—. Nos veremos de nuevo... muy pronto. Inola, Sakli —
agregó para desear buena suerte a Sarah.
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Sarah se sentó en el borde de la roca sintiéndose decepcionada. Había
dejado el pueblo determinada a recibir su aceptación en el clan al momento
de salir. Eso había sido casi cinco días antes. Tenía hambre, sed, estaba
sudorosa, sucia y cansada. Tal vez no debería sentir ninguna de esas cosas.
Después de todo, a pesar de que estaba prohibido beber agua del arroyo,
Tima le había enseñado cómo recoger el rocío de las hojas de la mañana y
masticar la pulpa de la tuna para saciar su sed.
Nunca entendió por qué no podía bañarse, pero a medida que su mente se
perdía, se recordó preguntar a Tima sobre eso. Los cueros que llevaba olían
como si hubieran sido despojados de algún animal.
El bosque estaba frío, así que Sarah se sentó al sol en lo alto de una cornisa. Se
tumbó sobre su espalda y colgó sus pies sobre el borde del canto de la roca.
Pensó que era extraño porque temía a las alturas antes de esto. Se puso de
lado y se asomó al precipicio. La sensación de mareo que acompañaba a
laalturas ya no estaba allí. Movió ausente pedazos de roca y las ramitas de la
cornisa.
Acostada sobre su espalda una vez más, Sarah levantó la mirada hacia los
antiguos árboles de cedro que la rodeaban. Sarah mordisqueó una pieza
alargada de banaha y pateó sus talones, disfrutando del sonido de sus
mocasines de cuero hechas a medida que tocaban la superficie de la roca.
Miró los trocitos de hierbas verdes en el pan a medio comer, preguntándose
de qué clase de planta habían venido. Tima le entregó las hierbas y le dijo a
Sarah que las mezclara en su pan.
165
también llena de energía y capaz de pensar con más claridad. Se sorprendió
de las ideas y los problemas que había resuelto durante ese tiempo después
de que ella comió. La energía podía durar horas, pero entonces la depresión
volvía.
Sarah trataba de ser fuerte frente al Keyuachi. Las dudas eran fuertes y les
gustaba provocarla y tentarla. Había visto cómo se veían. Al principio, pensó
que el Keyuachi de Tima eran una analogía, pero el día antes, Sarah se
convenció a sí misma de su sustancia. Pensó que podía verlos en las sombras.
A veces le ofrecían una comida tentadora o una taza de agua fría, pero Sarah
se mantuvo fuerte. Cuando pensaba en Devlin, se le hacía difícil mantener su
compromiso.
—No volveré. Tendrán que venir y llevar mis huesos a casa porque no voy a
rendirme —dijo Sarah en voz alta. Sus cejas se fruncieron y se preguntó cuánto
tiempo había estado esperando en los acantilados—. Me pregunto si van a
venir a buscarme. Tal vez ya se olvidaron de mí. Tal vez Dev también ya lo hizo.
Comenzó suave y ligera al principio. Era música de flauta, baja y triste. Sonaba
como si viniera de algún lugar en lo alto de los acantilados. Dolorosa en un
primer momento, el ritmo cambió y la flauta se aligeró. Para los oídos de Sarah,
la música sonaba como si estuviera ahora algo alegre y ligera, una hoja seca
de roble flotaba en las corrientes de aire ondulante. De repente, se sintió como
una hoja, arrojada al agua. Se balanceaba y se agitaba, pero se mantuvo
encima de la superficie. Pasó por las rocas lisas redondeadas por el paso del
agua a través del tiempo. Finalmente cedió y permitió que el agua la llevara
a lo largo de la parte superior del arroyo que fluía rápidamente.
Sarah abrió los ojos y se dio cuenta que debió haberse dormido. Esforzó sus
oídos para escuchar la música. Al principio, pensó que había sido un sueño,
pero ahí estaba otra vez. No era tan fuerte como antes, pero los ritmos
inconfundibles de la música de flauta Chahta flotaron sobre ella de más arriba
del acantilado.
—Sarah...
166
—Sarah...
—¿Dev? —Sarah sabía que era imposible, pero no podía confundir esa voz.
—¿Dev? —gritó.
—Sígueme, Sarah.
Sarah tuvo que trepar por las últimas rocas para llegar a la cima. Se detuvo en
seco cuando observó la vista. Se puso de pie sobre una meseta plana de roca.
Parecía que era el pueblo de otro clan. La gente hacía sus rutinas diarias y
Sarah miraba a lo alto de otra pared del acantilado para ver alojamientos
tallados en la superficie de la roca.
La gente del clan no le prestó atención mientras llevaban a cabo sus tareas.
Sarah ahora se dio cuenta que la música de la flauta había cambiado una
vez que ella empezó a subir por el sendero al ritmo de los golpeteos de los
tambores. El ritmo se hizo más poderoso, y todos a la vez, los guerreros se
movieron en un grupo de baile. Se movían en perfecta sincronización. El baile
se hizo más frenético y acrobático cuando los tambores se batieron a un ritmo
perversamente intenso.
167
—¿Me puedes sentir, Sarah?
Quería dar la vuelta y buscar la voz que parecía venir detrás de su oreja
derecha.
Era la voz de Devlin, y la idea hizo que el cuerpo de Sarah zumbara al mismo
ritmo pulsante que la música de los tambores.
—Un día... sin duda, puedes dejar a un lado este viaje por un día...
Más alto y más urgente, la música coincidía con la forma en que el cuerpo de
Sarah se sentía.
Sarah preguntó:
—¿Tashka?
Párpados pintados de negro se levantaron lentamente para revelar los iris azul
aciano.
Sarah observó como un fuerte brazo se extendía hacia adelante y una mano
abierta se acercó a ella. Se perdió en la belleza de los ojos azules. Supo en ese
instante que iba a renunciar a cualquier cosa por su guerrera. Ella alargó la
mano y la guerrera sonrió cuando Sarah se acercó.
Sarah sacudió la mano hacia atrás, pero la poderosa atracción de los ojos de
la guerrera la tenían atrapada. De repente, se oyó un agudo lamento y Sarah
se tapó los oídos por el dolor. Cuando volvió a mirar a los ojos de la guerrera,
una vez más, ya no eran del azul profundo que recordaba. Dio un paso atrás
en estado de shock y miedo. Los ojos de la guerrera se habían vuelto de color
amarillo con una hendidura en medio como la de un reptil.
168
Desde algún lugar por encima de ella, escuchó un grito. Era ensordecedor a
sus oídos sensibles y levantó la vista. Muy por encima de ella un halcón volaba
en círculos. Se precipitó hacia ella y volvió a gritar.
El halcón chilló alto una vez más. Estaba encaramado en uno de los viejos
árboles de cedro, cuya parte superior había sido arrancada por el viento o el
hielo, o ambos. El halcón saltó de la rama y abrió sus alas para emprender el
vuelo. Se elevó hacia el cielo hasta que Sarah tuvo que acostarse sobre su
espalda para verlo. Oyó los chillidos del halcón ya que parecía volar en el sol.
El brillo de la luz la cegó y ella levantó una mano para evitar el
deslumbramiento. A la sombra causada por su mano, Sara fue capaz de ver
lo que podría considerar como el primero de muchos milagros en su vida.
Flotando hacia ella lentamente y de manera constante, una pluma de halcón
maravillosamente prístina se posó sobre su pecho.
169
Parte 14
D
evlin se dio la vuelta y vio a los dos últimos guardias que despertaban al
cocinero antes de dirigirse hacia sus sacos de dormir. Ellos no se
molestaron en quitarse el sombrero, sabían que sólo tenían una o dos
horas antes de que el desayuno estuviera listo y que volverían a estar de vuelta
en la silla de montar.
Devlin cerró los ojos y trató de conciliar el sueño de nuevo. Habían estado en
la ruta un poco más de quince días, y ella aún no pasaba una noche
durmiendo bien. No esperaba que fuera diferente. ¿No había anticipado
soñar con Sarah todas las noches? El sueño de la noche anterior, sin embargo,
había parecido terriblemente real. Devlin creció en torno a personas que se
tomaban en serio los sueños. Preguntarse si Sarah estaba en problemas y no
poder hacer nada al respecto hizo que Devlin se enfadara.
Ser la jefa de camino tenía sus ventajas. Al menos Devlin no tenía que
despertarse en medio de la noche para montar la manada durante dos horas
a la vez. Sin embargo, mientras que otros roncaban en sus sacos de dormir,
Devlin escuchó a cada jinete en el campamento durante la noche. Tenía el
sueño ligero en el mejor de los casos, pero desde que comenzó el viaje, estaba
al tanto de todo lo que ocurría a su alrededor, especialmente por la noche.
Había llegado a reconocer los sonidos de las reses cuando se echaban en el
suelo, y podría diferenciar entre los distintos jinetes por los sonidos que hacían
cuando regresaban al campamento.
170
encontrado una buena cantidad de ciruelas silvestres. Él y Matt reunieron
suficiente de la fruta madura para hacer pasteles fritos, que alentaron a los
hombres en gran medida. Veinte kilómetros después, cruzaron el río Canadian
del Norte, ahí fue cuando se encontraron con los dos exploradores
Comanches.
Había bastante pasto para las reses y leña para los cocineros. Los jinetes fueron
capaces de añadir variedad a su dieta principalmente de ternera, al hacer
algo de caza a lo largo del camino. Las mesetas que conducían al río
Cimarron produjeron pollos de pradera, ciervos, y un ocasional antílope. La
moral de los hombres era relativamente buena, pero Devlin sabía que estaban
todavía muy lejos de su objetivo. Muchas cosas podían ir mal entre aquí y
Abilene.
Este primer grito significaba que Devlin, Hank, y los hombres de avanzada
podrían tomar el desayuno. Los otros jinetes se movían lentamente,
vistiéndose, limpiando y recogiendo sus sacos de dormir. Devlin recogió el saco
de dormir y lo dejó caer al lado de la carreta. El Wrangler o el vigilante reunían
los sacos de dormir y los cargaban en la Cooney, una piel de vaca suspendida
por sus esquinas y colgada bajo el carromato. La mayoría de las veces,
contenía leña o virutas de estiércol de búfalo como un suministro de
combustible de emergencia.
Cada mañana, cuando las vacas, pastaban, un jinete ataba a los recién
nacidos y los llevaba al carro. No había demasiados de ellos, tal vez cinco o
seis. Frankie, que conducía el carro durante el día, mantenía un saco de
171
arpillera marcado con el apodo de cada ternero o número para identificarlos.
Un buen jinete siempre conocía su ganado, y cuando subía al carro con su
paquete, llamaba al marcador del ternero. Envolvían el saco de arpillera
alrededor del ternero y lo echaban en el vagón. El saco era un paso
importante. Una vaca no cuidaría a su ternero si tenía el olor de otro ternero
en él, y eso era inevitable en un carro pequeño de este tipo, por lo que cada
día el jinete envolvía el ternero en el mismo saco. Al mediodía y de nuevo al
final del día, los jinetes llevaban a los terneros con sus madres para que los
alimentaran.
Matt se despertó con el resto de los jinetes y metió el sombrero sobre su pelo
rebelde. Le dio una sonrisa soñolienta a Devlin y se fue a relevar a Frankie de
la Remuda. El vigilante entonces dormiría unas pocas horas antes de conducir
el segundo vagón. Devlin, Hank, y los hombres de punta, Willie y Jake,
terminaron de comer y salieron a ver el rebaño mientras levantaban sus sacos
de dormir. Mientras los jinetes comían su desayuno, Devlin y su grupo
mantenían un ojo en el rebaño.
Durante las siguientes horas, Devlin rodeó la manada, controlando las cabezas
de ganado que ahora podía reconocer a simple vista. Fuera de unos pocos
miles, podría identificar fácilmente a los alborotadores, el más lento, el más
agresivo. Luego estaba Anabelle. Para Devlin, era como si la vaca resoplara y
fingiera mover sus grandes cuernos hacia Devlin cada vez que pasaba. Devlin
podía quejarse y maldecir a la vaca en voz baja, y Anabelle inhalaba tan
fuerte que soplaba el polvo a su alrededor.
Los hombres de punta se posicionaron atrás de los novillos para que el ganado
pudiera extenderse y pastar a su propio ritmo. Devlin sacó todos los trucos de
su sombrero para mantener a las vacas felices y contentas, y vio que los otros
capataces hicieron lo mismo. Ella quería llegar al mercado con las cincuenta
mil cabezas si era posible.
172
—Me canso cada vez que te veo trabajar, muchacho —dijo Devlin a su paso.
Devlin buscó en su bolso de guerra, como los jinetes les gustaba llamar a su
magra bolsa de posesiones. Sacó su chaqueta de lona ligera y una vieja
camisa de algodón, luego se sacó el chaleco de cuero ajustado y la camisa
que llevaba. Vestida sólo con su camiseta de algodón, se quitó el sombrero y
se sentó a trenzar el pelo de ébano en una sola trenza que colgaba plana
sobre su espalda. Luego se puso la camisa de algodón, que era más holgada
que las camisas que solía llevar. Por último, se puso la chaqueta suelta y colocó
su Stetson en la cabeza.
—¿Vas a preguntar por qué estoy vestida de esta manera? —preguntó Devlin.
Devlin se preguntó qué pensaría Sarah de su hijo ahora. Se dio cuenta que el
chico se parecía cada vez más a ella. Sus gestos y la forma en que trabajaba
solo hicieron que Devlin sintiera que estaba viendo a su propio hijo de carne
y hueso.
—¿Que quieren?
—No hay manera de saber si son hostiles, no hasta que los tengas encima.
Creo que vamos a conocer la respuesta a esa pregunta si intentan robar
nuestro ganado en lugar de pedir un poco.
—Ellos no tienen nada con que negociar. Esto, —Devlin le señaló con una
mano, indicando el área a su alrededor—, se supone que fue su tierra una vez,
pero ahora el gobierno dice que los indios tienen que permanecer en áreas
pequeñas llamadas reservas. Es difícil para ellos cambiar su forma de vida.
Demonios, no es sólo una forma de vida, su orgullo está en juego. Están
acostumbrados a seguir las manadas de búfalos y vivir tan libres como los sus
espíritus los destinaron a vivir. Ahora los búfalos han cambiado, pero los indios
se supone que no deben dejar las reservas. Por lo que algunos de ellos, sobre
todo los más jóvenes con mal genio, salen de las reservas. —Devlin comprobó
sus pistolas, procurando que los seis cañones estuvieran cargados—. Es difícil
saber lo que quieren, Matt. Yo conocí a muchos de ellos. Creo que la mayoría
sólo quiere alimentar a sus familias. No puedo decir que me gustaría hacer
algo diferente. Algunos de ellos, sin embargo, quieren hacer pagar a todos
por las acciones del gobierno. Estas personas les han mentido, engañado,
robado, y exterminado. —Devlin suspiró profundamente—. No digo que matar
mujeres y niños esté bien, pero eso nos da una idea de por qué están tan
enojados. Hay algunos de ellos que están hablando más allá de la razón. Esos
son los que me preocupan.
—¿Dev?
—¿Sí?
—Me estoy volviendo como tu madre, toda habladora. Calculo que hoy, a
más tardar mañana, tendremos un grupo de jinetes que se nos acercaran. El
Kiowa y los comanches son bastante similares cuando se trata de la forma de
verse y vestirse. Si son Kiowa, lo más probable es que tendrán placas de pelo.
Podrás ver una correa de cuero largo, a veces colgando todo el camino hasta
el suelo, atado a su cuero cabelludo. Tendrá discos de plata atados a él, algo
así como los cinturones de algunos de los Chahta. A veces, el Comanche usa
las placas de pelo, pero no como los Kiowa. La única forma segura de conocer
174
a un Comanche es por la forma de vestir. Muchos de ellos usan ropa del
hombre blanco, pero la única cosa que siempre tienen es un taparrabos.
—Sólo tienes que recordar un par de cosas fáciles y eso es todo. ¿Crees que
puedes?
—Por supuesto.
—En primer lugar, incluso si son indios hostiles, no van a tener tantas armas
como nosotros tenemos. Su táctica es por lo general pedir lo que quieren. Si
no eres justo con ellos y piensan que pueden salirse con la suya, volverán por
la noche y provocarán una estampida en la manada. Mientras estamos fuera
reuniendo las reses, van a separar el ganado que quieren y se largaran. Así
que lo primero es no engañarlos, pero eso no quiere decir que les daré toda
la tienda. Lo que van a querer más que nada es algo que sólo pueden obtener
de los hombres blancos... caballos, armas, whisky y tabaco. Lo que espero que
hagan primero es llegar a la Remuda. Si son comanches, son los ladrones de
caballos con más talento y los comerciantes más astutos de todos. No te
asustes, a pesar de que el aspecto de algunos de ellos es suficiente para hacer
que quieras mearte en los pantalones. No vas a entender lo que están
diciendo a menos que tengan a alguien que hable inglés con ellos. No
importa, sin embargo. No importa lo que digan o lo mucho que apunten a los
caballos, has sólo una cosa.
—¿Qué?
—Sí, eso es en parte. Si creen que soy con la que tienen que tratar, dejaremos
que vengan a mí. Es una de esas pequeñas cosas que haces cuando estás
tratando con personas. Es un poco conseguir que el poder vaya en tu
dirección —Devlin le guiño un ojo—. Lo más importante que queremos es que
piensen que soy un hombre.
175
—Oh —dijo arrastrando las palabras—. Es por eso que estás vestida así.
—Facilita las cosas a veces, si sabes lo que quiero decir. No importa lo que
digan, simplemente apunta hacia mí y llámame hombre o usa la palabra
Chahta. ¿Recuerdas cómo es?
Devlin miró la determinación feroz en los ojos del niño y supo dónde había visto
esa expresión. A pesar que su rostro estaba empezando a perder parte de su
gordura infantil, tenía los ojos de su madre. El mentón duro y anguloso que
estaba desarrollando y la forma como se arrugaba su nariz al sonreír sólo
aumentaba la semejanza. En ese momento, tenía la misma firmeza en la
mandíbula que Sarah cada vez que se proponía hacer una tarea difícil. Devlin
dudaba que alguna vez se lo dijera al chico, pero había algo reconfortante
en el hecho. Algo seguro al saber que una parte de Sarah cabalgaba con
ella.
—La segunda cosa es que en ningún caso saques ese rifle —Devlin señaló el
rifle que yacía en una caja de cuero de vaca cerca de la silla de Matt—.
Aunque estén listos para atacar. Si alguien apunta una flecha o un arma hacia
ti, busca tu caballo y utiliza el cuerpo del animal para protegerte. Si una
conmoción estalla, me lo pasas a mí. ¿Entiendes?
—Puedes ser bueno, chico, pero ellos son mejores. Lo garantizo. Cuando un
hombre tiene un arma en la mano, se pone un gran objetivo en el pecho.
Cuanto más tiempo vayas por la vida sin disparar un arma de fuego, más
tiempo vivirás. ¿Estamos claros?
—Sí, jefa —Matt dijo con un tono resignado. Le había prometido a su madre
que iba a hacer todo lo que Devlin le dijera. Matt puede que sea muy joven,
pero había dos verdades que había entendido en su vida: Un hombre no
rompe una promesa a su madre, y nunca, nunca desafía a Devlin Brown.
176
Devlin se preguntó lo que Matt estaba pensando mientras caminaba de
vuelta a la carreta para ayudar al cocinero con las tareas antes de acordonar
su Remuda. Probablemente me está maldiciendo, Devlin murmuró mientras
cabalgaba hacia el norte.
Habían dejado los rebaños en Kingfisher Creek temprano ese día. Devlin
agradeció a los cielos por encima de ella por mantener la tierra seca. Cuando
pensó en ello, la falta de precipitación era lo que la tenía en esta situación, en
primer lugar, pero la lluvia en el sendero podría ser desastrosa. Los arroyos
que llegaban al Cimarrón y a Nine Mile Creek tenían bancos de arena
movediza. En la estación lluviosa, era casi imposible conducir una manada, y
mucho menos cruzarla.
—Odio tener razón —dijo Devlin a Hank mientras subía hasta allí.
—Estuve observando a los dos que tenía más cerca por un buen rato —dijo
Hank—. Me preguntaba cuando te unirías a la fiesta.
—No me quiero perder toda la diversión —dijo Devlin con voz distraída ya que
algunos de los indios se dirigían a la Remuda. Se maldijo por haber dejado solo
a Mattew. A pesar de que le había dicho que podía manejarlo, Devlin estaba
empezando a dudar de su decisión. Se había preguntado si traer al niño
afectaría algunas de las decisiones que tendría que tomar. Estaba a punto de
averiguarlo.
Devlin vio por el rabillo del ojo mientras el pequeño grupo se acercó a ella
desde la parte delantera a caballo. Podía ver a Matt con cautela moviendo
la cabeza y apuntando hacia ella. Él nunca hizo un movimiento que pudiera
ser confundido como hostil, y los tres hombres, los cuales Devlin ahora
177
identificaba como Comanches, se dirigieron donde había detenido su
caballo. La manada se mantuvo en movimiento, pero Hank y los hombres de
avanzada, junto con uno o dos de los flancos, se apartaron de las reses para
acercarse alrededor de Devlin.
—Yatahe —dijo Devlin. Bajó la voz a propósito para tener un tono más
poderoso.
—Chahta —dijo Devlin. La señal de la mano fue fácil, preguntando quién era
ella, y ella se sintió aliviada—. “Hasimbish humma. —Devlin añadió el nombre
Redhawk en Choctaw.
Se miraron el uno al otro, y Devlin oró para que los jinetes detrás de ella se
mantuvieran pacientes. Podía oír el sonido de los caballos sacudiendo sus
178
cabezas y estampando sus pezuñas en el suelo. Obviamente, el líder
Comanche no quería charlar.
—No —Devlin sacudió la cabeza ante el pedido del hombre de diez cabezas
de ganado. Estaba esencialmente en su tierra, pero también era consciente
de que, si este pequeño grupo de asaltantes sentía que era suave, volverían
cada día por más reses. Ella les habría dado un centenar de cabezas de
ganado si ella pensara que sería para alimentar a sus mujeres y niños, pero el
tiempo había pasado para tal caridad.
Era obvio que habían hecho esto antes. Los hombres jóvenes sabían que los
mejores y más fuertes novillos estaban en el frente. Eso era lo más gracioso del
ganado en una unidad como esta. El más fuerte se quedaba delante,
marcando el ritmo. Si llegara a estar enfermo o herido en el camino, se
trasladaban hacia la parte posterior. Una vez que se sentían en forma otra vez
y eran capaces de tomar un poco de velocidad, regresaban a su lugar
original.
Devlin oyó el mugido agudo de una vaca y miró por encima del hombro. Los
Bravos estaban tratando de separar a Anabelle de la manada. Estaban
teniendo dificultades con ella, pero parecían decididos a tomar el más
grande del lote.
—¡Esa no! —Devlin gritó por encima del ruido. Los guerreros la miraron y se dio
cuenta de que hablaban inglés—. Deja a esa. —Devlin señaló a Anabelle, que
estaba peligrosamente cerca de cornear a uno de los caballos Comanche.
El guerrero más cercano a Anabelle ignoró los gritos de Devlin y sacó su arco
de la espalda, colocando con rapidez una flecha en el mismo. Devlin alcanzó
instintivamente su revólver. Durante todo el tiempo su mano se movía, seguía
recordándose que entrar en un modo ofensivo podría significar el fin para
todos ellos, pero no podía sacarse a Sarah de la cabeza. Devlin sólo podía ver
179
la expresión de decepción en el rostro de Sarah, cuando le explicara cómo
había dejado que unos cuantos indios masacraran a su amada Anabelle.
Devlin enfundó la pistola y saltó del lomo de Alto, corriendo hacia Anabelle y
los guerreros comanches.
—No, no, no —gritó ella, agitando las manos—. No pelea... simplemente esta
vaca, no.
El líder instó a su caballo para que se acercara más a Devlin y la miró. Parecía
incapaz de discernir si Devlin estaba tratando de engañarlo o si estaba
desequilibrada.
Devlin, mientras tanto, sabía que estos Comanches hablaban inglés mejor de
lo que estaban dejando entender.
Se hizo el silencio durante un largo rato hasta que el líder rió ligeramente. Se
volvió a los hombres detrás de él e hizo algunos comentarios ininteligibles,
entonces ellos también rieron. Devlin podía sentir las puntas de las orejas
encendidas mientras admitió su debilidad ante estos hombres, pero cuando
sus ojos se encontraron con el líder, sintió más vergüenza. El hombre asintió
como si comprendiera su situación. No iba a dejar que fuera tan fácil, sin
embargo.
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—Por los pelos, jefa —Hank sonrió mientras pasó por delante de Devlin. Devlin
estaba al tanto de las sonrisas en el resto de las caras cuando algunos de los
hombres trataron de contener la risa ante la admisión de Devlin.
181
Parte 15
—Me gustaría que lloviera un poco —Devlin miró hacia el cielo mientras un
rayo parpadeaba constantemente en el horizonte.
Habían acampado durante la noche sin incidentes, pero justo antes de que
la cena estuviera lista, el tiempo había cambiado. El aire se volvió pesado y
sabía a moneda de cobre. Devlin y Hank rodearon la manada por lo que los
hombres podían comer su cena y saltar de nuevo en su silla de montar. Devlin
tenía la incómoda sensación de que sería una larga noche.
—Pienso lo mismo. Parece que se está moviendo bastante rápido. Tal vez a
dos o tres horas.
—Sí, esa sería mi apuesta. Tal vez tengamos suerte y se mueva más hacia el
este.
Ambos rieron ante la idea, pero sabían que no era una broma. El ganado
podía provocar una estampida por las razones más simples y extrañas.
182
—¿Alguna vez has estado en una estampida, muchacho? —preguntó Devlin
Mattew.
—Nunca se sabe. Puedo sentir algo en el aire. Apuesto a que tus caballos
estaban más asustadizos esta tarde, ¿no?
—Sí, lo estaban. —Matt se acordó que los animales habían estado de mal
humor, cuando se hizo el campamento.
183
un Longhorn tan grande como un búfalo, probablemente, no tenía muchos
enemigos naturales.
Devlin gritó una advertencia con la esperanza de que Willie la oyera sobre los
sonidos del ganado aterrorizado, los relinchos de los caballos, y el trueno
retumbante. Sólo pudo ver con impotencia como Willie sacó su pistola y
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disparó al aire. Dos disparos hicieron que inmediatamente el caballo de Willie
quedara bajo un aparente control. Miró a Devlin, y ambos parecieron exhalar
un suspiro de alivio. La pausa fue de corta duración, sin embargo.
Unos cinco segundos pasaron desde que Willie había disparado su pistola, no
hubo suficiente tiempo para que los ecos se extinguieran. El ganado en la
parte posterior presionó hacia delante de nuevo, excepto que ahora los
novillos en frente estaban simplemente dando vueltas alrededor, sin moverse
para ampliar el área cubierta del rebaño. El ganado creciente desde atrás
parecía asustado por algo, y las vacas de atrás trataron de saltar por encima
de sus hermanas aplastándolas. Otros imitaban a los acrobáticos novillos y
pronto la pequeña área en donde estaban atrapados Devlin y Willie era un
remolino de ganado en pánico.
Devlin lanzó su brazo en un arco sobre su cabeza y disparó con su látigo. Ella
golpeó hacia abajo en las partes posteriores de los novillos que se
encontraban delante de la manada. Los mugidos fuertes de los bovinos que
recibieron sus golpes urticantes incitaron a los otros animales a entrar en
acción. El rebaño se aflojó, pero antes de que Devlin pudiera romper el borde
exterior, se encontró con al menos doscientas cabezas de ganado corriendo
a través de la pradera.
Fue más fácil de lo previsto llegar hasta el borde exterior del ganado en
estampida. Willie obviamente tenía el mismo pensamiento, porque ya estaba
allí. Su caballo era más ligero que Alto y tenía la adrenalina disparada en su
interior. Eran una pareja rápida y estaban tal vez a doscientos metros por
delante de Devlin y su yegua. El chasquido de los látigos detrás de Devlin se
hizo más débil. Arriesgó una mirada rápida y el siguiente relámpago iluminó el
185
paisaje detrás de ella. Vio la mayor parte de la manada en estampida a su
vez mientras los jinetes cabalgaban a lo largo del borde derecho y empujaban
a los líderes de la manada hacia la izquierda.
Devlin no tenía necesidad de oír los gritos o ver que el hombre y los animales
ya no estaban allí para darse cuenta de lo que había sucedido. El instinto se
convirtió en pensamiento cuando tiró de la cabeza de Alto con fuerza y hacia
la izquierda, su mano se envolvió alrededor del mango de marfil de su Colt.
Cuando Devlin volvió con fuerza a su caballo, disparó a los tres novillos más
cercanos. Los disparos repentinos, junto con los cuerpos bloqueando su
camino, hicieron que el grueso de la manada girara a la izquierda, junto con
Devlin y su yegua. Para mantenerlos en movimiento de esa manera, Devlin
disparó las balas restantes.
Sin más alarde que eso, el ganado se juntó en un grupo pequeño, casi la mitad
de su número original. Tal vez pasaron unos minutos antes de que Hank y otros
cuatro jinetes alcanzaran a la manada. Devlin se sentó en su silla respirando
con dificultad y sintiendo su corazón latir contra el pecho. Tenía la boca seca
y se dio cuenta que la causa era el miedo.
—Dev —Hank sostuvo una gran linterna en una mano mientras se acercaba a
ella—. ¿Estás bien? ¿Qué pasó con Willie?
Devlin sólo podía apuntar por delante de ellos hasta que encontró su voz.
El caballo de Hank dio unos pasos tentativos hacia adelante y Hank llevó el
farol en alto.
186
—¡Buen Dios! —Maldijo. El terreno por delante de él desapareció en la nada.
La tierra simplemente no existía, cayendo bruscamente en un cráter de al
menos a doscientos metros por debajo de ellos.
—No seas loca, Dev. No hay manera de que pudiera haber sobrevivido.
La voz de Hank era suave y llena de preocupación, pero Devlin era la jefa de
camino.
Su poder había sido que a ella nunca le importó si vivía o moría. Le importaba
ahora. Cuando se sentó mirando hacia las sombras oscuras, Devlin Brown tuvo
que preguntarse si había perdido el control.
187
Parte 16
—¡Dev! —Sarah dijo entre dientes mientras se sentó de golpe, despertando de
su pesadilla. Sarah miró alrededor de la Chuka para ver a Hannah todavía
metida en sus ropas de dormir. Tima, como siempre, se veía en paz mientras
dormía.
Sarah ajustó la manta que se había deslizado hacia abajo para revelar el
pequeño tatuaje en su hombro derecho. Mantema había fijado el tatuaje en
la piel de Sarah tan pronto como ella había regresado al pueblo el último día
de su misión. Mantema, junto con Tima y los ancianos, estaban preocupados
por Sarah cuando pasaron cuatro días y Sarah no había regresado. En el
quinto día, Sarah regresó al pueblo.
Sarah se acercó al fuego. Por enésima vez, deseó el cálido cuerpo de Devlin
cerca de ella por la noche. Se retorció cuando la manta de piel se frotó contra
su marca. En el tatuaje se había formado una costra, y cuando la piel seca se
desprendió para revelar la nueva piel debajo, le picaba. Su símbolo animal de
188
poder miraba ferozmente al mundo desde la espalda de Sarah. Era incapaz
de ver el tatuaje, incluso cuando estiró el cuello lo más lejos posible. Mantema
había resuelto el problema mostrándole un pequeño trozo de piel sobre la que
Mantema había pintado el diseño.
Sarah se frotó con aire ausente la piel de la espalda. Al mirar las brasas del
fuego, Sarah pensó en su diseño de poder. Nunca se había planteado la
cuestión de cómo Mantema supo sobre su búsqueda. Sarah pudo haber
tenido dudas acerca de los misterios y la magia de las personas Chahta, pero
su búsqueda silenciaba muchos de esos pensamientos. No había dicho una
palabra cuando Mantema le entregó la imagen que era ahora era parte de
su cuerpo. La cabeza de un halcón quedó dibujada con ojos que parecían
feroces y suaves al mismo tiempo. La singularidad del tatuaje era que el halcón
no tenía las marcas de color marrón rojizo habituales. Su cara era la mitad
negro y mitad blanco, con un diseño diagonal al igual que la guerrera en la
visión de Sarah.
Sabía que le hablaría a Keeho de su visión en algún momento para saber que
podría significar, pero ahora era demasiado pronto. La manera en que Sarah
aceptaba todo lo que era tan diferente a sus creencias anteriores no
ameritaba tanto escrutinio. Reconoció lo que le había sucedido con tanta
facilidad como si hubiera ocurrido en su casa del rancho. Era la única manera
para ella de creer en este momento.
Soy Ankahito... Siempre he sido Ankahito. Yo soy Chahta ... Siempre he sido
Chahta.
Sarah se apartó el pelo de la cara y envolvió la manta de piel con más fuerza
sobre los hombros. Un fuerte enfriamiento pasó a través de ella, y su cuerpo se
estremeció en respuesta. Tendría que preguntarle Keeho pronto por qué estas
palabras seguían apareciendo en su mente. Ni siquiera estaba segura de
quienes eran los Ankahitos, excepto que el chamán muerto Taano los había
llamado su pueblo. Se sentía más cálida ahora cuando sus pensamientos
acerca de lo místico se transformaron en pensamientos sobre Devlin.
189
Sarah no sabía si se había imaginado el temor que sentía por Devlin o si el
sueño había sido real, pero de acuerdo con todo lo que había llegado a creer
en el último tiempo, eligió la segunda opción. Puso su mano sobre su pecho y
sintió que el latido de su corazón se había regularizado. Lo tomó como una
buena señal. Su agitación anterior había desaparecido. Ahora experimentó
una sensación extraña de resolución. Aunque no era exactamente paz, era
una especie de calma. En cualquier caso, tal vez era suficiente para permitirle
dormir el resto de la noche.
***
—¿Es necesario que hable más alto para ti, Sakli? —preguntó Tima muy seria.
—Oh.
Tima le había entendido, pero le resultó difícil lograr que Sarah verbalizara sus
pensamientos. Debido a eso, Tima trataba a Sarah de la misma forma como
lo había hecho cuando Devlin era una niña.
Tima dejó lo que estaba haciendo y fijó una mirada exasperada en Sarah. No
tenía que decir una palabra. Sarah respiró profundamente y cerró los ojos.
—Sakli, algunos de los sanadores más fuertes de nuestro clan han sido cesteros.
Hashtahli ha dado este oficio a las mujeres solteras. Algunos dicen que es una
recompensa por la fidelidad que las mujeres Chahta han mostrado a sus
clanes. Otros dicen que es una manera para que las mujeres sobresalgan,
190
para mostrar su imaginación y el poder. Yo creo que tiene una conexión
directa con el camino que deseas seguir. Eres Chahta ahora, Sakli. Esta
habilidad te enseñará mucho sobre las formas de las mujeres Chahta.
—¿Por qué tiene que ser con Oka Kapassa? ¿Por qué no me puedes enseñar
tú?
—Yo... yo... —Sarah hizo una pausa y se mordió el labio con nerviosismo—. Ella
me asusta —murmuró.
—¿Qué? —Tima rió y Sarah encontró que la acción le recordaba algo a Devlin.
—Dije que me asusta un poco —dijo Sarah con más fuerza, mientras colocaba
sus manos en sus caderas.
—Me siento como una niña tonta, diciendo esto en voz alta.
Tima quería burlarse de las acusaciones de Sarah, para decirle que todo esto
era una tontería acumulada en su mente. Tima quiso tranquilizar a Sarah, pero
lo había visto, también. Entendía las miradas de su hermana, pero ¿cómo
podía explicar la verdad a Sarah sin romper su palabra a Devlin?
—Sakli, no estás loca. He visto la forma en que Oka Kapassa te mira cuando
piensa que nadie la ve, pero no es para tratar de asustarte. No puede evitarlo,
supongo.
Tima suspiro y miro hacia arriba. ¿Por qué no había dicho su hija la verdad a
Sarah? Devlin le había prometido a Tima, antes que dejaran el pueblo la última
vez, que le explicaría la historia de su madre y padre a Sarah. Tima sospechaba
191
que su hija había palidecido de miedo al desnudar sus emociones, incluso a
su compañera. Sin embargo, no podía ir en contra de la promesa que había
hecho.
—¿Y ella piensa que seré yo quien haga eso?, ¿que de alguna manera llevaré
a Dev por el mal camino? —Sarah estaba sorprendida por la explicación de
Tima.
—Creo que —Tima hizo una pausa, buscando una manera de expresar sus
sentimientos—, creo que las preocupaciones de Oka Kapassa no son tanto
sobre ti y tu compromiso con Redhawk, sino porque tu mundo está abajo en
el valle. Teme que tu mundo se convierta en el mundo de Devlin en lugar de
al revés.
—Sakli, nunca has tenido que demostrar nada ante mí. Te has ganado mi amor
y mi respeto porque eres la mujer en el corazón de mi hija. No necesito nada
más para convencerme.
—Pero Oka Kapassa sí —Sarah miró a lo lejos y pensó por un momento—. Tengo
que mostrarle lo que soy. Tengo que mostrarle que soy Chahta, aquí —Sarah
colocó su mano sobre su corazón—, y que no importa donde vivamos, el
camino Chahta siempre será una parte de nuestra familia.
***
192
—Es un honor que una tejedora de su talento haya accedido a entrenarme,
Oka Kapassa —dijo Sarah.
Sarah trató de tomar el mismo enfoque para aprender con Oka Kapassa.
Pasaron los días mientras Sarah se mordía la lengua ante los comentarios de
Oka Kapassa, algunos de los cuales sabía que estaban destinados a hacer
daño. Lo único que le impedía volver por más era la forma en que Oka
Kapassa trataba a Hannah. Su transformación de instructor distante a amante
cuidadora cuando Hannah aparecía ante su vista era increíble. Era evidente
que los problemas de Oka Kapassa sólo eran con Sarah. A pesar de que era
naturalmente tranquila y reservada, parecía contener su aguijón para Sarah.
Sarah, por el contrario, estaba decidida a demostrarle a esta mujer, que Devlin
había tomado la decisión correcta al tomarla como su pareja.
Oka Kapassa sostuvo el plato de Sarah. Sus dedos acariciaron las espirales de
las fibras vegetales como un sanador examina a un paciente. Buscó en el
193
plato y sintió cada imperfección. No siempre eran visibles; algunas estaban en
el espíritu del objeto. Oka Kapassa sonrió con aprobación a su alumna. La
técnica de Sarah era sana; había aprendido bien los fundamentos. Oka
Kapassa sabía que era el momento de pasar a la siguiente etapa.
—No es tu capacidad la que impide tu visión en el tejido, Sakli. Para tejer los
artículos de uso diario que los Chahta usamos, los materiales que tenemos en
la tienda son apropiados. Para que un fabricante de cestos haga algo que ve
en el ojo de su propia mente, el tejedor debe cosechar sus propios materiales.
Es necesario acercarse a las plantas y los árboles con esta visión en tu mente,
con el conocimiento de que son tan parte del círculo sagrado como tú lo eres.
A continuación, espera a que el espíritu del artículo hable contigo.
Al principio, Oka Kapassa, pensó que Sarah era condescendiente con ella. No
sería la primera vez que alguien se burlaba de ella por su creencia en los
caminos de la rueda de la medicina. Los niños que aún tenían que ir en su
primera misión, todavía no sabían de la magia dentro del clan, a menudo no
entendían las complejidades del círculo. Oka Kapassa miró fijamente a Sarah,
que la miraba fijamente también. La expresión del rostro de Sarah la tomó por
sorpresa. Oka Kapassa vio una creencia genuina por la magia en los ojos de
Sarah.
—Sí, Sakli, es precisamente lo que harán. Cada ser vivo, incluso las plantas y
árboles, tiene un espíritu y un lugar dentro del círculo sagrado, al igual que
nosotros. Incluso saber esto no es suficiente. Hasta llegar al lugar donde creas
que ningún espíritu es mayor que otro, no serás capaz de oír a otros espíritus
llamándote.
Sarah parecía haber olvidado la animosidad natural que existía entre ellas. Tan
atrapada en su deseo de aprender este nuevo aspecto de la vida Chahta,
puso a un lado su orgullo para aprovechar la sabiduría de Oka Kapassa.
194
Sarah sonrió con vergüenza.
—Has llegado muy lejos en tan poco tiempo, Sakli. Has cambiado mucho.
Creo que Redhawk estará muy satisfecha.
—Sakli, Redhawk es Chahta. Realmente creo que te amaría sin importar qué,
pero saber que la mujer que ama se ha convertido en una mujer Chahta... es
un regalo sin precio.
—Ninguna fuerza de la vida significa más que otra o es más valiosa. Pedimos
a los espíritus que se entreguen para nuestro uso. Todos ellos encajan entre sí,
junto con nuestra esencia. Todos somos parte unos de otros dentro del círculo
sagrado. Dependemos unos de otros para sobrevivir. No es nuestro derecho
usar los materiales de la Madre Tierra, simplemente porque somos más rápidos
o más fuertes. Ella da estas cosas para nosotros como regalos. Las personas
Chahta no aceptan regalos de nadie, que no sean los espíritus.
Algún tiempo después, Sarah siguió detrás de Oka Kapassa. La mujer tenía el
doble de la edad de Sarah, pero sus piernas eran tan largas como la de Devlin
y Sarah tenía que darse prisa para coincidir con su paso. Hasta el momento,
Oka Kapassa había hablado con Sarah sobre el aspecto espiritual de la
cosecha de plantas. Ahora, mientras caminaban a lo largo de los bosques,
explicó algunos de los aspectos más universales de la cestería.
—Hay muchas razones, pero hay una razón que es más importante que otra.
Debido a su uso ceremonial, reservamos hierba dulce para las cestas donde
colocamos el cordón umbilical de un bebé recién nacido. Debido a su olor
dulce, almacenamos la ropa y pieles en cestas hechas de hierba dulce.
Porque se seca extremadamente rápido, pero es resistente, somos capaces
de almacenar a largo plazo.
—Es cierto, Sakli. Utilizamos las muchas formas de nuestras cestas para la
recolección, cosecha, almacenamiento y cocción. No solo tú piensas así.
Incluso muchos Chahta dan por sentada su vida cotidiana. Piensan que lo que
tenemos ahora siempre lo tendrán. Compramos mantas en la tienda del
hombre blanco en lugar de tejer las nuestras, el comercio de armas reemplaza
nuestros arcos, y tomamos compañeros fuera del clan. No se dan cuenta que
cada vez que vamos fuera, perdemos un pedazo de nosotros mismos.
Sarah trató de sacudirse los sentimientos de ira y duda de sí misma. Sabía que
Oka Kapassa dijo cosas como esta para obtener una reacción de ella. Se
acordó de las palabras que Keeho había hablado con ella durante una de
sus discusiones. Le había dicho a Sarah que tenía un gran poder dentro de sí.
Permitir que otros la hicieran sentir emociones como la ira o los celos sólo les
entregaba su poder innecesariamente.
196
Sarah se tragó las palabras que persistían en su lengua.
—Hay mucho que aprender. Que arrogante fui al pensar que podría
convertirme en una tejedora de canastas —Sarah sacudió la cabeza,
olvidando su ira anterior.
—Vas a hacer bien cualquier cosa si trabajas duro para lograrlo, Sakli.
Sarah levantó la vista con incredulidad ante las palabras de Oka Kapassa,
cuando se volvió y se alejó.
Una hora más tarde, Sarah y Oka Kapassa estaban junto a un arroyo poco
profundo.
—No es suficiente, Sakli, saber dónde encontrar las plantas que vas a
necesitar. Debes identificar las plantas, saber qué partes utilizar y cómo
prepararlas. En este sentido, la recopilación de artículos de cestería es similar
a la cosecha de plantas para usar en la curación.
197
(Heraldo de la primavera) para un color marrón rojizo. Si empapamos la raíz
seca de la espadaña en cenizas húmedas, podemos utilizar la hierba seca
para el color negro. Creamos amarillo con la corteza del árbol de la manzana,
el color rojo con bayas zumaque, el azul usando espuela de caballero, y verde
con el árbol de hojas perenne.
Sarah pasó cada día aprendiendo con Oka Kapassa. Completó proyectos,
grandes y pequeños. Prestó especial atención al arte y la magia del oficio de
Oka Kapassa. Pasarían muchos años, antes que la habilidad de Sarah igualara
el talento innato de su maestra, pero ella brillaba en su trabajo.
Sarah todavía pasaba las mañanas y una tarde ocasional con Oka Kapassa.
A pesar de la reserva de Oka Kapassa y la renuencia obstinada a aceptarla
como una mujer Chahta, Sarah estaba decidida a no darse por vencida. Una
tarde, Sarah, Tima, y Oka Kapassa compartían, fuera, su mutua compañía
alrededor del fuego. La brisa de verano se sentía bien en su piel caliente.
Muchas de las mujeres del clan evitaban el calor del día, por lo que hacían
sus tareas con el frescor de la noche.
198
—Estoy sedienta, mamá.
—Mucho, mucho, mucho mejor —dijo Hannah con una sonrisa. De repente, la
sonrisa se convirtió en un ceño fruncido—. Extraño a Dev —dijo ella, cayendo
sobre el pecho de Sarah.
Tima y Oka Kapassa miraban con una sonrisa, intercambiando una mirada de
sorpresa cuando Sarah le contaba a Hannah la historia del hermano zarigüeya
y el hermano mapache. En el momento en que Sarah terminó, Hannah había
olvidado lo que la había puesto triste.
—¿Tendré una?
—Sí, pero no hasta que seas mayor —Sarah continuó diciendo a Hannah
algunas de las cosas que podía esperar al crecer como una joven Chahta.
Hannah pareció aceptar el conocimiento incondicionalmente. Sarah
hablaba y meció a la niña en sus brazos hasta que se quedó dormida. Sarah
cerró los ojos e inclinó el rostro hacia el cielo.
199
Mientras madre e hija compartía ese intercambio, Oka Kapassa las observaba
con ojo crítico. Se sorprendió por las palabras de Sarah. En todo el tiempo que
Oka Kapassa había pasado con Sarah, se había negado a aceptarla como
una compañera aceptable para Redhawk. Oka Kapassa había visto lo que
había sucedido a la madre de Redhawk. Se había enamorado de alguien
fuera del clan, y debido a eso, su hija había crecido lejos de su pueblo. Sólo
gracias a la gentileza de los espíritus Redhawk había regresado al clan.
Esto era exactamente lo que había temido. Que el amor de Redhawk por
Sarah no sólo la alejaría del clan, sino que cualquier familia que viniera de esa
relación nunca conocería el camino Chahta. La maldición se encendería y el
clan estaría un paso más cerca de la extinción.
Todo estaba cambiando ante sus ojos. Con una pequeña acción, Sarah había
disipado la idea de que las enseñanzas de los clanes no sería una parte en la
vida de su familia. Oka Kapassa se dio cuenta que había caído en la trampa
contra la que había tratado de escudarse. En contra de su mejor juicio, o al
menos su voluntad, Sarah había dejado huella en su corazón.
Tima indicó que Sarah debía mirar hacia afuera levantando la solapa de piel
que cubría la entrada de la Chuka. En el suelo estaba un paquete. Sarah
levantó la cubierta de tela del paquete y miró a su alrededor como si esperara
ver a alguien. Examinó la tela roja. Pintado en negro estaba en el contorno un
pez saltando. Tima había estado en lo cierto cuando dijo que el regalo era
para Sarah.
200
a ellos por los espíritus. Incluso el Chahta sabía, sin embargo, que había
momentos en que sólo un don podía decir lo que había en el corazón de uno.
Ese fue el caso cuando Sarah se quedó mirando el plato tejido en sus manos.
Era la hermosa pieza que estaba en la Chuka de Oka Kapassa la que Sarah
había mirado con tanto anhelo. De hecho, su espectacular diseño hizo que el
plato fuera la envidia de todas las mujeres del pueblo.
—Sabes cosas sobre el Chahta que hacen que me pregunte cómo pudiste
haber adquirido tal conocimiento, pero cuando se trata de las personas,
puedes ser muy ciega. Creo que acabas de tratar a tu primer paciente.
201
Parte 17
H
bían encontrado el cuerpo de Willie en el fondo del barranco. Por suerte,
su cuello estaba roto y murió al instante. Devlin ordenó a los hombres
sacar todo el ganado caído de su miseria, y se fue de vuelta al
campamento.
Matt se había encariñado con Willie. Willie solía sentarse cerca del fuego por
la noche y le enseñaba todo, desde atar los nudos hasta la forma de hacer
una buena broma. Devlin quiso darle la noticia a Matt. Lo tomó como un
hombre, pero lo escuchó llorar una vez que todos se acomodaron en sus sacos
de dormir. Extendió una mano para consolarlo. Esa noche fue larga para
Devlin, y esperó el sueño que nunca llegó.
—No estoy segura de si Willie era un hombre temeroso de Dios, pero creo que
lo era —comenzó Devlin.
202
—Willie era un buen hombre y un buen jinete. No tenía familia, así que supongo
que tendremos que pensar que fue a su creador con una sonrisa en su rostro
—Devlin se detuvo cuando un número de jinetes asintió—. Pienso que está en
un lugar donde los caballos nunca se cansan, los caminos no polvorientos, y
donde Dios no permitiría criaturas tan tontas como el ganado. Buena suerte
ahí, Willie. —Los jinetes asintieron a las palabras de despedida de Devlin para
su amigo. La mayoría de los ganaderos admitieron que compartían el mismo
sueño, donde el ganado fuera inteligente o no hubiera ninguno.
Devlin dio algunas órdenes para el día y se alejó de la tumba. Hank la encontró
en lo alto de una loma cubierta de hierba que daba a la pradera, con la
espalda contra una cornisa de piedra arenisca.
—Te escuché venir hace diez minutos. Haces más ruido moviéndote entre la
maleza que un toro pícaro.
—Muy mal.
—Sí, bueno, me supuse que estarías sintiéndote así, pero escucha, no hubo
nada que se pudiera haber hecho para salvar a Willie. Fue un milagro que no
cayeras a ese maldito acantilado junto con él.
—Oh. Entonces, ¿por qué estás escarbando tanto alrededor del diente?
—¿Qué? —Abrió un ojo y lo miró—. ¿Para hacerte pasar por un infierno hasta
que excaves y derrames tus entrañas?”
—¿Nunca?
—No sé, claro, cuando yo era una niña, supongo. Sólo sé que nada me hizo
sentir de la forma en que lo hizo anoche, como si tuviera mucho que perder.
—Lo tienes.
—Bueno, por el fuego del infierno, Dev, lo tienes, pero eso no es motivo para
preocuparse. Si tuviera a alguien esperando en casa por mí como tú, tendría
miedo de estropearlo, también. Así es la vida, sin embargo. He pasado la
mayoría de mis años temiendo que nunca encontraré algo tan especial como
tú y Sarah tienen. Cuando yo lo tenga, estoy seguro que pasaré el resto de mis
días temeroso de perderlo. Una vez oí decir a alguien que sólo los tontos y los
niños no conocen el miedo. ¿Estás pensando que eres mejor que el resto de
nosotros?
—Eso es porque tienes dudas, es algo natural en ti. Crees que siempre a la
vuelta de la esquina habrá un desastre. Creo que tienes miedo porque piensas
que hay algo por lo que vale la pena vivir, ahora.
204
—Deberías dejar el negocio del ganado y convertirte en un predicador—
Devlin sonrió. Entendió lo que quería decirle, ella sólo lo había mirado desde
una perspectiva.
Los dos rieron y Hank estaba feliz de poder ayudar a su amiga. También,
sospechaba que el estado de ánimo de Devlin podría tener algo que ver con
la falta de Sarah.
—Creo que voy a quedarme por un rato más. Podría ser la última vez que esté
sentada, sin hacer nada durante mucho tiempo. Gracias, Hank.
Hank sonrió antes de volverse y bajar la colina, dejando a Devlin a solas con
sus pensamientos. Se encontró con Mattew, sentado a la sombra de la
carreta. Matt se había tomado la muerte de Willie quizá peor que los
ganaderos.
—Acabo de llegar de hablar con Dev. Está allá arriba —Hank señalo el camino
rocoso—. Creo que se siente mal por todo lo que ha pasado. Podría ayudar si
vas allí, tal vez la animarías un poco.
—Por supuesto. A veces todo lo que necesitas para sentirte mejor es que
alguien que conoces esté ahí para ti.
Además, había visto la mirada de orgullo que Devlin llevaba cada vez que
alguien elogiaba el trabajo de Mattew. Eso casi lo había derribado la primera
vez que lo vio. Hace algunos años, nunca hubiera imaginado que una
proscrita como Devlin Brown pudiera incluso tener sentimientos. Lo que
descubrió fue que después de que alguien hubiera sido abatido tantas veces,
enterraba sus emociones donde otros no pudieran llegar a ellas. No es que
Devlin no tuviera sentimientos; ella era mejor que la mayoría en ocultarlos.
—Eey, Dev.
205
—Hola, Matt. ¿Por qué no te sientas un momento? —Devlin pasó los dedos por
el pelo y se colocó su sombrero cuando Matt se sentó a su lado—. ¿Cómo
estás?
—Tengo que admitir, que me sentiría un poco molesta por eso, también —.
Sonrió Devlin. Sabía lo que le estaba diciendo, pero no estaba segura de cómo
responder. Sabía que Matt la admiraba, pero no estaba segura de lo que eso
significaba. Devlin, Matt, y Hannah todavía tenían que examinar los límites de
su relación. Sabía que los niños la querían, pero ¿cómo la veían? ¿Qué papel
cumplía ella en sus vidas?
—¿Tu padre era alto? —No era mucho, pero era todo lo que a Matt se le
ocurrió preguntar. Vio las piernas largas de Devlin extenderse sobre la roca
debajo de ella.
—Bueno, yo recuerdo que era bastante alto, pero supongo que todo el
mundo es alto para un niño pequeño —dijo Devlin—. ¿Y tu padre? ¿Era alto?”
—No, no realmente. Es decir, yo no creo que él fuera tan alto como tú.
—Bueno, has crecido un poco desde que tu padre murió. Creo que todo se
ve más pequeño cuando eres el que se está haciendo más grande. Supongo
que debes extrañarlo.
Devlin no pudo evitar sentir pena por él. ¿Qué estaba escondiendo, de todos
modos? Quiso decírselo a Sarah antes de separarse, pero no hubo tiempo.
—Si presionas la perilla que está enfrente, la tapa se abre —Matt cogió el
objeto pesado en ambas manos, tratándolo como si se tratara de una
inestimable obra de arte—. Vamos —Devlin lo tranquilizó.
—Nunca vi algo como esto antes —Él examinó la fotografía era como una que
había visto a su madre. Ella tenía una de su padre en un uniforme.
Matt miró el retrato de una pareja joven. El hombre parecía grande. Llevaba
un sombrero de ala ancha y una insignia de sheriff en su chaleco. Matt pensó
que eran los padres de Devlin, porque se parecía a los dos. El hombre tenía los
ojos tan claros en la imagen que seguramente eran del mismo azul que Devlin.
La mujer era muy delgada, pero no parecía frágil. Era hermosa, con el pelo
oscuro recogido hacia atrás y las mejillas se parecían a las de Devlin. Su piel
era oscura, mucho más oscura que la de Devlin.
—Sí, era hermosa tanto de corazón como de rostro —Esperó para ver si Matt
preguntaba, pero debería haberlo sabido. Sarah le había enseñado a ser un
caballero—. Mi madre era una india Choctaw.
207
Matt parecía aliviado de que Devlin sacara el tema.
—Fui adoptada por el clan Thunderbird, pero mi madre ya era parte de ese
pueblo. Los dejó para vivir con mi padre después de que se casaron. Luego
que mis padres murieron, cuando tenía aproximadamente la edad que tienes
ahora, regresé al lugar de mi madre. La gente del pueblo me acogió, y
cuando descubrieron quién era yo, me dieron la bienvenida. Cuando decidí
quedarme, Tima y Tekola me adoptaron como su hija.
Matt se sintió mal ahora que había sacado el tema. Devlin tenía la mirada más
triste que había visto en su cara, y él nunca había tenido la intención de traer
malos recuerdos. Sin embargo, tenía la edad suficiente, para imaginar el tipo
de cosas que la gente podría decir y hacer a los que eran diferentes a ellos.
Devlin se volvió hacia él y ahuecó su mejilla en una mano. Sonrió, pero era una
sonrisa teñida de dolor.
—Mi abuelo se lo dio a mi padre. Supongo que tenía que dárselo a mi hijo —
se rió ligeramente—. Creo que yo no resulté como mi padre pensó que su niña
sería, ¿eh? Supongo que te lo dejaré a ti, es decir si quieres tenerlo. No es
mucho, ni siquiera es oro real, pero yo…
—Lo estarías, ¿eh? —Devlin lo miró a los ojos y descubrió la verdad. La razón
por la que las expresiones de Matthew le recordaban tanto a Sarah era
porque en el fondo, eran las mismas. No porque fueran de la misma sangre,
era algo aún más profundo, eran sus creencias, y su corazón. Sarah tenía
orgullo y fuerza, pero también era el alma más compasiva que Devlin había
conocido. Devlin vio lo que todo padre esperaba ver en sus propios hijos, un
208
pedazo de sí mismos mirando hacia ellos. Sólo los padres más afortunados
veían lo mejor de sí mismos; Devlin tendría que recordar decirle a Sarah que
ella era una de esas afortunadas.
Matt rió y dejó caer la cabeza en respuesta. El silencio los envolvió antes de
que Matt interviniera de nuevo.
—Bueno, supongo que algo así... —Se quedó sin palabras. Matt la miró y
sonrió—. ¿Estás bien con eso?
—Por supuesto, eso no quiere decir que tienes que llamarme nada especial,
ya sabes.
—Oh, yo creo que lo oí decir a mamá —Matt bajó la cabeza hasta que el ala
del sombrero ocultó sus ojos, pero Devlin podía ver sus mejillas rosadas.
—Tal vez.
209
—O tal vez fue Talako y su boca de gran tamaño.
—Me siento honrada de que me llames así, Matt, pero es más que sólo un
nombre —Devlin observó cómo Matt alzó la vista y esperó a que continuara—
. Cuando una mujer se convierte en Ishki toba de un niño, es algo voluntario.
Es decir, es una especie de... bueno, es excepcional. El vínculo que una madre
y un niño comparten es especial. Tú y tu madre siempre tendrán ese lazo
distintivo. Incluso después de haber crecido hasta convertirte en un hombre y
aunque ya no estés bajo la protección de tu madre, su corazón todavía te
verá como lo hacía cuando naciste. Es difícil de describir, pero es diferente de
cualquier otro tipo de relación que existe. Así que, cuando llega una mujer
que puede hacer que un niño sienta esos mismos sentimientos, le llama Ishki
Toba. ¿Lo entiendes?
Devlin decidió hacer algo completamente inusual. Abrazó a Matt. Matt había
crecido expresando afecto, por lo que la exhibición parecía natural en él.
Devlin rogó que Matt no se riera de ella. Cuando se separaron, sin embargo,
la sonrisa de Mattew parecía tan genuina que Devlin se preguntó por qué se
había preocupado.
210
Parte 18
—No te va a gustar.
—No hay mucho que podamos hacer. Vamos a tardar un mes en llegar a
Abilene. No podemos esperar la crecida de los ríos. Tendremos que hacer la
única cosa que podemos hacer. Corre la voz que vamos a pasar la mayor
parte del paso en el día. Iremos muy despacio.
—Se suponía que iba a ser el Cimarrón, y no éste —Devlin murmuró para sí
misma. Se acordó de los días en que la mayoría de la gente lo llamaba el Red
Fork (tenedor rojo) de Arkansas. A pesar de que el río no se inundaba, siempre
estaba el peligro de las arenas movedizas. Sin embargo, habían sido
afortunados.
Lograron llegar al Cimarrón unos tres días después de la muerte de Willie. Las
vacas cruzaron el río sin demasiada dificultad. Diez kilómetros más al norte
llegaron a Turkey Creek. La leña era escasa. Matt y Frankie habían ayudado a
los cocineros con la búsqueda de madera u otras alternativas. Algunas veces
utilizaron estiércol seco de búfalo, y una vez recurrieron a los tallos secos de las
plantas de girasol.
211
en cuando, un novillo metía su pezuña en uno de los agujeros y caía al suelo.
Con el paso de los días, Devlin se preocupaba cada vez más a medida que
el número de la manada disminuía.
Bebieron en Hackberry Creek y tuvieron que parar durante casi tres horas
cuando una manada de búfalos pasó junto a ellos. Devlin agradeció a los
espíritus que los búfalos no los atacaran. Cuando búfalo quería el derecho de
paso, por lo general lo tenían. En este caso, el búfalo pasó al galope,
aparentemente despreocupado por el ganado. Almez Creek ofreció agua
clara y mucha de área de pastoreo, pero todavía era escasa la leña.
En Shawnee Creek, quince kilómetros más adelante, los jinetes tuvieron que
mantener los rebaños lejos del agua debido a depósitos de yeso que
envenenaron el río. El lugar puso a Devlin de mal humor simplemente por su
nombre. Los ganaderos lo llamaron Skeleton Creek porque los huesos
blanqueados de los indios que habían muerto durante una epidemia de
cólera se alineaban en las orillas sin árboles.
Una vez más, Devlin se paró frente al Salt Fork, río de Arkansas. Junto con el
Canadian del Sur y el Cimarrón, este río era uno que había marcado en su
mapa como una potencial fuente de problemas. Devlin había asumido que,
dado que la sequía había hecho que las dos veces anteriores pasaran sin
dificultades, hoy sería lo mismo. Estaba equivocada.
—Los he visto mucho peores. Vamos a atravesarlo por allí, ¿ves? —Señaló un
punto donde el banco caía abruptamente, pero el río parecía poco
profundo. El agua se movía con rapidez. Las ramas y otros desechos se
arremolinaban encima de la superficie agitada.
212
vamos a estar bien —Devlin habló con una confianza que no sentía. Vio el
innumerable potencial de desastres. Lo primero que quería hacer era dejar a
Matt y sus caballos a salvo; entonces sabía que se sentiría mucho mejor con la
situación.
—¿Dónde crees que vas? —preguntó Devlin cuando llegaron a la otra orilla.
—No, Matt.
—Pero…
—Está bien —Matt dio una patada a la tierra con la punta de la bota y se
montó en su caballo.
Matt asintió y Devlin llevó a Alto de nuevo a las congeladas aguas. Permitió
que la yegua se moviera a su propio ritmo, evitando los escombros que se
precipitaban aguas abajo. Devlin presionó la lengua contra los dientes
frontales y le indicó a Hank con un agudo silbido para que trajera el rebaño
por la orilla.
El ganado, como diría cualquier jinete, eran quizás las criaturas más tontas de
Dios. No tenían la terquedad de una mula, para excavar con sus cascos y
detenerse. En cambio, a pesar de su miedo palpable, los bueyes permitieron
a los hombres persuadirlos a pasar por el terraplén resbaladizo. Peor aún, los
jinetes tuvieron que continuar fustigándolos para que siguieran moviéndose
213
o se arremolinarían en el centro de la corriente, ahogándose a sí mismos y a
cualquier persona que se acercara a los animales en pánico.
Sin previo aviso, una rama sumergida, quizá de tres metros de largo, saltó a la
superficie del agua. El novillo más próximo salto hacia atrás y cayó contra Alto.
La yegua relinchó de miedo y trató de mantener su equilibrio. En su defecto,
aterrizó en el agua de lado, derribando a Devlin en el proceso. Golpear la
superficie helada con la espalda sacó el aire de los pulmones de Devlin. Antes
de que pudiera volver en sí, perdió el agarre de las riendas de Alto. En el
momento en que soltó las riendas, su cuerpo comenzó a moverse aguas
abajo.
Devlin luchó para mantener la cabeza por encima de la superficie, pero el río
estaba lleno de árboles y arbustos arrancados. Sus manos temblorosas se
enredaron en las ramas y sus ropas empapadas la arrastraron debajo de la
superficie. Parecieron horas, pero en realidad, fueron segundo antes de que
cayera algo en su camino. Sintió por primera vez el impacto en el hombro
izquierdo, luego su cara chocó contra ella, y una corriente roja de sangre llenó
su visión. De repente, el objeto que flotaba con ella en el agua agitada se dio
la vuelta. Devlin se dio cuenta que era un árbol, arrancado por el torrente.
Pensó que podía aferrarse a él y al menos no ahogarse. A medida que el árbol
rodaba otra vez, se dio cuenta de que su pierna estaba enredada entre las
ramas inferiores. No había manera de que se quedara en la superficie del
agua.
El tronco una vez más rodó y la parte superior del cuerpo de Devlin salió del
agua. En ese momento, Devlin sintió que algo la golpeó. Ella descubrió que
una cuerda se había enganchado en una de las ramas del árbol y alrededor
de su pecho. Un instante después, su impulso hacia adelante se desaceleró y
se detuvo por completo. El agua continuó moviéndose contra ella, pero ahora
se dio cuenta de que no sólo la cuerda la tenía asegurada, sino que el árbol
estaba encajado detrás de dos rocas.
214
—¡Dev!¡Dev!
—¿Matt? —Devlin no podía creer que su voz estuviera tan cerca. Estiró el
cuello para ver detrás de ella y vio que Matt cruzaba el agua a pulso. Parecía
un muñeco de trapo con el agua tirando de él río abajo, pero él se mantuvo
firme y fue capaz de avanzar rápidamente.
—¿Estás loco? Vuelve —gritó Devlin. Si Matt la oyó, no dio ninguna indicación.
Hank sólo podía ver por qué era demasiado tarde para llegar hasta Devlin.
Matt había salido de la nada, corriendo sobre el lomo de su caballo a lo largo
de la orilla del río mientras las ramas de árboles y arbustos lo arañaban a él y
su montura. Vio su oportunidad cuando Devlin apareció a la superficie, y con
la cuerda atrapó la rama del árbol y a Devlin en un intento. El peso tiró de su
caballo en el agua y Matt desmontó, atando la cuerda en uno de los sauces
a orillas del río.
Matt podía oír gritar a Devlin y sabía que estaría en un gran problema una vez
que llegara a la orilla. No se detuvo a pensar en el peligro de la situación
cuando lanzó la cuerda y atrapó el árbol. El agua estaba fría y los dientes de
Matt castañeteaban. Cuando llegó a Devlin, ella sostenía la cuerda y una
rama en la parte superior del tronco del árbol para mantener la cabeza fuera
del agua. En ese momento, Hank había pedido ayuda y dado órdenes a los
hombres para mantener el rebaño moviéndose a través del río.
—No a menos que puedas llegar, también —Matt miraba desafiante a la mujer
sumergida hasta que vio que algo cambiaba en su expresión.
—No puedo, Matt. Mi pierna está atrapada —Tiró con más fuerza esta vez,
pero su pie y el tobillo quedaron atrapados en las densas ramas del árbol.
—Hank podría usar un hacha. El mexicano Bob tiene una en el carro de tiro.
—Sería imposible hacerlo con lo agitada que está el agua. Además, incluso si
pudiera, no sería capaz de ver nada en esta agua turbia. Podría acabar
cortándome el pie.
Matt escuchó a Devlin mientras hablaba con calma sobre su propio rescate.
No lo demostró, pero Matt sabía que debía estar helada. Sabía que lo estaba,
sus labios estaban casi azules.
215
Devlin vaciló, preguntándose si ese plan tenía alguna oportunidad. Tenía sus
dudas, pero se estaba quedando sin opciones.
—Podría valer la pena intentarlo, pero primero quiero que estés en tierra firme.
Yo no…
Matt dijo las palabras con tanta determinación que Devlin se sintió incapaz de
argumentar. Asintió con la cabeza y escuchó como el muchacho gritó a Hank.
Ella estiró el cuello para ver las manadas moverse a través del río sin más
contratiempos.
Hank y otros dos jinetes, tomaron la cuerda que sujetaba a Devlin y el árbol.
Pusieron todo su esfuerzo en tirar, pero incluso con la enorme fuerza de Hank,
apenas podían mover el tronco del árbol en contra de la corriente. Devlin
suspiró, pero al abrir la boca sus dientes castañearon.
—Matt —Devlin intentó encontrar una manera de salir del lío, pero el agua fría
estaba dándole sueño. Trató de sacudirse la pereza—. Matt, creo que
necesitaríamos una docena de hombres para tirar de esta cosa.
—¿Qué hay que sea tan fuerte como una docena de hombres?
Devlin volvió la cabeza. Ahí, en la orilla del río, estaba Anabelle. La Longhorn
permanecía impasible como siempre, de pie cerca de la orilla, al parecer, sin
tener en cuenta el remolino de agua helada alrededor de sus patas. Por un
momento, le pareció a Devlin como si el animal estuviera observando toda la
escena.
—¿Estás loco? Ese animal me odia, Matt. Dejaría que me ahogara sólo por
gusto.
—No, ella puede hacerlo, Dev, sé que puede —Matt sopló con los dedos de
cada mano en un intento de mantener el calor. Luego, una vez más tomó la
cuerda y la roca que bloqueaba el camino del árbol.
216
Devlin volvió a mirar a Anabelle, que continuó observando distraídamente
mientras el río pasaba. El frío y la fatiga estaban afectando a Devlin. Supuso
que era lo que sucedía, ya que estaba a punto de aceptar el loco plan.
—Está bien —Matt sonrió y Devlin deseó tener tanta confianza en Anabelle
como él.
Sintió que su pierna estaba libre y al instante salió a la superficie. Se esforzó por
tomar una bocanada de aire y vio los trozos de árbol a su alrededor. La cuerda
alrededor de su pecho estaba todavía unida a una sección del tronco. En un
rápido movimiento, el árbol rodó hacia adelante y Devlin fue lanzada,
nuevamente, de cabeza en el agua helada.
Devlin trató de abrirse camino hacia la superficie, pero la rama siguió rodando
hacia ella. Mientras tanto, Matt y Hank instaban a Anabelle a moverse más
rápido. Cuando ella estuvo a diez pies de la orilla, los hombres agarraron las
cuerdas y corrieron hacia el agua. Su fuerza combinada fue suficiente para
mover el árbol que cubría a la mujer. Cuando llegaron a la orilla Devlin, estaba
inconsciente. Hank no estaba seguro de que estuviera respirando. Le golpeó
217
la cara y apretó las palmas de sus manos contra su estómago en un intento
de sacar el agua que había tragado.
Devlin aún seguía inconsciente por lo que pareció una eternidad para los
hombres, que no podían hacer nada. Alguien corrió con mantas y otro jinete
trajo la bolsa de Devlin llena de ropa seca. Por último, ella tosió, expulsando
chorros de agua.
Devlin aún no era ella misma. Sabía que había perdido el conocimiento, pero
lo único que podía pensar era lo bueno que el sol se sentía sobre su piel. Fue
entonces cuando detectó el olor horrible y sintió algo caliente y viscoso frotar
contra su cara. Abriendo un ojo, vio la lengua de Anabelle en su cara.
—Hija de… —Devlin sacudió con fuerza su cuerpo hacia arriba para sentarse
y empujó la cara de la de cuernos largos lejos.
—Sólo está tratando de decir que se alegra de que estés viva, jefa —Hank rió
de puro alivio.
El resto de los hombres se rieron cuando Devlin empujó la vaca lejos de ella
por tercera vez.
—No soy tan fácil de matar —Devlin se quejó, y Hank le dio una mano—. El
tobillo me duele un poco —dijo mientras colocaba con cuidado su peso sobre
el pie—. Pero voy a vivir. —Miró todas las caras sonrientes a su alrededor—.
¿Qué diablos están mirando? ¡Pónganse a trabajar! ¿Piensan que la manada
se conducirá sola hasta Abilene?
Los hombres se dieron cuenta que su jefa estaba de vuelta y lucharon para
encontrar sus monturas y sus lugares en la manada.
—Nunca he visto una mujer con tanta suerte en mi vida —uno de los jinetes
murmuró en voz baja. Incluso con los comentarios sarcásticos, Devlin, así como
los demás, sabía lo que pasó. Uno de los suyos estuvo muy cerca, y eso hizo
que cada hombre ahí fuera más consciente de su propia mortalidad. En un
abrir y cerrar de ojos, todo lo que eran, todo lo que tenían, podría ser
218
arrebatado. El resultado fue bueno esta vez. La próxima vez, quizá no serían
tan afortunados.
—Me escuchas tanto como lo hace tu madre —Devlin revolvió el pelo mojado
del niño—. Y estoy malditamente feliz por eso.
—Ah, bueno, entonces todo está perdonado —Devlin le dio forma de nuevo
al fieltro húmedo y lo puso sobre su cabeza—. Es difícil que estas cosas se
rompan. —Habría odiado perder éste, ya que había pertenecido al padre de
Sarah. La vida era impredecible en la llanura, ya sea en una casa, chuka, o en
el camino. Apegarse a los bienes materiales sólo traía angustia. Abrió su reloj
de bolsillo y el agua goteaba de su interior.
Ambos rieron mientras Hank los observaba. Sabía que el cambio de actitud de
Matt se debía principalmente a la nueva relación que él y Devlin compartían.
Matt nunca había sido hosco o temperamental, pero era propenso a la
soledad. Desde que Matt y Devlin habían pasado de ser amigos a una relación
más de padre e hijo, Matt parecía más a gusto. Era como si conocer su lugar
en la manada lo ayudara a relajarse.
Hank comenzó a caminar con ellos y esperaba que este tipo de sucesos tan
terrorífico no se volvieran a repetir, al menos por un tiempo. Él sabía que era
improbable, pero lo deseó de todas maneras.
219
Parte 19
S
arah no podía concentrarse en las oraciones o ceremonias que Keeho
había estado enseñándole durante las últimas semanas. Se sentía atraída
a la Chuka de Oka Kapassa. Oka Kapassa se había alejado de su camino
en un intento aparente de evitar a Sarah. No habían hablado, con la
excepción de un amistoso saludo ocasional, desde que Sarah encontró el
regalo de Oka Kapassa fuera de la Chuka. Sarah pensó en ceder a los deseos
evidentes de Oka Kapassa, pero el nombre de Sarah en el clan era Sakli por
una razón. El salmón que nada constantemente río arriba contra la corriente,
nunca se daba por vencido hasta llegar a su destino, se ajustaba
perfectamente a la personalidad de Sarah.
Una tarde, Sarah se sentó en el borde de la pradera. Miró hacia abajo del valle
y observó el movimiento del bisonte en las grandes manadas. Pensó en Oka
Kapassa y su cambio. Se preguntó por qué Oka Kapassa se preocupaba tanto
por Devlin. Si Devlin era tan especial para la mujer, ¿cómo era que Tima era la
madre adoptiva de Devlin? Sarah sabía que la ley Chahta no impedía que las
mujeres solteras adoptaran niños ya que los tíos, no el padre, proporcionaban
gran parte de la instrucción para los guerreros. De repente, un pensamiento
vino a la cabeza de Sarah. ¿Cómo pudo ser tan ciega, y por qué Devlin no se
lo había dicho? El parecido era asombroso. Por supuesto, siendo Sarah, tenía
que saber la verdad.
Una vez que Sarah se sentó al lado de Oka Kapassa, dejó escapar las palabras
que habían estado en su mente durante días.
220
Oka Kapassa no parecía sorprendida en lo más mínimo, lo que hizo creer a
Sarah que había dado en el blanco. Fue Sarah, sin embargo, quien estaba a
punto de ser sorprendida.
—Sakli, no hay nada que perdonar. Como ya he dicho, estas muy cerca. La
madre de Redhawk, la mujer que dio a luz a Redhawk, era mi hermana.
Okshakla era mi hermana gemela. ¿Sabes lo que significa mi nombre, Sakli?
—Agua fría.
Todas las palabras y las acciones de Oka Kapassa ahora tenían sentido para
Sarah. Entendió cada palabra dura que había pronunciado. Las similitudes
físicas entre Devlin y Oka Kapassa tenían sentido también.
—Mi dolor era muy grande cuando mi hermana se fue del clan, Sakli. Yo sabía
que estaba muy enamorada, pero sentí que no le aportaría nada bueno a
ella renunciar a su pueblo. Cuando Redhawk volvió a nosotros y nos dijo de la
muerte de sus padres, me enojé. Estaba tan enojada que negué mi derecho
de nacimiento, me negué a adoptar a Redhawk como hija. Le di la espalda
a la niña porque pensé que ella era la razón por la que mi hermana había
muerto —Oka Kapassa se detuvo para enjugar las lágrimas que corrían por sus
mejillas—. La culpaba de la muerte de mi querida hermana cuando ella dejó
al clan. Culpé a su marido por permitirle renunciar a quién era.
—Así que por eso te disgustaba tanto —dijo Sarah en un susurro. Estaba claro
para Sarah que Oka Kapassa vio su relación con Devlin como una historia que
se repetía—. Sólo me viste como alguien por quien Redhawk renunciaría a su
gente.
221
—Estaba equivocada en ese entonces, y me equivoqué al tratarte así. No es
la forma Chahta. Perdóname, Sakli —Bajó la cabeza por la vergüenza.
Sarah puso una mano sobre el hombro de Oka Kapassa, sin saber cómo quitar
el dolor que había sido parte de la existencia de Oka Kapassa durante tanto
tiempo. Sarah dijo las únicas palabras que habría querido escuchar en
circunstancias similares.
Sarah había pasado la mañana ayudando a las mujeres mayores del clan
mientras enseñaban a las mujeres y las niñas cómo preparar Nita nipi Itaba
Nusi, bellotas y Carne de oso. El plato era uno que el Chahta tradicionalmente
cocinaba en una olla grande en el centro de la comunidad. Sarah recibió un
gesto de asentimiento por parte de las mujeres por su previsión en traer una
de sus ollas de hierro al pueblo.
No era común que los cazadores encontrasen un oso gordo en esta época
del año. En el calor del verano, los hombres por lo general eran felices con
agregar ardillas y conejos a su dieta de carne de búfalo. Debido a su carne
grasosa, necesitaban cocinar la carne de oso de inmediato. Reservaron una
pequeña porción para cortar en tiras y secarla para usarla más tarde para
preparar pemmican. El clan había recibido la venia en la víspera de la
celebración del pueblo. Los ancianos miraban esta ocurrencia como una
señal favorable de los espíritus. Sólo sirvió para recordar a Sarah que el clan
esperaba mucho de ella. Era la celebración del inicio de la búsqueda de su
curandera.
—Se puede notar la diferencia porque los robles blancos tienen hojas
redondeadas y los robles negros tienen hojas puntiagudas. Las bellotas de
roble blanco son menos amargas. Sin embargo, debemos ser justos con
nuestros hermanos de cuatro patas. Las ardillas comen las bellotas de roble
blanco, también. Nosotros no somos las únicas creaciones de Hashtahli que se
preocupan por los frutos secos amargos. La bellota de roble negro te hará
222
fruncir el ceño como cuando le das una mordida a un caqui sin madurar —se
rió junto con las mujeres jóvenes cuando ella frunció los labios, a modo de
ejemplo—. Debemos filtrarlas para quitar el sabor fuerte y amargo.
Las chicas más jóvenes pasaron la mañana recogiendo leña de nogal para el
fuego. Las mujeres y las niñas limpiaron un punto en la parte superior de una
pieza grande y plana de piedra arenisca. Hicieron un fuego con la madera de
nogal, y cuando se consumió, reunieron las cenizas. Las mujeres pasaron algún
tiempo golpeando y quitando la piel roja de las bellotas. A continuación, las
dividieron en dos mitades y las colocaron en una cesta grande, de tejido
suelto. Shinkak las dirigió para colocar una segunda cesta que contenía las
cenizas de nogal encima de la cesta que sostenía las bellotas peladas.
Aun no era tiempo para que el clan cosechara muchas de las nueces de los
árboles, pero algunas se recolectaban en verde. El nogal americano, las
nueces negras y pacanas abundaban en los bosques cercanos. Tima le
enseñó a Sarah la forma Chahta de almacenar los frutos secos para que los
gusanos e insectos no los infestaran. Ahumaban los frutos secos sobre un fuego
de nogal, luego se reunían en grupos. Tima cubría cada montón de frutos
secos con barro, que cuando se secaba servía como una cáscara dura para
la fruta en el interior. El Chahta aprendió esta técnica observando al tekhanto,
el aplicador de barro. Los insectos colocaban alimento para las crías de la
próxima temporada dentro de las vasijas de barro selladas. Incluso años
después, el Chahta podía romper o remojar las bolas de barro en agua para
revelar las nueces ahumadas, y crujientes por dentro.
223
Mientras trabajaban, Tima explicó algunos aspectos de la próxima misión de
Sarah.
Sarah había oído la mayor parte de esto antes, pero todavía escuchaba con
atención las palabras de Tima.
—No te quedaras tanto tiempo como antes. Está prohibido permanecer más
de cuatro días sin comida ni agua. He sabido de santos que han estado en
misiones de casi dos semanas, pero aun estas muy lejos para comunicarte
estrechamente con el mundo de los espíritus. En el cuarto día, si no recibes tu
guía, debes volver al pueblo. ¿Lo entiendes, Sakli?
Sarah asintió. Sabía por qué Tima hizo hincapié en ello. Era consciente de la
terquedad de Sarah. Tima debió haber sospechado que sus primeros
pensamientos serían hacerlo a su manera.
—Las mujeres del clan van en muchas misiones durante sus vidas al igual que
lo hacen los hombres, en busca de verdades. Te pedirán respuestas a muchas
preguntas. Las preguntas que hacemos en la vida cambian a medida que
envejecemos y nuestro enfoque se amplía. Las mujeres jóvenes a veces son
estrechas en su búsqueda. Tal vez desean sabiduría, un marido o hijos. Algunas
buscan el camino que han de seguir. Las mujeres mayores se vuelven
desinteresadas en sus misiones y muchas veces buscan ayuda para las
personas que aman. Las mujeres mayores del clan se vuelven introspectivas
con la edad. Buscan respuestas a quiénes son y cuál es su lugar dentro del
mundo del Creador. Es la forma Chahta, sin embargo, se les prohíbe a las
mujeres entrar en busca de una visión. Pueden buscar otras razones, pero no
buscar visiones.
—Pero Redhawk
—Redhawk es vista como un guerrero del clan. Las leyes para la mujer Chahta
no se aplican a ella.
224
—Pero ¿no veré visiones en todas las misiones? —Sarah se preguntó si debía
decirle a Tima sobre el guerrero blanco y negro que había conocido durante
su primera misión.
—No, en absoluto —dijo Tima—. Algunas misiones son una forma de separarnos
de las absorbentes actividades del día a día que abarcan nuestras vidas.
Aprenderá, Sakli, que no siempre es necesario ir a un lugar sagrado para
obtener la sabiduría de los espíritus. Muchas veces, nos encontramos con que
las respuestas que buscábamos durante una misión estaban dentro de
nosotros todo el tiempo.
—Lo entiendo, Tima, pero ¿qué pasa si experimento una visión mientras estoy
en una búsqueda? ¿Se supone que debo guardar silencio al respecto?
Tima sonrió. A veces Sarah emitía un aura tan poderosa como los Antiguos.
Otras veces, Sarah exudaba la inocencia de un niño. Tima se sentía
bendecida por enseñarle el camino a una persona tan abierta al mundo que
la rodeaba.
—En las generaciones futuras, creo que muchos de nuestros caminos van a
cambiar, Sakli. Por ahora, hay que dejar que los hombres del clan alberguen
sus pequeñas inseguridades.
—No los entiendo la mayoría de las veces, Nali. Pensé que los hombres Chahta
eran diferentes.
—En muchos sentidos, lo son, pero en pequeñas cosas, todos los seres
humanos son los mismos. Soy una mujer joven para los estándares de los
clanes, pero, aun así, he visto mucho. He conocido a hombres y mujeres de
raza blanca que tenían la esencia del Chahta Okla en sus corazones. También
he conocido a la gente del clan que actuó con los mismos miedos y celos
mezquinos que el hombre blanco. No hay ningún clan mejor que el otro ante
los ojos de Hashtahli. Él ve a cada uno de nosotros, y cuando es nuestro
momento para ir al lugar sagrado, bendecirá a cada uno de nosotros de
acuerdo a la forma en que guiamos nuestras vidas cuando caminábamos en
la tierra.
—Nali, he escuchado los cuentos de cómo Hashtahli creó el Chahta, pero las
historias no dicen nada de los hombres que fueron creados por separado de
las mujeres. Los cuentos del Creador que los hombres blancos adoran, al
menos los hombres con los que crecí, dicen que el hombre fue creado
primero, y luego la mujer. Usan este concepto para enseñarle a las mujeres
que son menos que los hombres.
225
Tima rió ante la idea.
—Te diré mi forma de ver la diferencia en las creencias. Cuando yo era muy
joven, hicimos el largo viaje desde nuestra tierra natal hasta donde vivimos
ahora. Un anumpuli aba blanco habló con mi padre. Recuerdo que mi madre
estaba cerca de Kontonalah, y algunos de mis hermanas estaban
escuchando. Mi hermana Okshakla era mayor que yo, y se sentó junto al
soldado blanco que se convertiría en el padre de Redhawk . Su nombre era
John Devlin Brown.
Sarah sonrió a menudo se había preguntado cómo Devlin había recibido tal
nombre.
—El misionero nos contó cómo su Dios había creado al hombre, entonces creó
a la mujer de una pieza del cuerpo del hombre. No creo que a mi madre le
divirtiera la historia del hombre. Artamicha era una mujer de cierto estatus
dentro del clan. El clan de su madre era de mujeres poderosas que se casaban
con guerreros poderosos. Kontonalah recibió gran parte de su estatus al
casarse con Artamicha “.
Tima hizo una pausa, y por la expresión de su cara, Sarah fue consciente que
ella estaba recordando un momento agradable en su vida.
—El misionero blanco solamente habló a los hombres de nuestra familia. Miró
a mi padre y a John Devlin y les preguntó si estaban contentos que el Creador
se acordara de crear a la mujer en el último momento. John Devlin habló
primero. Dijo que estaba muy contento. Le preguntó al misionero ¿quién
cocinaría, limpiaría, y le daría hijos si no fuera por la mujer? Mi padre dijo que
él también estaba contento. Le preguntó al misionero ¿para quién cazaría?
¿A quién protegería al ir a la guerra? ¿Para quién construiría una Chuka? ¿Para
quién bailaría durante la cosecha? Recuerdo que mi madre parecía muy
satisfecha con la respuesta de mi padre.
—John Devlin sintió la pérdida de una mujer a causa de lo que podía hacer
por él. Kontonalah sentía que su existencia giraba en torno a lo que haría por
ella.
226
La búsqueda de un curandero sería el último paso en la preparación de Sarah
para los años que pasaría estudiando para convertirse en Alikchi. Regresaría a
los altos acantilados que había visitado antes y estaría sin comida ni agua
hasta que su espíritu guía la aceptara en los caminos del curandero. La
búsqueda de un sanador era específica en el sentido que Sarah esperaría a
que una de las trece madres de los clanes originales se ofreciera para
convertirse en su ikhananchi o maestro.
—¿Estaré bien si tengo que permanecer allí durante cuatro días sin comida y
agua? —preguntó Sarah.
—Va a ser difícil —dijo Tima—, pero ¿de qué sirve una victoria que no se gana?
Sarah entendía la verdad de esas palabras. Bajó la cabeza y miró las manos,
que descansaban en su regazo. Había luchado toda su vida para vivir el tipo
de vida que quería, no lo que otros querían o esperaban de ella. Nunca fue
fácil, pero la recompensa había sido grande.
Sarah se bañó al salir el sol y se puso las mismas pieles que había usado durante
su misión anterior. Keeho y Tima se reunieron con Sarah y la acompañaron
hasta el borde del bosque. Se detuvieron antes de entrar en él, y Keeho sacó
un objeto de la mochila.
—Sakli, ojalá hubiera palabras que pudiera hablar, un hechizo que pudiera
evocar para hacer que este viaje sea más fácil para ti. No importa si las madres
227
no te eligen. Recuerda que te he adoptado en mi hogar, y estaré orgulloso de
ti no importa qué pase. Tener familia lo es todo, y la relación que ahora
compartimos nos une tan estrechamente como la sangre —Keeho colocó un
objeto en manos de Sarah—. Este cuchillo pertenecía a mi padre. He
arreglado el mango y afilado la hoja muchas veces durante los inviernos. Te lo
doy ahora para que lo lleves contigo y para que recuerdes que mi línea de
sangre continuará a través de ti. Fue a causa de los espíritus que te convertiste
en la hija de mi hogar. Es a causa de quien eres que te convertiste en la hija
de mi corazón.
Keeho sonrió, era algo que rara vez hacía. Apretó la mano de Sarah y asintió
con la cabeza en dirección a Tima. Se dirigió de nuevo hacia el pueblo,
dejando a las mujeres para terminar el viaje a los acantilados por sí mismas.
Tima sacó una flauta de su paquete de suministros y tocó una melodía. Sarah
escuchó con asombro.
228
Sarah asintió, pero luego sus cejas se unieron en un ceño fruncido.
—Después de todo lo que aguanté con Oka Kapassa, ¿me quieres decir que
podría haber aprendido la flauta en lugar de cestería?
—Por supuesto.
—¿Por qué no me lo dijiste entonces? —Sarah levantó la voz hasta que vio la
sonrisa cómplice de Tima—. Lo sé. Debido a que no pregunté —dijo
irónicamente.
***
Sarah estaba cansada después de su ascenso entre los árboles y las rocas,
pero comenzó a recoger las piedras que usaría para hacer un círculo
alrededor de su campamento. Tima le había dicho que seleccionara rocas
que se sintieran bien. Siempre que Sarah levantaba una piedra del suelo,
colocaba un poco de harina de maíz en su lugar. La harina de maíz era su
ofrenda, una forma de agradecer a la tierra por su uso. Había buscado en el
área hasta que encontró un lugar que la hacía sentirse fuerte y poderosa, y
apiló las rocas en el gran claro plano. No motaría su campamento hasta la
primera hora de la mañana cuando hiciera el círculo de piedras, una versión
de la rueda de la medicina. El amanecer añadiría energía a las piedras.
Sarah hizo un fuego lejos de la zona que tenía intención de utilizar para su
campamento. Una vez que hizo su círculo, crearía un hogar dentro de su
protección. A lo largo de su búsqueda, se sentaba por la noche y alimentaba
el fuego. Durante el día, ella dormía. Keeho le había enseñado a Sarah que
los espíritus disfrutaban del velo de la oscuridad y eran más propensos a visitar
durante la noche. Además, los depredadores como linces y pumas hacían la
mayor parte de su caza por la noche.
229
Sarah se preparó para la noche con una ceremonia de humo. Usaría esto para
eliminar los espíritus negativos de su campamento, al tiempo que invitaba a
los espíritus positivos para quedarse. Keeho le había demostrado y explicado
en detalle la ceremonia varias veces, y ella era capaz de realizarla de
memoria.
Sarah reunió unas brasas del fuego y las colocó en un recipiente de barro que
Keeho le había dado. Arrojó salvia y hierba dulce sobre las brasas brillantes
para que las hierbas humearan y no se quemaran de inmediato. Para
mantener el rescoldo caliente, abanicaba el recipiente con la pluma de
halcón que había recibido en su primera misión. Dirigió el humo hacia su
pecho, y luego por la cabeza. De esta manera, sacó fuera y lejos cualquier
sentimiento negativo dentro de su corazón. Por último, ofreció el cuenco a las
cuatro direcciones.
230
Sarah escuchó movimiento frente a ella. Deslizó cuidadosamente su mano
alrededor de la empuñadura del cuchillo de hueso que Keeho le había dado.
Observó, sin moverse, ya que las ramas se estremecieron. De repente, su
aliento quedó atrapado en la garganta, cuando un animal entró por el denso
matorral. Un ciervo grande miró a Sarah. Se detuvo a una docena de metros
de su círculo y olfateó el aire con recelo. Sarah pareció extrañada ya que por
lo general los ciervos no se acercaban al fuego. El animal se comportaba
como si ella no estuviera allí. Hubo un movimiento adicional en los arbustos.
Sarah observó cómo ocho más salían de la misma espesura y siguieron al
ciervo por un camino estrecho entre los árboles.
—Bueno, eso fue para hacer latir el corazón —Sarah se rió en voz alta. Soltó el
cuchillo y echó más leña al fuego. Se preguntó cuánto tiempo pasaría antes
de que una de las madres de los clanes viniera a ella.
Se puso cómoda, sentada con las piernas cruzadas frente al fuego. Se suponía
que no debía pensar en nada, vaciar su mente, y llamar a las madres. Se
suponía que esto indicaba que estaba dispuesta a aprender el camino en la
medicina. Despejó la mente de las cosas que pensaba todos los días. Sabía
que la gente dependía de ella y del resultado de esta búsqueda.
—Está bien, parece que la meditación con los ojos cerrados podría ser un
problema.
231
—Otra vez, no —dijo Sarah. Rió hasta que un animal apareció ante su vista.
Sarah sólo podía suponer que el animal no tenía hambre. Se dio cuenta que
no había nada que le impidiera convertirse en la siguiente en el menú. Alcanzó
su cuchillo de nuevo. Lo dejó justo al lado de ella, pero el gato la miró como si
supiera lo que estaba haciendo. Le gruñó bajo, lamió sus patas, y luego se las
frotó a través de su cara. El gato repitió el procedimiento hasta que su cara
estuvo limpia de la sangre.
Sarah sostenía el cuchillo afilado con fuerza, pero sabía que, incluso si se las
arreglaba para sorprender al gato, era demasiado grande para poder
defenderse con sólo con un cuchillo. Vio como el puma se limpiaba a sí mismo
y miraba a su alrededor, al parecer sorprendido de encontrar a Sarah todavía
allí. Hizo el aullido suave de nuevo.
Sarah trató de recordar todo lo que aprendió sobre cómo tratar con los
depredadores. No era capaz de pensar en cualquier cosa que le ayudara en
esta situación. El gato se quedó mirando fijamente y se lamió el hocico. A
Sarah le pareció que el puma estaba considerando si iba a hacer una buena
comida. Decidió probar con la única cosa que le había funcionado cuando
la gente estaba involucrada: la razón.
—Hola —dijo Sarah. Los bigotes del gato se movieron por el sonido de su voz—
. Apuesto a que esta parte del bosque te pertenece, ¿eh? —preguntó, ya
sabiendo la respuesta.
232
—Puedes ver lo pequeña que soy —comenzó a decir Sarah—. No sería una
gran comida para un lince, y mucho menos para un gran puma como tú.
Buscó en su cerebro por alguna razón mejor, y la perfecta la golpeó. Esperaba
que los ciervos tomaran su posición dentro del círculo sagrado.
—Además, la carne humana no es muy saludable para ti. Por lo que sé, un
buen ciervo gordo sería mucho menos fibroso. ¿No te parece?
—¿Sabes?, una manada de ciervos pasó por este lugar no hace mucho
tiempo. Siguieron ese camino por allí —Sarah señaló con nerviosismo el camino
que conducía a los árboles—. Están ahí fuera y en el círculo de la vida, son
muchos más ellos que yo.
El puma lamió el hocico dos o tres veces y Sarah tenía la sensación de que
estaba pensando en la cena. El gato se levantó y miró alrededor del
campamento, luego de nuevo a Sarah. Ella juró que su mirada decía; ¿ahora,
en qué dirección se fueron?
***
Sarah suspiró y arrojó unos cuantos palos en el fuego. Había cantado algunas
de las viejas palabras que Keeho le enseñó, pero aun así sólo había silencio
alrededor de su campamento. El puma nunca regresó, pero el ciervo sí. Se
233
sintió culpable cuando la manada pasó por su campamento de nuevo,
menos uno de sus miembros. El ciervo la miró de la misma forma que el gran
gato, como si entendiera. Él había bajado la cornamenta en su dirección
como para decirle que en su pueblo eran conscientes de su lugar en el círculo
sagrado.
—Sakli, yo soy la que mantiene la sabiduría. Las madres de los clanes me han
enviado como emisario a ofrecerte su inclusión en el camino. Me has hecho
esperar, pequeña.
—El día que pases al lugar sagrado, habrás aprendido todo lo que necesitas
saber.
Sarah sonrió.
234
—Así que lo que estás diciendo es que nunca dejaré de aprender. Nunca
sabré todo lo que hay que saber acerca de ser una curandera, incluso hasta
el día que me muera.
—Eres una joven inteligente, Sakli. El clan Chahta ha elegido bien. Ahora
tenemos trabajo que hacer. ¿Estás dispuesta a aceptar los sacrificios
necesarios para seguir el camino?
—Para llegar a ser una madre para el clan, se espera que entregues todo a
las madres originales.
—¿Y que voy a recibir? ¿Qué harán las madres por mí a cambio?
—No sé —Sarah sonrió—. Creo que he sido capaz de ver muy bien desde hace
tiempo por mi cuenta.
—Sakli, las madres te enseñarán a ver lo que está más allá de la capacidad
de un caminante terrestre. Te enseñaremos a ver la verdad y la belleza, así
como la fealdad y la mentira. Siempre estaremos ahí para consolarte en tu
dolor y en último lugar, vamos a enseñarte a ver y curar el dolor de los demás.
—Las madres ven en ti, Sakli, el corazón de una curandera. Es importante que
también sepamos lo que ves en ti. Viaja a través de la kiva y te estaré
235
esperando en el otro lado. Si vuelves a salir a través de esta puerta, entonces
no podrás ser aceptada en el camino.
—¿Qué hay ahí? —preguntó Sarah mientras se esforzó por ver en la abertura
oscura.
—Amigos, enemigos, familia. Para ver el final de cualquier viaje, hay que ver
la verdad. Date prisa ahora. Te llevará muchos días para encontrar la verdad.
Sarah se volvió hacia la anciana, una vez más, pero se encontró sola en el
borde de la roca. Se dio cuenta de que no había nada que hacer más que
seguir adelante. Agarró la antorcha en su mano sudorosa y entró al lugar
oscuro. El mismo brillo de color naranja apareció cuando las llamas de su
antorcha bailaron en las paredes. Sus oídos captaron un sonido suave, como
el ritmo bajo de un tambor. Dio una vuelta en círculo para encontrar la fuente
del sonido.
—Es el latido del corazón de la madre tierra —Era una voz profunda que Sarah
conocía bien, pero cuando se volvió a mirar, no era la cara de Devlin. La
bailarina blanco y negro ahora le dijo al oído—. La Chuka te recuerda a un
útero. Este es tu renacimiento, Sarah. La felicidad se mezcla con el dolor. Si
aceptas la alegría, debe ser capaz de soportar el dolor ¿Puedes realmente
hacer frente a todo lo que la verdad podría mostrarte?
—Sí —dijo Sarah con una intensa confianza que no sentía. Cuando volvió a
mirar, la bailarina había desaparecido.
236
Sarah sintió que el laberinto de habitaciones de tierra terminaba. Miró la
antorcha en su mano y vio que la llama se quemaba débilmente. El material
envuelto alrededor de la cabeza de la antorcha casi se había consumido. Vio
un último obstáculo por delante de ella. Una figura se detuvo ante la apertura
al mundo exterior, bloqueando la ruta de Sarah.
—¿Quién eres tú? —le preguntó cuándo la figura no habló como los demás.
—Yo soy la verdad, Sakli. Soy tu mejor amigo y tu mayor enemigo. Tengo el
poder para elevarte y la capacidad de conquistar tu alma. Acercate más si
lo deseas para hacer frente a la verdad.
Sarah hizo una pausa antes de dar un paso vacilante. La figura estaba vestida
de la misma forma que la bailarina. Sin embargo, en lugar de la pintura blanca
y negra de la cara, un paño negro enmascaraba las facciones de la figura. El
desconocido hizo una seña a Sarah hacia adelante con una mano.
Sarah dio otro paso hacia delante, se acercó con una mano. Y le arrancó el
paño negro de la cara al desconocido. Abrió la boca cuando los restos
agonizantes de la antorcha se pulverizaron en la mano. Se quedó congelada
en su lugar, su respiración se aceleró, como si fuera incapaz de tomar el aire
suficiente. Lo que el desconocido había dicho tuvo sentido, cuando Sarah se
quedó mirando su propio reflejo.
237
—Estás equivocada. Hay una diferencia entre nosotros, Keyuachi —Levantó la
mano y empujó lo poco que quedaba de la antorcha en su reflejo del espejo.
—La diferencia es que yo no me rindo —Sarah gritó por encima de los gritos
de lamento del Keyuachi. El espectro giró en la habitación una vez más y voló
por la puerta que una vez había custodiado. La oscuridad la rodeó, pero Sarah
siguió el brillante rastro de luz del Keyuachi fuera de la habitación.
—Te ves inestable, Sakli. Siéntate —La mujer se sentó en el suelo con Sarah. Le
ofreció a Sarah algo de comida y agua—. Adelante —dijo en respuesta a la
reticencia de Sarah—. Tu misión ha terminado, Sakli. Ahora eres una
curandera.
—No me siento diferente —dijo Sarah con la boca llena de agua y banaha.
—Bueno, no sé. Supongo que pensé que de repente me llenaría de todo tipo
de sabiduría o algo así.
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—De nada. El honor está en dar. Ahora, Sakli, eres responsable. En el lenguaje
de tu clan, ahora eres isht ahalaia. Esto significa que no sólo eres responsable
de tu propia salud y desarrollo espiritual. Al igual que eres la madre de tus hijos
físicos, también debes ser la madre de tu clan. Eres responsable por el
bienestar de los hijos de tu cuerpo, del mismo modo que ellos son responsables
de sus padres cuando envejecen. Como curandera, eres responsable de
todas las personas de tu clan. Ellos también te protegerán y cuidarán de ti
como un padre. Ahora debes velar por las necesidades de tu clan Chahta al
igual que lo haces por las tuyas y las de tu propia familia. Esto es paralelo a la
interconexión del clan con todas las personas y el mundo que les rodea.
También es una forma de decir que nosotros debemos tratar a los demás,
como nos tratamos a nosotros mismos.
Sarah frunció las cejas y tiró de la piel en el hombro. Agarró una parte de la
piel de ciervo que parecía cortada. A través de la apertura, pudo ver parte
de un corte en la parte superior de su hombro.
—Debo haberme cortado en las rocas anoche —dijo Sarah con aire ausente.
—Lo admito, Sakli —Tima comenzó a decir con lágrimas en los ojos—, ayer por
la noche, vi al Keyuachi.
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Tima se rió de Sarah y se sentaron juntas. Tima sacó fruta, pan y una jarra de
agua que había llenado recientemente. Escuchó mientras Sarah relataba
partes de su búsqueda. Sabía que Sarah dejó lagunas en su historia, pero
estaba en su derecho.
—Nali, ¿sería mal educado de mi parte preguntar por qué no eres una
curandera? ¿No te eligieron las madres del clan?”
—Fui seleccionada para entrenar a otra —Tima sonrió y puso su mano sobre
Sarah—. Nunca había contado a nadie, aparte de Keeho, lo que los espíritus
le habían dicho cuando era joven—. Las madres de los clanes vinieron a mí
durante mi búsqueda de curación. Me dieron una elección ese día. Podría
convertirme en Alikchi, o podría entrenar a otro. Me dijeron que algún día,
alguien vendría, que no tenía conocimiento en los caminos de clanes. Ésta no
tendría madre de quien recibir su formación o incluso un estatus en el clan,
pero ella poseería el poder de salvar las formas Chahta. He elegido el camino
de la responsabilidad en lugar de la ruta de reconocimiento. Nunca he sido
más feliz con mi elección.
240
Parte 20
C
inco kilómetros después del incidente en la Salk Fork, la manada cruzó
Pond Creek. Un gran lago en el lado sur, justo al este del sendero que le
dio el nombre al arroyo. Más perros de la pradera, fiestas indias, y
búfalos se cruzaron en su camino. Cuando llegaron a Polecat Creek, Devlin
sabía que estaban en Kansas.
Cruzaron las llanas praderas de Kansas, a caballo por los campos de girasoles
y varas de oro. Vieron un número cada vez mayor de naranjos de Osage
plantados en hileras. Esa era una señal segura de granjeros, o nidos, como los
llamaban los jinetes. Los granjeros llamaban a los naranjos cercas frutales y
plantaron los árboles como una protección contra el viento y una valla natural.
Las manadas de búfalos todavía se cruzaron en su camino, pero su número
disminuía a medida que los ganaderos avanzaban hacia el norte.
En el día cincuenta, Devlin y los ganaderos del Double Deuce llegaron al río
Arkansas. Vadearon el agua clara sin tener que nadar. El agua era poco
profunda, por lo que el ancho río de quinientos metros fue más fácil cruzar.
Siguieron adelante más allá de la localidad de Wichita. Era un lugar que crecía
cada vez más dentro del campamento indio. Jesse Chisholm había construido
un puesto comercial en la desembocadura del río y poco a poco, el pueblo
aumentaba en población. Wichita tenía algunas tiendas, un salón, herrero, y
tiendas de silla de montar. No había más de veinte o treinta familias allí, pero
Devlin era lo suficientemente desconfiada como para mantenerse alejada del
pueblo.
241
praderas llanas donde crecían altas plantas de mezquite y más naranjos de
Osage, cargado de verdes frutos duros.
Esta última parte sería lo más fácil de la unidad. A pesar de que a Devlin no le
gustaba la idea de tratar con los hombres que vendían la carne de res a los
ferrocarriles, al menos no tendría que regatear. El precio ya estaba fijado,
Sarah había telegrafiado a Abilene antes de que la manada saliera del
territorio.
Devlin llevó a Hank y otros dos hombres de su manada junto con ella, a
Abilene. No quería que los ganaderos estuvieran demasiado cerca de la
ciudad, al menos no hasta que se hubieran trasladado los rebaños a los
corrales. No le tomó mucho tiempo negociar con los hombres del Pacific
ferrocarril de Kansas, y un día después, ella y su grupo estaban de regreso a la
manada.
Devlin temía esta parte. Hank y Matt vinieron como apoyo moral. En realidad,
parecía más como una orden para ellos. Se prepararon para estar en el banco
la mayor parte del día, mientras contaban y separaban el dinero de cada
rancho para la unidad. Los bonos y acciones que pertenecían a Devlin por
liderar la unidad tuvieron que repartirse de la participación de cada
ganadero. Por último, estaba el pago de los hombres. Mientras Devlin
manejaba todas las sumas de dinero utilizando giros bancarios y telegramas,
pagó a los hombres en efectivo. Se dio cuenta de que, por desgracia, en el
242
momento en que dejaran Abilene, la mayor parte de los ganaderos habrían
gastado sus salarios duramente ganados en comida, bebida y
entretenimiento, por lo general del tipo femenino.
—Te faltan quinientos sesenta y tres dólares con treinta y siete centavos.
—Tienes que sumar los dos de aquí —Matt señaló el libro al hombre mayor y
sonrió amablemente. Sus dientes estaban teñidos de rosa por el dulce que
había estado comiendo.
—Sí, señora.
243
del ganado haría ricos a todos, eso era seguro. Devlin nunca había tenido
tanto dinero en su vida.
Malcolm sonrió. Fue la primera vez en el día. La voz suave de Devlin, que no
parecía darle mucho crédito a la enorme riqueza que ahora controlaba,
realmente le afectó.
Devlin sonrió.
—Creo que no vamos a encontrar a nadie tan tonto como para tratar de
robarnos, ¿verdad?
—¿Y qué hay de mí, Dev? —Matt preguntó mientras miraba el dinero que
Devlin metía en el bolsillo.
—Eres un ayudante contratado, hijo. Se les paga junto con todos los hombres
—Devlin rió al niño ansioso—. Malcolm, fue un placer hacer negocios con
usted.
Al día siguiente, Devlin dio a los hombres sus salarios y bonificaciones. De las
casi cincuenta mil cabezas de ganado, habían perdido menos de
cuatrocientos. Los hombres que tenían previsto regresar al Double Deuce
como jinetes permitieron a Devlin que depositara sus bonos. La mayoría de
ellos se dio cuenta de que, si tenían el dinero en sus bolsillos en una ciudad
como Abilene, no se quedaría allí mucho tiempo.
La orden de pago fue para los jinetes primero, luego los cocineros y, por último,
los vigilantes y los vaqueros. Cuando Matt dio un paso adelante para su pago,
Hank miró a Devlin.
244
—Aw, Dev —Matt se quejó. Los otros que se habían quedado en el
campamento se rieron de la decepción de Matt ya que todos sabían qué tipo
de capataz podía ser la jefa de ruta.
—Está bien, veinte, pero será mejor que te vea con ropa nueva cuando
lleguemos a ese tren pasado mañana.
Cuando la caja de metal estuvo vacía, Hank cerró con aire triunfal.
Devlin esbozó una sonrisa genuina. Sabía que Hank era una de las pocas
personas que se daban cuenta del gran logro que la manada había sido para
ella. También se dio cuenta de lo mucho que había extrañado a Sarah.
245
—¿Se fue con esos dos cabezas de carnero? ¿Para qué? —Devlin miró a los
hombres que de repente encontraron la tierra a sus pies muy interesante—.
¡Dije para qué! —Estaba gritando y vio a uno de ellos retroceder.
—Dime que no lo hiciste —dijo, dando un paso más cerca del hombre—. ¡Dime
que no enviaste a mi hijo a tener sexo a una casa de citas en Abilene!
Buster tragó saliva e intentó reunir un poco de valor. Miró a su alrededor, pero
no encontró ningún apoyo de los otros jinetes. Los hombres esperaban que
Devlin no se fijara en cualquiera de ellos para descargar su ira.
—¡Él es un niño!
—Entonces volveré y te romperé las dos piernas —Devlin gritó mientras se iba
en dirección de la ciudad.
El Álamo era una habitación larga con un frente de doce metros sobre el
Cedar Street, mirando hacia el oeste. La barra tenía una entrada en cada
extremo. El frente tenía tres puertas dobles de cristal, que siempre
permanecían abiertas. Un bar con accesorios de latón y carriles corría a lo
largo de la pared del fondo, y detrás de él estaban grandes espejos. Grandes
pinturas de mujeres desnudas colgaban en las paredes laterales. Devlin buscó
en la amplia zona del piso, pero a pesar de que tenían una orquesta tocando,
estaba ocupado en su mayoría por mesas de juego.
Devlin miró a través de las puertas de cristal hacia Cedar Street. Allí, al otro
lado de la calle, se encontraba Mattew. Miraba uno de los muchos edificios
246
de dos plantas, pero él no se movió. Devlin no necesitaba que le dijeran que
albergaba el edificio. Abandonó el Álamo y se acercó por detrás al
inconsciente joven.
¡Au, Dev!
Matt se quedó con las manos hundidas en los bolsillos y las mejillas teñidas de
rosado.
Devlin puso un brazo alrededor de los hombros del niño y lo llevó lejos de la
calle. Se acordó de lo aterradora que había sido su primera vez.
—Aprendí algo sobre el miedo este último par de meses, Matt. ¿Quieres oír lo
que es?
—Sí, pero pensé que me dijiste que a veces hay que seguir adelante y no tener
miedo, que a veces hay que presionarse a sí mismo.
—A veces hay que hacerlo. Tienes razón, Matt. Sin embargo, tienes que
tomarte el tiempo para mirar a cada lado, para decidir si lo que estás
haciendo va a ayudarte a largo plazo o si sólo va a doler o, peor aún, hacer
que te maten. Un hombre inteligente toma decisiones después de pensar en
las consecuencias de sus acciones.
247
Matt se quedó allí, al parecer, procesando la información. Esta fue una de las
muchas razones por las que se enorgullecía de Matt. Parecía escucharla y
tomar sus palabras en serio. Tanto si las creía o no.
Devlin suspiró. No entendía todos los detalles de cómo los hombres se sentían
sobre este particular rito, pero había vivido más cerca de los hombres que la
mayoría de las mujeres nunca lo haría. Vivía en su mundo como una igual. Los
vio de manera que muchas de sus esposas nunca lo harían.
Matt negó con la cabeza, preguntándose si debería sentir vergüenza por tener
esta conversación con la mujer que había empezado a considerar como otra
madre. A él le gustaba que le hablara como un adulto. Por encima de todo,
sabía que ella siempre había sido honesta con él. Se preguntó si Devlin
entendía todo lo que sentía.
—Me perdí de algo muy especial, como conocer a una chica en la escuela o
en un picnic. Me perdí crecer juntas y planear para un futuro. Conocer a una
mujer como tu madre cuando era más joven podría haber cambiado el
rumbo de mi vida. Estoy contenta de haberla conocido cuando lo hice. Estoy
feliz con la vida que tengo hoy, pero estoy segura que perdí mucho de mi
tiempo.
El ala del sombrero de Matt ocultaba sus ojos. Él bajó la cabeza antes de
hablar.
—Si lo sé. Realmente lo creo —Devlin se puso de pie en toda su altura y colocó
sus manos a cada lado de la cara de Matt—. Tu día llegará. Eso sí, no te
apresures, ¿de acuerdo? Vas a crecer como el hombre que tu padre querría
que fueras. Piensa más con esto —puso un dedo en la frente de Matt—, en
lugar de eso. —Terminó señalando en la dirección de su cinturón.
Matt tuvo dificultades para no subir una sonrisa a su cara. Tal vez Devlin sabía
cómo se sentía.
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—Oye, ¿tienes hambre? —preguntó Devlin.
—Podría comer.
—No.
—Pero, Dev, el Merchant Hotel está por ahí —Matt dijo cuándo se dio cuenta
que Devlin lo llevaba hacia el lado norte de la ciudad.
—Ahí es donde van los jinetes. Este —Devlin se quitó el sombrero y dirigió los
ojos de Matt al signo pintado de oro que decía Cottage Drover—, es donde
los jefes de rutas y los compradores vienen.
Matt miró a través de las ventanas de vidrio a los hombres en trajes elegantes
y damas en vestidos largos.
—No, pero yo lo soy y tú eres mi hijo. No creo que la gente vaya a quejarse
conmigo, ¿verdad? Además —Devlin abrió la puerta y empujó a Matt en el
interior—, conozco al propietario.
—Sí, señor... es decir... eh, señora —pasó de tener una sonrisa confiada a una
nerviosa, una vez que se dio la vuelta y vio a Devlin en el mostrador.
—Devlin Brown.
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recepción del hotel. Sólo un instante pasó antes que una mano grande
aplastara el dinero, atrapando la mano de Devlin debajo.
Matt dio un paso atrás y observó al extraño confrontar a Devlin. Era un hombre
grande, incluso más alto que Hank. Tenía un vientre más grande que Hank,
pero los brazos de este hombre parecían troncos de árboles.
Los dos se miraron mutuamente, y con cada tic-tac del reloj en la pared, la
gente en el vestíbulo esperaba ver qué drama se desarrollaría. De repente,
Devlin se echó a reír. El hombre entonces la envolvió en un apretado abrazo
de oso.
—Sabía que reventarías en primer lugar —El hombre se rió mientras hablaba.
—¿Cómo demonios estas, Dev? —Hank dijo en su última carta que fuiste a
trabajar para una mujer.
—Estoy muy bien, y confía en mí, Hank no te contó ni la mitad —Devlin miró
sobre su hombro para ver a Matt con una expresión confusa en su rostro—.
Está bien, hijo, ven. Matt, me gustaría que conocieras al propietario de esta
trampa para ratas —dijo con un guiño—. Te presento a JB Carpenter, el peor
ganadero que nunca montó los caminos, pero uno de los empresarios más
inteligentes que jamás conocerás. JB es el hermano menor de Hank, y utiliza
las palabras un poco a la ligera.
Matt sonrió de oreja a oreja una vez Devlin lo dejó entrar en la broma. Estrechó
la mano de JB y retrocedió una vez más.
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JB no creía que la sonrisa del niño pudiera ser más grande. Nunca había visto
tan relajada a Devlin. Obviamente, Hank había dejado la mejor parte de su
historia para su reunión familiar esa noche.
—Como dije, Dev, tu dinero no sirve aquí. James, ve que mis amigos tengan lo
mejor que tenemos para ofrecer —dijo JB al recepcionista—. ¿Qué tal si los
invito a cenar?
Fiel a su palabra, JB mostró a los dos la mejor mesa en la casa. Devlin y Matt
colocaron sus sombreros en las sillas vacías al lado de ellos. Matt parecía
inseguro por todo el cristal y plata sobre la mesa. Devlin había estado allí antes,
pero todavía tendía a sentirse abrumada por la cantidad de cubiertos. Colocó
la servilleta de tela en su regazo y Matt repitió sus acciones.
—Rose —JB se volvió hacia una mujer joven con una bandeja en sus manos—
trae a mis amigos aquí una botella de Madame Cliquot. ¿Lo quieres con hielo,
Dev?
—¿Ahora qué dices de un par de filetes con todo? —preguntó JB, frotándose
las manos como si estuviera haciendo una venta.
—Por favor, JB, yo he estado en la ruta durante dos meses. Estoy hasta la
coronilla de carne —se quejó Devlin.
251
—Bien, bien. Tenemos un filete de jamón de alrededor de 2 centímetros de
espesor acompañado de patatas fritas y verduras.
—Está bien, los dejaré comer en paz y volveré cuando tengas tu café. Rose,
trata bien a mis huéspedes aquí.
—Sí señor Carpenter —La camarera regresó con el whisky de Devlin. Llenó el
vaso con hielo de un cubo de plata, que dejó sobre la mesa. Después vertió
una cantidad generosa del líquido ámbar en el vaso de cristal pesado y se
volvió a Mattew—. ¿Y para usted señor?
Matt se mostró sorprendido que la camarera hablara con él, pero Devlin
respondió en su lugar.
—Si lo es —dijo con una sonrisa—. Oh, está bien, deja de mirarme con los ojos
de tu madre ¿Sabes la diferencia entre un sorbo y un trago? —preguntó a la
camarera. Cuando Rose asintió, continuó Devlin—. Él puede tener un sorbo.
Rose sonrió y le sirvió más que una cucharada de whisky en vaso a Matt.
—Este es el whisky más suave que probaras por en estas partes. Has hecho un
buen trabajo este verano, Matt. Por un rápido viaje a casa.
Ellos golpearon sus vasos juntos y Matt sonrió por el sonido musical que emitió
el cristal cuando hicieron contacto. Bebió la pequeña cantidad de licor de un
trago. Se quemó la garganta al bajar y sus ojos se humedecieron. Parecía estar
conteniendo la respiración.
—¿Cuánto tiempo?
Devlin se rió una vez más y recordó cuanto había crecido Matt, en este verano.
—Nadie puede estar tan verde como tú. Ahora que lo pienso, nadie ha sido
nunca tan malo como tú.
—Matt me sacó esta vez. Me salvó justo cuando pensaba que moriría —dijo
Devlin.
—¿Es eso así? Bueno, supongo que tienes los ingredientes de un verdadero
ganadero aquí —JB dijo mientras se inclinaba hacia atrás en la silla—. Creo
que Dev y yo nos hicimos amigos rápidamente el día que le prometí que no
volvería nunca a poner un pie en el camino de nuevo —se rió tan fuerte que
sacudió su vientre.
—Claro que sí. Quería matarla. Estaba dolorido, hambriento, cansado y triste
todo el camino a St. Louis. Maldije su nombre a cada paso que daba. Por
supuesto, creo que fue el incidente de la lata que llevó a Dev a decirme que
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si alguna vez me veía trabajando como arriero de nuevo, ella me cortaría en
trozos y me daría como alimento a los búfalos.
Devlin ahora estaba riendo tan fuerte como JB. Se volvió a Matt.
—Fue muy bueno verte de nuevo, Dev. Matt, cuidado con ella. Voy a buscar
a alguien que les muestre sus habitaciones.
—Adelante, Matt.
—Seguro que no —dijo Matt somnoliento—. Sólo quería decir gracias, Dev.
Por... bueno, supongo que por todo lo que hiciste por mí hoy y traerme a este
viaje en primer lugar.
—De nada, Matt. Te lo ganaste. Debes estar orgulloso de lo que has logrado.
Yo lo estoy. Tu madre también lo estará. Ahora ve y duerme un poco. Sin vagar
por la ciudad solo, es una orden.
—Sí, jefa. —Matt sonrió a Devlin, que parecía que ya estaba dormida.
254
Parte 21
—Sakli, es el momento.
La voz de Tima despertó a Sarah de un sueño profundo. Una vez que Sarah
tomó unos segundos para poner su cabeza en orden, se dio cuenta de dónde
estaba. Se había quedado en la Chuka de la familia de Hotti. La nieta de la
matriarca, tuvo un momento duro, la noche anterior con el nacimiento de su
primer hijo. Tima y Sarah se habían quedado despiertas toda la noche
manteniendo un ojo en el recién nacido y su madre. Era casi el amanecer
cuando Sarah apoyó la cabeza para descansar.
Ahora que tenía los ojos abiertos, Sarah temía que Tima le dijera que había
perdido el bebé. No fue hasta que ella tomó una respiración profunda que se
dio cuenta de lo que significaban las palabras de Tima. Olía a humo. No era
el tipo de humo que se levantaba de la leña de nogal en la cocina, sino el
olor inconfundible de la quema de hierba y madera.
—Los ancianos están en el promontorio, Sakli. Tal vez puedas ver más a partir
de ahí —dijo Tima.
Sarah asintió con aire ausente y aceptó las riendas de su pony. Un joven se
paró pacientemente, luego de ensillar a Coal por ella.
—No te olvides lo que has aprendido, mi niña —Tima susurró para sí misma
mientras observaba la carrera del caballo de Sarah hacia la colina.
Una vez que Sarah estuvo cerca de la colina, desmontó y dejó a Coal abrirse
paso entre las rocas de piedra caliza. Cuando llegó a la cima de la elevación,
Kontonalah y los ancianos estaban sumidos en una profunda discusión. Al
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entrar en medio de ellos, los hombres y las mujeres inclinaron sus cabezas en
señal de respeto.
—Es la forma de las cosas —dijo Kontonalah—. No nos limitamos a vivir, somos
una parte de toda la vida misma. Todo tiene vida y un lugar en el círculo,
incluso la hierba bajo nuestros pies. A veces la renovación sólo se produce
después de la devastación.
256
por una razón y todos los eventos encajaban en perfecta armonía y equilibrio,
al igual que en la naturaleza.
Sarah escuchó con atención las palabras de Kontonalah. Tenía una manera
casual, pero dedicada de aceptar la vida y todas sus calamidades. Cerró los
ojos y dejó que sus palabras la envolvieran. Una ráfaga de viento en su cara
hizo que sus párpados se abrieran de golpe. Al instante, Kontonalah estaba de
pie a su lado.
Sara vio que la pared de humo que se había estado moviendo en dirección
noroeste-sureste chocaba con otra pared de humo que empujaba desde el
norte. Las nubes grises y negras chocaron entre sí, formando una torre grande
de humo. Podía ver la columna de llamas ahora.
—Tengo que llegar allí y advertirles —dijo Sarah—. No sabrán que se está
moviendo hacia ellos más rápido de lo que se está moviendo hacia el este.
—Miko, ellos son mi pueblo, también. No puedo darles la espalda a ellos más
de lo que podría hacerlo con el clan.
—Sin embargo, no debes ir sola. Voy a enviar hombres fuertes contigo para
advertir a la gente en el pueblo del hombre blanco. Eres la madre del clan,
Sakli. No puedo permitirte ir tan lejos sin sacrificarnos también.
Sarah abrazó fuerte a Kontonalah y descubrió que estaba mirando a los ojos
de Devlin. Era evidente que la manzana no caía lejos del árbol. La misma
sabiduría antigua se ocultaba debajo de los lirios pálidos. Silbó una vez más a
Coal y casi corrió por la colina rocosa para encontrarse a mitad de camino
con el pony. Oyó al anciano gritar una última advertencia.
257
—Que la Madre Tierra sea tu maestra, Sakli.
—Tengo que asegurarme que la gente en mi rancho sepa que el fuego está
cambiando, Nali, tengo que ir. Tengo que tratar de ayudarlos —dijo Sarah
desde su posición encima de su caballo.
—Lo sé, Sakli. Yo entiendo que eres responsable de ellos también —Tima
agarró a Hannah cuando la chica se despidió de su madre—. Cuídense y
manténganse alejados de Luak el hermano fuego —Tima recomendó a Sarah
mientras su partida se alejaba del pueblo.
Mientras cabalgaban por la pradera, Sarah explicó a los jóvenes lo que tenían
que hacer. Estaba agradecida de que Kontonalah hubiera seleccionado
hombres fuertes que hablaban un poco de inglés. De esta manera, se podrían
separar y cubrir más terreno al mismo tiempo. Detuvo a Coal y dio
instrucciones a dos de los hombres para dirigirse a la ciudad y dar la
advertencia a Frank Grayson, su viejo amigo que era dueño de la tienda.
Dividió a los otros seis en dos grupos y los hizo ir al suroeste de su rancho para
advertir a los demás ganaderos. Eso dejó a Sarah con Hanan y Anoli.
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—Señora. Tolliver —Bud, el capataz del rancho, contempló a los hombres que
estaban con Sarah—. Es extraño que regrese.
—Ya no. Se está moviendo hacia el sur más rápido de lo que se mueve al este.
Nadie puede verlo con ese muro de humo bloqueando la vista.
—Muy bien —Sarah ladró—. Lo primero es abrir los establos y dejar a todos los
caballos libres, a continuación, asegúrense de que no haya animales en los
corrales.
—Eso es lo que dije. No quiero que ninguno de ellos se queme allí. Déjalos
correr libres ya nos preocuparemos por traerlos de nuevo más tarde. ¿Dónde
está Angelia y María?”
—Asegúrense de que todos, incluyendo las chicas monten, Bud. Si ese fuego
llega hasta aquí, planeo hacer todo lo posible para luchar contra él, pero si
llega al punto en que se vuelva una causa perdida, todos se irán hacia el río.
Sarah siguió dando órdenes a los hombres mientras caminaba por el rancho.
Sabía que los hombres solamente seguirían sus órdenes si creían en ella. Puso
su mente en la tarea de lograr su respeto con su conocimiento y un aire de
confianza.
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Sarah miró a su alrededor. La casa tenía un cortafuego alrededor de ella, pero
eso no era garantía de que las llamas no saltaran. Cualquier cosa podría
incendiar la casa en llamas, la quema de plantas rodadoras, hasta las brasas
que caían del cielo.
—Sí —dijo Sarah con un acento lento. Su mente se centró en algo que sentía
de alguna manera se refería a su situación.
—Sí —dijo Bud—. ¡Sí! —Se dio cuenta que la idea de Sarah podría funcionar.
Se volvió y gritó órdenes al resto de los jinetes. Los hombres no parecían
convencidos de que el plan tuviera éxito, pero la confianza de Sarah era
contagiosa. Se pusieron a trabajar inmediatamente.
—Los otros ganaderos —comenzó Sarah—. ¿Qué saben acerca de ellos, Bud?
¿Necesitarán nuestro… —Se detuvo en mitad de la frase. Se había olvidado
de Cordelia Henley—. Bud, la viuda de Henley. ¿Sabe si ella está allí sola?
—¡Maldita sea! Perdón, por mi lengua, señora, pero apuesto a que ella está
ahí. Usted sabe que a ella no le gusta que los jinetes pasen por su casa.
Además, la mayoría de sus jinetes están en la unidad. Señora Tolliver —Bud se
aclaró la garganta y parecía incómodo—. No creo que podamos hacer algo
por ella en este momento. Es decir, si el fuego está tan cerca como usted dice,
llegará a la casa de la viuda antes que aquí —Bud tosió y parpadeó cuando
el aire alrededor de ellos se hizo más denso.
—No podemos prescindir de los jinetes si vamos a salvar este rancho, Bud, y no
voy a dejar a Cordy por ahí sola —Sarah gritó, tomando las riendas de la mano
del hombre.
—Tengo los míos —Sarah dijo mientras se ponía sobre la espalda de Coal.
Hanan y Anoli reflejaron las acciones de Sarah, y los tres cabalgaron hacia la
pradera.
261
pero una mirada a su derecha y cabalgaron con la misma urgencia. Sarah
tuvo que girar más al sur de lo que quería para mantenerse por delante del
fuego que se movía rápidamente. Tuvieron que hacer un gran rodeo, una vez
que llegaron a la tierra de Cordelia.
—¡Revisa allí! —Sarah señaló hacia la puerta abierta del establo mientras
saltaba del lomo de Coal. Hanan desmontó y corrió hacia el granero.
Sarah subió los escalones de dos en dos y abrió las puertas, todo el tiempo
llamando a la viuda. El piso superior estaba libre de fuego, pero el humo
empezaba a acumularse allí.
—¡Aquí! —La voz de Cordelia Henley resonó desde una habitación al final del
pasillo.
—¿Quién diablos eres? —Cordelia preguntó con voz áspera. Tosió y Sarah
sacó el pañuelo de la cara—. ¡Por Dios, Sarah Tolliver! Sácame de aquí, niña,
antes de que este lugar nos cocine.
—Está bien, puedo volver una vez que salgas de aquí —Sarah jadeó. Al
principio, había pensado que Cordelia pesaba casi nada, pero con cada
262
paso que daban, pensó diferente. Por suerte, Anoli las recibió en la parte
superior de las escaleras y levantó fácilmente a Cordelia en sus brazos.
Las llamas se dispararon contra Sarah y ella dio un salto atrás en el rellano. El
fuego había quemado la vieja escalera de madera desde la parte inferior.
Sarah corrió hacia el extremo opuesto de la sala para llegar lo más lejos posible
de las llamas, pero el humo se elevaba rápidamente en las habitaciones del
segundo piso, lo cual hizo que respirar fuera doloroso. Hizo una respiración
profunda y la sostuvo durante tanto tiempo como pudo mientras buscaba una
salida. Una de las ventanas de la habitación en el lado norte de la casa
llevaba al techo del porche posterior. Ella abrió la ventana y vio las llamas que
lamian los lados de la casa. No había otro lugar donde ir sino hacia arriba.
Salir por la ventana era la parte fácil. Sarah se agarró del alero por encima de
ella y casi se cae al suelo cuando una teja de madera le golpeó la mano. Se
detuvo por un momento, con la mejilla presionada contra el lado de la casa,
y tomó unas cuantas respiraciones más. Esperaba que su corazón facilitara su
salida, entonces el calor del fuego la obligó a continuar. Usando la celosía a
lo largo del costado de la casa, giró hacia el techo. Deseaba tener la fuerza
de Devlin para trepar por la superficie vertical, pero la fragilidad de la madera
vieja hacía la tarea lenta.
Le costó toda la fuerza que tenía el tirar de ella hacia lo alto del techo. Una
vez allí, se tumbó sobre su espalda, tratando de recuperar el aliento, y esperó
a que el temblor en sus brazos disminuyera. Los gritos de Hanan y Anoli la
despertaron. Se puso de pie con las piernas temblorosas, pero casi
inmediatamente se dejó caer. Una oleada de náuseas la abrumó mientras
miraba hacia el suelo brillante. La única debilidad que había tratado de
ocultar a los demás durante toda su vida volvió a ella con una fuerza terrible.
Una intensa ola de vértigo se apoderó de Sarah, paralizándola.
263
Sarah agarró al alero de la ventana del ático, atrapada en las garras de su
propia fragilidad humana. Sus dedos estaban doloridos porque estaba
apretando las tejas de madera con mucha fuerza sólo con las puntas de sus
dedos. Podía oírse a sí misma respirando fuerte. Sintió el calor del fuego,
mientras las llamas dentro de la casa llegaron al segundo piso. Abrió los ojos
para ver a Hanan y Anoli llamándola. Hanan arrojaba cubos de agua a las
llamas, mientras que Anoli vencía el fuego con lo que parecía un saco de
arpillera húmeda. Los dos hombres siguieron gritando hacia Sarah en Choctaw
y en inglés, pero ella no mostraba signos de escucharlos.
Sarah siguió tratando de empujar lejos su temor, para decirle a su cuerpo que
el terror paralizante no era más real que una alucinación. Cada vez que
intentaba levantarse, sin embargo, las náuseas y mareos la volvían a su
posición.
—Por favor —Sarah oró—, por favor, madres, ayúdenme. Por favor envíen a
alguien para que me ayude. —Sintió que las lágrimas caían de sus ojos, pero
no podía decir si fue debido a la emoción o el humo que se alzaba a su
alrededor—. No puedo hacer esto sola —susurró al aire.
Algo le dijo a Sarah que abriera los ojos de nuevo. Ella diría más tarde que todo
pareció suceder tan lentamente. El movimiento en el suelo debajo de ella fue
como si se estuviera viendo en un sueño. Ella vio como sus amigos Chahta
combatían el incendio. De repente, como un Fénix que renace de las cenizas,
una figura entró por la espesa niebla. Saltando por encima de una línea de
llamas y a través de la cortina de humo que rodeaba la casa; era Devlin a
horcajadas sobre Alto.
Sarah parpadeó y alzó una mano para limpiarse los ojos. Fue asombroso ver a
Devlin toda vestida de negro, logrando un marcado contraste con el cuerpo
color crema de Alto. Devlin y el animal parecían ser uno mientras saltaban al
campo de visión de Sarah. El cabello de Devlin se batía alrededor de su cara,
sus mejillas manchadas de suciedad y hollín. Era la visión más increíble que
Sarah había visto nunca, y Sarah no confiaba en lo que había visto hasta que
escuchó esa voz.
—Sarah —Devlin gritó, lo que hizo que Sarah llorara mucho más fuerte—.
¡Sarah! —Devlin estaba detrás de Hanan y Anoli, buscando en vano una forma
de llegar a ella, que se negó a moverse. Devlin sabía que a Sarah no le
gustaban las alturas. Sarah mantenía un apretón de muerte en la escalera
cuando se metía en el pajar, pero Devlin nunca la había visto de esta forma
antes.
264
—Dev —Sarah llamó, pero el humo había hecho un nudo en la garganta por
lo que salió más como un susurro. Ella tragó saliva y trató de aclararse la
garganta—. ¡Dev! —gritó al fin.
Sarah sacudió la cabeza y cerró los ojos de nuevo. Devlin buscó una escalera,
cualquier cosa que pudiera usar para llegar a Sarah. Dio instrucciones a Hanan
y Anoli para mantener las llamas en la zona por debajo de donde estaba
atrapada Sarah.
—Sarah. Maldita sea, Sarah, mírame —Devlin gritó tan fuerte como pudo.
Sarah entregó su mente a la voz de Devlin y abrió los ojos nuevamente—.
Sarah, tienes que saltar. Te atraparé, pero tienes que saltar, y hay que hacerlo
ahora.
—No puedo —exclamó Sarah—. No puedo hacer que mis piernas funcionen.
—Sí que puedes. Sa, sólo tienes que hacerlo —Devlin se detuvo para ver si
estaba siendo escuchada por la aterrorizada mujer. A través del humo, pensó
que percibió un poco de razón en los asustados ojos verdes—. Todo lo que
tiene que hacer es empujarte a ti misma y saltar. No te dejare caer, Sa, lo
prometo.
Sarah volvió la cabeza para mirar la cara de Devlin. Por primera vez, vio lo
cerca que las llamas estaban. También vio el miedo en la expresión de Devlin.
—Sé que lo tienes, Sa, pero sabes que puedes hacer esto.
Sarah tosió cuando la brisa cambió de nuevo y echó más humo a su cara. Se
agarró al alero con los dedos que habían perdido toda sensibilidad debido a
su fuerte presión sobre la madera. Sus rodillas se sentían inestables y débiles
cuando se puso de pie. Aún miraba hacia la ventana del ático, incapaz de
reunir el valor para darle la espalda.
—¡Maldita sea, Sarah! Vas a morir allí, entonces yo voy a morir en el intento de
llegar a ti. ¿Es eso lo que quieres? —gritó Devlin.
265
—Entonces tienes que saltar. No tienes que mirar hacia abajo. Sólo cierra los
ojos, da la vuelta, y saltar. Te atraparé. ¡Sarah, recuerda quien eres! ¿Los Alikchi
dejan que el miedo los controle?
—Soy Alikchi —susurró, haciendo eco del mantra hasta que sintió que en cierto
grado regresaba a su cuerpo. Se dio la vuelta con cuidado, de espaldas a la
casa, y miró al suelo, las llamas casi lamían la punta de sus botas. La familiar
náusea hizo que su estómago diera un vuelco.
Devlin vio la transformación que tenía lugar dentro de Sarah cuando sus
palabras tuvieron el efecto deseado. En el último momento, vio a Sarah
tambalearse ligeramente y cerrar los ojos con fuerza.
—No mires hacia abajo. Sarah, sólo mantén los ojos cerrados y confía en mí. Si
saltas, estaré aquí para atraparte. ¡Ahora, Sa, tienes que saltar ahora!
El tiempo de Sarah fue perfecto. Mientras saltaba fuera del edificio con un pie
para despejar las llamas, el muro se derrumbó. Abrió los ojos cuando su cuerpo
se puso en contacto con los brazos de Devlin. Devlin la atrapó a medias, pero
utilizó su propio cuerpo para bloquear la caída de Sarah. Cayeron al suelo y
Devlin rodó lejos de la casa, mientras se derrumbaba en pedazos.
266
Devlin se apartó del abrazo y miró la cara de Sarah, colocando un suave beso
en la frente.
Sarah se rió entre lágrimas y se aferró a Devlin. De repente, levantó la vista con
miedo.
—¿Matt?
—Vale.
Las dos mujeres se sentaron en la arena mojada cerca de la orilla del río y
continuaron sosteniéndose entre sí. Devlin explicó que Matt y ella habían
viajado en tren la mayor parte del camino a casa. El tren se detuvo cuando
los ingenieros vieron el humo en la pradera. Devlin y Mattew descargaron sus
monturas del vagón y se dirigieron a la aldea del clan.
—Sin embargo, Matt no estaba demasiado feliz. Pasó el verano con hombres
tratándolo como a un igual. Todo en lo que podía centrarse era en llegar a ti,
por lo que le ordené permanecer allí y me fui. Cuando llegué al Deuce Double,
Bud me dijo que te habías ido hacía más de diez minutos. Lo siento, Sa, yo
hubiera estado allí antes, pero me encontré con unos búfalos. Por la forma en
que se movían, pensé que lo mejor era permanecer fuera de su camino.
—No creo que haya sido la respuesta a las oraciones de nadie antes —dijo
con una sonrisa.
—Eso no es cierto —Sarah se echó hacia atrás y miró a los ojos azules que
había llegado a amar tanto—. Pensé que lo eras la primera vez que te vi.
267
se dio cuenta de que no estaban solos. Se aclaró la garganta y se miró las
botas.
—Sarah Tolliver, esa casa tenía recuerdos físicos en ella, sin duda, pero tener
cosas a tu alrededor no mantiene vivos los recuerdos. Una casa es sólo un lugar
de descanso para tu cuerpo. Puede ser un agujero en el suelo o en una gran
mansión. Un hogar... ahora, eso es lo que tienes dentro de ti. Todo lo que
significa algo para mí, sigo estando aquí. —Cordelia colocó la palma de su
mano sobre su corazón—. Sólo recordad eso —Hizo un guiño a Devlin— y todo
lo demás parecerá pequeño en comparación.
El viento cambió una vez más y comenzó a llevar lejos el humo. El fuego
finalmente siguió su curso, encontrando cauces y cortafuegos que no pudo
cruzar, y las llamas finalmente no encontraron nada para alimentarse. Cuanto
más el viento soplaba, más el azul del cielo se hacía visible a través de la
bruma grisácea. El sol de la tarde comenzó su descenso hacia el horizonte
occidental, y una vez que el humo se hubo disipado lo suficiente como para
que la luz brillante atravesara el río, se sintió una especie de renacimiento.
268
Devlin había dicho una vez a Sarah que había espacio suficiente para todos.
La mayoría de los hombres blancos eran ignorantes, sin estudios en los caminos
de la Madre Tierra. Muchos, sin embargo, eran arrogantes. Habían llegado a
este país, a esta tierra, con la intención de conquistarla. En lugar de adaptarse
a la tierra alrededor de ellos, obligaron a la naturaleza a ajustarse a su estilo
de vida, a su voluntad. Sarah se preguntó cuándo la Madre Tierra le diría al
hombre, que ya era suficiente. Alternativamente, se cuestionó si el hombre se
daría cuenta de que había desperdiciado regalos de la Madre y que estos
dones nunca llegarían de nuevo.
El viento continuó ganando fuerza, pero el aire frío del otoño se volvió húmedo
y cercano. El cielo azul se oscureció. Los truenos se desarrollaban en el cielo
del norte. En el momento en que la pequeña partida había montado sus
animales y llegaron a la ciudad, los cielos desataron el aguacero tan
largamente esperado. El trueno bramó como un toro irritable y la lluvia caía
como si las nubes hubieran estado ahorrando la precipitación para ese día. El
suelo ardía y siseaba mientras la lluvia lo empapaba, impidiendo que nuevos
incendios se encendieran.
Hanan y Anoli se encontraron con los otros que habían seguido a Sarah desde
el pueblo Chahta. Insistieron en regresar al pueblo, a pesar de que Devlin les
animó a quedarse en la ciudad hasta la mañana siguiente. Los hombres con
respeto se negaron, y ella no presionó sobre el asunto. Entendió que sus
hermanos de clan probablemente se sintieran incómodos entre la gente del
pueblo. El hecho de que los hombres regresaran al pueblo alivió la mente de
Sarah por una razón diferente. Ella y Devlin enviaron un mensaje a Tima y a los
niños informándoles que estaban a salvo y que volvería al día siguiente.
Sarah y Devlin estaban bajo el techo que cubría la calzada de madera que
iba desde el hotel a la tienda. Devlin agradeció a sus amigos por su ayuda, y
Sarah les proporcionó a cada uno de los hombres chaquetas y sombreros de
ala ancha para protegerse de la lluvia. Devlin no tuvo el corazón para decirle
que los hombres estaban acostumbrados a los elementos y probablemente se
sentirían extraños al usarlos.
Los hombres estaban desconcertados al recibir los regalos. Era bien sabido
que hacer regalos era algo que el clan Thunderbird no hacía. Sarah era su
curandera, y junto con ese honor llegaron ciertos privilegios. Uno de esos
269
privilegios era la capacidad de dar regalos. Sería considerado una falta de
respeto para los hombres negarse a un regalo de ella.
Sarah dio los regalos porque la gentil madre que era no le gustaba ver a los
hombres jóvenes regresar a casa en medio de una tormenta. Otra razón fue
que los hombres habían mostrado una fuerza de carácter que la impresionó.
Hanan y especialmente Anoli se habían quedado con Sarah y nunca dejaron
de intentar llegar a ella, a pesar del riesgo de sus propias vidas.
Los ojos de los hombres se abrieron por las declaraciones de Sarah. Admitir
tener una deuda a otro miembro del clan era una obligación seria. Sarah sabía
que esas palabras, especialmente cuando venían de una curandera, eran un
juramento inquebrantable. Ellos formaron una unión extraña de amistad entre
el receptor y el deudor.
—Yo podría haber ido al lugar sagrado hoy si no hubiera sido por los dos. Yo
no fui muy fuerte —admitió—. El Keyuachi me hizo una visita en ese techo.
—Para mí son tan reales como tú. Han tratado de engañarme con bastante
frecuencia últimamente —sonrió—. Pero cuando recuerdo lo que soy y que
tengo la fuerza de mis antepasados Chahta en mí, entonces el Keyuachi no
me puede vencer.
270
Devlin. De repente se dio cuenta que Sarah Tolliver había sido Chahta en su
corazón mucho antes que Devlin entrara en su vida.
271
Parte 22
S
Arah y Devlin yacían juntas en el colchón de plumas suaves.
Intercambiaron partes de lo que ocurrió durante el verano. Estuvieron de
acuerdo en que habría un montón de tiempo después para examinar los
detalles. Por ahora, estaban felices de estar juntas y escuchar la lluvia que caía
a un ritmo constante contra el techo.
—No creo que pueda deshacerme del olor del humo de mi pelo —dijo Sarah.
—Mmm, huele bien para mí —dijo mientras aspiró el olor de cabello recién
lavado de Sarah.
—Es cierto —dijo Devlin—. Pero si nos fijamos en lo que podría haber sido, yo
creo que hay que notar el hecho que el incendio fue causado probablemente
por un rayo en las colinas en primer lugar.
—Te has convertido en toda una filósofa para ser una ganadera.
—Sa, ya sabes las paredes son como papel en este lugar —Sarah asintió y se
acercó más, continuó su asalto sobre el cuello de Devlin. Trató de luchar
contra las olas de placer que venían del contacto íntimo. Se dio cuenta que
era una batalla perdida.
—Oh, está bien hacerme el amor con tu madre a unos pocos pasos de
distancia, pero no está bien cuando quiero hacerte el amor mientras estamos
solas en una habitación —Sarah, arrastró las palabras con dulzura.
272
—Bueno, sí, pero... oh... —Devlin se quejó en voz baja mientras las manos de
Sarah vagaban por su cuerpo.
—Te quiero a ti, Devlin —Sarah susurró la misma demanda que Devlin le había
dicho una vez.
Fue en ese momento que Devlin se dio cuenta que la camisa de gran tamaño
que Sarah usaba para dormir era tan larga que ocultaba la ausencia de ropa
interior. La humedad de Sarah cubrió el muslo de Devlin mientras se deslizaba
más cerca de ella. Devlin se estremeció.
Devlin envolvió los fuertes brazos alrededor de la cintura y tiró de Sarah hacia
ella. Con sus cuerpos apretados, impartió la profundidad de su amor con un
beso. Sus labios se juntaron, la carne suave se encontró con la carne
igualmente suave, hasta que la pasión se extendió a lo largo de las dos mujeres
como una inmensa ola. La lengua de Devlin se deslizó más allá de los labios,
sintiendo el calor intenso de Sarah ascender tan rápido como el suyo. Se
perdió en los besos que durante los últimos meses sólo había soñado.
Sarah tenía sus dedos enterrados en los oscuros mechones de Devlin. Se puso
más cerca de su amante con una fuerza y una pasión que no sabía que
poseía. Sus caderas comenzaron un movimiento lento de roce contra el muslo
de Devlin y gimió ante la fricción agradable contra su centro. Las manos de
273
Devlin se deslizaron por la espalda de Sarah y agarraron sus caderas,
intensificando el movimiento de balanceo.
Devlin se echó hacia atrás para mirar a los ojos de esmeralda. Reconoció la
necesidad allí, al igual que en sus propios ojos, que reflejaban ese mismo
esmalte apasionado. Vio algo más allí, también. Sarah tenía una mirada
salvaje en su ardiente mirada que Devlin reconoció de su pasado. Había
tenido esa expresión en sus pasadas escapadas sexuales. La mirada era toda
intensidad, calor, y deseo.
Sarah arrojó fuera su propia prenda de vestir y empujó a Devlin sobre la cama.
Ambas mujeres se quejaron ante la sensación largamente negada de piel
contra piel. Sarah exploró desesperadamente cada milímetro del cuerpo de
Devlin. Su mano encontró el pecho de Devlin y apretó la carne con sus manos.
Sus dedos tiraron suavemente del pezón de Devlin, provocando un gemido de
la ganadera. Capturando su boca en un beso apasionado, Sarah empujó su
lengua más allá de sus labios.
Devlin tuvo que apartar su boca del beso, pero Sarah nunca dejó su asalto
sobre su pecho. Sarah observó a Devlin humedecer sus labios, luego
separarlos. Jadeó mientras respiraba el aire necesario para sus pulmones.
Sarah se inclinó hacia el cuello de Devlin y chupó la carne suave allí. Mordió
la carne de la garganta de Devlin y succionó con más fuerza. Los dedos de
Devlin se entrelazaron en el pelo de Sarah y la atrajeron más cerca.
274
La ferviente petición de Devlin fue suficiente para convencer a Sarah que
Devlin deseaba lo mismo que ella. Perdió el conocimiento del mundo exterior.
En ese momento, sólo existía Devlin y su propia necesidad de consumirla.
—Por favor, Sa. —Devlin se quejó. Parecían ser las únicas palabras que era
capaz de decir. Ella arqueó la espalda, rogándole en silencio a Sarah sobre su
pecho.
Devlin apenas podía respirar, y mucho menos hablar. Debió haber sabido que
Sarah podría ser una gran amante. Sarah siempre se expresaba con pasión,
pero eso no era nada en comparación con el entusiasmo que ponía en su
amor.
—¡Sí, así... ahí... oh, sí! —Devlin entonces sintió que su voz salía por la ventana
después de su dignidad cuando descaradamente le rogaba a Sarah que no
parara.
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Sarah siguió el ritmo de las caderas de Devlin, ni siquiera trató de reprimir un
gemido cuando Devlin levantó su muslo y lo apretó con firmeza entre las
piernas de Sarah. Apretó sus caderas contra la pierna de Devlin. Las caderas
de Devlin empujaron más fuerte contra la mano de Sarah y todo su cuerpo
tembló sin control. Sus ojos se movieron hacia atrás justo antes que sus
párpados se cerraran.
El efecto fue inmediato cuando Devlin tiró de Sarah en un beso lleno de todas
las emociones intensas que había sentido desde que puso los ojos en la mujer
que ahora estaba haciendo el amor con ella. El fuego en el vientre de Devlin
pronto se transfirió a Sarah a través de ese beso. Un gruñido de puro placer
retumbó profundo en el pecho de Devlin. Podía sentirse a sí misma a punto de
saltar del precipicio de fuego líquido que corría de su sexo, sobre la mano de
Sarah.
—Sarah —gimió Devlin. Fue el único sonido que hizo para indicar su inminente
liberación.
276
Parte 23
—Oh, Dev —Sarah dijo entre lágrimas cuando ella puso su cabeza en el
hombro de Devlin. Devlin envolvió un brazo alrededor de Sarah mientras
miraban lo que quedaba de la casa del rancho de Art Winston.
—Lo siento mucho, señora Tolliver, Dev. Nos quedamos hasta el final. Siento
que las decepcioné —dijo Bud.
—No, señora. Gracias, somos jinetes. Estamos acostumbrados a salir con sólo
un poco de ropa a cuestas. No sabríamos qué hacer si fuera diferente. Sin
embargo y estoy seguro que lo haremos si eso cambia. Sin ganado para el
invierno aquí, es probable que no nos necesiten hasta la primavera.
—Sé que la mayoría por lo general van a Texas o México para el trabajo de
invierno, Bud. Informa a todos los hombres que, si están dispuestos a tomarse
el invierno, pueden descansar aquí durante los meses fríos. Se lo debo a ellos.
Además, esta jinete aquí —Sarah pasó un brazo alrededor de la cintura de
Devlin— me hizo una mujer rica. Diles a los hombres que se lo tomen con calma
por un tiempo.
Bud dejó a Devlin y a Sarah paradas allí. A pesar de que Devlin no había vivido
en la casa del rancho por mucho tiempo, sintió la pérdida del lugar.
277
—Lo sé —Sarah asintió—. No va a ser lo mismo ¿verdad?”
—Probablemente no.
—Creo que Cordy tiene razón. Todo esto es temporal —Sarah hizo un gesto a
los restos de la casa con su mano libre—. Si mantienes tus recuerdos a buen
recaudo en tu corazón, nunca podrás perderlos.
Dejaron el rancho para volver al pueblo del clan. Sarah apenas reconoció a
su hijo. Estaba más alto que ella, después de haber crecido 8 centímetros ese
verano. Su pelo largo le hacía parecer a muchos de los que cabalgaban en
su rancho, y se dio cuenta que él se comportaba de manera diferente. Se
sorprendió que Matt hubiera aprendido el lenguaje del clan mientras él estuvo
ausente. Le ayudó a encajar en el pueblo de inmediato. Lo que más la
sorprendió fue escuchar a su hijo llamar a Devlin Ishki Toba. Su relación con
Devlin sin duda se había hecho más fuerte y Sarah esperaba con interés el
relato detallado de Devlin sobre la ruta. Con el tiempo, Hannah también
comenzó a usar la palabra Chahta para segunda madre.
Para Sarah, lo mejor que salió del incidente fue que los ganaderos no parecían
tener prisa para poner sus cercas de nuevo. Volvieron a las viejas formas de
gestionar sus ranchos. Los nidos, estaban tratando de cambiar todo eso. Sarah
y Devlin tendrían un trabajo bastante duro a la hora de tratar con las personas
que estaban decididos a cultivar la tierra que estaba destinada a los búfalos
y el ganado.
El invierno pasó mientras Sarah, Devlin, y los niños aprendieron a existir dentro
de la villa del clan. Sarah nunca se planteó la idea del matrimonio, prefiriendo
dejar a Devlin la iniciativa. Había pasado algún tiempo desde que Devlin vio
un ejemplo del protocolo de compromiso. Recurrió a su madre y su tío por un
consejo. Por supuesto, era mucho más entusiasta cuando el evento parecía
lejano.
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—Esto es muy incómodo, Nali —Devlin se removió cuando Tima ajustó el traje
especial que había hecho. El cuero era una piel de ante suave, blanco como
la nieve. La prenda era la vestimenta tradicional de un guerrero cuando pedía
un vínculo matrimonial. Una vez más, Devlin tiró del collar alrededor de su
cuello.
—Redhawk, por favor, quédate quieta. ¿Cómo te sentirás si esto no está listo
para hoy? —Reprendió Tima.
—No veo por qué tengo que vestir esto de todos modos. Yo estoy de acuerdo
en pedir a Sarah que se case conmigo en el camino Chahta, pero nunca dije
que me fuera a gustar.
Tima todavía la miraba con la ceja levantada que Devlin había aprendido a
imitar.
Tima resopló de una manera como para indicar que se trataba de una
pregunta idiota.
279
—¿Debo ir temprano? —Se detuvo, permitiendo a Tima terminar la costura de
última hora.
—Sí —dijo Devlin. Era una cosa extraña de acostumbrarse. Su madre hablaba
como si Sarah fuera una chica india que había vivido en este pueblo toda su
vida.
—Muy bien —Tima palmeó el hombro de Devlin para decir que había
terminado—. Hermosa, muy bonita —dijo Tima cuando miraba a Devlin. Devlin
tenía el pelo recogido en una larga trenza por la espalda y pequeños
mechones de pelo quedaban libres para enmarcar suavemente su cara—.
Okshakla estaría muy orgullosa de ti hoy.
—No estaría aquí, con el amor de Sarah en mi corazón, si no hubiera sido por
ti, Madre.
Las lágrimas se formaron en los ojos de Tima y ella le dio un beso en la mejilla
a Devlin.
Devlin se hizo la sorda ante los silbidos y gritos que provenían de los otros
guerreros, mientras caminaba por el pueblo en sus galas de compromiso. Si no
fuera porque lo último que Tima le había dicho fue que recordara sus modales,
Devlin se habría acercado y le hubiera dado un puñetazo en la nariz a cada
uno de ellos. Por supuesto, la idea la hizo sentirse mejor. Se prometió que quizás
más tarde volvería y los golpearía. Esa idea le hizo sentir mucho mejor.
—Los espíritus te sonrieron cuando te dieron una hija —Devlin continuó con el
discurso que había memorizado—. Sin duda, será una bendición para ti
cuando tu hija se case y su cónyuge pueda proveer para tu iksita.
Keeho sonrió por el respeto que Devlin prestó a su hogar. Él asintió y dijo las
palabras que se esperaba de él.
Devlin se quedó en silencio. Tima la había preparado para esto, pero ella
había dicho que Keeho probablemente no sacaría este truco. Era la forma de
un padre de subir el precio de su hija. Aunque ningún bien cambiaba de
manos en virtud del derecho Chahta, los padres a menudo querían oír la
dedicación de un pretendiente. Un guerrero con un pico de oro por lo general
se iba a casa comprometido.
—Tal vez incluso la banaha mejore, con el tiempo —sonrió Keeho. No quería
que el orgullo de su hija se hinchara demasiado.
—Bueno, tal vez la perfección tomará un poco más de tiempo para que ella
logre lo que pensamos.
Sarah arqueó una ceja en dirección a Devlin y Devlin se dio cuenta que era
evidente que tenía problemas acerca de ser el objeto de burlas sobre sus
habilidades culinarias. Para ser justos, Sarah era una cocinera excepcional,
pero las recetas Chahta eran nuevas para ella.
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Después de que terminaron su comida, Devlin abrió la piel al lado de ella. Dejó
el paquete abierto antes Keeho. Dentro había una pipa con un mango de
cedro y un cuenco de arcilla.
—Esta madera vino a mí. Di forma al mango y formé la arcilla sólo para darme
cuenta de que ya tenía una pipa especial. Estoy dispuesta a dejártela. Tal vez
una nueva pipa es algo que puedas encontrar útil.
—Por supuesto que no. Tal vez tengas algo que podrías darme en lugar de la
pipa.
—Tal vez lo tengo. Voy a probar tu pipa por un tiempo, y si me gusta, voy a
darte algo mío a cambio.
—Se trata de una pipa muy valiosa —Devlin utilizó las palabras que Tima le
había enseñado. Tima le había dicho que esta era la forma en que Keeho se
comprometería—. Yo no la cambiaría por cualquier cosa. He pasado muchas
horas en su elaboración, y esta pipa ha llegado a significar mucho para mí.
—Estoy de acuerdo. Puedo ver que se trata de una posesión muy valiosa. Me
aseguraré de darte algo que tengo en la más alta estima en su lugar.
Devlin tomó una respiración profunda y metió la mano en la bolsa que tenía
en la cintura por unos granos de maíz seco. Las palmas de las manos estaban
sudorosas y no podía recordar haber estado tan nerviosa. ¡Demonios! Todo
ello para conseguir comprometerse. Estaría más tranquila si se tratara de un
tiroteo.
Devlin arrojó casualmente una de las piezas secas de maíz en el suelo delante
de Sarah. Esperó a la respuesta de Sarah. Tradicionalmente, si una mujer
Chahta aprobaba el compromiso, cogía el maíz, se dedicaba a sus tareas, y
el pretendiente se iba con una sonrisa. Si Sarah salía corriendo, era obvio que
el pretendiente tenía que buscar en otra parte. Devlin esperó. Siguió
esperando, mientras Sarah parecía no darse cuenta del maíz.
¿Cómo diablo puede no verlo? Está justo en frente de ella. Devlin intentó una
vez más. Una vez más, Sarah buscó por todas partes, pero no en frente de ella.
Al tercer intento, Devlin arrojó la pieza de maíz directamente a Sarah. La
golpeó en la mano y cayó al suelo a sus pies. Sarah se estremeció, pero siguió
haciendo caso omiso del maíz.
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—Recógelo —Devlin murmuró por la comisura de la boca. Sarah rodó los ojos
y levantó la vista hacia el cielo. Finalmente, Devlin entendió. Sarah estaba
vengándose por su comentario acerca de su forma de cocinar—. Muy
graciosa —murmuró Devlin.
Keeho no entendía inglés, pero pudo ver que las dos mujeres estaban
actuando tontamente. Había visto muchos compromisos terminar en discusión
porque los adultos actuaban como niños.
—Ah, el joven Anoli. Tal vez venga a visitarme esta noche, también. ¿Te gusta,
Sakli?
Así todo había terminado. Keeho despidió con la mano a Devlin antes de que
pudiera decir una palabra a Sarah. Sarah y sus hijos vivirían en la Chuka de
Keeho hasta la ceremonia de matrimonio. Las dos mujeres tendrían un montón
de tiempo durante el día para verse entre sí, pero sus noches las pasarían
alejadas hasta que se casaran.
En su mayor parte, Sarah, Devlin, y los niños vivían en el pueblo del clan
después que Hannah y Matthew acordaron intentarlo. En el momento en que
el invierno terminó, era como si siempre hubieran sido una familia allí. Sarah
283
todavía tenía un montón que aprender, y algunos días, se sorprendía a sí
misma por lo que sabía. Las madres de los clanes habían tenido razón. Cuando
ella necesitaba el conocimiento, estaba allí.
—He estado buscándote, Miko —Sarah bromeó con Devlin mientras deslizaba
sus brazos alrededor de su cintura.
—Me dijo que él te pidió que fueras un miembro del consejo y tomaras su lugar
como el portavoz de la familia —Kontonalah había entrado en detalles con
Sarah, discutiendo el sistema de gobierno del clan. A pesar de que cada
familia tenía un Miko, a veces las familias se juntaban. Por lo general, esto no
lo hacían para obtener beneficios políticos o poder, sino porque pensaban en
cuestiones importantes. De esta manera, sólo necesitarían un Miko. El abuelo
de Devlin había sido Miko para un número de familias durante muchos años.
Él se cansó de la responsabilidad, pero no tuvo hijos varones. Él admitió de
todas maneras, que los nietos nunca fueron su primera opción para formarlos
como sucesores. Ahora había empezado a presionar a Devlin para quedarse
con su gente y cumplir con su deber como un guerrero.
—Dijo que tu lugar es tanto con el clan como junto a mí. Me dijo que mi estado
supera incluso a los guerreros más expertos en batalla porque estoy casada
con una poderosa curandera.
Sarah sonrió.
Sara se rió y Devlin sonrió. Era feliz cuando Sarah estaba feliz, y Sarah supiera
o no, parecía la mujer más feliz del mundo últimamente.
284
—¿Sería tan malo? —preguntó Sarah.
Devlin asintió. Tenía miedo de obligar a Sarah a elegir sobre un mundo u otro,
pero eso es lo que tenían que hacer.
Sarah pensó en la familia de Devlin y los temores de Oka Kapassa sobre ella y
Devlin al casarse. Oka Kapassa se preocupaba que algún día Sarah alejara a
Devlin de su pueblo.
Sarah besó la barbilla de Devlin, que era todo lo que podía alcanzar en el
momento.
—¿Qué?
—Pero tenemos que pensar en los niños, también. Matt quiere ser un ranchero,
y luego está Hannah —Devlin hizo una pausa para mirar a Sarah y suavemente
rozó el dorso de sus dedos contra su mejilla—. Sólo quiero que nuestros hijos
sean tan felices aquí como nosotras, Sa.
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Sarah escuchó con asombro a Devlin sonar exactamente como antes,
preocuparse por cosas que nunca podrían ocurrir. Sarah sonrió a Devlin e
indicó que debía darse la vuelta. Detrás de ellos estaba su pueblo y su gente,
haciendo lo que hacían todos los días para vivir.
Devlin no pudo evitar abrazar más fuerte a Sarah. Observaron las caras felices
de sus hijos, familiares y amigos.
Fin
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Biografía de la autora
L
J. Maas fue autora y artista a tiempo completo. También encontró tiempo
en su apretada agenda para enseñar gráficos en ordenador y dio clases
de escritura en una universidad local. Es autora de seis novelas
publicadas:
—Tumbleweed Fever
—None So Blind
—Meridio's Daughter
—Prairie Fire
—Rebecca's Cove
287
Serie Tumbleweed
1 Fiebre rodadora
En el Territorio de Oklahoma del viejo oeste, Devlin Brown está tratando de
redimirse de un pasado como forajida. Trabajando como jinete en un rancho
ganadero, conoce a Sarah Tolliver, una viuda con dos hijos y un rancho
exitoso, pero no hay forma de protegerla de los hombres despiadados que
preferirían verla fracasar. Las chispas vuelan cuando la ex bandida se une con
la hermosa, pero testaruda, joven Tolliver.
2 Fuego en la pradera
En esta secuela de Fiebre Rodadora, la historia de Devlin Brown, una ex-
forajida, y Sarah Tolliver, la mujer de su corazón continúa. Sarah y Devlin deben
convencer a los rancheros de los alrededores para que destruyan las vallas de
alambre que contienen a su ganado para así evitar cierta calamidad. En
medio de la hermosa y, en ocasiones, implacable tierra del Territorio de
Oklahoma, Sarah y Devlin comienzan una nueva vida. Aventura y misticismo
abundan mientras visitan el campamento Choctaw. Sarah debe decidir si se
someterá a los rituales del clan que le permitirán unirse a la ex forajida en una
ceremonia que unirá sus corazones para siempre. Cada mujer debe someterse
a una prueba de sus habilidades individualmente y al mismo tiempo competir
contra el tiempo para evitar que una premonición se convierta en una
realidad aterradora.
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