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GRACIELA FRIGERIO.

LA ESPECIALISTA ARGENTINA DIJO QUE EL


MAESTRO TIENE QUE CONFIAR EN EL NIÑO27 de abril de 2011, 02:04hs

"Un educador debe


empeñarse en desmentir
profecías de fracaso
escolar"
Por: Matías Rótulo |
La profesora Graciela Frigerio, investigadora y docente
argentina destacada por su trabajo en el campo de la
educación, visitó nuestro país.

Egresada de la Universidad de Buenos Aires en 1975, en la


licenciatura en Ciencias de la Educación, y con posgrados en
Francia en Psicología y Pedagogía, se ha destacado por
trabajos de investigación que son referencia en la formación y
estudios superiores de maestros y profesores en nuestro país.

En entrevista con LA REPUBLICA, Frigerio dialogó sobre la


situación actual de la educación, el papel del docente tanto en
el ámbito educativo como en la sociedad y el lugar que ocupa
el niño en el entramado social.

Hoy está planteado el debate sobre el rol del docente.


¿Qué papel debe cumplir el docente en la educación y
desde allí como actor social?
Habría que hacer una seguidilla de reflexiones sobre diferentes
cuestiones. Por ejemplo ¿qué entendemos por educación?
Educación en su sentido más amplio, ya que a veces se
confunde educación con “escuela”. Cuando pensamos en la
escuela (en su sentido amplio), es un organización en un
contexto de acción específico que surge en un momento
determinado de la historia, en relación con ciertas necesidades
de la sociedad, y a lo mejor hemos quedado atrapados en un
formato escolar que es de otra época. Esto no invalida la
escuela, esto cuestiona el formato escolar.

Yo defiendo la escuela y digo que la escuela, como única


institución obligatoria que los estados modernos han puesto
para el pasaje de todos los ciudadanos en formación, debe ser
sostenida, apoyada, y por esto hay que poder repensar las
formas que se dan en su accionar cotidiano. Una vez que
localicemos todo esto, también será necesario reconsiderar la
noción de educador.

Uno escucha que los docentes hacen de madre sustituta por un


rato, de psicólogo improvisado (o no improvisado), por otro
rato, de enfermero… entonces, ¿yo qué soy como docente? En
estos tiempos del mundo, forma parte de una necesidad social
que exige que el educador tome todo esto a su cargo. Ni la
escuela, ni el educador pueden desentenderse del modo en
que ciertas políticas económicas han producido exclusión. Eso
implica pensar nuestro oficio desde otra escala, otra dimensión.
El educador es fundamentalmente aquel que está dispuesto a
hace un manojo de cosas. No es fácil, pero es sumamente
apasionante y gratificante cuando uno puede ir por ese camino.

Un educador es aquel que se empeña en desmentir las


profecías del fracaso asociada a los niños de los sectores
populares. Un educador puede decir “este niño no va a llegar
porque tiene la familia que tiene, porque es vulnerable”, pero
también puede pensar “yo estoy dispuesto a tener confianza en
este pibe, y en mí mismo como docente, y voy a tratar de volver
accesible para ese niño el mundo entero”. De esa forma el
docente puede y debe desmentir la profecía de fracaso escolar.
Un educador es un ofertador de rasgos de identidad y además
debe abrir el mundo interno del querer saber, lo cual es propio
de todo chiquilín.

Si hablamos de esto es porque actualmente se vive una


especie de desconcierto sobre la labor del docente. Se
plantea muchas veces que realiza muchas tareas
administrativas (llenar libretas, formas, etcétera) y que se
ocupa cada vez menos del trabajo de aula. ¿Se perdieron
espacios de reflexión, investigación y enseñanza?

Es que vivimos en momentos rígidos, donde se han perdido


instancias para pensar, no solamente para los educadores,
sino que en todas las profesiones. Aún así, hay que diferenciar
el discurso que surge de las grandes ciudades con el que surge
en las pequeñas regiones, o sectores sociales de pueblos, o en
las escuelas apartadas de los caminos asfaltados. Tenemos
que ver cómo hacemos para pensar mientras hacemos lo que
hacemos, sin decirle al niño que deje de ir a la escuela porque
debemos ponernos a pensar sobre nuestro trabajo. Yo sobre
esto hablo con entusiasmo porque he trabajado en escuelas
reales con experiencias y sujetos reales y sí se puede hacer.
Es cierto que hay muchos adultos desorientados. Un adulto
que no quiere crecer, que no sabe qué es ser un adulto hoy,
que tiene problemas con el paso del tiempo, que no quiere
envejecer, que prefiere mimetizarse con el niño. Y esto
complica mucho la tarea educativa, porque la educación trabaja
en ver cómo distintas generaciones pueden hacer algo en el
marco de una generosidad intergeneracional. Pero si borramos
lo intergeneraciones borramos aquello que hace la cuestión,
pues los niños necesitan de los grandes para crecer. No es
verdad que los niños puedan crecer en ausencia de los
grandes, y los grandes deben pensarse a sí mismos para poder
ayudar en ese crecimiento.

¿Qué lugar ocupan los estudiantes actualmente?

Hay muchos pibes que nos plantean que los consideremos en


una simultaneidad: adolescente y estudiantes a la vez. No
significa esto someterse al otro, hacer lo que un adolescente
quiera, porque eso es también negarlo al otro. Creo que hay
que recuperar un lugar de asimetría intergeneracional
respetuosa, sin estar sometido a las modas del otro, como
tampoco el adolescentes debe estar sometido a las modas de
los adultos.
¿Cómo se para en el contexto actual, planteándose una
mirada de los posmodernidad, una escuela que repite los
modelos de la modernidad?

Estamos presos del formato escolar, como si se nos hubiera


caído la imaginación (disciplinas, recreos, etcétera). Debemos
pensar en el edificio escolar, no en el edificio de material sino
en el simbólico, nuevas relaciones con el conocimiento, entre
nosotros… No movemos las variables que la modernidad
impuso. Variables de lugares y de tiempos, de caja curricular,
de cómo acercarse al saber.

¿Las nuevas tecnologías no ayudan a repensar los


espacios? En Uruguay hemos dejado de lado los bancos
modernos de Varela y cumplimos con el objetivo de una
mesa más colectiva porque así lo requiere el Plan Ceibal.
Por otro lado se plantea esa suerte de conexión en red
pero cada vez menos la conexión personal.

Ahí metés el dedo en la llaga. No se trata de ignorar y


despreciar aquello que el hombre ha producido, pero
tampocoCONVERTIR lo que el hombre produjo en un
emperador; no convertir a la computadora en una emperatriz.
Uno podría decir que en los bancos varelianos se formó mucha
gente que tuvo mucha capacidad de mejorar situaciones
injustas. Los bancos eran varelianos pero no impidieron que
tuvieran pensamientos revolucionarios. No es el banco en sí,
sino lo simbólico que se fue construyendo sobre la idea del
banco. Como dicen algunos filósofos, cuando vemos por
televisión nos muestran una operación a corazón abierto y nos
explican cómo se hace, ¿sabrá el de la televisión que acaba de
matar esa metáfora de “corazón abierto”? Tenemos
computadora, teléfonos, etcétera. Pero si bien ahí se crean con
estos elementos nuevas subjetividades, la cosa es ver cuánta
libertad y emancipación y qué tipo de conexión con el otro
proponen.
¿Qué lugar ocupa hoy la educación no formal en el sistema
educativo?

Usted hace una distinción que creo que debemos repensar. La


educación no formal es tan formal como la otra. La educación
“no formal”, como la llaman, es “no formal” con respecto a la
formal, pero cumple con las reglas de la institucionalidad.
Forma parte del sistema y es muy potente. Para mí la
educación llamada “no formal” es un subsistema más que
surge en simultáneo con aquello que la escuela considera que
ya noALBERGA . El desafío que se nos plantea es no dividir
un adolescente de un estudiante.

En muchos países, inclusive Argentina y Uruguay, se


plantea el debate sobre el endurecimiento de penas a
adolescentes. Se habla de “rehabilitación” pero no de
educación. ¿Es una sali
da posible para dar respuesta sin endurecer penas a los
adolescentes infractores a la ley?
Estas sociedades, no hablo de ninguna en particular, están
produciendo una violencia muy arcaica. Como un desenfreno
de la pulsión de muerte desentendida de la pulsión de vida.
Esto plantea un problema muy serio para el lazo social y el
vínculo social. Yo creo que no sería fructífero encontrar un
depositario de culpas, identificar y castigar cuanto antes.
Estamos entrando en un terreno muy complejo donde algunos
podrían sentirse más tranquilos pensando que este tipo de
acciones va a terminar con la violencia cotidiana.

Los países a modo de ejemplo- que tienen la pena de muerte


no han disminuido la cantidad de asesinatos. Pero yo me
pregunto, ¿qué les evita a los adultos como esfuerzo encerrar a
los niños antes? Hay que darles de vivir en el mundo y que el
mundo se aproxime a la vida de ellos. El concepto de
rehabilitación estaba inscripto en las leyes anteriores a la
instauración de derechos que utilizaban los organismos de
beneficencia.
¿Es posible una nueva reforma educativa?

La palabra “reforma” se nos desgastó. Hay que cambiar los


formatos escolares. Hay mucha gente que trabaja dentro de las
escuelas que está dispuesta a acercarles el mundo a los pibes,
y de trabajar por una sociedad más igualitaria. Siempre
estamos a tiempo de que los adultos y los niños tengan ganas
de trabajar para lograrlo.

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