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Técnica de los injertos

La técnica del autoinjerto consiste en el transplante de tejido vivo del propio paciente de una parte del cuerpo
(zona donante) a otra zona (lecho receptor). Este tejido es privado completamente de su riego sanguíneo y se
nutrirá transitoriamente por imbibición hasta que la neovascularización asuma dicha función. Los injertos pueden
también proceder de un gemelo univitelino (isoinjerto), de un organismo de la misma especie (homoinjerto) o de
una especie diferente (heteroinjerto o xenoinjerto).

Los injertos más utilizados en la cirugía facial son los de piel, mucosa, grasa, cartílago, hueso, fascia y nervios.

Injerto de piel

Un injerto de piel o injerto cutáneo consistirá en el transplante de epidermis y una porción mayor o menor de
dermis. Según el grosor de la dermis se denominan injertos de espesor parcial e injertos de espesor total (Fig. 09).

Estos últimos son los más empleados en la cobertura de los defectos cutáneos de la cara puesto que pueden
proporcionar piel con características similares en textura y coloración a la de la piel de la zona receptora y, por
tanto, un mejor resultado estético.

Utilizamos los injertos de piel para el cierre de las heridas que no pueden suturarse directamente y para la
cobertura de las áreas cruentas dejadas por la resección de cicatrices y tumores. También los empleamos para
cubrir de forma temporal la herida quirúrgica dejada por la exéresis de tumores malignos, para la cobertura de las
quemaduras extensas y para tratar las secuelas debidas a retracciones o pérdidas cutáneas como son el ectropion
o lagoftalmos. Para las zonas de movilidad, como los párpados o los labios, es necesario que la piel sea de grosor
total, que tiene mayor elasticidad que la parcial y mejores características, y normalmente se obtiene del párpado
contralateral, de detrás de la oreja o del antebrazo.

REALIZACIÓN DE UN INJERTO DE PIEL: En la realización de un injerto cutáneo, sea de espesor total o parcial, han de
seguirse los siguientes pasos:

Obtención del injerto: Toma de injertos de piel de espesor total: para la selección del área dadora se procurará la
piel más semejante en sus características de grosor, textura y coloración a la de la zona del defecto y su tamaño se
ajustará a las dimensiones del mismo. Las zonas donantes más utilizadas para cara son la piel del párpado superior,
retroauricular, supraclavicular, antebrazo y zona anterior de la muñeca. Para ello se dibuja la elipse de piel a
retirar, se infiltra con solución anestésica y se incide la piel en profundidad hasta el tejido subcutáneo.

Toma de injertos de piel parcial: para obtener este tipo de injerto es necesario utilizar unos instrumentos
adecuados – como el dermatomo manual, el eléctrico o cuchillas especiales – que permiten la retirada de láminas
de piel de grosor variable. Suelen tomarse de la parte anterior de los muslos, del abdomen o de las nalgas (Fig. 10).

Preparación del material de injerto: en los injertos de piel total -una vez seccionada y retirada la piel de la zona
dadora- eliminaremos todo resto de tejido subcutáneo que pueda dificultar la nutrición del injerto.

Preparación del lecho para el injerto: para favorecer el contacto entre el injerto y el lecho receptor retiraremos
todo el tejido fibroso cicatricial y evitaremos la formación de hematomas.

Colocación y fijación del injerto: la piel, ya preparada, se coloca sobre el lecho receptor y se sutura con puntos
sueltos de mononylon 4/0 que dejaremos largos para después proceder a su anudado. Completaremos estos
puntos con una sutura continua de nylon 5/0. Antes de colocar el apósito de algodón sobre la piel a injertar
lavaremos abundantemente con suero fisiológico por debajo de la misma para arrastrar cualquier resto de sangre
o tejido necrótico e inmediatamente acoplamos sobre el injerto una bola de algodón estéril que previamente
hemos introducido en suero fisiológico. Escurrido el suero modelamos el algodón de manera que se adapte a la
superficie del injerto y sobresalga por encima del nivel cutáneo. Manteniendo la presión sobre el algodón
procedemos a anudar los puntos que hemos dejado sueltos con la finalidad de que el apósito de Brown impida
cualquier movilidad entre ambas superficies lo que dañaría la neoformación de los capilares que crecen entre ellos
(Fig. 11).

El cierre de la zona donante de piel de espesor total suele ser efectuado mediante aproximación directa o,
excepcionalmente, dejado a cicatrizar por segunda intención. La zona donante de piel de espesor parcial
reepiteliza espontáneamente cubriéndose con pomadas antibióticas y gasas o bien con apósitos de hidrocoloides.

El apósito no debe ser levantado hasta una semana después a no ser que se sospeche infección o hematoma. Una
vez retirado utilizamos vaselina o pomada antibiótica epitelizante para su hidratación.

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