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Bios: biopolítica y filosofía

En la actualidad, asistimos a una fuerte superposición entre vida y política. Esto sucede,
paradójicamente, junto a un vínculo muy estrecho con la muerte: ¿por qué la política de
la vida amenaza a cada paso en convertirse en política de muerte? Esta pregunta motivo
a Foucault, pero éste dejó algo no resuelto1.

El enigma de la biopolítica

Espósito intenta explicar la “caja negra” de la biopolítica, aquella que Foucault no


terminó de desarmar. La cuestión es que en el pensamiento foucaultiano la emergencia
de los totalitarismos del siglo XX puede ser pensada como expresión de la biopolítica
(donde la maximización de la vida de unos depende del aniquilamiento de la vida de los
otros) o como resurrección de la soberanía en el corazón de la biopolítica. Foucault no
se decide por ninguna de ellas. NO termina de quedar claro si coincide o no con la
modernidad.

Para el filósofo italiano, el nazismo no se inscribe en las tendencias autoconservativas


de la primera o la segunda modernidad precisamente porque lleva al extremo la
biopolítica y su lógica inmunitaria.

El paradigma de la inmunización

Inmunidad: es la categoría filosófica que puede conectar el poder soberano con la


biopolítica, volviendo explicable los totalitarismos. Vuelve comprensible la aparición de
la trascendencia soberana en la inmanencia biopolítica. Consiste fundamentalmente en
protección negativa de la vida: funcionalidad de lo negativo  es el obstáculo, lo que
contradice el desarrollo de la vida, aquello que permite potenciarla (despierta energías
para su desarrollo).

“…todas las civilizaciones, pasadas y presentes, plantearon la necesidad de su propia


inmunización [la conservación de la vida], y en cierta manera la resolvieron; pero
únicamente la civilización moderna fue constituida en su más íntima esencia por dicha
necesidad” (Espósito, 88).

1
Para Espósito la biopolítica es la política dirigida hacia el hombre en cuanto zoé, no en cuanto bios.
Retomando a Foucault y su punto no resuelto (“caja negra”), el filósofo sostiene que de la biopolítica el
pensamiento foucaultiano es capaz de prever dos efectos posibles: la subjetivación o la muerte. Es, de
todas formas, ambivalente porque el poder biopolítico subjetiva a condición de hacer participar a los
individuos de su propia objetivación (la biopolítica puede pensarse como aquel tipo de poder que se
ejerce potenciando el objeto sobre el cual se aplica).
“Esto ocurrió cuando cayeron las defensas naturales que hasta cierto punto habían
constituido el caparazón de protección simbólica de la experiencia humana: en primer
lugar, el orden trascendente de matriz teológica. La grieta que imprevistamente, al final
de los siglos medios, se abrió en ese primitivo envoltorio inmunitario determinó la
necesidad de un aparato defensivo distinto, de tipo artificial, orientado a asegurar un
mundo ya constitutivamente expuesto al peligro” (Espósito, 89)2.

Las categorías políticas del mundo moderno son formas de inmunización.

La soberanía es el remedio para un mundo común en el que el otro es el peligro. Solo la


soberanía puede aislar a los individuos para que no colisionen por el deseo de tender a
las mismas cosas. Para su conservación, la vida debe renunciar a su vector
principal: el derecho a todo lo que pueda garantizar la supervivencia.
Yuxtaposición antinómica. La vida necesita del derecho a todo lo que pueda, pero esa
misma tendencia la puede destruir. Necesita un poder soberano que interrumpa el vector
ilimitado del deseo3.

El impulso natural a la propiedad la instituye como aquello en relación a lo cual el


mundo común puede ser dividido para que cada individuo pueda gozar de su propio
espacio. La propiedad está en ambos lados del asunto: en la naturaleza y en lo social (al
menos en Locke).

Atención: pero el fomento de la propiedad, la ruptura de los bienes comunes, atentan


contra la vida  (Locke) la acumulación puede ser infinita, sobrepasando los umbrales
de conservación de la vida y despojando a los demás de bienes importantes para la vida.
Alienación: antinomia contenida en la propiedad. El dinero atenta contra los otros y
contra uno mismo. No es el punto que más enfatizaría. Demasiado ideológico.

La libertad en sí misma es negativa (no injerencia de lo exógeno) en tanto y en cuanto


esto es condición –se presupone– para que la vida pueda ser conservada. Esto la hace
parte del mecanismo de la seguridad, lo cual explica el péndulo contemporáneo entre
ambas.

Tanto la libertad, como la soberanía y la propiedad son formas de inmunización contra


los peligros del mundo común (donde los deseos pueden colisionar)

2
En Immunitas, Espósito afirma que el desarrollo de la vacunación introduce está misma lógica
mediante la cual es el artificio el que infecta la vida la natural para hacerla posible.
3
Este razonamiento se inserta de lleno en la inflación que padece el tema de la conservación/inmunidad
en el pensamiento moderno. La ruptura de las envolturas simbólicas expone a la vida en su más
descarnada precariedad, a la par que la protección de la misma se realiza por apelación al artefacto.
Biopoder y biopotencia

La lectura de Nietzsche desarrollada en este capítulo no se ajusta a las verdaderas


relaciones que el filósofo alemán establece entre política y vida. Elude completamente
el factor comunicante: la cultura. Se apoya mucho en la lectura de Foucault, de dudosa
procedencia…

No obstante, Espósito afirma que la tónica del pensamiento nietzscheano ha sido


erróneamente detectada. Solo a través de lo que vió Foucault sería pensable dicha deriva
que Espósito denomina biopolítica o inmunitaria. El hecho de que hasta ese momento se
obvió algo es prueba de las tramas interpretativas especulares que se articularon en
torno a la obra de Nietzsche: pensador hiper-político para unos, impolítico para otros.
Espósito sostiene que el error es concebir a Nietzsche en función de un concepto de
política que no es el suyo.

Sí es interesante cómo presenta a Nietzsche como un pensador capaz de resaltar la


deriva afirmadora y negadora de la vida que subyace al dispositivo inmunitario.

El filósofo alemán caracteriza a la modernidad desde la óptica de cómo el poder da


forma a la vida en toda su extensión e intesidad.

En este sentido, retoma la crítica nietzscheana a la modernidad: queriendo conservar la


vida, la hace degenerar. La crítica a las instituciones modernas vendría en este sentido.
Escisión moderna entre vida y conflicto. Él es biopolítico: elabora una crítica no de
tal o cual institución, sino de la institución en sí, separada de la dinámica de la vida
y, por lo tanto, capaz de dañarla.

Necesidad de la resistencia y de la lucha para la vida: la conservación está subordinada


a la voluntad de poder. El organismo vital tiende a potenciarse y a sobrepasar límites.
La vida es esencialmente superación de lo otro y también de sí.

Para afirmarse debe negarse a sí misma: se impulsa fuera de sí = introduce en sí su


propio afuera. Se apoya en Ribot, Roux y demás para esta concepción. También en
W.H. Rolph  en la naturaleza la prodigalidad es llevada al absurdo. Es puro exceso y
derroche (dilapida constantemente, no escatima en sus creaciones).

Deriva autodisolutiva de la vida: no es déficit, sino exceso  las instituciones se


encargan de mantener a raya está dispersión originaria. Problema: al impedir la
disolución del organismo frena su desarrollo, condenándolo a la éstasis y la esterilidad.

“La mayor enfermedad de los hombres nació de la batalla contra sus enfermedades, y
los remedios aparentes generaron, a la larga, algo peor que aquello que debían
eliminar” (Aurora)

Para alcanzar su máxima expresión vital un organismo debe desafiar la muerte.


“una salud en sí no existe…existen innumerables saludes del cuerpo…será necesario
que nuestros médicos pierdan la noción de una salud normal…” (La gaya ciencia).

Entre salud y enfermedad hay una relación compleja: la enfermedad es lo contrario de la


salud, pero también su presupuesto, su senda.

La única política que se sustrae a la degeneración es la que se encara desde la óptica de


la especie en general. Esto lo trabaja Espósito en el subcapítulo titulado “Doble
negación”:

La supervivencia de una fuerza se opone al proyecto de su potenciación. Limitarse a


sobrevivir es debilitarse. Es necesario aislar y resguardarse de las especies débiles
(tendientes a un exceso de protección).

Sociedades estamentales: es difícil definir si estas diferencias jerárquicas refieren a


estamentos sociales o estamentos entre pueblos y razas (Lo cierto es que son ambas,
pero Espósito se limita a marcar que aparecen elementos en ambas direcciones).

El desarrollo aristocrático de unos exige la reducción de otros, su conversión en


hombres incompletos  Espósito considera improcedente atenuar metafórica o
literariamente aquellos pasajes en los que Nietzsche manifiesta con crudeza la necesidad
de sacrificar estamentos enteros. Ciertas lecturas nietzscheanas (patología criminal de
Galton, sociología animal de Espinas y Schneider) llevan a Espósito a presentar a
Nietzsche como punto de pasaje hacia la eugenesia y el discurso de la degeneración en
el siglo XX.

Pero Nietzsche también tiene otra propuesta (biopolítica). Aunque en sentido inverso.

Nietzsche biologiza al bios, lo retorna a la zoé, para que pueda ir más allá de sí mismo.
Esto se ve en conceptos muy zoológicos, tales como cría (Züchtung) o domesticación
(Zähmung)  “la potencia vital del hombre reside en su pertenencia profunda a aquello
que en él no es aún, o ya no es más, hombre, aquello que constituye a un tiempo la
fuerza primigenia y la negación específica de lo humano” (158).

Necesidad de alojar peligros: “ennoblecimiento por degeneración”  Nietzsche no


recomienda la inoculación de antígenos destinados a producir anticuerpos o a fortalecer
la carga defensiva del organismo. No es un negativo menor utilizado para bloquear un
negativo mayor.

Es como un parto: “El parto no es tan solo una oferta de vida, sino el lugar efectivo
donde una vida se hace entre dos, se abre a la diferencia consigo misma de conformidad
con un movimiento que contradice la lógica de la autoconservación inmunitaria” (171).

TANATOPOLÍTICA
En el nazismo no hay filosofía: hay biología. La relación entre política y biología se
llevó a cabo sin mediaciones (con bestialidad literal, nada de metáforas).

Procesos biológicos: criterio rector de las acciones.

La diseminación de la muerte (se autorizaba a matar a cualquiera) venía acompañada de


cosas antitéticas: campañas sobre el cáncer, medidas de higiene exageradas, protección
de vida animal  la matanza fue en el marco de una defensa de la salud.

El enfermo era el pueblo alemán  el sistema protector se tornó tan agresivo que se
vuelve contra el cuerpo mismo que debe proteger.

“Degeneración”  concepto clave. En Buffon remite a las variaciones ambientales que


atraviesa una especie al alejarse de su fenotipo. Para Lamarck esto sería una adaptación
exitosa. Para el siglo XIX, la degeneración viene a transformarse en decadencia.

Converge luego con el discurso de la “herencia”  en 1870, el vocablo latín hereditas


(que significa legar bienes a los descendientes en el momento de la muerte) se comienza
a aplicar a la biología.

Gina Ferrero Lombroso: plantea la indistinción entre degeneración y evolución. Lo


piensa en la civilización. No es la línea que toma la biología de la época. Pero
representa el punto en el cual la discusión inmunitaria sobre la degeneración se mide en
relación a su opuesto (el protector).

Antinomia técnica-naturaleza: la intervención eugenésica actúa sobre la vida. La


degeneración es en sí misma natural. No obstante, el objetivo no es corregir la
naturaleza, sino más bien devolverla a su curso espontáneo: son la sociedad y las
instituciones las que atentaron contra la dinámica misma de la selección natural.

Biopolítica nazi: el hombre no es evaluado en función de su productividad económica,


sino que ésta es evaluada en función de su valor biológico.

Hay vidas que ya están muertas en vida (degeneradas): al matarlas, la muerte no les
viene de afuera.

¿Qué querían matar los nazis en los judíos? A la muerte misma. Mediante la muerte
(221)  no es una cuestión de falta de ética médica.

Eso llevó al nazismo a morir como última estrategia para evitar el riesgo de muerte.
Autodestrucción.
Filosofía del bios

La muerte del nazismo no significó la muerte de la biopolítica. En la actualidad, el


horizonte de sentido de la política exterior e interior pasa siempre por la conservación
de la vida. Esto se agudizó con la caída del comunismo: el único horizonte de
legitimación posible es la vida humana en su carácter biológico.

Figuras actuales de la biopolítica y su fuerte impronta inmunitaria:

- Estabilización de las legislaciones de emergencia: confusión entre norma y


excepción bajo pretexto de buscar seguridad  esta obsesión genera más
necesidad de seguridad.
- Guerra preventiva: con el objetivo de protegerse de la guerra, se desencadena la
guerra  recursividad de lo negativo: reproducir el mal que se quiere evitar.

Más que el comunismo, es el nazismo el que trazó el umbral de inicio de nuestra época.

Arendt vió algo de la génesis de este proceso cuando afirmó que la modernidad supone
una retracción del “mundo en común” y un alza de la categoría de “vida” (tematizada en
la primera modernidad mediante el tópico de la conservación). Pero la filósofa hace su
análisis en función de la política griega, y desde allí interpreta el advenimiento de la
sociedad del trabajo moderno como una sociedad sin mundo común, donde lo único
compartido es la satisfacción individual de necesidades mediante el consumo de bienes.

El problema de la biopolítica le permanece vedado porque desde la filosofía política


clásica no se puede acceder a ella. Menciona Espósito las oposiciones de Heidegger a
pensar la existencia en términos de nuda vida (o mera vida). Argumenta una ventaja de
Heidegger sobre Arendt en este sentido y decreta su oposición a la biopolítica nazi en
términos conceptuales (Arendt tendría aún un concepto de vida demasiado biológico 
esto se ve en la “labor” por ejemplo).

- Para Heidegger, la vida solo puede ser definida en términos privativos.


- El animal es pobre de mundo, el hombre es hacedor de mundo.
- Esta diferencia se pierde en el giro hacia la semántica del ser y la perdida de
centralidad del dasein.

Luego Espósito propone tomar los conceptos centrales de la biopolítica para volcar su
sentido hacia la communitas: vida, nacimiento, cuerpo.

La semántica de la carne: Merleau-Ponty  el cuerpo es atravesado por el mundo, el


cual lo hace no coincidir consigo mismo. Esto hace al cuerpo in-escindible de su
exterior. Impide que se cierre sobre sí mismo como cosa hecha.

- ¿Qué representa la carne? El elemento terrenal, perecedero y sufriente de la


realidad humana.
- El cuerpo es su individuación. Ejemplo: cristianismo y espiritualización:
inyección de un espíritu capaz de sobreponerse a la precariedad y a la eterna
diferencia de la carne consigo misma.
- El cuerpo es la funcionalización orgánica de la carne: su estructuración en
sistemas de signos y prácticas. La incorporación unifica una pluralidad.
o Por eso la encarnación le significó siempre un problema a la Iglesia: dos
principios contradictorios habitando un cuerpo. Hay que sacrificar uno al
otro.
o LA biotecnología representa el mismo problema actualmente: posibilidad
de pensar al cuerpo como habitado por una identidad imposible consigo
mismo.

La posibilidad de pensar la carne sin cuerpo supone una potencialidad. Hoy en día el
pensamiento del cuerpo en política está en retroceso: caída de todos los límites y
fronteras, adhesión a formas de identificación más reducidas. Posibilidad de una política
de la carne (difícil de enunciar por ahora).

El nacimiento: los nazis la enmarcaron en la nación, ámbito en el cual todos los


nacimientos se conectan.

Freud: Moises y la religión monoteísta  solo se puede fundar un pueblo a condición


de no pertenecer a él. El nacimiento no unifica el dos en el uno, sino que divide el uno
en el dos.

El recién nacido es expuesto (excorporado) a una diferencia irreductible con todos los
que lo han precedido. Punto para Arendt: el nacimiento es la instancia política
fundamental, supone una divergencia con el ciclo vital y biológico de la especie, pero
también la posibilidad de ser único. La política es la repetición de esta primera novedad.

Simondon también sostiene esto: un individuo sostiene la actividad que le dio


surgimiento. Se identifica con ella. En esto supera a Arendt, porque lo postula sin
ningún tipo de cesura entre la vida y el hombre. Ni siquiera lo detiene la separación
entre lo físico y lo vital. De su planteo se desprende que no hay antropología.

La única manera de aplazar la muerte: renacer constantemente en nuevos órdenes. No


conservarse mediante protección negativa.

Norma de vida: ¿qué relación hay entre vida y norma?

Spinoza: la vida es esencialmente portadora de su propia norma  derecho a lo que se


puede. La norma no es externa ni recae sobre la vida desde fuera. Norma en la vida.

La potencia de un cuerpo es proporcional a la intensidad de su intercambio con otros.


La medida de la normativización de todas las normas es la de su relación reciproca.
Sistema metaestable de contaminaciones recírpocas.

Canguilhem: Norma es estado del viviente. Salud y enfermedad tienen cada una su
propia norma (son estados). Lo “anormal” es parte de la norma, y permite su
inteligibilidad. En biología la salud no es advertible sino es a través de la enfermedad.

La enfermedad nos muestra, a contraluz, las potencialidades fisiológicas de un


organismo. “Hasta dónde puede llegar”…Por esto la norma no puede preceder a la vida
e imponerse evaluativamente sobre ella, sino que se desprende de la vida misma.
Cada organismo porta su propia norma: ella es la coincidencia del ser vivo consigo
mismo.

Normal: capacidad de crear nuevas normatividades. Anormal: norma que consiste en la


pérdida de normación (el organismo pierde la capacidad de crearlas).

Normalidad no es conservación, sino incorporación de variaciones e incluso


enfermedades en una normatividad distinta. La enfermedad es solo el riesgo de no poder
afrontar riesgos.

Deleuze: un único proceso atraviesa sin solución de continuidad toda la extensión de lo


viviente. La vida es una singularidad impersonal. Es impropia. No se circunscribe a la
individualidad que la manifiesta, o que la arrastra.

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