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Alarcón
Curso: Teatro Español de la Edad de Oro (LIT 312)
Profesor: José Antonio Rodríguez Garrido
Tipo de entrega: Primera entrega grupal - Versificación
Almendra Miranda
Samantha Escobar
Andrea Marinelli
Tadeo Valverde
Oscar Reátegui
Introducción
1
“Representa la obra de Alarcón una mesurada protesta contra Lope [...] le distingue una desconfianza
general de los convencionalismos acostumbrados [...]” (citado en Oleza y Ferrer, XLII)
2
Se incluyen bajo este grupo de estudios los aportes de Juan Oleza y Teresa Ferrer, quienes a su vez
referencian valiosos trabajos de cronología crítica alarconiana como los de Castro Leal, Claydon,
Bruerton y Hartzenbusch, entre otros. .
funcionalidad dramática se adhieran coherentemente con el cúmulo de propuestas
teatrales de Juan Ruiz de Alarcón.
Dicho esto, se realiza a continuación un análisis de las variadas formas estróficas que se
hallan en la comedia, de las cuales planteamos la siguiente codificación como formas
poéticas y su correspondiente funcionalidad en el drama:
3
Definida y caracterizada por Tomás Navarro Tomás. “De la redondilla de rimas abrazadas, abba, se ha
venido haciendo uso desde el siglo XIV. El Siglo de Oro y el romanticismo la adoptaron con preferencia
sobre la variedad cruzada” (101)
utilizada con mucha soltura por el mismo Lope y demás poetas4. La variabilidad
temática que tiene la redondilla la hace, empero, contextual a las acciones del drama y
relativa a la funcionalidad de caracteres, acción o tono. Para el caso de La verdad
sospechosa, su valor denotativo se encuentra, en primer lugar, al tomar en cuenta ciertas
consideraciones negativas respecto de su forma de arte menor y como estrofa de cuatro
versos: en oposición a formas más elaboradas como el romance o los tercetos, la
redondilla no es de tono elevado, no es vehículo de persuasión o episteme y no supone
una pausa en el contenido de la acción para incluir elaboración lírica. Los límites
métricos y estróficos la prefiguran, desde la preceptiva, a una función situacional. En la
textualidad de la comedia, está ligada a las escenas y secuencias dedicadas al
planteamiento y a la acción; concatenado por oposición en la varietas de formas
estróficas.
4
Quilis incluye una valoración del uso múltiple de la redondilla: “En la lírica del Barroco se convirtió en
una de las estrofas más corrientes. Baltasar del Alcázar las utilizó muy certeramente, y Lope de Vega las
aplicó con gran soltura a toda clase de asuntos, aunque en su Arte nuevo las recomendaba para tratar con
ellas los diálogos de amor.” (94-95)
5
Sin dejar de lado los planteamientos críticos que Marc Vitse realiza sobre las formas englobadoras y
englobadas, la lectura del presente ensayo toma postura por la contraargumentación que realiza
Antonucci, pues se presenta como la más centrada en la funcionalidad de las formas estróficas que en su
mera variación y enmarcación mutua. El objetivo de este ensayo, por lo tanto, busca encontrar el
funcionamiento de la varietas antes que el mero análisis estructural de las formas.
El resto de escenas que sirven de ejemplo del dinamismo de acción correspondiente a la
redondilla son de distinta índole. Se puede establecer como denominador común que el
abandono-retorno a la forma englobadora de la redondilla implica un cambio de la
acción en favor de espacios retóricos o de elevación elocutiva por parte de los
caracteres. En otras palabras, la causalidad acción deja paso a la elaboración del
discurso y verdad dramática que, en La verdad sospechosa, constituyen el núcleo de la
relación entre forma estrófica y función dramática.
En efecto, es mediante el romance que don García articula sus tres principales mentiras:
la descripción de la fiesta en el río (vv. 665-748), la historia de su casamiento en
Salamanca (vv.1524-1711) y el asesinato de don Juan de Sosa en el duelo (vv.2718-
2773). Nótese la variedad temática que se abordan en estas tres menciones: esto no es
verosímil simplemente para efectos de la trama, ya que el romance es tipificado como
adaptable a cualquier contenido. Dicha forma estrófica es propicia para los monólogos
debido a que formalmente puede contar con un ilimitado número de versos, de los
cuales los pares son de rima asonante y los impares quedan sueltos7. Por un lado, esto
permite un punto de acumulación que da cabida a la creatividad retórica y a la función
de écfrasis; por otro, este cambio de tono, que implica el calibre de las mentiras de don
García, posibilita la focalización del ritmo y del tono perlocutivo necesario en la
persuasión hacia su interlocutor. Para efectos de la función dramática, el romance está
fuertemente engarzado al núcleo de la comedia, precisamente, la presentación
tergiversada de la verdad.
Si bien Ruiz de Alarcón elabora los romances como ámbito predominante de la mentira,
también incluirá contrapuntos en donde la función métrica tiene un objetivo moralizador
y dota de una elevación relativa a ciertos personajes específicos. Ejemplo de ello, es la
corta confrontación entre Tristán y don García ante los cuestionamientos de primero
(vv.779-872), pero sobre todo la pretensión de lección moralizadora de don Beltrán a su
hijo (vv.1396-1521).
“¿Sois caballero, García?” (vv. 1396), con dicho verso don Beltrán opta por ingresar a
la forma del romance, desplazando el discurso coloquial precedente en redondillas, para
6
Riquer, citado por José Domínguez Caparrós en Métrica española: teoría de la literatura y literatura
comparada, señala que “el romance es el género poético más general, más constante y más característico
de la literatura española (24)”. pp.232.
7
El romance es definido y caracterizado por Rudolf Baehr en Manual de versificación española como un
verso mayormente octosilábico cuya asonancia es continua en todo el romance y situada en los versos
pares mientras que los impares quedan sin correspondencia en las rimas. (205)
presentar un sermón sobre los valores ético-morales de la época, lo que permite reforzar
la dimensión persuasiva del discurso del padre que pretende hacer frente a las mentiras
del hijo. De esta forma, don Beltrán queda alineado al papel de cierta autoridad moral.
Ahora bien, inmediatamente después se descubre que el ascenso moral del personaje
paterno solo fue momentáneo, ya que al final queda envuelto nuevamente por las
mentiras de su hijo8, en un sentido retórico, queda persuadido por una operación verbal
superior que forma parte del romance y, en efectos de recepción, de la comicidad del
drama.
“Agora os he menester/ sutilezas de mi ingenio” (vv.1524), con estos dos versos don
García cierra este primer romance, y empieza el relato de su segunda gran mentira,
demostrando su superioridad en la elaboración retórica que termina por convencer a su
padre. Es importante señalar que el romance introducido por don Beltrán presenta una
asonancia vocálica en e-o, mientras que el romance iniciado por don García propone
una asonancia inversa: o-e9. Esta inversión especular cumple la función de rebatir la
pretensión moralizante del romance que le antecede, pero sin desviar la tensión
dramática. La posición aleccionadora y acusadora de don Beltrán queda sin efecto ante
la respuesta de superior intensidad de don García, lo que refuerza su argumentación y el
juego verbal elocutivo. Se introduce así una capa más al conflicto dramático, sostenido
y transportado por los distintos niveles de la red de mentiras.
Si bien la polimetría que presenta Ruiz de Alarcón en La verdad sospechosa refleja una
propuesta particular acerca de las funciones de las formas estróficas, es innegable la
presencia de la tradición del teatro español en el Siglo de Oro. Gaylord destaca la
afirmación de Lope de Vega de que la decisión del uso de cierto tipo de metro no es una
simple conjugación entre la forma poética y la situación. Depende también del
comportamiento y de las intenciones del personaje, así como la expectativa de la
audiencia10. En este sentido, los soliloquios en romance tiene la función también de
intensificar la caracterización de los personajes: en el caso de don Beltrán, acentúa su
carácter ético y en el caso de don García insiste en su hábito irrefrenable e incurable de
mentir. Asimismo, predispone la bondad de la audiencia hacia la figura moral del padre
mientras que la indispone hacia el hijo (aunque esta polarización de valores no resta a la
comicidad, producida desde el ingenio del lenguaje en el contexto adecuado para la
risa).
8
En una defensa de cómo este juego retórico es fundamental para La verdad sospechosa, Valbuena Prat
sostiene lo siguiente “tal gracia y vivacidad, que se imponen al público y contrastan con la rigidez del
castigo. El caso más patente es el de don García en La verdad sospechosa cuyas invenciones invenciones
mentirosas son una verdadera creación poética y c´mica (...) la moral del viejo don Beltrán resulta fría,
convencional, antipoética y en el fondo damos la razón al mentiroso” (citado en Oleza y Ferrer, LIV)
9
Así, pues, el primer acto se estructura de la siguiente manera: Re-Ro-Re-Qui-Re; mientras que el
segundo lo hace de forma inversa: Re-Qui-Re-[Ro(e-o)-Ro(o-e)]-Re.
10
Ideas tomadas de Approaches to teaching early modern spanish drama. (79)
romances y, además, se ve rápidamente desmentido por la aparición en escena del
mismo don Juan (lo que no le impide a don García seguir mintiendo).
Asimismo este pasaje permite la reflexión acerca del personaje de Tristán. En el primer
romance, don García se ve cuestionado por su sirviente debido a su comportamiento
amoral, sin embargo, este cede muy pronto a sus argumentos para convertirse en
cómplice de sus mentiras. En este último romance, el galán también es criticado por
Tristán pero además, en la escena X del acto III (vv. 2955 - 2971), cuando don Beltrán
duda de las palabras de su hijo sobre su amor a Lucrecia, desempeña la función de
garante de las verdades que Don García pretende contar y, asimismo, se configura como
un personaje con fuerza ilocutiva.
Se concluye en este apartado la función progresiva del romance como un espacio para la
operación retórica de las mentiras de don García, de las lecciones moralizadoras de
Tristán y don Beltrán y, por último, del espacio más propicio para el advenimiento y
desarrollo de la justicia poética.
III. Las quintillas y el espacio doméstico de voz femenina para Isabel y Jacinta
Asimismo, vale añadir que la cercanía establecida con la forma de redondilla permite
una funcionalidad dentro del drama con bastante variedad temática, ya que la forma de
11
Según Tomás Navarro: “Consta de cinco octosílabos con dos rimas combinadas de varias maneras”
(105). Antonio Quilis agrega: “con la condición que no hayan tres versos seguidos con la misma rima, y
de que los dos últimos no formen pareado” (99), y, además, caracterizado por Rudolf Baehr “con rima
consonante” (264).
quintillas “no tiene límites en cuanto al asunto” (Baehr, 265).De esta forma, su manejo
de la estructura dramática refiere, además de su aspecto confesional - que podríamos
considerar como una interrupción de la acción - un planeamiento de acción por parte de
las mujeres que tendrá consecuencias en el enredo de don García. Esto se debe, además,
a que bajo la forma de quintillas ocurre un primer reconocimiento de la condición
mentirosa de don García: “¡Hay tal! ¿Cómo el embustero/se nos fingió perulero/si es
hijo de don Beltrán?” (vv. 1334-1336), pero que no se resuelve por completo en un
desenmascaramiento: “si bien lo miras, señora/todo verdad puede ser” (vv. 1349-1350),
preparando una capa más a la trama de equívocos y, por lo tanto, extendiendo la
complejidad del nudo dramático y las posibilidades de elaboración polimétrica.
Por otra parte, esta variante nace, en principio, como una simple estrofa, como señala
Trapero13. Su creador, Vicente Espinel, la bautizó como la “nueva rima”. En el Arte
nuevo, Lope la califica como “buena para la queja” (v. 307). Quilis agrega que el hecho
de que la décima produzca este efecto puede ser explicado por su estructura versal, ya
que presenta “un ascenso y descenso de ideas” (110), que interpelan constantemente a
su interlocutor: “¿No me habláis, dueño querido?” (v. 2496), “Que advirtáis, señora, os
12
Ubicado y definido en Tomás Navarro: “Consta de dos redondillas de rimas abrazadas y unidas por dos
versos de enlace, abba:ac:cddc.” (127). Aunque Antonio Quilis es mas especifico al respecto: “Está
constituida por versos de ocho sílabas”, y luego, “está formado por dos redondillas [...] uniéndolas, dos
versos de enlace que repiten las rimas última y primera de cada redondilla, ac” (110).
13
En su texto “La décima popular en la tradición hispana”. Publicado en La décima: Su historia, su
geografía, sus manifestaciones (coord. Maximiano Trapero). Santa Cruz de Tenerife: Cámara Municipal
de Évora / Centro de la Cultura Popular Canaria, 2001, 61-100.
pido” (v. 2500). Esta forma estrófica, por su nivel estilístico, es muy semejante a la
argumentación del soneto y genera un efecto admonitorio, que deviene finalmente en la
sensación de queja ya mencionada, pero con matices de altura dramática. A lo largo del
tiempo esta variante estrófica se adaptó a diversos temas narrativos. Sobre esto,
Domínguez Caparrós señala que es, además, usada en el teatro como forma
independiente en composiciones ingeniosas y de carácter epigramático. Según
Trapero14, la décima se configura como el tercer género literario de la poesía popular,
aparte del romancero y el cancionero. Esta variante se erige como una forma integral
que puede recorrer transversalmente las diferentes dimensiones de la vida del hombre,
vale decir, el plano individual y colectivo. Para efectos de La verdad sospechosa, el
espectro del espacio urbano correspondiente a dicha comedia, deviene de un espacio
social preponderante. Las actitudes (también esclarecidas por la variedad estrófica),
permiten dar cuenta de las condiciones de interrelación de los personajes en el entorno
urbano, acentuando ciertos caracteres representativos atribuidos a la posición
interlocutiva.
14
Ibid. Página 3.
15
Ubicado y definido por Antonio Quilis: “Los tercetos encadenados son los más frecuentes: series de
tercetos endecasílabos cuyo patrón es el siguiente: ABA-BCB-CDC…-XYX-YZYZ.”. De influencia
italiana, a partir de la Divina Comedia, según menciona también Tomás Navarro Tomás.
16
La primera mención podría considerarse la de los versos. 551-552: “Doña Lucrecia de Luna,/se llama
la más hermosa”, ésta referencia de la relación filial establece ya un primer indicio de su final aparición,
reafirmada por la importancia de su condición social en el vv. 1137-1140: “En/cuanto a ser principal,/no
hay que hablar; Luna es su padre,/y fue Mendoza su madre,/tan finos como un coral”. El enredo de don
García sobrepasa el drama amoroso, y se instala también en el de las relaciones de poder y en el factor
económico. Más aún si esta se reafirma en boca propia: “Que sin eclipse sois Luna,/que sois Mendoza sin
Martes” (vv. 2082-2083). Lucrecia es “heredera de su casa” (vv. 2939), factores todos que aumenta la
tensión del enredo, permitiendo una entrada de gran importancia dramática para el personaje de don Juan
de Luna, relacionado con el uso de los tercetos.
de don García, anticipando el desenlace final: “Los pies, señor don Juan de Luna, os
pido” (v. 3048).
Valdría recalcar también una relación entre forma estrófica y caracteres enunciadores.
El uso exclusivo de los tercetos en correlación a la presencia masculina se ubica en
contraposición con el uso de las quintillas antes observado. Esto podría segmentar una
distinción de caracteres marcado por la temática en discusión (las negociaciones
previas), en la cual la mujer no estuvo involucrada. El tono alturado concierne a la
situación dramática en sintonía con un discurso social. El endecasílabo, verso de arte
mayor, marca también esta diferencia por su condición de métrica culta, como afirma
Antonio Quilis (59). Así, don García y don Juan de Sosa, adquieren también una
posición elocutiva a la altura de los tres caballeros mayores, ante quienes se presentan
en calidad de pretendientes. El acontecimiento merece tal apropiación del lenguaje,
coincidiendo así con las fórmulas preceptivas de la época y contextualizadas en función
de la comedia de Alarcón.
Por otra parte, la estructura estrófica general de la obra también sufre un cambio digno
de atención justo frente a la presencia del terceto. Si bien se había señalado el carácter
englobador de las redondillas por la función progresiva de la acción, en el tercer acto el
patrón estructural sufre una variación: concluye con dos romances que reemplazan la
función englobadora de la redondilla respecto del terceto. La tensión dramática (y
cómica) de la obra, alcanza su ápice en el terceto central, que finaliza, como antes
señalado, en un error fatídico para el protagonista, lo cual concreta la caída del romance
final. Su presencia entre dos romances (y no entre redondillas), entonces, realza su
funcionalidad dramática dentro de la obra, como aquella que concreta el giro cómico y a
la vez fatídico (para don García) de la misma.
Conclusiones
La preceptiva áurea ejerce una influencia en las formas estróficas que Juan Ruiz de
Alarcón utiliza, pero en el caso de La verdad sospechosa son los matices de
caracterización y, específicamente, de elocución los que constituyen el material de
análisis más demandante.
Comprobamos que los asedios críticos a la polimetría en el teatro áureo pueden ser más
que contribuyentes a la lectura de una comedia, puesto que el tratamiento de las formas
estróficas se figura en ellas como algo esencial. En el caso de las formas englobadoras
con las formas englobadas, da un entendimiento de cómo la estructura jerárquica del
tipo de versificación condiciona el entendimiento de la acción dramática; es decir, la
influencia de la forma en el significado y su posible estudio para lograr una semántica
más exacta del drama del Siglo de Oro. En el caso de La verdad sospechosa esto ha sido
demostrado a través de la redondilla como forma englobadora y el romance y demás
estrofas como englobadas.
Paralelo a esto, se debe incluir una focalización de lectura que aplique contextualmente
las categorías críticas e intente construir críticamente el espacio intermedio donde lo
poético se vuelve teatro. En la lectura de La verdad sospechosa, debe atenderse a la
variación alarconiana y a los índices en el texto dramático que apunten a la
espectacularidad del texto. En otras palabras, incluir la dimensión performativa y
elocutiva de la comedia en la estructura pautada de la forma.
Bibliografía
Fuente primaria
Fuentes secundarias
NAVARRO TOMÁS, Tomás. El arte del verso. Sexta edición. México D. F.: Colección
Málaga, 1975.