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Un lápiz o lapicero es un instrumento de escritura o de dibujo.

Consiste en una mina o


barrita de pigmento (generalmente de grafito y una grasa o arcilla especial. También puede
ser pigmento coloreado de carbón de leña) y encapsulado generalmente en un cilindro de
madera fina, aunque también en envolturas de papel y plásticas.
Un lápiz que tenga una mina hecha con más arcilla mezclada con el grafito es un lápiz más
resistente. Se diferencian, por una parte, con las letras H (del inglés hard = duro) y B (del
inglés black = negro), y, por otra parte, con un número de 1 a 4, siendo el número 4 el más
duro. También puede haber combinaciones de las letras: HH, por ejemplo, se refiere a una
mina muy dura.1

Los lápices modernos se fabrican industrialmente mezclando el polvo de grafito y arcilla


molidos finamente, agregando agua, formando minas largas que se cuecen en un horno
(compartimientos térmicamente aislados). Las minas resultantes se sumergen en aceite o
cera fundida, que se filtra en los agujeros minúsculos del material, dando por resultado una
escritura más lisa. Un tablón de madera con varios surcos paralelos largos se corta para
formar un listón, y las tiras de grafito y arcilla se insertan en los surcos. Otro tablón
acanalado se pega encima, de manera que el ensamble final es cortar todo en lápices

Piedra de grafito.

En 1564, un depósito enorme de grafito fue descubierto en Seathwaite Fell, cerca de


Borrowdale, Cumbria, en Inglaterra.2 Los lugareños descubrieron que era muy útil para
marcar ovejas. Este depósito particular de grafito era extremadamente puro y sólido, y
podría ser fácilmente aserrado en barritas. Este era y sigue siendo el único depósito a gran
escala de grafito encontrado en esta forma sólida.3 La química estaba en su infancia y los
químicos de la época consideraron, equivocadamente, que esa sustancia era
probablemente una forma de plomo; por lo tanto, el grafito recibió el nombre de plumbago
(relacionado con plumbum, «plomo» en latín). Incluso en la actualidad la mina de un lápiz
se denomina lead (plomo) en inglés, a pesar de que no contiene plomo. En realidad, el
grafito de una mina de lápiz no es venenoso; el grafito es inofensivo si se llega a
consumir.4

El valor del grafito pronto pasó a ser enorme, principalmente porque podría ser utilizado
para alinear los moldes para las bolas de cañón, y el control de las minas fue asumido y
resguardado por la Corona británica.

El grafito, al ser blando, requiere un tipo de funda o cubierta. Las minas de grafito, al
principio, se envolvían en cordeles o en cuero de oveja para darles estabilidad. La fama de
la utilidad de estos primeros lápices se extendió, atrayendo la atención de artistas por todo
el “mundo conocido”.

Aunque se encontraron depósitos de grafito en otras partes del mundo, no poseían la


misma pureza y calidad que los de Borrowdale, y el grafito tuvo que ser reducido a polvo
para eliminar impurezas. Inglaterra continuó disfrutando de un monopolio en la producción
de lápices hasta que se encontró un método de reconstituir el polvo del grafito. Los
característicos lápices cuadrados ingleses continúan haciéndose con barritas cortadas de
grafito natural desde 1860. Hoy, la ciudad de Keswick, cercana a la zona del hallazgo
original del bloque de grafito, tiene un museo del lápiz.

La primera tentativa de fabricar las minas con grafito pulverizado se llevó a cabo en
Núremberg, Alemania, en el año de 1662. Se utilizó una mezcla de grafito, azufre y
antimonio.

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