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El convertidor catalítico es la respuesta que ha dado la industria del automóvil para poner algo de
freno a las emisiones de contaminantes que este sector produce. Es un catalizador heterogéneo
mediante el cual se hacen pasar los ases del escape con la finalidad de transformarlos en
sustancias que no contaminen.
Para poder garantizar el funcionamiento correcto del conjunto, hay que tener muy en cuenta la
relación aire-combustible. Se consigue una buena relación entre ambos con la ayuda de un circuito
que regule y mida permanentemente la composición de los gases de salida, y en función de los
resultados que haya, se corregirá la cantidad de combustible que se introduzca en el motor.
Una variable fundamental para el buen funcionamiento y la vida útil del sistema catalítico, es la
temperatura. Hasta una temperatura de unos 300ºC, el catalizador no funciona óptimamente,
siendo la zona óptima para trabajar está entre los 400 y 800ºC; cuando la temperatura es superior
se deteriora lentamente, lo que puede conllevar a la inutilización del sistema debido al
envejecimiento térmico.
Añadir un convertidor catalítico lleva asociados problemas técnicos, como por ejemplo, la
necesidad de añadir aditivos que sustituyan al plomo con la finalidad de mejorar la capacidad
antidetonante de la mezcla formada por el combustible y el aire, provocando un ligero crecimiento
en el consumo del combustible. También la instalación del catalizador hace necesario cambios en
la tecnología de algunas de las piezas del coche, lo que incrementa el coste de éste, pero sin duda,
merece la pena.