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UNIDAD 9: CIUDADANÍA GLOBAL Y DEMOCRACIA

1. GLOBALIZACIÓN

El término globalización se utiliza para caracterizar el tiempo en que vivimos.


Originariamente, la globalización alude a un fenómeno económico: la expansión
planetaria del sistema de producción capitalista. Con la caída del muro de Berlín, en
1989, y el desmantelamiento del bloque comunista, la economía de mercado, basada en
el principio de libre competencia, se extiende por todo el planeta. Francis Fukuyama
(1952), autor norteamericano de origen japonés, llegó a declarar que esto suponía "el fin
de la historia". Según su teoría, las democracias liberales y el sistema de producción
capitalista habrían demostrado una superioridad incontestable sobre el resto de
modelos políticos y económicos. La historia, entendida como lucha de ideologías y
clases, habría llegado a su final. La expansión del modelo democrático-liberal
capitalista por todo el planeta así lo confirmaría.
Los acontecimientos posteriores, sobre todo desde el 11 de septiembre de 2001, con
el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York, parecen refutar la visión de Fukuyama.
Al tiempo que la globalización económica se ha impuesto, se han multiplicado las
reacciones en contra. Los atentados pusieron de manifiesto que no todo el mundo acepta
la mundialización del sistema democrático-capitalista.
Podemos poner algunos ejemplos. El presidente iraní Mahmud Ahmadinejad en carta
escrita en 2006 y dirigida al entonces presidente de EEUU, George W. Bush, afirma: “El
liberalismo y la democracia occidental no han podido satisfacer los ideales de la
humanidad. Hoy los dos conceptos han fracasado. Los visionarios ya pueden oír el
estruendo del estallido y la caída de la ideología y el pensamiento de los sistemas
democráticos liberales. En lugar de la democracia, la voluntad de Dios prevalecerá
sobre todas las cosas”.
Otro ejemplo: ¿Qué sentido tiene la realización de unas elecciones democráticas (20
de agosto de 2009) en un país como Afganistán? Un país que lleva 30 años de guerra;
que es el país nº 171 en la lista de los menos desarrollados, (el último es el 173); en el
que la corrupción forma parte de su cultura, es decir, en los países occidentales hay
también desmanes económicos y corrupciones pero no afectan a la vida cotidiana de los
ciudadanos y a la satisfacción de sus necesidades básicas (luz, agua, alimentos,
educación, sanidad …), esa misma corrupción supone en Afganistán acceder o no a esos

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bienes básicos porque la corrupción pertenece al sistema de supervivencia; donde el
42% de la población vive en la pobreza absoluta; con el 45% de los distritos
amenazados por las armas y los talibanes en cuyos distritos ni se abrieron las urnas. Por
otro lado para que unas elecciones sean creíbles deben contar con algún tipo de registro
oficial pero en Afganistán no hay censo. El registro electoral se realiza mediante la
inscripción voluntaria de las personas que pueden y desean votar. Los hombres
presentan sus carnets pero las mujeres no siempre pueden pues no está bien visto que
salgan solas de sus hogares. Normalmente debe ser el marido o pariente masculino
quien declare el número de mujeres mayores de edad a su cargo. Dato que nadie discute
ni comprueba. Pero se dice que casi ningún pastún, la etnia mayoritaria, aceptaría
declarar el número de mujeres a su cargo por considerarlo una grave intromisión en su
intimidad. Por todo esto algunos analistas han llamado a estas elecciones “ficción
democrática”, “elecciones simbólicas o pedagógicas” pues el cambio que permitiría una
mentalidad verdaderamente democrática llevaría generaciones y generaciones, como
siglos llevó, efectivamente, en el mundo occidental, pasar de las monarquías absolutas
que surgen en los siglos XV y XVI hasta las modernas democracias del siglo XX.
Lo cierto es que la globalización ha dado lugar a un desarrollo planetario sin
barreras, donde todo está próximo, accesible, y comunicado. Consecuentemente las
interdependencias y solidaridades se han acrecentado y las políticas nacionales han
perdido importancia frente a las internacionales lo cual ha producido un alejamiento de
los ciudadanos respecto a las principales instituciones que toman decisiones en su
nombre. Las ideas de democracia y ciudadanía se han visto lógicamente afectadas por el
fenómeno de la globalización que ha traído una serie de riesgos y de oportunidades que
caracterizan nuestro tiempo. Suele decirse que como consumidores es fabulosa pero
como ciudadanos nos anestesia.

1.1. Sentidos de la globalización

a) Desde un punto de vista económico, por globalización entendemos la tendencia


de los mercados y de las empresas a extenderse según el modelo capitalista de libre
mercado, alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa las fronteras nacionales. De
esta forma se produce una interdependencia económica creciente entre todos los países
del mundo provocada por el aumento de las transacciones entre países, de capitales,
mercancías, bienes y servicios y de personas y trabajadores, si bien, no en la misma

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medida:

- Capitales: la globalización supone la libre circulación de capitales, lo cual


constituye la base del capitalismo financiero, a través fundamentalmente de las
transacciones en Bolsa y gracias a las nuevas tecnologías de la comunicación,
especialmente Internet.

- Mercancías, bienes y servicios: la globalización supone la circulación


condicionada de mercancías, bienes y servicios, de acuerdo con las políticas
económicas y arancelarias de las grandes potencias. En este caso hay libertad
relativa de movimiento ya que los países desarrollados ponen trabas a que los
países en vías de desarrollo exporten sus mercancías y compitan con las suyas.

- Personas y trabajadores: la globalización supone la circulación restringida de


personas y trabajadores, según las condiciones de salida de los países de origen
y las políticas de inmigración de los países receptores. Personas y trabajadores
gozan de una liberad muy restringida de movimiento debido a las leyes de
inmigración que pretenden controlar los flujos migratorios mundiales.

El Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y la Organización


Mundial del Comercio (OMC) son las organizaciones económicas más importantes,
cuyas actuaciones han sido decisivas en la expansión planetaria de la economía de libre
mercado y la globalización.

b) Desde un punto de vista político y cultural, la globalización se caracteriza por


el intento de extender el modelo occidental de las democracias representativas al resto
del mundo. Para muchos ciudadanos esto representa un objetivo legítimo, pero para
otros significa una intromisión políticamente inaceptable. Estas perspectivas opuestas
dan lugar a dos grandes posiciones, a favor o en contra de la globalización.

1.2. Posiciones a favor y en contra de la globalización

a) Los partidarios de la globalización consideran:

 Desde un punto de vista político y cultural, la globalización de los valores

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democráticos, sobre la base de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, es un objetivo política y moralmente irrenunciable. Tales valores y
derechos no serían exclusivos de una cultura determinada, sino que
representarían un patrimonio común de la humanidad y, por tanto, un criterio
universal de legitimación del poder político.
 Desde un punto de vista económico, la economía de libre mercado
favorecería el intercambio comercial y cultural entre los pueblos, lo que
históricamente puede jugar un papel esencial en la resolución pacífica de los
conflictos.

b) Los detractores de la globalización consideran:

 Desde un punto de vista político y cultural tras los alegatos a favor de la


democracia y de los derechos humanos se esconde el interés de las grandes
potencias occidentales y de las corporaciones transnacionales por controlar
política, económica y militarmente el planeta: los grandes intereses
económicos condicionan, cuando no determinan de hecho, las políticas de
los Estados y así, por ejemplo, la denuncia de aquellos regímenes políticos
que conculcan los derechos y libertades de los seres humanos se subordina
intereses económicos.
 Desde un punto de vista económico, la defensa del libre mercado quedaría
contradicha por las políticas económicas de los Estados más poderosos, que
subvencionan a determinados sectores productivos de sus países contra la
competencia de los países subdesarrollados, cuyos productores no pueden
hacer frente a las tasas con que los países del Primer Mundo protegen sus
mercados.

A su vez entre los detractores de la globalización circulan dos posiciones que para
distinguirse utilizan términos diferentes: los partidarios de la antiglobalización y los
partidarios de altermundialización,

- Por una parte, el término antiglobalización designa aquellos movimientos


contrarios a la globalización económica y contrarios también a la extensión de
los principios y valores propios de la cultura occidental. Dentro de estos

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movimientos se incluyen grupos con objetivos que difieren notablemente:
grupos anarquistas, organizaciones radicales de extrema izquierda y de extrema
derecha y diversos fundamentalismos de origen religioso. Unos defienden
políticas revolucionarias contra el sistema capitalista, otros pretenden la
preservación de determinados modos de vida contra las influencias culturales
externas desde posiciones nacionalistas, indigenistas o fundamentalistas.

- Por otra parte, el término altermundialización surgió para definir la posición de


aquellos que, estando en contra de la globalización capitalista, se manifiestan a
favor de la extensión planetaria o mundialización de los derechos humanos y, en
particular, de los derechos de tercera generación (preservación del medio
ambiente, desarrollo económico, acceso a las nuevas tecnologías). La frase "otro
mundo es posible" se ha convertido en el lema de estos movimientos. El uso del
término "mundialización" señalaría una diferencia de marcado carácter ético
frente a la "globalización", definida simplemente como la tendencia de los
mercados a extenderse a lo largo y ancho del planeta.

Según esta postura el neoliberalismo globalizador reduce todos los valores al


precio del mercado: el mundo se "economiza" por la fuerza. Una visión ingenua
de la globalización puede inducir a la falsa idea de que este proceso contribuye a
generar diversidad en todo el mundo y a ampliar la comunicación entre sus
habitantes, lo cual es falso. En realidad se da el proceso contrario. Cada vez hay
menos variedades de manzanas; casi todos los filmes y series que se proyectan
en el cine y la televisión son estadounidenses; el neoliberalismo es presentado
como la única elección política. Cuando sólo cuenta el provecho económico, la
verdadera diversidad no es rentable lo rentable es la producción estandarizada y
sólo sobreviven los grandes monopolios. Cuanto más se habla de libertad de
información, más los medios se encuentran en manos de los grandes poderes
económicos que imponen a todos los habitantes del planeta un modo único de
pensar y de vivir, un modo supeditado a la mercancía y el mercado. Frente a esta
descarada privatización del mundo, los partidarios de la mundialización quieren
que sea el desarrollo verdaderamente humano lo que se extienda, abogan por una
mundialización solidaria que ponga fin a los estragos causados por una
globalización depredadora.

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2. TECNOLOGÍAS DE LA COMUNICACIÓN Y SOCIEDAD DEL ESPECTÁCULO

Durante el siglo XX aparecieron o se consolidaron medios de comunicación


audiovisual que han ejercido una enorme influencia en nuestra vida, entre ellos destacan
la televisión e Internet (el cine ha jugado una función cultural y política indudable,
propagando ideas y modos de entender la existencia, modas de todo tipo e incluso
gestos, pero no ha ejercido tanta influencia como la televisión). El imperio de la imagen
que caracteriza el mundo contemporáneo encuentra en ellos su máxima expresión.
La influencia de las nuevas tecnologías de la comunicación ha sido decisiva en
cualquiera de los sentidos en los que cabe entender el fenómeno de la globalización.
Reparemos, por lo pronto, en estos tres:

- En un sentido económico, las tecnologías de la comunicación trascienden las


barreras físicas, espaciales y temporales, que condicionan la producción e
intercambio de mercancías, recursos, bienes y servicios. Gracias a ellas la
economía funciona como un sistema global, es decir, un sistema que funciona
como una unidad en tiempo real a escala planetaria. Gracias a esta
simultaneidad de las comunicaciones, las transacciones financieras se han
multiplicado de manera espectacular, superando ampliamente la circulación de
mercancías o bienes tangibles.

- En un sentido político, las decisiones, las acciones y las consecuencias de las


mismas son conocidas sin apenas dilación. Los acontecimientos políticos ya no
están circunscritos a las fronteras nacionales de los Estados. Todo está
interrelacionado lo que produce en los ciudadanos una sensación de
inestabilidad política, incertidumbre social y temor que a su vez facilita su
manipulación.

- En un sentido cultural, los nuevos medios de comunicación han generado


relaciones entre personas y grupos pertenecientes a distintos órdenes sociales y
culturales, permitiendo nuevas formas de interacción social. Incluso a un nivel
afectivo las relaciones humanas se han visto profundamente modificadas.
Mantenemos relaciones que no llegan a cristalizar en acción y contacto

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personal pero en las que ponemos nuestro tiempo y recursos y forman, por
tanto, parte de nuestra vida.

De entre los medios que han propiciado esta situación, no cabe duda de que Internet
ha jugado un importante papel. Inicialmente concebido como un sistema para uso
militar, la extensión social de "la red" ha revolucionado el modo de entender las
relaciones humanas. Y no sólo entre sus usuarios. El hecho de "tener o no tener"
Internet (sólo el 0,4% de la población en África tiene acceso), de manejarse en la red o
desconocerla, incluso el hecho de aparecer o no en ella (a través de los "buscadores",
por ejemplo), es un claro signo de reconocimiento social. En este sentido, la tecnología
determina la imagen que tenemos de nosotros mismos, de los demás seres humanos y
de la realidad, y en consecuencia del modo como nos desenvolvemos en ella.
Gran parte de lo que antes se vivía directamente, o simplemente no se vivía en
absoluto por razones de espacio-tiempo, podemos vivirlo ahora a través de la
televisión o de Internet en tiempo real. Por eso nuestra sociedad ha sido llamada la
sociedad del espectáculo, la sociedad de la imagen comprendida como mero aparecer,
porque sólo es real lo que aparece en los medios de comunicación de masas.
Entre ellos, la televisión sigue ocupando un lugar privilegiado. En lo que respecta a
la transmisión de información, los formatos televisivos son pequeños receptáculos
temporales en los que se introduce una cantidad ingente de imágenes. Con frecuencia
se pasa de una noticia de "interés general" sobre las víctimas de una catástrofe natural,
por ejemplo, al último desfile de moda o al acontecimiento deportivo de la semana. La
información resulta cada vez más indistinguible del entretenimiento y de la mera
distracción. Esta acumulación indiscriminada de imágenes e "informaciones" aliena al
espectador que cuanto más contempla, menos ve, ya que cada vez resulta más difícil
establecer una conexión entre "estímulo" y "acción", es decir entre la información que
recibimos y lo que hacemos con ella; una separación que políticamente resulta muy
relevante.
Podríamos decir que a los estímulos recibidos hay que darles salida en forma de
reacción o acción. Ahora bien, la cantidad de estímulos e informaciones que recibimos
se ha ampliado tanto que sobrepasa de forma terrible nuestras posibilidades acción, por
eso mismo se ha desligado por completo de la misma. Ya no somos capaces de traducir
la cantidad ingente de información recibida en acción. Esta situación no va a cambiar
dada la lógica implacable del mercado de los medios que luchan denodadamente por la

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atención del público. Y éste, acostumbrado a sensaciones cada vez más fuertes y ávido
de ellas, pide una dosis renovada y cada vez más elevada de estímulos.
Esta separación entre estímulo y acción afecta a la idea misma de democracia
porque afecta a nuestra actividad como ciudadanos supuestamente comprometidos con
la gestión política de nuestra comunidad local, nacional o global. Vemos y oímos pero
no actuamos.

3. DEMOCRACIA, TECNOLOGÍAS DE LACOMUNICACIÓN Y GLOBALIZACIÓN

Pueden distinguirse dos usos posibles de las nuevas tecnologías de la comunicación


en relación con la democracia:

a) Un uso político positivo de los medios de comunicación al servicio de la


democracia que se corresponde con la idea de un ciudadano activo y participativo.
Para los partidarios de la democracia representativa, las nuevas tecnologías permitirían
que los ciudadanos pudieran ser consultados por sus representantes políticos. Para los
partidarios de la democracia directa se podría consultar directamente a los ciudadanos,
que participarían en la toma de decisiones, sin necesidad de delegar su voluntad en
otros.
Sin embargo, contra la confianza desmedida en las posibilidades de este uso de las
tecnologías de la comunicación, se ha argumentado que la utilización indiscriminada
de los medios pondría en grave riesgo la dimensión deliberativa o reflexiva que debe
caracterizar las actuaciones en la esfera pública. El sentido social y comunitario de la
política se vería gravemente afectado por una utilización meramente cuantitativa y
estadística de los medios electrónicos. La deliberación exige, en efecto, espacio y
tiempo; un lugar y, sobre todo, un tiempo para la toma de decisiones, que permita
sopesar las ventajas e inconvenientes de cada alternativa y contrastar, mediante el uso
de argumentos, las diversas posiciones en juego.

b) Un uso político negativo de los medios de comunicación. Ello sucede cuando los
medios de comunicación se ponen al servicio de determinados intereses o poderes con
la intención de condicionar la voluntad de los ciudadanos. La información se
transforma entonces en manipulación y propaganda.
El pensador norteamericano Noam Chomsky (1928) describe muy gráficamente

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este uso de los medios de comunicación en las sociedades democráticas cuando afirma
que la propaganda es a la democracia lo que la violencia al estado totalitario. Chomsky
explica que en una sociedad verdaderamente democrática deben darse dos condiciones.
Primera, que los ciudadanos tengan a su alcance los recursos para participar de manera
significativa en la gestión de sus asuntos. Segunda, que los medios de información
sean libres e imparciales. Pero podemos encontrar una idea alternativa de democracia,
la llamada democracia formal. En ella, aunque formal y legalmente lo parezca, en
realidad no se permite que los ciudadanos se hagan cargo de sus propios asuntos, para
ello los medios de información deben estar fuerte y rígidamente controlados. En lo que
conocemos como estado totalitario, el control de los ciudadanos resulta fácil. Es
cuestión simplemente de utilizar la violencia contra los individuos. Si se apartan del
camino trazado, se les golpea sin piedad. Pero, claro, si la sociedad ha acabado siendo
más libre y democrática, ya no se puede actuar así, por tanto hay que utilizar otra
estrategia: las técnicas de propaganda.
En este tipo de democracia, que es la que predomina según Chomsky, encontramos
un uso restringido de la información y un modelo elitista y burocratizado de la política.
El presupuesto de este modelo se basa en la creencia de que los intereses comunes no
pueden estar en manos de los ciudadanos y solo una clase especializada de hombres y
mujeres responsables lo bastante inteligentes, puede comprenderlos y resolver los
problemas que de ellos se derivan, son las élites económico-políticas.
No cabe duda, en cualquier caso, de que los medios de comunicación desempeñan
una función muy importante, y a veces decisiva, en el desarrollo de las complejas
sociedades actuales. Fijémonos en que a menudo se apela a una opinión pública que es
indiscernible de la opinión publicada en los medios.
Con todo, el hecho de que distintos medios de comunicación transmitan de muy
diversa manera una misma "noticia" puede entenderse como una demostración del
pluralismo que caracteriza a las sociedades democráticas. Si las sociedades
democráticas se basan en el reconocimiento del pluralismo político, será también
propio de ellas un pluralismo mediático que permita al ciudadano cotejar distintas
versiones de un mismo hecho.
Por otro lado también habría que distinguir dicho pluralismo, consustancial a la
democracia, de un relativismo extremo que invalidaría todo esfuerzo crítico por
alcanzar una versión "fiable" de los hechos.

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4. GLOBALIZACIÓN Y ESTADO

Según los críticos de la globalización, ésta se caracteriza por la subordinación de la


política a la economía. En efecto, los intereses económicos de las grandes
corporaciones transnacionales (o multinacionales) condicionan las decisiones políticas
hasta el punto de que, en muchos casos, la política parece estar al servicio exclusivo de
tales intereses.
Lo cierto es que la globalización ha generado una profunda crisis en nuestra
concepción del Estado. Recordemos que entre las atribuciones fundamentales del
Estado están las siguientes:

- Poseer una jurisdicción absoluta sobre su territorio


- Disponer del monopolio legítimo de la violencia
- Actuar como garante de la soberanía ciudadana, que legitima sus leyes e
instituciones

Actualmente, la dependencia entre los Estados y los múltiples factores que


condicionan las políticas nacionales ha dado lugar a una noción más amplia y flexible
de soberanía. Por un lado, debemos tener en cuenta la existencia de entidades
supranacionales, como la Unión Europea o la ONU, y también, cómo no, de
organizaciones económicas como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial
y la Organización Mundial del Comercio, cuyas actuaciones son decisivas en la
expansión planetaria de la economía de libre mercado y la globalización. Por otro,
asistimos a un proceso de descentralización del Estado (en el caso de España, según el
modelo de las Comunidades Autónomas). Ambos fenómenos han producido importantes
cambios en el modo de entender y ejercer el poder.
Por otra parte, la sociedad civil juega un papel cada vez más importante en la
configuración de las políticas nacionales y supranacionales. Además del papel que
desempeñan la opinión pública y los medios de comunicación (el "cuarto poder" de las
sociedades democráticas), hay que destacar la emergencia y consolidación de las
Organizaciones No Gubernamentales.
En este sentido, asistimos al proceso de constitución de una sociedad mundial, si
bien las formas institucionales que han de articular estas múltiples instancias de acción
son aún muy incipientes.

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En el plano ideológico, podemos destacar dos concepciones sobre el papel que
debería jugar el Estado en el nuevo orden mundial: la concepción neoliberal y la
concepción socialdemócrata.

- La concepción neoliberal del Estado, de acuerdo con la tradición liberal


precedente, defiende los derechos y libertades de los individuos y la existencia
de un Estado mínimo no intervencionista en el plano económico ni
proteccionista en el plano social. Esta doctrina se basa en la economía de libre
mercado y en un cierto conservadurismo moral, e incluso, religioso de sus
defensores, los denominados neoconservadores (neocons).

- La concepción socialdemócrata del Estado defiende la intervención del


Estado en aquellos aspectos de la vida social que trascienden el interés privado
de los individuos. El Estado debe intervenir en el mercado, y además de ser el
garante de los derechos y libertades de los ciudadanos, debe aplicar políticas
sociales en beneficio de los más desfavorecidos y en aras de la preservación de
los intereses públicos.

Sin embargo, al tiempo que se han acortado las distancias y se ha generado un


sentimiento de identidad y dependencia globales, de interconexión de las sociedades
humanas, de pérdida de las distancias físicas y simbólicas a través de los medios de
transporte y de comunicación y de interdependencia entre los diversos Estados y
pueblos de la Tierra, han aumentado las reivindicaciones por parte de quienes se
consideran víctimas de la globalización, ya se trate de minorías étnicas o de colectivos
políticos y religiosos. Esta reacción contra lo global ha dado lugar a una controversia
política acerca de si es o no posible una ciudadanía global.

5. CIUDADANÍA GLOBAL: GLOBALIZACIÓN Y CIVILIZACIÓN

El politólogo norteamericano Samuel P. Huntington (1927) pronunció una famosa


conferencia en 1993, que posteriormente dio lugar a un controvertido libro, con el título
de “¿Choque de civilizaciones?" Huntington sostiene la tesis de que la civilización
constituye el orden máximo al que remitir las identidades culturales. En ese sentido, las
diferencias culturales entre las distintas civilizaciones del planeta no pueden ser

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conciliadas en una unidad de orden superior. De ahí el diagnóstico de un choque de
civilizaciones, que hace evidentemente inviable la idea de una ciudadanía global.
Una civilización es la máxima entidad cultural. Ciudades, regiones, grupos étnicos,
nacionalidades, grupos religiosos, son también entidades culturales pero el nivel de
heterogeneidad cultural que pueden alcanzar es menor que el de una civilización. La
cultura de una ciudad del sur de España puede ser distinta de la de una ciudad del norte
de España, pero ambas tendrán en común una cultura española que las distingue de las
ciudades alemanas. Las comunidades europeas compartirán, a su vez, rasgos culturales
que las diferencien de las comunidades árabes o chinas. Pero árabes, chinos y
occidentales no son ya, sin embargo, parte de ninguna entidad cultural más amplia.
Constituyen civilizaciones. Una civilización es, pues, la más elevada agrupación
cultural de gentes y el más amplio nivel de identidad cultural que poseen los pueblos.
Una civilización se define por elementos objetivos comunes, como son el lenguaje, la
historia, la religión, las costumbres y las instituciones, y también, a su vez, por la
autoidentificación subjetiva de un pueblo.
Samuel P. Huntington afirmó que las luchas más importantes se librarían entre las
distintas civilizaciones que definen culturalmente a los seres humanos, entre las que se
cuentan, afirma, la occidental, la confuciana, la japonesa, la islámica, la hindú, la
eslavo-ortodoxa, la latinoamericana y, posiblemente, la africana.
La tesis de Huntington ha sido objeto de agrias controversias. Su idea de un "choque
de civilizaciones" fue formulada con un tono casi profético y ha dado lugar a una fuerte
controversia política. Por ejemplo se ha utilizado para criticar o, por el contrario,
justificar, las políticas intervencionistas de los Estados occidentales en aras de la
defensa de un orden internacional basado en los valores democráticos, el derecho que se
arroga occidente de tutelar los procesos políticos mundiales en aras de la evitación de
conflictos, sin tratar o tratando, según los casos, de imponer su modelo cultural más allá
de sus fronteras.
En sentido contrario a la visión de Huntington, quienes defienden la posibilidad de
un encuentro entre culturas, una alianza de civilizaciones, consideran que los seres
humanos son capaces de trascender los límites establecidos por sus propias culturas. El
respeto a los Derechos Humanos y la defensa de los valores democráticos constituye el
horizonte transcultural al que apelan los partidarios de una ciudadanía global.
También los defensores del choque de civilizaciones y los críticos de la idea de
ciudadanía global respetan los Derechos Humanos y los principios y valores

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democráticos en que se inspiran pero defienden que tales derechos sólo tienen sentido
en el interior de la civilización que los ha producido. Sin embargo, para los partidarios
de la alianza de civilizaciones, esta defensa "relativa" es contraria a la idea misma de los
Derechos Humanos, que fueron promulgados universalmente y sin restricción.

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