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ENTREGA NO 2

Análisis artículo: http://www.elespectador.com/opinion/comunidad-y-desarrollo-columna-


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El autor aborda el inicio del año 2014 y los temas que a su juicio serán importantes para
ese mismo año. Desde el proceso de paz hasta las elecciones presidenciales y de senado.
Al final hace referencia a los tratados de libre comercio (TLC) vigentes (2014) con Canadá
y Estados Unidos

El inicio de este análisis debe abordar el que es tal vez el tema de mayor trascendencia en
Colombia en los últimos años, el inicio de diálogos de paz entre el gobierno de Juan Manuel
Santos (Presidente de Colombia en el periodo 2010 – 2014) y las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC); dichos diálogos se desarrollaban en la Habana -
Cuba, donde un equipo de negociadores representantes de ambas partes, se encontraban
negociando una agenda acordada sobre diversos temas de interés para el eventual fin del
conflicto armado.
La importancia de este tema, surge como política de un gobierno, que enmarca este objetivo
- la consecución de un acuerdo con las FARC - como pilar fundamental dentro de su plan
de gobierno. Pero dejando de un lado la parte política, y en especial, sin hacerse a un bando
en pro en contra de los diálogos, es importante entender la importancia del dialogo de paz
y la eventual firma de un acuerdo definitivo.
En primera medida es importante dejar claro, que tanto el autor del artículo como la mayoría
de la sociedad, ven en Colombia un estado social de derecho, con unas instituciones
amparadas por una carta magna, que fue aprobada por una votación donde los ciudadanos
ejercieron su derecho al voto y por el cual fue promulgada la constituyente de 1991. Es bajo
esta constitución que se rigen las instituciones y el estado colombiano, y en donde se
establecen obligaciones y deberes del estado para con sus ciudadanos.
Es esta parte bajo la que se fundamente la importancia de un dialogo, ya que la constitución
deja en manos del estado la función de garantizar el orden público a través de sus
instituciones (Policía y fuerzas Militares entre otras). Es decir, que se establece a la
seguridad u orden público como un derecho de los ciudadanos y un deber del estado en
proveer.
Es así como podríamos equiparar que el orden público o la seguridad son un bien, un bien
y una necesidad que deben garantizar el gobierno a través de sus funciones, poderes e
instituciones. Este bien, que podría llamarse un bien público, son la base para el desarrollo
de una sociedad, con la necesidad de proveer este bien público, es responsabilidad del
estado garantizar a cada uno de sus ciudadanos este derecho.
La importancia del orden público y la seguridad como un derecho o bien público al que
todos los colombianos tenemos derecho, no solo se basa en la necesidad de sentirnos
tranquilos, sino en la seguridad de todos y cada uno de los actores del orden social y
económico de un país. Es así como la seguridad o el orden público se convierten en un bien
público para cada de las acciones sociales y económicas dentro de las fronteras nacionales.
En razón a esto la importancia de un acuerdo definitivo de paz con las FARC, se constituiría
en eje de desarrollo económico y social para gran parte del país donde el accionar de esta
guerrilla tuvo mayor impacto. De esa manera en estado a podría dar mayores garantías no
solo a los ciudadanos, sino también a las empresas, de forma tal que cada actor de la
economía pudiera realizar sus actividades en diversas zonas del país, sin temor a
extorsiones o secuestros, atentados o robos y a los demás flagelos que azotaron el país
durante varias décadas.
Es así como la Paz, la seguridad u orden público, se convierten en un bien público, un bien
que ayuda a mejorar la productividad y favorece el desarrollo y crecimiento económico,
dando vía libre a la iniciativa privada, a la creación de empresas, a la explotación agrícola
y la consecuente generación de empleo en las regiones azotadas por el accionar de las
FARC.
Siguiendo por este hilo conductor entre bienes públicos, derechos y deberes establecidos
en la constitución nacional, el autor describe las elecciones presidenciales y de senado del
2014 como otro tema importante, y es claro que lo es, toda vez que instituciones como la
presidencia de la república o el congreso, son un ejemplo de instituciones formales, dotadas
y respaldadas por la ley, y aceptadas por los ciudadanos con su voto.
Dejando a un lado los odios y amores que la política pueden generar, la importancia de
estas instituciones formales dentro del orden social y económico es fundamental como parte
de la estabilidad que un gobierno elegido pueden dar a una nación.
Estas instituciones (presidencia y congreso de la república) que, aunque algo aquejadas
por escándalos y corrupción, dan el derecho a cada ciudadano de elegir y ser elegidos, y
por ende también dan la garantía que se respeta y acata la ley.
Esto dentro del proceso democrático y económico, garantiza que el poder legislativo
(congreso), promueve y crea las leyes que proveen seguridad jurídica, orden social y
económico, y que por su parte el ejecutivo (presidencia o estado), se encargan de garantizar
el cumplimiento de las leyes, logrando que las instituciones brinden reglas claras, que se
respeten las reglas de juego dentro un mercado, que se respete la propiedad privada, que
se aliente la iniciativa y la creación de empresas, que se busque el establecimiento de
condiciones dignas de trabajo, de vivienda, de salud y de seguridad para el libre ejercicio
de las funciones de cada ciudadano o actor económico en el país.
Es así como estas acciones buscan generar empleos, atraer y dar seguridad a la inversión
y la iniciativa privada, dar tranquilidad a los inversionistas y a los trabajadores dentro de la
sociedad
Por último, el autor aborda los tratados de libre comercio (TLC) establecidos con Estados
Unidos y Canadá, pero lo hace como una referencia a un tema que destruye y ha traído
problemas a la economía colombiana.
Es claro que las negociaciones de este tipo de acuerdos pueden generar muchas posturas
a favor y en contra, y mucho más si los países involucrados se encuentran dentro los más
desarrollados del mundo (Estados Unidos y Canadá) por un lado, y por otro se encuentra
Colombia que hace parte de esos países en vías de desarrollo que comparados con el
tamaño de las economías de américa del norte podría estar en clara desventaja.
Es aquí donde surge unos conceptos abordados en temas anteriores, la senda de la
dependencia y las ventajas comparativas y competitivas.
El primer concepto se ve claramente desde el punto de vista de una negociación, donde un
país suramericano como Colombia, compara su peso dentro del economía mundial, a la
hora de negociar que productos pueden quedar libre de aranceles o tramites para el libre
comercio dentro de los países (sea con Estados Unidos o Canadá). Es claro que las
condiciones de producción y competitividad están dadas para favorecer los intereses de los
países del norte de américa, toda vez que su tecnología o sus subvenciones o subsidios a
la producción de algunos productos (en especial los agrícolas), pueden darle ventajas
claramente no competitivas a la hora de negociar un tratado de libre comercio.
Es así como los países pueden ver claramente una desigualdad la hora de negociar, toda
vez que los productos de un país como Estados Unidos, en comparación con los productos
colombianos se encuentran en franca desventaja en precios o en tecnología, y así podrá
darse una condición que solo favorece las exportaciones norteamericanas más que las
colombianas – senda de la dependencia -.
A su vez, al tratar conceptos como ventaja competitiva o comparativa, es claro que tanto
Estados Unidos como Canadá, poseen avances tecnológicos y de producción que los
ponen en una posición más cómoda y favorable a la hora de negociar con un país en vías
de desarrollo como Colombia. Sin embargo, no son razones suficientes para desestimar los
tratados de libre comercio, dado que las buenas negociones pueden ayudar a que las partes
se beneficien mutuamente, al aprovechar las fortalezas de cada país miembro y así lograr
mejoras en aspectos como producción o adquisición de tecnología.
El meollo del problema radica en el poder de negociación de cada país, pero también en
una abstracción honesta de la realidad a hora de querer negociar acuerdos comerciales
con potencias económicas como Estados Unidos, no se trata de dedicarse a proteger la
industria nacional de los productos extranjeros, que pueden ser producidos con mejores
niveles de calidad, de tecnología o de precios; se trata de impulsar la industria nacional a
mejorar, a reinventarse y explotar sus ventajas. No se trata de proteger la industria nacional
de un país para que se haga perezosa y falta de iniciativa, se trata de alentarlos a competir
con las herramientas y recursos con que se cuentan, se trata de aprovechar las ventajas
de comercio para poner productos en otros mercados diferente al domésticos, y de cómo
aprender o adoptar nuevas tecnologías, productos o conceptos de producción que pueden
ayudar a crear nuevas industrias dentro de un país y que a su vez pueden darnos ventajas
frente a otros países de la región o del mundo.

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