Вы находитесь на странице: 1из 67
HISTORIA UNIVERSAL SIGLO XxX! | la epoca del absolutismo y la llustracion 1648-1779 GUNTER BARUDIO 102. edicién ie veintiuno 1. Suecia-Finlandia En la critica al «deseo de imitacién> y a Ja «pasién pueril por la innovacién» que supuestamente caracterizaron a la Rusia de Catalina, Herder hacia hincapié en los valores propios del pais, Jas posibilidades del despotismo y el hecho de que «los otros paises, incluida Suecia, no siempre pueden ser modelos» *, Pero si se quieren identificar los fenémenos del absolutismo y Ja Ilus- tracién por la configuracién del «Derecha politico interno», para tener asi una idea de la estructura paneuropea, la historia de Suecia se ofrece como un ejemplo excelente. En su critica a le Reform Bill de Inglaterta, ‘Hegel lo intenté, no sin razon, al referirse a la esencia de la «constitucién sueca» y 4 Jas funcio- nes fundamentales del «gran conscjo», Srgano constitucional que ocupaba un lugar especial entre el rey y el pueblo, y de este modo WJamé la atencién sobre la indole contractual de las cons- tituciones de la antigua Europa’. Si se reduce la historia de Suecia a las «raices germénicas» de donde salié todo*, se pasa entonces por alto Ja riqueza de una cultura politica que podia sacar del concepto de propiedad del Antiguo Testamento Ja idea que tenfa de si misma como «Israel del Norte, La Landslag (ley nacional) de 1442, codificada bajo el rey Cristébal (que procedia de ta Casa de Wittelsbach), no se oponia a ello, pues emanaba de un contrato fundamental y so- brevivié sustancialmente a la Reforma y al cambio de rey elec- tivo a heteditatio en 1544. Todavia en 1770 se hacian esfuerzos por presentar esta ley como una Carta Magna de la libertad de Suecia. De todos modos no se mencionaba para nada el «uso juridico germanico»*. Pero el espiritu de Ja ilustracién polftica de este pais se nutria de las recomendaciones de la ética aris: totélica y del pensamiento romano republicano. La incorpora- cién de reglas racionales a Ia politica y la estrategia militar, procedentes de la herencia antigua y eclesidstica, no impidieron la aparicién de! nacionalismo en forma de «goticismo», puesto que se basaba en la validez y el efecto universal de lo divino, lo natural y ef derecho de los pucblos. Las aportaciones libertarias anteriores a 1680 y postetiores 4 ll 1718 superan en mucho los logros polfticos de Francia, aunque Suecia no pueda presentar ningtin fildsofo de primera fila. En tiempos del absolutismo, Carlos XI, Carlos XII o Gustavo IIL dispusieron después de 1772 de una «potestad absoluta», con- forme al derecho hereditario patrimonial, que le estuvo vedada a Luis XIV. Si se afiade la intervencién histérica de Suecia en Ja guerra alemana, no resulta injustificado asignar a Suecia el papel principal en este tomo y su doble tema, en vez de a Francia como suele hacerse. El hecho de que Descartes ter- minase sus dias en 1650 en Estocolmo es, en este sentido, algo més que un simple simbolo para esta decisidn. a) De reino electivo (1442) a reino hereditario (1544). Un «gobierno de derechon. La «forma de gobierno» (1634). Gustavo Adolfo II y la lucha contra el «dominio absoluto» de los Habsburgo. Nobleza e Tlustraciéa En el famoso discurso de la nobleza unida ante Segismunde ITI, que era al mismo tiempo rey electo de Polonia y rey heredi- tario de Suecia, se rechazé enérgicamente cualquier interpreta- cién patrimonial y absolutista del reino hereditario. Pues, «por lo que respecta a la idea de que los reyes hereditarios deben reinat absolutamente, no se ha oido atin hablar mucho de ella en Suecia», Nadie, se afiadia, le iba a discutir al rey el derecho a «gobernar con todo el poder y la independencia propia de los reyes cristianos y legales [...], pero en cuanto al concepto que expresa la palabra absoluto, de que es totalmente libre y [...] no esté sujeto a ninguna ley ni condicién», no habria en toda la cristiandad ningin ejemplo que fuese «bienvenido o acepta- do». No se permitiria en absoluto que «se aplicase en ninguna unién hereditaria def reino» *. Con esta actitud, esbozada por Erik Sparre, uno de los me- jores juristas que jamds haya tenido Suecia, se adopté una pos- tura que cien aiios mds tarde se condenaria, pero que cincuenta afios antes fue la solucién a un problema fundamental. Con la aceptacién de la dinastia Vasa en 1523 se aseguréd en 1527 no sdlo la Reforma y una amplia expropiacién de Ja Iglesia en Suecia, sino también el aumento de las «herencias y propieda- des» de Gustavo I (Vasa), quien se esforzé especialmente por proveer de territorio a sus hijos después de su muerte. En las deliberaciones para modificar el reino electivo del Landslag de 1442 se hallé6 un modelo que respondia al de fendo bereditario 12 habitual en Europa, tal como preveia también la Ley Sélica de Francia pata el reino. Es cierto que este feudo aseguraba a Ja dinastfa la sucesién en las tietras y en el cargo, pero sélo tras un acto contractual previo. Ei reino, en forma de los cuatro estamentos de propie- tarios —nobleza, clero, burgueses y campesinos de la Corona—, consetvaba un elemento elector en el cambio de rey, y de ahi emana el correspondiente contrato de dominio, con sus respec- tivos juramentos, que debia garantizar cada rey sucesivo, En términos juridicos, el reino se reservaba, como institucién «eter- na» (respublica est aetherna), el dominium directum, el poder absoluto de disposicién del reino, sus provincias y tierras de la Carona en el momento de Ia instauraci6n de un nuevo rey. A éste sélo se le concedia un dominium utile, un derecho de usufruc. to, es decir, no podia, por regla general, recaudar impuestos generales sin Ja aprobacién de los estamentos, declarar guerras ni firmar Ja paz. Incluso para ocupar catgos imperiales debia respetar los privilegios de la nobleza. Si querfa viajar al extran- jero o casarse estaba igualmente limitado por articulos consti- tucionales y dependia de los érganos jurfdicos del imperio. La misma Dieta (asamblea de sefiores) no era més que un 6rgano que se rcunia temporalmente, mientras que el Senado se concebfa como Grgano permanente, cuya principal tarea con- sistfa en recordarle constantemente al rey «el derecho del im- perio». Ademés, los senadores estaban a disposicién del rey como administradores, diplomdticos, jueces y generales. Esta tri- gotomia fue posible gracias a un contrato, concertado en la Mamada «unién hereditariay de 1544. En ella, el derecho elec- toral puro de 1442 se sustitufa por un derecho electoral here- ditario. Sus principales cléusulas garantizaban a los Vasa, «per- petua y reciprocamente», el derecho exclusivo a la Corona, pero de la misma manera aseguraban al imperio el derecho a la ga- rantfa de sus privilegios. Aquf se realizé en concreto la Hamada teotia de la majestas duplex, a la que se remitirfan los monér- quicos después de la Noche de San Bartolomé de 1572: al rey Je correspondia, tras la conclusién del contrato de dominio, la majestas personalis en el 4mbito de la administracién, y al im- perio la majestas realis en relacién con la constitucién, que se componia de «leyes fundamentales». Entre ellas se contaban so- bre todo la mencionada unién hereditaria y la unidn religiosa {unio religionis) de 1593, que aceptaba la confesién de Augs- burgo como doctrina de Ja Iglesia estatal y por eso tenfa que entrar en conflicto con Segismundo III, partidario de la Con- trarreforma ‘, 13 Con Ja introduccién del teino hereditario sobre una base con- tractual, que podria calificarse de enfitéutico, no se abrid paso una «nueva ideologfa absolutista»’, sino Ia consolidacién de un sistema feudal. Ello se puso de manifiesto no sdlo en la creacién de nuevos ducados para los hijos de los Vasa, sino también en la fundacién de condados y batonfas cuando subié al trono Erik XIV en 1561. Su interpretacién patrimonial del derecho de sucesidn* y su compottamiento dictatorial, elevado gradual- mente a sangtienta tirania bajo la influencia de una insidiosa enfermedad mental, le llevaron a no observar a menudo los con- tratos establecidos®, pero su derrocamiento por su hermanastro Juan IIT en 1568 establecié la vieja situacién contractual. Sin embargo, ésta siguid estando en peligro. Juan II] también quiso «gobernar de forma absoluta» de vez en cuando, expetimenté * con un regalismo temprano y con un pensamicnto monopolista en el campo de ja mineria, entre otras cosas, y humillé" a se- nadores como Erik Spatre y su circulo con encarcelamientos ar- bitrarios; pero las resistencias libertarias eran lo bastante fuer- tes, sobre todo entte la nobleza, como para rechazar los ataques al sistema contractual de la constitucién acumulativa. Carlos IX, el antiguo duque de Sddermanland, padre de Gustavo Adol- fo IT y quien expulsara al «tirano» Segismundo, se vio también obligado, tras la guerra civil y el bafio de sangre de Linkdping de 1600, en el que murieron decapitados Sparre y otros, a cam- biar su régimen «precarion de secrefarios, que a menudo no eran nobles, por un gobierno libertario con senadores nobles a partir de 1602. La renovada «unién hereditarias de Norrképing de 1604 confirmd esta tendencia hacia la legalizacién de la politica, manifiesta también en su titulo de «rey elegido», asi como en la nueva versién del viejo derecho urbano o en la pri- mera impresién del Landslag de 1442. A éste se le afiadidé una parte del derecho penal concebida totalmente en el espiritu del derecho mosaico y aplicada durante largo tiempo, Hay que tener siempre en cuenta estas condiciones para que no sutjan malentendidos en la apreciaci6n de un rey absoluto (rex absolutus). Sparre utilizé esta férmula en un doble sentido. Hacia dentro significaba que el tey podia renunciar, en el matco del derecho, «2 sus rentas y provechos» y, con ello, al dominium utile de wna finca enfeudada, peto como fiduciario del reino conservaba «el alto derecho» bajo la forma del do- minium directum, As{ pues, en este caso especial de nexo feu- dal, era soberano de una manera legalmente establecida, porque nadie mds podia arrogarse este derecho durante su reinado". Pero hacia fugra, con esta pretensidn se declaraba sobre iodo 4 la independencia del rey y del reino. Segtn esto, un «rey ab- soluto» no estaba sometido a ninguna jurisdiccién exterior y era soberano en el sentido de no «reconocer a ningin superior» por encima de él. En estos dmbitos esenciales, que determinaron todo el pensamiento del orden de la Edad Moderna, Sparre no se enfrenté a Bodino, sino a Baldus de Ubaldus, y con su ema «por la ley, el rey y el pueblo» (pro lege, rege et grege) no sélo apunté la consigna de resistencia de los estamentos de los Paises Bajos, sino que también se remitia al rey Alfonso de Aragén, que figuraba en la vieja Europa como quintaesencia de rey justo y libertario™. Si se piensa que Roma exigié y recibié de Suecia el «dinero de San Pedro» hasta la Reforma, gue el canciller del reino era siempre el arzobispo de Upsala y que el Concilio de Trento quiso intervenir directamente, a través de la renovada Bula de la Santa Cena, en la soberanfa de las finanzas y de los impues- tos, asf como en la legislacién, resulta entonces comprensible esta defensa de Ia Reforma hacia fuera. Pero este absolutismo no tuvo por consecuencia que el rey hereditario elegido fuese también en el interior tan absoluto como para hacer y deshacer «qomo le viniese en gana». Mas bien regia el principio inaliena- ble de «fiel sefior-tiel siervo. Obligatio reciprocan", tal como lo establecié el feudalismo en cuanto sistema contractual. Gustavo Adolfo II (1594-1632) goberné su reino hereditatio de acuerdo con este principio, que empez6 a aplicar desde 1611, después de haber dado una denominada «garantia» de la consti- tucién existente. Esta garantia fue elaborada principalmente por Axel Oxenstierna (1583-1654), conforme al Landslag de 1442, a las uniones hereditarias de 1544 y 1604, a la unién religiosa y a los privilegios de los distintos estamentos en nombre del derecho y del reino, y aceptada por el rey. En ella se compro- metia principalmente a reinar «con el asesoramiento del Con- sejo» y «con la aprobacién de los estamentos». En una situa- cién sumamente dificil del vasto reino, que estaba en guerra con Rusia, Polonia-Lituania y Dinamarca-Noruega a un tiempo, se aontirmé el recurso consiguiente al derecho y la seguridad de la «constitucién acumulativa» Este proceso, que tuvo su correspondencia en los Pafses Ba- jos rebeldes y que también se dio en Polonia, contradice la ideologfa de la «primacia de la polftica exterior», que no puede concebir, en situaciones de emergencia nacional, el «lujo de unas jnstituciones liberales» (O. Hintze). Contradice también la idea de que una gran potencia sdlo puede surgit cuando se recortan 15 las libertades y se concede el «poder absoluto» a un solo in- dividuo» ", Los acontecimientos que se desarrollaron en Suecia a lo largo de muchas crisis, incluido el peligro de divisién del reino en Ja lucha de Juan III contra el duque Carlos de Sédermanland y bajo Segismundo III, fueron interpretados en la época como un sistema de la Enrddighet, como un dominio tinico «confor me a ley». As{ se dio con una férmula propia para Ja monar- quia y se concibié la relacién rey-reino, en su aspecto fiducia- tio, como la concebfan Cicerén y Altusio: como una relacién tutor-pupilo". Como negacién de este sistema de dominio de {ndole libertaria y estamental se desarrollarfa mds tarde, en una situacién de emetgencia mucho menor, la Envilde como poder tinico «a voluntad», en la que el rey hereditario no se conce- biria ya como albacea, sino como sefior y detentador de una autocracia *, Con la inclusién de los estamentos en la politica se pudo hacer frente paulatinamente a las cargas de le guerra sin sufrir grandes rebeliones internas. Tan sdlo el pago del rescate de Alvsborg, tinico acceso da Suecia al mar del Norte, Hevd al pats al limite de sus posibilidades materiales. Bajo Cristién IV, en la paz de Knardd de 1613, que puso fin a la guerra de Kalmar, Dinamarca-Noruega humillé al joven rey no sélo con una reclamacién de dinero, sino también garantizan- do a su vecino sus propiedades en la peninsula escandinava”. Tras la clarificacién de Ja situacién en el sur y en el oeste del imperio, la atencién se dirigié m4s que antes al norte y al este. Pero la conquista de Arcdngel quedé aplazada y, pese a ciertas acciones ocesionales de guerra, se buscd un equilibtio con el fauevo zar de Mosci, de la Casa Romanov, después de fracasar el inteato de cleocién de Carlos Felipe como zar. A largo plazo parecia poco realista pretender también una Rusia ortodoxa de los Vasa, ademds de Ia Polonia catélica de los Vasa y la Suecia protestante de los Vasa, La presi6n de Axel Oxenstierna, que en 1612 se convirtié en canciller del rey y del reino, puesto en el que permanecerfa hasta 1654, en favor de un entendimiento con los zares de Mosct, se impuso finalmente y, con la media: cién holandesa e€ inglesa, se IegS en la paz de Stolbovo de 1618 a un acuerdo que garantizaba la frontera oriental. Esto suponia ciertamente una ventaja inapreciable” pata la préxima guerra con Polonia-Lituania y la intervencién en la guerra civil de Bohemia, iniciada en 1618, que se transformaria més tarde en una «guetra alemana». Pero el total desplazamiento del ve- 16 cino oriental del mar Baltico encerraba también peligros pa el futuro”, Gustavo Adolfo TI, a pesar del parentesco con el recién e! gido «rey de invierno» Federico V, de la Casa del Palatinad se mantuvo al margen para ayudar a los bohemios. La guer con Polonia, donde, con su pretensién de un dominium absol tum, Segismundo III habia desatado la rebelién de Zebrz dowski de 1606 a 1609, exigia todas las energias y medic para cuyo refuerzo Suecia practicé un activo comercio con I pafia, a pesar del peligro europeo de una «monarquia univ sal» por parte de esta potencia. Desde 1599 aumentd especi mente la exportacién de cobre a Espafia, donde Jas Cortes < cidieron en 1626 cambiar el cobre de las monedas propias p plata. Con ello perdidé Suecia un importante comprador de | materia prima m4s importante, ademas de la madera y el hi ro. Esta era una razén mas para llevar Ja guerra con Polon desde la conquistada Prusia, contra la Casa de los Habsbur y su poder™, Esto se plasmé tras la lucha contra los Estad de Bohemia, en el establecimiento del reino hereditario en 16: reforzado con la campafia victoriosa del general bohemio Walk stein (1583-1634) en la Jurlandia danesa, o en la promul, cién del Edicto de Restitucién de 1629*. El mismo afio Suecia, por mediacién francesa, firmé el : misticio de Altmark. En él consiguié sobre todo el control | las ciudades prusianas, entre ellas la rica Danzig, asi como | tributos que Mevaban consigo, Hasta el acuerdo de Stuhmsdc de 1635, su producto aseguré una gran parte de los ingres ordinarios del presupuesto del reino y fondos para la prdxir guerra con el emperador. Ademds, Gustavo Adolfo Il se dk aconsejar de forma constante por el Senado, que para él tu siempre la funcién de mediador, de vigilante de la ley, como debe aparecer en Jas constituciones contractuales si majestad del rey quiere mediar, como poder oficial, en Ja bertad de los estamentos. Durante los debates celebrados ¢ tante semanas con motivo de la cuestién de la «guerra just (bellum justum), dio con la férmula cldsica al discutir el pl consistente en llevar a cabo una revolucién en Dinamarca a | de aseguratse mejor la guerra ea suelo imperial aleman des el noroeste: «Una monarquia no consta de petsonas, sino leyes» *. La seriedad con que el «rey de Ja nobleza», como lo califi Axel Oxenstierna, se tomdé esta férmula se pone de manifie: en diversas esferas, por ejemplo en el establecimiento del tril nal de Svea en 1614, en la orden de la Dieta de 1617, a la q todavia se remitfa Gustavo III en 1778, en la garantia de los privilegios de la nobleza, en el fomento de los otros estamentos o en la garantia legal para los dignatarios del reino, entre ellos y sobre todo las senadores, estamento que habia pagado en el pasado un elevado tributo de sangre por ser fieles a la ley, y también en la creacién de un ejército permanente, Sobre la base de un impulso sobre los molinos, autorizado temporalmente por la Dieta, Gustavo Adolfo II afianzd asi su poder militar en ef propio reino, que se habfa reformado con- secuentemente con el espfritu libertario de la reforma orangista del ejército”. Con ello aporté la prueba de que un ejército permanente no tenia que llevar necesariamente a la «soberania hereditaria y al absolutismo», mientras rigiese también la pri- macia del derecho en tiempos de guerra y en condiciones de anccesidad». Sus esfuerzos por inducir a la Dieta a que decla- tase a Cristina heredera legitima y posible sucesora demuestra adicionalmente la fuerza de su reino hereditario, que sdélo con- sideraba el poder come efectivo y justo y lo utilizaba en con- secuencia cuando estaba organizado con arregio al derecho contrac- wal, dejando asi a los estamentos la responsabilidad de tomar medidas. El principio de Ja reciprocidad de derechos y oblig: ciones no fue sdlo la razén esencial del apogeo de Ja republica romana, de Venecia, la reptiblica noble de Polonia, Holanda o el Sacro Imperio, sino también del apogeo del imperio de Sue- cia. De todos modos exigfa una permanente «educacién para la constitucién», como la que exigia Aristételes para el poder puro, conociendo como conocia las debilidades humanas *. En este sentido no sdlo estaba preparada Ja generacién de Erik Sparre para las dificultades con la libertad, sino también la de Axel Oxenstierna. La Economia o libro presupuestario de la joven nobleza, del senador Per Brahe el Viejo, de la década de 1580, que por su espiritu humanista y sentido practico para la explotacién efectiva de una finca noble no es en nada in- ferior a la obra de Lucio Columela De re rustica, no sdlo re- comendaba al joven noble de Suecia «un Jatin bueno y puro», que podia aprender en Cicerin, Salustio y Erasmo de Rotter- dam. Ademds de [as habilidades prdcticas, entre las que se contaban también la aritmética y la geometrfa como base de la justicia, en esta importante obra educativa se le decia tam- biéo: «En Aristételes, Cicerén, Juan Bodino y en el libro de los regentes de Jorg Lauterbach se encuentra cdmo debe con- seguirse un régimen bueno y ordenado»*, _ Todos estos autores, y muchos otros, los conocia Axel Oxens- tierna, quien, junto con sus hermanos Krister y Gustavo, habia 18 estudiado teologia, jurisprudencia y filologia en Rostock, Wit- tenberg y Jena, en 1604 habia entrado como chambelén al ser- yicio de Carlos IX y en 1609 pasd a ser senadot. A él debid Gustavo Adolfo no sdélo la dificil subida al trono, sino tam- bién las iniciativas y la organizacidn de numerosas reformas, en cuyo centro aparecia una y otra vez el proyecto de reunir en un solo documento las leyes fundamentales existentes (unién religiosa y unién hereditaria) como base de la Constitucion y del Estado con las leyes para la administracién y el gobierno del reino, cosa que se logré con la Hamada «forma de gobierno». Por encargo del rey, el canciller habia iniciado ya su elabo- racién durante la campafia de Prusia, pero no !a pudo terminar antes de la muerte de Gustave Adolfo IH], de suerte que este documento peculiar de la historia constitucional sueca y europea no eva la firma de este rey, que murié el 6 de noviembre de 1632 cerca de Liitzen luchando contra el ejército imperial al mando de Wallenstein. De este hecho se ha sacado la con- clusién de que el canciller estaba movido por descos oligdrqui- cos de poder, que querfa engafar al rey. Esta hipétesis se basa efectivamente en un malentendido, a saber, en la indole nomis- tica de la monarquia, que el propio rey haba definido en 1629. Oxenstierna se atuvo estrictamente a este principio, que supa aplicar magistralmente en el espiritu del Landslag y de las leyes fundamentales del reino. Todas las fuentes disponibles confir- man que Gustavo Adolfo If quiso incluir en Ja forma redactada por el canciller el quinguevirato o gobierno tutelar de los «cin- co altos cargos» (prefecto de justicia, matiscal del ejército, al- mirante de la flota, canciller de 1a politica interior y exterior, tesorero mayor de las finanzas) dentro del marco de sus consejos y en unidn con el Senado y la Dieta. En ja nueva «forma de gobierno», aceptada por la Dieta de 1634 en Estocolmo, no se distinguen «tendencias antimondérquicas»*, pero si un pensa- miento antiabsolutista y un programa que se convirtid en la quintaesencia de la historia libertatia de Suecia desde 1442 y que se combatié con 1a introduccién del absolutismo en forma de las Envilde de 1680. En el prefacio a este documento constitucional se decia que Suecia habia sido liberada por Gustavo I de las «tinieblas pa- pistas», que habia conquistado su independencia nacional en el espfritu de libertad y que habia sabido sustituir el derecho elec- toral por el sucesorio y gatantizar la «paz y tranquilidad inte- rior». Pero, segdn las intervenciones del rey muerto en com- bate, el reino necesitaba la renovada confirmacién y el forta- lecimiento de «un régimen ordenado donde el rey conserve de. 19 bidamente su majestad, el conscjo su autoridad y los estamen- tos su justificado derecho y su libertad» ™, Resulta dificil entender cémo la historia ha podido ver hasta ahora un pensamiento constitucional «dualistay en esta coordi- nacién tricotémica y contractualmente medida entre el rey, el Senado y la Dieta, teniendo en cuenta sobre toda que el resto de la politica y la idea que de si mismo tenia este rey iban ditigidas a acusar a Segismundo II, su adversaria de Polonia, de haber incumplido repetidas veces el contrato. También se le reproché al emperador 1a violacién de la cons- titucién para tener asf una justificacién juridica-politica para intervenir en la «guerra alemana» de 1630. Supuestamente, el emperador no respeté su capitulacién electoral —la conformidad al rey de Suecia— con garantias juridicas para los estamentos protestantes *. En 1688 se adujo un argumento parecido para la intervencién de Orange en la guerra civil de Inglaterra con el fin de impedir un régimen absolutista. Este era exactamente el objetivo bélico declarado de Suecia a la muerte de Gustavo Adolfo II. Presionado por Oxenstierna, el gobierno insistia en que «la libertad de los estamentos de Alemania no debe con- vertirse en la esclavitud y el dominio absolute de la Casa de Austrian *, Se sabia exactamente a dénde debfa Hevar la herencia pa trimonial que los Habsburgo hablan conseguido en 1627 en Bohemia: al absolutismo hereditario de esta casa. Francia se sumé a la lucha contra esta polftica tras la paz de Praga de 1635 y el armisticio de Stuhmsdorf, que para Suecia supuso la adquisicién definitiva de Livonia, aunque al mismo tiempo su- puso también la pérdida de los tributos prusianos. En el cenit de la crisis, tras la grave derrota de los suecos en 1634 cerca de Nordlingen, el canciller Oxensticrna se reunié en Compiégne con cl cardenal Richelieu y, con Ja participacién de Hugo Gro- tius, embajador sueco en Parfs, negocié alli la alianza con Fran- cia, que estaba vitalmente interesada en la conservacién de la «libertad» en el Sacro Imperio*. Pues la garantia de la cons titucién imperial significaba un equilibrio de poder interno, con- tractual, entre el eperadar, los principes electores y la Dieta- curia, 0 sea, una proteccién contra Jos efectos de la expansién de los Habsburgo y los deseos de poder universal. No en vano Oxenstierna hizo jurar a los senadores en 1646 el imperativo de la seguridad: «Ahora tenemos la seguridad de que Alemania no se hard absolutista, pues de otro modo sucumbirian a ella Sue- cia, Dinamarca y los demas *. Para 1, absolutismo significa falta de libertad y esclavitud 20 de los estamentos en el interior y deseos de hegemonia en el exterior. Tan sdlo una politica de equilibrio contractual, con sus correspondientes trabas institucionales, podia frenar semejante desarrollo, sabiendo que no podia partir ningdn peligro para Europa desde Alemania si ésta se mantenia dividida. La divisién ideoldgica en papistas («nacién catdlica») y protestantes («na- cién evangélica») tenia su correspondencia en Ja garantia exte- tior de la constitucién imperial, en la que se incluyé la paz de Westfalia como «ley fundamental» y con ¢l mismo valor que la paz religiosa de Augsburgo de 1555 y la Bula Dorada (ley electoral del emperador) de 1356. Materialmente, esta regulacién significaba la adquisicién del «feudo impcrial» de Pomerania, administrado por Suecia hasta 1815, la adquisicidn de los obis- pados de Bremen y Verden y, ademds de una indemnizacién cn dinero, el control de las desembecaduras del Oder, el Elba y el Weser. De este modo Suecia se afianzé constitucionalmente en el Sacro Imperio a través de la Baja Sajonia y quedéd en con- diciones de controlar tanto a Dinamartca como a Polonia para su propia seguridad. Los planes no iban més lejos. El matri- monio entre el elector Federico Guillermo de Brandemburgo y Cristina cn 1641 no pudo celebrarse por impedimentos juridi- co-constitucionales (el elector era calvinista y no era un verda- dero soberano), pero también por la conciencia histérica de que fos teinos dobles estaban expuestos a mayores cargas, como sé habia visto con suficiente evidencia en el ejemplo de Segis- mundo TIT, Por muchos éxitos que cosechase Oxentierna, considerado el ma- yor estadista de su época por Grotius, «padre del derecho in- ternacional», o por el gran canciller polaco Lubomirski e incluso por el cardenal Mazarino, en su politica de seguridad durante Ja tutela de Cristina y tras su acceso al gobierno en 1644, esta reina no elevé con su firma la forma de gobierno de 1634 a Jey fundamental. Tampoco cra absolutamente necesario mientras el Landslag, Ja unién hereditaria y la unidn religicsa, con las «garantias» de sus antecesores en cl cargo, constituyeran la base juridica del reino. Todas estas leyes y contratos formaban la constitucién acumulativa de Suecia, que no podia sustituirse por la forma de gobierno. No obstante, la reina gobernd de acucr- do con este «orden» después de haber aceptado ella misma y reforzado con un juramento la «seguridad» elaborada por Oxenstierna *, Esta deficiencia jurfdica de 1a forma de gobierno, que re- 21, gulaba en 65 articulos sobre todo el sistema de colegios, la jus- ticia y Ja administracién de los distintos Lax (distritos guber- namentales} y ciudades, iba a ser en 1680 el motivo para modi- ficar radicalmente todo el sistema libertario, puesto que duran- te el reinado de Cristina se alteré cada vez mds la «simetria de la propiedad». Durante Ja guerra alemana, el gobierno se vio ya obligado, tras la muerte de Gustavo Adolfo II, a donar cada vez con més frecuencia tierras de Ia Corona a fin de poder cubrir los gastos crecientes con fuerzas propias, al menos en parte. La otra parte provenia de los subsidios de Francia (uno de los medios de la Ilamada guerra «encubierta») y del producto de Ia venta de cereales obtenidos del Estado moscovita*. Esta politica de tierras bajo el signo de la guerra ponfa en peligro antes que nada al campesinado libre. Pues con la enajenacién de tierras de la Corona a los nobles se amenazaba la participa- cién de los campesinos de la Corona, es decir, ya no estaban representados en la Dieta. No es de extrafiar que se extendiera la indignacién y se pidiera una revocatio bonorum coronae. La justificacién de la reduccién de los bicnes de la Corona en ma- nos de nobles en el decreto de la Corona se remitia al Landslag y se apoyaba en la doctrina de la propiedad de Séneca. En ef famoso alegato Ofdrgripeliga bevis de 1649, en el que los campesinos se defendian contra la politica de tierras y 1a presién fiscal del gobierno, se declaraba inequivocamente que el remo de Suecia era ciertamente «hereditarion en 1544, pero esto no significaba que «fuese patrintonia hereditario, donde el rey tuviese el poder para hacer y deshacer a su capricho» Pues la unién hereditaria estaba «limitada por ciertas condicio- nes», es decir, que el imperio de Suecia «tiene naturaleza feudal y derecho feudal y es un fendo hereditario y no herencia alo- dial, por lo que respecta a la sucesién». Esta, en cambio, se basaba en un contrato que debia confirmarse con cada nuevo rey sobre la base de la reciprocidad y Ja relatividad y propor- cionalidad. En otra escrito se decia que «la proporcién y la igualdad entre los estamentos» se habia desplazado en favor de Ja nobleza, cosa a la que habia que poner remedio. Se insistia en que «Suecia es un imperio libre y 1a libertad consiste en que [...] aquf no hay una dominatio, en la que las tierras per- tenecen a todos los stibditos de la Corona, la mismo que en Rusia 0 en Turguia, donde Jas tierras, como dice Séneca, estan en poder del rey, pero son propiedad plena de los individuos» *. Per consiguiente, los reyes no tienen mds que un imperium (poder contractual) sobre tierras y gentes, bienes y dinero o casa y finca, pero no un dominium (poder absoluto de dispo- 22 sicién), Se vuelve a poner de manifiesto aqui el cardcter pose- sivo del sistema constitucional y juridico existente, con Ja indi- cacién clara de que Jos reyes sdle podian aceptar su derecho de sucesidn sobre la base de contratos y deb/an consultar en su gobierno a los étganos del imperio. Sin embargo, en su polftica de concesiones, la rcina actudé a veces por su cuenta y, sobre todo, mediante una serie de ennoblecimientos, cred una especie de nobleza nueva (Nyfrd/se) que entré con frecuencia en aguda contradiccién con la nebleza vieja (Ganzmalfralse), manifestando- se cada vez mids cn favor de la reduccidn de los bienes de Ja Corona, la cual debia afectar preferentemente a las viejas fami- lias de Ia nobleza. Con esta constelacién de conflictos internos de Ja nobleza en clerta modo se produjeron después de 1648 cambios que en ef futuro tendrfan consecuencias graves para la libertad de los estamentos y la autoridad del Senado. Con cietta habilidad Cristina consiguié rechazar la demanda de la reduccién, en el marco de su negativa a casarse con el duque Carlus, de la Casa de Palatinado-Zweibriicken. En su lugar, logré la eleccién de este primo para «principe heredero» y, por tanto, sucesor suvo, puesto que desde Ja paz de Westfalia acariciaba Ja idea de ab- dicar. Estas intenciones se hicieron realidad en 1654, con el re- sulrado de que Oxenstierna volvié a prescribir, ahora para ei tercer rey, las condiciones de Ja «seguridad» en nombre del de recho y del teino, aceptadas por Carlos Gustavo X, como se flamé el duque, y juradas tras el acto de abdicacién “. Cuando poco después murié Oxenstierna termind para Suecia una época que habia estado por completo bajo el signo de Ja Tlustracién politica. Emanaba de tradiciones constitucionales que fo tenfan nada que ver con el «pensamiento politico permdnico» y si con la sistemdtica aristotélica, el Antiguo Testamento y el pensamiento juridico romano. Con su «mentalidad ilustrada», Erik Sparre o Hogenskild Biclke, Axcl Oxenstierna, John Skytre o los Brahe eran cjemplos excelentes de un individualismo que sabia algo de la autonomia intelectual del hombre, al mismo tiempo que sentian una preocupacién por la comunidad politica y la propiedad, en torno a cuya seguridad y fomenro gird pria- cipalmente su pensamiento, sin olvidar los vinculos sociales de toda propiedad. Sin duda hay que atribuirle a la generosidad de Gustavo Adolfo IT Ja reapertura en 1626 de Ja Universidad de Upsala, fundada en 1477 segtin los estatutos de Ia de Bolo- nia y cerrada desde la Reforma, tras ser confiscada a la Iglesia 23 y convertida en una donacién espléndida. Pero Ja importante citedra de politica fue creada por su maestro Johan Skytte, de familia plebeya y uno de los mejores latinistas de Europa. Esta institucién persiste hoy dia, lo mismo que Ja universidad del Dorpat biltico, que tiene mucho que agradecerle a Skytte. Lo mucho que Axel Oxenstierna hizo por la Universidad de Up- sala, de la que fue canciller durante muchos aiios, cs algo tan sabido como la intervencién de Per Brahe el Joven en Ia erca- cin de la Universidad de Abo (Turku), en Finlandia, o la det canciller imperial Magnus Gabriel de la Gardie en Ja fundacidn de fa Universidad de Lund/Schonen en 1668, en la que trabajé durante muchos afies nada menos gue Samuel Pufendorf *. La nobleza sueca, provista de condados y baranfas desde 1561 y dividida en tres clases desde 1626 mediante la Orden de 1a Casa de lus Caballeros (Riddarbusordning}, se considcraba, en sus figuras mds destacadas, como representante de Ja Hustracién que no sdlo sabia organizar racionalmente su propia economia, sino también participar activamente en la vida politica del rei- no. Al mismo tiempo, y pese a Jos limites constitucionales, los reyes tenian muchas posibilidades dy utilizar su autoridad dentro y fuera, en contraste con los reyes de fa reptblica’ noble de Po Tonia, cuyo sistema constitucional Jibertarie coincidia con el de Suecia en Ja indole contractual, También alli al rey le corres- pondia la majestad y al Senado la autaridad, pero la tebertad, como cuintaesencia de Ja libertad de propiedad y del derecho de representacién en la Dieta (Sejm). era exclusiva de Ja no- bleza“. Esta es la diferencia decisiva en el respaldo social de las trois prérogatives de un eréyimen crdenades, tal camo. se describfa en la forma de gobierno succa de 1634 basada también en el modelo romano, pucs en Suecia formaban parte de este sistema el clero. con un estatus especial, los burgueses de las ciudades y los campesinos de la Corona. aestructura de monarchia mixta daba lugar a una vida politica que en algunos aspectos plasmaba ideas que Montesquicn pedia cn 1748 cn su obra El espirita’ de las levers Pero también encerraba peligros. En una situacién de crisis nacional o de guerra, mediante tas demandas ccondmicas a fa nobleza, cl rey podia urilizar los tres estamentos no nobles para sacar de quicia a todo ¢l sistema Ti- bertario si iograha dividir a la propia aristacracia y someterla a una fuerte presién material y moral. En 1653, cl embajador inglés Whitelocke alababa «the wis: dom of government» (la sensatez del gobierno) existente en Sue- cia y. par consiguiente, la «participacién proporcional» de los estamertos y sus 6rganos en Ja politica, cuyo espiritu libertario 24 habia preocupado al bohemio Comenius tanto como habfa po- sibilitado la estancia de un Freinshemius, un Hermann Conring o un Descartes en la corte de Estocolmo“. Aunque Suecia no produjo ningtin filésofo de primera fila, se presenta como cuna de una Ilustracién que se tomé en serio el «sapere aude!» de Aristételes, asf como la nueva pedagogia de Ramus o el redes- cubrimienzo del ius svecanum: por Stiernhork, la depuracién de la lengua propia por Stjernhjelm o la Aéldntica de Rudbeck, quien, imbuido de «goticismo», proclaméd que los suecos eran el pueblo mds antiguo del mundo y dio lugar a que Leibniz redactara una réplica con el titulo De origine Germanorum". El hecho de desempefiar el papel de gran potencia europea movilizé todas las fuerzas del reino, escasamente poblado, que, a pesar de su vinculacién a la Iglesia oficial protestante y a los privilegios de la propia nobleza para ocupat cargos, ofrecia campos de actividad a numerosos extranjeros, no sdlo en el ejército, sino también en la educacién y en ta economfa. Louis de Geer, el «rey de los cafiones» del siglo xvi, no es mds que un ejemplo de lo abierta que podia ser esa potencia a las per- sonas que servian a sus intereses. Pero la carrera de Bengt Skyt- te, que no pudo realizar el grandioso plan de una Universidad de Europa, es, junto a otros casos, un signo de que la tolcran- cia tenia también sus limites y el sistema libertario podia ser hermético en su aspecto juridico cuando se Je exigia demasia- do”, No obstante, en comparacién con otras comunidades eu- ropeas, ofrecia un elevado grado de seguridad a los derechos y propiedades y disponia de un ejército modetno, con una fuer- za de combate temida al que no se oponfa la constitucidn 1i- bertaria, asf como de un sistema de educacién que, gracias a los gimnasios * surgidos desde la década de 1620, permitia a mds y mds plebeyos Ja posibilidad de llegar a los puestos bajos de la administracién, ampliada cada 2% mds en el dmbito civil y militar. Plebeyos como Johan Skytte o Adler Salvius, uno de los principales negociadores de Osnabriick, demostraron la po- sibilidad de romper las barreras del nacimiento con ayuda del trabajo individual y fomentar asf la «circulacién estamental» “. Si al final de la era de Oxenstierna en 1654, con Ja entrada de 1a dinastia del Palatinado, se podia decir que estaba afian- zado el sistema libertario, pues hasta entonces habia convencido con sus éxitos, también es cierto que dejd una herencia di * Institutos humanistas de segunda ensefianza. (N. del T.) 25 Su centinuacién requeria mucha inteligencia, energia y discipli- na, en suma, virtas politica“, de la que los sucesores no siem- pre estuvieron dotados ni a la que siempre se mostraron dis- puestos, pero sin la que no podian mantenerse a largo plazo la majestad, la autoridad y Ja libertad. b) El clera y et reino. El rechazo de un «dominio absolute» en 1660. La guerra y el camino hacia las «Envdlden. Las «declaraciones» de las estamentos de 1680 @ 1693. Carlos XII como «Dios en la tierra». La gran guerra del Norte Los efectos directos del Landslag y de la filosofia tomista ha- bian marcado en dmbitos esenciales Ja actitud del clero refor- mista de Suecia con respecto al reino. Sobre todo el reforma- dor Olaus Petri, tan expuesto a los caprichos de Gustavo I (Vasa} como lo estuvo luego Erik Sparre a los de Juan III, de fendié una y otra vez, en contraste con la doctrina luterana del régimen, el cardcter oficial recfproco def reino cn el sentido ciccroniano. En defensa de una reciprocidad clemental (cbligatio mutua) renovd un pensamiento contractual y constitucional ori- ginario de la ¢poca anterior a la Reforma: «A cambio de las impuestos que cl campesino paga al rey, quiere que se manten- ga la ley y el derecho, y por la misma razén pot Ja que el rey exige sus impuestos al campesino puede exigir también el campesino ley y derecho al rey» “. Solamente en el cumplimien- to de este principio contractual se reconoce en el reino el gobierno de Dios en la tierra y, al mismo tiempo, el «bien comin» se deriva del hecho de que toda polftica aparece como Ja ejecucién de un contrato. El «pacto entre caballeros» del re- formador apunta claramet®= al mediante homine de un favor divino, a la mediacién humana en el contrato entre el rey y el reino o entre Dios en unién con su «pueblo». Este elige al rey a través de sus representantes, lo unge por un obispo y permite que sea coronado con la participaciéa de los «altos cat- gos del reino». En estas condiciones se cred un ceremonial de coronacién en el que fos «cinco altos cargos» (prefecto, mariscal, almirante, can- ciller y tesorero), como simbolos de los «cinco sentidos» del hombre, presentaban al rey las regalias del teino (corona, ¢s- pada, cetro, manzana, lIlave) en la catedral de Upsala, como signos externos del predominio del impetio con su «eterno» dominium directum y \a correspondiente majestas realis, Por 26 fa persistencia de este ceremonial se explica tambien la discre- pancia temporal entre Ja subida al trono y Ja coronacién. Asf, por ejemplo, Gustavo Adolfo II no fue coronado hasta 1617, Cristina hasta 1650 y Carlos XI hasta 1675, después de haber reconocido todos los derechos regionales y haber jurado de nue- vo la cotonacién. Con esta reglamentacién se querfa comprobar el uso que el nuevo rey hacia de su cargo ¢ impedir el abuso de poder. El clero de Suecia contribuyé mucho a la consolidacién de este favor divino Libertario. Eclesidsticos como Johannes Rud- beckius, Jonas Magni, el arzobispo Lenaeus o cl obispo Lau- rentius Paulinus Gothus entendieron y defendieron la monat- quia como Enrddighet y reconocieron en el «gobierna con con- sejo» la necesidad de Ephoren, de mediadores enire cl rey y Ja Dieta. Se apuntaba asi en primer lugar a las consejeros (sc nadores) y a Jos titulares de les «altos cargos», a los que el clero no tenia ya acceso desde la Reforma”. Recordando esta pérdida, en la que se inclufa también la desposesidn del clero, J. Rudbeckius definia, en un sermén de 1615, el reino heredi- tatio nomistico, Conforme al sentido del libro de Samuel, seria una gran injusticia que cl rey «enfeudase y regalase. eternamen- te lo que sirve para cl mantenimiento del régimen y acto se- guido se apoderase de la herencia y propiedad de otro, hasta que todos fuesen iguales a csclavos». Pues «hay una diferencia entre un stibdiro (subditum) y un esclavo (sereum)». Donde se guiebra esta linea, «la autoridad se convierte en tirano y no en reyn ©, Apunta asi el tema bdsico de wna ¢poca que revestiria rasgos draméticos en 1680: Ia garantfa del sucto. Y ésta se esperaba en primer lugat de los reyes. Hasta el propio Gustavo Adoifo II tuvo que soportar que [a alta nobleza le rcprochase injerencias ¢ intrusiones en los privilegios de propiedad, aunque fuese des- pués de su muerte. Carlos Gustavo X, confrontado poco después de su toma de posesién con la crisis de Europa oriental e implicado en la guerra con Polonia y Dinamarca, consiguid, tras dutas negocia- ciones en la Dieta de 1655, que Ja nobleza renunciase a un cuarto de sus tierras en beneficio de la Corona, para Ienar asf las arcas de la guerra, cuyas necesidades tendrian que cubrirse, en caso contrario, con mayores impuestos, contribuciones oO re ducciones de tierras®. En esta importante decisién de la Dieta se puso de manifiesto que podian Uevarse a cabo reducciones 27

Вам также может понравиться