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Curso: Motivación y emoción

7. MOTIVACIÓN COGNITIVA

Evaluación psicopedagógica a estudiantes ingresantes a la escuela profesional de


Enfermería. ULADECH Católica Chimbote. Año 2014.

“No nos afecta lo que nos sucede, sino, lo que nos decimos de lo que nos
sucede”

Epícteto

En el siglo XVII el filósofo Descartes declaraba “Pienso, luego existo”, él


razonaba que sin el conocimiento de nuestros proceso de pensamiento no
tendremos sentido de la identidad personal. Son nuestros pensamientos lo que dan
sentido a todo: recuerdos, experiencias, esperanzas.

Entre todas las otras criaturas solo los seres humanos tenemos la habilidad
de pensar profunda y extensamente, nos consideramos a nosotros mismos como el
auténtico animal pensante.

El término de psicología cognitiva se refiere a cualquier tipo de investigación o


pensamiento que tiene que ver con la forma como la gente resuelve problemas.

Es la psicología cognitiva que se encarga de la cognición, de los procesos


mentales implicados en el conocimiento, tiene como objeto de estudio los
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mecanismos básicos y profundos por el que se elabora el conocimiento desde la


percepción, la memoria y el aprendizaje hasta la formación de conceptos y
razonamiento lógico.

Por cognitivo se entiende el acto de conocimiento en sus secciones de


almacenar, recuperar, reconocer, comprender organizar y usar la información
recibida a través de los sentidos.

También se puede decir que la psicología cognitiva estudia los problemas


relacionados con 6 estructuras y procesos

• La atención, como se capta y selecciona la información.

• Percepción, como los datos sensoriales se trasforman en experiencias


perceptivas.

• Memoria, como se almacena y se recupera la información.

• Pensamiento, como razono para crear la información.

• Lenguaje, como se comprendió la información a partir de la


organización lingüística de la misma.

• Aprendizaje, como se adquieren conceptos, competencias y habilidades


cognitivas.

La psicología cognitiva surge como corriente psicológica en los años 50 y 60 y


se consolida en los años 70 como reacción al conductismo.

En la década de los 50 fueron años de separación del conductismo y el


cognitivismo y a fines del 60 e inicio de los 70 fueron tiempos de reconocimiento para
la psicología cognitiva.

El principal desacuerdo con la psicología cognitiva es el planteo de la caja


negra que la mente no puede ser estudiada debido a una imposibilidad por un
acercamiento con el método científico.

En contraste la psicología cognitiva hace uso de los procesos mentales para


explicar la conducta a diferencia tan solo asociaciones entre estímulos y respuestas.

Los psicólogos cognitivos usaron los modelos de procesamiento de la


información para describir los eventos psicológicos en términos de trasformación de
la información desde entradas y salidas denominadas imputs y computs.

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La psicología cognitiva surge como necesidad de un abordaje completo de la


psiquis humana que incluyeron los procesos la mente y reemplazará el paradigma de
la caja negra.

A continuación se presenta información de cómo se suscita la conducta, que


nos induce a actuar según esta teoría cognitiva.

7.1 ANTECEDENTES HISTÓRICOS

Tolman Edward (1925, 1932, 1959) sostenía que:

“La conducta estaba dirigida por las metas‟, “las personas siempre se
están acercando o alejando de objetos meta” “la conducta es principalmente
intencionada”. introdujo así el concepto de expectativa como variable interviniente
entre el E y R.

Las expectativas: entendida como unidades de conocimiento almacenados


en la memoria y que dada la aparición de una demanda biológica, estas son
activadas.

¿Cómo se forman estas expectativas? A través de asociaciones


establecidas como producto de muchas experiencias de secuencias, el individuo
aprende a esperar que un hecho u objeto o situación venga inmediatamente
después de otro (por ejem. Después del ovalo Larco viene el ovalo Papal y luego
el hospital Albrech) formando mapas cognitivos.

Por su parte Kurt Lewin 1935, propuso que:

“El individuo constituye un organismo en busca de metas” pensó en la


motivación como un proceso que puede explicarse en la siguiente secuencia:

Necesidades (física y no fisiológicas) — crean intenciones — éstos crean


tensiones - éstos aportan la formación de metas (de satisfacer las intenciones) - lo
que lleva a la obtención de objeto meta o conducta consumatoria (que libera de la
tensión) — produciendo alivio.

El constructo cognitivo de Lewin: fue la „valencia” que es el grado de valor


positivo o negativo de los objetos, en relación a si satisfacen o no una necesidad.

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7.2 SUPUESTO BÁSICO DE ENFOQUE COGNITIVO:

Son los procesos mentales o “pensamientos” los determinantes o causales


de la acción o conducta.

¿Cuáles procesos mentales? Distintos autores ponen el peso a diversos


procesos entre ellos tenemos:

- Planes (Miller, Galanter, y Pibran 1960).

- Metas (Locke, Show, Saori y Latham 1981).

- Disonancia (Festinger 1957).

- Expectativas (Uroon 1966).

- Evaluaciones (Lazarus 1966).

- Atribuciones (Weiner 1984).

Desarrollaremos a continuación la mayor parte de estos:

PLANES:

Las personas tienen representaciones cognitivas ideales de sus conductas,


objetos del entorno y de los acontecimientos pero a su vez tienen conciencia de
cómo están “éstos en el momento actual”.

¿Qué es lo que motiva a actuar?

Cuando hay una incongruencia entre lo ideal y su estado actual. Esto lleva
a elaborar un plan, entendido como el esfuerzo por resolver los problemas para
reestablecer la congruencia.

Se conoce a esto como TOTE.

Testar (comparar) — Operar (actuar) Test (2da vez) — Exit (salir) o volver
a operar.

T comparar ═ si el estado actual coincide con el ideal. Si hay


incongruencia entonces el sujeto:

O opera es decir actúa buscando reestablecer congruencia.

T testea una segunda vez, es decir verifica. Dependerá del resultado, esto
es, si la distancia entre lo ideal y el estado actual ha desaparecido para que el
sujeto:

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E/O salga del plan o vuelva a actuar.

METAS:

Aquello por lo que la persona se esfuerza en conseguir:(Aquí el estado


ideal se prevé, se anticipa; en el plan, el estado ideal ya se conoce).

La fijación de metas tiene un efecto motivacional siempre y cuando sean:

a. Específicos (explícitos).

b. Difíciles.

c. Desafiante.

¿Por qué motivan las metas?

a. Porque dirigen la atención del sujeto.

b. Movilizan el esfuerzo, lo que está en proporción a la dificultad percibida


de la tarea.

c. Aumentan la persistencia, porque ésta permanece hasta que se alcanza


la meta.

d. Alientan el desarrollo de nuevas estrategias crear para alcanzarla.

El rol del feedback es indispensable para que la fijación de metas sea


efectiva. El sujeto necesita conocer si va o no alcanzando la meta.

DISONANCIA COGNITIVA:

La falta de consistencia, congruencia o coherencia entre las cogniciones


(actitudes, creencias, valores y opiniones) de un sujeto, es decir la disonancia
cognitiva, produce un motivo para reestablecer la consistencia cognitiva.

Este motivo se manifiesta:

a. Cambiando las creencias.

b. Cambiando la conducta.

c. Cambiando el entorno.

d. Añadiendo nuevos elementos cognitivos.

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COHERENCIA DEL AUTOCONCEPTO:

El self se construye sobre la base de evaluaciones y autoevaluaciones


recibidas a lo largo de nuestra vida. Son generalizaciones derivadas de
experiencias en varios ámbitos y situaciones “soy extrovertida” por ejemplo.

¿Cómo se relaciona con la motivación?

a. Puede actuar como plan o meto: discrepancia entre self actual o self
ideal.

b. El self formado busca feedback que sea consistente con su


autoconcepto y evita información que se contradiga con su autoconcepto. („filtrará”
de acuerdo a ello)

c. El self ideal constituye un incentivo para que la persona se esfuerce en


alcanzarlo por ejm. „ser atractivo” (haré ejercicios, iré al salón de belleza, etc.).

d. Para asegurarse de la estabilidad de su autoconcepto las personas


tienden a:

- Interactuar con personas que nos tratan como queremos ser tratados

- Damos señales externas para que nos traten como queremos ser
tratados (peinado, tipo de ropa, modo de hablar), etc.

EXPECTATIVA:

Evaluación subjetiva de la probabilidad de alcanzar una meta. Constituye


una estructura de conocimientos basada en experiencias previas. Por ejemplo
cuando un alumno postula a la universidad, evalúa sus probabilidades de ingreso.

INDEFENSIÓN APRENDIDA

Estado psicológico que resulta cuando una persona percibe que los
acontecimientos que se dan en su entorno son incontrolables.

Efectos:

a. Déficit motivacionales: disminuye la emisión de respuestas voluntarias


“no vale la pena intentarlo”.

b. Déficit cognitivos: Disposición cognitiva pesimista. Creencia de que los


resultados no dependen de las acciones. Considerar que las dificultades de ahora
seguirán en el futuro.

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c. Déficit afectivo: Lo normal es que ante situaciones traumáticas se


experimente miedo, pero en estos casos parece sentirse que tener miedo no sirve
de nada, se pasa entonces a situaciones depresivas, apatía.

A continuación desarrollaremos con más detalle 3 de los modelos citados:

MODELO DE EXPECTATIVA / VALENCIA

En el análisis motivacional de la conducta dirigida a la consecución de


metas, los modelos de expectativa/ valencia (E/V) han dominado el escenario
psicológico, al menos durante las tres últimas décadas (Feather, 1982).

Aunque dentro del rótulo general de E/V se incluyen planteamientos


teóricos diversos, todos ellos comparten entre sí la consideración de que el
componente motivacional clave para conseguir un logro es la intencionalidad, o lo
que es lo mismo el grado de compromiso personal con respecto al objetivo
propuesto. De acuerdo con estos modelos, cuando hay una intención clara,
concreta y definida por conseguir una meta, aumenta la probabilidad de lograr el
objetivo.

Así por ejemplo, aunque muchas personas explicitan el deseo de dejar de


fumar, sólo unas pocas se lo plantean seriamente como una meta a lograr, es
decir tienen intención clara de dejarlo. Ahora bien, las personas que se lo
proponen seriamente y que adquieren un compromiso intencional, casi siempre lo
consiguen.

Un planteamiento de este tipo centra toda la carga motivacional en la


determinación clara y precisa de intenciones, asumiendo, de forma implícita que el
paso de la intención a la consecución de la meta, una vez que aquella ha sido
firmemente establecida, es un proceso directo, inmediato y casi automático.
Siguiendo con el ejemplo anterior, una vez que la voluntad ha tomado la decisión
de dejar de fumar, se asume como altamente probable el logro del resultado.

Puesto que a la intención se le atribuye un papel esencial respecto al logro


de resultados, estos modelos han dedicado muchas páginas de su trabajo al
análisis teórico y empírico de los determinantes de la intencionalidad, que cifran
básicamente en dos conceptos cognitivos, como son “expectativas”, por un lado, y
“valencias”, por otro. El concepto de expectativa se define como la probabilidad
percibida que anticipa una persona acerca de que una determinada acción llevará
a la consecución de un resultado. El concepto de valencia alude al valor que la
persona anticipa al logro de dicho resultado (Mayor y Barberá, 1987).

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En el ejemplo del tabaco, la intención de dejar de fumar va a estar


básicamente determinada por la probabilidad que un individuo subjetivamente
cree que tiene de lograrlo así como por el valor que para esa persona tiene su
consecución, bien sea por razones de salud, de dominio de la voluntad o por
complacer al otro/os. En cualquier caso, el valor se anticipa, es decir el individuo
asume que cuando consiga dejar de fumar su salud mejorará o sentirá orgullo y
satisfacción por el logro conseguido. Pero todos estos pensamientos motivan y
afectan a la intención con anterioridad al logro de los resultados.

Desde estos dos parámetros cognitivos anticipatorios, los teóricos de E/V


explican tanto el proceso de toma de decisiones como la mayor o menor
persistencia en las tendencias motivacionales (Atkinson y Feather, 1966). Esta
idea básica va a estar presente en teorías tan dispares e influyentes para la
historia de la psicología motivacional como la de Rotter (1954) sobre el
aprendizaje social, la de Edwards (1954) sobre la utilidad subjetivamente
esperada, la de Atkinson (1957) sobre la conducta de logro, la teoría de Feather
(1959) sobre preferencia de objeto o la teoría laboral de Vroom (1964).

La investigación experimental se ha ocupado de estudiar los factores que


intervienen en el desarrollo de las expectativas y de las valencias. Rasgos
individuales de personalidad referidos al carácter optimista o pesimista (McFarlin y
Blascovich, 1981), así como experiencias vitales directas y de tipo vicario
(Bandura, 1986; Kazdin, 1979) han sido valorados como elementos decisivos.
Pero también componentes externos al individuo, tales como las características
concretas de las actividades propuestas o su nivel de dificultad (Atkinson, 1964),
se consideran determinantes importantes. Los teóricos de la comparación social
(Festinger, 1954) han hecho hincapié en los procesos de comparación
interpersonal, de manera que es más probable esperar conseguir un resultado
previamente logrado por personas próximas que otro que no lo ha sido.

El análisis motivacional de estos modelos no se interesa tanto por los


resultados obtenidos como por el estudio de los factores psicológicos que
determinan el compromiso personal con la meta. Esquemáticamente, el modelo se
podría resumir mediante e) siguiente diagrama:

FIGURA 1
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Representación de la Teoría de Expectativa/Valencia

Expectativas

INTE
NCIÓN (asunción implícita)
META

Valencias

Como puede verse, la intencionalidad, entendida como el compromiso


personal con la acción, constituye el componente motivacional único que se
representa en el análisis de los comportamientos voluntarios dirigidos al logro de
metas planeadas. El modelo asume que una vez establecida firmemente la
intención, el tránsito del propósito a la acción es directo y suele darse sin
dificultades. Por este motivo, estas teorías se focalizan en el estudio de los
componentes que intervienen en la determinación de intenciones, ocupando los
conceptos cognitivo-valorativos de expectativa y valencia una posición dominante.

¿Qué factores influyen en la formación de expectativas y valencias?

a. Rasgos de personalidad optimista — pesimista.

b. Experiencias vitales directas o de de tipo vicario

c. Características de la actividad propuesta a nivel de dificultad

TEORÍAS DEL CONTROL DE LA ACCIÓN

Con un marco conceptual similar, los teóricos del control de la acción


(Halisch y Kuhl, 1987: Kuhl, 1986, 1987: Kuhl y Beckman, 1985, 1992) amplían la
propuesta de los modelos de E/V estableciendo una distinción entre compromiso
personal con la acción (intención) y consecución de la meto (logro). De acuerdo
con este nuevo enfoque, la intención es condición necesaria para iniciar una
acción voluntaria, pero su intervención no es suficiente para garantizar el
resultado. La formulación clara y definida de una intención no implica
automáticamente la consecución del resultado.

Los conceptos de expectativa y valencia permiten dar cuenta parcial de lo


que las personas se comprometen a cumplir, pero en el camino hacia el

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cumplimiento de a meta muchas intenciones no llegan a buen término. Volviendo


al ejemplo previamente comentado, se podría decir que según la teoría del control
de la acción sin una intención clara y precisa de dejar de fumar difícilmente se
consiga modificar la conducta de un fumador, pero el compromiso formal no basta
para garantizar el resultado como todos sabemos por propia experiencia.

Dos cuestiones diferencian claramente a las teorías ce control de la acción


con respecto a los modelos de E/V, a saber: i) el paso de la intención a la acción
no es automático, ni directo, ni inmediato, sino que conlleva procesos interactivos
de naturaleza compleja y ii) son precisamente los procesos y estructuras
psicológicas que median entre la intención y el resultado, los que preferentemente
interesa analizar (Kuhl, 1986).

En la transformación de una intención en logro intervienen diversos


parámetros y variables que conviene tomar en consideración para pronosticar la
probabilidad de lograr la meta. Las teorías del control de a acción analizan las
siguientes:

1) El grado de compatibilidad existente entre la intención formulada y las


demandas sociales, que siempre son variables externas de tipo contextual.

Por ejemplo, hace unos cuantos años, fumar era una moda y estaba bien
visto. Había un reclamo social hacia el tabaco. Hoy en día, sin embargo, el
contexto ha cambiado drásticamente, sobre todo en determinados ambientes, de
modo que muchos fumadores se perciben a sí mismos como un grupo marginado,
que debe recluirse en determinados retos para practicar el ritual de los fumadores.

2) Las tendencias de acción competidoras, que pueden ser tanto factores


internos como componentes de tipo externo Pero, en ambos casos, se trata de
parámetros que pueden interferir el cumplimiento de la intención.

En el ejemplo de dejar de fumar, una persona puede tener diversas


tendencias de acción que afecten a la intención propuesta, tales como vivir en un
entorno más o menos proclive al tabaco, haber interiorizado el hábito de fumar o
la adición a la nicotina en mayor o menor grado.

3) Los modos de control personal que preservan el llevar a término la


intención con respecto a as posibles tendencias alternativas. Conceptualmente
estos modos de control se representan como procesos meta-cognitivos o

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mecanismos de auto-regulación que actúan para facilitar la ejecución de una


propuesta.

KuhI (1985) prioriza dos tipos de mecanismos auto-regulatorios para


proteger la intención frente a presiones alternativas. En primer lugar, los procesos
de atención que facilitan el procesamiento de la información relativa a la intención.
Por ejemplo, centrar la atención en la resolución de un problema, de manera que
éste acapare durante un tiempo toda nuestra atención y esfuerzo olvidando en
ese momento otras cuestiones.

En segundo lugar, la intervención de diversas estrategias psicológicas


sobre la voluntad. Dichas estrategias resultan bastante flexibles y pueden actuar o
bien inhibiendo los estados emocionales (tristeza, excitación excesiva) que
puedan suponer un obstáculo en la ejecución de una intención, o, por el contrario,
pueden ser utilizadas como argumentos motivacionales que favorezcan el
cumplimiento de la intención. Así por ejemplo, puedo convencerme de que si
ahora no hago algo que no me apetece, luego será peor y más costoso, como
modo de motivarme para realizarlo.

Los modos de control personal asumen dos funciones básicas. Por un


lado, organizan y controlan determinados mecanismos cognitivos con el propósito
de optimizar la ejecución de la intención propuesta. Por otro lado, utilizan la
información disponible sobre la efectividad de diversas operaciones cognitivas
para alcanzar la meta. Si intentamos ejemplificar estas funciones en el caso de la
persona que ha decidido dejar de fumar, vemos que, por un lado, dicha persona
puede tratar de organizar su vida de manera que evite, en la medida de lo posible,
a las personas fumadoras o, al menos, los ambientes más proclives a seguir
fumando. Además, cada vez que la tentación de fumar se presente pensará y se
repetirá a sí misma las ventajas que tiene el no fumar: sentirse mejor, tener más
dinero disponible, la casa más limpia y aireada, etc.

Cabe distinguir dos orientaciones básicas en el funcionamiento de los


mecanismos de control de a acción, que se denominan orientación de acción (OA)
y orientación de estado (OE). La OA se define como una focalización de la
atención y la voluntad sobre la meta que se quiere lograr, de forma que cualquier
información que llega se procesa de acuerdo con este objetivo. En la OE, sin
embargo, los procesos atencionales se dispersan con informaciones plurales y la
voluntad fluctúa con los diversos procesamientos.

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Las orientaciones en los modos de control han sido evaluadas


empíricamente mediante un cuestionario desarrollado por Kuhl (1985), con
referencia a actividades resolución de problemas, a modos de reacción frente a
situaciones de fracaso o a modalidades de actuación ante tareas complejas. Los
resultados obtenidos permiten concluir que en la resolución de problemas las
personas con OA tienen más facilidad que las de OE cara tomar decisiones
rápidas, sin darle muchas vueltas. Respecto de as reacciones frente al fracaso,
aparece como tendencia dominante en las personas con OA a estrategia de
“pasar página‟ sin analizar demasiado los motivos que llevaron al fracaso. En la
ejecución de tareas complejas, los OA habitualmente focalizan la atención en
estrategias instrumentales para alcanzar la meta (pensar qué debo hacer para
realizar la tarea con eficacia), mientras que los OE desarrollan estrategias
atributivas referidas a as capacidades o al esfuerzo realizado (reflexionar sobre si
se posee o no capacidad suficiente para realizar la tarea o si el esfuerzo y
dedicación ha sido suficiente).

El desarrollo de estas orientaciones de control de la acción depende tanto


de factores dispositivos de personalidad -determinantes distales- como de una
serie de componentes proximales relativos al medio ambiente, o al uso de
estrategias de control diversas. Las características básicas de estos modelos se
recogen en el siguiente diagrama.

FIGURA 2

Representación de la Teoría del Control de la Acción

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Aunque se asume implícitamente que expectativas y valencias intervienen


en la determinación de las intenciones, el interés, como se observa en el
diagrama, se focaliza en los procesos que condicionan el cumplimento de las
intenciones. Diversos mecanismos auto - regulatorios tratan de proteger la
intención frente a posibles tendencias competidoras, tanto de tipo interno como
externo. El modelo incorpora, asimismo, las demandas sociales, que pueden
facilitar o dificultar la consecución de metas.

ENFOQUES ATRIBUTIVOS

Los enfoques basados en la atribución causal (Heider, 1958; Kelley, 1967;


Weiner, 1974, 1980) se interesan por conocer la fuerza motivacional de la
reflexión mental que sigue a un evento. Los humanos tendemos a buscar las
causas explicativas de la conducta, de manera especial cuando los resultados
obtenidos no coinciden con las expectativas previas (Weiner, 1982).

Al igual que los dos modelos anteriores, los teóricos de la atribución


inciden en los aspectos cognitivos y racionales de la conducta voluntaria, pero el
interés no se centra ni en la determinación de intenciones ni en su cumplimiento,
sino que se localiza específicamente en los argumentos explicativos que dan las
personas acerca del porqué de los resultados obtenidos, tanto si éstos son
percibidos como éxitos o, por el contrario, como fracasos (Weiner, 1978).

Se parte de dos supuestos básicos; a) que cualquier atribución humana


obedece a unas determinadas reglas y b) que las atribuciones causales
establecidas van a influir sobre el desarrollo de nuevos comportamientos y futuras
expectativas, repercutiendo, en definitiva, en el establecimiento y selección de
metas futura (Weiner, 1986).

La atribución, por ejemplo, de un buen resultado a componentes de azar


no favorece la expectativa de un nuevo logro, del mismo modo que puede
favorecerla la atribución causal vinculada al esfuerzo o a la capacidad personal.

En este sentido, el modelo atributivo no se trata de una alternativa a la


teoría de E/V sino de un planteamiento complementario, ya que las atribuciones
causales de los resultados van a afectar al establecimiento de expectativas y
valencias futuras, al desarrollo emocional y a las nuevas tendencias a la acción. El
diagrama que se presenta a continuación trata de ilustrar el sentido
complementario del modelo de la atribución causal respecto de los enfoques
anteriores

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FIGURA 3

Representación Integradora de los Modelos de E/V Control de la Acción y


Atribución Causal

En conclusión, cuando hablamos de atribución causal hacemos referencia


a una reflexión mental que el sujeto luego de realizar una determinada conducta,
hace acerca del éxito o fracaso de ese accionar Entre los argumentos explicativos
tenemos:

a) Capacidad

b) Esfuerzo

c) Suerte

d) Dificultad de la tarea

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