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AUSENCIA Y FIN DE LA PERSONA

INTRODUCCIÒN

Los Títulos VI y VII regulan las múltiples situaciones y efectos


jurídicos que se producen a partir de la desaparición de una persona y su
fin vital.

En cuanto al Titulo VI: LA AUSENCIA, la doctrina, tanto nacional


como extranjera, parece ser uniforme la opinión que considera la
desaparición como una situación de hecho. El desaparecido es una
persona que no se encuentra en el lugar de su domicilio y que,
simultáneamente, luego de haber transcurrido 60 días, no se tiene noticias
sobre su paradero.

Por el contrario, la ausencia, comporta una situación de derecho.


La ausencia únicamente se configura en virtud de una declaración
judicial, por consiguiente es lógico que se solicite ésta última para los
efectos de su inscripción.

La desaparición es el supuesto d hecho que antecede a la


declaración judicial de ausencia. El Código faculta a cualquier persona que
tenga interés o al Ministerio Público a fin e que pueda la curatela interina,
en tato aparezca el desaparecido o se declare judicialmente ausente o
presuntamente muerto. Esto se explica en el hecho de que, mientras una
persona permanezca desaparecida, todos sus bienes o intereses
patrimoniales se encuentran desprotegidos y bajo el riesgo de perecer o

2
extinguirse; en tal situación el Derecho establece normas que permitan la
cautela de dichos bienes.

La preocupación por el Código se centra en tal situación de riesgo,


es por eso que, cuando existe representante nombrado por el ausente, no
procede el nombramiento de curador. Por lo tanto el Código previniendo
este riesgo natural, faculta a todos los interesados, a fin de que puedan
solicitar el nombramiento de un curador interino. La calidad de interino se
explica porque ésta cesa cuando el desaparecido aparezca, o se declare
judicialmente su ausencia o muerte presunta. En el segundo supuesto, la
sentencia que lo declare judicialmente ausente ordenará el cese de las
facultades ordenará el cese de las facultades de curador interino y la
entrega de la posesión de curador interino y la entrega de la posesión
temporal de los bienes del ausente a quienes resulten sus herederos
forzosos, en caso de que éstos no existan, el curador interino mantendrá
todas sus facultades.

En relación al Título VII: FIN DE LA PERSONA, dada las grandes


consecuencias que tiene la muerte para toda persona, resulta sumamente
importante determinar los criterios técnicos mediante los cuales se puede
determinar tanto el momento exacto de la ocurrencia de la muerte como la
calificación de la muerte misma.

Para la conceptualizaciòn de la muerte, como hecho real y


concreto, se han propuesto dos criterios. El criterio biológico, sostenido
por la doctrina tradicional, considera que la muerte es la detención de las
funciones del sistema nervioso, circulatorio y de la temperatura corporal.
El criterio médico-legal, la muerte se presenta mediante la conjunción
indivisible de tres síntomas: detención del funcionamiento cardiaco,

3
cesación de toda posibilidad de interrelación activa del individuo con el
mundo exterior, y cesación definitiva de la condición de ser humano, como
ser autónomo.

Pero la ciencia médica que es la única autorizada en estos temas,


ha demostrado que el transcurso de la vida a la muerte no es un fenómeno
instantáneo, sino que es un proceso gradual que atraviesa varias fases
como la muerte relativa (ene. Cual se da el cese de las funciones
cardiovasculares, respiratorias y nervios, inclusive, pero dicho estado es
reversible, ya sea espontáneamente como artificialmente, por medios
técnico-quirúrgicos), la muerte intermedia( en el cual la cesación de las
funciones vitales sucedidas durante la primera fase, ha sido de tal
magnitud, que han causado lesiones graves e irreversibles, las cuales
desencadenan lenta y continuamente la muerte; en este estado se dan los
llamados estados vegetales) y la muerte absoluta(es la muerte biológica
total, hay total cesación de cualquier tipo de vida celular).

A nivel de la legislación nacional, la Ley General de Salud define en


su artículo 108 el concepto de muerte al establecer que “se considera
ausencia al cese definitivo de la actividad cerebral, independientemente de
que algunos de sus órgano o tejidos mantengan actividad biológica y
puedan ser usados con fines de transplantes, injerto cultivo. El
diagnóstico fundado de cese definitivo de la actividad cerebral define la
muerte. Cuando no es posible establecer tal diagnóstico, la constataron del
paro cardiaco-respiratorio irreversible confirma la muerte”.

4
OBJETIVOS

OBJETIVOS GENERALES

 Analizar la relevancia jurídica de la ausencia y fin de la persona,


entendida como un sujeto de derecho.

OBJETIVOS ESPECÌFICOS

 Definir los conceptos de ausencia, muerte, desaparición entre otros,


que guarden relación con los títulos VI y VII del Libro I Código Civil
Peruano: DERECHO DE LAS PERSONAS.

 Analizar las diversas teorías en la que se basa nuestro Código Civil


para determinar al ausente y al presuntamente muerto.

 Comprender que aunque nuestro Código regula varios aspectos


relevantes sobre los puntos tomados de manera adecuada, por otro
lado también incurre en errores u omisiones que deberían ser
resueltos para una mayor seguridad.

5
MARCO TEORICO

AUSENCIA

1. EVOLUCIÒN HISTÒRICA.

Como advierte García Amigo, mencionado por Espinoza Espinoza 1,


si bien la desaparición no alcanzó una regulación orgánica, como en los
actuales códigos, ello no significa que en la antigüedad no obtuviera cierta
relevancia a nivel normativo.

En el derecho romano ya existía el curator bonorum absentis, o sea,


aquella persona que cuidaba los bienes del desaparecido, y también se
permitía que, en la fecha que este último cumpliese los años se podía
ejercer la actio hereditatis petitio.

El derecho germánico, caracterizado siempre por la rigidez de sus


instituciones, asimilaba una solución distinta, al establecer, en un breve
tiempo, la declaración de fallecimiento del desaparecido.

Contemporáneamente se siguen dos sistemas que:

A. SISTEMA FRANCÈS.

Por medio del cual se considera al ausente con tal y no se utiliza la


peligrosa presunción de su muerte. Se comprenden tres etapas en esta
institución, vale decir:

1. Ausencia presunta.
2. Ausencia declarada.
3. Posesión definitiva de bienes.
1
ESPINOZA ESPINOZA, Juan. “Derecho de las Personas”.Editorial Huallaga, tercera
edición. Lima, agosto del 2000. Pág. 373-395.

6
Otra nota importante de este sistema es la amplitud de sus plazos.
El Código Civil francés en su artículo 88, se refiere a la “desaparición” en
los casos de certidumbre absoluta o muy posible, de la muerte del
desaparecido.

B. SISTEMA ALEMÀN.

El cual se pine de manifiesto a través de la ley de ausencia de


1951. Se establecen, dentro de este orden de ideas, las siguientes fases:

1. Desaparición.
2. Plazo.
3. Declaración de fallecimiento.

Esta última, establece una presunción iuris tantum, es decir, se


admite como un hecho verdadero la muerte, de la cual no se tiene certeza,
admitiéndose prueba en contrario. La carga de la prueba corresponde a
quien afirma la vida del ausente.
El Código Civil español, al respecto, establece tres momentos: la
ausencia de hecho, la ausencia legal y la declaración de fallecimiento. Nota
característica de estas etapas es que ninguna supone a preexistencia de la
otra.
Así el concepto jurídico de la ausencia gira en torno a la incertidumbre de
la muerte de la persona, de la que desde largo tiempo no se han tenio
noticias y existe fundamento para admitir que ya no vive. También tiene en
cuenta la consideración de que aunque se sepa con certidumbre que ha
muerto, sin embargo se desconoce el momento exacto en que ocurrió la
muerte.

Un sector de la doctrina italiana, comprende dentro de los supuestos


de hecho de incertidumbre acerca de la existencia con vida d la persona, a
la desaparición (“simple posibilidad de muerte”) a la ausencia

7
(“probabilidad de muerte”) y a la declaración de muerte presunta
(“presumibilidad de que ocurrió el suceso”).

En el Perú, el Código Civil de 1936 no se caracterizó por su


uniformidad en la terminología, confundiéndose la ausencia con la
desaparición. El Código Civil de 1984, adoptando un sistema mixto entre
el francés y el alemán, comprende tres fases: la desaparición, la
declaración judicial de ausencia y la declaración judicial de muerte
presunta

Se puede concluir que, en este orden de ideas, se produce primero


una situación de hecho, la cual después de cumplir ciertos requisitos, se
convierte en derecho, existiendo un tercer momento en que se opta por
una solución más cercana a la realidad, con miras a una seguridad
jurídica.

2. CONCEPTO.

Becerra Palomino, citado por Víctor Guevara Pezo 2, dice, con


acierto, que la ausencia es una situación jurídica que corresponde a una
persona que:

a. No se encuentra en el lugar de su domicilio.


b. Se ignora su paradero.
c. Carece de representación suficientemente facultado.
d. Respecto de quien puede legar a dudarse sobre su existencia
con el transcurso del tiempo.

El Código de 1936 consideró a los ausentes, artículo a los


ausentes, artículo 9 inc. 4, absolutamente incapaces, solución incorrecta,
forzada, artificial, pues ni la condición de un incapaz (que no es un
2
GUEVARA PEZO, Víctor. “Personas Naturales”. Editorial Gaceta Jurídica, primera
Edición. Lima, 2004.Páginas 229-241.

8
desparecido) corresponde con la descripción de ausente que hemos dado
antes, ni tampoco puede decirse que un ausente tiene las características
de un incapaz.

El Código de 1984 ha intentado una solución mejor, sin que sin


embargo, a nuestro juicio, se haya producido una acorde con la naturaleza
de los hechos que configuran tal situación jurídica y sin que, además,
guarde conformidad con la naturaleza de las instituciones del Derecho
peruano.

Se establecen tres fórmulas de solución para la ausencia:

1. La regulada por los artículos 47 y 48 del Código y que se


encuentra bajo el epígrafe de desaparición.

2. La normada por los artículos 48 al 60, bajo el título de


declaración de ausencia.

3. La ordenada por los artículos 63 al 69 y que se encuentra bajo


los rubros declaración de muerte presunta y reconocimiento
de existencia.

3. DEFINICIÒN Y ALCANCE DEL TÈRMINO Y “DESAPARICIÒN”.

Hemos visto que cada cuerpo legal adopta voces distintas para
identificar este concepto, es por esto que debe tenerse en cuenta que el
Código Civil peruano, en un primer momento, se refiere a la desaparición
(situación de hecho) y en segundo lugar término, a la declaración judicial
de ausencia (homologación por el juez).

Para Breccia, Bigliazzi Gerì, Natoli y Busnelli “´la desaparición´ (…)


es una situación de hecho, que se presenta cuando quiera que concurren
los dos presupuestos siguientes: que una persona no esté presente más

9
“en el lugar de su último domicilio de la última residencia suya”, y que no
tengan de ella más noticias.

Los efectos que la ley asigna a la simple ocurrencia del hecho del
desaparecimiento de una persona conciernen exclusivamente a las
relaciones patrimoniales referidas a dicha persona.

Alterini advierte que: “Es frecuente que una persona desaparezca


de los lugares que frecuenta, sin dejar noticia suya; por cierto, sin que esa
desaparición pueda determinar que se lo tenga por muerto”.

Diez-Picazo y Gullòn establecen que: “La ausencia, en sentido


material, es una falta de presencia. Esta ausente quien en un momento
determinado no se encuentra en un lugar donde ha de estar. Pero
jurídicamente se requiere algo más: la incertidumbre sobre su existencia,
originada por el tiempo transcurrido y la falta de noticias sobre él.
El ausente, jurídicamente expresado, es una persona que no sabemos al si
existe ni donde existe, hay una duda sobre este punto fundamental, que es
la determinante de la actuación de las normas del Código Civil. Esta duda
nace oficialmente cuando media una declaración judicial que da nacimiento
la situación declarada”.

Cabanellas, al respecto, define lo siguiente: “En derecho, la


ausencia es la situación de aquel que se encuentra fuera del lugar de su
domicilio, sin que se sepa su paradero, ni conste si vive o ha muerto, ni
haya dejado apoderado que lo represente”.

4. SOLUCIÒN PREVISTA EN LOS ARTÌCULOS 47 Y 48 DEL CÓDIGO


CIVIL.

El artículo 47 establece que “Cuando una persona no se halla en el


lugar de su domicilio y han transcurrido más de sesenta días sin noticias

10
sobre su paradero, cualquier familiar hasta el cuarto grado de
consanguinidad o afinidad, excluyendo el más próximo al más se rige por
las disposiciones de los artículos 564 a 618, en cuanto sean pertinentes”.
También puede solicitarlo quien invoque legítimo interés en los negocios o
asunto del desaparecido, con citación de los familiares conocidos y del
Ministerio Público. La solicitud se tramita como proceso no contencioso.

La manera más práctica de acreditar el transcurso de esos sesenta


días será la de sentar ante la policía una denuncia de la desaparición y
recabar, transcurrido ese tiempo, una constancia policial.

El segundo párrafo del artículo 47 indica que no procede la


designación de un curador cuando el desaparecido “tiene representante o
mandatario con facultades suficientes”, se entiende que son semejantes a
las que la ley atribuye al curador.

El artículo 48 dispone que “La curatela a que se contrae el artículo


47 se rige por las disposiciones de los artículos 564 a 618, en cuanto sean
pertinentes”.

El artículo 597 señala que “Cuando una persona se ausenta o ha


desaparecido de su domicilio, ignorándose su paradero según lo establece el
artículo 47, se proveerá a la curatela interina de sus bienes, observándose
lo dispuesto en los artículos 569 y 573…”.

El artículo 569, referido, señala, por su parte, que la curatela


corresponde:

1. Al cónyuge no separado judicialmente.

2. A los padres.

11
3. A los descendientes, prefiriéndose el más próximo al más
remoto y en igualdad, al más idóneo. La preferencia la decidirá
el juez, oyendo al consejo de familia.

4. A los abuelos y demás ascendientes regulándose la


designación conforme al inciso anterior.

5. A los hermanos.

El artículo 573 dispone que a falta del curador legítimo “los


mencionados en el artículo 569 y de curador testamentario o escrutinario, la
tutela corresponde a la persona que designen el consejo de familia”. El
artículo 597, in fine, indica que “a falta de las personas llamadas por estos
artículos ejercerá la curatela la que designe el juez”.

5. SOLUCIÒN ESTABLECIDA POR LAS DISPOSICIONES DE LOS


ARTÍCULOS 49 AL 60 DEL CÓDIGO CIVIL BAJO EL TÍTULO DE
DECLARACIÓN DE AUSENCIA.

El artículo 49 dice: “Transcurridos dos años desde que se tuvo la


última noticia del desaparecido, cualquiera que tenga legítimo interés o el
Ministerio Público pueden solicitar la declaración judicial de ausencia.
Es competente el juez del último domicilio 3 que tuvo el desaparecido o el del
lugar donde se encuentre la mayor parte de sus bienes”.

Según el artículo 50,"en la declaración judicial de ausencia se


ordenará dar la posesión temporal de los bienes del ausente a quienes
serían sus herederos forzosos al tiempo de dictarla.

3
Concordancia con el artículo 66 del Código Civil Peruano: “el juez que considere
improcedente la declaración de muerte presunta puede declarar la ausencia”.

12
Si no hubiera persona con esta calidad continuará, respecto de los bienes
del ausente, la curatela4 establecida en el artículo 47”.

En el artículo 51 se establece que “la posesión temporal de los


bienes del ausente, a que se refiere el artículo 50, debe ser precedida de la
formación del respectivo inventario.
El poseedor tiene los derechos y obligaciones inherentes a la posesión 5 y
goza de los frutos con la limitación de reservar de éstos una parte igual a la
cuota de libre disposición del ausente”.
El articulo 52, reiterando lo concerniente a la condición de meros
poseedores de los receptores de los bienes, indica que éstos no podrán
enajenarlos ni gravarlos, salvo que demostrando necesidad o utilidad,
obtengan aprobación judicial.

Con la inscripción de la declaración de ausencia 6, que debe


inscribirse conforme lo señala el artículo 53, quedan extinguidos todos los
poderes que hubiera otorgado el ausente.

El artículo 54, poniéndose en el caso de que-por desinterés de los


herederos forzosos, o por excesivo y controvertido interés o por cualquier
otra razón no funcione el sistema de uso y disfrute de los bienes del
ausente, determina que a pedido de cualquiera de dichos herederos podrá

4
Concordancia con el artículo 616 del Código Civil Peruano: “la curatela de los bienes del
desaparecido cesa cuando reaparece o cuando se le declara ausente o presuntamente
muerto”.

5
Concordancia con el artículo 896 del Código Civil Peruano: “la posesión es el ejercicio de
hecho de uno o más poderes inherentes a la propiedad”.

6
Concordancia con el artículo 2030.2 del Código Civil, por el cual: “se inscriben en el
Registro las resoluciones que declaren la desaparición, ausencia, muerte presunta y el
reconocimiento de existencia de personas”.

13
pedirse al juez el nombramiento de un administrador judicial de dichos
bienes.

En el artículo 55 se establece que son derechos y obligaciones del


administrador judicial de los bienes del ausente:

1. Percibir los frutos7.


2. Pagar las deudas del ausente y atender los gastos
correspondientes al patrimonio que administra.
3. Reservar en cuenta bancaria, o con las seguridades que señala
el juez, la cuota a que se refiere el artículo 51.
4. Distribuir regularmente entre las personas que señala el
artículo 50 los saldos disponibles, en proporción a sus
eventuales derechos sucesorios.
5. Ejercer la representación judicial del ausente con las
facultades especiales y generales que la ley confiere.
6. Ejercer cualquier otra atribución no prevista, si fuere
conveniente al patrimonio bajo su administración, previa
autorización judicial.
7. Rendir cuneta de su administración en los casos señalados por
la ley.

Además el artículo 56 dispone que para enajenar o gravar los


bienes a su cargo el administrador deberá recabar autorización judicial,
demostrando la necesidad o utilidad de dichos actos.

“En el caso de que existan cónyuge u otros herederos forzosos 8 que


eran o se conviertan después de la desaparición en económicamente

7
“Son frutos los provechos renovables que produce un bien, sin que se altere ni disminuya
su sustancia”. (Artículo 890 del Código Civil Peruano).

8
“Son herederos forzosos los hijos y demás descendientes, los padres y los demás
ascendientes, y el cónyuge”. (art. 481 del Código Civil Peruano).

14
dependientes del ausente, careciendo de rentas que les permitan atender
sus necesidades alimentarias; el artículo 58 dispone que, éstos pueden
solicitar al juez la asignación de una pensión, cuyo monto será señalado
según la condición económica de los solicitantes y la cuantía del patrimonio
afectado.
Esta pretensión se tramita conforme al proceso sumarìsimo de alimentos,
en lo que resulte aplicable”.

Conforme lo determina el artículo 59; cesan los efectos de la


declaración judicial de ausencia por:

1. Regreso del ausente.


2. Designación de apoderado con facultades suficientes, hecha por
el ausente con posterioridad a la declaración.

3. Comprobación de la muerte del ausente.

4. Declaración judicial de muerte presunta.

El artículo 60 señala que “según las disposiciones del código, los


efectos previstos en los puntos 1 y 2 del artículo 59 se restituye a su titular
su patrimonio como proceso no contencioso con citación de quienes
solicitaron la declaración de la ausencia.
En los casos 1 y 2 del artículo 59, se procede a la apertura de la sucesión”.

5.1. POSICIÒN DEL CÒDIGO CIVIL PERUANO.

Fernández Sessarego apunta que “La desaparición, tal como


nítidamente lo expresa el artículo 47, es una situación de facto que surge
por la necesaria y contemporánea presencia de dos notas que tipifican la
situación del desaparecido. La primera se refiere al hecho que la persona no
se halla en su domicilio.
Pero, ello no es suficiente, se requiere, además, que no e sepa dónde se
encuentra, que no exista ninguna información sobre su paradero.

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Sin embargo, la desaparición no se configura si la persona tiene
representante con facultades suficientes. La desaparición es el antecedente
de hecho de declaración judicial de ausencia, la que puede ocurrir si han
transcurrido dos años de haberse producido tal evento. La desaparición solo
da lugar al nombramiento e un curador interino”.

Diez Picazo y Gullòn, comentando el Código Civil español y la Ley


de Enjuiciamiento expresan que “Bajo la rúbrica general de la ausencia se
comprenden tres fases o situaciones:

1. Situación de defensa de los bienes del desaparecido.


2. Situación de ausencia legal.
3. Declaración de fallecimiento.

Estas tres situaciones son independientes.

El hecho de la desaparición, al confrontarse con la normatividad,


da como resultado que la situación jurídica del desparecido solo produce,
como consecuencia derivada del hecho, el nombramiento de un curador
interino. Lo que pretende el codificador es la custodia de los bienes del
desparecido cuando no existe representante con poderes suficientes.

En efecto, el nombramiento del curador a que se refiere el art.47,


primer párrafo, mediante resolución judicial o el nombramiento del
representante hecho previamente por el desaparecido (art.47, segundo
párrafo), se inscriben en el Registro de Mandatos y Poderes (art.2036 del
Código Civil), que a su vez es integrante del Registro de Personas Naturales
unificada por Ley de Creación del Sistema Nacional y la Superintendencia
Nacional de los Registros Públicos, Ley Nº26366. Es totalmente absurdo e
inútil inscribir una resolución que “declare” la desaparición en el Registro
de Estado Civil, tal como parecería deducirse del artículo 44, inc. e) de la

16
Ley 26497.Lo que se busca tutelar con la desaparición es el interés de
aquellos que dependen económicamente del desaparecido, nombrando a
una persona que administre el patrimonio del mismo.

La desaparición es una etapa previa y de hecho a aquella otra, de


derecho, que es la declaración judicial de ausencia, la cual implica una
posesión temporal de los bienes del ausente. Por ellos, como apunta
Becerra Palomino, “la desaparición o requiere una declaración judicial, sino
que configurada ésta, de acuerdo a los elementos antes señalados, se
procede al nombramiento de alguien que se haga cargo de los asuntos de la
persona desaparecida”.

En tanto no se modifique el mencionado inciso, limitando solo la


declaración de ausencia, se muerte presunta y el reconocimiento de
existencia, como actos inscribibles en el Registro Personal y, en su
momento, en el Registro de Estado Civil, queda al operador jurídico el
camino de la interpretación restrictiva.

5.2. OMISIÒN DEL CÒDIGO CIVIL PERUANO.

Según Juan Espinoza Espinoza, resulta realmente sorprendente


que el Libro I, del Código Civil peruano de 1984, el cual es muestra plena
de la profunda visión humanista del Derecho, considerando a la persona
como un valor en sí misma que, en materia de ausencia, sólo regule los
aspectos patrimoniales del desaparecido, dejando de lado la protección que
merece su persona en cuanto tal.

El Código Civil español, en su artículo 184, establece las


obligaciones generales, que tiene el representante del ausente, las cuales
son:

17
1. La representación del declarado ausente.

2. La protección y administración de sus bienes.

3. El cumplimiento de las obligaciones del ausente.

4. La pesquisa de la persona del ausente.

Esta última prescripción no se limita a ser una norma lírica, ni un


ritual inútil, porque en caso de que el representante hubiera conocido la
existencia del ausente o impidiera toda pesquisa sobre su persona y el
ausente apareciera, el representante tiene que devolver los frutos
percibidos por concepto de enumeración, ya que ha configurado su mala
fe.

5.3. DECLARACION JUDICIAL DE AUSENCIA.

“Transcurridos dos años desde que se tuvo la última noticia del


desaparecido, cualquiera que tenga legítimo interés o el Ministerio Público
pueden solicitar la declaración judicial de ausencia.
Es competente el juez del último domicilio que tuvo el desaparecido o el del
lugar donde se encuentre la mayor parte de sus bienes”. (Artículo 49 del
Código Civil Peruano).

Para la declaración judicial de ausencia continúan los requisitos


que se tuvo en cuenta para la declaración judicial de desaparecido, esto es:
no hay rastro de su paradero y no se tiene noticias de él; pero en este caso,
deben transcurrir dos años de la desaparición.

La ausencia no es más que la condición en que se encuentra una


persona física cuya existencia es incierta debido a determinadas
circunstancias previstas por la ley, tales como: su condición dudosa, no se
tiene certeza si está viva o ha muerto ya; no es ubicada en un determinado
lugar, lo que motiva a estar impedida de ejercer por sí mismo sus

18
derechos, careciendo de capacidad para obrar o de ejercicio; por lo que a
ley se encarga de proveerle protección de sus bienes y derechos, no sólo a
favor del ausente sino de sus herederos quienes detentarán la posesión
provisional de sus bienes, así como gozarán de los frutos que éstos
produzcan.

Pueden solicitar declaración judicial de ausencia cualquiera que


tenga legítimo interés o el Ministerio Público. El legítimo interés debe
entenderse en los negocios y asuntos del desaparecido.
5.3.1. POSESIÒN TEMPORAL DE LOS BIENES DEL AUSENTE.

“En la declaración judicial de ausencia se ordenará dar la posesión


temporal de los bienes del ausente a quienes serían sus herederos forzosos
al tiempo de dictarla..
Si no hubiera persona con esta calidad continuará, respecto de los bienes
del ausente, la curatela9 establecida en el artículo 47”. (Art.50 del Código
Civil peruano).

En la sentencia de la declaración judicial de ausencia se ordenará


dar posesión temporal de los bines del ausente a quienes serían sus
herederos forzosos al tiempo de dictarla. Son herederos forzosos: los hijos y
demás descendientes, los padres y los demás ascendientes del cónyuge.

La ley establece los órdenes sucesorios en los artículos 816 y 817


del Código Civil de la siguiente manera:

Si hay hijos y hay cónyuge no heredan los padres.


Si hay hijos y no hay cónyuge no heredan los padres. Sólo los hijos.
Si no hay hijos y hay cónyuge heredan los padres y el cónyuge.

9
Concordancia con el artículo 616 del Código Civil Peruano: “la curatela de los bienes del
desaparecido cesa cuando reaparece o cuando se le declara ausente o presuntamente
muerto”.

19
Si no hubiera herederos forzosos se designará un curador legal que
represente al ausente y administre sus negocios.

5.3.2. POSESIÒN DE LOS BIENES POR UN TERCERO.

En el artículo 51 se establece que “la posesión temporal de los


bienes del ausente, a que se refiere el artículo 50, debe ser precedida de la
formación del respectivo inventario.
El poseedor tiene los derechos y obligaciones inherentes a la posesión 10 y
goza de los frutos con la limitación de reservar de éstos una parte igual a la
cuota de libre disposición del ausente”.

La posesión provisional de los bienes deberá darse por foral


inventarlo.Antes de dar posesión de los bienes del ausente, a los herederos
fozosos, se procederá a la formación de un inventario valorizado, para
responsabilizarlos del patrimonio que reciben; o según el caso, al curador
para que los administre bajo encargo.

El poseedor tiene los derechos y obligaciones inherentes a la


posesión y goza de los frutos con la limitación de reservar una parte igual
a la cuota de libre disposición del ausente.
Esta cuota de libre disposición está especificada en los artículos 725 11 y
72612 del Código Civil.

10
Concordancia con el artículo 896 del Código Civil Peruano: “la posesión es el ejercicio de
hecho de uno o más poderes inherentes a la propiedad”.

11
Art.725: “El que tiene hijos u otros descendientes, o cónyuge, puede disponer libremente
hasta el tercio de sus bienes”.

12
Art.726 “El que tiene sólo los padres u otros ascendientes, puede disponer libremente
hasta la mitad del tercio de sus bienes”. En este caso, la cuota que se debe reservar de los
frutos.

20
6. SOLUCIÒN PREVISTA EN LOS ARTÌCULOS 63 AL 69 BAJO LOS
EPÌGRAFES DE DECLARACIÒN DE MUERTE PRESUNTA AL
RECONOCIMIENTO DE EXISTENCIA.

El artículo 63 del Código de 1984 señala que “Procede la


declaración de muerte presunta, sin que sea indispensable la ausencia, a
solicitud de cualquier interesado o del Ministerio Público en los siguientes
casos:

1. Cuando hayan transcurridos diez años desde las


últimas noticias del desaparecido o cinco si este tuviere mas
de ochenta años de edad.

2. Cuando hayan transcurrido dos años si la


desaparición se produjo en circunstancias constitutivas de
peligro de muerte. El plazo corre a partir de la cesación del
evento peligroso.

3. Cuando exista certeza de la muerte, sin que el cadáver


sea encontrado o reconocido.

Conforme a lo establecido en el artículo 64 del código, la resolución


que declara la muerte presunta debe inscribirse en el registro que de
defunciones. Por efecto de dicha resolución queda disuelto el matrimonio
que pudiera vincular al declarado muerto.

La porción que se reservará es un ahorro que permitirá amenguar el posible infortunio


que puede atravesar el ausente a su regreso, por lo que es necesario evitar se consuma la
totalidad de los frutos, rentas o utilidades que produzca el patrimonio del ausente.

21
Para fines sobre todo sucesorios, el art. 65 dice que en la
resolución de declaración de muerte presunta deberá el juez indicar la
fecha probable y el lugar posible de muerte del declarado.
Si al juez no le resultaran convincentes los fundamentos expuestos en la
solicitud de declaración de muerte presunta podrá declarar la ausencia
(art.66 del Código Civil). Si no encuentra valederos los argumentos para
declarar una u otra situación, podrá simplemente denegar la solicitud.

7. RECONOCIMIENTO DE EXISTENCIA.

El Código Civil se pone en el evento de que reaparezca al apersona


que hubiera sido declarad presuntamente muerta. En tal caso, la misma
persona, cualquier interesado (Art. VI del Título Preliminar del Código) o el
Ministerio Público podrán gestionar el reconocimiento de existencia de la
misma. Siguiendo el trámite correspondiente a los procesos no
contenciosos, debiendo citarse a quienes pidieran la declaración de muerte
presunta.

En cuanto al matrimonio del reaparecido, cuya disolución se


produce como consecuencia de la resolución que declara la muerte
presunta (en aplicación del art. 64), el artículo 68 del código contiene una
norma por demás injusta, cuando señala que “El reconocimiento de
existencia no invalida el nuevo matrimonio que hubiese contraído el
cónyuge”. Cabe preguntarse por què el Código le obliga a este a
permanecer irremisiblemente en el “nuevo matrimonio”, si a lo mejor ha
descubierto que el anterior le dio verdadera felicidad y si a lo mejor,
además, tuvo hijos en él, que no los tuvo en el siguiente; y si la situación
fuera inversa a la que se imaginó líneas arriba, mejor dicho, que el
matrimonio feliz y la existencia de hijos se hubiera producido en el nuevo

22
matrimonio, según la Comisión Reformadora, la medida sería igualmente
injusta pues tal declaración produciría la nulidad del nuevo matrimonio.
Fernández Sessarego menciona una disposición alemana de 1938, por la
cual se le da al cónyuge que hubiera contraído el nuevo matrimonio la
opción de impugnar este matrimonio o quedarse con él. Esta al parecer
sería la solución más justa, que debiera recoger nuestro código.

La persona cuyo reconocimiento de existencia se produzca, tiene la


facultad, que le otorga el art. 69 del Código, de reivindicar sus bienes.

8. COMENTARIO DE LA SOLUCIÒN DEL CÒDIGO SOBRE LA SITUACIÒN


DE AUSENCIA.

Las soluciones que ofrece el Código de 1984 para la situación de


ausencia son mejores que la respuesta que daba el Código de 1936, sin
embargo, para Víctor Guevara Pezo, es pertinente formular algunas
observaciones sobre las mismas, en procura de perfeccionarlas.

Las normas sobre ausencia de nuestro código reproducen


prácticamente las del Código italiano, si reparar que en nuestro código la
naturaleza jurídica de la posesión es diversa a la del Código italiano y sin
tener en cuenta distintas, esenciales prescripciones de la legislación
peruana en materia sucesoria.

El Código italiano se afilia con el pensamiento savigniano de


posesión, que distingue entre posesión y detención. Poseedor es aura
provisto de corpus y de ànimus; detentador es aquel que tiene solo el
corpus y no puede ser poseedor “mientras el título no llegue a cambiarse
por causa proveniente de un tercero o en virtud de oposición suya hecha
contra el poseedor. Esto vale también en cuanto a los sucesores a título
universal” (art.1141 del Código italiano). El Código Civil peruano, en

23
cambio, redactado bajo la influencia de los Código alemán y brasileño,
toma partido por la posición de Ihering, en materia de posición, y no hace
diferencia entre el detentador y el poseedor pues no reconoce la existencia
del llamado detentador. Distingue más bien entre el poseedor mediato y e
inmediato.

La fórmula de solución por el Código peruano, entre los artículos


47 y 48, hace aparecer a un curador que tendría las características del
detentador del Código italiano (inexistente en nuestro sistema jurídico),
situando en el limbo a los dependientes del desaparecido, convirtiéndolos
en desprovistos de todo derecho por dos año. Recién a los dos años les da
a los herederos forzosos del ausente la posibilidad de ser poseedores de los
bienes de este, pero cometiendo el error de incluir a todos los “herederos
forzosos” como poseedores por igual, siendo así que en esta condición se
encuentran, según lo preceptuado por el art.724 de nuestro Código: “los
hijos y demás descendientes, los padres y los demás ascendientes, y el
cónyuge” y siendo además, que no todos estos concurren a la herencia al
mismo tiempo y en igual condiciones puesto que conforme a los señalado
por el art.816 “Son herederos del primer orden , los hijos y demás
descendientes; del segundo orden, los padres y los demás ascendientes; del
tercer orden, el cónyuge; del cuarto, quinto y sexto órdenes,
respectivamente, los parientes colaterales del segundo, tercero y cuarto
grado de consanguinidad.
El cónyuge es heredero en concurrencia con los herederos de los dos
primeros órdenes indicados en este artículo”.

Tampoco se han tomado en cuenta las disposiciones de los


siguientes artículos:

24
 Artículo 817: “Los parientes de la línea recta descendiente
excluyen a los de la ascendiente. Los parientes más próximos
en grado excluyen a los más remotos, salvo el derecho de
representación”.

 Artículo 820: “A falta de hijos y otros descendientes heredan


los padres por partes iguales”.

 Artículo 821: “Si no hubiera padres, heredan los abuelos, en


igual forma que la indicada en al art.820”.

 Artículo 822: “El cónyuge que concurre con hijos o con otros
descendientes del causante, hereda una parte igual a la de un
hijo”.

 Artículo 828: “Si no hay descendientes, ni ascendientes,


cónyuge con derechos a heredar hasta el cuarto grado de
consanguinidad inclusive…”.

 Artículo 829: “En los casos de concurrencia de hermanos de


padre y madre con medios hermanos, aquellos recibirán doble
porción de estos”.

No queda realmente claro quién debería tener la posesión de los


dos años o más, previos a la declaración de ausencia. Tampoco se dice
cuáles deben ser los derechos y deberes de los poseedores en el tiempo
siguiente a la declaración. Muchos son pues los vacíos e incongruencias de
las normas sobre ausencia en nuestro sistema jurídico. Una solución,
según Guevara Pezo es que se tome en cuenta lo siguiente:

1. El art. 314 del código establece que la administración de los


bienes de la sociedad conyugal corresponde a uno de los
cónyuges, cuando el otro se encuentra en situación de

25
ausencia. Esto, que resulta en contradicción con el art.47 del
Código, que permite solicitar la designación de un curador,
debe prevalecer sobre esta norma y así debe explícitamente
señalarlo el código para los casos en que el ausente sea
casado.

2. En los casos en que el ausente no sea casado, debe


establecerse un procedimiento semejante al referido en el
punto anterior, en el que, por grados excluyente, asumirían la
administración de los bienes del ausente los dependientes de
este o sus herederos.

3. Con el funcionamiento de los dos mecanismos antedichos se


haría necesaria la vigencia de todo el sistema establecido por
los artículos 49 a 60 del código, el que, por lo demás, como
hemos mostrado. Se encuentra en contradicción con muchas
disposiciones esenciales del sistema jurídico peruano.

26
FIN DE LA PERSONA

MUERTE

1. MUERTE O FIN DE LA PERSONA.

Según Aníbal Torres Vásquez, la muerte es un hecho natural que a


todos nos ha de llegar y tiene como consecuencia la extinción de la
personalidad jurídica; la desaparición del ser humano como sujeto de
derecho. Su cadáver ya no es persona sino cosa. De ahí, la necesidad de
precisar el momento del fallecimiento y, en tal sentido, el D.S. 014-88-S.A.
establece en su art.21 que “La muerte cerebral de una persona es la
cesación definitiva e irreversible de la función cerebral la misma que tiene
traducción clínica y electroencefalográfica. La muerte cerebral de una
persona corresponde a la muerte legal de una persona, de conformidad
con lo dispuesto en el art.61 del Código Civil”.

“La muerte pone fin a la persona” (Artículo 61 del Código Civil).

La persona deja de ser sujeto de derecho y se convierte en objeto


de derecho. La muerte trae consigo la apertura de la sucesión, significa
que acreditado el derecho hereditario se trasmitirán los bienes del

27
causante a sus herederos.

Se disuelve el matrimonio de tal manera que el cónyuge


sobreviviente adquirirá nuevamente su estado civil de soltero, aunque se
le llame viudo o viuda según corresponda.

Se extinguen sus obligaciones personalísimas. Por ejemplo, si fue


contratado para realizar un trabajo o una determinada actividad ya no se
podrá exigir que se cumpla; sin embargo, tratándose de obligaciones no
personalísimas, como lo son de carácter pecuniario, sus herederos
responderán por ellas hasta donde alcance el patrimonio del causante.

Si estaba siendo procesado penalmente, ocurrida su muerte, se


cortará el juicio y se archivará el proceso.

Si en vida hubiera prohibido publicación respecto al secreto y


reserva de sus comunicaciones esta prescripción continuará vigente hasta
los 50 años de su muerte.

2. CLASES DE MUERTE.

2.1. MUERTE NATURAL.

Cuando se habla de “muerte natural” no se pretende excluir los


casos de muerte violenta, en la cual, si bien el origen de esta última es de

28
carácter distinto (vg. un accidente, un asesinato), coinciden en que en
ambos se produce el cese de la actividad cerebral.

La doctrina argentina, utiliza el término de "muerte natural", para


oponerlo al concepto de "muerte civil", en este sentido se pronuncian
Llambías, Arauz Castex, Abelenda, entre otros. Empleo este término para
distinguirlo de la "muerte presunta".

Para Carbonnier, “La muerte que, desde el punto de vista biológico


se señala prácticamente por la interrupción de la circulación y los
movimientos respiratorios, desde el punto de vista jurídico supone la
extinción de la personalidad”. En igual sentido se pronuncia Santos Briz.

Como se observa, la muerte es un hecho que produce


consecuencias jurídicas, frente a la cual existen dos posiciones que
debemos tomar en cuenta, a saber:

A. Desde el punto de vista de la Medicina.


B. Desde el punto de vista del Derecho.

Cabe aclarar, que ambas posiciones confluyen en calificar a la muerte


como eje esencial de la culminación de la persona humana, en su sentido
más amplio.

29
A. LA MUERTE DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LA
MEDICINA.

La medicina moderna tiene en consideración dos premisas objetivas:

A.1. LA MUERTE BIOLÓGICA O CELULAR.

Es aquella que se determina con la cesación definitiva de todas las


células del cuerpo humano, ya sea por descomposición, putrefacción o
simplemente porque dejan de existir. Al respecto, Tobías expresa que,
"Mucho más recientemente, los avances en el campo de la tanatología han
inducido a ampliar el ámbito de análisis, al permitir establecer que,
biológicamente, el pasaje de la vida a la muerte del cuerpo humano no
constituye un fenómeno instantáneo o de un momento, sino algo gradual:
se trata de un proceso que reconoce fases sucesivas; las células en efecto,
cesan de vivir singularmente en un orden gradual que depende de la
resistencia de cada grupo a la falta de oxigeno".

Bajo este punto de vista, puedo decir que no interesa si la persona


fallece o no, sino que se toma al cuerpo humano como un todo orgánico
que va culminando su existencia paulatinamente.

Sobre la base de lo expuesto, también cabe decir que una persona


al fallecer no muere totalmente, sino que algunos órganos, como por

30
ejemplo, las córneas, riñones y otras partes del cuerpo, inclusive, hasta el
corazón, sobreviven, a pesar de que la persona, como ente de relaciones
humanas, haya cesado. De esta manera se permite la posibilidad de
efectuar los trasplantes de órganos y/o tejidos, de acuerdo a la
receptividad que tengan en el cuerpo de otro ser humano que goce de vida.

De acuerdo con Gisbert Calabuig en el tránsito entre la vida y la


muerte se distinguen varias fases:

- FASES DE LA MUERTE BIOLÓGICA.

 MUERTE APARENTE.

Estados morbosos que simulan la muerte (perdida de


conciencia, inmovilidad, debilitamiento acentuado de las
funciones respiratorias y circulatorias).

 MUERTE RELATIVA

Prolongación de la agonía (suspensión de las funciones pero, en


algunos casos es posible la reviviscencia con maniobras
extraordinarias).

 MUERTE INTERMEDIA.

Se extinguen progresivamente las funciones biológicas sin


que sea posible la recuperación.

31
 MUERTE ABSOLUTA. (real, física o definitiva)

Cese definitivo de todas las actividades biológicas.

A.2. LA MUERTE CLÍNICA.

Es la cesación definitiva e irreversible de la actividad cerebral del


ser humano. Antiguamente se determinaba la muerte de la persona
observando si tenía aliento o pulsaciones. A medida que la ciencia avanzó,
han ido apareciendo nuevas técnicas para determinar la muerte, como por
ejemplo, el electroencefalograma, que se basa en los impulsos eléctricos
que desprende la actividad cerebral. Cuando una persona fallece, estos
impulsos eléctricos no se dan. Por tanto, el electroencefalograma arroja
líneas planas y verticales. Hay que aclarar que para determinar la muerte
clínica por este método, estas líneas deben observarse con mediciones
constantes durante aproximadamente 24 horas.

Existe otro método conocido como el de la inyección de insulina,


que consiste en inocular al cuerpo cierta sustancia radioactiva que, de
acuerdo a la coloración se determina si hay, o no, funcionamiento del
torrente sanguíneo.

Cabe hacer un añadido, en cuanto al electroencefalograma, cuando


no registra actividad alguna, no implica necesariamente, que el paciente
esté muerto, porque se ha comprobado que en drogadictos que han estado
por más de 24 horas con electroencefalograma plano, después han

32
recuperado la vivencia.

Lo importante es decir que no hay un único sistema o método


infalible que nos determine con exactitud que tal o cual persona está
muerta clínicamente. Pero se puede asegurar que integrando medios, como
la inyección de insulina, el electroencefalograma (EEG), entre otros, se
podría afirmar que la persona ha dejado de existir.

Se debe distinguir el concepto de la muerte clínica o encefálica, de


aquella situación denominada como "muerte cortical", la cual se presenta
cuando: "es irrecuperable la actividad cerebral superior -la que regula la
vida intelectual y la vida sensitiva- y. por ende, la posibilidad de la vida de
relación, pero se conservan -autónomamente- las funciones respiratoria y
circulatoria”.

Recordemos que, en la denominada muerte clínica, es imposible


recuperar la capacidad para la vida de relación (como en la muerte
cortical), y las funciones vegetativas (actividad respiratoria y circulatoria),
se pueden mantener mecánicamente (a diferencia de la muerte cortical).

Es por este motivo, que Tobías sostiene que: "desde una


concepción que juzgue exclusivamente a la persona humana
prescindiendo de toda consideración utilitarista o externa a ella, hay que
desechar la noción de muerte "cortical", pues subsiste allí el
funcionamiento autónomo de las funciones vegetativas, lo cual es

33
incompatible con la noción de muerte”.

Si apuntamos a un concepto unitario de la muerte, con la


denominada "muerte clínica", vale decir, el cese definitivo e irreversible de
la actividad cerebral, se verifica la muerte "real" del ser humano. En este
sentido el estudioso argentino expresa que: "el término muerte "cerebral" o
muerte "encefálica" es, por consiguiente, impropio y equívoco y a la
situación descripta con esa terminología cabe catalogarla como "muerte",
sin ninguna clase de adjetivaciones".

B. LA MUERTE DESDE EL PUNTO DE VISTA DEL


DERECHO.

La persona es un centro de imputación de derechos y obligaciones,


en otras palabras, es un sujeto de derecho. El ser humano, durante su
vida, es relación coexistencial con otros seres humanos, pero cuando esta
relación se termina, culmina su finalidad como ente viviente (ser
existencia y coexistencia a la vez), deja de ser sujeto de derecho para
convertirse en un objeto de derecho sui generis, digno de ser protegido.

La corriente mayoritaria en la doctrina, considera a la muerte, sólo


con relación al sujeto de derecho persona individual. Añadiría
extensivamente que el concebido, en cuanto a que es un sujeto de
derecho, también culmina como tal cuando muere. En el caso de las
personas colectivas y las organizaciones de personas no inscritas, no cabe

34
decir que su muerte pone fin a su existencia como centro de imputación
de derechos y obligaciones, más propiamente, cabría decir que su fin llega
por la extinción a que lleguen estos sujetos de derecho.

La muerte tiene relevancia jurídica, cuando es determinada


clínicamente. Es importante porque con su delimitación se va a dar
lugar a que surjan derechos como los de suceder (art. 660 C.C.) y la
protección jurídica de la memoria del difunto, así como la de su
cadáver.

El art. 108 de la Ley General de Salud. Ley N" 26842. del 15.07.97,
establece que:

"La muerte pone fin a la persona. Se considera ausencia de vida al


cese definitivo de la actividad cerebral, independientemente de que algunos
de sus órganos o tejidos mantengan actividad biológica y puedan ser
usados con fines de transplante, injerto o cultivo.

El diagnóstico fundado de cese definitivo de la actividad cerebral


verifica la muerte. Cuando no es posible establecer tal diagnóstico, la
constatación de paro cardio-respiratorio irreversible confirma la muerte.

Ninguno de estos criterios que demuestran por diagnóstico o


corrobora por constatación la muerte del individuo, podrán figurar como
causas de la misma en los documentos que la certifiquen".

35
Recordemos que, dentro de este orden de principios que el art. 5 de
la Ley de transplantes de órganos y tejidos, Ley 23415 antes de su
reforma, indicaba lo siguiente:

"Se considera muerte, para los efectos de la presente ley, a la


cesación definitiva e irreversible de la actividad cerebral o de la función
cardio-respiratoria. Su constatación es de responsabilidad del médico que la
certifica".

La Ley 24703, que modifica a la Ley 23415, describe a la muerte


como "la cesación definitiva e irreversible de la actividad cerebral".

EI Código Civil en sus artículos 15 y 16, protege la memoria o la


declaración de voluntad en vida, de una persona que ya falleció.

En relación con el derecho de familia, la muerte de uno de los


cónyuges produce la disolución del matrimonio. Con respecto a la muerte,
el numeral 61 del Código Civil nos prescribe que:

"La muerte pone fin a la persona".

Al no tratarse el fin del sujeto de derecho concebido en un titulo


independiente. El presente numeral también debió referirse al mismo.

36
Suele haber entre civilistas y penalistas una diversidad de conceptos en
torno a la muerte, lo cual genera no pocos problemas para los operadores
jurídicos. Por ello, es importante tener un concepto unitario de muerte.

2.2. MUERTE CIVIL.

La muerte civil fue una institución que durante muchos siglos


existió en las legislaciones de los más variados pueblos. Por ella se
reputaba muerta a una persona que seguía con vida, fuera como pena
adicional por la comisión de un delito que mereciese grave sanción
(generalmente el destierro) o en el caso de la profesión religiosa'. Incluso
siguió subsistiendo en el siglo XIX con la sanción de los códigos de la
época; tanto es así, que Francia la suprimió por la ley el 31 de mayo de
1854, aunque en este país la personalidad del sujeto no desapareció en
forma absoluta, pues podía recibir o efectuar contratos a título oneroso.

2.2.1. ANTECEDENTES.

En la antigua española (Part. 4, tít. 18), como en la mayor parte de


las de su tiempo, existía la institución de la "muerte civil", ficción legal por
la que una persona debía considerarse muerta alas efectos jurídicos, aún
antes de su muerte real.

2.2.2. CASOS DE MUERTE CIVIL.

La muerte civil se producía en dos casos:

37
- Como pena
- Por profesar el sujeto en las órdenes monásticas.

2.2.3. EFECTOS.

Producía los siguientes efectos:

- Apertura de la sucesión con la consiguiente transmisión de sus


bienes y derechos a sus sucesores:
- Pérdida de los demás derechos civiles y políticos.
- Nulidad del matrimonio no consumado.

2.2.4. PRUEBA DE LA MUERTE.

2.2.4.1. PRESUNCIÓN DE FALLECIMIENTO.

Para que se produzca los efectos jurídicos del fallecimiento es


necesario que se pruebe fehacientemente la muerte. Pero además, ha
organizado la legislación civil la institución de la "presunción de
fallecimiento", por la cual, no siendo posible la prueba de la muerte
mediante la presentación del cadáver o a través de los medios supletorios
previstos por la ley, por el transcurso de determinados períodos de tiempo
en los que se halle ausente una persona sin tenerse noticias de ella, se la
declara presuntivamente fallecida, produciéndose entonces los efectos
concomitantes de la muerte natural.

38
2.2.4.2. PRINCIPIO GENERAL.

Como regla general establece el Código que la muerte de las personas se


prueba como el nacimiento, a través de las partidas, o sea los certificados
auténticos extraídos de los asientos de los registros públicos.

Debe inscribirse en los libros de defunciones todas las que ocurran en el


territorio de la Nación; aquellas cuyo registro sea ordenado por juez
competente; las sentencias sobre ausencia con presunción de
fallecimiento; y las que ocurran en buques o aeronaves de bandera
nacional o en lugares sometidos a la jurisdicción nacional.

2.2.4.3. PERSONAS OBLIGADAS A HACER LA DENUNCIA.


PLAZO PARA HACERLA.

El cónyuge del difunto, los ascendientes, descendientes, parientes,


y en defecto de ellos, toda persona capaz que hubiese visto el cadáver o en
cuyo domicilio hubiese ocurrido la defunción, debe denunciarla, por sí o
por otro, al Registro del Estado Civil dentro de las 48 horas posteriores a la
comprobación del fallecimiento, si la muerte acaece en lugares apartados,
dicho plazo podrá ampliarse atendiendo a las circunstancias particulares
del caso.

Si el fallecimiento se produjese en algún hospital, hospicio, cárcel,


casa de huérfanos o cualquier otro establecimiento público o privado, los

39
obligados a realizar la denuncia de defunción serán los administradores de
las instituciones.

2.2.4.4. ELEMENTOS PROBATORIOS.

El hecho de la defunción se prueba con el certificado de defunción


extendido por el médico que haya atendido al difunto en su Última
enfermedad, y a falta de él por cualquier otro médico requerido al efecto o
el de la obstétrica en el caso que fueres un niño nacido muerto. Dicha
prueba puede suplirse por un certificado de defunción otorgado por la
autoridad policial o civil si no hubiere médico en el lugar donde ella
ocurrió, pero en estos casos la inscripción deberá ser firmada por dos
testigos que hayan visto el cadáver.

2.2.4.5. CONTENIDO DE LA INSCRIPCIÓN.

Debe contener apellido, nombre, sexo, nacionalidad, estado civil,


profesión, domicilio y número del documento de identidad del fallecido.
Lugar, hora, día, mes y año en que haya ocurrido la defunción. Nombre y
apellido del cónyuge; nombre y apellido de los padres; lugar y fecha del
nacimiento.

El asiento de la defunción debe contener también la enfermedad o


causa inmediata de la muerte, así como el nombre y apellido, número de
documento de identidad y domicilio del declarante. En cuanto al certifi-

40
cado de defunción que se expide, está integrado, con los mismos datos que
el asiento más la causa de la muerte, con indicación de si dicha
circunstancia consta por conocimiento propio o de terceros.

2.3. MUERTE ANÓNIMA.

Si se ignora la identidad del fallecido y alguna autoridad la


comprueba ulteriormente, lo hará saber al Registro para que se asiente la
inscripción complementaria poniendo nota de la referencia en una y otra,
bastando la comunicación oficial para labrar la de oficio.

2.4. MILITARES MUERTOS EN COMBATE.

Si no es posible producir la prueba normal mediante las partidas,


se establece que la muerte del militar acaecida en combate se acreditará
por lo que conste en el Ministerio de Guerra. Esta disposición es aplicable
a todas las personas que tengan estado militar, pertenezcan al Ejercito,
la Marina o la Aeronáutica.

La certificación de la muerte por el correspondiente ministerio no


debe dejar lugar a dudas, pues, si no, sería de aplicación con lo dispuesto,
para que la desaparición de una persona en acción de guerra la que causa
la presunción de su fallecimiento, transcurrido que sea el plazo de dos
años desde aquel evento.

41
2.5. MUERTES OCURRIDAS EN HOSPITALES O LAZARETOS.

En estos casos se prueba la muerte por los respectivos asientos


que se llevan en los lugares donde la muerte se produce, sin perjuicio de
las pruebas generales. Si se trata de fallecimientos acaecido con
anterioridad a la creación de los registros civiles, sería posible la aplicación
de esta disposición; pero al haber sido organizados en toda la República,
no cabe duda de que la única prueba posible, por regla general, es la de
partidas. Por tanto, los asientos de los hospitales, lazaretos u otros lugares
de esta naturaleza donde se produzca la muerte, solamente valdrán como
medio de prueba supletoria.

La prueba supletoria del fallecimiento procede cuando es imposible


la obtención de la partida de defunción, ya por falta de registros, ya, aun
existiendo éstos, cuando se ha omitido la realización del asiento, o se lo ha
hecho de forma tan irregular, que obste a su valor probatorio.

3. PREMORIENCIA Y CONMORENCIA.

3.1. PREMORIENCIA.

Sucede cuando en un mismo hecho fallecen dos o más personas,


vinculadas sucesoriamente, sin que se pueda establecer cuál murió antes,
debe presumirse pues, la muerte previa de unos respecto a otro u otros,
sobre la base de la edad o el sexo de los fallecidos. En esta línea, el Código
Civil francés establece lo siguiente:

42
 Artículo 720: Si varias personas llamadas
respectivamente la una a la sucesión de la otra perecen
en el mismo suceso, sin que pueda reconocerse cuál ha
muerto primero, la presunción de supervivencia se
determina por las circunstancias de hecho y, a falta de
ellas, por la fuerza de la edad o del sexo".

 Artículo 721. Si los que han perecido juntos tenían


menos de quince años, se presume que ha sobrevivido
el de más edad. Si todos ellos tenían más de sesenta
años, se presume que ha sobrevivido el de menos edad.
Si unos tenían menos de quince años, y los otros más
de sesenta, se presume que han sobrevivido los
primeros".

 Artículo 722. Si los que han perecido juntos tenían


quince años cumplidos y menos de sesenta se presume
siempre que ha sobrevivido el varón, cuando haya
igualdad de edad, o si la diferencia que existe no
excede de un año. Si fueran del mismo sexo, debe ser
admitida la presunción de supervivencia, que origina la
apertura de la sucesión en el orden de la naturaleza;
así, el más joven se presume que ha sobrevivido al de
más edad".

43
3.2. CONMORIENCIA.

La conmoriencia, por el contrario, asume que en las circunstancias


antes anotadas debe presumirse que las personas referidas fallecieron en
el mismo instante, sin que entre ellas se produzca sucesión.

El Código alemán opta por esta posición determinando en su art.


20 lo siguiente: "Si varias personas se han encontrado en un peligro común,
se presume que han muerto simultáneamente".

El Código italiano hace lo mismo estableciendo en su art. 4:


"Conmoriencia.- Cuando un efecto jurídico depende de la supervivencia de
una persona a otra, y no consta cuál de ellas ha muerto primero, se
considera todas muertas en el mismo momento".

Las consecuencias derivadas de escoger una teoría u otra son


sustancialmente diferentes. Rubio Correa presenta el siguiente caso
imaginario, muy ilustrativo: "Supongamos un varón y una mujer que no
están casados (y que no tienen derecho a heredarse entre sí). Esta pareja
tiene un hijo. Supongamos que la madre es una persona acaudalada y
hace un viaje con el hijo en avión. El avión se estrella y los dos mueren. Si
el hijo murió luego que la madre, la hereda y, al morir él, lo hereda su
padre. En otras palabras, el hijo podría ser el vehículo de transmisión de
la riqueza de su madre a su padre. Sin embargo, como el artículo 62 dice
que se les reputa muertos al mismo tiempo sin transmisión de derechos

44
hereditarios, entonces el hijo no hereda a su madre y el padre no tiene qué
heredar de su hijo. La herencia de esa mujer irá a sus otros herederos
forzosos según el orden establecido en el Código y que aparece en los
artículos 816 y 817 (a menos que haya dejado testamento en cuyo caso
habrá que atenerse a sus disposiciones en lo que fueren legales)"
Sin duda, la teoría de la conmoriencia ofrece mayor consistencia lógica;
aparece más razonable.

El Código Civil peruano también la adopta estableciendo en su


artículo 62 lo siguiente: "Si no se puede probar cuál de las personas murió
primero, se las reputa muertas al mismo tiempo y entre ellas no hay
transmisión de derechos hereditarios13".

4. MUERTE PRESUNTA.

4.1. NOCIONES GENERALES.

La muerte presunta, comúnmente conocida como declaración de


fallecimiento, se distingue de la muerte natural, porque se trata de una
situación jurídica distinta. La muerte presunta parte de un hecho del que
se tiene incertidumbre, frente al cual el ordenamiento legal opta por una
solución, tal es el caso de una persona que no se encuentra en su
domicilio, ni se tiene conocimiento de su paradero en un período

13
En concordancia con el art.2068 del Código Civil Peruano: “en materia de Derecho
Internacional Privado, cuando un efecto jurídico dependa de la sobrevivencia de una u
otra persona y éstas tengan leyes domiciliarias distintas, y las presunciones de
sobrevivencia de esas leyes fueran incompatibles, se aplica lo dispuesto en el art.62”.

45
determinado, ¿qué pasaría entonces con sus bienes?, ¿qué sucedería si su
esposa o esposo desea contraer nuevas nupcias? El Derecho frente a este
supuesto, quiere dar una respuesta justa y equitativa.
El tratamiento jurídico de la declaración de fallecimiento tiene sus
orígenes en el derecho romano, en el sentido que, para tener la posibilidad
de ejercer derechos y obligaciones, se requería la presencial real y efectiva
de la persona que los ejercite, mas al no hallarse ésta, y al no saber su
familia cómo ubicarla por un determinado lapso (caso de una guerra en
donde no se halle su cadáver), se podía pedir a los tribunales romanos que
se le considerara muerto, perdiendo sus derechos, o que se presuma que
se había vuelto extranjero, o que había perdido su status libertae por
haberse convertido en esclavo.

En el siglo XX y por las consecuencias surgidas a raíz de las dos


guerras mundiales, en donde un gran número de soldados eran
considerados como no habidos, ya sea porque desertaron o porque no se
hallaban sus cadáveres se originaron situaciones distintas a la muerte
clínica, ya que ésta existe por certidumbre, cuando se verifica la presencia
de ese objeto de derecho sui generis denominado cadáver; pero, al no
tenerse la certeza de un objeto verificable partimos de supuestos
imaginarios, que el Derecho recoge para indicarnos que, si bien una
persona ejerce real y efectivamente, sea por ésta o por otra, sus derechos
de manera física, también es cierto que el Derecho contempla aquellas
situaciones donde el sujeto, al no encontrarse físicamente presente, y al no
tener representante, pueda ejercer sus derechos (a través de un curador
nombrado judicialmente) o, que cuando su presencia afecte derechos de
terceros, estos no se queden en el limbo, sino que se debe definir su
situación de una manera más conveniente (es el caso de la esposa o

46
esposo que quiere contraer nuevo matrimonio).

Como se anotó, el hecho por el cual una persona no se encuentra


en su domicilio, o no se tiene conocimiento de su paradero por un determi-
nado período, se denomina por la doctrina "desaparición". Distínguese esta
situación de hecho, de la declaración judicial de ausencia, en donde se
pide el nombramiento de un curador o en todo caso, se asignan los
derechos del ausente a los herederos forzosos. La declaración judicial de
ausencia se diferencia de la declaración judicial de fallecimiento, porque la
primera va destinada a cautelar los derechos del ausente, protegiéndolo,
en cuanto a terceros que no vayan a abusar de sus bienes. En cambio, el
segundo, va destinado a ciertas consideraciones que hacen presumir que
tal persona, ya sea por su edad, o por situaciones de certeza, esté muerta;
cosa que no se considera en la ausencia.

4.2. CASOS DE DECLARACIÓN DE MUERTE PRESUNTA.

Están previstos en el artículo 63 del Código Civil que sostiene que


"se trata, pues, de una presunción y no de una ficción. Esa presunción es la
consecuencia de un estado de hecho, fortalecida por resoluciones judiciales
que, sin embargo, y por lo mismo que no declaran una verdad absoluta,
tendrán que ceder ante la realidad demostrada por el reaparecimiento del
desaparecido o ante la prueba en contrario producida por quien tenga
interés en acreditar que el desaparecido vive o murió realmente en una

47
fecha distinta14".

En primer lugar, la persona debe estar en la situación de hecho de


desaparecida, es decir, que no se halle en el lugar de su domicilio y que no
se tenga noticias.

En segundo lugar, otro requisito para la declaración de muerte


presunta consiste en consideraciones de edad o en situaciones de certeza,
en donde se crea el convencimiento de que tal persona ha muerto, sin
tener una probanza tan eminente como es el cadáver. Aquí cabe analizar el
criterio siguiente: hay personas que por avanzada edad, no tienen una
capacidad de supervivencia encomiable como uno de veinte o treinta años,
entonces si no se tiene noticias de aquél, por un lapso prudente (nuestro
Código Civil indica 5 años) se podrá pedir la declaración de muerte
presunta. Otro aspecto que debemos considerar, si no tomamos en cuenta
la edad avanzada, es el del tiempo de la desaparición y al término de un
determinado plazo, pedir la declaración de muerte presunta. Nuestro
ordenamiento legal considera que deben transcurrir diez años para que se
lleve a cabo la declaración de muerte presunta.

Cabe analizar las situaciones de certeza de muerte, aquí se debe


aclarar un criterio relativo y otro absoluto. El criterio relativo consiste en
que, si una persona se encuentra en peligro de muerte, o tiene alguna
enfermedad incurable que, en determinado momento, va a causarle la

14
En concordancia con el art.59.4 del Código Civil peruano: “cesan los efectos de la
declaración judicial de ausencia cuando se declare judicialmente la muerte presunta”.

48
muerte o que sufre de alguna enfermedad que si no tiene atención
inmediata, puede morir. Frente a estos supuestos, el Código Civil también
reconoce la petición del Ministerio Público o de la parte interesada en la
declaración de fallecimiento, siempre que transcurran dos años; y el
criterio absoluto es en el que se tiene la certeza que se ha dado una
situación determinada y específica, por la cual, el único efecto que va a
producir tal situación hacia la persona, es la muerte. Tal es el caso de un
edificio de 5 pisos, que se derrumba totalmente y que se sabe que la
persona, según la lista de huéspedes del hotel, estaba alojada a una
determinada hora y que se encontraba allí en el momento de su derrumbe
y que, pese a los esfuerzos de los bomberos, no hallan el cadáver entre los
escombros. Otro supuesto sería que un avión comercial explotase en el
aire, o que un barco se hunda, sabiendo que en la lista de pasajeros iba la
persona a quien quiere declarársele judicialmente fallecida.

4.3. PROBLEMÁTICA QUE SURGE A RAÍZ DE LA DECLARACIÓN


DE MUERTE PRESUNTA.

Un primer conflicto surge en establecer legalmente cuándo ha sido


la fecha y lugar donde se considera a la persona como muerta. Algunos
autores consideran que esto sucede desde que se dio el supuesto de hecho
y transcurrió el término legal para poder declarar judicialmente la muerte
presunta, otros autores consideran que lo mencionado anteriormente
constituye requisito para la declaración de fallecimiento y que la
resolución judicial de la misma, determina la muerte presunta. Es decir,
se entiende que existiría muerte presunta desde el momento y lugar en
que se expide la resolución de declaración judicial de fallecimiento.

49
Nuestro Código Civil asume una posición intermedia, al establecer,
en su numeral 65 lo siguiente:

".En la resolución que declara la muerte presunta se indica la fecha


probable y. de ser posible, el lugar de la muerte del desaparecido 15".

En este contexto, es totalmente pertinente afirmar que "en el caso


de la declaración judicial de muerte presunta, estamos ante una
sentencia de tipo declarativo, cuyos efectos rigen no desde que se dicta
sino que se retrotraen a la fecha que se señala en dicha resolución como
aquella en que se produjo la muerte".

En segundo lugar, existe el problema de los bienes del muerto


presunto. El Código Civil peruano expresamente no nos dice nada, pero al
no poder realizar distinciones donde la ley no lo hace, debemos aplicar los
principios correspondientes al derecho de sucesiones (arts. 660 y
siguientes del Código Civil).

4.3.1. EL NUEVO MATRIMONIO DEL CÓNYUGE DEL


PRESUNTAMENTE MUERTO.

15
En concordancia con el artículo 793 del Código Civil peruano. “la sentencia que ampara
la solicitud, establece la fecha probable de la desaparición, ausencia o muerte presunta y
en su caso, designan al curador. La sentencia es inscribible en los registros en donde
debe producir efectos”.

50
Esta situación fue planteada desde el antiguo Código de Hamurabi
y en el derecho romano, El derecho canónico desarrolla ampliamente esta
figura, influyendo en los códigos civiles contemporáneos. García Amigo
sostiene que, en esta situación, entran en conflicto tres principios
fundamentales, a saber:

1.- La indisolubilidad del matrimonio

2.- La seguridad jurídica.

3.- La monogamia.

La experiencia humana nos confirma que por encima de toda


elucubración teórica hay un hecho real, el cual es que el matrimonio
puede disolverse por una serie de causales, justamente una de ellas es la
muerte presunta de uno de los cónyuges.

La seguridad jurídica entendida como la "eficacia inmediata de la


declaración de fallecimiento" es limitativa, porque ésta se desbarata frente
a una realidad, que se da por la reaparición del ausente. Un hecho no
puede quedar al margen del Derecho, creando situaciones injustas. El
principio rector de este conflicto de intereses humanos está dirigido a la
monogamia, porque, como apunta Faguet, "De todas las victorias de la
cultura sobre la naturaleza, el matrimonio monógamo es la más brillante,
la más vigorosa y tal vez la más fecunda".

51
En la legislación comparada existen dos posiciones bien marcadas:

A. EL SISTEMA ALEMÁN.

Concretamente en la ley de matrimonio de 1946 de Alemania


Occidental, en el caso de reaparición del declarado fallecido, el nuevo
matrimonio contraído por su ex-cónyuge es válido, salvo mala fe.

B. EL SISTEMA ITALIANO.

Le da valor al primer matrimonio, declarando nulo el segundo.

No falta un sector en la doctrina que deja al criterio de los interesados la


solución de este conflicto. Según el Canon 1069, 2° del Code Iude Canonici,
"aunque el matrimonio (…) haya sido disuelto por cualquier causa, no por
esto es licito contraer otro antes de que conste legítimamente y con certeza
(...) la disolución del primero".

Tanto el Código Civil español como el argentino se inclinan por la


posición del sistema alemán. Lo cual me parece lo más acertado, si
tomamos en cuenta la situación en la cual quedarían los hijos
sobrevivientes del segundo matrimonio, pues si éste fuese declarado nulo,
dichos hijos serían extra-matrimoniales. Sin embargo, cabe precisar que la
primera parte del art. 31 del C. C, Argentino, establece que "la declaración

52
de ausencia con presunción de fallecimiento autoriza al otro cónyuge a
contraer nuevo matrimonio, quedando disuelto el vínculo matrimonial al
contraerse estas segundas nupcias", con ello, como sostiene Alterini "tén-
gase bien en cuenta que la declaración de ausencia con presunción de
fallecimiento no provoca por sí la disolución del matrimonio; ésta ocurre sólo
al contraerse nuevas nupcias"

4. 3.2. RECONOCIMIENTO DE EXISTENCIA.

La muerte presunta, a pesar de estar inscrita en el registro de


defunciones, abre la posibilidad de que si el muerto presunto regresa o
aparece, pueda recobrar ciertos derechos, pero con la salvedad de que los
recibe tal cual están en el momento de su aparición. Ello en virtud de la
aplicación analógica del arto 60 C.C. Este es el caso de los bienes que
están sujetos a curatela, o están en manos de sus herederos forzosos. Así
se sostiene que "la declaración de muerte presunta está sustentada, (...),
en una presunción "iuris tantum", que puede ser enervada por el
"Reconocimiento de Existencia", cuando se acredita la supervivencia de la
persona cuya muerte presunta fue declarada (art. 67 del C.C.)"

Para que se configure el reconocimiento de existencia se necesita


que se dé una situación de hecho: la aparición, en primer lugar. En
segundo lugar sé requiere una declaración judicial de reconocimiento, en
la cual se deberá adjuntar una constancia de supervivencia. Los efectos de
esta declaración judicial operarán retroactivamente, en las condiciones que
se han señalado anteriormente. Ello implica, por ejemplo, que si se vendió

53
un bien, los sucesores presuntos deberán devolver el precio producto de la
venta.

Resulta ilustrativo observar cómo el art. 197 del C.C. Español


regula este supuesto, al establecer que:

"Si después de la declaración de fallecimiento se presentase el ausente o se


probase su existencia, recobrará sus bienes en el estado en que se
encuentren y tendrá derecho al precio de los que se hubieran vendido, o a
los bienes que con ese precio se hayan adquirido, pero no podrá reclamar de
sus sucesores renta, frutos ni productos obtenidos con los bienes de su
sucesión, sino desde el día de su presencia o de la declaración de no haber
muerto".

Seria aconsejable, ya que en el Código Civil no se hace mención


expresa, que cuando se dicte una resolución indicando el reconocimiento
de existencia, también en el mismo proceso convendría que se indicara
expresamente la restitución de los bienes del desaparecido. Esto generaría
el ahorro de un engorroso proceso que tendría que seguir el reaparecido, si
tiene que pedir que le sean restituidos los bienes que son suyos.

Además, va a surgir un problema muy grave, debido a que si bien


el juez, en la declaración de fallecimiento, manda inscribir una partida de
defunción, a mi juicio, ésta debería tener un carácter provisional hasta un
determinado tiempo, para que pase a ser definitiva, o por otro lado, -el
código no lo dice, pero se supone- estaría al criterio del juez, que si bien
hay una partida de defunción inscrita, con la resolución de reconocimiento

54
de existencia, también se debería ordenar la anulación de la partida de
defunción, porque de no ser así habría una dicotomía peligrosa, por un
lado existe una partida de defunción que hace considerar que tal persona
no tiene capacidad jurídica y por otra parte, una declaración de
reconocimiento que indica que sí la tiene. Si bien es cierto que se sabe que
lo segundo es lo que prima, es preferible que se señale, dentro de la
resolución de la declaración de reconocimiento, la anulación de la partida
de defunción.

55
CONCLUSIONES

 Tanto la ausencia como el fin de la persona, constituyen figuras de


suma relevancia jurídica.

 Se definió los conceptos de ausencia, muerte, desaparición entre


otros basándose en el pensamiento de notables juristas.

 Se concluye que nuestro Código acoge un sistema mixto entre el


francés y el alemán, frente a la ausencia de la persona.

 Nuestro Código, si bien regula en estos dos títulos asuntos


importantes, ha incurrido en omisiones como el de solo proteger los
bienes patrimoniales del desaparecido dejando de lado su calidad de
persona desaparecida; de la misma manera no se pronuncia con
certeza sobre quiénes son los que tendrán a su cargo la posesión de
los dos años o más, previos a la declaración de ausencia.
Consideramos que es urgente que se adopten respuestas y
soluciones frente a estos vacíos de nuestra legislación.

56
BIBLIOGRAFÌA

 CÓDIGO CIVIL. . Editorial Fénix, Décima sétima edición. Lima,


marzo del 2007. Páginas 33-38.

 ESPINOZA, ESPINOZA, Juan. “Derecho de las Personas”. Editora


Huallaga, tercera edición. Lima, agosto del 2000. Páginas 373-395.

 GUEVARA PEZO, Víctor. “Personas Naturales”. Editorial Gaceta


Jurídica, primera Edición. Lima, 2004.Páginas 229-241.

 TORRES VÀSQUEZ, Aníbal. “Derecho de las Personas”. Editorial


PRINTED IN PERÚ. Páginas 95-97.

 TUESTA SILVA, Wilder. “Código Civil Comentado”. Editora Jurídica


Grijley. Páginas 54-65.

 VALDIVIEZO GARCÌA, Marcelo. “Derecho de las Personas”. Editora


Jurídica Grijley. Páginas 207-223.

57
INDICE

INTRODUCCIÒN……………………………………………………………………….……2

OBJETIVOS:
OBEJTIVOS GENERALES…………………………………………………………………5
OBJETIVOS ESPECÌFICOS……………………………………………………………….5

MARCO TEORICO

AUSENCIA

1. EVOLUCIÒN HISTÒRICA……………………………………………………...6

2. CONCEPTO……………………………………………………………………….9

3. DEFINICÒN Y ALCANCES DEL TÈRMINO Y “DESAPARICIÒN”…….10

4. SOLUCIÒN PREVISTA EN LOS ARTÌCULOS 47 Y 48 DEL CÓDIGO


CIVIL…………..………………………………………..………………………..12

5. SOLUCIÒN ESTABLECIDA POR LAS DISPOSICIONES DE LOS


ARTÍCULOS 49 AL 60 DEL CÓDIGO CIVIL BAJO EL TÍTULO DE
DECLARACIÓN DE
AUSENCIA………………………………………………………………………14

5.1. POSICIÒN DEL CÒDIGO CIVIL PERUANO……………………..………17

5.2. OMISIÒN DEL CÒDIGO CIVIL PERUANO……………………………….20

5.3. DECLARACION JUDICIAL DE AUSENCIA. ……………..………..……21


5.3.1. POSESIÒN TEMPORAL DE LOS BIENES DEL AUSENTE…………22

58
5.3.2. POSESIÒN DE LOS BIENES POR UN TERCERO……………………….23

6. SOLUCIÒN PREVISTA EN LOS ARTÌCULOS 63 AL 69 BAJO LOS


EPÌGRAFES DE DECLARACIÒN DE MUERTE PRESUNTA AL
RECONOCIMIENTO DE EXISTENCIA…………………………………………….24

7. RECONOCIMIENTO DE EXISTENCIA…………………………………….25

8. COMENTARIOS SOBRE LA SOLUCIÒN DEL CÒDIGO SOBRE LA


SITUACIÒN DE AUSENCIA………………………………………………………….26

FIN DE LA PERSONA

MUERTE

1. MUERTE O FIN DE LA PERSONA…………………………………………31

2. CLASES DE MUERTE.

2.2. MUERTE NATURAL…………………………………………………32

2.2. MUERTE CIVIL……………………………………………………..41


2.2.1. ANTECEDENTES……………………………………………..41
2.2.2. CASOS DE MUERTE CIVIL………………………….……..41
2.2.3. EFECTOS……………………………………………………………..42
2.2.4. PRUEBA DE LA MUERTE…………………………………………42

2.2.4.1. PRESUNCIÓN DE FALLECIMIENTO………….……...42


2.2.4.2. PRINCIPIO GENERAL…………………………………….42

2.2.4.3. PERSONAS OBLIGADAS A HACER LA DENUNCIA


PLAZO PARA HACERLA……………………………………..43

59
2.2.4.4. ELEMENTOS PROBATORIOS…………………………..44

2.2.4.5. CONTENIDO DE LA INSCRIPCIÓN…………………....44

2.3. MUERTE ANÓNIMA……………………………………………………45

2.4. MILITARES MUERTOS EN COMBATE…………………………..45

2.5. MUERTES OCURRIDAS EN HOSPITALES O LAZARETOS…..45

3. PREMORIENCIA Y CONMORENCIA………………………………………..46

3.1. PREMORIENCIA…………………………………………………….....46

3.2. CONMORIENCIA……………………………………………………….47

4. MUERTE PRESUNTA……………………………………………….. ...………49

4.1. NOCIONES GENERALES…………………………………………….49

4.2. CASOS DE DECLARACIÓN DE MUERTE PRESUNTA………..51

4.3. PROBLEMÁTICA QUE SURGE A RAÍZ DE LA DECLARACIÓN


DE MUERTE PRESUNTA…………………………………………....53

4.3.1. EL NUEVO MATRIMONIO DEL CÓNYUGE DEL


PRESUNTAMENTE MUERTO……………………................54

4. 3.2. RECONOCIMIENTO DE EXISTENCIA………………………57

CONCLUSIONES…………………………………………..……………………….…………..60

60
BIBLIOGRAFÌA…………………………………………………….……………………………61

INDICE…………………………………………………………………………………..62

61

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