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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS

Examen Final Textos Filosóficos V


Profesor: Dr. Chávez Tortoledo Edmundo
Iduán Armando García Vega

El dualismo cartesiano y el problema del interaccionismo.

1. Introducción

El dualismo mente-cuerpo es un problema filosófico que históricamente atraviesa gran

parte del pensamiento occidental. Los historiadores se lo atribuyen generalmente a Platón,

quien, en el Fedón, trata de separar la naturaleza del alma de la del cuerpo. El problema se

heredó hasta los inicios del cristianismo y Santo Tomás le dio a la unidad del hombre el

sentido de materia y forma, la unidad de alma y cuerpo como definición del hombre.

Al que debemos la primera explicación sistemática de las relaciones entre la mente y el

cuerpo es a Descartes. Las preocupaciones del filósofo francés rozaban desde el proyecto

de una ciencia unificada hasta las reflexiones la condición humana y la moral. El objetivo

principal de sus reflexiones es la mente, (aunque Descartes la llama espíritu) su concepción

metafísica está orientada en la reflexión del espíritu y del sujeto que conoce.

En este texto trataré el tema del dualismo cartesiano. El dualismo, en filosofía, es la postura

ontológica que divide la realidad en dos sustancias independientes la una de la otra. Cuando

1
Descartes describe su propia esencia, realiza una labor característica. Aísla por completo su

pensamiento del mundo con el afán único de diferenciarse de todo lo demás. Separa el

pensamiento del resto del mundo y le llama espíritu, y al resto del mundo le llama materia.

Para él tienen cualidades incompatibles, y su clasificación ontológica es separada. Los

atributos del pensamiento son sensaciones, percepciones e ideas. Los atributos de la materia

son extensión, magnitud, y figura. Sin embargo, además de ser pensamiento también somos

un cuerpo.

cómo podemos entender la interacción de las dos sustancias y cómo es posible entender la

unidad del hombre. La hipótesis es que el problema de la interacción de las sustancias en

Descartes recoge dos vías, una que pretende dar una explicación de la sustancia en tanto

que principio de lo real, y otra dimensión que trata del hombre en tanto que objeto de

conocimiento. La primera es una metafísica para el proyecto científico racionalista. Y la

segunda privilegia el pensamiento sobre otras características mentales.

Primero analizaré el argumento que prueba la existencia de la res cogitans. Ubicado en la

segundo parte de las Meditaciones metafísicas. Conviene considerar en qué medida el

argumento prueba que el pensamiento es ontológicamente distinto a la materia. Después,

expondré cómo concibe Descartes un posible interaccionismo entre sustancias dentro del

hombre.

¿Dónde se sitúa el dualismo cartesiano? Descartes plantea dos sustancias que existen una

independiente de la otra. Es el caso de la res cogitans y res extensa. La sustancia extensa

tiene como principal atributo la materia, es decir, que se explica a cabalidad si se usa como

2
predicado la materia. Por eso se dice que el ámbito de existencia de la sustancia extensa es

la materia. En el caso de la res cogitans, tiene como principal atributo el pensamiento.

Se puede considerar que el problema mente-cuerpo adquiere un significado nuevo en

Descartes con la afirmación del cogito como principio de conocimiento. Esto es, que la

división de sustancias sirve como un fundamento epistémico para garantizar certeza en el

conocimiento; y sirve también para hablar de una ontología o del orden de la naturaleza, en

tanto que sustancias reales.

La pretensión de Descartes no es diferenciar radicalmente estos dos aspectos, el

epistemológico y el ontológico. Por el contrario, la pretensión es que encuentren unidad

dentro del método, unidad que le es dada por el espíritu como enlace entre las ideas y el

mundo. La propuesta del método puede entenderse tanto como un afán de mantener

contenta a la fuerte corriente escéptica que se vivía en Francia del siglo XVll1, como una

exhortación a la construcción del saber científico dentro de las revolución científica de la

modernidad.

El tratamiento es novedoso por varias razones: primero porque responde satisfactoriamente

a los escépticos y a la pretensión de que no existe un conocimiento verdadero; segundo,

pone un fundamento firme para la construcción del conocimiento científico; y en tercer

1
Para ver un tratamiento sobre el escepticismo pirrónico francés del siglo XVll y su relación con el origen
del método cartesiano véase. Popkin, Richard. (1983). La historia del escepticismo desde Erasmo hasta
Espinoza. Fondo de Cultura Económica. cap, IX.

3
lugar, salvo las pruebas de la existencia de Dios, no se comprometen las verdades

teológicas con el proyecto científico.2

La fuerte influencia del escepticismo francés condujo a Descartes a establecer un criterio

firme para distinguir verdad y falsedad. El criterio expuesto se presenta en el Discurso del

método y tiene por estandarte “no admitir nada como verdadero hasta que se conciba de

forma clara y distinta”. El método, inspirado en la geometría, privilegia el orden y la

medida. A la luz de este hecho, lo que Descartes se propone plantear es el orden y la

medida de la verdad. El orden lo consigue con las reglas del método y la medida lo

consigue con el argumento del cogito.

Los supuestos del método son los siguientes:

1) no admitir nada como verdadero hasta que no haya duda de su verdad

2) dividir el problema en sus partes constitutivas

3) empezar por los objetos más simples y fáciles de conocer e ir ascendiendo gradualmente

4) repetir todos los pasos cuantas veces sea necesario

¿Qué es el dualismo cartesiano?

Cuando descartes escribe en las Meditaciones que el alma es algo substancialmente distinto

del cuerpo, no queda mas que remitirnos al criterio bajo el cual concibe la sustancia. Para

él, la sustancia es lo que puede existir por sí mismo. De tal forma que, el dualismo

cartesiano afirma que tanto la mente como el cuerpo, al ser sustancias distintas, pueden

2
Op. cit. Popkin, p, 259.

4
subsistir una sin la otra, es decir, de forma independiente. La distinción cartesiana es

tajante. La idea va en contra de la opinión común de los escolásticos en atribuirle alma o

espíritu a cosas corpóreas en alusión al origen del movimiento. Descartes, por otro lado,

quiere alejar sus reflexiones de las concepciones místicas en la que se ve envuelta la

filosofía con ese tipo de debates.

El dualismo sustancial enfrenta un debate un problema cuando se intenta explicar cómo es

que interactúan la mente y el cuerpo. Por otro lado, también se enfrenta a las criticas que

evalúan el papel de la sensación o conocimiento sensible de los objetos, pues la postura

cartesiana parece rígida en negar la evidencia de los sentidos en el conocimiento del mundo

físico.

A la luz de estas distinciones es evidente que la distinción real entre mente y cuerpo debilita

las tesis que afirman que la mente está unida al cuerpo. Sin embargo, es conveniente revisar

el argumento del cogito para explicar más a detalle este sesgo realizado por Descartes.

El argumento del cogito

Llamaremos argumento del cogito a la prueba filosófica que ofrece Descartes para

encontrar un tipo de conocimiento que corresponda con los criterios del método.

Descartes afirma en la segunda meditación “yo soy, yo existo es cierto, pero por cuanto

tiempo, a saber, mientras esté pensando[…] si yo dejara de pensar dejara al mismo tiempo

5
de ser o de existir.”3 ¿Cómo encuentra Descartes certeza en el “yo”? Piensa que lo que

garantiza la certeza del “yo” es la proposición “yo existo” siempre que es concebida en la

mente. La idea de que el “yo” acompaña todas las representaciones del sujeto es compatible

con decir que es un proceso mental lo que garantiza el existir. La idea es que para dar

cuenta de la actividad mental, para expresarla como algo actual y de lo que podemos

hablar, es pertinente

La validez de la afirmación reposa en el carácter autoevidente del “yo soy, yo existo”.

Recordando el origen de la afirmación, lo que Descartes quiere probar es que existe un

dispositivo conceptual que es compatible con el criterio de verdad y de certeza. El

descubrimiento del cogito es lo que lleva a frenar las duda de la existencia del mundo y la

duda de la propia existencia, es precisamente el encontrar una afirmación cuya verdad se

encuentra en el propio pensamiento lo que da certeza al método cartesiano.

Descartes sostiene que cuando se está dudando de la propia existencia se está pensando, y

el dudar es una actividad propia del pensar. El concepto de pensamiento es central para el

argumento del cogito, tal y como Descartes lo define en las segundas objeciones es como

cualquier acto consciente “uso el termino pensamiento para incluir todo lo que esta dentro

de nosotros de forma tal que somos conscientes de ello inmediatamente. De este modo

todas las operaciones de la voluntad, el intelecto, la imaginación, y los sentidos son

pensamientos”4.

3
Meditaciones Metafísicas, p, 172.
4
Ibíd., Segundas objeciones, p, 270.

6
Pensamiento, en sentido amplio, se define como cualquier acto del que soy inmediatamente

consciente. En el caso del cogito, la autoevidencia de la afirmación está dada por la

inmediatez de la conciencia de que “cuando dudo estoy cierto de que estoy pensando” y a

partir de ahí se infiera la propia existencia.

Vemos que el concepto de pensamiento es entendido como el conjunto de funciones

mentales, entran aquí tanto ideas como sensaciones, lo característico es que se pone como

condición esencial que a cada representación debe acompañar la conciencia. En otras

palabras, un pensamiento es una idea, sensación o percepción acompañada de la conciencia

del yo. El hecho de que soy consiente, que, como sujeto que conoce, el “yo pienso, yo

existo” acompaña cada una de mis representaciones es la idea general que Descartes se

propone probar en con el argumento de cogito.

Hasta aquí el argumento del cogito, como se observa, la certeza del argumento recae en el

acceso consciente de nuestros pensamientos, el problema que interesa destacar es cómo de

la existencia del yo se sigue la existencia de la materia como algo separada del

pensamiento. Me limitaré a que Descartes prueba la existencia del yo como primera

afirmación de lo que verdadera y realmente existe, pero no que con este argumento prueba

la existencia de una sustancia pensante distinta de la materia.

Res extensa y res cogitans

Para analizar más a fondo la naturaleza de esa afirmación, me concentraré en el argumento

que utiliza Descartes para probar la sustancia extensa. La sustancia extensa o res extensa

7
(cosa extensa) es definida por Descartes como opuesta a la res cogitans (cosa pensante) y

es entendida cómo el sujeto5 que reúne todos los atributos de la materia, es decir, que sea

cual sea el modo de la materia siempre se puede predicar de ella extensión. “La sustancia

que es el sujeto inmediato de la extensión y de los accidentes que presuponen la extensión,

como de la figura, de la situación, del movimiento loca, etc., se llama Cuerpo”6. Para

comprender lo que Descartes denomina extensión y cuales son sus accidentes es ilustrativo

el ejemplo de la cera planteado en las Segundas Meditaciones, pues muestra las cualidades

de la extensión y cómo estas no pueden ser concebidas por los sentidos, sino sólo por el

pensamiento.

En un objeto en concreto, el pedazo de cera, cualesquiera cualidades que podamos describir

a primera vista, no son sino percepciones sensoriales. Lo constitutivo de un cuerpo, para los

sentidos, es que presente propiedades tales como color, olor, dureza, sonido, sabor. Sin

embargo, Descartes afirma que el sujeto de los cuales son atributos (el olor, dureza, sonido,

etc.) Es de algo que no se conoce con los sentidos, sino que se conoce por el pensamiento.

Porque cuando Descartes examina la cera y la acerca al fuego, ésta pierde casi todas las

propiedades que le había adjudicado con el simple examen de los sentidos. En cambio,

modifica su figura y su extensión, y toma múltiples formas como le sean imaginables. El

olor ya no es el mismo y la cera ahora es de una temperatura alta y es líquida. La pregunta

5
En las terceras objeciones Descartes habla sobre la sustancia como sujeto de predicación “[…]y en general
ningún accidente o acto pueden ser sin una sustancia de la cual él sea el acto. Pero dado que no conocemos la
sustancia inmediatamente por ella misma, sino únicamente porque ella es el sujeto de algunos actos.” (p, 281)
y más claramente, en las segundas objeciones, en la V definición “Toda cosa en la cual reside inmediatamente
como en su sujeto, o por lo cual existe algo que nosotros concebimos, es decir, alguna propiedad, calidad o
tributo del cual tenemos en nosotros una idea real se llama Sustancia.” (p, 271)
6
Ibíd. p, 271.

8
que se plantea es: ¿cómo puede ser el mismo objeto si ha cambiado drásticamente de

cualidades?, que Descartes la traslada a : ¿Cuál es la sustancia de la cera (aquello de lo cual

es sujeto todos los cualidades de la materia cera? La respuesta está en los atributos de la

extensión, aquello que no cambia y se concibe distintamente de la cera son únicamente sus

cualidades espaciales, algo que presente longitud, anchura y profundidad. En general,

cualquier forma de representación geométrica.

pero hay que tener en cuenta es que su percepción, o bien, la acción por la
cual se la percibe, no es una visón, ni un tacto, ni una imaginación, y
nunca lo ha sido, aunque antes parecía así sino únicamente una inspección
del espíritu, que puede ser imperfecta y confusa, como lo era antes, o bien
clara y distinta, como lo es ahora, según que mi atención se centre más o
menos en las cosas que hay en ella, o de las cuelas está compuesta.7

En esta parte Descartes separa los simples “datos sensoriales” que daban cuenta que las

cualidades de la cera (todas ellas reducibles al atributo de la extensión) son poco confiables

y que con frecuencia nos engañan, como en el caso del tamaño de la cera; y por tanto, no es

posible concebir la verdadera sustancia de las cosas corporales por medio de la sensación,

puesto que nunca encontraríamos nada con certeza. En cambio, cuando centramos la

atención en el pensamiento y se busca dentro de los atributos de la materia alejándose de la

percepción sensible, se encuentra que es posible concebir cualidades generales en todos los

cuerpos. Dichas cualidades son compartidas en general por toda la materia, tales cualidades

son longitud, anchura y profundidad. Como tal, cualquier cualidad que atienda a la

representación geométrica.

La sustancia pensante da cuenta del sujeto de los atributos de la extensión. Es en esta

medida que Descartes afirma que sólo la sustancia pensante puede inteligir el mundo. Y la

7
Ibíd., p 176.

9
sustancia extensa no presenta pensamiento.8 Es aquí cuando ocurre la asimilación de la res

extensa a la res cogitans, en tanto que sólo se puede conocer la una por la otra.

He considerado antes que los alcances de esta afirmación son; primero, probar la existencia

de algo verdadero, es decir, el cogito o el yo. Segundo probar que las sustancia extensa y la

sustancia pensante son independientes una de la otra, tercero, asimilar la sustancia extensa

cómo únicamente concebible por medio del pensamiento. Y por ultimo cancelar una

posible interacción de ambas sustancias.

Posible interaccionismo mente-cuerpo

Ahora me concentraré en tratar de explicar cómo es posible un interaccionismo

entre las dos sustancias res cogitans y res extensa. Haciendo un recuento de algunas

historias de la filosofía y cómo esos autores valoraron el argumento de Descartes. Tomando

como inicio la sexta meditación en la que Descartes defiende la idea de que el hombre está

compuesto de un cuerpo y de un espíritu, se puede apreciar un objetivo de unificar las dos

sustancias que previamente había considerado como incompatibles. Vemos cómo el

proyecto de explicar la unidad del hombre

Pienso que el problema de explicar la unidad del hombre en Descartes radica

primero en 1) considerar el pensamiento más cierto que la materia y 2) la importancia a las

cualidades del pensamiento (pensar, sentir, crear, ) pero el nulo tratamiento de la

imaginación y la sensación. Pues es en la sensación dónde se presenta la interacción con

8
Meditaciones Metafísicas. Terceras objeciones.

10
más fuerza. Defiendo la posición de que Descartes utiliza un concepto amplio de

pensamiento con el fin de que quede clara la separación entre los sentidos y el pensamiento.

Pero no me parece claro cómo en la Sexta Meditación trata de unificarlos.

Mi interpretación parte de la lectura de Russell sobre el propio Descartes. Cuando Russell

habla sobre el argumento del cogito menciona que se limita a afirmar la independencia del

propio pensamiento con respecto a la materia debido a la radicalidad de la afirmación “yo

soy, yo existo”.

<Pienso luego existo> hace a mi pensamiento mas cierto que a la materia


y a mi pensamiento (para mi) más verdadero que los de los otros. Hay de
este modo, en toda la filosofía derivada de Descartes una tendencia al
subjetivismo y a considerar la materia como algo que sólo es cognoscible,
si lo es, por deducción de lo que se sabe del pensamiento.9

Si como afirma Russell, dentro de la ontología cartesiana se considera a la materia como

algo sólo cognoscible por medio del pensamiento. Este punto tiene que ver con la noción

tan amplia del concepto de pensamiento que utiliza Descartes a lo largo de las

Meditaciones. Pues en la actividad propia del pensar engloba una lista de facultades

mentales que parecen recibir un tratamiento especial si se les considera desde un examen

más riguroso. Tal es el caso de la percepción, pues en la Segunda Meditación, afirma que

sólo hay certeza del pensamiento; por otro lado, en la Sexta meditación muestra que la

mente esta unida al cuerpo.

Por otro lado, Xirau destaca la importancia que tiene la prueba de la existencia de Dios para

garantizar el soporte ontológico tanto del pensamiento como del mundo.

9
Russell, B. (2010). Historia de la filosofía occidental. Vol II. La filosofía moderna Trad. Julio Gómez de la
Serna Y Antonio Dorta. Cuarta edición. Espasa-Calpe. p. 186.

11
Pero si cada quien está seguro de su yo, nadie está todavía seguro de la
existencia necesaria de un tú, de un vosotros o de un mundo. Solamente la
existencia de un Dios perfecto sería una garantía real de que: 1) el método
empleado por Descartes tiene un fundamento absoluto en un ser que no
puede engañamos: 2) el mundo, y cuanto me rodea, existe y esta
existencia queda garantizada por la perfección y la bondad de Dios. Sólo
las pruebas evidentes de la existencia de Dios pueden acabar de redondear
el mundo filosófico de Descartes y garantizar su verdad.10

En la cita anterior, Ramon Xirau correctamente señala los alcances del cogito cartesiano.

Por un lado, la afirmación del yo queda restringida al conocimiento de una mente en

particular, del sujeto que duda. No es posible elevarla a la existencia de otras mentes. Por el

otro lado, tampoco es prueba suficiente para la existencia del mundo.

Hasta este punto el argumento del cogito apenas ha alcanzado demostrar una certeza

indubitable, a saber, que “yo soy una cosa que piensa”, ¿cómo es posible mediante esta

certeza deducir que existe el mundo, es decir, algo extenso? Los argumentos que ofrece

Descartes para demostrar la existencia de la sustancia extensa se fundan en la certeza del

yo.

Al dudar de la existencia del mundo, se propone dudar también de su existencia, encuentra

que cuando duda, está pensando. Descubre en el pensamiento la esencia de su ser. Por

tanto, su existencia. De esta consideración se sigue la consideración de la mente como

inmaterial. Pero sólo para diferenciar los atributos de la extensión.

10
Xirau, Ramon. (2011). Introducción a la historia de la filosofía. Coordinación de Humanidades. UNAM.
p,225.

12
¿qué propósito tiene Descartes al postular dicha distinción? lo que conlleva a la afirmación

de una sustancia completamente diferente de la sustancia pensante, que es la extensión. Sin

embrago, el hombre parece ser el caso paradigmático donde estas dos sustancias conviven.

¿Cómo explica Descares la Unidad en el hombre?, ¿Si el cogito sólo afirma que soy una

cosa que piensa, cómo puedo mediante el pensamiento dar cuenta de mi cuerpo? La posible

interacción parece mostrarse en la Sexta Meditación, cuando Descartes ha probado ya la

existencia del cogito, y decide poner fin a la duda metódica. Aceptando entonces la noción

común de que no es posible dudar de todos los datos sensoriales, puesto que en el sentido

común siempre se ve cómo el pensamiento ejerce influencia en el cuerpo.

En particular, llama la atención dónde sitúa Descartes esta interacción. Pues recordando los

atributos del pensamiento, parece ser que la actividad de la sensación es dónde la

percepción sensible y la conciencia del pensamiento (la capacidad de dar cuenta de forma

evidente del propio pensamiento)

Mi opinión al respecto es que al establecer las nociones primitivas de unión mente-cuerpo y

de res cogitans y res extensa como dos substancias separadas Descartes persigue dos

objetivos distintos. En el segundo caso el análisis metafísico de las substancias; en tanto

que en el primero propone la noción moral de persona en que se funda el ámbito de la

acción humana. No se trata, entonces, de dos nociones subordinadas una a la otra, sino de

dos nociones que fundan dos sectores diferentes en que se intenta dar respuesta a dos

órdenes de problemas. Cuando se habla de un interaccionismo entre dos sustancias, este

puede entenderse que no todos los atributos del pensamiento son incompatibles con los

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modos de extensión, pues en la sensación se pueden encontrar ejemplos de interacción en

las dos sustancias.

Bibliografía

- Descartes, Rene. (2011) Meditaciones metafísicas. Descartes, Obras completas.

Colección de Grandes pensadores. Editorial Gredos. Madrid.

- Popkin, Richard. (1983). La historia del escepticismo desde Erasmo hasta Spinoza.

Fondo de Cultura Económica. México D.F.

- Xirau, Ramon. (2011). Introducción a la historia de la filosofía. Coordinación de

Humanidades. UNAM.

- Russell, B. (2010). Historia de la filosofía occidental. Vol II. La filosofía moderna

Trad. Julio Gómez de la Serna Y Antonio Dorta. Cuarta edición. Espasa-Calpe.

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