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I.

ASPECTOS GENERALES DEL SUELO

SUELO

“La ciencia es como la tierra, sólo se puede


poseer un poco de ella”. Voltaire (1694-1778,
escritor y pensador francés)
Introducción
El suelo es un recurso vital. Es el soporte físico sobre el que se asientan todos los seres vivos
(Seoánez Calvo, M., 1999a). Es también la fuente primordial de materias primas y constituye uno de
los elementos básicos del medio natural. Desde hace siglos la humanidad ha utilizado el suelo para
desarrollarse y conseguir mejorar sus condiciones de vida. Sobre él se realizan todos los procesos
de producción del hombre, como la agricultura, la industria, las infraestructuras urbanas, etc.
Además, el suelo es un componente muy específico de la biosfera porque actúa como amortiguador
natural controlando el transporte de elementos y sustancias químicas a la atmósfera, la hidrosfera y
la biota.

Por tanto, el mantenimiento de las funciones ecológicas del suelo es responsabilidad de la


humanidad (Kabata-Pendias, A. y Pendias, H., 1992d). Sin embargo, el suelo no ha sido tenido en
cuenta como recurso medioambiental hasta hace relativamente poco (Seoánez Calvo, M., 1999a)
aun cuando éste constituye uno de los medios receptores de la contaminación más sensibles y
vulnerables (Real Decreto 9/2005, de 14 de enero, 2005). Antes de la década de los 70 se hablaba
de la contaminación del aire y del agua, pero al suelo se le consideraba con una capacidad de
autodepuración casi infinita.

La sensibilidad mundial comenzó a cambiar a partir de la declaración de la “Carta Europea de


Suelos” desarrollada por la Comunidad Europea en 1972, la cual define el suelo como uno de los
más preciados activos de la humanidad sobre el que viven hombres, animales y plantas, lo califica
como un recurso limitado fácilmente destruible y manifiesta que debe ser protegido contra la erosión,
la contaminación, el daño que puede causar el desarrollo urbano, y las prácticas agrícolas y
selvícolas, para acabar afirmando que los Gobiernos y personas con autoridad deben impulsar
medidas específicas para planificar y administrar los recursos del suelo.

Pero fue en el año 1992, en la Cumbre de Río, donde se reconoció la importancia de la protección
de los suelos y de sus usos potenciales en el contexto de un desarrollo sostenible, en particular
contra la contaminación procedente de acciones o actividades de origen antrópico (Real Decreto
9/2005, de 14 de enero, 2005). La contaminación es uno de los problemas más importantes del
suelo (AEMA-PNUMA, 2002) y se asocia con la entrada de sustancias que, a partir de una cierta
concentración deben considerarse como no deseables (Porta, J.; López Acevedo, M.; Roquero, C.,
1994).

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¿QUÉ SE ENTIENDE POR SUELO?
La definición del suelo ha tenido varios matices, según quien trate de hacerla y según la época en
que la haga. Como lo recuentan Hillel (1998), Buol et al (1997), Malagón et al (1995), Porta et al
(1994) y Soil Survey Division Staff- Personal de la división topográfica del suelo- (SSDS, 1993), entre
otros autores, el término suelo ha tenido acepciones verdaderamente simplistas como:
 El suelo es, desde el punto de vista del agricultor, el sitio para ubicar sus semillas y producir
sus cosechas (Worthen, 1949).
 Para un geólogo podría ser el recubrimiento terroso que hay sobre un cuerpo rocoso.
 Para un constructor, el suelo es el sitio sobre el cual colocará sus estructuras o el sustrato
que le suministrará algunos de los materiales que requiere para hacerlas.
 Para un ecólogo es uno de los componentes del ecosistema que estudia.
 Para un químico, es el laboratorio donde se producen reacciones entre las fases sólida,
líquida y gaseosa.
 Un antropólogo o un arqueólogo podrán ver el suelo como un tipo de registro del pasado.
En los tiempos en que los pueblos empezaron a asentarse en un sitio y abandonaron su sistema
nómada, el suelo adquirió valor en la medida en que se fue requiriendo para producir alimentos: en
esta etapa el suelo se concebía como el sustrato indispensable para el suministro de nutrientes, de
agua y de soporte para las plantas. La concepción de suelo expuesta en el párrafo anterior empezó
a cambiar hacia principios del siglo XIX, cuando el suelo empezó a mirarse en un contexto
naturalista y a considerarse como un cuerpo natural, como aparece en las definiciones de Karl
Sprengel (1837) y de Frank Albert Fallow (1862), citadas por Porta et al (1994). Hacia finales del
siglo XIX, Dokuchaev (1886), según trabajo de Vilenskii (1957), citado por Buol et al (1997), propuso
que el término suelo se utilizara para definir “aquellos horizontes de la roca que diaria o casi
diariamente cambian sus relaciones bajo la influencia conjunta del agua, el aire y varias formas de
organismos vivos y muertos”. Además, para su época, Dokuchaev concibió el suelo como “un cuerpo
natural independiente y evolutivo formado bajo la influencia de cinco factores”, de los cuales él
consideraba que la vegetación era el más importante. L vi Según Malagón et al (1995), por la
concepción expuesta en el párrafo anterior, Dokuchaev es considerado el gestor de la Pedología.
Su pensamiento fue afianzado por Sibirtzev y por Glinka en Europa y por Marbut en Norteamérica,
entre finales del siglo XIX y comienzos del XX. Ante la variedad de acepciones utilizadas para un
mismo término, algunos autores trataron de acuñar definiciones que precisaran la aplicación del
mismo. Aparecieron entonces los conceptos de:
 Pedología, en donde se considera el suelo como un cuerpo natural cuyas propiedades
interesan para establecer su origen y su clasificación, sin importar sus posibilidades de uso, y

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 Edafología, en donde el suelo es tomado como el soporte para las plantas, es decir, se
estudia desde un punto de vista netamente práctico, orientado a obtener los mejores rendimientos
agropecuarios posibles. (Lyttleton y Buckman, 1944).

El glosario de términos de suelos de la Sociedad Americana de la Ciencia del Suelo (1984) también
acepta la diferenciación hecha en el párrafo anterior al establecer dos definiciones para el término
suelo:
 Es el material no consolidado en la superficie de la tierra que sirve como medio natural para el
crecimiento de las plantas terrestres, y
 Es el material mineral no consolidado en la superficie de la tierra que ha estado sometido a la
influencia de factores genéticos y ambientales: Material parental, clima, macro y microorganismos y
topografía, todos actuando durante un lapso de tiempo y generando un producto: el suelo, que
difiere del material del cual se derivó en varias propiedades y características físicas, químicas,
biológicas y morfológicas. La concepción pedológica del suelo implica que éste forma un continuum
en la superficie terrestre y que es susceptible de ser clasificado y cartografiado; estas propiedades
las recoge el Soil Survey Staff (1975) en la siguiente definición: “El suelo es una colección de
cuerpos naturales en la superficie terrestre, en algunos sitios modificados o aun hechos por el
hombre, que contienen materia viviente y que soportan o son capaces de soportar plantas creciendo
al aire libre”. Esta definición ha sido revisada y reelaborada, dando origen a una nueva
conceptualización que permite ampliar el dominio del término suelo: “El suelo es un cuerpo natural
compuesto de sólidos (minerales y materia orgánica), líquidos y gases que ocurre en la superficie de
la tierra, ocupa un espacio y se caracteriza o porque tiene horizontes o capas que se diferencian del
material inicial como resultado de las adiciones, pérdidas, traslocaciones y transformaciones de
energía y materia o porque es capaz de soportar plantas arraigadas en un ambiente natural” (SSS,
1998, 1999).
En la actualidad, por efecto de la influencia ambiental, de la sostenibilidad y de la sistémica, se han
elaborado algunas definiciones un poco más holísticas del suelo:
 Para Jaramillo et al (1994) el suelo es aquella delgada capa, de pocos centímetros hasta algunos
metros de espesor, de material terroso, no consolidado, que se forma en la interfase atmósfera –
biosfera – litosfera. En ella interactúan elementos de la atmósfera e hidrosfera (aire, agua,
temperatura, viento, etc.), de la litosfera (rocas, sedimentos) y de la biosfera y se realizan
intercambios de materiales y energía entre lo inerte y lo vivo, produciéndose una enorme
complejidad.
 Hillel (1998) considera el suelo como un cuerpo natural involucrado en interacciones dinámicas
con la atmósfera que está encima y con los estratos que están debajo, que influye el clima y el ciclo
hidrológico del planeta y que sirve como medio de crecimiento para una variada comunidad de
organismos vivos. Además, él juega un papel ambiental preponderante como reactor bio-físico-
químico que descompone materiales de desecho y recicla dentro de él nutrientes para la
regeneración continua de la vida en la Tierra.
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 Tarbuck y Lutgens (1999) consideran la Tierra como un sistema dentro del cual el suelo es una
interfase donde interactúan diferentes partes de aquel: la litosfera, la atmósfera, la hidrosfera y la
biosfera. Debido a esto, el suelo es dinámico y sensible a prácticamente todos los aspectos de su
entorno. Estos autores hacen énfasis en un hecho fundamental que sustenta la razón de ser de la
Ciencia del Suelo: El suelo no es simplemente el material producido por la meteorización que se ha
acumulado en la superficie terrestre, es decir, el suelo no es producto de la meteorización.

NATURALEZA DEL SUELO


Los componentes primarios del suelo son:
1) compuestos inorgánicos, no disueltos, producidos por la meteorización y la descomposición de las
rocas superficiales;
2) los nutrientes solubles utilizados por las plantas;
3) distintos tipos de materia orgánica, viva o muerta y
4) gases y agua requeridos por las plantas y por los organismos subterráneos.

La naturaleza física del suelo está determinada por la proporción de partículas de varios tamaños.
Las partículas inorgánicas tienen tamaños que varían entre el de los trozos distinguibles de piedra y
grava hasta los de menos de 1/40.000 centímetros. Las grandes partículas del suelo, como la arena
y la grava, son en su mayor parte químicamente inactivas; pero las pequeñas partículas inorgánicas,
componentes principales de las arcillas finas, sirven también como depósitos de los que las raíces
de las plantas extraen nutrientes. El tamaño y la naturaleza de estas partículas inorgánicas
diminutas determinan en gran medida la capacidad de un suelo para almacenar agua, vital para
todos los procesos de crecimiento de las plantas.
La parte orgánica del suelo está formada por restos vegetales y restos animales, junto a
cantidades variables de materia orgánica amorfa llamada humus. La fracción orgánica representa
entre el 2 y el 5% del suelo superficial en las regiones húmedas, pero puede ser menos del 0.5% en
suelos áridos o más del 95% en suelos de turba.
El componente líquido de los suelos, denominado por los científicos solución del suelo, es sobre
todo agua con varias sustancias minerales en disolución, cantidades grandes de oxígeno y dióxido
de carbono disueltos. La solución del suelo es muy compleja y tiene importancia primordial al ser el
medio por el que los nutrientes son absorbidos por las raíces de las plantas. Cuando la solución del
suelo carece de los elementos requeridos para el crecimiento de las plantas, el suelo es estéril.

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Los principales gases contenidos en el suelo son el oxígeno, el nitrógeno y el dióxido de carbono. El
primero de estos gases es importante para el metabolismo de las plantas porque su presencia es
necesaria para el crecimiento de varias bacterias y de otros organismos responsables de la
descomposición de la materia orgánica. La presencia de oxígeno también es vital para el crecimiento
de las plantas ya que su absorción por las raíces es necesaria para sus procesos metabólicos.
(http://agronomiaandrea.blogspot.pe/p/naturaleza-del-suelo.html)

ETAPAS DE FORMACIÓN DEL SUELO


La formación del suelo se inicia cuando la roca es meteorizada por la acción de agentes
atmosféricos o biológicos, originando una capa de fragmentos rocosos de todo tamaño y sales
minerales. El proceso de formación puede durar miles de años.
Las etapas por las que pasa la formación de un suelo o edafogénesis, las podemos resumir en
cuatro.
Etapa inicial. Roca madre. Cuando una roca aflora a la superficie es meteorizada por los agentes
atmosféricos y, poco a poco, se va fragmentando.
Etapa 2. Suelo bruto. Continua la meteorización de la roca madre y se forma una capa mineral
denominada “manto de alteración” u horizonte C, sobre la que se asientan seres vivos sencillos
(musgos, líquenes, bacterias, protistas).
Etapa 3. Suelo joven. Se trata de una etapa de maduración en donde la actividad de los seres vivos
proporciona materia orgánica que se transforma, dando lugar al humus que constituye el horizonte
A. La evolución del suelo permite la instalación de comunidades biológicas más complejas.
Etapa 4. Suelo maduro. Es la etapa climácica, en donde el suelo queda estructurado
definitivamente en niveles horizontales denominados horizontes. En esta se crea una capa
intermedia, el horizonte B, formada por la acumulación de sales minerales que el agua de la lluvia
arrastra desde el horizonte A. El suelo ya no evoluciona más porque ha llegado al máximo que los
factores ambientales permiten.

Figura 2. Esquema de la formación del suelo. Foto: Adaptación de Intagri, 2017

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Factores de Formación del Suelo
Hans Jenny fue profesor de la ciencia del suelo de la Universidad de California, Berkeley; fue el
primer científico en definir los factores de formación del suelo en su libro “Factors of Soil Formation:
A System of Quantitative Pedology”, ("Factores de la formación del suelo: un sistema de pedología
cuantitativa") el cual fue publicado en 1941. En su libro planteó la Ecuación de los Factores de
Estado:
S = f (cl, o, r, p, t);
Dónde: S = Suelo, f= en función de, cl= clima, o= organismos, r= relieve, p= roca madre y, t= tiempo.

Jenny describió que la formación del suelo está influenciado por cinco factores independientes, pero
que interactúan entre sí para dar lugar al suelo. Estos factores son: material parental o roca madre,
clima, relieve o topografía, biota (organismos) y tiempo.

Los científicos de la ciencia del suelo clasifican a los cinco factores de formación del suelo como:
factores activos y factores pasivos. El clima y la biota se identifican como los factores activos de la
formación del suelo, debido a que su influencia sobre el desarrollo del suelo puede observarse

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directamente; Por ejemplo: lluvia, altas y bajas temperaturas, viento, microorganismos (algas y
hongos), lombrices de tierra y animales excavadores. Por otra parte, los factores pasivos son el
tiempo, la topografía y el material parental, porque sus efectos no se observan directamente.

Figura 1. Los factores de formación del suelo: clima, biota, relieve, roca madre y tiempo.

El clima. El clima es uno de los factores que influyen de manera directa sobre la formación del
suelo, pues condiciona la velocidad de meteorización de la roca madre. Los elementos más
importantes del clima en la formación de suelo son la temperatura y la precipitación. Estos dos
parámetros del clima afectan la tasa de meteorización química y el crecimiento de las poblaciones
de organismos, así como la velocidad de descomposición de la materia orgánica. Por una parte, el
agua es el solvente y medio para todas las reacciones y procesos del suelo, mientras que la
temperatura determina la tasa de reacciones químicas y la intensidad de la actividad biológica.
Biota. La biota está representada por los organismos vivos. Por su actividad biológica, los
organismos que integran la fauna del suelo tienen un rol fundamental en la fragmentación,
transformación y translocación de materiales orgánicos del suelo. En cambio, las raíces de la
vegetación participan activamente para la formación del suelo, ya que son capaces de crecer dentro
de las grietas y fisuras de las rocas, acelerando la meteorización. Las plantas contribuyen a la
meteorización química debido a que producen ácidos orgánicos y dióxido de carbono, que son
compuestos que aceleran el proceso de descomposición de los minerales y la liberación de
nutrientes requeridos por las plantas. Por otra parte, la vegetación crea microclimas por: reducir la
velocidad del viento, formar un área de sombreado de la superficie del suelo. También, los musgos y
líquenes que crecen sobre las superficies de rocas contribuyen al proceso de meteorización del
material parental.
El relieve. La forma de la superficie de la tierra desempeña un papel fundamental en la formación
del suelo. El relieve influye en la distribución del agua recibida por medio de la precipitación, por lo
que afecta directamente el proceso de la erosión hídrica. Como regla general, las superficies
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elevadas con relieves inclinados o convexos pierden más agua por escorrentía, arrastrando
sedimentos, por lo que los suelos son más someros. En cambio, las superficies más bajas que son
cóncavos o depresivos reciben agua extra y sedimentos, por lo que el desarrollo de los suelos es
más profundo. Además, en el hemisferio norte las laderas con orientación sur reciben más radiación
solar que las de orientación norte, por lo que las laderas al sur son más cálidos y menos húmedos.
Tal vez las diferencias entre las temperaturas sean de apenas 2 grados y de humedad sea mínima,
sin embargo, los efectos con el tiempo se maximizan, formando suelos con un contenido de materia
orgánica más elevada en las laderas del norte.
La roca madre. Los suelos se derivan principalmente de las rocas, por lo que se le denomina
material parental. Estos materiales definen en gran parte el color, la composición, la textura y la
estructura de los suelos. Sin embargo, un mismo tipo de roca puede dar lugar a suelos con distintas
características, dependiendo las condiciones del medio en el que evolucione. El material parental
incide sobre la fertilidad del suelo en muchas maneras. En primer lugar, el tipo de material parental
determina los minerales que predominan en el suelo. En segundo lugar, el material parental es la
principal fuente de los nutrientes que se liberan en la solución del suelo, que posteriormente pueden
ser absorbidos por plantas, otros organismos o lixiviados.
Tiempo. La formación del suelo es un proceso constante que involucra la interacción entre el
material parental, la biota, el clima, el relieve y el tiempo. El suelo es un recurso no renovable a
corto plazo, debido a que para la formación de 1 cm de suelo tienen que pasar cientos o miles de
años.
Cuadro 1. Tasa de formación de distintos suelos. Fuente: Porta et al., 2003.
Formación del suelo Tasa de formación (años)
Muy rápida (sobre cenizas volcánicas y clima < 100
húmedo)
Muy lenta (sobre cenizas duras y clima < 1 cm/ 5,000 años.
templado-frio)
Propiedades asociadas con el hidromorfismo rápida
Propiedades asociadas con la materia orgánica rápida
Propiedades asociadas con la meteorización lenta
Horizontes A 1 – 1,000
Horizontes de alteración (Bw cámbico) > 1,000
Horizontes de acumulación > 1,000
Carácter ácuico > 10.
Entisol (sobre material no consolidado) > 100
Vertisol 3,000 – 18,000
Spodosol 1,000 – 8,000
Ultisol 1,000,000
Oxisol 100,000 a 2,000,000
Extraído de https://www.intagri.com/articulos/horticultura-protegida/los-factores-de-formacion-del
suelo
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Composición de los suelos

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El suelo, junto con el aire y el agua, son los soportes sobre los que se asientan todos los
fenómenos vitales que se desarrollan en nuestro planeta. La formación del suelo es el
resultado de una serie de procesos físicos, químicos y biológicos sobre el medio rocoso
original. Es la parte más superficial de la litosfera y está constituido por una mezcla de
partículas minerales, materia orgánica, aire y una disolución acuosa que rodea las partículas
edáficas. La composición media del suelo, en porcentaje en volumen, es la siguiente: 50%
de materia sólida, 20-30% de disolución acuosa y 20-30% de aire edáfico.

La disolución acuosa del suelo actúa de intermediaria entre la litosfera y los organismos
vivos, por lo que tiene una gran importancia para el equilibrio químico y biológico, debido
a que contiene los solutos necesarios para el desarrollo de la vegetación existente en el
mismo. Las principales causas por las que en la disolución acuosa del suelo se encuentran
iones son: la lluvia, la descomposición de la materia orgánica, la meteorización mineral, y
los procesos de intercambio iónico entre la disolución del suelo y las partículas coloidales.
El tipo de iones presentes y su concentración depende, fundamentalmente, del tipo de suelo
y de la época del año. Se encuentran mayoritariamente iones C1-, SO42- y Ca2+, en menor
cantidad Mg2+, H3Si04-, K+, Na+ y Mn2+, y como minoritarios pueden estar presentes
Al3+, Fe3+, Zn2+, Cu2+, H2P04-, etc.

Como ya se ha indicado anteriormente, la fase sólida del suelo representa


aproximadamente la mitad de la composición total del suelo y está constituida en un 45%
por una fracción inorgánica y en un 5% por una fracción orgánica. En la fracción
inorgánica se encuentran partículas minerales de distintos tamaños y que, de mayor a
menor, se denominan: gravas (>2 mm), arenas (0,05-2 mm), limos (2-50 mm) y arcillas (<2
mm). El tamaño de las partículas que forman un suelo determina la textura del mismo y
aporta información sobre su porosidad o espacios huecos por unidad de volumen por los
que puede circular el aire y el medio acuoso edáfico. También es importante el tamaño de
los poros, porque determina la permeabilidad de un suelo, es decir, la velocidad con que el
aire y el agua pueden moverse a través del mismo, desde las capas más superficiales a las
más profundas. Todos estos factores definen la capacidad de un suelo para retener agua,
para airearse y para poder ser cultivado.

La fracción inorgánica del suelo está compuesta por minerales primarios y secundarios.
Los primarios son los que se han formado a elevadas temperaturas y derivados de rocas
ígneas y metamórficas como cuarzo, feldespatos, micas, etc. Los minerales secundarios son
los que se forman por reacciones a bajas temperaturas y proceden de rocas sedimentarias o
por meteorización de minerales primarios, como, por ejemplo, carbonatos, algunos óxidos,
compuestos de azufre, etc.

Aunque la composición química de las fracciones inorgánicas de los suelos es variable,


mayoritariamente se encuentran en todas ellas silicatos minerales. La unidad estructural de
estos compuestos es (Si04), con una disposición tetraédrica, en la que el átomo de silicio
ocupa el centro del tetraedro y los cuatro átomos de oxígeno los vértices. Esta unidad
estructural puede encontrarse aislada (Si04)4- o unirse a otras unidades iguales, formando
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estructuras o redes tridimensionales, donde átomos de oxígeno están unidos a otros átomos
de silicio, de forma sucesiva, y en las que se comparte uno o más de los átomos de oxígeno
del tetraedro. El resultado de estas uniones es que se encuentran en el suelo silicatos con
estructuras y propiedades muy distintas, como puede apreciarse en el siguiente esquema, en
el que se representan algunas de las posibles estructuras.

En ciertas redes, algunos de los lugares están ocupados por iones aluminio, dando lugar a
los aluminosilicatos; la carga negativa de estas redes se neutraliza con la presencia de otros
cationes metálicos, tales como Na+, K+, Mg2+, Ca2+ y Fe2+, incluso H +, dando lugar a
los distintos minerales. Un grupo importante son los filosilicatos (Si20s2-), que son los
denominados silicatos laminares (por ejemplo, micas) que participan de forma muy activa
en muchos procesos físico-químicos.

La fracción orgánica del suelo, aunque sólo representa un porcentaje en peso muy pequeño
de la composición global del mismo, es de vital importancia para determinar su fertilidad,
porque es una fuente de alimentos para microorganismos, participa en diversos procesos
químicos edáficos y afecta a sus propiedades físicas. La fracción orgánica presente en el
suelo procede mayoritariamente de residuos vegetales en fase de descomposición, y en
menor proporción, de organismos vivos y de la materia orgánica resistente a la degradación
biológica y química. En lo que respecta a los residuos vegetales, la composición más
habitual es la siguiente: celulosa (50%), hemicelulosa (20%), lignina (18%), proteínas
(6%), aminoácidos y azúcares (5%) y componentes minoritarios como pectina, pigmentos,
ceras, etc. Estos compuestos pueden ser degradados por microorganismos presentes en el
suelo. La velocidad de descomposición dependerá de la estructura química del compuesto
(por ejemplo, la lignina es muy resistente a la degradación) y de otros parámetros, como la
temperatura, el pH, el contenido de agua del suelo y la aireación.

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Como resultado de otras vías de transformación de los residuos vegetales, en el suelo existe
también materia orgánica muy difícilmente degradable, denominada fracción húmica. El
humus está constituido mayoritariamente por ácidos húmicos y fúlvicos, que son una
mezcla compleja de macromoléculas, con pesos moleculares altos, un elevado grado de

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aromaticidad y con distinta reactividad, derivada de la abundancia de grupos ácidos,
fenólicos y carbonílicos. La fracción húmica está enriquecida en nitrógeno con respecto a la
materia vegetal inicial y una parte importante de la misma es insoluble en agua, por lo que
se acumula en las capas más superficiales del suelo. Se han propuesto diferentes estructuras
para las macromoléculas constituyentes de dicha fracción, una muestra de las mismas es la
recogida en la Figura 24.1.
Los efectos beneficiosos de la materia orgánica del suelo podríamos resumirlos en los
siguientes aspectos:
- Contribuye al crecimiento vegetal, aportando bionutrientes esenciales en proporción
importante: nitrógeno (casi en su totalidad), fósforo (entre el 50-60%) y azufre (del orden
del 80%).
- Regula la disponibilidad de muchos cationes metálicos, por absorción de los mismos, al
dar especies complejadas (quelatos) tales como los de la Figura 24.2, y que actúan como
micronutrientes o elementos tóxicos, según los casos.

- Ejercen una acción tamponante, manteniendo el pH del suelo edáfico, debido a la


presencia de funciones ácidas en sus moléculas.
- Regulan la humedad del suelo, debido a su capacidad de retención del agua,
interaccionando, en muchos casos, con los silicatos.
- Mejoran la estructura granular del suelo, beneficiando la permeabilidad y la aireación, por
interacción con las partículas minerales, favoreciendo la agregación de partículas, como se
indica en la Figura 24.3.

https://kupdf.com/download/contaminacion-ambiental-una-vision-desde-la-
quimica_5a263e31e2b6f5ff2af0b6af_pdf

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¿QUÉ ES UN CONTAMINANTE?
Un contaminante es cualquier sustancia o forma de energía que puede provocar algún daño o
desequilibrio (irreversible o no) en un ecosistema, en el medio físico o en un ser vivo. Es siempre
una alteración negativa del estado natural del medio ambiente, y generalmente, se genera como
consecuencia de la actividad humana. Para que exista contaminación, la sustancia contaminante
deberá estar en cantidad relativa suficiente como para provocar ese desequilibrio. Esta cantidad
relativa puede expresarse como la masa de la sustancia introducida en relación con la masa o el
volumen del medio receptor de la misma. Este cociente recibe el nombre de concentración. Los
agentes contaminantes tienen relación con el crecimiento de la población y el consumo
(combustibles fósiles, la generación de basura, desechos industriales, etc.), ya que, al aumentar
éstos, la contaminación que ocasionan es mayor. Por su consistencia, los contaminantes se
clasifican en sólidos, líquidos y gaseosos. Se descartan los generados por procesos naturales, ya
que, por definición, no contaminan. Los agentes sólidos están constituidos por la basura en sus
diversas presentaciones. Provocan contaminación del suelo, del aire y del agua. Del suelo porque
produce microorganismos y animales dañinos; del aire porque produce mal olor y gases tóxicos, y
del agua porque la ensucia y no puede utilizarse. Los agentes líquidos incluyen las aguas negras, los
desechos industriales, los derrames de combustibles derivados del petróleo, los cuales dañan
básicamente el agua de ríos, lagos, mares y océanos, y con ello provocan la muerte de diversas
especies. Los agentes gaseosos incluyen la combustión del petróleo (óxido de nitrógeno y azufre) y
la quema de combustibles como la gasolina (que libera monóxido de carbono), la basura y los
desechos de plantas y animales.

Contaminación del Suelo

Por tanto, la contaminación del suelo consiste en la introducción de elementos extraños al sistema
suelo o la existencia de un nivel inusual de uno propio que, por sí mismo o por su efecto sobre los
restantes componentes, genera un efecto nocivo para los organismos del suelo, sus consumidores,
o es susceptible de transmitirse a otros sistemas (Martínez Sánchez et al., 2005). El suelo puede
contener una gran variedad de elementos químicos, por lo que puede resultar difícil establecer a
partir de qué momento, un mismo elemento deja de ser beneficioso o indiferente, para pasar a tener
la calificación de contaminante (Porta, J.; López-Acevedo, M.; Roquero, C., 1994).

Los efectos desfavorables de los contaminantes en el suelo como sistema (Genou et al., 1992;
Porta, J.; López-Acevedo, M.; Roquero, C., 1994) son:
• Destrucción del poder de autodepuración por procesos de regeneración biológica normales, al
haberse superado la capacidad de aceptación del suelo. Se ve afectado el ciclo biogeoquímico y la
función de biofiltro.
• Disminución cualitativa y cuantitativa del crecimiento de los microorganismos del suelo, o bien
alteración de su diversidad, lo que hace aumentar la fragilidad del sistema.
• Disminución del rendimiento de los cultivos con posibles cambios en la composición de los
productos, con riesgo para la salud de los consumidores, al entrar determinados elementos en la
cadena trófica. • Contaminación de las aguas superficiales y freáticas por procesos de transferencia.
Se alcanzan concentraciones superiores a las consideradas aceptables.
• Disminución de las funciones de soporte de actividades de ocio.
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Desde un punto de vista legal, el suelo actúa como un sumidero en el que los contaminantes se
difunden y/o se transforman en función de la capacidad de retención o amortiguación de éste se
tendrá una mayor o menor presencia de contaminantes. Cuando llega el momento en que se supera
el nivel de saturación, el suelo se convierte en fuente de sustancias química, ya que el los
contaminantes comenzarían a “escapar” al medio hídrico o a la atmósfera.

Tipos de contaminación: natural y antrópica


Un suelo se puede degradar al acumularse en él sustancias a unos niveles tales que repercuten
negativamente en el comportamiento de éste. Las sustancias, a esos niveles de concentración, se
vuelven tóxicas para los organismos del suelo. Se trata pues de una degradación química que
provoca la pérdida parcial o total de la productividad del suelo.
Hemos de distinguir entre contaminación natural o endógena y contaminación antrópica o exógena.
Un ejemplo de contaminación natural es el proceso de concentración y toxicidad que muestran
determinados elementos metálicos, presentes en los minerales originales de algunas rocas a medida
que el suelo evoluciona. Obviamente a medida que avanza el proceso de concentración residual de
los metales pesados se produce el paso de estos elementos desde los minerales primarios; es decir,
desde formas no asimilables, a especies de mayor actividad e influencia sobre los vegetales y el
entorno.
Otro ejemplo de aparición natural de una anomalía de concentración de una forma tóxica se produce
en la evolución acidificante de los suelos por la acción conjunta de la hidrólisis.

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Los fenómenos naturales pueden ser causas de
importantes contaminaciones en el suelo. Así es
bien conocido el hecho de que un solo volcán
activo puede aportar mayores cantidades de
sustancias externas y contaminantes, como
cenizas, metales pesados, que varias centrales
térmicas de carbón.
Pero las causas más frecuentes de
contaminación son debidas a la actuación
antrópica (del hombre), que al desarrollarse sin
la necesaria planificación producen un cambio
negativo de las propiedades del suelo.
En los estudios de contaminación, no basta con detectar la presencia de contaminantes sino que se
han de definir los máximos niveles admisibles y además se han de analizar posibles factores que
puedan influir en la respuesta del suelo a los agentes contaminantes, como son: vulnerabilidad,
poder de amortiguación, movilidad, biodisponibilidad, persistencia y carga crítica, que pueden
modificar los denominados "umbrales generales de la toxicidad" para la estimación de los impactos
potenciales y la planificación de las actividades permitidas y prohibidas en cada tipo de medio.
Vulnerabilidad: Representa el grado de sensibilidad (o debilidad) del suelo frente a la agresión de
los agentes contaminantes. Este concepto está relacionado con la capacidad de amortiguación. A
mayor capacidad de amortiguación, menor vulnerabilidad. El grado de vulnerabilidad de un suelo
frente a la contaminación depende de la intensidad de afectación, del tiempo que debe transcurrir
para que los efectos indeseables se manifiesten en las propiedades físicas y químicas de un suelo y
de la velocidad con que se producen los cambios secuenciales en las propiedades de los suelos en
respuesta al impacto de los contaminantes.
• Poder de amortiguación: El conjunto de las propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo lo
hacen un sistema clave, especialmente importante en los ciclos biogeoquímicos superficiales, en los
que actúa como un reactor complejo, capaz de realizar funciones de filtración, descomposición,
neutralización, inactivación, almacenamiento, etc. Por todo ello el suelo actúa como barrera
protectora de otros medios más sensibles, como
los hidrológicos y los biológicos.
La mayoría de los suelos presentan una elevada
capacidad de depuración.
Esta capacidad de depuración tiene un límite
diferente para cada situación y para cada suelo.
Cuando se alcanza ese límite el suelo deja de ser
eficaz e incluso puede funcionar como una
"fuente" de sustancias peligrosas para los
organismos que viven en él o de otros medios
relacionados.

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Un suelo contaminado es aquel que ha superado su capacidad de amortiguación para una o varias
sustancias y, como consecuencia, pasa de actuar como un sistema protector a ser causa de
problemas para el agua, la atmósfera, y los organismos. Al mismo tiempo se modifican sus
equilibrios biogeoquímicos y aparecen cantidades anómalas de determinados componentes que
originan modificaciones importantes en las propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo.
• Por biodisponibilidad se entiende la asimilación del contaminante por los organismos, y en
consecuencia la posibilidad de causar algún efecto, negativo o positivo.
• La movilidad regulará la distribución del contaminante y por tanto su posible transporte a otros
sistemas.
• La persistencia regulará el periodo de actividad de la sustancia y por tanto es otra medida de su
peligrosidad.
• Carga crítica. Representa la cantidad máxima de un determinado componente que puede ser
aportado a un suelo sin que se produzcan efectos nocivos.
Desarrollo histórico
Las primeras manifestaciones de contaminación antrópica pudieron
causar efectos similares a los de otras causas naturales. Así, en las
primeras culturas sin duda el fuego, que fue un elemento clave para el
desarrollo de las mismas, permitió modificar la organización espacial
del suelo. En un incendio forestal se producen un gran número de
sustancias volátiles, cenizas, etc., que regresan al suelo con la lluvia o
simplemente por la acción de la gravedad.
El desarrollo agrícola del Neolítico y sobre todo el posterior
descubrimiento de los metales y la manera de transformarlos, debieron
ser las causas fundamentales de la contaminación de los suelos.
Las labores agrícolas en climas más o menos áridos provocan frecuentemente la salinización del
suelo. El regadío intensivo con aguas de baja calidad (a veces, además, en áreas con suelos de
sustratos ricos en sales) provoca la rápida degradación del suelo. La salinización ha originado
pérdidas muy importantes de la capacidad productiva en todas las culturas.
El descubrimiento y utilización de los metales influyó en la contaminación del entorno.
Desarrollo de la cultura urbana
La concentración de población en pequeños espacios implica residuos que se eliminan a través del
suelo y el agua, así como el incremento de actividades comerciales e industriales.
La revolución industrial representó una extrema abundancia de productos residuales que llevaron
durante el siglo XX, y más concretamente en la segunda mitad de éste, los niveles de contaminación
mundial a límites insostenibles.
En la evolución de la contaminación producida por diferentes compuestos se observa en los últimos
años que los compuestos radiactivos tienen tendencia a disminuir mientras que otros como los

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organoclorados, derivados del petróleo y contaminaciones de origen biológico, no dejan de
aumentar.
La historia de la contaminación en los últimos milenios ha
podido ser reconstruida gracias a los análisis de los
histosoles. Los histosoles son suelos turbosos y
frecuentemente presentan grandes espesores (algunos de
ellos de muchas decenas de metros), lo que representa que
se ha estado acumulando materiales orgánicos durante un
dilatado margen de tiempo.
El siglo XX, con su industria basada en el petróleo, está
representado por unas acumulaciones de hasta 35 veces
más intensa que las condiciones no contaminantes correspondientes a los periodos prehistóricos de
la Edad de Piedra. En fechas muy recientes, la implantación de las gasolinas sin plomo y la
sustitución de las tuberías de plomo por derivados del plástico (PVC) queda registrada por un
drástico decrecimiento de la contaminación por plomo en el suelo.

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II.- VULNERABILIDAD Y AUTODEPURACIÓN DE LOS SUELOS

Inés García

1 Capacidad de autodepuración y las propiedades del suelo


2 El suelo como Bomba Química de Tiempo
3 Propiedades Control
4 Un caso práctico de bomba química del tiempo
5 Control de la vulnerabilidad de los suelos

1 Capacidad de autodepuración y las propiedades del suelo

El suelo es un sistema abierto en el espacio y en el tiempo. Evoluciona transformándose hasta


alcanzar el equilibrio con las condiciones ambientales y a partir de ese momento tiende a
permanecer estable. El suelo puede considerarse como un sistema depurador porque es capaz de
degradar o inmovilizar los contaminantes.

El poder de amortiguación de un suelo representa la capacidad que tiene un suelo de inactivar los
efectos negativos de los contaminantes. Esta beneficiosa acción se puede ejercer por varios
mecanismos:

Neutralización
Degradación biótica o abiótica
Adsorción
Complejización
Insolubilización

La capacidad depuradora depende fundamentalmente de determinadas características de los


horizontes superficiales:
La actividad microbiológica, que facilita la descomposición e inmovilización de los contaminantes.
La arcilla y la materia orgánica que mediante reacciones fisicoquímicas adsorben a los
contaminantes y permiten su inmovilización o liberación.
La capacidad filtrante, que va a regular la facilidad de penetración de los contaminantes.
Estas acciones dependerán de determinadas propiedades del suelo que influyen en los mecanismos
de autodepuración:
Textura. Los suelos de textura arcillosa tienen una alta capacidad de autodepuración.
Estructura. Los agentes contaminantes pueden provocar la destrucción de la estructura, por
dispersión, si contienen altos contenidos en sodio.
Porosidad y permeabilidad. Facilitan la circulación de los contaminantes en el suelo y pueden
eliminar rápidamente los contaminantes y traspasarlos a los niveles freáticos.
Capacidad de cambio iónico. Aumenta la capacidad de autodepuración al fijar los contaminantes
sobre la superficie de las partículas.
Salinidad. Los contaminantes pueden aumentar la salinidad y como consecuencia disminuir la
estabilidad del suelo.
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pH. Los contaminantes pueden acidificar el suelo, por vertidos o por oxidación de sulfuros y
oxidos nitrosos, con lo que aumenta la vulnerabilidad del suelo.
Eh. El ambiente oxidante aumenta el poder autodepurador al facilitar la actividad microbiana de
descomposición.
Los gases del suelo ejercen también un importante papel, proporcionando el suficiente oxígeno
para la actividad microbiana.
De cualquier forma, por muy favorables que sean las características del suelo, es evidente que la
capacidad depuradora no es ilimitada. El suelo no puede asimilar, inmovilizar, inactivar y degradar
todos los contaminantes que recibe y por ello, en un determinado momento, cuando se superan
unos determinados umbrales, puede transferir los contaminantes a otros medios e incorporarlos en
las cadenas tróficas. Se produce entonces una situación no prevista que ha sido definida
recientemente por algunos autores como "Bomba Química del Tiempo".

2 El suelo como Bomba Química del Tiempo (BQT)

Es un concepto que se refiere a una cadena de acontecimientos


que resultan de la retrasada y repentina, presencia de efectos
perjudiciales causados por la movilización o transformación de
compuestos químicos almacenados en suelos como respuesta a
determinadas alteraciones del ambiente.

La BQT depende de tres grandes factores: vulnerabilidad del


suelo, entrada de compuestos químicos, uso del suelo.

El concepto BQT implica una rápida liberación de productos


químicos almacenados durante un tiempo; el impacto medioambiental que se produce está
relacionado con la cantidad y tipo de productos químicos liberados. Esta cantidad es proporcional a
la capacidad de almacenaje. Así, los suelos más peligrosos, en el sentido de BQT, son aquellos con
alta capacidad para almacenar productos químicos perjudiciales.

La BQT es un fenómeno que se refiere a los efectos retardados y al tiempo de demora. La BQT es
proporcional a la capacidad del suelo para almacenar tóxicos o productos químicos dañinos para el
medio ambiente. Un suelo que tiene una baja capacidad de almacenaje de un producto químico
particular, manifestará un pequeño o ningún retraso de tiempo con respecto al tiempo de entrada y
de salida del producto químico. Puede tener un importante efecto medioambiental en tales sistemas,
pero no será un efecto típico de BQT.

Los productos químicos, que provocan los sucesos BQT son las especies más resistentes a la
descomposición química como metales pesados y productos orgánicos persistentes. Estos pueden
ser retenidos durante un tiempo, pero al final se liberan al ambiente, directamente o a través de sus
productos de descomposición que pueden ser todavía más tóxicos.

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La combinación de la capacidad de almacenaje del suelo, por un lado, y la entrada de productos
químicos al mismo, por otro, determina el tipo de la respuesta medioambiental. Una clasificación de
posibles respuestas, se muestra en la siguiente figura.

La "respuesta rápida" constituye una "situación grave de contaminación inmediata". Representa


condiciones en las que la capacidad de almacenaje de un suelo es baja y la entrada de productos
químicos es alta, en esta clase no hay fase de almacenaje y los productos químicos se mueven a
través del suelo rápidamente contaminando aguas o vegetación. En el otro extremo está la clase de
"almacenaje protegido". En este caso la capacidad de almacenaje es muy alta para la escasa
entrada de productos químicos, que serán almacenados sin movilidad significativa durante cientos o
miles de años, escala de tiempo que excede al espacio normal que concierne a la sociedad. La
tercera clase "BQT prototipo", se refiere a las condiciones en las que prevalecen alta capacidad de
almacenaje y elevadas entradas de contaminantes. Esta situación es muy peligrosa pues hay una
larga fase de almacenaje seguida de saturación y movilización de los productos químicos
almacenados. Por último la situación "sin almacenaje" la presenta un suelo en el que no se van a
presentar fenómenos de BQT debido a su baja capacidad de almacenaje; mientras que el suelo siga
recibiendo una baja cantidad de sustancias contaminantes la situación no es peligrosa pero un
cambio en la llegada de contaminantes producirá un cambio hacia la situación de "respuesta rápida".

Los cambios en las entradas de los contaminantes y en las capacidades de los suelos pueden
desplazar las respuestas en cualquier sentido, entre cualquiera de estas cuatro respuestas
tipificadas.

Una buena planificación ambiental ha de llevar la situación "respuesta rápida" hacia la de


"almacenaje protegido" o a la de "sin almacenaje", o al menos a la repuesta "BQT-Prototipo".

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3 Propiedades Control

La capacidad de almacenaje está controlada por las propiedades de los suelos y estas capacidades
pueden resultar disminuidas por cambios en estas propiedades. Estas propiedades son utilizadas
para controlar los riesgos de BQT en los suelos, y por eso se les llama Propiedades Control. En la
siguiente tabla se indican la importancia de estas propiedades (Propiedades Control de la Capacidad
Tampón) para la movilidad de metales pesados y compuestos orgánicos tóxicos.

Importancia de Propiedades que Controlan la Capacidad Tampón de los Suelos (PCCs)


para Metales Pesados y Compuestos orgánicos tóxicos
PCC Características
Suelos con CCC baja presentan baja
capacidad para retener metales pesados por
Capacidad cambio catiónico (CCC) adsorción. La CCC depende del contenido y
tipo de minerales de la arcilla, contenido en
materia orgánica y pH del suelo.
Descenso del pH incrementa la solubilidad de
pH metales pesados, desciende CCC, y altera la
población microbiana.
Descenso en el potencial redox (condiciones
más reductoras), disuelve óxidos de hierro y
Potencial redox (Eh)
manganeso, resultando la movilización de los
tóxicos adsorbidos.
Descenso en el contenido de materia
orgánica, reduce las capacidadades: de
cambio de cationes, de amortiguación del pH
Contenido en materia orgánica del suelo, de adsorción de compuestos
tóxicos, de almacenamiento de agua; altera la
estructura (incrementa la erodibilidad del
suelo), y decrece la actividad microbiana.
La alteración de la estructura del suelo puede
Estructura reducir el drenaje y por tanto disminuye el Eh
y aumenta la erodibilidad del suelo.
Incremento en salinidad solubiliza
compuestos químicos tóxicos por alteración
del equilibrio de cambio iónico, aumentando
Salinidad
complejos solubles y decreciendo actividades
termodinámicas en solución; esto puede
también decrecer la actividad microbiológica.
La alteración de la actividad microbiana y
Actividad microbiana población ecológica puede alterar la materia
orgánica, el potencial redox, y el pH.
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Las actividades humanas afectan a estas Propiedades Control repercutiendo en los efectos BQT,
como se resume en la siguiente tabla.

Relaciones entre la actividades humanas y cambios en las PCCs


PCC Actividades humanas
Afectada indirectamente por actividades que
Capacidad cambio catiónico (CCC) influyen en el pH, contenido en materia
orgánica, y salinidad.
Deposición atmosférica ácida; prácticas
agrícolas (el encalado aumenta el pH, el
fertilizante nitrogenado desciende el pH);
pH
cambio climático, altera el ciclo del nitrógeno,
y modelos estacionales de precipitación y
evapotranspiración.
Drenaje de tierras húmedas o inundaciones de
Potencial Redox (Eh)
tierras secas.
Contenido en materia orgánica Cambios en vegetación; prácticas agrícolas.
Prácticas agrícolas: compactación y erosión.
Estructura
Riego con aguas sódicas.
Riego con aguas salobres; intrusión del agua
Salinidad
marina.
Afectada directamente por actividades que
afectan el potencial redox y pH, y
Actividad microbiológica
directamente por efectos sinérgicos de toxinas
múltiples, y cambio climático.

Por otra parte, los cambios climáticos también van a repercutir en la capacidad de almacenaje de los
suelos.

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4 Un caso práctico de bomba química del tiempo. El lago de "Big Moose"

El lago de Big Moose se localiza en el estado de Nueva York, que recibe un elevado nivel de
deposición ácida. Como vemos en la siguiente figura, existen datos del pH del agua del lago desde
1760 de las emisiones de S02 recibidas, así como la extinción de peces en el mismo.

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Podemos observar que el pH del lago permanece prácticamente constante a través del tiempo,
desde 1760 hasta alrededor de 1950. Sin embargo en un espacio de alrededor 30 años, 1950 a
1980, el lago experimentó un descenso de pH en más de una unidad, que se corresponde con un
factor de incremento de acidez de 10. Esta disminución de pH se relaciona con la extinción de
peces, que muestra una disminución en salmón así como las truchas que son los peces mas
sensibles a la acidez y su pérdida se empezó a notar a pH = 5,7.

Las emisiones de SO2, principalmente por quema de carbón, empezaron alrededor de 1880.
Aumentaron rápidamente hasta alrededor de 1920 y a partir de ese tiempo permaneció
prácticamente constante hasta 1980. El descenso del pH del lago empezó aproximadamente 70
años después que las emisiones de SO2 empezaran, y casi 30 años después fue la pérdida total de
truchas.

La razón más verosímil para este hecho es la saturación de la capacidad tampón de los suelos de la
cuenca del lago. Durante 70 años estos suelos fueron capaces de tamponar la entrada de
deposición atmosférica ácida, pero después la capacidad tampón disminuyó, los suelos no podían
neutralizar el ácido y el lago rápidamente se acidificó.

5 Control de la vulnerabilidad de los suelos


Para predecir las posibles bombas químicas antes de que ocurra un desastre ambiental, sería
conveniente determinar y cartografiar la capacidad del suelo para almacenar determinados
contaminantes.

Este establecimiento de riesgos en cuanto al concepto de BQT está todavía poco desarrollado. La
Comunidad Europea ha financiado el proyecto "Vulnerabilidad de los suelos de Europa" en el que se
realiza una cartografía a escala 1:5.000.000 (proyecto SOVEUR http://www.isric.nl), entendiendo por
vulnerabilidad el riesgo a decaer en sus funciones, esto exige previamente la elaboración de mapas
temáticos sobre condiciones agroclimáticas, geológicas, hidrológicas, edáficas... reunidos dentro de
un sistema de información geográfica (GIS).

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El Mapa de Suelos FAO ha sido utilizado como documento base en la elaboración de mapas
temáticos para establecer diferencias de vulnerabilidad frente a distintos agentes contaminantes o
para predecir el comportamiento del suelo si se produjesen modificaciones climáticas o del uso del
mismo.

Los suelos vulnerables son:

De pH bajo (pH<5), sin capacidad tampón, pobres en filosilicatos de la arcilla, poca saturación en
bases, moderada materia orgánica (<5%), careciendo de horizontes árgico, cálcico, móllico y
horizontes orgánicos.
Suelos poco drenados, e.j. con gley o propiedades gleicas dentro de los 100cm, contenido en
materia orgánica moderado.
Suelos orgánicos.

Basados en estos criterios, trece unidades del mapa del mundo FAO/UNESCO son consideradas
sensibles a efectos de cambios ambientales sobre sesquióxidos.

En las siguientes figuras se reproducen la situación de los suelos particularmente vulnerables a la


salinización en el Mediterráneo y se muestran las áreas de los suelos cercanos a las costas en
Europa vulnerables a la ascensión del nivel del mar, si existiese un cambio climático.

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