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SUELO
Pero fue en el año 1992, en la Cumbre de Río, donde se reconoció la importancia de la protección
de los suelos y de sus usos potenciales en el contexto de un desarrollo sostenible, en particular
contra la contaminación procedente de acciones o actividades de origen antrópico (Real Decreto
9/2005, de 14 de enero, 2005). La contaminación es uno de los problemas más importantes del
suelo (AEMA-PNUMA, 2002) y se asocia con la entrada de sustancias que, a partir de una cierta
concentración deben considerarse como no deseables (Porta, J.; López Acevedo, M.; Roquero, C.,
1994).
El glosario de términos de suelos de la Sociedad Americana de la Ciencia del Suelo (1984) también
acepta la diferenciación hecha en el párrafo anterior al establecer dos definiciones para el término
suelo:
Es el material no consolidado en la superficie de la tierra que sirve como medio natural para el
crecimiento de las plantas terrestres, y
Es el material mineral no consolidado en la superficie de la tierra que ha estado sometido a la
influencia de factores genéticos y ambientales: Material parental, clima, macro y microorganismos y
topografía, todos actuando durante un lapso de tiempo y generando un producto: el suelo, que
difiere del material del cual se derivó en varias propiedades y características físicas, químicas,
biológicas y morfológicas. La concepción pedológica del suelo implica que éste forma un continuum
en la superficie terrestre y que es susceptible de ser clasificado y cartografiado; estas propiedades
las recoge el Soil Survey Staff (1975) en la siguiente definición: “El suelo es una colección de
cuerpos naturales en la superficie terrestre, en algunos sitios modificados o aun hechos por el
hombre, que contienen materia viviente y que soportan o son capaces de soportar plantas creciendo
al aire libre”. Esta definición ha sido revisada y reelaborada, dando origen a una nueva
conceptualización que permite ampliar el dominio del término suelo: “El suelo es un cuerpo natural
compuesto de sólidos (minerales y materia orgánica), líquidos y gases que ocurre en la superficie de
la tierra, ocupa un espacio y se caracteriza o porque tiene horizontes o capas que se diferencian del
material inicial como resultado de las adiciones, pérdidas, traslocaciones y transformaciones de
energía y materia o porque es capaz de soportar plantas arraigadas en un ambiente natural” (SSS,
1998, 1999).
En la actualidad, por efecto de la influencia ambiental, de la sostenibilidad y de la sistémica, se han
elaborado algunas definiciones un poco más holísticas del suelo:
Para Jaramillo et al (1994) el suelo es aquella delgada capa, de pocos centímetros hasta algunos
metros de espesor, de material terroso, no consolidado, que se forma en la interfase atmósfera –
biosfera – litosfera. En ella interactúan elementos de la atmósfera e hidrosfera (aire, agua,
temperatura, viento, etc.), de la litosfera (rocas, sedimentos) y de la biosfera y se realizan
intercambios de materiales y energía entre lo inerte y lo vivo, produciéndose una enorme
complejidad.
Hillel (1998) considera el suelo como un cuerpo natural involucrado en interacciones dinámicas
con la atmósfera que está encima y con los estratos que están debajo, que influye el clima y el ciclo
hidrológico del planeta y que sirve como medio de crecimiento para una variada comunidad de
organismos vivos. Además, él juega un papel ambiental preponderante como reactor bio-físico-
químico que descompone materiales de desecho y recicla dentro de él nutrientes para la
regeneración continua de la vida en la Tierra.
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Tarbuck y Lutgens (1999) consideran la Tierra como un sistema dentro del cual el suelo es una
interfase donde interactúan diferentes partes de aquel: la litosfera, la atmósfera, la hidrosfera y la
biosfera. Debido a esto, el suelo es dinámico y sensible a prácticamente todos los aspectos de su
entorno. Estos autores hacen énfasis en un hecho fundamental que sustenta la razón de ser de la
Ciencia del Suelo: El suelo no es simplemente el material producido por la meteorización que se ha
acumulado en la superficie terrestre, es decir, el suelo no es producto de la meteorización.
La naturaleza física del suelo está determinada por la proporción de partículas de varios tamaños.
Las partículas inorgánicas tienen tamaños que varían entre el de los trozos distinguibles de piedra y
grava hasta los de menos de 1/40.000 centímetros. Las grandes partículas del suelo, como la arena
y la grava, son en su mayor parte químicamente inactivas; pero las pequeñas partículas inorgánicas,
componentes principales de las arcillas finas, sirven también como depósitos de los que las raíces
de las plantas extraen nutrientes. El tamaño y la naturaleza de estas partículas inorgánicas
diminutas determinan en gran medida la capacidad de un suelo para almacenar agua, vital para
todos los procesos de crecimiento de las plantas.
La parte orgánica del suelo está formada por restos vegetales y restos animales, junto a
cantidades variables de materia orgánica amorfa llamada humus. La fracción orgánica representa
entre el 2 y el 5% del suelo superficial en las regiones húmedas, pero puede ser menos del 0.5% en
suelos áridos o más del 95% en suelos de turba.
El componente líquido de los suelos, denominado por los científicos solución del suelo, es sobre
todo agua con varias sustancias minerales en disolución, cantidades grandes de oxígeno y dióxido
de carbono disueltos. La solución del suelo es muy compleja y tiene importancia primordial al ser el
medio por el que los nutrientes son absorbidos por las raíces de las plantas. Cuando la solución del
suelo carece de los elementos requeridos para el crecimiento de las plantas, el suelo es estéril.
Jenny describió que la formación del suelo está influenciado por cinco factores independientes, pero
que interactúan entre sí para dar lugar al suelo. Estos factores son: material parental o roca madre,
clima, relieve o topografía, biota (organismos) y tiempo.
Los científicos de la ciencia del suelo clasifican a los cinco factores de formación del suelo como:
factores activos y factores pasivos. El clima y la biota se identifican como los factores activos de la
formación del suelo, debido a que su influencia sobre el desarrollo del suelo puede observarse
Figura 1. Los factores de formación del suelo: clima, biota, relieve, roca madre y tiempo.
El clima. El clima es uno de los factores que influyen de manera directa sobre la formación del
suelo, pues condiciona la velocidad de meteorización de la roca madre. Los elementos más
importantes del clima en la formación de suelo son la temperatura y la precipitación. Estos dos
parámetros del clima afectan la tasa de meteorización química y el crecimiento de las poblaciones
de organismos, así como la velocidad de descomposición de la materia orgánica. Por una parte, el
agua es el solvente y medio para todas las reacciones y procesos del suelo, mientras que la
temperatura determina la tasa de reacciones químicas y la intensidad de la actividad biológica.
Biota. La biota está representada por los organismos vivos. Por su actividad biológica, los
organismos que integran la fauna del suelo tienen un rol fundamental en la fragmentación,
transformación y translocación de materiales orgánicos del suelo. En cambio, las raíces de la
vegetación participan activamente para la formación del suelo, ya que son capaces de crecer dentro
de las grietas y fisuras de las rocas, acelerando la meteorización. Las plantas contribuyen a la
meteorización química debido a que producen ácidos orgánicos y dióxido de carbono, que son
compuestos que aceleran el proceso de descomposición de los minerales y la liberación de
nutrientes requeridos por las plantas. Por otra parte, la vegetación crea microclimas por: reducir la
velocidad del viento, formar un área de sombreado de la superficie del suelo. También, los musgos y
líquenes que crecen sobre las superficies de rocas contribuyen al proceso de meteorización del
material parental.
El relieve. La forma de la superficie de la tierra desempeña un papel fundamental en la formación
del suelo. El relieve influye en la distribución del agua recibida por medio de la precipitación, por lo
que afecta directamente el proceso de la erosión hídrica. Como regla general, las superficies
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elevadas con relieves inclinados o convexos pierden más agua por escorrentía, arrastrando
sedimentos, por lo que los suelos son más someros. En cambio, las superficies más bajas que son
cóncavos o depresivos reciben agua extra y sedimentos, por lo que el desarrollo de los suelos es
más profundo. Además, en el hemisferio norte las laderas con orientación sur reciben más radiación
solar que las de orientación norte, por lo que las laderas al sur son más cálidos y menos húmedos.
Tal vez las diferencias entre las temperaturas sean de apenas 2 grados y de humedad sea mínima,
sin embargo, los efectos con el tiempo se maximizan, formando suelos con un contenido de materia
orgánica más elevada en las laderas del norte.
La roca madre. Los suelos se derivan principalmente de las rocas, por lo que se le denomina
material parental. Estos materiales definen en gran parte el color, la composición, la textura y la
estructura de los suelos. Sin embargo, un mismo tipo de roca puede dar lugar a suelos con distintas
características, dependiendo las condiciones del medio en el que evolucione. El material parental
incide sobre la fertilidad del suelo en muchas maneras. En primer lugar, el tipo de material parental
determina los minerales que predominan en el suelo. En segundo lugar, el material parental es la
principal fuente de los nutrientes que se liberan en la solución del suelo, que posteriormente pueden
ser absorbidos por plantas, otros organismos o lixiviados.
Tiempo. La formación del suelo es un proceso constante que involucra la interacción entre el
material parental, la biota, el clima, el relieve y el tiempo. El suelo es un recurso no renovable a
corto plazo, debido a que para la formación de 1 cm de suelo tienen que pasar cientos o miles de
años.
Cuadro 1. Tasa de formación de distintos suelos. Fuente: Porta et al., 2003.
Formación del suelo Tasa de formación (años)
Muy rápida (sobre cenizas volcánicas y clima < 100
húmedo)
Muy lenta (sobre cenizas duras y clima < 1 cm/ 5,000 años.
templado-frio)
Propiedades asociadas con el hidromorfismo rápida
Propiedades asociadas con la materia orgánica rápida
Propiedades asociadas con la meteorización lenta
Horizontes A 1 – 1,000
Horizontes de alteración (Bw cámbico) > 1,000
Horizontes de acumulación > 1,000
Carácter ácuico > 10.
Entisol (sobre material no consolidado) > 100
Vertisol 3,000 – 18,000
Spodosol 1,000 – 8,000
Ultisol 1,000,000
Oxisol 100,000 a 2,000,000
Extraído de https://www.intagri.com/articulos/horticultura-protegida/los-factores-de-formacion-del
suelo
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Composición de los suelos
La disolución acuosa del suelo actúa de intermediaria entre la litosfera y los organismos
vivos, por lo que tiene una gran importancia para el equilibrio químico y biológico, debido
a que contiene los solutos necesarios para el desarrollo de la vegetación existente en el
mismo. Las principales causas por las que en la disolución acuosa del suelo se encuentran
iones son: la lluvia, la descomposición de la materia orgánica, la meteorización mineral, y
los procesos de intercambio iónico entre la disolución del suelo y las partículas coloidales.
El tipo de iones presentes y su concentración depende, fundamentalmente, del tipo de suelo
y de la época del año. Se encuentran mayoritariamente iones C1-, SO42- y Ca2+, en menor
cantidad Mg2+, H3Si04-, K+, Na+ y Mn2+, y como minoritarios pueden estar presentes
Al3+, Fe3+, Zn2+, Cu2+, H2P04-, etc.
La fracción inorgánica del suelo está compuesta por minerales primarios y secundarios.
Los primarios son los que se han formado a elevadas temperaturas y derivados de rocas
ígneas y metamórficas como cuarzo, feldespatos, micas, etc. Los minerales secundarios son
los que se forman por reacciones a bajas temperaturas y proceden de rocas sedimentarias o
por meteorización de minerales primarios, como, por ejemplo, carbonatos, algunos óxidos,
compuestos de azufre, etc.
En ciertas redes, algunos de los lugares están ocupados por iones aluminio, dando lugar a
los aluminosilicatos; la carga negativa de estas redes se neutraliza con la presencia de otros
cationes metálicos, tales como Na+, K+, Mg2+, Ca2+ y Fe2+, incluso H +, dando lugar a
los distintos minerales. Un grupo importante son los filosilicatos (Si20s2-), que son los
denominados silicatos laminares (por ejemplo, micas) que participan de forma muy activa
en muchos procesos físico-químicos.
La fracción orgánica del suelo, aunque sólo representa un porcentaje en peso muy pequeño
de la composición global del mismo, es de vital importancia para determinar su fertilidad,
porque es una fuente de alimentos para microorganismos, participa en diversos procesos
químicos edáficos y afecta a sus propiedades físicas. La fracción orgánica presente en el
suelo procede mayoritariamente de residuos vegetales en fase de descomposición, y en
menor proporción, de organismos vivos y de la materia orgánica resistente a la degradación
biológica y química. En lo que respecta a los residuos vegetales, la composición más
habitual es la siguiente: celulosa (50%), hemicelulosa (20%), lignina (18%), proteínas
(6%), aminoácidos y azúcares (5%) y componentes minoritarios como pectina, pigmentos,
ceras, etc. Estos compuestos pueden ser degradados por microorganismos presentes en el
suelo. La velocidad de descomposición dependerá de la estructura química del compuesto
(por ejemplo, la lignina es muy resistente a la degradación) y de otros parámetros, como la
temperatura, el pH, el contenido de agua del suelo y la aireación.
https://kupdf.com/download/contaminacion-ambiental-una-vision-desde-la-
quimica_5a263e31e2b6f5ff2af0b6af_pdf
Por tanto, la contaminación del suelo consiste en la introducción de elementos extraños al sistema
suelo o la existencia de un nivel inusual de uno propio que, por sí mismo o por su efecto sobre los
restantes componentes, genera un efecto nocivo para los organismos del suelo, sus consumidores,
o es susceptible de transmitirse a otros sistemas (Martínez Sánchez et al., 2005). El suelo puede
contener una gran variedad de elementos químicos, por lo que puede resultar difícil establecer a
partir de qué momento, un mismo elemento deja de ser beneficioso o indiferente, para pasar a tener
la calificación de contaminante (Porta, J.; López-Acevedo, M.; Roquero, C., 1994).
Los efectos desfavorables de los contaminantes en el suelo como sistema (Genou et al., 1992;
Porta, J.; López-Acevedo, M.; Roquero, C., 1994) son:
• Destrucción del poder de autodepuración por procesos de regeneración biológica normales, al
haberse superado la capacidad de aceptación del suelo. Se ve afectado el ciclo biogeoquímico y la
función de biofiltro.
• Disminución cualitativa y cuantitativa del crecimiento de los microorganismos del suelo, o bien
alteración de su diversidad, lo que hace aumentar la fragilidad del sistema.
• Disminución del rendimiento de los cultivos con posibles cambios en la composición de los
productos, con riesgo para la salud de los consumidores, al entrar determinados elementos en la
cadena trófica. • Contaminación de las aguas superficiales y freáticas por procesos de transferencia.
Se alcanzan concentraciones superiores a las consideradas aceptables.
• Disminución de las funciones de soporte de actividades de ocio.
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Desde un punto de vista legal, el suelo actúa como un sumidero en el que los contaminantes se
difunden y/o se transforman en función de la capacidad de retención o amortiguación de éste se
tendrá una mayor o menor presencia de contaminantes. Cuando llega el momento en que se supera
el nivel de saturación, el suelo se convierte en fuente de sustancias química, ya que el los
contaminantes comenzarían a “escapar” al medio hídrico o a la atmósfera.
Inés García
El poder de amortiguación de un suelo representa la capacidad que tiene un suelo de inactivar los
efectos negativos de los contaminantes. Esta beneficiosa acción se puede ejercer por varios
mecanismos:
Neutralización
Degradación biótica o abiótica
Adsorción
Complejización
Insolubilización
La BQT es un fenómeno que se refiere a los efectos retardados y al tiempo de demora. La BQT es
proporcional a la capacidad del suelo para almacenar tóxicos o productos químicos dañinos para el
medio ambiente. Un suelo que tiene una baja capacidad de almacenaje de un producto químico
particular, manifestará un pequeño o ningún retraso de tiempo con respecto al tiempo de entrada y
de salida del producto químico. Puede tener un importante efecto medioambiental en tales sistemas,
pero no será un efecto típico de BQT.
Los productos químicos, que provocan los sucesos BQT son las especies más resistentes a la
descomposición química como metales pesados y productos orgánicos persistentes. Estos pueden
ser retenidos durante un tiempo, pero al final se liberan al ambiente, directamente o a través de sus
productos de descomposición que pueden ser todavía más tóxicos.
Los cambios en las entradas de los contaminantes y en las capacidades de los suelos pueden
desplazar las respuestas en cualquier sentido, entre cualquiera de estas cuatro respuestas
tipificadas.
La capacidad de almacenaje está controlada por las propiedades de los suelos y estas capacidades
pueden resultar disminuidas por cambios en estas propiedades. Estas propiedades son utilizadas
para controlar los riesgos de BQT en los suelos, y por eso se les llama Propiedades Control. En la
siguiente tabla se indican la importancia de estas propiedades (Propiedades Control de la Capacidad
Tampón) para la movilidad de metales pesados y compuestos orgánicos tóxicos.
Por otra parte, los cambios climáticos también van a repercutir en la capacidad de almacenaje de los
suelos.
El lago de Big Moose se localiza en el estado de Nueva York, que recibe un elevado nivel de
deposición ácida. Como vemos en la siguiente figura, existen datos del pH del agua del lago desde
1760 de las emisiones de S02 recibidas, así como la extinción de peces en el mismo.
Las emisiones de SO2, principalmente por quema de carbón, empezaron alrededor de 1880.
Aumentaron rápidamente hasta alrededor de 1920 y a partir de ese tiempo permaneció
prácticamente constante hasta 1980. El descenso del pH del lago empezó aproximadamente 70
años después que las emisiones de SO2 empezaran, y casi 30 años después fue la pérdida total de
truchas.
La razón más verosímil para este hecho es la saturación de la capacidad tampón de los suelos de la
cuenca del lago. Durante 70 años estos suelos fueron capaces de tamponar la entrada de
deposición atmosférica ácida, pero después la capacidad tampón disminuyó, los suelos no podían
neutralizar el ácido y el lago rápidamente se acidificó.
Este establecimiento de riesgos en cuanto al concepto de BQT está todavía poco desarrollado. La
Comunidad Europea ha financiado el proyecto "Vulnerabilidad de los suelos de Europa" en el que se
realiza una cartografía a escala 1:5.000.000 (proyecto SOVEUR http://www.isric.nl), entendiendo por
vulnerabilidad el riesgo a decaer en sus funciones, esto exige previamente la elaboración de mapas
temáticos sobre condiciones agroclimáticas, geológicas, hidrológicas, edáficas... reunidos dentro de
un sistema de información geográfica (GIS).
De pH bajo (pH<5), sin capacidad tampón, pobres en filosilicatos de la arcilla, poca saturación en
bases, moderada materia orgánica (<5%), careciendo de horizontes árgico, cálcico, móllico y
horizontes orgánicos.
Suelos poco drenados, e.j. con gley o propiedades gleicas dentro de los 100cm, contenido en
materia orgánica moderado.
Suelos orgánicos.
Basados en estos criterios, trece unidades del mapa del mundo FAO/UNESCO son consideradas
sensibles a efectos de cambios ambientales sobre sesquióxidos.